Sebastian Rodriguez
Sebastian Rodriguez
Sebastian Rodriguez
Stephen Covey
Facultad: Administración
30-10-2024 Asignatura: Administración
Sección: 19:00
Docente: Ing. Mario Gerardo Bueso
Guillen
Al militar en las filas de los ejércitos español y francés alcanzó los rangos
de coronel y mariscal, respectivamente. Además, obtuvo el grado de
coronel en el ejército ruso, concedido por Catalina II la Grande, y fue el primer
comandante en jefe de los ejércitos venezolanos, ostentando el título de
generalísimo. Su carrera militar contempla su participación en cuatro
contiendas: el sitio de Melilla (1774-1775) y la invasión española de Argel de
1775 en el norte de África, la guerra de independencia estadounidense,
las guerras revolucionarias francesas y la guerra de independencia de
Venezuela. Entre sus gestas militares destacan su actuación en el sitio de
Melilla, la batalla de Pensacola en Estados Unidos y la batalla de Valmy en
Francia.
Por oceánico, hácese Capitán de su propio navío; sale de los puertos y arriba a
playas y radas; y, celoso de lo suyo, fija hechos y pormenores en sus sesenta y
tres grandes cuadernos de bitácora que él llamará Colombeia, un Diario de
muchos años y un Archivo ingente adicional. A los veinte, muy joven, vibrante y
ambicioso, se embarca en La Guaira y, esbelto junto al mascarón de proa, abre
rumbo hacia el mundo, viajero por la mar Atlántica. A los treinta y siete días de
navegación, el puerto de partida en su patria Venezuela parece unirse al otro
puerto, a Cádiz, en España.
Tiene la plenitud de los treinta y tres años. Más tarde, cuando el plan
emancipador haya adquirido vitalización voceadora potente, instalará en otro
puerto, en Londres, el centro de su magna red conspirativa, y la manejará con
la pericia de quien halla en el tinglado un instrumento familiar, un arma
conocida. Y, cuando no encuentre el apoyo solicitado ni en Inglaterra ni en
Francia, se dirigirá por cuenta propia, para tomarlos, a los puertos venezolanos
de Ocumare y de La Vela de Coro. ¡Siempre el océano, siempre los puertos!
En este navegador perpetuo rige un único rumbo, un Norte de brújula precisa,
pero su ir jamás aparece rectilíneo.
Navegante del Nuevo Mundo, orienta su nave en busca del vellocino de oro
que le obsesiona. Le acompañarán casi todos los esforzados varones que
plasmaron luego la liberación americana: Bolívar, San Martín, O’Higgins,
Alvear, Artigas, Monteagudo, Gual, Rivadavia, Montúfar, Rocafuerte, Servando
Teresa de Mier, Nariño. Las cartas de navegación fijarán cada hecho y cada
nombre- actor; en distribución continental de actividades, las pequeñas y
secretas embarcaciones denominadas Logias masónicas irán haciendo
la múltiple apertura. Miranda es oceánico en la misma medida en que Simón
Bolívar, el continuador y vencedor final, es hombre de tierra. Los
ideales de este caminante –que no navegante– se concretan en las
creaciones de la Gran Colombia, de la Federación de Repúblicas, de los
proyectos unionistas del Congreso Anfictiónico de Panamá.
Cuando él un caraqueño, el más joven, intenta operar desde el mar, sus dos
expediciones de Los Cayos, sólo parece un utilizador de recursos meramente
auxiliares. Cuando el otro caraqueño, el más viejo –hay más de treinta años de
distancia en la edad de los dos–, actúa en tierra, triunfa en Valmy y en
Amberes, al servicio de la Revolución Francesa; pero, ofuscado por esta
brillantísima experiencia, se obnubila en Venezuela, en tierra, donde los hechos
fatales le compelen a la capitulación de San Mateo, en 1812.
Le escribe a Pitt: solicita una pensión o un préstamo, por los documentos que
ha presentado que son de inmensa valía para Inglaterra. Se entrevista con el
ministro. Continúa ayudándole económicamente Turnbull. Pitt le envía
500 libras. Solicita nuevamente una pensión; Pitt le ofrece otras 500 libras
para dentro de dos meses. Miranda, con gran dignidad, responde que no
es el dinero lo importante, sino la independencia de América, y le pide la
devolución de todos los documentos. Conoce al embajador de Francia
Talleyrand, por quien sabe detalladamente la situación de Francia. Miranda
asume el mando del ejército en Bélgica. Se le ordena apoderarse de Maestricht
y fracasa. Dumouriez retoma el mando directo.