Mensajes Revista Vino Nuevo
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LA HERMOSURA DE LA SANTIDAD
LA VERDAD EN CRISIS
Despierta, despierta, levántate, oh Jerusalén, que bebiste de la mano de Jehová el cáliz de su ira;
porque el cáliz de aturdimiento bebiste hasta los sedimentos.
De todos los hijos que dio a luz, no hay quien la guie; ni quien la tome de la mano, de todos los hijos
que crio.
Estas dos cosas te han acontecido: asolamiento y quebrantamiento, hambre y espada. ¿Quién se
dolerá de tí? ¿Quién te consolará? Tus “hijos desmayaron, estuvieron tendidos en las encrucijadas
de todos los caminos, como antíope en la red, llenos de la indignación de Jehová, de la ira del Dios
tuyo. (ls.51: 17-20).
“No hay nadie que la guíe “. Repito: “No hay nadie quien la guie”. No hay nadie que sepa el camino –
nadie que conozca dónde está el sendero, mucho menos la manera de caminar en él! No es suficiente
estar dispuesto a venderlo todo por el reino. ¡Es necesario saber dónde está la perla!
“No hay quien la tome de la mano”. De todos los hijos que crio no hay un guía ni un líder. Hay una
diferencia muy grande entre un señalador y un líder. Por muchos años éramos señaladores. Decíamos
a la gente: “No me mires a mí. No mires a los hombres. ¡Pon tus ojos en Jesús! Lo que hacíamos era
señalar.
Lo que decíamos en realidad era que nosotros no podíamos lograrlo, pero que ellos sí. La necesidad
es de líderes, no de señaladores. Necesitamos hombres que puedan tomar a otro de la mano y guiarlos
en Dios.
El versículo 20 dice que todos sus hijos eran como antílopes salvajes en una red. Estaban enredados
en toda suerte de cosas que producían ineficiencia y frustración continua. ¿Se puede imaginar usted
a un animal luchando en una red? Esa es una descripción de la manera en que yo me sentía con
respecto a mi vida, mi ministerio, la voluntad de Dios y todo lo que intenté hacer por tantos años!
Me sentía como un toro salvaje atrapado en una red.
No era por falta de consagración o de dedicación, Tampoco por falta de compromiso o por no estar
dispuesto a sufrir. Pero allí estaba atrapado literalmente en una red espiritual de la que no podía
librarme.
Control de calidad
El problema que tenemos ahora no es el de tratar que las personas acepten el mensaje de la
necesidad de gobierno, autoridad y de estar debidamente relacionados. (Hay más personas que
quieren relacionarse con nosotros que hombres que puedan pastorearles y cuidarles). Nuestro
problema es mantener un control de calidad. Esto significa que el mensaje tiene que ser aplicado, y
administrado de manera que produzca la clase de fruto que el Señor espera.
Yo le pedí a un profesor de un instituto bíblico que viniera a quedarse un tiempo conmigo. Le dije,
“Quiero que lo examine todo y vea si encuentra dominación, abuso o la aplicación errada de la verdad
en la fibra de lo que estamos haciendo”.
Después de cuatro o cinco días con nosotros, le pregunté: “¿Qué es lo que haz visto?”
“Bob, lo que veo alrededor tuyo de tus hermanos es lo que más se acerca a lo que he conocido como
la “Visitación de Gales”.
En los primeros días de esta visitación, cuando aún era un muchacho de tierna edad, un hombre vino
a nuestra casa. Era un hombre con autoridad apostólica. Durante su visita se sentó con mi padre y
le dijo: “Señor Edwards, su ministerio es necesitado en el sur de Inglaterra”. Y no dijo más que esto.
Mi padre contestó: “Sí señor, le oigo. Haremos los preparativos inmediatamente”. Yo supe entonces
lo que era la autoridad. La autoridad apostólica había venido a mi padre y con esa palabra mi padre
empacó sus cosas y mudó a toda su familia”,
Está en el corazón de Dios, pero antes que nada, necesitamos este control de calidad.
Para que podamos tener flexibilidad, profundidad y claridad de vida, tenemos que librarnos de todo
lo que compita con la voluntad de Dios. Eso es precisamente lo que yo he querido hacer desde el día
en que conocí al Señor. ¿Y usted? Todo lo que quiero hacer es su voluntad. “Dios muéstrame dónde
está tu voluntad!”
La preparación
Recientemente oí una excelente ilustración con respecto a este control de calidad. Leamos Isaías
28: 23-28 para saber lo que Dios dice con respecto a la preparación del suelo para controlar la
calidad del fruto.
El que ara para sembrar, ¿arará todo el día? Romperá y quebrará los terrones de la tierra? Cuando
ha igualado su superficie, ¿no derrama el eneldo, siembra el comino, pone el trigo en hileras, y la
cebada en el lugar señalado, y la avena en su borde apropiado?
Porque su Dios le instruye y le enseña lo recto; que el eneldo no se trilla con trillo, no sobre el comino
se pasa rueda de carreta; sino que con un palo se sacude el eneldo, y el comino con una vara.
El grano se trilla; pero no lo trillará para siempre, ni lo comprime con la rueda de su carreta, ni lo
quebranta con los dientes de su trillo,
Necesitamos hombres
y guiarlos en Dios”.
Hemos cambiado nuestra actitud con respecto al propósito de Dios. Hemos dejado de querer
sembrar la semilla en el concreto. Esto significa que estamos permitiendo que Dios sea Dios en lo
que hacemos y estamos dejando que El sea quien vuelva a tomar la iniciativa. No sólo hemos dejado
de querer sembrar la semilla en el concreto sino que hemos comenzado a tratar con el suelo: la
preparación del hombre, con el arado, con la grada de dientes y el disco.
La lección es muy profunda e importante. El agricultor no ara continuamente. Tampoco se pasa el día
gradando la tierra. ¡Dios no disfruta en ararlo a usted continuamente! Después de 23 años de caminar
con el Señor, he visto la manera en que Dios ha tratado severamente con hombres y mujeres;
también lo he experimentado personalmente, y puedo testificar que jamás he visto a Dios tratar a
un hombre con mayor dureza de la que sea absolutamente necesaria.
Si usted cree que Dios ha estado tratando con usted demasiado severamente, recuerde que El es
como el agricultor que sabe cuando necesita el arado, el disco, o la grada. El sabe cómo preparar la
tierra.
¡Como pueblo de Dios necesitamos recibir y aceptar los tratos de Dios con alegría! No los rehusé ni
los reprenda. Tómelos como si fueran una naranja y sáqueles todo el jugo que tengan. Aprenda todas
las lecciones que hay en su trato, cualquiera que sea el implemento de labranza que use. El no
solamente sabe arar la tierra, también conoce la manera de obtener el grano.
¿Usted sabe lo que es eneldo? Es esa semillita redonda que se ve en los encurtidos. El Señor sabe
que no hay que usar un trillo para obtener el eneldo.
El sabe usar la vara en el comino y lo hace porque es más saludable. Con una vara sacude el comino
que es una especie. También sabe que hay que aventar el trigo. Después lo muele para hacer pan.
El Señor sabe cuándo arar y cuándo dejar de hacerlo. También sabe cómo moler el trigo para hacer
pan. Sabe cuánta fuerza usar. Yo fui maestro en un colegio bíblico y solía decirles a mis estudiantes:
“No se preocupen con respecto a la profundidad de su mensaje. El Señor siempre les permitirá a
cada uno de ustedes una cantidad proporcional de sufrimiento para profundizar su mensaje”.
Una parte de este control de calidad es el de oir La Palabra de Dios a como está escrita realmente.
Y la Palabra nos habla de precio. No sólo de lo que Dios pueda hacer por nosotros, sino que al fin
oímos que hay algo que nosotros podemos hacer por Dios. El cambio ha llegado. El arado ha cesado.
La semilla está adentro. Las primeras cosechas comienzan a aparecer.
Dios le mandará, si no lo ha hecho ya, a un hombre con un arado en su mano. No es algo soberano o
místico; es un hombre con un arado o con una grada o con un disco y él sabe como usarlo en usted.
Jehová el Señor me dió lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana
tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios.
Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de
injurias y de esputos.
Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un
pedernal, y sé que no seré avergonzado.
Tenemos que comprender que todo esto no se puede reducir a un juego de reglas. No podemos usar
una metodología. No es un proceso legalista de lo que estamos hablando, sino de cómo aprender a
caminar en el Espíritu.
Jesús sabía caminar en el Espíritu. Jesús sabía obedecer. No fue rebelde ni tuvo lástima de sí mismo.
Tampoco se preguntó por qué esas cosas le estaban sucediendo a él. No pasó por la vida como un
niño lloriqueando, sino que”. puso su rostro como pedernal, dando siempre gracias a Dios por el
privilegio de haber caminado con El. Su actitud fue la de recibir el arado cuando era necesario, el
disco, y la grada cuando así lo veía el Padre.
Si no estamos de acuerdo con esto, estamos en peligro de perder lo que Dios nos está diciendo de
fracasar en el cumplimiento de su propósito y de endurecernos bajo el trato de Dios para finalmente
ser rechazados. Hay una sola cosa que debemos temer: no estar dentro de su voluntad.
Prisioneros de guerra
El arma máxima que usa Dios es el soldado de infantería con su rifle. No son los acorazados, ni las
bombas atómicas que hacen el trabajo finalmente. El elemento esencial en toda guerra ha sido y
siempre lo será el soldado. La intención de Dios es la de preservar a este tipo de hombre que ha sido
tratado, disciplinado, arado, gradado, y quebrantado con el disco.
Yo llevo una carga muy profunda que Dios me ha dado por lo que he llamado “prisioneros espirituales
de guerra”. Hombres y mujeres que son salvados, llenos del Espíritu Santo, y con un puñado de
tratados son enviados al frente de batalla y terminan cayendo prisioneros.
El “Movimiento de Jesús” en California se está desintegrando tan rápidamente que da miedo. Muchos
de estos jóvenes están volviendo atrás, cayendo de nuevo en las drogas y negando la realidad de su
experiencia con Cristo. ¿Y saben ustedes por qué? ¡Porque a ellos se les enseñó que Jesús vendría la
semana entrante o que podría ser mañana mismo y que no necesitaban estudiar ni hacer nada!
Han pasado unos años, Jesús no ha venido. Y estos jóvenes se encuentran sin ningún fundamento,
ninguna dirección, ninguna ubicación, ni relación. Entonces, cuando van a retar al diablo en su propio
territorio, ellos resultan capturados por la misma cosa que intentan destruir. Los hábitos de los que
se habían visto libres por un tiempo, los tienen de nuevo prisioneros – drogas, sexo, lujuria, apatía,
presiones, sectas, confusión y todo tipo de engaño espiritual.
¿Me entendería si le digo que un hombre hecho prisionero de guerra en Vietnam por siete años es
todavía un ciudadano de su propio país? ¿Sabía usted que las fuerzas del infierno tienen a muchos
de nuestros soldados que han capturado? Son prisioneros espirituales de guerra – hombres que han
sido salvos y tienen un corazón para Dios, pero que están atrapados por todo tipo de hábitos,
sentimientos, rechazos, reincidencias y confusión religiosa.
El clamor de sus corazones es por alguien quien les guíe. Alguien que sepa el camino. Alguien que les
tome de la mano.
Algunos dirán: que “Nadie necesita que otro le tome de la mano. Pon tu mirada en Jesús. No nos
mires a nosotros”.
“Así lo hicimos y estamos aquí”, dicen estos prisioneros. “¿Cómo he de interpretar todo esto? ¿Cómo
puedo conocer la voz de Dios? ¿Cómo entender los sentimientos, la voz de Dios y su enseñanza?
¿Qué debo hacer para entenderlo?”
¿Ha ido alguna vez de cacería a un lugar desconocido? ¿Le gustaría adentrarse en la selva sin un
guía? Usted solo se perdería totalmente.
Yo no me atrevería a hacerlo. Yo quiero viajar con alguien que sepa donde está el sendero de regreso
.. No hay sentimiento más agradable cuando termina la cacería que oir decir al guía: “vengan por aquí,
les llevaré por el camino de regreso”.
Hay muchos cristianos que no saben dónde está su casa. Aman al Señor con todo su corazón y con
toda su mente, pero están sin dirección; no saben quienes son; ni a dónde van y su clamor es:
¡Muéstrame, oh Señor, tus caminos!”
Yo no hablo de ningún impedido mental o de alguien con medio cerebro entorpecido. Hablo de
hombres saludables que se han graduado de universidades y seminarios, que han conocido a Dios,
predicado, todas sus vidas, que quieren saber cómo relacionarse y caminar con Dios.
Ciertamente volverán los redimidos de Jehová; volverán a Sion cantando, y gozo perpetuo habrá
sobre sus cabezas; tendrán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán.
Ahora vea lo que dice el versículo 14: “El preso agobiado será libertado pronto; no morirá en la
mazmorra, ni le faltará su pan”.
¿Es o no es esa una promesa de Dios? El dice que los presos no morirán en la mazmorra. El cautivo
será liberado y regresará a Sion. Verá el gobierno de Dios. Verá el orden del pueblo de Dios. Verá
que hay dirección, propósitos, vida con energía, y sobre todo verá a personas normales. “No morirá
en la mazmorra, ni le faltará su pan”. “Porque yo Jehová que agito el mar y hago rugir sus ondas, soy
tu Dios, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos”. (vs. 15).
Cuando hayamos preparado la tierra, el mar podrá rugir y las olas romperse sobre la arena pero
nosotros estaremos en paz. Dios tendrá que traer olas muy grandes para que la iglesia pueda oírlas
y creo con todo mi corazón que ya vienen. No disturbemos al maestro en la barca. El sabe lo que está
haciendo aunque esté dormido.
Otro dice: “Ya sé lo que debemos hacer. Debemos meternos en la montaña, buscar una cueva y
guardar comida allí”.
Para mi eso no tiene nada de emocionante. Yo no quiero que me encuentren en una cueva, comiendo
comida añeja. Yo quiero morir con las botas puestas.
Segundo, necesitamos líderes, no apuntadores. Los líderes del cuerpo de Cristo necesitan dejar de
apuntar hacia los lugares donde quieren que la gente vaya. Si los líderes no les guían no debieron de
apuntar.
Hay cosas interesantes que están sucediendo con el evangelismo. Un hombre vino a un hermano de
una comunidad para preguntarle lo que estaban haciendo.
El hermano le dijo: “Ven conmigo y te lo mostraré”. Primero fueron y cortaron la grama de otra
persona y después fueron juntos a comer. Por dos días lo trató como si fuera uno de los hermanos.
Finalmente, después del segundo día, aquel hombre le preguntó al hermano: ¿”No es verdad que
tengo que hacer algo para nacer de nuevo?”
El hermano le dijo: ¡”Sí, es cierto!” Después de dos días el hombre quería lo que teníamos y estaba
dispuesto a pagar el precio.
Yo no creo en la necesidad de ser llevado de la mano toda mi vida, pero sí hasta que esté bien seguro
de cuál es la dirección de Dios para mi vida; y aún después, siempre estaré en necesidad de liderazgo.
Tercero, es tiempo que rompamos la red. Es igual que preparar la tierra, liberar a los cautivos,
romper las ataduras. Debemos de liberarnos a nosotros mismos y a otros para que hagan la voluntad
de Dios.
Cuarto, es tiempo de tomar la ofensiva y descansar la defensiva. Dios quiere que dejemos de poner
“curitas” en la sociedad y comencemos a ejercer una verdadera influencia en este mundo. La iglesia
trastornó al mundo en el primer siglo, y entendemos que lo que ellos hicieron nosotros lo haremos
también.
Quinto, prepare la tierra. No trate de sembrar la semilla en el concreto. Prepare la tierra. Dios es
el que riega y da el crecimiento – pero El nos ha llamado para que le ayudemos a preparar la tierra
tratando con los hombres de una manera profunda y real.
¿Sabe usted por qué hay hombres que se levantan en Dios hoy? Porque una vez en su pasado fueron
tocados por la semilla del reino. Entró en sus espíritus y aunque ellos intentaron arrancarla, la semilla
creció hasta que rompió todo lo que estaba encima para salir. Yo tengo plena confianza en esta
semilla y sé que Dios ha comenzado una obra y con toda seguridad la llevará a una conclusión gloriosa.
Pablo en su segunda carta a Timoteo, comparte su experiencia para emerger victorioso a través de
los conflictos de la vida. Esta habría de ser su última carta escrita desde una celda romana antes
de ser decapitado. En cierto sentido es su último testamento y voluntad para un hijo espiritual a
quien amaba tanto.
Pablo alienta y exhorta a Timoteo: “Aviva el fuego del don de Dios que hay en tí. Hay conflicto, pero
Jesús te ha dado una promesa.” Pablo le impulsa, le alienta, le ministra, le hace saber que la victoria
es posible.
Antes de seguir adelante, quiero decir que una de las tretas favoritas del enemigo para robar
nuestra victoria, es la de hacernos creer que nuestro problema es diferente al de los demás. “Si su
esposa fuera como la mía, usted tampoco tendría la victoria.” “Si usted viviera en mi vecindario … ”
“Si usted se hubiera criado con los niños con que yo crecí … ” El diablo quiere hacerle creer que su
hogar, o su enfermedad, o su situación es diferente – que nadie ha sido tratado con mayor injusticia.
A eso le llamo “el juego de la lástima de sí mismo.”
Ahora considere estas palabras: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los
hombres” (1 Cor. 10: 13). No hay nada por lo que usted haya pasado que no sea común a todos
nosotros. No hay nada que Dios no haya anticipado. El sabe que es posible que su hija venga a casa
diciendo: “Mamá, estoy embarazada”. O que algún ser amado muera en un accidente automovilístico.
Estas cosas suceden, pero no deben de robarnos la victoria.
Usted dirá que Pablo era diferente. El era “San Pablo” – con su aureola y todo. “Si Pablo se hubiese
casado con mi esposa, o hubiese vivido en mi vecindario en estos días, no hubiera alcanzado la
victoria.” No, Pablo era un verdadero hombre con sus problemas de la vida real. No había aureola
sobre su cabeza. “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres.” Nuestro
problema, nuestra situación, nuestro conflicto no es diferente al de Timoteo o al de Pablo.
Un ejemplo victorioso
Recuerde que Pablo escribe a Timoteo para mostrarle la manera en que él ha mantenido la victoria
en su vida. En éstos versículos cuenta a Timoteo cuatro cosas con respecto a sí mismo y a su andar
por la vida.
El versículo 6 dice: “Yo estoy siendo derramado ya como una ofrenda de libación”. ¿Recuerda usted
cuando tres soldados de David le trajeron agua del pozo de Belén? David no la quiso tomar, sino que
la derramó delante de Jehová como una ofrenda de libación ( vea 2 Samuel 23: 15-1 7). Ese es el
significado literal de Pablo – estaba listo para morir; para que su sangre fuese derramada como una
ofrenda de libación.
Yo también quiero estar listo cuando llegue al final de mi vida. Si queremos tener éxito en nuestra
vejez, tendremos que comenzar temprano.
En 1954, le dije a Dios: “Dios, cuando llegue a tener 70 u 80 años, no quiero pasar el resto de mi
vida, siendo un viejo gruñón sentado en alguna banca tomando el sol.” ¡Esta imagen es muy real para
mí pues cuando estudiaba medicina, parte de mis responsabilidades era la de cuidar viejos gruñones
tomando su baño de sol! Cuando llegue al final de mi vida, quiero irme en un resplandor de gloria.
¡Quiero morir con las botas puestas! ¡Quiero cabalgar hasta la eternidad!
Eso no se logra con sólo decir: “Señor, lo siento. Dios, siento haber golpeado a mi mujer. Siento no
haber dado mis diezmos, Dios, lo siento. Dios, lo siento. Me arrepiento. ¡Ahora estoy listo! “No es de
eso de lo que estoy hablando, sino de una vida entera que ha sido cambiada por el poder de Dios.
Pablo le escribe a Timoteo: “Timoteo, hijo, no pierdas el significado de mis palabras. Cuando llegue
el día de reclinar tu cabeza, o entregarla en manos del verdugo, quiero que hayas vivido tu vi da de
tal manera que puedas decir: “Estoy listo! “
Observe también que Pablo no tenía temor de la muerte. He visto a muchas personas morir – a
cristianos y a impíos también – muchos de ellos en gran desesperación porque tenían temor de la
muerte. Algún día todos tenemos que salir de este mundo. Entramos, y a menos que Jesús venga,
tendremos que salir. No importa si somos jóvenes o viejos, altos o bajos; no importa la raza o la
educación: todos tendremos que irnos algún día; después de todo, la muerte es el último enemigo que
será destruido. Pablo dice: “Estoy listo para ser derramado, y el tiempo de mi partida ha llegado.”
También dice en el versículo 7: “He peleado la buena batalla”. ¿ Qué significado tienen estas
palabras? Significan conflicto. El conflicto es el ingrediente básico del reino de Dios. Es lo normal
en la vida cristiana. Escuchen estas palabras:
“A través de muchas tribulaciones hemos de entrar al reino de Dios” (Hechos 14: 22 ) ¿Cuáles eran
algunas cosas contra las que había peleado? Falsos hermanos, el diablo, aflicciones, así mismo.
Sé que tuvo que haber perdido algunas batallas. ¿Cómo lo sé? Porque él dice: “He sido derribado,
pero nunca puesto fuera de combate”. Ese es el significado literal en el griego. “Perdí algunas
batallas, pero gané la guerra”.
Vamos a media carrera cuando Ricardo dice de repente: “¡Es demasiado difícil! ¡Es demasiado largo!”
Y se desvía a través del campo por la ruta más corta.
“Dios, digo yo, ¿viste lo que hizo Ricardo? ¡atravesó por el campo y llegó primero!”
Pablo no transigió; terminó de acuerdo a las reglas. El objeto en una competencia de lucha no es la
de tirar al adversario fuera de la arena; sino ganarle dentro de ella y de acuerdo a las reglas. El
objeto en el boxeo no es sólo el de derribar al enemigo; sino hacerlo de acuerdo a las reglas. En
boliche no es sólo derribar diez bolos; sino hacerlo con una bola y de acuerdo a las reglas. También
hay reglas en la vida cristiana. El objetivo en la vida cristiana no es “ser espiritual”; la meta es llegar
a la espiritualidad de acuerdo a las reglas. ¡La meta no es terminar primero; es terminar de acuerdo
a las reglas!
• Guardó la Fe
“He guardado la fe” (vs. 7). Esa es una declaración fantástica. Pablo dice: “Lo que Jesús me mostró
en el principio, así he hecho exactamente. Cuando Jesús me salvó, me bautizó en agua y me llenó con
el Espíritu Santo, recibí la fuente de mi vida. De ella he vivido. He guardado la fe.”
“He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe; en el futuro me espera la
corona de justicia … ” (vs. 7-8). Esa corona no es para todos. Es únicamente para aquellos que “aman
Su venida”. (vs. 8). Tiene que haber cierta actitud para poder amar la venida de Jesús. Hay personas
que dicen que aman Su venida, pero sus palabras no significan nada.
Si en realidad amamos su venida, conduciríamos nuestras vidas de tal manera que si supiéramos que
El vendría mañana, no habría nada que cambiaríamos. Yo no sé qué cosas haría diferentes en mi vida
si supiera que el Señor vendría mañana. Sinceramente, no sé de nada que tuviera que hacer para
estar listo. Estoy seguro que no podría dormir, pero no cambiaría nada. Si usted ama Su venida, su
conducta en la vida lo demostrará.
Las siguientes son algunas de las pruebas que Pablo venció en su vida.
I La deserción.
El versículo diez dice: “Demas me ha desertado … ” Usted dice: “Hermanos, vengan todos esta noche;
vamos a orar”. Todos dicen: “¡Aleluya!” Pero sólo usted llega y nadie más.
A mí me han desertado muchas veces. En cierta ocasión estábamos construyendo una capilla y todos
los hombres de la congregación se habían comprometido a trabajar. Yo estaba cavando con este
enorme pico para poner el fundamento del edificio, cuando uno dijo: “Tengo un compromiso con mi
esposa”.
Otro dijo: “Tengo otras cosas que hacer”. De repente me di cuenta que todos se habían ido y yo me
había quedado sólo. Soy un hombre educado y tengo títulos universitarios, pensé yo, mi trabajo es
mental y no físico. Seguí cavando y pensando: “¡Qué sinvergüenzas! ¿Qué se creen? Me dejaron sólo
en este hueco trabajando como cualquier peón.”
Cuanto más pensaba más iracundo me ponía; cada golpe del pico llevaba la fuerza de mi enojo. Me
habían desertado y estaba muy disgustado. Entonces el Señor me preguntó: “Para quién estás
trabajando?”
Es fácil decir que estamos trabajando para Jesús, pero la manera de saberlo con seguridad es
cuando todos han desertado. Todos dicen: ” ¡Vamos a testificar!” Pero nadie llega solamente usted.
Hay sólo dos alternativas; la victoria o la derrota. “¡ No lo entiendo; todos se han enfriado menos
yo!” y comienza a roerle el corazón.
Demas desertó a Pablo y cuando compareció delante del emperador todos le abandonaron. “En mi
primera defensa nadie me apoyó, sino que todos me desertaron” (vs. 16). Cuánto debió dolerle a
Pablo. Los que había amado tanto le habían desertado en su juicio.
“Alejandro, el calderero, me hizo mucho daño, el Señor le retribuirá conforme a sus hechos. Ten
cuidado de él, pues se opone vigorosamente a nuestra enseñanza” (vs.14 y 15). El conflicto en la vida
de Pablo era muy real.
En el versículo 3 dice: “Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina”. Hubo muchos
de quienes él esperó recibieran la palabra, pero la rechazaron.
Pensará usted que Pablo no tenía temor porque era un “santo”. La verdadera situación es que Pablo
tuvo que enfrentarse a Nerón, un homosexual y maniático esquizofrénico – un hombre tan poseído
del diablo que sumergía a los cristianos en brea caliente y cuando aún estaban vivos, los colgaba en
su jardín para encenderlos de noche.
En el versículo 17 Pablo. dice: “Fuí librado de la boca del león”. Nerón venía todos los días a decirle:
“Pablo, si no niegas a Jesús, te vamos a dar de almuerzo a los leones”.
Pablo veía desde su ventana las escenas sangrientas con los otros cristianos y decía: “Gloria a Dios
… !” Jamás piense que no era real para él. Créame, Pablo no tenía ningún deseo de enfrentarse a los
leones. No, no lo tenía, pero tampoco tenía miedo de morir. “
IV. El aprisionamiento en una cárcel romana.
No sólo había leones esperándole, sino que también sufrió confinamiento físico en una cárcel romana,
con muy poca o ninguna calefacción. Pablo le escribió a Timoteo diciendo: “Procura venir antes del
invierno”. (vs. 21). “Obtendré la victoria vengas o no, pero me ayudaría mucho si vinieras un poco
temprano. Y trae mi capa”.
V. La Soledad
Jamás pensamos que el apóstol Pablo no se sintiera sólo. ¿Ha sentido usted la soledad alguna vez?
¿Se ha sentido usted alguna vez solo en una multitud o en una fiesta? Todo mundo se divierte menos
usted. Siente que nadie le ama; nadie le comprende. Se siente rechazado.
En el capítulo 1 versículo 4 Pablo dice: “Deseo verte”. Yen el capítulo 4 versículo 9 dice:
“Procura venir a verme pronto”. Pablo era un ser humano igual que usted y yo y sentía la necesidad
de ser amado y aceptado. La verdadera espiritualidad nunca sustituye nuestra necesidad de otras
personas.
A veces yo siento soledad. Necesito amor. Necesito las personas. Necesito a mi esposa y a mi familia.
Pero aún en medio de la soledad no pierdo mi victoria. Pablo aprendió a vivir victoriosamente en
medio de su soledad.
El versículo 20 dice: “A Trófimo dejé enfermo en Mileto”. Trófimo acompañaba a Pablo en sus viajes.
Cuando enfermó, Pablo le ministró, oró por él, reprendió a Satanás, e hizo todo lo que sabía hacer.
Pero sin ningún resultado. Sus oraciones no fueron contestadas.
Yo he obtenido respuestas a una infinidad de oraciones. También he orado sin recibir respuesta
alguna. En ciertas situaciones he tenido toda la seguridad de que Dios respondería, pero la persona
murió o dejó el pueblo o la situación siguió igual. He tenido oraciones sin respuesta que por poco me
han quitado la victoria hasta que ví esto: “A Trófimo dejé enfermo en Mileto” No había nada que
Pablo pudiera hacer.
Cierto día, iba en mi auto por la carretera cuando ví un accidente terrible. Era estudiante de
medicina entonces y me detuve para tratar de ayudar; ví a un hombre que estaba sangrando
profusamente. Hice todo lo que pude pero el hombre murió. Eso me afectó enormemente. El enemigo
comenzó a golpearme fuerte con la condenación y a decirme: “Si hubieras sabido qué hacer… si no
fueras tan incompetente … si hubieras sido más diestro … jamás aprendiste nada.” Y la condenación
continuaba tratando de destruirme.
Cuatro días más tarde, en el hospital naval de Filadelfia donde trabajaba descubrí que el jefe de
cirujanos del hospital estaba muriendo de una hemorragia nasal. Había varios cirujanos atendiéndole,
pero no podían hacer nada. Habían hecho todo lo posible.
Entonces comprendí que si eso me hubiera pasado a mí me hubiera condenado a mí mismo por mi
incapacidad” de ayudarle. Igualmente sucede en el área espiritual. Hay ciertas personas que no
siempre responden de la manera en que pensamos, y por eso el enemigo nos acusa como si fuese culpa
nuestra.
Tal vez usted está testificándole a su vecina segura de que entregará su corazón al Señor pero no
lo hace. En vez se enoja tanto que llama a toda la vecindad para decirles: “¿Conocen ustedes a María?
Pues es una fanática religiosa.” Todo su esfuerzo fracasó y entonces usted piensa: “: ¡Si esto es lo
que obtengo por testificar jamás lo haré!”
Tal vez usted sea una de esas personas que no han recibido respuesta a algunas de sus oraciones o
la solución de situaciones que usted no comprende y han sido como un cáncer en su espíritu, que le
devora. El diablo está siempre listo para recordárselo. No se molestará en recordarle las 92 veces
que sus oraciones fueron contestadas; únicamente le recordará las 3 veces que no recibió respuesta.
Y por lo general agrega: ”Dios te ha desertado. ¡En realidad no te ama!” Estas son las cosas que Pablo
tuvo que vencer igual que usted y yo.
¿Por qué digo que Timoteo se estaba enfriando? Porque en el versículo 6 del capítulo 1 Pablo le
exhorta de esta manera: “Te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que por la imposición de
mis manos hay en tí.” Luego le exhorta en relación a tres cosas que habían comenzado a mostrarse
en su vida como resultado de su negligencia del don – cobardía, vergüenza y su incapacidad de sufrir.
manera? Porque Timoteo tenía temor. “No te avergüences del testimonio de nuestro Señor.” Timoteo
había dejado de testificar y de compartir lo que había recibido; tenía vergüenza porque su amigo
Pablo estaba en prisión. Tampoco quería sufrir.
El secreto de Pablo
Pablo tuvo que enfrentarse a todas estas pruebas en su vida, sin embargo mantuvo su victoria. Le
demostró a Timoteo lo que era vivir sin temor. Le disgustaba el hecho de que había leones
esperándole, pero no tenía miedo. Estaba listo. ¿Cómo vencer en medio de las dificultades? Pablo
tenía un secreto. Una vez le pregunté al Señor: “¿Señor cuál era el secreto de Pablo?”
El respondió: “Pues es muy sencillo. El que habla en lengua extraña a sí mismo se edifica” (1 Cor.
14:4).
Esta es la confesión de Pablo: “Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas extrañas más que todos
vosotros” (1 Coro 14: 18). “Jesús me dió una promesa cuando me derribó del caballo.” Es la misma
promesa que nos da a usted y a mí. La única diferencia está en la manera de usarla.
Hay personas que me dicen: “Hermano Mumford, usted debe ser un gran hombre de Dios.” ¡Tonterías!
¿Sabe cuál es mi secreto? Oro en el espíritu; amo al Señor; y permanezco en la Palabra.
¿Conoce usted a alguien con los músculos bien desarrollados? Usted se pregunta: “¿De dónde habrá
sacado sus músculos?” Pues le diré – levantando pesas. Eso es lo que estoy tratando de decirles
espiritualmente; Dios no da a una persona más músculos espirituales que a otra. Dentro de cada uno
de nosotros está la habilidad de madurar y de crecer en Dios. La madurez no es un don. Se obtiene
desarrollando sus músculos espirituales. Para ello tiene que haber conflicto y resistencia. Cuando él
permite que el diablo le ataque es porque usted lo necesita. Cuando algo anda mal en su vida es
porque Dios está operando algo en ella.
El consejo de Pablo es que usted deje fluir esos ríos del Espíritu y que permanezca en la Palabra. La
palabra y el Espíritu le darán la madurez y la victoria en su vida personal.
Pablo supo mantener su victoria frente a todas las pruebas de la vida y demostró lo que era vivir sin
temor. Su secreto era su vida de oración en el Espíritu, su permanencia en la Palabra y permitiéndole
al Señor que le edificara en su ser interior.
Pablo no tenía vergüenza de sufrir por el evangelio. Supo aceptar el sufrimiento. Cuando venga el
conflicto – le prometo que vendrá – tenemos que aprender a recibir nuestra parte del sufrimiento.
Habrá ocasiones en que seremos desertados. Habrá oraciones sin respuestas. Habrá ocasiones
cuando todo parecerá querer hundirlo. Recuerde entonces: “Que no os ha sobrevenido ninguna
tentación que no sea común a los hombres”.
Si su marido la abandona; si su hijo no es sanado; si es despedido del trabajo – vaya a casa entre en
su alcoba y ore en el espíritu. Edifíquese en la fe. Nuestro objetivo es que cuando éstas situaciones
vengan, haya en nosotros la suficiente fortaleza espiritual para decir con Pablo: “El Señor estuvo
conmigo y me fortaleció.” (vs. 17).
Jesús y Pablo vivieron victoriosamente. Nosotros tenemos el potencial de vivir de tal manera y
cuando lleguemos al final de nuestros días poder decir: “Estoy listo. He peleado la buena batalla. He
terminado la carrera. He guardado la fe”.
Bob Mumford es graduado del Northeast Bible College en Pennsylvania y del programa para el
entrenamiento médico misionero en Taranta, Canadá. Recibió su título de Bachiller Académico en
Divinidades en el Seminario Episcopal Reformado de Filadelfia y ha prestado sus servicios como
decano y profesor de Biblia y Misiones en el Instituto Bíblico Elim de Nueva York. El Rev. Mumford
ha escrito numerosos libros de los cuales el más conocido en América Latina es “Tres Señales
Seguras”.
La profecía es uno de los dones del Espíritu Santo, dado a la iglesia, para exhortación, edificación,
consuelo y guía. En este estudio estamos interesados especialmente con el uso de la profecía en la
dirección personal.
Los profetas del Antiguo Testamento pronosticaron guerras, hambres, prosperidad y victorias.
Isaías predijo el nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesús con asombrosa precisión. Sin
dificultad aceptamos el hecho de que Dios habló por medio de los profetas en la antigüedad, pero
nos resulta muy difícil aceptar que hoy nos pueda hablar de la misma manera.
Una definición libre de carisma nos dice que es una gracia especial que concede el Espíritu Santo a
una persona, que lo capacita para conocer, hacer y hablar en el nombre de Dios, inspirado por el
Espíritu. Actualmente la renovación carismática está haciendo efecto en todas las denominaciones
en el mundo entero. Una de las señales de este derramamiento del Espíritu Santo es la restauración
de la voz profética en la iglesia. Hay una diferencia precisa en el original entre las palabras
“predicar” y “profetizar”. En esencia, la palabra profecía significa: una gracia sobrenatural, un
reconocimiento del orador de que el contenido de sus afirmaciones no se origina en su propio
entendimiento y que, como oráculo de Dios, ha llegado a ser un moderno portavoz para hacer saber
a la iglesia contemporánea la voluntad y los propósitos del Todopoderoso.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles y en las cartas a las jóvenes iglesias, hallamos que los
profetas servían juntamente con los apóstoles y con los maestros. “Y a unos puso Dios en la iglesia,
primeramente, apóstoles, luego profetas … ” (1 Corintios 12: 28.)
También sabemos que los falsos profetas y el abuso de las profecías campean en toda la Biblia y en
la historia de la iglesia. Debido a su abuso, Pablo consideró necesario instruir cuidadosamente a los
Corintios en cuanto al uso de la profecía. Aparentemente este don juntamente con el don de hablar
en lenguas había provocado serias controversias. Desde el momento en que a menudo el mensaje
profético llega en lengua desconocida con la traducción concomitante, Pablo ventila los dos dones en
el capítulo 14 de su primera carta a los Corintios. Leemos: “Asimismo los profetas hablen dos o tres,
y los demás juzguen. Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. Porque
podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados, y los
espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; pues Dios no es Dios de confusión, sino de
paz. Como en todas las iglesias de los santos.” (1 Corintios 14:29-33.)
Son varios los aspectos importantes que surgen de este pasaje sobre el uso de las profecías. En
primer lugar, el apóstol deja sentada una regla general para toda dirección que se haga en base a la
profecía: “¡Que los demás juzguen!” Para Pablo la regla de oro de la seguridad radica en no aceptar
como válida una profecía referida a la dirección cuando la misma no está ratificada por testigos.
Siempre habrá de haber otros que juzguen, porque en materia de dirección no podemos darnos el
lujo de cometer errores.
En Hechos 11:27-30 leemos: “Durante ese período algunos profetas descendieron de Jerusalén a
Antioquía. Uno de ellos, llamado Agabo, se paró, y por inspiración del Espíritu, pronosticó que habría
de ver una grande hambre en toda la tierra. (Eso sucedió, en efecto, en tiempos del emperador
Claudio.) Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a
los hermanos que habitaban en Judea. Así lo hicieron, enviando su contribución a los ancianos en
mano propia, por medio de Bernabé y Saulo.” (Versión de Phillips.) Varios profetas vinieron a
Antioquía. Mientras uno hablaba los otros escuchaban para poder juzgar. El mensaje era demasiado
importante para correr el riesgo de un error. Pablo instruye que dejen hablar a los profetas.
Hay una diferencia entre el ministerio de profeta y el espíritu o don de la profecía. Pablo dice que,
como es obvio, no todos están llamados a ser profetas, pero que sí existe tal cosa como un espíritu
de profecía que puede descender sobre toda una congregación. Esto quiere decir que cualquiera de
nosotros puede profetizar en alguna circunstancia. A continuación, Pablo da consejos a los profetas
en ciernes: “Y el espíritu del profeta está sujeto al profeta.”
Ya debatimos anteriormente las tres fuentes de la sabiduría: la sabiduría sobrenatural de arriba
que es pacífica y pura, la sabiduría sobrenatural de abajo que es urgente, compulsiva, que trae
discordia y contienda, y la sabiduría que nace de la mente humana y de las emociones.
¿Cómo aprendemos a reconocer el momento exacto en que Dios quiere que abramos nuestras bocas
para profetizar, para dar un mensaje en lenguas o para interpretar? A través de los años hemos
observado que los principiantes experimentan generalmente un júbilo interior y un estremecimiento
en su cuerpo por acción del Espíritu Santo. Y esa experiencia se exterioriza en la mayoría de los
casos por fuertes latidos del corazón y una excitada sensación de expectativa. Muchas veces,
hablando en una reunión, he dicho: Por favor, obedezca al Señor la persona cuyo corazón está
latiendo con violencia.
De esta manera la persona reconoce con toda certeza, que el golpeteo del corazón o el nudo que
siente en la boca del estómago es, como a menudo sucede, una insinuación de Dios.
Pero cuando el mensaje es descontrolado y compulsivo, el tal no es de Dios. Si el que está oficiando
se siente arrebatado, fuera de todo autocontrol, debe cuestionar la fuente y la validez de lo que
está experimentando. Resulta fácil establecer la diferencia entre las insinuaciones del Espíritu
Santo y la coacción de otros espíritus (humanos o demoníacos). El Señor guía, atrae, sugiere …
Satanás o los espíritus humanos siempre demandan, compelen, ¡empujan!
A medida que maduramos en el uso de los dones y ministerios del Espíritu Santo, puede esperarse
una disminución del júbilo interior y de las sensaciones físicas provocadas por los impulsos del
Espíritu Santo. Aprenderemos a responder obedientemente a los suaves tironcitos del Espíritu
Santo.
Como ya lo hemos dicho anteriormente, el mal uso y el abuso del don de la profecía, lleva a muchas
iglesias a abstenerse de utilizar esa forma de ministerio. Pero hoy vemos un renovado uso de los
dones del Espíritu en todas las denominaciones de la iglesia cristiana en el mundo entero.
Juntamente con este nuevo énfasis, surge la necesidad de aprender la manera de utilizar
correctamente estos dones.
La profecía tiene dos funciones en la dirección personal. Una es directiva, es decir, contiene
instrucciones específicas sobre un determinado curso de acción. Por otra parte, es la forma más
común de profecía en la conducción. La segunda es impartida, es decir, que por medio de la imposición
de las manos y profetizando, el Espíritu Santo imparte al creyente ciertos dones o algún llamado
específico. Un ejemplo de esto lo tenemos en 1 Timoteo 4: 14: “No descuides el don que hay en ti,
que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio.”
Demasiado a menudo los cristianos modernos descubren a través de la prueba y del error cuál es su
llamado o el lugar que ocupan en el cuerpo de Cristo, cuando pudieron haberlo hecho recurriendo a
las enseñanzas del Nuevo Testamento. Esto trae aparejado pruebas innecesarias y no pocos errores.
La profecía es una forma sobrenatural de dirección que puede decepcionarnos a menos que pongamos
a prueba tanto al profeta como a la profecía. Hemos hallado nueve inequívocos criterios escriturales
para juzgar la profecía.
La Biblia habla de profetas verdaderos y falsos y nos da el criterio a aplicar para probarlos. En
Deuteronomio 18:20-22 leemos: “El profeta que tuviere la presunción de hablar en mi nombre, a
quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá.
Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado?; si el profeta
hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová
no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él.”
l. Por lo tanto, el cumplimiento es el criterio obvio para reconocer la verdad o la falsedad de una
profecía. Durante los últimos meses del año 1970 llegó a Seattle, (Washington) un evangelista.
Sostenía haber recibido una profecía de Dios, según la cual la ciudad en su totalidad sería destruida
por un terremoto en la primera semana de octubre. La profecía recibió amplia difusión por medio de
reuniones y de la radio. Eventualmente fue publicada por los diarios. Varias familias de la ciudad de
Seattle vendieron sus propiedades y abandonaron la ciudad.
Los diarios informaron sobre el caso de un hombre que no tomó en serio la profecía. Un día, al volver
a su casa del trabajo, constató que su esposa y sus hijos se habían ido. Los buscó durante meses
para encontrarlos, finalmente, en otro Estado, viviendo en la más abyecta pobreza con evidentes
síntomas de desnutrición, y todo ello como resultado de creer en el falso profeta.
Seattle no fue destruida por un terremoto durante la primera semana de octubre, pero el
autoproclamado profeta continúa hoy, impertérrito, dictando en reuniones y a través de la radio sus
mensajes de inminente desastre. Personas crédulas continúan apoyando económicamente su
ministerio y toman en serio sus palabras proféticas.
2. El segundo factor está dado por las condiciones concomitantes. (Que acompaña a una cosa o
actúa junto a ella). Casi toda la profecía legítima en el ámbito de la dirección o de la predicación, es
condicional. Por ejemplo: “Si en tu hogar tomares el lugar de padre y sacerdote, el Señor te
bendecirá y preservará tus hijos.” Si no nos ajustamos a las reglas del juego no podemos culpar al
profeta o a Dios cuando no se cumple la bendición esperada.
Es obvio que a veces no podemos esperar que se cumpla una profecía para probar si es verdadera o
falsa. Tenemos que saber de inmediato el tenor de un mensaje profético que nos diga: “Palabra de
Jehová, tu ciudad será destruida”. “Habrá hambre en la tierra.” Para qué decir que los discípulos en
Antioquía no esperaron que acaeciera el hambre en la región para probar la profecía. Actuaron de
inmediato y enviaron los abastecimientos.
Un mensaje profético que diga, por ejemplo, “divórciate de tu mujer y cásate con otra” tiene su
origen, sin duda alguna, en una fuente equivocada.
Hemos visto tristes resultados de esta mal usada o falsa profecía. Una viuda entrada en años que
vivía en Florida, recibió la visita de una pareja venida del norte del país que le informaron que Dios
los había enviado para ministrarle a ella, Asentaron sus reales en la casa. Todos los días el hombre
emitía mensajes proféticos y la esposa los interpretaba. La esencia de todos los mensajes era más
o menos la siguiente: -Hija mía, en la medida que compartas tus bienes con estos tus siervos, así
serás bendecida.
La viuda alegremente compartía con ellos su comida y su dinero, hasta que un día llegó el siguiente
mensaje: “Ve y vende tu casa y todos tus bienes y dáselos a mis siervos. No hables ni una palabra de
esto con nadie y serás ricamente bendecida.”
La viuda amaba su modesta vivienda. Esa noche, temblando de miedo ante la posibilidad de que la ira
de Dios cayera sobre ella por su desobediencia, salió a hurtadillas Y se dirigió a la casa de una amiga
a quien le contó lo que “el Señor había hablado”. La amiga la llevó ante un grupo de cristianos que,
Biblia en mano, le demostraron que esa clase de profecías son falsas.
No debemos pensar que este es un ejemplo extremo o traído de los cabellos. Desconfiemos de todo
aquel que nos diga que “ha recibido una palabra del Señor” y que nos lo diga en privado. Puede
llegarnos a través de un amigo una palabra legítima de profecía directiva, pero pidámosle que lo diga
abiertamente donde otros puedan juzgar.
Conocí a una joven señora con diez meses de vida matrimonial. Un día en la iglesia un grupo de
mujeres la apartó a un rincón y profetizaron: -Hija mía, dice el Señor, te casaste contra mi voluntad.
Tu matrimonio no durará.
El resultado inmediato de todo esto fue un enfriamiento en las relaciones entre marido y mujer,
seguido de años de agonía.
Nada sabía yo de esta profecía, y un día, conversando con ella, le dije: -A veces nos paramos en una
esquina a profetizar y hacemos un verdadero estrago.
-Nunca se lo conté a nadie -me dijo-. Creí que era Palabra de Dios, ¡y me sentí tan avergonzada! El
complejo de culpabilidad me hizo trizas y no supe qué hacer.
Compartí con ella algunos de los métodos para probar la profecía. Comprendió que el mensaje
recibido y que la había hecho sufrir por tanto tiempo, no era de Dios, sino que tenía su origen en una
fuente terrenal, sensual o demoníaca. Dios la liberó maravillosamente, curó su vida y salvó su
matrimonio.
5. El quinto test de la profecía es que deberá confirmar aquello de lo cual Dios ya nos ha hablado
anteriormente.
Una pareja de Texas sintió el llamado al campo misionero, pero no estaban seguros si la dirección
era de Dios. Tenían hijos, eran dueños de un próspero negocio y de una hermosa casa, Y no querían
ir a menos de estar seguros que era un llamado de Dios. Esperando hallar una respuesta, atravesaron
todo el territorio de los Estados Unidos para asistir a un campamento y encontrar allí la presencia
del Señor. Nadie sabía que viajaban. Llegaron después de haber comenzado la reunión, y al franquear
la entrada y caminar por el pasadizo un hombre pequeño pero musculoso dio un salto y comenzó a
profetizar:
Supieron ahora, sin ninguna duda, que Dios les estaba hablando. Esta profecía vino como una
confirmación. Ya habían escuchado la voz de Dios, otras circunstancias habían encajado a la
perfección y ahora vieron alinearse la tercera luz direccional de la bahía: la confirmación del Espíritu
Santo por medio de la profecía.
6. Hay un sexto test de la profecía: ¿Testifica a nuestro espíritu interior?
En la Escritura hay un versículo que se cita a menudo erróneamente, casi siempre por aquellos que
no quieren escuchar a los maestros experimentados de la iglesia: “Pero la unción que vosotros
recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la
unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera y no mentira, según ella os ha enseñado,
permaneced en él.” (1 Juan 2:27.)
Juan está hablando del Espíritu Santo que mora en nosotros y es nuestro testigo. ¿Cuál es la manera
más corriente en que nos enseña y nos guía? Dándonos una paz perdurable sobre algún asunto en
particular, o suscitando una clara inquietud. Si la paz de Dios que inunda nuestro corazón se siente
perturbada por un mensaje profético, debemos precavernos al máximo.
La vida del profeta tiene que estar de acuerdo con la profecía. Hay excepciones a esta regla, pues
hemos visto a Dios echar mano de gente que vivía en abierto pecado, financieramente unos pillos, o
mentirosos en otros aspectos. No nos extrañemos, pues Dios en una oportunidad habló por medio de
un burro. La profecía exige una destreza que debe ser adquirida. Los principiantes hablan mezclando
algunas palabras provenientes de Dios y el resto del espíritu humano del propio profeta. A medida
que nos sometemos a Cristo aumenta la pureza de nuestros mensajes.
Aprender a juzgar la profecía es aprender a discernir el grado de mezcla que hay en el mensaje
profético y tamizar lo que es oriundo del espíritu humano.
8. Una octava piedra de toque para juzgar la profecía es el propio espíritu del mensaje. Dijo Juan:
Toda verdadera profecía debe ser emitida en el espíritu y de acuerdo al carácter de Jesús, que es
el enviado. Nunca es áspera, crítica o condenatoria. El mensaje con alguna frecuencia puede ser de
reproche, de juicio o de fallo condenatorio, pero siempre justo y misericordioso. Un excelente
ejemplo lo hallamos en Mateo 23: 27, cuando Jesús llora sobre Jerusalén: “¡Jerusalén! Matas a los
profetas y apedreas a los que son enviados a ti. Cuántas veces he ansiado juntar a tus hijos alrededor
mío como el ave junta su nidada bajo sus alas, pero nunca lo quisiste.” (Versión de Phillips.)
Un amigo mío en la Facultad Bíblica, decidió renunciar. Empaquetó a media noche y se fue sin decir
nada a nadie. Dos semanas después, en una localidad desconocida y hambriento por la falta de
comunión cristiana, se metió disimuladamente en una iglesia y se sentó en el último banco, en la
seguridad que nadie sabía que estaba allí.
El amigo cayó sobre sus rodillas, se arrepintió, voló a empaquetar y retornó a la Facultad Bíblica.
Este fue un mensaje de juicio y de fallo condenatorio, pero suavizado con misericordia.
9. El noveno criterio para la verdadera profecía radica en discernir la carga del Señor en el
mensaje. Es difícil definirlo, pero deberá estar presente en toda legítima profecía. En Jeremías
leemos de los profetas que procuraban agradar a la gente gritando: “¡Paz! ¡Paz!, cuando no había paz.”
Hay mensajes proféticos en los cuales uno oye e intuye las ansias de Dios y la pesada carga que él
siente por un pueblo descarriado y rebelde. Tales profecías nunca son mensajes condenatorios, sino
que expresan un vivo anhelo, como cuando Dios habló a Salomón en 2 Crónicas 7: 14: “Si se humillare
mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de
sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanará su tierra.”
Los nueve criterios pueden estar todos presentes en un verdadero mensaje profético, si bien no es
así en todos los casos. Nunca debemos aceptar como verdadero un mensaje que no cuente, por lo
menos, con la combinación de varios de estos criterios.
Recordemos que la profecía puede ser recibida y disfrutada. Podemos evitar el temor y el peligro
de la decepción si tenemos siempre en mente estos nueve criterios:
La evaluación de la profecía y la destreza en probar la dirección tendría que ser para nosotros
nuestra segunda naturaleza. Alguien dijo: “Las mentes abiertas son como las ventanas abiertas;
necesitan persianas para que no entren los insectos.” No tenemos que abrir nuestras mentes a la
profecía, en tanto no sepamos que el mensaje se origina en Dios, según la aplicación de los criterios
enumerados. Somos responsables de la que recibimos. Tenemos que aprender a discernir la fuente.
Una palabra final: no es prudente aceptar una profecía sobre la base de sólo uno o dos criterios.
Aún más, cuando estemos seguros que la profecía es verdadera, no aceptemos la dirección basados
únicamente en la profecía. Aceptemos la profecía como una de las tres luces direccionales de la
bahía.
El mal uso y el abuso del don de la profecía han acobardado a muchos y es por ello que la han
desechado por completo. Pablo animaba a los corintios “codiciad el profetizar”, y les dijo a los
cristianos en Tesalónica: “No menospreciéis las profecías.” Algunas personas no le dan ningún lugar,
otros le dan el lugar, mientras que Dios quiere darle un lugar en la vida del creyente. En su propio
lugar, la profecía es una herramienta formidable para la dirección.
Face: Pablo consideró necesario instruir cuidadosamente a los Corintios en cuanto al uso de la
profecía. El uso de la profecía.
Diferencia entre el ministerio de profeta y el don de profecía. Aprender la manera de utilizar los
dones correctamente.
Hay en Italia una bahía que sólo puede ser alcanzada navegando a través de un angosto canal
bordeado de peligrosas rocas y bajíos. La navegación es extremadamente riesgosa, y a lo largo de
los años han naufragado allí numerosas naves.
A objeto de guiar a los barcos con seguridad hacia el puerto, las autoridades han instalado tres
luces montadas en grandes postes a la orilla de la bahía. Cuando las tres luces o los tres postes están
alineados de tal manera que se los ve como uno solo, el barco tiene vía libre y puede navegar con
seguridad a través del estrecho canal. ¡Si el práctico ve dos o tres luces separadamente, sabe que
está fuera del derrotero y en peligro!
Como una medida de seguridad mientras piloteamos el barco de nuestra vida. Dios ha provisto tres
faros para guiarnos. Aplicamos las mismas reglas de navegación que rigen para el práctico cuando
dirige el barco en los canales de acceso al puerto. Las tres luces deben guardar una perfecta
alineación y vérselas como una sola para poder avanzar con seguridad a través del canal. Estas tres
luces son:
Juntas, todas ellas, nos aseguran que los rumbos que se nos han indicado son de Dios y nos llevarán
con seguridad por el camino que marca su perfecta voluntad para con nosotros.
La Palabra escrita de Dios es el supremo criterio para la dirección. En su segunda epístola Pedro
recuerda su experiencia en el monte de la Transfiguración con Jesús, Jacobo y Juan. Allí vieron a
Moisés y Elías y escucharon la voz de Dios que desde el cielo 10 decía: “Este es mi Hijo amado, en el
cual tengo complacencia.” (2 Pedro 1: 17.)
¿Podemos imaginar lo que habrá sido estar con Jesús en la cima de ese cerro? ¿Ver con nuestros
propios ojos a Jesús transfigurado y escuchar con nuestros propios oídos en forma audible la voz
de Dios? Con todo, Pedro nos dice que “tenemos también la palabra profética más segura, a la cual
hacéis bien en estar atentos como una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta’ que el día
esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que
ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada”. (2 Pedro 1:19-20). Pedro, que había
escuchado en forma audible la voz de Dios, nos dice que la Palabra escrita es más segura.
Jesús mismo dijo: “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni
una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.” (Mateo 5: 18). Más adelante dijo: “El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.” (Lucas 21 :33)
Lo admirable de la Palabra de Dios es que nunca pierde su vigencia. Durante las últimas décadas la
ciencia ha dado un vuelco notable en sus conceptos, a medida que las investigaciones revelaban
pruebas confirmatorias de principios establecidos por la Biblia. Es interesante consignar que al
mismo tiempo que aumenta el conocimiento empírico del hombre en cuanto a su naturaleza y a su
medio ambiente, se reduce la brecha de conflicto abierta entre la reve1ación de Dios. La Biblia, y el
conocimiento del hombre. El concepto según el cual “no es necesario aceptar por más tiempo la
necesidad de una porción en particular de la Biblia” no resiste el análisis a fondo de la ciencia
moderna.
La Biblia es una palabra viviente; su mera lectura puede vivificar corazones, cambiar vidas y sanar
cuerpos y espíritus deshechos. Jesús, que es Dios encarnado, usa la expresión de “Yo soy la vid,
vosotros los pámpanos”. Nos gustaría utilizar la misma ilustración para la Palabra escrita de Dios, la
Biblia. Los tres primeros capítulos del Génesis pueden compararse a la raíz de la vid. Si cortamos la
raíz la vid se marchita y luego muere. La totalidad de la Biblia se mantiene en pie o se derrumba,
según el relato del comienzo. Lo mismo cabe con el relato de los comienzos de la vida de Jesús.
Afirmar que carece de importancia si Jesús nació o no de una Virgen, es algo así como cortar la raíz
principal de la vid y todavía esperar una buena cosecha de uvas. La Biblia es un todo orgánico.
La epístola a los Corintios fue escrita alrededor del año 56 de nuestra era. Es decir, hace más de
1900 años. Si quisiéramos estudiar electrónica, mecánica del automotor, medicina o aerodinámica,
¿escogeríamos un libro escrito en el año 50? ¡Por supuesto que no! Con toda seguridad no tomaremos
en serio un libro de texto escrito hace 50 años. Pero los problemas que aquejaban a los corintios se
repiten en nuestros días y en nuestra sociedad, al igual que sus soluciones. Así pues, la Palabra de
Dios se yergue como un criterio válido para todo lo que hagamos hoy en día. Habla a todo el intrincado
complejo de la vida.
¿Puede Dios hablarnos en la actualidad? Por supuesto que sí. ¿Pero cómo saber si es Dios y no Satanás
o nuestra calenturienta imaginación? Comparando la Palabra hablada de Dios con su Palabra escrita.
Jesús siempre habló con sus discípulos en forma directa, pero rara vez lo comprendieron. A veces
se impacientó con ellos porque tenía que repetirles las cosas una y otra vez y seguían sin entender
lo que él quería decirles. En cierta ocasión’, mientras navegaban, les previno: “Guardaos de la levadura
de los fariseos”. Los discípulos comentaron esas palabras entre ellos, y llegaron a la conclusión de
que Jesús estaba molesto porque se olvidaron de traer pan. Jesús sabía lo que estaban pensando y
les dijo que de ninguna manera se refería a ese tipo de pan; ¿no recordaban, acaso, las 5.000
personas que alimentó contando tan sólo con dos panes? Al fin comprendieron los discípulos lo que
Jesús quiso decir: la levadura era la peligrosa doctrina de los fariseos y de los saduceos. (Mateo
16:5-12.)
En otra ocasión Jesús se detuvo frente al Templo diciendo: “Destruid este templo y en tres días lo
levantaré.” Nuevamente interpretaron torcidamente las palabras.
Años atrás paseábamos en automóvil con un amigo cuando de pronto la gloria de Dios llenó el vehículo.
Habíamos estado orando y glorificando a Dios mientras andábamos y la presencia del Espíritu de
Dios era tan real y arrolladora, que detuvimos el automóvil a un costado del camino. La atmósfera
estaba sobrecargada con la maravillosa presencia del Espíritu Santo y la voz del Señor sonó clara y
precisa: “Quiero que vayas al Perú!”
Era un llamado dramático y directo. Dios quiere que vaya al Perú d. inmediato, pensé. Con mi esposa
vendimos todos nuestros bienes creyendo que Dios milagrosamente supliría los 5.000 dólares
necesarios para volar al Perú y predicar a los indios. Esperamos semana tras semana, pero no llegó
la tan ansiada provisión. Transcurrieron siete años antes de que Dios nos llevara al Perú y no de la
manera que lo habíamos imaginado, sino como profesor invitado para un curso de entrenamiento
ministerial.
La revelación de Dios había sido parcial, pero tal era nuestro apuro que creíamos era total. Cuando
finalmente llegamos al Perú y ocupé un púlpito entre las majestuosas montañas de los Andes,
nuevamente oí con toda claridad la voz del Señor que me decía: “Ahora estás viendo el cumplimiento
de las palabras que te hablé.”
Parado en aquel lugar, lloré abiertamente: “Dios, que mal interpreté lo que me dijiste!” Dios me había
dado el testimonio interior del Espíritu Santo, pero carecía del tercer testimonio, el amplio margen
de las circunstancias, y estuve a punto de hacer estragos en mi ministerio por querer adelantarme
a Dios.
Un cristiano, empresario de construcción, hablaba por teléfono con un amigo. De pronto el amigo le
dijo: “El Señor quiere bendecirte.” El contratista pensó: ¡Dios quiere darme más dinero para ampliar
mis negocios! Interpretando que lo de “bendecirte” significaba eso, amplió su empresa
considerablemente. Pero superó sus posibilidades financieras y se vino abajo. ¡Estaba fundido! No
podía comprender qué es lo que había pasado. ¿No era que Dios había prometido bendecirlo?
Llegó a la conclusión que debía declararse en quiebra. Pero la voz de Dios se dejó oír en tonos fuertes
e inequívocos: “De ninguna manera. No abandones tu actividad. No te vas a librar de una sola de tus
deudas. Las pagaremos juntos. “
En forma milagrosa, y una por una, Dios pagó las cuentas. Pasaron varios años, pero al fin la empresa
se levantó sobre bases firmes y sin una sola deuda. Pasado un tiempo me dijo: “Cuánto debo
agradecer a Dios por lo que me ha enseñado durante estos últimos años. Verdaderamente me ha
bendecido.”
¿Era realmente necesario que para aprender tuviera que sufrir esa experiencia de llegar al borde
de la bancarrota? Sí, pero solamente porque mi amigo carecía de una clara noción de medida para
comparar lo que había escuchado con los otros dos criterios, es decir con la Palabra de Dios y con
las circunstancias.
La mayoría de nosotros interpreta en sentido erróneo lo que Dios nos dice. Sacamos de inmediato
conclusiones equivocadas sin esperar a que las otras dos luces del puerto se pongan en línea como
testimonio de una segura guía y dirección.
Muchos de los problemas del cristianismo se suscitan porque leemos en la Palabra de Dios cosas que
no están escritas. Nos dejamos llevar por nuestra imaginación. A eso se suma el factor de confusión
que se crea al quitar algunas de las porciones de la Palabra de Dios, porque entran en conflicto con
las tradiciones de la iglesia o con las enseñanzas sobre las disposiciones.
Las tres luces de la bahía están ahí porque el canal es peligroso, bordeado de rocas y de bancos de
arena a ambos costados. Hay tres fuentes de dirección: Dios, Satanás y nuestra frondosa
imaginación espiritual., De pronto somos presa del entusiasmo, vemos y oímos cosas, y en ese estado
interpretamos erróneamente y nos metemos en camisa de once varas.
Alguien dice: “¡He tenido una visión; he visto un ángel!” Es posible que así haya sido, pero ¿podría ser
falso? ¿Hemos de seguir, acaso, tras cada visión y escuchar la voz de todo ángel?
En 1 Corintios 14:37 Pablo dice: “Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que lo que os
escribo son mandamientos del Aún el Espíritu Santo se somete y se inclina ante la Palabra escrita.
Nunca obra al margen de la Palabra de Dios ni la contradice. Ese es su propio criterio, para que
nosotros podamos diferenciar lo que es y lo que no es de Dios. El Espíritu Santo es quien inspiró la
Palabra de Dios.
Hemos conocido a personas de los círculos cristianos que han tenido misteriosas visiones y recibido
mensajes. Cuando intentamos hablarles sobre ello, se encogen y erizan como un puerco espín.
¡No puedo remediar lo que dice el versículo, solamente sé lo que Dios me dijo!
Jamás habla Dios en contradicción con su propia Palabra escrita. Nunca nos transpondrá más allá de
la revelación que ya nos entregó en Jesucristo. No debemos actuar al primer indicio. Si realmente
es Dios quien habla, las otras dos luces se dispondrán en perfecta alineación, pues Dios nunca espera
que actuemos sin contar con esa medida de seguridad. Rige una ley en las Escrituras según la cual
los actos deben ser refrendados por dos o tres testigos. Cuando dos o tres personas eran testigos
de un acto de adulterio, el causante era inmediatamente apedreado sin discusión. Para asegurarnos
en cuanto a la legitimidad de la dirección debemos echar mano a los tres testigos: La Palabra, el
testimonio interior del Espíritu Santo y las circunstancias externas. Cualquiera de los tres, tomado
aisladamente, puede ser equívoco. Hay que esperar la alineación de los tres. La Palabra de Dios nunca
miente, pero un versículo aislado, considerado fuera del contexto general, puede llevamos por mal
camino. Hay tres formas de dirección que no requieren esfuerzo y que, si bien no podemos
descartarlas como espurias, son de esa categoría que nos hace pigmeos espirituales. Su fácil y rápido
acceso nos induce al peligroso hábito de dejar a un lado los esfuerzos seriamente encaminados para
buscar y encontrar la dirección genuina. A estas tres formas las hemos denominado el dedo en la
Biblia, el dedo en el timbre y el dedo en las tarjetas de promesas.
Antes de continuar, apresurémonos a decir que sabemos que estas tres formas de dirección han
dado resultados positivos bajo ciertas circunstancias y en algunas ocasiones, pero sin temor a
equivocarnos afirmamos que no debemos depender de ellas en forma permanente so pena de sufrir
un cruel desengaño.
Analicemos el dedo en la Biblia. Una joven pareja sintió el llamado para el campo misionero y no
sabían adónde ir. Abrieron su Biblia al azar, apuntaron con el dedo un versículo y leyeron: “Las islas
que están en el mar te esperan.”
Interpretaron que “eso quiere decir que el Señor quiere que vayamos a una de las islas del Pacífico.”
A la esposa la internaron en una institución para enfermos mentales y ambos estaban quebrantados
en fe y en espíritu.
Igual peligro existe para el dedo en el timbre. Trabajé con un médico en Toronto. Una de sus
pacientes creía que tenía cáncer, si bien no padecía de esa enfermedad. El médico, sin embargo, la
trataba y la aconsejaba, como si realmente sufriera de cáncer.
-No -me respondió- es un caso de dedo en el timbre. Si no la trato por lo que ella cree que tiene,
tocará el timbre en cuanto consultorio médico encuentre, hasta que alguien le diga lo que ella quiere
oír. De esta manera le aplico un tratamiento inocuo, aunque engañoso, mientras que algún otro, menos
honorable, se aprovecharía de ella.
Hay cristianos sinceros pero descuidados que piensan que obtendrán la dirección que buscan
interrogando (tocando el timbre) a cuanto líder espiritual encuentren, a pastores y a predicadores
itinerantes. No dejan de preguntar hasta que alguien les diga lo que quieren oír.
Corren el mismo peligro los que buscan la dirección poniendo el dedo en las tarjetas de promesas.
Una cajita de promesas es útil tenerla a la mesa del desayuno para utilizarla como un entretenido
devocional. Pero es potencialmente peligrosa si la utilizamos en busca de la dirección divina. Todas
las promesas de Dios son válidas, pero pueden conducir a conclusiones erróneas cuando se les obtiene
sacándolas de una caja de promesas separadas del contexto general.
Un día cualquiera clamamos a Dios por la cantidad de problemas que nos agobian: ha vencido la fecha
para pagar el alquiler y todavía está impaga la cuenta de la verdulería. Metemos la mano en la caja y
sacamos una promesa. Ahí está, a Dios gracias: “Mi Dios, pues, suplirá todo 10 que os falta conforme
a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. ¡Aleluya, se acabaron las preocupaciones! Hay que esperar
y Dios solucionará todo.
¡Un momento! Pablo informó a los filipenses que Dios estaba dispuesto a suplir a todas sus
necesidades. ¿Pero cuál es el contexto de ese pasaje? Pablo acababa de recibir de mano de ellos
abundante ayuda material y diezmos. Los filipenses hicieron lo que se esperaba de ellos; habían
acatado las condiciones impuestas por Dios. ¿Lo hemos hecho nosotros? Tal vez la dirección que
necesitábamos ese día cualquiera es la establecida en Proverbios 3 :9-10: ”Honra a Jehová con tus
bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus
lagares rebosarán de mosto.”
Algunas personas sacan las conclusiones más Increíbles de la Palabra de Dios. Escuché de un joven
que quería casarse con una señorita llamada Gracia. Oró a Dios para que le indicara si la elección era
la correcta. Abrió su Biblia y leyó el versículo 2 del primer capítulo de la carta a los Filipenses:
“Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.” Es una ‘base de dirección
muy endeble sobre la cual asentar el intrincado mecanismo de toda una vida matrimonial.
“Dios, necesito un automóvil, pero a tu debido tiempo. Aparte de ello, serás tú quien lo encuentre y
me lo
Esa mañana leí en mi Biblia: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu
corazón.” (Salmo 37:4) Recordemos que el Señor sabía que una de las peticiones de mi corazón era
un automóvil nuevo, y por ello exclamé:
” ¡Ahí está!”
Le pedí permiso al hombre para que me dejara verlo. Una sensación de quietud y de paz espiritual
me indicaban que el automóvil era para mí.
“Muy bien, Señor” dije algo entusiasmado. “Veo dos luces: tu Palabra esta mañana y ahora tu Espíritu
Santo instándome a comprar este vehículo, pero voy a esperar hasta que las circunstancias se pongan
en línea. Tendrás que vender mi vehículo viejo antes que pueda comprar éste.”
Para ese entonces yo estaba más que entusiasmado. Llegué a mi casa, llamé a un hombre por teléfono,
quien compró mi vehículo al contado. ¡Te alabo, Señor! Esa era la tercera luz.
Cuando las tres luces direccionales de la bahía se alinean, es Dios evidenciando su voluntad. ‘Siempre
podemos contar con esto. La voluntad de Dios no es una cosa indefinida o casual. Es una certeza que
puede llegar a ser un conocimiento vivo en nuestra vida.
LA HERMOSURA DE LA SANTIDAD
Bob Mumford dio este mensaje en la reunión nocturna del viernes en el estadio Arrowhead de Kansas
City. Esa reunión fue uno de los momentos más culminantes de la conferencia, especialmente en
medio del mensaje, cuando después de haber dicho, “¡Si lees el desenlace de la historia al final del
libro, encontrarás que Jesús gana!” la multitud entera irrumpió espontáneamente en un período de
cinco o diez minutos de alabanza y adoración continua.
Estoy especialmente agradecido por la elección del tema “La Santidad” para esta noche. Yo creo en
la necesidad de aferrarnos a este principio tan importante en la comprensión total de lo que Dios
está haciendo en nuestro medio.
Ya hemos oído a dos grandes hombres de Dios, tanto espiritualmente como eclesiásticamente. El
obispo J. O. Patterson, presidente de la Iglesia de Dios en Cristo, nos habló de presentar nuestros
cuerpos como un sacrificio para el Señor, y León Joseph Cardenal Suenens, Arzobispo de Malines
Bruselas, Bélgica, un precioso hombre de Dios a quien he aprendido a amar de una manera muy
significativa, compartió con nosotros la necesidad de ser cristianizados de una manera especial que
nos conduzca a una santidad no abstracta, sino realmente “nuestra” en la experiencia. Él nos ha
hablado de “ojos para ver, oídos para oír, un rostro lleno de amor, manos para extender, un corazón
para abrazar y pies para ir”. Dios nos está diciendo que lo que quiere es algo práctico en la santidad
– presentarle a Él nuestros cuerpos y nuestros miembros en particular.
El tema que me corresponde se titula “Recursos e impedimentos para la Santidad” y lo voy a basar
en el libro de Judas en el Nuevo Testamento.
Judas, siervo de Jesucristo, hermano de Santiago, a los que han sido llamados, amados de Dios Padre
y guardados para Jesucristo. A vosotros misericordia, paz y amor abundantes.
Queridos, tenía yo mucho empeño en escribiros acerca de nuestra común salvación y me he visto en
la necesidad de hacerlo para exhortaros a combatir por la fe que ha sido transmitida a los santos
de una vez para siempre. Porque se han introducido solapadamente algunos que hace tiempo la
Escritura señaló ya para esta sentencia. Son impíos, que convierten en libertinaje la gracia de
nuestro Dios y niegan al único Dueño y Señor nuestro Jesucristo.
Pero vosotros, queridos, edificándoos sobre vuestra santísima fe y orando en el Espíritu Santo,
manteneos en la caridad de Dios, aguardando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida
eterna. A unos, a los que vacilan, tratad de convencerles; a otros tratad de salvarles arrancándoles
del fuego; y a otros mostrad les misericordia con cautela, odiando incluso la túnica manchada por su
carne.
Al que es capaz de guardaros inmunes de caída y de presentaros sin tacha ante su gloria con alegría,
al Dios único, nuestro Salvador, por medio de Jesucristo, nuestro Señor, gloria, majestad, fuerza y
poder antes de todo tiempo, ahora y por todos los siglos. Amén (versículos 14; 20-25 Biblia de
Jerusalén).
LA HERMOSURA DE LA SANTIDAD
Por muchos años, hemos predicado la hermosura de la santidad, con el énfasis sobre la santidad,
recalcando la palabra santidad. Ahora que el Señor ha comenzado a fortalecer nuestro
entendimiento, mientras sigue obrando en nuestras vidas, el énfasis va cambiando a la hermosura de
la santidad, con la atención puesta en la hermosura. Es la clase de hermosura que Dios espera ver
en los rostros y en las expresiones de Su pueblo.
Hace algunos años, en los movimientos de santidad, cuando alguien decía: “Esta noche vamos a
predicar sobre la santidad”, todos los hombres podían irse a casa automáticamente, porque la
perspectiva de la santidad en ese entonces estaba centrada en las cosas externas o físicas. Pero al
profundizarnos más en este concepto, hemos comenzado a reconocer que lo que Dios realmente
quiere en Su pueblo es algo mucho más profundo que las apariencias.
Antes de seguir adelante, tenemos que resolver dos temores básicos para entrar en un equilibrio
justo. El primero es el temor al legalismo. Cuando alguien habla de santidad, todos tememos que
conduzca a un tipo de legalismo o atadura. Legalismo, según lo entiendo, es lo que va más allá del
significado de las Escrituras. No queremos caer en eso.
El otro es el temor al desenfreno. Hombres y mujeres viviendo por debajo de las Escrituras. De
manera que los dos problemas que tenemos es el sumarle y el restarle a las Escrituras. Pero en
‘medio de estos dos extremos tenemos el hermoso concepto llamado “La Hermosura de la Santidad”
que Dios quiere escribir en nuestros corazones.
El problema mencionado más a menudo en las Escrituras es que nuestras vidas no alcanzan la medida
de nuestro testimonio. Hay una diferencia entre lo que decimos y la manera en que vivimos. Dios
propone eliminar esa dicotomía. El desea producir una aproximación entre lo que decimos y nuestra
manera de vivir. A esto se refirió el Cardenal Suenens cuando habló de nuestra necesidad de
cristianizar. Significa llevar a la gente a vivir lo que hablan.
El obstáculo más grande que Dios tiene que penetrar para escribir santidad en nuestras vidas es la
seguridad religiosa y las barreras doctrinales. Levantamos una barricada tan alta con estas cosas
que dejamos afuera la convicción continua y la instrucción de Dios y debilitamos el impacto de Sus
palabras sobre nuestros corazones.
La carga en el corazón de Juan el Bautista era por Israel. El pueblo tenía la verdad en sus mentes,
no en sus corazones y vidas cotidianas. Algo andaba mal; la dicotomía había llegado a sus límites. La
reacción del pueblo de Israel a la verdad que estaba predicando Juan era esta: “Somos hijos de
Abraham.” A lo que Juan el Bautista respondía: “¡No digan que son hijos de Abraham, Dios está
poniendo el hacha a la raíz del árbol!” En nuestros días Dios todavía trata de penetrar las barreras
que hemos levantado en contra Suya y de Su palabra, exhortándoles para oír Su mandamiento de
presentar nuestros cuerpos a Él en la hermosura de la santidad.
La santidad bíblica afecta todas las áreas de nuestras vidas. Alguien me dijo una vez: “¿No cree
usted que está yendo demasiado lejos cuando se mete en las vidas de las personas? ¿No cree usted
que debería de ser más superficial?”
Yo le contesté: “Mire, si usted puede encontrar una área de la vida en la que Dios no está interesado,
entonces no la toquemos.” Dios está interesado en nuestra perspectiva de la vida, en nuestra
moralidad, en nuestra ética, en nuestra conducta sexual, en nuestras finanzas, en nuestro hogar y
en nuestro matrimonio. Está interesado porque Su deseo es cerrar esa dicotomía entre nuestro
testimonio y nuestras acciones para que podamos ser en realidad una nación santa.
Antes de tocar los impedimentos, quiero dar esta nueva definición de santidad. Santidad es
involucrarse con dedicación, totalmente – cuerpo, alma, mente, y espíritu – en lo que Dios está
haciendo.
¿Qué cosas estorban la santidad? Muchas veces creemos que es algo externo. Como algún hábito o
alguna debilidad humana o algo muy obvio. Yo no pienso que eso sea lo que el Señor quiera decirnos.
Tenemos que buscar más cuidadosamente las fuerzas profundas que nos impiden vivir santamente.
La primera es el humanismo secular. Esta amenaza es mayor que el anticristo y el comunismo y
cualquier otra cosa que se pudiera imaginar.
El humanismo secular tiene al hombre como su centro y no a Dios. La gloria es del hombre y no de
Dios. Hay mucho que podríamos decir al respecto, pero en esencia, el humanismo secular se da cuando
el mundo es quien evangeliza a la iglesia. Cuando esto sucede, la Iglesia pierde la Palabra de Dios.
Pierde sus normas y como resultado su orientación; a tal extremo que no puede distinguir entre el
bien y el mal, lo que es santo y lo profano.
El segundo estorbo para la santidad es el individualismo. Es el concepto de la salvación que dice: “mí
y mío”. “Jesús salvó mi alma”. A menudo me he preguntado lo que eso significa. Cuando alguien lo
dice, me hace pensar en un alma por allí abajo dentro de esa persona y que el Señor mete Sus manos
para sacar cierta parte de ella y salvarla. Pero el Señor no sólo quiere el alma; quiere salvar su vida
entera. No es algo místico lo que El persigue. Ello quiere a usted, querido.
La salvación personal sin ningún impacto social es uno de los impedimentos más grandes para la
santidad. Cuando nos volvemos individualistas, viviendo en nuestro mundito privado, nuestro efecto
en el mundo es nulo y también nuestra vida de santidad.
El tercer impedimento es muy importante: la pérdida de la visión. Yo pienso que estas cosas son
progresivas; cuando aceptamos el humanismo secular, nos volvemos egoístas y nos encontramos
viviendo dentro de nuestro propio mundo y entonces nuestra visión comienza a nublarse hasta
impedirnos ver lo que Dios está haciendo.
Hay un pasaje en Proverbios que dice: “Cuando no hay visiones el pueblo se relaja.” Una versión dice:
” … el pueblo se desenfrena.” La visión del Señor Jesucristo es lo que me mantiene santo. Cuando
pierdo esa visión, tiendo a perder los frenos y hacer lo que no es bíblico y lo que es malo, porque no
tengo nada por qué vivir. No tengo metas ni motivación.
La gente pierde su santidad a causa de lo que yo he llamado la actitud del recluta de tiempo corto.
Esa actitud en la milicia es una enfermedad. Es cuando un hombre es reclutado al servicio militar
por cuatro años, cumple con tres de ellos y en el último no sirve para nada: “Porque salgo dentro de
un año”.
“¡Un momento! Usted no irá a ninguna parte hasta que Dios se lo permita.” Esta es una actitud
profana. Jesús dijo: “Negociad mientras regreso.”
El cuarto impedimento es la falta de unidad. Comienzo a ver que no puedo conocer la santidad de
Dios en su plenitud mientras no encuentre las partes que faltan en el Cuerpo de Cristo. Yo lo necesito
a usted.
Cuando era un muchacho, compré una motocicleta que era una verdadera chatarra; la llevé al sótano
de mi casa y la desarmé toda. Pues bien, yo no sabía nada de motocicletas y no tenía ni libros ni
manuales, pero de todas maneras la desarmé pieza por pieza. Las limpié todas y compré los repuestos
que pensé necesitaba y después me dispuse a armarla. ¡Ja!
Tenía todas estas piezas y las miraba una por una pensando: “¡Qué pieza más extraña! De todas
maneras no creo que la voy a necesitar ahora.” Tomaba otra pieza y decía: “Y esto ¿Adónde irá?”
Trataba de ponerla en algún lado en la moto pero no calzaba. Así que terminaba poniendo la pieza en
el estante.
Finalmente pude armar algo que se parecía a una motocicleta, pero cuando traté de echarla a andar,
no funcionó. ¿No es esa una sorpresa?
La Biblia dice que Dios ha formado al Cuerpo de Cristo de manera que no funcione si todas sus partes
no están juntas. ¿Sabe usted lo que veo yo en la reunión de todas las diferentes partes del Cuerpo
de Cristo en una conferencia como esta? [Veo una motocicleta lista para echarla a andar!;
“Arranquémosla y vayamos” ¡Aleluya!
Al otro extremo de la falta de unidad está lo que yo llamo “Ágape barato”, que es también un
impedimento para la santidad. Este tipo de ágape es un amor que se ha prostituido. No es bíblico. El
amor bíblico tiene su definición, sus limitaciones y su orden. El ágape barato es sólo un
sentimentalismo empalagoso que se chorrea sobre todo el mundo.
Ahora que hemos citado algunos de los estorbos para la santidad queremos enfocar las cosas que
ayudan. En primer lugar está la Palabra de Dios, fuente de nuestra vida. Con ella rechazamos
efectivamente al humanismo secular. Hace varios años que hice la siguiente decisión:
Jeremías 31 :33 dice: Sino que esta será la alianza que yo pacté con la casa de Israel, después de
aquellos días -oráculo de Yahvéh-: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré,
y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
Este es un pasaje que los cristianos podríamos estar pasando por alto cuando aceptamos la Palabra
de Dios como nuestra norma y como nuestra fuente de vida. Dios quiere tomar Su lápiz con punta de
diamante y, por el Espíritu Santo, escribir Sus leyes en las tablas de nuestros corazones.
¿Sabe usted por qué, en el libro de Ester, Amán quería ahorcar a Mardoqueo? Cuando Amán le dijo
al rey: “Mardoqueo debe ser colgado en la horca”, el rey le preguntó: “¿Por qué?” Amán respondió:
“Porque sus leyes son diferentes a las nuestras.” ¿”Quiere decir que vamos a vivir por un sistema de
leyes diferentes a las del mundo?” ¡Así es! Lo que digo va más allá de leer y memorizar las leyes.
Dios en Su fidelidad nos está haciendo pasar a través de una experiencia tras la otra con las cuales
escribe Sus leyes en las tablas de nuestros corazones. ¡Eso, amigo mío, es santidad!
Número 2: El cambio de “yo” a “nosotros”. Eso significa que ya no podremos cantar el coro que dice:
“No necesito a nadie, sólo a Jesús.” No puedo hacerlo porque uno de los lugares donde Jesús se
encuentra es en Su cuerpo. Todo lo que implica la vida de santidad se concentra en hacer el cambio
de un concepto individualista de lo que Dios está haciendo y en ampliar los límites de la mente y el
corazón de manera que lleguemos a ser “nosotros” y no más “yo”.
No sé de dónde salieron algunos de nuestros conceptos en los primeros días del movimiento
pentecostal. En mi propia tradición religiosa, solíamos cantar himnos como “Defiéndete hasta que
venga.” Yo no sé de dónde sacamos un texto para eso, pero nuestra mentalidad era de ciudad sitiada.
Estábamos conformes, dentro de nuestras cuatro paredes, con las puertas clavadas, esperando
hasta que Jesús viniera. Pero en contraste con esta actitud, el Señor dice: “¡No. Quiero que eches
una mirada al final del Libro.” Porque, si lees el desenlace de la historia al final del libro, encontrarás
que Jesús gana! ¡Aleluya! ¡Jesús es el Señor!
Le pido en el nombre de Jesús que se rehúse a entregar el mundo y el futuro al diablo y al anticristo.
Aunque el diablo sea real e intente dominar al mundo, ese no es el mensaje de la Biblia. El mensaje
de la Biblia es Santidad a Jehová: una nación santa llena con el Espíritu Santo que tiene la Palabra
de Dios como la fuente de vida, que ha hecho el cambio del “Yo” al “nosotros” y que tiene una visión
clara de un Señor victorioso.
El próximo recurso para la santidad comprende un área muy delicada que yo llamo el sacrificio para
la unidad. Esto significa sencillamente que hay ciertas cosas que podemos sacrificar para poder
tener unidad.
Hay ciertas cosas que no sentimos que podemos sacrificar para tener esta unidad. Existen
diferencias entre nuestras posturas doctrinales, nuestras constituciones eclesiásticas, hábitos,
costumbres, liturgia, maneras de adorar, etc. Pero el problema no son nuestras diferencias, sino que
no hemos estado dispuestos a sacrificar nada para la unidad en las áreas donde realmente podemos
hacerlo.
Si usted reconoce que el Cuerpo de Cristo depende de que todas las partes estén juntas y
funcionando en una relación armoniosa, entonces le pido que esté dispuesto a sacrificar algunas
cosas para que esto suceda. No hablo de absorción sino de comunión y de juntarnos en la unidad del
espíritu.
Si hemos de conocer la vida de santidad vamos a tener que aprender lo que significa amarnos los
unos a los otros. 1Tesalonicences 3: 12-13 dice: En cuanto a vosotros, que el Señor os haga progresar
y sobreabundar en el amor de unos con otros, y en el amor para con todos, corno es nuestro amor
para con vosotros.
Ninguno debiera de perder esta lección: una de las cosas que preparará nuestros corazones en
santidad, para que podamos presentarnos delante de Dios con confianza, es aprender a amar a los
hermanos. La santidad, el amor y la unidad son inseparables.
Regresemos brevemente al libro de Judas para extraer cuatro principios importantes. Hay muchas
enseñanzas hermosas y emocionantes en este libro. Le aconsejo que lo lea y lo estudie bien porque
es aplicable para nuestro tiempo. En Judas hay un equilibrio maravilloso entre la exhortación y el
estímulo por una parte y la advertencia por la otra.
El primer principio que queremos ver es el de contender por la fe, o rechazar las normas humanistas
del mundo. Judas dice, “Amados … me he visto forzado a escribiros ahora para exhortaros a
contender ardiente mente por la fe.” El artículo la es un artículo definido y significa algo específico.
La fe que se describe en las páginas del Antiguo Testamento es nuestra – nos pertenece a nosotros.
Si vamos a contender por la fe, tendremos que rechazar efectivamente al humanismo y aprender a
abrazar la Palabra de Dios, Su Palabra que es ley, como la norma para nuestras vidas.
La segunda cosa que Judas dice en el versículo 3 ilustra nuestro segundo principio: “Hay una salvación
que todos compartimos … ” Alguien dirá: “Yo no la quiero compartir con nadie. Me gusta mi propia
salvación. Yo, mí y mía. Sólo Jesús y yo. Yo quiero verlo sólo a Él. Tengo un deseo en la vida: hacer
mi hogar en el cielo.” Este no es el caso. Si usted es cristiano y muere, usted tiene que ir al cielo.
No hay ningún otro lugar donde pueda ir. Ir al cielo no es el caso en este versículo, El caso está en
que tenemos que aprender a compartir la salvación que Él nos ha dado a nosotros.
Efesios 1:4 dice: “Dios nos escogió … ” Su elección cae sobre nosotros. Él nos ha bendecido. La Biblia
no habla en un sentido individual; siempre lo hace con respecto a una vida colectiva. “Cristo en
vosotros, la esperanza en gloria.” (Col. 1 :27). Note el plural de “vosotras”. Es Cristo que viene a Su
Cuerpo constituyéndolo, todo junto, en un organismo viviente, activo y dinámico en el mundo que tan
desesperadamente necesita oír la proclamación de Su verdad.
El tercer principio es la victoria de Cristo sobre el mal presente. Hay una descripción completa
desde el versículo 4 hasta el 19 de la manera en que luchamos con este mal presente y lo
conquistamos.
El cuarto principio está integrado por los deberes del amor que son cuatro. Los primeros dos están
en el versículo 20.
¿Qué significa orar en el espíritu? Según lo entiendo, es orar en otras lenguas y aprender a adorar
en el espíritu.
El tercer deber del amor está en el versículo 21: “Conservaos … limpios, santos y sin contaminación
del mundo.”
El cuarto deber del amor es: “Esperar la misericordia de nuestro Señor Jesucristo” y por Su obra
en la tierra (v.21). Continúa diciendo: “Hay algunos que tienen dudas, restablezcan su confianza; los
que han de ser salvos arrebatad los del fuego” (vs. 21 aI23). En otras palabras, aprende a evangelizar
y a llevar el testimonio de Jesucristo arrebatando a aquellos que están a punto de caer en abismo y
en fuego.
Judas termina su epístola con una doxología que lleva la esencia de la hermosura de la santidad: “Mi
Dios es poderoso para guardaros sin caída, y para presentaros seguros, inocentes y felices en
presencia de Su gloria.”
1. ¿Que significa mayordomía? ¿Hasta dónde nos hace Dios responsables de nuestro tiempo,
dinero y habilidades?
COLEMAN: Mayordomía significa sencillamente que Dios es el Creador, dueño y dador de todo lo
que tenemos y que nosotros somos Sus mayordomos sobre estas posesiones. Esto incluye nuestra
vida total.
Un mayordomo es alguien que administra parte o la totalidad de lo que pertenece a otro. E n este
caso ese Otro es Dios. Él nos hace responsables de todo lo que somos y tenemos.
La Biblia lo dice con claridad. El Salmo 24:1 dice: “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y
los que en él habitan.” El Salmo 50:10 y Hageo 2:8 lo refuerzan también.
Pablo dice: “0 no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en vosotros y a
quién tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Pues por precio habéis sido comprados; por lo tanto
glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Cor 6:19-20).
Esto significa que Dios tiene el total de propiedad y nosotros tendremos que rendirle cuentas.
La verdad es que somos mayordomos hasta de las palabras que hablamos. Jesús dice en Mateo
12:36,37: “y yo os digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta en el día del
juicio. Porque de acuerdo con tus palabras serás justificado, y de acuerdo con tus palabras serás
condenado.” Un mayordomo tiene que rendir cuentas de todo.
Sin embargo, la enseñanza de la mayordomía es más fuerte en el uso del dinero que en cualquier otra
cosa. ¿Por qué razón? Oigamos a Pablo aconsejando a Timoteo: “Porque la raíz de toda clase de males
es el amor al dinero, y algunos al codiciarlo se han extraviado de la fe, y se traspasaron a sí mismos
con muchos dolores” (1 Tim. 6: 10). El amor al dinero es una causa por la cual se extravían muchos
de la fe. El abuso y el mal uso del dinero lleva consigo consecuencias graves.
Si el amor al dinero es la causa de tantos males, el lado opuesto de la moneda -al amor de Dios- es
la causa de grandes bendiciones.
¿Cuál sería el mejor ejemplo de mayordomía: un acto o servicio hecho espontáneamente en amor, o
uno que se hace premeditadamente pensando en la mayordomía?
BASHAM: La respuesta no puede ser completamente lo uno o lo otro. Un mayordomo tiene que estar
siempre consciente de que él es un administrador, responsable por los bienes de su amo. Sin
embargo, esto no excluye las reacciones espontáneas.
El hombre que es sinceramente feliz en su trabajo y ama lo que hace encontrará muchas
oportunidades de expresarlo espontáneamente como resultado de su compromiso básico. Así sucede
también con el mayordomo cristiano que es fiel. Se gozará en las oportunidades inesperadas de
hacer lo que agrada al Señor.
El primer tipo, el que da espontáneamente, encontrará casi siempre que al final de cuentas dio menos
de lo que imaginaba si se dejó “llevar por el Espíritu” estrictamente.
El segundo tipo, el que trata de servir a Dios, inflexiblemente metódico en su acercamiento, corre
el riesgo de caer en el legalismo y de adoptar una mayordomía de un estilo casi farisaico.
¿Podrían comentar sobre lo que es dar con buen espíritu? “Dios ama al dador alegre” ¿Qué hay de
cierto en los “planes de prosperidad?” ¿Podrían estos estar mal motivados?
MUMFORD: La motivación en todas las cosas es la esencia de la experiencia cristiana. No es el qué
sino el por qué lo que interesa a Dios.
Dar de mala gana deshonra a quien deseamos o estamos obligados a dar. Una actitud tacaña tiene
sus raíces en la debilidad espiritual. Los recursos nunca faltan donde Dios se mueve con libertad.
Enseñar a la gente a dar para recibir arrastra siempre consecuencias graves. Los planes de
prosperidad dan resultado muchas veces y por eso la gente cree que Dios los prueba. Este
razonamiento es muy superficial y peligroso. No se puede dudar que “quien da, también recibe.” Esta
es una ley espiritual. Pero la persona que la descubre y comienza a usarla con una motivación errada,
se coloca en una posición peligrosa.
Por ejemplo, si alguien supiera que dando a Dios $10 recibirá $100, sería un idiota sino empeñara,
vendiera, hipotecara y robara todo lo que pudiera para hacer semejante inversión. Dios jamás
contemplaría un plan así. Por otro lado, cuando un cristiano que ha sido enseñado y motivado
adecuadamente da sacrificadamente, Dios lo bendice de una manera acorde. El peligro radica en la
interpretación del por qué fue bendecido de Dios.
COLEMAN: Como ya se ha dicho, lo que uno da es una cosa, pero por qué lo da es asunto de motivación.
Tal vez nos haría bien conocer algunas formas mal motivadas de dar y así podremos analizar mejor
la nuestra propia. Mencionaremos cuatro por lo menos: (1) Dinero de conciencia. La motivación es
comprar su conciencia – escapar de alguna responsabilidad con Dios. (2) Dinero egoísta. Exigir
reconocimiento por lo que se da. (3) Dinero emocional. Digamos que una persona consigue un aumento
de sueldo, recibe un regalo inesperado, o experimenta un fervor religioso y emocional – y ¡le da a
Dios una propina! (4) Dinero de regateo. La motivación pudiera ser la codicia – dar dinero para ser
bendecido. Los “panes de prosperidad” a menudo apelan a esta motivación.
Uno tiene que tener mucho cuidado cuando da para recibir. Las motivaciones que hemos mencionado
podrán conseguir dinero para ciertos propósitos, pero jamás llevarán a un cristiano a la madurez. La
motivación suprema cuando se da radica en este pensamiento: “Mi Señor es dueño de todo lo que
tengo, incluyéndome a mí mismo; lo que doy expresa mi adoración y alabanza a quien amo.” Dios no
sólo “ama a un dador alegre”, un dador alegre también ama a Dios.
BASHAM: Hablando de “alegría”, debemos darnos cuenta que somos mandados a diezmar estemos o
no alegres, nos sintamos o no bien cuando lo hacemos. Si un hombre está bien en su relación con
Dios, cuando dé será alegremente. Pero si no nos sentimos bien alegres, eso no nos exime de ser
obedientes. Yo creo que si comenzamos a diezmar aunque no nos “sintamos” bien o nos duela cuando
lo hacemos, Dios va a bendecir nuestra obediencia y nuestros sentimientos cambiarán hasta que
lleguemos a dar con gozo. Alguien ha dicho lo siguiente: “No des sólo hasta que te duela, da hasta
que te deje de doler.”
Con respecto a los “planes de prosperidad” y los “pactos de bendiciones, etc”, operan porque están
basados en principios bíblicos y válidos … “Dad y os será dado” (Lucas 6:38). Sin embargo, me parecen
objetables cuando ministros o evangelistas lo usan continuamente para reclutar a la gente para que
ayuden a sus propios ministerios. Una cosa es enseñar: “Dios te bendecirá si das” y otra “Dios te
bendecirá si me das a mí.”
Hemos oído tantas leyes para diezmar . . . “de diezma antes de las deducciones” … “el primer cheque
es del Señor” … “da solo a tu iglesia”, etc. ¿Como encaja la libertad del Nuevo Testamento dentro
del diezmo?
COLEMAN: Cuando una persona comienza a pensar que hay que hacer las deducciones primero y
diezmar de segundo, podríamos cuestionar su motivación. Cuando alguien me hace esta pregunta, mi
respuesta es hacer otra: ¿Por qué sólo los impuestos? ¿Por qué no deducir también el gasto de la
comida, el pago de la casa, etc.? ¿Por qué habríamos de poner lo que damos al Señor dentro del
contexto de lo que sobra? El pensamiento inicial del “dador alegre” es dar primero a su Señor y
ocuparse de los otros asuntos de segundo. No quiero decir con eso que debamos separar “los otros
asuntos” de Dios, porque si se es un buen mayordomo, se es fiel en todas las cosas. Eso incluye el
10% y el 90%. Cuando apartamos la primera décima parte para Dios y Su justicia es primero (Mat.
6:33).
La mención de “leyes para diezmar” me recuerda la práctica de los fariseos que diezmaban y no
hacían más que eso. Recuerdo que Jesús les dijo que debían de diezmar sin descuidar las cosas
importantes de “justicia, misericordia y fidelidad” (Mateo 23:23).
La libertad del Nuevo Testamento encaja dentro del diezmo hasta el punto en que el corazón de uno
está tan convertido a Jesús, que la vida entera es liberada de la atadura de la carne, y más y más
se va sintiendo libre para dar con un corazón que ama a Dios. Martín Lutero decía que el hombre
necesita dos conversiones – una del corazón y la otra de su bolsillo. Cuando definamos nuestra
relación con el dinero, habremos resuelto uno de los puntos más importantes de la vida. El uso
adecuado del dinero nos traerá gozo y libertad. Jesús dijo: “Gratuitamente recibisteis, dad de la
misma manera” (Mateo 10:8).
BASHAM: Generalmente, esta pregunta, si debe diezmar sobre el ingreso neto o total, revela una
actitud básicamente egoísta. Bien nos pudiéramos preguntar: “¿Qué es lo menos que puedo dar para
considerarme todavía obediente?”
Jesús dijo: “Por eso, lo que queráis que los demás hagan por vosotros, hacedlo vosotros por ellos”
(Mateo 7:12) Yo creo que podemos aplicar este principio del diezmo. Si Dios te dijera: “Quiero
aumentar tus ingresos en un 100%” ¿Cuál cifra le daría? ¿La de antes o después de las deducciones?
Cualquiera que sea su respuesta úsela para determinar cuánto es su diezmo.
BASHAM: Es obvio que hay ciertas bendiciones de Dios que no podemos ganar, la salvación, las
sanidades, el bautismo en el Espíritu Santo, etc. Sin embargo, hay otras provisiones y bendiciones
que están dentro de la voluntad de Dios para nuestras vidas, que pueden ser apropiadas mediante la
oración y la obediencia a las condiciones necesarias para recibirlas.
Por ejemplo: “Dad y se os dará… ” La obediencia a este mandamiento resultará en bendición porque
el principio funcionará en la vida de cualquier creyente. Sin embargo, cuando se refiere a otras
bendiciones, la elección es de Dios. Jesús dijo a los doce discípulos: “Vosotros no me escogisteis a
mí, sino que yo os escogí a vosotros.” Nada pudo haber cambiado el resultado de esta elección;
ninguna oración, persuasión y obediencia de parte de algún otro hombre le hubiera ganado la entrada
al grupo de los doce. Esa bendición vino por la elección soberana de Dios. Igualmente, nosotros no
escogemos nuestro ministerio o lugar de servicio. Dios escoge y nosotros respondemos en fe y Dios
nos entrega las bendiciones necesarias para el cumplimiento de Su plan.
COLEMAN: Comienzo con la declaración de dos principios bíblicos: (1) “Porque por gracia habéis sido
salvados por medio de la fe, y eso no es de vosotros, es don de Dios; no por obras, para que nadie se
gloríe” (Efesios 2:8-9). La palabra “salvados” no significa la experiencia inicial del nuevo nacimiento
únicamente, sino que se extiende a nuestro caminar cristiano. (2) “El cual nos libró, y nos libra, y en
quien esperamos que aún nos librará, de tan grande muerte” (2 Cor 1 : 10 revisión de 1960). Esto nos
muestra que la salvación es una experiencia continua (pasado, presente, futuro). La misma gracia que
nos “salvó” en nuestra experiencia inicial, nos sostiene también en nuestro caminar diario y la misma
gracia consumará nuestra salvación en la segunda venida de Cristo.
En el juicio de los santos, se darán las recompensas por sus obras hechas mientras estaban en la
tierra. Jesús dijo: “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles; y
entonces recompensará a cada uno según sus hechos” (Mateo 16:27). Parte de lo que significa
acumular tesoros en el cielo está en nuestro dar aquí en la tierra como parte de nuestra mayordomía
total. Mi convicción es que la salvación es libre y por gracia; que dar significa acumular tesoros en
el cielo está en nuestro dar aquí en la tierra como parte de nuestra mayordomía total. Mi convicción
es que la salvación es libre y por gracia; que las recompensas se “ganan” y se reciben en el cielo.
Nuestra relación con el Padre mientras estamos en la tierra es de tal naturaleza que no podemos
decir que hemos “ganado” nada. Las bendiciones son totalmente producto de la gracia. Podemos
apropiarnos de las promesas de Dios de bendecirnos, y estas vendrán de acuerdo a nuestra fe y
obediencia en nuestro andar con El. Cualquier motivación de “ganar” debe ser crucificada.
MUMFORD: Tomando la pregunta en el sentido de qué es y cómo es que Dios recompensa, voy a decir
que “Dios da siempre” Nosotros fuimos hechos para recibir. ¡Él es el Dador!
El elemento que Dios busca en nosotros y que somos capaces de producir es la fidelidad. Sea que
tengamos mucho o poco en tiempo, dinero o habilidad, todos podemos ser fieles en devolver a El y
usar para Su servicio lo que El nos ha dado. Dios lo recompensará. …
La oración es probablemente uno de los tópicos cristianos del que más “se habla” pero el que “menos
se experimenta”. No podemos ver la oración sólo como una disciplina sin relacionarla con nuestro
crecimiento espiritual. Existen muchos factores que afectan nuestra capacidad y efectividad para
orar- nuestro concepto de Dios, nuestra motivación básica de la vida, nuestra relación con los demás,
etc. Los problemas en estas áreas deben ser solucionados conjuntamente con nuestros intentos de
establecer una vida de oración.
En este número se contestan algunas de las preguntas que se hacen con mayor frecuencia en relación
a la oración.
MUNFORD: Llegamos a conocer a las personas estando con ellas, compartiendo y comunicando a
través de todas las avenidas disponibles.
Por medio de la oración llegamos a conocer a Dios de una manera muy personal y eso es vital para
cualquier grado de crecimiento. Es cierto que le conocernos a través de Su Palabra; pero la Palabra
debe convertirse en parte misma de nosotros. Cuando buscamos a Dios en la oración, la Palabra se
convierte en parte de nuestras vidas y no sólo palabras escritas en las páginas de un libro.
SIMPSON: La oración es la raíz principal del crecimiento espiritual. Todo hombre y mujer que ha
sido usado extraordinariamente por Dios testifica de una vida de oración. Ya que Dios mismo es la
fuente de toda vida, la comunión con El es esencial para recibir vida y madurez. Jesús quien es el
patrón para un desarrollo perfecto fue un hombre de oración intensa y continua. Estaba orando
cuando fue bautizado (Luc. 3:21) y recibió al Espíritu. Los discípulos fueron testigos en el Monte de
la Transfiguración cuando Jesús fue saturado literalmente de la gloria de Dios mientras oraba.
Antes de la crucifixión Jesús agonizó en oración. Jesús mantuvo una comunión continua con el Padre.
La oración verdadera es una experiencia espiritual más que mental. Los que adoran a Dios lo hacen
en el espíritu. El que se une con Dios es uno con El en el espíritu. A menos que uno permanezca en
una comunión y en una conciencia espiritual con Dios, desciende a un ambiente del “alma” o manera
natural de pensar y actuar, aunque continúe usando una terminología religiosa. Nosotros no podemos
hacer nada espiritual de nosotros mismos. La comunión espiritual -escuchar a Dios y hablar con El a
través de Cristo- es la fuente esencial de la vida de Dios que nos transforma a Su semejanza.
MUMFORD: En el capítulo 6 de Mateo, Jesús da ciertos consejos con respecto a la oración para que
sea “efectiva” por supuesto.
En los versículos 5 y 6 dice que cuando oramos para ser oídos por los hombres, la única recompensa
posible es el elogio de los hombres. También nos dice cómo obtener resultados en nuestras
oraciones. Ore para ser oído de Dios. Él es el único que nos puede dar las respuestas y nos
recompensará en público: ¡Viendo las respuestas!
Los versículos 7 y 8 advierten contra las repeticiones vanas. Jesús dio un ejemplo de aquellos que
oran de esta manera y la razón por qué lo hacen. Pensaban que las muchas palabras y las muchas
veces que vinieran delante de sus dioses les aprovecharía. Sin embargo, cuando se tiene fe y se sabe
que El ya conoce nuestras necesidades, eso elimina las repeticiones vanas. Esto no significa que no
debamos perseverar en oración, sin embargo.
Los versículos 14 y 15 contienen otro aspecto para orar efectivamente. Un corazón limpio, libre de
amargura y actitudes de prejuicio es necesario para aparecer delante de Dios y pedir perdón para
nosotros. ¿y cuántos de nosotros no necesitamos ser perdonados primero antes de pedir favores y
solicitar otras cosas?
SIMPSON: Es obvio que el pecado estorba nuestra comunión con Dios. Él no puede compartir con
nosotros nuestro pecado. Dios es Santo. El arrepentimiento y el perdón deben de preceder a la
verdadera comunión con Dios. Por supuesto que hay mucha gente que le habla a Dios, pero que en
realidad no tienen comunión alguna con El. El no participa en la comunión con ellos por su pecado.
El pecado toma muchas formas. Uno de los pecados básicos que estorba en la oración es la motivación
egoísta. Cuando somos bebés espirituales, Dios tolera mucho de esto de igual manera que una madre
o un padre lo hace, pero a medida que vamos creciendo esto se va convirtiendo en un verdadero
estorbo. Santiago lo dice de esta manera: “Codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois
envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra. y no tenéis, porque no pedís. Pedís
y no recibís porque pedís con malos propósitos, para gastar en vuestros deleites”. (Santiago 4:2-3).
Ellos habían codiciado, cometido homicidio (odiado), envidiado, peleado y no obtuvieron lo que
querían, así que oraron y ni así lo obtuvieron. ¿Por qué? Los motivos eran malos. Sus motivos son más
importantes que sus métodos para orar. (Vea Isaías 58).
Las relaciones malas son otro estorbo. Jesús nos recuerda que tenemos que arreglar nuestra
relación con nuestro hermano antes de entregar nuestra ofrenda. Si no perdonamos, Dios no nos
perdonará ni nos abrirá Su presencia a nosotros.
La desobediencia es otro factor importante en la oración sin contestación. 1 Juan 5:14 dice que si
pedimos cualquier cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye. No tomar en cuenta Su voluntad es
destruir la efectividad de nuestra oración, porque Su voluntad es la que cumple Su propósito con Su
poder. Por ejemplo, es la voluntad de Dios que prosperemos y tengamos buena salud, pero únicamente
cuando estamos en la voluntad de Dios podemos prosperar y tener buena salud.
MARTIN: Hay otro nivel en el que aparecen obstáculos en la oración y es en el área de la disciplina
y la sabiduría práctica. Muchas personas nunca entran en una relación profunda con el Señor porque
nunca apartan tiempo para orar. Es necesario darle su debido tiempo y buscar su debido lugar para
desarrollar una vida efectiva de oración.
En otro nivel, la oración es obstaculizada cuando no tenemos la actitud que Jesús dice en el corazón
de nuestra relación con El: “Permaneced en mí, y yo en vosotros” (Juan 15: 4a.) Necesitamos buscar
a Dios no solamente por las dádivas o para que intervenga en los asuntos de nuestra vida cotidiana,
sino sencillamente por lo que El es, para efectuar nuestra unión con El, por amor a El y a Su voluntad.
Esta es la relación y la oración que los Salmos llaman “buscar”.
Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de
mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo. (Salmo 27:4).
Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en
tierra seca y árida donde no hay aguas. Para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el
Santuario. Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán. Así te bendeciré en
mi vida; en tu nombre alzaré mis manos (Salmo 63: 1-4).
SIMPSON: Convenir en oración es más que estar de acuerdo para orar o de qué orar. Básicamente
es estar en armonía u no con el otro. Mateo 18: 19 habla del poder de la armonía en la Iglesia. Este
versículo aparece dentro del contexto de cómo se debe tratar a un hermano que ha pecado. El Señor
declara que los cielos confirmarán las acciones de un cuerpo unido. Esa unidad sólo se puede lograr
bajo la dirección del Espíritu. Jesús honra esa unidad en Su nombre con Su presencia. (Mateo 18:20)
y las respuestas manifestadas de la oración. “Convenir en oración” son las peticiones colectivas de
una comunidad unida.
MUMFORD: Hay dos referencias que vienen a mi mente en cuanto a esta pregunta: Hechos 1:14,2:1.
La palabra “unánimes” se usa en ambas citas. Seguramente que esto es “convenir en oración”. ¿El
resultado? ¡Pentecostés!
De nuevo encontramos a los creyentes en Hechos 2:46 “unánimes”. No sólo la oración era parte de
esta unanimidad, sino que cada día estaban en el templo, partiendo pan en las casas, comían juntos
con alegría y sencillez (unanimidad) de corazón. Esto resultó en favor ganado “con todo el pueblo” y
añadiduras a la Iglesia todos los días.
MARTIN: Cuando Jesús dice en Mateo 18: 19 ” … si dos de vosotros se pusieran de acuerdo en la
tierra acerca de cualquier cosa que pidieran, les será hecho por mi Padre que está en los cielos”, se
está refiriendo al fruto de la unidad entre Sus discípulos, según oró tan fervientemente la noche
antes de Su muerte (Juan 17:20). La unidad de cada cristiano con el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo, y con cada otro cristiano llevará fruto en el testimonio manifestado y en sus oraciones
invisibles.
Nuestro compromiso como hermanos y hermanas de ser uno entre nosotros y con el Señor, así como
nuestra disposición de mantenernos firmes en medio de todo lo que prueba o amenaza ese
compromiso es una clave importante para tener poder en la oración.
MARTIN: Tenemos que ver todo lo que el Señor ha dicho sobre la oración para tener un cuadro
equilibrado. A diario los cristianos se desilusionan, o se desaniman, o infantil o patéticamente “culpan
a Dios” por no contestar sus oraciones, porque se han aferrado a una sola cosa que Jesús dijo sobre
la oración sin molestarse en ver el cuadro completo. Por ejemplo, los creyentes nuevos a menudo se
aferran a la promesa de Jesús de darnos todo lo que le pidamos, pero no notan que Jesús dijo esto
a Sus discípulos, diciendo que esto se aplica a los que permanecían con El y a los que pedían de
acuerdo a la voluntad de Dios: Es igualmente cierto en la aparente contradicción de pedir una vez y
de persistir en oración.
Podemos aclarar ciertas cosas con respecto a qué tipo de oración encaja a qué tipo de situación. Por
ejemplo, persistir en oración es lo que se requiere cuando se está librando una batalla espiritual y
la obra de Satanás tiene que ser vencida. Pero la única manera satisfactoria de saber cómo orar -si
orar una vez o persistir en oración es dejarse guiar por el Espíritu de Dios buscando Su dirección
en cada situación.
SIMPSON: Para mí, la palabra clave en esta pregunta es “fe” Hebreos 11:1 dice: Ahora bien, la fe
es la certeza de lo que se espera, la convicción (o evidencia) de lo que no se ve.” Fe es certeza. Creo
que es apropiado orar hasta que se tenga certeza. En algunos casos eso sucede la primera vez que
se ora. En otros casos, uno tiene que orar muchas veces antes de recibir la convicción de que Dios
ha contestado. Entre la primera y la última vez que se hace la petición, pueden ocurrir muchos
ajustes en el intercesor o en la situación que se está presentando al Señor.
No es prudente orar una vez y tratar de convencerse uno mismo con versículos de la Biblia, si no hay
certeza en su corazón. En cierta ocasión Daniel oró veintiún días antes de recibir una respuesta.
Había una batalla espiritual que se estaba librando en los cielos que tenía que ser ganada. La
perseverancia es una virtud. Cuando la certeza viene, entonces deja que el asunto descanse con el
Señor.
1. ¿Qué significa “orar en el Espíritu” y cuál es el papel del Espíritu Santo en nuestra vida
de oración?
SIMPSON: “Orar en el Espíritu” es cuando el Espíritu Santo toma el control de nuestra oración.
Romanos 8 :26 nos recuerda que no sabemos orar como debiéramos, de manera que el Espíritu nos
ayuda haciendo intercesión de acuerdo a la voluntad de Dios.
Casi todos hemos tenido experiencias cuando nos hemos dado cuenta que nuestra oración ha sido
inspirada. Nos dimos cuenta en el acto que el Espíritu de Dios nos estaba ayudando a orar y que la
oración sería efectiva. Eso es orar en el Espíritu.
Sin embargo, Romanos 8 :26 habla de algo más profundo. Habla de gemidos indecibles. Creo que esto
es lo que Juan quiere dar a entender en Juan 11 :33,38, cuando dice que Jesús se estremeció en Su
Espíritu al llegar a la tumba de Lázaro. Entonces dijo: “Padre, gracias te doy por haberme oído.” En
Su Espíritu supo que era la voluntad del Padre resucitar a Lázaro.
Creo que podemos orar en el Espíritu Santo con nuestro entendimiento, también creo que podemos
orar en Espíritu Santo desde nuestro espíritu como lo hizo Jesús frente a la tumba de Lázaro. Pablo
habla de este mismo orar en el Espíritu en 1 Corintios 14:2 donde dice: “Porque el que habla en
lenguas (desconocidas) no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el
Espíritu habla misterios.” De nuevo en el versículo 14 Pablo dice: “Porque si yo oro en lengua
desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto.” Concluye diciendo que orará
con el Espíritu y con el entendimiento. Orad en el Espíritu, según lo entiendo, es hacer una oración
inspirada por el Espíritu Santo desde nuestro espíritu (en lenguas) o desde nuestro entendimiento.
MART IN: Orar en el Espíritu no es sólo orar en lenguas, sino cualquier tipo de oración, ya sea en
nuestro idioma nativo, la oración puede ser larga o corta, en silencio o en voz alta, pero tiene que
ser motivada y vitalizada por el Espíritu. Creo que orar en el Espíritu son los ríos de agua viva que
fluyen según Juan 7:38 y nos lleva a expresarnos de diversas maneras: con gran regocijo, en el canto,
la danza, en gemidos poderosos, en adoración silenciosa, en amor profundo, en seguridad apacible.
El Espíritu Santo es imprescindible en nuestra vida de oración. Sólo el Espíritu de Dios conoce las
profundidades de Dios (1 Corintios 2:11,12,13) y cuando en nuestra debilidad no sabemos cómo orar,
el Espíritu Santo lo hace por nosotros (Romanos 8:26). Dios mismo dentro de nosotros, por medio
del bautismo en el Espíritu Santo, hace toda la diferencia en nuestra vida de oración.
MUMFORD: Judas y Pablo hablan de orar en el Espíritu Santo como edificación para el creyente.
Judas 20 dice: “. . . edificándoos . . . orando en el Espíritu Santo”. 1Corintios 14:4 dice: “El que habla
en lengua extraña, a sí mismo se edifica.” Edificarse es fortalecerse. Pablo concluye diciendo (vers.
15) que él orará con el entendimiento y con el espíritu; y (vers. 18) que él da gracias a Dios que habla
en lenguas “más que todos vosotros.”
Uno de los temas más predominantes en la vida cristiana es el de que Dios nos está llevando desde
donde nos encuentra hasta donde Él quiere que estemos. Su intención es hacer que nuestras vidas
en Él experimenten un progreso constante de acuerdo al crecimiento de nuestra medida de
obediencia, madurez y bendición. Esta norma la podemos ver claramente en la jornada que hizo Israel
desde Egipto. El plan de Dios era sacarlos de la esclavitud, hacerlos pasar por un período de
instrucción y prueba en el desierto, para luego introducirlos a la tierra prometida y al desarrollo
práctico y bendición subsecuente de su obediencia a Dios.
La meta de Dios para los cristianos es extraordinariamente paralela a este patrón. Dios nos alcanza
cuando estamos en esclavitud en el mundo y comienza a cambiarnos y a enseñarnos una nueva manera
de vivir, con la intensión final de llevarnos a obtener la victoria en todas las áreas de nuestra vida
cristiana de una manera práctica – la tierra prometida.
El proceso no es tan sencillo como parece. A los israelitas, la jornada a la tierra prometida, les llevó
cuarenta años. Afortunadamente, Dios nos ha provisto con un mapa detallado y explícito para
nuestro viaje – Su palabra viva. En este artículo consideramos el pasaje de Romanos 13 :7-12 que
contiene ciertas guías sensibles para obtener la victoria en nuestra experiencia cotidiana con Dios,
aplicando estos principios de una manera muy práctica al manejo del dinero.
“Pagad a todos los que debéis; al que tributo, tributo; al que impuesto. impuesto; al que temor, temor;
al que honra, honra. No debáis a nadie nada, sino el amarnos unos a otros; porque el que ama a su
prójimo, ha cumplido la ley. Porque esto: no cometerás adulterio, no matarás, no hurtarás, no
codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta palabra se resume: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. El amor no le hace mal al prójimo; por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley. Y haced
todo esto, conociendo el tiempo, que ya es la hora de despertar del sueño; porque ahora la salvación
está más cerca de nosotros que cuando creímos. La noche casi ha pasado ya, el día está para romper.
Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas, y pongámonos la armadura de la luz” (Romanos l3:7-
12.)
Veamos este pasaje de la Escritura, verso por verso, y dejemos que penetren bien profundo en
nuestros corazones. El versículo 7 dice: ”Pagad a todos los que debéis; al que tributo, tributo”. La
intensión de Pablo es hacer una distinción entre el ámbito celestial y el terrenal, y también de
informarnos que tenemos obligaciones que cumplir en ambos.
Cuando los judíos le preguntaron a Jesús si debían de pagar los impuestos estaban sugiriendo
realmente que por ser ellos el pueblo de Dios, deberían de estar eximidos de todas obligaciones
terrenales, especialmente en relación a la nación que los gobernaba.
Hay algunos cristianos que piensan de la misma manera. Creen que porque son ciudadanos del cielo,
no tienen que pagar impuestos y que las leyes y las reglas no se aplican a ellos. Pero Jesús dijo en
efecto: “Muéstrenme una moneda. Ahora escuchen: Si le dan a Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo
que es de Dios, no tendrán problemas”. Jesús quería destacar que los problemas surgen en las vidas
de las personas cuando sus pensamientos son demasiado celestiales con respecto a los asuntos
prácticos de este mundo. La esposa dice: “Querido, ¿podrías sacar la basura, por favor? (¿Cuántos
sabemos que eso es muy terrenal?) Pero el marido dice “No puedo, no me siento convencido por el
Espíritu”. Eso se llama confundir los dos ámbitos.
Es importante que sepamos distinguirlos. Debemos de situar al ámbito celestial donde le pertenece
y al terrenal también. Las cosas espirituales tienen que estar en el lugar que les corresponde,
ejercidas apropiadamente, en su tiempo apropiado y las cosas materiales de igual manera. Eso
significa que usted no debe robar el tiempo que le pertenece a su patrón para orar. Si quiere orar,
ore en su hora de almuerzo.
Ese tiempo le pertenece a usted. Básicamente, el poner estos ámbitos en su lugar, agudiza nuestro
entendimiento de la autoridad y aumenta el orden en nuestras vidas. Pagaremos los impuestos a
quienes se deben pagar; tributo a quien tributo y temeremos a los que debemos de temer. La
consecuencia de mantenerlos en su lugar adecuado es una vida de orden y sujeta a la autoridad.
En el desarrollo práctico de esta separación y en la debida relación que viene en su tiempo con las
autoridades celestiales y terrenales sobre nuestras vidas, encontramos las siguientes instrucciones
en el versículo 8: “Dejen de seguir debiendo sus deudas”. (Así dice literalmente). He aquí un principio
terrenal que es sin embargo espiritual. Después de dieciocho años de ser un consejero, he llegado a
la conclusión personal que la Iglesia ha fracasado en su responsabilidad de enseñar a los cristianos
la manera de manejar su dinero. La mayor parte de nuestros jóvenes son tan ingenuos en asuntos de
dinero, que fácilmente se convierten en presa de la propaganda comercial.
UN VISTAZO AL PROBLEMA
¿Sabía usted que la mayoría de las personas nunca terminan de pagar por sus automóviles? Porque
cada dos años dan el auto viejo como parte del pago de uno nuevo y continúan de esta manera atados
a hacer pagos durante treinta o cuarenta años.
Los préstamos a plazos, las tarjetas de crédito, el compre ahora con sólo el 10 0/0 del precio y
pague después, son una trampa para los cristianos. Muchos no han comprendido que el camino más
excelente es no deberle a nadie. Dios quiere que tengamos la suficiente disciplina personal de no
gastar lo que no tenemos. ¿Por qué razón? Porque tenemos una” deuda de amor y nuestra
responsabilidad como cristianos llenos del Espíritu y creyentes de la Biblia, es estar en una posición
de poder ayudar a otros. Pero no podemos hacerlo porque estamos tan endeudados que a duras penas
podemos sobrevivir nosotros mismos.
Hubo un tiempo en que fui vendedor de enciclopedias. Este trabajo me enseñó algo sobre la condición
económica de muchos hogares. Si mal no me acuerdo, las condiciones de venta eran de $20.00 de
pago inicial y $7.00 por mes. Inevitablemente, el marido decía: “Sr. Mumford, me gustaría comprar
estos libros para mis niños, pero no puedo pagar $7.00 por mes.” A lo que yo respondía: “¿Me está
diciendo que no puede pagar $7.00 por mes por algo que usted realmente desea?”
“Pues, no. Tenemos que hacer los pagos del refrigerador, de la lavadora y la secadora, del carro y
del préstamo de Navidad que hicimos el año pasado.” (Mi suegra que trabajó mucho tiempo en una
compañía financiera, me dice que hay algunas familias que han hecho préstamos que han dejado
correr por veinte años consecutivos sin poderlos terminar de pagar por falta de disciplina en el
manejo del dinero).
El verdadero problema está en la actitud hacia nuestra responsabilidad con el dinero. La mentalidad
común ha sido que si se quiere cualquier cosa en estos días ¿para qué esperar? –pida préstamos o
cómprelo al crédito. Precisamente, esa falta de madurez y de prudencia es la raíz de muchos de los
problemas económicos. ¿Qué diría un niño si le preguntara: “Quieres $.50 ahora o $5.00 mañana?”
Su respuesta sería: “Quiero los $.50 ahora.” Por nuestra falta de previsión somos llevados a la
trampa de “compre ahora y pague después” y luego no podemos salir de ella. Y cuando hay necesidad
en el Cuerpo de Cristo somos incapaces de participar porque todos nuestros recursos son devorados
por las deudas que tenemos.
Me dan ganas de gritar: “¡Pueblo de Dios, no escuche la propaganda comercial, por amor Suyo!
¡Disciplínese! ¡Cambie su estilo de vida! ¡Aprenda a pagar al contado por las cosas que quiera!”
Dirá usted: “Pero, si esperamos hasta pagar al contado, jamás tendremos nada.” Ya está aprendiendo.
Eso pudiera parecerle una respuesta clínica, pero en realidad la mayoría de los cristianos están tan
endeudados que cuando se presenta cualquier necesidad emergente de dinero los envía por el tubo
del desagüe. Por estar en tal esclavitud económica, no pueden ministrar amor a otros. En un sentido
muy real, su esclavitud económica es también una forma de esclavitud espiritual.
¿Qué nos está diciendo Dios en todo esto? Debería de ser obvio para todos que nos está induciendo
a hacer algo. ¿Cuál es su situación económica en este momento? ¿Cuál es su deuda, $2000.00,
$4000.99? Aunque resulte sumamente difícil cancelar deudas de $4,000.00, estoy convencido que
Dios nos está instruyendo a que salgamos de deudas. Pero ¿Cómo?
SOLUCIONES PRÁCTICAS
Quiero ofrecer algunas soluciones prácticas para obedecer a Dios y salir de deudas.
Número uno: ¡Póngaselo! Resista la compulsión de comprar siempre los últimos estilos cada vez que
salgan. Vista la ropa que ya tiene. Esta nos es una idea original. La leí en una revista secular donde
dice que más y más las personas están rompiendo la costumbre de cambiar su ropa cada vez que
aparecen los estilos nuevos. No estoy sugiriendo que nos cubramos de cilicio y ceniza, sino que
debemos resistir avenirnos a las tendencias de este mundo: “Todo el mundo lo está haciendo y yo
también lo voy a hacer.” Podemos ser liberados de ataduras de ese concepto haciendo caso a esta
admonición: ¡Póngase lo que ya tiene!
Número dos: ¡Cómaselo! No desperdicie nada. No actúe como si la comida nunca se acabará.
Disciplínese a comer todo lo que ponga en su plato.
He visto a personas que apenas prueban su comida y la dejan casi entera en su plato. Me dan ganas
de comerla yo mismo. En muchos lugares la gente no tiene suficiente que comer. En los años de la
depresión de los treinta muchas personas comían lo que encontraban en los basureros. Yo nací en
1930 y recuerdo ver a los seis años a personas comiendo los desperdicios que encontraba en los
basureros de un restaurante de la localidad.
¡Cómaselo! No lo desperdicie. Aprenda a disciplinarse en su casa hasta que sea parte de usted mismo.
Número tres: ¡Basta con el que tiene! “Querida, compremos un auto nuevo, con radio que tenga
seleccionador automático y limpia brisas escondidos.” No -bástele con el que tiene. Si el auto que
tiene funciona bien -quédese con él. Cualquier aparato que tenga, manténgalo en buenas condiciones,
o repárelo y bástele.
¿Sabe que sucederá si usamos la ropa que ya tenemos, comemos sin desperdiciar y hacemos
suficiente lo que ya hay? comenzaremos a tener dinero libre para ser usado como Dios dirija y no
como nuestros acreedores lo demanden. La escritura dice: “Dejen de seguir debiendo sus deudas.”
Otra norma de gran ayuda en esta dimensión es la que nos enseña Bill Gothard: Hasta donde sea
posible, evite comprar a pagos cualquier articulo despreciable – los que disminuyen en valor o se
desgastan con el tiempo. Por ejemplo, automóviles, lavadoras, secadoras, juguetes, ropa, etc. Ahorre
su dinero y compre estas cosas al contado. ¿Cuáles son las cosas que no deprecian? Los que aumentan
su valor con el transcurso del tiempo, como casas y propiedades. Lo que aumenta su valor a través
de los años es una inversión segura que puede comprarse a pagos.
El principio es no comprar al crédito artículos depreciables, sino ahorrar hasta poderlos conseguir.
¡Qué satisfacción más grande es poder entrar a una tienda con el dinero en la bolsa y decir: “Quiero
ese artículo! El Señor nos ha provisto y hemos ahorrado lo suficiente para comprarlo al contado.” El
vendedor se desmayará.
Si quiere reemplazar un artículo viejo, disciplínese para ahorrar hasta poder comprar el nuevo al
contado. Entretanto, bástele el viejo e impóngale las manos si es necesario para mantenerlo
funcionando. No está más allá de Dios sanar las maquinarias. En una ocasión había salido en mi
Chevrolet 1946, que ya hacía tiempo había pasado el límite de su servicio, la noche era de tormenta
y la nieve caía y las luces del auto comenzaron a disminuir su intensidad hasta que el motor se apagó.
Yo estaba solo me salí, levanté la tapa del motor y exclamé: “¡Qué enfermo estas!” Volví a cerrar la
tapa y hacer la siguiente oración: “Dios, en el nombre de Jesús sana este auto.” Las luces se
encendieron y cuando di vuelta a la llave, el motor arrancó inmediatamente. Dios le ayudará con lo
viejo si es fiel en prepararse para lo nuevo.
¿Qué de las tarjetas de crédito? Un día fui a visitar a un amigo en su oficina. Estaba sentado detrás
de su escritorio examinando sus tarjetas de crédito y debía tener más de 50 de ellas. “No se las
enseñes a mi esposa.” le dije yo en broma.
Las tarjetas de crédito pueden ser una ayuda si se usan con cuidado. Pero si no se saben usar, es
mejor cortarlas y tirarlas en la basura. Un comprador compulsivo es como un comilón sin frenos;
ambos necesitan una buena dosis de liberación. Dejen de seguir debiendo sus deudas.
LOS DADORES
Con ese principio firmemente establecido, hagámonos la siguiente pregunta: ¿Cuál es el propósito de
Dios cuando nos ordena: “no debáis a nadie nada?” Jesús dijo: “Más bienaventurado es dar que
recibir.” La intensión de Dios es que nuestra manera de vivir nos permita estar en el extremo de los
que dan y no en el de los que reciben. Debemos de ser de los que digan:
“Hermano, ¿te puedo ayudar?” y estar en la posición de dar. La Biblia nos exhorta a dar a los pobres,
a fortalecer y ayudar a los demás. Así como en lo espiritual tratamos de mantener una vida victoriosa
para poder ayudar a otros con necesidades espirituales, de la misma manera deberíamos de
mantener la victoria en el manejo del dinero para poder ayudar a otros con necesidades económicas.
Tenemos una deuda permanente y es de amor. Hay una clase de amor que se puede dar y regresa a
nosotros, pero el amor del que estamos hablando sale en “una sola dirección” hacia aquellos que
tienen necesidad. No es un ágape descuidado, sino un amor que llena las necesidades físicas y
espirituales. Si alguien tiene hambre podremos decir: “Hermano, permítame ayudarle. Hermana,
permítame compartir con usted la bendición que Dios me ha dado.”
El amor es el cumplimiento de la ley. El amor de Dios que viene hasta nosotros está diseñado para
partir de nosotros hacia aquellos en necesidad. Por causa del pecado, todos hemos sido encerrados
en lo que yo llamo la “caja del ego”. Sus dimensiones son “yo, mi y mío y nos encajonan dentro de
nuestros propios deseos egoístas. Cuando el amor de Dios nos llega, en vez de continuar a través
nuestro hacia otros, queda atrapado dentro de esta caja. Lo que Pablo dice en esta escritura es lo
siguiente: “Iglesia, la deuda que tienen es la capacidad de alcanzar a otros con el mismo amor que
Dios ha hecho venir sobre ustedes -no sólo en lo espiritual, sino en lo económico, en el físico, en lo
mental y en lo emocional.”
¿No cree usted que somos deudores cuando hemos recibido la bondad de Dios? Cuando recibimos el
abundante amor de Dios, nuestro deseo debería ser de compartirlo con otros. A veces yo siento que
lo debo todo a todos. Dios quiere que Su amor derramado en nosotros rompa nuestras “cajas del
ego” y fluya hacia otros.
Tuve una experiencia en cierta ocasión cuando estaba en casa, de regreso del instituto bíblico y sin
un centavo. El Señor me había dicho: “Si vas a casa, Yo pagaré tu tiquete de regreso.” La noche antes
de regresar al instituto, había predicado en una congregación sin recibir nada de ellos y no tenía
combustible en mi automóvil. Cuando el servicio hubo terminado y las puertas se estaban cerrando,
me encontré de pie en frente del edificio con la última persona que salía -una preciosa viejecita
viuda con las espaldas encorvadas. Por un momento pensé dentro de mí: “Bueno, Dios, esta es la
primera vez que me has fallado.
Inmediatamente esta diminuta señora me dijo: “Hermano Bob, ¿se ofendería usted si le diera $5.00?
Yo le dije: “Señora, no podría tomarlos de usted.” Yo conocía la condición de su hogar, que en los
fines de semana lavaba ropa ajena para poderse mantener.
Ella replicó: “Pero he estado aquí parada todo este tiempo y el Señor sencillamente no me deja ir a
casa.” Con eso buscó dentro de su cartera y puso $5.00 en mi mano. Esa ancianita, con su dádiva de
sacrificio, me enseñó volúmenes de lo que es pagar nuestra deuda de amor con expresiones tangibles.
No importa cuán desesperante sea la condición económica en que estemos, yo creo que Dios
comenzará a hacer algo en el momento que digamos: ”Señor, sana mi situación y sácame de la
esclavitud para poder ayudar a otros. Quiero poder ayudar a otros y ser alguien a través del cual
pueda fluir Tu amor.”
El versículo de Romanos 13 dice: “El amor no le hace mal al prójimo.” Sencillamente no puede. La
disposición del amor es hacia afuera en vez de buscar lo suyo. El amor no puede hacer daño a nadie.
El amor no puede tomar de la gente sin dar.
EL DÍA ESTÁ POR ROMPER
Finalmente, queremos ser exhortados con los versículos 11 y 12: “Conociendo el tiempo, que ya es la
hora de despertar del sueño; porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando
creímos. La noche casi ha pasado ya, y el día está por romper. Por tanto, desechemos las obras de
las tinieblas, y pongámonos la armadura de la luz.
El Nuevo Testamento enseña que hay un espíritu de expectación de que el Señor vendrá en cualquier
momento. El comentario de Pablo en el versículo 11 es que “ahora está más cerca que cuando creímos”.
Si él sentía eso en sus días, cuánto más deberíamos sentirlo nosotros ahora. Es evidente en el
ambiente, en las circunstancias y en el paso acelerado de nuestros días que la consumación de los
siglos y el día de la venida del Señor están cerca.
¿Cuál es la reacción que esa información debería de producir en nosotros? ¿La de caminar con la
cabeza vuelta hacia arriba, mirando continuamente hacia el cielo, o la de irnos a la cama todas las
noches con la ropa puesta para estar listos cuando El venga? No. Las direcciones de Pablo para hacer
preparativos para la venida del Señor son todo lo contrario. El dice: ”Despierten y desechen las
obras de las tinieblas y pónganse la armadura de la luz.” En otras palabras, ajuste su estilo de vida
para que cuando Jesús venga no lo encuentre enredado con las obras de las tinieblas, especialmente
en asuntos de dinero.
Si usted me preguntara: “Hermano Bob, ¿qué tendría usted que hacer todavía si el Señor viniera
mañana?” Me gustaría pensar que hay muy poco que tengo que hacer o enderezar. Yo no sé de ninguna
deuda de consideración que dejaría sin pagar con excepción de mi casa y aún eso me dolería dejar
pendiente. Estoy listo con la mayor parte, porque tengo el presentimiento que Dios quiere que
vivamos así en estos últimos días antes de Su venida.
Nuestra preparación para la venida de Jesús no es estar viendo constantemente para el cielo, sino
ser diligentes en limpiar la maraña de nuestra vida económica, emocional y espiritual, para que el
Señor nos encuentre libres de toda deuda con este mundo.
“Desechemos las obras de las tinieblas y pongámonos la armadura de la luz.” Pongamos nuestras vidas
en orden bajo la autoridad apropiada, conociendo el tiempo, saliendo de deudas, para que estemos
libres para ministrar al Señor y a Su pueblo en necesidad, con libertad para orar sin ningún estorbo
terrenal. “Sí, ven, Señor Jesús.”
LA VERDAD EN CRISIS
Nuestra generación confronta una crisis que bien pudiera ilustrarse con un hombre que es enviado
para desactivar una bomba de tiempo que está por explotar. Cuando llega al mecanismo del
detonador, pocos segundos antes de que la bomba explote, se horroriza con la realidad de que ha
olvidado en qué dirección tiene que girar el mecanismo para desarmar la bomba. ¡En una dirección la
desarma; en la otra, la detona destruyéndolo todo! En ese momento, este hombre no necesita de
opiniones o de conjeturas calculadas -necesita los hechos. ¡Necesita la verdad!
La crisis que atraviesa nuestra sociedad, es una crisis de la verdad. ¿En qué dirección dirigirnos a
este loco mundo para evitar que estalle? El diccionario dice que la verdad es “conformidad de lo que
se dice con lo que existe” y cada uno de nosotros basamos nuestras acciones y las decisiones de
nuestras vidas según nuestros puntos de vista y nuestra comprensión de los hechos verdaderos. Sin
embargo, la pregunta que nos hacemos constantemente hoy en día es: “¿Qué es real?” Si el mundo
no tiene ninguna manera de determinar lo que es verdadero y lo que es irreal, ¿cómo podrá esperarse
que haga decisiones que desarmen en vez de detonar nuestra sociedad volátil?
Los hombres están diciendo que nuestro conocimiento de la verdad es obtenido de una variedad de
fuentes. Estas fuentes fluctúan desde las instituciones humanas, por un lado, hasta las formas
científicas de medir por otro lado. La suposición básica en la sociedad secular es, sin embargo, que
no existe una fuente fidedigna para obtener el conocimiento que pueda servir como una norma para
todas las otras fuentes.
Diversas teorías con respecto a la naturaleza de Dios y la realidad de un universo espiritual son
declaradas por los que usan drogas, los gurús, los practicantes del ocultismo y hasta por los
científicos, doctores y parasicólogos. Algunos desechan el concepto de un mundo espiritual
adjudicándoselo al producto de una imaginación superestimulada mientras que otros experimentan
y se gozan en un Dios personal y de la Biblia.
La sicología y las ciencias sociales: Por qué se comporta el hombre como lo hace.
Las consideraciones del pensamiento moderno ven al hombre como el pináculo de la evolución, por un
lado; y por el otro, como la acumulación esencial de elementos químicos en el universo material. De
allí han salido las teorías del objetivismo y del determinismo, que profesan tener las “respuestas”
pero que a la postre resultan ser incompletas y poco satisfactorias.
La ética: Reglas que deben seguirse para hacer el bien y evitar el mal.
Las normas de la ética moderna se proclaman en letreros pegados en los parachoques de los autos
·”Si lo siente bien, hágalo.” (Traducido, esto significa: “Deje que su impulso sexual le diga lo que está
bien y lo que está mal.”)
La opinión más fuerte parece ser: “Cualquier cosa que diga la sociedad (la mayoría), eso haré.” Otros
insisten que no importa lo que se haga, entre tanto nadie salga perjudicado en el proceso.
No es de extrañar que reine tanta confusión. ¿A cuál voz escuchar y en qué dirección seguir,
sabiendo que la decisión podría afectar el resto de su vida? El problema, por supuesto, es que nuestra
sociedad ha desechado por lo general la autoridad final de Dios y Su Palabra y como consecuencia la
habilidad de determinar concretamente por sí misma lo que es la verdad, la realidad, el
comportamiento humano apropiado o una norma ética equitativa. La ausencia de una regla fija para
conocer la verdad desemboca en el caos; no hay nada seguro o absoluto sobre lo cual se pueda actuar.
Sin embargo, como cristianos creemos que existe una Autoridad final que nos ha enseñado la verdad
sobre las cosas -Él nos ha dado la verdad revelada. La revelación objetiva y juiciosa de las Escrituras
le dan al cristiano una norma segura de la verdad sobre la cual puede actuar. Para nosotros no existe
una crisis de la verdad.
En la epistemología sabemos qué es la verdad porque Dios nos la ha revelado. Tenemos al Dios de la
verdad como nuestra fuente y nuestro conocimiento de la verdad tiene significado.
Podemos entender la sicología y la verdadera naturaleza del hombre porque la palabra de Dios
describe esa naturaleza con todas sus complejidades, declarando que el cumplimiento del hombre
viene únicamente en su reconciliación con su Creador a través de Jesucristo.
Finalmente, podemos distinguir entre el bien y el mal dentro del campo de la ética, porque Él nos ha
dado Su Ley en Su Palabra. Para el cristiano, la norma de la verdad es un asunto resuelto.
Entonces se podría esperar que hubiese, en las iglesias creyentes de la Biblia, un fluir apacible y
unificado de creencias y conducta. Desafortunadamente no es así. Pareciera como si el Cuerpo de
Cristo estuviera pasando su propia crisis de la verdad. A veces yo pienso: “Señor, tus hijos parecen
estar más confundidos que los hijos del mundo.” Nuestro problema NO está en nuestra norma de la
verdad, las Escrituras, sino más bien en la manera en que entendemos y aplicamos la norma.
Antes de presentar estos principios permítame declararles lo más claramente posible mi postura
incondicional a la infalibilidad de las Escrituras; y si alguno tiene dificultades en calzar alguna
porción de las Escrituras a su estilo de vida, creo que el ajuste lo debiera de hacer en sí mismo en
vez de intentar ajustar a Dios o Su Palabra.
También, antes de examinar estos principios, necesitamos conocer las cinco categorías dentro de
las cuales se puede colocar toda la verdad bíblica:
La Verdad Histórica:
Cuando se cita: “Jesús vivió en Galilea.” “Pablo era de Tarso.” “Juan 3: 16 dice … “, es información
directa y sin complicaciones que la Biblia nos da con respecto a algo o a alguien. Desafortunadamente,
muchas personas se quedan en esta área de la verdad, asumiendo que el estudio de la Biblia es una
colección sin fin de datos. No obstante que la verdad simple de la Biblia es necesaria y fundamental,
por sí misma no puede producir en la vida de los creyentes todo lo que Dios desea, como lo ilustra el
siguiente incidente. En cierta ocasión un hombre vino a nuestra iglesia, se puso en pie y citó casi
todo el evangelio de Juan. Todos quedamos muy impresionados. Yo estaba pensando todavía: ” ¡Cómo
quisiera poder hacer eso! ” Cuando el Señor parece haberme dicho quietamente en mi espíritu: “No
te impresiones tanto por lo que oyes.”
La Verdad Personal:
Así se llaman las escrituras aplicadas a nuestros corazones por el Espíritu Santo. Seguramente
usted leyó 1 Corintios 10: 13 muchas veces antes de que fuera suyo -es decir, real para usted
personalmente. 1 Corintios 10: 13 estuvo allí siempre, pero usted nunca lo vio antes. Cada vez que
Dios comienza a hablarme con respecto a algo nuevo, encuentro versículos por toda la Biblia que
nunca me di cuenta estuvieran allí. A esto se le llama verdad personal, o inspiración: la aplicación de
la verdad bíblica en la vida del creyente.
La verdad de la Iglesia:
Es la verdad revelada sobre la cual el Cuerpo de Cristo descansa y crece. Es aplicable a todos los
creyentes donde quiera que estén e involucra nuestra comprensión del propósito eterno de Dios, las
instrucciones para el evangelismo mundial, así como los patrones para la estructura de la Iglesia.
La Verdad Presente:
Esta es la verdad que Dios quiere enfatizar en la Iglesia de hoy. En 1517, la “verdad presente” era
la justificación por la fe. En años recientes, el énfasis de Dios era la verdad del Espíritu Santo y de
Su poder; y hoy, la “verdad presente” es el desarrollo de los conceptos bíblicos de la autoridad, de
las relaciones y de la comunidad. El énfasis de Dios está cambiando siempre, mientras que Su
revelación escrita permanece fija. La confusión y la contienda son el resultado de no reconocer los
aspectos presentes de la verdad bíblica.
La Verdad Profética:
Las Escrituras nos hablan con respecto a las intenciones de Dios para el futuro. A través de la
revelación entendemos no solamente el significado de la historia al irse desarrollando, sino que
también comprendemos la conformación de la historia y vemos el propósito y la soberanía de Dios
por todos los siglos. La verdad profética es una penetración clara e inmediata en los eventos del día,
así como la previsión con respecto a lo que ha de suceder. Idealmente, entonces, el cristiano puede
saber adónde ha estado (verdad histórica, adónde está (verdad presente) y hacia adónde va (verdad
profética), (Vea Juan 8:12 y 13:13).
Veamos ahora los cuatro principios que mencionamos antes para comprender la verdad bíblica y
entender la manera en que el Señor la administra a nosotros.
El principio de la expectación
A veces usamos la expresión “de la A a la Z” para significar “todo”, o “todo lo que hay.” Asumamos
que toda la verdad bíblica pudiera incluirse en una escala que va de la A a la Z. Esto es lo que significa
Apocalipsis 1:8 cuando dice “Yo soy el Alfa y Omega, el principio y el fin”. El principio de la
expectación dice que Dios le revelará a usted únicamente o le hará real a usted, el grado de verdad
que usted espera que Él le revele. Si yo espero que Dios me dé “A, B, C, O,” entonces El me revelará
las verdades de la “A” hasta la “O”. Dicho de esta forma: “Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis;
llamad, y se os abrirá.” (Mateo 7:7). Pedimos sólo aquello que creemos que vamos a recibir y recibimos
únicamente lo que pedimos. Es un principio en el trato de Dios con sus hijos. El Señor dijo a Israel:
“Clama a mí, y yo te responderé … ” (Jeremías 33:3).
Las denominaciones, las Iglesias, también los individuos, esperan y reciben diferentes cosas. La
Primera Iglesia Evangélica de la esquina espera que el Señor les dé “C” – la salvación. Todos los
domingos el pastor predica la salvación, hace un llamamiento, y espera que la gente se salve. Y así
sucede. Dios bendice de acuerdo a su expectación.
La Iglesia Pentecostal calle abajo espera que el Señor les bendiga con “F” y con “G” -que la gente
sea llena con el Espíritu Santo y sea sanada. En esta iglesia, Dios no solamente salvará a las personas,
también las sanará y las llenará con el Espíritu Santo. ¿Por qué es que Dios no sana a nadie en la
Primera Iglesia Evangélica? Porque nadie allí espera que lo haga. Aunque ellos creen que está en la
Biblia (verdad histórica), el nivel de expectación no está presente por un número de razones.
En el pueblo vecino hay un grupo que está pidiéndole a Dios que los forme en una comunidad
neotestamentaria -han visto algo en la Palabra de Dios desde la “A” hasta la “K”. Ellos han logrado
ver algo en la Palabra de Dios y dicen: ” ¡Señor, transfórmanos en una comunidad de creyentes del
Nuevo Testamento! “Ellos tienen esa expectación y Dios se las está dando.
Hace unos años, Oral Roberts originó una frase que dice: “¡ESPERE UN MILAGRO!” ¿Sabe lo que él
quería con eso? Él quería que el nivel de expectación de la gente se levantara para que Dios pudiera
llenar sus necesidades. Dios se revela a Sí mismo en proporción directa con nuestro nivel de
expectación. Él puede y va muchas veces más allá de lo que esperamos, pero esa es la excepción y no
la norma.
Al final de nuestra escala se encuentra la “Z”. La “Z” es el límite de lo que Dios nos ha revelado en
Su Palabra. Dos cosas con respecto a la “Z” son muy importantes, y están interrelacionadas. Primero.
la mayoría de los cristianos asumen generalmente que ya llegaron a la “Z” no importa el grado de
avance que hayan alcanzado. Nuestra tendencia es la de creer que hemos llegado hasta donde es
posible aventurarse en Dios. La actitud silenciosa es esta: “Si Dios va hacer algo más lo hará en
nosotros.”
Segundo, más allá de la “Z” está el área conocida como la revelación extrabíblica. Podemos llamar
esta área “Z- 1”, y “Z- 2”, etc. Esta es el área del espiritismo, de los horóscopos, de las sectas, del
ocultismo, de las doctrinas extremas y lo demás. Va más allá de los límites legales del conocimiento
y la experiencia bíblica revelada y Dios prohíbe que nos involucremos en eso (Isaías 8: 19-22).
El problema con que nos encontramos es que aquellos que piensan que ya ha llegado a la “Z” (cuando
en realidad están en la “G”) asumen naturalmente que aquellos que van más allá de donde ellos están
se han metido en algo que las Escrituras no enseñan – “Z-2” “Z-3,” etc. De manera que si yo, como
miembro de la Primera Iglesia Evangélica, veo que los pentecostales están siendo llenos con el
Espíritu Santo, estoy forzado a hacer una de dos cosas: O admito que no estoy en la “Z” y extiendo
mi expectación para lo que Dios quiera hacer en mí, o tengo que sostener que no hay nada más allá
de mi propia experiencia y decir: ” ¡Eso es del diablo! ¡Esto es de la carne! Esos pentecostales están
en “Z-5″ 1 ” ¡Probablemente esta sea la causa por la cual los cristianos se acusen entre sí de estar
metidos en “sectas”!
De manera que cualquier grupo que comienza a caminar dentro de una nueva área de la verdad
presente es acusado, por lo general, de herejía, de posesión demoniaca o de error. Y corrientemente,
la oposición más violenta y las acusaciones vienen del último grupo que entró en lo que Dios estuvo
diciendo, porque pensaron que habían llegado a la “Z” y no creen que nadie pueda legítimamente ir
más allá de donde ellos están.
¿Cómo sabemos si estamos en la “Z” o en la “Z-3”? En realidad, necesitamos más espacio del que
tenemos en este artículo para tratar este tema. Podríamos sugerir, sin embargo, que hay tres
defensas básicas para no caer en este error:
Primero, motivos puros. Mis motivos deben de ser siempre el hacer la voluntad del Padre y darle la
gloria a El. Cualquier cosa que halague mi ego o existe un deseo de ser “superespiritual” debe de
sospecharse (Proverbios 11 :3).
Segundo, un amor por la verdad. Esta es una actitud del corazón que me hace ser fiel a la Palabra
de Dios revelada, a cualquier costo, aún de mi propia vida. Cuando mi vida y la Palabra de Dios no
concuerdan, yo tengo que cambiar. (2 Tesalonicenses 2: 12).
Tercero, una confianza de niño en el Señor. ¡Cada vez que comienzo a pensar que soy lo suficiente
maduro para arreglármelas por mí mismo, voy camino al desastre! Dios es el maestro y yo debo
mantenerme confiadamente dependiente de El (Mateo 11 :25).
Gálatas 6:7 dice: “No os dejéis engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembra,
eso también segará.” La interpretación usual de este pasaje es en el sentido negativo cuando decimos
a la gente: “No siembres para la carne o segarás para la carne.” Esto es cierto y debemos enseñarlo,
pero me gustaría sugerir que a menudo descuidamos el lado positivo de este principio que nos enseña
algo muy importante con respecto a la naturaleza de la verdad espiritual.
Sembrar para cosechar es una ley de la naturaleza. Si siembras zanahorias, a su tiempo cosecharás
zanahorias. Siembra trigo y cosecharás trigo, etc. Esta ley está establecida por el Señor en Génesis
1: 11 donde dice: “Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto
según su género.” Así ordenó Dios que la vida apareciera.
La Palabra de Dios ha sido descrita en las Escrituras como semilla de la que se espera produzca una
cosecha después de haber sido sembrada. (Lea Mateo 13). Yo creo que la verdad de la Palabra que
sembramos por medio de la enseñanza y de la predicación será cosechada en las vidas del Pueblo de
Dios como el fruto de esa enseñanza.
Una vez estuve en una iglesia donde había una marcada ausencia de anteojos. Todos tenían ojos
saludables. ¿Sabe por qué? El Señor había sanado los ojos del pastor y él había enseñado a su
congregación que Dios sanaría los ojos de ellos también. El sembró la Palabra de ojos sanos y pronto
la semilla comenzó a crecer y los ojos de los miembros de esa congregación comenzaron a ser
sanados.
Cuando visito una iglesia donde hay una libertad en el ministerio profético, sé que el pastor ha estado
sembrando las semillas de profecía. También he estado en comunidades donde se palpa un profundo
sentido del amor y del compromiso entre las personas. ¿Cuál fue la semilla que se sembró? La Palabra
de Dios que habla de las relaciones, del compromiso, de servir y de amar.
Vino un tiempo cuando Dios comenzó a estimularme para que enseñara sobre la obediencia y la
autoridad espiritual. Las personas decían: “No Mumford, eso es esclavitud. ¡No necesitamos esa
cosa! .. ¿Ha tratado usted alguna vez de sembrar semilla en el concreto? Yo, como muchos otros,
comencé a enseñar los principios bíblicos de autoridad y obediencia, y la gente comenzó a venir
diciendo: “Bob, no creo que estoy viviendo en obediencia a los mandamientos del Señor.” Todos
pensaban que era idea suya, pero la realidad es que una de esas semillitas de Dios había encontrado
tierra fértil y había comenzado a crecer.
Hay poder en la Palabra de Dios para producir vida. “Tú tienes palabras de vida … ” (Juan 6:68). “El
evangelio es el poder de Dios para la salvación …” (Romanos 1: 16). Jamás piense que es el hombre
que predica el que produce la cosecha. Es la palabra de Dios. Donde la palabra de Dios es enseñada,
El producirá una cosecha.
Los teólogos liberales y los hombres que estudian las Escrituras únicamente con el poder de su
propio intelecto, a menudo dicen Que la Biblia está llena de contradicciones. ¿Sabe una cosa? en
cierto sentido, tienen razón. “Si alguno viene a mí y no aborrece a su propio padre, y madre, y esposa,
e hijos … no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:26). “Pero si alguno no provee para los suyos, y
particularmente para los de su casa, ha negado la fe …:” (1 Timoteo 5:8). i Pareciera que son dos
mandamientos exactamente opuestos! ¿Qué hacer, “aborrecer” o “proveer”?
Veamos otros ejemplos: “Para que cualquiera que crea en Él no se pierda …” (Juan 3: 16) y “Nadie
puede venir a mí sino lo trae el Padre que me envió … ” (Juan 6: 44). ¿Cuál es: “Cualquiera” o “Nadie”?
Este argumento entre los proponentes de la soberanía de Dios y de la libre voluntad del hombre ha
rugido por siglos.
Aquellos que no entienden la naturaleza de la verdad bíblica citan estos pasajes y declaran que las
Escrituras se contradicen a sí mismas. En realidad, sin embargo, se corrigen a sí mismas. Yo llamo a
este principia “la verdad en tensión.” Dios pone la verdad en tensión porque tenemos el feo hábito
de tomar ciertos versículos y llevarlos más allá del intento de Dios cuando los puso allí en primer
lugar. Por ejemplo, ¿en realidad quiso el Señor enseñarnos a aborrecer a nuestras familias? Si lo
entendemos correctamente, sí, así es. Él estaba hablándole a aquellos que habían sido llamados para
seguirle, pero querían usar a sus familias como una excusa para no buscar el Reino de Dios. La
necesidad de ellos era un ajuste en sus prioridades. Hay algunos en nuestra generación, sin embargo,
que han usado este mandamiento para dejar que sus familias se desintegren, que sus matrimonios se
rompan, y que sus hijos huyan en rebelión – todo en el nombre del Reino de Dios. Aunque este tipo
de catástrofe en la vida familiar es la cosa más lejana a demostrar el amor y la paternidad de Dios,
algunas personas religiosas ven este estilo de vida y dicen: … ¡Que espiritualidad tan grande, hacer
este sacrificio para el Señor! ” Sin embargo el mundo ve esto y dice: “Si de eso se trata la
cristiandad, no quiero nada de ella.”
El Señor sabía que algunos tratarían de pervertir y de abusar su mandamiento de “aborrecer” a sus
familias, por eso nos dio otro para mantenernos dentro de la línea: “Proveer para los suyos.” El Señor
no se está contradiciendo a sí mismo; él nos está dando mandamientos que nos mantengan en
equilibrio. El que se sale de equilibrio de esta manera está cayendo en el error del énfasis. Está tan
preocupado por este único versículo o enseñanza que no ve el factor de equilibrio por esa enseñanza
en las Escrituras.
Qué sucede con el grupo que dice: “Si alguien ha de venir a Cristo, el Señor tendrá que traerlo”. Muy
pocos perdidos si acaso vendrán al Señor porque este grupo no ve su responsabilidad de predicar el
evangelio a un mundo perdido. Este es un sobreénfasis en la soberanía de Dios. En el otro extremo,
aquellos que sobre enfatizan la responsabilidad que tiene el Pueblo del Señor de llevar a los
pecadores a Cristo, generalmente viven bajo una condenación constante si no están testificando y
su tendencia es la de convertirse en personas agresivas y dogmáticas en su evangelismo, descuidando
una necesidad de énfasis en la madurez y el crecimiento dentro del Cuerpo. ¿Dónde está el
equilibrio? Dios nos ha confiado con la predicación del evangelio a los perdidos, pero Él es quien abre
sus corazones para salvarles. Un lado de esta verdad es para motivarnos a nosotros a actuar, y el
otro lado proveernos con seguridad y confianza en Dios para que El atraiga a los pecadores mientras
predicamos.
Encontramos a través de las Escrituras verdades paralelas que aparentemente se contradicen entre
sí, pero que en realidad están manteniendo un equilibrio. Por ejemplo: la libertad en el espíritu y el
orden en la iglesia; el sacerdocio del creyente y la autoridad investida en el liderazgo; el amor de
Dios y el juicio de Dios; la sujeción de las mujeres y la igualdad de los creyentes; la prosperidad y la
pobreza; la sanidad y el sufrimiento por causa de Jesús; y el celibato y el matrimonio. Estas son unas
pocas de las verdades que Dios ha puesto “en tensión” para mantener un equilibrio en nuestro
caminar.
El error y el engaño vienen cuando comenzamos a enfatizar una enseñanza de las Escrituras
excluyendo cualquier otra parte.
El principio de “El Conjunto Total de la verdad Bíblica” es similar a nuestro primer principio, pero
enseña una verdad importante que el primer principio no incluye.
Dentro del círculo grande en este diagrama, diremos, reside el conjunto total de la verdad bíblica.
Cualquier verdad que se pueda encontrar en la Biblia, estará dentro de este círculo. Esto incluye a
la verdad histórica, la verdad personal, la verdad eclesiástica, la verdad presente y la verdad
profética. Cada uno de los círculos menores dentro del círculo mayor, representa un énfasis
diferente de la Palabra de Dios – salvación, sanidad, finanzas, liberación y obediencia son sólo algunos
que he escogido para esta ilustración. Note que hay un círculo pequeño fuera del espacio de la verdad
bíblica. Esto se llama extrabíblico, o algo que va más allá de lo que ha sido revelado a nosotros en la
Palabra de Dios. Anteriormente llamamos a esto “Z.3” representa error que necesita ser expuesto
y corregido.
En el centro del círculo está, según entiendo el foco de todas las Escrituras -el Reino de Dios o la
centralidad del Señor Jesús.
El evangelismo, está más cerca al centro que el círculo de las finanzas. Lo he representado de esta
manera porque creo que el evangelismo está más cerca al corazón de Dios que la enseñanza sobre
las finanzas. ¿Quiere decir esto que la verdad bíblica no es de igual valor? Hay cosas de mayor
importancia y en nuestra enseñanza estas deberán tener una consideración mayor. Eso no significa
que las verdades de menor importancia no formen parte de la Palabra revelada de Dios, o que no
sean ciertas o que sean innecesarias. Significa sencillamente que necesitamos tener prioridades en
nuestra enseñanza.
Debería ser obvio que toda nuestra enseñanza debiera de estar en una perspectiva correcta con el
“centro del blanco” que es el Reino de Dios o la persona del Señor Jesús. Si centramos nuestra vida,
nuestra experiencia o enseñanza en algún lugar otro que no sea el centro del blanco tiraríamos todo
fuera de centro y fuera de perspectiva. Eso no quiere decir que hayamos caído en error; significa
que estamos concentrando nuestra atención en algo que no es el tema central de las Escrituras.
Dicho sea de paso, éste es el significado del término “excéntrico” -fuera de centro.
¿Ha estado usted en una iglesia donde tienen la liberación como su centro? La tendencia es de estar
demasiado consciente de los demonios y pronto todo problema debe ser corregido por la liberación.
¿Es esto error? No necesariamente, pero si está fuera de centro.
¿Cree usted posible centrarse en la salvación y no cumplir con el propósito de Dios? En cierta ocasión
fui invitado para ministrar en una iglesia de unos 500 miembros. Yo estaba sentado en la plataforma
con el pastor y en cierto momento del servicio, él se me acercó y me dijo: “Bob, ¿ves a esa pareja
sentada allí? Ella va vestida de negro y él lleva un traje azul.”
“Hay cuatrocientos noventa y ocho ovejas hambrientas sentadas allí y tú ¿quieres que las deje morir
de hambre mientras dirijo todo lo que tengo que decir a dos pobrecitos pecadores?” El balbuceó y
tartamudeó un poquito y entonces agregué: “¿Te importaría si alimento a las ovejas y dejo que Dios
haga algo por esos dos? ”
Dicho sea de paso, ellos se salvaron -“Por accidente.” Si se permanece firme en el centro de la
verdad de Dios, Él se encargará de las necesidades de todos. Por lo menos así es lo que dice Mateo
6:33. Si tu enseñanza es de Jesús y de Su Reino, la gente se salvará, se sanará, se liberará y será
bendecida con la provisión económica porque Él es el dador de todas estas cosas. El dijo a sus
discípulos “Predicad, diciendo: El Reino de los Cielos se ha acercado.” Cuando ellos lo hicieron todas
las otras necesidades fueron suplidas.
¿Enseño yo la sanidad? Por supuesto que sí, También la salvación, la responsabilidad económica, la
liberación, la autoridad y la sujeción, la estructura de la iglesia y todas las otras verdades. Dentro
de mi capacidad, trato de proclamar, “todo el consejo de Dios” (Hechos 20:27). Estar bien centrado
en nuestra vida y enseñanza no significa excluir ninguna porción de la verdad sino relacionar
adecuadamente y centrar nuestra vida, nuestra enseñanza y énfasis en el Reino de Dios y en el Señor
Jesús.
De manera que estos son los cuatro principios que hemos delineado para entender la verdad bíblica
y ver cómo funciona: la expectación, sembrar para cosechar, la verdad en tensión, y el conjunto de
toda la verdad bíblica. Creo que, si el Cuerpo de Cristo llegase a entender adecuadamente estos
principios, podríamos proveernos de la necesaria gracia para ser pacientes el uno con el otro y,
mucha de la confusión y del daño que han sido causados en el Cuerpo de Cristo podrían comenzar a
ser sanados. Y entonces podríamos darnos a la tarea de la comisión que se nos ha encargado:
proclamar y demostrar la vida y el poder de nuestro Cristo resucitado a todas las naciones.
Como miembros de la Iglesia – el cuerpo de Cristo – necesitamos evaluar y juzgar todo lo que oímos.
Comprensión y precaución son facetas importantes para oír .
Seguramente que todos estaríamos de acuerdo en una cosa, que nuestro Dios es un Dios de propósito.
No hay posibilidad de estar engañado con esto, pero en lo que respecta a Su propósito exacto. . .
adónde va y lo que hace para llevar a cabo Su deseo en esto bien pudiera haber diferencias de
opiniones. Aquí es donde estamos expuestos al engaño. Todos no podrán estar en lo cierto.
Tal vez la misma consideración de que nosotros podamos ser un posible blanco para el engaño nos
parezca difícil. ” ¿Yo? Yo no le estoy haciendo daño a nadie. ¿Por qué habría de escogerme Satanás
a mí?” ¡Porque es un engañador! Tal vez sea necesario que vuelva a considerar el propósito de Dios
en salvarlo así como Su deseo para todos nosotros. Entonces es posible que cambie de opinión con
respecto al engaño.
Un propósito principal de Dios desde el principio de Su trato con el hombre ha sido la preparación
de un pueblo con quien pueda tener comunión y a través del cual se pueda revelar al resto de la
creación. Es evidente que en estos días Dios está derramando de su Espíritu sobre toda la
humanidad.
Esta es una conclusión eterna que trae consigo muchos problemas como bendiciones y deposita una
responsabilidad sobre el pueblo de Dios.
Esto no es algún “entrenamiento” o “juego” que Él esté haciendo. Dios está llegando al fondo.
Recuerde lo que Pablo dice a los corintios (1 Corintios 12:1): “En cuanto a los dones espirituales,
hermanos, no quiero que ignoréis.
Uno de los problemas que ha estado con nosotros por largo tiempo es el de presentar el Evangelio
de Jesucristo como si fuera totalmente gratis. Si bien la gracia que impulsó al don del Hijo de Dios
a traer la reconciliación entre el hombre y su Creador es de balde e inmerecida, hay un costo cuando
se acepta este don. Porque cuando abrimos el regalo, encontramos un llamado a comprometernos por
entero: la personalidad. . . el tiempo. . . el dinero … las relaciones. La verdad es que encontramos
demandas en todas las áreas de nuestras vidas. Finalmente llegamos a la conclusión de que Dios lo
requiere todo de nosotros. Muchas veces esta realización toma la forma de un despertar violento
que pudiera ser la causa de resentimientos, rebeldía y dudas. Sin embargo, cuando hay liderazgo
competente y amoroso, el creyente es capaz de retener el reclamo de Cristo y sacar provecho de la
provisión que Él da para hacer la transición hacia la madurez.
Hay una experiencia paralela cuando se recibe el bautismo en el Espíritu Santo. El Espíritu de Dios
es espontáneo y gratuito cuando se derrama sobre una persona. Nos damos cuenta que Dios hizo
algo maravilloso a nuestro favor. .. nosotros nada hicimos para merecerlo. Es posible que ahora
sintamos que somos verdaderamente “libres” – sin necesidad de dirección o de controles para
sentarnos y disfrutar de nuestra nueva relación con nuestro” Señor.
Pero Dios no desperdicia Sus dones. Tampoco está en el negocio de fabricación de escalofríos – por
lo menos no sólo y sencillamente para nuestra excitación y goce personal. El propósito de Dios se
aclara más cada día. Vemos que Dios requiere un orden divino en nuestras jornadas espirituales.
Tiene que venir un sometimiento al liderazgo y alguna forma de gobierno por medio del cual Dios nos
pueda convertir en un cuerpo útil y operativo en vez de un montón de piedras sin forma. Esta última
situación produce anarquía espiritual, confusión, temor y otros problemas relacionados.
Cuando Dios visita a un grupo o a un individuo, esa visitación lleva consigo el propósito de Dios. Su
presencia es una parte permanente de Su plan Progresivo de acción. Sí, Dios está formando un pueblo
– no sólo para comunión y servicio, sino también para entrar en una relación con otros creyentes.
Esto incluye la preparación necesaria para aceptar y entender principios como la sujeción, el orden
divino y ser útiles en el Reino de Dios.
Cuando le somos útiles a Dios, nos volvemos peligrosos para Satanás. ¿Por qué? Porque ahora estamos
preparados para tomar las armas que Dios ha provisto y entrar en guerra contra los principados y
los poderes espirituales. Cuando nos damos cuenta de nuestro lugar en la batalla, el enemigo se
vuelve contra nosotros. Una de sus estrategias más efectivas es el engaño.
Cuando la luna de miel estaba terminando para mí, me encontré un día con el Esposo celestial y me
dijo: ” ¿Verdad que fue maravilloso?
A lo que El respondió: “Bueno, ahora viene el asunto serio. Yo tengo un motivo para venir a tu vida.
Necesito tu ayuda para llevar a cabo Mi obra aquí en la tierra.”
Por favor note que dije: “cuando la luna de miel terminó … ” y no cuando el amor terminó. Este
continúa para siempre. En cuanto a la ayuda que Dios requiere de nosotros – bueno, nosotros somos
toda la ayuda que El tiene (Efesios 1: 10-23). Su intención es la de expresar Su propósito a los
principados y a las potestades a través de la Iglesia. En el momento en que nos damos cuenta de
este propósito y anhelamos ser parte de ello, en ese momento nos volvemos peligrosos.
Cierto día, cuando aún estaba en el pastorado, una mujer, miembro de mi congregación vino para
decirme: “hermano Mumford, el diablo ha estado detrás de mí todo el día.” Con toda bondad quisiera
decir que de todos los miembros, ella era probablemente la más inútil, espiritualmente hablando.
Amaba al Señor y yo la amaba a ella; pero en el sentido que estamos hablando no estaba haciendo
nada para el Señor.
Por lo tanto tuve que responder: “Querida. ¿me entenderías si te dijera que no sabes la suficiente
verdad para hacer que te moleste ni aún un demonio reconstituído de segunda mano?
¡Ella recibió el mensaje! Comenzó a entrar en un entendimiento que iba más allá de decir: “Aleluya …
las cosas andan mal… el anticristo viene ya… los comunistas van a tomar el gobierno … pero el Señor
regresa pronto para sacamos de este enredo … casi no puedo esperar. .. ¡que maravilloso será!” No
es de extrañar que con esa filosofía ella no constituía ningún peligro para Satanás y su propósito.
Cuando nos damos cuenta de que Dios tiene sentido y propósito en Su obra y que somos parte de
ella, entonces inquietamos a Satanás. El engaño se convierte en una herramienta activa en sus
ataques. El engaño puede entrar en el liderazgo. . . en una denominación entera … en individuos
(Jóvenes y viejos por igual). Puede venir a cualquiera que desea ser útil en el reino de Dios.
Viéndonos en la batalla
El apóstol Pablo estaba bien consciente de este aspecto de la batalla espiritual. La siguiente es una
de sus advertencias a los creyentes de Corinto: Porque celoso estoy por vosotros con celo de Dios;
pues os desposé a un esposo para presentaros como virgen pura ante Cristo. Pero tengo temor, no
sea que así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestras mentes sean desviadas de la
sencillez y pureza de la devoción a Cristo. (2 Corintios 11: 2-3).
¿Se da cuenta de la pasión que refleja esta expresión de Pablo? “Estoy celoso por vosotros con celo
de Dios.” El los amaba y quería evitarles todos los peligros posibles. De alguna manera quería que
supieran que el engaño les estaría esperando en alguna etapa de su caminar. Ellos habían entrado en
el ambiente espiritual operativo (vea 1 Corintios 12: 13,14) y eran vulnerables a los ataques de
Satanás. Pablos les quería advertir que no era sólo comenzar en el camino cristiano, sino terminarlo.
Uno de mis profesores en la escuela bíblica me dijo un día: “Munford, eres como un tren de carga
que corre a 150 kilómetros por hora. Si las vías hicieran un giro repentino, no serías capaz de cambiar
de dirección. Seguirías recto y te descarrilarías. .
Era cierto. En esos días yo estaba decidido a vivir para Cristo ¡sin importarme nada! Pero poco a
poco, Dios me hizo entender y espero que usted también entienda que hay una diferencia entre
“correr” en la vida cristiana como un corredor de los 50 metros y correr en una carrera de 50
kilómetros. Es como una carrera a campo traviesa y no se sale como un bólido llevándose entre las
piernas a quien se ponga por delante. ¿Recuerda la historia de la liebre y la tortuga? Algunos de
nosotros salimos disparados como la liebre y terminamos sentados bajo un árbol esperando.
Cuando todavía estaba en el remolino del polvo causado por mi arranque, recogí cierta doctrina que
me metió en dificultades: “Cristo ya viene. No tengo tiempo para el instituto bíblico. ¡Tengo que
hacerlo todo hoy! ¡Puede ser que venga mañana!” Vivía todo sugestionado. No es que no crea en la
segunda venida de nuestro Señor o que en verdad pudiera venir mañana el asunto es ¡saber guardar
paso con Su propósito porque El viene!
Desde los días de la Iglesia primitiva, la palabra ha sido: “¡El día del Señor ha llegado!” Pero debemos
aprender que si no viene en 1977 … o 1978 … o 2007 que debemos seguir corriendo. Si no viene
cuando estoy en la carrera, ¡seguiré corriendo hasta llegar a la eternidad! Si no viene en mi día,
puede venir en el suyo.
Nadie puede vivir con éxito para el Señor todo sugestionado. . . por lo menos no para siempre.
Necesitamos aprender a entrar en el descanso del Señor, ver Su propósito y permitirle que ordene
nuestras vidas. En la medida que el cristiano entra en esta paz con Dios, así le hace la guerra a
Satanás. Es esta paz con Dios la que lo lleva a la “lucha espiritual” referida tanto en el Antiguo como
en el Nuevo Testamento.
Veamos de nuevo lo que dice Pablo: ” … os desposé a un esposo para presentaros como virgen pura
ante Cristo.” Mantenerse “virgen” y “puro” para Cristo es una lucha. Desde el día en que Dios nos
llama y nos salva, debemos de caminar como vírgenes espirituales por el resto de nuestra vida;
guardados para el propósito de Dios como desposados a Cristo en amor. Pudiera ser un camino largo
y lleno de trampas.
Si así fuere, ¿cómo habremos de mantener nuestra castidad delante de Dios? ¿Será posible caminar
con Jesús el resto de nuestras vidas y esperar Su venida victoriosamente? Si, sí es posible.
Poco después de mi salvación (que ocurrió durante uno de mis permisos para ir a tierra cuando
prestaba servicio en la Marina) estaba en la cubierta de nuestro buque orando y adorando. Uno de
los maquinistas se me acercó y me preguntó: “¿Qué haces aquí parado?” Esto era muy extraño,
porque muchos de los hombres me trataban como si tuviera lepra después de aquel día que regresé
a bordo, evitando mi mal dirigido celo por el Señor.
Mumford: “¿Antes … ?”
Maquinista: “Quisiera contarte algo que no le he dicho a nadie jamás. Durante la Segunda Guerra
Mundial estaba a bordo de un barco en el Pacífico, cuando llegaron órdenes secretas para ir a
Panamá. De allí regresamos al puerto donde vivía mi esposa. No le podía avisar que llegaba, así que
cuando bajé a tierra me dirigí directamente a nuestra casa. Toqué la puerta y un hombre extraño
salió a abrir. Estaba vestido con mi ropa. Lo miré espantado sin saber qué decir. Fue entonces que
oí la voz de mi esposa que preguntaba desde la cocina: “¿Quien es, querido?” De alguna manera logré
decir: ‘Lo siento, debo haber confundido la casa.’ Regresé al barco y desde entonces jamás he vuelto
a mi casa.”
La historia de este hombre me conmovió tanto que yo creo que Dios la usó para ayudarme a
comprender lo que significa ser fiel al Señor Jesucristo ¿Se da cuenta del patetismo y de los
paralelos?
¿Sabía usted que cuando un novio y su novia llegan al altar para entregar sus vidas el uno al otro, que
es una figura (o símbolo) de Cristo y Su Novia? Por eso es que la infidelidad sexual es tan grave
para Dios. Porque rompe los lazos que hacían de dos personas una sola carne. Quiero hacer una
paráfrasis de la amonestación de Pablo a los efesios: “Has oído la palabra de verdad. Jesús, el Novio,
ha enviado Su mensaje de amor para tí. Cuando lo oísteis respondiste de esta manera ‘Señor, te
amo.’ Y El dijo: ‘Si me amas, lavaré el pecado de tu vida con Mi sangre. En el bautismo, cuando salgas
del agua, pondré un anillo en tu dedo para que todos sepan que tú y Yo estamos comprometidos.”
¿Puede ver que esta es una relación de amor y que usted tiene el anillo en su dedo (el bautismo en el
Espíritu Santo) para sellarlo? Ahora soy Su novia y le pertenezco a El. El vendrá de nuevo por mí. Mi
responsabilidad es mantenerme fiel entre tanto. Debo caminar en honestidad espiritual, moral y
éticamente delante de Dios y los hombres.
Muchas cosas pueden suceder entre el compromiso y el cumplimiento del contrato. Es posible que
yo ande por todas partes diciendo: “¡Gloria a Dios! Yo quiero que todos sepan que estoy
comprometido contigo.” A lo que El pudiera responder: “Entonces tu conducta, tus actos, todo lo que
hagas me reflejaran a Mí. Llevar el nombre de cristiano, significa estar desposado con el Señor
Jesucristo. El cumplimiento de esta relación queda en el futuro. Entre tanto, el novio tiene una
función para cada uno de nosotros en Su Cuerpo.
Esto nos lleva a un principio básico en este asunto del engaño. Hay alguien que tiene como propósito
seducir y engañar. Su acción comenzó en el momento de nuestra salvación y se acelera cuando
llegamos a comprender cuál es el propósito de Dios para nuestras vidas.
¿No cree usted que a Dios le importa adónde va … cómo conduce sus negocios. . . si es fiel o infiel
sexualmente. . . cómo se viste. . . habla … piensa? Como cristiano que es, usted le pertenece a Dios y
una vez que El le pone ese anillo en su dedo, El espera que su conducta sea la de Su desposada.
El engaño enfocado
Las siguientes son tres áreas en las que Satanás hace su máximo esfuerzo para causarle problemas
a los creyentes:
1. Confusión en el papel del hombre y de la mujer. Los problemas que surgen en el Cuerpo de
Cristo cuando hay confusión en esta área, son en extremo complicados. Uno de los versos que
se usan a menudo para propagar esta confusión es el de Gálatas 3:28b: “No hay ni hombre ni
mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús.” En cuanto a nuestra posición, en Cristo, no
hay ni hombre ni mujer; ni esclavo ni libre; ni judío ni griego. Pero en cuanto a nuestra función
en el Cuerpo de Cristo, hay una distinción muy clara entre el varón y la mujer. Existe en
nuestro día una convenida, intensa y diabólica fuerza motivadora, dentro y fuera de la Iglesia,
para borrar la distinción entre los sexos.
3. Con engaño, Satanás usa a los hombres para propagar sus deseos. Yo creo que estamos
llegando a la expresión más grande de engaño que la Iglesia jamás haya conocido. Cuando se
le preguntó a Jesús sobre algunas de las señales de Su regreso, El respondió (Mateo 24:4):
“Mirad que nadie os engañe.” Dios usa a los hombres para persuadirnos con Su verdad y
Satanás también usa a hombres para engañar. ¡Es una guerra! No es una guerra limpia; es una
lucha de guerrillas de parte de Satanás. No siempre se sabe quién es el enemigo.
Durante la guerra de Vietnam, un recién llegado le preguntó a un veterano soldado: “Cómo se sabe
que alguien es un Viet Cong?” La respuesta fue: “Cuando te dispara.” En las guerras pasadas el
enemigo era más discernible. Las tropas y los ataques de Satanás no son tan fáciles de detectar. Su
objetivo no es sólo destruir, es el de engañar también.
Cuando el Espíritu de Dios se mueve hacia el cumplimiento de Su propósito, otro espíritu trabaja sin
descanso para estorbarlo.
Pasando del primer siglo al nuestro, quisiera darle para su consideración. Los siguientes siete
artículos que G. H. Pember, un hombre de Dios, profetizó que sucederían como señales del
acercamiento del final de los siglos. Estos fueron escritos alrededor de 1900. Léalos
cuidadosamente y añada sus propias deducciones a las mías.
Yo pregunto: ¿Qué del aumento de las religiones orientales: gurus, maharajas, yogis, meditación
trascendental, etc. más otras que fascinan y atraen a los pueblos americanos?
Yo pregunto: ¿Ha leído ya el libro de Alvin Toffler, Choque del Futuro (Futuro Shock)? Hay un
capítulo sobre el matrimonio que lo asombrará y lo sacudirá.
Yo pregunto:
¿Cuántos programas hay en la televisión que propagan la brujería? ¿Qué está pasando en el área de
la educación, desde el nivel universitario para abajo? Muchas universidades ahora ofrecen cursos
de Satanismo y Brujería.
Yo pregunto: ¿Sabía que recientemente se publicó un libro titulado: Jehová es Mi pastor y él sabe
que Soy Homosexual, en el que se defiende la homosexualidad en los términos más groseros? Y esta
es solamente una de las armas que Satanás está lanzando en contra de nuestra sociedad en esta
área.
7. Habrá un rompimiento de la ética, la moralidad y la integridad en el gobierno, entre los líderes y
profesionales, incluyendo a los ministros del Evangelio.
Yo pregunto: ¿Se cumple la profecía en Watergate? ¿Qué es lo que publican nuestros periódicos
todos los días?
Comenzamos diciendo que el engaño es pensar que estamos en lo cierto cuando estamos equivocados.
Ahora es probable que usted se esté preguntando: “¿Será posible mantenerse libre del engaño?” en
vez de declarar: “No es posible que el engaño afecte mi vida.” ¿Ha comenzado a sentir la fuerza y la
sutileza del engaño? ¿Se imagina por qué Pablo tenía tanto interés que agonizaba con la posibilidad
del engaño en las vidas de aquellos por quienes había aceptado ser responsable?
Podemos caminar con victoria desde el principio de nuestro caminar con el Señor Jesucristo hasta
el final, si reconocemos la posibilidad y el poder del engaño y buscamos Su sabiduría, dirección y
defensa segura.