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LOS SACRAMENTOS, FUENTE DE VIDA PARA LA IGLESIA

LOS SACRAMENTOS, FUENTE DE VIDA PARA LA IGLESIA


Son signos sensibles y eficaces de la gracia por qué;
Los sacramentos son eficaces en sí mismos porque a través de ellos actúa Jesucristo.
Son signos externos, puesto que tienen una finalidad pedagógica: alimentar, fortalecer y expresar la fe. Por eso, acercarse con fe a los sacramentos
es encontrarse con Jesús resucitado y vivo, con Él que es nuestro único Salvador.
"Los siete sacramentos corresponden a todas las etapas y todos los momentos importantes de la vida del L
cristiano: dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la vida de fe de los cristianos"

Podemos dividirlos en tres grupos:


1. Sacramentos al servicio de la comunidad: Da a los que los reciben una misión particular en la Iglesia, su función es la edificación del pueblo
de Dios.
Orden Sacerdotal - Matrimonio
2. Sacramentos de curación: Restaura en nosotros la gracia de Dios que hemos perdido por el pecado. Nos ayuda a vivir los momentos
difíciles de nuestra vida en el mundo.
Penitencia - Unción de los enfermos.
3. Sacramentos de iniciación: Mediante ellos se ponen los fundamentos de toda vida cristiana.
Bautismo - Confirmación - Eucaristía.

Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del cuerpo de cristo y en definitiva a dar culto a Dios; pero en
cuanto signos, también tiene un fin pedagógico. No solo suponen la fe, si no que a la vez la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de
palabras y cosas; por eso se llaman sacramentos de la fe. Confieren ciertamente la gracia, pero también su celebración prepara perfectamente a
los fieles para recibir con fruto la misma gracia y rendir culto a Dios y practicar la caridad.

El Bautismo (Mc 16. 16; Jn 3, 5; Hch 2. 38)


"Es el fundamento de toda la vida cristiana ... y la puerta que abre el acceso a otros sacramentos. Por el Bautismo, somos liberados del pecado y
regenerado, como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión"
Nos confiere una señal indeleble, llamada "carácter" que permite el poder recibir válidamente todos los otros sacramentos.
Se confiere normalmente derramando agua sobre la cabeza del bautizado y pronunciando las palabras "(N. N.}, yo te bautizo en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo En pocas ocasiones se realiza por inmersión, que era el modo ordinario de la Iglesia primitiva: el mientras se
pronuncian las palabras rituales.

Es el sacerdote o el diácono quienes normalmente bautizan, sin embargo, en caso de necesidad (peligro de muerte). cualquiera, incluso un no
cristiano, puede y debe bautizar: para ello, basta que tenga la intención de hacer lo que la Iglesia manda.

Si el que recibe el sacramento es adulto, debe tener la intención de recibirlo, fe y arrepentimiento de sus propios pecados. Si, por el contrario, es
un niño, la responsabilidad es asumida por sus padres, quienes deben contribuir a su crecimiento espiritual, con ayuda de sus padrinos.

La Eucaristía (Mt 26, 26-28; Mc 14, 22-24; Lc 22, 19-20)


Es fuente y cima de toda la vida cristiana. Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están
unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La Sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo ...
para recibirlo dignamente se requieren tres cosas: estar en gracia de Dios, saber y pensar en Quién se va a recibir y estar en ayunas al menos una
hora antes. Jesucristo instituyó la Eucaristía el jueves Santo, en la última Cena.

La Confirmación (Hch 8, 14-17: Hch 13, 2-3; Hch 19,1-6)


"Nos une más íntimamente a la Iglesia y nos enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma, nos comprometemos mucho
más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con nuestras palabras y nuestras obras". Es conferida por el Obispo o por su
delegado; nos hace perfectos cristianos, es decir, cristianos adultos en la fe, capaces de rendir testimonio público de Jesucristo.

La Penitencia (Mt 16. 18; Mt 18, 18; Le 15. 18-18)


Llamada también sacramento de la Reconciliación o Confesión. Nos borra pecados cometidos después del Bautismo. Nos cura espiritualmente y
llama a la conversión de vida, realiza sacramentalmente nuestro retorno brazos del padre después de que nos hemos alejado de Él.

La Unción de los enfermos (Mc 6, 5; Me 6, 12-13; Le 13, 12-13)


Llamada también óleo santo, es administrado por el sacerdote. Confiere gracia especial al cristiano aquejado de cualquier enfermedad grave o de
la vejez. Para recibirla dignamente es necesario estar en estado de gracia confiar en la virtud del sacramento y en la divina misericordia, y finalmente
abandonarse a la voluntad de Dios.

Orden sagrado (Mt 18. 18; Le 10. 16; Le 22, 18)


Es administrado por el obispo, confiere tres grados del ministerio jerarquía la Iglesia: consagra a los obispos, a los sacerdotes y a los diáconos.

Matrimonio (Gén 1, 26-28; Gén 2, 18-25: Mt 5, 31-32)


Establece una unión santa e indisoluble entre el hombre y la mujer, dando gracia de amarse fielmente y de educar cristianamente a sus hijos.

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