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GOBIERNOS PATRIOS:
Con la incorporación de los diputados del interior quedó constituida a
fines de 1810 la llamada Junta Grande. Esto provocó la renuncia de Mariano Moreno y el enfrentamiento dentro de la nueva junta de sus partidarios y los de Cornelio Saavedra. Los primeros eran partidarios de cambios profundos y de manejar la revolución desde Buenos Aires mientras que los segundos, eran más conservadores y proponían compartir las decisiones con las provincias. Las derrotas del Ejército del Norte, que hacían peligrar la continuidad de la lucha contra los realistas, y la necesidad de tomar decisiones rápidas llevaron a la concentración del poder ejecutivo en pocas personas: primero en tres, los Triunviratos (1811-1814), y luego en una sola, el Directorio (1814- 1820). La creación de un poder ejecutivo de tres miembros, el Triunvirato, se concretó el 23 de septiembre de 1811. Los triunviros Juan José Paso, Feliciano Chiclana y Manuel de Sarratea y el secretario, Bernardino Rivadavia, pensaron que las exigencias de la guerra hacían necesario un poder ejecutivo fuerte y disolvieron todas las juntas provinciales y hasta la propia Junta Grande. Estas medidas concentraron todo el poder en Buenos Aires y dejaron al interior sin representantes. Un logro fundamental del Segundo Triunvirato fue la concreción del Congreso Constituyente, postergado desde 1810. El 24 de octubre de 1812 se convocó a elecciones para diputados a la Asamblea General Constituyente. La Asamblea inauguró sus sesiones a fines de enero de 1813 y se proclamó representante de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Tenía por objetivos proclamar la independencia y sancionar una constitución que incluyese la forma republicana de gobierno y la división de poderes. Lamentablemente, estos postulados no fueron cumplidos. Sin embargo, la obra de la Asamblea fue importante porque se convirtió en una especie de declaración de principios que sirvió de antecedente en los futuros proyectos constitucionales. Si bien ya se habían suscitado problemas entre el caudillo de la Banda Oriental, José Gervasio Artigas, y las autoridades de Buenos Aires, durante la reunión de la Asamblea se produjo un nuevo distanciamiento entre ambos por el rechazo de los diputados orientales. La Asamblea del Año XIII, presidida por Alvear, temía que la incorporación de los artiguistas produjera una virtual alianza entre el caudillo oriental y San Martín para apurar una declaración de independencia, en contra de los intereses del grupo alvearista. Los representantes de Artigas traían instrucciones muy precisas, que no eran del agrado de la clase dirigente porteña: Inmediata declaración de Independencia; constitución republicana; gobierno central con respeto a las autonomías provinciales y el establecimiento de la capital fuera de Buenos Aires.
Las elites porteñas temían que la influencia del caudillo oriental se
extendiera al resto de las provincias. Veían en la acción de Artigas un peligroso ejemplo que propugnaba un serio cambio social. El reparto de tierras y ganado entre los sectores desposeídos concretado por Artigas en la Banda Oriental bien podía trasladarse a la otra margen de la plata y poner en juego la base de su poder económico. La Asamblea del Año XIII aprobó el uso de los símbolos patrios desechados por el Primer Triunvirato como la bandera, la escarapela, el escudo y el himno nacional que proponía: «coronados de gloria vivamos o juremos con gloria morir.» En lo social, la Asamblea declaró libres a los hijos de los esclavos; suprimió la mita y el yanaconazgo; abolió los títulos de nobleza; prohibió y mandó a destruir los instrumentos de tortura. Mientras sesionaba la Asamblea, se produjo en Europa la derrota de Napoleón. El consecuente retorno de Fernando VII al trono español complicó las cosas. El primer mensaje de Fernando VII a los revolucionarios americanos fue contundente: América era una colonia española y las juntas que gobernaban en su nombre habían caducado. Estaba claro que el rey intentaría por todos los medios reconquistar estos territorios. Con la excusa de la amenaza exterior, la Asamblea, dominada por Alvear, dio un paso más en la concentración del poder: creó un poder ejecutivo unipersonal, el Directorio. Gervasio Posadas, el tío de Alvear, fue el primer Director Supremo del Río de la Plata. Nombró a su sobrino Jefe del Ejército del Norte, lo que despertó gran descontento y finalmente la renuncia de Posadas y para peor, el nombramiento del propio Alvear como reemplazante. Todo quedaba en familia, pero esto fue visto como una provocación y pronto quedó más clara aun la impopularidad del nuevo Director.
Posadas, con el apoyo de la Asamblea, tomó una serie de medidas: tras
las derrotas de Vilcapugio (1º de octubre de 1813) y Ayohuma (14 de noviembre de 1813) reemplazó a Belgrano por San Martín en el Ejército del Norte, declaró «traidor a la patria» a Artigas y ordenó la creación de una flota de guerra que puso al mando de Guillermo Brown, quien inmediatamente realizó un bloqueo naval a Montevideo, completando el sitio que estaba llevando adelante Rondeau. En poco tiempo, Alvear consiguió que lo nombraran al frente del sitio y al caer la capital oriental se llevó todos los laureles del triunfo. Poco después promovió un armisticio con Artigas que duraría muy poco. En el plano internacional, llegaron a Buenos Aires certeros rumores de que en España se estaba preparando una poderosa expedición militar para aplastar a los movimientos patriotas y se decidió enviar una misión diplomática a España, a cargo de Belgrano y Rivadavia. A fines de 1814, Alvear consiguió que Posadas lo designara al frente del Ejército del Norte en reemplazo de Rondeau, quien a su vez había suplantado a San Martín, que pasó a hacerse cargo de la gobernación intendencia de Cuyo.
La plana mayor del Ejército del Norte rechazó el nombramiento de
Alvear, poniendo a la unidad militar en estado de sublevación y exigiendo no modificar la comandancia. Posadas debió renunciar y Alvear obtuvo el cargo de Director Supremo. Asumió el 10 de enero de 1815. La situación de Alvear tampoco era muy halagüeña y los problemas se agravaron debido a la conducción personalista que imprimió a los actos de gobierno, lo que cosechó una fuerte oposición.