Althusser, L. (1990) - Prefacio. Hoy
Althusser, L. (1990) - Prefacio. Hoy
Althusser, L. (1990) - Prefacio. Hoy
tradttcció11 e it1troducción de
MARTI1A l'fARNECI<ER
siglo
vezntzuno
editores
sa
-- .,_
MEXICO
,'\RGENTINA
ESPAÑA
Prin1era edici6n en español, 1967
@ SIGLO XXI EDITORES, S. A.
I
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textos testigos, ¿cómo explicar que haya sido para ellos letra muerta?
De esta manera, fuimos llevados a reconocer que, bajo la protec-
ción del dogmatismo reinante, otra tradición negativa, esta vez
francesa, había pre11alecido sobre la primera, otra tradición, o más
bie11, lo que podríamos llan1ar corno eco a la ''deutsche A1iseria'' de
1-Ieine, nuestra ''miseria francesa'': la ausencia tenaz, profunda,
<le una real cultura teórica en la historia del rnovimiento obrero fran-
cés. Si el Partido francés pudo adelantarse, dando a la teoría general
<le las dos ciencias ,; la forma de una proclan1ación radical, y si con
ello pt1do poner a prueba y demostrar su indiscutible aliento polí-
tico, se debe también a que vivía con reservas teóricas muy escasas:
las que le 11abía dejado corno herencia todo el pasado del inovimie11to
obrero francés. De hecl10, a excepción de los utopistas Saint-Simon
y Fourier, que Marx evoca con tanto agrado, a excepción de Prou-
dhon que no era marxista, y de Jaures que lo era poco, ¿dó11de está11
11uestros teóricos? Ale1nania t11vo a Marx y Engels, y al joven
Kat1tsl<y; Polonia, a Rosa Luxemburgo; Rusia, a Plejanov y Le11in;
Italia, a Labriola que (¡en la época en que nosotros teníamos ~
Sorel!) se escribía de igual a igual con Engels, luego Gramsci. ¿Dón-
de están nuestros teóricos? ¿Gt1esde, * * Lafargue?
Sería 11ecesario todo un análisis histórico para dar cuenta de una
pobreza que contrasta con la riqueza de otras tradiciones. Sin pre-
tenc1er empezar este a11álisis1 fijemos por lo menos algunos puntos
de referencia. Una tradici6n teórica (teoría de la historia, teoría de
la filosofía) en el movimiento obrero del siglo XIX o de co111ienzos
clel siglo xx, no puede prescindir de las obras ele los trabajadores inte-
lectuales. Son intelectuales (Marx y Engels) los que han fundado
II
Sin duda se i11e permitirá i11dicar en qué línea se encuentran los tra-
bajos que se van a leer.
El texto ''Sobr·e el jove11 Marx'', prisionero aún del mito de la fi-
1losofía crítica desvaneciente, contenía sin embargo el problema esen-
cial, que nuestras experiencias, nuestros fracasos y nuestras misn1as
incapacidades habían hecl10 surgir en nosotros; ¿qué pasa con la filo-
sofía marxista? ¿Tiene teórican1ente derecho a la existencia? Y si
existe de derecho, ¿cómo definir su especificidad? Esta cuestión
esencial se encontraba planteada práctican1ente como una cuestión
pe apariencia histórica, pero era en realidad teórica: la cuestión de la
lectura y de 1a interpretación de las obras de juventud de Marx. No
se debe a un azar que haya sido considerado indispensable someter
a un exame11 crítico serio estos textos famosos con los que se 11abía
defenclido todas las ba11deras y todos los usos, estos textos abierta-
mente filosóficos en los que 11abíamos creíclo, .más o menos espon-
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.Marzo de 1965
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