GUIÓN TEATRAL DEL SUEÑO DEL PONGO - Docx LEISSON
GUIÓN TEATRAL DEL SUEÑO DEL PONGO - Docx LEISSON
GUIÓN TEATRAL DEL SUEÑO DEL PONGO - Docx LEISSON
NARRADOR: en una antigua Hacienda llegó un hombrecito, como era siervo iba a cumplir el
turno de Pongo, de sirviente en la gran residencia, él era todo pequeño, de cuerpo miserable,
de ánimo débil y todo lamentable. El hombrecito iba con temor hacia el patrón. Apenas lo vio
el patrón, este trato de contener la risa irónica.
PATRÓN: Jajaja¿Eres gente u otra cosa?, Que te pasa no sabes hablar, habla te digo, ¡¡habla!!...
Por lo menos sabrás lavar las ollas, como manejar una escoba; por que con estas tus manos…
que parecen no valer nada. (Dirigiéndose a los demás empleados). hey ustedes llévense a este
hombrecillo de aquí (aventando al pongo contra el piso).
CAPATAZ : (dirigiéndose a los demás empleados) No escucharon el patrón, ordenó que se lleven
al pongo... muévanse ociosos.¡Apúrense! … hay mucho que hacer.
NARRADOR: El hombrecito realizaba todo lo que le ordenaban y lo hacía bien, pero había en
su rostro tristeza y temor.
SIRVIENTE: Haber pongo… coge la escoba y ponte a barrer los corredores… (el pongo se aleja
cogiendo la escoba).
CAPATAZ : jajaja… que risa me da ese pongo, parece niño con cara de vizcacha… mírenlo que
risa me da… jajaja
SIRVIENTE : Pobre pongo, parece esclavos de esclavos, huérfanos de huérfanos, hijo del viento
y de la luna… el frio en sus ojos, el
NARRADOR: El hombrecito no hablaba con nadie, todo cuando le mandaba trataba de
cumplirlo.
CAPATAZ : Hey tú hombrecillo!!!… tú que no me escuchas (le coge del brazo al pongo y lo dirige
hacia él) Mira… óyeme bien más te vale cumplir con lo que yo te digo… o ya verás (le hace
mirar su látigo) te cae duro… Ya ponte a barrer todo el patio.
PONGO: Si papacito.
ACTO 2:
NARRADOR: Al anochecer los ciervos se dirigían al patio central para rezar el Ave María. En el
corredor el Patrón martirizaba siempre al Pongo.
PATRON: (Dirigiéndose al pongo) De rodillas!!!... creo que eres perro… ponte de cuatro patas
ladra!! Ladra!!... ladra como perro.
PATRÓN: Regresa… pobre diablo… jajaja (se retira de escena burlándose del pongo)
CAPATAZ : Jajaja… Miren indios lo que le pasa a este pobre indio… miren… como es maltratado
por el patrón… eso les va a pasar a cada uno de ustedes si no cumplen con su función, así que
más vale que hagan muy bien todo lo que se les ordena.
NARRADOR: Todas las noches los siervos se retiraban tristes de la hacienda después de orar .
Pero una noche, cuando el corredor estaba colmado de gente de la hacienda; el patrón empezó
a mirar al pongo con sus ojos densos y este le hablo muy claramente.
PONGO: (arrodillado) Gran señor, deme su licencia… padrecito mío quiero hablar.
PONGO: Soñé a noche que habíamos muerto, los dos juntos habíamos muerto.
PONGO: Como habíamos muerto, estábamos frente a nuestro Padre San Francisco.
NARRADOR: Y así fue como el Pongo; empezó a narrar su sueño a su patrón, sin saber éste, del
gran significado que guardaba aquel sueño.
SAN FRANCISCO: Veamos que tenemos aquí, (examinándolos) Un hombre rico y otro pobre,
han de conocer aquí su destino… cada uno díganme cuánto valen.
PATRÓN: Pues yo valgo mucho… muchísimo, como todas las estrellas juntas del cielo.
SAN FRANCISCO: Ya he decidido… Tú (señalando a un ángel) trae una copa de oro con la miel
de chancaca la más transparente.
NARRADOR: Ambos hombres escuchaban con atención a San Francisco, enseguida apareció un
ángel brillando alto como el sol, fue caminado hacia el padre, llevando una copa de oro.
SAN FRANCISCO: Ángel cubre a este hombre (dirigiéndose al patrón) con la miel de chancaca;
que tus manos sean como plumas cuando pase por el cuerpo del hombre.
ÁNGEL : Si mi señor.
PATRÓN: Así debe ser porque para mí siempre debe ser lo mejor.
SAN FRANCISCO: Que de todos los ángeles venga el de menos valor, el más ordinario y que ese
ángel traiga un tarro de gasolina y en el excremento .
NARRADOR: Un Ángel que ya no valía, viejo de patas escamosas, y de alas débiles llego ante el
gran padre San Francisco.
SAN FRANCISCO: Oye viejo embadurna el cuerpo de este hombrecito con el excremento que
hay en la lata que has traído… Todo el cuerpo, de cualquier manera cubre lo como puedas,
rápido.
NARRADOR: El ángel viejo sacando lo que tenía en su lata, lo cubrió así como se hecha barro en
la pared sin cuidado, y estaba allí el Pongo sucio y avergonzado lleno de barro.
ÁNGEL: No entiendo nada gran y sabio señor, si usted es tan justo… ¿Por qué hace esto?
SAN FRANCISCO: Así mismo tenía que ser… ahora no interrumpas mi sentencia.
NARRADOR: Entonces San Francisco volvió a mirarlos con sus ojos que colmaban en el cielo,
juntando la noche con el día y el olvido con la memoria.
SAN FRANCISCO: Todo en cuanto a los ángeles tenían que hacer ya está hecho, ahora lámense
lentamente el uno al otro por los siglos de los siglos.
NARRADOR: En ese mismo instante; aquel ángel viejo recupero sus fuerzas y su color divino.
SAN FRANCISCO: Vigila que mi sentencia se cumpla eternamente, por los siglos de los siglos.
NARRADOR: Desde entonces el padre San Francisco vigila a ambos hombres. Y así termina esta
historia del grandioso escritor José María Arguedas.