Los Pecados Tortuosos de Su Majestad

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Los Pecados Tortuosos de Su Majestad

DAY
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This story was first published on June 11th, 2023, and was last
updated on October 17th, 2023.
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Table of Contents

Cover
Title Page
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Table of Contents
Summary
1. SINOPSIS + EXTRACTO
2. I
3. II
4. III
5. IV
6. V
7. VI
8. VII
9. VIII
10. IX
11. X
12. XI
13. XII
14. XIII
15. XIV
16. XV
17. XVI
18. XVII
19. XVIII
20. XIX
21. XX
22. XXI
23. XXII
24. XXIII
25. XXIV
26. XXV
27. XXVI
28. XXVII
29. XXVIII
30. XXIX
31. XXX
32. XXXI
33. XXXII
34. XXXIII
35. XXXIV
36. XXXV
37. XXXVI
38. XXXVII
39. XXXVIII
40. XXXIX
41. XL - YM
42. THE END
43. EPILOGUE - I
44. EPILOGUE - II
Summary

title Los Pecados Tortuosos de Su Majestad


author D A Y
source https://www.inkitt.com/stories/romance/1071542
published June 11th, 2023
updated October 17th, 2023
words 397,781
chapters 44
status In-Progress
rating Unknown
tags In-Progress

Description:
𝐊𝐎𝐎𝐊𝐓𝐀𝐄 | “Pasado, presente y futuro, siempre te querré”.
Taehyung tenía un plan para obtener su libertad: Primer paso: matar al Rey.
Paso dos: huir y vivir feliz para siempre. ¿Eso pasó? No.
El plan de Taehyung fue bruscamente interrumpido por un extraño misterioso
pero apuesto que le robó el arma a medianoche.
¿Será capaz de escapar de las garras de este desvergonzado Rey? ¿O tendrá
que enfrentarse solo a los demonios de su pasado?
1. SINOPSIS + EXTRACTO

“Pasado, presente y futuro, siempre te amaré”.


Taehyung tenía un plan para obtener su libertad: Primer
paso: matar al Rey. Paso dos: huir y vivir feliz para siempre.
¿Eso pasó? No.
El plan de Taehyung fue bruscamente interrumpido por
un extraño misterioso pero apuesto que le robó el arma a
medianoche. Jeon Jungkook era un rey despiadado
conocido por sus travesuras tortuosas. Era el monstruo que
acechaba en las sombras.
Kim Taehyung era un príncipe destronado con un pasado
oscuro.
Después del asesinato de sus padres y un súper robo de
su trono, él huye al Imperio de Wraith y se encuentra
inesperadamente con Jungkook.
Jungkook afirmó que lo conocía. Pero él no lo recordaba.
Y Taehyung no quiere tener nada que ver con él. ¿El
problema?
Se suponía que Taehyung lo mataría, pero Jeon quiere
casarse con él. ¿Será capaz de escapar de las garras de
este desvergonzado Rey? ¿O tendrá que enfrentarse solo a
los demonios de su pasado?
“Ahora, quítatelo”.
Taehyung parpadeó hacia él, asombrado por sus
palabras. “¿Qué?” susurró, preguntándose si sus oídos lo
habían traicionado.
“Mi camisa”, reflexionó él, su ardiente mirada
aterrizando sobre Tae.
“¿Pero por qué?” Le preguntó.
“Así, la próxima vez que lo use, tendré recuerdos
deslumbrantes de tu cuerpo”.
Los ojos de Taehyung se agrandaron. Apenas había
recuperado el aliento cuando él le dijo eso.
“Parece que te gustaría otra demostración para probar
que no habrá nadie más como yo”, murmuró Jeon. Él curvó
un dedo debajo de su barbilla, su pulgar rozó sus labios
magullados e inferiores.
“Te voy a follar tan malditamente fuerte que mi nombre
será lo único que puedas pronunciar”.

Hellou, con esto damos inicio a esta adaptación. Una


historia lleno de secretos, romance, príncipes, reyes,
fantasía. Etc ^^
No esperen entender todo solo con los primeros
capítulos, esto es como un rompecabezas, a medida q
avancen se van a ir respondiendo todas sus dudas y se van
a ensamblar las piezas. Espero lean y comprendan, no solo
leer por leer, así no funciona esto. No es solo pasar de
página, también es analizar y formar teorías y de a poco
descubrir todo. Eso es leer correctamente, no que otro te lo
cuente.
—lovetaejeon
2. I

PRESA AMADA
Mirando hacia atrás ahora, Taehyung debería haber
sabido que su destino se había entrelazado con él en el
segundo en que trató de apuñalarlo.
“Al menos, ¿puedes sonreír?” siseó su tía a su lado.
“Fuiste invitado a este baile para captar la atención del
Rey, pero estás frunciendo el ceño como si estuvieras
asistiendo a un funeral”.
Kim Taehyung Rose inclinó la cabeza y miró hacia el
suelo pulido. Su delicada corona se estaba deslizando.
Cuando se deslizó de su cabello rubio, lo atrapó por reflejo.
Nadie se dio cuenta y a él no podría importarle menos.
“Incluso si el Rey es un Vampiro de Raza Pura, aún debes
tratar de complacerlo. Como sabes, Taehyung, él es un
hombre sin corazón. Solo ofrécele tu cuello y podremos
vivir cómodamente”.
Es decir, si él no trata de matarlo en el acto.
Taehyung había olvidado la historia que era tan antigua
como el tiempo. Hace un siglo, apareció una especie
antigua cuyo nombre solo existía en los cuentos de hadas.
Devastaron el mundo moderno con fuerza bruta y belleza
fascinante. La guerra comenzó entre los humanos y los
vampiros. Era el mismo cuento cliché del bien contra el
mal.
La historia siempre la contaban los vencedores.
Los vampiros reinaron supremos. Fueron elogiados como
la raza más elitista. Los vampiros ocuparon puestos de
enormes proporciones, desde los del gobierno del monarca
hasta los grandes negocios corporativos.
Pronto, se infiltraron en todos los aspectos de la vida.
“Dios mío, si no tuvieras un aspecto tan triste, como un
niño que saluda a la parca, no tendría que preocuparme
tanto”, agregó la tía Jiwoo.
“N-necesito aire fresco”, tartamudeó Taehyung, por fin.
El corazón de éste dio un vuelco ante el inesperado
tartamudeo. Su tía Jiwoo lo odiaba. Había perdido la cuenta
de cuántas veces lo habían azotado en las piernas por
tropezar con sus palabras.
“Dios, no otra vez”, dijo la tía Jiwoo con los ojos en
blanco. “Lo menos que puedes hacer como príncipe es
mostrar tu cara y—”
“Su Majestad no está por ninguna parte a la vista”,
murmuró.
El corazón de Taehyung se aceleró cuando la tía Jiwoo le
lanzó una mirada sucia. A pesar de la escasa diatriba de la
tía como vizcondesa, todavía tenía un efecto
inquebrantable en el joven.
Taehyung quería argumentar que ya no era un príncipe.
El título fue descartado el día que sus padres murieron
trágicamente y un usurpador se apoderó de su trono. Ya no
era de la realeza. Aun así, la tía Jiwoo lo obligó a llevar una
diminuta corona, como si eso fuera a cambiar algo.
“No respondas”, reprendió la tía. “Como doncel, es una
falta de respeto para ti objetar a alguien más sabio y mayor
que tú”.
Taehyung lanzó una última mirada hacia el majestuoso
salón de baile del enorme castillo. Los candelabros de
cristal brillaban sobre él, mientras la música elegante se
mezclaba entre la multitud que bailaba.
Había mujeres y donceles hermosos vestidos con
prestigio y hombres apuestos que apestaban a riqueza. La
vista era nauseabunda y el olor lo hizo temblar. Él
desesperadamente quería irse. Esta no era su zona de
confort. No era su fuerte.
“Volveré pronto”, susurró Taehyung. ‘O no.’
Escapó al balcón. Las pesadas cortinas de muselina
ondearon con el viento cuando pasó rápidamente junto a
ellas. El aire fresco y escalofriante le lamió la piel y le puso
la piel de gallina.
Vislumbró las figuras que daban vueltas en el salón de
baile, apretando con más fuerza la barandilla. Sería genial
si pudiera tirarse por el balcón. Entonces, podría escapar a
toda velocidad hacia la medianoche.
Taehyung tragó saliva. Una daga presionó la parte
externa de su cintura, el cuero frío un cruel recordatorio de
su tarea esta noche. Seducir a Su Majestad y asesinarlo.
Era fácil en teoría. ¿Pero en la práctica? Solo los tontos lo
intentarían.
“Concéntrate”, siseó para sí mismo.
El destino de su reino dependía de él. Necesitaba matar
a Su Majestad, porque él fue la causa de la muerte de sus
padres. Era una trama cliché, de verdad. Ojalá fuera un
protagonista seguro y testarudo, con lengua afilada. Por
desgracia, él era solo un lindo príncipe con la cabeza en las
nubes.
Apartándose de la barandilla con un suspiro, chocó con
un cuerpo duro. Se dio la vuelta.
“L-lo siento—” como sus esperanzas y aspiraciones, su
voz se apagó.
Guapo era un eufemismo. Era deslumbrantemente
hermoso. Rasgos afilados, ojos del color de los rubíes de
sangre; él era un vampiro. A juzgar por su forma elegante y
su presencia intimidante, también era uno de alto rango.
Taehyung miró fijamente a los ojos del Vampiro. Se
quedó sin aliento por su asombrosa belleza. Tanto así, que
se olvidó de desviar la mirada. Era por educación. Un
simple humano como él debería inclinarse,
independientemente de su estatus. Tendría que adorar el
suelo sobre el que él caminaba.
Es cierto que el rubio estaba demasiado atrapado por él.
Sus ojos eran oscuros y misteriosos. Sus labios se curvaron
en una sonrisa maliciosa. Su estómago se agitó.
“Hola cariño.”
Taehyung se estremeció ante su voz. Profundo y ronco,
pero aterciopelado. Reconoció esa voz y sus ojos se
agrandaron. Perdido en su ensoñación, no se dio cuenta de
su posición. Su esbelta espalda estaba presionada contra la
barandilla de piedra. La mano ajena agarró con fuerza la
barandilla al lado de su cintura. Su traje negro no ocultaba
sus músculos.
Él se elevaba como una sombra.
“¿Qué estás ha-haciendo?” pronunció. Maldiciéndose a sí
mismo por tartamudear, trató de parecer fuerte.
No funcionó.
La mano ajena estaba ahora en su cadera. Sus largos
dedos rozaron por encima de la ropa el lugar donde
descansaba su daga.
“Oh, cariño”, susurró con una sonrisa divertida. “¿Es un
regalo para mí?”
El pulso de Taehyung se aceleró, sus labios se abrieron
con horror. Finalmente había recordado de dónde venía
esta voz. Una vez había pasado una noche de borrachera
con esta voz. Aunque, eso no era lo único que había
sucedido.
El hombre dejó escapar una risa fría y oscura. Una
sonrisa traviesa apareció en sus labios. Inclinándose, su
boca rozó su oído. El rubio se estremeció y retrocedió. No
había a dónde correr.
Era una presa, atrapado por el depredador.
Su aliento era caliente mientras le abanicaba la oreja. Le
hizo cosquillas. Sus dedos se cerraron en puños apretados.
Sin previo aviso, sus dedos helados aterrizaron sobre su
mano apretada.
“¿Qué pasa, cariño?” Susurró arrastrando las palabras.
Su voz envió chispas por su cuerpo. Las mariposas
estallaron en su estómago. En circunstancias normales, el
doncel lo habría empujado lejos. Después de todo, su
integridad y dignidad estaban en juego. Pero lo conocía. Y
él lo conocía. Porque no sólo eran más que extraños.
“Fuiste mucho más verbal esa noche”, bromeó. “Sin
embargo, esta noche, ¿decides enmudecer?”
Él deslizó sus dedos a través de su puño. Guió su mano
hacia su cintura, presionándolo contra la daga.
“¿Q-qué estás haciendo aquí?” Taehyung soltó a
trompicones.
Por desgracia, el rubio recuperó la voz. Aun así, no podía
mirarlo. Estaba demasiado cerca. Era extraño, los vampiros
olían a muerte y asesinato, pero su olor a vino y citrico le
decía lo contrario.
Lo instó gentilmente a colocar su mano en su bolsillo.
Taehyung notó que su larga cola de su atuendo estaba
arrugado entre sus muslos. Tragó saliva.
Taehyung cerró los ojos con fuerza. Su bolsillo tenía un
gran agujero hacia el fondo, que le daba acceso a la daga.
El hombre lo deslizó hacia afuera, revelando la brillante
hoja plateada. La luz de la luna caía en cascada sobre ellos,
creando la fachada de amantes escabulléndose en la
medianoche.
“Qué encantador”, bromeó. “Espero que no estés aquí
para matarme”.
Taehyung no podía respirar. Su mano estaba temblando.
Se le asignó esa tarea, pero no pudo hacerlo. La sangre
lo aterrorizaba. Era un miedo tonto, especialmente con la
carrera prominente en su vida. A pesar de esto, él era solo
un chico humano, o eso pensaba.
“Dulce, dulce Taehyung”, se rió suavemente. Hizo girar
el cuchillo entre sus largos dedos. Era un experto en el uso
de las manos.
“Tú, entre todos los demás, deberías saber de lo que soy
capaz”.
El rostro del rubio se sonrojó. Intentó desviar la mirada,
pero él no le dio la oportunidad.
“Entonces, ¿qué se hará de ti?” inquirió.
El corazón de Taehyung tembló, como sus hombros
estremecidos. El viento ártico del invierno mordisqueaba su
piel expuesta. Sin embargo, a él no parecía importarle. Sus
ojos, una vez amables y cálidos, no se encontraban por
ningún lado. ¿Cómo pudo haberlo olvidado? El lado que le
mostró esa noche fue una mera ilusión.
“¿Cómo debo castigarte, mi querido Taehyung?”
El cuerpo del mencionado se sacudió. Su cabeza se
levantó, revelando su mirada aterrorizada. La sonrisa ajena
se ensanchó.
“B-bueno, puedes dejarme ir y—”
“Tonterías”, interrumpió bruscamente.
Taehyung se estremeció. Su voz elevada le recordó a
alguien desagradable. Era extraño creer cómo el tiempo
podía cambiar a alguien. Él no era así antes. ¿Él lo
recordaba? Actuó como si lo hiciera. Si ese fuera el caso,
¿por qué era tan poco amable?
En un instante, sus rasgos se endurecieron, sus ojos se
estrecharon. Antes de que pudiera revelar su cambio de
humor, él volvió a la normalidad. Todo sonrisas y bromas.
“¿Quién es, Taehyung? ¿Quién hirió a mi amada presa?”
El doncel rápidamente negó con la cabeza. “No sé por
qué estás aquí, pero te sugiero que te vayas. S-si Su
Majestad se entera de un intruso, no te dejará vivir”.
Sus ojos brillaron con alegría. “¿Y dejarte ir tan
fácilmente? Todavía tengo que castigarte por traer un arma
aquí”.
¿Cómo supo él sobre el cuchillo en primer lugar?
¿Quién le dijo que vino armado? ¿Cómo entró aquí?
Intentó agitar su cerebro en busca de respuestas. ¿Quién
dijo que era esa noche? No podía recordar.
“¿Qué deseas?” finalmente exigió, exasperado. “T-tengo
que volver al salón de baile pronto”.
Su sonrisa se amplió. “Quiero que bailes conmigo. Pero
no el mismo tipo de baile que hicimos hace unas noches”.

PEQUEÑO CERVATILLO
Música de vals: Joe Hisaishi — Merry Go Round of Life.
“Él realmente perdió la cabeza. ¿No es así?” una voz
irritada mordió desde lo alto del salón de baile. Estaba de
pie en un balcón que daba a toda la pista de baile. De todas
las hermosas personas presentes, escogió al más mojigato
de todos.
“Su Majestad lo ha estado observando desde que puso un
pie dentro del castillo”, se burló otra voz, casi divertida por
la ira de su hermano gemelo. “Él parece familiar, ¿no lo
crees, Yoongi?”
Los labios de Yoongi se dibujaron en una profunda
mueca. A través de sus gafas plateadas, lo miró más de
cerca. El pobre doncel estaba siendo arrastrado a la mitad
de la pista de baile. Bueno, más bien fue llevado allí,
porque su vista nunca abandonó a Su Majestad.
“Parece que Su Majestad está haciendo obras de caridad
por primera vez”, escupió Yoongi. Cada par de ojos estaba
sobre ellos y la gente se separó como el mar rojo. Solo un
tonto no reconocería a un Pura Raza que apestaba a poder
y riqueza.
“Oh, hermano mayor, eres tan malo”, se rió Joongki.
Apoyó un brazo sobre los hombros de su hermano y
también miró por encima de la barandilla. Sus ojos se
iluminaron al verlo.
“Él es bastante atractivo, si me preguntas”, agregó
Joongki con voz alegre. El candelabro de cristal lo
favoreció. Luces brillantes salpicaban su esbelta silueta.
Tenía el físico de un cisne y la presencia inocente de un
cervatillo, un pequeño cervatillo.
“Su personalidad es tan angelical como su cabello
bañado por el sol”, dijo Joongki. Miró el rostro del doncel
de repente, con ojos de pura esmeralda. Su corazón casi se
detuvo.
La gran sonrisa burlona de Joongki desapareció. Empujó
bruscamente a su hermano mayor y su codo chocó
bruscamente contra el cuello de Yoongi.
“¡Tú, bruto!” Yoongi gruñó, empujando a su hermano
fuera de él. “¿Cuántos pasteles les hiciste hacer a las
sirvientas? Eres más pesado que un cerdo listo para el
matadero”.
Joongki gimió ante el mal humor de su hermano. Caray,
¿qué acaso tenía sus bragas torcidas? “¿Qué se arrastró
por tu culo y murió para estar tan insoportable?”
refunfuñó, frotándose el ahora dolorido brazo.
“Tu futuro”, dijo Yoongi furioso. Estaba de un humor
horrible debido a la intromisión de Su Majestad. El baile de
hoy estaba destinado a celebrar el cumpleaños de Su
Majestad, pero también a encontrar una esposa o esposo.
Fueron invitadas princesas y príncipes de todos los
rincones de los siete continentes. Socialites, hijos de
políticos, chicos de conglomerados, la lista continuaba. La
profecía había hablado. En el día de la luna llena, cuando
los hombres lobo aullaban y las estrellas se alineaban, el
alma gemela de Su Majestad se revelaría.
En lugar de dejar que el destino siguiera su curso, el
bruto de un Rey arrastró a un doncel de las sombras
ocultas del balcón. Eso era demasiado para su alma gemela
apareciendo. Imagínese su sorpresa cuando descubrió a su
amado enredado en los brazos de otra persona.
“¡No, Yoongi, mira!”, Joongki señaló con la barbilla hacia
el chico. “Este balcón está bien escondido entre las gruesas
cortinas. Nadie puede detectarnos, pero ese simple
humano lo hizo con facilidad”.
Yoongi puso los ojos en blanco. “Sí claro.” Miró por
encima de la barandilla y, efectivamente, solo vio la parte
superior de su cabeza. Su cabello se parecía a la luz del sol
al final de la tarde. Dependiendo del ángulo, era una
mezcla entre oro aturdido y miel reluciente.
“Él es una persona tan rígida. ¿Por qué se ve como si
estuviera bailando con el mismísimo diablo?” Yoongi
murmuró.
Joongki volvió a frotarse el costado del brazo. ¿Quizás la
luz lo había engañado? Excepto que eso era imposible. Él
también era un Pura Raza. Solo había diez familias que
poseían la sangre original de un Vampiro. La más fuerte de
las razas, todos los demás Vampiros se originaron de los
Raza Pura.
La fuerza de un Pura Raza no se parece a ninguna otra.
Podrían enfrentarse a diez híbridos sin inmutarse. El
mundo era su patio de recreo y se comportaban como
querían. Sin embargo, nadie conocía realmente la identidad
de las diez familias. Se mantuvieron en secreto.
“Tiene ojos verde bosque”, señaló Joongki. “No crees que
él es la Rosa Dorada, ¿verdad?”
El humor de Yoongi se agrió aún más. ¿Esa cosita flácida
era la Rosa Dorada? “No me tomes el pelo con una broma
tan estúpida, tonto”.
Joongki puso los ojos en blanco. “¿Cuántas veces tienes
que insultarme en una noche? ¡Este es tu octavo insulto y
la fiesta acaba de comenzar!”
Yoongi se burló. “No es un insulto si es la verdad…” su
voz se apagó. El lastimoso humano había levantado la vista.
La presa miraba a los depredadores directamente a los
ojos.
Su hermano no había mentido. Incluso a lo lejos, vio su
curiosa mirada clara como el día. A través de las pesadas
cortinas color burdeos, a través de la barrera mágica, los
había visto.
Era una tarea imposible. Un simple humano como él no
debería ser capaz de tal cosa. Sus ojos se entrecerraron.
¿Quién era exactamente ese doncel?
“¿Te estoy aburriendo?”
Taehyung saltó ante su inesperada voz. Bajo y seductor,
acarició su carne expuesta. Estaba nervioso a su alrededor,
a pesar de los valientes actos de esa noche. El alcohol lo
había alimentado ese día y no recordaba mucho. Aunque,
sus muslos adoloridos y temblorosos ciertamente lo
recordaban.
Sus labios estaban directamente al lado de su oído. Se
estremeció cuando él las rozó suavemente contra la punta.
Su aliento era cálido y cosquilleante, estimulando su piel.
“Esta es la segunda vez que te distraes, pequeño
cervatillo”.
Taehyung apartó la vista del balcón. Todo el tiempo, pudo
sentir las miradas envidiosas pero curiosas que se dirigían
hacia su persona. Una emboscada por todos lados. Pero
había notado dos pares en particular. O al menos, esa era la
cantidad que había contado allí. Escondidos en lo alto del
techo, ocultos por cortinas corridas, había dos personas.
¿Qué estaban haciendo en el balcón? ¿Asesinos quizás?
“Alguien está tratando de robarme el trabajo”, discernió
el doncel en voz baja y recatada.
Las cejas del hombre se dispararon con deleite. ¿Su
trabajo? Un príncipe encantador como él, ¿tenía trabajo?
Qué cosa más extraña que decir. Concedido, él siempre
estaba lleno de sorpresas. Como esa noche, cuando el rubio
se acercó a él y le confesó su amor eterno a través de una
confusión de palabras.
“¿Y cuál es tu trabajo, cervatillo?” Lo complació.
El agarre de Taehyung se hizo más fuerte en su mano.
Estaban volando por la pista de baile, aunque le resultó
extraño. ¿Por qué tanta gente lo miraba? ¿Por qué parecía
que la tía Jiwoo se iba a desmayar en cualquier momento?
“H-hay dos personas en el balcón cerca de la parte
superior del techo, entre las cortinas decorativas. N-nos
han estado observando desde hace un tiempo”, confesó con
voz vacilante. “Creo que están buscando a Su Majestad…”
Cuando él levantó la cabeza y finalmente miró hacia otro
lado, el rubio se acercó rápidamente a él. Fue tomado por
sorpresa. Instantáneamente, su atención volvió al joven.
“¡No!”, el doncel soltó. “¡No mires!”
“Bueno, esto me recuerda a esa noche.” Dejó escapar
una risa suave y baja. Se había aplastado contra él. Al
darse cuenta, rápidamente dio un paso atrás. La mano que
descansaba sobre su espalda baja lo empujó hacia él una
vez más.
“Solo estaba bromeando contigo, querido”, susurró en
sus oídos.
El corazón de Taehyung era un traidor. Era alguien de
quien había jurado mantenerse alejado. Había tomado la
decisión de no volver a verlo nunca más. Sin embargo, aquí
estaba, abrazado en sus brazos, mientras él tomaba su
mano. Juntos, bailaron el vals por la pista de baile, sus
pechos rozándose uno contra el otro.
Su agarre sobre él era firme y fuerte. Como un
depredador con la presa atrapada en su mandíbula. Nunca
iba a dejarlo escapar.
“¿Puedes detener esto?” exigió con voz temblorosa.
“¿Detener qué?”
“D-deja de burlarte de mí. N-ni siquiera te conozco—”
“Tonterías”, afirmó. “Taehyung, estoy herido”.
El mencionado se puso tenso. Su nombre salió de su
lengua perfectamente, como si fuera para que él lo dijera.
Él le sonrió, como el demonio travieso que era.
“¿Cómo sabes mi nombre?” Le preguntó.
Fue solo suerte que él se riera. La risa envió chispas por
su cuerpo. Los dedos de sus pies se curvaron solo por el
sonido. Todo lo que le hacía le recordaba la noche en que
las velas parpadeaban y la lluvia rugía fuera de la ventana.
Sin embargo, dentro del dormitorio había una tormenta
más grande.
“Querido, Taehyung, ¿ya te olvidaste?” reflexionó.
“Conozco tu nombre mucho antes de que nacieras”.

PATEA A UN CACHORRO
El doncel quería saber a qué se refería.
Desafortunadamente, la música se detuvo. Fue entonces
cuando se dio cuenta de que nadie más había estado
bailando. Estaba tan absorto en su mundo que se había
olvidado de todos los demás. Como perdido en un trance, lo
había embelesado en cuerpo y alma.
“Esta vez, es mi turno de desaparecer a medianoche”,
susurró, sus labios rozando su oído, haciéndole cosquillas
en la piel sensible.
Su burla sonó como campanas en sus oídos.
Las mejillas acarameladas de Taehyung se sonrojaron de
un rojo brillante que avergonzaba a los tomates. “¡No fue
mi intención irme!” soltó con una voz mansa y frenética.
La idea de que huyera en medio de la noche, vestido al
azar, lo mortificaba. Su dignidad y etiqueta fueron
olvidadas hace mucho tiempo. El doncel se sentía como si
fuera una persona con miedo de que su pareja lo
sorprendiera engañándolo, por lo que salió corriendo de la
cama del amante a toda prisa.
El hombre ciertamente lo miró como un amante
despreciado. Especialmente con sus ojos entrecerrados y
su desalentadora sonrisa.
“Me encantaría quedarme y hablar más sobre la cama
fría en la que me desperté, pero tengo lugares donde estar,
gente a la que conocer y humanos a los que matar”.
Taehyung se rió nerviosamente. El sonido fue
interrumpido por su mirada penetrante. Su sonrisa
permaneció, pero sus ojos eran fríos. Se le heló la sangre.
Él hablaba en serio.
Sin otra palabra, le dio la espalda y se alejó. Entonces
algo puso a prueba su moderación.
Una delicada mano tiró de su manga. Taehyung era como
un niño hosco.
“Cómo han cambiado las tornas”, habló desconcertado.
El rubio siempre estaba lleno de deliciosas sorpresas, ¿no?
Un minuto, intentó huir de él, al siguiente, se aferró a él.
Le pellizcó el borde de la manga con el pulgar y el índice.
“Si tanto querías que me quedara, querido Taehyung,
deberías haber rogado por más esa noche”, incitó.
“Qué grosero”.
Cuando él se dio la vuelta bruscamente, dejando al
descubierto sus ojos rojos para que el menor los viera, éste
no retrocedió por el miedo. Aunque, su sonrisa
anormalmente tranquila ciertamente lo asustó. Era el tipo
de hombre que se reía en la cara de la misma Muerte.
Taehyung maldijo su miserable mano. Lo dejó caer, como
si su toque lo hubiera quemado. El hombre estaba
inquietantemente quieto. Llenó de misterios y pecados,
debería haber corrido muy, muy lejos de él. En el momento
en que lo soltó, debería haber corrido hacia las colinas.
“Tu nombre,” habló finalmente. “N-nunca me lo dijiste
esa noche, y yo—”
Su sonrisa se amplió, sus ojos más rojos que la sangre
recién derramada. “Te dije mi nombre, querido chico. Si no
lo hice, ¿cómo podría saber el tuyo?”
Su tono era un suave arrullo, su rostro amistoso por el
momento. A pesar de su mirada gélida insinuando lo
contrario.
Los dedos del doncel temblaron. Había cometido un
error. Uno drástico. Él era solo un humano en este lugar, y
agarró a un vampiro. Ahora, había revelado otro defecto a
ojos de todos.
Fue entonces cuando el mundo volvió a enfocarse. Los
susurros, las miradas inquisitivas, la gente asustada. La
charla de fondo zumbó en sus oídos de nuevo. La realidad
se había dado a conocer. La jerarquía lo consideraba un
chico loco, que había sellado su destino agarrando a un
vampiro.
“N-no recuerdo mucho de esa noche”, confesó Taehyung.
“Lo lamento—”
“¿Por qué tartamudeas?”
Taehyung se puso rígido ante sus palabras. ¿Qué tipo de
pregunta horrenda era esa? Cuando levantó la vista, se
encontró con pura curiosidad. Sin juicio. Sin miradas
burlonas. Estaba solemne.
“Tú no solías tartamudear de niño”, agregó.
“Es solo un mal hábito, eso es todo—”
“Ya veo.”
El rubio frunció el ceño. ¿Por qué parecía decepcionado?
El aire se volvió más frío. O tal vez fue por su presencia
intimidante. Su sombra se cernía sobre la pista de baile.
Podría tragarlo vivo si quisiera también. Sin embargo,
había un aire majestuoso en él.
Era impresionantemente espectacular. No podía apartar
su rostro de él, incluso cuando éste era frío con él. Su
cabello negro azabache enmarcaba su frente, algunos
mechones persistían sobre su mirada refinada.
Se comportaba como si el mundo fuera su patio de
recreo. Era algo escandaloso, considerando que ese
privilegio pertenecía al Rey y a nadie más.
“Hasta la próxima, Taehyung”, susurró su nombre, como
un hombre arrodillado ante la iglesia. Un nombre sagrado.
O el comienzo de una carta dedicada a un ser querido.
Cuando parpadeó desconcertado, él le sonrió, revelando
dientes blancos como perlas. Por una fracción de segundo,
sus colmillos fueron revelados.
Luego, como un sueño febril, se fue.
Y de repente, Taehyung se dio cuenta de un hecho
desalentador: Él lo conocía de niño.
“No sabía que hiciera obras de caridad, Su Majestad”, se
burló Yoongi.
Yoongi inclinó la cabeza al ver al Rey. En público, Yoongi
era un protector obediente. En privado, era un amigo leal.
Uno que castiga, que regaña.
“Todos estos años de karma acumulado, tengo que
empezar en alguna parte”, se rió entre dientes el hombre
vestido completamente de negro.
“Ninguna cantidad de redención lavará el pecado de sus
manos, Su Majestad”, rechinó Yoongi. Se comportó como
una esposa engañada. Pisando fuerte hacia adelante, reveló
sus palmas.
Un broche de corona descansaba sobre su mano.
Cadenas de oro colgaban del broche, el otro extremo
revelaba un corte de rubí para parecerse al sol. En la otra
mano había un bolso rojo con un borde bordado en oro.
“Por favor”, dijo Yoongi inexpresivamente con una voz
que estaba lejos de ser una súplica.
“Ah, sí”, sonrió el Rey. “Me parece haber olvidado esto”.
Yoongi hizo todo lo posible por no mirarlo. Pero terminó
cavilando de todos modos. Olvidar era un eufemismo.
Yoongi hace horas le dio la espalda por solo un segundo y
los accesorios fueron desechados en la silla. Lo siguiente
que supo fue que el Rey estaba en el salón de baile y, en un
abrir y cerrar de ojos, se había ido.
Nadie lo había visto atravesar la enorme sala de baile,
hacia el balcón abierto. La gente solo captó fragmentos de
su rostro después de que llevó a un humano delgado al
centro de la pista.
“¿Quién era ese, Su Majestad?” preguntó Joongki.
Su voz estaba llena de asombro infantil, sus ojos se
agrandaron. Tal vez por eso las sirvientas siempre le
colaban dulces y chocolates. Tenía encantos juveniles que
cortejaban incluso a la sirvienta principal.
“Él nos vio, Su Majestad”, parloteó Joongki. “Debería
haber sido imposible. No creo que sea un mero humano”.
El rey arqueó una ceja. ¿Era eso así? Que interesante. No
es de extrañar que siguiera mirando hacia otro lado. Había
asumido que el rubio era demasiado tímido para
enfrentarlo.
Después de todo, era bastante guapo, las mujeres y
donceles siempre se sonrojaban en su presencia. Él estaba
familiarizado con ese tratamiento.
Ahora que lo pensaba, el doncel se había sonrojado ante
él muchas veces. Primero, fue el rubor de su torso esa
noche, y ahora, fue en casi todo lo que dijo. Su piel era
suave como la crema, acaramelada como la primera capa
de miel, por lo que no lo culpó.
Taehyung era un cofre del tesoro lleno de misterios, y
tenía la intención de desentrañar cada uno de ellos.
Comenzando con ese atuendo marfil suyo.
“Su Majestad”, se quejó Joongki al darse cuenta de que
estaba siendo ignorado. Sus labios formaron un puchero
sombrío y miró al monarca con ojos de cachorro. “No me
descuide así…”
El Rey sintió la necesidad de patear a un cachorro.
Específicamente, este perro peludo de cabello castaño
frente a él.
“Tú y tu hermano son como el día y la noche”, comentó
con frialdad. Examinó a los dos gemelos. “Pero ninguna
tiene la belleza y la gracia”.
Yoongi abrió la boca para hablar, solo para ser
interrumpido.
“Lo cual no es una sorpresa, considerando el hecho de
que están en mi presencia”. El Rey deslizó el broche en el
bolsillo de su pecho, a pesar de que no era necesario. Todos
conocían su cara. Sólo un imbécil no lo hizo.
“¿Qué se supone que significa eso?” Joongki le susurró a
su hermano, con las cejas juntas.
“Significa que nuestro Rey no tiene vergüenza y piensa
que es el más justo de la tierra”, bromeó Yoongi.
“¿No lo soy?” reflexionó el Rey.
Yoongi apretó los labios. No le pagaron lo suficiente para
lidiar con esto. En este momento el buen humor del Rey, un
fenómeno raro de presenciar, se dispersó repentinamente.
El calor huyó de sus ojos. Su rostro se puso helado.
“¿Quién diablos es él?”, demandó.
Yoongi y Joongki se dieron la vuelta, curiosos de a quién
tenían que decapitar esta vez. “¿Dónde dónde?” preguntó
Joongki, como un niño pequeño confundido.
“Ahí,” espetó su hermano mayor con un dedo puntiagudo.
A juzgar por los rasgos tormentosos del rey, Yoongi ya
sabía quién había arruinado el humor del déspota.
Un hombre alto, larguirucho, de hombros considerables y
físico decente, estaba charlando con un joven. Por primera
vez en la noche, una sonrisa adornaba el rostro del joven.
Nunca se había visto más hermoso que cuando estaba feliz.
Pero nada de esa alegría estaba dedicada al hombre con
el que había bailado.
El cervatillo del Rey estaba siendo atrapado en la trampa
de otro depredador. Y el Rey estaba lejos de estar contento.

POR SUPUESTO
El Rey observó toda la interacción. Sus labios, suaves
como pétalos de peonía, se movían con facilidad. Sus ojos
brillaron, como esa noche cuando exhaló su nombre. Una
emoción diferente a cualquier otra sacudió a través de él.
Quería salirse con la suya en lo que respecta al doncel,
mientras durara la noche, y eso fue precisamente lo que
sucedió.
Taehyung era tan frágil que él quería cuidarlo mucho. No
olvidó cómo sabía y cómo se sentía. Solo estar cerca de él
fue suficiente para abrumar sus sentidos. Era
deliciosamente dulce.
El hermoso aleteo de sus pestañas cuando era tímido,
sus jadeos de sorpresa que aceleraban su respiración y el
temblor de sus dedos. Deseaba poseerlo, incluso
hechizarlo.
“Qué pequeña presa tan traviesa”, reflexionó.
Sin embargo, allí estaba él, con las mejillas sonrosadas y
los ojos muy abiertos para un hombre que no era él. Eso
estuvo bien. Pronto, lo tendría rogando por él.
Se pasó la lengua sobre un colmillo. Se saldría con la
suya con su cuerpo y alma. Se aseguraría de ello.
“¿Quién era ese, Taehyung?” Yugyeom cuestionó.
Su rostro era indiferente, a pesar de la tormenta que se
gestaba en su mirada. Todo lo que hizo fue girarse para
recuperar un plato de pastel para el rubio. Lo siguiente que
supo fue que éste se había ido. Lo había buscado por todas
partes. Su corazón estaba en sus pulmones cuando no pudo
encontrarlo.
Sin previo aviso, un caballero lo llevó a la pista de baile.
No podía imaginar la escena, ni una sola vez en su vida.
Kim Taehyung Rose era fácilmente una de las personas
más bellas del baile. Al menos en sus ojos. Desde sus
mechones de cabello color crisantemo que caían en
cascada sobre su frente hasta sus ojos verdes esmeralda, se
parecía a una rara flor en un prado de flores que
intentaban desesperadamente imitarlo. Por desgracia,
ninguno podría compararse.
“No lo sé”, mintió Taehyung. Le sonrió, sabiendo que él
solo estaba preocupado por su bienestar.
Yugyeom era su guardaespaldas. Tenía todo el derecho
de cuestionar quien lo acompañaba. Necesitaba garantizar
su seguridad, incluso si no había nadie que lo atacara. Era
un trabajo tonto, de verdad. ¿Por qué alguien se
preocuparía por un doncel sin nombre como él?
Pero él insistió.
Incluso después de la muerte de sus padres y su
destierro de su ciudad, Yugyeom lo siguió. Él era su escudo
y su espada.
“Taehyung”, Yugyeom habló con severidad, como un
hermano mayor que castiga a su hermano desobediente.
“Le juré a tus padres que te mantendría a salvo. Debes
decirme su nombre”.
El nombrado se estremeció ante la mención de sus
padres. No fue una muerte convencional. Incluso cuando
era niño, sabía que era un asesinato planeado. Había
pasado una década desde la muerte de sus padres, pero
nunca podría olvidar sus ojos inyectados en sangre y la piel
de sus padres morada y drenada.
“Kim Taehyung Rose”, dijo inexpresivamente con una voz
más profunda.
“Realmente no lo sé”, suspiró ruidosamente. “Desearía
saber.”
La mano de Yugyeom tembló. Un dolor le carcomía el
pecho. El menor estaba intrigado por otro hombre. Fue un
hecho que nunca había sucedido. Desde que Yugyeom
puede recordar, siempre estuvo atrapado en sí mismo.
Taehyung acababa de cumplir veinte años. Era natural
que finalmente se interesara por los hombres. Sin embargo,
por alguna razón, su corazón no cooperó. Todo el tiempo
que él menor bailó con ese extraño, él sintió una extraña
amargura. Tenía ganas de matar.
La sed de sangre era fuerte, pero la ocultó. Sin embargo,
su sed de sangre siempre fue fuerte, cuando se trataba de
Taehyung.
Por el bien de su amada flor, le ocultó todo.
“Está bien”, habló finalmente Yugyeom. “Me pasé de la
raya, príncipe. Lo siento”.
Taehyung frunció el ceño con culpa. Se movió
incómodamente en sus zapatos y juntó sus ansiosos dedos.
No le gustaba escuchar ese título. Ya no le pertenecía.
Independientemente de la sangre real que corría por sus
venas, ahora no era nadie.
Este continente estaba dominado por un único Rey, Su
Majestad Real. Todos los demás que gobernaban las
ciudades, aparte de la capital, eran meros príncipes
herederos o princesas herederas, y nada más. Nunca
podrían convertirse en reyes.
“Todo el mundo te estaba mirando, príncipe”, comentó
Yugyeom.
Taehyung tragó saliva. Tenía la piel dura, así que estaba
acostumbrado a las miradas y susurros. Había sucedido
durante años después del envenenamiento de sus padres.
Las sonrisas lamentables, los ojos preocupados, lo
enfurecieron. No había muchas cosas que lo pusieran
nervioso, pero la simpatía falsa ciertamente si.
“Sabes que no me gusta ese título”, se quejó, su voz ya
no era dócil y amable.
Yugyeom hizo una pausa y estudió su expresión antes de
hacer su siguiente movimiento. Sus suaves cejas estaban
arrugadas, una mirada de fuego en sus dulces ojos, sus
labios finos.
‘Ya veo’, pensó para sí mismo. ‘Está enfadado.’
Yugyeom supuso que no se podía evitar. De todos modos,
el menor lo había disgustado hoy. Era justo que le
devolviera el favor.
Yugyeom había cruzado la línea. Estaba escrito en toda
su cara, que era un libro abierto para él. Sin embargo,
prefería que se abrieran otras partes del doncel.
Como su corazón.
“Me disculpo, Taehyung. Sin embargo, soy tu
guardaespaldas, no tu amigo”, Yugyeom pronunció
lentamente. Él lo reprendió por amor, no por ira. “Debes
entender que me preocupo más por tu bienestar”.
Taehyung estaba herido. Su corazón fue apuñalado por
sus dolorosas palabras, no era un amigo. ¿Cómo podría
olvidar? Sin importar el pasado entre ellos, su relación se
había reducido a escasa amistad. No lo odiaba. Estaba
acostumbrado.
A pesar de su mal humor, forzó una sonrisa. Aunque, en
sus ojos, salió como una mueca. No deseaba molestarlo en
un lugar tan festivo, con conversaciones en voz baja y
música elegante.
Taehyung rápidamente buscó algo para distraerlos de la
conversación incómoda. La tía Jiwoo no estaba por ninguna
parte. Sin embargo, preferiría no mencionar eso.
Finalmente, vio algo interesante.
“¿Qué es eso?” preguntó el rubio.
En la mano de Yugyeom había algo que parecía fuera de
lugar, considerando su tamaño y naturaleza. Estaba bien
formado, con músculos por el ejercicio constante. Ver a un
hombre adulto como él sosteniendo un plato de pastel lo
complació hasta el punto de ampliar su sonrisa.
Eventualmente, su felicidad se volvió genuina.
“Una rebanada de pastel”, dijo Yugyeom tímidamente.
De repente, la frustración de Yugyeom se esfumó.
Enamorado de su deslumbrante encanto, se vio reducido a
un lío torpe. No podía evitarlo, el menor siempre sacaba a
relucir este lado vergonzoso de él.
“¿Para mí?” Taehyung preguntó sin aliento, sus ojos cada
vez más grandes.
Ahí vino, su asombro infantil. Quedó momentáneamente
hipnotizado por sus suaves y hermosos rasgos. El aire fue
robado de sus pulmones.
“P-por supuesto.” Al tartamudear, Yugyeom maldijo para
sus adentros. Nunca maldeciría delante de él. Dios mío, no,
nunca contaminaría sus oídos de esa manera.
Yugyeom se aclaró la garganta. “Sé que la vizcondesa
Jiwoo te puso esa horrenda dieta, pero está siendo distraída
por un grupo de ancianas chismosas. Por lo tanto, encontré
tu pastel favorito”.
Estaba claro como el día. El estado de ánimo sombrío de
Taehyung se había ido, como si nunca hubiera estado allí
en primer lugar. Cuando estaba realmente feliz, sus ojos se
iluminaban en sombras, hasta que parecían hierba suave y
lujosa en un día lluvioso.
Estaba cautivado. Hechizado incluso.
“¿Puedo tenerlo?” preguntó Taehyung emocionado.
Yugyeom tragó saliva. Duro. Cuando Taehyung lo miró
así, quiso esconderlo de todos. Deseaba llevarlo, lejos, muy
lejos de este continente. Tal vez entonces, éste siempre
sonreiría así.
“Por supuesto”, respondió Yugyeom. “¿A quién más le
daría esta tarta de merengue de limón?”
Taehyung extendió ambas manos. Estaban ahuecados
juntos, como si fuera a recibir el tesoro nacional. Su
corazón latía con fuerza de alegría.
Estaba muerto de hambre. Durante toda la mañana y la
tarde, la tía Jiwoo lo había privado de comida, solo para
que pudiera caber en el atuendo de fiesta de color marfil
que se ceñía al cuerpo. Todos allí estaban vestidos con
colores majestuosos. El salón de baile se parecía a un
arcoíris, pero Taehyung lo prefería simple y llanamente.
Era lo que disfrutaba su madre. Por lo tanto, él también
lo disfrutó.
“Gracias”, respondió.
Taehyung tomó el tenedor de postre de su otra mano. Era
pequeño y no más largo que el dedo de una persona.
Apuñaló ansiosamente el utensilio a través del jugoso
pastel.
Se llevó el tenedor a la boca, sabores agrios y picantes
estallando en su lengua. Cerró los ojos y gimió de alivio.
Estaba delicioso. Sus hombros se relajaron en puro éxtasis.
“Es delicioso”, suspiró con nostalgia.
Siempre inocente, no era consciente de los ojos ardientes
que observaban cada uno de sus movimientos. Tampoco
comprendió los pensamientos que pasaban por sus mentes.
Cuatro personas habían fijado su atención en él.
Taehyung era completamente ajeno. Especialmente hacia
la intención rebelde de un hombre que quería desnudarlo
en ese mismo momento.

OLVÍDALO
“¿Qué estás comiendo?” exigió una voz aguda.
Taehyung se encogió, sus tímpanos casi rompiéndose por
el ruido desagradable. Parecían uñas sobre un pizarrón, el
tono le heló los dedos. Apenas había tomado un tercer
bocado cuando el plato desapareció de su alcance.
“Se supone que debes estar a dieta, Taehyung”, lo
regañó la tía Jiwoo.
La tía Jiwoo había trabajado muy duro para que el joven
se pusiera el traje. ¡Solo faltaban unos pocos bocados de
comida para que el corsé reventara y los clips se abrieran!
¿Qué tan embarazoso sería eso?
En un salón de baile de donceles con figuras de reloj de
arena y cuerpos delgados pero elegantes, Taehyung se
destacó como un pulgar dolorido. A los ojos de la tía Jiwoo,
Taehyung no debería estar comiendo. En absoluto. Para las
próximas semanas. Un doncel no debe comer más de lo que
consumía un pájaro.
“Dios mío, mira tu vientre, está protuberante como tus
labios. ¿Qué dije sobre hacer pucheros así?” La tía Jiwoo
siguió insistiendo.
Jiwoo colocó una mano sobre el hombro de Taehyung y
otra detrás de su espalda para enderezar la columna
vertebral del joven.
“Ponte de pie más alto”, ordenó. “Es porque te estás
comportando así que ningún hombre ha bailado contigo”.
Taehyung se puso rígido. “Tía, ¿de qué estás hablando?
Solo estaba…”
“Vizcondesa Jiwoo, ¿seguramente Taehyung puede
dejarse llevar por una noche? Ya ha comenzado a comerse
la tarta. Es de mala educación no terminar su plato”,
Yugyeom acudió inmediatamente a su rescate.
Yugyeom había sido testigo de lo rápido que el sol podía
convertirse en tormenta. Especialmente con su mirada
sombría y sus hombros bajos.
“Absolutamente no. Taehyung ha comido suficientes
bocados por la noche”, afirmó Jiwoo. Era su deber casar a
Taehyung. Pero si Jiwoo no podía controlarle algo tan
simple como el apetito, ¿cómo iba a controlar al chico
rebelde?
Taehyung todavía estaba confundido. “Tía, ¿qué quisiste
decir cuando dijiste que no estaba bailando—”
“Taehyung”, interrumpió Yugyeom. “La tía Jiwoo tiene
razón”, asintió lentamente, casi convencido de lo mismo.
En un instante, su rostro cayó, su felicidad desapareció.
“Pero—”
“Parece que la fiesta está llegando a su fin”, exasperó la
tía Jiwoo. Ella soltó un fuerte suspiro de decepción. “Otro
atuendo desperdiciado. ¿De qué te sirve arreglarte si nadie
baila contigo?”
Taehyung estaba absolutamente anonadado. ¡¿Qué
estaba pasando exactamente?! ¡Estaba bailando con
alguien! Durante bastante tiempo, también. Le dolía el pie
de ese baile. El hombre era lento, pero rudo con él,
atrayéndolo y moldeándolo de la manera que él quería.
Todo el mundo debería haber sido testigo de eso.
“¡Oh no importa!” La tía Jiwoo resopló. Ella agitó la
mano, como si espantara a una mascota. “Sirviente, llévelo
al auto y asegúrese de que no se aleje. Saldré pronto”.
La expresión de Yugyeom se oscureció ante el título.
Sirviente. Por el bien de Taehyung, mantuvo la boca
cerrada. Girando sobre sus talones, asintió en su dirección.
“Vamos, príncipe”, Yugyeom se enfureció.
Taehyung notó sus hombros tensos, estaban más firmes
que de costumbre. Sus manos estaban cerradas en puños
dos tonos más claros que su piel bronceada. Él estaba
furioso y su corazón se aceleró con miedo. No por él.
“Está bien”, susurró, su voz era un fantasma de eco. Él
no lo escuchó.
Taehyung se alejó con Yugyeom directamente a su lado.
Todo el tiempo, mantuvo la cabeza baja y las manos juntas.
No deseaba darle a la tía Jiwoo otra excusa para
sermonearlo. Seguramente, recibiría un fuerte bofetón en
la boca por comer.
Los pasillos resonaron con zapatos firmes y cuero pulido.
Había un zumbido bajo de fondo. Mientras Taehyung
pasaba, los susurros se hicieron más fuertes. Aunque solo
por unos pocos elegidos, quienes tienen ojos agudos y
habían visto más allá de la fachada.
“Yugyeom,” Taehyung murmuró temblorosamente su
nombre. Casi sonaba prohibido en su lengua, aunque lo
había llamado muchas veces cuando era niño. Sin embargo,
sus recuerdos estaban distorsionados ahora, ya que habían
pasado años desde entonces.
“T-tú me viste bailar con ese hombre, ¿verdad?”,
preguntó.
Taehyung estaba de pie junto al elegante coche negro
que lo había llevado al baile. Era una camioneta grande,
similar a las que conducían las celebridades híbridas de
clase alta.
Los actores y actrices más populares eran los vampiros.
Eso explicaría por qué eran tan impresionantes y hermosos.
Los humanos nunca podrían compararse con ellos.
Cien celebridades humanas no equivalen a un solo
cabello en la cabeza de los deslumbrantes vampiros.
¿Quién se atrevería a eclipsar a las especies superiores?
“¿Tienes frío?” preguntó Yugyeom, con preocupación en
su cálida y adorable voz.
La luna acechaba sobre ellos, arrojando una luz pálida
sobre su piel cremosa. Vio la piel de gallina en su clavícula,
y parte de su torso.
“Eres demasiado delicado al frío para usar solo una
camisa semitransparente de seda en pleno invierno”,
agregó Yugyeom. Se quitó la chaqueta negra del traje.
“Yugyeom—”
“¿En qué estaba pensando la vizcondesa Jiwoo cuando no
te dio un saco?”, resopló.
Con facilidad, Yugyeom deslizó la chaqueta sobre sus
hombros temblorosos y trató de no sonreír. Se veía muy
bonito a sus ojos.
Yugyeom no podía apartar los ojos del menor. Por lo
general, no podía de todos modos, pero verlo con su
chaqueta era una historia completamente diferente. Con
cuidado, abotonó el traje para que él estuviera bien
cubierto.
Taehyung se puso rígido y miró su chaqueta. Abrió la
boca para hablar, pero él no quería que dijera más.
“Me disculpo por llamarte príncipe allí”, dijo Yugyeom,
su voz se volvió más seria y sincera. “Estaba un poco
irritado, aunque no tengo derecho a estarlo”.
“¿Por qué estabas enojado?” preguntó Taehyung. Al ver
que él no quería responder a su pregunta anterior, decidió
cambiar el tema a asuntos más importantes. Como su
propio bienestar.
Verlo con dolor también lo lastimó. Su tristeza era su
melancolía.
“No estaba enojado contigo”.
Taehyung no preguntó eso.
“Estaba enojado conmigo mismo”, declaró.
Taehyung no pudo evitar pensar que todavía estaba
molesto con él. ¿Por qué si no iba a ignorar su pregunta
apremiante? A pesar de eso, él le había ofrecido su
chaqueta. ¿Significaba eso que su frustración había
disminuido?
Sus amables rasgos estaban torcidos por la
insatisfacción. Exhaló deliberadamente y tiró del hombro
de su chaqueta. Lo había ajustado para ocultar su cuello.
Con tantas criaturas repugnantes chupasangre
acechando, Yugyeom preferiría que no se quedaran
boquiabiertos como si el menor fuera carne fresca. Muchos
Vampiros pasaron rápidamente junto a ellos, y todos le
lanzaron una mirada intrusiva. Algunos se burlaron del
doncel, otros simplemente parpadearon.
“Olvídalo”, Yugyeom gruñó.
Taehyung frunció el ceño. ¿Tuvo una discusión interna
consigo mismo y perdió? Yugyeom por lo general no era tan
irascible. ¿Qué pasó? Era más paciente y acogedor que
esto.
Sus labios carnosos estaban apretados en una mueca,
sus ojos color chocolate eran tan oscuros como el cacao
amargo. Quería obligarlo a que le diera más respuestas,
pero sabía que él solo le cambiaría de tema de nuevo.
Su relación era extraña. No era nada como
guardaespaldas y jefe. No podía describir su relación,
aunque él dejó en claro que solo eran amigos.
“Está bien”, dijo Taehyung malhumorado. No quería
cruzar la línea y agriar su estado de ánimo aún más.
Además, no era como si estuviera siendo grosero, ni nada.
Yugyeom estaba de mal humor. Eso era todo.
Sin previo aviso, Yugyeom extendió la mano.
Taehyung se estremeció y cerró los ojos con fuerza,
esperando un golpe que nunca llegó. Su corazón latía
contra su caja torácica, la sangre retumbaba en sus oídos.
Tomó una respiración temblorosa.
Yugyeom no iba a golpearlo. Nunca lo ha hecho y nunca
lo hará.
“Lo siento, ¿te asusté?” Yugyeom susurró. “Solo quería
ajustar el cuello del traje, para que tu cuello estuviera bien
cubierto”.
Taehyung asintió vacilante con la cabeza. Entrelazó sus
dedos para evitar que temblaran como una hoja quebradiza
durante el invierno. Mientras le arreglaba el cuello de la
chaqueta, vio a la tía Jiwoo.
Subconscientemente, se abrazó el estómago.
Taehyung observó cómo la tía Jiwoo intercambiaba
palabras con un caballero cerca de las enormes puertas de
la entrada del castillo. Los pilares sostenían un arco de
mármol que llevaba un emblema de la Casa Noble de una
familia importante.
“¿Qué es?” Yugyeom preguntó. ¿Qué podría haber
captado su atención durante tanto tiempo?
De repente, un escalofrío le recorrió la espalda. Su
cabeza giró bruscamente, buscando la fuente del mal.
Podía sentirlo, un odio y una sed de sangre profundos y
arraigados.
¿Quién era? ¿Y por qué estaba dirigido al ingenuo y
bonito Taehyung?

Con esto damos inicio a esta historia ^^


Nos vemos en las actualizaciones diarias como siempre
cada noche ;)
Cualquier comentario comparando o nombrando libros
de otros autores, serán borrados e incluso silenciados. Así
que porfavor ahorrense los comentarios de que se
acordaron de tal fic. Si tienen deja vu de otras historias que
no pertenezcan a esta cuenta, ahorrense el comentarlo, a
parte que faltan el respeto también es incómodo. Tengan
algo de respeto por las historias, es lo mínimo q se les pide.
Si están releyendo, eviten dejar spoilers ☠,
constantemente leo los comentarios, y borraré o silenciare
a aquellos que estén colocando spoilers
—Ig: lovetaejeon
3. II

SUCIO
Yugyeom observó su entorno. Actualmente se
encontraban cerca de las grandes y amenazadoras puertas
del castillo. Lámparas altas y doradas iluminaban el camino
para los vagabundos perdidos bajo la noche salpicada de
estrellas.
Había un pavimento de piedra blanca que conducía
directamente a la entrada principal del castillo, con una
majestuosa fuente de mármol y un jardín aún más
impresionante. Había un aroma persistente de dulzura
floral y esencia de vainilla utilizada con frecuencia por los
vampiros.
Todos se dirigían hacia sus autos sin dudarlo. Se
deslizaron en sus vehículos con el aplomo y la facilidad de
la experiencia; humanos y vampiros por igual.
Yugyeom había realizado una exhaustiva verificación de
antecedentes de la mayoría de los invitados. Todos eran
personajes de alto perfil, la mayoría eran vampiros, ya que
ocupaban el uno por ciento superior.
“Sube al coche”, exigió Yugyeom.
Su voz no dejaba lugar a discusión.
Taehyung parpadeó rápidamente. Por una fracción de
segundo, Yugyeom parecía estar preparado para matar. No
queriendo desafiarlo, se subió al vehículo alto. El coche
estaba caliente, ya que el conductor ya tenía la calefacción
encendida. Comparado con el clima gélido de afuera, era
mucho más seguro.
“¿Me acompañaras?” Taehyung preguntó en voz baja.
¿Tenía que investigar algo? ¿Por qué?
Los humanos y los vampiros habían hecho un pacto.
Ninguna raza se apuntaría, ni se lastimarían entre sí. Las
millones de muertes de la Guerra de las Especies hace dos
siglos lo habían garantizado. Aunque, recientemente, hubo
muchas muertes misteriosas en la ciudad… todas en forma
de jóvenes doncellas y donceles.
“Buscaré a la vizcondesa Jiwoo y me aseguraré de que
ambos regresen a salvo”, informó Yugyeom. Se giró
firmemente hacia él. “Quédate aquí y no dejes la
furgoneta”.
Taehyung asintió con la cabeza. No planeaba hacerlo de
todos modos. No estaba motivado por el valor tonto de
salvar a alguien, a pesar de poseer las habilidades para
hacerlo. Si tan solo… si tan solo no fuera tan débil.
Entonces, tal vez no temblaría ante la idea de hacerle daño
a alguien.
Era precisamente por eso que la tarea que se le había
encomendado era tan imposible. Bajó la cabeza. Su tío se
iba a poner furioso. Era una sola petición, matar al Rey
Vampiro. De una forma u otra, tenía que hacerlo.
Una misión suicida.
Eso fue exactamente lo que su tío le asignó a un chico
que despreciaba la violencia. Lo estaba sentenciando a
muerte. La razón estaba clara.
“Una vida por una vida”, susurró Taehyung para sí
mismo.
Era la vida del rey por la suya. Su tío le había prometido
que lo liberaría de sus parientes. Una vez que recuperara la
libertad, ya no lo contactarían. Su tío haría todo lo que
estuviera a su alcance para asegurarse de que nadie
descubriera su ubicación tampoco.
“Ahora, ¿qué se supone que debo hacer?”, gimió. Dejó
caer la cabeza en el asiento de cuero y cerró los ojos con
fuerza.
“Su Majestad ni siquiera se presentó a su propia fiesta”.
Taehyung se pasó una mano frustrada por el cabello. Las
cosas nunca salieron como él quería.
De todas partes del mundo, solo tenía que encontrarse
con el hombre del bar. Fue un error de cálculo de él. En ese
entonces, estaba borracho con un querido amigo, y antes
de que alguien se diera cuenta, Taehyung fue arrastrado a
la oscuridad de la noche.
Su virtud permaneció. Se aseguró de ello.
“La tía Jiwoo volaría el mundo por los aires si supiera lo
que pasó”, consideró Taehyung en voz alta.
Lanzó un suspiro agobiado. Sus hombros parecían
pesados, muy parecidos a su conciencia culpable. ¿Quién
era exactamente ese hombre? Había pasado una noche con
él en una cama caliente y éste lo abrazó como si fuera su
pareja. Sin embargo, sus cuerpos no se enredaron, y el
hombre tampoco lo besó.
“Debería alejarme de él la próxima vez que lo vea”,
concluyó su veredicto. Él era peligroso. Ni siquiera
recordaba su nombre. No recordaba nada de él, excepto su
rostro inolvidable.
El misterioso extraño poseía características que
avergonzaban a todos los ángeles favoritos del cielo. Solo el
parpadeo de sus ojos rojos rubí era suficiente para que
cualquier persona lo adulara. Su sonrisa deliberadamente
sensual prometía cosas pecaminosas. Era difícil olvidar un
rostro como ese. Especialmente cuando las personas lo
miraban dos y tres veces, solo para quedarse boquiabiertas
ante su llamativa apariencia.
“Dios, Su Majestad es bastante grosero, pero eso es lo
que se espera de esas repugnantes criaturas”, siseó la tía
Jiwoo. Su voz se elevó una octava, como sus cejas. Sus
labios curtidos se estiraron en una firme línea.
“Él no apareció en el salón de baile, ni dió un discurso de
agradecimiento. Qué decepción”, se enfureció la mujer. Se
levantó el vestido y, con la ayuda de Yugyeom, se subió al
auto.
“Debería haber creído en los rumores. Supuestamente,
esto es algo normal”, agregó la tía Jiwoo. Sus acciones
fueron bruscas, sus hombros se tensaron. Estaba mucho
más que molesta.
Hoy, la tía Jiwoo había gastado una gran fortuna para
comprarle a Taehyung su hermoso atuendo marfil. El color
iba bien con los ojos del príncipe, los hacía resaltar; un
espantoso tono de envidia. Todo el dinero del mundo no
podría traer a Taehyung un buen pretendiente. Su sobrino
era simplemente demasiado tímido y demasiado
vergonzoso.
“Y tú”, Jiwoo se giró bruscamente hacia su sobrino.
“¿Dónde estuviste la mitad de la noche? Mire hacia otro
lado y, de repente, ¡te habías ido!”
Allí estaba de nuevo. Esa extraña conversación.
Taehyung estaba desconcertado. “Estaba en el balcón,
luego yo—”
“La seguridad está despejada”, interrumpió Yugyeom. Le
lanzó a Taehyung una mirada de advertencia, instándole a
que se callara. Él ignoró su expresión exasperada.
“Podemos regresar a la finca”, agregó Yugyeom.
El guardaespaldas le dio un fuerte tirón a la puerta
corrediza negra. Automáticamente, la puerta se deslizó en
su lugar. Yugyeom se sentó en el asiento del pasajero
después de haber terminado de recuperar sus armas
confiscadas. Armas, cuchillos y todo tipo de otras cosas no
estaban permitidas dentro del castillo. Habían sido
recopilados y ordenados por apellido.
A través del espejo retrovisor vio el suplicante reflejo de
Taehyung. Era un chico lleno de curiosidad. Ninguno de los
cuales divulgaría. Se había dado cuenta de lo que sucedió
antes. Y nada de eso fue agradable.
Nadie en el mundo merecía a Taehyung. Especialmente
no un vampiro asqueroso.

RECIÉN COMENZANDO
Taehyung apenas se había quitado el traje cuando un
sirviente llegó corriendo a su habitación. Dos criadas lo
estaban ayudando a quitarse el corset negro y a
desabotonarse la camisa, cuando se escuchó un golpe seco
en la puerta. Puso una mano sobre su pecho. Acababa de
abrir toda la camisa y su torso hubiera quedado
descubierto si no hubiera sido por su ayuda.
“Mi señor”, pidió una voz frenéticamente.
Taehyung suspiró. “Ayúdame con el corset y la camisa de
nuevo”, le ordenó.
Las criadas volvieron su atención hacia él. No les
gustaba servir a este doncel. Nadie sabía su verdadera
identidad, excepto que él era el sobrino de la vizcondesa
Jiwoo quién no tenía hijos.
Las criadas no tenían otra opción. Este era su trabajo. No
importaba cuánto despreciaran al aprovechado que
chupaba el dinero de su vizcondesa, las criadas volvieron a
cerrar el corset.
Taehyung dio un paso adelante. “Puedes pasar ahora” se
las arregló para decir.
Ahora que estaba en casa, ya no estaba tan nervioso. En
el baile, su tartamudeo había empeorado. Había demasiada
gente presente. La charla incesante y las risas falsas lo
molestaban demasiado. Había sido difícil concentrarse en
su discurso.
Las constantes molestias de la tía Jiwoo tampoco fueron
de ayuda. Fue un intento brutal. Sus intenciones tenían
buenas intenciones, pero su corazón estaba en el lugar
equivocado.
“Mi señor”, dijo la sirvienta fuera de la puerta con una
mirada vacilante.
Sus dedos se retorcieron ante el atuendo gris claro de la
sirvienta. Todos las sirvientas de la casa vestían este
uniforme. En el pasado, cuando la familia Kang era
considerablemente rica, las criadas se veían obligadas a
usar faldas remilgadas y adecuadas, mientras realizaban
las tareas domésticas más extensas.
Sin embargo, ahora eran tiempos modernos. Los autos
elegantes corrían por la carretera, los aviones surcaban los
cielos y los edificios subían hacia los cielos.
Los tiempos han cambiado. Ahora, los sirvientes vestían
pantalones grises y blusas blancas. La ropa era más
manejable y más fácil de caminar.
“¿Qué es?” inquirió el rubio. Parecía que la criada tenía
prisa. Estaba recuperando el aliento, como si hubiera
corrido una maratón.
“El vizconde Kang desea verlo, señor”.
La garganta de Taehyung se contrajo. El vizconde Kang
DongWook no era un hombre amable. En contraste con su
balbuceante esposa, él era un hombre estricto de pocas
palabras. Cuando hablaba, siempre lo hacía con el ceño
fruncido. Se comportaba como si el mundo le hubiera
hecho daño. Nada lo hacía feliz. Nada lo hacía sonreír.
“Está bien entonces”, respondió a regañadientes. Juntó
las manos. Sus dedos se agarraron fuertemente el uno al
otro para sostenerse. Si no, estarían temblando, como sus
nervios.
“Por favor, llévame a verlo”.
El destino de Taehyung estaba sellado. Él nunca iba a
salir vivo de esta casa. Tendría que ceder su herencia a la
familia Kang. No podía entender por qué su parlanchina tía
Jiwoo se casó con el vizconde DongWook.
La tía Jiwoo era la hermana mayor de la difunta madre
de Taehyung. Venían de orígenes humildes, con un estatus
inferior al de un vizconde, que ya era considerablemente
bajo en la jerarquía. Fue un milagro que la madre de
Taehyung se hubiera casado con un príncipe.
“V-Vizconde Kang,” saludó Taehyung. Inclinó la cabeza
con respeto.
Taehyung acababa de entrar en la habitación. Sus
hombros ya estaban temblando. Era difícil no encogerse
ante él.
A pesar de la edad del vizconde Kang, era un hombre de
estatura considerablemente grande. Su complexión era
ancha y lucía cabello de sal y pimienta. Había un brillo
saludable en él.
El vizconde Kang era guapo en su juventud. O eso,
alardeaba siempre la tía Jiwoo. Desafortunadamente para
él, le salió una gran verruga en la mejilla izquierda. Un solo
cabello creció solemnemente de la protuberancia,
pareciendo un ojo irritado.
Sin embargo, su reputación y presencia eran suficientes
para dominar la sala. En particular, su estudio privado,
amueblado en palisandro pulido y decorado con muebles de
terciopelo verde.
“¿M-me llamaste?” Taehyung añadió.
El doncel levantó la vista para ver que el Vizconde estaba
de espaldas a él. Estaba mirando por la ventana, aunque no
se podía ver nada, excepto un bosque oscuro detrás de la
gran mansión en medio de la nada.
Taehyung notó el bastón en su mano. Era un bastón para
caminar, con una cabeza de león en la parte superior. Lo
usaba para sostener una de sus malas piernas. Como
resultado, uno de sus brazos era más fuerte que el otro.
“Fracasaste”, dijo el vizconde DongWook.
Su voz decepcionada lo obligó a tensarse. El estómago de
Taehyung se revolvió incómodamente. De repente quiso
usar el baño. Sus nervios estaban por todas partes.
“Inútil, de principio a fin”, gruñó.
Taehyung trató de no temblar. Su mirada empeoraría, y
él sería un desastre tartamudo. Ahora que lo pensaba, el
doncel no tartamudeaba cuando era niño. En algún
momento de su crecimiento acelerado, había adquirido el
mal hábito.
“¿Qué tienes que decir al respecto?” exigió con voz
cruda.
Taehyung tenía mil cosas que decir. La misión era un
plan con mañas. Era una tarea imposible. Su Majestad no
estaba presente. Estas frases apenas arañaron la
superficie. El rubio podría dar muchas explicaciones.
Pero el vizconde DongWook los consideraría a todos
excusas. El fracaso era el fracaso. Con él, viene el castigo.
Así no se repetían los mismos errores. Nunca más.
Y el vizconde estaría seguro de ello.
“T-tengo mucho que decir,” logró decir. “Pero pensarás
en ellos—”
“Como excusas”, terminó por él.
El vizconde DongWook se dio la vuelta. Prefería no mirar
a su sobrino. Éste era la viva imagen de su hermosa madre.
Lástima que Taehyung no heredó la gracia y la elegancia.
Mirando esos grandes ojos verdes suyos, su corazón ardía
de envidia.
“Adelante” gesticuló el vizconde DongWook.
Taehyung retrocedió. Se agarró a los lados de su
pantalón, sabiendo lo que estaba por venir. Un fracaso era
un fracaso. Incluso cuando lo envió a una misión suicida.
En algún momento, se preguntó si el vizconde disfrutaba
haciéndole daño.
“D-dijiste que no me harías daño si fallaba”, explicó
Taehyung. “Usted me dijo—”
“Dije que no me enfadaría”, replicó el vizconde
DongWook. “Es una tarea difícil que garantiza tu libertad.
Pero fallaste. Y ahora, es hora de cumplir con tu parte del
trato”.
El vizconde DongWook no mintió. No estaba loco. En
absoluto. Él había esperado este resultado. Se aseguró de
ello. Se sabía que Su Majestad rara vez mostraba su rostro
en público. Mucho menos en un aburrido baile de socialité.
“Ahora firma los papeles”, ordenó el vizconde DongWook.
Hizo un gesto hacia la mesa de caoba. Todo estaba
impecablemente organizado. Ni un solo papel o bolígrafo
estaba fuera de lugar. Él lo prefería así.
Los hombros de Taehyung se relajaron un poco. Las
partes traseras de sus piernas todavía estaban ardiendo
desde hace dos días. Como un perro que camina hacia su
muerte, caminó hacia adelante. Sus ojos recorrieron el
papel.
“Un trato es un trato”, le recordó.
Su voz era más ligera ahora, y menos decepcionada.
¿Qué hombre sería infeliz de ganar más dinero? Todo por
medio de un papel, también. ¿Qué tan fácil era eso?
Taehyung tragó saliva. Recogió los papeles, sus dedos
temblaban.
“La Parte A acepta el incumplimiento de la Sección 1.
Misión, la Parte A renunciará a los derechos de la herencia
de Kim Soohyun y Yeji Rose otorgados a su único hijo, Kim
Taehyung Rose. La herencia de Kim Taehyung Rose se
transferirá a Kang DongWook”.
Los ojos de Taehyung volaron a la Sección 1. Misión. “La
Parte A se emancipará por completo de la Casa Kang y sus
familiares si la Parte A erradica por completo a la persona
de la solicitud de la Parte B al final del Baile”.
“Es hora de entregar tu fortuna”, anunció con calma el
vizconde DongWook. Señaló su nombre en la parte inferior
del papel. Con letra pulcra, estaba su firma y la huella de
su pulgar en tinta roja.
“Ha-hay un problema, vizconde”, dijo Taehyung
lentamente.
El vizconde DongWook arqueó una ceja. “¿Y cuál es el
problema?”
El corazón de Taehyung retumbaba en sus oídos.
Encontró una escapatoria. Todo iba a salir muy, muy mal. O
todo caería en su lugar. Rezó para que fuera lo último.
“El baile apenas comienza, hoy es el primer día de la
temporada”.

ÉL SABE LA RESPUESTA
El vizconde DongWook se rió entre dientes. Era débil y
sonaba como una respiración. El vizconde nunca se había
divertido tanto con la estupidez de su sobrino. Taehyung
era exactamente como su madre. Él era solo una cara
bonita sin cerebro. ¿Cómo un tonto como él encontró una
falla en un contrato legal?
“E-entonces, si puedes ser lo suficientemente paciente”,
le aseguró, “cumpliré tu pedido pronto”.
El vizconde DongWook se rió a carcajadas. El ruido
burlón hizo eco en la habitación y lo hizo retroceder.
Sus ojos se cerraron con fuerza por el miedo.
Los labios del vizconde se curvaron en un gruñido. Su
reacción aterrorizada fue como la del pasado, cuando él lo
vio antes que sus padres. Era divertido cómo funcionaba el
mundo.
“En qué chico tan valiente te has convertido”, escupió el
vizconde DongWook.
Los Kang siempre habían estado a merced de los Rose.
El padre de Taehyung era un príncipe heredero. Príncipe
Kim Soohyun de Kastrem. Solo eran príncipes y princesas
de nombre.
Un castillo no residía en Kastrem. Estaba prohibido que
se construyera cualquier otro castillo además del que
poseía Su Majestad. Sin embargo, el príncipe heredero y
las princesas residían en enormes mansiones que bien
podrían haber sido castillos.
La extensa tierra de Kastrem era valiosa. Residiendo en
su tierra había grandes minas donde se habían
desenterrado piedras preciosas durante décadas. Las minas
le dieron a la familia Rose su riqueza.
El príncipe heredero Kim Soohyun era asquerosamente
rico. Se suponía que su fortuna sería entregada a Taehyung
el día que cumpliera veintiún años. Era una edad
inesperada. Los niños normalmente heredaban la fortuna
de sus padres cuando cumplían dieciocho años.
Era como si el Príncipe Soohyun supiera que iba a morir
y que habría gente luchando por la riqueza de Taehyung.
¿Por qué prolongarlo por tres años más? ¿Qué estaba
esperando?
“Bien entonces”, aceptó el vizconde DongWook. Podía
esperar dos días más. El baile se llevó a cabo para tres y el
primero había pasado. Pronto, la fortuna de su sobrino
sería suya.
Su expresión sardónica se transformó en satisfacción.
Observó mientras su sobrino colocaba cortésmente el papel
sobre el escritorio. Un chico de su linaje y sangre,
inclinando la cabeza como un sirviente. Realmente disfrutó
esa vista.
“¿Taehyung?” Yugyeom llamó desde el pasillo.
Yugyeom lo había estado buscando por todas partes.
Desde el primer piso de la finca hasta el quinto, no hubo un
solo centímetro de la casona que no investigara.
“¿Él te convocó al estudio privado otra vez?” Yugyeom
preguntó bruscamente. Corrió hacia él en poco tiempo,
sabiendo que el vizconde no trataba bien a los donceles.
Debería haber sabido que aquí era donde el rubio estaría.
Taehyung estaba visiblemente conmocionado. Sus ojos
estaban muy abiertos. Tropezó y estuvo a punto de caer,
pero se contuvo a tiempo.
Verlo así hizo hervir su sangre. ¿Ese miserable vizconde
volvió a lastimar a su sobrino? ¿Qué le dio a ese hombre los
derechos para hacerlo? ¡Taehyung era un príncipe!
“Yugyeom”, susurró. “Tengo que hacerlo.”
La ira de Yugyeom fue momentáneamente cegada por la
confusión. Él no entendía de qué estaba balbuceando.
“¿De qué estás hablando?” preguntó con voz endurecida.
Un segundo después, se encogió. Sonaba duro, incluso en
sus propios oídos.
“Él estuvo de acuerdo”, murmuró el menor.
Taehyung se acercó a Yugyeom. Era un desastre. ¿Estaba
la Diosa de la fortuna de su lado por una vez? ¿El vizconde
de corazón frío realmente estaba de acuerdo con él? ¿O
estaba dándole esperanzas, sólo para decepcionarse más
tarde?
Kim no podía entenderlo. La idea lo molestó más de lo
que hubiera deseado.
“Yugyeom, siempre estarás conmigo, ¿verdad?”,
preguntó.
El mencionado se preguntó cómo eso era siquiera una
pregunta.
Yugyeom lo había acompañado desde que el rubio tenía
cinco años y él diez. Desde entonces, no pasó un día en el
que no acompañara al príncipe llorón. Las lágrimas
brotaban de sus ojos ante el menor inconveniente y cada
vez que lloraba, se aferraba a él. Cuando el menor tenía tal
reclamo en su corazón, ¿cómo podría no acompañarlo por
el resto de su vida?
Taehyung no había llorado durante toda una década. Ni
siquiera en el funeral de sus propios padres. En el
cementerio de sus padres, se vio obligado a crecer. Sus ojos
se habían secado como su corazón marchito.
Desde la tierna edad de diez años, Taehyung aprendió a
no confiar en un solo adulto. Todos ellos eran malvados.
Especialmente los que estaban más cerca de él, los que
sonreían más brillantemente, los que le acariciaban
cariñosamente la coronilla.
“Por supuesto que lo haré, Taehyung”, prometió
Yugyeom. “¿A dónde más podría ir?”
Taehyung tragó saliva. “¿I-incluso si mato a alguien?”
Yugyeom parpadeó. “¿Es eso posible?”
Yugyeom se entretuvo con sus sorprendentes palabras.
La muerte no era algo sencillo. El asesinato no era
tolerable. Especialmente en la época en que vivían, donde
una muerte sería sentenciada ante un jurado y un tribunal.
¿Qué estaba pensando?
¿Podría la frágil muñeca de Taehyung levantar un
cuchillo? ¿Tenía las agallas para matar? Solía llorar por
haber matado una mosca.
“Parece que has consumido alcohol mientras iba a buscar
el pastel”, bromeó Yugyeom. “Debes estar borracho,
Taehyung. Ven, déjame guiarte de regreso a tu habitación”.
Los hombros del menor cayeron por la decepción. ¿Nadie
creía en él? Incluso su amigo más cercano creía que era
demasiado débil para lastimar algo. Era la mitad de la
verdad. Pero aún. ¿No podía tener fé en él? ¿Así como él
tenía fé en Yugyeom?
“Yugyeom”, murmuró lentamente. Lo siguió a
regañadientes de regreso a su habitación.
“¿Sí?”
“¿Por qué la tía Jiwoo dijo que no me vio bailando con
alguien? Realmente lo hice—”
“Taehyung”, advirtió, dándose la vuelta.
El menor se detuvo de repente, casi chocando con él. Por
suerte, tenía reflejos rápidos. No quería golpear su frente
contra su musculoso hombro. Dolería
“Ese hombre con el que estabas bailando es un vampiro”,
reveló. “Tal vez Madam Jiwoo no lo considere un
pretendiente adecuado, por lo tanto, le gustaría pretender
que el evento nunca sucedió en primer lugar”.
Taehyung asintió con la cabeza. ¿Era por eso que la tía
Jiwoo parecía tan horrorizada cuando bailaba con el
extraño? Su tripa retorcida le dijo lo contrario.
“Pero la tía Jiwoo mencionó que deseaba poder llamar la
atención de Su Majestad”, señaló. Había un agujero en la
historia de Yugyeom que no tenía sentido.
“Por mucho que la tía Jiwoo desprecie a los vampiros, no
diría algo tan extraño”, agregó Taehyung.
La tía Jiwoo era solo una dura persona que criticaba. Eso
era todo. Ella criticaba cada cosa que hacía Taehyung. Lo
mismo ocurría con cualquier otra persona.
A Taehyung le gustaría creer que era por amor. Las
personas que se preocupaban por los demás tendían a
mostrar su preocupación de alguna manera. La intención
de la tía Jiwoo estaba en el lugar correcto, pero sus
acciones no.
“Ojalá pudiera leer la mente, Taehyung”, articuló
pacientemente, como si explicara un tema simple a un niño
pequeño. “Pero yo no soy una alimaña—”
“Vampiro,” corrigió. “No los insultes…”
Yugyeom reprimió una burla. Eran monstruos. Demonios,
incluso. ¿Por qué era tan amable con la raza que restringía
a los humanos? ¿No se dio cuenta de las circunstancias en
las que se encontraba?
“Bichos, vampiros, lo mismo”, afirmó. “El punto es que
no puedo leer lo que está pensando Madame Jiwoo. Solo
puedo hacer conjeturas. Tendrías que preguntárselo tú
mismo”.
El menor frunció el ceño. “Sin embargo, los vampiros no
leen la mente. Solo hacen eso en las novelas de ficción”.
“Sabes lo que quise decir”, murmuró Yugyeom. “Si
quieres saber, tendrías que preguntarle a la señora Jiwoo”.
Ese era el problema. Taehyung no podía preguntarle a la
tía Jiwoo. La mujer mayor solo insistiría en encontrar un
pretendiente. Era una charla tras otra. Si no se trata de la
comida que se consume, se trata de la postura de
Taehyung. Esto y aquello. A veces era abrumador y lo
lastimaba inmensamente.
A los ojos de la tía Jiwoo, todo lo que hacía Taehyung era
incorrecto.
Taehyung tenía la piel gruesa, pero se adelgazó cuando
los familiares le lanzaron insultos. A él le importaban sus
opiniones. Al final, él siempre se vio afectado por sus
comentarios.
“No importa entonces”, respondió el menor.
Preferiría dejar el tema antes que acercarse a la tía
Jiwoo. Además, su estómago rugía y Taehyung se ponía más
gruñón por momentos. Estaba muerto de hambre, pero no
podía comer.
Sin decir palabra, pasó junto a su guardaespaldas y se
dirigió directamente a su habitación. Estaba enojado
porque él lo estaba tratando como a un niño pequeño.
’Él sabe la respuesta’, pensó para sí mismo. ‘Estoy
seguro de que sí. ¿Por qué si no intentaría cambiar de tema
esta noche?’ Se preguntó.
Era extraño.
Y ni en sus sueños más locos Taehyung esperaría la
verdad.

DIA Y NOCHE
Palacio Jeon.
“Su Majestad”, comenzó Joongki. “El chico con el que
bailaste podría ser… ¡mmf!” Yoongi le tapó la boca a su
hermano con una mano.
“¿Qué acabas de decir?” reflexionó el Rey. Una sonrisa
inusual descansaba sobre sus labios carnosos. Su
semblante estaba increíblemente tranquilo. Estaba en su
naturaleza mantener la compostura. El mundo podría estar
en caos y él mantendría el control de sus emociones.
“Nada”, interrumpió bruscamente Yoongi a su hermano
menor. “Creo que Joongki bebió algo raro en el baile”,
agregó apresuradamente.
Joongki se quedó boquiabierto ante el… ¿qué era ahora?
¿Décimo? ¿Undécimo? ¡¿Vigésimo?! ¡Insulto de la noche!
Joongki apartó la mano de su hermano. “Estoy
perfectamente sobrio, eres tú quien está completamente
borracho”, le susurró a su gemelo.
Dios mío, por eso la gente lo llamaba el más guapo.
Joongki nunca tuvo sus bragas torcidas, o un ceño fruncido
en su rostro. A diferencia del aguafiestas del baile, Yoongi,
que estaba frunciendo el ceño o fulminando con la mirada.
No había término medio.
“Quise decir lo que dije, Su Majestad”, reiteró Joongki.
Abrió la boca para decir más, pero una mano se la tapó.
Casi vomitó en el acto.
“Está mentalmente loco, Su Majestad”, gruñó Yoongi.
“Déjame llevarlo al médico y prescribirle un medicamento”.
El Rey dejó escapar una pequeña burla. Dos tontos muy
estúpidos discutían frente a él. Bueno, tan tonto como el
genio de la nación podría llegar a ser. Yoongi,
precisamente. Dios sabe qué Joongki se durmió
milagrosamente en todas sus pruebas antes de que pudiera
demostrar su potencial.
“Solo digo, el chico con el que bailaste ¡mmph!” Joongki
gritó en la mano de su hermano mayor con el rostro
enrojecido.
Joongki acababa de escapar del agarre insoportable, solo
para verse obligado a hacerlo nuevamente.
“¿Me dejarás?” siseó. Podría desaparecer al otro lado de
la habitación en un abrir y cerrar de ojos, pero la velocidad
inhumana sería inútil con Yoongi. Aunque no todos los
vampiros tenían este privilegio.
El poder y la fuerza de un Vampiro disminuían cuanto
más su sangre se enturbiaba con la impureza. No había
muchos Pura Raza en el mundo que aún poseyeran la
magia de sus ancestros. Bueno, tan lejos como podrían
estar sus antepasados, considerando que los Pura Raza
nunca murieron por causas naturales.
“Yo lo diré”, espetó Yoongi a su hermano. De esa manera,
podría explicar el escandaloso proceso de pensamiento de
su hermano.
A veces, Yoongi deseaba que su madre se hubiera
detenido con él. ¿Por qué la naturaleza siguió su curso y le
concedió un segundo hijo?
El rey bebió tranquilamente su vino de una copa de
cristal. A pesar de no tener sensibilidad a la luz, prefería
que estuviera apagada. Con las amplias ventanas de la
habitación y el pálido brillo de la luz de la luna en la
oscuridad, de todos modos no lo necesitaba.
El rey disfrutaba de la soledad. Era reconfortante. Las
sombras eran su dominio y reino. Dominaba la oscuridad
con gran facilidad, cuando otros Puras Razas luchaban sólo
para hacer que las sombras se movieran. Tal vez por eso se
le dio el molesto título de Rey.
Cuando los vampiros ganaron la guerra hace un siglo, él
lo dirigía. Se unió al ejército por puro aburrimiento.
Inesperadamente, subió de rango, lideró la espantosa
batalla y se le otorgó un trono prestigioso.
“El tonto del pueblo a mi lado”, escupió Yoongi, “Cree
que el chico con el que estabas bailando es la Rosa Dorada
de la profecía”.
El rey tomó un sorbo de vino. La dulzura de la antigua
bebida bailó sobre su lengua y se lamió los colmillos. No
era tan dulce como su pequeño cervatillo. ¡Qué cosa tan
encantador era él!
“Sin embargo, él piensa que cualquier chico o chica con
cabello rubio llamativo y ojos verdes es la Rosa Dorada”,
recordó Yoongi. “Como la última vez que pensó que la
nueva sirvienta del palacio era la chica de la profecía”.
“¡Eso es porque su nombre era literalmente Rosie y
coincidía con la descripción!” Joongki gritó.
Yoongi suspiró profundamente. A veces, incluso él creía
que el favoritismo le dio a Joongki la posición que tiene
ahora. ¿Cómo podía ser tan… tan… indudablemente
estúpido el consejero de Su Majestad?
“La profecía es una completa mentira”, habló Yoongi
inexpresivamente. “Cada década, el supervisor murmura lo
mismo. Se supone que la Rosa Dorada aparece en luna
llena en el décimo mes del año. Hemos estado intentándolo
durante cinco décadas y todavía no ha aparecido”.
Yoongi apretó los labios. “La temporada de baile de tres
días es una pérdida de dinero y tiempo”.
Joongki se quejó. “No es que Su Majestad carezca de los
fondos para organizar bailes por el resto de la eternidad”.
Yoongi lanzó a su hermano una mirada aterradora. Sus
ojos color burdeos brillaban con malicia. Si pudiera
retroceder el tiempo y deshacerse de este cachorrito, lo
haría. Pero había pasado un siglo y medio desde que nació
este tonto. No serviría de nada deshacerse de su amado
hermano, sin importar lo tonto que fuera.
“Por mucho que disfruto ver a dos tontos muy estúpidos
discutir frente a mí, me entretendré con alguien más”, dijo
finalmente el Rey arrastrando las palabras.
Su voz era baja y suave, como el licor que le gustaba. Su
presencia era tan embriagadora como el alcohol. Estaba
seguro de sus propios encantos.
“Su Majestad”, enfatizó Yoongi. “Por lo menos, dinos a
dónde vas. No necesitas mi protección, pero tengo el deber
de mantenerte a salvo”.
Su Majestad se levantó de la silla dorada con asiento de
terciopelo rojo. Su mano rozó lánguidamente los bordes del
escritorio. Tocó el fino oro que yacía sobre la superficie
plana.
“Es justo como dijiste”, artículo el Rey con indiferencia.
“Estaré bien.”
Yoongi abrió la boca para protestar y la cerró con fuerza.
Había parpadeado una vez y el Rey se había ido. Se abrió
una ventana. El viento aullaba, sus garras tiraron de las
cortinas de muselina que revoloteaban débilmente contra
él.
“Se fue como el viento”, felicitó Joongki.
“Podemos intentar alcanzarlo”, sugirió Yoongi.
“Sabes que eso es imposible. Puede que seamos pura
sangre, pero Su Majestad sobresale en todo”, refutó.
Joongki deseó estar mintiendo. Pero era cierto. Su
Majestad era un hombre que podía dar una conferencia
sobre teorías de la física, suturar una herida, domar una
bestia, y la lista continuaba. Y lo haría en la mitad del
tiempo que un verdadero experto.
Solo había tres Pura Raza en toda la tierra que podrían
rivalizar con el Monarca Jeon. Todos los demás eran
comparaciones aburridas.
“Y ni siquiera pienses en seguir ninguna pista posible. Él
nunca deja rastro”, mencionó Joongki apresuradamente.
Yoongi suspiró de nuevo. A este ritmo, su cabello se iba a
poner blanco. A pesar de su cabeza llena de cabello negro
como la tinta y su incapacidad para envejecer, sería
imposible encanecer de forma natural. Se estresaba
demasiado sin razón aparente y sería enteramente su
culpa.
“Ahora, tenemos que ir y finalizar los preparativos de
mañana”, anunció Joongki. Finalmente estaba siendo el
responsable. Era divertido bromear en presencia de Su
Majestad.
“Ugh, dejaré los adornos y la diversión a tu discreción”,
replicó Yoongi.
Yoongi hizo un gesto con la mano y se dirigió a la puerta.
Las decoraciones y tareas misceláneas como esa no eran su
especialidad. Era el pasatiempo de Joongki, ya que poseía
la paciencia de un santo. Era difícil creer que salieron del
mismo útero.
Si no fuera por sus rasgos parecidos, la gente pensaría
que son simplemente amigos cercanos.
Independientemente de haber nacido con menos de diez
minutos de diferencia, Yoongi y Joongki no tenían
personalidades idénticas. El primero tenía el encanto de un
estricto instructor y el segundo tenía el carisma de un
compañero de escuela juguetón.
“Tal como dijo Su Majestad” gruñó Yoongi, “Somos
diferentes, como el día y la noche”.
Yoongi deseaba saber dónde estaba el rey día y noche.
Tratar de encontrar al hombre astuto era como tratar de
encontrar flores en invierno. Era una tarea que ya no se
molestaba en intentar.
Esta noche en particular, aprendería a arrepentirse de
sus acciones.

NOCHE DE INSOMNIO
En la oscuridad de la noche, cuando los ratones dormían
y el mundo estaba en silencio, se produjo una tranquila
perturbación. Las puertas de la inquietantemente gran
habitación de Taehyung se abrieron con un crujido. Una
figura caminó de puntillas hacia su figura inmóvil.
La luna gris no estaba a la vista, una espesa niebla había
cubierto su brillo deslumbrante. Yugyeom no necesitaba la
luz para ver. Nada iluminaba su camino, pero lo veía todo
con claridad. Una habilidad que los humanos no podrían
poseer, sin una gran y constante práctica.
“Taehyung”, Yugyeom saludó en un susurro silencioso.
Yugyeom estaba de pie junto al borde de su cama con
dosel. Las cortinas transparentes estaban corridas y
parecía un príncipe de un cuento de hadas. Sus manos
estaban obedientemente entrelazadas sobre su pecho. Las
mantas estaban recogidas hasta la clavícula, dejando al
descubierto su cuello delicadamente acaramelado.
Al no recibir respuesta de él, Yugyeom se inclinó. Él le
acarició la oreja y susurró: “Tengo tarta de merengue de
limón”.
Nada. Ni siquiera una inquietud.
Sus labios se curvaron en una sonrisa satisfecha. La
historia no se repetiría. Yugyeom estaba seguro de ello. Él
estaría furioso si el menor se escapaba de nuevo. El
incidente ya ocurrió hace unos días. Desde entonces, él
había estado yendo a su habitación por la noche para
asegurarse de que estuviera completamente dormido.
Taehyung era recatado, pero sorprendentemente audaz.
No tenía sentido. Todo su coraje estaba fuera de lugar, al
igual que su compasión.
“Buenas noches, Taehyung. Duerme bien”, la voz de
Yugyeom era más baja que un tarareo. Pronunció sus
palabras como una oración silenciosa, realmente esperando
que él durmiera cómodamente.
Las pesadillas abundaban y el menor solo podía culpar a
su infancia traumática. A veces, el menor tomaba su mano
toda la noche, hasta que finalmente se dormía. Hubo
momentos en que éste fue lo suficientemente audaz como
para pedirle que se acostara con él, pero no sexualmente,
por supuesto.
Sin otra palabra, Yugyeom se retiró en silencio a la
oscuridad. Contó cada paso, asegurándose de no caminar
demasiado rápido. La razón principal era que no quería
despertarlo, y que éste se levante sobresaltado. Gritaría
con horror.
Yugyeom le lanzó una última mirada. En la oscuridad
total de su habitación, permaneció en la misma posición
que antes. Soltó un pequeño suspiro de alivio.
No hubo terrores nocturnos esta noche.
Desafortunadamente para él, el terror sólo comenzaría
después de que se fuera.
Una vez que Yugyeom se fue, los ojos de Taehyung se
abrieron de golpe. Este mal hábito de Yugyeom había
estado ocurriendo con demasiada frecuencia ahora. Mintió
completamente despierto en su cama, inmóvil por unos
segundos más.
Taehyung conocía bien a Yugyeom. Probablemente
estaba parado afuera de la puerta, esperando que él hiciera
un ruido.
Era impresionante lo anormalmente sensibles que eran
los cinco sentidos de Yugyeom. Podía oír caer un alfiler en
una multitud. Podía ver en la oscuridad y navegar a través
de la finca como una criatura de la noche.
Taehyung no se sorprendió.
‘Se entrenó muy duro para este puesto’, pensó para sí
mismo.
Taehyung recordó un grato recuerdo de su juventud.
Estaba leyendo un libro junto al gran balcón de la finca de
sus padres. En la distancia cercana estaba un joven
Yugyeom, practicando diligentemente solo. Estaba
completamente en la soledad y pensó que nadie podría
verlo a través de los densos árboles.
El sol estaba suave y el viento era amable. El clima era
asombroso ese día, mientras Yugyeom practicaba el arco y
la flecha. Disparó a pequeñas criaturas en el bosque, pero
su puntería siempre estaba equivocada. Siempre mordía a
los animales en una parte que no los mataría.
A Taehyung le gustaba creer que era porque tenía
demasiado miedo de lastimar a los seres vivos.
“Está bien, no más tonterías”, decidió Taehyung. Se
sentó en la cama y se arregló la ropa. Echó un vistazo a la
parte inferior de la puerta, donde la luz se filtraba. Notó
que Yugyeom se había ido y que no había ninguna sombra
junto a la puerta.
Miró de izquierda a derecha. Como un pequeño ladrón,
salió de puntillas de la cama. Apresuradamente, saltó su
camino hacia la gran estantería en el otro extremo de la
habitación. Sacó al azar un libro de la fila del medio.
“¡Ay!” siseó después de tropezar con una silla, se había
golpeado el dedo chiquito del pie.
Taehyung saltó sobre una pierna y reprimió un gemido
de dolor. Una vez que pasó, se apresuró a volver a la cama
como un ángel perseguido por demonios.
Tiró con entusiasmo las mantas sobre sus piernas y
apoyó la almohada. Ahora que estaba en una posición
cómoda, alcanzó ciegamente la mesita de noche.
“Tengo que pedirle a la tía Jiwoo que me devuelva la luz
de noche…”, se quejó.
Finalmente, sus dedos rozaron el tacto suave y familiar
de su mesita de noche blanca. Su mano agarró al azar una
manija y tiró del cajón para abrirlo. Era astuto y silencioso,
cuidaba de no despertar a nadie.
Las paredes eran increíblemente delgadas. Aunque no
había nadie en las habitaciones de al lado, siempre había
un guardia patrullando los pasillos.
“¡Lo tengo!” Chilló en un susurro, sacando una
herramienta del largo de su mano.
Taehyung lo colocó vertiginosamente sobre el suave
colchón. Se reacomodó en una posición cómoda. Una vez
instalado, sostuvo la linterna en una mano y el libro en la
otra.
Iba a ser otra noche de insomnio.
El Rey lo observó desde fuera de la ventana. Él era un
tonto. Quizás, incluso más que Joongki. ¿Quién diablos lo
dejó dormir así de inseguro? La ventana alta dejaba poca o
ninguna imaginación. Podía aterrizar en el balcón que
conducía a su habitación y secuestrarlo allí mismo.
Sus ojos se entrecerraron. Era un pensamiento tentador.
“Debería matar a ese hombre”, señaló el Rey para sí
mismo.
Sería una pena que un simple humano le robara su
presa. Se escuchó un crujido silencioso. Había agarrado al
pobre árbol con demasiada fuerza. Ahora, habría una grieta
en el árbol. Seguramente, este patético árbol tendría ramas
más fuertes.
Su mal humor empeoraría si la rama debajo de sus pies
se rompiera. Alertaría a todos. Como a su pequeño
Taehyung, quién era completamente ajeno al acosador
fuera de su ventana.
“¿Cómo es que él es tan denso?” murmuró.
Miró hacia el cielo, deseando paciencia. Podía ver todo
en su habitación, como si la luz estuviera encendida. Pero
no lo estaba.
Notó el aburrido cielo nocturno y los densos árboles.
¿Era por eso que la ventana daba a la cama? ¿Para poder
sentarse en su cama y observar las maravillas que la
naturaleza tenía para ofrecer?
La tonta acción quedaría completamente con su moral.
El menor era del tipo ingenuo. Él lo sabía mejor.
Especialmente cuando miró fijamente sus ojos rojos
sangrientos y tuvo el descaro de seguir mirando.
“¿Eso es un juguete sexual?” Entrecerró los ojos.
Tenía una cosa cilíndrica en la mano. Y por lo rápido que
corrió a su cama con un libro, sólo podía suponer que
estaba leyendo literatura erótica. ¿Por qué leerlo cuando
puede experimentarlo?
“Es hora de hacer mi gran entrada”, reflexionó.
Dio un solo paso antes de congelarse. La luz salió de su
juguete. Para su total decepción, no era una herramienta
para el placer. Era una linterna. ¿Qué estaba haciendo él?
Hizo una pausa para observarlo por un rato más. Había
pasado un poco más de una década desde que había hecho
esto.
En aquel entonces, el rubio era un niño estúpido que
caminaba detrás de un demonio. En qué mundo tan sereno
creció. Para no temer a las criaturas que podían partirle su
hermoso y bonito cuello, succionarlo hasta dejarlo seco
contra una pared y desecharlo sin dudarlo… El rubio había
sido ignorante desde que nació.
“Pero los tiempos han cambiado, ¿no?” especuló.
Quince años para ser exactos. Había contado cada
minuto, día y semana por sí mismo. La paciencia era una
virtud que poseía milagrosamente. Contó cada día hasta su
próxima interacción. La próxima vez que el bonito rubio
estuviera en su dominio, no lo dejaría escapar.
Kim Taehyung Rose le pertenecía. Siempre lo ha hecho y
siempre lo hará. Ahora, su presa había alcanzado la
mayoría de edad espléndidamente. Era hora de que el
príncipe regresara a su castillo de cristal.

TERRIBLE
Taehyung abrió lentamente el libro. Últimamente, la tía
Jiwoo le había prohibido leer en la cama, ya que necesitaba
su “sueño reparador”. Sin embargo, ninguna cantidad de
descanso podría cambiar la mirada sombría de Taehyung.
“Veamos… ¿dónde lo dejé?” había seleccionado al azar
un libro de los estantes. Habría sido mucho más inteligente
si hubiera usado la linterna primero, antes de elegir entre
su enorme colección.
“Demasiado tarde para arrepentirme ahora”, murmuró.
Taehyung revisó dos veces la portada. “El ascenso del
doncel heredero”, murmuró.
Parpadeando con curiosidad, recordó que era una
bibliografía histórica de siglos y siglos atrás. A juzgar por el
grosor de la novela, no era la versión resumida.
“¡Oh, lo encontré!” El cambio de página de Taehyung
finalmente se había detenido. Su marcador estaba clavado
en el centro de las páginas, los delgados contornos de su
separador de metal representaban un ave fénix altísima con
una cola larga y plumosa.
“Pequeño cervatillo…” Taehyung entrecerró los ojos ante
el apodo familiar. En la novela, el apodo se intercambió de
un Comandante al héroe.
“Ja, tanto por la originalidad”, se burló Taehyung. Aquí
estaba él, pensando que el misterioso extraño le había dado
un apodo único pero interesante.
Con un encogimiento de hombros, continuó leyendo.
Finalmente, el tiempo se aceleró. Estaba completamente
inmerso en las páginas detalladas de la bibliografía,
completamente inconsciente de los ojos fuera de su
ventana.
Continuó observándolo. Estaba inmóvil en la cama y
absorto en lo que fuera que tenía su atención. ¿No le dolía
su bonito cuello? Llevaba un tiempo doblado. Quizás a él no
le importaba el dolor, o tenía un cuerpo más fuerte de lo
que esperaba.
Observó su silueta. Su figura era de buena altura, la
forma esbelta de su cuerpo estaba oculto con un camisón
largo y ancho. Había visto su cuerpo desnudo antes.
Conocía las curvas de su cintura cuando se ensanchaba en
amplias caderas para que él se agarrara.
Sin saberlo, su nuez de Adán se movió hacia arriba y
hacia abajo. Sacó un instinto primario de su interior. Era
absolutamente innecesario, considerando que el menor solo
estaba leyendo. Pero sus rodillas estaban dobladas hacia
arriba y su camisón suelto se deslizaba hacia abajo,
revelando un exquisito hombro y sus deliciosas clavículas.
Como era de esperar, las marcas se habían desvanecido.
Realmente disfrutó de su piel suave y de lo rápido que se
adaptó a sus mordidas de amor, o el momento en que
ilustró un profundo rubor en su torso.
“Parezco un maldito asqueroso”, se maldijo a sí mismo.
Era mucho más consciente de sí mismo de lo que la
gente esperaba. Al poseer una gran cualidad,
especialmente como líder de una nación enorme,
necesitaba ser consciente de sus defectos, por pequeños
que fueran.
Ahora sería un buen momento para molestarlo.
Los labios del hombre se abrieron en una sonrisa lenta y
sensual. El menor todavía estaba distraído con la lectura,
pero él estaba preocupado por su cuello. Era largo y
delicado. Con un movimiento de su muñeca, podría
retorcerlo. Sus manos ansiaban agarrarlo por el cuello y
acercarlo más a él.
“Me estoy comportando como un chico puberto en celo”,
murmuró con un irritado movimiento de cabeza.
Volvió a centrar su atención en él. El menor se mordió el
labio inferior, sus cejas se juntaron en concentración.
Podría haber un tornado afuera y éste no sería consciente
de su destrucción.
El hombre consultó su reloj. Era bien entrada la noche y
la mañana se acercaba rápidamente. Lo había estado
observando durante al menos una hora o dos. Los gemelos
deben haber estado montando un infierno en el palacio
buscándolo.
No podría importarle menos.
Ahora que la presencia del doncel se mostró a la alta
sociedad de vampiros, habría personas que lo atacarían. No
estaba preocupado por los humanos, especialmente con ese
horrible bastardo cerniéndose sobre él. Eran los vampiros
los que le importaban al Rey.
A estas alturas, deberían saber que Taehyung estaba
fuera de los límites.
Justo cuando su mirada se desplazó hacia el rubio, se
puso rígido. Mirándolo directamente había un par de
brillantes ojos esmeralda.
Taehyung decidió que fue suficiente por esta noche.
Había leído algunos capítulos y finalmente estaba un poco
soñoliento. Tenía la tonta costumbre de leer antes de
acostarse. Desafortunadamente, ese era el único método
que lo adormecía con éxito. Momentos como este le
recordaban cuando sus padres solían leerle cuentos antes
de dormir.
De niño, siempre tenía extraños sueños de un pasillo
oscuro, sus pies descalzos resonando sobre el mármol.
Había enormes ventanas a la izquierda y ni una sola alma a
la vista. A pesar de lo desalentador que era el pasillo, el
pequeño Taehyung no estaba asustado.
Sin embargo, sus padres estaban preocupados. Así, que
le leían para que durmiera.
“Papá se habría burlado de este tipo de libro”, contempló
Taehyung. Su padre, Soohyun, no era fanático de las
novelas históricas. Sin embargo, a su madre, Yeji, le
hubiera encantado. Su madre disfrutaba más de este
género y fue la razón por la que Taehyung se había
enamorado de los libros.
Taehyung alumbró con la linterna el reloj colgante del
otro lado de la habitación. Pronto, el sol saldría y la luna se
iría a dormir.
“Mañana hay otro baile espantoso”, suspiró
pensativamente.
Cerró el libro con una mano. Estaba preparado para
apagar la linterna. Es decir, hasta que algo le llamó la
atención en su visión periférica. Movió la barbilla a tiempo
para captar unos ojos rojos y brillantes.
Su corazón cayó a su estómago. ¿Era eso… era eso un
vampiro?
El aliento fue sacado de su pecho. Buscó a tientas apagar
la linterna, sus dedos temblaban de miedo. Buscó
ciegamente el botón de pánico ubicado al lado de su cama.
Sostenerlo durante tres segundos sería suficiente para
notificar a Yugyeom.
“¿Q-quién…?” tropezó con sus palabras, sus nervios se
dispararon.
Su corazón latía más rápido que un coche a toda
velocidad en una carretera. Latía fuertemente en sus oídos,
mientras la sangre subía a su cabeza. Estaba aterrorizado.
A juzgar por la silueta alta y la constitución robusta, de
hecho era un vampiro.
Él lo estaba mirando.
Estaba seguro de ello. Sus ojos se habían encontrado.
Y antes de que pudiera parpadear, el hombre estaba
junto a la ventana de su balcón.
Taehyung siguió buscando el botón. Sus piernas estaban
entumecidas por la angustia. Su adrenalina se disparó,
pero en lugar de luchar o huir, su cuerpo simplemente se
congeló. Quien dijo que solo había dos opciones para
reaccionar era un mentiroso.
Afortunadamente, las ventanas siempre estaban
cerradas.
Toc. Toc.
Taehyung dejó escapar un grito de horror bajó, con la
esperanza de que al menos alertara al guardia que
patrullaba fuera de su habitación. Los Kang no eran tan
ricos, por lo tanto, sólo podían permitirse un protector para
pasear por los pasillos.
“¿Taehyung?”
Todo el cuerpo del menor se tensó. Esa voz estaba
ligeramente apagada, pero reconoció el humor. Eso, y la
forma en que su nombre salió sin esfuerzo de su lengua.
“Sé un amor y déjame entrar, Taehyung”, lo engatusó.
El doncel no estaba seguro de qué hacer. Su dedo
finalmente había encontrado el botón de pánico. Invitar a
entrar al extraño familiar o llamar a Yugyeom… ¿Cuál
debería elegir?
Como dije en Ig. Sé que esto les dejara muchas
preguntas pero a medida que avanza la historia se
responderán todas sus preguntas ^^
—Ig: lovetaejeon
4. III

ERES HORRIBLE
Taehyung decidió no presionar el botón. El hombre era
un vampiro. A juzgar por lo vibrantemente rojos que eran
sus ojos, sin duda era un Pura Raza. Cuanto más
prominente es el rojo, más poderoso era. No quería un
baño de sangre.
Yugyeom se lastimaría. Peor aún, habría un alboroto. Si
la tía Jiwoo se despertara y encontrara no a uno, sino a dos
hombres en su habitación, sería desastroso. Sin duda, el
vizconde Kang lo echaría a patadas a la calle.
Independientemente de cuánto tiempo había pasado
desde la era medieval, Taehyung era de alta cuna. Su
reputación en el cerrado círculo de aristócratas era vital. Si
se corriera la voz sobre el incidente, nadie lo querría.
“¿Qué tan bueno sería eso?” murmuró para sí mismo.
No más corsés restrictivos. Ningún marido a quien
obedecer. Ninguna perturbación en su vida.
“Sí, sería fantástico si te abrieras”, reflexionó.
Taehyung se llevó una mano a la boca y se arrepintió al
instante de sus palabras. Debió haber pensado que se
refería a… oh, no importa.
“E-es medianoche”, dijo lentamente. Al ver que él podía
escuchar sus palabras, a pesar de estar a unos metros de
distancia, solo pudo concluir que tenía una audición
impecable. Otra cualidad más de un Pura Raza.
¿En qué tipo de problema se había metido? Se había
rebelado al escapar una noche de la finca, una sola vez. Y
ahora, una montaña de problemas yacía ante él.
“Y yo soy un doncel”, mencionó.
“¿En serio? No me había dado cuenta”, respondió
sardónicamente. “Pensaría por tus bonitos rasgos y tu
esbelta silueta que no”.
Taehyung instantáneamente frunció el ceño. Él era tan…
tan… luchó por encontrar las palabras adecuadas para él.
¿Encontraba entretenido molestarlo así?
“Oh, cielos, parece que te he ofendido”, señaló.
“N-no suenas como si te disculparas”, tartamudeó
Taehyung.
Se mordió la lengua. ¿Cuándo se desharía finalmente de
este hábito suyo? Siempre salía cuando quería decir algo
impactante. El tartamudeo le dificultaba parecer seguro.
Fue exactamente por eso que el Vizconde Kang lo
ridiculiza.
“¿Debería disculparme?” él ofreció. “¿Eso te hará feliz?”
El ceño de Taehyung se profundizó. Sus cejas se juntaron
con disgusto. “¿V-viniste a mi ventana como un acosador
solo para i-intimidarme?”
“No, vine a verte dormir”.
Decir que estaba sorprendido era quedarse corto.
Esperaba que estuviera bromeando. Rogó a los altos cielos
que él estaba bromeando.
Luego, sus labios se abrieron en una gran sonrisa,
revelando dientes blancos como perlas. Era cegador en la
oscuridad y captó el destello de sus afilados colmillos
retraídos. Leyó que los colmillos solían ser más largos,
aproximadamente la mitad de un dedo meñique, pero los
vampiros podían acortarlos según sus preferencias.
“Era una broma, cariño”.
Taehyung hizo una mueca en respuesta. Tiró de la manta
más cerca. Una de sus manos estaba agarrando con fuerza
el colchón, con la esperanza de ocultar su ansiedad.
“Aw, no me mires así”, susurró. “No pretendo hacer daño,
de verdad.”
Taehyung siguió mirándolo como un loco asesino. Era
realmente un idiota. Había un hombre extraño afuera de su
ventana y estaba teniendo una conversación con él, en
lugar de llamar a su guardaespaldas. ¿Estaba loco?
Justo cuando se debatía si presionar el botón de nuevo, él
habló.
“Por supuesto, a menos que disfrutes del dolor, esa es
una historia diferente”.
“¡I-insolente!” regañó.
Dejó escapar una risa fría y nítida. El menor saltó. Su
pobre corazón no podía asustarse más. El sonido le hizo
cosquillas en el estómago.
“Tú eres el insolente, querido”, bromeó.
“¿De qué estás hablando?”.
Él señaló con su barbilla hacia su dirección. Tae miró
hacia abajo, confundido en cuanto a lo que él podría querer
decir.
“¿A quién planeabas seducir con ese atuendo?”
Taehyung se sobresaltó. En su concentración por
terminar de leer, no se dio cuenta de que su camisón suelto
se había resbalado drásticamente sobre un hombro. Debió
haber ocurrido cuando se estaba acomodando en una
posición más cómoda.
Sin decir una sola palabra, se arregló rápidamente el
camisón. No se disculpó por la mala conducta. Él era el que
se escabullía al balcón de un doncel a horas inoportunas de
la noche.
¿Quién se creía que era? ¿Romeo cortejando a Julieta?
“Deberías irte”, le aconsejó.
Taehyung estaba agradecido de haber dejado de
tartamudear un poco. Por una vez, pudo aprovechar su rara
confianza.
Su sonrisa se ensanchó. “¿Es eso lo que deseas?”
Rápidamente asintió con la cabeza.
“Lástima que no soy un hada que concede deseos”.
Taehyung lo miró boquiabierto. Nunca había conocido a
un hombre tan desvergonzado. Bien. Iba a pulsar el botón.
“Lo mataré.”
La columna vertebral del menor se puso rígida. Asumió
que estaba bromeando. Su sonrisa inquebrantable todavía
estaba presente.
“¿Es tu pareja?”
Taehyung retrocedió ante su pregunta. “S-si crees que
este comportamiento tuyo cortejará a alguien, estás
terriblemente equivocado”.
Su sonrisa cayó.
Al ver que el menor estaba profundamente afectado por
sus palabras, decidió retroceder. Aunque, era una pregunta
genuina. Pero sus ojos habían bajado y estaba visiblemente
molesto. Anteriormente, solo estaba desconcertado e
irritado. Ahora, el menor era reservado e infeliz.
“Perdóname”, dijo de inmediato.
“Incluso tu disculpa es terrible”, lo reprendió.
El hombre ladeó la cabeza. ¿Disculpa? Rara vez pedía
perdón. Y nunca lo había dicho antes.
“Solo vete… por favor.”
“Evitaste mi pregunta”.
“No estoy obligado a responder a un extraño ofensivo
fuera de la ventana de mi dormitorio”.
Él sonrió. Al menos tuvo la decencia de ser consciente de
su situación. Por fin, había recuperado la voz. Sonaba más
valiente que antes. Hubiera apreciado que el rubio tuviera
la misma determinación sin provocación.
“Estoy herido”, dijo arrastrando las palabras.
Taehyung lo miró hoscamente a través de sus largas
pestañas. Arrugas formadas en su frente. El hombre ahogó
una risa. El menor estaba haciendo todo lo posible para
parecer severo y enojado. Era adorable.
“Vine hasta aquí para devolver algo que dejaste caer, ¿y
me estás echando así?”.
El menor lo miró con aprensión. Su silencio nunca le
molestó. Sabía de su naturaleza. Al menos no le tenía
miedo. De acuerdo, no siempre fue así.
“Mira”, reveló su mano.
Un fino collar colgaba entre sus dedos. Era un collar
apropiado para un chico hermoso. Lo había visto usarlo
antes. Le sentaba bien. Concretamente la pequeña rosa
atrapada en una gota de cristal.
Él estaría absolutamente anonadado si el rubio no fuera
la Rosa Dorada. Todo apuntaba en su dirección. Llamativo
cabello rubio, lujosos ojos verdes y su apellido materno…
Tenía que ser él.
Él no lo tendría de otra manera.
“Dónde…” se tocó el cuello, sus delgados dedos rozaron
su clavícula vacía.
“N-no puedo verlo correctamente, ¿puedes sostenerlo a
la luz de la luna?”
Él arqueó una ceja. “¿No confías en mí, cariño?”
“No.”
“Buen chico.”
El doncel tragó saliva.
El otro se rió.
“Ven y tómalo, cervatillo. Yo no muerdo”.
Kim entrecerró los ojos.
“Sólo un poco”, corrigió.
“E-eres horrible para tranquilizar a la gente”.
“Y eres fantástico para herir mi orgullo”.
“¿En verdad?”
“No.”
Tae lo miró.
La sonrisa contraria se ensanchó.
“No te haré daño, mi dulce Taehyung”. Él le hizo señas
con la mano. El otro siguió mirándolo.
Al ver su gran renuencia, se encogió de hombros. “Está
bien entonces”, dijo él y el menor inquisitivamente inclinó
la barbilla.
“Te concederé tu deseo”. Girando sobre sus talones,
caminó hacia la barandilla del balcón.
Reprimió su risa cuando escuchó el repiqueteo de sus
bonitos pies en el suelo. Estaba angustiado, corriendo hacia
la ventana. Fingió no escuchar lo lindo que sonaba.
Justo cuando escuchó el clic de la ventana al abrirse,
saltó por el balcón. El rubio lanzó un pequeño chillido de
horror. Como se esperaba. Era una caída de cinco pisos.
“¡V-Vuelve!”, susurró frenéticamente.
Él hizo oídos sordos. Silbando en voz baja, metió una
mano en su bolsillo y caminó por el pavimento cubierto de
hojas con facilidad. Su mano libre balanceó el collar al aire
entre sus dedos. Se aseguró de que el otro lo viera alejarse
con su preciada pertenencia.
Ahora, definitivamente lo recordaría.
Y tal como él lo había predicho, pronunció exactamente
lo que quería escuchar,
“¡Jungkook, por favor!”

SU PLAN
Taehyung entró en pánico. Salió corriendo de su
dormitorio, descalzo y todo.
El collar era precioso para él. Era el último regalo que le
habían hecho sus padres. Todavía podía recordar la suave
caricia de la mano de su madre cuando le colocó la joya
alrededor del cuello. Cuando se lo mostró emocionado a su
padre, él le dio unas cálidas palmaditas en la parte superior
de la cabeza.
Taehyung se devanó los sesos buscando algo que decir,
aparte de rogarle que se quedara. Y de repente, un nombre
le vino a la mente. Él le dijo su nombre. Había olvidado el
nombre hechizante hasta que se lo quitaron a la fuerza.
“¡Jungkook, por favor!”
Se detuvo.
Su corazón se disparó. Sonrió vacilante por encima de la
barandilla, esperando que él no fuera tan cruel.
Lentamente, se dio la vuelta, tomándose su dulce tiempo
para hacerlo, mientras giraba continuamente el collar en su
largo dedo índice.
El rubio tragó saliva.
El hombre había tocado partes íntimas de él con ese
dedo. Como su espalda baja cuando bailaban el vals, y su
mano mientras lo guiaba en la pista de baile.
“¿Por favor?” repitió, bajando la voz esta vez.
La habitación de la tía Jiwoo y el vizconde Kang estaba al
otro lado de su gran casa. Desafortunadamente, tenían el
sueño ligero y Taehyung no quería correr ningún riesgo. No
podía permitírselo.
En un abrir y cerrar de ojos, estaba frente a él de nuevo.
El aliento se le quedó atascado en la garganta. Dio un paso
atrás tímidamente, sus manos presionadas contra su pecho.
Estaba demasiado cerca para estar cómodo.
“Me ahuyentaste”, bromeó. “¿Y ahora quieres que
regrese?”
“F-fue solo una reacción natural. ¿Qué persona invitaría
a un extraño a su habitación?”
“Ah, ¿así que ahora soy un extraño? Aunque conozco bien
tu cuerpo”.
“¿Tienes que ser tan desvergonzado?”.
Su sonrisa se volvió amable. “No es ser desvergonzado.
Es ser honesto, cariño”.
Taehyung retrocedió aún más. Era bueno con sus
palabras, casi sonando manipulador. Era un hombre
encantador. Por supuesto, también poseía cualidades de un
psicópata en ciernes. Tal vez, él ya era uno.
Cuando lo miró a los ojos, teñidos como sangre recién
derramada, se le revolvió el estómago. Él lo miraba como
un pedazo de carne.
“Mi collar”, susurró. “Por favor.”
Jungkook levantó la mano a su lado. “¿Te refieres a esta
cosita?”
Rápidamente asintió.
“Ahora es mío.” Lo rodeó con los dedos.
Jungkook vio huir la esperanza de su rostro. Su labio
inferior tembló. Fue una vista entrañable. ¿Iba a llorar?
Dios, esperaba que no. No sabía lidiar demasiado bien con
las lágrimas.
“E-eres un gran matón y, y—”
“Aquí, querido”, levantó la mano con el collar hacia él.
Taehyung se animó instantáneamente. Se inclinó hacia
adelante. En cuestión de segundos, capturó su muñeca.
Esperaba que se rompiera con el impacto.
Sorprendentemente, su toque era delicado. Lo trató como
un cristal.
“No dije que podrías tenerlo”.
“Por favor, dámelo”, imploró. “Era mío en primer lugar”.
Jungkook notó su mirada infeliz. Su estado de ánimo
cambió rápidamente. El menor debe haber estado
reprimiendo muchas emociones en este momento.
“Como dije, ¿qué me darás a cambio?” inquirió.
“¿Mi agradecimiento?”
“¿Y por qué necesito algo tan inútil, querido Taehyung?”.
“Será útil en el futuro”, fanfarroneó.
“Suena como algo que diría un estafador”.
Taehyung se preguntó si el hombre era sádico. Jungkook
debe haber disfrutado atormentándolo.
No podía permanecer fuera mucho más tiempo. Estaba
helado. Su camisón no hizo nada para protegerlo de la
brisa nocturna y la temperatura había bajado aún más
cuando de repente apareció frente a él.
“N-no sé qué hice para justificar tu intimidación, pero me
disculparé por ello. Así que, por favor… ¿Me dejas en paz?”
pidió hoscamente.
Jungkook levantó una ceja divertido y la pequeña acción
lo hechizó en un segundo. Era tan guapo que no podía
apartar la mirada. No importa cuánto odio enconado había
en su corazón, él lo absorbió. En el crepúsculo de la noche,
era absolutamente impresionante.
“Mi querido Taehyung”, arrulló suavemente.
“Simplemente estoy jugando contigo”.
“Bueno, me duele”.
“¿En verdad?”
El menor asintió.
“Perdóname”, susurró suavemente.
Taehyung pensó que estaba bromeando con él otra vez.
Pero sus rasgos juguetones se habían transformado en
seriedad.
“T-tienes una forma extraña de decirme que lo sientes”,
murmuró. “Decir ‘perdóname’ es una disculpa demasiado
exigente”.
Él se rió. El sonido profundo y lujoso hizo que los dedos
de sus pies se curvaran. Incluso su risa era agradable a los
oídos. Era un brebaje peligroso. Suave pero sádico.
Jungkook podría tener a cualquiera en el mundo si
quisiera. Cuando un hombre se veía así, era natural que la
gente reaccionara ante él.
“Eso es porque no me estoy disculpando”.
Taehyung inmediatamente frunció el ceño. ¿Nadie le
enseñó modales? ¿Qué pasó con la etiqueta de un
caballero?
“¿No repasamos esta discusión antes?” le recordó.
El doncel estaba cansado de sus bromas. Empuñó su
camisón y dio un paso atrás. “Si vas a seguir bromeando
así, entonces buenas noches”.
“Taehyung—”
“Dije buenas noches”, cortó.
La sonrisa de Jungkook permaneció. Entonces, ¿su
pequeña presa tenía este lado? Estaba impresionado.
Taehyung no era tan recatado como lo retrataban.
Sin esperar su respuesta, giró sobre sus talones. Su
camisón giró con su acción, revoloteando en el viento
cuando regresó a su habitación. Sin perder el ritmo, se dio
la vuelta y cerró las ventanas.
Jungkook simplemente podría romperlos con un
movimiento rápido de sus dedos. Por su bien, no lo hizo.
Observó mientras el menor se precipitaba hacia su cama y
se metía en la seguridad de sus mantas. Como un niño
malhumorado, le dio la espalda. Encantadores rizos de
cabello dorado cayeron en la almohada, un delicioso aroma
siguió después de su salida.
Jungkook negó con la cabeza. No por decepción o ira,
sino por pura diversión. Era tan adorablemente lindo, que
quería exprimirlo hasta la muerte. Como su conversación
había llegado a un final inevitable, decidió irse.
Ahora que el menor había sido provocado, éste no
tendría más remedio que asistir al segundo día del baile.
Fue su plan todo el tiempo.
Una vez que pusiera un pie en su castillo, nunca
escaparía.

COMO QUIERAS
Taehyung tuvo una noche inquieta. Se las había
arreglado para quedarse dormido, solo para despertarse
sobresaltado nuevamente por sus terrores nocturnos. Esta
vez, en lugar de caminar por un pasillo oscuro, estaba
caminando entre ruinas.
Mármol desmenuzado estaba dondequiera que miraba, y
nubes de tormenta lo rodeaban. Era como si estuviera
caminando más allá del suelo y sobre los cielos. Todo
estaba bien, hasta que un trueno golpeó el suelo sobre el
que caminaba y apareció sangre en sus manos.
Aunque Taehyung estaba en el salón de baile, no podía
dejar de pensar en el sueño.
“¿Por qué la cara larga?” Cuestionó la tía Jiwoo con el
ceño fruncido. “Pareces exhausto. ¿Dormiste algo anoche?”
Taehyung asintió temblorosamente con la cabeza. Ya
estaban en el salón de baile, pero mirar el hermoso piso y
el paisaje le dio náuseas. ¿De qué se trataba ese extraño
sueño de esta mañana? Se había despertado con la cara
manchada de lágrimas, como si la visión de su sueño fuera
la cosa más deprimente del mundo.
“Sí, lo hice—”
“Entonces actúa como tal”, reprendió la tía Jiwoo. “Te
puse este hermoso atuendo color jade, así que lo mínimo
que puedes hacer es sonreír y encontrar un pretendiente”.
Junto a ellos, Yugyeom se puso rígido.
Taehyung volvió a asentir con cansancio. No podía
pensar con claridad con las manos sudorosas y el corazón
desbocado. Sintió la mirada inquisitiva de Yugyeom
perforando su cráneo. Él no dejaba de mirarlo
boquiabierto.
“¿Puedo… tomar un poco de aire fresco?” le preguntó
vacilante a su tía.
“¡No, absolutamente no!” Jiwoo siseó. Tiró de la muñeca
de su sobrino y se acercó. “Te dejé escapar ayer y te fuiste
toda la noche, desperdiciando tu costoso traje”.
Taehyung desvió la mirada de su tía. De fondo se
escuchaba música festiva que destilaba elegancia y
prestigio. Todos eran todo sonrisas y risas, mientras
intercambiaban conversaciones entre ellos, ya fuera sobre
su conglomerado o su alta posición en el mundo.
Toda esta alegría, y él era infeliz.
“No fui a ningún lado, estaba bailando con un hombre,
tía Jiwoo”, subrayó. No pudo contenerse más. “Ayer estuve
en la pista de baile con un Pura Raza. ¿No me viste?”
La tía Jiwoo retrocedió, estupefacta. “¿De qué estás
hablando, Taehyung? ¡No vi tal cosa!” ella susurró-gritó.
Sería problemático si la gente escuchara sus disputas.
Supondrían que Taehyung era una persona
desagradable. Ya era impopular entre los pretendientes.
Agregar otra marca a su lista no le haría ningún bien.
“Pero realmente estaba bailando—”
“Basta, no toleraré tus mentiras”, gruñó. “Te estuve
buscando toda la noche. Lo habría sabido si mi sobrino
estuviera en la pista de baile”.
Taehyung reprimió un gemido. Apartó la mirada,
obviamente irritado. ¿La tía Jiwoo despreciaba a los
vampiros hasta el punto de negarse a reconocer el baile?
De repente, se animó. ¡Había un testigo junto a él!
Rápidamente se giró hacia su guardaespaldas y amigo.
“Yugyeom, me viste bailar con ese hombre, ¿verdad?”.
Tenía fe en que él no mentiría. Nunca antes lo había hecho.
Confiaba en él con su vida por una razón.
“¿Yugyeom?” La tía Jiwoo se molestó. Ella levantó una
ceja expectante y le lanzó una expresión de incredulidad.
Yugyeom miró de la señora a su Taehyung. ¿Qué se
suponía que tenía que decir él?
“Yo creo—”
“Cuando regresé del baile, me preguntaste ‘quién era
ese hombre’ y te dije que no lo sabía”, intervino Taehyung.
“¿Te acuerdas?”
La ceja de la tía Jiwoo se elevó aún más.
Incapaz de defraudar a Taehyung, Yugyeom asintió
lentamente. “Sí, el joven Taehyung estaba bailando con un
hombre”.
Jiwoo estaba asombrada. Puso una mano sobre su pecho
e inclinó la cabeza. ¿Su visión la engañó? No era como si
estuviera envejeciendo y senil. Sólo tenía cuarenta y tantos
años. Seguramente, ¿habría visto a su sobrino en la pista
de baile?
“Tus dos chistes son horribles”, concluyó finalmente la
mujer. “No metas a tu guardaespaldas en esta discusión,
Taehyung. Y la próxima vez, no hagas que él también
mienta por ti”.
Taehyung se quedó boquiabierto. ¡Él realmente estaba
bailando con alguien! Antes de que pudiera decir algo más,
su tía sacudió la cabeza decepcionada.
“Veo a mi grupo habitual de viudas. Iré y conversaré con
ellas con la esperanza de traerte a uno de sus hijos”,
informó. “Mientras tanto, trata de verte feliz. Esto es un
salón de baile, no un funeral”.
Los hombros de Taehyung cayeron. ¿Por qué la tía Jiwoo
no le creyó? “Pero Yugyeom nunca ha mentido…”
“Suficiente”, suspiró Jiwoo en voz alta. “Estaré al otro
lado del salón, pero estaré observándote, así que no te
atrevas a escabullirte de nuevo”.
Taehyung asintió de mala gana con la cabeza.
Jiwoo le dio una palmada en la parte posterior del brazo
y luego se alejó con una mirada de desaprobación en el
rostro.
Una vez que la señora estaba conversando con las otras
mujeres de su edad, Taehyung se volvió hacia Yugyeom.
“¿Por qué no me cree?” exasperó en voz baja y hosca. “Yo
tampoco le he mentido nunca a la tía Jiwoo. ¿Crees
que…?”.
“No te preocupes demasiado”, Yugyeom lo tranquilizó
suavemente. Levantó una mano, haciendo que el otro
retrocediera. Su mirada se suavizó aún más. Puso un dedo
sobre su frente arrugada y alisó sus cejas.
“No iba a pegarte, Taehyung. Yo nunca te lastimaría”.
Y nunca me protegiste, tampoco.
Taehyung mantuvo la boca cerrada. ¿Dónde estaba su
guardaespaldas cuando el vizconde Kang le azotaba la
parte posterior de las piernas? Ya sea por tartamudear, o
por leer demasiado. Cada pequeño error merecía un
castigo. Supuso que cuanto más dura fuera la lección, más
aprendería.
Jugueteando con sus dedos, bajó su rostro al suelo. El
salón de baile era absolutamente deslumbrante con el piso
pulido que mostraba intrincados diseños de remolinos
dorados. Había enormes ventanas que llegaban hasta el
techo, con cortinas reales corridas para revelar los
glamurosos jardines que rodeaban el castillo.
“Estás molesto”, señaló Yugyeom.
Taehyung negó lánguidamente con la cabeza. “No es
nada.”
“Taehyung”.
“Tengo hambre”, admitió al fin.
Levantó la cabeza y le dedicó una sonrisa irónica. Podía
decir que la tía Jiwoo estaba totalmente ocupada. La señora
estaba distraída con sus amigas mientras chismorreaban
sobre el último escándalo o intercambiaban información
sobre sus hijos.
“¿Qué te gustaría comer?” Yugyeom preguntó al instante.
Estaba ansioso por asegurarse de que el menor recibiera al
menos un bocado de comida. Esta mañana, había bebido
una sola taza de té acompañada de un solo bollo. Para el
almuerzo, fue una lujosa ensalada de nada más que
vegetales. Comió la cantidad de un pájaro pequeño.
No era saludable. Necesitaba que comiera más. Con la
tía Jiwoo vigilando el peso de Taehyung como un halcón,
era imposible. Las criadas le trajeron a Taehyung su plato
de comida y todo fue cuidadosamente supervisado. No era
como si éste tuviera las agallas para pedir más.
Los comentarios de la tía Jiwoo fueron dañinos. “Come
menos”, ‘Estás desarrollando una papada’ y “Sería la más
feliz si te saltases la cena”, fueron algunas de sus amables
opiniones. El resto ya había empañado la autoestima del
menor.
“Yo…” Taehyung se apagó.
Yugyeom vio un destello de culpa en sus ojos. El menor
dudaba en comer, como si la idea le repugnara. Él suspiró.
“Creo que vi una tarta de merengue de limón cerca de la
mesa de postres. ¿Qué tal si te agarro una rebanada?”
“No gracias.”
“Taehyung”, advirtió con severidad. “Debes comer”.
El rubio se apartó de él. Sus hombros se encogieron y
rápidamente negó con la cabeza. “Apenas puedo respirar
con este traje, el corsé se me está clavando en la cintura. Si
como algo, el corsé podría explotar. ¿Qué tan vergonzoso
sería eso?”
Yugyeom se opuso a él. ¿Llevaba un corsé? ¡Su cintura ya
era tan delgada! Él entrecerró los ojos sobre su atuendo.
Era de un hermoso tono verde primaveral, como la
suavidad de la hierba en un prado. El color resaltaba la
belleza de sus impresionantes ojos.
Pero eso no era importante. “Puedo envolver mis dos
manos alrededor de tu cintura perfectamente”, dijo
inexpresivo.
Taehyung negó con la cabeza. “Yugyeom, por favor…
estoy bien”.
Yugyeom levantó una ceja. “Si te comes la tarta, la
próxima vez que deje la finca, te compraré más libros”.
Taehyung se animó instantáneamente. Una pequeña y
vacilante sonrisa se dibujó en sus delicados labios. “¿Lo
decís en serio?”
Yugyeom inmediatamente asintió. “Cruza mi corazón y
espero morir”.
La sonrisa de Taehyung se ensanchó. Con timidez, se
apartó mechones de cabello de la frente.
“Entonces… si… si no es mucha molestia, por favor
tráeme una tarta de limón”.
Yugyeom sonrió. “Como quieras, Taehyung”.
El menor estaba mareado de emoción. ¡Un libro y su
comida favorita! No podría haber pedido más. En su
emoción, no se dio cuenta de los tres pares de ojos que lo
observaban atentamente. Tampoco notó las miradas
curiosas y los susurros silenciosos.
GRACIAS
Taehyung miró alrededor del salón de baile,
preguntándose dónde estaría la tía Jiwoo. Al ver que la
señora estaba distraída, lentamente comenzó a dar
pequeños y tímidos pasos hacia atrás. Lento pero seguro,
desapareció de la esquina del salón de baile.
Escapó al balcón. El chorro de aire frío acarició
suavemente su piel, provocando que se le pusiera la piel de
gallina. Dejó escapar un suspiro de aire tembloroso. La
brisa era refrescantemente hermosa. La luna llena ya no se
veía por ninguna parte. Ni una sola alma estaba aquí, a
excepción de él y el cielo nocturno moteado.
Cerrando los ojos, se inclinó sobre el balcón y deseó una
vida muy, muy lejos de aquí. Quería volver a Kastrem, el
lugar de su nacimiento. Pero la enorme propiedad allí
estaba ocupada por un temible usurpador, que le robó a
Taehyung su derecho de nacimiento.
“Sabía que estarías aquí, mi querido Taehyung”.
El nombrado no respondió. Continuó disfrutando del aire
fresco del otoño que se acercaba al invierno. Las hojas
susurraban a la distancia, cantando una canción que nadie
admiraba.
“El tratamiento silencioso solo funciona para las
personas que realmente se preocupan por ti”.
Ante esto, su cabeza se levantó de golpe. Estaba
profundamente ofendido, pero no herido por sus palabras.
“Y desafortunadamente, eso me incluye a mí”.
Sus cejas se juntaron en confusión. ¿Significaba esto que
Jungkook se preocupaba por él o no? “¿D-de qué estás
hablando?”
Los labios de Jungkook se torcieron en su habitual
sonrisa burlona. El mundo podría estar ardiendo ante él, y
todavía se reiría. La diversión brilló en sus ojos, como si
cada palabra fuera una broma.
“¿Cuándo te volviste tan recatado?” le preguntó.
Bajo la pálida luz de la luna, Taehyung era
impresionante. Sus hombros estaban iluminados, mientras
su cuerpo brillaba etéreo. Sus mechones de cabello de oro
eran brillantes, como gotas de sol. En todo este salón de
baile de personas, ninguna podía compararse con él. Sin
embargo, muchos argumentarían de manera diferente.
Pero él simplemente les sacaría la lengua de la boca y
aseguraría una desaparición misteriosa.
“¿Me conociste de niño?” preguntó en voz baja.
“Soy más mayor de lo que crees”.
La sonrisa de Jungkook se profundizó. El otro lo miraba
con escepticismo. “De todos los libros que has leído,
esperaba que fueras más inteligente que esto, querido
Taehyung”.
El menor se burló. Sus ojos parpadearon ante el pequeño
movimiento. “Sé que los pura sangre viven más de lo
normal. No mueren a menos que sea con un cuchillo de
plata”.
“O eso es lo que todos quieren que los humanos crean”.
La cabeza de Taehyung se giró en su dirección. Ahora
tenía toda su atención. “¿Qué quieres decir?”
Si Taehyung necesitaba matar al Rey de raza pura,
necesitaría conocer la táctica para asesinarlo. ¿De qué
servía andar por ahí con una daga de plata atada a la
cinturilla, si no se le daba un buen uso?
“¿Qué quieres decir con lo que quise decir?”
Taehyung entrecerró los ojos. ¿Estaba tratando de ser
tan molesto a propósito? Su redacción fue confusa, incluso
para alguien tan inteligente como él.
Al ver al menor visiblemente irritado, su sonrisa se
amplió. Le gustaba burlarse de la gente. Se había dado
cuenta de eso en su primer encuentro. Incluso la noche que
había pasado con él, se había burlado de él en vano.
Parpadeó una vez y, de repente, él estaba enfrente suyo.
Tae se sobresaltó y se echó hacia atrás, pero la mano de él
lo acercó sin esfuerzo. Presionó contra su espalda, hasta
que sus torsos se rozaron el uno contra el otro.
“¿Q-qué estás haciendo?” exigió en un susurro bajo. Por
el rabillo del ojo, notó que las cortinas habían sido corridas.
¿Era esto obra suya?
Jeon Jungkook se alzaba sobre él. Era alto con un cuerpo
impecable. El menor era un centímetro más bajo que el
pelinegro. Con su gran mano, podría aplastarlo en un
segundo.
Kim tragó saliva, sabiendo que él podría lastimarlo
fácilmente. Lenta y cautelosamente, el pelinegro llevó su
mano a un lado de su rostro. Su columna se puso rígida.
Contuvo la respiración, mientras él le abanicaba
suavemente la parte superior del cabello. Olía a menta
dulce… y sabía que él también sabía eso.
“Mi collar”, dijo de repente. “¿Puedo recuperarlo?”
Jungkook rió suavemente. El contrario hizo todo lo
posible por no temblar. Incluso cuando su estómago se
revolvió y su corazón saltó. El sonido era como el gruñido
bajo de un león. Él estaba acariciando su mejilla derecha
con el dorso de su mano.
Los ojos del menor vieron momentáneamente un gran
anillo de rubí. La piedra estaba cortada en un rectángulo
afilado, con oro blanco enrollado a su alrededor, como las
espinas de una rosa.
“A veces tartamudeas, a veces no. ¿Por qué?”
Taehyung parpadeó. Rara vez se dio cuenta de las veces
que no tartamudeaba. A menos que fuera alrededor de
Yugyeom, con quien se sentía más seguro.
“Recuerdo que no tartamudeaste con tu amante”, dijo
suavemente. Su voz envía chispas por su cuerpo. Era bajo
como una canción de cuna, y dulce como uno. Pero sintió la
amenaza subyacente. Estaba oculto, sin embargo podía
sentir su frustración.
Estaba de un humor desagradable, pero su caricia aún
era suave. Nunca antes había conocido a este tipo de
hombre, del tipo que reprime su ira hasta este punto.
Mirándolo, vio la tormenta que se gestaba en su mirada
oscurecida. El color de sus ojos era como el de un baño de
sangre. Era tan intimidante, pero nunca duro con él. ¿Qué
significaba todo esto?
“¿Soy tan guapo, que estás cautivado por mí?” bromeó.
Taehyung parpadeó de vuelta a la realidad. Lo empujó,
pero él ni siquiera se movió. Empujarlo fue como empujar
una pared. Su mano entró en contacto firme con su pecho
duro como una piedra.
“¿Quieres que me vaya?”
Taehyung asintió.
“Es una pena.”
Volvió a mirarlo a los ojos, mostrando su evidente
desaprobación.
“No me importa lo que te gusta”.
Taehyung jadeó ante sus palabras. Esta vez, lo empujó
más fuerte. Sin dudarlo, éste agarró ambas muñecas. Kim
gritó en protesta. Él lo acercó mucho más e inclinó la
cabeza. Su respiración quedó atrapada en su garganta.
Escuchó el temblor de su corazón y la sangre que ahogaba
el mundo exterior.
“¿V-vas a comerme?” chilló, como un ratón atrapado en
una trampa.
Jungkook dejó escapar un estallido de risa fuerte y
burlona. El otro se encogió hacia atrás, su rostro se calentó
de vergüenza. “No sé.”
Taehyung volvió a mirarlo. Estaba a su merced. Estaba
demasiado cerca para estar cómodo. Sus largos muslos
estaban presionados entre medio de los suyos, Casi a
horcajadas siendo que estaban de pie. Podía patearlo justo
donde le dolía, entre las piernas.
El pensamiento era tentador.
“Sabes increíblemente dulce…”
Taehyung jadeó. Su calor se disparó más rápido que una
bala descargada. ¿Bebió de él esa noche?
“Tú no—”
“No, por supuesto que no”, reflexionó. “Solo bebo de
personas dispuestas que me ruegan que tome su sangre”.
El rostro de Taehyung palideció. Se reprendió a sí mismo
por olvidar lo peligrosa que era su especie. En la guerra, se
sabía que los vampiros arrancaban la cabeza a las
personas. Bebieron la sangre de sus enemigos.
“Te agradecería que me dejes en paz”.
“Ahora, ¿cómo puedo hacer eso cuando hemos
consumado nuestra relación?”
Taehyung casi se desmaya en el acto. Sus rodillas se
doblaron. “¡No, no lo hicimos!” gritó, sorprendiéndolo.
“A menos que lo hicieras c-cuando estaba inconsciente—”
“Era una broma, querido”, lo tranquilizó. Sin embargo,
había un brillo oscuro en sus ojos. ¿A su pequeña presa le
repugnaba la idea de que él lo desvirgara?
“Nunca fuimos más allá de lo que te hacía sentir
cómodo”, susurró suavemente.
Jungkook soltó su muñeca y continuó tocando un lado de
su cara. Su pulgar acarició su suave y bonita mejilla,
frotando círculos fingidos que esperaba que lo calmaran.
Su otra mano descansaba sobre su cintura, acercándolo a
él.
El viento era fuerte esta noche. No quería que el menor
tuviera frío. A pesar de que él nunca podría brindarle
ningún calor, desde su toque helado hasta su presencia
intimidante; al menos, su cuerpo estaría ligeramente
envuelto en su traje abierto.
“E-es esa la razón por la que me has estado molestando?
D-debido a esa noche lamentable—”
“Cuando sucedió, no sonabas como si estuvieras
arrepentido. Especialmente después de arrojarte sobre mí”.
“¡P-podrías haberte resistido como un caballero!”
“Pero yo era un caballero”, reflexionó.
“N-no, no estabas…”
“Fui amable contigo y me comporté como un hombre,
¿no es así?”.
Su cara se sonrojó. Incluso en la oscuridad, podía verlo.
Esto le valió un resoplido de risa. Podía oír los latidos de su
corazón. Era errático sobre su caja torácica, golpeando su
pobre pecho para salir. Apoyó la barbilla en su hombro,
disfrutando el sonido de su corazón en pánico.
Entonces, esta era la causa de su tartamudeo.
Taehyung inconscientemente tartamudeaba cada vez que
estaba nervioso, avergonzado, ansioso, etc. Se preguntó
cuándo y cómo desarrolló él este mecanismo de
afrontamiento. Cuando era niño, era una de los niños más
confiados y burbujeantes que jamás había visto.
Era como si las flores florecieran para él, el sol bailara
para él y el mundo fuera su ostra. Dondequiera que iba,
traía alegría.
“P-podemos pretender que esa noche nunca sucedió…
por favor?”
Jungkook se ofendió. Su agarre en su cintura se hizo más
fuerte y dejó de jugar con su rostro.
“Sí, puedo.”
Dejó escapar un pequeño y tembloroso suspiro de alivio.
Se alegró de que el menor fuera feliz. Ciertamente él no lo
estaba. Pero entonces, Tae lo tomó por sorpresa. Éste, sin
saberlo, se inclinó hacia adelante, golpeando su frente
contra su hombro.
Esta pequeña acción lo sedujo. Era entrañablemente
estúpido. Su cabello rubio apenas cubría parte de su nuca,
le revelaba la longitud de su hermoso cuello. Le tomó
mover la barbilla para morderlo.
Taehyung olía dulce, como un trozo de pastel que un niño
no puede tocar. Se lamió el labio inferior.
“Gracias”, dijo tímidamente.
Jungkook suspiró. El menor le estaba dando las gracias, y
él estaba pensando en consumirlo. “Lo que sea que te haga
feliz, mi querido Taehyung”.

TE MANTENDRÉ A SALVO
Al tenerlo tan cerca de él, Jungkook no pudo evitar
sonreír. Aunque, esta vez, fue más genuino. Le recordó a su
infancia, donde él era solo un niño con demasiada energía
en el mundo. Tae corría hacia él, luego saltaba sobre él
para abrazarlo, con la sonrisa más estúpida e ignorante, sin
saber exactamente quién era.
Jungkook todavía se preguntaba, incluso hasta el día de
hoy, qué hacía que a él le gustara tanto.
“Pero eso no significa que nunca sucedió”, agregó.
Así como así, el hechizo se rompió. El rubio levantó la
cabeza y trató de crear distancia entre él. Su infelicidad era
evidente. La comisura de sus labios se hundió en una
mueca y desvió la mirada.
La sonrisa de Jungkook se desvaneció. Tae era bueno
para hacer una rabieta. Podía ver las palabras que quería
pronunciar, pero no las dijo. Estaba escrito en toda su cara.
“¿Soy tan repulsivo?” preguntó. “¿Fue tan aburrido que
quisiste olvidarlo?”
“¡No claro que no!” soltó.
Al instante, comprendió el contexto de sus palabras. Se
cubrió la cara con las manos y se lo ocultó.
Las manos de Jungkook se movieron a ambos lados de su
cintura. No se había dado cuenta antes, pero el menor
estaba mortalmente delgado. ¿No comió nada?
“Es solo que…” se desvaneció. “¡Es tan vergonzoso!”
Las cejas de Jungkook se levantaron.
“E-estaba haciendo ruidos tan lascivos, y tú solo—”
“Pero disfruté el encantador sonido que haces”.
“¡Jungkook!”
Una sonrisa gatuna creció en su rostro. Malvado y
pecador, inclinó la cabeza, queriendo ver más de sus
mejillas rojas y brillantes. Cuando el menor lo llamaba así,
era difícil no sujetarlo contra la barandilla y salirse con la
suya. Lo estaba tentando de maneras inimaginables.
“¿No puedes olvidarlo, por favor? ¿Por mí?”
Jungkook se rió. Estaba escondiendo su rostro de él.
Todavía estaba de pie increíblemente cerca del rubio. La
punta de sus dedos rozó sus caderas, pero no había ningún
lugar al que pudiera correr. Si se recostaba más, se caería
por el balcón, no es que él lo dejara.
Jungkook había prometido hacer que se quedara en este
palacio. Después de esta noche, nunca más conocería el
mundo exterior. Esta iba a ser su casa de ahora en
adelante. Dondequiera que fuera, sus hombres lo
acompañarían. No habría un día en que el menor tuviera
que estremecerse ante las manos levantadas.
“¿Y por qué debería hacer algo por ti?”
Taehyung gimió. “No te pareces en nada a los hombres
que leo en mis libros de ficción”.
Jungkook se burló. “Son ficticios por una razón”.
Taehyung se preguntó qué hacía que esos hombres
fueran tan amables con sus parejas. Pero luego el
pensamiento hizo que su rostro se sonrojara de nuevo.
Parejas. Era un título íntimo que no pertenecía a Taehyung
y Jungkook.
Taehyung respondió a su propia pregunta. De alguna
manera, estaba un poco molesto. Sólo un poquito, un
poquito molesto.
“Todo tiene un precio, querido Taehyung”. Su voz se
había reducido a un murmullo persuasivo. Su aliento
abanicó el costado de su cuello, refrescándolo al tacto. El
rubio se estremeció en respuesta y subconscientemente se
inclinó más cerca de él.
“No existe tal cosa como un almuerzo gratis”. Su pulgar
rozó la parte inferior de su barbilla, agarrando la pequeña
cosa con sus dedos.
“E-entonces, ¿cuánto te gustaría por tu silencio?”
“Tú.”
Taehyung no pudo evitar reírse. Era un pequeño sonido
reprimido. Tuvo que taparse la boca y sacudir la cabeza.
“No bromees conmigo”.
“No estoy bromeando.”
Taehyung se asomó. Estaba mortalmente serio. Y él
estaba aterrorizado. Finalmente, se dio cuenta de su
posición promiscua. Una de sus piernas estaba entre sus
muslos, y la parte inferior de su cuerpo estaba presionada
contra su estómago. Él sujetó sin esfuerzo su cuerpo a la
barandilla. Un brazo abrazando su cintura, el otro tocando
su barbilla.
Había levantado la cabeza y lo inclinó. Estaba
mortalmente serio.
“¿Por qué… por qué me querrías?” Taehyung dijo con voz
perdida y confundida. “Soy como las otras personas en esta
fiesta yo—”
“Algunas personas son realmente ignorantes de su propia
belleza. Estoy sorprendido”.
“Se llama baja autoestima, muchas gracias”, respondió
con sarcasmo.
“Bueno, es bueno ver que eres capaz de insultar a
alguien”.
Taehyung apartó la mirada de él. No quería verlo más, lo
ponía nervioso. La tía Jiwoo siempre lo había regañado por
hablar mal de la gente. La Señora odiaba especialmente
cuando se usaba el sarcasmo.
“Déjame escuchar más de eso”, bromeó.
Jungkook volvió la barbilla hacia él. Sus ojos
parpadearon. Estaba avergonzado. Estaba escrito sobre sus
ojos brillantes y su nariz ligeramente arrugada. El menor
estaba haciendo todo lo posible para no sonrojarse. Se
preguntó si él simplemente tenía demasiada sangre en su
sistema. ¿Cuándo no se puso rojo frente a él?
Taehyung reaccionó como si cada palabra que él decía
fuera un pecado. Estaba avergonzado de escucharlo, o
molesto, o caliente y molesto. Prefería este último.
“De niño eras mucho más atrevido, mi querido
Taehyung”.
El mencionado se sobresaltó. Finalmente había
recordado su pregunta olvidada. “¿Me conociste de
niño…?”
“Eres un príncipe, Taehyung. No tendría sentido que un
rey se perdiera el nacimiento del primer príncipe doncel de
Kastrem”.
“Oh…”
Cuando sus palabras se asentaron, sus ojos se abrieron
como platos. ¿Qué acaba de decir? Su cabeza se disparó
con terror.
Su piel palideció.
La sonrisa ajena se profundizó.
“¿Dónde diablos está él?” Yugyeom se paró en el mismo
lugar en el que se suponía que Taehyung estaba parado. El
postre amarillo brillante estaba fuera de lugar en su mano.
Especialmente con las personas humanas echándole
miradas curiosas, solo para reírse entre ellas.
Yugyeom entrecerró los ojos. Este estúpido trato no
estaría sucediendo si Taehyung fuera obediente. Todo lo
que tenía que hacer era quedarse quieto.
Taehyung era débil e indefenso. ¿Disfrutaba atrayendo la
muerte y el peligro? ¿Por qué deambulaba solo, en un lugar
repleto de criaturas chupasangre que lo ven como un
corderito?
“Hah…” suspiró en voz alta. “Te encanta hacer
travesuras”.
Yugyeom no se sorprendió.
La sonrisa más inocente esconde el corazón más oscuro.
Taehyung era excelente para ocultar su lado travieso.
Recordó las atrevidas bromas que hacía en el palacio. Pero
todo se detuvo cuando el Príncipe Heredero y la Princesa
fueron encontrados muertos en su propiedad. La primera
persona que descubrió los cuerpos sin vida fue el propio
joven príncipe, Taehyung.
“No debería haberlo dejado vagar”, se reprendió a sí
mismo. Giró sobre sus talones y observó su entorno.
Humanos y vampiros por igual, mezclados entre sí, como si
no se odiaran.
A medida que la tecnología se hizo más avanzada,
también lo hizo el progreso de las personas.
Eventualmente, la gente olvidó lo horrible que se
comportaron los Vampiros durante la Guerra de las
Especies.
Yugyeom miró a una pareja. Era evidente que el hombre
era un vampiro, a juzgar por sus rasgos afilados y piel
pálida. La mujer era humana, el rubor de vida en sus
mejillas lo implicaba.
“Esas malditas bestias…” Yugyeom gruñó por lo bajo.
Una vez que tuviera en sus manos al bastardo que bailaba
con Taehyung, se aseguraría de que el hombre nunca
mostrara su rostro por aquí.
¿Quién diablos era él en primer lugar? Yugyeom había
notado que los vampiros retrocedían y miraban
boquiabiertos la presencia del hombre. Algunos incluso
bajaron la cabeza, como un perro con la cola metida entre
las patas.
El hombre era un Pura Raza. Solo aquellas razas, linajes
de prestigio recibieron un saludo tan respetuoso.
“De todos los Vampiros que podría atraer, solo tenía que
ser un Pura Raza”.
Yugyeom sacudió la cabeza con desaprobación. Podría
haber elegido un mestizo, que era mitad humano y mitad
vampiro, o incluso uno debilitado, cuyos padres eran ambos
vampiros, pero su sangre estaba demasiado diluida para
ser rastreada.
“¿En qué tipo de problemas te metiste, Taehyung?”
Yugyeom murmuró para sí mismo.
“No importa de todos modos”, dijo con firme resolución.
“Siempre te salvaré del daño”.
Su agarre se hizo más fuerte en el plato de porcelana.
“Aunque me cueste la vida. Te mantendré a salvo,
Taehyung”.

TAL VEZ ELLA SEPA


Taehyung se quedó estupefacto. Bien podría haberse
quedado mudo. No importa lo que pensara, no había una
sola cosa que se atreviera a pronunciar.
Jungkook era Su Majestad Real.
De repente, su primera conversación de ayer por la
noche tuvo mucho más sentido. La persona a la que se
suponía que debía matar estaba parada directamente
frente a él. Y éste sabía de sus planes.
“¿Qué pasa, pequeño Taehyung? ¿Los gatos te
arrancaron la lengua?” bromeó Jungkook. Su otra mano
continuó acariciando un lado de su rostro, como lo haría
con una mascota. Su agarre en su cintura se hizo más
fuerte, casi en broma.
“Por lo general, eres más vocal”, agregó, en voz baja y
relajante. Su cuerpo entero tembló en su agarre, y él
estaba aún más entretenido. Con las palabras adecuadas,
sería masilla en sus manos.
“J-Jungkook…” logró tartamudear. “No, me refiero a S-Su
Majestad—”
“Cállate, querido”, lo engatusó. Su aliento abanicó la
parte superior de su boca, mientras su mano, sin saberlo,
agarraba la parte superior de su brazo, para tranquilizarse.
“Prácticamente puedo escuchar tu corazón acelerado
hacia un ataque al corazón”, comentó irónicamente.
Jungkook sólo quería burlarse de él. No quería
aterrorizarlo hasta ese punto. Sin embargo, se preguntó si
éste realmente le tenía miedo. A pesar de haber oído hablar
de su rango, el menor todavía se aferraba a él.
“Y-yo solo…” se desvaneció.
Jungkook esperó pacientemente a que continuara. Había
agachado la cabeza y se negaba a mirarlo a los ojos.
“¿Vas a m-matarme?” finalmente soltó.
Los labios de Jungkook se torcieron. “Bueno, trataste de
matarme ayer. Es justo que te devuelva el mismo favor, ¿no
lo crees, querido Taehyung?”
La boca contraria se abrió y se cerró, como un pez
boquiabierto. Eventualmente, dejó caer sus manos y lo
empujó lejos. Una vez más, no se movió. Su consternación
era visible, pero él continuó abrazándolo.
“Yo… yo tengo mis razones para matarte.”
“Bueno, esta es la primera vez que alguien expresa tanto
su odio hacia mí”.
Jungkook estaba muy entretenido. Había mucha gente
que lo despreciaba, pero nadie se atrevía a demostrarlo. Si
quisieran vivir otro día, mantendrían la boca cerrada. No
era conocido por ser un rey tiránico sin razón. ¿Pero su
pequeño querido sabía eso?
Obviamente no.
El menor no estaba luchando tontamente en sus brazos o
rogando por su perdón; aunque, solo lo había visto rogar
tres veces. La primera fue de niño, la segunda fue después
de la noche de borrachera, y la tercera fue ayer por el
collar que tenía en las manos.
“Yo-yo solo… yo solo quería mi libertad”, susurró.
“Puedo otorgarte esa libertad con un chasquido de mi
mano”.
Taehyung levantó la vista al instante. Sus ojos se habían
agrandado con incredulidad y curiosidad. Como la mirada
de un ciervo observando a su Cazador, estaba sin aliento
por la anticipación.
La atención de Taehyung estaba únicamente en él y en
nadie más.
Jungkook inclinó la cabeza y le sonrió. Sin embargo,
carecía de calidez y amabilidad. ¿Cómo podía haber cariño
cuando planeaba atraparlo en su bonita jaula?
“¿Cómo…?” preguntó con la incertidumbre goteando de
su voz.
“Vive en el castillo conmigo”.
“¿C-como un sirviente?”
Jungkook le lanzó una mirada inexpresiva. “Tengo
muchos y no necesito que un Principito mimado se
convierta en mi sirviente”.
“Entonces…” Taehyung se apagó.
El menor deseó que sus palabras dolieran. Pero ni
siquiera arañó su frágil corazón. Había oído cosas mucho
peores.
“Piensa, pequeño cervatillo. ¿De qué me serviría un chico
hermoso y dispuesto?” Jungkook tocó mechones de su fino
cabello que parecían hilos de oro. Perezosamente lo enrolló
en sus dedos y lo miró a los ojos.
El menor se sonrojó en el acto.
“¿Entonces como una pareja?”, chilló con miedo.
Jungkook se quedó helado. El menor era tan denso como
una pared.
“¿Y a quién beneficiaría eso?” bromeó, mientras giraba
su cabello entre sus dedos.
Taehyung tragó saliva. Mirando sus dedos, hizo todo lo
posible por no pensar en esa noche. Él había dicho que era
genial tocando el piano. Su habilidad quedó ampliamente
demostrada.
“¿T-tú?”
Jungkook se rió a carcajadas. “Parece que te beneficiará
más a tí, cariño”.
Taehyung negó con la cabeza tan rápido que a él le
preocupaba que la pobre criatura se rompiera el cuello.
“No sé…” reflexionó el pelinegro. “Poder despertarte con
mi hermoso rostro todas las mañanas, disfrutar del éxtasis
que te daré y sucumbir al placer…”
El aliento de Taehyung quedó atrapado en su garganta.
Su corazon saltó un latido. ¿Era una depravación de su
parte imaginarlo todo? Una imagen repentina brilló dentro
de su cabeza. Su cuerpo musculoso presionando el suyo,
mientras se retorcía de placer, el sudor resbalando sobre
sus miembros enredados.
“Parece que lo disfrutarás mucho más que yo”, bromeó.
Jungkook se preguntó si debería matar al único Pura
Raza en todo este mundo que podía leer la mente. Si bebía
la sangre de ese hombre, entonces Jungkook heredaría el
poder. Haría cualquier cosa por ver qué pasaba dentro de
esa cabecita suya.
“Yo-yo solo…”
“Tienes hasta el final del baile para decirme tus deberes
en este enorme castillo mío”, dijo Jungkook. Sus dedos
acariciaron el lado de su cuello, sintiendo su piel suave y
flexible contra sus nudillos. Un cuello tan bonito… sería
una pena que lo mordiera.
“¿Y dónde te encontraría?” Le preguntó con cautela.
“En cualquier lugar.”
Taehyung estaba confundido. Había estado hipnotizado
por él durante tanto tiempo que había olvidado su posición
promiscua. La comprensión sólo se instaló cuando dio un
respetuoso paso hacia atrás.
“No entiendo”.
Jungkook simplemente se encogió de hombros en
respuesta. Giró sobre sus talones y se alejó.
“Jungkook”.
Por su bien, se detuvo.
“Mi collar.”
Jungkook giró la cabeza y le guiñó un ojo por encima de
sus hombros. “Será mío.”
Abrió la boca para protestar.
“Hasta que tomes tu decisión.”
Taehyung no quería volver al baile. La tía Jiwoo estaría
irritable y Yugyeom estaría enojado. Había pasado
demasiado tiempo aquí. Pero el tiempo pareció detenerse
en presencia de Jungkook. Cuando él estaba cerca, no vio a
nadie más que a él. Era como si él fuera el centro de su
mundo.
“Esto no tiene sentido”, murmuró.
Parecía que Jungkook lo conocía de niño. Por alguna
razón, sentía que también lo conocía. Taehyung no habría
dejado que un extraño lo tocara.
Cuando estaba aturdido, debió haberlo reconocido. Por
sus palabras y promesas, llegó a la misma conclusión que
parecían una pareja de esposos.
“¿Era… uno de los amigos de Yugyeom?”
Taehyung negó con la cabeza ante el pensamiento tonto.
Recordaría a Jungkook si hubiera sido amigo de Yugyeom.
Además, Taehyung dudaba que Yugyeom alguna vez
tolerara a un Vampiro, mucho menos a un Pura Raza.
Hubo una última conclusión que le vino a la mente.
Jungkook debe haber sido amigo de su padre, el príncipe
heredero Soohyun. Deben haber sido buenos amigos
también, porque su padre era un hombre protector que
nunca dejaba que ningún chico lo rodeara.
“Debería preguntarle a la tía Jiwoo. Tal vez ella sepa
algo”.

ROSA DORADA
Taehyung esperó unos minutos más antes de salir
finalmente del balcón. Así nadie habría sospechado que él y
Jungkook estaban juntos. No estaba seguro de si Jeon
caminaba como un hombre normal o simplemente se
paseaba por el salón. Independientemente de la opción que
fuera, todos lo sabían.
Podía verlo en los ojos apremiantes que iban desde tonos
de borgoña hasta cejas oscuras. Vampiros. Todos sabían
con quién exactamente había tenido un intercambio. No
mucha gente parecía feliz.
“Taehyung”, Yugyeom lo regañó en el segundo que lo vio.
“¿A dónde fuiste?”
El rubio miró con cautela a su alrededor. La música
sonaba de fondo, la gente bailaba el vals en la pista de
baile, mientras las conversaciones estimulaban el aire. Pero
sintió que todos los ojos estaban pegados a él, excepto por
la rara cantidad de humanos invitados, que no entendieron
el intercambio.
“A tomar aire fresco”, admitió.
Taehyung se tocó el estómago gruñendo. Podía sentir que
su paciencia llegaba a su límite. Siempre que tenía hambre,
no era una persona agradable con quien estar.
Yugyeom frunció el ceño suavemente. Sus dedos
palidecieron por el fuerte agarre del plato. “¿Me estás
mintiendo, Taehyung?”
“¿Te he mentido alguna vez?” preguntó en un tono
endurecido.
Yugyeom se quedó sin palabras. Rara vez le hablaba así.
Casi al instante, su rostro se suavizó.
“Lo siento, Yugyeom, solo tengo hambre”, suspiró.
Yugyeom frunció el ceño en silencio. Necesitaba saber
que criticar a la gente cuando estaba irritada no era la
mejor táctica. Sin decir palabra, le entregó la tarta de
limón. Agradecido, extendió una mano y luego se detuvo.
“¿Dónde está el tenedor?”.
Yugyeom parpadeó. Miró hacia abajo, dándose cuenta de
que había olvidado la segunda cosa más importante.
“Me disculpo”. Yugyeom retiró la mano. “La tarta de
limón probablemente no esté tan buena como cuando está
recién cortada. Te conseguiré un plato y un tenedor
nuevos”.
Taehyung asintió lentamente con la cabeza.
“Compórtate, Taehyung”, murmuró. “No te alejes de
nuevo, la tía Jiwoo no estará contenta con eso”.
Yugyeom le dio unas palmaditas en los hombros. De
repente deseó que llevara algo más conservador. El
atuendo era un poco más escotado, revelando fragmentos
de la parte superior de sus clavículas. Su cuello quedó al
descubierto, para que todos lo vieran.
“Ya vuelvo”.
“Está bien.”
Yugyeom se fue sin decir una palabra más. Pero estaba
atento a mantener una mirada vigilante sobre él.
La atención de Taehyung viajó por el salón de baile,
buscando el rostro familiar de la tía Jiwoo. En ese
momento, notó que la tía Jiwoo hablaba con el mismo
caballero de la noche anterior. Antes estaban junto a los
pilares del castillo, pero ahora, se acercaban a la salida del
salón de baile.
¿Adónde iban?
“Parece que están tramando algo…” Taehyung esperaba
que no fuera un pretendiente.
La curiosidad lo mordió. Tenía un mal presentimiento
sobre esto. Pero la tía Jiwoo nunca lastimaría a Taehyung.
La tía Jiwoo tenía muchas oportunidades de matar a
Taehyung si quería. Especialmente cuando éste era sólo un
niño huérfano a la edad de diez años.
“Me pregunto dónde…” Taehyung miró a escondidas a
Yugyeom. Estaba de espaldas a él, mientras le cortaba otro
trozo de la tarta de merengue de limón.
Taehyung se escabulló en la dirección en que se fueron la
tía Jiwoo y el hombre. Algo en su interior le dijo que esta
era una conversación que debía escuchar. Por lo tanto, se
aventuró valientemente a través de la multitud de vampiros
con ojos curiosos que observaban cada uno de sus
movimientos.
Empujó las puertas del salón de baile para abrirlas. Era
una de tres, y esta era de menor tamaño. La gran puerta
era la entrada, y estaba brillantemente decorada con
relucientes candelabros y hermosas luces colocadas en las
paredes.
Excepto que las puertas dobles por las que Taehyung se
aventuró estaban lejos de eso. Los pasillos estaban
tenuemente iluminados, con algunos accesorios en las
paredes. Entrecerró los ojos de cerca. ¿Eran esas
antorchas?
¿Pero para qué?
Taehyung se dio cuenta de que todo en este lugar se
sentía antiguo. Las antorchas se apagarían y pronto, todo el
pasillo quedaría sumido en la oscuridad. Este no era un
lugar al que simples humanos como él deberían
aventurarse.
“Tal vez debería volver…”
Se giró para irse, pero descubrió que las puertas estaban
cerradas. Horrorizado, tiró de los pomos de las puertas,
pero fue en vano.
Su respiración quedó atrapada en su garganta. Con más
fuerza, lo intentó de nuevo. Ay, nada. Llamó ruidosamente a
las puertas.
“¿Hola?” gritó, esperando que alguien del otro lado
pudiera oírlo.
Silencio.
Ni siquiera un solo paso. Era como si el mundo de la
fiesta del más allá nunca existiera en primer lugar.
Taehyung estaba aterrorizado. Temblando apoyó la
cabeza en las puertas, cerrando los ojos. “Nunca me
aventuraré de nuevo…”
El agarre de Taehyung en los pomos de las puertas se
hizo más fuerte. No tuvo más remedio que darse la vuelta.
¿A dónde conducía este pasillo?
No debería haber nada peligroso acechando cerca del
salón de baile. ¿Verdad?
“Solo puedo caminar hacia adelante…” se dio cuenta. Se
giró y observó su entorno.
Era un único pasillo que se adentraba en la oscuridad.
Las luces de las antorchas eran cada vez más tenues. Debe
haber sido un diseño estratégico. De esa manera, cuando
todos los pasillos se sumergieron en la oscuridad,
quienquiera que estuviera aquí quedó atrapado. Tal vez
este lugar no estaba destinado a ser explorado en absoluto.
“¿Q-qué estaría haciendo la tía Jiwoo aquí?” Taehyung
susurró para sí mismo. ¿Y quién era exactamente ese
señor? ¿Era un vampiro? Pero eso debería haber sido
imposible…
La tía Jiwoo despreciaba a los vampiros.
Sin otro lugar al que ir más que hacia adelante, dio un
tímido paso. Su corazón latía con fuerza sobre su caja
torácica, llenando sus oídos con ruidos desagradables de
sangre a borbotones. Estaba tan aterrorizado que el único
sonido que podía escuchar era el latido de su propio
corazón.
“A-aquí no pasa nada…”
Taehyung caminó lentamente por el pasillo, con miedo de
lo que podría estar esperándolo.
Cuanto más caminaba, más se sentía como una
eternidad. No había una sola puerta aquí. A su izquierda
había enormes ventanas, pero cuando se acercó, no había
nada que ver.
Eran los mismos jardines que rodeaban el salón de baile.
Tampoco podía abrir las ventanas, para señalar a un
guardia que probablemente estaba estacionado debajo de
él.
“¿Por qué este lugar se abriría al público y luego se
cerraría?” Taehyung murmuró. Seguramente, alguien lo
había visto atravesar las puertas. ¿Ya se hizo un enemigo?
Que las puertas se cerraran con llave en el momento en
que él entró… era demasiado sospechoso.
Taehyung se preguntó si debería contarle a Jungkook
sobre este asunto. Pero ¿por qué le importaría? Dejó
escapar un pequeño suspiro. No era como si él lo viera
como algo más que un juguete para burlarse.
“Él prometió libertad…” Taehyung se mordió el labio
inferior. A cambio de una vida en el palacio. ¿Qué
significaba todo esto?
Jungkook no quería que se hiciera otro palacio. No
quería una pareja. Entonces, ¿qué iba a hacer con él?
Taehyung rezó para que no fuera un sirviente del cual
drenaran su sangre. Se les dijo que siempre estaban siendo
alimentados para tener suficiente sangre en su sistema. Por
mucho que Taehyung estuviera muerto de hambre, no
podía soportar tanto.
Perdido en sus pensamientos, no se dio cuenta de la
figura encapuchada frente a él. Es decir, hasta que levantó
la mirada y la persona se detuvo de forma alarmante.
“Hola…” dijo Taehyung con cautela.
Taehyung comenzó a dar pequeños y lentos pasos hacia
atrás. El extraño era más bajo que él. No era la tía Jiwoo ni
el caballero con el que se fue.
“Hola niño”, dijo una voz sabia.
Taehyung parpadeó. La silueta se bajó la capucha,
revelando un rostro lleno de arrugas y manchas de la edad.
Una anciana estaba de pie frente a él.
“Parece que el destino nos ha unido una vez más, Yeji”.
Taehyung inclinó la cabeza. ¿Yeji? Como el nombre de…
¿su madre, Yeji?
“Oh, Dios mío”, la mujer graznó. “Parece que he
envejecido”.
La anciana se tocó los ojos, revelando que uno de ellos
estaba cerrado. Pero no había una cicatriz visible sobre el
ojo cerrado.
“Tú no eres Yeji”, dijo en voz baja, su voz se volvió más
amable. “Por una fracción de segundo allí… yo a través de
—” ella suspiró con un movimiento de cabeza.
Taehyung estaba intrigado. “¿C-conocías a mi madre? Su
nombre también era Yeji. Para ser más exactos, la princesa
heredera Yeji de Kastrem”.
Los labios de la anciana se separaron. Estaba
desgastada, como el cuero viejo. Había una mirada distante
y triste en sus ojos.
“Sí, conocí a tu madre, niño pequeño”.
Taehyung abrió la boca para decir algo más, pero la
mujer rápidamente lo hizo callar.
“Los dioses de arriba están jugando con el destino de
una vida inocente una vez más”, murmuró en voz baja. Ella
movió su único ojo bueno hacia Taehyung.
“El amor de tu vida no está destinado a ser tuyo,
pequeño Rose”, agregó la anciana. Ella sacudió lentamente
la cabeza, como si estuviera decepcionada con las obras del
mundo.
“¿Te importaría dar más detalles?” Taehyung preguntó
amablemente. Él ignoró el apodo. Como esta mujer sabía
de su madre, seguramente también sabría que el apellido
de Taehyung era Rose.
“Tienes todas las descripciones de su amado, pero no
eres él”, murmuró la mujer.
Taehyung parpadeó una vez. Dos veces. ¿Amado?
¿Quién?
“Oh, Dios mío”, la mujer suspiró suavemente. “He
hablado demasiado”.
“¡No! Continúe por favor”. Taehyung dio un paso más
cerca, queriendo escuchar más de esta conversación.
“Querido”, murmuró la anciana. “¿Tú no entiendes?”
Taehyung negó con la cabeza.
“Tú no eres la Rosa Dorada que él está buscando”.
5. IV

SU MAJESTAD
Taehyung no entendía qué era la “Rosa Dorada”. Sonaba
extrañamente familiar para sus oídos, pero el tiempo jugó
un papel en su olvido. Inclinó la cabeza y esperó a que la
anciana explicara más.
Los labios curtidos de la abuela formaron una sonrisa
frágil y preocupada. Su mirada se suavizó, la piel tan vieja
que se hundió sobre el gris claro de sus pupilas. Dobló las
manos frente a ella, revelando brazaletes de oro
deslustrados. Incluso había algunos de cuentas, de todo
tipo de colores, que añadían un toque místico a su abrupta
presencia.
“Como madre, como hijo, ambos han elegido un destino
que va en contra de los deseos del cielo”.
Taehyung parpadeó. “¿Conocías a mi madre, verdad?
¿Qué—”
“Verás, tu madre una vez estuvo en estos mismos
pasillos, persiguiendo la oscuridad, mientras olvidaba que
era una hija de la luz”.
Las cejas de Taehyung se juntaron. La anciana hablaba
en círculos confusos. ¿Hijo de la luz? Abrió la boca para
hablar más, pero la abuela colocó un dedo curtido sobre
sus labios.
“Cuanto más hablas, más te escuchan los pecadores”.
Taehyung estaba desconcertado. ¿Pecadores…? Pero las
únicas dos personas que bajaron por este pasillo fueron la
tía Jiwoo y el caballero de blanco y negro. ¿A quién se
refería esta mujer?
“Si deseas permanecer en el pasado, entonces puedes
continuar caminando hacia atrás”.
Pero Taehyung había estado caminando hacia adelante
todo el tiempo…
“Allí”, señaló la anciana por encima de los hombros de
Taehyung.
El rubio giró la cabeza y miró. Efectivamente, el pasillo
oscuro tenía un destello de luz. Parecía que las puertas
dobles estaban abiertas por una pequeña grieta. Pero
cuando miró hacia atrás para agradecer a la abuela, la
mujer no estaba por ningún lado.
Un escalofrío recorrió la espalda de Taehyung. No estaba
familiarizado con este lugar y su extraña gente.
“G-gracias”, finalmente logró tartamudear.
Girando sobre sus talones, Taehyung corrió por los
pasillos y hacia las puertas dobles. Sus manos empujaron
suavemente sobre la madera para abrirla, y sus ojos se
abrieron con sorpresa.
El salón de baile estaba vacío.
¿A dónde se fueron todos?
Taehyung salió de la oscuridad a la luz. Miró alrededor
del enorme salón de baile, con sus costosas cortinas y
techos en constante expansión. Cuando miró hacia arriba,
vio las hermosas representaciones de ángeles y dioses.
Nubes suaves y ondulantes de algodón, vestidos de colores
pastel desteñidos mezclados con adornos blancos y
dorados, todo en este lugar era pintoresco.
Excepto que, cuando parpadeó, los ángeles tenían alas
negras, mientras pequeños cuernos golpeaban sus cabellos
dorados. De repente, los dioses y las diosas estaban en
guerra, sus hermosas sonrisas se convirtieron en burlas.
“Qué…”
Justo cuando volvió a parpadear, todo volvió a la
normalidad.
Taehyung tenía miedo. Acababa de caminar por un
pasillo inquietante y luego regresó a un salón de baile
vacío. ¿Qué había pasado exactamente?
Por el rabillo del ojo, notó que algunos sirvientes
entraban apresuradamente en el salón de baile. Sus pasos
eran ligeros y silenciosos, moviéndose con gran facilidad y
eficiencia. Llevaban escobas, trapeadores, cubos de agua,
esponjas para el polvo, aspiradoras, etc.
“U-uhm, disculpe…” Taehyung se apagó mientras se
acercaba a uno de ellos. Tanto hombres como mujeres
usaban pantalones, ya que era más fácil moverse con ellos.
“Oh, Dios mío”, exhaló el sirviente.
El sirviente se estremeció al ver al invitado. El jefe de
mayordomos le informó que todos los invitados se habían
marchado del castillo hace una hora. No esperaba ver a un
joven tan hermoso.
Había algo tan elegante en su expresión tímida y sus
brillantes ojos verdes. Tuvo que parpadear un par de veces
para recuperar la compostura. Así que el joven, era un
humano.
“¿Cómo puedo ayudarlo, honorable invitado?” preguntó
cortésmente.
“¿Todos se fueron…?”
“Sí, honorable invitado. Todos se fueron a casa hace poco
más de una hora”.
Taehyung estaba desconcertado. Su estómago se revolvió
incómodamente con la respuesta. No podría haber sido
posible para él estar en los pasillos por tanto tiempo. A lo
sumo han pasado diez o quince minutos. Pero ¿una hora?
Estaba más allá de sus sueños más salvajes.
“¿Debería acompañarlo afuera, honorable invitado? Tal
vez su acompañante lo esté esperando afuera mientras
hablamos”.
Taehyung instantáneamente asintió con la cabeza. Pero
primero, miró furtivamente al sirviente. En el bolsillo del
pecho, había un dibujo bordado de una corona cubierta de
espinas. El símbolo de la familia Jeon.
Era un servidor de confianza del castillo.
Sus hombros levantados se relajaron un poco. “Sí, por
favor”, dijo suavemente.
El sirviente inclinó la cabeza en respuesta. Todos y cada
uno de los invitados al salón de baile eran personas de gran
riqueza o poder. O bien, solo podían soñar con recibir una
invitación. Las personas seleccionadas aquí eran mucho
más prestigiosas de lo que nadie podría imaginar,
especialmente los deslumbrantes hijos de rasgos finos.
Después de todo, esta era una reunión para seleccionar a
una persona adecuada para casarse con Su Majestad, el
Rey.
El sirviente no se atrevía a faltarle el respeto a nadie.
Incluso si él fuera un simple humano.
“Venga conmigo, invitado de honor—”
“No habrá necesidad, Mark”.
El sirviente levantó la cabeza, sobresaltado por la voz
tranquila y serena. La temperatura a su alrededor
descendió por debajo del punto de congelación. Si es
posible, los carámbanos florecieron en la parte superior de
los techos del salón de baile, a pesar del cálido otoño.
“¡Su Majestad!” Mark saludó apresuradamente. Se
sumergió en una reverencia aún más baja, tan bajo como la
parte superior de su cuerpo se lo permitía. Empezó a
temblar en sus zapatos. Había rumores aterradores y
satánicos que rodeaban al rey tiránico.
Ninguno se atrevió a ofenderlo, porque nunca vivieron
para contarlo. El asesinato era un castigo digno de prisión,
pero ¿quién se atrevería a retar a uno de los Pura Raza más
poderosos del mundo?
Los ojos frígidos de Su Majestad recorrieron la escena.
Su mirada se estrechó sobre Taehyung. ¿Qué estaba
haciendo él aquí? Pensó que él había huido en la noche.
Había apostado gente a la salida del palacio para agarrarlo.
Pero llegaron con las manos vacías y afirmaron que no se
veía por ninguna parte a un doncel de sorprendente cabello
amarillo y brillantes ojos verdes.
“Mark, ve y únete al resto de tus compañeros”, ordenó
fríamente Su Majestad. Su voz era entrecortada y no
dejaba espacio para la discusión, no es que nadie se
atreviera a hacerlo.
Mark no necesitaba que se lo dijeran dos veces.
Rápidamente asintió y salió corriendo, como un animal
asustado liberado de una trampa atroz. Rápidamente
recogió los trapeadores y reanudó su trabajo.
“Jungkook — Su Majestad,” corrigió rápidamente el
rubio.
Taehyung agarró con fuerza los lados de su pantalón.
Estaba demasiado preocupado por verlo como para
preocuparse por arrugar su atuendo. La tía Jiwoo le echaría
una bronca más tarde. Pero necesitaba algo que lo
distrajera de su gran título.
Él le lanzó una mirada despiadada. Sin previo aviso, se
dio la vuelta y se alejó.
Taehyung se quedó allí como un niño perdido. Miró
hoscamente al suelo, preguntándose si iba a dejarlo aquí.
Tendría que navegar por este enorme castillo para
encontrar la salida. Pero si su memoria no lo traicionaba, lo
encontraría sin demasiados problemas.
“No te quedes ahí parado como una mascota
abandonada”.
Taehyung levantó la cabeza, ligeramente feliz por sus
palabras.
“Date prisa, mi confundido ciudadano”.
Los hombros de Taehyung cayeron por la decepción.
¿Ciudadano…? Era la frase apropiada, pero él no estaba
acostumbrado. Tan horriblemente poco original como su
apodo era para él, el menor lo prefería mucho más que el
frío “ciudadano”.
Al verlo parado allí como un idiota, Jungkook dejó
escapar un pequeño suspiro. Se detuvo directamente frente
al menor. Éste ni siquiera dio un paso atrás.
“Ven”, lo convenció.
Taehyung reprimió la imagen traviesa que brilló en su
cabeza. Él le ofreció una mano, grande y callosa. Miró
hacia abajo, recordando cómo se sentía sobre su piel suave.
Con una lenta vacilación, colocó su mano sobre sus palmas.
Instantáneamente, envolvió sus dedos alrededor de los
suyos.
Su mano estaba fría. Era como si hubiera tocado la
primera caída de nieve. Por alguna razón, al menor no le
importaba. Sus dedos habían estado calientes por sus
apretados puños. Fuego y hielo. Juntos, se equilibraron
mutuamente.
“Ese es un buen chico”, bromeó.
Tiró del rubio hacia adelante y juntos caminaron hacia la
salida del salón de baile. Un silencio cayó sobre ellos. Por
extrañas razones, el silencio no los molestaba.

NUNCA SUELTES.
Eventualmente, el silencio preocupó a Taehyung.
Prácticamente estaba siendo arrastrado por él, sus piernas
eran incapaces de igualar la velocidad de él. Su agarre en
su mano se había vuelto más fuerte, no dispuesto a dejarlo
ir. El menor sintió que había caído en una trampa.
“E-ese sirviente”, logró decir. “Mark… Fue muy amable”.
Jungkook se detuvo. Sus labios se torcieron cuando el
menor chocó contra él, con la nariz primero. Se escuchó un
pequeño “ow”. Pero miró hacia adelante, resistiendo el
impulso de burlarse de él.
“No sabía que conocías a los sirvientes por su nombre”,
agregó Taehyung.
Jungkook levantó una ceja. ¿Estaba él haciendo una
pequeña charla? Por una fracción de segundo allí, sintió
una sensación desagradable en el pecho. Fue incómodo.
“Los sirvientes siempre deben ser bien tratados. Te
sirven, te visten y te alimentan”. Jungkook siguió
caminando. Era plenamente consciente de que el menor
estaba siendo empujado hacia adelante. Así no era como
solía caminar. Pero quería darle un pequeño castigo por
escapar durante tanto tiempo.
“E-esa es la primera…”
Jungkook se detuvo de nuevo. Esta vez, se contuvo antes
de tropezar con él. ¿Qué quiso decir con eso? Se dio la
vuelta bruscamente, revelando ojos fríos y astutos
reservados únicamente para él.
El menor ingenuamente lo miró, revelando una leve
sonrisa combinada con ojos vacilantes. Era como un
pequeño ciervo observando a su depredador, buscando
cuándo era el momento de huir para salvar su vida. En este
momento, sería la oportunidad correcta.
“B-bueno, es solo que hay algunos aristócratas que
maltratan a su gente”.
“Lo sé.”
Taehyung parpadeó. “Y bueno, uhm… Solo decía, es la p-
primera vez que veo a alguien tratar tan bien a los s-
sirvientes, además de los de mis padres, por supuesto”.
“Taehyung”, dijo inexpresivo.
Saltó ante la mención abrupta, sus ojos se abrieron un
poco. Como un animalito inquisitivo, inclinó la cabeza y
observó su reacción.
“¿Estás nervioso?”
“Un poco…”
“¿Por qué?”
“Yo-yo no sé—”
“Lo sabes.”
Taehyung se mordió el labio inferior. “¿Q-quién no
estaría nervioso frente a Su Majestad? Puedes matarme
con una sola orden”.
Jungkook dejó escapar una risa áspera. “E intentaste
matarme ayer. ¿Qué tienes que decir al respecto?”
“F-fue por una buena razón—”
“Si matas a un pecador, la cantidad de pecadores en este
mundo permanece”.
Taehyung apretó las manos, pero olvidó que una de ellas
estaba envuelta en la de él. La diversión brilló en sus
brillantes ojos rojos. Éste podía sentir su nerviosismo.
Debería haberlo hecho, porque sus manos estaban
sudorosas y pegajosas.
“Y me llamaste c-ciudadano, así que yo… yo estaba aún
más nervioso”, admitió lentamente Taehyung, como si fuera
un chico que no entendiera las consecuencias de sus
acciones.
“No seas hipócrita, cariño”.
Taehyung lo miró boquiabierto.
“Tú me llamaste por un título educado, ¿no debería hacer
lo mismo por ti?”
Taehyung se quedó sin palabras. ¿Dónde estaba la
mentira en su declaración? “No quise trazar una línea entre
nosotros, h-había alguien presente, así que no quería
parecer grosero”.
Jungkook levantó una ceja. “¿Se traza una línea entre
nosotros? ¿Separando qué?”
Taehyung abrió y cerró la boca. No había muchas cosas
en este mundo de las que se enorgulleciera. Los ingenios
abruptos eran uno de ellos. Es decir, si lo decía sin
tartamudear.
“¿Odio y disgusto?” Respondió.
Sus labios se curvaron en su sonrisa habitual. La sola
acción lo hizo temblar un poco. No había ni una sola buena
intención en su mirada inquietante.
La piel de Taehyung se calentó con sus intensos ojos. Era
como si el pelinegro lo estuviera desnudando en el acto, y
él estaba completamente desnudo. Dondequiera que tocara
sentiría un hormigueo con la familiaridad de lo que sus
labios habían tocado.
“¿Me odias, Taehyung?”
El menor asintió al instante.
“¿Oh?”
Jungkook fue el menos herido por sus palabras. Incluso
divertido, especialmente con su voz baja, como si le
estuviera prometiendo una dulce nada.
“Te colaste en mi habitación, me ocultaste mi collar, y
ahora que estamos en tu dominio, me estás arrastrando a
Dios sabe dónde”, espetó Taehyung en dos respiraciones
cortas. Estaba divagando ahora, pero eso era por la
frustración reprimida.
“Y no mientas”, agregó rápidamente. “Recuerdo las
instrucciones para salir del salón de baile ayer por la
noche. Estamos caminando en sentido contrario, así que
solo puedo concluir que estás tratando de secuestrarme”.
Taehyung instantáneamente se arrepintió de su larga
diatriba. La tía Jiwoo decía que los hombres preferían a las
personas tranquilas. Acababa de decir cada pequeña cosa
que lo había estado molestando. ¿Qué pensaría Su
Majestad de él ahora?
No es que le importara ni nada, pero sería mejor que
dejara el castillo con la cabeza intacta. Había señalado con
el dedo al Rey y lo culpó por sus fechorías. Las personas
que se opusieron a él recibieron los peores fines… o eso
decían los rumores.
“Finalmente”.
Taehyung inclinó la cabeza. ¿Finalmente?
Apretó los ojos cuando su mano se acercó a él.
Suavemente, le dio unos golpecitos en un lado de la frente.
“Finalmente sé lo que pasa dentro de tu cabecita,
cariño”.
Taehyung abrió los ojos. Parpadeó. Una vez. Dos veces.
¿Lo escuchó correctamente?
“Y finalmente, has dejado de tartamudear, mi dulce
Taehyung”. Jungkook lo atrajo suavemente hacia sí,
volviendo a sus travesuras tortuosas habituales. Una vez
que el menor estuvo más cerca de él, colocó su mano sobre
su espalda baja.
“Me gusta este lado tuyo, mucho más, especialmente tus
diatribas sin aliento”, murmuró Jungkook.
Taehyung tragó saliva. Su voz baja hizo que su cuerpo
tarareara. Era grande y su complexión un poco robusta. Si
uno mirara, pensaría que estaba solo. Había recordado lo
fuerte que era. No importa si lo empuja con todas sus
fuerzas, él no se movía. Si él quisiera, podría mantenerlo
atrapado en una bonita jaula.
“Muéstrame más este lado tuyo”, exigió con avidez.
Taehyung quería decirle que ese lado era impropio. Pero
volvió a tocar suavemente un lado de su cara, como si fuera
fácil de romper.
“Jungkook…” se apagó, desconfiando de dónde estaban.
Las personas fuera del castillo, como los guardias que
patrullan, podrían verlos.
Este pasillo estaba brillantemente iluminado y había
ventanas hacia el lado derecho. El pasillo era lujoso, como
el resto del palacio. Cualquiera se enamoraría de esta
magnífica propiedad con su combinación complementaria
de decoración moderna y antigua.
“¿Por qué siempre me tocas así?”
Jungkook fingió no escuchar su estúpida pregunta. Su
pulgar calloso rozó sus suaves mejillas. Estaba intrigado
por la calidez de su piel y el rápido latido de su corazón.
Incluso el suave aliento que él exhaló y la vida en sus ojos
lo cautivaron. Él era tan… humano.
“Es casi como si estuviéramos—”
“Todavía tienes que darme tu respuesta”, cortó de
repente.
Taehyung asintió lentamente. “E-eso es porque toda la
noche yo—”
“Respira hondo, cariño”, ordenó.
Taehyung sabía lo que estaba haciendo. Por lo tanto,
respiró hondo por la nariz y lo soltó por la boca.
“E-está bien—”
“Otra vez, cariño”.
Taehyung obedeció.
“E-estoy bien”.
“Una vez más, mi dulce.”
El menor obedeció.
Y pronto, su cerebro se despejó de la niebla. “Estoy bien
ahora.”
Su sonrisa se ensanchó. La travesura se había ido, y el
mayor estaba únicamente enfocado en él ahora. “Buen
chico.”
El rubio frunció el ceño ante el apodo, pero no habló
sobre eso. “Verás, vi a mi tutora a través de estas puertas
dobles, una de las tres en el salón de baile, y cuando crucé
las puertas, tropecé con un pasillo oscuro”.
Sus cejas se dispararon.
“No podía abrir las puertas e irme. Daba miedo… pero
conocí a una mujer mayor y me dijo un enredo de palabras
diciendo que conocía a mi madre. Luego, ella se fue y las
puertas se abrieron repentinamente con un crujido”.
Taehyung no notó su expresión inquietante. Así qué
siguió adelante. “Cuando salí del pasillo tenuemente
iluminado, ¡el baile había terminado! Mark afirmó que
había pasado más de una hora, pero podría haber jurado
que estuve en ese pasillo por menos de veinte minutos”.
Respiró hondo y miró a Jungkook. “Estoy tan
confundido…”
Jungkook lo miró fijamente a la cara. Había recordado lo
conmocionado que estaba en el salón de baile. Había
pensado que era porque el menor estaba hablando con otro
vampiro. Ahora, la razón era clara.
“Taehyung”, dijo inexpresivo. “Voy a decirte algo, pero
debes aferrarte a mí y nunca soltarme”.
El menor estaba desconcertado por sus palabras.
Sonaban como algo sacado directamente de su película
favorita. Lentamente agarró la parte superior de sus
brazos, sus dedos apretando sus duros músculos.
“El salón de baile solo tiene dos puertas. Nunca ha
habido una tercera”.

ESTOY CANSADO
Taehyung estaba desconcertado. Se quedó boquiabierto
ante las absurdas palabras de Jungkook. ¿Qué quiso decir
con eso? “Hacia el final de la habitación, en una de las
esquinas, hay una puerta doble. Vi a mi tía pasar por allí…”
“Conozco este castillo por dentro y por fuera. Solo hay
una salida y una entrada al salón de baile”.
Nada de esto tenía sentido para el doncel. Las cosas se
volvían más confusas por minutos. Primero, fue la tía Jiwoo
negando la existencia del baile, y ahora, estaba la teoría de
las puertas que desaparecen. ¿Había algo normal en este
castillo?
“Puedo mostrarte dónde está”, dijo Taehyung
ansiosamente. Se apartó de él. Por una vez, fue con
facilidad, porque él no lo estaba abrazando con tanta
fuerza.
Taehyung señaló hacia el lugar de donde venían. “No soy
un mentiroso, Jungkook”.
El pelinegro levantó una ceja. ¿Quería guiarlo? Nadie se
atrevía a caminar delante de él. Era peligroso tener sus
espaldas expuestas a personas como él.
“Nunca dije que lo fueras, cariño”.
“L-lo insinuaste al no creerme como a la tía Jiwoo cuando
dije que estaba bailando contigo y—”
“Es por la neblina”.
El rubio hizo una pausa. “¿Neblina? ¿Qué neblina?”
Jungkook sonrió. “Puedo distorsionar las perspectivas de
las personas. Solo los de mi especie vieron nuestro baile”.
“¿Tu especie…?” repitió Taehyung, sintiendo como si
hubiera olvidado algo más que decir.
“Sí, vampiros”, explicó Jungkook. Le divirtió su
confusión. No necesitaba que los humanos se
entrometieran en sus asuntos con el menor, especialmente
cuando uno de ellos representaba una amenaza para
arrebatárselo. Necesitaba mostrar a sus compañeros
exactamente a quién pertenecía él.
“Oh…” Taehyung se apagó, sin saber qué más decir.
“Entonces, ese pasillo… ¿Qué debo hacer con él?”
Jungkook tendría que investigar. Si hubiera un problema
de puertas que desaparecen ubicadas cerca del salón de
baile, sería peligroso. Solo había una persona en todo este
castillo que poseía esta habilidad. Sin embargo, había
pasado un tiempo desde que dejó su torre mágica y causó
estragos en la tierra.
Tendría que ir solo.
Taehyung era demasiado frágil. Su corazón era tímido, y
no era adecuado para subir demasiado a la torre. Su
resistencia no era la mejor, pero él lo arreglaría pronto…
con sus propias maneras.
“Revisaré el salón de baile más tarde”, le informó
Jungkook. Le agarró ambas muñecas y lo miró con lascivia.
“Ahora, ven, mi querido Taehyung”, le hizo señas. “Te
sentirás mucho mejor conmigo”.
El doncel no sabía por qué había confiado en él. Cuando
éste tomó sus manos y caminó directamente a su lado,
ingenuamente había puesto su fe en él. ¿Cómo podría no
hacerlo? Su trato era frío y caliente, lo hizo anhelar el
calor. No era un hábito saludable, pero el menor siempre
fue complaciente con la gente. Aunque, con los años, causó
más decepción que satisfacción.
“¿A dónde me llevas?” Taehyung murmuró.
Doblaron en una esquina, revelando un pasillo más
oscuro de lo habitual. Miró por encima del hombro y se dio
cuenta de que había más candelabros y lámparas detrás.
¿Había alguna razón específica por la que este pasillo
también estaba oscuro?
Aquí también había iluminación, pero no tanta. Se sentía
como si fuera un ladrón escabulléndose por un pasillo,
especialmente por lo ligeros que eran sus pasos, a pesar de
los pesados que eran los de Jungkook.
“A mi cuarto.”
El menor se quedó helado. Incluso cuando tiró de su
mano, empujándolo hacia adelante, se negó a caminar.
Clavó los talones en el suelo e intentó retraer la mano.
Nunca podría escapar de él. Él lo dominó en todos los
sentidos. Su presencia dominante no era solo una fachada.
“N-no quiero vender mi cuerpo por la libertad”, dijo
tembloroso. “Jungkook, esa noche fue un error. Estaba s-
solo y te dejé probar, fue mi culpa. Por favor—”
“¿Dónde aprendiste a tener pensamientos tan
traviesos?”, Su voz baja y perezosa.
Taehyung se negó a sonrojarse. Se mantuvo firme,
incluso cuando él giró sus anchos hombros hacia su
dirección. Jungkook caminó hacia él, como lo haría un
depredador con su presa. Sin saberlo, comenzó a caminar
hacia atrás, con la esperanza de crear una distancia entre
ellos.
Eventualmente, su espalda golpeó contra la pared. Él
golpeó una mano al lado de su cabeza, inclinándose hacia
él. El menor se encogió en la pared fría. Su mirada estaba
ardiendo.
“J-Jungkook—”
“¿Es de los libros de romance que escondes en tu estante
inferior?”
Tae tragó saliva.
Él levantó un dedo, sus ojos prometiendo cosas que el
rubio nunca podría comprender. “¡Oh, lo sé!”
Su respiración estaba atrapada en su garganta, su
corazón acelerado por el miedo.
“Deben ser los artículos eróticos sucios en tu estante
más bajo y los que están debajo de tu cama”.
Taehyung se quedó sin palabras. Curvó el dedo debajo de
su barbilla, inclinándolo ligeramente hacia él. No tenía
adónde mirar, sino caer profundamente en sus ojos rojos
aterciopelados. Un charco de calor inundó la parte inferior
de su estómago. Él lo miró con gran hambre que solo podía
ser satisfecha con sus abrasadores toques.
Su aliento abanicó suavemente la punta de sus labios.
Olía a menta y vino dulce que el menor se atrevía a no
tomar.
“Qué travieso, chico travieso eres, querido…”
Sus labios se torcieron en una sonrisa intrigante. Lo
tenía exactamente donde quería. Él solo estaba tocando su
barbilla, y el rubio era un desastre tembloroso debajo de él.
Todo esto le resultó familiar a esa noche, cuando la lluvia
caía a cántaros, pero no amortiguó sus dulces súplicas y
sus codiciosos gemidos.
“¿Qué voy a hacer contigo?”
Taehyung apartó la mirada tembloroso. ¿Cómo… cómo
sabía tanto sobre él? ¿Su vista era tan buena que leyó los
títulos en su estantería? Pero eso era imposible. Siempre
daba la vuelta al libro, de modo que se revelaran las
páginas, en lugar del lomo titulado.
“Y-yo solo—”
“¿Sueñas con un hombre haciéndote lo mismo a ti?”
Taehyung negó rápidamente con la cabeza. “¡Los leo por
la trama!”
“¿Estás seguro de que no te viniste con esos libros?”
Los labios de Taehyung se separaron. “N-no seas tan
promiscuo”.
La sonrisa de Jungkook se profundizó. “Yo no soy el que
esconde cosas malas en su dormitorio”.
El estómago de Taehyung se agitó. Sintió un pulso
extraño debajo de su estómago. Sus pestañas cayeron al
suelo, incapaz de encontrarse con sus ojos calientes y
ardientes. Estaba parado tan cerca de él ahora. Podía oler
su gel de baño y prácticamente saborear qué año de vino
consumió.
“No están exactamente ocultos si están a la vista”, logró
decir Taehyung.
Jungkook dejó escapar un estallido de risa intimidante
que le hizo cosquillas en la espalda. El menor se
estremeció, su reacción poniendo a prueba sus
restricciones. Él solo le había tocado la barbilla, y Tae ya
era masilla en sus manos.
“Entonces, ¿por qué hay algunos debajo de tu cama y los
otros en el estante más bajo, con el lomo oculto?”
Taehyung se quedó sin palabras. “N-no puedes darme un
poco de misericordia por esta noche con tus bromas”,
susurró. “Estoy cansado.”
“Cariño, la noche es demasiado joven para que digas que
estás cansado. Aún nos queda mucho por hacer…”

PREFERIRÍA MATARTE
Al ver su expresión sin palabras, Jungkook se rió. Todavía
podía recordar haber capturado esos labios, y él temblaba
como un ciervo sacudido. Cuidadosamente apartó el cabello
de sus ojos. Se sentía como si estuviera mirando en un
bosque exuberante.
Cuando el menor reaccionaba como siempre lo hacía, era
divertido burlarse de él. Se comportaba como una persona
decente, a pesar de los socialités que se volvieron locos,
careciendo de todas las etiquetas de siglos atrás.
Taehyung era una rosa atrapada en el futuro, con un
corazón del pasado. Muy parecido a él, aunque sin ninguno
de los pétalos y la gracia, sino todas las espinas punzantes.
“No haré nada a menos que tú lo pidas”, murmuró
Jungkook en voz baja. Su pulgar trazó su suave labio
inferior. Sus ojos brillaron con alegría cuando encontró
restos de bálsamo labial en la punta de su dedo. Era un
color claro que lo pintaba con luz natural.
“Entonces nunca me harás nada”, respondió en voz baja.
La sonrisa de Jungkook se amplió hasta sus orejas. ¿Es
eso lo que él pensó? Qué ingenuo era su pequeño Rose.
Apenas le había hecho nada, y ya estaba temblando debajo
de él.
Finalmente había visto el pequeño fuego que ardía desde
adentro. La llama apenas estaba allí, y podía apagarse con
una sola respiración. Pero estaba creciendo lentamente y
necesitaba más leña.
“Lo que tú digas, Taehyung,” Jungkook dejó caer la mano
y agarró las de él. Sus dedos eran delicados, como pétalos
fácilmente rasgables.
“Ahora ven y no te distraigas demasiado”. Jungkook lo
arrastró con él. Caminó apresuradamente, hasta que sus
pasos se alinearon. El menor caminaba a su lado, como si
no hubiera una línea clara de jerarquía entre ellos, desde
títulos hasta especies. Era divertido.
¿Taehyung creía que poseía la capacidad de convertirse
en su igual? La gente siempre caminaba detrás de él, y
nunca al frente o al lado de él. Con un lento movimiento de
cabeza, le permitió caminar hacia su izquierda. Había un
ligero salto en sus pasos. El rubio estaba haciendo todo lo
posible para igualar su velocidad impecable.
Jungkook aceleró, solo para burlarse de él un poco. Su
mano se apretó sobre él, la determinación destellando en
su rostro silencioso. Tae hizo todo lo posible para igualarlo
en velocidad.
Todo era demasiado entrañable, de verdad.
Mirando hacia la derecha, donde estaban las enormes
ventanas, vio el comienzo de una luna nueva, escondida
detrás de una espesa nube. El pasado empezaba a darse a
conocer, más de lo que jamás lo harán el presente y el
futuro. A él no le importó. El pasado era donde deseaba
vivir, y el futuro era donde deseaba olvidar.
“¡Mi collar!” Taehyung se animó al instante cuando colgó
la bonita joya entre las yemas de sus dedos.
Fiel a su palabra, lo había llevado a su habitación. Por
suerte para el menor, estaba de pie junto a la puerta. Las
luces estaban apagadas en su habitación y éste no podía
ver nada. Sin embargo, el pelinegro entró con facilidad,
porque la oscuridad era su dominio.
“Tu mano.”
Kim ahuecó sus manos y se lo presentó. Sus ojos
bailaban de emoción, sus labios ligeramente entreabiertos
por la anticipación.
Jungkook notó lo ingenuo que parecía. Confiaba en la
gente tan fácilmente, a pesar de su infancia. ¿O era esa la
fachada que quería mostrar? ¿Se sentía cómodo con él, o
simplemente era estúpido?
Mirando su pequeña sonrisa, concluyó que era lo
primero. Mejor que sea lo primero.
“Toma”, Jungkook colocó el collar sobre sus manos
extendidas. Sus dedos se cerraron alrededor de él. Un
segundo después, retiró el collar. Se aferró a la nada.
“¡Jungkook!” exaspero enojado, su paciencia llegando a
su límite.
“Todavía tienes que decirme tu decisión”, dijo
lentamente, como si estuviera disciplinando a un niño
pequeño.
Taehyung se enfurruñó ante él. Sus cejas se juntaron,
formando líneas en su frente juvenil. Si hiciera pucheros así
para siempre, le crecerían arrugas antes de que nacieran
sus hijos.
“Me prometiste libertad, a cambio de mi vida en el
castillo”. Taehyung dejó caer las manos y miró hacia el
suelo. “Nunca diste tus razones, así que no puedo hacer
una predicción lógica”.
El menor estaba tan absorto en sus pensamientos que no
se dio cuenta de la falta de tartamudeo, hasta que levantó
la vista y notó su sonrisa afectuosa.
“Se suponía que debía matarte, Jungkook. ¿De verdad
quieres mantenerme bajo tu techo, sabiendo que podría
cortarte la garganta mientras duermes?”
Jungkook levantó una ceja. Rara vez dormía en primer
lugar. A menos que estuvieran haciendo un tipo diferente
de sueño. Pero mantuvo la boca cerrada, sabiendo que el
menor se ponía nervioso fácilmente. Nadie lo había guiado
por el camino correcto. Sus parientes lo han reprimido
durante demasiado tiempo, apagando el fuego incluso
antes de que estallara.
“Si vivo en el castillo, seré libre de mis parientes, pero
colocado en una nueva jaula para que otros lo vean…”
Taehyung negó lentamente con la cabeza. “Creo que
preferiría simplemente matarte”.
Jungkook soltó una carcajada. Tuvo que toser en su
puño, para evadir su mirada irritada. En un abrir y cerrar
de ojos, capturó bruscamente una muñeca y tiró de él hacia
adelante. Éste se resistió y tiró hacia atrás, pero tropezó
hacia adelante de todos modos. Solo vio un lado del menor
como nunca antes. Sus ojos brillaron, como enredaderas
agarrando la garganta de una persona.
“Ves”, reflexionó. “¿Cómo puedes matarme si siempre te
domino, pequeño cervatillo mío?”
El brazo de Taehyung temblaba mientras trataba de
luchar contra su agarre. Era débil. Hubo un tiempo en que
entrenaba en su juventud, con pistolas y cuchillos, pero
había pasado una década desde entonces. Ni siquiera
podría hacer daño a una mosca ahora. ¿Qué tan patético
era eso?
El pelinegro lo tenía exactamente donde quería. Ni
siquiera podía echar los brazos hacia atrás. Su agarre era
fuerte. Jeon era más poderoso que él.
“Hay diferentes maneras de asesinar a un hombre”.
“¿Y estoy seguro de que tu literatura erótica tiene
consejos y trucos?”
Taehyung dejó escapar un resoplido. Sí, ciertamente lo
tiene. Como montarlo a horcajadas y cortarle la garganta.
Antes de que Taehyung pudiera soltarlo, cerró la boca.
Había enterrado este lado de él hace mucho tiempo.
Comenzó cuando entró al cuidado de la tía Jiwoo. El
silencio sobre el descaro, la disciplina sobre la
desobediencia, todo lo que su obstinada madre le había
enseñado fue descartado.
“¿Qué pasa, el gato te comió la lengua?” Jungkook se
burló.
Por un momento, Taehyung parecía tener la
determinación de matar. El brillo en sus ojos, como el
mundo de hoja perenne, se volvió confuso como el agua de
un pantano. Y por una fracción de segundo, vio a un niño
pequeño que se abalanzó sobre él con la fuerza para
derribar a un hombre adulto.
“Antes de tomar mi decisión, quiero saber qué tipo de
libertad me ofreces”.
Jungkook sonrió, revelando sus afilados colmillos y sus
dientes blancos como perlas. Nunca pensarías que la gente
como él bebía sangre como si fuera agua.
Taehyung era inteligente. Parecía que no importaba
cuánto había cambiado el tiempo, no importaba cuánto
había sido reprimido, nadie podía tomar el control total de
sus pensamientos. Y esa era su mejor arma.

TRATO
“Puedes caminar por el palacio como quieras, entrar en
todas las habitaciones que no estén cerradas con llave y
comportarte como creas conveniente, siempre y cuando no
causes estragos dondequiera que vayas”.
Jungkook lo miró, en particular, la muñeca que seguía
resistiéndose. “Sin embargo, dudo que poseas la habilidad
de derribar un jarrón”.
Su mirada se estrechó. Parecía que quería abofetearlo,
pero la violencia no era su fuerte. O eso, recordó. El
príncipe heredero Soohyun había entrenado a su hijo, pero
el niño lloraba cada vez que veía algo lamentable o herido,
incluso si era un insecto.
“¿Y los castigos?” El menor preguntó.
“Solo en la cama”.
“Jungkook,”, se enfureció.
Otra sonrisa burlona se posó en sus labios. Verlo tratar
de actuar tan duramente era gracioso. Cuando el menor lo
miraba de esa manera, con el pecho agitado por la
irritación, no quería hacer nada más que empujarlo contra
la pared.
“¿Sí, querido?”
“¿Me harás daño?”
“Solo si quieres que lo haga”.
“¡Jungkook!”
“¿Cuántas veces debes gritar mi nombre fuera de la
cama?”, soltó su muñeca y se hizo a un lado, sabiendo que
se iba a rebelar.
Sorprendentemente, no lo hizo.
Taehyung agarró su muñeca, acunándola mientras lo
miraba. No había una sola marca de rasguño en él. ¿Estaba
fingiendo dolor? Estaba seguro de que el agarre no era
insoportable y que el rubio no tenía dolor.
“Eso es mentira, ¿no?” dijo el doncel. “Suena demasiado
bueno para ser verdad. T-tiene que haber una trampa”.
Jungkook levantó una ceja. ¿Se había vuelto blando sólo
por el menor? No. Sólo planeó aprovechar su situación más
tarde y atraparlo en una posición de la que no pudiera
escapar. Sus labios se curvaron en una sonrisa siniestra. Sí.
Esa sería la única manera de mantenerlo aquí, en su
pequeña jaula para su visualización personal. Nadie más.
Especialmente no quería a la molesta rata de negro que
siempre se cernía sobre el menor.
“¿Bien?” preguntó en voz baja, su confianza de repente
vacilando.
Se perdió en sus pensamientos por solo un segundo y Tae
ya estaba dudando. Necesitaba capturarlo antes de que
éste de repente retrocediera.
“¿Trampa?” repitió Jungkook. “¿Qué podría querer yo de
una cosita tan frágil como tú?”
Taehyung ni siquiera se ofendió. Abrió y cerró la boca,
finalmente sin habla mientras buscaba una respuesta. Él
estaba en lo correcto. ¿Qué podría proporcionar?
“Yo… uhm…” Una idea le vino a la mente, pero era
absurda.
“¿Bien?”
“¿No se hace el baile para buscar un Rey o Reina que
acompañe a Su Majestad?” soltó el menor.
Los labios de Jungkook se torcieron. Kim mismo lo dijo.
Él no lo insinuó. “Supongo.”
“¿Supones?”
“Prosigue”, dijo Jungkook mientras ignoraba su
respuesta anterior.
“Yo… puedo quitarte la carga de las manos y no tienes
que continuar con la búsqueda”, afirmó Taehyung.
Sus manos apretaron fuertemente los costados de su
pantalón, arrugando el fino material. Era una petición
absurda de él. Pero este era el propósito exacto del baile,
¿no es así? Incluso si él no hubiera hecho el anuncio, todos
pensaban lo mismo. ¿Por qué más se invitaron a tantos
estimados hijos?
“No tienes que preocuparte por mi legitimidad, soy un
príncipe de… de…” Taehyung se sintió patético. No pudo
pronunciar el nombre de su propio reino, porque había
perdido los derechos sobre él cuando huyó de su tierra.
“Sé quién y qué eres, querido Taehyung”.
El rubio no iba a preguntar cómo. Ya había insinuado una
vez que sabía de sus padres. ¿Eso no lo haría… demasiado
viejo para él? Lo miró con cautela. Los vampiros vivían
mucho, mucho más que los humanos, y algunos poseían el
doble o el triple de la duración habitual de la vida.
Sin embargo, los purasangres como él supuestamente
eran inmortales, pero definitivamente hay formas de
matarlos.
“¿Entonces, qué piensas?” Taehyung logró decir sin
tartamudear. Temía que la pobre tela de su atuendo
estuviera permanentemente arrugada, pero necesitaba algo
para distraer sus nervios.
“Hmm…” tarareó, cruzando los brazos.
Taehyung ignoró el bulto de sus músculos y la mirada
intimidatoria. Podía aplastar rocas con una mano y matarlo
en el acto. Sin embargo, Jeon no lo lastimó
deliberadamente. Sus estándares eran tan bajos, pero no
tenía otra opción.
“Prefiero aceptar tu oferta anterior de convertirte en un
amante”.
Taehyung rechinó los dientes. Apretó los labios y lo miró.
Jeon lo miró, desafiándolo a cuestionarlo. Y ya fuera por su
naturaleza tonta o por el orgullo de un príncipe, Taehyung
negó rotundamente con la cabeza.
“Es demasiado tarde para aceptar la oferta anterior
después de que me intimidaste por eso”, logró decir.
Taehyung se mordió el interior de las mejillas, irritado
por haber vuelto a tartamudear. Su corazón se aceleró con
anticipación y miedo.
Francamente, Taehyung estaba dispuesto a rebajarse por
su libertad. La fortuna ganada con esfuerzo de sus padres
descansaba sobre sus manos. Pero, ¿y el contrato…? ¿Cómo
iba a convencer ahora al vizconde Kang?
Su nombre estaba perfectamente garabateado sobre
sólidas líneas negras que lo condenaron a un destino
desafortunado. Fue un tonto por firmarlo, pero en ese
momento, Taehyung no tenía otra opción. Estaba dispuesto
a aceptar cualquier oferta que le hicieran, siempre y
cuando pudiera salvarse.
“¿Y qué te hace pensar que estás calificado para
convertirte en mi esposo?” Jungkook se burló.
Taehyung acababa de enumerar una de las cualidades.
En términos de linaje y rango, los suyos no eran tan
malos… incluso si su reino estaba gobernado por otra
persona. Nunca perdonaría al usurpador. Ni en esta vida ni
en las venideras. Después de todo, había depositado su
confianza en él y éste lo había pisoteado.
“Mi querido Taehyung, tartamudeas cuando hablas con
la gente, retrocedes cuando la gente se dirige a ti, y todo te
asusta. Tu falta de confianza no podrá mover un bicho, y
mucho menos, el enorme Imperio Jeon”.
El doncel levantó la cabeza. Lentamente soltó el
insoportable agarre a los lados de su pantalón.
“Cambiaré”, dijo con feroz determinación. “Yo lo haré
mejor”.
Jungkook le lanzó una mirada dubitativa. “Estoy seguro
de que lo harás.”
“Un año”, susurró. “Un año es todo lo que yo necesito…”
Jungkook arqueó una ceja. ¿Un año era todo lo que
necesitaba para arreglar una década de problemas? Él lo
miró con aprensión. Esta diminuta cosita, con el físico de
un cisne, un corazón frágil y ojos tiernos que llorarían por
la muerte de una mosca… ¿Cómo podría cambiar en solo un
año?
“¿Y si no cambias?” se burló.
Taehyung lo miró con recelo. “No tengo nada p-para
darte, Jungkook”.
No, el menor tenía todo para dar. Su sonrisa, su risa, su
futuro, todo. Quería poseer todo de él: cuerpo, corazón y
alma.
“Te convertirás en mi pareja entonces”, dijo inexpresivo.
“Por el resto de la eternidad”.
Taehyung dejó escapar una pequeña risa. No creía que
Jeon estuviera interesado en él por tanto tiempo. ¿A quién
estaba engañando? Fue un milagro que incluso le hablara.
No obstante, temblorosamente extendió una mano.
“Es un trato…”
Jungkook miró su mano. Por una fracción de segundo,
casi sonrió solo porque el menor le había mostrado una
rara sonrisa, demasiado puro e inocente para su mundo
cruel. De niño, nunca supo los peligros que acechaban en
las sombras. Todavía no lo sabía.
En lugar de estrecharle la mano, lo agarró y lo atrajo
hacia él. El rubio lo miró, con esos ojos suyos grandes y
reflexivos que reflejan un gran mar de hierba.
“¿Q-qué estás haciendo…?” Taehyung susurró, mientras
sus dedos se desplazaban a su cuello. Se estremeció,
sintiendo algo frío en su piel, pero no eran las yemas de sus
dedos. Era el collar.
“Es un trato.”
6. V

ME ESTAS ASUSTANDO
Taehyung tocó con cautela el collar. La diminuta rosa
rosa atrapada en una gota de vidrio, con forma de lágrima,
le recordó exactamente quién era. Este collar solía
representar otra cosa, pero el significado desapareció hace
mucho tiempo. Envolvió su mano sobre el pendiente, frío al
tacto, pero lleno de vida.
“Te queda bien”, murmuró Jungkook suavemente.
Su pecho retumbaba ligeramente cada vez que hablaba.
Estaba lo suficientemente cerca para sentir eso, pero no
para escuchar su corazón, si es que él tenía uno en primer
lugar…
“Una pequeña flor para adaptarse a una pequeña rosa”,
bromeó. “Solo en este mundo, sin amigos ni familia”.
Taehyung ignoró el juego de su apellido materno. En
cambio, permaneció obsesionado con el collar. A veces, el
collar le proporcionaba calor.
Hace mucho, mucho tiempo, lo tocaría y todos sus
problemas desaparecerían. Ahora, sabía que la pequeña
rosa dentro del vaso era falsa. No murió, no importa
cuántos años pasaron.
“Dijiste que estabas allí para presenciar el nacimiento
del primer Príncipe de Kastrem”, susurró en voz baja. “E-
entonces, ¿De qué edad te hace eso?”
Jungkook levantó una ceja. Sus dedos recorrieron
suavemente su clavícula, trazando círculos sobre su piel
suave y cremosa.
“No creo que te guste la respuesta”.
“Y-yo todavía quiero saber…”
Jungkook sonrió. “Siempre siendo curioso, ¿no es así?”
El rubio asintió.
Jungkook alcanzó detrás de su cabeza. Su dedo encontró
los alfileres que sujetan algunos mechones de su cabello.
Con el movimiento de su mano, lo deshizo, mientras los
mechones rubios cortos caían directamente en su frente.
“No tienes que saberlo”. Jeon acomodó el cabello ajeno,
despejando sus ojos. Luego acomodo la camisa ajena,
cubriendo su delicioso cuello.
“Pero—”
“Se está haciendo tarde. Los chicos jóvenes como tú
deberían estar en la cama”.
Taehyung agradeció que no hiciera otro comentario
sarcástico. Sin embargo, estaba confundido en cuanto a por
qué estaba jugando con su cabello y camisa. Lo estaba
arreglando, pero para su irritación, hebras quedaron
atrapadas en su enorme anillo de rubí. Sus ojos se
entrecerraron con frustración.
“Aquí, déjame a-ayudar”, dijo Taehyung a trompicones.
Levantó la mano con cautela y, lento pero seguro, se
desenredó el cabello. Reprimió el dolor y fingió que no
estaba allí.
Pronto, su anillo ya no estaba atrapado en su irritante
cabello color pajizo. Tenía la textura de uno también.
Taehyung despreciaba lo rebelde que a veces era su
cabello. Se comportaba con una mente propia, salvaje y un
desastre cada vez que se despertaba.
“¿P-puedes prestarme un coche para volver a casa?”
preguntó en voz baja, esperando que él no fuera lo
suficientemente cínico como para dejarlo caminar por el
largo camino.
“¿Hogar?” repitió con voz afilada.
Asintió con la cabeza. “Sí, la propiedad Kang está a las
afueras de la ciudad—”
“Este es tu nuevo hogar a partir de ahora, Taehyung”.
El mencionado se sobresaltó. Levantó la vista al instante,
sus labios se separaron. Dio un paso atrás, a pesar de que
no había adónde ir.
“Pero pero…”
“Atuendos, joyas, zapatos, tendrás todo lo que necesitas”.
El agarre de Taehyung se hizo más fuerte en su collar.
No le gustaba quejarse ni dar a conocer su infelicidad. Sacó
lo peor de él. Sintió que una discusión se le subía a la
garganta.
“Además”, añadió Jungkook bruscamente, mientras le
sonreía con calma, revelando la tormenta en sus ojos. “Es
bien entrada la medianoche. Molestarás a todos en la
mansión Kang si regresas a casa”.
El menor dejó escapar un suspiro tembloroso. ¿Cómo
Jeon podía sonreír tan serenamente con unos ojos tan
salvajes? Sus palabras deben haberlo irritado, pero
ciertamente, ¿no hasta este punto…? Parecía que estaba
listo para matar a alguien, de manera lenta y dolorosa. El
aire a su alrededor se cortó justo cuando la temperatura
bajaba.
“J-Jungkook”.
“¿Sí, querido?”
“M-me estás asustando”.
“Eso suena como un problema personal”, reflexionó.
Cuando el menor se apartó de él, dejó caer su sonrisa.
“Ven, pequeño cervatillo”, murmuró suavemente. “Te
llevaré a tu habitación”.
Taehyung asintió a regañadientes con la cabeza. Él pasó
junto a su lado, su brazo tocando brevemente sus hombros.
Jungkook no lo esperó. Empezó a caminar a su antojo.
El pelinegro caminaba más rápido de lo normal. Él no
estaba contento con su comentario, aunque se encontró a sí
mismo como un tonto por estar molesto. Se suponía que
esta sería la casa de Tae hace dos años, el segundo en que
cumplió la mayoría de edad.
“E-espérame…” Taehyung aceleró sus pasos.
Prácticamente estaba trotando para alcanzarlo.
Hizo una mueca de dolor. Sus zapatos apretados le
aplastaban los pies. Hizo una pausa por un segundo,
preguntándose si sería posible quitarse los zapatos. Todos
estos años de estar entrenado en zapatos molestos
equivalían a nada. Todavía dolía.
A la tía Jiwoo le habría dado un ataque si hubiera visto a
su sobrino quitarse los zapatos delante de un hombre.
Conteniendo una queja, siguió caminando. Tal vez era el
dolor que lo cegaba, pero el mayor se había calmado un
poco. Más bien, se detenía cada pocos segundos para
observar la ventana, muy probablemente asegurándose de
que sus guardias estuvieran bien despiertos.
“Mi abuela puede caminar más rápido que tú”, murmuró
Jungkook.
“¿Tu abuela?” Taehyung repitió.
Se preguntó qué clase de mujer sería su abuela.
Taehyung nunca había conocido a la suya. Supuestamente,
la mujer mayor no quería tener nada que ver con la familia
de su madre. Como resultado, la anterior Matriarca Rose y
el Patriarca nunca mostraron sus rostros alrededor de la
familia.
“No te gustará, es despiadada”, murmuró Jungkook.
Antes de que pudiera preguntar más, él se giró
bruscamente hacia su dirección. “Tu cuarto.”
Taehyung parpadeó. Una vez. Dos veces. “¿Disculpa?”
El menor miró por encima del hombro. La habitación de
Jeon estaba sólo una puerta más abajo. Él podía ir a su
habitación cuando quisiera. Pero si tuviera algún respeto,
no lo haría. Conociendo su naturaleza, ya estaría
esperándolo dentro de la habitación.
Antes de que pudiera decir algo, Jungkook empujó el
pomo de la puerta hacia abajo. En el crepúsculo de la
noche, las puertas blancas eran hermosas. Kim entró a
regañadientes, con los labios entreabiertos. ¡Este lugar era
más grande que su habitación en la enorme propiedad
Kang!
“Dos habitaciones están sirviendo como armarios y un
baño conectado”, le informó.
Jungkook le hizo un gesto para que entrara. Taehyung lo
miró con recelo.
“¿Qué?” él dijo. “¿Temes que te encierre?”
El menor asintió.
“Chico inteligente.”
Jungkook entró primero, encendiendo las luces para él.
Parpadeó un poco, el repentino brillo lo cegó. Pero al
doncel no le importó. Entrando en la habitación con gran
vacilación, Taehyung inspeccionó su dormitorio.
Inmediatamente, su atención se centró en las grandes
ventanas cerca de su cama.
“No me digas que me vas a mirar desde allí de nuevo”,
señaló a los grandes ventanales. Las cortinas estaban
corridas, revelando la falta de un balcón. Con suerte, era
para mejor.
“No lo haré”, su voz mezclada con diversión. “Estaré
mirando desde el agujero en la pared”.
Taehyung se dio la vuelta, boquiabierto ante su audacia.
Su corazón dio un vuelco. Aborrecía la idea de ser
observado. Si no podía sentirse seguro en su propia
habitación, no habría forma de que pudiera dormir.
“E-eso es una broma, ¿verdad?” murmuró.
Jungkook lo agarró por los hombros y lo atrajo hacia sí.
Él le sonrió, sus afilados colmillos brillando bajo la luz.
“No.”
“Jungkook…”
“Mira, ahí mismo hay un agujero”, señaló hacia la
ventana.
“Pero eso no es un agujero…”
“Sé lo que es un agujero, cariño”.
Taehyung sintió que se refería a otra cosa.
“¿No es una ventana un agujero en la pared?” agregó.
Taehyung contuvo un suspiro. Siempre estaba jugando
con él. ¿Era porque su reacción es entretenida? ¿O el
mayor era tan sádico? Creía que era lo último. Tenía que
ser.
Había demasiados rumores siniestros que rodeaban a
Jungkook para que él creyera que sus bromas no tenían
nada que ver con el entretenimiento. Había escuchado los
cuentos terroríficos, que le susurraban a los niños para que
se comportaran.
“¿P-por qué te gusta mirarme desde la ventana?”
“Alguien tiene que asegurarse de que no mueras
mientras duermes”.
“P-pero soy joven”.
Jungkook nunca planeó verlo dormir. Anoche fue un
hecho único para asegurarse de que se fuera a casa
temprano, y nadie lo siguió tontamente hasta su casa.
Incluso si tuviera a ese guardaespaldas inútil con él, no
habría suficiente tiempo para que ese tonto reaccionara.
“Nunca se sabe”, murmuró Jungkook en voz baja.
Extendió la mano y le pellizcó la mejilla, ganándose una
protesta de él.
Taehyung inconscientemente tocó el lugar, pero su mano
rozó sus nudillos en su lugar. Su toque era helado. Por
extraño que parezca, era reconfortante, porque sofocó el
calor de su cuerpo.
“Las criadas vendrán pronto para prepararte para
dormir”.
Taehyung asintió lentamente.
“Vendré más tarde para arroparte en la cama”.
La cabeza del rubio se levantó más rápido de lo que
podía parpadear. Su sonrisa burlona se ensanchó, llegando
a sus ojos. Sintió que sus buenos rasgos se iban a
desperdiciar. Si iba a ser tan espeluznante, también podría
hacer el papel de villano. En cambio, parecía un príncipe
oscuro con una armadura brillante, listo para robar al
Príncipe en lugar de protegerlo en la torre.
“U-un día, me vas a dar un ataque al corazón”, susurró.
Jungkook tarareó en respuesta. Dejó caer sus manos y
acomodó su camisa de nuevo. Estaba irritado por la física.
Acababa de arreglar el cuello de su camisa hace unos
minutos, pero el impulso de caminar había movido la tela.
Por mucho que disfrutaba ver su cuello, se preocupaba por
su salud.
El menor era un humano. Ellos eran tan frágiles como
podían ser. Un solo corte de papel era suficiente para que
sangrara.
“Su Majestad”, un par de voces lo saludaron. Estoicos
pero educados, se inclinaron ante su gobernante.
Jungkook asintió con su cabeza. Él arregló su collar, para
que encajara perfectamente entre sus clavículas. Una
sonrisa apareció en su rostro cuando él miró el collar. Sus
labios se curvaron en una extraña sonrisa que suavizó su
mirada recatada.
“No me extrañes demasiado”, se rió.
“C-como si fuera a…”
Jungkook se burló. Seguro que el menor no lo extrañaría.
Se dio la vuelta y se alejó, sabiendo que él estaba en
buenas manos. En el momento en que dejó la habitación del
doncel, su sonrisa se desvaneció. Caminó en silencio por el
pasillo. Tenía una mujer que visitar. Se estaba saliendo de
control otra vez.

PURA RAZA MAYOR


“Está bien, escúpelo”, exigió Jungkook. “¿Qué le dijiste al
hijo de Yeji Rose?”
Jungkook no perdió el tiempo. Fue directo al grano. Tenía
toda la paciencia del mundo para Taehyung, pero cuando se
trataba de ella, no la tenía.
Había caminado todo el camino desde el castillo hasta la
Torre del Mago, cada paso del camino, en lugar de caminar
rápido aquí. No necesitaba que ella esperara su presencia y
conjurara una excusa.
“Si tan solo estuvieras tan obsesionado con gobernar
como lo estás con él”, murmuró la mujer mayor.
Se sentó en una silla elegante junto a la ventana,
bebiendo una taza de té. Desde aquí, podía ver a todos los
que entraban y salían del castillo. Su cabello largo y blanco
fluía elegantemente por su espalda. Como una de las
purasangres más antiguas del mundo entero, podría
permanecer joven para siempre. Pero le costó demasiado
mantener su belleza, por lo que optó por esta apariencia.
Hubo momentos en que su belleza brillaba y su juventud
se revelaba. Envejeció como el buen vino, cuanto más
envejecía, más hermosa era.
“Abuela”, gruñó.
“Oh, ¿nos estamos llamando por títulos inútiles ahora?
Muy bien, supongo que volveré a llamarte pequeño
mocoso”, reflexionó la mujer mayor.
Por el rabillo del ojo, vio algo interesante. Una rata
corría por la puerta trasera que conducía al palacio.
Ella simplemente hizo la vista gorda. Alguien se deshará
de la rata más tarde. No tenía dudas de que el
malhumorado Rey pronto se convertiría en un
Exterminador.
Dejando escapar un pequeño suspiro, continuó bebiendo
el té.
“No mires mi té como si fueras a envenenarlo, y si lo vas
a hacer, usa el más letal por favor”.
Finalmente, levantó los ojos hacia su irritante Nieto. Su
ceño fruncido le recordó a su hijo rebelde. Como padre,
como hijo, estaban obsesionados con sus parejas. Bueno,
eso fue, antes de que su padre casi asesinara a toda la
familia.
“¿Qué es?” ella bromeó. “No me digas que vas a tener
una rabieta, pequeño mocoso”.
Consultó su reloj de pulsera. “Si es así, deberías
habérmelo dicho con anticipación. Habría preparado
algunos jarrones de valor incalculable, hermosos marcos de
fotos y más muebles para que los destruyas”.
La mujer mayor tocó el pequeño relicario, grabado con
las iniciales de su nombre y el de su difunto esposo. DJ para
Dorothy Jeon. Hacía tanto tiempo que no usaba su apellido
de soltera que lo había olvidado.
Al ver su expresión menos que divertida, dejó escapar
otro suspiro melancólico. Dorothy extrañaba los días en que
su nieto la acompañaba en sus travesuras. Tal vez ella lo
mimó demasiado.
“Bien bien.” Ella le hizo un gesto para que tomara
asiento.
Jungkook apretó los labios. Su abuela estaba tomando té,
sin saber cuánto había atormentado al inocente Taehyung.
“¿Qué le dijiste a él?” ordenó en voz baja y peligrosa.
“Ahora, yo no te enseñé a amenazar a la gente,
especialmente después de que irrumpiste en su lugar de
descanso”, reprendió su abuela. Hizo un gesto hacia el
asiento vacío a su lado.
Ignorando su irritación y la facilidad con la que podía
romperle el cuello, siguió bebiendo su taza de té. Era dulce,
pero amargo, muy parecido a su vida.
Recordó cuando Jungkook era solo un bebé mocoso. Ella
se rió al recordar cuando podía burlarse de él y éste no
podía hacer nada más que meditar y enfadarse.
Con un fuerte e impaciente suspiro, Jungkook se dejó
caer en la silla. Cruzó las piernas y se reclinó en la silla
como si fuera el dueño del mundo entero. No llevaba
corona, pero su presencia implicaba su gran importancia.
“¡Siéntate correctamente y no cruces el tobillo sobre la
rodilla, maldito mocoso!” Dorothy le espetó.
Jungkook definitivamente se iba a asegurar de que
Taehyung no estuviera cerca de esta abuela suya que
maldecía. No necesitaba a nadie más para corromperlo.
Taehyung era un sueño dichoso y deseaba protegerlo de
todas las pesadillas.
“Esta Torre del Mago se está poniendo vieja”, comentó él
de repente. “Como la persona que lo frecuenta”.
Jungkook miró perezosamente alrededor del interior de
piedra. En él había muebles de madera de gran calidad y ni
una mota de polvo. No entendía la necesidad de su abuela
de permanecer en el pasado. Pero ella tenía este lugar
inútil querido en su corazón.
“Sería una pena que la torre se derrumbara”, agregó con
nostalgia.
Su abuela simplemente sonrió en respuesta. Su nieto,
como hombre rebelde y bruto que era, la entretenía. Fue
por eso que Dorothy se quedó tanto tiempo, pero también
para ver el entretenido espectáculo que pronto se
desarrollaría.
Dorothy estaría en esta torre, con su taza de té y su plato
de galletas, mientras la historia se repetía.
“Desde el verano hasta el otoño, el mundo continúa y
estás atrapado en el pasado cuando todo era brillante.
¿Cuándo te darás por vencido con el hijo de Yeji?” ella
pronunció suavemente.
Jungkook no respondió. Simplemente se puso de pie y
agarró la botella de vino en la esquina de la habitación. Lo
destapó con pura fuerza y tomó una de sus tazas de té
vacías. Silenciosamente vertió el vino en la taza de té y lo
bebió como si nada.
“Todavía puedo imaginar tu futuro de arrepentimientos,
lleno de cenizas y pecados descansando sobre tu cuerpo sin
corazón. Una botella de vino antiguo a tu lado y toda una
vida de arrepentimiento… Él siempre ha aparecido en tus
sueños, cegándote de la realidad”, dijo la mujer vagamente.
Dorothy disfrutó hablando en círculos, para que su nieto
se viera obligado a usar su cerebro con más frecuencia. Era
demasiado inteligente para su propio bien. Alguien tuvo
que obligarlo a hacer juegos mentales, y ella asumió ese
papel a la perfección, con sus mensajes encriptados que
siempre confundían a los demás.
“Pero él no es alguien que traerá prosperidad a este
imperio”, agregó Dorothy suavemente.
A veces, Dorothy deseaba no casarse con alguien de la
familia Jeon. Desafortunadamente, era demasiado tarde
para arrepentirse del matrimonio. Había estado con ellos
desde que podía recordar.
Dorothy se comunicó con los Altos Cielos, aunque eran
presuntuosos y rara vez le hablaban. Pero cuando lo
hicieron, le hablaban de breves profecías o advertencias de
peligro.
Por alguna razón, la favorecieron, al igual que los Cielos
favorecieron a Yeji antes de que ella se rebelara y se
enamorara del Príncipe Heredero Soohyun. Ella fue en
contra de su destino y, a cambio, él fue en contra del suyo.
Dorothy continuó frotando el relicario entre sus dedos
delgados y viejos. Cada vez que se perdía en sus
pensamientos, jugaba con él. Este fue el último recuerdo de
su esposo.
“No sigas con las tonterías de la Rosa dorada”, se burló
Jungkook. Ya estaba harto de que Joongki se emocionara de
todas las personas rubias y de ojos verdes con las que se
había cruzado.
La Rosa Dorada era solo una fábula transmitida en los
cuentos de hadas. Hablaba de una persona misteriosa con
habilidades extrañas, pero útiles.
Quien abrace la Rosa Dorada obtendrá un repentino
estallido de fuerza, aquellos que consuman su sangre se
convertirán en los más fuertes del mundo, y quien lo
desflore obtendrá la inmortalidad. Algunos incluso dijeron
que sus huesos molidos podrían fertilizar la tierra más
estéril.
La Rosa Dorada era algo que todos buscaban, príncipes
herederos y reyes extranjeros por igual. Si matar a una
persona traería tanto beneficio, nadie lo dudaría. Después
de todo, la Rosa Dorada no era más que un cordero
sacrificado.
“¿Es porque sabes que él no es el indicado?”
Jungkook se quedó helado.
“Jo, jo, parece que por una vez, mi genio nieto está
confundido”.
La temperatura bajó. Criaturas oscuras acechaban en las
sombras. En un instante, su buen humor se agrió.
“¿De qué estás hablando?”
Dorothy apoyó la barbilla en un brazo apoyado. Sus
labios se abrieron en una gran y astuta sonrisa.
“Kim Soohyun y Yeji Rose te mintieron. Taehyung no
nació en Halloween, nació un minuto después. No es la
Rosa Dorada, destinada a marcar el comienzo de una era
de luz en el Imperio de Wraith”.

PEZ NO DISPONIBLE
Por una vez en su vida, Jungkook se quedó sin palabras.
Levantó la mirada de su abuela a la ventana. El viento
aulló, levantando un tornado de hojas, destruyendo el
hermoso bosque más allá.
Bebió vino en silencio. Fue el menos sorprendido por la
noticia.
Todo el tiempo, Jungkook había sabido que Taehyung no
era la Rosa Dorada. Y a él no le molestó.
No necesitaba la inmortalidad cuando era un Pura Raza.
No necesitaba ser el hombre más fuerte del mundo, ya era
uno de los más poderosos de todo el Imperio. ¿De qué otra
manera tomó el trono?
“¿Y eso me desconcierta, por qué…?”.
La sonrisa de Dorothy se convirtió en una mueca. “Todo
el Imperio espera que te cases con la Rosa Dorada. Soy un
profeta de los Cielos, maldito mocoso. Si el consejo
pregunta, estaré obligada a decirles la verdad”.
Los dedos de Jungkook agarraron con fuerza la taza de
té. En un abrir y cerrar de ojos, se hizo añicos en el aire, la
bebida se arrojó sobre la mesa. Goteaba por los lados,
como sangre recién derramada.
Dorothy dejó escapar un fuerte suspiro. Ni siquiera se
inmutó ante su fuerza bruta. Ya estaba acostumbrada. Por
lo tanto, ella continuó sentada allí, sin que la mancha la
molestara. El derrame no estaba cerca de su vestido de
todos modos.
“Sé que lo encuentras divertido, como un juguete nuevo
que le dan a un niño, pero eventualmente te aburrirás de
él”, murmuró Dorothy. “Por tu bien, deberías dejarlo en
paz”.
Jungkook tamborileó con los dedos sobre el lugar vacío
de la mesa. Tap. Tap. Tap. Estaba perdido en sus
pensamientos, su otra mano presionada sobre sus labios.
Había esperado demasiado como para dejarlo escapar
repentinamente.
Mirar el bosque le recordó a sus ojos. Eran las ventanas
de su alma. Él era un libro abierto con el corazón en la
manga.
“Ya sabes”, dijo Dorothy lentamente. “Hay un dicho
popular entre los humanos: Hay muchos peces en el mar”.
“Sí, pero tengo mis ojos puestos en ese pez
emocionalmente no disponible con problemas de confianza
y un montón de dificultades traumáticas”, comentó
inexpresivo.
Dorothy se rió en su taza de té. ¿Por qué los hombres en
su vida eran tan tercos?
Su hijo también era así. Estaba convencido de casarse
con su esposa, a pesar de que ella era la hija adoptiva de
un barón de bajo rango.
Quizás Jungkook aprendió de los mejores, incluidas sus
sonrisas burlonas y sus travesuras despiadadas.
“Supongo que esa es la belleza de este lugar”, dijo
Dorothy en voz baja. “Un sueño hermoso, una ilusión
dolorosa, ¿qué tiene de malo la falsa felicidad cuando este
mundo está lleno de mentiras?”
Jungkook no respondió. Nunca había imaginado un
hermoso sueño con ninguna persona hasta que Taehyung
volvió a aparecer en su vida.
No había tal cosa como una ilusión dolorosa cuando toda
su vida supo que Taehyung no era la Rosa Dorada con la
que su gente quería que se casara.
Jungkook solo puede fingir ser feliz durante tanto tiempo
antes de que se canse de usar una máscara. Cuando eso
suceda, ¿Taehyung lo ayudará a reír?
Pensando en él bajo la danza de la luz de la luna, la
primera vez que lo vio en el baile, el fantasma de una
sonrisa adornó sus labios. Taehyung era impresionante.
Bajo la luna, pensó que era un ninfa que escapó del
bosque. Cuando él se giró lentamente hacia su dirección,
con rostro inquisitivo y sereno, recordó la paciencia con el
que lo esperó.
“¿Estás seguro de que quieres sentarte aquí y fingir que
eres mudo, Mocoso?” preguntó Dorothy. Dejó la taza de té y
le indicó que se fuera.
“Creo que una rata se coló en el palacio cuando no
estabas mirando”, agregó.
Los ojos de Jungkook parpadearon con reconocimiento.
Sus labios se burlaron en un gruñido, revelando sus
afilados y penetrantes colmillos.
Era hora de ir a exterminar ratas.
Taehyung se sorprendió por el tipo de criadas. Había
conocido a gente como ellos hacía una década, en la
enorme finca de Kastrem. En ese entonces, lo trataban
como a la realeza, obedeciendo todas y cada una de sus
palabras.
Incluso ahora, podía recordar a las dos doncellas que
siempre estaban a su lado, guiándolo con la etiqueta
adecuada y mostrándole una amabilidad como ninguna
otra.
Sin embargo, con el tiempo, sus rostros se volvieron
borrosos y no recordaba sus nombres.
“E-eso es todo, gracias”, dijo Taehyung agradecido a
Jane, la más alta de las dos, y a Jenny, que era un poco más
baja.
Jane era una mujer de rostro estoico, a pesar de tener
poco más de veinte años. Cumplió con su deber con sigilo y
pericia. Jenny era todo lo contrario. A pesar de no estar
emparentados con Jane, su comportamiento se
complementaba.
Jenny lucía una leve sonrisa que la hacía juvenil, a pesar
de que tenía veintitantos años. Cumplió con sus deberes
casi a la perfección, pero cometió errores mínimos, casi
perceptibles.
“¡Eres demasiado amable, Principe!” Jenny felizmente
cantó.
“Nos complace servirle, Principe”, dijo Jane cortésmente
con una inclinación de cabeza, mientras Jenny
instantáneamente hizo lo mismo.
Taehyung se preguntó cómo descubrieron su título, pero
pensó que habían hecho una predicción. Jugueteó con su
collar, retorciéndolo entre sus dedos. Había sido un hábito
suyo cada vez que luchaba con su nerviosismo.
“Si no hay nada más, e-están disculpados”.
El doncel había sido completamente bañado. Le lavaron
el cabello con champú y acondicionador de alta calidad,
luego lo secaron con aceite marroquí y luego lo peinaron.
Un camisón de seda bajaba por su cuerpo, el material
suave y resbaladizo sobre su piel. Estaba agradecido de
que le llegara hasta la clavícula, lo que significaba que no
se deslizaría tan fácilmente.
Taehyung no necesitaba que se repitiera lo que pasó ayer
por la noche. Sin embargo, predijo que lo habría disfrutado
muchísimo. Cuando Jane y Jenny salieron de la habitación,
se levantó del lujoso sillón del tocador. Caminó hacia las
puertas y las cerró sin dudarlo.
Luego, hizo un pequeño desliz hacia las ventanas,
cerrándolas también. Finalmente, corrió las cortinas,
recorriendo una por una toda la habitación. Había
aprendido de los problemas del día anterior.
“E-esto debería mantenerlo alejado”, susurró, sin saber
que nada en este mundo podría mantener a Jungkook
alejado de él.
Taehyung caminó a regañadientes hacia la cama. Quería
apagar las luces pero desconfiaba demasiado del nuevo
entorno.
¿Qué pasaría si alguien se colara y tratara de matarlo,
incluso en una habitación cerrada? Todavía no había
aprendido el diseño de todo. Sería difícil dormir
cómodamente en un entorno desconocido.
Así, se subió a la cama. Un pequeño suspiro de alivio se
le escapó justo cuando su cuerpo se hundió en el cómodo
colchón. Se subió las mantas hasta el pecho e intentó
cerrar los ojos.
Creció la incertidumbre. Su ansiedad se disparó.
Un segundo después, abrió los ojos de golpe.
“¿P-por qué eres tan asustadizo?” se quejó para sí
mismo.
Agarró con fuerza las sábanas. Estaba mirando hacia la
cama con dosel, donde las gruesas cortinas celeste cielo
estaban abiertas. Supuso que esto estaba destinado a
bloquear la luz. Era una cama hermosa, tenía que admitir.
De las cortinas colgaban cadenas de perlas.
“Este lugar es tan… Celeste y blanco”.
Taehyung rodó hacia un lado, preguntándose si él sabía
que esos eran sus colores favoritos o si era una
coincidencia. Rodar a un lado lo hizo desconfiar de
cualquiera que lo atacara al azar por detrás. Con gran
desgana, volvió a ponerse boca arriba.
Suspiró. Deseaba que hubiera libros para leer, para
poder arrullarlo y dormir con ellos. Aburrido, jugueteaba
con su collar, mientras observaba en silencio la rosa
encerrada en el vidrio.
“Creo que mamá dijo que esto era una especie de
cristal…” murmuró, mientras continuaba jugando con el
accesorio de un lado a otro.
Pronto, sus ojos se volvieron pesados, el collar se enredó
lentamente en su dedo. Lentamente, suavemente, se quedó
dormido, pero no sabía de la oscuridad que acechaba en el
castillo y trepaba por sus paredes.

GRACIAS AL CIELO
Jungkook ya sabía dónde se escondía la rata.
Instantáneamente se dirigió a la habitación de Taehyung.
En la quietud de la medianoche, cuando incluso los
vampiros se retiraban a los lugares que les correspondían,
él irrumpió silenciosamente por los pasillos. Sus pasos
resonaron con fuerza, una melodía inquietante de sigilo e
ira.
No iba a dejar que la rata se marchara viva.
Jungkook agarró la manija de la puerta de Taehyung.
Empujó hacia abajo, solo para escuchar un suave “clic”. Él
lo había dejado fuera.
Una risa cruel y astuta bailaba por los silenciosos
pasillos. Así que, finalmente había aprendido la lección. Eso
estuvo bien. Él tenía las llaves. Esta era su propiedad, su
dominio, su campo de batalla.
Jungkook chasqueó la lengua. Abrir o no abrir la puerta,
respetar su privacidad o no. Eligió lo primero. Girando
sobre sus talones, se dirigió directamente a su habitación.
Fue un corto paseo por el pasillo. Entró en silencio a su
habitación y se abrió paso en la oscuridad.
“Qué idiota.”
Con un hombro, Jungkook se apoyó en una de sus
enormes ventanas. Se cruzó de brazos y miró hacia abajo.
Efectivamente, sus hombres estaban vivos y coleando. Pero
en la oscuridad, vio un desagradable par de ojos marrón
burdeos.
La vista de Jungkook era mucho mejor que la de los
guardias Vampiros estacionados afuera. Podía ver el bosque
millas más allá de la propiedad y analizar qué insecto se
arrastraba por la rama.
Así que el molesto guardaespaldas no era tan inútil como
pensaba. Al menos el tonto había arriesgado su vida para
salvar a Taehyung. Lástima que todo el trabajo duro se
desperdiciaría.
“Ciertamente estuviste ocupado mientras yo estaba
fuera”, se burló Jungkook en voz alta. Giró la cabeza hacia
la izquierda, donde se compartía la pared que comunicaba
con la habitación de Taehyung. Sus labios se torcieron en
una sonrisa sardónica.
Cuando el néctar era demasiado dulce, todas las plagas
acudían a la flor. Jungkook incluido.
Ahora que Taehyung tenía a Jungkook, no había
necesidad de un guardaespaldas. Él garantizaría su
seguridad en este enorme castillo, protegido por miles de
soldados fuertemente armados y barreras mágicas
invisibles.
Siguió observando el par de ojos escondidos en los
arbustos. Ladeó la cabeza, preguntándose si debería
ordenar la ejecución de ese hombre. Pero entonces su
bonito y querido Taehyung se molestaría, sus labios
temblarían mientras contenía las lágrimas.
En todos los años que conoció a Taehyung, éste nunca
había llorado frente a él. Algunos incluso dijeron que ni
siquiera lloró en el funeral de sus padres. Era fuerte, a su
manera.
“¿Qué tan divertido sería verlo torturado por su amor por
mí?” Jungkook se preguntó en voz alta, sus labios
curvándose en una sonrisa siniestra. Le enseñaría a ese
humilde guardaespaldas el lugar que le corresponde en
este mundo.
Un sirviente estaba destinado a servir a su amo, no a
acostarse con éste.
Jungkook supuso que la lealtad eterna de una amistad de
la infancia era demasiado interesante para descartarla.
“Agradece al cielo, rata. Acabo de perdonarte la vida”.
Jungkook concluyó que el guardaespaldas era demasiado
débil para actuar. ¿Qué estaba planeando hacer? ¿Acampar
en el monte toda la noche, esperando a que Taehyung se
despertara? Se burló de la idea.
El primer rostro con el que Taehyung se despertaría
siempre sería el de Jungkook, y la última cara que vería
siempre sería la de Jungkook. Él no lo tendría de otra
manera. Si iban a pretender ser esposos, tenía la intención
de que desempeñaran el papel a la perfección.
“Y luego lo capturó en un brutal y castigador beso…”,
leyó en voz baja en voz baja.
Libro en mano, Jungkook estaba tumbado perezosamente
en el lujoso sofá de terciopelo del color del vino fresco.
Lentamente sacudió la cabeza mientras pasaba la página.
Claro, el menor no estaba leyendo literatura erótica. Este
libro de historia, El ascenso del heredero, ciertamente
parecía uno, en medio de su detallada bibliografía.
Jungkook dejó escapar una pequeña risa al recordar su
reacción. Estaba sonrojado en el acto, aterrorizado de que
su secreto hubiera sido descubierto.
Con una mano, cerró el libro. Ahora, él sabía lo que
Taehyung disfrutaba. Jungkook planeó utilizar esto a su
favor.
Necesitará dormir todo lo que pueda. Jungkook se
levantó del sofá. Deslizó el libro de tapa dura en los
estantes. Entre las estanterías había otros libros, algunos
incluso prohibidos para abrir, y otros simplemente
mezclándose.
Ahora que lo pensaba, Taehyung debía estar muriendo de
aburrimiento. Los libros eran su escape cuando era niño, y
era lo único que lo ayudaba a dormir.
“Pero no más erotismo para él”. Jungkook se apartó de la
estantería y echó un vistazo por la ventana.
La rata aún no se metió en la trampa.
“¿Por qué leerlo, cuando puede experimentar lo real con
un cuerpo aún mejor?” Jungkook simplemente se encogió
de hombros en respuesta, sabiendo que no había nadie más
guapo que él.
Se dirigió rápidamente a la bodega y agarró un vino frío.
Regresó en menos de un minuto. Quienquiera que lo viera
no pensaría en nada más que en un borrón de ropa negra y
el viento corriendo por su cabello.
“Si voy a sentarme completamente aburrido y esperar a
que salga el sol, mejor me pongo cómodo”.
Dios sabe que necesitaría paciencia. Especialmente
cuando el menor estaba a solo una pared muy, muy delgada
de distancia.
Atrapado en el país de los sueños, Taehyung se estaba
ahogando en otra pesadilla.
Estaba de nuevo en los pasillos oscuros y arruinados.
Estaba vestido con un atuendo blanco con capas plisadas y
transparentes que adornaban el suelo y creaban una cola
corta detrás de él. El camisón estaba sucio, como su brazo
que estaba lleno de rasguños y cortes.
El mismo pasillo, el mismo atuendo, el mismo cabello
arruinado. Se recogió los costados de su traje y caminó
hacia atrás, sabiendo que caminar hacia adelante nunca
funcionaría.
“¿Ho-hola hay alguien ahí?” gritó en voz alta, sabiendo
que nadie le respondería jamás.
Observó su entorno. Su camisón crujió silenciosamente
cuando se dio la vuelta, descalzo entre el elegante pasillo
de piedra y mármol renovados. De repente, el suelo
comenzó a temblar. Apretó los ojos con miedo.
Se sentía como si el suelo se moviera debajo de sus pies.
Pronto, reemplazando los pisos arruinados y agrietados
hubo una alfombra lujosa.
Parpadeando sorprendido, abrió los ojos.
“¿Dónde…?” Taehyung exhaló.
De repente, los escombros de los pasillos destruidos no
se veían por ninguna parte. Los cortes en su piel habían
desaparecido, su camisón ya no estaba sucio y su cabello
no era un nido de pájaros. En el reflejo de la ventana, se
veía fresco y limpio.
“Conozco este lugar.” se dio la vuelta, reconociendo
instantáneamente su entorno. Acababa de caminar por este
pasillo no hace mucho tiempo.
La tierra de los sueños de Taehyung lo había llevado al
castillo de Jungkook. ¿Significaba esto… que el pasillo en
ruinas una vez perteneció a su castillo? Tantas preguntas
sin respuesta corrían dentro de su cabeza.
La gente siempre lo mantuvo en la oscuridad, creyendo
que era por su propio bienestar.
“Si tan solo ellos supieran, me hacen hacer cosas
estúpidas y peligrosas solo para encontrar respuestas”,
murmuró enojado entre dientes.
“¿Qué haces fuera de la cama?” Exigió una voz
agradable, pero severa.
Taehyung instantáneamente levantó la cabeza. Sus ojos
se agrandaron y sus labios se separaron.
De pie frente a él había un hombre familiar. Parpadeando
con incredulidad, lo reconoció como Jungkook, pero mucho
más joven. Tenía la apariencia de un adolescente, tal vez un
poco más de diecisiete o dieciocho años. Tenía la misma
altura y forma de cuerpo, pero su rostro de alguna manera
parecía más joven.
“Esta es la segunda vez que finges quedarte dormido,
Príncipe malcriado”.
¿Segunda vez…?
Taehyung abrió la boca para responder, pero se detuvo.
Algo no se sentía bien. Por alguna razón, Tae lo estaba
mirando, como si Jeon fuera la persona más alta del mundo.
Taehyung giró la cabeza hacia la ventana. Era mucho
más bajo y tenía la apariencia de un niño de nueve años.
“Tu padre no estaría feliz de ver que te estoy mimando
aún más al dejarte vagar por el castillo más allá de la hora
de acostarte”.
Taehyung apretó los labios. ¿Por qué aparecía Jungkook
en su sueño? Dijo que lo conocía de niño, pero pensó que lo
había visto muy poco y eso era todo. Algo así como los
familiares siempre preguntaban: ’¿Te acuerdas de mí? ¡Te
cambié el pañal cuando eras un bebé!
“Vete a la cama”, ordenó con severidad.
Taehyung abrió la boca para decir algo, pero no salió
nada. Jungkook tenía una expresión estricta en su rostro.
No había ni una pizca de risa o diversión. No parecía
disfrutar bromear con él, como lo hacía en el presente.
De repente, suspiró. “No me hagas llevarte”.
Taehyung frunció el ceño. Lo hizo parecer un mocoso
malcriado.
“Bien,” siseó.
Las largas zancadas de Jungkook lo llevaron sin esfuerzo
hacia su dirección.
Taehyung estaba clavado en el suelo. Quería moverse y
decir algo, pero fue inútil.
Jungkook nunca antes había sido parte de sus sueños.
¿Por qué apareció de repente?
De repente, una voz familiar salió de su boca. “Llévame.”
h
Taehyung se dio cuenta de lo que había dicho. ¡Pero eso
era imposible! No tenía la intención de que esas palabras
salieran. Se sentía como si su cuerpo no fuera suyo.
Antes de que se diera cuenta, estaba levantando los
brazos.
Jungkook entrecerró los ojos. “Tus padres te miman
demasiado”.
A pesar de sus duras palabras, se inclinó y lo levantó en
sus brazos. Lo cargó con un brazo, pero el menor se sintió
seguro contra su cuerpo. Sus diminutas piernas colgaban
de su pecho.
Taehyung siempre supo que tenía un crecimiento más
lento que sus compañeros. A la edad de nueve años,
todavía era bastante pequeño. Debido a esto, su padre
siempre se burlaba de él. Pero cuando llegó a la
adolescencia se estiró a su altura actual.
“Listo, ¿todo mejor ahora?” Habló irritado, como si no
pudiera creer que se vio obligado a abrazarlo.
Taehyung se enfadó. Su labio inferior sobresalía. Antes
de que pudiera reaccionar, los brazos de Taehyung se
envolvieron alrededor de su cuello, mientras hundía su
rostro en su hombro. Escuchó su fuerte y agitado suspiro.
De repente, estaba acariciando su diminuta espalda,
mientras lo cargaba por el pasillo.
“Kook, Kook”, murmuró en su camisa blanca.
“¿Qué es?” demandó, pero en un tono más suave.
“Tengo hambre.”
Jungkook negó lentamente con la cabeza. “Ya te he dado
de comer dos tazas de leche tibia y miel. No puedes tomar
más”.
Tae le pateó el pecho con furia. Finalmente, se rió. Fue
un sonido suave que trajo una sonrisa a su rostro.
“Compórtate”, lo reprendió.
“Kook, Kook”, se quejó.
Jungkook levantó una ceja. “¿Qué es?”
“Tengo un secreto que contarte”.
Jungkook estaba intrigado. ¿Cuál de los secretos de sus
padres iba a revelar ahora? Siempre estaba escuchando a
escondidas las conversaciones de sus padres. Era un mal
hábito, pero los Kim estaban demasiado absortos en su
discusión como para darse cuenta.
“Escuché a mamá y papá discutiendo”, susurró, tirando
de su cuello hacia atrás.
“¿Y?”
“Papá estaba enojado… dijo que mamá no debería
mentirme”.
Jungkook asintió con la cabeza, esperando que
continuara con la historia. Caminaba en silencio por el
pasillo y hacia el otro lado del castillo, lejos de su ala en el
palacio.
Jungkook había diseñado el palacio solo para el menor.
Por mucho que se negara a admitirlo, Jungkook le daría
cualquier cosa que pidiera. Sus padres lo mimaron, pero
Jungkook lo mimó muchísimo más.
Al ver que estaba callado, decidió tomar la iniciativa.
“¿Y sobre qué mintió tu madre?” preguntó Jungkook.
“Algo sobre mi cumpleaños…”
Jungkook asintió lentamente. ¿Estaban discutiendo los
eventos de su fiesta de cumpleaños? Iba a cumplir diez
años mañana, y él tenía un gran regalo para Tae. Estaba
seguro de que a éste le encantaría.
“Mami dijo que está mal celebrar mi cumpleaños en
Halloween”, se quejó en voz baja.
“¿Y por qué Yeji piensa eso?”
“Escuché a mamá decir que en realidad nací un minuto
después de Halloween”.
La sonrisa de Jungkook desapareció. ¿Lo escuchó
correctamente?
NO SEAS MALO
Los ojos de Taehyung se abrieron de golpe. Se incorporó
en la cama, con la frente empapada de sudor frío.
Que extraño sueño.
Era la primera vez que veía a Jungkook en sueños.
Parecía bastante familiarizado con él también.
Recordó que desconfiaba de los extraños. Todavía lo
hacía. Rara vez sonreía a sus parientes, mucho menos a un
extraño. Si el pequeño Taehyung le había pedido a
Jungkook que lo cargara e incluso lo alimentara, entonces
debe haber significado que tenía toda su confianza en él.
Pero, ¿cómo fue esto posible?
No recordaba haber conocido a Jungkook hasta esa
noche. Con el paso de los años, poco a poco fue olvidando
los recuerdos de su infancia.
“Esto es demasiado extraño”, se dijo a sí mismo.
No había nada que Taehyung pudiera hacer. Solo tendría
que preguntarle a Yugyeom. Él debe saber algo. Él le había
acompañado durante mucho tiempo.
Con esta nueva misión en mente, se levantó de la cama.
No se molestó en comprobar la hora antes de abrir las
cortinas. La luz del sol lo envolvió, calentándolo. ¡Para su
deleite, era de mañana! ¡Él podría dejar este castillo ahora!
Se animó instantáneamente. Rápidamente probó una de
las varias puertas de su habitación. Pronto, encontró uno
de los dos armarios. Para su desconcierto, los armarios
estaban repletos de ropa. Trajes, camisas, pantalones,
joyas, espejos enormes, había todo lo que un chico pudiera
necesitar.
“Al menos él no sabe mis medidas”, susurró al notar los
varios tamaños de ropa.
Ni siquiera podía imaginar cómo lo sabría. Taehyung
agarró lo que fuera más fácil de usar. En este caso, era un
pantalón suelto y una camisa de seda sin cuello.
Se lo puso y pasó una mano por el pantalón plisado. El
pantalón y la camisa eran tan blanco cómo el cielo de la
mañana, pero lo hacían parecer un fantasma.
Knock. Knock.
Taehyung parpadeó. Acababa de salir de la habitación
del armario cuando alguien llamó suavemente a su puerta.
Creyendo que eran las criadas, corrió rápidamente hacia la
puerta y les abrió.
“¡B-buenos días!” saludó emocionado.
El buen humor de Taehyung se agrió.
“Alguien está de buen humor”.
Jungkook se cernía sobre él, con las manos metidas en
los bolsillos. Estaba vestido de negro otra vez, con una
camisa de seda que tenía las mangas arremangadas hasta
los codos, revelando gruesas cuerdas de venas en sus
brazos tonificados, uno de estos tatuado en su totalidad
hasta los nudillos. La camisa estaba desabrochada hacia
arriba, dejando entrever su fuerte cuello y pecho.
“¿Qué ocurre?” bromeó. “¿Ya arruiné tu mañana?”
Jungkook había notado lo rápido que fruncía el ceño. ¿A
dónde se fue esa sonrisa alegre? Divertido por sus
payasadas, le pellizcó un lado de la mejilla.
“Es bueno ver que el novio ya está vestido de blanco”,
dijo solo para ponerlo aún más nervioso.
Taehyung no reaccionó. Parecía que ya se estaba
familiarizando con sus payasadas. Pero su ceño se
profundizó un poco.
“E-eso no es gracioso”.
“Hmph, persona dura”.
Jungkook permaneció junto a la puerta, con una mano
aferrada al marco y la otra acariciando su suave mejilla.
Estaba asombrado de que él no le apartara la mano.
“Soñé contigo”, admitió.
“¿Un sueño húmedo?”
“Jungkook,” gimió comenzando a frustrarse.
Éste sonrió. “¿Qué es?”
Taehyung tuvo una sensación de déjà vu. Agarró el
costado de su pantalón, quedándose quieto para él. Tenía
una expresión amable, pero burlona en su rostro. ¿Era por
eso que era tan amable con él? ¿Porque lo conocía desde
que era un niño? Pero ¿por qué no lo recordaba?
“Fue un sueño peculiar”, agregó.
Jungkook levantó una ceja. “Qué fastidio. Esperaba uno
lleno de vapor”.
“¡Jungkook!”
Se rió a carcajadas. El sonido rebotó en las paredes y
tocó una fibra sensible en su corazón. Su estómago se agitó
ante el sonido profundo y aterciopelado. Era tan guapo que
lo cegaba.
“Admítelo, mi dulce Taehyung. ¿Quién no querría tener
un hermoso sueño conmigo?” bromeó. “Es la única forma
en que una persona puede estar en mis brazos”.
El rubio apretó los labios. Casi soltó las veces que estuvo
en sus brazos. A él tampoco pareció importarle. ¡Qué
déspota desvergonzado era!
“¿No me vas a dejar entrar?”
Taehyung parpadeó sorprendido. ¿Desde cuándo tenía la
cortesía de preguntar ahora? Todavía estaba agarrado al
pomo de la puerta, como un animal asustado. Con cautela,
miró alrededor de su habitación.
“Pero no hay dónde sentarse”.
“¿Así que la cama no está allí?”
Él se burló cuando el menor asintió. Que tacaño de su
parte. Dejó caer la mano.
“Bien, ven conmigo”.
Taehyung asintió con entusiasmo. Salió de la habitación,
sus pies aplastando la alfombra increíblemente suave. De
repente, se detuvo. No estaba usando zapatos.
“¿Qué ocurre?”
Jungkook se dio la vuelta para ver que se había ido. Sus
cejas se alzaron alarmantemente. Corrió hacia la puerta,
solo para verlo apresurarse hacia la más cercana. Sin
saberlo, dejó escapar un pequeño suspiro de alivio.
“¿Qué mierda?” murmuró por lo bajo.
Jungkook se pasó una mano por el cabello. Debió estar
cansado de dormir solo un parpadeo por la noche. Por una
fracción de segundo allí, él se había preocupado demasiado
por el menor. No debería haberlo hecho. Fue un error.
“No tenía zapatos”, le dijo, saliendo con un par de
zapatos planos en sus manos.
Jungkook asintió en silencio. Se apoyó contra el marco de
la puerta, con los brazos cruzados mientras lo miraba
ponerse los zapatos. Decidió traer un sillón estilo romántico
a la habitación.
Inmediatamente notó el color de sus cómodos zapatos
bajos. Azul tiffany. Apartó la mirada, resistiendo el impulso
de molestarlo y burlarse de él de nuevo. Algo viejo, algo
azul… Era una tradición nupcial del pasado.
“¿A dónde vamos?”
Jungkook parpadeó una vez. Se había perdido en sus
propios pensamientos al darse cuenta de que el menor
ahora estaba de pie frente a él. Taehyung lo miró
inocentemente, con grandes ojos verdes. Instantáneamente
fue absorbido por su mundo verde y con mucho gusto se
habría quedado allí.
“Al comedor”.
La emoción inundó sus ojos, haciendo que el color fuera
aún más claro. Sin previo aviso, se molestó de repente,
revelando un mar de esmeralda.
“O-oh, pero no tengo hambre…”
Jungkook entrecerró los ojos. Mentiras. Estaba
encantado de comer un segundo antes. Ahora, él cambió de
opinión? No iba a permitir eso. Taehyung no estaría
desperdiciando comida bajo su techo.
“Al menos come un bocado, cariño”.
“N-no—”
“Taehyung”.
El nombrado se rindió a regañadientes. Podía
simplemente sentarse allí y jugar con su comida. Jeon ni
siquiera lo notaría si él hiciera su “truco” habitual. En
silencio, asintió con la cabeza.
Lo escuchó dejar escapar un pequeño suspiro. Jeon
plantó una mano en la parte superior de su cabeza. Levantó
la mirada, solo para ver su sonrisa torcida. Parecía mucho
más amable de esta manera. Quería ver de qué otras
expresiones era capaz…
El pensamiento lo sorprendió. Se encogió de hombros.
¿Quién no querría ver los diferentes lados de su nuevo
amigo?
“Buen chico”.
“N-no me trates como una mascota”.
“Las presas son a menudo mascotas”, afirmó.
Taehyung no entendió lo que quería decir. ¿Una presa?
¿Su presa?
“No perdamos más el tiempo”, dijo Jungkook
inexpresivamente. Giró sobre sus talones y se alejó, sin
esperarlo.
El menor era sorprendentemente obstinado. Taehyung lo
alcanzó con un pequeño movimiento de sus pies. Pronto,
estaba caminando a su lado, con un gran movimiento de
sus piernas. Jeon contuvo una risa burlona y aceleró el
paso. Luego, Tae fue llevado al límite, al igual que él lo
disfrutó.
“N-no seas tan malo”, se quejó finalmente.
“¿De qué estás hablando?”
Jungkook disminuyó la velocidad. Tae estaba un poco sin
aliento, solo por caminar solo. Obstinado de corazón, cerró
la boca y se negó a decir algo más. A Jeon no le importó.
Su plan funcionó.
Quería que el menor hablara más, expresara sus
preocupaciones y entendiera que estaba perfectamente
bien quejarse.
Con un despreocupado encogimiento de hombros,
Jungkook no dijo nada más. Pronto, sus pasos se
sincronizaron y un cómodo silencio se apoderó de ellos. Él
no lo notó antes, pero estaba sorprendentemente bien con
su silencio.
Qué extraña comprensión.

LOS CORAZONES MÁS OSCUROS


El estómago de Taehyung gruñó. Estaba sentado ante
una enorme mesa que estaba en el centro del hermoso
comedor. Las ventanas abundaban, lo que permitía que la
luz del sol bañara los suelos de color blanco perla, con oro
malversado en el pulido. La mesa se extendía de una mitad
de la habitación a la otra mitad, revelando abundantes
platos de todo tipo de color, aroma y cultura.
Había gofres, tortitas, gachas de arroz, té con leche y
mucho más.
Presentado ante Taehyung había un plato de ensalada y
sopa. La comida estaba al alcance. Miró la ensalada, que
consistía en remolachas glaseadas con azúcar moreno,
maíz recién cosechado, espinacas, col rizada y mucho más,
con una deliciosa salsa balsámica.
“¿La comida no es de tu agrado?”
Taehyung levantó la cabeza. En sus dedos largos y
delgados había una copa de vino de cristal, con un líquido
sospechosamente rojo oscuro. Rezó para que fuera sólo
vino tinto.
“S-se ve genial”, respondió.
Él entrecerró los ojos que se volvieron carmesí brillante,
revelando que lo estaba estudiando cuidadosamente.
Las manos de Taehyung temblaron. Estaba bien. Nadie
diría nada. Levantó el tenedor y el cuchillo de la ensalada y
vio que él levantaba una ceja con curiosidad. Cogió más
aderezo de la mesa y lo vertió sobre la ensalada,
observando cómo se empapaban las hojas.
“¿O prefieres comer algo más?” reflexionó.
La cabeza de Taehyung se levantó. Sintió que había más
de un significado en sus palabras.
“E-esto está b-bien…” comenzó a mezclar la ensalada,
hasta que el volumen de la misma comenzó a reducirse un
poco, ya que la mezcla primaveral de hojas se marchitaba
por la salsa.
Se llevó el tenedor a la boca pero luego se detuvo. “¿No
vas a comer tú también?”
“Bien.”
Jungkook se llevó la cuchara de la sopa a la boca en
silencio, fingiendo beberlo, cuando en realidad lo estaba
observando todo el tiempo. El menor había bajado el
tenedor y había movido la comida a otro plato apenas
visible.
Luego, levantó otro tenedor con ensalada.
Justo cuando estaba a punto de tocar sus labios, habló de
nuevo. “P-por cierto, ¿Cu-cuándo volveré a la Mansión
Kang?”
Jungkook optó por no comentar sobre el hecho de que la
mansión Kang en realidad estaba bajo el nombre de la
familia Kim. ¿Él no sabía eso? El vizconde Kang DongWook
había tomado prestada la casa de Soohyun, quien fue lo
suficientemente generoso como para permitirles residir en
ella todo el tiempo que quisieran.
“No hay necesidad de que regreses allí”, comentó
lentamente Jungkook. Se limpió la boca y tomó un sorbo de
su vino. “Les he enviado una carta”.
Taehyung asintió lentamente. Jugó con su comida,
moviéndola de un lado del plato al otro, juntando la
ensalada. Cuando él empezó a mirarlo, volvió a levantar el
tenedor.
“¿Q-qué tipo de carta?”
“Para informarles que vas a ser mi esposo”.
Sus utensilios repiquetearon ruidosamente sobre la
mesa. Se deslizó del plato, justo cuando su cabeza se
levantó con horror.
“¿No es eso lo que acordamos?” reflexionó Jungkook.
Dejó la copa de vino sobre la mesa y se inclinó hacia
delante, apoyando la barbilla en su mano.
“Vas a ser el Rey del Imperio Wraith”
Taehyung abrió y cerró la boca. Agradeció en silencio a
los mayordomos que se apresuraron a reemplazar sus
utensilios.
“¿E-es así de fácil?” susurró.
Taehyung apuñaló temblorosamente la ensalada de
nuevo.
“¿Enviar una carta? Sí”.
Taehyung se llevó el tenedor a la boca, pero se detuvo.
“Sabes lo que quise decir”.
Jungkook rió suavemente. Los gemelos iban a tener un
ataque una vez que se enteraran de este compromiso. Iba a
disfrutar plenamente de sus disputas.
“El proceso es mucho más complicado. Tendré que
anunciarte ante el consejo y todo el Reino que eres mi
prometido”.
Taehyung asintió lentamente. Dejó el tenedor en la mesa
y empezó a jugar de nuevo con la comida, moviéndola de
un lado del plato al otro.
“¿P-prometido?” se dio cuenta de repente.
Jungkook asintió. “Te doy un año para que demuestres
que eres digno de cambiar”.
Taehyung no se sorprendió. Ya fue generoso con la
oferta. Solo esperaba que pasara sin problemas y le diera
suficiente tiempo para escapar. ¿Pero adónde irá…?
Tal vez Taehyung podría establecerse en algún lugar,
lejos de la ciudad y en medio de la nada, con un esposo
amable o algo así. Podían vivir recluidos, criar una granja,
tener hijos, y nunca tener que preocuparse de que sus
parientes lo descubrieran. Sí… ese era un futuro con el que
soñaba.
Era algo que también le había dicho a Yugyeom, quien
accedió de buena gana a establecerse con él si se lo pedía.
En ese entonces, se había reído de su entusiasmo,
tomándolo como una broma.
“¿No vas a comer?” instó.
Taehyung tragó saliva. Apuñaló la ensalada a la derecha
de nuevo, notando que el volumen había disminuido,
aunque nunca tocó sus labios. Se llevó el tenedor a la boca.
“O-oh, casi lo olvido”, susurró Taehyung en voz baja.
Colocó el utensilio en el plato.
“T-tengo un g-guardaespaldas leal en la mansión Kang…
S-si eres tan amable de invitarlo—”
“Lee Yugyeom, ¿verdad?”
El menor asintió con rapidez. “S-sí, él también es un a-
amigo de la infancia y-y—”
“Tu tartamudeo ha aumentado hoy, mi dulce Taehyung.
¿Por qué estás tan nervioso?”
El rubio se sobresaltó. Nervioso, holgazaneó con la
comida, comenzando sus payasadas habituales. Se sintió
aliviado al ver que la porción de la derecha desaparecía
drásticamente, dejando el lado izquierdo lleno de comida.
Esto era lo que tanto le gustaba de las ensaladas. Se
marchitaban fácilmente y disminuían en volumen a medida
que se les agregaba más salsa.
“S-simplemente no me gusta que me observen cuando
como”.
“Hmmm, ¿es eso así?” Jungkook tomó un sorbo de vino,
observando su rostro por encima del borde de la copa. El
vino era amargo y dulce en su lengua, más lo primero que
lo segundo. Eso fue extraño. Solía disfrutar de esta marca
de vino.
Taehyung asintió. Apuñaló la porción restante de la
ensalada hacia la derecha del plato. Pronto, estaba vacío.
“Los soldados abundan en este palacio”, dijo lentamente
Jungkook. “No necesitarás a Lee”.
El tenedor de Taehyung se detuvo. Levantó la cabeza y
colocó el tenedor en el plato.
“Entonces no residiré aquí”.
“Puedes irte”, comentó al instante.
Jungkook sonrió. Tae lo estaba mirando. Dios mío,
¿estaban saliendo sus garras ocultas? Era tan bueno
fingiendo ser débil. ¿Qué estaba pasando? ¿Una década de
disciplina y ya se le estaba olvidando todas las enseñanzas
de sus padres? Supuso que su temperamento sacaba lo
mejor del menor. Era una debilidad suya.
“Bien.”
La sonrisa de Jungkook empeoró.
Las sillas chirriaron con fuerza cuando el menor se
apartó. Taehyung se levantó sin dudarlo y giró sobre sus
talones.
Una nube de tormenta rodó sobre el rostro de Jungkook.
La temperatura descendió a medida que el aire se
espesaba. Estaba de un humor horrible en este momento.
Si es posible, los vientos árticos entraron en la habitación,
a pesar del brillante y soleado otoño.
Taehyung abrió las puertas, pero se cerró de golpe con
un ¡BANG!
“¡Jungkook!” mordió ferozmente, dándose la vuelta
irritado.
Pero Jeon no vino a jugar. Su expresión era atronadora, a
excepción de la sonrisa inquietantemente tranquila en su
rostro.
“¿Qué ocurre?” dijo fríamente. “El viento es
particularmente fuerte hoy”.
Taehyung dejó escapar un suspiro tembloroso. Miró
hacia el suelo, notando que las cortinas creaban una
sombra. Qué extraño era que las sombras estuvieran cerca
de la puerta. ¿Era ese otro de sus poderes como Pura Raza?
¿Manipular la oscuridad?
“No seas infantil”.
“No lo soy.”
Jungkook se llevó el vino a los labios y con indiferencia
bebió un sorbo. Tae lo observaba atentamente.
Silenciosamente colocó el vaso vacío sobre la mesita al lado
de la puerta. Cuanto más bebía, más se le acababa la
paciencia.
“No salgas como un niño, Taehyung. Eres una persona
adulta”.
Una criada se acercó cortésmente para volver a llenar su
vaso. Él levantó una mano y la ahuyentó. Ella inclinó la
cabeza y respetuosamente dio unos pasos hacia atrás.
“Yo no soy el que da portazos”, mordió Taehyung sin
expresión.
Jungkook inocentemente inclinó la cabeza. “Dios mío, no
tengo la menor idea de lo que estás diciendo”.
Los ojos de Taehyung brillaron. Enderezó los hombros y
se volvió hacia la puerta de nuevo. Agarró las manijas,
aparentemente iba a abrirla, pero no lo hizo.
Efectivamente, las sombras se arremolinaban bajo sus pies,
esperando a que hiciera un movimiento.
“Estás siendo malo”, soltó Taehyung lentamente. “No me
gusta, Jungkook”.
Las sombras desaparecieron. Había parpadeado y se
había ido.
Taehyung sin decir palabra abrió las puertas con
facilidad, y esta vez, no se cerró al azar. Excepto que no
podía irse, porque estaba bloqueado por un par de hombres
en huelga.
“¡Jungkook!” Reprendió bruscamente, dándose la vuelta
con irritación. ¿Era esto obra suya? ¿Eran los hombres sus
guardias?
“No estamos aquí por ti, Principe”, dijo una voz distante.
Taehyung giró la cabeza. Se sorprendió de lo guapos que
eran. ¿Por qué todos eran tan guapos en el palacio? ¿Era
por el agua? Se decidió a beber más.
“Si puedes hacerte a un lado, chico bonito”, dijo
alegremente uno de ellos. “Nos gustaría hablar con nuestro
amado líder”.
Taehyung se hizo a un lado sin decir palabra. Notó que el
otro hombre lo miraba como si le debiera dinero o algo así.
Sus ojos eran feroces, como si estuviera listo para reducir
el mundo a cenizas.
“Ah, no te preocupes por mi hermano gemelo, solo está
de mal humor”, añadió el mismo hombre. Extendió una
mano, solo para ser empujado a un lado por su hermano.
Él fingió que no sucedió. “Mi nombre es Joongki, chico
bonito. ¿Cuál es el tuyo?”
El rubio miró con cautela al hombre que acababa de
empujar a su hermano a un lado.
“Taehyung,” respondió finalmente.
Los ojos de Joongki brillaron con reconocimiento. Sus
labios se dibujaron en una gran sonrisa, justo cuando
extendía una mano.
“Un placer conocerte, Taehyung.”
El doncel miró la mano. Si algo le enseñaron sus padres
fueron las primeras impresiones. Por lo tanto, se mordió la
lengua y negó firmemente con la cabeza, notando que sus
ojos se abrían un poco por la sorpresa.
Reunió cada onza de coraje posible para no tartamudear.
“También es un placer conocerte, Joongki”.
Los labios de Joongki se separaron. Un segundo después,
una enorme sonrisa se abrió en su rostro. Él apretó su
propio agarre con su otra mano.
“Me honras, Príncipe”.
Taehyung parpadeó. Era tan amable… pero la sonrisa
más amable esconde los corazones más oscuros.
Pronto, Taehyung se decepcionaría de esta amable
presentación.
7. VI

HISTORIA ROMÁNTICA
“¡¿Cuál es el significado de este papel, Su Majestad?!”
Yoongi exigió en voz alta antes de que las puertas se
cerraran detrás de él. Caminó hacia el Rey, con un feroz
ceño fruncido en su rostro. No obstante, asintió con la
cabeza con respeto.
Jungkook notó lo rápido que Taehyung se había
estremecido. ¿Le asustan las voces elevadas? Sus ojos se
estrecharon sobre él.
“Su Majestad”, gruñó Yoongi.
Yoongi se había despertado con una desagradable
sorpresa. Dejó a un lado al chófer y condujo directamente
su coche hasta el palacio, saltándose todos los semáforos
en rojo. Si no tuviera las placas reales, habría ganado
múltiples y largas multas, tal vez incluso para que le
revocaran la licencia.
Min Yoongi no podía comprender la audacia del Rey.
¿Casarse con un humano tan débil y humillante? ¡¿Qué
estaba pensando Su Majestad?! ¡Obviamente no lo estaba!
“Tan temprano en la mañana y ya estás gritando”, se
quejó Jungkook con pereza.
No había visto a Yoongi tan acribillado desde los tiempos
en que se escabullía del palacio en lugar de completar el
trabajo de documentación. Ahora, la vida se ha vuelto
demasiado ocupada y él tiene demasiados asuntos con los
que lidiar.
“¡Por supuesto que estaría gritando cuando envías esta
propuesta atroz a mi escritorio!” Yoongi chilló. Golpeó con
la mano el papel.
Actuó como si el país lo hubiera traicionado y su familia
fuese enviada a prisión.
La mirada del Rey se dirigió a Taehyung de nuevo. Éste
estaba haciendo todo lo posible para no saltar de nuevo.
Pero sus manos temblaban. Entrecerró los ojos.
“Taehyung”, dijo Jungkook de repente, para
consternación de Yoongi.
Las cejas de Yoongi se alzaron. ¿Se dirigían con sus
nombres normales, sin títulos? “Su Majestad—”
“Una persona extraña exige tu presencia, alegando que
se bañará en mi fuente y arrancará todas las flores de los
arbustos si no te ve”, informó el Rey.
Taehyung parpadeó ante sus palabras. Se le vino a la
mente una persona soltera.
“Joongki”, dijo con firmeza. ‘Guía a mi prometido’,
enfatizó este último solo para enojar más a Yoongi. “A la
sala que está cerca del Jardín de las Mil Rosas”.
Joongki palideció. ¡Ese salón era reservado para el
invitado más estimado del futuro esposo o esposa del Rey
de Wraith! ¿Su Majestad realmente reconoció a este
hermoso, pero recatado doncel como el Rey? ¿Eso
significaba que él realmente era la Rosa Dorada?
“V-ven conmigo, príncipe”, habló Joongki a trompicones.
Su sonrisa se volvió tensa, pero gentil hacia el doncel.
Taehyung miró con cautela a Joongki y luego a Jungkook.
Este último asintió lentamente con la cabeza, haciéndole
saber que estaba bien. Con una ligera vacilación, siguió a
Joongki fuera de la habitación. Las puertas fueron cerradas
por los guardias apostados afuera.
Se dio cuenta de que estaban armados. Sin decir
palabra, siguió a Joongki por los pasillos. Caminó con un
salto a sus pasos.
“Entonces”, Joongki habló con entusiasmo. Volvió la
cabeza en dirección al príncipe y le dedicó una sonrisa de
mil vatios, con la esperanza de encantarlo. Esto siempre
funcionaba con las personas, que lo adulaban.
Taehyung no cayó. Éste simplemente lo miró fijamente
con una expresión en blanco.
Extraño…
“¡Cuéntame un poco sobre ti, príncipe!” Joongki ya sabía
todo lo que había que saber sobre él.
Antes de que los invitados pusieran un pie en el salón de
baile, se anunció sus nombres y rangos. Hace un siglo
también se mencionaban las especies, pero eso era
demasiado discriminatorio.
Joongki había investigado a fondo al príncipe Kim
Taehyung Rose, el único hijo del príncipe heredero
Soohyun y su esposa, Yeji. Era una historia romántica entre
un príncipe y la hija de un conde.
La razón por la que Joongki hizo esta pregunta fue para
sacar su personalidad. ¿Era humilde? ¿O le gustaba
presumir? ¿Era fuerte por dentro, pero débil por fuera?
Había tantas posibilidades en las auto-presentaciones.
“C-creo que ya sabes más sobre mí de lo que puedo
decir”, respondió.
Joongki parpadeó rápidamente. Bueno, esto fue una
sorpresa. De todas las respuestas que había predicho, esto
era algo que no esperaba.
“¿Y qué te hace pensar eso, príncipe?” Joongki agregó.
Notó su tartamudeo, que no era el mejor rasgo de
personalidad para un Rey de Wraith.
Taehyung se aclaró la garganta. Respiró por la nariz, con
la esperanza de calmar su ansiedad. Solo tartamudeaba
cuando estaba nervioso. Y en este momento, estar en la
presencia de este amigable extraño le estaba haciendo
cuestionar todas sus acciones.
¿Por qué era tan amable? ¿Por qué le sonríe tanto, a
pesar de que acababa de conocerlo? ¿Cuáles eran sus
motivos?
“Tú y tu hermano conocen mi rango, por lo tanto, debes
haber investigado mis antecedentes”, afirmó Taehyung.
Joongki rápidamente asintió con la cabeza en acuerdo.
Parece que las predicciones de su hermano mayor sobre el
doncel estaban lejanas. El doncel no era solo una cara
bonita, después de todo. Si Yoongi descubre que él poseía
un intelecto más grande de lo previsto, seguramente lo
vería bajo una mejor luz.
“Sólo he arañado la superficie”, dijo Joongki.
Taehyung notó lo burbujeante que era su voz. Su
personalidad era algo infantil, pero de una manera
entrañable.
“No hay mucho que un informe pueda decir sobre un
príncipe. ¡Cuéntame sobre tus pasatiempos, tus intereses,
tu personalidad y mucho más!”
Taehyung inclinó la cabeza. Entonces, tenía razón. Le
realizaron una verificación de antecedentes.
“Es fácil describir una personalidad, pero las acciones
hablan más que las palabras”, admitió el rubio en voz baja.
Las cejas de Joongki se alzaron. “Algunas descripciones
aquí y allá estarán bien~”
Joongki golpeó sus palmas para que él lo viera y comenzó
a contar hacia atrás con una mano. “¡Verás, la gente me
describiría como amable, divertido, amigable, extrovertido
y peculiar!”
Taehyung lo miró. Ciertamente se adaptaba a estos
rasgos de personalidad. Pero eran descripciones genéricas,
y él tendría que hacer el juicio final. Mirándolo bajo la luz
del sol, pudo verlo mejor.
Tenía rasgos suaves, un mentón pequeño, cálidos ojos
color avellana, una nariz pequeña y labios finos. Su cabello
era del color del chocolate con leche mezclado con oscuro.
Era difícil describirlo, especialmente cuando su cabello se
veía mucho más claro al sol.
“¡Ahora te toca!” Joongki pronunció felizmente.
Éste estaba ansioso por saber más sobre el doncel.
Seguramente, ¿tenía más para mostrar que solo su
personalidad que le informaron? Recordó que sus hombres
dijeron que él era recatado, disfrutaba de los libros y
parecía que se alteraba fácilmente.
“No puedo decir mucho”, admitió. “Aunque, si eres lo
suficientemente paciente, lo descubrirás a medida que me
conozcas”.
Joongki asintió lentamente. Se dio cuenta de que él era
bueno para evitar ciertas preguntas. Ya sea intencional o
no, era una excelente manera de esquivar las preguntas de
la entrevista cuando se anuncié públicamente su estado.
Muchas personas querrán conocer y acercarse al futuro
Rey de Wraith.
Jungkook había estado gobernando durante mucho
tiempo, pero nunca se había enredado en ningún asunto
público con mujeres y donceles. Fue extraño. La gente se
arrojaba a sus pies, tanto hombres como mujeres, aunque
él nunca entretenía a ninguno de ellos. Por supuesto, era
cortés con ciertas personas, pero dejó de ver a muchas
personas por completo hace dos décadas…
“¡Ah, ya veo que estamos aquí!” Joongki chirrió.
Hizo un gesto hacia las lujosas puertas blancas, donde
dos guardias estaban estacionados afuera.
“Gracias por traerme aquí”, dijo Taehyung cálidamente
con una leve sonrisa.
“De nada, príncipe”.
Parece que el doncel no era tan triste como decían los
informes… Cuando sonreía, sus ojos se iluminaban en un
hermoso tono verde, suavizando sus rasgos en general.
Joongki dio un paso atrás y le hizo un gesto para que
siguiera adelante. “Si eso es todo, príncipe, regresaré al
comedor”.
El otro asintió sin palabras.
Joongki se alejó del área, pero se detuvo con un chirrido
al escuchar un grito que casi le rompió los tímpanos.
“¡FINALMENTE!”
Joongki se dio la vuelta en estado de shock. Nunca había
visto a una persona de alto estatus reaccionar así.
“¡Dios, me hiciste esperar tanto tiempo que comenzaba a
tener arrugas, Tete!”
Joongki palideció. Qué dramático aristocrático era este.
Se giró a tiempo para ver a una hermosa persona de
cabello color oro, mostrándole ansiosamente la cara al
príncipe.
“¡Mira, mira, hay una arruga aquí!”
Joongki puso los ojos en blanco. Desde su perspectiva,
parecía que se había dibujado líneas en la cara con tierra.
Resopló para sí mismo. Qué extraño amigo tenía el
príncipe. Pero no era su asunto, así que se fue sin decir una
palabra más.

UNA JAULA DE PÁJAROS


Si hubiera una persona en este mundo en la que
Taehyung confiara, sería Park Jimin. De ojos brillantes y
con más energía de la que su diminuto cuerpo podía reunir,
Jimin había estado en la vida de Taehyung desde que tenían
memoria.
“Cuando escuché de tu horrible tía que te enviaron una
carta de propuesta, ¡supe que tenía que venir de inmediato,
Tete!” Jimin soltó a borbotones. Agarró las manos de su
querido amigo y lo atrajo hacia sí.
“Si te han secuestrado, parpadea dos veces”, se
apresuró, en voz baja y serio.
Taehyung hizo una pequeña pausa antes de reírse un
poco. Jimin siempre supo cómo alegrar su estado de ánimo.
Retiró sus manos de su amigo, solo para que este último
agarrara sus antebrazos.
“Incluso si no puedo disparar un arma para salvar mi
vida, arriesgaré mi sustento por ti, Tete”, agregó Jimin, con
una voz sin aliento por hablar tanto. Se aferró a Taehyung
como si fuera su vida, porque el jovencito significaba
mucho para él.
Los padres de Park Jimin causaron estragos cuando
descubrieron que él se había escapado de su enorme
condominio solo para pasar tiempo con Taehyung. Siendo el
hijo de la antigua familia Park, le enseñaron a ser recatado
y dócil. Su padre, el duque Park, siempre había enfatizado
eso, pero Jimin nunca aprendió.
“Mimi”, Taehyung se rió suavemente. “Estoy bien.”
Jimin se negaba a creer eso. Llevó a su amado amigo al
salón y cerró las puertas detrás de ellos. Con un leve
puchero, tiró del brazo de su Tete.
“Además,” bromeó Taehyung suavemente. “Todavía
recuerdo la vez que sostenías un arma y de repente dejó de
funcionar”.
Jimin jadeó ante el desagradable recuerdo.
Curiosamente, había probado una de las armas de su padre
y, de alguna manera, ¡el maldito dispositivo dejó de
funcionar!
“Eso no es cierto—”
“Atascaste el gatillo simplemente apretándolo”, bromeó.
“¡Fue una vez!”
“Dos veces”, corrigió.
“¡Dos veces!” Jimin chilló exasperado, levantando dos
dedos.
“Y eran las colecciones invaluables de tu Padre”.
Jimin se enfadó. Recordó el largo sermón que él le había
dado acerca de colarse en su almacén de armas.
“¡Padre es dueño de una de las compañías de fabricación
de armamento más grandes del mundo! Solo dos armas
deberían estar bien…”, murmuró Jimin.
“Dos pistolas de las diez que rompiste…”
“¡No es mi culpa!” gritó. “Es culpa del arma por tener
siempre un problema cada vez que trato de usarla”.
Taehyung se rió en voz baja, las esquinas de sus ojos se
arrugaron con alegría, pero lo ocultó detrás de una mano
elegante, para consternación de Jimin.
“Está bien, está bien”, reprendió como un hermano
mayor hacia las largas peroratas de sus hermanos menores.
Taehyung se bajó las mangas de su camisa hasta los
dedos y comenzó a limpiar con cuidado la suciedad de la
cara de Jimin. “Tú y tu dramatismo”, suspiró en voz alta.
Jimin se quedó quieto, como una mascota adorable,
mientras Taehyung le limpiaba la suciedad de la cara.
Pensó que era un gran dibujo que traería una sonrisa a su
Tete. Ciertamente lo hizo. Había un atisbo de sonrisa en los
suaves labios de peonía de Taehyung.
“Tete”, habló alegremente Jimin. “Me dirás todo.
¿Verdad?”
El otro inclinó la cabeza. Finalmente había quitado la
suciedad de la cara de Jimin cuando le lanzaron la pregunta
inesperada.
“Por supuesto, Mimi”, respondió en un santiamén.
Taehyung había crecido con Jimin. Sus padres fueron
grandes amigos, algunos incluso dijeron que fueron
cómplices en las escuelas a las que asistieron en su
juventud. Naturalmente, los recuerdos de la infancia de
Taehyung estaban llenos de Jimin.
Su sonrisa se desvaneció un poco. Recordó que el Duke
Park lloró más en el funeral de su padre. Dijo que era solo
la lluvia, pero había escuchado sus sollozos ahogados y
había sido testigo del temblor de su gran cuerpo.
“Entonces, ¿por qué mantuviste en secreto tu aventura
con Su Majestad, Tete?” Jimin resopló. Estaba angustiado
al escuchar las noticias de la tía Jiwoo.
“¿Qué pasó con no casarnos nunca y establecernos en
una bonita casa de campo en el extranjero para vivir
nuestras vidas como solterones?” Jimin se quejó. Cuando
eran niños, habían hecho un pacto tonto.
Si no se casaban después de los treinta años,
simplemente se fugarían juntos y vivirían de la tierra y sus
cultivos.
Por supuesto, eso fue en los días en que Taehyung
todavía era un príncipe que vivía en una casa enorme, con
un castillo adornando su cabeza. Ahora, su precioso
Taehyung estaba atrapado bajo la venenosa vigilancia de la
familia Kang.
Los Kang eran halcones, como su cresta animal
implicaba. Para Jimin, eran peores que buitres carnívoros.
¡¿Qué tipo de familia política era tan desvergonzada como
para robar el dinero de un joven heredero?!
“No tuve elección, Mimi”, explicó.
Guió a Jimin hacia los sofás blancos. Sus ojos se abrieron
gratamente por lo cálido que era este lugar. Ahora que
tenía una mejor visión del lugar, era como si hubiera
entrado en una pintura europea. Todo estaba amueblado en
blanco, oro y riqueza.
Había un hermoso jarrón con flores recién cosechadas y
ventanas grandes y espaciosas que daban a un jardín
sereno. Las paredes estaban pintadas con delicados diseños
azules, cambiando de un río que fluye tranquilamente a un
exuberante prado de suaves flores amarillas.
Taehyung se enamoró absolutamente del salón, a pesar
de no saber para quién estaba reservado.
“Esto se siente como si estuvieras cambiando la jaula de
un pájaro por la guarida de un león”, murmuró Jimin.
Jimin se volvió hacia Taehyung e ignoró el plato de metal
de pasteles derramados en el suelo. Era torpe y había
chocado contra él con las rodillas, después de escuchar el
sonido de pasos que se acercaban.
“S-Su Majestad es muy amable”, tartamudeó Taehyung.
“¡Y yo puedo hacer que los cerdos vuelen!”
Taehyung se rió por lo bajo. “Sabes, estaba leyendo una
bibliografía de este doncel inspirador que bromeaba con su
esposo diciendo que los cerdos pueden volar si los lanzas al
aire”.
Jimin resopló ante esto. “Solo iba a decir que esa era mi
técnica robada”.
Jimin también iba a mencionar uno de los dispositivos de
su padre que podía poner alas sobre algo y desafiar la
gravedad, levantando un cerdo.
Después de la Guerra de las Especies, la tecnología
avanzó más allá de la naturaleza humana. Ahora, había
pequeños dispositivos que podían manipular la física y
parecerse a la magia. Desafortunadamente, los dispositivos
requerían un “núcleo” que estaba hecho de un tipo
específico de material que era raro y costoso.
Al frente de la investigación estaban los Vampiros,
quienes supuestamente habían creado la tecnología antes
de la Guerra de las Especies. Después de la entrada de los
vampiros en el mundo humano, marcándolos como la parte
superior de la cadena alimenticia, produjeron un avance
como ningún otro. Fue realmente un espectáculo.
“Técnica o no”, dijo Taehyung lentamente. “Su Majestad
me trata bien… excepto por sus frecuentes bromas”.
Taehyung omitió qué tipo de burla hacía el Rey.
“Él no me ha hecho daño”, agregó.
“Tus estándares son demasiados bajos, Tete”, espetó
Jimin. “Mi amado amigo, es decencia básica que un hombre
no lastime a un doncel, ¡y lo mismo de vuelta!”
Taehyung sonrió hacia el suelo. Cuando no había muchas
personas amables en su vida, tuvo que encontrar la manera
de retratarlas de una buena manera. Incluso si eso
significaba poner excusas para ellos.
“Te juro que un día te van a secuestrar y tendré que
rescatarte en medio de la nada”, resopló Jimin. “¡Pero no te
preocupes, vendré con hombres armados y todo!”
La sonrisa de Taehyung se ensanchó. Siempre podía
contar con Jimin para alegrarle el día.
“¡Eso también incluye a ese monstruosamente guapo Rey
de Wraith!” añadió. “¡Mi padre podría fabricar armas para
el Imperio, pero mataré al Rey si intenta algo contigo!”
Taehyung asintió lentamente con la cabeza. No tenía
ninguna duda de que Jimin lo haría. A veces, sentía envidia
de su adorable amigo. Jimin tenía las agallas que solía
tener Taehyung en el pasado. Jimin podía comportarse tan
ruidosamente como quisiera, hablar tan alto como quisiera
y hacer lo que quisiera.
Jimin no tiene cadenas que lo retienen. Sin embargo,
Taehyung sabía que hubo un tiempo en que su amigo no
tenía tanta confianza como ahora. Recordó los días en que
el rostro de Jimin estaba en blanco y sus ojos sin vida.
“Oh, genial, otra persona apuntando a mi vida”.
Taehyung levantó la cabeza. Estaba tan distraído por su
animado amigo, que no se había dado cuenta de que las
puertas se habían abierto.
Jungkook estaba de pie junto al marco de la puerta, con
su habitual sonrisa sardónica. Cuando sus miradas se
encontraron, él le guiñó un ojo.

NO PUEDE PERMITIRSE ALIMENTAR OTRA BOCA


“Supongo que este chico es el que te suministra las
armas para matarme, querido Taehyung”.
Jungkook solo pretendía burlarse de Tae. Quería ver sus
hermosos, pero recatados ojos vacilar con nerviosismo. La
incertidumbre siempre estuvo sobre sus suaves rasgos. Era
un joven serio y decidido que lo divertía. Quería saber más
de él, y los cambios inesperados que ocurrieron en la
década que no lo había visto.
Con toda honestidad, Jungkook esperaba que Taehyung
se comportara como el infame Park Jimin, conocido por su
naturaleza bulliciosa. Taehyung solía ser mucho más
enérgico. De niño, causaría demasiadas travesuras.
“Supongo que mi secreto ha sido revelado…”
Los ojos de Jungkook se abrieron un poco. Era una
provocación, pero el menor lo devolvió con la verdad. Lo
miró con atención. Estaba sentado en el sofá, de espaldas a
él, pero su cabeza y la parte de arriba estaban hacia su
dirección.
Su expresión siempre fue delicadamente hermosa. Su
olor, su voz suave, su tono, todo lo volvía loco. Y cuando el
menor reveló esa sonrisa tímida y burlona, algo
desconocido se sacudió en su pecho.
“E-Era una broma”, agregó Taehyung en voz más baja.
“Ah~,” la sonrisa de Jungkook se convirtió en una mueca.
Por un segundo, él le había creído. Después de todo, el
duque Park era uno de los mayores proveedores de armas
para el Imperio de Wraith. Sin embargo, el hombre era
demasiado leal para darle la espalda a Jungkook, quien
había apoyado el matrimonio de Soohyun y Yeji desde el
principio.
“¿No vas a saludarme?” Jungkook demandó suavemente.
Cerró las puertas detrás de él y centró toda su atención en
su Taehyung.
Éste parpadeó durante unos segundos. Lentamente, se
levantó del sofá, pero había una mirada de duda en su
rostro. Jeon reprimió una sonrisa. Era una broma, y el
menor estaba empezando a familiarizarse con su
naturaleza.
“¿Y no vas a saludar a t-tu prometido?”
Los labios de Jungkook se torcieron. Se preguntó si sería
posible no sonreír en su presencia. Su curiosidad lo
complacía demasiado. Tae no había estado en presencia de
la alta sociedad por un largo tiempo.
Un lujoso salón como este habría eclipsado a todas las
personas indignas. Sin embargo, el menor estaba parado
aquí, con el atuendo blanco más simple y sencillo, con el
cabello dorado en rulos y ojos brillantes de color
esmeralda. No parecía que perteneciera a esta habitación.
Parecía que la habitación le pertenecía.
“Entonces, solo por hoy, perdonaremos los saludos”, dijo
Jungkook suavemente. Mantuvo la distancia y decidió
observarlo desde la puerta.
Jungkook no era alguien que no pudiera controlar sus
impulsos. Le habían enseñado durante décadas a hacerlo.
Pero esos eran impulsos primarios de darse un festín con la
sangre. Había otro tipo de instinto que había olvidado hacía
mucho tiempo, hasta que él volvió a aparecer en su vida.
“Pero nunca nos hemos saludado adecuadamente”,
murmuró Taehyung, sin saber que sus palabras eran
descaradas.
Jungkook notó que él era franco. ¿Dijo lo que se le
ocurrió? Sorprendentemente, disfrutó eso.
“¿D-deberíamos comenzar a partir de hoy y en
adelante?” Taehyung agregó, en voz más baja que antes,
como si estuviera desconcertado por su propia pregunta.
“¿Te gustaría eso, querido Taehyung?” replicó.
Éste sacudió la cabeza al instante. “B-bueno yo-yo uhm
—”
“Supongo que ni siquiera estoy aquí”, cortó Jimin sin
expresión. Los miró como quien ve una película con
palomitas de maíz y bocadillos. “Solo soy una ilusión. No te
preocupes por mí~”
Taehyung dejó escapar una pequeña risa, mientras que la
mirada de Jungkook se oscureció. No le gustaba que la
gente interrumpiera a Taehyung, especialmente cuando él
se esforzaba tanto por hablar. Había sido reprimido durante
demasiado tiempo en la vida. Le tomaría algún tiempo
acostumbrarse a hablar de nuevo.
Jungkook apenas miró a Jimin. Tenía el pelo del color de
las pajas de heno que mastican los caballos y los ojos del
color del agua turbia de los pantanos. Taehyung
probablemente describiría a su mejor amigo de una manera
más bonita, pero él era demasiado perezoso para que le
importara.
“Jungkook,” declaró Taehyung. Hizo un gesto con la
mano hacia Jimin. “Este es mi buen amigo, Park Jimin”.
Jimin entrecerró los ojos sobre el Rey. Estaba
familiarizado con él. Durante las frecuentes salidas de sus
padres al castillo, los acompañaba, pero no entraba en la
reunión privada. Había escuchado rumores sobre él de
parte de los miembros de la alta sociedad que siempre
estaban sedientos de favores del Rey.
Incluso los herederos de conglomerados ricos, con más
dinero del que uno podría imaginar, soñaban con Su
Majestad. Tanto los vampiros como los humanos quedaron
cautivados por Jeon Jungkook.
Jimin, sin embargo, no lo estaba. No le gustaba el rojo
sangre de sus ojos. Lo intimidaron.
“Su Majestad”, saludó finalmente Jimin con voz
monótona.
“Park”, dijo Jungkook inexpresivamente.
Taehyung parpadeó ingenuamente, mirando de izquierda
a derecha. Sintió que había una tensión crepitante, pero no
sabía qué lo había iniciado.
Jimin enlazó su brazo alrededor del de Taehyung y se
acercó más. “¿Bueno, dónde estábamos?” chirrió. “Antes de
que fuéramos interrumpidos groseramente, mmh”.
Taehyung se animó un poco más. “Sí, creo que
estábamos discutiendo las armas que siempre…” se detuvo,
no queriendo avergonzar a su amigo frente a alguien.
Jimin apretó su brazo alrededor de Taehyung.
“Eso me recuerda,” dijo de repente. “¿Cómo está el
duque Park?”
Jimin arrugó la nariz. “Sabes que papá hubiera preferido
que lo llamaras tío Park, o simplemente tío. Duke es muy
formal y…”
“Taehyung,” cortó Jungkook bruscamente.
Las manos de Jimin se movieron para golpear algo.
Odiaba cuando la gente lo interrumpía, a menos que fuera
su Taehyung. Se aferró a su amado Tete, mirando al Rey.
Jungkook se apartó de la pared, con los ojos fijos
únicamente en Taehyung. Los alcanzó en un abrir y cerrar
de ojos, su dominante figura se elevaba sobre ellos.
Jimin vaciló, sintiendo una ligera sensación de miedo.
Pero luego recordó quién era y cuadró los hombros.
“Jungkook,” declaró Taehyung gentilmente con una leve
sonrisa.
Jeon ignoró la enredadera que colgaba del brazo de su
chico. Se agachó y le tocó la barbilla, elevando su rostro
hacia arriba.
“Ven, tengo una sorpresa para ti”, presionó con cautela
el punto sensible de su pequeña barbilla. El menor
parpadeó un poco, sus ojos se desviaron al rebelde Park,
luego de regreso a él.
“M-mi amigo…”
El agarre de Jungkook se hizo más fuerte. Tae ni siquiera
se inmutó. “Él también puede venir, pero como el mero hijo
de un duque, caminará detrás de nosotros”.
Taehyung negó lentamente con la cabeza. Luego, dudó,
sabiendo que acababa de desobedecer al Monarca que
controlaba el gobierno. Sin previo aviso, volvió a negar con
la cabeza.
“Jimin es mi mejor amigo, caminaré detrás de ti con él”.
La mirada de Jungkook se volvió aún más aterradora. Vio
que el cuerpo de Jimin se tensaba. Su bonito e ingenuo
Taehyung continuaba mirándolo, con ojos grandes e
ignorantes.
“¿Por favor?”
Jungkook dejó escapar un pequeño suspiro. Dejó caer su
barbilla y tomó su mano. “No me supliques”, dijo irritado.
Taehyung parpadeó de nuevo, un poco desconcertado.
Luego, sonrió levemente, dándose cuenta de que él era
mucho más amable de lo esperado.
“¿N-no se puede traer la sorpresa aquí?” añadió
lentamente.
“No.”
“Oh.”
Un sutil e incómodo silencio cayó sobre ellos. La sombra
de Jungkook se cernía sobre los amigos, pero a Tae no
parecía molestarle. ¿Se dio cuenta de la posición en la que
estaba?
“Estoy seguro de que la sorpresa se puede traer aquí”,
habló Jimin de repente.
Taehyung se volvió hacia su amigo.
Jimin le dedicó una sonrisa alentadora. “Los regalos
pueden ser—”
“Mi querido Taehyung”, murmuró suavemente Jungkook.
Levantó la mano del menor hacia él, acercándolo a su
pecho. Una mirada de preocupación brilló en su rostro.
Ante esto, su atención estuvo inmediatamente sobre él.
“¿Estás bien?” preguntó Taehyung, la preocupación
bailando en sus ojos.
Jungkook ocultó su sonrisa burlona detrás de una
sonrisa. Podía sentir a Jimin clavando dagas en su cráneo, a
pesar de su posición en este mundo. Podría hacer que lo
mataran por ser tan irrespetuoso. Los asesinos abundaban,
su muerte podría parecer un accidente. Pero su dulce
Taehyung atesoraba demasiado al inútil Park.
“Estoy un poco herido”.
Tae respiró suavemente con sorpresa, su cuerpo se giró
instantáneamente hacia él por completo, mientras su
mirada buscaba lesiones visibles.
Jungkook escuchó la tranquila burla de Jimin.
“¡Tete, no caigas en sus trucos!” Jimin soltó un mordisco.
“¿Cómo puede herirse Su Majestad cuando es uno de los
viejos…”
“Verás, me dolió el corazón porque te saltaste la comida
y apenas probaste un bocado”, intervino Jungkook. Dejó
caer su mano y se acercó más al sofá, hasta que estuvo de
pie directamente frente a él.
“P-pero asistí a nuestra comida…”
“Apenas comiste algo allí”, masculló Jungkook
bruscamente. Volvió a agarrar sus manos, esta vez,
poniéndolo de pie, para gran protesta de Jimin.
Taehyung bajó la mirada a sus manos y luego volvió a
mirarlo a él, con los labios entreabiertos. Estaba
obsesionado con la belleza de Jeon, pero su atención seguía
volviendo a Jimin.
Jungkook apretó su agarre sobre el menor, acercándolo
aún más. Quería que Tae no mirara a nadie más que a él.
Como un mocoso necesitado, quería toda su atención.
“Taehyung”, se dirigió con cariño.
Éste lo miró.
“Ven, mi querido Taehyung, vamos a alimentarte”.
Jimin fulminó con la mirada a Jungkook. Sabía lo que
estaba haciendo. ¡¿Él no puede compartir?!
“¡Excelente!” Jimin irrumpió la pintoresca escena. “¡Yo
también estaba teniendo hambre!”
Jungkook se volvió fríamente hacia él. “La comida no es
para ti”, espetó.
Jimin se burló. “¿Me está diciendo que su Majestad Real
no puede darse el lujo de alimentar otra boca?”
Jungkook lo fulminó con la mirada. ¡Este chico estaba
loco!

¡NO LAS OREJAS!


A Park Jimin nunca se le había negado algo. Su padre
estaba a cargo del exitoso Conglomerado Park, cuyas
fábricas estaban repartidas por todo el país con un enorme
rascacielos en el corazón de la ciudad.
La ciudad, bulliciosa con el brillo moderno de la vida,
estaba a unas pocas millas del castillo que estaba ubicado
cerca del bosque que había sido protegido por las familias
Reales Jeon durante siglos. Supuestamente, había un
secreto oculto allí, pero ciertas partes del bosque se habían
abierto al público para disipar tales rumores.
La dirección “Duke Park” era solo un título por el bien de
los viejos lazos familiares. El linaje Park había existido por
un tiempo, y siendo la primera familia que suministró
armas al Vampiro durante la Guerra de las Especies,
recibieron una gran cantidad de tierras y prestigio.
Los lazos de los Park con los Jeon comenzaron hace
décadas, incluso siglos.
Era precisamente por eso que Jimin se negaba a creer
que Su Majestad fuera tan frío con él. Francamente, no
podría importarle menos. Pero Taehyung era su buen amigo
y se negaba a separarse de él.
“Tete”, Jimin se dirigió cálidamente a su amigo con la
misma voz enérgica de su juventud. “Parece que Su
Majestad es tacaño. Está bien, te llevaré a la famosa
pastelería en el corazón de la ciudad, que siempre es
frecuentada por la alta sociedad”.
Taehyung sonrió con cautela. “Mimi, esa es una oferta
amable, pero no creo que pueda ir”.
“Tonterías”, dijo suavemente Jimin. Sabía exactamente
qué demonios estaba haciendo la tía Jiwoo, le restringía las
comidas a su amigo. Planeaba revertir todas las malas
acciones de la tía Jiwoo, incluso si eso tomaba un siglo.
“El pastelero se formó en París en la academia de cocina
más prestigiosa. Su familia se especializa en postres
relacionados con tartas. Tienen la tarta de merengue de
limón más deliciosa. Solo sé que te encantará, Tete”.
Jimin agarró uno de los codos de Taehyung. Le sonrió a
su mejor amigo con una expresión amorosa.
“Ven conmigo, Tete. Los hombres de mi padre nos
mantendrán a salvo. Nadie perturbará nuestra comida,
especialmente un pájaro mirón al azar”.
“No, está realmente bien, Mimi—”
El estómago de Taehyung rugió con fuerza. Un silencio
incómodo cayó sobre ellos. Sintió el apretón de Jungkook
sobre sus manos, sus ojos taladrando un agujero a través
de su cráneo. Pero también sintió el tirón urgente de la
mano de Jimin en sus codos.
Taehyung estaba atrapado entre la espada y la pared.
Miró del repentinamente cariñoso Jungkook al preocupado
Jimin.
“¿Te gustan las tartas de merengue de limón?” Jungkook
finalmente habló, su voz en alerta máxima.
“¿Te vas a casar con mi Tete y ni siquiera conoces sus
preferencias en postres?” Jimin se rió detrás de su mano.
“¿Tu Tete?” respondió con frialdad, con una sonrisa
igualmente burlona. “¿Qué? ¿Te gustan los donceles?”
“Tú—”
De repente, se escuchó un fuerte golpe en la puerta.
Jimin se dio la vuelta, ya temiendo quién podría ser. Tragó
saliva, sabiendo que sus padres tenían todo el poder del
mundo para entrar al castillo aquí sin previo aviso. Después
de todo, él hizo lo mismo.
Antes de que alguien pudiera responder, las puertas se
abrieron para revelar a una mujer severa, pero de rostro
amable. La duquesa Park estaba allí, en todo su esplendor.
Llevaba una blusa blanca de corte limpio metida en unos
pantalones grises, revelando que acababa de llegar de una
reunión.
“M-Madre querida…” Jimin se apagó, plasmando una
sonrisa irónica en su rostro. Se aferró a Taehyung con más
fuerza, sabiendo que su madre nunca arremetería frente a
los invitados, especialmente estando el bondadoso
Taehyung.
“Queridísimo Hijo” respondió la señora Park con una
amplia y tensa sonrisa.
“T-tía Park”, se dirigió Taehyung en voz baja, con la
esperanza de quitarle la carga a Jimin.
Los ojos irritados de la señora Park se fijaron en su
dirección. Instantáneamente, su expresión se suavizó. Miró
a Taehyung como una madre miraría a su hijo. Dios, solo
mirar a Taehyung fue suficiente para romperle el corazón
de nuevo.
Taehyung tenía los ojos de su padre, pero los rasgos de
su madre. Él era la mezcla perfecta de Yeji y Soohyun.
Sería imposible negar su sorprendente parecido con sus
padres.
“Taehyung”, la Sra. Park se dirigió con adoración. “Mi
hijo te ha vuelto a poner en una situación difícil por
aparecer sin previo aviso”.
“No, está bien, la presencia de Jimin siempre es
bienvenida”, respondió Taehyung al instante.
“Oh, cariño, eres demasiado amable. Ojalá Jimin…”,
gruñó la señora Park en la última parte. “No abusé de tu
generosidad, Taehyung”.
“¡Pero mamá, no he visto a Taehyung en semanas! ¡La tía
Jiwoo lo mantuvo confinado en la finca, diciendo que se
enfermó y que no había oportunidad para mí de verlo!”
Taehyung se volvió hacia Jimin, sorprendido de que se
hubiera acercado a la Mansión. La tía Jiwoo nunca le había
dicho eso. Pero lo sospechaba. La tía Jiwoo siempre creyó
que el infame Park Jimin sería una mala influencia.
Todos siempre quisieron ser amigos de Park Jimin. Tenía
amigos en todos los códigos de área y siempre fue el alma
de la fiesta. La fiesta no empieza hasta que llega Park
Jimin.
Conocido por ser un “chico salvaje”, a pesar de las
estrictas enseñanzas de la Sra. Park, Jimin tenía todo lo que
quería en la vida. Abundaban los amigos, abundaban los
trabajos, sus conexiones eran prometedoras.
Aun así, Jimin siempre se aferró a Taehyung. Su historia
de infancia fue la razón detrás de todo. Todos siempre
querían algo del rico Jimin, todos excepto Taehyung.
“La Sra. Kang tiene sus razones. ¡Siempre causas un
alboroto cuando vas a la casa de los Kang, exigiendo sacar
a Taehyung de su propiedad! Por supuesto, ella te
prohibiría verlo”, la Sra. Park se enfureció.
La Sra. Park había recibido múltiples quejas sobre su hijo
de parte de Jiwoo. No podía negarlo, porque todos los
incidentes parecían algo que Jimin haría.
Justo cuando abrió la boca para decir algo, su teléfono
vibró. Dejó escapar un pequeño suspiro y lo comprobó.
Otra reunión iba a comenzar en treinta minutos. Tenía que
terminar esto ahora.
Finalmente, la Sra. Park se dirigió al enorme elefante, o
debería decir murciélago, en la habitación.
“Su Majestad”, afirmó. “Mi hijo ha interrumpido su
horario. Me disculpo”.
Jungkook miró brevemente a la señora Park. Solo se
volvió más estricta con la edad, pero su rostro no mostraba
signos de envejecimiento. No había arrugas en su rostro.
Su cabello rubio estaba recogido en un moño, sin la pizca
de blanco en el color bañado por el sol.
Era un milagro que el alborotador Duque Park se
enamorara de alguien tan tenso. Pero sabía que había más
en lo que se ve a simple vista.
“No es ningún problema, señora Park, sin embargo…”
El agarre de Taehyung se hizo más fuerte en sus manos.
Lo miró con ojos silenciosos.
“… él no causó demasiado alboroto.”
Taehyung dejó escapar un pequeño suspiro de alivio.
Sintió que Jeon inicialmente iba a quejarse de la falta de
respeto. Cuando volvió a mirar a Jungkook, su corazón se
estremeció. Había una mirada de expectativa en sus ojos.
Quería algo a cambio.
“Es usted demasiado amable, Su Majestad”, declaró la
Sra. Park con voz agradecida. Luego, se volvió hacia su
hijo. “Te has quedado más tiempo de lo esperado. Tengo
una reunión a la que asistir. Debes estar presente”.
Jimin abrió y cerró la boca. Cuando su madre le lanzó
una mirada de advertencia, sus hombros cayeron
decepcionados. Tenía veinte años este año, pero todavía
estaba siendo reprendido.
¿Cuándo dejarán las madres de retar a sus hijos? ¡Él
esperaba que fuera pronto!
“Tete”, murmuró en voz baja.
De repente, Taehyung apartó las manos de Jungkook. Se
volvió hacia su amigo y lo abrazó cariñosamente.
“Es tan agradable verte de nuevo, Mimi”, dijo Taehyung
suavemente. Se apartó, justo cuando Jimin agarró sus
manos.
Taehyung se sorprendió cuando algo frío y pesado tocó
su palma. Pero fingió que no pasaba nada y sonrió.
“Me verás de nuevo, Tete”, declaró Jimin con firmeza.
Lanzó una mirada de reojo hacia el Rey. “Definitivamente.”
Taehyung asintió. Sabía que Jimin no tenía más remedio
que irse. El heredero estaba siendo entrenado para hacerse
cargo de la empresa de su padre, a pesar de tener un
hermano mayor.
Era interesante que la Sra. Park entrenó a su hijo Jimin,
mientras que el Sr. Park entrenó a su otro hijo. La decisión
final se tomaría en la asamblea de accionistas.
“Te veré pronto”, añadió Jimin.
Jimin lanzó una mirada de advertencia a Su Majestad,
para consternación de su madre. El desprecio público por
el Rey era una falta de respeto y podía justificar sospechas
de traición.
Cuando Taehyung asintió suavemente, Jimin caminó
hacia su madre. Su andar era poderoso, todo lo que
Taehyung quería. Es decir, hasta que llegó hacia la Sra.
Park, quien agarró a su hijo por la oreja mientras éste
aullaba de dolor.
“¡Ay, ay, mamá no las orejas!” Jimin se quejó, justo
cuando lo sacaron a rastras de la habitación.
“Perdóneme, Su Majestad”, dijo la Sra. Park mientras
salía de la habitación. Sus guardaespaldas cerraron la
puerta detrás de ellos.
Finalmente, solo quedaron Taehyung y Jungkook en la
habitación.

DISCULPA ADECUADA
“Está bien”, reflexionó Jungkook. “Dámelo”.
Taehyung no supo cómo lo vio. Pero lo hizo. Quería
protestar y decir que era para su protección. Luego,
levantó la mirada hacia su hermoso rostro. Él era
demasiado guapo para que su pobre corazón lo manejara.
Los ojos rojos de Jungkook se volvieron del color de la
cereza negra, el tono brillante ya no era visible. No estaba
enojado. Sin embargo, sus cejas estaban juntas, revelando
que se disgustaría si lo desobedecía.
“Mimi no quiere hacer daño”, habló Taehyung
lentamente. Escondió sus manos detrás de su espalda,
ofreciéndole una leve sonrisa.
Jungkook no aceptó un no por respuesta. Nunca tuvo que
hacerlo. Así, cerró la distancia entre ellos, su figura como
prepotente sobre él.
Taehyung le recordó a un niño pequeño escondiendo la
galleta robada de sus padres. Tenía una expresión seria,
sus ojos de un verde cegador.
Jungkook extendió una mano y le acarició un lado de la
cara. Éste se estremeció de miedo, sus ojos se cerraron con
fuerza mientras se encogía hacia atrás.
Instantáneamente, su rostro se congeló.
“Entrega el arma”, dijo con disgusto.
“J-Jungkook—”
“Dame. El. Arma”.
Las respiraciones cortas y llenas de pánico de Taehyung
se escucharon con fuerza. Ahora estaba temblando, con la
cabeza gacha. Su cabello rubio caía sobre su frente, como
una cortina. Estaba aterrorizado. No de él, sino de lo que
podía hacer.
De repente recordó la mirada ceñuda del vizconde Kang
cuando le dijo que se levantara el short y agarrara su
escritorio. Luego, sacaba su bastón y disciplinaba la parte
posterior de sus piernas, hasta que colapsaba sobre sus
rodillas y no podía moverse por unos minutos.
“L-lo haré, pero d-debes prometer que no l-lastimará—”
“Cariño”, murmuró en voz baja.
Jungkook se sintió instantáneamente herido por su
reacción. Tartamudeaba más de lo habitual. Algo lo estaba
molestando, y Jeon creía que era él. Su cara se había
puesto blanca como una sábana, y parecía que iba a
vomitar.
“Te he asustado”. Jungkook suspiró ruidosamente. Retiró
la mano y dio un paso atrás. El menor temblaba ante él,
como una pequeña presa ante un depredador.
Mierda.
Cuando Tae lo miraba así, ¿cómo podía atreverse a
permanecer enojado? Quería enjaularlo en este castillo y lo
colocó en una bonita jaula de pájaros para su placer. Pero
él no pudo. Nunca podría restringir su libertad, no podría
atraparlo, y no sabía por qué.
“Perdóname”, murmuró Jungkook.
Taehyung no podía levantar la cabeza. Todavía estaba
temblando.
La mirada de Jungkook se oscureció. ¿Por qué se
comportaba como si él tuviera las agallas de lastimarlo? Él
nunca le había levantado la mano antes. La idea de hacerle
daño le repugnaba. Entonces, ¿quién diablos lo hizo? ¿Cuál
o quién fue la razón por la que se estremeció así? ¿Quién se
atrevía a poner una mano sobre su prometido?
Sin previo aviso, se dio la vuelta. Llegaría al fondo de
esto. Y quienquiera que estuviera detrás, se aseguraría de
que muriera en circunstancias misteriosas.
“E-esa n-no es una disculpa adecuada…” finalmente
susurró.
Jungkook había planeado salir caminando de aquí. No
quería asustarlo aún más de lo que ya lo había hecho. Con
gran desgana, giró sobre sus talones, hasta que estuvo
frente a él a una distancia moderada.
Éste todavía escondía sus manos de él.
Jungkook sabía que el menor nunca podría lastimarlo.
Tendría muchas oportunidades de robar un cuchillo
durante las comidas. Incluso el arma en su palma sería
inútil. Éste estaría demasiado aterrorizado para lastimar
algo, o eso creía él.
“¿Por qué te estremeces?” exigió fríamente.
Taehyung se encogió. Levantó la cabeza, ligeramente.
“N-no es nada”.
“Taehyung”.
“Jungkook”.
El pelinegro entrecerró los ojos. Lo fulminó con la
mirada y el menor tembló aún más. Dejó escapar otro
suspiro. Así que le asustaban las voces fuertes, las miradas
y las manos levantadas. Parecía que tendría que arrancarle
la garganta a alguien, sacarle los ojos y cortarle las manos.
Sería tan fácil como sacrificar un pollo.
“Ven aquí.” Su voz se había endurecido, sin dejar espacio
para una discusión.
A pesar de eso, Taehyung estaba pegado al suelo. Siguió
observándolo a través de sus largas y espesas pestañas.
“No te haré daño”.
Taehyung tragó saliva. Las palabras del vizconde Kang
resonaron en sus oídos. ‘No me gusta hacerte daño. Esto es
disciplina’. Él diría eso con una sonrisa fingida.
Taehyung vio su mirada y su rostro que lo esperaban. Le
había prometido que cambiaría, pero su tartamudeo
empeoró.
Con gran vacilación, dio un paso hacia adelante. Cuando
él no se movió, dio otro, y otro, hasta que finalmente se
paró frente a él.
Sin previo aviso, Jungkook tiró de él hacia su dirección.
Sus brazos se deslizaron alrededor de su cintura,
presionando su esbelta forma contra su gran cuerpo. Un
suspiro sobresaltado salió de su boca, y el menor lo miró
con los ojos muy abiertos. Jeon estaba convencido de que
Tae tenía un bosque atrapado dentro de esas pupilas.
Como resultado de su acción, sus manos volaron hacia su
pecho, revelando el arma plateada en sus palmas.
“¿Qué pasa con esta endeble pistola?” Jungkook
murmuró.
Jeon tocó su mano, a pesar de querer acariciar su rostro.
Tae no se estremeció. Entonces, ¿por qué lo hizo antes?
¿Fue porque lo tocó de la nada? Él se aseguraría de que el
menor se acostumbrara a su toque.
“¿Ese engreído de Park pensó que esto funcionaría
conmigo?” Jungkook le robó el arma de la palma de la
mano y la examinó frente a ellos. El rubio se mordió el labio
inferior con más fuerza y agarró su camisa de satén.
“D-dámelo, por favor”.
“Ruega un poco más”.
“Jungkook,” gimió golpeando su frente contra su hombro.
De alguna manera, estar en sus brazos era
reconfortante. No a mucha gente le mostraba su afecto.
Jimin tenía razón.
‘Mis estándares son tan bajos que bien podrían estar
bajo tierra’, pensó para sí mismo.
Taehyung saltó cuando el pecho ajeno repentinamente
retumbó. Se había reído suavemente. El sonido hizo que su
corazón diera un brinco y su estómago se agitara. Era un
ruido agradable.
“Toma, puedes recuperar tu pistola de tamaño infantil.
Dudo que incluso pueda romper el vidrio”.
El menor frunció el ceño. Tal vez debería simplemente
dispararle en el pie. Entonces, sabría cuán poderosa era la
pequeña arma.
Taehyung lo sintió tocar su mano, la pistola fría
presionando su piel caliente. Se inclinó un poco hacia atrás,
para tomar la pistola, pero de repente, él lo agarró por la
muñeca.
“¿Jungkook?”
El pelinegro estaba mirando sus mangas. Él giró su
muñeca, sus ojos centrados en la mancha. “¿Quién te
ensució la mano?”
Taehyung tiró de su muñeca hacia atrás. Le avergonzaba
que lo pillaran con la manga sucia, como a un niño. “N-no
es nada”.
“Taehyung”, gruñó.
“¿Jungkook?”
Éste levantó una ceja. ¿Iba a seguir diciendo lo mismo?
Sin embargo, le gustaba bastante el sonido de su nombre
en su lengua. Fluyó suavemente. Tae dijo su nombre sin
dudarlo. Jeon amaba demasiado su nombre en la boca del
menor como para entender por qué.
“Jimin había hecho una pequeña broma al ponerse tierra
en la cara”, murmuró Taehyung, sin darse cuenta de que no
había tartamudeado en esta frase. Algo en Jimin siempre lo
hace sentir fuerte. No sabía la razón.
“Así que lo limpié. Siento haber ensuciado tu ropa”.
“Es tu ropa, no es mía”, espetó.
Taehyung parpadeó. “Pero tú lo trajiste”.
Jungkook se burló. “Y te lo regalé”.
“¿Pero por qué?”
“¿Qué uso tendría yo con un atuendo blanco y no de mi
talla? ¿Usarlo?”
Taehyung reprimió una sonrisa. De repente imaginó su
cuerpo musculoso atrapado en un atuendo blanco apretado.
El pensamiento provocó una pequeña risa. Enterró su
rostro en su hombro y ocultó su diversión.
“Sería una vista espectacular para ti usarlo…”
Jungkook se rió. Dejó caer la pistola sobre el sofá y
entrelazó su mano en sus suaves y sedosos mechones.
Presionó su cabeza más cerca de su cuerpo, abrazándolo
más fuerte. Se sentía seguro con el menor en sus brazos,
como si éste nunca pudiera huir de él.
Jungkook no podía dejarlo escapar de nuevo. Le había
dado demasiado tiempo. No había olvidado el día en que
cumplió dieciocho años. Una gran limusina custodiada por
camionetas negras se detuvo en la Mansión Kang. Sin
embargo, todos fueron rechazados, alegando que el joven
Kim preferiría suicidarse antes que entrar.
Al pensar en esto, su mirada se oscureció. Sin previo
aviso, empujó levemente a Taehyung fuera de él, tomándolo
por sorpresa.
“Qué—”
“Vi que te saltaste el desayuno”, farfulló Jungkook con
una voz oscura y astuta.
Taehyung se desconcertó por su repentina frustración.
Sus ojos eran tan violentos como una tormenta. Su rostro
estaba tan tranquilo como la brisa. No lo entendió. ¿Cómo
se mantuvo tan tranquilo cuando estaba enojado? ¿Y por
qué era tan infeliz? ¿Discutió consigo mismo?
“Comí una ensalada con abundante aderezo y salsa”,
empezó lentamente.
“¿Me tomas por tonto?” exigió fríamente.
Taehyung sintió que había más en este argumento de lo
que él estaba insinuando. ¿Se enteró de lo que había
hecho?

SILENCIO INCÓMODO
“Creo que eres inteligente”, respondió finalmente
Taehyung en voz baja.
Jungkook puso los ojos en blanco. “Soy más que
inteligente”.
“—y desvergonzado,” terminó.
Jungkook se burló. El rubio lo hizo sonar como algo malo.
¿Qué tenía de malo estar orgulloso de sus propios logros?
Ser humilde era inútil.
Independientemente de sus puntos de vista opuestos,
señaló con la barbilla la puerta. “Sígueme. Te llevaré para
que veas tu sorpresa”.
El menor asintió. Lo siguió, y una vez que salieron de la
habitación, se obligó a alcanzarlo. Siempre caminaba
demasiado rápido para que lo alcanzara. Pero aún así
siguió adelante, incluso si tenía que parecerse a un
pingüino. Pronto, estuvo a su lado, completamente
inconsciente de su sonrisa tierna pero divertida.
Jungkook no podía creer que estaba haciendo esto. Rara
vez tomaba una decisión precipitada, pero esta era una de
las más estúpidas. Todo estaba calculado, todo salió a la
perfección. Su vida estuvo dictada por la perfección, ya que
todas sus decisiones siempre fueron correctas.
Entonces, ¿por qué se sentía como un idiota con un plato
de galletas de limón recién horneadas? El menor se quedó
boquiabierto ante el postre, su nariz temblando un poco.
Luego, lo miró, asombrado con los labios entreabiertos.
“Es una galleta”, dijo inexpresivo.
“Sé lo que es”, respondió.
“Entonces tómalo”.
Jungkook no sabía que el interés de Tae se había
desplazado hacia las tartas de merengue de limón. De niño,
siempre le gustaban los postres de limón en especial las
galletas. Por el amor de Dios, nunca podría averiguar por
qué. Los limones eran ácidos y siempre hacían que los
labios de la gente se fruncieran. Pero él se lo tragó sin
dudarlo, declarando que era interesante que algo tan agrio
pudiera convertirse en algo dulce. Sintió que Tae se estaba
refiriendo a alguien.
“¿Es esta la sorpresa de la que hablabas antes?”
preguntó Taehyung con curiosidad.
Le picaban los dedos por agarrar una de las suaves y
masticables galletas de limón. Sin duda, se derretiría en su
boca. Salivaba ante la idea, pero no podía atreverse a
comerlo.
“¿Esperabas algo más?” preguntó con dureza.
Taehyung notó su expresión de disgusto. Se desconcertó
por eso. ¿Dijo algo malo?
“No es una tarta de merengue de limón”, Jeon refunfuñó
con el ceño fruncido.
El menor entendió al instante. Jungkook pensó que él
quería una tarta, sobre las galletas. Con toda honestidad,
ambas eran sus golosinas favoritas.
“Haré que lo descarten”.
Los ojos de Taehyung se agrandaron. Observó con horror
cómo tomaba el otro plato de la mesa del comedor y
comenzaba a dárselo a una de las criadas. Corrió hacia
adelante y lo agarró del brazo.
“N-no, también me gustan las galletas de limón”, se
apresuró.
Jungkook lo miró con el ceño fruncido. “No me mientas”.
Taehyung negó rápidamente con la cabeza. “¡N-No estoy
mintiendo!”
“Entonces muéstrame”, exigió.
Preso del pánico de que desperdiciara la comida,
Taehyung rápidamente agarró una de las galletas. Le dio
un pequeño mordisco, como un diminuto hámster, y luego
le mostró la galleta. De hecho, la masa estaba deliciosa.
Sus labios temblaban de lo bueno que era, pero temía
masticarlo.
La mezcla perfecta de agridulce estalló en su lengua. Sus
papilas gustativas hormigueaban.
“Entonces, no están buenos”, murmuró Jungkook.
Sacudió la cabeza e hizo una seña a la criada para que se
acercara. “Jane, tira estos a la basura”.
“¡No!” Taehyung gimió. Le dio un mordisco más grande
hasta que desapareció la mitad de la galleta amarilla
brillante. Luego se lo mostró, masticando visiblemente la
comida. Luego, tragó saliva y se lo presentó con una
brillante sonrisa.
“V-ves, es delicioso”, susurró.
“¿Por qué estás susurrando?”
Taehyung parpadeó. Se tapó la boca como si comer fuera
un secreto y algo prohibido para él.
Jungkook frunció el ceño. “Jane—”
“Jane, disfrutaré las galletas”, interrumpió.
Taehyung terminó el que tenía en la mano y tomó otro
del plato. Estaba tibio y blando, la parte superior crujiente
estaba rociada con un glaseado de leche condensada. Él
estaba en el cielo, mientras tomaba otro bocado para
mostrarle que el regalo fue apreciado.
“Hmm, toma un poco más”, ordenó Jungkook. Él lo dejó
agarrarse de su brazo doblado, mientras el menor comía
ansiosamente las galletas del plato. Lo observó mientras se
lamía lentamente las migajas de los labios, masticaba y
luego tragaba. Sus ojos se centraron en sus labios suaves y
rosados.
“Ves, están deliciosos”, dijo Taehyung. Le reveló su
palma vacía. Se había comido dos galletas.
Taehyung podía sentir todos los ojos sobre él. Casi miró
hacia atrás, pero estaba demasiado cautivado por la intensa
mirada de Jungkook. Si podía, éste lo estaba desnudando
con los ojos.
“Entonces come más, cariño”, murmuró.
“Ya estoy lleno.”
“Seguramente, puedes tomar un poco más”.
Taehyung negó rápidamente con la cabeza. Dos galletas
fueron más que suficientes. “Deberías probar un poco
también”, dijo con voz vacilante.
“Mis manos están ocupadas”.
Taehyung miró hacia abajo y se dio cuenta de que él
sostenía un plato con ambas manos. El otro lo había dejado
sobre la mesa. Sintió que él era lo suficientemente fuerte
como para sostenerlo con una sola mano.
“¿Entonces comeré más tarde?” El menor ofreció.
Jungkook levantó una ceja. “¿Qué? ¿Tus manos también
están ocupadas?”
“B-bueno—”
“Alimentame.”
Taehyung tragó saliva. Miró a su alrededor, su cara
ardiendo un poco. Dios mío, ¿qué pensaban de él las
criadas y los mayordomos? Se aferraba a su brazo como un
chico perdido, comiendo galletas sin dudarlo.
Extrañamente, de repente todos miraban al suelo o al
techo.
Cuando volvió a mirar a Jungkook, notó que sus ojos se
habían entrecerrado en una mirada de advertencia.
¿Estaba dirigido a él?
“Tú no eres un pajarito, Jungkook,” habló finalmente.
Jungkook arqueó una ceja con incredulidad. “Si no
puedes comer más, y yo no puedo comer nada, podemos
tirar las galletas. Ya no sirven”.
Jeon esperaba la misma reacción de pánico. Sabía que
Soohyun y Yeji criaron bien a su hijo. Él nunca
desperdiciaba la comida, porque alguien trabajaba duro
para hacerla. Por eso sabía que esta técnica de culpabilidad
funcionaría. Fue un movimiento sucio. Pero sirvió para que
el menor renuncié a todo orgullo y dignidad, y conseguir
que le dé un pequeño bocado.
Jungkook no necesitaba que Tae muriera de hambre
frente a él.
“Creo que se puede compartir entre los sirvientes”, dijo
Taehyung con determinación.
“Estoy bastante seguro de que hay un lote extra en la
cocina que pueden comer”, agregó.
“E-entonces esto se puede entregar a uhm…” El doncel
se detuvo, pensando en algo que decir. “¿Los guardias?”
“Deja de poner excusas y cómete la galleta, Taehyung”.
El agarre del menor se tensó sobre su brazo. Miró el
plato de galletas, el delicioso olor a limón flotando en su
nariz. El pastel le recordaba a los que se hacían en
Kastrem. El pensamiento lo hizo infeliz. Todos los
cocineros, las criadas y los mayordomos… ¿dónde están
ahora?
Escuchó un suspiro fuerte y agravado.
“¿Qué ocurre—” Jeon le metió la galleta en la boca.
Taehyung lo miró estupefacto, negándose a morderlo,
pero lo sostuvo con los labios. Escuchó su risa fuerte y
aulladora. Debe haber parecido un tonto con una galleta en
la boca. Irritado, masticó el postre y lo miró.
“No tengo hambre”, dijo desafiante.
Y justo entonces, su estómago decidió darse a conocer.
Un fuerte gruñido resonó en el silencioso comedor. Se
produjo un silencio incómodo.

DESVERGONZADO
“¿Hay algo malo con la comida del castillo?” Jungkook
preguntó con calma con voz gélida, una sonrisa cruel en
sus rasgos afilados. Sus ojos estaban en llamas. Era solo
comida. Comerlo era tan fácil como abrir la boca, masticar
y luego tragar. Seguramente, ¿no era demasiado difícil para
Tae?
“No, la comida es deliciosa”, admitió Taehyung. Se
cepilló mechones de cabello fuera de la frente, buscando
una manera de distraerse.
A Taehyung no le gustó su frustración. Hubiera preferido
que fuera violento. De esa manera, podría predecir sus
próximos movimientos. Pero era demasiado pacífico,
incluso cuando estaba irritado. No podía entender cómo y
por qué. ¿Qué le dio tanta paciencia?
“Entonces, ¿por qué no comes, Taehyung?”.
Éste se retorció los dedos. Jeon lo observaba
intensamente, su mirada taladrando un agujero en su
cráneo. Se preguntó si él sabía lo que estaba pensando.
Pero leer la mente no era un poder escrito de un Pura Raza.
O eso esperaba… sería una habilidad aterradora.
“Lo siento”, dijo finalmente.
Jungkook suspiró ruidosamente. Dejó el plato de galletas
en la mesa. Luego, agarró su barbilla. Lo obligó a mirarlo.
Tenía la costumbre de bajar la cabeza y la mirada. No era
el comportamiento de un príncipe.
“No te disculpes cuando no hiciste nada malo”, espetó.
“Pero estás enojado conmigo”.
“Yo—” hizo una pausa.
Jungkook no se dio cuenta de que estaba irritado con él.
Apretó los labios. “No estoy enojado contigo.”
Taehyung ingenuamente parpadeó hacia él. De repente,
levantó una mano y le tocó la cara. Jungkook se quedó
helado.
“Tus ojos… me están quemando”.
Jungkook tragó. Siempre le había gustado tocar su suave
piel. Extrañamente, dondequiera que Tae tocaba, sentía un
hormigueo. Tanto si era consciente del efecto como si no,
no lo demostró.
“No estoy enojado”, repitió con una voz más firme.
Jungkook lo agarró con cautela por la muñeca y apartó
su mano de su rostro. “Pero vas a comer”.
Notó su ceño fruncido. Sus ojos se movieron ligeramente
de izquierda a derecha. ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué
planeaba?
“¿Comer qué…?” preguntó lentamente.
Jungkook entrecerró los ojos. Recordó su ensalada
intacta. Era bueno engañando a la gente. Pensó que había
tomado un bocado de la comida, pero en realidad, había
jugado con ella.
El tenedor nunca entró en su boca.
“Sopa y sándwich”, respondió Jungkook. Sería difícil
ocultar la porción de sopa para que no disminuya.
“Bueno.”
“Vas a beber la sopa con una cuchara y comer el
sándwich con las manos, sin tenedor y cuchillo”.
Los hombros de Taehyung cayeron.
Los ojos de Jeon se volvieron fríos. Él lo sabía. Tae lo
estaba engañando deliberadamente. ¿Pero por qué? ¿Cuál
era la razón para morirse de hambre? ¿Encontraba placer
en hacerlo? Pesaba como una pluma. ¡¿Qué más quería él?!
“Estoy haciendo esto por tu propio bien, Taehyung”.
“Claro, Jungkook”.
Taehyung pensó que podría salirse con la suya. Nadie lo
notó. La técnica que usó nunca fue señalada por nadie.
Excepto él. De mala gana se sentó en la misma silla que
antes.
Jungkook estaba sentado en la cabecera de la mesa,
mirándolo fijamente. No tenía un plato de comida delante
de él. Había una fina copa de vino a su lado, a la que ni
siquiera tocó.
“Si la sopa de tomate y el sándwich club no te sientan
bien, se preparará otra cosa”. La voz de Jungkook era
severa. No dejó lugar a discusiones.
“E-está bien”.
Taehyung miró con cautela el sándwich club. Escuchó
que era popular en el lado occidental del mundo. Había tres
rebanadas de pan, con jamón de miel, lechuga, tomates y
queso. Era una deliciosa mezcla de vegetales, pero
demasiado para él.
“Taehyung,” murmuró suavemente Jungkook. “Mirar la
comida no hará que desaparezca”.
El nombrado asintió. Cogió la cuchara y se bebió la sopa
en silencio. La etiqueta era fácil para él. Había sido
entrenado durante una década. La sopa era manejable; ya
que la sopa consistía en tomates licuados y caldo de
verduras. Desafortunadamente, el sándwich sería
demasiado.
“Estoy lleno”.
Jungkook miró su cuenco. Estaba sentado directamente a
su derecha, donde él podía ver todo lo que estaba haciendo.
El menor podría intentar cortarle la garganta ahora mismo,
y él lo sabría. Bueno, él lo sabría de antemano, pero era
divertido verlo intentar.
Notó que la sopa estaba medio vacía. ¿No le gustó?
Quizás era demasiado denso para su estómago vacío.
“¿Y el sándwich?” preguntó genuinamente.
Taehyung frunció el ceño ante el pan. Cogió con cautela
la mitad del sándwich, le dio un pequeño mordisco a las
esquinas y lo dejó.
“T-terminado”.
Jeon lo miró fijamente.
Taehyung volvió a tomar el sándwich y le dio otro
mordisco. Masticó y tragó, por su miedo.
“¿Vas a seguir mirándome?”, susurró.
Jungkook notó que no había tartamudeado. ¿Estaba
molesto entonces? Él había señalado que Tae tartamudeaba
solo cuando estaba nervioso o ansioso. Cuando estaba
tranquilo o enfadado, no tartamudeaba.
“Sí, lo haré.”
Taehyung apretó los labios. Lo miró, y él nunca había
desviado la mirada.
“¿A qué vino el hermano de Joongki?”
Jungkook levantó una ceja. “¿Te gustaría saber todos los
detalles, mi querido Taehyung?”
Éste instantáneamente asintió.
Jungkook reveló una sonrisa astuta. “Un bocado por una
oración”.
Sacudió su cabeza. “Olvidalo entonces.”
“Taehyung”, gruñó.
“Jungkook”.
Dejó escapar un fuerte suspiro. “¿Por que me estás
haciendo esto?”
El doncel frunció el ceño. “No me gusta desperdiciar
comida, así que no la pedí”.
“¿Esa tía tuya te metió en esto?” preguntó en voz baja y
controlada.
Taehyung se puso rígido. Jungkook se dio cuenta de
inmediato.
“¿La vizcondesa Kang era, no?” Jungkook se burló. Antes
de que el rubio pudiera responder, él ya estaba de pie.
“¡Yo comeré!” Taehyung gritó.
Jungkook se volvió bruscamente hacia él. “Tuviste tu
oportunidad.”
Taehyung recogió el sándwich y también se puso de pie.
Ya estaba saliendo del gran comedor. Corrió tras él, con la
mitad del sándwich a mano.
Atrapándolo por sorpresa, giró frente a él. “Ella no hizo
nada malo”, dijo lentamente.
Jungkook miró su sándwich. ¿Qué? ¿Creía que podría
convencerlo con excusas tan patéticas?
Taehyung lo tomó por sorpresa. Agarró voluntariamente
su mano, sosteniéndolo con fuerza, como si pudiera
mantenerlo en su lugar. Luego, le mostró el sándwich y le
dio un mordisco. Uno tras otro, hasta que no quedó nada.
“V-ves…” Taehyung se apagó, después de tragar la
comida.
Jungkook lo pulverizó con la mirada. Taehyung se la
sostuvo. Estaba atrapado en la piscina de color rojo
brillante. Estaba furioso. Pero no con él. Se negó a apartar
la mirada, se negó a retroceder. Este hombre podría
matarlo. Lo haría con un movimiento de su muñeca. O
incluso peor, chuparlo hasta dejarlo seco. Pero aún así se
mantuvo firme.
Finalmente, suspiró.
Taehyung se sobresaltó cuando él le tocó la boca.
Jungkook le sacudió las migas de la boca. Temiendo que se
lo comiera, Tae le lamió la miga del pulgar. Fue un error. Lo
supo de inmediato, cuando su mirada se oscureció.
“No me pongas a prueba, Taehyung”, gruñó.
Éste no entendió lo que quería decir. Había esperado que
ninguno de los sirvientes los viera. “No fue mi intención,
Jungkook”.
La mano del pelinegro se cerró en un puño. El leve dardo
de su pequeña lengua rosada casi lo había vuelto loco.
Siempre fue bueno para controlarse a sí mismo, incluso
cuando su dulce aroma lo invadía y su piel suave era un
recuerdo de esa noche. Pero solo esa pequeña acción fue
suficiente para que él lo arriesgara todo.
“Creo que fueron cinco mordiscos”, habló, levantando
cinco dedos. “E-entonces tienes que decirme cinco
oraciones”.
Jungkook reveló una sonrisa irónica. “¿No dijiste que el
trato estaba cerrado, cariño?”
Taehyung negó con la cabeza. “Cambié de opinión.”
Simplemente se encogió de hombros. “Es demasiado
tarde para eso”.
El menor apretó su agarre sobre su mano. “¿Por favor?”
Jeon le lanzó una mirada inexpresiva. ¿Qué? ¿Pensó que
podría simplemente comprarlo, batiendo sus lindas
pestañas y él estaría de acuerdo? Porque maldita sea, él le
daría todo lo que quisiera.
“Por favor, quiero saber”, agregó, acercándose a él.
“Taehyung—”
“M-me involucró, ¿no?”
Jungkook necesitaba la paciencia de un santo para tratar
con él. Incapaz de negar su pedido, dejó escapar un suspiro
agravado. Sin previo aviso, lo sacó de un tirón por la
puerta, arrastrándolo por los pasillos. Éste tropezó un
poco, pero él lo ignoró. Sorprendentemente, Tae lo alcanzó,
sus bonitas piernas se rompieron en un pequeño trote.
“¿Por qué insistes en caminar a mi lado?” preguntó
genuinamente.
“P-porque los esposos son iguales…”
Jungkook dejó escapar una pequeña burla. ¿Incluso se
dio cuenta de la posición en la que estaba?
¿Taehyung era un simple humano, apostando su vida
antes que la de él? Taehyung prácticamente había cedido
su alma a un demonio. Sin embargo, tuvo las agallas y el
orgullo de decir que era igual a un demonio.
Y Taehyung dijo que él era un desvergonzado.
Sí, claro.
“Incluso si no te gusta, tendrás que aprender a que te
guste”, añadió el menor con una voz suave y gentil como un
maestro que explica un concepto a un niño.
Jungkook no necesitaba aprender. Ya le gustaba. Mucho
más de lo que jamás admitiría ante él. Y no entendía por
qué.
8. VII

MUY BUEN SABOR


Taehyung se preguntó adónde lo llevaría Jungkook.
Habían salido del comedor frecuentado por los sirvientes,
lo que significaba que se trataba de un asunto privado.
¿Excusó a las criadas y mayordomos cuando Joongki se lo
llevó?
Pronto, fue arrastrado a una habitación a oscuras. Se
quedó parado allí ansiosamente, y de repente, el agarre del
pelinegro desapareció.
“¿J-Jungkook?” chilló, retrocediendo con miedo.
Taehyung no podía ver nada en la oscuridad. Retrocedió
despacio hasta que su mano tocó el pomo de la puerta.
Justo cuando lo giraba, las luces se encendieron.
Jungkook estaba de pie a su lado, con las cejas
levantadas. Había una sonrisa divertida en su rostro. Había
encontrado algo más para burlarse de él.
“¿Qué ocurre?” reflexionó. Jungkook se acercó a él. Kim
retrocedió. “¿Asustado de que pueda devorarte?” preguntó
suavemente.
La espalda de Taehyung tocó la puerta. No tenía a dónde
correr. Estaba directamente frente a él, su cuerpo a menos
de un cabello de distancia. Estaba envuelto en su cálido
aroma a vino y especias.
“En realidad no… Solo me preocupaba que me mataras
en la oscuridad”.
El pelinegro se rió entre dientes en respuesta.
Lentamente extendió una mano, acariciando la expresión
ajena. El menor no se inmutó esta vez. Quizás era la
velocidad y la brusquedad de una mano lo que lo
aterrorizaba. Jeon tomá nota de esto.
Jungkook apartó su cabello de su frente, luego su mano
descendió acomodando la camisa ajena, revelando su largo
cuello del color de la miel fresca.
“¿Por qué matarte, cuando puedo darte un mordisco?”
Los dedos de Jungkook rozaron su cuello. Su toque frío lo
obligó a temblar. Siempre disfrutó de la calidez de su piel,
lo hacía humano. Disfrutaba el pulso de sus venas y la
forma en que sus mejillas se hinchaban de vida.
“Porque no tengo muy buen sabor”, respondió el menor.
Los labios contrarios se curvaron en una sonrisa. “Me
gustaría discrepar”.
Taehyung se preguntó qué quería decir con eso. Estaba
tan cerca de él que podía sentir el aliento mentolado de sus
labios sobre su rostro. Sus dedos estaban callosos y
ásperos, pero su caricia era cuidadosa y gentil. Su toque
era ligero como una pluma, haciéndole cosquillas en la piel
de formas deliciosas.
Cuando lo miró a los ojos, se le encogió el estómago. El
calor se acumuló en un lugar desconocido que no creía que
fuera posible.
“Jungkook…”
“¿Sí, querido?” Su voz era baja y ronca, enviando un
hormigueo por su columna.
Se acercó más, hasta que su cuerpo lo presionó contra
las puertas, atrapándolo allí. Pero el rubio sabía que no
debía huir de él. Él siempre lo encontraría. Siempre estaba
un pie más adelante. Jeon era un depredador y él su presa.
“L-las cinco oraciones”.
Las manos de Jungkook ahuecaron el costado de su
cuello, acercando su rostro al de él. Se le cortó la
respiración. Escuchó su corazón detenerse por un segundo.
“M-más vale que no”, murmuró Taehyung, girando la
cara hacia un lado.
“¿Oh? ¿Qué pensabas que iba a hacer?”
Las mejillas de Taehyung se encendieron. Se negó a
responder a esa pregunta. El mayor quería engañarlo de
nuevo. Prácticamente podía escuchar las burlas antes de
que salieran.
Una breve carcajada escapó de sus labios. Se sorprendió
cuando él le acarició la nuca. Sus dedos recorrieron su
cabello, atrayendo algunos mechones hacia él. “¿Creíste
que iba a besarte, querido Taehyung?” Jungkook reflexionó,
mientras giraba su pulgar sobre los mechones de cabello.
Los ojos de Taehyung se centraron en su mano. El
movimiento parecía familiar. “P-por supuesto que no”.
“Hmmm, tu expresión dice lo contrario”.
Taehyung levantó la cabeza para mirarlo. Sus ojos eran
tan hermosos como la primera gota de sangre sobre la
nieve blanca. Se preguntó por qué brillaba más de lo
habitual. A veces, era de un marrón oscuro turbio, otras
veces era rojo como un rubí.
El doncel quedó cautivado por su belleza. Era tan
asombrosamente guapo que no podía apartar la mirada. Si
alguien le dijera que el Dios de la Muerte era fascinante, le
creería de todo corazón.
Jungkook le recordaba al Dios de la Muerte con piel
pálida pero un aire de misterio a su alrededor. Quería
desentrañar el misterio, uno por uno, hasta que no quedara
nada más que su alma desnuda.
“T-tus ojos te están jugando una mala pasada”,
finalmente logró decir.
Taehyung tuvo que obligarse a sí mismo a apartar la
mirada. Un poco más ahora, y Jeon pensaría que él estaba
enamorado.
“Por tu reacción, lo dudo,” respondió Jungkook. Su mano
viajó desde su cuello hasta su barbilla. Su pulgar rozó su
labio inferior, suave y atrayente. Sintió una extraña
necesidad de hacer algo desagradable, pero ambos lo
disfrutarían.
“Por favor, solo dime lo que dijo el hermano de
Joongki…”, murmuró.
Jungkook sonrió. “Si adivinas su nombre, te lo diré”.
Taehyung lo miró boquiabierto. ¿Adivinar el nombre de
un hombre al azar? ¿Cómo haría eso? ¡Había infinitas
posibilidades!
“Es un político influyente, Taehyung. Deberías saber su
nombre”.
El menor no estaba tan interesado en la política o el
gobierno del Imperio de Wraith. Una cuarta parte del
continente estaba gobernado por Jeon Jungkook. El Imperio
de Wraith estaba ubicado cerca del Oeste, donde la cosecha
era abundante, debido a las Estaciones y al océano que
rodeaba el lado izquierdo del Imperio.
Después de la Guerra de las Especies, los nombres de los
continentes se cambiaron y el nombre de cada país
importante se revisó a lo que los Vampiros consideraron
adecuado. Cuando ganaron tan victoriosamente, fue difícil
negar el deseo de los Vampiros. Había pasado un siglo
desde la victoria, por lo que la gente ya estaba
acostumbrada.
“No lo sé”, admitió Taehyung. “Qué gracioso sería si su
nombre fuera Yoongi, porque el nombre de su hermano es
Joongki. Ya sabes, como Yoon y Joongk…”
Jungkook parpadeó.
“O-oh, ¿realmente adiviné bien?” preguntó.
Jungkook le sonrió irónicamente. Era tan tonto como la
última vez que lo recordaba. Él asintió de mala gana con la
cabeza, con una mirada cariñosa en su rostro.
“Sí, querido. De hecho, su nombre es Yoongi”.
Los ojos de Taehyung se agrandaron. “E-espera,
realmente lo adiviné, ¿verdad?”
Jungkook se rió a carcajadas, las esquinas de sus ojos se
arrugaron con diversión. “Sí, cariño. Tienes toda la razón”.

A SU CUIDADO
Jungkook se preguntó si era un golpe de suerte o si solo
estaba fingiendo no saber. Él estudió su expresión.
Taehyung sonreía estúpidamente para sí mismo,
divertido de que la suposición fuera correcta. Supuso que
el menor no quería hacer daño. Él nunca quiso eso. Incluso
cuando el menor llegó al baile con un cuchillo atado a su
cinturilla. Hablando del baile, él estaría anunciando su
compromiso esta noche.
“Así que la conversación?” Taehyung habló lentamente.
“¿Qué pasó?”
Jungkook lo miró. Era bonito y dócil, su corazón era de
cristal, un solo empujón y se haría añicos.
Jeon era cruel. Quería ver cómo Tae se rompería. ¿Se
rompería en unas pocas piezas grandes? ¿O miles, si no,
millones de diminutos fragmentos que dolían a cada paso?
Quería ver su reacción.
“Yoongi no aprueba este matrimonio”, informó.
Jungkook esperaba una expresión de decepción. Pensó
que él se enfadaría. Parecía ser el tipo de doncel que
lloraba por cada pequeño inconveniente. En cambio, éste le
sonrió y luego se rió un poco.
“Oh.”
El pelinegro levantó una ceja. ¿Lo escuchó
correctamente?
Tae ingenuamente empujó mechones de cabello detrás
de sus orejas. Sus ojos se detuvieron en él.
Sus muñecas eran delgadas, y de repente sintió la
necesidad de decorarlas con brazaletes caros. De todos los
atuendos de diseñador que había en el armario, llevaba las
prendas más sencillas de todas.
“¿Q-qué es un matrimonio sin problemas?” Taehyung dijo
en voz más alta, casi como si estuviera reprimiendo otra
risa. “Mi madre me dijo que el matrimonio más dramático
tendrá al menos un ‘Me opongo’ cuando el oficiante de la
boda pregunte”.
Jungkook le devolvió la sonrisa con una propia.
Recordaba bien la boda de Soohyun y Yeji. Los suyos fueron
quizás los más dramáticos de todos. En el último momento
de la boda, justo cuando se dijo “Habla ahora o calla para
siempre”, las puertas se abrieron de golpe, los disparos
cargados, el humo ardiendo, mientras Soohyun robaba a
Yeji de otro novio.
“Estoy seguro de que tu madre te enseñó bien”,
respondió irónicamente Jungkook. No esperaba tanto
dramatismo en su boda, especialmente disparos cerca de
su esposo. Antes de que una bala rozara su suave piel, el
hombre caería muerto.
La idea de la muerte lo hizo sonreír. Tanto así que no se
dio cuenta de que estaba acariciando suavemente un lado
de la cara ajena. El menor lo miró, preguntándose qué
podría ser tan divertido.
“Me sorprende que no haya habido más objeciones”,
comentó Taehyung, sin dejar de mirarlo. Tenía una sonrisa
espeluznante en sus rasgos fantasmales. Le preocupaba.
Sintió que se le revolvía el estómago por la inquietud. Sus
ojos rojos conectaron con los verdes de él. Su corazón dio
un vuelco.
“U-uhm Jungkook…”
“¿Por qué me olvidaste, cariño?”
Taehyung levantó la vista sorprendido. ¿Olvidar…?
¿Cómo podría olvidar un rostro como el suyo?
Al ver su expresión desconcertada, la sonrisa del
pelinegro se volvió más amable. Sus ojos se nublaron con
tristeza. Dejó caer las manos, recordando.
“Olvida lo que pregunté,” ordenó.
Jungkook giró sobre sus talones y comenzó a caminar
hacia la puerta. Cuando no escuchó el pequeño golpeteo de
sus pies, giró la barbilla.
“Sígueme, querido Taehyung”.
Éste no respondió.
Jungkook contuvo un suspiro de impaciencia. Se dio la
vuelta, notando su expresión vacilante. Taehyung había
apretado su mano contra su pecho como si él le hubiera
dicho que moriría en este momento.
Había una mirada de miedo que cruzó sus rasgos poco
convencionales. Era hermoso en formas que la gente no
esperaba. A veces se sentía como si el universo estuviera
escondido en sus ojos, las estrellas estaban embotelladas
por su sonrisa, porque podía iluminar cualquier habitación,
pero había olvidado cómo hacerlo.
“Ven, cariño”, murmuró, su voz no era más que un
susurro. “No hay necesidad de estar tan asustado, mi
dulce.”
Taehyung creía que su voz era similar a una sirena,
atrayendo a víctimas desprevenidas a su muerte. Su tono
era suave y amable, pero el brillo de sus ojos decía lo
contrario. Estaba molesto y enfurecido.
El pelinegro siempre fue bueno para enmascarar estas
emociones. Era como si lo hubiera hecho durante décadas.
Y tal vez lo hizo, porque tenía un mundo de conocimiento
escondido dentro de sus ojos carmesí.
“Lo siento, Jungkook,” masculló finalmente Taehyung con
voz hosca. “No recuerdo mucho sobre mi infancia. S-si nos
conocíamos antes, entonces vamos a conocernos de nuevo”.
El menor estaba preocupado por su rechazo. Había
muchas personas que estaban descontentas con su
incapacidad para recordar su pasado. Por ejemplo, cuando
la policía vino a interrogarlo, con la esperanza de encontrar
a los asesinos de sus padres, era un manojo endeble de
balbuceos.
¿Significaba eso que los momentos pasados con
Jungkook eran demasiado molestos para recordarlos?
“Oh, cariño”, reflexionó. “¿Qué te hace pensar que no te
conozco ya?”
Taehyung parpadeó. No había pensado mucho en eso.
“Solo conoces la superficie de lo que te muestro”, dijo con
determinación, aunque su voz no sonaba un poco firme. A
veces, deseaba tener la naturaleza orgullosa y la voz fuerte
de Jimin que exigía la atención de todos.
En ocasiones, Taehyung no era consciente de que estos
eran los encantos de Jimin, y él tenía uno propio: La
capacidad de captar la atención de una persona.
Kim Taehyung era distante por naturaleza e indiferente,
lo que lo hacía parecer una maravilla de misterios. Ojalá las
personas más cercanas a él no lo criticaran por eso.
“Ahora ven aquí, mi dulce,” lo acompañó Jungkook.
Observó mientras el menor daba pasos hacia él, con los
hombros bajos, pero no encorvados.
Sin duda fue una mejora.
El pelinegro lo agarró de la mano. Estaban calientes con
vida, muy parecido al color de sus mejillas. Estaba pálido,
pero había un brillo en el doncel que admiraba en los
humanos. Nunca deseaba que el menor siguiera su camino
de ser vampiro, incluso si eso significaba que viviría el
resto de la eternidad sin él.
“Incluso si no puedes recordar tu pasado, siempre te
acompañaré en el presente y viviré tu futuro contigo”,
murmuró Jungkook.
El corazón de Taehyung se hinchó de formas extrañas
que no podía describir. Algo en sus palabras tocó una
cuerda profunda dentro de él. Se preguntó qué había
pasado entre ellos para que él lo tratara tan bien.
Hubo rumores de lo frío y estadístico que era el Rey de
Wraith. Se decía que no mostraba piedad, y que cuando
alguien le hacía daño, la persona nunca vería la luz del día.
Algunos incluso susurraron que era un monstruo sin
corazón, con la piel de un humano, pero el comportamiento
de una bestia.
Decían que cuando el Rey le daba la espalda a algo,
nunca lo volvería a mirar.
Taehyung nunca fue de confiar en los rumores.
“Entonces, estaré a tu cuidado”, respondió finalmente el
doncel.
Jungkook le sonrió cálidamente. Tiró de él hacia sí, hasta
que su mano libre estuvo descansando sobre su pecho. “No
lo veo de otra manera”.
Y en ese momento, Taehyung vio fragmentos de su
futuro. Era una tontería ver tan lejos en su vida, pero
podría haber jurado que vio un tipo de felicidad que no
podía ser descifrada.
Lástima que el destino siempre tuvo otros planes.

PROMÉTEME
Conglomerado Park.
“¡Simplemente no entiendo, Padre!” Jimin exigió con un
golpe de su mano. Un fuerte ruido sordo redondo en toda la
oficina grande y minimalista en la cima del rascacielos.
Park Conglomerate estaba ubicado en el corazón de la
ciudad. Hace algunas décadas, comenzaron a ramificarse
en diferentes partes del mundo de la fabricación. No les
tomó mucho tiempo asegurar una posición en el mundo de
los negocios, como algo más que una empresa de
fabricación de armamento.
Ricos sin comparación, los Park eran una fuerza a tener
en cuenta.
“Cariño, ya te lo he explicado varias veces”, dijo Park
Yesung con voz paciente, aunque su sonrisa se había
convertido en una mueca. Sus delgados anteojos de plata
esterlina descansaban sobre la punta de su nariz. Estaba
revisando documentos importantes con respecto a sus
subsidiarias en el extranjero cuando su hijo irrumpió en su
oficina.
“Entonces explícamelo una vez más”, Jimin vio su reflejo
en el escritorio de cristal de su padre. Era a prueba de
balas y estaba destinado a funcionar como un escudo en
caso de que algo sucediera.
Jimin parecía exhausto. Acababa de salir de una
agotadora reunión con su madre, sobre la empresa Park
con la que no quería tener nada que ver. Pero no tuvo otra
opción que asistir. Jimin seguía siendo la opción de su
madre como heredero.
“¿Por qué no sacamos a Taehyung de la propiedad de los
Kang cuando tuvimos la oportunidad también? Hace diez
años, podríamos haberlo acogido, tenemos suficientes
recursos…”
“Cariño”, subrayó Park Yesung. Se quitó las gafas y
pacientemente las dobló sobre el escritorio.
“El testamento de Yeji especificaba que Taehyung viviera
con su pariente. No podemos interferir con el deseo del—”
se aclaró la garganta. Se había formado un bulto, solo
hablando de los eventos de hace diez años.
“No podemos interferir con el deseo del difunto”,
respondió finalmente.
“¡Simplemente no entiendo por qué la tía Yeji dejó a
Taehyung con los Kang!” Jimin discutió, aunque no había
nada que pudiera cambiar el pasado. Mirando a su amado
mejor amigo ahora, no pudo evitar marchitarse de culpa.
En aquel entonces, Taehyung era tan alegre y bullicioso
como Jimin. Ahora, las tornas habían cambiado y sus
personalidades habían cambiado. Era el turno de Jimin de
hablar fuerte y el turno de Taehyung de callar.
“No tiene sentido”, se quejó.
Jimin tomó asiento en una de las sillas de cuero frente al
escritorio. Era casi como si su perfeccionista de seguridad
hubiera esperado su llegada hoy. Probablemente lo hizo,
considerando que la silla ya estaba instalada frente al
escritorio de su padre.
“Tienes que verlo desde la perspectiva de tu tía”, explicó
Yesung. “Los parientes de Soohyun aceptarían mucho
menos a Taehyung, considerando el linaje de Yeji”.
Jimin se enfadó. “Pero ustedes son los padrinos de
Taehyung…”
Yesung ya no pudo mantener su sonrisa. Él también ardía
de culpa a veces. Cuando Taehyung nació el día después
del nacimiento de Jimin, él había jurado proteger al niño
como si fuera suyo. Soohyun había jurado lo mismo. Si los
Kim o Park resultaban heridos, cualquiera de las partes se
haría cargo de sus hijos.
Park Yesung nunca pensó que realmente sucedería, hasta
esa noche nevada hace una década, cuando todo empeoró.
“Estaba dentro de la voluntad de Yeji”, enfatizó Yesung.
“Me recuerdas con los abogados, ¿no? Peleamos en la
corte, pero nada podía anular los deseos de un testamento.
Jiwoo no tiene hijos, tiene lazos de sangre con Taehyung y
estaba más que dispuesta a acogerlo”.
Jimin frunció el ceño hacia el suelo. Nunca había visto a
su padre más decepcionado que el día del juicio en la corte.
Habían movido hilos para asegurarse de que el juez
estuviera de su lado, pero luego las cosas se torcieron. Él
no sabía cómo sucedió, pero sucedió.
Nunca olvidaría la mueca victoriosa en el rostro del
vizconde Kang.
“¿Y esta boda?” Jimin murmuró. “¿Vas a aceptarlo,
padre?”
Yesung volvió a ponerse las gafas. Por el rabillo del ojo,
vio a su hijo tirando de la silla de cuero. Tendría que
reemplazar eso, sabiendo que su hábito era destruir cosas.
“Si eso hace feliz a Taehyung, entonces estoy más que
dispuesto a darle mis bendiciones”, respondió Yesung.
Alguien tendría que acompañarlo por el pasillo hacia el
altar.
Era difícil creer que Taehyung sería el primero en
casarse, así como Soohyun y Yeji fueron los primeras en su
grupo de amigos. Los recuerdos de sus amigos más
cercanos formaron un nudo en su garganta. No importa
cuánto recordara el pasado, nunca volvería a vivir dentro
de él.
Park Yesung aún podía recordar sus traviesos días de
escuela secundaria. En aquel entonces, Soohyun era
espontáneo y salvaje, un completo contraste con la
tranquila y serena Yeji. Eran una pareja hecha en el cielo.
La buena de la escuela y el chico malo. ¿Qué podría salir
mal?
Supuestamente, todo.
“Pero Taehyung no parece feliz”, murmuró Jimin. “Tete
parece… desconcertado cuando está cerca de él, como un
cordero perdido”.
Yesung levantó una ceja. “¿Taehyung lo sigue como un
cachorro perdido?” reflexionó.
Si recordaba correctamente, Soohyun solía hacer lo
mismo. Le haría una broma, Yeji lo atraparía de alguna
manera y su amigo la seguiría para convencerla de que no
se lo contara a nadie.
“No, por supuesto que no. Taehyung es mucho más
fuerte que eso”.
Jimin apretó los labios. La alta sociedad y sus amigos de
ésta misma no estarían de acuerdo con su declaración.
Kim Taehyung Rose solía ser conocido como La espina de
Soohyun, y por una buena razón. Sin embargo, el pasado
siempre permanecería así. Había pasado, ¿Cuánto? Diez
años desde que fallecieron sus padres y ¿Cinco años? Cinco
años desde que guardó sus garras en su totalidad y
finalmente cedió a las enseñanzas de los Kang.
“Cariño”, dijo Yesung con calma. “¿Le has dejado claro a
Taehyung que los Park siempre lo recibirán con los brazos
abiertos?”
“¿Incluso si eso significa ir en contra de los Jeon?” Jimin
respondió con una voz oscura e irritada. Notó el brillo
desagradable en los ojos de su padre.
“¿Estás dispuesto a ir en contra de todo el Monarca que
dicta el Occidente?” Yesung refutó con una voz agradable.
Estaba por encima de él bromear con su hijo. Con
frecuencia su hijo hacía rabietas con sus palabras
contundentes. Ya estaba acostumbrado.
Yesung dejó los documentos a un lado y decidió revisar
los informes de este mes. Pluma en mano, comenzó a leer
todo en silencio.
“Si Taehyung quiere dejar a los Kang, siempre tendrá
una casa en nuestra propiedad”, afirmó Yesung.
Jimin tiró con enojo de la cubierta de cuero cerca de la
esquina de su silla. Observó los inocentes muebles,
deseando que se quemara en pedazos. “¿Y si Taehyung
quiere huir del Castillo Real Jeon? ¿Lo dejarás venir aquí?”
La pluma de Yesung se congeló. Levantó la mirada del
papel y descubrió que su hijo lo miraba fijamente. Había
pasado su juventud con Soohyun, formando un vínculo
inquebrantable.
Incluso ahora, todavía podía escuchar la débil risa en la
voz de Soohyun. No importa cuán serio fuera ese hombre,
nunca podría mantener la cara seria frente a Park Yesung.
Es decir, hasta aquel gélido octubre, minutos antes de que
naciera Taehyung.
“Prométemelo, Yesung-ah”, había dicho Soohyun.
“Júrame que mantendrás a mi hijo a salvo”.
Yesung parpadeó en respuesta, antes de mostrar una
sonrisa característica. “Idiota, por supuesto que mantendré
a salvo a mi ahijado. Incluso si me cuesta toda mi vida y mi
fortuna”.
Soohyun había mirado a lo lejos, con una sonrisa
siniestra en su rostro. “Así como yo haría lo mismo por tu
hermosa flor, Jimin”.
Yesung se había reído en respuesta. El día antes de
Halloween nació Jimin, y minutos después de Halloween
nació Taehyung. Pero por el bien de la amistad, había
abordado el primer vuelo a Kastrem, para estar presente
también durante el nacimiento de Taehyung.
“Por supuesto, idiota. Si no, me arrastraría de mi tumba
y te daría una pelea”, había dicho Soohyun.
Los dos se habían reído, antes de pasarse licor el uno al
otro y beber como en los viejos tiempos.
Y sin que ambos lo supieran en ese entonces, la promesa
se rompería, menos de un año después de la muerte de
Soohyun y Yeji.

DEMASIADO ORGULLOSO
“¿Papá?” Llamó Jimin, chasqueando el dedo frente a su
cara.
Poco después de que Jimin hiciera su pregunta sobre si
su padre permitiría o no que Taehyung residiera en la
propiedad principal de los Park si se escapaba del castillo,
su padre tenía una expresión en blanco en su rostro. Notó
que sus ojos estaban vidriosos. Estaba físicamente sentado
con él pero no estaba mentalmente presente.
“Lo siento”, respondió Yesung al instante. “¿Qué acabas
de decir, cariño?”
Jimin frunció el ceño un poco. “Te pregunté si aceptarías
a Taehyung en—”
Un fuerte zumbido lo interrumpió.
Yesung levantó un dedo, deteniéndolo. Presionó el botón
de llamada cerca de su teléfono y, al instante, se escuchó la
estoica voz de su secretaria.
“Presidente Park, la reunión de las subsidiarias del este
comenzará en menos de diez minutos”.
Los hombros de Jimin se hundieron en la decepción.
“Entendido. Estaré allí en menos de cinco minutos”, dijo
Leonard al instante. Se levantó en toda su altura y se volvió
hacia su hijo, asintiendo con la cabeza.
“Tu hermano mayor estará allí. Te recomendaría que te
unieras también, cariño”, sugirió.
Jimin miró a su padre. Era alto y delgado. Había
recordado cabalgar sobre su hombro, sintiendo como si el
mundo le perteneciera. Cuando su padre lo cargó con
facilidad, pensó que era el hombre más fuerte del mundo.
La realidad se vino abajo, poco después de que
cumpliera diez años, y sucedió algo inesperado. Pronto, el
hombre más fuerte se convirtió en el más débil.
“Está bien, me uniré”, respondió Jimin con voz fría e
infeliz.
Los recuerdos desagradables agriaron su estado de
ánimo.
“Pero no lo prolongues, tengo un lugar donde ir más
tarde”, agregó.
Yesung abrió la boca para comentar pero la cerró. Daría
todo en el mundo solo por echar un vistazo a lo que pasaba
dentro de la cabeza de su hijo. Contuvo un suspiro y salió
de la oficina con Jimin directamente detrás de él.
Taehyung entró en el dormitorio. Todavía no podía
llamarlo suyo, porque este lugar no se sentía como en casa.
Había pasado un tiempo desde que algo sinceramente se
sentía como en casa. Jungkook le dijo que tenía algo que
atender, pero las criadas ya lo estaban esperando fuera de
su habitación.
“Jane, Jenny”, saludó Taehyung con una sonrisa cortés.
Jane fue sorprendida con la guardia baja, pero
instantáneamente inclinó la cabeza y saludó. “Príncipe”, se
dirigió respetuosamente.
Jenny felizmente le devolvió la sonrisa y realizó el mismo
saludo que Jane. “¡Príncipe!”
Pronto, Taehyung fue conducido al espacioso baño.
Había un fregadero grande para dos personas, con una
bonita encimera de granito. Había una ducha a un lado de
la habitación, mientras que una enorme bañera era el
centro de atención. Sin duda, en la bañera caben tres
personas fácilmente.
“¿Qué aroma preferiría, Príncipe?” Jenny preguntó
ansiosamente. Acercó la canasta de jabones de baño,
revelando todo tipo de aromas.
El doncel estaba desconcertado. Las criadas en la
mansión Kang eran respetuosas, pero nunca tan
acogedoras. Estaba sorprendido, pero en alerta máxima.
Era difícil confiar en las personas, especialmente en
aquellas que eran incondicionalmente amables con él sin
una razón específica para hacerlo.
“Lo que creas conveniente”, respondió con voz
agradable.
Taehyung se preguntó si ellas eran humanas o vampiros.
Hoy en día, era demasiado descortés preguntar eso de
inmediato. Y dado que ninguna de sus doncellas había
mostrado sus colmillos, solo podía insinuar que eran
humanas. Es decir, hasta que Jenny sacó el aroma a Rosas
de Damasco.
“¡Esto huele más a ti, príncipe!” Jenny dijo felizmente.
“¡Será un gran complemento para tu aroma habitual!”
Taehyung no se dio cuenta de que tenía un aroma
característico. No usaba perfumes ni cosas por el estilo.
Sonrió irónicamente en respuesta, sabiendo que Jenny no
había hecho nada malo. Aunque, estaba sorprendido.
Parecía que Jenny no era humana… No era natural que los
humanos tuvieran una nariz tan afilada.
“Rosas de Damasco será”, respondió Taehyung mientras
jugaba con su collar.
Después de un largo pero refrescante baño, fue
conducido a las sillas del baño, donde Jane le secó el
cabello y Jenny le pintó las uñas. Fue un tratamiento de
spa, y uno inesperado. Lo mimaron incluso más que las
criadas en la mansión Kim en Kastrem.
Le trajo una extraña sensación de nostalgia, una que le
humedeció un poco los ojos. A veces, si los cerraba, aún
podía recordar a su madre peinando suavemente su
rebelde cabello rubio.
Taehyung tenía envidia de lo sedoso que era el cabello
dorado de Jimin. Era brillante, como las lágrimas del sol, y
sus ojos le recordaban a una manzana verde madura.
“¿Príncipe?”
El doncel volvió a la realidad. Sin saberlo, Jane y Jenny
habían terminado de secarle el cabello y pintarle las uñas.
Ahora, estaba de pie frente al gran espejo, con un traje de
dos piezas, una camisa rosa claro de seda semitransparente
y un pantalón blanco fajado puesto sobre él.
Estaba sin aliento.
El atuendo era una de las piezas más hermosas que
jamás había visto. Flores plateadas brotaron de su cintura
para arriba, abrazando su cuerpo perfectamente, rosas
bordadas adornaban la camisa.
La camisa tenía un tono de puesta de sol, mezclándose
entre un matiz de naranja sutil y rosa peonía. Las mangas
eran transparentes y abullonadas, fluyendo como el resto
del traje que parecía estar hecho de decenas de capas que
brotaban de la espalda de la camisa y se arrastraba hasta el
piso en una leve cola. Se necesitaba un solo golpe de viento
para parecer un príncipe de cuento de hadas.
“¡Te ves tan maravilloso, Príncipe!” Jenny suspiró
felizmente, mientras juntaba sus manos. Deseaba poder
tener sin esfuerzo un traje como ese.
“La espalda…” señaló Taehyung.
Cuando se dio la vuelta, notó una larga cola de tela. Era
una cola decente de una tela fluida que no quedaría
atrapada en el andar cuidadoso de nadie.
La flor plateada también se ramificó en su espalda,
formando un pequeño enlace hacia su espalda baja. Habría
muchas personas con atuendos extravagantes como este,
por lo que sabía que nadie se atrevería a pisar su traje,
incluso si era más largo de lo esperado.
“Y tus zapatos, príncipe”, dijo Jane suavemente mientras
le ofrecía una mano para guiarlo.
“¡Príncipe, Su Majestad ordenó este atuendo solo para
usted!” Chilló Jenny. “¡Llegó justo esta tarde! Por suerte, le
queda muy bien”.
¿Esta tarde?
Las cejas de Taehyung se juntaron. ¿Era esta la sorpresa
real a la que se refería? Mejor aún, ¿cómo consiguió que le
entregaran un traje tan hermoso tan rápido? ¿No
significaba que lo ordenó ayer o hace meses? Si adivinó
correctamente… sus ojos se abrieron como platos.
Todo el tiempo, ¿Jeon había esperado que él se quedara
en este castillo? Parecía que este atuendo estaba preparado
con demasiada anticipación. Incluso años.
Antes de que pudiera considerar la idea, un golpe resonó
en la habitación.
No era Jungkook. Éste es demasiado orgulloso incluso
para tocar.

¿CÓMO TE ATREVES?
Taehyung miró con recelo la puerta. ¿Quien podría ser?
Sólo había una manera de averiguarlo.
“Adelante”, gritó.
Instantáneamente, las puertas se abrieron. Sus ojos se
abrieron con sorpresa.
“¡Mimi!” Chirrió efusivamente, mientras bajaba de la
plataforma y se dirigía hacia su amado amigo.
Park Jimin también estaba vestido a la perfección.
Llevaba un atuendo color marfil, la camisa tenía los
hombros descubiertos que revelaba un escote delgado. Sus
mangas eran transparentes y acampanadas, deteniéndose
en sus codos. Las margaritas con tallo verde treparon por
los bordes de su camisa hacia su espalda creando varias
capas, dando la ilusión de un dios saliendo de los prados.
Todo fajado en pantalón blanco suelto.
“No pensé que vendrías”, Taehyung dijo con el corazón
acelerado. Estaba lleno de alegría por no tener que
soportar este aburrido baile solo. Al menos, su único amigo
estaría a su lado.
“No estuviste aquí durante los primeros dos días”,
agregó. Se convirtió en todo un charlatán con Jimin
presente. Era un hecho raro que solo ocurría cuando se
sentía realmente cómodo con alguien.
“Bueno, el baile es tan aburrido como hacer un examen,
así que no me molesté en venir”, Jimin habló con
sinceridad. “Pero si me hubieras dicho que ibas, ¡habría
aparecido los dos primeros días contigo!”
Jimin corrió hacia adelante, con un puchero hosco en su
rostro. ¡Nunca nadie le dijo nada! Ni siquiera sabía que
Taehyung estaba presente en el baile, hasta esta mañana,
donde juntó las piezas. ¿De qué otra forma conocería
Taehyung al Rey? No era como si se vieran en un bar o algo
así.
“Dios, a la vizcondesa Kang le encanta ser tu guardián”,
se quejó.
Jimin se adelantó e instantáneamente agarró las
delgadas manos de Taehyung. Se reprimió un comentario
sobre que era como sostener un esqueleto.
“Hablando de los Kang, ¿has tenido la oportunidad de
hablar con ellos? Por ejemplo, ¿mi tía o mi tío?” Taehyung
preguntó con voz decidida.
Taehyung sintió que una sensación de confianza le
recorría, era extraño. Le restó importancia, creyendo que
era solo la presencia de Jimin lo que lo empoderaba.
“Hmph, prefiero que me arrastren a través de una
guarida de cerdos que hablar con tu tía y tu tío”, resopló
Jimin. Puso los ojos en blanco y se estremeció.
El solo hecho de estar en presencia del vizconde Kang le
dejaba un mal sabor de boca. ¡Sus dedos húmedos y esos
ojos saltones! Deseaba poder sacarle las garras.
“Oh, pero la tía Jiwoo es tan amable”, murmuró
Taehyung. “Ella me acogió y—”
“Tete”, reprendió Jimin con severidad. “¡No te atrevas a
llamar amable a esa mujer cuando todo lo que hace es
restringirte! Si pudiera, felizmente te pondría un collar y te
domesticaría como a una mascota, más de lo que ya lo
hace”.
Taehyung se rió tranquilamente en respuesta. Entendió
la preocupación de Jimin. Llenó de una inesperada
sensación de energía, se olvidó del dolor de su pie
provocado por los zapatos.
“Hablo en serio, Tete”, Jimin apretó las cálidas manos de
su amigo. Siempre admiró lo cálido que era Taehyung, por
dentro y por fuera. A veces, deseaba poder ser tan
compasivo y paciente como su amigo.
“¡La vizcondesa Kang te ha oprimido durante demasiado
tiempo! Recuerdo cuando eras tan ruidoso y molesto como
yo”, divagó.
Taehyung simplemente sonrió, justo cuando Jimin dejó
caer sus manos.
“¡También estabas lleno de energía!” Jimin agregó
emocionado. “¿Recuerdas cuando solías entrenar a mi lado,
de los cinco a los quince años, con—”
“Mimi”, reflexionó Taehyung. “Caminemos y hablemos.
Estar de pie con estos zapatos duele…”
Jimin asintió rápidamente. Instantáneamente captó lo
que Taehyung estaba insinuando. Había demasiados ojos
observándolos en esta habitación. En particular, las
sirvientas silenciosas pero educadas.
“¡Estaba tan emocionado de verte, que me olvidé de la
hora!” Jimin dijo efusivamente. Con entusiasmo rodeó a
Taehyung con sus brazos y juntos caminaron por el pasillo.
Sus atuendos revoloteaban detrás de ellos con cada paso
que daban.
Taehyung caminó feliz y enérgico. No sabía por qué, pero
hoy se sentía invencible… ya fuera por el traje que lo hacía
sentir seguro, o por la presencia tranquilizadora de Jimin,
no podía precisar la razón.
“Y luego, te quitaste el protector ocular y todos se fueron
—” La voz de Jimin murió en su garganta.
Taehyung parpadeó sorprendido. Levantó la mirada hacia
adelante, dándose cuenta de que estaban algo perdidos.
Ahora que lo había pensado, ¿cómo consiguió exactamente
Jimin acceso cerca de los pasillos de descanso del Rey?
“Esto es incómodo”, se rió vacilante. “Creo que estamos
perdidos.”
Taehyung inclinó la cabeza. Miró a su alrededor, donde
todo parecía desconocido. “¿Cómo encontraste el
dormitorio en el que estaba, Mimi? ¿Alguien te guió?”
“¡Oh sí!” chilló. “Había un hombre realmente agradable,
¿cómo se llamaba…”
Jimin colocó un dedo curioso sobre su barbilla. Un
segundo después, rápidamente se animó. “¡Oh, cierto,
Joongki! ¿Pero a dónde fue?”
Taehyung volvió a parpadear rápidamente. ¿Joongki?
¿Como el tipo con el que habló esta mañana?
“Qué extraño”, se preguntó Jimin en voz alta.
“Comenzamos a caminar por el pasillo y estaba tan perdido
en tu belleza que no me di cuenta de que caminábamos sin
guía”.
Taehyung se rió de la última parte, sabiendo que no era
cierto. A veces, Jimin hacía bromas extrañas aquí y allá.
“Pero lo admito, esa guía de Joongki fue un poco lindo”,
reflexionó Jimin. “Me recordó a un enérgico golden
retriever”.
Taehyung asintió lentamente. Pensó lo mismo. Joongki
emitía una vibra amistosa, pero sabía mejor que nadie en
no confiar en la amabilidad de un extraño. Su pasado era el
ejemplo mismo de eso.
“Estoy seguro de que podemos encontrar un guardia,
Tete. Todavía tengo mi invitación y podemos pedirle que
nos acompañe de regreso al salón de baile”.
Taehyung sonrió ante esto. “¿Tu pantalón tiene bolsillos?
Tengo envidia”.
Jimin sonrió a su amigo cercano. “Acosé al diseñador
para que los cosiera en el último minuto”, dijo con descaro.
La sonrisa de Taehyung se ensanchó hasta llegar a sus
ojos. Podía imaginarse a su amigo regateando con el pobre
diseñador. Nadie podría negar el encanto o la
determinación de Jimin. Una vez que Park Jimin se fijaba en
algo, se aseguraba de que lo obtuviera.
“¡Oh, veo un guardia ahí abajo!” exclamó Jimin.
Señaló el pasillo, donde se podía ver a un hombre vestido
con traje negro. Ciertamente parecía un guardia privado
del castillo.
“Vamos”. Tiró de Taehyung, sus brazos aún unidos entre
sí. De repente, Jimin corrió demasiado rápido y su mano se
salió accidentalmente del enlace.
Taehyung hizo una mueca de dolor, los zapatos se
clavaron en sus pobres dedos. Pero apretó los dientes y lo
ignoró. Antes no le dolía. Ahora que estaba corriendo, la
agonía se había hecho notar.
¿Quién necesita dispositivos de tortura cuando tienes
zapatos altos?
“¡Oh, señor guardia, espere!” Jimin gritó por los pasillos,
sin importarle si tenía etiqueta o no. A estas alturas, la
mitad del castillo habría oído su indisciplinado gritó.
Efectivamente, el hombre que caminaba se detuvo. Se
dio la vuelta, desconcertado por qué persona gritaría tan
fuerte. Luego, sus ojos se abrieron con horror, al ver a un
doncel con un gran atuendo corriendo hacia él, con la
fuerza de un elefante.
“¡Oh, Dios mío, ¿cómo te atreves a abandonarnos?” Jimin
exigió cuando finalmente lo alcanzó. Lo señaló con un dedo
acusador mientras jadeaba pesadamente.
“Mimi, espera”, murmuró Taehyung.
Taehyung había corrido por los pasillos, sin sudar tanto.
Había pasado un tiempo desde que corrió tan lejos y tan
rápido, pero su cuerpo aún era ágil y fuerte.
Desafortunadamente, no tenía suficiente comida para
sostener la carrera.
Se sintió mareado y con náuseas. Por lo tanto, enlazó su
brazo con el de Jimin, agarrándose para sostenerse.
Sorprendentemente, las náuseas estaban desapareciendo
rápidamente.
“¡¿Cómo puedes dejarnos de pie en el pasillo en el
momento más crucial?!” exigió Jimin. Puso su mano sobre
sus caderas y miró a Joongki.
En lugar de responder, el hombre lo miró boquiabierto.
“¿De qué diablos estás hablando, loco?”
Jimin jadeó ante sus palabras. Abrió bruscamente la
boca, listo para decirle lo que pensaba.
“Espera, Mimi, este no es Joongki”, explicó
pacientemente Taehyung. Al instante reconoció a este
hombre como el que irrumpió en el comedor esta mañana.
“Este es uhm…” se apagó, tratando de recordar su
nombre. “Yoongi,” dijo finalmente.
Taehyung le ofreció una sonrisa de disculpa, pero el
hombre devolvió un ceño fruncido. “Este es el hermano
gemelo de Joongki, Yoongi”.
Jimin entrecerró los ojos. “¡Joongki, Yoongi, lo mismo! Tu
hermano no tiene modales dejándonos ahí parados”.
Yoongi lo miró desconcertado como si estuviera loco. “No
me eches la culpa a mí. No es mi culpa que fueras tan
estúpido como para perderte”.
Jimin volvió a jadear ruidosamente. Se volvió hacia
Taehyung, como un niño ofendido que corre hacia su
madre. “Lo escuchaste, ¿verdad, Tete? Dios, qué grosero”.
Yoongi entrecerró los ojos sobre el tranquilo príncipe y el
salvaje doncel. Antes de que pudiera responder por su
cuenta, su teléfono vibró en su bolsillo. Lo deslizó y leyó
rápidamente el mensaje.
Yoongi miró su teléfono. ¡Este Rey irresponsable! ¡¿Cómo
podía ser tan impaciente?! Enojado, desbloqueó su teléfono
y le envió un mensaje de texto.
[Tenga la seguridad, Su Majestad. Por suerte, me
encontré con el príncipe y su loco amigo. Lo llevaré al baile
ahora.]
[Amigo Horrible: Hazlo en este instante. Y encuentra una
manera de deshacerte de ese hombre loco.]
Las cejas de Yoongi se arquearon. ¿Deshacerse del
amigo? Levantó la cabeza y notó que el chico le estaba
hablando al príncipe. El príncipe tenía una sonrisa
paternal, mientras escuchaba la queja.
Parecían ser un par de grandes amigos. Sin embargo, no
esperaba que la pareja funcionara tan bien. El príncipe era
como el agua, tranquilo y pacífico, mientras que el amigo
era como el fuego, salvaje y acalorado. Que extraño.
¿Por qué Su Majestad quería deshacerse del amigo?

PÓLVORA
Los humanos eran frágiles. Su piel estaba hecha de
papel, suave pero delgada. Era fácil matar a un humano.
Yoongi había visto la luz huir de sus ojos varias veces, justo
cuando sus cuerpos se aflojaban. Los humanos parecían
temer a la muerte, pero no entendía por qué.
La muerte era un escape de este mundo. ¿De qué había
que tener miedo? ¿Era la muerte lo que temían, o la
perspectiva de una muerte dolorosa?
Independientemente de la respuesta, una orden era una
orden. Yoongi cumpliría los deseos de Su Majestad. Hizo un
juramento. Tenía la intención de mantenerlo, hasta el final
de su vida, que era considerablemente larga.
“Señor Kim, ¿verdad?” Yoongi dijo con desinterés. Él le
lanzó una sola mirada, lleno de irritación.
Yoongi no entendía la obsesión de Su Majestad con este
simple mortal. Era delgado, sencillo y recatado. ¿Qué
podría hacer un doncel como él por el próspero Imperio de
Wraith?
Kim Taehyung Rose parecía que iba a llorar por el más
mínimo inconveniente. Nunca inclinaría la cabeza ante
gente como él.
“Si tu hermano trabaja para el Rey, tú también debes
hacerlo”, habló Jimin de repente. Le lanzó una mirada
igualmente odiosa.
“Este es el prometido del rey, deberías tratarlo con algo
de respeto”, espetó.
“Cuando el Señor Kim haya hecho algo para ganarse mi
respeto, lo mostraré”, respondió fríamente Yoongi.
Jimin entrecerró los ojos. ¡Todos los sirvientes del palacio
eran groseros! Si así tratan a Taehyung frente a un
invitado, ¿cómo lo tratan en privado? Instantáneamente, su
sangre hirvió y su temperamento estalló.
“Lo mismo puede decirse de personas como tú”, dijo
Jimin sin expresión.
Vio que su mirada se volvía fría. Era un hombre
intimidante, de piel pálida y facciones angulosas. Tenía un
aire de peligro a su alrededor. Quizás algunas personas lo
verían como un misterio que querrían desentrañar. Jimin
preferiría vomitar en sus zapatos.
“Vamos, Tete. Parece que el castillo tiene sirvientes
incompetentes”.
Taehyung parpadeó. Miró a Yoongi, que supuestamente
era un político del país. Había notado que él estaba cerca
de Jungkook. ¿No significa eso que Yoongi estaba en
contacto con el Rey?
Antes de que pudiera decir algo, Jimin ya lo arrastró por
los pasillos y doblaron en una esquina. Antes de que
pudiera decir nada, Jimin levantó los bordes de su
pantalón.
“¿Qué estás haciendo?” Taehyung susurró, morboso al
pensar en Jimin desvistiéndose en medio de un pasillo.
“Esta era la única forma en que podía colar las armas”,
susurró Jimin. Se desabrochó las dos fundas que estaban
atadas a su tobillo.
El aliento de Taehyung abandonó su garganta. Esconder
el arma dentro del pantalón. Fue algo impresionante. Pero,
¿cómo no detectaron eso los detectores de metales? La
única forma de hacerlo era… colarse en el castillo.
Taehyung miró a su amigo con silencio. Prefirió no
preguntar.
“Date prisa ahora”, habló Jimin mientras empujaba la
funda con el arma en las manos de Taehyung.
“Ese hombre—”
“Yo vigilaré”. Jimin colocó los artículos en las manos de
Taehyung y luego caminó detrás de él.
Taehyung tragó saliva. Sintió que esto era demasiado
peligroso. Pero sin decir palabra, se aseguró de que el
gatillo estuviera bloqueado. De esa manera, no se
dispararía accidentalmente en la pierna. Levantándose el
pantalón, comenzó a ponerse las armas sin esfuerzo.
Justo cuando se colocaba la última funda en la pierna
derecha, escuchó una pequeña maldición.
“Viene, Tete”, susurró.
Taehyung descubrió que era sospechoso que Yoongi se
hubiera tomado su dulce tiempo para caminar por el
pasillo. ¿Qué lo mantuvo ocupado?
“Huelo pólvora”, habló Yoongi inexpresivamente.
“Tu nariz tiene problemas”, respondió Jimin. “Un arma
no se disparó. ¿Cómo puede haber olor a pólvora?”
Los ojos frígidos de Yoongi giraron hacia Jimin. Había un
matiz siniestro en el aire. No estaba aquí para jugar. Sin
embargo, fue divertido ver a la presa huir. Disfrutó de la
corta persecución.
“Me temo que debe venir conmigo para una inspección
minuciosa. Recibí la noticia de que todos los invitados,
excepto el señor Kim, han llegado”, afirmó.
Taehyung parpadeó. Instantáneamente se acercó a Jimin
y tomó su muñeca. “El Señor Park es mi acompañante”.
Taehyung habló en el mismo idioma anticuado que los
vampiros. Se dio cuenta de que sus valores eran bastante
tradicionales y antiguos, muy parecidos a su línea de
sangre. Supuestamente, los vampiros han existido desde la
época medieval. Rara vez abandonaron los títulos que
acompañaron la época europea, con castillos, reyes y
reinas, caballeros y otros niveles de la jerarquía.
Era bastante evidente en la forma en que el duque Park
todavía tenía su título honorífico, a pesar de que este era el
mundo moderno y no había más carruajes tirados.
“Gran escapatoria, Señor Kim”, se dirigió Yoongi. “Sin
embargo, las armas no están permitidas en el castillo. Su
amigo tendrá que ser inspeccionado minuciosamente por
mí”.
Las cejas de Taehyung se levantaron. “¿Qué armas?”
preguntó con voz normal.
Yoongi ni siquiera siguió su mentira. Él no era un tonto.
Había oído levantarse los volantes de los pantalones y el
sonido de los broches.
Además, Taehyung se estaba comportando de manera
muy diferente a lo que escuchó. ¿No tenía un tartamudeo
nervioso? Recordó al doncel recatado y sombrío del baile.
Parecía que no podía hacer daño a una mosca.
“No se preocupe, Señor Kim”, dijo Yoongi con voz
monótona. “Su amigo se le será devuelto después de una
búsqueda minuciosa por parte de una de las criadas”.
Taehyung negó firmemente con la cabeza. No sabía por
qué, pero había una abrumadora cantidad de confianza
recorriéndolo. Supuso que era porque su mejor amigo
estaba aquí. Park Jimin le dio coraje.
“Es terriblemente irrespetuoso inspeccionar a un
invitado del baile”, refutó Taehyung. “Además, el señor
Park es el hijo del duque Park. En términos de etiqueta y
rangos, con el debido respeto, Yoongi, no tienes el poder
para registrarlo”.
Los labios de Yoongi se torcieron. Aw, él era tan lindo y
estúpido. El doncel debe haber pensado que él era un mero
político. Sus ojos parpadearon. ¿Taehyung pensó que era lo
suficientemente sabio como para engañarlo, a él que era
décadas mayor?
“Recibí la orden de Su Majestad en persona de que no se
permiten armas en el Palacio Jeon. Las objeciones serán
respondidas con violencia, Señor Kim”. Yoongi dio un
atrevido paso más cerca.
“Ven y hazme daño”, soltó Jimin. “No me asustas en
absoluto”.
El agarre de Taehyung apretó la muñeca de Jimin. La
única oportunidad que tenían contra un Pura Raza eran las
armas, que solo alimentarían la teoría de Yoongi. Lo mejor
que se podía hacer aquí era entregar a Jimin y permitir que
lo registraran. Después de todo, las armas ya no estaban
con Jimin. Pero sería una violación de la comodidad y la
virtud de su amigo. Taehyung nunca entregaría a su amigo.
Eran cómplices.
“Desobedecer esta orden es mostrar deliberadamente
una traición a la Corona Real”, agregó Yoongi. Sus labios se
curvaron en una sonrisa forzada y amistosa que no llegó a
sus ojos fríos y desolados.
Un ciudadano normal se habría acobardado al pensar en
esto. Ofender a la Corona Real significaba ofender al
gobierno que dictaba el Occidente. Las consecuencias eran
terribles, y el tiempo en la cárcel era misericordia.
“Me gustaría ver el veredicto real que permitirá esta
inspección. Piense en ello como una orden judicial”, dijo
finalmente Taehyung, con los ojos ardiendo con resolución.
Nadie lastimaría a Jimin, no a menos que Taehyung pudiera
evitarlo.

Creo que en este cap ya se dio muchos indicios de quién


es la Rosa dorada xD. Nos leemos mñn, cuídense
—Day, lovetaejeon
9. VIII

FALLARLE
Yoongi miró boquiabierto a Taehyung con incredulidad.
Su mandíbula estaba floja, y casi se burló. ¿Este doncel
hablaba en serio? Y aquí estaba él, pensando que Jimin era
el loco.
Había fuego en los ojos de Taehyung. Era una pequeña
llama que podía tragarse un bosque entero. El chico
recatado de esa noche se había ido.
Yoongi se quedó sin habla. No sabía qué decir para
humillarlo con dureza. Necesitaba entender su lugar. A los
ojos del rey, las personas sobraban. Muchos se arrojaron
voluntariamente a Su Majestad, con la esperanza de que
solo uno de ellos se quedara. Todos lo intentaron, pero
nadie lo logró.
Taehyung era solo uno de muchos. Pronto, el Rey se
cansaría de él. Como un niño con un juguete nuevo, se
enamoró de él por un breve momento.
“Qué lamentable”, murmuró Yoongi.
Jimin se sorprendió. Al instante, abrió la boca para
discutir. Pero al ver su mirada expectante, apretó los labios.
Se negó a seguir discutiendo con él.
Park Jimin giró sobre sus talones y tiró de su amigo con
él. “Vamos, Tete, encontraremos el camino al banquete por
nosotros mismos”.
Taehyung no protestó. Siguió a Jimin por los pasillos,
olvidándose del dolor en sus zapatos. Con el apoyo de
Jimin, de repente el dolor desapareció. Se sintió extraño.
Su cuerpo zumbaba con un impulso del que no era
consciente. La confianza estaba estallando en su pecho,
pero fue de la nada. ¿Por qué era eso?
Sintiendo una mirada ardiente detrás de él, echó una
última mirada por sobre su hombro. Yoongi estaba con la
mirada deslumbrante. Pero no estaba dirigido a él.
El agarre de Jungkook se hizo más fuerte sobre la
barandilla. Había dado su discurso, agradeciendo a la
gente por venir aquí y celebrando la última noche del baile.
Ahora, estaba en la plataforma, mirando a todos reír y
bailar. Todos se estaban divirtiendo. El aire era vivo y
alegre. Tenía la intención de que fuera de esa manera.
Pero, había un indicio de hostilidad, desde la mirada
depredadora de los vampiros hacia los mansos humanos.
“Su Majestad”, comentó Joongki con cautela.
El rey tenía una mirada oscura y astuta. Sus ojos eran un
destello de caoba negra. Una sombra cruzó sus definidos
rasgos. No estaba de buen humor.
“Podrías romper la barandilla si la sostienes
continuamente como—”
Crack.
“—eso”, terminó Joongki.
Su Majestad rara vez mostraba una cara de disgusto.
Para que la gente se sintiera cómoda, el líder tenía que
estar tranquilo y sereno. Para que sean felices, el Rey debe
sonreír.
“Coloca este castillo bajo llave”, rechinó Jungkook.
Joongki parpadeó. “¿Qué?”
“¿Eres tonto?” se quedó inexpresivo.
El otro sonrió. “No, solo un poco sordo, eso es todo”.
Jungkook se burló. Le lanzó a Joongki una mirada de
advertencia.
“Estoy en eso, Su Majestad”, dijo Joongki. Metió la mano
en su traje y sintió su teléfono dentro de su bolsillo
abotonado. Justo cuando sacó el dispositivo plano, escuchó
un par de zapatos desconocidos haciendo clic en el suelo.
Su Majestad también lo escuchó.
Jungkook miró hacia su izquierda y allí estaba él.
Taehyung estaba al pie de las escaleras que conducían a la
plataforma. Sus ojos se habían agrandado con curiosidad,
sus labios suaves y rosados entreabiertos. Parecía un poco
sorprendido.
Supuso que el menor tenía todo el derecho a estarlo.
Jeon rara vez estuvo en los bailes, especialmente el primer
y segundo día. O tal vez, el rubio no estaba acostumbrado a
su elegante atuendo. Llevaba un traje negro, con carteras
doradas enganchadas en el bolsillo del pecho. Estaba tan
decorado como un Rey podía estarlo, en rojo carmesí y
dorado.
“¿Jungkook?” murmuró en voz baja, casi desconcertado.
El pelinegro supuso que Tae no creía que él lo
escucharía. Pero lo hizo. En una multitud de voces, siempre
lo oiría primero. Era un fenómeno que no podía entender.
¿Cuándo comenzó? ¿Cuándo empezó a buscarlo en un mar
de gente?
Él lo miró de nuevo, sus ojos se abrieron un poco. Tae era
impresionante. El atuendo lo hacía parecer un hada
primaveral bailando por los jardines. Nadie en este baile
podría compararse con él.
“¡Tú!” Jimin interrumpió groseramente el momento.
Señaló con un dedo acusador hacia Joongki, con los ojos
muy abiertos por la ira.
“¿Yo?” preguntó Joongki, colocando una mano sobre su
pecho.
Antes de que Jimin pudiera decir algo de lo que se
arrepintiera, Taehyung se aferró a su brazo. “Estoy seguro
de que no fue su intención, Mimi”, susurró.
Jimin había planeado reprender al hombre hasta que le
sangraran los oídos. Pero estaba empezando a sentir las
miradas curiosas de la gente. Se preguntaban quiénes eran
los donceles al pie de la escalera que conducía a la
plataforma del balcón del rey. Desde la plataforma había
otro conjunto de escaleras que conducían al trono.
“Espera a que le ponga las manos encima, Tete, voy a
hacer que se arrepienta de habernos abandonado”, siseó
entre dientes, como un amante despreciado.
Taehyung sonrió suavemente. Sabía que lo que su amigo
decía era la verdad. Por eso sujetaba con fuerza el brazo de
Jimin.
La sonrisa de Taehyung se endureció antes de
desaparecer lentamente. Parpadeó, sus ojos demorándose
en la mano extendida de Jungkook. Si antes no tenían la
atención de todos, ciertamente la tenían ahora.
Murmullos y susurros zumbaban por la habitación, más
rápido de lo que la gente podía bailar. Todos los ojos
estaban fijos en él. Justo cuando su mano se deslizó hacia
abajo y dejó de tocar a Jimin, su corazón comenzó a
acelerarse con incertidumbre.
Demasiada gente lo miraba.
La música seguía sonando de fondo. Por alguna razón, se
volvió más optimista y se llenó de ritmo. Había una
sensación de urgencia como si el vals estuviera llegando a
su punto más alto.
“Ven aquí, querido”. La voz de Jungkook era un suave
murmullo. Todos lo escucharon alto y claro.
Fue suficiente para que el pequeño murmullo de la
conversación se convirtiera en un murmullo de chismes.
“¿Qué fue lo que dijo?”
“Oh, Su Majestad lo llamó cariñosamente…”
“¿No era este el chico humano que bailó con él la
primera noche?”
“Ahora que lo menciona… Su Majestad rara vez hace su
entrada el primer día”.
El corazón de Taehyung retumbaba en sus oídos. Estaba
cada vez más ansioso. Sus palmas comenzaban a sentirse
húmedas y sus pupilas se dilataban un poco. Se encontró
con su mirada apremiante que lo instó a seguir adelante.
‘Voy a cambiar, mejoraré. Un año es todo lo que
necesito’.
Sus palabras resonaron a través de su cuerpo y alma. Su
mirada puntiaguda decía lo mismo.
Taehyung inhaló por la nariz, lo contuvo durante unos
segundos y luego exhaló por la boca. ’Puedo hacer esto…’
Levantó la mirada hasta que se encontró con la de él.
Eran rubíes contra esmeraldas, fuego contra un bosque y
mucho más.
Su Majestad lo estaba esperando.
Y él no le fallaría.
Taehyung dio un tímido paso adelante. Luego otro, y
algunos más. Pronto, sus zapatos resonaron en los
escalones de mármol bordeados de oro. Y finalmente,
estaba en la parte superior de la plataforma, con cada par
de ojos escrutándolo.
“Su Majestad”, se dirigió.
“Mi amor”.
El corazón de Taehyung se aceleró. Esta vez, no fue por
la multitud. Los labios ajenos se estiraron en una leve
sonrisa, eludiendo la confianza que él deseaba tener.
Jungkook era arrogante. Es seguro de sí mismo. Se
comportaba como si todo en el mundo le perteneciera. Todo
el mundo estaba a su merced. Todo era su tema. Él ordenó
a toda la habitación, con sólo dos palabras. Él era un
dictador. Y él menor gustosamente tomó su mano.
Los dedos de Taehyung acariciaron su palma primero.
Instantáneamente, juntó su mano alrededor de él. Éste lo
guió más cerca de él, mientras los susurros zumbaban
entre la multitud. Sus bocas se movían rápido. Para
mañana, todos sabrían el evento que tuvo lugar.
Al día siguiente, todo el mundo empezaría a recordar de
nuevo el nombre de Kim Taehyung Rose.
“Damas y caballeros”, se dirigió Jungkook con una voz
fría pero calculadora. Instantáneamente, todos los ojos se
volvieron hacia él.
“Concluyendo la noche de la búsqueda de un Rey en el
baile de la víspera de Halloween, les presento al Príncipe
Kim Taehyung Rose, mi futuro esposo”.
SIN PALABRAS
Música: Johann Strauss — Voices of Spring
Taehyung casi se estremeció ante los estruendosos
aplausos que resonaron en la habitación. Todos
comenzaron a celebrar a Su Majestad, con bendiciones y
mensajes de felicitación. La música se volvió aún más
festiva y agradable. La gente miraba con grandes sonrisas,
aunque algunos nunca se miraron a los ojos.
Para algunos, su dolor era su risa. Él podía verlo.
A pesar de eso, Taehyung se obligó a sonreír, hasta que
le empezaron a doler las mejillas. Lo guiaron escaleras
abajo, con Jungkook a la cabeza. Sus ojos se encontraron
con Jimin, quien lo observaba con una mirada preocupada.
Pero finalmente, Jimin inclinó la cabeza, jurando lealtad
que ambos conocían.
“Un baile”, le susurró al oído.
Se le puso la piel de gallina en los brazos. Estaba tan
cerca, sus labios rozando su oído por una fracción de
segundo. Luego, se fue. Su voz envió un escalofrío por su
cuerpo, que solo él podía reunir.
“¿Solo uno?” murmuró de vuelta, su atención sobre la
multitud.
“¡Felicitaciones, Príncipe!”
“¡Oh príncipe, tu traje es tan encantador!”
“¡El príncipe le sienta bien a Su Majestad!”
Taehyung mantuvo su sonrisa engañosa. Se dejó llevar a
la pista de baile. Las mismas personas que lo felicitaron lo
maldecirán a sus espaldas. Ni una sola persona tenía una
sonrisa genuina para él. Especialmente los vampiros.
Él entendió por qué. Cuando se revelaron sus ojos verdes
oscuros, ya lo juzgaban. Sabían que esto no beneficiaría al
Rey.
Jungkook lo llevó a la pista de baile, donde todos se
separaron instantáneamente por ellos. El pelinegro lo miró
fijamente a los ojos, justo cuando comenzaba Voices of
Spring. Su corazón se aceleró cuando el sonido comenzó
alto, antes de bajar a una nota más enérgica pero de
celebración.
“Mírame a mí, solo a mí”, ordenó Jungkook. “No te
concentres en nadie más, cariño.”
Taehyung se preguntó si él vio la ansiedad en sus ojos. Él
apretó su mano con más fuerza, mientras lo deslizaba por
el suelo liso y pulido.
El doncel conocía este baile.
Jungkook lo hizo girar suavemente, mientras sus
atuendos bramaban y fluían como un pétalo cayendo
lentamente al suelo. Con una mano en la parte baja de su
espalda, la otra sujetando la de él suavemente, lo guió por
toda la pista de baile. Estaban en perfecta sincronía, como
una pareja de una caja de música bien hecha.
El baile coincidió con el tempo alto, y luego con los
tempos bajos, cuando estalló en un ritmo emocionante.
Jungkook le dio varias vueltas a la perfección, dejándolo
escapar por un solo segundo, solo para que él lo tirara
suavemente hacia atrás, su espalda tocando su fornido
pecho. Solo lo perdería de vista por una fracción de
segundo. Sintió que su corazón se aceleraba con cada paso
que daba, mientras la cola de su atuendo volaba sin
esfuerzo por el aire, un torbellino de color rosa perla que
creaba la elusión del rubor del amanecer.
“No sabía que podías bailar tan bien”, dijo Jungkook, su
voz llena de diversión.
“Bailé bien la primera noche”, respondió Taehyung,
confundido por su provocación.
“¿Lo hiciste?” reflexionó Jungkook. “Creo que me pisaste
el pie varias veces”.
Instantáneamente, sus mejillas se enrojecieron un poco.
“E-eso fue porque el baile anterior fue diferente”.
Los labios de Jungkook se curvaron en una sonrisa. Él
bajó la mirada hacia el menor, sin saberlo, con ojos de
afecto.
A medida que los tambores comenzaron a alcanzar su
punto máximo, los tempos aumentaron más y más rápido,
también lo hizo su baile. Lo hizo girar y girar, como un
lindo bailarín que solo danzaba para él. Y cuando el ritmo
empezó a bajar, el menor también.
Hubo un breve momento de silencio, antes de que la
gente aplaudiera y se entusiasmara con la pareja. Hablaron
de lo guapo que era Su Majestad, de la suerte que tuvo el
Príncipe y de cómo los felicitaron por haber elegido
finalmente a un Rey.
“Lo hiciste bien”, elogió Jungkook en voz baja. Él lo
ayudó a ponerse de pie agarrándolo de la cintura, las
palmas ajenas descansando sobre su pecho.
En medio de todos los aplausos y palabras, Taehyung
solo escuchó su voz. Sólo sintió el consuelo de su pecho, la
robustez de sus manos y la fuerza de su mirada. Él le
sonrió, mientras una mano le acariciaba suavemente el
pómulo, como si fuera de cristal.
La sonrisa del mayor nunca llegó a sus ojos. Éste sonrió
por el hecho de hacerlo, pero nunca porque lo sintiera en
serio.
El corazón de Taehyung dio un vuelco tonto, incluso
cuando sabía que Jeon no estaba sonriendo genuinamente
para él.
Aún así continuó mirándolo, asombrado como si sus ojos
guardaran los secretos del universo. Y tal vez, si miraba lo
suficiente, desentrañaría todos los secretos de Jeon
Jungkook. Tenía suficientes esqueletos en su armario para
forjar un trono de calaveras.
“¿Soy guapo?” bromeó el pelinegro, su sonrisa
ampliándose al verlo. Finalmente, Jeon era el centro del
mundo del menor, incluso por una fracción de segundo.
“T-tú ya sabes la respuesta a esa pregunta”, murmuró.
“Pero, ¿soy el hombre más guapo de todos los que
conoces, querido Taehyung?”
“¿Lo suficientemente guapo como para tentarte al lado
oscuro de la vida? ¿Lo suficiente como para revelar todos
tus secretos, darme tu corazón y venderme tu alma, a un
demonio como yo?” Jungkook murmuró, con una voz que
solo el otro podía oír. Continuó acariciando su rostro,
abrazándolo como si éste estuviera destinado a ser
abrazado por él.
Vio su reflejo en sus ojos serios y verdes. Era eso lo que
lo atraía del menor. Éste era aburrido y recatado, pero
tenía más agallas que nadie que él conociera. Sus ojos eran
las ventanas de su alma. Llevaba su corazón en una mano.
Kim Taehyung Rose era el tonto más grande que conocía,
pero era más sabio de lo que él podía comprender. Tenía
sus cartas sobre la mesa, no porque fuera un error, sino
porque tenía la intención de que fuera así.
“¿Y qué hay de mi?” Taehyung susurró mientras sonreía.
Todos los miraban, preguntándose de qué se trataba la
conversación secreta. Se atrevieron a no juzgar ni
cuestionar, porque los dos parecían estar en un mundo
propio.
Por una vez, el rubio no se dio cuenta de las miradas.
El mundo entero podría estar observándolos y a él no le
importaría. A decir verdad, todos sabrían las noticias
mañana por la mañana. El anuncio se extendería como la
pólvora.
“¿Qué pasa contigo?” bromeó Jungkook, con una voz
burlona y astuta.
La sonrisa del menor se suavizó. Jeon actuó como si
fuera el autor intelectual del juego, como si nadie pudiera
vencerlo. El mundo era su patio de recreo, y él era el
gobernante.
“No importa”, dijo de repente con voz vacilante mientras
miraba hacia otro lado.
Los dedos de Jungkook se crisparon. Tae lo dejó en una
situación difícil. Podía sentir las preguntas que el menor
nunca pronunciaría. No porque no pudiera, sino porque
inconscientemente Tae lo estaba molestando.
Quería saber. Necesitaba saber. ¿Exactamente qué
planeaba decir? ¿Era tal como lo había predicho?
Antes de que Jungkook pudiera hablar, Taehyung miró a
la multitud.
“Creo que es hora de que volvamos a la realidad, Kook”.
Jungkook lo miró con gran asombro. ¿Kook…?

VERDAD INEVITABLE
“No creo que Taehyung sea la Rosa Dorada”, le dijo
Yoongi en voz baja a su hermano menor.
Estaban cerca del pie de la escalera que conducía a la
plataforma. Desde donde estaban, podían ver a la elegante
pareja comenzar a alejarse de la pista de baile.
El Rey ofreció una magnífica actuación. Ninguno podría
compararse. Jeon abrazó al doncel con la adoración de una
pareja pero lo miró como si fuera su dueño. Era evidente
que sus emociones eran superficiales y nunca lo suficiente
como para tocar su corazón.
Esto no sorprendió a Yoongi. Todo el tiempo, sabía que el
Rey no era capaz de tener compasión, empatía, amor o
cosas por el estilo. Quizás él tampoco sabía amar.
“Ya me dijiste eso. No soy sordo, ¿sabes?”, resopló
Joongki.
Joongki se cruzó de brazos y siguió observándolos. Sus
ojos nunca dejaron a Su Majestad. De vez en cuando,
escaneaba la habitación en busca de amenazas.
“Solo te estoy recordando lo obvio”, espetó Yoongi. Su
temperamento no estaba en su mejor momento hoy.
Se suponía que Yoongi debía cumplir una orden, pero por
una vez falló. El Rey de Wraith no comentó nada sobre eso,
lo cual fue extraño. Teniendo en cuenta la naturaleza de Su
Majestad, quién era el primero en señalar un error.
“Sé que se hizo una verificación de antecedentes de el
doncel y se la dio a Su Majestad”, dijo Yoongi. “Su
cumpleaños es en Halloween, pero la hora se registró como
las 11:58 pm, demasiado cerca de la medianoche para su
comodidad”.
“Oh.”
“Además de eso, el médico y la enfermera que ayudaron
a la princesa heredera Yeji a dar a luz se retiraron
repentinamente y nunca se supo de ellos”.
“Es solo una extraña coincidencia. Eso es todo. Sigo
pensando que el Príncipe Taehyung es la rosa dorada”,
murmuró Joongki. “¿Por qué otra razón el rey disfrutaría
estar en su presencia? Se escabulle sólo para verlo”.
Yoongi entrecerró los ojos. “Él no ha entretenido a una
persona por un tiempo. Está aburrido. Quiere un juguete.
Eventualmente, la presa lo aburrirá”.
Joongki no hizo comentarios. Era el ciclo de cómo el Rey
trataba a las mujeres o donceles anteriores. Sin embargo,
había pasado mucho tiempo desde que se vio a Su Majestad
con alguien. La línea de tiempo era extraña… ¿Cuánto
tiempo ha pasado? ¿Una década? ¿Dos décadas?
Joongki no podía recordar, ni importarle. “¿No me dijiste
que el doncel se burló de ti antes? ¿Cómo alguien tan débil
puede vencerte con solo palabras?”
Yoongi apretó los labios. Le lanzó una mirada a su
hermano. Rara vez sufrió una humillación así, a menos que
fuera por Su Majestad. Pero hoy, un doncel lo había
superado. Éste expuso las reglas que él estableció y pisoteó
sus órdenes. Nunca había visto ese lado del joven.
“No lo sé”, gruñó Yoongi. Estaba muy irritado por los
eventos de esta noche.
¡El Rey nunca escucha!
¿De qué servía convertirse en su amigo cercano y
consejero si Su Majestad rara vez seguía el consejo de
Yoongi? Yoongi no se graduó con múltiples títulos, alcanzó
una Maestría en varios temas, ¡Todo por nada! La mayor
parte de su juventud la había pasado en la escuela,
entrenando para ayudar a Su Majestad. Habían sido amigos
desde que tenían memoria, y eso era un lapso de tiempo
bastante tortuoso.
“Quizás el chico no es tan aburrido como esperábamos”,
reflexionó Joongki.
Yoongi se burló. “Estaba con un amigo. Es algo único.
Los donceles se sienten empoderados en grupos”.
Hablando de ese “amigo”, Yoongi finalmente lo había
visto. Sus cejas se alzaron ante su gran sonrisa. Estaba
conversando con un grupo de personas, y todos reían con
él, deseosos de verlo de buen humor. Sus ojos se
entrecerraron.
¿Por qué era tan querido? Las personas lo rodearon
como si fuera el centro del mundo. Lo miraron como si
miraran a su ídolo y algunos incluso juntaron las manos
ansiosos por hablar.
“Ese es Park Jimin”, se enfadó Joongki. “Su padre es el
duque Park, pero como lo llaman los humanos, es el
presidente del Conglomerado Park y…”
“Sé quién es él”, siseó Yoongi.
“… y está muy soltero”, finalizó Joongki.
Joongki notó que su hermano había estado mirando al
joven Park fijamente. ¿Qué pasó? Si recordaba
correctamente, se suponía que Joongki llevaría a Jimin a la
habitación del príncipe. Una vez que la tarea estuvo hecha,
él se fue.
El joven Park sonaba enojado con él antes. ¿Por qué?
¿Por abandonarlo cerca de la habitación del príncipe?
Había esperado que fueran lo suficientemente inteligentes
para encontrar el camino, o que las criadas los guiaran.
“¿Por qué me importaría si un doncel trastornado está
soltero o no? No es como si me gustara ni nada”. Yoongi
apartó la mirada del chico.
Yoongi no necesitaba distraerse con su cabello dorado,
brillante como un limón, y sus ojos verdes, como un prado
de hierba fresca.
Ahora que lo pensaba, Park Jimin tenía rasgos físicos
similares a los de Taehyung. Podrían ser confundidos con
hermanos.
Sus ojos se entrecerraron hacía el suelo. Necesitaba
hacer una verificación de antecedentes de Jimin.
Inmediatamente.
“Bueno, lo estuviste mirando por un tiempo, así que
pensé que estabas interesado”, explicó Joongki. También
dirigió su atención a Park Jimin.
No se sorprendió al encontrarlo rodeado de gente.
Decían que las personas de la alta sociedad se aferraban a
Jimin, los herederos acudían a él y los pretendientes
abundaban. Muchas personas se sintieron atraídas por Park
Jimin por su gran carisma y brillante sonrisa.
“Ya sabes”, dijo Joongki lentamente. “Estoy un poco
confundido sobre por qué Su Majestad eligió a Taehyung…”
Yoongi tarareó. “Finalmente estamos en la misma página
para algo. ¿Cuándo fue la última vez que sucedió? ¿Una
década? ¿Un siglo?”
Joongki se rió. Su hermano rara vez bromeaba. Las pocas
veces que lo hizo, Joongki siempre estaba sonriendo. Le dio
a su hermano un encogimiento de hombros.
“No puedo imaginar qué podría ser atractivo en el joven
Kim”, agregó Yoongi. Este comentario probablemente haría
llorar al doncel.
“No seas tan malo, Yoon”, murmuró Joongki. “Taehyung
es bastante hermoso, ¿sabes? De una manera convencional,
remilgado y apropiado”.
Yoongi se burló. “Él carece de la presencia de un Rey.
Dudo que pueda mandar incluso a un perro. Lo escucho
tartamudear y ya estoy bostezando”.
“Estás siendo grosero, Yoon. Si el rey te escucha, no
estará feliz”.
“No me matará, pero me vencerá. Es un desafío que
estoy dispuesto a aceptar”, replicó Yoongi sin expresión.
“O hará que te cuelguen de los muros del castillo”, dijo
Joongki.
Yoongi puso los ojos en blanco. La misma vieja amenaza.
Su Majestad lo golpearía en la cabeza y lo llamaría después
de un día. De ninguna manera iba a dañar su amistad por
una cosita débil.
No obstante, enderezó los hombros cuando Su Majestad
se acercó, con el lamentable Príncipe a cuestas. Pero por
alguna razón, éste parecía menos asustado. Su postura era
relajada, la cabeza erguida y la mirada al frente. Caminaba
como un Rey, pero sin la belleza y la gracia. El doncel era
un impostor.
“Su Majestad”, dijo Yoongi al instante con voz
entrecortada.
“¡Su Majestad!” Joongki chilló con ojos brillantes.
Jungkook asintió a modo de saludo. Por una fracción de
segundo, sus ojos se encontraron con Yoongi, y no parecía
complacido.
Las cejas de Yoongi se juntaron. ¿Escuchó el rey su
discusión? Incluso si lo hiciera, ¿qué tenía de malo? Yoongi
simplemente estaba compartiendo su opinión. ¿Era
realmente un insulto si era la verdad? ¿Qué eran
exactamente los insultos en primer lugar? La gente lo hace
sonar como algo descortés, pero simplemente tienen miedo
de escuchar la verdad.
“Y el príncipe Kim”, agregó Joongki con una sonrisa
amable.
Taehyung no le devolvió la sonrisa. Estaba
desconcertado. ¿Por qué era tan amable con él? Todo el
mundo tenía motivos ocultos para la amabilidad
inesperada. ¿Qué quería Joongki de él?
Pero no quería ser grosero, así que asintió lentamente
con la cabeza. En un instante, algo parpadeó en la mirada
de Joongki.
Su sonrisa se ensanchó, casi tímidamente, antes de
apartar la mirada.
¿A qué se debió todo eso?
“Parece que mi amado es bastante distante incluso con
estos gatos”, bromeó Jungkook. El menor le devolvió la
mirada, inclinando la cabeza ante sus extrañas palabras.
Jungkook estaba complacido.
Taehyung vio el fantasma de una sonrisa en sus labios.
Sus ojos se habían suavizado sólo para él. Con su mano
colocada en sus caderas, pudo sentir su apretón
tranquilizador. Su toque siempre fue frío, pero de alguna
manera, se sentía cálido. Un sentimiento confuso floreció
en su pecho.
“Qué vergüenza, el príncipe es un amante de los
cachorros”, se quejó Joongki derrotado, con los hombros
caídos. Fingió tristeza e hizo un puchero hacia el suelo.
“Madura”, se burló Yoongi con los ojos en blanco.
Las conversaciones de fondo habían vuelto a la
normalidad. La gente se comportó como lo hacía
normalmente en el baile, comiendo, charlando y
divirtiéndose. Pero Yoongi y Taehyung lo sabían mejor que
nadie. La gente estaba viendo cómo se desarrollaba todo,
por el rabillo del ojo. Era desalentador.
Taehyung no tuvo más remedio que quedarse aquí. Este
iba a ser su futuro a partir de ahora. Estaba familiarizado
con los chismes y los comentarios sarcásticos. Había
crecido con eso.
‘Sus palabras nunca me harán daño’, pensó para sí
mismo. Era la inevitable verdad.

CODICIA AMARGA
Taehyung quería buscar entre la multitud a su tía Jiwoo y
Yugyeom. Quería hablar con ellos y explicarles lo que
estaba pasando. Por alguna razón, sin importar qué tan
lejos mirara, cuánto tiempo mirara, no se encontraban por
ninguna parte.
¿Estaban tan furiosos que no asistieron al baile? No
pretendía mantenerlos al margen, pero todo había sucedido
demasiado rápido. Su búsqueda fue inútil.
Conteniendo un suspiro de decepción, volvió su atención
al grupo. Para su sorpresa, todos lo estaban mirando.
“¿Qué? ¿Te estamos aburriendo?” bromeó Jungkook.
El pelinegro se había dado cuenta de que su prometido
estaba mirando alrededor de la habitación, por lo que
comenzó a seguir cada pequeña dirección en la que giraba
su cabeza. Como resultado, los gemelos instantáneamente
comenzaron a seguir sus acciones.
“Un poco”, admitió Taehyung sin rodeos.
Joongki se atragantó, antes de sofocar una risa. Estaban
discutiendo la conclusión del baile y lo que había que hacer.
Yoongi había sacado el tema primero, como una forma de
excluir al doncel de la conversación. Parecía que éste
estaba un poco afectado.
“Este es un asunto de importancia que un Rey tendrá
que tener en cuenta”, dijo Yoongi con el ceño fruncido. Sus
cejas se juntaron, mostrando su evidente disgusto.
“¿El cierre de un baile?” Taehyung preguntó.
“Por supuesto”, Yoongi habló inexpresivo.
Taehyung parpadeó. Pueden despedirse de los invitados,
asegurarse de que todos se vayan y luego cerrar las
puertas para la limpieza y seguridad. ¿Qué más hay que
hacer?
“¿No les damos las gracias a los invitados por venir,
dejamos que se vayan, luego hacemos que los guardias
revisen y cierren el castillo?” Taehyung lo dijo como una
pregunta, aunque sabía que era verdad.
Yoongi se preguntó si el doncel estaba siendo indiferente
a propósito o simplemente no le importaba. De cualquier
manera, no le gustaba su actitud. Kim tenía la cara en
blanco y parecía no estar molesto por nada.
Él respondió: “Por supuesto, pero existen otras medidas.
Por ejemplo, garantizar que los sirvientes limpien el salón
de baile y…”
“No pongas a mi prometido a dormir antes de que lo
lleve al dormitorio”, reflexionó Jungkook.
Joongki se amordazó la garganta en el fondo, deseando
estar en otra parte. Yoongi se quedó boquiabierto con
incredulidad, con los ojos muy abiertos.
“Su Majestad”, siseó este último.
“Él no es tonto, Min”, dijo fríamente Jungkook.
Las cejas de Yoongi se juntaron.
“El príncipe ha recibido entrenamiento”, explicó Joongki
a su hermano.
A Joongki le gustaba cuando estaba a la cabeza, lo que
rara vez sucedía. Enseñar algo a su hermano no era cosa
de todos los días.
Yoongi era calculador y astuto. Era una de las personas
más inteligentes que Joongki había conocido. Desde la
difícil física cuántica hasta las teorías del caos, Yoongi
estaba equipado en todos los campos.
Fue precisamente por eso que Joongki disfrutó esta
noche. Pudo informar a Yoongi sobre las cosas que su
hermano mayor aparentemente olvidó.
“Él se ha preparado en todas las ramas para convertirse
en el príncipe heredero de Kastrem antes de que se dejara
robar el…” Joongki se interrumpió. Notó la mirada sombría
que cruzó el rostro del Príncipe. Por una vez, había bajado
un poco la cabeza para observar el suelo.
Al instante, Joongki supo que lo había ofendido. Tragó un
poco. Había un demonio dispuesto a arrebatarle el alma.
Sintió el resplandor intimidante de los ojos inmóviles de Su
Majestad. Se había ensanchado un poco, congelándose en
su lugar en una sombra espeluznante.
“Príncipe, me disculpo”, dijo Joongki al instante. “No fue
mi intención—”
“Mira, una moneda”, habló el doncel de repente.
Joongki casi dejó escapar un pequeño “¿eh?” Estaba
confundido acerca de lo que estaba diciendo el príncipe.
¿No estaba molesto? ¿Este tema no lo hacía infeliz? La
muerte de cualquier padre estaba destinado a hacer llorar
y sollozar a la gente.
Joongki pensó que lo que caería al suelo serían sus
lágrimas y no su mano. Pero antes de que pudiera
agacharse correctamente, el Rey lo agarró.
“Taehyung,” gruñó Jungkook.
“¿Sí?” respondió.
Jungkook había caminado frente al doncel y lo agarró por
los codos, impidiéndole hacer nada. Estaba muy
disgustado. Sus ojos estaban en llamas, del color de la
sangre recién derramada. Sus colmillos ligeramente
apuntados desde sus labios.
Oh…
Taehyung sonrió vacilante. Sus dedos temblaron un poco,
así que los retorció. “M-me di cuenta de que la moneda
estaba cara arriba. Es para la buena suerte”.
“¿Y qué ibas a hacer? ¿Recoger esa cosa sucia y
guardarla en el bolsillo?” exigió en una voz ligeramente
elevada, pero no lo suficientemente fuerte como para que
la gente lo escuchara.
El corazón de Taehyung tembló. Él estaba sosteniendo
con fuerza sus codos, sus dedos empujando con dureza en
su piel. Presionaba deliberadamente las áreas que le
dolían. Pero aún así continuó mirándolo ingenuamente,
antes de que sus manos tocarán sus tríceps.
La acción debe haberlo sorprendido. En un instante, su
agarre se aflojó y casi pareció disculparse.
“Es para la buena suerte”, repitió con voz más fuerte.
“Quería dártelo”.
Los ojos de Jungkook se agrandaron. No sabía qué decir.
Por una fracción de segundo, su corazón se detuvo por
completo.
“¿Qué? ¿Pensaste que necesito suerte en este mundo? Ya
soy perfecto como estoy”, replicó Jungkook. Su voz era
arrogante y se jactaba orgullosamente de la verdad
innegable.
Los labios de Taehyung se levantaron ligeramente. No
sabía si era un buen lugar para sonreír. Pero él estaba
fanfarroneando como un niño pequeño que se frotaba la
nariz e hinchaba el pecho. Encontró este lado de él
divertido y molesto.
“Si tu creencia te enorgullece, entonces que así sea…”,
dijo finalmente Taehyung.
El rubio no podía ver más allá de Jungkook. Siempre se
sentía hipnotizado por la belleza del pelinegro. El traje que
vestía abrazaba perfectamente su cuerpo perfectamente
musculoso, dándole una gran figura. Sus hombros eran
anchos, pero su cintura se adelgazaba. Fue
verdaderamente bendecido por los Cielos.
“¿Creencia?” se rió entre dientes, antes de reírse un
poco. “Es la verdad, cariño”.
“Como dije,” reflexionó lentamente. “Si eso te
enorgullece—”
“No me crees”.
Las cejas de Jungkook finalmente se levantaron, ambos a
la vez. Sabía que el menor era un poco ignorante, pero
pensar que también estaba ciego. Dios mío, tendrá que
llevarlo a un médico. ¿Cómo Taehyung podría no darse
cuenta del hermoso espécimen frente a él? ¿Qué le faltaba?
Nada.
“Yo no dije eso”, respondió Taehyung.
“Lo insinuaste”,
“Oh, ¿lo hice?” picó en una voz más ligera.
Jungkook entrecerró los ojos. Su prometido se burlaba de
la gente tan suavemente. Él se estaba contagiando de su
presencia. O tal vez, no fue una burla, a juzgar por la
mirada honesta en sus ojos. ¡Por qué, este chico! ¡Taehyung
realmente creía que él no era perfecto!
“Sí, lo hiciste, mi dulce Taehyung”, dijo el pelinegro
entre dientes.
Jungkook rara vez se exasperaba por algo. Se
enorgullecía del hecho de que nunca perdía la compostura.
Ni una sola vez. Nunca arremetería contra alguien, porque
eso estaba debajo de su naturaleza.
Pero el menor siempre lo estaba probando. Como un niño
pequeño presionando todos los botones hasta que explote
la bomba. Prácticamente podía imaginárselo así,
sosteniendo un pequeño conejito en una mano, mientras
sus diminutos dedos hurgaban en todos lados.
“No fue mi intención”, su voz dulce como un caramelo.
“Pido disculpas.”
Jungkook apretó los labios. ¿Cómo iba a lidiar con su
prometido? Éste era todo lo contrario a él. Se disculpó
incluso cuando no estaba equivocado. Tartamudeaba en
momentos aleatorios incluso cuando él no lo ponía
nervioso. Miraba hacia otro lado, cuando él más quería su
atención.
De repente, sintió que algo suave tocaba su mano. Casi lo
agarró y lo tiró contra su pecho. Solo su pequeño afecto fue
suficiente para poner a prueba sus restricciones.
“Jungkook”, tocó su mano, mirándolo con ojos brillantes
y entrañables. “Me equivoqué. Perdóname”, susurró.
El pelinegro solo podía mirar.
“¿Por favor?” añadió, su voz chillaba como un tigrecito.
Jungkook sintió un movimiento extraño en su pecho. Era
una sensación abrumadora que no podía describir. Su Tae
tenía unos ojos tan hermosos. Bajo el candelabro, era más
deslumbrante que el bosque bajo el sol. No sabía de dónde
venían las asquerosamente palabras cursis.
Un día sus ojos, hermosos y brillantes, se empañarán de
amarga codicia. ¿Cuánto tiempo pasará cuando eso
suceda?
“¿Jungkook?”.
Éste parpadeó.
“¿Por favor?” repitió. Esta vez, una sonrisa adornó sus
rasgos, suavizándolo todo para él.
Jungkook juntó sus manos sobre las de su prometido y lo
atrajo suavemente hacia sí. Su pecho rozó el ajeno,
mientras la parte superior de su cuerpo se inclinaba hacia
él.
“Por supuesto, cariño, ¿cómo podría enfadarme contigo?”
reflexionó Jungkook. Era la mitad de la verdad. Él lo sabía.
Los gemelos lo sabían. Sólo no se enfado, porque la sonrisa
ajena se ensanchó.
“¿De verdad?”
Jungkook lo abrazó con más fuerza. “Sí, mi dulce.”
Sus ojos se iluminaron, como su cara que estaba
enrojecida con un suave rubor. Era tan… humano que dolía.
Fue en ese momento que Jungkook hizo un
descubrimiento aterrador.
Kim Taehyung Rose iba a ser su muerte. Y éste ni
siquiera lo sabía.

ALGO VA MAL
Yoongi nunca había visto a Su Majestad así. Se esperaba
ser respetuoso y amable de un caballero como el Rey. Pero
este era un lado completamente diferente de Su Majestad.
Si Yoongi pudiera poner sus pensamientos en palabras,
sería el hecho de que Su Majestad interpretó a Taehyung
como un juguete. Kim era masilla en las manos de Su
Majestad. ¿El doncel pensó que este era el lado real de Su
Majestad? Solo estaba fingiendo.
El Rey nunca fue tan amable con nadie. Sonreía solo
cuando le beneficiaba y se reía cuando iba a la cabeza. El
joven príncipe era un tonto enamorado. Estaba cegado por
las expectativas que tenía de Su Majestad.
“No lo hagas”, murmuró Joongki.
Joongki ya conocía los pensamientos que pasaban por la
mente de su hermano mayor. Los gemelos habían crecido
con el Rey y nunca lo habían visto tratar así a una persona.
Todo iba siempre según los planes del Rey. Las mujeres y
donceles se rendían a él, como el caucho se dobla bajo la
voluntad.
Taehyung era solo una de las muchas personas con las
que el Rey tendría una aventura.
Joongki no podía decir que lo compadecía, pero estaba
preocupado. Parecía un chico genuino. Y estaba contento
de no haberlo molestado antes. Sin embargo, el Príncipe se
comportó de manera extraña. Esperaba lágrimas y hombros
temblorosos, pero él estaba encaprichado con algo tan
estúpido como una moneda de buena suerte.
A pesar de sus sonrisas amistosas y ojos amables,
Joongki odiaba a las personas débiles. Lloraban demasiado.
Pensó que Taehyung era débil, pero había algo agradable
en su naturaleza. No podía señalarlo con un dedo.
“¿De qué estás hablando?” preguntó Yoongi.
Joongki le dirigió una mirada de complicidad. “Sé lo que
estás pensando. Tu cara lo delata”.
Al verlo así, el príncipe de repente le recordó a un niño
que solía frecuentar los salones del castillo. ¿Quién era el
niño? Solo lo había visto una vez, y no fue la mejor primera
impresión.
El niño había caído al suelo. No tenía raspaduras en las
rodillas y nada le dolía. Se había caído sobre las lujosas
alfombras, su cabello rebotando como un muñeco de
porcelana.
En ese entonces, el Rey no lo había ayudado a
levantarse. Fue cuando el Rey prefirió tomar la forma de un
adolescente, solo para cabrear al consejo.
El niño había llorado. Había levantado las manos,
deseando que el Rey lo cargara. Sus labios temblaron y
grandes gotas se deslizaron por sus mejillas.
¿Qué dijo el Rey en ese momento…?
“No te molestes. Déjalo llorar. Cuando finalmente haya
terminado, tráemelo. Me ocuparé de él yo mismo”.
Yoongi parpadeó. Las palabras fueron crueles,
especialmente para un niño pequeño. Pero al instante el
niño se puso sobrio, las lágrimas se secaron. Ni un segundo
después, el Rey salió corriendo, y el niño rápidamente
caminó tras él. Solo cuando lo alcanzó, sus diminutas
manos aferrándose a sus pantalones, él lo levantó en sus
brazos.
“¿Yoongi? Hola, ¿tierra a Yoongi?” Joongki agitaba su
mano frente a la cara de su hermano.
“Tu mano apesta, aléjalo de mí”, gruñó Yoongi,
golpeando la mano de su hermano.
“¿De qué estás hablando?” jadeó. ¡Él estaba ofendido,
porque estaba usando una loción perfumada que se suponía
que olería como el océano!
“Estabas distraído antes. Solo quería llamar tu atención”,
se quejó Joongki. Cruzó las manos con enojo y frunció el
ceño hacia el suelo.
“¿En qué estabas pensando tan intensamente?” agregó, a
pesar de no dejar espacio para que su hermano hablara.
“Un extraño recuerdo con el Rey”, respondió vagamente
Yoongi.
Yoongi no sabía por qué de repente pensó en ese
recuerdo. Ocurrió hace quince años. Pero al ver la estúpida
sonrisa de Taehyung, recordó a ese niño. Por otra parte, se
preguntó acerca de los padres del niño. ¿Quién era lo
suficientemente capaz de tener a su hijo corriendo por los
pasillos del palacio?
“Oh, tengo tantos de esos”, comentó Joongki. “Como esa
vez—”
“Jungkook,” el doncel murmuró, agarrando con fuerza el
antebrazo del Rey.
Joongki hizo una pausa. Lo había escuchado dirigirse al
Rey por su nombre antes, hacía menos de unos minutos. Lo
dijo sin esfuerzo. Su Majestad tenía un nombre corto, pero
la gente nunca se atrevía a pronunciarlo. Ni siquiera los
humanos con su pensamiento despreocupado tuvieron las
agallas para decirlo con facilidad.
“¿Sí, querido?” murmuró el Rey. Se inclinó cerca hasta
que su figura fue ocultada por el Rey.
“Yo… uhm…” Taehyung luchó por decir sus problemas.
‘Un doncel nunca debe verse incómodo frente a un
hombre. Lo hará infeliz’, las palabras entrecortadas de la
tía Jiwoo resonaron en los oídos de Taehyung.
Contuvo el aliento. No… no podía decirle que quería
quitarse los zapatos.
“¿Qué pasa, mi dulce?” preguntó Jungkook.
Estaba tan cerca de él que prácticamente se estaba
bañando en su delicioso aroma. Le hizo cosquillas en la
nariz y agudizó sus sentidos. Olía dulce, como un paseo por
los jardines después de un día lluvioso.
“Uhm…” Taehyung se apagó, pensando en una excusa
para decir. “G-galletas de limón…”
Jungkook levantó una ceja. Ni un segundo después, dejó
escapar una pequeña risa. Él lo atrajo aún más cerca, sus
cuerpos presionándose uno contra el otro. Sintió las curvas
de su cuerpo en este hermoso traje. No podía apartar los
ojos de su prometido.
Jungkook no debería haber mandado a hacer el atuendo
tan pegado. Revelaba las curvas de sus hermosos
omóplatos y la parte superior de su espalda con forma de
mariposa sin alas. Nadie podía quitarle los ojos de encima
ahora.
“¿Te gustaría algo dulce?” reflexionó.
Taehyung asintió tembloroso con la cabeza, sus dedos se
clavaron en las mangas de terciopelo de su traje. Se
sobresaltó cuando sus labios rozaron su oreja. Por un
segundo dejó de respirar. Su corazón dio un vuelco.
“Entonces bésame. Soy el postre más dulce de todos”,
murmuró en sus oídos.
Las rodillas de Taehyung casi cedieron. La parte inferior
de su estómago se contrajo, un extraño calor se acumulaba
en un lugar que no creía posible.
“No te burles de mí”, se las arregló para chillar.
“Pero es la verdad, querido”.
Jungkook lo besó detrás del lóbulo de la oreja. Sus labios
se curvaron en una sonrisa maliciosa. Tae estaba apoyado
contra él ahora. Todo su cuerpo estaba sobre él, como una
polilla atraída por una llama. Estaba destinado a arder.
Pero sólo en el calor de su cuerpo resbaladizo.
“Si quieres algo, mi dulce, debes pedirlo”.
El menor frunció el ceño. “Pero nunca preguntas cuando
quieres algo de mí”.
Jungkook arqueó una ceja. Tae fue franco. Era divertido
como si el menor no tuviera en cuenta sus sentimientos.
Sabía que esto último no era cierto, especialmente cuando
recordó lo que sucedió esta mañana. Él había fingido estar
herido y su bonito chico ya estaba preocupado.
“Entonces supongo que te morirás de hambre”, bromeó.
Jungkook le habría dado la galleta de todos modos. En
realidad, le daría todo el plato y ordenaría al chef que
preparara otra tanda.
“Está bien, estoy acostumbrado”.
El rostro del pelinegro se oscureció instantáneamente. Él
retrocedió un poco para examinar sus rasgos. Lo dijo con
certeza como si fuera la verdad. ¿Por qué se veía tan
inocente después de decir algo tan cruel?
“¿Qué?” Su voz bajó una octava, en una peligrosa
amenaza.
Taehyung parpadeó. ¿Dijo algo malo?

ACTUACIÓN DE SU MAJESTAD
“¿Estoy acostumbrado a morirme de hambre…?”
Taehyung repitió como si hubiera algo mal con sus
palabras. ¿No era normal tener un poco de hambre al
perder peso? Un poco de hambre no vendría mal. Sin
embargo, Jeon parecía furioso, como si alguien le hubiera
robado una reliquia familiar.
“No hay nada de malo en eso—”
“Haré que cuelguen a tu tutor por negligencia infantil”,
gruñó.
Taehyung estaba asombrado. Intentó retroceder unos
pasos, pero él lo agarraba con firmeza. No podía ir a
ninguna parte. Lo tenía exactamente donde quería.
“N-no seas cruel”, tartamudeó, antes de arrepentirse.
Tanto para cambiar. Era solo el primer día, pero era muy
trabajador y persistente. A Taehyung no le gustaba fallar.
“¿Cruel?” repitió con dureza, sus labios torciéndose en
una sonrisa sardónica. “Oh cariño, te mostraré lo que es
ser cruel”.
Taehyung inclinó la cabeza. Y luego Jeon se fue. Sus ojos
se abrieron como platos cuando se dio la vuelta para ver
que él había dado un paso. Ni un segundo después, agarró
su mano con dos de las suyas. Se aferró a él con fuerza.
“Su Majestad”, susurró, para que no llamaran la
atención.
Para los espectadores, parecían haberse metido en una
pequeña pelea.
“Jungkook”.
El pelinegro de repente despreció su propio nombre.
Todo lo que tenía que hacer era llamarlo por su nombre y él
se detendría por el menor. Instantáneamente, se dio la
vuelta, su sonrisa se ensanchó, al igual que sus ojos.
“¿Sí, cariño?” mordió.
Taehyung parpadeó rápidamente. Una vez. Dos veces.
Tres veces. Jeon era un hombre con muchas caras. Él
siempre había hecho esto, pero se preguntaba cómo.
¿Cómo puede mantener una sonrisa cuando está enojado?
¿Cómo puede mantener la cara seria cuando está furioso?
“Eres tan dramático como una prima donna”, se dio
cuenta de repente. Las palabras salieron de su boca antes
de que pudiera siquiera pensarlo.
Jungkook lo miró fijamente, desconcertado por lo que
dijo. Tae estaba lleno de sorpresas, la mayoría agradables,
excepto esta. Su franqueza estaba empezando a
contagiárselo. Si fue un descaro intencional o no, no podía
entender qué le dio la confianza.
“¿Qué?”
Taehyung sonrió inocentemente, sus ojos se arrugaron.
“Ya sabes, la actriz principal—”
“Cariño”, dijo inexpresivo. “Sé lo que es una prima
donna”.
Los labios de Taehyung formaron un pequeño ‘oh’.
Jungkook podía sentir las miradas curiosas sobre él. Sus
seguidores nunca habían dejado de mirar. Querían saber si
este humano era o no comida, una herramienta o un esposo
real.
Fue sabio, pero voluntariamente cayó en la trampa de
Taehyung. Ahora, tenían un papel para actuar. Y tenía un
papel que desempeñar. El menor estaba interpretando su
papel excepcionalmente bien.
“Iba a comprar tus galletas de limón, cariño. Dijiste que
te encantaban”, dijo finalmente Jungkook.
Sus ojos se iluminaron al instante. La felicidad estaba
escrita en todo su rostro.
“Entonces, entretén a los gemelos y espérame”, agregó
con una leve sonrisa. Extendió una mano y acarició la parte
posterior de su cabeza.
Taehyung no podía leer sus emociones. Un minuto su
sonrisa parecía forzada, al siguiente, era genuina. ¿Qué
estaba sintiendo exactamente? Realmente era una prima
donna…
“Solo uno está bien”, informó el menor mientras
levantaba un solo dedo.
Jungkook simplemente se rió en respuesta. Le soltó la
mano y se alejó. La multitud se separó instantáneamente
para él, mientras el murmullo silencioso de las
conversaciones comenzó de nuevo rápidamente.
Taehyung observó su figura en retirada. Incluso su
pavoneo era poderoso. Un solo paso fue suficiente para
dominar toda la habitación. Él deseaba reflejar esa
confianza y poder. Una década de hábitos no se aprendía en
una noche. Por suerte, el doncel no se deshizo del pasado
por completo. Todavía lo persigue hasta el día de hoy,
especialmente las habilidades que había adquirido cuando
era niño.
“Su Majestad es impredecible a veces, ¿no lo crees,
Príncipe?” Joongki habló desde su lado. Ofreciéndole una
sonrisa amistosa.
Taehyung inclinó la cabeza, reflexionando sobre las
palabras de éste. Nunca podía bajar la guardia en el
palacio. Aquellos que lo trataban mejor a veces querían lo
peor para él.
“¿Impredecible a veces?” Taehyung repitió.
Decidió dejar que el hombre hiciera su propia historia.
Una forma de hacer hablar a la gente era hacer eco de las
últimas dos o tres palabras de su oración. Cuanto más
preguntas, más dicen.
“Por supuesto, ¿no viste lo rápido que pasó de estar feliz
a enojado y luego de nuevo a feliz? No es natural”, Joongki
se rió levemente con una gran sonrisa.
“Parece que eres cercano a Su Majestad”, etiquetó
Taehyung con una sonrisa.
Anda, habla más, Joongki.
“De hecho, príncipe”, reflexionó. “Crecí con el Rey. Lo
conozco desde que el tiempo conoce el espacio. Incluso
tengo fotos del Rey cuando era bebé, pero fueron pintadas
en lugar de tomadas por las elegantes cámaras que poseen
los humanos”.
Las cejas de Taehyung se juntaron. ¿Qué edad tenía el
rey? “Suenas como si fueras su gran amigo”.
Joongki se burló. “Haces que parezca que ser amigo del
Rey es algo bueno. Deberías ver cómo nos intimida a
Yoongi ya mí”.
Taehyung simplemente asintió en respuesta. Quería
saber más, pero la información de Joongki apenas arañaba
la superficie. Pero él era el único que revelaría más.
“¿Cómo te intimida a ti y a Yoongi?” preguntó
lentamente.
“Bueno—” hizo una pausa. “¡Sé lo que estás haciendo,
príncipe!”
¡Joongki no podía creer que se lo creyó! Estaba ansioso
por tener una conversación con el doncel para probar la
naturaleza de su corazón. Pero parecía que había caído en
una trampa.
“No entiendo…” murmuró el rubio, mientras lo miraba a
los ojos.
Las cejas de Joongki se juntaron. Sus labios estaban
cayendo lentamente más abajo. Se preguntó si le había
dado demasiada importancia a la discusión. Por una
fracción de segundo allí, fue como si el príncipe estuviera
tratando de hacerle soltar alguna información crucial.
Había una táctica de la que había oído hablar, que era lo
básico del entrenamiento de seguridad del gobierno…
¿Cuál era otra vez?
“Está siendo engañado, joven Kim”, soltó Yoongi
finalmente. Dio un paso adelante y se paró directamente a
su lado.
Taehyung volvió la cabeza en su dirección. Sus cejas
estaban juntas. Pensó que Yoongi lo despreciaba. ¿Por qué
de repente le estaba diciendo esto?
“¿Qué quieres decir, Yoongi?” preguntó en voz baja.
“No eres más que el pasatiempo de Su Majestad”.
Los ojos de Joongki se agrandaron. “Yoongi—”
“Su Majestad lo está manipulando como un violín”,
Yoongi fríamente volvió su mirada hacia el chico ignorante
y de ojos brillantes.
Yoongi sabía que estaba siendo demasiado duro. Pero así
es como aprenden las personas ingenuas como Taehyung.
Los peores errores crean las mejores lecciones. El príncipe
necesitaba aprender a confiar menos en la gente.
Especialmente un hombre al azar que conoció por menos
de tres días.
Yoongi no sabía cómo lo hizo, pero lo hizo. Había
convencido a uno de los vampiros más poderosos de todo el
continente para que fuera su esposo. Fue una hazaña
tremenda.
La pregunta es si el príncipe estaba listo o no para este
puesto como Rey. Así, esperó a ver el temblor de sus labios
y el agua de sus ojos.
Desafortunadamente para él, el doncel no hizo nada de
eso.
El príncipe Kim Taehyung Rose le dedicó una gran
sonrisa. “Entonces espero que me manipule bien”.
“¿Q-qué?”
“Espero con ansias la actuación de Su Majestad mientras
me manipula y me toca como un instrumento”, dijo
Taehyung en voz baja, totalmente tranquilo.
10. IX

UN TRATO
Joongki lucía una mueca de sonrisa en sus amables
rasgos. Se volvió hacia su hermano mayor con una
expresión de decepción en los ojos. “¿Debes ser tan malo
con él? Es solo un chico joven”.
“¿Y qué hay de ti?” Yoongi soltó un mordisco. “¿Por qué
eres tan amable con un extraño? Actúas como si lo
conocieras”.
Joongki enarcó las cejas. “¿De qué estás hablando? ¡Soy
amable con todos!”
Yoongi puso los ojos en blanco. “Es por eso que eres tan
malditamente espeluznante”.
Joongki forzó una risa contundente. “Prefiero ser
espeluznante que un idiota”.
Yoongi no respondió. Volvió a centrar su atención en la
multitud. Observó con pura incredulidad cómo Su Majestad
tomaba un plato de galletas de limón. Estaban bellamente
apilados en forma de estrella. Por alguna razón, Park Jimin
también estaba cerca de la larga mesa de pasteles.
Sus ojos se entrecerraron en su cabello. Era de un
interesante tono de rubio, que iban desde el marrón más
claro, como las hojas de otoño, hasta que se veían de un
amarillo brillante como las flores de crisantemo. Pero sus
ojos eran las cosas más curiosas. A veces, era de color
verde oscuro como el agua sucia de un pantano, pero bajo
la luz, era una sombra de musgo vivo.
Decir que estaba intrigado era quedarse corto.
“Él también es bonito, ¿no lo crees?” Joongki habló
instantáneamente al darse cuenta de dónde estaba mirando
su hermano.
Park Jimin era un joven salvaje y arrogante, pero había
algo que admirar. Sus creencias eran claras y no dudaba en
defenderlas. Él era franco y veraz. A la gente le encantaban
esos rasgos del doncel, o eso le decían.
Joongki había visto a las personas poderosas e
influyentes acudir en masa al joven, a pesar de que era un
chico humano. Ya fuera por su rango como hijo del duque
Park o futuro heredero del Conglomerado Park, la gente
generalmente disfrutaba de su presencia.
“Es tan interesante, ya sabes. Se invitó a muchos
donceles, incluido Park Jimin. Sin embargo, su nombre fue
eliminado repentinamente de la lista del tercer día”.
“Su Majestad probablemente tuvo algo que ver con eso”,
dijo Yoongi. “No querría a una persona loca como él en el
baile”.
Los labios de Joongki se torcieron. Sentía que había más
de una razón. Escondió sus manos detrás de su espalda y
continuó observando al joven Park. El disgusto estaba
escrito en todo su rostro mientras miraba el plato de
galletas en la mano de Su Majestad. Tenía en la mano un
plato entero de tarta de merengue de limón.
“O tal vez, él puede ser la Rosa Dorada”, pronunció
lentamente Joongki.
Hubo muchos invitados rubios hoy, pero ninguno brilló
más que Kim Taehyung Rose y Park Jimin. Sus
características físicas se parecían entre sí, y se los
confundía fácilmente con hermanos, si no fuera por sus
personalidades conflictivas.
“Si lo es, preferiría ser marcado como traidor y dejar
Wraith que servir a un Rey como Park”, replicó Yoongi.
Taehyung era débil, pero Jimin era demasiado fuerte.
Preferiría lo primero sobre lo segundo.
“Hmm, ¿cuándo fue el cumpleaños de Park Jimin?”
Joongki inclinó la cabeza.
Sacó su teléfono y comenzó a buscar su nombre. Jimin
era muy conocido en Internet y obtener su información era
bastante fácil.
Los ojos de Joongki se agrandaron. “¿El cumpleaños del
joven Park es el día antes de Halloween? ¡Vaya, qué
coincidencia! Eso significa que solo es un día mayor que el
Príncipe”.
Las cejas de Yoongi se juntaron. “Esa parte de la profecía
que habla del décimo mes del año siempre es vaga. La
parte en la que siempre nos enfocamos es el décimo mes
del año, pero siempre olvidamos la parte más crucial que la
Matriarca Dorothy nos dijo recientemente”.
Yoongi no podía creer que la anciana le hubiera contado
una información tan importante tan tarde. Ella afirmó que
era porque los Dioses le habían ocultado la información.
“La matriarca Dorothy dijo que la profecía menciona que
la rosa prometida florece el día en que la línea entre la vida
y la muerte se borra”.
“Eso es Halloween”, dijo Joongki.
Éste inclinó la cabeza. “¿Eso no significa que Park Jimin
no es la Rosa Dorada? ¿Porque nació el día antes de
Halloween?”
Yoongi asintió lentamente. Aunque, algo se sentía mal.
Había una sensación apremiante en sus entrañas que le
decía que algo no estaba bien. Todo era demasiado
sospechoso.
Park Jimin nació el día antes de Halloween y Kim
Taehyung Rose nació el día de Halloween. Es menos de un
día de diferencia.
Era extraño que dos chicos con apariencias similares y
cumpleaños cercanos fueran tan buenos amigos. También
nacieron bajo grandes circunstancias, ya que sus padres
eran inmensamente ricos y también grandes amigos.
Las coincidencias pueden ocurrir tantas veces antes de
que se llame “Intromisión de personas ajenas”.
“Hay algo raro”, admitió finalmente Yoongi. “Puedo
sentirlo, pero no sé qué es”.
Las cejas de Joongki se juntaron. “Ahora que lo
mencionas… lo encuentro confuso y peculiar. ¿Cómo puede
haber tantas coincidencias entre ellos?”
Yoongi apretó los labios. “Busca en el hospital en el que
nacieron Jimin y Taehyung. Tal vez podamos hablar con el
médico o algo así”.
Joongki se animó. “¡Oh, inteligente!”
Joongki también comenzó a buscar instantáneamente en
Internet. Para su incredulidad, no apareció nada. Solo
había artículos de noticias que mencionaban lo grandiosa
que fue la fiesta de cumpleaños de Park Jimin ayer, cuánto
derrochó el presidente Park en su hijo, el diseñador de sus
trajes, etc.
Un momento… Si ayer fue el cumpleaños de Jimin, ¿no
significa que hoy es Halloween?
“¡¿No es el cumpleaños del Príncipe Kim hoy?!” exclamó
Joongki, con los ojos muy abiertos.
“¿Por qué crees que Su Majestad torturó a ese famoso
diseñador para terminar el atuendo que pasó todo un año
perfeccionando para mostrarlo en una pasarela en París y
que se suponía que era su obra maestra?” Yoongi soltó un
mordisco. “Fue para que Taehyung pudiera conseguir su
traje para esta noche”.
“¿Y por qué crees que los postres de hoy son todos de
limón?” Yoongi gruñó. “¡Escuché que su Majestad acosaba
a la pastelería desde la mañana hasta la noche, con galletas
de limón, pasteles, tartas, etc!”
Joongki sonrió vacilante. Él no se dio cuenta de eso. No
es de extrañar que los vampiros se mantuvieran alejados de
la mesa de pastelería. Los limones eran una de las cosas
que les repelían, aunque el efecto desaparecío cuando la
fruta se modificó genéticamente. Aún así, era protocolo
evitar la fruta a toda costa.
“¿Y por qué crees que Park Jimin está robando todo el
pastel de la mesa? ¡Qué chico tan sin educación y sin
ética!” Yoongi siseó.
Joongki no entendía por qué su hermano aborrecía tanto
al pobre chico. Yoongi era de mal genio y se irritaba con
facilidad, pero no sin una buena razón. Rara vez
despreciaba a la gente, porque creía en construir una
buena relación con todos. De esa manera, las redes de
Yoongi se ampliaron y tendría más personas a su
disposición.
“Córtale un poco de negro, Yoon”, murmuró Joongki. “Él
solo quiere darle a su buen amigo un regalo de
cumpleaños”.
“Basta de hablar de Jimin”, dijo Yoongi furioso.
“¿Recuerdas lo que dije acerca de que el cumpleaños de
Taehyung era a las 11:58 p. m. el día de Halloween? El
médico y la enfermera se retiraron repentinamente y
supuestamente desaparecieron”.
Joongki asintió. “Es sospechoso, estoy de acuerdo”.
Yoongi contuvo un suspiro. “Necesitamos investigar esto
más a fondo y encontrar al médico y la enfermera que
ayudaron a dar a luz al príncipe Taehyung”.
Joongki inclinó la cabeza. “Pero los Kim no tendrían un
incentivo para mentir sobre el cumpleaños de Taehyung
porque la nueva profecía dada por la Matriarca Dorothy
salió hace unos meses. Solo la Matriarca Dorothy, Su
Majestad y el consejo saben sobre la nueva información de
la profecía”.
Yoongi entrecerró los ojos. “No me importa. Algo no
encaja entre Park y Kim. Tenemos que llegar al fondo de
esto”.
Joongki volvió a asentir de mala gana. “Tienes razón.
Deberíamos verificar dos veces los cumpleaños y hacer una
medida de seguridad”.
Yoongi sonrió un poco. “Finalmente eres lo
suficientemente inteligente como para estar de acuerdo
conmigo”.
Joongki puso los ojos en blanco en respuesta.
“Pase lo que pase, tengo el buen presentimiento de que
uno de ellos es la Rosa Dorada. La coincidencia es
simplemente demasiada”.
Joongki se cruzó de brazos y siguió observando a la
multitud. Su Majestad y el Príncipe Taehyung no estaban a
la vista. No estaba sorprendido.
“Estoy seguro de que es el príncipe Taehyung. Si no,
¿por qué otra razón Su Majestad mostraría interés por él?”
Joongki murmuró.
Yoongi entrecerró los ojos. Los pensamientos de ese niño
de cabello rubio y boca descarada no abandonaron su
mente. “Oh, estoy seguro de que Su Majestad tiene una
razón”.
“¿Qué tipo de razón?”
“Una estúpida razón”, gruñó Yoongi.
“Solo dime”, se rió Joongki.
“Tengo la sensación de que Su Majestad hizo un trato
con Kim Soohyun y Yeji Rose”.

QUÉDATE CONMIGO
Taehyung caminó en silencio entre la multitud.
Dondequiera que mirara, la gente lo miraba y susurraba.
Cuando hacía contacto visual, estos sonreían alegremente,
pero ninguno se inclinaba. Él los ignoró.
Sin otra palabra, comenzó a buscar a Jimin. Lo había
visto hablando con un grupo de personas antes. No fue una
sorpresa, considerando lo simpático que era su amigo. Éste
era el centro de la fiesta.
De repente, algo brilló por el rabillo del ojo.
Taehyung se dio la vuelta, preguntándose qué era. Quedó
momentáneamente cegado cuando la luz estaba
directamente en sus ojos. Después de parpadear un poco,
recuperó su visión.
Noto algo que brillaba en la esquina del salón de baile,
justo cerca de los pilares. En silencio, miró a su alrededor,
preguntándose si alguien más lo había visto.
“Qué peculiar…” murmuró.
Durante esa fracción de segundo, nadie pareció darse
cuenta. La curiosidad se apoderó de él. El rubio caminaba a
través de trajes negros y atuendos coloridos. Pronto, estuvo
cerca de la esquina del salón de baile donde estaban las
pesadas cortinas de las ventanas hasta el techo. El lugar
estaba escaso de gente y escondido detrás de la escalera
que conducía a las plataformas.
Nadie podía ver lo que se escondía detrás de la escalera
a menos que estuvieran parados en cierto ángulo.
“¡Yugyeom!” Taehyung susurró por lo bajo. La emoción
calentó su pecho. Instantáneamente, sostuvo su atuendo y
corrió hacia adelante, girando su cuerpo a tiempo para
girar detrás de la escalera.
“¡Estás aquí!” chilló, mientras saltaba sobre su querido
amigo. Envolvió fuertemente sus brazos alrededor de él, a
pesar de verlo ayer en el baile.
“Taehyung”, Yugyeom murmuró con cariño, con una gran
y gentil sonrisa en su rostro.
El rubio se había apartado del abrazo, pero las manos de
él descansaban a ambos lados de su cintura. Le restó
importancia, pensando que él simplemente lo había
extrañado. Rápidamente miró a su alrededor, notando que
esta área estaba vacía y espaciosa. Nadie los escucharía.
Nadie los vería.
“¿Cómo está la tía Jiwoo?” Taehyung preguntó al
instante. “¿Ella me extraña? ¿Por qué no está aquí? ¿Cómo
reaccionó cuando vio la carta de compromiso? ¿Qué hay de
—”
“Una pregunta a la vez, Taehyung”, se rió el hombre. Era
bajo y suave, lleno de calidez y adoración reservada solo
para él.
El doncel rebosaba de emoción. Pensó que su amigo se
había olvidado de su cumpleaños. Pensó que estaba furioso
con él por haber desaparecido. Al ver que estaba de buen
humor, su sonrisa no podía desaparecer.
“Bueno, date prisa y respóndeme entonces”, dijo
efusivamente Taehyung, esperando ansiosamente las
noticias de su querido amigo.
“No entiendo tu cariño hacia la vizcondesa Jiwoo. Ella te
lastima demasiado”, habló Yugyeom. Sus labios se habían
inclinado hacia abajo un poco, y lo miró con preocupación.
Yugyeom sabía lo dura que era la tía Jiwoo. La tutora
restringió el habla, la dieta y el comportamiento de
Taehyung. Durante toda una década, Taehyung fue
reprimido de todas las formas posibles.
Era un perro con correa. Cada desobediencia fue
recibido con un largo regaño. Fue casi abusivo y Taehyung
nunca se quejó. Él estaba preocupado.
Taehyung restó importancia a la naturaleza grosera de la
tía Jiwoo, excusándola como un comportamiento maternal.
“Solo responde mis preguntas, Yugyeom”, se rió
levemente. “Además, la tía Jiwoo tenía sus razones. Yo era
un niño tan r-rebelde…”
“Solo eras un chico normal con demasiada energía, eso
es todo”, murmuró Yugyeom. “Tenías un poco de panzita de
bebé, lo cual era normal, pero ella te restringió durante
tanto tiempo”.
“Yugyeom, por favor”, murmuró. “Solo quiero saber
cómo está mi tía. Me cuidó durante toda una década lo
mejor que pudo y…”
“La tía Jiwoo se desmayó”.
El cuerpo de Taehyung se sacudió. Sus ojos se abrieron
de par en par con terror. Instantáneamente, su corazón
tembló y sus labios tiritaron.
“¿Q-qué?” susurró, aterrorizado de que la historia se
repitiera.
“Por la conmoción de la carta de compromiso. Cuando no
regresaste con nosotros ayer, ella estaba muy preocupada y
se negó a abandonar el castillo, hasta que los mayordomos
la arrastraron personalmente. Luego, en el momento en
que llegamos a casa, una carta ya estaba esperándola”.
Taehyung parpadeó rápidamente.
“Parece que la alimaña del Rey estaba empeñado en
casarse contigo incluso antes de ayer”, gruñó Yugyeom.
Por una fracción de segundo, Taehyung vio un destello
borgoña en los ojos color avellana de Yugyeom. Pero le
restó importancia, creyendo que era porque él estaba
furioso.
“¿Y-ya se despertó?” tartamudeó. “¡E-ella tiene que
despertar! Ella es el último recuerdo de mi m-madre y—”
“Shh, está bien”.
Yugyeom apretó los dientes. Cada vez que Taehyung se
retiraba a la fuerza de la mesa del comedor, él le sacaba
algunos bocadillos después. Cuando las criadas “olvidaron”
informar a Taehyung de la hora de la cena, Yugyeom se
aseguró de que le dieran algún tipo de sándwich. Sin
embargo, no era suficiente comida para un adulto
Los Kang eran estrictos. Se aseguraron de inspeccionar
los bolsillos y las bolsas de los sirvientes antes de ingresar
a la finca. Afirmaron que era una inspección de armas, pero
Yugyeom lo sabía mejor.
Había escuchado las quejas de las sirvientas que se
habían colado las loncheras solo para recibir fuertes
reprimendas. Poco después, los Kang comenzaron a
proporcionar grandes almuerzos a los sirvientes para evitar
que trajeran comida a la propiedad.
“No deberías preocuparte por la vizcondesa Jiwoo”, lo
regañó Yugyeom. El menor estaba presionado contra su
pecho, sus cuerpos encajaban perfectamente juntos.
“Después de todo lo que te ha hecho, ¿todavía te sientes
mal por ella?” Yugyeom mordió con una voz desagradable.
“Deberías estar celebrando su enfermedad en lugar de
preocuparte por eso”.
El doncel no respondió. Sintió que los brazos ajenos se
apretaban a su alrededor. Sus manos descansaban
entumecidas a los costados, sin saber qué hacer. Yugyeom
rara vez lo abrazaba.
“C-cómo está ella…”
“El vizconde Kang llamó a un médico para ella, ya que el
viaje al hospital es demasiado largo y no le gustan los
ruidos fuertes de la ambulancia. Todo está bien.
Probablemente se despierte pronto, aunque yo espero que
no lo haga”.
Taehyung sacudió la cabeza al instante. “¡N-no, tiene que
despertarse! M-madre amaba tanto a la tía J-Jiwoo y-yo—”
su voz se quebró hacia el final.
Cuando llegó a la finca del vizconde Kang, sosteniendo
un muñeco de osito café sucio, él se lo arrancó del brazo y
declaró que era demasiado grande para un juguete. El
peluche fue su décimo regalo de cumpleaños.
“N-no puedo vivir sin la tía J-Jiwoo—”
“Silencio, está bien”, lo consoló Yugyeom. Su tartamudeo
estaba empeorando, y podía oír el sonido maduro de su
corazón atronador. Se lamió nerviosamente los labios
resecos.
“P-por favor Yugyeom, n-no te vayas—”
“¿–de tu lado?”
Yugyeom se puso rígido. El cuerpo de Taehyung se puso
rígido.
Instantáneamente, Yugyeom lo abrazó más cerca de él.
Éste podía oler la sed de sangre. Sintió la presencia
asesina. Sin previo aviso, lo hizo girar, hasta que Taehyung
quedó presionado contra la esquina de la escalera, lejos de
los ojos de las alimañas.
“Dios mío, parece que he perdido de vista la ratonera”,
dijo una voz fría y astuta desconcertada.
El corazón de Taehyung se congeló. Esa voz… ese
humor… por supuesto que los atraparía en una posición
promiscua, detrás de una escalera, como una pareja de
enamorados.
Yugyeom lo sostuvo detrás de él, protegiéndolo del rey
de las alimañas. “¿Qué deseas?” escupió.
Los ojos carmesí de Su Majestad parpadearon detrás del
inútil guardaespaldas. Nada podía ocultar el gran atuendo
rosa atardecer de Taehyung. Era un color suave y hermoso
que le recordaba su suave rubor.
“Te hice una pregunta”, ladró el guardaespaldas, como el
perro que era.
Los labios de Jeon se dibujaron en una sonrisa de lado
astuta. Sus colmillos fueron revelados. Eran de un blanco
nacarado y más afilados que un cuchillo. A pesar de los
calefactores, el aire era muy frío. La oscuridad se cernía
sobre ellos. Las sombras bailaban en los rincones,
convirtiendo en carga algunas figuras de monstruos con
uñas afiladas.
“Mi querido Taehyung, ven”.
El doncel tembló. Echó un vistazo por encima de los
hombros de Yugyeom. Su corazón se desplomó hasta su
estómago. Se le puso la piel de gallina. Un escalofrío
recorrió su espalda.
La ira de un hombre tranquilo era la cosa más aterradora
del mundo. Jeon era el agua tranquila antes de un tsunami.
Sus ojos rojos sangre, su sonrisa peligrosa y su piel pálida
lo pintaban como el villano perfecto. Oscuro, guapo y
misterioso, lo dejó sin aliento.
“No me hagas repetirme, cariño”, susurró.
Taehyung, tembloroso, dio un paso a un lado. Sus ojos
parpadearon con diversión, como un depredador que mira
a una presa corriendo por los campos.
“J-Jungkook…”.
“No”, gruñó Yugyeom. Lo agarró con fuerza de la
muñeca, impidiéndole ir a ninguna parte.
Instantáneamente, la sonrisa de Jeon se amplió. Ahora,
tenía una buena razón para cortarle la mano al
guardaespaldas. Será tan fácil como decapitar a un pollo.
“Quédate conmigo, te mantendré a salvo”, agregó el
guardaespaldas.
Con esto, una risa fría ondeó en el aire. Yugyeom se puso
rígido ante el sonido, su corazón se heló. Pero se mantuvo
firme, porque estaba armado y el Rey estaba solo.
Yugyeom podría enfrentarse al Rey. Él estaba seguro de
ello.

UN NOMBRE PARA UN PERRO


Era difícil respirar. El corazón de Taehyung se aceleró a
mil millas por minuto. Estaba aterrorizado. No de
Jungkook, sino de Yugyeom. Todos sabían cuán poderoso
era Su Majestad. No era un Pura Raza solo de nombre.
Había cualidades que poseía que trascendían las
capacidades humanas y vampíricas. Corría el rumor de que
podía enfrentarse a veinte hombres sin sudar.
Yugyeom no tendría ninguna posibilidad. Se lesionaría
gravemente. O peor aún, puede que le arranquen la cabeza.
“Es un m-malentendido Jungkook,” murmuró el menor.
Taehyung colocó una mano sobre la de Yugyeom e
intentó empujarlo. Los fríos ojos de Jeon parpadearon hacia
la acción.
El rojo de sus pupilas era peligroso. Era el tipo de rojo
que presenciarías mientras la furia corría por las venas,
antes de que los jarrones se rompieran, las mesas se
derribaran y las llamas ardientes quemaran todo un bosque
hasta convertirlo en un desierto.
El doncel ni siquiera podía respirar. Su voz quedó
atrapada en su garganta. Había algo en su sonrisa siniestra
que le retorció el estómago. Estaba inquietantemente
tranquilo, sus dedos descansaban a su lado, pero su mirada
era una historia completamente diferente. Sus ojos decían
lo que su boca no.
“Voy a ir”, susurró.
La sonrisa de Jeon se hizo aún más malvada. “Ven más
rápido, cariño”.
“Bastardo—”
“Yugyeom, por favor”, Taehyung apretó su agarre en su
mano, sabiendo que él no dudaría en atacar. Su amigo
siempre fue protector con él. Y era su culpa por dejarlo
acercarse tanto.
Taehyung no sabía lo posesivo que era Jungkook. No
pensó que al Rey que tenía todo en el mundo le importaría
algo tan pequeño como él. El menor no sabía cuánto valía
para Su Majestad.
“No tienes que ir con él, Taehyung”, Yugyeom rechinó
entre dientes.
“Debo hacerlo”, le quitó la mano de encima y vio la
satisfacción en la mirada apremiante de Jeon. Era un
hombre retorcido. Su corazón estaba hecho de hielo, como
su tacto.
Yugyeom se dio la vuelta, pero ya era demasiado tarde.
El menor ya había escapado de sus garras. Pronto, iba a
estar en los brazos de otro hombre.
“Taehyung, te mantendré a salvo”, siseó Yugyeom.
Éste no podía soportar verlo partir así. Tae estaba
caminando hacia la guarida del diablo. Nunca iba a salir
con vida. No podía comprender la idea de su cuerpo pálido
desplomándose en el suelo, con dos marcas de mordeduras
en el cuello. No podía aceptarlo. Se negaba a creer que el
menor sería drenado, como un cordero sacrificado.
El rubio se dio la vuelta, mostrándole una sonrisa
comprensiva. Unos pocos pasos más y estaría en los brazos
de Jeon.
“Sé que puedes y lo harás”, murmuró Taehyung. “¡Pero
quiero que sepas —mmph!”
Una mano se deslizó sobre su boca, conteniendo sus
palabras de despedida. Su brazo serpenteó sobre su
cintura, presionando su cuerpo contra el suyo. Su voz
quedó atrapada en su garganta. El aire era denso y
sofocante.
Jeon le levantó la cabeza, obligándolo a encontrarse con
sus rasgos afilados. Él lo miró, una sonrisa cruel y
despiadada encontró sus ojos asustados. Parecía una presa
atrapada en un rincón. Lo tenía inclinado de la forma que él
quería, lo tenía en la posición que deseaba, y disfrutó cada
parte de este control.
Su pecho subía y bajaba con cada respiración
aterrorizada. Tae tembló en sus brazos, como un pequeño
ciervo asustado.
Jeon lo miró fijamente a los ojos. Su boca en el oído
ajeno. Su voz era tranquila y tensa, su furia apenas
contenida. “Seguro que te encanta poner a prueba mi
paciencia, cariño”.
Sin previo aviso, lo hizo girar. Ya no lo abrazaba. La
única parte que tocó fue su pequeña barbilla. Él inclinó su
barbilla hacia arriba, sus pulgares rozaron su labio inferior.
“Lo siento”, confesó el doncel.
Taehyung no supo qué más decir. ¿Estaba mal estar en
los brazos de otro hombre incluso cuando no tenía malas
intenciones? Yugyeom solo pretendía consolarlo en un
momento de tristeza. Lo había hecho muchas veces antes y
el menor siempre lo vio con afecto fraternal. Habían
crecido juntos y él lo cuidaba como un guardián.
“No te enojes”, añadió el rubio con voz hosca.
A eso le siguió un pesado silencio, el miedo de Taehyung
aumentó. Se acercó a él, preocupado de que le hiciera algo
a Yugyeom. Su guardaespaldas significaba el mundo para
él. Yugyeom era un amigo cercano, era su defensor y era
uno de los últimos recuerdos que tenía de Kastrem. No
podía soportar la idea de que él resultara herido por su
culpa, aunque fuera su guardaespaldas.
“J-Jungkook,” murmuró.
Taehyung lo rodeó con sus brazos, recordando la forma
en que los protagonistas tocaban a sus parejas. Se agarró a
sus hombros. Enterrando el rostro en su cuello, lo abrazó
profundamente.
El mayor se puso rígido bajo su toque.
Jeon dejó escapar una pequeña burla. ¿Su bonito
prometido pensó que esto funcionaría? Lo sintió temblar y
estremecerse, su respiración entrecortada y jadeante.
¿Que estaba haciendo él? ¿Tiene un ataque de pánico?
¿Todo porque estaba enojado?
“Yo vine voluntariamente, así que no lo lastimes, por
favor”, susurró Taehyung, con una voz que solo él podía
escuchar.
Los labios del Jeon se curvaron en una sonrisa maliciosa.
Vio la mirada venenosa del guardaespaldas, sus ojos
ardiendo. Sus manos estaban fuertemente apretadas en un
puño, la sangre drenada de sus dedos.
Que divertido.
El guardaespaldas hizo todo lo posible para retener a
Taehyung, pero éste se arrojó voluntariamente sobre
Jungkook.
“Así que por favor…”
Jungkook se lamió los colmillos. El sonido de sus súplicas
era dulce. A decir verdad, el menor ni siquiera tenía que
rogarle. Con mucho gusto le daría todo lo que deseara. Si
tan solo Tae no fuera tan desleal con él.
“Tocar a la pareja de un vampiro es una ofensa que será
juzgada por nuestras leyes. No por la ley de los humanos.
Lo sabes, ¿no?” bromeó Jeon.
Lo escuchó aspirar un fuerte suspiro. Ni un segundo
después, se aferró a él. “Jungkook…”
Su risa cruel y desalentadora resonó en sus oídos. El
menor gimió en respuesta, aferrándose desesperadamente
a él como si su esbelta forma pudiera contener la fuerza de
un Pura Raza.
“No ruegues tan lastimosamente, mi dulce.” Jungkook
presionó sus labios sobre su cuello, sus brazos deslizándose
por su espalda.
“¿Alguna vez te he negado algo que deseabas?” Los
labios de Jungkook se detuvieron sobre su pulso. Era
palpitante y cálido. Se necesitó un solo trozo de sus
colmillos para que fluyera una gota de sangre. Eso sólo
llevaría al perro del guardaespaldas al borde de la locura.
Los ojos de Jeon se oscurecieron. Sería divertido. En el
segundo en que la plaga tratara de atacarlo, sería el
segundo en que sellaría su destino. Pero había un pequeño
ciervo tembloroso en sus brazos, que lloraría por la muerte
de una rata.
Qué desafortunado que su prometido tuviera un punto
débil en su corazón, a pesar de sus acciones traicioneras.
Encontrado en los brazos de otro hombre, la noche que
Jungkook anunció su compromiso. Seguro que era un
doncel escurridizo. ¿Fue esta la razón por la que se negó
profusamente a entrar en el castillo cuando cumplió la
mayoría de edad?
“Nunca te perdonaré”, habló el menor de repente.
Jungkook enarcó una ceja. ¿Qué?
“Si lastimas a alguien que quiero, nunca te lo
perdonaré”.
¿De dónde provino esta confianza inesperada? Los dedos
del menor se clavaban en sus omoplatos. A Jeon no le
importó. Le gustaba lo rudo.
“¿Quién dijo algo sobre lastimar a tu mascota?” bromeó
Jungkook.
“No juegues conmigo, Kook”.
La sonrisa de Jeon se desvaneció. Ahí va de nuevo.
Llamándolo por un apodo, como si recordara algo de su
juventud. “Kook, Kook”, le reclamaba una voz alegre, a un
gran Pura Raza. Él tiraba de sus brazos, exigiendo su
atención con esa vehemente mirada suya.
“¿Estamos en bases de apodos ahora?” él se burló del
rubio. “¿Debería llamarte Tae a cambio?”
Taehyung sabía que sus súplicas caerían en oídos sordos.
Lo había aprendido de la manera difícil hoy. Y nunca
volvería a cometer el mismo error.
“Oh, Dios mío”, el pelinegro le susurró. “Mi mascota ha
aprendido a no apartar la mirada”.
Taehyung trató de dejar su abrazo. Era evidente que el
mayor planeaba jugar con él toda la noche. No podía ir muy
lejos. Sus brazos lo enjaularon.
“No te estoy mirando”, dijo finalmente.
“No, por supuesto que no”, reflexionó. “Nunca te
atreverías a mirar si supieras que la vida de tu mascota
está en juego”.
“Yugyeom no es una mascota”.
“Suena como un nombre para un perro”.
Taehyung jadeó bruscamente. Golpeó su pecho con
incredulidad. Al instante, se arrepintió de sus acciones.
Para golpear al Rey… debe haber perdido la cabeza.
Una mirada a Jeon le dijo lo mismo. Él era muy
consciente de su ofensa, y no estaba contento.

SU PRIMERA VEZ
“Tienes suerte de que sea tan malditamente paciente”,
habló Jungkook sin expresión. Él agarró su mano y giró su
palma, preocupado de que estuviera herido. Al ver que
estaba bien y el arrepentimiento en su rostro, contuvo un
suspiro.
Jeon se ocuparía de Yugyeom más tarde, de formas en las
que Taehyung nunca debería estar presente. Pronto, toda la
familia Kang dejará de existir. Reprimió una amplia y
maliciosa sonrisa. Estos tontos no sabrán qué los golpeó.
“Lo siento”, murmuró Taehyung.
Retiró la mano y él lo dejó hacerlo. Sintió una mirada
ardiente sobre su cráneo. Giró la cabeza, pero la mano de
él se deslizó en su cabello y mantuvo todo en su lugar.
“El baile está llegando a su fin. Vamos a llevarte de
vuelta al dormitorio”, dijo Jungkook. Él lo obligó a mirarlo,
sus ojos brillando con advertencia.
“¿No tengo que despedir a los invitados?” declaró el
menor. Se desconcertó por su inesperada posesividad. ¿No
era todo esto sólo una farsa?
Taehyung creía que el matrimonio no duraría más de un
año. Cuando termine esto del matrimonio, pensó que su
libertad estaba garantizada y que podía abandonar el
castillo.
“No hay necesidad”.
Jungkook prefirió mantenerlo escondido. No quería que
todos vieran su linda carita, incluso si lo hubiera
presentado ante toda la multitud. Él confiaba en el doncel,
pero no confiaba en los invitados.
“Me e-enseñaron que eso es l-lo correcto”, respondió
Taehyung.
“¿Por qué estás tartamudeando de nuevo, mi dulce?”
Jungkook murmuró. Lo agarró de la barbilla y lo obligó a
mirarlo.
La incertidumbre se reflejaba en sus ojos. Estaba
nervioso por traicionar la etiqueta. “Sería impropio no
verlos salir y despedirse”.
El agarre del mayor se tensó en su cintura. ¿Estaba tan
mal esconderlo? ¿Esta sería la primera y única vez que
Wraith vería a su Rey? No quería que sus bonitos hombros
cargaran con el peso del mundo. No quería ver la luz
atenuarse en sus ojos, llenos de codicia por el poder.
“Estará bien, cariño”, suspiró Jungkook.
“Parece que el rey está avergonzado de que lo vean
contigo, Taehyung”, cortó Yugyeom inexpresivo.
La cabeza de Taehyung giró bruscamente. Vio la mirada
mordaz en los rasgos amables pero exasperantes de
Yugyeom. No estaba enojado con él, sino con el Rey. Sus
palabras lo cortaron profundamente. ¿Era eso cierto?
“Difundir calumnias es otro delito que no quedará
impune”, reflexionó Jungkook. Agarró su mano y se lo llevó
a los labios, haciendo que su atención volviera
instantáneamente a él.
Taehyung estaba asombrado por sus acciones.
Rápidamente retiró su mano. Su corazón se aceleró con
miedo. ¿Qué estaba haciendo? Al ver su mirada asustada,
su sonrisa se amplió.
“¿Te avergüenzas de mí?” Taehyung preguntó con una
mirada aturdida.
“¿Qué hay de lo que avergonzarse, cariño?”.
Los labios del menor se separaron. Podía pensar en mil
cosas que decir. Su tartamudeo, sus hombros bajos, sus
rizos rebeldes, sus pestañas cortas y mucho más. Pero la
autocompasión no lleva a la gente a ninguna parte en la
vida.
“Parece que tu mascota piensa de otra manera”, agregó
Jungkook al instante, creando una sensación de duda en su
relación.
“¿Espera qué? ¡No, Taehyung, yo nunca pensaría que hay
algo mal contigo!” Yugyeom se defendió al instante. Dio un
atrevido paso adelante, ignorando la peligrosa mirada
ceñuda del Rey.
“Debes creerme, Taehyung—”
“¿Qué clase de sirviente se atreve a llamar a su amo por
su nombre?” Jeon mordió.
Yugyeom se puso rígido. Sus manos se apretaron en
puños. Este hombre no sabía nada acerca de Taehyung,
pero lo declaraba con orgullo como su esposo. ¿Qué clase
de gobernante inútil, egocéntrico y egoísta era este?
Yugyeom nunca se hizo ilusiones en primer lugar, y aun así
estaba decepcionado. Como era de esperar de una alimaña
chupa sangre.
“Yugyeom es un buen amigo mío”, dijo finalmente
Taehyung. “Preferiría que los amigos no me llamen por un
título”.
La sonrisa de Jungkook se amplió. Sus ojos brillaron con
diversión. “Sí, los AMIGOS no deberían llamarte por un
título”.
Taehyung asintió apresuradamente, creyendo que no
tenía malas intenciones. Sin embargo, no vio el
estremecimiento y la apariencia derrotada de Yugyeom.
Jungkook ciertamente lo hizo. Disfrutaba del dolor de la
rata inútil. Ver al guardaespaldas tan desanimado y dolido
le producía un gran entretenimiento.
Jeon lo miró, preguntándose qué pasaba por su mente.
Tae estaba tocando su collar mientras su otra mano se
clavaba en la parte superior de su brazo. No entendía por
qué, pero le permitió hacerlo. Se movió en sus brazos, una
mirada incómoda cruzó repentinamente su rostro.
“¿Qué pasa, cariño?” Jungkook murmuró, agarrando la
mano que apretaba fuertemente la suya como apoyo.
“N-nada”.
“Parece que esta conversación con tu guardaespaldas te
hizo sentir incómodo”, anunció en voz alta.
“¿Q-qué? Solo estaba—”
“Ven, cariño, necesitas un buen descanso”. Deslizó una
mano alrededor de su cintura. Con prisa, lo guió lejos de la
escalera.
“Ah, Jungkook, pero mi guardaespaldas—”
“¿Te duele algo?” dijo preocupado mientras lo
direccionaba hacia la salida del salón de baile.
Taehyung se sorprendió con esta pregunta. No se atrevió
a decirlo, porque no se atrevía a hacerlo. Pero ahora que se
le presentó esta pregunta, ya no pudo contener sus quejas.
“Sí, los zapatos que llevo son hermosos y preciosos, pero
se me han estado clavando en los pies… No quería parecer
una carga, lo siento”.
Taehyung jadeó bruscamente cuando ya no estaba de
pie. Jungkook lo levantó, literalmente al estilo nupcial. El
clamor de la charla comenzó instantáneamente, cuando la
gente se separó para que el Rey y su amado pasaran.
“Jungkook, no tenías que hacerlo,” murmuró.
El mencionado se alegró de que el menor no protestara.
La mayoría de los donceles habrían escondido sus rostros y
se hubieran sonrojado. El menor era remilgado y correcto.
Esperaba una reacción desagradable de él.
“¿Y qué se suponía que tenía que hacer?” Jungkook se
burló de él. Miró hacia abajo, su pecho se lleno de una
extraña punzada. Por una vez, su cuerpo helado se sintió
cálido. Fue un sentimiento indescriptible.
“¿D-déjarme soportar el dolor hasta el final de la noche?”
Tae susurró sarcásticamente.
Jungkook dejó escapar un estallido de risa atronadora.
La multitud intercambió miradas de asombro entre sí.
Los cotilleos no cesaron, ni siquiera cuando volviera a salir
el sol. En cambio, se intensificaría, ya que rápidamente se
correría la voz del chico humano que capturó la atención
del Rey.
Su Majestad rara vez se vio envuelto en un escándalo.
Nunca se habló de una sola persona en su vida. La gente
pensaba que tenía aventuras secretas. Era guapo y
solitario, misterioso y encantador, no había nada que le
disgustara. Las mujeres y donceles lo amaban, los
aristócratas lo respetaban. No se atrevieron a hacer
promiscuos rumores que cuestionaran su sexualidad.
“Lo único que soportarás por la noche es el placer que te
voy a dar”, le susurró Jungkook al oído.
“¿Como esa noche?”
Jungkook fue llevado por sorpresa de nuevo. Pensó que el
menor se pondría tímido y se sonrojaría. Pero éste no
mostró indicios de vergüenza. Había pura curiosidad
escrita en su rostro, mezclada con un poco de vacilación.
Se rió un poco. “Incluso mejor que esa noche, cariño”.
Taehyung tragó saliva. ¿Qué podría ser mejor que esa
noche? ¿Había algo más de lo que no era consciente? No
consumaron nada, pero aun así había sentido un inmenso
placer que abrumó sus sentidos. Incluso cuando lo llevaba
en sus brazos fuertes y musculosos, recordaba el
hormigueo de su cuerpo, el calor de su piel, el arco de su
espalda y el estallido de pasión.
“Veo que estás fantaseando con esa noche, cielo”,
bromeó el mayor en voz igualmente baja. Pero esta vez, su
voz había bajado una octava.
“N-no estoy fantaseando”, susurró. “S-solo recordando.”
“¿Acerca de?”
“Q-qué bien se sintió…”
La mirada de Jungkook se oscureció. De repente, sintió la
necesidad de tirar de la corbata de su traje. Tae iba a
matarlo. Sus palabras lo tentaron, su aliento tembloroso lo
torturó. ¿Planeaba el menor sellar su destino incluso antes
del matrimonio? A él no le importaría. Si su prometido
también se lo pidiera, lo llevaría contra un muro.
Pero él no haría eso, especialmente en su primera vez.
“Dios mío, Taehyung, vas a ser mi muerte”, murmuró.
El mencionado simplemente se rió, sus ojos se
iluminaron un poco. Pensó que era una broma, pero no
pensó que las palabras se harían realidad a medianoche.

MAL HUMOR
Yoongi observó con irritación cómo Su Majestad sacaba a
Taehyung del salón. Olvídense de ser la comidilla de la
ciudad, iban a ser la comidilla de la nación mañana.
Contuvo un suspiro, sabiendo que la gente vería a
Taehyung como la debilidad de Su Majestad.
“Sonríe, Yoon”. Joongki negó con la cabeza con una
sonrisa. “Tal vez Su Majestad realmente encontró a alguien
a quien ama”.
Yoongi se burló en voz alta antes de poner los ojos en
blanco. “Su Majestad es incapaz de amar. Él no conoce esa
emoción. El príncipe simplemente lo divierte, eso es todo”.
Joongki miró lastimosamente hacia el suelo. Eso era
cierto. Su Majestad no poseía las emociones humanas de
“amor”. Por eso el consejo del Imperio de Wraith creía que
Su Majestad necesitaba casarse con la Rosa Dorada. La
Rosa dorada era un milagro en persona, y tal vez, podría
realizar un milagro en el despiadado Rey de Wraith.
“Si tan solo la difunta Reina no hubiera experimentado
con Su Majestad…”, murmuró Joongki.
Joongki cerró los ojos y al instante se arrepintió. El
rostro de un niño desolado, con una sonrisa jocosa pero
ojos distantes, brilló en su mente. El gorgoteo de la sangre,
un grito espantoso en un sótano y una explosión masiva.
“Ninguna cantidad de lágrimas revertirá el tiempo”,
espetó Yoongi.
A Yoongi no le gustaba hablar del tema. Era tabú, y no
mucha gente lo sabía. El incidente había ocurrido hace dos
siglos.
“Además, si Su Majestad no se arrepiente, nosotros
tampoco tenemos porque”, gruñó. “El experimento le dio
un poder como ningún otro. ¿Qué derechos tenemos para
quejarnos?”
Joongki apretó los labios, conteniendo una respuesta. ¿Y
qué si Su Majestad podía controlar las sombras? ¿Y qué si
heredó los rasgos del diablo? ¿De qué servía todo esto si no
podía apreciarlo? ¿De qué servía vivir si Su Majestad no
comprendía el amor, por mucho que sus amigos lo
adoraran?
“No te veas tan sombrío, Joongki-ah”, suspiró Yoongi.
Palmeó a su hermano en la espalda y forzó una sonrisa.
“Escuchaste a la Matriarca Dorothy. ‘Cuando la Flor Noble
florezca, una plántula crecerá en una habitación vacía’”.
Joongki asintió de mala gana con la cabeza. Hablar del
pasado lo hacía infeliz. Especialmente cuando sabía que no
podía haber hecho nada para salvar a su buen amigo.
“La profecía obviamente habla de la Flor Dorada”,
agregó Yoongi. “Una vez que confirmemos su identidad,
podrá enseñarle a Su Majestad compasión y amor”.
Joongki asintió de nuevo. No tenía ganas de hablar. Pase
lo que pase, tienen que encontrar la Rosa Dorada.
Joongki haría todo lo que estuviera a su alcance para
encontrarlo. Con este pensamiento en mente, no se dio
cuenta del tiempo que había pasado.
Uno por uno, los rostros se volvieron borrosos para
Joongki. Aturdido, se despidió de ellos. Los gemelos
agradecieron a los invitados por asistir, mientras Yoongi se
convertía en el alma de la fiesta con sus generosas sonrisas
y respetuosos asentimientos de cabeza.
“Eso fue agotador”, murmuró Yoongi.
Se apoyó contra las puertas cerradas de la salida. Pasó
una mirada cansada por el salón de baile.
Los sirvientes se afanaban, limpiando rápidamente el
desorden y organizando todo en su lugar.
“Lo siento”, admitió Joongki. “Si tan solo no hubiera
recordado el pasado inmutable, no habría estado de tan
mal humor como para siquiera sonreír”.
Yoongi asintió. Se frotó la mandíbula con cansancio.
Estaba adolorido por todas las sonrisas enyesadas que tuvo
que usar en lugar de su hermano.
“Está bien”.
Yoongi entendió cuán tierno de corazón era su hermano
menor. A una edad temprana, Su Majestad era el único
amigo que los gemelos realmente apreciaban.
Su Majestad nunca quiso algo de los gemelos. A decir
verdad, no quería tener nada que ver con los Min. Pero el
destino siempre tuvo planes diferentes.
“Asignemos al jefe de mayordomos para que supervise el
resto de la limpieza. Y luego podemos retirarnos por la
noche para regañar un poco más a Su Majestad…”
Yoongi se desvaneció cuando vio una cara familiar.
Vestido de marfil, con cabello de ámbar y ojos de jade puro,
había visto a una persona inesperada. Sus ojos se abrieron
como platos al verlo.
“¿Park Jimin?”, Joongki gritó, tan sorprendido como su
hermano. ¿Qué está pasando?
Jimin parecía despeinado y confundido. Había salido de
detrás de la gran escalera. Su expresión era tenue y
parecía perdido.
“¿Ya terminó la fiesta?” Jimin dijo con las cejas juntas por
la confusión.
“Sí, acaba de terminar, joven Park”, declaró Joongki.
“¿Qué estaba haciendo detrás de las escaleras?”
Los labios de Jimin se separaron. “Pero solo me fui por
cinco minutos… Al menos, lo habría sabido”.
Joongki inclinó la cabeza. “¿Cinco minutos…?”
Yoongi entrecerró los ojos. Esto era demasiado
sospechoso. “Lo último que recuerdo es que tomaste el
pastel de limón de la mesa hace una hora y no se te ha visto
desde entonces. Cinco minutos es una mentira exagerada”.
“¡No estoy mintiendo!” Jimin argumentó. Se cruzó de
brazos, sus hombros temblaban un poco. “Juro que
literalmente me fui por no más de cinco minutos”.
“Bueno, ¿qué estabas haciendo detrás de la escalera?”
preguntó suavemente Joongki. Tal vez hubo un
malentendido. O simplemente Park era demasiado malo con
el tiempo. Una hora solo se sentiría como cinco minutos si
uno se estuviera divirtiendo.
“Había una puerta allí”, admitió Jimin. “Vi una figura que
se parecía a Taehyung caminando cerca de las escaleras,
así que quise seguirlo y darle el pastel, para que pueda
comer todo a escondidas sin que nadie mire”.
Las cejas de Yoongi se alzaron. ¿Una puerta…? ¿Detrás
de la escalera?
“Pero cuando llegué allí, vi la figura deslizarse a través
de las puertas. Obviamente, lo seguí, pensando que la
puerta conducía a un balcón o algo así. Pero antes de
darme cuenta, estaba esta mujer extraña”, balbuceó.
Las cejas de Yoongi se elevaron con cada palabra. Se
alarmó al instante y no supo si debía creerle o no.
“Esta mujer estaba encapuchada, pero me di cuenta de
que era un vampiro. No soy tonto”, agregó Jimin. Estaba
sin aliento y había una mirada angustiada en sus ojos. “Ella
dijo algo extraño y me asustó con lo espeluznante que era”.
Joongki inclinó la cabeza, preguntándose sobre la
identidad de la mujer.
“Tenía una extraña sonrisa de complicidad en su rostro y
me agarró la mano. Y, Dios mío, necesita ponerse loción las
24 horas del día, los 7 días de la semana porque sus manos
estaban muy duras, pero de todos modos”, exhaló Jimin.
“Ella me dijo algo tan extraño que quiero olvidarlo”.
Dejó escapar una pequeña risa al pensar en lo que dijo la
anciana. “Comenzó a hacer referencia a este protagonista
de un libro de cuentos de hadas que mi niñera solía leerme
cuando era niño, ¡pero mi madre lo odiaba por completo!”
Aún podía recordar la ira de su madre cuando descubrió
que le habían leído el cuento de hadas. “Mi madre decía
que los cuentos de hadas son extravagantes y demasiado
irrespetuosos para los donceles. Quiero decir, ¿quién quiere
que sus hijos lean sobre una persona que es tratada como
un cordero sacrificado?”
“Te estás saliendo del tema”, espetó Yoongi. “¿Qué dijo la
anciana?”
Jimin retrocedió en respuesta. Sus labios se curvaron con
irritación. ¿Tenía que ser tan malo? Estaba nervioso y no
podía evitar divagar.
“Está bien, joven Park”, lo consoló rápidamente Joongki.
“Estás conmocionado, y esperaba una historia tan larga.
Continúa, por favor”.
Yoongi se cruzó de brazos y desvió la mirada irritado.
Cerró la boca con fuerza y se burló hacia el suelo. No
encontró fallas en su comportamiento.
“De todos modos, antes de que me interrumpieran
bruscamente”, resopló Jimin. “La mujer dijo que era tan
irónico que la persona más cercana a mí también sea la que
traerá mi ruina”.
Jimin agarró con fuerza los costados de su pantalón de
gala. Estaba arruinando el material caro y la tela se
arrugaría.
Pensar en las palabras de esa anciana lo aterrorizaba.
Cuando mencionó a la persona más cercana a él, Jimin
pensó instantáneamente en Taehyung. No había otro amigo
que Jimin adorara y quisiera más que Taehyung.
Al escuchar un comentario tan horrible… su corazón se
inquietó instantáneamente. La vizcondesa Kang siempre
decía que Jimin era una mala influencia. ¿Cómo podría
Taehyung arruinar a Jimin?
“¿Y luego?” Ánimo suavemente Joongki. “¿Qué dijo la
anciana?”
Joongki estaba realmente curioso. ¿Una tercera puerta
en el salón de baile? ¿Una mujer vieja? ¿Pérdida de tiempo?
Esto sonaba como la intromisión de alguien con quien
estaba familiarizado. La matriarca Dorothy Jeon.
Joongki vio la mirada vacilante de Jimin hacia Yoongi,
quien ahora lo miraba de nuevo. Por una fracción de
segundo, sus ojos se encontraron antes de que Park
suspirara en voz alta.
“Bueno…” se desvaneció.
Joongki no pudo evitar notar lo llamativos que eran los
rasgos de Park Jimin. Su cabello era tan brillante como la
luz del sol, y sus ojos eran tan vibrantes como los árboles
de verano.
Una ola inesperada de inquietud lo recorrió.
“La mujer afirmó que yo era la Rosa Dorada”, admitió
Jimin.

LA GUARIDA DEL DIABLO


Taehyung estaba cómodo. No le importó el silencio entre
ellos, y el único sonido que llenaba el pasillo eran sus
pasos. Fue arrullado por su respiración, serena y tranquila.
Su abrazo fue cálido, a pesar de su toque helado. Sus
brazos que actuaban como jaulas, era un lugar que veía
como consuelo.
Al ser llevado en sus brazos, Taehyung recordó lo fuerte
que era. No empezó a sudar, no se quejó y no bromeó. Su
respiración era normal y en ninguna parte dificultó.
“¿Te estás quedando dormido sobre mí ahora?” Jungkook
bromeó en voz baja y sensual.
Taehyung se estremeció en respuesta. Su voz era una
seducción sin esfuerzo que lo envolvía como la seda. Todo
lo que él hacía era una tentación que no podía permitirse.
“A pesar de tus músculos, eres bastante cómodo”,
admitió en un tono pequeño y cansado.
El pecho del pelinegro volvió a sentirse extraño. No fue
por el menor, que pesaba como una pluma en sus brazos.
Algo extraño se movía dentro de él. No pudo precisarlo.
Entonces, lo enmascaró como lujuria y nada más.
No era difícil dejarse seducir por el doncel. Desde su
posición, podía ver la parte superior de sus clavículas. Su
respiración abanicó el lado de su cuello, mientras
descansaba su cabeza sobre sus hombros. Su cabello le
hacía cosquillas en la piel desnuda, y todo lo que hacía era
íntimo, incluso el más pequeño de los suspiros.
En otra ocasión, estas pequeñas cosas lo habrían
provocado. Pero no esta vez. Había un extraño impulso de
mantenerlo a salvo. Lo quería en sus brazos, disfrutaba
tenerlo tan cerca. Solía ser un instinto primario, pero
ahora, era muy diferente.
“Kook…”
El agarre del mayor se hizo más fuerte sobre él. “¿Estás
soñando conmigo?” bromeó, en un tono endurecido.
Taehyung rió suavemente. “¿Cómo puedo soñar cuando
estoy bien despierto?”
Jungkook le lanzó una mirada dubitativa. No podía ver su
rostro con claridad, ya que estaba acurrucado en el hueco
de su cuello. Era un área íntima pero sensible. Un golpe en
el cuello y estaría muerto. Su garganta era un lugar que no
permitía que nadie tocara. Pero Tae respiró sobre él, su
cabello le hizo cosquillas y sus labios ocasionalmente
rozaron la piel por accidente.
“Pareces lo suficientemente cansado como para estar
soñando conmigo, cariño”.
El otro asintió con cansancio. “Supongo que la fiesta me
cansó.”
Jungkook sonrió con picardía. “Tal vez pueda agotarte un
poco más”.
El contrario tarareó en respuesta. “Tal vez…”
“Afortunadamente para ti, tu sola presencia me cansa…”
Taehyung se apagó, su voz cada vez más tranquilo por
segundos.
Jungkook se rió. Nunca nadie lo había hecho reír como el
menor. Éste siempre fue sorprendentemente directo.
Andarse por las ramas no era su fuerte.
“¿Estás seguro de que mi presencia es lo único?” bromeó
con voz ligera.
Jungkook le dio unos segundos para responder, pero no
lo hizo. Él estaba sorprendido. Los latidos de su corazón se
habían estabilizado y su respiración se volvió lenta. ¿Se
había quedado dormido sobre él? ¿Era eso posible?
Kim Taehyung Rose era una cosita peculiar. ¿Qué tipo de
presa se duerme cerca del depredador? ¿No temía por su
vida? ¿Confiaba tanto en él?
Jungkook miró hacia abajo con incredulidad.
Efectivamente, todavía no podía ver su rostro
correctamente. Pero no necesitaba ver su expresión para
saber que se sentía cómodo con él.
“Cariño, eres demasiado ingenuo”.
Jeon no era un hombre de confianza. Sus enemigos
caídos eran evidencia de esto. Mataba sin dudarlo, y la
muerte sería retratada como un accidente.
Sonreía al ver el dolor y se ríe ante la muerte. Un
hombre como él no era adecuado para el joven Kim. Sin
embargo, él era codicioso y lo arrebató de su jardín del
paraíso.
Pronto, todos los que lo tocaron sufrirán, comenzando
por ese molesto “guardaespaldas”.
“Para dormirte en mis brazos, has depositado tu
confianza en la persona equivocada”. Jungkook abrió la
puerta con una mano y la cerró con el dorso del pie.
Sin decir palabra, lo acomodó en la cama. Una sonrisa
siniestra se deslizó sobre sus facciones fantasmales. Sus
ojos brillantes parpadearon, especialmente al ver su cuello
expuesto. Delgado y hermoso, podía aplastar la parte
delicada con una sola mano.
“Eres un pequeño tonto adorable”, murmuró.
Se sentó en el borde de la cama. La gente nunca creería
que este lado de él existiera. Ni siquiera él lo creería.
Como una pareja afectuosa, Jungkook le desabrochó los
zapatos de los pies. Lo colocó en silencio a los pies de la
cama. Luego, con cautela, trajo la otra mitad de la manta y
lo cubrió con él. Sin embargo, nada ocultaría el magnífico
atuendo del menor que se acumulaba en los bordes de la
cama.
Kim Taehyung Rose le recordó a un príncipe dormido en
un cuento de hadas, esperando el beso de un amor
verdadero. Pero Jeon nunca fue de los que besan a una
persona sin su consentimiento.
“Un día, este confiado corazón tuyo se derrumbará en
mil pedazos cuando conozcas mi verdadera naturaleza”.
Jungkook se elevó a su altura. Se aflojó la corbata con una
mano y lo miró casualmente.
El cabello de Taehyung lo rodeó. Eran hermosos
mechones de oro fundido. Subconscientemente, extendió
una mano y recogió mechones de su cabello.
Efectivamente, eran tan suaves como el algodón y tan
sedosos como los pétalos de una flor. Su cabello dorado era
como un halo sobre su cabeza.
Alguien tan inofensivo como Taehyung no pertenecía a su
mundo cruel. Había suficiente sangre en sus manos para
ser testimonio de esto. Ahora, su vida en el palacio era
tranquila. Pero pronto, se desarrollaría una calamidad.
“Tal vez debería mantenerte encerrado en una torre,
donde nadie pueda verte, excepto yo”. Jungkook retorció
los mechones de su cabello entre sus dedos. Sonrió ante la
idea, una mirada oscura cruzó su rostro.
El menor estaría a salvo. Nadie lo lastimaría jamás en
una torre de marfil.
“Kook…”
Jungkook se puso rígido. Soltó su cabello, justo cuando el
rubio cambió de posición. Éste giró sobre su costado, sus
manos enroscadas cerca de su cara.
“Kook… Kook…”
El pelinegro apretó los dientes. Incluso en su sueño, Tae
jugaba con él. Entonces, Tae sonrió ingenuamente.
“Jeje…”
Los dedos de Jungkook se clavaron en su palma hasta
que pudo sentir que su piel se rompía. Justo cuando pensó
en mantenerlo atrapado en una jaula, Tae lo siguió y
demostró que su libertad valía más la pena. ¿Tenía que ser
tan cariñoso? ¿Tenía que volver el menor a su vida? ¿Tenía
que prometerle que lo mantendría a salvo?
“¡Maldición!” gruñó en voz alta.
“¡Maldita sea, Tae!” siseó. “¿Por qué tuviste que
aparecer de nuevo?”
Jungkook se enfureció al verlo. El menor dormía
pacíficamente en una cama de su propiedad, en una
habitación dentro de su castillo, metido debajo de una
manta que le pertenecía. Éste no era consciente del dolor
que él enfrentaba al ver su rostro. El menor no entendía su
remordimiento, su arrepentimiento y su culpa.
Jeon Jungkook ostentaba el poder absoluto. Era distante
e indiferente. Desarrolló habilidades como ningún otro. El
mundo era su caja de juegos. A pesar de toda esta hazaña,
Jungkook no pudo volver atrás en el tiempo. No pudo
reparar los daños que se hicieron, y la infancia que arruinó.
“Deberías haber corrido muy, muy lejos, pequeño tonto”,
gruñó. “No deberías haber venido a la guarida del diablo y
vender tu alma”.

MEDIANOCHE
Jeon salió de la habitación sin mirar atrás. La puerta se
cerró con un ruido sordo. Sus pasos resonaron en los
pasillos. Con cada paso, las luces se apagaban, envolviendo
el corredor en una oscuridad total. La luna le iluminó un
camino, aunque no era necesario.
Los humanos dormían mejor en la oscuridad. Los
vampiros veían mejor de noche.
Era un paralelo interesante que siempre lo complacía.
Taehyung debería dormir en total oscuridad. De esa
manera, nada lo interrumpiría y no tendría que despertarse
por nada. O eso pensó.
“Vigilen al Rey”, instruyó Jeon a los guardias que estaban
al final del corredor. Acababan de subir las escaleras
después de recibir la orden hace unos minutos.
Jungkook a menudo salía de este pasillo sin guardia o
soldado. No era que confiara en su seguridad, era porque la
gente sabía más que eso. Eran lo suficientemente
inteligentes como para no husmear en la propiedad de Su
Majestad, llena de cámaras de seguridad, armas de alta
tecnología y punteros láser invisibles. A la persona
equivocada se le podría cortar la cabeza en el primer paso.
Desafortunadamente, Taehyung era un caso especial. Era
humano, débil y frágil, pero lleno de emociones y vida. No
podía permitir que lo atacaran en su dominio.
La tecnología del pasillo lo mantenía a salvo, pero él
prefería tener gente con el menor en todo momento. De esa
manera, alguien podría salir corriendo e informarle de un
ataque.
Y si tan solo Jungkook supiera, Taehyung no necesitaba
un guardia en primer lugar. Todo su cuerpo era un arma.
“¿Dónde está Su Majestad?” Yoongi gruñó mientras salía
del estudio privado del Rey. La habitación había estado
vacía e intacta desde ayer. Todo estaba en el lugar exacto.
“Ya lo he buscado por todas partes”, resopló Joongki. Se
apoyó en las paredes, su cabello ligeramente húmedo de
tanto correr. Incluso se había acercado a los corredores
para dormir del Rey, pero no encontró a nadie allí.
Extrañamente, había guardias cerca de la habitación de
Taehyung, pero él no lo cuestionó. Éste necesitaba
protección.
De repente, algo parpadeó por el rabillo del ojo de
Joongki. Volvió la cabeza a tiempo para ver a Su Majestad
caminando por los pasillos con una botella de vino.
“Aparentemente no en las bodegas”, murmuró Joongki
con desaprobación. Se apartó de las paredes y se enderezó.
“¿Qué?” La cabeza de Yoongi giró bruscamente hacia su
derecha, donde Su Majestad tenía una copa de vino en una
mano y alcohol en la otra. Sus ojos se entrecerraron sobre
la botella verde oscuro, la bebida oscura silbando.
Esperaba que fuera licor.
“¡Su Majestad!” Yoongi siseó.
“Su Majestad”, saludó Joongki.
“¿Dónde estabas, Su Majestad?” Yoongi preguntó con la
misma voz que un amante paranoico que sospecha que
alguien le engaña.
Jungkook les dedicó una sonrisa jocosa. Levantó la
botella en la mano como si cuestionara la inteligencia de su
asesor.
“Por supuesto”, se burló Yoongi. Cerró las puertas detrás
de él con rapidez.
“¡Cuidado!” Joongki aulló, justo cuando su traje casi
quedó atrapado entre la puerta.
“Deberías ser más ágil”, espetó Yoongi. Sin otra palabra,
se dirigió al escritorio de Su Majestad, listo para enumerar
todos los problemas de esta noche.
“Deberías ser más amable”, se quejó Joongki. Se acercó
en silencio al escritorio del Rey, con una mirada
preocupada en su rostro.
“Vea, Su Majestad”, comenzó Joongki. “Hicimos un
descubrimiento desagradable hoy”.
“¿Qué podría ser más desagradable que la expresión
agria de Yoongi?” Jungkook murmuró.
Escuchó la risa ahogada de Joongki y el gruñido bajo de
Yoongi. Ocultando su sonrisa, Jungkook comenzó a servirse
un vaso de la bebida. Al instante, salió el olor y sus ojos se
volvieron del mismo color que la sangre.
“¿Sangre de venado?” dijo Joongki al oler por primera
vez la botella. Reconoció el olor a hierba con un toque de
dulzura de las bayas mordisqueadas.
“No cambies de tema, Joongki-ah”, a Yoongi no podía
importarle menos qué animal era. El Rey había tomado
hasta llenarse el primer día del baile y lo sostuvo durante
tres días.
“Solo estaba haciendo una observación, ya sabes, lo
científico que hay que hacer y…”
“Mi hermano es estúpido, ignórelo, Su Majestad”.
Yoongi se volvió hacia el Rey con una mirada vacilante en
su rostro. No creía lo que había dicho Park Jimin. Pero
entonces, ¿por qué mentiría? ¿Cuál era su razón? Los
humanos no saben nada sobre la Rosa Dorada. Solo los
seres sobrenaturales lo saben.
Yoongi abrió la boca para hablar, pero Joongki se le
adelantó.
“Su Majestad, Park Jimin dijo algo sorprendente hoy”,
soltó.
“¿Cuándo no dice algo sorprendente?” Jungkook se
burló.
En silencio, tomó un sorbo de la sangre, sus ojos
parpadeando con el sabor. Por alguna razón, era mucho
más dulce de lo habitual. ¿Por qué fue eso?
“Estoy de acuerdo”, se quejó Yoongi por lo bajo.
“Dijo que había una tercera puerta en el salón de baile y
que estuvo allí durante cinco minutos, pero cuando salió,
había pasado una hora”.
Jungkook se puso rígido. Esta historia era exactamente
igual a la que Taehyung le contó esa noche.
“Sospechamos que es la intromisión de la matriarca
Dorothy”, agregó Joongki. “Solo ella tiene la capacidad de
manipular el entorno como lo crea conveniente. Es muy
similar a la neblina que creaste la primera vez que bailaste
con Taehyung, y solo nuestra especie la vio”.
“Sí, soy consciente de los poderes de mi abuela”, dijo
Jungkook sin expresión.
“Y bueno…” Joongki se apagó. Sus dedos se retorcieron
con desaprobación mientras lanzaba una mirada dubitativa
hacia Yoongi.
“Ese loco nos informó que conoció a una mujer mayor
que probablemente sea la matriarca Dorothy en uno de sus
disfraces de campesina”, dijo Yoongi.
Jungkook tomó otro sorbo de sangre. Esta vez, una
imagen parpadeó en su mente. Un pequeño cervatillo. Con
gran disgusto, tiró la copa de vino. Una mirada de disgusto
apareció en su rostro y ya no disfrutaba de la sangre de
venado.
“¿Qué ocurre?” Joongki preguntó al instante. “¿La sangre
no es fresca? ¿No es la sangre de venado tu favorita?”
“¡Ese no es el punto principal!” Yoongi siseó a su
hermano.
Joongki se tapó la boca con la mano y apartó la mirada
como disculpándose. Miró hacia el suelo.
“De todos modos”, Yoongi comenzó de nuevo. “El loco
hizo un reclamo audaz, lo cual es imposible dadas las
circunstancias de su nacimiento”.
Yoongi sacó su teléfono. La pantalla ya estaba en el perfil
del gobierno de Park Jimin. Escrito en negrita era su
cumpleaños, el 30 de octubre. Faltaba exactamente un día
para Halloween. A continuación, sacó el teléfono de Joongki
y lo colocó directamente al lado del perfil de Jimin. En la
pantalla del celular de Joongki estaba el perfil del gobierno
de Kim Taehyung Rose, donde se revelaba su cumpleaños el
31 de octubre.
“La afirmación que hizo Park Jimin es prácticamente
imposible. Revisamos sus registros y parece que también
nació en casa, con un grupo de médicos y enfermeras
privados, muy parecido al príncipe Taehyung”.
Jungkook ya sabía a dónde iba esta conversación. Miró el
perfil de Taehyung. El 31 de octubre, su nacimiento fue a
las 11:58 p. m., solo uno o dos minutos antes de la
medianoche. Pero él ya lo sabía mejor que nadie.
“Park Jimin afirma que la mujer mayor, que se sospecha
que es la Matriarca Dorothy, le dijo que él es la Rosa
Dorada”, declaró Yoongi.
“Ya veo”, fue la única respuesta de Jeon.
Los gemelos intercambiaron miradas de perplejidad
entre ellos. Esperaban más que eso. Un silencio sepulcral
cayó sobre los tres. Pronto, las pantallas se atenuaron y se
volvieron negras.
Una vez más, la sala de estudio privada estaba envuelta
en la oscuridad.

En este cap menciona la parte de la profecía que faltaba


sobre la Rosa dorada.
En el cap 1 y 2 se mencionaba que la rosa dorada nació
en el décimo mes del año, más no especificaba fecha.
Ahora la anciana Dorothy recién les reveló la otra parte
de la profecía que faltaba: La rosa Dorada nació el día en
que la línea entre la vida y la muerte se borra. Es decir
Halloween
Y también en este cap se menciona porq Jungkook es
como es ^^
—Day, lovetajeon
11. X

UNA ORDEN
“¿Bien?” Yoongi finalmente dijo después de un momento
de silencio. Puso sus manos sobre el escritorio y se inclinó
hacia adelante, con una mirada expectante en su rostro.
Una sola orden era todo lo que necesitaba. Se necesitaba
una sola palabra y una orden para que Yoongi se moviera.
‘Tráemelo’, era todo lo que Yoongi necesitaba escuchar.
Podría hacer que trajeran a Park Jimin aquí, pateando y
gritando. Sin embargo, estaba seguro de que el Duke Park
estaría muy decepcionado.
En términos de riqueza y estatus, los Min estaban
técnicamente por debajo de los Park. Pero el nombre Min
ha existido durante siglos, ya que fueron una de las familias
fundadoras de los Pura Raza. Era un nombre tan antiguo
como el tiempo, muy parecido a los Jeon.
“Hablaré con la abuela”, respondió Jungkook con voz
aburrida y distante.
Yoongi parpadeó. Estas no eran las palabras que
esperaba.
“¿No deberíamos traer a Park Jimin de regreso al
castillo?” preguntó Yoongi. “Para que pueda confirmar
adecuadamente que la Matriarca Dorothy era la anciana
que vio”.
“No hay necesidad”, respondió Jungkook en un tono
crudo.
Éste se levantó en toda su estatura. Su sonrisa había
desaparecido, y su rostro estaba frío como una piedra. El
poco humor que residía en sus ojos había desaparecido por
completo. No estaba contento con la noticia.
“¿Pero por qué? ¿No me diga que cree en las palabras de
ese loco, Su Majestad?”
Jeon no quería. Sabía que un día como este estaba
destinado a suceder. Se revelaría la verdadera identidad de
Taehyung. Pero antes de eso, esperaba que su prometido
impresionara al consejo.
Era una pena que tuvieran que acelerar rápidamente las
cosas así.
“Lo que le pasó Jimin también le ha sucedido a
Taehyung”, cortó el pelinegro.
Yoongi tuvo que hacer una pausa. Él estaba sorprendido
por esto. La matriarca Dorothy rara vez dejaba su torre
mágica en la parte trasera del castillo. Era difícil creer que
se había ido no solo una vez, sino dos veces. ¿Y en tres
días? ¿Qué estaba pasando exactamente?
“Su Majestad”, se dirigió Yoongi. “Simplemente hay
demasiadas coincidencias entre Park Jimin y Kim Taehyung.
Sus padres son grandes amigos, ¿pero los cumpleaños de
sus hijos tienen menos de un día de diferencia? Eso, y el
hecho de que ambos donceles nacieron en casa, bajo el
cuidado de médicos privados y enfermeras”
Joongki instantáneamente asintió con la cabeza. “Mis
recursos me dicen que esos médicos y enfermeras se
retiraron repentinamente una semana después de ayudar a
la señora Park y a la princesa Yeji a dar a luz. Luego, nunca
más se supo de ellos”.
Jeon ya sabía esto. Él personalmente había visto el
intercambio entre las dos familias esa noche. Los Kim y
Park pagaron a los médicos y enfermeras una fuerte suma
de dinero antes de trasladarlos al extranjero y luego
prohibirles la entrada al país.
“No tienes que preocuparte por las coincidencias”,
afirmó Jungkook. “Ya lo sé.”
Joongki estaba confundido. “¿Saber qué…?”
“No te preocupes por eso”, repitió vagamente.
“No deberías simplemente decir que no nos
preocupemos por eso…” Yoongi vaciló cuando Jeon le lanzó
una mirada oscura. Un escalofrío le recorrió la espalda.
Su Majestad no disfrutó ser desafiado. Odiaba
especialmente a las personas que cuestionaban su
autoridad.
Yoongi inclinó la cabeza y cerró la boca.
Sin decir palabra, el Rey pasó junto a él y se dirigió hacia
la puerta. Pero entonces, hizo una pausa.
“Ve y tráeme al guardaespaldas de la mansión Kang
llamado Yugyeom. Lo quiero inconsciente”.
Antes de que cualquiera de los gemelos pudiera
responder, el pelinegro cerró las puertas de golpe. Ambos
gemelos se sobresaltaron por su repentina ira. No era
propio de Su Majestad dejarse provocar.
“¿Lo hicimos cabrear?” preguntó Joongki.
Yoongi frunció el ceño ante las palabras vulgares de su
hermano. Eran aristócratas desde el nacimiento. El estilo
de su lenguaje fue siempre elegante y anticuado. Fue
inesperado que Joongki se comportara como un ser humano
con su jerga moderna y sus palabras contundentes.
“Lo más probable”, respondió.
Los gemelos se miraron el uno al otro y luego volvieron a
mirar la botella de sangre de venado. ¿Qué estaba mal con
eso? La sangre de venado era muy apreciada por su
exquisito sabor. Era la selección de animales favoritos de
Su Majestad, mientras que otros Puras Razas tenían otras
opciones. Sin embargo, ninguno era tan crudo como el Rey
del Norte, de quien se rumoreaba que bebía la sangre de
jóvenes personas dispuestas.
“¿Podría esto haberlo desencadenado?” preguntó
Joongki, mientras se acercaba a la botella de sangre.
La botella incluso tenía una etiqueta elegante de una
compañía de vinos, pero era solo un disfraz.
Aunque beber sangre humana estaba prohibido hace un
siglo, todavía había purasangres que la bebían, siempre
que hubiera un contrato de por medio. Otras razas de
Vampiros no tenían el mismo lujo, pues les permitían
pastillas de sangre y nada más.
Si los atraparan bebiendo sangre, sería un delito grave.
Los pura raza lo necesitaban porque su línea de sangre no
se había confundido con los humanos, por lo tanto, tenían
los instintos primarios como los primeros descendientes de
los vampiros que solo bebían sangre humana.
“Lo dudo”, dijo Yoongi secamente. “Su Majestad disfruta
más de esta botella. Es fresca y se ha enfriado a la
temperatura exacta de las preferencias de Su Majestad”.
Joongki frunció el ceño. Volvió a colocar la botella y dejó
escapar un pequeño suspiro. “¿Qué vamos a hacer con el
joven Park?”
Yoongi se encogió de hombros. Había dejado que el loco
se fuera a casa después de que el incidente lo
conmocionara visiblemente. Sospechaba por qué.
“Haremos lo que Su Majestad y el consejo consideren
oportuno”.
“¿Pero no somos el consejo…?” dijo Joongki. “Bueno, al
menos la mitad”.
Yoongi apretó los labios. El consejo de Wraith era un
pequeño puñado de personas. Incluía a los gemelos que
eran representantes de la familia Min, el duque Park, la
matriarca Dorothy y otras personas que tenían un papel
importante en este imperio.
Había un consejo completamente diferente que
gobernaba todo el continente. Solo había cuatro personas
en él, que incluían al Jefe de la familia real del Oeste, Este,
Norte y Sur. Para Wraith, el Imperio de Occidente, sería Su
Majestad, Jeon Jungkook.
“Mientras el mariscal Hyunbin no se dé cuenta de esto,
estaremos bien”, habló Yoongi. “Dado que el hombre está a
cargo de las fuerzas armadas, querría que se revelara la
identidad de Park Jimin”.
Joongki asintió lentamente. El mariscal Hyunbin apoyaría
a Park Jimin ya que su padre era el mayor fabricante de
armas del país. Sería una relación inevitable.
“Pero, ¿por qué tratamos esto como si Su Majestad se
viera obligado a elegir entre el joven Park y el Príncipe
Taehyung?” preguntó Joongki.
Yoongi enarcó las cejas. Seguramente, su hermano no
pensó que esta sería una batalla tranquila, ¿verdad?
“¿Qué esperas?. Obviamente, habrá un conflicto. Si no,
¿por qué crees que Su Majestad se ve infeliz?”
Los labios de Joongki se separaron. Supuso que su
hermano mayor tenía razón… Pero Su Majestad siempre
tuvo en mente los mejores intereses del país. No
antepondría las decisiones correctas sobre las incorrectas.
Sin duda, Su Majestad elegiría a la Rosa Dorada. Era un
trato fácil. ¿Sobre qué había que discutir?
“Pareces confundido”, reflexionó Yoongi. Deslizó un
brazo alrededor de su hermano menor y lo guió fuera de la
habitación.
“Por supuesto que lo estoy. ¿Por qué habría un conflicto?
El príncipe Taehyung simplemente tendrá que renunciar si
Park Jimin es la Rosa Dorada. Es tan simple como eso”.
Yoongi puso los ojos en blanco. “Pareces olvidar tus
propias creencias”.
“Su Majestad pondrá al país primero”, declaró Joongki.
“Claro, él podría estar enamorado del príncipe Taehyung,
pero no lo elegiría solo porque el doncel lo divierte. No es
como si el joven Kim pudiera enseñarle amor y compasión”.
Yoongi supuso que su hermano menor tenía razón.
“Cierto, pero ¿crees que Taehyung dejará que le quiten su
lugar tan fácilmente? Especialmente después de que su
arreglo fue anunciado públicamente esta noche”.
“Eso fue una imprudencia de Su Majestad”, murmuró
Joongki. A pesar de que tenía en mente el mejor interés del
Rey, era difícil negar esta verdad. “Debería haber
consultado con nosotros primero y retrasado el anuncio”.
“Traté de advertirle que no lo hiciera en el comedor, pero
ignoró mi sugerencia”, gruñó Yoongi. “¿Alegando qué
motivos tengo yo para elegir a su esposo?”
“Bueno, tiene razón—”
“Aún así, fue un movimiento egoísta. Solo estaba
tratando de ayudarlo, pero él estaba más concentrado en
entretener su vida mundana”.
Joongki sonrió irónicamente. “No es un movimiento
egoísta poner su interés primero. Ha pasado un tiempo
desde que eso sucedió”.
Yoongi dejó escapar un pequeño suspiro. Su hermano
menor tenía razón por una vez. El Rey siempre se había
preocupado por el país. Había sacrificado su tiempo y
energía para convertirlo en la gloriosa y próspera nación
que era hoy. Ahora, ninguno de los otros imperios se
atrevió a menospreciar a Wraith.
Pero, ¿y si, esta vez, el Rey tuviera que sacrificar su
mejor interés por el bien de Wraith? ¿Qué hará entonces?
“No tenemos toda la noche para estar aquí”, suspiró
finalmente Yoongi. “Tenemos una orden que ejecutar”.

LO MEJOR
Taehyung siempre odió las pesadillas. Le recordaban a
los monstruos debajo de su cama, agarrando sus tobillos.
Abrió los ojos e instantáneamente supo que esto no era la
realidad.
Taehyung sintió las alfombras afelpadas bajo sus pies,
como la piel de un animal bien criado. Sus ojos se posaron
temblorosos en las brillantes alfombras rojas, sus rodillas
temblando con la verdad. Rosas brillantes florecieron en los
bordes de la alfombra con tallos de espinas puntiagudas
que conectaban las hermosas flores.
Esta era la finca en Kastrem. Era una mansión grande y
espaciosa con seis pisos. Bien podría haber sido clasificado
como un castillo, con lo grandioso que era.
“Esto no puede ser”. Los hombros enteros de Taehyung
comenzaron a temblar.
No con miedo o ira, sino con tristeza. Había pasado un
tiempo desde que había puesto un pie en esta finca. La
última vez que vio esta alfombra fue el día que huyó de su
casa. Ocurrió el día después del funeral de sus padres.
“¡No puedes seguir haciendo esto!” exigió una voz.
Instantáneamente, un estruendo inquietante resonó en los
pasillos oscuros. Lo reconoció como su padre, el príncipe
heredero Soohyun de Kastrem.
Taehyung saltó ante el ruido, sus ojos se abrieron como
platos. Había soñado con Kastrem antes, muchas veces en
el pasado. Pero todos eran recuerdos felices de su infancia.
A veces, soñaba con el sol de la mañana sobre su cabeza
mientras veía entrenar a Yugyeom. Otras veces, estaba
tomando té con Jimin mientras pretendían ser adultos
remilgados y correctos.
“¡Estás siendo egoísta, Soohyun!” Una voz femenina
gritó de vuelta, seguida por el sonido de jarrones
rompiéndose.
Taehyung dejó escapar un suspiro tembloroso. ¿Que esta
pasando?
“¡Estoy pensando en lo mejor para nuestro hijo, nuestra
carne y sangre!” La misma voz exigió. “¡Esto es lo mejor
para Taehyung! ¡Lo sé, Soohyun, di a luz a nuestro amado
hijo!”
“¿Lo mejor para Taehyung? ¡¿LO MEJOR?!” Soohyun
rugió, su voz como el de una bestia feroz. “¿Honestamente
pensaste que enviar a nuestro hijo a los Kang le haría algún
bien? Yeji, ¿cómo te atreves a poner eso en tu testamento,
cuando he declarado explícitamente que Taehyung se
criará en este lugar y solo en este maldito lugar?”
Taehyung colocó una mano sobre su boca para contener
un grito ahogado. Reconoció esas voces. Él sabía esos
nombres de memoria. Eran sus padres. Y estaban
discutiendo sobre él. Por alguna razón, sintió que esto
había sucedido antes.
Sus padres siempre fueron vistos como una familia
ejemplar. Eran remilgados y correctos. No hubo un día en
que Yeji no fuera elogiada por su gran etiqueta, y Soohyun
elogiado por su sabiduría. Eran una familia feliz con
sirvientes amables y riqueza ilimitada.
“Soohyun, mi esposo, ¡eso solo dañará a Taehyung aún
más! Si se cría aquí, ¡habrá personas que atenten contra su
vida! Taehyung debe mantenerse alejado de este lugar
hasta que sea mayor de edad, y luego podrá reclamar su
trono”.
La cabeza de Taehyung de repente comenzó a doler.
Tenía fragmentos de su infancia, pero solo los buenos
momentos. Sus rodillas cedieron debajo de él, cuando un
repentino estallido de dolor estalló en su frente. Se agarró
la cabeza en agonía, el sudor brotaba de su frente.
Taehyung sintió que había escuchado este argumento
antes. ¿Pero cuando? ¿Y por qué? Sus padres discutieron
como si supieran que su muerte se acercaba enormemente.
La mente de Taehyung comenzaba a quedarse en blanco,
mientras trataba desesperadamente de recordar el pasado.
Debe haber habido una razón por la que él lo olvidó.
Debe haber un motivo.
“Mantenerlo en nuestra casa es mucho más seguro que
mantenerlo con los Kang”, escupió Soohyun. “He visto lo
codicioso que es tu cuñado. El vizconde Kang se aprovechó
de tu amabilidad, vive en una casa que está a mi nombre,
¡Y se atrevió a levantarte la mano!”
Se encontró con el silencio.
“¡¿Y todavía quieres mantener a nuestro precioso niño
con ese bastardo?!” exigió Soohyun.
Taehyung saltó cuando un estruendo resonó por los
pasillos. Su padre debe haber golpeado su puño contra
algo. Pero nunca sería sobre su esposa. Simplemente la
amaba demasiado como para ponerle una mano encima.
“¡Sabes lo despiadada que es la gente de tu lado de la
familia!” Yeji gritó de vuelta. Ella nunca fue de las que
retrocedían en una pelea, especialmente no con su esposo.
“¿De verdad crees que no harían todo lo posible para
lastimar a Taehyung, que estaría solo en esta propiedad?”
Yeji mordió. “Jiwoo mantendrá a mi hijo a salvo y lejos de
las garras de tus horribles parientes. ¡Has visto cómo
trataron a Taehyung!”
“¡SUFICIENTE!” Soohyun gritó.
“¡Me niego!” Yeji chilló. “¡Tu madre y tu padre intentaron
ponerle la mano encima a Taehyung varias veces porque
sostenía la taza de té de forma incorrecta!”
“Yeji—”
“Sí, el vizconde Kang se atrevió a ponerme una mano
encima, sin embargo yo lo había provocado demasiado.
¡Pero los Kang siempre aceptaron y amaron a Taehyung,
incluso si él no lleva su apellido!”
Se produjo otro silencio inquietante.
Lo que siguió fueron sus fuertes respiraciones. Estaban
tratando de calmarse de la explosiva discusión, pero era
bastante difícil con los muebles destrozados y las
decoraciones arruinadas.
“Escúchame, Soohyun”, suplicó Yeji en voz baja. “Los
Kang nunca pondrán una mano sobre Taehyung, pero los
Kim sí. Jiwoo mi hermana es testaruda, pero no tiene el
corazón duro. Ama a Taehyung como lo haría con su propio
hijo. Jiwoo es la mejor opción para él”.
Taehyung casi se burló. Parecía que su madre no conocía
los verdaderos colores de los Kang. El hecho de que el
vizconde Kang nunca le hubiera puesto la mano encima a
Taehyung no significaba que no lo hubiera pensado antes.
“¿Taehyung?”
El doncel saltó al oír su nombre. Levantó la cabeza, solo
para darse cuenta de que sus padres en realidad no le
estaban hablando. De pie junto a las puertas ligeramente
chirriantes estaba una versión infantil de él.
“¿Mami, papi?”
La respiración de Taehyung se cortó. No estaba listo. No
estaba listo para ver las caras de sus padres, no estaba listo
para escuchar sus voces, no estaba listo para ver sus
expresiones amables. Especialmente cuando el último
recuerdo de ellos era inquietante.
“Oh calabazita, ¿te despertamos?” Soohyun preguntó
suavemente mientras abría las puertas un poco más.
Los ojos de Taehyung se agrandaron. Casi vomitó. En
lugar de la expresión amable de su padre, vio el mismo
rostro de la noche en que su padre fue envenenado. Sus
rasgos estaban distorsionados, su piel morada y azul,
mientras la vida se le escapaba.
Taehyung parpadeó una vez, de repente, no podía
respirar. Su padre estaba directamente enfrente de él
ahora, con ojos sin vida y una mueca en sus labios oscuros.
“¡Tú!” rugió, agarrando su garganta mientras lo
golpeaba contra el suelo.
Taehyung resolló de dolor, mientras trataba de gritar
pidiendo ayuda pero no podía. Arañó sus manos que
apretaban con fuerza su garganta. Luchó contra él,
pateándolo y luchando contra su propio padre.
“¡Nunca debiste haber nacido! ¡Deberías haber muerto
ese día! ¡Si ibas a vivir, deberías haber sido la Rosa
Dorada!”
El corazón de Taehyung se rompió en mil pedazos. Miró
a los ojos de su padre e instantáneamente, los recuerdos
volvieron a él. Como una imagen que se desarrolla ante sus
ojos, comenzó a recordar casi todo.
“¡¿Por qué, por qué por qué?!” exigió Soohyun con voz
enloquecida e indómita. “¿Por qué tuviste que nacer un
minuto después de Halloween? ¿Por qué no pudiste salir
antes? ¡¿Por qué naciste como doncel?!”
Su saliva voló sobre él, pero Taehyung lo miró con los
ojos muy abiertos. Su rostro estaba arrugado con pura
furia.
Fue entonces cuando Taehyung recordó exactamente lo
que sucedió la noche anterior a la muerte de sus padres. Lo
recordaba, detalle por detalle.
El príncipe heredero de Kastrem, su padre, trató de
estrangularlo hasta la muerte. La noche anterior al
envenenamiento de sus padres, Soohyun había intentado
asesinar a su propio hijo con las manos. Impulsado por el
remordimiento y el arrepentimiento, decidió suicidarse.
Poco después de descubrir su cuerpo, la princesa heredera
Yeji también se quitó la vida.
Taehyung fue la causa de la muerte de sus padres.

NO VALE LA PENA
“¿Estás aquí de nuevo?” Dorothy murmuró mientras
tomaba una taza de té de crisantemo tibio. Por alguna
razón, su gusto había comenzado a cambiar con los años.
Solía disfrutar de la acidez de los tés de frutas, pero ahora,
eran simples bebidas de flores.
Dorothy no tuvo que levantar los ojos de la taza de té
para saber que su nieto estaba furioso. ¿Cuándo no lo
estaba? Debajo de su mirada divertida y su gran sonrisa,
siempre estaba hirviendo de rabia.
Jungkook era una bomba de relojería. No pasaría mucho
tiempo antes de que explotara.
“Veo que estás irritado por mi intromisión otra vez”, dijo
Dorothy.
La silla a su lado chirrió con fuerza. Su nieto se dejó caer
y cruzó el tobillo sobre las rodillas. Había un brillo oscuro
en sus brillantes ojos rojos.
Dorothy siempre encontraba divertido que la luna lo
siguiera. Ambos estaban sentados junto a la ventana, pero
la luz de la luna bailaba solo sobre sus rasgos. Le dio un
aire de soledad, convirtiendo sus anchos hombros en un
delgado contorno. Y tal vez estaba solo, después de todos
estos años de gobernar solo.
“Tenía que hacer algo, ¿sabes?”, comentó Dorothy.
Dejó la taza de té y lo miró con una sonrisa divertida.
“Estabas actuando como un tonto, pavoneándote alrededor
del hijo de Yeji como si no supieras la verdad todavía”.
“Su nombre es Taehyung”.
La sonrisa de Dorothy se ensanchó. “Yo se quien es él.”
Jungkook no dijo nada más. Desvió la mirada hacia el
cielo nocturno. Estaba oscuro y carecía del brillo de las
estrellas. Delgadas nubes grises enmascaraban la pálida y
espantosa luna. Él lo prefería así. Las estrellas eran una
distracción para la belleza de la noche.
“Ahora que la Rosa Dorada ha sido revelada a la mitad
del consejo, ¿qué harás, idiota nieto mío?” preguntó
Dorothy. Sus dedos delgados y curtidos se envolvieron
alrededor de la taza de té caliente.
Había pasado un tiempo desde la última vez que Dorothy
probó la sangre de un animal y un humano. A pesar de que
ella era una Pura Raza, se había reprimido con las tabletas
dadas al resto de los Vampiros. De esa manera, su mente se
concentraría en hablar con los Altos Cielos, en lugar de
pensar en otra cosa.
“¿Planeas ir contra el destino?” Dorothy dijo con voz
ligera, llena de risa burlona. “Ya sabes lo que les pasa a los
que desafían al destino”.
Dorothy pasó el dedo por el borde de la taza de té. Un
solo crisantemo flotaba en la superficie, pero pronto se
hundió en las profundidades de la copa. El amarillo pálido
del té la hizo sonreír recordando. Le recordaba a la bonita
familia de cabello amarillo que se encontró con su
desaparición.
“Después de todo, eras muy cercano a una pareja que
hizo lo mismo, que desafío al destino”, dijo Dorothy
vagamente.
Jungkook miró perezosamente hacia su abuela. Sin
palabras, continuó observando el paisaje por la ventana.
Todavía podía ver a la rata acercándose cada vez más a la
ratonera. No pasará mucho tiempo antes de que Jungkook
capture a la rata que infesta cerca de su castillo.
“Estás destinado a casarte o consumir la Rosa Dorada
como mejor te parezca. Solo él puede ayudarte a recuperar
tu compasión y amor”, agregó Dorothy.
Ella frunció el ceño para sí misma. Hablar del pasado le
dejó un sabor amargo en la lengua. ¡Esa nuera idiota suya!
Si no fuera por la intromisión de esa mujer, nada de esto
habría sucedido.
Dorothy supuso que este era el castigo de Jungkook por
adquirir algo que no era suyo, para empezar.
La habilidad de Jungkook para aprovechar las sombras y
manipularlas era una habilidad que no debería haber
poseído. Pero después del experimento de sacrificio de
hace dos siglos, el poder de la noche estaba incrustado en
su sangre. Su corazón fue el sacrificio.
Debido a esto, su nieto nunca sería capaz de amar o
sentir compasión por los demás. A pesar de la falta de estas
cualidades, era un líder eficiente que condujo a Wraith a
una era de prosperidad.
“Cuando florezca la Flor Noble, crecerá una plántula en
una habitación vacía”, habló Dorothy con solemnidad. “Ese
es el destino de la profecía con la Rosa Dorada”.
Jungkook chasqueó los dedos sobre la mesa. Tap. Tap.
Tap. Había una mirada lejana y distante en sus ojos. Era
como si supiera algo que Dorothy ignora.
“¿Qué pasa, chico?” Dorothy exigió con voz sorprendida.
Su nieto nunca fue tan callado y obediente. A menudo
tenía mucho más que decir que esto. Sus ojos se movieron
hacia la dirección en la que él estaba mirando. Su atención
estaba en los jardines debajo de la torre.
“¿Quién puede decir que la Flor Noble es lo mismo que la
Rosa Dorada?” Jungkook murmuró con un borde
endurecido en su tono.
Dorothy abrió la boca, lista para refutarlo. Pero se obligó
a hacer una pausa. Todo el tiempo, ella creía que la Flor
Noble era lo mismo que la Rosa Dorada. ¿No era el oro algo
noble? ¿No era una rosa una flor? ¿Su nieto era estúpido?
“No sirve de nada aferrarse a falsas esperanzas”,
reprendió Dorothy. “Park Jimin es tu destino. Kim Taehyung
es una mera distracción”.
Jungkook arqueó una ceja, mientras una sonrisa
arrogante se extendía por su rostro.
“Taehyung correrá el mismo destino que su madre, Yeji.
Esto es un secreto silencioso, pero la pareja predestinada
de Yeji era Kang DongWook. La pareja estaba escrita en las
estrellas y su destino estaba sellado. Pero, ¿Al hijo de quién
se atrevió a dar a luz, Yeji? Al de Kim Soohyun”, escupió
Dorothy.
Solo pensar en el amante desafortunado la hizo
estremecerse de disgusto. Se compadeció de Kang
DongWook, quien perdió a su pareja y cualquier sueño de
su futuro juntos. El día que el príncipe heredero Soohyun
irrumpió en la boda, armado con soldados y armas, fue el
día en que todo cambió.
“Kim Soohyun reescribió el destino no solo de él mismo
sino también el de su esposa e hijo. Ahora, el pobre chico
se quedó con la carga de las malas acciones de sus padres”,
agregó Dorothy.
“Tal vez si Yeji nunca se hubiera casado con Soohyun,
entonces nunca hubiera habido un usurpador de Kastrem”,
siguió Dorothy con un tono venenoso.
Dorothy aborrecía absolutamente a los que desafiaban al
destino. Ella era la mensajera de los dioses y era su deber
asegurarse de que su propia familia no cometiera el mismo
error.
“Si Soohyun se hubiera casado con su compañera
predestinada, la princesa de un país extranjero, él todavía
estaría vivo. Fue su culpa que la familia de la princesa
nunca perdonó a los Kim por su traición y se rebeló contra
Kastrem, sabiendo que el karma pasaría factura”.
Dorothy apartó la mirada de los jardines. Volvió a centrar
su atención en su nieto y le dirigió una mirada mordaz. “La
tragedia de Yeji Rose y Kim Soohyun sirve como una gran
advertencia para todos aquellos que piensan en
desobedecer a los Cielos. Deben aprender de su error y
nunca cometer los mismos”.
“Eres genial para darle la vuelta a su historia de amor a
tu favor”, felicitó Jungkook con voz dudosa.
“Es la verdad”, dijo Dorothy con una mirada seria.
“No conoces su verdadera historia, así que no puedes
juzgarlos, abuela”. Jungkook se levantó de su silla. No
necesitaba escuchar sobre el pasado cuando él mismo
estuvo allí para experimentarlo.
Además, Jungkook tenía mejores cosas que hacer. Su
teléfono dentro de su bolsillo había sonado. Detectó un
movimiento en la habitación de Taehyung. Se suponía que
estaba dormido. ¿Por qué se movía tanto?
“Jungkook,” Dorothy se dirigió con dureza. “¡Los Kim te
han engañado durante veinte años! Ya sabes que Taehyung
no es la Rosa Dorada, y que sus padres intentaron robarle
el protagonismo a Park Jimin. ¿Por qué estás tan
obsesionado con ese impostor?”
Jungkook amplió su sonrisa, para su consternación. “¿Por
qué no?”
Dorothy se burló de su audacia. “¿Cómo puedes estar del
lado de los pecadores? Debido a la intromisión de la familia
Kim, ¡Park Jimin siempre pensó que su cumpleaños era
antes de Halloween! Pero nació a medianoche, el treinta y
uno de octubre a las 00:01 am de Halloween. Sin embargo,
toda su vida, se vio obligado a celebrar un cumpleaños
equivocado”.
Jungkook se encogió de hombros. “¿Y eso debería
importarme, porque…?”
Dorothy jadeó hacia él. Se puso de pie con incredulidad,
incapaz de entender a este rebelde nieto suyo. Ella no lo
crió para ser tan terco. La vida no estaba de su lado. De tal
padre, tal hijo, una vez que se fijaron una meta, harían todo
lo posible para tener éxito.
“La Rosa Dorada está justo en nuestro Reino. ¡Todos los
gobernantes de todos los rincones de este mundo quieren
su mano en matrimonio! Tenemos la oportunidad perfecta,
¿pero te niegas a aprovecharlo? ¿Has perdido la cabeza?”
Dorothy se quejó.
Jungkook levantó una ceja. “¿Desde cuándo estoy
cuerdo?”
“Jungkook,” Dorothy se dirigió bruscamente. “Kim
Taehyung no vale la pena”.
Jungkook se volvió hacia su abuela. Tenía la expresión de
un tramposo. “Eso es para que tú lo creas y yo decida”.

COMEDIANTE PERSONAL
Taehyung salió disparado de la cama, sin aliento y
arañándose la garganta. Sus ojos ardían con lágrimas que
nunca caían. Sentado en posición vertical, sólo podía tomar
bocanadas de aire demacradas. ¿Cómo fue esto posible?
¿Por qué fue esto posible? ¿Qué estaba pasando
exactamente?
“¿P-Padre trató de matarme?” exhaló, sus ojos temblaban
de incredulidad. Él se negó a creerlo. Su padre, gentil y
amable, nunca le haría tal cosa.
¡Él nunca intentaría matarlo!
Taehyung no podía entenderlo. Pero, ¿qué otra
explicación había para ese sueño? Se sintió real. Había
experimentado la sensación de que alguien le agarraba la
garganta y lo apretaba, mientras el mundo desaparecía
gradualmente de sus ojos.
La gente dice que tu vida pasa ante tus ojos cuando estás
a punto de morir.
Taehyung lo había presenciado antes. Había visto toda su
infancia desarrollarse como una película. Iba a la velocidad
de la luz, pero por alguna razón, podía ver cada imagen
perfectamente. Pero luego, todo se detuvo en seco, cuando
de repente pudo respirar de nuevo.
“No puede ser verdad…” su voz se quebró hacia el final.
Enterró su cara en sus manos y furiosamente contuvo las
lágrimas.
“¿Por qué padre trató de matarme?” susurró para sí
mismo.
Sus manos bajaron lentamente y se vio obligado a
contemplar esta pregunta por un momento. Notó que sus
dedos temblaban, como el resto de su cuerpo. Todavía no
era invierno, pero ya estaba empezando a sudar frío que se
sentía como hielo en la piel.
“¿Qué hice mal…?”
No podía entender. Siempre había sido un hijo obediente.
Rara vez les causaba problemas a sus padres. Las pocas
veces que lo regañaron fue porque accidentalmente había
roto algo.
“Mi dulce,” murmuró una voz suave.
Taehyung saltó de miedo. Su cabeza giró bruscamente
hacia el lado izquierdo de la habitación, donde se habían
abierto las puertas. Jungkook estaba parado allí con una
expresión indiferente.
“¿Por qué estás despierto?” preguntó con voz profunda.
“J-Jungkook…”
El mayor inspeccionó sus rasgos. Su cabello era un
desastre, y había lágrimas no derramadas en sus ojos. Él
entrecerró los ojos sobre su cuello. Vio marcas de uñas de
color rojo brillante. A juzgar por su reacción, tuvo una
pesadilla.
De repente, recordó el pasado, donde el menor vagaba
por su castillo por la noche. Él lo regañaría y le advertiría
que se comportara. Pero éste siempre se aferró a él,
ingenuo como siempre, creyendo que él podría ahuyentar a
sus demonios.
Este pequeño tonto.
“Es pasada la medianoche, cariño. Deberías estar
durmiendo”. Jungkook cerró silenciosamente las puertas
detrás de él.
“Y-yo tuve una pesadilla.”
“Ya veo”, respondió con calma.
El pelinegro se acercó a la cama y colocó suavemente sus
manos sobre la parte superior de sus brazos. El contrario lo
miró, una mirada frenética en sus hermosos rasgos. Tenía
los ojos húmedos, pero no dejó escapar las lágrimas.
“Vamos a llevarte de vuelta a la cama, cariño”. Lo inclinó
de espaldas a la cama.
El menor lo miraba como si le hubieran crecido tres
cabezas. ¿Qué era tan sorprendente?
“¿Qué ocurre?” Jungkook bromeó suavemente con él.
Llevó las mantas hasta su pecho e ignoró el hecho de que
todavía llevaba puesto el traje. Le pediría que se cambiara
mañana cuando estuviera más consciente de su entorno y
le diera su consentimiento.
“¿Soy tan guapo que no puedes apartar la mirada?” se
rió entre dientes mientras le pellizcaba la mejilla. Ni
siquiera sus bromas lo desconcertaron.
Los labios de Taehyung temblaron mientras sostenía con
fuerza sus manos.
Jungkook se quedó helado. El menor se aferró a él con
todo su cuerpo. Taehyung abrazó sus manos como si fuera
un osito de peluche sobre su pecho. Temblaba como una
presa atrapada en la mandíbula de un depredador.
“Dios mío, ¿qué podría haberte asustado hasta este
punto?” preguntó Jungkook. Mantuvo su voz tranquila y
serena. No había necesidad de asustarlo aún más.
“¿Hmm?” deslizó una mano lejos de su agarre. Como
resultado, Tae abrazó su otra mano aún más fuerte.
Jungkook se preguntó si Taehyung le habría hecho lo
mismo a Yugyeom. ¿Se arrojaría sobre él y le rogaría que se
quedara? ¿Yugyeom era sólo uno de sus muchos edredones
que lo calmaban? La idea lo complacía más que lo enojaba.
Pronto, él sería el único que quedaría.
Pronto, no habría más Yugyeom. No más Kang’s. No más
torturadores. Pronto, Taehyung estaría completamente solo
en este mundo, sin nadie en quien confiar más que él.
Ni siquiera tendría que recordarlos. Sería como si nunca
hubieran existido.
“Tuve un sueño…” susurró débilmente.
Jeon levantó una ceja. La noche aún era joven. Tenía todo
el tiempo del mundo para acompañarlo. Por lo tanto, tomó
asiento en el borde de la cama. Pero el menor lo sorprendió
sentándose de repente.
“¿De qué se trataba el sueño?” Jungkook preguntó con
voz divertida. Extendió la mano y apartó el cabello de sus
ojos. Su piel era suave y tersa. Quería hacer algo más que
acariciarlo.
“M-mis padres”.
El pelinegro se puso rígido. Su sonrisa se volvió forzada
mientras esperaba que continuara.
“Era sobre el pasado olvidado”.
Su mirada se volvió gélida. ¿Tae lo recordaba? ¿Estaba
desapareciendo finalmente el hechizo sobre el menor?
“¿Sí?” él lo instó a que siguiera.
“Y-y…” se desvaneció, sus labios temblando.
Jungkook lo miró con desagrado. Estaba temblando como
si el invierno hubiera llegado temprano. Conteniendo una
queja, lo rodeó con sus brazos. Con facilidad, el menor se
deslizó sobre su regazo. La cola de su atuendo cubrió todas
sus piernas, calentándolo innecesariamente.
“Ya, ya”, murmuró el pelinegro con voz robótica e
indiferente. Dando palmaditas en la espalda ajena.
Jungkook nunca antes había consolado a alguien. No
sabía cómo, ni quería. La compasión nunca fue su fuerte.
Ni siquiera sabía lo que significaba simpatizar con el dolor
de otra persona.
“E-eres terrible para consolar a la gente”, habló
débilmente.
Jungkook rió sarcásticamente. “Eres una cosita tan
quisquillosa”.
A pesar de sus palabras, Tae estaba descansando su
rostro sobre su hombro grande y confiable. Abrazarlo era
como abrazar un cubo de hielo. No eludía ninguna calidez,
lo cual no era una sorpresa. Los vampiros eran criaturas de
sangre fría. Les gustaban las temperaturas gélidas y
odiaban todo lo que tuviera que ver con el fuego. Aun así,
envolvió sus brazos alrededor de su cuerpo.
Había algo tan reconfortante en él… Taehyung no podía
entenderlo. Tal vez fue la sensación de déjà vu lo que lo
inundó. Sintió que ya se había sentado en este regazo antes
mientras él lo consolaba con cautela pero vacilante.
“No estás en posición de escoger y elegir, pero aun así
hazlo”, dijo el pelinegro. “La audacia que tienes es
indiscutible”.
Jungkook continuó acariciando la parte posterior de su
cabeza. Cada pocos segundos, sus dedos se entrelazaban a
través de su cabello. El menor respondería inclinándose
más cerca de él. Por alguna razón, a Jeon no le importaba.
Hubo un extraño movimiento en su pecho, pero lo ignoró.
Tal vez estaba desarrollando algún tipo de enfermedad en
el pecho.
“Quizás esto es lo que más me divierte de ti”, señaló.
Jeon apoyó su otra mano sobre su espalda baja. Lo
mantuvo en su lugar y lo presionó aún más contra él.
“¿Qué es lo que no encuentras divertido en mí?” se quejó
sobre su hombro.
“Eso es imposible. Todo en ti es entretenido, cielo”,
respondió con sinceridad.
“¿Qué soy? ¿Tu comediante personal?”
Él se rió suavemente en respuesta, acariciando la parte
posterior de su cabeza con más afecto. “Por supuesto que
no, cariño. Eres mi futuro esposo”.
Taehyung pensó que estaba bromeando con él, pero su
voz sonaba seria. Por lo tanto, no se quejó. Continuó
descansando sobre sus hombros, esperando que su frío
abrazo lo calmara. Por alguna razón, lo hizo, a pesar de su
falta de palabras y acciones de consuelo.
Taehyung lo encontró extraño. Estando en sus brazos,
recordó un recuerdo borroso. ¿Ha sucedido esto antes? ¿Lo
cargó en sus brazos y lo arrulló para que se durmiera? no
podía recordar.
“¿Te has calmado, mi dulce?”
Taehyung asintió en silencio.
“Bien”, dijo Jungkook con voz endurecida. “Ahora, tienes
la energía para explicar qué te hizo infeliz”.

ACUÉSTATE
Taehyung lo miró sin decir palabra. Estaba vacilante.
Había tantas cosas que podían salir mal al decir la verdad.
Pero no estaba a favor de decir mentiras, especialmente a
su futuro esposo. Él lo miraba con una mirada endurecida,
pero vio la sinceridad detrás de la fachada.
“Soñé con mis padres…” confesó.
Jugueteó con sus dedos, entreteniendose con ellos con la
esperanza de distraerse. Sintió el tartamudeo incluso antes
de que llegara. Trató de reprimirlo, sabiendo que su
ansiedad era la causa de ello. Si solo tomara algunas
respiraciones profundas, sería suficiente para aclarar su
mente.
“¿Una pesadilla?” preguntó Jungkook.
Taehyung asintió un poco.
“Ya veo, cariño”.
Jungkook continuó acariciando la parte posterior de su
cabeza. Su madre solía hacerle lo mismo cuando era niño
cuando estaba alborotado. Había pasado mucho tiempo
desde la última vez que la había visto. Se suicidó poco
después de descubrir que su propio hijo no podía amarla,
sin importar lo que hiciera. Y ella era la causa de ello.
“¿De qué se trataba?”.
“E-el sueño me hizo recordar algo desagradable”,
tartamudeó.
“¿Eso eso así?”
“Me gustaría no hablar de eso, Jungkook”.
“¿Por qué no?”
Taehyung levantó la cabeza. ¿El mayor no sabía acerca
de los límites? Al ver su sonrisa descuidada y su mirada
profunda, recibió su respuesta. Estaba aquí sólo para
avivar su propia curiosidad.
“No me siento cómodo…”
“Si es algo desagradable, puedo ayudarte a olvidarlo”.
Por supuesto, solo el menor lo olvidaría, pero él lo
recordaría bien.
“¿Y cómo puedes ayudarme a olvidarlo?” Taehyung
preguntó vacilante.
“Solo tienes que confiar en mí, cariño”.
Jungkook vio el parpadeo en sus ojos. Ahora lo observaba
aún más, con duda e interés. Por una vez, vio los
pensamientos corriendo por su mente. Quería saber cómo y
por qué él iba a borrar sus recuerdos.
No era difícil. Jungkook lo había hecho antes. De hecho,
lo había hecho varias veces cuando asistió al funeral de
Soohyun y Yeji. Debajo de un sauce que se balanceaba, se
arrodilló ante Taehyung y barrió todos sus malos
recuerdos. En ese momento, Jungkook no lo sabía, pero
también había borrado su presencia en la vida del rubio.
Al final, Jungkook le había causado amnesia. ¿Pero por
qué? Él tenía la intención de borrar todos los recuerdos no
deseados. ¿De niño, Taehyung lo veía como algo
desagradable?
“E-está bien…” Taehyung finalmente respondió.
Jungkook volvió a la realidad, pero con gran
insatisfacción. Este bonito doncel en su regazo estaba
siendo acariciado como una mascota. Pero en el pasado,
¿Éste lo veía como algo horrible? ¿Lo suficientemente
horrible como para que él fuera parte de sus malos
recuerdos?
“Estás molesto”, señaló Taehyung con voz sombría. Tocó
su rostro, sus dedos alisando el pliegue en su frente.
Jungkook casi se burló en respuesta. Tae era excelente
para distraerlo. Un solo toque fue suficiente para captar su
atención. No queriendo más sus caricias, suavizó su
expresión, cambiándola de nuevo a una arrogancia
indiferente.
Sus ojos se abrieron con sorpresa e instantáneamente
dejó caer sus manos, dándose cuenta de sus acciones.
“Siento haberte tocado”, dijo con gran seriedad.
Jungkook prácticamente podía ver sus orejas y cola
caídas por la decepción. Contuvo un suspiro y sacudió la
cabeza.
“Pero también deberías disculparte por tocarme y
agarrarme siempre”, agregó.
Jungkook soltó una mueca de incredulidad. “Nunca has
rechazado mis toques antes”.
Taehyung lo miró boquiabierto. “¿Cómo puedo
rechazarlo cuando me agarras con tanta fuerza?”
“Diciéndome que te deje ir”, dijo inexpresivo.
“¿Y lo harías?”.
“Probablemente”, respondió Jungkook. ¿Lo haría?
Siempre había respetado el consentimiento. Él no haría
nada si Tae se sintiera incómodo.
“Eso no suena muy convincente…”
“Parece un problema personal tuyo, cariño”.
Jungkook se rió cuando el menor le dio una palmada en
el pecho. Ni un segundo después, se enterró de nuevo en
sus brazos. Lo más probable es que estuviera escondiendo
su mirada y su deseo de lastimarlo. Era divertido.
“Está bien, está bien, dejaré de molestarte durante cinco
minutos”, se rió Jungkook. Lo agarró de las muñecas y lo
apartó de él. Efectivamente, vio su profundo ceño fruncido
y su malhumorado puchero. Tae estaba de mal humor, y él
se regodeaba.
“Entonces…,” empezó con un ronquido de su garganta,
esperando sonar más serio con él. Pero era difícil hacerlo
cuando sus labios amenazaban con sonreír. Era muy
entrañable, como un animalito.
Tal vez por eso Jungkook no pudo encontrar en sí mismo
lastimarlo. Incluso un monstruo como él no podría lastimar
algo tan delicado. Pero, sinceramente, necesitaba algo para
pasar el tiempo. Incluso si era el chico en su regazo quien
huyó de él. Aunque fuera hijo de mentirosos que intentaron
engañar al Rey.
“La pesadilla”, habló con voz fría.
“No quiero olvidarlo”, soltó de repente.
Taehyung lo decía en serio. Tan desagradable como era,
quería recordarlo. Necesitaba profundizar más y descubrir
por qué. ¿Por qué su padre trató de estrangularlo? ¿Por qué
parecía tan angustiado? ¿Fue realmente porque él era un
doncel? ¿Fue realmente por su cumpleaños? ¿Cuál era la
causa de ello?
¿Su padre tenía que lastimarse solo porque lo había
lastimado?
“Claro”, respondió vagamente Jungkook. “Ahora dime.”
Taehyung comenzó a explicarle desde el principio. Habló
sobre las discusiones de sus padres sobre su custodia en
caso de su muerte. Fue una conversación extraña, como si
supieran que sus muertes se avecinaban en la esquina.
Luego, habló de sus rostros morados por el
envenenamiento, o tal vez, la falta de oxígeno en su cuerpo.
Y luego, habló de la audaz verdad.
“Yo podría haber sido la causa de la muerte de mis
padres”, finalizó con voz mansa.
Taehyung de repente quiso cavar un hoyo y enterrarse en
él. Ahora que había hecho esta confesión, se dio cuenta de
lo dura que era. ¿Qué iba a pensar el mayor de él?
Seguramente, no serían pensamientos agradables.
“Tuviste una noche difícil, cariño”, habló finalmente
Jungkook.
Taehyung asintió irónicamente. Parecía que Jeon no
divulgaría su historia. Ya sea que éste lo viera diferente o
no, eso no cambiaría lo que sentía por él. Estarían juntos
por no más de un año. Eso era todo.
“No te mantendré despierto por más tiempo, cariño”, él
lo deslizó fuera de su regazo y lo colocó sobre la cama.
Taehyung se sentó allí, estupefacto y mirándolo
fijamente. De repente, recordó sus armas, que todavía
estaban atadas a sus tobillos. Podía sentirlo presionando su
carne, y se preguntó si él también lo había sentido. De
seguro que sí.
“Con lo que acabo de contarte ¿Tú perspectiva hacía mi
empeoró?” preguntó Taehyung con voz clara y fuerte.
Necesitaba saber la verdad.
Jungkook lo miró. Su rostro era difícil de descifrar. Ojos
fríos y aterradores, labios finos y suaves, era un torbellino
de misterios. Deseaba desentrañar cada pedacito hasta que
no quedara nada.
“No eres el único niño que ha causado la muerte de sus
padres”, soltó Jungkook en un tono frígido.
Taehyung parpadeó. “Oh.”
“Ahora duerme”, ordenó en una voz más suave, como
plumas sobre la carne.
“¿Te irás entonces?”. Preferiría que él no lo estuviera
viendo dormir en la esquina de su habitación, como un
acosador espeluznante.
Jungkook se rió con indiferencia. “Esa vez fue una
ocurrencia única. No voy a faltar a mi palabra”.
Taehyung asintió vacilante. Quería quitarse este pesado
traje, pero no podía. Revelaría las armas. Necesitaba
esconderlos una vez que él saliera de la habitación.
“Entonces la puerta está justo ahí”, el rubio señalo hacia
la salida.
“Este es mi castillo. Sé dónde está la puerta”, resopló
Jungkook. Metió las manos en los bolsillos y lo miró
fijamente.
“No me iré hasta que te acuestes y duermas”.
Taehyung lo encontró como si estuviera obsesionado con
cuidarlo. Pero no podía culparlo. Estaba bastante débil.
Antes no era así.
Hace una década, tenía su propia voz, hacía lo que le
placía y hablaba como quería. Nadie lo controlaba. Y sin las
riendas que lo ataban de la tía Jiwoo, Taehyung estaba
volviendo lentamente a su yo anterior.
“Está bien”.
Taehyung se deslizó debajo de las sábanas y se tumbó
boca arriba. Cerró los ojos y escondió sus manos dentro de
las cálidas cobijas. No pasó mucho tiempo antes de que
escuchara sus pasos alejándose. Resonó silenciosamente en
su habitación, como el clic de un gatillo.
“Ah, ¿y Taehyung?”
Abrió los ojos y volvió la cabeza hacia la puerta. Sus
labios se curvaron en una leve sonrisa.
“Feliz cumpleaños cariño.”
Taehyung parpadeó rápidamente. No creía que él lo
supiera. Antes de que pudiera siquiera sonreír, él salió por
la puerta. Jungkook se había ido.

Ahora creo q ya podemos entender el porqué Jungkook


es así, frío, indiferente, no mide sus palabras, etc.
Ahora se entiende el porque en anteriores caps se hacía
mención que Kook no debería sentir preocupación por Tae.
Es porq Kook carece de emociones, gente. Por eso él se
siente raro cuando siente algo nuevo en su pecho y por
ende no sabe expresarlo ^^
No es que Kook sea Malo con Tae apropósito, sólo que
apenas está aprendiendo sobre las emociones ^^
—Day, lovetajeon
12. XI

UN LATIGAZO POR CADA SEGUNDO


Taehyung esperó unos segundos más. Una vez que
estuvo seguro de que él se había ido, instantáneamente se
enderezó.
Se levantó el pantalón para revelar las dos pistolas
atadas. Hoy temprano, no tuvo la oportunidad de
examinarlos adecuadamente. Pero estaba completamente
oscuro en su habitación y tampoco podía verlos con
precisión. Sin embargo, la luz de la luna había entrado en
su habitación, dándole un brillo inquietantemente hermoso.
Se deslizó fuera de la cama y acercó las armas a la
ventana. Sus ojos se abrieron de par en par al ver el Desert
Eagle, una elegante pistola plateada con empuñadura
negra. Podía contener nueve balas, pero eso era todo lo que
necesitaba para acabar con la gente. Pasó los dedos por los
bordes metálicos y sus labios se curvaron con satisfacción.
Había un débil dibujo de una rosa floreciente con tallos
espinosos envueltos alrededor del arma. Las iniciales
doradas estaban talladas cerca del mango.
“KTH” Taehyung sabía que esta decoración debía haber
sido obra de Jimin. Parecía que había encargado a alguien
de su empresa que lo fabricara.
El agarre de Taehyung se intensificó en las armas. La tía
Jiwoo nunca le permitía acercarse a nada peligroso. Pero su
tía no sabía la verdad. En secreto, Yugyeom siempre lo
había entrenado, ya fuera en técnicas con cuchillos o en
cómo disparar correctamente. Esto último siempre se hizo
en secreto, donde él lo guiaba a lo profundo del bosque
detrás de su propiedad.
“Me pregunto por qué…” murmuró Taehyung para sí
mismo.
Nadie había intentado nunca matar a Taehyung. No hubo
una sola persona que le enviara amenazas de muerte. Era
como si él hubiera sido completamente olvidado de este
mundo. No había necesidad de que entrenara más, pero su
padre se aseguró de que todavía le estuvieran enseñando,
incluso no estando presente.
“Ha pasado un tiempo desde que señalé con esto a
alguien”. Conteniendo un pequeño suspiro de alivio, giró
sobre sus talones. Esperaba que el día nunca llegara.
Se preguntó dónde podría esconder el arma. No podía
mantenerlo entre sus tobillos para siempre, especialmente
cuando llegara el día siguiente. Jean y Jenny notarían
instantáneamente que algo andaba mal si él se negaba a
dejar que lo bañaran.
“Tal vez debajo de mi cama…”
Pensó que las almohadas se cambiaban con frecuencia,
así como las sábanas. El único lugar que estaba a salvo de
miradas indiscretas era la cama.
Se puso de rodillas y luego levantó el colchón.
Efectivamente, había un lugar hueco debajo de su cama.
Metió ambas armas allí debajo, incluidas las fundas.
“Ah, pero entonces los conserjes sabrían…”
Taehyung dejó escapar un pequeño resoplido y se puso
de pie, ambas armas en la mano. ¿Dónde se suponía que
debía esconderlo?
“Tal vez el armario”.
Rápidamente se aventuró en el gran vestidor. Mucha
ropa estaba siendo colgada. En el fondo, había un arreglo
de abrigos y trajes. Instantáneamente, sus ojos se
iluminaron al ver los atuendos largos hasta el suelo. Eran
hermosos, pero a él solo le importaba la longitud.
“Este sería un lugar perfecto”.
Nadie se atrevería a profundizar tanto en su armario y
luego buscar a tientas los atuendos.
Hojeó las gabardinas más largas, especialmente las que
tenían colas ligeras y múltiples capas. Finalmente,
encontró un rincón para esconder las armas.
“Allí, todo listo”, dijo mientras se sacudía las manos.
Taehyung se estiró y comenzó a desvestirse. Sus
hombros cayeron de alivio cuando se quitó el traje y se
puso una bata de dormir. Recogió su ropa y con cautela lo
colocó sobre uno de los sofás de su habitación.
“Tengo que devolverle esto a Jungkook mañana”.
Era un atuendo impresionante del que apenas podía
apartar los ojos. Incluso sin luces deslumbrantes que lo
iluminaran, el traje parecía brillar.
Sin duda, era costoso. La tía Jiwoo probablemente se
habría desmayado por el precio.
“Espero que esté bien”, murmuró. Tocó su collar y desvió
la mirada.
La gente siempre decía que la tía Jiwoo era una mujer
difícil. Era estricta y recta. Si la gente no cumpliera con sus
demandas, habría un profundo ceño fruncido en su rostro.
Pero la tía Jiwoo nunca le había levantado la mano a
Taehyung. En cambio, solía abrazar al niño pequeño y
calmarlo para que se durmiera.
“Se volvió más estricta cuando crecí”, se dio cuenta.
Comenzó en su decimotercer cumpleaños. Cuando
empezó los cambios en su cuerpo. Desde entonces, la tía
Jiwoo había comenzado sus severas lecciones de etiqueta.
Con esas lecciones vinieron muchas reglas.
“Madre la amaba mucho… Así que yo también debería”.
Fue una decisión que Taehyung tomó en el momento en
que puso un pie en la Mansión Kang. Aunque la tía Jiwoo
era mayor que Yeji por una década, Taehyung todavía veía
fragmentos de su madre dentro de la tía Jiwoo.
Especialmente en la forma en que su tía sonreía, o cuando
solía acariciar las mejillas de Taehyung.
“Pero Yugyeom tiene razón”, suspiró suavemente.
“Debería ser más consciente”.
Taehyung no sabía qué hacer. No tenía sentido llorar
sobre la leche derramada. Revolcarse en el pasado no
cambiará su futuro. La próxima vez que viera a la tía Jiwoo,
pondría en palabras sus pensamientos sobre las personas
que lo rodeaban. Quizás entonces, la tía Jiwoo cambiaría.
Con ese plan en mente, se subió a la cama. Se acurrucó
en las mantas que le recordaban la seda que se usaba en
Kastrem.
Jungkook se apoyó en las paredes directamente al lado
de las puertas de la habitación del menor. Podía oír el suave
sonido de sus pasos contra el suelo frío y pulido. Le recordó
a la lluvia en los tejados, antes de convertirse en una
llovizna tranquila. Pronto, los pasos desaparecieron. Lo
más probable es que ya estuviera en la cama.
Bien.
No lo necesitaba deambulando por el castillo como solía
hacer en el pasado. Ahora que se anunció su presencia,
habrían demasiadas personas apuntando a su vida.
“Él nunca dijo nada sobre mirarlo desde el exterior de su
habitación”, murmuró para sí mismo con una sonrisa
perpleja.
“Hmmm, a las mazmorras o a la cámara de tortura… qué
hacer…” Jungkook se cruzó de brazos y reflexionó sobre el
castigo por tocar a su prometido, muy íntimamente
también. Sus labios se curvaron en una sonrisa de
satisfacción cuando se le ocurrió una gran idea.
Un dedo por cada segundo que Yugyeom lo tocó.
Los ojos de Jeon parpadearon. Era un plan fantástico. Y
no era como si alguien lo extrañara. La familia Kang estaba
ansiosa por deshacerse de ese guardaespaldas. Jungkook
simplemente borraría los recuerdos de Yugyeom de la
mente de Taehyung. Era una idea brillante.
“Hmm, solo tiene diez dedos. Lástima”, dejó escapar un
suspiro decepcionado. En ese momento, pensó en un
castigo más sádico. “Un latigazo por cada segundo es
mucho mejor. Para cuando termine, será un perro
domesticado con la cola metida entre las piernas”.
La boca del pelinegro se abrió en una gran sonrisa,
revelando las puntas afiladas de sus colmillos. Fue una idea
maravillosa. Y ahora, solo tendría que esperar a que Yoongi
y Joongki trajeran la rata de la ratonera.

NUNCA
Jungkook entró en silencio a la habitación de Taehyung.
Para sorpresa de nadie, él mismo se había quitado el traje.
Estaba acurrucado en las mantas, de espaldas a él. Se
acercó sin decir palabra al pie de la cama y observó su
expresión dormida. Sus labios rosados estaban
entreabiertos y sus pestañas eran bastante largas.
“Duerme bien, cariño”, murmuró.
Le pasó una mano por la frente, mientras sombras en
espiral oscuras envolvían su palma. No quería hacer esto,
pero debía hacerlo. Era su promesa a Soohyun y Yeji. Él se
aseguraría de que el menor no tuviera más que recuerdos
felices de su infancia.
De nada sirvió el recuerdo que tuvo en sueños y la causa
de la muerte de sus padres. El menor no necesitaba
recordarlo.
“Cuando llegue mañana, ya no sentirás pena”, murmuró.
La oscuridad parpadeó en las palmas de Jungkook. Esto
le trajo recuerdos del pasado, cuando Tae se aferraba a sus
pantalones con cariño, escondiendo su rostro en ellos. En
ese entonces, él había hecho lo mismo: Borrar sus
recuerdos infelices.
“No”.
El pelinegro se sobresaltó cuando él agarró su mano con
las suyas frágiles. Estaba completamente despierto con
ojos grandes y enojados. Instantáneamente, las sombras
desaparecieron y su palma volvió a la normalidad.
“¿Qué haces completamente despierto, cariño?”
Jungkook dijo como si no tratara de ocupar su magia con él.
Se sentó al borde de la cama. Sin saberlo, subió las mantas
hasta su barbilla.
“¿Qué acabas de hacer?” Taehyung cuestionó mientras
se deslizaba más lejos de él.
“Solo un hechizo para ayudarte a dormir mejor, cariño”,
murmuró con tranquilidad. Él le sonrió y apartó el cabello
de sus ojos.
“No me toques”, espetó moviéndose hacia el centro de la
cama y lejos de él.
La mano del pelinegro se congeló en el aire. Una mirada
oscura cruzó sus rasgos afilados antes de que su sonrisa se
ensanchara. La punta de sus colmillos sobresalía
ligeramente. Sus ojos brillaron rojos en una advertencia.
Estaba furioso por sus palabras, pero tuvo la paciencia para
tolerarlas.
“¿Estás molesto por mi ayuda, cariño?” Retrajo sus
manos y las mantuvo sobre su regazo.
El menor lo observaba como un animal cauteloso antes
de lanzarse al bosque en busca de seguridad. Estaba
aterrorizado, sus ojos temblaban. Se agarró con fuerza a
sus mantas como si fuera un escudo de seguridad que
pudiera mantenerlo a salvo.
“Dije que no quería olvidar”, respondió fríamente
Taehyung.
Jungkook se sorprendió. ¿Finalmente sabía cómo
defenderse a sí mismo? Esperaba que tartamudeara y que
sus labios temblaran. Sorprendentemente, cuando se
trataba de sus creencias, el menor las expresaba bien. Al
menos, en su presencia. Había escuchado cuánto de
repente comenzó a tartamudear cerca de Yugyeom.
“Solo quería hacerte feliz, Taehyung”.
Éste negó con la cabeza. “Querías hacerlo para tu propio
beneficio”.
Jungkook levantó una ceja. “Ilumíname, Taehyung”.
El agarre del rubio se hizo más fuerte en la manta.
Todavía estaba acostado en la cama, porque había estado
paralizado por el miedo.
“Si me olvido de esa pesadilla, entonces no tendrás que
preocuparte por mí. Seré el mismo títere ingenuo que crees
que soy”, habló Taehyung con una voz pequeña, como el
susurro de las hojas.
Jungkook levantó la cabeza y amplió su sonrisa. El menor
seguía siendo su pequeña marioneta ingenua. Con o sin
esos recuerdos. Qué divertido de su parte pensar que era
más que eso.
“¿Quién dijo que estaba preocupado por ti?” El pelinegro
susurró. Se levantó en toda su estatura, observando cómo
su respiración se quedaba atrapada en su garganta.
“Y-Yo solo pensé—”
“Pensaste mal.” le lanzó una mirada de puro humor antes
de negar con la cabeza.
Por alguna razón, el pecho de Taehyung comenzó a doler.
Era un dolor retorcido, como espinas arañando su piel. No
esperaba su cruda respuesta, pero ¿Quién se creía
Taehyung que era?
El mayor nunca lo había mirado con más interés que un
depredador, nunca se preocupó por sus sentimientos,
nunca lo trató más que a un juguete. Por alguna razón,
dolía. Y Tae no entendía por qué.
“Me alegro”, respondió finalmente Taehyung. “Eso hará
que nuestro divorcio después de un año sea mucho más
fácil”.
En ese momento, la temperatura descendió por debajo
del punto de congelación. Las ventanas no estaban
abiertas, pero había un viento feroz en la habitación. La
manta nunca podría mantenerlo a salvo del frío penetrante.
“¿Qué?” Su voz era apenas un susurro. Una sola palabra
sonaba como una sola amenaza. Estaba furioso.
“El divorcio”, repitió lentamente, como si estuviera
sordo. “Después del año, estoy obligado a dejarte”.
Taehyung saltó cuando de repente se rió con un sonido
atronador, carente de calidez. Él lo miró como si hubiera
roto su reliquia familiar y atropellado a su cachorro. Había
tanto disgusto y furia en sus ojos, que el menor no entendía
por qué.
¿Por qué Jeon estaba furioso con él? ¿Por qué lo estaba
mirando fijamente? ¿Dijo algo malo? Todo lo que hizo fue
repetir la verdad. ¿Fue tan difícil escuchar esas palabras
para que reaccionara así?
“No me vas a dejar, Kim Taehyung Rose. Ni en esta vida,
ni en las siguientes. Seguiré buscándote, incluso cuando te
reencarnes y no tengas ningún recuerdo de mí”.
Los labios del doncel se separaron. Retrocedió cuando él
se lanzó hacia adelante. Estaba directamente frente a él
ahora. Pero éste no lo tocó. Con sus ardientes ojos rojos,
bien podría haberlo agarrado por la garganta.
“Me perteneces, Taehyung, y siempre lo harás. No lo
aceptaré de otra manera. Incluso si muero, te perseguiré y
te mantendré a mi lado”.
El menor estaba aterrorizado. ¿Exactamente de quién se
enamoró? ¿Exactamente quién era este hombre frente a él?
¿Se dio cuenta de lo obsesivo y espeluznante que sonaba?
“Suenas como un loco asesino en serie”, soltó con ojos
temblorosos.
Taehyung retrocedió, no queriendo estar cerca de él. No
se dio cuenta de que el mayor tenía este lado. Todo este
tiempo, ¿quién era el Jeon Jungkook con el que había
estado hablando? ¿Por qué le reveló este lado tan tarde?
Taehyung ya no quería tener nada que ver con él. Pero
sabía que su destino estaba sellado y que no podía escapar
de él. Jeon quiso decir cada palabra que dijo. Lo sabía.
“Pasado, presente y futuro, siempre estaré loco por ti”.
El pelinegro susurró roncamente.
Los labios de Jungkook se curvaron en una sonrisa
sádica. Tae puede correr todo lo que quiera. Podría ir hasta
los confines de esta Tierra y él lo perseguiría. Podría
abordar una nave al espacio y él estaría en otra nave justo
después del menor. Siempre sería capaz de encontrarlo,
incluso si le costaba todo.
Era demasiado tarde para que el menor soñara con la
libertad. Ahora que Taehyung comenzaba a enseñarle
emociones extrañas que él no podía comprender, Jungkook
comenzaba a entender el propósito de su vida.
El Rey no podía amar. No tenía compasión. Pero
dedicaría todas estas emociones al que le enseñó todo esto.
Y parecía que su querido Taehyung tenía la carga de esta
tarea.
“Me asustas, Jungkook”. Taehyung quiso decir cada
palabra que dijo, tal como él quiso decir las suyas. No sabía
qué hacer con gente como él. Nadie le había mostrado este
tipo de obsesión.
“No me temas, mi dulce Taehyung. No es como si te
hubiera lastimado antes”, respondió Jungkook con voz
malvada.
“Siempre te temeré”, susurró Taehyung. “Nunca habrá
un día en que cuestione tu sinceridad. Esta obsesión
enfermiza nos hará daño a los dos”.
“Piensa en ello como una devoción imperecedera”, dijo
lentamente Jungkook. “Y ya no me temerás”.
Taehyung lanzó una mirada hacia la cama. Estaba cerca
del borde. Una pulgada más y caería hacia atrás. El mayor
permaneció donde estaba y no lo siguió ni siquiera cuando
trató de huir de él. ¿Era siquiera posible dejar atrás a Su
Majestad, el Rey de Wraith?
Jungkook tenía conexiones en todos los rincones de este
mundo. El nombre de Jeon estaba en todas partes, ya fuera
en establecimientos hoteleros de élite, grandes almacenes,
resorts y aerolíneas seleccionadas. Kim podría tomar todos
los medios de transporte del mundo, y él podría seguirlo.
“¿Tengo más remedio que aceptar tu codicia?” preguntó
el doncel.
“Siempre tendrás una opción, Taehyung”.
El contrario le lanzó una mirada mordaz. Él se rió
suavemente, el sonido envió descargas por su cuerpo. El
rubio odiaba cómo reaccionaba tan bien ante él.
“Gustar de mí o amarme, todo depende de ti, mi dulce
Taehyung”.

PROBLEMAS CARDÍACOS
“¿Y la opción de odiarte?” Taehyung preguntó
atrevidamente, como si su vida no estuviera en juego.
Taehyung no entendía la causa de su obsesión. Él no era
más que un príncipe fugitivo cuyo nombre sería olvidado.
Jeon era un Rey cuyo legado sería estudiado, cuyo nombre
sería alabado, cuya vida sería envidiada.
¿Qué podía ofrecerle exactamente Taehyung?
“Por tu bien, no deberías hacerlo”, dijo Jungkook.
Éste casi se rió de su intento de sonar determinado.
Ahora mismo, tenía la confianza de un osito.
Taehyung estaba atrapado entre un espacio duro y una
roca. Sería mejor para el menor sacar lo mejor de esta
situación. No era como si quisiera ser tan espeluznante. Así
era como funcionaba su naturaleza día a día.
“¿Pero por qué?” Taehyung murmuró. “No estoy tratando
de compadecerme de mí mismo, pero no hay nada que
pueda ofrecerte, Jungkook. Ya no estoy a cargo de Kastrem,
ese derecho me lo robaron hace una década”.
“Puedes ofrecerme tu cuerpo”.
La cabeza del rubio se levantó. El corazón le dio un
vuelco en el pecho. La sangre abandonó su rostro ante la
idea de estar a su antojo.
“Estoy bromeando”. El pelinegro se rió a carcajadas por
su expresión, como un ciervo atrapado. Estaba petrificado.
¿Era tan aterrador estar a su disposición? No era como si
fuera a obligarlo a hacer algo.
Mirando sus ingenuos ojos verdes, vibrantes como hojas
de verano, supo que nunca podría forzarlo. Ni en esta vida
ni en las siguientes. No formaba parte de su personalidad
tomar a las personas sin su consentimiento.
“No parezcas tan aterrorizado, mi dulce. Tu miedo no
evoca mi piedad o ira”.
“Te trataré bien, Taehyung”, añadió Jungkook mientras
extendía una mano para que él la tomara. Necesitaba
guiarlo de vuelta al centro de la cama antes de que cayera.
Tan hermoso como era, acurrucado en el borde de la
cama, él no necesitaba que su cráneo se abriera por una
caída. Se preguntó si el menor sabía lo indefenso que
parecía. Algunos mechones de su caían en su frente, su
esbelto cuello expuesto para él. Sus ojos brillaban como
estrellas perdidas en el cielo, con la esperanza de
encontrar el camino de regreso a casa. Tenía una expresión
de dolor y, sin saberlo, separó los labios.
Se parecía a un ninfa que fue descubierto por un humano
en el bosque. Nunca había habido tanto miedo y vacilación
en sus ojos hasta esta noche.
“Toda esta charla sin sentido y yo ni siquiera sé lo que
sientes por mí”, murmuró Taehyung. Miró brevemente su
mano y luego desvió la mirada.
“Si amor es lo que me pides, no puedo dártelo”.
Los ojos de Taehyung se agrandaron. Su cabeza se giró
hacia él. “Y que—”
“No puedo amarte. No puedo amar a alguien, porque
sacrifiqué esa emoción hace mucho tiempo. Pero te
apreciaré y cuidaré más de lo que una pareja puede
hacerlo, mi dulce Taehyung”.
Taehyung se quedó anonadado por sus palabras. ¿Qué
quiso decir con que no puede amar? ¿Por qué sacrificó esa
emoción? ¿Era científicamente posible hacer tal cosa? Pero
cuando miró fijamente a sus ojos huecos, profundos como
las fosas oceánicas, recibió su respuesta. Su mirada era
cálida y gentil, pero no amorosa.
Esta no era una relación sana. Taehyung lo sabía más
que bien. Pero una parte de él le creía, por loco que sonara.
Él nunca lo había lastimado antes, nunca lo había puesto en
peligro, nunca lo había obligado a hacer algo.
“Cualquier cosa que quieras o desees, cariño, lo tendrás.
Pero el amor y la compasión no es algo que pueda darte
fácilmente”, añadió suavemente.
Jungkook no necesitaba vivir el resto de su vida con una
pareja temblorosa. Prefería no hacerlo.
¿Qué tan agotador sería si el menor se estremeciera cada
vez que lo ve? ¿Correr cada vez que él estuviera presente?
¿Mirar hacia otro lado cuando él estuviera concentrado en
Taehyung? Si esta era la relación que debía tener,
preferiría tenerlo en su castillo, pero lejos de él. Sin
embargo, él siempre volverá con el menor. Queriéndolo o
no, sus pies se acercarían a él.
Taehyung realmente estuvo a la altura de su apellido
materno. Era una rosa hermosa con un néctar dulce que
atraía muchas plagas. Él mismo incluido. Se sentía atraído
por él, fuera o no la Rosa Dorada.
“¿E-eventualmente me lo darás?” El doncel susurró.
“¿Disculpa?”
“Algún día, ¿serás capaz de amarme? ¿Podrás sentir
compasión? ¿Es posible revertir el sacrificio?” Taehyung
preguntó en voz baja. Estaba vacilante y dubitativo, con la
mirada pegada a las sábanas blancas.
Jungkook vio como su cabello caía sobre su frente, como
hilos de oro hilado. La luz de la luna estaba unida a su
hermosa silueta. Brillaba de formas que no eran
humanamente posibles.
“Tal vez”, respondió vagamente el pelinegro.
“¿En verdad?”
“Cruza mi corazón y espero morir”, juró solemnemente
Jungkook.
“Entonces…” se desvaneció.
Taehyung levantó la cabeza y se lo presentó con una
pequeña y temblorosa sonrisa. En silencio, deslizó su
esbelta mano en la palma de él.
“Estaré a tu cuidado, Jungkook”.
Los labios del mayor se dibujaron en una gran sonrisa
que finalmente llegó a sus ojos. Él envolvió sus dedos
alrededor de su mano. Sin previo aviso, tiró de él hacia
adelante, hasta que se derrumbó sobre su pecho.
Los ojos de Taehyung se abrieron de par en par, un jadeo
salió de su boca. El pelinegro estaba ligeramente inclinado
hacia atrás, sus manos presionadas sobre su pecho, las
rodillas entre sus muslos y cerca de su virilidad.
“No lo vería de otra manera, mi querido Taehyung”.
El corazón del menor saltó ante sus palabras. Fue una
realización aterradora que finalmente cayó sobre él. Sus
manos temblaban, sabiendo que había sellado su destino
con alguien que nunca podría amarlo. Pero que Taehyung
ciertamente lo amaría. Ya lo sabía antes de que sucediera.
Especialmente cuando Jeon le sonreía con cariño, sus
ojos suaves como la brisa de primavera. Solo la vista de su
sonrisa fue suficiente para que el menor ensanchara la
suya. Su felicidad lo hizo feliz.
Taehyung sabía, incluso antes de la conversación de esta
noche, que sentía algo por él. En ese momento, no lo
entendió. Eso es hasta que él le mostró una sonrisa genuina
esta noche.
“Jungkook…” se desvaneció, sus manos apretando los
finos materiales de su camisa de seda.
El mencionado arqueó una ceja. Sin previo aviso, Tae se
adelantó y apoyó la frente sobre sus hombros. Jeon notó
que él hacía esto mucho. ¿El menor lo encontró confiable?
¿Era por eso que siempre se enterraba en el hueco de su
hombro? Él no se quejó, incluso cuando su suave aroma
floral lo inundó.
Jungkook hizo todo lo posible por no respirar
profundamente como un loco. Taehyung ya lo veía como un
asesino en serie.
“Creo… creo…”
Las manos del pelinegro ansiaban tocar su cabello. Le
hacía cosquillas en la cara, le temblaba la nariz. Pero su
bonito chico dijo que no lo tocara. Era una tarea difícil,
especialmente cuando éste lo tocaba voluntariamente sin
escrúpulos.
Qué juego tan injusto estaban jugando…
“Creo que tengo problemas del corazón”, confesó.
El pelinegro dejó escapar una pequeña risa. “Estás
perfectamente saludable, cariño”.

QUE EMPIECE LA FIESTA


Jungkook lo observó en silencio mientras dormía.
Acurrucado como un gato, dormía con las manos agarradas
con fuerza a las de él. Se sentó al borde de la cama, con
una pierna cruzada sobre la otra mientras lo observaba.
Notó hábitos extraños en él, como su nariz que de vez en
cuando se crispaba, el fruncir el ceño y cómo se deslizaba
más cerca de él.
“Qué cosita tan delicada…” Jungkook tiró suavemente de
su cabello hacia atrás, para que durmiera más
cómodamente. Tae estaba acostado de lado y frente a él. El
pobre no sabía la habilidad que poseía.
Taehyung habló de amor y compasión como si no supiera
quién era. Solo había una persona en este mundo que podía
enseñarle esas emociones.
Jungkook negó lentamente con la cabeza. Era tan tonto
como sabio. Su conversación se había extinguido hacía
mucho tiempo. Finalmente lo había convencido de dormir
unas horas antes de esto, pero el rubio todavía estaba
sosteniendo su mano.
Jeon prometió que se habría ido para cuando éste se
durmiera, pero permaneció pegado a su lado.
“Qué chico tan extraño eres”.
Le subió más las mantas, de modo que le cubriera la
barbilla. Los humanos como él eran frágiles y débiles.
Incluso la gripe podría matarlos. Necesitaba mantenerlo
cálido y reconfortado.
A pesar de sostener sus manos por un rato, la palma de
Jungkook todavía estaba fría como el hielo. Estaba
sorprendido de que las yemas de sus dedos no se
congelaran.
Por otra parte, Taehyung siempre estaba cálido. Fue
extraño. El doncel era tan reconfortante como la primera
caída de nieve. Su toque eran las picaduras de dolor
cuando la nieve se derretía sobre una mano. Estaban a
mundos de distancia, pero Taehyung se las arregló para
encontrar el camino de regreso a él.
“¿Qué uso tendrías para quedarte con los recuerdos
tristes?” Jungkook cuestionó. Su otra mano acarició la
parte posterior de su cabeza. Vio la superficie de la
pequeña sombra negra sobre su dedo, ansioso por borrar
sus recuerdos.
“¿Lo hice yo?” Jungkook se preguntó en voz alta.
¿Borró los recuerdos de él de Taehyung? No recordaba
haber hecho tal cosa. Ese día lluvioso, él le había robado
todos sus recuerdos desagradables. Eran fragmentos que
no quería, que no debería querer y que no necesitaba.
Jungkook no creía que estuviera en la categoría de cosas
desagradables o que le causarán miedo al menor. Por una
vez en su vida, tuvo mala suerte.
“Nadie más tiene esta habilidad”, continuó acariciando
su cabello, acomodándolo como mejor le parecía. Solo el
propio Jungkook de Wraith era capaz de robar recuerdos de
las personas. Incluso así, era una tarea difícil que
requeriría un día de descanso después.
El pelinegro recuerda que se subió al auto después de
quitarle los fragmentos de su memoria. Estaba sin aliento y
exhausto. En aquel entonces, debería haberlo sabido, la
mirada hueca del menor no era porque estuviera molesto,
sino porque no lo conocía.
Sus ojos se encontraron en la ventanilla del coche, y fue
la última vez que Taehyung lo vio en toda una década.
Atrapado en la finca Kang, nunca más se lo volvió a ver.
“Llegaré al fondo de este abuso”. Jungkook deslizó su
mano lejos del menor. Éste estaba abrazando su mano
como si fuera un oso de peluche. Cuando él se alejó, el otro
gruñó en protesta.
“Kook…”
Jeon continuó sentado allí, esperando. Se agitó en
sueños, sus cejas cada vez más juntas. Si hubiera sabido
que Taehyung era tan apegado a algo cuando duerme, le
habría dado una almohada para abrazar.
Justo cuando estaba perdido en sus pensamientos, su
cabello se volvió más brillante. Le sorprendió el parpadeo
de la luz del sol que bailaba sobre su cabeza. El menor
frunció el ceño de manera etérea, la luz se reflejaba en su
camisón blanco. Él sonrió.
Amanecer al fin.
Sería suficiente para ahuyentar las pesadillas.
“Dulces sueños, mi dulce”.
Jungkook se levantó de la cama. No necesitaba mirarlo
más. Ya había ahuyentado a los terrores nocturnos. Y
ahora, el cielo se estaba aclarando. Éste estaría sano y
salvo en su propiedad. Así era como debería haber sido,
hace tres años.
Taehyung ahora tenía veintiún años. En el momento en
que cumpliera dieciocho años, se suponía que iría a su
propiedad y sería su esposo. Pero éste se negó y amenazó
con suicidarse.
¿Por qué fue eso?
“Hmm, me pregunto qué hizo este hombre”, habló
Joongki.
Miró perezosamente alrededor de la sala de espera
subterránea. Este era un lugar que no mucha gente
conocía, pero estaba altamente protegido con tecnología
oculta. Había puntos láser en cada pasillo y esquina. Pero
la función estaba cerrada actualmente, debido a la
presencia de los gemelos.
A pesar de estar lleno de tecnología, este lugar se
asemejaba a la era medieval. Faltaban ventanas. El piso y
las paredes estaban sucios con manchas oscuras
cuestionables. El hedor aquí era suficiente para quemar el
vello de la nariz.
“Debe haber sido un crimen horrible para él terminar en
esta habitación subterránea, en lugar de la prisión habitual
de arriba”, señaló Yoongi.
Yoongi estaba pegado a su tablet. Estaba leyendo el
perfil sobre Lee Yugyeom. Hasta ahora, nada era alarmante
sobre este hombre. Quedó huérfano a una edad temprana y
fue acogido por la familia Kim. Esa era la información en
papel, pero en verdad, no lo acogieron. La familia Kim
entrenó al niño pequeño como un arma.
“Nada es interesante aquí. O algo inusual”.
“Parece que llegó a la propiedad de los Kim poco
después del nacimiento de Taehyung”, señaló Yoongi.
“¿Así que la familia Kim prácticamente trajo a un niño
huérfano solo para entrenarlo como guardaespaldas del
príncipe Taehyung?” Joongki lo encontró extraño.
¿Por qué los Kim estaban tan preocupados por la
seguridad del Príncipe Taehyung? Claro, él era de la
realeza, pero los guardaespaldas abundaban. ¿Qué tenía de
interesante este huérfano para que lo acogieran? ¿Había
algo especial en él?
“Parece que sí”, respondió Yoongi.
“Si Su Majestad quiere una muerte limpia, tendrá que
borrar los recuerdos de Yugyeom de las personas más
cercanas a él”, afirmó Joongki. Así era como solía ser de
todos modos.
Cada vez que uno de los enemigos de Su Majestad caía
muerto al azar, todos los rastros de la persona
desaparecían. A veces no había necesidad de borrar los
recuerdos de los seres queridos. Por lo general, el
procedimiento consistía en publicar en las noticias que la
persona se suicidó o murió en circunstancias sospechosas.
“Empezando con Taehyung”, señaló Yoongi. No podría
importarle menos este guardaespaldas. Una vida era solo
una vida.
“¿Por qué lo llamas Taehyung en lugar de su título
formal?” Joongki preguntó con desaprobación en toda su
cara. El Rey no estaría feliz de escuchar este tipo de título.
“El príncipe Taehyung es un título molesto para decir”,
dijo Yoongi. “Además, lo llamaré así una vez que recupere
su trono robado. En este momento, no es más que un
príncipe fugitivo que huyó de su reino”.
Joongki levantó una ceja. “Le darías un poco de
flexibilidad al pobre chico. ¿No tenía diez años cuando el
usurpador vino por su corona? Si yo fuera tan joven y
humano, habría huido sin mirar atrás”.
Yoongi se burló. “Si fueras verdaderamente leal a tu
reino, te quedarías y pelearías. Prefiero pelear hasta la
muerte que correr por mi libertad”.
Joongki supuso que aquí era donde tenían una
perspectiva diferente de las cosas. Una vida era preciosa
para él. ¿De qué servía pelear si no había posibilidad de
ganar?
“Oh, aquí viene Su Majestad”, dijo Joongki. Incluso desde
media milla de distancia, escuchó los pasos del Rey
acercándose. No mucha gente conocía este lugar. Si había
pasos cerca, eran el Rey o los gemelos.
“Le tomó bastante tiempo”, murmuró Yoongi con un leve
giro de sus ojos.
Jungkook ocultó una sonrisa divertida. Yoongi siempre
tenía algo que decir, sin importar cuán perfecto fuera
alguien. Siempre tenía preparados los insultos, pero nunca
para sí mismo. Era tan hipócrita como hilarante.
“Veo que dio bastante pelea”, habló Jungkook con su
habitual voz profunda.
Yoongi resopló. Se bajó las mangas de su camisa blanca.
Había marcas de raspaduras en su antebrazo y heridas de
cuchillo que se habían curado en una costra debido a su
sangre superior.
“Estaba armado con dos pistolas, Su Majestad”, informó
Joongki. “Afortunadamente, solo fueron pistolas normales
que pudimos esquivar fácilmente”.
Si hubieran sido rifles de asalto, todo habría terminado.
Ese tipo de armas son las que más golpes tienen y pueden
contener demasiadas balas.
Jungkook levantó una ceja. “¿Fabricado por los Park?”
“Sí, Su Majestad. Las armas fueron confiscadas en la
habitación de al lado si quieres echarle un vistazo”.
“No es necesario”. Ya sabía lo cerca que eran los Park de
Yugyeom. Parecía que la familia del duque también estaba
preocupada por la seguridad de Taehyung. Todo el mundo
parecía estar interesado en mantenerlo a salvo.
Se preguntó por qué. Especialmente con lo talentoso que
era Taehyung. Oh, bueno, supuso que cuanto más
protección, mejor.
“Vamos a empezar esta fiesta”, reflexionó Jeon. Abrió las
puertas de metal y puso un pie dentro.

UNO DIFÍCIL
Jungkook se preguntó qué encontraba Taehyung tan
entrañable en este idiota. Lanzó una mirada desinteresada
hacia el guardaespaldas inconsciente. Ya había una silla
colocada en los sótanos para que él tomara asiento.
Se sentó sin decir una palabra más. Cruzó una pierna
sobre la otra e inclinó la cabeza. Observó al
guardaespaldas. Cabello castaño oscuro y ojos color
avellana que se asemejan a un perro beagle. Tal vez
Taehyung solo quería una mascota. Aunque, era una fea.
“Despiértalo”, instruyó. Necesitaba que su víctima
estuviera despierta durante la golpiza.
“Veo que ya está todo preparado”, añadió con voz
divertida. En la esquina de la sala de espera había una
mesa limpia con cosas para usar. Abarcaba desde equipos
quirúrgicos hasta martillos y sierras.
“¿Estás seguro de esto?” Joongki murmuró. “Este es el
guardaespaldas del príncipe Taehyung. Una vez que se
entere de esto—”
“Por lo que el doncel sabe, Yugyeom desapareció de este
mundo”, intervino Yoongi. Él, por su parte, disfrutó de este
pasatiempo de Su Majestad.
Yoongi se dirigió a la mesa y cogió una pistola Taser. Hizo
clic en el botón. Un fuerte crepitar de electricidad hizo eco
a través de la habitación y los pasillos. Miró brevemente las
barras de metal del sótano.
“Y nunca más fue visto”, agregó Yoongi. Una vez que Su
Majestad decide torturar a alguien, no hay vuelta atrás. La
víctima nunca será puesta en libertad. Nunca vería la luz
del día.
“Está bien, supongo que sí…” dijo Joongki. Observó cómo
Yoongi se acercaba al guardaespaldas.
Joongki se estremeció silenciosamente cuando Yoongi
apuñaló al guardaespaldas con el Taser. Al instante, se
escuchó un fuerte grito.
“¡ARGH!” Yugyeom jadeó despierto. Sus ojos se abrieron
de par en par, cuando se escuchó otro grito de dolor. Jadeó,
su mirada aún borrosa por haber sido despertado tan
rápido. La agonía duró cinco segundos, pero ese lugar se
sentía como si hubiera sido apuñalado con agujas.
“Qué demonios.” Yugyeom finalmente parpadeó a la
realidad. De repente, consciente de su posición,
instantáneamente trató de sentarse. Pero era imposible,
porque estaba atado.
“Maldito bastardo”, gruñó Yugyeom, ya sabiendo quién
estaba detrás de esto. Estaba acostado boca abajo, con los
brazos y las piernas atados a la espalda. Se sentía como un
pez fuera del agua, luchando y retorciéndose para
liberarse.
“Eso es extraño”, habló Jeon con una voz divertida. “La
última vez que lo comprobé, tú eras el que no tenía padre”.
Yugyeom se sobresaltó. “Cállate, rey sádico”.
Jungkook estaba decepcionado. Esperaba más cortesía
de este hombre. Después de todo, fue cercano a Taehyung
e incluso se mantuvo firme. Quizás si la rata no hubiera
tocado lo que era suyo, no estaría en esta posición.
“Hmm, esta posición es propia de un perro”, observó
Jungkook. Sus labios se dibujaron en una siniestra sonrisa,
sus ojos parpadearon con cruel astucia.
A Jeon le hizo gracia la profunda mirada ceñuda de
Yugyeom. Este último probablemente deseaba que las
dagas volaran de su mirada. Casi se rió de esto. Con la
punta de sus zapatos de cuero, Jungkook levantó la barbilla
de Yugyeom.
Yugyeom instantáneamente asomó la cabeza hacia un
lado. “¡Puaj!” escupió a los zapatos de cuero negro. De
repente, un furioso Yoongi le envió una rápida patada al
rostro.
“Como se esperaba de un humilde huérfano”, siseó
Yoongi. ¿Cómo se atrevía un simple humano como él a
escupirle al Rey?
“No intimidemos al pobre”, se rió Jungkook. Miró su
zapato sucio. Sin previo aviso, se agachó y agarró a
Yugyeom por el pelo.
Joongki observó con los ojos muy abiertos cómo el Rey
usaba la cara de Yugyeom para limpiar el zapato. El
hombre ni siquiera tuvo la oportunidad de gritar ya que su
barbilla fue utilizada como paño de limpieza.
“Mi amado Taehyung se despertará pronto”, señaló
Jungkook. Sintió la tensión del cuerpo de Yugyeom cuando
el hombre trató de levantar la cabeza.
Jungkook presionó la cara de Yugyeom contra el suelo
con una mirada aburrida en su rostro. Miró su muñeca y
notó que había pasado una hora desde que salió el sol. No
pasaría mucho tiempo antes de que su prometido estuviera
vestido y vagando por los pasillos.
“Tae… ¿Taehyung?”
Jungkook lanzó una expresión distante hacia Yugyeom.
Incluso en su punto más bajo, el hombre estaba
preocupado por él.
“Sí, mi querido Taehyung me está esperando en la
cama”, susurró.
Instantáneamente, Yugyeom comenzó a luchar aún más.
“¡Hijo de puta!”
Yugyeom nunca había sentido tanta furia en sus venas.
Ni siquiera cuando descubrió el matrimonio de Taehyung
con el rey de las alimañas. Pero ahora, vio rojo, su sangre
hirviendo.
No podía imaginar un pensamiento tan repugnante. Una
imagen horrible brilló dentro de su cabeza. Su adorado
Taehyung, llorando, mientras el Rey de las alimañas lo
inmovilizaba y le drenaba toda la sangre de su cuerpo.
Él no podía permitir eso. Nunca.
“Oh, debo recordarte, la cuerda se aprieta cuanto más
luchas”, señaló Jungkook. Miraba con pura diversión cómo
la cuerda se clavaba en la carne de Yugyeom.
“Su Majestad…” Joongki de repente habló. Estaba
acostumbrado a este tipo de golpes y torturas. Era un juego
enfermizo y retorcido del que los gemelos formaban parte.
Yoongi, como su buen amigo, vio la emoción de torturar a
las víctimas.
Pero Joongki era más radical. Pensó que la tortura rápida
sería mejor que este juego sádico. Habría sido mejor
simplemente castigar al hombre y dejarlo ser, en lugar de
alargarlo así.
“Acabo de recibir la noticia de que el príncipe Taehyung
está despierto”, informó Joongki. Sostenía su teléfono,
donde había recibido una notificación de uno de los
guardias en el pasillo.
“Mantenlo en la cama, lo visitaré pronto”.
Yugyeom comenzó a luchar aún más. Su cuerpo tembló
por la fuerza de los músculos del Rey. Si fue tan fácil
derribarlo, entonces no merecía el título de guardaespaldas
de Taehyung.
En ese momento, Yugyeom levantó la cabeza,
sorprendiendo a todos. Sus ojos brillaron rojo carmesí
mientras sus colmillos crecían. Sin previo aviso, mordió los
zapatos del rey de las alimañas y los afilados colmillos
perforaron instantáneamente el cuero pulido.
“¡Es un perro de hecho!” Jungkook se rió. La risa
desapareció instantáneamente de su rostro. En cuestión de
segundos, golpeó la cabeza de Yugyeom contra el suelo. El
piso se partió por la fuerza, cuando un fuerte “CRACK”
retumbó a través de la habitación.
“Desafortunadamente, tengo mejores cosas que hacer
que entretener a un perro”, suspiró decepcionado. Tomó
asiento en su silla.
“Átalo”, instruyó.
“Como desee, Su Majestad”, Yoongi dio un paso adelante
y arrastró a Yugyeom hacia el poste de madera en la
habitación.
Joongki miró brevemente al Rey. Su expresión era
indiferente y fría. No había ni un gramo de vida en sus ojos
oscuros y siniestros. El Rey se sentó en una sencilla silla de
madera. Pero con su impecable presencia, bien podría
haber sido un trono.
Su Majestad no necesitaba una Corona para que la gente
supiera que él era el soberano. Era el aire desalentador a
su alrededor y el descenso de la temperatura. Era el
epítome de la elegancia retorcida. A veces, lucía una
sonrisa sádica, y otras veces, parecía aburrido de la vida.
Joongki saltó cuando escuchó el primer latigazo.
“Cielos…” murmuró, colocando una mano sobresaltada
sobre su pecho. Giró la cabeza a tiempo para ver que
Yoongi había empuñado el látigo.
A pesar de la forma delgada y bien formada de Yoongi, su
técnica de flagelación era diferente a cualquier otra. Solo
era un latigazo y la chaqueta del traje ya se había rasgado.
Otro más y la piel quedaría expuesta.
“Un latigazo por cada segundo que tocó a mi esposo”,
dijo Jungkook con voz monótona.
Se comportó como si realmente tuviera mejores cosas
que hacer que torturar al guardaespaldas. La forma en que
habló fue elocuente e instantáneamente atrajo toda la
atención en la sala. Su voz podría ser la más baja de todos,
pero todos cerrarían la boca por él.
Su Majestad siempre estuvo al mando de la sala. Ya fuera
el eco de sus poderosos pasos o la mirada astuta de sus
ojos, la gente siempre se inclinaba ante él.
“Con mucho gusto”, respondió Yoongi. Volvió a levantar
el látigo y golpeó con dureza en el mismo lugar. Esta vez, la
piel se rompió mientras la sangre goteaba de ella.
Yoongi no sabía cuántas veces necesitaría golpear al
guardaespaldas. El tonto realmente había cometido el peor
de los errores. El Rey nunca se enojaba en público.
Ocultaba su furia detrás de una sonrisa y planeaba tu
muerte en secreto. Golpeaba cuando la gente menos lo
esperaba.
“Es un tipo duro…”, comentó Joongki.
Yoongi había azotado al guardaespaldas con frenesí. Su
brazo se levantó y bajó muchas veces ahora. La sangre
corría por la espalda del hombre. Su traje estaba hecho
jirones, revelando la piel blanca rasgada. Estaba empapado
en sangre. Continuó azotando el mismo lugar una y otra
vez hasta que se reveló la carne madura.
Toda esta tortura y Yugyeom ni siquiera hizo un sonido.
Sus rodillas habían cedido, pero sus ojos permanecían
fuertes. Miró furiosamente a la pared, ni una sola vez
siseando de dolor.
“¡He-Hermano—!” Joongki jadeó mientras Yoongi
continuaba azotando al chico.
Joongki saltó cuando la sangre salpicó cerca de sus pies.
Nunca antes había visto a Yoongi tan furioso. Era como si
estuviera liberando toda su ira reprimida. ¿Pero de qué?
¿Qué lo enfureció tanto?
“Joongki”, habló Jungkook con indiferencia.
“¿Si su Majestad?” respondió rápidamente. Con mucho
gusto apartó los ojos del desastre sangriento.
Jungkook no tenía emociones. Incluso en medio de la
tortura inhumana, la bofetada atronadora de los latigazos y
el sorprendente estremecimiento de Yugyeom después de
cada golpe, permaneció frío y sereno.
“Guía a Taehyung al comedor. Asegúrate de que coma”.
“Sí, Su Majestad”, Joongki estaba agradecido por esta
oportunidad de escapar. Por mucho que fuera un socio en el
crimen, no podía tolerar la mirada enloquecida en el rostro
de su Yoongi. Era como si su hermano ya no existiera y en
su lugar fuera un asesino despiadado.
“Asegúrate de que se lleve el tenedor a la boca”, advirtió
Jungkook con voz peligrosa.
Joongki parpadeó confundido. Sí, era consciente de que
el príncipe debía comer. Pero, ¿por qué estaba enfatizando
ese hecho?
“Como desee, Su Majestad”.

Ahora sobre Tae.


Tae va a crecer, va a tener su desarrollo.
Ha sido restringido y contenido durante 10 años, y es
normal q no pueda librarse las ataduras de golpe. Poco a
poco crecerá ^^
—Day, lovetajeon
13. XII

NO ME HAGAS CASO
Taehyung se sorprendió cuando vio a Joongki. Jean y
Jenny acababan de terminar de vestirlo cuando llamaron
rápidamente a la puerta.
“Joongki” dijo con voz curiosa.
“Príncipe”, respondió cálidamente con una gran sonrisa.
Taehyung miró su expresión. Por una vez, vio sus
verdaderos colores. Era una sonrisa forzada que tensaba su
atractivo rostro. No se había dado cuenta antes, pero los
gemelos eran bastante guapos. Tenían el pelo de color
chocolate oscuro, pero sus ojos eran de un llamativo gris,
como el balanceo de los cielos antes de una nube de
tormenta.
Tal vez por eso tantas personas miraban a los gemelos.
Eran una pareja de la que era difícil apartar la mirada.
“Su Majestad está ocupado. ¿Desayunara solo si le
parece bien?” preguntó Joongki, pero salió como una orden
definitiva.
Taehyung asintió lentamente. Eso estaba bien con él.
Habría menos gente observándolo.
“Muéstranos el camino entonces”, respondió sin mucho
entusiasmo en su voz.
Joongki asintió rápidamente. “Si usted quiere.” Le hizo
un gesto para que saliera del dormitorio.
Joongki observó rápidamente su atuendo. Llevaba un
precioso pantalón blanco que fluía con cada paso que daba.
Estaba ceñido a la cintura, luego tenía una camisa color
marrón con mangas abullonadas que le llegaban hasta los
codos. El atuendo se combinó elegantemente con joyas de
oro selectas que realzaron sus hermosos ojos.
Notó la expresión emocionada de Jean y Jenny. Deben
haber disfrutado embelleciendo al príncipe. Habían pasado
dos días desde que estuvo en el castillo, y ya habían
cambiado muchas cosas en él.
“¿Por qué no se une Su Majestad?” preguntó Taehyung
con curiosidad. Joongki lo miraba fijamente y empezaba a
sentirse raro.
A Taehyung le gustó el atuendo de hoy. Si al gemelo
también le gustaba o no, a él no podía importarle menos.
No era como si fuera a ver a alguien importante hoy.
Hablando de eso, escuchó sobre el consejo que dictó
Wraith. Sin embargo, todos tenían que responder ante Su
Majestad. El consejo siempre toma una decisión primero
antes de solicitar algo.
“Está ocupado con asuntos personales”, respondió
Joongki con tranquilidad. Ni siquiera dudó mientras
enmascaraba la verdad. Se había convertido en una
segunda naturaleza para él mentir con fluidez.
“Ya veo”, asintió.
El doncel se preguntó sobre los asuntos “personales” de
Jungkook. Era temprano en la mañana, pero ya debería
haber comenzado a trabajar. Con su apretada agenda, sería
imposible atender asuntos personales.
“No tenías que mentir”, comentó Taehyung con una leve
sonrisa.
“N—”
“¿Por aquí está el comedor, no?” preguntó Taehyung
mientras ya comenzaba a caminar por los pasillos.
“Eres bastante inteligente, príncipe”, comentó Joongki.
Él lo alcanzó sin esfuerzo, hasta que estuvo solo medio
paso detrás del doncel. No era un paso completo, ya que él
también era de una familia prestigiosa.
Era costumbre que nadie caminara frente al Rey, excepto
Su Majestad. Se suponía que la pareja de Su Majestad
debía caminar detrás de su marido. Era costumbre hacerlo.
Pero Taehyung siempre tuvo una mente propia. Joongki
recordó haberlo visto alcanzar incansablemente los pasos
de Su Majestad. Él estaba convencido de caminar a su lado.
“Es solo una observación rápida, eso es todo”, dijo el
rubio en voz baja. No se sintió ofendido por su mentira, ya
que el Rey vivía una vida personal propia. Además, fue una
suposición hecha por capricho. La reacción de Joongki
reveló que la predicción era cierta.
“En el informe, menciona que tus tutores privados
siempre hablaron muy bien de ti, así que no debería
haberme sorprendido, príncipe”.
Joongki mantuvo la vista al frente mientras lo guiaba
hacia el comedor. Sin embargo, el doncel no necesitaba la
ayuda de nadie. Parecía que el príncipe había memorizado
el camino hasta allí. Dobló la esquina sin que él también se
lo dijera.
“Supongo que sí”. Respondió el rubio.
Taehyung tenía poca o ninguna intención de revelar nada
sobre su vida personal. No a menos que Joongki revelara
las razones por las que era tan amable con él. Tampoco
sintió la necesidad de mencionar nada sobre sí mismo.
Parecía que Joongki ya sabía demasiado sobre él.
“Eres muy frío conmigo, príncipe”. Joongki se rió
levemente, sus ojos se curvaron un poco. Era raro que los
donceles y mujeres se resistieran a sus encantos juveniles.
Con su conversación suave y su risa alegre, hasta el más
estricto de los donceles sonreiría en su dirección.
Joongki no estaba familiarizado con alguien como el
príncipe. Éste parecía del tipo fácil, el que se sonrojaba
cuando se le mostraba atención, o se reía nerviosamente
cuando coqueteaba con él. Sin embargo, él nunca haría lo
último, porque valoraba su lengua útil.
“¿Fui grosero?” Taehyung preguntó con voz ligera.
“¡No, por supuesto que no, príncipe!”.
Si hubiera sido grosero, Joongki habría reaccionado de
manera diferente. “Eres muy agradable príncipe, pero es
que… hablas muy poco”.
“¿De qué hay que hablar?”. Había tendido una trampa de
nuevo. El gemelo se dio cuenta.
“Hay mucho de qué hablar”, respondió Joongki. Notó que
debería usar la misma táctica que el doncel.
“Pero pareces aburrido de mí, príncipe. Así que no
hablaré más y te cansaré”, añadió. Él lo alimentó con su
propia medicina.
Taehyung finalmente sonrió un poco más. Alcanzó sus
ojos, suavizando su triste expresión. Mientras la luz del sol
bailaba sobre sus hermosos rasgos, capturó
momentáneamente la atención de Joongki.
“Deberías sonreír más, príncipe”, espetó.
Taehyung parpadeó en respuesta.
“Yo… quise decir que tu rostro se ve más brillante si
sonríes”. No quería que pareciera que estaba coqueteando
con él. Preferiría morir antes que llevarse al esposo del rey.
“Ya veo”, respondió el rubio con voz neutral.
Joongki no podía leerlo. No podía predecir su próximo
movimiento o frase. Era una comprensión extraña que lo
preocupaba. Su rostro siempre estaba en blanco como si su
cabeza estuviera en las nubes. Fueron sus ojos los que
revelaron la verdad. Sus ojos eran claros y serios,
mostrando que siempre estaba alerta.
“¿Jean y Jenny siempre me servirán?” preguntó de
repente.
Las cejas de Joongki se juntaron. “Sí, son una de las
mejores doncellas de todo el palacio. ¿Pasa algo malo con
ellas?”
¿El príncipe finalmente iba a revelar sus verdaderos
colores? Joongki había estado esperando para ver su
naturaleza.
Taehyung simplemente negó con la cabeza. Había una
sonrisa amable en su rostro, mientras hablaba muy bien de
sus doncellas.
“Jean y Jenny son encantadores y competentes. Pero me
temo que habría un sesgo entre las criadas si siempre me
están sirviendo. Tal vez una rotación de ayudantes aclararía
cualquier duda o vacilación”, expresó con calma.
“Esa es una sabia decisión, Príncipe. Se la transmitiré
instantáneamente a Su Majestad”. Era inteligente, él le
concederá eso.
Si Taehyung se familiarizara con todos los sirvientes,
podría tener a la mayoría de las personas en el palacio de
su lado. Estaban acostumbrados a servir al Rey quisquilloso
y sarcástico. Una persona como el príncipe Taehyung sería
un comienzo amable y refrescante para ellos.
Sin embargo, ¿no sería mejor si estuviera más cerca de
un grupo específico de sirvientes? Como no era su lugar
preguntar, no expresó su preocupación.
“Oh, parece que hemos llegado”, cortó Joongki.
Justo a tiempo, los guardias se adelantaron e inclinaron
la cabeza a modo de saludo. “Señor Min, príncipe
Taehyung”.
Joongki asintió en respuesta, mientras que Taehyung
sonrió agradecido.
Los guardias empujaron las puertas para abrirlas. El
doncel fue el primero en dar un paso adelante. Joongki hizo
lo mismo, pero se apresuró a sacar su silla.
“Gracias”, murmuró Taehyung en voz baja.
Joongki le permitió tomar asiento y luego empujó la silla
por él. El doncel se sentó en la esquina de la enorme mesa
de comedor. Era un asiento a la derecha del Rey.
Al verlo colocar voluntariamente el pan recién horneado
en su plato, se preguntó por qué el Rey estaba tan
preocupado por su dieta. El príncipe no estaba enfadado
por la comida, ni se negaba a darle un bocado.
“¿La comida es de su agrado, Príncipe?” preguntó
felizmente. En su opinión, una comida conversacional era
mejor que una tranquila.
Taehyung asintió. “Hay un plato de cada cocina que me
gusta. ¿C-cómo no voy a disfrutar la comida?”
Joongki sonrió brillantemente en respuesta. Escuchó que
Su Majestad había molestado a los chefs y panaderos para
que prepararan estos conjuntos específicos de desayuno.
Había tocino de pollo, huevos revueltos, huevos escalfados
con holandesa, ensaladas primavera, papillas de arroz y
todo lo que uno se pueda imaginar para desayunar.
“¿Te unirás a mí, Joongki?” preguntó, señalando el
asiento vacío frente a él.
“No, príncipe. Ya he comido”, mintió.
Taehyung asintió lentamente. Levantó sus cubiertos y
cortó los huevos escalfados con salsa holandesa recién
hecha sobre un panecillo de mantequilla tostado.
“Pero la comida es muy fresca”, habló mientras se
llevaba el tenedor a la boca.
“De hecho. Desafortunadamente, ya he llenado mi
estómago y no hay nada más que pueda comer”, soltó una
pequeña risa.
El doncel asintió. Dejó el tenedor en la mesa y retiró la
comida del utensilio. Empezó a cortar la comida de nuevo y
a llevársela a la boca.
“¿Estás seguro de que no te gustaría unirte?” preguntó,
mientras descansaba sus utensilios ya que era de mala
educación comer y hablar.
“Por supuesto, príncipe. No te preocupes por mí”. Como
no quería molestarlo, Joongki comenzó a inclinar la cabeza.
“Por favor, disfrute de su comida, Príncipe. Estaré en la
esquina de la habitación, esperando sus preocupaciones si
me necesita”.
Los hombros ajenos se relajaron un poco. Asintió. “Está
bien.”

PERDIÓ LA CABEZA
Joongki no entendía la importancia de vigilar al príncipe
mientras comía. Estaba parado en una esquina, pero
Taehyung se había removido en su asiento dándole la
espalda, bloqueando su vista.
Sin embargo, comió bien, llevándose el tenedor a la boca
varias veces antes de concentrarse en un plato diferente.
Joongki nunca fue alguien que cuestionara las decisiones
de Su Majestad. Permaneció junto a las grandes paredes
del comedor, mirando al príncipe.
Finalmente, colocó sus utensilios y se limpió la boca con
cuidado con un pañuelo. Él nunca se había dado cuenta
antes, pero el príncipe era bastante elegante. Su postura
sentada era recta y sus piernas estaban perfectamente
plantadas sobre el suelo.
Joongki supuso que había diferentes lados de él además
del recatado y triste.
“¿Todo terminó, Príncipe?” preguntó una vez que él se
puso de pie. Lo hizo de forma que la silla no se arrastrara
detrás de él.
“Sí.”
Joongki miró su plato. Se sorprendió al ver que estaba
bastante desordenado, con comida cortada en rodajas,
como si el príncipe hubiera estado jugando con la comida.
Su atención se centró en la ensalada de primavera donde la
porción se redujo a la mitad. No se quejó porque creía que
él comía.
Se preguntó si debería decirle que un doncel no debería
tener un plato tan desordenado. Por otra parte, ¿quién se
concentraría en su plato cuando el rubio era el epítome de
la gracia?
Como si notara su mirada dudosa, Taehyung movió el
pañuelo sobre el plato, cubriendo los restos de comida que
dejó.
“¿Te importaría preparar un coche para mí?”
Joongki volvió a la realidad. Sus ojos cayeron sobre él,
abriéndose con sorpresa. Rápidamente recobró la
compostura y sonrió de nuevo.
“¿Para qué, príncipe?”.
“Han pasado algunos días desde la última vez que vi a mi
familia. Me gustaría volver a verlos. Escuché que mi tía
está postrada en cama”.
El gemelo lo miró con cautela. Se preguntó si debería
decirle que Su Majestad le había prohibido salir del
castillo. Una jaula de cristal seguía siendo una jaula.
“Me temo que eso no está dentro de mis capacidades,
príncipe. No soy un mayordomo, solo un buen amigo de Su
Majestad”.
Taehyung no se dio cuenta de que lo había ofendido
hasta ahora. Por supuesto, él no era un mayordomo. Su
hermano era un político, sirviendo en el gobierno.
“Me disculpo por insultarte”, murmuró.
“Está bien, soy bastante indulgente, príncipe”, respondió
Joongki con una sonrisa. Recién notó que el rubio había
tartamudeado antes. ¿Pero por qué? Sus ojos se posaron en
sus dedos, donde él estaba jugueteando ansiosamente
entre sí.
“Tal vez pueda preguntarle a Su Majestad una vez que
regrese”, añadió Joongki.
Taehyung levantó un poco más la cabeza. Vio su
expresión comprensiva, como un pariente que rechaza al
niño y lo dirige de regreso a sus padres.
“Estoy seguro de que estará más que dispuesto a
acompañarte a cualquier lugar que desees”, añadió
amablemente Joongki. Su sonrisa se hizo más amistosa, con
la esperanza de convencerlo de que se comportara.
“Ya veo”.
“Estoy feliz de que lo entiendas, Príncipe—”
“Así que estoy enjaulado en este castillo”.
La sonrisa de Joongki se desvaneció al instante. Sus ojos
se abrieron. Sacudió sus manos frente a él, advirtiéndole
que no pensara demasiado.
“No, no, Príncipe. ¡No es así!” se apresuró a
tranquilizarlo, incluso si esa era la verdad. ¡Él no creía que
el doncel fuera tan franco! ¿Dijo el príncipe lo primero que
se le ocurrió?
“Entonces, ¿cuál es la razón?” preguntó con curiosidad
con una inclinación de su cabeza.
Joongki vio que el rubio no pretendía hacer daño. Su
mirada era inocente y llena de curiosidad. No pareció
ofendido por sus palabras, pero tampoco estaba contento.
“Es solo que no tengo el poder para dejarte salir del
castillo, príncipe. Por favor, debes creerme—”
“¿Qué es este alboroto?” Exigió una voz gélida.
Los hombros de Joongki se hundieron de alivio. En su
pánico, no se dio cuenta de que el Rey había atravesado el
comedor.
“Jungkook,” se dirigió Taehyung.
Giró sobre sus talones para echarle un vistazo. Como
siempre, era más que atractivo. Esta vez, de manera
despeinada, como si acabara de despertarse de una siesta y
estuviera de mal humor. Había una mirada fría y distante
en sus ojos y un profundo ceño fruncido.
“¿Se niega a comer?” Jeon preguntó mientras se
acercaba a ellos.
“No, Su Majestad”, respondió rápidamente Joongki. “Él
comió bien”.
Jungkook miró el plato. Estaba cubierto por un grueso
pañuelo blanco. Extendió la mano para levantarlo y
examinar lo vacío que debería estar el plato. Antes de que
pudiera siquiera mover el pañuelo, Taehyung agarró su
mano.
“Taehyung”, cortó con un tono afilado en la voz.
“Hay sangre en tu mano”, murmuró.
Los ojos de Joongki se agrandaron. Parecía horrorizado
por su descubrimiento, mientras miraba hacia abajo.
Efectivamente, había una sola gota de sangre en la pálida
mano de Su Majestad.
“¿De quién es?” preguntó Taehyung. Sostenía la mano
del Rey con dos manos propias. No había preocupación en
su mirada, lo que significaba que sabía que no era de él.
“De una mujer.”
Joongki miró boquiabierto al Rey con incredulidad. ¡Este
hombre…! ¿Sabía cómo hablarle a un doncel? ¿Décadas de
no entretener a una persona lo volvieron estúpido?
Pero entonces Joongki fue sorprendido por una débil risa.
“Es eso así”, reflexionó tranquilamente Taehyung.
Sin otra palabra, soltó la mano de Su Majestad. Luego,
dio un paso atrás y pareció un poco ofendido por su
respuesta.
Jeon lo vio alejarse lentamente de él. El pánico se
apoderó de su corazón. Él agarró su muñeca, tirando del
menor aún más cerca que antes. Vio una imagen del menor
desapareciendo de su vida otra vez. El solo pensamiento lo
aterrorizaba. Nunca antes había sentido esta emoción: el
miedo de perder a alguien.
“¡¿Adónde vas?!” gruñó, apretando su agarre sobre su
muñeca.
El rubio se sorprendió por su comportamiento rudo. Rara
vez le levantaba la voz antes. “¿Qué ocurre?” preguntó
preocupado, acercándose a él.
El desconcierto brilló en el hermoso rostro del mayor.
Sus gruesas cejas se juntaron en respuesta, justo cuando su
brazo lo envolvió. Su palma descansaba en la parte baja de
su espalda, mientras que la otra sostenía su muñeca. Él
estaba impidiendo que se fuera.
“Pareces molesto hoy”, añadió Taehyung.
“No estoy molesto”, siseó.
Escuchó un estallido de risa ahogada. Dándose la vuelta,
lanzó una dura mirada a Joongki. “Tu hermano te está
esperando abajo. Ve”.
Éste no necesitaba que se lo dijeran dos veces. Ocultó su
sonrisa y salió del comedor sin mirar atrás.
“Si vas a tener una rabieta, al menos dime cómo puedo
solucionarlo”, murmuró el menor. Sacó la muñeca de su
agarre y agarró la misma mano que tenía una sola gota de
sangre.
“Sé que no es de una mujer”, agregó. “Así que, ¿de quién
es?”
“No te preocupes por eso, mi dulce”, dijo con
resignación.
Jeon había corrido aquí en el momento en que terminó
con Yugyeom. Necesitaba presenciar personalmente que él
comió algo. Si se perdía la hora de comer con él, no sería
capaz de calcular cuánto consumió en el día.
Taehyung comía la porción de un pajarito. Le preocupaba
que se desmayara en medio de los pasillos. Era un
escenario probable, dada su silueta demacrada.
En ese momento, recordó su propósito aquí. Se volvió
hacia el plato, pero el menor volvió a hablar.
“¿Por qué hay dos agujeros en tu zapato derecho,
Jungkook?”.
El pelinegro maldijo dentro de su cabeza. Tenía
demasiada prisa para recordar que el perro había tratado
de morderlo. Miró hacia abajo. Efectivamente, había dos
pinchazos en sus zapatos de cuero perfectamente
confeccionados. Se parecían a la mordedura de los
colmillos de vampiro.
“¿Qué está pasando, Jungkook?”.
“No es nada.”
Instantáneamente, se escapó de su agarre.
La mirada del pelinegro se oscureció. La temperatura en
la habitación bajó en respuesta.
“¿A dónde vas, mi dulce?” espetó como un maestro
disciplinando a un niño que salió furioso del salón de
clases.
“No debería preocuparte”, respondió vagamente.
Taehyung esperaba que él disfrutara de probar su propia
medicina. Sin volver a mirarlo, se acercó a la puerta. Sus
zapatos resonaron en el suelo, como pequeños petardos.
Abrió las puertas de un tirón con una expresión de
descontento. Dio un paso hacia la puerta antes de ser
arrastrado hacia una superficie dura. Su espalda se estrelló
contra su pecho. Se le cortó la respiración, justo cuando la
mano de él le rodeó la garganta y lo obligó a levantar la
cabeza por sobre su hombro.
“Jungkook—”
“No te alejes de mí, mi dulce Taehyung”.
El corazón del menor tembló ante su mirada. Estaba
furioso, sus ojos tenían el tono del rojo más brillante que
jamás había visto. Un poco más brillante, y los artesanos de
la joyería pensarían que sus ojos eran el rubí más raro en el
mundo. Su agarre desapareció de su garganta, sus dedos
se movieron para acariciar suavemente su barbilla.
“Nunca”, gruñó.
“Eres muy tóxico”.
Los ojos del pelinegro brillaron en una advertencia.
Cerró las puertas de golpe e intentó presionarlo contra
ellas. Si el menor quisiera ver lo tóxico que era, él se lo
mostraría.
“No me gusta el Jungkook de hoy”, añadió de repente
con voz decepcionada.
Las cejas del mayor se juntaron. ¿De qué demonios
estaba hablando? No le importaba si le gustaba o no. No le
importaba la opinión de nadie. A pesar de eso, su corazón
se apretó, mientras una punzada de dolor se extendía por
su pecho. ¿Qué significaba todo esto?
Taehyung se dio la vuelta para mirarlo, justo cuando sus
manos se posaron a ambos lados de su cintura. El menor le
dedicó una sonrisa comprensiva. Levantando la mano, tocó
suavemente un lado de su cara.
“Mi dulce,” murmuró Jeon, su estado de ánimo cambió
instantáneamente.
Jungkook se inclinó para tocar su frente con la de él, solo
por una fracción de segundo antes de que sus labios
rozaran sus oídos. De repente se arrepintió de haberlo
tratado tan bruscamente cuando el menor lo tocaba con
tanta amabilidad. Estuvo momentáneamente cegado por el
miedo y actuó según sus emociones. Esto rara vez sucedió.
Pero por una fracción de segundo, pensó que lo estaba
perdiendo. Estaba aterrorizado. No podía pasar por las
etapas de vivir sin él. Su Taehyung estaba empezando a
dejar una marca permanente en su vida otra vez. Pero esta
vez, si lo dejaba, nunca volvería a ser el mismo.
Su paciencia solo podía durar tanto tiempo antes de
perder la cabeza.

PROTEGE A SU FAMILIA
“¿No dormiste nada, verdad?” Taehyung le preguntó, a
pesar de todos sus empujones de afecto. Los labios del
pelinegro juguetearon con un lado de su cara. Dondequiera
que tocara, su piel se calentaría. Lo había recordado antes,
durante la fría noche.
“Los vampiros no necesitan dormir tanto como ustedes,
los humanos”.
El menor lo sabía, pero aún estaba preocupado por él.
“Entonces, ¿por qué estás tan irritado hoy?”
Jeon levantó la cabeza. Presionó sus labios en una línea
delgada. Su prometido era tan bonito que no pudo evitar
suspirar. Todo en él era etéreo, desde sus pequeños lunares
hasta sus labios carnosos.
“Confía en tu esposo, mi dulce. No te preocupes por la
sangre y los agujeros de mi zapato”. Observó su reacción.
Una vez más, el menor estaba severamente decepcionado,
la luz en sus ojos verdes se atenuó. Le recordaba a las
hojas sin luz solar.
El pelinegro siempre creyó que Taehyung huiría de él.
Sabía que éste podía desaparecer libremente sin dudarlo.
Tae le recordaba a un diente de león. Una ráfaga de viento
podría llevarlo a cualquier lugar menos aquí. Su agarre se
apretó sobre su cintura.
Tae podría dejarlo si lo desea, pero él lo perseguiría sin
dudarlo. Incluso hasta los confines de este mundo, él lo
perseguirá.
“¿Mi esposo…?” Taehyung repitió con incertidumbre.
“Aún no nos hemos casado”.
Jungkook entrecerró los ojos. ¿Le gustaba provocarlo?
“¿Has decidido ser solo mi amante en su lugar?”
“No.”
“Entonces es esposo”.
El rubio parpadeó rápidamente. ¿Por qué tenía la
sensación de que Jeon se estaba tomando esta cosa de un
año más en serio que él? Pensó en su conversación de
anoche. ¿Hablaba en serio? ¿Realmente planeaba
encerrarlo en este castillo?
Para responder a su pregunta, levantó la cabeza. “Me
gustaría dejar el castillo para visitar a mi familia”.
“¿Tienes una familia?” refutó.
Taehyung lo miró desconcertado.
“¿No eres huérfano, mi dulce?” preguntó, mientras
apartaba el cabello de sus ojos. Tenía hermosos mechones
que enmarcaban su delicado rostro.
“La familia Kang—”
“¿No abusaron de ti?”
La expresión ajena se volvió fría. Lo empujó y él lo dejó.
El menor se sintió ofendido por sus palabras.
“No, no lo hicieron”, respondió finalmente Taehyung.
El pelinegro se cruzó de brazos. Le lanzó una mirada
mordaz, eso implicaba que sabía más. “Así que si te digo
que te bajes el pantalón y te inclines sobre mi escritorio,
¿dirás lo mismo?”
El rostro del rubio instantáneamente se sonrojó ante la
idea. ¿Tenía que decirlo así? “Estoy cansado”, suspiró. “No
quiero tener esta conversación contigo”.
Jeon enarcó una ceja. Dejó escapar una pequeña burla.
Sin previo aviso, lo agarró de la muñeca y lo sacó por la
puerta.
“¡Jungkook!” Taehyung finalmente alzó la voz, justo
cuando él comenzaba a arrastrarlo por los pasillos.
Dondequiera que iban, la gente se inclinaba al verlo,
algunos se detenían para mirar boquiabiertos. No estaba
sorprendido por este efecto.
Con el cabello oscuro y los ojos color rubí de Jungkook,
era un espectáculo inolvidable. La gente siempre se vería
obligada a echar un segundo vistazo.
“¡A dónde me llevas!” Gritó cuando él instantáneamente
agarró la parte posterior de sus piernas y lo levantó. Sus
ojos se abrieron como platos, mientras se aferraba a su
hombro para evitar caerse.
“¿N-no podemos simplemente tener una discusión
normal?” soltó, su voz sonando más alta de lo habitual.
Estaba aterrorizado de caer de sus brazos, especialmente
porque él era alto. Definitivamente dolería.
“Jungkook,” gimió, escondiendo su rostro sobre sus
hombros cuando más sirvientes pasaron junto a ellos. Era
vergonzoso para él ser visto así.
“Si vas a decir mi nombre, grítalo a todo pulmón”, se
burló.
Taehyung sintió que sus palabras tenían un segundo
significado. Ni siquiera tuvo tiempo de responder. Abrió las
puertas de una habitación inesperada. Pensó que él lo
estaba llevando de vuelta al dormitorio para encerrarlo
como castigo.
El vizconde Kang le haría eso. Él cerraría las puertas y
no le daría comida. Para torturarlo más, colocaría la comida
fuera de la puerta para que pudiera olerlo.
“Me portaré bien”, espetó Taehyung.
Sus dedos se apretaron en su camisa negra. Era sedoso
bajo su toque, pero estaba arrugando el material. “¡P-por
favor, Jungkook, me portaré bien, no me encierres aquí!”
La carrera del pelinegro se detuvo abruptamente. ¿Qué
es lo que él acaba de decir?
Al darse cuenta de lo que dijo, el menor se tapó la boca
con una mano. Cerró los ojos con fuerza y volvió a esconder
el rostro en el cuello ajeno. Deseaba poder cavar un hoyo y
enterrarse en él.
“Repite eso”, exigió.
Taehyung lo miró. Una voz serena, una forma de hablar
distante y un gran físico, estos eran los grandes rasgos de
alguien que había vivido toda su vida con poder. La gente
estaba a su disposición. Todo su linaje estuvo marcado por
el prestigio. Su línea de sangre era una de las más antiguas
de todo este país.
¿Por qué Jeon se preocupaba tanto por él?
“Taehyung”, masculló en un tono cortante. “Repítelo.”
Éste negó con la cabeza. Abrió la boca para hablar, pero
patéticamente se aferró a él. “N-no quiero”.
Jeon cerró la boca con fuerza. ¿El menor se dio cuenta de
su posición? Solo en su dormitorio, abrazándolo
desesperadamente, ¿realmente no lo entendía? Temblaba
en sus brazos, su voz tiritaba de nerviosismo. Estaba
tartamudeando de nuevo. Debe haber sido por costumbre
cada vez que estaba asustado o nervioso.
“¿Los Kang lo hicieron?”
“Jungkook…” Taehyung se sorprendió cuando él lo arrojó
sobre algo. Sus ojos se abrieron con horror al descubrir que
era una enorme cama con dosel, suficiente para acomodar
a toda una familia. Esta no era su habitación.
La mirada de Taehyung barrió la habitación negra y gris.
Muebles elegantes y minimalistas, colores fríos, esto era
todo lo que representaba su personalidad. Esta era la
habitación del mayor.
“Qué—”
“Jungkook, e-espera, te diré, yo—”
“Bájate el pantalón”.
Los ojos de Taehyung se agrandaron. Su corazón se
aceleró mientras apretaba las piernas e intentaba girar.
Acostado boca abajo, el colchón era suave. Era como
dormir en una nube, pero su corazón latía con
incertidumbre.
“D-déjame explicar—”
“Lo haré yo mismo”, murmuró Jungkook.
Él necesitaba verlo por sí mismo. Jean y Jenny habían
acudido a él antes con miedo y preocupación escritos en su
rostro. Hablaron de los cortes y costras detrás de las
piernas del Príncipe.
Agarró los bordes de su pantalón de tela y lo bajó con
cautela.
“¡No, Jungkook, no quiero acostarme contigo todavía!”
gritó.
Instantáneamente, un silencio cayó sobre ellos.
La respiración de Taehyung se cortó cuando sus dedos
acariciaron la parte posterior de sus piernas. Su toque era
firme, pero suave al mismo tiempo. Su rostro se sonrojó en
respuesta, su corazón se aceleró con incertidumbre.
“¿Todavía?” dijo finalmente, con voz endurecida.
El menor esperaba divertirse con sus bromas. Pero
sonaba furioso.
“N—”
“¿Quién te hizo esto?”
El corazón del menor cayó a su estómago. Estaba más
que furioso. Apenas mantuvo su tono bajo control, pero lo
escuchó. Su mano temblaba sobre sus piernas. Y sabía que
Jeon lo había visto.
La herida sin cicatrizar del castigo de la última vez.
Al instante, Taehyung se sentó. Esta vez, él le permitió
hacerlo. Se cubrió las piernas con la manta de la cama, con
una mirada aprensiva en su rostro.
“No es de tu incumbencia”, respondió sin rodeos.
El rubio presionó una mano contra su pecho cuando su
rostro se oscureció. Una nube de tormenta rodó sobre sus
rasgos indiferentes. En su habitación con poca luz, sus ojos
brillaban rojos con advertencia. Sus manos se cerraron en
puños, su mandíbula hizo tictac en respuesta.
Sin previo aviso, lo agarró de los tobillos. “Jungkook”,
enfatizó. Éste tiró de él hacia adelante por su tobillo hasta
que estuvo directamente debajo de él. Lo inmovilizó, su
rostro tornándose atronador.
“¿Quién te hizo esto?” él hervía.
Taehyung nunca había visto este lado de él. Ya se había
enfrentado a su ira antes, pero no hasta este punto. Nunca
fue violento con él. La paciencia era algo que le sobraba.
Pero hoy, no tenía ninguna.
El doncel tenía dos opciones. Mentir o no mentir. Decir la
verdad o no decir la verdad. En una situación como esta,
¿qué debería hacer? ¿Proteger a su familia o venderlos?

SU TRAMPA
Taehyung no podía apartar la mirada de él. Tenía los ojos
entrecerrados, agudos, fríos y lívidos. No había calidez, ni
humor, ni diversión. Estaba realmente furioso. Una palabra
equivocada podría alertarlo. Por una vez, se sintió como un
enemigo, una persona horrible. Pero fue él quien le bajó el
pantalón sin previo aviso. ¿Por qué hizo eso?
“Dime”, gruñó con voz profunda.
El vello de la nuca y los brazos se le erizó, mientras la
piel de gallina salpicaba su piel. Un escalofrío le recorrió la
espalda. Nunca lo había oído dirigirse a él así, con una voz
venenosa que lo hizo temblar.
“E-el v-v—”
“Respira.”
El aliento del menor quedó atrapado en su garganta.
¿Cómo podía atreverse a respirar en una situación como
esta? Tenía un brillo asesino en sus rasgos refinados. Aún
así era devastadoramente hermoso.
“Mm—”
“Respira.” Esta vez, fue una orden desafiante. No iba a
aceptar un no por respuesta.
Su mandíbula estaba floja. Las habituales líneas rígidas
se marcaban con furia. Sintió que sus dedos largos y
callosos apretaban el colchón. Por el rabillo del ojo, vio su
puño, justo al lado de su cuello.
Taehyung se obligó a aspirar una bocanada de aire.
Luego lo soltó por la nariz. Su mirada apremiante lo obligó
a repetir la acción. Una y otra vez, hasta que su mente ya
no estaba nublada y su lengua ya no temblaba.
“Vizconde Kang, mi tío…” Murmuró con voz incoherente.
Taehyung podría no haber tartamudeado, pero su tono
era apenas un susurro. Por su proximidad, lo escuchó
perfectamente.
El rostro de Jeon instantáneamente se congeló. Sus
rasgos enfurecidos se suavizaron hasta convertirse en una
fría indiferencia. El fuego en su mirada se apagó,
convirtiéndose en hielo punzante. El silencio era tan fuerte
que podía oír caer una pluma. Sin previo aviso, el mayor se
levantó de su posición y se sentó en el borde de la cama, de
espaldas a él.
El rubio se incorporó temblorosamente, con una mano
presionada contra su pecho. Sintió que acababa de
terminar el examen más difícil de su vida. Su corazón no
podía dejar de latir. Su boca estaba seca. Observó con
cautela su silueta.
Incluso su figura era hermosa. Estaba vestido con su
atuendo profesional habitual, un traje negro, con una
corbata negra y una camisa abotonada negra. No fue difícil
averiguar cuál era su color favorito. A pesar del traje a la
medida, vio su cuerpo impecable. Rígido y con músculos no
tan ostentosos, su cuerpo parecía tallado en piedra.
Cuando sus hombros comenzaron a temblar, su corazón
se desplomó hasta su estómago. ¿Estaba molesto?
“Jungkook…” Taehyung se había movido
inconscientemente más cerca de él. No se dio cuenta hasta
que la punta de sus dedos adornó sus hombros. Por alguna
razón, siempre se sintió atraído por él.
El pelinegro era una llama que lo reduciría a cenizas, y
con mucho gusto lo dejaría hacerlo.
“¿Estás enojado conmigo?” preguntó el doncel con voz
hosca. Apoyó la cara sobre sus hombros. Se sintió como un
tonto. Prácticamente estaba hablando con cuidado, pero no
dudó en consolar a su torturador.
“¿Por qué eres tan amable?” exhaló enojado.
Jungkook dejó escapar un fuerte suspiro por la nariz. El
menor hizo que aumentara sus sentidos, ya que colocó más
peso sobre sus hombros.
“Primero preocúpate por ti mismo”, espetó con dureza.
Taehyung apretó los labios. Eso no fue lo que su madre le
enseñó. Su madre solía decir “rodéate de gente feliz y serás
feliz”.
“Estás loco, mi dulce”, agregó. Había un borde suavizado
en su tono, casi como si se disculpara por sus acciones.
“¿Cómo puedes abrazarme después de haberte tratado
tan mal?” exigió en voz baja.
Taehyung se encontró preguntándose lo mismo. No
respondió. No queriendo solo hablarle a su espalda,
extendió su mano para agarrar la de él.
Sorprendentemente, él lo dejó hacerlo, su pulgar rozó
sus nudillos ásperos y llenos de cicatrices. Se dio cuenta de
que sus manos siempre estaban ásperas y callosas como si
las estuviera usando constantemente.
“Eres del tipo que vuelve con su abusador incluso
después de haber sido golpeado”.
Taehyung se puso rígido.
Jungkook finalmente se dio la vuelta. Fue sin previo
aviso, y el menor cayó hacia adelante sorprendido. Pero él
lo atrapó. Él siempre lo haría.
“¿Cómo puedes ser tan ingenuo, mi querido Taehyung?”
murmuró mientras tomaba su rostro entre sus manos. Lo
acercó a él hasta que estuvo prácticamente sentado en su
regazo con las mantas envueltas alrededor de él.
El rubio no se dio cuenta de lo correcta que era su
afirmación. Siempre se había sentido así, pero no entendía
la profundidad de sus emociones. Yugyeom había
mencionado algo similar… incluso con el tratamiento de la
familia Kang, todavía quería verlos.
No importa cuántas veces lo hayan lastimado, su corazón
aún late por ellos. Pero las cosas estaban empezando a
cambiar.
“Y yo acabo de hacerte lo mismo a ti”, dijo Jungkook con
gran decepción en su voz.
Taehyung estaba confundido por la mirada de dolor en su
expresión. La culpa estaba escrita en todas sus facciones.
Sus cejas eran burlonas, sus labios dibujados en una línea
recta. Su esencia masculina lo rodeó, haciéndole cosquillas
en los sentidos.
“La próxima vez que me enoje, no debes venir a mí
dispuesto. No hasta que admita mis malas acciones”, le
advirtió Jungkook.
Los ojos de Taehyung se posaron en su boca. Estaba a un
pelo de distancia, pero el mayor ni siquiera estaba
concentrado en eso.
“¿Entiendes, Taehyung?”
El mencionado no era un niño. Sabía lo que él quería
decir. “Por supuesto”, respondió suavemente.
El pelinegro dejó escapar un pequeño suspiro de alivio.
Luego, sin previo aviso, acercó aún más sus cuerpos.
Taehyung estaba de rodillas ahora, su cuerpo entre sus
muslos. Enganchó un brazo debajo de su trasero y, ahora,
el menor era más alto que él. Algunos mechones dorados
taparon sus ojos.
“Nunca verás a los Kang”.
La voz del rubio quedó atrapada en su garganta. Sus
palabras aterrorizaron a su pobre corazón que lanzó una
fuerte rabieta, latiendo como un tambor en sus oídos. Su
cerebro lógico aceptó instantáneamente sus palabras sin
discutir. Su mente y su corazón estaban en guerra.
“Hay algo con lo que tengo que lidiar”.
“Taehyung,” suspiró Jungkook.
El corazón del menor dio un vuelco. Dijo su nombre como
un hombre ante un santuario. Miró hacia abajo a su cara
preocupada. Sus facciones se habían suavizado, pero
todavía tenía líneas en la frente y su boca estaba en una
fina línea.
El mayor tenía la cara que los pintores matarían por
dibujar. Los escultores se volverían locos solo por crear una
estatua de él. Era tan apuesto que ni siquiera podía
respirar.
“Mi dulce Taehyung”, susurró suavemente en voz baja y
seductora.
El estómago del nombrado se agitó. De repente, sintió
dos pulsos, uno en la parte inferior y otro en la parte
trasera. Ni siquiera sabía que esto era posible. Sus ojos se
abrieron cuando él levantó una mano y tomó el lado
izquierdo de su rostro. En el momento justo, se inclinó
hacia su toque, su mirada se volvió tierna con la reacción.
Taehyung vio su reflejo en sus ojos agudos y claros.
Estaba siendo seducido por él. A pesar de esta conciencia,
se dejó caer más profundamente en la trampa.
“Debes obedecer esta orden”, dijo Jungkook con una voz
que goteaba dulzura como la miel.
“No soy una mascota que obedece órdenes”.
Los labios del pelinegro se torcieron con diversión. Volvió
la cabeza y lo besó en la palma de la mano. “Entonces, por
favor escucha mi sugerencia”.
Era la primera vez que decía por favor. Nunca le había
suplicado que hiciera nada. Tae siempre estuvo a su
merced. Este raro momento lo cegó. No pudo contenerse
mientras sonreía un poco.
“Está bien, seguiré tus sugerencias”.
Jungkook lo estudió cuidadosamente.
Si esto era un sueño febril, nunca quería despertar.
Si pudiera quedarse en este paraíso para siempre, lo
haría.
Taehyung estaba tan cerca de él que todo lo que tenía
que hacer era levantar un poco la cabeza y capturar sus
labios. Suaves como eran, como pétalos después de la
lluvia. Su piel era blanda y cremosa, rogando que su mano
lo acariciara. Su sonrisita ingenua hizo maravillas con su
endurecido amigo.
“Bien”, dijo Jungkook en voz baja. Sus ojos se posaron en
sus labios y volvieron a su mirada expectante.
El pelinegro se inclinó hacia adelante. Podía escuchar su
corazón acelerado, su respiración entrecortada. Sus largos
dedos acariciaron su barbilla, atrayendo su rostro hacia él.
Su otra mano se deslizó debajo de la manta que cubrían sus
piernas desnudas, el menor temblaba cuando exploró su
piel suave.
“Jungkook,” murmuró, justo cuando sus ojos se cerraron.
“Silencio, mi dulce, lo sé.”
La mano del pelinegro continuó moviéndose hacia arriba
hasta que lo agarró con fuerza por la mitad del muslo. El
contrario dejó escapar un gemido silencioso cuando su
pulgar rozó el punto sensible de la parte interna de su
muslo. Solo un poco más, y su pulgar tocaría su miembro
empezando a endurecerse.
Sus dedos se clavaron en sus hombros. Su respiración se
volvió un poco dificultosa, mientras él frotaba círculos en la
parte interna de su muslo.
“¿Q-qué me estás haciendo?” Taehyung preguntó con un
suave jadeo.
Jungkook acercó sus labios a los de él. Su mano tocó el
costado de su cuello, su cabello le hizo cosquillas en la
cara. Se estaba volviendo loco por su olor. Era tan dulce y
quería probar su néctar una vez más. Daría todo en el
mundo por tenerlo en su boca.
“Por favor”, gimió el rubio, justo cuando su pulgar tocó
brevemente su ropa interior.
La mirada de Jeon se oscureció. Necesitó todo su interior
para no empujarlo contra la cama y salirse con la suya.
Nunca antes había sentido este tipo de desesperación. A
excepción de esa noche fría que estuvo con Taehyung. Por
una fracción de segundo, un instinto primario surgió desde
adentro. Casi le arranca la camisa y la ropa interior.
“Y ese chico Yugyeom”, habló el pelinegro de repente.
“¿Q-qué?”
Jungkook besó su mandíbula, sus labios mordisqueando
la suave piel. Tae se inclinó hacia él, sus ojos cerrados con
lujuria.
“Tú tampoco lo verás”.
Ante esto, los ojos del menor se abrieron de golpe. Pero
ya era demasiado tarde para que corriera. Antes de que
pudiera protestar, él besó la comisura de su boca.
“Solo es una sugerencia más,” murmuró.
Taehyung movió las caderas, intentando alejarse. Gritó
cuando su mano agarró su entrepierna, sus rodillas
cedieron instantáneamente. Se arrepintió, porque él
presionó los dedos sobre su miembro endurecido. Se
mordió el labio inferior para reprimir un gemido. Los
recuerdos de esa noche volvieron. Su seducción, sus
súplicas para que continuara, el hambre cruda que sentía.
“Una vez más y eso es todo”.
Taehyung no estaba pensando correctamente. ¿Qué
diablos le estaba haciendo? Rápidamente se levantó de su
regazo. Pero él trabajó sin problemas. Él lo siguió, hasta
que su espalda quedó presionada contra el colchón.
El menor fue repentinamente consciente de su posición.
Ahora, era un cordero en las fauces de un león. Había caído
en su trampa.

ME GUSTARÍA CAMINAR
“Yugyeom es amable conmigo”, susurró Taehyung en voz
baja.
Sus ojos miraron brevemente sus labios. Recordó que esa
noche el mayor tampoco lo besó en la boca. En cambio, su
rostro estaba enterrado en su cuello, chupando, lamiendo y
mordisqueando hasta que se formó un chupetón morado.
“Él es un inútil”.
Jungkook lo miró. Su cabello estaba desparramado, su
camisa holgada se deslizaba más abajo para revelar la
mitad de su torso. Cuando respiraba, su pecho subía y
bajaba con él. Era un espectáculo fascinante para la vista.
“Es mi amigo”, intervino.
El pelinegro apretó los labios. Sus manos estaban a
ambos lados de su cabeza, para no aplastarlo con su peso.
Bajó la parte de su cadera sobre el rubio, haciendo presión
con el bulto en su pantalón, observó cómo su rostro se
sonrojaba instantáneamente. Lo presionó contra la cama,
negándose a dejarlo salir hasta que él dijera que sí.
“Él no pudo salvarte de mí”, señaló.
Las cejas de Taehyung se juntaron. Estiró sus
extremidades y con cautela le tocó la línea de la mandíbula
con ambas manos.
Jungkook se sorprendió con la iniciativa. Pero él bajó la
cabeza de todos modos, queriendo más de su toque. Eran
suaves como plumas y siempre vacilantes. Parecía que su
caricia desaparecería sin previo aviso. Lo obligó a apreciar
su toque aún más.
“Eso no es cierto. Vine a ti voluntariamente”, señaló.
Los labios del pelinegro se curvaron en una sonrisa.
¿Sonaban sus palabras como si el menor viniera
voluntariamente a él? ¿Qué hay de sus amenazas de
retener su collar? Su cerebro funcionaba de una manera
divertida.
“Ves demasiadas cosas buenas en mí. Las cuales ninguna
existe”.
“No”, respondió el menor. “Veo más mal que bien, pero
elegí centrarme en lo último”.
Jungkook se rió. Taehyung se estremeció.
“Lo digo en serio, Jungkook” habló con determinación.
Él le lanzó una mirada sardónica y una sonrisa
arrogante. Dudaba de sus intenciones. Incluso Jungkook no
creía en el bien de sí mismo. No eran muchos, pero aún
quedaban algunos.
El menor frunció el ceño un poco. “Realmente lo creo,
Jungkook”.
“No dudo que lo creas”, dijo secamente.
Jungkook sacudió lentamente la cabeza con diversión.
Los ojos de su prometido estaban muy abiertos con
urgencia, sus labios separados. Con su sarcasmo, sus labios
se torcieron en un leve puchero. Él se inclinó, sabiendo una
manera de deshacerse de su expresión hosca.
“No hagas pucheros, mi dulce,” murmuró. Curvó un dedo
debajo de su barbilla y lo miró fijamente a los ojos. Estaban
separados por un suspiro, su pecho rozando ligeramente el
de él.
“A menos que tengas la intención de hacer una rabieta”,
su voz baja y ronca.
El estómago de Taehyung se revolvió cuando su pulgar
presionó su labio inferior. Había una mirada hambrienta en
sus ojos ardientes como si no pudiera esperar para
devorarlo. Se le cortó la respiración cuando besó la
comisura de su boca. El cuello de su camisa desabrochada
le hizo cosquillas en el cuello.
“El blanco es un color encantador para ti”, notó
Jungkook de repente.
La voz de Taehyung quedó atrapada en su garganta. Sus
labios habían viajado hacia la línea de su mandíbula.
Presionó besos con la boca abierta por un lado de su cuello.
Se sobresaltó cuando él llegó a un punto sensible. Sintió la
curvatura de sus labios sobre su piel cuando él sonrió
maliciosamente.
“¿Es este lugar, mi dulce?” bromeó, justo cuando su
mano viajó desde su barbilla hasta el costado de su cuerpo.
Sus manos encallecidas, grandes y firmes, agarraron sus
caderas, apretándolas.
“N-no”, mintió.
“Mmm…”
Jungkook besó el lugar mientras él saltaba de nuevo. Se
le cortó la respiración. Instantáneamente, lo mordió,
haciéndolo gritar en protesta. Sin previo aviso, él lamió el
dolor, solo para mordisquear y succionar, hasta que agarró
con fuerza sus hombros.
“M-mentí, así que por favor,” jadeó por aire, esperando
que él le tuviera misericordia.
“No me mires así”, el menor giró la cabeza hacia otro
lado, con las mejillas sonrosadas.
“¿Cómo?”
Taehyung le lanzó una mirada furtiva. Quería ocultar su
rostro y desaparecer de la cama. “Como si me fueras a
comer”.
Jeon arqueó una ceja. Se deslizó más abajo de su cuerpo,
su cabeza por sus caderas hasta que llegó a su muslo. Le
dio un fuerte apretón, sus ojos brillando con diversión. Su
pulgar rozó de nuevo su miembro, haciendo que sus
piernas se apretaran juntas.
“Oh, pero te voy a comer”, murmuró.
Taehyung olvidó cómo respirar. Hizo contacto visual con
él. Su mirada era abrasadoramente caliente y hambrienta.
Su piel zumbaba en respuesta, calentándose para él.
“No te preocupes”, Jungkook lo tranquilizó suavemente.
Éste se inclinó, su sonrisa se amplió ante su expresión de
asombro. Sus labios rozaron suavemente sus muslos
desnudos. El menor se aferró a él aún más, sus dedos
presionando las crestas de sus duros músculos.
“Seré gentil.”
“P-pero la última vez no estabas…”
Los ojos de Jungkook brillaron. ¿Cómo pudo haberlo
olvidado? Podía recordarlo vívidamente. Se retorcía en la
cama, sus jadeos sin aliento, sus dulces gemidos, el
movimiento de sus caderas mientras trataba de escapar del
placer que le brindaba su boca y sus dedos.
Él había agarrado sus muslos con firmeza,
manteniéndolo en su lugar, obligándolo a experimentar el
ascenso a su clímax, hasta que el rubio gritó su nombre y
se corrió en su boca.
“Si pensaste que la última vez no fui gentil, entonces te
sorprenderás”, se burló.
Aprovechando su confusión momentánea, Jungkook subió
sobre su cuerpo, apartó el cabello de sus ojos. Él se inclinó
más cerca, sus labios rozando sus oídos. Lo besó debajo de
sus lóbulos.
Taehyung podría haber jurado que tenía mariposas en el
estómago. Revolotearon y se agitaron, como si algo cálido
se acumulara debajo de él. El sentimiento era demasiado
familiar. Su olor inundó sus sentidos, un delicioso olor a
vino y cítricos. Su aliento era mentolado, y cada bocanada
lo cautivaba.
“Y-yo todavía me gustaría caminar mañana”.
Jungkook se puso rígido. Sin previo aviso, se rió
roncamente en su oído, haciendo que su cuerpo se apretara
debajo de él.
“Parece que tienes planes completamente diferentes a
los míos, cariño”, susurró.
Jungkook solo había querido probarlo, como esa noche.
No pensó que su prometido creería que irían más lejos que
eso. Definitivamente no se estaba quejando. Consumar su
matrimonio en ese momento y ahora no lo perturbaría.
“Yo no, yo solo—”
“Parece que has aprendido un par de cosas de tus
queridos libros eróticos”.
Taehyung jadeó ante sus palabras. Lo miró, mortificado
de que lo molestara así.
“Estoy bastante celoso”, señaló el mayor.
Los dedos del pelinegro alcanzaron los finos botones que
sujetaban su camisa. Los desabrochó, observando cómo su
piel acaramelada se erizaba.
“Yo debería haberte enseñado cosas tan sucias, no esos
libros”.
Los falanges de Jeon bajaron por sus brazos
juguetonamente, sus rodillas se deslizaron hacia arriba en
respuesta. El menor había apretado sus muslos. Se
estremeció cuando sus miradas se encontraron. Sus ojos
estaban húmedos y suaves. Su atención se centró en su
garganta cuando Tae tragó.
“Entonces, ¿por qué no me enseñas ahora?” Taehyung
pronunció suavemente.
Así como así, todo su control se dispersó. Sin previo
aviso, estrelló sus labios contra los de su prometido,
capturándolo en un beso desalentador.

MANTENTE A SALVO
Sus labios eran ásperos pero suaves. Su mano se deslizó
en su cabello, agarrándolo con fuerza mientras inclinaba su
cabeza. Sus bocas se moldearon perfectamente juntas en
un beso abrasador que envió sacudidas por todo el cuerpo
del rubio. Sus labios eran como una marca, dominando y
marcando todo como suyo.
Era la primera vez que Taehyung besaba a alguien. No
sabía cómo, pero él lo guió perfectamente. Chupando,
lamiendo, mordisqueando, lo tenía a su merced.
Jungkook se apartó para dejarlo respirar, con los ojos
encendidos.
“No te preocupes cariño, seré el único maestro que
necesitarás” trazó sus labios con su dedo índice, mientras
su pecho se elevaba ligeramente con más ritmo.
Taehyung no dudó de sus palabras. Encontró su mirada y
trató de no retorcerse. Solo su mirada lo inmovilizó, sus
labios se torcieron en una sonrisa tortuosa que prometía
noches pecaminosas. Sus dedos bajaron por su cuello,
acariciando la parte superior de su torso provocativamente.
“E-entonces, ¿cuál es la primera lección?” murmuró,
justo cuando sus ojos se oscurecieron.
Había una mirada hambrienta que cruzó sus finas
facciones. “Encontrar el lugar que te hace retorcerte”.
Lamió su labio inferior, pero Tae no sabía lo que eso
significaba. Hasta que de repente le apretó las caderas y
jadeó. Su lengua empujó dentro de su boca, explorando
cada grieta cálida y resbaladiza.
“Sé buen chico y abre las piernas para mí”, murmuró en
sus labios.
Éste obedeció temblorosamente, sus piernas se
separaron un poco. Luego, tuvo miedo y trató de cerrarlo,
pero ambas manos de él estaban sobre sus rodillas,
abriéndolo más para él.
“Sabes muy dulce, cariño”, dijo mientras lo besaba
suavemente de nuevo. “En todas partes,” corrigió,
recordándolo en su lengua.
Taehyung se sonrojó. Le tapó la boca, deseando que no
se burlara de él de esa forma. “N-no digas cosas así”.
Jungkook tomó su mano y besó su palma. Ahora que
estaba instalado entre sus muslos, podía salirse con la
suya.
Sin embargo, se lo tomó con calma y ternura, porque el
menor se lo merecía. Sus ojos se encontraron con los de
Taehyung, fuego contra agua, sus ojos estaban húmedos de
placer. Incluso ahora, sus piernas temblaban. Se acercó
más a él hasta que su figura se elevó.
“Pero es la verdad, mi dulce” los dedos del pelinegro se
deslizaron hasta su muñeca mientras lo miraba
profundamente a los ojos, sus labios se curvaron en una
sonrisa. El menor tenía un universo escondido entre los
pliegues de color verde esmeralda, brillando por su
aprobación.
“Es inapropiado”, murmuró.
“Nada sobre nosotros se supone que es apropiado”,
corrigió.
Jungkook se inclinó y capturó sus labios de nuevo. Esta
vez, fue un beso lento y gentil. Él lo probó a fondo, sus
labios acariciando los suaves y tiernos de él. Era como si
estuviera tratando de recordar la curva de su línea superior
y el puchero de sus inferiores. Su beso quedaría grabado
para siempre en su memoria.
“Qué adorable”, murmuró Jungkook cuando el contrario
se encogió aún más.
Soltó su muñeca y agarró ambas caderas. Sonriéndole
suavemente, le dio un beso de adoración en la mejilla.
“¿Déjame entrar?” preguntó.
El corazón de Taehyung se aceleró. Cuando lo dijo con
una voz tan entrañable, ¿cómo podría negarle algo? Habló
apenas por encima de un susurro, como si sus acciones
fueran sagradas y secretas. Sus dedos presionaron sus
caderas. Presionó besos con la boca abierta por la línea de
su mandíbula, su piel ardiendo con cada toque.
“Será lo mismo que esa noche”, aseguró.
La respiración del menor se cortó. Recordaba
perfectamente esa noche. Sus dedos apretaron las sábanas
del colchón, sus ojos fuertemente cerrados, mientras el
placer controlaba su cuerpo retorciéndose, sus músculos se
tensaron cuando vio estallidos de estrellas en su visión.
“¿L-lo prometes?”
“Atraviesa mi corazón y espera morir.”
Taehyung no se dio cuenta, pero sus manos habían
explorado sus muslos. Las yemas de sus dedos ásperas, lo
agarraron en lugares que le revolvieron el estómago.
“E-entonces solo una pequeña muestra…” dijo
ingenuamente.
Los ojos de Jungkook brillaron con alegría. Su dedo se
enganchó en su ropa interior de encaje. Sus rodillas se
hundieron en sus costados, tratando de cerrarse con
anticipación.
“Será más que un gusto”.
Bajó la cabeza, su boca encontró la de Taehyung de
nuevo. Éste gimió silenciosamente de placer, su cuerpo se
elevó para encontrarse con el de él. El calor se extendió
desde su pecho hasta la punta de sus pies. Era
apasionantemente erótico, sus pensamientos
convirtiéndose en charcos ante él.
Jeon le bajó la ropa interior y lo besó más
profundamente, tragándose toda protesta. Lo desenganchó
de sus muslos y lo arrojó a un lado. Respiración tras
respiración, Jeon tomó todo de él. Éste no quería nada más
que él.
Su toque rudo contra su piel suave hizo que su corazón
se acelerara mientras otro latido se formaba debajo de su
estómago.
“Y definitivamente será mejor que esa noche”, agregó
con voz ronca mientras se alejaba.
Taehyung estaba asombrado por sus rasgos oscurecidos.
Lujurioso, misterioso y seductor, incluso los dioses del cielo
no podían rivalizar con su buena apariencia. Él lo tocó con
una ternura que hizo que sus ojos se humedecieran. ¿Era
solo por él, que el mayor actuaba así?
Toda vacilación abandonó su mente cuando las yemas de
sus dedos envolvieron su miembro. Sus ojos se abrieron
como platos, mientras sus dedos callosos excitaban cada
centímetro de él.
“N-no te burles de mí”, jadeó, sus ojos se cerraron con
fuerza.
Jungkook jugaba suavemente con él, observando con
gran placer cómo se retorcía y gemía en voz baja. Su mano
bombeaba de arriba hacia abajo, su pulgar haciendo
presión en el glande esparciendo el líquido preseminal.
Dejó escapar un grito de placer.
El pelinegro disfrutó de sus silenciosos gemidos,
espasmos cada vez que frotaba su pulgar sobre el glande.
Continuó haciéndolo, pero esta vez, más lento hasta que él
quedó hecho un desastre.
“Jungkook…” lo llamó suavemente, sus manos sobre sus
hombros. Mientras él lo besaba profundamente.
Rodeó su miembro, la sensación lo volvía loco de placer.
Apenas podía creer lo rígido que se había puesto, solo por
sus besos burlones antes.
A estas alturas, ni siquiera podía pensar, sus
pensamientos se concentraban en su lento vaivén que se
aceleraba cada pocos segundos. Jeon se burló de él, hasta
que prácticamente le estaba rogando que le dejara
liberarse.
El placer fue intenso. Se sintió escalando un pico. Sus
caderas se arquearon para él, queriendo más y más. Su
dedo medio húmedo fue bajando hasta acariciar alrededor
de su estrecha entrada.
“Di mi nombre”, ordenó en voz baja.
Taehyung lo rechazó. Presionó sus nudillos contra su
boca, conteniendo otro gemido. Ante su desobediencia, él
aceleró sus movimientos, volviéndose un poco más rudo,
presionándose contra él. Tae gritó ante sus implacables
caricias, sus caderas girando para encontrarse con su
mano.
“Mi nombre”, gruñó en sus oídos mientras el menor
gemía en protesta.
“Por favor…”
Sintió el apretón que le dio a su pene, la tensión de sus
músculos. Su respiración se aceleró mientras que su toque
se volvió tortuosamente lento. Todo lo que tenía que hacer
era acelerar el paso un poco, y él se desharía.
“Su Majestad”, gritó débilmente, su pelvis se movió por
sí sola para agarrar más de él.
Jungkook dejó escapar una risa áspera. Su chico bonito
se estaba burlando de él, ¿no? Inclinó la cabeza y
mordisqueó su torso.
“¡A-ah!” Taehyung gimió, su cuerpo tensándose por su
acción. Mordió la parte superior de su pezón, suavemente
como un gato pequeño.
“No te daré lo que quieres, a menos que me llames
adecuadamente”, gruñó Jungkook. Su caricia se volvió aún
más lenta, a pesar de lo resbaladizo de sus dedos, húmedos
por su néctar.
Su otra mano abrió su camisa, revelando sus pezones. Él
lo besó, con la lengua y la boca húmeda, la cabeza del
menor rodando hacia atrás. Sus caderas se levantaron de la
cama, queriendo más de él. Su lengua lamió las perlas, la
textura áspera hizo que el rubio se retorciera y se
estremeciera de éxtasis.
“Por favor”, suplicó débilmente, sabiendo exactamente lo
que estaba haciendo.
“¿Por favor qué?” demandó con una voz primaria.
Los ojos de Taehyung se humedecieron de placer. Sabía
lo que él quería, pero pensó que podría resistirse a él.
Pensó que no tenía por qué caer en su trampa erótica, pero
era imposible. Sus dedos jugaban con él, tocando lugares
que no sabía que podían tener un latido del corazón.
“Por favor, Jungkook”.
Sus labios se curvaron con satisfacción. Él aceleró el
vaivén de sus dedos que goteaban con su néctar. Su
respiración se volvió dificultosa en respuesta, su cuerpo se
tensó cuando él le acarició aún más, su dedo medio
jugando alrededor de su agujero. Provocó el glande hasta
que sus piernas temblaron y su cabeza se echó hacia atrás.
Estaba llegando a la cima de su clímax. Sus músculos se
tensaron, sus labios se ensancharon por la concentración.
Todo se centró en los movimientos de sus dedos hasta que
pronto vio un estallido de luz.
“¡J-Jungkook!” gritó en voz alta. Se deshizo en su mano,
su cuerpo zumbando de placer. Sintió algo cálido ahí abajo
mientras sollozos silenciosos se escuchaban de sus labios.
Jeon bajó su cuerpo sobre el de él. Taehyung lo abrazó
cariñosamente, sus brazos envolviéndose alrededor de su
cuerpo. Se aferró a él, sus muslos presionando su estrecha
y dura cintura.
“Buen chico”, lo felicitó en un murmullo silencioso.
Jungkook encontró su mirada. El menor lloraba cada vez
que él lo complacía. Fue una comprensión que hizo que su
cuerpo se sacudiera por más de su reacción. Lo miró
profundamente mientras saboreaba sus dedos, sus labios se
curvaron ante su mirada cada vez más amplia.
“Dulce como la miel”, murmuró.
Taehyung dejó escapar un suspiro tembloroso. Una
sensación de satisfacción lo inundó. Apartó la mirada, justo
cuando él le sonreía. Su otra mano apartó los mechones
que suavemente enmarcaban su rostro.
“Mi dulce, dulce Taehyung,” suspiró suavemente,
besando un lado de su cuello.
Sus ojos se cerraron en respuesta, saboreando este lado
del pelinegro. Pronto, sus párpados se sintieron pesados y
ya no sintió la necesidad de abrirlos. Todo su cuerpo se
relajó debajo de él.
“Está bien, cariño. Duerme”. La voz del pelinegro era tan
tranquilizadora como una canción de cuna.
Taehyung sintió su cariñoso beso en su frente. Sus labios
se demoraron por un breve momento. Lo último que
recordaba eran sus besos salpicados en todo su rostro,
suaves como el aleteo de una mariposa.
“Duerme bien, cariño. Te mantendré a salvo”.

MUERTE TORTUOSA
Jungkook lo observaba tranquilamente dormir en sus
brazos. Usó su brazo como almohada y se acurrucó contra
él. Enterró la cara en sus hombros, su suave respiración le
hizo cosquillas en el cuello.
Nunca antes había sentido este tipo de sensación:
abrazar a alguien mientras dormía. En el pasado, mucho
antes de que Taehyung naciera, nunca se quedaba a pasar
la noche. Los besos estaban prohibidos, al igual que los
abrazos. Pero Taehyung rompió todas sus reglas,
permaneciendo en sus brazos mientras él lo besaba
cariñosamente.
“Hn…”
Jungkook lo miró con preocupación. Le gustaba
murmurar y refunfuñar mientras dormía. A veces, eran
palabras incoherentes, otras veces, apenas podía distinguir
su pronunciación. Estaba acurrucado como un osito. Sin
previo aviso, movió su cuerpo. Pasó una pierna por encima
de su cintura y colocó una palma sobre su pecho, justo
donde estaba su corazón.
“Kook…”
El pelinegro sintió un movimiento extraño en su pecho.
Era una sensación incómoda que no entendía. Tae
tontamente sonrió en su sueño mientras lo abrazaba como
una almohada. Su cabello brillante caía por su frente,
esponjoso y hermoso, muy parecido a él.
“Es un dulce sueño, supongo,” Murmuró suavemente.
Jungkook apartó con ternura los mechones de su cara,
revelando sus pómulos demacrados y hundidos. Sus ojos se
entrecerraron. Ahora que lo pensaba, no pudo revisar su
plato esta mañana. ¿Él incluso comió algo?
No necesitaba que el menor muriera de hambre frente a
él. Disfruta mucho el rubor de la vida y el calor en sus
mejillas sonrosadas. Si sus ojos se nublaran por el hambre,
y sus labios se tensaran con sonrisas forzadas, se perdería
a sí mismo.
“Alguien necesita romper ese horrible hábito tuyo”,
gruñó.
Jungkook tocó sus labios, sus cejas se juntaron. Estaba
ligeramente hinchado y magullado. Pensó que había sido
amable, pero parecía que no. Conteniendo un suspiro,
lentamente comenzó a desenredarse de él.
Necesitaba consultar con Joongki si comió o no. Estaba
preocupado por él. Era una emoción extraña que nunca
podría comprender. Pero era cierto. Era tan frágil, que le
preocupaba que un empujón pudiera romperlo.
Jeon deseaba protegerlo.
Fue una comprensión sorprendente que le dolió en vano.
Rara vez había interactuado con el menor en su juventud.
Las únicas veces que lo vio fue en presencia de sus padres.
“Nunca quise verte hasta que fueras mayor de edad”.
Jungkook se arrepintió de todas las veces que lo trajeron
a su vida. Había despreciado verlo e hizo todo lo posible
para evitarlo. Funcionó, en su mayor parte.
Cuando lo vio en los pasillos, se fue en dirección
contraria. Cuando escuchó que él menor estaba comiendo,
se saltó la comida y se fue a beber. Cuando lo encontraron
en los jardines, él se mantuvo solemnemente alejado de las
ventanas.
Jungkook hizo todo para no verlo. Se sentía extraño
llegar a conocerlo como un niño. Él nunca lo hizo. No supo
de sus juguetes favoritos, no supo de sus libros favoritos, lo
que lo hizo sonreír, lo que lo hizo reír, nunca supo nada de
eso.
“Sin embargo, todavía te metiste en mi vida”.
Suspiró derrotado. Sus intentos fueron en vano cuando
Taehyung hizo todo lo posible por verlo. Corría tras él,
incluso cuando le prohibía estrictamente acercarse.
Extendería un dedo y le diría que se fuera. Taehyung lo
hizo, en su mayor parte. Pero no siempre.
Quizás en ese entonces, Taehyung ya lo sabía. Que este
hombre, alto y misterioso, con una mirada de advertencia y
ceño fruncido irritado, era su destino. Tal vez sabía que él
lo protegería y que nunca lo lastimaría, porque siempre
sonreía ante la presencia de su ceño fruncido.
Jungkook no entendía por qué. Y él nunca averiguaría el
motivo. El menor lo había olvidado por mucho tiempo. No
tenía la intención de que fuera así, pero simplemente
sucedió. Él había borrado todos sus malos recuerdos, y
parecía que él estaba incluido en ellos.
Taehyung esperaba despertar solo.
“Mmm…”
Se estiró con los ojos cerrados. Se sentía bien hacer
crujir sus articulaciones. Dejó escapar un suave suspiro de
placer y abrazó su almohada aún más. Esta era fría y
reconfortante. La temperatura de su cuerpo siempre fue
inusualmente alta. La repentina frialdad de la almohada le
trajo un gran consuelo.
“¿Divirtiéndote, cariño?”
Los ojos de Taehyung se abrieron de golpe.
Instantáneamente se sentó erguido, sus ojos se abrieron de
par en par al verlo. Estaba acostado boca arriba, con un
brazo extendido en su dirección. Una sonrisa perezosa y
divertida se posó en su rostro.
“¿Qué? ¿Esperabas que me fuera, como tú?” Jungkook
volvió.
“No soy tan cruel como tú, querido Taehyung, el Gran
Corredor”.
El menor se rió de su título. Pero entonces, su sonrisa
desapareció. “¿T-tú me viste correr?”
Jeon lo miró irónicamente. ¿Tae de verdad pensó que se
había quedado dormido esa noche? “Te vi recoger tu ropa y
ponértela como un loco”.
El rubio estaba mortificado.
“Luego, te vi corriendo por las colinas sin mirar atrás.
Eres un velocista fantástico. ¿Alguna vez pensaste en unirte
a los Juegos Olímpicos?”
El pelinegro hablaba como un amante despreciado.
Taehyung abrió y cerró la boca como un pez fuera del
agua. Cuando Jeon abrió los labios para decir más,
rápidamente se inclinó y lo besó.
Jungkook se puso rígido, sus ojos se abrieron
ligeramente. Le tomó un segundo registrar lo que pasó.
Pero un segundo era todo lo que necesitaba. Su mano se
alzó y se entrelazó en su cabello, tirando del rubio hacia él.
El pelinegro ladeó la cabeza, besándolo con más fuerza,
aunque el menor estaba encima de él. Lo saboreó con
lentitud, hasta que Tae se derritió contra él. Éste se deslizó
sobre su cintura, sentándose a horcajadas sobre él
mientras le permitía saborearlo.
“Has mejorado”, dijo Jungkook sobre sus labios
humedecidos. Le había echado la cabeza hacia atrás para
dejarlo respirar. Rara vez conocía sus límites. Era algo
peligroso. Taehyung jadeó sobre su pecho mientras asentía
temblorosamente.
“Ahora, mejoremos un poco más”. Jungkook tiró de él,
sus labios succionando los ajenos febrilmente. Él mordió
ligeramente su belfo inferior, mientras el rubio abría la
boca para él. Su lengua entró, explorando y saboreando
cada movimiento y gemido.
Lo besó como un hombre hambriento de caricias y
Taehyung fue su salvación. Envió sacudidas de placer en su
cuerpo.
Una calidez se acumuló en la parte inferior del estómago
del rubio. Sus manos estaban presionadas sobre su pecho
firme y robusto, mientras sus rodillas se apretaban contra
su cuerpo. Él lo sostuvo con facilidad, una mano en su
cintura y la otra en su cabello.
“N-no puedo pensar con claridad”, confesó en su boca
hambrienta. Cada vez que Jeon lo besaba, sus
pensamientos desaparecían.
“Bien.” Jungkook apretó su agarre en su cabello. “Ahora
bésame de nuevo”, exigió.
Taehyung se sonrojó ante su orden. Había un borde
endurecido en su voz, y algo firme presionando su espalda
baja. Se deslizó un poco hacia atrás para inclinarse para un
beso más profundo. Pero su agujero desnudo presionó algo
que se endureció aún más bajo su toque.
“Pequeño bromista”, gimió ronco.
Sin previo aviso, Jungkook lo atrajo hacia él nuevamente.
Esta vez, el beso no fue tan dulce. Era terriblemente cruel,
pero apasionado y ardiente. Apenas podía seguirle el ritmo.
Sus labios lo besaron con avidez, mordisqueando y
succionando con ahínco, como si Jeon fuera un hombre
varado en un desierto, y él fuera su oasis. Su mano agarró
su cintura con firmeza, apretando la piel suave.
Taehyung estaba perdido en su placer. Sus bocas se
movían con rudeza, ninguno de los dos quería soltarse. Se
bajó, aún más, su cuerpo se deslizó hacia atrás.
“No empieces lo que no puedes terminar, cariño”, le
advirtió en un áspero susurro.
El corazón de Taehyung tembló ante sus palabras. Se
sintió latir ahí abajo por él otra vez, su rostro sonrojándose
profundamente. No fue su intención, realmente no lo fue.
“Y-yo solo quería ponerme un poco más cómodo”,
confesó tímidamente.
Jungkook dejó escapar un silencioso gemido de protesta.
Disfrutaba tenerlo encima de él, sus piernas a horcajadas
sobre él, la manta deslizándose hacia arriba para revelar
sus hermosos y suaves muslos. Pero el menor lo estaba
volviendo loco.
Si movía las caderas, aunque fuera un poquito, él
perdería el control. Estaba desnudo debajo de la manta. Lo
único que los separaba era una tela delgada.
“Vas a ser mi muerte, lo juro”, suspiró.
Taehyung no sabía a qué se refería. Por lo tanto, inclinó
la cabeza e ingenuamente le sonrió. Su cabello dorado
brillaba por el sol, mechones adornando su rostro. La
manta cayendo por sus acaramelados hombros.
Después de pensar por un minuto, el pelinegro se
corrigió. “Definitivamente me harás sentir una muerte lenta
y tortuosa”.

ESPERO EL ÉXITO
Taehyung había leído suficientes libros para entender lo
que quería decir. Le sonrió con ironía, esperando que eso
aliviara la tensión entre sus cejas y su amigo de abajo. Pero
no fue así.
Jungkook le dio unas palmaditas en la parte superior de
la cabeza. “Es casi la hora de un almuerzo tardío. Ven,
vamos a buscarte—”
“¡Su Majestad!”
“—alimentos,” finalizó Jungkook. Una mueca de disgusto
torció sus rasgos perfectos.
Dejó escapar un suspiro fuerte e irritado. Se sentó
erguido, con el menor todavía en su regazo. Le colocó los
mechones de cabello detrás de las orejas antes de
deslizarlo fuera de él.
“¿Qué es?” le ladró a la puerta.
“Su Majestad, ese loco Park está aquí otra vez”, gritó
Yoongi.
Yoongi estaba parado afuera de la puerta, rascándose el
cuello. Se preguntó si ese título estaría unido para siempre
a ese chico de voluntad fuerte cuyo rostro nunca abandonó
su mente. Cuando cerraba los ojos, lo veía fruncir el ceño
profundamente, y cuando intentaba dormir, escuchaba sus
irritantes preguntas.
Un segundo después, las puertas se abrieron. El Rey
estaba allí con el cabello ligeramente despeinado y una
camisa de seda ligeramente arrugada. Tenía la apariencia
de alguien que se levanta de la cama, pero lejos de
descansar.
“¿Para qué?” exigió Jungkook.
“Para ver a Taehyung, Su Majestad”.
Yoongi esperaba que Park Jimin exigiera la audiencia del
Rey. Pero tomó a los gemelos por sorpresa cuando llamó a
Taehyung.
“¿Dónde está el título correcto para dirigirte a mí
prometido y futuro Rey?” Jungkook espetó un segundo
después. Su voz estaba llena de disgusto, sus ojos brillaban
con una advertencia.
Yoongi se preguntó qué subió por el trasero de Su
Majestad y murió para que esté con ese temperamento.
Este hombre estuvo de mal humor todo el día. No era raro
que el Rey tuviera mal genio, pero rara vez lo mostraba.
Siempre había una sonrisa sardónica en su rostro,
porque sabía que todos estaban por debajo de él. No había
necesidad de que se irritara cuando controlaba a todos. El
poder absoluto emanaba del prestigioso linaje de Su
Majestad.
“Me disculpo, Su Majestad”, dijo Yoongi en un tono que
parecía estar lejos de disculparse.
Jeon entrecerró los ojos, pero tenía diferentes problemas
con los que lidiar. “Lleva al tonto Park al comedor y haz que
los chefs sirvan el almuerzo”.
Yoongi asintió. Era una petición extraña, ya que a
menudo se recibía a los invitados en los salones de la
planta baja. El Rey solo almorzaba con personas que veía
dignas de su presencia.
“Como desee, Su Majestad”. Yoongi inclinó la cabeza y
dio un paso atrás. Su linaje siempre había servido a los
Jeon. La acción era anticuada, pero esperada. Los vampiros
como él favorecían la etiqueta y la tradición, ya que nunca
olvidaron las riquezas y la realeza de la era antigua.
“Disculpado”.
Yoongi dio media vuelta y se alejó, listo para guiar a Park
Jimin, que escupe fuego, hasta el elegante comedor. Dios
sabe si ese chico incluso está entrenado con etiqueta. Dada
su naturaleza rebelde, no le sorprendería que usara la
cuchara sopera para el postre y el tenedor para el pescado
para la ensalada.
—————
“¿Jimin está aquí?” Taehyung dijo ansiosamente en el
momento en que Jungkook cerró la puerta. Se había
levantado de la cama, sus pies desnudos se hundían en la
lujosa alfombra negra. Vio diseños grises en él, pero no
enfocó lo suficiente para ver qué era.
“Tienes oídos agudos”, murmuró Jungkook con
insatisfacción.
A Jeon no le gustaba que alguien codiciara lo que le
pertenecía, especialmente los Park. Aborrecía aquello
sobre lo que no podía tener un control absoluto.
“Me vestiré”, informó Taehyung con una gran sonrisa,
sus ojos brillando de alegría.
Jungkook se preguntó si alguna vez parecería tan feliz de
saludarlo. Cada vez que lo veía, lo miraba con los labios
entreabiertos, como si no supiera qué hacer en su
presencia. Es tan fácil como arrojar sus brazos alrededor
de su cuello y abrazarlo. ¿Era tan difícil que el menor
hiciera eso?
“Le avisaré a Jean y Jenny”, respondió el pelinegro.
A pesar de lo infeliz que estaba con Jimin, le gustaba ver
sonreír a Taehyung. Cuando lo hacía, no era tan manso y
recatado.
Además, Jimin parecía una buena influencia para una
persona de carácter débil. No tenía dudas de que era por
su habilidad como la Rosa Dorada. Tocar la Rosa Dorada
daba una oleada de fuerza y poder que era lo mismo que
confianza.
“¿Te unirás a nosotros en el comedor?” preguntó
Taehyung.
Jungkook le lanzó una mirada. El menor estaba
completamente ajeno a la tensión electrizante entre él y
Jimin. Ambos querían la atención de Taehyung, lo
admitieran o no. Estar en la misma habitación que ese loco
significaba competir por las leves sonrisas y la suave risa
de Taehyung.
Entrecerró los ojos. Era una victoria fácil para él, pero
colocaba a Taehyung en una situación incómoda.
“No, prefiero no arruinar mi apetito con su fea cara”.
Taehyung se ofendió al instante. Estaba escrito en todas
sus cejas burlonas y leve, pero raro ceño fruncido. “Jimin es
la persona más hermosa que conozco”.
“He visto mejores”, dijo Jungkook mientras le echaba una
mirada completa de abajo hacia arriba.
“Retirarás tu comentario”, ordenó desafiante.
Jungkook lo miró con incredulidad. Nunca lo había visto
mandarle algo. Nadie se atrevía a hacer que el Rey se
moviera si no quería.
“¿Y por qué debería?” Jungkook se burló. Metió las
manos en los bolsillos delanteros de su pantalón.
“Porque es increíblemente grosero calumniar al amado
hijo del magnate que es tu fabricante de armas más
importante”, respondió Taehyung.
Los labios del pelinegro se curvaron en una sonrisa
astuta. Finalmente estaba creciendo, por fin se estaba
revelando su verdadero carácter. No muchas personas lo
desafiaron abiertamente o le aconsejaron abiertamente de
esta manera. Taehyung lo hizo con facilidad y gracia, sin
retroceder ni una sola vez.
La temperatura había bajado, su presencia se volvió
sofocante y la tensión se había espesado. Pero Taehyung
era como un árbol obstinado, firmemente enraizado en el
suelo e inflexible incluso en las peores tormentas.
¿No tartamudeaba cuando estaba nervioso o ansioso?
Dijo su frase con la fluidez y determinación de un futuro
Rey. Parecía que la sangre real que corría por sus venas no
era solo un espectáculo. Sus ojos brillaron más que las
esmeraldas encontradas en las cuevas del bosque.
“Bien,” respondió finalmente Jungkook. “No quise decir
mi declaración anterior. ¿Feliz?”
Taehyung asintió. “Muy”.
“Espero que tengas la misma confianza y coraje
mañana”.
El rubio parpadeó. No se dio cuenta de lo que acababa
de hacer hasta que Jeon se lo expuso. Simplemente actuó
en lo que sintió que era correcto.
“¿Qué hay mañana?” preguntó, mientras daba un paso
adelante. Sus ojos buscaron sus zapatos que estaban
colocados al azar al lado de la cama.
“La Reunión del Consejo. Se requiere tu presencia”.
Taehyung hizo una pausa. ¿El Consejo? Había oído
hablar un poco de ellos. “Está bien.”
“Responderás por ti mismo como el Rey. Doblalos a tu
voluntad y oblígalos a pensar que eres más beneficioso que
la inútil Rosa Dorada”, dijo como un hecho.
Los dedos de Taehyung temblaron. El mayor lo
observaba atentamente. Esta sería su primera tarea para
demostrar que es digno.
“No te fallaré, Jungkook”.
El pelinegro sonrió. Cerró la distancia entre ellos. Apartó
mechones sueltos de cabello de su pequeña frente.
“Espero éxito, y nada menos, Taehyung”.
El doncel asintió. Su libertad dependía de ello. Él debe
tener éxito. No era una cuestión de ‘si’ o ‘pero’. Tenía que
ganar, a toda costa.
14. XIII

MI PRESENTE
Taehyung insistió en cambiarse él mismo. Estaría
absolutamente mortificado si las sirvientas encontraran que
su falta de ropa interior era la razón por la que necesitaba
un nuevo atuendo. Así que, cambiandose más rápido que la
velocidad de la luz, prácticamente corrió por los pasillos,
sorprendiendo a los sirvientes que pasaban.
Jeon no estaba por ninguna parte, pero a él no le
importaba. Sus pensamientos estaban ocupados por Jimin y
la alegría de ver a su amigo casi todos los días. En la
Mansión Kang, a Taehyung solo le prohibieron ver a Jimin.
“¡Mimi!” Chilló efusivamente en el segundo en que los
guardias abrieron la puerta para él.
Park Jimin caminaba en círculos, mordiéndose las uñas,
cuando escuchó la exultante llamada de su amigo. Su
corazón estaba pesado con aún más culpa. Taehyung
parecía más feliz que un niño en la mañana de Navidad,
listo para abrir los regalos. Sus ojos estaban pegados a la
brillante sonrisa cuadrada de su amigo y al brillo de su
mirada.
“¿Dónde estuviste anoche? Después de que nos
separamos, no pude verte”, dijo Taehyung rápidamente con
voz sin aliento, no por correr, sino por la emoción.
“T-Tete”, tartamudeó Jimin con una sonrisa forzada y
vacilante.
La atención de Taehyung se centró en el atuendo de su
amigo. Éste vestía una chaqueta blanca impecable con
pantalones caqui de corte limpio y zapatos blancos.
Siempre tuvo el aura impresionante de una persona a
cargo.
Adoraba el estilo de Jimin. Era perfectamente adecuado
para un heredero de una empresa multimillonaria.
A Taehyung también se le prohibió usar demasiados
pantalones en la Mansión Kang.
Solo usaba shorts tiro alto anticuados. Alegando que un
príncipe como él debe usar ropa tradicional y
conservadora.
“¿Qué ocurre?” preguntó en voz baja, su emoción
decayendo. Vio la mirada estresada y preocupada en el
rostro pálido de Jimin.
“Oh cielos, has estallado en sudor frío”, susurró
Taehyung con voz aterrorizada. Extendió una mano y tocó
la frente de su amigo, donde su cabello se pegaba.
“Tete, te amo tanto, tanto, debes saberlo”, se apresuró a
decir Jimin. Agarró las manos de su amigo y lo atrajo hacia
sí. Su corazón estaba acelerado por la incertidumbre.
Apenas podía oír por encima del torrente de los latidos de
su corazón atronador.
“Por supuesto, Mimi”, Taehyung se rió levemente. Fue un
poco forzado, dada la situación de la expresión
desconcertada de Jimin.
“Y-y nunca tomaría lo que te pertenece. ¿Recuerdas
cuando teníamos seis años y tenías este hermoso juego de
tetera? Me encantaba más que tú y lo sabías, e insististe en
dármelo, pero yo” Nunca lo tomé porque siempre te
pertenecerá a tí “.
Taehyung asintió lentamente.
“Es lo mismo que ahora. Nunca tomaré algo tuyo”, dijo
Jimin.
Taehyung estaba confundido. ¿Qué está pasando?
“Tete”, Jimin enfatizó el apodo. Apretó con más fuerza a
su amigo y bajó los ojos al suelo.
Taehyung se dio cuenta de que Jimin se había abotonado
incorrectamente la chaqueta. El primer botón estaba en el
segundo agujero. ¿Qué lo hizo correr aquí hasta el punto de
arruinar su ropa? Sacó las manos del agarre de Jimin, sin
darse cuenta de la expresión abatida de éste.
“Tete, tú eres mi mejor amigo y crecimos juntos. Conoces
todos mis secretos, como yo sé los tuyos. Tú fuiste la razón
por la que pude ser tan feliz en mi juventud”, se apresuró a
decir Jimin, creyendo que Taehyung estaba decepcionado.
Su gran amigo nunca se alejó de él. Jimin se había
acostumbrado a Taehyung. Todos siempre buscaban al rico
y poderoso Park Jimin. Todos los que conocía eran
enemigos disfrazados de amigos. Por eso amaba tanto a
Taehyung. Taehyung siempre fue un amigo de principio a
fin. Siempre le había prestado a Jimin un oído abierto y una
sonrisa paciente, a pesar de sus largas peroratas. Pase lo
que pase, Taehyung siempre estuvo a su lado, apoyándolo
como siempre.
Jimin estaba aterrorizado de perder a Taehyung.
“¿Qué estás h-haciendo?” Jimin tartamudeó, sus nervios
alcanzaron su punto máximo cuando Taehyung se inclinó
hacia adelante. Tragó saliva en silencio, creyendo que su
amigo le clavaría un cuchillo en el estómago.
“Tus botones están mal puestos”, explicó con una suave
sonrisa, como una madre ajustando la ropa de su hijo.
“Oh…” Jimin alcanzó a decir justo cuando Taehyung
terminaba de corregir los botones. Alisó el material con
una sonrisa más brillante.
“Ahí, perfecto como siempre”, habló Taehyung con una
sonrisa recatada en su rostro.
El corazón de Jimin se llenó de culpa. La voz de
Taehyung era suave como el tranquilo murmullo de un río,
agradable y lentamente, calmando el alma de aquellos que
conocía. A pesar de lo recatado que era Taehyung, había
algo agradable en su silencio y su actitud retraída. La gente
quería conocerlo mejor, desentrañar las profundidades de
su misterio.
“Tete…” Jimin se calló, sintiéndose como un tonto frente
a su mejor amigo. ¿Cómo iba a decirle lo que habían dicho
sus padres?
¿Cómo iba a decirle Jimin a Taehyung que su padre le
había explicado el propósito de la Rosa Dorada? Lo que se
suponía que era un cuento de hadas era en verdad la
realidad. La rosa dorada no era solo un libro para niños.
Su madre se había volado la cabeza cuando escuchó el
apodo que salía de la boca de Jimin. Poco después del
ataque explosivo de la Sra. Park, se desmayó en el acto y
fue llevada rápidamente a la sala de emergencias. Su
padre, en cambio, reaccionó con calma, como si ya supiera
la verdad.
Su padre le había contado todo. Como el Tío Soohyun era
alguien que frecuentaba demasiado a Su Majestad. Y con el
transcurso del tiempo el tío Soohyun y la tía Yeji le habían
prometido a Su Majestad a su propio hijo, ellos para ganar
el favor del Rey le dijeron a este último que su hijo sería la
Rosa dorada incluso antes de que Taehyung naciera.
Ya que Soohyun y Yeji visitaron a un vidente en ese
entonces, y éste les dijo que su hijo sería el que traería
prosperidad al reino de Wraith y al corazón de su Majestad.
Soohyun y Yeji sabían, así como todos, que el Rey no
podía sentir ninguna emoción y que solo podría si tuviera a
la Rosa Dorada a su lado. Y para ganarse el favor del Rey
mintieron, Soohyun en su desesperación le pidió ayuda al
padre de Jimin, Park Yesung, quién al ver el miedo en el
rostro de su mejor amigo, aceptó cambiar la fecha de
nacimiento de su hijo. Ya que él tampoco quería que su hijo,
Jimin, fuera tratado como un cordero sacrificado. Era un
ganar, ganar para ambos lados.
“Mimi, estás tan pálido”, murmuró Taehyung. Estaba
acostumbrado a la piel de Jimin, sedoso como el aceite de
oliva. Pero hoy, la sangre se drenó de la cara de Jimin,
como si hubiera visto un fantasma.
“Oh, se está sirviendo el almuerzo, comamos”. Taehyung
había notado que los sirvientes entraban al comedor con un
carrito rodante de comida. Las criadas colocaron con
delicadeza la gran variedad de alimentos sobre la mesa,
mientras que los mayordomos arreglaron los utensilios.
“B-bien, almuerzo”, murmuró Jimin sobresaltado,
perdido en lo que le comentó su padre. Se acercó a la mesa
con Taehyung directamente a su lado.
Jimin colocó una mano en la parte superior de la silla,
justo cuando Taehyung tomó asiento. Observó cómo los
mayordomos empujaban a Taehyung hacia adentro.
Taehyung le ofreció al mayordomo una sonrisa amable y
agradecida, con los hombros hacia adelante. La elegancia y
la etiqueta goteaban de la postura perfecta de Taehyung.
Jimin nunca podría lograr la misma gracia inculcada en
la sangre de un príncipe.
“Taehyung, ¿podemos hablar? ¿En privado?” espetó
Jimin, sabiendo que tendría que llegar al fondo de esta
conversación. Sus padres mencionaron que tenía que estar
presente en la reunión del consejo mañana. Su padre
ocupaba uno de los puestos más importantes.
“Por supuesto”.
Las criadas y los mayordomos entendieron al instante la
señal. Rápidamente colocaron todo abajo, con tanto respeto
como pudieron. Ni un minuto después, salieron, cerrando
las puertas del comedor detrás de ellos.
Pronto, el silencio envolvió el lugar.
“¿Qué es lo que me querías decir?” preguntó Taehyung,
mientras le hacía un gesto a Jimin para que tomara asiento.
Había mucha comida frente a ellos, todos los cuales eran
nutritivos y podrían ayudar a la mala cara de Jimin.
Vio sopa de abulón, ensalada de frutas cubierta con
crema fresca, carne wagyu con espárragos y puré de papas
con ajo, bollos de miel recién horneados y mucho más. Era
una comida abundante que le daría a Jimin algo de energía.
“Por favor, puedes sentarte. Estoy preocupado por ti,
Mimi, pareces enfermo del estómago”.
Jimin se sentía fuera de lugar en este palacio, por
grandioso que fuera. Se sentía como un pequeño camarón
en un mar de tiburones. Era un sentimiento extraño,
porque él estaba en la cima de la pirámide social. Todo el
mundo estaba a su entera disposición. Las personas de la
alta sociedad eran desechables, los amigos acudían a él y
todos querían complacerlo.
Sin embargo, cuando se paró frente a Taehyung, a pesar
de lo menudo que era su amigo, Jimin vio la presencia de la
realeza. Taehyung se comportaba con un aire que nadie
podía igualar, ya fuera la fluidez de su delgada muñeca al
indicarle que se sentara, o el destello de sus ojos vibrantes
cuando sutilmente permitía que los sirvientes se fueran.
Este era el dominio de Kim Taehyung, lo supiera o no.
“Mimi…”
Jimin se sobresaltó. Forzó una sonrisa y se sentó. No
estaba de humor para comer. Sintió náuseas.
“Lo siento, estaba tan emocionado de verte de nuevo,
que me salté el desayuno”, habló Jimin con voz temblorosa.
“Estoy bien, no te preocupes por mí, Tete”.
La preocupación de Taehyung permaneció. “Dijiste que
querías decirme algo, Mimi… ¿Es eso lo que te ha estado
molestando todo este tiempo?”
Jimin siempre admiró la habilidad de Taehyung para
buscar la verdad. Siempre hacía deducciones tranquilas.
Taehyung siempre notaba los pequeños detalles.
“No, no es nada, Tete”, dijo con una gran sonrisa. Obligó
a que llegara a sus ojos, suavizándolo para que su amigo no
sospechara.
“Estaba muy nervioso por saber tu reacción ante mi
regalo de cumpleaños de ayer: Las armas. No podía dártelo
en una caja normal porque los guardias registraron todo”.
Taehyung sintió que había más de lo que Jimin insinuó.
Lo vio en el movimiento silencioso de sus dedos, la ligera
arruga en su frente y el sudor frío que nunca cesaba. Sin
embargo, no quería entrometerse.
Hasta que Jimin estuviera listo para decírselo, él
esperaría pacientemente.
Taehyung sonrió. Juntó sus manos y se rió suavemente.
“Ya veo, por eso parecías tan ansioso. Bueno, no te
preocupes más, mi querido Mimi, amo tu regalo con todo
mi corazón”.
Jimin dejó escapar una bocanada de aire sobresaltado.
Taehyung era demasiado amable. Sus ojos se arrugaron
cuando sonrió, mientras la luz se reflejaba brillantemente
en la superficie seria y afilada. Cuando sonreía, ni siquiera
un dios podía rivalizar con Taehyung.
Al ver la dulce dedicación de Taehyung, Jimin se ahogó
con aún más culpa. No podía decírselo. Nunca podría
romper el corazón de su mejor amigo de esta manera.
Entonces, Jimin se tragó su remordimiento y sonrió aún
más. “Me alegro de que hayas disfrutado de mi regalo”.

MÁS BARATO
La conversación fue animada y entretenida. Poco
después de que Jimin comenzara a comer, lentamente
volvió a su estado normal.
“¡Y luego mi hermano tuvo las agallas de decir que es el
hermano más lindo!” Jimin se rió con una profunda mueca
en su rostro. Cortó el bistec con enojo, deseando que fuera
su cara.
“¡¿Puedes creer la audacia?! ¡Obviamente es el niño más
feo de la familia Park!”
Los labios de Taehyung se torcieron en una sonrisa
divertida. Había visto al hermano de Jimin solo un puñado
de veces. El hombre era dos años mayor que él, lo que le
convertía en la edad de veintidós este año. Si recordaba
correctamente, siempre había rumores sobre lo guapo que
era.
Supuso que todo el mundo era feo a los ojos de Jimin.
Especialmente la persona que compite por su posición
como heredero de la fortuna Park.
“Debería haberle rascado la cara fea cuando hizo esa
estúpida declaración durante la cena. Ya arruinó mi apetito,
así que ¿por qué debería ser amable?” Jimin se burló.
Taehyung se rió levemente. Disfrutaba del Jimin actual.
Por una fracción de segundo, el Jimin anterior, nervioso y
torpe, se olvidó. Pero solo por un segundo. Sabía que había
modales más apremiantes que el hermano mayor de Jimin.
Por el bien de su mejor amigo, cerró la boca y escuchó
pacientemente.
“¡Y Dios mío, papá incluso estuvo de acuerdo con él,
diciendo que él también puede ser el hijo más bonito!”
La sonrisa de Taehyung se amplió un poco. Podía
imaginar al Sr. Park diciendo eso solo para molestar a su
amigo. Disfrutaba alborotando sus plumas que, a cambio,
enfadarían a su educada esposa. No había una sola comida
en la casa Park que no fuera alegre y deliciosa.
No pudo evitar compararlo con sus tranquilas comidas
en la Mansión Kang. Cuando le daban una comida escasa
de ensaladas y nada más, el comedor siempre estaba en
silencio. El único ruido era el tintineo de los utensilios.
“¿Jaemin olvidó quién fue calificado como una de las
personas más hermosas del mundo? ¡Hmph!” Jimin apuñaló
el filete en rodajas y se lo metió en la boca, masticando con
enojo al pensar en su hermano.
“¿Pero Jaemin no estaba clasificado entre los ‘100
hombres más guapos del mundo?’ Creo que lo vi arriba en
la lista”, preguntó Taehyung con ingenuidad, sin darse
cuenta de que estaba echando leña al fuego.
“E-eso es solo porque uhm…” Jimin se apagó, pensando
en una razón para rivalizar con la declaración de Taehyung.
Solo podía recordar que Jaemin tenía un rango más alto
que él.
“O tal vez lo vi mal”, agregó Taehyung en una voz más
ligera. Fue entonces cuando notó la nariz arrugada de
Jimin.
Éste abrió la boca para explicar, pero fue interrumpido
por el sonido de la puerta abriéndose. Su cabeza se inclinó
hacia un lado, su mirada gentil se volvió irritada. Por
supuesto, los engendros del diablo entrarían y lo
interrumpirían.
“¡Anunciando a Su Majestad Real!” Los guardias
declararon en voz alta.
Los pesados pasos de Jeon resonaron en la habitación.
Silencioso pero atronador, eludió el prestigio de un linaje
bien educado. Su mirada era severa y distante, su sonrisa
siniestra y fría. Irradiaba de la manera más deslumbrante,
con una cara que obligaba a otros a mirar tres veces.
“Jungkook,” saludó Taehyung con voz suave. Se levantó
de la silla, sabiendo que él estaría sentado a la cabecera de
la mesa.
“Taehyung”, respondió dulcemente el pelinegro. Su
atención estaba en él y sólo en él. La persona más hermosa
podría estar en la habitación, y él haría la vista gorda. No
porque fuera cursi, sino porque solo Taehyung atraía su
mirada y para él Taehyung era la persona más hermosa del
mundo.
Había algo en su naturaleza tranquila que era
encantador. Cuando todos se reían, el menor simplemente
sonreía. Su comportamiento contrastante atrajo a personas
curiosas.
“Jimin”, dijo Jimin, solo para no sentirse excluido.
Jeon fingió no escuchar el zumbido del mosquito en sus
oídos. Sus pasos se detuvieron justo al lado de su
prometido. Éste lo estaba mirando mientras colocaba su
mano sobre sus hombros y lo empujaba hacia atrás en la
silla, para que volviera a sentarse.
“¿Cómo está el almuerzo?” preguntó, mientras su mirada
se posaba en el plato.
Taehyung había cortado muchas rebanadas de bistec,
todas las cuales estaban colocadas a la derecha del plato.
Él predijo que comió menos de un bocado.
“Bien”, murmuró Taehyung.
“Parece que comer con los dedos es tu manera favorita”,
dijo irónicamente Jungkook con voz disgustada.
“No, este bistec está bien”, respondió al instante, pero
demasiado rápido.
El agarre del pelinegro sobre su hombro se hizo más
fuerte, obligando a Taehyung a mirarlo a los ojos. Su
mirada ardía con más intensidad que el fuego del infierno.
Sus cejas eran burlonas y su mandíbula afilada. El menor le
ofreció una sonrisa, esperando que suavizara sus facciones.
“Una vez más, soy una mera alucinación. No te
preocupes, ni siquiera estoy aquí”, habló Jimin con
aburrimiento. Apuntó su tenedor hacia ellos antes de
colocar el bistec en su boca. Estaba jugoso y absolutamente
delicioso.
Jeon se burló levemente. Ese loco era un buscador de
atención.
Pero su patética táctica funcionó. La atención de
Taehyung volvió a su amigo, mientras sonreía
disculpándose.
“Mimi, ¿cómo está el bistec?” preguntó
Justo cuando Jimin abrió la boca para responder, una voz
grosera lo interrumpió.
“Taehyung”, pronunció secamente.
Éste se vio obligado a volver a mirar a Jungkook. Sus
manos se deslizan por su brazo, provocativamente lento. Se
le cortó la respiración cuando él lo agarró con cautela por
la muñeca. Jeon estaba de pie, inclinado increíblemente
cerca de él ahora, su aliento mentolado abanicando el lado
de su cuello.
Con las sensuales manos de guía del pelinegro, él lo
ayudó a cortar el bistec, de los cuales fluían jugos
relucientes. Luego, levantó el tenedor y se lo acercó a los
labios.
“Abre la boca”, susurró suavemente, su voz goteando
seducción.
El corazón de Taehyung dio un vuelco. Justo antes, él le
había pedido que abriera algo más… su rostro se sonrojó al
instante. Se sentía como un chico hosco al que le dan de
comer. Sin más remedio que obedecer, abrió los labios.
Colocó la carne en su boca, observándolo con ojos fuertes e
intensos.
“Despacio”, murmuró, “Sí, así es mi dulce”.
El rostro de Taehyung ardió aún más. Masticó
tranquilamente el bistec.
“El bistec sabe divino, ¿no te parece, Tete?” Jimin habló.
¡Se negó a que le robaran la atención de su mejor amigo
solo por tácticas baratas de seducción!
“¡Pero debes probar la forma en que lo prepare en mi
plato, aquí!” Añadió, levantó su tenedor con la carne
mojada en la sopa, lo que le dio un sabor diferente al
bistec.
Taehyung siempre supo que Jimin tenía combinaciones
de comida extrañas pero sorprendentes. Así, se levantó
lentamente de su silla, inclinándose hacia adelante justo
cuando Jimin se acercó con el tenedor. Alcanzó el tenedor,
pero una mano lo alcanzó más rápido que él.
“Parece que los Park no les enseñaron lo que es etiqueta
a sus hijos”, escupió Jeon. Le robó el tenedor de la mano
mientras se reía. “¿Quién usa el tenedor de ensalada para
cortar la carne?”
Jimin lo fulminó con la mirada. “¿Y tus padres no te
enseñaron a no robar?”
Jungkook entrecerró los ojos. Miró el tenedor y lo tiró
sobre sus hombros, como si no fuera nada. Escuchó el
agudo jadeo de Park, antes de que sus ojos comenzaran a
quemar un agujero a través de él.
“Jungkook…” Taehyung se apagó.
Los dedos del pelinegro acariciaron suavemente su
barbilla, levantándole. Él le sonrió, sus ojos brillando con
alegría.
“Tienes algo aquí”, murmuró Jungkook. Su pulgar limpió
la mancha imaginaria de la comisura de su boca. Pero el
menor fue rápido y lo lamió antes que él.
Entonces, sus cejas se juntaron. “No había nada allí”,
refutó Taehyung.
Jungkook se distrajo momentáneamente con la pequeña
tarta de su lengua rosada. Su ingle se tensó, como su
sonrisa.
“Debe haber sido un truco de la luz”, murmuró el mayor
con voz tensa. Se inclinó, tomándolo por sorpresa. “Pero
algo estará aquí ahora”.
Jungkook lo besó en los labios, un silencioso “golpe” sonó
en la habitación. Instantáneamente, Tae dejó escapar un
pequeño gemido, ocultando su rostro avergonzado.
Escuchó una fuerte burla.
“Más como el truco más barato del libro, casi me
vomito”, dijo Jimin con una mirada desafiante.
Jimin ignoró la aguda mirada furiosa enviada en su
dirección. A él podría importarle menos su irritación. ¡Él
estaba aún más enojado que Jeon, por robarle la atención
de su mejor amigo!

CASARSE CON SU MAJESTAD


Jeon podía sentir un insulto en la punta de su lengua.
Pero entonces sus manos se movieron solas. Se dio cuenta
de que Taehyung estaba empezando a cortar el bistec poco
hecho de nuevo. Ya sea que él lo estuviera distrayendo
intencionalmente o no, le permitió continuar cortando, pero
esta vez, quitó las manos.
Observó atentamente mientras el menor se llevaba la
comida a la boca y masticaba. Observó mientras tragaba,
luego repitió el movimiento de cortar el bistec.
“¿Te gustan los bistecs?” preguntó Jungkook.
“Es bueno”, respondió vagamente. Se comió la mitad de
la carne antes de dejar el tenedor y el cuchillo.
“¿No tienes un Reino que gobernar?” Jimin mordió a
Jungkook. No le gustaba que interrumpieran su tiempo con
Taehyung. Sucedió dos veces ahora. La próxima vez que
sucediera, bien podría secuestrar a Taehyung fuera del
palacio.
“Hm, sigo escuchando el zumbido de los mosquitos”,
murmuró Jungkook por lo bajo. Permaneció al lado de su
prometido mientras agarraba el plato de postres y lo
colocaba frente a él.
“¿Pastel de limón, cariño?” preguntó Jungkook mientras
apartaba el plato de carne. Sabía que una vez que el menor
dejara el tenedor y el cuchillo en la mesa, no daría otro
bocado.
Taehyung miró con cautela el pastel. Era amarillo con
crema batida esponjosa y cubierto con merengue y rodajas
de limón. Una hoja de menta única descansaba sobre el
pastel cortado.
“No, gracias…”
“Los chefs trabajaron duro para preparar este pastel de
limón. La fruta muchas veces les quema la piel, cariño”,
añadió el mayor. Era la mitad de la verdad.
Solo los vampiros de baja raza se estremecieron ante el
toque del jugo de limón. Las personas que trabajaban en el
castillo eran todos mestizos, con al menos un padre que era
un vampiro, pero en algún lugar de su línea de sangre
contenían al menos uno o dos humanos. No quedaban
muchos vampiros de raza pura en este mundo, cuya sangre
nunca se había mezclado con la de un humano.
“Oh, pero… entonces… yo…” Taehyung estaba nervioso.
No quería que el arduo trabajo de los chefs se
desperdiciara. Tampoco estaba lleno. Por lo tanto, levantó
el pequeño tenedor de postre y cortó el pastel.
Sus hombros se relajaron ante el estallido de dulce
acidez. Se le hizo agua la boca mientras masticaba de
felicidad. La crema calmó la pequeña quemadura del pastel
agrio. Tomó otro bocado y cerró los ojos para saborear el
delicioso sabor.
“Tete, todavía me gustaría extender esa invitación a la
tienda que está en la capital”, habló Jimin. “Tienen aún más
postres de limón, con una mayor concentración de jugo de
limón ya que es una panadería propiedad de humanos”.
Jeon le lanzó una mirada sucia. ¿Qué tan persistente
puede ser una persona? De ninguna manera iba a casarse
con una persona irritante como él. ¿No entendía que era un
momento privado con Taehyung?
“¿Cuándo, Mimi?” preguntó Taehyung.
Éste sintió la mirada atronadora del pelinegro y la
protesta en su boca. Pero comió otro bocado del pastel de
limón, sabiendo que esto calmaría su ira. Su agarre se
aflojó en el borde de la mesa.
Jimin abrió la boca para responder, pero Jungkook lo
interrumpió de nuevo.
“Come más, queda mucho pastel, cariño” empujó el plato
aún más cerca. Se apoyó en un brazo, mientras que su
mano libre descansaba en el respaldo de su silla. Él no iba
a ir a ninguna parte.
“Tete, estaba pensando mañana—”
“No.”
Ambos jóvenes se volvieron hacia Jeon con el ceño
fruncido. Su orden abrupta fue desagradable.
“Estás ocupado mañana, cariño”, le recordó. Sus cejas se
juntaron ante sus palabras.
“Lo sé, Jungkook. Solo le iba a decir que reprogramara”
Taehyung sentía que él lo estaba mimando más de lo
habitual.
“Parece que tu querido amigo no sabe que está tratando
de sabotearte con esa invitación”, dijo Jungkook sin
expresión.
Jimin jadeó bruscamente. Sus utensilios repiquetearon
ruidosamente sobre la mesa. Se puso de pie y lo apuntó con
un dedo acusador.
“¡Nunca intentaría lastimar a Taehyung de esa manera!
¿Cómo te atreves a hacer afirmaciones horribles como esta
para arruinar nuestra amistad?” Jimin espetó con la
severidad de un profesor con el ceño fruncido.
Nunca lo habían acusado de algo así, especialmente ante
Kim Taehyung, la única persona que Jimin consideraba el
mejor de sus amigos.
“Jungkook…” Taehyung se apagó, claramente
decepcionado por sus acciones. “Mimi ha sido mi amigo
desde que nací. No intentaría lastimarme”.
El pelinegro ignoró la estúpida acusación de Jimin.
Recogió el tenedor de postre de Taehyung y colocó otro
bocado de pastel en su boca. Necesitaba comer más,
especialmente cuando él no estaba seguro de si había
desayunado adecuadamente o no.
“Jung—” El pelinegro empujó la comida en su boca.
Taehyung lo fulminó con la mirada, pero masticó de mala
gana. Una vez que tragó, abrió la boca para hablar de
nuevo, pero él le dio otro pedazo. Apartó su muñeca de un
pequeño manotazo y frunció el ceño.
Ya eran seis bocados. Unos cuantos más y habría
consumido demasiadas calorías en el almuerzo.
“Parece que Park Jimin aún no te ha dicho la verdad”,
dijo Jungkook con un brillo oscuro en su rostro. Una nube
de tormenta rodó sobre él, una mirada venenosa en sus
ojos. Vaya amigo que era.
“¿De qué estás hablando?” Taehyung exigió a la ligera.
Apartó la cara del tenedor. Estaba tratando de hacer que
comiera otro bocado. Sintió como si él hubiera envenenado
el pastel o algo así, dada la ansiedad con la que quería que
comiera.
“Tete, no lo escuches”, soltó Jimin apresuradamente. “Él
solo está tratando de decir cualquier cosa para
interponerse entre nosotros. Debes escuchar mi explicación
de la historia—”
“Park Jimin está intentando convertirse en mi futuro
esposo”, espetó Jungkook furioso.
Taehyung se sobresaltó. Se tambaleó hacia atrás en su
silla. Su mirada rebotó del furioso Jungkook al nervioso
Jimin. ¿Era eso lo que Jimin quería decirle esta tarde? ¿Era
esta la verdad no dicha que hacía sudar tanto a Jimin?
“E-eso es ridículo”, tartamudeó. “No bromees así
Jungkook, no es gracioso.”
“Pregúntale tú mismo, querido. Ve a exigir si es verdad o
no”.
El pelinegro fue inquebrantable, incluso frente a su
incertidumbre. El menor no lo había llamado mentiroso,
pero tampoco le creía. Su respuesta fue una gran manera
de mostrar su lado neutral. Supuso que esta era otra
cualidad de Taehyung que lo convertiría en un gran Rey.
“¿Es verdad?” Taehyung preguntó con voz ligera. Tenía
una sonrisa tranquila y comprensiva en su rostro. No
quería que Jimin se sintiera infeliz con esta acusación.
Estaba dispuesto a ver el lado positivo de la situación.
“Tete…” Jimin se apagó, sus ojos temblaban un poco.
La sonrisa de Taehyung murió lentamente. Jimin era una
persona sencilla. Si había algo que necesitaba ser dicho, lo
diría en un santiamén.
“Debes entender, Tete, que nunca tuve la intención de
lastimarte y que te amo mucho”, se apresuró a decir.
Caminó alrededor de la mesa y en dirección a su amigo
quien estaba sentado.
“Por favor, primero debes creer eso”, dijo Jimin mientras
tomaba las manos de su amigo. Lo apretó, pero descubrió
que las yemas de los dedos de Taehyung se habían enfriado
por la conmoción.
“Siempre te consideraré mi mejor amigo”, respondió
Taehyung en voz baja y controlada. Su corazón estaba
temblando con anticipación.
Por las respuestas de Jimin, estaba empezando a saber la
verdad antes de que fuera pronunciada.
Las manos de Jimin temblaron. Amaba a Taehyung con
cada fibra de su cuerpo. Veinte años de amistad tuvieron
sus altibajos. Habían crecido juntos, se conocían desde los
pañales. Sus padres eran los mejores amigos y estaban
destinados a continuar con el legado.
“Es cierto. Puede que tenga que casarme con Su
Majestad”.

SOLO DE NOCHE
Taehyung apartó las manos de Jimin. Se puso de pie. Sin
palabras, no pudo hacer nada más que mirar. La confesión
fue un chorro de agua fría en su rostro. De repente se dio
cuenta de que, a pesar del afecto de Jungkook, otras
personas competían por su posición.
Este cuento de hadas en el que vivía no tendría un final
feliz. ¿Era incluso un cuento de hadas para empezar? ¿O
era una historia que nunca debería haber sido contada?
“Verás, Tete, ¿recuerdas esa historia que solíamos leer
cuando éramos niños? ‘En un campo de muerte florece una
rosa dorada’, es el título”. Jimin estaba pensando
frenéticamente en algo que decir. Tenía que explicar su
lado de la historia. ¡Él debe!
Taehyung recordó los detalles de la historia. Recordó
específicamente esa noche en los pasillos misteriosos del
castillo. Él no era la Rosa Dorada. El amor de su vida no
estaba destinado a estar con él. Tenía todas las
descripciones de su amado pero no era él.
Taehyung no era la Rosa Dorada que buscaba Su
Majestad.
“Tú eres la Rosa Dorada, ¿verdad?” Concluyó Taehyung.
Había ensamblado todo. Su corazón se hizo añicos cuando
Jimin asintió lentamente con la cabeza.
Taehyung dio un paso hacia atrás, pero chocó contra la
silla. Jungkook estaba directamente detrás de él. Sus
brazos lo sujetaron. Jungkook lo apoyó, cuando debería
haber estado apoyando a la Rosa Dorada.
“No sabía cuál era el propósito de esta tontería de la
Rosa Dorada, Tete”, explicó Jimin. “Pero hablé con mis
padres y… y me lo explicaron”.
Taehyung vio el temblor visible en los ojos de Jimin. Éste
estaba aterrorizado de perder a un amigo, al igual que
Taehyung.
“Por favor, explícamelo”.
“No hay necesidad”, interrumpió Jeon. Su agarre se hizo
más fuerte sobre el menor mientras lo atraía hacia él. Sus
brazos serpentearon sobre su cintura. Mostró dónde estaba
su lealtad.
La mirada de Jimin ni siquiera parpadeó ni vaciló. A él no
parecía importarle. No había fuego ardiendo en sus ojos.
Todo lo que le importaba era Taehyung.
Una amistad como esta los iba a arruinar. Se suponía que
Taehyung sería la ruina de Jimin. ¿Era esto lo que quería
decir esa mujer mayor?
“Te enseñaré todo lo que necesites saber, cariño”,
murmuró Jungkook.
Despreciaba al obstinado Park Jimin, pero valoraba en
demasía a Kim Taehyung. Los amigos eran fáciles de
encontrar, pero los mejores amigos eran difíciles de
conseguir.
Jeon quería a Taehyung para él solo. Pero Taehyung se
preocupaba demasiado por Jimin.
“Ven, mi dulce. Te lo diré”.
Lo agarró de la muñeca y tiró de él, pero Taehyung
estaba clavado en el suelo.
“¿Por qué es tan importante la Rosa Dorada? ¿En
realidad posee los poderes de la historia ‘En un campo de
flores de la muerte, nace una rosa dorada?’”, preguntó
Taehyung.
Apartó los ojos de Jimin a Jungkook. Este último tenía el
rostro preocupado, demacrado e irritado. Se estaba
gestando una tormenta en sus tranquilas mareas rojas,
pero el menor tenía un huracán en el estómago revuelto.
“Tan espeluznante como suena”, habló Jimin lentamente.
“Sí, es verdad. No lo creía, pero mi madre y mi padre se
mostraron inflexibles al respecto”.
Taehyung trató de recordar correctamente los detalles
de la historia. “Creo que el cuento de hadas decía algo
sobre los reyes que iban a la guerra solo para tener la
Rosa, los hombres voluntariamente cargando una batalla
perdida para capturarlo…”
Hacía tiempo que Taehyung no leía libros para niños. En
particular, ese libro. Sabía por qué. Sus padres solían leerle
el libro cada cumpleaños, pero había pasado una década
desde la última vez que sucedió.
“Solían hacerlo”, añadió Jungkook. “Pero los Reyes del
presente no son tan tontos. Una guerra entre los Reinos
devastará el mundo entero”.
Taehyung no quería pensar en la Guerra de las Especies.
Con las bombas atómica y nucleares, la mitad del mundo
quedó prácticamente destruido. Pedazos de países
desaparecieron y algunas partes se hundieron en el fondo
del océano. Los países fueron reordenados, renombrados y
reclamados en Reinos.
“¿Y sus habilidades?” preguntó. “¿Son… verdad?”
“Lamentablemente”, respondió Jungkook.
Taehyung finalmente recordó todos los detalles de la
historia. Quien haya tocado o abrazado la Rosa Dorada
obtendrá un repentino estallido de fuerza. Aquellos que
consuman su sangre se convertirán en los más fuertes del
mundo. A quien la desvirgó se le concederá la inmortalidad.
Hubo rumores de que sus huesos molidos podrían fertilizar
la tierra yerma.
Su estómago se retorció y giró más que una montaña
rusa. Pensar que su amigo sería equiparado como un
cordero sacrificado… Era demasiado cruel, especialmente
para el terco Jimin con una lengua afilada.
“Oh, Mimi…” Taehyung exhaló, su rostro se tornó
sombrío.
“Preocúpate de ti primero, mi dulce”, cortó Jeon con
firmeza. Él ya sabía que el menor estaba empezando a
simpatizar con su amigo. “Tiendes a ver el bien incluso en
un demonio”.
“No es de extrañar por qué está contigo”, se burló Jimin
con los ojos en blanco.
Jungkook era el menos provocado por él. Park era un
perro sin dientes, todo lo que podía hacer era ladrar.
“Bueno, ¿qué planeas hacer, Mimi? ¿Tú…?” Taehyung se
detuvo, sin saber si quería saber la respuesta. “¿Quieres
casarte con Jungkook?”
Jimin apretó los labios. Jimin ni siquiera se atrevió a
pronunciar el nombre del Rey. No importa cuánto lo
aborreciera, no tenía las agallas para eso. Dijeron que su
nombre era sagrado o algo así, solo para ser pronunciado
por sus seres amados.
Dirigirse a él sin título era un delito punible. Llamarlo
por su nombre tuvo peores consecuencias.
Era evidente para Jimin que Taehyung se merecía al Rey.
Nadie en este Reino podría soportar su sonrisa sardónica,
su mirada burlona y su presencia arrogante, ni por todas
las riquezas del mundo.
“Tete, prefiero comer más de la comida para perros de
ustedes dos que casarme con él”, respondió Jimin en un
tono venenoso.
Eso era cierto. Él les había dicho a sus padres que
prefería arrojarse del último piso del Conglomerado Park
que usar el anillo del Rey. A un marido insufrible como Jeon
le encantaría ponerle un collar.
“Ya veo”, murmuró Taehyung con una leve y tranquila
sonrisa. Al menos la mitad de sus preocupaciones se habían
ido. No sabría qué hacer si Jimin realmente quisiera
casarse con Jungkook.
Taehyung nunca fue alguien que peleara con su amigo
por un hombre. Eso estaba por debajo de él. Y si Jungkook
tuviera que elegir entre los dos, preferiría que él eligiera a
Jimin. Si el corazón del mayor realmente vacilaba así,
Taehyung no lo querría en primer lugar.
“La reunión del Consejo de mañana creerá lo contrario”,
dijo fríamente Jungkook. “Si quieres vivir como una
persona libre, será mejor que hagas que tu caso sea
creíble”.
Jimin lo miró fijamente. “¿Cómo puede la verdad no ser
creíble?”
“De la misma manera que un hombre inocente puede
pudrirse en la cárcel por asesinato”, habló Jungkook sin
expresión.
Jimin frunció el ceño hacia el suelo. Sí, definitivamente
no se casaría con gente como él. Su personalidad chocó
como el fuego y el agua. Y no, no era del tipo bueno.
“Si te preocupas por tu amigo, negarás casarte conmigo
incluso si tienes que pararte en la cornisa del
conglomerado Park”, advirtió Jungkook furioso.
Sin otra palabra, tiró de Taehyung contra él. “Nos
vamos”, le informó.
“No terminé de hablar con Jimin”, objetó Taehyung. Bajó
un poco la voz, no queriendo ir en contra de él
públicamente. “Siempre pareces interrumpir nuestro
tiempo juntos. Rara vez lo veo también”.
Jungkook se pellizcó el lugar entre las cejas. No podía
imaginar qué intrigaba a Taehyung. Jimin era demasiado
indisciplinado para su serenidad. Los opuestos realmente
no deberían atraerse.
“Además, ¿no tienes un Reino que dirigir?” Taehyung
murmuró, mientras colocaba su mano sobre su brazo. Su
pulgar acarició sus nudillos callosos. Su piel era de un
hermoso tono de luz de luna pálida.
“¿No tienes un marido al que complacer?” replicó a sus
oídos con voz ronca.
Taehyung se rió levemente. “Sólo en la noche.”
Los labios de Jungkook se curvaron en una sonrisa
oscura. “Te haré cumplir esa promesa”.

ARRUINÓ TODAS LAS ESPERANZAS DE AMISTAD


Taehyung sintió que Jeon lo había estafado. Éste salió sin
otra protesta. Cuando miró su gran espalda, fue como si él
supiera que lo estaba mirando. Él se despidió con un
movimiento rápido de dos dedos.
“¿Qué le dijiste al Rey para que se fuera tan fácilmente?”
Jimin preguntó en el momento en que salió por la puerta.
Taehyung y el Rey hablaron en susurros que no pudo oír.
Taehyung se rió torpemente. Se rascó suavemente un
lado de la cara y sonrió irónicamente. “¿Así que a la
panadería?”
Jimin se animó rápidamente. Se alegró de ver que
Taehyung no estaba tan angustiado como había previsto.
Todos sus males fueron en vano. No quería un baño de
sangre con su amigo. Ciertamente tampoco quería pelear
por un hombre.
“Está ubicado en el centro de la capital. La tienda es
propiedad de un amigo…”
Los amigos pasaron el resto de la tarde juntos. El tiempo
pasaba sin esfuerzo cada vez que la pareja hablaba. Jimin
informó a Taehyung de los últimos chismes, mientras esté
último explicaba su encuentro con el Rey. Deliberadamente
omitió la parte de su noche de borrachera y cómo fueron a
un hotel. Por lo que Jimin sabía, Taehyung fue escoltado a
casa por un “amigo cercano”.
“Hablar contigo de esta manera me recuerda los viejos
tiempos, Tete”, suspiró Jimin felizmente. Se habían puesto
de pie, porque el sol se estaba poniendo y tenía una cena
de negocios a la que asistir.
“Podríamos haber tenido muchas más de estas largas
conversaciones si los malditos Kang no estuvieran
dispuestos a encerrarte en su propiedad, Tete”, añadió. Su
rostro se arrugó como si hubiera mordido una ciruela agria.
“Uf, en serio”, suspiró Jimin. Juntó sus manos sobre las
de Taehyung, preguntándose cómo un niño tan amable era
tan resistente frente al abuso.
Taehyung solía ser más descarado y ruidoso que su yo
actual. En su juventud, era burbujeante y enérgico, con
ojos que brillaban más que el sol.
No hubo un día en que sus mejillas sonrosadas fueran
agraciadas por su gran sonrisa. Saltaría por la hierba,
correría por los campos y convertiría los pasillos en su
patio de recreo personal.
“Pero estoy tan contento de ver que tu tartamudeo
parece haber desaparecido un poco, Tete. Parece que, a
pesar de todos los defectos de Su Majestad, hay una
bendición de esta maldición”.
Taehyung parpadeó. ¿Había tartamudeado menos? No se
había dado cuenta antes. En la mansión Kang, todo lo que
hizo fue tartamudear por su ansiedad y estremecerse por
su nerviosismo.
“Todavía no entiendo por qué dejarías que abusaran de ti
de esa manera. Eres tan fuerte, Tete, más allá de tus
sueños más salvajes”, se quejó.
Incluso ahora, Jimin podía recordar el momento histórico
de hace cuatro años. Ese día, finalmente pudo llevar a
Taehyung a escondidas a un torneo patrocinado por su
padre. Los dos estaban inscritos, y todos esperaban que
ganara el hijo de Park Yesung, pero estaban muy
equivocados.
’Señor. Park, ¿es tu hijo el prodigio del que hablas? ¿El
del casco y dominando todo el partido? ¡Debes estar muy
orgulloso de él! “Uno de los amigos de Park Yesung había
gritado con entusiasmo. Era un cliente importante y uno de
los mayores inversores del negocio.
Mucha gente había intervenido en acuerdo. Estaban
ansiosos por ver más de su espectacular actuación. No
había muchos donceles de la alta sociedad que se
interesaran por las armas y mucho menos, que
sobresalieran en ellas.
Park Yesung se había reído. En ese momento, el doncel
se quitó el casco y colocó el arma sobre la mesa. Él había
ganado
‘No, ese es el hijo de mi mejor amigo, Kim Taehyung
Rose. Es todo un genio cuando se trata de armas’.
Jimin había escuchado la conversación alto y claro.
Estaba sentado junto a su padre cuando la multitud
aplaudió atronadoramente a Taehyung.
“… sabes, te pareces mucho a Yugyeom, Mimi”.
Jimin volvió a la realidad. Estaba perdido en su
ensoñación que se había perdido lo que su amigo dijo
inicialmente.
“¿Eh?” preguntó.
Taehyung arqueó una ceja divertido. Sus labios estaban
torcidos en una leve sonrisa. “¿Estabas distraído? Eso rara
vez te sucede, Mimi”.
Jimin se rió torpemente. En efecto. Solo pensaba en el
pasado si era importante o útil. Ese torneo fue un evento
trascendental para Taehyung, quien ni siquiera se inmutó
por su propio talento.
“Más o menos, Tete”, respondió. “Pero Yugyeom dice lo
mismo porque todos sabemos que es verdad”.
Taehyung mantuvo su sonrisa. Con tanta gente
haciéndose eco de lo mismo, estaba empezando a ver las
grietas en la bondadosa tía Jiwoo, que no era tan amable
después de todo. Le costó tomar conciencia de la verdad
cuando había vivido toda su vida en una mentira.
“Bueno, odio admitirlo. Pero pareces mucho más feliz en
el castillo del rey que con los Kang”.
Taehyung se preguntó si eso era cierto. Quizás la libertad
de sus parientes había influido en eso.
“Hablando de los Kang, te das cuenta de que la
propiedad no está a su nombre, ¿verdad? Tu padre les dio
la casa. Te pertenece por derecho y deberías haberlo
heredado una vez que cumpliste la mayoría de edad”,
informó Jimin.
Taehyung parpadeó. En su sueño, había recordado la
discusión de sus padres al respecto. Pensó que era solo un
conjuro de su imaginación. No creía que fuera la realidad.
¿Como puede ser…?
“Dios, la audacia de esos sanguijuelas”, se burló Jimin.
“¿Cómo se atreven a abusar de ti debajo de la misma casa
que tú posees? ¡No puedo imaginar cuán gruesa es la cara
que tienen para ser tan desvergonzados!”
Jimin soltó la mano de Taehyung para cruzarse de
brazos. “Sabes, deberías reclamar esa casa. Haré que la
secretaria de papá lo investigue y se asegure de que la casa
esté realmente a tu nombre. ¡Solo sé que el tío Soohyun te
habría dejado todo lo que tenía en su poder!”
Taehyung sonrió irónicamente. “S-Sobre eso…”
“¿Qué? ¿Qué es?”
Taehyung agachó la cabeza. Había una razón por la que
deseaba desesperadamente volver a la mansión Kang.
Había un contrato que tenía que romper.
“Y-yo podría haber firmado un poder notarial por mi
herencia…”
Jimin palideció. Casi se cae muerto en ese mismo
momento. “¿Incluyendo el fondo fiduciario, las propiedades
y todo lo demás?”.
“Bueno, creo que el contrato—”
“¡¿CONTRATO?!” Jimin gritó, su rostro rojo brillante por
la furia. “Tienes que estar bromeando, Tete. Dios mío, creo
que tengo que matarlos, lo cual haré con mucho gusto,
pero estoy seguro de que a Yugyeom le encantaría
participar”.
Jimin echó un vistazo al rostro inocente de Taehyung y
gimió. Se dio una palmada en la cara y dejó escapar un
fuerte suspiro. “¡¿Cómo alguien tan inteligente con los
libros puede ser tan tonto?!”
Taehyung sonrió vacilante. “Estaba dispuesto a hacer
todo por la libertad, te lo dije”.
“¡Pero no pensé que lo decías literalmente!” Jimin gritó.
“Está bien, tratemos de mantener la calma y continuar.
Déjame pensar en esto correctamente. Creo que tendremos
que utilizar el abrumador equipo de abogados de mi papá y
resolver esto. Tiene que haber una escapatoria o dos que
podamos intentar para anular y—”
“Vamos a tratar de mantener la calma primero”, repitió
Taehyung.
“B-bien”, Jimin resopló. “Mantener la calma cuando tu
fortuna multimillonaria está en juego, incluidas todas las
posesiones invaluables de tu madre y las maravillosas
propiedades de tu padre. Claro, ¿de qué hay que
preocuparse?”
Taehyung apretó los labios. Mirando hacia atrás ahora,
era el tonto más grande de la ciudad. Su libertad
significaba tanto a corto plazo que estaba cegado por lo
que sucedería a largo plazo.
“Está bien, le diré a mi papá una vez que vaya a esa
cena. ¡Y tú!” Jimin señaló con el dedo a su amigo. “No
hagas nada, mi lindo amigo, lo resolveré por ti”.
“E-en realidad, sé algo sobre el contrato. Así que—”
“No, nuh-uh. No quiero que vayas a verlos. Yo arreglaré
esto por ti. Y todo lo que tienes que hacer es sentarte aquí,
tomar un té y lucir bonito. ¿De acuerdo?”. Era lo menos que
podía hacer por alguien que siempre estaba haciendo todo
lo posible para hacerlo feliz.
“Pero—”
“¡Sin peros!” dijo con voz seria, antes de soltar una risita
ante los peros que sonaban casi como pedos.
La sonrisa de Taehyung se hizo tensa. Quería discutir
más, pero vio lo tarde que era. Si Jimin se quedaba más
tiempo, se perdería la importante cena de negocios. No
quería que las posibilidades de su amigo de heredar Park
Conglomerate se fueran por el desagüe así como así.
Por lo tanto, cerró la boca y asintió.
“Tendré en cuenta tu consejo. Ahora vete, tu cena
comienza en menos de una hora y puede haber tráfico,
Mimi” hizo pasar a su amigo por la puerta.
“Dios, me preocupo mucho por ti, ¿sabes?” Jimin gimió.
Atrajo a Taehyung en un rápido abrazo, antes de correr por
los pasillos.
“Te veré mañana, Tete. ¡Te lo prometo!” Jimin gritó
mientras agitaba salvajemente su mano en el aire.
Taehyung le devolvió el saludo, pero sus ojos se abrieron
como platos. Jimin chocó con fuerza directamente contra
Yoongi y tiró al hombre al suelo. Pero antes de que pudiera
lanzar un insulto estruendoso, Jimin estaba en pie y
corriendo de nuevo.
“¡Tú, hombre loco!” rugió por el pasillo. “Mal educado,
falta de etiqueta, tonto, torpe—”
Jimin le mostró el dedo medio. Luego, dobló la esquina y
desapareció.
Mientras tanto, Taehyung se quedó allí, mirando
boquiabierto al furioso Yoongi. Si la relación de Jimin y
Yoongi ya era tensa antes, este incidente había arruinado
todas las esperanzas de amistad.
15. XIV

PERDONA MIL VECES


Así como Jungkook antes había estafado a Taehyung,
este último hizo lo mismo. Cuando llegó la noche, cenó a
toda prisa y sin él. Llegó un nuevo grupo de criadas tan
alegres como Jenny, pero con la misma experiencia que
Jean. Si sabían que su Rey era humano, no lo demostraron.
Mientras lo bañaban, con cautela y cuidado, se preguntó
si Jungkook los había amenazado para que lo respetaran.
Las sirvientas bajaron la mirada y nunca la levantaron,
incluso cuando los humanos eran inferiores a los de su
especie.
“Gracias”, dijo Taehyung después de que lo vistieron bien
y lo peinaron.
Las manos de las criadas temblaron de sorpresa, casi
dejando caer el cepillo de sus manos. Su Majestad los llamó
por sus nombres, pero nadie en el palacio les ofreció
gratitud, excepto este joven humano.
“Por favor, príncipe, no tiene que agradecernos”, le
habían dicho las sirvientas.
Taehyung no estaba desconcertado por su
comportamiento cortés. Los sirvientes rara vez eran
tratados con amabilidad. Fue un movimiento estúpido de
los aristócratas, porque los sirvientes tenían ojos y oídos.
Sus bocas viajaban más rápido que sus manos. Conocían
los secretos más profundos y oscuros del castillo, unos que
nunca deberían salir a la luz.
“Lo han hecho muy bien, están disculpados”, les había
dicho una vez que terminaron su tarea.
Este segundo cumplido también los sacudió hasta la
médula. Finalmente habían levantado la cabeza, solo para
revelar ojos muy abiertos e inquietos.
“Por favor, príncipe, eres muy amable” susurraron con
gratitud goteando de sus voces.
Taehyung sabía que las personas contratadas en el
castillo eran mestizos. No eran tan raros como los de raza
pura, pero tampoco tan comunes como los de sangre baja.
Se preguntó qué tipo de vida habían llevado estos
sirvientes para ser sorprendidos por los cumplidos.
Las criadas se habían disculpado. Se fueron sin darle la
espalda.
Taehyung miró la hora. “Nueve de la noche”, habló en
voz alta, sabiendo que el horario de Jungkook
probablemente estaba llegando a su fin. Trabaja hasta
tarde. Era un secreto que había aprendido de las criadas.
Taehyung no perdió ni un segundo. Se metió en la cama,
se cubrió con las mantas y durmió pacíficamente. Su
cuerpo todavía zumbaba con el calor del placer que él le
dio. Su cuerpo lo recordaba bien. Pero estaba cansado y
sabía que el mayor intentaría sacarle más información.
No le gustaba que lo engañaran para obtener
información. Si Jeon iba a tocarlo, al menos que lo hiciera
con buenas intenciones.
Jeon no pudo evitar reírse, una sonrisa de lado adorno su
afilado rostro. Su espalda se apoyó en las puertas. Tenía los
brazos cruzados, el rostro contraído por la diversión. Su
prometido estaba profundamente dormido, su respiración
constante era una burla para su rostro, el pecho en
aumento era una burla para su paciencia.
“Me sigues la corriente, de verdad”.
Cruzó la distancia hasta la gran cama. Dormía boca
arriba, con los brazos a ambos lados de la cabeza.
Indefenso como siempre. Sus muñecas suplicaban que las
sujetaran con fuerza, su cabello era una masa de narcisos a
su lado. Durmió como si estuviera en un prado y tomando
el sol bajo la luz del sol.
“Esto es más brillante ahora”, comentó secamente,
recogiendo mechones de su cabello. Sin duda, los rasgos
del menor eran mucho más vibrantes en este palacio.
Estos días lejos de los Kang le estaban haciendo
maravillas a Taehyung. Su verdadera naturaleza se estaba
mostrando, pero estaba actuando como un mocoso con él.
Todos estos años de risa reprimida, talento oculto,
inteligencia oprimida estaba resurgiendo.
Kim Taehyung Rose recuperaría su gloria. El prodigio de
Kastrem solían llamarlo. La vez que capturó su atención
una vez más, fue en un torneo. En una masa de balas y
pólvora, tomó su dominio. Su cabello rubio ondeaba con el
viento, su amplia y cuadrada sonrisa, sus hombros rectos.
Fue entonces cuando supo que el menor era más
extraordinario que los rumores retratados.
Jeon no se enteró hasta que fue demasiado tarde.
“Si tan solo supieras, eres la razón por la que los Kang
perdieron su fortuna”. Jungkook soltó su cabello.
El día que descubrió que los Kang lo golpearon fue el
mismo día que usó sus conexiones para tomar gran
posesión de los Kang. Los dejó con nada más que formas
miserables de vivir. Todavía los necesitaba para cuidar del
joven Taehyung.
“Hmn…” gimió Taehyung, volteándose de costado. Ahora
estaba frente a él.
Jeon tenía una mirada sombría en su rostro. Debería
haberlo secuestrado. Debería haberlo llevado a su castillo,
en lugar de dejarlo vivir con ellos un tiempo más. Incluso
después de que les robaron su fortuna, el vizconde Kang
continuó lastimando a Taehyung. La audacia de ese
hombre.
No pasaría mucho tiempo antes de que sus entrañas se
derramaran por los suelos de la prisión.
“Duerme, cariño. Me ocuparé de tus problemas. No
tienes que hacer nada más que sonreír bonito y disfrutar
del aroma de las flores en los jardines”.
Le acarició la parte superior de la cabeza. El menor
había soportado demasiado. Tenía la intención de
mantenerlo sano y salvo, a su lado. No necesitaba un
esposo útil. Solo necesitaba a alguien que lo amara, alguien
a quien pudiera recurrir frente a su locura y aún amarlo.
Giró sobre sus talones y se acercó a la puerta. En algún
lugar del camino, escuchó el susurro de las mantas.
“¿Jungkook…?” Taehyung murmuró.
El pelinegro se dio la vuelta lentamente. Lo vio sentarse
y frotarse los ojos cansados. Estaba humedecido por el
sueño, sus párpados apenas se abrían y cerraban.
“Deberías haberte quedado dormido, mi dulce. De esa
manera, no cobraría tu promesa”, dijo amargamente
Jungkook. Permaneció en su lugar.
“Eso es porque no me gustó que me obligaras a darte
información de esa manera”. Taehyung reprimió un
bostezo. Sus manos cayeron lánguidamente a sus costados,
mientras le sonreía con cansancio.
Jungkook sintió un movimiento extraño en el pecho. Se
preguntó si estaría empezando a tener los mismos
problemas cardíacos. Inconscientemente se frotó el punto
dolorido que se sentía como si algo lo estrujara.
“¿De qué otra forma voy a lograr que hables, excepto
cuando estés a mi disposición?”.
“Tenemos boca por una razón. Es para hablar y
comunicarnos”, refutó el menor con cansancio.
“Te hago preguntas y nunca las respondes”, señaló el
pelinegro en voz baja e irritado.
“Eso es mi culpa”, admitió Taehyung. “Perdóname.”
“Tú tampoco sabes cómo disculparte”, se burló
Jungkook. “Eres un hipócrita”.
“No es mi culpa que tus malas influencias se me estén
contagiando”. Taehyung se frotó los brazos con las manos.
Hacía mucho frío, la piel de gallina bailando en su piel. Se
preguntó si la presencia helada del mayor afectaría la
temperatura.
“Discúlpate apropiadamente”, exigió Jeon con voz suave.
“¿Tú harás lo mismo en el futuro?”.
“Te olvidas cuál es tu lugar”.
Taehyung simplemente inclinó la cabeza. “¿Y cuál es mi
lugar?”
Jeon entrecerró los ojos. No le gustó su tono desafiante.
El menor estaba volviendo sus propias palabras en su
contra, con la esperanza de que se diera cuenta de lo
horrible que era su declaración. Era una gran táctica, si no
hubiera estudiado psicología brevemente.
Jungkook cerró la distancia entre ellos. Se detuvo a los
pies de la cama, su figura cerniéndose sobre él. Mucha
gente no se atrevió a decirlo, pero los gemelos sí. Siempre
decían que era intimidante.
“¿Estar a tus pies?” preguntó Taehyung. “¿Besar el suelo
por el que caminas solo porque eres un rey?”
Taehyung agarró sus manos, gentil y tiernamente. “Solo
porque soy tu esposo no significa que esté por debajo de
ti”.
Los dedos del pelinegro se cerraron alrededor de los de
él. El menor lo hizo sentir de maneras extrañas. Sus
palabras podrían haber sonado provocativas, pero lo había
dicho en forma de reprimenda.
Jungkook nunca lo admitiría, pero era anticuado. Nació
en una era en la que los esposos servían primero a los
maridos, cuidaban al marido y al niño y se ponían de
rodillas para limpiar los pisos.
“Trátame bien, Jungkook, y te trataré aún mejor”,
murmuró Taehyung.
Jeon no respondió. Sintió el matiz de la culpa. Era
prácticamente imposible para él sentir remordimiento,
porque necesitaba compasión para sentir tal cosa. Sin
embargo, su pecho picó brevemente.
Era raro, pero admitió que estaba equivocado. No porque
el menor lo regañara, sino porque Tae siempre lo vio de la
mejor manera. Éste vio el bien incluso en el diablo.
“Perdonaré mil veces, pero lo haré en serio sólo una
vez”, añadió Taehyung.
Jungkook le tocó un lado de la cara, acunándolo con
ternura. Su piel era suave y tersa como crema fresca. El
menor lo miró a los ojos y se inclinó hacia su toque,
empujando su rostro contra su mano.
Jeon podría haber jurado que su corazón se conmovió.
Algo dentro de él estaba empezando a cambiar.

NO ESTOY DE ACUERDO
Poco después de su encuentro nocturno, llegó la mañana
siguiente. Taehyung se despertó sin descansar, pero listo.
No podía quitarse de la cabeza la expresión confusa de
Jeon. Cuando éste le tocó la cara, el pelinegro estaba
perdido.
El Rey, orgulloso y arrogante, con una inteligencia que
nadie podía comparar, estaba perplejo. El menor lo vio
reflejado en sus rasgos afilados y hermosos, girando con ira
y arrogancia. Sin embargo, toda su compostura se había
ido.
¿Por qué fue eso?
“Ese pantalón no”, dijo Taehyung a sus nuevas doncellas
del día.
Joongki había seguido su sugerencia, pero estaba
cambiando de doncella demasiado rápido. Estaba
empezando a olvidar sus nombres. Sería una mejor idea
tener nuevas sirvientas semanalmente, para que tuvieran
más tiempo para aprender sobre la naturaleza de
Taehyung.
“Me gustaría usar este”, informó a las sirvientas
mientras sacaba el atuendo que tenía en mente.
Las criadas quedaron asombradas por su elección de
moda, pero completamente impresionadas, sus ojos se
iluminaron. Inicialmente estaban en conflicto sobre para
qué vestirlo hoy. Se les informó que mantuvieran la gracia
del príncipe, pero que también lo hicieran ver profesional.
“¡Es un traje encantador, príncipe!” Las sirvientas piaron
mientras lo ayudaban con entusiasmo a vestirlo.
Taehyung se deslizó sobre la ropa. Se miró en el espejo.
El pantalón color blanco que eligió, tenía una capa del
mismo color atado, que nacía desde la parte trasera de su
cintura y se deslizaba como un río hacia lo largo de sus
piernas. Había un gran cinturón de cachemir color blanco
envuelto alrededor de su definida cintura, enfatizando su
tamaño. En la parte superior llevaba una camisa blanca de
seda, con volantes en las mangas dándoles un aspecto
elegante y angelical. Y como toque especial una rosa negra
en el lado izquierdo de su pecho.
El atuendo general era limpio y fresco, al mismo tiempo
que le daba el toque perfecto de elegancia.
Taehyung no quería abandonar su afición por los
atuendos con capas y ocultar su verdadera naturaleza. El
Consejo esperaría que él usara pantalones de vestir simples
y una chaqueta para esta importante reunión. Taehyung no
cumpliría con las expectativas del consejo y se vestiría
como quisiera.
Ellos solo tendrían que acostumbrarse a él.
Lució el atuendo con joyas de oro que añadieron el toque
final de prestigio. Si no podía igualar la fuerza que querían,
lo fingiría hasta que lo lograra.
“Creo que estamos listos”. Las criadas acababan de
terminar su cabello. La mitad de su flequillo ondulado se
retiró con elegancia hacia atrás para revelar sus delicados
rasgos, mientras ocultaba partes de su frente.
“¡Se ve muy elegante y sofisticado, príncipe!” Una de las
sirvientas felizmente felicitó mientras juntaba sus manos
con alegría. Estaban completamente inconscientes de la
ocasión de hoy, y se habrían desmayado si hubieran sabido
por qué su atuendo era más importante que de costumbre.
“¿Un pantalón como ese?” Joongki bromeó ligeramente
cuando lo vio por los pasillos. Los gemelos, que estaban a
su lado, miraron instantáneamente al príncipe.
La luz del sol fue atraído hacia Taehyung. Su cabello
dorado brillaba bajo la gracia del sol, creando un halo
alrededor de su silueta. La media capa del pantalón ancho
revoloteaba con cada paso, sus zapatos blancos con tacones
golpeaban el suelo con elegancia. Tenía la cabeza firme, la
barbilla hacia adelante y los hombros hacia atrás. La
postura de un Rey confiado. Un doncel que significaba
negocios.
Sus joyas brillaron cuando movió las manos que se
deslizaron a su lado, enfatizando el acento del material
dorado.
‘Ja, entonces él también tiene este lado’, pensó Yoongi
para sí mismo. Nunca se imaginó que llegaría este día.
Cuando el Rey más lo necesitaba, el doncel lo hacía mejor.
Si Yoongi no lo hubiera sabido mejor, realmente pensaría
que el doncel era el Rey de los Wraith. Nadie podría lograr
ese caminar poderoso tan fácilmente, a menos que haya
sido entrenado desde su nacimiento. Durante diez años, tal
vez lo fue.
“Jungkook,” habló Taehyung con un leve aumento en su
voz.
El menor estaba nervioso. Había hecho todo lo posible
por no mostrarlo en su forma de caminar. Tuvo que fingir
hasta que lo consiguió. Con estas palabras de consuelo en
mente, imitó los pasos de su madre. Muchas veces había
visto a su madre pavonearse poderosamente por los
pasillos, como si el mundo fuera su dominio.
“Justo a tiempo, cariño”, dijo Jungkook mientras tomaba
su mano entre las suyas.
La mirada de Taehyung se deslizó hacia él y los gemelos.
¿Dónde estaba el resto de la gente? Recibió su respuesta
cuando Jungkook y los gemelos, abrieron las puertas. Su
voz quedó atrapada en su garganta.
La sala de reuniones era grande y espaciosa. No había
ventanas en el lugar altamente decorado. Las paredes
estaban pintadas de blanco, con adornos dorados y diseños
que decoraban el espacio. Los techos eran altos y los
candelabros abundaban. Incluso sin ventanas, este lugar
estaba bien iluminado.
Jimin y el Sr. Park ya estaban sentados adentro. La
misteriosa mujer del pasillo oscuro también estaba
presente, excepto que esta vez estaba bien vestida, con un
parche blanco sobre su ojo ciego.
Había un extraño familiar en la habitación, pero no podía
recordar dónde lo había conocido. Había tres personas más
presentes, dos hombres y una mujer, muy probablemente,
de familias destacadas.
“¿Bien?” Dijo Jungkook mientras los gemelos tomaban
sus asientos.
Taehyung deslizó sus manos de él y asintió levemente.
Jeon lo guió hacía el interior, sus pasos sincronizados con
los de él.
“Hijo de Yeji Rose”, saludó la misteriosa mujer justo
cuando las puertas se cerraban detrás de ellos.
“Mi abuela, Dorothy Jeon”, le murmuró irónicamente
mientras ocupaba su lugar en la cabecera de la gran mesa.
Taehyung se sentó a su derecha con toda la gracia de un
Rey. Espalda erguida, barbilla en lo alto, manos
entrelazadas sobre sus muslos. Y una expresión solemne en
su rostro.
El Sr. Park, estaba sentado con Jimin. Directamente
frente a Taehyung estaban los gemelos, además de ellos
estaba el extraño familiar y otros tres representantes.
Frente a Jungkook en el otro extremo de la mesa estaba su
abuela.
“Abuela de Jungkook,” Taehyung le devolvió el saludo con
una leve sonrisa. Como esta mujer sabía su nombre y no le
gustaba usarlo, Taehyung hizo lo mismo.
“La reunión comienza ahora”, declaró el pelinegro con
voz fría y solemne.
La mirada divertida de Dorothy se deslizó hacia su nieto.
Se sentó con indiferencia en la silla de cuero negro. Jeon
Jungkook podría convertir cualquier asiento en un trono.
Su sola presencia indicaba ese tipo de poder y riqueza.
“Yo empezaré”, informó Dorothy. “Como sabes, hemos
estado en la búsqueda de la Rosa Dorada para beneficiar al
gran gobernante de Wraith”.
Las manos de Taehyung se apretaron debajo de la mesa.
Mantuvo su rostro neutral y se preguntó cuánto tiempo
habían servido los Park en el Consejo.
Los miembros del Consejo se mantuvieron en secreto
para la sociedad; ya que estos eran las Mentes Maestras de
la nación. Sería peligroso si se revelara su identidad y su
parcialidad.
“Los Cielos me han hablado”, afirmó Dorothy con voz
lenta, madura por la edad. “Han considerado a Park Jimin,
quien nació en el décimo mes del año, marcando un minuto
para Halloween, con cabello del color del sol y ojos como la
esmeralda más rara, es el destinado. Él es la Rosa Dorada
destinado a marcar el comienzo de una era de grandeza en
Wraith”.
Taehyung supuso que la última parte era un gran juego
de palabras por parte de Dorothy. La Rosa Dorada era un
cordero de sacrificio. A pesar de todas sus direcciones y
frases glorificadas, la Rosa Dorada no estaba destinada a
seguir viviendo.
“¡Esta es una noticia espléndida!” La misteriosa mujer
habló instantáneamente con una gran sonrisa. Sus labios
estaban pintados de rojo como si hubiera bebido sangre
fresca, sus ojos tan vibrantes como su boca. Un vampiro.
Taehyung la había visto en los periódicos que leía el
vizconde Kang. Era una mujer influyente entre el círculo de
vampiros. Sin duda, esta mujer era la representante de la
facción de Vampiros que apoyaba a Jungkook.
“Lo mismo digo, Yeonjin,” dijo uno de los dos hombres.
Llevaba una sonrisa amistosa en su rostro arrugado y gafas
de montura gruesa.
Taehyung parpadeó. Al instante recordó el nombre de la
mujer: Byun Yeonjin. Todos reconocieron el apellido Byun,
cuya familia estaba muy involucrada en el comercio y la
fabricación internacionales. Yeonjin no era solo una
representante de la facción Vampiro, sino también parte de
los países extranjeros.
“Muy sabio, Charles”, respondió Yeonjin con una leve
risa en su hermosa voz.
Taehyung volvió a parpadear. Charles… Charles… Sus
ojos parpadearon un poco más. ¡¿Este hombre no era el
Primer Ministro?!
“Como tal”, Dorothy volvió a hablar. “La Rosa Dorada
está destinado a casarse con Su Majestad. Es una profecía
de la que se ha hablado durante décadas”.
Sus ojos se posaron en Park Jimin. “Estamos felices de
que después de toda la búsqueda a lo largo de los años, Su
Majestad finalmente haya encontrado a su pareja
destinada. Por lo tanto, el argumento que me gustaría
presentar hoy es la reconsideración de la candidatura de su
Rey Park Jimin”.
Taehyung se dio cuenta de que Dorothy, a pesar de ser la
abuela de Jungkook, estaba trabajando en su contra. El
rostro de Jungkook estaba tan indiferente como siempre,
pero vio más allá de su fachada tranquila. Se estaba
gestando una tormenta horrible en su interior.
“Bueno, el argumento es claro”, la voz de Yeonjin era
como una fuerte melodía de una sinfonía. Era del tipo que
se escucha más claro y potente, pero suela el más
agradable para los oídos.
“Park Jimin debe convertirse en Rey, porque él es la Rosa
Dorada”, agregó.
Taehyung notó la facilidad con la que Yeonjin lo ignoró.
Ni una sola vez Byun Yeonjin miró en su dirección. Todo el
tiempo, estuvo enfocada en Jimin, quien parecía más
beneficioso para el Reino.
“Estoy de acuerdo”, habló Joongki, al mismo tiempo que
Yoongi dijo: “No estoy de acuerdo”.
Los gemelos se miraron desconcertados, claramente sin
esperar la respuesta del otro.
ES AMOR
Taehyung no pensó que Joongki estaría de acuerdo.
Había visto su verdadera naturaleza hoy. A pesar de las
miradas amables que éste le dio, apoyaba a otra persona.
Su naturaleza amistosa era por costumbre, y no por
respeto.
Al menos Yoongi fue directo con su odio hacia él.
Taehyung apreciaba mucho más su honestidad.
“Estoy de acuerdo”, otra voz picó. El tono era profundo y
maduro, como un árbol antiguo en el centro de un bosque.
Taehyung notó que era el extraño que se le hacía
familiar. Llevaba un traje a la medida, pero el broche en su
pecho implicaba su importancia. Llevaba el símbolo del
ejército de Wraith. Era un alfiler diminuto y no tan
perceptible, pero lo vio.
Kim contó los votos. Dorothy, Joongki, Yeonjin, este
extraño… Sin considerar a Jungkook o Taehyung, fueron
cuatro de nueve votos.
“Hmm, nuestro Rey es sabio y justo. Me gustaría
entender su decisión de elegir al príncipe Kim Taehyung
Rose de Kastrem”, dijo el último hombre.
Taehyung notó que también era humano, pero mucho
más joven y guapo. No estaba sorprendido de que el
consejo solo tuviera dos humanos, pero eran poderosos,
incluido Charles, el primer ministro humano.
El régimen tenía que mostrar su buena voluntad con los
humanos de alguna manera… o de lo contrario estallaría
otra guerra desventajosa.
“Cuando florezca la Flor Noble, crecerá una plántula en
una habitación vacía. La leyenda dice que la Rosa Dorada
puede borrar todos los males”, habló finalmente Jungkook.
Sus labios se curvaron en una sonrisa divertida.
“Mi abuela cree que esta tonta profecía habla de la
misma persona”, señaló. Sus ojos se movieron hacia las
personas alrededor de la habitación, asegurándose de
mirar a todos y cada uno de ellos directamente a los ojos.
“La habitación vacía se refiere a mi cuerpo sin corazón, y
la plántula se refiere al comienzo de la compasión y el
amor”, prosiguió. “¿No es esa la razón por la que buscamos
la Rosa Dorada?”
“Por supuesto”, habló Charles.
Charles fue muy firme en asegurarse de que el Rey
encuentre compasión y amor. ¿De qué otra manera podría
ver las cosas desde la perspectiva humana? ¿De qué otra
manera podría resonar con su dolor?
“Pero la verdad es que la Flor Noble y la Rosa Dorada
son dos cosas diferentes”, señaló Jungkook. Sus ojos se
dirigieron a Taehyung mientras le tocaba cariñosamente el
hombro.
“Y tengo la Flor Noble, sentado justo aquí”.
Dorothy estaba furiosa. Taehyung notó que en un
segundo sus ojos pasaron de color avellana a rojo. Era del
mismo color de los de Jungkook cuando Taehyung lo hacía
enojar. A decir verdad, estaba un poco confundido.
Entonces, ¿la Flor Noble era tan importante como la Rosa
Dorada? Taehyung también había pensado que eran lo
mismo. ¿No era una rosa una flor? ¿Y una flor puede ser
una rosa?
“El nombre Taehyung en sí mismo significa nobleza”, dijo
Jungkook arrastrando las palabras con una ligera curva en
los labios. “Por supuesto, el nombre de Jimin también
significa noble, pero ¿qué es más importante? ¿Nobleza o
noble?”
Dorothy abrió la boca para hablar.
“Oh cierto,” Jungkook levantó un dedo con una sonrisa
sarcástica. “No me importa.”
La mandíbula de Dorothy se aflojó.
“Taehyung es la Flor Noble. Jimin es la Rosa Dorada. Son
personas diferentes con habilidades diferentes, y deseo
tener solo uno”, concluyó Jungkook.
“¿Por qué no tener ambos, Su Majestad?” preguntó
Yeonjin de repente. “Puedes convertir a la Rosa Dorada en
tu Rey y tener a la Flor Noble como amante. La Rosa
Dorada te brindará a ti y a Wraith mucho más beneficio que
el de las emociones”.
“¿Deseas que yo sea un tirano sin corazón que no
conozca la compasión?” Jungkook volvió.
El corazón de Yeonjin dio un vuelco. ¿No era ya un
tirano?
“Por supuesto, ya soy eso, pero imagínense cómo sería si
no tuviera corazón para siempre. Pronto, dirigiré mi irá
contra nuestra especie”, reflexionó Jungkook. Apoyó el lado
de su frente en su mano, una sonrisa sádica extendiéndose
en sus labios.
La orgullosa expresión de Yeonjin palideció. Había oído
hablar de la brutalidad del rey y lo había presenciado ella
misma. Aquellos que lo agraviaron siempre terminaron en
muertes misteriosas. Ni siquiera la policía investigó a
fondo.
“Ah, pero Yeonjin no se equivoca”, dijo uno de los
hombres.
Taehyung lo reconoció como un extraño familiar. Sus
cejas estaban juntas. Podría haber jurado… que lo vio en
alguna parte antes. ¿Pero dónde?
“Dado que los tenemos a ambos en Wraith, deberíamos
utilizar la Rosa Dorada. Como ciudadano leal, su deber es
con la Corona”.
El rostro del Duke Park se oscureció.
“Parece que has ofendido al duque Park, Quinston”, silbó
Jungkook.
El corazón de Taehyung dio un vuelco. Quinston…
¿dónde había escuchado ese nombre antes? Se sentía como
en algún lugar del pasado, sus padres habían pronunciado
el nombre una vez.
“Pero el duque Park también es un ciudadano justo y leal
de Wraith, que siempre se ha esforzado por beneficiar a
este país…”
“¿Tienes hijos o hijas, Quinston?” preguntó finalmente
Taehyung.
“¿Qué?”
Taehyung le lanzó una mirada de disgusto que dudaba de
su inteligencia.
“Tengo hijos”, dijo finalmente Quinston. “No tengo
ningún uso para las hijas”.
“Entonces, ¿cómo se sentiría sí..?” Taehyung habló con
una voz ligera libre de burlas. Sonaba comprensiva. “Si un
padre les dice a sus hijos que su hija puede tener su total
libertad a costa de ellos, y el talento de sus hijos se
desperdicia a la nada”.
Quinston entrecerró los ojos ante su descaro. “¿En qué
mundo sucedería eso—”
“Tienes razón”, cortó Taehyung con firmeza. “¿En qué
mundo debería permitirse eso?”
Quinston cerró la boca. Fue silenciado sin piedad por un
doncel de la mitad de su contexto y la mitad de su edad.
Fue una sensación que le dejó un mal sabor de boca. De
repente sintió que el león orgulloso estaba acorralado en
una pequeña guarida. Especialmente cuando el Rey no hizo
ningún movimiento para silenciar a su pareja.
En cambio, Jeon dejó escapar una pequeña risa. “¿No
esperabas que el pequeño tigre tuviera garras, verdad?”
Quinston forzó una sonrisa irónica y bajó la mirada. No
pudo decir nada más después de que sus propias palabras
se volvieran en su contra, frente a todo el consejo también.
Al ver la expresión amarga de Quinston, Taehyung se dio
cuenta de que era humano. Por lo tanto, ¿solo había tres
representantes humanos? Charles, el primer ministro,
Quinston y el Duke Park. Todavía era una desventaja contra
Yeonjin, Dorothy, Joongki, Yoongi y Jungkook. Pero por
ahora Taehyung lo aceptará. Cuando asuma el trono, los
números se igualarán, habría igualdad tanto de humanos
como vampiros en el consejo.
“Todo el propósito de la búsqueda de la Rosa Dorada no
era emplear sus poderes de sacrificio”, habló Jungkook.
“Era para encontrar a la persona que le enseñaría algo de
compasión a una criatura sin corazón”.
Los dedos de Dorothy se clavaron en sus palmas. “La
Rosa Dorada puede borrar todos los problemas”, repitió sus
palabras. “Él puede—”
“¿Parece que tengo problemas?” preguntó Jungkook.
“Tú—”
“Estoy viviendo una vida perfectamente feliz y contento,
¿qué problemas puedo tener cuando controlo uno de los
imperios más fuertes de este país?”.
Dorothy se quedó boquiabierta y sin habla. ¡Este mocoso
de nieto que tenía! ¿Todos estos años de disciplina y fingió
que no sucedió? Ya no podía ocultar su irritación por él, su
rostro se amargó como cuando mordía un limón o algo así.
“¿Y cómo puedes estar tan seguro de que Kim Taehyung
Rose es la Flor Noble? Seguramente, su nombre no es más
que una coincidencia. Tú mismo lo dijiste, el nombre de
Jimin también significa noble”.
“En realidad, mi esposa le dio ese nombre a mi hijo, y le
dio el significado de ‘hermoso’”, dijo el Duke Park con voz
endurecida. No dejó espacio para la discusión, su rostro se
deformó en una intimidante frialdad.
“Mientras que el nombre de Taehyung solo significa
‘noble’ o ‘nobleza’. Su nombre no fue otorgado por sus
padres, sino también por un vidente supervisor como tú,
Matriarca Dorothy”, agregó el Duke Park. “El vidente dijo
que Taehyung es su nombre destinado”.
“Aún así, ¿cómo podemos estar seguros?” exigió Dorothy.
“Debes pensar en mí como un villano, pero estoy tomando
percusiones. Nadie quiere que se repita el destino del
príncipe heredero Soohyun y la princesa heredera Yeji.
Fueron en contra de los deseos del cielo y mira dónde
terminaron ahora…”
“Si tu lealtad es hacia los Jeon, ¿cómo pudiste ver y estar
segura del destino de mis padres?” preguntó Taehyung. Sus
labios temblaron ligeramente, pero sus ojos permanecieron
resueltos. Apretó fuertemente sus manos debajo de la
mesa, sintiendo una abrumadora sensación de rabia por la
mujer mayor.
“B-bueno, mucha gente cree que Yeji también estaba
destinado—”
“Pero no hubieras podido escuchar los deseos del cielo
para mi madre y mi padre porque no tienes nada que ver
con los Kim. Tu lealtad recae en los Jeon y todo lo que
tenga que ver con ellos” Taehyung a pesar de su ira, su voz
era nivelada y tranquila. Sonaba como si estuviera
genuinamente curioso.
Dorothy estaba anonadada. No creía que Taehyung
supiera tanto. ¿O el chico simplemente estaba
fanfarroneando? “Cómo hizo…?”
Sus ojos se estrecharon en Taehyung. Parecía que Yeji le
contaba a su hijo mucho más que estúpidos cuentos para
dormir.
Dorothy de repente volvió su atención a Jungkook.
“Tendrás que demostrarle al Consejo que la Flor Noble es
realmente diferente de la Rosa Dorada”.
Jungkook levantó una ceja. “No tengo que probar nada.
Solo puedo decirlo”.
“¿Oh?”
Jeon agarró la mano de Taehyung y se volvió para
mirarlo.
“Mi dulce,” murmuró.
Todo el Consejo fue silenciado. No por su apodo cariñoso,
sino por la tierna mirada en sus ojos. Su Majestad nunca
había mirado a un ser vivo con emociones tan profundas.
Su sonrisa sardónica se transformó en una sonrisa
afectuosa cuando Kim le devolvió la atención.
“¿Mmm?” tarareó Taehyung.
“No hay nada que probar”, le dijo Jungkook a Dorothy
mientras miraba a Taehyung. “Siento algo por él y me
atrevo a decir que es ¿amor?”

MASCOTAS
El Consejo no pudo refutar la afirmación de Jungkook
sobre la Flor Noble. Confiaron en su palabra, pero también
en sus acciones que hablaban más fuerte.
Nadie había visto nunca una expresión tierna en su
rostro, como un marido que mira a su pareja. Este hombre
que siempre había visto a los humanos como ganado y a los
vampiros como mascotas, ¿estaba aprendiendo a amar?
Sus opiniones sobre Taehyung comenzaron a cambiar
gradualmente.
Dorothy todavía estaba inflexible. “Al menos, deberíamos
aprovechar la presencia de la Rosa Dorada hoy. Solo una
noche con él te otorgará la inmortalidad. Todo lo que tienes
que hacer es desvirgarlo”.
A Jimin le encantaba que hablaran de él como si no
estuviera en la habitación. No. Prácticamente estaba
hirviendo de ira, y su madre habría golpeado a esta vieja
bruja. Él debería haber hecho lo mismo, porque lo veían
como un cordero y nada más.
“¿Desvirgarme?” Jimin respondió bruscamente. ¿Estas
personas no sabían qué tipo de persona cuestionable era
él?
“Eres el tipo de mujer que vuelve a los amigos contra
ellos mismos, mujeres contra mujeres, hombres contra
hombres”, masculló Jimin con amargura mientras miraba a
la matriarca. Le mostraría al cielo y al destino el dedo
medio si quisiera.
“Solo una noche contigo y nada más”, dijo Dorothy. “No
es tan malo, considerando el hecho—”
“Matriarca Dorothy”, mordió el Duke Park con firmeza.
Su sonrisa se volvió más apremiante, sus ojos se
transformaron en los de un buitre.
“A pesar de ser una mujer de etiqueta, estás actuando
como una mujer lasciva con pensamientos y discursos
promiscuos. Te agradecería que no trates la virtud de mi
hijo como un pedazo de carne para arrojar a los lobos”,
soltó bruscamente.
El Duke Park miró su muñeca. Faltaban dos horas para
su próxima reunión, pero estaba harto de esta vieja bruja y
de los vampiros en general. Había servido fielmente a los
Jeon y hoy están tratando de arruinar a su hijo. No iba a
tolerarlo más.
“Soy mayor que tu tatarabuela, así que no podría
importarme menos qué tipo de mujer piensas que soy. Pero
debes saber esto, duque Park, le estás dando la espalda a
los Jeon…”
“En realidad no lo está haciendo, abuela,” habló
Jungkook. “Pero continúa”.
Dorothy le lanzó una mirada sucia. Hoy estaba más
rebelde que de costumbre. Estaba poniéndole los últimos
nervios de punta. Si continuaba provocándola así, se
aseguraría de que su pareja errante se perdiera en un
pasillo por el resto de la eternidad.
“Si Su Majestad dice que no lo soy, entonces no lo soy”,
declaró el Duke Park. “Seguramente, ¿no esperarías que un
padre dejara ir voluntariamente a su hijo así?”
“Mi viejo amigo”, habló Quinston, ya que era parte del
ejército y trabajaba en estrecha colaboración con los Park.
Habían sido amigos desde sus días de escuela y eran los
mejores amigos.
“Debes verlo desde la perspectiva y el bienestar de
nuestra nación. Si el Rey no se acuesta o consume la Rosa
Dorada, sufrirá todo por tu culpa. No queremos que le pase
nada a nuestro amado gobernante, y solo deseamos lo
mejor de él, para que este país pueda funcionar sin
problemas”.
Quinston se inclinó hacia adelante y juntó los dedos
sobre la mesa como si estuviera negociando algún tipo de
trato comercial. “El Rey es nuestra máxima prioridad. No le
estamos pidiendo a su hijo que sea tratado como, perdón
por mi palabra, esclavo sexual. Es solo una noche con él, y
eso es todo. Seguramente, con lo guapo que es nuestro Rey,
el joven Park estaría encantado.”
El Duke Park entrecerró los ojos. “Y seguramente, con lo
hermosos que son los donceles, tus hijos mayores deberían
servir a uno, porque estoy seguro de que estarían
encantados con su cuerpo”.
El rostro de Quinston se oscureció. “No seamos tan
personales—”
“Se vuelve personal en el momento en que involucras a
mi hijo. Como padre, debes saber lo preciosos que son los
niños. Lamentablemente, caballeros y damas”, dijo con una
voz monótona que mostraba su falta de sinceridad. “Tengo
una reunión de negocios urgente, y dado que esta discusión
fue convocada para el último minuto, no tengo tiempo para
ello”.
El Duke Park se puso de pie y Jimin hizo lo mismo.
“Independientemente de nuestras diferencias, buen
amigo”, habló Quinston. “Debes entender a Dorothy,
Yeonjin, Joongki, y deseo plenamente que lo reconsideres
una vez más”.
“Espero que también reconsideres cuando tus hijos se
casen con una mujer o doncel”, murmuró Taehyung en voz
baja.
Jungkook soltó una carcajada y los labios de Yoongi se
torcieron. Las acciones burlonas hicieron que el rostro de
Quinston se volviera atronador, pero se atrevió a no hablar
en contra de la pareja que tenía el afecto del Rey.
“Viejo amigo, o buen amigo, parece que no somos tan
cercanos como deseas”, habló el Duke Park. No miró hacia
atrás una segunda vez mientras salía por la puerta, con su
hijo a cuestas.
Jimin, sin embargo, miró hacia atrás. Pero por error, miró
a Jungkook en lugar de a Taehyung. El simple error fue
suficiente para sellar el trato con Quinston, quien todavía
creía que el Joven Park estaría interesado en acostarse con
el Rey.
Quinston se frotó las manos. Esperaba que él se acostara
con el Rey. Solo fortalecería la conexión de los Park con
este Reino, lo que también beneficiaría aún más a los
militares. Estaba dentro de su mente corrupta mezclarse
aún más con los Park. Ahora que seguían bromeando con él
al respecto, no le importaría casar a dos hijos suyos con
Park Jimin si eso significaba que podría echar un vistazo a
su riqueza.
“Parece que la discusión principal de esta reunión se ha
aplazado sin una conclusión adecuada”, habló Jungkook
con una voz solemne que captó la atención de toda la sala.
Se puso de pie y todos hicieron lo mismo. Lo siguieron,
les gustara o no.
“Les agradezco a todos por asistir a la Reunión del
Consejo hoy, y confío en que lo que suceda en esta sala se
quedará en esta sala”, les recordó Jungkook, con un tono
afilado en su voz. Algunos lo vieron como una advertencia,
él lo vio como una promesa.
“Se levanta la sesión”.
Dorothy se clavó las uñas en las palmas de las manos.
Estaba furiosa por el fracaso, pero no se sorprendió. Su
nieto siempre trabajó en su contra. Tendría que trabajar
contra él aún más duro.
Dorothy le lanzó a Taehyung una mirada sucia,
claramente disgustada porque su autoridad fue desafiada
por un mero chico humano con una madre despreciable.
Observó con desilusión cuando Jungkook le acarició un
lado de la cara, como quien toca con cautela una flor.
Sintió una mano deslizarse hacia la suya. Por el rabillo
del ojo, vio a Yeonjin rozar sus hombros. “Quizás la próxima
vez, Matriarca”.
Dorothy permaneció de pie, con los dedos apoyados en la
punta de la mesa. De hecho, tal vez la próxima vez
garantizaría una victoria a los Vampiros.
Dorothy miró con animosidad cuando Taehyung sonrió
hacia el suelo. Le recordó a la tonta Yeji cuya historia de
amor de cuento de hadas terminó en tragedia. Dorothy solo
quería evitar que la historia volviera a suceder, ¿no puede
ver eso su nieto?
“Hmph”.
Dorothy giró sobre sus talones y estaba a punto de irse.
Pero entonces sintió que alguien la miraba fijamente y giró
un poco la cabeza. Vio a Quinston, que siempre estaría
confabulado con ella.
Ella sacudió lentamente la cabeza, diciéndole que no
hiciera nada precipitado. Pero la atención de Quinston se
había ido hace mucho y se centró en Taehyung. Tanto si él
había visto su señal como si no, Dorothy no le prestó
atención.
Dorothy salió de la habitación, con la sangre hirviendo a
fuego lento por la decepción.

EL USURPADOR
Taehyung estaba distraído por el toque de Jungkook
cuando en el rabillo del ojo, algo cambió. Jeon reaccionó
mucho más rápido que él, dándose la vuelta al instante.
“Quinston”, señalo Jungkook con voz seria pero con una
sonrisa amistosa. Cuya sonrisa nunca llegó a sus ojos, no a
menos que él quisiera.
“Su Majestad”, dijo Quinston mientras inclinaba la
cabeza. Todos habían salido de la sala de reuniones,
excepto los gemelos.
“Habla. ¿Qué quieres? La discusión ha terminado,
¿seguramente no estás aquí para seguirme la corriente?”
Jungkook reflexionó mientras apoyaba una mano sobre la
mesa, creando una línea divisoria visible.
“Su Majestad, me gustaría hablar con el príncipe
Taehyung si me permite—”
“No deberias”.
Quinston parpadeó. Nunca había sido derribado así. Sus
años en el ejército habían agudizado su presencia, grande y
poderosa. Estaba construido como un soldado envejecido,
con músculos suaves y piel fláccida.
“Se trata del linaje del príncipe Taehyung y sus padres”.
Ante esto, el doncel instantáneamente volvió su atención
hacia él. ¿Sus padres? Así que sus predicciones no estaban
fuera de lugar. Sabía que había escuchado ese nombre
antes, en su infancia cuyos recuerdos aún eran borrosos.
“¿Qué te gustaría decirme?” preguntó Taehyung.
Jungkook contuvo una sonrisa divertida. Le había dicho a
Quinston que se fuera a la mierda educadamente. Pero su
prometido no pareció escucharlo. Era una cosita curiosa,
pero no tan a menudo. Así que se hizo a un lado y dejó que
los dos hablaran, pero bajo su mirada vigilante.
“Joongki”, murmuró Jungkook de repente a su
desobediente y desleal amigo.
“¿Su Majestad?” Joongki preguntó a pesar de que sabía
dónde se había equivocado, pero aún así mantuvo su
opinión.
“Creo que las mazmorras necesitan limpieza. Ve”.
Los ojos de Joongki se agrandaron. Abrió la boca para
defender su caso, pero su hermano negó lentamente con la
cabeza. Apretó los labios y salió a regañadientes por la
puerta, con Yoongi siguiéndolo, sin duda, para darlr una
larga charla.
“… Conocí a tus padres.”
La atención de Jungkook volvió a Quinston y Taehyung.
Estaba de pie directamente a su lado. Cualquier cosa que
deba decirse, también podría oírla y verlo.
“Sí, lo sospeché cuando llamo al Duke Park por ‘viejo
amigo’”, dijo Taehyung.
“Sin embargo, pareces un poco dudoso, príncipe”, dijo
Quinston con un ligero regocijo en el borde de su voz.
Metió la mano en el bolsillo de su traje.
Los ojos de Jungkook se posaron en la pequeña acción. Si
fuera necesario, podría golpear la cara de Quinston contra
la mesa. Nadie se saldría con la suya lastimando a su presa.
“Yo era un buen amigo del infame trío de nuestros días
de escuela secundaria y universidad”. Quinston sacó una
foto vieja y arrugada.
Los labios de Taehyung se separaron. Tomó la foto de él,
con cuidado de no dañar la cosa preciosa. Una imagen
hablaba más que mil palabras. Y este contó una historia.
Era una foto del joven Quinston, sus padres, los Park y otro
hombre familiar.
A Taehyung le dolía el corazón y se le revolvía el
estómago. Un hombre estaba en el centro de la foto, con
sus brazos colgando alrededor de su padre y el Sr. Park. El
hombre sonreía ampliamente mientras miraba a su padre,
quien le devolvió la sonrisa. Lo reconoció al instante, con
los ojos llorosos de odio y decepción.
“Mira, ahí estoy yo, justo ahí”, dijo Quinston mientras
señalaba hacia el costado de la foto.
Tenía el rostro fresco y estaba de pie junto a Yeji, alguien
a quien consideraba una buena amiga, hasta su
desafortunado fallecimiento. Una verdadera pena que su
famosa historia de amor terminara en semejante tragedia.
“¿Cuál es tu propósito al mostrarme esto?”.
A Quinston le gustaba que no se anduviera con rodeos.
Le quitó la foto. “Perdone mi descaro, me gustaría
quedarme con esta foto, es mi último recuerdo de todos
nosotros juntos como uno”.
Taehyung asintió. No necesitaba esta foto. Él tenía una
mejor. Había una foto en la mansión Kang de él y Jimin
cuando eran niños, y sus padres detrás de ellos. Había un
álbum completo de fotos con Taehyung y sus padres.
Escuchó que su madre siempre quiso que sus recuerdos
fueran apreciados como imágenes.
“Debes creer que estoy trabajando en tu contra,
príncipe”, habló Quinston. “Estoy aquí para disipar ese
pensamiento. Sinceramente, me encantaría apoyarlo, pero
mis manos están atadas por mis propias creencias de que
Su Majestad debería prosperar con la Rosa Dorada”.
Taehyung levantó una ceja. “¿Y tu propósito para
decirme esto?”
“Para que no me desprecies. Todavía guardo
profundamente los recuerdos de tus padres. Verte crecer
tan bien ha aliviado mis preocupaciones. Solo me gustaría
hacerte saber que mi lealtad podría inclinarse hacia los
Park, pero yo soy neutral”.
Taehyung sintió que había más de lo que él insinuaba.
Conocía gente como él. Cuando alguien trata de apelar a
las emociones desde el principio, es sospechoso. Las
personas no solo cuentan la historia de su vida sin un
propósito.
Quinston hizo parecer que su propósito era mantenerlo
feliz e informado de que él es neutral, pero sintió que
estaba planeando algo en secreto. ¿Por qué otra razón
mostraría la foto y bajaría la guardia?
“Gracias por decirme esto, lo tendré en cuenta”, dijo
Taehyung con una leve sonrisa. Como él no planeaba
mostrar sus cartas todavía, no se molestó con él.
“Estoy muy contento de que seas tan comprensivo como
tu madre, ella era realmente una amiga excepcional, la
mujer más leal que he visto. Seguramente, serás igual,
príncipe”.
Taehyung asintió brevemente con la cabeza. El hombre
quería que él bajara la guardia, así que fingió bajarla.
Pretendrá ser el chico débil que sus ojos despreciativos lo
ven. Así que, sonrió más brillante e inocentemente inclinó
la cabeza.
“Por favor, Quinston, eres demasiado amable”.
Quinston simplemente sonrió. Inclinó la cabeza hacia el
rey y luego hacia él. “Gracias por tu amable tiempo hoy,
príncipe. Recuerda que soy neutral, pero siempre tendrás
un punto débil en mi corazón porque eres el único hijo de
mis mejores amigos”.
Divertido. Sus padres rara vez hablaban de él, a
excepción de ese momento en su memoria. Se preguntó por
qué.
Taehyung finalmente vio sus intenciones. Quería batear
por ambos lados, mientras pretendía ser neutral. La última
línea mostraba su lealtad hacia él de manera discreta, pero
sabía que esa no era la verdad.
Aun así, interpretó la imagen que él quería que fuera.
Entonces, juntó las manos con deleite, su rostro se suavizó.
“Lo tendré en cuenta, Quinston”, dijo con una voz más
ligera y feliz.
Quinston asintió. Sin darle la espalda al Rey, salió de la
habitación y cerró las puertas detrás de él.
Y pronto, solo estaban Jungkook y Taehyung.
La sonrisa del menor se apagó y sus manos cayeron a los
costados. “Él desea hacerme quedar como un tonto”.
Jungkook levantó una ceja. “Ya lo has sido, mi dulce.” Se
burló de él.
“Pero estás cambiando, así que tal vez yo también
reconozca eso”, se rió un poco Jungkook. Le acarició la
nuca. Preguntándose si el menor sabía la verdadera
intención detrás de las palabras de Quinston.
“Ese hombre. En el centro de la foto, con sus brazos
alrededor de mi padre y el Sr. Park. Supongo que sabes
quién es”.
Jungkook levantó una ceja. ¿Cómo podría no hacerlo?
“Es el hermano menor de mi padre, mi único tío del lado
de la familia de mi padre”, dijo fríamente Taehyung. “El
usurpador de mi trono”.

ÉXITO
“¿Y qué planeas hacer con él?” reflexionó Jungkook.
El pelinegro sopesó la idea de matar al usurpador. La
idea lo sedujo, pero los resultados lo repelieron. Si el
menor recuperaba su trono en Kastrem, tendría una
responsabilidad lejos de él. No le gustó eso. Lo quería
cerca y al alcance de la mano, donde nunca más pudiera
alejarse de él.
El pensamiento lo hizo sonreír, inquietantemente como
un fantasma. Él acarició cariñosamente la parte posterior
de su cabeza, su mano se deslizó hacia la parte baja de su
espalda. Lo atrajo firmemente hacia sí, ocultando el brillo
en sus ojos oscuros.
“Algo en tu expresión me dice que no quieres que le haga
nada”, señaló Taehyung.
El menor lo había estado observando todo el tiempo.
Aunque nunca podría saber lo que él estaba pensando,
había notado el cambio en su expresión. Era pecaminoso y
cruel.
Estaban solos en la sala de reuniones. Había muchas
cosas que el mayor podía hacerle aquí. Pero no era por eso
que tenía una expresión tan obsesiva en su rostro. Jeon
movió su cabeza hacia él, sus labios curvándose en una
sonrisa con la boca abierta. Sus colmillos eran afilados y
podían arrancarle la cabeza.
Taehyung agarró con más fuerza la chaqueta de su traje.
“¿Qué quieres decir, mi dulce? Esta es mi expresión
normal”.
El rubio entrecerró los ojos.
“¿Qué? ¿Te repugna mi hermoso rostro?” Jungkook tocó
mechones del cabello ajeno, colocándolo detrás de las
orejas.
“Ojalá pudiera decir que me repugna”, admitió
Taehyung.
Taehyung trató de apartar su mano de su cabello. Sus
dedos se deslizaron hacia la parte posterior de su cuello.
Antes de que lo supiera, sus labios estaban sobre los de él.
Los ojos de Taehyung se cerraron. Él inclinó su cabeza y
lo besó más profundo, sus labios presionando con urgencia.
Él lamió sus labios, succionando como si tuviera miel
goteando en las yemas de sus dedos.
Su cuerpo zumbaba de placer, calentándose para él.
Curvó su cuerpo contra el suyo, cuando sintió que algo se
tensaba cerca de la parte inferior de su estómago.
Él se apartó para dejarlo respirar por una fracción de
segundo. Luego, lo besó de nuevo, esta vez con más pasión
y timidez calculada. Lo tenía en la posición que quería. Sus
cuerpos y bocas se moldearon perfectamente juntos como
si el rubio estuviera hecho para ser suyo.
“Yo… no puedo respirar”, murmuró Taehyung mientras
apartaba la cabeza de él.
Jeon no se detuvo allí. Presionó besos con la boca abierta
desde la línea de la mandíbula hasta el cuello, saboreando y
mordisqueando su piel sensible. Lamió el lugar donde su
pulso era más fuerte.
El corazón de Taehyung dio un vuelco. Sintió sus
colmillos raspar contra su piel.
“Jungkook,” susurró, su voz atrapada en su garganta.
Sus ojos se abrieron cuando sintió un ligero pellizco, una
gota de sangre goteando por un lado de su cuello. Se le
cortó la respiración cuando él lamió la sangre, hundiendo
los dedos en su cintura.
“Solo un gusto”. Su voz era áspera y profunda.
“Eso es lo que dijiste la última vez, pero lo intensificamos
aún más”, susurró Taehyung.
“Entonces vamos a escalarlo aún más”.
Jungkook succionó el ligero corte hasta que ya no pudo
gotear sangre. Él apartó su cabello, besando la parte de
atrás de su cuello. Sus labios eran tiernos y afectuosos,
tocando los lugares exactos en los que el menor lo deseaba.
Su cabello suave y sedoso le hizo cosquillas a un lado de
la cara.
“Hueles y sabes delicioso, mi dulce”, murmuró en su piel
suave. Era acaramelado y cremoso. Lo mordió y lo besó
como si estuviera ansioso por lamer el helado derretido en
un cono.
Taehyung sintió como si estuviera atrapado en un sueño
ferviente. Trató de alejarse de él, pero la parte inferior de
su brazo lo tenía presionada contra él. Cuando se echó
hacia atrás, Jeon se inclinó con él, hasta que casi se cayó
hacia atrás. Pero el menor nunca se cayó, el cuerpo del
pelinegro estaba firme sobre el suyo. Desde su posición,
sintió el punto duro presionando aún más en la parte
inferior de su estómago.
“¿N-no tienes un país que gobernar?” preguntó
Taehyung, deseando huir de él, pero éste nunca lo dejaría
hacer eso.
Jungkook lo inhaló, cerrando los ojos para saborear el
aroma. Olía a un paseo fresco por los jardines después de
una lluvia. El suave aroma le hacía cosquillas en la ingle, el
olor a flores lo volvía loco. Deseaba succionar suave
miembro, tocándolo con cautela hasta que Tae le diera su
néctar y pudiera deslizarse dentro de él.
La mandíbula de Jeon crujió.
“Vete”, dijo Jungkook. Dio un paso atrás, tomándolo por
sorpresa.
Taehyung vio la mirada torturada y hambrienta en su
rostro. Los ojos ajenos ardían, enrojecidos por la pasión. Su
corazón latía rápidamente, amenazando con salirse de su
pecho. Sin otra palabra, salió corriendo por la puerta,
sabiendo que él lo tomaría sobre la mesa, gritando y
rogando.
Sólo un gusto que había dicho. Pero solo ese sabor le
hizo desear toda la comida.
Taehyung decidió que nunca más le dejaría probar su
sangre, ya que sus ojos eran del mismo color que ésta. Y
Jeon quería algo más que su sangre.
“Su majestad, estoy sorprendido por esta repentina
visita”, dijo Quinston. Iba de regreso al ejército cuando los
guardias reales detuvieron su coche. Los guardias le habían
informado que el rey exigía su presencia.
“Estaba en camino para ver a los nuevos reclutas. Son
jóvenes y me han dicho lo prometedores que son”, añadió
Quinston. Estaba sentado en un lujoso sofá de cuero y le
ofrecieron té.
Quinston no pudo evitar sospechar las verdaderas
intenciones de esta invitación. La reunión acababa de
terminar esta mañana. ¿Qué podría haber sido tan
importante para que el Rey lo invitara personalmente a
este estudio privado?
Las luces se encendieron, lo que lo obligó a reconocer las
magníficas decoraciones. Pinturas doradas de lugares
escénicos, jarrones más antiguos que su apellido, mesas
hechas a mano por el mejor carpintero, este lugar era el
sueño de cualquier hombre rico.
“He estado pensando en tu sugerencia”, habló
lentamente Jungkook. Mirándolo.
“¿Oh?” preguntó Quinston, llevándose la taza de té a la
boca. Le sorprendió gratamente el sabor amargo pero
nostálgico que le recordaba a… ¿tabaco?
“Sería una vergüenza dejar ir a la Rosa Dorada cuando lo
tengo justo a mi alcance”, dijo Jungkook con simpatía
mientras asentía con la cabeza.
Quinston se animó instantáneamente. “¡Sí, estoy de
acuerdo, Su Majestad! Estoy tan complacido de que se
sienta de la misma manera, estoy seguro de que Yeonjin y
Dorothy estarán encantadas de escuchar—”
“Planeo informarles más tarde. Este es un secreto
silencioso y prefiero mantenerlo así”, interrumpió
Jungkook. Amplió su sonrisa, sus colmillos brillando bajo
las iluminadas luces del candelabro.
Quinston tragó saliva al ver los colmillos. Eran más
fuertes que la mordedura de una bestia. No obstante, bebió
el té de buena gana y disfrutó de la presencia del Rey.
“Por supuesto, Su Majestad. Como su leal sirviente, haré
lo que sea necesario para asegurarme de que esto no se
sepa, especialmente que no lo sepa su amado príncipe”.
Leal, ¿eh?
Jungkook tarareó en respuesta, tomando un sorbo de su
copa de vino. La sustancia hormigueó en su lengua, dulce y
fría. Pero nada podía compararse con el delicado sabor de
la sangre de Taehyung. Era una sola gota, y él estaba
dispuesto a secarlo.
“¿Cuándo planea probar la Rosa Dorada? Solo una noche
con él te otorgará la inmortalidad, pero escuché que hay un
largo ritual ceremonial para garantizar ese éxito”.
“Hoy es lunes”, dijo Jungkook. “Disfrutaré la noche con
él, el domingo”.
Quinston se animó. Más tiempo para prepararse… Se
frotó las manos, reflejando la gran sonrisa en el rostro del
Rey.
“Entonces será domingo. Prepararé un regalo de
sinceridad y le deseo el mejor de los éxitos, Su Majestad”.
Jungkook simplemente se rió de las palabras de
Quinston. ¿Éxito? Estaba seguro de que esta pequeña rata
astuta quería todo menos eso.
16. XV

ERES UN TONTO
A la mañana siguiente, Taehyung estaba bajo vigilancia.
Estaba sentado en la mesa del comedor para desayunar.
Los ojos del pelinegro lo miraban intensamente,
absorbiendo cada acción, la más pequeña y la más grande.
Mientras se movía, su atención estaba en él.
Taehyung se sintió como una rata de laboratorio bajo una
lupa. ¿Qué tenía de interesante que él comiera? Se había
tocado la cara en muchas ocasiones, preguntándose si
había algún trozo de comida o salsa pegado en alguna
parte.
Finalmente, cinco minutos después de la mirada fija, dejó
caer sus utensilios. “¿Qué es?” preguntó.
“¿Te gustaría un bocado de mi comida?” Taehyung sirvió
la sopa, lista para darle de comer si decía que sí.
“Prefiero que le des un bocado”, respondió Jungkook.
Escuchó de Joongki que Taehyung había comido bien bajo
su vigilancia. Pero hablar con las criadas reveló que su
plato estaba desordenado y parecía que solo jugó con la
comida.
“¿Pero ya comí, no?” Soltó Taehyung, llevándose la
cuchara a la boca. Instantáneamente, el cremoso sabor de
la sopa de almejas estalló en su lengua. Estaba delicioso y
tomó otro bocado.
Jeon miró con cautela la salsa blanca en sus labios. Quizá
le haría beber más sopas blancas… Se inclinó y le limpió la
boca.
“¡No, no lo lamas!” Taehyung se exasperó cuando él se
lamió el pulgar, sus ojos parpadeando con diversión.
Estaba mortificado de que el mayor hiciera algo como
esto, a pesar de que sus novelas eróticas siempre tenían
una escena como esta. ¡Él no pensó que sucedería en la
vida real!
“Preferiría lamer algo más, la verdad sea dicha, pero
como no podemos tener eso, tendría que optar por esto”.
Jungkook le hizo un gesto para que tomara otra cucharada
de la sopa de almejas.
El agarre de Taehyung se hizo más fuerte en la cuchara
sopera. Se preguntó cuán desvergonzado tenía que ser uno
para decir palabras como esas sin estremecerse. Por lo
tanto, bajó la mirada y con cuidado levantó otra cucharada.
Esta vez, abrió un poco más la boca para asegurarse de que
nada lo manchara.
“Estoy seguro de que tu boca puede ser un poco más
amplia, cariño. Inténtalo”. Jeon apoyó la barbilla en la
palma de su brazo apoyado, sus ojos brillando con alegría.
El menor casi se atragantó con la sopa blanca, una gota
salió por un lado de su boca. Antes de que pudiera
reaccionar, Tae lo limpió con un pañuelo.
“Eres increíble”, reprendió Taehyung. Apartó la sopa,
decidiendo que su mente estaba yendo a lugares para los
que no estaba preparado.
“No estoy seguro de lo que estás diciendo”. Jungkook
puso un sándwich de ensalada de huevo con lechuga
romana recién cosechada y tomates cultivados en el jardín
del castillo. El menor no tendría forma de jugar con los
sándwiches.
“Pero ya que tienes una idea diferente, dime cuál es”.
Jungkook le hizo un gesto para que le diera un mordisco al
sándwich. Estaba lleno al máximo de alimentos, lo que lo
obligaría a abrir un poco más la boca.
“No es n-nada de tu incumbencia”, tartamudeó
Taehyung. No necesitaba que él descubriera que sus
pensamientos se dirigían al erotismo y las cosas que la
boca de una persona podía hacer. Levantó el sándwich a
regañadientes y luego lo miró irónicamente. ¿Por qué era
tan grande?
“No lo quiero”, soltó Taehyung de repente. Apartó el
plato y cogió una ensalada.
Jungkook entrecerró los ojos. “Será mejor que no juegues
con la ensalada. No es un juguete, y será mejor que te la
lleves a la boca”. Vio como el menor llevaba una bocanada
de comida a la boca sin refutar.
“Estas extrañamente obediente hoy” el mayor sospechó.
Por lo general, Taehyung no se comportaba así durante las
comidas. Y sabía que no era por un cambio de opinión al
azar.
Jungkook acarició su cabello, moviéndolo de su frente,
acomodó la parte superior de su camisa, revelando su
cuello largo y acaramelado. El lugar que había mordido
había sanado hacía mucho tiempo, no era nada más que
una pequeña herida allí. Lo vio tragar la comida, sus ojos
parpadearon en su boca y luego en su garganta.
“No solo comas la lechuga. Come los ingredientes
también”. Se había convertido en un experto en observar
sus pequeñas acciones. Quienquiera que le enseñara estas
técnicas iba a sufrir una muerte cruel y dolorosa.
Los vampiros rara vez comían, pero eso no significaba
que no les gustara el sabor. El truco consistía en cocinar
con tabletas de sangre esparcidas sobre los platos. Fue
precisamente por eso que los platos de Jungkook estaban
decorados con bordes dorados para indicar que era su
comida.
Pero con el menor sentado directamente a su lado, no
estaba concentrado en la comida. Estaba concentrado en él
y en lo que hacía esa pequeña boca suya.
“Oh, mi mascota desobediente finalmente se está
comportando”, se burló. Tae había obedecido sus órdenes a
regañadientes y se había comido los ingredientes, desde las
remolachas hasta los huevos.
“Tus palabras hacen que sea difícil para mí obedecer”,
murmuró Taehyung. Apartó la ensalada después de
comerse la mitad. “Es como decirle a alguien que haga algo
cuando ya planeaba hacerlo”.
Jeon tarareó ante su comparación. Trajo otro plato de
comida hacia él, esta vez, eran tartas de limón. Vio sus ojos
brillar maravillosamente con deleite. Acomodó su tenedor
de ensalada para comer con el pequeño tenedor de postre.
“Jungkook,” habló Taehyung mientras apuñalaba la tarta
de limón.
La sonrisa del mencionado se ensanchó. El menor debe
estar imaginando que la tarta era su hermoso y atractivo
rostro. Podía ver la intención en sus ojos cuando apuñaló la
corteza de galleta de mantequilla, con fuerza.
“¿Qué pasa, mi dulce?” Jungkook arrastró las palabras.
Tomó un sorbo de la copa de vino, con sangre fresca de
conejo. De alguna manera, había superado la sangre de
venado, principalmente porque veía a Taehyung como un
pequeño cervatillo. ¿Por qué beber la sangre de un
cervatillo cuando podría beberlo a él?
Recordó el delicioso estremecimiento de su espalda ayer
cuando lo mordisqueó. Éste estaba aterrorizado. Escuchó el
latido acelerado de su corazón y el apretón de su traje. Casi
había perdido el control ayer. No habría sido difícil tocarlo
sobre la mesa. Lo quería retorciéndose y rogando por la
liberación de nuevo.
“Me gustaría ir a la mansión Kang. Hay un asunto
urgente que debo tratar”.
“¿Cuál es el problema?”.
Jeon empujó el plato más cerca de él, indicando que
quería que comiera otro bocado. Los chefs siempre
trabajaron duro en los postres de limón, poniéndose dos
capas de guantes y tapándose la nariz para evitar que el
horrible hedor llenara sus sensibles fosas nasales.
“Yo… tengo un contrato con el Vizconde Kang,” explicó
vagamente Taehyung.
Colocó el postre en su boca, sus hombros cayendo de
placer. Cerró los ojos, saboreando el delicioso postre
amargo pero dulce. Tenía un sabor exquisito en la lengua.
“Con razón eres tan obediente hoy. Quieres algo de mí”,
señaló.
Dejó de jugar con su cabello. Le acarició un lado de la
cara con el dorso de su nudillo. El rubio se retorció en la
silla, tratando de alejarse de sus caricias.
Jeon casi se rió. No había muchas personas en este
mundo que hubieran recibido un toque amoroso como el
suyo. No podía recordar a una sola persona a la que
hubiera tocado con tanto afecto. Hacía mucho que había
superado su indulgencia con las personas hace dos
décadas.
“No quiero nada de ti. Solo quiero ir y liquidar ese
contrato—”
“Hmm, me gustaría creer lo contrario”, dijo Jungkook.
Levantó la mano para que el menor lo viera y empezó a
contar con los dedos. “Quieres un automóvil para viajar a
su propiedad, un chofer que te lleve allí, guardias que te
sigan y gente que te vista”.
Taehyung parpadeó. “Yo solo—”
“¿Y creo que el contrato es tu negociación por
matarme?” bromeó.
La boca contraria se secó. ¿Cómo supo eso?
“Dime de qué se trata el contrato, y debatiré sobre
dejarte ir”. Jungkook le dio un golpecito con la muñeca
para que siguiera llevándose el pastel a la boca. No hizo
que sus chefs pasaran por todo ese dolor solo para que el
rubio criticara esto y aquello. Necesitaba comer
adecuadamente y él con gusto asumiría esa
responsabilidad. Había muchas cosas para que el rubio
comiera y probara en este castillo.
“Me lo aposté todo por liberarme de ellos”, confesó
finalmente Taehyung. “Acepté la primera oferta que me
hizo mi tío, sin importar lo imposible que fuera”.
Jeon chasqueó la lengua. “Sin duda, eres un tonto. La
primera regla general es nunca aceptar la primera oferta.
Pero bueno, no tiene sentido llorar por la leche
derramada”.
Taehyung no respondió. Deslizó el tenedor a través de la
tarta amarilla y se lo metió en la boca, masticando con un
puchero y el ceño ligeramente fruncido.
“Tendré el auto listo para ti, cariño”.

CONSECUENCIAS
Taehyung estaba eufórico por la decisión de Jungkook.
Felizmente saltó al auto, después de vestirse con una
camisa blanca y pantalones negros. Eso fue hasta que abrió
la puerta y el mayor estaba sentado allí. Con las piernas
cruzadas y las manos apoyadas en su regazo, Jungkook
lucía una sonrisa astuta y divertida.
“Oh, mira, estamos haciendo juego”, bromeó el
pelinegro, a pesar de que todavía estaba vestido
completamente de negro, y lo único que hacía juego eran
sus pantalones negros.
“Tú-tú—” Taehyung titubeó para mostrar su decepción.
Eventualmente, se deslizó dentro del auto, golpeándolo
deliberadamente con sus hombros.
“¿Qué? No pareces feliz de verme”, se burló.
“Al menos tienes ojos para decir eso…” murmuró
Taehyung en voz baja, apartando la mirada de él.
El menor sabía que no estaba en condiciones de
comprometerse. Con mucho gusto el mayor lo había dejado
salir del castillo para que se ocupara de este problema. Sin
embargo, ni siquiera debería estar sopesando toda su
misericordia.
Taehyung no tuvo elección cuando él también tenía la
llave de su libertad. Estaba cambiando una jaula de oro por
otra. Una bonita jaula seguía siendo una jaula.
“Tal vez los Kang no tengan ojos cuando termine con
ellos”, habló Jeon de repente. Hizo un gesto con la muñeca,
indicando al chofer para que comenzara a conducir. Un
mayordomo le cerró la puerta a Taehyung.
“¿Q-qué?”
“A los Kang”, informó el pelinegro al conductor.
“Jungkook”.
“Sí, ese es mi nombre, cariño. ¿Qué ocurre?”
Las cejas de Taehyung se juntaron. ¿Lo escuchó
incorrectamente? Lentamente el pelinegro giró la cabeza
hacia él, sus ojos parpadeando con diversión. El coche
estaba oscuro, pero lo vio perfectamente. Vio sus rasgos
impecables en todo su esplendor, la tensión de sus
músculos bajo la camisa de seda cuando se movió para
tocarlo, la esquina de su sonrisa torcida como la de un
demonio. Su corazón saltó.
“No querrás decir eso, ¿verdad?” preguntó Taehyung.
Jungkook simplemente se encogió de hombros.
Taehyung abrió la boca para hablar de nuevo, pero la
cerró. Debe estar bromeando. El tiene que estarlo.
¿Verdad? Incapaz de hacerle esa pregunta y de digerir la
respuesta, Taehyung miró hacia otro lado. Se inclinó en el
asiento del coche y miró por la ventana.
“¿Hay algo tan interesante en el borrón de árboles y
edificios?” exigió el pelinegro.
Kim se incorporó un poco. Lo miró como si el mayor
estuviera loco. “¿Qué?”
Jeon retiró una mano de su firme regazo para tocarle la
barbilla. Tocó el pequeño rasgo, su pulgar agarrándolo con
fuerza. “¿Por qué mirar las vistas panorámicas, cuando
tienes una tan cerca de ti?”
Taehyung entrecerró los ojos. “¿Dónde?”
Jungkook se rió roncamente. “Debes pensar que eres
muy gracioso, cariño. Tal vez debería convertirte en el
bromista de la corte en lugar de mi esposo”.
“Tal vez deberías”, soltó Taehyung.
La mirada del pelinegro se oscureció en una advertencia.
Tae simplemente ladeó la cabeza, batiendo inocentemente
sus pestañas hacia él. No podía decir si el menor quiso
decir eso o no.
Su verdadera naturaleza estaba siendo desenterrada
lentamente de nuevo. Sabía que ese chico recatado y frágil
era todo un acto. Una fachada creada por los Kang para
mantenerlo reprimido. Pero sin las cadenas que lo retenían,
se estaba soltando y mostrando su comportamiento real.
Él sonrió. Un mocoso agradable seguía siendo un
mocoso.
“Hm, no me importaría ponerte en una jaula para que te
pinchen por diversión. La gente incluso puede pagarme
para escuchar tu boca sarcástica”. Jeon chasqueó la
lengua. “¿No te gustaría eso?”
Taehyung se agarró con fuerza los pantalones. De
repente deseó que fuera un pantalón holgado y no uno
pegado al cuerpo. De esa manera, sería más fácil aferrarse
a él. Usaba pantalones pegados porque al vizconde Kang no
le gustaba. Tae no estaba aquí para complacerlo, estaba
aquí para romper su contrato.
“Así es, mantén la boca cerrada”, se burló Jungkook. Él
dejó caer su barbilla y le sonrió. Su pulgar acarició sus
labios, pasando su mano por debajo de ellos.
“Mi linda mascota…”
Taehyung lo mordió.
Los ojos del pelinegro se abrieron ligeramente cuando el
menor mordió su pulgar, una mirada rebelde en su mirada
molesta. Hizo una pausa por un segundo antes de soltar
una carcajada áspera. Ni un segundo después, retiró la
mano, con una mirada peligrosa en su rostro. Sin previo
aviso, subió la partición del auto, para tener privacidad y lo
empujó contra la ventana.
“¿Mordiendo las manos de tu maestro? Seguro que has
aprendido a ser desobediente”, gruñó Jungkook
ligeramente. Escuchó la aceleración de los latidos de su
corazón.
“No soy una mascota”, le dijo Taehyung bruscamente.
La mirada del menor parpadeó hacia su mano grande y
venosa que agarraba el costado de su cuello. No estaba
presionando contra él, ni lo estaba sujetando con fuerza.
No sintió dolor, lo que lo hizo preguntarse si Jeon solo lo
estaba haciendo para llamar su atención. Al ver el brillo
oscuro en sus inquietantes hermosos ojos, supo que el
mayor solo quería sus ojos en él.
“¿Justo ahora?” Jungkook susurró. “Te alimento como
uno—”
“Entonces simplemente no comeré”, dijo Taehyung sin
expresión en voz baja. Amablemente le sonrió, sus manos
se estiraron para tocar su muñeca.
Jungkook le lanzó una mirada de advertencia. “No
quedarás impune por lo que suceda aquí. Te lo prometo”.
¿Sería extraño que su estómago se agitara por el
comportamiento agresivo del pelinegro? Sus ojos se
posaron en su mano, con pequeñas cicatrices y tinta negra
en sus nudillos. Sus venas eran cuerdas en su mano, su piel
callosa y dura. Él quiso decir cada palabra.
Taehyung exhaló temblorosamente, dándose cuenta de
que acababa de pinchar al león. Todavía estaba en el foso
de los leones. Tan amable como Jeon lo trató, éste aún era
más fuerte que él. Pero eso no significaba que no se
acostara con uno de los hombres más fuertes de este país.
El agarre de Taehyung se apretó en su muñeca.
“Te has vuelto más desobediente día a día. Justo cuando
creo que te conozco, me muestras un lado diferente”, la voz
baja de Jungkook abanicó su boca.
El corazón de Taehyung tembló. Estaba a un pelo de
distancia. Un solo centímetro hacia adelante y sus labios se
encontrarían. Pero algo en su mirada asesina le dijo que no
sería un beso amable.
Al menor le gustaba rudo. Jeon debe haberlo sabido,
porque sus labios se curvaron cruelmente. Una mirada de
complicidad brilló en su rostro. Su estómago se revolvió.
Ahora, el pelinegro conocía su debilidad y lo que lo hace
temblar.
“Una mascota no tiene tantos lados”, habló Taehyung
lentamente. “Trátame como a uno y te morderé como a
uno”.
Jeon rió sombríamente ante sus palabras. Lo envió
retrocediendo, sus ojos cerrándose. Ni siquiera le
importaba. “Ya lo veremos.”
Taehyung levantó una ceja. “¿Te gusta follar con
animales?”
Jungkook entrecerró los ojos. “Debes pensar que eres
muy sabio”.
Taehyung simplemente le sonrió. “Si me llamas mascota,
debes imaginarte tocando a un animal cuando se trata de
mí”.
El rostro del pelinegro se volvió gélido. Una sombra
cruzó su expresión devastadoramente hermoso. Con su ira,
algunos mechones de su cabello negro cayeron sobre sus
ojos.
Taehyung nunca había visto al hombre sereno perder la
calma de esa manera. Y todo por sus palabras. Puso al
pelinegro caliente y acribillado. El pensamiento lo llenó de
una extraña sensación de satisfacción. Él no era el único
bueno torturándolo con palabras.
Taehyung agarró la otra mano ajena, colocándola sobre
los botones de su camisa blanca. Los dedos ásperos se
deslizaron por uno de los agujeros, tocando su piel, lo dejó.
“Dime, ¿esto se siente como tocar a una mascota? ¿O a
un humano?” El rubio murmuró, su dedo presionando cerca
de su pezón.
Jeon dejó escapar una risa áspera. Estaba jugando con
fuego y él lo quemaría gravemente. De repente desabrochó
dos botones de su camisa blanca. Piel suave y cremosa
como crema fresca, dulce y perfumada como flores de
primavera, lo estaba volviendo loco.
“Pequeño seductor” murmuró el pelinegro con voz ronca.
Se inclinó hacia adelante y estrelló sus labios sobre los
ajenos. El rubio respondió instantáneamente, acercándose
a él, sus manos intentando abrazarlo. Jeon no permitiría
eso. Los abrazos eran para amantes, y el menor necesitaba
ser castigado.
Jeon lo agarró por las muñecas y las sujetó contra la
ventana, besándolo con dureza. Tae lloró en protesta
cuando él mordió su labio inferior, lo suficientemente fuerte
como para que el otro retrocediera. Sus labios rudos lo
castigaron hasta que estuvo temblando en su agarre,
pidiendo aire. Continuó besándolo, devorandolo de manera
apasionada y cruda, tomando todo lo que era suyo.
“No puedo respirar—” Taehyung estaba mareado. Trató
de hablar, pero él estaba encima otra vez. Él lo besó hasta
que no pudo pensar con claridad. Sus piernas se volvieron
gelatina y si no fuera por las rodillas de él presionando sus
muslos, se habría desplomado en el asiento del auto.
Sus labios eran una dura marca, marcándolo como suyo.
Lo besó como si fuera su dueño, y tal vez lo era. Su boca
era cálida y caliente, resbaladiza y humectante, como el
lugar debajo de su estómago. Se estaba calentando, como
su piel.
Finalmente, el pelinegro se echó hacia atrás. Tae
instantáneamente se desplomó hacia adelante, con la
cabeza apoyada en su hombro. Pensó que él le daría
piedad. Pero él no lo hizo. Los dedos del pelinegro
agarraron su cabello, tirando de él hacia atrás. A pesar de
su delicado cuero cabelludo, su toque no dolía.
Taehyung se preguntó cómo podía ser tan rudo y
cuidadoso.
“No, no puedes descansar sobre mí hoy”, susurró Jeon.
Sus labios rozaron los de él hinchados, con una mirada
malvada en su rostro.
“Siéntate y no me toques. Hoy no seré tan amable”. El
pelinegro retiró la mano y lo dejó caer débilmente sobre el
asiento del automóvil.
El corazón de Taehyung estaba acelerado. Lo miró con
incredulidad, dándose cuenta de que ese era su castigo. El
mayor siempre lo había dejado apoyar la cara sobre sus
hombros. Se sentía reconfortado en sus brazos y seguro
sobre su hombro. El menor miró hacia otro lado, dándose
cuenta de que Jeon era muy efectivo en repartir castigos.

MIRÁNDOLO
El estudio privado del vizconde Kang DongWook daba a
la carretera principal que conducía a la mansión. Podía ver
el lujoso auto negro rodando por el pavimento de piedra,
custodiado por algunos otros autos detrás de él.
Sus ojos se entrecerraron sobre las matrículas reales,
sabiendo que el pequeño mojigato de su sobrino había
traído a su amante con él. Tal como madre y como hijo,
usaron sus encantos para conseguir a sus poderosos
esposos.
Observó con la barbilla levantada mientras él salía del
auto negro. Sus piernas se deslizaron con elegancia y, por
un instante, creyó ver a Yeji. Cabello rubio como el oro
fundido, ojos verdes brillantes que avergonzaban a los
bosques y una expresión recatada, podría haber jurado que
era Yeji.
“Unos días en el castillo y ya olvidó su etiqueta”, siseó el
vizconde Kang. Le disgustaron sus pantalones negros bien
ajustados, hechos a la medida como si fuera un cualquiera.
Las personas como Taehyung deberían apegarse a los
atuendos elegantes, especialmente cuando sus piernas no
tenían curvas para embellecer su figura. Él le dijo que
usara pantalones y shorts holgados por una razón. Era para
cubrir sus piernas de aspecto lúgubre, como huesos de
esqueleto durante Halloween.
“Qué pareja tan despreciable y repugnante son”. Los
labios del vizconde Kang se curvaron en una mueca cuando
vio que su esposa salía a saludarlos. En ese momento, su
corazón dio un vuelco, porque el rey de las alimañas lo
estaba mirando directamente a los ojos. La boca del Rey se
abrió ligeramente, para revelar una sonrisa astuta,
revelando sus afilados colmillos.
El rey había visto al vizconde Kang.
“T-tía Jiwoo”, tartamudeó Taehyung cuando vio la figura
de sauce de su tía.
La tía Jiwoo salió con un gran pañuelo envuelto
alrededor de sus hombros y brazos, como un chal. Saludó a
su sobrino, a quien no había visto en días, con una leve
mueca de sonrisa.
“¿Finalmente has vuelto a casa después de fugarte?”
preguntó la mujer.
Taehyung deslizó sus manos juntas, agarrándolas con
fuerza. Sintió la mirada apremiante de Jungkook, quien lo
sujetaba con fuerza por la cintura como advirtiéndole que
levantara la cabeza. Pensó que sería capaz de soportar la
mirada de disgusto de su tía.
“No me fugué”.
“Oh, mira, tu terrible tartamudeo finalmente
desapareció”. La tía Jiwoo dejó escapar un leve suspiro y
sacudió la cabeza. “Te lo dije antes, ¿no? Si vas a visitar la
casa de alguien, debes llevar regalos de bienvenida a la
casa”.
El menor sintió que las palabras de la tía Jiwoo lo habían
abofeteado. La tía Jiwoo lo estaba tratando como a un
invitado como si no hubiera vivido en esta finca durante
más de una década. Le estaba dando el tratamiento frío
porque Taehyung iba en contra del protocolo y la etiqueta.
“El Rey solo estará aquí por un segundo. Además, eres tú
quien debería ser bendecido por su presencia lo suficiente
como para presentar sus regalos por venir hasta aquí”,
habló Jungkook suavemente.
Jiwoo se sobresaltó un poco. Había hecho todo lo posible
por ignorar la presencia del repugnante vampiro. La vista
de sus ojos rojos rubíes y su piel pálida la disgustó.
Prácticamente podía oler el hedor de la muerte y la sangre
de él. No obstante, él era Su Majestad y podía hacer que su
muerte pareciera un accidente.
Jiwoo forzó una gran sonrisa. Ella se inclinó
profundamente, su chal se deslizó un poco hacia abajo.
“Bienvenido, Su Majestad a nuestra humilde propiedad”.
“Humilde es una palabra demasiado amable”, murmuró
Jungkook. Miró alrededor del paisaje con disgusto, como si
todo aquí estuviera debajo de él.
Taehyung sintió que la tensión aumentaba. El rostro de
su tía había palidecido un poco, pero no estaba seguro si
era por pura ira o miedo. Tal vez una mezcla de ambos.
Sería difícil no sentirse intimidado en presencia de
Jungkook.
“Hablando de etiqueta, ¿dónde está el hombre de la
casa? ¿Vagando en la cama?” exigió Jeon.
“¿Q-qué? Oh, Dios, no”, jadeó bruscamente Jiwoo. Ella se
sintió ofendida por las palabras descaradas del Rey. ¿No se
suponía que los vampiros imitaban la era de la
aristocracia? Favorecían el pasado cuando tenían control
absoluto sobre los humanos y ninguno se atrevía a ser su
igual.
Jiwoo nunca había visto a alguien tan grosero, pero tan
despreocupado. Ella lanzó una mirada de desaprobación
hacia su sobrino. Una vez que tuviera un momento a solas,
disciplinaría al niño como si fuera suyo. Consideraba a
Taehyung como su propio hijo.
“Tío”, habló Taehyung de repente, al ver al vizconde
Kang DongWook salir por la puerta principal. Caminaba
con su bastón habitual, su mano deslizándose sobre el
pomo dorado.
“Su Majestad”, saludó al instante el vizconde Kang con
una amplia y amable sonrisa en su rostro envejecido. “¿A
qué placer debemos su muy apreciada compañía?”
“Retiro sobre el reposo en cama, tal vez solo estabas
acostado en tu lecho de muerte”, se burló Jungkook.
El vizconde Kang se quedó desconcertado. Parpadeó un
poco, preguntándose si sus oídos lo habían engañado. ¿Qué
clase de mocoso irrespetuoso era este? Intentó mirar al rey
a los ojos. En el segundo en que levantó la barbilla, bajó la
mirada.
La presencia de Su Majestad no era broma. No estaba
parado tan cerca, pero absorbió todo el aire de la
atmósfera. La temperatura bajó, el sol se oscureció
lentamente detrás de una nube de tormenta y el viento se
volvió siniestro. Sintió una fuerza abrumadora que lo obligó
a meter la cola entre las piernas y apartar la mirada.
“Creo que tenemos asuntos personales que atender, tío”.
Taehyung juntó con fuerza sus propias manos, con la
esperanza de ocultar lo nervioso que estaba. Su estómago
burbujeaba incómodamente y sintió la necesidad de
vomitar.
Taehyung lo miró. Jeon ya lo estaba mirando. ‘Respira’,
sus ojos parecían gritar. Así lo hizo, lentamente trayendo
aire por sus fosas nasales y dejándolo salir por su boca
ligeramente entreabierta.
El menor no pretendía estar tan nervioso. Pero al ver el
bastón, el equipo de sus pesadillas, se había quedado
temporalmente paralizado.
Esta casa, grande y amenazadora, lo asustó. Pensó que
tenía muchos buenos recuerdos en esta casa, pero cuanto
más pensaba en ello, más se sentía como su propia
alucinación. Se preguntó si su cerebro lo había engañado
haciéndole creer que los malos recuerdos eran buenos.
“Dado que es un asunto personal”, dijo el vizconde Kang.
“Me gustaría invitar a Su Majestad a tomar el té en el
salón, mientras discutimos nuestros asuntos, Taehyung”.
La mirada de Jeon se oscureció. No planeaba dejar su
lado, especialmente por la forma en que lo miraban. Era su
sobrino, el que habían criado durante diez años. Sin
embargo, Jiwoo miró a Taehyung como una decepción
familiar, y DongWook miró a Taehyung como si hubiera
cometido pecados graves.
Ninguno de los dos parecía complacido con su presencia.
“Prefiero quedarme en mi auto que en su humilde
propiedad”, dijo Jungkook con una leve sonrisa.
Jiwoo apretó los dientes. Este hombre tenía un
temperamento muy parecido al de Taehyung antes de que
le enseñaran los modales adecuados. Pero él era el Rey y su
presencia era mortal. Estaba irritada pero asustada de
sentir emociones tan negativas contra él. Sentía como si él
supiera que los Kang no le daban la bienvenida.
“Mi dulce,” Jungkook se dirigió a Taehyung. “Te estaré
esperando en el coche”.
El corazón de Taehyung se aceleró. ¿En Verdad? Lo miró,
sin esperar que se le concediera este tipo de libertad. Su
boca se abrió en una sonrisa más grande y siniestra que
llegó a sus ojos sin vida.
Oh.
No iba a esperar en el coche. Él iba a estar observándolo.

VIVIENDO EN LAS CALLES


Taehyung vio como Jungkook se dirigía al auto. Jeon le
guiñó un ojo y él miró hacia otro lado, escondiendo una
leve sonrisa.
Ignoró la mirada de disgusto en el rostro de la tía Jiwoo,
quien estaba asqueada por la muestra pública de afecto.
Sin decir palabra, siguió a su tía y a su tío dentro de la
finca, sabiendo que Jungkook estaba justo detrás de él,
pero tal vez en otro lugar y fuera de la vista.
Subieron la gran escalera y recorrieron los pasillos que
conducían a la sala de estudio del vizconde Kang.
“Te has puesto gordo, Taehyung” Jiwoo pellizcó las
mejillas de su sobrino, frunciendo el ceño con
desaprobación. “Algún mordisco más y te parecerás a un
cerdo listo para el matadero. ¿Has estado comiendo
demasiado en el castillo? Debes cuidar tu peso”.
La sonrisa del menor desapareció.
“Tal vez en lugar de preocuparte por mi cuerpo, deberías
dejar de proyectar tus inseguridades en mí”, soltó
Taehyung. Vio a su tío ponerse rígido y darse la vuelta, con
una mirada oscura en su rostro.
Cuando era niño, Taehyung se congelaba en seco e
inclinaba la cabeza. Antes de llegar a la mansión Kang,
nadie había mostrado su enojo y disgusto antes. Ni siquiera
su propio padre lo miró mal o le gritó. Cuando los Kang lo
hicieron, estaba aterrorizado.
Pero al conocer a Jungkook y su inquietante sonrisa,
miradas peligrosas, se había vuelto insensible a todo.
“¿Hay algo malo con tus ojos, tío?” preguntó el menor
inocentemente, parpadeando.
“¡Taehyung!” Jiwoo jadeó bruscamente, volviéndose
hacia su sobrino. “Te has vuelto muy travieso desde que
regresaste del castillo. Debes humillarte más. ¡Este tipo de
comportamiento es simplemente escandaloso para un
doncel joven como tú!”
Jiwoo se cruzó de brazos. “Piensa en cómo se sentirían tu
madre y tu padre, sabiendo que han dado a luz a un niño
tan rebelde. ¿Quieres reírte de sus tumbas y de todas sus
expectativas para ti?”
El corazón de Taehyung dolía. La mención de sus padres
lo había silenciado. Esta era una de las técnicas favoritas
de la tía Jiwoo.
“Solo piensa, si te estuvieran observando desde el cielo,
¿estarían felices de tu comportamiento? ¡Aburrido y
recatado, pero irrespetuoso y perturbador!” La mujer dejó
escapar el suspiro lo más fuerte posible. Ella negó con la
cabeza y dejó escapar un pequeño chasquido de lengua.
“¿Mi madre y mi padre estarían felices de escuchar los
insultos que me lanzas y los comentarios que haces de
ellos?” preguntó Taehyung. “¿Por qué traer a los muertos a
la conversación?”
Jiwoo estaba asombrada. ¡Ella pensó que le habían traído
un sobrino diferente! ¡Dios mío, estos días en el castillo
realmente lo cambiaron! Toda la década de entrenamiento
de Jiwoo se estaba desperdiciando, como la lluvia lavando
la suciedad.
“Tú, desobediente—”
“¡Jiwoo!” Dijo bruscamente el vizconde Kang.
La mujer cerró la boca con fuerza. Miró a su sobrino y
levantó la barbilla en el aire. “Me decepcionas. La próxima
vez que me veas, espero una disculpa formal. No toleraré
nada de esta falta de respeto. Como resultado, ¡no tendrás
acceso a los álbumes de tus padres!”
El rostro de Taehyung palideció. Tenía la esperanza de
agarrarlos en su camino fuera de aquí. Dado que era
evidente que ya no era bienvenido, bien podría comenzar a
empacar las cosas. Después de que terminara el año,
tendría que buscar un nuevo lugar para quedarse. Con los
grandes ceros en su fortuna, podría encontrar un lugar
cómodo.
“Bien, espero que los conserves”, murmuró Taehyung.
Escuchó la brusca inhalación de su tía como si no pudiera
creer su audacia.
El doncel pasó junto a su tía parloteante y se dirigió
directamente hacia las puertas de la sala de estudio de su
tío. Éste estaba un paso por detrás, tratando de alcanzarlo.
Pero el menor lo hizo caminar detrás de él. Su tío era
vizconde y él pronto sería Rey, aunque fuera solo por un
año.
“Parece que Su Majestad te entrenó para convertirte en
un mocoso malhumorado”, dijo el vizconde DongWook. “Al
menos estás voluntariamente entrando a la oficina, listo
para la reprimenda”.
Taehyung no respondió. Apoyó una mano en su cadera,
sus dedos acariciando el objeto duro en el bolsillo de su
pantalón.
Sin decir palabra, entró en la sala de estudio. Sin que se
lo dijeran, Taehyung se sentó en el sofá grande y lujoso.
Cruzó las piernas y trató de reflejar la confianza de
Jungkook.
Podía convertir una silla de madera en un trono de oro.
“Debes estar aquí para firmar el contrato final”, dijo el
vizconde Kang. “Por tu incumplimiento a la solicitud, utilicé
mi poder notarial y moví tus fondos, posesión y activos”.
Taehyung realmente creía que era un tonto al entregar
ese poder. Tocó su collar, haciéndolo girar en su dedo.
Estaba frío al tacto, por encima del calor habitual. Quizás la
tía Jiwoo tenía razón, sus padres estaban decepcionados de
él.
“Olvidas una cosa, tío”, dijo Taehyung lentamente.
“Puedo y revocaré tu poder notarial. No has tocado mi
fortuna, que aún no está a mi nombre. Cumplí veinte años
hace solo unos días, pero en el castillo, y no aquí. Supongo
que ¿Ya te han visitado los abogados de mis padres?”
El vizconde Kang volvió bruscamente la cabeza hacia él.
“Es demasiado tarde para que revoques tu poder, ya he
movido todo”.
“¿Mi fondo, mi posesión y mis activos?” Taehyung repitió
mientras inclinaba la cabeza. “Es gracioso, no recuerdo que
puedas mover mi dinero sin la debida autorización”.
El vizconde Kang entrecerró los ojos. ¿Qué sabía este
pequeño tonto? Taehyung estaba fanfarroneando de
principio a fin. No había forma de que éste supiera algo
sobre la ley. Se aseguró de que su educación no fuera más
que la secundaria básica. ¿A menos que estuviera leyendo
en secreto…?
“Y ese contrato,” el menor señaló el que estaba sobre su
escritorio. “No voy a firmarlo”.
El vizconde Kang dejó escapar una pequeña risa. “Te has
vuelto desobediente con la edad, Taehyung. Tanto tú como
tu madre creen que pueden entrar en mi vida y hacer lo
que deseen, luego irse y llevarse todo consigo”.
Las cejas de Taehyung se arrugaron. No sabía que su
madre tenía tanto impacto en la vida de su tío. El vizconde
Kang estaba casado con la tía Jiwoo, y aunque su madre era
su cuñada, no explicaría el impacto. Estaba confundido.
¿Había algo que no sabía?
“Todo me pertenece en primer lugar”, dijo Taehyung
lentamente. “Sabes, recuerdo algo muy gracioso…”
Pasó los dedos por el sofá en el que estaba sentado,
plenamente consciente de su mirada brillante sobre él.
Solía pensar que su tío era la persona más autoritaria de su
vida. Él controlaba todos los aspectos de su situación.
Sostuvo la correa de su collar.
Ahora que había dejado su influencia, incluso por unos
momentos, se dio cuenta de que su Tío no era más que un
hombrecito asustado sin nada a su nombre. Sabía por qué
se casó con la tía Jiwoo. En ese momento, la familia de su
madre todavía tenía un poco de riqueza y le dieron una alta
cantidad de herencia al vizconde.
“Esta casa es mía”, dijo Taehyung. “Estás viviendo en
una propiedad que mi Padre te prestó. La audacia que
tienes para abusar de mí en mi propia casa”.
“Esta casa me pertenece ahora”, replicó el vizconde
Kang con aire de suficiencia.
“Veremos qué dirá la corte”, murmuró.
“¿Ves esto?” El vizconde se rió, arrojando el documento
frente a la mesa de café. “Usando el poder notarial, vendí
esta propiedad y muchas otras a mí mismo con tus propios
fondos”.
Los labios de Taehyung se torcieron. Recogió los pedazos
de papel, escondiendo la sonrisa ganadora. Parecía que su
tío, tan inteligente como era, había sido cegado por la ira al
recordar lo que él había dicho. Su tío podría haber ganado
la batalla, pero él ganaría la guerra.
Taehyung de repente volvió a colocar los papeles. “¿Y el
contrato? ¿Pensaste que estaría dispuesto a ceder mi
fortuna?”
“No cumpliste con tu parte del trato”, declaró el
vizconde Kang. Le llevó el papel, señalando el lugar donde
él firmó el acuerdo para cumplir la misión.
“Si lees aquí, en letra pequeña, indica que si no lo haces,
tendrá como resultado tu firma en la última página”, leyó el
vizconde Kang.
Arrojó el contrato frente a su cara. Lo vio recogerlo y se
burló por dentro. Su sobrino podría romper ese papel en
pedazos y a él no le importaría. Podía imprimir cien copias
de esto y enterrarlo con él.
“Veo tantas incongruencias”, se rió Taehyung. “Pero
primero, permíteme comenzar con ‘La Parte A se
emancipará por completo de la Casa Kang y sus familiares
si la Parte A erradica por completo a la persona de la
solicitud de la Parte B para el final del Baile’”.
El vizconde Kang levantó las cejas. “Y la persona
solicitada es Su Majestad, pero como puedes ver, está vivo
y coleando, ¿no es así?”
“No hay una sola sección en el contrato que especifique
quién es la persona a erradicar, en este punto, solo es una
situación de ellos dijeron. Nadie lo aceptará, incluso si lleva
esto a los tribunales”.
Una vena apareció en la cara del vizconde Kang. Sus
dedos se cerraron en un puño. ¡Este puto intrigante! Él era
exactamente como esa madre suya. ¡Eran mierdas por
dentro y por fuera!
“Pequeño moji—”
“Una vez que la vida de una persona está en peligro, el
contrato se anula”, interrumpió Taehyung. Le lanzó una
sonrisa divertida. “¿Y asesinar a Su Majestad? Eso se
considera traición”.
“¿Y qué pruebas tienes de que Su Majestad es la persona
que solicité?” Dijo el vizconde Kang. “Por lo que sabe la
corte, podría ser—”
“Es tal como dijiste, tío”. Taehyung dejó el contrato.
“¿Qué evidencia tienes para demostrar que la persona que
se suponía que debía erradicar realmente se ha ido? ¿Qué
evidencia tienes de a quién elegiste para que elimine?”
Taehyung se levantó del sofá. Tomó los papeles de la
propiedad en su mano. Su sonrisa se amplió ante la
presencia de su desdén. El vizconde le señaló con un dedo
acusador, su cuerpo entero temblaba de rabia.
“Mi fortuna me pertenece. Mi dinero me pertenece.
Posees temporalmente mis bienes, pero pronto, también me
pertenecerán. Te dejaré sin un centavo, tío”.
Lo miró de pies a cabeza. “Deberías empezar a empacar.
Pronto vivirás en las calles”.
Sin otra palabra, dio media vuelta y se dirigió a la
puerta. Pero escuchó sus pasos atronadores acercándose.
El menor sintió una mano ajena alcanzar su cabello incluso
antes de darse la vuelta. Sin embargo, su mano fue más
rápida. Metió la mano en su bolsillo y sacó la pistola de la
que Jungkook se burló.
“Pon una mano sobre mí y dispararé”, murmuró el doncel
con calma.
El vizconde Kang se rió a carcajadas, el sonido resonó en
la habitación. “Ni siquiera sabes cómo disparar un arma.
Fallarás y caerás sobre tu trasero como el chico estúpido
que eres. ¡No te atreverías!”
Kim Taehyung le disparó.

SANGRE REAL
Surgió un rugido, como el grito de un animal antes de
caer al suelo. El vizconde Kang se agarró el hombro, donde
la sangre brotaba profusamente y el dolor chisporroteó. Su
cuerpo se sentía como si hubiera sido arrojado sobre el
fuego, mientras apretaba los dientes.
“¡HIJO DE PUTA!”
La mano de Taehyung tembló ligeramente. Nunca antes
había apuntado con su arma a una persona. Su desayuno
amenazó con resurgir. Se dio la vuelta y abrió la puerta de
golpe, ansioso por irse. Tenía lo que vino a buscar. No había
necesidad de quedarse más tiempo.
Pero luego vio a su tía, parada afuera con una mirada
sorprendida. En su mano, llevaba una bandeja de té, pero
no bocadillos. Típica tía Jiwoo. Siempre que Taehyung
estaba cerca, rara vez había comida, excepto agua o té.
“¡Mocoso desagradecido!” Jiwoo gritó, dejando caer la
bandeja de metal con el té. Corrió hacia su esposo,
hundiéndose en el suelo con él, mientras éste soltaba
gemidos y quejidos de dolor.
“¡Llama a una ambulancia y a la policía!” El Vizconde
Kang le gritó a su esposa, a pesar de su cariñoso y cálido
abrazo.
“E-estoy en ello”, respondió la mujer temblorosamente.
Metió la mano en sus bolsillos, tratando de encontrar el
teléfono.
Taehyung les lanzó una última mirada. Nunca antes los
había visto de rodillas. Sentados en el suelo, de repente
eran tan pequeños… Cuando era niño, pensaba que eran
las personas más intimidantes del mundo. Ni siquiera sus
padres lo asustaban tanto como ellos.
“¿Qué? ¿Vas a salir como tu madre?” Jiwoo se distrajo
momentáneamente con la figura casi desaparecida de
Taehyung. Señaló con un dedo acusador a su sobrino, sus
ojos ardían con lágrimas de ira.
“¡¿Te hemos criado durante toda una década y esto es lo
que nos haces?! ¡Le disparas a tu tío, ignoras su hombro
sangrante y le faltas el respeto a tu tutora! ¿Es este el
Taehyung del que tus padres estarían orgullosos?”
El pecho del menor se llenó de culpa. No respondió,
sabiendo que su fría compostura se rompería. Por lo tanto,
se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta.
“Con lo horrible que eres como humano, ¡no es de
extrañar por qué Yugyeom desapareció! Debe haberse ido
después de darse cuenta de qué tipo de persona eras”.
Taehyung se dio la vuelta. ¿Yugyeom desapareció? ¿A
dónde? ¡Pero él acaba de verlo hace un par de días! Él
estaba en el baile, lo había salvado. ¡¿Adónde podría haber
ido?!
“Hah, a juzgar por esa mirada de sorpresa en tu rostro,
no sabes adónde fue. Y yo tampoco. Pero no me
sorprendería si él nunca quiere volver a verte,
especialmente después de que lo dejaste por una alimaña
llamado Rey”.
Taehyung miró a su tía. Yugyeom no haría eso. Yugyeom
no lo dejaría. Éste lo trató como a un hermano menor,
protegiéndolo con todo lo que había en él. No se iría sin
una explicación.
“¿Por qué estás haciendo esto?” preguntó finalmente
Taehyung. “Dijiste que me amabas, tía Jiwoo, pero estás
usando tus palabras como un arma. ¿Te complace
lastimarme así?”
La mujer fulminó con la mirada a su sobrino. “Te cuidé
como a un hijo mío, ¡¿y esto es lo que nos haces?! ¿Te
atreves a dispararle a tu tío, mi esposo, y luego faltarme el
respeto en nuestra propia casa? ¿Sabes cuánto dinero
hemos gastamos en cuidarte? Te alimentamos, te vestimos,
te bañamos…”
“Hiciste lo mínimo que cualquier tutor. Si no querías
ninguna responsabilidad sobre mí, no deberías haber
luchado tanto por mi custodia en la corte”.
Jiwoo quedó anonadada por las palabras despiadadas de
su sobrino. “Tú—”
“¡Oh, cállate y llama a la ambulancia! Solo me
desangraré en cualquier momento aquí”, gruñó el vizconde
Kang. “¿Cómo puedes ser tan inútil?”
Jiwoo apretó los dientes. Rápidamente sacó su teléfono y
escribió el número de teléfono de emergencia. Por el rabillo
del ojo, vio que Taehyung empezaba a salir de nuevo.
“Sabía que debería haberme casado con tu hermana
menor que contigo. ¿Tu esposo se está muriendo aquí y
estás discutiendo con ese despreciable sobrino tuyo?” El
vizconde Kang le susurró, mientras cerraba los ojos con
fuerza por el dolor.
El vizconde Kang podía sentir su rostro palidecer con
cada segundo que pasaba. Su hombro herido se había
aflojado y estaba descansando la otra mitad de su cuerpo
sobre ella. Pero su esposa era demasiado delgada y frágil,
su silueta temblaba para sostenerlo.
“¿Qué acabas de decir?” preguntó Taehyung, su voz llena
de horror y sorpresa. ¿Sus oídos lo traicionaron? ¿Él
realmente escuchó eso correctamente?
“¿Qué?” El vizconde Kang se rió. “¿No sabías?”
Taehyung lo miró con asombro, sus manos temblaban.
¿Se suponía que su madre se casaría con su tío…? ¿Qué
quiso decir con eso?
“Por supuesto que no sabes nada, nunca lo sabes”. El
vizconde Kang se burló mientras sacudía la cabeza ante su
estupidez. “La ironía de tu situación siempre me hace
gracia”.
“Basta”, siseó la tía Jiwoo. “¡No traerás el pasado frente
a mí!”
“Solo llama a la maldita ambulancia, mujer. ¿Puedes
ponerte más irritante?” El vizconde Kang gimió. Incluso
respirar se estaba volviendo difícil para él. Todo su cuerpo
dolía de agonía.
“¿Qué ironía?” Taehyung preguntó bruscamente.
“¿Y por qué debería decírtelo?” El vizconde se burló.
Taehyung levantó su arma. “Porque tu otro hombro está
funcionando. Sería una pena si se drena tanta sangre que
tendrían que amputarte ambos brazos”.
El rostro del vizconde Kang palideció. Él lo miró. ¡Su
sobrino no lo haría! Pero luego, recordó el horrible dolor en
su hombro y supo que lo haría. Una persona con un arma
era algo peligroso. Especialmente una persona
despreciada.
“¿Nunca te has preguntado por qué te cuidamos como si
fueras nuestro?” El vizconde Kang se burló.
“¡No, no le dirás tal cosa!” Jiwoo chilló justo cuando la
persona que llamaba contestaba. Pero colgó un segundo
después, no queriendo que esta conversación se
intensificara. Había jurado cuando Yeji fue puesta en la
tumba, que tomaría los pecados del pasado y los enterraría
con ella.
“Hace veinte años, se suponía que me casaría con tu
madre después de salirme con la mía en el dormitorio, pero
si no fuera por tu maldito padre…”
“¡CÁLLATE!” Gritó Jiwoo, golpeando una mano sobre la
boca de su esposo.
Las rodillas de Taehyung casi cedieron. Su madre… ¿se
acostó con el vizconde Kang? Le dijeron que la historia de
amor de sus padres era la mejor que Kastrem había
presenciado. Pero, ¿quién hubiera pensado que el lado de
la familia de su madre tenía una historia como esta?
“Poco después, tú padre se casó con tu madre”, se burló
el vizconde Kang. “Pero, ¿por qué haría eso? Ella era solo la
hija de un barón pobre sin dote a su nombre”.
“Kang DongWook, no vas a—”
“Así es, Taehyung. Es tal como crees”. El vizconde se
pasó una mano temblorosa por el pelo. “Tu madre estaba
embarazada. Fue una boda improvisada. ¿Y de quién crees
que estaba embarazada?”
El mundo de Taehyung comenzó a girar y desmoronarse.
Los recuerdos volvieron a él. Las cariñosas palmaditas en
la cabeza de su padre, su risa mientras lo cargaba en sus
brazos, su dulce sonrisa cuando lo hacía girar. Su padre lo
quería mucho, pero siempre había una leve mueca en su
rostro.
¿Por qué si no… había intentado estrangularlo esa
noche? Deseaba que él no hubiera nacido. ¿Fue porque su
madre se acostó con el vizconde?
“Eres mi hijo, Taehyung. La sangre real no corre a través
de ti. ¡Nunca lo hizo en primer lugar!”
El doncel estuvo a punto de caer de rodillas por la
desesperación. No podía creerlo. No quería creerlo. Todo
este tiempo, había creído que su padre Soohyun era su
Padre. Todo este tiempo se había preguntado por qué los
parientes de su padre lo odiaban. Ahora todo tenía sentido.
Taehyung no era un Kim. Él era un Kang.
La verdad lo destrozó.


—Day, lovetajeon
17. XVI

NUESTRO CONTRATO
“Sangre real o no,” Taehyung se enfureció. “Sigo siendo
el Príncipe de Kastrem y el futuro Rey de Wraith. Tus
acusaciones no me desconciertan”.
Luchó por mantener la compostura, pero sabía que Jeon
estaba mirando. Esta era una prueba para él para ver si
realmente podía liderar la nación.
Jeon vio el plan a través de él cuando le permitió entrar a
esta casa sin guardias ni protección visibles. Dondequiera
que el mayor estuviera mirando, sus ojos estaban sobre él.
No podía derrumbarse, no ahora, no frente a esta gente.
“Ah, algunas personas son tan desvergonzadas”, se burló
el vizconde Kang. “Al igual que tu madre, mintiéndole a tu
padre que eres su hijo, a pesar de que ella calentó mi
cama”.
Los dedos de Taehyung se clavaron en sus palmas. Su
piel se rompió, la sangre amenazaba con gotear. “Un hijo
nunca debe pagar por los pecados de sus padres”.
Sin otra palabra, se dio la vuelta y se alejó, en medio de
las fuertes burlas que resonaban en los pasillos.
“¿Cómo se sentiría Su Majestad acerca de tus mentiras?
¿Lo estafaras de la misma manera que tu madre estafó al
Príncipe Heredero?”
Taehyung siguió caminando. Nunca miró hacia atrás, en
medio de todas las provocaciones y burlas. Sintió que le
temblaban los hombros y se le humedecían los ojos.
Hacía una década que no lloraba.
No lloró en el funeral de sus padres, pero el cielo había
llorado en su lugar. Había llorado la primera noche que
pasó solo en el castillo, sin ellos. Lloró las noches
siguientes, hasta que se le secaron los ojos y juró no volver
a llorar nunca más por lo mismo.
“¡Una vez que Su Majestad descubra la verdad, el
divorcio será una acción demasiado amable! ¡Incluso
podría arruinar tu nombre y asegurarse de que seas un
prostituto sin un centavo!”
Taehyung cuadró los hombros y levantó la cabeza. Las
palabras eran solo palabras. La gente lo afilaba en armas,
pero eran cuchillos y pistolas imaginarias. No eran cosas
físicas que pudieran lastimarlo, pero herían el corazón y el
alma.
Siguió por los pasillos, sus zapatos resonando en el
suelo. Se imaginó los días que pasó aquí.
El primer mes corría por estos pasillos, buscando la
emoción de correr como en el castillo cuando sus padres y
sus risas lo perseguían. El segundo mes aprendió a caminar
bien, con los ojos entornados, la boca burlona. En el tercer
mes, ya no se reía ni sonreía tan brillantemente. Pronto
perdió todos los encantos por los que sus padres lo
alababan. Al final del año, él era la pequeña marioneta
perfecta.
“¿Es pólvora lo que huelo?” Jeon bromeó cuando el
menor se acercó a él. La expresión de Taehyung era
demacrada, sus mejillas hundidas, sus ojos fríos. Sin
embargo, Jeon sonrió ante su presencia, apartando los
mechones de cabello de su mirada desolada.
“Mira, cariño, es por eso que te dije que no volvieras.
Supongo que algunas lecciones deben aprenderse de la
manera más difícil”.
Jeon alcanzó su arma, pero el contrario movió la mano.
El menor deslizó el arma en sus bolsillos delanteros.
Jungkook dejó escapar un pequeño suspiro y sacudió la
cabeza. Sin previo aviso, lo agarró del cuello y el menor lo
esquivó.
“Quiero ir a casa.”
La mano del pelinegro se detuvo. Él lo miró fijamente.
¿Hogar? ¿No estaba ya en casa? Entonces, vio su mirada
desolada, sus labios temblorosos y el leve movimiento de su
nariz. ¿Estaba llorando? Se preguntó cómo sabrían sus
lágrimas.
“Déjame quitarte esto de encima al menos”.
Los dedos de Jungkook acariciaron el cuello de su
camisa.
“¿Mi ropa…?” Taehyung murmuró, juntando las cejas.
“¿Qué? ¿Te gustaría hacerlo contra este coche?”
Jungkook alcanzó detrás de su cuello, justo donde estaba
su cabello. Sacó un pequeño dispositivo que el rubio ni
siquiera sabía que estaba allí. El dispositivo era apenas del
tamaño de un dedo meñique, pero parpadeaba ligeramente
en amarillo. Con su cabello rubio, el dispositivo era
prácticamente invisible. Él lo miró boquiabierto con
incredulidad.
“Oh.”
Jeon rió disimuladamente ante el ligero rubor de sus
mejillas. “Estoy muy orgulloso de lo que has hecho y
dicho”.
Le dio unas palmaditas en la nuca con afecto. “Te miraba
desde las ventanas, pero te escuchaba a través del
dispositivo. Todo quedó grabado, ¿sabes?”.
La sonrisa de Taehyung se deslizó de su rostro. De
repente, lo empujó y dio unos pasos hacia atrás.
“Ahora. No huyas de mí tan rápido”. El pelinegro agarró
sus muñecas a la velocidad de la luz. Él tiró del rubio hacia
su dirección, con un brillo peligroso en su rostro. Sus labios
estaban deformados en una gran sonrisa que nunca llegó a
sus brillantes ojos rojos.
“¿Te traje aquí sin pedir nada a cambio y me estás
alejando? Esa no es la recompensa adecuada por mi
amabilidad”. Jungkook inclinó la cabeza, sus labios rozando
los belfos ajenos. El menor se apartó de él, pero su brazo se
deslizó sobre su espalda. Lo presionó contra su cuerpo.
“Ahora bésame bien, cariño. Muéstrame lo que has
aprendido”. La otra mano de Jungkook se deslizó detrás de
su cuello, sosteniéndolo en su lugar.
Taehyung no estaba de humor, aunque se le revolvió el
estómago y se le aceleró el corazón. Movió la mano hasta el
codo contrario, sintiendo la tensa presión de sus poderosos
músculos. El mayor era fuerte.
“Estoy cansado, Jungkook”. Taehyung besó las comisuras
de su boca, un ligero beso, pero nada más. Eventualmente
dejó caer su cabeza sobre su hombro, sus mechones rubios
bloqueando sus ojos.
El menor escuchó su silencioso suspiro y sintió la
liberación en su pecho. Se enterró en su abrazo, buscando
un consuelo que él no sabía cómo darle.
En sus brazos abultados, ocultos por la suave seda, sintió
calor y amor. Él tomó un lado de su cara, acariciando su
mejilla con el pulgar. Su otro brazo estaba envuelto con
fuerza alrededor de su cintura, mientras se aferraba al
mayor en busca de apoyo.
“Supongo que solo tú puedes hacer pequeñas rabietas
como esta y desobedecer mis órdenes, cariño. Pero la
próxima vez, no te dejaré ir tan fácilmente”.
Taehyung hundió la cara en la curvatura de su cuello.
Aspiró su aroma, especiado con un toque de sabor
reconfortante.
Taehyung lo abrazó aún más fuerte, sus ojos se llenaron
de lágrimas de ira.
“Escuchaste, ¿no?” se secó los ojos con la manga de la
camisa. Se negó a dejar que sus lágrimas cayeran.
“¿Escuchar qué?” El pelinegro se burló.
Jungkook decidió sacarlo de su miseria. Él se alejó. Por
una vez, el menor no lo soltó. Sus dedos agarraron su
camisa, empuñando el material. Él tocó su puño, sus labios
se torcieron en una sonrisa sardónica.
Kim Taehyung Rose tenía miedo de perderlo. Bien.
Quería que éste confiara en él y en nadie más. Quería que
Taehyung estuviera hambriento del amor y el contacto de
todos los demás hasta que fuera adicto solo al suyo. Quería
que sintiera el mismo dolor y terror que él: miedo a
perderlo.
Jeon no entendía qué lo aterrorizaba de perderlo. El
menor era como cualquier otro ser humano, con pulso
débil, rubor de vida en los labios y mejillas sonrosadas. En
algún lugar de su conciencia ya sabía la verdad.
“¿Finalmente estás listo para hablar? ¿O continuaré
esperando en un silencio que cuelga del acantilado?”
Jungkook preguntó.
Taehyung se apartó para revelar su expresión hosca.
La sonrisa del pelinegro se transformó en una mueca.
Ahí estaba, ese rostro confesante. El menor finalmente se
había dado cuenta de qué tipo de apoyo Jeon le ofrecería.
Lo mejor para el menor sería arrojarse sobre él y rogarle
que nunca lo dejara. Jeon anhelaba esa validación de él.
Quería la seguridad de que Taehyung no tenía a nadie más
que a él.
“Vamos a anular nuestro contrato. Deberíamos
divorciarnos” Taehyung habló finalmente.

EN SU PRESENCIA
El menor esperaba que el contrario estuviera de acuerdo.
Si él escuchó la conversación, también sabe de su dudoso
linaje. En este momento, podría ser el hijo de un príncipe
heredero o el hijo de un vizconde. Su reputación era
cuestionable. No culparía al mayor si de repente quisiera
retirarse de esto.
Tampoco culpaba a sus padres. A decir verdad, dudaba
de la historia del vizconde Kang. Sabía lo poderoso que era
su Padre, no había forma de que él tolerara lo que hubiera
pasado. Si su tío realmente se hubiera aprovechado de su
madre, el vizconde Kang no estaría vivo.
Sin embargo, Taehyung no quería engañar a Jungkook
con su cuestionable linaje. Éste nunca le había mentido y él
no quería hacerle esto.
Sin previo aviso, el pelinegro lo agarró por la cintura y lo
empujó dentro del auto. Cayó sobre los asientos, sus ojos se
abrieron como platos cuando él subió con ojos rojos
brillantes. Estaba furioso. El fuego lamió su piel,
amenazando con quemarlo vivo. Cerró las puertas del
coche de golpe.
“Conduce”, le gruñó al chofer.
Jungkook cerró la partición con un ruido sordo.
Taehyung se movió hacia la esquina del auto,
presionándose contra la ventana. Tenía miedo de que Jeon
se abalanzara sobre él como un león. ¿En qué se metió
exactamente?
“Fue solo una sugerencia para tu beneficio, Jungkook. Mi
linaje actualmente es cuestionable, y yo—”
“¿Una sugerencia para mi beneficio?” escupió con
veneno en su lengua.
Taehyung asintió.
El pelinegro se rió cruelmente en su cara. Él le lanzó una
mirada mordaz, sus labios torcidos en una mueca siniestra.
Sin previo aviso, lo agarró de la barbilla y lo tiró hacia
adelante.
“No puedes divorciarte de mí, Kim Taehyung Rose. No
por el resto de la eternidad. ¿De verdad pensaste que te
dejaría ir después de un año? Eres mío. Te guste o no”.
“¿Por qué estás tan obsesionado conmigo?” murmuró
suavemente.
Jungkook entrecerró los ojos. “No estoy obsesionado. Te
burlas demasiado de ti mismo”.
Taehyung apartó su mano, pero él lo apretó con más
fuerza. Su otra mano se aferró a su hombro. Pronto, fue
presionado dentro del auto nuevamente, pero con el cuerpo
de él directamente al lado del suyo.
Él lo acorraló, dejándolo sin lugar a donde ir. Su corazón
se aceleró cuando su otra mano acarició suavemente su
mejilla. No entendía sus acciones. Era prácticamente
imposible hacerlo.
Jeon se inclinó para besarlo, pero el menor apartó la
cabeza.
“Taehyung”.
“Dijiste que no ceda a ti voluntariamente si estás
enojado”.
El rubio miró hacia otro lado, negándose a encontrar su
mirada furiosa. Él no había hecho nada malo. Jeon era el
que estaba excitado y acribillado por sus palabras, cuando
simplemente podían comunicarse como personas normales.
Taehyung estaba confundido por él. Era frío y astuto un
minuto, luego ardiente y bárbaro. ¿Cuál era realmente? A
veces sonreía en su rabia, a veces se burlaba de su ira.
Escuchó su brusca inhalación por la nariz. Lo sostuvo por
una fracción de segundo antes de soltarlo. Desapareció y se
trasladó al otro lado del coche.
Taehyung tocó su collar, jugueteando con él entre el
pulgar y el índice. Miró por la ventana, sintiendo un poco
de culpa. Él no era el que tenía problemas de
temperamento. Ciertamente otro sí.
“¿Qué tiene de interesante el paisaje exterior de todos
modos?” Jungkook preguntó en voz baja y derrotada.
El contrario no respondió. Siguió mirando hacia afuera,
esperando que él recordara sus propias palabras.
“Taehyung”.
El menor vio pasar los árboles.
La finca Kang estaba ubicada en las afueras de la capital
y rodeada de árboles. Era una gran casa, se rumoreaba que
albergaba a muchas generaciones de aristócratas, hace
unos 2 o 3 siglos. Si recordaba correctamente, pertenecía a
Duques y demás. Esto ciertamente explicaría cuán grande
era la casa, con tres alas, una a la izquierda, una al centro
y otra a la derecha.
“Taehyung, mi dulce”.
El collar del menor se sentía cálido después de su
intervención en la mansión Kang. Bajó la mirada hacia éste,
preguntándose si su padre alguna vez le tuvo rencor. ¿Él
sabía la verdad? ¿Fue por eso que trató de matarlo? ¿Fue
su nacimiento una carga para él?
“Perdóname.”
Taehyung finalmente lo miró. Él lo miraba, con la cabeza
apoyada en su palma de su brazo apoyado en la ventana.
Sus ojos se habían suavizado, bailando con alegría. Sus
labios se torcieron en una leve sonrisa, ladeada y divertida.
“Alguien tiene que enseñarte modales”. Taehyung
continuó girando el collar en la punta de sus dedos. En
momentos como este extrañaba desesperadamente a sus
padres. Le dirían la verdad si preguntaba.
Debatió la idea de hacerse una prueba de paternidad.
Pero entonces, necesitaría el ADN del Vizconde Kang. Su
corazón se hundió. Dudaba que él viniera voluntariamente
a buscarlo. Además, ¿quién puede decir que sus padres no
le hicieron ya una prueba?
El menor estaba desgarrado. ¿En serio quería saber la
verdad? ¿Sería mejor para él morir con la duda que
conocer su linaje manchado?
“Perdóname, Taehyung”.
El nombrado lo miró con el ceño ligeramente fruncido.
Jeon inclinó la cabeza hacia él, esperando que respondiera.
“¿Qué pasó con ‘Lo siento por x, y y z motivo’?”
El pelinegro entrecerró los ojos. Taehyung pedía
demasiado. Un rey no se disculpa. Frunció el ceño
profundamente y sacudió la cabeza.
“Tendrías que esperar eso de un hombre normal, pero
nunca de mí”.
“Tal vez debería buscar un hombre normal…” Taehyung
se apagó, sin dejar de observar el paisaje. Sintió que bajaba
la temperatura en el coche y aumentaba la tensión. Se
estaba volviendo difícil respirar.
“Haz lo que gustes, cariño. Ve y entretén a un hombre
normal”. Jungkook extendió una mano y agarró mechones
de cabello entre sus dedos.
Haciéndolo girar entre sus dedos, sus labios se dibujaron
en una sonrisa tosca. El corazón del menor dio un vuelco
cuando vio sus afilados colmillos asomándose. Él le
recordaba al diablo si el diablo alguna vez sonriera.
“A ver si alguno de ustedes sale ileso”.
Taehyung lo miró con una mueca antes de juntar los
labios. Apartó su mano, sin darse cuenta de que eso lo
enfureció más. Sin previo aviso, él estaba agarrando su
mandíbula, sus dedos haciendo presión.
“No me provoques, cariño. No seré amable contigo por
siempre”.
“Lo sé”.
Jeon lo fulminó con la mirada. Ah, a su dulce le
encantaba presionar todos los botones equivocados y verlo
explotar.
“Sé mejor que no se debe confiar en el amor de un
hombre. Estos son fugaces y nunca duran mucho. Tarde o
temprano, te aburrirás de mí y encontrarás a otro ser
humano para entretenerte. No soy más que una conquista
para ti, un desafío para entretener tu tiempo”.
Jeon estaba asombrado.
Taehyung frunció el ceño suavemente. “Eres posesivo
conmigo, pero yo nunca podré hacer lo mismo contigo. Si
otra mujer u hombre capta tu atención, me veré obligado a
morir de celos, mientras que tú estarás completamente
imperturbable”.
Ya habían llegado al castillo, por lo que el menor abrió la
puerta del coche, no queriendo empezar una discusión.
Sin previo aviso, Jeon se estiró, cerró la puerta y tiró del
menor hacia él. Su esbelta espalda fue aplastada contra su
pecho. Él lo abrazó fuerte e implacablemente. Estaba
completamente fuera de su naturaleza hacerlo. Nunca lo
había abrazado así.
“Todo este tiempo…”
El corazón de Taehyung retumbaba en su pecho. Escuchó
la sangre subir a sus oídos, sintió el aleteo de su estómago
y experimentó el tirón de su corazón. Estaba total y
perdidamente enamorado del mayor. La revelación lo hizo
llorar de ira internamente. Jeon nunca lo amaría solo a él.
Jeon amaría a muchos más.
Un rey estaba obligado a tener un amante. Era un
hombre ocupado, que necesitaría muchas personas para
entretenerlo.
Taehyung saltó cuando él besó un lado de su cabeza. Sus
labios se arrastraron hacia su mejilla, su cabeza rozando la
de él. Estaba atrapado en su abrazo, uno estaba envuelto
alrededor de sus hombros y el otro en su cintura. Sus
piernas presionaron las de él juntas. Estaba envuelto en su
esencia penetrante y su toque dominante.
“Todo este tiempo, pensé que solo yo estaba preocupado
por perderte. Pero al parecer, veo que tienes el mismo
miedo”.
Jungkook le dio un suave beso en la mejilla. Taehyung
sintió la curvatura de sus labios cuando sonrió. No tenía
que verlo para saber a qué se parecía. Su expresión era
cruel como de costumbre, sus ojos brillaban con manía.
Ahora el pelinegro conocía su debilidad. Y el rubio conocía
la suya.
“Eres mío, para siempre y por siempre, Taehyung. Te
guste o no, tu cuerpo, corazón y alma me pertenecen”.
La mano del mayor se desplazó hasta sus labios, su
pulgar rozó el punto blando. Su otra extremidad viajó por
su estómago, hasta que de repente ahuecó su miembro con
la palma abierta. El rubio gritó y se alejó de él, pero lo
agarró con firmeza.
“Todo esto me pertenece”, murmuró con voz ronca. La
mano en sus labios se deslizó hacia abajo para tocar sus
pezones, apretándolos suavemente.
El cuerpo de Taehyung se calentó, su respiración se
aceleró ligeramente. ¿Qué le estaba haciendo?
“Sin embargo nada de tí me pertenece”, susurró el
menor, tratando de huir de su toque. Más el pelinegro se
aferró a él como enredaderas alrededor de su garganta. Se
inclinó hacia adelante, Jeon se inclinó hacia su dirección.
Él besó el otro lado de su cabeza cálidamente. A través
de las ventanas polarizadas, vio que sus ojos se cerraban
suavemente.
“¿Te gustaría que te pertenezca únicamente a ti, cariño?”
El menor asintió.
“Es una pena. Nadie es dueño del Rey”.
“Entonces el Rey no me poseerá, ni yo le perteneceré. No
importa cuántas veces me beses y me toques, nunca seré tu
posesión”.
Jungkook se rió en voz alta, el sonido frío envió
escalofríos por su cuerpo. Sintió el estruendo de su pecho y
la siniestra promesa que cubría su voz.
“¿Qué pensaste que puedes hacer? ¿Entretener a un
hombre diferente en mi presencia? Mi dulce, por cada
hombre que toques, habrá un cráneo más apilado a mis
pies”.
Taehyung tembló ante sus palabras. ¿A qué tipo de
hombre le había dado su corazón?
“Tu corazón ya me pertenece, ¿no es así? Yo siempre
puedo hacer y deshacer todo lo que me plazca. Conozco a
suficientes hombres aterrorizados para saber que tu
corazón no baila por miedo, sino por amor”.
Sus ojos se abrieron.
“No fuerces mi mano, no seré tan amable. Tomaré tu
cuerpo con consentimiento, ya sea que tu corazón me
pertenezca o no”.
“¿Cómo es consentimiento si no te amo—”
“Porque siempre sucumbes a mis caricias”.
Los ojos de Taehyung se llenaron de lágrimas. “No me
toques”. Le apartó las manos con enojo, pero él lo presionó
contra la ventanilla del coche.
“Aw, ¿te puse triste, cariño? ¿Te duele aquí?” Él le sonrió.
“Qué bueno sería si me importara—”
¡PAK!
Un fuerte golpe resonó en el coche. Jungkook tocó su
mejilla ardiente. No pensó que el menor lo abofetearía tan
rápido. Taehyung se había dado la vuelta ahora, revelando
las lágrimas en sus ojos y el odio puro que goteaba de ellos.
No lloró en su presencia, pero estuvo a punto de hacerlo.
“¡Te desprecio absolutamente! No me toques, no te
acerques a mí. Si intentas algo, me tiraré por la ventana del
piso más alto es este maldito castillo”.
Taehyung empujó la puerta del coche para abrirla. Salió
y la cerró de golpe.
Jungkook salió del auto como si nada hubiera pasado.
Metió las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón y
le permitió al menor crear distancia entre ellos. Lo vio
irrumpir en el castillo, pero tuvo la paciencia de saludar a
los sirvientes.
Su expresión de dolor brilló en su mente. Tal vez había
ido demasiado lejos con sus bromas y burlas, pero
Taehyung también. ¿Quién en su sano juicio hablaría de
otro hombre, cuando él estaba presente?

UNA LARGA NOCHE


Desde esa discusión, Taehyung no había visto a Jungkook
excepto durante las comidas. El mayor lo obligaría a cenar
con él, sentándose justo al lado derecho de su asiento.
Jugaba con la comida hasta que sentía que la ira de él
llegaba a su límite.
Una vez que sus dedos se pusieron pálidos por agarrar
con fuerza la copa de vino, y su mirada se volvió cruel,
finalmente comió. Enojarlo dolía. No pensó que ver la
irritación en sus ojos, dedicados únicamente a él, dolería
tanto, pero lo hizo.
Se tocó el pecho, punzante de dolor y suspiró. Jeon
estaba en lo correcto. Su corazón le pertenecía a él, pero
éste fue bastante grosero al respecto.
El castillo estaba en silencio.
Taehyung se sentó junto a la ventana, mirando por ella.
Estas daban a los jardines, con hermosos árboles, arbustos
y diferentes especies de flores. Presionó su mano sobre el
vidrio frío, preguntándose si este sería su destino de ahora
en adelante.
Jugueteó con su collar. Los atuendos elegantes no
importaban, los estilos de vida lujosos no le inquietaban.
Anhelaba la libertad, el sol en la espalda y el viento en su
rostro. Anhelaba caminar por los jardines, libro en mano,
mientras deambulaba por la acera.
Jungkook no lo dejó salir. Había intentado escabullirse,
pero había guardias apostados en el pasillo. Había
escuchado de las criadas que él siempre sabía dónde
estaba.
“Qué acosador”.
Se levantó de la silla junto a la ventana. Abrió las puertas
de su dormitorio y salió, preguntándose por qué los pasillos
estaban tan silenciosos hoy.
Esta mañana, cuando salió a desayunar, había visto a
Dorothy irse por los pasillos. Parecía que había hablado en
susurros con Jungkook. Cuando lo vieron, caminaron en la
otra dirección.
“Me pregunto a qué se debe el silencio”.
Trató de salir de los pasillos, pero una vez más, había
guardias. Reprimió una queja y regresó a su habitación.
Abriendo las ventanas, miró hacia abajo para ver cuán lejos
sería la caída. Su estómago se revolvió. Él caería directo a
su muerte.
Cerró las ventanas de golpe y apoyó la cabeza en ellas.
Dejó escapar un pequeño e irritable suspiro. Cerrando los
ojos, jugueteó con su collar por enésima vez.
“Alguien debería decirle que su cortejo está
desactualizado”. Taehyung continuó jugando con su collar
mientras lentamente comenzaba a soñar despierto con el
pasado.
Prácticamente podía sentir la caricia de la mano de su
madre, y la caricia de su padre. Lo querían tanto que él no
creía que nada pudiera estar mal en su matrimonio. No
pensó, ni por un instante, que no era hijo de su padre.
Su nombre por sí solo era un testimonio de su amor.
Soohyun y Yeji habían buscado a un supervisor para darle
un nombre especial.
“Si realmente sucedió lo que dijo el vizconde, mi padre
nunca lo hubiera tolerado”. Taehyung se levantó de su
asiento y decidió hacer algo útil para matar el tiempo. Su
arma necesitaba un poco de limpieza, o de lo contrario
tendría polvo.
“¡Será mejor que te expliques!” Park Jimin siseó en el
momento en que vio al Rey entrar al dormitorio. “¡Me
dijiste que Taehyung resultó fatalmente herido, luego
hiciste que tu gente me arrastre a esta habitación vacía y
me cambiaran de ropa! ¿Estás aquí para violar la confianza
de mi amigo y hacer qué? ¿Violarme?”
“Como si me fuera a ensuciar las manos con gente como
tú”, se burló Jungkook. Él se apoyó contra las puertas,
mirándolo con cautela.
El sol se había puesto hacía mucho tiempo y la luna
estaba en su apogeo.
“¿Qué es ese olor extraño y por qué llevas puesto eso?”
Jimin olfateó el aire.
Olía levemente a salvia y hierbas, como si se hubiera
realizado un ritual. Entrecerró los ojos hacia Jeon, que
estaba vestido con una bata negra con bordados dorados y
pantalones largos negros. Si no lo supiera mejor, pensaría
que Jeon estaba aquí para acostarse con él.
Jimin se tocó el camisón. “¿Y por qué estoy vestido con
este extraño camisón blanco? Tus sirvientas están locas, ya
sabes. Un grupo de ellas entró y me desvistió, poniéndome
en esta estúpida cosa blanca como si fuera un dios griego”.
Jungkook miró con disgusto su atuendo. Era suelto y
fluido, como si un tirón pudiera quitarselo. Esto era un
cliché de un ritual como un rey vampiro que se enamora de
una persona humana.
“No insultes a los dioses griegos con tu escasa
comparación con ellos”. Jungkook se cruzó de brazos.
“Estoy aquí para eliminar a un camarada mío desleal”.
Jimin lo miró. ¿Que significaba eso? “¿Y por qué estoy
metido en esa tontería?”
“Porque por lo que él y mi abuela saben, se supone que
debo estar en la cama contigo”.
Jimin se amordazó. Se alejó de él, murmurando palabras
sin sentido en voz baja. ¡Iba a contarle todo esto a
Taehyung! ¿Con qué clase de bastardo loco se involucró su
buen amigo?
’¡Mi pobre Tete! ¡Debería rescatarlo de él lo antes
posible!’ Jimin pensó para sí mismo. Acababa de reunir a su
equipo de abogados. Solo necesitaba que enviaran una
carta fuertemente amenazante a los Kang sobre llevarlos a
la corte.
“¿Supongo que el ’él’ del que estás hablando es
Quinston?” dijo Jimin. “¿Por qué crees que es desleal?”
Jeon puso los ojos en blanco. “¿Y por qué debería
decírtelo?”
“¡Porque te estoy ayudando!”
El otro curvó los labios con disgusto. “Gritas demasiado.
¿Te dolería tanto dejar de gritar y lastimar mis tímpanos
con tu horrible voz?”
Jimin jadeó. Recogió el objeto más cercano, deseando
arrojárselo. Él le lanzó una mirada de advertencia. Con
gran desgana, obedientemente dejó el objeto, que era un
peine. Solo para fastidiarlo, comenzó a cepillarse el cabello.
“Nada de lo que hagas va a domar ese repugnante
cabello de color mierda de pájaro que tienes”.
Jimin lo miró fijamente. “Deberías preocuparte por tus
ojos, es el color de la sangre menstrual”.
“Ahora eres repugnante”, murmuró Jungkook.
Sacudió la cabeza con desdén. Sería conveniente que
Jimin muriera repentinamente en el fuego cruzado de hoy.
Lo cual iba a suceder en menos de unos minutos.
Comprobó la hora en el reloj en su muñeca. Un minuto
para ser exactos. A estas alturas, Quinston habría enviado a
sus hombres a infiltrarse en el castillo, con la esperanza de
matar al Rey cuando éste estuviera enterrado
profundamente en un doncel. Sería más fácil matar a los
guardias cuando el Rey estuviera ocupado.
Era un plan estúpido, en realidad, pero los pasos que se
acercaban corriendo por los pasillos daban a entender lo
contrario. Sacudió la cabeza con decepción, deseando que
la persona que tenía a cargo del ejército fuera mucho más
inteligente que esto.
“Escucho pasos”. Jimin miró a Jungkook, como si la idea
acabara de hacer clic en su mente. “Fue un montaje… Para
atrapar a Quinston. Pero, ¿por qué? Parecía tan leal…”
“Las armas que le diste a Taehyung. ¿Cuántos cartuchos
tienen?”
Jimin parpadeó. Se rascó la nuca torpemente,
preguntándose qué arma le había dado. “Diría que cada
arma tiene nueve balas, así que un total de dieciocho”.
“¿Tu padre es dueño de una empresa de fabricación de
armas y solo le diste dos armas a tu amigo?” Jungkook se
burló. “Qué tacaño.”
“Me gustaría ver lo que le diste a Taehyung”, espetó
Jimin. “Aparte de ese traje”.
“Mira a tu alrededor, tonto. Le di un castillo para vivir y
sirvientes que están a su disposición él”.
Jimin se quedó sin palabras. Miró irritado el artículo,
preguntándose si era demasiado tarde para tirarle el peine.
Pero no tuvo tiempo de explicar o procesar antes de que él
le arrojara algo sobre la cama.
“Usa esto y métete debajo de la cama. Voy a salvar a
Taehyung”.
Jimin casi se rió de la declaración. ¿Salvar a Taehyung?
¿Quién se creía que era?
Sin embargo, tomó el arma que él le dio y puso los ojos
en blanco. “Me voy a casa. Los hombres de mi padre me
están esperando abajo”.
Jimin dio un paso adelante justo cuando se escucharon
disparos.
“¡Agáchate!” siseó, forzando su palabra.
Sus ojos se clavaron en él cuando Jungkook se alejó de la
puerta. Gritó cuando las balas perforaron las puertas y se
agachó cerca del escritorio para cubrirse.
No tuvo tiempo de agarrar el arma que Jeon había
arrojado sobre la cama. Maldiciéndolo hasta las
profundidades del infierno, Jimin solo pudo esquivar y
esconderse. Él se había ido antes de que pudiera siquiera
parpadear.
Pasaron menos de cinco minutos antes de que todo
quedara en silencio.
“¡Verdaderamente es un Rey sádico!” Jimin apretó los
dientes. Que estúpido hombre. Si sabía que iban a ocurrir
los asesinatos, ¿por qué no colocó más guardias alrededor
de Taehyung?
Entendió que él no podía estar al lado de Taehyung por
ahora, pero esperaba que estuviera mejor preparado.
“Hmph, voy a ser el hombre de la noche con una
armadura brillante y salvaré a mi buen amigo primero”.
Jimin agarró el arma insignificante de la cama, mirando
el modelo. ¿Cómo iba a defenderse con esta pistola que
solo tenía nueve balas? ¿Era alguna broma enfermiza y
retorcida que le había gastado?
En ese momento, escuchó gritos en la distancia, pero
definitivamente no eran Jungkook o Taehyung.
Jimin suspiró. Sería una noche larga.

LOS GUARDIAS
“¡Su Majestad!” Los gemelos gritaron en el momento en
que vieron una sombra familiar girando junto a ellos.
“Allí estaban”. Jungkook redujo la velocidad y miró a los
asesinos con desagrado. “Disparen en los brazos y las
piernas, quiero unos cuantos vivos”.
“Por supuesto, Su Majestad”, respondió Joongki con
fluidez.
“Si te diriges hacia Taehyung, ¿dónde está Jimin?” Yoongi
preguntó.
Jungkook y Joongki intercambiaron miradas. “Él está en
la habitación, escondido debajo del escritorio como el
apropiado hijo de un magnate de la armería”, se rió.
Yoongi empujó a su hermano. “Ya escuchaste a Su
Majestad, ve”.
Joongki miró boquiabierto a su hermano mayor. “¿Por
qué tengo que ir yo? ¡Ni siquiera me gusta tanto!”
“Estuviste de acuerdo con Dorothy, así que lo mínimo
que puedes hacer es proteger al chico que deseas que sea
Rey”, siseó Yoongi. “Además, ya matamos a la gente aquí.
Solo vete”.
Joongki puso los ojos en blanco. “Solo elegí a Jimin
porque sabía que te molestaría. De hecho, apoyo al
príncipe Taehyung, ¿sabes? ¡Oh, mira, ahí está Joven Park!”
Los gemelos se giraron a tiempo para ver a Jimin salir de
la habitación. Tropezaba con su camisón, que era largo y
constantemente se le metía entre las piernas. “¡Estúpida
cosa! Quienquiera que lo haya diseñado debería ser
despedido y nunca volver a tocar un cuaderno de bocetos”.
Jimin salió, arma en mano con una mirada descontenta.
Señaló con un dedo acusador al rey. “¿Cómo puedes darme
una sola pistola sin balas para recargar, a excepción de las
nueve adentro? ¡Y tú, oye, espérame!”
Jimin gimió irritado cuando vio a Yoongi y al Rey tomar la
otra dirección, muy probablemente hacia la habitación de
Taehyung. “Deberían haberlo protegido en primer lugar en
lugar de atacar directamente. ¡Idiotas!”
Jimin soltó un resoplido. Deslizó un anillo afilado de su
dedo. Haciendo un corte en la tela, instantáneamente la
separó, para poder mover fácilmente las piernas.
“Muy elegante movimiento, joven Park”. Joongki miró
con cautela el camisón desechado. Era uno importante,
específicamente reservado para el ritual, pero lo rompió
como si nada. Miró la tela floja en el suelo antes de dejar
escapar un fuerte suspiro.
Jimin entrecerró los ojos. “Por favor, dime que el bruto
del Rey le ha informado a Taehyung de los eventos que
están sucediendo esta noche, y que los sirvientes no saben
nada. Ellos van a hablar, ya sabes, sobre el llamado ritual
que se suponía que debía hacerse”.
Jimin se cruzó de brazos. “No entiendo por qué Su
Majestad decidió emplear esta trampa, en lugar de
simplemente capturar a Quinston para interrogarlo. ¿Debe
esperar a que entren los asesinos y las sirvientas hablen
antes de moverse?”
“Su Majestad necesitaba pruebas exhaustivas. Y viendo
cómo estos asesinos llegaron con armas de grado militar…
Tenemos lo que necesitamos”, explicó Joongki.
Joongki pateó un cadáver, revelando los rifles de asalto
que casi lo mordisquearon. Fue una tontería por parte de
ese humano enviar aún más humanos.
¿Olvidaron lo que sucedió en la Guerra de las Especies y
exactamente por qué perdieron en primer lugar? Nadie
podría igualar la velocidad de la luz. Una bala no viajaba
más rápido de lo que podía hacerlo un vampiro,
especialmente los Pura Raza que lideraban la batalla.
“No pensé que Quinston intentaría implicar a mi padre
también”. Jimin se agachó para recoger el rifle de asalto.
Le mostró el logotipo de la familia Park a Joongki.
“Bueno, tu padre se lo merecía por faltarle el respeto a
Quinston, a pesar de que se supone que son amigos”.
Joongki sonrió ante su ceño fruncido. Dejó caer el arma con
decepción, pasando por encima del cadáver.
“¿No se supone que debes retroceder y gritar por la
sangre?” preguntó Joongki. Nunca antes había visto a un
doncel tan intrépido.
Jimin caminó sobre la sangre y los cadáveres como si
estuviera en una pasarela. Aquí nada lo desconcertaba, ni
siquiera el chapoteo de la sangre en la alfombra. El hedor a
pólvora era fuerte, pero se echó un mechón de cabello
hacia atrás. Dedicándole una sonrisa divertida, ladeando la
cabeza.
“Soy el hijo del duque Park. Seguramente, ¿no pensaste
que crecí en una vida protegida?” Jimin se inclinó para
recoger otro rifle de asalto, considerándolo útil para más
tarde.
Tendría que hablar con su padre sobre esto. Pero
mañana por la mañana. Tendrían que contarle una historia
minuciosa a la prensa y los periódicos mañana.
“Bueno, ciertamente no.” Joongki lo ayudó con un
hombre particularmente grande.
Jimin ignoró su ayuda. “Tanto Yoongi como Su Majestad
son tontos por ir a Taehyung también” comenzó a caminar
por los pasillos a paso rápido.
“¿Y por qué es eso?”.
Jimin miró las paredes y las decoraciones rotas. Había
agujeros de bala que podrían repararse fácilmente, pero los
jarrones y las pinturas deben haber sido invaluables. Sin
mencionar la reparación de las ventanas rotas… suspiró. El
castillo era un desastre, todo porque el Rey quería atrapar
una sola rata.
“¿No lo sabes?” preguntó Jimin. “Pensé que ya habrías
investigado a Taehyung”.
“Bueno, lo hicimos”.
Joongki rápidamente alcanzó el ritmo de Jimin sin sudar.
Pronto, cruzaron la esquina. Solo un pasillo más y llegarían
a los pasillos del Rey, donde Taehyung residía en una
habitación.
“¿Y qué encontraste?” Jimin giró en un pasillo. Observó
las cortinas rotas y se preguntó si estos asesinos podrían
haber tenido más clase. Si planeaban asaltar el castillo, ¿no
habrían sido más elaborados y cuidadosos? Esperaba más
hombres que los que estaban tirados en el pasillo. Pero
dada la mano ensangrentada de Joongki y su rostro
manchado, sospechó que ya se habían deshecho de los que
estaban en el suelo.
A menos que…. Sus ojos se abrieron. Su objetivo no era
Su Majestad.
“E-espera, Joongki, ¿dónde está la habitación de
Taehyung?” Jimin preguntó de repente.
“Oh, justo al final del pasillo, ¿por qué preguntas—”
Se escucharon fuertes disparos.
Joongki y Jimin intercambiaron miradas de horror. Ni un
segundo después, comenzaron a correr por los pasillos. Sus
pasos resonaron contra el piso alfombrado, mientras se
escuchaban fuertes gemidos.
Joongki reconoció ese sonido. Lo haría a kilómetros de
distancia. ¡Venía de su hermano mayor!
“¡UNA EMBOSCADA POR TODOS LADOS!” Yoongi rugió,
justo cuando se escuchaban pasos acercándose desde
atrás.
Joongki y Jimin se dieron la vuelta para ver los refuerzos
que habían llegado. Pero ahora, estaban más preparados
que nunca.
“¡Corre!” gritó Joongki, empujando a Jimin a un lado.
En un abrir y cerrar de ojos, Joongki se había ido. Estaba
corriendo hacia adelante, evitando todas las balas que
bailaban en el aire. Era un torbellino de blanco y negro,
moviéndose más rápido de lo que el ojo humano podía
captar.
Todo lo que Jimin presenció fueron sus rápidos
movimientos. Derribó a un asesino golpeándole la cara con
la mano y derribó a otro con la otra mano.
“¡Balas de plata! ¡Cuidado!” Joongki gritó, justo cuando
se escucharon más disparos.
Jimin observó con horror cómo los asesinos cambiaban
de balas. Habían agotado las normales. Ahora, estaban
apuntando a los gemelos y Su Majestad. Lo que solo podía
significar una cosa: Tenían acorralado a su verdadera
presa.
“¡Taehyung!” exigió Jungkook, justo cuando Jimin se dio
la vuelta.
A través de la masa de asesinos y disparos, vio un tono
familiar de cabello rubio. Taehyung estaba siendo
emboscado por ambos lados, por delante y por detrás.
“¡Preocúpate por ti, Jimin!” Yoongi gruñó al segundo que
vio que éste bajaba la guardia.
Jimin preparo su arma temblorosamente, sus ojos
saltando instantáneamente a Joongki. Los asesinos todavía
estaban recargando sus armas, justo cuando Joongki había
saltado hacia atrás. Corría en zigzag, esquivando las balas.
Pero a Jimin le resultaba casi imposible concentrarse,
especialmente cuando Taehyung estaba rodeado. Su amigo
solo tenía dieciocho balas, y había al menos treinta
personas aquí.
¿Dónde estaban los guardias cuando los necesitaban?

TRATO
Jungkook no podía concentrarse apropiadamente. Estaba
derribando físicamente a todos en su camino, esquivando
las balas de plata mientras corrían hacia él.
Lo único que vio fue a Taehyung. Su pobre e inocente
mascota, rodeado de asesinos, todos los cuales no podía
derribar.
Creía que Taehyung había olvidado lo que sabía
exactamente. Olvidó las lecciones que le enseñaron sus
padres, olvidó las habilidades que su padre le hizo
aprender y abandonó las técnicas que le enseñó su madre.
“¡Taehyung!” demandó, corriendo hacia adelante solo
para ser bloqueado por dos asesinos más irritantes. Les
golpeó la cabeza contra el suelo, como si aplastara un
insecto.
“No te quedes ahí parado. ¡Corre!” rugió, corriendo
hacia él.
Jeon esperaba algo mejor. Pensó que el menor
recordaría, porque definitivamente lo había hecho. Pensó
que sería capaz de protegerse a sí mismo. Lo había visto
antes, el rostro de un joven mientras derribaba a hombres
del doble de su tamaño y el triple de su edad. Había visto el
giro de sus pies cuando esquivaba las balas sin esfuerzo.
Todo eso era el pasado olvidado.
Quizás eran parte de los malos recuerdos que borró de
sus pensamientos.
“¡Su Majestad! ¡Preocúpese de usted primero!” Yoongi
gritó, mientras golpeaba a uno de los hombres. Recogió sus
rifles de asalto y se los arrojó al Rey que no los necesitaba.
En una batalla de armas, Su Majestad eligió los puños.
“¡Su Majestad!” Yoongi gritó, instando al Rey a tomar las
armas.
Pero el Rey estaba concentrado en otra cosa.
¡BANG!
Sonó un fuerte estruendo. Un cuerpo cayó muerto.
“¡Taehyung!” Jungkook rugió, corriendo hacia adelante.
Sucedió en cámara lenta, el giro de las cabezas, los
gemelos que estaban pálidos y Jimin que gritaba. En medio
de las balas en el aire, los asesinos se dieron cuenta
exactamente de quién disparó el arma y cuyo cuerpo cayó
al suelo, la sangre se acumulaba por todas partes a su
alrededor.
“Preocúpate por ti mismo”, había dicho la persona en voz
baja justo cuando la segunda bala salió disparada a una
velocidad increíble. Uno tras otro, los asesinos caían como
moscas.
Jungkook de repente recordó un recuerdo vívido. Había
sido invitado por el Duque Park a un estúpido torneo. El
duque lo había convencido durante días de que el torneo
era urgente y que Su Majestad tenía que presenciarlo
personalmente.
En un torbellino de balas y pólvora, anticipando
multitudes, platos disparados al aire y animales volando
alto, estaba un chico joven, de no más de quince o dieciséis
años. Llevaba un casco sobre la cabeza, pistolas gemelas
en la mano, mientras giraba las pistolas.
Taehyung había girado como si estuviera bailando, las
balas rebotando, sus pasos rápidos, sus manos a la
velocidad de la luz.
Kim Taehyung Rose disparó un arma como si fuera una
masa de pétalos de rosa en el viento. Él era el epítome de
la belleza y la gracia, incluso con los animales que caían
muertos y los platos que se rompían. Dominaba el campo
de batalla, como si fuera el dueño en primer lugar.
“Señor Park, ¿Ese es su hijo, el prodigio del que habla?
¿El que tiene el casco y domina todo el partido? ¡Debe
estar muy orgulloso de él!”
Jungkook había escuchado esas palabras de un irritante
humano además del Duque. Todos habían intervenido en
acuerdo, lo que lo irritó aún más.
¿Qué estaba haciendo aquí viendo un torneo de Park
Jimin? En ese momento, nunca había conocido al joven,
excepto en un vistazo que no se molestó en recordar.
Pero lo que lo tomó por sorpresa fueron las siguientes
palabras del Duque Park.
“No, ese es el hijo de mi mejor amigo, Kim Taehyung
Rose. Él es bastante genial cuando se trata de armas”.
Taehyung había sostenido un casco en una mano, una
expresión distante en su rostro, y sin decir palabra, salió
del campo de batalla.
Kim Taehyung Rose era el mejor tirador de Kastrem. Un
prodigio, incluso a la tierna edad de seis años, cuando su
padre le enseñó por primera vez a usar un arma. Había una
razón por el que era tan rebelde.
Cuando la mayoría de los príncipes tomaron lecciones de
etiqueta, él estaba entrenando. Cuando los jovenes
aprendieron a bailar, Taehyung hizo el vals de las pistolas.
Cuando los donceles bordaban, Taehyung ensamblaba
armas.
“Su Majestad.” Yoongi observó los cuerpos inmóviles
desplomados en el suelo y el príncipe ensangrentado.
Jeon volvió a la realidad.
Yoongi tragó saliva. Nunca había presenciado algo así.
Con solo dieciocho balas en sus pistolas Desert Guns, había
derribado a todas las personas que estaban frente a él.
Él había parpadeado una vez y el príncipe ya había
matado a tiros a dos o tres hombres. Otro parpadeo, y más
cuerpos cayeron.
“El príncipe disparó más rápido de lo que pudieron
reaccionar”. Yoongi no creía que esto fuera humanamente
posible. Para que sea comprensible, uno debe ser
entrenado desde una edad temprana, la habilidad debe
perfeccionarse y él necesitaría ser un prodigio.
“¡Ese es mi Taehyung!” Jimin gritó, aplaudiendo mientras
pasaba corriendo y saltando por encima de los cuerpos de
los asesinos que mató.
“E-él hizo lo mismo”, logró tartamudear Joongki,
refiriéndose a Jimin, que había disparado más rápido de lo
que los asesinos podían reaccionar.
Taehyung dejó caer el arma en su mano, su rostro
inexpresivo y distante. El objeto se aplastó en el suelo
ensangrentado. Sus fosas nasales ardían con el repugnante
hedor de los cadáveres, pero no parecía molesto en lo más
mínimo.
“Deberías tener fé en mí, Jungkook”. Taehyung pasó por
encima de los cuerpos, con el pie todavía descalzo por salir
corriendo de su habitación con las armas en la mano en el
momento en que escuchó varios pasos acercándose a su
habitación.
Sabía que era sospechoso que viniera mucha gente, así
que había agarrado las fundas de sus armas y las había
atado a su camisón antes de salir.
“Deberíamos darle a este un entierro apropiado”, dijo
Taehyung, señalando al que estaba al lado de sus pies. “Lo
usé como un escudo humano”.
Yoongi se encogió. Recordó al príncipe recogiendo el
cuerpo caído, robando su rifle de asalto, mientras lo usaba
como escudo para salvar su cuerpo. Cuando no sirvió de
nada, empujó al difunto hacia sus camaradas. Como fueron
tomados por sorpresa, los tiró al suelo.
“Por supuesto cariño.” Jungkook le sonrió irónicamente.
Había subestimado a su propio esposo.
Taehyung no parecía perturbado por los cuerpos apilados
a sus pies. Caminó a través de él, su camisón empapado en
sangre carmesí. Se detuvo directamente frente al Rey y le
tocó la cara, su mano aún manchada de sangre.
“¿Cómo está tu cara tan limpia incluso después de
lastimar a tanta gente?” Taehyung murmuró con
incredulidad.
“Talento.” Jungkook miró sus pies descalzos y suspiró.
“¿No podrías haberte puesto al menos unos zapatos?”
“Estaba demasiado ocupado buscando las armas…”
Jungkook entrecerró los ojos. De un golpe, lo levantó en
sus brazos y suspiró. “Eres un príncipe. ¿Quién incluso
camina descalzo y ensangrentado, cariño? Alguien necesita
enseñarte buenos modales”.
Taehyung abrió la boca para responder, pero fue
interrumpido.
“Se preocupan el uno por el otro, lo entiendo”, cortó
Yoongi. “Pero, ¿podemos concentrarnos en encontrar
sobrevivientes para interrogarlos? Alguien tendrá que
limpiar los cuerpos, y tendremos que informar esto como
defensa propia y—”
“Eso te lo dejo a ti y a tu hermano”, interrumpió
Jungkook.
Joongki gimió “Pero—”
“Alguien tiene que escoltar al príncipe a un lugar seguro,
incluido el hijo del duque Park”. Jungkook se volvió hacia
Jimin y le lanzó una mirada de disgusto. “O, simplemente
podemos olvidarnos de lo último”.
“¡Brusco!” Jimin jadeó. “¡También derribé a algunas de
estas personas, sabes!”
Jungkook puso los ojos en blanco. Apretó su agarre sobre
Taehyung cuando éste trató de bajar. “Solo sígueme,
maldito mocoso”.
Jeon lanzó una mirada mordaz hacia los gemelos. Ellos
sabrían qué hacer, incluidos los sirvientes que ya estaban
acostumbrados a los asesinatos. Esta no era la primera vez
que el piso estaba lleno de tripas y cadáveres.
“¿A dónde vamos?” Taehyung murmuró mientras
balanceaba sus pies, con la esperanza de bajar, pero él lo
ignoró. “¿Y por qué está Jimin aquí?”
Jimin le lanzó una mirada de decepción a Jungkook. “¿De
verdad no le dijiste? ¿Qué pensaste que haría mantener a
Taehyung en la oscuridad? ¿Sabes con qué facilidad se
pueden formar malentendidos? ¿Estabas tratando de
interponerte en nuestra amistad?”
“Vaya conjunto de pulmones que tienes ahí”. Jungkook
sacudió la cabeza con desaprobación. Se compadeció de los
padres Park. Cuando era un bebé, este debe haber gritado
como un loco en la cuna.
Jeon sintió un tirón en su túnica. Miró hacia abajo e
instantáneamente, su ceño desapareció. Él lo miraba
fijamente, ingenuo y perdido, con las cejas juntas.
“¿Qué está pasando, Jungkook?”
“Nada de lo que tu linda cabecita deba preocuparse” se
inclinó y le dio un beso amoroso en la frente. Le sonrió,
mientras el menor continuaba mirándolo.
Taehyung estaba preocupado. Quería preguntar más,
pero sabía que él no se lo diría hasta que quisiera. “Quiero
la verdad una vez que esté limpio”.
Jungkook levantó una ceja. “No.”
Taehyung luchó por salir de su agarre.
“Después de tu comida”, resolvió.
Taehyung se quedó quieto y ocultó una sonrisa. “Trato.”

UN ACTO DE TRAICIÓN
Por encima de los hombros de Jungkook, Taehyung vio
una extraña expresión en los gemelos. Había pasado un
tiempo desde que fue testigo de tal cosa. ¿Era…
admiración? Lo miraron con una luz diferente, y Yoongi no
soportó su habitual ceño fruncido. Cuando sus ojos se
encontraron, los gemelos asintieron con aprobación. Yoongi
incluso sonrió un poco, y Joongki mostró su gran sonrisa
habitual.
Sin que Taehyung lo supiera, se había ganado su nuevo
respeto.
Preguntándose qué podría haber justificado su buen
humor, apartó la mirada. Jimin los seguía y los gemelos
estaban solo unos pasos detrás.
“No sabía que podías disparar un arma tan bien,
príncipe”, habló finalmente Yoongi en medio del estado de
ánimo sombrío.
“¿Por qué nos sigues? Ve y limpia”. Jungkook acomodó a
Taehyung en sus brazos, para que estuviera más cómodo.
El menor apoyó la cabeza sobre su hombro, su brazo rodeó
el otro lado de su cuello.
“Su Majestad, ya le enviamos un mensaje de texto al
mayordomo principal y a la criada, están subiendo mientras
hablamos. Nuestros investigadores están llegando y ya he
enviado hombres para encontrar a Quinston”, informó
Joongki.
“Bien. Yoongi, lleva a Park a los baños separados al otro
lado del castillo. Después, asegúrate de que llegue a casa”.
“Seguro”, agregó Taehyung.
“Ugh, ¿por qué tengo que estar acompañado por el
hermano gruñón?”, Jimin murmuró en voz baja.
“¡Espera, Jungkook, déjame despedirme de Jimin!”
Taehyung demandó mientras doblaban la esquina y Jimin ya
no los seguía.
“Lo verás mañana, mi dulce.” frunció el ceño cuando
comenzó a levantarse de sus brazos en un intento de mirar
por encima de sus hombros.
Para asustarlo, aflojó el brazo a propósito. El menor casi
se cae sobre sus hombros y gritó con fuerza. Ahora, lo
estaba cargando como un saco de papas sobre su hombro.
“¡¿Qué estás haciendo?!” Taehyung gritó, sintiendo su
brazo detrás de sus rodillas. Él lo cargó sin esfuerzo,
mientras se aferraba a él por su vida.
“¡Jungkook!”
“Reserva esa voz para la cama, cariño”.
Taehyung miró hacia el suelo. “Bájame.”
“Deberías haberte comportado correctamente. ¿De
verdad crees que luchar funcionará conmigo?”
Taehyung le pateó el pecho con enojo. Gritó de dolor
cuando el pelinegro le dio una palmada en el trasero. Se
retorció, extendiendo su mano para tirar de su cabello.
“Yo no haría eso si fuera tú”.
La mano de Taehyung se congeló.
“Yo-yo no estaba—”
“Me gusta bastante esta vista”, añadió Jungkook. Le dio
unas palmaditas en el trasero otra vez, pero esta vez, más
suavemente. “Ahora compórtate. A menos que quieras caer
de cabeza al suelo y perder más células cerebrales de las
que ya no tienes”.
Taehyung frunció el ceño. Estiró su mano hacia el cabello
ajeno y tiró de él, ganándose un fuerte siseo. Sintió que él
lo bajaba, plantando su pie en el suelo alfombrado. Antes
de que pudiera reaccionar, lo empujó contra la pared.
“No pongas a prueba mi paciencia, cariño”. Jungkook lo
acorraló contra la pared. Él trató de correr, pero colocó sus
brazos a cada lado. Estaba atrapado y no tenía adónde ir.
“Solo puedo tolerar tus berrinches por bastante tiempo”.
Jungkook inclinó la cabeza y lo miró con furia.
Taehyung se mordió el labio inferior y desvió la mirada.
Fulminó con la mirada al suelo, negándose a mirarlo a los
ojos. Sabía que eso lo irritaría aún más. Todavía no lo había
perdonado por lo que pasó.
“Te encanta desobedecerme más y más con cada día que
pasa”, siseó el pelinegro.
Taehyung se empujó más profundamente contra la pared,
hasta que su espalda estuvo completamente conectada a
ésta.
El mayor se acercó más, invadiendo su espacio personal.
A estas alturas, sus pechos se rozaban entre sí. Sintió su
aliento fresco sobre su oído.
Su presencia era helada, pero su cuerpo se calentaba
con su proximidad. Prácticamente podía saborear sus
labios mentolados, helados y adictivos.
“¿Cómo debo castigarte por eso?” Jungkook susurró. Sus
dedos acariciaron suavemente un lado de su cara, mientras
el otro se estremecía alejándose de su toque. Simplemente
se burló en respuesta, presionando la parte inferior de su
cuerpo más cerca de la del rubio.
A Taehyung se le cortó la respiración cuando sintió que
algo duro le tocaba la parte inferior del estómago. Su mano
se arrastró por su barbilla, hacia su cuello. El dorso de sus
dedos tocó la curva hasta que se extendió lentamente sobre
su garganta. Él agarró el costado de su cuello, no para
lastimarlo, sino para obligarlo a mirarlo.
“Mi dulce, dulce Taehyung. Mírame, antes de que te
arroje sobre mi cama”.
Taehyung se concentró en los diseños arremolinados de
la alfombra. Su corazón dio un vuelco cuando él se rió
oscuramente. Un escalofrío recorrió su espalda, la piel de
gallina bailando en su piel.
Estaba furioso.
“Ya veo”, continuó lentamente. “Te gusta que te pongan
nervioso, ¿no?”
Las cejas de Taehyung se juntaron. ¿Que significaba eso?
“Te tendré sollozando por la liberación más tarde,
llevándote al borde del éxtasis, pero nunca dejándote
alcanzar tu clímax”.
Los ojos de Taehyung se agrandaron. Intentó retroceder,
pero no tenía adónde ir. Estaba fuertemente acorralado por
él, su tono era una burla peligrosa.
“Puedes lloriquear y suplicar clemencia, pero nunca te
daré lo que quieres” besó suavemente un lado de su
cabeza. Escuchó la aceleración de su corazón y el aliento
que aspiró desesperadamente.
“¿Te gustaría eso?”
Taehyung negó rápidamente con la cabeza. Sin previo
aviso, la mano del pelinegro se deslizó al cabello ajeno,
tirando de él ligeramente. El menor se vio obligado a
mirarlo ahora, su cuello completamente revelado para él.
Tae tembló con su toque, mientras él besaba suavemente su
garganta, yendo desde la barbilla hasta la clavícula.
“No te has disculpado por lo que dijiste”, espetó el rubio.
Jungkook ignoró sus palabras. Continuó embelesando su
garganta con húmedos besos con la boca abierta. Sus
piernas temblaron debajo de él, amenazando con rendirse.
Besó hacia el hueco de su cuello hasta que encontró el
lugar que lo hacía gemir suavemente. Ahora que lo
recordaba, era el mismo lugar que había mordisqueado en
busca de sangre.
“Jungkook… discúlpate—”
“¿Vas a disculparte por abofetearme?” contestó con voz
endurecida. “Abofetear al Rey es un acto de traición. Podría
haber cortado tu mano y arrojado tu cabeza a los perros
por eso”.
Jeon lo sintió tragar saliva bajo sus labios. Siguió
besando la tierna piel, sus manos agarrando su bata. Él
sonrió, sabiendo que este debe haber sido su punto
sensible. Sintió el rápido latido de su pulso.
“Me faltaste el respeto, Taehyung”.
“¿Y qué piensas que tú me hiciste? ¿Halagarme? Tus
palabras fueron crueles. Insinuaste que me tomarías sin
consentimiento”.
Ante esto, Jungkook se detuvo instantáneamente. Él
retiró su mano y lo observó con una mirada tormentosa.
“¿Honestamente pensaste que te tomaría a la fuerza?” El
pelinegro siseó “¿De verdad piensas tan bajo de mí?”
Taehyung lo miró fijamente. “¡Dijiste que abusarías de mí
porqué mi corazón me obliga!”
“Dije que te follaría incluso si no me amabas. Nunca dije
que abusaría de tí sin tu consentimiento. Y si realmente
crees que lo haría, entonces debo disculparme”.
“¡Entonces discúlpate!” Taehyung le gritó, empujando su
pecho “¿Me insultaste ese día y esperas que lo acepte
obedientemente? Cuando estaba molesto, te burlaste.
¡Cuando estaba deprimido, más me golpeaste con tus
palabras!”
“¡No hice tal cosa! Solo me burlé de ti, cariño. Tú
pensaste en el divorcio cuando todo lo que hice fue
aceptarte. ¡Cómo te atreves a soñar con divorciarte de mí
cuando no expresé ninguna queja sobre tu linaje
cuestionable!”
Ahora estaban el uno sobre el pecho del otro, resoplando
y jadeando de ira.
“¡Quería el divorcio porque te beneficiaría!” gritó de
vuelta.
“¿Beneficiarme?” se burló. “¿Alguna vez dije que tu linaje
importaba? ¿Alguna vez dije que me importaba tu origen?
¿Alguna vez dije que me estabas arrastrando hacia la
ruina?”
Taehyung abrió la boca y la cerró.
“Exactamente”, escupió. “No lo hice”.
Lo miró fijamente. “Y no me hagas empezar con el hecho
de que te atreviste a mencionar una aventura con otro
hombre cuando no he hecho nada más que serte leal”.
Jungkook lo agarró por la barbilla con fuerza. “Me
lastimaste mucho más de lo que yo podría lastimarte,
cariño. Sin embargo, aquí estoy, dándote toda la paciencia
del mundo para que me arrojes una falta de respeto”.
Su agarre se volvió insoportable mientras sus ojos ardían
con llamas carmesí. “Si alguien debería disculparse, eres
tú”.

ALÉJATE
Taehyung abrió la boca, pero no salió ninguna palabra.
Estaba confundido acerca de lo que estaba bien y lo que
estaba mal. Él lo miró con veneno goteando de sus ojos.
Sus palabras dolieron, pero también debió haberlo
lastimado. Jeon lo miró con disgusto, sus labios se curvaron
en una mueca.
“Podría haber cruzado la línea, pero tú lo hiciste
primero, Kim Taehyung. Y será mejor que lo tengas en
cuenta”.
Sin previo aviso, Jungkook lo soltó. Dio un paso atrás y
salió de la habitación.
Las piernas de Taehyung casi ceden. Miró su espalda que
se retiraba. El mayor nunca le había gritado como lo hizo
hoy. Continuó observándolo, mientras su respiración se
hacía difícil y su garganta se cerraba.
Incluso cuando estaba enojado, su toque nunca lo había
lastimado.
Jungkook, a pesar de todos sus defectos y temperamento,
nunca había dejado un toque de moretones en su piel.
Incluso cuando su moderación y paciencia fueron puestas a
prueba, todavía estaba consciente de su cuerpo humano.
A Taehyung le dolía el corazón, mientras su pecho picaba
de dolor. No sabía si el dolor se debía al remordimiento, la
culpa o la ira. Tal vez fueron los tres, porque ambos
estaban equivocados. Pero alguien tenía que disculparse
primero, y el pelinegro siempre parecía hacerlo con sus
extrañas disculpas.
“¿Está todo bien, príncipe?” preguntó Jane con voz seria.
Unos minutos después de que las lágrimas de Taehyung
se hubieran secado, Jane y Jenny habían caminado por los
pasillos. A juzgar por su mirada escrutadora, lo estaban
buscando. Muy probablemente, enviada por Jungkook. El
pensamiento lo hizo sentirse aún más perplejo. El mayor
estaba furioso con él, pero éste aún se preocupaba por él.
Una vez que las sirvientas lo localizaron, lo bañaron y lo
limpiaron. Luego, le pusieron un camisón nuevo y le
sirvieron una comida caliente y deliciosa.
“¿Le duele en alguna parte?” Jenny agregó, su tono
ligero y lleno de preocupación. Estaba peinando el cabello
rubio y suave del príncipe mientras Jane preparaba la
cama.
“¿El Rey alguna vez se disculpa?” preguntó Taehyung.
Estaba sentado junto al tocador después de terminar
algunos bocados de su comida. Se concentró más en el
postre que en el sándwich y la sopa que le sirvieron. Una
vez más, Jungkook lo dejó disfrutar de su sabor favorito de
limón dulce.
“Dios mío, no”, respondió Jane por Jenny. Había
terminado de esponjar las almohadas y cambiar las mantas.
“Príncipe, Su Majestad nunca pide disculpas por nada.
Solo se disculparía con su igual. Rara vez pide perdón”,
explicó Jane.
“Es justo como dijo Jane, príncipe”. Jenny asintió
mientras se alejaba del joven. Acababa de terminar de
cepillar todos los mechones.
“Ya veo…” Taehyung dejó escapar un pequeño suspiro y
se levantó de la silla.
“¿Hay algo que le ha estado molestando, príncipe?”
preguntó Jenny.
Taehyung miró a las criadas. Las cejas de Jenny estaban
juntas por la preocupación, y Jane tenía una expresión
sombría en su rostro. No queriendo ponerlos ansiosos,
sonrió.
“Está bien. Gracias por tu preocupación” se dirigió a la
cama y se subió a ella sin dudarlo.
“Si necesita algo más, príncipe, estamos a solo una
llamada de distancia”. Jenny observó cómo el doncel se
cubría los muslos con las mantas.
Cuando el príncipe asintió con la cabeza en
reconocimiento, ambas sirvientas salieron silenciosamente
de la habitación.
Una vez que Jane y Jenny se fueron, Taehyung dejó
escapar un pequeño suspiro. Pensó en sus palabras. El Rey
nunca pide perdón, pero Jungkook siempre se lo decía.
‘Perdóname’, decía rara vez con seriedad.
La boca de Taehyung se secó. Desde el principio,
Jungkook lo había visto como su igual. La culpa
mordisqueaba su conciencia, el corazón le pesaba en el
pecho. Ambos estaban equivocados, pero sabía que primero
tenía que disculparse.
“Sería lo correcto…”
Taehyung tocó su collar, preguntándose si debería
hacerlo hoy o mañana.
A pesar de eso, se subió a la cama. Se acostó allí y cerró
los párpados, con la esperanza de dormir. Sin embargo, su
rostro irritado y sus ojos enojados lo persiguieron en la
oscuridad. No podía quitarse su expresión de la cabeza.
Después de dar vueltas y vueltas durante horas,
finalmente se sentó. “Es mejor empezar un nuevo día sin
arrepentimientos del ayer”.
Con ese pensamiento en mente, salió de la cama. Se puso
las pantuflas y salió de su habitación. Notó que había más
guardias afuera de lo habitual. El desastre ya había sido
limpiado, sin rastro de sangre ni nada. Incluso se
arreglaron las ventanas y se ajustaron las pinturas.
Los guardias no le hablaron. Pero sintió que sus ojos lo
miraban con atención.
Taehyung caminó vacilante hacia la habitación de
Jungkook. Se quedó afuera, considerando la idea de entrar.
Era pasada la medianoche y ya debería estar dormido. ¿Los
vampiros incluso dormían? Por lo general, los Pura Raza no
lo necesitaban, pero los mestizos sí.
Taehyung llamó en silencio a su puerta. Al no recibir
respuesta, debatió la idea de regresar. Pero miró hacia el
pasillo, y de repente descubrió que el camino a su
dormitorio era una caminata larga.
Reuniendo todo el valor del mundo, se coló en su
dormitorio. Cerró las puertas detrás de él, descansando su
espalda sobre ellas.
“¿J-Jungkook…?” susurró en la oscuridad, incapaz de ver
mucho. Sus cortinas estaban abiertas, permitiendo que la
luz de la luna entrara sigilosamente. Vio que las gruesas
cortinas de su cama con dosel estaban cerradas.
Escuchó que los Pura Raza solo dormían durante la
fatiga extrema. Dada la pelea de hoy, debe haberlo
necesitado. O… simplemente estaba acostado en la cama
leyendo un libro. Pero si realmente estaba haciendo eso,
habría luz y él respondería.
Caminó de puntillas hacia la cama, con el corazón
acelerado a cada paso. No podía oír más allá de los latidos
de su propio corazón. La sangre se apresuró a sus oídos, su
ansiedad alcanzando su punto máximo.
“Jungkook…” lo intentó de nuevo, pero en una voz un
poco más alta.
Abrió las cortinas en un fragmento. Estaba acostado de
lado, de espaldas a él. Vacilante, se subió a la cama para
mirar por encima de su hombro, preguntándose si estaba
dormido.
“¿Estás enojado conmigo?” Taehyung murmuró, con las
rodillas apoyadas en el borde de la enorme cama. Había
hecho la pregunta, esperando que lo despertara. Al ver su
falta de respuesta, miró el espacio vacío a su lado.
La cama era grande, pero el pelinegro se quedó a un
lado. Se preguntó por qué.
Taehyung se subió a la otra parte de la cama, con la
esperanza de poder ver su rostro. Su corazón se hundió en
la decepción al ver que sus ojos estaban cerrados.
“Jungkook” se sentó en sus rodillas y le asomó la cara,
con la esperanza de despertarlo. Tenía que disculparse hoy,
o de lo contrario esta discusión continuaría mañana.
Preferiría no tener eso.
Al verlo inmóvil, Taehyung se hundió en la cama con un
sonoro suspiro. Observó su expresión. Incluso mientras
dormía, era impresionantemente guapo. Sus cejas pobladas
y negras, su mandíbula afilada y sus labios ligeramente
carnosos lo convirtieron en el sueño de toda persona. Se
arrastró un poco más cerca de él hasta que su cuerpo
cubrió la luz de la luna de sus rasgos.
“Lo siento…” murmuró Taehyung mientras extendía una
mano para acariciar su cabello.
Entonces, sin previo aviso, sus ojos se abrieron de golpe.
Taehyung gritó y saltó hacia atrás con miedo, dándose
cuenta exactamente de lo que había hecho. Pero él no
planeaba dejarlo correr.
Jungkook lo agarró de la muñeca y tiró de él hacia sí.
Taehyung fue aplastado en sus brazos, mientras lo
inmovilizaba sobre la cama. Sus muñecas estaban a ambos
lados de su cabeza, mientras el pelinegro se sentaba a
horcajadas sobre la parte inferior de su cuerpo.
“¿A dónde crees que vas?” reflexionó, apretando su
agarre. “¿De verdad pensaste que te escaparías tan
fácilmente?”
Taehyung lo miró boquiabierto, susurrando “Mi motivo
era puro…”
No sabía lo que estaba pensando cuando se metió en su
cama. Pero sabía que solo lo hizo con la intención de
disculparse, y nada más. Él, por otro lado, tenía un motivo
diferente.

EL RESTO DE LA ETERNIDAD
Los ojos de Taehyung vagaron demasiado. Los botones
de su camisa estaban abiertos de par en par. Vio las duras
llanuras de su pecho, la tensión de los ocho bultos de su
abdomen y la tensión de cada músculo. Era impresionante,
incluso en la oscuridad. Su mandíbula estaba tensa, sus
ojos ardían como líquido fundido.
“Llegar a la habitación de un hombre tan tarde en la
noche, vestido con una fina pieza de tela. Sé que estás aquí
para hacer algo más que disculparte”.
La mirada de Taehyung bajó hasta que vio un enorme
bulto tirando de sus pantalones. Los ojos del menor se
desorbitaron cuando Jeon se inclinó aún más sobre él,
hasta que presionó su muslo. Se olvidó de cómo respirar.
“Entonces habla, mi dulce. ¿Qué más querías hacer
aparte de disculparte?” murmuró, sus labios rozando el
lado de su cuello.
Taehyung trató de formar oraciones mientras él
presionaba besos con la boca abierta por un lado de su
garganta. Era minucioso, con sus labios húmedos, cálidos y
entrecortados. Ligeramente lamió cada lugar que besó,
hasta que se retorció un poco debajo de él. Su cuerpo se
calentó ligeramente, sus muslos se apretaron cuando el
calor se acumuló.
“Solo quería decir que lamento haber sido tan grosero,
¡pero también deberías disculparte!” Su cuerpo se sacudió
cuando él mordió el lugar que debilitaba sus rodillas. Era el
mismo lugar que sus colmillos habían cortado ligeramente
para sacar sangre. Lo hizo de nuevo, justo cuando sintió un
pellizco en la piel.
Su respiración salió en jadeos. “Jungkook…”
“Solo un gusto” succionó suavemente en el lugar,
extrayendo aún más sangre con sus afilados colmillos.
Taehyung cerró los ojos con fuerza cuando ‘solo un
gusto’ se convirtió en indulgencia. Bebió de él hasta que se
sintió mareado y débil. ¿Era esa su intención? Para evitar
que escapara, sus ojos casi se pusieron en blanco un poco.
“No puedo pensar”, murmuró el rubio, sus palabras
saliendo en un murmullo. Sabía que los Pura Raza bebían
sangre pura, pero no sabía que él daría un mordisco
descuidado como este.
“Bien. En este momento, prefiero que no lo hagas.”
Jungkook besó suavemente la herida expuesta,
observando cómo los agujeros se cerraban lentamente.
Levantó la cabeza para ver que su rostro estaba mucho más
apagado, su piel más pálida que de costumbre. Todo su
cuerpo era cremoso y suave, recordó la facilidad con que
sus manos lo recorrían.
“Es tu turno de disculparte”, todavía logró decir.
Jungkook inclinó la cabeza. Él encontró su mirada
cansada. Supuso que había bebido demasiado. Pero era
absolutamente delicioso. Se lamió los labios, queriendo
probar mucho más de él.
“Perdóname”, murmuró.
“¿Por?”
“¿Por qué te disculpas también?” Jungkook levantó la
mano y la bajó por su camisón. Aflojó las cuerdas en su
clavícula y deslizó la tela endeble más y más abajo,
revelando la piel expuesta de su torso.
Taehyung estaba débil por la falta de sangre, por lo que
el pelinegro lo miró a los ojos y esperó una protesta.
Cansado, el menor levantó los brazos y de repente lo
abrazó. El rostro de Jungkook estaba presionado contra el
panel liso de su pecho con una ceja arqueada. Sin embargo,
él descansó allí, abrazándolo cariñosamente.
“Dije que lo siento por ser grosero. Ahora, es tu turno”.
Jeon simplemente sonrió. Él se levantó de su cuerpo, sus
ojos cada vez más cansados.
Supuso que sería demasiado esfuerzo para su sangre
correr repentinamente hacia abajo mientras su cuerpo se
contraía en éxtasis. Pero él nunca le daría eso a Taehyung,
ya que todavía tenía que cumplir su castigo. Pero mañana
por la noche, él se asegurará de que lo reciba.
“Perdona mi insolencia también”. Jungkook le tocó la
mejilla con el dorso de la mano. Era tan recatado y manso
en este momento, que quería destrozarlo.
Taehyung le sonrió y lentamente asintió con la cabeza.
El pelinegro dejó escapar un pequeño suspiro. Ajustó el
camisón de nuevo sobre su hombro. Lástima, de verdad.
Quería arrancarle esta fina tela, exponiendo su hermoso
cuerpo ante él. Pero necesitaba descansar, y él se lo
permitiría con mucho gusto.
“Debes permanecer despierto”, instruyó.
Jungkook se deslizó fuera de la cama. Salió sin nada más
que su camisa y pantalones sueltos.
Los ojos de Taehyung se cerraron silenciosamente. Se
acurrucó en su cama, que estaba helada a pesar de que su
cuerpo yacía allí. Pero las mantas olían a él y lo envolvían
en un calor supremo. Y así, casi se quedó dormido, si no
fuera por el viento que le erizaba.
“¿Jungkook…?”
“Leche con miel”.
Los ojos de Taehyung se abrieron instantáneamente.
Recordó el sueño. ¿Fue real entonces? ¿El mayor era
realmente parte de su infancia tal como había dicho? Pero
era tan frío con él en el pasado. Se sentía como si
mantuviera su distancia, lejos, lejos de él, pero Taehyung
trató de volver con él.
“En mi infancia, ¿tú… nos encontrábamos a menudo?”
“Bebe, te lo preparé”
Taehyung salió disparado de la cama, pero se sintió
ligero y mareado. Presionó la leche tibia hacia sus labios.
Tomó la copa con manos graciosas, bebiendo
tranquilamente.
“No lo hice. Nunca tuve la intención de entablar amistad
contigo o establecer una conexión emocional. De hecho, no
quería tener nada que ver contigo. Te he visto solo un
puñado de veces, solo para mirarte y caminar. Así que no,
no creo que nos encontráramos a menudo”.
Taehyung terminó la mitad de la taza de leche.
Instantáneamente calentó su cuerpo con los nutrientes que
tanto necesitaba. “Tuve este sueño… Me preguntaba sobre
los pasillos de tu castillo cuando era niño. Dijiste que me
estaba portando mal otra vez y de mala gana me llevaste a
mi cama después de que te molesté lo suficiente”.
“Tu padre te envió a mí, con la esperanza de que ganaras
mi favor. No lo hiciste. En mi opinión, eras un mocoso
malcriado, demasiado mimado para que yo cuidara de ti. Te
llevé a tu habitación porque de lo contrario no lo habrías
aceptado. Invadiste mis pasillos de la mañana a la noche,
como el irritante pequeño gremlin que eras”.
Taehyung se rascó torpemente un lado de la cara.
Recordó su mirada irritada cuando le exigió un abrazo.
“Existí en tu infancia muy brevemente, y la última vez
que nos vimos, borré todos tus malos recuerdos”.
“Debes haber sido parte de mis malos recuerdos…”
Taehyung bebió el resto de la leche antes de que se
enfriara. Le pasó la taza vacía a él, quien la colocó en la
mesita de noche. Le limpió la boca con el pulgar y sonrió
cuando movió la cabeza.
“Bien. No quiero que pienses favorablemente de mí”.
Las cejas de Taehyung se juntaron. “Una vez me
preguntaste por qué te había olvidado”.
Jungkook se sentó a su lado. “Porque me había ofendido
y dolido que te atrevieras a olvidar a una persona tan
poderosa como yo. Me has olvidado tanto que amenazaste
con suicidarte en lugar de venir a mi castillo cuando eras
mayor de edad. Ahora que he respondido todas tus
preguntas, ¿por qué no me explicas por qué dijiste eso, ese
día?”
Los ojos de Taehyung se agrandaron. El día que cumplió
la mayoría de edad… Cuando cumplió los dieciocho.
Recordó haber estado encerrado en su habitación ese día,
después de que lo atraparan con Yugyeom comiendo
bocadillos a escondidas.
“Estaba encerrado en mi habitación, no había forma de
que dijera tal cosa”.
“Tu tío—Ah. Ya veo.” Jungkook dejó escapar una risa
oscura y fría. Ahora que sabía de su relación, entendía todo
a la perfección. Sus labios se curvaron en una mueca.
Torturar a los Kang sería divertido y valdría la pena. Se
aseguraría de que sufrieran al máximo, hasta que sus
cuerpos estuvieran tan destrozados que ni siquiera sus
propios padres los reconocieran.
“Ahora que hemos resuelto los malentendidos, creo que
es hora de que te vayas a la cama”. Jungkook lo empujó de
espaldas sobre el colchón. Él tenía cosas con las que lidiar
más tarde, pero el menor necesitaba estar dormido
primero.
Casi como si supiera lo que estaba pensando, Taehyung
tiró de su camisa desabrochada. “Quédate.”
“Esta es mi cama.” Jungkook puso los ojos en blanco.
“Debería estar diciéndote eso”.
“Quédate hasta la mañana. No te vayas”.
Jungkook dejó escapar una pequeña risa. “¿Y por qué
debería?”
Taehyung frunció el ceño. Se puso de lado y le mostró la
espalda. “Lo que te plazca. Voy a dormir aquí. Estoy
demasiado cansado para volver a mi habitación”.
El pelinegro levantó una ceja. “¿Es este el
consentimiento del que hablas?”
“¡Jungkook!”
“Taehyung”.
El menor gimió. Enterró su rostro en la almohada que
también olía a él. Trató de no respirar profundamente, por
miedo a parecer raro.
“Solo quiero dormir”, se quejó.
“¿Juntos?”
“No de la forma en que lo pretendes”.
“Ah, veo que estás aprendiendo bien, mi dulce”.
Taehyung frunció el ceño. Sintió que la cama se hundía a
su lado y que tiraban de las mantas. Se le cortó la
respiración cuando el brazo de él se deslizó sobre su
estómago. Tiró de él hacia su pecho, jalando de todo su
cuerpo.
“Si quieres que me quede toda la noche, tienes que
aferrarte a mí por tu vida, Taehyung, y nunca soltarme”.
El rubio tragó saliva. Se dio la vuelta, su corazón
saltando por los cielos, y su estómago revoloteando como
mariposas bailando. Se encontró con sus ojos que lo
miraban profundamente. Vacilante, se agarró de su camisa
y se enterró en su abrazo.
“Eso está mucho mejor.” Jungkook le permitió usar sus
brazos como almohada, aunque no podría sentirlo por la
mañana. De esa forma, quedaría atrapado aquí, tal como su
dulce había querido.
Siempre estaría atrapado con su Taehyung, por el resto
de la eternidad, o mientras un humano como él pudiera
vivir.
18. XVII

VERLO LLORAR
Jungkook fue el primero en despertar. Rara vez dormía
por la noche y, a menudo, trabajaba durante 24 horas o
más. Su cuerpo no necesitaba dormir como los humanos.
Sin embargo, hubo momentos en que se permitió dormir
como una forma de refrescar su mente. En contraste con
las ocho horas de sueño requeridas por un humano, sólo
necesitaba cuatro.
Acarició las mejillas suaves y pomposas de Taehyung. Le
sonrió y le apartó el pelo de la frente.
Había mucho que hacer hoy.
Éste dormía plácidamente a su lado, arropado entre sus
brazos. Incluso ahora, estaba agarrando con fuerza su
camisa, como si se atreviera a ir a cualquier parte.
“Qué lindo osito eres”.
Jungkook se inclinó y lo besó en la frente. Éste se
retorció ligeramente y se deslizó aún más cerca de él, muy
probablemente disfrutando de su presencia helada.
Siempre le resultó intrigante lo cálido que el menor era.
Debe ser agradable tener sangre caliente bombeando a
través de su cuerpo.
“Duerme bien.”
Se desenredó lentamente de él. Colocó una almohada
entre sus brazos, la cual el menor abrazó al instante. Él
sonrió ante su acción y negó con la cabeza. Una vez que se
ocupe de los problemas de hoy, hará que arresten a los
Kang.
Si las confesiones del vizconde Kang eran ciertas,
entonces Jungkook sabía que Taehyung querría una prueba
de paternidad. Dudaba de las palabras del vizconde.
Si Soohyun sabía que Yeji estaba embarazada del hijo del
vizconde, ¿por qué irrumpió en la ceremonia de la boda?
Había venido con un ejército de hombres, armas
encendidas y disparos.
¿Y por qué Soohyun se casaría con Yeji? No tenía sentido.
Yeji no era una damisela débil en apuros que no sabía cómo
defenderse. Jungkook había leído rumores de sus días de
escuela donde golpeaba a personas del doble de su tamaño.
“Qué relación tan problemática tienen esos tres”.
Jungkook negó con la cabeza. Sea lo que sea lo que el
vizconde insinuó ese día, duda que sea cierto.
Miró el rostro dormido de Taehyung. Era demasiado
ingenuo y debió creer las palabras de su tío.
Jungkook recordó que Yeji se vio obligada a casarse con
el vizconde Kang. Algo sobre la promesa de su mano a él,
mucho antes de su nacimiento. Cualquiera que sea la
razón, Jungkook decidió que no era nada por lo que
Taehyung debería preocuparse.
“No es algo de lo que debas preocuparte”.
Acarició la parte superior de su frente, acomodando su
cabello nuevamente. Con una última mirada en su
dirección, se dirigió al baño y se preparó para el día.
“¡Su M-Majestad! ¿Cuál es el significado de esto?” gritó
Quinston. Tenía los brazos atados a la espalda mediante
dispositivos restrictivos. Le ataron los tobillos y lo
obligaron a arrodillarse ante el gran Rey.
Jungkook se sentó en el trono y se reclinó. “Esperaba
algo mejor de ti, Quinston” suspiró decepcionado. Sacudió
la cabeza y le lanzó al hombre una mirada dubitativa.
“Esperaba un mejor desempeño en lugar de asesinos
baratos usando el arma de mi mejor compañía fabricante”.
Jeon hizo un gesto a los mellizos para que presentaran la
evidencia de los broches de los asesinos.
“Si planeas culpar a los Park por un desacuerdo, no
deberías haberme arrastrado a eso”. Jeon apoyó la cabeza
en un dedo y sonrió al rostro pálido de Quinston.
“¡N-nunca inculparía a los Park! Hemos sido viejos
amigos desde nuestros días de escuela secundaria. ¿Por
qué posiblemente apuntaría a mi propio amigo? ¿Y cómo
podría atreverme a llevar a Su Majestad a este tipo de
situación?” Quinston siguió balbuceando.
El hombre había crecido en la riqueza. Arrodillarse en el
suelo como una especie de criminal nunca fue su
especialidad. Estaba mucho más acostumbrado a que la
gente se inclinara al verlo.
Su sangre hirvió al ver al Rey en su alto trono sobre una
plataforma elevada. Quinston había dedicado la mayor
parte de su vida a servir al Rey y ¿esta fue la recompensa
que obtuvo?
“Estoy decepcionado, de verdad. Había planeado
recompensarte por tu lealtad, pero parece que me has
ahorrado el problema”. Jungkook movió las muñecas,
dejando que los gemelos avanzaran con la evidencia. Hizo
presentar las fotografías a todos los aristócratas de la sala.
“N-no es el símbolo de la familia de Quinston…”
“¡Fui incriminado por los Park!” rugió Quinston. “Soy
sabio e inteligente. ¿Cómo pude ser tan tonto para que mis
asesinos usaran el símbolo de mi familia? ¿Cómo pude
obtener un suministro tan grande de armas de los Park
cuando son solo uno de los cinco fabricantes que abastecen
a los militares?”
Jungkook inclinó la cabeza. “Es bastante conveniente que
los asesinos vinieran en un momento en que supuestamente
estaba distraído. Y ahora que lo pensé, tú eras el único que
sabía dónde y qué habría estado haciendo”.
Quinston palideció. Pero los Park habrían…
“Dices que eres un buen amigo de él, pero no dudas en
culparlos para salvarte a ti mismo”. Jeon se rió.
“Seguramente, ¿pensaste en el plan?”
Quinston tragó saliva. “Su Majestad, no entiendo por qué
está haciendo esto. Le he servido durante muchos años y le
he dado mi dedicación. ¿Es esto por lo que se dijo en la
reunión del consejo?”
Ante esto, comenzaron incluso más murmullos
silenciosos. ¿Reunión del concejo? ¿Significaba esto que
Quinston era uno de los miembros? Instantáneamente, la
gente se volvió contra él con la esperanza de tomar su
posición. Si Quinston se muere, entonces un asiento estará
vacío.
“¡Su Majestad tiene razón! ¡Es sospechoso que Quinston
supiera de un horario que nadie más conoce, y en ese
momento exacto, se intentó un asesinato! Las coincidencias
son simplemente demasiadas”.
“Estoy de acuerdo con el Sr. Yves, la línea de tiempo
coincide perfectamente. Los Park son uno de los mayores
fabricantes de armas, ¡así que fue fácil para la influencia
militar de Quinston tener un gran suministro! Si no
estuviera tratando de culpar a los Park, ¿por qué no usó
armas de los otros cinco fabricantes?”
Las campanillas de acuerdo resonaron en toda la
habitación. Una vez que estas personas vieron sangre, eran
como una manada de pollos. Picotearon la herida, una y
otra vez, hasta que el pollo se desangró hasta morir.
El rostro de Quinston palideció significativamente. ¡No
creía que Su Majestad no le hubiera dicho a nadie más que
ayer por la noche era el ritual!
“Me están engañando, Su Majestad. Seguramente, hay
alguien más al tanto del rit—”
“Consideraré el tiempo que me has servido cuando
decida las consecuencias de tu traición”. Jeon se levantó de
este trono. “Sin embargo, tendrás un juicio ante la corte…
Espero que tengas éxito”.
“Su Majestad—”
“Todos están excusados de la sala del trono” hizo un
gesto a los aristócratas para que se fueran. Ya no los
necesitaba. Habían cumplido su propósito al atacar a
Quinston.
Les indicó a los guardias que actuaran. Rápidamente
dieron un paso adelante, agarraron a Quinston y le
restringieron la boca antes de que el tonto pudiera
balbucear más. Jungkook observó con una sonrisa cómo
sacaban al hombre de la habitación.
Un perro desleal como Quinston debe ser sacrificado lo
antes posible. Sería un gran ejemplo para Yeonjin, quien
también sirvió a Dorothy. Matar a este hombre mantendría
a su abuela en su lugar.
Además, no necesitaba que Quinston anduviera
balbuceando sobre el ritual. Eso solo dañaría la reputación
de Taehyung. No podía permitir que eso sucediera,
especialmente cuando era un buen amigo de sus padres.
“Hm, pero hubiera sido interesante verlo llorar por una
vez…” Jungkook inclinó la cabeza ante la idea, sonriendo
divertido. Rara vez había derramado una lágrima frente a
él. Se preguntó qué lo haría vibrar y romperse.
Pero la idea de las lágrimas corriendo por sus ojos
temblorosos y el temblor de sus labios, decidió que era una
molestia demasiado grande para lidiar con eso.

SUS HIJOS MORIRÁN


Taehyung se despertó cuando alguien le pellizcó el dedo.
Gimió y abrió los ojos aturdido. Su visión era borrosa.
Cuando se dio cuenta de que había una persona a su lado,
salió disparado de la cama, solo para ser advertido.
“No te muevas tanto”. Jungkook lo empujó de vuelta a la
cama. Tomó una pequeña muestra de sangre de su dedo. Lo
presionó contra el pequeño frasco. Una vez que estuvo
ligeramente lleno, tapó el vial y lamió suavemente su dedo,
la herida se cerró instantáneamente.
“¿Qué haces?” Taehyung se preguntó qué estaba
haciendo exactamente tan temprano en la mañana. “No vas
a beber eso, ¿verdad?”
“Te halagas demasiado”. Jungkook salió de la habitación,
confundiéndolo. Escuchó un silencioso intercambio de
voces.
“Mantenlo confidencial. Quiero los resultados para esta
noche”.
“Por supuesto, Su Majestad”, murmuró Yoongi. Ni un
segundo después, se fue a recoger la otra muestra de
sangre.
“¿Qué fue eso?” preguntó Taehyung una vez que
Jungkook regresó. Cerró las puertas detrás de él y se
detuvo a los pies de su cama.
“¿Cómo te sientes?”.
“Confundido.”
El pelinegro arqueó una ceja y se rió un poco. “Es solo
una prueba de paternidad. Ya no tienes que preocuparte
por eso”.
“¿Estás haciendo una prueba de paternidad sin mi
permiso?” siseó, sentándose de nuevo. Se aferró a las
mantas, dándose cuenta de que había dormido en su cama.
“¿No es por eso que hiciste la impulsiva solicitud de
divorcio? ¿Por qué crees que eres el hijo del vizconde
Kang?”
“No quería ser una carga para ti”. Taehyung bajó la
cabeza y jugó con los bordes de la gruesa manta. Se sentía
increíblemente menudo en su gran cama que podía
albergar a una gran familia de cuatro.
“Nunca puedo entender los pensamientos que pasan por
tu mente”. Jungkook puso los ojos en blanco y sacudió la
cabeza. Tomó asiento en el borde de la cama y alcanzó su
rostro. El menor gritó cuando él le presionó las bolsas de
los ojos hacia abajo.
“¿Por qué fue eso?”
“Tus párpados están pálidos, tienes poco hierro”.
Jungkook soltó su rostro y frunció el ceño.
Sabía sustancialmente dulce, pero sanó lentamente.
Necesitaba alimentarlo con comidas aún más nutritivas si
él iba a estar seguro a su lado. Era bastante difícil
conseguir que comiera, ya que Taehyung lo trataba como
un acto pecaminoso.
“Además, no podría importarme menos tu linaje. Por lo
que sabemos, solo te engañaron”.
“Pero mi madre—”
“Conocí a Soohyun y Yeji”. Jungkook tiró de la manta a su
regazo. El menor era humano y ellos eran débiles. No podía
permitir que se resfriara y muriera sobre él.
“Si tu madre realmente se acostó con el Vizconde, no fue
voluntariamente. E incluso si sucedió, Soohyun le habría
hecho tomar la píldora del día después que evita el
embarazo de las relaciones sexuales sin protección”
Taehyung asintió lentamente.
“Llegaré al fondo de esta atroz mentira”. Jungkook
apartó el cabello de sus ojos.
No le gustaba el flequillo que enmarcaba su rostro,
haciéndole cosquillas en la barbilla a veces. Era hermoso
en el menor, pero escondían su frente y sus hermosos ojos.
“Mi padre amaba mucho a mi madre”, habló finalmente.
“Mamá solía decirme que incluso antes de casarse, él la
amaba mucho”.
Jeon sonrió sarcásticamente. Él le dio unas palmaditas en
la parte posterior de la cabeza. Taehyung no conocía la
verdadera naturaleza de su padre.
Jungkook sabía qué clase de hombre era el padre de
Taehyung. Kim Soohyun era el hombre más posesivo y
obsesivo con el que Yeji podría haberse casado. Sin duda, el
vizconde Kang no estaría vivo hoy si hubiera hecho algo
desfavorable para Yeji. Soohyun habría hecho que azotaran,
desollaran y colgaran al hombre, aunque eso violara todo
tipo de leyes.
“Solo confía en mí”, reflexionó el pelinegro. “Tu
reputación no sufrirá ningún daño. Nunca se sabrá nada de
este incidente”.
Taehyung apretó con más fuerza las mantas. “Hablas
como si te avergonzaras si se supiera la verdad”.
“¿Cuál es la verdad?”
Taehyung se mordió el labio inferior.
“Hablaremos más de esto, esta noche, una vez que se
conozcan los resultados”. Jungkook lo agarró de las manos
y lo sacó de la cama.
Taehyung se sorprendió por su acción, sus ojos se
abrieron un poco.
“Ahora ven, vamos a alimentarte” movió la parte superior
de su camisón, sonriendo cuando su cuello estuvo cubierto.
Podía oír la aceleración de su corazón cuando sus dedos
rozaron la zona.
“¿Me convertirás en un vampiro?” soltó el rubio.
El dedo de Jeon se puso rígido. Lo miró. Sabía que su
próximo linaje de niños no sería un Pura Sangre. Para que
su línea de sangre sea pura, se necesitarían dos familias de
sangre pura para unirse. Taehyung era humano. Su hijo
sería un mestizo, pero si el menor se convertía en vampiro,
sería una historia diferente.
“Eres un Pura Raza…” susurró Taehyung. “T-tienes la
habilidad—”
“Nunca.” apretó su agarre en su mano. “Seguirás siendo
humano y eso es definitivo”.
La cabeza de Taehyung se sacudió. Deslizó sus manos
lejos de él y miró hacia otro lado con miedo. ¿No significa
eso que envejecerá y se arrugará, mientras que el mayor
permanecerá joven para siempre? La idea lo aterrorizaba.
“Jungkook—”
“Pasarás el resto de tu vida a mi lado. Tu eternidad la
pasarás conmigo, hasta que des tu último aliento. Seguirás
siendo humano para siempre. No te convertiré”.
La boca ajena se secó. “¿Por qué no?”
Jungkook le tocó la cara. Prácticamente podía sentir su
sangre, cálida y suave, recorriendo su cuerpo. Sus mejillas
sonrosadas, la luz en sus ojos, el rubor de la vida en su piel
color miel, solo los humanos tenían esta habilidad.
Estaba fascinado con su humanidad, incluso enamorado
de ésta. Era caliente al tacto, como una chimenea
derritiendo los carámbanos en su corazón.
Jungkook disfrutó de su humanidad. No quería que su
piel se volviera helada al tacto, no quería ver la oscuridad
oculta en su mirada seria, o ser testigo de cómo sus
mejillas perdían el color.
No se atrevía a cambiarlo, incluso si también se lo
suplicaba. No podía convertirlo en algo en lo que no estaba
destinado a convertirse.
“Porque eres más adecuado para ser humano”. Jungkook
le tomó la cara. “Serás más feliz como humano que como
vampiro. Lo sé”.
Taehyung tocó sus muñecas, sus dedos agarrándolas con
fuerza. Una parte de él también lo sabía. No pudo hacer
nada más que cerrar los ojos y mover las manos hacia su
cintura.
Taehyung podía oír los latidos de su propio corazón, alto
y claro, en sus oídos. Él también debe haberlo oído, porque
Jungkook lo abrazó con cariño. Presionó su cara contra el
hueco de su cuello, como si no pudiera tener suficiente de
él.
“Incluso si estoy en mi lecho de muerte, ¿no me
convertirás?” susurró.
“Incluso si exhalas tu último aliento frente a mí”.
“Pero yo envejeceré y tú tendrás la eterna juventud…”
protestó.
“Cuando envejezcas, envejeceré contigo. Seré una pasa
arrugada contigo. Mi apariencia puede cambiar como yo
quiera”.
Jeon sonrió lentamente, pero se volvió siniestro y crudo.
¿Su prometido estaba pensando en su futuro y en envejecer
juntos? Que adorable era.
Él besó la parte interna de su cuello, su pecho
calentándose ante la idea. Parecía que Taehyung había
llegado a aceptar que descansarían juntos el resto de su
eternidad. E incluso si él menor muriera, esperaría a que
renaciera. Taehyung siempre le pertenecería, incluso
después de la reencarnación.
“Pero, ¿y si quiero convertirme en…”
“No importa.”
“Pero que si—”
“Ser convertido en vampiro por un Pura Raza, es un
proceso doloroso y peligroso. Posiblemente podrías perder
la vida o convertirte en un murciélago. Y no querríamos
eso, ¿verdad?” bromeó con la última parte.
Taehyung frunció el ceño. Respondió aferrándose a él
como si fuera su vida, aferrándose a su abrazo.
Prácticamente podía sentir su sonrisa arrogante. Había
llegado a aceptarlo a él y a todos sus pensamientos
traviesos. Pero una pequeña voz lo fastidió, en el fondo de
su mente.
‘Un día, morirás. Y Jungkook pasará el resto de su vida
solo. Tus hijos morirán, y él aún vivirá. ¿Qué ocurrirá
entonces?’

¿TE GUSTO?
Jeon vio comer a Taehyung. Este último era lento con sus
mordiscos, pero los masticaba y los tragaba. Sus ojos se
posaron en su garganta, donde cada acción pasaba a través
de su mirada. Señaló que le gustaban mucho las sopas y no
le gustaban las ensaladas.
Sonrió cuando el deleite llenó los ojos del menor,
sorprendido por el sabor de la pasta uni.
Por una vez, comió todo lo que él le ofreció. Taehyung
había vaciado un tazón de sopa y un plato de comida que
fue suficiente para que sus nervios se calmaran un poco. A
continuación, se aseguró de que bebiera un tónico
infundido con alimentos ricos en hierro.
“Estás sorprendentemente amable hoy”, el pelinegro
dijo.
Jungkook lo observó mientras se secaba la boca con una
servilleta. Su atención recayó en sus delgadas y finas
muñecas. Parecían que el más mínimo empujón los
destrozaría ¿Cómo podía una cosita tan delicada empuñar
un arma tan bien?
Recordó el asesinato de anoche. No podía imaginar que
había olvidado un recuerdo tan importante.
Todo su cuerpo era un arma, ¿no? Soohyun y Yeji se
habían asegurado de que estuviera bien entrenado en todo
tipo de artes marciales, pero él pensó que hacía tiempo que
había olvidado todo lo que le habían enseñado. Parecía que
no.
“Dijiste que conocías a mis padres”, preguntó Taehyung
de repente. Su voz era ligera y aireada, llena de ganas de
hablar.
Jungkook levantó una ceja. Fingirá que el menor no solo
ignoró su declaración. “Sí, ¿qué pasa con eso?”
“¿Hablaron… alguna vez sobre arrepentirse de haberme
dado a luz?” De repente, su tono cambió a vacilación, como
un niño manso que pide más de una galleta.
Jungkook inclinó la cabeza. “Por supuesto que no. Te
querían mucho. El día de tu nacimiento, tus padres
organizaron la celebración más grande que Kastrem jamás
había presenciado algo así”.
Taehyung agarró con fuerza la servilleta. Los recuerdos
de la expresión enfurecida de su padre destellaron en su
mente. Él había tratado de estrangularlo hasta la muerte,
¿por qué?
“Yo-Yo fui la causa del suicidio de mis padres”.
“¿Lo fuiste, cariño?”
Jungkook tomó un sorbo del vino, con ambas cejas
levantadas. Ciertamente él no sabía eso. Era consciente de
que se quitaron la vida juntos, pero no entendía por qué.
Era una situación tonta. ¿No sintieron algún tipo de culpa
por dejar atrás a su único hijo?
“Mi padre trató de matarme—”
“Déjame adivinar. ¿Soohyun se arrepintió de haber
mentido sobre tu cumpleaños y de haberme mentido a mí
también? Debe haber estado borracho cuando hizo eso. El
estrés había sido demasiado para él. Debes saber que tu
padre era un hombre muy justo. La culpa de mentirle a su
propio hijo, al mundo entero y a mí debe haber sido
demasiado”.
Jungkook inclinó la cabeza. “Él no pensaba
correctamente cuando estaba borracho, así que supongo
que trató de estrangularte o deshacerse de ti, mientras se
olvidaba de que eras de su carne y sangre. Los humanos
son tan interesantes…”
Taehyung apartó la mirada.
“Tu madre probablemente trató de detenerlo. También se
estaba muriendo de culpa por no poder hacer nada para
salvar a su querido hijo de las garras de su esposo. Si me
preguntas, no pensaron las cosas correctamente”.
“No juzgues a mis padres”, admitió finalmente. Los
amaba con todo su corazón, incluso después de lo que
había hecho su padre.
Lo habían criado con amor y bondad incondicionales. Le
permitieron hacer lo que quisiera, a pesar de que era un
príncipe. Lo habían apreciado lo mejor que podían. Él sabía
eso, al menos.
“No estoy juzgando. Solo estoy expresando mis
observaciones”. Jeon acomodó la copa de vino. Él vio su
expresión angustiada y suspiró. “No te regodees en el
pasado, o de lo contrario nunca avanzarás”.
“Si no hubiera nacido doncel y en la fecha equivocada,
entonces yo…”
“Taehyung”.
El nombrado levantó la cabeza y lo miró. Tenía una
mirada dura en su rostro, llena de seriedad y verdad. No lo
dejaría salir de aquí, hasta que finalmente entendiera sus
palabras.
“Tus padres te amaban. Un momento de debilidad no
debería manchar la década de amor que han dedicado a ti.
Si no te amaran, ellos no le hubieran permitido a un
supervisor nombrarte Taehyung. No lo harían. Han
permitido que el vidente busque el nombre más hermoso y
puro para tí”.
Encontró divertido que sus padres tuvieran historias de
amor tan trágicas. Eran los que a Dorothy le encantaba
lamentarse.
“Te apreciaron lo mejor que pudieron. Ningún padre es
demasiado perfecto. Desearon lo mejor para ti con el
corazón en el lugar correcto, pero su mente podría no
estarlo”.
Jungkook se levantó en toda su estatura, elevándose
sobre él. Lo agarró de la mano y lo condujo fuera del
comedor. El menor necesitaba un poco de aire fresco. Todo
este tiempo encerrado en el castillo debe haber afectado su
cerebro.
“Tienes razón,” admitió finalmente con un suave suspiro.
Taehyung empezó a recordar los recuerdos amorosos que
pasó con sus padres. Incluso ahora, podía recordar trepar a
su habitación a medianoche y esconderse en su cama.
Siempre lo recibían con los brazos abiertos y lo abrazaban
con fuerza. Recordó la sonrisa afectuosa de su padre y la
risa de adoración de su madre.
El pelinegro se burló. “¿Cuándo no tengo la razón?”
El menor puso los ojos en blanco. “Si te lo digo, tu ego
estaría herido”.
Él rió. “Nada me duele, cariño. Al menos, nada me duele
más que tú”.
Taehyung no entendió lo que quería decir con eso. ¿Lo
había lastimado muchas veces? Levantó la mirada y meditó
sus palabras. “¿Qué quieres decir?”
“No tienes que preocuparte por eso”.
Taehyung parpadeó. “Solo las personas más cercanas a
nuestro corazón tienen la capacidad de lastimarnos más
profundamente. ¿Estoy… cerca de tu corazón?”
Jungkook se detuvo de repente. Miró sus dedos
entrelazados y luego volvió a mirarlo a la cara. ¿El menor
estaba cerca de su corazón?
¿Él incluso tenía uno en primer lugar? La luz del sol
bailaba sobre su silueta, sus rasgos inocuos e ingenuos.
Cuando su dulce le sonrió vacilante, su rostro se suavizó de
mala gana.
“Lo estas”, dijo en la voz más baja, como un susurro
prohibido ante un santuario.
Jungkook sintió un extraño movimiento en su pecho
cuando su expresión se iluminó. Sus labios se abrieron con
sorpresa, como si quisiera decir algo, pero se conformó con
una sonrisa.
“¿En verdad?” Dio un paso adelante, ansioso por saber
más.
Era parte de la naturaleza humana escuchar a la gente
quererlos y felicitarlos. Podía ver el brillo de alegría en sus
ojos, profundos como el bosque, arraigados como los
árboles. Tenía una mirada muy seria, como si no hubiera un
secreto que pudiera ocultarte.
Jungkook le acarició la nuca sin decir palabra,
acercándolo aún más a él. El menor tenía el tipo de rostro
en el que él podía confiar. Inclinándose, capturó
ligeramente sus labios en un beso repentino. Sus ojos se
abrieron, pero se mantuvo cerca. Se apartó un segundo
después, con una leve sonrisa propia.
“No”, reflexionó el pelinegro.
Taehyung se rió en respuesta, acercándose aún más a él.
“Estás mintiendo.”
Taehyung levantó sus manos entrelazadas, mostrando
cuán fácilmente se juntaron. Se aferró a un lado de la parte
inferior de la cintura del mayor y observó cómo sus ojos
bajaban hacia su rostro.
Se preguntó si Jungkook sabía lo cariñoso que parecía.
Había una mirada tierna y lejana en su mirada, como si él
fuera el centro de su mundo. Jungkook lo miró como si
fuera la única persona en este mundo.
“No te adelantes, cariño. Simplemente me interesas, eso
es todo”.
“Entonces, ¿por qué estás tan obsesionado conmigo?”
Los labios ajenos se separaron. Se instaló con su sonrisa
habitual. “¿Por qué no?”
“¿Eso no significaría que estás enamorado—”
“El amor no existe en mi diccionario”. El agarre de
Jungkook se hizo más fuerte en su mano.
Empezó a arrastrarlo por los pasillos de nuevo,
decidiendo que sería mejor distraerlo en los jardines.
Sintió un pequeño tirón en la manga y un extraño tirón
en el pecho.
“¿Qué es?”.
“¿Qué pasa si te digo que me gustas?” El menor
murmuró.
“Sería extraño si no te gustara”.
Jungkook se rió cuando el otro frunció el ceño.
“¿Te gusto a cambio?” Taehyung le preguntó.
“Gustar y el amor son unas palabras demasiado fuertes”.
Taehyung dejó escapar un pequeño suspiro. Aquí estaba
él, pensando que habían hecho algún esfuerzo en avanzar.
Pero cuando levantó la vista para mirar al mayor, su
corazón dio un vuelco.
Taehyung se había enamorado perdidamente de él y éste
parecía indiferente. Pero notó un cambio. En lugar de
mirarlo como si fuera comida, el pelinegro estaba
empezando a mostrar más emoción en su rostro.
“Entonces, ¿por qué me tratas tan amablemente? Si no
me amas o no te gusto, entonces—”
“Haces demasiadas preguntas, cariño. Si continuamos
deteniéndonos cada pocas palabras, nunca llegaremos a los
jardines”.
Taehyung sintió que solo estaba tratando de cambiar de
tema. Quería presionar para obtener aún más respuestas,
pero sus labios se abrieron con sorpresa. Jeon apartó la
mirada de él, pero había un ligero rubor en sus mejillas.
Entrecerró los ojos, preguntándose si lo había visto
correctamente.
¿Estaba… avergonzado? ¿Por qué? ¿Por sus preguntas?
Taehyung ocultó una sonrisa. Entonces, el mayor sentía
algo por él. Decidiendo dejar que Jungkook lo descubriera
por su cuenta, tiró de sus manos. “Vamos al jardín”.

DAME TU CORAZÓN
Mientras caminaban por los jardines, Taehyung no pudo
evitar mirar cada flor que había. Ya fueran los arcos de
glicinas que colgaban sobre ellos en la entrada, o los
rosales y todas sus espinas, se detenía y echaba un vistazo.
Sentía curiosidad por cada especie y su olor distintivo.
No se dio cuenta de que Jungkook lo había estado
observando todo el tiempo, con una mirada intensa y
ocasionalmente de pie hacia un lado.
Jungkook se preguntó si el menor sabía lo hermoso que
se veía. El sol bailaba sobre sus facciones, un brillo etéreo
en su bonita figura. Cuando le sonrió a las rosas, a pesar de
sus espinas, él sintió un movimiento extraño en su pecho.
Se colocó mechones de cabello rubio detrás de las orejas y
se inclinó para examinar otra flor.
“¿Por qué ves nuestro acuerdo como un matrimonio?”
preguntó el pelinegro finalmente. “Nunca hemos ido a la
oficina de matrimonios para que lo verifiquen
adecuadamente”.
Taehyung se enderezó. “Pensé que iba a ser tu Rey… así
que, naturalmente, ¿nuestro acuerdo no era un
matrimonio?”
“Sí, pero nunca lo hemos verificado”.
Taehyung parpadeó. “¿Lo pensé demasiado entonces?
¿No se suponía que debía pensar en ello como una
propuesta de matrimonio? Si es así, entonces lo veré como
un contrato de beneficio mutuo”.
Las palabras salieron de su boca sin esfuerzo, pero el
dolor se extendió por su pecho. No quería que fuera un
contrato. Taehyung… quería más que eso, pero las palabras
no podían salir de su boca. No cuando el otro lo miraba
como si fuera un error, con su expresión de dolor.
Su boca se secó. “N-no importa. Vamos a verlo—”
“¿Quieres casarte conmigo, Taehyung? Antes de que
ocurra la coronación, esperarán una ceremonia de boda
oficial”.
Los labios del rubio se separaron. “Yo…” Miró hacia
abajo y tocó las flores, los pétalos repentinamente lo
distrajeron mucho.
Oyó sus pasos acercándose. Él le tocó la mejilla,
ahuecándola con delicadeza, y le rodeó el hombro con el
brazo. Lo atrajo hacia él, hasta que lo apretó contra su
pecho.
Taehyung no podía entenderlo. ¿Jungkook sentía lo
mismo por él? Su caricia era tierna y su abrazo apasionado.
Lo tocó como lo haría un hombre enamorado, y tuvo la
misma paciencia que uno. Sus labios rozaron suavemente la
parte superior de su cabeza, su corazón saltó
instantáneamente, su estómago se agitó. Se acercó a él,
queriendo más de su adoración.
“¿Me amas, Taehyung?”
Sus ojos se agrandaron. Trató de caminar hacia delante y
él lo dejó hacerlo.
“Dime que sí, cariño”.
El corazón de Taehyung comenzó a acelerarse. Levantó
la mirada hacia él, su respiración abandonó
instantáneamente sus pulmones. Era tan guapo que le
dolía. El sol perseguía su rostro, creando sombras
contrastantes en su rostro. Cruel y tortuoso, tenía rasgos
afilados como el Dios de la Guerra. Había algo hermoso en
su rostro poco convencional.
“Tienes mi cariño como ningún otro, mi dulce”.
Jungkook tomó una de sus manos y tiró de él suavemente
hacia sí. “Nunca he tratado a los demás con este tipo de
ternura”.
“Dime que me amas, cariño. Hazlo ahora”, murmuró. Su
voz salió como un suave susurro como plumas acariciando
su piel.
Taehyung buscó su mirada. ¿Él también lo amaba? Se
encontró con ojos como el sol de verano, abrasador y
caliente, su calor insoportable. No entendió lo que
significaba su mirada, ni la curva de sus labios cuando besó
suavemente la punta de su nariz y la comisura de su boca.
El corazón de Taehyung latía en sus oídos. No podía oír
por encima del torrente de su sangre. Su pecho estaba
apretado. Cerró los ojos cuando él depositó un beso en su
mejilla izquierda, sonriendo en su piel.
En el fondo, el menor estaba seguro de que Jeon sabía la
verdad a su pregunta. Ni siquiera tenía que decirlo, y él lo
sabría. Jeon siempre lo había sabido, ¿no es así, desde su
primera noche? Esa noche, Taehyung estaba borracho, y
Jungkook también.
El pelinegro había tratado de resistirse a su seducción,
pero lo tentó y quería algo más que sus amables sonrisas.
Taehyung recordó que no fueron más allá de simples
toques. De hecho, esa noche en el castillo, con sus dedos
presionando su miembro fue muy similar a lo que sucedió,
excepto que sus dedos habían sido reemplazados por su
lengua.
“Si te lo digo”, murmuró el rubio. “¿Me dirás lo mismo?”
“No lo dire en serio”.
La sonrisa de Taehyung se esfumó. “¿Es porque eres
incapaz de sentir amor y compasión?”
“Eres inteligente”.
“Eso no suena como si lo dijeras en serio”, replicó.
Jungkook se rió. “Sí, cariño. Simplemente disfruto
burlándome de tu debilidad ocasional”.
Taehyung lo miró. Tenía su habitual sonrisa torcida.
Arrogante y astuto. Era un hombre a temer, su presencia
era suficiente para estrangular a un hombre adulto. Pero
aún así lo amaba.
“¿Alguna vez me dirás que me amas?”.
Jungkook hizo una pausa. “No lo sé, mi dulce”.
“Dijiste que yo era la Flor Noble—”
“¿Crees que lo eres?” él regresó.
Taehyung parpadeó. Recordó la expresión de disgusto de
Jungkook cuando mencionaron a Jimin. Recordó la
irritación bailando en su rostro cada vez que los gemelos
hablaban. Y luego su expresión afectuosa cruzó por su
mente. El pelinegro siempre parecía complacido con él,
entretenido, pero aún molesto. Pero a veces, también se
divertía con los gemelos…
No supo si Jungkook sentía algo por él, no hasta que
sintió el movimiento de su brazo. Su palma se movió para
presionar en la parte baja de su espalda, su otra mano
apartó el cabello de su rostro. Lo tocó como una pareja.
“No creo que lo sea”.
Jungkook enarcó una ceja.
“Sé que lo soy.”
Taehyung se inclinó y agarró la parte superior de su
brazo. Presionó sus labios contra los de él. El mayor se
congeló por un milisegundo, antes de capturar su boca. Él
lo besó suave y lentamente, sus labios volviéndose a
conocer. Lo dejó tomar la iniciativa, inclinando la cabeza,
obligándolo a hacer lo mismo. Se besaron, como si fuera el
último, saboreándose un poco más.
Cuando el rubio se echó hacia atrás y apoyó la frente en
su hombro, ambos brazos de él lo rodearon.
Taehyung lo sabía. Sabía que Jeon lo amaba, aunque éste
no lo dijera. Y sabía que su corazón latía por este hombre y
solo por este hombre. Cerró los ojos. Jeon aprendería lo
que era el amor si se lo enseñaba. Aprendería a tener
compasión si se la mostrara.
Tal vez por eso el pelinegro siempre había sido tan
paciente con él, porque estaba aprendiendo de él.
“Ya sabes lo que siento por ti”, murmuró en su ropa.
“¿Por qué quieres oírlo?”
“Solo porque sí”.
Taehyung pudo escuchar su sonrisa. Le echó un vistazo,
su corazón saltando. Él había estado mirándolo
intensamente todo el tiempo. Un jardín de flores
fascinantes, y el pelinegro solo lo miró a él.
El rubio se apartó para tocarle la cara. Estaba cansado y
él lo abrazó con firmeza para que no se sintiera incómodo.
Su pulgar acarició debajo de sus ojos, sintiendo la suave y
fría piel bajo sus dedos.
“¿Me dirás algún día lo que sientes por mí?” El menor le
preguntó.
“Si así lo deseas.”
Taehyung vio la leve mirada preocupada en su rostro.
¿Fue porque no quería? ¿O era porque no sabía cómo
decirlo? A pesar de los problemas, Taehyung le sonrió. Si
Jungkook no podía decirlo, él sería el primero en hacerlo,
hasta que finalmente el mayor aprendiera.
“Me gustas, Jungkook”.
“¿No me amas?” bromeó.
“Tú ya sabes la respuesta.”
Jungkook rió suavemente. “Pero quiero la respuesta
completa, no una confesión a medias”.
“Quieres demasiado, cuando das muy poco”.
“Soy codicioso, cariño. Quiero cada parte de ti”.
“Solo te lo diré una vez que me entregues cada parte de
ti”, confesó.
Su sonrisa se volvió malvada. “Puedes tener todo mi
cuerpo, Taehyung. Ya lo tienes”.
El menor sintió que se refería a otra cosa… Apretó los
labios. No quería sólo su cuerpo, quería algo más, pero
pensar en eso era egoísta, más nunca fue una persona
desinteresada.
“Tu corazón”, murmuró.
“¿Qué hay de eso, cariño?”
“Solo te lo diré si me das tu corazón”.
Jungkook se rió a carcajadas, sus ojos se arrugaron en
las esquinas con diversión. “Ya hemos establecido que soy
bastante cruel. Aun así, te trato como si mi corazón
estuviera latiendo por ti”.
Taehyung parpadeó. Sostuvo su mirada, penetrante y
prominente. Le atravesó el pecho, como si él pudiera leer
cada pensamiento en su mente. Nunca había visto unos
ojos tan hermosos, rojos como rubíes, destilando afecto y
diversión.
“Entonces te amo, Jungkook”.
Taehyung apoyó la cara en su cuello. Su agarre se hizo
más fuerte, mientras éste lo abrazaba aún más. Sintió que
su corazón se aceleraba, por miedo a su rechazo. Lo que el
mayor no pudo expresar con palabras, lo hizo con sus
tiernas caricias y afectuoso abrazo.
“Tal vez siento lo mismo”, susurró en su oído.
“¿Cómo es eso?”
“A veces, siento que te extrañaré, incluso si nunca nos
hemos visto antes”.
Taehyung sabía que nunca podría volver a este momento.
Así que lo atesoraría en su corazón y lo recordaría
profundamente. El pelinegro no necesitaba decirle
directamente que lo amaba. Taehyung sabía que lo hacía,
mucho antes de que Jungkook se diera cuenta.

SATISFACEME
Después de su intercambio en los jardines, el día pasó
como un borrón. Taehyung había vuelto a entrar a la
habitación de Jungkook, pero esta vez, él no estaba allí. Le
pareció extraño que hubiera guardias frente a su puerta,
pero no en la de él. ¿No tenía más cosas que ocultar? ¿No
debería necesitar más protección?
Jungkook tenía deberes de la nación para asistir.
Taehyung se moría de aburrimiento, por lo tanto, caminó
hacia su dormitorio donde había visto una pared entera
llena de estanterías hace un día.
Efectivamente, sus ojos no lo engañaron. Entró en la
habitación, asombrado por las estanterías que ocupaban
una pared entera, desde el techo hasta el suelo. Sus labios
se abrieron con asombro mientras exploraba cada parte.
“Veamos…” leyó algunos de los títulos, frunciendo el
ceño con decepción.
Economía, contabilidad, finanzas, filosofía, eran libros
que esperaba que leyera alguien de su calibre. Había
esperado que las novelas de ficción lo entretuvieran. Los
libros de no ficción que tenía en sus estantes eran los que
ya había leído u oído antes.
Taehyung se enderezó y suspiró en silencio. El vizconde
Kang nunca le había permitido leer cosas informativas,
pero siempre encontraba la manera. Yugyeom siempre le
ocultaba sus novelas que quería leer. Éste lo escondería
con sus otros libros y una vez que Taehyung terminara de
leer los libros informáticos y de educación, Yugyeom le
devolvería todas sus novelas.
“Yugyeom ha estado desaparecido…” Taehyung se
preguntó si debería pedirle ayuda a Jungkook. “Dudo que
me ayude con esto”.
Se agachó y comenzó a hojear más libros de Jungkook.
Sus ojos se iluminaron cuando encontró una colección
extremadamente pequeña de historias ficticias, pero sus
hombros se hundieron por la decepción. Eran de terror y
suspenso.
“¿A dónde podría haber ido Yugyeom?” abrió una de las
novelas de misterio. Leyó el resumen, pero su mente estaba
en otra parte. “La última vez que lo vi fue hace semanas en
el baile…”
Trató de recordar si él le había hablado de los planes de
ir a alguna parte. No lo hizo. Conteniendo un suspiro, llevó
el libro con él a uno de los sofás de la habitación.
“Se esperaba que Yugyeom dejara la propiedad de los
Kang cuando yo no esté allí, pero ¿tan pronto?” Taehyung
se sentó, tocó las páginas del libro y miró hacia la ventana.
El sol se había puesto en el cielo y se acercaba la noche.
Miró a lo lejos, preguntándose si algo le había pasado a
su querido amigo. Éste era fuerte y bien entrenado. No
habría caído sin pelear. Pero, de nuevo, ¿quién lo habría
atacado?
“Debería pedirle ayuda a Jungkook. No importa qué,
tengo que convencerlo”.
“¿Convencerme de qué, cariño?”
Taehyung gritó sorprendido, el libro se le cayó de las
manos. Golpeó ruidosamente en el suelo. Se dio la vuelta a
toda prisa, pero no vio a nadie allí.
“Aquí”.
Taehyung chilló. Volvió a su posición original y encontró
a Jungkook parado directamente frente a él. El pelinegro
levantó el libro frente a él. Miró su mano, grande y callosa.
Su corazón se aceleró en su pecho
“M-me asustaste.”
“Evidentemente.”
Taehyung tomó el libro de sus manos, éstas estaban
temblando en respuesta. No le gustaba que lo asustaran.
“Debes haber estado haciendo algo malo para tener esa
reacción”, bromeó.
El estómago del menor se anudó con sus palabras, su
corazón se aceleró. Levantó la cabeza para ver que él lo
estaba mirando. Una sonrisa oscura y tortuosa torció sus
rasgos perfectos. A veces, escuchaba a las criadas susurrar
sobre su buena apariencia. Cada vez que caminaba, las
sirvientas se inclinaban, pero arriesgaban sus vidas para
echarle un vistazo.
“¿Qué estabas leyendo? ¿Un libro erótico?”
“¿Estás admitiendo tenerlos?”
Jungkook se rió a carcajadas. Tomó el libro de sus manos
y leyó el título. “¿Parezco el tipo de hombre que necesitaría
algo erótico para entretenerme? No soy el virgen inocente
sin experiencia aquí”.
Taehyung frunció el ceño ante sus palabras. Tiró del libro
hacia atrás, pero él lo agarró con más fuerza. Él no lo soltó.
“¿Quién dijo que yo era virgen?”
“Tu reacción a mi toque”.
Taehyung apretó los labios. Dejó caer la mano del libro,
decidiendo que si él lo quería, debería tenerlo.
“¿Tú también?”
“¿Eres virgen, mi dulce?”
Jungkook tiró el libro a un lado. Presionó su mano en el
sofá, directamente al lado de su cabeza. Se inclinó hacia
abajo, hasta que estuvieron a solo un beso de distancia.
“¿Por qué importa?” murmuró el menor, sus ojos
parpadeando a sus labios.
Taehyung era consciente de la mirada tortuosa en su
rostro. También era consciente de que él había visto su
pequeña acción, ya que su sonrisa se ensanchó. Tragó
saliva y desvió la mirada, pero el mayor solo agarró su
barbilla y lo obligó a mirar de nuevo.
Taehyung encontró difícil encontrar su mirada. Ardía con
una intensidad que le lamía la piel. Su cuerpo se calentó un
poco, mientras se retorcía bajo su mirada penetrante.
“Era una pregunta simple, cariño. No hay necesidad de
ponerse tan nervioso”.
“N—”
“¿Quién lo tomó? ¿Yugyeom?”
Taehyung saltó. Instantáneamente negó con la cabeza.
“No, Yugyeom es como un hermano para mí”.
“Hmm…” Jungkook le soltó el mentón. Su mano acarició
suavemente su mejilla, sus dedos rozaron más y más abajo,
hacia su cuello. Tae se estremeció ante su contacto helado
y frío, su piel se estremeció por él.
“Entonces, ¿quién lo tomó?”
El menor sacudió su cabeza.
Sin previo aviso, el pelinegro lo agarró por la cintura y lo
puso de pie. Abrió y cerró la boca mientras él lo cargaba
sin esfuerzo. Observó con los ojos muy abiertos mientras
sus ojos parpadeaban con diversión. Pero debajo de su
mirada bondadosa, vio las puntas de los cuernos del diablo.
Lo dejó caer sobre la cama. Instantáneamente, su cuerpo
se colocó sobre él. Trató de sentarse, pero él golpeó su
mano a cada lado de su cabeza. Estaba sin aliento, su
pecho subía y bajaba por su respiración acelerada.
Jungkook inclinó la cabeza, sus labios rozando sus oídos.
“Dime, mi dulce”.
Tocó el cuello de su camisa, su cuerpo temblando de
anticipación. Al ver su reacción plácida, continuó
explorando. Tocó la línea de su torso, ahuecando
suavemente su pezón, dándole un ligero apretón.
“No soy un hombre paciente, cariño”, le susurró al oído,
mordiendo el lóbulo cuando el otro se encogió en la cama.
“¿Importa?”
Los labios de Jungkook se abrieron en una sonrisa lenta.
Continuó acariciando su hermoso cuerpo, esta vez, su mano
deslizándose por su muslo. Agarró con firmeza la piel
cremosa por encima de la tela, suave y cálida. Pasó su
mano hacia arriba, hasta llegar a la cinturilla del pantalón
holgado, metiendo los dedos por debajo de su pantalón, su
respiración entrecortada.
“Jungkook…”
“No, no importa, pero mi curiosidad necesita ser
satisfecha, cariño”.
“Pero—”
“Así que, satisfáceme”.
Taehyung se mordió el labio inferior cuando el pulgar de
él acarició la sensible parte interna de su muslo. Quería
cerrarle las piernas con fuerza, pero sabía que eso solo
pondría la mano de él en su miembro. Le encantaría eso,
¿no?
“No me hagas esperar tanto tiempo, querido”.
Jungkook se inclinó y besó la comisura de su boca. Su
dedo siguió vagando hasta que tocó una tela suave.
Instantáneamente, enganchó sus dedos alrededor de la
banda, jugueteando con su tierna piel.
Sus piernas temblaban, especialmente cuando él
comenzó a tirar de sus bragas más y más abajo, junto con
el pantalón.
“¿Por qué me estás haciendo esto?” El rubio preguntó.
Todo lo que tocaba estaba tibio. Taehyung sintió que el
calor se acumulaba cerca de la parte inferior de su
estómago, la piel callosa de él era un contraste cautivador
sobre su piel suave.
“¿Por qué no?”
Taehyung apretó los labios. El mayor se inclinó y lo besó
en la mejilla, la nariz y en todas partes menos en los labios.
Lo quería en la boca, él siempre era un excelente besador.
Finalmente, cuando se deshizo de su ropa interior y su
pantalón, supo que era hora de confesar.
“Nadie”, exhaló. “Nadie.”
Sus labios se torcieron en una sonrisa oscura y cómplice.
Instantáneamente, capturó sus labios, su cuerpo
presionando el de él contra la cama. Sus brazos se
deslizaron por sus hombros, agarrándolo con fuerza.
Empezó lento y gentil, aprendiendo la curva de su boca.
Y pronto, se volvió más apremiante, más apasionado, hasta
que sus labios se adhirieron a nadie más que a él.

ROGANDO MISERICORDIA
Jungkook se apartó de su beso febril, solo para salpicar
sus labios por la línea de su mandíbula. Trazó un camino
hasta su cuello, sus dedos se enredaron en su cabello.
Encontró el mismo lugar que hizo temblar su cuerpo y le
cortó la respiración. Besó suavemente su cuello, chupando
y mordisqueando, hasta que se formó una marca
prominente.
“¿Puedo, cariño?”
Taehyung no sabía a qué se refería, pero asintió de todos
modos. Su otra mano se entrelazó con la de él, empujando
su muñeca hacia abajo. Sin previo aviso, mordió el mismo
lugar de su cuello, causando que sus rodillas se sacudieran.
Esta vez, duró unos segundos y terminó. Besó
tiernamente el lugar, la herida desapareció
instantáneamente.
“Todavía estoy despierto por una vez…”
Sintió sus labios retorcerse en una sonrisa en su piel.
Llevó sus manos entrelazadas hacia su boca y le besó los
nudillos.
“No podemos permitir que te desmayes conmigo tan
temprano, ¿verdad?” murmuró contra su piel.
Jungkook soltó lentamente su mano para levantar un
poco la tela de la camisa ajena. Vio que los ojos del rubio se
abrían un poco, por el pánico. Al instante, capturó sus
labios en otro beso profundo y apasionado. Él mordió su
labio inferior y metió su lengua, resbaladiza y cálida. Su
lengua exploró la grieta de su boca, saboreando los restos
de su té de manzanilla. Profundizó el beso, sólo sus dedos
encontraron su miembro endurecido y humedecido.
Lenta y juguetonamente, jugó con su pene, sintiendo la
humedad del líquido preseminal en sus dedos. Sin esfuerzo
presionó con un poco de fuerza su pene, sus caderas se
elevaron en respuesta.
“¿Aquí mismo?” bromeó, aunque ya sabía la respuesta a
eso.
Taehyung abrió la boca para responder, pero con dos
dedos empezó a dibujar círculos sobre su agujero. Continuó
jugando con él hasta que se le cortó la respiración y sus
ojos se abrieron un poco. Con la otra mano, tiró de su
camisa más abajo, hasta que su torso quedó expuesto.
“N-no deberíamos estar haciendo esto”, tartamudeó
finalmente, justo cuando sus labios atraparon un pezón en
su cálida y húmeda boca. Su lengua lo acarició, girando
antes de succionar suavemente la perla. Su mano se
aceleró en respuesta sobre su pene, hasta que gimió y trató
de juntar las piernas. Pero lo encontró entre sus muslos, sin
ningún lugar adonde ir, excepto sucumbir a su placer.
“¿Por qué no? Eres mi esposo, ¿verdad?”
Jungkook movió su boca hacia el otro pezón, el orbe se
puso rígido para él. Él tomó su perla entre sus dientes,
tirando ligeramente de él mientras sus piernas se
doblaban. El menor sintió un pulso en su miembro y supo
que estaba casi cerca. Sus caderas se levantaron
ligeramente de la cama, sus muslos se apretaron alrededor
de sus rodillas.
“Oh, ¿te gusta eso?” bromeó, continuando el vaivén de
arriba abajo sobre su miembro sensible con sus dedos,
rápido y constante. Taehyung gimió en respuesta, sus ojos
se cerraron, sus cejas se juntaron en concentración.
Los labios de Jungkook se torcieron en una sonrisa
maliciosa, viendo como él se retorcía de placer, su
respiración acelerada.
“Ya sabes que sí”, gimió suavemente.
Taehyung se estaba ahogando en su éxtasis. Nunca sintió
algo tan bueno, excepto con él, siempre con él. Se sintió
escalar un pico, hasta que sus ojos se pusieron en blanco,
sus caderas se elevaron para encontrarse con su mano. Vio
estrellas, los dedos de sus pies curvándose, antes de que se
recostara temblorosamente en la cama. Tiras de semen
cayeron en su estómago.
Taehyung se tapó la boca con incredulidad, mirándolo
como si le hubiera hecho daño. Llevaba su característica
sonrisa, sabiendo que Jeon era el único que podía provocar
una reacción en él.
“Dulce como siempre”, bromeó, llevándose los dedos a la
boca, resbaladizos con su néctar. Sus ojos se abrieron
cuando él lo lamió, mirándolo profundamente a los ojos.
Incapaz de mirarlo, envolvió sus brazos alrededor de su
cuello y tiró de él más cerca, pero éste se rió
sombríamente.
“¿Te gustaría un beso, mi dulce?”
Asintió en respuesta.
“Entonces dime.” Los labios de Jungkook recorrieron su
torso, mordisqueando ligeramente su piel. Lo besó más y
más bajo, sintiendo el nudo de su estómago.
“Jungkook…”
Él sonrió sobre su piel. Sus manos le quitaron la camisa
por completo, arrojándolo al suelo. Perdido en su tentación,
sus dedos agarraron su cabello, como si supiera a dónde
iba a ir.
“¿Sí, querido?”
Jungkook agarró la parte superior de su muslo, besando
la tierna piel en su interior. Instantáneamente, intentó
cerrar las piernas, pero él lo mantuvo abierto. Taehyung
abrió la boca cuando su lengua recorrió tortuosamente
desde su glande sensible hasta su agujero que latía y pedía
por algo grande. Él capturó su mirada, mirándolo
profundamente a los ojos mientras lo comía. Lamió un
círculo a su alrededor, provocandolo mientras el rubio se
mordía el labio inferior.
Taehyung agarró con fuerza las mantas por piedad,
mientras él continuaba moviendo su boca y lengua. Su
cuerpo zumbaba con calidez, ardiendo instantáneamente
por su toque. Gimió en voz baja cuando él lamió alrededor
de su agujero, luego subía y succionaba su pene, ejerciendo
más y más presión con cada provocación y tentación.
No podía apartar la mirada de sus ojos oscuros, ardiendo
de lujuria y deseo por él.
“¿Se supone que debemos hacer esto?” Taehyung
susurró en voz baja, justo cuando él se rió suavemente,
enviando vibraciones por su cuerpo. Sus piernas
temblaban, y él lo agarró con más fuerza. Sin previo aviso,
Jungkook tiró de sus caderas más cerca de su rostro.
Observó mientras él chupaba con ahínco su pene, sin
romper el contacto visual ni una sola vez. Era evidente a
quién pertenecía, burlándose de él y acariciándolo hasta
que su respiración se aceleró. Una de sus manos se aferró a
su cabello, sus caderas se arquearon hacia arriba. Pero él
lo sujetó, continuando brindándole un placer indescriptible.
“No te detengas”, se las arregló para jadear entre sus
gemidos lascivos. Sintió que se le humedecían los ojos,
mientras él lo sobreestimulaba hasta el borde del no
retorno.
No creía que fuera posible tener un pulso en su interior
hasta ahora. Lo apretó, su cabeza rodó hacia atrás en la
almohada, su cuerpo se elevó. Trató de escabullirse del
placer, pero los dedos de él se clavaron en su piel sensible.
Se mordió el labio inferior, conteniendo los sonidos que
intentaban escapar.
“Si contienes tus gemidos, iré más rápido”, gruñó.
Dejó escapar un chillido silencioso cuando él succionó su
glande. Instantáneamente, sus ojos parpadearon hacia
atrás, su respiración se aceleró. Su otra mano agarró las
sábanas de la cama cuando comenzó a alcanzar su clímax.
“Por favor”, le rogó.
Su boca se movió con pericia, hasta que prácticamente
clamó por su misericordia. Sus piernas intentaron cerrarse,
sus dedos tirando de su cabello con fuerza, hasta que
pronto, llegó a la cima, gritando su nombre.
“¡Jungkook!” sollozó, mientras el calor brotaba de él.
Gimió cuando él lamió y tragó sus jugos, su pecho subía y
bajaba.
“Qué buen chico”. Jungkook levantó la cabeza y lo besó
en la sien. Sus manos exploraron el costado de su cuerpo,
aprendiendo cada curva y caída. Sonrió cuando el rubio
trató de cerrar sus piernas de nuevo.
“No más”, se las arregló para susurrar.
“¿Fue demasiado?”
Taehyung desvió la mirada, mientras sus manos
rodeaban su torso, cubriéndolo por una vez. Escucho su
risa burlona. En un instante, lo agarró por las muñecas y lo
sujetó junto a su cabeza.
“No te cubras, mi dulce. Quiero ver todo lo que me
pertenece”.
Jungkook lo miró largo y tendido. Notó el color de sus
pezones gemelos, un color marrón como el chocolate claro.
Vio el rubor de su pecho, al llegar al clímax dos veces.
Sonrió ladino cuando el menor se retorció incómodamente,
tratando de escapar de su agarre.
“Tienes un cuerpo muy hermoso, cariño. No me lo
ocultes”.
Jungkook le soltó las muñecas, esperando que huyera de
él. Incluso si lo hiciera, él lo capturaría. Tenía planes de
agarrarlo por el tobillo y tomar su boca. Pero su dulce lo
sorprendió envolviendo sus brazos alrededor de su cuello y
tirando su cuerpo sobre el de él.
El pelinegro apretó los dientes, sus restricciones estaban
siendo probadas. Lo único que lo separaba del rubio era la
tela de su propia ropa. Incluso ahora, podía sentir su piel
suave sobre sus dedos callosos, y la forma en que sus
rodillas presionaban su cintura.
“¿Es esta tu forma de esconderte de mí?” gruñó,
sintiendo su cabeza sobre sus hombros. Taehyung asintió y
él se burló.
“Ya he visto todo”.
“Pretende que no lo hiciste”.
Jungkook dejó escapar una fuerte carcajada. Lo hizo
rodar, hasta que estuvo encima de él. Sus ojos se abrieron,
su respiración quedó atrapada en su garganta cuando
encontró su mirada.
“¿Por favor?” Taehyung susurró.
El doncel vio el hambre cruda en sus ojos, su estómago
se contrajo en respuesta. El mayor puso la manta sobre su
cuerpo desnudo y le acarició la cara. Se inclinó hacia su
toque afectuoso, cerrando los ojos para saborear el
momento.
“¿Cómo puedo olvidar algo tan hermoso? Tengo tu
cuerpo grabado en mi mente”.
“¿Pero por qué?”
“Para resguardarlo por la noche, cuando estoy solo…”
Taehyung inclinó la cabeza. “¿Por qué estarías solo
cuando me tienes?”
La expresión de Jungkook se oscureció. Sin previo aviso,
tiró de su cabeza hacia la suya, capturándolo en un beso
desalentador. Sus dedos agarraron con fuerza su cabello,
inclinando su cabeza para que se encontrara con la de él.
Él lo volvió a girar, inmovilizándolo sobre la cama
mientras lo besaba y comía más profundamente. Sus labios
eran castigadores y apasionados, rudos y dominantes.
Prácticamente temblaba debajo de él.
“No termines lo que no puedes empezar, cariño”. Su
boca húmeda rozó la ajena. Taehyung asintió
temblorosamente con la cabeza en señal de derrota.
“Prepárate para la noche de bodas”, ordenó.
“¿Por qué?”
Jungkook apartó el cabello de sus ojos. Él sonrió. “No
podrás caminar ni hablar durante días. Gritaras mi nombre
a todo pulmón, gimiendo y suplicando clemencia”.

COMPÓRTATE
“¡N-no puedes simplemente decir algo así!” Taehyung
siseó, poniendo una mano sobre su boca como si estuviera
loco.
Jeon simplemente tomó su mano y volvió a reír a
carcajadas. Él sacudió la cabeza con diversión y apartó la
palma del rubio de su cara.
“¿Qué se supone que debo decir o hacer cuando te
comportas tan descaradamente de esa manera?” añadió el
doncel, tratando de retirar su mano.
Jungkook simplemente apretó con más fuerza su muñeca,
colocándola al lado de su cabeza. Contempló la idea de
tener otra comida de él. Pero luego miró el reloj y decidió
que debía dormir.
“No es ser desvergonzado si estoy diciendo la verdad”.
Jeon dejó caer su muñeca y se enderezó. Se deslizó lejos de
la manta y tiró de ésta hacia la clavícula ajena.
“Ahora duerme”, ordenó.
“No.”
“Taehyung”.
“No estoy tan cansado” se incorporó, abrazando las
mantas contra su pecho. Las apretó contra él, sus ojos
vagando hacia el suelo donde su ropa estaba tirada.
Antes de que pudiera siquiera parpadear, Jungkook
recogió su camisa, ropa interior y pantalón. “Duerme”,
exigió, indicándole que se acostara.
“No seas un chico mimado”, siseó Taehyung, mirándolo
con irritación. Faltaba una hora para la medianoche y no
estaba tan cansado.
“Puedes dormir o vagar desnudo por los pasillos, donde
están mis hombres. Elige”.
Lo miró boquiabierto, sus ojos brillando con irritación.
Sus labios se contrajeron en una delgada línea mientras
debatía la idea de matarlo. Era bastante fácil de leer hoy.
“Debes desear que me cayera muerto ahora mismo”,
bromeó.
Jungkook se alejó de la cama, sosteniendo su ropa contra
su pecho. Su sonrisa se profundizó cuando su mirada se
volvió aún más cruel. Día a día, el menor estaba
cambiando. Día tras día, su corazón era extraño, su pecho
se movía al verlo.
Taehyung era una vista hermosa, una del que no podía
apartar la vista. Su cabello como el oro que caía en
mechones esponjosos, su piel acaramelada resaltada por la
oscuridad de su cama con dosel. Decidió correr las cortinas
de la cama la próxima vez, solo para ver cuál sería su
reacción.
Las luces aún estaban encendidas, pero las ventanas no
daban a su cama. Si lo hiciera, el menor se habría sentido
mortificado ante la idea de que alguien los viera.
“Buenas noches cariño.”
Escuchó su exasperado suspiro, fuerte y pesado.
Taehyung lo trató como la peor carga del mundo, y no
había nada que pudiera haber hecho al respecto. En qué
cosita malcriada se estaba convirtiendo. Le gustó.
Demasiado.
Quería ver más de su arrogancia. Se estaba
desenterrando lentamente a sí mismo: su naturaleza
indómita. Ahora que los Kang ya no lo controlaban, podía
empezar a actuar como solía hacerlo.
“Bruto”, murmuró en voz baja.
Él se rió. “Dulces sueños, cariño. Espero que sueñes
conmigo”.
Jungkook se dirigió a la puerta. Escuchó el movimiento
de sus sábanas y se dio la vuelta a tiempo para verlo salir
de la cama. Sus ojos se detuvieron en sus hombros
expuestos, su cabello dorado cayendo como pétalos de
crisantemo en el té.
Usó las mantas como una túnica, sujetándolas con fuerza
a su cuerpo. Sus brazos eran esbeltos y débiles. No tenía la
constitución perfecta para alguien que manejaba el arma
sin esfuerzo.
Taehyung dio un atrevido paso adelante, mostrando su
renuencia a obedecerle. La determinación estaba escrita en
todo su rostro cuando siguió caminando, solo para
detenerse ante sus palabras.
“¿Te atreves?” demandó, sabiendo que el menor
planeaba salir corriendo de su habitación.
Taehyung lo miró desafiante. Su voz era áspera y
penetrante, desafiándolo a desobedecerlo. Si las palabras
podían doler, las suyas eran una palmada en el trasero.
Tragó saliva ante la idea de eso.
Él entrecerró la mirada.
“Quiero volver a mi habitación”, dijo lentamente. “No
estoy tan cansado de dormir en el tuyo—”
“Ya veo. Entonces, no he agotado toda tu energía. Lo
haré por ti ahora mismo. Venirte dos veces no fue
suficiente, haré que lo hagas cinco veces. Ahora, sube a la
cama, cariño”. Jeon tiró la ropa a un rincón de la
habitación. Antes de que el otro pudiera responder, él dio
un paso desalentador hacia adelante.
“L-lo que hicimos no me cansará en absoluto—”
“Conozco diferentes maneras de quitarle la energía a tu
cuerpo, cariño”.
“Y—”
“Puedes empezar poniéndote de rodillas y abriendo la
boca”.
Instantáneamente, Taehyung clamó de vuelta a la cama,
con los ojos muy abiertos por el miedo. Finalmente, accedió
a su pedido, pero ya era demasiado tarde. Lo había tentado
y él lo deseaba más que nunca. Estaba desnudo e
indefenso. Un tirón de la manta y él sería suyo.
El ceño fruncido del mayor se intensificó. Se acercó al
borde de la cama, observando cómo Taehyung se encogía
en las cabeceras, sentándose cerca de sus almohadas.
“¿Qué ocurre?” se burló.
Jungkook se subió a la cama, con una rodilla apoyada en
el colchón y la otra plantada en el suelo. Él agarró su
barbilla, su pulgar acariciando sus suaves labios del color
de una peonía recién florecida. Se le cortó la respiración y
sus ojos se agrandaron al darse cuenta de lo que había
hecho.
Taehyung atrajo al depredador, y ahora, él quería su
recompensa.
“Estoy seguro de que podemos encontrar una manera de
trabajar esta linda boquita tuya”. La otra mano de
Jungkook alcanzó su cinturón. Se escucharon los tintineos
de la hebilla del cinturón.
Sus ojos parpadearon hacia el gran bulto en sus
pantalones. Se lamió nerviosamente los labios y sacudió la
cabeza. Los ojos del pelinegro siguieron el pequeño dardo
de su lengua rosada, su mirada oscureciéndose con deseo.
“Esa es una manera de empezar”, murmuró, refiriéndose
al movimiento de su lengua sobre él.
De repente, Taehyung agarró su mano, la que agarraba
su barbilla.
“Y-yo dormiré”, murmuró.
Jungkook inclinó la cabeza. Continuó quitándose el
cinturón, escuchando la aceleración de su respiración.
“¿Conmigo?” bromeó.
Taehyung negó rápidamente con la cabeza. “Estoy
cansado. En verdad, realmente cansado”.
“No creo que sea justo que hayas recibido el mayor
placer hoy. Es tu turno de satisfacerme, cariño”.
El cuerpo de Taehyung se deslizó hacia abajo hasta que
su espalda quedó presionada contra el colchón. Su mirada
tormentosa siguió su acción, hasta que se subió las mantas
hasta la barbilla. Le dedicó una sonrisa mansa,
escondiéndose en su gran cama.
“¿L-la próxima vez?”
Jeon simplemente se rió. Arrojó su cinturón a un lado,
observando cómo sus ojos saltaban de la prenda desechada
a su mirada.
“Hmm… no lo creo. Me has seducido demasiado”.
Jungkook agarró su mano, presionándolo contra su pene
tenso. Al otro se le cortó la respiración, su corazón casi se
detiene en el lugar.
“¿P-por qué es tan grande?” chilló, tirando de su mano
hacia atrás con horror.
“Puede hacerse más grande, cariño. Pero no te
preocupes, te entrenaré para que me tomes
completamente”.
El rostro de Taehyung palideció. “N-nunca encajará”.
“Tiene que.”
“Pero—”
“Encajará”.
Taehyung tragó saliva. Se hundió más en la cama,
dándose cuenta de la tumba que había cavado para sí
mismo. Al sentir su mirada apremiante, instantáneamente
cerró los ojos y fingió dormir.
“Ahora, eso es un buen chico”. Jungkook le dio unas
palmaditas en la parte superior de la cabeza. Tomó asiento
al borde de la cama, observando cómo él se retorcía
ligeramente.
“¿Qué estás haciendo?” murmuró con los ojos cerrados.
“Cuidándote mientras duermes”.
“¿Por qué?”
“En caso de que mueras”.
Taehyung rió suavemente. ¿Cómo podría uno morir
mientras duerme? No obstante, detuvo su cuerpo y trató de
ignorar su corazón acelerado. Era difícil dormir cuando
podía sentir su mirada apremiante.
En ese momento, sus ojos se abrieron de golpe.
“Yugyeom se ha ido”.
Jeon levantó una ceja, a pesar de la tormenta que se
gestaba en su mirada. Sus labios se dibujaron en una
sonrisa de complicidad, mientras colocaba una mano
compasiva sobre su pecho.
“Oh, no”, dijo con una voz de fingida preocupación que
carecía de emoción.
“Sabes—”
“Cariño, si planeas hablar conmigo en la cama, quiero
una charla de almohada. No esto”.
Taehyung cerró la boca con fuerza.
Jungkook amplió su sonrisa.
Taehyung encontró difícil cerrar los ojos con su intensa
mirada. De repente pensó en sus provocaciones,
preguntándose si él realmente quería que lo tomara en su
boca.
“¿T-tus intenciones de antes lo decías en serio, o era una
broma?”
“Ojalá lo fuera.” Jungkook se rió. “Te he dado placer, ¿no
deberías devolverme la generosidad, mi dulce?”
Taehyung se encontró con sus ojos penetrantes, su piel
se erizó instantáneamente. Debajo de la amabilidad
acechaba una bestia ansiosa por probarlo. Se encogió en la
cama.
“¿Hace frío?” bromeó cuando vio su piel de gallina.
El rubio negó con la cabeza. Metió los brazos en el
colchón, abrazando su almohada contra su cuerpo. “Solo
quiero que me devuelvan mi ropa”.
Jungkook simplemente negó con la cabeza. Le acarició la
coronilla y le llevó las mantas hasta la barbilla.
“Las criadas te vestirán mañana”.
“¿Quieres decirme que dormiré desnudo a tu lado?”
siseó.
“Por supuesto, ¿a menos que quieras dormir desnudo en
el suelo?”
Taehyung debatió la idea de esperar a que él se fuera y
luego correr por el pasillo con la manta cubriendo su
cuerpo. ¿Qué era lo peor que el mayor podía hacer? Pensó
en su anterior amenaza de tomarlo en su boca. Ni siquiera
parecía un castigo tan malo…
“Voy a dormir”, dijo finalmente.
Lo decía en serio. Lo había cansado demasiado y casi le
dio un ataque al corazón antes de tiempo. A él no le
importaría realizar cualquier acción a la que el mayor se
refería, pero lo había dicho de la nada y lo sorprendió
demasiado. Necesitaba tiempo para prepararse para ello…
comenzando con un manual sobre cómo hacerlo.
“¿Conmigo?” preguntó de nuevo, sabiendo cuánto
irritaba al menor.
Taehyung rodó los ojos un poco. “Dormiré, pero solo si te
vas. No puedo dormir con alguien observándome como un
asesino acosador. S-se siente raro”.
Jeon enarcó una ceja divertido. Se levantó de la cama. Se
puso de pie y caminó hacia la puerta. Antes de abrirla,
volvió la cabeza hacia él.
“Será mejor que te portes bien, cariño”.
Taehyung simplemente le dio la espalda. Tragó saliva al
escuchar sus pasos acercándose. Abrazó su almohada con
todo su cuerpo, como si fuera un osito de peluche. Escuchó
el roce de la tela y giró la cabeza para ver que Jungkook
había cerrado las cortinas alrededor de la cama. Estaba
envuelto en la oscuridad y él apagó la luz.
El corazón de Taehyung se aceleró. Oyó que las puertas
se cerraban y sus pasos desaparecían. Pero Jeon no era
estúpido. Taehyung lo sabía mejor que nadie. Teniendo en
cuenta que no iba a ser tan fácil volver a su habitación, se
obligó a cerrar los ojos y dormir.
19. XVIII

PRESUMIR
Cuando la luna estaba alta en el cielo, la luz flotaba a
través de los jardines, Jungkook se dirigió a la torre en la
que estaba su abuela.
A través de las pequeñas ventanas de piedra, podía ver
los jardines donde Taehyung le había confesado su amor.
Estaba orgulloso de llevarlo a ese pequeño y apartado
jardín, en lugar del gran jardín principal detrás del castillo
del que la gente siempre se jactaba.
De repente, pensó en Taehyung y en la idea de presumir
de él.
La idea de su naturaleza mansa, sonrisas tímidas y
confesión lenta lo hizo sonreír un poco. Era adorable
cuando estaba nervioso, pero había algo sabio en sus
palabras.
No podía señalarlo con un dedo, pero tampoco tenía
ganas de hacerlo. El menor sólo le siguió la corriente, eso
es todo. Y tal vez, lo complació demasiado, hasta el punto
de que quería poseer todo su cuerpo, corazón y alma. No se
detendría ante nada para adquirir los tres.
Algunos podrían decir que estaba obsesionado, otros
dirían que está loco. Prefería este último.
“¿Tuviste que mostrarme esa repugnante muestra de
afecto?” Dorothy murmuró en el segundo que vio a su
nieto. Su voz estaba llena de animosidad e irritación.
¡La audacia de este nieto suyo!
Jungkook entró en la habitación más alta de la torre,
donde ella solía residir. Dorothy tenía su propia habitación
en el castillo, pero prefería no usarla. Odiaba el olor a
riqueza, aunque se había casado con ésta.
“Hermosa cosita, ¿verdad?” comentó Jungkook.
No necesitaba escuchar la respuesta a esa pregunta,
porque nadie podía negar la belleza de Taehyung en el
castillo. Él floreció más brillante que una flor, todo gracias
a su tierno cuidado.
“Supongo”, murmuró Dorothy.
“Tu pequeño Quinston está programado para ser
ejecutado mañana”, habló Jungkook con aburrimiento.
Cruzó las piernas y se recostó en la silla, a pesar de su
mirada helada. “Sin embargo, no puedo garantizarle un
viaje seguro a la prisión”.
“¿Planeas cortar mis peones, uno por uno? Hasta que me
quede sin nada, mientras que tú tienes tus peones, alfiles,
caballos e incluso… El Rey”, respondió Dorothy.
Ella frunció el ceño ante la idea, se llevó la taza de té a
los labios y bebió. El elemento calmante del té no
proporcionaba ningún beneficio en absoluto. Su presión
arterial todavía estaba aumentando debido a la irritación.
“No necesito un perro que muerde la mano que lo
alimenta”.
Dorothy se puso rígida ante su repugnante y dulce
sonrisa. Su nieto parecía alguien que no se inmutaría ante
víctimas torturadas siendo desolladas vivas. En cambio,
probablemente se reiría y tomaría un sorbo de su esposo.
“Yo fui la mano que lo alimentó, nieto. No tú”.
Jungkook chasqueó perezosamente su dedo sobre la
mesa. Se quedó mirando los rosales donde el menor le hizo
su confesión. La vacilación de sus ojos esmeralda, la
inclinación de su cabeza y el mecanismo de relojería de su
cerebro. Él ya sabía que Taehyung estaba profundamente
enamorado de él. No necesitaba que le dijera eso, pero
quería escucharlo de todos modos.
Sintiendo su falta de voluntad para responder a la
pregunta, decidió pasar a otro tema.
“Yeonjin es la siguiente, ¿no es así?” preguntó Dorothy
con amargura.
“Ah, sí, tu favorita”. Le sonrió. “Puedo hacer que la
torturen frente a ti por estar de tu lado”.
“Jungkook,” advirtió.
“Sí, ese es mi nombre, abuela”.
Dorothy inhaló por la nariz y lo dejó salir. “Yeonjin es una
buena mujer. No te hará daño a ti ni a tu pequeña presa.
Manténla fuera de esta discusión”.
Jungkook inclinó la cabeza. “Ella reside en el corazón del
capitolio, pero esa era su casa en el informe. ¿Dónde vive
ahora? Hmm…”
“¡Jungkook!” siseó bruscamente, golpeando la mesa con
la mano. “Ella es la representante de la facción
aristocrática. Si te atreves a lastimarla—”
“Todos siempre están buscando un asiento en el Consejo.
Una muerte no les importará, incluso si es amada por la
alta sociedad”.
Los labios de Dorothy se afinaron en una fina línea. Ella
lo miró con irritación, deseando que su marido y su hijo
siguieran vivos para disciplinarlo. Ahora que ambos están
muertos, Jungkook vagaba libre como una fiera. Alguien
necesitaba ponerle una correa, y su pequeña flor no hizo
eso.
“¿Qué deseas?” ella escupió. “Me mostraste tu afecto por
él en los jardines para hacerme creer que él es la Flor
Noble. Realicé ese ritual para que lo desperdicies con
asesinatos. ¿Me odias hasta ese punto?”
Jeon simplemente se encogió de hombros. “¿Cómo puedo
odiar a mi abuela que está reuniendo gente para oponerse
a mi poder?”
Dorothy se puso rígida. “Eres mi nieto, el heredero de la
Casa Jeon. Eres la única persona que puede llevar a cabo el
linaje y el legado. Ten por seguro, que nunca intentaría
lastimarte”.
“Entonces demuéstrame tu lealtad”.
Jungkook la miró. “Kim Taehyung Rose será mi Rey, te
guste o no, pero sería mejor si lo aceptaras”.
“¿Y por qué debería?”
“No planeo tomar a otra persona, sólo a él. Planeo
acostarme con nadie más que él. Ninguna otra persona
engendrará a mis hijos, excepto él”.
Dorothy le lanzó una mirada mordaz. “¡Eres un
purasangre cuyo linaje tiene siglos de antigüedad! Estás
dispuesto a deshacerte de todo tu linaje por una simple
mortal como él…”
“La Rosa Dorada también es humano, pero todavía
deseabas que me acostara con él. Mi hijo con la Rosa
Dorada también habría sido un Mestizo”.
Dorothy cerró la boca. Miró hacia la mesa, con el rostro
torcido por la irritación. Debería haberlo golpeado un poco
más en la cabeza cuando era niño. ¡Quizás eso le infundirá
algunos sentidos!
“Un Rey Mestizo… ¿qué pensará la facción
aristocrática?” ella siseó. “Te estás avergonzando por este
humano. ¿Tienes alguna idea de lo que la gente está
pensando?”
El pelinegro sonrió. “Los humanos, que comprenden el
80% de nuestra población, están muy complacidos de que
uno de los suyos sea el Rey. Deja que los de nuestra clase
lloriqueen como les plazca, como los niños que son”.
“¡Este es un comportamiento inaceptable incluso para
ti!”
Jungkook levantó una ceja. Finalmente miró a su abuela.
Tenía la expresión de alguien que muerde un limón fresco.
Él contuvo una risita. Siempre era divertido irritarla. Su
presión sanguínea aumentaría, y tal vez entonces, tendría
menos agallas para cuestionarlo.
En toda la nación, solo a su abuela se le permitió la
libertad de regañarlo. Tras la muerte de su madre, su
abuela asumió ese papel a su lado. Cada pequeño logro, lo
celebraría con él. Algunos dirían que ella lo cuidó, pero él
sabía mejor que eso.
Ella lo trató con amabilidad, no porque fuera su nieto,
sino porque era el futuro rey. A pesar de este hecho,
Jungkook le permitió quedarse en este castillo.
“Haz que Yeonjin difunda el rumor de que Su Majestad
está ganando compasión poco a poco. A nuestra gente le
agradará saber que mi corazón se ha debilitado, y pueden
tratar de apelar a mi falta de simpatía”.
Jungkook se levantó de la silla. “Ella controla la alta
sociedad, ¿no es así? Dale un buen uso”.
Dorothy entrecerró los ojos. “O puedo hacer que difunda
el rumor de que realizaste el ritual para acostarte con la
Rosa Dorada. ¿Cómo hará sentir eso a tu pequeña flor?”
“Son buenos amigos. Incluso si mi preciada Flor se
entera, no se enojará, una vez que le diga la verdad”.
La fría mirada de Jungkook se desplazó hacia su abuela.
“Pero tú, por otro lado, no saldrás ilesa. Derribar esta torre
será misericordia, tener tu cabeza en una estaca es
bondad”.
Dorothy abrió la boca, pero la cerró. Estaba abrumada
por su peligrosa presencia que bajaba la temperatura de la
habitación. A pesar de lo espacioso que era este lugar, su
presencia ocupaba cada centímetro del suelo. De repente
se sintió sofocada por su mirada intimidante y la mueca de
su rostro.
“Presta atención a mis promesas, abuela. Si mi
prometido y futuro esposo tan solo frunce el ceño, te
arruinaré”.
Dorothy quedó anonadada por sus palabras. Observó
mientras él salía de la habitación, dejando las puertas
abiertas de par en par. Fue abofeteada por el sonido de sus
pasos resonantes, pesados y fuertes, como si el mismo
diablo estuviera acechando en la oscuridad.
“Él realmente te tiene envuelto alrededor de su dedo”,
exhaló Dorothy. Miró por la ventana hacia el lugar exacto
donde una vez estuvo su nieto. “Qué despreciable”.
Dorothy debatió la idea de difundir el segundo rumor de
la infidelidad del Rey. Sabía que no consumaron el ritual,
porque se había enterado del asesinato. ¡Quinston, ese
maldito tonto!
¿Qué tan estúpido podría ser uno para tratar de matar al
Rey de esta manera? Claro, un hombre dentro de alguien
era su momento de debilidad. Sería más fácil matar al Rey
si una persona lo distrajera, pero Quinston había olvidado
el tipo de hombre que era Jungkook.
“No tengo ningún uso para los peones estúpidos”.
Dorothy dejó escapar un fuerte suspiro. “Esa Flor Noble
condenará a la Casa Jeon”.
Miró hacia el cielo y las nubes que se extendían sobre el
oscuro cielo nocturno. Observó las estrellas y lo brillantes
que brillaban. Pálida y brillante, de repente recordó al hijo
de Yeji y Kim Soohyun.
“El destino es algo voluble” hizo girar el anillo en su
dedo. “¿Se supone que debo sentarme y ver a mi único
nieto sufrir la misma y miserable muerte que los Kim?”
Dorothy se preguntó si los Cielos responderían a su
pregunta. Cuando se encontró con el silencio, sacudió
lentamente la cabeza con decepción.
“Un nombre bendito…” continuó girando el anillo. Su
esposo había muerto hacía mucho tiempo, pero ella todavía
lo usaba. “Kim Taehyung de Jeon…”
“Qué anillo tan horrible”. Dorothy suspiró de nuevo.
“Supongo que tendré que acostumbrarme pronto. Jugar con
el destino de otro es demasiado peligroso, incluso para una
poderosa vidente como yo”.

SU PADRE
Jungkook regresó al castillo, sabiendo que su abuela
probablemente desearía que se cayera por las escaleras y
se rompiera el cráneo. Entró y caminó por los pasillos, solo
para ver a una persona familiar parada junto a las puertas
de su estudio. Yoongi tenía un archivo en la mano y una
mirada confundida en su rostro.
“¿Debería preocuparme de que haya engendrado un hijo,
Su Majestad?” preguntó Yoongi, entregándole la carpeta.
Una prueba de paternidad que necesitaba un resultado
rápido… Yoongi debatió la idea de acosar al rey para
obtener una respuesta.
“Eso fue rápido, como se esperaba de tu eficiencia”.
Jungkook tomó la carpeta sin decir palabra y sacó el papel.
Levantó una ceja ante los resultados. Sin otra mirada,
volvió a colocar el papel en la carpeta y se dirigió a la
puerta.
“¡Su Majestad!” Yoongi siseó, persiguiendo al irritante
Rey.
“Es tarde. Vuelve a casa”.
“¿Por qué necesitaba una prueba de paternidad? ¿El
príncipe Taehyung lo solicitó para él? Usted me pidió que
tomara un vial de sangre del vizconde Kang que se
encuentra en nuestras cámaras de tortura, Su Majestad”.
Instantáneamente, Jungkook levantó una ceja. Apretó los
labios. “Haces demasiadas preguntas”.
“¡Por supuesto que tengo que preguntar, Su Majestad!”
Yoongi se pasó una mano cansada por el pelo.
“Nos ordenaste capturar al guardaespaldas más cercano
del príncipe, y ahora a su familia. ¿Tienes planes de aislarlo
de todos los que ama? Si es así, debes decírmelo para que
pueda cumplir tus deseos”.
Jeon hizo una pausa. Volvió a mirar a Yoongi, una sonrisa
sardónica descansando en sus rasgos afilados. Se cruzó de
brazos. “No le he quitado a Park Jimin, ¿verdad?”
“Bueno, no, pero—”
“Entonces no lo voy a aislar”.
Los pasos de Yoongi eran fuertes y urgentes, mientras
que Jungkook se tomó su tiempo, sabiendo que tenía
muchas más preguntas de las que esperaba. “¿Qué pasa si
el príncipe se entera de esto? Entonces, ¿qué hará, Su
Majestad?”
Jeon simplemente se encogió de hombros en respuesta.
Yoongi gimió. Eventualmente, se calmó un poco y
continuó reflexionando sobre sus próximas preguntas. “Su
Majestad, dado que me hizo recolectar muestras de sangre
del vizconde Kang en las cámaras de tortura, ¿puedo
asumir con seguridad que el niño en cuestión de la prueba
de paternidad es el príncipe Taehyung?”
Jeon ni siquiera parpadeó. En silencio se volvió hacia su
amigo y sonrió. “Tienes un cerebro. ¡Espléndido!”
Yoongi caviló hacia el suelo. Apretó los labios y reprimió
otra queja. “¿Qué vas a hacer con los resultados?”
“¿Qué más se supone que debo hacer con eso?”
Jeon dobló la esquina y se detuvo. Yoongi estuvo a punto
de tropezar con él, pero se contuvo antes.
“Tengo un doncel en mi cama para entretener. A menos
que quieras mirar, te sugiero que te vayas a casa” forzó una
sonrisa enfermizamente dulce, haciendo un gesto para que
el gemelo se fuera.
Yoongi miró irónicamente al Rey. “¿Va a consumar el
matrimonio antes de la ceremonia, Su Majestad?”
“¿Parezco ese tipo de hombre?”
“Sí.”
“Ni siquiera dudaste, estoy herido”, Jeon dijo
sarcásticamente. Cuando se encontró con el silencio, se rió
entre dientes. “¿No tienes un hermano menor que cuidar?”
Yoongi frunció el ceño. “¿Me parezco a su madre para
usted, Su Majestad?”
Jungkook se rió. “Regañas como uno”.
Yoongi se burló. Se cruzó de brazos y decidió no pelearse
con el molesto Rey. Dios sabe que eran lo suficientemente
tercos como para discutir hasta el próximo amanecer.
“Que tenga una buena noche, Su Majestad”, dijo
finalmente Yoongi.
El Rey se rió en respuesta. Le dio la espalda y se alejó,
dejando a Yoongi de pie en medio del pasillo.
Éste observó cómo la alta figura del Rey desaparecía de
la oscuridad. Esperó hasta que el eco de los pasos no
estuvo a la vista. Solo cuando supo que el Rey realmente
había entrado a su habitación y a ningún otro lugar, Yoongi
finalmente se dirigió a casa.
Prefería que el Rey no se metiera en problemas.
Jungkook entró en su dormitorio con una leve sonrisa.
Cerró silenciosamente las puertas detrás de él, con los ojos
fijos en la cama.
Las cortinas aún estaban cerradas, con una persona
esperándolo en la cama. O eso le gustaba creer. La idea de
su esbelto cuerpo envuelto en sus brazos lo complacía. El
menor se acostó con él como si estuviera abrazando a un
osito de peluche.
Caminó hacia la cama, una sonrisa ladeada en sus rasgos
pecaminosos. Sabía que tenía la apariencia de un hombre
que podía tentar incluso a la más inocente de las personas.
Pensó en cómo debería asustarlo.
Tal vez podría provocarlo hasta que se retorciera de
placer, o tal vez podría quitarle las sábanas de un tirón.
Con los planes traviesos en mente, abrió las cortinas.
Instantáneamente, su sonrisa se borró.
Él se fue.
“Qué cosita tan astuta”. Jeon dejó escapar una risa fría
mientras tocaba la cama. Hacía un frío helado.
El bonito humano escapó de su trampa. Se enderezó, una
mirada oscura cruzando sus facciones.
Escuchó el ruido de algo y se dio la vuelta. Sus ojos
estaban fijos en el sofá de la habitación. Se podía ver una
cosa envuelta en blanco. Sus labios se curvaron en una
profunda mueca.
“¿Por qué no estoy sorprendido?” Jungkook se dirigió al
sofá.
Efectivamente, Taehyung estaba profundamente
dormido. Estaba acurrucado en la manta como si fuera una
oruga a punto de transformarse. Lo único que vio fue su
cabeza mirando hacia el sofá.
Negó con la cabeza. Se detuvo directamente frente a él y
debatió la idea de quitarle las mantas. Al verlo
plácidamente dormido, respirando suave y lentamente,
como le había pedido, se preguntó si debería molestarlo.
Sin pensarlo dos veces, le quitó la manta de un brusco
tirón.
Taehyung gritó sorprendido, al instante se sentó derecho
y se enroscó en una pequeña bola. Se cubrió el pecho,
apretando las piernas con fuerza.
Al verlo temblando e indefenso, Jungkook volvió a
colocarle suavemente las mantas. “Buenos días cariño.”
Taehyung lo miró fijamente. Acercó la manta a su cuerpo.
Si las miradas pudieran matar, probablemente el pelinegro
caería muerto.
“Dios mío, ¿te desperté?”
El rubio entrecerró los ojos hacia él y abrazó las mantas.
“No, por supuesto que no. ¡Solo voy por ahí gritando con
horror cada vez que abro los ojos!”
Jungkook simplemente se rió. “Ahora, ¿cómo puedes ser
tan grosero con alguien que está tratando de ayudarte?
¿Dónde están tus modales?”
“Esa de ahí, es la ayuda a la que me refería, cariño”.
Apuntó el sobre manila en el piso.
Taehyung se enderezó. Se inclinó hacia adelante, ya no
enterrado cerca de las esquinas del sofá. ¿Era la prueba de
paternidad?
“¿Te gustaría ver los resultados?”
El menor asintió.
Jeon se agachó y agarró la carpeta. Lo agitó frente a su
cara. “¿Mis agradecimientos?”
“Gracias”, respondió cálidamente con una leve sonrisa.
El pelinegro se rió. Le tendió la carpeta. El contrario se
estiró para agarrarlo, sus dedos rozaron el delgado
material. De repente, Jeon retiró su mano, causando que el
otro casi se cayera.
“Jungkook”. Él se levantó un poco para tomar el artículo
de su mano.
“Quiero un agradecimiento apropiado”. El mayor se tocó
la mejilla derecha y se inclinó. “Aquí mismo.”
En un parpadeó, el pelinegro se echó hacia atrás, con los
ojos muy abiertos por la sorpresa. Miró su mano vacía. Su
dulce le había arrebatado el sobre. “Qué dedos tan
pegajosos y traviesos tienes”, dijo inexpresivo.
Taehyung lo ignoró y sacó los resultados. Su corazón se
estremeció con anticipación. Sus ojos recorrieron el
documento, sus dedos temblaban cuando pasaba la página.
Finalmente, vio la respuesta.
Probabilidad de paternidad: 0%
El vizconde Kang no era su padre.

DISFRUTARÁS DEL ESPECTÁCULO


Los dedos de Taehyung temblaban mientras sostenía el
papel. Levantó la cabeza de los resultados y luego volvió a
mirar a Jungkook. Con los labios entreabiertos, incapaz de
formar una sola oración.
De repente, el mayor le arrebató el papel de la mano y lo
colocó sobre la mesa. Jeon le sonrió, arrogante y altivo,
sabiendo que Taehyung estaba en deuda con él por obtener
los resultados tan rápido.
“Gracias”.
“Las acciones hablan más que las palabras”.
Jungkook se inclinó y lo tomó en sus brazos, con mantas
y todo. Él lo levantó y se dirigió a la cama. Oyó que los
latidos de su corazón se aceleraban con cada paso que
daba hasta que estuvo al borde de un ataque al corazón.
“Muéstrame que estás agradecido”. Jungkook lo
acomodó sobre la cama, donde rápidamente se sentó
derecho antes de que él pudiera hacer nada. Jeon
simplemente se rió de su patético intento, sabiendo que
fácilmente podría empujarlo hacia la cama.
Se inclinó hacia delante, con una rodilla apoyada en la
cama y la otra pierna plantada en el suelo. Con cautela
agarró su barbilla, tirando de su rostro hacia él.
“Con tu cuerpo”, le susurró al oído, antes de besar la
comisura de su boca.
Jungkook escuchó su brusca inhalación y sintió su dedo
tembloroso tocar su camisa. Al rubio siempre le gustó tocar
esa parte, amontonando la tela con sus manos, de la misma
manera que agarraba las mantas y se retorcía de placer,
buscando una distracción.
Su otra mano tocó suavemente la línea de su mandíbula
afilada, como si fuera a romperse bajo sus dedos. Casi se
rió ante la idea de que su puño humano le hiciera daño.
Lentamente, se sentó en la cama, esperando que él menor
hiciera algo, cualquier cosa.
“¿N-no podemos esperar hasta el matrimonio?” Taehyung
susurró suavemente.
Jungkook levantó una ceja. ¿Qué pensaba qué quería
decir?
Al escuchar su silencio, el corazón de Taehyung dio un
vuelco. Se inclinó un poco hacia adelante, hasta que estuvo
levemente sentado en su regazo. Sujetó su camisa con más
fuerza, esperando que le diera control sobre su ansiedad.
Taehyung besó la línea de su mandíbula, deseando
calmar su hambre, pero solo pareció avivar las llamas.
Tragó saliva, sintiendo que su cuerpo comenzaba a
zumbar con calor. Pronto, sus dos manos estaban debajo de
las sábanas, agarrando su cintura, apretándola.
“Quiero más que eso, cariño”.
Taehyung nunca había aprendido a besar a alguien.
Ninguno de sus libros mencionaba cómo… Trató de pensar
en lo que el mayor siempre hacía. Se movió en su regazo y
apoyó ambas manos sobre su rostro. Luego besó sus labios,
solo para escuchar su risa burlona.
“¿Eso es todo lo que has aprendido de mí, cariño? Qué
decepcionante”.
Sabía que era una provocación sin sentido, pero aun así
lo enfureció. Sin previo aviso, capturó sus labios, besándolo
suavemente al principio. Luego, abrió un poco la boca e
inclinó la cara de él como quiso, ejerciendo más presión.
Taehyung escuchó su gruñido bajo de aprobación, sus
manos comenzando a vagar.
“¿Sigue siendo decepcionante?” Taehyung susurró
suavemente por una fracción de segundo, solo para besarlo
de nuevo.
Le lamió el labio inferior y deslizó la lengua dentro,
sintiendo su calor por una vez. Kim tomó su lengua y la
chupó suavemente, antes de sacarla y besarlo más
profundo. Jeon gimió ronco en respuesta, acercándolo aún
más hacia él. Taehyung sintió algo duro presionando contra
su muslo, como una roca o un bulto…
Su cuerpo inconscientemente se movió por sí solo sobre
el bulto prominente, su cadera se frotaba en ondas,
llenándose de calor, mientras dicho calor se acumulaba en
la parte inferior de su abdomen. Se sentó a horcajadas
sobre él, desnudo y todo, instintivamente sabiendo
exactamente lo que el mayor quería.
Ciertamente Jeon se sorprendió cuando Taehyung lo
empujó sobre la cama y besó su mandíbula. Sus dedos se
clavaron en su cintura para controlarlo, pero Taehyung
succionó suavemente su cuello, mordisqueando como él lo
hacía y luego besándolo.
“Dios mío, Taehyung”, exhaló.
Taehyung quería provocarlo aún más, de la misma
manera que él lo provocaba. Pero el pelinegro deslizó la
palma de su mano detrás de su cabeza y presionó su cara
contra el rincón de su cuello.
“E-es suficiente, cariño”.
Era la primera vez que Taehyung lo escuchaba
tartamudear. Pero no era la primera vez que sentía que su
control estaba siendo puesto a prueba, ni era la primera
vez que Jeon quería penetrarlo. Taehyung simplemente
sonrió y lo abrazó con un brazo mientras el otro jugaba con
su cabello.
“¿Aprendí de mi lección?” suavemente se burló de él. Su
pecho retumbó cuando se rió y besó un lado de su cabeza.
“Has aprendido mucho”.
Taehyung finalmente registró su posición. Estaba
acostado sobre él, todos sus activos presionados contra su
cuerpo vestido. Sus muslos lo montaron a horcajadas, su
trasero presionando peligrosamente cerca de su amigo.
Movió sus caderas, solo para escuchar su silencioso jadeo.
“Si quieres esperar hasta el matrimonio”, dijo entre
dientes. “Será mejor que te portes bien”.
Sonaba como una bestia hambrienta. O tal vez, un
hombre bajo el sol abrasador del desierto, y el rubio era su
gota de dulce néctar.
“¿Qué quieres decir?” preguntó inocentemente, sin dejar
de mover su cadera. “Me estaba ajustando a una posición
cómoda…”
“Por el amor de Dios”.
Jungkook alineó su entrada directamente sobre su
miembro endurecido. Taehyung se congeló, sus ojos se
abrieron como platos. Incluso a través de la tela, podía
sentirlo crecer, incluso palpitar. Su corazón dio un vuelco y
su estómago se agitó.
“Solo ten en cuenta, cariño. Solo nos separa una tela
delgada, y no dudaré en arrancarme la ropa”.
Taehyung se tranquilizó. Dejó de moverse y le permitió
ajustar su cuerpo para que él estuviera mucho más
cómodo.
“Mi ropa”, dijo finalmente.
Escuchó su risa tranquila. “Le diré a las criadas que lo
busquen mientras me baño”.
El menor asintió lentamente.
“Te unirás a mí”.
Taehyung levantó la cabeza. Se levantó de su posición y
sacudió la cabeza con renuencia. “No—”
“Ya he visto todo lo que hay que ver. Y me gusta cada
parte”.
“No es eso,” siseó.
“¿No te gustaría ver cada parte de mí?” bromeó.
Los pensamientos de Taehyung destellaron en su firme
abdomen. Pensó en los marcados ocho bultos que tenía, su
pecho cincelado que resplandecía de salud, la tensión de
sus músculos cuando las gotas de agua se deslizaban desde
su abdomen, hacia su línea V marcada y luego se
sumergían en…
“¡No!” Chilló. “No, no quiero”.
Jungkook se rió en voz alta, haciendo que su rostro se
sonrojara. “Te gustará, cariño. Estoy seguro”.
“I-incluso si me gusta, es impropio”.
“Como si molestarme y luego no satisfacerme no fuera
inapropiado. ¿Por qué crees que necesito un baño frío?”
“¿Un baño frío…?”
El pelinegro puso los ojos en blanco. Se sentó derecho,
obligándolo a ir con él. El rubio estaba sentado en su
regazo, las mantas descansaban sobre sus hombros.
“Haré que las criadas traigan tu ropa. Ve y toma un baño
tibio antes de que me arrepienta de mi decisión”.
Taehyung sin pensarlo dos veces, se bajó de la cama para
ir en dirección al baño.
El baño era enorme y podía pasar sin esfuerzo como un
dormitorio. Había una bañera grande sentada cerca de las
ventanas, pero allí se colocó una división elegante y
plegable para tener privacidad. En la bañera cabría una
familia entera y sus hijos.
Directamente cerca de la bañera, al otro lado del baño
había una enorme ducha transparente. Por alguna razón,
había una plataforma de obsidiana negra dentro, como si
fuera para… ¿sentarse?
“Disfrutarás del espectáculo”.
Taehyung dio un respingo cuando él colocó sus manos
sobre sus hombros. Tragó saliva, preguntándose qué quería
decir con eso. Se dio la vuelta, dándose cuenta de que el
mayor estaba desnudo. Mortificado y sin querer mirar más,
a pesar de que sus ojos decían lo contrario, se apresuró a la
bañera, seguida de su risa burlona.
“Ciertamente disfrutaré el mío, cariño”.

DISFRUTANDO
Taehyung se hundió en la bañera, sumergiéndose por
completo. Hizo todo lo posible por no mirar hacia su
derecha, donde Jungkook se había metido en la ducha.
Apartaba la mirada con frecuencia, pero sus ojos seguían
vagando hacia la derecha. Tragó saliva en silencio,
deseando que las burbujas del baño ocultaran el rubor de
sus mejillas.
Debería haber sabido que el cristal no era tan
transparente como implicaba. Una vez que entró, el vidrio
rápidamente se volvió borroso y empañado, lo que
dificultaba ver algo más que su silueta desenfocada.
“¿Divirtiéndote allí?” Jungkook reflexionó sobre el sonido
del agua corriendo.
Taehyung se hundió aún más en la bañera hasta que su
barbilla quedó bajo el agua. Miró las toallas colgadas lejos,
lejos, lejos de él. ¿Cómo demonios iba a salir?
“¿Vas a sentarte ahí como un pez muerto?” bromeó.
“¿Cómo vas a estar limpio de esa manera?”
El rubio movió las manos con cautela bajo el agua,
limpiándose los brazos. Sabía lo que él quería ver.
Incluso en medio del fuerte sonido de la ducha, escuchó
su débil risa. Volvió a mirar el cristal empañado. Todo lo
que vio fueron versiones borrosas de sus largas y
musculosas piernas, el movimiento de sus brazos y algo
entre sus piernas—
“Estás disfrutando de mi espectáculo, pero ¿dónde está
el tuyo?”
Taehyung lo miró. Si no podía ver todo con claridad, ¿no
significa eso también que el mayor no podrá ver las cosas
con claridad? Volvió a mirar las toallas grandes. Todo lo
que tenía que hacer era correr a toda velocidad.
“Me voy a dar una ducha fría por tu culpa, cariño”.
El menor se preguntó cómo era su culpa cuando fue Jeon
quien lo provocó por un beso. Apretó los labios e ignoró el
hecho de que había movido las caderas.
“Tal vez puedas venir aquí y calentar—”
“¿No tienes modales?” Cortó exasperado.
“No todo el mundo quiere ser un mojigato. ¿Dónde está
la diversión en eso?” se burló.
Taehyung entrecerró los ojos hacia él. El pelinegro
estaba vuelto hacia su dirección, lavándose el pelo,
pavoneando con orgullo su…
“Y te veo mirando las toallas. Ve y corre hacia ellas.
Cuando te ayude, será mucho más interesante para mí”.
Taehyung tragó saliva. El único escenario que podía
imaginar era Jeon saliendo completamente desnudo, con
agua goteando por su cuerpo fuerte y ondulante. Pensó en
las gotitas deslizándose desde su apretado pecho hasta su
abdomen de tabla de lavar, y luego deslizándose más y más
abajo.
“¿Te matará no molestarme?” Kim preguntó.
“Me caería muerto al instante”.
Taehyung se rió en voz baja para sí mismo. La idea de Su
Majestad, con todo su poder y fuerza, cayendo muerto
frente a él era graciosa. Pensando en su poder, su sonrisa
se deslizó.
¿Cuán tonto fue él al tratar de matarlo con una simple
daga? ¿Qué tan horrible era su tío para enviarlo a esa
misión suicida? Si hubiera sido capturado y sentenciado
por traición… su tío habría heredado su fortuna. Era una
situación de ganar-ganar para él.
“Mi tío tenía la intención de que murieras”, habló de
repente.
“Ya veo. ¿Algo que ver con ese contrato que escuché en
la grabación?”
El otro asintió. “Sí, su petición—”
“¿Dónde está el contrato que tomaste de regreso al
castillo?”
Taehyung parpadeó. “Dentro del cajón inferior de mi
tocador”.
“Lo usaré como evidencia para capturarlo. Dámelo”.
Las cejas del rubio se juntaron. “¿Vas a encarcelar a mi
tío?”
Jungkook dejó escapar una risa baja y oscura que le
provocó escalofríos, incluso en el agua tibia. El sonido
resonó en el baño, haciendo eco con malicia. No podía ver
su expresión, pero sabía que no era agradable. Debe estar
sonriendo sádicamente, con ese destello cruel en sus ojos
rubí.
“Algo por el estilo.”
“¿L-legalmente?”
“¿Por qué tartamudeas? ¿Me tienes miedo?”
Taehyung se mordió el labio inferior. “Aterrorizado.”
Se encontró con un momento de silencio antes de que el
mayor se riera de nuevo.
“Bien. Espero que estés petrificado de mí también”.
Las cejas de Taehyung se juntaron. Él era el Rey. Sería
una tontería de su parte no tenerle miedo. Todo el mundo
siempre trataba de no ofender a Su Majestad y andaban
con cuidado a su alrededor. Incluso Yoongi y el duque. Vio
indicios de lo que lo hacía tan aterrador.
“¿Me harás daño?” preguntó de repente, olvidando todas
las esperanzas de tomar un baño apropiado. Usó el artículo
más parecido que pudo encontrar, que resultó ser una
solución de baño de burbujas de lavanda.
“No lo sé. ¿Debería?”
“…”
“¿Te he lastimado antes, cariño?”
“Has herido mis sentimientos”. Taehyung se tocó el
pecho, recordando sus espinosos argumentos. “Cuando me
faltas al respeto con palabras, duele”.
“No me di cuenta de que te falté al respeto. Debes
perdonarme”.
Taehyung recordó lo que habían dicho Jane y Jenny.
Un Rey nunca se disculpa, porque nunca se equivoca.
Sólo pide perdón a su igual. Y como no había nadie en este
castillo igual a él, nunca se disculpaba.
Pensó en el momento en que se disculpó, y finalmente
Jeon también lo hizo.
“¿Te das cuenta de que también me has faltado al
respeto muchas veces? Contestarle al Rey, cuestionar mis
palabras, dudar de mi autoridad y hacer lo que te plazca.
Es bastante grosero”.
Taehyung parpadeó. “Pero me permitiste hacerlo. Pensé
que estaba bien”.
“Bueno, la falta de respeto nunca me hace daño. No
mucho, a excepción de ti”.
Taehyung no entendió lo que quería decir con eso.
¿Cómo lo lastima? “¿Te lastimé porque me olvidé de ti?”
“Un poco.” Sus palabras salieron como un susurro
silencioso, pero el menor sintió un fuerte impacto.
Taehyung bajó los ojos al agua. Tocó las diminutas
burbujas y las vio estallar bajo las yemas de sus dedos.
“Pero, ¿por qué lamentarse por los recuerdos olvidados,
cuando podemos crear nuevos momentos? Unos que vale la
pena recordar”.
El rubio sonrió para sí mismo. “Entonces… vamos a crear
muchos que valga la pena recordar”.
Jungkook se rió en voz baja. Si el menor supiera, ya
estaban creando muchos, muchos momentos memorables.
Se guardó el pensamiento para sí mismo, sabiendo que
hería su ego admitir tal cosa. Sintiendo que Taehyung se
había calmado, decidió lavar el champú de su cabello.
En ese momento, escuchó el sonido del agua
chapoteando. Levantó la cabeza y entrecerró los ojos,
viendo una hermosa silueta corriendo hacia las toallas.
Incluso en medio de la división de niebla, vio el contorno
delicioso de su cuerpo, sus caderas y sus piernas delgadas
pero largas. Sacudió la cabeza con diversión, disfrutando
de la vista, incluso si era borroso y no podía ver mucho.
“¿Corriendo tan pronto?”
Taehyung se quedó helado. Un segundo después, volvió a
envolver la toalla alrededor de su cuerpo. Lo abrazó a su
forma temblorosa mientras admiraba el cuerpo perfecto del
pelinegro desde lejos. Sus ojos siguieron vagando más
abajo, ampliándose cuando de repente vio que algo se
elevaba.
“Jungkook—”
“Corre rápido, cariño”.
Taehyung nunca había corrido tan rápido. Gritó cuando
tropezó con el piso del baño, casi cayendo antes de
recuperar el equilibrio. Nunca iba a encajar. Nunca.
Con el aliento atrapado en sus pulmones, salió del baño.
Para su alivio, su ropa estaba prolijamente dispuesta cerca
de la mesa frente al sofá. Se vistió a toda prisa, quejándose
en voz baja de las batas de dormir. ¿Era tan difícil
proporcionar una camiseta y pantalones cortos?
No obstante, se lo puso y corrió hacia las puertas.
Esperaba dormir solo.
“No corriste lo suficientemente rápido. Lástima”.
El corazón de Taehyung latía con fuerza contra su pecho.
Estaba junto a la cama cuando Jeon salió del baño. Dándose
la vuelta lentamente, tragó saliva al verlo. Las luces se
habían apagado, pero aún veía su cuerpo impecable.
Esculpidas en el mármol más duro, había hermosas
líneas sobre su abdomen, unas que hacían que los dedos
del menor picaran por recorrerlas. Una toalla colgaba
peligrosamente sobre su cadera. Las gotitas de agua de su
cabello caían en un camino lento y tortuoso por su sedoso
cuerpo. Era tan guapo que podría haberse desmayado en el
acto.
“Sube a la cama, cariño”.
“Yo-yo quiero dormir solo.”
“Date prisa, cariño. Si te atrapó, te mantendré despierto
toda la noche, gritando mi nombre y retorciéndose de
placer”
Taehyung recordó sus dedos y su lengua. Las cosas
malas que le hicieron, los ruidos lascivos que hizo y las
estrellas que vio.
“¿Solo nos abrazaremos esta noche?” susurró el menor.
No podía mentirse a sí mismo. Dormir a su lado era
cómodo. El cuerpo del pelinegro es helado y derrite su
sudor nocturno. Era como si estuviera durmiendo con un
carámbano portátil. Y le gustaba el frío.
Escuchó su risa tranquila y burlona. Su estómago se
agitó cuando él dio un peligroso paso más cerca.
“Solo abrazos”. Su voz era firme y profunda, suave en
una calma seductora, pero lo decía en serio.
Así, Taehyung se subió a la cama. Las cortinas rozaron su
cuerpo, antes de que se acomodara en las mantas. Pronto,
Jeon se unió a él, y la cama estaba envuelta en oscuridad.
No podía escuchar nada más allá de su corazón acelerado.
“Ven, cariño. Solo te morderé una vez”.
Taehyung esperaba que fuera una broma. No obstante,
se volvió y vio sus brazos abiertos. Parecía tentador, pero
sus ojos parecían brillar peligrosamente. Podía oler el
peligro a kilómetros de distancia. Sin embargo,
ingenuamente se deslizó más cerca de él.
“Ven aquí, mi dulce. Aún más”.
Taehyung se acomodó en sus brazos, abrazado con
fuerza por él. Prácticamente podía sentir su sonrisa
humorística, incluso si no podía verlo. Su cara estaba
presionada contra su pecho, sus brazos rodeándolo
protectoramente.
“Ahora, para mi mordisco…”
Taehyung se aferró a su camisa. “¿Los Sangre Pura lo
necesitan para mantenerse con vida?”
“Sí.”
“Pero otros Vampiros toman la píldora o beben sangre
animal…”
“¿Me parezco a otros vampiros para ti?”
Taehyung negó con la cabeza. Escuchó la risa baja que
retumbó en su pecho y envió su corazón saltando. Presionó
un casto beso en la parte superior de su cabeza. Se demoró
y calentó su pecho.
“¿No te gusta, mi dulce? Puedo parar”.
Taehyung se inclinó más cerca de su pecho. Escuchó el
débil latido del corazón del pelinegro que parecía sonar un
poco más fuerte que la última vez.
“Solo un pequeño bocado…”
Jungkook sonrió. Deslizó sus dedos en su cabello,
masajeando suavemente su cuero cabelludo mientras
inclinaba su cuello hacia él. Él besó tiernamente su piel,
tersa y perfumada de lavanda. Escuchó la prisa de la vida
humana, el pulso de un humano y el calor de uno.
“Solo un pequeño bocado, cariño”.
PROFUNDAMENTE ENAMORADO
Cuando llegó la mañana siguiente, Jungkook le informó a
Taehyung que habría un consejo. Éste lo miró con sorpresa.
¿Por qué no le avisó antes? Tuvo tiempo de sobra para
decírselo. ¿Era esta otra de sus pruebas para demostrar su
valía como Rey?
Jeon se estaba vistiendo solo, abrochándose la ropa con
facilidad. Se quedó mirando su silueta prominente. Sus
hombros eran cómodos, su presencia letal y cruel. Era
extraño que tuviera tantas contradicciones.
Parecía tratar a todos sin piedad, a todos menos a él.
“¿Planeas sentarte allí toda la mañana?” El mayor
reflexionó, dándose la vuelta.
Los hombros de Taehyung cayeron en decepción. El
mayor estaba completamente vestido ahora. Pero luego
parpadeó, preguntándose qué estaba esperando.
“Podrías habérmelo dicho ayer. Me habría preparado”.
“Hm, pero ¿dónde está la diversión en eso? Me gustaría
ver cómo reaccionas bajo circunstancias estresantes e
inesperadas”.
Taehyung frunció el ceño ante sus palabras. Sin
embargo, se levantó de la cama y se puso las pantuflas.
“Me vestiré”.
“¿Qué es?” Kim preguntó cuando el pelinegro le agarró
las manos.
“¿Estás enojado, cariño?”
“¿Debería estar complacido?”.
Jungkook sonrió. Le soltó las manos y le permitió salir
rápidamente de la habitación. Un segundo después, el
menor asomó la cabeza por la puerta y suspiró.
“No estoy enojado, solo disgustado”. Sin otra palabra,
volvió a cerrarla y salió a vestirse.
Jungkook amplió su sonrisa. Qué adorable presa era él.
El pelinegro se ajustó los puños de la camisa y miró el
lugar donde su prometido se había acostado. Estaba
acostumbrado a despertarse antes de que saliera el sol.
Hoy no había ninguna expectativa.
Jungkook lo había visto dormir mientras el sol salía por el
horizonte. En su sueño, el rubio se aferró a él con todo su
cuerpo. Su mano siempre estaba sosteniendo su camisa,
sus piernas entrelazadas con las de él.
¿Lo veía como un osito de peluche? Lo sospechaba,
especialmente por la forma en que Taehyung abrazaba una
almohada en su sueño normal.
“Día a día, te vuelves más audaz” se puso el saco negro y
colocó el broche real en el cuello. Odiaba usar ropa tan
formal, pero ya se había acostumbrado.
Después de vestirse, se dirigió directamente a la
habitación de Taehyung, que estaba justo al lado de la suya.
Entró sin llamar, porque era dueño de todo el castillo y de
las cosas que pertenecían a él.
Taehyung se estaba vistiendo. Dejó escapar un grito de
horror ante su llegada, los ojos del menor se dirigieron al
armario. Dios mío, ¿fue allí donde escondió su arma?
¿Dentro del armario? ¿Como esqueletos dentro de un
armario? Se rió disimuladamente ante la idea.
“Te ayudaré, cariño”.
Jungkook entró en la habitación y se dirigió directamente
hacia él. Se paró detrás y le subió la cremallera del corsé
color crema. No era apretado, solo lo utilizaba como adorno
para remarcar su silueta. Debajo llevaba una camisa blanca
con la tela bailando sobre sus hombros y volantes en las
mangas. En la parte inferior un pantalón color marrón.
Cuando el viento soplaba, se parecía a un Dios entre la
gente.
“Parece que tampoco te gusta que las sirvientas te vistan
o te bañen. ¿Disculpaste a las sirvientas de la rotación de
esta semana?”
Jungkook pasó un brazo alrededor de su cintura,
abrazándolo por detrás. Él escuchó su corazón latir y
tamborilear, mientras el menor ponía una mano sobre su
brazo. Su respiración se volvió un poco inestable, mientras
lo miraba, ingenuo e ignorante de su peligro.
El pelinegro le sonrió, como un depredador se burlaría
de una presa antes de comérsela. El contrario parpadeó
confundido, perdido en sus pensamientos.
“¿Fue una pregunta tan difícil de responder?” Jungkook
miró su tocador, donde tenía abierto el joyero. Tenía
muchas, todas las cuales tenían diferentes arreglos de
collares, aretes, y la lista continuaba.
“Estoy sorprendido… Todos los días encuentro nuevas
joyas aquí. ¿Es una caja mágica?”
“Son regalos míos, pero rara vez lo usas”. Jungkook
sacudió la cabeza con desaprobación.
Lo guió más cerca de la caja y eligió un collar de oro
para el menor. Tenía la forma de ramas de primavera recién
florecidas enrolladas alrededor del cuello.
“El oro se ve hermoso en tu piel”.
Jungkook le colocó el collar. Sintió que su piel se volvía
aún más cálida bajo su toque, un pensamiento tortuoso
cruzó por su mente. Recordó su cabello desparramado
debajo de él, su cuerpo caliente por el sudor mientras
trabajaba con sus dedos.
Taehyung saltó cuando el pelinegro de repente lo besó en
el cuello, luego en la parte posterior de los lóbulos de las
orejas mientras sus manos se deslizaron por su cuerpo,
acariciándolo por sobre la tela del pantalón.
“Escoge un pendiente para mí”, susurró.
Jungkook sonrió sobre la piel de su cuello. ¿Era esta su
manera de distraerlo? Se apartó un poco para examinar los
pendientes que le había dado, muchos de los cuales tenían
incrustaciones de joyas, y probablemente podría comprar
una casa decente o algo así con éstas. Levantó un
pendiente de cristal con forma de diminutas gotas y se lo
deslizó por las orejas.
“Tienes muy buen gusto, Jungkook”.
A Taehyung le resultaba difícil escuchar por encima del
fuerte latido de su corazón. Jeon lo tocó con tanta dulzura
que a menudo lo desconcertaba. Había visto sus
interacciones con Jimin.
’¿Por qué solo es amable conmigo? ¿Cuánto durará este
afecto antes de que me descarten por otra persona?’ pensó.
Miró su reflejo en el espejo. Sus cejas estaban
provocadas por la concentración. Cada vez que sus dedos
rozaban su cuerpo, áspero contra suave, su estómago se
agitaba. Dondequiera que tocaba, picaba con chispas.
El menor se estaba enamorando perdidamente de él, y
éste ni siquiera sabía lo que era el amor.
“Listo.”
Taehyung parpadeó de vuelta a la realidad. Se tocó las
orejas y sonrió. “Son encantadores”.
“Lo sé, yo los elegí”, reflexionó. La arrogancia goteaba
de su voz, pero su sonrisa permaneció.
Jungkook volvió a meter la mano en el joyero en busca de
algún accesorio para adornar sus delicadas manos. Le
encantaba sostenerlos, la forma en que prácticamente
desaparecían de su alcance. Era frágil y le recordaba cada
vez lo humano que era.
“Nunca me has dado un anillo”. Su voz era baja, pero no
decepcionado. Era una observación sincera que no
significaba ningún daño.
Jeon hizo una pausa. Vio su rostro a través del reflejo del
espejo. Su cuerpo estaba apoyado contra el de él, una de
sus manos descansando sobre su estómago de nuevo.
Parecían cada parte de la pareja amorosa que la gente
creía que eran.
“Lo sé.” Jungkook encontró el cajón de las pulseras.
Eligió uno simple y angular que era afilado, como una vena
de espinas de rosas enroscadas alrededor de una mano.
Qué apropiado para el menor. Apretó el brazalete en su
muñeca.
“¿Es porque aún no me ves como un Rey? ¿Y no crees
que nuestro acuerdo cuente como un matrimonio?”
Jungkook parpadeó. ¿Tenía potencial para ser un Rey? Él
lo miró. Los ojos de Taehyung eran brillantes y serios, como
un estanque durante una mañana de primavera. El menor
le sostuvo la mirada con compostura cuando la mayoría de
la gente se habría encogido o retrocedido. Tenía los
hombros hacia atrás, la barbilla levantada, la mirada al
frente.
Tenía la belleza y la gracia de un Rey. La presencia no
estaba del todo allí, pero tenía elegancia. Y eso significó
mucho.
“Eres casi un Rey para mí”, dijo Jungkook. “Estoy muy
orgulloso de tu transformación bajo mi ala. Pronto, serás
un Rey en toda su gloria”.
Taehyung no entendió lo que quiso decir con la última
parte. “¿Y qué me hará un Rey real?”
“Una vez que el Consejo esté de acuerdo, lo serás”.
Taehyung parpadeó. ¿Ese era el tema de hoy?
¿Seleccionarlo como Rey? Se alejó de su agarre, pero esta
vez, él no hizo ningún movimiento para mantenerlo en su
lugar.
“¿Por qué invitaste a Jimin al castillo ese día? ¿Algo
sobre un ritual? ¿Tú—”
“No toqué a tu horribl-amado amigo, si eso es lo que
preguntas. Fue simplemente para atrapar a Quinston,
quien indudablemente no era leal a mí, sino a mi abuela. Y
no podía tener eso en mi corte, ¿Cierto?”
“¿Te molestó? ¿Que yo estuviera en una habitación a
solas con Jimin, donde él estaba vestido con una tela que
podía arrancar fácilmente?”
Taehyung negó con la cabeza. Amplió su sonrisa e
incluso se rió. “Jimin no es ese tipo de amigo, y tú no eres
ese tipo de hombre”.
“¿Oh?”
“Confío en ustedes dos de una manera que
probablemente podría lastimarme en el futuro”, admitió.
“¿Y por qué es eso?”
Taehyung miró sus grandes manos. Agarró uno de ellos
con los suyos, apretándolo.
Su toque siempre fue frío, pero sus acciones fueron
cálidas.
“Porque un día, podrías perder el afecto hacia mí, una
vez que te aburras de este matrimonio. Probablemente
encontrarás otras personas para entretenerte, para
reemplazar mi posición, pero para entonces, me habría
enamorado profundamente de ti. Sería demasiado tarde
para que te odie”.
En lugar de decir algo, Jungkook lo agarró y tiró de él
hacia sí. Él capturó sus labios en un beso abrasador,
apasionado y ferviente.
El doncel se sorprendió, pero trató de igualar su fervor.
De repente, Jeon se apartó y lo abrazó con fuerza.
Taehyung fue aplastado contra su cuerpo, sus ojos se
abrieron con sorpresa.
“Adelante. Enamórate tan profundamente de mí, así
nunca puedas irte. Puedes estar seguro cariño, nunca me
iré de tu lado. Incluso con tu muerte”.
20. XIX

UNA PREGUNTA PERSONAL


Taehyung miró el asiento vacío donde una vez se sentó
Quinston. Escuchó de las sirvientas que fue sentenciado a
pudrirse en prisión, pero de alguna manera, fue golpeado
allí con heridas que no parecían una paliza normal. No hace
falta decir que sospechaba quién estaba detrás.
“No entiendo por qué tengo que estar presente”,
murmuró Jimin en voz baja, pero todos lo escucharon alto y
claro. Él cruzó los brazos sobre el pecho y frunció el ceño.
Uno de los asientos del consejo estaba en manos de su
padre. Él sabía eso, pero ya no quería estar presente aquí,
especialmente por la forma en que lo trataban como si
fuera ganado para sacrificio.
“No quiero tener nada que ver con nadie aquí”, añadió
Jimin, lanzando una mirada de disgusto a Dorothy, quien
sonrió ante su comportamiento descontento.
“Debe comprender, joven Park, que usted es una parte
vital de la profecía, ya sea que al rey le importe eso o no”,
explicó Dorothy. Miró a Taehyung quien no había dicho una
sola palabra en todo el tiempo que estuvo presente.
Taehyung se sentó con una sensación de distanciamiento
la cual hizo que Dorothy frunciera el ceño. Cuando otros lo
veían como intelecto, Dorothy se preguntó si el chico era
un poco lento de la cabeza. ¿Cómo podía un doncel
quedarse de brazos cruzados cuando su mejor amigo
eventualmente codiciaría al Rey?
“Taehyung también es una parte importante de la
profecía”, replicó Jimin con el ceño fruncido.
Jimin se preguntó exactamente qué estaría pensando
esta mujer mayor. ¿Qué era exactamente tan especial en él,
que Dorothy no podía dejarlo ir?
“Ya que todos están reunidos”, habló finalmente
Jungkook con voz suave y autoritaria, sin dejar espacio
para una discusión. “Comenzaremos la reunión”.
Dorothy miró evidentemente al asiento vacío de
Quinston, con una mirada mordaz en su expresión.
“Comencemos con el tema del nuevo miembro del consejo”.
“Podemos concentrarnos en eso la próxima vez”,
reflexionó Jungkook. Con una mano, hizo un gesto hacia el
ceñudo Park Jimin. Éste parecía que preferiría estar en
cualquier otro lugar de este mundo, excepto en esta
habitación. Con el aura de un heredero, se sentó con los
hombros rectos pero con una expresión irritada.
“Como puede ver el evidente disgusto del joven Park por
casarse conmigo, contando mi total rechazo hacía él”,
reflexionó Jungkook. “Podemos estar de acuerdo en que
Kim Taehyung Rose será el Rey de Wraith”.
Taehyung miró a Dorothy que estaba sentada en el otro
extremo de la mesa. Vio la animosidad en la mirada de la
mujer mayor, notó su ceño fruncido y apretó el puño. No le
gustarás a todo el mundo. Es algo normal.
Cuando Dorothy notó las miradas de Taehyung, miró al
chico. Para su sorpresa, Taehyung le sonrió. Eso enfureció
aún más a Dorothy, sus ojos se agudizaron sobre él.
“¿Estamos de acuerdo?” Jungkook exigió, su rostro
oscureciéndose. En un instante, sus ojos se volvieron fríos,
recorriendo la habitación con demasiada autoridad.
Joongki tragó saliva e inclinó la cabeza. La presencia del
Rey era innegable. Podía convertir una silla de madera en
un trono de oro.
Era difícil encontrarse con él de frente, especialmente
cuando su aura podía matar a un hombre en el acto.
Después de la farsa que Joongki dijo la última vez, no pudo
negar la posición de Taehyung en el trono, no después de
haberlo visto derrotar a esos asesinos con facilidad.
En silencio, tragó. El pensamiento de sus piernas
manchadas de sangre, el hedor de la pólvora del príncipe, y
la expresión imperturbable… sin duda, él era una persona
de muchos talentos. Sus cartas nunca habían sido
reveladas y lo había subestimado severamente.
“Estoy de acuerdo”, fue Joongki el primero en decir,
seguido por Yoongi.
“Ya sabes mi respuesta, estoy de acuerdo”, murmuró
Yoongi.
Charles, el primer ministro miró al joven. Él le echó una
larga y buena mirada. El Príncipe de Kastrem… El fugitivo,
pero humano. Sonrió ante la idea de esto, su anteojo se
deslizó ligeramente de su larga nariz. Tener un Rey
humano los beneficiaría.
“Estoy de acuerdo”, anunció Charles con orgullo. “El
príncipe Taehyung posee un linaje encantador y el aura
perfecta”.
“Hm, sí, es agradable a la vista, pero me pregunto si
proporcionará un heredero”. Yeonjin se inclinó más cerca
de la mesa, descansando su barbilla sobre un brazo
apoyado. Ella inclinó la cabeza y sonrió, sus colmillos
ligeramente revelados.
“Los humanos siempre han luchado para dar a luz a
mestizos, pero es prácticamente inaudito que un humano
produzca un heredero saludable con un Pura Raza como Su
Majestad”.
Taehyung parpadeó. En los libros de historia que leyó,
sólo había habido un caso de esto. “Es posible. Ha sucedido
antes y el niño vivió una gran vida sin complicaciones de
salud”.
Yeonjin levantó una ceja divertida. Sabía a quién se
refería Taehyung. Cuando sucedió el evento, fue todo un
escándalo, considerando que fueron los primeros de su tipo
en hacer tal cosa.
“Ah, sí, estás hablando de—”
“No estamos aquí para una discusión de historia”, cortó
Dorothy.
Dorothy apretó los labios y miró a Taehyung, luego a
Jungkook. A sus ojos, estos dos estaban desafiando al
destino de la misma manera que lo habían hecho sus
padres. Y caminarían por el mismo camino ruinoso que
tomaron sus padres.
Un príncipe heredero que se casa con una hija de bajo
rango de un conde o barón, el matrimonio de Soohyun y
Yeji estaba condenado desde el principio. Un niño ocho
meses después de su matrimonio… Solo el cielo sabía lo
que realmente sucedió entre ellos.
Dorothy recordó a su hijo, el rey fallecido que estaba
obsesionado con su esposa. Se suponía que él también se
casaría con otra persona, pero al final eligió a la madre de
Jungkook. Qué antecedentes tan cuestionables tenían.
Ella contuvo un suspiro.
“Ya que me superan en número, me mantendré neutral”,
dijo Dorothy. “No estoy ni de acuerdo ni en desacuerdo con
su declaración, Su Majestad”.
Yeonjin miró a Dorothy. Viendo que el asiento de
Quinston estaba vacío, y él había mostrado una discreta
lealtad a Dorothy, solo para ser asesinado… Yeonjin sabía lo
que este chico humano significaba para el Rey. No era una
mujer tonta, ni soñaba con un puesto al lado de Su
Majestad.
La alta sociedad de vampiros ya estaba chismeando
sobre este chico humano. Algunos susurraron sobre su
condición de fugitivo como príncipe, otros hablaron sobre
su linaje. El mayor defecto de él era que era humano, y
morían fácilmente.
“¿Se convertirá el futuro Rey?” preguntó finalmente
Yeonjin. “¿Pasarán el resto de sus eternidades juntos?”
Taehyung separó los labios. Él quería ser convertido,
pero Jungkook no. “Sería más beneficioso para el Imperio si
mantuviera mi humanidad”.
Yeonjin parpadeó complacida. Parecía que el príncipe
tomaba en consideración a los de su especie. Era un
movimiento diplomático, uno que ella podía apoyar, incluso
como Vampiro.
Yeonjin se enorgullecía de ser más progresista que la
generación anterior como Dorothy. Pudo ver el pequeño
beneficio de los humanos, a pesar de que la especie podría
haberse convertido en sirvientes y esclavos.
“Entonces, dentro de un siglo, el Rey estará vivo, y yo
también. Puede haber alguien que te reemplace y cuide a
tus hijos. ¿No crees que es injusto para los futuros
herederos, Príncipe?” preguntó Yeonjin.
Taehyung simplemente sonrió. “Para cuando muera, mis
hijos serán adultos. Todos los niños eventualmente sufrirán
la pérdida de sus padres. Es inevitable”.
“¿No te importa ser reemplazado, Príncipe?” Insistió
Yeonjin.
Taehyung miró a Jungkook. Éste lo estuvo observando
todo el tiempo. Tenía una expresión pétrea en su rostro
devastadoramente hermoso. Cuando encontró su mirada, el
rostro del pelinegro se suavizó un poco y le guiñó un ojo.
“No habrá reemplazos”. Taehyung amplió su sonrisa con
seguridad y volvió a mirar a Yeonjin. “Estoy seguro de que
Su Majestad no es lo suficientemente codicioso como para
aferrarse al trono para siempre”.
“Aún así, ¿elegirás abandonar egoístamente a Su
Majestad?” Yeonjin preguntó en voz baja, su rostro
brillando con simpatía. “El Rey tiene muchos siglos por
venir, todos los cuales podría pasarlo contigo, pero eliges
con avidez a la humanidad sobre él”.
El doncel estaba molesto. No era como si él estuviera
renuente a ser convertido en vampiro. Sin embargo, no
podía simplemente arrojar eso sobre la mesa y mostrarle su
deslealtad hacia los humanos.
“Estoy seguro de que Su Majestad puede hablar por sí
mismo”, dijo fríamente Taehyung.
Yeonjin parpadeó sorprendida, ligeramente
desconcertada por la inesperada fría presencia del
Príncipe. Por una fracción de segundo allí, su gentil
fachada se había derretido.
“Sí, pero esta fue una pregunta personal sobre su
decisión, príncipe”.
“Cuando la consulta beneficia a otra persona, deja de ser
una cuestión personal”.
Yeonjin levantó una ceja. En lugar de ofenderse, estaba
un poco intrigada con el joven príncipe. Yeonjin se equivocó
al seguir acosando al futuro Rey de Wraith en busca de
respuestas. El príncipe podría haber puesto a Yeonjin en su
lugar. ¿No quería o no sabía cómo hacerlo?
Cuando volvió a mirar al príncipe, su expresión seguía
siendo acogedora y amable. Era casi como si él no hubiera
estado disgustado en absoluto. ¿Este doncel era una presa
fácil? ¿O fue todo una farsa?
Yeonjin estaba impresionada, aunque solo un poco. Había
pasado un tiempo desde que había visto a alguien tan hábil
para ocultar su verdadera naturaleza. Ella no podía leer lo
que estaba en la mente del Príncipe, ni podía hurgar entre
la verdad y la mentira.
“Supongo que debí haber pedido la opinión de Su
Majestad, Príncipe,” dijo Yeonjin.
Taehyung asintió lentamente. De repente, sintió que
alguien ponía una mano sobre la suya que descansaba
sobre la mesa. Miró a Jungkook, sorprendido de que
mostrara abiertamente afecto de esta manera.
“El futuro Rey tiene razón. Es más beneficioso para él
seguir siendo humano. ¿Parezco del tipo que llora por un
esposo muerto después de haber vivido una vida tan
satisfactoria?”
Taehyung no podía imaginarlo llorando, pero podía
imaginarlo sentado en una habitación oscura, bebiendo
vino, solo y mirando melancólicamente por la ventana que
llovía. No expresó el pensamiento, porque era una tontería
pensar en tal cosa.
Yeonjin rió suavemente. “Es tal como usted dijo, Su
Majestad”.
“Entonces se ha decidido”, declaró Jungkook, sus ojos se
posaron en Charles y el Duque Park, quienes asintieron con
la cabeza en acuerdo con la decisión.
“Kim Taehyung Rose siempre será tratado como Su
Gracia Benevolente, el Rey de Wraith”.

ALGO AZUL
Pronto llegó la boda. Los terrenos del castillo bullían de
emoción y fervor. Todos los sirvientes trabajaron duro y
tomó una semana para que todo se arreglara
correctamente. No hubo un solo momento en el que los
pasillos estuvieran en silencio. Siempre había cuerpos
ocupados haciendo todo lo posible para no correr en su
prisa por preparar todo.
El corazón de Taehyung no podía dejar de latir. Lo
estaban vistiendo un puñado de rostros familiares, que
eran las sirvientas en rotación. Era la misma rutina, pero
quería hacer la mayoría de las cosas solo. Por ejemplo,
bañarse solo.
“Su Gracia, se ve tan hermoso…” Jenny exhaló, sus ojos
se agrandaron ante el estado del Príncipe. A pesar de que
ella había sido parte del proceso, todavía no podía creer lo
que veía.
Taehyung apenas podía respirar correctamente. Le
habían puesto una camisa con diamantes y simplemente
estaba demasiado nervioso. No obstante, permitió que lo
guiaran fuera de la plataforma elevada y hacia el enorme
espejo que tenía más cerca.
“Oh mi…” Taehyung también estaba sorprendido.
Todo el tiempo que lo vistieron, él estaba aturdido. Pero
ahora que había visto el arduo trabajo de las seis sirvientas,
quedó impresionado.
El atuendo era grande y tocaba el suelo, deslumbrante
blanco y dorado. Pequeñas perlas, diamantes y cristales
fueron cosidos en el material, capturando la luz sin
importar lo que hiciera.
Brillaba etéreamente, sus hombros resaltados por la
túnica real de la era contemporánea. Diseños dorados
ciegamente brillantes se arremolinaban sobre el atuendo,
desde la parte superior hasta la gran cola que acariciaba el
suelo, como flores que florecen magníficamente en
primavera.
Las palabras no podían describir el atuendo que llevaba.
Se sentía como el Rey del Cielo con este traje blanco que
tenía una larga cola de tela detrás, acompañado de encajes
de pedrerías dorados a los bordes, y diamantes incrustados
por toda la tela. Una corona de oro con incrustaciones de
rubíes bailaba sobre su cabello rubio, el cual estaba
perfectamente peinado a ambos lados, dejando parte de su
frente descubierto.
Se necesitarían al menos tres personas para recoger los
trenes de tela para ayudarlo adecuadamente a caminar
cerca de la escalera, donde tendría que descender solo y
dirigirse a los jardines.
“Por aquí, Su Gracia”, Jane lo guió suavemente.
Taehyung se dio la vuelta y sus ojos se posaron en las
puertas. Sabía que era hora de que toda la nación lo viera.
Esta es una boda muy esperada y escuchó que muchos
invitados estimados de todos los rincones del país fueron
invitados. Había príncipes y princesas herederos, hombres
y mujeres ricos, caballeros y damas de prestigio, la lista
continuaba. Era un evento exclusivo que solo la élite de la
élite pudo presenciar personalmente.
Escuchó a los chefs cocinar durante unos días para
asegurar la perfección. Llegaron helicópteros y autos de
valor incalculable, atendidos por el personal del castillo, y
paparazzi esperando afuera de las puertas del castillo
donde llegaron los invitados. Todos esperaban echar un
vistazo al futuro novio.
Decir que Taehyung estaba nervioso era quedarse corto.
Su corazón latía con fuerza en su pecho, ansioso por
caerse. Su estómago se revolvió incómodamente y sintió
que su desayuno volvía a subir.
“Podemos salir ahora”, dijo finalmente. Apenas mantuvo
el control de su voz, a pesar de que sus hombros querían
temblar.
Las personas más importantes de todo el país y la alta
sociedad iban a estar observándolo. Todo el mundo lo
criticaría, escudriñando de pies a cabeza, encontrando
cualquier defecto que pudieran, y hablar de él.
Taehyung entendió la importancia de este evento para él
mismo. No era solo una boda. Era su oportunidad de
mostrarle al mundo quién ocupaba finalmente el trono
vacío junto al Rey de Wraith.
Tendría que causar una imagen impresionante más allá
de las expectativas de todos: las imperfecciones estaban
fuera de escena.
“¿Tío Park?” Taehyung parpadeó sorprendido en el
momento en que las criadas abrieron la puerta, revelando
su presencia.
Taehyung trató de contener su sonrisa. Pensó que estaría
caminando solo por el pasillo. Pero parecía que no. El
duque vestía un traje gris, ajustado a su cuerpo sano con
puños de obsidiana. Llevaba una gran sonrisa orgullosa en
su rostro, sus ojos ligeramente húmedos.
“Me alegro de haber llegado a tiempo, sin embargo, Su
Majestad prohibió a mi hijo acompañarte mientras te
vestías. Después de enterarme de los problemas que mi
hijo le causó, no estoy sorprendido”.
Por primera vez desde el estresante inicio del día,
Taehyung se rió. Parecía algo que Jungkook haría. Debe
haber pensado que la presencia de Jimin habría sido
demasiado. Sin embargo, habría apreciado el apoyo de su
amigo.
“Estás más que hermoso con este atuendo, no tengo
palabras para describir tu elegancia”. El Duque Park
permaneció al pie de la puerta. Metió la mano en el bolsillo
de su traje y sacó una pequeña caja.
Taehyung dio un paso adelante con la ayuda de las
doncellas que sostenían su larga cola de novio.
“¿Qué es esto?” preguntó.
“Algo prestado y algo azul, todo en uno”. El duque Park
reveló el brazalete en la caja, hecho de plata esterlina.
El brazalete estaba elegantemente tallado como espinas
con rosas en flor, excepto que las flores eran de un zafiro
azul.
“Tu madre usó esto el día que se casó oficialmente con tu
padre” dio un paso adelante y colocó el brazalete en sus
delgadas muñecas.
Los ojos de Taehyung se humedecieron
instantáneamente. Recordaba haber visto a su madre usar
esto casi todos los días, sin falta. Debe haber sido un regalo
de su padre y algo que apreciaba. Casi lloró en el acto,
pero tuvo que contenerse.
Le dolía el corazón por los recuerdos de sus padres. Ellos
habrían llorado al verlo hoy.
“Y esto es algo viejo, la pieza final de tus amuletos de
buena suerte, ya que tu traje de novio es algo nuevo”. El
Duque Park sacó otra caja de su otro bolsillo, esta vez
revelando otras dos flores suspendidas en diminutos
cristales en formas de lágrimas, a juego con su collar.
La respiración de Taehyung se cortó. Había visto a sus
padres usarlo en el cuello antes. Todavía estaba usando su
collar actual que le habían regalado.
“Tu madre usó esta rosa rosada y tu padre usó la
blanca”, dijo el duque Park en voz baja. “Las cadenas
originales fueron destruidas, pero estos amuletos se han
salvado. Tenía la intención de dártelos cuando sea el
momento adecuado”.
Las manos de Taehyung temblaron al aceptar los regalos.
“Príncipe, por favor permítame…” dijo Jane suavemente,
por una vez, su voz severa se disipó. Su tono tembló
ligeramente y Taehyung no necesitaba verlo para saberlo.
Las otras sirvientas estaban igualmente emocionadas
cuando se trataba de estos regalos sinceros.
Jane se adelantó y desabrochó el collar del cuello del
príncipe.
Taehyung tomó el collar en su mano y con manos
temblorosas, colocó cada amuleto individual en el collar.
Ahora había tres rosas, para simbolizar a su familia. Con
facilidad, Taehyung volvió a colocar el collar en su cuello.
Las lágrimas de cristal eran cálidas sobre su clavícula, sus
ojos lagrimeaban aún más, pero tuvo que contener las
lágrimas.
“Listo, te ves absolutamente perfecto”, halagó el Duque
Park con cariño. Llevaba una expresión amable y afectuosa
en su rostro, ocultando el dolor en sus ojos. Ver así a
Taehyung era suficiente para poner de rodillas a un hombre
adulto.
El duque Park sabía que sus mejores amigos llorarían al
verlo. Su bebé, ya crecido y listo para enfrentarse al
mundo. Tuvo que contener sus emociones, sabiendo que en
el segundo en que llorara, también lo haría Taehyung.

DIOS PADRE
Las enormes puertas hacia los jardines se abrieron. La
gente se levantó al instante al ver al Príncipe y su
magnífico traje. Los ojos de todos se detuvieron en él,
incapaces de apartar la mirada.
El príncipe pisó el pavimento de piedra donde los arcos
de glicinas colgaban sobre ellos, floreciendo en blanco,
púrpura y rosa. Las flores simbolizaban larga vida e
inmortalidad, los pétalos caían suavemente sobre el
Hermoso Príncipe.
Su futuro Rey estuvo acompañado por el muy respetado
duque Park. Todos quedaron atónitos al verlos. La gente
sabía lo solitario y severo que era el duque Park. No
tomaría esta posición por cualquiera en su vida. Fue
entonces cuando la gente se dio cuenta de lo bien
conectado que era su nuevo Rey.
“¿Es ese el nuevo Rey?”
“Él es bastante… normal. Como se esperaba de los
simples humanos, no hay nada demasiado extraordinario en
ellos”.
“Qué maravilloso atuendo, usado con tanta elegancia y
gracia. Como se esperaba de un príncipe anterior”.
Murmullos uno tras otro comenzaron.
¿Humano o no? había algo tan hermoso en su expresión
distante.
El príncipe tenía la misma constitución que cualquier
otra persona humana, con sus hombros frágiles y su
clavícula delgada que parecía que podría romperse en
cualquier momento. A pesar de la expresión fría e
indiferente, había una calidez en él, como si rara vez
sonriera, pero cuando lo hacía, era cegador.
“Un rey humano, el primero en mucho tiempo”.
“Con suerte, él será tan bueno como el humano
anterior”.
La mirada de Taehyung se posó en Jimin, que era el
único acompañante de honor de su parte, y los gemelos,
vestidos de un negro deslumbrante. Incluso el día de su
boda, Jungkook vistió completamente de negro. Su
presencia alta e intimidante debería haberlo enredado más
los nervios, pero la vista de sus hombros protectores lo
tranquilizó.
“Tener un rey humano es muy favorable”.
“Él sabe cómo controlar sus expresiones, bien bien”.
“Hmm, ¿Él será convertido?”
Taehyung ni siquiera podía concentrarse en los chismes.
Estaba tan nervioso que había comenzado a contar sus
pasos. ¡Pie izquierdo, pie derecho, pie derecho, no, pie
izquierdo! Sus ojos se abrieron un poco, esperando que
nadie viera el pequeño error.
Jungkook ciertamente lo hizo, sus labios se torcieron
para contener una sonrisa. Taehyung era demasiado
hermoso, un ser etéreo y puro en este miserable mundo. No
podía apartar los ojos de él.
Jungkook prácticamente podía escuchar dentro de su
cabeza. Probablemente estaba contando los pasos hacia él
o decidiendo qué pie poner primero. Había visto el pequeño
percance, pero nadie más lo hizo, porque su expresión no
había cambiado.
“No te diré buena suerte, cariño, porque no la necesitas.
Lo estás haciendo excelente”, le susurró el duque Park
mientras se detenía a unos pasos de la plataforma en la que
estaba Jungkook.
Era hora de que Taehyung caminara solo.
“Gracias, padrino”, dijo el menor cálidamente.
Taehyung deslizó la mano de su brazo doblado y se
encontró con la fuerte mirada de Jungkook. Éste estaba
observando cada movimiento de él, sus labios ligeramente
separados como si estuviera hipnotizado. Su cuerpo estaba
tenso, absorbiendo todas sus acciones. Jeon no podía
apartar la mirada de él. Todo este tiempo, éste lo había
estado observando.
“Diría que eres hermoso, pero eso ya lo sabes, cariño”.
Taehyung rió levemente, sus ojos se arrugaron un poco.
Escuchar su leve broma lo calmó un poco. “¿No deberías
ser más emocional durante una boda?”
Jungkook resopló. “¿Que esperabas?”
Se inclinó más cerca del menor, sus labios rozando sus
orejas. “No hay nada por lo que llorar excepto por el hecho
de que este atuendo tiene demasiadas cremalleras y capas
para que las pueda quitar”.
Las cejas de Taehyung se juntaron. Podía escuchar el
silencioso jadeo y los murmullos de las personas que nunca
habían visto al pelinegro tan íntimamente con una persona.
“Puedes empezar con el pantalón…” murmuró el menor.
“Mantengamos esa pasión para el dormitorio”, tosió
Jimin desde el pasillo detrás de su amigo. Él era el único
acompañante de honor presente, y para Jungkook, eran los
gemelos, pero eso era todo lo que necesitaban.
Jungkook arqueó una ceja, acercándose aún más al
menor. Sabía exactamente lo que éste quería decir, pero
quería escucharlo en detalle explícito. La idea de su linda
boquita diciendo cosas tan sucias… Solo podía reírse
dentro de su cabeza.
En ese momento, el oficiante se aclaró la garganta en
silencio.
“Bienvenidos amigos y familiares”, comenzó suavemente
el oficiante con una voz tranquila y serena como un abuelo
leyendo un cuento antes de dormir. “Príncipes y princesas”,
añadió.
“Estamos reunidos aquí para celebrar la unión de Su
Gracia Benévola, el Príncipe Kim Taehyung Rose, y Su
Majestad Real, Su Alteza Jeon Jungkook. Esta unión es
alegre y maravillosa, toda una vida de compromiso y amor”.
El oficiante abrió la boca para decir más, pero se detuvo.
El Rey le lanzó una mirada de advertencia, instando a que
esta ceremonia se diera prisa y terminara.
Con cada segundo que pasaba, Jungkook podía ver que
su bonito rubio apretaba el ramo con fuerza. Incluso con
sus guantes blancos, sabía que sus manos se estaban
poniendo pálidas.
Jungkook extendió una mano y agarró una de las de él,
ignorando todas las miradas apremiantes que deseaban
chismear pero no se atrevían a hablar en un momento como
este. Efectivamente, el menor lo agarró con fuerza, sus
labios se torcieron en una sonrisa arrogante pero
tranquilizadora.
“Pueden intercambiar sus votos”, informó con orgullo el
oficiante.
Jungkook vio que sus ojos se iluminaban un poco. Casi se
rió. ¿Preparó el menor sus votos? No pensó que a éste le
importaría tanto la boda inesperada que tuvo lugar tan
rápido.
Él le apretó la mano y lo miró fijamente a los ojos
esmeralda, parpadeando como hojas meciéndose en una
brisa cálida.
“Cariño, pensé que estarías más allá de mi imaginación,
pero luego te observo detenidamente, cada rasgo tuyo,
cada delicada facción que posees, y sí, estás más allá de mi
imaginación. Vivamos el resto de nuestras eternidades
juntos, con la misma pasión y fervor que hemos compartido
juntos durante todo este tiempo”, pronunció Jungkook,
acercándose aún más a su futuro esposo hasta que sus
pechos se rozaron.
Metió la mano en su bolsillo y sacó una pequeña caja de
terciopelo, revelando un gran anillo de rubí centrado
alrededor de una corona de diamantes con bandas dobles
de cristales más pequeños. Junto a él había otro anillo
dorado más grande con un escudo circular de la Casa Jeon,
una corona adornada en el centro y una espada cruzada.
Deslizó el anillo de rubí en su dedo, presionando un beso
en el dorso de su mano.
Taehyung lo miró, sus labios se separaron por la sorpresa
antes de que floreciera en una gran sonrisa cuadrada.
Su tierno voto lo hizo llorar por primera vez en mucho
tiempo. Nunca había llorado, pero una sola lágrima se
deslizó por su rostro. Fingió que no sucedió.
Cuando encontró su mirada seria, por una vez, no llena
de humor o bromas, no pudo evitar querer reírse.
Taehyung tomó el otro anillo, destinado a él. “La risa es
la dulce creación de la vida. Prometo nunca dejar de reír
contigo. Cada risa, cada sonrisa, cada momento, bueno o
malo, lo apreciaré hasta el final de nuestras eternidades y
más allá de ésta”, prometió.
El oficiante ni siquiera se atrevió a decir “habla ahora o
mantén tus votos para siempre”. Sabía que nadie era tan
tonto como para negarle al Rey su pareja.
“¿Usted, Su Majestad, el Rey Jeon Jungkook, acepta al
Príncipe Kim Taehyung Rose como su legítimo esposo, para
ser respetado en tiempos difíciles, apreciado incluso en las
dificultades, protegido durante las calamidades y amarlo
incondicionalmente?”
“Sí, acepto”, reflexionó Jungkook.
“Y usted, Su Gracia, Príncipe Kim Taehyung Rose, toma
al Rey Jeon Jungkook como su legítimo esposo, para
apoyarlo en cada situación justa, para celebrar el éxito
como si fuera suyo, para llorar el dolor como si fuera suyo,
y respetar sin importar los temblores que la vida les dé?”
“Sí.”
El oficiante sonrió. “Usted puede ahora besar al novio.”
Jungkook colocó su mano detrás de la cabeza ajena y lo
besó profundamente. Sus dedos se entrelazaron en su
cabello, inclinándolo en un beso apasionado y febril.
Joongki silbó como un lobo, mientras que Yoongi tosió
con fuerza. Jimin se rió divertido, sus ojos se arrugaron.
Quién hubiera pensado que Taehyung sería el primero en
casarse, especialmente con un hombre audaz, cruel e
intimidante como Jungkook.
Miró a su mejor amigo, sonriendo brillantemente al ver
el leve sonrojo de Taehyung y la sonrisa orgullosa de
Jungkook. Eran una pareja que nunca podría haber
imaginado, pero que apoyaba de todo corazón.

MI ESPOSO
Canción: Merry Go Round of Life de Joe Hisaishi.
La boda pasó como un borrón. Todos se acercaron a
saludarlo, con sonrisas falsas y reales, sus risas suaves, sus
risitas burlonas. Eventualmente, todos se mezclaron, pero
él recordaba bien sus rostros.
Taehyung siempre fue bueno para recordar a las
personas y las cosas que le hicieron. En medio de las
personas que lo odiaban, él sonrió más brillante, solo para
despreciarlos aún más.
Podía sentir las miradas envidiosas hurgando en su piel,
deseando caer muerto en el acto. Podía sentir las miradas
curiosas memorizando sus rasgos, sus acciones y sus
palabras.
En lugar de la ceremonia al aire libre anterior, ahora
todos estaban sentados dentro de un salón de banquetes
cavernoso. Había mesas grandes con hermosas velas altas
de color burdeos, cintas blancas, fuentes doradas y
plateadas, sillas con regalos, y la lista continuaba.
Candelabros de cristal colgaban sobre ellos, el techo
abovedado lucía sus habituales pinturas del alto cielo, sus
cupidos y niños.
“¿Cómo está la comida?” Jungkook preguntó de repente,
notando que la mitad estaba intacta.
Taehyung parpadeó. Volvió la cabeza hacia él. Estaban
sentados en una plataforma elevada, en una mesa larga con
Jimin a su lado y los mellizos al otro lado de Jungkook.
Jungkook se sentó a su lado mientras todos disfrutaban
de la comida. Bebió tranquilamente su vino, como la
mayoría de los vampiros. Vio fácilmente quién era humano
y quién no, a juzgar por quién comía y quién bebía
principalmente.
“Estoy demasiado nervioso para comer”, admitió
Taehyung. “Pero la sopa es deliciosa y el bistec está
excepcionalmente cocinado”.
Jungkook sonrió ante esto. Sabía que estos platos debían
haber sido sus favoritos, a juzgar por la forma en que
todavía comía a pesar de su ansiedad.
“¿Un baile, cariño?”
Taehyung parpadeó. Sus labios se separaron, una leve
sonrisa en su rostro. La melodía festiva de su primer baile
juntos ahogó suavemente los ruidos de charlas y risas.
“¿No fue esta la canción que bailamos esa noche en el
banquete?” preguntó Taehyung.
Jungkook sonrió en respuesta. Él le ofreció una mano,
muy consciente de que todos estaban observando cada uno
de sus movimientos.
Si iban a pretender estar enamorados, para mantener su
estatus como la Flor Noble y el estatus de él como un
hombre cambiante, entonces tendrían que interpretar bien
el papel. Pero en algún momento, él sabía que el menor no
lo veía como una farsa.
Su Taehyung lo amaba de todo corazón, lo decía él
mismo. Taehyung, inocente e ingenuo, se enamoró del
mismísimo diablo, y lo hizo con una sonrisa. Jeon lo miró a
los ojos, hermosos como el bosque durante la medianoche,
bajo un cielo salpicado de estrellas.
“Lindo”, murmuró Jimin sobre el licor que bebía.
Jimin observó a la pareja, sonriendo al bonito de
Taehyung. Ver a su amigo feliz lo hacía feliz. ¿Quién
hubiera sabido que Taehyung era el primero en casarse?
Las cejas de Jimin se juntaron. Sus padres le habían
dicho algo sorprendente ayer. Se sentaron entre la multitud
y le dieron a Taehyung el regalo más caro, tratándolo como
a su propio hijo.
Todo el tiempo, parece que Jungkook siempre supo que
Taehyung era la Flor Noble.
“Mimi, ¿puedes cuidar mi bebida?”
Jimin parpadeó de vuelta a la realidad. Vio la copa de
champán de Taehyung y se rió suavemente.
Jimin le sonrió. “¿Quién se atrevería a envenenarlo, en
presencia del Rey y los gemelos? Pero por supuesto. Lo
protegeré con mi vida y mataré a cualquiera que se le
acerque”.
Taehyung pensó que era una broma, así que se rió
inocentemente, con el rostro iluminado. El corazón de Jimin
se llenó de alegría al verlo, a pesar de que había sentido
cada palabra que dijo.
Jimin vio como Taehyung aceptaba la mano del Rey. Éste
se inclinó sobre Taehyung, besándolo suavemente en los
nudillos, en medio de suaves jadeos y murmullos
silenciosos. Taehyung era un novio deslumbrante, con un
atuendo que la gente se moriría por tocar. El costo por sí
solo podría ser el pago inicial perfecto para una enorme
mansión en los bosques.
“Mi esposo”, murmuró Jungkook, apretándole las manos
con fuerza, como si el menor se atreviera a correr por los
cerros con su traje blanco.
Taehyung le fue prometido, hizo un voto sagrado ante el
pueblo, y ahora, era suyo para siempre, hasta el final de su
eternidad con él.
“Mi marido”, murmuró Taehyung.
Los pasos del rubio finalmente se alinearon
perfectamente con los suyos. Había cambiado su traje por
algo con menos cola, pero con el doble de blanco y una
estética pura. Las plumas ahora bailaban sobre sus
hombros, las perlas y los diminutos cristales se colocaban
sobre la clavícula y la parte superior del brazo, y una
pequeña cola de tela lo seguía con cada paso.
“¿Estabas contando tus pasos antes?” bromeó Jungkook,
mientras colocaba una mano en su espalda baja,
acercándolo aún más a él, hasta que sus pechos
prácticamente se rozaban con cada paso. No podía quitarle
los ojos de encima, era simplemente demasiado hermoso.
“No…”
“Esta es la primera vez que me mientes, y sobre algo tan
insignificante. Seguramente, puedes hacerlo mejor que eso,
cariño”.
“Estaba decidiendo qué paso venía después, izquierda,
derecha, izquierda, derecha, pero luego me puse
demasiado nervioso y tropecé. Espero que nadie más lo
haya visto”, admitió.
El menor lo miró a los ojos penetrantes y se quedó sin
palabras. Era tan guapo que mejoró su visión. Un atractivo
visual como Jeon, que se había reído de su miedo a la
deslealtad, y nunca le hizo un juramento acerca de serle
fiel.
“Siempre te he dicho mis miedos de perderte, Jungkook”.
El pelinegro lo hizo girar suavemente en sus brazos.
Llevaba una tela suelta y fluida atada alrededor de la parte
inferior de su cintura, y cuando el menor giraba con él,
parecía una nube celestial abrazando a la pareja.
“Te preocupas por las cosas más extrañas, cariño. Ese
estúpido miedo tuyo nunca sucederá”.
“Entonces júramelo”, declaró Taehyung. En el giro, había
movido su mano de la parte superior de su brazo a su
hombro, permitiendo una posición más íntima. El mundo se
volvió borroso para el menor, una vez más, donde Jeon
parecía ser el único hombre en este mundo.
Jungkook se rió. A él le agradaron sus palabras, pero le
conmovió la sinceridad. Su esposo estaba compartiendo el
mismo miedo que él ahora, y eso lo llenaba de arrogancia.
Quería regodearse de esto ante el mundo, pero se guardó
el pensamiento para sí mismo.
Inclinando la cabeza, sus labios rozaron los ajenos.
Escuchó la aceleración de su respiración, el latido de su
corazón, y fue testigo de cómo sus ojos se cerraban. Lo
besó brevemente, capturando sus dulces labios por solo un
segundo o dos.
“Juro solemnemente, cariño, que tú, que me enseñaste el
amor, serás el único en recibirlo. Cruzaré mi corazón y
esperaré morir antes de romper tal voto contigo”.
Todo el cuerpo de Taehyung se llenó de calor. Apenas
podía contener su gran sonrisa, que finalmente estalló de
todos modos. Se acercó más y lo besó de nuevo, sólo un
pequeño beso. Pero fue demasiado, porque los ojos del
pelinegro parpadearon con llamas calientes y ardientes y se
inclinó para recibir más.
Taehyung giró la barbilla y Jungkook lo besó en la
mejilla. Él simplemente se rió.
“¿Y tu voto?” murmuró, “¿Dónde está?”
Taehyung parpadeó. Seguramente, ¿El mayor no pensó
que él se escaparía con otro hombre? Eso ya era un
sinsentido.
“Solo juro que tú, a quien le di mi corazón, serás el único
en poseerlo, hasta el último aliento que tome”.
Taehyung era suyo ahora, y por una vez, Jungkook era
suyo.

LLAMA ETERNA DEL AMANECER


Una vez que terminó el baile, aún más personas se
acercaron al doncel, pero esta vez para felicitarlo y
adularlo por sus pasos o la forma en que se balanceaba su
traje.
Fueron aún más cuidadosos con sus palabras,
probablemente al darse cuenta de que el Rey estaba
profundamente enamorado de él. Ninguno de sus
cumplidos importaba, le entraba por un oído y le salía por
el otro.
Taehyung había sonreído cuando lo necesitaba y reído
cuando era necesario. La única vez que estuvo en su forma
más verdadera fue cuando los Park vinieron a saludarlo,
con grandes y genuinas sonrisas.
Los Kang no habían venido. Yugyeom tampoco.
“Está bien, Tete, solo tengo cinco minutos para decirte
esto”. Jimin se giró en su asiento cuando nadie miraba,
especialmente sus padres. El Rey estaba ocupado con los
gemelos y alguna embajada extranjera.
“Sabes lo que sucede durante la noche de bodas,
¿verdad, mi querido e inocente amigo que lee demasiada
literatura erótica pero no ha experimentado nada?”
La boca de Taehyung se abrió un poco, su rostro se puso
rojo brillante. “¡No me incrimines así, Mimi! Tú fuiste quien
me dio esos libros, alegando que necesito más
conocimiento”.
“Esperaba que esos libros te despertaran la curiosidad
de experimentarlo con otro hombre, pero al ver cómo
seguías siendo tímido…”.
Taehyung miró con cautela a izquierda y derecha,
esperando que nadie escuchara el desliz de lengua de
Jimin. Efectivamente, no lo hicieron. Esperaba por los
cielos que realmente no lo hicieran. ¡¿Qué pensarían de
ellos?!
“No hice nada más que leer los libros”, dijo Taehyung.
“Entonces dime, ¿obtuviste más conocimiento?” susurró.
Jimin se inclinó más cerca, agarrando la mano de
Taehyung, sus dedos rozando el anillo de rubí. Había sido
testigo de muchas joyas lujosas en su vida y poseía
bastantes pares cuya combinación probablemente podría
comprar un pequeño reino.
Pero el que estaba en la mano de Taehyung no se parecía
a nada que Jimin hubiera visto antes. Se quedó sin palabras
por su pura belleza, el rubí rojo sangre asentado sobre
pétalos de diamantes, con dos bandas bordeadas con
diamantes más pequeños como decoración.
El corazón de Jimin se aceleró al verlo. “¡Dios mío, Tete,
estás usando uno de los tesoros de la nación!” chilló con
incredulidad, finalmente reconociendo dónde lo había visto
antes.
“Prácticamente no leí nada en la escuela, ¡pero incluso
yo sé la importancia histórica de este anillo! Está en los
libros de historia, ya sabes, sobre el Imperio Wraith. Dicen
que la Primera Reina de Wraith usó esto después de ayudar
al Rey a tomar el trono. Es dicho—”
“Estás aburriendo a mi esposo”, murmuró Jungkook.
Jimin jadeó hacia él. ¡¿Qué clase de idiota irritante y
bocón era este?! “Estoy dando una importante lección de
historia sobre tu propio Reino—”
“Cariño, no te preocupes por el significado de este
anillo”. Jungkook tomó su mano y le besó los nudillos,
atrayendo su atención de nuevo hacia él.
“No sabía que era un artefacto tan importante. Pensé
que lo habías hecho a medida o algo así”, admitió
Taehyung. “Es un anillo hermoso, de verdad. Me quedé sin
palabras cuando lo vi”.
“Ahora que Mimi lo mencionó, sé un poco de sus
orígenes”, les dijo Taehyung a ambos. “¿No se llama este
rubí ‘La Llama Eterna del Amanecer?’ Lleva el nombre de
un poema que escribió la primera Reina de Wraith después
de que su esposo se apoderara del mundo, devolviendo el
poder absoluto a la realeza”.
Jungkook levantó una ceja. “Veo que te gusta leer otras
cosas además de tus historias de ficción y autobiografías”.
Taehyung se rió de su broma tonta antes de arrugar la
nariz hacia él. A Jeon siempre le gustaba empujarlo y
burlarse de él. ¿Era ese su pasatiempo favorito de ahora en
adelante?
“Se dice que el poema estaba dedicado al primer
amanecer después de su victoria, donde los cielos parecían
llamas”, concluyó.
Antes de que nadie pudiera hablar, Yoongi abrió la boca.
“Parece que los informes de sus tutores no fueron halagos
sin sentido, sino la verdad. Sin embargo, esperaba que
reconociera la importancia de este anillo mucho antes, Su
Gracia”.
“Siempre eres tan malo, como un maestro de escuela,
Yoongi”, suspiró Joongki en voz alta.
Pasó un brazo alrededor de su hermano mayor,
sacudiendo la cabeza con desaprobación. “Démosle un poco
de holgura a nuestro Rey, probablemente se vio atrapado
por la ansiedad durante los votos matrimoniales. ¿Verdad,
Su Gracia?”
Joongki le ofreció una sonrisa amistosa, pero se encontró
con su mirada fría. Su sonrisa se desvaneció un poco.
Su Gracia debe haber recordado su traición en la sala del
consejo. Pensó que sería un gran Rey, de verdad, pero en
ese momento, quería que ganara la Rosa Dorada. Pensó
que la Rosa Dorada era la clave de los problemas de Su
Majestad.
“Quítate de encima, eres pesado y gordo”, siseó Yoongi,
apartando el brazo de su hermano de su hombro.
“¡No estoy gordo!” Joongki gritó, colocando una mano
herida sobre su pecho “Yo—”
“La ceremonia de la boda está llegando a su fin ahora”,
cortó Jungkook de repente. Vio la hora, ya tuvo suficiente
de las festividades.
Los gemelos se calmaron.
Jungkook tomó la mano de Taehyung y juntos se
levantaron de sus sillas. Instantáneamente, la charla se
detuvo.
El Rey tenía una presencia para silenciar a la gente,
incluso al otro lado de una enorme sala. Su aura era
aterradora y su postura intimidante. Pero su rostro era
agradable y hermoso, ostentado por una rara amabilidad.
“Damas y caballeros, nos gustaría agradecerles por su
generoso tiempo para asistir a la ceremonia de la boda. Su
presencia fue muy bienvenida y muy apreciada. Con
renuencia anuncio que la ceremonia está llegando a su fin”,
declaró Jungkook en una voz fuerte y autoritaria, obligando
a cada par de ojos a mirarlo.
Taehyung respiró por la nariz, calmando sus nervios.
Sabía cuál era la siguiente parte del discurso. “Como
invitados de honor, nos gustaría invitarlos al centro de los
jardines, donde les espera una hermosa sorpresa”.
Jungkook quedó gratamente sorprendido por su voz
serena y de confianza. Tenía la mano humedecida por el
sudor de la ansiedad, pero no tartamudeó ni le tembló el
tono.
Taehyung sonrió con gracia, llegando a sus ojos cuando
los mayordomos se adelantaron y comenzaron a guiar a la
gente fuera del salón de banquetes. Tomó asiento con
Jungkook y vio como todos se iban lentamente.
“Joven Park”, dijo uno de los mayordomos, apareciendo a
su lado justo cuando otro sirviente hizo un gesto para que
los gemelos se fueran también.
Jimin entrecerró los ojos. Tenía la sospecha de que así
era como el Rey planeaba robar a Taehyung. Así, se giró en
su asiento y de repente se inclinó hacia Taehyung, sus
labios sobre las orejas de este último.
“Escucha, a un hombre le gusta cuando te metes la punta
en la boca, es el punto más sensible, por lo general no
pueden sentir nada más bajo que eso, así que recuerda, la
punta…”
“¡Alguien tiene que lavar esa boca tuya con jabón!”
Jungkook gruñó, tirando de su esposo hacia él.
Jimin frunció el ceño. ¡Por una vez, él estaba tratando de
ayudarlo! Le estaba enseñando a su inocente amigo cómo
complacer a un marido. ¿Era tan pecaminoso que tuviera
que agarrar a Taehyung así?
Miró su brazo protector, uno envuelto alrededor del
pecho de Taehyung, el otro colocado sobre su estómago.
Qué gobernante tan temible y posesivo era. Todos podían
decir que Taehyung le pertenecía, como el compañero de
un animal. Su protección fue revelada hoy.
“¡Hmph, desagradecido!” Jimin siseó. Se levantó de la
silla e hizo contacto visual con Taehyung, cuyo rostro se
había llenado de sorpresa.
“E-es verdad?” susurró Taehyung, pero incluso él parecía
dudar de a quién iba dirigido.
Jimin abrió la boca. “Es—”
“¡Jimin, ahí estás!” La Sra. Park chilló inexpresiva,
acompañada por su esposo.
Jimin inclinó la cabeza y miró hacia el suelo.
Al ver la tensión en la habitación, los Park apretaron los
labios, sabiendo que su hijo había causado problemas, una
vez más. El duque Park debatió la idea de dar un paso
adelante, pero su esposa se le adelantó.
“Su Majestad”, declaró la Sra. Park. “Mi hijo te ha hecho
daño otra vez”.
La Sra. Park se detuvo justo al lado de su hijo.
Sutilmente le dio un codazo al chico para que se disculpara
rápidamente antes de que el Rey viniera por sus cabezas.
“Está bien, señora Park”, espetó Taehyung. “Jimin me
estaba informando de algo crucial, eso es todo”.
Sintió que el brazo de Jungkook se apretaba alrededor de
él, sus músculos se clavaban en su frágil clavícula. El
mayor no estaba complacido. Pero Jimin solo estaba
tratando de ayudar. No era como si fuera a decírselo.
La Sra. Park suspiró ruidosamente. “Siempre eres tan
dulce, Taehyung. Al igual que tu madre. Ella habría estado
tan feliz de verte con tu traje blanco, y tu padre habría
llorado como un bebé cuando te acompañara por el
pasillo”.
Taehyung sonrió débilmente ante las palabras de la Sra.
Park. Él también lo sabía, su corazón hormigueaba. Había
pasado un tiempo desde la última vez que lloró por sus
padres, pero el dolor siempre estuvo ahí.
“Eres una vista tan impresionante”, agregó la Sra. Park,
sonriendo suavemente. “Ahora, no robaré más de tu tiempo
con el Rey. Mi hijo te ha molestado lo suficiente”.
La Sra. Park agarró a su hijo y comenzó a alejarlo.
“No es mi lugar decir esto, Su Majestad”, dijo el duque
Park al rey. “Pero por favor, mantén a Taehyung más seguro
que un tesoro nacional”.
Jungkook se rió a carcajadas. “Créeme, yo habría hecho
lo mismo incluso antes de tu consejo”.
El duque Park dejó escapar un pequeño suspiro de alivio,
su estricto rostro se suavizó un poco. Él asintió con la
cabeza y se despidió, colocando una mano detrás de la
espalda de su esposa.
“Ven, cariño”. Jungkook aflojó su agarre sobre él y le dio
la vuelta. Agarró su mano y lo puso de pie.
Al ver que ya no estaba enojado, Taehyung asintió con la
cabeza. Le permitió tirar de él en cualquier dirección que
deseara.
“Pero este no es el camino a los jardines para los fuegos
artificiales…”
Jungkook se rió. Continuó caminando, esta vez,
deslizando su mano sobre su espalda baja. “No vamos a ir a
los jardines, cariño”.
“Pero la gente nos está esperando en los jardines”.
“¿Y?”
“Si no es a los jardines, ¿adónde vamos?”
La mirada del pelinegro parpadeó, sus rasgos se
volvieron misteriosos y oscuros. “Al dormitorio”.

—Ig: lovetaejeon
21. XX

PROBE
Taehyung apenas podía escuchar el clic de sus zapatos.
Su cuerpo estaba nervioso y su corazón latía con fuerza. No
podía escuchar por encima del sonido de los latidos de su
corazón resonando en sus oídos mientras permitía que
Jungkook lo empujara suavemente hacia adelante.
Éste lo tomó de la mano y lo arrastró por los pasillos
brillantemente iluminados. Cuando llegaron a su piso
compartido, el pasillo estaba oscuro, permitiendo que la luz
de la luna se filtrara a través de las ventanas del techo. Sus
ojos se detuvieron en la pálida luna llena, guiándolos por el
camino correcto.
“E-Estoy un poco nervioso”, admitió Taehyung.
Su traje revoloteaba detrás de él, cada paso más pesado
que el otro. Estudió su gran espalda, la tensión de sus
músculos incluso debajo del traje, su cuerpo firme, y la
imagen de la ducha volvió a su cabeza. El mayor tiene un
cuerpo que muchos envidian, desde su contextura fuerte
pero no en exceso, su fina cintura y sus muslos
prominentes.
“Sí, puedo escuchar tu corazón tratando de salirse de tu
pecho”, bromeó Jungkook, deteniéndose un poco para que
el otro lo alcanzara. Deslizó un brazo alrededor de su
espalda baja, sosteniéndolo contra su costado. Juntos,
continuaron caminando.
“Será mi primera vez”, murmuró Taehyung justo cuando
las puertas se abrieron.
Entró, sus ojos se detuvieron en uno de los grandes
ventanales. Antes de que el pelinegro pudiera decir nada,
el menor se dirigió hacia las ventanas, con la mirada
pegada al cielo nocturno, salpicado de estrellas.
Se dispararon los primeros fuegos artificiales. Su rostro
se iluminó, hipnotizado por los estallidos de colores neón.
Estalló otro fuego artificial, esta vez rompiendo en el aire y
esparciendo luz sobre el mundo. Estaba distraído por el
deslumbrante amarillo, naranja y azul.
“¿En verdad?” bromeó Jungkook, parándose
directamente detrás de él.
El pelinegro curvó la cabeza, depositando un beso en su
mejilla, sus manos agarrando sus hombros antes de
arrastrarse más abajo, sintiendo su suave piel sobre la tela
contra la áspera de él.
Taehyung tembló bajo su toque, su piel quemaba por el
roce ajeno, traspasaba las finas capas sabiendo lo que
estaba por venir.
“No habría pensado que esta era tu primera vez, dado
que eres virgen”, dijo sarcásticamente, con la voz llena de
diversión. El menor todavía estaba mirando los fuegos
artificiales, el color bailando sobre su piel acaramelada.
Jeon simplemente sonrió y besó la curva de su cuello, sus
manos agarraron su cintura por un segundo antes de
comenzar a desabrochar la cola del traje, luego empezar a
deslizar la cremallera del saco, revelando su espalda, sus
nudillos barriendo lentamente la piela ajena.
“Yo… quise decir, nunca he tenido tanta intimidad con
una persona”, murmuró Taehyung. Apenas podía mantener
su voz bajo control.
Dondequiera que sus dedos acariciaran, comenzó a
calentarse, su estómago se retorció con anticipación.
“¿Es eso así?” reflexionó. “Pero has tenido intimidad
conmigo ¿en cuantas ocasiones?”
Jeon extendió su mano frente al menor, sus largos dedos
comenzaron a bajar uno por uno. “Esa noche en el hotel
cuando te arrojaste sobre mí, la primera vez que te toqué
en este castillo, la segunda vez que sucumbiste a mi mano,
la tercera vez que probé…”
“¿Tienes que molestarme incluso ahora?”
Rozó sus labios sobre sus oídos, enviando escalofríos por
su espalda. Mordisqueó el lóbulo de su oreja, besando el
lugar detrás de ésta. “Siempre me burlaré de ti querido,
por siempre y para siempre”.
Jungkook envolvió sus brazos alrededor de él, sus labios
arrastrándose más abajo hasta encontrar el pulso de su
cuello. Succionó en el lugar, besando, mordiendo con sus
colmillos, creando marcas, antes de sentir que sus rodillas
cedieron, pero lo sostuvo correctamente. Su esposo no iría
a ninguna parte.
“Muéstrame tu hermoso cuerpo. Muéstrame todo”.
Taehyung agarró los brazos ajenos enredados en su
cintura, con los ojos muy abiertos. La habitación estaba
oscura y débilmente iluminada por la luz de la luna. Pero
sabía que él lo vería perfectamente en la oscuridad, el
placer de sus pezones erectos y sus leves contracciones.
“Seré gentil”, lo engatusó, lamiendo el punto en su cuello
antes de morderlo con dureza. Gritó justo cuando él sopló y
lamió suavemente sobre el lugar ardiente, su aliento era
fresco y mentolado.
“No, no lo serás”, susurró, sabiendo la verdad. La voz
ajena destilaba picardía y lujuria, una mezcla que hizo que
su cuerpo tarareara por más.
El pelinegro sonrió maliciosamente sobre su piel. Sin
previo aviso, agarró sus manos que presionaban el saco
contra él.
Jungkook besó un lado de su cabeza, aspirando su aroma
endulzante. Su esposo temblaba como un corderito en sus
brazos, y él solo quería penetrarlo aún más.
“Solo porque sé que te gusta lo duro, cariño”.
Taehyung tragó saliva. Lentamente apartó las manos,
dándole total libertad a su marido para que lo desvista. El
mayor procedió a sacarle prenda por prenda, cayendo al
suelo. En un instante, le desabrochó el pantalón y se lo
quitó.
Sus labios se juntaron cuando sus ásperas manos
comenzaron a explorar su cuerpo, comenzando con su
vientre hasta su pecho. Él tomó su pezón izquierdo, su otra
mano recorrió sensualmente por su cuerpo y se deslizó
dentro de su ropa interior de encaje hasta que su mano
ahuecó su miembro excitado.
“Todo esto es mío, mi dulce. Los usaré bien”. Los dedos
de Jungkook pellizcaron sus pezones, su otra mano
jugueteaba con su miembro y testículos. El menor gimió
cuando él encontró la velocidad adecuada en el vaivén de
su pene, tocándolo justo cuando su otra mano se deslizó
hacia atrás y apretaba firmemente su pomposa mejilla
trasera, sus dedos quedando marcados en su piel.
Taehyung apoyó la cabeza en su hombro, con los ojos
cerrados de placer. Sus dedos jugueteaban con su pene, sin
dejar de acariciarlo de arriba hacia abajo, poniéndolo cada
vez más sensible con su toque.
El menor soltó un profundo gemido contoneándose, y
pronto los dedos ajenos fueron envueltos con líquido
preseminal. Sin previo aviso, lo levantó en sus brazos y lo
llevó hacia la cama. Instantáneamente se metió debajo de
las sábanas haciéndolo reír.
“Relájate, mi dulce. Tenemos toda la noche”. Jungkook
agarró las mantas y las tiró, revelando su cuerpo ante él.
“Tengo frío”, susurró, levantando ligeramente las
rodillas, pero él se acomodó entre ellas, como si supiera
que cerraría las piernas.
“Te calentaré en poco tiempo, cariño”, murmuró.
Jeon se inclinó y capturó sus labios. El menor gimió en
silencio sobre su boca, sus dedos deslizándose en el río
negro de su cabello. Le inclinó la cabeza, moldeando su
boca contra la de él, mientras lo besaba febrilmente. Su
otra mano comenzó a explorar las líneas esbeltas de su
cuerpo, hasta llegar a sus caderas, las cuales agarró.
“Te dolerá, pero solo un poco”, dijo sobre sus labios
húmedos.
“Todo lo que hice fue tocarte y besarte, ¿pero estás tan
excitado?” Jungkook se echó hacia atrás para quitarse el
traje, arrojándolo al suelo. Él lo miró profundamente,
mientras se desabrochaba la camisa.
“No puedo evitarlo”, susurró Taehyung, su rostro se
calentó con su mirada ardiente. Parecía que estaba listo
para devorarlo. En un abrir y cerrar de ojos, su camisa se
había ido.
Al rubio se le hizo agua la boca. Su marido tenía un
cuerpo impecable, un abdomen marcado. Su piel era pálida
pero ligeramente bronceada como la arena limpia de una
playa. Se desabrochó el cinturón, lentamente, sus ojos se
agrandaron ante el gran bulto que se formó.
“No encajará”, gimió, tratando de escabullirse, sabiendo
que él lo rompería.
“Tonterías”.
“P—”
“Lo haremos tan a menudo, que serás moldeado a mi
forma, tamaño y grosor”.
Jungkook se deshizo del cinturón. Al ver su terror, sonrió
y se inclinó, capturando sus labios nuevamente. Su esposo
cerró los ojos, envolviendo sus brazos alrededor de sus
hombros, bajando su cuerpo. Taehyung era una cosita
graciosa, creyendo que no encajaría, pero aún así
deseándolo.
El pelinegro lo besó con profundidad y se quitó los
pantalones hasta que lo único que los separaba de los
cuerpos unidos era una tela delgada. Agarró la parte
posterior de su cabeza, lamiendo sus labios que se abrieron
para él, mientras empujaba su lengua dentro. Luchó contra
su lengua cálida y resbaladiza por el dominio, pero el
menor siempre sucumbía, mientras exploraba la hendidura
de su boca humedecida, rastrillaba sus dientes sobre su
belfo inferior.
Jungkook llevo dos dedos a su boca y luego bajo la mano,
la cual se deslizó por el muslo interno del rubio, haciendo a
un lado la fina tela. Sus dedos acariciaron su agujero
estrecho, haciendo que el contrario jadeara de
anticipación. Sin previo aviso metió un dedo humedecido
en su apretada entrada, sintiendo como las paredes
internas lo ceñían tan bien.
Taehyung gimió en respuesta, abrazándolo con más
fuerza, como si eso le impidiera hacer algo. Sintió como
golpeaba su interior con su largo dedo, primero sintió un
leve ardor pero fue reemplazado por un calor naciente en
su vientre bajo. Pronto se unió un segundo dedo. Entraban
y salía, preparándolo antes del acto.
“Dime que estás listo, mi dulce”. Jungkook besó la
comisura de su boca mientras retiraba sus dedos
humedecidos y lentamente le quitaba la ropa interior de
encaje. Sus muslos temblaron, mientras deslizaba el
material hasta sus tobillos antes de tirarlo al suelo.
“Tengo miedo”, susurró.
“Se sentirá bien, cariño. Me aseguraré de ello”.
Taehyung asintió lentamente. El mayor rara vez le había
mentido, y podía recordar el placer distintivo que solo él
podía darle. Se le cortó la respiración cuando él se quitó el
bóxer y sus ojos se abrieron como platos.
Instantáneamente, trató de cerrar las piernas, pero él se
rió.
“Dime”, lo instó, besándolo en los labio perezosamente,
saboreando su calidez.
Su aliento salió en un temblor cuando él agarró su pene
hinchado, la punta presionando sobre su entrada. Él frotó
el glande caliente contra su agujero.
“Y-yo estoy listo”, susurró justo cuando él lo besó con
más pasión.
Perdido en el fervor y el calor de su boca, se aferró a él,
gritando cuando se deslizó dentro. Lo abrazó, sus uñas se
clavaron en sus tensos hombros, sus rodillas apretaron con
fuerza su estrecha cintura.
“Shh, shh, lo sé”. Besó la esquina de sus ojos,
humedecidos por el dolor.
“Eres tan hermoso, incluso cuando lloras”. Jungkook le
besó la mejilla, luego la línea de la mandíbula y la clavícula.
“Ya no me duele tanto…”
El pelinegro sonrió con malicia. “Eso es porque es solo la
mitad de mí”.
El rostro de Taehyung palideció. Antes de que pudiera
siquiera protestar, él se deslizó aún más profundo de un
sólo golpe, haciéndolo gemir y aferrándose a él aún más
fuerte. Finalmente, sus cuerpos se unieron como uno solo
mientras él estaba profundamente clavado y el rubio no
podía pensar en nada más que en él y su virilidad.
Al ver el brillo en sus ojos y recordar el fuego que le
había lamido la piel, tragó saliva. Iba a ser una noche larga
y placentera, y esto era solo el comienzo.

DEMASIADO SENSIBLE
Jungkook lo tomó lento y con suavidad primero, como
montar una ola. Lo penetró suavemente, sacándolo con
lentitud, mientras apretaba los dientes, con el ceño
fruncido por la concentración.
“Joder, estás apretado”, gimió ronco, besando y
mordiendo sus labios. Él lo moldeó a su forma y tamaño,
obligando a su cuerpo a memorizar el suyo. El mayor
necesitaba que su esposo se sintiera más cómodo y
ajustado antes de arremeter como un hombre hambriento
antes de un festín.
“No aprietes, morderás más de lo que puedes comer”,
murmuró Jungkook sobre sus labios. Su esposo respondió
apretando su pene aún más, abrazándolo, sus uñas
clavándose en su carne.
“Qué cosita tan desobediente”. Jungkook rió, capturando
sus labios en otro beso, más profundo y apasionado. Pronto,
movió más sus caderas, empujando con fuerza en él,
haciéndolo gemir sobre su boca. Silenció sus súplicas y
protestas con su boca moviendo su cuerpo en ondas,
embistiendo con aspereza, sabiendo lo que le gustaba a su
esposo.
Sus cuerpos estaban pegados el uno al otro, Jungkook
presionando el de él hacia abajo. Sus manos se deslizaron
de sus hombros, decidiendo apretar las mantas. Taehyung
estaba tratando de huir del placer
Agarró sus manos con las suyas y las entrelazó,
obligándolo a contener el éxtasis.
“N-no”, gimió el rubio, tratando de sacar sus manos de
su apretado agarre, deseando aferrarse a las mantas en su
lugar. Era tortuosamente lento un segundo y febrilmente
rápido al siguiente, sobreestimulando todos sus sentidos.
Taehyung se retorció, sus respiraciones saliendo en
jadeos. Él lo penetró una y otra vez, saliendo y entrando en
su apretado agujero. Lloró y sollozó de placer, cada sonido
encontrándose con sus elevados oídos. Levantó las caderas
para encontrarse con su cuerpo resbaladizo humedecido en
sudor. Su cuerpo se sentía como si estuviera en llamas, su
piel ardiendo con calor, y solo él podía dominarlo. El
choque de pieles resonando en la habitación, sus nalgas
golpeaban contra sus muslos.
“Oh, por favor”, gimió en sus oídos, sus manos agarrando
con vigor las de él mientras sus piernas estaban envueltas
alrededor de su cintura, temblando con cada uno de sus
embestidas.
Era rudo y apasionado, soltando sus manos y agarrando
su cintura para posicionarlo mejor para él. Se hundió tan
profundo hasta que el doncel estaba temblando y gimiendo.
Tan profundo que sentía que golpeaba más allá de ese bulto
que lo hacía delirar en calor, removiendo sus entrañas,
hasta marcar un leve bulto debajo de su ombligo cada vez
que lo embestía en seco.
“Oh sí, ¿justo ahí?” gruñó, su voz baja y contenida. Su
mandíbula estaba apretada de placer, embistiendo más
rápido, dándole más de lo que podía soportar, pero su
esposo era tan cariñoso y lo tomó bien, con la cabeza
rodando hacia atrás de placer. Los ojos en blanco, los
mofletes sonrojados, el sudor en sus facciones y su cabello
dorado desparramado en la cama. Su dulce era un total
desastre por él y para él.
Taehyung gritó extasiado cuando él encontró el lugar
exacto, sus caderas se arquearon hacia él y sus manos se
agarraron a sus hombros. Dejó escapar una risa oscura y
de repente aceleró el paso, penetrando en ese lugar una y
otra vez, mientras él gemía en voz alta, rogándole que se
apiadara de él. Continuó sobre estimulándolo, hasta que su
esposo estaba escalando un pico, sus entrañas se
apretaban fuertemente contra él.
Taehyung luchó por respirar, jadeando en éxtasis
mientras un fuego ardía desde adentro. Debajo de las
yemas de sus dedos, sintió que sus músculos duros y
contraídos se movían con cada acción.
El único sonido en la habitación eran las bofetadas de
sus cuerpos, su lengua uniéndose a la de él, el chasquido
de sus besos, y sus frecuentes gemidos y jadeos
encontrándose con sus gruñidos ocasionales de aprobación.
“¿Qué dije sobre apretar?” Jeon gimió, aferrándose con
más fuerza a su cintura mientras entraba y salía, errático
de placer. Su esposo no podía moverse ni huir de él
mientras lo embestía una y otra vez, sus caderas giraban
para encontrar su ritmo que hacía que sus ojos rodaran. y
su boca entreabierta.
Taehyung lo apretaba con tanta fuerza que estaba
empezando a perder el control. Un instinto crudo se hizo
cargo cuando apretó su trasero, la carne escapando entre
sus dedos y se zambulló en toda su longitud en sus paredes
palpitantes.
“Mi nombre”, gruñó en sus oídos. “Dilo.”
“Su Majestad—”
“No te burles de mí, cariño, no ahora. Puedo ser mucho
más rudo”, le advirtió al oído, seductor y dominante,
mordiendo el lóbulo.
“Por favor, no”, exhaló, aunque su cuerpo reaccionó de
manera muy diferente, su corazón se aceleró ante la idea
de que él perdiera el control.
“No me pongas a prueba, mi dulce. Si tanto deseas tu
liberación, tendrás que decir mi nombre y rogar por ello”.
Taehyung apenas pudo registrar sus palabras. Se sentía
tan bien, su cabeza girando hacia un lado, ¿sus brazos?
ahora alrededor de su cuello y abrazándolo hacia su
dirección. Estaba llegando a su clímax y solo podía
alcanzarlo gracias a él.
“Por favor”, susurró. “Por favor, Jungkook”.
El pelinegro gruñó, penetrando en el mismo lugar que
hizo que su cuerpo se sacudiera antes de temblar de placer.
Su respiración se volvió demacrada y sus piernas se
apretaron alrededor de él como si supiera lo que estaba por
venir. Pero él siguió adelante, moviendo las caderas
febrilmente para traer su néctar primero.
Pronto, su esposo jadeaba, su cuerpo temblaba, mientras
gritaba en voz alta su nombre. El menor vio estrellas, sus
ojos rodaron hacia atrás antes de que todo su ser se
quedara en blanco por la euforia y el clímax liberado.
Jungkook rió suavemente. “Puedo sentirte latiendo a mi
alrededor, cariño”.
La respiración de Taehyung se hizo temblorosa, sintiendo
la contracción de su agujero alrededor de la de él.
“Tu sedosa suavidad agarrándome se siente bien, mi
dulce”. Jungkook vio como su cuerpo se relajaba, sus ojos
se humedecían con lágrimas. Él simplemente sonrió y
capturó sus labios.
Sin previo aviso, siguió penetrando dentro de él,
haciendo que todo su cuerpo saltara, sus brazos
instantáneamente lo rodearon de nuevo.
“Estoy demasiado sensible para más”, sollozó sobre sus
hombros, ambos con el cuerpo mojado por el sudor.
Jeon se movía implacablemente, sin destilar ninguna sola
de cansancio, a comparación de Taehyung quién tenía los
muslos temblando y los ojos llorosos por la intensidad del
placer que recorría su cuerpo. No pudo evitar aferrarse
desesperadamente a él, queriendo más y más. El éxtasis
fue simplemente demasiado para él, mientras más ruidos
lascivos escapaban de su boca.
“Seguramente, ¿no pensaste que ese era el final?”
bromeó con un gruñido bajo.
El rubio respondió cruzando las piernas sobre su espalda
baja, presionándolo aún más contra su agujero.
Jungkook continuó tomándolo, con un jadeo de
aprobación viniendo de él. “Pequeño bromista”, gruñó,
apretando la mandíbula mientras su esposo lo apretaba a
propósito, rogándole que se liberara en su interior.
“No te preocupes, cariño. Te daré lo que quieres”. Él
capturó sus labios en un beso áspero mientras sus caderas
se impulsaban y su esposo gemía.
Las chispas recorrieron el cuerpo de Taehyung cuando
algo tibio brotó en su interior, llenándolo. Cayó sobre la
cama, jadeando por aire, pero él no había terminado.
Continuó bombeando dentro hasta que volcó toda su
semilla. Jeon se acostó encima de él, presionando su cuerpo
contra la cama, mientras su mano se deslizaba por su
cabello, acunando su rostro hacia su pecho.
“Lo hiciste muy bien, querido”, le susurró suavemente al
oído, besando con dulzura un lado de su cabeza, como si no
lo hubiera llevado al cielo y al infierno al mismo tiempo.
Taehyung aún temblaba, abrazándolo cariñosamente.
Cerró los ojos, creyendo que allí era donde se le permitía
descansar y dormir. Pero luego Jeon lo llevó a una posición
sentado en su regazo, con él todavía clavado en su interior.
“¿Jungkook?” murmuró contra sus labios, pero él
comenzó a besarlo por todas partes.
Presionó besos con la boca abierta en su cuello, sus
hombros, sus clavículas y el valle de sus pezones. Lamía,
mordisqueaba, chupaba, besaba y hacía todo tipo de cosas.
Taehyung echó la cabeza hacia atrás dándole más
acceso, sin darse cuenta de que él estaba estropeando su
piel, salpicando marcas de amor rojizas por todas partes.
Jadeó cuando él apretó su pezón izquierdo, con el pulgar y
el índice frotandolo mientras tomaba el pezón derecho en
su boca, mordiéndolo y tirando de la perla ligeramente,
antes de pasar la lengua.
Sus ojos se abrieron de placer, antes de cerrarse
temblando, su cuerpo pidiendo por más.
El corazón de Taehyung se aceleró cuando sintió que él
comenzaba a endurecerse aún más en su interior de nuevo.
“¿Qué planeas hacer?” susurró con voz mortificada,
aunque sabía a dónde iba esto.
“Me aseguraré de que el príncipe heredero esté dentro
de ti esta noche, cariño”. Y antes de que pudiera decir algo,
él se deslizó fuera de su entrada y lo inclinó sobre la cama
de nuevo, con la espalda sobre el suave colchón.
“Ahora ponte de rodillas”, susurró Jungkook en sus oídos,
aunque sus manos ya lo estaban posicionando.
Desafortunadamente, sus piernas cedieron debajo suyo
tan pronto como él se deslizó de nuevo, pero eso no parecía
ser un problema para él. Sostuvo sus caderas suspendidas
en el aire mientras penetraba el mismo bulto interno que
antes.
Sus ojos se agrandaron mientras gritaba y lloriqueaba,
pero él levantó su cintura, una y otra vez, obligándolo a
tomar todo de él, embistiendo más y más fuerte.
Aprendió algo nuevo esta noche. Jungkook era una
bestia. Y él rotó desatado sus cadenas.
Esa noche, continuaron hasta que ya no pudo mover sus
extremidades. El mayor estaba lleno de Taehyung, y éste
estaba llenó del pelinegro, mucho más de lo que jamás
podría imaginar.
No hace falta decir que Su Majestad era un hombre muy
saludable con una gran cantidad de energía. Y era el tipo
de hombre que no se detenía, bombeando hasta la última
gota en él. Sólo entonces, estaba satisfecho.
REEMPLACE EL DOLOR CON PLACER
Taehyung se despertó en un abrazo helado. Sus
miembros estaban fríos y no generaban calor sobre su piel,
pero eso estaba bien. Naturalmente, era demasiado cálido
y disfrutaba del contacto gélido de sus miembros sobre los
suyos. El único problema era que sus brazos eran pesados y
habían estado envueltos con fuerza alrededor de su cuerpo.
Su Marido lo abrazó cariñosamente, su espalda
presionada contra su pecho, su rostro acurrucado en su
cuello, sus labios cosquilleando levemente la piel sensible.
No parecía que lo dejaría ir pronto.
“¿Jungkook?” murmuró, preguntándose si estaba
despierto.
“¿Sí, querido?”
Los ojos de Taehyung se abrieron por la sorpresa. No
creía que estuviera despierto. Por otra parte, los vampiros
no dormían tanto.
“¿Cuánto tiempo has estado despierto?”.
“El tiempo suficiente para saber que tu mano tiembla
mientras duermes”. Jungkook movió su mano para cubrir
una de las de él, su largo dedo sondeando los delgados de
él. Jeon sonrió en su piel, mordisqueando una de las
muchas marcas que dejó en su cuerpo.
Taehyung se apartó de él, sabiendo lo que quería. “¿Te
molestó?”.
“Sí.”
Taehyung quería darse la vuelta y observar su expresión,
pero su brazo pesaba mucho sobre sus caderas. El mayor
tenía la intención de que permanecieran de esta manera.
Se preguntó por qué, pero recibió su respuesta cuando
movió las caderas y se dio cuenta de que algo duro y
prolongado le presionaba la parte interna de los muslos.
Oh.
“Estoy seguro de que sabes exactamente lo que me
perturba” Jungkook murmuró sobre su piel suave, dulce y
tersa, salpicando besos por doquier. “Recordé tus espasmos
antes de que te corrieras por mí en la cama, cariño”.
Los labios de Taehyung se abrieron. Trató de
incorporarse, mortificado de que él hiciera algún tipo de
conexión entre ambos significados de “dormir juntos”. Pero
él lo abrazó con más fuerza, un ruido sordo sacudió su
pecho mientras se reía entre dientes y besaba la parte
superior de su cabeza.
“Una provocación tan pequeña y ya estás nervioso. Dime,
querido, ¿qué tipo de burla te provocará una sonrisa o
dos?”
Taehyung parpadeó mientras tocaba sus labios. Su otra
mano estaba enredada con la del mayor y éste estaba
jugando con él como un juguete, presionando su dedo sobre
los suyos.
“¿Qué me hace sonreír?”
“Has entendido la pregunta, ¡maravilloso!”
Taehyung se rió levemente. Empujó su brazo y
finalmente, Jungkook le permitió sentarse. Abrazó las
mantas con fuerza contra su torso y se volvió para mirarlo.
Estaba recostado perezosamente en la cama, su tonificado
cuerpo para exhibirse. Fragmentos de su abdomen duro
como una roca sobresalían de las sábanas blancas,
flexionando líneas endurecidas.
“Pensé que ya sabías lo que me hace feliz”.
“Sí.”
“Entonces, ¿por qué eliges burlarte de mí?”
“¿Por qué no?” contestó con voz divertida.
Jungkook movió el brazo y le tocó la parte baja de la
espalda, sus largos dedos recorriendo su delicada columna.
El menor se estremeció ante su toque, su mano extendida
sobre su piel cremosa. Su mano se deslizó alrededor para
agarrar sus caderas y atraerlo hacia él. Taehyung lo
rechazó.
El rubio permaneció arraigado en su lugar.
“¿Mis bromas te hacen infeliz?” reflexionó Jungkook.
“A veces.”
“¿Cómo es eso?”
Taehyung lo miró exasperado. “Esa pelea que tuvimos en
el auto”.
La expresión entretenida de Jungkook se volvió más
seria. Se incorporó y observó con deleite mientras su
esposo intentaba retroceder. Los ojos del menor se
abrieron. Se dio cuenta de que no podía moverse. Sus
piernas temblaban y las agujas le pinchaban en la espalda
baja. Jeon sonrió irónicamente ante sus rasgos doloridos,
sabiendo que él era la causa de esto.
“Solo cuando voy demasiado lejos, ¿eso te hace infeliz,
cariño?”
Taehyung asintió lentamente, apretando más la manta.
No sabía lo que el mayor planeaba hacerle.
“Entonces no cruzaré tus límites no establecidos,
cariño”. Jungkook se acercó más a él, sus labios rozando
tiernamente un lado de su cabeza. Sus brazos se abrieron
paso lentamente alrededor de su cintura, sujetando ambos
lados.
“Si parezco infeliz por una de tus burlas, has cruzado la
línea”, aclaró.
“Ya veo. Lo tendré en cuenta”, susurró.
Taehyung tragó saliva. Su cabello le hizo cosquillas
mientras presionaba besos con la boca abierta desde la
parte posterior de sus orejas hasta su cuello. Su agarre se
intensificó en su cadera, presionando mientras continuaba
repartiendo besos. Todo lo que tocaba se calentaba,
mientras la parte baja de su estómago se tensaba.
“Mis piernas”, murmuró. “Duele.”
“Reemplacemos ese dolor con placer entonces”.
La mano de Jungkook viajó sobre su estómago, sus dedos
se separaron, preguntándose si su heredero estaría dentro.
Su mano fue bajando más y más, hasta que sintió la
suavidad de su mundo.
“Jungkook,” gimió suavemente, solo para que su
respiración se entrecortara cuando sintió el roce de sus
colmillos en su cuello.
Jungkook agarró su miembro, su dedo pulgar frotando
con lentitud y haciendo presión en el glande. Taehyung
jadeó cuando él frotó círculos, su cuerpo arqueándose
sobre el de él. Dejó escapar una risa oscura mientras
continuaba acariciando su miembro, su otra mano
alcanzando su pecho.
“Sé bueno, querido”, murmuró sobre su piel.
Taehyung ni siquiera pudo responder, su boca estaba
entreabierta mientras el pelinegro jugaba con él como un
juguete. Gimió cuando él bajo la mano e insertó el dedo
medio en su interior, mientras su otra mano masturbaba su
pene. El placer fue abrumador mientras todo su cuerpo
zumbaba con aprobación.
“Por favor”, gimió, echando la cabeza sobre sus hombros,
sabiendo que sólo él podía llevarlo al borde de la cordura.
Sus manos hicieron maravillas.
Distraído por su mano, lentamente se olvidó de los dos
colmillos afilados que presionaban su cuello. Todo estaba
bien hasta que él lo mordió y gritó de dolor, pero su marido
lo calmó con la otra mano sobre su miembro y continuó
llevándolo al éxtasis. Gimió tanto de placer como de dolor,
mientras se sentía llegar a su punto máximo, pero él lo bajó
sobre la cama, con la espalda presionada contra el suave
colchón.
Un minuto después, se retractó, lamiendo su herida.
“¿Dolió?” preguntó. “Fui muy gentil, cariño”.
Sus párpados se sintieron pesados cuando él besó
suavemente un lado de su cabeza antes de tomar
lentamente sus pezones en su boca. Su lengua resbaladiza
y húmeda lo golpeó antes de rodear su orbe. Taehyung
gimió suavemente, mientras su otra mano le pellizcaba el
otro pezón.
“Dime, querido”, le pidió una respuesta.
“Un poco”, jadeó cuando él se apartó para besarlo
profundamente.
Sus ojos se cerraron instantáneamente, mientras
levantaba débilmente sus extremidades para abrazar sus
hombros. Él sonrió en el beso, sus labios se volvieron más
gentiles, más suaves sobre los del menor.
“¿Qué tipo de dolor es?” susurró, antes de besar
castamente sus mejillas.
Taehyung sonrió un poco, abrazándolo con fuerza, solo
para quedar desconcertado cuando él se agachó. Presionó
besos con la boca abierta sobre su pecho, viajando hacia
abajo. Su boca estaba húmeda y cálida, su estómago se
contrajo con anticipación.
“Como si alguien me pellizcara el cuello con fuerza”,
murmuró mientras un silencioso gemido se le escapaba.
“¿Pero el dolor desaparece?” preguntó, sus manos
agarrando la parte superior de su muslo. Su pulgar
presionaba con fuerza su carne sensible, a solo una
pulgada de su abertura favorita.
“Sí”, giró un poco la cabeza. “U-uhm, generalmente
después de que besas o lames el lugar”.
“Eso es porque sellé la herida”, reflexionó.
“Oh—”
“Ahora, separa tus piernas para mí, cariño”.

DIME LA VERDAD
La respiración de Taehyung se cortó. No se había dado
cuenta de que ahora él estaba colocado entre sus piernas,
agarrando sus rodillas para exponerlo. Se encogió hacia
atrás, pero él instantáneamente apretó su agarre en sus
piernas.
“Estás listo para mí, mi dulce”. La otra mano de
Jungkook tocó su miembro y su cuerpo se sacudió, su
respiración se volvió más pesada. Estaba duro y húmedo,
listo para él.
“Sin embargo, estás aterrorizado. Dime por qué”.
“E-eres demasiado grande”, chilló, sus ojos parpadearon
hacia su miembro orgulloso y despierto. Podría haber
jurado que vio el pulso de las venas alrededor de la vara, la
punta luciendo roja y goteante.
“Te adaptarás a mí en poco tiempo. Te moldearé a mi
forma”.
Taehyung tragó saliva. ¿Es eso posible? Algo en su
sonrisa arrogante sugería que lo era. Jungkook escaló
sobre él, inclinó la cabeza y capturó sus labios, sus
párpados se cerraron. Su lengua lamió su belfo inferior y
pronto, empujó su lengua dentro, justo cuando algo más
entraba en su agujero. Sus gemidos y jadeos fueron
instantáneamente tragados por él.
Jungkook empezó con lentitud al principio, entrando
poco a poco hasta que sus piernas tensas se relajaron un
poco. Empujó y sacó lentamente, poniendo a prueba su
cuerpo y sus límites una vez más. Levantó la mano y se
aferró a sus hombros de nuevo, jadeando suavemente un
poco.
“¿Ves? Eso no estuvo tan mal, cariño”.
Jungkook besó su nariz y luego ambos lados de su mejilla
mientras repetía el mismo movimiento lento y sensual como
una ola acariciando su cuerpo.
“Supongo que no,” admitió el menor.
Jungkook volvió a besarlo en los labios, pero esta vez,
penetrando en su interior con más urgencia. Taehyung
gimió un poco, y pronto, él aceleró el ritmo. Embistió
profundamente, provocando un lugar que lo hizo sacudirse
y rogar por más, sus ruidos lascivos lo sorprendieron. Sus
dedos presionaron sus duros músculos, mientras envolvía
sus piernas con fuerza alrededor de él. Jeon lo penetró
rápido y con dureza, enviándole cada vez un placer
abrumador.
“A pesar de haberlo hecho durante tanto tiempo ayer,
todavía estás tan apretado”, gimió ronco. “No me aprietes
más fuerte, cariño, voy a… joder”. Maldijo en voz baja
mientras el rubio hacía exactamente lo que le decía que no
hiciera.
Jungkook apretó los dientes, su rostro burlón, sus cejas
juntas por la concentración. Su esposo lo estaba volviendo
loco, y luchó por mantener la compostura. Pero era
imposible, especialmente cuando éste levantó la cabeza,
sus labios rozando sus orejas.
Taehyung gimió directamente en sus oídos, lloriqueando
y suplicando, hasta que perdió todo sentido de control. Él
agarró con fuerza sus caderas y empujó febrilmente dentro.
Taehyung respondió jadeando, su cuerpo temblando un
poco.
“Que”, embistió. ‘Cosita’, embistió. “Tan”, penetró con
más fuerza, “Desobediente”. Embistió. “Eres”, empujó en
seco. “Cariño.”
Los sentidos de Taehyung se estaban volviendo locos. Ni
siquiera podía responderle, sus labios estaban
entreabiertos, sus ojos en blanco. Sintió sus cejas
contraerse cuando alcanzó un punto máximo, la parte
inferior de su estómago apretándose con fuerza, sus
piernas agarrándolo aún más.
“¡J-Jungkook!” Taehyung gimió, mientras los puntos
nublaban su visión y todo su cuerpo se debilitaba.
Gritó, cuando él continuó penetrando profundamente en
su punto extremadamente sensible, buscando su propia
liberación.
“¡A-Ahh, cómo puedes—!”
El cuerpo de Taehyung se arqueó, incapaz de bajar de su
clímax mientras Jeon continuaba complaciéndolo. No pensó
que sería tan sensible después de correrse, pero Jeon
definitivamente lo sabía.
“Estoy cerca”, dijo bruscamente mientras capturaba sus
labios en un beso abrasador.
Sus cuerpos se moldearon perfectamente el uno contra
el otro. No pasó mucho tiempo antes de que sus caderas se
doblaran ligeramente, y una calidez pegajosa lo atravesó.
Dejó escapar un pequeño jadeo, susurrando su nombre
como un hombre que adora a un dios ante un santuario.
“Taehyung”, murmuró, besándolo aún más.
Jungkook rápidamente bombeó dentro de él aún más,
asegurándose completamente de que recibiera hasta la
última gota de él. Luego, se relajó un poco, mientras
mantenía su peso, con cuidado de no aplastarlo. Taehyung
lo abrazó con fuerza, con los ojos cerrados.
“Eso fue…” susurró, buscando la palabra correcta.
“¿Bueno?” bromeó, haciéndolo rodar suavemente sobre
él. Su esposo yacía inerte sobre su pecho, con la cara
enterrada en su cuello. Nunca permitió que la gente tocara
o incluso se acercara a su yugular. Era el único punto de su
cuerpo que era débil. Un golpe y estaría cerca de la puerta
de la muerte.
Pero como era Taehyung, le permitió hacerlo. Permitió
que su mano descansara sobre el lugar vacío donde se
suponía que debía latir su corazón. Él permitió que su
esposo se aferrara a él y disfrutara de su abrazo. Para
Taehyung, se rompieron todas las reglas y se desvanecieron
todas las prohibiciones.
¿Por qué le dio tanta libertad?
“Mmm…”
Taehyung besó su cuello. El cuerpo entero de Jungkook
se tensó. Se sentía bien, y quería más. Su cuerpo se deslizó
un poco más arriba, hasta que Taehyung era prácticamente
un koala de lado, siendo abrazado con fuerza por él.
“Intenso”, dijo el menor. “Se sintió intenso”.
“¿Pero bueno?”
Taehyung se rió mientras ocultaba su rostro de él.
“¿Bien?” instó, volviendo la cabeza para mirarlo.
Fue muy tarde. Su cabello estaba esparcido sobre su
rostro, escondiendo su reacción. Él empujó su cabello
dorado hacia atrás y sonrió al ver el levantamiento de sus
mejillas, indicando su sonrisa.
“Se sintió bien”, admitió con una voz diminuta, casi
avergonzado.
Jungkook se rió a carcajadas justo cuando su esposo se
levantó un poco, con el rostro asombrado por su risa.
Sacudió la cabeza con diversión. ¿Qué podría ser tan
interesante acerca de su alegría?
“¿Qué te dije?” bromeó. “Te moldearé a mí, hasta que mi
tamaño ya no te intimide. Sin embargo, dudo que llegue
ese día. Soy bastante grande”.
Taehyung resistió el impulso de discutir, porque no había
nada que pudiera decir. Sus palabras sonaron verdaderas.
En cambio, puso los ojos en blanco y se recostó, pero esta
vez, su cabeza descansaba sobre su pecho, sin saberlo, su
oído presionaba su corazón.
Thump. Thump. Thump.
Un débil latido del corazón. Se le cortó la respiración
cuando levantó un poco la cabeza y se dio cuenta de que no
era solo su corazón el que hacía ese ruido. Era el de
Jungkook también.
“¿Qué pasa, mi dulce?” reflexionó.
Los labios de Taehyung temblaron, pero aún no le dijo.
Su corazón acababa de latir. Si no se hubiera dicho que no
tenía corazón, no lo habría sorprendido. Pero se decía que
no tenía compasión, que no conocía el amor, y su corazón
ciertamente latía, pero no tan fuerte.
“N-nada”, tartamudeó. “Absolutamente nada.”
Jungkook levantó una ceja. “¿Entonces por qué
tartamudeaste?”
Taehyung se calmó y continuó escuchándolo. Thump.
Thump. Era pequeño y bajo, el sonido apenas visible. Movió
la cabeza y besó su pecho. Su mano se deslizó en su cabello
dorado.
“¿Por qué fue el beso?” reflexionó.
“Simplemente porque quise.”
“¿Sólo eso?”
Taehyung asintió.
Se burló.
“Eres un horrible mentiroso, cariño. Dime la verdad”.
Taehyung apretó los labios. ¿Debería decirle? Sería lo
correcto. Pero, ¿cómo reaccionaría? ¿Qué pasaría si
Jungkook descubría que realmente lo amaba, a un simple
humano? ¿Y si estaba mortificado por el hecho y se alejaba
de él? Tragó saliva.
¿Y si Jungkook había terminado de usarlo para obtener
compasión y amor? ¿Entonces que? ¿Será descartado?
Su rostro palideció. Le había entregado su frágil corazón
en sus poderosas manos. ¿Jungkook dejaría que se le
escapara por las grietas, hasta que su corazón se rompiera
en miles de pequeños pedazos?
“Nada”, susurró el menor. “Nada de lo que debas
preocuparte”.
22. XXI

TOMA MI MANO
Pasaron los días y pronto llegó el momento de la
coronación. Tomó al menos dos semanas de preparación y
se llevó a cabo en la iglesia más grande de toda la capital
de Wraith.
Las calles estaban llenas de miles de civiles, ansiosos por
echar un vistazo al Rey. Algunas personas incluso
acamparon en su lugar durante la noche para garantizar
una buena vista de su nuevo líder.
Las aceras estaban cerradas y había policías y guardias
reales presentes por todas partes. Helicópteros surcaron el
cielo, monitoreando cuidadosamente la situación. Cada
centímetro del área estaba altamente protegido,
prácticamente sin espacio para que ocurriera un asesinato.
Se tomaron en cuenta todas las ventanas y había seguridad
oculta entre la multitud.
“Reportando en vivo desde la catedral de la coronación”,
dijo un reportero con voz monótona y elocuente.
La boda privada no fue retransmitida por la televisión
pública, por lo que no mucha gente sabía de su futuro Rey.
Hoy era una de las raras oportunidades en que tendrían
una visión perfecta de él.
Las cámaras tampoco estaban permitidas dentro de la
iglesia, pero las escaleras que conducían a ésta era un
lugar libre y público. Los paparazzi invadieron el área con
la esperanza de tomar cientos de fotos de la coronación que
no había ocurrido en décadas.
Aparte de la boda real, este era uno de los eventos más
importantes del siglo. Sería la segunda vez en la historia
que un humano fuera coronado Rey, ya que no muchos
humanos intrigaban a los Reyes Pura Sangre.
“¡Ahí está el carruaje real!”
Las cámaras destellaron, capturando el carruaje real en
todos los ángulos posibles. Se capturó cada movimiento,
cada giro de la rueda, mientras la gente presionaba para
ver más de cerca.
El carruaje era de un tono real de negro, bordeado con
impresionantes dorados y rojos. Una corona de oro estaba
incrustada en la parte superior, lo que significaba quién
estaba dentro. Símbolos reales incrustados en las puertas,
grandes y orgullosos, a la vista de todo el país.
“¡Veo a Su Majestad, y Su Gracia, el Rey!” alguien gritó
en la multitud. Surgieron vítores, seguidos de gritos
emocionados y ondas ansiosas de las banderas de sus
países.
La gente siguió adelante para echar un vistazo, con los
ojos muy abiertos e intrigados. Este era el primer
avistamiento público del nuevo Rey, ya que había estado
residiendo en el castillo todo este tiempo.
La gente común no sabía de su apariencia, excepto los
aristócratas que eran lo suficientemente ricos y poderosos
como para asistir a los bailes. Nadie podía apartar los ojos
del bello doncel, cuya llamativa apariencia parecía tan…
humano. Era un espectáculo sorprendente pero intrigante
de contemplar, ya que el aura de Su Majestad era oscura y
la de él era clara.
“¿Puedes contar los escalones de la iglesia?” bromeó
Jungkook.
Había pasado por este procedimiento hace décadas,
cuando fue coronado como el Rey de Wraith. En ese
entonces, incluso él se sentía ansioso y nervioso. No podía
imaginar cómo se sentiría Taehyung, un simple chico
humano.
Antes de que su esposo pudiera replicar, él rápidamente
agregó: “Así como contabas tus pasos en el altar”.
Taehyung reprimió una sonrisa. “¿Qué tiene de divertido
contar los pasos?”
Levantó una ceja y se rió ligeramente. “Oh, nada,
cariño”.
Taehyung lo miró y trató de no asombrarse de lo guapo
que se veía el pelinegro con su traje blanco y negro. Una
faja roja y amarilla lo cruzaba, y cuerdas retorcidas de oro
colgaban de sus hombros. Medallas de todo tipo decoraban
el lado derecho de su pecho mientras se bordaban volantes
dorados en los puños de su traje.
“Están ondeando la bandera del país”, comentó
Taehyung mientras miraba un poco por la ventana. Le
dijeron que el protocolo real era mantener la cabeza
erguida y digna.
Jungkook se rió entre dientes ante sus palabras,
inclinando la cabeza con diversión y cariño. Estaba sentado
directamente frente al menor y no le importaban los gritos
de emoción o los vítores. Miró brevemente por la ventana y,
efectivamente, vio los rostros de su gente, llenos de
entusiasmo y emoción. Los que encontraron su mirada
chillaron aún más fuerte, abriéndose paso entre la
multitud.
Volvió a mirar a Taehyung. “Afortunadamente, las
ventanas han sido insonorizadas, o de lo contrario sus
gritos habrían destrozado tus pobres tímpanos humanos”.
Taehyung sonrió irónicamente ante sus palabras. Se miró
en el reflejo de la ventana. Llevaba el pelo acomodado a
ambos lados, elegantemente peinado que podía acomodar
perfectamente una corona.
Su atuendo era increíblemente pesado por la cola que
arrastraba, y la túnica roja real que vestía no aliviaba sus
doloridos hombros. A pesar de todas las cosas lujosas que
usaba, ni siquiera podía girar su cuerpo o su cabeza
correctamente.
A pesar de lo hermoso que era este atuendo de marfil y
la túnica gruesa, estaba empezando a sentirse hundido en
los asientos del carruaje. Solo el atuendo pesaba cinco
libras, sin mencionar la túnica real.
“Es amable de parte de ellos aceptarme con una
bienvenida tan cálida”.
Jungkook simplemente sonrió ante sus palabras.
Un cómodo silencio cayó sobre ellos.
Taehyung torció las únicas joyas de su cuerpo, el tesoro
nacional que le regalaron el día de su boda: La Llama
Eterna del Amanecer.
“El desfile real detrás de nosotros debe ser difícil para
los soldados”.
Había múltiples Fuerzas Reales presentes, desde el cielo
hasta el océano, casi todas las facciones estaban aquí.
Caminaron detrás del carruaje real en formaciones
calculadas y practicadas, convirtiendo este en uno de los
eventos más grandes del siglo.
“Por supuesto”, respondió Jungkook inexpresivamente.
“Es una coronación. Habría habido un problema si alguna
de las Fuerzas Reales no estuviera presente”.
Antes de que pudiera responder, el carruaje se detuvo.
Taehyung podría haber jurado que se le cayó el corazón al
estómago. Estaba nervioso por la boda, pero hoy era muy
diferente. Todo el país lo estaría observando. Estaba seguro
de que esta coronación se transmitiría internacionalmente
para que todos lo vieran.
“Respira”, le recordó el pelinegro.
Taehyung asintió. Un lacayo vino a abrir las puertas y
Jungkook fue el primero en salir. Al menor lo sorprendieron
los vítores ensordecedores que ahogaron sus nervios.
Los destellos de las cámaras sólo podían llegar hasta
cierto punto, ya que la escalera que conducía a la iglesia
estaba completamente cerrada y llena de guardias de
seguridad de izquierda a derecha.
A pesar de la multitud de personas, la mirada de
Taehyung se centró en Jungkook. Una carismática sonrisa
colgaba de sus labios, sus prominentes rasgos captaban la
deslumbrante luz del sol. Era un espectáculo digno de
contemplar con su traje de medianoche.
Él lo miró profundamente a los ojos, su mirada oscura
como la obsidiana, pero iluminada con orgullo.
“Toma mi mano, querido”, le hizo señas, ofreciéndole su
robusta palma.
Taehyung lo miró, sin palabras. Pero su marido fue
paciente con él, como siempre lo había sido. Por lo tanto,
deslizó su mano en la de él y con cuidado salió del carruaje.

NUEVA ERA
Taehyung se enfrentó a los largos y blancos escalones
que conducían a la iglesia capital. Su túnica pesaba mucho
sobre sus hombros, mientras ascendía por la larga e infinita
escalera. Miles de pares de ojos estaban pegados a él, hizo
todo lo posible para no tropezar.
Izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda,
derecha, en silencio contó los pasos en su cabeza. Por el
rabillo del ojo, vio que los labios de Jungkook se contraían
divertidos.
“¿Ya estás contando los pasos?” bromeó con una voz
tranquila que casi fue engullida por los cánticos detrás de
ellos.
Taehyung luchó por no reírse. Si lo hiciera, haría que la
gente sintiera curiosidad por su conversación. Mantuvo la
mirada al frente y la cabeza despejada.
Al ver su determinación y seriedad, Jungkook decidió no
molestarlo más. Solo quería calmar su ansiedad. Al ver que
estaba concentrado y sensato, subieron los escalones en
silencio.
A Taehyung le dolían los hombros. La túnica era pesada y
tiraba de él hacia abajo con cada paso que daba. El sol
también lo golpeaba, pequeñas gotas de sudor se
acumulaban en su frente. No expresó ninguna incomodidad
o dolor, incluso si se reflejaba en sus ojos.
Cuando llegaron a lo alto de la escalera, estaba listo para
tomar una siesta. Pero su corazón acelerado como un
trueno en el cielo, furiosamente lo mantuvo despierto.
“Oh, Dios mío”, exhaló.
Taehyung no creía que tantas personas estuvieran
presentes dentro de la iglesia. Estaban todos los miembros
influyentes de la sociedad, desde el Primer Ministro hasta
gobernadores y delegaciones de otras naciones.
Todos se levantaron al ver a los Reyes, sus ojos
ligeramente bajos pero también observándolos. La música
era baja y rítmica, pero majestuosa como un héroe
caminando por un campo de batalla vacío.
La música terminó y fue reemplazada por un silencio
sepulcral en el aire.
“Respira”, murmuró Jungkook mientras continuaba
mirándolo. Él le apretó la mano para tranquilizarlo,
sabiendo que el menor tendría que caminar solo por las
alfombras. Ya se había preparado un asiento para que Jeon
supervisara todo el proceso. Su trono estaba sentado sobre
una plataforma elevada, y Taehyung tenía que caminar
penosamente allí pronto.
“Lo haré”, dijo en voz baja.
Jungkook lo consideró una respuesta satisfactoria. Él
asintió con la cabeza y soltó lentamente su mano. Él
capturó su mirada por última vez y sonrió un poco.
Sin palabras, avanzó por las profundas alfombras rojas
reales con cada par de ojos distraídos por él.
Una vez que el Rey se sentó en el trono que le
correspondía, llegó el momento de que Taehyung
comenzara a caminar. Todos lo sabían, porque sus miradas
instantáneamente viajaron de regreso al doncel solitario.
Aspiró una bocanada de aire lenta y constante y aclaró
su mente. Levantó la cabeza y fijó la mirada al frente.
Mientras el ritmo de la música aumentaba ligeramente por
la anticipación, él comenzó a caminar.
Taehyung se pavoneaba con cuidado. Cada paso era
seguro e impactante como el siguiente, mostrando poca
vacilación o prisa. Era el tempo perfecto que coincidía
perfectamente con la música.
El arzobispo esperaba en el centro del camino al trono.
Con él se presentó su gente de confianza, cada uno
mostrando importantes instrumentos para la coronación.
Taehyung se detuvo apropiadamente ante el arzobispo.
El arzobispo era un hombre de rostro solemne, con la piel
arrugada, pero el cabello blanco como la nieve. Las marcas
del sol salpicaban su rostro, suavizándolo ligeramente. Se
vieron patas de gallo además de sus ojos, lo que indica que
a menudo sonreía.
“Su Benevolente Gracia, el Rey de Wraith”, anunció el
arzobispo.
Un joven dio un paso adelante, sosteniendo una bandeja
de oro con un solo libro de cuero. No había escritos en él,
pero las cuerdas plateadas y rojas que lo ataban indicaban
exactamente qué era.
Taehyung colocó su mano derecha sobre el libro y recitó
las palabras que había pasado toda la semana
memorizando.
“Las palabras de honor que prometo ante la nación, las
mantendré y las prometeré, porque las promesas rotas
despertarán mi ruina ante la nación”.
El joven dio un paso atrás en silencio, y entró otro, de pie
en el mismo lugar que él. En su mano había una bandeja de
plata con un contrato y una pluma entintada.
Taehyung levantó la pluma, el instrumento de escritura
obsoleto pero mantenido por la tradición. Firmó su nombre
en el contrato y el joven se fue. Esta vez se adelantó el
propio arzobispo, acompañado de dos jóvenes vestidas de
blanco.
“Su Gracia”, dijeron las jóvenes al unísono, inclinándose
hacia él.
Taehyung casi tragó saliva al ver los objetos presentados
ante él. Una de las mujeres sostenía una bandeja con el
Orbe dorado. Una gruesa banda de diamantes y rubíes
rodeaba el orbe, con una corona de oro incrustada en la
parte superior. Una cruz de oro bordeada de diminutas
perlas descansaba sobre la corona.
En la bandeja de la otra mujer estaba el Cetro Real. El
cetro estaba hecho completamente de oro, con uno de los
diamantes más grandes del mundo incrustado en la parte
superior. Finas y elegantes bandas de oro mantuvieron el
diamante en su lugar, antes de descender en espiral. Se
podían ver todas las joyas imaginables, pero lo que llamó la
atención fue el rubí de sangre de ángel envuelto en una
banda de oro.
“Si lo desea, Su Gracia”, dijo el arzobispo.
Taehyung tomó eso como una señal. Él extendió las
manos. El orbe se colocó en su mano izquierda y el cetro en
su derecha. Sus brazos se esforzaron por sostener los
increíblemente pesados tesoros nacionales.
El arzobispo se adelantó con la corona. Con sus manos
enguantadas, levantó la corona de oro de la almohada de
raso que descansaba sobre un podio. Un enorme rubí era la
pieza central del elaborado diseño giratorio de plata.
Diamantes, esmeraldas, zafiros y perlas incrustados en
cada centímetro de la corona real destinado a nadie más
que al mismísimo Rey de Wraith.
Taehyung estaba atento al orbe. Su palma estaba tan
sudorosa por la ansiedad, que estaba preocupado de que se
le resbalara. Eso sería desastroso.
Finalmente, la corona se colocó sobre su cabeza. No era
tan pesado como su túnica, pero el peso que llevaba era
equivalente al de una montaña.
Taehyung se irguió en toda su estatura, su barbilla se
estabilizó y su mirada se dirigió hacia adelante. Abrió la
boca y recitó los votos desde el corazón.
“Ante el gran libro de la sabiduría, el guardián de la ley
real; la pieza más valiosa de Wraith, juro ser consciente del
gobierno y la justicia que ofrecemos”.
El arzobispo abrió el libro y comenzó a recitar las
muchas líneas que se le pedían. Comenzó con “Oh divino
cielo, otorga a nuestro benévolo Rey el alma de la sabiduría
y el espíritu del gobierno”, y terminó con “que nuestra paz
suene verdadera y nuestra devoción profunda como los
siete océanos”.
Una vez que se dijo la última frase, todos retrocedieron a
un costado. El camino estaba despejado para el Rey.
Taehyung miró hacia adelante, respiró hondo y se dirigió
al trono. Con cada paso, su corazón saltaba, su sangre
alimentada por los nervios. Pero se obligó a permanecer
quieto y sereno.
Se suponía que esta coronación tendría lugar el día que
cumpliera dieciocho años, excepto que el escenario habría
sido Kastrem. Mantuvo este pensamiento en su mente,
hasta que quedó grabado en su corazón que ardía con
venganza.
“Lo hiciste muy bien”, dijo Jungkook en el segundo en
que estuvo al alcance del oído.
Taehyung sonrió. Se detuvo ante el trono, tomado por
sorpresa. Era del mismo tamaño que el de Jungkook. La
mirada del pelinegro, orgullosa y profunda, se demoró en
él, casi divertido de que cuestionara esta revelación.
¿Había… ordenado que se construyera un nuevo trono para
él, del mismo tamaño que el suyo? Estaba seguro de que su
trono tendría que ser más pequeño, más no fue así. No
obstante, su sonrisa se amplió.
Sin palabras, Taehyung tomó asiento en el trono,
marcando una nueva era para el Imperio de Wraith, una
que estaría prescrita en los libros de historia mientras el
mundo permaneciera cuerdo.

SANGRE PURA
Una vez concluida la coronación, se realizó un festejo
para dar la bienvenida al nuevo Rey. Por ahora, la noche
había llegado. Los cielos oscuros estaban salpicados de
estrellas brillantes, la luna llena y brillante, casi como si
ellos también estuvieran celebrando a Kim Taehyung Rose.
En el centro de todo, Taehyung estaba abrumado. Las
mismas personas que cuestionaron su estado hace unas
semanas fueron las que más lo felicitaron. Aquellos que
fruncieron el ceño profundamente hacia él dieron las
sonrisas más grandes. Ya no podía leer la verdadera
expresión en los rostros de todos.
“¿Qué piensa de la situación actual en Kastrem, Su
Gracia? ¿Qué hará en los zapatos del Príncipe Heredero?”
Volvió a la realidad. Estaba rodeado por un grupo de
líderes mundiales, una mezcla de hombres y mujeres. Miró
al hombre que hizo una pregunta tan peligrosa. Todos lo
miraron. Sabían lo problemático que era el tema de
Kastrem.
“Kastrem no está bajo el control de Wraith”, reflexionó
Taehyung. “Si no se trata de mi país, prefiero no perder el
tiempo reflexionando sobre los ‘qué pasaría si’ de la vida”.
El hombre mayor se sorprendió por su respuesta. Él fue
el primero en reír, su sonrisa brillante y alegre.
“Es solo que, Su Gracia, usted solía ser el Príncipe de
Kastrem—”
“Aun lo soy.”
Su sonrisa se desvaneció un poco. “Ah, pero el Príncipe
Heredero—”
“¿El usurpador?” Taehyung replicó con un inocente
parpadeo.
La palabra dejó un mal sabor de boca a todos. El hombre
bajó un poco la mirada, incómodo de que él fuera tan
directo sobre un tema tan tedioso.
Ver su incomodidad lo hizo sonreír. “¿Qué sucede, Lord
Baybrook?” preguntó, inclinando la cabeza con curiosidad.
“N-no importa, Su Gracia”.
Taehyung le lanzó una mirada divertida. Por encima de
sus hombros, vio a Jungkook hablando con un grupo de
mujeres. Notó su agradable sonrisa que nunca llegó a sus
fríos ojos. Sonreía tan fácilmente, pero nunca en serio.
Cuando su marido captó su mirada, la sostuvo por un
segundo y le guiñó un ojo, antes de volver a la
conversación. Una mujer mayor con el pelo blanco y una
boina le estaba hablando, vestida con ropa que era toda del
mismo tono de color.
“Si lo ofendí de alguna manera, Su Gracia, no fue mi
intención”.
La atención de Taehyung volvió a Lord Baybrook. Podía
decir que el hombre estaba probando las aguas a su
alrededor, preguntándose qué lo hacía funcionar y lanzar
un ataque.
A Taehyung nada lo desconcertó tanto como el repentino
asalto de burlas y palabras de Jungkook. Tal vez por eso él
siempre traspasaba sus límites, para que pudiera estar
familiarizado con la franqueza de la alta sociedad.
Sin embargo, el tema de Kastrem despertó una sensación
incómoda en su estómago. Su sangre ardía con el
pensamiento de su tío traidor, quien le dio un golpe de
estado militar a un niño. ¿No tenía vergüenza?
“Por supuesto que no tenía la intención de ofenderme,
cuando la Familia Real puede quitarle fácilmente su título,
Lord Baybrook. Seguramente, ¿no es tan tonto como para
provocar a la Familia Real, no?” Taehyung reflexionó.
Lord Baybrook retrocedió un poco, la irritación cruzando
su rostro. Forzó una gran sonrisa e inclinó la cabeza.
“Puedo ser viejo, pero no tan senil todavía, Su Gracia”.
“Hm, hay otros que pensarían lo contrario”.
Lord Baybrook abrió la boca, pero él se dio la vuelta y se
alejó, dejándolo allí de pie, en medio de las risitas de sus
compañeros.
Taehyung vio por el rabillo del ojo su profundo ceño
fruncido. El hombre caminó rápidamente hacia Dorothy,
como un niño insultado, llorando a su madre. Entrecerró la
mirada, sabiendo exactamente quién lo envió a provocarlo
en su coronación. Los ojos de Dorothy se encontraron con
los suyos, desaprobación escrita en toda su expresión
pétrea.
“Su gracia.”
La atención de Taehyung se centró en la mujer que le
hablaba en voz baja y coqueta. Byun Yeonjin se había
presentado. Taehyung era muy consciente de cuán
influyente era esta mujer, especialmente entre la Facción
Aristocrática de Vampiros.
“Señorita Byun”, dijo Taehyung con voz agradable.
“¿No vendrá y se reunirá con mi grupo de amigos? Todas
las personas están ansiosas por conocer su encantadora
presencia, Su Gracia”. Yeonjin hizo un gesto a sus amigos,
que estaban en un grupo, charlando ligeramente entre
ellos.
Taehyung trató de controlar su expresión. ¿Era una
provocación escondida detrás de una invitación amistosa?
Tenía la sensación de que Yeonjin no era tan amable como
lo hacía parecer. Tenía el presentimiento de que Yeonjin
estaba del lado de Dorothy.
Aun así, Taehyung no se convirtió en Rey sólo para
permanecer en su zona de confort por el resto de su vida.
Incluso si Yeonjin estaba del lado de Dorothy, eso no
significaba que Taehyung no pudiera convencerla de ir al
suyo.
“Estaría encantado de conocer a tus amigos”.
“¡Espléndido, Su Gracia!”
Yeonjin pasó su brazo alrededor del de Taehyung y juntos
caminaron hacia el grupo. Taehyung miró el brazo que
sostenía el suyo con fuerza como si fuera su rehén.
Prácticamente podía sentir la mirada asesina de Jimin hacia
Yeonjin. Taehyung nunca entendió la posesividad de Jimin
hacia su amistad.
“¡Señores!” Yeonjin dijo con una gran sonrisa.
“¡Su gracia!”
Las mujeres y donceles se inclinaron en reverencias, su
entusiasmo era visible y sus amplias sonrisas. Todos
estaban ansiosos por conocer al nuevo Rey, pero más
específicamente, qué humano fue capaz de captar la
atención del despiadado Rey.
Al ver a un humano así de principio a fin, estaban un
poco confundidos, intercambiando miradas de complicidad
entre ellos. El Rey era frágil y delgado, como si una brisa
pudiera soplarlo.
“Estos son mis amigos”, dijo Yeonjin. “Esta es la hija del
Lord Baybrook”, hizo un gesto hacia una mujer joven con
rasgos amistosos, todo lo contrario de su padre. Sus
brillantes ojos rojos destellaron con interés, pero carecían
de calidez.
“Y este es…”
Yeonjin repasó la lista del grupo de sus amigos, todas los
cuales parecían ansiosos por llegar al Rey, pero eso era
todo. Una vez que les presentaron al Rey, todos
comenzaron a hablar entre ellos, riéndose de bromas
internas que nadie más que ellos podían comprender.
“Oh, Dios mío, ¿recuerdas la vez que Lady Yeonjin
confundió el vinagre con alcohol cuando lo vertió alrededor
del postre helado cubierto con merengue? ¡Estaba tratando
de prender fuego al vinagre, pensando que era alcohol!”
“¡Por favor, no olvidemos a la señorita Baybrook diciendo
que tal vez no había suficiente alcohol y luego vertiendo
más en el pobre desierto!”
Surgieron risas, mientras las mujeres conversaban
rápidamente entre ellas. Vieron la expresión ligeramente
desconcertada del Rey antes de reírse de nuevo, como si
esto fuera algo que se suponía que debía entender pero no
lo hizo.
Si tenían la intención de excluir a Taehyung, estaba
funcionando. Éste se quedó allí, sintiéndose confundido por
lo que estaban hablando. En lugar de tratar de unirse a una
conversación a la que ya no estaba invitado, Taehyung
eligió observar la celebración lanzada en su honor.
Taehyung sabía que la mejor forma de provocar a
quienes lo insultaban era fingir que no le afectaba. Él
simplemente fingió estar desinteresado en la conversación
y se examinó las uñas.
“Ah, pero Su Majestad fue tan amable con usted, señorita
Baybrook. Todavía comió el postre que le preparó. ¿No
aceptó comerlo del tenedor que le ofreció?”
Taehyung sintió todos los ojos en él. Estaban esperando
una reacción, ya sea cualquiera, grande o pequeña, los
complacería. Él simplemente amplió su sonrisa, solo para
enojarlos más.
“Sí, Su Majestad es muy educado, incluso para comer
postres fallidos”, afirmó Taehyung.
Yeonjin arqueó una ceja divertida. Había visto a Su
Gracia mantener la compostura durante la reunión del
Consejo, pero pensó que era porque Su Majestad lo estaba
tranquilizando debajo de la mesa. Ahora que Su Gracia
estaba solo, quería probar qué tan bien un humano podía
manejar la presencia de vampiros.
“Hablando de Su Majestad”, dijo cuidadosamente la Srta.
Baybrook. “Es generoso de su parte casarse con un
humano como usted, Su Gracia. Incluso si los humanos
son… inadecuados para sangre pura como Su Majestad”.
La sonrisa del rubio se dispersó.

ALGO QUE DEBO DECIRTE


Taehyung enarcó una ceja. Estas mujeres pensaban que
eran mejores que él. Podía verlo en sus miradas de regodeo
y sonrisas falsas. O tal vez, necesitaban algo para que
sepan quién estaba a cargo aquí.
“¿Y qué les hace pensar a ustedes, damas, que son más
adecuadas para ser Gobernantes?” Taehyung reflexionó.
“¿Quizás uno de ustedes aquí tiene más prestigio que un
príncipe?”
Instantáneamente, sus sonrisas arrogantes se
dispersaron. Se miraron el uno al otro, incómodos con el
hecho de que él podría no haber sido un Sangre Pura, pero
su linaje era pura realeza.
Kim Taehyung Rose era más adecuado para ser Rey que
cualquiera de estas mujeres aquí. Y él lo sabía.
“B-bueno, Su Gracia, es solo que, por tradición, los Reyes
de Wraith generalmente han sido vampiros de sangre
pura”, explicó rápidamente la señorita Baybrook. Ella
torció los labios en una sonrisa cortés que era más
acogedora que la anterior.
“Vampiros de sangre pura, realeza de sangre pura, no
veo la diferencia, Su Gracia”, declaró Yeonjin. Tenía una
sonrisa más grande que antes, pero esta vez, menos
entretenida y más concentrada en la conversación. Apretó
su agarre alrededor de los brazos del Rey.
“Estoy seguro de que no”, dijo Taehyung a la ligera con
una leve sonrisa. Mantuvo su expresión agradable,
sabiendo que la ira y la irritación no conducirán a ninguna
parte. Estas mujeres necesitaban conocer su lugar, y solo
su estatus real era duro para ellas.
Intercambiar rangos era inútil. Incluso si Taehyung era
un príncipe fugitivo, era, sin embargo, el hijo de un
príncipe heredero.
“Ahí está mi amado Rey”, dijo una voz irónicamente.
Taehyung se dio la vuelta, pero las mujeres se le
adelantaron.
“¡Su Majestad Real!” Las mujeres saludaron
rápidamente, inclinando la cabeza profundamente,
mientras que Yeonjin asintió con elegancia, inclinando un
poco la cabeza. Era recatada en cada naturaleza, desde sus
labios rojos hasta su maquillaje perfecto.
A pesar de todos los hermosos vampiros que rodeaban a
Taehyung, él no sentía ni un ápice de celos hacia ellos. Ni
siquiera para la señorita Baybrook que parecía tener una
historia con Jungkook.
Todo lo que Taehyung sabía y le importaba era su propia
confianza y su confianza en su marido. Cuando sus miradas
se encontraron, la del pelinegro ardiendo de molestia y la
del rubio cálida de humor, su sonrisa se amplió un poco.
“Jungkook,” murmuró Taehyung, escuchando silenciosos
jadeos detrás de él.
“Todo el mundo siempre parece disfrutar robando la
atención de mi esposo”, reflexionó el pelinegro. “Nunca
podré tenerte solo para mí, ¿verdad?”
Jeon agarró suavemente su mano y lo atrajo hacia él.
Observó el brazo que Yeonjin había tocado. Se sorprendería
si Jimin no estuviera furioso y tramando la caída de la
aristócrata. Por el rabillo del ojo, pudo ver su figura altiva
cruzando rápidamente la pista de baile, con una mirada
irritada en su rostro.
Antes de que alguien pudiera alejar a Taehyung de él,
rápidamente pasó un brazo alrededor de su cadera. Ignoró
el murmullo emocionado de las damas que vieron su agarre
posesivo en su cuerpo.
“Creo que es mi turno de conseguir tu tiempo”, dijo
Jungkook en voz baja y seductora. Su esposo lo miró
ingenuamente y parpadeó una vez, la curiosidad bailaba en
sus ojos siempre verdes.
“Ven, mi Rey” añadió Jeon.
Taehyung volvió la cabeza hacia Yeonjin y el grupo de
damas. La sonrisa de Yeonjin permaneció, su expresión
menos falsa que antes. Taehyung se dio cuenta de que todo
esto era solo una prueba y querían ver qué tipo de persona
era. ¿Un humano pusilánime? ¿Un llorón inútil? ¿O, tal vez,
una persona testaruda que pudiera mantenerse firme?
“Señoras”, finalmente se dirigió Taehyung, antes de
permitir que Jungkook lo guiara. Podía sentir la mirada
apremiante de Jungkook en su cráneo, pero cuando levantó
la vista, su atención estaba en otra parte.
“¿Qué estás mirando?” preguntó. “¿Y adónde me llevas?”
“Confía en mí, cariño”. Jeon ocultó su sonrisa astuta de
él. Notó las miradas mordaces de los gemelos, instándolo a
no hacer lo que estaba a punto de hacer. Pero la
celebración se había prolongado durante horas, y de todos
modos estaba llegando a su fin.
¿No puede tener a su querido esposo para él solo? Hoy
era su coronación, pero para él solo era otro día más. Había
pasado un tiempo desde que lo vio como un Rey. Al
principio, lo vio como un bonito príncipe tartamudo, pero
su transformación en su castillo le dijo lo contrario.
“No tartamudeaste hoy. Estoy muy orgulloso de ti”, le
murmuró Jungkook. Lo guió hábilmente a través de la
multitud de personas que se detuvieron y los saludaron.
Dondequiera que iban, la gente se separaba de ellos.
“Solo tartamudeo cuando estoy nervioso o ansioso.
Últimamente, no ha habido mucho que me provoque este
comportamiento, bueno, excepto tú—”
“Tartamudeaste cuando te conocí, cuando estabas bajo la
guía de los Kang. ¿Ellos te ponían ansioso?”
La columna vertebral de Taehyung se puso rígida. Lo
miró, pero su agarre en su cintura no se aflojó. Cuando sus
pies no pudieron caminar por él, Jeon continuó guiándolo a
través de la multitud. Sus piernas se movían, pero
principalmente por la presión del mayor sobre su cuerpo.
“S-sí”, dijo a regañadientes. “Mucho.”
“¿Por qué?”
“Sabes por qué. El contrato—”
“Ah, sí, tu falta de libertad y el contrato ilegal. Ahora que
estás a mi cuidado, has aprendido a responderme y
burlarte de mí” dijo Jungkook en voz baja y seductora.
Podía sentir su mirada desconcertada en su rostro. Él
sonrió. Taehyung está cautivado por él ahora, y tenía la
intención de mantenerlo así.
“Yo no te respondo… ni me burlo de ti”, susurró
Taehyung, aunque desvió la mirada.
“Sí, sí lo haces. Tú—”
“¡Su gracia!” Park Jimin nunca pensó que alguna vez se
dirigiría a Taehyung por un título, especialmente por su
querida amistad. Incluso cuando Taehyung era el príncipe
de Kastrem, Jimin se refería a él con el mismo apodo
cariñoso.
“Y Su Majestad”, añadió Jimin, con menos emoción en su
voz.
“¡Jimin!” Taehyung dijo efusivamente, dándose la vuelta
al instante para ver a su amado amigo. “Estoy tan contento
de que pudieras venir. Estaba preocupado, ya que has
estado muy ocupado con la próxima reunión de
accionistas”.
Jimin agitó las manos y puso los ojos en blanco. “Oh, por
favor, puedo saltarme un día de convencer a la gente solo
para verte. Además, todavía tengo que preguntarte si
hiciste caso a mi consejo ese día”.
Taehyung parpadeó. ¿Consejo?
Jimin se acercó y ahuecó su mano, susurrando al oído de
Taehyung. “Ya sabes, mi consejo sobre cómo la punta de un
hombre es su punto más sensible y—”
“Una vez más, alguien carece de modales”, gruñó
Jungkook, tirando de Taehyung más cerca de él. Su rostro
se puso rojo de vergüenza y por mucho que Jeon quisiera
burlarse de su esposo, prefería mostrarle dónde estaba su
punto más sensible.
“Y tú, querido”, le dijo a su esposo. “No deberías
preocuparte por el bienestar del joven Park”.
“Pero—”
“Ser visto contigo tan íntimamente es suficiente
publicidad para él en los días venideros. Una vez que sus
accionistas reciban noticias de lo cerca que está contigo, el
Rey de Wraith, tu amigo tendrá más partidarios para
hacerse cargo del Conglomerado Park”, dijo Jungkook sin
emoción. Tenía una expresión de aburrimiento en su rostro,
incluso en medio de la mirada ardiente de Jimin.
Jimin negó con vehemencia. “Hace que parezca que
estoy usando a mi querido amigo, Su Majestad”.
“¿Estoy haciendo que parezca de esa manera? Sólo estoy
señalando lo que noto”, refutó Jungkook con desinterés.
Taehyung sintió como si estuviera presenciando una
pelea de perros y gatos. Miró de izquierda a derecha, ajeno
y confundido de por qué se despreciaban. Esperaba que su
amigo más cercano y su amado esposo fueran amables el
uno con el otro. Que sueño imposible era…
“Solo para que conste, Tete”, habló Jimin. “No te estoy
usando, yo—”
“Él lo hace.”
“Su Majestad”, Jimin habló entre dientes. “No debe
burlarse así de su pobre y devoto ciudadano”.
“Hah, ¿bromeando? Es más como si estuviera diciendo la
verdad”, se burló.
Taehyung se dio cuenta de que estaban ganando más
atención con cada minuto que pasaba. “Hay gente mirando,
Jungkook,” murmuró.
La mirada irritada del pelinegro se suavizó al verlo. Él
sonrió ante su pregunta, apartando cariñosamente el
cabello de sus ojos. Amaba sus ojos, vibrantes como hojas
bajo la luz del sol.
Mirarlo era como un soplo de aire fresco. Nunca había
visto una mirada tan seria, clara y aguda hasta que lo
conoció. Sin mencionar, sus labios suaves y carnosos—
“Tete, hay algo que debo decirte”, habló Jimin, notando
cuán profundamente Jungkook miraba a su amigo.
“¿Oh qué es?” Taehyung apartó los ojos de Jungkook.
Éste lo miraba fijamente, como si fuera la única persona en
la habitación.
“En dos días, nos vemos en el café del que hablamos la
última vez”, sugirió Jimin.
Taehyung asintió rápidamente antes de que Jungkook
pudiera siquiera hablar. “Amaría eso.”
Jimin sonrió con arrogancia. Hizo contacto visual con un
Jeon y ensanchó sus labios con una sonrisa ganadora. “Está
bien, te veré en dos días entonces”.


Pronto, la celebración llegó a su fin. Los invitados se
marcharon satisfechos y bien conectados, habiendo hecho
sus redes y disfrutado de una buena comida. El aire todavía
estaba vivo y afable, a pesar de que todos se habían ido, y
solo los sirvientes estaban limpiando.
Taehyung y Jungkook se quedaron el tiempo suficiente
para despedir al último invitado. Mientras salían del salón
de baile y recorrían los pasillos, Taehyung no podía evitar
mirar a Jungkook cada pocos segundos.
Había algo que le quería decir, pero no sabía cómo. Su
mente sabía las palabras que debía pronunciar, pero su
boca vaciló. Los pasillos oscuros con las luces apagadas
tampoco ayudaban a sus nervios, y tampoco la falta de
gente a su alrededor.
Taehyung juntó las manos y siguió mirando la luz de la
luna caer sin aliento sobre su rostro afilado. La luna estaba
alta en el cielo, brillando con una belleza que nadie podía
comparar, excepto el propio Rey de Wraith, con su piel
pálida y saludable y sus rasgos impecables.
“Si vas a mirar a escondidas en mi dirección, sé más
discreto”, dijo Jungkook arrastrando las palabras. Volvió la
cabeza y lo miró, sus labios se contrajeron cuando su
esposo saltó y rápidamente desvió la mirada, como si
alguien hubiera sido sorprendido escuchando a escondidas.
“No estaba seguro de cómo hacerte la pregunta”.
“¿Qué es?”
“¿Por qué Jimin y tú discuten tanto?” preguntó
ingenuamente. Él se rió de su pregunta, el sonido maduro y
abundante. Le calentaba el estómago y le aceleraba el
corazón.
“De todos los amigos en el mundo que podrías haber
hecho, solo tenías que ser amigo de ese hombre irritable”.
Taehyung se sobresaltó. “Jimin no es irritable. Es un gran
amigo. Bueno, hay veces que exagera, pero siempre ha sido
bueno conmigo”.
“Le tienes demasiado cariño. Es ruidoso, desagradable y
grosero. Tal vez su amabilidad hacia ti sea su único rasgo
redentor”.
Taehyung se detuvo. Jeon no lo hizo.
El pelinegro sabía que el rubio no lo estaba siguiendo,
porque sus zapatos habían dejado de resonar como
pequeños fuegos artificiales en el suelo. Aún así, continuó
caminando, sus largos pies llevándolo por el pasillo. Solo se
detuvo cuando dobló la esquina y no se veía a su bonito
esposo por ninguna parte.
De repente, escuchó sus fuertes pasos, estallando en el
suelo, e imaginó que se había levantado la cola del atuendo
para caminar más fácil, pero más enojado. Su esposo
estaba molesto por haberse quedado atrás, sus zapatos
estruendosos eran la encarnación de su ira.
“Ese bruto, ¿cómo puede dejarme parado ahí?” El doncel
se enfureció, su ceño fruncido y sus labios fruncidos en un
puchero, dobló la esquina y tropezó directamente con el
pelinegro.
Taehyung gritó. Dos manos lo sujetaron, agarrando sus
codos. Sin previo aviso, fue empujado contra la pared, sus
labios capturados por un misterioso extraño. Su toque
tierno, su boca febril y el gemido bajo y masculino fue
suficiente para que supiera quién era.
Jeon lo besó profunda y vívidamente, moldeando sus
labios a los de él. Éste soltó su codo para agarrar su
barbilla, inclinando su cabeza para que sus bocas
estuvieran perfectamente alineadas. Lo besó como un
hombre hambriento deseoso de probar el néctar.
Taehyung estaba mareado y cada vez más aturdido, el
aire abandonaba sus pulmones. Su espalda estaba
presionada contra la pared, su mano agarrando el brazo
ajeno.
Su cuerpo se inclinó cerca del de él, una pierna
presionada entre sus muslos. Sus labios se torcieron en una
sonrisa, casi como si pudiera sentir el calor que irradiaba
entre sus piernas.
“He querido hacer esto todo el día”, murmuró Jungkook
sobre sus labios, dejándolo respirar, solo para besar un
camino desde su barbilla hasta su mandíbula. Presionó
besos con la boca abierta en cada parte expuesta de su
cuello antes de besar el lugar que siempre le había gustado
morder.
Su olor era el más viable allí, suave y dulce, volviéndolo
loco cada vez que giraba la cabeza para mirarlo. Su cuello
siempre estaba tontamente expuesto para él, y todo en lo
que podía pensar era en deslumbrarlo y satisfacerlo.
“No trates de cambiar de tema”, jadeó Taehyung,
sintiendo su mano deslizarse por el costado de su cuerpo.
Estaba sacando lenta y rápidamente su camisa del
pantalón. Trató de moverse, pero la pierna de él todavía
estaba entre sus muslos, su otra mano desabrochó
lentamente su camisa.
“Aquí no”, chilló. “E-el dormitorio no está tan lejos—”
“Me parece bastante lejano”, reflexionó Jungkook. Dio un
paso atrás, admirando su trabajo en su esposo.
Los ojos de Taehyung estaban aturdidos, su bálsamo
labial corrido, y se veía totalmente delicioso y apetecible.
Él sonrió ante esto y lo besó con suavidad de nuevo. No le
dio la oportunidad de protestar antes de levantarlo.
Enérgicamente, los llevó a su dormitorio.
“Jimin no quiere hacer daño la mitad del tiempo que dice
cosas malas” dijo Taehyung justo cuando Jungkook abría
las puertas. Él levantó una ceja prominente y lo miró.
El pelinegro lo puso de pie al borde de la cama. Antes de
que pudiera decir algo, él ya estaba desabrochándole el
atuendo y quitándole las joyas.
“En verdad”, añadió Taehyung. “Jimin—”
“Es un buen amigo tuyo, lo sé, cariño. Pero no me
agrada”.
“¿Por qué?”
Las manos del pelinegro se detuvieron por un breve
segundo, antes de continuar arrojando sus accesorios al
suelo. Pronto, estaba deslizando la camisa por sus
hombros, dejándolo caer al suelo.
“Simplemente no lo hace”, respondió.
Taehyung se alejó de él cuando éste lo agarró. Vio su
diversión y su irritación, todo al mismo tiempo. Todavía
llevaba puestos los zapatos cuando Jeon volvió a alcanzarlo
y lo esquivó.
Taehyung se quitó el pantalón, plenamente consciente de
que sus ojos lo observaban como un halcón. Estaba de pie
sin nada más que ropa interior, medias y zapatos. Debe
haber sido un espectáculo para él, porque su mirada fue
suficiente para calentar su piel helada.
“Ven a mí, querido. No me provoques así. Te devastaré
antes de que puedas suplicarme misericordia”, susurró
Jungkook en voz baja, con la voz más paciente y amable
que pudo reunir en este momento.
“¿Por qué no te agrada Jimin?”
“No me agrada mucha gente. Agradar no es una palabra
fácil para mí”. Se aflojó la corbata, mientras observaba
todo el tiempo cómo su esbelto y bonito cuerpo se movía
para él. Caminó hacia el tocador, donde se sentó y comenzó
a quitarse los aretes. Observó la fina línea que bajaba por
su espalda arqueada, su cuello apetecible y delgado y sus
delicadas muñecas.
Entrecerró los ojos sobre el tirante de su ropa interior, la
piel de gallina en todo su cuerpo. Cuando él lo alcanzó, su
esposo ya se estaba moviendo hacia la cama.
“Taehyung” advirtió.
“Jungkook”.
“No me digas que vas a seducirme para que me agrade
tu molesto amigo”, se burló.
“N—”
Antes de dejarlo terminar esa frase, lo había agarrado de
la muñeca. Estaba a punto de sentarse en la cama, pero él
prefirió que se sentara en otro lugar. Lo llevó a su regazo y
se sentó en el borde de la cama.
“No planeé eso”, terminó finalmente Taehyung. Ahora
estaba sentado a horcajadas sobre él, con las piernas
ligeramente dobladas y su zona íntima presionada contra
algo increíblemente duro y grueso. Sus manos se deslizaron
desde la mitad de su muslo hasta su trasero, antes de subir
por su piel y hacia su nuca. Su piel ardía por su toque,
calentándose antes de que pudiera siquiera registrar su
seducción.
Jungkook se inclinó para besarlo, pero él giró la cabeza y
sus labios se posaron en su mejilla. Su agarre en su nuca se
hizo más fuerte.
“No me gusta lo rápido que tu atención se dirige hacia él
cuando está cerca”, admitió el pelinegro.
Taehyung parpadeó sorprendido, y él usó eso a su favor.
Él lo besó de nuevo, esta vez, más duro, más posesivo y
más rápido. Sus ojos se cerraron, sus dedos en su cabello,
agarrándolo hacia atrás y besándolo con dominancia.
Taehyung gimió en el beso, justo cuando un dedo se
enganchó alrededor de su ropa interior y tiró lentamente
hacia abajo.
“Quiero toda tu atención en mí y en nadie más”, gruñó
segundos antes de empujar su lengua dentro de su boca.
Cambió su posición y lo presionó sobre la cama, su cuerpo
instantáneamente se elevó sobre él.
Incluso a través de su camisa, Taehyung podía sentir su
abdomen endurecido. El pelinegro arremetió contra su
cuello y mandíbula, sus manos palmeando bruscamente sus
pezones. Hizo una mueca de dolor solo para que él
masajeara suavemente su piel.
“No mires a nadie más que a mí, cariño, y me agradaran
todos tus conocidos, incluso los más molestos”, murmuró.
Su posesividad lo sorprendió. Taehyung no creía que él
fuera este tipo de hombre.
“Quiero tu mirada, tu sonrisa, tu risa y todo lo demás
sobre mí, solo en mí”. Jungkook se inclinó lentamente y
besó sus labios, enrojecidos por su toque anterior. Una de
sus manos viajó por su estómago y ahuecó su miembro, su
dedo pulgar deslizándose más abajo sin esfuerzo a su
jugosa entrada.
Taehyung gimió ligeramente, su dedo curvándose dentro
de él.
“Me perteneces, Taehyung”, dijo Jungkook en voz baja
con una voz áspera y seductora. “Cada parte de ti es mía,
así como cada parte de mí es tuya”.
El menor gimió cuando él insertó otro dedo, sus entrañas
apretándose alrededor de él. Jeon se rió sombríamente, el
sonido envió escalofríos por su espalda.
“Entonces, ¿cómo esperas que me sienta cuando sonríes
tan fácilmente para otra persona? ¿Cómo esperas que
mantenga la calma cuando estás relajado con todos menos
conmigo?”
Jungkook capturó sus labios y deslizó un tercer dedo
dentro, esta vez, sus muslos se cerraron alrededor de su
cintura. Su respiración se aceleró cuando él se movió
dentro y fuera de su agujero, presionando un punto que
hizo que su espalda se arqueara y sus dedos de los pies se
apretaran.
“N-no puedes s-ser tan posesivo”, jadeó Taehyung,
sintiendo el placer brotar a través de su cuerpo.
“Yo puedo”, insistió. “Y lo haré.”
“Jungkook—”
“Nunca fui este tipo de hombre”, murmuró. “Pero
sacaste un lado oscuro de mí que nunca supe que existía”.
Los ojos de Taehyung se agrandaron. Siempre pensó que
sacaba lo mejor de él. Antes de que pudiera procesar más
sus palabras, él aceleró los dedos, hasta que levantó las
caderas y cerró los ojos con anticipación. En ese momento,
algo grueso y duro empujó en su interior, haciendo que sus
párpados se abrieran de par en par nuevamente.
Jungkook siseó, sus cejas burlonas. “¿Cómo puedes
seguir siendo tan apretado?” Rugió, “Ah, cariño, no me
aprietes así o de lo contrario—”
Las entrañas de Taehyung se tensaron alrededor de su
hinchado pene, al igual que sus brazos le rodearon los
hombros. Su cuerpo estaba en llamas, y quería más que sus
simples burlas.
Jungkook gimió cuando agarró su cintura y tiró de él
hacia sí. Se deslizó con lentitud y rapidez, penetró en su
agujero, sus piernas lo envolvieron con fuerza alrededor de
él. Taehyung lo apretaba tan bien, incluso después de
hacerlo varias veces los días anteriores.
“Tú te buscaste esto, cariño”, amenazó Jungkook. Él
agarró su barbilla y lo besó mientras sus caderas se movían
con furia. Taehyung estaba gimiendo y jadeando en su
boca, su cuerpo deslizándose hacia atrás, intentando huir
del placer. Su cuerpo lo inmovilizó, obligándolo a tomar
todo de él, toda su longitud, todo su grosor, hasta que el
único sonido en la habitación fue su piel golpeando y sus
gritos lascivos.
“Ah, J-Jungkook”, gimió, con los ojos cerrados con fuerza,
la cabeza echada hacia atrás.
Taehyung no sabía qué hizo para provocarlo, pero esa
noche él lo tomó en más posiciones de las que podía contar.
Primero estuvo en la cama, luego en el borde, en el suelo e
incluso en la pared.
Había llegado al clímax tantas veces que su cuerpo se
relajó, pero él levantó su cadera de todos modos y lo llevó
al borde de la locura. La habitación estaba mohosa con su
olor mezclado, su cuerpo estaba empapado de sudor y sus
entrañas estaban llenas de la semilla de él.
Taehyung estaba temblando cuando él lo levantó en sus
brazos, sus cuerpos aún estaban conectados.
“¿Fui demasiado rudo?” Jungkook murmuró, a pesar de
que el menor estaba desplomándose en sus brazos, con la
cara apoyada en su hombro. Lo cargó sin esfuerzo, sus
piernas a horcajadas sobre sus caderas, una mano debajo
de su trasero. Taehyung simplemente gimió en respuesta, a
pesar de las mordeduras de amor en su cuerpo y sus ojos
pesados.
“¿Preguntas esto ahora?” Taehyung murmuró
débilmente. No había energía dentro de su cuerpo ni
siquiera para abrazarlo cuando lo llevó al baño, soltó un
pequeño gemido porque su pene aún estaba en su interior.
Llegaron al baño, se sentó en el borde de la gran bañera y
abrió el agua para él.
“Algo se apoderó de mí”, dijo Jungkook. Besó el costado
de su cabeza y su esposo se inclinó hacia su toque.
“Eras como una bestia”, susurró Taehyung, mientras él
reía suavemente.
“Pero se sintió bien, ¿no?”
Taehyung no se atrevió a comentar, solo lo animaría a
hacerlo de nuevo. La verdad era que se sentía demasiado
bien como para no estar de acuerdo. Especialmente con la
forma en que lo llevó al éxtasis, presionándolo,
embistiendolo, provocándolo, hasta que su cuerpo estaba
sobre estimulado, y los únicos pensamientos que pasaban
por su mente eran su gruesa longitud, y la única palabra
que salía de su boca era “Oh, sí”.
EL MEJOR
Jungkook, como siempre, fue el último en dormir y el
primero en despertar. Lo despertó el entumecimiento de su
brazo. Taehyung usó su brazo como almohada y su pecho
como apoyo para las manos. No pudo evitar reírse al ver su
rostro dormido, tan pacífico e ingenuo de sus pecados.
Él se movió un poco, con cuidado de no despertarlo. Tuvo
una noche cansada, donde lo embistió en diferentes
posiciones por tanto tiempo, el sol salió antes de que su
esposo se derrumbara en sus brazos, solo para que él lo
bañara para luego volver a tomarlo en la bañera.
No pudo evitarlo, especialmente cuando sus gritos y
gemidos eran tan dulces y sus ojos tan tiernos. Su esposo
se aferraba a él, gimiendo a propósito directamente en sus
oídos, volviéndolo loco.
“Hmg…”
Taehyung se despertó con algo frío tocando su mejilla.
Golpeó la caricia helada y se dio la vuelta, con la espalda
presionada contra su pecho. La cama se hundió y gritó
cuando algo lo agarró por la cintura, tirando de él.
“Jungkook,” gimió, enterrando su cara en su brazo.
Escuchó su risa madura, su corazón apretándose con el
sonido. Besó el lado de su cabeza, sus labios se demoraron
un poco.
“¿Cómo te sientes?” Jungkook murmuró, apartando su
cabello a un lado para depositar un beso en su mejilla,
suave y cremoso, como un pudín de leche. Apretó su agarre
sobre el menor, envolviéndolo por completo. Era tan bonito,
como un ciervo bebé solo en el bosque.
“Dolorido”, respondió.
Taehyung trató de mover las piernas y se estremeció.
“Muy dolorido”, se corrigió a sí mismo.
“¿Quizás un baño?” bromeó Jungkook, su mano
extendida sobre su estómago, como si fuera posible que él
sintiera algo. Cuando su esposo no respondió y se acurrucó
más en la manta, él sonrió.
Su mano se deslizó más abajo, sus dedos tentadoramente
lentos y seductores, hasta que las caderas del menor se
movieron y se retorció. Verlo con su camisa blanca lo excitó
aún más. quería arrancarlo de su cuerpo, ver su carne
desnuda, suave y perfecta para marcar.
“Jungkook…” murmuró Taehyung, sabiendo lo que
estaba haciendo. Su columna se puso rígida cuando sintió
algo grande y cálido presionar contra su trasero. Era la
única parte caliente de su cuerpo.
Sus dedos alcanzaron su miembro, provocativamente lo
agarró y empezó un vaivén. Se le cortó la respiración
cuando su dedo pulgar frotó su glande y sus entrañas se
apretaron.
“O tal vez ese baño puede esperar”, le susurró al oído, su
voz gruesa y pesada. Metió la rodilla entre sus piernas,
ampliando su entrada para él.
“Apenas puedo mover una extremidad, ¿no tendrás
piedad de mí?” preguntó Taehyung, a pesar de que sus ojos
se cerraron y su cuerpo se tensó con anticipación.
“¿Piedad?” bromeó. “¿Dónde estaba la misericordia
anoche cuando me provocaste?”
Taehyung abrió la boca, listo para responder, pero él
empujó su pene endurecido profundamente en su entrada.
Gritó, solo para sentir su otra mano contra su miembro de
nuevo. Gimió en voz baja, mientras él dibujaba círculos
sobre su agujero, acariciándolo mientras sus caderas
comenzaban a moverse lentamente.
Su cuerpo comenzó a calentarse, sus entrañas se
apretaron contra él, solo para escucharlo silbar y maldecir
por lo bajo.
“Te atreves a hablar de misericordia cuando me haces
esto”, gruñó, agarrando su cintura y penetrandolo.
Taehyung gimió cuando él aumentó su velocidad y comenzó
a embestir. Se deslizó lentamente, pero embistió con
fuerza, hasta que el menor se quedó sin aliento.
Sus cuerpos se moldearon perfectamente el uno contra
el otro, mientras Taehyung empujaba sus caderas hacia
atrás para encontrarse con su embestida. Lo sintió latir en
sus paredes internas, mientras su propia entrada empezaba
a palpitar un poco. No sabía que había un pulso ahí abajo,
pero el placer que él le dio hablaba de lo contrario.
“M-más”, gimió, y él se rió oscuramente.
“Con mucho gusto, cariño”.
Los dedos de Jungkook se clavaron en su cuerpo
acalorado, su piel reluciente por el sudor. Sus gritos eran
dulces y él solo arremetió con más fuerza y rapidez contra
el punto que hizo que su espalda se arqueara y sus ojos se
abrieran de golpe.
Taehyung sintió lágrimas en los ojos y prácticamente vio
la luz, mientras él lo empujaba a la pura felicidad. No sabía
que era posible sentirse tan bien, hasta que sus caderas se
retorcieron y sus manos agarraron las mantas.
Taehyung sintió una familiar calidez acumularse en su
cuerpo, cuando sintió la necesidad de liberarse, su nombre
abandonó sus labios humedecidos.
“¡Jungkook!” sollozó, su cuerpo entero se relajó, un
suave suspiro se escapó después. Su respiración salió
temblorosa, cautivado por su placer, pero aún no había
terminado.
Jeon continuó penetrando, tan sensible y sobre
estimulado como él. Taehyung movió sus caderas, solo para
que sus dedos lo agarraran con fuerza.
“No te muevas”, gruñó, sus cejas fruncidas por la
concentración, su mandíbula apretada.
Taehyung no entendió, por lo que sus entrañas lo
apretaron y él siseó en voz alta. Otra sarta de maldiciones
salió de su boca, como una confesión pecaminosa ante un
templo. Sin previo aviso, sus caderas se doblaron, y el rubio
sintió que un calor llenaba e impregnaba sus paredes
internas.
Se tensó, mientras su cuerpo se aflojaba un poco, y él lo
agarró por la barbilla, girándole la cabeza. Lo besó duro,
mordisqueando y succionando sus belfos, su mente se
quedó en blanco cuando el oxígeno lo dejó. Cuando empezó
a ver estrellas de nuevo, él lo soltó.
“Oh, Dios mío”, susurró Taehyung en la almohada,
enterrando su rostro en ella. Si su cuerpo estaba dolorido
antes, ciertamente no podría moverse ahora.
“Definitivamente podría despertarme con esto todas las
mañanas”, susurró Jungkook en sus oídos, su voz profunda
y excitada. Él no salió de su interior. En cambio, lo abrazó
con más fuerza, sus labios encontrando el camino hacia su
cuello, donde aspiró su olor, mezclado fuertemente con el
suyo.
“Eres una bestia”, gimió, su voz ahogada por la funda de
seda de la almohada.
“Vamos, hay palabras más amables para describirme”,
bromeó.
Taehyung movió un poco la cabeza y sus labios se
torcieron. “¿Como?”
“Un dios del sexo”, puso su mano frente a su rostro,
mientras comenzaba a bajar dedo por dedo para enumerar.
“Lo mejor que has tenido, la única persona que te hizo
gritar tan fuerte…”
“Me gustaría ese baño ahora”, interrumpió Taehyung, su
rostro enrojeciéndose con sus palabras.
“Hmm, te estás sonrojando, así que debo tener razón”.
Jungkook apartó el pelo de su cara.
“Bueno, eres el único que he tenido, así que por supuesto
que serías el mejor”. Taehyung se tapó la boca con la mano
en el momento en que dijo eso.
Instantáneamente, lo giró, hasta que su espalda quedó
presionada contra el colchón y él estuvo encima de su
cuerpo. Taehyung saltó cuando las manos de él lo
golpearon a cada lado de su cabeza, su rostro tormentoso y
sus ojos oscuros.
“¿De verdad, cariño?” Jungkook remarcó con una voz
oscura, sus ojos del color de los rubíes de sangre, brillando
con picardía por su provocación.
“L-lo que quise decir es…” susurró Taehyung, intentando
encontrar una salida a esta situación complicada. Pero él ya
había tomado una decisión, y lo sabía.
“Ahora, quítatelo”, exigió, agarrando su camisa.
Taehyung parpadeó hacia él, asombrado por sus
palabras. “¿Qué?” susurró, preguntándose si sus oídos lo
habían traicionado.
“Mi camisa”, reflexionó él, su ardiente mirada
aterrizando sobre su cuerpo.
“¿Pero por qué?”.
“Así, la próxima vez que lo use, tendré recuerdos
deslumbrantes de tí”.
Los ojos de Taehyung se agrandaron. Apenas había
recuperado el aliento cuando él le dijo esto.
“Parece que te gustaría otra demostración para probar
que no habrá nadie más como yo”, murmuró Jungkook. Él
curvó un dedo debajo de su barbilla, su pulgar rozó sus
labios magullados e hinchados.
“Te voy a follar tan malditamente fuerte que mi nombre
será lo único que puedas pronunciar”.
Taehyung se rió nerviosamente, pensando que era una
broma, pero hizo una pausa. Con la mirada ardiente en su
rostro y la intensidad de su mirada, tragó saliva.
No estaba bromeando.

LO QUE ÉL QUERÍA
Desafortunadamente para Jungkook, la vida tenía otros
planes. Justo cuando salían de un largo y tortuoso baño,
llamaron bruscamente a la puerta. La cabeza de Taehyung
se volvió hacia las puertas blancas y luego su atención se
centró en Jungkook. En un abrir y cerrar de ojos, éste
estaba vestido e irritado.
Se dirigió a la puerta, mientras Taehyung se dirigía al
armario. Escogió la prenda más cercana que pudo
encontrar, que consistía en una camisa beige y pantalones
blancos.
“Su majestad”, dijo Joongki, sus labios se curvaron
lentamente en una sonrisa. Fue recibido por la expresión
agravada del Rey.
Joongki era plenamente consciente de lo que estaba
interrumpiendo, especialmente para la pobre pareja que
aún no se había ido de luna de miel. La familia real no
podía experimentar ese tipo de lujo, especialmente con la
coronación de un nuevo Rey.
“¿Qué es?” espetó Jungkook, cerrando las puertas detrás
de él. Salió con una camisa negra abotonada combinada
con un conjunto de pantalones negros a juego.
“Hay un problema con las negociaciones con Kastrem.
Necesitamos su presencia con urgencia, Su Majestad”,
explicó Joongki con un rostro serio, su sonrisa arrogante se
dispersó.
Joongki se enderezó cuando la expresión de Jungkook se
oscureció significativamente. Su mandíbula hizo tictac, y
sus dedos se cerraron en un puño. Una nube de tormenta
rodó sobre su mirada helada mientras asentía bruscamente
con la cabeza.
“Por supuesto que están aquí para causar estragos ahora
que el sobrino del usurpador es el Rey de Wraith”, se burló
Jungkook. Miró hacia su dormitorio y apretó los labios.
“Es hora de que el usurpador suplique mi misericordia”
se enderezó la camisa y echó a caminar por los pasillos, sus
pasos eran como el clic de una pieza de ajedrez sobre un
tablero.
Taehyung asomó la cabeza por la puerta, preguntándose
adónde se había ido Jungkook. Cuando terminó de vestirse,
él ya no estaba.
Con un encogimiento de hombros, regresó a su
habitación compartida, se maquilló un poco, se peinó y se
fue antes de que las criadas se dieran cuenta de que se
había vestido solo. Era raro que lo ayudaran con todo y, a
veces, él quería su libertad.
Taehyung salió de su habitación.
“Su gracia.”
Se quedó helado. Estaba haciendo todo lo posible para
escabullirse del castillo sin ser detectado, pero eso era
bastante imposible ahora. Él era parte de la familia real
ahora. Cada pequeña cosa que hiciera sería bajo vigilancia,
comenzando con el primer paso fuera de la puerta.
Se dio la vuelta y sus predicciones se hicieron realidad.
De pie frente a él había dos mujeres vestidas con trajes
profesionales, como un pingüino con sus camisas blancas,
corbatas negras y pantalones negros.
“Soy su publicista, Su Gracia”, dijo una de las mujeres,
dando un paso adelante para saludarlo. “Mi nombre es
Evelyn”.
Evelyn era de mediana estatura, solo un poco más baja
que Taehyung, con un cuerpo delgado enfatizado por su
impecable atuendo. Su cabello castaño estaba
cuidadosamente peinado hacia atrás en un moño, su mano
y cuello libres de cualquier accesorio.
Hizo un gesto a uno de sus colegas, su sonrisa grande y
amistosa. “Y esta es su secretaria, Solar”.
Solar era mucho más baja que Taehyung, pero su rostro
era inexpresivo y neutral como su superior. Ella inclinó la
cabeza, su corto cabello castaño claro se balanceaba con
cada movimiento. Su cabello era del color de la arena
limpia, ligero y fino, pero resaltaba su rostro anguloso.
“Es un placer conocerlas a las dos…” Taehyung se detuvo
cuando notó que había más personas detrás de Evelyn y
Solar. Llevaban ropa similar, aparentemente mezclándose
en un grupo de blanco y negro.
“Y esto es…” Evelyn se apagó, presentando a las
personas una por una. Eran personas a cargo de su
apariencia, quienes estaban a cargo de sus comidas,
personas que vigilaban su entorno, un guardaespaldas
oculto, alguien para dirigir aún más guardaespaldas, y la
lista continuaba.
Al final, Taehyung recordaba solo dos nombres. Su
corazón picó un poco. Estas iban a ser personas que
trabajarían con él, pero ni siquiera podía recordar todos
sus nombres. Sus rostros, sin embargo, estaban grabados
en su mente, y podía aprender fácilmente sobre sus
antecedentes, personalidad y nombres cuanto más
trabajara con ellos.
“De acuerdo con el horario proporcionado por Su
Majestad”, dijo Solar. “Su Gracia, disfrutará del desayuno
con Su Majestad. Después, hará un recorrido por los
jardines donde Su Majestad…”
“No necesitamos un horario elaborado por mi esposo. Yo
me encargaré de mis asuntos personales”, cortó Taehyung
secamente. Extendió una mano y Solar lo miró
boquiabierta.
Incluso Evelyn se movió en sus zapatos puntiagudos, su
rostro un poco vacilante antes de empujar a Solar para que
hiciera algo. Solar volvió a la realidad y rápidamente le
pasó su tableta al Rey. El aire a su alrededor se volvió
sofocante, mientras un incómodo silencio caía sobre el
grupo, como una gruesa manta que los agobiaba.
“Su Majestad está demasiado ocupado para disfrutar del
desayuno conmigo. Además, es la una de la tarde y ya pasó
la hora de la comida de la mañana”, habló Taehyung.
“Comeré con Park Jimin”.
Taehyung miró por encima de la tableta, sus cejas se
levantaron con todo lo que leyó. Después de un paseo por
los jardines, iba a disfrutar del té, luego decidiría qué
cocina quería, luego revisaría los libros de contabilidad y la
lista continuaría.
Toda su agenda estaba dedicada al castillo y nada más.
Su deber era con el castillo, su presencia estaba en el
castillo, todo volvía a este elegante palacio. ¿Qué era él?
¿Un pájaro bonito ordenando su jaula? Él quería hacer más
que eso. Quería extender sus alas y recorrer la ciudad,
conocer los problemas y encontrar formas de solucionarlos.
Taehyung deseaba volar tan alto como pudiera y caer tan
fuerte como pudiera imaginar.
“Pero Su Majestad dijo—”
“Solar”, habló Taehyung con una leve sonrisa. “Ahora
trabajas para mí, no para Su Majestad. Si mi esposo tiene
algún problema con eso, él puede hablar conmigo”.
Taehyung le devolvió la tableta a Solar. “Ahora, llama a
un chofer y pásame tu teléfono, hay un heredero muy
importante que me gustaría visitar”.
Solar rápidamente le entregó un teléfono al Rey,
mientras que Evelyn rápidamente sacó el suyo para llamar
a un conductor. Todo el tiempo, ambas mujeres se miraron,
su vacilación se dispersó en incertidumbre. Por mucho que
les gustara la naturaleza asertiva del Rey, fueron tomadas
por sorpresa.
Todos decían que el Rey era una persona tranquila y
reservada. Se sentaba ociosamente en el salón, bebiendo té
o comiendo pastel. Rara vez se lo veía cerca de las salas de
reuniones con Su Majestad, ni se notaba su presencia. Él
simplemente… se mezclaba con el fondo.
Ahora, el papel pintado ya no era un adorno, sino la pieza
central. Evelyn y Solar se habían preparado para lo
primero, no para lo segundo. No estaban seguros de qué
hacer.
“¡Perfecto, te veré allí!” dijo el Rey, su rostro se iluminó,
sus ojos brillando como un lago en una mañana soleada.
Evelyn y Solar se miraron, sabiendo que solo había una
persona en el país que provocara una sonrisa tan enérgica
en el doncel de rostro pétreo. Aunque era Park Jimin, el
futuro heredero del Conglomerado Park… Había rumores
de que la empresa se inclinaba por el hijo mayor.
“Su Gracia”, dijo Solar. “Ha habido conversaciones
internas de que el joven Park Jimin ya no es la primera
consideración para convertirse en el director ejecutivo del
conglomerado Park. Tal vez deberíamos dirigir nuestra
atención al Señor—”
“¿Y dónde escuchaste esta charla interna?” El Rey se
quedó inexpresivo.
“De una fuente privada”, dijo Solar vacilante.
“¿De chismes sin fundamento?” Taehyung regresó, sus
labios se torcieron en un ceño fruncido.
Solar respondió apartando la mirada. “Su Gracia, fuimos
entrenados para tener su mejor interés en mente. Por favor,
no se sienta ofendido, porque solo estamos ofreciendo
consejos para su beneficio”.
“Tu corazón estaba en el lugar correcto”, dijo Taehyung
en voz baja, pero su voz se volvió más serio. “Pero tu mente
no. Agradezco el consejo”.
Solar se animó un poco.
“Pero sólo cuando yo lo pida”, añadió Taehyung. No
podía permitir que su gente lo viera como voluble y que se
adaptaba fácilmente a ellos. Le aconsejaron sobre una
decisión basada en un rumor que puede ser cierto o no. Tal
cosa era digna de un regaño, pero no tenía tiempo para
eso.
“La próxima vez que me des un consejo, espero hechos
concretos. No rumores sin fundamento”, afirmó fríamente.
“Me disculpo, Su Gracia”, respondió Solar rápidamente,
inclinando la cabeza, con la tableta plana contra el
estómago. A través de este breve y seco encuentro,
descubrió lentamente qué tipo de persona era realmente el
Rey.
Astuto. Seguro. Valiente. Él sabía lo que quería y no tenía
miedo de conseguirlo.

—Ig: lovetajeon
23. XXII

COMPARTIÓ SU CAMA
En las afueras de la ciudad, lejos, lejos de las miradas
indiscretas de la gente, había un pequeño y apartado café.
Inicialmente era una casa de campo, pero los propietarios
la ampliaron para convertirla en un restaurante.
Debido al hermoso bosque y las pintorescas flores que
salpican el camino, se había convertido en una atracción
para muchas personas; sin embargo, el restaurante era
demasiado pequeño para atender a tantos invitados. El
restaurante decidió que siempre era por orden de llegada.
No aceptaban reservas, ni citas, y no les importaba lo
importante que era un invitado.
Es decir, hasta que Park Jimin entró por las puertas, se
llevó a todos los que esperaban en la fila y tuvo todo el
restaurante para él solo, incluido el personal que lo
acompañó. Todos los que ocupaban los asientos trabajaban
para Jimin o los Park, y no hubo excepción.
“¡Tete!” El heredero chilló y salió disparado de su silla
cuando vio que un elegante automóvil negro se detenía
justo frente al café.
A Jimin le resultó difícil encontrar un lugar donde las
cámaras no pudieran alcanzarlos y nadie pudiera
molestarlos. Si cerraran un restaurante en la ciudad,
habría multitudes de personas esperando afuera, pero este
lugar era diferente. Estaba fuera de la ciudad y en un
ambiente completamente diferente.
Las únicas personas aquí se habían ido, y ninguno de
ellos sabría por qué. El camino que conducía aquí también
estaba bloqueado, lo que significaba que nadie podía entrar
y nadie podía salir sin el permiso de la guardia real.
Taehyung había salido del auto cuando escuchó el
delicado sonido de una campana. Volvió la cabeza a tiempo
para ver que se abría una pequeña puerta blanca y salía un
joven vestido de azul chiffon y negro.
“¡Mimi!” Taehyung jadeó suavemente, a pesar de que
sabía con quién se estaba reuniendo. Jimin soltó unas
risitas cuando lo estrechó en un fuerte abrazo.
“Me has visto hace unos días”, bromeó Taehyung.
“¡Pero ya te extrañaba!” se quejó.
Jimin agarró la mano de su amigo y comenzó a empujarlo
hacia el café. En un abrir y cerrar de ojos, hombres de
negro lo rodearon, con las armas en llamas. En ese
momento, la gente de Jimin también levantó sus armas.
Fue un enfrentamiento que ninguno de los dos esperaba.
“Está bien”, dijo Taehyung, levantando la mano para
evitar cualquier cosa.
Se preguntó por qué estos guardias estaban tan
inquietos, especialmente cuando casi todos sus parientes
cercanos sabían sobre su amigo.
“¡Apuesto a que ese sobreprotector esposo tuyo los
indujo a esto!” Jimin se enfureció.
Taehyung sonrió irónicamente. “Tú no sabes eso, Mimi.
Tal vez, son los procedimientos de seguridad”.
Jimin puso los ojos en blanco. “No lo defiendas delante
de mí, Tete. Conozco a ese hombre, es una serpiente. Es el
tipo de hombre que sonríe mientras te apuñala por la
espalda”.
Taehyung le restó importancia con una pequeña risa.
Empezó a caminar con Jimin hacia el café, ignorando a los
guardaespaldas que se miraban con disgusto e irritación.
Sus ojos se nublaron sobre el lindo y pintoresco café. El
techo era bastante lindo, hecho de madera de abedul
inclinada, con una pequeña chimenea y un nido de pájaro
falso descansando al lado.
“Hablo en serio”, dijo Jimin. “Tienes que tener cuidado
con él. Cualquier persona que intente evitar que sus
parejas tengan amigos cercanos no es bueno…”
“Lo sé, Mimi. Pero él no me ha impedido reunirme
contigo hoy”.
Taehyung se apuntó a sí mismo. “Mira, llegué aquí en
una pieza”.
“No sé…” Jimin se desvaneció, acercando a su amigo.
Cerró las puertas cuando los guardaespaldas intentaron
entrar tras ellos. Los guardaespaldas tuvieron que
detenerse de golpe antes de abrir las puertas.
“Déjennos en paz” les espetó.
Jimin llevó a su amigo a un lugar agradable en la esquina
del café, había una ventana para que pudieran ver el
pintoresco bosque. Una suave brisa hizo que las cortinas se
balancearan con el viento, recordándoles unas agradables
vacaciones lejos del alcance de la tecnología.
“Taehyung, hay algo que debes saber” acercó la silla
para que su amigo se sentara. Sentía un poco de envidia
por la gracia con que se movía Taehyung, como un cisne en
un estanque.
Taehyung se sentó y en silencio metió las piernas en una
dirección, sentándose como un príncipe perfecto. Jimin
tomó asiento y cruzó las piernas, su posición poderosa y
asertiva.
“¿Qué es?” Taehyung reflexionó, sus ojos se posaron en
los postres que ya lo esperaban.
Rápidamente, se animó. Había un plato de comida de
tres niveles frente a él, comenzando con pequeños bocados
y guarniciones. El segundo tenía una selección de
sándwiches y bocadillos, mientras que el último nivel
contenía todo tipo de tartas y pasteles.
“Sin embargo, no deberías decirle que te dije esto”,
empezó Jimin.
Hizo una pausa por un segundo, tuvo una idea tardía y
luego se encogió de hombros. “En realidad, espero que le
digas que te dije esto. Quiero que me cuentes una
descripción detallada de su reacción irritada”.
Taehyung sacudió la cabeza con diversión y tomó una
barra de postre de limón, con la boca aguada por la
anticipación. Mordió la tarta, el postre dulce y casi lloró de
lo delicioso que estaba. El azúcar en polvo suavizó la acidez
y la esencia de vainilla realzó el sabor a limón.
“Los Kang fueron descubiertos en su propiedad hoy”.
Taehyung hizo una pausa. “¿Descubiertos?”
“Es más como si sus cadáveres fueran descubiertos”.
La barra de limón cayó de los dedos de Taehyung.
Aterrizó en su regazo, donde Jimin jadeó bruscamente y
una mujer al azar entró corriendo.
“¡Su gracia!” exclamó Evelyn, cayendo rápidamente de
rodillas para limpiar el desorden. Se preguntó por qué el
Rey no colocó la servilleta de costumbre en su regazo antes
de comer.
“E-está bien”, dijo Taehyung, sacudiendo a Evelyn.
“Estoy bien. Por favor espera cerca de la entrada”.
Evelyn se puso de pie preocupada, sus labios formaron
una línea recta. No pudo escuchar lo que había sorprendido
al Rey hasta este punto. Pero sus pantalones blancos ahora
estaban arruinados con una mancha amarilla, y la gente
pensaría que se orinó encima.
Rápidamente dio un paso atrás y decidió consultar a una
de las otras personas en el séquito del Rey.
Afortunadamente, habían venido preparados con múltiples
cambios de vestuario.
“Cuando esté listo, Su Gracia, tenemos un nuevo
conjunto de ropa para que se cambie”, informó Evelyn. Se
dirigió hacia la entrada, donde planeaba irse y agarrar un
traje limpio.
“Lo siento, Tete, no debí decírtelo cuando estabas
comiendo”, dijo rápidamente Jimin.
Taehyung negó con la cabeza. “No, hiciste lo correcto, no
te preocupes”. Se limpió la barra de limón de los
pantalones, pero ya era demasiado tarde. Ya había una
mancha amarilla brillante. De todos modos, usó una
servilleta limpia para recoger el postre sucio del suelo,
para gran exasperación de Jimin.
“Ahora eres un Rey, Tete. ¡Tus dedos no deberían estar
cerca del suelo!” Jimin agarró la mano de su amigo, tomó la
servilleta sucia de la mano de éste y se la quitó.
Sin decir palabra, uno de los hombres de Jimin se
adelantó, tomó la servilleta sucia y desapareció.
“Todo el mundo parece mimarme”, Taehyung se rió
suavemente, pero sonaba tenso. Se limpió los dedos y
apretó los labios. “Primero es Jungkook, y ahora eres tú”.
“No te estamos mimando, Tete. Estamos preocupados
por ti porque simplemente te amamos demasiado como
para permitir que el daño se cruce en tu camino”.
Instantáneamente, Taehyung vio sus fechorías. No quería
que Jimin lo malinterpretara. Apreciaba el esfuerzo de
todos hacia su persona. Muchos han sido amables, y
provino de buenas intenciones. Ahora, las tornas habían
cambiado y su corazón estaba en el lugar correcto, pero su
mente no.
“Lo siento”, suspiró suavemente Taehyung. “Estaba
angustiado por las noticias de los Kang, quería cambiar de
tema”.
“Ni siquiera te disculpes. Pensé que habíamos pasado la
etapa de disculparnos hace mucho tiempo. Nos molestamos
demasiado como para decir lo siento”.
Taehyung se rió. Supuso que Jimin tenía razón.
“De todos modos, la muerte de los Kang fue por suicidio,
por lo que ni siquiera deberías preocuparte por eso”.
“¿S-suicidio…?” susurró, inclinándose un poco hacia
adelante. “¡Pero eso es imposible! El Vizconde es un
hombre demasiado orgulloso para suicidarse, y mi tía—”
“Ahora que lo mencionas, el informe fue un poco extraño.
La autopsia reveló un fuerte trauma interno y externo…”
Jimin se desvaneció.
“¿El informe?” Taehyung repitió, queriendo saber más de
eso.
Jimin asintió. “Ojalá te lo pudiera mostrar, ¡pero el
informe inicial no se encontraba por ninguna parte!
Cuando envié a mi equipo privado a verificar, los
investigadores que hicieron la autopsia repentinamente se
retiraron a un país diferente, y el equipo de policía a cargo
de la investigación ¡Se cambiaron a otra ciudad!”
Jimin frunció el ceño. “Me pregunto quién podría
haberse entrometido en el informe original. Ahora, el nuevo
equipo de policía lo ve como un suicidio, y el caso está
cerrado y enterrado”.
La sangre de Taehyung se heló. Le temblaban las manos
y las juntó para evitar que Jimin se diera cuenta. Solo una
persona podría ser capaz de tal cosa: el hombre más
poderoso de todo este país.
Jungkook.
Éste debe haber tenido algo que ver con sus muertes.
Taehyung estaba seguro de eso.
Su corazón saltó un latido. Si él estuviera involucrado,
¿qué haría Taehyung? ¿Se pondría del lado de Jungkook, o
del lado de sus tíos?
“Supongo que sabes quién lo hizo”, dijo Jimin. “Deberías
tener cuidado con él”.
Taehyung tragó saliva. Cuanto más tiempo pasaba con
Jungkook, más pensaba que lo conocía. Ahora, no estaba
tan seguro.
¿Qué clase de hombre era su marido? Éste se burlaba de
él, lo acariciaba, se reía con él y, sobre todo, su toque
siempre había sido amable. Pero debajo de su exterior,
¿quién era él realmente?
El corazón de Taehyung cayó a su estómago. Finalmente
se dio cuenta de un hecho sorprendente. A pesar de estar
casado con él, a pesar de conocerlo en su infancia, a pesar
de dormir bajo el mismo techo que él, no conocía al hombre
con el que compartía su cama.
EMBAJADA EXTRANJERA
Después de pasar el resto de la tarde con Jimin, hablando
de cosas ociosas como los mandatos que querían hacer, su
estado de ánimo, las cosas de su vida, etc. Su reunión llegó
a su fin.
Jimin se mostró reacio a dejar ir a Taehyung, tratándolo
como una despedida permanente. Con un hombre tan
controlador pero astuto como el Rey, el pobre Taehyung
habría estado convencido de quedarse en el castillo todo el
tiempo que le permitiera.
Jimin deseaba que el rey no engañara tan fácilmente a su
amigo, pero era bastante guapo y tenía una forma de
hablar muy peculiar.
“Vamos a encontrarnos de nuevo en una semana”, dijo
Jimin. Se paró junto a la puerta del auto de Taehyung,
aferrándose firmemente a ésta, a pesar de la desaprobación
de los guardias reales y el séquito.
“Siempre tengo mucho que contarte”, agregó.
Taehyung parpadeó. “¿Pero no tienes reuniones a las que
asistir? La reunión anual de accionistas se acerca en dos
semanas. ¿Estás seguro de que tienes tiempo para reunirte
conmigo?”
“Si ni siquiera tengo tiempo para mi mejor amigo y para
mí, ¿de qué sirve ser tan rico? Tengo todo el dinero del
mundo, pero no tengo libertad ni alegría”, replicó Jimin con
los ojos en blanco.
Se cruzó de brazos y agregó: “El dinero ni siquiera puede
comprar mi felicidad, sin importar cuántas joyas tenga, la
comida cara que coma y la ropa que tenga”.
Taehyung se rió. “El dinero no puede comprar la
felicidad, pero es mejor llorar en un auto que en una
bicicleta”.
Jimin se rió entre dientes. “Sin embargo, la bicicleta te
da una brisa agradable”.
Taehyung arqueó una ceja. “También la ventana del
auto”.
“¡Oh, solo súbete al auto y vete!” Jimin resopló, cerrando
la puerta del coche. Ni un segundo después, golpeó las
ventanas, esperando que Taehyung las bajara.
“Vamos a encontrarnos aquí de nuevo. Está muy aislado
y no nos molestaron ni una sola vez, excepto por tus
irritantes empleados…”
Taehyung sonrió irónicamente. Prácticamente podía
sentir a Evelyn y Solar mirando a Jimin a sus espaldas.
“¡Oh por cierto!” Jimin se animó, metiendo la mano en
sus bolsillos. Sacó un pequeño frasco de líquido
transparente y se lo entregó a Taehyung.
Éste lo tomó, ladeando la cabeza con curiosidad. “¿Qué
es esto?”
“Ha habido una creciente población de vampiros que
experimentan insomnio ya que no necesitan dormir tanto,
pero ahora ha comenzado a afectar su salud”, explicó Jimin.
Señaló el vial de líquido transparente. “Así que el
Conglomerado Park comenzó a incursionar en el sector
farmacéutico. Finalmente encontramos una medicina que
puede hacer que los vampiros duerman profundamente”.
“Pero, ¿por qué me das esto a mí…?” preguntó Taehyung,
inclinando la cabeza confundido.
“Porque no conocemos su efectividad contra los Pura
Sangre, y es difícil encontrar sujetos de prueba. Ya que
estás casado con uno, tal vez puedas pedirle al Rey que
pruebe esta droga antes de que el Conglomerado Park le
diga lo que hemos estado creando”.
“Oh,” Taehyung parpadeó sorprendido, colocando el vial
en el bolsillo de su pantalón. “Le preguntaré a Jungkook si
está interesado”.
Taehyung sabía que Jungkook nunca estaría de acuerdo
si Jimin se acercaba. Taehyung disfrutó mucho la idea de
esta medicina, ya que Jungkook nunca dormía bien cuando
estaba cerca de él. Siempre era el último en dormir y el
primero en despertar.
“Bueno, ¡cuéntame cómo te va la próxima vez que nos
veamos!” exclamó Jimin.
“Bueno lo haré.”
Taehyung miró por la ventana mientras el auto
atravesaba la capital. Múltiples autos lo seguían, del mismo
modelo y marca, de modo que incluso si ocurriera un
intento de asesinato, no sabrían en qué auto estaba. La
gente debe haber sabido que eran los autos reales, porque
se detuvieron y saludaron.
“Su Gracia, sería peligroso bajar la ventanilla”, dijo Solar
cuando notó que las yemas de los dedos del Rey buscaban
el botón.
“Bueno, un poco de saludo público nunca le hizo daño a
nadie”, respondió Evelyn. Ella vio esto como una estrategia
rápida y fácil para mejorar la reputación del Rey. Sería más
difícil reemplazar a Su Gracia si la gente lo quisiera tanto.
Taehyung ignoró sus palabras. Bajó la ventanilla y sacó
una mano para saludar. Eventualmente, se asomó un poco
por la ventana, mostrando una amable sonrisa. Rara vez
visitaba la ciudad con tanta frecuencia, y todo era un
espectáculo digno de ver.
Desde las mesas dispuestas fuera de los restaurantes, el
olor del café especial de Wraith y el bullicio de la vida
callejera eran muy entretenidos. La gente corría, andaba
en bicicleta y en los parques, la gente hacía picnics.
“¡Larga vida a Su Gracia!” La gente decía con
entusiasmo, pero a Taehyung le dolía el corazón.
Él nunca viviría mucho. Su espacio de vida era el de un
humano. Sería un milagro que viviera más de cien años. Al
pensar en esto, su sonrisa se desvaneció un poco, antes de
sonreír y tratar de no mostrar su consternación por tales
palabras. Le estaban deseando lo mejor, y él estaba
pensando en lo peor.
Pronto, el viaje en auto llegó a su fin. Él fue escoltado
fuera del auto y dentro del castillo. Los sirvientes ya lo
estaban esperando. Un mayordomo vino a quitarle el abrigo
y una criada le quitó los guantes.
“¿Disfrutó de su tiempo libre, Su Gracia?” Preguntó una
voz grave y fría.
Taehyung se dio la vuelta, sorprendido de ver a Yoongi.
Estaba bajando la escalera principal, con una pila de
papeles en el brazo. Vestido con un traje fino, con los
primeros botones desabrochados y el cabello ligeramente
desordenado, concluyó que debía haber estado en una
reunión. Tenía una mirada demacrada en su rostro como si
el trabajo fuera difícil.
“Se suponía que debía estar recorriendo los jardines y
eligiendo qué flor le gustaría plantar antes de que se
acerque la primavera, Su Gracia”, agregó Yoongi.
“Hay asuntos más urgentes que recoger flores. Además,
puedo decidir en el acto”, respondió Taehyung.
Yoongi frunció el ceño profundamente ante sus palabras.
Caminó directamente hacia él y negó con la cabeza. “Su
Gracia, los turistas y los ciudadanos pueden ver los jardines
desde dentro de las cercas del castillo. Por lo tanto,
cualquier cosa plantada es muy importante y puede afectar
la reputación de la Familia Real”.
Taehyung levantó una ceja.
“Y ya que no está viendo la importancia de esto, dígame
en el acto lo que se debe plantar, Su Gracia”.
Taehyung sintió que habían dado un paso adelante y dos
pasos atrás en su relación. Pensó que se había ganado su
respeto, pero casi se olvidó de que el respeto debe
mantenerse.
“Debido a que la coronación ocurrió recientemente,
deberíamos plantar lirios y orquídeas para la primavera”,
dijo el doncel sin dudarlo.
“¿Y por qué es eso?” Yoongi regresó.
“Se sabe que los lirios celebran la sabiduría, enfatizan la
fidelidad y subrayan el valor, mientras que las orquídeas
simbolizan la belleza, el encanto y la fuerza. También son
muy hermosas y perfectas para tomar fotografías”.
Yoongi se quedó sin palabras. No se imaginaba que Su
Gracia fuera capaz de pensar con tanta antelación y en el
acto. Una vez más, le demostró que estaba equivocado. Una
vez más, tuvo que subestimar a alguien tan inteligente.
Cada vez que lo hacía, esperaba aprender la lección, pero
nunca lo hizo. Eran los defectos de un humano, pero ahora
se aplicaba a él.
“Es una gran elección, Su Gracia”, admitió Yoongi con
voz determinada. Era un hombre terco, pero sabía cuándo
estaba equivocado. “Perdóneme, Su Gracia, mi día ha sido
difícil”.
“Tú y Jungkook son exactamente iguales en la forma en
que se disculpan”, murmuró.
“Un rey nunca se disculpa, Su Gracia”, dijo Yoongi con
severidad, su voz mezclada con sorpresa. No pensó que el
arrogante Rey se molestaría por los errores, porque el Rey
nunca los cometía.
“¿Dónde está el Rey?” preguntó Taehyung.
“En una reunión.”
“¿Con?”
“Una importante embajada extranjera”.
Las cejas del rubio se juntaron. Al darse cuenta de que
todavía estaban en un área pública, con los ojos de su
gente y los trabajadores, le hizo un gesto a Yoongi para que
caminara con él.
“¿Por qué no recorremos los jardines ahora?”.
Yoongi frunció el ceño. “Tengo cosas más importantes
que hacer que entretenerme con flores”.
“Es gracioso que digas eso, pero a mí me asignaron
exactamente lo mismo”, cortó.
Yoongi apretó los labios. Él tenía un punto. “Entonces,
demos un paseo por los jardines”.
Los labios de Taehyung se torcieron en una sonrisa
encantada. Él fue el primero en dar un paso adelante.
Yoongi estaba un paso atrás, y su gente diez pasos atrás,
por cortesía y privacidad.
“El clima estuvo espectacular hoy”, comenzó Taehyung.
Pasearon por los pasillos, donde las ventanas eran altas y
los techos también. Hermosas pinturas de dioses y diosas
griegas adornaban los techos, los candelabros hacían girar
su deslumbrante luz sobre ellos.
Yoongi estaba confundido por su pequeña charla, pero
luego se dio cuenta de lo que estaba tratando de hacer. La
gente todavía los seguía y necesitaban mantener una
relación cortés. El momento adecuado para discutir sería
en los jardines, donde les diría que esperaran en la
entrada, y los dos se adentrarían en los arbustos de flores.
“Sí, salió el sol y el viento es perfecto, Su Gracia”, se
quejó Yoongi. Odiaba las conversaciones triviales. Andarse
por las ramas era demasiado molesto.
Taehyung tarareó en respuesta. Llegaron a los jardines lo
suficientemente pronto, y él les indicó que esperaran
afuera. Los arbustos de flores eran altos, pero no lo
suficiente como para ocultarlos. Algunos arbustos se
detenían en sus tobillos y otros llegaron hasta las rodillas y
la parte inferior del estómago.
“Rosas”, reflexionó Taehyung, señalando un conjunto de
rosas amarillas, tan brillantes como la luz del sol y finas
como el oro.
“Rosas doradas, Su Gracia”, le corrigió Yoongi. “Plantado
recientemente por la matriarca Dorothy”.
Taehyung sintió el mensaje subyacente a kilómetros de
distancia. Dorothy todavía apoyaba a Jimin, probablemente
porque tener al heredero de un conglomerado tan poderoso
y rico sería extremadamente beneficioso para el reino.
“Reubica esto lejos de las cámaras”, instruyó Taehyung a
Yoongi. “Y que planten mis flores”.
OCULTO A PLENA VISTA
Yoongi enarcó una ceja. “Podemos arrancarlos de raíz,
Su Gracia”.
Negó con la cabeza. “No, eso es exactamente lo que ella
quiere que haga. Quiere que destruya las flores que
simbolizan a mi buen amigo”.
Yoongi sonrió significativamente ante sus palabras.
Había pensado de antemano en lo que sucedería. Dorothy
podría haber usado la excusa del desarraigo de las rosas
como una forma de separar a Park Jimin de Taehyung, pero
es probable que esa estrategia nunca funcione. Sería
imposible separar a los amigos de la infancia,
especialmente con el apego de Jimin al dulce Taehyung.
Yoongi a veces se preguntaba por qué Jimin se aferraba a
Taehyung. Pero él lo miró y tuvo una idea de por qué. Había
algo tranquilizador en el estado reservado y distante de
Taehyung, como si no valorara nada en este mundo, ni
siquiera a sí mismo. Era parte de la naturaleza humana
querer algo que no te quería a ti.
Cuanto menos se aferraba Taehyung a Jimin, más se
aferraba Jimin a Taehyung. Era una relación interesante
que hizo que Yoongi se preguntara si era intencional.
“Le informaré al jardinero del plan”, declaró Yoongi. “Los
lirios y las orquídeas deberían estar listos para la
primavera”.
Taehyung asintió lentamente con la cabeza. Se volvió
para irse, pero habló: “Espera”.
Yoongi hizo una pausa, dejando escapar una pequeña
maldición por lo bajo. Había esperado que la Rosa Dorada
fuera una distracción suficiente para escaparse. La reunión
de Su Majestad con Kastrem era un secreto muy nublado,
uno que Su Gracia nunca debe descubrir.
“¿Sí?” dijo Yoongi, inclinando su cabeza hacia él.
“¿Con quién está reunido Jungkook?”
Maldita sea.
“¿Debe el Rey contarle cada uno de sus movimientos?
Una persona debe tener sus secretos, Su Gracia”.
“Él sabe dónde estoy en todo momento. Sabe cuándo
como, cuándo duermo, cuándo respiro y cuándo uso el
baño. ¿Es tan malo saber con quién se encuentra mi
esposo?”. replicó.
Yoongi asintió lentamente con la cabeza. Ni siquiera
podía culparlo por tener tales pensamientos. Era una
relación desequilibrada que Su Gracia quería nivelar, pero
tenía que entender algo: él solo ha sido Rey durante unos
días y Jungkook ha sido Rey durante décadas.
“Es una pregunta que debe hacerle usted mismo al rey.
No soy su secretario ni el suyo. Soy un amigo que le da una
mano, Su Gracia”.
“Qué título tan conveniente para usar. Puedes limpiar
fácilmente tu mano de los pecados que él te pide que
cometas, porque no eres su empleado, sino un amigo”.
Yoongi admitió que eso le dolió. Pero las palabras
dolorosas encajaban perfectamente con su gusto. Kim
Taehyung sabía las palabras correctas para sacar sangre y
las cosas correctas para curar una herida. Menuda espada
de doble filo tenía Su Majestad en su colección…
“Es tal como usted dice, Su Gracia”. Yoongi inclinó la
cabeza y se alejó, sintiendo la mirada de disgusto del Rey.
Taehyung frunció el ceño ante su espalda, abrazada
cómodamente por su traje. El sol también brilló para él,
siguiéndolo, proyectando una sombra amenazadora sobre
los jardines. La sombra superó brevemente a las Rosas
Doradas, antes de dejar que las hermosas flores brillaran
en todo su esplendor.
“Tantos secretos, tan pocas respuestas…” murmuró
Taehyung para sí mismo, sacudiendo la cabeza con un leve
suspiro. Se agachó y recogió una rosa dorada, con las cejas
levantadas por la sorpresa. No había espinas. Lo habían
cortado.
Taehyung tragó saliva. Dorothy planeaba hacer lo mismo,
¿no? Cortar las espinas de Jimin significaba limitar su
lengua de fuego y convertir al confiado heredero en nada
más que una pieza decorativa.
Sostuvo la rosa cerca de él, sus dedos se cerraron con
fuerza alrededor del tallo. Nunca dejaría que Dorothy se
saliera con la suya con su amigo. Jimin había pasado toda
su vida preparándose para convertirse en el próximo
director general del Conglomerado Park. Su sueño no
debería ser aplastado por una anciana entrometida.
Taehyung entró de nuevo en el castillo. Cuando le
preguntó a Solar sobre el estado actual del Rey, la
secretaria dijo que todavía estaba en la reunión importante.
¿Qué estaba tomando tanto tiempo? Un invitado importante
de un lugar extranjero. Se preguntó quién podría ser.
Conteniendo un pequeño suspiro, decidió que podría ser
hora de reanudar su agenda. Había tratado de saltarse el
recorrido por los jardines, pero no se dio cuenta de la
importancia de eso después. Tal vez su horario no estaba
destinado a restringirlo, sino más bien a abrir los ojos a las
cosas que suceden en el castillo.
“¿Cuál es mi plan para hoy?” le preguntó a Solar.
La mujer estaba rebosante de una gran sonrisa, feliz de
que el Rey volviera a la normalidad. “Es recorrer el castillo,
Su Gracia, y aprender de cada habitación que hay”.
Él asintió lentamente. “Comencemos desde el sótano
hasta el piso más alto”.
Solar se puso rígida. Incluso Evelyn hizo una pausa.
Evelyn había estado hablando con fotógrafos que
capturaron imágenes del Rey saludando con la mano a la
gente. Había sido una gran foto para publicar en línea y en
los periódicos.
“Su Gracia”, dijo Solar vacilante. “El sótano no es más
que cuartos de almacenamiento. No tenemos que
preocuparnos por un lugar tan polvoriento. Comencemos
desde el primer piso”.
Ahora, Taehyung estaba aún más intrigado por lo que
podría haber allí abajo. Extendió una mano y sonrió.
“¿Tienes un mapa del palacio?”
“¿Puedo preguntar por qué, Su Gracia?”
Él levantó una ceja. Estaban cuestionando sus palabras.
Casi como si se diera cuenta de sus errores, Solar
rápidamente se enderezó. “Me disculpo, Su Gracia. Aquí
está el mapa”.
Solar rápidamente escribió algo en su tableta y luego se
lo pasó al Rey. Taehyung lo tomó y comenzó a mirar el
monitor. Se acercó a uno de los diferentes pisos.
Había habitaciones catalogadas, pero nada sobre su uso.
Él no estaba sorprendido. Sería peligroso que el mapa
cayera en las manos equivocadas, pero, de nuevo, ¿quién
sería tan estúpido como para colarse en el castillo con la
seguridad impenetrable?
Al pensar en esto, Taehyung frunció el ceño un poco.
Yugyeom lo haría. Era lo suficientemente tonto como para
escalar las paredes de los lugares más peligrosos y saltar la
cerca del castillo real.
¿Dónde estaba él?
Yugyeom todavía no estaba enojado con él, ¿verdad? La
última vez que lo vio fue en el baile. Desde entonces, no lo
había visto y su amigo no lo había visitado.
“¿Pasa algo, Su Gracia?” preguntó Solar.
Taehyung dejó escapar un pequeño suspiro y sacudió la
cabeza. “No.”
Le devolvió la tableta negra. “Comencemos el recorrido”.
Solar se animó un poco. “Ahora mismo, Su Gracia. Si
quiere venir con nosotros, este es el camino hacia el primer
piso”.
“Conozco mi camino”. Taehyung pasó junto a ella y,
rápidamente, su séquito se dio la vuelta. Cuando miró la
tableta, vio dónde estaban ubicadas todas las escaleras,
incluso las que no se mencionaban en el mapa.
Taehyung tenía una memoria decente. Recordó haber
visto escaleras físicas, pero no estaban enumeradas en el
mapa, y es posible que la gente ni siquiera se haya dado
cuenta de eso. Oculta a plena vista debe haber estado la
estrategia de Jungkook. Las escaleras que no se
mencionaron en el mapa eran las que debería conducir al
sótano.
Tenía el buen presentimiento de que lo que sea que
Jungkook estuviera escondiendo en el sótano le sería
revelado hoy.

ESTÁS TRASPASANDO
“Su Gracia, ¿adónde vamos?” Solar preguntó cuando vio
al Rey pasar por la gran escalera que conducía al primer
piso.
Solar pensó que el Rey había seguido su consejo y se
apegaría al programa principal. El pintoresco doncel ignoró
su pregunta y siguió caminando hasta que se detuvieron en
otra puerta que sorprendió a Solar.
Conocía el castillo como la palma de su mano, ya que
había trabajado aquí durante un tiempo y ascendió de
conserje a secretaria. ¿Cómo supo el Rey de esta escalera?
¡No estaba pintado en el mapa!
“Por favor, espera arriba”, dijo Taehyung, volviéndose
hacia su gente.
No quería que los secretos de Jungkook fueran revelados
a nadie más que a él. Hizo girar el anillo de rubí en su
dedo, preguntándose cuál sería la reacción del mayor ante
su descubrimiento.
“Pero debemos acompañarlo donde quiera que vaya, Su
Gracia, para garantizar su seguridad”, dijo Solar
lentamente, su voz llena de confusión y exasperación.
“Hay polvo ahí abajo, tal como dijiste. No quiero que mis
queridos empleados lo respiren y se enfermen”, reflexionó
Taehyung, las comisuras de su boca se elevaron en una
suave sonrisa.
El rostro de Solar se quedó en blanco. ¡No esperaba que
sus propias palabras se volvieran en su contra de esta
manera! No era como si pudiera retractarse de lo que dijo,
ahora que estaba siendo manejado por Su Gracia. Vacilante
y poco dispuesta a obedecer, abrió la boca para hablar de
nuevo.
“No me repetiré”, cortó fríamente Taehyung. “Espérame
arriba. Si necesito a alguien, los llamaré”.
“Las puertas del sótano están cerradas”, habló
finalmente Evelyn. “Y ninguno de nosotros tiene las llaves,
Su Gracia”.
¿Está cerrado y el personal no tiene acceso? Ahora,
Taehyung tenía muchas ganas de bajar. ¿Qué podría haber
allí abajo que estaba tan aislado y escondido? ¿Cuáles eran
los secretos tortuosos de Su Majestad?
Taehyung apretó los labios. “Ya veo.”
El personal se sintió aliviado. Pero él los sorprendió
abriendo la puerta de la escalera de todos modos y bajando
las mismas.
“¡Su gracia!” Volvieron a llamar, pero ya era demasiado
tarde.
Taehyung estaba bajando la escalera, el aire se volvía
frío con cada paso. Estaba vestido con su camisa de manga
larga, pero aún temblaba. Era como si mantuvieran fría la
temperatura del sótano a propósito. ¿Él sótano realmente
solo era un depósito?
Llegó al final de las escaleras, donde, efectivamente,
había una puerta. Y solo una puerta. Nada más y nada
menos. La puerta estaba fría al tacto, muy probablemente
hecha de metal pesado e impenetrable. Presionó sus oídos
contra él, preguntándose si escucharía algo. Por lo tanto,
llamó a la puerta, un fuerte eco lo siguió.
Nada.
Ni siquiera un movimiento o el golpeteo de un ratón
corriendo. Se preguntó qué había más allá de esta puerta.
Ni siquiera había una ventana por la que pudiera mirar.
“Qué cosita tan desobediente eres”.
Taehyung jadeó mientras se daba la vuelta. Su corazón
se aceleró en su pecho, sorprendido por la voz maliciosa y
mortal. Se sorprendió al ver a Jungkook, apoyado en la
barandilla. Había cruzado una pierna sobre la otra y lo
observaba con los brazos cruzados. Era tan
devastadoramente hermoso que un pintor lloraría al verlo.
Tragó saliva cuando sus ojos rojo rubí se encontraron
con los de él. Frígido y helado, su mirada era más fría que
la Antártida. Sus labios estaban tirados en una línea
sombría, una vena apareciendo en su frente. Sus
mandíbulas afiladas estaban apretadas, una fina línea que
podría cortar la piedra.
“¿Qué hay más allá de estas puertas?” preguntó.
“Entraste sin autorización, Taehyung”.
Ahora usaba su nombre… Taehyung se sentía como un
niño siendo atrapado haciendo algo mal. Se apretó contra
la puerta, aunque Jungkook no se le acercaba. Su presencia
consumió toda la escalera, absorbiendo el aire de sus
pulmones. Se sentía difícil respirar.
Estaban a unos metros de distancia, pero se sentía como
si él estuviera directamente enfrente suyo. El aire
prácticamente crujió ante la electricidad de su intensa
mirada.
“Querías que recorriera el castillo, así que lo estoy
recorriendo desde cero”.
“¿No te dijo el personal que empezaras desde el primer
piso?” dijo con voz profunda, enfurecido por su
desobediencia.
“Cuanto más tratas de ocultarme secretos, más quiero
saber”, replicó desafiante.
Jeon dejó escapar una risa áspera. Hizo que se
estremeciera, el sonido resonaba en sus oídos. Su risa fue
tan cruel como el chasquido de un látigo. Al menor no le
gustó eso. Su corazón se aceleró un poco más, sus palmas
cada vez más húmedas.
“Quieres tanto, pero das tan poco”, el pelinegro habló
furioso.
“No te guardo secretos. Nunca lo he hecho.”
“Bien.”
“Jungkook”.
Éste se enderezó. Le lanzó una mirada endurecida.
“Todavía estoy enojado. No pruebes mis límites. Ahora
sube. Te castigaré más tarde”.
Taehyung le devolvió la mirada. “No me iré hasta que me
digas qué hay más allá de estas puertas”.
En un abrir y cerrar de ojos el pelinegro estaba frente a
él. Taehyung saltó, cuando una mano golpeó una pulgada al
lado de su cabeza. Taehyung juró que su corazón se detuvo
en ese mismo momento. De repente quiso correr, correr
muy, muy lejos de aquí. Podía escuchar su respiración
demacrada, áspera y salvaje, mientras intentaba mantener
su temperamento bajo control.
“Cariño”, pronunció en voz baja, su otra mano agarrando
sus dedos. Jeon lo apretó, entrelazando sus dedos mientras
descansaba la cabeza sobre su hombro en el hueco de su
cuello.
“Recorramos juntos el castillo. Te llevaré a mi lugar
favorito. Hay un lugar en el palacio donde puedes
presenciar la puesta de sol en todo su esplendor”.
Taehyung estaba casi convencido por sus palabras. Le
gustaban las puestas de sol: la forma en que el majestuoso
cielo azul se fundía en una mancha naranja, rosa y lavanda.
Era un espectáculo que siempre le fascinaba, cuando
llegaba la hora dorada y la cálida luz del sol inundaba su
piel.
Tan hermoso como todo era, retiró su mano. “Quiero ver
lo que hay más allá de estas puertas, no las puestas de sol”.
Jungkook apretó los dientes. Volvió a agarrar su mano y
el menor lo apartó. Taehyung estaba poniendo a prueba su
paciencia demasiado hoy.
Levantó la cabeza para echar un vistazo a su rostro,
sabiendo que sus ojos verdes, amables y serios eran
suficientes para ablandar su cruel y pétreo corazón. Había
una razón por la que Jeon no podía mirarlo a los ojos
últimamente, con lo poderoso que era.
Taehyung era su única debilidad. Ese hijo de puta de
Kastrem tenía razón. Y Jungkook despreció esto más que
nada en el mundo. Nunca tuvo una debilidad, nunca tuvo
un defecto visible.
Jeon Jungkook era la encarnación de la perfección. Vaya
a la palabra “perfecto” en el diccionario, y habrá una foto
de él.
Taehyung dejó escapar un pequeño suspiro. “Nunca te
oculto nada. Cuando quieres saber algo, siempre te lo digo.
Te dije cuál era el contrato de mi tío, te conté todos mis
secretos más profundos y oscuros y todo lo que deseas
averiguar”.
“Te mostraré lo que hay más allá de estas puertas
mañana, cariño”.
“No te creo”, disparó sabiendo que fácilmente él podría
quitar todo lo que estaba más allá de la puerta y borrar
todo lo que había en ese lugar.
“Siempre podría borrar tus recuerdos aquí y distorsionar
tu perspectiva, cariño”.
“Entonces hazlo”, retó Taehyung en voz baja. “Y borra mi
memoria de ti mientras estás en eso”.
Jungkook apretó los dientes. “Taehyung, no seas
irrazonable. Estoy tratando de protegerte…”
“Siempre te sales con la tuya, ¿no?” murmuró, su voz
firme y resuelta, incluso en medio de la abolladura que hizo
en la puerta de metal y su mirada enfurecida.
“Te metiste a la fuerza en mi conversación con los Kang,
te metiste a la fuerza en cada conversación entre Jimin y
yo, borraste a la fuerza mis recuerdos de la infancia, y
bueno, ¿debo continuar?”
Taehyung lo empujó lejos de él, a pesar de la nube de
trueno que rodaba sobre el rostro ajeno. La temperatura
bajó aún más a su alrededor, su respiración pesada y
áspera.
“No te atrevas a ponerme en tu contra de esta manera—”
“¿Eres la causa del suicidio de los Kang?” El doncel
devolvió.
“Taehyung—”
“¡Responde la pregunta!” exigió, mientras estaba de pie
en la escalera, dos escalones más arriba que él, mirándolo.
Era la primera vez que era más alto que Jungkook, y éste
nunca se había visto tan pequeño a sus ojos.
La mirada de Jungkook buscó su rostro. Él pensó que el
menor estaba cayendo en la locura, pero cuanto más lo
miraba, más cuerdo se sentía Taehyung, y él parecía
demente. Dejó escapar un pequeño suspiro, incapaz de
entender por qué estaba tan furioso.
Tal vez era porque su esposo estaba muy cerca de
descubrir uno de sus pecados tortuosos: Torturar a un
hombre al que su esposo amaba profundamente y matar a
su familia. Restos de la sangre de los Kang todavía estaban
en la pared, al igual que algunas piezas de su ropa
desechada. Tal vez incluso una uña o dos…
“Yo soy la causa de sus muertes”, admitió fríamente
Jungkook.
24. XXIII

DUERME CONMIGO
El rostro de Taehyung estaba drenado de sangre. Sintió
que le temblaban los dedos, mientras daba un paso
tembloroso hacia atrás. Poniendo su mano sobre su boca,
trató de registrar sus palabras.
“Por tu bien”, aclaró Jungkook, en voz baja. Se acercó a
la escalera y caminó hacia arriba, deteniéndose justo un
escalón debajo del menor. Él agarró su mano solitaria y
juntó sus dedos, acercándolo más.
Taehyung negó con la cabeza y trató de soltarse, pero él
envolvió sus brazos alrededor de su cintura y lo atrajo
hacia sí. Lo envolvió en un abrazo, sus labios presionados a
un lado de su cabeza.
“¿Sabías que tu tío tenía a tu madre a su merced hace
años?”
Taehyung se puso rígido. Fue una redacción tan
controvertida que su corazón se congeló. Él no iba a hablar
sobre su linaje, ¿verdad? Él le había hecho una prueba de
paternidad, que decía que su tío no era su padre. Ahora
que Taehyung lo pensaba, siempre había tenido curiosidad
acerca de cómo Jungkook obtuvo el ADN de su tío.
Ahora, lo sabía.
“Cariño, él estaba al tanto de tu fecha de nacimiento
sospechosa y del hecho de que tu padre mintió sobre el día
de tu nacimiento exacto con la esperanza de convencerme
de que tú eras la Rosa Dorada”.
Los ojos del rubio se agrandaron. No creía que su tío
supiera de esto, pero claro, su tía Jiwoo estaba allí el día
que nació Taehyung. Esto tendría mucho sentido.
“Tu madre había suplicado por su secreto, porque él
tenía el único secreto que podría arruinarte para siempre.
Ella estaba a su merced y tu tío tomó el control de la
propiedad de Kang con ese mismo rumor”.
Taehyung quedó absolutamente anonadado por sus
palabras. Miró a Jungkook, sus labios entreabiertos. Su
rostro era tranquilo y serio, sin indicios de burlas traviesas.
“¿Ves?” Jungkook dijo suavemente. Él acarició un lado de
su cara, su boca se inclinó en una sonrisa. “Todo lo que
hago es por tu bien. Tu tío tuvo que ser eliminado para que
ese secreto se fuera a la tumba. Había otra información que
tenía en contra de tus padres, como el hecho de que tu
padre trató de matarte cuando estaba borracho”.
Taehyung tragó saliva.
Jungkook soltó su mano para abrazarlo con más fuerza,
sus dedos se doblaron alrededor de su espalda baja, tirando
de él más cerca si fuera posible. Ahora su esposo estaba
completamente envuelto en sus brazos, con el rostro
apoyado en su hombro.
“Confía en mí, cariño. Te mantendré alejado del peligro”.
“¡Su Majestad!” Solar y el séquito lo saludaron
rápidamente, inclinándose al verlo.
No estaban asombrados por su presencia, ya que habían
visto al Rey bajar las escaleras. La gente pensó que el rey
estaría discutiendo con su esposo en el piso de abajo, pero
la sonrisa en su hermoso rostro insinuaba lo contrario.
“¡Su gracia!” Añadieron, en el momento en que vieron al
otro gobernante. Su cara estaba un poco pálida y parecía
enfermo.
“Prepara té para el Rey”, instruyó Su Majestad, su mano
demorándose en la parte baja de la espalda de su esposo.
Se quedó pegado a él, flotando como un marido protector.
Evelyn, a pesar de estar casada, no podía apartar los ojos
del Rey. Poseía un rostro que hizo que muchas personas,
hombres y mujeres por igual, miraran dos veces. Era difícil
no enamorarse de él, especialmente con su mirada malvada
y su sonrisa arrogante.
“Como desee, Su Majestad”, dijo Solar rápidamente. Ella
inclinó la cabeza y dio un paso atrás cuando el Rey pasó
junto a ellos, con su esposo en sus brazos.
Solar y Evelyn intercambiaron miradas curiosas. ¿Qué
pasó abajo? ¿Su gracia fue regañado por desobedecer
órdenes? Habían visto el rostro del Rey. Evidentemente, Su
Gracia estaba molesto por algo, sus ojos esmeralda se
convirtieron en un tono oscuro de verde musgo. Algo debe
haber pasado. Y ninguno de ellos quería saber qué.
“Prepara té de jengibre y menta para el Rey”, le ordenó
Evelyn a Solar. “Calmará sus nervios”.
Solar asintió lentamente. Se alejó para tomar el té,
mientras que Evelyn siguió a los Reyes. Estaban al menos a
veinte pasos de diferencia, visibles en la distancia, pero
demasiado lejos para escuchar su conversación.
Evelyn observó con atención cómo Su Majestad le
susurraba algo al Rey antes de besarlo en la parte superior
de la cabeza. Estaba muy atento a sus necesidades,
aparentemente cargando el peso de su cuerpo con sus
fuertes brazos.
Evelyn se preguntó qué le dijo Su Majestad al Rey para
que este último pareciera tan triste. Apretó los labios y
siguió observándolos.
Se quedó atónita cuando Su Majestad volvió la cara
hacia la ventana. Sus ojos, que siempre parecían un
depredador que se abalanza, eran tan suaves como un
cordero. Solo tenía una expresión amable para su esposo,
quien parecía ignorar sus intentos.
“Su Majestad lo mira con tanto amor y adoración”,
murmuró Evelyn para sí misma, preguntándose si los
rumores eran ciertos.
Dijeron que el Rey sin corazón se había enamorado
profundamente de su esposo. Esa era una de las razones
por las que se casó con él y pronunció votos tan devotos y
sinceros. Dijeron que el orgulloso Rey no podía quitarle las
manos de encima al tranquilo príncipe Kim Taehyung. Su
sonrisa para su esposo era más que amistoso. Estaba lleno
de una devoción que trascendía la etapa de luna de miel del
matrimonio.
“Ha sido un día agotador para ti, cariño”, dijo Jungkook.
Él lo guió a su dormitorio y cerró la puerta detrás. “Toma
una siesta. Te despertaré cuando sea hora de cenar juntos”.
Taehyung no estaba acostumbrado a la voz
sorprendentemente tierna de Jungkook. Siempre le había
hablado con paciencia, pero hoy parecía ser una persona
completamente diferente. Siempre había sido cariñoso,
pero ahora, era simplemente tedioso. Sentía que él quería
que durmiera para poder deshacerse de lo que fuera que
había en el sótano.
“Duerme conmigo”, dijo Taehyung, sosteniendo su mano
con dos de las suyas. Lo agarró con fuerza, demostrando
que hablaba en serio y que no lo dejaría ir.
Jungkook se rió con dureza. “Siempre he estado
esperando que digas estas palabras”.
Taehyung ni siquiera pudo reírse de su broma.
Simplemente se acercó a él y lo abrazó con fuerza,
presionando su rostro contra su hombro. Taehyung no
dormirá. Simplemente se aferrara a él durante toda la
noche hasta que llegara la mañana, y él cumpliera la
promesa de mostrarle el sótano.
“No estoy cansado. Yo quiero—”
“He sido duro contigo durante los últimos días. Tu
cuerpo no podrá continuar si sigo tomándote así”.
Taehyung frunció el ceño. ¿Así que Jungkook podía hacer
lo que quisiera y él no?
“Ahora, ahora, no hagas puchero”, se rió el pelinegro. Él
tocó tiernamente su mejilla mientras besaba la coronilla de
su cabeza, sus labios persistentes. Taehyung siempre olía
dulce para él, como una comida en la que no podía esperar
para zambullirse.
“Con mucho gusto te dejaré que te salgas con la tuya en
cualquier momento del día, pero no hoy”.
“Pero—”
“Ya estoy pensando en castigarte. Si te tomo ahora, te
romperé”, dijo con dureza, la última parte hizo que su
corazón diera un vuelco.
“Así que compórtate y duerme. Lo haremos mañana,
siempre que quieras”.
Las cejas de Taehyung se juntaron. “Y-yo solo quise decir
que me gustaría dormir en la cama contigo… no el otro tipo
de sueño”.
Jungkook se rió. “Estoy seguro de que lo decías en serio,
cariño”.
Colocó su mano sobre sus caderas y lo llevó a la cama.
Permaneció de pie mientras le desabrochaba la camisa al
menor quien estaba sentado en el borde de la cama.
“Pensé que habías dicho que me romperías”, murmuró
Taehyung, mirando mientras tiraba su camisa a un lado.
Jungkook resopló. “Simplemente te estoy ayudando a
cambiarte y ponerte ropa más cómoda”. Se acercó al
armario, agarró una bata de dormir y volvió con él, todo en
un segundo.
“Tengo envidia de lo rápido que puedes transportarte”.
“No es transportar, es caminar rápido, pero
literalmente”. Jungkook alcanzó los botones de su pantalón.
El menor apartó su mano, se puso de pie y se quitó los
pantalones él mismo. Jeon sonrió divertido.
La mirada del pelinegro permaneció en su rostro todo el
tiempo que se vistió. Sus ojos no necesitaban vagar cuando
ya lo había visto en todas las posiciones posibles.
Taehyung caminó hacia el sofá, colocando su ropa sobre
él en una pila cuidadosamente doblada. Mientras tanto,
sacó el vial de sus bolsillos.
“¿De verdad no me convertirás en un vampiro?”
murmuró dándole la espalda.
Sin previo aviso, el mayor lo abrazó por la espalda, su
rostro descansando sobre sus hombros. “Nunca.”
El corazón de Taehyung se aceleró. Pensó que él lo había
visto sacar el artículo de sus bolsillos, pero parecía que no.
“¿Qué pasa si no sobrevivo al parto?”
“Eso no sucederá”, dijo fríamente Jungkook.
“Pero—”
“No lo hará”. Había un filo en su voz, como si estuviera
seguro de ello.
Taehyung apretó los labios. Sus brazos se apretaron
alrededor de su cintura, clavándose en su estómago.
“Ahora, vamos a dormir, ¿de acuerdo?” Murmuró
Jungkook. Fue a cambiarse de ropa, y cuando regresó, su
esposo ya estaba sentado en la cama, esperándolo.
Los ojos del pelinegro se detuvieron en su estómago,
ocultos por la manta. Si ese maldito hijo suyo se atreve a
lastimar a su padre, decidió que no necesitaría un
heredero.
“¿Jungkook?” Taehyung murmuró, confundido en cuanto
a por qué estaba de pie al borde de la cama, con una
mirada asesina en su rostro.
“Nada, cariño. Vamos a dormir, tal como lo deseas”.

¿QUIÉN CREES QUE SOY?


Justo cuando Jungkook se subió a la cama, Taehyung
habló. “¿De verdad me mostrarás lo que hay abajo?”
El pelinegro se acomodó en las mantas. Se acostó y abrió
los brazos para él. Taehyung permaneció sentado, con los
labios fruncidos levemente. Él sonrió ante su expresión de
descontento. La cama se hundió cuando él se inclinó hacia
un lado y lo agarró por la cintura.
Taehyung permaneció arraigado en la cama, incluso
cuando sintió la presión del tirón de su brazo.
“Lo haré,” prometió Jungkook.
“¿Y no intentarás limpiar el sótano, deshacerte de lo que
sea que haya ahí abajo y mover las cosas sin mi permiso?”
“¿Alguna escapatoria más que se te ocurra, cariño?”
Rodó los ojos “¿Realmente tienes esa poca confianza en
mí?”
“Sí.”
“Chico inteligente.” La sonrisa de Jungkook se ensanchó
cuando apartó su brazo de su cintura. A él le gustaba más
este lado del menor. Éste debió pensar que era tan fuerte y
arrogante, pero era simplemente adorable y luchador.
“Prométemelo”.
“Realmente deberías tener más fe en mí”, dijo Jungkook.
Ante esto, el menor instantáneamente se levantó de la
cama.
El pelinegro levantó una ceja afilada. Observó mientras
su esposo caminaba alrededor de la cama, aparentemente
dirigiéndose a la puerta. Rápidamente se levantó, listo para
agarrarlo, pero el menor lo sorprendió cerrando las
puertas. Él se quedó boquiabierto cuando Taehyung caminó
hacia las cortinas, agarró las cuerdas magnéticas que
ataban las mismas y luego se dirigió hacia las puertas
nuevamente. Abrochó la cuerda de metal alrededor de las
manijas de las puertas y se paró junto a ellas.
“Será mejor que no hagas nada para salir de esta
habitación antes del amanecer”.
“Oh, Dios, eres tan dramático”, Jungkook se burló. Se
puso de pie y quitó el cierre magnético. “Solo estamos
tomando una siesta. ¿No me digas que planeas saltarte la
cena y dormir hasta la mañana?”
“Sí.”
Jungkook suspiró. Se volvió hacia él y lo agarró por los
hombros. “Tienes que cenar ahora entonces. No más
tarde”.
“No tengo hambre.”
“Taehyung” advirtió.
Éste sacudió su cabeza. Los dedos del pelinegro se
clavaron en su piel, su rostro se torció en una mueca. “No
comiste nada más que pasteles y sándwiches pequeños
todo el día. Necesitas cenar. O de lo contrario, haré todo lo
que no quieras que haga”.
“Ibas a hacerlos de todos modos”.
“Yo—”
“Te dije que me lo prometieras, solo eso pedí, pero no lo
hiciste y trataste de cambiar de tema. ¡No me tomes por
tonto, sé qué tipo de hombre eres!” Taehyung discutió
mientras sacudía sus hombros y lo quitaba de encima.
El pelinegro dejó escapar un fuerte suspiro. Se pasó una
mano por el pelo. “¡El sótano no te entretendrá! Es
básicamente una celda de detención subterránea para
criminales atrapados en el castillo”.
“¿Q-qué?” ¡Estaba sorprendido de que algo así existiera!
“¿Qué pasa con los criminales?”
“Los que consideremos inútiles para retener abajo serán
enviados a la policía más cercana”.
“¿Y los que son peligrosos?” susurró.
“Eso depende.”
Taehyung apretó los labios. Tenía la sensación de que
había más de lo que él le estaba diciendo. Dejó escapar un
pequeño suspiro, preguntándose si se había preocupado
por nada.
“No quiero que bajes porque no deberías preocuparte
por los maleantes. Me encargaré del trabajo sucio. Puedes
seguir centrando tu tiempo y atención en los ciudadanos”,
explicó el pelinegro con una voz más suave.
No tenía intención de levantarle la voz. El menor estaba
poniendo a prueba su paciencia, y no había mucho que
pudiera hacer para controlarse. Era extraño. Cada vez que
se enfurecía, mantenía su ira bajó control.
Cuanto más enojado estaba, más amenazadora era su
sonrisa. Ocultaba su disgusto con sonrisas y risas. Pero
cuando se trataba de Taehyung, solo podía levantar la voz.
Era como si el menor supiera lo que lo hacía funcionar
como una bomba de tiempo. Solo Taehyung tenía la
capacidad de afectarlo tanto. Fue una realización
sorprendente y aterradora.
“¿Alguien más sabe de la existencia del sótano?”
preguntó el menor.
“Sí, los gemelos y un puñado de personal seleccionado”.
“¿Y quién tiene las llaves?”
“Yo”.
“¿Sólo tu?”
“Sí, por supuesto”, musitó Jungkook.
Jungkook prácticamente podía ver la bombilla
suspendida sobre su cabeza. Los engranajes dentro de su
cerebro estaban girando y probablemente había formulado
una idea. Pobre Taehyung. Nunca esperaría que su marido
estuviera diez pasos por delante de él.
“Quiero verlo”, dijo Taehyung.
“¿Por qué?”
“Lo guardaré, en caso de que intentes bajar las escaleras
con la llave”.
“¿De verdad tienes esa poca fé en mí?”
Taehyung le lanzó una mirada mordaz.
Jungkook suspiró ruidosamente. Caminó hacia su ropa
desechada cerca del armario y metió la mano en el bolsillo
de su traje. Poco después, volvió a Taehyung con una llave
de plata.
“Qué chico tan inteligente eres”, comentó secamente.
Taehyung tomó la llave de él, sujetándola con fuerza.
“Ni siquiera pienses en bajar las escaleras a escondidas
cuando esté dormido. Yo nunca duermo.”
El otro puso los ojos en blanco. “¿Quién te crees que
soy?”
Jungkook le lanzó la misma mirada mordaz. “Alguien a
quien le encanta meterse en problemas”.
Taehyung se burló. Chico inteligente. “Tengo hambre
ahora”.
Jungkook resopló ante sus palabras. “Sabía que dirías
eso. Ahora que has terminado de desperdiciar tu energía en
esta discusión, vamos a alimentarte”.
Taehyung no estaba seguro de cómo haría que Jungkook
bebiera el vial sin que él sospechara demasiado. Solar
había entrado con el té, pero luego recibió instrucciones de
informar al chef para que comenzara a preparar la cena.
Taehyung y Jungkook comieron en el balcón, viendo la
hermosa puesta de sol en el cielo nocturno. Todo el tiempo,
no podía concentrarse en su escenario favorito. Estaba
demasiado ocupado mirándolo, esperando el momento
adecuado para verter el líquido en su taza. Pero el mayor
no bebió nada esta noche.
“¿No quieres vino?” preguntó Taehyung. “Siempre lo
bebes con tus comidas”.
“No es vino”.
Sus cejas se juntaron. Entonces, ¿qué había en las copas
de las que siempre bebía?
Sintiendo su confusión, los labios de Jungkook se
estiraron en una sonrisa. Dejó la cuchara sobre la mesa.
“¿Por qué preguntas? ¿Quieres un sorbo?”
Taehyung se animó ante la oportunidad. Asintió con la
cabeza y se levantó de la silla. “Sí, lo traeré por ti”.
Jeon entrecerró los ojos ante sus movimientos
sospechosos. “El vino se guarda en un lugar especial, con
la temperatura y la humedad perfectas. No sabrías dónde
encontrarlo”.
“Oh.” Los hombros de Taehyung se hundieron por la
decepción. Tomó asiento y suspiró suavemente, empujando
la comida en su plato. No había probado la sopa de
langosta en absoluto.
Al ver su leve puchero, Jungkook se rió entre dientes. “Lo
traeré por ti, ¿cómo suena eso?”
El menor asintió al instante. “Nunca he probado el vino
antes…”
“Te gustará”, dijo irónicamente. “Especialmente por lo
rápido que bebiste esa noche en la que supuestamente te
escapaste de la Mansión Kang”.
Ante la mención de los Kang, Taehyung se removió
incómodamente en su asiento. Todavía no sabía qué pensar
de las acciones de Jungkook. No podía quitarse de la
cabeza la imagen de los cuerpos maltratados de los Kang.
Jimin dijo que sus cuerpos fueron encontrados en estados
sospechosos…
“Ya que eres un peso ligero, traeré vino blanco para ti”.
Jungkook se levantó de su silla y observó sus
movimientos. “No te atrevas a bajar cuando me haya ido”.
Taehyung sonrió irónicamente. “Confío en ti. Así que me
quedaré aquí”.
Jeon se burló. Seguro que lo hace. “Hablo en serio,
cariño. No tomaré bien esta traición”.
Taehyung asintió con la cabeza. “Pero solo si no sales a
decirles a los gemelos que muevan las cosas abajo”.
“No lo haré”.
“Entonces no voy a bajar”.
Jungkook entrecerró los ojos. Se dirigió a las puertas y
las cerró silenciosamente detrás de él. El menor no se
atrevería a irse, cuando él podía bajar y subir
instantáneamente en un abrir y cerrar de ojos.
Con ese pensamiento en mente, fue a buscar el vino.

TERMINARLO TODO
Taehyung, tembloroso, sacó el frasco escondido debajo
de la servilleta de tela en su regazo. Destapó el vial, lo
vertió en la sopa de Jungkook y volvió a meter el vial debajo
de la servilleta. Luego, agarró su cuchara y comenzó a
darle vueltas. Su corazón se aceleró, sus dedos temblaron y
casi se desmaya de lo nervioso que estaba. Ni siquiera
podía oír el canto de los grillos o las puertas abriéndose.
“¿Qué estás haciendo?” Una voz ligera exigió detrás de
él, incitándolo a gritar y casi dejar caer la cuchara.
Taehyung saltó, sus ojos ligeramente abiertos. Volvió en
menos de un minuto. Forzó una sonrisa y siguió removiendo
la sopa con la cuchara, como si no pasara nada. Luego, se
llevó la cuchara a la boca, ignorando todo tipo de etiqueta.
“Quería beber tu sopa, pero estaba demasiado caliente”,
dijo mientras dejaba la cuchara. “Así que traté de enfriarlo
por ti, en caso de que te quemes la lengua”.
“¿Qué le pasa a la tuya, cariño?” preguntó. Él no se
inmutó por sus payasadas y se sentó con fluidez.
“No lo toqué por un tiempo, así que hay una tela de
grasa seca sobre la sopa…” Taehyung se calló, batiendo
inocentemente sus pestañas, a pesar de que iba a vomitar
por la ansiedad y el retumbar acelerado de su corazón.
Jungkook arqueó una ceja y miró su sopa. Efectivamente,
había una tela espesa de sopa seca. Él se encogió de
hombros.
“Este vino tiene la concentración más baja de alcohol”,
informó sosteniendo la botella verde oscura de vino blanco.
Colocó dos vasos de vidrio sobre la mesa, el material
tintineó silenciosamente.
“Toma un poco”. Jungkook agarró la copa de vino y se la
sirvió.
Taehyung miró el líquido claro, su boca se secó. Apenas
podía anticipar su próxima reacción. ¿Iba a beber la sopa?
¿Debería haber vertido el vial en su vino? Pero eso hubiera
sido difícil.
“Te he enfriado la sopa, ¿no te la vas a comer?”
Taehyung dijo con voz sombría, mientras fruncía el ceño un
poco.
Jungkook hizo una pausa, sus ojos ligeramente
entrecerrados. “Puedes comerlo tú, cariño. El tuyo está
frío”.
Taehyung negó con la cabeza. “Todavía no he terminado
mi plato principal”, señaló su comida a medio comer.
El pelinegro miró brevemente su plato y luego su sopa.
Su sopa estaba cuidadosamente revuelta, debido al arduo
trabajo del menor, y el vapor ya no salía rápidamente de
ella. Al ver su decepción, le pasó la copa de vino y se llevó
la cuchara de la sopa a la boca.
“Con tu reacción, pensaría que envenenaste mi sopa”,
reflexionó Jungkook. Por el rabillo del ojo, lo vio sujetar el
fino pie de cristal con las dos manos, mirando dentro de la
copa como si le fascinara.
“¿Por qué iba a envenenar a mi marido?” Taehyung
regresó, una risa ahogada y aguda salió de su boca. Antes
de que Jungkook pudiera decir algo, se llevó la copa a los
labios y se lo bebió todo de un solo sorbo.
Escuchó su brusca inhalación, antes de que él agarrara
su muñeca.
“No te lo bebas de una sola vez”, murmuró. Su agarre en
su muñeca era fuerte, evitando que bebiera más. Pero ya
era demasiado tarde. Taehyung lo había secado.
Jungkook suspiró. Dejó la cuchara sobre la mesa y le
sirvió otro vaso. “Se supone que debes girar la copa y oler
el vino, probarlo un poco antes de beber más”.
Taehyung parpadeó ingenuamente. “Oh.”
El pelinegro negó con la cabeza divertido, sus labios
ligeramente levantados en una leve sonrisa. No podía creer
que su esposo disfrutara del alcohol hasta este punto.
Volvió a colocar la copa de vino frente a él, pero cuando
Taehyung se acercó a agarrarlo, él levantó la copa.
“Come algo primero e hidrátate”, dijo en voz baja. “De lo
contrario, podrías emborracharte demasiado rápido y tener
la peor resaca. Por mucho que disfruto que llores y me
pidas orientación, prefiero que te sientas cómodo”.
El rubio trató de ignorar su último comentario. Jeon era
un hombre sádico. Lo sabía muy bien, cuando él lo empujó
en múltiples posiciones incluso después de que llegó al
clímax y estaba demasiado sensible para continuar. Cuando
eso sucedió, él afirmó que cuanto más sensible estuviera,
más placentero sería. Y era cierto.
“Está bien”.
Taehyung tomó su tenedor y cuchillo para cortar el
suculento salmón. La carne cocida y rosada lo saludó.
Se lo llevó a la boca, suave y lentamente, masticando de
una manera que hizo que él lo mirara intensamente. Su
mirada nunca abandonó sus labios en movimiento, ni el
pequeño dardo de su lengua rosada que lamía las migajas
de la comisura de su boca.
“¿Esta bien?” reflexionó Jungkook.
“Mm, mucho,” asintió.
Taehyung estaba completamente ajeno al apretón ajeno
en la cuchara, o el oscurecimiento de sus ojos. Su mirada
feroz nunca abandonó su boca, todo el tiempo que comió.
“¿No vas a comer?”.
Jungkook se aclaró la garganta y aflojó su agarre en el
utensilio. El menor vio las finas venas sobresalir en su
mano apretada, pero procedió a comer. Jeon levantó la
cuchara y se la llevó a la boca. Cuanto más miraba comer a
Taehyung, más hambre tenía, pero no por la comida.
Para satisfacer su boca sedienta, continuó bebiendo la
sopa, su mirada se oscurecía con los movimientos ingenuos
de su esposo. Se dio cuenta de que éste tenía una
tendencia a gemir suavemente con cada bocado,
saboreando el salmón perfectamente cocinado.
Imaginó sus silenciosos gemidos bajo su toque, la
contracción de su cuerpo cuando penetraba en el lugar
correcto y la brusca inhalación de su respiración cuando
estaba cerca.
“¿Estuvo buena la sopa? T-te la acabaste toda”,
tartamudeó Taehyung.
Jungkook parpadeó. Miró hacia abajo y, efectivamente,
solo quedaba un trozo de medio bocado. No se dio cuenta
de que lo había bebido tan rápido, mientras se imaginaba
bebiendo otra cosa.
“Sí, fue maravilloso”, dijo secamente. Golpeó la cuchara
hacia abajo, causando que los ojos contrarios se abrieran
por la sorpresa.
“Pero me gustaría disfrutar de otra cosa”, añadió en voz
baja.
Taehyung inclinó la cabeza y parpadeó. “¿Te gusta el
postre?”
Jungkook entrecerró los ojos en él. “Sí, postre”, farfulló
entre dientes. Se agarró al borde de la mesa cuando su
esposo siguió mirándolo como un inocente cordero perdido.
“Oh, espero que el chef haya preparado algo con limón”,
Taehyung juntó las manos. Se preguntó por qué el mayor se
estaba aferrando a la mesa, sus dedos se pusieron blancos.
Se sorprendió cuando la mesa de madera se rompió.
“U-uhm, Jungkook…” murmuró, temblorosamente
señalando la mesa.
“Mierda” soltó la mesa y se aclaró la garganta.
Taehyung se sorprendió por la maldición. Sin previo
aviso, soltó otro hilo de maldiciones y bebió de su copa de
vino.
“A la mierda el postre”. Jungkook se levantó bruscamente
y miró su plato terminado. “Te disfrutaré en su lugar”.
Taehyung se sorprendió cuando él lo agarró suavemente
de la mano. Él lo acercó a su cuerpo, un brazo
serpenteando alrededor de su cintura. Sin previo aviso, lo
besó febrilmente. Sus labios eran una de las únicas cosas
cálidas de su cuerpo. Probó el vino dulce, su lengua lamió
su belfo inferior y toda su cavidad bucal, antes de enredar
sus lenguas, explorando su cueva húmeda.
Taehyung se mareó por el beso, el aire se escapó de sus
pulmones. Sus pensamientos se nublaron, pensando en
nada más que en su beso apasionado. Antes de que se diera
cuenta, su espalda tocó la cama, y él se estaba quitando la
ropa bruscamente. Tiró de la camisa de dormir y la arrojó
sobre la cama.
“Como pensé, lo único dulce son tus labios”, gimió antes
de besarlo de nuevo. Su voz se arrastró un poco, pero lo
agarró por la barbilla.
Los ojos de Taehyung se cerraron. Sin previo aviso, sintió
que algo pesado se desplomaba contra su cuerpo.
Instantáneamente, sus ojos se abrieron. Se quedó helado,
sorprendido por el peso inesperado.
Y luego se dio cuenta de que la cabeza ajena había caído
junto a la de él y su cuerpo estaba flácido. Tocó
temblorosamente sus hombros, dándose cuenta de que su
respiración era constante.
“¿J-Jungkook?” chilló, golpeando ligeramente la parte
superior de su brazo.
Nada. Él no se movió. Él no habló.
Contuvo el aliento. Puso un dedo en su nariz y sintió un
viento fresco.
Jungkook estaba dormido.

ES UN MALENTENDIDO
Taehyung se retorció hasta que se liberó del pesado
cuerpo de Jungkook. ¿De qué estaba hecho? ¿Ladrillos? Su
cuerpo pesaba como una tonelada sobre él, y no sentía
nada más que músculos duros.
Una vez que escapó de su agarre, agarró la mitad de las
mantas y la colocó sobre su espalda. No quería que él
durmiera con el frío, incluso si la temperatura de su cuerpo
siempre era helada.
“Buenas noches”, murmuró besándolo suavemente en la
cabeza.
En el momento en que puso el pie en el suelo, la culpa se
apoderó de él, como miles de abejas picando su corazón.
Lanzó una mirada final hacia su rostro dormido, sus cejas
se juntaron y sus labios se torcieron en un ceño fruncido.
Era un hombre diferente cuando dormía.
Taehyung se puso los zapatos y salió por la puerta,
agarrando una gabardina en el camino. Se sorprendió por
la falta de seguridad en su habitación, pero se dio cuenta
de que no era necesaria. Jungkook podía derribar a un
hombre sin pestañear.
Caminó por los pasillos. Estaba oscuro y silencioso, el
único sonido eran sus pasos ocasionales. Tragó saliva y se
dirigió a la escalera principal, donde se vio una fuente de
luz.
Había guardaespaldas alineados cada pocos pasos. Sus
ojos se posaron en él, pero él siguió caminando hacia abajo,
su rostro demacrado y cabello rubio lo suficiente como para
que bajaran la vista.
“¡Su gracia!” Saludaron inclinando la cabeza.
Taehyung forzó una sonrisa y continuó bajando las
escaleras. Todos lo saludaron en voz alta y él no hizo nada
para detenerlos. Si hiciera algo sospechoso, se
preguntarían adónde iba.
Como Rey, no tenía que explicar sus acciones a nadie.
Echó los hombros hacia atrás, sus dedos agarrando con
fuerza la llave que Jungkook le había dado. Silenciosa y
rápidamente, llegó a la escalera que no aparecía en el
mapa. Tomando una respiración profunda, bajó la pequeña
escalera, sus pasos resonando en el estrecho espacio.
Con los dedos temblorosos, insertó la llave. Lo giró hacia
la derecha, solo para encontrarlo cerrado. Luego, lo giró
hacia la izquierda y escuchó un leve clic. La puerta estaba
abierta.
Empujó la puerta de metal, que gimió ruidosamente por
sus pequeños esfuerzos.
“Ugh, tan pesado…” se quejó mientras empujaba todo su
cuerpo contra él. Continuó abriendo, poco a poco. Muy
pronto, había abierto una grieta lo suficientemente grande
para que su cuerpo se deslizara.
Para entonces, Taehyung estaba jadeando y sin aliento.
Efectivamente, Jungkook no le había mentido. Vio filas y
filas de celdas, la mayoría de las cuales estaban vacías.
Entrecerró los ojos hacia las paredes, dándose cuenta de
que prácticamente no había ventanas.
El aire era denso y polvoriento, el hedor pesado y
asqueroso. Casi sintió arcadas por el olor, tapándose la
nariz y la boca mientras continuaba de pie junto a la
puerta. Tal vez Jungkook tenía razón y no había nada que le
interesara.
Decidiendo que había explorado lo suficiente y queriendo
escapar del horrible olor, giró sobre sus talones. Entonces,
escuchó un sonido débil. El repiqueteo de cadenas, tan
débil que pensó que era el susurro de un fantasma.
“Sangre…”
Taehyung se dio la vuelta, con el corazón acelerado y los
oídos alerta. Trató de mirar hacia el pasillo débilmente
iluminado, preguntándose si sus oídos le estarían jugando
una broma.
“Sangre…”
Su corazón se desplomó hasta su estómago. El sonido le
resultó familiar e instantáneamente reconoció esa voz.
“¡¿Yugyeom?!” Taehyung gritó, abandonando su posición
junto a la puerta. Corrió por el pasillo oscuro, sus pasos
golpeando ruidosamente el suelo. Pasó corriendo por
celdas vacías con cadenas gruesas, lavabos sucios y
retretes cuestionables. Cuanto más corría, más arcadas
sentía por el olor.
Una celda tras otra, las cosas empeoraban cada vez más.
Pasó de celdas que tenían camas sucias a otras que no, de
celdas que tenían lavamanos a una que solo tenía retrete,
de retrete a las que tenían un balde, hasta llegar a la última
celda.
Su sangre se heló. Casi se derrumbó sobre sus rodillas al
ver la celda. Había un fuerte hedor a hierro en el aire, un
olor repugnante llenaba su nariz, causando que los pelos se
quemaran. La piel de gallina le picaba la piel, los
escalofríos subían por su columna.
“¿Y-Yugyeom?” repitió, agarrando los barrotes de la
celda.
Taehyung apenas podía distinguirlo. Estaba en la esquina
de una celda vacía, con manchas oscuras rodeándolo.
Sus ojos temblaron mientras buscaba en la celda. Vio
rastros de sangre. Pero aún peor, vio la amplia gama de
equipos extraños en la pared. Distinguió una variedad de
látigos, algunas extrañas abrazaderas de metal y algunas
cosas de cuero.
“Yugyeom, soy yo, Taehyung. ¿Q-qué te pasó?” Soltó los
barrotes e insertó las llaves en la cerradura.
“Tae… hyung”.
La voz era ronca y tensa, como si cada sílaba le doliera la
garganta. Temblando, trató de abrir la celda, pero fue en
vano. Las llaves no giraban en ninguna dirección y apenas
entraban en el agujero.
“¿J-Jungkook te hizo esto?” Taehyung tartamudeó,
deseando que él le dijera que no, pero ya sabía la
respuesta. Alguien podría decirle “no” mil veces, y él no le
creería ni una sola vez.
“Por favor…” susurró aferrándose con fuerza a la celda.
“Por favor, dime que es un malentendido”.
“Taehyung…”
Los ojos del doncel se agrandaron. Se apretó con fuerza
contra la celda, queriendo verlo bajo una mejor luz. Su
esperanza se disipó cuando vio su figura levantarse del
suelo.
“¿Yugyeom? ¿Puedes ponerte de pie? ¿Eres realmente
tú? V-ven a la luz, haré que Jungkook te suelte”.
Taehyung se encogió ante el sonido de cadenas
traqueteando. Entonces, sin previo aviso, se abalanzó sobre
él. Taehyung gritó, saltando hacia atrás de miedo, pero
escuchó su fuerte grito.
“¡SANGRE!” demandó con una voz demoníaca, parecida
a la de una bestia.
Taehyung retrocedió, con los ojos muy abiertos. Yugyeom
golpeó con una mano fuera de la celda arañando el aire,
mostrando sus dientes hacia él. Ni siquiera podía mirarlo.
Los ojos de Yugyeom eran grandes y dementes, como si
ni siquiera lo reconociera. Había moretones violáceos y
negros por todo su cuerpo y heridas abiertas que parecían
cerrarse. Su cuerpo estaba cubierto de sangre, mugre y
estaba prácticamente desnudo.
“¡TAEHYUNG!” Otra voz rugió, pero esta vez, más fuerte
y más aterradora que la de Yugyeom. Volvió la cabeza,
horrorizado y furioso al ver a Jungkook.
Jungkook irrumpió hacia él, sus pasos inquietantemente
fuertes. Su rostro era vicioso, sus labios se curvaron en un
gruñido. Él también podría resoplar y jadear en su camino
hacia él. Su pecho subía y bajaba con cada respiración
larga y demacrada. Sus ojos eran como una tormenta en la
noche más ventosa en el mar, donde las olas del mar
ahogaban los barcos más grandes.
“¿Cómo te atreves a drogarme?” él se enfureció,
agarrándolo por los hombros, pero el otro apartó su mano
de un golpe.
“¿Qué le hiciste?” exigió, señalando con un dedo hacia la
celda. “¡¿Qué le hiciste a mi Yugyeom?!”
Taehyung ni siquiera podía reconocer su propia voz.
Aullaba como el viento, pero temblaba como una hoja
quebradiza en una rama.
“¡¿Cómo te atreves a hacerle esto?!” exigió furioso, su
voz como la de un alma en pena. “¡Cómo te atreves a
ponerle las manos encima, cómo te atreves a tocar lo que
es mío!”
Si es posible, el rostro de Jungkook se volvió aún más
peligroso y tormentoso. Sus cejas se alzaron, sus ojos más
rojos que el color mismo. Se acercó al menor, pero éste
levantó una mano y le dio una bofetada en la cara. Resonó
con fuerza por los pasillos, silenciando incluso el aire.
Era la primera y única vez que Taehyung lo golpeaba en
la cara después de bastante tiempo. Y no pudo hacer nada
más que quedarse allí, inmóvil por la conmoción. Nadie le
había abofeteado nunca, y mucho menos, le había hecho
daño.
El que rompió el silencio fue el que lo provocó. “Te odio”,
escupió, como la más pecaminosa de las maldiciones.
Fue suficiente para que se desatara el infierno.

CORRE
Jungkook nunca antes había sentido este tipo de rabia.
Su lista de enemigos era tan larga como la escalera al
infierno. Había más gente que hubiera escupido en su
tumba que ciudadanos de su país. Había escuchado el peor
de los insultos de sus enemigos que estaban enterrados
seis pies bajo tierra.
Pero dos simples palabras bastaron para herirlo de
muerte. Sintió un pinchazo en el corazón, como un cuchillo
retorcido en el agujero vacío. ¿Quién hubiera pensado que
había una carne palpitante allí? Uno que golpeaba
ruidosamente contra su pecho, quejándose de mil agujas
arrancando el órgano inútil.
“¿Qué acabas de decir?” bramó él, dando un furioso paso
en su dirección.
Taehyung se mantuvo firme. La cosita que él había hecho
un Rey, la cosita cuya confianza él había construido, la
cosita a la que le ofreció su mundo. Se atrevió a golpearlo
en la cara cuando él nunca le había puesto una mano
encima. Taehyung se atrevió a escupir el más vil de los
insultos cuando él nunca había imaginado hacerle daño.
“¡Te odio, te odio, te odio, TE ODIO!” gritó, cada
repetición cada vez más fuerte. El menor retorció el
cuchillo a través de su corazón, y luego vio rojo puro.
Jungkook se abalanzó hacia él, listo para obligar a las
palabras a regresar a su boca de una forma u otra. Pero
luego Taehyung lo golpeó de nuevo, la fuerza envió su
cabeza volando hacia un lado. Sus ojos se agrandaron.
Instantáneamente, él agarró sus muñecas, apretándolas
con fuerza.
“Retíralo,” gruñó, su voz apenas por encima de un
gruñido. “Retira esas malditas palabras, Taehyung”.
Taehyung tuvo la audacia de mirarlo con ojos violentos.
Las lágrimas rodaron por su rostro, tomándolo por
sorpresa. Ya fueran lágrimas de odio, dolor o ira, era
suficiente para que el pelinegro vacilara y contemplara
cada pequeña cosa que le había hecho.
“Retíralo”, dijo en voz baja, dándose cuenta de sus malas
acciones.
Jungkook estaba furioso porque el menor se había
atrevido a envenenarlo. Se despertó confundido y
deslumbrado, solo para darse cuenta de que él se había ido
de su lado. La idea de perderlo casi lo hizo perder la
cabeza. Es decir, hasta que se dio cuenta de que no había
nadie tan estúpido como para secuestrarlo. Solo que el
menor fue lo suficientemente estúpido como para
escabullirse y perderse en alguna parte.
Fue divertido para él. Cómo se le escaparon fácilmente
dos palabras de la boca de su esposo, y qué doloroso fue
para él rogar con una sola palabra propia.
“Dime que me amas”, exigió Jungkook, sacudiéndolo por
las muñecas. Taehyung lo miró como si él hubiera
asesinado a toda su familia, pateado a su cachorro y
quemado su hogar ancestral hasta los cimientos.
“Taehyung—”
“Vete a la mierda”, escupió, tirando de sus muñecas
hacia atrás. En vano, solo lo agarró con más fuerza.
Jungkook no se inmutó. Casi había perdido todo tipo de
control sobre Taehyung. Pero tuvo que forzarse a sí mismo
para entender. Fue sabio y se negó a arremeter por el bien
de la ira. No llevará a ninguna parte. Este argumento de
ellos. Gritando y golpeando no resultará en nada más que
dolor. Solo lastimaría al menor. Ya lo había hecho.
“Si te calmas, te explicaré—”
“¿Explicar qué?” gritó. “¡¿Explica por qué tienes a mi
guardaespaldas y mejor amigo encadenado en tu castillo?
¡¿Explica por qué no puede reconocerme, explica por qué
pide sangre como un hombre hambriento y por qué hay
sangre seca en el suelo?!”
Jungkook apretó los dientes. Sintió que su furia volvía a
la superficie. Cuanto más lo golpeaba con sus palabras,
más deseaba golpearlo contra la pared y callarlo con un
beso.
Nadie se había atrevido a gritarle así. De hecho, nadie
era tan estúpido como para estallar frente a él y esperar
salir regañado. Pero el menor lo era. Éste siempre tuvo las
agallas para hacer las cosas por las que muchos serían
destripados.
Siempre tuvo una boca de fuego, ojos de dagas y un
corazón de oro. Siempre fue neciamente audaz. Y qué pena
por él, enamorarse de una cosita tan problemática.
“Me das asco”, escupió Taehyung, apartando las
muñecas de él. Viendo el lugar que él agarró, esperando un
hematoma, pero no vio nada. Ignoró el hecho de que,
incluso furioso, él no estropeó su piel.
“Aléjate de mí”, dijo furioso. Le lanzó una mirada de
disgusto antes de pasearse por los pasillos.
Taehyung planeó irse. Quería ir muy, muy lejos de este
hombre psicópata con el que se había casado. Quería
correr hacia las colinas, gritando de horror ante la idea de
estar en la misma habitación que él.
Ninguna cantidad de palabras podría describir su ira.
Nunca se había sentido tan furioso en mucho tiempo. Ni
siquiera sabía qué hacer consigo mismo. Todo su cuerpo
temblaba de lo enojado que estaba.
“Puedes alejarte de mí tantas veces como quieras”, gritó
en voz baja y amenazadora. “Puedes pisotear todo lo que
quieras, hacer tantas rabietas como desees, pero debes
saber una cosa, Kim Taehyung Rose. En el momento en que
intentes huir de mí, te arrastraré hacia atrás gritando y
pateando”.
El doncel se quedó helado.
“Pon un pie fuera de este castillo e iré tras de ti. Huye de
mí y te perseguiré hasta el fin del mundo. Incluso si te
lanzas a otro país, te seguiré”.
La cabeza de Taehyung se echó hacia atrás, solo para
darse cuenta de que él estaba directamente detrás suyo.
Caminó sin dudarlo, sus pasos decididos y poderosos. No
tuvo que precipitarse rápidamente hacia su dirección,
porque estaba seguro de su influencia y palabras.
No importa a dónde fuera, nadie le ofrecería refugio. No
importa a quién le ruegue, nadie le ofrecerá una mano
amiga. Jeon los mataría a todos. Los amenazaría hasta la
tumba y perseguiría sus espíritus.
“Así que corre como quieras”, dijo furioso. “Sal de este
castillo si quieres, nunca podrás esconderte de mí de todos
modos. Incluso si corres hasta el infierno, te seguiré hasta
las ardientes profundidades, mi dulce Taehyung”.
Jungkook se detuvo directamente frente a él. Sus pechos
se rozaron, mientras el menor resoplaba para no escupirle
en la cara. Jeon lo miró, su forma sombreando su menuda
figura. El menor era un corderito en las fauces del león. Y
no había nadie para salvarlo.
“Tú no harías eso”, escupió como veneno en su boca.
“Nunca abandonarías tu Reino”.
Jungkook curvó su dedo debajo de su barbilla. El doncel
apartó la cabeza, pero él lo agarró con fuerza por el
mentón. La mandíbula afilada del pelinegro se contrajo y se
aflojó, mientras sus ojos buscaban violentamente el rostro
ajeno, buscando cualquier señal de que lo había lastimado.
Amenazante, sus labios dibujaron una sonrisa. Sus
colmillos estaban al descubierto, sus ojos más brillantes
que los rubíes. Estaba más que furioso, más allá de la etapa
de gritar.
“Mi dulce, dulce Taehyung. ¿No te das cuenta de que
quemaría este reino hasta los cimientos si eso significa que
tendré un último momento contigo?”
El corazón del rubio casi se detuvo en ese mismo
momento. ¿Exactamente de quién se había enamorado?
“Así que corre”, susurró en voz baja, su sonrisa se amplió
al ver sus grandes ojos. “Corre tan lejos como tus bonitas
piernas te puedan llevar, cariño. Y ruega a los cielos que
cuando mires hacia atrás, no esté justo detrás de ti”.

Estos dos capítulos me tuvieron así:


Jajajjaja, nos leemos mñn. Cuídense
—Day, lovetajeon
25. XXIV

UN HIPÓCRITA
Porque el pelinegro quería que corriera, Taehyung no lo
hizo. Como él quería verlo hacer una rabieta como un niño,
Taehyung no lo hizo. En cambio, apartó la barbilla de él y
subió las escaleras sin hacer ruido. Ignoró la facilidad con
la que el mayor abrió la puerta de metal con una mano,
cuando necesitó todo su cuerpo para empujarla con un
crujido.
Ignoró el sonido de sus pasos siguiéndolo. Subió la
escalera, sintiendo su respiración en la espalda. Caminó
todo el sendero hasta el piso donde estaba su dormitorio.
Más allá de los guardaespaldas, más allá de la oscuridad,
se encontró de pie en su habitación.
Prácticamente podía ver su sonrisa en la oscuridad. Lo
más probable es que ahora el pelinegro se regodeara.
Regodeándose por el hecho de que estaba caminando a la
habitación del mayor por su propia voluntad, como si se
familiarizara con la acción. Era memoria muscular ahora,
detenerse en su puerta y atravesarla.
“Entra. ¿Qué estás esperando?” Jungkook reflexionó
detrás de él.
Taehyung entrecerró los ojos. Él lo leyó como un libro
abierto. De repente se dio cuenta de lo rápido que él le dio
la vuelta. Él lo conocía bien. Demasiado bien para su propio
bienestar. Acababa de darse cuenta de la psicología inversa
que el mayor jugaba con él.
Jungkook no quería que durmiera en su dormitorio, así
que debería haber dormido en el de él. Aparentemente,
sólo había dos opciones en este momento: dormir en su
habitación o dormir en la del mayor.
Eligió ninguna.
En cambio, se dio la vuelta y comenzó a bajar las
escaleras de nuevo.
Ahora, Jungkook no estaba sonriendo.
“¿Adónde vas?” demandó, agarrando su muñeca.
“A dormir con Yugyeom”, dijo irritado.
El rostro ajeno se volvió frío. El humor abandonó sus
ojos.
“No me toques,” siseó, retirando su mano.
Jeon tiró de él hacia sí, pero su mano voló de nuevo,
apuntando directamente a su rostro. Él agarró su otra
muñeca, hasta que los tuvo agarrados a ambos.
“No harás tal—”
Taehyung levantó la rodilla y lo golpeó con fuerza en la
ingle. Éste se atragantó, sus cejas fruncidas por el dolor,
dejó escapar un ronco jadeó, cediendo por un momento,
aflojando su agarre.
“Dije que no me toques”, espetó.
“¿Vas a seguir comportándote como un mocoso solo
porque ya no se te permite ser un niño?”
Taehyung se quedó helado.
“¿Vas a hacer una rabieta ahora porque los Kang nunca
te permitieron expresar tus quejas?”
El rubio lo fulminó con la mirada. ¿Qué era él? ¿Un
terapeuta?
“Puedes seguir comportándote como un niño, dulce
Taehyung”. Jungkook se enderezó, su rostro
inquietantemente tranquilo, su cabello alborotado y su ropa
desabrochada.
“Y te trataré como tal”, dijo inexpresivo.
Taehyung entrecerró los ojos. Apretó los dientes y
resistió el impulso de golpearlo. Todas estas discusiones lo
habían cansado demasiado. Pero ni siquiera podía pensar
con claridad en un momento como este. Su amigo de la
infancia, su defensor, su protector, estaba encerrado en un
sótano, perdido y confundido.
Tenía que salvar a Yugyeom. Necesitaba salvarlo.
Yugyeom habría destrozado el mundo solo para
encontrarlo. Ahora, quería hacer lo mismo por él.
“Él no te reconocerá”, dijo Jungkook. “Él no reconoce a
nadie ahora. No eres más que un extraño para él, querido.
No porque lo torturé, sino porque él se lo ha hecho a sí
mismo”.
El menor no entendió lo que quiso decir.
“Él no quería tener nada que ver contigo, Taehyung.
Especialmente después de descubrir lo que era”.
El menor se negó a creerle. Se negaba a pensar que
Yugyeom quisiera olvidarlo. Él nunca haría tal cosa.
“Ah, veo la vacilación en tus ojos. No sabes lo que es,
¿verdad? Mi pobre, Taehyung, ingenuo como siempre”.
Si es posible, Taehyung despreciaba aún más a Jungkook.
En un momento como este, ¿todavía tenía el descaro de
burlarse de él? ¿Qué clase de monstruo sádico y malvado
era?
“¿Yugyeom no te lo dijo?” preguntó Jungkook en voz baja.
“¿No te dijo lo que era?”
Taehyung sintió que él estaba jugando con su cabeza en
este punto. No quería oír nada más ni nada menos.
“Nada de lo que digas me hará cambiar de opinión”, lo
empujó y se dirigió a su dormitorio. Pero sus palabras
resonaron en sus oídos.
“Él es un ser querido hipócrita. Siempre lo ha sido,
siempre lo será”.
Taehyung decidió en el último minuto entrar en el
dormitorio del pelinegro. Cerró las puertas de golpe y echó
llave. Se negó a permitirle tener el privilegio de dormir
cómodamente en su cama o tener acceso a su ropa y cosas
que necesitaba para sus necesidades diarias.
Escuchó su risa burlona bailar por los pasillos y
directamente hacia su corazón.
Esa noche, el rubio no durmió. Dio vueltas y vueltas toda
la noche, hasta que el sol salió por el horizonte. Se recostó,
completamente despierto, mirando al techo, su cuerpo
enredado en las sábanas.
Su corazón dolió toda la noche, no por Jungkook, sino
por Yugyeom. Pensó en su expresión demacrada, sus labios
agrietados y su piel amoratada. Yugyeom no lo reconoció.
Él lo había mirado como una bestia hambrienta que podría
desgarrarlo en pedazos.
Estaba atormentado por su rostro.
Su amigo más cercano, dispuesto a hacerlo pedazos.
¿Todo porque quería qué? ¿Sangre?
“¿Cómo podría ser esto?” Taehyung susurró para sí
mismo. “¿Todo el tiempo, él era un vampiro? ¿Y uno de
Sangre Pura?”
Cerró los ojos con fuerza. Toda su vida con él había sido
una mentira. Él afirmó que despreciaba a los vampiros,
pero procedía de uno de los linajes más puros. Solo los
vampiros de sangre pura podían borrar los recuerdos,
incluso si eran los suyos propios.
Una lágrima solitaria se deslizó por su ojo y mejilla. Se
quedó completamente despierto, mirando al techo, aunque
su corazón se sentía pesado por el engaño.
Tenía miles de preguntas corriendo por su mente. ¿Por
qué estaba Yugyeom allí abajo? ¿Por qué odiaba a los de su
propia especie? ¿Por qué le mintió? ¿Por qué no podía
decirle la verdad? Yugyeom conocía todos sus secretos,
pero Taehyung no conocía ninguno de los suyos. ¿Era
porque Yugyeom no confiaba en él? ¿Era porque no lo veía
lo suficientemente digno como para contarle sus secretos?
¿Quién era exactamente el chico con el que había pasado
su infancia? ¿Quién era exactamente el niño que su familia
adoptó? ¿Por qué despreciaba a Jungkook por ser un
vampiro, cuando él también lo era?
“Todo el tiempo, no sabía nada”, susurró en voz alta.
Se sintió traicionado por Yugyeom, traicionado por la
confianza que le había dado y lo poco que él le había
retribuido. Si Yugyeom se lo hubiera dicho él mismo, no se
habría puesto furioso. Si él le hubiera dicho la verdad,
ahora no se sentiría tan horrible.
Ahora, su imagen de Yugyeom se hizo añicos. Aun así,
debe haber tenido sus razones, pero fue difícil para
Taehyung llegar a esta conclusión. En un ataque de ira, era
difícil ver las razones detrás de las acciones.
Yugyeom ni siquiera lo reconoció. ¿Cómo podría él
recordar la razón por la que le mintió?
El corazón de Taehyung dolía como si una montaña
estuviera presionando su pecho. No importa lo que hiciera
o dijera, Taehyung nunca podría encontrar un cierre con
Yugyeom, porque él lo había olvidado voluntariamente.
“¿Pero por qué?” murmuró a nadie, con voz suave.

AHOGAMIENTO
Pasaron los días y Jungkook vio menos a Taehyung, pero
aún conservó la llave de abajo. El pelinegro oyó rumores
interesantes de un joven que se escabullía cada noche al
sótano con una cesta de comida. Lo que le gustaba, el
hombre en la celda se lo arrebataba. Ni siquiera Yugyeom
lo reconoció ni entendió su amabilidad.
Los labios de Jungkook se torcieron en una sonrisa
siniestra. Yugyeom dejó de ser una amenaza el día que
borró sus propios recuerdos, como un cobarde. Un Pura
Sangre oculto, ¿qué tan interesante fue eso?
Sentado tranquilamente en su escritorio, Jungkook
revolvió los papeles del documento. Las gafas para leer
descansaban sobre su nariz, un bolígrafo de metal giraba
sin rumbo fijo entre las yemas de sus dedos. Sintió la
mirada apremiante de los gemelos y sus leves empujones el
uno hacia el otro.
Pasaron unos segundos más de insufrible silencio. El
reloj marcaba la pared, tic, tac, tic, tac. La pluma
garabateaba en el papel, con un fino ruido de metal
rayando la madera, mientras que el papel crujía cada vez
que Jungkook pasaba al siguiente documento.
Los gemelos continuaron dándose codazos, cada
empujón más fuerte que el otro, hasta que Joongki fue
empujado bruscamente hacia adelante. Joongki tropezó con
sus dos pies, casi cayendo de bruces, con las manos
cruzadas frente a él.
“Mocoso insoportable”, le susurró Joongki a Yoongi.
Este último sonrió con arrogancia y desvió la mirada,
complacido de ganar la batalla de barajar. Joongki siguió
mirando a su hermano mayor. Solo diez minutos mayor,
pero Joongki deseaba poder volver el tiempo para evitar
que el nacimiento sucediera.
Finalmente, Joongki se volvió hacia el Rey, quien apenas
los miró. Éste continuó revisando cuidadosamente los
documentos como si su esposo no estuviera visitando a
escondidas a otro hombre en medio de la noche.
“Su majestad”, dijo Joongki con una voz pequeña y
vacilante.
Silencio.
Jungkook continuó firmando su nombre en algunos
documentos aceptables, luego puso los ojos en blanco ante
los otros y descartó los inútiles. Leyes estúpidas,
sugerencias estúpidas, todo lo planeaba quemar en la
chimenea para mantenerse caliente.
“T-todavía no se ha sabido nada sobre el Rey”, dijo
Joongki. “Su secretaria me informa que se ha entregado
por completo a sus deberes. Recorre los jardines, visita
orfanatos y organizaciones benéficas, organiza los libros de
contabilidad del castillo y supervisa los salarios y las
necesidades de los sirvientes…”
Joongki comenzó a contar con los dedos, haciendo una
pausa para recordar qué más escuchó. Había enumerado
cuatro de las seis cosas que Solar le informó. Se rascó la
parte de atrás de su cabeza, preguntándose cuáles serían
las dos últimas cosas para decir.
“¡Ay!” Joongki gritó cuando Yoongi lo golpeó en la nuca.
“Tal vez si golpeó un poco más fuerte, el hámster en tu
cabeza empezará a correr y te volverá inteligente”, siseó
Yoongi.
Yoongi dio un paso adelante y suspiró. “Su Majestad, el
Rey visita al prisionero todas las noches con canastas de
comida y agua, ya que él es el único en posesión actual de
esas llaves”.
Jungkook siguió leyendo y firmando los documentos. Ni
siquiera levantó la vista del papel importante. Era una
nueva propuesta enviada por Kastrem con respecto a su
desacuerdo sobre el contrato comercial. Kastrem siempre
fue rico en metales y minerales, pero el usurpador era un
hombre justo pero codicioso que se negaba a permitir que
su reino fuera explotado sin los precios más altos posibles.
“Déjalo visitar a su pequeño amante”, habló finalmente
Jungkook. Garabateó algunos comentarios sobre la nueva
propuesta, que era tan estúpida como la anterior. “Me
gustaría ver a dónde va este asunto”.
Colocó el documento en un lugar especial y pasó a otro
diferente enviado desde un país extranjero, como si todo lo
que le dijeron los gemelos no lo desconcertara. ¡Ni siquiera
se inmutó por el hecho de que su esposo se escapaba en
medio de la noche con un hombre que estaba enamorado
de Taehyung!
“Su Majestad, incluso si Yugyeom borrara sus propios
recuerdos de Taehyung para evitar que distorsionáramos su
perspectiva de él, nada puede borrar el amor de su
corazón”, atestiguó Yoongi, elevando la voz con urgencia.
Joongki tarareó. “Sin duda, Yugyeom no lo reconocería,
pero su corazón sí. Sí el Rey se acerca más a él, podría
comenzar a recordarlo. Debemos cortarlos antes de que eso
suceda”, intervino.
Yoongi, por una vez, estuvo de acuerdo con su hermano
menor. “De hecho, Su Majestad. Yo, por mi parte, estoy
sorprendido de que no hayas hecho nada al respecto”.
Yoongi odiaba admitirlo, pero Jeon se estaba volviendo
poco a poco más obsesivo y posesivo con Su Gracia.
Siempre había pensado que era imposible que Su Majestad
sin corazón se enamorara de una persona, humana.
Pero Yoongi lo había visto personalmente. Park Jimin era
molesto y una horrible influencia, pero es un buen amigo.
Era extraño que el Rey siempre hiciera todo lo posible para
evitar que Taehyung lo viera. Era aún más extraño que el
Rey siempre pareciera irritado cada vez que la atención de
Taehyung se dirigía a otra parte que no fuera el Rey.
“Déjalos ser”, dijo Jungkook.
“P-pero…” tartamudeó Joongki, su rostro lleno de duda y
confusión. Miró a su alrededor, como un cachorro perdido.
Claramente esperaba una reacción más molesta y
grandiosa del Rey.
Tal vez encarcelar a Su Gracia en su habitación,
impidiéndole salir del castillo y forzándolo a entrar en una
jaula. Los pájaros bonitos como Taehyung estaban
destinados a ser colocados en una jaula de oro, ser
admirados desde lejos, pero sin permitirles volar.
“¿Cuál es su motivo, Su Majestad?” preguntó Yoongi,
claramente sin creerse la reacción indiferente del Rey.
“Eres sabio, Yoongi. Descúbrelo por tu cuenta”, Jungkook
ni una sola vez hizo una pausa en su trabajo. Continuó
concentrándose en su tarea, porque su deber era con su
imperio, incluso si Jungkook estaba dispuesto a quemarlo
hasta los cimientos por su esposo.
Yoongi no podía entenderlo. Se quedó allí, durante unos
segundos, con la mente llena de miles de posibilidades.
Sin previo aviso, Joongki de repente se quedó sin aliento.
“¡Oh, sí, recuerdo la sexta cosa que se suponía que debía
decirte!”
Joongki se animó, su rostro se llenó de alegría por su
gran recuerdo. “Su Gracia se ha estado saltando las
comidas”.
Ante esto, Jeon golpeó su pluma hacia abajo. El metal se
agrietó por la presión cuando se formó una abolladura en el
escritorio de caoba. Una vez más, tendría que ser
reemplazado. Se quitó las gafas y la temperatura a su
alrededor bajó significativamente.
“¿Qué?” Jungkook siseó, su rostro torciéndose en una
mueca tormentosa. Sus ojos se encendieron con la peor de
las llamas, una sola brisa era suficiente para iniciar un
incendio forestal.
“U-uhm…” Joongki se rió torpemente, rascándose un
lado de su hermoso rostro con un dedo. Él sonrió
irónicamente. “¿Ups?”
Jeon entrecerró los ojos como rendijas. Salió disparado
de su silla. La silla voló hacia atrás, golpeando contra la
pared, dejando otro agujero en la habitación.
Yoongi suspiró suavemente. “Llamaré a mantenimiento”,
se quejó, sacando el teléfono para reparar todo de manera
oportuna.
“¡E-espera!” Joongki jadeó. “¡Lo descubrí, hermano!”
Jeon ignoró a Joongki. Pasó por delante de los gemelos,
su mano volando hacia el pomo de la puerta.
“Día a día, Su Gracia visita a Yugyeom, pero él no lo
reconoce. Le da de comer y beber, no solo por la bondad de
su corazón, sino porque se siente culpable”.
Jungkook hizo una pausa.
“Pero lo que le rompe el corazón más que la culpa es
darse cuenta de que su amigo de la infancia nunca lo
reconocerá, ni a su arduo trabajo para escabullirse
escaleras abajo para encontrarse con él”.
Joongki se volvió hacia el Rey, a pesar de que éste estaba
de espaldas a él. “¡Eres un genio, Su Majestad! Estás
permitiendo que Su Gracia rompa su propio corazón, para
que él mismo vuelva a ti”.
La sangre abandonó el rostro de Yoongi. Se dio la vuelta.
Nunca le sorprendieron los métodos crueles y astutos del
Rey. De hecho, Yoongi apoyaría a Jungkook aunque fuera
un tirano.
Pero esto se refería a Su Gracia, Taehyung, un joven que
le enseñó a Jungkook la compasión y el amor.
Ingenuamente amaba al Rey, sonriendo tontamente por él,
su mirada llena de nada más que seriedad y adoración por
él. Tal amor era raro de encontrar. Una vez que el amor se
fuera, nunca volvería.
“Su Majestad…” Yoongi se apagó, desaprobación en su
voz. La razón por la que no pudo pensar en la respuesta, a
pesar de ser tan inteligente, fue porque se negó a
comprender tal cosa.
Se negaba a pensar que Su Majestad dejaría que
Taehyung se rompiera el corazón. En este momento, Su
Gracia debe estar ahogándose en la culpa y dolor por darse
cuenta del estado de su amigo de la infancia.
Lo peor fue que Jungkook no respondió. Simplemente
dejó que el silencio respondiera por él. Sin otra palabra,
abrió la puerta y salió furioso.

CORRUPCIÓN
“Me está entrando un poco de hambre, prepara los
mismos bocadillos que la última vez”, habló Taehyung sin
apartar la vista de los libros de contabilidad en la pantalla
de la computadora. Revisó cada número meticulosamente,
incluso los cargos más pequeños.
Siempre supo que Jungkook reinaba con puño de hierro,
y casi todo en el país y el castillo pasaba primero por él.
Esa era la razón por la que el imperio nunca dejó de
florecer, como el árbol más grande y viejo de un bosque.
Sin embargo, se necesitaba que solo una parte se pudiera
para que todas las raíces del árbol se corrompieran. Por lo
tanto, Taehyung revisó todo con una mirada crítica y
analítica.
“Como desee, Su Gracia”, respondió Solar, escribiendo
rápidamente en su tableta para que las otras personas
tomaran la orden del Rey. Por lo general, siempre
acompañaba al doncel y nunca se apartaba del lado de éste,
incluso cuando tenía que cumplir una tarea.
Siendo la secretaria del Rey, Solar tenía muchos
subordinados. La pirámide del poder era grande y había
muchos niveles.
“Absolutamente nada”, murmuró Taehyung para sí
mismo. “Sin corrupción, sin mala gestión. ¿Hay algo que en
verdad yo pueda hacer en este castillo?”
Dejó escapar un pequeño suspiro y apartó la mirada de la
computadora portátil, su mirada recorriendo su oficina
privada.
Apretó los labios. Odiaba admitir lo perfecto que era
Jungkook. No dejó una sola piedra sin remover, ni siquiera
el más pequeño de los guijarros.
“¿Qué fue eso, Su Gracia?” preguntó Solar. Había
escuchado susurros silenciosos, pero no podía entenderlo
correctamente.
“Nada.” Taehyung miró a Solar.
Quería saber si su secretaria era humana o vampiro,
pero era una pregunta muy grosera. La señal más
reveladora de un vampiro no eran los ojos rojos
estereotipados.
Solo unos pocos seleccionados poseen tal cualidad rara,
y generalmente ocurría en los Pura Sangre. Cuanto más
rojos los ojos, más fuerte es el linaje y el poder. Pero
cuando los ojos brillaron con el color de los rubíes, era una
señal reveladora de la persona en el poder.
Taehyung nunca había visto a alguien con los ojos más
rojos que los de Jungkook. Su mirada era suficiente para
borrar una sonrisa arrogante y congelar a alguien en el
acto.
Apretó los dientes. Cuanto más trataba de no pensar en
él, más lo hacía.
“Todo listo, Su Gracia”, habló Solar de repente. “Los
chefs están comenzando a preparar la merienda habitual.
Dos sándwiches, refrescante bebida helada, frutas en
rodajas, pasteles de crema y tartas de frutas”.
El doncel asintió brevemente. Recordó que esos eran los
alimentos favoritos de Yugyeom. Todos los días, lo visitaba
por la noche, con la esperanza de que el pequeño refrigerio
le trajera recuerdos. Por desgracia, fue en vano. Yugyeom
se comía los alimentos con vacilación, como si hubiera
muerto de hambre durante mucho tiempo. Durante todo el
tiempo que comió, Yugyeom no pudo apartar la mirada de
él.
Miles de agujas pincharon el pecho de Taehyung. La
mirada ajena estaba llena de sed, como un hombre muerto
de hambre ante una mesa de banquete que no podía tocar.
Taehyung sabía lo que Yugyeom quería, pero nunca podría
dárselo.
“¿Está seguro de que los bocadillos no le están quitando
el apetito, Su Gracia?” preguntó Solar preocupada,
juntando las cejas. “Apenas toca las comidas que le
preparan después de sus bocadillos”.
“Estoy bien”, murmuró Taehyung. Giró el dedo de rubí en
su dedo y siguió mirando por la ventana. En ese momento,
pensó en algo.
“¿Llegó el teléfono que ordené?”.
Solar se animó. “Sí, llegó justo esta mañana. Estaba muy
absorto en su trabajo, así que no quería molestarlo”.
Solar escribió rápidamente un mensaje en su tableta. Un
minuto después, entró una criada. Taehyung se sorprendió
al ver que era Jane, su criada. Jane tenía su expresión
estoica como siempre, inclinándose al ver al Rey.
“Su Gracia”, saludó Jane. Entró con una elegante caja
blanca sin abrir.
“Gracias”, dijo Taehyung con una sonrisa. Jane
simplemente inclinó la cabeza y salió de la habitación.
Abrió el paquete y sacó el teléfono. Extendió una mano y
Solar rápidamente le dio la tarjeta SIM. Taehyung deslizó la
tarjeta y esperó a que el teléfono encendiera.
Los Kang nunca le permitieron a Taehyung tener un
teléfono propio, y él no le había visto ningún uso. No era
como si tuviera amigos a los que llamar en primer lugar,
excepto Jimin y Yugyeom. Pero ahora que los Kang se
habían ido, Taehyung ya no tenía a nadie que lo
restringiera.
“El clima es perfecto para caminar hoy”, habló Taehyung
de repente.
Antes de que Solar pudiera decir algo, él salió por la
puerta con su teléfono en la mano. Quería encontrar un
lugar privado para sentarse y llamar a Jimin.
Los jardines parecían ser el único lugar donde podía
tener privacidad. Bajó las escaleras y estornudó en silencio.
“Hm, ¿alguien está hablando de mí?” Taehyung dijo con
un resoplido, frotándose un poco la nariz.
Pasó junto a los sirvientes, más allá de los grandes
ventanales y más allá de las enormes puertas. En el
segundo en que la cálida luz del sol golpeó su piel, sonrió.
Había una suave brisa en el aire y el clima era perfecto.
Cerró los ojos por un momento para saborear todo.
“¡Su Gracia, por favor esperenos!” Solar llamó desde los
extremos más alejados del pasillo.
Taehyung dejó escapar un pequeño suspiro y decidió
cambiar de dirección. Volvió a caminar y atravesó otra
escalera que estaba lejos de la principal. Quería perder a
su grupo, para que nadie perturbara su paz.
Pronto, estaba cerca del pasillo donde estaba Jungkook y
sus habitaciones. Miró las puertas que conducían a la
habitación del pelinegro. Lo había estado ocupando
durante unos días y se negó a dejar que Jungkook durmiera
allí. No quería darle la comodidad de dormir en su propia
cama o tener acceso a su ropa.
La brecha entre ellos había empeorado de manera tan
significativa que incluso algunos sirvientes levantaron las
cejas. Pero Jungkook no le dio una reacción satisfactoria.
En lugar de irritarse por sus acciones, Jeon encontró
soluciones a los problemas. Pidió una cama nueva y un
armario completamente nuevo en un dormitorio muy, muy
lejos en los pasillos.
“Qué hombre tan molesto”, murmuró para sí mismo.
A pesar de sus palabras, se dirigió directamente a la
habitación de Jungkook. Le gustaban más sus ventanas y el
balcón que se extendía hacia afuera. La vista siempre era
espectacular desde su lujoso dormitorio.
“Si tan solo Yugyeom pudiera experimentar esta luz solar
de nuevo”.
Salió al balcón y cerró los ojos para saborear el calor.
Entonces, sus ojos se abrieron, con un plan en mente.
Podría encontrar una manera de sacar a Yugyeom del
castillo a escondidas, sin el conocimiento de Jungkook.
Pero entonces Taehyung suspiró. Jeon siempre se
enteraría. No había ni una sola cosa sucediendo en el
castillo de la que no fuera consciente. Taehyung esperaba
que el mayor se enterara de que él se colaba en el sótano
todas las noches. Esperaba que eso hiriese su ego, tanto
como había herido su corazón.
“¿Qué es eso…” Taehyung entrecerró los ojos en la
distancia.
Notó que se detenía un automóvil negro, rodeado de
muchos más. Caminó hasta el borde del balcón y trató de
mirar más allá. Pero su vista no era la mejor. Por lo tanto,
sacó su nuevo teléfono y, a través de la lente de la cámara,
hizo zoom.
El teléfono casi se le escapó de los dedos. Su corazón se
detuvo. Su columna se puso rígida. Imposible. ¡¿Ese es
quien él pensó que era?!

AL FINAL
Taehyung se tambaleó hacia atrás, sus ojos temblaban.
Se miró las yemas de los dedos, que se habían enfriado por
el miedo. Su rostro palideció y corrió hacia las puertas.
“¿Su gracia?” Solar gritó, sorprendida por el abrupto
golpe de las puertas.
Ella estaba a punto de entrar con la nueva bandeja de
bocadillos que el Rey había pedido. Parpadeó una vez y ya
notó que él bajaba corriendo las escaleras, como si lo
persiguiera un demonio.
Taehyung podía escuchar los pasos de su séquito
acercándose rápidamente, no muy lejos detrás de él. Siguió
adelante, corriendo por las escaleras, girando a través de
los pasillos, la tela que fluía detrás de su pantalón se le
abollaba entre sus piernas. Tropezó un poco y se agarró a
los lados, acomodando la tela para poder correr más
fácilmente. ¡De todos los días, hoy tuvo que usar zapatos
con tacón y un pantalón con cola en la cintura!
“Vaya”, murmuró Yoongi, justo cuando el Rey casi lo
arrasó. Con su pecho subiendo y bajando y resoplando,
estaba seguro de que el Rey lo derribaría.
“¿Adónde va con tanta prisa?” preguntó Yoongi,
bloqueando su camino y agarrándolo de los codos. Cuando
se detuvo abruptamente ante él, al instante dejó caer las
manos, soltandolo.
Jungkook lo mataría si descubriera que había tocado al
Rey. Yoongi nunca había dudado de la sed de sangre de
Jungkook, pero a veces se preguntaba si Su Majestad
estaba dispuesto a sacrificar a un amigo por el bien de una
persona.
“P-por un segundo allí, pensé que vi…” Taehyung se
apagó, su respiración inestable
Notó una presencia amenazante acercándose en la
distancia, sus pasos silenciosos pero contundentes. La
temperatura bajó a su alrededor, su corazón se aceleró al
verlo.
Jungkook tenía una expresión asesina en su rostro.
Parecía que estaba listo para la guerra. Él sería el
vencedor. Él siempre lo sería. Él sería el Comandante que
decapita la cabeza del Capitán enemigo y lo sostuviera para
que sus soldados lo vieran. Jungkook sería el caballero que
mata al dragón sin una segunda mirada.
Taehyung tragó, su corazón amenazaba con salirse de su
pecho. No estaba aterrorizado de él, pero no lo había visto
desde hace unos días. Con su expresión, supo que él había
descubierto todo. A pesar de eso, Taehyung
obstinadamente levantó la barbilla en el aire. Todo lo que
hizo fue alimentar a Yugyeom. No hizo nada malo.
“¿Vas a ir a mis espaldas ahora?” Taehyung dijo en el
segundo que Jungkook se detuvo frente a ellos.
Era difícil no sentirse intimidado por la gran presencia
de Jungkook. Sus hombros cuadrados se elevaban sobre él,
sus musculosos brazos abrazados por una elegante camisa
negra. Una vena apareció en su cuello, sus ojos se
entrecerraron en rendijas. Él no le hizo nada, pero
Taehyung se sintió como si lo estuvieran apuntando con un
arma.
“Tal vez” Jungkook respondió con dureza.
Taehyung apretó los dientes. “¿Quién es el que acaba de
entrar al castillo?”
Las cejas de Jungkook se alzaron. “¿Y quién es el que
entró en el sótano por la noche?”
Taehyung apretó los labios. ¿Qué era él? ¿Un loro? Sin
palabras, miró a Yoongi, quien frunció el ceño ante las
palabras del Rey. Él debe haber pensado lo mismo.
“Escuché que te has saltado las comidas”, espetó
fríamente Jungkook.
Taehyung vaciló. No estaba de humor para comer. Su
apetito había empeorado y todo le sabía insípido, a pesar
del amplio condimento de la comida. No pudo encontrar
una manera de refutar sus palabras.
“Solo preocúpate por ti”, espetó Taehyung.
Pasó junto a él, pero éste lo agarró de la muñeca. El
menor tiró de su mano hacia atrás, pero él lo apretaba con
fuerza. Jeon tiró de él hacia adelante, con una mirada
amenazadora en sus ojos.
“¿Cómo puedo preocuparme por mí mismo cuando mi
esposo actúa como un niño y se niega a comer?” El
pelinegro siseó, sus palabras le dieron un fuerte golpe en
su pecho.
¿Un niño? ¿Era así como él lo veía? Un niño haciendo
una rabieta. Al instante, se sintió ofendido y herido.
“¿Por qué soy tu prioridad? ¿No tienes un esposo al que
traicionar?” demandó Taehyung, apartando su mano de él.
Jungkook dio un paso hacia su dirección, el sonido
resonando en sus oídos. Su corazón latía violentamente en
su pecho, hasta que todo lo que pudo escuchar fue el
torrente de sangre.
“¿Un esposo que traicionar?” repitió, su voz se elevó una
octava, al igual que sus cejas. “La última vez que lo
comprobé, mi esposo me traicionó primero con veneno”.
“¡No era veneno!” Replicó, mirándolo. “Era solo una
prueba de medicina para dormir porque los vampiros
tienen insomnio porque no duermen—”
“¿Me estás diciendo que vertiste un medicamento de
prueba, uno que no está aprobado por nuestro
Departamento de Administración de Alimentos y Salud, en
la sopa del Rey de tu país, que resulta ser tu esposo?”
Taehyung abrió la boca y la cerró con fuerza. Cuando él
lo puso así…
“Y luego vas a mis espaldas para entrar a la mazmorra
en la que especificaste que no entrarías. Me abofeteaste,
pero dadas mis acciones, lo aceptaré. Luego, me echas de
nuestra habitación, te saltas las comidas, y me evitas como
a la peste. ¿Quién crees que traicionó más? ¿Tú o yo?
Jungkook lo miró ceñudamente, una diminuta presa. Era
tan menudo ante él, a pesar de ser de la misma altura.
Cuanto más Jeon lo miraba, más fruncía el ceño. El menor
no pudo refutar sus palabras.
De repente, abrió la boca. “Secuestraste a mi
guardaespaldas, lo torturaste escaleras abajo, lo
mantuviste allí encadenado y sin comida ni agua, luego
fingiste no saber que algo andaba mal. Limitaste mi
contacto con amigos y asesinaste a mis familiares alegando
que todo era por mí. Así que no, no sé, mi querido esposo,
¿quién es el mayor traidor aquí?
“Este es un matrimonio jodido”, murmuró Yoongi en voz
baja.
Instantáneamente, la atención de la pareja casada se
centró en él. Taehyung lo fulminó con la mirada,
preguntándose qué está haciendo todavía aquí. Mientras
tanto, Jungkook lanzó una mirada de advertencia hacia
Yoongi, amenazando al hombre para que se diera prisa y se
fuera de una maldita vez.
“Tenemos compañía”, dijo Yoongi con voz aguda,
aclarándose la garganta y mirando hacia los extremos del
pasillo, donde el séquito de Taehyung comenzaba a
alcanzarlos.
“Gracias a Dios que lo tenemos”, escupió Taehyung
volviendo su atención al mayor. “No quiero pasar ni un
minuto más en tu presencia”.
Taehyung tiró de su mano hacia atrás. Se tocó la
muñeca, pero se detuvo. No le dolió. A pesar de su agarre
inquebrantable, no lo había lastimado.
“Cuando termines con esta estúpida rabieta, ven a
buscarme. Soy un hombre que perdona, siempre y cuando
ruegues de rodillas”, murmuró Jungkook, dándole la
espalda.
Taehyung miró boquiabierto su gran espalda. No hablaba
en serio, ¿verdad? “¿Pedirte perdón? ¿Tú no deberías estar
haciendo eso?”
Jungkook se dio la vuelta bruscamente. “No pongas a
prueba mi paciencia, Taehyung”.
“Si así es como será nuestro matrimonio, entonces
prefiero que terminemos aquí”.
“¡Su gracia!” Yoongi chilló exasperado.
“No me gusta como funciona nuestra relación”, añadió
instantáneamente Taehyung. “Ejerces tanto poder sobre
mí. Puedes hacer lo que quieras conmigo y yo nunca tendré
la capacidad de rechazarlo. Al final, no soy más que un
muñeco que sigue tus órdenes, por siempre y para siempre
a tu merced”.

ES TU HORA DE IRTE
Ante sus palabras, Jungkook sintió un puñal clavándose
en su pecho, sin previo aviso lo agarró y comenzó a
arrastrarlo por los pasillos.
“Espere, Su Majestad, la reunión con—”
“Dile que se vaya a la mierda”, gritó.
“¡Suéltame!” Taehyung tironeo su mano.
Jeon lo ignoró. Caminó por los pasillos a pesar de las
caras confundidas de la gente de Taehyung. Continuó
tirando de él, incluso cuando el menor comenzó a tropezar
con sus propios pies y casi se cae al suelo. Taehyung se
resistió, arañando y pellizcando su antebrazo, pero él ni
siquiera parpadeó.
Llevó al menor a una habitación apartada y vacía. Cerró
fuertemente las puertas detrás de él con un atronador
’¡Bang!’
Taehyung saltó. Estaba bien familiarizado con todo tipo
de armas, pero él había puesto demasiada fuerza contra la
puerta. Se apresuró a alcanzar el pomo de la puerta, sin
darse cuenta de que era su primer error. Cuando abrió un
poco la puerta, una mano la cerró de golpe junto a su
cabeza.
Su voz quedó atrapada en su garganta. Su cuerpo
zumbaba con familiaridad, mientras sentía un calor
increíble que irradiaba detrás de él. Sabía que era la ira de
Jungkook, fuerte como una llama, peligrosa como sus
ascuas y dolorosa como sus quemaduras.
Taehyung escuchó su respiración pesada. Prácticamente
podía sentir la elevación de su pecho, mientras rozaba su
espalda. El mayor lo enjauló y él miró hacia las puertas,
deseando que se abrieran.
“Hablemos”, murmuró Jungkook, su voz demacrada y
áspera, como los bordes irregulares de una roca. Era
extraño. Estaba tratando de calmar su voz como si fuera
posible convertir una piedra hastiada en un guijarro
blando.
“Por favor”, añadió Jungkook, sus labios rozando su oreja
izquierda, presionando todo su cuerpo contra el suyo.
Taehyung estaba aplastado contra la puerta, haciendo
todo lo posible para crear la mayor distancia posible entre
ellos. Pero no sirvió de nada. Los brazos del pelinegro
estaban a ambos lados de su cabeza, y estaba tan cerca que
se le puso la piel de gallina.
“No hay nada de qué hablar. He hecho las paces, tú
deberías hacer las tuyas”, murmuró Taehyung. “Es la
verdad. El funcionamiento de nuestra relación siempre será
la de un amo y un sirviente”.
“¿Alguna vez te he tratado como a un sirviente?”
Jungkook preguntó en voz baja, sus manos cayendo
lentamente al lado de las del menor. Jeon notó que los
hombros tensos de Taehyung se aflojaban un poco.
“N…”
“Te he dado el control de cualquier cosa que desees
buscar en este castillo. Los sirvientes son tuyos para que
les des órdenes. Los jardines son tuyos para que los
cambies. Cada ser vivo en este palacio es tuyo para que
hagas con ellos lo que quieras. Sin embargo, todavía crees
que ejerzo poder sobre ti.”
El pelinegro nunca se había sentido más ofendido que en
la presencia de su esposo. Era difícil herirlo, porque no
tenía corazón para comprender el dolor. Pero, por extraño
que parezca, cuando el menor declaró su odio por él, sintió
como si lo hubieran apuñalado. Cuando su esposo
indirectamente le pidió el divorcio, él sintió que le
arrancaban la alfombra debajo de los pies.
Nunca había habido un momento en su vida en el que
quisiera llorar, excepto en el momento en que Taehyung le
pidió que se separaran. Tenía los ojos llorosos y, por una
fracción de segundo, pensó que alguien estaba cortando
cebollas cerca de él.
“No te das cuenta, ¿verdad?” Jungkook se burló,
agarrando sus dedos. “El control que tienes sobre mí.
Influyes en mis emociones más de lo que lo haría cualquier
cosa en este mundo. Haces que mis pensamientos se
desmoronen más de lo que lo harían las conversaciones de
guerra”.
El pelinegro apoyó la cabeza sobre sus hombros. Cerró
los ojos en silencio y dejó escapar una bocanada de aire
tembloroso. Taehyung era una cosita tan bonita. Su cuello
era largo y delgado, tan fácil de romper con un movimiento
de su muñeca. Su piel era delgada y sangraba por un corte
de papel. Su voz era frágil como una planta moribunda.
Pero un humano tan delicado como él tenía la capacidad de
comandar a uno de los vampiros más fuertes que jamás
haya caminado por esta tierra.
Taehyung realmente se subestima a sí mismo.
“Posees la habilidad de obtener todo y cualquier cosa
que quieras de mí. Puedo decirte ‘no’ mil veces, pero
siempre podrás exprimirme un ’sí’, cariño. ¿Cómo no te das
cuenta de tal cosa?”
Jungkook envolvió un brazo alrededor de su cintura,
acercándolo aún más a él. Su espalda estaba caliente
contra su pecho, y él podía ver su respiración sobresaltada
y el temblor de los latidos de su corazón.
Lo abrazó con cariño y desesperadamente. Nunca había
sentido miedo. Ni siquiera sabía que era una emoción que
poseía. Pero cuando Taehyung abrió la boca, mostró su odio
hacia él y trató de huir de él, sintió que su corazón vacilaba
y su sangre se helaba.
Sus ojos se habían dilatado, temblorosos mientras
trataba de pensar en una reacción. Nada y todo.
Sacrificaría el mundo para tenerlo entre sus brazos,
aunque fuera por un momento.
“No me dejes, Taehyung” presionó su rostro en la
curvatura de su cuello, sus labios rozando el más débil de
los pulsos. “No te vayas de mi vida tan rápido como
regresaste a ella, por favor”.
El rubio sintió que su corazón se partía en mil pedacitos.
Cien agujas perforaron su pecho, como enredaderas
cubiertas de espinas. Se extendió por todo su cuerpo,
inmovilizando su corazón y dejando sus labios secos como
el desierto.
“Jungkook…” Taehyung no pensó que el mayor sintiera
eso por él. Siempre pensó que era fácil ser reemplazado en
la vida del pelinegro. Todos se lanzarían sobre él. No había
una sola persona en este mundo que no quisiera estar a su
lado.
Jungkook tenía tantas personas para elegir, y decidió
rogar por él, un simple chico humano con temperamento
fuerte y cabeza dura.
“Y—”
“Te amo Taehyung”.
El menor parpadeó una vez y las lágrimas cayeron. No se
dio cuenta de que estaba al borde de las lágrimas, hasta
que se deslizó la primera gota. Cayó como la lluvia,
suavemente como una llovizna, antes de estallar en una
tormenta. No podía controlarse, no podía controlar sus
lágrimas, o los sollozos que atormentaban su cuerpo. Todo
el tiempo, lo había contenido.
En el funeral de sus padres no lloró, el cielo lloró en su
lugar. Cuando el usurpador le apuntó con un arma, un niño
no se echó a llorar. Cuando su tío le levantó la mano, él no
lloró.
Pero su confesión por sí sola fue suficiente para debilitar
sus rodillas y convertir sus ojos en una cascada.
“Pasado, presente y futuro, siempre te amaré”, susurró
Taehyung con una voz pequeña y mansa que se quebró
hacia el final.
Se dio la vuelta y lo envolvió en un abrazo. Se aferró a él
como si fuera su vida, todo su cuerpo temblaba mientras
trataba de controlar el hipo.
“Entonces, ¿cómo pudiste?” Murmuró débilmente.
“¿Cómo pudiste evitar que vea a las personas que amo?
¿Cómo pudiste lastimar a aquellos que trataron de
protegerme? ¿Cómo pudiste ser tan posesivo y temeroso de
que me vaya, cuando todo el tiempo te he profesado mi
amor?”
Jungkook no lo sabía. Nunca pudo. Para él, la gente
llegaba tan rápido como se iba. Y ni una sola vez les pidió
que se quedaran. Se había acostumbrado al hecho de que
la gente estaba obligada a dejarlo. No podía esperar a
predecir cuándo alguien se iría de su vida. Era costumbre.
Pero cuando se trataba de Taehyung, contaba los
segundos, minutos, horas, días, semanas, meses y años que
podía pasar con él.
Contó los latidos de su corazón, anticipó su risa y esperó
su sonrisa. Nunca podría predecir cuándo el menor se iría,
porque nunca quiso tal cosa.
“Quiero que te quedes a mi lado hasta el final de tu
tiempo. Incluso si es tu hora de irte, te seguiré. De esta
vida a las otras, hasta que volvamos a cruzarnos, cariño”.
Jungkook apoyó la barbilla en su hombro, aspirando su
aroma relajante. El menor agarró con fuerza su camisa,
enterrando su rostro en la seda, mientras su cuerpo
temblaba.
Suavemente, lo consoló, sus manos acariciando arriba y
abajo de su espalda.
Nunca había sabido lo que era consolar a una persona que
lloraba hasta que su esposo se rompió en sus brazos.
“Temo que mi tiempo contigo se vaya tan rápido, que
quiero apreciar cada segundo de tu vida. No quería
compartir tu precioso tiempo en este mundo con otro, sino
conmigo”, Jungkook murmuró.
Se aferró a su esposo profundamente. “Lo siento”,
profesó. “No debería haber hecho lo que hice. No debería
haber destruido lo que tanto amabas, pero tú tampoco
deberías haber destruido los pequeños pedazos de mi
corazón que se habían formado en tu presencia”.
Taehyung apretó los labios temblorosos. No respondió,
porque no sabía qué decir en un momento como este. No se
dio cuenta de que a él le había nacido un corazón.
Las únicas palabras que pudo pronunciar fueron: “Lo
siento”.

Yo cuando las palabras de Jeon:


—Day, lovetaejeon
26. XXV

TÚ LO SABÍAS
“Su Alteza, la reunión se ha retrasado debido a
circunstancias imprevisibles”, habló Yoongi con una sonrisa
afable y forzada al entrar en la sala de reuniones.
Fijó su mirada en el usurpador indiferente, cuya mirada
estaba pegada fuera de la ventana.
El usurpador se sentó allí, con una pierna cruzada sobre
la rodilla y un brazo apoyado en la barbilla. Continuó
observando el paisaje fuera de la ventana, su mirada se
posó en las rosas que se guardaban en el fondo del jardín.
¿Se estaban burlando de él?
Las rosas doradas florecieron maravillosamente bajo el
sol, sus pétalos de un amarillo brillante iluminaron el día de
cualquiera. Rosas…
“¿Su Alteza?” Yoongi murmuró, juntando las cejas.
Nunca había visto una mirada tan lejana y perdida en el
rostro del Príncipe Heredero.
El Príncipe Heredero era un hombre mayor de cuarenta
y tantos años, lo cual no era una sorpresa, considerando
que tomó el trono hace poco más de una década.
“Llega tarde, a pesar de que necesitan mi ayuda”, dijo
finalmente el príncipe heredero en voz baja y sombría.
“Qué rey tan arrogante. Bueno, supongo que no podría ser
un rey si no fuera tan desvergonzado”.
Yoongi se preguntó quién era el desvergonzado aquí. Sin
decir palabra, mantuvo la boca cerrada y se apoyó contra
las puertas. Cruzó un brazo sobre el otro y apretó los
labios.
Yoongi no podía entender por qué había defendido a Su
Gracia últimamente. Él nunca se había preocupado por
Taehyung antes, pero éste estaba atormentando sus
pensamientos últimamente, no en el buen sentido. Sus
problemas con el Rey estaban comenzando a preocupar a
todos en el castillo que habían notado su deriva.
“Si el Rey llega tarde, entonces me gustaría ver a mi
sobrino en su lugar”.
Yoongi se enderezó, su rostro se volvió inexpresivo y frío.
“¿Disculpe, Su Alteza?”
“Mi joven sobrino”, repitió el príncipe heredero
arrastrando las palabras, con una leve sonrisa en el rostro.
“Soy su único pariente vivo ahora, ¿no es así? Ese pobre”.
Yoongi resistió el impulso de burlarse. ¿Era por eso que
el Príncipe Heredero de Kastrem insistía tanto en tener la
reunión en persona? ¿Solo para ver al nuevo Rey?
“Su Gracia está ocupado con sus deberes con el castillo,
Su Alteza. Desafortunadamente, no podemos conceder una
audiencia tan abrupta”, habló Yoongi con tanta paciencia
como le fue posible. Se alegró de que Joongki no fuera
quien saludara a los honorables invitados.
Tan juguetón y enérgico como era su hermano, a veces
no sabía cómo ser serio. Tenía unos cientos de años, pero
aún actuaba como un niño. Joongki también fue el que más
se aferró a su madre.
“¿Está seguro de que no quiere verme?” Preguntó el
Príncipe Heredero, apartando los ojos de las Rosas
Doradas. Qué ironía que estuviera sentado aquí, mirando lo
mismo que su hermano buscaba proteger.
“No es que él no quiera verlo, Su Alteza, es que está
ocupado—”
“Es curioso, me pareció ver a un joven tomando té junto
a un balcón, con su teléfono apuntándome directamente
para ver quién era”. El Príncipe Heredero levantó la taza
de té hacia sus labios, en medio del pánico de su secretario,
quien debió estar preocupado por si la bebida estaba
envenenada o no.
El Príncipe Heredero sonrió irónicamente. El Rey no
había cambiado en absoluto. El amargo té earl grey le picó
la lengua. Todos sabían que el Príncipe Heredero de
Kastrem odiaba este té, pero el Rey de Wraith no dudó en
servirlo.
“Es bastante sorprendente que un príncipe fugitivo
regrese como Rey”, comentó el príncipe heredero. “Si no lo
hubiera sabido mejor, pensaría que estamos viviendo en
una historia de cuento de hadas”.
Yoongi rió secamente, con los labios estirados, pero la
mirada fría. “Tal vez”.
Se enderezó cuando escuchó pasos que se acercaban.
Luego, parpadeó confundido, dándose cuenta de que eran
más de un par de pasos. Antes de que pudiera reaccionar,
Solar abrió las puertas y entraron los Reyes de Wraith.
Instantáneamente, el Príncipe Heredero dejó su taza de
té. Sus ojos se abrieron un poco, sorprendido por la vista
de ambos. Casi no supo qué decir.
Taehyung había dejado la propiedad como un niño
pequeño y regresó como un hombre adulto. Todavía podía
recordar la traición y el horror en su rostro cuando lo
amenazó a punta de pistola. O huía como un príncipe
fugitivo o se quedaba prisionero por el resto de su vida.
“Su Majestad, Su Gracia”, saludó Yoongi secamente,
aclarándose la garganta.
Rápidamente, el secretario del Príncipe Heredero se
adelantó e hizo una profunda reverencia, repitiendo la
misma frase: “Su Majestad, Su Gracia”.
“Taehyung”, dijo el príncipe heredero de Kastrem con
voz profunda y solemne. No había esperado su tremendo
crecimiento.
El espía que envió a la Mansión Kang habló de un doncel
recatado y pintoresco. Dijeron que hablaba tartamudeando,
bajaba la mirada y encogía los hombros. Pero, ¿quién era
este hombre orgulloso frente a él? ¿Quién era esté doncel
de mentón levantado, hombros cuadrados y mirada seria?
“Usurpador”, respondió Taehyung.
El secretario se estremeció. “Su Gracia, eso es
extremadamente descortés por no mencionar—”
“Deberíamos dirigirnos el uno al otro por el título
adecuado, ¿no?” Taehyung inclinó la cabeza con una leve
sonrisa. “Además, ¿quién eres tú para reprender al Rey de
Wraith?”
El secretario bajó instantáneamente la mirada. Arrastró
torpemente sus pies, sus labios apretados en una delgada
línea. El Príncipe Heredero había trabajado muy duro para
asegurarse de que no lo llamaran así. Había reformado
Kastrem y lo había restaurado en todo su esplendor. Sin el
Príncipe heredero, Kastrem se habría desperdiciado en
manos de un niño que no hacía nada más que disparar
armas y correr por el césped.
“Está bien, Vincent, deja que el chico se comporte como
le plazca”, dijo el príncipe heredero. “Ha pasado una
década y media desde la última vez que te vi y todavía no
has cambiado ni un poco, Taehyung”.
Taehyung ignoró sus palabras. En cambio, observó la
sala de reuniones. Era hermoso y soleado.
Toda la luz del mundo podría haberse reunido aquí. Las
ventanas eran altas, dejaban entrar abundante luz solar, y
había una mesa junto al balcón, donde estaba sentado el
Príncipe Heredero. Aparte de esa mesa, había dos sofás
color salvia uno frente al otro, con una mesa de café de
caoba en el medio.
A veces se preguntaba si Jungkook diseñó el castillo para
tener tanta luz solar. Bueno, no era como si esta fuera una
historia ficticia donde los vampiros tenían miedo a la luz
del sol.
“Hablas como si yo no estuviera aquí, Doohyun”,
reflexionó Jungkook desde el lado de su esposo. Puso una
mano cariñosa en su espalda baja y lo guió hacia el sofá.
Jungkook podía sentir su columna rígida, por la tensión
de ver a su tío. Se sentó en el sofá, acomodó elegantemente
su pantalón y cruzó las piernas. Al mismo tiempo, el
Príncipe Heredero se puso de pie y comenzó a moverse
hacia el sofá.
“Preferiría que no estuvieras aquí”, comentó secamente
el Príncipe Heredero. “Dije específicamente que quería ver
a mi sobrino”.
“Y te dije específicamente que estaba ocupado”,
reflexionó Jungkook. Podía sentir la mirada acusadora de
Taehyung.
“¿Por qué querrías ver al hijo del hermano mayor que
traicionaste?” murmuró Taehyung. Echó un vistazo a la
taza de té y la tetera intactas colocadas sobre la mesa de
café.
Antes de que pudiera alcanzarlo, Jungkook estaba a su
lado. Agarró la tetera y le sirvió la bebida. Parpadeó
sorprendido y la taza se colocó en sus manos.
Taehyung miró a Jungkook, pero él ya lo estaba mirando.
Él sonrió ante sus ojos ligeramente abiertos.
“No traicioné a mi hermano mayor, querido sobrino”,
comentó Doohyun. “Salvé a su único hijo ofreciéndole su
soledad que el odio del pueblo”.
“¿Soledad?” Taehyung repitió bruscamente. “Me
apuntaste con un arma y me exigiste que eligiera la vida o
la muerte. Apuntaste con un arma a un niño de diez años,
todo porque yo era el siguiente en la línea de sucesión al
trono de Kastrem”.
“Kastrem habría sufrido en manos de un niño pequeño”,
Doohyun tomó asiento en el sofá, sentándose directamente
frente a su sobrino. Se sintió aliviado al ver que había
crecido bien.
“Kastrem ha prosperado mucho bajo mi régimen. La
gente me ama tanto que se olvidaron de lo que te he hecho.
He creado un futuro tan grandioso y brillante para la gente
que se han olvidado por completo del pequeño Príncipe que
abandonó su país poco después de la muerte del difunto
Príncipe Heredero y la Princesa Heredera”.
Taehyung resistió el impulso de echarle el té en la cara.
Su voz era severa y estricta, pero sus facciones estaban
suavizadas por la preocupación. ¿Por qué lo miraba así?
¿Por qué sus palabras eran tan crueles, pero su rostro tan
amable? No era como si se arrepintiera de hacer lo que
hizo.
“Kastrem ya no debería estar en tus preocupaciones,
príncipe. Ahora eres el Rey de Wraith, un puesto que todo
principito quiere para sí mismo. ¿Por qué hay que estar
descontento?”
“¡Me traicionaste, a tu sobrino! ¡Traicionaste a tu
hermano!” argumentó Taehyung.
“Hice lo que se debe hacer por el país, incluso si eso
significaba darle la espalda a mi único pariente vivo. Eras
un niño, Taehyung. Había gente después de tu vida, era yo
o ellos. Tenías que seguir a salvo, incluso si eso significaba
enviarte a los Kang. Si no lo hubiera hecho, tu vida habría
estado en peligro”.
Taehyung apretó los dientes.
“Debes encontrar la comprensión dentro de ti mismo, mi
querido sobrino. Eras solo un niño, no más de diez años,
cargado con la responsabilidad de un Reino”.
“¡Podría haberte dado control temporal!” Taehyung
exigió, su sangre caliente y su corazón bombeando.
Doohyun negó con la cabeza. Incluso ahora, su sobrino
no lo sabía. Habría sido tan fácil asesinar a un niño, incluso
si éste fuera bueno con un arma.
“Taehyung, si no te hubiera echado, imagina cuántos
intentos de asesinato se habrían presentado en tu camino.
Imagina cuántos funcionarios corruptos habrían arruinado
la mente joven de alguien tan inocente y amable”.
Doohyun sonrió suavemente en su dirección. “Hice lo
que tenía que hacer, no porque quisiera, pero sabía que
habría sido lo que tu padre quería. Deseaba mantenerte a
salvo, Taehyung. Nunca quiso verte en peligro, y por eso
afirmó que eras la Rosa Dorada, porque no hay hombre en
este mundo que pueda protegerte mejor que el Rey de
Wraith”.
Los ojos de Taehyung se abrieron con incredulidad. ¿Era
esta la verdad que tejió, o una historia inventada para
complacer su culpa?
“Lo admito, mi método fue cruel e incorrecto, pero fue
por la causa correcta y justa. Además, todavía encontraste
tu camino hacia Wraith, ¿no? Todavía encontraste un trono
mejor que el primero y sin el costo de tener que renunciar
a Kastrem por amor a Jungkook”.
“Tú sabías…” murmuró Taehyung. “Sabías que estaba
prometido a Jungkook”.
Doohyun sonrió dolorosamente. “¿Quién crees que le
presentó a tu padre a Jungkook en primer lugar? ¿Quién
crees que le dio a los Kang los fondos para mantenerte?”
Taehyung se puso rígido. Todo el tiempo, había pensado
que la historia se desarrollaba de manera diferente, pero la
verdad estaba justo frente a él. Su tío todo el tiempo lo
apoyó detrás de las cortinas, y no lo sabía.
“Esta es la verdad y nada más, nada menos. No tengo
ningún otro secreto que ocultarte, Taehyung. Lo que
quieras saber, te lo diré”.

DESPUÉS DE TODO ESTE TIEMPO


No había nada que Taehyung quisiera saber del
usurpador. Ni siquiera quería estar en su presencia. Todos
en este mundo le decían que hacían cosas para
beneficiarlo.
Yugyeom no quería que se casara con Jungkook porque
quería mantenerlo a salvo. Los Kang encerraron a
Taehyung en casa porque querían mantenerlo protegido.
La tía Jiwoo impidió que Taehyung comiera porque
quería mantener delgado al joven. Su tío DongWook le
impidió entrenar con armas para mantener su imagen.
Todos afirmaron que lo hicieron por su bien, pero ni una
sola vez se detuvieron para preguntarle si quería ayuda.
Taehyung sabía lo desagradecido que sonaba, pero no era
justo. La gente le impuso sus expectativas y creencias,
esperando que lo aceptara solo porque venía de la bondad
de sus corazones.
“Ah, conozco esa expresión,” murmuró Doohyun. Él lo
observó casualmente, con una leve sonrisa de zorro en su
rostro. “Tu madre lo usaba cuando estaba perdida en sus
pensamientos. Te pareces a ella, en todos los sentidos. ¿Lo
sabías?”.
Taehyung se tensó. ¿Estaba mal de su parte decir que no
recordaba la cara de sus padres con tanta claridad? Podía
recordar sus cariñosas palmaditas en la cabeza y el beso de
su madre.
Pero también había recordado la expresión enfurecida de
su padre cuando lo estranguló contra el suelo. Recordó el
calor de sus lágrimas que cayeron sobre su rostro y el dolor
en su mirada cuando se apartó.
“Sin embargo, tus ojos,” dijo Doohyun suavemente. “Tus
ojos son como los de tu padre, brillan como esmeraldas
encontradas en la cueva más profunda de una jungla”.
Taehyung se preguntó cuál era el propósito de esta
comparación.
“¿Esto te irrita? ¿Pensar en el pasado?”
Las cejas del menor se levantaron.
“¿Por qué te lamentas por las cosas que sucedieron en el
pasado, Taehyung?” Doohyun inclinó la cabeza. “Ninguna
cantidad de odio y lágrimas hará retroceder el reloj. No
tiene sentido llorar por lo que no se puede cambiar.
Kastrem te ha olvidado y siempre me recordará. Permanece
en Wraith. Dirige a esta nación como lo hubieras hecho con
Kastrem”.
“Me pregunto de dónde viene tu miedo”, soltó Taehyung
de repente.
Doohyun se enderezó. “¿Mi miedo?”
“Estás haciendo todo lo posible para convencerme de
que Kastrem no necesita que le devuelvan a su príncipe,
pero ahora sé por qué. El trono aún me pertenece, incluso
si me lo robaste. Soy, después de todo, el primero en línea
para ello”.
Los labios de Doohyun se dibujaron en una sonrisa de
dolor, sus ojos haciendo una mueca de melancolía. ¿Cómo
podía haber olvidado lo sabio que era su pequeño sobrino?
A veces, aún podía recordar el balanceo de sus piernas en
la silla de la biblioteca, mientras recitaba las historias que
él le pedía que leyera. Podía imaginar su mirada
concentrada.
En ese entonces, él solía decirle…
“Correcto como siempre”, reflexionó Taehyung.
“Correcto como siempre,” repitió Doohyun a
regañadientes.
“Temes que una vez que regrese a Kastrem, los
sirvientes que se inclinan ante ti se arrodillen ante mí. El
trono al que te aferras siempre ha sido mío. Los ciudadanos
que te adoran me adularán, el Príncipe perdido hace mucho
tiempo”. Taehyung se llevó la taza de té a los labios y
sonrió ante el sabor amargo de la bebida.
Doohyun se puso serio ante sus palabras. Él se movió
incómodo en su asiento, su rostro preocupado por su
repentina confianza. Dejó escapar un pequeño suspiro
antes de reírse de su audacia. Esa desvergüenza suya era
exactamente como la de Soohyun.
Incluso ahora, Doohyun podía imaginarse a su hermano
mayor apoyado en la estantería, con una mirada indiferente
en su rostro. Doohyun prácticamente podía imaginar la
sonrisa arrogante de Soohyun, del tipo que solo un príncipe
heredero podría tener. Luego, pensó en la intrépida Yeji
cuya confianza no conocía límites.
“Pero no te preocupes, tío, no iré por mi trono” volvió a
dejar la taza de té en la mesa. “Mientras me des lo que es
mío”.
“¿Y qué es eso?” preguntó Doohyun, entrecerrando los
ojos. No podía encontrar en sí mismo estar enojado por su
arrogancia.
Doohyun estaba empezando a lamentar demasiado el
pasado. No pudo evitarlo, cuando la creación misma de su
hermano y mejor amiga estaba sentado frente a él.
¿Su sobrino necesitaba parecerse tanto a Yeji como a
Soohyun? ¿Necesitaba tener los ojos de su Padre y el rostro
de su madre? Era tan difícil conversar con él, sabiendo que
habían muerto, sabiendo que vivían dentro de él.
“El trato comercial con el que le estás dando problemas
a mi esposo”, dijo Taehyung sin expresión.
Sintió que la mirada sorprendida de Jungkook aterrizaba
sobre él. Por el rabillo del ojo, vio que Yoongi se
enderezaba. Ambos estaban desconcertados de que supiera
la verdad sobre la visita de Doohyun.
“Sobre las minas que pertenecen a mi padre. Y
casualmente, a mí.”
“Taehyung—”
“Todo en Kastrem me pertenece de todos modos. Las
minas son para que las explote, las tierras para que las
abuse y las empresas bajo el clan Kim para que las
controle”. Taehyung se reclinó en el sofá, sintiendo la mano
afectuosa de Jungkook deslizarse sobre su espalda baja.
“Aceptarás la próxima propuesta que Wraith te envíe. El
trato comercial se modificará a favor de Wraith. Si te
niegas, recuperaré lo que siempre ha sido mío: El trono de
Kastrem”.
Los ojos de Doohyun se abrieron de golpe ante sus
audaces palabras. Él se puso de pie, pero su sobrino
también. Con elegancia, se paró y sus zapatos resonaron en
el suelo. Le presentó una sonrisa favorable.
“Fue genial conversar contigo, tío. Puedes irte”.
Taehyung no le dio el momento del día para refutar. Se
alejó, cerrando las puertas detrás de él.
Jungkook permaneció sentado. Sus ojos brillantes viendo
en dirección de la puerta. Reprimió una sonrisa, pero se
mostró en su rostro de todos modos. Hasta un ciego podía
ver que estaba orgulloso.
Casualmente apoyó su brazo en el espaldar del sofá y se
rió entre dientes ante la expresión estupefacta de Doohyun.
“Mi esposo es un hombre tan impresionante, ¿no es así?”
Doohyun miró al arrogante rey. “Serías un tonto si
pensaras que no era impresionante la primera vez que lo
conociste”.
Jungkook levantó una ceja. “Eso es algo interesante de
decir, especialmente después de que él te haya superado
hoy”.
Doohyun suspiró. Giró la cabeza hacia un lado, donde
Vincent, su secretario, parecía que iba a vomitar una
palabra. La boca de Vincent estaba torcida y su expresión
era desagradable. El pobre hombre quería decir tanto, pero
podía pronunciar tan poco.
“Mis fuentes estaban equivocadas,” murmuró Doohyun.
“No pensé que tuviera la misma arrogancia que su padre”.
“La gente cambia.” Jungkook se encogió de hombros.
“Parece que eres una influencia positiva para él”,
Doohyun suspiró. Inclinó la cabeza hacia atrás sobre el
sofá. “Esperemos que tu lado negativo no se le contagie a
él también”.
“Uno no puede esperar mucho de un milagro”, se rió
Jungkook.
Yoongi dio un paso adelante y colocó un contrato sobre la
mesa, deslizándoselo directamente a Doohyun. Vino
preparado con un bolígrafo negro también.
“Será mejor que agradezcas a tu esposo por su
comportamiento hoy”, murmuró Doohyun irritado.
Taehyung nunca podría decepcionarlo, ¿verdad? Incluso
cuando huyó para salvar su vida, Doohyun no se sintió
decepcionado con él. ¿Por qué? Porque su sobrino lo había
mirado con furia durante todo el viaje hasta el coche. Era
un tipo de odio que le decía que la venganza acechaba en
las sombras y que la venganza se acercaba rápidamente.
“En qué hombre tan interesante se ha convertido”,
murmuró Doohyun a regañadientes. “Sabes, después de
todo este tiempo, me sorprende que todavía te recuerde.
Especialmente, cuando tanto tú como—”
Doohyun hizo una pausa. “No importa.”
“¿Tanto yo como quién?” preguntó Jungkook, su voz
bajando a una peligrosa octava. Su expresión amable se
dispersó. El calor huyó de la habitación, un frío helado
entró en ella.
“Eso es para que yo lo sepa, y tú lo descubras”,
reflexionó Doohyun, finalmente complacido de que todavía
tenía una ventaja sobre el Rey.
Doohyun tomó la pluma de Yoongi y el contrato.
En una elegante letra negra, Kim Doohyun estaba
garabateado en la línea de la firma. El acuerdo comercial
entre Kastrem y Wraith había finalizado.

UN PRÍNCIPE, UNA PRINCESA Y EL HERMANO DEL


PRÍNCIPE
“Su Gracia, ¿está seguro de que no tiene hambre?”
preguntó Solar preocupada. “Los bocadillos han sido
enviados a su oficina, pero sería mejor para su estómago si
disfrutara de una buena comida caliente”.
Taehyung negó con la cabeza. Últimamente, no se había
sentido muy bien. Se sentía mareado cada vez que miraba
la comida. Todo era demasiado aceitoso, demasiado salado
o demasiado ligero. No entendía por qué. Los chefs no han
cambiado y las recetas tampoco.
“Estoy bien”, afirmó con una leve sonrisa.
Siguió caminando por el castillo, el sol alto en el cielo y
los pasillos brillantemente iluminados. Su atención se
desvió hacia el hermoso jardín exterior, donde las flores
estaban siempre en plena floración, la hierba muy verde y
el cielo de un azul intenso. No pudo evitar mirar, hasta que
notó algo extraño en la distancia.
Se detuvo sobresaltado. Por una fracción de segundo,
creyó ver una alta torre de piedra blanca. Era del tipo que
escondía a una princesa, y el caballero debe subir
corriendo las escaleras para salvarla. Pero cuando
Taehyung parpadeó, la torre en la distancia se había ido.
¿Fue solo un producto de su imaginación?
“¿Su gracia?” preguntó Solar, sus cejas juntas.
“¿Viste eso?” Taehyung señaló hacia la distancia.
“¿Ver qué, Su Gracia?”
“Una torre…” se apagó, dándose cuenta de lo estúpido
que debió haber sonado. Apretando los labios, negó con la
cabeza.
“No importa”, siguió por los pasillos, preguntándose si la
luz le estaba jugando una mala pasada. Dejó escapar un
pequeño suspiro y dobló las esquinas, dirigiéndose
directamente a su oficina.
Como Jungkook ya estaba al tanto de sus trucos,
Taehyung continuaría usándolos. Los bocadillos tenían que
dársele a Yugyeom. Obtendría una respuesta de él, poco a
poco, hasta que Yugyeom pudiera recordarlo.
Taehyung volvió su atención a su posición y notó que
Evelyn ya estaba de pie junto a la puerta.
“Su gracia.”
“Evelyn”.
Taehyung entró a su oficina y recogió la canasta de
bocadillos. “Me gustaría disfrutar de un picnic afuera”, le
dijo a Solar.
Evelyn parpadeó rápidamente. Empezó a calcular el
riesgo y los beneficios de tal situación. ¿Qué pensaría el
público de él si estuviera disfrutando de un picnic al aire
libre? ¿Eso lo haría más reconocible, o lo haría incivilizado?
Sería mejor saber qué tan humano era el humano… La
palabra ‘humano’ intrigó a Evelyn, a quien siempre le
pareció divertido que llevara el nombre de humanos.
“Como desee, Su Gracia”, dijo Evelyn rápidamente antes
de que Solar pudiera objetar.
Solar resistió el impulso de gemir. Se volvió hacia Evelyn
y fulminó con la mirada a la joven. ¿Un picnic? ¿Con el
viento fuerte? ¿Y la luz del sol cegadora? ¡El Rey sería
asado vivo afuera!
“Solar hará los preparativos, ¿verdad?” bromeó Evelyn.
“Solar no quiere”, se quejó Solar.
“Cuantas más manos, mejor”, comentó Taehyung con una
leve sonrisa.
Evelyn y Solar intercambiaron miradas.
“Me gustaría descansar un poco en mi oficina”, admitió
Taehyung. “Me siento agotado por las interacciones de hoy,
aunque el día acaba de comenzar”.
Solar se preocupó al instante. Empujó un poco a Evelyn,
preguntándose si uno de ellos debería quedarse atrás.
“Me quedaré junto al sofá. Una vez que se hayan hecho
los preparativos, infórmame”, dijo Taehyung.
“Pero, Su Gracia—”
“Me gustaría un lugar de picnic a la sombra”, comentó
mientras los dirigía hacia la puerta. Antes de que Solar y
Evelyn pudieran protestar, les cerró las puertas y se dirigió
al sofá, donde se dejó caer.
Finalmente, paz y tranquilidad.
Dejó escapar un suspiro de cansancio. Metió la mano en
el bolsillo y debatió la idea de llamar a Jimin. No habían
hablado en un tiempo ahora. Su última interacción fue
cuando Jimin le dio la medicina para dormir, hace dos
semanas.
“Tal vez no debería llamar a Jimin… Podría estar
atrapado en una reunión”, concluyó.
A decir verdad, ver a Doohyun había arruinado su estado
de ánimo. Él siempre había sido arrogante, incluso en su
juventud. Pero verlo hoy dolía de una manera agridulce y
nostálgica.
No podía identificar por qué estaba tan molesto, a pesar
de que habían concluido pacíficamente.
“No esperaba que la conversación fuera así”, murmuró
para sí mismo.
Taehyung pensó que la próxima vez que vería a su tío
sería cuando le apuntara con un arma.
Taehyung había imaginado un charco de sangre en el
suelo, la vida abandonando los ojos de su tío y su cuerpo
inerte. Se imaginó mirando por encima de su rostro
moribundo y sonriéndole. Se imaginó sentado en un trono
ensangrentado, con la ropa ensangrentada, la mano con
sangre y una sonrisa satisfactoria.
De todo lo posible, Taehyung ciertamente no esperaba
sentarse y tomar té con él. Tampoco esperaba el
remordimiento en su rostro, la protección de un tío, o la
culpa pululando en sus ojos verde esmeralda, como los de
su padre.
“La vida tiene una forma divertida de matarnos
lentamente”, susurró. Tocó su corazón dolorido, que estaba
perdido y confundido.
Quería vengarse de lo que había hecho su tío. Todo el
tiempo, pensó que él había tratado de matarlo. Pero todo el
tiempo, su tío lo estaba protegiendo. Qué relación familiar
tan retorcida tenía.
“Tal vez Yugyeom sepa algo…” se apagó. Se puso de pie y
recogió la canasta de bocadillos. Entonces, su cuerpo se
tensó y sintió arcadas.
Se sintió mareado y con náuseas. Dejó escapar un
pequeño gemido y volvió a sentarse. “Tal vez tengo
deficiencia de hierro”.
Se encogió de hombros en silencio. Se dirigió a la puerta,
esta vez, no tan mareado y con náuseas como antes. Sin
palabras, se escapó. Ahora que la verdad salió a la luz, y
Jungkook sabía lo que estaba haciendo, no había necesidad
de andar de puntillas en el castillo.
Se dirigió directamente a la escalera. Silenciosa y
suavemente, descendió a la oscuridad. Deslizó las llaves en
la cerradura y empujó con fuerza la puerta. Parpadeó
confundido cuando la puerta se abrió sin esfuerzo. Eh,
extraño. Era casi como si hubiera desarrollado fuerza de la
noche a la mañana.
“¿Yugyeom?” Taehyung llamó a la oscuridad. Oyó el
repiqueteo de las cadenas y una voz tranquila que le
respondía.
“Tae… ¿Hyung?”
El nombrado se animó. ¡Recordó su nombre, finalmente!
Saltó por los pasillos y se dejó caer frente a la celda.
Taehyung acaba de recordar que necesitaba conseguir las
llaves del sótano.
“Traje tus favoritos de nuevo”, dijo emocionado, empezó
a sacar cosas de la cesta.
“Hay sándwiches, bebidas, frutas y—”
“¿Por qué eres tan amable conmigo?”
Taehyung parpadeó. Su voz era menos áspera ahora que
comenzaba a alimentarlo. También había recuperado la
cordura, pero seguía mirándolo con sed. Podía verlo en el
borde de sus brillantes ojos rubíes. La vista fue suficiente
para enviarle escalofríos. Su sangre se heló.
“P-porque eras mi amigo más cercano, a-antes de que
borraras tus propios recuerdos… N-no sé por qué hiciste
eso”, tartamudeó, sus nervios sacando lo mejor de él.
Pasó la mano por la celda y le entregó el sándwich. Sin
previo aviso, lo agarró de la muñeca y tiró de él hacia
adelante. Taehyung chilló, con los ojos muy abiertos.
“Yugyeom—”
“No quiero comida, te quiero a ti”.
La respiración de Taehyung se cortó. “Yugyeom, no
puedes…”
“No borraría mis propios recuerdos sin ningún motivo”,
murmuró Yugyeom. Miró sus dedos, largos y delgados,
acaramelados y débiles. Bajó sus labios sobre él,
depositando suaves besos en las yemas de sus dedos.
Yugyeom sintió la presión del rubio tirando de sus manos
hacia atrás. “Solo un pequeño bocado, Taehyung… lo harás
por mí, ¿no? Como mi amigo más cercano…”
Los ojos de Taehyung se agrandaron. Rápidamente negó
con la cabeza, intentando tirar de su muñeca hacia atrás.
“N-no, estaría mal que lo hiciéramos. Solo las parejas—”
“Pienso en ti como una pareja”, murmuró Yugyeom.
“Sabes, cuando te miro, mi corazón extrañamente da un
vuelco. Cuando tu olor está tan cerca, mi sangre se acelera.
Es emocionante verte sonreír”.
Taehyung tragó saliva. “Por favor, Yugyeom, te considero
un hermano. Sería extraño”.
“Solo un pequeño mordisco”, murmuró. Abrió la boca,
revelando colmillos afilados y perlados.
Taehyung chilló. Luchó por retirar las manos. “¡Dejame
ir!” exigió.
Repentinamente, Taehyung casi se cae hacia atrás.
Estaba sorprendido de su propia fuerza, sus ojos se
abrieron como platos. Ahora tenía un moretón en la
muñeca, morado y feo. Incluso Yugyeom se sorprendió por
su comportamiento.
Yugyeom lo miró con horror e incredulidad. “Imposible,
eres humano”.
Taehyung se puso de pie, su mano presionada contra la
pared para estabilizarse. “Por supuesto, soy humano”.
“Entonces como—”
“¿Por qué borraste tus propios recuerdos? ¿Por qué—”
“Tal vez lo hice por ti”.
“N-no entiendo,” Presionó una mano contra su pecho,
donde su corazón casi había saltado de su caja torácica.
Nunca había sentido más miedo que cuando Yugyeom
intentó morderlo.
Taehyung tragó saliva. Si Jungkook se enterara…
“Tal vez eras tan preciado para mí, que no quería que
nadie más que yo supiera los recuerdos que compartimos.
Tal vez estaba asustado de que mis recuerdos de ti se
volvieran en tu contra. Tal vez, quería protegerte borrando
los recuerdos de mi.”
“Eso no tiene sentido…” Taehyung no podía imaginarse a
su racional guardaespaldas haciendo tal cosa.
“O tal vez estaba atormentado por un secreto tan
inquietante que me siento culpable cada vez que te veo. El
dolor podría haber sido demasiado para mí, así que borré
todo rastro tuyo de mí”.
“¿E-el secreto de que eres un Sangre Pura?”
Yugyeom se rió con dureza. “Por supuesto que no. ¿Por
qué sería eso un secreto?”
Las cejas de Taehyung se juntaron. “¿Porque desprecias
a los de tu propia especie…?”
“Estoy genéticamente entrenado para despreciar a los
vampiros”.
Taehyung inclinó la cabeza. “Pero las únicas especies que
desprecian a los vampiros son—”
“Hombres lobo”, murmuró Yugyeom.
La sangre abandonó el rostro de Taehyung. “Pero
Jungkook dijo—”
“¿No eres un chico afortunado?” Yugyeom comentó
secamente, mirándolo con una sonrisa de dolor. “Tienes a
una de las especies más raras a tu lado, como
guardaespaldas”.
“¿E-eres un híbrido?” preguntó Taehyung, con los ojos
muy abiertos. Pero se suponía que los hombres lobo
estaban extintos. Habían sido asesinados durante la guerra.
“¿Cómo te sentirías si fueras mitad murciélago y mitad
perro?” Yugyeom reflexionó. “¿Cómo te sentirías si los
científicos se suicidaran para ponerte una mano encima?”
Taehyung se acercó sigilosamente a él, tentado por las
verdades que estaba soltando hoy. “¿Ese fue tu secreto todo
el tiempo?” preguntó queriendo saber más de lo que él le
estaba dando.
“¿Quieres saber un oscuro secreto?” Yugyeom susurró.
Taehyung rápidamente asintió con la cabeza. Estaba
siendo atraído por sus palabras, por la dulzura de su
mirada y el giro de su sonrisa.
“No soy el único que sabe de este pecado”.
Los ojos de Taehyung se agrandaron. “¿Quién más
sabe?”
Yugyeom le sonrió dolorosamente. “Realmente eres un
niño afortunado, príncipe. Hay tantas personas que velan
por tu bienestar”.
“Estás hablando como si hubieras recuperado tus
recuerdos”, Taehyung se detuvo ante él y apretó los labios.
“¿Acaso tú?”
“Recuerdo vagamente todo menos a ti, joven príncipe.
¿Conoces el recuerdo más vívido que tengo en este
momento? Es probable que sea el que más me ha
impactado en este mundo”.
Taehyung tragó saliva. “¿Qué recuerdo?”
Yugyeom amplió su sonrisa. “El recuerdo de un príncipe,
una princesa y el hermano del príncipe”.

PERROS RABIOSOS
Hace 15 años.
“Me he deshecho de la evidencia”, dijo Doohyun con
frialdad con una expresión ominosa en su rostro. La prensa
estaría aquí en cualquier momento, exigiendo respuestas
sobre el misterioso incendio que se inició en una facultad
real de ciencias.
“El fuego ha quemado todo”, agregó Doohyun. “Los
científicos, los niños, los artículos…”
“¿Los niños?” Yeji repitió, su rostro palideciendo tan
blanco como un fantasma. Se levantó del sofá, con una
expresión demacrada y angustiada en su rostro. Se volvió
bruscamente hacia su esposo, quien apartó la mirada de
ella.
“¡Dijiste que no había niños involucrados!” Yeji gritó,
girando salvajemente hacia Doohyun. No podía creer lo que
estaba escuchando. ¿Hubo niños quemados vivos?
“Son perros callejeros, Yeji”, dijo Doohyun. “Piensa en
ellos como perros rabiosos. Si no nos deshiciésemos del
último de ellos, se habrían reproducido entre ellos y
habrían extendido aún más la población de hombres lobo.
Ya hemos eliminado hasta el último de ellos”.
“Me lo prometiste”, murmuró Yeji, volviéndose ahora
hacia su marido. Agarró a Soohyun, que no había podido
mirarla a los ojos. “¡Me prometiste que nunca lastimarías a
los niños!”
“Yo no los lastimé”, le susurró Soohyun con dulzura. Él
agarró su mano y tiró de ella hacia atrás sobre el sofá.
Afectuosamente, tiró de ella hacia su regazo, envolviendo
sus brazos alrededor de ella. Sus labios encontraron el
camino a un lado de su cabeza, besándola con cariño.
“No tienes que preocuparte, querida”. Soohyun le
acarició la parte de atrás de su cabello, sonriendo en su
rostro aterrorizado. Ella lo empujó, pero él la agarró por la
muñeca y besó sus delgados dedos.
“Ni Doohyun ni yo les hicimos daño a los niños, tienes
nuestra palabra. Nunca te mentiría, Yeji, deberías saberlo”.
Soohyun la abrazó con cariño, sonriendo cuando ella no se
apartó de nuevo.
Doohyun apretó los labios y centró su atención en su
escritorio pulido. Observó las vetas individuales de la
madera natural, preguntándose cómo su hermano mayor
saldría de este lío.
Técnicamente, Soohyun tenía razón. Ni Doohyun ni
Soohyun habían hecho daño a los niños. El fuego lo hizo.
No levantaron una mano hacia los niños, pero el fuego se
los tragó vivos. Doohyun se aflojó la corbata y suspiró.
“Hay un fugitivo. El peor de todos”.
Yeji al instante apartó a su esposo. Ella se bajó de él, con
los ojos muy abiertos ante las palabras de su cuñado.
“¿Un sobreviviente?” Yeji susurró.
“Sí, un niño pequeño logró escapar de las instalaciones.
Nuestra gente todavía lo está buscando mientras
hablamos”, informó Doohyun de mala gana. “Pero su estado
es desconcertante. Nunca hemos visto una especie de tal
magnitud”.
“Cuéntame más sobre este chico”, insistió Yeji.
“Cariño mío—”
“Cállate”, le susurró Yeji a su marido. Ella se apartó
cuando él trató de agarrarla de nuevo. Soohyun se
enfurruñó en el sofá, mirando la alfombra de terciopelo.
“Él es un híbrido. Su padre era un Sangre Pura y su
madre era un Hombre Lobo. La combinación es
genéticamente imposible, porque un vampiro nunca podría
embarazar a un hombre lobo, sin embargo, ese niño nació”.
“¿Qué?” Yeji respiró con incredulidad.
Todos sabían que era imposible que un vampiro se
apareara con un hombre lobo. Genéticamente, sus genes no
podían combinarse. Era como pedirle a un murciélago que
tuviera un hijo con un lobo. ¿Cómo fue eso posible?
“No sabemos cómo sucedió, pero es el espécimen más
raro en nuestras instalaciones. No solo es raro, sino
increíblemente útil si podemos ponerle las manos encima”.
“No”, dijo Yeji al instante. “¡No experimentarás con un
niño!”
“Yeji, cariño…”
“¡No me hables con dulzura!” Yeji le gritó a su esposo.
Ella tiró de su mano cuando él la agarró por la muñeca,
como un cachorro pateado. “¡Tú y tu hermano tienen la
peor brújula moral! ¿Experimentar con niños? ¿Han
perdido la cabeza?”
“Es la única manera”, dijo Soohyun. “Necesitábamos
asegurarnos de que los hombres lobo nunca criaran más
niños. Si su población aumentara, entonces habría otra
guerra de especies. No podemos permitir que algo tan
horrible vuelva a suceder”.
“¡Un niño!” Yeji le gritó, su voz quebrándose hacia el
final. “También tenemos un hijo, Soohyun. ¿Cómo puedes
soportar la idea de lastimar a los niños cuando nuestro
pequeño Taehyung puede tener la misma edad que ellos?
¿Cómo puedes vivir contigo mismo?”
La expresión exasperada de Soohyun se congeló. “Hago
esto por el bien de Taehyung. Él no puede crecer en un
mundo lleno de escoria de hombres lobo arrastrándose. Si
estallara una guerra, ¿qué le sucedería a Taehyung?
¡¿Quieres que experimente la crueldad de la guerra?!”
Yeji ni siquiera podía imaginar tal cosa. Solo pensar en
su pequeño niño vagando perdido en un campo de batalla,
cubierto por sangre, la luz fugaz en sus ojos…
“No más tonterías”, dijo Yeji. “Nunca debemos hablar o
repetir este error. NUNCA más experimentarás con niños.
¿Está claro?”
Soohyun y Doohyun intercambiaron miradas. Por
supuesto, nunca experimentarán con ellos. Habían
eliminado a toda la especie de hombres lobo. Ahora, a cada
niño nacido en este mundo se le haría una prueba de ADN,
asegurando que no existieran tales genes.
“No volverá a suceder”, aseguró Soohyun a su esposa.
“Él—”
Un grito estridente atravesó la habitación. La cabeza de
Yeji se giró hacia la puerta, el corazón de Soohyun dio un
vuelco. Tenían un pensamiento en mente: ¡Taehyung!
Antes de que Soohyun pudiera dar un paso adelante, su
esposa ya estaba saliendo por la puerta. Incluso con sus
piernas delgadas y cortas, podía correr rápidamente. Su
esposo no estaba muy lejos detrás de ella, corriendo por su
vida. Nunca habían oído a Taehyung gritar así. Su precioso
hijito con ojos demasiado ingenuos y una sonrisa
demasiado pura.
Pero cuando llegaron a su habitación, ya se habían
preparado para lo peor. El olor a sangre recién derramada
impregnaba el aire. Yeji podía escuchar un zumbido en sus
oídos cuando se acercó a la puerta del dormitorio, sus
manos temblaban cuando la abrieron de golpe.
“Taehyung, oh mi bebé”, sollozó Yeji, dándose cuenta de
que la sangre no era de su hijo. Corrió hacia su hijo,
envolviéndolo con fuerza.
Taehyung estaba acurrucado en la esquina de la cama,
temblando como un osito en invierno. Él apuntó
temblorosamente con un dedo a un niño cubierto de
sangre, sus ojos rojos como ascuas en una chispa, sus
colmillos blancos nacarados asomando de su boca. Sostenía
una cabeza decapitada en una mano y con la otra sostenía
el hombro de un cuerpo inerte.
“E-ese hombre trató de matarme, mamá”, gimió
Taehyung, aferrándose a la ropa de su madre. “E-ese
hombre—”
Los ojos de Taehyung se pusieron en blanco. Se
derrumbó en el brazo de su madre, su cuerpo inmóvil.
“¿Taehyung?” Yeji chilló. “¡TAEHYUNG!”
Soohyun entró tentativamente en la habitación, con los
ojos pegados al niño más preciado de la instalación. Así que
aquí era donde estaba el chico, acechando cerca de los
muros del castillo.
“¡Cariño, cariño, nuestro Taehyung!” Yeji gritó, lo que
instantáneamente captó la atención de Soohyun. Corrió a la
cama, donde Taehyung se había desmayado por el terror y
el trauma.
“Él va a estar traumatizado por el resto de su vida”, dijo
Yeji temblorosamente. “E-él no podrá irse a dormir después
de presenciar esta atrocidad. A-ahora, s-sabrá que la gente
quiere acabar con su vida solo por ser hijo de la realeza. N-
no podemos permitir que tema por su vida a la edad ¡de
cinco!”
Soohyun tragó saliva. Se acercó a su hijo y lo envolvió en
sus brazos. Él estaba caliente. “Llamaremos a Jungkook y le
borraremos…”
“El Rey está en el extranjero, asistiendo a la reunión de
la Nación Soberana. No puede simplemente levantarse y
venir”, sollozó Yeji.
“Puedo ayudar.”
La cabeza de Soohyun se giró en dirección al chico. Casi
había olvidado que la atrocidad estaba incluso aquí.
“Puedo borrar sus recuerdos. Puedo distorsionar su
perspectiva, no recordará nada de esto”.
Soohyun entrecerró los ojos. “Y a cambio, ¿qué quieres?”
El niño levantó la cabeza y dejó caer lo que tenía en la
mano. “Una nueva vida. No más agujas, no más pruebas, no
más preguntas. Borraré mis propios recuerdos y lo
mantendré a salvo. Lo mantendré alejado del peligro y
nadie dudará jamás de mí: un niño”.
Soohyun apretó los labios. Este era un chico inteligente.
Le dijeron que el niño era uno de los más inteligentes de su
grupo, pero se alejó mucho de sus compañeros.
Aun así, Soohyun no confiaba en el joven. Por lo que
Soohyun sabía, el chico podía borrar demasiados recuerdos
de Taehyung. Solo la hábil mano del Rey podría ayudar a su
hijo.
“Cariño”, sollozó Yeji. “Tenemos que hacer esto.
Debemos hacerlo antes de que Taehyung se despierte”.
La atención de Soohyun volvió a Taehyung. Una vez que
el chico borrara sus propios recuerdos, ¿Recordaría los
horrores de la instalación? ¿Recordará que era mitad
hombre lobo y mitad vampiro?
Soohyun supuso que no.
“Hazlo”, dijo fríamente Soohyun. “Limpia a mi hijo de sus
recuerdos”.

¿QUÉ PASA?
“Primero fuiste tú, y luego fue Jungkook…” Taehyung
soltó un suspiro tembloroso, sus ojos temblaban al darse
cuenta.
Mucha gente había jugado con sus pensamientos, su
cordura y su racionalidad. Ahora, estaba empezando a
cuestionar a las personas en su vida. ¿Era esta realidad?
¿Su percepción de este mundo también estaba
distorsionada? ¿Jungkook distorsionó sus pensamientos
para que se enamorara de él?
Se tambaleó hacia atrás, con el rostro pálido por la
verdad. No sabía qué decir o cómo reaccionar ante algo así.
Sin embargo, las cosas resultaron para mejor, ¿verdad?
Al final, estaba cuerdo y a salvo. Al final, estaba como
querían los demás: Vivo.
¿Pero a qué precio? ¿Por qué había tanta gente
decidiendo su vida por él? Entendía de dónde venían las
razones de sus padres, pero ¿Jungkook? ¿Por qué borró los
malos recuerdos de su mente?
Taehyung nunca había contemplado esa pregunta hasta
ahora. ¿Cuál fue su motivo oculto? ¿Pensó que borrar los
recuerdos de la causa de la muerte de sus padres sería
beneficioso para él?
“Pero no fui el único”, murmuró Yugyeom. “En esta celda
oscura, donde no puedo hacer nada más que meditar y
perderme en mis pensamientos, recordé algo muy
peculiar”.
Yugyeom se inclinó hacia adelante, sus labios torcidos
con entusiasmo. Sus ojos brillaron con hambre y sed.
“Hubo una tercera persona que participó en torcer tu
mente”.
Taehyung retrocedió, con cuidado de no dejarse agarrar
por Yugyeom. Esperó su respuesta. Él le estaba contando
todo gratis, así que ¿por qué abriría la boca e interrumpiría
su diatriba?
“Pero tiene un precio”, murmuró Yugyeom. “Si quieres
saber quién, todo lo que necesito es un pequeño pago”.
Taehyung tragó saliva. “No. Sé lo que quieres, y nunca lo
obtendrás”.
Yugyeom soltó un pequeño suspiro de decepción. “Todo
lo que quería era la comida que se había caído al suelo”.
Señaló hacia el suelo, donde estaban los sándwiches
cuidadosamente envueltos. La envoltura de plástico todavía
estaba alrededor, lo que significaba que la comida era
comestible.
“No soy estúpido, Yugyeom, y tú también lo sabes”,
susurró Taehyung. “Padre pensó que eras una bestia sin
educación, por lo que siempre acompañaste mis sesiones
de tutoría. Lo recuerdo bien. Los tutores estaban
destinados a enseñarme, pero terminaron enseñándonos a
los dos”.
El rostro de Yugyeom se suavizó. “Sí, tu padre era un
hombre sin corazón por experimentar con niños, aunque
supongo que tu tío tuvo la mayor influencia”.
Taehyung apretó los dientes. Se negaba a creer que su
padre y su madre harían tal cosa. Tenía fé en sus padres,
quienes lo amaban mucho e hicieron todo lo posible para
protegerlo. No podía encontrar en sí mismo culpar a sus
padres ya muertos.
“Ahora, ¿puedes pasarme la comida y las bebidas? Tengo
mucha hambre y sed después de contarte la gran historia”.
Taehyung no podía comprender cuán fría y despiadada
sonaba la voz de Yugyeom. Era completamente diferente a
él. Éste no lo consideraba ni lo trataba como a un hermano
menor. No estaba acostumbrado a su frialdad.
“¿Recuerdas… recuerdas algo de mí?” preguntó
Taehyung, mientras se mantenía alejado.
“Recuerdo a un niño en mi infancia, pero no más que
eso”.
El corazón de Taehyung se hundió. ¿Era por eso que lo
miraba como a un extraño? Su mirada nunca se había visto
tan aburrida e irritada. Conteniendo un suspiro, se agachó
y volvió a meter la comida caída en la cesta.
“Sé que agarrarás mi mano y tratarás de morderme
cuando te ofrezca la comida”, murmuró Taehyung. Él no
quería patear la canasta hacia su celda, era poco ético y de
mala educación.
Yugyeom dejó escapar una pequeña risa. Fue cruel y
astuto, atravesando su corazón. Inclinó la cabeza y se tocó
el pecho. “Eres inteligente, pero egoísta. Me pregunto por
qué me duele y late mi corazón por ti”.
Taehyung forzó una sonrisa. “Porque me considerabas
como tu hermano pequeño mimado, y yo te veía como mi
hermano mayor protector”.
Yugyeom se detuvo por una fracción de segundo. Miró al
joven, su expresión era difícil de leer. Vio la seriedad en sus
rasgos, el dolor, su sonrisa y la mueca de su rostro.
Yugyeom sabía con certeza que no lo veía como un
hermano menor. “Solo pásale la comida a tu hermano
mayor. No querrás que se muera de hambre, ¿verdad?”
Taehyung lo miró fijamente. “¿Morderás la mano que te
da de comer?”
Yugyeom soltó una fuerte carcajada. Ahora, ahí fue
donde él vio la maldad en el doncel. Qué par de ojos altivos
tenía, como una espesa enredadera de hojas estrangulando
a una persona hasta la muerte.
“Desafortunadamente, no lo haré”, soltó Yugyeom.
Taehyung entrecerró los ojos hacia él. Abrió la tapa de la
canasta y colocó el objeto directamente frente a la celda. Si
puede estirar la mano para agarrarlo, puede estirar la
mano para agarrar la comida en la canasta.
“Tengo una última pregunta para ti”, habló Taehyung,
justo cuando Yugyeom sacaba un sándwich de la canasta.
Rompió el envoltorio, masticando con avidez la comida.
Comió como un hombre hambriento y eso solo le rompió el
corazón aún más.
“¿Qué es?” Yugyeom se tragó el sándwich y tomó otro.
Esta vez, se detuvo para estudiarlo. El primero fue un
sándwich de cerdo, este era un bistec medio cocido, con la
sangre todavía goteando.
“¿Por qué nunca me hablaste de tu condición?” inquirió.
“Y-yo podría haber—”
“¿Qué podrías haber hecho por mí si te lo dijera? Te
habría cargado un secreto que no era tuyo. Además, ¿por
qué debería contarte mis secretos? ¿Solo porque éramos
amigos?”
“Sí, porque para eso están los amigos. Compartimos
nuestras cargas, para aligerar el peso sobre nuestros
hombros” argumentó Taehyung con vehemencia.
Yugyeom dejó escapar un pequeño suspiro. “En qué
mundo tan bonito creciste, príncipe, para creer en tal cosa.
No debes haber significado mucho para mí si ni siquiera
pude contarte mis secretos más profundos y oscuros”.
El corazón de Taehyung se sentía como si hubiera sido
pisoteado y convertido en polvo. La visión de su mirada
irritada, aguda y estricta, lo lastimó más de lo que quería
admitir. Al final, así era como iban a separarse.
“Adiós Yugyeom”, murmuró Taehyung, dándole la espalda
y saliendo furioso. Entonces, hizo una pausa, dándose
cuenta de que él no había respondido a la primera
pregunta.
¿Quién fue la tercera persona involucrada en alterar sus
recuerdos? ¿Y por qué lo hicieron?
Antes de que pudiera pensar en una respuesta adecuada,
su visión se volvió borrosa. No sabía por qué, pero de
repente sintió náuseas y ganas de vomitar. Rápidamente,
salió corriendo de los pasillos, tropezó con su pie y se
agarró a la barandilla para apoyarse.
Taehyung exhaló temblorosamente, su visión se volvió
más y más oscura con cada paso. Podía verlo, la parte
superior de la escalera, pero parecía tan lejano. Antes de
que se diera cuenta, sus piernas casi cedieron.
No obstante, siguió adelante, agarrándose a la barandilla
con fuerza. Pero cada vez era más difícil y quería vomitar.
“¡Taehyung!” Jungkook llamó bruscamente desde lo alto
de la escalera. “Y pensé que habías ido obedientemente a
nuestra habitación”.
Taehyung nunca se había sentido más aliviado de ver a
Jungkook. Gimió en voz baja justo cuando él bajaba las
escaleras. No pudo leer su expresión, pero a juzgar por lo
rápido que se acercó, supo que no estaba complacido.
“¿Qué ocurre?” Jungkook murmuró suavemente,
agarrando sus brazos. Levantó su cuerpo sobre el suyo,
permitiéndole equilibrar su peso contra él.
“N-no me siento muy bien”, gimió Taehyung, cerrando
los ojos con fuerza.
“Bueno, entonces te llevaremos a la cama—”
Taehyung vomitó. Todo sobre Jungkook. Un arcoíris salió
de su boca, mientras exhalaba todo el contenido de la poca
comida que comía. Y luego, se derrumbó en sus brazos,
dejando al Rey de pie sobre un montón de vómito, con la
ropa manchada y un hedor horrible.
“Lo juro”, suspiró. “Eres el único que tiene las agallas
para tratarme así”.
Fue lo último que escuchó antes de caer inconsciente.
27. XXVI

LENGUA ARRANCADA
“Su Majestad”, Yoongi comentó con cautela, sosteniendo
un periódico en la mano. No estaba seguro de si este era el
mejor momento para anunciar las buenas noticias, porque
giraba en torno a Su Gracia quien había estado en coma
durante dos semanas.
Jungkook no respondió. Permaneció sentado junto a la
cama, posición que había retomado desde hacía días. Cada
vez que terminaba su papeleo, iba directo a su cama. El
problema había empeorado tanto que llevó toda su carga
de trabajo a su habitación, solo para poder cuidarlo.
“Ve y díselo”, Yoongi le susurró a su hermano menor.
Empujó a Joongki hacia adelante, haciendo que su frágil
gemelo tropezara con sus propios pies.
“¡No, díselo tú!” Joongki gimió, escondiéndose
rápidamente detrás de su hermano. Estaba demasiado
aterrorizado para ir hacia el Rey.
Durante los días que Taehyung no se despertó, el
temperamento del Rey siguió empeorando. Había llegado al
punto en que cada pequeña cosa hacía estallar al Rey. Era
una reacción casi imposible. Incluso cuando el Rey estaba
enojado, se sabía que tenía una sonrisa astuta. Pero ahora,
solo era un hombre gruñón con un temperamento feroz y
demasiado poder en sus manos.
La última vez, un mayordomo cometió el menor de los
errores y el Rey casi le rompe el cuello al pobre hombre.
Los gemelos tuvieron que agarrar al Rey antes de que
sucediera algo.
“Son buenas noticias”, Yoongi gruñó. “Al Rey le gustará.
Quieres ponerte de su lado bueno, ¿no? Ve y cuéntale al
Rey las buenas noticias”.
Joongki hizo un puchero y miró el periódico que hablaba
sobre el acuerdo comercial finalizado entre Wraith y
Kastrem. Todos fueron informados de que fue la brillantez
de Su Gracia lo que hizo prosperar a Wraith. La gente
amaba a Taehyung, y su rara presencia pública solo hizo
que sintieran más curiosidad por él.
Joongki resopló. “Si es una oportunidad tan beneficiosa,
¿por qué no la aprovechas?” susurró con una voz
extremadamente pequeña, con cuidado de no molestar al
león que se abalanzaba sobre él.
La mirada de Joongki se deslizó sigilosamente hacia el
Rey cuyos ojos nunca habían dejado el cuerpo inconsciente
del doncel en la cama.
Jungkook no ha dormido ni comido durante días. Lo
primero estaba bien, pero lo segundo no. Su rostro estaba
demacrado y agotador como si nada en este mundo pudiera
devolverle la alegría. Una nube de tormenta rodó sobre su
rostro, sus labios apretados.
Un golpe abrupto en la puerta hizo que los gemelos se
estremecieran de miedo. Se miraron el uno al otro. Yoongi
empujó el periódico sobre Joongki y señaló hacia el Rey.
“Ve y cuéntale a Su Majestad. Disfrutará la historia,
estoy seguro. Ahora, iré y abriré la puerta”. Yoongi empujó
a Joongki hacia adelante y casi puso los ojos en blanco ante
lo dramático que era su hermano menor.
Joongki contuvo un sollozo. Cruzó el dedo sobre el pecho,
aparentemente enviando una oración al cielo. Parecía un
hombre caminando sobre el puente inestable al infierno.
Yoongi se burló. Sacudió la cabeza y fue hacia la puerta.
Se sorprendió al ver que no era Park Jimin. Últimamente, el
joven había estado acechando el castillo como un fantasma.
Empujó a todos los guardias y exigió ver a Taehyung cada
momento que pudiera. ¿Y sorprendentemente? ¡El Rey lo
permitió!
Al principio, Yoongi no entendió por qué. Pero luego, se
dio cuenta de que el Rey probablemente pensó que Su
Gracia se despertaría con la voz fuerte e irritante de su
mejor amigo. Taehyung no lo hizo.
“Doctor, usted está aquí”, Yoongi dijo. Rápidamente lanzó
una mirada furtiva hacia el inmóvil Jungkook. Joongki
estaba compartiendo la gran noticia, pero el Rey actuó
como si estuviera solo en el castillo.
“Ahora mismo no es el mejor momento, doctor. Su
Majestad está junto a la cama del Rey y se niega a dejar
que alguien se acerque…” Yoongi hizo una pausa cuando
Joongki saltó hacia atrás asustado.
Jeon había enviado una mirada digna de muerte hacia
Joongki. Ni un segundo después, Su Majestad volvió su
atención a Su Gracia. Era como si el Rey pensara que
mirarlo atentamente hiciera que lo despertara.
“Tonterías. Su Gracia está embarazado, debe hacerse sus
chequeos quincenales”, respondió el Doctor con el ceño
fruncido. Sus cejas blancas se juntaron con desaprobación
cuando el Sr. Min no se movió.
Yoongi tragó saliva. Un niño. El Rey estaba embarazado.
Solo se descubrió cuando se desmayó en los brazos de Su
Majestad. Ese día, Jungkook armó un escándalo en el
castillo. Envió órdenes estrictas a todos en el palacio de
que cualquiera que pusiera una mano sobre Su Gracia
perdería la vida. Nadie debía acercarse a Taehyung, nadie
debía tocarlo y nadie debía saber por lo que estaba
pasando.
Yoongi nunca había visto a Jungkook tan asustado y
aterrorizado. Su esposo estaba inerte en sus brazos,
embarazado con vómito por todas partes.
“Discutamos esto en una habitación diferente, doctor”.
Yoongi no podía dejar que se corriera la voz de la
desaprobación de Su Majestad hacia el niño.
“¿Es ese el Doctor, Yoongi?”
La columna vertebral de Yoongi se puso rígida. Se
congeló brevemente, un sudor frío goteaba por su frente.
Se dio la vuelta ante la voz inquietantemente tranquila del
Rey.
Jeon parecía un zombi. Su cabeza se giró con fluidez
hacia la puerta, su mirada angustiada y oscura.
“¡Su Majestad!” El médico dijo rápidamente. Entró en la
habitación, su gran barriga rozó los brazos de Yoongi.
El Doctor Real había trabajado en la familia durante
décadas. Provenía de un linaje prestigioso que siempre
aclamó a los mejores médicos que este país jamás había
visto. Se suponía que se retiraría hace años, pero recibió
demasiado reconocimiento como para querer salir del
centro de atención.
“¡Sí, sí, estoy aquí para el chequeo quincenal de Su
Gracia! Ahora, como saben, dado que él es humano y el
niño que lleva es un vampiro, es posible que tengamos que
cambiar los chequeos mensuales a semanales. Por más
desafortunado que el niño puede que no sea de sangre
pura, el heredero sigue siendo un descendiente de su gran
sangre real, Su Majestad, por lo tanto—”
“Silencio”.
El rey se levantó en toda su estatura.
“¿P-Perdón?” El doctor susurró, temblando en sus
zapatos al ver los ojos fríos como el ártico del Rey. La
temperatura en la habitación bajó, y ni siquiera los vientos
de la Antártida pudieron igualarlo.
Las sombras treparon por las paredes, tragándose las
decoraciones y robando la luz del mundo. De repente, la
habitación se oscureció, mientras las sombras se
deslizaban hacia la ventana.
Joongki dejó escapar un pequeño chillido cuando casi
retrocedió hacia una de las tenues sombras que tocaban la
pared. Podía ver a los demonios del infierno
multiplicándose alrededor del Rey.
El Rey estaba furioso sin retorno. Y nadie podía saber
por qué.
“S-Su Majestad”, dijo el Doctor temblorosamente. “Yo-yo
solo estaba tratando de ayudar. Si-si no llevamos a cabo—”
“¿Hago que te arranquen la lengua y te la den de
comer?” Jungkook gruñó.
Instantáneamente, el Doctor cerró la boca. Dejó escapar
un pequeño grito y cayó de rodillas, inclinando la cabeza
hasta el suelo. Escuchó el sonido acercándose de los
siniestros pasos del Rey.
El Doctor Real comenzó a temblar en su posición. Oh, no.
¿Qué iba a pasar? ¿Qué le iba a hacer el Rey? Dios mío,
Dios mío, tenía una familia por la que vivir. ¡Su vida era
preciosa!
De repente, los pasos del Rey se detuvieron frente al
médico cobarde. Abrió la boca y dijo cuatro palabras que
enloquecieron a todos en la habitación.
“Preparalo para un aborto”.

SU MAJESTAD POR FAVOR


El corazón de los gemelos cayó. Se miraron el uno al
otro, horrorizados por lo que había dicho el Rey. Conocían a
Jungkook desde que tenían memoria, y eso era hace
muchas décadas.
Los gemelos siempre habían pensado que Jungkook
nunca se conformaría con ninguna persona, porque
ninguna de ellas lo entretenía. Los gemelos siempre
pensaron que era porque Jungkook estaba esperando a
alguien que pudiera enseñarle compasión y amor.
“S-Su Majestad”, balbuceó el Doctor con pura
incredulidad. Buscó a tientas sus anteojos, se los quitó y los
limpió con un pañuelo, preguntándose si había oído bien.
“Los abortos son legales en Wraith”, dijo Jeon sin
esfuerzo. Ni siquiera parpadeó. “Lo sé, me aseguré de
ello”.
El Doctor levantó la cabeza y miró boquiabierto al Rey.
Su mente estaba en blanco. El Rey había estado
gobernando a Wraith durante al menos dos generaciones.
Había llegado al punto en que no muchas personas estaban
seguras de la edad del Rey. Y el Rey rara vez celebraba su
cumpleaños, por lo que la gente ni siquiera se acordaba.
Desde que el Doctor podía recordar, no había habido un
heredero en mucho tiempo. Nunca hubo una persona
atrapada en un escándalo con el Rey, ni parecía que el Rey
permitiera que se filtrara ningún rumor.
“S-sí eso es lo que deseas”, tartamudeó finalmente el
Doctor Real. No creía que el Rey pudiera ser tan cruel y
desear tal cosa, especialmente porque esta era una
oportunidad tan rara.
Si el Rey humano fuera a dar a luz, solo solidificaría el
amor del vampiro por él. Sería una victoria para ambos
miembros de la familia real, entonces, ¿Por qué Su
Majestad le pedía hacer tal cosa?
“Prepáralo ahora”, habló Jungkook sin corazón.
“S-sí, haré que las enfermeras obtengan el equipo y—”
“¡No!” Joongki gritó, su voz atravesando la densa
atmósfera. No podía creer que el Rey hiciera tal cosa. ¡No
podía creer que su mejor amigo fuera tan cruel con su
esposo!
Jeon se dio la vuelta, su rostro oscuro y tormentoso. Si
era posible, la habitación se volvió aún más fría y las
sombras en las paredes se precipitaron hacia Joongki.
“L-lo que mi hermano quiso decir”, Yoongi habló
rápidamente, empujando a Joongki detrás de él. “Ese
aborto es una decisión demasiado extrema para tomar. Si
Su Gracia no da su consentimiento…”
“Su Gracia simplemente no puede dar su consentimiento,
¡está en coma por esa cosa!” Jungkook gruñó, señalando
con un dedo acusador al estómago de su esposo. No
necesitaba que le dijeran qué causó su coma.
Ya era difícil para los humanos aparearse con vampiros.
Dar a luz era una historia completamente diferente, y la
mayoría de los humanos tenían que ser convertidos antes
del embarazo. Si se convertían en vampiros a mitad del
embarazo, no se sabía qué podría pasarle a la persona, y
mucho menos al bebé.
El proceso de conversión era difícil, pero aún más para
Taehyung, quien se convertiría en Pura Sangre. El proceso
era largo y requería que se drenara la mayor cantidad de
sangre posible del cuerpo de Taehyung antes de inyectarle
la sangre del Pura Raza. Aun así, nadie puede asegurar que
su cuerpo aceptaría la sustancia no mundana. En el peor de
los casos, su cuerpo se rendiría en ese mismo momento.
“Pero no es justo”, susurró Joongki, con la voz quebrada
hacia el final. Siempre tuvo debilidad por los niños,
especialmente los bebés. Y ahora que la posibilidad de ver
al hijo de su mejor amigo estaba tan cerca… Joongki no
podía arriesgarse.
“Su Gracia debería tener algo que decir en esta
situación”, dijo Joongki. Rara vez desafió a Jungkook,
porque era física y emocionalmente imposible. Nadie
podría jamás desafiar al Rey.
Toda la presencia de Jungkook irradiaba poder. Y solo un
tonto desafiaría a semejante monstruosidad.
“No hay necesidad de preparar el equipo”, le informó
Jungkook al Doctor. Él mismo mataría al niño, con sus
propias manos. “Solo prepara los analgésicos”.
Era casi como si los gemelos supieran lo que iba a pasar.
Jungkook dio un paso adelante y los gemelos corrieron
hacia el doncel. Joongki estaba de pie junto a la cama,
abriendo los brazos, Incluso Yoongi se adelantó, parándose
protectoramente frente a su hermano menor.
“Tiene que haber otra solución, Su Majestad”, Yoongi
habló. “Este niño dentro del Rey será el próximo heredero
de Wraith. Nosotros, como tus súbditos leales, no podemos
quedarnos de brazos cruzados y ver cómo asesinas algo tan
precioso”.
“¡Si fueran mis súbditos leales, se moverían y no estarían
siendo unos estorbos!” Jungkook gruñó, agarrando a su
amigo por el cuello. Sus dedos se clavaron en la garganta
de Yoongi, quien se atragantó y arañó el agarre del Rey.
El mismo Yoongi era un Sangre Pura. Con una mano,
podía acabar con diez hombres a la vez. Pero el Rey era
una entidad diferente por sí mismo.
“Patético.” Jungkook arrojó a su amigo a un lado,
ignorando el ruido sordo de Yoongi chocando contra la
pared.
Yoongi jadeó y tosió sangre. Se limpió con la manga de
su camisa la boca y vio horrorizado cómo Jungkook
alcanzaba a su hermano menor.
“Incluso si tienes que matarme, Jungkook”, desafió
Joongki de repente. “No me moveré. Por mucho que no
apoye a Su Gracia, haré todo lo posible para proteger al
futuro heredero de Wraith. ¡Ese niño tiene tu sangre,
Jungkook! ¡Ese niño es tuyo!”
“Haré que tu muerte sea rápida”, exigió. Vio rojo. Sus
amigos nunca lo traicionaron así. Nunca cruzaron el límite
tan rápido. Su sangre hervía de furia, pero su corazón dolía
demasiado, como si mil cuchillas estuvieran clavadas en él.
Tanta gente lo había abandonado en su vida. Sus padres.
Su madre, que experimentó con él, luego se quitó la vida.
Su padre, que nunca podría vivir sin su esposa. También se
había suicidado. Había pasado la mayor parte de su vida
solo. Comía solo. Se bañaba solo. Creció solo. Siempre solo.
Finalmente, encontró a Taehyung. Finalmente, encontró
lo único que le daba alegría. Él le enseñó la compasión
como lo hizo con el amor. Su dulce era la luz del sol en su
sombrío mundo, la luz al final del túnel y todo lo que él
nunca podría ser.
No podía perderlo. No puede. Finalmente, había alguien
que se quedaría por la eternidad a su lado. Tenía a alguien
a quien podía contarle sus problemas, alguien que sabía
que nunca se iría, alguien con quien podía compartir su
alegría. Había tanto que aún tenían que hacer, tantas cosas
que él no le había dicho.
Jungkook no podía imaginar perder a Taehyung solo
porque el mundo estaba ansioso por un heredero. No podía
permitirse el lujo de perderlo por un hijo.
Por lo tanto, agarró a Joongki por el cuello, sus dedos se
clavaron en la carne fría. “Debería romperte el cuello”,
gruñó mientras giraba la muñeca, pero Yoongi lo derribó de
repente.
“¡Su Majestad, por favor!” Yoongi gritó, sujetando al Rey,
pero fue inútil. Un segundo después, lo arrojaron
bruscamente contra la pared. Los muebles se hicieron
añicos y las pinturas cayeron por el impacto.
El pobre Doctor salió corriendo de la habitación,
temeroso de ser el próximo. Joongki se derrumbó en el
suelo, pero se lanzó hacia adelante y arrojó todo su cuerpo
sobre Jungkook.
“¡Su Gracia se suicidaría!” Joongki gritó, su voz
temblando por la emoción. Nunca había ido contra
Jungkook de esta manera. “Se suicidaría si se enterara lo
que le hiciste sin que él lo supiera, sin su consentimiento”.
“Él nunca lo sabría,” gruñó Jungkook, apartando a su
amigo de él. Los gemelos no pesaban nada para él.
“Simplemente borraré la memoria de todos aquí,
comenzando contigo”.
Jungkook agarró la frente de Joongki, emitiendo sombras
oscuras de la palma de su mano.
“¡Para!” Yoongi exigió, corriendo hacia adelante y
forzando la mano del Rey. “¡Jungkook, no puedes ser tan
irracional, maldito bastardo impetuoso!”
Yoongi empujó a Joongki lejos de Jungkook. Nunca
habían luchado tan duro en sus vidas. Era difícil igualar la
velocidad del Rey. Antes de que se dieran cuenta, Jungkook
estaba al borde de la cama, con la mano sobre el vientre de
su esposo.
“¡Su Majestad!” Yoongi rugió, su voz sacudiendo toda la
habitación.
Pero ya era demasiado tarde. Las sombras que
esperaban en la esquina de la habitación avanzaron,
envolviendo al Rey.
Yoongi observó con horror cómo las sombras se juntaban
en la cama y se precipitaban hacia el estómago del doncel.
Las ventanas se hicieron añicos, el viento aulló, mientras la
oscuridad llenaba la habitación. No pasó mucho tiempo
antes de que se desatara el infierno. Un grito ahogado se
escuchó desde el final de la garganta de Taehyung, sus ojos
se abrieron de golpe, gotas de sangre goteaban de su boca.
Pero ese no fue el final.
Con horror y conmoción, los gemelos vieron cómo
Jungkook fue empujado bruscamente de regreso hacia
atrás. Tropezó con sus propios pies y vio con sorpresa cómo
Taehyung extendía una mano para apartarlo.
¿Un frágil chico humano acaba de empujar al rey
vampiro, como si nada?

LO SIENTO
Los gemelos miraron a Su Gracia despierto con total
incredulidad. Sus ojos se agrandaron cuando se dieron
cuenta de que el doncel debió haber tomado prestado el
poder de su hijo.
Pero, ¿cómo fue eso posible? Su Gracia tenía, como
máximo, cuatro semanas de embarazo. ¿Cómo podría ya
tomar prestados los poderes de su hijo? Era muy raro que
los humanos llevaran brevemente la fuerza de su hijo
vampiro, pero a menudo ocurría cuando el niño estaba un
poco más desarrollado de lo normal.
“Taehyung,” exhaló Jungkook. Instantáneamente, corrió
hacia él, envolviéndolo en un fuerte abrazo. Enterró la cara
en el hueco de su cuello e incluso se puso de rodillas para
estar a la altura de sus ojos. Aspiró su aroma, dulce y floral,
compuesto de todo lo bueno del mundo.
Las manos de Taehyung yacían inertes a su lado. Miró a
la distancia, una expresión en blanco en su rostro. Sus
labios ensangrentados temblaron, porque sabía lo que el
pelinegro intentaba hacer.
“Tosiste tanta sangre”, Jungkook murmuró en voz baja.
Se echó hacia atrás y sacó un pañuelo blanco de su bolsillo.
Él lo frotó suavemente sobre sus labios, la sangre se corrió
ligeramente.
“Estaba tan preocupado por ti, cariño. Nunca me vuelvas
a hacer eso”, susurró. Agarró una de sus manos, fingiendo
por completo que su mirada distante no existía. El menor ni
siquiera lo estaba mirando, a pesar de su tierna mirada
sobre él.
“Has perdido mucho peso” Jungkook besó suavemente la
punta de sus dedos, antes de presionar otro en su mejilla.
Descartó el pañuelo ensangrentado en el suelo, su pálida
barbilla teñida de rosa.
“Ven, te daremos de comer y luego te bañaremos” tomó
su rostro entre las manos y se levantó en toda su altura,
sonriéndole. Su corazón se aceleró cuando el menor
continuó mirando hacia adelante, su expresión
imperturbable.
El pelinegro nunca había pasado por tantas etapas de
duelo y dolor. Pero todo se apoderó de él cuando pensó que
lo iba a perder. El extraño pinchazo de su pecho, el dolor de
su corazón y la falta de apetito. El sentimiento de pérdida
era extraño, y no quería volver a experimentarlo nunca
más.
“Una papilla nutritiva te hará bien—”
“Intentaste matar a nuestro hijo”.
Jeon se quedó helado. Luego, rompió en una risa suave,
sus dedos acariciando suavemente el costado de su cabeza.
“Oh, cariño, mataría cualquier cosa que se interponga en
mi camino hacia ti”.
La sangre abandonó el rostro de Taehyung. Apartó sus
manos de un empujón y se arrastró hacia atrás, alejándose
de él. Lo vio dejar caer las manos lentamente, una
expresión inquietantemente tranquila en su rostro. Incluso
los gemelos parados en la esquina de la habitación no
esperaban una confesión psicópata como esa.
Al hacer contacto visual con él, Yoongi empujó a Joongki
hacia adelante. Joongki saltó, pero a regañadientes siguió a
su hermano fuera de la habitación, para darles privacidad y
espacio.
“Fuera”, le dijo Taehyung a Jungkook. Abrazó su cuerpo
tembloroso. Ignoró la expresión de decepción en el rostro
del pelinegro. Sin embargo, éste no se movió.
Jungkook se acercó a la cama, apoyó una rodilla en el
borde y se inclinó hacia él. Taehyung dejó escapar un grito
y rápidamente comenzó a alejarse de él. Cuanto más se
acercaba, más corría. De repente, el mayor estiró una
mano y lo agarró de la muñeca antes de que se cayera por
completo de la cama.
“No necesitamos un hijo, Taehyung”. La sonrisa de
Jungkook se mantuvo paciente y comprensiva. Él agarró
sus dos brazos y besó tiernamente la parte superior de su
cabeza.
“Solo te necesito a ti, cariño” lo abrazó cariñosamente,
una mano presionando la parte posterior de su cabeza
contra su pecho y la otra envolviendo su cintura. Lo sintió
temblar en sus brazos, pero no le importó.
Esta pesadilla terminaría pronto. Él podría simplemente
borrar sus recuerdos del incidente, distorsionar su
perspectiva de este mundo. Estaba bien. Podrían empezar
todo de nuevo. Fingiría que nada fuera de lo común
sucedió. Se llevará los secretos de este momento a la
tumba.
Los pecados tortuosos de Su Majestad, Jungkook, nunca
resurgirían a la luz si pudiera evitarlo. Por lo tanto, su
mano detrás de su cabeza comenzó a brillar, la magia ya
estaba ocurriendo.
“Un latido del corazón…”
El pelinegro se congeló. No se dio cuenta de que la oreja
ajena estaba presionada directamente contra su pecho. Él
apretó los labios y fingió no escuchar sus palabras.
Presionó sus dedos sobre su cuero cabelludo. Rápidamente,
el menor agarró su muñeca y lo miró con frialdad.
“Este niño también es tuyo”, dijo Taehyung con voz
desconsolada. “Hiciste este niño conmigo. ¿Cómo puedes
hacer esto?”
No podía creer al hombre del que se había enamorado
tan profundamente. No era a él a quien temía, sino al
ascenso de su locura. ¿Cómo podía ser tan despiadado? Si
lo amara, también habría amado al niño.
“Solo te necesito a ti, Taehyung”, repitió. Él se apartó de
su agarre, pero el rubio se aferró a su muñeca con más
fuerza.
“Nuestro bebé todavía está vivo”, murmuró Taehyung
débilmente. “En solo cuatro semanas, ya hay un latido en
su corazón, como el de tu pecho y el mío”.
“No necesitamos un hijo en este momento. Solo te he
tenido durante unos meses”, dijo Jungkook con calma.
Trató de desenredar su mano de su muñeca, pero éste
agarró su camisa al azar.
“Y solo me tendrás por unos meses si matas lo que es
nuestro”, respondió Taehyung.
El pelinegro dejó escapar una risa suave. Bajó sus labios
sobre la parte superior de su cabeza, abrazándolo de
nuevo. Qué esposo tan tonto tenía… ¿Éste no pensó que
podría matar al niño mientras dormían? Borraría sus
recuerdos y fingiría que nunca pasó nada. Los gemelos no
se atreverían a pronunciar una sola palabra. Él
simplemente asesinaría al Doctor Real también.
Nadie lo sabría nunca.
“Sé lo que está en tu mente sádica”, susurró Taehyung.
“Harás que aborte a la fuerza a nuestro hijo, borrarás mis
recuerdos y actuarás como si no hubiera un embarazo en
primer lugar. Pero ninguna cantidad de magia podrá borrar
el vacío de mi matriz”.
“Tú no sabes eso. Pronto, todo esto terminará. Estarás
bien, te lo prometo. Ni siquiera te dolerá”.
Jungkook le suplicó en silencio. Él agarró sus dos manos
y llevó una a sus labios. Besó la parte superior de su mano,
sus palmas y luego su delgada muñeca. Podía sentir el
pulso débil en su muñeca, apretó su agarre por la ira. Ese
maldito hijo suyo estaba tratando de matar al padre antes
de que se desarrollara adecuadamente. Él no lo permitiría.
Él nunca lo toleraría.
“Quiero quedarme con nuestro bebé”, habló el menor.
“Taehyung—”
“Tú mismo lo dijiste”, argumentó Taehyung sin
expresión. “Puedes decirme mil ‘no’, pero siempre podré
exprimirte un ’sí’. Entonces, demuéstrame que me darás lo
que quiero”.
Al menor le pincho el corazón al ver la expresión ajena
de puro dolor. Nunca había visto una mueca en su rostro, ni
el temblor de su mirada, ni la leve humedad en sus ojos. El
pelinegro también estaba pasando por dificultades, pero no
por un niño. El doncel lo sabía.
“¡Estoy aterrorizado de perderte, Taehyung!” Jungkook
le gritó, de repente tirando de él hacia sí. “¡¿Cómo es que
no entiendes eso?!”
“Me perderás de una forma u otra si este bebé se va”.
“Cariño—”
“Me quitaré la vida si tomas lo que es mío”, susurró. Las
lágrimas caían por sus mejillas, caliente y enojado porque
él se atrevió a tomar esta decisión sin su permiso. ¿Cómo
podía intentar matar al niño cuando estaba en coma?
¿Cómo podía prometerle no lastimarlo, pero si romper su
corazón en mil pedazos?
“Por favor”, el pelinegro se exasperó, presionando su
frente contra la ajena. Cerró los ojos y lo abrazó con
desesperación. “Por favor no hagas esto.”
“No me hagas esto, no me dejes así. No quiero solo otros
nueve meses contigo, quiero una eternidad contigo, cariño.
Por favor, no te arruines por algo tan tonto”, suplicó por
primera vez en su vida, su voz queriendo quebrarse.
Jungkook sintió como si le abrieran el pecho. La idea de
separarse de él fue suficiente para humedecer sus ojos.
Solo había pasado unos meses con él. No podía imaginar
pasar el resto de su vida sin su esposo. No podía imaginar
perderlo por algo que podría haber evitado.
“Lo siento”, murmuró Taehyung. Levantó una mano y
ahuecó un lado de su cara, su pulgar rozó su suave piel.
“Pero esta es una súplica que nunca podré escuchar”.

ES MI CULPA
Frustrado por sus palabras y por lo egoísta que el menor
estaba siendo, Jeon se apartó de él. ¿No aceptara ninguna
cantidad de súplicas y razones? ¿Ninguna cantidad de
motivos hará que cambie de opinión?
¿Cómo podía permanecer tan terco cuando se trataba de
su vida? ¿Cómo podría pretender que no morirá al final de
estos nueve meses?
“¡Morirás!” Jungkook le gritó, toda su ira reprimida
saliendo a la superficie. Era muy consciente de que estaba
pasando por las siete etapas del duelo en este momento,
pero sabía dentro de sí mismo que nunca llegaría a la parte
de la aceptación.
“Este niño te comerá de adentro hacia afuera. Consumirá
tu sangre, tu carne y tu útero hasta que no quede nada de
ti. Una vez que estés muerto por empujarlo, saldrá de ti
como un monstruo!” lo agarró por los hombros y lo sacudió,
esperando que entendiera.
“¡No es un bebé lo que hay dentro de ti, sino un
monstruo sediento de sangre que no dudará en matar a su
propio padre! ¿Crees que me encargaré de esa cosa si te
mata? No, le romperé el cuello y lo asesinaré por hacerte
tal cosa, Taehyung. ¡Cómo no puedes entender eso en tu
duro cráneo! rugió, su voz sacudiendo las paredes.
El pelinegro había visto a hombres adultos caer de
rodillas al ver su furia. Las ventanas rotas se
resquebrajaron aún más, el vidrio cubrió el piso, los vientos
entraron a toda velocidad en la habitación, arruinando este
lugar aún más. Las sombras surgieron en las cuatro
esquinas de la cama, listas para matar.
“Tú no sabes eso”, habló Taehyung con calma, ante su
ira. Ni siquiera se inmutó por su temperamento. “Ha
habido un caso en el que un humano y un purasangre
concibieron un niño—”
“¡Eso está en el pasado, y no hay registros de esa
abominación!” gruñó. Sabía a quienes se refería. Fueron
los fundadores de Wraith.
Taehyung usaba el mismo anillo que ese humano. Nadie
sabía qué pasó con la Reina humana, o el niño.
“Pero deberías saberlo”, el mayor siseó. “Tantas
personas humanas que dan a luz a vampiros a menudo
mueren en una hora. ¿De dónde crees que viene la pérdida
de sangre? ¿Complicaciones en el parto? Por supuesto que
no. ¡Es el niño vampiro chupando a su propio padre o
madre antes arrastrarse fuera del útero!”
Apretó los dientes. Él lo estaba protegiendo. ¿Por qué su
esposo no podía entender eso?
“Eres joven, Taehyung. Tenemos tantos años por delante,
tantos años para compartir antes de establecernos para
tener un hijo. ¿Está tan mal pedir otras dos décadas
contigo? ¿Está tan mal no querer tener un heredero?”
Los ojos del doncel se humedecieron aún más. Nunca fue
un llorón, pero de repente se emocionó. Sus ojos eran
oscuros y crueles, su boca escupía veneno en sus oídos. Ni
siquiera veía a su hijo como un vampiro. Llamó a su bebé
un monstruo, un “eso”. Y ahora, él no le estaba dando una
opción.
“Cuando consumamos nuestro matrimonio, ¿no dijiste
que plantarías un heredero dentro de mí? ¿Cómo puedes
ser así ahora que finalmente te di lo que querías?”
Taehyung susurró.
Taehyung se inclinó hacia adelante, esperando que el
pelinegro encontrara la razón dentro de sí mismo. “Hay
tantas personas humanas que sobreviven al parto, sin
complicaciones. Hoy en día adornan nuestras calles, con su
hijo vampiro, riendo y corriendo. Hay tantos mestizos”.
“Taehyung—”
“Por favor dame esta única cosa, Jungkook” lo agarró de
la camisa y lo acercó a él.
Taehyung no pensó que tendría que rogarle que tuviera
un hijo. Que mal de su parte hacerle tal cosa. ¿Estaba mal
querer proteger una vida la cual estaba por nacer?
“Por favor, dime el ’sí’ que juraste que puedo exprimir de
tus labios. Por favor, no me trates así, no trates a nuestro
hijo así. Por favor, no lastimes lo que aprecio tanto”, gimió.
Taehyung enterró su rostro contra su cuerpo, sintiendo
el aroma masculino que desprendía y el ascenso de su
pecho mientras él respiraba profundamente.
“Ya amo a nuestra descendencia”, sollozó Taehyung
mientras lo abrazaba con fuerza.
“Jungkook, amo a nuestro hijo antes de conocerlo, antes
de sentir sus patadas, antes de escuchar los latidos de su
corazón tanto como te amo a ti, a pesar de lo despiadado
que eras. Te amé antes de escuchar tu confesión, antes de
comprender tu naturaleza, antes de los latidos de tu
corazón. ¿No puedes hacer lo mismo?”
El pelinegro suspiró ruidosamente. Nunca podría ganar
contra el menor, ¿verdad? Nunca podría mirar esos ojos
verdes, grandes y temblorosos de él y decirle ‘no’. Ni
siquiera cuando podría costarle la vida. Cerró los ojos con
fuerza y lo apartó.
“No voy a razonar contigo”, soltó fríamente Jungkook.
“Especialmente cuando no estás en el estado mental
adecuado. Sé que es el niño el que te influye para que digas
estas cosas. Sus poderes ya se han desarrollado lo
suficiente como para distorsionar tu perspectiva”.
“Jungkook—”
“Te enviaré tu comida. Debes comer hasta la última
migaja, o que Dios me ayude, te obligaré a que te lo
tragues”.
“Jungkook—”
“Adiós” lo apartó de él y salió de la cama. Fue hacia la
puerta, abriéndola, pero no escuchó el repiqueteo de sus
pasos salvajes. El menor lo persiguió, envolviendo
fuertemente sus brazos alrededor de su cuerpo.
“¡Taehyung!” Jungkook gritó, girando para alejarlo de él.
Si su esposo no quería la salida sin dolor. Solo tendría que
usar la fuerza y llevarlo de vuelta a la cama.
“No me hagas esto, Jungkook. ¡No me hagas daño
irreparable, no me arruines así!” Taehyung le gritó,
mirándolo, solo para ver el rostro de un extraño.
“Por favor, no me hagas esto”, suplicó.
Taehyung exhaló un suspiro tembloroso y casi se
desmaya en el acto. Sus rodillas cedieron, su cabeza
mareada por correr sin comida en su estómago. Pero
Jungkook no lo atrapó. En cambio, éste permaneció de pie,
observando cómo se arrodillaba.
“¿No puedes ver lo que este bebé te está haciendo?”
Jungkook preguntó con dureza. “¡¿No te das cuenta de que
ya te está haciendo daño?!”
Taehyung negó con la cabeza. Lo miró fijamente,
lágrimas de ira brotaban de sus ojos. Le dolía tanto el
pecho que se sentía como si le pincharan mil agujas.
Taehyung susurró: “Nuestro bebé nunca me lastimará
tanto como me lo has hecho hoy. Pisoteaste mis
sentimientos, pisoteaste mi corazón y arruinaste mi amor
por ti”.
El pelinegro se puso de rodillas. Él lo agarró
bruscamente de la barbilla, tirando hacia adelante. “Confía
en mí querido, el dolor de la negativa que te doy hoy será
una pequeña gota en el océano en comparación con los
horrores que experimentarás dentro de estos nueve
meses”.
Taehyung lo fulminó con la mirada. Empujó su mano
lejos, pero él agarró su barbilla con más fuerza.
“Vas a comer la comida, ¿está claro?” demandó
suavemente.
“¿Por qué?” respondió Taehyung. “¡Para que puedas
alimentarme lentamente con medicina abortiva!”
“¡Maldita sea, Taehyung!” gritó, apartando su mano.
“¡¿Tienes que ser tan terco?!”
“¡¿Tienes que ser tan egoísta?!” Refutó de vuelta.
“¡Haces que parezca que es mi culpa por estar
embarazado, mi culpa por enamorarme de ti, mi culpa por
hacer el amor!”
El corazón de piedra del pelinegro se suavizó un poco.
“Cariño, sabes que no me refiero a eso”.
“No, lo haces,” argumentó Taehyung, empujándolo lejos
de él. “Se necesitan dos para hacer un niño. No olvides las
rondas que hacemos en el dormitorio, no olvides que fuiste
tú quien entró en mí, no te atrevas a olvidar que eres tú
quien juró que tendría un heredero dentro de mí!”
Jungkook estaba atormentado por sus propias palabras.
Lo había dicho sin darse cuenta de lo aterrador que sería el
embarazo de un vampiro en un humano.
Lo había dicho porque lo amaba tanto que quería una
parte de su esposo corriendo por el castillo. Pero viendo
que el maldito bebé le dio a Taehyung un coma de dos
semanas, ya no podía soportar la idea de que estuviera
embarazado.
Ya no podía imaginar una versión diminuta de Taehyung
corriendo por los pasillos, corriendo detrás de sus largas
piernas.
“Lo siento”, murmuró Jungkook. Fue lo último que dijo
antes de ponerse de pie. Ni siquiera pudo mirarlo antes de
abrir las puertas y cerrarlas de golpe.
Taehyung cerró los ojos y lloró en silencio. Se abrazó el
estómago con fuerza y dejó escapar un grito irritado. El
sonido era extraño para sus oídos, estrangulado y
desesperado.
“Lo siento”, le susurró a su hijo. “Lo siento mucho”.

CHISMES SOBRE SU GRACIA


Taehyung fue trasladado a una nueva habitación. Bueno,
en particular, lo enviaron de regreso a su antigua
habitación, la que estaba justo al lado de la de Jungkook.
Parecía que en su rabia, cuando él estaba dormido en
coma, la habitación había sido destruida. No dijo nada
cuando las sirvientas metieron la comida, cuando le
preguntaron si estaba demasiado caliente o fría, o cuando
le preguntaron por qué no tocó la comida.
Taehyung siguió mirando por la ventana, hasta que sus
ojos prácticamente ardían por mirar una cosa durante tanto
tiempo.
Se sintió entumecido y vacío por dentro, su corazón
sangrando en el suelo. Cuando no tocó la comida, las
criadas se fueron con los platos fríos y luego regresaron
con otra fuente de comida recién cocinada y calentada.
“Por favor, Su Gracia, debe comer un bocado”, rogó
Jenny junto a la cama del Rey. Estaba de rodillas, con cara
de preocupación.
Jenny estaba tan feliz cuando escuchó que Su Gracia se
había despertado de su coma repentino. Les dijeron a los
sirvientes y al público que se había esforzado demasiado
para asegurar el trato comercial con Kastrem. Todos lo
amaban por eso, sin darse cuenta de la verdad detrás del
coma del Rey.
“¿Al menos un pequeño bocado, Su Gracia?” Jenny
suplicó, ofreciendole el plato de sándwiches. Escuchó que
el Rey le pedía con frecuencia a su secretaria, Solar, que
preparara este sándwich como refrigerio.
Jane apretó los labios al notar la falta de movimientos del
Rey. “Los chefs están trabajando duro abajo, listos para
preparar un nuevo conjunto de comidas en caso de que no
coma está, Su Gracia”.
El Rey siguió mirando por la ventana, con una mirada
lejana en su rostro. Parecía estar perdido en sus
pensamientos, su cuerpo físicamente en la Tierra, pero su
cerebro en el Espacio.
Al ver la falta de respuestas, Jane bajó la mirada y tocó el
hombro de Jenny. “Entonces nos disculpamos, Su Gracia”.
Jenny colocó el sándwich en la mesita de noche y miró la
bandeja del desayuno sobre la cama. Ya había comida
colocada frente al Rey. Había un tazón de frutas, gachas
nutritivas, sopa de pollo con fideos y todo lo que calmara el
estómago.
Jane y Jenny salieron silenciosamente de la habitación,
sabiendo que pronto tendrían que bajar las escaleras y
tomar el nuevo juego de comida. Una vez que cerraron las
puertas detrás de ellas y continuaron su recorrido a las
escaleras, finalmente comenzaron a hablar solas.
“¿Qué crees que le pasó a Su Gracia?” Jenny le susurró a
su hermana menor.
Jane siguió caminando, con una expresión estoica y
severa en su rostro. No podía entender qué ponía al Rey de
tan mal humor, especialmente después de despertarse.
“No lo sé, Jenny”.
“¿Crees que Su Majestad y Su Gracia discutieron
después de que él se despertó?” preguntó Jenny, mirando a
izquierda y derecha para asegurarse de que nadie
escuchara su curiosa discusión.
“No lo sé”, repitió. “Pero es mejor no chismear sobre la
situación de Su Gracia. Él nos trata bien, y eso es todo lo
que importa”.
Jenny apretó los labios. Todos en este castillo trataban
bien a los sirvientes, incluso a la cabeza de las criadas. Era
el resultado del trato justo del Rey hacia ellos lo que
inspiró a todos los niveles de la jerarquía a ser así. Pero los
otros aristócratas visitantes de los castillos no son así. Solo
los trabajadores del castillo son amables.
Jenny dejó escapar un pequeño suspiro. “Tal vez solo lo
estoy pensando demasiado. ¿Ves la forma en que Su
Majestad mira a nuestro Rey? Nunca había visto tanto
amor y adoración en sus ojos. Él sonríe genuinamente para
su esposo”.
Jane hizo una pausa por un breve segundo, antes de
finalmente sonreír un poco. “Sí. Su mirada endurecida solo
se suaviza para él. He visto en más de una ocasión la forma
en que lo toca, como si tuviera cuidado de no lastimarlo”.
“Bueno, él es humano”, dijo Jenny. “Y los humanos son
frágiles”.
“No Su Gracia, sin embargo. Su Gracia parece una
persona fuerte. Hoy es solo un pequeño bache en el
camino”.
Jenny asintió lentamente con la cabeza en acuerdo. Su
hermana menor tenía razón. Su Gracia debe ser fuerte si
puede manejar al rey. Un cómodo silencio cayó sobre ellas
mientras se dirigían a la cocina para tomar la nueva
comida.
A pesar de las amenazas de Jungkook, él no vino.
Rápidamente se corrió la voz en el castillo de que Su
Gracia no tenía apetito, pero eso era bastante normal.
Muchos sirvientes sabían cuán aleatorio era su patrón de
alimentación. A veces comía mucho, a veces no comía nada.
Durante la semana siguiente, Taehyung siguió tomando
sólo un bocado o un sorbo de sopa. Siempre era cuando las
criadas se habían ido. Ni un segundo después, corría hacia
el baño, vomitando el pequeño contenido en su estómago.
Cada noche, sus ojos se llenaban de lágrimas. Cada vez,
se consolaba a sí mismo para dormir. Y todas las mañanas,
tenía náuseas matutinas. Era horrible. No podía retener la
comida, no podía cuidarse adecuadamente, ni siquiera
podía acostarse cómodamente.
“Está bien”, susurró para sí mismo, apoyando una mano
sobre su estómago. Lo acarició con cariño, sintiendo un
ligero bulto, pero tal vez era solo su imaginación.
Taehyung escuchó que los vampiros se desarrollaban
más rápido que los humanos, pero no lo sabía con
exactitud. No enviaron médicos a revisarlo. Era como si
Jungkook lo hubiera descartado por completo. El mayor
nunca aparecía ni una vez a la semana, incluso después de
recibir la noticia de que él no comía.
Sorprendentemente, los gemelos venían una vez al día
para comprobar su estado. A veces era Yoongi
preguntándole con torpeza si estaba bien, o era un Joongki
sonrojado que no sabía cómo conversar con él. Sin
embargo, las criadas siempre abundaban. Había personas
para atender todas sus necesidades, excepto su corazón.
“Su Gracia”, dijo Solar preocupada. “¿Cómo se siente
hoy?”
“Estoy bien”, murmuró vagamente.
“¿Q-qué tal una exhibición pública hoy?” preguntó Solar,
justo cuando Evelyn se adelantó.
“Han pasado tres semanas desde la última vez que el
público lo vio, y están cada vez más preocupados.
Escucharon que se despertó hace una semana, pero su falta
de presencia preocupa a la gente. ¿Qué tal un saludo
rápido en el gran balcón del palacio?”
Taehyung apretó los labios. Por mucho que le encantaría
ver a sus ciudadanos, temía desmayarse por el ruido y la
multitud. “N-no, está bien”.
“Hm, ¿tal vez un video rápido en vivo para la televisión?
Solo para mostrarle al país que goza de buena salud y que
no hay nada de qué preocuparse”, ofreció Evelyn. “Puede
ser desde la comodidad del salón más grande del castillo.
Después de eso, podemos regresar a su dormitorio”.
Taehyung debatió la idea. Después de un segundo,
asintió con la cabeza. No quería preocupar a su gente, ni
hacer que los otros países pensaran que algo estaba
pasando internamente en Wraith. El video sería beneficioso
para todos.
“Está bien, me bañaré y me vestiré”. Se deslizó fuera de
la cama, pero la acción repentina lo mareó. Él se atragantó,
su cuerpo tambaleándose hacia adelante.
“¡Su gracia!” Solar jadeó, corriendo rápidamente al lado
del Rey. Hubo rumores de que el Rey no podía soportar la
comida y tenía mal apetito… ¿Podría ser?
“Lo siento, el rápido impulso me dio náuseas”, mintió
Taehyung.
No quería que la gente se enterara todavía del embarazo.
Si lo hicieran, lo felicitarían y eso solo presionaría a
Jungkook para que aceptara al bebé. Quería que él lo
aceptara en sus propios términos, sin influencia externa.
“¿Está seguro?” preguntó Evelyn. Le preocupaba si el
Rey vomitaría o no en la televisión en vivo. Se vería mal.
“S-sí, estoy bien”, susurró. Salió cojeando de la cama,
con el rostro pálido y enfermizo.
“¿Qué tal si le conseguimos una comida primero, Su
Gracia?” Evelyn estaba empezando a debatir la idea de
posponer la proyección en vivo. El Rey parecía que se iba a
desmayar en cualquier momento.
“No, no tengo hambre” Taehyung enderezó la espalda y
se estremeció ante el cansancio que sentía. Había estado
en la cama durante semanas, pero todavía no podía reunir
mucha energía.
Ni siquiera podía pedir libros sobre el embarazo, o
despertaría sospechas. Pero investigó mucho en su
teléfono. Decía que un humano embarazado estaría más
cómodo y saludable si su pareja vampiro lo tratara bien y
estuviera presente. Algo sobre que la pareja vampiro logra
calmar los nervios del padre y el niño…
Taehyung no lo sabía con claridad.
“Quizás nos pongamos una capa más gruesa de
maquillaje hoy”, bromeó débilmente Taehyung en un
intento de animar el ambiente.
Solar forzó una risa suave. “¿Qué tal un pequeño bocado
de un sándwich, Su Gracia?”
Taehyung vaciló un poco. El bebé necesitaba comer…
“Muy bien, por favor prepara un sándwich”.
Solar y Evelyn rápidamente se animaron con sus
palabras. Solar asintió rápidamente con la cabeza. “¡Su
Gracia, le traeré el sándwich ahora!”
Rápidamente hizo una reverencia y salió corriendo de la
habitación, ansiosa por alimentar al Rey.
Taehyung sonrió ante el entusiasmo de su secretaria. No
había necesidad de castigar a los sirvientes con su
melancolía cuando lo único que han hecho es tratarlo bien
y preocuparse por su salud.
“Tómese su tiempo con el baño, Su Gracia”, dijo Evelyn
con orgullo. “Prepararé la ropa para usted”.
Taehyung vaciló. ¡Sus armas! “N-no es necesario, Evelyn.
Por favor, prepara las cámaras, bajaré muy pronto”.
Evelyn no se inmutó. Escuchó que al Rey le gustaba
bañarse y vestirse solo. Pero ella sospechaba un poco…
¿por qué no podía elegir los atuendos del Rey? ¿Había algo
escondido en el armario?
“Como desee, Su Gracia. Prepararé las cámaras”, dijo
Evelyn vacilante. Tal vez podría preguntarle a uno de los
sirvientes que limpian la habitación con frecuencia. Tal vez
hayan encontrado algo interesante en el armario.
“Disfrute su baño entonces, Su Gracia”.

ACEITE DE LAVANDA
Taehyung se metió en la bañera en silencio, una pierna a
la vez, con cuidado de no resbalar con nada. Se recostó en
el agua tibia, su cuerpo se relajó instantáneamente. No se
dio cuenta de que le dolían los músculos hasta que el
eucalipto y el aceite de lavanda hicieron su efecto.
Dejó escapar un pequeño y agradable suspiro y cerró los
ojos. Inclinando la cabeza hacia atrás sobre la toalla
colocada sobre la bañera, trató de sumergirse en la
tranquilidad de la habitación. El agua chapoteó
ligeramente, mientras la paz se apoderaba de él.
Había pasado un tiempo desde que pudo cerrar los ojos
cómodamente, sin preocuparse por vomitar o sentir aún
más náuseas cuando se acostaba. Desafortunadamente,
había olvidado cuán grande era la bañera y cuán menudo
era él.
Antes de que se diera cuenta, comenzó a quedarse
dormido lentamente, arrullado por el agua tibia, el
relajante aroma de eucalipto y el calmante aceite de
lavanda. Ni siquiera se dio cuenta cuando su cuerpo
comenzó a deslizarse hasta que su cabeza estuvo apunto de
sumergirse.
“¡Maldita sea!”
Taehyung dio un respingo al oír que la puerta del baño se
abría con fuerza. De repente, una mano agarró la parte
superior de sus brazos y lo sacó de la bañera. Él gritó en
protesta, sin esperar el rudo despertar.
“¡¿Estás loco?!” Jungkook le rugió, arrodillándose para
encontrarse con su mirada. Lo envolvió rápidamente con
una toalla. El menor se vio obligado a sentarse en el borde
de la bañera, mientras él lo sacudía. “¿En qué estabas
pensando? ¿Estabas tratando de suicidarte?”
Taehyung se sobresaltó por su voz atronadora, la pura ira
y la angustia escondidas en él. No entendía cómo el
pelinegro podía estar tan enojado y al mismo tiempo tan
herido.
“Solo quería tomar un baño”, susurró. “Y-yo no estaba
tratando de suicidarme”.
Jeon exhaló con pesadez, sus ojos asustados por el
pánico, su corazón acelerado en su pecho. Había escuchado
informes sorprendentes de Su Gracia preparándose para la
televisión en vivo. Él irrumpió aquí, listo para obligarlo a
descansar más en cama, pero encontró su dormitorio vacío.
Había escuchado el chapoteo del agua, y cuando vio su
cabeza sumergirse bajo el agua, casi lo pierde.
“No más baños”, jadeó. Él lo levantó con fuerza y lo
abrazó, presionando su cabeza contra su hombro. “Es muy
peligroso.”
Taehyung no pudo encontrar en sí mismo responderle.
Sus ojos simplemente se pusieron en blanco y se quedó
inerte en sus brazos.
Jungkook observó a Taehyung con una expresión irónica.
Se había desmayado de nuevo. La maldita bestia en su
útero estaba absorbiendo toda su energía. Incluso si él le
dijera esta verdad, su esposo no le creería. Apretó los
dientes y fulminó con la mirada su rostro dormido. El
menor estaba en evidente dolor e incomodidad.
Taehyung dio vueltas y vueltas, gimiendo en sueños.
Tenía los ojos fuertemente cerrados, su respiración
demacrada y desesperada.
Cada noche, durante la última semana, Jungkook lo había
visto sufrir una y otra vez. Estaba esperando el momento
en que él se despertara y le dijera que ya no quería al niño.
Pronto, la falta de sueño lo arruinaría. Tantas náuseas
matutinas, tantos terrores nocturnos… ¿Cuándo se dará
por vencido?
“Jungkook…” lloraba en sueños, las lágrimas se
deslizaban por sus ojos y humedecían las almohadas.
El pelinegro no se movía. Simplemente se paraba al lado
de la cama, su sombra se cernía sobre su cuerpo. Su esposo
solía sonreír en sueños, tan pacífico y tranquilo. Él lo
abrazaría cerca, envolviendo su cuerpo ardiente en una
frialdad helada. El menor se deslizaba cerca de él y dejaba
escapar pequeños suspiros de alivio por su presencia.
Ahora, Taehyung estaba sudando, tirando de su camisón
y pateando las mantas. Ni siquiera podía dormir bien, y
mucho menos digerir su comida. Este persistente esposo
suyo todavía quería albergar a ese monstruo.
“Kook…”
Jungkook sintió una puñalada en el pecho. Dejó escapar
un suspiro cansado, deseando que le quitara el peso de los
hombros. Con gran desgana, se agachó y le secó las
lágrimas. Su mirada se suavizó cuando se le escaparon
más.
“Querías al niño, así que sufrirás las consecuencias”,
soltó. A pesar de eso, tomó un lado de su cara. Usando su
pulgar, acarició suavemente sus mejillas y secó más
lágrimas.
Pronto, Jungkook estaba de nuevo arrodillado junto a la
cama, bajándose al suelo solo para él. Jeon nunca había
hecho esto. Sus rodillas nunca tocaron el suelo antes.
Nunca había suplicado tanto por algo y no conseguirlo. De
hecho, nunca suplicó nada en absoluto. Siempre conseguía
lo que quería.
Entonces, ¿por qué su esposo no podía hacer lo mismo?
¿Por qué Taehyung no podía darle lo que él deseaba tan
desesperadamente?
“Idiota”, murmuró Jungkook.
Agravado por las decisiones del menor, se levantó. Se
apartó de la cama, pero de repente él agarró su mano y
cambió de posición. Se puso rígido, sus pupilas se
dilataron. Taehyung estaba abrazando su mano con dos
propias, presionandolo contra su cuerpo.
Jungkook frunció el ceño profundamente. Cuando su
esposo reaccionaba así, ¿cómo podría irse? Soltando un
profundo suspiro, se sentó al borde de la cama. Con su
mano libre, apartó el cabello rubio de su rostro, revelando
sus mejillas suaves y cremosas.
“¿Cuándo aprenderás?” murmuró. Le acarició la cara,
observando cómo sus rígidos hombros se relajaban
lentamente. Su ceño empezaba a suavizarse y ya no
luchaba por el dolor.
“¿Cuándo aprenderás que siempre sé lo que es mejor
para ti?” preguntó. Él movió su cabello detrás de sus orejas
y despejó su cuello para que su piel sudorosa pudiera ser
acariciada por el viento fresco.
Taehyung dejó escapar un pequeño suspiro de alivio,
acercándose aún más a él. Jungkook sintió un tirón en el
corazón, una emoción que solo sentía con él. El menor
estaba abrazando su mano como lo haría con un osito de
peluche. Lo volvía loco. Todo lo que quería hacer era
besarlo y abrazarlo, pero no podía. Estaba en agonía por lo
que Taehyung le había hecho.
Este niño iba a matarlo, y el menor lo iba a permitir.
Kim Taehyung de Jeon debe haber perdido la cabeza para
tomar tal decisión. Jungkook estaba seguro de ello. Aun así,
amaba a su lunático. Se inclinó y besó suavemente su
frente, calmando sus cejas tensas y arrugadas. No pasó
mucho tiempo para que todo su cuerpo se relajara y cayera
en un sueño pacífico.
“Odio lo mucho que te amo”, confesó Jungkook. Llevó la
manta hasta la parte superior de su brazo, porque el rubio
estaba acostada de lado y hacía todo lo que podía para
mantenerlo a su lado.
“Pero adoro lo mucho que me amas” le acarició la parte
posterior de la cabeza, su corazón se volvió loco cuando
Taehyung sonrió lentamente mientras dormía. Su
inquietante pesadilla se estaba convirtiendo en un sueño
dichoso.
El pelinegro se puso de pie. “Y sé que amas lo poco que
te odio”, concluyó.
Dejó escapar un pequeño suspiro. No podía soportarlo
más. Habían pasado semanas desde la última vez que se
posó en sus brazos. Semanas desde que su esposo lo
abrazó, el rostro ajeno enterrado en su hombro, su nariz en
su cuello. Apartó las mantas y se unió a él en la cama.
Instantáneamente, el menor se deslizó hacia él, atraído
por la frialdad de su toque sobre su piel ardiente.
“Solo por esta vez”, se prometió Jungkook a sí mismo.
Sólo esta noche, se uniría a él. Después de eso, se
mantendría alejado, para demostrarle que nunca toleraría
este embarazo. Cuando saliera el sol, se habría ido. Y
cuando saliera la luna, volvería.
O eso había creído Jungkook.
28. XXVII

SE SENTIRÁ BIEN
“¡Suéltame, bruto!” espetó Park Jimin, apartando las
manos del ceño fruncido de Yoongi. Estaba irritado de que
alguien como él le pusiera las manos encima sin permiso.
¡La caballería debe estar revolcándose en su tumba!
“¡Ya te lo dije muchas veces, no puedes traspasar donde
quieras!” Yoongi gruñó, igualmente molesto como él. Ahora
que el Rey le había dado rienda suelta a Jimin para entrar
al castillo, los gemelos han estado luchando para domar a
este pollo salvaje.
“Solo porque se te permita visitar el castillo para ver a
Su Gracia, no significa que puedas vagar por donde quieras
para encontrarlo”, lo reprendió Yoongi, agarrándolo por la
muñeca y arrastrándolo hacia la sala de espera. Pero el
doncel fue lo suficientemente grosero como para patearlo
enojado en la espinilla. Dos veces. Con sus zapatos con
tacón.
Yoongi siseó de dolor, su agarre se aflojó
momentáneamente. Rápidamente aprovechó esta
oportunidad para correr por el pasillo, doblando la esquina,
su risa burlona sonando detrás de él.
“¡Park Jimin, solterón inculto!” Yoongi gritó tras él,
mientras corría por los pasillos, solo para descubrir que se
había ido.
Dejó escapar un gruñido y se pasó una mano por el
cabello, frustrado. ¡Este chico lo iba a volver loco!
“¡Solo espera hasta que te ponga las manos encima! Te
voy a estrangular”, siseó entre dientes.
Yoongi echó a andar por el pasillo, girando furiosamente
esquina tras esquina en busca del grosero joven con boca
de fuego.
“Oh, hermano, ahí estás”, dijo Joongki. “¡Acabo de ver al
joven Park corriendo por el pasillo como un niño!”
“¿Dónde está él?” espetó Yoongi. “¡¿Dónde está ese
mocoso?!”
“Wow, hermano”, dijo Joongki, con los ojos muy abiertos.
“Nunca te había visto tan excitado y molesto por una
persona antes”.
Joongki sonrió. Le dio un codazo a su hermano en el
pecho, solo para recibir un doloroso golpe en la cabeza.
Joongki instantáneamente gimió, frotando el lugar
golpeado. “¡Que era una broma!”
“Solo dime en qué dirección se fue”, su voz áspera y
quebradiza.
Yoongi se exasperaba cuidándolo cada vez que estaba en
el castillo. ¿Por qué tenía que estar él a cargo de velar por
ese chico molesto? ¡Era una cosita tan rencorosa!
“¿Para que puedas estrellarlo contra una pared y besarlo
tontamente?” Joongki bromeó, riéndose disimuladamente
cuando Yoongi le lanzó una mirada asesina. “Parece que
estás debatiendo si follarlo o matarlo. Supongo que la línea
es muy delgada”.
“Tú—”
“Hmm, creo que se fue por aquí” Joongki señaló en la
dirección opuesta a la que Jimin corrió. Joongki lo había
visto con sus propios ojos, una persona adulta que saltaba
victorioso por los pasillos como un animal ansioso.
“Gracias, hermano”, murmuró Yoongi, caminando en la
dirección equivocada.
Joongki ocultó otra risa. Si su hermano no lo hubiera
golpeado en la cabeza, le habría dicho la verdad. Ahora,
Yoongi debe sufrir las consecuencias de su abuso.
“Hmm, veamos…” Jimin se apagó, abriendo puerta por
puerta. Asomó la cabeza dentro de una habitación
arruinada, con las cejas juntas.
“No, no es este, pero wow, quienquiera que haya estado
aquí le hizo bastante daño” miró de izquierda a derecha,
preguntándose qué podría haber causado tal desastre,
ventanas rotas y cortinas arruinadas. Ahora que lo
pensaba, esta habitación le resultaba terriblemente familiar
a la habitación en la que Taehyung estaba descansando…
“Oh, tal vez está al lado” cerró la puerta y saltó
alegremente por el pasillo. Estaba ansioso y emocionado de
ver a Taehyung después de recibir finalmente la noticia de
que Su Gracia estaba despierto.
¡Pero imagina su sorpresa cuando Jimin descubrió que ya
había pasado una semana! Solo había descubierto esta
información después de que su gente investigara un poco.
“Qué extraño. Me pregunto por qué Taehyung necesitaba
una semana entera de descanso”, murmuró. Se frotó la
barbilla y abrió la puerta de al lado. Al instante, se animó al
ver algo en la cama. Pero no podía ver bien debido a la
oscuridad de la habitación y las cortinas opacas alrededor
de la cama.
“¡Taehyung, mi bebé!” Jimin chilló de alegría, levantando
las manos extasiado.
Entró corriendo en la habitación y saltó sobre la cama.
Ni un segundo después, sintió una patada áspera en su
costado.
“¡Ay!” Jimin gritó, cayendo de la cama con un ruido
sordo. Gimió de dolor, frotándose el culo. ¡¿Qué demonios?!
“¡¿Tenías que ser tan malo conmigo, Tete?!” resopló.
¡Casi se rompe un talón allí mismo! “Dios, para alguien que
acaba de despertar de un coma de dos semanas, seguro
que tienes mucha fuerza”.
Jimin se puso de pie y se sacudió el polvo. Al escuchar la
falta de respuestas, se rascó la cabeza con torpeza. ¿Se
equivocó de persona? Oh no… que incómodo.
“L-lo siento, persona equivocada”, dijo Jimin
nerviosamente, riendo en voz baja para sí mismo.
Silenciosamente volvió sobre sus pasos, con la esperanza
de salir sin ser detectado.
“¡Suéltame… vete… de aquí!” Se escuchó una voz
apagada, mientras las mantas crujían, y se escuchó un grito
silencioso, como si le estuvieran tapando la boca.
“¡Jungkook!” exigió Taehyung, empujándolo y
pateándolo. Lo despertaron los movimientos bruscos de
Jimin y la furiosa patada del pelinegro.
“No puedes abrazarme y actuar tan cariñosamente
después de haberme descuidado durante toda una
semana”, le susurró.
Taehyung empujó a Jungkook fuera de él, a pesar de que
estaba muy cómodo en sus brazos. Siempre lo estaba. Pero
odiaba lo rápido que él fingió que no pasaba nada entre
ellos. ¿Quién le dio el derecho de abrazarlo mientras
dormía, a pesar de que lo deseaba tanto?
“Ja, te apresuraste a echarme de la cama, cuando
estabas agarrando mi mano, gimiendo mi nombre”, siseó
Jungkook, agarrando su barbilla. Pero el menor lo esquivó y
él pellizcó el aire.
“Quítate de encima de mí”, dijo Taehyung enojado,
pateándolo donde pudiera. Su agarre se aflojó brevemente
y rápidamente salió de la cama.
“¡Ay Tete!” Jimin chilló de alegría. Corrió hacia la
oscuridad, hasta que su cuerpo chocó con algo suave. “¡Te
he extrañado mucho!′
Jimin le dio a Taehyung un abrazo de oso. En las dos
semanas de coma, Jimin había hecho todo lo posible por
visitar a Taehyung todos los días. Pero fue difícil con su
apretada agenda y la mirada sombría del Rey. De todos
modos, aún podía venir al menos cada dos días.
“¿Cómo te sientes ahora?” balbuceó. “Dios, se siente
como una eternidad desde la última vez que hablé contigo
y… ¿qué hay en mi camisa?”
Jimin sintió que algo húmedo le tocaba la camisa. ¿Eh?
“Y-yo vomité un poco… lo siento,” susurró.
Taehyung ni siquiera pudo contener las náuseas
matutinas. En ese momento, Jungkook encendió las luces.
Jimin chilló con disgusto, saltando hacia atrás, su voz más
fuerte que la bocina de un tren.
“¡No me acabas de vomitar!” Jimin sollozó, echando la
cabeza hacia atrás en molestia. Ay dios mío. ¡La última vez
que sucedió esto, eran bebés!
“Está bien, está bien, no te asustes. No te asustes, no te
asustes”, cantó Jimin para sí mismo, a pesar de que el
hedor y la vista no era agradable. “Oh, Dios, estoy entrando
en pánico. Realmente estoy entrando en pánico”.
La respiración de Jimin se volvió pesada mientras trataba
de no sentir náuseas al verlo.
“Su Majestad, me disculpo, acabo de perder de vista a
Park Jimin…” Yoongi hizo una pausa entrando a la
habitación.
Se sorprendió al ver la situación que tenía delante.
Nunca en sus años más salvajes esperaría ver a Su Gracia
con su camisón manchado de vómito, Park Jimin hablando
solo y el Rey susurrando malas palabras en voz baja,
frotándose la frente.
“Controla a ese mono que grita”, gruñó Jungkook,
señalando con el dedo a Jimin, que parecía estar
empezando a hiperventilar.
“E-está bien, Tete”, gimió Jimin. “Está completamente
bien, a-así que n-no vomites más. ¿De acuerdo? Está c-
completamente bien, solo inhala… exhala—”
“Ven conmigo”, murmuró Yoongi. Hizo una mueca
cuando él se le arrojó encima, como si hubiera olvidado su
discusión en los pasillos. A pesar de sus ropas muy
manchadas, él permitió que se apoyara en él.
Jimin estuvo hablando consigo mismo todo el tiempo que
él lo guió, pero Yoongi fue paciente y comprensivo.
Pronto, solo estaban Jungkook y Taehyung en la
habitación. Taehyung estaba solo, sus hombros
repentinamente pequeños y su rostro demacrado. Se sentía
horrible consigo mismo. Jimin estaba emocionado de verlo,
pero el bebé obviamente no lo estaba.
Frunció el ceño hacia el suelo. El bebé ya se parecía al
padre.
Trató de no castigarse por el hecho de que
constantemente no se sentía bien. Por lo tanto, caminó
hacia el baño, sin darse cuenta de que Jungkook estaba
unos pasos detrás de él.
Fue solo cuando Taehyung comenzó a desnudarse, que
sintió un par de ojos pesados observándolo. Como una
persona sorprendida cambiándose, se dio la vuelta,
sosteniendo la ropa contra su pecho.
“¡F-fuera!” exigió, de pie en nada más que su ropa
interior.
La mirada de Jungkook lamió con avidez cada centímetro
de piel expuesta, vagando desde sus muslos acaramelados
hasta su estómago ligeramente abultado, y luego la
hermosa curva de su cuerpo.
“¡Dije que te fueras!” gritó Taehyung, recogiendo el
objeto más cercano y arrojándoselo.
El pelinegro lo esquivó. “He visto cada grieta y rincón de
tu cuerpo”, murmuró. “No hay necesidad de gritar”.
“Aléjate” chilló Taehyung, como si el mayor fuera un
espíritu vengativo y estuviera arrojando sal a su presencia
demoníaca.
“Ven, te limpiaré. Con los incidentes de ayer, no se sabe
lo que sucederá hoy”, comentó fríamente. Por supuesto, él
también tenía sus razones. Había pasado un tiempo desde
que pudo tocarlo íntimamente.
“Tú—”
“Seré amable”, engatusó.
“Nunca eres amable”.
“Solo porque te gusta lo rudo”, replicó.
“¡Cállate!” Taehyung siseó.
Pero fue demasiado tarde. Jungkook ya estaba de pie
frente suyo, su mano en su camisón y la otra agarrando su
cintura desnuda. Él lo atrajo hacia sí, a pesar de su estado
actual, desordenado y despeinado.
“Todo estará bien”, murmuró Jungkook, deslizando un
brazo alrededor de su cuerpo.
Le dio un pequeño tirón a su camisón. El menor se
mostró renuente al principio, su rostro en una leve mueca.
La vacilación nadó profundamente en sus ojos esmeralda,
abiertos y asustados como un cervatillo bebé.
“En verdad”, prometió suavemente Jungkook.
Finalmente, soltó su camisón sucio. Él lo tiró al suelo y lo
guió suavemente hacia la ducha.
“N-no vas a entrar desnudo, ¿verdad?” Taehyung
susurró.
“No, cariño. Me voy a bañar con la ropa puesta”, se
burló.
El rubio lo miró fijamente. El pelinegro sonrió.
“Date la vuelta, amor, y trata de no gritar esta vez”.
Taehyung resopló mientras entraba en la enorme ducha.
Trató de no mirar hacia atrás, porque definitivamente
gritaría al ver su cuerpo desnudo. No porque estuviera sin
nada, sino porque de repente recordó lo grande que era.
Escuchó abrir la ducha y cuando miró hacia atrás, todo lo
que vio fue su musculoso pecho y abdomen. El agua
goteaba por su cuerpo firme, provocando las fuertes
cuerdas de las venas de su brazo.
“Qué estás haciendo—”
“Shhh,” llevó la manguera de la ducha sobre su cuerpo.
El menor estaba abrazando fuertemente su estómago, y él
lo miró con el ceño fruncido.
“Se sentirá bien, lo prometo”.
“E-eso es lo que siempre dices”, murmuró Taehyung.
“¿Pero alguna vez mentí?”
Sin comentarios.

ELÍGEME
Taehyung ni siquiera podía oír el agua. Su corazón latía
con incredulidad, rugía en sus oídos, ahogando el sonido de
la poderosa presión del agua. Contuvo la respiración cada
vez que él llevaba la esponja vegetal a un punto sensible.
No ayudó que Jungkook estuviera parado detrás de él,
sosteniendo su cadera izquierda y limpiándolo
sensualmente con la esponja vegetal. Su aliento le hizo
cosquillas en las orejas, su brazo se movió lentamente por
su cuerpo. Tragó saliva al ver su brazo pálido y tatuado,
lleno de músculos, y las venas que sobresalían de su
antebrazo.
“Te estás burlando de mí”, espetó Taehyung, deseando
que esta tortura terminara ya.
Escuchó su risa entrecortada, la esponja vegetal
sumergiéndose en su área íntima. El agua estaba tibia,
pero su cuerpo ardía con su toque. Muy levemente, sus
dedos rozarían su miembro humedecido, acariciándolo
juguetonamente.
“Simplemente te estoy limpiando”, le susurró al oído.
El rubio se estremeció ante la sensación, saltando
cuando su dedo rozó su glande. Gimió cuando su dedo
medio se deslizó a lo largo de su pene. Prácticamente podía
imaginar su sonrisa arrogante antes de verlo.
“Puedo limpiar mi cuerpo solo”, espetó Taehyung,
arrebatándole la esponja vegetal.
Pero el mayor deslizó su mano por el interior de sus
piernas, cubriendo su cuerpo con jabón burbujeante.
Apretó los dientes, sintiendo que iba a perder la cabeza por
esta tortura. Saltó cuando algo cálido le tocó el cuello.
Lamió el lugar de su cuello donde su pulso era más fuerte.
Taehyung se dio cuenta de que las únicas partes
calientes del cuerpo de Jungkook eran la lengua, la boca y
su vara.
“Hm, apenas puedes mantenerte de pie. No creo que
seas capaz de ayudarte a ti mismo”. Jungkook besó el
costado de su cuello, presionando la parte inferior de su
cuerpo contra su trasero. Su cuerpo se tensó y el pelinegro
escuchó la aceleración de su corazón. Lindo.
“Pero conozco un lugar en el que podrías ayudar”,
murmuró Jungkook, empujando su erección entre medio de
sus mejillas traseras pomposas.
“Tu calentura es lo que nos metió en esta situación en
primer lugar”, le susurró Taehyung. Empujó la mano ajena
lejos de él, negándose a ser seducido en el baño. Si el
pelinegro quería una parte de él, mejor que lo aceptara
todo, y eso incluía al niño.
Jeon rió suavemente. Su esposo era increíblemente terco,
pero a él también le encantaba esa parte del menor. Agarró
su mano, pero el otro se dio la vuelta y él frunció el ceño.
El vientre de Taehyung ya estaba hinchado. Jeon sintió
un leve bulto presionando su estómago, lo que no fue una
sorpresa dado lo rápido que se desarrollan los vampiros.
Tampoco ayudaba que el menor estuviera embarazado de
un niño de sangre pura.
A estas alturas, las habilidades del niño deberían estar
desarrollándose, y Taehyung ya había tomado prestado su
poder y fuerza. ¿De qué otra manera podría explicar su
extrema fuerza para alejarlo?
“Taehyung”, lo sedujo, entrelazando sus dedos.
Jungkook lo atrajo hacia sí, pero el contrario permaneció
clavado en los azulejos de la ducha. Dio un paso hacia el
menor y éste retrocedió. Pronto, su espalda golpeó la pared
y él lo acorraló allí.
“No necesito un heredero, solo te necesito a ti”, susurró.
El pelinegro inclinó la cabeza y besó suavemente un lado
de su cabeza. “Este niño ya te está lastimando. Si crees que
esto es malo, entonces no estás listo para la verdad. El
dolor solo empeorará cien veces cada día que pase”.
“Actúas como si hubieras estado embarazado antes”, le
espetó Taehyung.
Retiró su mano, pero él encontró algo más a lo que
agarrarse. Él agarró sus caderas, sus labios encontrando
un camino hacia su mejilla.
Era tan difícil ignorar su tentación. Jeon lo trató con
delicadeza, una tranquila seducción en el vapor. El agua
cayendo de su cuerpo, gotas deslizándose por sus músculos
tonificados, y perdiéndose entre sus perfectos muslos.
Taehyung tragó saliva, su mirada siguió una particular
gota de agua que se deslizó de su duro pecho por su
abdomen de tabla de lavar, y luego hacia su línea V.
El pelinegro frunció el ceño. “He sido testigo de
suficientes nacimientos de vampiros para saber que la
madre o padre doncel son los que más sufren. El
nacimiento de ese niño te arruinará de adentro hacia
afuera. Incluso si eres su padre, sigues siendo humano, y
por eso, el monstruo te querrá comer”.
“Entonces, ¿por qué no me convertiste en un Pura
Sangre?” demandó Taehyung, empujándolo lejos. Jeon
agarró sus muñecas y las besó. Se le cortó la respiración
cuando el mayor hizo contacto visual directo con él.
Su mirada rubí ardía, como una llama en las
profundidades del infierno. Él lo miraba intensamente, su
rostro memorizando cada centímetro del suyo.
“Me encanta la humanidad que tienes”, murmuró
Jungkook. “El pulso de tus venas, el rubor de tu piel
cremosa, la calidez de tu tacto, la luz de tus ojos. Amo
demasiado tu humanidad como para arruinarlo”.
El corazón de Taehyung se aceleró. Apartó la mirada,
incapaz de entender cómo el mayor podía ser tan egoísta.
“Y yo amo la eternidad que podríamos haber pasado juntos.
La inmortalidad que me darías, los años que tendríamos
por delante”.
El ceño del pelinegro se profundizó. “Habrá muchos años
por delante si te deshaces de este niño, cariño”.
“No.”
“Taehyung—”
“Vete, me ducharé solo”, espetó.
Últimamente, su temperamento no estaba en su mejor
momento. Se irritaba más fácilmente, y cada pequeña cosa
le ponía los nervios de punta. Jungkook incluido. Por lo
general, tenía más paciencia con él. Pero últimamente, el
pelinegro estaba siendo tan irracional y terco.
Jeon dejó escapar un suspiro irritado. “Continuaremos
esta discusión más tarde. Por ahora, déjame ayudarte,
cariño”.
“¡No, no me toques!” resopló, apartándose de él.
Cuando recuperó las muñecas, él golpeó con las manos a
ambos lados de su cabeza. El rubio saltó, sus ojos se
abrieron como platos ante su audacia.
Taehyung se sorprendió de lo amable que era su mirada.
“No te seduciré más”, dijo de repente.
“Díselo a tu gran amigo”, siseó, señalando la torre
elevada.
“¿Crees que es grande?” bromeó, sus labios curvándose
en una sonrisa.
“Eres tan irritante”.
Taehyung lo apartó. El pelinegro vaciló brevemente,
aprovechó el momento para inclinarse y recoger la esponja
vegetal caída. Cuando volvió a levantarse, su cabeza se
sentía mareada.
Taehyung tropezó y se habría resbalado si no fuera por el
rápido reflejo de Jungkook. Lo agarró por la cintura, con los
ojos muy abiertos y preso del pánico.
“Cuidado, cariño”, murmuró con voz suave y gentil. Pero
luego hizo una pausa. “En realidad, si planeas caer, hazlo
directamente sobre tu estómago”.
Ante esto, Taehyung lo empujó. Jeon se tambaleó
bruscamente hacia atrás, casi tropezando, con la mirada
fija en él. Taehyung apartó la mirada tembloroso, dándose
cuenta de que había tomado prestado de mala gana la
fuerza de su hijo.
“Esa cosa ya tiene poderes monstruosos”, murmuró el
pelinegro. “¿Cómo puede ser esto… el experimento no
debería ser hereditario?”
“¿Experimento?” susurró el menor, girando la cabeza
hacia él.
“Te lo diré si te deshaces de esa cosa”.
“Entonces, nunca quiero saber”.
Taehyung se volvió hacia el gel de baño y bombeó más en
la esponja vegetal. Fue por una fracción de segundo, pero
Jungkook ya estaba detrás de él nuevamente. Sus manos
serpentearon alrededor de su cuerpo, mientras lo
abrazaba.
“Jungkook—”
“Elígeme a mí, Taehyung”, lo engatusó, sus labios
presionados contra su lóbulo izquierdo. Lo abrazó
profundamente, ignorando el agua que caía sobre ambos.
“Elígeme a mí, no al niño”, rogó como nunca lo había
hecho a lo largo de su existencia. Besó el lado de su
cabeza, apretando su agarre alrededor del menor. “Por
favor.”
La mirada de Taehyung se suavizó. Colocó una mano
sobre su brazo. “Lo siento, Jungkook, pero no puedo”.

TODO EN MI PODER
“¡Taehyung!” Jungkook se exasperó. “¿Cuánto tengo que
rogar para que digas que sí?”
Nunca se había sentido tan desesperado en toda su vida.
No todo iba según lo planeado. Nunca había suplicado
hasta tal punto, suplicado con tanto dolor y, a pesar de
todos sus esfuerzos por desperdiciarse, no sabía cómo
responder. Era confiado y astuto, el mundo era su patio de
recreo y el reino su juguete.
Jungkook lo tenía todo en este mundo. Tenía todo su
mundo en sus brazos en este momento, pero lo iba a perder
en unos pocos meses.
“Estoy aterrorizado de perderte, Taehyung. No te hagas
esto a ti mismo—”
El rubio se dio la vuelta. Algo dentro de él se rompió y
todas sus emociones se derramaron.
“¡Yo también tengo miedo!” le gritó. Envolvió sus brazos
alrededor de su cuerpo, encogiéndose contra la pared. El
agua se derramó por su cuerpo, cálida y aliviadora, pero
solo aumentó su sudor frío.
Su corazón estaba acelerado por la adrenalina, sus ojos
temblaban. “¿Crees que no tengo miedo de morir? ¿Crees
que quiero dejarte sólo porque sí? ¿Crees que quiero
morir?”
Su voz se quebró hacia el final. Taehyung gritó tan fuerte
que le dolía la garganta. No pudo controlar sus lágrimas de
ira. “Estoy aterrorizado, Jungkook. Tan aterrorizado por el
futuro, por las cosas que pueden suceder y por lo que no
pudimos evitar”.
Los labios de Taehyung temblaron mientras limpiaba
brutalmente sus lágrimas. Nunca había llorado más en toda
su vida que en la última semana.
“Tengo miedo de lo que sucede cuando cierro los ojos
para siempre, miedo de dejar este mundo, miedo de tu
trato hacia el niño y miedo de perderte. ¿Por qué no puedes
entender eso?” exigió.
Irrumpió hacia él y comenzó a golpear su pecho, incapaz
de controlarse más.
“¿Crees que eres el único que sufre? ¿Crees que yo no?
¡Yo también estoy sufriendo por las decisiones que tomé!”
Taehyung sollozó, apoyando la frente contra su hombro.
“No soy invencible Jungkook, soy humano y también
siento emociones. Todo lo que quiero es tu apoyo. ¿Es tan
difícil de pedir?” susurró, sus rodillas cediendo debajo de
él.
Taehyung enterró la cara entre las manos, deseando que
él no lo viera en un estado tan depresivo.
“Tengo miedo de perderte, Jungkook,” murmuró. “Pero
también estoy aterrorizado de perder a nuestro bebé”.
El rostro del pelinegro se quedó completamente en
blanco. Por un instante, su determinación vaciló. Él había
empujado sus deseos sobre el menor, porque tenía la mejor
intención en mente. Pero las mejores intenciones de
Taehyung no eran las mismas que las de él.
Sin decir palabra, cerró el agua y agarró una toalla. Lo
envolvió con cuidado alrededor de su cuerpo tembloroso. Él
no respondió mientras lo levantaba sin esfuerzo, al estilo
nupcial. El menor enterró su rostro en su cuello, sus brazos
instantáneamente lo envolvieron.
“Dormir te hará bien”, habló Jungkook en voz baja.
Su voz carecía de emoción, pues el pelinegro no sabía
qué pensar y cómo reaccionar en momentos como este.
Pero su lado protector se activó. Él nunca fue débil a las
lágrimas. Taehyung podría llorarle un océano entero, y él
no se movería. Deseaba poder ser ese tipo de hombre que
sabe consolar, pero simplemente no lo era.
Cuando lo acomodó en la cama, el menor se removió
debajo de las sábanas. Jeon se dirigió al armario y agarró
una de sus camisas y un bóxer para él. Se puso sólo el
bóxer y se dirigió hacia su esposo.
“Tienes que vestirte, o te resfriarás”. Jungkook se sentó
al borde de la cama, esperando que Taehyung respondiera.
Éste no lo hizo
El rubio permaneció acurrucado como un ovillo,
abrazando fuertemente sus rodillas. Enterró la cara en la
almohada, sus sollozos e hipidos silenciosos. Sacudió todo
su cuerpo, ya que no podía contener las lágrimas por más
tiempo.
Todo duele. Su corazón, su pecho, sus pulmones, su
cabeza. Y no era por el bebé. Taehyung empezaba a darse
cuenta de que el que más dolor le causaba no era el niño,
sino Jungkook.
“Si estás enfermo, nuestro bebé no estará sano”,
murmuró el pelinegro en voz baja. Ante esto, el menor se
agitó un poco. Agarró las mantas y las apartó de su cuerpo.
“Vamos, no seas terco, cariño”. Jungkook le dio la vuelta
y el contrario se incorporó de mala gana.
Taehyung frunció el ceño hacia la cama, incapaz de
levantar la cabeza. Levantó los brazos cuando el mayor
deslizó su camisa sobre él.
“¿Ves lo que te ha hecho no comer?” reprendió Jungkook,
tirando de su mejilla con la esperanza de que se animara.
“Esta camisa me queda apretada, pero para ti es como un
camisón”.
Taehyung no se molestó en decir nada. Su voz estaba
ronca de tanto gritarle. Sabía que era la primera vez que él
se refería al niño como “nuestro bebé”. Pero no podía
encontrar en sí mismo ser feliz por eso. Sintió como si la
frase se hubiera ahogado en la garganta ajena, y sus gritos
eran las manos presionando el cuello del pelinegro.
“Te amo, tanto, tanto, cariño”. Jungkook envolvió sus
brazos con fuerza alrededor de su cuerpo y lo atrajo hacia
su regazo.
Taehyung se sentó a horcajadas sobre él, con la cabeza
apoyada sin fuerzas sobre sus hombros. Sintió el silencioso
abanico de su aliento en su cuello, haciéndole cosquillas en
la piel y excitándolo.
“Suficiente para arruinar todo lo que es bueno en este
mundo, para tener un último adiós contigo” Jungkook
enterró la cara en su cabello dorado, respirando su aroma
natural. Una abrumadora sensación de alivio se apoderó de
él, a pesar de lo mojado que estaba su cabello.
“Nuestro tiempo juntos puede no ser largo, pero no lo
desperdiciaré”, susurró Jungkook.
El pelinegro besó un lado de su cabeza. Cerró
dolorosamente los ojos con fuerza y lo abrazó con
desesperación. Sintió que los huesos de su esposo se
clavaban en sus músculos, dentados por la falta de comida.
Lo había estado descuidando durante demasiado tiempo.
“Pasemos los próximos nueve meses juntos en paz, mi
dulce. Haré todo lo que esté a mi alcance para encontrar
una manera. No morirás bajo mi vigilancia”.
Taehyung finalmente se movió. Asintió en silencio con la
cabeza, su cuerpo temblando por su último sollozo.
Envolvió sus brazos alrededor de sus hombros y escondió
su rostro en el hueco de su cuello. Su piel estaba fría, pero
su abrazo era cálido. En sus brazos, se sentía más cómodo
y amado. En sus brazos, se sentía seguro y adorado. Sólo
en sus brazos, sólo con él.
“Te amo tanto, Jungkook, que no se puede expresar con
palabras”, susurró débilmente el doncel.
Taehyung tragó el nudo que tenía en la garganta y apoyó
todo su cuerpo en el abrazo. Sintió el temblor de su pecho
cuando se rió suavemente, el sonido roto y doloroso.
“Esa es mi línea, cariño”.
“Siempre será mía”, murmuró.
Jungkook simplemente sonrió. Besó un lado de su
cabeza, saboreando sus últimos momentos con él. Tiene
que haber una solución. Tiene que haber una manera.
Escalaría toda la biblioteca si fuera necesario, pero
encontraría una solución para mantenerlo con vida. Si
tuviera que quemar el mundo hasta los cimientos, lo haría.
Entre las cenizas, todo lo que necesitaba era a él. Todo lo
que quería era a su dulce, su Taehyung.

VIVIENDO HASTA LOS MIL


Jungkook nunca había abrazado a Taehyung con tanta
fuerza en la cama. El menor estaba acostado de lado
dándole la espalda, las mantas entre sus piernas mientras
lo abrazaba como una almohada. Sus brazos estaban
entretejidos protectoramente alrededor del menor, sueltos
sobre su estómago, pero apretados contra su pecho. Jeon lo
abrazó como un koala que se niega a soltarlo. Él lo abrazó
como si fuera la última vez.
A pesar de eso, Taehyung comenzaba a quedarse
dormido. Nunca había sentido tanto amor excepto en este
momento. Jungkook era el que mejor abrazaba, y Taehyung
nunca lo admitiría.
“Duerme bien, cariño”, murmuró.
Jungkook se apretó aún más contra él, hasta que su
espalda quedó plana contra su pecho y nada pudo
interponerse entre ellos. Ni siquiera el papel más fino del
mundo podría.
Nunca pensó que un latido del corazón pudiera ser tan
reconfortante. Pero al escuchar su respiración lenta y los
latidos rítmicos de su corazón, él sonrió. Estaba acurrucado
en sus brazos, sin lugar a donde correr, sin lugar a donde
ir. Su dulce, era enteramente suyo, y él nunca dejaría que
eso cambiara.
“Que tus sueños sean dichosos y tus pesadillas se
dispersen”, susurró.
Pronto, su respiración se estabilizó y el silencio se
apoderó de ellos.
Jungkook lo abrazó hasta que el sol salió alto en el cielo y
estuvo en la puesta del sol. Continuó observándolo,
contando los latidos de su corazón. No podía dormir. Le
resultaba difícil hacerlo cuando los días que pasaban juntos
estaban contados.
Mientras miraba por la ventana, la luna colgando entre
las nubes, pensó en algo. Era lo que Doohyun le había
dicho. Había más de una persona involucrada en
entrometerse con los recuerdos de Taehyung. ¿Pero quién?
Entrecerró los ojos. Ya tenía a alguien en mente.
Yugyeom. Tenía que ser él. Pero algo se sentía mal. ¿Por
qué el híbrido tendría algo que ver con Taehyung? ¿Qué
podría haber sido tan inquietante que Taehyung necesitaba
olvidar?
Cuanto más lo pensaba Jungkook, más se le juntaban las
cejas. No tenía sentido. Por supuesto, Yugyeom tenía las
habilidades de un Sangre Pura, pero Jungkook sintió que no
era la respuesta.
Había algo más. Tenía que haberlo.
Taehyung se despertó solo. Se dio la vuelta aturdido,
confundido acerca de adónde fue Jungkook. Sin su abrazo,
se sentía incómodo y exhausto. Sentándose erguido, se
frotó los ojos con cansancio y miró a la ventana. La luna era
pálida y espectral, una belleza silenciosa en el cielo
nocturno.
¿Cuánto tiempo ha dormido?
Con cautela, se deslizó fuera de la cama. Se dirigió a la
ventana y decidió abrirla para que pudiera entrar un poco
de aire. Sin esfuerzo, la empujó para abrirla y dejó escapar
un pequeño suspiro. Una brisa acarició suavemente su
cuello, calmando su piel sudorosa.
“Hubiera sido bueno si Jungkook se hubiera quedado. Es
como un cubo de hielo personal”, murmuró. Se dio la vuelta
y decidió volver a la cama, pero luego su estómago gruñó.
Por una vez, Taehyung sintió que tenía apetito. ¿Sería
una mala idea bajar las escaleras y entrar en la cocina?
Tenía muchas ganas de un sándwich en este momento.
Mordiéndose el labio inferior, se dirigió al armario y se
vistió rápidamente. Se puso ropa interior, calcetines,
pantuflas y ropa cómoda. Luego, sacó una chaqueta larga
que le llegaba por debajo de las rodillas.
“El castillo siempre está frío, pero mi habitación siempre
está caliente”, se quejó.
Se deslizó fuera de las puertas y en los pasillos oscuros.
La única luz procedía de los grandes ventanales que daban
al pasillo. Miró hacia afuera, ligeramente hipnotizado por lo
hermosa que es la vista. Una vez más, vio una extraña torre
en la distancia.
“Huh, ¿eso siempre estuvo ahí?” susurró para sí mismo,
acercándose a la ventana. Notó que estaba ubicado cerca
de los jardines, pero eso era extraño.
No recordaba una torre en los jardines. Se preguntó si
era un truco del ojo, pero cuando frotó el suyo, la torre
todavía estaba allí.
“Una luz…” entrecerró la mirada con incredulidad. En la
parte superior de la torre había una pequeña ventana por
donde se asomaba la luz.
Demasiado curioso para su propio bien, bajó las
escaleras y entró en los jardines. Vio la mirada de sorpresa
en los rostros de los guardias nocturnos, pero nadie le dijo
nada.
Logró salir y agradeció su chaqueta. La noche era fría y
el viento mordisqueaba su piel expuesta. Podía ver su
aliento. El verano en Wraith siempre era corto. Se acercaba
el invierno.
“La torre todavía está aquí”, se dijo a sí mismo. “Pero no
era antes…”
Taehyung no podía entender la logística de la torre. Se
tocó el estómago, preguntándose si su bebé le daría
poderes para ver cosas que un simple humano no podría.
Tragó saliva y siguió caminando. ¿Qué pudo haber
causado que esta repentina torre naciera desde el suelo?
Por alguna razón, estaba fascinado por ella, sus pies lo
llevaron al pie de la torre, hecha de piedra medieval.
Incluso la puerta parecía antigua. La puerta era
completamente de madera, con bisagras de metal negro.
Una extraña sensación se apoderó de él. Estaba
hipnotizado, sus manos se movían solas para abrirla. Se
sintió mareado y débil, como si sus ojos no fueran los
suyos.
“Ven a la oscuridad…” susurró una voz, haciéndole
señas.
Taehyung fue recibido con total oscuridad. No podía ver
frente a él, pero aun así atravesó la puerta. Caminó hacia
adelante y tocó las paredes, luego el suelo, dándose cuenta
de que era una escalera.
“Adelante, niño tonto…” la voz sonaba extremadamente
familiar.
Subió la escalera, perdido en un trance. No podía
controlar sus extremidades cuando subía las gradas. Siguió
subiendo, a pesar del dolor de piernas y del cansancio.
Cuando llegó arriba, estaba sin aliento y exhausto.
Taehyung se detuvo ante otra puerta, esta vez, enorme y
cerniéndose sobre él. La luz se deslizó por debajo. Iba a
abrirla, pero luego escuchó voces adentro.
“¿De dónde vienes a horas extrañas de la noche cuando
tu esposo está en la cama?” Una voz reflexionó.
Los ojos de Taehyung se agrandaron. Acercó las orejas a
la puerta y trató de escuchar. Contuvo la respiración,
preocupado de que lo atraparan.
“No hagas que suene como si tuviera una aventura”,
espetó otra voz.
Jungkook.
Taehyung reconocería ese temperamento en cualquier
lugar.
“Bueno, viniste a mí despeinado, con el cabello
desordenado, sin aliento y sudoroso. Solo puedo suponer
que lo engañaste solo uno o dos meses después del
matrimonio”, dijo la primera voz.
¿Era esa… Dorothy? Parecía muy entretenida como si no
acabara de acusar al Rey de adulterio.
“No intentes cambiar de tema”, gruñó Jungkook. Su
presencia se cernía sobre su abuela. Permaneció de pie,
incluso después de que ella le ofreció un asiento. Era tan
irónico verla en un estado tan frágil.
En este momento, Dorothy parecía ser la encarnación de
los ancianos, con su débil estatura y huesos delgados.
Jungkook sabía que a ella simplemente le gustaba hacer
que su apariencia pareciera vieja a veces, solo para
complacer a la gente.
Dorothy dejó escapar un suspiro melancólico y se reclinó
en su silla. “Te falta elegancia, Jungkook. Sin embargo,
debería haberlo esperado cuando empezaste a aparearte
con un chico humano”.
Dorothy tomó un sorbo del té, sin siquiera inmutarse
cuando Jungkook agarró la tetera y la arrojó por la ventana.
“Y has vuelto a ser un niño con rabietas”, lo reprendió.
“¿Lo hiciste o no lo hiciste?” Jungkook se enfureció, todo
el tiempo apretando los dientes. Acababa de regresar de
hacer carreras de velocidad hasta Kastrem, solo para
hablar con Doohyun. Por ende estaba despeinado y
sudoroso. El bastardo había estado profundamente dormido
cuando Jungkook se estrelló contra las ventanas,
alarmando a los guardaespaldas que entraron corriendo
con las armas encendidas.
“¿Hacer qué?” preguntó Dorothy, fingiendo confusión.
Iba a dejar su té en la mesa, pero su nieto tiró el mueble
con un fuerte CRASH.
Ella suspiró de nuevo. “Pensé que tus días de rabieta
habían terminado, mocoso”.
“¿Borraste o no borraste todos los recuerdos de la
infancia de Taehyung?” siseó, como la más venenosa de las
serpientes.
Ante esto, Dorothy volvió a beber de la taza de té,
sonriendo por encima del borde. Así que la rata cayó en la
trampa. Debería haber matado a Doohyun cuando tuvo la
oportunidad. En el funeral, Doohyun la había visto, de pie
en la distancia, esperando a que el pequeño Taehyung
estuviera solo.
“Independientemente de si lo hice o no, el destino los ha
unido a los dos”, murmuró Dorothy. “Si ayuda, finalmente
entendí el plan del destino para ustedes dos. Por eso,
acepté voluntariamente tu relación con ese chico”.
“Así que borraste sus recuerdos”, dijo Jungkook
inexpresivamente.
“¿De qué sirve lamentarse por el pasado, Jungkook? ¿Me
ves lamentarme por mi hijo muerto?”.
“No, pero sí recuerdo quién lloró más en su funeral”.
Ante esto, la fachada tranquila de Dorothy se rompió.
Ella lo fulminó con la mirada. “¡Y recuerdo claramente al
mocoso irrespetuoso que no lloró en el funeral de su propio
padre!”
Jungkook puso los ojos en blanco. “Oh, llora tú sí
quieres.”
“Fuera”, gruñó Dorothy. Después de todos estos años,
todavía no podía superar lo desagradecido que era su nieto.
¡Este hombre nunca mostró respeto, ni siquiera a los
muertos!
Al ver que Jungkook no se movía, dejó escapar un suspiro
pesado e irritado. “O como tú quieras, no podría
importarme menos”.
Dorothy se llevó la taza de té a los labios, pero luego
desapareció de sus dedos. Jungkook lo tenía a su alcance y,
antes de que ella pudiera evitarlo, arrojó el vaso por la
ventana.
“¡Mocoso insufrible!” Dorothy le susurró, deseando
poder agarrarlo por las orejas.
“La próxima vez que pongas una mano sobre mi esposo,
haré polvo tus deditos huesudos”, dijo fríamente.
Dorothy casi se rió de su estúpida amenaza. Sabía que él
no dudaría en partirle el cuello ahora mismo. Ella ya no le
servía. Sus poderes como vidente de los Dioses estaban
muriendo, y él lo sabía.
Ahora que la profecía se había cumplido, su misión en la
Tierra estaba completa. Pronto, sus días estarían contados,
y vivir hasta los mil era un sueño descabellado.
Eso estaba bien para Dorothy. Estaba cansada de cuidar
a un nieto irritante como Jungkook, cansada de cuidarlo a
él y a este reino. A veces, solo quería ir a una casita
ubicada en medio de un prado. Allí estaba enterrado su
marido. Quería pasar sus últimos días allí, acostada junto a
su tumba, mientras contemplaba las estrellas, hasta que
exhalara su último aliento en ese lugar.
“¡Haz lo que quieras, pero lárgate!” Dorothy exigió,
apuntando sus dedos hacia la puerta. Y llévate también a
tus ratones que escuchan a escondidas.
Jungkook se burló. “No me engañas, abuela. Sé que
fuiste tú quien lo condujo hasta la torre”.
“Él ni siquiera debería ser capaz de ver la torre en
primer lugar, pero asumo que sus patéticas súplicas
cayeron en oídos sordos. El bebé es del tamaño de una
mano y ya está desarrollando poderes. No será mucho
antes de que un monstruo salga de él, chupando toda su
sangre y dándose un festín con su carne”, escupió Dorothy.
“Cuidado abuela. Ahora que eres inútil, no dudaré en
romperte el cuello y tirar tus cenizas por el inodoro y las
alcantarillas. ¿Quién sabe? Tal vez incluso desentierre el
cuerpo del abuelo y lo entierre en un lugar que nunca
encontrarás”.
Al ver su rostro pálido ponerse rojo de ira, sonrió.
“Mantén tu distancia de Taehyung. Solo recuerda, abuela,
sé lo que más te duele. Así que no me pongas a prueba”.

BUEN CHICO
Jungkook irrumpió hacia la puerta y la abrió de golpe. Le
siguió la corriente Taehyung, quien saltó y retrocedió, con
una sonrisa tímida en el rostro. Conteniendo una sonrisa
divertida, lo agarró de la mano y empezó a tirar de él por la
oscura escalera.
“Jungkook—”
“Cállate”.
Taehyung cerró la boca y miró hacia atrás. La luz del
salón de té de Dorothy era brillante. Era casi como la luz al
final del túnel, pero se hacía más débil con cada paso. Vio
las sombras moverse en la pared y escuchó el sonido de
Dorothy cerrando lentamente la puerta.
Una vez que llegaron al pie de la torre, Taehyung intentó
hablar de nuevo con Jungkook. “No estaba buscando
problemas. Inicialmente, solo tenía hambre”.
Jungkook arqueó una ceja, lo miró y se rió entre dientes.
Lo arrastró a través de los jardines, al castillo y abajo,
donde estaba la cocina.
“¿Quieres un sándwich?” reflexionó. Estaba demasiado
cansado para regañarlo por deambular fuera, solo, en
medio de la noche. ¿No sabía que los monstruos acechan
en la oscuridad y se dan un festín con los donceles como él?
“Sí, por favor”, respondió Taehyung al instante.
El pelinegro sonrió ante su rostro ansioso. Lo había visto
antes, pero rara vez por comida. Siempre era en la cama.
Encendió las luces de la cocina y escuchó su suave
respiración. Él no lo culpó. La cocina era la última en su
clase, con encimeras relucientes y equipo perfecto. Era
limpio y espacioso, justo como a él le gustaba.
“Veamos…” Jungkook se apagó, mirando alrededor.
Tiró del menor hacia uno de los enormes frigoríficos y lo
abrió. Efectivamente, una gran variedad de ingredientes
estaba frente a él. Frunció el ceño, dándose cuenta de que
todo eran vegetales. No obstante, tomó la lechuga, la
cebolla, el rábano y el tomate antes de pasar a cada
refrigerador individual.
“Jungkook,” susurró Taehyung, como un niño pequeño.
Sus ojos se movieron de izquierda a derecha.
“¿Sí?” respondió, abriendo otra heladera donde encontró
la carne. Específicamente, la carne de vaca que su esposo
disfrutó la última vez. Agarró la carne y un huevo antes de
pasar a la otra nevera.
“¿Dónde está el helado?” Taehyung preguntó en voz baja,
como si fuera un pecado para él comer una comida tan
decadente.
“Lo encontraremos una vez que termines el sándwich.
Ahora ve y toma asiento junto a las encimeras”.
Jungkook lo vio hacer pucheros y ponerse de mal humor
mientras se dirigía a la encimera. Una vez que se sentó, lo
miró como si acabara de ahuyentar a un cachorro antes de
que pudiera acariciarlo. Él simplemente se rió entre dientes
ante su reacción de disgusto y colocó los ingredientes en la
encimera.
“Disfrutarás más del sándwich que del helado”, lo
reprendió.
“¿Por qué?”
“Porque lo haré yo”.
Taehyung desconfiaba de su comentario. ¿Él siquiera
sabía cocinar?
Lo observó mientras se arremangaba, revelando sus
brazos tonificados. Tragó saliva, al ver las venas que
sobresalen de su brazo, como cuerdas. Con sus gruesos y
largos dedos, recogió la sal y la espolvoreó sobre la carne.
Le dio la vuelta a la carne y le dio unas palmaditas con la
sal y la pimienta, cada movimiento deliberado y lento.
Taehyung imaginó lo que esos dedos le habían hecho.
Pensó en la ducha, humeante y húmeda cuando sus dedos
tocaron su miembro y se deslizaron entre sus muslos…
“¿Salsa blanca o mantequilla?”
“Crema batida”.
“¿Qué?”
Taehyung parpadeó, mortificado por haber dicho eso. “S-
salsa blanca”, tartamudeó, desviando su mirada.
Jungkook contuvo la risa, sus ojos se arrugaron con su
sonrisa arrogante. Sabía exactamente en qué estaba
pensando.
“Tal vez para el postre, te tendré a ti”, bromeó.
“Solo vuelve a hacer mi sándwich”, se quejó Taehyung,
apartando la vista de él. Trató de no retorcerse bajo su
intensa mirada.
“¿Salsa blanca?” repitió, su voz llena de diversión.
“Simplemente cállate y extiende la carne”.
“Tú primero”, reflexionó.
“¡Jungkook!”
“Trata de no gritar mi nombre tan fuerte”, bromeó.
El pelinegro se lavó las manos y las secó con una toalla
blanca. Su mirada estaba bloqueada con la del menor
mientras caminaba alrededor de las encimeras.
El corazón de Taehyung dio un vuelco. Se imaginó a
Jungkook quién lo presionaba bruscamente contra las
encimeras, inclinándolo y bajándole el short. Abriéndole las
piernas, colocándose entre ellas mientras el calor se
acumulaba debajo de su vientre.
“O los sirvientes pensarían que estamos cocinando otra
cosa en la cocina”, reflexionó Jungkook.
Taehyung volvió a la realidad. El pelinegro se estaba
acercando a él ahora. Sus ojos nunca dejaron los suyos,
acalorados y lujuriosos. Taehyung se lamió nerviosamente
los labios, su mirada se centró en la pequeña punta rosada.
Cuando estuvo a un paso de distancia, el rubio cerró los
ojos, preparándose para su toque. Se encontró con una
ráfaga de su colonia, y eso fue todo. Sus ojos se abrieron de
golpe y se dio la vuelta para ver que él había pasado junto a
su lado, indiferente. Deseaba poder borrar esa sonrisa
arrogante de su rostro.
Soltó una risita y abrió la nevera del otro lado de la
habitación, donde estaban los ingredientes para preparar la
salsa blanca.
“¿Tienes que ser así?” Taehyung se exasperó.
“¿Cómo?”
“Como… como…” luchó por encontrar las palabras
adecuadas. Cuando se dio la vuelta, revelando su mirada
rubí, goteando calor y diversión, lo fulminó con la mirada.
“No importa”, se quejó.
Jungkook se rió justo en su cara. Le tocó la nariz y le
robó un beso. Antes de que Taehyung pudiera siquiera
saborear su toque, él se había ido.
Jungkook volvió a la estufa y comenzó a cocinar la carne.
En el momento en que tocó la sartén engrasada, la carne
chisporroteó y oyó el gruñido de protesta del estómago del
menor. Luego, escuchó el silencioso giro de la silla del
mostrador y su suave punta de pie.
“Ni siquiera lo pienses”, advirtió. Ni siquiera tuvo que
darse la vuelta para saber que Taehyung estaba buscando
postre, antes de comer.
“Yo no estaba—”
“Cierra la nevera”.
El pelinegro escuchó sus tranquilas quejas. Un segundo
después, la puerta del frigorífico estaba cerrada. Se rió por
lo bajo, sacudiendo la cabeza con diversión. Sin previo
aviso, Taehyung lo abrazó por la espalda. Levantó una ceja.
¿Lo abrazaría después de que él le dijera que no?
“Haz mi sándwich más rápido, por favor”, murmuró en
su camisa.
Jungkook simplemente sonrió. Miró hacia abajo y lo vio
pegado a él, como él estaba en la cama. Taehyung lo miró,
sonrió tímidamente y lo abrazó con más fuerza.
Instantáneamente pensó en apagar el fuego, arrojarlo
sobre la encimera y separarle las piernas.
“No me mires así”, bromeó Jungkook.
“¿Cómo?”
“Al igual que hay muchas cosas que quieres que te haga,
y todas involucran tu linda boquita” agarró su barbilla, su
pulgar tirando de su labio inferior hacia abajo. Hizo una
pausa, su espalda se puso rígida cuando el rubio se
presionó contra él.
Apretó la mandíbula, su mirada fija en su boca. “Estás
jugando con fuego, mi dulce. Y estás destinado a
quemarte”.
Taehyung respondió presionando su boca contra la de él.
Inmediatamente apagó el fuego, lo agarró y lo colocó sobre
la encimera. Sus manos agarraron sus muslos, separando
sus piernas y colocándose entre ellas.
Había pasado un tiempo desde la última vez que lo besó.
Y lo besó como un hombre hambriento, sus labios eran la
única salvación. Taehyung gimió contra su boca, su mano
subiendo por su pecho, sintiéndolo caer y subir en
respiraciones rápidas. Su dedo rozó su cuello, deslizándose
hacia arriba y agarrando su barbilla.
Antes de que Taehyung pudiera pedir más, él se apartó.
A estas alturas, su respiración era demacrada, su cuerpo
acalorado y ligeramente excitado.
El rostro de Jungkook estaba a centímetros de él, su
aliento abanicando su boca. En una advertencia baja y
peligrosa, gruñó: “Ahora sé un buen chico y vuelve a tu
asiento, antes de que te folle en esta mesa”.
COSITA TRAVIESA
Una vez que el sándwich estuvo listo, Taehyung se lo
comió felizmente. Mordió el sándwich y dejó escapar un
silencioso gemido por lo bueno que estaba. Le preparó un
sándwich de bistec cubierto con salsa blanca, tomates,
lechuga, huevo frito y pan brioche tostado. Estaba
absolutamente delicioso y no podía dejar de comer.
“¿Está bueno?” reflexionó Jungkook.
Alargó una mano y le quitó la miga de la comisura de la
boca. Taehyung instantáneamente asintió a su pregunta,
sonriéndole, con la boca llena.
“Te sientas como un niño”, replicó Jungkook.
Lo vio balancear sus piernas, sus hombros rebotando de
izquierda a derecha, sus ojos un poco más abiertos, sus
mejillas abultadas por la comida y un ligero puchero se
formaba en sus labios cada vez que masticaba. Así era
como se veía cuando realmente disfrutaba de la comida.
Jungkook no pudo evitar sonreír. Fue satisfactorio ver a
alguien disfrutar su comida hasta ese punto. Rara vez
cocinaba, pero disfrutaba muchísimo de la afición. es solo
que no tenía tiempo para eso. Eso, y que era un gran vago.
Pero dado que no quería despertar al personal solo para
cocinar, y quería alimentarlo, cocinar para su esposo era
una necesidad.
“Está delicioso”, gimió Taehyung después de tragar el
bocado y tomar otro.
Continuó felizmente balanceando sus piernas, alegre de
poder comer algo tan delicioso. Contuvo una risa cuando
casi lo patea y él lo miró.
“Te has vuelto más peleón”, murmuró Jungkook,
sacudiendo la cabeza.
“No realmente”, dijo Taehyung tímidamente. Estaba
acercándose a su último bocado del sándwich y de repente
se puso triste, con los hombros caídos.
“¿Qué es?” Jungkook notó instantáneamente el cambio
en su actitud. El menor frunció el ceño hacia el sándwich.
De repente, le dio un último mordisco.
“Se fue.”
“¿Qué es?”
“El sandwich.”
Jungkook casi puso los ojos en blanco al siguiente
universo. “Si querías otro, podrías haberlo pedido”.
Se acercó a su esposo y suspiró cuando éste lo miró,
decepcionado por su respuesta. Le palmeó el estómago y
arqueó una ceja.
“Pero si te hago otro, ¿lo terminarás, cariño?” preguntó
Jungkook, sabiendo ya la respuesta a eso.
“No estoy seguro.”
“Entonces, es hora de tu postre” se acercó al congelador,
sacó un helado con sabor a limón y lo colocó sobre la
encimera.
Los ojos de Taehyung se agrandaron. “¿Hay helado con
sabor a limón?” preguntó, asombrado de que tuvieran esto
en el castillo, ¡Pero nadie le dijo!
“El chef lo preparó después de escuchar que estabas
despierto, pero le dije que no lo sirviera hasta que tu plato
volviera limpio” Jungkook cogió una cuchara del cajón y se
la entregó.
Taehyung lo fulminó con la mirada, mientras agarraba la
cuchara y hurgaba en el pequeño recipiente de helado.
“Eso fue cruel de tu parte”.
El pelinegro se burló. “Solo disfruta tu postre, así puedo
disfrutar el mío más tarde”.
“¿Hm?”
Él sonrió. “¿Cómo está el helado?”
Taehyung ingenuamente parpadeó hacia él y sonrió.
“Delicioso”.
Jungkook dejó escapar un pequeño tarareo. Él apoyó un
lado de su cabeza en un brazo apoyado y continuó
observándolo. Taehyung se metió otra cucharada en la
boca, cerró los ojos y gimió en voz baja. Apretó la
mandíbula y agarró con fuerza la mesa.
Taehyung se lamió la comisura de la boca, el pequeño
movimiento atrajo su atención. Volvió a hundir la cuchara
en el helado, dejando escapar otro sonido lascivo.
Jungkook se aclaró la garganta con torpeza y se
desabrochó el cuello de la camisa. Taehyung solo estaba
disfrutando de un helado, pero él se estaba calentando.
Cuando sacó la cuchara, lamió hasta dejarlo limpio. Él lo
miró intensamente, preguntándose qué más podría hacer
su pequeña y bonita lengua.
“Más”, dijo Taehyung, mostrándole el contenedor vacío.
Jungkook parpadeó, su columna se puso rígida. Se obligó
a toser y sonrió irónicamente. “Ya no hay más, cariño”.
“Pero—”
Jeon lo besó. Él agarró su barbilla, separando sus muslos
para pararse entremedio. Lo besó febrilmente, con la boca
húmeda y dulce por el helado. Pero le escocía la lengua por
el limón que lo quemaba.
Aun así, metió la lengua en su boca, chocando contra la
ajena. Taehyung gimió suavemente, su mano agarrando su
camisa. Apretó su cuerpo contra el de él. Taehyung
presionó sus muslos contra él, echándose hacia atrás para
respirar, pero él cerró de golpe sus labios sobre los suyos
de nuevo, mordisqueando y rastrillando con sus dientes el
labio inferior ajeno.
Jungkook agarró la parte posterior de su cabeza,
agarrando su cabello mientras lo besaba con rudeza. El
contrario dejó escapar un jadeo tembloroso, su dedo
rozando su mandíbula. Jeon dominó completamente el
beso, su otra mano agarrando su cintura. Echaba de menos
sus labios, dulces como la miel, cálidos como la leche
hervida.
“Dormitorio”, Taehyung susurró, volviendo la cabeza, con
la esperanza de recuperar el aliento.
El pelinegro le dio besos con la boca abierta en la línea
de la mandíbula, arrastrándose hacia abajo. Él lamió y
mordisqueó su cuello, calmando el dolor con suaves
picotazos.
“Jungkook,” dijo temblorosamente.
Jeon se echó hacia atrás, sonriendo a su trabajo. Su
mirada estaba humedecida, goteando de hambre por él.
“Como quieras, cariño”.
El pelinegro lo llevó al dormitorio. Taehyung tenía un pie
adentro cuando él lo jaló hacia dentro y cerró la puerta. Lo
besó apasionadamente, tomándolo por sorpresa. Él lo
abalanzó en sus brazos, sin romper el contacto de sus
labios ni una sola vez.
“Te he echado de menos”, murmuró Jungkook, tirando
hacia atrás solo para recostarlo sobre la cama.
Instantáneamente estuvo encima del menor, a horcajadas
con las rodillas mientras se quitaba la camisa.e
Antes de que el doncel pudiera siquiera decir una
palabra, su boca estaba de nuevo sobre él. Taehyung gimió
cuando él le mordió el labio inferior, solo para lamerlo y
empujar su lengua dentro. Él arremolinó y entrelazó ambas
lenguas, sonriendo por lo cálido que era. Taehyung envolvió
sus brazos alrededor de sus hombros, derribándolo aún
más contra su cuerpo encendido.
“¿Me extrañaste, cariño?” Jungkook respiró contra su
boca, besando su mandíbula, sus dedos recorriendo los
costados de su cuerpo.
“Sí”, dijo tembloroso, ya anticipando el placer que le
daría.
Solo por sus besos, su cuerpo estaba ardiendo. Su
corazón se aceleró, su adrenalina bombeando, su lujuria
ansiosa.
“Bésame otra vez”, susurró, justo cuando el pelinegro
volvió a subir sobre su cuerpo y capturó sus labios.
Taehyung cerró los ojos, su mano deslizándose en su
cabello azabache sedoso. Su mano se deslizó por su pierna,
sintiendo su piel. Todo lo que tocaba ardía suavemente. Lo
deseaba más que nunca, su cuerpo extrañaba su toque. Era
rudo, pero adorador. Amaba eso demasiado como para
admitirlo.
El corazón de Taehyung dio un vuelco cuando de repente
él lo besó con suavidad y cariño. Su mano se deslizó debajo
de su short, sus largos dedos empujaron su ropa interior
hacia un lado. Su respiración se volvió irregular cuando su
pulgar rozó su glande sensible, sus dedos se deslizaron
alrededor de su miembro endurecido y húmedo por el
líquido preseminal.
“Solo unos pocos besos y ya estás duro y mojado”, se rió
entre dientes, su pecho enviando vibraciones a través de
sus pezones erguidos.
“¿Tanto me deseas, cariño?” Jungkook lo engatusó,
sonriéndole traviesamente.
“N-no me provoques así”, susurró Taehyung, levantando
las caderas, deseando que él metiera un dedo dentro. O
algo más grande que lo llenara.
Jungkook se rió sombríamente. Deslizó un dedo
humedecido por la fricción de su miembro, dentro de
Taehyung, y éste instantáneamente lo apretó. Él deslizó
otro, curvando lentamente sus dedos antes de deslizarse
hacia adentro, lentamente, con sensualidad, penetrando y
preparando su agujero hasta que su respiración se hizo
más lenta y se volvió demacrada.
“¿Eso se siente bien, cariño?” él susurró en sus oídos,
mordiendo ligeramente su lóbulo mientras el menor gimió
en respuesta, su espalda baja levantándose de la cama.
“¿Quieres más?” bromeó, tirando de su short y camisa
fuera de su cuerpo. Dejó escapar un pequeño tsk, al ver sus
pezones marrones endurecidos “Eres una cosita tan
traviesa”.
Jungkook sonrió al ver su rostro concentrado, sus cejas
juntas, sus labios entreabiertos. Él aceleró sus dedos, y
Taehyung gritó ligeramente, su respiración se volvió
furiosa. De repente, volvió a reducir la velocidad.
“Respóndeme, querido”, exigió, su otra mano agarrando
bruscamente su pezón. El menor gritó de dolor, pero él
rápidamente lo calmó presionando su dedo medio sobre la
perla y acariciándolo.
“S-se siente bien”, jadeó, con la cabeza un poco hacia
atrás y la boca entreabierta.
Taehyung nunca se sintió como él mismo cuando estaba
con Jungkook.
“Se siente tan bien, Jungkook,” se corrigió, listo para
darle cualquier cosa que quisiera. No pudo contener los
gemidos que se deslizaron por su boca.
El pelinegro rió suavemente mientras lo llevaba al borde
del éxtasis. Sus caderas se retorcieron, intentando escapar
de él, pero él presionó su cuerpo contra el suyo. Empujó
sus caderas hacia abajo, sus piernas se retorcieron,
mientras trataba de escapar del placer.
“A-ah Jungkook, por favor,” gimió, incapaz de controlarse
más.
Jungkook continuó con su ritmo, sabiendo que
funcionaba perfectamente para hacer delirar a su esposo.
Él presionó su punto más sensible en el interior, y sus ojos
se abrieron de golpe y jadeó. Su interior se apretó con
fuerza contra él, tanto que sintió el pulso de su orgasmo.
No pasó mucho tiempo antes de que las tiras de semen
mancharan el abdomen del doncel. Jungkook retiró sus
dedos y los empapó con su néctar, Taehyung yacía jadeando
sobre la cama.
Sus ojos estaban húmedos y fijos en él. Se lamió los
dedos, observando cómo su piel cremosa se sonrojaba de
vergüenza.
“No—”
Demasiado tarde, Jungkook ya lo había probado.
“Jodidamente dulce, como era de esperar”, gimió,
inclinándose para besarlo de nuevo.
Taehyung nunca se había probado a sí mismo antes, sus
ojos se abrieron un poco. Antes de que pudiera devolverle
el beso, él se fue y se desabrochó el cinturón.
El corazón de Taehyung se aceleró más rápido que
nunca. Observó mientras él se quitaba los pantalones,
revelando su marcado pene.
“¿L-le hará daño al bebé?” susurró.
“No—”
“Pero es tan grande”, murmuró.
Jungkook hizo una pausa, su columna vertebral se puso
rígida. A su esposo le encantaba burlarse de él, ¿no? Eso
estuvo bien. Le pagaría en la cama, donde estaría a su
merced. Y no planeaba parar después de una o dos veces.

SILENCIO
“Definitivamente lastimará al bebé”, dijo Taehyung
débilmente, usando sus codos para sentarse derecho.
Jungkook todavía estaba entre sus muslos, viéndolo con
una mirada que hizo que todo su cuerpo vibrara.
“No lo hará”, lo tranquilizó Jungkook.
Antes de que Taehyung pudiera pensar demasiado, él lo
tomó de la barbilla y empezó a devorar su boca. El doncel
se presionó contra su pecho, pero él agarró sus dos
muñecas y las sujetó junto a su cabeza. Él succionó sus
belfos con dureza, hasta que gimió contra su boca. Luego lo
besó suave y gentilmente, saboreando la dulzura de su
boca.
“Seré amable”, susurró besando sus labios magullados y
rojizos.
Su mirada era vacilante, antes de asentir lentamente con
la cabeza. Fue todo lo que necesitó para agarrar la parte
delantera de su ropa interior y rasgarlo con sus propias
manos. Sus ojos se abrieron como platos ante el sonido de
rasgadura. Sin previo aviso, su boca fue a sus pezones, su
espalda se arqueó instantáneamente fuera de la cama.
Taehyung gritó cuando chupó su perla izquierda. Su
lengua giró bruscamente alrededor de ésta, antes de
morderlo suavemente y marcarlo, luego se movió hacia el
otro pezón, su mano reemplazó su boca. No pudo contener
sus gemidos.
“Me perteneces, querido”, murmuró, dándole un suave
apretón a su pezón, su otra mano ahuecando su miembro y
entrada ya lista.
“Todo esto me pertenece”, gruñó, repentinamente
posesivo con él.
Jungkook agarró su propia ropa interior y se la quitó,
mirándolo sombríamente. “¿Entiendes, cariño?”
El rubio no entendía de dónde venía su posesividad. Pero
asintió con la cabeza tembloroso. Sus labios se abrieron en
una sonrisa, antes de agarrar sus muslos.
“Ahora abre tus lindas piernas para mí, dulce Taehyung”.
El pelinegro se colocó sobre él, acomodándose entre sus
muslos. Él lo miró directamente a los ojos y empujó hacia
adentro. Taehyung gritó, sus piernas temblaban y sus
manos agarraban la cama.
“Silencio”, gruñó Jungkook. El menor lo estaba
apretando, fuerte como siempre.
Jungkook se retiró lentamente, su cuerpo temblando en
respuesta. Él penetró con lentitud, un gemido incontrolado
escapó de su boca húmeda.
“J-Jungkook,” farfulló temblorosamente, sus brazos
rodeándole el cuello.
El pelinegro presionó su cadera contra la ajena y
comenzó a mover la parte inferior de adelante hacia atrás.
Cada vez que él golpeaba el lugar correcto, su próstata,
Taehyung gemía su nombre, sus uñas se clavaban en sus
hombros, con fuerza.
Jungkook se zambulló en su interior más profundamente,
sus paredes internas increíblemente calientes. Continuó
penetrando, sus manos al lado de su cabeza agarrando
fuertemente la sábana. Él lo miró, sus ojos ardiendo en
lujuria y placer, mientras Taehyung dejaba escapar gritos
silenciosos y temblorosos. Su cabeza comenzó a rodar
hacia atrás, su cuerpo se elevó lentamente, sus caderas
comenzaron a encontrarse con sus constantes embistes.
Jeon lo agarró de la barbilla y lo besó bruscamente, no
podía tener suficiente de su esposo. El rubio lloriqueó en su
boca, enviando vibraciones por su pecho. Él gruñó,
comiendo su boca con más ansias, sus uñas dejando marcas
en su espalda.
“D-dijiste que serías amable”, gimió Taehyung, pero a
pesar de eso, su cuerpo estaba caliente y resbaladizo por el
sudor. Se aferró a él, jadeando directamente en sus oídos,
haciendo que Jungkook lo embistiera más fuerte mientras
sollozaba su nombre.
“Jungkook,” lloriqueó, abrazándolo, una mano
deslizándose en el negro río de su cabello.
El mayor fue aún más profundo, agarrando sus caderas y
obligándolo a tomar toda su longitud y grosor. Pronto, el
menor se apretó dentro de él, su cuerpo arqueándose fuera
de la cama.
“¡Jungkook!” gritó, alcanzando la cima del éxtasis y
llegando al clímax gracias a su pene que golpeaba
directamente ese bulto interno que lo hacía delirar.
Pero el pelinegro no se detuvo. Su respiración se volvió
irregular mientras lo besaba. Perdió toda su cordura,
mientras se sumergía aún más dentro.
“Estoy demasiado sensible”, jadeó, moviendo las caderas
lejos de él. Su cabeza se agitó, sus manos de repente
agarraron la cama para escapar del placer. Pero las manos
ajenas se posaron sobre las de él, sus dedos entrelazados.
Jungkook presionó su cadera contra la suya, obligándolo
a permanecer en su lugar y tomar todo de él a la vez.
Sobreestimulandolo.
“Estás haciendo un buen trabajo, querido”, gimió ronco,
dejando caer la cabeza junto al hombro ajeno. Embistió de
adelante hacia atrás, cada vez más áspero, queriendo
marcar sus entrañas, tal como su esposo había marcado su
espalda con sus arañazos.
Taehyung se estaba ahogando en placer. Había olvidado
su propio nombre, con los ojos en blanco. Se sentía tan bien
que ni siquiera podía controlar los ruidos lascivos que
salían de su boca. Todo en lo que podía pensar era en
Jungkook, sus movimientos fluidos y el éxtasis que sentía.
Pronto, su respiración se volvió dificultosa y, sin previo
aviso, sus caderas se doblaron, el calor irrumpió en él.
Respirando pesadamente, Jungkook llenó sus entrañas,
el líquido caliente vaciándose en su interior. No se retiró,
sino que se mantuvo dentro, obligando a su semilla a
quedarse.
“Qué buen chico”, murmuró, besando suavemente su
frente y mejilla. Con ternura, él le sonrió, antes de capturar
sus labios en un delicioso beso.
“Te amo, Jungkook,” susurró Taehyung en voz baja
contra su boca. Él simplemente se rió entre dientes y metió
su lengua en su boca, saboreando toda su cavidad bucal.
“Qué tonto”, dijo Jungkook, mientras comenzaba a mover
las caderas de nuevo. Todavía estaba duro, y al escuchar su
confesión, ahora estaba incontrolable.
“S-simplemente se hizo más grande dentro de mí”,
tartamudeó Taehyung.
Antes de que pudiera decir algo más, Jungkook lo besó
de nuevo. Él silenció su curiosidad, agarrando sus caderas,
listo para volver a reclamarlo por completo. Iba a devorarlo
esta noche, una y otra vez. Había extrañado estar dentro de
él.
“¿No te das cuenta?” Jungkook murmuró. Él agarró sus
muñecas, fijándolas sobre su cabeza. Sus ojos se
agrandaron, pero enganchó sus piernas alrededor de su
cintura.
“Te amo tanto, mucho más. Mi dulce, dulce Taehyung”,
Jungkook le sonrió suavemente y embistió bruscamente.
“¡Ah!” Taehyung gritó en protesta, no listo para su
repentino afecto. Gimió cuando él se retiró lentamente,
dejándolo saborear el movimiento antes de hundirse de
nuevo. Por ahora, sus caderas estaban temblando, su
cuerpo duro presionado contra el suave de él. Él se rió
oscuramente de su expresión mientras besaba su mejilla
con adoración.
“Estoy completamente… completamente loco por ti,
cariño”, gruñó Jungkook, mientras penetraba su estrecha y
resbaladiza entrada por su semilla, una y otra vez, hasta
que sus ojos estaban vidriosos y estaba hechizado por él y
su sólida longitud.
Jungkook le tomó la cara y le sonrió maliciosamente.
“Voy a estar dentro de ti toda la noche. Te empujaré en
todas las posiciones posibles y no planeo detenerme
pronto”.
29. XXVIII

PODEMOS CAMBIAR
“¿Por qué ustedes dos parecen tan incómodos?” Joongki
preguntó, mirando a su hermano mayor y a Park Jimin. Por
una vez, el doncel no estaba levantando el infierno en el
castillo. En realidad estaba de pie como una persona
educada, con los labios cerrados y los ojos bajos. Era como
si estuviera avergonzado de algo.
Yoongi, por otro lado, finalmente no estaba serio. Sus
cejas estaban juntas por la incomodidad y miró hacia un
lado. No se atrevía a mirar a Jimin, no después de lo que
hicieron ayer. Ni siquiera podía creer que sucedió, pero
sucedió, y estaba desgarrado.
“No me digas que ustedes dos follaron”, dijo Joongki
inexpresivo, con la boca abierta. Sus ojos se abrieron como
platos e instantáneamente, señaló con un dedo acusador a
su hermano y luego a Jimin.
Joongki jadeó dramáticamente. “De ninguna manera,
¿ustedes realmente tuvieron sexo?”
Jimin gimió, justo cuando la cabeza de Yoongi se volvió
hacia su hermano.
“Oh, vaya, hermano, esta debe ser la primera persona en
tu cama, en ¿cuánto? ¿Dos décadas?”
“No lo hicimos, idiota”, siseó Yoongi, empujando a su
hermano a un lado.
Joongki tropezó y saltó un poco antes de recuperar la
estabilidad. Su sonrisa se amplió, un pensamiento travieso
apareció en su cabeza.
“Algo en tu expresión me dice que desearías haberlo
hecho, hermano”, se rió Joongki.
Joongki se burló cuando Yoongi le lanzó una mirada
mordaz. Nunca había visto a Yoongi tan irritado como
ahora. El pobre parecía que tenía las bolas azules desde
anoche. Bueno, eso no era una sorpresa considerando la
vieja moral de Yoongi.
Mientras Joongki se divertía con las personas, Yoongi se
mantenía reservado. Que aburrido. Yoongi no perdía el
tiempo con personas y rara vez se le veía con una. Siempre
fue algo curioso para Joongki que su hermano no jugara,
cuando había tantas presas para elegir.
A veces, se preguntaba si su hermano era virgen. Dada
su edad, que se remontaba a siglos atrás, Joongki esperaba
que no.
“¿Está seguro?” Joongki se burló, disfrutando de la
expresión de disgusto en el rostro de su hermano. Miró a
Jimin, quien de repente encontró la alfombra muy
interesante.
El ruidoso Jimin se quedó en silencio, por una vez. Eso
fue una sorpresa. Lo que significaba una cosa: algo sucedió
entre Yoongi y Jimin.
“Entonces, ¿exactamente qué pasó ayer?” preguntó
Joongki con voz cantarina. Su tono era de muy buen gusto y
estaba ansioso por saber más.
Al no recibir respuesta, Joongki miró de su hermano al
doncel. “Escuché que escoltaste a Park Jimin fuera del
dormitorio de Su Gracia. Sé, con certeza, que el Rey tuvo
una noche divertida de reavivar con Su Gracia, pero ¿qué
hay de ustedes dos?”
Jimin se atragantó. De repente, ya no le resultaba
cómodo quedarse de pie y esperar a Taehyung. Era bien
entrada la tarde y su amigo no estaba a la vista. ¿No le
digas que Su Majestad secuestró al pobre Rey?
Jimin se sobresaltó ante la idea. Pero luego, se relajó un
poco, sabiendo que los gemelos lo habrían echado del
castillo si hacía algo escandaloso. Además, ¿por qué los
gemelos no lo dejaban subir? Era la una de la tarde, y el
Rey ya debería estar despierto.
La curiosidad suficiente para matar a un gato se gestaba
dentro del doncel.
“Ugh, ¿por qué ninguno de ustedes dos responde a mi
pregunta?” Joongki gritó exasperado. “¡Es tan simple como
decirme si se tiraron o besaron o no! ¿Es tan difícil decirme
lo que hicieron ayer?”
Yoongi golpeó a su hermano en la cabeza, ganándose
otro grito de Joongki. A veces, se preguntaba si a su
hermano le quedaban células cerebrales.
“¿Cómo puedes hacer una pregunta tan
malintencionada?” Yoongi siseó. “¡¿No tienes moral y
dignidad, tonto?!”
Joongki se frotó la cabeza, dolorido. Puso los ojos en
blanco y se burló. “No todo el mundo puede y quiere ser un
mojigato como tú, hermano”.
“¿Un mojigato?” Ladró Yoongi. “Simplemente no quiero
ser una puta como tú”.
Joongki jadeó. “¿Una puta? ¡¿Cómo puedes ser tan malo,
hermano?! ¿Estamos siquiera relacionados con la sangre?”
“Ojalá no lo estuviéramos”.
“¡Yo también no quiero!” Joongki refutó, como un niño.
Aprovechando la oportunidad de las peleas de los
gemelos, Jimin salió del salón. ¡Estaba empeñado en ver a
Taehyung hoy! Jimin estaba empezando a perder el votó de
sus seguidores de la empresa. La junta de accionistas
terminó horriblemente. Hubo un empate, y nadie pudo
tomar una decisión adecuada. Se fijó una nueva fecha para
la votación dentro de una semana y Jimin necesitaba
desesperadamente el consejo de Taehyung.
Por lo tanto, caminó de puntillas por los pasillos antes de
hacer una carrera loca por las escaleras. Podía escuchar el
sonido de la puerta abriéndose detrás de él y fuertes gritos.
Los gemelos habían descubierto su escape.
Jimin llegó a la parte superior de las escaleras en poco
tiempo. No tuvo que mirar hacia atrás para saber que los
gemelos estaban a solo unos pasos detrás.
“¡Park Jimin, vuelva aquí!” Joongki gritó, con los ojos
muy abiertos por el terror. Estaba asustado de encontrarse
con un rey desnudo. Oh dios, eso cegaría los ojos del pobre
Joongki.
“¡Jimin, loco imbécil!” Yoongi rugió, furioso de que él
aprovechara una gran oportunidad. Pero ya era demasiado
tarde, puesto que Jimin ya había abierto la puerta.
Taehyung se despertó lo más cómodo que había estado
en los últimos días. Acurrucado en los fuertes brazos de
Jungkook, sintió que lo arrullaban de nuevo.
La piel contraria era fría, pero la suya era febril. Su
frialdad alivió los dolores, y se acurrucó más
profundamente en su pecho, su aroma calmante lo inundó.
Él lo abrazó con fuerza, ambos brazos tenían un reclamo
posesivo sobre su cuerpo.
“¿Somnoliento?” Jungkook murmuró suavemente,
besando la parte superior de su cabeza. Él había estado
despierto por un tiempo hasta ahora, sonriéndole
suavemente. El menor durmió tan cómodamente, sus
pestañas descansando pacíficamente, su pecho subiendo
con cada respiración.
“Mmhm…” Taehyung se apagó, disfrutando de la
oscuridad que el pecho del pelinegro le ofrecía.
La luz del sol se asomaba por las ventanas, donde las
cortinas estaban abiertas. Jungkook también lo había
follado en la ventana, donde todo su cuerpo había sido
presionado contra el vidrio frío. Después de que le fallaran
las piernas, él lo embistió sobre las alfombras, y la lista
continúa.
“Debes estar adolorido,” Jungkook lo tranquilizó
suavemente. “Quédate en la cama, cariño”.
“No…” murmuró, retrocediendo un poco. Se frotó
cansadamente los ojos que se sentían pegados por el
agotamiento.
“Tengo que hacer un discurso público en vivo. Si no
hubiera vomitado y si no hubiéramos discutido, podría
haberlo hecho la última vez. No quiero preocupar a nuestra
gente y hacer que los países extranjeros piensen que algo
anda mal en Wraith”.
“Si puedes caminar, entonces sé mío una vez más”,
reflexionó Jungkook. Él lo había presionado a propósito
hasta sus límites ayer, solo para poder tenerlo todo para él
hoy.
“P-puedo caminar”, tartamudeó Taehyung, a pesar de
que sus muslos temblaban un poco.
“¿Sabes que tus piernas tiemblan de una manera
adorable cuando estás exhausto?” se rió entre dientes,
apartando el cabello de sus ojos. El menor lo miró y trató
de alejarse, pero él lo agarró por la cintura y lo atrajo hacia
sí.
“Tus piernas todavía están temblando, incluso en la
cama”, arrulló Jungkook. Presionó su frente contra la ajena,
cambiando instantáneamente su posición. Se puso encima
de él, con una mano presionada contra la almohada, justo
al lado de su cabeza.
Taehyung tragó saliva. “Puedo caminar.”
Jungkook sonrió. “Podemos cambiar eso”.

EGOÍSTA
Los ojos del rubio se agrandaron. Antes de que pudiera
responder, él se inclinó para besarlo. Instantáneamente
giró la cabeza, sus labios tocaron su mejilla. Pero al
pelinegro no le importó. Él besó su mandíbula, sus caderas
desnudas presionando su cintura. Su respiración tembló
cuando sintió su dura longitud, gruesa y cálida.
“Solo dos rondas”, murmuró Jungkook, agarrando sus
muslos, su pulgar presionando bruscamente en su carne
sensible. Le separó las piernas, colocándose con cuidado
entre ellas.
“¡Buen día!” Jimin cantó en voz alta, abriendo las
puertas.
Taehyung gritó, justo cuando Jungkook instantáneamente
cubrió su cuerpo con el suyo, y la manta sobre ambos.
Sintió que Jungkook lo abrazaba protectoramente y miró
hacia arriba para ver que estaba lanzando una mirada
asesina en dirección a Jimin.
“¡Otro paso, y tendré tu cabeza!” Jungkook rugió, su voz
sacudiendo la habitación.
Jimin gritó, saltando rápidamente hacia atrás. “¡Es la una
de la tarde, pensé que ustedes dos ya estarían vestidos!”.
“¡Vete a la mierda!” Jungkook gruñó. Sintió que
Taehyung comenzaba a temblar en sus brazos,
conmocionado por el incidente.
Jimin cerró rápidamente las puertas y se fue.
El pelinegro dejó escapar un suspiro de frustración,
pasándose la mano por el cabello. Miró hacia abajo y se
encontró con los grandes ojos de Taehyung. Parecía tan
vulnerable que su corazón se agitó.
“Te cubrí”, soltó Jungkook, su voz todavía áspera e
irritada. Al darse cuenta de su error al instante, suavizó su
tono. “Odio a tu amigo”.
Taehyung sonrió irónicamente. “Él es una buena
persona”.
Jungkook se burló. “Claro que lo es.”
Lo agarró por la barbilla y se inclinó para darle otro
beso. “Ahora que ya no estamos siendo interrumpidos—”
Un golpe resonó en la habitación.
“Maldita sea, voy a asesinar a esos tres”, siseó Jungkook.
Salió de la cama, justo cuando Taehyung se sentaba. El
menor agarró su mano y se echó hacia atrás de nuevo.
Estaba abrazando la manta y sujetando su mano contra su
pecho, con fuerza, podría agregar.
No pudo evitar admirarlo. La luz del sol caía
perfectamente sobre el menor, arrojando un brillo sobre su
cabello rubio. Él era como un osito sacudido ante él, sus
ojos esmeralda brillando con consternación. Quería
devorarlo. Completamente.
“O tal vez, debería quedarme en la cama”, murmuró
Jungkook, inclinándose hacia él para besarlo. Pero
entonces, su esposo lo esquivó de nuevo. Él gimió, su
pulgar presionando su barbilla.
“No me provoques así cariño, me dan ganas de ser duro
contigo”.
“Tengo aliento matutino”, murmuró Taehyung.
“Yo también.”
“No quiero”, agregó.
Jungkook hizo una pausa. “¿Querrás después de que nos
refresquemos?”
Taehyung parpadeó. “Tal vez por la noche…”
“¿Todavía estás empeñado en dar unos saludos
públicos?” preguntó, con el ceño fruncido y los labios
tensos.
“No quiero preocupar a nuestra gente”.
“Deberías quedarte en la cama, cariño”.
Taehyung negó con la cabeza. Jungkook simplemente se
rió, el sonido hizo que su corazón diera un brinco y su
estómago se agitara. Él se puso de pie en toda su altura y
el menor instantáneamente apartó la mirada.
“Muy bien, levántate entonces. Ve si puedes salir de
aquí”, provocó Jungkook en voz baja. “Si no puedes, te
confinaré en la cama. Si puedes, haré que no puedas
levantarte”.
Taehyung lo miró boquiabierto. “¡Eso es injusto, esposo
desvergonzado!”
El otro se rió. Lo agarró de la barbilla y lo obligó a
mirarlo. Él sonrió cuando el menor frunció el ceño. “Pero
amas a este desvergonzado esposo a pesar de todo”.
“Me pregunto si lo hago”, soltó repentinamente
entusiasmado.
“Hm, tu cuerpo ciertamente lo hace, y también esa
boquita tuya. Te encanta gritar mi nombre, cariño”.
Taehyung resopló. Apartó sus manos y tiró las mantas
fuera de su cuerpo. Necesitaba vestirse rápidamente antes
de que Jimin intentara abrir la puerta de nuevo. Poniendo
los pies en el suelo, sintió la mirada expectante de
Jungkook. Levantó la cabeza para ver que él lo miraba
fijamente, casi seguro de que no podía caminar.
El doncel no quería mentir. Le dolía todo el cuerpo, pero
él lo provocaba demasiado. Con firmeza, se puso de pie e
instantáneamente, sus piernas casi cedieron. Sus rodillas
temblaron, pero se contuvo.
“¡Ja!” Taehyung se regodeó, sonriéndole.
El pelinegro se rió. “Está bien, da un paso entonces,
cariño”.
Taehyung tragó saliva. “Mis piernas se quedaron
dormidas porque se enredaron con las tuyas cuando
dormimos. Eso es todo”.
“Entonces, da un paso hacia mí”.
Taehyung apretó los labios. Dio un paso determinado
hacia adelante, haciendo una mueca cuando las chispas le
subieron por las piernas. De repente, sintió náuseas y sus
ojos se abrieron como platos. Se agachó, y el mayor estuvo
instantáneamente a su lado.
Se atragantó, sintiendo como si fuera a vomitar. Las
manos de Jungkook frotaron la parte superior de su
espalda, su voz dulcemente lenta.
“Respira, querido, adentro y afuera”, instruyó.
Taehyung escuchó su consejo. Tomó una gran bocanada
de aire por la nariz y la sacó por la boca. Apoyó su cuerpo
contra el de él, agradecido por su apoyo. Él envolvió un
brazo alrededor de su hombro, sus labios presionando su
cabeza.
“¿Te sientes mejor ahora?”.
El menor asintió lentamente con la cabeza. Agarró su
mano y el pelinegro entrelazó sus dedos, pero Taehyung se
apartó. El doncel agarró la mano ajena y lo colocó sobre su
estómago abultado, y al instante, el toque del pelinegro
desapareció.
“Jungkook—”
“Pequeños pasos”, le advirtió.
Taehyung frunció el ceño. ¿Qué?
“Lo estoy intentando, cariño, realmente lo estoy”.
“¿Tratando de qué?”
“Aceptar al bebé”, murmuró Jungkook en voz baja. “Es
difícil hacerlo, sabiendo que cuando nazca el niño, podrías
estar muerto, y tendría que vivir con el rostro del infante
por el resto de mi vida, sabiendo exactamente lo que te
hizo”.
Taehyung se sorprendió. El dolor brilló en el rostro ajeno
e instantáneamente apartó la mirada de él. La comprensión
lo apuñaló en el pecho, y de repente sus palabras lo
hirieron.
“No amarás al niño”, susurró la revelación, su voz se
quebró hacia el final.
“No puedo amar algo que te lastima”.
“Entonces debes odiarte a ti mismo”, replicó el menor,
incapaz de enfrentar la realidad.
“Pero te amo”, Jungkook lo corrigió.
Se acercó y lo abrazó por los hombros. El menor se
quedó quieto y frunció el ceño hacia el suelo. “Te amo más
que a todos en este mundo, así que cariño, ten paciencia”.
Los labios de Taehyung temblaron. Se le humedecieron
los ojos y quería llorar, pero sería inútil y odiaba las
lágrimas. Así que, permaneció en su abrazo, fláccido y frío.
¿Taehyung era egoísta? ¿Estaba tan mal querer salvar
una vida? ¿Estaba tan mal que él amara a su hijo?
Todo lo que Taehyung quería hacer era dejar una parte
de él atrás en este mundo, aunque fuera un niño que
pudiera matarlo. Todo lo que quería era ver a quién se
parecía el niño, cómo sonaba su risa y qué bonita sería su
sonrisa.
La idea del odio de Jungkook hacia el niño lo
aterrorizaba. ¿Y si realmente despreciaba al niño? ¿Qué
pasaría si Jungkook viviera el resto de su vida,
revolcándose en la culpa si no podía salvar a su esposo?
¿Qué pasaría si cada vez que Jungkook miraba al niño,
recordaba lo que pasó?
¿Y si Jungkook asesinara a un niño? Su propio hijo, para
ser exactos.
La pregunta envió escalofríos por su espina dorsal. No
quería comprender ese pensamiento, tan realista como
sonaba.
SERES QUERIDOS
“¡¿ESTÁS EMBARAZADO?!” Jimin gritó, la noticia fue tan
sorprendente que escupió su bebida.
“¡Asqueroso!” Taehyung gimió, agarró un pañuelo y se lo
limpió de la mano y la cara. Miró con cautela a Jimin, de
repente deseando haber dado mejores noticias.
Incluso Evelyn y Solar se sobresaltaron. Se miraron la
una a la otra con incredulidad. Estaban paradas en la
esquina de la habitación, debatiendo si Su Gracia
necesitaba o no un guión para la proyección en vivo.
Los medios de comunicación habían sido informados de
la transmisión y en apenas una hora el Rey daría su
discurso.
“¡No digas eso cuando me vomitaste ayer!” Jimin
intervino, colocando la taza de té en el plato. Se secó la
boca y miró incrédulo a su amigo.
“Voy a ser tío, ¡esto es tan emocionante!” Jimin chilló. Ya
estaba imaginando los regalos que le iba a dar a su futura
sobrina o sobrino. Bueno, técnicamente no son sobrinas o
sobrinos relacionados con la sangre, ¡pero Jimin los vería
como sus propios hijos!
Iba a ser muy divertido y emocionante. Todos querían la
atención y el favor de Jimin, pero él se los iba a dar gratis a
los hijos de Taehyung. Jimin ni siquiera conocía a los niños,
pero sabía que los iba a querer mucho, mucho. ¿Por qué?
Porque eran los hijos de su precioso amigo.
“La boda fue literalmente hace un mes y medio”, dijo
Jimin de repente, al darse cuenta. “Wow, el esperma de
Jungkook seguro que funciona rápido”.
“¡Jimin!” Taehyung se sobresaltó, deseando que su amigo
tuviera algo de dignidad.
“Solo digo” Jimin se encogió de hombros. Luego, hizo
una pausa. “¿Entonces?”
“¿Qué?”
“Entonces, ¿cuántas veces lo has hecho en una noche?”
preguntó, inclinándose como si le estuvieran contando un
secreto. Por el rabillo del ojo, vio a la secretaria y a la
publicista haciendo lo mismo. Pretendían susurrar entre
ellas, pero Jimin sabía que ellas también querían saber la
respuesta.
“E-esa es información privada mantenida entre marido y
esposo—”
“¡Oh, no seas un santo!” Jimin gimió, inclinándose aún
más cerca. Apretó su mano sobre la de Taehyung, abrió
mucho los ojos e hizo un puchero. “Solo quiero un número,
eso es todo. Necesitamos ver qué tan fuerte es su
resistencia”.
Taehyung retiró su mano, un ligero rubor subió a su
mejilla. “No importa este tema. Deberíamos hablar sobre la
medicina para dormir que me diste—”
“¡No, ese tema no viene al caso!” Jimin siseó.
¡Necesitaba comenzar a predecir cuántas sobrinas y
sobrinos iba a tener! Al ritmo que iban Jungkook y
Taehyung, a Jimin no le sorprendería que hubiera
embarazos tras embarazos, especialmente con lo pegado
que está Jungkook al lado de Taehyung, como un chicle.
“Tu medicina para dormir funcionó excepcionalmente
bien con Jungkook, pero me siento tan culpable por…”
“¡¿Cuántos?!” Jimin gritó, sacudiendo a su mejor amigo.
Taehyung gimió. Miró a Jimin con exasperación,
esperando que su mejor amigo encontrara la razón.
“Jimin”.
“¡Tete!” fingió un sollozo, su curiosidad sacando lo mejor
de él. “¡Mira, hasta tu secretaria y publicista quieren
saber!” señaló hacia las mujeres que estaban de pie en la
esquina de la habitación.
Instantáneamente, Taehyung miró hacia ellas, justo
cuando comenzaban a susurrar algo de nuevo. Las cejas de
Taehyung se juntaron. No parecía que Solar y Evelyn
quisieran saber.
“Dios mío, esas traidoras”, se quejó Jimin. “Vamos, solo
dime Tete. No es como si le fuera a decir a nadie. Solo
tengo curiosidad sobre el número, ya sabes. Todos dicen
que el Rey tiene una gran resistencia y mucha energía. Se
lo ve entrenar con frecuencia en las mañanas”.
¿Entrenaba por las mañanas? Taehyung no se dio cuenta
de eso. Bueno, supuso que sus músculos tenían que venir
de alguna parte. Pero si él siempre hacía ejercicio por las
mañanas, ¿por qué no se lo dijo? Antes de sus disputas, a
menudo se despertaba en sus brazos.
“Entonces, dime—”
“Perdí la cuenta”, murmuró.
“¿Qué?”
“Perdí la cuenta”, susurró. Cogió su taza de té y tomó un
sorbo.
Jimin se quedó atónito sin palabras. Él también recogió
el té y tomó un sorbo. Wow. Tenía tanta resistencia ¿eh? Él
siguió bebiendo.
“¿Feliz?” Taehyung gruñó por encima del borde de su
taza.
“Mucho”, enfatizó.
Taehyung sacudió la cabeza con incredulidad. Se
preguntó qué podría ser tan interesante en su vida
amorosa. ¿No tienen todos los hombres una gran
resistencia como Jungkook? Ingenuamente parpadeó. En
ese momento, Yugyeom apareció en su mente.
“Jimin, ¿necesitas un nuevo guardaespaldas?”
“¿Qué?” levantó la cabeza de la taza de té. Él estaba
haciendo una mueca por el sabor, mirando dentro de la taza
como si ésta lo hubiera ofendido. Este era su té menos
favorito. ¿Por qué tenía la sensación de que fue enviado
deliberadamente por Su Majestad?
“Es una larga historia”.
“Y tengo una larga vida para vivir y escucharte”.
Taehyung suspiró suavemente. Dejó la taza de té y se
volvió hacia Jimin. Su atención se centró en Solar y Evelyn.
“Por favor, dennos un poco de privacidad”, les indicó.
Solar y Evelyn asintieron brevemente ante sus palabras.
Inclinaron la cabeza y luego salieron de la habitación.
“Finalmente, se han ido”, murmuró Jimin. Odiaba que lo
vigilaran o lo siguieran. Los hombres de su padre solían
hacer eso, antes de que él los asustara a todos.
“Ahora, dime”.
Taehyung abrió la boca y comenzó a contar la historia de
la desaparición de Yugyeom, al descubrirlo en el sótano, su
pérdida de memoria, su estado híbrido y su estado actual
en el sótano.
Al final de la historia, los ojos de Jimin estaban
desorbitados. “¡¿Qué?!”
“Lo sé…” refunfuñó, recostándose en la silla y
suspirando.
“Tu esposo es un hombre jodido”.
“Y soy una persona horrible por amarlo”, murmuró
Taehyung. Después de todo lo que hizo, todavía lo amaba.
Si era la dulzura del pelinegro hacia su persona o su
obsesión con él, no sabía la razón.
Taehyung odiaba admitirlo, pero estaba necesitado.
Ansiaba atención y afecto, ansiaba las cosas que nunca
recibió en la Mansión Kang.
Ahora que Jungkook lo colmaba de su atención y
adoración, no podía apartarse de él. Su suave caricia, su
sonrisa maliciosa, su arrogancia. Amaba todo menos su
crueldad.
“No eres horrible, Tete”, dijo Jimin con voz suave. Se
inclinó hacia adelante y juntó su palma sobre la mano de
Taehyung.
“Eres muy fuerte por amar a alguien como el Rey, tan
loco y crudo como es. Con mucho gusto quitaré a Yugyeom
de tus manos, ahora que ya no te recuerda. Además, será
mejor para él no interactuar más contigo. Poco a poco
dejará de amarte, y se enamorará de otra persona.”
La cabeza de Taehyung se levantó. “¿Sabías que
Yugyeom estaba enamorado de mí?”
“Oh Dios, Tete, no me digas que no lo sabías. ¡Incluso un
ciego podría ver que Yugyeom estaba enamorado de ti!”
De repente, Taehyung se sintió culpable de nuevo. ¿Era
él el único que no lo sabía? “Pensé que me trataba como a
un hermano mayor…”
“Solo tú pensabas que él te trataba como a un hermano
menor. Yo pensé que te trataba como a un amante posesivo.
Nunca dejó que te acercaras a un hombre. Me sorprendió
mucho que pudieras atrapar al Rey en el baile,
especialmente con Yugyeom pegado a ti”.
Taehyung decidió omitir convenientemente la parte en la
que se escapó de la propiedad de los Kang una noche, fue a
un bar, se emborrachó y arrastró al Rey a un hotel, donde
él lo toqueteó y se lo comió antes de que colapsara por el
agotamiento.
Jimin se asustaría si lo supiera.
“Pero definitivamente trataré bien a Yugyeom. No te
preocupes, Tete. Ya sabes lo cercanos que éramos”.
Taehyung instantáneamente sonrió ante esto. Sabía que
Yugyeom estaría en buenas manos y lejos de las garras de
Jungkook.
“Aunque es extraño”, dijo Jimin de repente. “Me
preguntaba por qué borró sus propios recuerdos de ti. Tal
vez la idea de que estuvieras en los brazos de otro hombre
era tan dolorosa que quería olvidar su amor por ti. O tal vez
los recuerdos que pasó contigo eran tan preciosos que no
quería que el Rey lo borrara, así que lo hizo él mismo”.
Las palabras se sintieron agridulces. El corazón de
Taehyung se encogió ante el hecho. Miró en silencio por la
ventana. Nunca se dio cuenta de los sentimientos de
Yugyeom hacia él. Incluso si se diera cuenta, antes de su
reunión con Jungkook, Taehyung no sabía si hubiera
llegado a corresponder a los sentimientos de Yugyeom. Era
difícil ver a un hermano mayor como una pareja.
“Bueno, no hablemos más de estas cosas deprimentes. El
rey debe estar extasiado de que estés embarazado,
¿verdad?”
La expresión de Taehyung se volvió aún más sombría.
“No.”
“¡¿No?!” Jimin repitió bruscamente. “¡¿Después de
dormir contigo tantas veces, me estás diciendo que está
enojado contigo por estar embarazado?!”
Taehyung hizo una mueca ante la voz chillona de Jimin.
Comenzó a explicar la historia de su desmayo durante una
semana entera a causa del embarazo. Luego, el casi intento
de aborto de Jungkook, las discusiones, la semana de
aislamiento y aún más desacuerdos, antes de que
finalmente se reavivaran un poco. Pero solo un poco.
Taehyung omitió la parte en la que Jungkook le suplicaba
desesperadamente que abortara al niño. Solo mencionó que
él no quería al niño porque lo lastimaría. No quería que
Jimin escuchara sobre Jungkook en su momento más débil.
“Oh, Dios, Tete…” exhaló, incapaz de decir nada más. Se
levantó y abrazó a su mejor amigo, con los ojos cerrados.
No podía imaginar pasar por algo así.
“Si este niño te va a lastimar y vas a tener un embarazo
tan difícil, ¿estás seguro de que quieres quedártelo?”.
susurró Jimin, agarrando con fuerza las manos de su mejor
amigo.
Jimin no quería decirlo, pero estaba de acuerdo con
Jungkook. Nada vale la pena como para morir. ¿Cuál es el
punto de un niño si significa tomar otra vida? Sus ojos se
humedecieron ante la idea de alejarse de Taehyung.
“Amo tanto a este niño”, murmuró Taehyung. “Amo a este
niño más que a mi propia vida. Ni siquiera sé por qué,
Jimin. Existe este vínculo de tener algo tan pequeño
creciendo dentro de mí…”
Jimin no podía imaginar cómo se sentía. Pero Taehyung
era un chico muy querido. Los padres de Taehyung lo
mimaron tontamente y siempre lo adoraron. Era muy
comprensible por qué Taehyung también amaba a los niños.
“No sé qué decir…” Jimin se desvaneció. “Pero
encontraré una manera. Sé que el Rey también lo hará. Le
contaré a mi padre sobre este problema y haré que los
investigadores se ocupen de él lo antes posible. Podemos
formular un fármaco o medicina tal vez. Ya hay uno en
proceso desde que la tasa de mortalidad ha ido en aumento
debido a los nacimientos mestizos”.
Taehyung asintió lentamente. Nunca se había sentido tan
impotente. Al apretar los labios, se dio cuenta de que no
podía hacer nada para protegerse del daño interno. Incluso
ahora, sentado, sentía que se le estaba vaciando la energía.
“Gracias, Mimi”, susurró, apretando las manos de su
amigo.
“Chico tonto”, se rió suavemente Jimin. “No tienes que
agradecerme nunca. Para eso están los amigos”.
Jimin se levantó y abrazó fuertemente a Taehyung. Se
negó a dejar que su amigo muriera por un parto. ¿De qué
sirve tener dinero y poder si no puede mantener cerca a
sus seres queridos?

UN PERRO
“¿Qué soy? ¿Un perro?” Yugyeom comentó, mirando a
Jimin y Taehyung.
Yugyeom se frotó incómodo el pecho. Cada vez que veía a
Taehyung, sentía una extraña agitación en su corazón. A
veces le dolía verlo, a veces lo enojaba. No podía entender
por qué.
Debe haber una razón por la que borró sus propios
recuerdos. Pero ¿cuál era la razón? Quería averiguarlo lo
antes posible, pero ver el anillo de rubí en su dedo lo hizo
desviarse. ¿Por qué apuntar a Su Gracia? ¿Especialmente
con ese bastardo loco cerniéndose sobre él?
“¿Me vas a pasar de una persona a otra como si fuera
una mascota abandonada?” Yugyeom preguntó con un
profundo ceño fruncido. Apuntó con un dedo acusador
hacia este chico “Jimin”.
“Este se ve tan frágil que puedo romperle el cuello y
drenarle la sangre al instante”, agregó Yugyeom con voz
descontenta.
Al instante, Jimin se volvió hacia Taehyung. “Realmente
ha cambiado…” susurró con incredulidad.
Jimin nunca antes había escuchado a Yugyeom hablar tan
vulgarmente. Su temperamento era a menudo suave y
apacible.
“Estoy parado justo aquí, ya sabes”, espetó Yugyeom.
Se preguntaba por qué Taehyung finalmente bajó
después de una eternidad. Sin sus frecuentes visitas, sus
comidas se habían descuidado. A veces bajaba una criada
con una bandeja de pan duro y un vaso de agua, y nada
más.
Tan doloroso e irritante como era ver a Taehyung, él lo
prefería más. Además, al menos podía morder la comida
mientras fingía que era su carne suave. Nunca había visto
un cuello más tentador que el de Taehyung. Pero la idea de
beber sangre le repugnaba más que ser un híbrido.
“Por favor, trátalo bien”, le dijo Taehyung a Jimin. Sintió
que se le encogía el corazón por la culpa. Al menos, su
corazón estaría tranquilo al ver que él estaría en buenas
manos.
“Lo haré”, dijo Jimin con firmeza. Apretó los dedos
alrededor del frasco de pastillas. “Seré capaz de reprimir
sus impulsos también”.
Jimin le mostró a Taehyung el frasco de pastillas,
claramente etiquetado. Taehyung parpadeó y lo reconoció
al instante.
“Esto es lo que la mayoría de los vampiros toman como
suplemento para reprimir sus impulsos, pero como estamos
tratando con un híbrido aquí, será difícil”.
Taehyung asintió lentamente. “Yugyeom también es un
hombre lobo… ¿Eso le haría desear carne cruda?”
“Está bien, ustedes realmente piensan que soy una
especie de mascota”, espetó Yugyeom, fulminándolos con la
mirada a ambos.
El otro doncel le resultaba extremadamente familiar, y
podría haber jurado que lo había visto muchas veces antes,
en la infancia. De repente, hizo una mueca. Había alguien
más con ellos en su juventud. Un niño con la cara borrosa.
Por extraño que parezca, había tantos recuerdos con un
chico y su rostro borroso.
Yugyeom no necesitó pensar mucho para creer que
debería haber sido Taehyung. Pero apenas podía recordar
nada de él, excepto su primer momento con el menor. En
ese entonces, hubo algún tipo de asesinato y él había
matado al agresor. Como resultado, se le concedió el
estatus de su guardaespaldas.
Qué cliché de historia de amor.
“… si lo anhela, tenemos provisiones”.
Yugyeom volvió a la realidad. Vio a Taehyung asentir
lentamente con la cabeza. Sus ojos se encontraron, y su
corazón saltó.
Yugyeom se frotó el pecho de nuevo, incómodo con el
afecto. Cada vez que lo miraba, no podía decidir entre darle
un mordisco o besarlo. Había tantas emociones corriendo a
través de él.
Yugyeom no pudo describirlo. Pero sabía que Taehyung
era la causa de sus problemas. Si no fuera por él, no habría
estado aquí abajo. Si no fuera por él, ¿podría haber vagado
por el mundo libre?
“No voy a ser un aprovechado”, les dijo Yugyeom.
“Trabajaré.”
“Por supuesto que trabajarás”, resopló Jimin. “¿Crees
que estoy haciendo caridad gratis? Serás mi
guardaespaldas”.
Yugyeom parpadeó. Oh.
“Acércate, necesitas tomar las pastillas. Quién sabe si
atacarás a alguien al azar cuando te dejen salir”.
Jimin esperó a que se acercara a la celda de la cárcel
antes de extender la mano donde se encontraron dos
pastillas de color rosa claro.
“Es el doble de la dosis habitual porque eres un Sangre
Pura y un Híbrido. Lo necesitarás.”
Yugyeom agarró las pastillas y las examinó. Con
escepticismo los colocó en su boca y tragó.
Instantáneamente, se sintió un poco mejor, como si ya no
tuviera algo presionando su pecho. Sus impulsos ya no
estaban allí. Miró a Taehyung y, de repente, ya no parecía
una delicia.
“Se ve mucho mejor”, comentó Jimin. “Ya no te mira
como a un trozo de carne, Tete”.
Taehyung no respondió. Lo miró con calma, pero
descubrió que Yugyeom ya lo estaba mirando. Esta vez, con
curiosidad y dolor. Sin decir palabra, dio un paso adelante y
abrió la celda.
“Necesitará una ducha”, dijo Jimin, arrugando la nariz.
“Está bien, me ocuparé de él cuando regresemos a casa en
unos minutos”.
“Una vez más, me gustaría recordarles a ambos que no
van a adoptar un perro aquí”, Yugyeom cortó
inexpresivamente.
Jimin se burló. “Ojalá estuviera adoptando un perro en tu
lugar”.
Yugyeom estrechó su mirada sobre él. Este doncel se lo
estaba poniendo difícil. ¿Cómo podría ser el
guardaespaldas de alguien a quien no quiere proteger?
Viendo el lado positivo, se sentía más cómodo con él que
con Taehyung.
“Jimin es un buen amigo”, le dijo Taehyung. “Él te tratará
bien, te lo prometo Yugyeom”.
“¿Al igual que tu esposo me trató bien?” Yugyeom
respondió.
Taehyung se sorprendió. “No sabía—”
“Estoy seguro de que no”.
Yugyeom salió del sótano y miró a Jimin con indiferencia.
Éste era media cabeza más bajo que él, incluso con zapatos
altos. Miró con cautela a los hombres que estaban junto a
la puerta, que presumiblemente también eran la gente de
Jimin.
“T-tengo una conferencia pública en unos minutos”, le
informó Taehyung a Jimin. Se volvió hacia su amigo y forzó
una sonrisa. “Por favor, mantenme informado sobre su
estado”.
Jimin entró en pánico. Parecía que quería decir algo,
pero no podía encontrarlo en sí mismo para hacerlo.
“¿Qué es?” Yugyeom preguntó: “Escúpelo ya”.
Yugyeom estaba cansado de estar parado aquí. No podía
esperar para ducharse y ponerse ropa nueva.
“Tete…” Jimin se apagó, de repente agarrando la mano
de su amigo. “¿Qué tal si visitamos un restaurante pronto?”
Taehyung ingenuamente parpadeó antes de sonreír.
“Seguro.”
“Está bien, mañana entonces”.
Taehyung asintió al instante. “Mañana será”.
Jimin se animó rápidamente. Sus labios se dibujaron en
una gran sonrisa y chilló de emoción, lanzando sus brazos
alrededor de Taehyung.
“Sin embargo, será en público. Pero alquilaré el
restaurante. Es posible que te atrapen en algunas fotos… si
te parece bien”.
Taehyung inclinó la cabeza, preguntándose por qué no
podían ir al bosque aislado como la última vez. Supuso que
Jimin no estaba realmente deseando un postre. “Por mí está
bien”, estuvo de acuerdo, completamente inconsciente del
plan de su mejor amigo.
“Perfecto, ¡hasta mañana entonces!”
DEMASIADO TARDE
Poco después de que Jimin partiera con Yugyeom,
Taehyung fue escoltado a sus habitaciones, donde le dieron
un atuendo nuevo. Llevaba un atuendo blanco combinado
con un bolso de mano color rojo y amarillo que señalaba a
la familia real, y luego posó frente las cámaras,
monitoreado por un grupo de personas.
“Su Gracia, este es el guión” Solar se lo ofreció con
ambas manos. Taehyung miró el guión y no lo tomó.
“No lo necesito”..
Antes de que alguien pudiera detenerlo, se sentó junto a
la silla roja con incrustaciones de oro. No era el trono, sino
solo una silla normal y elegante. Tuvo que entrecerrar los
ojos para mirar a la cámara. Luces cegadoras brillaban en
su dirección, muy probablemente para hacerlo ver mejor en
la pantalla.
“La cámara se activa en 5, 4, 3, 2…”
“Hola”, dijo Taehyung con una brillante sonrisa
cuadrada. “Ha pasado un tiempo.”
Solar y Evelyn se miraron fijamente, preocupadas de que
esta entrevista pudiera salir mal. ¡Ya lo era! ¿Qué clase de
Rey dice un saludo tan informal? Por lo general, comenzaba
con ’¡Pueblo de nuestra excelente nación!’
De alguna manera, este discurso hizo a Su Gracia más
genuino y con los pies en la tierra, en lugar de alguien tan
surrealista e inalcanzable.
“He traído preocupación a todos”, agregó Taehyung, su
rostro se transformó en una ligera preocupación. “Pero
tengan la seguridad de que estoy bien. Como la mayoría de
las personas, cogí la gripe estacional y estuve postrado en
cama durante unos días, ¡pero ahora me he recuperado por
completo!”
Juntó las manos y forzó una sonrisa. “He visto los ramos
de flores colocados fuera del castillo. Son tan hermosos que
he decidido recogerlos todos y hacer que llenen los
jarrones, para que todos sus amables saludos sean
recordados con cariño”.
Solar y Evelyn se miraron con calma. Este discurso era
en realidad mucho mejor de lo que esperaban.
“Pronto estaré visitando las calles. Sin más que decir,
hasta la próxima”, dijo Taehyung con un ligero movimiento
de la mano. Pronto, la cámara se cortó, luego se apagaron
las luces.
No se relajó hasta que se puso de pie y estuvo lejos del
ángulo de la cámara. Luego, dejó escapar un pequeño
suspiro e instantáneamente se arrepintió de su decisión. Su
visión se estaba volviendo borrosa, y de repente se sintió
mareado.
“¡Su gracia!” Solar jadeó, corriendo rápidamente antes
de que algo sucediera. Vio al Rey tambalearse un poco.
“E-estoy bien”, Taehyung se rió levemente, dándose
cuenta de que el equipo de cámara todavía estaba aquí.
Tenía que ir a su habitación lo antes posible.
Taehyung no sabía por qué se sentía tan mareado. Era
como si estuviera anémico de repente. Trató de contar la
comida que comió esta mañana. Era una papilla nutritiva,
con una guarnición de ensalada, frutas y jugo fresco. Tuvo
un gran desayuno. Nada debía salir mal.
“Solo me tropecé, eso es todo”, mintió. Salió de la sala de
cámaras, con Evelyn y Solar siguiéndolo.
“Su Gracia, lo hizo muy bien allí”, habló Evelyn, en medio
del pánico de Solar. “Sonaba extremadamente cercano a la
gente. Sin duda, lo verán como un humilde Rey”.
“¡Ese no es el asunto importante en cuestión!” Solar
reprendió a la mujer. “Vamos a llevarlo a su cama, Su
Gracia. ¿Se siente bien?”
Taehyung deseó no estar siendo invadido con esa
pregunta. De repente, sus piernas se convirtieron en
gelatina y sus rodillas casi cedieron debajo de él.
Apenas logró salir por las puertas, antes de caer al suelo.
Esta vez, sus ojos se pusieron en blanco, justo cuando se
escuchaba una voz atronadora en el fondo. Lo último que
Taehyung vio en su visión borrosa fue la expresión furiosa
de Jungkook.
¿Por qué se veía tan enojado?
Se despertó en pura oscuridad. Gimió ligeramente,
frotándose los ojos. ¿Qué pasó? Sintió algo afilado en su
mano y cuando miró hacia abajo, notó que era un goteo
intravenoso.
“¿Te gusta preocuparme?” preguntó una voz
bruscamente.
Taehyung giró la cabeza para ver que era Jungkook.
Estaba sentado en una silla, mirándolo con irritación. Abrió
y cerró la boca, incapaz de responderle. La culpa llenó su
sistema y apartó la mirada.
“No es como si quisiera desmayarme en el acto”, se
quejó.
“Estoy seguro de que no”, suspiró.
El pelinegro se recostó en la silla y frunció el ceño. “El
bebé está drenando tu sangre cada vez que puede. Eres
humano y te ve como comida”.
Taehyung se lo imaginó. Eso explicaría por qué siempre
se sentía tan mareado después de estar parado un rato. No
había suficiente sangre en su sistema para sostener al niño
hambriento.
“La única forma en que no te drene la sangre es si te
conviertes en uno de los suyos: un vampiro. De esa manera,
no serás visto como comida”.
“Entonces, si me hubieras escuchado”, dijo Taehyung.
“Tal vez yo no hubiera estado en esta situación”.
Jungkook lo fulminó con la mirada, su mirada viciosa.
“Sí, si te hubiera convertido en un vampiro, habrías estado
bien durante este embarazo. ¿Pero quién puede decir y
asegurar que hubieras sobrevivido al intento?”
Taehyung no respondió. Sabía lo difícil que era crear un
sangre pura. La tasa de éxito es extremadamente baja, en
un alarmante 1%. Aun así, quería correr el riesgo.
“No tendríamos que preocuparnos por el bebé si no
fueras tan egoísta y quisieras quedarte con el monstruo”,
comentó Jungkook tranquilamente. Se agachó por la
almohada que el menor le tiró.
Taehyung se sentó erguido, lanzando dagas con el ceño
fruncido hacia él. Últimamente, sus cambios de humor
habían empeorado. “Tú eres el egoísta que se niega a
convertirme en vampiro en primer lugar. Si me hubieras
convertido, no estaríamos atrapados en esta situación”.
“Este es el mismo argumento que ¿qué fue primero? ¿El
huevo o la gallina?” Jungkook se quedó inexpresivo.
Contuvo un suspiro y sacudió la cabeza. “No discutamos
sobre lo que no podemos cambiar”.
Jungkook dijo eso mientras miraba el estómago ajeno,
que definitivamente podría cambiar. Taehyung
instantáneamente colocó una mano protectora sobre su
estómago, sus ojos llenos de acusación.
“¿No puedes convertirme ahora?” murmuró. “Aún no es
demasiado tarde”.
“Lo es”.
“Jungkook—”
“La tasa de éxito es del 1%. Ahora, estás embarazado. Si
drenamos tu sangre para convertirte en un vampiro, el
bebé consumirá tu carne en lugar de tu sangre. Tu cuerpo
no solo se rendirá contigo, también lo hará el niño. Además,
necesitamos encontrar un vampiro de sangre pura que
tenga un tipo de sangre similar al tuyo. Hasta ahora, no hay
ninguno que yo sepa”.
Un vampiro de sangre pura con sangre similar a la de
él… La población de sangre pura era baja, pero ¿quién le
donaría tanta sangre voluntariamente?
Taehyung frunció el ceño. ¿Era demasiado tarde?
¿Realmente no había nada que pudiera hacer? ¿Era todo
inútil?

QUE SEAN CINCO


Al ver su expresión desgarrada, el pelinegro no quiso
presionar por el aborto. Era evidente que el menor nunca
habría accedido a ello. Ahora, estaba la opción extrema.
Podía simplemente matar al niño, borrar sus recuerdos y
fingir que nunca pasó nada.
Pero Jungkook sabía que su esposo se enteraría. No
importa cuán perfecto fuera el hechizo, él lo sabría. Y
ahora, escuchó que se lo contó a Jimin, Solar y Evelyn.
Demasiada gente lo sabía. Demasiadas personas a las que
tendría que asesinar.
“Jungkook, ¿crees que es un niño o una niña?” preguntó
suavemente, tocándose cariñosamente el estómago.
El pelinegro lo miró con incredulidad. ¿Le estaba
preguntando eso en serio? El menor tomó su mano y él
admiró lo delgadas que eran las de su esposo en
comparación con las de él. Dejó escapar un pequeño
suspiro, tomó sus dedos y se sentó al borde de la cama.
“No lo sé, cariño”, murmuró.
Jungkook pasó un brazo alrededor de su espalda baja y
besó un lado de su cabeza. Quería saborear este momento,
porque podría ser el último. El pensamiento de eso lo
enfureció tanto como lo lastimó.
Finalmente encontró a la persona con la que quería
pasar el resto de su vida. Y ahora, éste iba a dejarlo en
nueve meses.
“Me gustaría un niño que se parezca a ti”, dijo Taehyung
en voz baja. Acarició el cabello oscuro azabache, su sonrisa
brillante. “Espero que tenga el cabello sedoso de su padre,
hermosos ojos y—”
“Quiero una niña”, murmuró Jungkook inexpresivamente.
Él lo atrajo hacia sí y besó suavemente sus labios. “Quiero
una princesa de cabello dorado corriendo por mis pasillos.
Quiero que tenga tus ojos, tu nariz, tu ingenio, tu
compasión. Quiero que se parezca a ti y nunca a mí”.
El agarre del mayor se hizo más fuerte. “No poseo una
sola buena cualidad excepto mi excelente apariencia. Sería
mejor si nuestro hijo heredara todos tus buenos rasgos, no
los míos”.
Taehyung se quedó sin palabras. Quería decir que había
algo bueno en él, pero eso sería una mentira. Su cerebro
estaba lleno de maldad y crueldad. Jungkook lo trata con
amabilidad porque lo ama. Hizo actos atroces porque lo
ama. Se sintió culpable de que Jungkook tuviera que
mancharse aún más las manos con sangre por su culpa.
Pero Taehyung no quería que pareciera que era algo
horrible para él amarlo. Taehyung amaba tanto a Jungkook
que no podía expresarlo con palabras.
“Soy una persona horrible, y lo sé. No crees excusas para
mis acciones”.
“N-no estoy tratando de crear excusas”.
“Puedo ver al pequeño hámster dando vueltas en tu
cabeza, buscando algo que decir”, dijo irónicamente
Jungkook. “La gente malvada vive más tiempo, cariño. ¿Por
qué crees que he estado vivo durante todos estos siglos, y
los humanos como tú viven tan poco?”
Taehyung se quedó sin palabras.
Jungkook presionó su frente contra la de él. “Tú eres el
bien del mundo, cariño, y yo soy todo lo que es malo”.
El pelinegro le dio un beso en los labios, su mano
ahuecando un lado de su rostro. Le rozó la mejilla con el
pulgar, suave y terso. “No necesito ser una buena persona,
siempre y cuando estés a mi lado, cariño”.
’¿Y si ya no estoy a tu lado?’ Taehyung pensó para sí
mismo, pero ya sabía la respuesta a eso. Así que, envolvió
sus brazos alrededor de él y lo abrazó con fuerza.
Jungkook soltó una risita. No necesitaba la habilidad de
leer la mente para saber lo que el menor estaba pensando.
Su miedo estaba escrito en todo su rostro.
Le dio un beso en la cabeza y lo depositó sobre la cama.
Como siempre, él era la cuchara grande y el rubio la
pequeña. Él lo abrazó cariñosamente, con cuidado del
goteo intravenoso.
“Duerme, mi dulce”, arrulló en voz baja. “Estaré aquí
cuando te despiertes”.
Llegó la mañana siguiente y Jungkook estaba,
efectivamente, en la cama. Taehyung fue,
sorprendentemente, el primero en levantarse. Tocó su
mano, dándose cuenta mientras dormía, él debió haber
quitado el goteo intravenoso, ya que la bolsa estaba vacía y
había una curita en su mano.
Taehyung no podía imaginar el alboroto que Jungkook
podría haber hecho. El Doctor debe haber sido llamado a la
medianoche para retirar la aguja.
“Mi protector feroz”, reflexionó en voz baja, una broma
que solo él encontraba graciosa.
El pelinegro siempre había sido protector con él.
Taehyung siempre se había dado cuenta de eso. A veces,
era exagerado.
Levantó la cabeza de su cómodo pecho. Se apoyó en un
codo y admiró su postura para dormir. Debe estar más que
exhausto.
Taehyung nunca lo había visto en un sueño tan profundo.
Sus cejas estaban un poco tensas, su piel clara y suave.
Tenía envidia de lo guapo que era. Su cabello estaba
naturalmente peinado hacia un lado, dejando al descubierto
su frente bien formada.
“Desearía que el bebé se pareciera a ti, Jungkook”,
susurró en voz baja.
Pasó un dedo por su perfecta nariz, sus labios en forma
de arco de cupido y su mandíbula afilada. “Sería un bebé
guapo si lo hiciera”.
Sonrió para sí mismo. Un bebé con una expresión
indiferente apareció en su mente. Con el ceño fruncido
irritado, la sonrisa arrogante y las facciones fascinantes de
Jungkook. Se inclinó y lo besó en los labios, saboreando el
toque tranquilo. Cada vez que el mayor lo besaba, su
corazón siempre temblaba.
“Te amo, tanto, tanto…” Su voz se quebró hacia el final.
Por eso Taehyung quería dejar atrás una parte de él.
Taehyung se había preparado para morir. Él era humano, y
Jungkook nunca lo convertiría en vampiro. Pero el niño
sería un mestizo. El niño viviría mucho tiempo y se
quedaría al lado de Jungkook para siempre.
“Tal vez el niño pueda tener mi personalidad”, dijo el
doncel en voz baja. “Para que esté a tu lado cuando me
haya ido. Para que te tomé de la mano cuando yo no esté
aquí para hacerlo. Para que te ame cuando mi corazón se
desmorone en polvo arrojado al océano”.
Apoyó la cabeza sobre su pecho. “Para que nunca pases
la eternidad solo”.
Sin previo aviso, un brazo se deslizó alrededor de su
cintura. “¿Qué es la eternidad, si no puedo tenerlo contigo,
cariño?” Su voz estaba pesada por el sueño, y el doncel no
estaba seguro de cuánto escuchó.
En lugar de responder a su comentario, Taehyung le
sonrió. Su mano era grande y su dedo estaba extendido
sobre su cadera, amasando suavemente su piel.
“Buenos días”.
Jungkook entreabrió los ojos. Fue recibido por su belleza.
“Muy buenos días,” lo corrigió, inclinándose para darle un
beso. Su esposo era como un ángel salido de la nada, con
su cabello rubio haciéndole cosquillas en el cuello y su
inocente sonrisa.
“Podemos hacerlo aún mejor…” El pelinegro se
desvaneció, capturando sus labios.
Taehyung se rió a carcajadas y giró la cabeza. Él sonrió y
capturó su cintura, besándolo rápidamente en los labios,
sus manos arrastrándose más y más abajo.
“Jungkook…” se apagó, ya sabiendo lo que estaba por
venir.
“¿Mmm?” tarareó, besando su barbilla.
El dedo de Jungkook se enroscó alrededor de su ropa
interior, sonriendo cuando sintió el encaje. Antes de eso, lo
provocó a través de la fina tela, sus dedos acariciando
estratégicamente, la respiración contraria entrecortada.
“T-tal vez solo una ronda”, susurró el rubio, pero sabía
que sería mucho más que eso, especialmente con su mirada
hambrienta.
“O dos”, bromeó, apartando la tela de su ropa interior.
“Tengo que ver a Jimin más tarde—”
“Entonces que sean cinco, para que no puedas levantarte
de la cama para verlo”.
Taehyung se rió, pensando que era una broma. Pero él no
se estaba riendo. Entonces, lo miró, sorprendido de que
estuviera hablando en serio. Algo en su sonrisa traviesa le
dijo que no era una broma.
Oh Dios.
30. XXIX

OTRO ARGUMENTO
Taehyung esperaba que Jungkook estuviera bromeando.
Éste no lo estaba. Lo hicieron en la cama, en el borde y en
la cabecera, hasta que sus piernas temblorosas cedieron y
su cuerpo se retorció ante su toque.
Había perdido la cuenta de los minutos que pasaban,
hasta que sus pensamientos estaban plagados por su fría
caricia, el calor de su cuerpo, lo cálido que él lo llenaba, el
sonido de sus pieles chocando contra la otra y sus
silenciosos gruñidos.
“¿Te gustaría un baño?” Jungkook arrulló, sus dedos
amasando su cuero cabelludo. Se acostó en la cama,
desnudo, con la cabeza del menor apoyada cansadamente
en su pecho. Su mirada parpadeó al muslo ajeno que estaba
peligrosamente enroscado alrededor de su hombría que se
elevaba lentamente.
“Sí”, murmuró Taehyung.
Estaba exhausto. Había marcas por toda su piel
acaramelada, y seguramente se formarían chupetones.
Tendría que usar una camisa de cuello alto hoy, o de lo
contrario todos lo sabrían.
“Me siento pegajoso”, añadió, su voz bajando una octava.
Taehyung estaba haciendo todo lo posible por
mantenerse despierto, pero se sentía demasiado cómodo.
El suave masaje en su cuero cabelludo hizo que sus ojos se
cerraran de golpe. El latido del corazón ajeno era una
canción de cuna y su voz tranquila un cuento antes de
dormir.
Sus cuerpos se moldearon perfectamente juntos. El
cuerpo del pelinegro era duro y poderoso, pero el de él era
suave y tierno. De alguna manera, esa combinación tenía
sentido.
“Está bien entonces,” murmuró Jungkook.
Se volvió y lo besó en la parte superior de la cabeza
antes de desenredarse de mala gana para bañarse. Cuando
salió de la cama, miró hacia atrás para ver que su esposo
estaba a punto de quedarse dormido, su cabeza asentía
lentamente antes de despertarse.
Jungkook sonrió. “¿Te sientes tan cómodo por mí?”
Taehyung parpadeó. “¿Eso es siquiera una pregunta?”
Jungkook supuso que no. Al ver que el menor estaba tan
dispuesto a quedarse dormido en sus brazos, no pudo
evitar sonreír un poco más. Le gustaba que su esposo se
sintiera cómodo y seguro a su alrededor. Su guardia
siempre estaba baja cerca de él. Él lo prefería así.
“¿Adónde vas?” preguntó Jungkook, aunque ya sabía la
respuesta.
A veces, solo quería escuchar la verdad de su boca.
Había terminado de vestirse y ahora estaba sentado junto
al sofá, observando cómo se preparaba. Disfrutó del
espectáculo, aunque el menor no tenía la intención de
dárselo.
Jungkook lo observó mientras se ponía la ropa interior.
Se fijó especialmente en las marcas de color rosa brillante
en su cuello, donde más disfrutaba. Se puso un suéter de
cuello alto blanco y lo combinó con pantalones beige, el
simple acto atrajo su atención.
“¿Bien?” dijo Jungkook.
Taehyung se dio la vuelta, con el aliento atrapado en la
garganta. El pelinegro es tan guapo. Las palabras no
podían describir su belleza devastadora. Estaba sentado
tranquilamente en el sofá, con las piernas cruzadas, la
cabeza apoyada en un brazo apoyado. Convirtió un simple
sofá en un trono dorado. Su aura era impecable.
“A ver a Jimin”, respondió con una leve sonrisa,
encariñado con su buen amigo. Se puso los zapatos y luego
caminó hacia el tocador. A través del espejo del tocador, lo
vio por encima de sus hombros.
Jungkook enarcó una ceja.
“Vamos a estar en un restaurante privado hoy”, agregó.
Se puso accesorios dorados para combinar con su atuendo.
Pero nada podría eclipsar su anillo de rubí, brillante y
reluciente en su dedo.
“¿Sabías que la reunión de accionistas de los Park
terminó en un empate?” Jungkook dijo arrastrando las
palabras, poniéndose de pie y caminando hacia él.
Taehyung se estaba poniendo los pendientes cuando él le
tocó el hombro. Saltó ante su toque, la electricidad voló.
“Mimi no me dijo eso”.
“Por supuesto que no. ¿Le dirías a alguien que los estás
usando?” preguntó. Le apartó los dedos y empezó a ponerle
el último pendiente. Notó su ceño fruncido y sonrió.
“¿Por qué si no Jimin te llevaría a un restaurante, donde
ustedes dos serían captados en fotos? Piénsalo, cariño”.
“Jimin está haciendo todo lo posible para encontrar una
solución para nosotros”, dijo Taehyung. “No me importaría
si él me usa”.
Jungkook suspiró. Apoyó las manos sobre sus hombros y
miró su reflejo en el espejo. Taehyung era deslumbrante,
desde su cabello dorado hasta sus ojos esmeralda.
No había un solo defecto a la vista, y él quería devorarlo
aún más. Parecía una presencia inalcanzable en este
mundo, algo tan etéreo que la humanidad nunca podría
soñar con tocarlo.
Se inclinó y besó un lado de su cabeza. “Eres demasiado
amable, cariño”.
Efectivamente, las predicciones de Jungkook eran
ciertas. En el momento en que el auto real se detuvo en las
calles de los restaurantes, las cámaras ya estaban
encendidas. Taehyung salió a las luces cegadoras, las voces
gritaban ansiosamente por su atención y la gente se
apresuró a echarle un vistazo. Había guardaespaldas
estacionados por todas partes, hasta que formaron un
camino despejado para que Taehyung caminara hacia el
restaurante.
Sonrió para las cámaras, incluso cuando ya no podía ver
más. Levantó la mano y asintió con la cabeza, saludando a
muchas personas que acudieron.
“¡Su Gracia, mire hacia aquí!”
“Su Gracia, ¿cómo se siente?”
“¿Es cierto que se ha recuperado completamente, Su
Gracia?”
“¿Esperaremos ver un Heredero de la Familia Jeon?”
Taehyung se congeló ante la última pregunta. Se volvió
para ver de dónde venía, pero de repente Jimin estaba
detrás de él. Instantáneamente, se animó, con una sonrisa.
“Vamos a sacarte del centro de atención, creo que me
estoy quedando ciego”, reflexionó Jimin. Enlazó su brazo
con el de Taehyung y comenzó a caminar con él hacia el
restaurante.
Jimin se volvió hacia su amigo y sonrió. “Así que, Su
Gracia”, bromeó. “¿Te sientes bien?”
Las cámaras continuaron haciendo clic y parpadeando
desagradablemente, capturando el momento entrañable
entre los dos. Pronto, el dúo se había ido y escondido en el
restaurante.
“Una de las preguntas del reportero me tomó
desprevenido”, admitió con una débil sonrisa, justo cuando
el gerente se acercó rápidamente a saludarlos y guiarlos
hacia un salón privado en el restaurante, lejos de ventanas
y miradas indiscretas.
“Por favor, disfrútenlo”, dijo el gerente, inclinándose
profundamente, justo cuando les entregaba el menú para el
día especial.
“Oh, el de los herederos,” dijo Jimin, dándose cuenta de
lo que Taehyung quería decir. Miró el menú y se volvió
hacia su amigo.
Taehyung ordenó rápidamente lo primero que vio y Jimin
hizo lo mismo. Pasaron el menú al gerente quien lo tomó
con las dos manos, en señal de respeto. Luego,
rápidamente los dejó solos.
“Sí, esa pregunta”, murmuró. “Y-yo casi quería decir que
un heredero estaba en camino, pero no quiero que el
público se entere hasta que Jungkook haya aceptado al
bebé”.
Colocó una mano sobre su estómago. “Aunque estoy
embarazado, él todavía es bastante rudo en la cama, como
si no tuviera miedo de lastimar al bebé”.
La mirada de Jimin se suavizó. Tenía el presentimiento de
que Jungkook normalmente era rudo, pero si él sabía que
su esposo estaba embarazado y seguía siendo cruel… ¿Era
intencional?
“Pero claro, él siempre es rudo normalmente, así que no
lo sé”, admitió Taehyung. “Sin embargo, me escucha.
Cuando le pido que reduzca la velocidad, lo hace…”
Jimin asintió lentamente, ansioso por ofrecer un oído
abierto. “Deberías sentarlo y tener una conversación
adecuada. Es mejor que el público se entere por tu boca, a
que corran rumores sobre el embarazo”.
Taehyung parpadeó. Comunicación… El factor de ruptura
o de deshacer cualquier relación. Él solo estaba
preocupado. “¿Qué pasa si expreso mi preocupación y
estalla otra discusión?” preguntó.
“Entonces deberías deshacerte de él”.

CUANDO TUVO LA OPORTUNIDAD


“¡Mimi!” Taehyung jadeó bruscamente, a pesar de que ya
le había hecho ese comentario audaz directamente a
Jungkook antes.
“Solo estoy bromeando, por supuesto”, comentó. “Pero si
estás pensando en eso… Soy dueño de varias casas y
condominios, todos los cuales puedes ocupar si quieres huir
de tu autoritario esposo”.
Taehyung se rió en voz baja. “No creo que huya de él. A
lo mucho, lo echaré de su habitación”.
Jimin levantó una ceja. Apoyó la barbilla en su brazo y
miró a su lindo amigo. Taehyung no estaba haciendo nada,
y Jimin se enamoró de todos modos. Había algo tan
tranquilizador en la presencia de Taehyung.
“Parece que ya has hecho eso antes”, comentó.
Taehyung sonrió tímidamente. En ese momento, llegó la
comida. Entró una camarera con una bandeja, cubierta por
una cúpula plateada. Los utensilios se pulían hasta que
eran más reflectantes que un espejo. Se animó, al ver el
bistec, jugoso y húmedo.
“Una o dos veces”, admitió Taehyung.
“¿Y cómo lo tomó?” Jimin preguntó, sin darse cuenta de
la causa de su discusión.
“Bastante bien” Taehyung se sorprendió de que Jungkook
no volara el castillo cuando él lo botó de su habitación.
Sintió que el mayor habría hecho eso, si no hubieran
discutido sobre el poder que ejerce en la relación.
Después de discutir con él hace un tiempo, Jungkook ya
no le impidió ver a Jimin. De acuerdo, era lo mínimo, pero
le encantaba el cambio en su relación.
“Hm, qué giro de los acontecimientos”, tarareó Jimin.
Jimin cortó el filete, haciendo una mueca al ver lo crudo
que lo había pedido. Prácticamente todavía goteaba sangre
del centro. De hecho, prefería que la carne se cocinara un
poco a fuego medio. Lo mismo ocurrió con Taehyung.
Pero luego Jimin vio como Taehyung colocaba la jugosa
carne en su boca, sin dudar ni una sola vez al ver la sangre
roja. Jimin parpadeó. Parecía que el bebé tenía mucho
apetito y Taehyung ni siquiera se dio cuenta.
“Por cierto”, habló Taehyung. “Nunca me dijiste lo que
pasó después de que te vomité y Yoongi te acompañó a la
salida”.
La boca de Jimin se secó. Dejó completamente sus
utensilios, incapaz de mirar a su mejor amigo a los ojos. En
cambio, miró su ensalada de primavera, cubierta con
frutas, nueces y queso.
“Él fue muy amable conmigo, por una vez”, murmuró.
Taehyung levantó una ceja. “¿Oh?”
Cortó otro trozo de bistec, colocándolo en su boca,
masticando felizmente la comida. “Cuéntame qué pasó,
detalle a detalle”.
Jimin dudó al principio, pero necesitaba aclarar su
mente. No había nadie más con quien pudiera hablar,
especialmente sobre este tema. ¿Cómo iba a explicarles a
sus amigos de la alta sociedad esta situación? Y él
realmente quería sacar el pensamiento de su cabeza.
Especialmente con la junta de accionistas de mañana.
“Bueno… aquí va”, murmuró.
Hace unos días.
“Oh, Dios mío, oh, Dios mío”, gritó hiperventilando a
pesar de que un brazo fuerte estaba envuelto alrededor de
sus hombros. Sintió que lo empujaban por los pasillos, más
allá de una esquina, mientras intentaba no sollozar.
“Cálmate”, espetó Yoongi.
“¡Trata de calmarte con vómito por todas partes!” Jimin
le gritó, a pesar de lo amable que fue su toque en el
hombro.
Ni siquiera podía burlarse de él o gritarle por tocarlo.
Sin su guía, se habría quedado congelado en el acto.
“Te limpiaremos” Yoongi suspiró con cansancio.
Yoongi supuso que reprenderlo para que se callara no
serviría de nada. Además, nunca había visto a alguien tan
vulnerable, pero violento. Que extraño chico.
“¿L-lo prometes?” preguntó Jimin, odiando la vista y el
olor a vómito. También le entraron ganas de vomitar, y la
idea le dio náuseas. Odiaba hacer cualquier cosa que
arruinara su carácter o apariencia.
Yoongi vaciló. Nunca había oído su voz tan débil.
“Lo prometo”, dijo con voz suave, justo cuando llegaron a
un gran baño de invitados.
Jimin lo miró con los ojos llorosos y los labios temblando.
La boca de Yoongi se secó. Hoy, estaba empezando a ver un
lado mucho más diferente de él. Sintió una extraña
sensación en el pecho. Una sensación de deseo que
quemaba su alma. Quería ver los otros lados de él, los que
no eran combativos.
“Ahora desnúdate”, ordenó Yoongi.
“¿Q-qué?”
“Hazlo”.
“No.”
Yoongi le lanzó una mirada mordaz. “Bien, párate aquí
con tu ropa manchada de vómito. Me da igual”.
Se encogió de hombros y se dio la vuelta, en dirección a
la puerta. Tenía deberes y documentos que atender. No
quería cuidar a un maldito heredero malcriado. Pero
entonces, sintió un pequeño tirón en sus mangas. Miró
hacia abajo y volvió la cabeza, para ver que él lo había
agarrado de mala gana.
“¿Puedes traerme un par de ropa?” se quejó.
“Necesitarás una ducha”.
“Por supuesto que sí, ¿no crees que lo sabía?” Él mordió.
“Solo te estoy recordando”, gruñó.
Jimin lo fulminó con la mirada y de repente se olvidó de
la situación en la que se encontraba. ¿Por qué Yoongi era
tan malo con él? Si Yoongi fuera mucho más amable, él
también sería mucho más amable. Jimin solo daba lo que
recibía.
“Entonces desnúdate”, habló Yoongi inexpresivamente.
“Quítate la ropa sucia. Se la daré a una criada para que la
limpie”.
“Puedo decir que te des la vuelta”, dijo Jimin de repente.
Su confianza fue alimentada por una voluntad de cabrearlo.
Algo en su tono de voz lo enfureció. Quería provocarlo y
empujarlo, poniendo a prueba los límites de su control.
Jimin sabía que estaba equivocado al hacer eso, pero
estaba demasiado cegado por la ira para pensar
correctamente. ¿Quién era él para mandarlo? Si hubiera
usado un tono más amable, lo habría tratado con más
respeto.
“Entonces, ¿por qué no lo haces?” agregó.
“Como si quisiera ver qué hay debajo de tu ropa”, se
burló Yoongi volteandose.
El silencio los envolvió. Yoongi contuvo un suspiro de
alivio. Finalmente. Un poco de paz y tranquilidad, escuchó
el volante de la ropa. Rechinó los dientes, sus dedos se
cerraron en un puño.
Este chico loco. En realidad se estaba desvistiendo
detrás de él.
“¿Estás seguro de eso?” Jimin respondió, su atención se
desvió hacia sus grandes manos.
Yoongi apretó los dedos con tanta fuerza que se estaban
poniendo blancos. Contuvo una sonrisa arrogante mientras
comenzaba a quitarse la camisa.
Yoongi se quedó mirando la pared, viendo un agujero a
través de ésta, dándose cuenta de que el sol estaba alto en
el cielo y sus sombras estaban en la pared. Vio el contorno
de su silueta, delgado y hermoso. Sus ojos estaban pegados
a la sombra, su atención siguiendo el contorno de su torso
hasta su pequeña cintura y luego sus caderas curvas.
Yoongi tragó saliva. Debería haberse ido cuando tuvo la
oportunidad.

BÉSAME OTRA VEZ


“¿Estás seguro de eso?” Jimin repitió, repentinamente
desafiado por sus anteriores palabras degradantes. Había
muchos hombres rogando por su mano en matrimonio. Era
uno de los herederos más bonitos que podían elegir, sin
mencionar que nadaba en dinero.
“Por supuesto” Yoongi estaba con los dientes apretados.
Apretó la mandíbula cuando vio las sombras de Jimin
arrojando su pantalón al suelo. Sus ojos se entrecerraron
sobre sus piernas, largas y esbeltas, tal como le gustaban.
De repente, un pensamiento apareció en su cabeza. Sus
piernas sobre sus hombros, mientras él lo presionaba sobre
la cama—
“¿Por qué no echas un vistazo entonces?” Jimin provocó,
sabiendo que el otro era demasiado mojigato para hacer
algo. Cuando su cuerpo se puso rígido y no se movió,
sonrió.
Jimin sabía que Yoongi solo ladraba y no mordía. Luego,
sin previo aviso, él se dio la vuelta, tomándolo por sorpresa.
“¿Sabes lo exasperante que eres?” Yoongi le susurró, sus
ojos se clavaron en su mirada. Estaba haciendo todo lo
posible por no mirar hacia abajo, pero de repente quiso
follarlo en las paredes. Sus palabras lo pincharon en puntos
que ni siquiera sabía que podían doler.
“Sí, pero también sé lo irritante que eres”, soltó Jimin,
mirándolo. Se sorprendió de que su mirada no vagara por
su cuerpo. La mayoría de los hombres lo harían.
“Entonces, ¿por qué sigues presionando mis botones?”
Yoongi gruñó. “No soy alguien a quien debas provocar”.
“Oh, por favor, supéralo”, se burló Jimin, rodando los
ojos. Su rostro se tornó tormentoso, oscureciéndose ante
sus palabras. Una vena apareció en su frente.
“Tienes que aprender algo de respeto”, le susurró.
“Boo hoo, llórame un río—” Yoongi estrelló sus labios
sobre los de él.
Los ojos de Jimin se agrandaron. Antes de que pudiera
hacer algo, Yoongi lo agarró por el cuello y tiró de él hacia
adelante, besándolo aún más profundo. Fue tomado con la
guardia baja, pero envolvió sus brazos alrededor de su
cuello, tirando de él.
Sus labios lucharon por el dominio, un beso febril,
alimentado por el odio y la altanería. Fue fuego contra
fuego, suficiente para quemar un bosque. Su cuerpo
zumbaba de placer mientras se aferraba a él. Su boca era
fría, pero la de él era caliente, y juntas, se moldearon
perfectamente.
Los dedos ajenos se entrelazaron en su cabello rubio,
tirando de él hacia atrás. Jimin jadeó por aire, justo cuando
sus labios encontraron su camino hacia su cuello.
Yoongi era rudo y violento, pero a Jimin le gustaba eso,
su estómago revoloteaba. No pasó mucho tiempo antes de
que él lo tuviera contra la pared, su pierna presionada
entre sus muslos y entrepierna y su boca buscando otro
beso, pero Jimin giró la cabeza, jadeando por aire.
“¿Siempre eres así de rudo?” jadeó, pero Yoongi lo
ignoró. Su dedo encontró la banda de su ropa interior,
instantáneamente comenzando a bajarla.
Jimin entró en pánico. “E-espera”.
Yoongi se detuvo. “¿Qué?”
“No deberíamos hacer esto” Jimin lo empujó lejos, pero
él no se movió. En cambio, golpeó sus manos a cada lado de
su cabeza, atrapándolo.
“Después de provocarme y seducirme, ¿también me vas a
torturar?” Yoongi le susurró con las cejas fruncidas. Por un
momento, quedó fascinado por sus ojos, verdes como las
partes más profundas del bosque. Siempre pensó que
parecía agua de pantano, pero ahora, era mucho más
hermoso.
“Yo no me acuesto con cualquiera”, espetó Jimin. “Si me
quieres, tienes que salir conmigo”.
Yoongi se quedó helado. No estaba preparado para una
relación. No necesitaba una relación. “No necesito una
debilidad en mi vida”, gruñó, viendo cómo sus ojos se
abrían con incredulidad.
“¿Hablas jodidamente en serio?” exigió. “¿Qué es esto?
¿La era medieval donde los hombres asesinaban a las
parejas de sus enemigos como venganza?”
Yoongi lo miró fijamente. “Tengo muchos enemigos, Park
Jimin. Muchos de los cuales estarían encantados de
cortarte la garganta si eso me duele”.
Jimin se burló. “Ni siquiera al Rey le importa tener
debilidades. ¿No me digas que ni siquiera eres capaz de
proteger a tu pareja?”
El ceño fruncido de Yoongi se volvió aún más feroz. “Se
trata de mantenerte a salvo y mantenerme libre de
debilidades”.
“Estás—”
“Date prisa y toma tu ducha”, siseó. “Lo que sea que
haya pasado entre nosotros hoy no debe volver a suceder”.
Jimin lo miró boquiabierto. No podía creer su audacia.
“¿Y qué pasó exactamente entre nosotros?” escupió. “Todo
lo que hicimos fue besarnos”.
“No estoy buscando una relación, Park”, gruñó.
Yoongi dejó caer su brazo y le dio la espalda. No
necesitaba una pareja en su vida, especialmente uno tan
luchador y terco como él. Quería a alguien manso y sumiso,
alguien que nunca le contestara. Pero ese tipo de persona
era aburrida, y no sabía qué hacer consigo mismo.
“Entonces no beses a personas al azar y trates de
meterte en sus pantalones, Min”, respondió Jimin.
Yoongi se dio la vuelta. “Si no me hubieras provocado—”
“Eso suena como un problema personal”, siseó Jimin.
Yoongi se abalanzó hacia él, su cuerpo ardiendo de ira.
Jimin lo fulminó con la mirada, sin retroceder ni una sola
vez ante la mirada fija. Estaba sorprendido por eso. Su
combatividad despertó algo dentro de él, un deseo de
conquistarlo. Deseaba ponerlo sobre sus rodillas y azotarlo
tantas veces como fuera necesario para que se comportara.
Era tan grosero que él quería domarlo.
“¿Qué? ¿Vas a besarme de nuevo—” Él lo hizo.
Yoongi capturó sus labios en un beso de castigo, pero
Jimin lo empujó. Él agarró sus muñecas y las sujetó contra
la pared, su boca áspera y apasionada. Jimin luchó en sus
brazos y él lo besó con más fuerza. Él solo se apartó para
dejarlo respirar. Sin previo aviso, presionó su frente contra
la ajena.
“No me pruebes—”
¡PAK!
Un fuerte golpe resonó en la habitación. Incluso el aire
se detuvo. Un pesado silencio siguió después de eso.
“¿Cómo te atreves?” Jimin le susurró, empujando su
firme pecho. “Vete a la mierda”.
La cabeza de Yoongi se había girado hacia un lado. Se
tocó la mandíbula, burlándose con incredulidad. Su mejilla
ardía, su corazón dio un vuelco. Nadie lo había golpeado
antes. Ni siquiera su madre.
En lugar de estar furioso, estaba complacido. ¡La audacia
de este doncel era astronómica!
“Puede que me gusten las cosas rudas, pero no me
gustan los hombres que se me imponen solo para no querer
una relación” Jimin dijo con firmeza. Nunca antes se había
sentido tan insultado por sus acciones. Aún más, se sintió
insultado por su fuerza. Nunca había sido dominado hasta
este punto.
¿Por qué era tan malditamente fuerte? Cuando empujó
su pecho, él ni siquiera se movió. Lo menos que podía
hacer era actuar como si le hubiera hecho algún daño.
“Fue un error”, Yoongi trató de razonar con el rubio,
pero éste simplemente lo miró.
“Ya me besaste dos veces. ¿Llamas a eso un error? Me
pareció intencional”.
Yoongi lo miró fijamente. Estaba presionado contra la
pared, medio desnudo en toda su gloria. Pero su cuerpo no
lo intrigaba. De hecho, ya no estaba en su mente. En
cambio, el doncel lo estaba. Su voz, sus labios, su ira, lo
invadía todo a la vez.
“Lo que sea que sucedió aquí no sucedió”, dijo Yoongi. Su
voz era firme y determinada, negándose a aceptar
cualquier otra respuesta. Iba a salirse con la suya, o no.
“Deberías decirte eso a tí mismo” Jimin señaló con una
mano hacia la puerta. “Ahora vete antes de que no puedas
controlar tus estúpidos impulsos”.
“Yo lo controlé—”
“¡¿Justo ahora?!” le gritó.
Yoongi hizo una pausa. “Confía en mí, tenía el control. Si
no lo tuviera, habría hecho trizas ese pequeño encaje
delgado que llamas ropa interior y te habría follado contra
la pared. Solo me habría detenido si hubieras llorado y
suplicado por misericordia, pero no antes de que estuvieras
temblando y rogando por mí”.
Jimin quedó anonadado por sus palabras. Sin embargo,
una parte de él quería demostrarle que estaba equivocado.
Quería desafiar su autoridad más que nunca.
“Solo vete”, logró decir finalmente, a pesar de las
escenas acaloradas que destellaron en su mente.
“Con mucho gusto”, gruñó, abriendo la puerta y saliendo,
dejándolos a ambos frustrados y sin aliento.
DEMASIADO PELIGROSO
“W-wow,” logró decir Taehyung, parpadeando
sorprendido. “Ni siquiera sé qué decir a eso”.
“No digas nada”, gimió Jimin, agarrándose la frente.
Sintió un horrible dolor de cabeza al pensar en los eventos
de ese día. Incluso ahora, estaba irritado por las acciones
de Yoongi.
Yoongi tenía la intención de convertir a un heredero en
un amante. ¡La audacia de ese hombre! ¿Quién se creía que
era? Jimin era simplemente demasiado hermoso, poderoso
y rico para ser un amante. Él sabía eso.
“No pensé que Yoongi sería ese tipo de hombre”, admitió
Taehyung en voz baja, cortando la carne y dando otro
bocado. Hizo todo lo posible por no hacer ruido, a pesar de
lo deliciosa que era la comida.
“Ahora sé a dónde va toda esa ira reprimida”, murmuró
Jimin. Pensó que él sería del tipo amable en la cama, pero
¿quién sabía que era tan dominante y rudo? Nunca había
conocido a alguien tan terco como él.
“¿Has estado pensando en él?” preguntó Taehyung, sin
apartar los ojos de la comida ni una sola vez. Incluso con
todos los bocados que tomó, su estómago aún no estaba
satisfecho. Supuso que era por el bebé, pero no pensó que
se necesitaría tanto para alimentar a una segunda persona.
Estaba contento de no estar deseando sangre real. Si eso
llegara a suceder… No sabría qué hacer consigo mismo.
Por ahora, decidió concentrarse en consumir alimentos
ricos en hierro.
“Traté de no hacerlo, pero apuesto a que me lanzó una
maldición”, se quejó Jimin. “Cada vez que cierro los ojos,
veo su cara estúpida, escucho su voz irritante, ¡y maldita
sea! ¡El beso sigue acechando mis sueños!”
Las cejas de Taehyung se dispararon. Si eso no era amor,
él no sabía qué era. Antes de que pudiera decir algo, Jimin
volvió a hablar.
“Uf, mira la hora”, se quejó. “He estado hablando tanto
sobre mí que no me di cuenta de que mi próxima reunión
era pronto”.
Taehyung levantó la cabeza. Se dio cuenta de que
prácticamente había raspado el plato, pero su estómago
aún gruñía por más comida.
“Mi reunión de accionistas es mañana, Tete. Organicé
una reunión secreta con los que estaban en mi contra.
Estoy tratando de influir en sus opiniones”.
Taehyung pensó en lo que dijo Jungkook. “¿Te gustaría
mi ayuda?” se ofreció al instante, sabiendo que Jimin haría
lo mismo.
“Bueno… unas cuantas fotos de nosotros juntos no
estarían de más. Lo siento, Tete. Debería habértelo dicho
antes, pero yo solo… me siento tan culpable por haberte
usado”, admitió. Aunque sabía lo que estaba haciendo, no
podía evitarlo. Con una pieza de ajedrez tan poderosa como
Taehyung, ¿quién no querría jugar?
“Está bien. Siempre has hecho todo lo posible para
ayudarme en todo lo que puedes”.
Jimin sonrió tímidamente. “Gracias, Tete. ¡Sabía que
podía contar contigo!”
Se levantó de su asiento justo cuando Taehyung se ponía
de pie. Rápidamente, envolvió a su amigo en un fuerte
abrazo, respirando el reconfortante aroma de Taehyung.
Este último palmeó tranquilizadoramente la espalda de su
mejor amigo.
Taehyung no quería hacer cumplidos falsos como “lo
conseguirás” o “solo sé que ganarás”. No porque no tuviera
confianza en su amigo, sino porque aumentaba demasiado
las expectativas. Cuanto mayor sea la expectativa, mayor
será la decepción.
“Asegúrate de comunicar lo que hemos discutido hoy”, le
recordó Jimin a Taehyung después de que los dos se
separaron. “Tienes que asegurarte de que él no esté siendo
duro contigo a propósito. Estoy seguro de que si lo hablas,
todo estará bien”.
Jimin agarró las manos de Taehyung, apretándolas. Miró
su rostro, e instantáneamente, su corazón picó. Al mirar los
ojos grandes e inocentes de Taehyung, Jimin se dio cuenta
de lo aterrador que sería el mundo si él no estuviera. Jimin
había pasado toda su infancia con Taehyung, apreciando
una amistad que comenzó desde su nacimiento. Jimin
nunca había imaginado el día en que perdería a Taehyung.
Y saber que un bebé era la causa de eso… Aterrorizaba a
Jimin.
Sin previo aviso, volvió a abrazarlo, sorprendiendo a su
amigo.
“¿Qué pasa, Mimi?” Taehyung murmuró en el abrazo,
palmeando tranquilizadoramente la espalda de su amigo
nuevamente. El abrazo de Jimin fue muy fuerte, como un
niño que no quiere dejar ir a su madre.
“Sé fuerte, Tete”, susurró. “Solo sé que encontraremos
una salida a estos tiempos turbulentos”.
Inmediatamente, Taehyung supo a qué se refería Jimin.
Su rostro se suavizó y le dolió el corazón. Parecía que Jimin
también tenía miedo de perderlo… Todo el mundo parecía
sentir lo mismo.
“Lo haré, Mimi”.
Después de que se capturaran más fotos de los dos,
Taehyung regresó poco después al castillo. Los sirvientes lo
saludaron al instante y se alinearon, se inclinaron y le
dieron la bienvenida. Taehyung les sonrió a todos y se
dirigió a su dormitorio, ya estaba fatigado, a pesar de que
era la tarde.
No quería admitirlo, pero el bebé le estaba pasando
factura. Estaba exhausto y hambriento, pero no podía
encontrar la energía para expresar ninguna de sus
preocupaciones. Por lo tanto, se acostó en la cama, con la
cara mirando hacia el techo.
“Su Gracia”, dijo Solar, de pie al lado del Rey. Luego, su
cabeza se giró hacia el otro extremo de la habitación, en
alerta máxima. Sus ojos se agrandaron.
“Estoy bien, solo necesito una siesta…” Taehyung se
apagó, su voz somnolienta y cansada. Estaba luchando por
mantener los ojos abiertos, así que los cerró sin dudarlo.
Escuchó el silencioso arrastrar de zapatos y luego la
puerta se abrió y se cerró. Taehyung se relajó un poco,
sabiendo que Solar acababa de salir de la habitación.
De repente, sintió que la cama a su lado se hundía. Volvió
la cabeza, sus ojos se abrieron de golpe, pero una mano los
cubrió.
“Qué—”
“Shhh…” susurró Jungkook, el fantasma de una sonrisa
jugando en sus labios, pero su esposo no podía ver eso. Se
sentó en la cama, mirándolo. “¿Disfrutaste tu salida?”
Los hombros de Taehyung se relajaron por su propia
cuenta. Se deslizó más cerca de él hasta que su cabeza
descansó sobre sus muslos. Apoyó una mano sobre sus
muslos y la otra sobre la cama.
“Sí”, murmuró, su voz gruesa y cansada.
El muslo de Jungkook era incómodo. Era duro y sintió los
músculos debajo. Pero estaba demasiado consolado por su
presencia para expresar la queja.
“¿De qué hablaron ustedes dos?” preguntó, aunque sabía
que el menor estaba a punto de quedarse dormido.
“Que eres demasiado rudo en la cama…” bostezó,
girándose un poco.
Jungkook retiró la mano, sorprendido por sus palabras.
Su atención estaba enfocada en el menor, pero éste se
estaba quedando dormido.
“A ti te gusta eso, sin embargo,” dijo Jungkook con voz
endurecida. Apartó el cabello de su frente, su dedo índice
girando los flecos.
“Pero es demasiado peligroso para el bebé. La próxima
vez, por favor, sé más amable”.
Jungkook hizo una pausa. ¿Amable? La palabra no existía
en su diccionario. Le gustaba lo duro y áspero, hasta que su
voz era ronca, con lágrimas en los ojos y la boca
entreabierta. Todavía podía recordar sus jadeos sin aliento,
su gemido bajo y sus lindos espasmos.
“Lo tendré en cuenta, entonces”, reflexionó.
Taehyung finalmente sonrió. Acurrucó su cuerpo, su cara
peligrosamente cerca del bulto ajeno. Aun así, se sintió
arrullado por su suave caricia en la cabeza y su mano
descansando sobre sus hombros.
Nunca se había sentido más seguro que cuando estaba
con él.
“Que duermas bien querido.”

DISEÑADOR LAMENTABLE
A la mañana siguiente, Jimin ganó la junta de accionistas
por goleada. Se había apoderado por completo del control
de la junta directiva y de las personas que poseían la
mayoría de las acciones de la empresa. Ni siquiera era una
competencia en este punto. Cuando se revelaron las fotos
de las relaciones cercanas de Jimin con Su Gracia, se dijo
suficiente.
Jimin estaba de pie en el centro de la reunión, siendo
felicitado por hombres y mujeres que le doblaban y
triplicaban la edad.
Puso su mejor sonrisa, profesional y arrogante. Estaba
seguro de sí mismo, cada movimiento hecho sin dudarlo.
Sus ojos brillaron cuando estrechó las manos de las
personas que inicialmente no estaban de su lado.
Pronto, la gente comenzó a salir por la puerta,
emocionado por la cena de celebración de mañana por la
noche. No pasó mucho tiempo antes de que los Park fueran
los únicos en la espaciosa habitación.
“¿Cómo se siente usar a tu amigo más cercano,
hermano?” Dijo una voz detrás de Jimin. Escupió la última
palabra como si fuera veneno en su lengua.
Jimin se dio la vuelta y levantó una ceja al ver a su
hermano mayor. Pero éste aún actuaba como un mocoso
cuando no se salía con la suya. Odiaba lo mucho que se
parecía físicamente a él. Hubiera sido genial si se viera
exactamente como su madre.
“Oh, por favor, no es mi culpa que no tengas una carta de
triunfo”, tiró un mechón de cabello detrás de su oreja.
Ignoró su profunda mirada ceñuda y el ceño fruncido de su
madre.
“Jimin”, cortó su padre. “Esas fotos fueron un
movimiento muy turbio. Honestamente, esperaba algo
mejor de mi hijo”.
Jimin apretó los labios. Se volvió hacia su padre y levantó
una ceja. Esto venía del hombre que se veía con frecuencia
con el príncipe heredero Soohyun de Kastrem.
“¿Por qué desperdiciar una oportunidad de oro?”
“Además, gané justamente. No es como si sobornara a la
junta directiva. Esas fotos fueron solo un empujón adicional
en la dirección correcta”.
“Bien podrías haber sobornado a la gente”, dijo su padre
con un leve suspiro. A pesar de que su hijo había ganado,
no pudo evitar sentir que su método no era el correcto.
“Entonces me pregunto qué piensas de tu relación con el
difunto Príncipe”, refutó Jimin. “Si no recuerdo mal,
también fuiste capturado en muchas fotos con el difunto
Príncipe”.
Jimin sintió la mano de su madre en la parte inferior de
su espalda, advirtiéndole que no fuera tan grosero. Apretó
los dientes, mirando con irritación a su hermano mayor.
“No creas que no sé lo que hiciste”.
“¿Qué hice?” respondió su hermano, fingiendo ignorancia
y poniendo una mano sobre su pecho. No podía imaginar lo
que su hermanito estaba pensando.
“Sé que utilizaste la ayuda de padre para tener una
reunión secreta con los directores que se opusieron a mí”,
dijo Jimin. “Solo usé esas fotos porque trataste de atacarme
primero”.
“¡Jimin!” El Sr. Park dijo bruscamente, frunciendo el ceño
ante sus palabras. Por lo general, era paciente con sus
palabras superiores, pero esto era demasiado. Daba a
entender que estaba jugando con demasiado favoritismo.
Sin embargo, él apoyó más a su hijo mayor, mientras que su
esposa apoyó más a Jimin.
“¿Usaste esas fotos? Es más como si usaras la Corona a
tu favor”, argumentó el hermano Mayor de Jimin.
Este último reprimió otro comentario que podría iniciar
una discusión. “No los estoy usando si me apoyan
directamente. Además, no tengo tiempo para tus
berrinches. Tengo un banquete que planear y una familia
real que invitar”.
Sin volver a mirar a su hermano, giró sobre sus talones y
se alejó, sus zapatos resonando ruidosamente en el suelo.
“Fuiste demasiado duro con él”, la Sra. Park reprendió a
su esposo con el ceño ligeramente fruncido. “Hizo lo mejor
que pudo hoy”.
La mirada del Sr. Park se posó suavemente en su hijo
menor. Su cabello rubio se balanceaba con cada paso, la
confianza emanaba de sus hombros tensos. Nunca había
conocido una presencia más impresionante que la de él.
“Alguien tiene que ser severo con él, o la arrogancia se le
subirá a la cabeza. Además, siempre he interpretado al
policía malo y tú al policía bueno. Nada cambiará, incluso
cuando su posición en esta compañía haya cambiado”.
Taehyung estaba revisando los libros de salarios de los
empleados cuando recibió una llamada telefónica. Levantó
la vista de la pantalla de la computadora y miró hacia el
dispositivo. Al ver el nombre, instantáneamente contestó.
“¡Tete!” Jimin chilló, su voz llena de alegría. “¡¿Adivina
qué?!”
Taehyung se rió suavemente. A juzgar por la emoción de
su amigo, ya sabía de la gran noticia. “Es probable que la
decisión ya esté en los titulares. No me sorprende que
ganaras a la mayoría de los directores”.
“Boohoo”, gimió Jimin. “Supongo que mi entusiasmo
debe haber sido demasiado obvio”.
“Lo fue”, estuvo de acuerdo Taehyung, recostándose en
su silla. Estaba supervisando los salarios para asegurarse
de que no hubiera ninguna discrepancia entre la tesorería y
los salarios. Aunque contrataron empresas privadas para
realizar auditorías frecuentes, él quería asegurarse
personalmente de que no hubiera ningún problema.
Pero todo estaba impecablemente limpio y Taehyung
realmente no sabía qué hacer en el castillo. Jungkook
manejó todo de manera eficiente, sin dejar piedra sin
remover.
“¡Hay un banquete mañana, debes venir!” exclamó. “Se
siente como una eternidad desde la última vez que te vi”.
Taehyung levantó una ceja. “Pero nos vimos ayer”.
“¡Bueno, un día no es suficiente! Además, ha pasado un
tiempo desde que usamos hermosos trajes y bailamos toda
la noche. Será divertido”.
Taehyung estaba encantado con la idea. Bailar con
Jungkook… Recordó que la última vez que bailaron fue en
su boda. Jeon era un gran bailarín, guiándolo con
confianza, haciéndolo perder el control. La idea de él
acercándose, girándolo en sus brazos… estuvo de acuerdo
al instante.
“Está bien, asistiré, pero no le des mucha importancia”
Se debatió a quién pedirle que preparara un traje. Había
pasado tanto tiempo desde que se vistió elegantemente y
echaba de menos la idea.
“¡Genial! Agregaré sus nombres a la lista de invitados
VVIP”, dijo efusivamente Jimin.
“¿Por qué estás sonriendo, cariño?”
La cabeza de Taehyung se levantó y rápidamente se puso
de pie. Jungkook estaba parado a lado del escritorio, con
las mangas arremangadas para revelar sus musculosos
antebrazos. Colgó el teléfono y le sonrió.
“Jimin se ganó a la junta directiva. Mañana hay un
banquete, ¡vamos!” dijo Taehyung.
Jungkook miró fijamente sus ojos brillantes. Eran del
color de la hierba recién cortada, del tipo que las flores
intentaban eclipsar. Suavemente colocó su cabello detrás
de sus orejas, su dedo acariciando la piel sensible.
“¿Te haría feliz ir, cariño?” Jungkook reflexionó, su voz
baja y atenta. El menor se inclinó hacia su toque, su mano
sobre la de él. Sintió una extraña agitación en el pecho y
una abrumadora necesidad de marcarlo como suyo.
“Mucho”, enfatizó.
“Entonces te prepararemos un atuendo para mañana por
la noche”.
Taehyung recordó el traje rosa atardecer que él le había
comprado hacía un tiempo.
“¿En qué estará pensando mi bello esposo esta vez?”
Jungkook susurró, deslizando un brazo alrededor de él,
juntando sus cuerpos. Sus manos descansaron sobre su
pecho, antes de pasarlas hacia arriba, sus dedos
presionaron contra la dureza. Taehyung enlazó sus manos
detrás de su cuello.
“Me pregunto a qué lamentable diseñador acosarás esta
vez”, dijo Taehyung con una leve risa.
Jungkook sonrió ante el recuerdo. Se inclinó y lo besó en
la frente, sus labios persistentes. Apretó su agarre sobre su
cintura, soportando su peso para que no ejerciera presión
sobre su cuerpo.
“Te compraré el mejor de los atuendos”.
“No, quiero uno simple”, respondió Taehyung. “No
quiero eclipsar a Jimin”.
Jungkook se burló. “Ya lo eclipsaste sin hacer nada”.
Taehyung se rió torpemente. Estaba bastante seguro de
que había muchos hombres que no estarían de acuerdo.
Pero no dijo nada más y en su lugar apoyó la cabeza en su
hombro. Él lo abrazó por completo ahora, sus brazos se
posaron en su espalda baja.
“Jungkook…” murmuró.
“¿Sí, cariño?”
Taehyung lo miró, la vacilación cruzando su rostro. Se
mordió el labio inferior y debatió si era un buen momento
para preguntarle.
“¿Qué es?” presionó, su voz jocosa.
Jungkook se preguntó si su esposo lo estaba seduciendo
intencionalmente. Había ensanchado los ojos y los
movimientos de su boca eran tentadores.
“¿Cuándo aceptarás al niño?” susurró.
Jungkook hizo una pausa. “Pronto”, murmuró. “Pronto.”
31. XXX

HÁBITOS HORRIBLES
Llegó la mañana siguiente. El horario de Taehyung
estaba ocupado con los deberes del castillo, probarse el
atuendo, y pronto, la noche se acercó rápidamente y el
banquete había comenzado.
El banquete era la celebración del mes. Se invitó a
reconocidos empresarios de todo el mundo, políticos de
todos los rincones del continente y solo se consideró a las
celebridades de mayor élite.
Se colocó una alfombra roja en el hotel más prestigioso
de Wraith, y la celebración se llevó a cabo en un área
aislada y de alta seguridad.
El salón de baile era enorme, con ventanales que tocaban
el techo y candelabros en abundancia. Hubo un zumbido de
emoción en el aire, mientras se escuchaba una charla
tranquila entre la multitud privilegiada.
Park Jimin estaba en el centro de atención,
relacionándose de persona en persona, todos los cuales
estaban ansiosos por conocerlo bien. Tenía una sonrisa
confiada, su altivez inigualable y su presencia intimidante.
“Felicitaciones, presidente”, decían con amplias sonrisas
y asentimientos educados.
Todo el mundo estaba vestido a la perfección absoluta,
un aura de riqueza se escapaba de sus atuendos demasiado
caros. Por supuesto, siempre había un puñado de personas
vestidas con ropa informal, no porque no pudieran pagar
vestidos o trajes caros, sino porque no necesitaban lucirse.
Ese tipo de personas eran las que Jimin quería conocer
más: las familias ocultas que se mantenían alejadas de las
revistas “Familias más ricas”, porque sus nombres eran tan
sagrados y secretos que solo unos pocos sabían de su
existencia.
Toda la conversación, sin embargo, se calmó ante la
presencia de una pareja infame. Las grandes puertas del
salón de baile se abrieron y la charla se volvió inexistente.
Su presencia era ensordecedora.
“Esos son…”
“Realmente son—”
“No pensé que alguna vez los pudiera ver en persona”.
El Rey de Wraith rara vez asistía a banquetes, y mucho
menos a celebraciones como estas. A veces, ni siquiera
estaba presente en sus propias reuniones. Las fotos de su
atractivo rostro estaban en todas partes, pero no muchas
personas fueron bendecidas con su presencia real.
“¡Su Majestad, Su Gracia!” La gente saludó rápidamente,
rodeando al hombre indiferente. Se sorprendieron por su
aura despiadada y el destello de sus ojos rubí, lo que indica
su condición de pura sangre. Muchos tragaron saliva a su
alrededor, impresionados por la forma en que la tensión
aumentó.
“Es un placer conocerte” había comentado una voz
suave.
Inmediatamente, cada par de ojos se volvieron hacia él.
En contraste con el rey helado, era un doncel cálido.
Llevaba una leve sonrisa en su rostro, sus grandes ojos
examinaban a la multitud. No pudieron evitar mirarlo un
poco más, a pesar de la mirada de advertencia del Rey.
Llevaba un traje esmeralda de satén que colgaba holgado
sobre su cuerpo, pero dejaba ver su pequeña cintura, sus
caderas y daba la ilusión de un reloj de arena. Era un traje
sencillo de dos piezas, una camisa suelta y un pantalón
holgado con una cola arrastrando desde la parte posterior
de su cintura, pero todo el conjunto lo hacía parecer una
ninfa etérea saliendo de un bosque mágico.
“Un verdadero placer”, había dicho una de las mujeres,
dando un paso adelante con una sonrisa más grande que la
que le mostró a Park Jimin.
La mujer se inclinó en una leve reverencia, sabiendo que
esa era la forma correcta de saludar a la familia real. La
expresión de Su Gracia se volvió mucho más amable, y la
gente se apresuró a saludarlo también, creyendo que él
sería la llave al corazón del Rey.
Pero todos llegaron un paso demasiado tarde.
“¡Su gracia!” Jimin gritó ansiosamente, y al instante se
dirigió al frente de la multitud, sin darse cuenta
exactamente de quién estaba detrás de la pareja.
“Mimi”, saludó Taehyung, con una sonrisa cada vez
mayor. Su corazón se llenó de orgullo al ver a su amado
mejor amigo.
“¡Estoy tan contento de que vinieras!” Jimin se acercó
para abrazar rápidamente a su amigo antes de retirarse.
Inmediatamente, todos se sorprendieron. Habían
escuchado que el nuevo Presidente era muy cercano a Su
Gracia, pero no sabían que era hasta el punto de los
apodos. La habitación se agitó un poco, el entusiasmo de
las personas por conocer a Park Jimin de repente se volvió
más urgente. Para conocer a la Familia Real, Park Jimin era
la clave.
“Felicitaciones, Mimi”, respondió cálidamente.
El corazón de Jimin se llenó de alegría. Las únicas
felicitaciones que importaban eran las de las personas que
realmente le importaban.
“Ven, ven, he preparado tus favoritos”, dijo Jimin con una
sonrisa. Quería agarrar la mano de su amigo, pero notó un
brazo muy posesivo alrededor de sus caderas.
Jungkook tenía una mano protectora apoyada en las
caderas de Taehyung, su mirada escaneando fríamente a la
multitud. Todos estaban asombrados o intimidados por su
presencia. En particular, los hombres que no podían dejar
de mirar a Taehyung. Envió una mirada mordaz en su
dirección, e instantáneamente, el techo o el piso se
convirtieron en la parte más interesante del banquete.
Jungkook amasó las caderas de Taehyung, captando su
atención. Él inclinó la cabeza, sus labios rozaron sus oídos,
enviando escalofríos por su espalda.
“Si te sientes mareado, avísame al instante, cariño”,
murmuró en voz baja, presionando un beso rápido en su
sien, un reclamo que todos vieron.
“Está bien” susurró, sonriéndole.
La expresión distante del pelinegro se suavizó al ver su
sonrisa. Sintió la necesidad de besarlo hasta dejarlo sin
aliento y con los ojos saltones. Escuchó un claro carraspeó
de garganta y supo que no era otro que el irritante Jimin.
Levantó la cabeza a tiempo para ver a Jimin mirándolo
fijamente, como si quisiera decir: “¡Consíguete una maldita
habitación!”
Jungkook simplemente puso los ojos en blanco y le dio un
apretón final a las caderas de Taehyung.
El banquete volvió a la normalidad. Había una gran
multitud alrededor del Rey, quien rara vez hablaba, pero
cuando lo hacía, decía cosas profundas. Muchos tenían los
ojos muy abiertos y tenían grandes sonrisas, emocionados
de escuchar su aporte y reflexionaron sobre cada pequeña
cosa que pronunció. No hace falta decir que todos querían
su atención.
Lo mismo habría pasado con Su Gracia, si Jimin no se lo
hubiera llevado cada segundo. La gente estaba ansiosa por
acercarse a él, pero cada vez que se dirigían en su
dirección, el presidente Park de repente cambiaba de lugar.
“Tienes que probar esta tarta de limón con merengue
tostado, ¡la hace la mejor pastelería de Francia!” Jimin dijo,
entregando la pequeña comida a su amigo.
Taehyung lo mordió felizmente, sus ojos se iluminaron de
alegría por el sabor dulce y agrio. Antes de que pudiera
saborear por completo el delicioso postre, Jimin lo llevó a
otra mesa.
“Y este macaron de limón con glaseado de queso crema
también”, añadió entregándole otro trozo a Taehyung.
Luego, se dio la vuelta y comenzó a guiarlo a otra mesa que
tenía pequeños moldes de pasteles de limón calientes.
“Sé lo que estás haciendo, Mimi”, susurró Taehyung, lo
que provocó que su amigo se pusiera rígido a medio paso.
Taehyung tomó la delantera esta vez, tirando de Jimin,
porque había sorprendido demasiado a su amigo cercano.
“No sé de qué estás hablando, Tete”.
“Me estás arrastrando de un lugar a otro por Yoongi”, se
rió. “Cada vez que vamos a algún lado, él se dirige a ese
lugar, pero antes de que llegue a nosotros, ya te has ido”.
Jimin se rió nerviosamente. No pensó que Taehyung se
enteraría del plan tan rápido. Pensó que él estaría
demasiado absorto en el postre para darse cuenta de que
Yoongi se estaba desenredando entre la multitud de
personas ansiosas por conocerlo.
“Eso es una tontería”, mintió Jimin. “Por cierto, ¿has
visto a Yugyeom? ¡Qué gran guardaespaldas es! Siempre
anda vagando por ahí, sin mí”.
Taehyung parpadeó. “No intentes cambiar de tema”.
“No me molestes así”, resopló. “Empiezo a preocuparme
de que los horribles hábitos del Rey se te estén
contagiando. Solo espero que mi futuro sobrino o sobrina
no herede rasgos tan malos”.
Taehyung simplemente se rió. “¿Qué malos rasgos?”
Jimin puso los ojos en blanco. Que tonto de amor.
Distraído por la conversación, Jimin no se dio cuenta de
quién se había detenido frente a ellos, hasta que Taehyung
habló.
“Jaemin,” dijo Taehyung, sorprendido por su presencia y
crecimiento. La última vez que lo vio, era solo un niño y
ahora era un hombre adulto.
“Hola, Su Gracia”, comentó Jaemin secamente, no tan
ansioso por complacer al Rey como todos los demás.
“Uf, vamos”, murmuró Jimin, tirando del brazo de
Taehyung. Pero en ese momento, vio a alguien por el rabillo
del ojo. Su corazón dio un vuelco, especialmente cuando vio
con quién estaba conversando.

BOCA RENCOROSA
“Pensándolo bien”, dijo Jimin de repente, mirando a su
mejor amigo y a su hermano mayor. “Jaemin, conoce a Su
Gracia. Tete, conoce a mi inútil hermano”.
Taehyung abrió la boca para decir algo, pero Jimin se
escapó rápidamente. Parpadeó sorprendido, volviendo la
cabeza en la dirección en la que Jimin se dirigía.
Antes de que pudiera mirar más, Jaemin estaba
repentinamente frente a él, bloqueando su mirada. Fue
tomado con la guardia baja, levantando la cabeza para
mirarlo correctamente. Solía ser tan pequeño, y ahora, era
un poco más alto que él.
“¿Qué es lo que le gusta de mi hermano, Su Gracia?”
Jaemin preguntó, enfatizando su título con sarcasmo.
Las cejas de Taehyung se dispararon. Jimin rara vez
hablaba de Jaemin, pero aún recordaba su nombre. “¿Qué
hay que no te guste a tí?”.
“Muchas cualidades”, dijo Jaemin inexpresivamente.
“Eligió a la persona equivocada para apoyar, Su Gracia”.
Jaemin dio un paso más cerca de él, con las manos
metidas en los bolsillos delanteros. Él le sonrió, una mirada
que había atraído a muchas mujeres y donceles a su cama.
Nadie pudo resistir la hermosa sonrisa de Park Jaemin,
conocido por sus encantos y carisma.
“Recomiendo mantener la distancia, Jaemin” Taehyung
aclaró secamente. No por él, sino por Jaemin. Jungkook
tendría la cabeza de este pobre hombre en una estaca.
“¿Por qué?” reflexionó Jaemin. “Claramente disfruta de
la presencia de los Park, Su Gracia. Recuerdo la
desesperación de mi hermano por llegar a usted cuando
vivía en su antigua propiedad con los Kang”.
Taehyung levantó una ceja. Este chico sabía mucho.
“Tengo tiempo para entretener al heredero, no al mimado
de la familia”.
La expresión arrogante de Jaemin se transformó. Le
gustaba Taehyung. Él era mucho más luchador de lo que
esperaba. Por su esbelta silueta y sus rasgos inocentes,
pensó que él era solo un chico de ojos nostálgicos que se
enamoraba fácilmente.
“Me hiere, Su Gracia, de verdad”, comentó con
sarcasmo, colocando una mano sobre su pecho. Inclinó un
poco la cabeza hacia abajo, su sonrisa se ensanchó.
“Si me da un poco de su tiempo, puedo demostrarle que
no poseo nada de la personalidad de mi hermano. De
hecho, sería un aliado mucho más beneficioso para usted”.
Jaemin sabía que el camino hacia el apoyo del Rey era a
través de Su Gracia. Había buscado la información por
todas partes y descubrió que la debilidad del Rey no era
otra que su esposo.
Supuestamente, el Rey tuvo una pelea con sus amigos
más cercanos, todo por Su Gracia. Se desconocía la causa
de la pelea… Jaemin deseó saber qué influyó en la pelea en
primer lugar.
A Jaemin no podía importarle menos que lo vieran con Su
Gracia, a diferencia de Jimin que deseaba ser visto con
Taehyung desesperadamente. Jaemin deseaba mucho más
que eso. Quería al Rey. No al esposo de éste.
“¿Oh?” Taehyung dijo, fingiendo interés. Tal vez, podría
usar esto a su favor.
“¿Por qué no hablamos en privado?” ofreció Jaemin. “Si
me ayuda, puedo darle más de lo que le ofrece mi hermano.
De hecho, no me importa darle acciones muy caras del
Conglomerado Park”.
“¿Sabes algo para derribar a tu hermano de su
posición?” Taehyung reflexionó.
Jaemin parpadeó sorprendido. “No, pero estoy dispuesto
a ofrecerle mucho más de lo que—”
“Lo que Jimin me ha ofrecido es mucho más grande de lo
que el dinero puede comprar”.
Taehyung decidió que no valía la pena dedicar más
tiempo a entretener a Jaemin. Solo quería escuchar más
porque pensó que había información que podría dañar a
Jimin. Al ver que no la había, no estaba interesado.
“¿Qué puede ser mejor que el dinero?” Jaemin comentó,
mirándolo como si fuera estúpido. ¿El Rey de Wraith no se
dio cuenta de la importancia del dinero? ¡Era la respuesta a
los problemas de todos! Seguramente, ¿no iba a decir
tonterías acerca de que la amistad no tiene precio?
“Lealtad” murmuró Taehyung. “Algo que obviamente te
falta para comprar a la gente”.
Antes de que Jaemin pudiera responder, Taehyung giró
sobre sus talones y se alejó. Estaba disgustado por la
presencia de Jaemin, dándose cuenta de lo serpiente que
era. Supuso que el dinero cambiaba a la gente. La sangre
puede ser más espesa que el agua, pero el dinero era el rey.
Además, Taehyung ya tenía acciones en Park
Conglomerate. Fue heredado de su padre, pero no lo
suficiente como para convertirlo en miembro de las juntas
de accionistas. Si realmente fuera tanto, Taehyung habría
trabajado mucho más para ayudar a Jimin.
“Hablando de Jimin, ¿a dónde fue?” murmuró para sí
mismo, sus ojos recorriendo rápidamente la habitación. De
repente, se dio cuenta de que todos a los que conocía no
estaban a la vista.
Jungkook se había ido. Jimin había desaparecido. Los
gemelos hicieron puf. Parpadeó, sintiéndose de repente
muy solo. Huh. ¿A dónde se fueron todos?
¡Jimin no podía creer lo horrible que era su suerte!
Primero, Jaemin lo interrumpió y luego vio a Yugyeom y
Jungkook conversando. Rápidamente se abrió paso entre la
multitud antes de que estallara una disputa en su
banquete. Se sentía culpable por dejar atrás a Taehyung,
pero sabía que Su Gracia podía manejar su terreno.
“Oh, Dios, no luches por Taehyung aquí”, murmuró Jimin
en voz baja, su imaginación se volvió loca. Estaba
imaginando una pelea a puñetazos entre Yugyeom y el Rey,
una que terminaría horriblemente.
Justo cuando caminaba a toda velocidad entre la
multitud, una mano lo agarró de la muñeca. Jimin se dio la
vuelta, con los ojos muy abiertos.
“Yoongi”, exhaló, antes de que pudiera detenerse.
Su nombre salió de su lengua sin esfuerzo, y recordó su
apasionado beso. El hombre parecía enfurecido por él ya, y
todo lo que hizo fue pronunciar su nombre.
“Ven conmigo” le espetó, antes de que pudiera siquiera
protestar. Su voz era áspera y oscura como si ya estuviera
perdiendo la paciencia y el control.
“No”, siseó Jimin. “Suéltame”.
Tiró de su mano hacia atrás, pero Yoongi tiró de él hacia
sí. Se le cortó la respiración cuando sus ojos brillaron con
un rojo peligroso, el color de la sangre de ángel.
“He esperado lo suficiente”, gruñó Yoongi, apretando su
agarre en su muñeca. “Vamos a arreglar lo que hay entre
nosotros en este instante, o de lo contrario no te irás de
este banquete”.
Jimin lo miró fijamente. De repente se dio cuenta de que
estaba atrayendo la atención de una multitud. Por supuesto
que lo haría. Cuando uno de los políticos más influyentes
del país sostenía la muñeca del nuevo presidente, ¿quién no
querría mirar?
“Bien,” siseó, dejándose arrastrar por él.
Jimin miró hacia atrás, preocupado por Yugyeom y
Jungkook, pero de repente, no estaban a la vista. Antes de
que pudiera siquiera protestar, se vio obligado a atravesar
la multitud y salir por las puertas de cristal que conducían
a un jardín aislado.
“¿A dónde vamos?” preguntó, su voz vacilante, como su
corazón saltando.
Yoongi no le respondió, tenía la mandíbula tan apretada
que él vio que el músculo se contraía. Parecía furioso y
frustrado. ¿Por qué?
Yoongi miró hacia atrás solo una vez, pero no fue hacia el
doncel. Fue hacia su atuendo, de un atrevido color dorado,
que lo marcó como la estrella del show de esta noche. Cada
vez que Jimin caminaba, la luz deslumbraba sobre su
silueta perfecta. El atuendo lo hacía parecer un dios
desfilando por sus dominios. Ni una sola persona podía
apartar la mirada de él. No cuando Jimin era tan
jodidamente perfecto.
“Lo descubrirás muy pronto”, escupió Yoongi.
“Oh, diablos, no”, gruñó Jimin. “Si vas a estar en mi
banquete de celebración, será mejor que me muestres algo
de respeto”.
Jimin tiró de su mano hacia atrás. Antes de que Yoongi
pudiera volver a tocarlo, lo agarró por la corbata y
comenzó a tirar de él.
Jimin se negó a dejar que él lo guiara. Jimin se aferró a
su corbata, como una pequeña y bonita correa, mientras lo
encaminaba afuera. Evidentemente, a Yoongi no le gustó
eso, su mano voló hacia su muñeca.
“¿Tienes que ser tan insufrible?” preguntó Yoongi.
Éste lo agarró a tiempo para detenerlos en el camino. Él
lo atrajo hacia sí hasta que sus pechos se rozaron, y
estaban uno frente al otro, respirando con dificultad.
El aliento de Jimin quedó atrapado en su garganta. Lo
miró, repentinamente sorprendido por lo irritantemente
guapo que era este bastardo. Antes de que pudiera decir
algo, Yoongi lo empujó fuera de las puertas y hacia los
jardines.
“¡Suéltame!” Jimin discutió, pero él no lo hizo.
Yoongi tiró de él detrás de un arbusto y hacia una pared
apartada, donde nadie podía oírlo gritar.
El aire frío mordía su piel expuesta, el viento aullaba en
la distancia, pero Jimin estaba demasiado distraído por su
agarre helado.
“¡Hombre insufrible!” Yoongi le ladró.
“¿Qué acabas de decir?” Jimin discutió, sus ojos
entrecerrados en rendijas.
“Me escuchaste. ¿Te mataría tener un poco de respeto?”
“¿Por ti?” comentó. “¡Me mataría tanto que estaría en un
boleto de ida al infierno!”
“Al menos sabes a dónde perteneces”, se burló.
“Oh, no te preocupes, estoy seguro de que Satanás
tendrá un asiento para ti en el pozo más profundo del
infierno”, dijo Jimin sin expresión.
“¿Qué dijiste?” Sus pupilas se dilataron, el rojo de su iris
se volvió aún más prominente.
Jimin tropezó un poco. Parecía aterrador cuando estaba
enojado, una llama roja ardía en sus ojos. Una nube de
tormenta rodó sobre él, truenos crepitando a la distancia.
El aire a su alrededor se espesó, pero se negó a retroceder
en esta pelea.
“No me digas que eres sordo”, se burló. “Algo de sangre
pura eres—”
Yoongi estrelló sus labios sobre los de él, sin previo aviso.
Sus manos volaron a su pecho, empujándolo, pero él no se
movió. Lo empujó contra la pared, con una mano detrás de
su cabeza, la otra agarrando su barbilla.
Yoongi lo besó con rudeza, como una forma de castigarlo.
Sujetó su cuerpo contra la pared, presionando sus caderas
contra las de él, obligándolo a sentir todo el alcance de su
irritación.
Yoongi estaba duro como una roca para él, y todo lo que
hizo Jimin fue abrir esa boca rencorosa suya.

NUESTRA INFANCIA
Mientras la pareja discutía en un extremo del jardín, otro
dúo discutía.
Jungkook había estado escuchando tranquilamente a un
grupo de hombres balbuceando, cuando Yugyeom fue lo
suficientemente tonto como para dar a conocer su
presencia. Jungkook sabía que su bonito esposo soltó al
bastardo hace unos días, pero no esperaba que el perro
fuera tan tonto como lo era ahora.
“¿Qué deseas?” preguntó Jungkook, apoyándose
casualmente contra la pared con una expresión indiferente.
Sabía que ver a Yugyeom lastimaría a Taehyung y tuvo la
decencia de llevar la conversación a un lugar privado.
Jungkook preferiría que su querido esposo no estuviera a
la vista cuando terminara esta conversación. Especialmente
si Jungkook quería deshacerse rápidamente de Yugyeom.
Podría partirle el cuello al perro en el acto si quisiera. Por
supuesto, matar a un Pura Sangre no era tan fácil como
eso. Tomando en cuenta que también es un híbrido.
“Tengo un hermoso esposo buscándome pronto”,
comentó Jungkook, aflojándose la corbata.
Los ojos de Yugyeom brillaron con odio. “¿Él lo sabe?”
dijo, su voz llena de diversión. “¿Sabe él con qué clase de
monstruo satánico se ha casado?”
Jeon levantó una ceja. Ya lo esperaba. Taehyung estaba
embarazado de su hijo. Supuso que los monstruos
engendraban monstruos. ¿Fue el karma del bebé por todos
sus pecados tortuosos?
“Está bien”, dijo Yugyeom con confianza. “Él lo
descubrirá lo suficientemente pronto”.
Jeon reprimió el impulso de poner los ojos en blanco por
aburrimiento. El tiempo dedicado a hablar con Yugyeom
podría haberse dedicado a besar a Taehyung. El
pensamiento de él hizo que sus labios se crisparan.
Disfrutaba de la forma en que su esposo se inclinaba para
darle otro beso, con los ojos cerrados, completamente
ajeno a que él encontraba esa expresión divertida.
“¿Qué vas a hacer? ¿Ir a los reporteros?” Jeon se rió
disimuladamente, extremadamente divertido por ese
pensamiento. Le gustaría que Yugyeom siguiera adelante y
difundiera la noticia por todas partes. De esa manera,
Taehyung solo lo odiaría aún más.
Jungkook conocía la naturaleza de Taehyung. Se
preocuparía por Yugyeom, pero amaba más a su bebé. ¿Y
qué haría cuando su querido Yugyeom dañe la reputación
del padre del bebé? ¿Eso no sólo rebajaría la reputación del
bebé? Le encantaba ver a Yugyeom cavar su propia trampa.
“No, solo le diré a Taehyung qué horrible monstruo eres.
Él te arruinará mucho más de lo que las noticias podrían
dañarte”.
Ah, entonces le quedaban algunas células cerebrales.
Jungkook estaba realmente sorprendido.
“Adelante”, se rió. Se cruzó de brazos y miró al cielo,
aburrido y desinteresado en la conversación.
“Él será rechazado”.
“Oh, estoy seguro de que lo será”, estuvo de acuerdo
Jungkook.
“¿No te importa su bienestar en absoluto?” Yugyeom
siseó, enfurecido por la indiferencia del Rey. ¿Qué clase de
marido permitiría que su esposo escuchara cosas tan
desagradables? ¡¿Qué clase de protector era este Rey?!
“Yo me preocuparía más por tu bienestar que por el de
mi esposo”, reflexionó Jungkook. “Después de todo, solo
estás vivo porque yo lo permito. Solo estás parado aquí
porque yo lo permito. Solo respiras porque soy
misericordioso”.
Yugyeom entrecerró los ojos. “¿Misericordioso? No me
hagas reír. Escuché rumores de cómo lo tratas en la cama,
como un esclavo sexual. Yo nunca le habría hecho eso, yo
—”
Jeon lo agarró por el cuello. Su comportamiento frío se
derritió por completo, reemplazado por llamas heladas. Su
mirada se volvió cruel, el viento aullaba como espíritus
aulladores, las sombras se arrastraban por el suelo. Era
una gran noche para derramar sangre.
“Cuidado, perro”, gruñó Jungkook. “No dudaré en
partirte el cuello aquí y ahora”.
Yugyeom arañó la garganta de Jungkook, sus labios se
torcieron en una sonrisa arrogante. Así que ese era el
nervio. Taehyung. Yugyeom siempre pensó que el doncel
esa era su debilidad, pero parecía que también era la del
Rey.
“¿Él todavía hace ese pequeño ruidito y contracción
mientras duerme?” Yugyeom respondió, agarrando ambas
manos del Rey de su cuello y arrancándolas de él. Pero
Yugyeom hizo una mueca de dolor, sintiendo las uñas del
Rey clavarse en su carne, una mirada oscura brilló en su
expresión.
“O tal vez, ¿todavía busca consuelo cuando duerme?”
Yugyeom se atragantó, sintiendo que el aire abandonaba
sus pulmones. “¿Te dijo que solía dormir con él?”
Jeon vio rojo. Clavó los dedos en el cuello de Yugyeom,
con suficiente fuerza para atravesar la carne. Le arrancaría
la garganta y luego los pulmones a Yugyeom, pero luego
escuchó un grito aterrador.
“¡Jungkook!” Taehyung chilló, corriendo hacia los dos.
¡¿Qué diablos estaba pasando?! Salió de los jardines y
escuchó una disputa, pero no pensó que fuera su esposo y
su mejor amigo.
“¡Jungkook, basta!” exigió.
Taehyung agarró las manos del pelinegro, intentando
quitarlas del cuello de Yugyeom. Sin previo aviso, lo
empujaron hacia un lado, sus piernas quedaron atrapadas
en la cola de su traje y comenzó a caer al suelo. Pero antes
de que cayera, algo lo agarró bruscamente de la muñeca.
Fue tirado hacia adelante sobre sus pies, manos heladas lo
rodearon.
Taehyung se sorprendió al ver que era Jungkook. Éste
respiraba con dificultad, sus ojos eran del color de una luna
de sangre. Había tanta rabia escondida debajo de los
pliegues rojizos que su corazón tembló. Nunca lo había
visto tan furioso.
No sabía cuál era la causa, pero algo sobre el jadeo de
Yugyeom decía suficiente. Yugyeom se revolvía en el suelo,
su cuello chorreaba sangre, pero parecían meros cortes.
Miró con preocupación a Jungkook y la mano que agarraba
con fuerza su cadera.
Taehyung quería preguntar qué pasó, pero no delante de
los dos. La mera mención de los hechos pasados bastaría
para desencadenarlos de nuevo.
“Nos vamos”, ordenó Taehyung con dureza, su corazón
aún acelerado desde momentos antes.
En el forcejeo entre ambos hombres, Jungkook lo había
empujado con fuerza para hacerlo caer. Si hubiera caído
boca abajo, ¿entonces qué? Su corazón saltó ante el
pensamiento antes de caer en picada. ¿Habría perdido al
bebé?
Su rostro palideció.
“¿Por qué no le preguntas a tu amante lo que dijo,
cariño?” Jungkook se burló, fulminándolo con la mirada. El
rubio lo miró, horrorizado y herido por sus palabras.
“¿Te das cuenta de lo que me acabas de hacer?” Refutó
Taehyung, su voz alzándose al mismo tiempo que él.
Inmediatamente el rostro del mayor se suavizó un poco,
la preocupación bailaba en su mirada. Su agarre se aflojó
sobre él, sus dedos frotando cariñosamente el costado de
sus caderas de arriba hacia abajo.
“Te atrapé”, murmuró en voz baja.
Taehyung frunció el ceño. La noche ya se había agriado.
No quería estar parado aquí, con él, en este traje, en la
fiesta.
Una pregunta se sentó en la punta de su lengua,
suficiente para arruinar esta discusión. ’¿Y si no me
hubieras atrapado?’ pensó para sí mismo.
“Vámonos a casa”, habló de mala gana, sabiendo que
esta situación sería difícil de esconder debajo de la
alfombra. Sintió que surgiría una discusión y no quería que
sucediera frente a la gente.
“Cariño”, advirtió Jungkook, su voz volviéndose áspera
de nuevo.
Taehyung no respondió. Agarró la mano del pelinegro y
comenzó a alejarlo, pero Yugyeom solo tuvo que arruinarlo.
“Recordé nuestra infancia, Taehyung”.
El rubio se quedó helado. Antes de que pudiera
reaccionar, Jungkook estaba diez pasos por delante de él.
En un abrir y cerrar de ojos, estaba frente a Yugyeom.
“¡Jungkook, no!” Taehyung gritó, justo cuando de las
manos del pelinegro comenzaron a brotar sombras negras.
Para su horror, Jungkook agarró la cara de Yugyeom. Todo
sucedió demasiado rápido. Vio que las sombras disminuían,
el cuerpo de Yugyeom se relajaba y sus rodillas cedieron al
suelo.
¿Estaba… estaba muerto?

MARIDO DEDICADO
Taehyung escuchó un zumbido en sus oídos, cuando el
mundo comenzó a girar y el aire lo ahogó. De repente le
resultó difícil respirar, un ataque de pánico abriéndose
camino hacia él por primera vez.
Escuchó que lo llamaban por su nombre en la distancia,
pero fue inútil. Su mirada no podía dejar al flácido
Yugyeom.
Éste estaba desplomado en el suelo, con la cara
enterrada en la tierra, y tuvo recuerdos repentinos de los
ataúdes de sus padres siendo bajados al suelo. Abrió la
boca, listo para gritar, pero alguien lo abrazó bruscamente.
“Shhh… shhh, está bien”, lo tranquilizó Jungkook,
agarrándolo con fuerza, bloqueando su línea de visión con
su cuerpo.
Jungkook apretó la cara del menor contra su hombro,
con una mano en la parte posterior de su cabeza, la otra
agarrando su hombro.
“Está vivo”, murmuró, mientras su esposo lo agarraba
con fuerza de la camisa. No entendía cuál era el problema,
ni sabía qué estaba pasando.
Un minuto escuchó a su esposo caer al suelo, justo sobre
sus rodillas, y al siguiente estaba jadeando
incontrolablemente. Inicialmente pensó que era el bebé,
pero se dio cuenta de que era otra cosa.
“Respira”, le advirtió. “Tienes que inhalar y exhalar”.
Taehyung enterró la cara en el hueco de su cuello, su
respiración salía demacrada y entrecortada.
“Inhala por la nariz y exhala por la boca”, instruyó,
frotándole la espalda. Jeon estaba aterrorizado de que algo
le hubiera pasado al menor.
“Está bien”, murmuró Jungkook en voz baja, presionando
sus labios en la parte superior de su cabeza. “Todo estará
bien, cariño. Respira…”
Lento pero seguro, Taehyung comenzó a escuchar sus
instrucciones. Su respiración volvió a la normalidad por un
momento, y ya no temblaba en sus brazos.
“Vámonos a casa, cariño”, la voz del pelinegro llena de
remordimiento. Él lo abrazó con fuerza, sin saber qué le
había pasado al menor. ¿Fue la vista del cuerpo de
Yugyeom? No podía averiguar qué era. No es como si el
hombre estuviera muerto.
“E-estoy bien”, dijo finalmente, su voz débil y pequeña.
“Lo siento, cariño”.
Jungkook se abalanzó y lo cargó en sus brazos. Taehyung
se puso rígido, sus manos volaron a sus hombros en busca
de apoyo, mientras lo miraba con horror.
“B-bajame”, advirtió.
“Querido—”
“No, tengo ganas de vomitar”.
Instantáneamente, Jungkook lo acomodó sobre sus pies.
Taehyung apoyó la cabeza en su hombro para apoyarse
mientras respiraba por la nariz y exhalaba la boca. Supuso
que el movimiento repentino lo sobresaltó demasiado. Él lo
rodeó con sus brazos y le frotó la espalda de manera
reconfortante.
“Un baño tibio te hará bien”, susurró el pelinegro en voz
baja. “Apóyate en mí, caminaré contigo”.
“¿Lo mataste?”
Jungkook hizo una pausa. En un momento como este, el
menor se preocupaba por alguien más. ¿Qué iba a hacer
con alguien como él?
“No. Solo borré sus recuerdos”.
“P-pero su cuerpo—”
“Eso sucede cuando borras un recuerdo. Es suficiente
trauma en la cabeza para que pierdas el conocimiento”.
Taehyung tragó saliva. “P-por una fracción de segundo, vi
—”
“Estás tartamudeando de nuevo, cariño”, señaló.
Jungkook agarró una de sus manos, llevándola a sus
labios y besando suavemente sus dedos. A veces, no podía
creer sus propias acciones. Si alguien le hubiera dicho hace
años, que estaría haciendo esto, le rompería el cuello a esa
persona.
Jeon no podía evitarlo. Quería tocarlo, besarlo, abrazarlo,
adorarlo. Quería hacer mucho con él, pero también quería
mucho de él. Anhelaba su sonrisa, ansiaba su risa y
deseaba que sus ojos se iluminaran cada vez. Nunca había
sentido estos tipos de emociones, hasta que el menor entró
en su vida. ¿Era esto lo que significaba enamorarse?
“S-solo lo hago cuando estoy nervioso”, tartamudeó
Taehyung. “Se detiene después de un tiempo…”
Jungkook asintió lentamente con la cabeza. “¿Qué viste?”
preguntó.
“Mis padres”, se atragantó. “De repente recordé sus
cuerpos inertes, y luego los ataúdes que bajaban a la
tumba”.
Jungkook frunció el ceño. ¿Regresaban sus recuerdos?
Pensó que esos eran parte de los “malos recuerdos” que le
había borrado. Esperaba que no volviera nada más, pero
dedujo que era porque Taehyung había sido testigo de
cómo su poder surtía efecto.
“Tuviste una larga noche, cariño”, arrulló en voz baja.
“Vamos a llevarte a casa”.
Taehyung asintió débilmente. “Pero, ¿qué pasa con
Yugyeom—”
“No estás en posición de preocuparte por otras personas,
cariño”
Taehyung miró hacia atrás, pero él movió sus cuerpos,
hasta que no vio nada más que su traje. Él lo guió lejos de
la escena, sonriéndole cariñosamente. Puso una mano
suave sobre su estómago, tomándolo por sorpresa.
“¿Cómo está nuestro pequeño monstruo?” Jungkook
murmuró. “¿Estás herido en alguna parte?”
Taehyung frunció el ceño ante el apodo. Una mirada
enfurruñada en su rostro “¿Pequeño monstruo?” preguntó
bruscamente, levantando la cabeza. ¿No se le ocurrió un
mejor apodo?
El pelinegro se rió. Continuó guiándolos lejos del lugar,
hasta que doblaron una esquina, y levantó las cejas.
Instantáneamente, él comenzó a tirar del menor en otra
dirección, no queriendo arruinar su vista.
“¿Mimi?” Taehyung jadeó. “¿Yoongi?” añadió, con los
ojos cada vez más abiertos.
“Qué manera de darles un poco de privacidad, querido”,
murmuró Jungkook, tirando de él hacia el otro lado.
El pelinegro no necesitaba que su esposo viera esta
escena de beso salvaje. Sobre todo cuando pensaba en
recrearlo con él, contra una pared oculta, hasta dejarlo sin
aliento, y hacerlo al aire libre con él.
Antes de que pudiera reaccionar, la pareja se separó
rápidamente.
“T-tete”, tartamudeó Jimin. Incluso en la oscuridad, se
podía ver que su rostro estaba rojo brillante por la
vergüenza.
Yoongi, por otro lado, sonrió como el consentido
arrogante que era. “Su Majestad”.
“Puedo explicarlo”, se apresuró a decir Jimin, aunque no
había nada que explicar y él era un adulto. Se acomodó el
traje y miró de izquierda a derecha, de Taehyung al Rey.
Jimin no sabía por qué, pero estaba tan horrorizado de
que lo atraparan con Yoongi. ¿Y si… y si se corriera la voz
de sus relaciones? Pero entonces él quería golpearse a sí
mismo por pensar eso. Taehyung no se lo diría a nadie. El
Rey, sin embargo… entrecerró los ojos. No se podía confiar
en él.
“Siempre pensé que ustedes dos harían una hermosa
pareja”, dijo Taehyung ingenuamente, sonriendo felizmente
ante la vista frente a él. ¡Qué maravilloso, su mejor amigo
en una relación con el mejor amigo de su esposo!
“Vamos, cariño, no los molestemos”, se rió Jungkook.
“Obviamente ellos aún no han descubierto su situación
actual”.
Taehyung parpadeó. Él pensó que ya estaban juntos. ¿No
era por eso que se besaban a escondidas en los jardines
oscuros, donde las lámparas iluminaban el camino?
“Oh, pensé que era un beso de reconciliación”.
“¿Un beso de reconciliación?” repitió Yoongi, girando la
cabeza en dirección a Jimin. “¿Le dijiste?” siseó,
entrecerrando los ojos.
“¿Qué más se suponía que debía hacer?” Jimin le espetó.
“Me dejaste todo caliente y molesto, pero también
confundido y desconcertado. ¿A quién se suponía que debía
despotricar?”
“Podrías haber… espera, ¿te dejé acalorado y molesto?”
Yoongi se detuvo de repente, su sonrisa se ensanchó. Así
que él lo afectó. Y aquí estaba él, pensando que era una
persona horrible por hacer un movimiento desesperado con
Jimin, cuando claramente éste lo disfrutaba.
Jimin se burló con incredulidad. “No puedo creerte ahora
mismo”.
“Ven cariño, deja que los tortolitos se peleen y espero
que pronto veamos pajaritos”, se burló Jungkook,
apartando a su esposo antes de que pudiera disfrutar con
entusiasmo de la escena frente a él.
Taehyung probablemente estaba viendo cómo las
fantasías de sus libros cobraban vida, especialmente con lo
pegado y cerca que estaba a la escena.
“¡No vamos a tener pajaritos!” Jimin gritó, justo cuando
la cabeza de Yoongi se volvió hacia él.
“Oh, entonces, ¿cuál fue nuestra conversación anterior
sobre que querías una relación? ¿Querías hijos fuera del
matrimonio?” Yoongi siseó. “Siempre supe que eras una
persona loca, ¿y ahora quieres ser libertino y adúltero?”
“¿Libertino? ¡Ponte al día con los tiempos modernos y
usa una palabra diferente!” Jimin le gritó. “No entiendo a
los vampiros y sus antigüedades medievales”.
“¡¿Medieval?!” gritó Yoongi. “Estás avergonzado de no
saber cómo actuar como un doncel”.
“Sé cómo actuar como un—” Yoongi lo besó de nuevo,
justo cuando Taehyung gritó de sorpresa y emoción, sus
manos tapando su boca.
“Está bien, está bien, se acabó la diversión”, dijo
Jungkook. Empezó a alejar a Taehyung, pero éste estaba
anonadado, mirándolos atentamente.
Jungkook dejó escapar un pequeño suspiro. Tal vez
debería comprarle un televisor para ver esos clichés,
dramas románticos. Como su esposo no se movía, él lo
levantó al estilo nupcial.
De repente, Jimin empujó a Yoongi fuera de su espacio.
“Si estás tan dedicado a besarme, también podrías
invitarme a salir. ¿O has olvidado lo que es ser un
caballero?”
“Espera, espera, Jungkook, esto se está poniendo
jugoso”, murmuró Taehyung, tocándole el pecho para
llamar su atención. Mirando por encima del hombro del
mayor.
El pelinegro hizo una pausa. ¿Que estaba haciendo su
esposo? ¿Pensó que esto era entretenimiento gratis?
“¡Y tú!” Jimin gritó enojado, señalando con una mano al
Rey. “¡Si eres un marido tan dedicado, también podrías
anunciar el embarazo ya! ¿Qué estás esperando?”
Taehyung se sorprendió. Su cabeza se volvió hacia
Jungkook, pero él ya lo estaba observando. Y parecía lejos
de estar complacido.
32. XXXI

SUAVE
Jungkook bajó la mirada con calma, una mezcla de
emociones lo recorrió. No le agradó que la noticia se
difundiera tan rápido. Pensó que su esposo tendría la
cortesía de esperar a que él aceptara al bebé primero.
“No le dije a nadie más”, dijo Taehyung al instante,
mirándolo sin dudarlo. “Pero Solar y Evelyn también
escucharon…”
Jungkook entrecerró los ojos. ¿Iba a presionarlo para que
aceptara al niño? Es una pena que él no cede a la presión.
“No hay nada de malo en que Taehyung me dé la
noticia”, añadió rápidamente Jimin, notando que la
atmósfera había cambiado. Miró de su amigo al Rey.
Lamentó tener una boca tan grande y floja.
“Soy su mejor amigo y alguien que también está
trabajando para encontrar una solución. ¡No lo mires como
si acabara de exponer el secreto más profundo y oscuro de
Wraith!”.
Jeon simplemente apretó los labios y lo miró fijamente.
No necesitaba que alguien más interviniera en sus
problemas maritales. “Concéntrate en tu propia vida
amorosa”, le espetó.
Se dio la vuelta y salió, con Taehyung todavía en sus
brazos. Estuvieron en silencio todo el tiempo que Jungkook
lo cargó por los jardines, hasta que dieron una vuelta
completa y pudieron regresar a su auto.
La imagen de la pareja amorosa fue instantáneamente
capturada por las cámaras, luces intermitentes y un fuerte
clamor resonando en el fondo.
Una vez que estuvieron dentro del auto, se produjo otro
pesado silencio. Taehyung se sentó solo, mirando su
regazo, ahogándose en la culpa. Jungkook miró fijamente a
la ventana, con un tobillo cruzado sobre su rodilla.
“Podría habérselo dicho a todo el país”, empezó
Taehyung de repente. La cabeza ajena giró en su dirección.
“Cuando hice ese discurso público en vivo, y casi me
desmayo”.
Agarró con fuerza su pantalón. “Pero no lo hice. Sabía
que no estabas listo, así que esperé y esperé. No quería
que las noticias te presionaran para que aceptaras al bebé
y yo…”
“Lo siento”, murmuró el pelinegro.
Taehyung parpadeó. Había creado todo un escenario
dentro de su cabeza, lo bueno y lo malo. La peor reacción y
la mejor. Había pensado demasiado en todos los escenarios
posibles, pero no pensó en este.
“¿Qué?” exhaló y se volvió hacia él. Éste lo miraba
fijamente, con los labios apretados en una línea firme, pero
con ojos amables. El pelinegro puso una mano sobre la de
él y la apretó suavemente. Su piel estaba fría, pero su
toque era cálido. Estaba confundido.
“Tuviste que mantener y guardar las buenas noticias
durante tanto tiempo”.
La esperanza de Taehyung se disparó. ¿Eso significaba
que aceptó al bebé? La pregunta debe haber estado escrita
en toda su cara.
Jungkook continuó mirándolo, ya sabiendo lo que estaba
en su mente, pero no se atrevía a decirlo. “¿Jimin encontró
una solución?”
Los hombros de Taehyung cayeron. Se aclaró la
garganta, con la esperanza de ocultar su decepción, para
no agobiarlo. Forzó una sonrisa y trató de controlar su voz
para que no temblara.
“T-todavía no”, logró decir, ahogando sus emociones.
Taehyung giró la cabeza y decidió concentrarse en otra
cosa. Si continuaba mirándolo a él y su expresión de dolor,
solo lo lastimaría más. Así que no estaba listo para aceptar
al niño.
Taehyung se estaba impacientando. Había minimizado
sus deseos de ver a un médico, había minimizado sus
deseos de saber de cuántas semanas o de qué sexo era el
bebé. ¿Cuánto tiempo más iba a hacerlo esperar?
“Ya veo”, respondió Jungkook secamente, quitando su
mano de la de él. También se concentró en la ventana y en
la luz de la calle que giraba. Prácticamente podía escuchar
el corazón del menor rompiéndose, pero no podía decir
nada.
Jungkook, a diferencia de Taehyung, no era
desinteresado. No podía mentirle, especialmente cuando le
dolía más a su esposo.
“¿Qué tal un baño juntos?” inquirió una vez que llegaron
a su dormitorio. Cerró la puerta detrás de ellos y encendió
las luces para verlo dirigirse directamente a la cama.
Jungkook lo rodeó con sus brazos y besó sus hombros.
Ahora olía como él, pero mucho más suave, con un toque de
dulzura y todo lo bueno de este mundo. Sus labios
encontraron el punto en su cuello que hizo que sus piernas
se doblaran.
“Te daré un buen masaje, cariño” murmuró, sus dedos
enganchados en la cinturilla de su pantalón de satén, el
material jugueteando con su piel áspera.
“Quiero dormir”, respondió fríamente Taehyung.
Jungkook hizo una pausa. No podía leer su expresión,
porque le estaba dando un abrazo por la espalda. Pero
podía oír el dolor en su voz, la emoción que intentaba tan
desesperadamente ocultar.
“¿Estás cansado?” preguntó, paciente como siempre, su
mano deslizándose por la yugular de su garganta. Al menor
se le cortó la respiración y él lo agarró por la barbilla,
obligándolo a echar la cabeza hacia atrás. Él lo miró
fijamente a los ojos mientras su otra mano bajaba
lentamente por los costados de su cuerpo.
“Jungkook yo—”
“O tal vez, ¿estás molesto?” murmuró, su mano
desabrochando el pantalón ajeno, su palma bajando poco a
poco por su piel caliente. Giró sus cuerpos hacia el espejo
del tocador, donde su esposo podía ver su seducción a
simple vista.
“Dime, cariño, ¿qué te llenará de alegría?” deslizó con
sensualidad sus manos hacia abajo, concentrándose en la
piel tersa y suave de sus muslos, su respiración
entrecortada.
“Jungkook…” se desvaneció, vacilante.
Sus dedos jugaron con el costado de sus bragas, su
estómago se apretó con anticipación. Su respiración se
estaba volviendo pesada solo por su pequeña broma.
Enganchó un dedo debajo de sus bragas, mientras que su
dedo medio acariciaba el área alrededor de sus testículos.
Taehyung sintió una sensación palpitante entre sus piernas,
el calor se acumulaba.
“No—”
“Estás duro”, reflexionó Jungkook.
Los ojos de Taehyung se agrandaron. Él se rió
suavemente, inclinándose para capturar sus labios en un
beso lento y tortuoso. Él lamió su belfo inferior, su mano
sumergiendo su barbilla hacia atrás, su lengua empujando
dentro de su cavidad bucal. Incluso su lengua era fría, pero
su aliento caliente y lo exploró con entusiasmo.
La otra mano de Jungkook lentamente bajó un poco su
pantalón junto a sus bragas, dejándolas caer al suelo. De
repente, tomó su sexo entre sus manos y Taehyung gimió,
la presión inesperada lo tomó por sorpresa.
“Estás empapado por mí, cariño, todo por un simple
toque”, arrulló Jungkook, sintiendo la humedad en su
glande. “¿Y me estás diciendo que quieres dormir?”
Taehyung no podía concentrarse. Sus dedos eran ásperos
pero suaves, subiendo y bajando alrededor de su miembro
endurecido. Él se estaba acercando a su entrada con cada
bajada de sus dedos, y Taehyung apenas podía mantenerse
erguido.
“Por favor”, gimió, sin saber si quería que se detuviera o
continuara.
Jungkook simplemente se rió entre dientes, sus dedos
húmedos descendiendo y acariciando alrededor de su
agujero separándolo. Presionó su cuerpo contra el de él,
sus manos aferrándose con fuerza a su brazo en busca de
apoyo.
“¿Se siente bien, cariño? ¿Te gusta verte siendo tocado?”
preguntó, justo cuando deslizaba un dedo dentro solo un
poco para probarlo, antes de sacarlo burlonamente. Su
dedo tocó lentamente su interior pero no llegó profundo, y
supo que su esposo se estaba frustrando, su respiración
cada vez más pesada.
“La cama”, se las arregló para jadear, tan perdido en su
toque, que no podía escuchar lo que estaba diciendo.
“¿Me quieres, cariño?” se burló, su mano se detuvo
abruptamente. Taehyung dejó escapar un grito de protesta,
volteándose y agarrándolo por la corbata. Sin previo aviso,
tiró de él y lo besó bruscamente, sus ojos se abrieron
brevemente.
Instantáneamente, Jungkook le devolvió el beso,
apasionado y rudo, obligándolo a darse cuenta exactamente
de quién estaba a cargo. Él lo agarró por la cintura,
levantándolo, y el menor instantáneamente envolvió sus
piernas alrededor de él. Lo colocó sobre la cama y agarró
sus piernas, quitándole el pantalón y sus bragas y
separándolas para él. Se puso de rodillas y le lamió su
agujero subiendo por toda la extensión de su pene hasta
succionar su glande húmedo. Su lengua estaba fría y
húmeda, pero suave y cosquilleante, haciendo que
Taehyung se arqueara y dejara sus pensamientos en
blanco.
“Puedo sentirte temblando en mi lengua”, reflexionó
Jungkook, lamiéndolo lentamente mientras sus piernas se
tensaban.
El placer era demasiado. Taehyung intentó cerrar las
piernas, pero él ya lo estaba consumiendo. Comenzó en
círculos lentos alrededor de su glande, antes de chuparlo
suavemente, mientras Taehyung dejaba escapar un gemido.
Luego descendía para lamer y succionar su entrada.
Taehyung abrió los ojos temblorosamente para ver su
rostro entre sus muslos. Su corazón saltó. Éste lo miraba
fijamente, sus labios se torcieron en una sonrisa mientras
su lengua comenzaba a moverse salvajemente. Sintió que
algo se acumulaba dentro, su cabeza rodaba hacia atrás.
“Oh, o-oh, espera…” jadeó, mientras él continuaba
chupando y lamiendo su miembro. Comenzó lento, luego
más fuerte, luego más rápido, antes de disminuir la
velocidad y aumentarla. Taehyung movió sus caderas,
tratando de escapar, pero él tenía un fuerte agarre en sus
muslos, obligándolo a sentir el placer que le proporcionaba.
Estaba tan cerca, apretando los ojos cerrados.
“Pídelo”, murmuró Jungkook, observando cómo él dejaba
escapar un pequeño y largo gemido, pero lo obedecía con
entusiasmo.
“Por favor, por favor, por favor”, logró decir sin aliento,
sabiendo que no había retorno de esto. Agarró el colchón,
esperando que algo lo distrajera del placer, pero fue en
vano.
Pronto, se tensó, su estómago se apretó, sus caderas se
arquearon hacia arriba mientras llegaba al clímax con su
lengua y dedos expandiendo su entrada. Taehyung estaba
demasiado sensible ahora, pero él no se detuvo ahí.
Taehyung gritó cuando él lamió sus jugos, su lengua
jugando con su glande hinchado. Trató de alejarse, pero él
ya estaba colocado entre sus piernas, su cabello azabache
le hacía cosquillas en la parte interna de los muslos, sus
ojos miraban directamente a los de él.
Solo cuando su cuerpo se derrumbó sobre la cama y sus
piernas temblaban, él se detuvo. Taehyung todavía tenía las
piernas abiertas cuando se levantó en toda su altura. El
doncel, queriendo más que eso, envolvió sus piernas
alrededor de la cintura ajena, acercándolo aún más. A
pesar de llegar al clímax, se sentía vacío y quería que él
llenara su agujero con algo grande y pesado. Últimamente
ansiaba tenerlo a él en su interior, no estaba seguro de si
eran por las hormonas del embarazo o no, pero lo
anhelaba, lo deseaba ya.
“¿Qué pasó con querer dormir?” Jungkook reflexionó,
colocándose en posición. Su esposo lo miró con ojos
húmedos y él se inclinó para besarlo en la mejilla.
“No te burles de mí”, murmuró Taehyung mientras él se
quitaba la corbata negra y lo agarraba por la muñeca. Sus
ojos se agrandaron. ¿Que estaba haciendo?
“¿Por qué no probamos algo nuevo esta noche, cariño?”
Jungkook dijo mientras ataba sus muñecas a la cabecera,
sus brazos por encima de su cabeza.
Taehyung tiró de sus manos, dándose cuenta de que no
podía moverlas. Tragó saliva. Ya no podía agarrar nada
para distraerse del placer.
“No me mires así”, murmuró Jungkook mientras se
desabrochaba el cinturón y lo arrojaba a un lado. Se instaló
entre sus piernas separadas, sus muslos descansando sobre
los suyos. Sus dedos tocaron la tela de su camisa
esmeralda, sonriendo cuando su esposo tembló.
En un abrir y cerrar de ojos, arrancó la tela y la tiró a un
lado. El menor gritó, intentando cerrar las piernas y ocultar
su cuerpo, pero estaba en plena exhibición para él. Trató
de mover las manos para cubrirse, pero se encontró
luchando contra su corbata negra.
Oh, no.
“Estarás a mi merced esta noche, querido”, murmuró,
inclinándose para besarlo con cariño en los labios, sus
manos agarrando sus caderas con fuerza.
“No te preocupes, seré amable”, dijo justo cuando
empujó dentro de él, ganándose un grito ahogado agudo
cuando su cuerpo se arqueó fuera de la cama.

ÚLTIMO ADIÓS
Taehyung apenas podía contener sus gemidos, su
garganta estaba ronca por los sonidos lascivos. Él movió
sus caderas a cámara lenta, como si una ola lo bañara.
No tenía nada que lo distrajera del éxtasis, sus sentidos
se sobreestimularon cuando sus ojos se pusieron en blanco
y su boca se entreabrió. Su corazón estaba acelerado por la
emoción mientras él continuaba embistiendo.
“Parece que disfrutas estar atado así” se burló agarrando
sus caderas y meciéndose más profundamente en él,
haciéndolo gritar.
Jungkook lo obligó a tomar todo de él, sus entrañas se
apretaron con fuerza contra su pene hinchado. Siseó ante
la sensación, sus sentidos se volvieron locos. Se inclinó y
giró su lengua sobre sus pezones, su cuerpo retorciéndose
de placer.
“No digas cosas tan sucias”, gimió Taehyung, apenas
capaz de registrar lo que estaba diciendo.
Se sintió llegar lentamente a un clímax, arriba, arriba,
arriba, subió, su pecho ascendía y bajaba con cada una de
sus frenéticas bocanadas de aire.
Taehyung tiró de su sedosa corbata negra, pero fue
inútil. Jeon gimió roncamente cuando envolvió sus piernas
alrededor de su cintura, presionando sus caderas más
hondo en él. Su cuerpo estaba tan caliente, y él estaba frío.
Su piel helada no hizo nada para calmar las llamas que
ardían en su interior.
“¿O si no qué?” bromeó Jungkook. “Estás a mi merced,
querido, y te comportarás como yo quiera”.
Taehyung se sonrojó ante sus palabras justo cuando él
palmeaba uno de sus glúteos pomposos, su mejilla trasera
rebotó y quedó una marca rojiza en su piel. Jungkook
amasó la carne caliente, luego se inclinó sobre su pezón y
se lo metió en la boca, ganándose un grito agudo del rubio.
Lentamente estaba perdiendo la cabeza, sus ojos
fuertemente apretados. El golpeteo de los embistes
resonando en la habitación.
“Por favor, Jungkook”, sollozó, su cuerpo resbaladizo por
el sudor, el único sonido en la habitación eran sus gritos y
sus gruñidos ocasionales.
El pelinegro apretó los dientes, el sonido de sus súplicas
lo obligó a perder el control. Sus cejas estaban tensas por
la concentración, mientras disminuía un poco la velocidad.
Pero entonces, las palabras de Yugyeom pasaron por su
mente y Jungkook estaba cegado por los celos.
“¿Te acostaste con Yugyeom?” de repente exigió, los ojos
contrarios se abrieron con sorpresa. Él lo miró, la confusión
llenando su mirada.
“¿Q-qué?”
“¿Te lo follaste?” gruñó, mientras embestía más fuerte,
más rápido, más profundo, hasta que el menor comenzó a
lloriquear y gemir más agudo.
“¡No lo hice!” Taehyung gritó, apenas capaz de formar
una oración adecuada.
Jungkook entrecerró los ojos. “Dijo que lo hiciste”.
Taehyung simplemente gimió, cerrando los ojos, una
vena saliendo de su frente. Sus muslos se contraían un
poco, el sudor se acumulaba entre sus cejas.
Jungkook se vio repentinamente cegado por la
posesividad y los celos. Si no lo hizo, ¿qué quiso decir
Yugyeom con eso? Como su esposo se negó a responderle,
él lo agarró por la cintura y lo obligó repetidamente a
encontrarse con cada penetración suya.
“Contéstame” exigió, inclinándose para mordisquearle el
cuello, sus colmillos picando en su piel. Quería beber de él,
pero sabía que sería demasiado peligroso.
“C-cuando tenía pesadillas”, dijo Taehyung
temblorosamente, con la mente nublada. Solo podía pensar
en Jungkook, su olor, sus furiosas embestidas, la tensión de
sus músculos y su voz dominante. Cuanto más enojado
estaba el pelinegro, su cuerpo más zumbaba de placer y
excitación. Algo en su tono rudo y áspero le encantaba, lo
hacía delirar y querer más de él. Iba a tomar todo lo que su
marido le diera.
“Solía pedirle que se quedara a pasar la noche y, a veces,
nos abrazábamos hasta que me volvía a dormir”, susurró.
“Pero solo pensé en un hermano mayor guiando a un
hermano menor de regreso a la cama”.
Jungkook lo consideró una respuesta satisfactoria.
Disminuyó un poco la velocidad, observando cómo su
cuerpo se relajaba. Luego, lo penetró, haciéndolo gritar,
pero sabía que estaba cerca.
“Por favor”, exhaló Taehyung, deseando poder aferrarse
a él para aliviarse. Se estaba volviendo loco de placer, con
la mente en las nubes y el infierno.
Oh Dios mío. Taehyung sintió que se le encogía el
estómago al llegar a la cima. Sus caderas se arquearon
fuera de la cama, su muñeca se tensó contra la corbata
negra y su cabeza se echó hacia atrás.
“¡Jungkook!” se atragantó, justo cuando él maldecía.
“¡Mierda!” gruñó, mientras el menor se apretaba contra
él, su cuerpo entero temblaba por el clímax.
Taehyung dejó escapar un suspiro tembloroso mientras
recuperaba lentamente su atención. Su cuerpo yacía inerte
sobre la cama, exhausto y abrumado. Taehyung estaba
sensible, pero él no se detuvo ahí. Continuó moviéndose en
su interior, hasta que Taehyung estaba clavando sus
caderas en la cama para escapar, pero él se presionó aún
más en su entrada.
“Jungkook, dijiste que serías amable”, gimió. A pesar de
sus palabras, sus muslos abrazaron su cintura aún más,
tampoco queriendo terminar ahí, los dedos contrarios
agarraron con fuerza sus caderas.
“Estoy siendo tan amable como puedo”, respondió
Jungkook con los dientes apretados.
Éste estaba cerca, y la vista de su torso sonrojado no
ayudaba. Se inclinó y lo besó, justo cuando lo embestía
febrilmente. Su esposo gimió en su boca, mientras él
tarareaba con aprobación, metiendo su lengua en su
cavidad húmeda. Succionó su lengua mientras sus caderas
se doblaban.
El calor llenó el interior de Taehyung, sus hombros se
tensaron cuando él redujo la velocidad. Entraba y salía de
su agujero, en un gesto de vaciarse completamente en sus
paredes internas. Cuando terminaron, sus ojos estaban
nublados y él finalmente se había calmado.
“Te amo, cariño”, murmuró Jungkook, besándolo con
afecto en la boca.
Jungkook usó una mano para desatar sus muñecas,
viendo como caían al lado de su cabeza. Lo besó en la
mejilla, en el cuello, en la barbilla y luego en la frente, con
los labios magullados.
“No puedo, estoy tan sensible”, gimió Taehyung cuando
de repente él lo giró, su pecho presionando contra el
colchón.
Jungkook lo puso de rodillas, pero éstas cedieron debajo.
Levantó su cintura colocando una almohada debajo de su
vientre, mientras una mano presionaba su cabeza contra
las almohadas y la otra lo sostenía.
“Tú puedes” susurró, besando un lado de su cabeza.
Colocó su erección contra su abertura, que todavía estaba
goteando con su semilla. Él se frotó contra su entrada
rojiza y dilatada, la cual se abría y cerraba con
anticipación, enviando descargas por su cuerpo mientras el
menor gemía en respuesta.
“T-tal vez solo una ronda más”, ofreció Taehyung
tímidamente, tentándolo con su dulce voz. Frotando su
agujero contra la erección caliente de su marido.
Jungkook sonrió. “Ese es mi chico”, felicitó mientras lo
penetraba, sus rodillas cedieron instantáneamente.
Él simplemente mantuvo sus caderas en su lugar,
entrando de golpe, pero saliendo lentamente. Iba a
embestirlo hasta que prácticamente le rogara que se
vaciara en su interior.
La mente de Taehyung se volvió papilla ante sus
seductoras palabras. Su agujero estaba rojizo e hinchado
en este punto. Gimió cuando él metió la mano debajo de su
cuerpo y agarró uno de sus pezones, mientras su cuerpo
duro descansaba contra su espalda.
“Bésame, mi dulce” murmuró, con la cabeza justo al lado
de la de él. Taehyung volvió la cara y él capturó sus labios,
moviéndose lentamente, al igual que sus caderas, para no
lastimarlo. Acercó su cuerpo al suyo, hasta que su abdomen
quedó presionado contra su espalda, y el rubio no tuvo
adónde correr.
Taehyung jadeó en su beso cuando sus fríos dedos
apretaron suavemente su pezón. Gimió al ritmo suave de él,
su longitud completamente acurrucada dentro de sus
paredes, y Santo Cielo, estaba tan lleno de él. Llenó de su
aroma, lleno de su esencia, lleno de su hombría.
Jungkook deslizó su fría lengua dentro de su boca,
mientras Taehyung hacía todo lo posible por encontrarse
con sus embestidas. Sus cuerpos se movieron al unísono,
hasta que él comenzó a ganar velocidad y encontró su
punto dulce, el que hacía que su cuerpo se calentara y sus
muslos se contrajeran.
“Jungkook…” gritó su nombre, el único sonido en la
habitación era el golpeteo de sus pieles, la cama crujiendo
levemente y sus suaves gruñidos.
“Dime que me amas”, murmuró sabiendo que su esposo
le pertenecía a él y sólo a él. Taehyung era suyo para
mantenerlo, suyo para protegerlo, suyo para cuidarlo, suyo
para amarlo y adorarlo, y él nunca lo dejaría ir.
“Te amo”, logró decir el menor, mientras él se movía más
y más rápido, hasta que sus cuerpos se fundieron, su
esencia envolvió su cuerpo.
Pronto, su mandíbula se apretó y sus embestidas se
volvieron más urgentes. Estaba ansioso por llenarlo de
nuevo, mientras el calor estallaba dentro del menor. Aun
así, él no se deslizó hacia afuera, mientras bombeaba
lentamente más y más en su interior.
“Te amo tanto cariño, lo suficiente como para quemar
este mundo para tener un último adiós contigo…
¿exactamente qué me hiciste?”
El doncel no sabía qué decir. En cambio, giró la cabeza y
lo besó, justo cuando él lo hizo girar. Él lo colocó sobre su
espalda en la cama, con suavidad, mientras se mantenía
enterrado.
“¿Lo suficiente para aceptar todo de mí?” Taehyung
susurró contra sus labios húmedos. Una mirada de dolor
brilló en el rostro del pelinegro, porque entendió lo que
significaba su pregunta.
Jungkook lo abrazó, con cuidado de no poner su peso
sobre él y su abdomen abultado. Besó el costado de su
cabeza.
“Vamos a lavarte”.

KOALA
Taehyung se sintió herido al instante por sus palabras.
Tan cariñoso como era, todavía le rompería el corazón. Se
quedó mirando la cama mientras él lo ayudaba a sentarse,
tenues marcas rojas en su muñeca. Taehyung se sentó allí,
aturdido, preguntándose si algún día el pelinegro aceptaría
lo que él quería.
Jungkook se sentó a su lado y con cautela agarró su
muñeca, besando suavemente los moretones rojos. Estaba
en conflicto cuando el menor siguió mirando el colchón
blanco, caído y arrugado por su encuentro.
“Eres egoísta”, dijo Taehyung de repente, tirando de su
mano hacia atrás, pero él lo atrajo hacia sí. Lo atrajo hacia
su regazo, agarrando sus dos muñecas.
Jungkook lo miró fijamente, fuego en sus ojos
ensangrentados, calor en su corazón. Estaba furioso por
sus palabras, su respiración cada vez más pesada, su
mandíbula apretada. ¿Egoísta? Él no era el que se quedaba
con el bebé. ¡Él no era el que albergaba un monstruo que lo
mataría!
“Si soy egoísta, no puedo imaginar lo que eres tú”.
“¡Soy humano!” Taehyung le gritó. “¡Si querías que no
tuviera corazón, deberías haberme convertido cuando
tuviste la oportunidad! Tú fuiste egoísta, negándote a
cambiarme solo porque amas mi humanidad, amas el latido
de mi corazón, el calor de mi piel ¡y el rubor de mis
mejillas! Tú eras el que estaba obsesionado con estos
detalles, cuando honestamente no me importaba”.
La voz de Taehyung se quebró hacia el final. “Estaba
dispuesto a sacrificar mi vida por ti, Jungkook… Incluso si
fuera una tasa de supervivencia del 1%, lo habría tomado”.
El rostro del pelinegro se puso frío. No pudo encontrar
su mirada, incapaz de encontrar sus ojos esmeraldas serios
que brillaban con lágrimas, pero no por su persona, sino
por él. Taehyung era desinteresado y egoísta al mismo
tiempo consigo mismo. ¿Cómo era eso posible?
“Ahora eres tú quien me obliga a elegir”, susurró
Taehyung, con la voz entrecortada. “Elegir entre el bebé y
mi vida. Ahora, estoy en una posición en la que cualquier
elección me matará más de lo que lo hará cambiarme”.
Taehyung sollozó, su corazón picaba con la revelación. Él
nunca viviría para abrazar a su bebé, ¿verdad? Nunca
tocará la piel del bebé, ni lo sentirá enrollarse sobre su
pecho ni escuchará sus llantos desgarradores. Él nunca
verá aquello en lo que trabajó tan duro, y Jungkook nunca
lo volvería a ver. Las lágrimas brotaron de sus ojos
mientras envolvía con fuerza sus brazos alrededor de los
hombros ajenos, enterrando su rostro en su cuello.
¿Qué han hecho?
“No llores”, murmuró Jungkook, abrazándolo
instantáneamente. Le dio unas palmaditas en la cabeza y le
acarició la parte superior de la espalda. El menor estaba
caliente. Podía sentir la vida corriendo por sus venas,
escuchar el lento latido de su corazón y su suave
respiración. Era tan humano que le dolía.
Jungkook nunca pensó que podría ser tan posesivo con
un bonito chico humano. Su amor por él era una obsesión.
Quería burlarse de él, intimidarlo y amarlo, todo a la vez.
¿Qué tipo de emociones eran estas?
“No estoy llorando”, le espetó Taehyung. Eso era cierto.
Todavía no había derramado una lágrima y, en cambio,
parpadeó y se negó a dejar que estas gotas saladas lo
convencieran de aceptar al bebé.
“Correcto”, reflexionó Jungkook. “Mi amor nunca llora”.
Le acarició el pelo. “Mi esposo es fuerte frente a los
demás, pero débil frente a mí. Se preocupa por los demás,
pero nunca por sí mismo. Es terco y ama demasiado rápido,
pero odia demasiado lento… aunque solo llora por mí”.
Jungkook besó el costado de su cabeza, sus labios
permanecieron en el lugar, respirando su encantador
aroma. Olía como él, como vino y bosque, pero de la
manera más suave posible.
“Es tan desgarrador que te ame con todo mi ser, lo
suficiente como para dejar de lado mi ego”, bromeó
Jungkook. Lo sintió fruncir el ceño en su cuello, enfadado
por sus palabras. “Te amo demasiado como para dejarte ir,
cariño. Tu deseo es mi deseo, tus anhelos son mis anhelos.
Tu carne es mía, como los huesos y la sangre de nuestro
hijo también son míos”.
El corazón del menor dio un vuelco. Levantó la cabeza y
lo miró, asombrado por sus palabras. Por una vez, tenía una
expresión seria en su rostro frío y hermoso. Él siempre lo
miraba con esa sonrisa arrogante y ojos traviesos. Pero
ahora, había dulzura en su mirada endurecida, amor en sus
labios y adoración en su corazón.
“El bebé es mío, tanto como tuyo, porque está hecho de
nuestras sangre y carne, y ¿cómo podría lastimar lo que es
mío?” Jungkook murmuró, besándolo en los labios.
El pecho de Taehyung se hinchó, el calor se extendió por
todo su cuerpo, a pesar de que su piel estaba fría. Sus
palabras, sin embargo, siempre encontraban una manera
de calentar su corazón.
Después de un baño relajante y una noche de pequeñas
charlas, comenzó la mañana. Jungkook fue el primero en
despertar, con Taehyung tumbado sobre su pecho.
Este último estaba pegado a él como un koala, su mano
se extendía por su cuerpo musculoso, sus piernas colgadas
sobre él, acurrucadas en la posición más cómoda. Mientras
tanto, sus brazos se entumecieron por abrazar sus
costados, y no podía sentir ni un punto en su pecho, porque
el menor había estado allí toda la noche.
Jungkook simplemente se rió entre dientes. Su expresión
dormida era hilarante. Dormía como un oso bebé soñando
con miel, con baba seca reposando en las comisuras de su
boca. Sus labios se torcieron.
“¿Vas a dormir todo el día?” bromeó, tocándole la cara y
acariciando su mejilla con el pulgar, decidiendo
despertarlo. Sus cejas se juntaron y gimió, moviendo su
cuerpo más arriba, para enterrar su rostro en su cuello.
“No frotes tu baba seca en mi hombro”, se burló, todo el
cuerpo ajeno se tensó. El rubio no se movió por un segundo
antes de resoplar y continuar moviendo su cuerpo hasta
que encontró una posición cómoda.
“No soy un oso de peluche, ya sabes”, agregó.
“Estoy cansado…” Taehyung se apagó, girando un poco
su cuerpo para evitar poner peso sobre el bebé.
“¿Cómo está tu energía?” Jungkook arrulló, su mano
jugando perezosamente con su cabello. Se rió de lo
enredado que estaba, como un nido de pájaro desordenado.
“Está un poco bien”, bostezó Taehyung con cansancio,
queriendo simplemente acostarse en su frío abrazo por un
rato. A pesar de su piel helada, se sentía caliente por la
manta y el hecho de que su cuerpo estaba naturalmente
demasiado caliente.
“¿Alguna náusea?”.
Jungkook leyó en alguna parte que sus náuseas
matutinas deberían calmarse si el bebé se siente a gusto.
Dado que el bebé era un mestizo, definitivamente se
sentiría a gusto si él estuviera presente. Su sola presencia
debería haber intimidado al bebé para que se sometiera.
“Ninguna”, susurró Taehyung, acurrucando su rostro en
su cuello, sus labios rozando su piel pálida.
Jungkook olía como a su jabón de baño compuesto por
eucaliptos y pétalos de flores. Taehyung disfrutó de ese
aroma y del consuelo que él le brindaba, su corazón saltaba
cada vez que su dedo rozaba su piel.
“Bien.” Jungkook asintió con satisfacción. No necesitaba
que el bebé le causara más problemas. Se instalaron en un
cómodo silencio, completamente inconscientes de la
tormenta que pronto ocurriría.
CON MUCHO GUSTO
“Si no hay molestias”, los ojos de Jungkook brillaban con
picardía. Sus dedos se deslizaron en su cabello, mientras
levantaba su rostro para besarlo. Él capturó sus labios y
cambió su posición, hasta que estuvo boca arriba y él entre
sus piernas.
Taehyung envolvió sus brazos alrededor de su cuello,
haciéndolo caer, su cuerpo instantáneamente se calentó
con su toque. Su beso fue suave y gentil, saboreando los
movimientos. Pronto, se volvió más urgente, cuando él
ladeó la cabeza, sus acciones se volvieron más dominantes
y ansiosas.
Su pulgar presionó su muslo mientras se apartaba para
besar su cuello, su respiración cada vez más pesada,
mientras su otra mano buscaba su miembro.
“Sé un buen chico y abre tus piernas para mí”. El menor
obedeció temblorosamente, mientras él provocaba su
entrada con su erección. Su respiración se aceleró cuando
acarició su agujero, su corazón saltó cuando él dejó
escapar una risa entrecortada.
“¿No me digas que estás excitado por solo un beso?”
Jungkook reflexionó, posicionándose lentamente contra su
entrada.
“Yo—”
¡Bam, Bam, Bam!
“¡Su Majestad!” Yoongi gritó desde el otro lado de la
puerta, golpeándola furiosamente con el pánico instalado
entre sus pulmones. Corrió a la habitación del Rey tan
pronto como recibió la noticia de lo que se difundió en los
noticieros.
“¡Jungkook!” Taehyung gritó, cerrando instantáneamente
las piernas. Pero fue demasiado tarde. Él ya estaba entre
ellas, y Taehyung solo presionaba sus muslos contra su
cintura.
“Shh, shh, está bien”, lo tranquilizó, agarrando las
mantas justo cuando Yoongi golpeaba las puertas de nuevo.
“¡Sé que está despierto, Su Majestad! ¡Esto es
extremadamente urgente!” Yoongi gritó, golpeando
continuamente la puerta, sin saber que el Rey iba a golpear
algo más.
“¡Joder, lo entiendo, maldito bastardo!” Jungkook rugió,
sus ojos oscuros instantáneamente brillaron con un rojo
brillante e intenso. Se pasó una mano frustrada por el
cabello, mirando con ceño fruncido a la puerta que podría
romperse en cualquier momento.
“Deberías entender eso”, dijo Taehyung
temblorosamente, horrorizado de ser expuesto. Acercó aún
más la manta a sus cuerpos, pero cubrió más a Jungkook
que a él, ya que todavía estaba encima de su cuerpo.
“No, cariño”, dijo sarcásticamente Jungkook. “Estaba
esperando que el imbécil derribara la puerta”.
Taehyung estaba nervioso, pensando que hablaba en
serio. “¡Ten un poco de decencia!” siseó, empujando su
firme pecho.
Jungkook se rió de sus palabras, agarrando sus muñecas.
Se inclinó y le robó otro beso, observando cómo su esposo
hacía un puchero y lo miraba fijamente. Era tan
jodidamente adorable que quería devorarlo en el acto. Y
podría haberlo hecho, si Yoongi no hubiera sido un maldito
mojigato inoportuno.
“Jungkook,” advirtió retirando sus manos.
“Cariño—”
Yoongi gritó: “¡Ya tienes un heredero, deja de intentar
hacer otro!”
Jungkook soltó una sarta de maldiciones. Rechinó los
dientes, apretando la mandíbula. Salió de la cama, agarró
un bóxer del armario y prácticamente abrió las puertas.
“Debes tener un deseo de muerte”, gruñó, de pie en la
puerta para evitar que Yoongi mirara hacia adentro.
“No, pero alguien más claramente lo tiene, Su Majestad”,
respondió Yoongi, sorprendido por la ira del Rey.
Yoongi había conocido al Rey toda su vida, pero rara vez
lo había visto arremeter así. El rey respondía a su ira con
arrogancia. Siempre lucía una sonrisa cruel cada vez que
se enfurecía.
“Mire esto, Su Majestad”, exhaló, mostrando su tableta
al Rey, quien miró hacia abajo con irritación.
“¿Qué demonios es esto?” siseó, arrebatando la tableta.
Rápidamente leyó los titulares.
“¡Su Gracia está embarazado y se lo está ocultando al
público!” Se leía en letras grandes y en negrita.
Jeon dejó escapar una risa áspera, su sangre hirviendo
por el titular.
¡CRACK!
Yoongi dio un respingo cuando vio que la pantalla de la
tableta se separaba del pulgar del Rey. Simplemente genial.
¡Ese era el último! Y literalmente lo compró hace dos días.
“Alguien debe haber escuchado nuestra conversación
ayer en el banquete de Park Jimin”, dijo Yoongi.
“Encuentra al autor de este titular y mátalo”, se burló
Jungkook. Devolvió la tableta a las manos de Yoongi.
“Es demasiado tarde, Su Majestad. Todos los medios de
comunicación están publicando esto”.
“Entonces cállalos a todos”, gruñó. “Cambia el tema de
las noticias a algo aún más interesante que el embarazo del
Rey. Agrega un tema tan controvertido y llamativo que hará
que la gente se calle por completo acerca de mi esposo”.
Yoongi tragó saliva. Esta no sería la primera vez que
distraen al público con noticias locas. Sucedía todo el
tiempo. “De inmediato, encontraremos algo más para
transmitir, Su Majestad”.
Se giró para irse, pero escuchó una voz tranquila que lo
detuvo.
“¿Qué pasó?” Taehyung preguntó en voz baja, mirando
por encima de los brazos de Jungkook. Inclinó la cabeza,
curioso de por qué la pantalla de la tableta estaba rota. Se
había puesto un albornoz de seda que le cubría los brazos y
le llegaba más allá de las rodillas.
“Nada de lo que debas preocuparte,” lo tranquilizó
Jungkook. Agarró la mano que sostenía la parte superior de
su brazo y comenzó a llevarlo de vuelta al dormitorio.
Desafortunadamente, giró su cuerpo y agarró la tableta de
las manos de Yoongi.
“Espere, Su Gracia—”
“Su Gracia está embarazado y se lo está ocultando al
público”, leyó Taehyung en voz alta.
Taehyung parpadeó sorprendido, sus ojos se agrandaron
ante los titulares. Se desplazó hacia abajo y, efectivamente,
había una foto de él ayer. Había un círculo rojo en su
estómago que parecía sobresalir un poco. Estaba seguro de
que el atuendo esmeralda suelto había ocultado su silueta.
“Jungkook yo—”
“Discutiremos esto adentro” Tomó la tableta de su mano
y se la dio a Yoongi, quien se fue rápidamente, no
queriendo quedar atrapado en medio de una discusión.
Jungkook cerró la puerta detrás de él y tiró de Taehyung
frente a él.
“¿Qué es?” preguntó Taehyung, tocándose la cara. Él lo
miraba fijamente, sus ojos oscuros, su expresión sombría.
Notó que sus dedos estaban cerrados en un puño,
volviendo su piel blanca como el papel. Su mandíbula se
apretó, un músculo haciendo tictac.
“¿Le dijiste a alguien más?”.
“Además de Jimin, nadie más. Bueno, Solar y Evelyn
escucharon la conversación…”
Jungkook respiró con pesadez por la nariz y se pellizcó
un punto entre las cejas. Una vena apareció en su frente.
Estaba haciendo todo lo posible para no alterarse.
Taehyung frunció el ceño. No era como si él hubiera
hecho algo malo. Todo lo que hizo fue contarle a su mejor
amigo la gran noticia. El pelinegro estaba actuando como si
el mundo fuera a acabarse y él lo provocó.
“¿Estás listo para compartir esta información?” Jungkook
preguntó de repente, su voz inquietantemente tranquila.
Taehyung parpadeó. “Siempre he estado listo. Todo el
tiempo estuve esperando que aceptaras al bebé, antes de
compartir el embarazo con alguien más además de Jimin”.
Jeon frunció el ceño. Entonces, no tenía sentido seguir
enojado. Él pensó que Taehyung no estaba listo para
compartir esta noticia al público tan rápido. De repente, el
menor agarró su puño y él miró bruscamente hacia abajo.
Jungkook olvidó lo delgado que era, comparado con él.
Sus dos manos se veían esbeltas en comparación con las
robustas de él.
“Vamos a decirle al público. Haré un discurso público de
inmediato y anunciaré las buenas noticias”.
Jungkook se puso rígido. “Esperemos.”
“Pensé que aceptaste al bebé—”
“Lo hice. Pero la gente puede esperar”.
Taehyung estaba confundido. Si le ocultara un secreto
tan grande a la gente, provocaría una reacción violenta.
Cuanto más tiempo retenga esta información, más personas
pensarán que algo anda mal.
“Todo el mundo sabe que eres humano, cariño. Los
inteligentes sumarán dos y dos”.
El corazón de Taehyung dio un vuelco.
“La gente llorará tu muerte incluso antes de que
suceda”, gruñó Jungkook. “Habrá menos felicitaciones y
más condolencias”.
Taehyung finalmente entendió el problema perjudicial. Si
sabían que el Rey de Wraith iba a morir en menos de un
año después de tomar el trono, ¿ahora qué? ¿Qué pasará
con su puesto? ¿Qué dirán los países extranjeros? ¿Qué
pensará la gente?
El corazón del rubio comenzó a acelerarse ante las
preguntas, su mente se mareaba. Estaba abrumado por el
miedo y, de repente, sintió náuseas. El bebé debe haber
sentido la angustia de la situación.
“Todo estará bien”, tranquilizó Jungkook
instantáneamente, dándose cuenta de su reacción. Él
envolvió un brazo alrededor de su cintura y lo atrajo hacia
sí. Él lo abrazó con fuerza, negándose a dejarlo ir. Su
cuerpo era una jaula, y su esposo era su prisionero
voluntario.
“Encontraremos una manera, cariño” le frotó la parte
superior de la espalda mientras Taehyung hundía la cara en
su cuello, donde el latido de su pulso era normal y
tranquilo. Necesitaba ser fuerte, o de lo contrario él tendría
miedo.
“Mientras estemos juntos”, le recordó el pelinegro. “Dos
cerebros son mejores que uno, incluso si uno de ellos es
más inteligente que el otro”.
Jungkook se rió cuando él de repente lo pateó. “¿Qué
pasa, cariño?” bromeó. “Ni siquiera dije quién era el más
tonto en la relación. Pero me alegro de que sepas que eres
tú”.
Inmediatamente, el menor lo empujó lejos de su cuerpo,
pero él apretó su agarre, forzándolo a volver a sus brazos.
“Cuanto más haces pucheros, más quiero molestarte,
cariño” le acomodó el albornoz a un lado, revelando su
largo cuello y su suave piel que rogaba por ser marcada. Él
lo besó en los labios y su esposo frunció el ceño.
Jeon simplemente se rió entre dientes ante su respuesta.
Era lindo, especialmente por la forma en que sus ojos
temblaban de rabia. Siempre encontraba irritante a una
persona que hacía pucheros. Odiaba a los mocosos
malcriados y a los bebés quejosos. Pero su leve puchero
hizo que le doliera el pecho. Encontró un impulso repentino
de complacerlo siempre, porque su corazón se hinchaba
más cuando él sonreía.
“No estoy haciendo pucheros”, refutó Taehyung,
haciéndolo reír.
“Estás de mal humor”, bromeó, agarrando su barbilla.
“Ahora, ¿dónde estábamos?”
Jungkook acercó su rostro, su irritación finalmente se
calmó un poco. El menor vaciló, pero apoyó la mano sobre
su pecho. Se sorprendió cuando su esposo lo besó mientras
apoyaba su suave peso sobre él.
El pelinegro los estabilizó y permitió que él dirigiera el
beso. Era lento e inexperto. Lo estaba volviendo loco, la
forma en que tocaba vacilantemente su mandíbula, sus
dedos temblaban y su corazón saltaba. Saber que estaba
completamente desnudo debajo de una fina prenda… Era
demasiado tentador.
Pronto, Jungkook perdió toda su paciencia mientras
profundizaba el beso, tomándolo por sorpresa. Él tomó la
parte posterior de su cabeza, atrayéndolo hacia sí mientras
lo besaba ansiosamente como si su vida dependiera de ello.
Sus labios se moldearon perfectamente juntos, mientras él
mostraba su amor por su esposo a través del intenso beso.
“La cama”, jadeó.
“Con mucho gusto”, lo levantó y lo llevó donde quería.

CUIDADO
Taehyung cayó suavemente sobre la cama, su cuerpo
rebotando ligeramente. Lo sostuvo debajo de él, sus ojos
grandes cuando él le sonrió. Su pulgar trazó sus labios
magullados, rojos por su aspereza. En lugar de quitarle la
bata, simplemente la separó.
De repente, se inclinó para besarlo, su cuerpo
presionado contra el del rubio. Pronto, se quitó los bóxers,
quedando completamente desnudo. Antes de que el otro
pudiera siquiera moverse, él ajustó su posición, hasta que
Taehyung estuvo encima de él. Sus ojos se abrieron con
sorpresa. Era la primera vez que lo miraba así, con los
muslos expuestos, a horcajadas sobre su firme abdomen. Se
sintió apretar, sintiendo la dureza de su cuerpo entre sus
suaves piernas.
“Jungkook que—”
“Montame,” Él sonrió cuando sus muslos temblaron,
descansando libremente a cada lado de él. Colocó las
manos sobre su pecho, cubriendo los dedos ajenos con los
de él.
Taehyung solo había oído hablar de esta posición antes,
pero nunca había leído nada al respecto. No sabía qué
hacer, su corazón latía con anticipación. Un pensamiento
repentino apareció en su mente. Tal vez podría manejar la
arrogancia de él… Especialmente después de sus bromas
anteriores.
“N-no sé cómo”, admitió finalmente, nervioso y temeroso.
Se tensó cuando algo presionó contra su trasero. Era duro
y sobresaliente.
“Es tan simple como complacerte conmigo”, dijo
Jungkook. El menor estaba empezando a temblar, y él casi
se vuelve loco. Él agarró sus caderas, manteniéndolas en su
lugar, mientras el contrario lo miraba.
Mierda.
Era tan hermoso, su cabello adornado como un halo en
su cabeza, sus ojos brillando con miedo. Ya no podía
controlarse. Él levantó su cintura y embistió dentro,
ganándose un hermoso grito de protesta.
Taehyung se encorvó, con el corazón temblando. Nunca
antes lo había sentido tan profundo, sus entrañas se
apretaban a su alrededor. Estaba presionando directamente
contra un punto que lo hizo temblar y dejó sus
pensamientos en blanco.
Abrumado por el placer, Taehyung movió lentamente sus
caderas, ansioso por sentir más que eso. Al pelinegro se le
cortó la respiración y soltó una maldición.
“Así es, así,” gimió, sus dedos clavándose en sus caderas.
La suave seda de su bata le hizo cosquillas en la piel y no
pudo soportarlo más. Cada vez que su esposo movía sus
caderas, él se movía a su ritmo, hasta que sus cuerpos
estaban sincronizados y sus nalgas de burbuja rebotaban
sobre él, como un maldito baile erótico.
“Más rápido, querido”, gruñó entre dientes, hundiéndose
aún más en él mientras lo abrazaba con fuerza mientras
comenzaba a controlarlo lentamente. Prácticamente estaba
guiando su cintura en este punto.
Taehyung dejó escapar un jadeo tembloroso, girando la
cabeza hacia atrás a medida que se sentía más seguro con
el movimiento. Aceleró sus caderas, moviéndose más
rápido y más rítmicamente. De arriba abajo, cabalgando el
pene grueso y largo de su marido.
“Jungkook…” gimió con los ojos cerrados.
El sonido de su nombre lo excitó aún más, ya que
instantáneamente se sentó y lo besó, incapaz de contenerse
más. Taehyung lo abrazó con fuerza, mientras él movía una
mano hacia una de sus mejillas traseras y apretó la carne
con deseo mientras embestía aún más, haciéndolo
lloriquear. Taehyung apoyó la frente en su hombro, su piel
cálida, su corazón acelerado, y nunca se había sentido tan
lleno de él hasta ahora.
“M-más fuerte”, jadeó, incapaz de controlarse. No podía
pensar en nada más que su cuerpo sudoroso, sus
embestidas bruscas y sus gemidos ocasionales.
De repente, los hizo girar, su cara presionada contra la
almohada, su mano agarrando su cabello. Él agarró su
cadera, lo puso de rodillas y golpeó ferozmente en su punto
dulce, sus dulces gritos llenaron la habitación. Jungkook
tuvo cuidado con su estómago, asegurándose de que no
estuviera presionado contra la cama. Pronto, sus caderas
se doblaron y siseó, inclinándose para besarle los
omoplatos.
“Oh, Dios”, jadeó, las lágrimas llenaban sus ojos, el
placer era tan intenso que estaba empezando a ver blanco.
Jungkook lo agarró de los brazos, tirando de éstos hacia
arriba, sus nalgas temblaban en el aire mientras él se
zambullía en sus entrañas. Ya no pudo contenerse, no
después de que el menor hiciera un puchero tan
cariñosamente antes. De repente, una calidez invadió a
Taehyung y gritó, pero él no se detuvo.
“J-Jungkook—”
“Qué buen chico”, susurró, besándolo detrás de las
orejas, animándolo a comportarse. “Lo estás haciendo muy
bien, mi amor”.
Ante sus palabras, el pecho de Taehyung se hinchó, el
placer disparó por su cuerpo, hasta que sintió un pulso en
su interior. Estaba cerca, tan cerca, que sus ojos se
cerraron con fuerza. Lentamente, subió al pico, una
embestida a la vez, hasta que sus entrañas se tensaron y
sus piernas se sintieron rígidas.
“Jungkook, estoy tan cerca, por favor”, jadeó.
El pelinegro deslizó un brazo frente a su cuerpo,
llevándolo aún más alto, hasta que su espalda quedó
presionada contra su pecho, con una mano agarrando su
torso y la otra abrazando su estómago. Jungkook no se
retiró hasta que se vació por completo dentro de él. Solo
una vez que exprimió cada gota, dejó que su cuerpo se
relajara. Sus piernas cedieron, y se habría caído de bruces
si no fuera por él.
“Cuidado, cariño” murmuró. Él lo bajó suavemente sobre
la cama, hasta que estuvo boca arriba, y él todavía estaba
entre sus piernas.
Jungkook besó las lágrimas que se acumularon en sus
ojos. Él agarró sus muñecas y las sujetó junto a su cabeza,
sus labios arrastrándose por su mejilla y hacia su boca.
“¿Dolió?” preguntó, aunque ya sabía la respuesta a eso.
Había sido rudo, pero al verlo cabalgándolo, dándose
placer encima de él, se volvió loco y deseoso por su esposo.
“Un poco”, jadeó Taehyung con cansancio, sus ojos se
cerraron ante su gentil trato. Todavía estaba en su interior.
Solo se dio cuenta cuando de repente se endureció de
nuevo. Lo sintió palpitar en sus paredes internas, sus
gruesas venas latiendo.
“J-Jungkook—”
“Seré más amable esta vez”, prometió, presionando su
muñeca hacia abajo mientras capturaba sus labios. Deslizó
su lengua resbaladiza dentro de su cálida grieta, justo
cuando comenzaba a mecer sus caderas. Era suave, como
el balanceo de una ola mojando el cuerpo.
Taehyung gimió en su boca, su cuerpo hormigueando por
el clímax anterior. Todavía estaba sensible ahí abajo, por lo
que cada uno de sus golpes era tortuoso. Se sintió ahogado
en éxtasis y placer. Sintió una vena estallar en su frente,
pero estaba tan concentrado en su grueso miembro que ya
no podía pensar con claridad.
“Quiero esto todas las mañanas”, gimió Jungkook,
mientras le soltaba la mano y el menor la envolvía con
fuerza sobre sus hombros, levantando los muslos hasta su
cintura. Cruzó las piernas detrás de él, obligando a su
cuerpo a hundirse más en su interior.
“M-más rápido”, Taehyung jadeó, sus uñas clavándose en
su espalda.
“Tú pediste esto, querido,” siseó, instantáneamente
penetrando con aspereza. Taehyung gritó, pero se aferró a
él, los sonidos lascivos salían de su boca una y otra vez. Él
susurró su nombre, rogándole que continuara, hasta que
sus pensamientos ya no fueron cuerdos.
“Qué cosita tan traviesa”, gruñó Jungkook, embistiendo
más rápido, pero más suave, con cuidado de no lastimarlo.
Taehyung respondió acercando sus labios a sus oídos y
llamándolo repetidamente.
“Jungkook…” suspiró suavemente, su aliento le hizo
cosquillas en los oídos, haciéndolo sisear, su mandíbula
apretada, sus cejas tensas por la concentración.
“Estoy cada vez más obsesionado contigo, querido”,
gruñó Jungkook, enterrando su rostro en su cuello, donde
respiró y besó. Su aliento húmedo lo hizo temblar y tiritar,
lo que hizo que él se hundiera más en su agujero. Su
espalda se arqueó y él lo abrazó con más ansias, hasta que
su cintura estuvo presionada contra su duro abdomen, y se
negó a dejarlo ir.
Su deseo de poseerlo rugía como un hombre hambriento
en un desierto abrasador. Estaba locamente enamorado de
él, y ahora, estaba loco de pasión, moviéndose
intensamente. Taehyung no estaba mejor que él, su cuerpo
se encontraba con el de él como un bote rodante en un río
embravecido.
“Si no te quedas quieto, cariño, voy a perder el control”,
farfulló Jungkook entre dientes, mientras Taehyung
impulsaba sus caderas para encontrar sus embestidas.
Queriendo más del pelinegro.
Pasaron los minutos, antes de que su respiración se
hiciera más difícil, sus movimientos más ansiosos. Jungkook
dejó escapar un gemido ahogado justo cuando Taehyung
gritó su nombre. Se corrió dentro de él de nuevo, su
respiración pesada y desenfrenada. Dejó escapar un
suspiro suave y complacido, su cuerpo aún ardiendo con la
intensidad de su placer.
Era extraño. El cuerpo del mayor aún estaba fresco y
helado, a pesar de su larga relación sexual. La piel del
rubio estaba caliente y resbaladiza por el sudor. La frialdad
que le ofreció hizo que se aferrara a él aún más.
Jungkook levantó la cabeza para ver sus ojos
humedecidos por la intensidad de su amor.
Taehyung abrió los ojos y sintió su intensa mirada
clavándose en él. Movió la cintura, preguntándose por qué
lo miraba así. Él le lanzó una mirada de advertencia.
“No te muevas, cariño, perderé todo el control y te
follaré en lugar de hacerte el amor”, advirtió.
Taehyung parpadeó. ¿Había alguna diferencia? Al ver su
expresión desconcertada, dejó escapar una risa áspera.
“Confía en mí, hay una diferencia. Ayer por la noche,
cuando te tenía amarrado, te estaba follando. Pero esta
mañana, estamos haciendo el amor”.
Taehyung finalmente se dio cuenta de lo que quería
decir. Sintiendo su comprensión, presionó sus labios en su
frente, su toque cariñoso persistente. Su corazón se hinchó
con calidez y adoración por él.
“Te amo, Jungkook”.
El pelinegro hizo una pausa. Besó sus párpados, el
doncel se preguntó cuánto tiempo le tomaría
acostumbrarse a él. A estas alturas, su interior estaba
moldeado a su longitud y grosor, pero sus ojos aún
lagrimeaban.
“Te amo más, Taehyung”.
33. XXXII

SE RUMOREA
El castillo estaba tenso e incómodo. Los empleados
hicieron su trabajo como siempre. Los conserjes limpiaron
los pasillos, los chefs prepararon las comidas de todos y el
jardinero podó los arbustos, pero todos podían sentir el
entusiasmo.
Querían saber si Su Gracia estaba realmente
embarazado, pero nadie lo había visto. Estaba en el piso
más alto del castillo, donde residían los Reyes. Éste tenía el
sistema de seguridad más estricto, y solo los empleados
seleccionados podían atenderlo.
Aquellos que lo sirvieron fueron lo suficientemente
sabios como para mantener la boca cerrada. Pero cuanto
más silencio hubo sobre el tema, más gente se volvió
curiosa.
“Si Su Gracia realmente está embarazado, deberíamos
servirlo como si fuera su último día aquí…”
“Sí, todos los días debemos tratarlo mucho mejor que
ayer, porque su tiempo en este mundo es limitado”.
“Nuestro Rey es tan hermoso, pero es humano. Qué cosa
tan lamentable… Perder la vida por el bien de un
heredero”.
Todos chismearon entre ellos, sin poder contener su
curiosidad.
“Si tienen tiempo para hablar, deberían trabajar horas
extras”, espetó una voz fría.
La gente se calló e instantáneamente desviaron la
mirada. Ver a Jane, una de las doncellas del Rey, ya era una
monstruosidad. Todos sabían que había una rotación de
sirvientas para evitar el favoritismo, pero en el fondo, la
gente conocía el puesto de Jane. Era la criada más estricta
y severa con una actitud sensata. Si Jane fuera a informar
al Rey, el Rey le creería.
“Bueno, ¿qué piensas, Jane?” Una voz picó, mirándola.
“Sirves a Su Gracia como su doncella personal. ¿No te
compadeces de él? Él va a morir y todos lo saben”.
“¿Cómo te atreves a compadecer a tu superior?” Jane
cortó, frunciendo el ceño ante la voz que habló. “Además,
¿alguien aquí realmente ha estudiado el tema de los
embarazos humanos? Si no, les sugiero que cierren la
boca”.
La gente murmuró quejas por lo bajo, poniendo los ojos
en blanco ante sus palabras, pero no dijeron nada más. No
querían ponerse del lado malo de Jane, ni querían ponerse
del lado bueno.
Jane negó con la cabeza hacia ellos, sus labios se
estiraron en una delgada línea. Incluso su hermana Jenny
tenía curiosidad, pero no dijo nada al respecto. Jane
también quería saber si era verdad, pero confiaba en el
juicio de Su Gracia. Seguramente, Su Gracia elegiría lo
mejor, ya sea para él, el reino o Su Majestad.
“Su Gracia”, habló Solar en voz baja, esperando que el
ruido lo despertara. Las cortinas estaban bien cerradas,
sumergiendo la habitación en la oscuridad. No se asomaba
ni una sola luz, lo que dificultaba incluso ver aquí.
Solar no quería encender las luces ya que sería una
llamada de atención demasiado grande. Esperaba que el
Rey se levantara solo, pero era bien entrada la tarde y
Solar estaba cada vez más preocupada.
“Su Gracia, ¿se siente bien?” murmuró, sin saber por qué
el rey dormía hasta tan tarde. Por lo general, se despertaba
por la mañana y se unía a Su Majestad para desayunar.
“Con el ritmo al que vas, vamos a estar aquí hasta la
noche”, espetó Evelyn. Se acercó a las cortinas y las abrió
de un tirón. Inmediatamente, la luz del sol entró por las
ventanas, salpicando la cama.
“Mmph…” gimió Taehyung, rodando en la cama y
escondiendo su rostro en la almohada. Abrazó otra
almohada más cerca de su cuerpo y procedió a quedarse
dormido.
“Su Gracia, debe despertarse”, dijo Evelyn bruscamente,
sin dejar lugar a discusiones.
Ella fue informada por el Rey esta mañana que Su Gracia
no hará un discurso público. De todos modos, necesitaba
prepararlo para cuando pronunciara un discurso
anunciando el embarazo. Por ejemplo, necesitaban repasar
las tácticas y la planificación estratégica.
“Estoy despierto”, murmuró Taehyung, abriendo un ojo y
frotándoselo.
“Bien” Evelyn señaló a Solar para que trajera el
desayuno. “Debe tomar su comida de la mañana y—”
Evelyn hizo una pausa. Había moretones en la muñeca
del rey y leves chupetones en su cuello. Oh. Evelyn se
sonrojó un poco y finalmente se dio cuenta de por qué el
rey dormía hasta tan tarde. Su Majestad debe haber
agotado toda su energía.
“¿Y qué más?” preguntó Taehyung, sentándose erguido.
Bostezó e hizo una mueca, su cuerpo aún adolorido.
“Y deberíamos discutir nuestro próximo plan de acción”,
concluyó Evelyn. “El Sr. Min hizo un trabajo espléndido al
distraer a los medios, pero todavía hay gente hablando de
su embarazo”.
Taehyung parpadeó. Nunca escuchó a nadie dirigirse a
Yoongi de esa manera. Por otra parte, no todos eran tan
descarados como Jimin. Hablando de él… Taehyung
necesitaba averiguar qué pasó con él y Yoongi. Así como
Yugyeom. Jugueteó incómodamente con su collar, el que le
habían dado sus padres, con amuletos agregados por el
duque Park.
Pensó que todo estaba arreglado con Yugyeom. ¿Por qué
Yugyeom molestó a Jungkook esa noche? Dejó escapar un
pequeño suspiro, esperando que eso fuera el final. Ahora
que Jungkook borró los recuerdos de Yugyeom, todo
debería estar bien. No debería haber más contratiempos en
el futuro. Su vida con él estaba sellada ahora.
“¿Se encuentra bien, Su Gracia?” Solar repitió su
pregunta anterior. La piel del rey se puso pálida, sus cejas
se tensaron y sus ojos se volvieron distantes.
“Estoy bien, gracias. Estaba debatiendo lo que debería
decir mañana, cuando haga la dirección”.
Evelyn quedó instantáneamente complacida con las
palabras del Rey. Como publicista, también pensó que
hacer el discurso mañana sería bueno. El tema
definitivamente permanecería en la mente de todos, incluso
si hubiera otros titulares populares en los medios en este
momento.
“Tengo un plan”, dijo finalmente Taehyung. No estaba
seguro de ello, pero era mejor que nada.
“¿Le gustaría decirnos, Su Gracia?” preguntó Evelyn.
Taehyung debatió sus opciones. “Está bien, estoy seguro
de mi decisión”.
Evelyn y Solar intercambiaron miradas inseguras, pero
decidieron poner toda su fé en el Rey. El Rey aún no había
decepcionado a nadie. Su discurso anterior fue increíble, a
pesar de haberlo dicho en el acto, sin una planificación
inicial.
“Está bien”, señaló Evelyn. “Le dejaré la elección a
usted, Su Gracia”.
“Genial” Taehyung salió de la cama. Él siseó, sus piernas
cediendo por completo.
“¡Su gracia!” Solar jadeó, corriendo instantáneamente y
cayendo de rodillas para evaluar la situación. Su prioridad
era el bienestar del Rey, mientras que a Evelyn le
preocupaba la reputación del Rey. Fue evidente en lo tarde
que respondió Evelyn.
“Estoy bien”, dijo Taehyung. “Mis piernas se quedaron
dormidas, eso es todo”.
Se sentó al borde de su cama, frotándose las piernas.
¡Jungkook, ese bruto! Apenas podía sentir sus piernas, y
estaban empezando a temblar.
De repente, se le ocurrió una idea.
“Solar”.
“¿Sí, Su Gracia?” Solar se molestó, mirando preocupado
al Rey.
“No hay necesidad de arrodillarse tanto tiempo”
Taehyung habló en voz baja, agarrando la mano de Solar y
guiando a la secretaria para que se pusiera de pie.
“He decidido ver a un médico, Solar”, agregó, mirando a
Evelyn, cuyas cejas se dispararon. “Escuché que hay un
Doctor Real…”
“El Doctor Real ha sido despedido, Su Gracia”, informó
Solar, su tono vacilante. No estaba segura de si se le
permitía decir eso.
“¿Por qué?”.
“Bueno, uhm…” se detuvo, sintiendo que había dicho
algo que se suponía que no debía decir.
“¿Bien?” Taehyung siguió adelante, sin entender por qué
este era un tema tan difícil.
“Se rumorea”, comenzó Evelyn, la más valiente de la
manada. “Que él fue el primero en diagnosticar su
embarazo cuando usted residió en la habitación del Rey
durante una semana entera…”
La sangre de Taehyung se heló. Jungkook fue el causante
del despido del Doctor Real. Por supuesto que sería él.
¿Quién más tenía tanto poder en este castillo, o en el
mundo para el caso? Cada pequeño secreto sobre el
Imperio, él lo sabría. Incluso el más aleatorio, lo sabría. No
había nada que superara su impenetrable defensa.
“Y por su incapacidad para curarlo, Su Gracia. Fue
despedido. Actualmente, hay médicos que compiten por el
puesto, pero ninguno ha sido considerado todavía”.
“Ya veo”, murmuró. “Entonces encuéntrame los mejores
ginecólogos de los que solicitan el puesto”.
Colocó una mano sobre su estómago, frotándolo
cariñosamente. No sentía náuseas matutinas en este
momento, lo que significaba que el bebé también estaba
cómodo, ¿verdad?
De hecho, desde que Jungkook dejó de distanciarse de él,
empezó a sentirse más tranquilo. Debe haber sido la
aterradora presencia de un Pura Sangre intimidando al
bebé para que se sometiera.
“Como desee, Su Gracia”, dijo Solar, sabiendo que ese
era su trabajo. “De hecho, mientras toma un baño
matutino, desayuna y se viste, podremos asegurarle uno”.
“Genial, los veremos justo después de que me vista”, dijo
Taehyung, ya ansioso por saber el estado actual de su hijo,
especialmente después de drenar la energía de su cuerpo.
Pero nunca podría culpar a su propio hijo cuando era él
quien quería tenerlo.
Volvió a tocarse el estómago en silencio, esperando que
todo estuviera bien en este mundo y que al menos pudiera
sostener al bebé.

LUNA DE MIEL
Después de un baño relajante, un desayuno completo y
ropa cómoda, estaba listo para ver al médico. Llevaba una
camisa blanca holgada que facilitaba el acceso al estómago
y un pantalón cómodo que se balanceaba con el viento,
revoloteando hermosamente en sus piernas.
Efectivamente, Solar no había mentido. Encontró al
mejor candidato en el grupo, alguien que se graduó como
el mejor de su clase, obtuvo una de las calificaciones más
altas en la Prueba de Admisión al Colegio de Medicina y los
logros continuaban. Taehyung estaba tan mareado cuando
terminó de escuchar la larga lista de premios que obtuvo.
“Veamos…” Murmuró la ginecóloga, frotando la crema
clara y fría en el estómago del Rey, su atención pegada al
monitor de ultrasonido.
Taehyung se estremeció ante la frialdad de la crema,
pero no era tan fría como la piel de Jungkook. Siempre le
resultó intrigante que él calmara su cuerpo febril, como si
fueran el uno para el otro. Tal vez eso era lo que quería
decir cuando dijo que amaba la humanidad dentro de él, el
rubor de su piel, el latido de su corazón y el destello en sus
ojos.
“¿Qué le parece, doctora…”
“Juliette”, dijo la ginecóloga con una sonrisa. “Solo mi
primer nombre está bien, Su Gracia”.
Taehyung parpadeó antes de regresar con una sonrisa
vacilante. Le sorprendió que la Dra. Juliette no estuviera
nerviosa, a pesar de que Jungkook estaba meditabundo
junto a la cama, mirando fijamente todo lo que sucedía.
Estaba quieto e inmóvil, excepto por la frialdad de su
mirada.
Taehyung estaba acostado en la cama de una de las
habitaciones de invitados, con una máquina de ultrasonido
transportable. No estaba sorprendido de que Jungkook
quisiera mantener todo en privado.
“Ah, ahí está el bebé, Su Gracia”, señaló la Dra. Juliette,
justo cuando un sonido poderoso y reconfortante llenó el
aire.
La respiración de Taehyung se cortó. Escuchó el fuerte
thump, thump, thump, sus ojos se humedecieron al
instante. Una ola de emociones lo invadió al darse cuenta
de que esto realmente estaba sucediendo.
“Ese es el latido del corazón del bebé”, informó la Dra.
en voz baja, contenta de haber sido la primera persona en
escuchar el latido del corazón con Su Gracia. Fue
realmente un honor para ella, y apenas pudo registrar la
noticia cuando recibió una llamada telefónica.
“Es un sonido tan hermoso”, murmuró Taehyung,
volviéndose hacia Jungkook con una expresión
esperanzada. Sus rasgos endurecidos se suavizaron
mientras acariciaba su mejilla, su pulgar rozando su suave
piel.
“Es sólo un latido del corazón”, murmuró el pelinegro.
“Yo también lo tengo.”
Taehyung frunció el ceño, apartando su mano. Él se rió
de su reacción, sacudiendo la cabeza, con el fantasma de
una sonrisa descansando en sus labios.
“El bebé está creciendo muy saludablemente, Su Gracia,
Su Majestad. De hecho, es bastante sorprendente lo rápido
que está creciendo el bebé. Es el doble de la velocidad de
los bebés humanos. Vea, a pesar del hecho de que solo
tiene un mes y medio embarazado, el bebé se está
desarrollando extremadamente rápido”, se dirigió la Dra.
Juliette, ahora que Su Majestad finalmente había hablado.
Su Majestad permaneció en silencio todo el tiempo, con
una mirada sombría, por lo que pensó que no estaba tan
complacido, pero al verlo hablar, se sintió más aliviada.
“Es mejor que crezca rápidamente después de chupar
toda la sangre y la energía de su padre”, dijo Jungkook en
voz baja.
Antes de que Taehyung pudiera decir algo, Jungkook
miró el monitor. “¿Y el género de eso?”.
“El bebé no es un eso”, protestó Taehyung, frunciendo el
ceño.
Jungkook estaba parado directamente a su lado,
sosteniendo una de sus manos mientras que Solar y Evelyn
estaban del otro lado de la cama. Ante sus palabras, volvió
su atención al menor y sonrió.
“Sin embargo, es mejor que el apodo anterior, cariño”,
dijo Jungkook, refiriéndose a cuando llamó monstruo al
bebé.
Taehyung entrecerró los ojos. “Tú—”
“¿El género?” Jungkook presionó a la doctora.
“B-bueno, el bebé está en una posición incómoda en este
momento, cubriendo el sexo”.
Jeon frunció el ceño. Volvió a mirar la pantalla, con el
color blanco y negro. Necesitaba que el departamento
médico ampliara la tecnología. Era horrible. Entonces, notó
algo extraño.
“¿Qué ocurre?” Taehyung preguntó en voz baja, notando
que su rostro se volvió considerablemente oscuro y
sombrío. Su expresión irritada empeoró y parecía que iba a
masacrar a toda una generación.
Cuando él no respondió, tiró de su manga. ¿Averiguó el
género?
“Dame eso”, exigió Jungkook de repente, agarrando el
dispositivo de la mano del médico y girando el monitor en
un ángulo incómodo. Luego, se paró frente a la cara de
Taehyung, evitando que él mirara mientras movía el
escáner en su vientre.
“Espere, Su Majestad, no he terminado de mover el
dispositivo a otras partes de su estómago…”
“¿Qué demonios es eso?” Jungkook se enfureció,
moviendo el dispositivo y notando discrepancias. Su rostro
palideció. Imposible. En realidad era jodidamente
imposible.
La respiración de la Dra. Juliette se cortó cuando miró
más de cerca el monitor. Había mantenido el dispositivo en
un solo lugar todo el tiempo, porque estaba bien entrenada
y tenía mucha experiencia, pudiendo descubrir al bebé
rápidamente. Pero, ¿cómo no se dio cuenta antes?
“Jungkook—”
“No, absolutamente no” ladró, empujando el dispositivo y
agarrando rápidamente a su esposo.
Jeon lo ayudó a sentarse mientras tiraba de su camisa
hacia abajo, negándose a reconocer la atrocidad
presentada ante él. Estaba temblando de rabia, su sangre
hirviendo más caliente que los pozos del Infierno, apretó
los dientes, marcó la mandíbula y comenzó a sacar a
Taehyung de la cama.
Solar debió haber contratado a un curandero, debía de
haberlo hecho. La máquina estaba obsoleta. La tecnología
era vieja. Aunque la ciencia estaba fuertemente financiada,
Jungkook aún se negaba a creer lo que acababa de
presenciar.
“El sol está genial hoy”, habló Jungkook de repente,
cambiando su tono. Lo sacó de la cama y lo llevó hacia la
puerta. “Vamos a dar un paseo por los jardines, te ayudará
a despejar tus pensamientos y tu mente”.
Él ideó un plan. Iba a decirle que mirara una de las
bonitas flores. Y cuando su esposo estuviera agachado,
examinando las flores que le ordenó a Yoongi que plantara,
él iba a borrar sus recuerdos.
Jeon se negó a aceptar la verdad. Se negó a reconocer el
hecho de que su tasa de supervivencia iba a ser casi
imposible ahora. Tacha eso, sería un milagro si su cuerpo
estuviera intacto después.
“¿Qué pasa, Jungkook?” preguntó el menor, confundido
en cuanto a por qué lo estaba sacando por las puertas.
Taehyung miró hacia atrás y vio que el rostro de la Dra.
Juliette estaba pálida de horror. Solar y Evelyn estaban
igualmente confundidas, sus miradas se encontraron con la
de Taehyung cuando él miró hacia atrás.
Taehyung forzó una sonrisa tranquilizadora, no
queriendo que Jungkook quedara mal. Por lo general, él era
así, tirando suavemente de su mano en cualquier dirección
que quisiera. A veces, Taehyung quería guiarlo.
“No hemos ido de luna de miel, eso es lo que está mal”,
mintió Jungkook, pasando un brazo alrededor de sus
caderas y guiándolo hacia la puerta, cerrándola de golpe
detrás de él.
Jungkook miró por la ventana y, efectivamente, la
brillante luz del sol de antes se había ido.
Los cielos eran de un gris tormentoso, el viento aullaba,
recogiendo las hojas caídas de la primavera. Se acercaba el
otoño. Era como si el cielo fuera a llorar con Taehyung,
pero eso nunca sucedería si él le hacía olvidar los eventos
de hoy.
“¿Nuestra luna de miel? ¿Por qué estás hablando de esto
ahora?” El menor bromeó. “No podemos salir de nuestro
país, por lo que algún lugar junto al mar de Wraith estaría
bien. Por suerte, no tenemos salida al mar”.
“Bien bien—”
“¿Es eso lo que esperas que diga?” Taehyung le espetó,
empujando su mano fuera de sus caderas. Estaba
empezando a sospechar mucho de su comportamiento, y un
repentino impulso de ira surgió de su corazón.
“Querido—”
“Dime lo que viste” exigió, de pie fuera de la puerta y
negándose a ir a ningún otro lado. Notó lo rápido que su
expresión había cambiado allí atrás, y no iría a ninguna
parte hasta que obtuviera una respuesta de él.

SIN VUELTA ATRÁS


“Escúchame”, empezó pacientemente Jungkook, su
rostro sombrío y una mueca en sus labios. Él agarró sus
dos manos, ya que el menor se negaba a dejar que lo
abrazara. Llevó uno a sus labios, besando cada una de sus
hermosas uñas. No pasaría mucho tiempo antes de que
nunca pudiera volver a hacer esto.
“Te tiemblan las manos”, comentó Taehyung en voz baja.
Nunca lo había visto así antes.
“¿Qué ocurre?” preguntó, suavizando repentinamente su
tono para que no sonara tan enojado.
Jeon no pudo decirlo. Acababa de aceptar al bebé ayer, y
ahora el destino estaba jugando con él de manera horrible.
Primero, había dos flores para la profecía, y ahora, había
otra más. Apretó los dientes.
¿Fue por eso que Dorothy empujó a la Rosa Dorada, Park
Jimin, hacia él con tanta fuerza? ¿Sabía ella? ¿Habría
sobrevivido la Rosa Dorada al embarazo?
De repente pensó en la profecía. Quien abrace la Rosa
Dorada obtendrá un repentino estallido de fuerza, aquellos
que consuman su sangre se convertirán en los más fuertes
del mundo, y quien lo desflore obtendrá la inmortalidad.
Algunos incluso dijeron que sus huesos molidos podrían
fertilizar la tierra más estéril.
“… Kook… ¡Jungkook!”
El pelinegro volvió a la realidad. De repente descubrió un
plan inquietante. Nadie específico nunca quién tiene que
consumir la sangre de la Rosa Dorada. El más fuerte del
mundo. Sus ojos se posaron en Taehyung. ¿Sobreviviría al
embarazo si bebía la sangre?
“¿Sí, querido?”
“¿Qué estás pensando?” preguntó, frunciendo el ceño.
Parecía estar aturdido, y Taehyung no sabía por qué.
“Estuve llamando tu nombre por un rato y no contestabas”.
La mirada melancólica del pelinegro se posó en él, sus
ojos de color rojo brillante, su rostro pálido. Éste no podía
apartar la mirada de él, a pesar de la aceleración de su
corazón, la agitación de su estómago y la sed de poder.
Jungkook lo miró a los ojos, del color de un suave y lujoso
prado de hierba cerca de una montaña nevada. La seriedad
y la determinación bailaban entre los pliegues verdes, su
mirada brillaba más que todo. Vio la ventana de su alma y
supo que el menor era demasiado puro para este mundo.
Demasiado puro para beber la sangre de su mejor amigo y
fingir que no pasó nada.
“Jungkook,” llamó de nuevo, esta vez, sonriéndole con
preocupación.
Taehyung echó las manos hacia atrás para descansarlas
en la cintura ajena, acercando más a su marido a su
dirección. Era la primera vez que hacía esto, pero Jungkook
respondió bien.
“Dime en qué estás pensando”, dijo Taehyung mientras
se acercaba y tocaba tiernamente su rostro. Estaba
preocupado por él. Nunca antes había tenido esa mirada en
blanco y distante en sus hermosos rasgos. Quería saber la
causa de ello.
“Estoy pensando en cuánto te amo, cariño”, murmuró
Jungkook, con la voz quebrada hacia el final, incapaz de
controlar sus emociones.
El dolor era algo que nunca sintió hasta que lo conoció.
El dolor era algo a lo que solo se acostumbró cuando le
presentaron a Taehyung y se vio obligado a separarse de él.
La agonía fue lo que aprendió de Taehyung cuando éste lo
apartó, cuando eligió la muerte sobre la vida. Tantas
emociones, tantos sentimientos desconocidos, todo lo cual
le fue enseñado por Kim Taehyung Rose.
“¿Hmm?”
“Y te amo tanto, tanto”, confesó el pelinegro, ahuecando
su rostro.
Jeon sintió que le partían el pecho por la mitad, le
pisoteaban el corazón, mil agujas le pinchaban la piel. No
podía mirar esos ojos grandes e inocentes de su esposo y
tratar de arruinar la luz desde adentro. ¿Estaba tan lleno
de oscuridad que deseaba destruir la luz del menor?
Taehyung estaba confundido. Inclinó la cabeza, justo
cuando él besaba su frente. No pudo reprimir su sonrisa
mientras se apoyaba contra su cuerpo. Él siempre supo
cómo tocarlo para calmarlo, complacerlo, adorarlo. Sabía
tanto que le hinchó el corazón.
“Te quiero mucho más”, bromeó Taehyung.
“Imposible”.
“La palabra ‘posible’ está ahí por una razón” Taehyung
quería aliviar la tensión entre ellos, ya que él parecía tan
dolido de repente, pero no sabía por qué. Sin embargo,
nunca lo había visto así, por lo tanto, quería hacer todo lo
posible para hacerlo sonreír de nuevo.
“Qué frase tan cursi”, se burló Jungkook. “No robes citas
aleatorias de Internet, querido. Dale un buen uso a esos
libros que tienes en tu habitación”.
El otro arrugó la nariz. “Los libros que me diste son
aburridos. Ninguno de ellos se ajusta a mi interés”.
“¿Tu interés en los libros eróticos?” dijo, sin vergüenza,
sin siquiera parpadear cuando el menor se sonrojó.
“Yo no leo—”
“Recuerdo una pequeña conversación que tuvimos en la
Mansión Kang”, comentó Jungkook de repente. “Algo de
que, lees por la trama del libro”.
“Tú—”
“¿No eres un chico afortunado? Alguien tan
desvergonzado como tú, puede vivir todas sus fantasías
locas conmigo”.
Taehyung jadeó bruscamente ante su audacia. “¡No
tengo fantasías!”
Jungkook lo miró fijamente. ¿Realmente no? Se negó a
creerlo.
Taehyung se retorció incómodo bajo su mirada
apremiante. Miró hacia otro lado, y hacia la puerta del
dormitorio, donde probablemente la gente los estaba
esperando. “No trates de cambiar el tema bromeando
conmigo, Jungkook.”
El estado de ánimo del pelinegro volvió a agriarse, la
calidez abandonó sus ojos. “Lloverá pronto. Yoongi tenía
tus flores perfectamente plantadas esta mañana. Ven a
verlo antes de que la lluvia lo arruine”.
“Estoy tratando de tener una conversación adecuada”,
dijo Taehyung de repente.
“Siempre estamos teniendo una conversación adecuada”.
“¡No, no lo hacemos!” argumentó. “Siempre mantenemos
nuestras emociones reprimidas, hasta que repentinamente
estalla entre nosotros y nos lleva a una pelea, luego a un
increíble sexo de reconciliación, y luego, ¡el ciclo se repite
brutalmente!”
El mayor hizo una pausa. “Cariño, seguramente—”
“Una relación se compone de comunicación”, agregó
bruscamente. “Si vamos a hablar en círculos entre nosotros
y barrer el problema debajo de la alfombra, ¿qué sucederá
cuando haya una montaña de polvo y la alfombra no pueda
ocultarlo? ¿Qué sucederá cuando la falta de comunicación
nos lleve a malentendidos y que éstos nos conduzcan a un
divorcio?”
El corazón del pelinegro se congeló. Incluso si el menor
lo odiaba a muerte, incluso si Taehyung envenenaba su
comida, él se negaba a divorciarse de su dulce. Juraron
ante la ley. Hasta que la muerte los separe.
Jungkook quiso usar esa frase muy literalmente. Si
Taehyung quería divorciarse de él, sería mejor que se
preparara para morir. Y cuando el menor muera, se mataría
solo para unirse a él en el infierno, y si Taehyung no
estuviera allí, abriría las puertas del cielo de una patada
para encontrarlo.
“Vamos a esforzarnos por decirnos lo que tenemos en
mente”, dijo Taehyung. “No soy alguien que pueda leer la
mente. Solo soy un esposo que quiere saber acerca de los
problemas de su marido. Hicimos un voto de compartir las
cargas del otro y celebrar nuestras victorias como si fueran
nuestras. No te atrevas a olvidar eso Jungkook”.
El pelinegro ya no pudo contenerse más. Tiró del menor
hacia él y lo abrazó con fuerza. Maldita sea. Lo amaba
tanto que su corazón se iba a romper por la intensidad.
¿Cómo podía Taehyung decir las cosas correctas tan
perfectamente? ¿Cómo sabía lo que lo hacía feliz? ¿Cómo
sabía su esposo qué le molestaba? ¿Cómo sabía tanto y
sabía tan poco?
“Me quitaste un peso menos de encima”, se quejó
Jungkook. “¿Qué me estás haciendo, cariño? Estás
confundiendo mis pensamientos, convirtiendo el cerebro de
un rey en un tonto del pueblo. Tienes que asumir la
responsabilidad de esto”.
Taehyung ni siquiera sabía de qué galimatías estaba
hablando.
“Compartiré mis pensamientos contigo si compartes tus
preocupaciones conmigo”, murmuró el mayor. “No esperes
hasta el último minuto para explotar conmigo, solo dime
cuando estés herido”.
Taehyung podía aceptar eso.
“Está bien”, respondió, apenas capaz de contener su
sonrisa.
Jungkook sonrió. “Ahora que nos reconciliamos,
tengamos nuestro sexo de reconciliación, tal como dijiste”.
Sus ojos se abrieron. “E-espera, no quise decir eso…”
“Demasiado tarde”, se burló. “No hay vuelta atrás en tu
palabra”.

SIÉNTATE
El rubio simplemente lo miró, dándose cuenta de que
Jeon iba a seguir cambiando de tema. “Y no más andarnos
por las ramas. Dime lo que te está molestando”.
“Cariño, es sólo—”
“No importa”.
Taehyung sacudió la cabeza con decepción. Simplemente
se dio la vuelta y abrió la puerta del dormitorio
nuevamente, encontrando que la doctora estaba colocando
el dispositivo a un lado con una expresión sombría en su
rostro. Había una hoja de papel sobre la cama, con un
bolígrafo sobre ella.
Instantáneamente supo que era un acuerdo de
confidencialidad, pero creyó que esa no era la causa de la
expresión sombría de la doctora. Antes de que Jungkook
pudiera apartarlo, habló rápidamente.
“Doctora Juliette,” declaró. “¿Qué vio?”
La cabeza de la Dra. Juliette se levantó, sorprendida de
que Su Gracia estuviera parado allí. Entonces, notó la
mirada asesina del Rey, directamente detrás de Su Gracia.
La Dra. estaba en conflicto. Sus ojos se lanzaron
nerviosamente de Su Majestad a Su Gracia. Había
solicitado ser Doctora Real, pero ahora se preguntaba si
debería retirar su solicitud.
La paga era excelente, la carga de trabajo era ligera y
tendría muchos días libres mientras nadie en el castillo
resultara herido.
“Está muy saludable, Su Gracia”, comentó de repente la
Dra. Juliette, tragándose su nerviosismo. Volvió a mirar al
Rey, viendo que su rostro seguía siendo el mismo.
Rápidamente quiso arreglar la situación.
“Su Gracia, nunca había visto a un joven humano tan
saludable, embarazado del hijo de un Pura Sangre”,
agregó. “Por supuesto, la posibilidad de un humano
embarazado de un hijo de sangre pura es extremadamente
baja, por lo que nunca lo he presenciado. Los obstetras-
ginecólogos como yo solo aprenden sobre esto en nuestros
libros de textos”.
Taehyung parpadeó. ¿Qué tiene esto que ver con lo que
preguntó? Honestamente, pensó que no estaba sano,
especialmente con sus náuseas matutinas anteriores y sus
mareos frecuentes.
“Su Gracia, incluso en los libros de texto, no hay muchos
detalles al respecto, pero un niño mitad humano y mitad
vampiro se considera un mestizo. Sin embargo, estoy
seguro de que los futuros herederos de Wraith serán de
tipo superior de mestizos”, declaró la Dra.
Antes de que Taehyung pudiera registrar las palabras del
médico, estaba hablando de nuevo.
“Usted debe estar tan saludable debido al amor del Rey
por usted, Su Gracia”, añadió cariñosamente la Dra. con
una sonrisa alentadora, aunque le dolía el corazón al ver al
doncel.
Todos decían que Su Gracia era una persona amable,
sabia y tranquila. Era frágil a la vista, pero su presencia era
poderosa. La Dra. Juliette se dio cuenta en el momento en
que vio a Su Gracia, quien ni siquiera parecía estar
sufriendo por el terrible embarazo.
“Su Gracia, como probablemente sepa, cuanto más
presente esté la pareja vampiro, mejor”, señaló la Dra.
“Realmente recomiendo al Rey que lo siga amando como lo
ha hecho hasta ahora”.
La Dra. Juliette hizo las maletas a toda prisa, sin dejar de
debatir sí aceptar este trabajo. Ella ya había firmado el
acuerdo de confidencialidad, aunque era bastante inútil.
Tenía que preocuparse por la confidencialidad del paciente.
Ella no planeaba arriesgar su licencia ganada con tanto
esfuerzo solo para vender esta información al periódico.
“Viendo que está muy saludable y ha mencionado que
sus náuseas matutinas han desaparecido”, habló de nuevo
la Dra. “Puede empezar a caminar y estar en movimiento
más que antes, sin embargo, asegúrese de descansar lo
suficiente, Su Gracia”.
Taehyung no entendía por qué la Dra. Juliette parecía
tener prisa, hasta que miró a su esposo y vio su mirada
aterradora y amenazante.
“Jungkook,” siseó.
El pelinegro parpadeó. “Su servicio fue espectacular,
doctora. La puerta está por aquí”.
La Dra. Juliette tragó saliva. Miró al lamentable doncel,
su mente de repente se quedó en blanco. No podía
simplemente no decirle a Su Gracia lo que ambos acababan
de ver.
Pero con la reacción de Su Majestad… La Dra. no quería
poner en peligro la vida de Su Gracia. El Rey no parecía el
tipo de hombre que golpea a su esposo, pero ¿quién sabe lo
que sucede a puerta cerrada?
“Doctora Juliette”, dijo Taehyung de repente, con una voz
fría y desconcertante. “Como médico real, debe
permanecer neutral, pero profesional. Ocultar la verdad a
su paciente es una práctica horrible y negligente”.
“Su gracia—”
“Fue un placer trabajar con usted, Dra. Juliette”,
murmuró Taehyung, haciéndose a un lado para dejar que
saliera. Su atención estaba pegada al acuerdo confidencial
en la cama. Parece que tendrán que buscar un nuevo
médico.
Taehyung apretó los dientes. ¿Nada iba a salir como él
quería?
“Mis disculpas, Su Gracia”, dijo de repente la Dra.
Juliette, su expresión preocupada se transformó en rasgos
neutrales. “No tenía la intención de tomar un partido, sólo
estaba preocupado por su bienestar. Estoy realmente
honrado y agradecido de tener la oportunidad de trabajar
con usted, sin embargo, debo rechazar esta oferta. Por
favor, no me malinterprete, Su Gracia, yo solo creo que no
estoy calificado para servir a un ser supremo”.
Fue tal como lo predijo Taehyung. Estaba decepcionado,
pero no dijo nada cuando la Dra. pasó junto a él.
“Ha trabajado duro, doctora”, habló Jungkook, pero su
tono crudo implicaba que no quería decir ni una sola
palabra de lo que dijo.
La Dra. Juliette contuvo el ceño fruncido mientras
caminaba por los pasillos. Taehyung observó cómo Solar
seguía a la Dra. muy probablemente para resolver las
cuestiones legales.
“Me aseguraré de que nada se filtre a los medios, Su
Gracia, Su Majestad”, habló Evelyn, sabiendo que su
presencia aquí ya no era necesaria. Ella sintió que iba a
estallar una discusión y no quería formar parte de ella.
Evelyn salió apresuradamente por la puerta y recorrió
los pasillos, donde Solar ya le estaba entregando a la Dra.
Juliette una tableta con los PDF del contrato para que los
firmara.
Una vez que Evelyn estuvo fuera de la vista, Taehyung se
volvió hacia Jungkook. “Dijiste que te comunicarías
conmigo”.
El pelinegro observó su expresión. Ya no podía predecir
en qué estaba pensando el menor. Sus ojos estaban en
blanco, sus rasgos eran distantes y su corazón estaba
cerrado. La había jodido de verdad. El infierno no tiene más
furia que una persona despreciada.
“Lo siento,” dijo finalmente Jungkook. Eran dos palabras
simples que eran difíciles de pronunciar, especialmente
para un hombre orgulloso como él. Él agarró sus manos.
“Cariño, lo siento mucho” murmuró, pero Taehyung no
reaccionó.
En cambio, éste lo miró fijamente, la decepción reflejada
en su rostro. “No aceptaré más charlas sin sentido o burlas
sobre esta discusión. Necesitamos sentarnos y tener una
conversación adecuada sobre lo que acaba de suceder”.
Jungkook lo miró asombrado. Él siempre supo que
Taehyung tenía dentro de sí ser frío y calculador, pero no
pensó que sería usado en su contra. Cuando lo miró, no vio
el rostro de su esposo. Vio el rostro de una persona que no
aceptaba un no por respuesta.
Sin otra opción, y con la culpa pesando en su corazón, el
pelinegro supo que era hora de decir la verdad y solo la
verdad.
“Si realmente quieres disculparte en serio, entonces no
me ocultes nada más. No soy un niño que no puede
manejar la verdad, Jungkook. Soy un adulto que puede
manejar cualquier cosa que se le ponga por delante. Así
que háblame, Jungkook, no me hagas tener que rogar por
lo básico”.
El pelinegro tragó. “Sería mejor que te sentaras para
esta discusión”.
Taehyung en silencio caminó hacia la cama. Él lo siguió,
cerrando las puertas detrás de él. Taehyung se sentó en la
cama y él se unió al lugar a su lado. Esperó pacientemente
a que él hablara, mientras miraba la alfombra.
Al rubio no le importó esperar. Jeon esperó años por él.
Así que, él haría lo mismo. Finalmente, después de unos
segundos de silencio, pronunció cuatro palabras que le
humedecieron los ojos y le hundieron el corazón en el
estómago.
“Estás embarazado de gemelos”.

INUNDAR UN OCÉANO
El doncel no sabía qué decir. Si un niño ha llevado a tales
complicaciones, ¿qué harían dos? Se volvió hacia Jungkook,
con los ojos muy abiertos. “¿E-estás seguro?”
“Vi dos sacos”, murmuró. “La doctora también lo
presenció”.
Taehyung tragó saliva. Él confiaba en Jungkook. No había
forma de que él le mintiera sobre eso. Incapaz de
pronunciar otra palabra, sintió que su corazón amenazaba
con salirse de su pecho. ¿Qué iban a hacer ahora?
Miró al mayor. Sus ojos eran de color rojo brillante, lo
que indicaba que sus emociones estaban altas y que estaba
de mal humor. Le recordaban a los rubíes de sangre de
ángel, tan hermosos, pero fríos. Vio la tormenta antes de
oírla. Sus grandes manos cubrieron las suaves de él.
El rostro del menor se derrumbó. Había sentido el
temblor de los dedos ajenos, cuando se cerraron con fuerza
sobre los de él, apretando tranquilizadoramente. Jungkook
estaba siendo tan fuerte por él, conteniendo su dolor y sus
emociones para priorizar las de él.
“Encontraremos una manera de salir de esto”, murmuró
Taehyung, con voz temblorosa. Se inclinó hacia adelante y
lo abrazó, la mano ajena descansó instantáneamente en su
espalda, la otra entrelazándose a través de su cabello
dorado.
“Estoy seguro de que lo haremos”, suspiró Jungkook con
una voz sin emociones, confundiéndolo por completo.
A la mañana siguiente, el castillo estaba plagado de
melancolía una vez más. El aire estaba tenso y denso, pero
la gente no sabía por qué. El Rey se comportó como de
costumbre, asistiendo a reuniones con embajadas
extranjeras, completando trámites y luciendo su habitual
sonrisa arrogante. Su Gracia actuó como si no pasara nada
malo, dando paseos por el jardín, revisando las cuentas del
castillo y administrando la propiedad.
Fueron vistos juntos con frecuencia, lo que hizo que la
gente pensara que no había nada malo. Muchos habían sido
testigos de la tímida sonrisa y la suave risa de Su Gracia, y
del Rey que se cernía a su lado con su leve sonrisa y sus
risitas divertidas.
“Su Gracia, es hora”, anunció Evelyn, metiendo las
manos delante de ella. Había encontrado a la pareja de
enamorados en los jardines. El Rey tenía un brazo apoyado
en la cintura de su esposo, mientras Su Gracia tocaba una
rosa dorada.
“¿Es hora?” Jungkook repitió, volviéndose hacia
Taehyung.
“Para decirle al público del embarazo. Tengo un plan”.
El pelinegro levantó una ceja y miró su expresión.
Tranquilo y sereno, mostró poca vacilación. “Tengo fé en ti,
cariño”.
Jungkook se llevó una de las manos ajenas a los labios y
sonrió irónicamente. “Simplemente no tengo fé en nuestros
hijos. ¿Debería esperar que te desmayes?”
“No cuando me cuidas tan bien”, respondió Taehyung. Él
se rió entre dientes y se inclinó, besándolo en un lado de la
cabeza.
“Entonces disfruta, cariño”.
Jungkook soltó su cintura y lo vio salir con Evelyn. En la
distancia, vio a Yoongi caminando rápidamente hacia los
jardines también, muy probablemente, con noticias
urgentes. Vio a Yoongi pasar junto a su esposo, hacer una
pausa e inclinar la cabeza mientras intercambiaban una
pequeña charla. Entonces Yoongi se sonrojó.
Jungkook se atragantó. ¿Qué clase de vista era esa?
Yoongi rápidamente desvió la mirada, sacudió la cabeza y
siguió acercándose al Rey.
“¿Qué?” dijo en el segundo que Yoongi estuvo frente a él.
Yoongi bajó la barbilla a modo de saludo, con las cejas
tensas y un sonrojo rosa todavía arrastrándose por su
cuello. “Hablé con una fuente creíble y creo que podemos
tener un plan en nuestras manos”.
“¿Qué es?”
Yoongi vaciló. “No será fácil, Su Majestad”.
Jungkook no respondió.
“Los científicos creen que es mejor convertir a Su Gracia
ahora más que nunca. Sé que hay que drenarle la sangre y
necesitamos encontrar un Pura Sangre compatible, pero es
la única forma de salvarlo”.
Salvarlo. Jungkook miró a su mano derecha, a su amigo.
Se transmitió un entendimiento silencioso entre ellos. Iban
a priorizar a Su Gracia sobre el bebé. ¿Por qué? Porque
Taehyung siempre puede dar a luz en el futuro, cuando esté
sano.
“Taehyung es O negativo”, dijo sombríamente Jungkook.
“Él solo puede recibir sangre de alguien O negativo”.
“Sin embargo, él es un donante universal”, escupió
Yoongi. “El mundo es verdaderamente injusto”.
Jeon frunció el ceño. Por supuesto que sería O negativo,
uno de los tipos de sangre más raros.
“Busca a lo largo y ancho”, dijo fríamente. “Hasta que
encuentres un Pura Sangre que sea O negativo”.
Yoongi vaciló. “El problema es, Su Majestad… Debido a
que Su Gracia es humano, necesitará más sangre que
cuando un Mestizo se convierte en un Pura Sangre. Lo que
significa que el donante necesitaría…”
“Tendría que sacrificarse”, finalizó el Rey.
La expresión de Yoongi se volvió sombría. Incluso si
encuentran a alguien con un tipo de sangre tan raro, ¿cómo
iban a convencer a esa persona de sacrificar su vida? La
población de Sangre Pura era baja. Casi todos los Sangre
Pura conocidos en el mundo eran ricos o poderosos. Sería
imposible convencer a alguien para que se una a la causa.
“Los de sangre pura como nosotros han vivido durante
siglos, nuestra línea de sangre es lo que creó a los primeros
vampiros. Todos los que vagan por este mundo son
descendientes de nosotros. Encontrar a alguien que done
su sangre sería imposible, Su Majestad”.
“¿Quién dijo sobre donar sangre?” Jungkook espetó
desconcertado.
Las cejas de Yoongi se alzaron. “No querrás decir—”
“Concéntrate en encontrar un Pura Sangre con el mismo
tipo que Taehyung. Lo que viene después será fácil”.
Yoongi tragó saliva. “N-no me diga, Su Majestad, ¿planea
asesinarlo?”
Jeon ni siquiera parpadeó. “¿Tienes miedo de mancharte
las manos con un poco más de sangre?”
Yoongi negó con la cabeza. “Mis manos siempre han
estado manchadas, pero usted es diferente, Su Majestad.
La sangre en sus manos puede inundar un océano”.
Taehyung estaba nervioso. Esta sería la segunda vez que
se sienta en una silla y habla al público en televisión en
vivo. Él creía que este tipo de ansiedad no moriría, sin
importar cuántas veces practicara dentro de su cabeza.
“¿Qué tal si repasamos su discurso primero?” ofreció
Evelyn. “Solo para estar seguro, Su Gracia”.
Taehyung hizo una pausa. “Solo diré que visité a un
médico. Todo está bien y estoy a salvo. Hubo un poco de
náuseas al principio, pero todo se calmó. No hay nada de
qué asustarse y estamos haciendo todo lo posible para
tener un embarazo saludable”.
Evelyn asintió lentamente con la cabeza, digiriendo la
información. “Tal vez deberíamos dejar de lado las náuseas,
Su Gracia. Parecerá una debilidad”.
“No”, replicó con firmeza. “Es la verdad que la gente
espera de cualquier embarazo normal. Si no lo menciono,
entonces la gente sospechará que todo el discurso es una
mentira”.
Evelyn tarareó. Supuso que la parte de las náuseas
matutinas haría que Su Gracia se relacionara más con la
población, humanos y vampiros por igual. Ella concluyó que
debería estar bien entonces. Aunque todavía tenía
curiosidad acerca de lo que vieron el Rey y la doctora que
los puso de un humor tan horrible, sin embargo no era su
lugar para preguntar.
“Confío en su juicio, Su Gracia”, declaró Evelyn, dando
un pulgar hacia arriba al equipo de cámara. Estaban justo
en el punto, a solo un minuto de la hora programada.
“Por favor, tome asiento entonces, Su Gracia”, dijo Solar
con una voz cálida, con la esperanza de aliviar la tensión en
la habitación.
Solar no podía imaginar lo nervioso que debe sentirse Su
Gracia, hablando en vivo por televisión donde todo el
mundo podía estar viéndolo. Si Su Gracia cometía un error,
sería imposible editarlo y todos lo presenciarían.
“Empecemos entonces” Evelyn se giró hacia los
camarógrafos que encendían las luces.
Taehyung se sentó en la silla sin decir palabra, justo
cuando Evelyn se adelantó rápidamente, ajustando un poco
la apariencia del Rey. Evelyn siempre encontró interesante
que el Rey tuviera una postura increíble. Tenía las piernas
bien dobladas, las manos apoyadas con gracia en el regazo
y los hombros rectos.
“Empezando en 5, 4—”
Evelyn supuso que era la sangre real que corría por las
venas de Su Gracia. Ser príncipe significaba que pasó por
un entrenamiento riguroso, pero Evelyn estaba asombrada
de que Su Gracia hubiera recordado todas sus lecciones.
“—3, 2…”
“Buenos días”, habló Taehyung cálidamente con una
sonrisa amistosa que llegó a sus ojos. “Me complace
compartir con ustedes una maravillosa noticia”.
Colocó una mano sobre su estómago, su sonrisa radiante.
“Estoy embarazado”.
Taehyung hizo una pausa por unos segundos para dejar
que la información se asimilara. “Por supuesto, como la
mayoría, tuve náuseas matutinas”, se rió levemente,
suavizando su tono para que no sonara tan profesional y
tenso.
“Afortunadamente, éstas se han ido. Ayer me reuní con
un médico que confirmó que el embarazo va muy bien y
que estoy extremadamente saludable”.
Miró fijamente a la lente de la cámara, a pesar de estar
cegado por la luz. “He visto los cálidos deseos de todos
frente a las puertas del castillo. Las flores son preciosas y
realmente me han tocado el corazón”, dijo en voz baja,
tocándose el pecho. “Gracias a los buenos deseos de todos,
pude recuperarme mucho más rápido”.
El corazón de Taehyung estaba acelerado. Estaba
nervioso, pero hizo todo lo posible por permanecer normal.
“Eso será todo por hoy. Dejaré que todos se vayan ahora,
especialmente con lo temprano que es en la mañana”,
bromeó. “Por favor, disfruten el resto de su día”.
Taehyung se despidió con la mano justo cuando se
cortaba la cámara. Todavía no podía relajarse. Mantuvo su
sonrisa hasta que se levantó de la silla y estuvo fuera de la
lente de la cámara. Sólo entonces, dejó escapar un suspiro
que no sabía que estaba conteniendo.
“¡Lo hizo muy bien, Su Gracia!” Solar chilló, emocionada
de que el Rey fuera tan competente.
La mirada de Taehyung se encontró con Evelyn, quien
asintió firmemente en acuerdo. Con ese discurso hecho, la
ansiedad del país debería terminar, ¿no?
—Day, lovetaejeon
34. XXXIII

COMPETICIÓN
Cuando Taehyung salía de la sala de cámaras, Solar le
informó que alguien quería verlo en el salón de Su Gracia.
Taehyung no supo qué habitación era esa hasta que lo
llevaron allí, vio que era la habitación en la que él y Jimin
se sentaron por primera vez. Parpadeando sorprendido, se
dio cuenta de ello. ¿No significa eso que Jungkook ya le
había permitido usar esta habitación antes de convertirse
en Rey?
“¡Tete!” Una voz dijo efusivamente, levantándose
instantáneamente cuando las puertas se abrieron. Arrojó la
revista a un lado y corrió hacia adelante, con los brazos
abiertos mientras rápidamente atraía al Rey en un fuerte
abrazo.
“Te he echado mucho de menos”, añadió Jimin,
abrazando a su amigo durante unos segundos más,
negándose a soltarlo.
“Nos vimos hace dos días”, se rió Taehyung, palmeando a
su amigo en la espalda.
Luego, la mirada de Su Gracia se posó en Yugyeom,
quien parecía ser el líder de los guardaespaldas. Se paró en
la esquina de la habitación, la atención de éste se centró
únicamente en Jimin. Ni siquiera miró en su dirección.
“Hmph, un saludo tan agradable para alguien que vino
con un gran plan”, resopló Jimin. Llevó a Taehyung al sofá y
les indicó a sus guardaespaldas que salieran de la
habitación. Estaba feliz de ver que Evelyn y Solar
finalmente tuvieron la moral de irse también.
La mirada de Taehyung siguió a Yugyeom. Estaba
sacando a los hombres. Fue agridulce. Supo, en ese
momento, que Yugyeom realmente se había olvidado de él.
Era lo mejor.
“¿Plan?” Taehyung preguntó mientras se sentaba.
Se sorprendió de que Jimin tuviera tiempo para visitarlo,
especialmente ahora que es director ejecutivo. Se preguntó
cuántas reuniones tuvo que saltar Jimin para llegar aquí.
Jimin hizo una pausa. Era un mal plan, pero el único que
tenía. Antes de que pudiera decir nada, Taehyung habló.
“Espera, antes de eso. Tengo excelentes noticias para ti.”
Jimin parpadeó. “¡Bueno, dímelo ahora mismo!”
“¡Voy a tener gemelos!” Soltó con entusiasmo, su voz
ligera y eufórica mientras soñaba con los niños luciendo
exactamente como Jungkook.
El rostro de Jimin cayó. ¿Qué? Su mente se quedó en
blanco, y de repente no supo qué decir. Había venido hasta
aquí, esquivó a su asistente, solo para contarle la noticia a
Taehyung en persona. Se suponía que sólo se sacrificaría
una vida… Si Taehyung se convertía en un Sangre Pura,
podría dar a luz a tantos niños como quisiera en el futuro.
Tragó saliva temblorosamente. ’¿Qué tal… un aborto
espontáneo “accidental” entonces?’ Cuando el pensamiento
vino a su mente, Taehyung continuó hablando.
“Me enteré ayer”, agarró las manos de Jimin y las
estrechó con emoción. “¡Solo sé que vas a ser un padrino
increíble para ellos! ¿De qué género crees que serán?
Espero darte una sobrina y un sobrino para ti”.
El corazón de Jimin se hundió hasta su estómago. Su
boca estaba seca. Al ver a su mejor amigo tan risueño y
alegre, no supo qué hacer.
Taehyung continuó: “Creo que Jungkook ha aceptado la
noticia. Finalmente comenzamos a comunicarnos un poco
más. Bueno, en mi opinión, un poco es mejor que nada. No
sería para nada realista si tuviéramos un cambio tan
grande y drástico en nuestra relación, pero con suerte,
cuando los bebés estén aquí, nuestra comunicación se
fortalecerá”.
Jimin no pudo encontrar en sí mismo más palabras para
hablar. Taehyung era una bola de energía hoy, sus ojos
brillantes, su amplia sonrisa cuadrada, una mirada lejana y
soñadora en su hermoso rostro. ¿Quién iba a reventar la
burbuja de felicidad de Taehyung? ¿Quién le iba a decir que
se deshiciera de los gemelos para poder tener más hijos en
el futuro?
“Oh, estoy divagando, lo siento ¿Cuál era tu plan?”
Jimin tragó saliva. Taehyung rara vez divagaba sobre
algo. Nunca fue lo suficientemente feliz como para tener
tanto que decir. Jimin no sabía qué hacer.
“¿Estás bien, Mimi?” tocó la cara ajena. “Estás tan pálido
en este momento. ¿Te gustaría un poco de té caliente?
Podemos agregar hierbas y hacerlo saludable”.
“N-no, estoy bien, Tete” tartamudeó, forzando una
sonrisa. Echó los brazos alrededor de su amigo y contuvo
las lágrimas. Se sentía horrible consigo mismo por siquiera
imaginar ese plan.
“¡Estoy tan feliz por ti!” Logró decir, su voz saliendo
como un ahogo.
“Oh, Mimi, no llores” murmuró, acariciando la parte
superior de la espalda de su amigo, sin saber la verdadera
causa de las lágrimas de éste.
“E-Estoy tan feliz, eso es todo”, tartamudeó Jimin,
alejándose para secarse las lágrimas.
Estaba haciendo todo lo posible por no temblar. Ahora,
¿qué iba a hacer? Se había encontrado con Yoongi antes y
le contó el plan solo porque quería una excusa para hablar
con él.
Desde su salvaje sesión de besos en los jardines, Yoongi
no le hablaba. En absoluto. Le envió un mensaje de texto y
lo llamó, pero él no respondió. En este punto, Jimin no
sabía hacia dónde se dirigía su relación, o incluso si
estaban en una relación. Jimin quería una relación, pero
Yoongi sólo deseaba su cuerpo.
“Y el plan del que estaba hablando antes…” se detuvo,
tratando de pensar en una excusa. “¡Era un plan para tu
baby shower!” mintió.
“¿La fiesta de mi bebé?”.
“Sí, es una celebración lanzada para mujeres y donceles
embarazados como tú, ¡para colmarte de increíbles regalos
para tus bebés! Como tu amigo más cercano, se supone que
debo planear uno para ti y necesito tu ayuda con los
colores”.
Taehyung parpadeó ingenuamente. Miró a Jimin y notó
que sus ojos aún estaban húmedos, pero había una leve
mueca en el rostro de su amigo.
“¿Sabes el sexo de los gemelos? Podemos coordinar el
color”, divagó. “Oh, pero no sabría a quién invitar… Bueno,
siempre podemos verlo como un evento para hacer
contactos para ti. Estoy seguro de que ahora estás
recibiendo invitaciones día y noche para fiestas y eventos”.
Taehyung asintió. Sí estaba recibiendo invitaciones, pero
Jungkook le había aconsejado hace un tiempo que no
hiciera caso a éstas. Si él no fuera el Rey, ni siquiera
habrían mirado en su dirección. La única vez que debería
considerar una invitación era si quería ser amigo de esa
persona o si veía un beneficio en conectarse con ésta.
“¿Qué tal si revisamos las invitaciones juntos?” preguntó
Jimin. “O correré la voz dentro del círculo social de que tu
baby shower se acerca pronto. Esto definitivamente hará
que te envíen regalos, y luego podremos debatir si
queremos invitarlos o no”.
A Taehyung le gustó eso. No lo hacía sentir como si fuera
a dejar el mundo, si estaba haciendo nuevas conexiones. Se
imaginó un futuro en el que tendría algunos amigos más y
ellos también tendrían hijos. Tuvo una hermosa visión de
sus hijos jugando en los jardines reales, mientras
conversaba con los padres.
“Eso suena como un gran plan, pero ¿estás seguro de
que quieres planearlo?” preguntó. “Tienes que preocuparte
por la empresa, no quiero imponerte más cargas”.
“¡Tonterías, tengo todo el tiempo del mundo!” Jimin dijo
justo cuando hubo un fuerte golpe en la puerta. Él se puso
rígido, con los ojos muy abiertos por la preocupación. Uh
oh.
“Adelante”, gritó Taehyung.
“¡No, espera!” Jimin lloró, pero demasiado tarde.
Las puertas se abrieron y entró un hombre. Taehyung se
puso inmediatamente en alerta máxima, porque él era un
rostro desconocido y había memorizado cómo se veían los
guardaespaldas de Jimin.
“Señor”, dijo el hombre con el ceño fruncido. “El auto
está esperando. La reunión comenzará muy pronto. No
tenemos más tiempo”.
¿Señor?
“Ugh, Jongin, ¿tienes que regañarme como mi mamá?”
Jimin se quejó, fulminándolo con la mirada.
“¿Jongin?” Taehyung repitió, mirándolo con sorpresa.
“Sí, mi nuevo secretario. Mi madre me lo recomendó”, se
quejó. “Como puedes ver, es muy competente, casi como mi
madre”.
Un nuevo secretario, y un hombre. Taehyung podía
imaginarse el triángulo amoroso. Miró bien a Jongin. Era
extremadamente guapo y si este trabajo de secretario no
funcionaba para él, las agencias de modelos lo recibirían
con mucho gusto. Especialmente con sus penetrantes ojos
oscuros, mandíbula angular y nariz fina. El aire a su
alrededor era fresco y oscuro, muy parecido al de Yoongi.
“Está bien, Mimi”, habló tímidamente. “La planificación
del baby shower puede reanudarse más tarde”.
Jimin suspiró ruidosamente. “Lamentablemente tienes
razón.”
“Te veré más tarde entonces” dijo, esperando que su
mejor amigo se encontrara con Yoongi justo en ese
momento. Quería ver la expresión de su rostro cuando
Yoongi se diera cuenta de que tenía competencia.

EL CLAN YEON
Las angustias eran dolorosas, pero ¿alguna vez has
sentido el dolor de la persona adecuada en el momento
equivocado? De todos los amores del mundo, es el que te
hace perder la fé en el amor. Una angustia tan dolorosa,
porque sabías que podría haber sido la mejor historia de
amor, si se hubieran conocido en un período diferente de
sus vidas.
Park Jimin nunca entendió realmente qué podía ser tan
doloroso en esta frase hasta que vio a Yoongi en los
pasillos.
Éste sostenía una carpeta de papeles en una mano, su
rostro inexpresivo, sus ojos examinándolo. Luego, pasó a
Jongin, quien le estaba informando sobre la reunión, pero
Jimin ni siquiera podía escuchar sus palabras en este
momento.
Jimin solo podía ver a Yoongi y su ceño fruncido, sus ojos
entrecerrados en rendijas. Fuego rojo bailaba en sus
pupilas, sus manos palideciendo por sus puños apretados.
Podía verlo juntar piezas de dos en dos.
“Señor, ¿está escuchando?” Jongin preguntó, colocando
una mano en el brazo del presidente, con la esperanza de
poder despertarle algunos sentidos.
Jimin era un doncel decentemente alto, pero él era
anormalmente alto y tenía que agacharse solo para
hablarle. Lo menos que podía hacer el presidente era
concentrarse en sus palabras.
“S-sí”, respondió Jimin, apartando los ojos de Yoongi. Por
un segundo, sintió que él y Yoongi eran las únicas dos
personas en el mundo. E incluso si lo fueran, todavía este
último no lo amaría.
“Mencionaste que tendríamos una reunión con la nueva
presidenta de Kin Corporation”, dijo Jimin, girando su
rostro hacia Jongin, quien frunció el ceño.
“No, lo estás confundiendo con Vantae”, suspiró Jongin.
“Vantae es la que tiene una nueva presidenta”.
Jimin parpadeó. Correcto. Kin Corporation todavía estaba
siendo dirigida por el hermano de la nueva presidenta de
Vantae. Secamente pensó para sí mismo cuán poderoso
debe ser el clan Kin. Para tener dos apellidos importantes
en su familia, ese clan prácticamente dominaba el lado este
oriental del mundo, sin dejar espacio para la competencia.
Las tres principales empresas del este fueron Yeon
Enterprise, Vantae y Kin Corporation. Qué clan más
aterrador…
“Necesitamos revisar a fondo esta reunión”, enfatizó
Jongin. “Vantae siempre ha sido dirigida por donceles y
mujeres porque era una regla establecida por el primer
fundador, así que dime que al menos sabes eso. Realmente
necesitamos tu cooperación si queremos asociarnos con
Yeon Enterprise”.
Jimin parpadeó. Yeon Enterprise era tan malditamente
despiadado. Era difícil contactarse con ellos. Él sabía que
eran asquerosamente ricos. No mucha gente sabía esto,
pero escuchó rumores de que ellos también gobernaban el
inframundo. Si Park Conglomerate pudiera asociarse con
ellos y proporcionarles más armas, lo beneficiaría
enormemente.
“Por supuesto, lo sé. No soy estúpido.”
Jongin lo miró. Correcto… “De todos modos, la nueva
presidenta es la querida hija del Clan Yeon. Ella es muy
respetada y debemos obtener su cooperación. Ya que
ambos son nuevos presidentes, tendrían algo por lo que
vincularse”.
“Mmhm”, tarareó Jimin.
“¡Por eso no podemos quedarnos aquí todo el día!”
Jongin le espetó, preguntándose por qué se detuvieron
aquí. Finalmente molesto, porque Park no le estaba
prestando atención, levantó la cabeza para ver lo que
estaba mirando todo el tiempo.
“Min Yoongi”, Jongin murmuró entre dientes, asombrado
por la vista del político vampiro que rara vez mostraba su
rostro, a pesar de lo poderoso que era este hombre.
“¿Lo conoces?” Jongin preguntó, recordando que vio que
lo alejaban del banquete, pero antes de que pudiera
detenerlos, se habían ido.
“¡No!” Jimin dijo al instante. “No, no conozco a este
hombre”.
Yoongi se burló en respuesta. Él lo miró como si hubiera
perdido la cabeza.
Jimin lo miró fijamente. De repente, pasó la mano por el
brazo de Jongin, el que estaba metido en el bolsillo del
pantalón. Lo hizo por mala costumbre, y Jimin finalmente
vio que era útil.
“Vamos, Jongin”, dijo alegremente sonriendo a su
secretario.
Jongin se sorprendió, con el ceño fruncido. Al ver que
tenía toda su cooperación, no pudo discutir, así que
comenzaron a caminar por los pasillos.
“Puedes contarme más detalles cuando estemos solos en
el auto” agregó Jimin, las palabras apuñalaron a Yoongi
justo en el pecho.
La mirada de Yoongi se oscureció. Solo. En un auto. ¿Con
un hombre? Su mirada los siguió a los dos por el pasillo. El
doncel ya no lo miró, incluso cuando pasó junto a él.
“Ahh, así es como él quiere jugar”, murmuró Yoongi en
voz baja, con el pecho ardiendo con una extraña emoción.
Sintió la repentina necesidad de asesinar a este Jongin,
de partirle el cuello al humano y separar la cabeza del
cuerpo. Rechinó los dientes, viendo como Jimin felizmente
le sonreía, probablemente coqueteando hasta llegar a sus
pantalones. Y debe estar funcionando, porque la mirada de
Jongin nunca lo dejó, una sonrisa complacida descansando
en su rostro.
Yoongi lo castigaría completamente por eso. Nadie toca
lo que es suyo. Y Jimin necesitaba saber eso.
“Tengo malas y buenas noticias, Su Majestad. ¿Cuál le
gustaría escuchar?” preguntó Yoongi cuando caminaba por
el estudio privado del Rey.
El rey estaba concentrado en una pila de papel, una fina
pluma en la mano y una copa de sangre junto a su
escritorio.
Joongki también estaba en el estudio privado, sentado en
el sofá y revisando dos veces los documentos que habían
sido firmados por el Rey, y mirando los que aún no habían
llegado a la pila de documentos.
Jeon no se molestó en levantar la vista mientras
garabateaba su nombre en uno de los documentos que
muestra el presupuesto militar para el próximo mes. Wraith
tenía excelentes relaciones con casi todos los países del
mundo, o eso parecía en el papel. No se hablaba de guerra,
pero más vale prevenir que lamentar.
El ejército siempre tendría uno de los presupuestos más
altos del país, porque la gente tenía que estar segura de
alguna manera. Había una razón por la que nadie se atrevía
a atacar a Wraith. Tenían uno de los mejores ejércitos del
mundo, fuertemente abastecido por los mejores
investigadores y fabricantes del conglomerado Park.
“Dado que el Rey se niega a hablar”, se enfadó Joongki.
“Dime las malas noticias primero, Yoongi. Puedes suavizar
el golpe de las malas noticias con las buenas después. Al
menos, esa es mi forma favorita de hacerlo y—”
“A nadie le importa”, le espetó Yoongi a su hermano
menor, que se comportaba como un estúpido golden
retriever con la lengua fuera.
Solo para irritar a su hermano, Yoongi decidió darle la
buena noticia primero. “La buena noticia es que hemos
encontrado a alguien con sangre O negativo”.
Ante esto, Jungkook miró hacia arriba. Como se esperaba
de Yoongi.
“La mala noticia es…” hizo una mueca. “Es parte del
Clan Yeon y el esposo de la nueva presidenta de Vantae.
Además, es el segundo hermano de la Familia Imperial en
el Este”.
Joongki parpadeó. “Qué hombre privilegiado. El Clan
Yeon es asquerosamente rico y la presidenta de Vantae es
hermosa, lo sé, la vi en las noticias recientemente por
hacerse cargo de la compañía”.
“Precisamente”, dijo Yoongi, sorprendido de que su
hermano supiera tanto. “A pesar de casarse con un
miembro de la familia Yeon, él es extremadamente
poderoso, ya que es la primera parte del clan de sangre
pura, por lo que su presencia no se puede perder de vista”.
Jungkook frunció el ceño. No podía simplemente matar a
ese hombre entonces, si no quería que la familia detrás de
la cortina en el este viniera por él.
El Este Oriental estaba gobernado por una familia
imperial, establecida por vampiros de sangre pura, pero
todos sabían que su poder provenía de la cooperación y
unión del Clan Yeon y la familia Kin, que es parte del clan.
“También investigué a la Familia Imperial, y por suerte
para ellos”, escupió Yoongi. “Solo el Emperador es el
segundo con el tipo de sangre, como su hermano. Si
matamos a cualquiera de los miembros, entonces
tendríamos una guerra en nuestras manos”.
Jungkook acomodó la pluma. “¿Son los únicos?”
“Que sepamos”.
Se quitó las gafas y sus labios se abrieron en una lenta
sonrisa. Miró a Yoongi a los ojos y dijo con calma:
“Entonces hagamos una guerra en el Este”.

UNA CARA QUE LANZARÍA MIL BARCOS


Joongki salió disparado del sofá, alarmado por las
conversaciones sobre la guerra. ¡Si Wraith estuviera
involucrado, este mundo se derrumbaría en la nada! Su
tecnología era avanzada y con armas nucleares
involucradas, verdaderamente, no quedaría nada en este
planeta.
“¡Su Majestad!” Yoongi gritó. “¿Hacer una guerra por un
doncel?”
“Esto no es la mitología griega”, agregó Joongki. “¡Su
Gracia no tiene una cara como Helena de Esparta, como
para armar una guerra masiva en su nombre!”
La habitación se volvió fría. Las ventanas estaban
cerradas, pero la temperatura bajó. Una tormenta rugía en
la distancia, carámbanos goteaban de las paredes del
techo.
Fantasmas volubles ondeaban alrededor de la tensa
presencia del Rey. La habitación era espaciosa, pero el Rey
la hacía sentir estrecha y pequeña. Incluso el gran
gobernante del Infierno se acobardaría ante el Rey de
Wraith.
Los gemelos no fueron la excepción, instantáneamente
inclinaron sus cabezas con miedo.
“Su majestad, lo que quise decir fue”, tartamudeó
Joongki. “Nuestra Gracia es uno de los donceles más bellos
de este mundo, su rostro no solo debería provocar una
guerra, ¡debería provocar millones!”
“Idiota”, murmuró Yoongi por lo bajo. Él, a diferencia de
su torpe hermano, no se equivocó aquí. “Pensemos en esto,
Su Majestad”.
Levantó la cabeza y tragó. “No queremos enemistarnos
con el Oriente, porque sus rivales militares son nuestros. Si
dos de los imperios más poderosos tuvieran una guerra,
nada quedaría de este mundo, Su Majestad”.
“No me importa”, soltó fríamente Jungkook. “Envía
hombres para secuestrar a cualquiera de los Sangre Pura”.
Yoongi entró en pánico. “Su Majestad—”
“Es una orden”.
Yoongi tragó saliva. Se estrujó el cerebro buscando algo
convincente que decir. Algo que hiciera cambiar de opinión
al rey, por imposible que fuera. Una vez que el Rey tomaba
una decisión, nada en el mundo podía anularla. Pero… algo
podría retrasarlo.
“Mi informe aún no está completo, Su Majestad”, habló
finalmente Yoongi. “Con más tiempo, puedo tratar de
encontrar a una persona de sangre pura menos poderosa”.
Y uno se le vino a la mente al instante. De hecho, Yoongi
no había considerado la posibilidad y solo se dio cuenta
ahora. Yugyeom. Estaba ubicado en Wraith y el único
híbrido en este mundo. ¿Quién puede decir que no era O
negativo?
“Después de todo, mi investigación acaba de comenzar,
Su Majestad”, agregó mirando al Rey.
“No tenemos tiempo”, gruñó Jungkook. “Solo secuestra a
ese maldito—”
La puerta del estudio privado se abrió. Taehyung entró,
su presencia sorprendió a todos en la habitación. Tenía una
brillante sonrisa en su rostro, pero luego se deslizó por la
tensión en la habitación.
“Cariño”, murmuró Jungkook, con las cejas tensas. Su
esposo nunca entró aquí.
Taehyung parpadeó. “Oh, lo siento, debería haber
tocado. ¿Estoy interrumpiendo algo?”
Yoongi inmediatamente aprovechó la oportunidad. “¡No,
no lo hizo!” Soltó rápidamente. “De hecho, solo iba a salir y
terminar mi investigación, Su Gracia”.
“¿Investigación?” Taehyung miró a Yoongi. Se preguntó
si éste llegó a toparse con Jimin y Jongin…
“Sí, sobre—”
“Déjanos”.
La mirada de Yoongi se centró en Jungkook. Éste tenía
una expresión frígida y enfurecida en su rostro. Al instante,
se dio cuenta de que Su Gracia no sabía está información.
“De inmediato, Su Majestad”. Yoongi agarró a Joongki
por la parte de atrás de la camisa y comenzó a arrastrarlos
a ambos fuera de la puerta. Se sintió aliviado por la
distracción y en silencio agradeció a sus estrellas de la
suerte por la oportunidad. Sin otra palabra, ambos gemelos
salieron apresuradamente de la habitación, no queriendo
sufrir la ira del Rey.
Una vez que se fueron, solo quedaron Taehyung y
Jungkook.
El doncel dio un paso adelante, curioso por el estudio
privado. Observó todo, admirando lo hermoso que era.
Había una ventana detrás del escritorio del Rey, pero luego
se dio cuenta de que en realidad era un balcón. ¿El mayor
no estaba preocupado de que algo lo asesinara desde lejos?
Entonces, se dio cuenta de que había un bosque detrás
de él y que el castillo estaba muy por encima del suelo.
Incluso el árbol más alto del bosque no podía tener una
buena vista para dispararle a Jungkook.
“¿Estás aquí sólo para admirar mi gran gusto interior,
cariño?”
Taehyung se rió de su broma. “Solo estaba preocupado
por la ventana justo detrás de tu escritorio. ¿Qué pasaría si
fueras asesinado?”
“Si me pueden matar tan fácilmente, estaría muerto hace
mucho tiempo”, se burló. Le hizo un gesto para que se
acercara. Caminó hacia su escritorio, sus ojos absorbiendo
todo.
“¿Qué es?” preguntó Jungkook. Su esposo no tenía que
hacer nada, y su atención ya estaba completamente en él.
Él sonrió cuando el menor recogió un artículo al azar que
estaba al frente de su escritorio.
“Bueno…” se desvaneció. “Estaba pensando en hacer un
baby shower”.
El pelinegro hizo una pausa. Eso sólo haría sentir a
Taehyung más cerca de los bebés. Y habría invitados
involucrados, lo que significa que la alta sociedad estaría
esperando un hijo. ¿No hizo el menor también un anuncio
público hoy? Ahora, sabía por qué estaba tan ansioso por
anunciárselo a Wraith. Seguro, en caso de que cambiara de
opinión sobre el niño.
“¿Para qué?” preguntó Jungkook. “El propósito de ese
evento es obtener obsequios. Cualquier cosa que desees,
querido, puedes obtenerlo. Solo nómbralo y lo tendrás. Así
de fácil. No necesitamos obsequios innecesarios cuando tu
esposo es asquerosamente rico.”
“No es solo por los regalos. Quería conocer más
aristócratas y hacer nuevos amigos. ¿Quién sabe? Quizás
conozca a futuras madres y padres cuyos hijos puedan
jugar con los nuestros”.
El pelinegro se removió en su asiento. “Ven aquí, cariño”,
murmuró.
El rubio parpadeó confundido. Dio la vuelta a su
escritorio y se detuvo frente a él. Sin previo aviso, el mayor
tiró de él hacia su regazo. Taehyung estaba sentado a
horcajadas sobre él, con los ojos muy abiertos.
“Mi dulce, ¿me amas?”
El doncel casi se ríe en su cara. “Estoy casado contigo,
gobierno esta nación contigo, estoy usando un artefacto
real como mi anillo y estoy cargando a tus hijos. ¿Crees que
haría todo esto si no te amara?”
Jeon lo atrajo hacia sí, besándolo en los labios. Su esposo
se sorprendió, pero se inclinó y su beso se profundizó en
respuesta. De repente sintió la necesidad de barrer todo
del escritorio y tomarlo.
“Siempre podemos tener hijos en el futuro”, comentó
Jungkook de repente. “Tienes razón, cariño. Mereces que te
conviertan en un Sangre Pura. Fui egoísta por no permitirlo
antes. Hagámoslo ahora”.
Taehyung se echó hacia atrás. ¿Qué estaba diciendo?
“Vamos a deshacernos de este niño y convertirte en un
Sangre Pura. Entonces, tendremos el resto de la eternidad
para tener más hijos”, propuso. “He encontrado a alguien
con el mismo tipo de sangre que tú y—”
“Es una tasa de supervivencia del 1%”, susurró
Taehyung, sin darse cuenta de dónde vino el cambio de
opinión repentinamente. “Una oportunidad aún más
pequeña de vivir”.
Jungkook hizo una pausa. “No si estoy aquí para
ayudarte, querido. Es solo una tasa de supervivencia del
1% si usamos la sangre y el método incorrecto. La
probabilidad es tan alta como el 5% o el 10% si usamos el
mismo tipo de sangre que tienes y —”
“Pensé que aceptabas a nuestros gemelos”, susurró,
repentinamente herido por lo rápido que cambió su
decisión.
¿Siempre iba a ser así? ¿Finalmente iban a llegar a una
conclusión solo para que todo cambiara por capricho?
¿Daban un paso adelante, pero dos pasos atrás?
“Mi dulce esposo, escucha—”
“Déjame ir”, dijo Taehyung, tratando de ponerse de pie,
pero Jungkook lo agarró con fuerza pero con cuidado.
Taehyung sintió una explosión de fuerza dentro de él, sin
duda sus bebés sintieron la angustia. Podría alejarlo si
quisiera, pero antes de que pudiera comprender ese
pensamiento, él volvió a hablar.
“Escúchame, cariño”, susurró. Necesitaba convencerlo
pronto, especialmente cuando Yoongi estaba realizando la
investigación.
“No.”
Taehyung lo empujó y el cuerpo contrarío
instantáneamente fue apalancado hacia atrás, sus brazos
cayendo a los costados. Taehyung lo miró sorprendido y él
lo miró asombrado por su acción. Por lo general, ni siquiera
podía hacer que se moviera.
Inmediatamente, se bajó de su regazo.
“Nuestros bebés se están desarrollando demasiado
rápido”, comentó el pelinegro de repente, la comprensión
lo preocupó.
Taehyung lo miró fijamente. “La mayoría de los bebés
vampiros solo tardan la mitad del tiempo que un niño
humano”.
“Y si es el hijo de un Sangre Pura…” Jungkook se apagó,
su rostro tornándose tormentoso. Un tercio. Podría dar a
luz en tres meses, en lugar de los cuatro y medio normales
de los embarazos mestizos. Eso era sólo unas pocas
semanas de distancia. No era de extrañar que su estómago
ya estuviera de buen tamaño tan rápido.
¿Se desarrollaría en un tercio del tiempo de un embarazo
normal? Pensó en el ultrasonido que vio ayer. Los bebés
eran grandes, a pesar de que su esposo solo tenía un mes y
medio de embarazo.
El tiempo se estaba acabando rápidamente.
“Taehyung, querido, ven aquí—”
“No quiero pelear”, espetó de repente, mientras envolvía
protectoramente sus brazos alrededor de su estómago. “Por
favor, Jungkook. Hemos estado peleando por este tema y
teniendo desacuerdos durante mucho tiempo”.
El pelinegro hizo una pausa. Su esposo tenía razón. Han
dejado que este problema se prolongue desde que se
despertó del coma hace semanas. Pero no podía evitarlo.
Especialmente cuando se trataba de su dulce.
“Creo que necesitamos espacio”, murmuró Taehyung.
Inmediatamente, su rostro se volvió tormentoso, una
nube rodó sobre sus hermosos rasgos. “¿De qué estás
hablando?”
“Mientras tanto, no quiero residir en el castillo”.
Taehyung ya no se sentía seguro aquí. Especialmente con lo
indeciso que estaba siendo el pelinegro.
“¡No!” Jungkook gruñó, levantándose inmediatamente.
Taehyung saltó ante su fuerte voz, como el golpe de un
arma.
Jungkook dio dos zancadas largas hacia él y se acercó,
pero el menor le apartó la mano de un golpe. Su mandíbula
se apretó, sus ojos se oscurecieron.
“Vamos a solucionar este problema ahora mismo. No
dejaremos que se prolongue un día más” Jungkook bajó la
voz de vuelta a la normalidad, inmediatamente lamentando
haber arremetido antes.
Taehyung lo miró, sorprendido por su cambio de tono. En
el calor de su confusión, Jungkook lo agarró por los brazos
y lo atrajo hacia él.
De repente se sintió mareado, sus niveles de estrés se
dispararon. Sintió una cantidad anormal de miedo, pero no
estaba seguro de si los bebés habían sentido que estaban
en peligro.
“Lo siento, lo siento en verdad”, murmuró Jungkook de
inmediato, dándose cuenta de lo mal que le había gritado.
El menor no se lo merecía. “Vamos a resolver esto, mi dulce
esposo”.
“Me estás lastimando”, susurró.
Jungkook aflojó su agarre. No se dio cuenta de que su
pulgar había estado presionando su brazo.
“Déjame ver”, dijo preocupado, levantando sus mangas.
“No me hagas esto” Taehyung soltó de repente, con voz
temblorosa.
“Cariño, solo quiero lo mejor para ti” murmuró, su
corazón desgarrado por su voz. ¿Por qué todas las veces
que Taehyung lloraba, él era la causa de ello?
“Por favor…” exhaló, repentinamente mareado.
“¿Taehyung?” Jungkook gritó, sus ojos rodando hacia
atrás y sus piernas rindiéndose. Rápidamente lo agarró,
pero fue inútil.
“¡Taehyung!” Jungkook rugió, mientras la respiración
ajena se volvía lenta.
El rubio estaba empezando a ver puntos en su visión,
pero estaba aterrorizado, muy, muy asustado. Sintió que la
energía abandonaba su cuerpo, pero obligó a sus
extremidades a moverse. Se obligó a cubrirse el estómago.
“Por favor, no… lastimes—”
“Yo nunca te lastimaría”.
“— a mis bebés.”
El pelinegro estaba absolutamente anonadado por sus
súplicas. Fue lo último que dijo antes de desmayarse por
completo.

SUEÑO DE BELLEZA
Jimin acababa de terminar la reunión con la nueva
presidenta de Vantae. Estaba completamente satisfecho de
lo bien que salió todo.
Tampoco había una barrera del idioma, ya que la
presidenta era elocuente en cinco idiomas, al igual que
Jimin. Se habían unido por su nueva posición y
antecedentes similares, pero su amistad solo funcionaba en
el nivel superficial por ahora.
“¿Alguna otra reunión, Jongin?” preguntó con cansancio,
recostándose en su silla de cuero.
Su oficina dominaba toda la ciudad, como un dios
contemplando el reino de los mortales. Fue un recordatorio
de que el Conglomerado Park era mejor que todos los
demás, y lo duro que trabajó para subir la escalera hasta
donde se encontraba actualmente.
“Eso será todo por hoy”, informó Jongin, mirándolo.
Jongin vio la hora y suavemente frunció el ceño. Iba a
salir del trabajo muy pronto, pero el trabajo de un
secretario nunca terminaba a la hora indicada. Aun así, le
prometió a su novio KyungSoo que cenarían juntos todas
las noches.
“A continuación, tienes que asistir a una cena con tu
madre. Ella la programó en tu restaurante favorito”.
Jimin gimió. No era que le desagradara su madre, era el
hecho de que era demasiado estricta. Madam Park siempre
tenía algo que criticar. Cerró los ojos y se hundió en la silla.
“¿No podemos reprogramar?” murmuró. “Estoy cansado
de la reunión. Duró más de dos horas y apenas hicimos
nada de trabajo. Todavía tengo que reunirme con la
presidenta de Vantae mañana para finalizar el contrato.
Necesito un descanso”.
Jongin lo miró fijamente con desaprobación. A veces, se
sentía como si fuera un niñero y no un secretario. Sin
embargo, lo encontró extraño, porque el rubio siempre fue
severo y estricto frente a los empleados.
Park Jimin rara vez sonreía. Era un hecho conocido en la
empresa. Cuando lo hacía, era solo para las personas que
realmente importaban. Ya sea que Jimin se diera cuenta o
no, se parecía mucho a su madre.
“Ya tuvo un descanso, presidente”, sermoneó. “Tuvimos
que reorganizar todo su horario solo para visitar a Su
Gracia. Prometió que ese era el último descanso del día”.
“No soy un adicto al trabajo”, se quejó.
“No, pero tu hermano Jaemin sí. Cuando estás
descansando, él está trabajando para derrocarte”.
Los ojos de Jimin se abrieron de golpe. Él lo miró, un
fuego ardiendo en su corazón. Se negó a darle este asiento
a su hermano. Odiaba que Jongin conociera su debilidad.
Era un secretario eficiente, el mejor que había visto nunca.
Era callado pero observador.
“Está bien, está bien, iré a ver a mi madre”, dijo,
poniéndose de pie. En ese momento, sonó su teléfono.
Parpadeó y lo sacó de su bolsillo. Su corazón saltó ante el
nombre del contacto.
Yoongi lo estaba llamando.
“¿Quién es—”
“¡Nadie!” Jimin le espetó, contestando rápidamente la
llamada telefónica. Se aclaró la garganta y se acomodó el
cabello, aunque él no podía verlo.
“¿Hola?” Una suave voz le acarició la oreja.
“¿Quién es éste?” preguntó Jimin, fingiendo ignorancia.
Hubo un silencio. “Número equivocado”, dijo Yoongi.
Jimin entró en pánico. Colgó. Jadeó ante el teléfono,
mirándolo como si el dispositivo fuera su archienemigo.
¡Por qué ese bastardo! Jimin instantáneamente volvió a
llamar. No contestó.
Se burló. La audacia de este hombre.
“¿Hay algún problema?” Jongin se preguntó qué podría
haberlo irritado hasta este punto. Por lo general, el
presidente era excelente para contener sus emociones.
Jongin había oído muchos rumores sobre lo feroz que
era. Se enteró de sus tácticas clandestinas, como destruir
la reputación de su enemigo al revelar sus secretos sucios o
difundir noticias que causaron una caída drástica de las
acciones, lo que resultó en la pérdida de la inversión. Todo
esto sin siquiera mover su pequeño dedo meñique.
De repente, el rubio jadeó. Los ojos de Jimin estaban
pegados a su teléfono, sus manos temblaban cuando leyó el
mensaje de Yoongi.
[Su Gracia se desmayó. Él puede o no saber de tu plan.]
El corazón de Jimin se aceleró. ¿Significaba eso… que
Taehyung descubrió la intención de Jimin de matar también
al niño, solo para mantener vivo a Taehyung por más
tiempo? Tragó saliva. No, no. Eso no podría ser. A cambio
del plan, Jimin le dijo específicamente a Yoongi que
mantuviera su identidad en el anonimato.
“¡Ese bastardo!” gritó, saliendo disparado de su oficina.
Jimin rechinó los dientes y decidió que no dejaría vivir a
ese hombre esta noche. Primero jugó con su corazón y
ahora arruinó su confianza. Él no lo perdonaría por esto.
“Al castillo”, exigió.
“Pero Jaemin—”
“¡Él puede seguir soñando!” Jimin gruñó, deslizando su
teléfono en su bolsillo.
Salió furioso de su oficina, Jongin siguiéndolo
pesadamente detrás de él. Sus zapatos resonaron como
petardos, el sonido haciendo eco por los silenciosos
pasillos. Pasó por delante de los empleados que se
inclinaban, atravesó el ascensor privado y entró en el coche
donde un conductor ya lo estaba esperando.
Jongin se sentó en el asiento del pasajero justo cuando
Jimin comenzó a hablar solo.
“Voy a asesinar a ese hombre hoy”, siseó por lo bajo.
“Sería prudente no hablar sobre la comisión de un delito
antes de cometerlo, presidente”, murmuró Jongin. “De lo
contrario, parecería un asesinato premeditado y sería un
problema para nuestro equipo legal ayudarlo”.
Jimin puso los ojos en blanco.
Al ver que ahora estaba tranquilo, Jongin sonrió para sí
mismo. Él siempre encontró su naturaleza infantil. A decir
verdad, le gustaba que Jimin le mostrara este lado raro de
él. Pero también odiaba el hecho de que conocía este lado,
por ahora, Jimin estaba demasiado cómodo, o sea,
perezoso.
“Al castillo”, instruyó Jongin al conductor.
Las cejas del conductor se alzaron con sorpresa, pero no
dijo nada. Arrancó el coche y condujo en silencio. Pronto
llegaron y, como siempre, la seguridad era increíblemente
estricta. Guardias armados se alinearon alrededor de todo
el castillo, con personas escondidas en toda el área.
Una vez que atravesaron las puertas de seguridad, hubo
aún más inteligencia disfrazada en el largo camino que
conducía al castillo.
“¡Presidente, espere!” Jongin gritó por lo bajo, pero éste
no escuchó.
Jimin abrió las puertas del coche y salió. Pasó corriendo
junto a los guardias en la entrada principal del castillo y,
antes de que pudieran detenerlo, Jongin ya estaba
mostrando su identificación. Los guardias solo lo dejaron
pasar porque no eran estúpidos. Vieron las noticias y vieron
su frecuente presencia en el castillo.
“¿Dónde está ese maldito Yoongi?”, siseó por lo bajo.
Mientras bajaba por un conjunto familiar de escaleras y
pasillos que conducían al dormitorio de Taehyung, una
sensación incómoda se instaló en su estómago.
De repente, se dio cuenta de algo: no sabía nada sobre
Yoongi. Él no sabía cuál era su papel en el palacio, no sabía
qué hacía para ganarse la vida excepto ser político, no
sabía sus pasatiempos, sus intereses, y la lista continuaba.
Jimin solo conocía a Yoongi a nivel superficial.
Antes de que se diera cuenta, estaba parado frente a la
habitación de Taehyung. Había pasado junto a un grupo de
hombres vestidos de negro que lo miraron todo el tiempo,
pero no dijeron nada, porque era un rostro muy familiar y
se lo había visto con frecuencia sonriendo con Su Gracia.
“Debería ser aquí”, murmuró Jimin para sí mismo, pero
cuando abrió la puerta, no encontró a nadie adentro.
Jimin caminó y abrió otra puerta. Esta vez, fue la
correcta, era evidente por la atmósfera tensa y la presencia
aterradora.
“… desmayarse por el estrés no es algo malo”, murmuró
Yoongi. “¿Quién sabe? Incluso podría inducir un aborto
espontáneo que puede salvar a Su Gracia”.
La cabeza de Jeon se volvió hacia Yoongi. No dijo nada,
pero sus ojos eran una diatriba en sí mismos.
Yoongi se estremeció y miró hacia otro lado,
disculpándose, pero también un poco asustado por el
comportamiento tranquilo del Rey. Siempre odió lo bien
que se controlaba el Rey.
Nadie podía decir realmente lo que el Rey estaba
pensando o sintiendo. Sonreía cuando estaba enojado y
sonreía cuando estaba feliz. ¿Cómo podría la gente
distinguir sus emociones?
“Necesito hablar con Yoongi”, dijo Jimin bruscamente,
entrando en la habitación.
Sus cabezas se volvieron hacia él. Ignoró cómo lo miraba
Yoongi, con disgusto en su rostro, pero pasión en sus ojos.
La forma en que lo miró lo hizo sentir desnudo.
“¿Bien?” siguió adelante.
“Ocúpate de él afuera”, le ordenó Jungkook a Yoongi.
“Quiero que ambos salgan y hablen conmigo. No
perturbemos el sueño de belleza de Su Gracia, no es que él
lo necesite”.
Jeon entrecerró los ojos. Verlo todavía lo enfurecía.
Sentía celos ardientes cada vez que Jimin hablaba o tocaba
a Taehyung. No le gustaba que la gente codiciara lo que le
pertenecía. Odiaba especialmente el hecho de que Jimin
fuera tan difícil de dañar. ¿Estaba mal que Jungkook
quisiera que Taehyung confiara únicamente en él?

EMPÚJAME LEJOS
“Taehyung me necesita a su lado”, consideró fríamente
Jungkook, mirando a Jimin con desinterés. Sin embargo, la
idea de su presencia era tentadora. Debatió usar a Park
como sacrificio por Taehyung.
Jimin levantó una ceja. “Bien, haz lo que quieras”. Se
volvió hacia Yoongi y le lanzó una mirada mordaz.
Yoongi masculló maldiciones por lo bajo, pero se apartó
de la pared. Cruzó la distancia y salió con él.
“¿Le dijiste?” Jimin preguntó de inmediato, poniéndose
enfrente de él. Se debatió en abofetearlo por la traición,
pero él no parecía afectado por sus golpes de antes.
Yoongi simplemente lo miró fijamente. “¿Y qué si lo
hice?”
Jimin lo agarró por el cuello y tiró de su rostro hasta que
estuvieron a un suspiro de distancia. “Si eres la razón por
la que ya no somos amigos, te mataré”.
Yoongi se rió de su estúpida amenaza. ¿Un simple chico
humano como él matando a un vampiro de sangre pura? En
sus sueños. Pero él le seguiría la corriente y a ese ego
descomunal. Agarró sus muñecas y le sonrió.
“¿Qué pueden hacer estas pequeñas y delgadas manos?
Puedo romperte la muñeca con un chasquido de mis
dedos”, se rió.
De repente, Yoongi lo estrelló contra la pared y le sujetó
las muñecas a los lados de la cabeza. Estaba resoplando y
jadeando ahora, sus ojos verdes estruendosos como un
bosque balanceándose hacia una tormenta.
“Solo responde a mi maldita pregunta”, le espetó Jimin.
Estaban tan cerca que ahora nada podía interponerse
entre ellos. Su pecho estaba presionado contra el de él, su
pierna presionando entre las de él, impidiendo que lo
pateara. Yoongi lo tenía exactamente donde quería.
Yoongi sonrió, sabiendo que había ganado esta pelea.
“Querías que le dijera al Rey, así que lo hice”.
“¿Y sabe que yo te lo dije?”
“¿Y si lo sabe?”
Las fosas nasales de Jimin se ensancharon. “Idiota. Te
dije que me dejaras fuera de esto—”
“Crees que te traicioné”, soltó Yoongi de repente, la
revelación instalándose en su sistema. Dejó de forcejear en
sus brazos, con los ojos muy abiertos.
“No te das cuenta, ¿verdad? Traicionaste a Taehyung
cuando lo usaste para las fotos. Y lo traicionaste
nuevamente cuando me dijiste el plan. Yo no te traicioné,
solo soy un mensajero”, dijo Yoongi bruscamente,
descansando su frente contra la de él, su nariz rozando la
ajena.
Yoongi podía ver sus ojos claramente ahora. Estaban
temblando, los blancos más evidentes, la verdad trayendo
lágrimas como lluvia en un bosque.
Su respiración se aceleró y parecía que se iba a romper.
Yoongi ni siquiera parpadeó cuando el contrario comenzó a
mirar a cualquier parte menos a él. Jimin ni siquiera lo
apartó ahora.
“Yo no traicioné a Taehyung, yo—”
“Lo hiciste.”
“¡No lo hice!” Jimin gritó. No importaba cuántas veces lo
negara, ya sabía la verdad.
“Qué complicada red de mentiras has creado para
protegerte”, murmuró Yoongi. “¿Eres feliz, Jimin? Feliz de
saber que le mentiste directamente a la cara a Su Gracia
hoy, deseando un feliz baby shower, cuando me revelaste
un plan para matar a dicho bebé”.
El rostro de Jimin se derrumbó. Las lágrimas se
deslizaron y ya no pudo contenerlas más. El dolor de
lastimar a su propio amigo, ya sea intencionalmente o no,
lo había alcanzado. Y maldito Yoongi, éste dejó escapar una
risa siniestra, el sonido burlándose de él.
Sin palabras, Yoongi envolvió sus brazos alrededor de él,
aplastándolo contra su cuerpo. Jimin no podía entenderlo.
Yoongi lo lastimó y luego lo trató bien. Lo hizo llorar y
luego lo consoló.
Jimin se sintió aún más loco que él, porque se inclinó
hacia su abrazo, dándose cuenta de que no había nadie más
a quien pudiera contarle este problema. Jimin dependía de
él ahora, sin saber que era exactamente lo que Yoongi
quería.
“Shh, bien”, lo tranquilizó Yoongi, su rostro oculto del
ajeno, su boca torcida en una sonrisa. ‘Ya, ya, llora más,
abrázame más fuerte, pídeme que no me vaya’, pensó para
sí mismo, su plan se desarrollaba perfectamente en su
cabeza.
“Superaremos esto juntos, Jimin” susurró, acariciando el
cabello que se le pegaba a la cara por las lágrimas.
Jimin estaba sollozando, sus manos agarraban su camisa,
sus hombros temblaban. El sonido de su dolor le agradó a
Yoongi. De hecho, lo llamaría una obsesión.
Yoongi quería que Jimin confiara en él hasta el punto de
que ya no pudiera apoyarse en nadie más que él. Quería
que Jimin estuviera obsesionado con él, ansiara su
presencia y rogara por su toque. Especialmente después de
ese pequeño truco que hizo esta mañana.
“Shhh”, arrulló Yoongi en voz baja, dándole palmaditas
en la parte superior de la espalda, aliviando el dolor ajeno.
Jimin era luchador y terco, pero él sabía cómo domar a un
salvaje como el doncel. Él lo azotaría hasta la sumisión si
tuviera que hacerlo.
“Eres un psicópata”.
Yoongi se quedó helado.
“Sé lo que estás tratando de hacer”, susurró Jimin con
dureza, empujándolo lejos. Fácilmente dio un paso atrás, su
sonrisa en plena exhibición.
“¿Creíste que lloraría en tus brazos y te pediría que me
ayudaras?” Jimin siseó, limpiándose las lágrimas con enojo.
“Tú creaste este lío, solo para atraparme en tu pequeña
red. ¿De verdad crees que soy tan estúpido?”
Yoongi esperaba que lo fuera, pero claro, eso lo volvería
aburrido. Este pequeño fuego que ardía dentro del doncel
era la razón exacta por la que su corazón dolía por él. Un
dolor sordo que apenas era evidente, pero dolía más.
“Estás loco”, le dijo Jimin. “Estás—”
“Sal conmigo.”
Jimin lo miró boquiabierto. ¿Qué demonios?
“Una cita adecuada, como tú querías”, reflexionó Yoongi.
Ahora que el rubio estaba irritado, sabía que nada podía
calmarlo. Por lo tanto, usaría su carta de triunfo, lo único
que dejaría su mente en blanco.
“Donde nos sentaremos y charlaremos estúpidamente sin
sentido y disfrutaremos de una deliciosa copa de vino. Tal
vez incluso iríamos a uno de tus restaurantes favoritos,
pero por supuesto, no te diría a dónde vamos, solo para ver
cómo se ilumina tu rostro”, agregó, divertido por sus
propias palabras.
Yoongi pudo ver que su expresión empezaba a cambiar.
Estaba vacilando ahora, la oferta era tan tentadora que lo
perdonaría. “Fue mi error”, le dio el golpe final.
“Me confiaste un secreto y traicioné tu confianza”, habló
suavemente, agarrando su mano, viendo cómo su rostro se
desmoronaba un poco. “Déjame disculparme invitándote a
una agradable cena. Tendremos una cita o dos, y luego te
haré mío, oficialmente”.
Jimin estaba abrumado con sus palabras. De repente
Yoongi se estaba comportando como él quería que lo
hiciera. De repente, estaba consiguiendo todo lo que
siempre quiso. Sus dedos temblaron.
“No”, susurró Jimin. “Preferiría que no.”
“No me alejes”, susurró Yoongi, acariciando su rostro.
“El Rey no sabe que fuiste tú quien me contó el plan. Su
Gracia no sabe que a tí se te ocurrió este plan, y nunca lo
sabrá”.
El corazón de Jimin se aceleró. De repente descubrió que
él era el mensajero menos confiable de la historia. La
próxima vez, iría directamente a Taehyung. De hecho, una
vez que Taehyung despertara, Jimin le revelaría el plan. De
esa forma, Yoongi no podría volver a amenazarlo con esta
información.
Atrapado en su red, Jimin no tenía adónde ir. Él asintió
con la cabeza, a pesar de lo nervioso que se sentía.
“Entonces es una cita” dijo Jimin. Era lo que quería
desde el principio, pero ahora que lo tenía, ya no lo quería.
35. XXXIV

VAGANDO POR LAS CALLES


Taehyung se despertó aturdido. Su visión se sentía
borrosa y sus piernas se levantaron solas de la cama. Ni
siquiera se sentía como si acabara de despertarse. En
cambio, se sintió como si estuviera soñando cuando se
quitó las mantas, se puso los zapatos y salió de la
habitación.
Solo era consciente de que su cuerpo caminaba, pero
¿hacia dónde? Él no lo sabía. Sentía lo mismo de aquella
vez cuando estaba cerca de la torre y su cuerpo actuaba
por sí solo para subir las escaleras. Ignoró por completo a
Jungkook que se había quedado dormido sentado junto a la
cama, ni sentía el viento frío del jardín.
“Ven, niño…”
Taehyung se dejó guiar hacia la misma torre
nuevamente, subiendo las escaleras, hasta que se detuvo
ante una puerta. Luego, se quedó en blanco y se tambaleó,
su visión se aclaró de repente.
“¿Dónde estoy?” exhaló, mirando a su alrededor
confundido. Todo lo que recordaba era despertarse y luego,
de repente, estaba de nuevo en la torre. Esta vez, las
puertas se abrieron un poco, lo que permitió que la luz se
filtrara en la oscuridad.
“Ahí estás”, habló una voz cansada. “No te quedes junto
a la puerta, entra”.
El doncel se puso rígido ante la voz de Dorothy, pero hizo
lo que le dijo. Entró en la habitación, sus ojos recorrieron el
lugar, dándose cuenta de que realmente no había nada
interesante aquí. Había una mesa y dos sillas junto a la
ventana, una cama grande, estanterías y botellas extrañas
en una mesita de noche.
“No parezcas tan confundido, niño”, reflexionó Dorothy,
inclinando la cabeza. El parecido con su madre era una
locura.
“Te pareces a tu madre. Recuerdo haberla conocido
como si fuera ayer, la chica que fue en contra de su propio
destino”.
La mirada de Taehyung se centró en Dorothy.
“Se suponía que no debía casarse con tu padre. Los
cielos lo prohibieron y le advertí que habría graves
consecuencias, pero no escuchó”, se lamentó con un
suspiro melancólico.
“Y ahora, mira lo que le pasó. Tuvo una muerte dolorosa,
viendo a su esposo quitarse la vida antes que la suya.
Luego, deja atrás a su pequeño niño, solo en un mundo de
monstruos que se alimentaban de sangre”, Dorothy.
reflexionó, como si estuviera contando un chiste gracioso.
La mirada de la mujer voló al cuello del rubio. Las
marcas de colmillos de la mordedura de un vampiro
siempre desaparecían en un día. Pero Dorothy sabía que el
Rey bebía de su esposo. El pobrecito Taehyung no se dio
cuenta de que se había convertido en alimento no solo para
su marido, sino también para sus hijos.
“Mi madre fue feliz”, dijo fríamente Taehyung, con los
labios hundidos. “¿Quién eres tú para determinar las obras
del destino?”
“Estúpido, estúpido niño”, suspiró Dorothy de nuevo,
antes de indicarle que tomara asiento.
“¿Me guiaste hasta aquí, no?” preguntó Taehyung,
ignorando la sugerencia. “Sucedió antes”.
Dorothy hizo una pausa. Desvió la mirada hacia el joven,
que estaba junto a la puerta con expresión aprensiva.
“Jungkook heredó de mí el rasgo de deformar las
perspectivas. Fui yo quien le enseñó todo lo que sabe”.
Taehyung de repente recordó esa parte de Jungkook. Lo
había hecho antes, en la pista de baile, donde solo gente de
su clase pudo presenciar su primer baile. Él tragó. Que
poder aterrador. No es de extrañar que fueran la familia
que gobernaba Wraith.
“Tal vez tus hijos heredarán los mismos rasgos”, dijo
Dorothy. “Sin embargo, sería desafortunado ya que no
estaría aquí para enseñarles, y su padre los despreciaría
demasiado como para siquiera mirarlos”.
Taehyung tenía tantas preguntas. ¿Quién y qué era
exactamente Dorothy? “C-cómo supiste—”
“Escucho cuatro latidos en esta habitación”, dijo Dorothy
con desgana.
Taehyung sintió como si Dorothy estuviera mirando
directamente a su alma, esos ojos rojos sangre llenos de
demasiada sabiduría para este mundo. Si Dorothy escuchó
esos latidos del corazón, ¿significaba eso que Jungkook
también los escuchó? Lo más probable es que no, ya que
pareció sorprendido durante el chequeo.
“Obviamente dos nos pertenecen, entonces… ¿a quienes
pertenecerán los otros dos?” añadió. Al ver la
desaprobación en el rostro ajeno, se rió entretenida.
“¿Por qué no te sientas y disfrutas una buena taza de té
conmigo? Es luna llena y mi torre tiene la mejor vista del
cielo” Dorothy, señaló la silla a su lado.
Taehyung sintió que debería regresar a su dormitorio,
pero tenía demasiada curiosidad sobre el conocimiento que
poseía la anciana. Por lo tanto, obedeció, tomó asiento,
pero no tocó la taza de té caliente colocada frente a él.
“¿Asustado de haber envenenado tu bebida?” bromeó
Dorothy.
Taehyung se mantuvo distante. Volvió su atención a la
ventana y, efectivamente, la vista era impresionante.
“Tú y mi nieto también van en contra del destino”,
afirmó, tomando un sorbo de la manzanilla calmante. “Se
suponía que el Rey estaría con la Rosa Dorada”.
Jimin.
El corazón de Taehyung se aceleró al pensar en su mejor
amigo en los brazos de su esposo. Dolía al pensar en
Jungkook acariciando suavemente el rostro de Jimin de la
forma en que lo hacía con él mientras se burlaba de Jimin
por lo que fuera que había dicho. Su pecho ardía de celos.
“Y ahora, ambos están pagando por las consecuencias de
sus acciones”, murmuró Dorothy, mirando el estómago de
Taehyung. Con el camisón blanco que llevaba, su estómago
se mostraba un poco más ahora.
“¿Cuánto tiempo has vivido?” preguntó Taehyung,
volviéndose hacia ella. “¿Lo suficiente como para conocer a
la primera Reina de Wraith?”
Dorothy hizo una pausa. “Solo era una chica”, admitió.
“Cuando la reina fue coronada, era una pequeña y
encantadora humana con el rostro de una diosa. No era de
extrañar que los hombres fueran a la guerra por ella”.
Taehyung recordó fragmentos de la Primera Guerra. Fue
antes de la Guerra de las Especies en la era moderna. La
Primera Guerra ocurrió hace siglos, cuando los carruajes
dominaban las calles y los hombres mataban cuando
encontraban a su pareja calentando la cama de otro.
“Su embarazo”, murmuró. “¿Recuerdas cómo—”
“Fue un parto complicado. Muy parecido a lo que
pasaras, pero la mujer sobrevivió. Aunque, no sé ni
recuerdo cómo lo hizo”.
Los hombros del doncel se hundieron con decepción.
Tenía la esperanza de aprender cómo lo hizo la primera
reina.
“Con lo avanzada que se ha vuelto la tecnología, pensé
que tendría una mejor oportunidad”, dijo Taehyung,
haciendo todo lo posible por ocultar el dolor en su voz.
“Bueno, no muchos Pura Sangre en este mundo fueron lo
suficientemente tontos como para reproducirse con un
humano. Probablemente seas el segundo caso registrado
desde la primera Reina”, reflexionó Dorothy. “¿Qué tan
divertido sería si tú y mi nieto fueran las reencarnaciones
de los primeros Reyes de Wraith?”
Dorothy miró a Taehyung, con su hermoso rostro que
podría haber iniciado una guerra. Dorothy escuchó que
Yoongi había estado buscando sangre pura con sangre O
negativo y, por supuesto, han localizado dos en el este. Con
la naturaleza de Jungkook, se libraría una guerra si fuera
necesario.
“Dicen que el primer rey y la reina tuvieron el romance
más grande de la historia”, agregó, muy entretenida con la
idea. Muchas historias de amor se escribieron sobre ellos.
“Y que fueron el modelo para las historias de amor. Todas
las demás relaciones después de ellos estaban tratando de
imitarlos”, concluyó.
Taehyung también lo sabía. Cuando era niño, su madre le
leía cuentos antes de dormir sobre la versión fantasiosa del
romance de la primera reina y el rey. No hay ni una sola
niña o niño en Wraith que nunca haya oído hablar de su
gran historia de amor y guerra.
“Entonces, ¿vivió la Primera Reina?”.
Dorothy permaneció en silencio.
El corazón de Taehyung dio un vuelco. Él pensó que la
Reina lo hizo, pero los registros no estaban bien guardados.
Todos los libros hablaban de lo virtuosa que era la Reina, lo
poderosa que era para una mujer y su ingenio que no
conocía límites. Ninguno de ellos habló sobre su embarazo
o los eventos posteriores.
“No recuerdo”, habló finalmente Dorothy. “Tenía menos
de cinco años cuando la conocí, y he vivido durante siglos
viendo carruajes convertirse en automóviles, caminos de
tierra en aceras y amas de casa en empleadas”.
Taehyung frunció el ceño y siguió mirando por la
ventana. No pensó que se sentaría aquí con Dorothy, con
una taza de té, hablando de historia.
“Verte tan inflexible en seguir el camino de tu madre me
hace gracia”, agregó Dorothy, sus labios se curvaron hacia
arriba. “La historia se repite ante mis propios ojos”.
Taehyung se giró tranquilamente hacia ella, sabiendo
que era un golpe provocativo. “Veremos si vives lo
suficiente para presenciar cómo se repite”.
Dorothy de repente se rió, el sonido viejo y maduro como
un árbol antiguo en el bosque. No esperaba que el pequeño
humano tuviera las agallas de su nieto. Qué intrigante.
“Todavía no apoyo tu relación con mi nieto. Sus padres
murieron cuando él era solo un niño. Lo he criado como si
fuera mío y me gustaría que no sufriera”.
El rubio recordó haber oído hablar de los padres de
Jungkook. Su madre había estado aterrorizada de que no
tuviera ningún poder, a pesar de ser un Sangre Pura. Ella
había experimentado con su hijo pequeño, lo que resultó en
la pérdida de las emociones amorosas que surgían del
corazón. Su madre obtuvo lo que quería: un hijo poderoso,
pero que no la amaba, porque había perdido la capacidad
de amar.
“Pero viendo su etapa rebelde, no me importaría que él
tenga un poco de dolor”, añadió Dorothy sin expresión. Se
volvió hacia Taehyung, sabiendo que esta pequeña cosa era
el presagio de su agonía.
“No sobrevivirás a este embarazo, Taehyung. Pero tus
hijos podrían. Incluso si sobreviven, no me sorprendería si
Jungkook los asesinara como represalia”.
El doncel estaba aterrorizado.
“Quizás el dolor sería demasiado para soportarlo. Y
Jungkook borraría sus recuerdos de ti, lo que significaría
que olvidaría esta complicación, y lo mucho que has
suplicado para quedarte con los niños. Vería a sus propios
hijos como extraños, a los que echaría del palacio, para que
queden vagando por las calles”.
Dorothy se llevó la taza de té a la boca y sonrió.
“Entonces todo tu arduo trabajo sería inútil”.

TE AMO MÁS
Jeon se despertó solo. No pensó que se quedaría dormido
esperando a que el contrario despertara. Los purasangre
como él no necesitaban dormir, pero cuanto más tiempo
pasaba con su esposo, más “humano” se sentía. Cuando
tocó la cama, esperando su suave piel, y no sintió nada, sus
ojos se abrieron de golpe.
Salió disparado de su silla, girando incrédulo. La cama
estaba fría. Él lo había dejado. Mil posibilidades pasaron
por su cabeza. ¿Fue secuestrado? Las ventanas estaban
cerradas. ¿Se escapó? Él estaba embarazado de su hijo. ¿A
dónde fue?
Su corazón se aceleró y, por una vez más, sintió miedo
puro. Irrumpió en el baño y abrió las puertas,
encontrándolo vacío. Caminó hacia el armario y
nuevamente nada. Él no estaba en la habitación.
“Así que has elegido huir”, gruñó por lo bajo. En ese
momento, las puertas chasquearon suavemente y se dio la
vuelta.
Taehyung caminó cansadamente a través de las puertas,
en camisón y pantuflas sucias. Sus ojos se agrandaron al
verlo y sus ojos rojo sangre. Estaba furioso. Cuanto más
fuertes son sus emociones, más brillantes son sus ojos.
Alto, pálido y guapo, su corazón dio un vuelco al ver su
furia.
“Jungkook,” dijo su nombre rodando sin esfuerzo de su
lengua.
“¿Dónde estabas?”.
“Dorothy me puso en trance, creo, como la última vez
que subí a su torre”, admitió.
Jeon respiró profundamente por la nariz, aclarando sus
pensamientos. En tres largas zancadas, estuvo frente a él,
agarrando sus manos.
“Aléjate de mi abuela”, dijo Jungkook en voz más baja.
“Ella te lastimará”.
Taehyung recordó las palabras de Dorothy. De hecho,
Dorothy hirió a Taehyung de la misma manera que lo hizo
Jungkook. Con palabras afiladas como armas y manejadas
con pericia.
“Ella dijo que la historia se repite”, afirmó. “Que estamos
obligados a tener un amor como mi madre y mi padre que
fueron contra el destino y—”
“Ella y esas estúpidas profecías. Nadie habla con ella, así
que ella habla con un Dios olvidado”.
Taehyung levantó la cabeza. “Ella dijo que matarías a
nuestros hijos si ellos me matan al nacer”.
El pelinegro vaciló. Admite que esos pensamientos han
cruzado por su mente antes. “No me gustan los niños”.
El menor se quedó en silencio. Él lo miró, las cejas
tensas del pelinegro, su mandíbula apretada y sus ojos
verdes ardientes. Se acercó a él y le tocó la cara con
cautela. Inmediatamente, Jeon se inclinó hacia su toque, su
expresión todavía dura y áspera.
“Pero me encantaran nuestros hijos”, dijo finalmente
Jungkook. Apoyó su mano sobre la de él y le besó la punta
de los dedos. “Especialmente si no son como yo”.
“Pero hay mucho que amar de ti”, respondió Taehyung.
El pelinegro lo miró sombríamente, con una sonrisa de
dolor. “Ves lo bueno en todo. Ves el amor en el odio, la luz
en el vacío y el oasis en el desierto. Tu corazón es
demasiado tonto para aquellos a quienes quieres”.
Taehyung parpadeó. Él no lo creía así.
“Ahora, ven a la cama y demuéstrame que me amas”,
murmuró Jeon, capturando sus labios. Su corazón tembló,
al igual que sus manos cuando tomó su rostro entre sus
manos y bajó su cabeza. Sus brazos se deslizaron alrededor
de su cintura, luego su parte inferior y lo llevó a la cama.
“Por tu bien, seré mucho más gentil”, susurró sobre su
boca humedecida, besándolo suavemente, antes de picotear
su nariz y frente.
Lo acostó, sus músculos visiblemente apretados por la
tensión de contenerse.
Jungkook levantó su barbilla, capturando sus labios de
nuevo, su lengua caliente forzándolos a separarlos.
Taehyung tarareó en el beso, sus dedos tentativamente
deslizándose por su brazo, agarrándolo. Le tocó la cara
suavemente, su lengua resbaladiza explorando su boca
húmeda, dominando todo lo que el menor le permitía. Él
gimió.
Con cada movimiento, Jungkook se mareaba aún más, el
aire abandonaba sus pulmones. Al darse cuenta, comenzó a
mordisquear sus labios, justo cuando Taehyung contuvo un
suave jadeo. Sus caderas elevándose, presionaban contra
su parte inferior, y le dolía el lugar entre los muslos.
“J-Jungkook,” tropezó con sus palabras, incapaz de
comprender adecuadamente lo que estaba saliendo de su
boca. “Lo necesito…”
El pelinegro dejó escapar un sonido áspero. Sin dudarlo,
se desabrochó el cinturón, lo arrojó a un lado y se desvistió.
Taehyung miró a través de sus pestañas, absorbiendo la
vista de su cuerpo tonificado, ondeando con músculos que
se contraían con cada movimiento.
“Estás babeando”, bromeó Jungkook, mientras su mano
volaba hacia su barbilla, pero estaba seca. El otro lo miró al
instante, con la cara roja.
“Yo no estaba—”
“¿Qué necesitas?” murmuró, sus manos debajo de su
camisón, palpando sus suaves muslos mientras se
acomodaba entre sus piernas abiertas.
Taehyung abrió y cerró la boca, sin saber cómo expresar
adecuadamente sus deseos. “Yo solamente te necesito”.
“¿Necesitas que haga qué?” le preguntó con voz ronca,
decidiendo torturarlo un poco. Podía sentir el calor
acumularse entre sus piernas, su pulgar presionando sobre
su ropa interior con cordones, sintiendo un punto húmedo
en su glande. Su rostro se volvió más cálido, la sensación
hizo que su respiración se hiciera más lenta.
“No me hagas esto”, gimió Taehyung, envolviendo sus
brazos alrededor de su cuello, bajando su rostro. Él sonrió
y sacudió la cabeza.
“Dime”, exigió. El calor de su cuerpo lo estaba volviendo
loco, su suave olor, su voz temblorosa, sus ojos húmedos.
Estaba nublando su juicio, pero aún quería jugar con su
esposo.
“Yo… solo te necesito a ti” admitió, justo cuando él le
quitó el camisón, dejándolo expuesto en nada más que su
ropa interior de encaje blanco. Su cuerpo zumbaba con
calor, y trató de cubrirse, pero él lo agarró por las muñecas
y las sujetó junto a su cabeza.
“¿Qué hay de mí?”
“T-tu uhm…” gimió Taehyung, incapaz de soportar sus
burlas. Sus penetrantes ojos rojos se clavaron en su alma,
mientras le soltaba lentamente la muñeca. Sus ásperas
manos subieron suavemente por sus muslos desnudos.
“Jungkook,” gimió, bajando su cabeza hasta que sus
labios rozaron su boca. “Necesito que me folles”.
Los ojos del pelinegro se oscurecieron. “Con mucho
gusto”. Desgarró su ropa interior de encaje, tirando el
material desgarrado al suelo.
Masturbo el miembro de Taehyung de arriba hacia abajo,
deteniéndose en el glande para humedecer sus dedos, y
luego bajó a su rugosa entrada, preparándolo para él.
Taehyung gimió cuando sintió dos dedos abrirse paso en su
interior, quería algo más grande que eso, lo necesitaba.
Jungkook ya estaba duro y erecto, palpitando por el calor
de sus entrañas que envolvían tan bien sus dedos.
“Ahora”, instó Taehyung, aunque no necesitaba que se lo
dijera dos veces.
“Cariño, te vas a arrepentir de tus palabras”, advirtió.
Sacó sus dedos, y entró de una sola estocada, haciéndolo
gritar, aferrándose a él con fuerza. Él agarró una cadera y
puso una mano al lado de su cabeza.
Jungkook se deslizó dentro y fuera, cada embestida
profunda, pero cuidadosa y controlada. La respiración del
rubio se volvió inestable y se presionó contra él, sus uñas
se clavaron en su piel fría, y él gruñó, moviendo sus
caderas repetidamente, golpeando su carne interna.
“Cariño, eres tan hermoso” murmuró ronco, los ojos
ajenos llorosos mirándolo fijamente. El cumplido lo dejó
nervioso, pero complacido, sus dedos de los pies se
curvaron mientras levantaba la espalda de la cama,
intentando encontrar sus rítmicos movimientos.
Jeon siseó, presionando su cuerpo contra la cama,
gruñendo bajo en su oído, su pecho retumbando. “No”,
advirtió.
La mirada de Jungkook se agudizó y movió sus labios
sobre los contrarios, besándolo como un hombre
hambriento. Su boca era codiciosa y áspera, hablando por
lo que su fuerza no podía. Penetró con cuidado, pero lo
besó descaradamente. Taehyung trató de evadir
inconscientemente el placer, hundiendo los pies en la cama,
pero él simplemente sonrió.
“No intentes huir cuando eres tú quien rogó por esto”.
Sus pensamientos estaban nublados, y solo podía
mirarlo. “Yo no…”
“Oh, pero lo hiciste,” murmuró. “Te gusta cuando toco
aquí, ¿no?”
Taehyung inicialmente estaba confundido hasta que él
embistió más profundo y sensualmente, golpeando un bulto
de nervio que hizo que su espalda se arqueara fuera de la
cama.
“Oh, por favor, no allí—”
“Así que es aquí”, dijo Jungkook con voz contenida y
burlona. Se concentró específicamente en ese lugar, hasta
que su esposo se convirtió en una cosita desastrosa
gimiendo y lloriqueando, sus manos agarrando con fuerza
las sábanas, su cabeza girada hacia atrás en éxtasis.
“D-detente, Jungkook, no puedo, se siente demasiado
bien” jadeó, incapaz de registrar las cosas que salían de su
boca. Estaba abrumado por el placer, su piel resbaladiza y
húmeda.
Jeon podía escuchar su corazón latir erráticamente,
mientras apretaba los dientes y trataba de no ser tan duro
con su esposo. Era tan difícil contenerse, pero Taehyung lo
quería, así que se obligó a tener cuidado.
Taehyung deslizó sus dedos en su cabello negro,
haciéndole bajar la cabeza. Presionó sus labios en sus
oídos, susurrando febrilmente su nombre una y otra vez.
Provocándolo.
“Jungkook, Jungkook, por favor, yo-yo no puedo—”
“Te ves tan impresionantemente etéreo así”, jadeó. Su
esposo iba a ser la muerte para él. El sonido de su nombre
saliendo de su boca, sus súplicas, sus suaves gritos, él se
acercaba cada vez más. Su esposo también, sus entrañas
fuertemente apretadas alrededor de su grueso pene
hinchado, negándose a dejarlo ir a ningún otro lado.
Taehyung tembló, apoyó la cabeza contra su pálido
cuello, sus piernas temblaban, su respiración se aceleraba
hasta que el calor se acumulaba y podía escuchar y sentir
los latidos de su corazón. Clavó las uñas en su espalda, sus
cuerpos presionados uno contra el otro con pasión.
“Jungkook, estoy tan cerca que—”
“Quédate quieto, si sigues moviéndote así, perderé el
control”, gruñó, agarrándolo por la cintura. En ese
momento, Taehyung se apretó incontrolablemente y gritó
su nombre, una calidez innegable chapoteando dentro de
sus oídos.
Jungkook maldijo por lo bajo y besó un lado de su
cabeza, sus caderas se doblaron mientras se descargaba en
su interior. Dejó escapar un suspiro de alivio. Taehyung
apretó sus brazos alrededor de él cuando salió lentamente
de su agujero, luego volvió a entrar, hasta que estuvo lleno
de él.
“Te amo”, susurró el menor, echándose hacia atrás para
besarlo, sus piernas aún temblaban, mientras su calor
goteaba un poco.
Jungkook respondió de inmediato, besándolo con cariño
y pasión, hasta que su esposo fue abrazado entre sus
brazos desnudos, donde sus corazones latían salvajemente
contra su pecho hasta que finalmente se convirtieron en
uno solo.
“Y yo te amo más, mi dulce”.

ABRÁZAME
“Hiciste un buen trabajo, querido”, le susurró. Él lo besó
en la nariz y apoyó su frente contra la ajena.
El corazón de Taehyung saltó ante sus palabras. Lo miró
cansadamente a los ojos, su corazón amenazando con
salirse de su pecho por la intensa sensación. Se estremeció
y optó por abrazarlo, presionando su rostro contra su
cuello, ganándose su suave risa.
“Tengo que limpiarte, cariño” Jungkook presionó sus
labios en su hombro. El menor negó con la cabeza, sus
brazos cada vez más apretados a su alrededor.
“Abrázame”, murmuró, deseando su amor para él solo.
Todavía estaba sumergido en su interior, y con avidez
envolvió sus piernas alrededor de su cintura, presionándolo
más contra su cuerpo. No queriendo que se vaya.
La sonrisa del pelinegro lentamente se volvió seria.
Taehyung jadeó suavemente, sintiéndolo crecer de nuevo.
Taehyung sabía que no había retorno de esto. Él ya había
profanado con profundidad sus entrañas, sus caderas
lentamente volvían a la vida, meciéndose como olas en el
mar. Gimió, su longitud perfecta y caliente para su cuerpo
sobrecalentado.
“Vas a ser mi muerte”, gimió, su voz bajando una octava,
agarró su espalda baja para presionarlo aún más contra él.
Ni siquiera una hoja de papel podía pasar entre sus
cuerpos.
No era la intención de Taehyung, pero deseaba el amor
de Jungkook tan desesperadamente, en todas las formas y
posiciones en las que él se lo pudiera dar. Sintió su fornido
cuerpo agobiándolo, y la sensación lo hizo sentir completo.
“Te deseo”, susurró en sus oídos, con voz aterciopelada,
sacando la lengua, saboreando su piel con lentitud.
El pelinegro gimió bajo, su pecho retumbante envió
vibraciones sobre sus pezones tensos. Se apartó para
agarrar una de sus perlas, su cabeza se inclinó para
capturar el otro orbe.
Taehyung contuvo el aliento, arqueando su cuerpo en su
boca. Su lengua se envolvió alrededor de su pezón, antes
de succionar y lamer como un hombre desesperado. Sus
brazos temblaron, apartando su cabeza, pero se sentía tan
bien, tan placentero, sus intentos fueron inútiles, mientras
él rozaba con sus dientes el pezón magullado. Movió la
cabeza hacia el otro lado, mordiendo suavemente su
montículo café, ganándose un gemido en respuesta.
“Si me abrazas así de fuerte, cariño, no podré dejarte ir”,
le advirtió Jungkook, tomando su otra perla en su boca,
enrollando su lengua alrededor, saboreando su dulce piel.
“Entonces no me dejes ir nunca”.
El mayor ya no pudo contenerse. “No te atrevas a
arrepentirte de tus tortuosas palabras”, amenazó.
Jungkook salió de su interior y se hundió de golpe en una
sola estocada. La habitación se llenó con sus gemidos sin
aliento, sus gruñidos ocasionales y el sonido de sus pieles
chocando entre sí .
Taehyung se perdió en el placer hasta que ni siquiera
pudo distinguir su nombre del de él. Lo único en lo que
podía pensar era en sus embestidas, sus suaves
maldiciones y su brusca ingesta. Tenía las cejas fruncidas,
los dientes apretados. Cuando sus ojos se encontraron,
sintió fuego en sus extremidades, su corazón latía
imprudentemente, sus dedos de los pies se curvaron en
respuesta.
“Sabes, nunca lo hemos hecho solo una vez en una
noche”, jadeó Jungkook con voz tensa, penetrando aún
más, en el lugar exacto que lo hizo saltar antes. El
contrario enganchó sus piernas alrededor de él,
presionando su cuerpo duro contra el suave de él.
“Y nunca tengo la intención de hacerlo una vez”,
prometió Jungkook.
Las uñas de Taehyung se clavaron en su piel, rascándole
la espalda, con la esperanza de calmar su deseo por él.
Quería más, más rápido, más fuerte, más rudo y él siempre
parecía saberlo, pero aún así Jungkook tenía cuidado con
él, como si fuera a romperse en cualquier momento.
“Joder, Taehyung”, gimió, dejando caer la cabeza cerca
de su cuello, sus caderas como una ola áspera rodando
contra él.
Taehyung estaba extasiado por las emociones. Lo amaba
hasta el punto en que sus ojos se humedecieron y esperó
más. Estaba llegando a la cima de su clímax de nuevo,
mientras él lo embestía como un semental. Gritó, todo su
cuerpo se estremeció cuando se liberó.
“¡Jungkook!” sollozó, su cuerpo colapsando cansado
sobre la cama. Él no se detuvo allí, ya que lo follo a fondo,
embistiendo y moldeando su canal, sintiendo sus paredes
húmedas alrededor de su virilidad palpitante, y escuchando
el chapoteo de sus jugos. Pronto, sus caderas se doblaron y
respiró hondo, obligando a su cuerpo a tomar cada gota.
“Maldito infierno”, gimió Jungkook, llenándolo con su
semen. Él se estaba ahogando en éxtasis, sus brazos
cayendo de su cuello. Se acostó encima del menor,
respirando con dificultad mientras lo abrazaba con fuerza.
“¿Fui demasiado rudo?” preguntó cuando finalmente fue
capaz de no aspirar desesperadamente puñados de aire.
Tenía los ojos caídos y él pensó que no lo había oído. Pero
luego, sacudió lentamente la cabeza, sonriéndole.
“No, estuviste absolutamente perfecto”, respondió con
cansancio. No podía mantener los párpados abiertos.
Entrecerró los ojos y vio rubíes en sus ojos, como una
bestia en la oscuridad, observándolo.
Taehyung comenzó a quejarse cuando él se apartó. “No…
no te vayas”.
Jungkook se levantó de la cama en su gloria desnuda.
Taehyung giró la cabeza, preguntándose adónde había
ido su roca de hielo. Sin él, estaba caliente y sudoroso. Se
maravilló de su cuerpo, atractivo a la luz de la luna que lo
bañaba. Tenía un físico que avergonzaba a los dioses con
un rostro que tentaba a todo lo que se cruzaba en su
camino, hombres y mujeres por igual.
Saltó cuando algo tibio y húmedo tocó su piel. Miró hacia
abajo para ver que él lo estaba limpiando, pasando una
toalla limpia alrededor de su cuerpo. Era sensual y lento,
cuidadoso de no molestarlo.
“Haces esto a menudo”, dijo Taehyung, con la voz un
poco arrastrada. Cada vez que se acostaban juntos, ya
fuera haciendo el amor o follando, él siempre lo limpiaba.
Por eso se despierta tan cómodo al día siguiente.s
“Es cortesía, cariño”, le limpió desde el cuello hasta las
piernas, antes de tirar la toalla al suelo. El contrario
tarareó e inmediatamente levantó los brazos hacia él,
deseando un abrazo.
“Demasiado adorable”, susurró Jungkook. Lo atrajo hacia
su abrazo, mientras su esposo se recostaba de costado, con
la espalda presionada contra su pecho.
Jungkook presionó sus labios en su sien, su mano
descansando sobre su estómago que sobresalía ahora. Él lo
abrazó hasta que sus piernas se enredaron, y fueron un
desastre de extremidades en la cama.
“Mmm.” Taehyung se apagó, sus ojos se cerraron. Le
tomó menos de un minuto quedarse completamente
dormido, envuelto en comodidad y protección.
El pelinegro no estaba dispuesto a separarse de él. Ni en
esta vida, ni en la siguiente. Lo amaba con todo su corazón,
tanto y tan apropiadamente como sabía.

DOS ERRORES
A la mañana siguiente, Taehyung estaba recién bañado y
preparándose para el día cuando recibió una llamada
telefónica de Jimin. Estaba sentado junto al tocador
mientras Jungkook se cernía sobre él, sus largos dedos
rozaban los joyeros, eligiendo algo para que se pusiera.
“¿Hola?” Taehyung habló por teléfono, notando que los
ojos de Jungkook inmediatamente se posaron en él. Éste lo
miró intensamente, con una mano en el respaldo de su silla
y la otra recogiendo un arete que colgaba. Estaba lo
suficientemente cerca para tocarlo, pero no lo hizo.
“¡Tete, buenas noticias!” Chilló, ajustando el teléfono a la
otra oreja mientras apartaba a Jongin de su vista. Él
suspiró por su comportamiento, pero se fue de todos
modos, dejando el informe de progreso en su escritorio.
“¿Qué es?” preguntó, sonriendo un poco a Jungkook
cuando él le puso el arete. Su toque era frío, pero su piel
estaba demasiado caliente. Al instante se estremeció, pero
se inclinó hacia su caricia helada, queriendo calmar el calor
de su cuerpo.
“Park Pharmaceutics está desarrollando rápidamente un
fármaco, pero el problema es que no estamos seguros de si
los ensayos en humanos se completarán antes del
nacimiento…”
Taehyung parpadeó lentamente. “No me importa tomarlo
antes de que pase completamente la prueba humana, Mimi.
Cualquier cosa funcionará en este punto”.
Jeon hizo una pausa.
“¡Pero a mí me importa!” Jimin gritó por teléfono,
mirando el informe de los laboratorios. Suavemente frunció
el ceño al papel. “No sabemos los síntomas que pueden
presentarse y, en casos extremos, ¿qué pasa si le duele al
niño y al padre a la vez?”.
Antes de que Taehyung pudiera agregar algo, Jimin
continuó. “El fármaco se está desarrollando, pero no está ni
cerca de completarse… No sabemos si podremos hacerlo a
tiempo”.
Los hombros de Taehyung se hundieron con decepción.
Hizo todo lo posible por no fruncir el ceño, porque podría
preocupar a Jungkook. Movió el teléfono al otro lado,
permitiéndole que le ponga el otro arete. Siempre se
preguntó de dónde surgían estas nuevas joyas. Siempre
parecía haber nuevos todos los días.
“¿Realmente no hay nada que podamos hacer?”
murmuró, pero al instante se arrepintió de sus palabras,
dándose cuenta de que lo había dicho en voz alta en lugar
de dentro de su cabeza.
“Lo siento, Tete, yo—”
“No, no, es mi culpa, debería investigar más en lugar de
depender de las personas”, suspiró suavemente Taehyung.
Nunca se había sentido tan impotente hasta ahora. A
través del espejo del tocador, vio que la expresión de
Jungkook se oscurecía. La temperatura descendió, las
sombras treparon por las paredes y escuchó un leve grito
como el de los demonios en la puerta del infierno.
Estaba furioso.
Taehyung apoyó la cara en su mano que descansaba en
la silla. Inmediatamente, tomó su rostro entre sus manos,
sus duros rasgos se suavizaron, solo un poco.
“Nadie tiene la culpa aquí”, regañó Jimin. “¡En todo caso,
ese esposo tuyo tiene la culpa de no convertirte en un
vampiro de antemano!”
Taehyung sonrió irónicamente. “No sé si hubiera
sobrevivido…”
Jeon apretó los dientes. De repente quiso aplastar el
teléfono contra el suelo. Podía escuchar toda la
conversación. Odiaba el hecho de que su esposo se culpara
a sí mismo.
“Tal vez haya otra manera”, dijo Jimin de repente,
sabiendo que no había otra opción que esta. “Q-qué tal si
consideramos la posibilidad de uhm—”
“No”, cortó Taehyung bruscamente, sabiendo ya lo que
iba a decir. Todos parecían querer eso de él.
“Tete—”
“Dame el teléfono”, dijo Jungkook.
Taehyung parpadeó. Lo miró justo cuando él tomó el
teléfono de sus manos y colgó. Jadeó, agarrando su
teléfono, pero él lo arrojó sobre la cama.
“¡Jungkook!” protestó, poniéndose de pie.
Inmediatamente, el pelinegro lo agarró por la cintura y lo
atrajo hacia él. Estaba cada vez más molesto por la
conversación. ¿Por qué no terminarlo en el acto? Pero
luego, miró su expresión y supo que el menor estaba aún
más enojado por sus acciones.
“No puedo creer que esté diciendo esto, pero Jimin tiene
razón” habló Jungkook.
Taehyung lo miró, asombrado de que escuchara toda la
conversación. Por otra parte, era un Sangre Pura y poseía
habilidades extraordinarias. Lo miró fijamente, en silencio
por su determinación. Sin decir palabra, le tocó la cara y él
inmediatamente se inclinó hacia su toque, presionando sus
labios sobre las yemas de sus dedos.
“Cariño”, arrulló Jungkook suavemente arrastrando las
palabras, con las cejas tensas y la mandíbula apretada.
Taehyung vio el dolor en sus ojos, pero él no lo sabía,
¿verdad? “¿Por qué crees que quiero tanto quedarme con
los niños?” de repente le preguntó.
“Para que puedas ser egoísta”, murmuró el pelinegro.
Taehyung se rió débilmente de sus palabras. “No,
Jungkook. Es porque quiero que tengamos una familia
adecuada. Quiero que tengas a alguien que siempre esté a
tu lado, alguien que seque tus lágrimas cuando yo no esté,
alguien que te ame sin reparos. Una familia que tuve, pero
que perdí demasiado pronto, y una familia que nunca
tuviste, pero que deseabas tan desesperadamente”.
El mayor se quedó atónito por sus palabras. Cuando su
esposo lo dijo así, ¿cómo podría él negarlo? Incluso cuando
iba a morir, Taehyung se preocupaba por él. Sus dedos se
clavaron en su palma hasta que le salió un poco de sangre.
“Quiero que seas feliz por el resto de la eternidad”,
añadió, apoyando la frente en su hombro. “Y si no puedo
estar contigo por la eternidad, al menos una parte de mí lo
estará”.
Taehyung lo rodeó con sus brazos, abrazándolo con
fuerza. La mano del pelinegro cayó sin fuerzas a su lado, y
le dolió el pecho para enfrentar la verdad. Taehyung iba a
morir. Y no había nada que pudieran hacer. Por ahora,
Taehyung había llegado a un acuerdo con este hecho.
Cuando él no respondió, el menor tomó sus manos y las
volvió a colocar en su cintura, en el lugar que siempre le
gustaba agarrar para atraerlo hacia él.
Jungkook lo miró, incapaz de decir nada. No sabía qué
decir. ¿Era el hecho de que él era el único incapaz de
aceptar su decisión de morir? No podría vivir en este
mundo sin su dulce.
“Has vivido siglos sin mí”, murmuró Taehyung. “Puedes
vivir unos cuantos más sin mí”.
“Ya te has preparado para morir”, comentó con frialdad,
Taehyung simplemente lo miró y sacudió la cabeza.
“Estoy dispuesto a sacrificar mi felicidad para darte un
poco de dolor, pero siglos de alegría”.
“¡No necesito siglos de alegría si no estás en ella!” Se
exasperó, agarrándolo por los hombros, bajando la cabeza
en señal de derrota.
“Yo—” hizo una pausa, con un nudo en la garganta. Era
una sensación que nunca había sentido antes. Su pecho se
sentía pesado, y no podía pensar con claridad.
“Todo estará bien, Kook”, murmuró Taehyung en voz
baja, el apodo salió de su lengua. Recordaba vagamente
llamarlo por este nombre cariñoso en su juventud. Se
inclinó y envolvió sus manos detrás de su cuello, mientras
lo besaba en la frente.
“Va a estar bien”, afirmó.
Jeon sabía que nunca iba a estar bien, pero tomaron una
decisión y era hora de enfrentar lo que estaba por venir. Él
se equivocó por no convertirlo, pero Taehyung estaba
equivocado por desear ser convertido cuando su
humanidad era tan hermosa, y podía perder fácilmente su
vida para convertirse en algo que no estaba destinado a
ser.
Dos errores no hacen un acierto.

MI CARNE Y SANGRE
“Presidente”, se dirigió Jongin, sabiendo que la reunión
iba a comenzar pronto. Una vez más, el presidente estaba
aturdido, con los ojos fijos en la ventana. Estaba lloviendo
afuera, las gotas resbalaban por el vidrio.
“El cielo está llorando”, comentó vagamente Jimin, su
atención se centró en las nubes de tormenta. Era una
mañana horrible. Tragó saliva, sabiendo que no se podía
hacer nada por Taehyung.
“Y tus empleados llorarán por no recibir el pago si
continúas mirando por la ventana en lugar de prepararte
para la reunión”, lo reprendió, sin saber por qué parecía
tan deprimido.
Park Pharmaceutics avanzaba rápidamente, y el nuevo
medicamento que se estaba desarrollando iba a generar
millones, sino miles de millones de dólares en ganancias.
Era un fármaco muy buscado que se extendería
rápidamente por todo el país y luego por el mundo. Ya
estaban en camino de completar una patente para el
medicamento.
“Siempre estoy preparado”, comentó Jimin, mirándolo.
“Revisé las sesiones informativas ayer, y hoy”.
Jongin enarcó una ceja.
“No parezcas tan sorprendido”, se burló Jimin. “No
llegué a donde estoy sin trabajo duro”.
“Lo sé, presidente. Durante el tiempo en que se preparó,
recibió tutorías sobre cómo convertirse en un candidato
adecuado para ser director ejecutivo”.
“Si lo sabes, deja de parecer tan cansado y estresado
todo el tiempo” Jimin se puso de pie. Iba a tener una
reunión de inversores en unos minutos, ya que necesitaban
un poco más de financiación para acelerar el proceso.
“O te arrugarás demasiado rápido y nadie te querrá”,
agregó, arrugando la nariz hacia él.
Jongin se rió. “Díselo a mi novio, presidente”.
“Todavía no puedo creer que hayas podido encontrar un
chico que tolere tus regaños” Jimin sacudió la cabeza. Salió
de su oficina, con Jongin siguiéndole el rastro. El trueno
estalló en la distancia, el cielo sombrío se iluminó por solo
una fracción de momento antes de que la oscuridad lo
consumiera nuevamente.
Era como si el cielo estuviera de luto.
Taehyung se encontraba en la biblioteca. Después de
haber completado su agenda del día, quería tomar un
descanso, pero ser productivo al mismo tiempo. Había
pasado un tiempo desde la última vez que agarró un libro
de romance y lo leyó desde el amanecer hasta el anochecer.
Solar y Evelyn habían sido perdonadas por el día, dado
que ya habían completado sus deberes.
“Qué lugar tan hermoso”, dijo sin aliento, sus ojos
recorriendo la biblioteca anticuada, con paredes y estantes
de roble oscuro, ricas alfombras de terciopelo y una
temperatura sutil que preservaba todos los libros aquí.
Deambuló sin rumbo fijo por las enormes estanterías,
hasta que dobló una esquina y se sorprendió con la gran
pila de libros que descansaban sobre una mesa. Se acercó a
la pila, curioso de lo que podría ser. Cogió el primer libro y
leyó el nombre en voz alta.
“La primera reina de Wraith: una biografía”.
Sus cejas se dispararon, luego miró otro libro.
“Fundadores de Wraith”, leyó. Después, revisó los demás, y
uno por uno, siguieron un tema similar sobre la Primera
Reina de Wraith. Es decir, hasta que se detuvo en uno en
particular que le llamó la atención.
“El segundo rey de Wraith”.
Ese debe haber sido el hijo de la Primera Reina.
Inmediatamente abrió el libro, su corazón acelerado con
anticipación. Eso significaba… que los hijos de la Primera
Reina habían sobrevivido al nacimiento. Pero ¿y la Reina?
“No hay información sobre el embarazo de la Primera
Reina”, dijo una voz fría detrás de él.
Taehyung se dio la vuelta, sorprendido al ver a Jungkook.
Emergió de las sombras, con las manos metidas en sus
bolsillos, su mirada presionando en su alma. No habían
hablado en todo el día después de su discusión esta
mañana, incluso en el desayuno y el almuerzo.
“Esta biblioteca tiene toda la información exclusiva sobre
la Primera Reina, ya que estamos relacionados con el
Primer Rey de alguna manera. Tenía a todos los eruditos a
mi disposición investigando el embarazo de la Primera
Reina. Ella es la primera humana conocida en aparearse
con un Pura Sangre.” Jeon cerró la distancia entre ellos en
tres pasos. Suavemente agarró el libro de las yemas de sus
dedos, con un ceño oscuro en su rostro.
“Y no encontraron nada”, comentó. “No hay registros de
su embarazo. Nadie se atrevió a escribir o comentar sobre
el embarazo. ¿Por qué piensas que nadie lo hizo?”
El rubio frunció el ceño. “O fueron perezosos para
escribirlo, o el Primer Rey y la Reina no querían que la
gente supiera lo que sucedió”.
Lo miró fijamente. “Precisamente. El embarazo debe
haber sido tan atroz que nadie se atrevió a hablar de ello”.
“Entonces, esperemos dejar un registro”, comentó
Taehyung, tomando el libro de él.
Volvió a colocar el libro en las pilas y apretó los labios.
“Ya que hay un libro sobre el Segundo Rey, podemos
suponer que los niños sobrevivieron”.
“¿Pero qué hay de la primera reina?”.
“No lo sé, dímelo tú” Taehyung de repente recordó las
palabras de Dorothy, su corazón saltaba de miedo.
“Kook”, habló de repente.
Los ojos del nombrado brillaron. “¿Sí, querido?”
“Si muero, ¿vas a borrar tus recuerdos de mí?” susurró,
sus hombros temblaron. No le importaba si su nombre no
pasaría a la historia, pero estaba aterrorizado de que él lo
olvidara.
“Si el dolor es demasiado, entonces seré un cobarde y lo
haré”, dijo Jungkook sin dudarlo.
“Ya has pensado en eso”, acusó sin aliento.
“Tal como has pensado en tu muerte”.
“Entonces, ¿estarás resentido con nuestros hijos?”
“Quién sabe si los recordaré como míos”.
“¡Jungkook!”
Éste lo miró fijamente, sin pestañear ni parpadear.
Taehyung sintió como si estuviera mirando a un extraño.
No había emoción en sus ojos. Sin alegría. Sin tristeza
Sólo… nada. El mayor estaba distante ante él. No sabía que
así era como él lidiaba con el dolor, apagándolo por
completo.
“También son tu carne y tu sangre, tú mismo lo dijiste”,
dijo Taehyung.
Los labios de Jungkook se torcieron para reprimir un
ceño fruncido.
“Puedes borrar tus recuerdos de mí, pero siempre y para
siempre habrá un agujero en tu pecho, y te quedarás
preguntándote exactamente qué solía llenarlo. Pero para
entonces, sería demasiado tarde y tú… Sufrirás el resto de
la eternidad sin saber la verdad”, argumentó.
Habría gente a su alrededor para recordarle lo que pasó
entre ellos dos. Sabía que Jimin nunca lo dejaría pasar.
Tampoco los gemelos y el resto de la gente. ¿Pero eso le
importaría a Jungkook?
El pelinegro se quedó en silencio durante mucho tiempo.
Se quedaron allí, separados por el ancho de una mano, sin
tocarse, sin hablar, solo mirándose el uno al otro. Habían
estado quietos durante tanto tiempo que las luces del
sensor de movimiento parpadearon y amenazaron con
apagarse.
Finalmente, Jeon habló, en voz baja y melancólica. “Son
mi carne y mi sangre. No olvidaré que son mis hijos ni seré
un cobarde”.
Taehyung observó su expresión, demacrada y agotadora.
Sabía que debía haber habido confusión en su mente, una
que él nunca entendería, pero que desearía haber
escuchado. Al ver su rostro, supo que sus palabras eran
resueltas y que no se retractaría pronto.
El alivio llenó su pecho y de repente se sintió más ligero.
El mayor caminó hacia él y colocó un brazo a cada lado de
su cuerpo, enjaulándolo. No lo estaba tocando, pero su
mirada ardiente bien podría desnudarlo.
“¿Cómo deberíamos llamarlos?” El pelinegro preguntó de
repente, sonriéndole suavemente.
El corazón de Taehyung se llenó de alegría.
Inmediatamente sonrió y envolvió sus brazos alrededor de
su cuello, abrazándolo cariñosamente. Él le devolvió el
abrazo, besando un lado de su cabeza.
“Todavía no lo sé”, exhaló. “No sabemos el género”.
Jungkook levantó una ceja.
“Pero, ¿qué tal si continuamos con mi tradición
familiar?” exhaló. “Una combinación de nuestros nombres”.
Jungkook lo miró secamente. “¿Cómo?”
El doncel parpadeó y lo miró fijamente. No podía pensar
en nada desde lo alto de su cabeza. “Todavía no lo sé”,
admitió tímidamente, ganándose una risita de él.
“Esperemos que lo descubramos pronto”.
36. XXXV

ESTÁS A MI MERCED
Pasaron las semanas y se organizó un baby shower
formal para Taehyung para celebrar su embarazo. Allí,
planeó anunciar formalmente que estaba esperando
mellizos, como una forma de reemplazar la revelación de
género, ya que decidió que sería mejor dejarlo como una
sorpresa.
El salón de baile estaba decorado con un tradicional rosa
suave y azul cielo, globos llenando el techo y los arcos,
flores en abundancia y cintas en espiral de un extremo al
otro del alto techo. Se sirvió abundante comida, los
preparativos se realizaron con una semana de anticipación
y hubo muchos juegos.
Se invitó a aristócratas de todo tipo de orígenes. En
particular, los más ricos de los ricos y las personas con
gran influencia en todo el mundo.
Todos vinieron preparados con regalos, lo que condujo a
una montaña sentada en la habitación, todos los cuales se
abrirán a discreción de Taehyung.
“¡Bienvenido!” saludó a todos los que entraron por las
puertas dobles con una brillante y alegre sonrisa.
Recordaba vagamente cómo celebrar un banquete
adecuado, ya que le habían enseñado las lecciones cuando
era príncipe en Kastrem.
Jungkook estaba justo a su lado, ofreciendo su sonrisa y
asentimiento ocasionales, pero solo a las personas que
pensaba que realmente importaban. Apoyó un brazo sobre
su cadera, mirando a cada invitado a los ojos para
memorizar sus rostros y nombres, aunque ya conocía a
todos los invitados.
“¡Tete!” Jimin dijo efusivamente, acercándose al instante,
ignorando las extrañas miradas que lo seguían. La mayoría
de las personas aquí también lo conocían, porque él había
tratado negocios con ellos de alguna forma.
“Te ves tan bonito, me encanta tu atuendo”, añadió,
mirando bien a su querido amigo.
Taehyung tenía puesto un conjunto de dos piezas de raso
blanco que no ocultaba su barriga que crecía mucho, pero
la delgada camisa bramaba, dándole una línea corporal
favorecedora. La camisa le dejaba los hombros
descubiertos y mostraba su largo y esbelto cuello, dotado
de un collar de diamantes y rubíes cuyo precio Taehyung
también ignoraba, pero los ojos de todos se abrieron al
verlo. La camisa era corta adelante, hasta un poco por
debajo de su barriga pero en la parte de atrás ondeaba con
una cola algo larga que apenas se arrastraba por el piso
pulido. Su pantalón suelto estaba fajado a su cadera,
marcando su figura esbelta a pesar de estar en estado, y
unos zapatos bajos para mayor comodidad.
“Mira quién habla”, se rió levemente Taehyung,
refiriéndose a lo impresionante que se veía Jimin con su
elegante traje rosa, que mostraba sin rodeos el género que
esperaba.
Jimin sonrió. “Solo espera”, levantó las manos para dar
un fuerte aplauso.
Las cejas de Taehyung se juntaron. Sus ojos se abrieron
cuando vio tres carros empujados juntos para formar una
mini montaña de regalos. Había cajas rosas y azules, flores
cuidadosamente envueltas, cosas envueltas en formas y
tamaños extraños y globos.
Jimin sonrió, sabiendo que había traído la mayor
cantidad de regalos. ¡Cualquier cosa por sus futuros
ahijados!
“¡Tada!” exclamó, señalando los regalos.
Hizo un gesto a sus guardaespaldas para que subieran a
los carros antes de que los escoltaran afuera. Todos los
presentes aquí habían sido escaneados antes de entrar, y
había guardias ocultos en cada esquina. A los
guardaespaldas y secretarias no se les permitía entrar en la
habitación, a menos que fuera para ayudar con un regalo.
“¡Oh, son tan adorables! Eres demasiado amable, Mimi”,
dijo Taehyung con una sonrisa.
Sus ojos se posaron en Yugyeom, que estaba entre el
grupo de guardaespaldas, pero éste ni siquiera lo miró. El
alivio lo inundó, especialmente cuando vio que él estaba
mirando a una de las guardaespaldas, con una leve sonrisa
en su rostro. Parecía que realmente no lo recordaba.
Las habilidades de Jungkook la noche del banquete de
Jimin deben haber sido extremadamente efectivas.
“¡Solo lo mejor de lo mejor para mi mejor amigo!” Jimin
se regodeó con una sonrisa. Podía ver los ojos muy abiertos
de la gente mientras los regalos eran llevados hacia la
montaña de obsequios.
“Oh, y no te preocupes, mis padres vendrán pronto, pero
llegarán un poco tarde después de encontrarse con los
Yeon en los pasillos”, comentó Jimin. Hizo contacto visual
directo con Jungkook, quien le lanzó una mirada de
advertencia.
“No se permiten secretarios”, comentó Jungkook de
repente, su atención se posó en un hombre con un traje
gris que estaba de pie junto a Jimin.
“Ah, pero él es mi acompañante”, respondió Jimin,
uniendo sus brazos con Jongin, quien lo miró fijamente,
asombrado por sus palabras.
Taehyung ya podía imaginarse el drama. Quería comer
palomitas de maíz, sentarse y ver el programa. Pero él no
se atrevió a comentar.
“Eso está permitido entonces”, reflexionó, mirando a
Jungkook, cuya mirada se posó brevemente en Yoongi.
Las cejas del pelinegro se juntaron. Como buen amigo,
debatió la idea de echar a Jongin de la manera más
vergonzosa posible. Especialmente con la mirada
inquietante de Yoongi. Si las miradas pudieran matar, todos
estarían muertos ahora.
“Oh, hermano”, jadeó Joongki cuando la copa de
champán se soltó del agarre de Yoongi.
Yoongi tenía una expresión distante en su rostro como si
nada lo molestara, pero sus ojos mostraban que se
avecinaba una terrible tormenta. Forzó una sonrisa
inquietantemente tranquila y se volvió hacia su hermano,
empujando el vidrio roto en sus manos.
“Tráeme otro vaso”, instruyó.
“¿Qué? ¡No! No soy tu sirviente”, jadeó Joongki. “¡La
audacia que tienes!”
“Deja de ser un alivio cómico y tráeme otra copa”, dijo
Yoongi con una sonrisa con los labios apretados, enviando a
su hermano una mirada mordaz.
Joongki hizo un puchero. Iba a decir algo, pero luego vio
quién estaba parado cerca de la gran y grandiosa torre de
champán que llenaba la habitación con un toque de
dulzura. Byun Yeonjin, una de los miembros del Consejo.
Inmediatamente, como un cachorro moviendo la cola, tomó
el vaso de Yoongi y corrió en esa dirección.
Yoongi inmediatamente comenzó a abrirse camino hacia
Jimin, con los ojos pegados al premio. Pero miró
brevemente hacia el brazo que sostenía y lo estrechó que
estaba de la mano que descansaba sobre él. Este pequeño
atrevido. Iba a asegurarse de que Park pagara por burlarse
de él así
“Doohyun”, comentó Taehyung, parpadeando
sorprendido al ver a su tío. No pensó que él recorrería todo
el camino desde Kastrem solo para un baby shower. Pero
allí estaba, con un paquete de regalos en el brazo.
Instantáneamente, los sirvientes se adelantaron y le
quitaron los regalos y los colocaron cerca de la montaña de
obsequios.
“No te sorprendas tanto, mi pequeño sobrino, recibí una
invitación” comentó, sosteniendo una invitación entre los
dedos. Ignoró la mirada gélida del Rey, a quien claramente
no le gustaba el apodo usado para Taehyung.
“Además, no me perderé la celebración del próximo
nacimiento de mi sobrina nieta en este mundo”, agregó.
“No dijimos que sería una niña”, cortó Taehyung con
frialdad, todavía incapaz de perdonarlo. Solo el tiempo
podría curar la herida en su corazón. A sus ojos, él seguía
siendo un usurpador que le quitó el trono a un niño, sin
importar sus excusas y razones.
“Espero que lo sea. Y también espero que se vea
exactamente como tú, y no como tu horrible esposo”.
El doncel lo fulminó con la mirada, encontrando sus
bromas insípidas. Al mundo entero le gustaría rogar por
diferir de la opinión de Doohyun sobre Jungkook. Pero a
Jungkook no pareció importarle. En cambio, se quedó allí
con una sonrisa maliciosa, muy probablemente planeando
qué veneno usar en la comida de Doohyun hoy.
“Ya sabes”, comentó Doohyun, ignorando el hecho de
que había una fila detrás de él.
Taehyung le dio un codazo a Jungkook para que saludara
a las otras personas. Esto parecía el comienzo de una
conversación privada, una que no le gustaría escuchar.
“Por aquí”, dijo Taehyung secamente, los dos se alejaron
un poco de la entrada. Una vez que estuvo seguro de que
estaban fuera del alcance del oído, se volvió hacia él y
esperó a que hablara.
“Oh, no hay necesidad de mantenerlo en secreto, la
gente lo sabría si solo vieran las noticias diarias de
Kastrem”, le dijo Doohyun encogiéndose de hombros.
Taehyung no pudo evitar sentirse molesto por su tono
tranquilo. Su tío siempre fue así, incluso cuando él era un
niño. Le alborotaba la parte superior del cabello y se reía
cuando le golpeaba la mano. Los gratos recuerdos del
pasado solo empeoraron sus pensamientos sobre él. Lo
había tratado tan bien, solo para robarle el trono.
Llámalo mezquino o rencoroso, pero él no quería
perdonarlo.
“Kastrem está molesto por nuestro trato injusto, ya
sabes. Específicamente de su príncipe”.
“Tú mismo dijiste que Kastrem se ha olvidado de su
príncipe”, murmuró Taehyung. “Además, Kastrem está
floreciendo como siempre. Escuché que recientemente se
descubrió una gran reserva de petróleo”.
Doohyun sonrió secamente, sus ojos brillando. ¿Quién
diablos le dijo eso?
“Si yo fuera tú, mantendría feliz a Kastrem en mi lugar”
Taehyung sabía que Kastrem era una tierra de abundantes
recursos. Recordó a su padre mostrándole un mapa de
Kastrem, donde señalaba las cuevas, el estanque, los
bosques y todo lo demás que les pertenecía.
“¿Porque quién sabe?” Añadió. “Tal vez algún día, Wraith
reclamará la reserva de petróleo como nuestra. Ah, y no
trates de mantener la ubicación en secreto, tío. Conozco
Kastrem como la palma de mi mano, especialmente su
terreno”.
“Ah, no dudo de ti, mi pequeño sobrino. Tu padre te
amaba demasiado y te mostró todos los secretos, ¿no es
así?”.
Había un mapa específico que sólo los Príncipes
Herederos de Kastrem podían poseer o mirar. Era un mapa
de alto secreto de todos los puntos de recursos del país. El
mapa se mantuvo oculto al mundo, y nadie sabía de su
ubicación, excepto el difunto Kim Soohyun.
Doohyun nunca pudo localizarlo, y no le sorprendería
que Soohyun lo quemara antes de quitarse la vida.
Doohyun sabía que el único que poseía la información de
ese mapa era Taehyung.
“Estás a mi merced, tío”, habló en voz baja, con una
cálida sonrisa. “Entonces, en mi lugar, gobierna bien
Kastrem”.
Doohyun se rió y lo miró con incredulidad. Ah, aquí
estaba pensando que él era tan amable y tonto como Yeji,
pero en cambio, él era la réplica de Soohyun. Tanto su
hermano como su sobrino eran un lobo disfrazado de oveja.
“Puedes estar seguro de que tu trono robado no se
desperdiciará”, reflexionó.
“Y, por supuesto, protegeré a Kastrem de los ataques
extranjeros”, comentó Taehyung a la ligera, sabiendo que el
único problema por el que Kastrem debería preocuparse es
por él y Wraith.
Era una amenaza sutil, una que Doohyun escuchó con
una sonrisa. Parecía que su sobrinito ya no era pequeño.
No sabía si debía o no estar orgulloso, preocupado o
bromear.

ESTA ES LA RAZÓN POR LA QUE ESTÁS SOLTERO


“Park”, se dirigió Yoongi, deteniéndose directamente
frente al doncel.
“Min”, consideró Jimin, pegándose un poco más a Jongin.
Jongin miró al político y al presidente. Sintió que algo
había pasado entre ellos, pero no sabía exactamente qué.
Había tensión entre ellos, intensa y densa, y ninguno
parecía apartar la mirada del otro. Parecían tener una
conversación sin palabras, sus ojos agotadores hablaban
por su boca.
“Conoce a Jongin, mi acompañante”, comentó Jimin a la
ligera, señalando a su secretario con una leve sonrisa.
“Apuesto, ¿no es así?”
Jongin arqueó una ceja. Justo esta mañana, el presidente
le preguntaba cómo se las arreglaba para conseguir una
pareja. Ahora, ¿Él lo estaba felicitando y halagando?
Divertido.
“He visto mejores”, reflexionó Yoongi, sus labios se
curvaron con diversión, con una idea en mente. Por el
rabillo del ojo, vio a Joongki tratando desesperadamente de
entablar una conversación con Yeonjin.
Yeonjin lo miró con frialdad, sus labios tensos mientras lo
veía como un cachorro enamorado. Estaba de pie junto a la
torre de champán, con una mano apoyada sobre su
estómago y la otra sosteniendo una copa. Una visión
destellante para la vista, incluso con su modesto vestido de
satén. Todos la miraban, hechizados por su electrizante
belleza.
“Seguramente, no debes ser tú mismo en el espejo”,
respondió Jimin, pero él no reaccionó a su golpe. En
cambio, sus ojos estaban pegados a la esquina de la
habitación.
Jimin tenía curiosidad por saber qué captó su atención.
Volvió los ojos en esa dirección, su corazón saltó cuando vio
a la llamativa mujer. Ella tenía cabello rubio pálido, como la
luz del sol sobre pilares de marfil, pero los ojos rojos más
hermosos, lo suficiente como para avergonzar a los labios
rojos de Blancanieves.
“¿Quién es esa?” preguntó.
Su estómago se revolvió incómodamente cuando él
continuó mirando a la mujer. Los celos quemaron dentro de
su pecho, y sintió la necesidad de sacarle los globos
oculares.
“¿Por qué quieres saber?” preguntó Yoongi, su voz un
poco sin aliento, su atención todavía pegada a su
lamentable hermano. Joongki estaba bromeando, su voz
elocuente y su sonrisa encantadora cortejaban a todos
menos a la mujer que quería.
“¿Ella es tu acompañante?” cuestionó Jimin, apretando
sus brazos alrededor de Jongin, quien parecía estar loco de
aburrimiento.
Jongin estaba inspeccionando la habitación,
probablemente encontrando a alguien con quien hacer
conexiones con Jimin.
“¿Crees que es ella?” Yoongi regresó, finalmente
mirándolo.
Jimin estaba verde de envidia. Tenía los labios fruncidos
y su mirada mortal. La venganza era una perra, ¿no?
Yoongi sonrió. Jimin parecía estar debatiendo si debería
golpearlo o besarlo. El fuego que ardía en sus ojos le hizo
preguntarse si eso era lo único cálido en él. Era un doncel
tan luchador que quería ver si era igual en la cama. ¿Se
atrevería a replicarle si estuviera en su regazo, sus manos
haciendo su magia, su placer confiando completamente en
él?
“No, ella está por encima de ti”, replicó Jimin.
“Bueno, ¿por qué no vamos y lo averiguamos?” Yoongi
empezó a caminar hacia Yeonjin, pero sintió una fuerza
brusca en su manga. Miró hacia abajo para ver que el rubio
lo había agarrado.
Jimin no se dio cuenta de lo que había hecho, hasta que
sus ojos llenos de humor se encontraron con los suyos
celosos. Abrió y cerró la boca, incapaz de formar sus
siguientes palabras.
“Presidente”, murmuró Jongin, solo para que él pudiera
escuchar. “Suélteme. ¿Qué está haciendo?”
Jimin inmediatamente retiró su mano, pero Yoongi lo
agarró. Inmediatamente, tiró de él hacia sí, sus manos
volaron hacia su pecho y las suyas alrededor de su cintura.
Lo miró, sorprendido y deslumbrado por su sonrisa
maliciosa.
Su cabello oscuro estaba cuidadosamente peinado hacia
atrás, pero pocos caían de una manera traviesa que
enmarcaba sus suaves rasgos. Parecía alguien con quien el
diablo te advertiría que no bailaras.
“¿No tienes algo que decirme?” preguntó Yoongi,
sabiendo exactamente cuál era la relación entre Jimin y ese
hombre. Él no era un acompañante. Él era un empleado.
“Y-yo, uhm”, tartamudeó, momentáneamente cegado por
su apariencia.
“Está bien, entonces”, respondió. Él deslizó su mano
sobre su mandíbula, su pulgar cautelosamente acariciando
su mejilla. “No hables”.
Yoongi capturó sus labios en un suave beso, tomándolo
por sorpresa. Jimin pensó que él lo trataría como a un
amante, manteniendo oculta su relación. Pero el beso
solidificó todo, especialmente los suaves jadeos en la
multitud.
Jimin se derritió en sus brazos e inmediatamente le
devolvió el beso hasta que una voz se escuchó claramente
detrás de ellos.
“Estamos aquí para celebrar un baby shower, no el
nacimiento de una nueva relación”, dijo Jongin secamente,
disgustado por la multitud que atraían.
Yoongi miró al hombre y se burló. “Necesitas un mejor
publicista, Park”.
Jimin inmediatamente frunció el ceño, poniéndose a la
defensiva de su empleado. “Él no es un publicista, es mi
secretario, Min”.
Los ojos de Yoongi brillaron con el conocimiento, sus
labios se curvaron. “¿Follar con tu secretario, Park? Eso no
es muy profesional de tu parte”.
“No lo hago,” siseó. “Él tiene novio.”
“Ah, ¿lo tiene ahora?”
Jimin maldijo por dentro. Quería borrar esa sonrisa
engreída y arrogante de su rostro.
“Ni una palabra más sobre esto” le espetó, cabreado por
su expresión entretenida. Ahora el gato estaba fuera de la
bolsa.
Yoongi miró brevemente al secretario que los miraba
como si estuvieran locos. “¿Sobre tu patético intento de
ponerme celoso?”
“Más bien como tu lastimosa excusa de usar una mujer
por encima de ti para ponerme celoso”, replicó Jimin.
La atención de Yoongi volvió inmediatamente a él.
Alguien iba a necesitar domar esa boca suya. Y con mucho
gusto lo haría. Especialmente con la facilidad con la que lo
maldijo.
“¿Quieres escuchar un chiste corto?” Joongki le preguntó
a Yeonjin, pero la multitud de mujeres a su alrededor pensó
que la pregunta estaba dirigida a ellas. Antes de que
Yeonjin pudiera siquiera responder, las mujeres hablaron
rápidamente.
“¡Por supuesto!”
La expresión de Yeonjin inmediatamente se agrió. Ella
puso los ojos en blanco, tomó un elegante sorbo de
champán y comenzó a alejarse. Su entusiasmo por
relacionarse con Joongki estaba empezando a ponerle los
nervios de punta, incluso más que el entusiasmo de
Joongki.
“Yeonjin, espera, espera”, dijo rápidamente Joongki,
persiguiéndola. Quería agarrarla, pero sabía que ella lo
abofetearía. Ella era así de fría. Ella lo miró brevemente,
desinteresada y aburrida.
“Escucha mi breve chiste al menos”, suplicó.
Simplemente no entendió. Todo el mundo lo amaba a él y a
sus encantos juveniles. ¿Por qué Yeonjin siempre lo miraba
fijamente, como si su respiración la irritara?
Yeonjin suspiró ruidosamente. “¿Qué es?”
“Chiste.”
Yeonjin parpadeó. ¿Qué?
“¿Y quieres escuchar un chiste largo?”.
“No.”
“Chiiiiiiiiisteeeee”.
Silencio mortal.
Joongki sonreía al máximo, como una lámpara en la
oscuridad. Yeonjin lo miraba fríamente, como un iceberg en
un océano.
“¿Entendiste?” preguntó Joongki, con la esperanza de
obtener una sonrisa de sus labios rojo rubí. Hacían juego
con sus ojos tan perfectamente. Ninguna otra mujer en esta
habitación podía compararse con su belleza, y ella lo sabía.
“Es por eso que estás soltero”, se burló Yeonjin, pasando
junto a él con irritación. Acababa de perder el tiempo.
“No, espera, lo siento” Joongki caminó directamente a su
lado. Quería saber qué podía hacerla feliz. Rara vez
sonreía, a menos que estuviera con Dorothy. No era una
sorpresa, dado que Dorothy prácticamente le enseñó a
Yeonjin todo lo que sabía.
Yeonjin estaba cada vez más impaciente por su
entusiasmo. Empezaban a recibir miradas curiosas en su
dirección. Concejal y político. Si conseguía más miradas,
daría lugar a rumores estúpidos. Se detuvo abruptamente y
forzó una sonrisa.
“Mira, Joongki, no estoy interesada”.
El hombro de Joongki cayó. ¿Qué? “Pero soy yo”.
“¿Entonces?”
Joongki parpadeó. “Entonces…”
“Estoy interesada en las mujeres”, dijo Yeonjin de
repente, sorprendiendo a Joongki. Él la miró, asombrado.
“¿E-en serio?”.
Yeonjin asintió rápidamente.
Joongki se rascó la nuca, recordando todas las
interacciones de Yeonjin. No había habido un solo rumor
sobre ella con un hombre. Siempre estuvo rodeada de
mujeres poderosas, todas las cuales adulan cada uno de sus
movimientos.
“Ahora, discúlpame, estás en mi camino”, consideró
Yeonjin, camino empujando su hombro y hacia su grupo
habitual de mujeres.

PARQUE DE ATRACCIONES
Poco después de que llegaran todos los invitados, los
Reyes prepararon un discurso, anunciando con orgullo la
sorprendente noticia de que iban a tener mellizos.
La noticia envió a la sala a un frenesí de felicitaciones y
aplausos, feliz por ellos. Solo unos pocos se dieron cuenta
de las horribles implicaciones que esto tendría,
especialmente en el ser humano. Pronto, la sala se llenó de
una charla animada mientras todos disfrutaban de su cena.
Taehyung tenía hambre. Últimamente, había estado
consumiendo mucha más comida que nunca, metiéndose
una extraña combinación tras otra en la boca, como
encurtidos bañados en mantequilla de maní y sandía con
salsa de soja. Había recibido miradas extrañas pero
divertidas de Jungkook cada vez que comía un extraño
refrigerio de medianoche.
“¿Está bueno?” bromeó Jungkook, refiriéndose al plato
que él había demolido por completo. Para las otras
personas, el doncel comía a un ritmo moderado. Pero
Jungkook estaba acostumbrado a que él jugara con la
comida, por eso sonreía complacido cuando comía rápido.
“Mucho”, le dijo Taehyung con una sonrisa tímida. Había
varias mesas instaladas en la sala y todos se estaban
divirtiendo mucho hoy. El día estaba pasando rápidamente,
y ya era bien entrada la tarde.
Taehyung se sentó en su mesa con Jungkook, los
gemelos, Jimin y Jongin. Jimin parecía estar absorto en algo
que había dicho Yoongi, lo que provocó una pequeña
discusión entre los dos. Joongki los estaba observando
como quien ve la televisión gratuita.
“¿En qué estás pensando, cariño?” preguntó, dándose
cuenta de que él se estaba distrayendo un poco.
“Cómo estoy contento con la vida que tengo”, respondió
Taehyung con una pequeña sonrisa, volviendo su atención
hacia él. “Tengo todo lo que quiero. Tengo gente a la que
quiero, me he enfrentado al usurpador, he cumplido con
mis deberes como Rey, mi mejor amigo ha cumplido sus
sueños y estoy formando la familia que siempre he
querido”.
La mirada del pelinegro se suavizó. Deslizó su mano
sobre la de él, pero éste la apartó justo cuando los
sirvientes llegaban con el postre. Retiraron el plato viejo y
presentaron la comida final. Jungkook se rió de su
entusiasmo por comer. No tenía quejas al respecto.
“Parece que estarías contento de morir feliz ahora
mismo”, comentó Jungkook con voz ligera.
Taehyung hizo una pausa. Vio el dolor en los ojos ajenos.
Inmediatamente negó con la cabeza. “Estoy contento con la
vida, no lo suficiente como para morir ahora”, dijo en voz
baja, sabiendo que sus palabras deben haber
desencadenado algo. Incluso ahora, el mayor estaba
molesto por su voluntad de aceptar su muerte inevitable.
“¿En verdad?” preguntó Jungkook sarcásticamente,
viéndolo clavar el tenedor en un pastel de chocolate
cubierto de ganache con capas de bizcocho, mousse y
frutas.
“En serio”, afirmó Taehyung, colocando el tenedor en su
boca y sonriendo hacia él.
Jungkook no podía permanecer enojado cuando él
sonreía así, tan dichoso y tranquilo. Lo amaba tanto que
anhelaba verlo feliz. Él siempre esperó su risa, las suaves y
fuertes, su sonrisa, las pequeñas y anchas, y la aceleración
de su corazón cuando lo veía. Siempre anheló sus
reacciones, tanto que se había convertido en una obsesión
en este punto.
Pronto llegó el anochecer y se hicieron pequeños juegos
para mantener animada la fiesta. El sol acababa de
asentarse en el horizonte y se estaban preparando los
fuegos artificiales.
Taehyung salió a tomar aire fresco, respirando el dulce
aroma del atardecer y la fría caricia de la brisa. Con
dulzura se tocó el estómago, sonriéndole. Su barriga era
enorme, y en unas pocas semanas más, se vería listo para
estallar.
No podía creer lo rápido que se estaban desarrollando
los bebés. Él siempre estaba hambriento y cansado, por
culpa de ellos. Si no comía, descansaba, y si no descansaba,
merendaba mientras hacía sus tareas de controlar los
salarios y dar su opinión durante las reuniones del Consejo
o revisar los documentos de su marido.
“Están creciendo rápido”, habló Jungkook, abrazándolo
por detrás. Finalmente lo había encontrado, afuera en el
jardín, cerca de las paredes. Apoyó las manos sobre su
estómago, acariciando la superficie abultada con lentitud,
su corazón se aceleró cuando sintió una patada.
“¿Sentiste eso?” preguntó Taehyung, sonriéndole, sus
ojos brillantes y ansiosos.
“Sí”, respondió Jungkook con una pequeña sonrisa
propia. Le pareció interesante que sus bebés patearan más
cada vez que le frotaba el estómago. Sabía que los niños
eran muy conscientes de la poderosa y ominosa presencia
que se cernía sobre su padre.
“Están creciendo demasiado rápido” repitió, volviendo a
su conversación inicial.
Un mestizo generalmente se desarrolla en la mitad del
tiempo de un embarazo normal, pero con su ADN de sangre
pura, quién sabe si solo tomaría un tercio de tiempo, lo que
lo llevaría a dar a luz en tan solo tres meses. Era una
revelación aterradora.
“El mundo es cruel. He pasado muy poco tiempo
contigo”, afirmó.
Jungkook presionó sus cuerpos juntos, hasta que su
espalda se alineó con su pecho, y su cabeza estaba al lado
de la suya, sus labios presionando besos sobre la suave piel
de su cuello. Su esposo siempre tenía un aroma dulce y
floral que lo atraía.
No importa cuántas veces lo abrazara y lo besara, nunca
era suficiente. Siempre que Taehyung estaba cerca, él
siempre quería tocarlo. Era una atracción innegable que
sentía vívidamente hacia su esposo.
“He pensado en un plan” le susurró, sus labios
haciéndole cosquillas en los oídos. El menor se retorció un
poco, no disfrutando que le hiciera cosquillas, pero él se rió
entre dientes ante su reacción, el sonido entrecortado. Se
le revolvió el estómago y se encontró deseando escuchar su
risa aún más.
Taehyung amaba el sonido de su risa, la curvatura de sus
labios cuando sonreía y la arruga en las esquinas de sus
ojos cuando se burlaba de él. Amaba todas sus reacciones,
especialmente las que le recordaban que tenía emociones.
“Dicen que quien consuma la sangre de la Rosa Dorada
será el más fuerte del mundo, cariño”, murmuró. “La
profecía implica que tendríamos que matar a Jimin para
drenar toda su sangre, pero ¿qué tal si tomamos un poco?
Para no hacerte más fuerte, pero aún así darte algo de
fuerza durante el parto”.
El corazón de Taehyung dio un vuelco ante la idea de
beber sangre. Pero su boca estaba reseca de repente, y
supo que eran los bebés lo que lo provocaron, y no él.
Inmediatamente negó con la cabeza. Sentía que vomitaría
si tomara tanto hierro en la lengua.
“N-no, no puedo—”
“No directamente, podemos encontrar una manera de
inyectártelo y—”
“Jimin no tiene sangre O negativo”, susurró Taehyung.
Jungkook se puso rígido. La posibilidad de utilizar a Jimin
disminuye cada vez más.
“Pero su toque le da fuerza a la gente”, añadió Taehyung
de repente. “Tal vez si él está allí conmigo, durante el
nacimiento, tomando mi mano como aliento, ayudaría”.
El pelinegro meditó la idea. Eso era grandioso. “Eso es,
si no le rompes la mano de tanto apretarlo”, bromeó.
Taehyung puso los ojos en blanco. “Espero que estés
sosteniendo mi otra mano, para que pueda transferirte el
dolor del parto”.
Jungkook rió suavemente. Sacudió la cabeza ante la idea.
“Por favor, tus bonitas manos nunca me harán daño”.
Taehyung debatió si esa era la verdad. Últimamente, se
había vuelto increíblemente fuerte, lo suficiente como para
alejar a Jungkook si quisiera. Disfrutó de la fuerza que
ganó, pero sabía que tenía un alto costo.
De repente, la gente comenzó a reunirse afuera. El
espectáculo de fuegos artificiales iba a comenzar pronto.
Sus mejillas se sonrojaron al recordar lo que hicieron
durante los fuegos artificiales en su noche de bodas.
Parecía que Jungkook debía haber pensado lo mismo,
porque prácticamente escuchó la sonrisa arrogante en su
voz.
“Mientras todos están distraídos, ¿por qué no vamos a
algún lado, cariño?” preguntó, a pesar de que su esposo
estaba muy embarazado.
Taehyung negó con vehemencia con la cabeza,
mirándolo. “Haría daño a nuestros bebés”.
Jungkook levantó una ceja. “Sería lo suficientemente
amable para que no lo sintieran”.
“No”
“Valió la pena intentarlo”, reflexionó.
Taehyung se rió un poco, justo cuando estallaron los
primeros fuegos artificiales. Su atención se centró de
inmediato en la noche, un lienzo negro para las flores
brillantes que estallaban en el cielo. Los fuegos artificiales
siempre lo sorprendían. La belleza del mundo que se
ilumina en la oscuridad total, los magníficos colores que
brillan y sacrifican su brillo, y la forma en que alcanza su
punto máximo en el cielo antes de caer en la nada.
Por el rabillo del ojo, vio a Jimin y Yoongi pegados, sus
manos posesivamente alrededor de su cintura mientras
Jimin se sentía atraído por los fuegos artificiales, pero
Yoongi solo lo miraba a él.
De repente, se le ocurrió una idea. “Una cita”, murmuró.
“Nunca tuvimos una adecuada”, señaló Jungkook.
“¿Dónde te gustaría ir?”
“No lo sé”, admitió. “N-nunca he estado en una”.
El pelinegro no sabía si debería o no burlarse de él por
eso o estar orgulloso del hecho. Iba a ser su primera cita.
El pensamiento lo excitó.
“Te llevaré a donde quieras ir. Nombra un lugar, y
estaremos allí”.
Taehyung debatió sus opciones. Pensó en los lugares en
los que no había estado. En ese momento, un pensamiento
le vino a la mente. Era un lugar al que había estado solo
una vez con sus padres, pero quería revivir el momento de
una familia.
“Un parque de diversiones”.

NO LO TOQUES
Cuando el rubio había dicho un parque de diversiones
ayer, no pensó que él alquilaría todo el parque en unas
pocas horas. Cuando llegaron al parque no había nadie a la
vista, ni siquiera cámaras, esto último lo agradeció.
“Bueno, el dinero habla”, comentó Jimin con los brazos
cruzados y los ojos pegados a las atracciones vacías.
La rueda de la fortuna estaba rodando, pero no había
nadie en ella. El carrusel giraba, pero nadie se sentaba en
él. Este lugar se sentía como un pueblo fantasma en
movimiento, pero la entrada estaba llena de empleados que
inmediatamente habían inclinado la cabeza cuando
entraron.
“Incluso te dieron una llave de este lugar” Jimin se refirió
al regalo en las manos de Taehyung.
“El dueño de este parque de diversiones estuvo en el
baby shower de ayer”, le informó Yoongi a Jimin, quien
puso los ojos en blanco ante sus palabras. Por supuesto que
le daría una llave de este lugar.
No era una llave literal, sino un regalo con forma de llave
que le daría acceso a este parque completamente
desocupado, pero a un costo alarmante.
“No soy tonto, también lo vi allí”, a Jimin no le gustaba
cuando le explicaban las cosas, especialmente el arrogante
Yoongi, cuyo ego solo crecía.
“Solo estaba diciendo”.
“No te pedí que me dijeras eso”, le espetó.
“Vamos”, murmuró Jungkook, tirando de la mano de su
esposo. Taehyung se sintió atraído por el drama, y él se
preguntó qué había de divertido en la pareja discutiendo.
Actuaron como gatos y perros en lugar de una pareja.
“¿A dónde te gustaría ir primero?” le preguntó mientras
tiraba de él hacia la Casa Embrujada.
Jungkook sonrió al pensar en su esposo temblando y
gritando, aferrándose fuertemente a él por piedad. Le
gustaba cuando el menor confiaba en él para su alivio. Le
gustaba especialmente cuando se aferraba a su cuerpo.
“La rueda de la fortuna”, respondió Taehyung, pero
permitió que lo llevaran a la gran mansión que se
avecinaba en la distancia. Cuando se detuvieron en las
puertas oxidadas, parpadeó ante lo cliché.
“Podemos ir más tarde”, dijo Jungkook mientras pasaba
junto a los empleados que comenzaron a hablar por sus
walkie-talkies para preparar a los actores.
“Por supuesto que te gustaría la casa embrujada”,
Taehyung se rió entre dientes cuando él lo empujó adentro.
Atravesaron las puertas y saltó cuando se cerró de golpe
detrás de ellos. Tragó saliva ante las luces rojas que
iluminaban la oscuridad, convirtiendo este lugar en un
baño de sangre. Pero en lugar de estar asustado, estaba
fascinado, mirando a todos lados.
“Estoy justo aquí”, habló Jungkook, como si él no lo
supiera ya.
El pelinegro empezó a tirar de él por el pasillo, donde se
escuchaban gotitas de agua cayendo por algún lado, y los
suaves llantos de un bebé.
De repente, una mujer loca con un vestido blanco pasó
corriendo junto a ellos con un cochecito de bebé
ensangrentado, su cabello salvaje y oscuro. La mayoría de
la gente hubiera gritado y saltado, pero Taehyung estaba
interesado. Observó con los ojos muy abiertos a la mujer
que corría, como si quisiera ver los detalles de su atuendo.
“Si tienes miedo, puedo sostener tu mano—”
“Mira Jungkook, hay escritura con sangre falsa. He visto
esto en las películas”, dijo Taehyung, señalando la pared
que decía ‘TE VEMOS’.
Jungkook lo miró secamente y enfurruñado. ¿Dónde
estaban los gritos y los abrazos? Él no se inscribió para
esto. En cambio, miró a la pared, deseando que se
derrumbara, para que Taehyung pudiera concentrarse en
él. De repente, se escuchó un grito detrás de él. Incluso él
saltó un poco, pero Taehyung se dio la vuelta con calma
para ver a Jimin y Yoongi.
“Se supone que esa debería ser tu reacción”, murmuró
Jungkook, pero se congeló. Qué demonios.
Yoongi fue quien gritó, no Jimin. Yoongi se había aferrado
a su pareja, usándolo como escudo.
“Mi héroe”, dijo Jimin sarcásticamente, apartando a
Yoongi de un codazo. Éste lo había agarrado por los
hombros y se había escondido detrás de su espalda.
“Soy más valioso”, respondió Yoongi. “Ellos pueden
llevarte primero”.
“Cobarde”, se burló.
Comenzaron a caminar hacia adelante, pero luego una
puerta se abrió frente a ellos. Tragó saliva cuando empezó
a sonar música de piano y se asomaron por la puerta. Había
una mujer solitaria bailando ballet en la habitación, su
maquillaje desalentador y sus sombras de ojos oscuras.
Una voz comenzó a hablar en los intercomunicadores.
“Bienvenidos damas y caballeros. Para salir de nuestra
mansión, deben encontrar tres llaves escondidas”.
“¡¿Qué?!” exigió Yoongi, su cabeza girando hacia los
altavoces.
¿Qué clase de idiota inventó esta estúpida regla? Iba a
hacer que los arrestaran. La idea de entrar en cualquiera
de las habitaciones para buscar tres estúpidas llaves lo
enojaba más que lo aterrorizaba.
“Las llaves deben estar dentro de ese casillero”, le dijo
Taehyung con calma a Jungkook, señalando el casillero
oscuro en la esquina de la sala de ballet. Su corazón se
aceleró cuando la cabeza de la bailarina giró en su
dirección, de repente girando hacia la puerta.
“¡Oh, Dios mío, ella viene!” Yoongi siseó, empujando a
Jimin a través de las puertas.
“No me lo puedo creer”, se mofó Jimin, cruzando los
brazos y entrando. La bailarina inmediatamente comenzó a
saltar hacia ellos con giros elegantes pero horribles con los
brazos abiertos. Jimin tragó saliva, retrocediendo de miedo.
“Oh, diablos, no, me voy”, se quejó Jimin, pero ya era
demasiado tarde, Yoongi le cerró las puertas.
“¡BASTARDO!” gritó Jimin, golpeando la puerta con
miedo. Probó la manija de la puerta pero descubrió que era
inútil. Ahora, estaba atrapado en esta habitación con la
aterradora bailarina con un vestido blanco ensangrentado,
pero sombra de ojos negra.
“Parece que se producirá una ruptura incluso antes de
que comiencen a salir”, comentó Jungkook a su esposo,
quien se rió en voz baja. Miró a Yoongi, que sostenía la
puerta cerrada, ignorando los golpes del otro lado.
“¡Lo lamento!” Yoongi volvió a gritar. En ese momento,
un silencio sepulcral cayó sobre los oscuros pasillos. Las
luces rojas parpadeantes solo aumentaron aún más su
miedo. ¿Qué pasó? ¿Jimin murió allí?
Lentamente, Yoongi entreabrió las puertas y miró
adentro. Jimin se había ido. Solo estaba la bailarina que se
movía torpemente, cuya cabeza ahora estaba inclinada en
un ángulo extraño y movía su mano como una marioneta
cerca de los casilleros.
“¿Jimin?” Yoongi dijo temblorosamente, entrando en la
habitación con cuidado. Inmediatamente, Jimin salió
corriendo de su escondite y le cerró las puertas de golpe,
encerrándolo dentro.
“¡IMBÉCIL!” Yoongi gritó, agarrando la manija de la
puerta y empujándola hacia abajo.
Yoongi se dio la vuelta y descubrió que algo se movió un
poco. Pero luego, sintió una presencia detrás de él y casi
golpeó a la bailarina en el suelo. Ella estaba de pie en
silencio detrás de él, con una sonrisa espeluznante en su
rostro.
“Hola… hola”, dijo la mujer con voz ronca, y Yoongi casi
se desmaya, apretándose contra la puerta y una mano en su
pecho.
Jimin escuchó un grito agudo como el de una mujer, y
concluyó con seguridad que era Yoongi. Ja, tanto por ser un
hombre macho que amaba dominarlo. Se rió
disimuladamente ante su respuesta, sabiendo que nunca lo
dejaría vivir tranquilamente por esto.
“Déjame salir, ¡Maldita sea!” Yoongi rugió, tirando
repetidamente de la puerta, preguntándose por qué no se
movía.
Jimin había apoyado una silla sobre los mangos, lo que
evitaba que los mangos se movieran más y se abrieran.
“Esto es patético y vergonzoso”, murmuró Jungkook,
sacudiendo la cabeza con decepción. “Yoongi está en su
momento más bajo. Por su bien, no sigas presenciando
esto, cariño”.
“¿Estará bien?” preguntó Taehyung, mirando por encima
de su hombro mientras él lo apartaba. Jimin había sacado
su teléfono y comenzó a grabar los gritos agudos y
asustados de Yoongi.
“Vaya, puede ser un cantante de ópera”, felicitó
Taehyung ingenuamente, sin saber que estaba hiriendo aún
más el ego de Yoongi.
Jungkook se llevó una mano a la frente, avergonzado y
apenado por las payasadas de Yoongi. El hombre gritaba
como si lo estuvieran asesinando por dentro cuando en
realidad, la mujer solo estaba bailando.
“No dañes más su reputación”, reflexionó. “En cambio,
deberías copiar su reacción y esconderte detrás de mí”.
Taehyung parpadeó. Lo miró fijamente, riéndose en su
cara. “¿Qué? ¿Crees que me asustaría una casa embrujada,
cuando el castillo siempre está tenuemente iluminado por
la noche? ¿Por qué ir a una casa embrujada cuando
tenemos un castillo embrujado?”
El pelinegro frunció el ceño. “¿No tienes miedo?”
“No”.
“Entonces, ¿qué diablos estamos haciendo aquí?” se
burló, su plan arruinado por su sorprendente valentía.
Taehyung ni siquiera sostenía su mano con fuerza.
Estaba sonriendo inocentemente, como si estos pasillos
rojos no fueran intimidantes. Los corazones de la mayoría
de la gente se habrían acelerado.
De repente, algo cayó del techo. Un hombre de pelo
largo y suelto y ojos blancos. Directamente en frente de
ellos también. Taehyung ni siquiera saltó. Él simplemente
tocó el accesorio del hombre, con asombro.
“Wow, esto parece tan real, Kook”, comentó Taehyung,
apartando el cabello. Estaba fascinado por cómo
funcionaba el mecanismo. ¿Pisaron una baldosa y activaron
una trampa? ¿O fue censurado por movimiento?
“No lo toques”, espetó Jungkook, tirando de su mano
hacia atrás. “Está sucio”.
Taehyung se rió de su preocupación. Miró su mano y no
encontró nada en ella. Pero escuchó un crujido detrás. Se
dio la vuelta para ver que Yoongi había derribado la puerta.
“¡TÚ!” Yoongi rugió, señalando con un dedo acusador.
“¿Quién? ¿Yo?” preguntó Jimin, mirando alrededor
inocentemente.
“Te voy a matar” , siseó, empujando la silla y abriendo las
puertas. Finalmente tuvo una llave en la mano, pero a costa
de su reputación.
“Sí, claro”, se rió Jimin. Sin previo aviso, lo agarró por
los hombros y lo inmovilizó contra la puerta, su respiración
pesada y sus ojos locos.
“Está bien, está bien, no hay nada que ver aquí”
Jungkook, apartó inmediatamente a Taehyung. Parecía que
su esposo solo necesitaba un buen cubo de palomitas de
maíz para ver cómo su erotismo cobraba vida.
“Deberías leer tu porno, no mirarlo”, murmuró Jungkook
cuando la pareja comenzó a besarse y Taehyung los miró
con los ojos muy abiertos, entretenido.
“¿Es así como nos vemos?” Taehyung le preguntó justo
cuando él lo empujaba a la vuelta de la esquina.
“¿Por qué no lo intentamos y le preguntamos a uno de los
fantasmas?” Devolvió Jungkook, empujándolo contra la
pared. Antes de que éste pudiera responder, él capturó sus
labios en un beso abrasador, sus dedos en su barbilla, su
cuerpo apenas presionandolo contra la pared.

DAMISELA EN APUROS
Los actores de la casa embrujada se preguntaron si era
un mal momento para interrumpirlos. Estaban esperando
en el lugar, confundidos acerca de por qué nadie venía
hacia ellos. Escucharon un grito femenino no hace mucho,
lo que significa que ya deberían haber pasado el carruaje y
la bailarina. ¿Dónde estaban las dos parejas?
Sin que ellos lo supieran, ambas parejas estaban en sus
propios mundos.
“¿Qué pasa si hay cámaras?” preguntó Taehyung,
alejándose del beso. Jungkook agarró su barbilla con más
fuerza, besando su mejilla y frente.
“Nadie puede vernos, cambie sus perspectivas”,
respondió Jungkook, acercándolo, pero con su gran barriga
en el camino, era difícil. Y los bebés acababan de patearlo
más de dos veces. Él sintió su fuerte pinchazo y Taehyung
se estremeció.
“Mocosos,” siseó Jungkook. No obstante, colocó su mano
sobre su estómago y lo frotó, calmando su dolor. El menor
se relajó un poco más, con los hombros sueltos.
“Están ansiosos por salir”, susurró Taehyung con calma,
poniendo cariñosamente su mano sobre la de él. Su palma
estaba fría y lo hizo temblar un poco. Los bebés habían
dejado de patalear con su toque. Encontró su reacción
hacia él interesante. A veces pateaban cuando Jungkook
estaba cerca, otras veces, se relajaban con su toque.
“Primero me han estado bloqueando la polla durante
semanas, y ahora, ni siquiera me dejan besarte”, se burló el
pelinegro, sus labios se curvaron con irritación.
Taehyung se rió entre dientes y sacudió la cabeza. Ni
siquiera podía apoyar cómodamente la frente en su
hombro, porque su vientre era grande. A veces, sentía que
crecían en el lapso de una noche. Solo pasarían cuatro
semanas antes de que llegara al tercer mes de su
embarazo.
Estaba asustado. Por lo general, los mestizos tardaban
cuatro meses y medio en nacer, pero se estaban
desarrollando mucho más rápido que cualquier otro ser
humano. Así que, comenzó a preocuparse.
Lo había leído en un libro sobre el tamaño que debía
tener el estómago y el bebé cada mes que pasaba, y su
crecimiento era anormal. ¿Y si Jungkook tenía razón y solo
tardaría tres meses en dar a luz?
“Tu estado de ánimo cambia demasiado rápido”, comentó
Jungkook, al verlo pasar por tres emociones diferentes en
el lapso de un minuto.
Taehyung pasó de feliz a temeroso a preocupado. Sus
dedos acariciaron un lado de su rostro y agarró una de sus
manos, queriendo su atención. El menor estaba perdido en
su propio mundo y Jungkook estaba celoso de sus propios
pensamientos.
“Dime lo que tienes en mente, cariño. No puedo
molestarte si no me dices lo que está mal”.
“Te burlas demasiado de mí”, respondió Taehyung,
finalmente volviendo a la realidad.
Recordó que a Jungkook le gustaba burlarse de él
cuando estaba molesto. Cuanto más fruncía el ceño ante
sus bromas, el pelinegro más se burlaba de él. A pesar de
eso, todavía lo consolaría. Aún así, Taehyung todavía no lo
entendía.
“Así es como muestro mi amor”, reflexionó Jungkook, sus
labios se curvaron hacia arriba cuando su esposo lo miró.
Parecía un tigrito al que hubieran pinchado. Lindo.
Jeon simplemente acarició su mejilla aún más, su pulgar
rozando su suave piel. Podía sentir sus dedos helados
calentándose por su calor, y su sonrisa se apagó un poco.
Estaba celoso de su humanidad, de la luz de sus ojos y
del rubor de su rostro. Le encantaba que su esposo fuera
humano, porque tenía un corazón y una mente
completamente diferentes a los de él.
“Eso suena como una excusa para intimidarme”, se quejó
Taehyung, apartando la cara de su mano.
“¿Lo hace?” preguntó Jungkook, aunque no le importaba.
Él sonrió cuando el menor comenzó a enfurruñarse, con los
ojos pegados al suelo. De vez en cuando lo miraba, con ese
pequeño y adorable puchero suyo.
“Me intimidas demasiado”.
“Eso demuestra que te amo demasiado”.
Taehyung no podía entender su mentalidad sesgada, sus
cejas se juntaron. En ese momento, escuchó pasos que se
acercaban y se animó.
“Mimi”, habló al instante.
“Su amigo es un cobarde, Su Majestad”, le dijo Jimin al
Rey mientras tomaba las manos de Taehyung.
“No conozco a este hombre”, respondió simplemente
Jungkook.
Miró a Yoongi, quien sonrió irónicamente, como si
ninguno de ellos hubiera presenciado sus gritos
horrorizados. ¿Un vampiro de pura sangre y le
aterrorizaban los fantasmas? ¿En verdad?
“Hmph, me llevo a mi valiente héroe conmigo. Puedes
quedarte con tu damisela en apuros”, le dijo Jimin al Rey
mientras tomaba de la mano a Taehyung y comenzaba a
caminar.
“No te lleves a mi príncipe solo porque el tuyo está en
apuros”, le espetó Jungkook, agarrando la otra mano de
Taehyung, tirando de él hacia sí.
¿Qué demonios iba a hacer Jimin para proteger a
Taehyung de los fantasmas?
Jungkook no confiaba en nadie para cuidar a su esposo,
aparte de él. Él lo mantendría lo más seguro. Nadie se
atrevería a lastimarlo en su presencia. Las manos caerán y
las cabezas rodarán antes de que se lastime.
“¡No quiero a mi damisela en apuros! ¡No soy un
caballero, Su Majestad!” Jimin tiró de Taehyung en su
dirección, al igual que Jungkook tiró de éste hacia atrás.
“¡No soy una damisela!” Yoongi gruñó, agarrando la
muñeca de Jimin y atrayéndolo hacia él.
¡El descaro de su chico, justo después de que tuvieron
esa sesión de besos contra una pared!
“Actúas como tal. ¿Qué tipo de novio usa a su pareja
como escudo?”
“Fue solo enfrente de un fantasma”, refutó rápidamente
Yoongi. “Te protegería en cualquier otra situación—”
“Claro que lo harás”, se burló Jimin con un giro de los
ojos.
Inmediatamente, su comportamiento malcriado irritó a
Yoongi. Pensó en tantas formas de castigarlo por la forma
en que lo trataba. Por supuesto, todo lo cual mezclaba
placer con dolor, y sus muñecas atadas, los ojos vendados y
su cuerpo retorciéndose por más.
Aprovechando que la pareja discutía como una
oportunidad, Jungkook atrajo a su esposo hacia él. Éste
aterrizó perfectamente en sus brazos y lo miró, confundido.
Taehyung no entendía por qué se peleaban por él,
cuando los cuatro podían ir juntos. Se preguntó si Yoongi se
había dado cuenta de que Jimin acababa de declarar que
tenían una relación.
“Esto es aburrido, vamos a llevarte a la rueda de la
fortuna a la que querías ir”, dijo Jungkook, inmediatamente
encontrando una excusa para estar los dos solos.
“Pero no podemos irnos hasta que encontremos las
llaves”, respondió Taehyung cuando él lo guió por los
pasillos.
“Eso es fácil”, reflexionó Jungkook, pateando una puerta
para abrirla. Incluso el fantasma saltó ante el fuerte
estruendo, girando. El fantasma esta vez era un pianista,
con la música más inquietante.
Jungkook entró en la habitación, su aura era más
amenazante que el fantasma mismo.
El pobre fantasma tembló ante el aura sofocante del Rey.
Si no fuera el Rey, sería el jefe final de la casa embrujada.
El fantasma sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando
el Rey se detuvo justo a su lado.
Sin previo aviso, Jungkook golpeó con las manos el piano,
creando un ruido de dolor. El fantasma chilló y retrocedió.
Que hombre mas aterrador…
“La llave, ¿dónde está?” exigió.
Por lo general, el fantasma no podía responder a los
invitados, pero estaba demasiado asustado para ignorar al
Rey. Nunca había conocido a alguien con este tipo de aura,
suficiente para drenar la alegría de una habitación y llenar
la atmósfera con su dominante presencia.
“A-allí… Su Majestad”.
Jungkook miró en la dirección y vio una caja negra
convenientemente colocada cerca de la esquina de la
habitación. Taehyung lo miró con decepción, mientras
cruzaba la habitación y recogía la caja negra, revelando
una llave plateada.
“Eso es hacer trampa” le dijo, acercándose al pobre
fantasma.
El actor estaba temblando en sus zapatos, y Taehyung se
preguntó por qué. Jungkook no daba tanto miedo. ¿Verdad?
Miró sus brillantes ojos rojos, su piel pálida salpicada de
luz roja y su sonrisa de lado, su cabello negro como la
noche misma. Así que tal vez se parecía al Rey del
Infierno…
“Lo siento”, se disculpó Taehyung con el fantasma.
“N-no, Su Gracia, está bien”, tartamudeó el actor, sin
creer que un Rey se disculparía con él.
“Vamos, tenemos una llave más que encontrar, cariño”.
Taehyung estaba confundido. “Pero encontramos uno”.
Jungkook sonrió con arrogancia, revelando una llave en
su mano. “Se lo robé a Yoongi”.
Taehyung se rió nerviosamente. Pobre Yoongi… Trabajó
tan duro para conseguirlo, solo para perderlo con su amigo.

¿TIENES UN JET PRIVADO?


“¡Guau!” exclamó el rubio, corriendo hacia la ventana de
la rueda de la fortuna.
Taehyung miró hacia afuera, sorprendido por la altura y
Wraith en la distancia. Vio la cima del castillo y la forma en
que el sol estaba directamente detrás de él, brillando
gloriosamente sobre los terrenos. El parque de diversiones
estaba ubicado fuera de la ciudad, pero aún podía ver el
débil contorno de los rascacielos.
“¿Qué tiene de fascinante una rueda de la fortuna?”
preguntó Jungkook, celoso de que estuviera prestando más
atención a la vista, cuando tenía una perfectamente buena
a su lado. De hecho, tenía una mejor vista que el aburrido
castillo.
“Es bonito” Taehyung se refirió a lo que vio. “Mira
Jungkook, el sol está perfectamente alineado detrás del
castillo. Qué ocurrencia tan rara”.
El pelinegro miró despreocupadamente por la rueda de
la fortuna y movió sus ojos hacia su esposo. Taehyung
apretó las manos contra el cristal como un niño. Reprimió
una sonrisa. Le gustaba verlo feliz y emocionado así, sin
importar cuán infantil fuera su reacción.
“Si te gusta la vista, puedo llevarte al ático del castillo.
Es más agradable allá arriba, cariño”.
“Iré a cualquier lugar que me lleves, Kook”, exhaló,
dándose la vuelta ante sus palabras. Quería ir a todas
partes del mundo con él, viajar a diferentes países y visitar
diferentes lugares.
El pelinegro se rió. “¿Incluso si te llevo al infierno?”
Taehyung parpadeó. “¿Lo harías?”
Jungkook lo miró a los ojos, del color de las hojas
primaverales con motas doradas, su cabello dorado
cayendo en mechones como un halo cerca de su frente.
“Los ángeles no pertenecen al infierno”, murmuró,
agarrando su mano y presionando un suave beso en la
punta de sus dedos. Él apoyó la cabeza en su cuello
acaramelado como la miel, envolviendo un brazo alrededor
de su cintura con adoración y cariño.
Taehyung deslizó una mano por su cabello oscuro del
color de la medianoche. Admiró en silencio lo suaves y
sedosos que eran los mechones, a pesar de que usaban el
mismo champú y acondicionador.
Taehyung jugó con su cabello, observando cómo sus
dedos se entrelazaban a través de los mechones negros,
mientras sentía la luz del sol detrás de su espalda. Quería
quedarse así por un poco más de tiempo, solo pedía un
poco más, con Jungkook abrazándolo protectoramente, su
rostro escondido en la curvatura de su cuello, él
acariciando su cabeza, ambos conectados de alguna
manera, en paz, en tranquilidad, sus latidos sincronizados,
latiendo al unísono por el mismo amor que sienten el uno
por el otro, pero Taehyung sabía que llegaría un momento
en que sus huesos se volverían quebradizos y él
permanecería igual de atractivo.
“Jungkook,” murmuró de repente, desviando su atención
de la ventana del auto. Habían dejado atrás a Jimin y
Yoongi, sabiendo que esta cita les haría bien.
“Ese es mi nombre”, estuvo de acuerdo, sonriendo
cuando su esposo le lanzó una mirada mordaz.
“No eres gracioso”.
“¿Yo pregunte?”
Taehyung se burló, preguntándose quién acarició su ego
para ser tan grande. Ignoró su mirada burlona y lo miró.
“¿Podemos ir a Kastrem algún día?” Cuestionó. Él había
cruzado las piernas y lo miraba atentamente. La pregunta
despertó algo en él, mientras arqueaba una ceja.
“¿Para dar un golpe de estado militar?” Jungkook
declaró, refiriéndose a una toma militar de Kastrem. “Si
quieres un Reino, te ofreceré un imperio, cariño”.
El corazón de Taehyung saltó ante sus palabras. Pensó
que estaba bromeando, pero sus ojos estaban
completamente serios. Se estremeció cuando él sonrió. Era
inquietante y tranquilo, incluso más aterrador que los
fantasmas de la casa embrujada. ¿Por qué tener miedo de
los fantasmas cuando su esposo sonreía cada vez que
estaba enojado?
“¿Por qué estás enojado?”.
“No lo estoy.”
“Lo estás.”
Jungkook hizo una pausa, una mirada enfurruñada en su
rostro. “Piensas dejarme por Kastrem, cuando te di
Wraith”.
Taehyung negó con la cabeza. “No claro que no.”
El pelinegro se relajó, su sonrisa suavizándose un poco
más. Puso sus manos sobre las de él. “Estás embarazado,
cariño. No deberías moverte demasiado. Sería peligroso
para ti y para nuestros bebés”.
El pecho de Taehyung se hinchó con calidez ante sus
palabras. Complacido, se inclinó y lo besó en la mejilla.
Inmediatamente, su brazo lo rodeó y lo atrajo hacia sí,
descruzando las piernas. Quería más que un estúpido beso
en la mejilla.
Jungkook era adicto a sus besos que sabían a miel dulce.
Él capturó sus labios, atrayéndolo hacia su regazo, pero su
esposo se echó hacia atrás.
“¿Qué ocurre?” murmuró, su boca ardientemente sobre
la de él, su mano deslizándose por su columna, sintiéndolo
arquearse bajo su toque. Verlo complacido por su toque lo
extasiaba. Además, había más de una forma de complacer a
una persona, al igual que había más de una forma de
complacer a su esposo.
“Es peligroso”, el menor murmuró.
Taehyung estaba preocupado de que se hubieran topado
con un bache. Jungkook se rió entre dientes y le dio otro
beso en la boca, luego en ambas mejillas, la nariz, en
ambos párpados, la sien y la frente.
“Tonto”, bromeó. “Te mantendría a salvo. Siempre”.
Taehyung todavía estaba nervioso. Se movió de nuevo en
el asiento negro del auto, para su consternación. Su marido
todavía apoyó una mano sobre él, sus largos dedos
agarrando su muslo.
“Nunca puedes quitarme las manos de encima, ¿verdad?”
reflexionó, mirando su dedo deslizarse cerca de su
intimidad. Inmediatamente, cerró las piernas, sabiendo lo
que él quería hacer.
Jungkook dejó escapar una risa gutural, una que hizo
latir su corazón. Le gustaba su risa, profunda y ronca como
el océano, pero suave como una marea baja.
“¿Cuál es la diversión en hacer eso, cariño?” preguntó
Jungkook, inclinándose para besarlo pero el otro giró la
cara.
Jungkook todavía lo besó en la mejilla antes de bajar la
cabeza sobre su cuello. Él rozó su nariz en su lugar
favorito, sus muslos apretando sus dedos. Recordó cuando
sus piernas estaban envueltas alrededor de su cintura, y se
excitó de inmediato.
“Quiero visitar a Kastrem”, habló Taehyung de repente,
alejándose de él, porque su cabello le hizo cosquillas y él
era sensible. Hizo una pausa ante sus palabras.
“Para ver la tumba de mis padres…” su voz se apagó.
Sabía dónde estaban enterrados. Estaba en un terreno
sagrado en Kastrem que estaba altamente protegido y bien
cuidado. El cementerio estaba reservado para todos los
príncipes herederos, princesas y familiares directos
anteriores de Kastrem.
Los abuelos paternos de Taehyung fueron enterrados allí,
poco después de la muerte de sus padres. Algunos dicen
que murieron de angustia, pero Taehyung creía que
Doohyun los envenenó. Su tío era un hombre aterrador que
no se detendría ante nada por el poder, incluso si eso
significaba matar a sus propios padres.
“Los Kang nunca me dejaron ir, ni siquiera en los
aniversarios de la muerte de mis padres”, susurró. “Dijeron
que sería demasiado peligroso”.
Jeon se apartó para mirarlo. Su mirada estaba baja y
estaba haciendo todo lo posible para ocultar su decepción.
Apoyó la mano en el costado de su rostro y apoyó la frente
sobre la del menor.
“Se acerca su aniversario”, murmuró el pelinegro. “Los
visito todos los años. Sus tumbas siempre están llenas de
flores”.
Taehyung se preguntó quién lo colocaría allí.
“Tu tío visita con frecuencia la tumba con flores y
ofrendas, incluso antes de su aniversario. Tus padres eran
sus amigos más cercanos”.
Taehyung levantó la mirada, con el aliento atrapado en la
garganta. Los ojos de Jungkook eran de un rojo tenue.
Cuanto más oscuro estaba, más melancólico era su estado
de ánimo. Estaba recordando el pasado, probablemente, de
su amistad con su padre. Taehyung sabía que su Padre le
mintió a Jungkook por él, pero ¿qué llevó a Jungkook a
creer la mentira? Su amistad, poder y años de relación.
“Es en dos días, ¿no?” preguntó Jungkook, aunque ya
sabía la respuesta a eso. “Iremos mañana, mientras todavía
puedas viajar”.
“¿Podemos reservar un vuelo tan rápido?” El menor
preguntó. “Los preparativos—”
“Tonterías, querido. Iremos en nuestro jet privado y
llegaremos en menos de unas pocas horas”.
Taehyung lo miró, asombrado. “¿Tienes un jet privado?”
“Tengo varios jets privados. Iremos en el que sea de tu
color favorito”, bromeó. Su esposo se rió, pensando que era
una broma, pero el pelinegro no se rió.
“Hablas en serio”, dijo Taehyung sin expresión.
“Tienen diferentes características e interiores. Podemos
ver mi colección hoy”.
“N-no es necesario”.
Taehyung había olvidado lo rico que era Jungkook, por su
riqueza generacional y sus múltiples inversiones. A veces,
se preguntaba exactamente cuánto pesaban sus bolsillos,
pero prefería no preguntar.
“No parezcas tan sorprendido, cariño. No mucha gente
en este mundo puede igualar mi riqueza”.
El rubio parpadeó.
El pelinegro se preguntó si debería decirle que él
también nadaba en la riqueza. Con el dinero, la tierra, la
propiedad y los bienes raíces que heredó de Yeji y Soohyun,
Taehyung era fácilmente uno de los herederos más ricos en
este momento.
“Sabes, también estás acumulando riqueza sin siquiera
saberlo, porque las propiedades y los bienes inmuebles que
has heredado se están alquilando mientras hablamos”,
reflexionó Jungkook. Decidió contarle esta información,
incluso si eso le daría independencia, y Taehyung sabría
que no tenía que depender de él.
“Pero no son míos. No gané el dinero ni todo lo que me
dieron. Son de mis padres. Nunca lo he visto como mío”.
Jeon levantó una ceja. “Todavía no cambia el hecho de
que puedes abofetear a la gente con el dinero, y que
permanezca en tu cuenta bancaria, intacto cuando debe
invertirse”.
Taehyung se inquietó. No sabía cómo invertir, pero no
sabía si debía decir eso. Las inversiones y las acciones
siempre lo confundían y no le gustaba preocuparse por los
números.
“Estamos casados ahora”, comentó Jungkook. “Puedes
darme acceso a tus cuentas bancarias y te ayudaré a
invertir el dinero, aunque en realidad no necesitamos más”.
Taehyung parpadeó. Todavía sería bueno acumular más…
“¿Lo perderás todo?”
Jungkook lo miró como si estuviera loco. Había vivido
durante siglos. Conocía los entresijos del mercado y cómo
funcionaba.
“Parece que todos los libros que leíste eran novelas
eróticas, querido”, bromeó.
“¡N-no son eróticos en absoluto, son libros de romance!”
argumentó.
Jungkook resopló. “Seguro.”
“Y también he leído diferentes géneros, pero no mucho
sobre inversiones”, se quejó. Fue criado para ser príncipe
durante los diez años que acompañó a sus padres, pero
después, los Kang lo hicieron aprender etiqueta y
“pasatiempos de donceles”. No les gustaba la idea de que
él fuera educado en muchos campos.
Taehyung nunca se dio cuenta de lo mal que los Kang lo
trataban hasta que Jungkook lo trató con amabilidad. Era
un pensamiento que lo preocupaba y aterrorizaba. ¿Cómo
podía haber estado tan ciego?
“Estoy seguro de que sí”, dijo Jungkook con una voz que
no le creía.
Taehyung respondió ignorándolo y mirando por la
ventana, optando por el tratamiento silencioso, sabiendo
que eso lo impactaría mucho más.
“Oh, querido, no hagas un puchero así”, arrulló
Jungkook, rodeándolo cariñosamente con sus brazos. “O te
tomaré en este auto”.
Taehyung lo ignoró y continuó mirando fijamente la vista,
molestándolo. Jeon sintió una agitación en su pecho, celoso
de cualquier cosa que pudiera ser tan interesante. Quería
sus ojos sobre él y toda su atención.
“Está bien, está bien, mi esposo es la persona más
educada que conozco”, se rindió. El menor se animó, solo
un poco, y lo miró con el rabillo del ojo.
“… en erótica, solo en eso”, concluyó Jungkook,
ganándose un fuerte golpe en la caja torácica. Él aulló de
risa, entretenido por su mirada enfurecida. Le tocó la nariz
con su dedo largo y esquivó su manotazo.
Jungkook chasqueó la lengua. “Qué esposo tan violento
tengo”.
Taehyung le sacó la lengua. “Y qué marido tan infantil
tengo”.

Creo que de alguna manera, este es uno de los caps más


lindo, gracioso y ‘soft’ de esta historia :’)
—Day, lovetaejeon
37. XXXVI

TU DECISIÓN ES LEY
Al día siguiente se hicieron los preparativos para el viaje,
aunque no pensaban quedarse a pasar la noche, ya que
ninguno de sus apretados horarios les permitía tal cosa. La
visita también se mantuvo en secreto para el público, ya
que cada movimiento de la familia real era muy publicitado,
especialmente en lo que respecta a Su Gracia y Su
Majestad de Wraith.
Fue un viaje difícil, porque el cielo estaba sombrío y gris,
lo que indicaba que se acercaba una tormenta, pero aun así
partieron. Las noticias dijeron que solo llovería un poco.
“Su Majestad, me puso en una situación difícil”, habló
Doohyun por teléfono.
Doohyun acababa de recibir la noticia de que un
misterioso avión privado había aterrizado en KST, el
aeropuerto de Kastrem. Fue un milagro que el avión
privado no fuera derribado por el ejército de Kastrem por
no solicitar acceso aéreo antes.
“Tiene suerte de que los militares reconocieron el jet
privado, Su Majestad”.
“Solo un idiota no reconocería el escudo real”, se burló
Jungkook.
El viaje en avión duró unas pocas horas y se habían ido
temprano en la mañana. Taehyung estaba profundamente
dormido a su lado, con la cabeza apoyada en su hombro,
mientras se transportaba al país de los sueños.
“Al menos especifique por qué está aquí, Su Majestad”,
respondió Doohyun en un tono ligeramente irritado pero
divertido. “Le habríamos concedido acceso de inmediato”.
“Lo habrías hecho público”.
“Ah, pero eso es de esperar, porque eres—”
“Si no das autorización en el próximo minuto, se puede
esperar que pierdas tu título”.
Acababan de aterrizar, pero las puertas no se abrían, a
pesar de que la alfombra roja ya estaba preparada para
ellos y el personal esperaba su llegada.
Jungkook estaba seguro de que Doohyun tenía un truco
bajo la manga. La alfombra roja se colocó demasiado
rápido, lo que significaba que las cámaras ya estaban listas
para ellos.
Jeon no necesitaba que el público viera que el embarazo
de Taehyung ya estaba más que avanzado, lo que
confirmaría la sospecha de que Su Gracia iba a dar a luz
dentro de tres o cuatro semanas. Sería problemático si la
información cayera en manos enemigas.
“Hemos preparado un auto privado para ti afuera”,
respondió Doohyun con una sonrisa furtiva en su rostro.
Hizo contacto visual con su secretario, que ya tenía las
cámaras preparadas.
“No es necesario”, dijo Jungkook, justo cuando miró por
la ventana para ver que en realidad había dos grandes
autos negros estacionados afuera.
“¿De qué estás hablando—” Jungkook colgó.
Se puso de pie y estiró sus extremidades. Asintió en
dirección a Joongki, dándole la señal.
“Está bien, les enviaré un mensaje de texto” Joongki sacó
su teléfono para notificar al conductor.
Uno de los autos negros rodeó el avión, se dirigieron a la
otra salida y se detuvieron allí mismo.
Jungkook se inclinó y tomó a Taehyung en sus brazos,
sonriendo agradablemente cuando sintió su peso. Su
esposo estaba cada vez más pesado, y él estaba contento.
Finalmente había comenzado a comer bien.
“Hm…” refunfuñó Taehyung, acurrucándose en la
cómoda superficie de su pecho.
Jungkook lo llevó a la otra salida y bajó la escalera. La
puerta del auto ya estaba abierta, y él se inclinó en el auto,
acomodándolo con facilidad. Todavía estaba profundamente
dormido, y él se habría preocupado si el menor estuviera
muerto o no, pero se había despertado antes.
Su teléfono vibró en su bolsillo y lo ignoró, sabiendo que
era una llamada de Doohyun. Se subió al auto junto a su
esposo y Joongki saltó al asiento del pasajero con el gran
ramo de flores en el brazo.
“Al Cementerio Real cerca de la Mansión Kim”, instruyó
Joongki al conductor. Joongki no podía creer que tuviera
que ser arrastrado a este viaje, pero con Yoongi en Dios
sabe dónde no tenía otra opción.
Joongki todavía estaba decepcionado por las palabras de
Yeonjin hace dos días atrás. No creía que fuera cierto, pero
dados los escasos rumores de sus relaciones, supuso que
era cierto. Él esperaba que este viaje lo distrajera de sus
emociones que estaban por todas partes.
A él realmente le gustaba Yeonjin, pero principalmente
porque ella lo trataba de manera diferente a como lo
trataban las otras personas. Todos los demás siempre lo
adulaban, pero ella le dio la espalda.
“Qué fastidio…” se quejó para sí mismo, mirando el
espejo retrovisor con envidia.
La atención del Rey estaba pegado a su esposo. Su
Gracia todavía estaba dormido, y él había ajustado su
posición para que descansara en sus brazos. Joongki sintió
que iba a morir por esta demostración de afecto que le
mostraron a la fuerza.
Captando la aguda mirada del Rey, instantáneamente
saltó y desvió la mirada. Un segundo después, hubo un
¡BANG!
El rey había colocado la división negra del auto.
“Bien, no quería verlo de todos modos”, Joongki
lastimosamente se enfurruñó.
“¿Qué fue eso?” preguntó Taehyung, despertado por el
sonido. Miró a su alrededor, aturdido y confundido.
“Nada, cariño. Duerme más”. Arrulló suavemente,
besando un lado de su cabeza y pasando una mano con
suavidad por su vientre grande. El menor se acurrucó en el
abrazo y dejó escapar un pequeño suspiro.
“¿Por qué no me despertaste, Kook?” gruñó, presionando
su rostro contra su cuello. Siempre olía divino. Era un
aroma embriagador, uno que calmaba sus nervios pero le
aceleraba el corazón. Olía como el bosque.
“No tenía la intención de despertarte hasta que
llegáramos al Cementerio, cariño. Estás embarazado y de
viaje, necesitas descansar”, lo reprendió.
El pelinegro no creía que fuera del tipo que regaña,
hasta que lo conoció. No creía que fuera muchas cosas,
pero su esposo le demostró que estaba equivocado.
Jungkook no sabía amar, pero Taehyung le enseñó. Él no
conocía la compasión, pero Taehyung le enseñó. Cada dulce
emoción que poseía era por él. No sabría qué hacer consigo
mismo cuando él se fuera. ¿Desaparecería toda su
compasión? ¿Se le congelará el corazón de nuevo? Era
probable.
“He descansado lo suficiente”, respondió Taehyung,
estirándose un poco. Se encogió ante el crujido de sus
articulaciones rígidas. Cansado, se frotó el estómago con
una mano. De repente, se volvió hacia el mayor.
“Las flores ¿A dónde fueron?”
Jungkook levantó una ceja. Extendió la mano y bajó la
división. “Dame el ramo”, le ordenó a Joongki.
Joongki inmediatamente entregó el ramo de flores.
Quedó bastante impresionado por la selección de lirios
blancos, rosas blancas y baby breaths. Fueron
seleccionados del jardín del Castillo de Wraith.
“Listo” Jungkook colocó con cuidado el ramo en sus
brazos. Taehyung lo acunó, sosteniendo el ramo cerca de su
pecho, con una mirada tierna en su rostro.
“Las rosas son un regalo extraño para los muertos, Su
Gracia”, comentó Joongki. “Por supuesto que es porque ese
es su apellido materno, pero—”
“A mi madre le gustaban las rosas blancas. No porque
sea su apellido, sino porque fueron las primeras flores que
mi padre le había regalado”.
Taehyung acarició los pétalos con una sonrisa afectuosa.
Extrañaba mucho a sus padres y sus historias románticas.
“Y mi padre ama los lirios blancos”, murmuró. “Porque
mi madre los usó para el ramo de novia, aunque no generó
respuestas favorables de mis abuelos paternos”.
Él había descubierto que su madre usaba lirios en lugar
de rosas porque estás últimas son un cliché.
Taehyung recordó que su madre le dijo que los suegros
se quejaron de toda la boda, pero a su madre no le importó.
Este acto de desafío mostró la voluntad de Yeji de
comportarse como quisiera, ya que no era una marioneta
de las tradiciones creadas por los muertos. Su madre
siempre fue un alma salvaje, y por eso Taehyung era un
joven tan enérgico.
“No llores”, murmuró Jungkook, atrapando una lágrima
con la punta de sus dedos y limpiándolo.
El rubio parpadeó ante sus palabras. Los recuerdos de su
juventud siempre fueron agridulces, especialmente cuando
recordaba el trágico suicidio de sus padres. Si pudiera
hacer retroceder el tiempo, si pudiera decirle a su padre
que lo perdonó por haberlo estrangulado.
Hasta el día de hoy, se arrepientes de la mirada
espantosa que le había dado después a su padre. Su padre
ni siquiera pudo mirarlo a los ojos después del incidente,
ahogándose en la culpa antes de quitarse la vida.
“No tenías que explicárselo a ese tonto”, comentó
Jungkook. “Él no lo entenderá”.
“¡No soy taaan tonto, Su Majestad!” intervino Joongki.
Sintió que estaba siendo intimidado. Primero, tuvo que
soportar la muestra de afecto innecesario, y ahora, ¿estos
insultos? Nadie tenía un trabajo más difícil que él.
“De hecho”, Jungkook lo ignoró y se concentró en su
esposo, agarró mechones de su cabello dorado y lo colocó
detrás de sus orejas, revelando la oscuridad de su mirada
triste. “Nunca tienes que dar explicaciones a nadie,
querido. Eres un Rey y tu decisión es ley”.
“Pones demasiada fé ciega en mí, Jungkook”.
El pelinegro sonrió. “No es fé ciega, sino confianza”.

NUNCA MÁS
“Pensé que nunca vendrías”, dijo Doohyun mientras se
paraba frente a las puertas altamente protegidas del
Cementerio Real.
Todos los descendientes Kim fueron enterrados aquí y
muchos de ellos llevaban consigo joyas de valor
incalculable. La seguridad por aquí era inquebrantable, con
portones eléctricos, cámaras de alta tecnología y guardias
estacionados en todas partes. Nadie podía entrar y salir de
este lugar sin una revisión muy detallada.
“Sin embargo, no te culpo. A los Kang nunca les
agradamos”, añadió Doohyun con las manos detrás de la
espalda. Observó la sonrisa astuta de Jungkook y el suave
ceño fruncido de Taehyung. Bueno, al menos uno de ellos
era bueno para ocultar sus emociones.
A Doohyun le gustaba poder despertar emociones dentro
de Taehyung. El odio estaba a sólo un paso del cariño. No
necesitaba el afecto de su único sobrino. No era
desvergonzado. Sabía que no se lo merecía.
“Ah, la flor favorita de Yeji y Soohyun,” observó Doohyun,
ignorando la mirada aterradora de Jungkook, cuyos ojos
mostraban que un violento baño de sangre estaba
destinado a ocurrir.
Doohyun solo pretendía hacerle una broma inofensiva al
Rey, eso era todo. ¿Quién pensaría que recibiría una
llamada telefónica de que el Rey salió por la parte trasera
del avión, y su auto no estaba a la vista de las cámaras?
Que reacción más decepcionante.
“Parece que sigues siendo un hijo virtuoso—”
Taehyung pasó junto a él y atravesó las puertas abiertas.
No necesitaba buscar desesperadamente la tumba de sus
padres, sabía exactamente dónde estaba. Su corazón se
aceleró con anticipación, y pronto, estaba de pie entre la
gran lápida blanca, que estaba muy bien cuidada y limpia.
Sintió que una ola de emociones lo invadía. Las lágrimas
brotaron de sus ojos y su cara se sentía caliente. Sus
padres fueron enterrados juntos. Había flores frescas
colocadas sobre sus lápidas que decían: “En memorias
amorosas y honorables del príncipe heredero Kim Soohyun
y la princesa heredera Yeji Rose”.
“Madre, padre” Taehyung habló débilmente, las palabras
como cuchillos en su pecho. Nunca había querido llorar
tanto, excepto en este momento. Había esperado años para
volver a ver sus lápidas.
“Llegué tarde”, susurró, colocando el ramo en la lápida
compartida. Sus manos tocaron la piedra temblorosamente,
una estampida de emociones lo golpeó.
Jungkook se le acercó por detrás y se agachó, sabiendo
que necesitaba que alguien estuviera allí para él. Envolvió
un brazo alrededor de su hombro, apretándolo suavemente.
“Pero nunca más”, dijo Taehyung. “Ya nunca llegaré
tarde”.
El rostro de Jungkook se endureció. Resistió el impulso
de decir que los vería pronto. En cambio, mantuvo la boca
cerrada y optó por frotarle la espalda.
“Los visitaré cada aniversario”, juró. Se volvió hacia
Jungkook y sonrió débilmente. “Padre, su arduo trabajo no
se desperdició”.
Jungkook levantó una ceja. “Deberías haber sido
entregado directamente a mi puerta cuando cumpliste
dieciocho años”, murmuró. “Pero no te preocupes,
Soohyun, desde que él ha estado bajo mi cuidado, lo he
protegido y continuaré haciéndolo, incluso después de mi
muerte”.
Taehyung sonrió suavemente. Bajó la mirada. “Padre,
madre, no pude decir esto el día de su entierro, pero les
perdono todo”.
Omitió exactamente qué parte perdonó. Perdonó a su
padre por intentar matarlo, perdonó a su madre por no
poder hacer frente a la culpa y los perdonó por la vida que
le quitaron. Era el cierre que Taehyung necesitaba, en caso
de que alguna vez se fuera de este mundo.
Todo lo que había que decir y hacer estaba hecho. Si
tuviera que morir al dar a luz, moriría en paz.
Jungkook debe haber sabido lo mismo, porque lo abrazó
con fuerza y no dijo nada más.
Fue solo después de que Jungkook y Taehyung
abandonaron el Cementerio que el cielo finalmente se
aclaró. Un rayo cegador de luz solar se asomó a través de
las espesas nubes grises, brillando directamente sobre la
tumba de Yeji y Soohyun.
Durante todo el camino de regreso al auto, Taehyung no
pudo apartar la mirada. Su atención estaba pegada a la
lápida, y por una fracción de segundo allí, creyó ver el
contorno de sus padres parados uno al lado del otro. Pero
luego, parpadeó, y se habían ido. Debe haber sido la
sombra causada por la luz del sol.
“Visita más Kastrem”, le dijo Doohyun. “Y no solo el
Cementerio Real”.
Taehyung hizo una pausa. Miró a Doohyun y luego a la
lápida limpia con flores frescas. Su tío visitaba y cuidaba a
sus padres. No sabía si debía sentirse agradecido o dejar
que su ira hablara por sí solo.
“Y a mi también”, añadió Doohyun. “Eres el único Kim
que me importa”.
“Eso es porque todos los demás están muertos”, dijo
fríamente Taehyung.
Doohyun tenía una expresión solitaria en su rostro
cuando sonrió dolorosamente. “No. No me importaría si
estuvieran vivos. Pero si fueras tú, Taehyung, me
preocuparía por ti. Eres, después de todo, el único hijo de
mi hermano. Eres el último recuerdo que tengo de ellos. Tú
eres mi último miembro de la familia, mi sobrinito”.
Taehyung se dio cuenta de que su tío estaba solo en este
mundo. Tenía un reino que gobernar, gente a la que cuidar,
pero además de sus empleados, ¿quién se preocupaba por
él? En el tiempo que fue rey, nunca se había visto envuelto
en un escándalo de citas.
“Crea más recuerdos”, dijo Taehyung en voz baja, la
primera vez en una década que bajó la guardia y le mostró
simpatía. “No conmigo, pero con una persona con la que
puedas comenzar una familia. Solo tú puedes prolongar el
apellido de la familia Kim”.
Doohyun levantó bruscamente una ceja. “¿Y si no quiero
hijos?”
“Entonces siglos de la Casa Kim caerán contigo. Nuestro
apellido que ha sobrevivido desde el principio de los
tiempos terminará contigo. Es tu elección, no la mía, tío”.
Taehyung le dio la espalda y siguió acercándose al auto,
la mano de Jungkook apoyada en su espalda baja. El
pelinegro estaba empezando a rondar sobre él con más
frecuencia, preocupado por cada pequeña cosa que hacía.
Le preocupaba que tropezara con una superficie plana, se
lastimara con un trozo de papel, y la lista seguía. Sabía que
él nunca lo diría, pero Taehyung estaba consciente de sus
acciones.
“Taehyung, tus padres agradecerían otro ramo el
próximo año”, comentó Doohyun de repente. Sabía lo que
le esperaba a él, su sobrino humano, embarazado de un hijo
de sangre pura.
El corazón de Taehyung tembló. Sabía que su tío no
podía pronunciar las palabras, ‘Por favor, vive’, porque los
rompería a todos aquí. Su deseo por sí solo fue suficiente
para que se riera suavemente.
“No necesito que me digas eso. Ya estoy pensando en lo
grandioso que será el próximo ramo”.
Doohyun forzó una sonrisa, a pesar del dolor en su
corazón. Se sentía como si se hubiera tragado mil agujas,
porque las palabras no podían salir de su boca reseca. Al
final, ¿estará solo en el mundo? ¿Será él el único Kim
sobreviviente?
“Entonces espero con ansias tu ramo”, habló Doohyun
lentamente. Vio las manos contrarias temblar antes de que
las escondiera frente a su estómago. No pudo leer su
expresión, pero supo por su voz que su sobrino entendía el
significado de sus palabras.
“Será mejor que el tuyo no eclipse al mío”, le dijo
Taehyung, incapaz de mirar a su tío. En un momento
extraño como este, Doohyun vio que su sobrino se parecía
demasiado a su padre. Se tocó el collar, del que colgaban
tres amuletos. Una rosa para él, su madre y su padre.
El Duque Park, el padre de Jimin le había regalado esto
antes de la boda, pero todavía lo usaba todos los días. A
Taehyung le recordaba que sus padres siempre estaban con
él y que nunca lo habían dejado realmente de lado.
“Por favor, ¿cómo puedo soñar con eclipsar a mi
sobrino?” Doohyun se rió, pero ambos sabían que ya lo
había hecho cuando tomó su trono y se ganó el corazón de
Kastrem.
Pero ninguno de los dos volvió a hablar de la usurpación.
Doohyun observó cómo Taehyung subía al coche negro con
Jungkook y los dos se marchaban. Solo cuando el auto
negro era un punto en la distancia, la expresión de
Doohyun cambió. Por primera vez en mucho tiempo, rompió
a llorar, porque creía que sería la última vez que vería a su
sobrino.

LO QUE DIGAS
Pasó una semana y el estómago de Taehyung crecía cada
vez más. Por ahora, estaba teniendo dificultades para
caminar y pararse. Su tez era pálida, sus mejillas
ahuecadas y parecía que se desmayaría en cualquier
momento.
Taehyung siempre se sentía cansado, le dolía mucho la
parte baja de la espalda y rara vez dormía cómodamente en
los últimos días. Se acercaban las últimas dos semanas, y
Jungkook nunca se apartó de su lado. Solo completaba el
papeleo cuando él estaba profundamente dormido.
Jungkook había trasladado su escritorio a su habitación.
A pesar de que su mano estaba garabateando en el papel,
nunca podía apartar la mirada del cuerpo dormido de
Taehyung. El menor daba vueltas y vueltas en la cama,
incluso cuando él lo estaba abrazando.
“Puedo caminar solo”, dijo Taehyung, sonrojándose
cuando pasaron junto a un par de sirvientes que se
detuvieron al verlos, antes de susurrar y sonreír entre ellos.
Jungkook cargó a Taehyung a donde él quería ir. Lo
llevaría al baño, al comedor, a los jardines. Estaba
literalmente en todas partes. Sus pies solo tocaron el suelo
cuando se sentaba.
“Soy pesado, Jungkook, bájame” le apretó el hombro
pidiendo piedad. Él simplemente se rió de sus palabras y lo
miró fijamente.
“Si ni siquiera puedo llevar a mi esposo a los jardines,
¿de qué me sirve hacer ejercicio?” reflexionó, mientras
bajaban las escaleras. Los brazos del menor estaban
fuertemente entrelazados alrededor de sus hombros,
asustado de caerse. Era un miedo tonto, porque él nunca lo
dejaría caer. Ninguna sola vez.
Bueno, tal vez para molestarlo un poco. Pero eso era
todo. El pelinegro sintió como si llevara una mochila vacía.
A pesar de que sus gemelos se estaban desarrollando a la
velocidad de la luz, creciendo cada día, Jungkook deseaba
que su esposo comiera más.
“Solo quieres una excusa para pasar cada momento
conmigo”, respondió Taehyung. Estaba agradecido por sus
acciones, a pesar de sus palabras. Tenerlo a su lado lo
hacía sentir mucho más a gusto. Se sentía cómodo y
protegido, como si nada pudiera salir mal en este mundo.
“Además, ¿por qué vamos al jardín?” se rió levemente,
preguntándose qué lo emocionaba tanto de llevarlo afuera.
Por lo general, el pelinegro se quejaba de que el sol era
demasiado brillante para su piel y el viento demasiado
fuerte para su cuerpo.
“Ya verás”, respondió Jungkook con una sonrisa. Juntos,
pasaron por los pasillos y pronto, el aroma familiar de las
flores flotó en el aire, haciéndole cosquillas en la nariz.
Los ojos de Taehyung se iluminaron instantáneamente
cuando vio quién estaba en el jardín. Había una mesa de
picnic de madera instalada, con jarrones de flores, un
mantel blanco que bajaba por los bordes, comida para
picar, pasteles y sándwiches descansando en bandejas de
niveles y teteras.
“¡Una fiesta de té!” Chilló efusivamente, asimilando todo
con entusiasmo. Se quedó sin aliento cuando vio quién lo
estaba esperando.
“¡Mimi!” exclamó, justo cuando Jungkook lo colocó junto
a la mesa de picnic. Sacó la silla, listo para ayudarlo a
sentarse, pero él tenía otros planes.
Taehyung se obligó a dar un paso adelante y abrazar a su
amigo. Le estaba resultando increíblemente difícil mover
sus extremidades, especialmente sus pies, que siempre
estaban doloridos e hinchados. La última vez que pudo
caminar correctamente sin dolor fue hace una semana,
cuando visitó Kastrem.
“¡No puedo creer que en realidad seas tú, Tete!” dijo
Jimin, corriendo hacia adelante para evitar que su amigo se
cayera.
Jimin agarró ambas manos de Taehyung, apretándolas
para pasarle algo de fuerza. Los hombros tensos de
Taehyung se relajaron al instante, y parecía un poco más
aliviado.
“Siempre me asombran las propiedades que posees como
la Rosa Dorada”.
“¡Bueno, es lo menos que puedo hacer por ti!” Jimin guío
apresuradamente a Taehyung hacia la silla. Trató de
ignorar lo enferma que parecía su amigo. Sus mejillas
estaban hundidas y su piel pálida. Los bebés estaban
drenando los nutrientes de su comida, la sangre de su
cuerpo y su energía.
“Jimin no es tan importante para que te pongas de pie”,
comentó Jungkook. “Siéntate, cariño”.
Jimin lo miró fijamente. El Rey lo ignoró. Simplemente
ayudó a su esposo a sentarse y Jimin sintió una punzada en
el pecho al ver a su amigo. La sola acción de sentarse
pareció lastimar a Taehyung, quien agarró con fuerza su
mano, sus brazos temblaban cuando se sentó en la silla.
“¿Estás bien? Estás un poco pálido”, dijo Jimin
preocupado, inmediatamente tomando las manos de
Taehyung nuevamente. Jimin se preguntó si él y Yoongi
iban a tener las mismas dificultades.
“Estoy bien”, exhaló Taehyung, su voz un poco sin aliento
por usar tanta energía. Pero se sintió mucho mejor con el
toque de Jimin.
“Mimi, tengo una petición que hacerte”.
Taehyung sabía que no podía beber la sangre de Jimin,
porque se sentía como canibalismo. Pero tampoco podía
inyectar la sangre de la Rosa Dorada en su cuerpo, su
sangre era incompatible. Jimin no era O negativo. El cuerpo
de Taehyung enfrentaría más complicaciones si le
inyectaran la sangre.
“¿Una solicitud?” Jimin repitió, mirando a su mejor
amigo con una gran sonrisa.
Taehyung miró a Jungkook, quien lo miraba fijamente
todo el tiempo, con arrugas en la frente y un profundo ceño
fruncido.
Jungkook estaba empezando a arrepentirse de organizar
esta fiesta de té para Taehyung. Recordó que le encantaba
tener fiestas de té con Jimin cuando eran niños. Era todo lo
que les gustaba hacer, además de disparar a los vasos con
sus armas de práctica. Dado su estado, ni siquiera quería
ser el anfitrión de esta fiesta, pero su esposo se había
estado quejando de estar en reposo en cama durante
demasiado tiempo.
“¡Por supuesto, me encantaría escucharlo! ¡Dime, dime!”
Jimin chilló, ansioso por prestar toda la ayuda que pudiera.
Se había estado muriendo de culpa desde que se dio cuenta
de que Park Pharmaceuticals no podría desarrollar la
medicina a tiempo.
Hace unos días, Jimin escuchó de Taehyung que los
médicos predijeron que los bebés nacerían en 2 o 3
semanas. No era suficiente tiempo, porque el fármaco aún
no estaba completa.
“¿Te importaría sostener mi mano durante el parto?
Jungkook y yo supusimos que ayudaría—”
“¡Por supuesto! Gracias a Dios que me preguntaste esto.
Mi plan era abrirme camino hasta tu sala de partos para
ofrecerte apoyo”.
Taehyung se rió levemente al pensar en Jimin abriéndose
paso a empujones en la habitación del hospital. A Jungkook
le daría un ataque si hiciera eso. Hablando del pelinegro,
éste finalmente apartó la mirada de él. Se preguntó qué
estaba mirando. Resulta que estaba viendo a Yeonjin y
Joongki en la distancia.
“No sabía que invitaste a Yeonjin”, le dijo Taehyung a
Jungkook.
“¿Así que ese es su nombre?” Jimin se quejó,
levantándose en toda su altura. Se giró para mirar a
Yeonjin, y su respiración quedó atrapada en su garganta.
La mujer era hermosa en todos los ángulos posibles.
Yeonjin estaba involucrada en una conversación con Yoongi,
los dos parecían tener una buena relación, mientras que
Joongki hacía todo lo posible por interrumpir la
conversación.
“Llegué aquí primero, ya sabes, y luego Yoongi me vio.
Decidió quedarse, y Yeonjin pasó caminando por aquí, y el
maldito bruto la invitó a unirse a nosotros”, siseó Jimin.
“Apuesto a que está tratando de ponerme celoso”.
Taehyung sonrió ante las payasadas infantiles de su
amigo. “Pero trataste de ponerlo celoso primero. Era de
esperar que tome represalias”.
Jimin se burló. Se volvió hacia el rey y frunció el ceño.
“Sus políticos son mezquinos, Su Majestad”.
Jungkook lo miró por un breve segundo antes de sonreír.
“Esperaba mejores insultos de tu parte. Lástima.”
Jimin se quedó boquiabierto ante sus palabras, girando
directamente hacia Taehyung. “¿Acabas de escucharlo-?”
“Su Gracia”, saludó Yoongi, colocando una mano sobre la
cadera de Jimin. Su novio se alejó instantáneamente de él,
enojado por sus acciones.
“¿De qué hablaron?” preguntó Taehyung, reprimiendo el
impulso de ampliar su sonrisa al ver los celos evidentes de
Jimin. Ya podía decir que su amigo planeaba invitar a
Jongin a la fiesta del té.
“Los últimos chismes sobre ti en la alta sociedad”,
respondió Yoongi. “Se ha hecho un gran nombre, Su
Gracia”.
“¿Oh?”
“Los de nuestra especie lo alaban por ser tan fuerte
durante el embarazo, cuando la mayoría de los humanos
apenas pueden mantenerse en pie durante el último mes,
Su Gracia”.
“Bueno, ese soy yo ahora”, se rió Taehyung. Giró un poco
la cabeza para ver que Joongki hacía todo lo posible por
hablar con Yeonjin, la cual miraba hacia otro lado como si
no hubiera nadie a su lado.
“Sí, pero es muy impresionante que haya aguantado
tanto tiempo, Su Gracia” Yoongi abrió la boca para decir
más, pero Jimin lo interrumpió.
“Uh huh, ¿estás seguro de que eso es lo único de lo que
hablaron?” Jimin preguntó en voz baja, ocultando su ira,
pero sus ojos deslumbrantes hablaron por él.
“No lo sé”, dijo Yoongi inexpresivamente. “¿De qué
hablan tú y Jongin en el auto?”
“Tiene novio”, se burló Jimin.
“Y a Yeonjin le gustan las mujeres”.
Jimin entrecerró los ojos hacia él.
“Si van a discutir, háganlo fuera de la vista de mi esposo.
Le están dando dolor de cabeza”, les espetó Jungkook.
“No, no, estoy bien—”
“Si estás celoso, solo dilo”, le dijo Jimin a Yoongi.
Este último lo miró boquiabierto con incredulidad, antes
de burlarse, con el pecho resoplando. Él lo agarró de la
muñeca y comenzó a arrastrarlo, sabiendo que su disputa
no terminaría a menos que hubiera una intensa sesión de
besos para dejarlo sin aliento y rogando por más.
“Oh, ¿por qué dijiste eso?” Taehyung gimió, enfurruñado
porque no sería capaz de ver cómo sus novelas románticas
cobraban vida. Iba a tomar un bocado o dos y ver cómo se
desarrollaba la discusión.
“Nunca podré entender tu lógica, querido”, murmuró
Jungkook, sacudiendo la cabeza hacia él. Puso una mano
sobre la mesa y se inclinó, capturando sus labios en un
suave beso. Le lamió el labio inferior y su esposo abrió la
boca para él. Antes de que pudieran ir más lejos, él se
apartó y le dio un beso en la nariz. Más que eso, y estaría
demasiado excitado para controlarse.
“Eso es porque no hay lógica”, se rió Taehyung. “Es la
primera vez que veo a Jimin con un hombre decente. Estoy
feliz por él y quiero ser testigo de todo”.
Jungkook le dió una mirada expectante, sabiendo que era
la mitad de la verdad. “No me mientas, cariño. Sé que
querías ver cómo tus historias de amor cobran vida.
Prácticamente estás viviendo una novela romántica, ¿qué
podría ser tan interesante sobre las relaciones de otras
personas?”
El rubio lo miró como si estuviera loco. Taehyung era una
persona entrometida y le gustaba saberlo todo. “¿Qué no es
interesante acerca de las relaciones de otras personas?”
A Jungkook siempre le resultó intrigante aprender más y
más sobre su esposo cada día que pasaba. Justo cuando
pensaba que había aprendido todo sobre él, éste lo
sorprendía.
“No entiendo cómo funciona tu cerebro, mi dulce”,
murmuró, tocándole un lado de la cabeza.
Taehyung agarró su dedo y se burló. “Puedo decir lo
mismo de ti, Kook”.
El pelinegro sonrió ante el apodo. Lo decía con más
frecuencia ahora, y le encantaba el sonido que salía de su
lengua. En este mundo, solo a él se le permitía llamarlo por
un apodo.
“Lo que tú digas, cariño”.

WAH
En la distancia, Dorothy observaba el picnic, sorbiendo
su té. Podía sentir el principio del fin acercándose. Era
evidente en la forma en que Taehyung no podía soportarlo,
sus mejillas demacradas y el agotamiento en su rostro.
“Qué divertido”, se dijo a sí misma. “Todos están
reunidos en la fiesta del té, como si no fuera una fiesta de
despedida para el Rey humano”.
Dorothy miró a su nieto, cuyo rostro era suave y
cariñoso. Ella había olvidado que él era capaz de hacer ese
tipo de expresión. Su corazón se estrujó cuando se dio
cuenta de que la última vez que vio este rostro fue cuando
él era un niño, antes del experimento. Él había venido
corriendo hacia ella, con los ojos brillantes como bambi y
todo sonrisas, saltando directamente a sus brazos.
“Eras mucho más lindo cuando eras niño”, le murmuró
Dorothy a Jungkook, aunque él nunca sería capaz de
escucharla desde la torre.
Ella se puso de pie y dejó la taza de té. Echó un buen
vistazo a la torre donde había pasado la mayor parte de su
vida.
En lugar de vivir en el lujoso castillo, Dorothy optó por
esta torre. El castillo le recordaba demasiado el amor que
perdió, los hijos que perdió y la familia que se fue.
“Pronto, será mi hora de dejar este mundo también…”
colocó una nota al lado de su taza de té. Con una última
mirada por la ventana, desapareció.
Taehyung sintió una presencia observándolos. Su cabeza
giró en la distancia, donde vio la torre de Dorothy por una
fracción de segundo, y luego desapareció. Parpadeó,
preguntándose si había pasado algo.
“¿Qué estás mirando?” preguntó Jungkook, dándose
cuenta de que él estaba mirando a lo lejos.
“La torre de tu abuela se ha ido”.
Jungkook miró en la misma dirección. Efectivamente, la
torre oculta por las nubes desapareció. No lo sorprendió,
ya que los ojos de los humanos y los vampiros nunca
podrían ver la torre. Dorothy lo había hecho así.
“La visitaré cuando duermas”, le aseguró.
Jungkook estaba sentado a su lado, sirviendo una
rebanada de pastel en su plato mientras Joongki molestaba
a Yeonjin y Yoongi discutía con Jimin.
“Tu tarta de limón favorita”, comentó, haciendo todo lo
posible por no arrugar la nariz ante el olor. El limón
quemaba la piel de un vampiro más que nada en este
mundo.
“Contratamos una pastelería de puros humanos solo para
ti, querido” agregó, observando cómo él levantaba
ansiosamente su tenedor con postre.
Taehyung sabía que el pelinegro lo hizo para que
pareciera que viviría lo suficiente como para probar todos
los postres de limón de la pastelería. Pero no pudo decir
nada, porque sabía que no pasaría del parto. Estaba
dispuesto a morir por sus hijos.
“¿Qué estás pensando?” cuestionó al verlo aturdido, su
tenedor en la misma posición. No se había llevado el postre
a la boca.
El rubio lo miró. “No puedo evitar pensar en la gran vida
que tengo actualmente”, admitió. “Tengo gente que amo y
que me ama. He resuelto el problema con mi tío, me he
convertido en lo que todo niño sueña ser: un rey, y ahora
estoy cargando a tus herederos, unos que pueden
acompañarte por la eternidad.”
El corazón del pelinegro se aceleró ante sus palabras.
Sonaba como si estuviera preparando este momento para
que fuera el último. Y luego sus labios se curvaron hacia
arriba en una de las sonrisas cuadradas más serenas que
jamás había presenciado. Su pecho se hinchó con una
calidez extraña y difusa cuando el menor apoyó la cabeza
en su hombro. Jungkook dejó escapar un suspiro
tembloroso y envolvió sus brazos alrededor de su esposo.
“Te amo, Kook…”
La mano del pelinegro tembló cuando agarró sus manos,
presionando un beso a un lado de su cabeza.
“Te amo mas, mi dulce.”
El mundo se silenció ante ellos. Jungkook sintió que
estaban solos en el mundo y era las únicas personas
presentes en el jardín. La hierba susurró, las ramas se
sacudieron con el viento y las hojas volaron, una brisa
refrescante los envolvió.
Jungkook miró a Taehyung que descansaba en sus
brazos. Este último apenas podía mantener los ojos
abiertos. “Vamos a llevarte a la cama”.
Taehyung negó con la cabeza. No quería arruinar la
fiesta del té solo porque tenía un poco de sueño, así que se
llevó la tarta de limón a la boca y le sonrió.
“Estoy bien”, aseguró.
“Tonterías. El descanso les hará bien a ti y a los bebés.
Podemos invitarlos la próxima vez”.
Taehyung debatió la idea, pero él ya lo estaba ayudando
a levantarse. Cuando se pusieron de pie, todos miraron en
su dirección. Jimin y Yoongi hicieron una pausa en su
discusión, Joongki finalmente encontró una excusa para
buscar en otra parte y Yeonjin levantó una ceja.
“Su Gracia necesita descansar”, habló Jeon, envolviendo
un brazo alrededor de su cintura, mientras la mano del
menor descansaba encima de la suya, el peso de su cuerpo
transferido a él.
“Gracias por venir”, dijo Taehyung en voz baja, sonriendo
un poco. “Nos vem—”
Se escucharon jadeos agudos y de susto.
“Oh, Dios mío, Taehyung”, gritó Jimin, dando un paso
hacia adelante justo cuando señalaba la pierna de su
amigo.
Taehyung sintió que algo tiraba de él mientras un cálido
hilo de líquido bajaba entre sus piernas. El líquido era de
color rosa pálido, lo que indica que la sangre se mezcló con
la fuente. ¿Fue el limón lo que desencadenó el nacimiento?
Lo siguiente que supo Taehyung fue que sus piernas
fallaron, desplomándose y estaba viendo el cielo. Escuchó
un fuerte zumbido en sus oídos y sintió una mano suave
agarrar la parte posterior de su cabeza y que alguien lo
bajaba al suelo.
Se escucharon gritos, y Taehyung apenas podía
mantener los párpados abiertos, con los ojos en blanco de
izquierda a derecha. Pero podía escuchar el débil sonido de
una voz atronadora haciendo demandas.
Entonces, sintió que levantaban su cuerpo, su visión se
nublaba, sus oídos zumbaban. El dolor atravesó todo su
cuerpo y gritó, como si miles de agujas pincharan su piel,
clavándose más y más profundo con cada movimiento.
“¡LLAMA AL DOCTOR!” Jungkook rugió, presionando su
cuerpo contra el de él, pero fue en vano, el menor estaba
luchando en sus brazos.
“¡Tenemos que llevarlo a un hospital!” gritó Jimin, justo
cuando vio que Jungkook entraba corriendo al castillo. Él
estaba tras su rastro, al igual que los gemelos.
Jungkook llevó a Taehyung arriba, sus pasos frenéticos y
asustados. Pateó las puertas de su dormitorio para abrirlas
e inmediatamente lo colocó sobre la cama con sumo
cuidado. De repente, su esposo se inclinó sobre su brazo y
vomitó gotas de sangre, solo para ahogarse con ella, con la
voz gorgoteando.
El pelinegro dejó escapar una serie de maldiciones,
mientras lo obligaba a sentarse erguido, palmeando con un
poco de fuerza la parte superior de su espalda y obligando
a que la sangre saliera de su boca. Vomitó aún más sangre,
hasta que se formó un pequeño charco junto a la cama.
“Los médicos vienen lo más rápido que pueden”, exhaló
Yoongi, con los ojos muy abiertos y frenéticos al ver a Su
Gracia. Éste se derrumbó sobre la cama, aún
completamente consciente, su cuerpo temblaba mientras
trataba de controlar el dolor que se estaba extendiendo
rápidamente por su cuerpo.
“Y-yo—” tartamudeó Taehyung.
Jungkook se acercó, agarrando sus manos. “¿Qué es?”
Taehyung gimió de dolor, mordiéndose los labios con
fuerza solo para formar oraciones. “N-no puedo sentir nada
d-debajo de mi cintura”.
El corazón de Jungkook cayó.
“No escucho los latidos del corazón de los gemelos”,
comentó Jungkook de repente, con el rostro completamente
en blanco.
Se escuchó un silencio desalentador.
“¡Los bebés se están muriendo!” Yoongi gritó al darse
cuenta.
Jungkook se adelantó y rasgó la parte delantera de su
camisa para revelar su estómago, que de repente parecía
amoratado y verdoso. Cuando le tocó el vientre, el menor
dejó escapar un grito desgarrador, incapaz de mover su
cuerpo.
“Una vez más, el hospital puede ayudar”, gritó Jimin.
“No tenemos tiempo para llevarlo allí, tiene que dar a luz
ahora”, dijo Joongki, que venía justo detrás de él. La
habitación se llenó con sus gritos de agonía, sus miradas
yendo de uno hacia el otro.
“¡Se están asfixiando!” Yoongi se dio cuenta de que esa
era la única razón. Tenia que ser. ¿Por qué si no los latidos
del corazón de los bebés serían tan débiles cuando
Taehyung parecía un fantasma? Habían drenado a su padre
de toda su total energía.
“Tiene que ser cesárea”, dijo Yoongi, volviéndose
bruscamente hacia Jungkook.
La cabeza de Jungkook se volvió hacia Yoongi, sus ojos
rojos brillantes y asesinos. ¿Cortar a su esposo? ¿Estaban
locos?
“Taehyung no puede dar a luz a un bebé en este estado”,
exhaló Jimin, acercándose y agarrando las manos de su
amigo, con la esperanza de que pudiera hacer algo para
ayudar.
“Yo lo haré”, se ofreció Joongki, a pesar de no tener
conocimiento de la tarea.
“¡No seas idiota!” Yoongi siseó, empujando a su hermano
a un lado. “Los médicos llegarán en menos de diez
minutos”.
“¡Pero no tenemos diez minutos! ¡Si no sacamos a los
bebés ahora, los tres morirán!” Joongki discutió, agarrando
a su hermano con incredulidad.
Las manos de Yoongi temblaron. Miró a Su Gracia cuyos
ojos estaban aturdidos y apenas lloriqueando, reprimiendo
el dolor. Se preguntó si él podría incluso ver
correctamente.
“Lo haré”, dijo finalmente Yoongi. “Soy el único que ha
leído suficientes libros en esta sala para saber cómo
hacerlo”.
Yoongi sabía que Jungkook no debería hacerlo. Las
emociones del Rey se estaban volviendo locas y quién sabe
si eso lo distraería.
“Ahora, ve y trae una bandeja esterilizada con los
instrumentos necesarios”, le ordenó a Joongki.
En un abrir y cerrar de ojos, Joongki corrió escaleras
abajo y regresó con una bandeja de metal en sus manos.
“Perfecto”, exhaló Yoongi, mientras agarraba la bandeja
y se daba la vuelta.
Jungkook ya estaba inyectando una jeringa en el cuerpo
de Taehyung.
“¡¿Qué es eso?!” Jimin exigió tembloroso, viendo como la
jeringa se vaciaba en el cuerpo de Taehyung.
“Morfina”, gruñó Jungkook mientras agarraba de la
bandeja de metal, un bisturí. Y Yoongi unas pibzas
quirúrgicas.
“¡No tenemos tiempo para esperar a que eso se asiente!”
Jimin le gritó. La comprensión lo golpeó y sus ojos se
humedecieron.
Iban a tener que realizar esta cirugía sin la ayuda de
analgésicos.
“Los latidos del corazón son cada vez más débiles”, dijo
Jungkook, mientras comenzaba a debatir la elección.
“¡Hazlo!” Taehyung le gritó. “¡Sácalos, ahora!”
Taehyung estaba aterrorizado y con un dolor horrible. Se
sentía como si sus huesos estuvieran siendo rotos y
partidos por la mitad, luego convertidos en polvo dentro de
su propio cuerpo. Su piel se sentía como si estuviera en
llamas, y sabía que arder en las profundidades del infierno
no dolería tanto como esto. Aun así, él no quería arriesgar
la vida de sus hijos.
“¡Su Majestad, lo haré!” gritó Yoongi, apresurándose
para colocar la bandeja de metal al lado de Su Gracia.
Jungkook se puso unos guantes, esterilizo con alcohol el
cuchillo y cortó una incisión en su vientre bajo y Taehyung
chilló de dolor, su voz desgarrando sus cuerdas vocales, las
venas borrando de su cuello, pero no pudo mover las
piernas para retorcerse.
La habitación se llenó de sus aullidos y lloriqueós,
mientras la morfina hacía efecto con demasiada lentitud.
Pasaron los minutos, mientras los pasos frenéticos se
acercaban más y más, y Taehyung seguía gritando hasta
que le ardía la garganta y se le apagaba la voz. Aun así,
seguía chillando, con la visión borrosa, lágrimas
impregnando sus mejillas, sudor en su frente y cuello.
Jimin trató de no vomitar cuando vio la incisión y la
sangre del vientre de Taehyung. Cerró los ojos con fuerza y
continuó apretando las manos de Taehyung, con la
esperanza de transferir toda la fuerza que pudiera reunir al
cuerpo de su mejor amigo.
A medida que la habitación se volvió más caótica y las
puertas finalmente se abrieron de golpe, se escucharon dos
gritos agudos y distintivos.
“¡W… ahhh!”
“¡Wahhh!”
La visión de Taehyung era borrosa, pero lo vio. La escena
que más quería imaginar. Jungkook sostenía a sus bebés en
sus brazos, sus llantos eran fuertes y claros. Fue una visión
que grabó en su mente, y lo último que vio antes de
desmayarse por completo, una sonrisa de satisfacción en su
rostro sudoroso.

GREMLINS MORADOS
Todo sucedió tan rápido. Los médicos se apresuraron y
comenzaron su trabajo, primero asegurándose de que los
bebés estuvieran completamente seguros y saludables,
luego corrieron hacia Su Gracia.
Intentaron escoltar a todo el mundo fuera, pero nadie se
movió. Sin autoridad para refutar al Rey ellos mismos, los
médicos centraron todos sus esfuerzos en Su Gracia.
Cosieron el corte sorprendentemente limpio mientras unos
pocos comenzaban a conectarlo a las máquinas que se
transportaban.
Fue en vano. Los signos vitales de Su Gracia estaban
extremadamente bajos, y los signos de supervivencia se
hacían más débiles por segundos. Estaba claro que no se
despertaría pronto.
“Su Majestad”, habló uno de los médicos, su cuerpo
temblaba visiblemente, al igual que sus manos.
El médico nunca había estado en presencia del Rey y
nunca imaginó que fuera tan intimidante. Tembló en sus
zapatos mientras inclinaba la cabeza en señal de derrota.
“H-hicimos lo mejor que pudimos, pero—”
El médico tragó saliva. “Pero Su Gracia entró en coma”.
Jimin estaba horrorizado. Miró a Taehyung en estado de
shock, su corazón se aceleró ante la noticia. Lo habían
apartado y él había estado de pie al margen, sosteniendo a
uno de los bebés que lloraban en sus brazos, mientras que
Yoongi sostenía al otro.
“¿Y cuándo despertará, doctor?” preguntó Jimin,
mientras mecía suavemente al bebé en sus brazos,
esperando calmarlo.
“¡WAHHH!” Los bebés chillaban, negándose a
permanecer inactivos en sus mantas, mientras pateaban y
empujaban, sus gritos eran más fuertes que una tormenta
eléctrica.
Jungkook estaba demasiado conmocionado como para
sostener a sus propios hijos, especialmente cuando sabía
que eran la causa del coma de Taehyung.
“Podrían ser semanas, meses o años. No estamos seguros
por ahora”, respondió el médico. El ambiente era denso y
tenso en la habitación, sofocante a pesar de lo grande que
era.
Los médicos se preguntaron si deberían haber escrito su
testamento antes de venir aquí. Temían que sus días
estuvieran contados y que se encontrarían muertos en una
zanja en algún lugar.
“Salgan”.
Todos los ojos se dirigieron a Jeon, quien finalmente
había dicho una palabra en los treinta minutos completos
desde que llegaron los médicos. Sus rasgos eran
indiferentes y desolados, por lo que a todos les resultaba
difícil predecir sus emociones.
“¡Dije que se fueran!” rugió, volcando la mesita de noche
más cercana. Se rompió con el impacto y el sonido asustó
aún más a los bebés.
Los bebés lloraban más fuerte, esta vez golpeando con
sus pequeñas manitas a las personas que los sostenían.
Jimin hizo una mueca y trató de esquivar su cabeza, justo
cuando Yoongi se mantuvo calmado, permitiendo que el
niño lo golpeara en la cara. Pero el sonido de sus gritos
solo pareció enfurecer a Jungkook, quien levantó la cabeza
con expresión asesina.
“Esos monstruos” gruñó, mostrando sus colmillos en el
calor del momento, sus ojos del rojo más brillante posible.
Inmediatamente, Joongki corrió hacia adelante y
comenzó a escoltar a la pareja. “Vámonos, vámonos”,
exigió, preocupado de que el Rey les hiciera algo a sus
herederos.
Jimin no necesitaba que se lo dijeran dos veces. Él bajó la
mirada, no queriendo enfurecerlo más. Abrazó al bebé
cerca de su pecho, a pesar de que se suponía que éstos
tenían que tener contacto piel con piel con sus padres.
Yoongi y Jimin salieron rápidamente de la habitación,
acompañados por Joongki y los médicos. Una vez que se
cerraron las puertas, Joongki se dirigió a los médicos.
“Vengan conmigo, doctores”, les ofreció una sonrisa
amistosa. A lo lejos, vio a Solar y Evelyn que ya tenían
preparados los contratos de confidencialidad. Los pasillos
del castillo se llenaron con los gritos incesantes de los
bebés, cuyos sexos aún no se conocían.
Los médicos habían estado demasiado concentrados en
cortar los cordones umbilicales y extraer la placenta para
revisarlos adecuadamente, porque tenían que preocuparse
por Su Gracia moribundo.
“Shh, está bien”, arrulló Jimin en voz baja, mientras
balanceaba un poco su cuerpo, con la esperanza de calmar
al bebé.
“Va a estar bien”, murmuró Yoongi, moviendo su cuerpo
un poco en silencio mientras movía ligeramente al bebé
para calmar sus pulmones.
Desafortunadamente, el temperamento de los niños era
tan horrible como el de su Padre. Se negaron a escuchar y
lloraron aún más fuerte, incluso para sacudir las paredes y
hacer que el castillo se derrumbara si querían.
“¿Tal vez tienen hambre?” sugirió Joongki, volviendo
después de entregar a los médicos a Solar y Evelyn.
Joongki miró al bebé en los brazos de Yoongi. “Wow…
¿Por qué se ve como un gremlin púrpura?”
El rostro de Joongki se arrugó al verlos. Estaban pálidos
y sus pieles un poco translúcidas. A sus ojos, parecían
pasas empapadas. Nunca vio el atractivo en los niños,
especialmente en los bebés, y al presenciar el horrible
nacimiento de los herederos y el sufrimiento de Su Gracia,
no estaba seguro de querer que su futura pareja quedara
embarazada.
“¡No parece un gremlin morado!” Yoongi siseó, girando
su cuerpo para que Joongki no pudiera echar otro vistazo.
El bebé respondió gritando aún más fuerte, sus
lloriqueós imparables en este momento. Y como el primero
estaba llorando, el segundo también comenzó a llorar más
fuerte, hasta que los pasillos se llenaron de sus gritos.
Joongki saltó cuando escuchó que los muebles caían al
suelo en el dormitorio del Rey. Asustado, se volvió hacia su
hermano y Jimin.
“Llevemos a los bebés a otra parte”, ofreció Joongki,
preferiblemente en un piso diferente.
El camino hacia el piso diferente fue ominoso, pero
insoportable. Los bebés no podían dejar de gritar como
locos. Sus pulmones sanos llenaron el castillo, señalando a
todos su presencia. Firmar los acuerdos de
confidencialidad no tenía prácticamente sentido si todas las
criadas y mayordomos sabían que habían nacido los bebés.
“Tenemos que mantenerlos fuera de la vista y fuera de la
mente del Rey”, dijo lentamente Joongki, probando las
aguas con su declaración.
Un silencio cayó sobre los tres. Se miraron el uno al otro,
compartiendo la misma pregunta horrible. ¿Iba el Rey a
asesinar a sus hijos?
Era muy probable, dada su reacción ante los niños. Tenía
una expresión venenosa en su rostro cuando habían
comenzado a llorar. Todos sabían que culpaba a los bebés
por el coma de Taehyung. Con los niños a la vista, ¿quién
sabe lo que les haría?
“Tenemos que vigilarlos”, concluyó Yoongi. No sabía
cómo debería reaccionar ante la inquietante revelación.
Pero, ¿qué podían hacer al respecto?
El Rey estaba herido. El dolor debe haber sido
demasiado para él. Acababa de encontrar el amor de su
vida y lo perdió en el mismo año. Su esposo le había dado
hijos, pero ¿a qué precio?
“Nos turnaremos”, ofreció Jimin, pero Yoongi negó
firmemente con la cabeza.
“Tienes una empresa que dirigir. Joongki y yo lo
haremos”.
“¿Lo haré?” Joongki repitió, rascándose la nuca. Era
horrible con los bebés.
“Tienes que.” Yoongi fulminó con la mirada a su hermano
menor. Con lo fuerte que lloraban los bebés, no había forma
de que pudiera cuidarlos solo.
“¿Y qué comerán?” Jimin preguntó, encogiéndose por lo
fuerte que lloraban los bebés. Sus tímpanos iban a ser
destrozados en este punto.
“Fórmula para recién nacidos”, respondió Yoongi. “Al
menos, hasta que encontremos una nodriza. Lo más
probable es que contratemos una pronto”.
“¿Y la guardería?”.
Yoongi frunció el ceño. “No creo que Su Majestad y Su
Gracia hayan instalado uno todavía”.
“¡Estará hecho para hoy!” Joongki chilló, con la
esperanza de alegrar un poco el ambiente. Observó a los
bebés, ya acostumbrados a su llanto, pero todavía le
sangraban los oídos.
“Solar está haciendo los preparativos mientras hablamos.
Al menos, tendríamos las cunas, los pañales y los juguetes
listos”, les informó.
“Todo sucedió tan rápido”, comentó Yoongi a Jimin. “No
tuvieron tiempo para los preparativos”.
Jimin asintió lentamente. Abrazó al bebé cerca de su
pecho y miró al que estaba en los brazos de Yoongi. Todavía
estaba mesiendo ligeramente al bebé, con la esperanza de
calmarlos, pero se negaron a dejar de llorar. Supuso que
alimentarlos podría funcionar y luego acostarlos para una
siesta. Pero, ¿y si lloraran todo el día?
“Son tan hermosos…” Jimin suspiró suavemente, a pesar
de sus gritos estruendosos.
Jimin miró hacia atrás, preguntándose cuándo aceptaría
el rey el giro de los acontecimientos. ¿Aceptará alguna vez
a los niños, sabiendo que fueron la causa de la ruina de
Taehyung? Su corazón tembló al pensar en la expresión
distante del Rey. Cuando miró a sus propios hijos, no tenía
emoción en su rostro. Era como si careciera por completo
de compasión y amor.
38. XXXVII

LA GUERRA SERÍA LIBRADA


Se contrataron niñeras y nodrizas para los bebés cuyo
padre aún no había mirado en su dirección. Los géneros se
mantuvieron en silencio y solo las dos niñeras y las dos
nodrizas lo sabían.
Los bebés fueron alimentados y cuidados con toda la
nobleza del corazón, pero nunca dejaron de llorar. Todo el
día, el castillo se llenó de lágrimas y gritos. La única vez
que hacían una pausa era para dormir y beber su leche.
El Rey prohibió estrictamente piel con piel. Una vez que
una nodriza extrajo la leche, la colocó en un biberón para
alimentar a los recién nacidos. Posteriormente, fueron
colocados en sus cunas y entretenidos.
“Dios mío, está bien, pequeños”, dijo una de las niñeras
en voz baja, balanceando a los bebés en sus brazos
mientras continuaban retorciéndose y sollozando hasta que
sus pulmones se volvieron roncos. Luego, bebían su leche,
los hacían eructar y los ponían a dormir.
“¿Cómo puede el Rey ser tan cruel?” preguntó la nodriza,
colocando la leche recién extraída en el refrigerador a una
temperatura perfecta. Solo había que calentarlo para que
los niños lo bebieran.
“Él no los ha visitado ni una sola vez. Si tan solo nos
permitiera tener piel con piel, los bebés estarían más
tranquilos”, agregó, con una expresión de simpatía en su
rostro.
Uno de los bebés finalmente se había quedado dormido
después de darles muchas molestias.
“El Rey tiene sus razones”, respondió en un murmullo la
primera niñera, cuidando de no molestar al bebé más de lo
debido. Una vez que se pone a dormir al recién nacido,
todos deben ser escoltados fuera de la habitación. Era
peligroso no monitorear a los recién nacidos.
Las niñeras y las nodrizas sentían que el Rey estaba
esperando que asesinaran a los bebés. Eran hijos del Rey
de Wraith, cuya lista de enemigos era más gruesa que un
libro de texto. Sin guardias ni protección, ¿qué les
sucederá?
“Sé que lo hace”, dijo la nodriza con un suspiro.
“Escuché que Su Gracia está en coma… Pero al menos, ¿no
debería Su Majestad amar a los niños por su esposo que
sacrificó su vida?”
Las niñeras se volvieron bruscamente hacia ella con el
ceño fruncido. La segunda que estaba desocupada con un
bebé inmediatamente habló. “Su Gracia está vivo. No
sacrificó su vida. Además, el político Min Yoongi y Joongki
pudieron abogar para que la habitación de los bebés se
ubicara en el mismo piso que el dormitorio del Rey. Eso
dice suficiente sobre su afecto por estos niños. Con su
presencia, nadie se atreverá a lastimar a los niños”.
“Bueno, yo solo estaba—”
“¿Por qué nuestro bebé real sigue llorando?” Preguntó
una voz bruscamente desde la puerta.
Todos se giraron ante la voz fría y solemne.
Inmediatamente, inclinaron la cabeza a modo de saludo.
“Dámelos”, ordenó Yoongi con el ceño fruncido mientras
tomaba a los bebés de los brazos de las niñeras.
Les lanzó miradas irritadas mientras descansaba la
cabeza de los bebés sobre su hombro y sus cuerpecitos
sobre su pecho. Era una de las únicas formas en que Yoongi
podía proporcionarles un poco de piel con piel con su
cuello.
“No te preocupes por mi hermano, siempre está de un
humor horrible” Joongki entró con una brillante sonrisa,
aliviando la tensión en la habitación.
Joongki siempre fue el mediador, especialmente para el
sombrío Yoongi y el intimidante Rey. Siempre había sido así
desde hace siglos.
“Gracias por sus deberes esta noche, como siempre”,
añadió cálidamente. “Se ha preparado un automóvil para
que las lleven a casa. Si necesitamos algo más, las
llamaremos”.
“G-gracias, Sr. Min”, dijeron, agachando la cabeza y los
ojos del ceño fruncido de Yoongi. Todos abandonaron
rápidamente la habitación, no queriendo estar más tiempo
en la presencia del enfurecido Pura Sangre.
Joongki cerró las puertas y las siguió escaleras abajo,
asegurándose de que no deambularan, mientras les
recordaba que mantuvieran la boca cerrada.
“Ahí, ahí”, murmuró Yoongi, acariciando cariñosamente
la espalda de uno de los bebés. Incluso él no sabía el
género, pero no le importaba. Ya amaba a los niños, supiera
o no sus nombres.
Él siempre quiso tener hijos, pero éstos lo odiaban. Su
rostro era demasiado serio y severo para que cualquier
niño se le acercara. Joongki, quien odiaba a los bebés,
siempre fue tratado con amabilidad por ellos. Todos los
niños amaban a Joongki por su naturaleza alegre.
Independientemente de la respuesta de un niño hacia él,
Yoongi aún disfrutaba sostenerlos y jugar con ellos. Había
algo interesante en el asombro y la alegría infantiles. No
podía describirlo, pero verlos sonreír y reír calentaba su
gélido corazón.
De repente imaginó a Jimin con un bebé, uno que se
aferraría a su pierna o le pediría que jugara a la pelota. La
idea casi lo hizo llorar, pero lo que le dio ganas de llorar fue
el conocimiento de que los hijos del Rey nunca serán
amados como es debido por sus padres.
“Su papá Tae los quiere mucho”, le susurró Yoongi al
bebé que seguía gritándole al oído.
A estas alturas, estaba acostumbrado al sonido de los
bebés llorando.
“Él simplemente no puede abrazarlos en este momento”,
les aseguró. “Pero una vez que abra los ojos, recibirán todo
el amor del mundo”.
Yoongi no podía decir lo mismo del Rey. El Rey nunca
había salido de su dormitorio. Estuvo allí durante tres días,
mientras que Yoongi aumentó la búsqueda de la
extremadamente rara sangre O negativa en un Pura
Sangre. Fue imposible.
Tarde o temprano, se libraría la guerra.
“Su padre llegará a amarlos a ambos”, continuó
hablando, mientras palmeaba la espalda del bebé.
El bebé se estaba volviendo un poco más silencioso
ahora, como si lo entendiera y quisiera escuchar su voz
tranquilizadora.
“A su padre le encantará todo lo que le guste a su papá
Tae”.
Yoongi llevó al bebé ahora silencioso a su cuna, pero no
los bajó todavía.
“Pero creo que él ya los ama a ambos”, susurró. “De lo
contrario, no habría permitido que ustedes dos, llorones
que gritan, fueran trasladados a este piso, donde su oído es
extremadamente sensible. Sé que él escucha sus gritos
desesperados de amor. Tarde o temprano, se acercará a
ustedes dos, simplemente lo sé”.
Yoongi presionó la cabeza del bebé más cerca de su
cuello, sabiendo que éste era el más terco de ellos, ya que
era el más joven por unos segundos. Este, en particular, se
negó a dormir y gritó más fuerte. Pero fue fácil
tranquilizarlo con palabras amables.
Tal como predijo, el recién nacido comenzaba a dormirse
sobre sus hombros. Yoongi continuó acariciando la espalda
del bebé, mientras susurraba palabras suaves y
reconfortantes.
“Una vez que tu padre se recupere del dolor insoportable
de perder al amor de su vida al mismo tiempo que dio a luz
al próximo amor de su vida, recibirán todo su afecto. Solo
necesita tiempo”, su voz vaciló al final.
Yoongi cerró los ojos con fuerza, los recuerdos de la
expresión angustiada y destrozada del Rey se imprimieron
en su mente.
Antes de que Yoongi se fuera ese día, había visto al Rey
caer de rodillas por primera vez en su vida. Era como si el
Rey creyente de absolutamente nada estuviera rezando a
un Dios en el que nunca había creído.
“Tu padre está sufriendo, por favor dale algo de tiempo”.
Yoongi nunca olvidaría los espantosos gritos del Rey la
primera noche del coma de Taehyung. Tampoco olvidaría la
mirada desierta y lejana en la mirada del Rey, como si toda
la luz se apagara en el mundo, y la oscuridad se apoderara
de su esperanza.
Trató de olvidar la expresión asesina del Rey cuando
todos salieron corriendo de la habitación. Por una fracción
de segundo, Yoongi pensó que el rey habría matado a los
niños en el acto, por furia y venganza.
“El tiempo lo sanará”, murmuró, pero sabía que esa no
era la verdad.
Nada curará jamás a Su Majestad que perdió a su Rey
demasiado pronto. Nada jamás llenará el corazón vacío de
Su Majestad, porque él había puesto su corazón en las
manos de su esposo, y ahora, éste se había ido.

VOLVERÉ
“Su majestad”, habló Joongki, deteniéndose junto a la
puerta que conducía al dormitorio del rey. Desde que se
rompieron los muebles hace tres días, había un silencio
absoluto en la habitación del Rey.
Joongki no había visto al hombre entrar y salir de la
habitación. Era como si nadie estuviera dentro de la
oscuridad desolada. Su corazón se sentía pesado por las
emociones. Apoyando la cabeza en la puerta, dejó escapar
un pequeño suspiro.
“Su Majestad, al menos debe consumir un poco de
sangre. Si no, su cuerpo comenzará a perecer” Joongki
colocó una botella de sangre fresca en una botella de vino
junto a la puerta del Rey.
Nadie había podido entrar en el dormitorio sin el
permiso del Rey. La única vez que los gemelos tuvieron una
respuesta del Rey fue ayer, cuando solicitaron que
trasladaran a los bebés al mismo piso, para que el llanto
despertara a Taehyung del coma.
Los ojos de su Majestad todavía tenían movimientos
rápidos, lo que significaba que sería capaz de escuchar
todo, ¿verdad?
“Dejé la botella en el lugar habitual, bebe un poco”,
suplicó, mirando desesperadamente las dos botellas
intactas que estaban junto a la nueva. Todos los días, los
Sangre Pura necesitaban consumir sangre.
Joongki siempre se preguntó cómo el Rey logró ocultarle
eso a Su Gracia. Joongki planteó la hipótesis de que el Rey
había dejado de beber sangre y comenzó a tomar tabletas
de sangre, o lo hizo en secreto.
“Y los bebés están sanos”, concluyó en su informe
habitual. “Han estado gritando como una tormenta, pero
estoy seguro de que escuchas eso… Realmente anhelan
estar piel con piel con su padre—”
¡CRASH!
Joongki saltó cuando escuchó que algo se rompía en la
habitación. Por ahora, el interior era un desastre. Podía
decirlo por los ruidos violentos. Las cortinas debieron de
estar arrancadas hasta el suelo, los muebles destrozados y
todo tirado.
“Déjame intentarlo”, dijo Yoongi, empujando suavemente
a su hermano a un lado.
Joongki siempre fue el más cobarde de los dos,
fácilmente se perturbaba, pero era demasiado amable.
Inclinó la cabeza derrotado y dio un paso atrás,
enfurruñado por sí mismo.
“Los bebés pueden morir sin el amor y el afecto
adecuados”, gruñó suavemente Yoongi. “Si continúas
negándoles piel con piel, se volverán reacios e indiferentes.
¿Qué pasa si Su Gracia se despierta y los bebés se niegan a
amarlo?”
Un cuchillo atravesó la puerta y Yoongi se puso rígido.
Miró fijamente a los ojos la cuña de la hoja entre las piezas
de madera. Otro centímetro y lo habrían apuñalado
directamente en los ojos.
“V-vamos”, suplicó Joongki, sabiendo que la puntería del
Rey era impecable. Preferiría que su hermano tuviera
ambos ojos y todas sus extremidades.
Yoongi apretó los labios con desaprobación. Miró hacia la
puerta con decepción. “¡Son tu carne y hueso!” gritó,
negándose a irse.
“¡Me niego a creer que no le prometiste a Su Gracia que
los amarías incondicionalmente porque son tus hijos, tu
esperma y tu sangre!” gritó, su paciencia finalmente se
rompió.
Durante tres días, Yoongi tuvo que dormir en el castillo,
perseguido por los gritos de los niños. No se atrevió a subir
a consolarlos al caer la noche, pues los sentidos del Rey
estaban en alerta máxima y él había ordenado a todos que
no tocaran a los bebés a medianoche. Básicamente estaba
permitiendo que sus pulmones se volvieran roncos por sus
propias súplicas.
Era básicamente una sentencia de muerte.
“Si Su Gracia supiera lo que les estás haciendo, él…”
“¡SON ASESINOS!” Una bestia bárbara rugió desde el
interior de la habitación, sacudiendo las paredes y
amenazando los cimientos del castillo.
Yoongi se quedó helado. Su voz estaba atrapada en su
garganta y nunca había estado tan decepcionado con el
Rey. Sacudió la cabeza con desaprobación y fulminó con la
mirada las puertas. Casi había perdido toda esperanza de
hablar con el Rey. Hablar con una pared sería una mejor
conversación que esta.
“¡Espero que no estés culpando a tus propios hijos por tu
decisión de vaciar tu semilla dentro de Su Gracia!” siseó.
Yoongi agarró la muñeca de su hermano y salió, sin
importarle si sus días estaban contados.
Jeon rara vez se había alejado de la cama de Taehyung.
El único lugar intacto en la habitación era cerca de la
cama, donde estaban conectadas las máquinas. La única
vez que se apartó de su lado fue para hacer sus
necesidades. Incluso se negó a ducharse. En cambio, se
sentó como una roca, con los ojos forzados mientras lo
miraba.
Uno pensaría que era una estatua, con sus pómulos
demacrados, su mandíbula afilada y su mirada
desesperada. El pitido de la máquina de fondo comenzaba a
sonarle como una canción de cuna. No había pegado los
ojos en los últimos tres días, no había comido ni bebido y
no hablaba a menos que fuera necesario.
Jungkook era básicamente un zombi andante en este
momento. Era el caparazón de un hombre y se negaba a
separarse del lado de su esposo.
Excepto que Jungkook se estaba enfureciendo cada vez
más y más. Se había acercado el anochecer, la luz de la
luna lo abrazaba por detrás. Los bebés se habían
despertado de su sueño y no habían dejado de llorar.
“Malditos mocosos”, gruñó por lo bajo, su paciencia
finalmente se agotó.
No pudo soportar ni un segundo más sus sollozos y
chillidos. ¿Qué les dio derecho a llorar así? Estaban vivos y
bien, pateando y respirando, ¡¿pero tienen la audacia de
lloriquear?!
“¡WAHHHH!”
“… ¡WAHHH!”
Un grito tras otro. Cuando uno de ellos se cansaba, el
otro lloraba aún más fuerte.
Jungkook finalmente había tenido suficiente. Las
palabras de Yoongi también le dejaron un mal sabor de
boca. Taehyung no querría que tratara así a sus hijos, pero
no podía evitarlo. Estaba de luto y dolor. Lo único en lo que
podía pensar era en su estado, cuándo se despertaría y si
alguna vez lo haría.
Los bebés lloraron más fuerte, lo suficiente como para
que sus oídos se rompieran.
Salió disparado de su silla, pero no sin antes lanzar una
última mirada a su esposo. Su amado vestía un camisón de
seda, y él limpiaba personalmente su cuerpo cada noche
con una toalla limpia y agua tibia. Le masajeaba los brazos
y las piernas, para que sus músculos no se deterioraran por
el reposo en cama.
“Volveré”, le dijo a su esposo, aunque éste no pudo
responder.
Taehyung yacía allí, inmóvil e inconsciente. Jeon se negó
a dejar que sus manos descansaran sobre su pecho, porque
eso lo hacía parecer un cadáver. El menor estaba
empezando a parecerse a uno. Sus mejillas aún estaban
hundidas, a pesar de la nutrición por vía intravenosa.
Estaba mortalmente pálido, como una hoja de papel con
vetas moradas.
Taehyung parecía estar en su lecho de muerte, y
Jungkook comenzaba a volverse paranoico con la
comparación. Cada vez que lo miraba, su corazón se hacía
añicos, pero seguía mirándolo.
“Incluso en coma, eres demasiado hermoso para este
mundo”.
Jungkook quería que su rostro quedara grabado
perfectamente en sus recuerdos, para el día en que su
cuerpo se rindiera y su esposo se fuera de este mundo. Y
cuando su esqueleto estuviera dos metros bajo tierra, él se
uniría a su amado. Se negó a separarse de él.
Jungkook le acarició la mejilla y reveló una sonrisa
inquietante y derrotada. “Mira lo que te he hecho. Mira lo
que te han hecho. Pronto, podrás verlos. Pronto, podrás
verme”.
Con una mirada final a su dulce, comenzó a caminar en
dirección a la habitación de los niños, con un plan en
mente.

IRA ASESINA
Yoongi dio vueltas y vueltas en su cama, gruñendo de
irritación. Podía escuchar los débiles llantos de los bebés, a
pesar de estar en un ala completamente diferente en el
castillo. Joongki, que estaba solo unas pocas habitaciones
más abajo, debió haber escuchado lo mismo, porque los
gemelos saltaron de la cama al mismo tiempo y se miraron.
“Ve tú”, dijo Joongki, no queriendo poner nervioso al Rey,
ya que era una orden no molestar a los bebés que chillaban
por la noche.
“Han estado llorando así durante tres días”, dijo Yoongi
solemnemente, a pesar de que solo se revolcó en la cama,
enfurecido por el sonido.
“Seguramente, se dañaran los pulmones si permitimos
que esto continúe”, agregó Yoongi. Los bebés nunca
dejaban de llorar por la noche y, a veces, los gemelos se
colaban, calentaban un poco de leche y luego les ponían el
chupete en la boca.
“Pero el médico los examinó esta mañana y dijo que sus
cuerpos están perfectamente sanos, incluidos sus
pulmones”, señaló Joongki. Le preocupaba que el rey lo
atrapara por desobedecer su orden.
“Eso es porque la fuerte sangre del Rey fluye a través de
ellos”, murmuró Yoongi. “Pero olvidas que son en parte
humanos y que no son tan fuertes como nosotros”.
Yoongi se arregló la túnica y frunció el ceño. “Ahora
vamos. Tenemos que alimentar a nuestros ahijados”.
Joongki lo miró fijamente. “Pero ni Su Majestad ni Su
Gracia nos hicieron sus padrinos”.
“Bien podríamos serlo”, respondió Yoongi. “Bueno, al
menos lo seré por mi relación con Jimin—”
“Espera, hermano, ¿escuchas eso?” Joongki dijo de
repente, no queriendo escuchar las partes amorosas de la
relación de su hermano. Solo le recordaba lo terriblemente
soltero que estaba, y lo mucho que Yeonjin nunca lo amaría.
“¿Escuchar que?” preguntó Yoongi, su ceño se
profundizó hasta formar líneas en su frente. “No escucho
nada”.
“¡Exactamente!” exclamó Joongki, con los ojos muy
abiertos y curiosos. “¡Los bebés dejaron de llorar solos! ¡Es
un milagro!”
Yoongi hizo una pausa, dejando que la información se
asentara un poco. ¿Los bebés han aprendido finalmente a
ser independientes? ¡Pero solo habían pasado tres días
desde su nacimiento! Pasaron los segundos y su rostro
palideció.
“¡No es un milagro, sino una maldición!” gritó, salió
corriendo, con su hermano siguiéndole el rastro.
“¿Cual es el problema?” Joongki gimió, persiguiendo a su
hermano. ¡Todo lo que quería hacer era volver a meterse en
la cama y quedarse allí hasta que saliera el sol! A pesar de
que los vampiros rara vez dormían y necesitaban
descansar, aún se sentía bien acostarse y tomar un
descanso.
“Los bebés no paran de llorar solos. O se están
asfixiando o los están asesinando”, siseó Yoongi. “¿Qué tan
estúpido puedes ser? ¡¿Te mataría leer un libro de vez en
cuando?!”
“¡Bueno, discúlpame por ser optimista y querer lo
mejor!” Joongki gritó de vuelta.
Subieron corriendo las escaleras y en dirección al piso
del Rey. Joongki miró hacia el dormitorio del Rey,
preocupado de que pudiera haberlos escuchado. Sintió
como si le hubieran salpicado agua fría en la cara y le
hubieran arrancado la alfombra de los pies.
“U-uh oh, Y-Yoongi—”
“¡Cállate maldición!” siseó, ignorando las observaciones
de su hermano. Comenzó a acercarse rápidamente a la
puerta, sin darse cuenta de que Joongki estaba mirando
directamente a la puerta abierta de la habitación del Rey.
Yoongi entró en la habitación de los bebés a tiempo de
ver una figura sombría de pie cerca de la cuna.
“Manos arriba o te las cortaré”, gruñó Yoongi, sus
colmillos sobresaliendo de sus encías, sus ojos enrojecidos.
La silueta alta y oscura no respondió. En cambio, se
inclinó y observó a los bebés silenciosos, quienes se
retorcían en su cuna, con los ojos muy abiertos.
“Y-Yoongi—”
“Dije que te callaras—”
“¡Ese es Su Majestad!” Joongki gritó, justo cuando
encendió las luces para revelar la inquietante figura del
Rey vestido con una túnica de seda suelta, de espaldas a
ellos.
“Su Majestad”, exhaló Yoongi, pero todavía estaba en
alerta máxima.
El Rey no estaba en el estado de ánimo adecuado en este
momento. ¿Quién sabe lo que le haría a los recién nacidos
que pusieron a su padre en coma?
Yoongi dio un paso adelante, asustado de que el Rey
fuera a lastimar a sus propios hijos. Sus manos temblaban
mientras avanzaba lentamente, con la esperanza de agarrar
a los bebés antes de que fuera demasiado tarde.
“P-piense en Su Gracia”, tartamudeó, intentando razonar
con el Rey.
“¡Por favor!” suplicó cuando el Rey se inclinó y recogió al
bebé más joven.
Jeon miró fijamente la cara del bebé, diminuta y
aplastable. El bebé lo miró con la boca y ojos abiertos,
fascinado por la visión de su padre.
Jeon sintió una extraña emoción moverse desde adentro,
una sensación de protección hacia estos monstruos. Pero la
comprensión de lo que habían hecho borró por completo su
instinto protector.
Comenzó a experimentar una rabia asesina, su sangre
hirviendo. Estos pequeños fueron la causa del coma de su
esposo. Ellos eran la razón por la que Taehyung yacía
inmóvil.
“Debería estrangularte hasta la muerte, tal vez eso
traerá de vuelta a mi amado” murmuró, su mano
acercándose al cuello del bebé.
“¡No, Su Majestad!” Yoongi gritó, corriendo hacia
adelante, pero Joongki lo detuvo rápidamente, quien temía
ser la próxima víctima.
“¡W-wah!” El bebé lloró, retorciéndose en respuesta,
pataleando, lágrimas rodando por sus mejillas
humedecidas, de color rojo brillante por su rabieta anterior.
“¿Qué te da derecho a llorar?” Jungkook exigió con
dureza, pasando por las cinco etapas del duelo en tres días.
Primero, fue la negación y el impacto del nacimiento de
los niños, luego la ira por sus hijos, y ahora, iba a negociar
la vida de éstos por la de su esposo.
“¡¿Cómo te atreves a llorar y tener una rabieta cuando él
está inconsciente por tu culpa?!” siseó cuando el bebé
instantáneamente se calló.
El bebé lo miró, asustado y confundido.
El pecho de Jungkook subía y bajaba con cada
respiración atronadora que tomaba. La vista de su propio
hijo lo enfurecía. Si eran monstruos, entonces, ¿qué era él?
La depresión y la melancolía reemplazaron el odio y el
dolor en su corazón. Observó al bebé, que solo tenía unos
días, pero comenzaba a parecerse a Taehyung.
Jungkook pudo verlo en los brillantes ojos verdes del
niño. Era como si estuviera mirando directamente a
Taehyung. El bebé tenía piedras preciosas en su mirada,
brillando bajo las luces del candelabro.
“¿Cómo te atreves…?” susurró, sus manos temblaban,
mientras su garganta se apretaba y su nariz se tapaba. De
repente, sintió una abrumadora ola de agonía. Temblando,
acercó al bebé a su hombro y pecho desnudos.
“¿Y cómo yo me atrevo a tratarte así?” murmuró ronco,
abrazando a su bebé contra su cuerpo, un contacto piel con
piel que ninguno de ellos había experimentado jamás.
“¿Cuando le juré a mi dulce que te trataría como a mi carne
y sangre?”
La guardia de Yoongi fue bajando lentamente. Dejó de
luchar contra el agarre de Joongki. El Rey estaba pasando
por la penúltima etapa del duelo: La depresión. Yoongi
apretó los labios. El rey era de los que se afligen en paz y
se curan en la soledad.
“¡W-wahhh!” El recién nacido descuidado en la cuna
lloraba, celoso de que su hermano menor recibiera toda la
atención.
“Oh, no”, susurró Joongki, dando un paso tentativo hacia
adelante, justo cuando Yoongi hizo lo mismo.
Jungkook hizo una pausa y miró hacia abajo. El mayor
tenía sus ojos, de un rojo brillante como rubíes. Sostuvo a
un niño en sus brazos y cargó al otro, lo que permitió que
ambos tuvieran piel con piel con él.
Un momento de silencio cayó sobre ellos cuando
Jungkook se paró allí y calmó a los bebés como si no
hubiera problema, cuando se necesitaba todo un equipo
para calmarlos. De hecho, se necesitaba un pueblo para
criar a un niño.
“Vamos”, le susurró Yoongi a Joongki, sabiendo que este
era un momento de privacidad para el Rey. Joongki asintió
y los dos se dirigieron inmediatamente a la puerta,
entendiendo que el Rey se encargaría de todo desde aquí.

BENDICIÓN
Jungkook miró hacia el techo, con sus dos hijos en
brazos. Presionaron sus caras contra su pecho desnudo y él
nunca supo que la piel de los mestizos era caliente. El calor
se transfirió de sus diminutos cuerpos, recordándole a
Taehyung. Allí estaba de nuevo. Ese mismo nudo en la
garganta y la humedad en sus ojos.
Él nunca antes había llorado por algo. Incluso cuando era
un niño pequeño, no lloró por sus padres. Derramar una
lágrima no era algo de lo que fuera capaz. Pero cuando
pensó en Taehyung sin abrir sus ojos, algo frío goteó de
éstos.
“Nngh…” Uno de los bebés se retorció después de sentir
que algo húmedo tocaba su cabeza.
Jungkook miró hacia abajo para ver que era el que tenía
sus ojos rojos brillantes, pero ahora, el color se atenuó a un
borgoña oscuro. Este niño definitivamente era un vampiro.
Pero ¿y el otro, con los ojos de Taehyung? Ese estaba
acurrucado suavemente en el hueco de su cuello, inmóvil,
pero escuchó su suave respiración.
“Ambos huelen a vampiros” murmuró, cerrando los ojos
con cansancio. Eran ligeros. Increíblemente livianos, a
pesar de chupar la sangre y drenar la vida de Taehyung.
“Un niño y una niña, ¿eh?” se rió con frialdad, su pecho
se sacudió, moviendolos instantáneamente para
despertarlos. Era lo que la mayoría de los padres querían,
una combinación perfecta de géneros. Un par de gemelos
sanos.
Pero ¿A qué costo?
¿A costa de Taehyung? Ese encantador esposo humano
suyo. Cerró dolorosamente los ojos con fuerza, una vena
apareciendo en su frente. Trató de contener su ira,
realmente lo hizo, pero sintió que aumentaba su sed de
sangre. Una sed de sangre para matar a su familia.
“¡W-wahh!” El bebé de ojos verdes gritó, sin disfrutar de
la áspera llamada de atención después de despertarse.
“Por supuesto que serías el llorón”, murmuró secamente
Jungkook, permitiendo que el bebé se aferrara a él y llorara
hasta que su pulmón pudiera estallar. Pero el sonido de su
voz pareció calmarlos.
“Y por supuesto que también serías una niña”, se burló.
Había visto sus géneros cuando extrajo a los niños de
Taehyung.
“Te pareces a tu padre y eso me perseguirá por el resto
de mi vida, ¿no?” Jungkook dijo cruelmente. Apretó los
dientes, incapaz de encontrar la voluntad para mirar al
bebé. Podía imaginar su sonrisa tan perfectamente en la
oscuridad.
Jungkook imaginó la sonrisa suave y vacilante de
Taehyung, y la forma en que rara vez llegaba a sus ojos,
pero cuando lo hacía, florecía un prado de rosas junto a una
hermosa sonrisa de cajita. Había tanta luz en su diminuto
corazón humano. Recordó su tacto suave y sus miradas
tímidas. Recordó su voz tierna, cariñosa y entrañable.
Sobre todo, lo recordaba entre sus brazos, así como estaba
ahora con sus hijos y lo completo que se sentía.
El pecho de Jungkook no dejaba de doler. Su amado se
había ido, ¿no? La luz que él le ofreció se atenuó. La
compasión que él le enseñó comenzaba a desaparecer. Y el
amor que sentía por el mundo moría. Estaba olvidando
lentamente lo que significaba amar algo o alguien.
“Te extraño, cariño. Vuelve a mí…” murmuró como una
súplica con cansancio, mientras lentamente comenzaba a
perder el conocimiento.
Cuando hubo un silencio escalofriante en los pasillos, los
gemelos decidieron visitar la habitación de los bebés
nuevamente, solo para asegurarse de que no hubiera nadie
muerto adentro.
“Hazlo tú”, dijo Joongki, que no quería poner un pie en la
habitación, en caso de que incurrieran en la ira del Rey.
¡Solo vivió unos pocos siglos y era demasiado joven para
morir esta noche!
“Cobarde”, siseó Yoongi, a pesar de estar fuera de la
habitación, sin moverse.
Joongki entrecerró los ojos. “¿Es cobarde querer vivir?”
Buen punto. Yoongi sintió que debería haberle dicho eso
a Jimin cuando fueron al parque de diversiones. Ahora,
Jimin se burlaría de él sobre el incidente cada vez que
pudiera. Sabía que Jimin se aferraría a ese hecho por el
resto de su vida.
“Eres demasiado jodidamente irritante” Yoongi empujó a
su hermano. Él tampoco estaba de humor para lidiar con el
temperamento del rey, pero la vida de los niños dependía
de ello.
Yoongi empujó la puerta para abrirla y asomó la cabeza
dentro. Al ver las cunas vacías, entró instantáneamente en
la habitación y notó el sofá. Sintiendo el silencio, Joongki lo
siguió.
“El rey está profundamente dormido” Yoongi señaló la
silueta en el sofá. Los recién nacidos estaban acurrucados
contra su pecho, roncando pacíficamente.
Joongki dejó escapar un suspiro de alivio. “Finalmente,
paz y tranquilidad”.
Yoongi asintió lentamente. Fue a la cuna, agarró las
mantas y las estaba poniendo sobre los bebés. Dio un
respingo cuando una mano le agarró la muñeca y los ojos
rojos del rey se abrieron de golpe, en alerta máxima.
“Nadie los toca”, espetó el Rey.
Yoongi entrecerró los ojos.
Jungkook dejó caer sus manos y dejó escapar un pequeño
suspiro. “Eres tú”.
Al darse cuenta del malentendido, Yoongi se relajó un
poco. Fue un alivio ver al Rey tan protector con los
infantes. Incluso sonrió un poco.
“Tendrán frío”, dijo Yoongi mientras el rey le arrebataba
las mantas de la mano.
“Fuera”, respondió Jungkook, extendiendo las mantas
sobre sus hijos. Se agitaron en su pecho, pero todavía
dormían allí.
Los gemelos no necesitaron que se lo dijeran dos veces.
Yoongi y Joongki inmediatamente apagaron las luces y
salieron de la habitación, cerrando la puerta detrás de
ellos. Estaban agradecidos por la noche tranquila, pero se
sentían culpables por su mentalidad anterior del Rey. Sin
embargo, ninguno de los dos dijo nada y esperaron
pacientemente a que llegara la mañana.
Era la primera vez en tres noches que Jungkook se había
quedado dormido. Cerró los ojos y los abrió para darse
cuenta de que estaba parado bajo un sol brillante,
montañas en la distancia y rosas a sus pies. Jungkook
estaba desconcertado por su ubicación, pero se dio cuenta
de que era un sueño. Se podía ver un campo de rosas hasta
alcanzaba mirar.
“Kook”.
El pelinegro se dio la vuelta, reconociendo esa voz en
cualquier lugar. Incluso la forma en que movía la lengua le
resultaba familiar. Su corazón se aceleró al verlo, saltando
como guijarros a través de los lagos.
“Mi dulce”.
Jungkook se tambaleó hacia adelante, incapaz de creer lo
que veía. Sus manos temblaban cuando lo vio. Estaba
sentado en el campo de rosas blancas, con los dos niños en
brazos. Su amado le sonrió felizmente, de la misma manera
que él amaba. Había tanto calor en sus ojos. Luchó por
devolverle la sonrisa, pero la alfombra fue arrancada de
debajo de él.
Jungkook vio alas de ángel. Eran puros, blancos y
revoloteaban detrás del menor. Un halo se sentó en la parte
superior de su cabeza. Entonces, la vista panorámica
desapareció por completo.
“¿Por qué me mataste?” preguntó Taehyung, su sonrisa
desapareciendo. La sangre se acumulaba debajo de él,
comenzando desde su estómago, fluyendo hacia el campo
de rosas, cambiándolo de un blanco inocente a un rojo rubí.
Los ojos de Jungkook se abrieron de golpe y estaba
mirando hacia la oscuridad. Fue una pesadilla. Uno
aterrador. ¿Estaba muerto? ¿Era eso lo que significaba el
sueño? Su respiración era pesada mientras miraba de
izquierda a derecha, decidiendo que debería volver a poner
a los bebés en la cuna, para poder seguir cuidando a
Taehyung.
Pero cuando trató de poner a uno de ellos en la cuna,
comenzó a llorar y gritar, luego el más pequeño lo siguió. Y
muy pronto, no le quedó más remedio que retenerlos un
poco más.
“No debí haber dicho que quería plantarle al Príncipe
Heredero”, murmuró Jungkook por lo bajo, sintiendo como
si se hubiera embrujado a sí mismo esa noche. Pero él
había estado tan ansioso por hacerlo apropiadamente suyo.
“¿Por qué ustedes dos son tan pegajosos?” apretó los
dientes, meciéndolos en sus brazos mientras se acercaba
apático al sofá de nuevo. Ni siquiera podía dormir a causa
de la pesadilla. Todo lo que quería hacer era mantener los
ojos abiertos, o de lo contrario recordaría esa maldita
escena.
“Me pregunto de dónde sacaron este rasgo”. se recostó
en el sofá e inmediatamente se retorcieron para presionar
sus rostros contra su hombro. Puso los ojos en blanco, ya
cansado de los niños.
“No debe venir de mí”. Jungkook dejó escapar un suspiro
de cansancio y miró hacia el techo, preguntándose cuánto
tardarían en crecer y dejar de aferrarse a él. Esperaba que
fuera pronto.
Jungkook hizo una pausa y los miró. Uno de ellos dormía
plácidamente sobre su hombro, y otro descansaba sobre su
pecho, también profundamente dormido. Sintió que su
corazón se agitaba extrañamente, una emoción
abrumadora por protegerlos y vestirlos. Quería darles el
mundo entero, a pesar de conocerlos por solo tres días.
“Fue un error desear que alguno de ustedes fuera
abortado”, susurró totalmente arrepentido. Presionó un
beso en cada una de sus diminutas cabezas. “Incluso si
verlos me causa dolor”.
Les acarició la cabecita. Sintió un dolor en el pecho, un
cuchillo clavándose en el espacio donde debería haber
estado su corazón. “Son tanto una maldición como una
bendición. Solo deseaba… que solo hubieran sido una
bendición”.

MAMÁ Y PAPÁ
Taehyung abrió los ojos a la luz pura. Entrecerró los
orbes y colocó una mano sobre su visión con la esperanza
de atenuarla. Pronto, pudo ver correctamente y se dio
cuenta de que estaba sentado en un prado de rosas rojas.
Trató de ponerse de pie, pero encontró que sus piernas
estaban rodeadas por enredaderas de rosas sin espinas.
¿Qué significa esto?
“¿Taehyung?” Una voz familiar gritó confundida.
La sola voz hizo que una lágrima brotara de los ojos del
doncel. Aterrizó sobre un pequeño capullo y, al instante,
éste se convirtió en una rosa roja. Él levantó la cabeza
temblorosamente cuando el aire abandonó sus pulmones.
“Papá”, susurró Taehyung, con los ojos llorosos al darse
cuenta de dónde estaba. ¿Era esto el cielo? ¿Murió durante
el parto? Lo último que recordaba era a Jungkook
sosteniendo a sus hijos, con una expresión suave en su
rostro. Esa escena fue suficiente para que él tuviera una
muerte satisfactoria.
“Mamá”, murmuró Taehyung, al ver el familiar cabello
rubio de su madre junto a su padre.
“Oh bebé”, exhaló Yeji, corriendo hacia adelante y
poniéndose de rodillas al ver a su hijo.
Yeji inmediatamente abrazó a su bebé, incluso si
Taehyung ya era un adulto. Todos los padres del mundo
verían a sus hijos como bebés, sin importar la edad.
“¿Qué haces aquí, mi pequeño príncipe?” Soohyun dijo
con incredulidad, dando un paso en la dirección de su hijo.
“Papá, mamá, ¿estoy muerto?” preguntó, mirando
frenéticamente a su alrededor. En la distancia, vio nubes
escénicas y montañas nevadas. Pero, sobre todo, vio una
escalera que conducía a las nubes esponjosas, y más allá
había puertas doradas.
“Los extrañé, mamá, papá. Tengo mucho que decir”, se
apresuró Taehyung, temiendo que su tiempo con ellos fuera
limitado. Esta podría ser la última vez que los pudiera ver
antes de que su alma se dispersara en la nada.
“Los he perdonado,” dijo rápidamente. “Por todo lo que
sucedió después de esa noche tormentosa. Estoy muy
agradecido de tenerlos como mis padres y los amo mucho a
los dos”.
La voz de Taehyung se quebró hacia el final, pero no
pudo contenerse. Los necesitaba para entender cómo se
sentía. Necesitaba que supieran el alcance de su perdón,
porque era lo único que deseaba.
“Shhh, lo sé, cariño”, arrulló Yeji en voz baja, acariciando
la nuca de su hijo. Siempre amó el cabello de su hijo,
sedoso como el oro hilado, pero era un doloroso
recordatorio de que su hijo no era la Rosa Dorada. Park
Jimin lo era.
“Lo siento, mi pequeño príncipe”, murmuró Soohyun,
bajándose al suelo también, con una dolorosa sonrisa en su
rostro. Extendió una mano y le acarició la mejilla, una
imagen de su infancia destellando ante sus ojos.
“No deberíamos haberte dejado solo en este mundo”,
agregó Soohyun. “Si tan solo hubiera sido lo
suficientemente fuerte para derrotar a mis demonios
internos, no te habría arrojado a los monstruos”.
A Taehyung le dolía el corazón al ver a sus padres
sufriendo. Él nunca quiso verlos así. “Es porque me
arrojaste a los monstruos que me he vuelto más fuerte y he
desarrollado una piel más gruesa”.
Yeji inmediatamente sonrió ante esto, mientras juntaba
sus manos sobre las de su hijo y las apretaba. “Te amo, mi
bebé, debes recordar eso”.
Taehyung parpadeó. Sentía que lo iban a dejar y estaba
aterrorizado. Instantáneamente, se abalanzó hacia adelante
y abrazó a sus padres. Necesitaba más tiempo con ellos. Ya
no quería separarse de ellos.
“No se vayan”, les rogó. “Por favor, no quiero quedarme
solo—”
“Mi principito, no puedes quedarte aquí con nosotros por
la eternidad”, le recordó Soohyun suavemente, su voz tan
profunda y cálida como la última vez que recordaba.
“Pero yo—”
“Si te quedas aquí, nunca volverás a ver al Rey y a tus
hijos”, le dijo Soohyun con gravedad y una leve sonrisa.
Yeji asintió lentamente en acuerdo. “Debes regresar al
mundo real. Estás atrapado entre el reino de los muertos y
el de los vivos. Las enredaderas ya han crecido sobre tus
piernas. Si te quedas aquí por más tiempo, el reino de los
muertos te reclamará”.
Fue entonces cuando Taehyung se dio cuenta de que las
enredaderas se le habían subido por la cintura. Estaba
paralizado de la cintura para abajo, incapaz de mover las
piernas. Él sacudió la cabeza temblorosamente, no
pudiendo elegir entre sus padres y la realidad.
“Finalmente me reuní con ustedes después de tanto
tiempo”, sollozó Taehyung, con los ojos llenos de lágrimas.
Él quería quedarse aquí un poco más, solo para poder
recordar correctamente las caras de sus padres. Pero
cuando los miró, sus rostros comenzaban a transformarse
en una nada borrosa. Eso solo lo hizo llorar más fuerte,
porque había olvidado cómo se veían sus padres.
“¿Es esto un sueño? ¿Estoy alucinando?” suplicó,
bajando la cabeza con decepción.
“Ninguna de las dos cosas”, dijo Yeji, sin dejar de
acariciar el cabello de su hijo “Lo mejor para ti es volver a
tu vida”.
“Pero yo—”
“Siempre estamos contigo, mi pequeño príncipe”,
murmuró Soohyun en voz baja, inclinándose para colocar
un lirio blanco y una rosa blanca en su regazo.
Inmediatamente, las enredaderas comenzaron a retraerse
de su cintura. Este era un artículo del mundo real, y
fortalecería sus lazos con la realidad.
“¿Ves?” Yeji levantó la barbilla de Taehyung para mirar
las flores. “Todo lo que tienes que hacer es pensar en
nosotros, y estaremos a tu lado”.
Taehyung se sorprendió al ver las flores del ramo.
Entonces, esa figura que vio junto a la lápida no fue
producto de su imaginación. Sus dedos temblaron cuando
tocó las flores.
“Gracias por ser mis padres”, forzó una sonrisa, para que
el último recuerdo que sus padres tuvieran de él sea su
rostro sonriente.
“Gracias por ser nuestro único hijo, mi pequeño
príncipe” dijo Soohyun mientras apartaba las manos,
sabiendo que era hora de partir de aquí. Ya podían ver que
las enredaderas de rosas comenzaban a crecer de nuevo en
sus piernas en un intento de mantenerlo en el reino de los
muertos y los vivos por más tiempo.
“Serás un gran padre”, lo tranquilizó Yeji. Se puso de pie
con la ayuda de Soohyun y dio un paso atrás para admirar a
su hijo por última vez.
Taehyung había crecido espléndidamente y era la viva
imagen de ambos. Una mirada a ellos y todos supieron de
inmediato de quién era hijo
“Adiós, Taehyung”.
Lágrimas calientes se deslizaron por el rostro del menor,
pero reveló una sonrisa genuina y feliz. “Adiós mamá,
papá”.
Y entonces, el mundo se desvaneció en la nada.

Yo con el cap:
39. XXXVIII

PERDER LA CABEZA
Taehyung estaba aterrorizado. En su coma, había
escuchado golpes y gritos. Escuchó cómo se rompían cosas,
se partía la madera y se quebraba la porcelana. Escuchó un
llanto que le destrozó los tímpanos.
Él se sentía como si estuviera flotando en la oscuridad,
con caricias ocasionales en su rostro y cuerpo. Había visto
un túnel de luz a lo lejos, pero nunca se acercó, porque
tenía miedo de los ruidos. Pero cuando el silencio
finalmente lo encontró, sintió la necesidad de detener la
luz. Y cuando lo hizo, Taehyung se encontró mirando al
techo.
“¿Dónde…?” Su cuerpo tembló mientras giraba la
cabeza.
Todo dolía. Tenía las piernas entumecidas y los músculos
doloridos. Alfileres y agujas pincharon su piel, y se dio
cuenta de que estaba en el dormitorio de Jungkook.
Sus ojos se abrieron y cerraron, mientras se obligaba a
tocarse el estómago, esperando la patada de su bebé. Pero
no sintió nada. Su corazón se aceleró con terror, y se tocó
el estómago, dándose cuenta de que no había bebés dentro.
“¿Dónde están mis bebés?” Habló ronco, mirando
frenéticamente a su alrededor, notando el daño en el
dormitorio y las máquinas a las que estaba conectado.
Taehyung de repente recordó todo. La fiesta del té, la
agonía y el alivio. Su corazón atronador se detuvo
lentamente. Recordó a Jungkook cargando a sus recién
nacidos. Tenía la cara endurecida y las manos
ensangrentadas, pero los estaba sujetando.
“Jungkook…” murmuró, tratando de sentarse derecho
pero era imposible. Él gritó de dolor, incapaz de mover
correctamente las piernas. Fue difícil. Le ardían las piernas
como si se revolcara en un campo de cactus. Luchó incluso
para sentarse erguido.
“Jungkook…” susurró frenéticamente, sabiendo que él le
diría dónde estaban sus hijos. Él fue la última persona con
la que los vio. Necesitaba encontrarlo. Necesitaba
encontrar a sus bebés.
Taehyung comenzó a desengancharse de la máquina. Se
encogió de dolor cuando sacó las agujas, pero no le
importó. Su atención estaba en localizar a sus hijos. ¿Qué
les hizo? ¿Los lastimó? ¿O está haciendo la vista larga con
sus hijos?
Sus ojos se humedecieron ante la idea de que les pasara
algo.
Intentó mover las piernas y le resultó increíblemente
difícil. Pero él agarró el tubo de goteo intravenoso y salió
de la cama. Sus piernas eran un peso muerto, apenas
podían moverse. Apretó los dientes y se aferró con fuerza al
poste de goteo intravenoso y comenzó a arrastrar
lentamente su cuerpo alrededor de los objetos dañados y
hacia la puerta.
El dolor le subía por las piernas y de repente su cuerpo
se negó a cooperar. Taehyung luchó por salir por la puerta,
sus brazos temblaban mientras se movía centímetro a
centímetro, arrastrando medio cuerpo por el suelo. Estaba
dispuesto a hacer cualquier cosa por sus hijos.
“¿J-Jungkook?” llamó al pasillo, pero se encontró con el
silencio.
Miró hacia los pasillos oscuros, con el corazón acelerado.
Las ventanas revelaron que era bien entrada la
medianoche, la luna estaba oculta por una espesa nube.
Estaba frenético y temeroso, pero sus brazos cedieron y
cayó al suelo derrotado. Sus brazos temblaban y ardían. Él
era físicamente incapaz de seguir adelante.
“Kook…”
Jungkook estaba profundamente dormido cuando
escuchó un sutil grito de fondo. Abrió los ojos,
preguntándose si serían los bebés. No fueron ellos. Estaban
profundamente dormidos, con la boca entreabierta,
mientras se acurrucaban sobre su pecho.
Gimió cansado, estirando el cuello de lado a lado. Sabía
que los bebés iban a estar doloridos mañana, por dormir en
una posición incómoda.
Levantándose fuera del sofá, Jungkook comenzó a
acercarse a las cunas nuevamente, sabiendo que
necesitaban dormir solos. Los colocó en su cuna, uno por
uno, y por suerte, esta vez no se despertaron.
“Todavía no sé cómo llamarlos a ninguno de ustedes”,
murmuró mientras los envolvía con fuerza en sus mantas.
Leyó en alguna parte que envolverlos apretadamente como
un burrito imitaba la sensación de estar en el vientre de su
padre.
“…kook…”
La cabeza del pelinegro se giró hacia la puerta. Lo
escuchó de nuevo. Era débil, pero lo escuchó. Solo una
persona sería tan tonta como para llamarlo por su nombre.
Al instante, salió corriendo por la puerta y, efectivamente,
lo vio.
El mundo se desdibujó. Jungkook vio a Taehyung
primero. Sus ojos grandes y frenéticos, y su posición
desplomada. Estaba sentado junto a la puerta, agarrándose
con fuerza al portasueros, tratando de ponerse de pie. ¿Por
qué estaba luchando por ponerse de pie?
“Jungkook,” exhaló Taehyung. En un abrir y cerrar de
ojos, éste estaba frente a él, sus manos temblaban, al igual
que sus ojos.
“¿Eres realmente tú, cariño?” exhaló, apartando el
cabello de su rostro. Su piel era fría, pero familiar.
Jungkook estaba aterrorizado de que este fuera otro
sueño. Esperaba que la sangre se acumulara debajo de su
cintura y que él desapareciera. No podría experimentar
otra pesadilla como esa, nunca más. Perdería la cabeza.
“¿Dónde están nuestros hijos?” exigió Taehyung,
agarrando sus manos, asustado de que les hubiera pasado
algo. “L-lo último que vi fue a ti sosteniéndolos y—”
“Realmente eres tú”, la voz de Jungkook era temblorosa
cuando habló, como hojas secas en una rama.
Inmediatamente lo abrazó, sus brazos se clavaron en su
delgada figura. Lo abrazó como si nunca lo hubiera dejado
ir, como si el menor fuera su único consuelo, como si nada
en el mundo importara más que su esposo.
Jungkook nunca antes había sentido este tipo de alivio.
Sintió que podía ver los colores de nuevo. La alegría se
hinchó en su pecho, su corazón de repente comenzó a
acelerarse como siempre lo había hecho en su presencia.
“Nuestros—”
“Están a salvo”, respondió, presionando su rostro contra
su cuello, llevando una mano detrás de su cabeza,
presionándolo aún más contra su cuerpo, sus ojos
humedecidos. Solo cuando su esposo comenzó a tocarle la
espalda, él lo soltó. Apoyó su mano en su espalda baja, sin
permitirle ir a ninguna parte.
“¿Acabas de despertar de un coma de tres días y lo
primero que preguntas es sobre nuestros bebés?”
cuestionó, forzando una risa ante sus payasadas. Su esposo
no había cambiado ni un poco. Siempre anteponiendo a los
demás a él.
Jungkook tomó un lado de su cara y su esposo se inclinó
hacia su toque, cerrando suavemente los ojos. Su corazón
se estrujó. No se dio cuenta de cuánto extrañaba tenerlo en
sus brazos. No creía que alguna vez se cansaría de este
sentimiento.
“¿Dónde están?” preguntó Taehyung, abriendo los ojos
para estudiarlo.
Jungkook estaba tan guapo como siempre, pero de
manera tosca. Tenía los labios secos y una ligera barba
crecía en la línea de la mandíbula. Tenía la apariencia de
un hombre perseguido por un fantasma, exhausto y
asustado, pero de la manera más suave y atractiva.
“Dormidos”, respondió mientras le acariciaba la cara con
ternura.
“Me gustaría verlos” Taehyung puso una mano sobre la
de él. Siempre le pareció intrigante que sus dedos ásperos
pudieran ser tan suaves cuando se trataba de él. Jeon
siempre lo estaba tocando, ¿no? Cada vez que estaba en su
presencia, su mano estaba en algún lugar de su cuerpo. No
entendía por qué.
Taehyung de repente sintió el temor de que este amor
entre ellos algún día desaparecería. ¿Y si se cansaba de su
matrimonio? ¿Y si Jungkook ya no quería la eternidad con
él? Y si—
“Entonces vamos”, se rió Jungkook. Se puso de pie y le
ofreció su mano.
El rubio miró fijamente su palma, su piel pálida pero
tranquilizadora. Deslizó su mano sobre la de él, sus dedos
lo rodearon inmediatamente. Pero luego trató de ponerse
de pie, y fue inútil. Sus piernas no respondían, y el rostro
contrario se oscureció.
“Taehyung, ¿qué te pasó en las piernas?”

A LA TUMBA
“N-no puedo moverlas”, dijo con voz entrecortada,
repentinamente preso del pánico al darse cuenta. ¿Y si él
estuviera paralizado por el resto de su vida? Estaba
aterrorizado ante esta posibilidad, pero sabía que era el
resultado de algo bueno: sus hijos nacieron sanos y salvos.
“¿Qué?” El rostro de Jungkook se tornó tormentoso y
serio.
La atmósfera se espesó y el aire se volvió sofocante. Se
puso en cuclillas para observar sus piernas dobladas. El
menor saltó cuando él tocó su pierna, apretando sus
músculos dolorosamente. Taehyung ni siquiera se inmutó y,
en cambio, lo miró ingenuamente.
“¿Duele?” preguntó, sin dejar de presionar sus dedos en
sus piernas.
El otro negó con la cabeza. Se agarró a su brazo para
estabilizarse y lo miró nervioso. “No siento nada”.
El pelinegro aspiró profundamente. Él frunció el ceño y
se inclinó para levantarlo. Su esposo se aferró a él
inmediatamente, envolviendo sus brazos alrededor de sus
hombros.
“Tus nervios no están funcionando”, dijo fríamente.
“Llamaremos al médico de inmediato.”
Jungkook comenzó a llevarlo en dirección al dormitorio,
ubicado justo al lado. Su dormitorio estaba demasiado
desordenado al haber sido destruido por él. Todo el tiempo,
su expresión fue atronadora y aterradora.
“¡No!” Taehyung gritó, dándose cuenta de adónde iban.
“Quiero ver a nuestros bebés”, insistió.
“Querido—”
“¡Ahora!” exigió, sin dejar lugar para una discusión. Se
apartó de él y lo miró a los ojos distantes. Éste lo estaba
sosteniendo al estilo nupcial.
“Acabas de despertar de un coma y me dijiste que no
puedes sentir tus piernas. Nuestra primera prioridad eres
tú”, le explicó con calma, y siguió caminando.
Taehyung forcejeó en sus brazos y empujó su pecho.
Todo ese sufrimiento y dolor, y él se negaba a dejar que vea
a sus bebés. Lo estaba haciendo pensar que les había
pasado lo peor. Sus instintos paternales se activaron.
“Si sigues moviéndote, te caerás, querido”, le advirtió,
con los labios apretados en una fina línea.
“Me arrastraré hacia mis bebés si es necesario”, replicó.
“Tu secretismo me está haciendo pensar que algo serio les
pasó a ellos”.
Jungkook debatió sus opciones. Al ver su espíritu y su
alma ardientes, supo que no podía negarle ver a los bebés
por más tiempo. Mirando a sus ojos rubíes estaban los del
menor esmeralda. Taehyung era resistente y luchador.
“Está bien, está bien cariño”, cedió. Todavía estaba tenso
en sus brazos y se negaba a abrazarlo.
El pelinegro frunció el ceño ante esto. Le gustaba cuando
su esposo confiaba en él. Prefería mimarlo hasta la
saciedad para que ningún otro hombre en el mundo
pudiera igualar su nivel de mimos. Solo cuando mimara a
su esposo hasta la médula, éste se daría cuenta de que
nadie en este mundo lo amaría como él.
“¿Es esta la dirección de su habitación?” preguntó
Taehyung cuando él les dio la vuelta y comenzó a caminar
en dirección opuesta a su dormitorio.
“No recordaba que tuviéramos uno…” añadió, dándose
cuenta de lo horrible que sonaba. Tenían toda la riqueza del
mundo, pero no construyeron una habitación antes de la
llegada de los bebés. En su defensa, no pensó que llegarían
tan rápido.
“Hice construir uno el día que nacieron”, respondió
Jungkook, mirándolo. El menor parecía un poco cansado y
comenzaba a inclinarse en su dirección. Instantáneamente,
movió su pecho y su esposo apoyó la cabeza sobre sus
hombros, su cabello haciéndole cosquillas en el cuello.
Jungkook finalmente sonrió un poco, sus labios
curvándose hacia arriba. Quería que su esposo confiara en
él, justo así.
“¿Por qué sus cunas no están en nuestra habitación?”
replicó. “Los bebés deben dormir en la misma habitación
que nosotros, para que cuando lloren…”
Taehyung hizo una pausa. Ese llanto que escuchó en su
coma. Sus ojos se abrieron y se apartó de él.
La cabeza de Jungkook se giró hacia su dirección. “No te
muevas tan bruscamente, te lastimarás”, gruñó.
“¡¿Dejaste que nuestros bebés lloraran como locos?!”
demandó Taehyung, agarrándolo por el cuello de su túnica
abierta. “En mi coma, estaba aterrorizado de despertarme
porque escuché un llanto atronador, pero pensar que en
realidad eran nuestros hijos, yo—”
“Taehyung”, dijo fríamente Jungkook, acomodándolo en
uno de los asientos junto a la ventana del pasillo. Éste lo
miró fijamente, su mirada prominente y persistente.
“Habías caído en coma. ¡Pensé que habías muerto!”
Refutó, agarrándolo por los hombros. “Mi prioridad no eran
los niños. ¡Eras tú, siempre has sido tú, y siempre siempre
serás tú!”
Taehyung quedó inmediatamente desconsolado. Lo miró
con incredulidad. “Pero son tus bebés, tus—”
“¡Pero tú eres mi esposo, mi primer y único amor!” El
pelinegro se puso de rodillas, para que estuviera a la altura
de los ojos. Sus dedos se clavaron en la parte superior de
sus brazos, su mirada intensa y amarga.
“Puedo tener muchos hijos en este mundo, pero solo
puedo tener un esposo, ¡y ese eres tú! Mi único amor”. El
rostro de Jungkook se suavizó al ver su consternación. Él le
tomó la mejilla con ternura, apoyando su frente sobre la de
él.
“Te amo, Taehyung. Solo a ti. A nadie más” le dio un beso
en los labios. “Nuestros hijos, aprenderé a amarlos, pero ya
me he enamorado perdidamente de ti. Estoy obsesionado
contigo en este momento. Haría la guerra por ti, lanzaría
mil aviones y mil naves si debo hacerlo, solo para
mantenerte a mi lado”.
Lo abrazó con fuerza, presionando su rostro contra su
cuello. A pesar de que había estado en coma durante tres
días, su olor seguía siendo el mismo. Su suave olor calmó
sus nervios y lo abrazó con más necesidad, su cuerpo
moldeado perfectamente contra el suyo.
“Jungkook…” Taehyung se apagó, herido pero conmovido
por sus palabras. Cerró los ojos con fuerza, mientras
luchaba en un dilema de qué decir.
“No te atrevas a pensar que esto justifica el hecho de
que los dejaste llorar durante tres días seguidos y—”
“Lloran porque están malcriados. He contratado niñeras
y nodrizas para ellos”.
“No están malcriados” el contrario frunció el ceño. “Solo
quieren la atención y el afecto de su padre”.
“…”
Jungkook se quedó en silencio durante unos segundos
antes de enterrar la cara en el hueco de su cuello. “Les di
atención y cariño esta noche. Esa es la única razón por la
que me fui de tu lado por primera y única vez”.
El rostro de Taehyung se suavizó. Apartó los brazos de su
abrazo para acariciar su dura espalda superior. Sintió sus
músculos tensarse bajo las yemas de sus dedos.
“Sé que estabas a mi lado”, susurró. “Sentí tu toque”.
El pelinegro no dijo nada. Él simplemente apoyó la
cabeza en su cuello, permitiendo que su olor le hiciera
cosquillas en los sentidos.
A pesar de que sus cuerpos eran inseparables, todavía no
creía que fuera suficiente. Quería más de su esposo. Quería
abrazarlo hasta la muerte, apretarlo entre sus brazos y
arrullarlo con ternura. No se dio cuenta de que era posible
ser adicto a un ser vivo.
“Siempre estaré a tu lado, Taehyung”.
“¿Incluso si la muerte nos tiene separados?”
“Entonces te seguiré hasta la tumba, cariño”.
“¿Qué pasa si no vas al cielo?”
“Cariño, causaría estragos en las puertas del cielo si eso
significara volver a verte”.
El doncel se rió nerviosamente. Podía imaginárselo
haciendo eso. Y lo haría con clase. Nadie los mantendría
separados. El pensamiento era bastante aterrador y
fascinante.

LLORAR POR LLORAR


“Todavía quiero ver a nuestros recién nacidos”, dijo
Taehyung después de unos segundos de silencio. Él lo miró
fijamente, asombrado de que todavía quisiera lo mismo.
Taehyung lo miró directamente, negándose a retroceder.
“Nadie dijo que no podías”, el pelinegro accedió
finalmente.
Jungkook se inclinó y lo tomó de nuevo en sus brazos.
Podría acostumbrarse a esto. Ahora, realmente no tenía a
nadie en quien confiar más que a él. El castillo tenía
ascensores, pero él rara vez los utilizaba. ¿Por qué usar los
ascensores cuando la escalera era mucho más agradable?
“Entonces llévame con ellos” Taehyung apoyó la mejilla
en su hombro, relajándose en su agarre. Siempre fue tan
fuerte que se preguntó cuál era su rutina de
entrenamiento.
A Taehyung no le importaría observarlo… haciendo
ejercicio con el torso desnudo. Podía imaginarse la tensión
de sus músculos tonificados, la flexión de su paquete de
ocho y las venas que estallan en sus brazos. Sus largos
dedos enroscándose alrededor de las barras o levantando
una mancuerna, el sudor goteando por su abdomen—
“¿Qué estás imaginando?” preguntó Jungkook, curioso de
por qué su corazón comenzó a acelerarse. Podía escucharlo
golpeando fuertemente en su pecho, amenazando con
saltar.
“Qué guapo te verías haciendo ejercicio…” confesó,
ganándose una risa madura de él. Sus ojos se arrugaron y
estaba sonriendo.
“¿Te gustaría ver?” bromeó. Comenzó a darse cuenta de
que su inocente esposo era mucho más sucio de lo que
inicialmente pensó. Se preguntó hasta qué punto su mente
sucia llegó… ¿lo suficiente como para ser valiente y probar
diferentes posiciones?
“N-no”, tartamudeó Taehyung, tragando un nudo en su
garganta, su boca repentinamente secándose. No quería
darle la satisfacción de saber que caería directamente en
su seducción.
“Podemos hacer ejercicio juntos” Jungkook rozó sus
labios contra los ajenos. Él sonrió maliciosamente cuando
su esposo ingenuamente lo miró.
“¿Como?” preguntó, curioso.
“Bueno, ya hacemos ejercicio juntos en la cama, ¿no?”
susurró, presionando un beso en su boca, respirando
acaloradamente sobre él. “¿Por qué no probamos diferentes
poses de ejercicio, hm?”
Taehyung se rió nerviosamente. “Esa resistencia tuya es
lo que nos metió en esta situación en primer lugar”.
Jungkook sonrió suavemente. “Es por eso que haremos
ligar tus trompas”.
El rostro de Taehyung se puso rígido. “¿Qué?”
Jungkook apoyó su frente sobre la de él, ampliando su
sonrisa. “No más comas. No más embarazos”.
El aliento de Taehyung quedó atrapado en su garganta.
Lo miró a los ojos y vio a un hombre obseso. Su corazón
saltó de anticipación, su estómago se revolvió
incómodamente. Instantáneamente, trató de alejarse de él,
pero éste empujó las puertas para abrirlas.
“Estamos aquí”, anunció, apartando la mirada de su
expresión pálida. ¿Por qué el menor parecía sorprendido?
¿Realmente pensó que él lo dejaría pasar por el dolor y las
dificultades otra vez? ¿Para qué?
“Mira a nuestros pequeños demonios”, susurró Jungkook,
acercándolo a las cunas. El menor todavía no podía
mirarlos, éste estaba temblando en sus brazos. Sin decir
palabra, lo llevó al sofá. La atención de Taehyung estaba en
la puerta.
“¿Te gustaría sostenerlos?” preguntó, mirando dentro de
la cuna. Parecía que habían llegado justo a tiempo. Los
bebés se agitaron en sus cunas, sus caras ligeramente
arrugadas. Sus labios se movían uno contra el otro.
“Tienen hambre”, le dijo Jungkook, dándose la vuelta
para ver que ya no estaba buscando la salida.
“D-déjame sostenerlos…” susurró Taehyung, extendiendo
su mano. Ahora que se dio cuenta, sus pechos estaban un
poco hinchados. Estaba aliviado de que pudiera
amamantar. Por fin, podría tener piel con piel con sus
bebés.
“¿Por qué estás tartamudeando?” Jungkook preguntó con
calma, mirándolo a los ojos con una expresión pensativa.
“No me hagas esto, Jungkook,” susurró. “Yo—”
“Diste a luz a una pequeña princesa y un príncipe. No
necesitamos más niños, Taehyung”.
El corazón del doncel dio un vuelco. Él no sabía eso.
El pelinegro se agachó y sacó a los niños de sus cunas,
uno en cada brazo. Pesaban como plumas. Jungkook cerró
la distancia entre ellos en tres largas zancadas. Él le
entregó uno a su esposo, sin saber cuál era cuál.
“Tenemos todo lo que necesitamos”, dijo Jungkook,
viendo como sus manos temblaban de emoción. Cuando
Taehyung casi tocó al bebé, él se apartó.
“¡Jungkook!” gritó, frustrado.
“Tenemos todo lo que necesitamos”, repitió en un tono
más duro. “Tus trompas se ligarán lo antes posible”.
El contrario lo miró. ¿Cómo podía ser tan cruel? “¿Te
atreves a sostener a mis hijos frente a mí y amenazarme
así?” exigió.
“No, no te estoy amenazando, Taehyung. Tu entusiasmo
por los niños te llevó a no escucharme la primera vez”.
Jungkook le devolvió el bebé, esta vez, permitiéndole
tomarlo de sus brazos.
La respiración de Taehyung se cortó cuando sostuvo a su
bebé. Su corazón se hinchó y un calor innegable lo llenó.
Estaba abrumado de felicidad, sintiendo como si su mundo
volviera a ser colorido. Nunca antes había sentido este tipo
de alegría. Todo era nuevo para él.
“Ella es hermosa”, dijo efusivamente Taehyung justo
cuando la niña abrió los ojos para revelar los mismos ojos
esmeralda como él.
“Me sorprende que supieras que era una niña. Ambos
usan el mismo color de mameluco. No sabía cuál era cuál
hasta que abrieron los ojos. Son mellizos”.
Taehyung le sonrió a su hija y usó un dedo para tocar sus
mejillas. Era suave y blando, como un malvavisco. Abrazó al
bebé más cerca y le dio un suave beso en la frente.
Inmediatamente, el bebé movió su diminuta mano, un ruido
extraño salió de su boca.
“Dahyun”, dijo de repente. “Su nombre será Dahyun”.
“Es un hermoso nombre”, reflexionó Jungkook. “Tiene
orígenes extranjeros, lo que significa noble”.
Taehyung parpadeó. “Estaba pensando principalmente
en una combinación de significados también por sus
hermosos ojos”.
Jungkook miró a Dahyun y se rió suavemente. Su bebé
tenía hermosos ojos verdes, como un prado que se
encuentra en la cima de una montaña.
“Y el niño…”, murmuró Jungkook, mirando al bebé de
ojos rojos en sus brazos. Por alguna razón, éste estaba
tranquilo esta noche, tal vez aliviado por la presencia de
sus padres.
“Jeonhyuk”, dijo Jungkook, complacido por el cabello
dorado del bebé que era tan claro que pensó que el niño
era calvo. “Una combinación de nuestros nombres”.
Taehyung rió suavemente. “Suena más a tu nombre que a
una combinación de los nuestros”.
“No es mi culpa que nuestros nombres sean tan difíciles
de combinar”, se burló. “El ‘jeon’ de Jeonhyuk es mío, y el
‘hyu’ es tuyo”.
Taehyung levantó una ceja. Supuso que él tenía razón.
Miró a Dahyun y abrazó suavemente a la niña cerca de su
pecho. Dahyun respondió llorando, su rostro se arrugó,
mostrando su poderoso conjunto de pulmones.
“Nuestro angelito debe tener hambre”.
Taehyung comenzó a desabotonar la parte delantera de
su camisón. Ni un segundo después, Jeonhyuk también
comenzó a llorar, siguiendo el camino de su hermana
menor.
Pronto, la habitación se llenó con sus fuertes gritos.
El doncel entró en pánico cuando comenzó a mecer al
niño, sin saber cómo cuidar a un bebé. Él todavía era joven,
pero leía libros en su tiempo libre. Así, comenzó a calmar a
la bebé meciéndola suavemente mientras hacía todo lo
posible por desabrocharse el camisón.
“Los gemelos son más que suficiente”, dijo Jungkook
irónicamente mientras lo observaba amamantar a la bebé.
Él balanceó ligeramente a Jeonhyuk con la esperanza de
calmarlo. Y como Dahyun dejó de llorar, el bebé parpadeó
un par de veces y se detuvo.
El pelinegro entrecerró los ojos. Los niños ya eran unos
mentirosos. Ni una sola lágrima rodó por las mejillas de
Jeonhyuk. ¿Por qué ese mocoso? Miró a Dahyun y notó que
ella tampoco tenía una lágrima.
Jungkook, en los siglos que ha vivido, se dio cuenta de
una cosa: Los bebés a veces lloran por llorar.

PARA SIEMPRE
El pelinegro cargaba a los bebés mientras Taehyung se
turnaba para amamantar a cada uno de ellos. Él estaba
observando con curiosidad y se dio cuenta de que era un
poco inconveniente con sus camisones actuales. Él le
compraría un guardarropa nuevo y arreglaría su dormitorio
mañana. Sería como si nada importante hubiera pasado y la
vida volviera a la normalidad.
Pero mientras observaba a Taehyung acariciar el rostro
de Jeonhyuk, con esa misma sonrisa ingenua y vacilante
que amaba, una parte de él se movió. Sus bebés se
mantendrán jóvenes por un tiempo, pero ¿qué pasará con
Taehyung?
Mientras la piel de su esposo se convierte en cuero, la de
él será eternamente joven. Mientras sus huesos se vuelven
quebradizos, él solo se hará más fuerte.
“Je, mírale la cara”, susurró Taehyung, divertido por lo
borracho que se veía Jeonhyuk con la leche. Jeonhyuk tenía
una expresión de satisfacción en su rostro, sus ojos apenas
se abrieron después de que él lo hizo eructar.
Taehyung se balanceó suavemente de lado a lado, con la
esperanza de que los niños volvieran a dormirse.
“Deberíamos tenerlos a nuestro lado, en el dormitorio”.
Jungkook volvió a la realidad. Levantó una ceja. “Con el
ejercicio que planeamos hacer, ¿estás seguro de que los
quieres allí?”
Taehyung lo miró como si estuviera loco. “Acabo de
despertarme—”
“¿Quién dice que me refiero a esta noche?”
La boca de Taehyung se secó. Lo miró y abrazó a
Jeonhyuk más cerca, decidiendo ignorar a este bromista
esposo suyo.
“Jeonhyuk, tu papá es un bravucón”, susurró a su
expresión apática.
Los ojos de Jeonhyuk estaban suavemente cerrados, sus
diminutos dedos se cerraron en un puño suelto. El doncel
sonrió ante su expresión y abrazó a su bebé más cerca si
fuera posible.
“¿No es adorable?” preguntó Taehyung. “Como un
angelito”.
Taehyung sonrió a Jungkook, mostrándole a Jeonhyuk.
Estaba asombrado de lo hermosos y lindos que eran sus
hijos. “Mira, mira, di a luz a este ángel. ¿No es adorable?”
Jungkook miró secamente a Jeonhyuk, enarcando una
ceja. “¿Ángel? Es más como un pequeño monstruo”.
Taehyung frunció el ceño. ¿Su marido no tenía
misericordia, incluso con sus propios hijos? Temía que él
siempre se burlara de ellos así. Un día, sus hijos le harían
tragarse sus propias palabras. Simplemente sabía que lo
harían.
“Hmph, también son tus hijos”, refunfuñó Taehyung,
alejándose justo cuando Jungkook se agachaba para
recoger al bebé.
“Desafortunadamente lo son”, reflexionó Jungkook. Tenía
a Dahyun durmiendo en un brazo, y el otro estaba listo
para recoger a Jeonhyuk, para que finalmente pudiera
tener tiempo a solas con su esposo.
“Dame a nuestro pequeño monstruo. Tendrán que dormir
en su cuna. Te mueves demasiado mientras duermes”.
Taehyung hizo un visible puchero. “No quiero separarme
de ellos tan rápido…”
“Cuando solo duermas tres horas al día y apenas puedas
desayunar sin que lloren, desearás poder separarte de
ellos”.
Las cejas de Taehyung se dispararon.
“Ahora dámelo” se inclinó para recoger a Jeonhyuk. De
mala gana, dejó que le quitara al niño de los brazos.
El doncel observó con envidia cómo Jungkook colocaba a
los bebés en sus cunas y los cubría con las mantas.
Taehyung quería ponerse de pie y hacer lo mismo. Quería
acostar a sus bebés en su camita y darles un beso de
buenas noches. Sus ojos comenzaron a lagrimear cuando se
dio cuenta de que podría ser un sueño imposible. Incluso
ahora, no podía mover las piernas.
“¿Por qué tienes los ojos llorosos?” preguntó, volviendo a
su lado. Se arrodilló frente a él y le acarició la mejilla.
Encontró intrigante que su rostro fuera pequeño y
apachurrable, que encajaba perfectamente en sus manos.
“¿Nunca volveré a caminar?” susurró.
Su expresión se endureció. Apretó la mandíbula. “No
más niños, Taehyung”.
El doncel notó que estaba furioso. Rara vez lo llamaba
por su nombre a menos que fuera un asunto serio. Bajó la
mirada al suelo.
“¿Qué pasa con tus herederos?”.
“Tengo dos. Eso es más que suficiente”.
“Pero es injusto”.
“¿Por qué?”
Taehyung vaciló. Se preguntó si Jungkook sabía lo
aterrorizado que estaba de perderlo. Después de su
muerte, encontraría a otro doncel o mujer. Y tendría hijos
con esa persona. Entonces, él sería un recuerdo olvidado.
“Porque y si te enamoras de otra persona y de repente
decides tener hijos con ella, y-y ahora que no podré darte
ninguno—”
“Tonto esposo mío”, suspiró. Él negó con la cabeza ante
su estupidez y se inclinó más cerca. “Lo haremos juntos. Te
ligarán las trompas y yo me haré una vasectomía”.
Taehyung parpadeó sorprendido. Puso una mano sobre
su estómago, donde todavía sentía que la piel suelta se
hundía. De repente, se sintió cohibido y se alejó de su
toque. ¿El mayor se dio cuenta siquiera de lo que estaba
diciendo?
“Es lo menos que puedo hacer”, agregó lentamente
Jungkook con el ceño ligeramente fruncido. “No puedo
arriesgarme a perderte de nuevo, Taehyung. Me niego a
hacerlo”.
“¿No te importa que tu línea de sangre muera contigo?”.
Jungkook se burló. “Con Jeonhyuk, mi línea de sangre
vivirá otra generación. Un hijo y una hija es más de lo que
podría haber pedido, cariño. Dos es suficiente”.
Taehyung se sintió aliviado por sus palabras, asintiendo
con la cabeza. Al ver su resolución, su ceño se convirtió en
una sonrisa.
Jungkook le puso una mano en la cintura, pero el
contrario saltó. Taehyung estaba asustado de que Jungkook
viera la piel flácida antes de que pudiera verlo primero.
“No—”
“¿Duele?” Jungkook notó preocupado, agarrando el
borde de su camisón pero el menor tiró de la tela hacia
abajo.
“No, yo solo…” se apagó, no queriendo que él lo viera
así. “Solo quiero dormir.”
El pelinegro no le creyó. Empezó a levantarle el camisón
pero su esposo abrazó su cuerpo y se negó a dejarlo.
“Cariño, no puedo ayudarte si no me dices lo que está
mal…”
“Se siente arrugado y feo”, admitió débilmente. “M-mi
estómago nunca volverá a ser el mismo. No lo mires, no me
gusta—”
Jungkook inmediatamente levantó su camisón,
ganándose una fuerte protesta de él. No podía mover las
piernas para correr, dejándolo sin otra opción que dejar
que lo mirara.
“¿Cuál es el problema?” preguntó, colocando sus manos
sobre la piel flácida y floja de su estómago, acariciando con
adoración su estómago. “Esta es la evidencia de que me
has dado a mis herederos. No tiene nada de feo, ni debería
disgustarte”.
Taehyung tiró de su camisón, sacudiendo la cabeza. “No
—”
“Eres joven, Taehyung”, lo calmó Jungkook en voz baja,
agarrando sus manos y bajando su camisón. “Tu cuerpo
tiene tiempo de volver a ser como te gusta y, si no es así,
encontraremos la manera. Eres mi esposo y amo cada
pedacito de ti. A mis ojos sigues siendo hermosamente
perfecto, cariño. Si tan solo pudieras verte a través de mis
ojos para darte cuenta de lo que digo. Lanzame lo peor y lo
convertiré en lo mejor”.
Lo levantó en sus brazos, sus piernas a horcajadas sobre
él mientras sus brazos descansaban sobre sus hombros. El
menor lo miró sorprendido. Él le sonrió.
“Solo tengo un corazón y te lo he dado. Nadie más puede
tenerlo si tú lo tienes”.
El pecho de Taehyung se sentía cálido y confuso. Tomó su
rostro entre sus manos y se inclinó para besarlo, solo para
apartarse un segundo después, preocupado por su
respiración después de estar en coma durante tres días.
Solo pudo sonreírle nerviosamente cuando él levantó una
ceja, obviamente queriendo más.
“Quiero lavarme los dientes y darme un baño”, murmuró,
ganándose una risa tranquila de él.
Su pecho retumbó con el movimiento y él sintió una
sacudida entre sus piernas. Amaba su risa, fuerte y
poderosa.
“Te ayudaré. Necesitarás comer también”.
Jungkook lo bajó un poco, para que pudiera apoyar la
cabeza en su hombro, mientras lo sacaba en brazos como a
un koala. Presionó un suave beso en un lado de su cara, sus
labios se demoraron por un breve momento.
En ese momento, el pelinegro sintió que su vida estaba
completa. Podría morir feliz si quisiera, con Taehyung en
sus brazos. Excepto que había una sensación persistente en
su pecho de que la vida no iba a ser tan simple como
esperaba. En el fondo de su mente, sabía que los humanos
no vivían para siempre. Y Jungkook quería un para siempre
con su dulce.

NO TE RÍAS
Taehyung se sentó junto a la ventana del baño, mientras
observaba a Jungkook llenar la bañera del dormitorio. No
necesitaba saber por qué estaban usando este baño, en
lugar del suyo. Sabía que su temperamento violento
conducía a muebles rotos. Pero quería escucharlo de su
propia boca.
“¿Qué pasó con tu habitación?” preguntó mientras
Jungkook tocaba el agua para comprobar la temperatura.
“No lo sé”, respondió encogiéndose de hombros. “Tal vez
un tornado lo atravesó”.
Taehyung lo miró fijamente con una expresión en blanco.
El pelinegro levantó la cabeza y sonrió. Al ver su irritación,
le guiñó un ojo.
“Jungkook, ese temperamento tuyo—”
“Solo sale cuando tengo miedo de perderte, cariño”.
Los labios de Taehyung se curvaron hacia abajo. Lo miró
a través de sus pestañas, y él lo estuvo observando todo el
tiempo. Sus manos estaban ocupadas en desenroscar las
botellas de baño.
“Eso no es algo bueno”.
“Entonces no me dejes. Tan simple como eso”.
El pelinegro vertió la solución de baño en la tina y la
cerró. Observó cómo se formaban burbujas, sus labios
temblaban. Ocultaría su cuerpo, pero aún así él querría
tocarlo.
“¿Qué tal si me conviertes?” preguntó Taehyung.
“Todavía soy joven y mi tasa de supervivencia es mayor si
lo haces ahora y no más tarde”.
Jungkook levantó una ceja. Se levantó de su posición
encorvada y cruzó la distancia hacia su esposo. Se detuvo
directamente frente a él, su figura se cernía sobre la ajena.
A veces, se asombraba de poder caber dentro. Era frágil y
él podría romperlo en un instante.
“Estamos encontrando un sangre pura compatible con tu
tipo de sangre. No pudimos inyectar la sangre de Jimin en
tu cuerpo porque él no es O negativo. Lo único que la Rosa
Dorada pudo hacer por ti fue sostener tu mano y darte
fuerza”.
Taehyung asintió lentamente. “Entonces, una vez que
obtengamos lo que necesitamos, ¿me convertirás?”
Jungkook negó con la cabeza. “No.”
“¿Qué? ¿Por qué?” preguntó al instante, confundido por
su decisión. No se dio cuenta de lo dispuesto que bailaba
con la muerte hasta que su mirada se volvió fría y sombría.
“La tasa de supervivencia sigue siendo baja incluso si
encontramos el mismo tipo de sangre. No nos gustaría
dejar a nuestros hijos sin padre ahora, ¿verdad?” sus labios
tirando en un profundo ceño fruncido. El menor siempre
estaba poniendo su vida en riesgo.
“No claro que no—”
“Nadie quiere volver a verte en coma. Me temo que si te
inyectamos la sangre nunca más despertarás”.
Taehyung se quedó en silencio mientras dejaba que sus
palabras penetraran. Tenía razón. Había demasiadas
complicaciones. Pero en el futuro, habría aún más
conflictos. Cuando envejeciera, la tasa de supervivencia
sería aún menor.
“Tampoco queremos que nuestros hijos vivan el resto de
sus largas vidas sin un padre”, dijo Taehyung. “Pero
ustedes tres sobrevivirán y yo moriré como un ser
humano”.
La mirada de Jungkook se suavizó ante sus palabras.
“Solo tienes veintiún años, querido. Tenemos nueve años
más para debatir este tema. Ya has arriesgado tu vida una
vez al dar a luz recientemente. Consideremos tu futuro
paso a paso”.
Taehyung asintió lentamente ante sus palabras, creyendo
que habían llegado a una conclusión adecuada en este
punto. Jungkook tenía razón, y él también.
“Está bien entonces”, dijo en voz baja, ganándose una
leve sonrisa de él.
“Ahora levanta los brazos, te ayudaré a desvestirte”,
instruyó.
Jungkook se inclinó y comenzó a ayudarlo a quitarse el
camisón. Él levantó las manos y procedió a quitarle el
material, tirándolo a un lado. Luego, pasó a los vendajes
debajo de su ombligo, desenredándolos para revelar los
puntos.
La parte superior del cuerpo de Taehyung se dobló y se
abrazó a sí mismo en un intento de ocultarse. Fue un
reflejo natural, pero él puso los ojos en blanco y agarró sus
muñecas, separándolas.
“Taehyung, no puedo arriesgarme a perderte de nuevo”,
murmuró. “No te das cuenta, cariño, pero lo único que
temo es ver tus ojos permanentemente cerrados”.
El corazón del rubio latió con fuerza ante sus palabras.
“Temo lo mismo”, admitió. “Temo el día en que te pierda, ya
sea en cuerpo o alma. No creo que pueda vivir en un
mundo sin ti, Jungkook, tan obsesivo como parece”.
El pelinegro lo miró irónicamente mientras lo tomaba
entre sus brazos. “Si crees que eso es obsesivo, entonces
me pregunto qué palabra usarías para describirme”.
Taehyung no sabía qué decir. Sabía que el amor de su
marido por él iba más allá de una obsesión.
Jungkook era ferozmente sobreprotector y posesivo con
él. Nunca antes había sentido este tipo de protección y no
sabía cómo reaccionar ante ella. Sin que se diera cuenta, él
lo había desnudado y colocado en la bañera.
Taehyung se puso rígido cuando sintió su pecho desnudo
contra su espalda. Sus músculos eran duros, pero su toque
era suave. Sus fuertes brazos se deslizaron alrededor de su
cintura mientras apoyaba la cabeza sobre su hombro
desnudo, con cuidado de no lastimarlo.
“Pensé que nos estábamos bañando…” dijo Taehyung,
pero no era una queja.
No se dio cuenta de que le dolían los músculos hasta que
el agua caliente hizo su magia. Se relajó y se apoyó en su
cuerpo fuerte y solidario. Admiró su piel, ligeramente más
pálida que la de él. Jungkook respondió abrazándolo aún
más fuerte, su boca mordisqueando su piel humedecida. Su
piel siempre fue suave y le gustaba tocarlo, como se
disfruta pinchando un malvavisco.
“Lo estamos”, respondió Jungkook, su aliento haciéndole
cosquillas en el cuello.
Taehyung se retorció, pero él sonrió. ¿Adónde podría
correr? Su esposo estaba enredado en sus brazos y él se
negaba a dejarlo ir.
“E-entonces por qué siento que algo rígido me presiona
la parte baja de la espalda”.
“Porque me gustaría hacer ejercicio durante nuestro
baño”, respondió mientras una de sus manos se deslizaba
más abajo.
Sus piernas descansaban inmóviles en el suelo de la
bañera, lo que le facilitaba doblarlas como deseaba.
“P-pero acabo de dar a luz, podría doler. No lo quiero en
este momento”, murmuró, dándose cuenta de que no podía
cerrar las piernas como quería. El pensamiento hizo que su
corazón se disparara de miedo.
“Está bien” Jungkook apartó las manos de inmediato.
El pelinegro escuchó que los latidos del corazón ajeno
volvían lentamente a la normalidad. Se giró y lo besó en la
mejilla, apoyando su cabeza contra la de él.
“No te asustes, cariño”, aseguró, mientras extendía un
brazo y agarraba la toalla de la bandeja cerca de la bañera.
“No lo estaba”.
“Y no me mientas tampoco.” La voz del pelinegro se
oscureció ligeramente. “Todo lo que se necesita es un ‘no’ y
todo se detiene. ¿Entiendes?”
Taehyung asintió lentamente con la cabeza. “Por
supuesto.”
“No parezcas tan aliviado por lo mínimo”, suspiró
Jungkook, sacudiendo la cabeza hacia él. ¿Qué iba a hacer
con su esposo cuyas expectativas eran bajas?
“Algunas personas ni siquiera pueden dar lo mínimo”,
murmuró Taehyung.
Jungkook se rió entre dientes, sus labios formando una
sonrisa. Puso la toalla sobre sus brazos, limpiando lenta y
sensualmente su cuerpo.
La respiración de Taehyung se cortó. Dondequiera que
tocaba, su piel quemaba. Su caricia estaba avivando las
llamas desde adentro, su cuerpo se estaba calentando. De
vez en cuando, su piel rozaba la de él y sentía que su
corazón daba un vuelco.
Jungkook lo estaba limpiando, pero se sentía como si lo
estuviera seduciendo. Eventualmente, sus manos se
deslizaron bajo el agua, más y más abajo, hasta que sus
dedos rozaron su miembro e intimidad.
Taehyung se sobresaltó y él reveló una risa entrecortada
junto a su oído. Taehyung estaba aliviado de que aún
pudiera sentir placer.
“Tranquilo, querido,” murmuró, doblando sus piernas en
una posición más cómoda. Llevó la toalla hasta sus rodillas
y lo vio fruncir el ceño suavemente.
“Realmente no siento nada”, dijo débilmente. “No puedo
sentir nada debajo de mis partes íntimas”.
El rostro de Jungkook se suavizó. Él agarró su barbilla y
giró su cabeza en su dirección. Él capturó sus labios en un
suave beso.
“Encontraremos una cura, cariño. Te lo prometo”.
Taehyung asintió vacilante, sintiéndose tranquilizado por
sus palabras. No había nada que Jungkook no pudiera
proporcionarle. Entonces, decidió poner toda su confianza y
fé en él. A veces, era agradable contar con la ayuda de
alguien.
“Si te duele algo, dímelo”, agregó, cambiando su mano a
la otra pierna. “Por ejemplo, el corte justo aquí”, sus dedos
rozaron el corte limpio cerca de su estómago.
Taehyung saltó y empujó su mano. “E-espera, no lo
toques”.
Jungkook apartó la mano. “Tendremos que volver a
aplicar el ungüento y los vendajes”.
El pelinegro quedó impresionado con el trabajo del
doctor, pero no fue suficiente. Los puntos estaban
perfectamente atados, pero dejaría una cicatriz y el
medicamento no estaba funcionando lo suficientemente
rápido. Estaba impaciente. No quería a su esposo con dolor,
nunca.
“Déjame ayudarte a limpiarte”, dijo Taehyung de
repente, intentando sacar otra toalla de la bandeja.
Jungkook levantó una ceja. Arrojó la toalla usada al suelo
y recogió la que no había tocado, entregándosela. Sus
labios se dibujaron en una sonrisa lenta cuando los dedos
del menor temblaron para sostener la toalla.
“Mi esposo es sorprendentemente valiente hoy”, bromeó
mientras lo ayudaba a darse la vuelta, revelando su cuerpo
desnudo.
Sus ojos permanecieron en los del menor y extendió una
mano para quitarle el cabello mojado.
Taehyung no sabía dónde tenía la confianza para
sugerirle eso. Cada vez que hacían el amor, siempre estaba
asombrado por su cuerpo, ondulado con músculos finos.
Colocó la toalla sobre su pecho, haciendo todo lo posible
para no tocar su piel. Pero él se rió de sus lamentables
intentos, sus largos dedos se cerraron alrededor de su
muñeca.
“No seas tímido, cariño”, dijo Jungkook, acercándolo a él.
Podía escuchar su corazón amenazando con salirse de su
pecho.
“Puedes tocarme todo lo que quieras, este cuerpo es tuyo
para admirarlo, tuyo para tocarlo, tuyo para hacer conmigo
lo que quieras”, susurró, poniendo su otra mano sobre su
pecho. Él lo aplanó hasta que las palmas del menor
recorrieron su abdomen, sus dedos temblaban de
nerviosismo.
“Se siente como una roca”, admitió, ganándose una
carcajada de él. Taehyung se sonrojó al instante y trató de
retirar la mano, pero él lo mantuvo en su lugar.
“¡No te rías!” gimió, pero su mano se movió por sí sola
para explorar su abdomen, sus dedos trazaron su pack de
ocho, su boca repentinamente seca. No sabía por qué, pero
sintió la necesidad de explorar las otras partes de su
cuerpo.
“No puedes decir eso, querido, y no esperar que suceda
nada”, bromeó, inclinándose para besarlo.
Taehyung movió la cabeza y su boca aterrizó en su
mejilla. Él sonrió en respuesta, acercándolo aún más, hasta
que prácticamente no hubo distancia entre ellos, su pecho
presionado contra su cuerpo, sus piernas a horcajadas
sobre su cintura tonificada.
“De verdad, eres adorable”, suspiró suavemente
Jungkook, deslizando sus dedos por su cabello, masajeando
su cuero cabelludo mientras tiraba de su rostro hacia
adelante. Los latidos de su corazón eran fuertes y rápidos,
haciéndolo sonreír. Presionó un beso en su frente, sus
labios permanecieron allí.
“Nunca tendré suficiente de ti, cariño” murmuró,
envolviendo sus brazos alrededor de él y descansando su
cabeza sobre sus hombros.
“Espero que nunca lo tengas”, susurró en voz baja,
abrazándolo cerca de su cuerpo.
Permanecieron así durante unos minutos, hasta que el
agua se enfrió, pero sus corazones estaban calientes.

SI MUERES
Después del baño, Jungkook envolvió a Taehyung en una
toalla blanca, lo secó y lo ayudó a vestirse. Fue difícil y él
necesitaba su guía.
Jungkook pudo ver la consternación en sus ojos cuando
sus piernas se aflojaron. Él también lo ayudó a cepillarse
los dientes, de pie detrás de él, con un brazo envuelto
alrededor de su cintura, alzándolo para que se pusiera de
pie mientras se cepillaba los dientes.
A Jungkook no le importó ni un poco. Disfrutaba tenerlo
en sus brazos, abrazarlo y tenerlo cerca de él. Le trajo una
sensación de comodidad. Taehyung dependía de él para su
apoyo como él dependía de su esposo para el amor.
“¿Soy pesado?” preguntó Taehyung una vez que ambos
se cepillaron los dientes y él lo llevó a la cama. Lo acostó y
se deslizó debajo de las mantas con el menor.
“Ojalá lo fueras”, murmuró. “De esa manera, sabría que
estás comiendo adecuadamente”.
Taehyung lo miró irónicamente. Se tumbó de lado y lo
miró fijamente. Uno de sus brazos estaba colgado de su
cintura mientras observaba sus rasgos. Él tomó un lado de
su cara y lo acercó para besarlo.
Taehyung sonrió ante el sabor de su aliento mentolado,
fresco y frío. Su lengua se deslizó dentro, sus manos
tirando de él más cerca. Gimió suavemente cuando el beso
se volvió más dominante y apasionado. Él lo hizo rodar,
hasta que estuvo debajo, y sus labios se movieron
febrilmente uno contra el otro.
“Me he perdido esto”, jadeó, su aliento abanicando sus
labios magullados.
Jungkook le dio besos con la boca abierta desde la
barbilla hasta los lóbulos de las orejas, mordisqueándolos
antes de pasar al cuello. Aspiró su olor, empujando su nariz
contra su piel suave. Encontró el punto que lo debilitaba en
las rodillas, chupándolo suavemente, antes de besarlo y
morderlo bruscamente, haciéndolo gemir.
“Jungkook,” murmuró, dándose cuenta de que sus
colmillos acababan de rasparle el cuello.
Taehyung sintió la vacilación ajena, pero también sintió
su hambre. Levantó la mano y entrelazó sus manos detrás
de su hombro, sintiendo las crestas de su cuerpo tonificado.
Tiró de él hacia abajo, hasta que su estómago se presionó
contra el suyo.
“Está bien”, susurró. “Toma un mordisco.”
El pelinegro dudó, pero no había bebido en tres días.
Estaba seguro de que sería sólo un bocado. Su esposo hizo
una mueca cuando sus dientes se clavaron en su piel, su
cuerpo se apretó contra él, sus brazos se apretaron.
Cuando se llenó, la visión de Taehyung estaba un poco
aturdida, pero él lo abrazó cariñosamente, presionando sus
cuerpos juntos.
“¿Dolió?” preguntó, lamiendo sus labios mientras lamía
la herida.
Su respiración se había vuelto un poco superficial,
porque él bebió mucho. No pudo evitarlo. Su esposo
siempre sabía dulce, siempre. Ya fueran sus labios o su
néctar debajo, todo era delicioso.
“Sentí como un pellizco”, mintió, abriendo y cerrando los
ojos con cansancio. Abrió la boca para decir algo más, pero
escuchó un grito silencioso.
“Nuestro bebé…” dijo Taehyung, su voz sin aliento por el
pánico. Trató de empujarlo, pero él no se movió.
“Shh, está bien. Traeré al llorón”, le aseguró. Apartó el
pelo de su frente y le plantó un beso.
“Espera aquí”.
Jungkook tomó una bata del armario y la ató sin apretar
alrededor de su cuerpo. Luego se paseó por los pasillos,
reconociendo ya al bebé por su llanto.
“Tú debes ser el que me bloqueó la polla dentro de su
estómago”, murmuró Jungkook, mirando por encima de la
cuna para ver a Jeonhyuk completamente despierto y
mirándolo fijamente.
Ante sus palabras, el rostro de Jeonhyuk se arrugó y
comenzó a llorar de nuevo. Jungkook dejó escapar un fuerte
suspiro, sacudiendo la cabeza mientras levantaba al niño.
Estaba agradecido de que Dahyun todavía estuviera
dormida.
Sacó a Jeonhyuk de la habitación y lo llevó donde su
esposo. Éste seguía acostado, de cara a la puerta.
“Dámelo”, dijo con una expresión brillante, pero
fatigado. Extendió las manos cuando Jungkook colocó a
Jeonhyuk sobre la cama. Se deslizó un poco hacia atrás,
permitiendo que el bebé durmiera a su lado.
“Mi ángel adorable”, suspiró aliviado, tocando
suavemente la nariz de Jeonhyuk. “¿Qué te despertó
sobresaltado? ¿Tuviste una pesadilla?”
En ese momento, se escuchó otro grito agudo. Jungkook
se pellizcó el lugar entre las cejas. Debería haberlos traído
a ambos aquí.
Decidió traer sus cunas aquí también, para ahorrarles a
ambos el problema.
“Esa debe ser Dahyun” Taehyung levantó la cabeza para
mirar a Jungkook de forma esperada.
El pelinegro sonrió irónicamente. “Sí, nuestra princesita
mimada. Volveré”.
Salió de la habitación, refunfuñando para sí mismo. Tal
vez debería haber usado protección más a menudo. Pero
hacía siglos que no abrazaba a una persona y lo prefería
crudo.
“Ahí está nuestro segundo llorón”, dijo Jungkook cuando
entró a la habitación y vio el bracito de Dahyun ondeando
en el aire. Miró por encima de la cuna e inmediatamente,
ella dejó de llorar. Él arqueó una ceja y la miró a los ojos
verde bosque.
Jungkook sonrió, deseando que Jeonhyuk tuviera el
mismo color de ojos que su padre. Todavía no entendía qué
significaba que Dahyun tuviera los ojos verdes y Jeonhyuk
los rojos. Debe haber señalado algo. Estaba seguro de que
ambos eran vampiros, a juzgar por su olor.
“No le digas a tu hermano, pero sé que serás mi favorita”
se inclinó para recoger a la niña. Ella había dejado de llorar
en el segundo que lo vio.
Jungkook apoyó la cabeza en su hombro, apoyando su
rostro en su mejilla. Ella estaba caliente. Él sonrió y besó
su cabecita. Apenas había mechones de pelo.
“Espero que los dos se parezcan a su padre. Es muy
hermoso y es una bendición que tengas sus genes”,
murmuró. Esperaba que ninguno de ellos se pareciera a él.
Quería a pequeños Taehyung’s corriendo por aquí y por
allá.
Sonrió para sí mismo cuando la respiración de Dahyun se
volvió superficial, indicando que inmediatamente se había
quedado dormida en sus brazos. Al menos, ella no le estaba
dando ningún problema.
“Definitivamente mi favorita”, concluyó, creyendo que
ella debe haber sido la que no pateó el útero. Sin que él lo
supiera, Dahyun era la que más pateaba y Jeonhyuk rara
vez se movía.
“Ahora, vamos a ver a tu padre y a tu hermano” Jungkook
felizmente la llevó por el pasillo hasta su habitación. Pero
cuando llegó allí, su sangre se heló.
Taehyung yacía inerte en la cama, con la cabeza a un
lado, dejando al descubierto su cuello. La cara de Jeonhyuk
aparentemente estaba enterrada en su cuello. No.
Jungkook corrió hacia adelante, aterrorizado de que su
propio hijo chupara toda la sangre del cuerpo de Taehyung.
Inmediatamente colocó a Dahyun en la cama y levantó a
Jeonhyuk fuera de ésta, con el corazón acelerado. Puso a
Jeonhyuk inmediatamente al lado de Dahyun y agarró a
Taehyung.
“¡Taehyung!” exigió, sacudiendo su cuerpo, su corazón
latiendo a mil millas por minuto. No podía ver
correctamente mientras continuaba sacudiéndolo para
despertarlo.
“¡Taehyung, Taehyung despierta!” rugió mientras el
menor atontado abría los ojos.
“¿Mmm…?” Taehyung parpadeó, confundido cuando él lo
abrazó abruptamente, apretándolo con fuerza entre sus
brazos. Taehyung levantó la mano y le dio unas palmaditas
en la parte superior de la espalda, sin estar seguro de cuál
era el pánico.
“Lo siento, me quedé dormido con Jeonhyuk, yo—”
“Joder”, exhaló, presionando su rostro contra sus
hombros, una de sus manos agarrando la parte posterior de
su cabeza.
A Taehyung le dolió el corazón cuando lo sintió temblar.
Parecía que estaba traumatizado por lo que había sucedido.
Le devolvió el abrazo, acariciando su cabello oscuro con la
mano.
“Solo estaba durmiendo, Jungkook. Está bien,” susurró.
Continuó abrazándolo hasta que sus temblores se
calmaron.
“Estoy bien”, agregó. “Estoy sano y salvo. Todo va a estar
bien”.
Jungkook dejó escapar una fuerte bocanada de aire
mientras se alejaba. Su corazón todavía estaba acelerado
por sus especulaciones. Nunca podría superar la ansiedad
de perderlo.
Miró a sus bebés. Estaban con los ojos muy abiertos,
mirándolos, ambos completamente despiertos.
“Vamos a hacer que se vuelvan a dormir”, dijo Jungkook,
cubriendo a todos con las mantas. Sostuvo a Taehyung en
sus brazos, mientras éste le daba la espalda y acomodaba a
los bebés.
“Sus cunas…” dijo Taehyung. “Me preocupa asfixiarlos
mientras duermo”.
Jungkook negó con la cabeza. “No lo harás. Los vigilaré a
los tres”.
Taehyung parpadeó. “Pero necesitas dormir—”
“Estoy bien”.
Taehyung estaba demasiado cansado para discutir.
Permaneció en sus brazos, su espalda presionada contra su
fornido pecho, suavemente empezaba a acariciar a
Jeonhyuk y Dahyun para que se durmieran. Finalmente, se
quedó dormido, junto a sus hijos.
Jungkook estuvo completamente despierto todo el
tiempo, observando con ojos penetrantes. No podía apartar
la mirada de los tres.
Cuando vio dormir a su esposo, le recordó a él en coma,
y eso le dolió. Tenía miedo del día en que él nunca abriera
los ojos, del día en que lo hundirían dos metros bajo tierra
y él lloraría sobre su tumba.
Su corazón picó ante la idea, por lo que apretó sus
brazos alrededor de su cuerpo.
“Si mueres, moriré contigo. La muerte nunca nos
separará. Estaremos juntos en todas las vidas que se nos
permitan, me aseguraré de ello”
Jungkook desafió al Dios de la muerte a que tomara a su
esposo bajo de su control. Hará pedazos a tal dios solo para
estar con él por última vez.

—3
Caigo en cuenta, de que esta es la primera vez de las otras
historias que tuvimos el proceso de embarazo de Tae, y el
amamantando a su bebés con ayuda de Kook :’)
—Day, lovetaejeon
40. XXXIX

TE ESCOLTARÉ FUERA
Al día siguiente, la noticia del despertar de Su Gracia se
extendió por el castillo, la capital y el país. Todos se
alegraron de saber que estaba sano y bien, pero nadie
entendió el alcance de sus heridas. Nadie, excepto el Rey,
los gemelos y, pronto, Jimin, que había pasado entre los
guardias.
“¡Tete!” Jimin bramó, lágrimas de alegría llenaron sus
ojos temblorosos cuando vio a su mejor amigo sentado en la
cama, amamantando a uno de los bebés mientras el otro se
retorcía en los brazos de Jungkook.
“Mimi”, saludó inmediatamente Taehyung, levantando la
cabeza para revelar una suave sonrisa. Se le encogió el
corazón al ver a Jimin sufriendo.
“¡Por fin estás despierto, estoy tan feliz! ¡Oh, Dios, no
puedo llorar, mi maquillaje es caro!” hizo una broma y se
apresuró a sentarse en la cama y mirar hacia abajo. “Tus
pechos crecieron un poco”.
Los ojos de Jungkook instantáneamente se dirigieron
hacia Taehyung.
Éste se rió levemente. ¿Eso fue lo primero que dijo
Jimin? Le encantaba el humor de su amigo. “¿De qué estás
hablando?” reflexionó, justo cuando Dahyun terminaba su
comida.
“No, no, lo digo en serio, creo que se hincharon un
poco”, dijo Jimin mientras tomaba a Dahyun en sus brazos.
Miró los ojos siempre verdes del niño, salpicados de oro.
Una sensación cálida y confusa se levantó en su pecho.
Dejó escapar un suspiro, maravillándose de lo hermosa que
era la bebé.
“Esta es Dahyun”, dijo Taehyung. “Y ese es Jeonhyuk”,
señaló la cuna.
“¿Una niña y un niño?” preguntó Jimin, intensificado por
la noticia. ¡Ya estaba imaginando toda la ropa linda que
podría comprar! ¡La ropa de los niños era tan adorable!
Deseaba que se vieran bien en los adultos también.
“¡Y sus nombres son tan lindos! Veo que te aferras a la
tradición”, agregó, sonriendo a Dahyun, cuya expresión
estaba en blanco. La bebé miró a Jimin con ojos grandes y
no hizo nada, solo mirar.
Jimin hizo una mueca con la esperanza de obtener una
reacción, pero fue en vano. Dahyun simplemente parpadeó
y comenzó a buscar a su papá Tae.
“Dahyun se parece a su padre”, comentó Jimin con el
ceño ligeramente fruncido.
Jimin iba a llorar si Dahyun crecía con la misma
personalidad que el Rey. Qué vergüenza sería si Dahyun
fuera tan sádica y astuta.
“Esta es la única vez que no estoy disgustado por tus
palabras”, murmuró Jungkook, sacudiendo la cabeza
mientras le entregaba a Jeonhyuk a su esposo, quien
comenzó a amamantar al niño. Miró por encima del hombro
de Jimin hacia Dahyun.
Instantáneamente, Dahyun reaccionó, moviendo sus
diminutos brazos hacia arriba. Su expresión cambió, sus
labios se abrieron de alegría mientras movía sus lindos
deditos. Jungkook sonrió un poco y se inclinó, tomándola
entre sus brazos para que la hiciera eructar. Dahyun
instantáneamente apoyó la cabeza sobre sus hombros
mientras él comenzaba a frotar y palmear su espalda.
“Bueno, ahora sabemos quién es el favorito”, se burló
Jimin, viendo cómo Dahyun eructaba, sus brazos
aparentemente envueltos alrededor del hombro de
Jungkook.
Jungkook lo ignoró mientras hacía rebotar suavemente a
Dahyun en sus brazos, con la esperanza de que se
durmiera.
“¡Eso me recuerda!” Se giró hacia su amigo. “¡Traje
regalos!”
Jimin aplaudió y las puertas se abrieron, para revelar a
sus guardaespaldas con bolsas y cajas de regalos.
Liderando la manada estaba Yugyeom, quien sin decir
palabra pasó junto al Rey.
Los ojos de Jungkook se entrecerraron sobre el
guardaespaldas, observando atentamente mientras
Yugyeom y los otros guardaespaldas colocaban las bolsas y
las cajas al lado de la cama. Luego, se fueron, sus ojos
desviados y sus bocas cerradas. Los ojos de Jungkook
siguieron a Yugyeom todo el tiempo, y el hombre ni siquiera
reaccionó.
Taehyung estaba demasiado absorto en Jeonhyuk como
para darse cuenta de quién había entrado. Solo cuando su
hijo dejó de beber, levantó la cabeza, pero para entonces, la
mitad de los guardaespaldas ya habían salido.
“No deberías haberlo hecho”, dijo con un suave suspiro.
“Todavía no he abierto todos tus regalos del baby shower”.
“Bueno, compré lo necesario para el baby shower como
pañales, las cunas que se usan en la habitación, las cortinas
de la cuna, toallas, ropa de cama, etc, pero esta vez, ¡traje
ropa! Tanto para niños como para niñas, ya que no estaba
seguro de qué género eran, ¡pero me alegro de haber
tomado la decisión para ambos!” balbuceó, metiendo la
mano en las bolsas, justo cuando sonó otro golpe en la
puerta.
Jimin sacó una diadema de rosas sedosas de la bolsa y se
la mostró a Taehyung. “¡Mira! ¿No es adorable?”
Los ojos contrarios se iluminaron. Extendió una mano y
palpó el material, sonriendo ya que era perfecto para
Dahyun.
“Sí, es maravilloso…” exhaló, conmovido por las acciones
de su amigo.
La voz de Taehyung se apagó cuando vio quién estaba
parada en la puerta. Dorothy estaba acompañada por un
estoico Yoongi y un vacilante Joongki. Él parpadeó
sorprendido.
“Dorothy”, saludó cuando Jungkook se dio la vuelta, con
una expresión helada en su rostro.
“¿Dónde estabas?” Jungkook demandó con voz áspera,
sus ojos entrecerrados en rendijas.
Los gemelos le informaron la última vez que Dorothy no
estaba en su torre. Lo habían vigilado durante los últimos
tres días, y ella todavía no estaba allí. Pero ahora, ¿aparece
de la nada? Era sospechoso.
“¿Dónde más estaría?” Dorothy murmuró, entrando en la
habitación con una caja de madera discreta.
Ella pasó junto a Jungkook, pero él la agarró de las
muñecas antes de que pudiera dejar la caja.
“Dámelo”, exigió con voz áspera. Se negó a correr
riesgos con su abuela, especialmente cuando sabía que ella
no apoyaba su relación. Por lo que sabía, la caja podía
contener explosivos.
Dorothy se burló. “¿Crees que lastimaría al padre de mis
bisnietos?”
Taehyung parpadeó mientras miraba de abuela a nieto.
Jungkook había sido extremadamente sobreprotector con
él hoy. Por la mañana, se despertó con su mirada y bolsas
en los ojos, lo que indica que lo había estado observando
toda la noche. Cada movimiento, cada parpadeo, él estaba
a su lado, ofreciéndole toda su ayuda. Cuando le dijo que
estaba bien y que él debería trabajar, él se negó y
permaneció cerniéndose a su lado.
“Dámelo”, repitió, sin dejar lugar a discusión.
Dorothy dejó escapar un pequeño suspiro, sacudiendo la
cabeza con desaprobación. Abrió la caja, revelando un vial
que contenía un líquido oscuro.
“Los humanos nunca tuvieron la intención de
reproducirse con vampiros. Especialmente los jóvenes
humanos débiles. Este tónico debería rejuvenecer a tu
esposo”.
Taehyung abrazó a Jeonhyuk más cerca de su cuerpo
cuando él se retorció un poco. Al instante se dio cuenta de
que no había eructado y comenzó a ayudarlo a hacerlo.
Todo el tiempo, no pudo apartar la mirada de la
expresión tormentosa de Jungkook. No pudo evitar
preguntarse si había arruinado la relación de éste con su
abuela. ¿Siempre fueron así?
Dorothy era el último pariente restante de Jungkook. Tal
vez su corazón se había ablandado con el parto, pero
Taehyung sintió lástima por Dorothy.
“Déjeme ver—”
“Tomaré un sorbo”, cortó Jungkook. Alcanzó la botella y
la tapa estaba cerrada.
“No seas codicioso”, dijo Dorothy. “Esta bebida está
destinada a Su Gracia. Veo que aún no confías en mí”.
Jungkook entrecerró los ojos.
“A Su Gracia le gustaría verlo”, añadió, acercándose a la
cama pero Jungkook se paró frente a ella.
“Es veneno, ¿no?” se enfureció, su rostro cruel y astuto.
Estaba preparado para matar a su abuela aquí mismo.
Cualquiera que se atreva a dañar a su esposo se encontrará
con un destino peor que la muerte.
“Puedo beberlo frente a ti. Este tónico no es para Su
Majestad”.
“Entonces déjame intentarlo”, ofreció Jimin, poniéndose
de pie. “Soy un chico humano”.
“Evidentemente”, se burló Dorothy, volviéndose hacia la
Rosa Dorada. Hacía tiempo que había abandonado la idea
de que el Heredero Park se casara con el Rey. Ya era
demasiado tarde, dado el embarazo de Su Gracia y los
herederos que dio a luz.
“Pruébalo entonces” Dorothy abrió la tapa, pero
Taehyung al instante habló.
“No, Mimi, no lo hagas” frunció el ceño ante la rapidez
con la que su amigo y esposo estaban dispuestos a
lastimarse por él.
“Demasiado tarde”, respondió Jimin, sacando el vial de la
caja. Antes de que pudiera destaparlo, una mano lo agarró
bruscamente de la muñeca. Levantó la vista para ver que
era Yoongi, cuyo rostro era oscuro y tormentoso.
“No seas tonto”, le susurró, arrebatándole el vial de la
mano. “Tienes una compañía farmacéutica, haz que lo
prueben y lo estudien”.
Jimin parpadeó. “Eso tomaría demasiado tiempo—”
“Ya que ninguno de ustedes confía en mí, veo que mi
presencia aquí no es apreciada”, murmuró fríamente
Dorothy, dándole la espalda al grupo. La única vez que
realizaba un acto de bondad y la trataban así. Comenzó a
dirigirse hacia la puerta, pero una voz vacilante la detuvo.
“Espera”, dijo Taehyung.
Dorothy miró hacia atrás mientras el joven sonreía. Para
sorpresa de Dorothy, la sonrisa era cálida y alcanzó la
mirada resplandeciente de Su Gracia.
“Gracias por sus amables pensamientos. Lo beberé una
vez que sea seguro. El viaje de regreso a casa debe haber
sido duro. ¿Te gustaría quedarte y disfrutar de una taza de
té recién hecho?”
Silencio.
Dorothy miró al doncel por un breve segundo. Ni siquiera
su nieto anticipó las amables palabras, concedidas por sus
ojos muy abiertos. El gélido corazón de Dorothy se
conmovió, pero solo un poco. Miró a su desagradecido nieto
que miraba fijamente a su esposo.
En verdad, Dorothy nunca había visto un marido más
obsesionado. Ni siquiera su propio marido la trató con
tanto amor. Hizo que Dorothy se diera cuenta de que, por
mucho que ahora odiara a su nieto, su nieto político era
inocente. Su Gracia era solo un joven bondadoso.
“Tus cálidos pensamientos son todo lo que necesito”, dijo
Dorothy secamente.
“Te acompaño afuera, abuela,” habló finalmente
Jungkook, después de que Taehyung le diera una mirada
mordaz.
Dorothy miró en dirección a su nieto. Sin decir palabra,
salió por la puerta. Inmediatamente, su nieto la siguió.

ADIÓS
“¿Dónde estabas?” Jungkook preguntó instantáneamente
cuando la siguió afuera. Ella estaba mirando hacia
adelante, con las manos cruzadas en frente.
A pesar de la era moderna, Dorothy todavía se
comportaba como si fuera la era aristocrática. Era
anticuada y siempre se comportaba con la etiqueta que le
enseñaron hace siglos. Nunca podría olvidar los estrictos
azotes cada vez que cometía un error.
“Preparándome para morir”.
Jungkook hizo una pausa y la miró en silencio. Los
Sangre Pura no morían por vejez. O por asesinatos o
suicidios. La enfermedad y las dolencias eran lo que
generalmente los mataba, ya que nada podía ser lo
suficientemente poderoso como para asesinar a un Pura
Sangre.
Notó que la piel de su abuela estaba más pálida que de
costumbre, pero no parecía enferma.
“¿Cuántos años tienes ahora?” reflexionó. “¿Al menos mil
años?”
“¿No sabes que no deberías preguntarle a una persona
su edad?” comentó Dorothy.
Aunque los sangre pura envejecieran significativamente
lento, todavía mostraban arrugas en algún momento de su
vida. Dorothy tenía arrugas en la cara, con piel de cuero y
una línea permanente en el ceño. Su piel erizada, a pesar
de su estado, solo mostraba que era demasiado mayor para
este mundo y la enfermedad debería haberla matado hace
mucho tiempo, pero no lo hizo.
¿Por qué? Jungkook nunca lo supo.
“Escuché que aún no has encontrado un Pura Sangre
para tu esposo” comentó, mirando por la ventana.
Dorothy se detuvo para admirar la puesta de sol, la que
había visto muchas veces, pero de la que nunca podía
apartar la vista. Cada atardecer era diferente. Eran
increíbles.
A veces, el cielo era de un rosa con matices de azul
medianoche y, a veces, era de un lavanda suave con un
toque de naranja. La combinación era ilimitada y las nubes
hacían variar cada atardecer.
Jungkook miró al cielo y no dijo nada. Dorothy tenía ratas
en todos los rincones del palacio. Exterminaría a uno, y
aparecerían dos más. Eso estaba bien con él. No le
importaba empapar el castillo en un baño de sangre.
“Tsk, mira esa expresión arrogante tuya”, dijo Dorothy
con el ceño fruncido.
Jungkook tenía la presencia de un Dios. No muchos
poseían esa habilidad, a pesar de su dinero y poder. El
pasillo se extendía largo y lejos, pero solo su silueta
consumía todo el aire.
“Solías ser una cosa tan adorable, confiando en mi ayuda
cuando tus padres dejaron este mundo demasiado pronto.
Prácticamente te levanté y mordiste la mano que te daba
de comer. He tolerado tus berrinches y amenazas, pero
para avergonzarme frente a tanta gente, ¿no tienes
vergüenza?”
Jeon no respondió. Siguió observando a lo lejos, donde
vio las flores que plantó Taehyung. Los lirios y las
orquídeas estaban en plena floración, lo que indicaba el
apogeo de la primavera. Era gracioso que sus hijos
nacieran en la época de las flores, cuando su padre tenía
tanto simbolismo con las rosas.
“Te cuidé como a mi propio hijo”, afirmó. “Cuando tus
padres murieron, vi que era mi deber cuidarte y amarte
como si fueras mío. Eras todo lo que tenía”.
“La gente dice que me parezco al abuelo”, habló
fríamente Jungkook, mirándola. “¿Supongo que eso no
tiene nada que ver con eso?”
Dorothy apretó los labios. “Tiene todo que ver con ello.”
Jungkook tarareó. Continuó mirando por la ventana,
viendo cómo el sol comenzaba a ponerse. Pensó en
Jeonhyuk con su cabello dorado y sus ojos rojos. ¿Por qué
solo uno de los bebés tenía los ojos rojos? ¿Por qué los de
Dahyun eran verdes? Tenía curiosidad, pero no estaba
preocupado. Quizás Jeonhyuk tenía una dilución de sangre
de vampiro más fuerte que Dahyun.
“Te ves como la viva imagen de tu abuelo, mi esposo, y es
por eso que te atesoro. Es una pena que no hayas heredado
su corazón bondadoso y afectuoso”, afirmó.
“No me preocupo por nadie más que por mi familia”.
“¿No soy tu familia?” respondió Dorothy, ligeramente
ofendida e irritada. Su nieto le estaba haciendo más difícil
morir en paz y ayudarlo.
“La familia siempre se apoya mutuamente”, respondió
Jungkook. El sol se escondía detrás de las nubes ahora.
Necesitaba volver al lado de Taehyung. Sin su ayuda, ni
siquiera podría usar el baño.
“Ah, te refieres a Yeonjin”, murmuró Dorothy. “Tener
lados opuestos mantiene tu mente alerta de las
influencias”.
Jungkook entrecerró los ojos. No necesitaba una familia
que se opusiera a su poder, especialmente su esposo. Pero
luego volvió a pensar en el tónico y supo adónde se había
ido Dorothy. La cabaña donde fue enterrado su abuelo.
“Por mucho que no me creas, me importa ese esposo
tuyo. Es el padre biológico de mis bisnietos y una persona
resistente, aunque tonto como su madre”, dijo Dorothy
mientras giraba el anillo en su dedo… Nunca se lo había
quitado.
“Él es demasiado bondadoso para alguien como tú”,
murmuró. “Pero supongo que participé en criarte para que
fueras así de indiferente, porque las emociones son
debilidades, y tu abuelo lo sabía mejor”.
Jungkook parpadeó. Toda su familia era demasiado
propensa a las emociones. Sus padres se suicidaron, e
incapaz de soportar la muerte de su único hijo, el abuelo de
Jungkook también se quitó la vida.
Fue un milagro que Dorothy estuviera de pie como
estaba, a pesar de haber perdido a toda su familia en un
lapso de un año. Por eso, Jungkook la veía como una mujer
fuerte, pero de corazón frío.
“Nunca te pedí que me cuidaras”, dijo de repente,
girándose para mirarla por un breve segundo. “Pero estoy
agradecido por tus lecciones y consejos”.
Fue la única vez que Dorothy escuchó un cumplido de
Jungkook. Por una fracción de segundo, su frío interior se
resquebrajó y la comisura de su boca se torció. Finalmente
había reconocido todo el arduo trabajo que ella puso para
criarlo. Por eso, sintió que partir de este mundo ya no era
tan difícil.
“Hm, las acciones hablan más que las palabras. No
pareces tan agradecido por todo lo que he hecho”.
“Eso es porque no hiciste mucho. No es mi
responsabilidad preocuparme por tu ayuda cuando nunca
la pedí”, afirmó Jungkook.
“Eras solo un niño cuando te tomé bajo mi cuidado. Y
ahora, tienes un hijo y una hija. La vida está dando un giro
completo”.
Jungkook estaba confundido por su vaga redacción hacia
el final. Pero supuso que tenía que ver con su muerte. De
repente sintió curiosidad por su tipo de sangre.
“¿Adónde vas?” preguntó. “¿Y cuál es tu tipo de sangre,
abuela?”
Dorothy se rió de sus palabras. “¿Planeas desangrar a tu
único pariente? Soy la última familia que te queda”.
“No”.
Dorothy levantó una ceja. ¿Oh?
“Tengo tres personas más en mi familia”, afirmó.
Dorothy sonrió ante esto. Fue agridulce. Ver que su nieto
finalmente había adquirido lo que ella quería que él
poseyera todo el tiempo… No pudo evitar pensar que
realmente era su hora de irse. Ella había cumplido todo lo
que quería en la vida. Ahora, cuando ella muriera, él no
estaría solo. Y cuando ella muriera, podría decirle con
seguridad a su esposo que había cumplido con todos sus
deberes como esposa, madre y abuela.
“Por fin tienes una familia adecuada”, admitió Dorothy
lentamente. “Esperemos que siga siendo así, por el resto de
la eternidad”.
El sol se había puesto. Era hora de que se fuera. Se dio la
vuelta y se alejó sin decir palabra, decidiendo no decir nada
más.
“Adiós, abuela”.
Dorothy hizo una pausa. Miró por encima del hombro y
de repente se sintió exhausta. Era hora de que ella fuera a
la cabaña, donde yacía la tumba de su esposo.
“Adiós, mi mocoso nieto”.

NADIE PUEDE DECIRME LO CONTRARIO


“Su Gracia”, habló Solar, entrando en la habitación
después de llamar.
Ella había sido informada por el Rey antes, que se
necesitaba un médico para Su Gracia. No estaba
sorprendida por la gran multitud en la habitación, porque
ya estaba acostumbrada a sus reuniones en este momento.
“El médico ha llegado” Solar continuó de pie junto a la
puerta. A pesar de que el médico estaba afuera, lo más
probable es que el Rey los intimidara, que también estaba
parado afuera, pero estaba observando la ventana.
“¿Tan tarde?” preguntó Taehyung, parpadeando
sorprendido, pero luego miró alrededor de su habitación,
llena de gente. No se dio cuenta de cuánto tiempo había
pasado desde que todos entraron.
“Oh, debería irme entonces” Jimin se puso de pie.
Ante sus palabras, Yoongi inmediatamente miró en su
dirección. Originalmente estaba mirando por encima de las
cunas, ajustando las mantas de los bebés dormidos. Eran
adorables. No podía tener suficiente de ellos.
“Te escoltaré hasta la salida” Yoongi apareció a su lado
en un abrir y cerrar de ojos. Miró su figura, divertido de
que un doncel como él tuviera tanto poder y riqueza.
Jimin apretó los labios, pero no protestó. Se inclinó para
darle un abrazo a Taehyung. “Por favor, mantenme
informado sobre tu condición. Si hay algo en lo que pueda
ayudarte, no dudes en comunicarte conmigo, Tete”.
Taehyung asintió con una sonrisa.
“Vendré a visitarte de nuevo”, dijo Jimin. “O tal vez
cuando te sientas mejor, podemos visitar ese lugar que
moldea formas. Por ejemplo, puedes hacer un molde de las
manitas de los bebés y…”
“N-no creo que pueda visitar ese lugar”, dijo Taehyung,
con las cejas juntas por la preocupación.
Jimin inclinó la cabeza. “¿Por qué no?”
La sonrisa de Taehyung se desvaneció. “No puedo sentir
mis piernas”.
Jimin jadeó y Yoongi apartó la mirada. Su atención pasó
de Taehyung a Yoongi, y luego a Joongki. Parecía que nadie
sabía sobre esto, pero todos lo habían predicho. Todos
menos Jimin. ¿Era así de malo que un purasangre y un
humano se unieran?
“No estoy seguro de si estoy permanentemente
paralizado, pero tendremos que preguntarle al médico”,
afirmó.
Jimin asintió temblorosamente con la cabeza. Estaba
preocupado por su amigo, pero se sentía impotente.
¿Realmente no había nada que pudiera hacer por
Taehyung?
“Gracias por venir hoy, Mimi, tu presencia siempre me
hace feliz y eso es todo lo que te pido” había notado la
expresión melancólica de Jimin y le preocupaba que su
amigo se estuviera castigando a sí mismo.
“Puedo decir lo mismo de ti”, respondió.
Yoongi colocó una mano sobre la cintura de Jimin y
comenzó a escoltarlo, acompañado por Joongki, que no
había dicho nada todo este tiempo. Su comportamiento
alegre se había atenuado y parecía igualmente
decepcionado por la noticia.
Los tres pasaron junto al Rey cuyo rostro era frío e
indiferente. Nadie podía decir lo que tenía en mente. Pero
todos sabían que él tampoco estaba contento con el
descubrimiento.
Al ver la expresión sombría de Jimin todo el tiempo que
Yoongi lo acompañó a su auto, supo que debería darle una
distracción.
“¿Tienes planes para mañana por la noche?” preguntó
cuando se detuvieron en su auto. Yugyeom mantuvo la
puerta abierta y solo pareció reconocer a Jimin.
El Rey le había informado a Yoongi de lo que sucedió: la
memoria de Yugyeom fue borrada por completo frente a Su
Gracia. Debe haber sido una vista traumática.
“Sí”, dijo Jimin. “Con un hombre.”
¿Quién? ¿Jongin?
Yoongi levantó una ceja, un lado de sus labios enroscado
en diversión. ¿Se estaba haciendo el difícil otra vez? ¿Jimin
no sabía que ya era difícil de conseguir en primer lugar?
Mirando a sus ojos traviesos, sabía que lo estaba
engañando.
“Entonces cancélalos”, le dijo con calma.
Yoongi sabía que a Jimin le gustaba hacerlo enojar. Era
un mocoso que quería verlo irritado por él. Eso estaba bien,
dominaría ese rasgo de él muy pronto. Estaba empezando a
predecir qué tipo de persona sería el rubio en la cama y lo
provocativo que sería.
“No—”
“¿Todavía vives en ese condominio cerca de tu oficina?”
“Cómo sab—”
“Genial, te recogeré mañana a las siete de la noche”.
Jimin lo miró como si estuviera loco. Antes de que
pudiera siquiera protestar, él lo empujó dentro del auto y le
cerró la puerta. Lo miró boquiabierto y bajó la ventanilla.
Jimin amaba a un hombre con un plan, y su
comportamiento solo hizo que su corazón se acelerara.
Supuso que había una delgada línea entre lo romántico y
espeluznante.
“¿Que debería vestir?” preguntó, la incertidumbre en su
voz.
Jimin odiaba lo guapo que era Yoongi cuando sonreía. Él
ya era guapo como era, pero en este momento, su
estómago estaba revuelto. Era un espectáculo relajante
para los ojos.
“Cualquier cosa que no hunda tus pies en la hierba”,
insinuó.
Jimin parpadeó. Ahora, tenía curiosidad. “Así que…
¿casual?”
“No.”
“Al menos dime a dónde vamos—”
“Nos vemos mañana”.
Al verlo lleno de confusión, Yoongi estaba aún más
divertido. Él dio media vuelta y se alejó, dejándolo irritado
por sus palabras. Bien, pagar duele. A Jimin le gustaba
jugar con sus emociones, así que haría lo mismo con él. Así
funcionaba una relación, ¿no? Tú das y tú recibes.
Taehyung tragó saliva. “Gracias, doctora”.
La doctora sonrió cálidamente, su rostro lleno de
compasión. Nunca le gustó dar malas noticias, pero ¿a
quién le gustaría eso? “Esta es la referencia a uno de los
mejores fisioterapeutas que conozco, Su Gracia”.
Le entregó una tarjeta a Solar quien la tomó con las dos
manos en señal de respeto. “Por ahora, Su Gracia, es mejor
que practique caminar tanto como pueda. Preferiblemente
con la ayuda de alguien”.
El corazón de Taehyung se hundió aún más que antes,
pero siguió asintiendo. “Lo haré.”
Ante sus palabras, la doctora inclinó la cabeza y salió de
la habitación, sabiendo que había un documento que
tendría que firmar. Cuando vio a la secretaria detrás de
ella, ya sabía que el contrato se lo darían pronto. Por el
rabillo del ojo, vio que el Rey finalmente entraba en la
habitación. Lo que pasó después de eso, ella no lo sabía.
“¿Qué dijo la doctora?” Jungkook preguntó
instantáneamente. Notó que el menor había cambiado de
posición. Anteriormente, estaba sentado en el centro de la
cama, pero ahora estaba en el borde. Se acercó a él, listo
para ayudarlo en cualquier lugar al que quisiera ir.
“Mis piernas no están completamente paralizadas. Pero
ne-necesitaría practicar a caminar con ellas otra vez. La
doctora dijo…”
Taehyung encontró difícil seguir adelante. Miró a sus
hijos dormidos. Era un milagro que no se hubieran
despertado.
“Ella dijo que nunca más podría correr o saltar”.
El rostro de Jungkook se quedó en blanco. Se giró para
mirar al culpable de este lío, sus hijos inocentemente
dormidos en su cuna, ajenos a su crimen. Sintió una rabia
hervir en lo profundo de su pecho, arañando para salir. De
repente, su esposo agarró su mano y lo atrajo hacia sí,
apoyando su frente en su brazo.
“Necesitaría la ayuda de alguien fuerte…” susurró.
“Cuando tenga que practicar caminar, alguien tendrá que
sujetar mi caída. ¿Harás eso por mí, Jungkook? Sé que es
mucho pedir, con tu trabajo y—”
“Lo haré”, respondió al instante, acariciando la parte
posterior de su cabeza. Su esposo se apartó y lo miró, el
miedo escondido en los pliegues de sus ojos verde bosque.
Se habían atenuado, como el espeluznante bosque por la
noche.
“Estaré allí, en cada paso del camino, mi dulce. Estare
ahí para atraparte y nunca dejarte caer, saldremos de esto
juntos, los dos. No pienso dejarte solo en este proceso. Eres
al amor de mi vida, estoy para ti, a tu entera disposición,
cariño. Y nadie puede decirme lo contrario”.

—2
Nos leemos mñn, con un cap+el final del fic :’c
(el cap próximo va ser Yoonmin por si aca, es la cita que
se menciona aquí, si quieren lo leen o si no no xD, pero ahí
se van a dar detalles de la rosa dorada nada más)
—Day, lovetaejeon
41. XL - YM

COMPORTARSE CORRECTAMENTE
El día de Jimin estuvo plagado de informes de progreso y
debates sobre el avance del fármaco recientemente
desarrollado. La compañía finalmente había comenzado las
pruebas en humanos hoy, pero sería difícil atreverse a
probar en mujeres y donceles embarazados.
Se llevó una mano cansado a la cabeza y se reclinó en la
silla.
“Qué desafortunado”.
No muchas personas se inscribieron para una prueba en
humanos, lo que significaba que tendría que comenzar a
contratar a más personas para el departamento de
marketing, que es muy escaso. Solían ser solo una
compañía de armamento, pero él quería diversificarse.
“¿Le gustaría que ordenara la cena, presidente?”
preguntó Jongin, revisando su tableta. Habían terminado
todas las reuniones de hoy y no había nada más en su
agenda.
Pero durante los últimos tres días, Jimin se había
quedado en su oficina toda la noche, haciendo todo su
trabajo. Jongin no se atrevió a quejarse, ya que estaba
haciendo su trabajo, pero debió ser agotador para él.
También sabía que el presidente solo estaba haciendo eso
porque el trabajo era una distracción del coma de Su
Gracia.
“Ahí está el lugar que realmente disfrutó la última vez,
donde la experiencia de llevar fue tan increíble como…”
“Desafortunadamente no”, dijo Jimin. “Usarte como
excusa no funcionó, así que ahora tengo que prepararme
para una cita”.
Jongin levantó las cejas sorprendido. ¿El luchador
presidente pudo asegurar una cita? ¿Con quien? Sólo una
persona le vino a la mente. El político Min Yoongi. En
verdad, la combinación era asombrosa. Jongin pensó que
un hombre poderoso y aterrador como Yoongi querría a
alguien recatado e inocente. El Presidente estaba lejos de
eso.
Jimin hizo todo lo posible por pensar adónde irían, pero
no se le vino nada a la mente. Al final, se conformó con algo
elegante pero cómodo.
Optó por unos vaqueros oscuros combinados con una
camisa azul, mínimas joyas doradas, un cinturón de cuero y
su par de botines más cómodos. Cuando terminó de
maquillarse ligeramente, escuchó el timbre de la puerta.
“Qué diablos, ese maldito”, se quejó por lo bajo,
caminando hacia la puerta y mirando el monitor.
Efectivamente, vio a Yoongi parado afuera de la puerta.
Presionó uno de los botones para hablar. “¿Cómo
entraste aquí?” preguntándose qué tipo de táctica necesito
para pasar al guardia de seguridad.
Este era uno de los complejos de apartamentos más
seguros de la capital. La seguridad aquí no permitía
invitados a menos que estuvieran físicamente acompañados
por el residente. Los invitados no podían deambular por los
pasillos. Incluso si un invitado prominente entrara aquí,
nadie lo dejaría entrar.
“Bueno”, comenzó Yoongi. “Empecé saliendo de mi auto
y caminando por el vestíbulo, luego—”
“Sabes lo que quise decir”, se burló.
Yoongi sonrió. Incluso a través del monitor podía
escuchar su actitud y descaro. “Compré un departamento
aquí”.
¿Qué?
Jimin miró boquiabierto la pantalla. Incapaz de contener
su curiosidad, caminó hacia la puerta y la abrió. Había tres
candados en total, él siempre era paranoico, así que usó los
tres.
“¿Qué quieres decir con que compraste un departamento
aquí?” exigió, haciendo todo lo posible para no babear al
verlo con ropa normal.
En el castillo, Yoongi siempre vestía algún tipo de traje.
Hoy, estaba vestido de manera más informal con jeans
negros y una camisa polo azul marino que abrazaba su
cuerpo, enfatizando su figura.
“Hubo una venta recientemente”, dijo Yoongi
lentamente, como si estuviera hablando con un niño
pequeño. Al ver su asombro e irritación, bien podría
haberlo estado. Su mirada recorrió su ropa, sonriendo
cuando se dio cuenta de que hacían juego.
“Los departamentos aquí se compran por millones…”
“Tengo millones”.
Jimin abrió y cerró la boca. “¿Cómo sabías que yo vivía
aquí?”
“Tengo mis contactos”.
La boca contraria se sentía seca. “Eso es espeluznante.”
Yoongi enarcó una ceja. “Yo lo llamo romántico”.
Jimin entrecerró los ojos ante su descaro. Soñaba con
convertir a Yoongi en un amo de casa que dependiera
únicamente de sus ingresos. Ahora, ese plan había volado
por la ventana al darse cuenta de que tenía su propio
dinero. Por supuesto, ¿cómo podría no haberlo predicho
antes?
“¿Me vas a dejar entrar?” Yoongi dijo, mientras
empujaba su camino dentro del departamento.
Su mirada recorrió la sala de estar. Para su sorpresa,
había cosas por todas partes. Los papeles estaban
esparcidos sobre la mesa de café, los cojines del sofá
estaban tirados y parecía que no había usado la cocina en
todo el tiempo que se mudó aquí.
“Esto parece—”
“Un lugar en el que se ha vivido adecuadamente”, replicó
Jimin, que ya sabía lo que iba a decir.
“… un tornado pasó por aquí”, terminó Yoongi, mirándolo
con desaprobación. Ya estaba ansioso por organizarlo todo.
Jimin frunció el ceño ante su juicio. Comenzó a empujarlo
fuera de la puerta. “Ni siquiera dije que puedes entrar, ¿y
ahora estás juzgando mi sala de estar?”
“Por supuesto que lo juzgaré si algún día te voy a follar
en todas las superficies aquí”.
Jimin hizo una pausa. ¿Qué dijo él?
Instantáneamente lo miró, su boca abriéndose y
cerrándose, sin palabras. “¿Quién dijo que voy a dejar que
me folles?”
“Oh, ¿hubieras preferido que dijera hacer el amor en su
lugar?”
“¡Eso no es lo que estoy preguntando!” replicó,
empujando su pecho para que salga de su casa. Pero éste
simplemente lo agarró por las muñecas, tirando de él hacia
adelante, hasta que sus pechos se presionaron uno contra
el otro. Forcejeó y él lo sujetó contra su propia puerta,
cerrándola de golpe.
“¿Qué estás haciendo?” exhaló. Sus cuerpos presionados,
hasta que sintió la dureza de su abdomen presionando
contra el suyo, y sus rodillas estaban entre sus muslos.
“Encontrar otra superficie para follarte”, murmuró
Yoongi, inclinando la cabeza para capturar sus labios en un
beso duro y castigador. Tenía la intención de besarlo así de
fuerte cuando lo vio con esa camisa ceñida a su torso.
Mordisqueó su labio inferior antes de empujar su lengua en
su boca y capturar la de él, succionandolo suavemente.
La mano de Jimin se deslizó en su cabello, tirando de él
suavemente mientras lo besaba con rudeza. Yoongi no
escatimó misericordia para dominarlo. Él tocó la línea de su
mandíbula, su pulgar rozó la piel cincelada.
Yoongi se echó hacia atrás, su aliento abanicando su
boca magullada. “La cita puede esperar”, murmuró, su
mano deslizándose por su cuerpo y debajo de su parte
superior, hasta que sintió su piel. Estaba caliente y era una
sensación extraña en las yemas de sus dedos helados.
“No tengo aventuras de una noche”, respondió,
apartando su mano. “Si me quieres, será mejor que salgas
conmigo”.
Yoongi se burló. ¿Era eso lo que decían los donceles y
mujeres estos días? Él había tomado a Jimin como una
persona moderna, que se acostaba a su antojo y salía con
quien deseaba.
“¿Es así como es?” comentó.
“Sí.”
“Entonces es mejor que cumplas esa promesa”.
Jimin levantó una ceja. Yoongi lo tomó de la mano y
comenzó a sacarlo del departamento. Sabía que Yoongi no
era de los que piden permiso y que a él no le gustaba que le
pidieran permiso. Estaba confundido cuando él echó un
último vistazo a la sala de estar.
“¿Qué es?”.
“Solo recordando los lugares en los que puedo
inclinarte”, afirmó.
Jimin se rió, pero su rostro le dijo que hablaba en serio.
Su risa se apagó y tragó saliva.
Yoongi captó su nerviosismo y se rió entre dientes. Lo
agarró de la barbilla y tiró de él hacia adelante, rozando su
boca. “No te preocupes, si te comportas apropiadamente,
no te daré una nalgada tan fuerte”.

UNA ADVERTENCIA
Jimin lo miró incrédulo como si estuviera loco. ¿No tenía
vergüenza para decir eso en voz alta y con arrogancia? Aun
así, se le revolvió el estómago y tenía la sensación de que lo
disfrutaría bastante. Independientemente, él era demasiado
terco para admitirlo y simplemente puso los ojos en blanco.
“Como si alguna vez pudieras ponerme de rodillas”, se
burló, saliendo por la puerta y comenzando a cerrarla.
Jimin trató de ignorar su cuerpo frío a lado suyo,
observándolo teclear en la combinación.
“Conquisto todos los desafíos que se me presentan”,
comentó Yoongi, de pie increíblemente cerca de él. Podría
sujetarlo contra la puerta si lo deseaba.
Jimin tragó saliva. No quería darse la vuelta y mirar sus
ojos oscuros. A veces, eran de color rojo brillante cuando
sus emociones estaban en alerta máxima. Pero la mayor
parte del tiempo, eran de color marrón oscuro.
Trató de ignorar lo cerca que estaba, su presencia
acariciando su espalda. No lo estaba tocando, pero su
intensa mirada lo estaba desnudando.
“Nunca podrá conquistarme, Sr. Min en apuros”, se burló
por lo de la casa embrujada.
Jimin lo empujó y se paseó por los pasillos, con Yoongi
siguiéndole el rastro. Estaba un paso detrás de él y
disfrutaba de la vista de sus caderas moviéndose con cada
paso, provocativas y seductoras.
A Yoongi le gustaba verlo tan terca y malcriado. Se
preguntó si él se atrevería a hacer las mismas payasadas en
la cama. Pronto, lo tendrá temblando y jadeando por él.
“¿Te muestro un momento de debilidad, y me lo echarás
en cara para siempre?” Yoongi cuestionó. “Cuando estés
debajo de mí, retorciéndose de placer, te lo restregare en la
cara también”.
Jimin se dio la vuelta bruscamente, entrecerrando los
ojos hacia él. “Veremos si alguna vez me tienes atrapado
debajo de ti”.
Yoongi dejó escapar una risa intimidante. Al doncel
siempre le gustaba ladrar fuerte, pero nunca morder.
Extendió una mano y el contrario saltó, pero él estaba
presionando el botón del ascensor.
“No te halagues demasiado, Park. No quería tocarte”,
mintió.
Jimin lo miró fijamente, sintiéndose un poco
avergonzado. Pensó que él lo iba a agarrar y estaba
tratando de asegurarse de que no cayera en su trampa.
¿Quién sabía, era una doble trampa?
“¿Adónde vamos, Min?” preguntó, decidiendo cambiar el
tema en esta discusión perdida. ¿Yoongi siempre iba a
tener ventaja sobre él? Esperaba que no.
Jimin era terco, pero sabía cuándo echarse atrás en una
pelea perdida. “Llevo botines, así que será mejor que no me
lleves de excursión, especialmente cuando está
completamente oscuro”.
“Ah, pero la oscuridad total es el mejor momento para
cometer un asesinato”.
Jimin se burló. Balanceó su bolso frente a él e hizo un
leve sonido de tintineo, como si algo pesado estuviera
siendo arrastrado allí.
“Usaré mi bolso como un ladrillo. También da un golpe
duro”.
Yoongi miró sus dedos. “Estoy seguro de que todo lo que
puedes hacer es arañarme la cara”.
“O arañarte los ojos”, refutó, entrando en el ascensor.
“¿Por qué no guardamos los arañazos para el dormitorio?
Preferiblemente mi espalda cuando esté hundido en tí”, dijo
Yoongi fácilmente, usando un dedo largo para presionar los
botones del elevador.
Jimin lo miró como si estuviera loco. ¡Y pensar que él
tenía la mente sucia! ¡Este hombre, en todo lo que
pensaba, era en tomarlo! Entrecerró los ojos hacia él.
“Espero que no me lleves a una cita solo porque quieres
acostarte conmigo. Se necesita más de una cita para entrar
en mis pantalones”.
“Bueno, ahí va mi plan”, respondió con sarcasmo,
ganándose un fuerte golpe.
Yoongi se rió entre dientes por el ligero impacto de sus
codos. Había vivido durante siglos. ¿Realmente pensó que
un pinchazo en su caja torácica haría algo? ¿Especialmente
cuando había sufrido heridas mucho peores?
“Hablo en serio”, le advirtió Jimin.
“No dudo que no lo hagas”, dijo Yoongi en voz baja,
sonriendo un poco. “Al contrario de tu gran ego, te voy a
invitar a una cita porque te he visto solo y deprimido
durante los últimos tres días”.
El comportamiento duro de Jimin comenzó a
resquebrajarse un poco. Hizo una pausa y lo miró, sin saber
que nadie se había dado cuenta de su melancolía. De
repente, su amabilidad innata lo tomó por sorpresa. Vaciló
y miró hacia otro lado.
Yoongi deslizó un brazo alrededor de su cintura,
acercándolo.
“Y necesitaba algo para redimirme de ese parque de
diversiones”.
Yoongi vio que sus labios se torcían un poco, reprimiendo
una sonrisa. Al verlo bajo una luz diferente y sombría, su
boca se curvó ligeramente.
Yoongi solía pensar que él era solo un heredero molesto y
arrogante, pero ahora sabía que había mucho más en lo
que se ve a simple vista. No se dio cuenta de cuándo o
cómo su odio inicial hacia él se convirtió en una pasión
acalorada.
La gente decía que había una delgada línea entre el amor
y el odio.
“Nada puede redimirte del parque de diversiones”,
replicó.
“Muchas cosas lo harán”.
“Me encantaría ver eso”, se burló. “Nunca olvidaré ni te
perdonaré por aferrarte a mí y sacrificarme a los
fantasmas. ¿Qué clase de persona hace eso?”
“Una persona que se preocupa por su propia vida”, dijo
Yoongi. “Por encima de la tuya, por supuesto”.
Jimin lo miró fijamente. Supuso que sería poco realista
que Yoongi se enamorara perdidamente de él desde el
principio. No era que su relación fuera tan íntima como la
de Jungkook y Taehyung, quienes se conocieron durante su
infancia.
A veces, Jimin estaba celoso por la relación que tenían
Jungkook y Taehyung. Quería que alguien fuera tan
obsesivo, posesivo y lo amara como Jungkook lo era con
Taehyung. Estaría mintiendo si no admitiera que por un
corto período de tiempo, deseaba que un hombre lo
abrazara con la misma intensidad como Jungkook abrazaba
a Taehyung.
“Pero te protegeré en cualquier otra circunstancia. Los
fantasmas no son reales, por lo tanto, puedo protegerte de
prácticamente cualquier cosa”.
Jimin se cruzó de brazos y puso los ojos en blanco,
intentando ignorar su fría mano en su cintura. No sabía que
los vampiros todavía tenían el rasgo inherente de ser de
sangre fría, literalmente. Tenía amigos mestizos cuya piel y
tacto eran cálidos.
Pero los Pura Sangre eran descendientes de los primeros
Vampiros, por lo tanto, sus rasgos se parecían mucho a los
de sus ancestros y poseían habilidades aterradoras que
ningún otro Mestizo podía replicar. No era de extrañar por
qué los Sangre Pura eran las personas más poderosas de la
nación, ocupando escaños que podían influir en el país.
“Lo creeré cuando lo vea”, respondió. “Las acciones
hablan más que las palabras. Y hasta ahora, tus acciones no
dicen nada”.
Yoongi levantó una ceja y lo miró. Debatió la idea de
fingir un secuestro y luego salvarlo, pero ese escenario solo
le dio ganas de reír. Jimin estaba muy protegido con su
grupo personal de guardaespaldas. Se preguntó si alguna
vez estuvo en peligro.
“Ya veremos eso ¿Quién sabe? Tal vez algún día estarás
temblando en mis brazos, rogándome ayuda”.
Jimin levantó una ceja. “¿Estás seguro de que no es al
revés? Ya te escondiste detrás de mí, temblando en tus
zapatos, una vez. No me sorprendería si volviera a
suceder”.
Yoongi lo miró con dureza. “Alguien necesita controlar
esa lengua tuya”.
Jimin se pasó un mechón hacía atrás y lo miró con
indiferencia de arriba hacía abajo. La puerta del ascensor
finalmente sonó y salió, ignorando su expresión irritada.
“Alguien realmente debería”, estuvo de acuerdo, mirando
alrededor del vestíbulo vacío, donde el escritorio blanco de
la recepcionista se podía ver en la distancia.
“Pero supongo que nadie está preparado para ese
desafío”, concluyó Jimin, dando muchos pasos por delante
de Yoongi.
Inmediatamente, éste agarró sus muñecas y lo hizo girar.
“Nadie más que yo”, gruñó.
Antes de que Jimin pudiera protestar, su dedo se curvó
debajo de su barbilla y lo besó bruscamente, frente a todo
el vestíbulo. Sus ojos se agrandaron, y su brazo se deslizó
alrededor de su espalda baja, presionándolo con más fuerza
contra su cuerpo.
Jimin no tenía adónde ir y no tenía más remedio que
sucumbir a su beso de castigo. Él mordió con dureza su
labio inferior y empujó su lengua a la fuerza dentro de su
boca, impidiéndole respirar mientras lamía dentro de la
grieta húmeda que goteaba, sus lenguas se encontraron
instantáneamente.
Jimin comenzó a tocarle el pecho en busca de aire y
piedad.
Yoongi no se rindió y, en cambio, siguió explorando la
cavidad bucal ajena, hasta que el contrario gimió, sus
rodillas se debilitaron.
Jimin se estaba mareando cada vez más, sus
pensamientos estaban llenos de Yoongi y sus labios
deliciosamente fríos. Era un gran besador, y sus piernas se
estaban convirtiendo en gelatina. Justo cuando empezó a
ver estrellas, él se apartó. Instantáneamente se derrumbó
contra su pecho, apoyándose contra la superficie mientras
luchaba por respirar.
“T-tú—”
“Ahora compórtate”, le advirtió. “Ese beso es solo una
advertencia de lo que está por venir esta noche”.

SOLO ESPERA Y VERÁS


“Estás loco”, le dijo y él se echó a reír.
“Solo por tí”.
Yoongi lo agarró de la mano y empezó a tirar de él hacia
afuera. Yoongi siempre estuvo enterrado en sus libros para
preocuparse demasiado por las personas.
Yoongi sentía lo mismo por todos ellos. Eran molestos,
impresionantes o neutrales. No sintió ninguna diferencia
hacia ninguno de ellos hasta que conoció a su pareja en la
forma de Park Jimin. Por lo tanto, rara vez había tocado a
las personas a menos que fuera necesario. Ahora,
sosteniendo la mano de Jimin, sintió una extraña sensación
de protección hacia él.
“Mi auto”, asintió en dirección al vehículo.
“¿Cuánto ganan los políticos?” Jimin se preguntó en voz
alta, mirando su impresionante y elegante auto negro.
Podía decir que era el último modelo de la marca, pero no
quería comentar lo notable que era el diseño.
Yoongi simplemente sonrió. “Digamos que vengo de la
riqueza generacional”.
“Dinero antiguo”, dijo Jimin sin expresión.
Park Jimin también creció con dinero antiguo. Durante
siglos, su familia había suministrado armas a este país,
desde la antigüedad cuando la gente luchaba con espadas y
armas horribles. Recordó que su línea ancestral se
remontaba al servicio de la Primera Reina y Rey de Wraith.
“Sí, pero tripliqué mi valor a través de grandes
inversiones” Yoongi sostuvo la puerta abierta para él,
divertido cuando sus ojos se abrieron un poco.
“¿Te olvidaste, Park?” cuestionó. “Los sangre pura
todavía se comportan como en los tiempos aristocráticos,
porque esos eran nuestros días de gloria antes de que
alguien quedara traumatizado por la Guerra de las
Especies”.
“Ya no hay muchos hombres que hagan esto”, murmuró
Jimin mientras le soltaba la mano y se metía elegantemente
en el coche, una pierna a la vez. Deliberadamente le mostró
sus largas piernas, sabiendo que su atención estaba
completamente en él.
“Muchos hombres deberían hacerlo, si quieren una
recompensa”, comentó Yoongi, sus ojos volaron brevemente
a su camisa, donde la caída fue un poco baja y vio
fragmentos de su torso antes de apartar la mirada por
cortesía.
Yoongi se acercó al lado del conductor y entró. Arrancó
el coche y condujo con una mano en el volante, navegando
sin esfuerzo por las bulliciosas calles de Wraith.
Por la noche, la ciudad aún estaba despierta, llena de
energía y entusiasmo. Los restaurantes bullían de clientes,
las calles estaban animadas y los clubes comenzaban su
noche.
Wraith era una de las ciudades más metropolitanas del
mundo, y los gastos de vida aquí eran extremadamente
altos, ya que había una gran demanda en la ciudad. Todos
los que querían ser alguien generalmente comenzaban en
Wraith.
“¿A dónde vamos?” Jimin preguntó de nuevo, cuando se
dio cuenta de que estaban saliendo de la ciudad cegadora.
Los rascacielos estaban llenos de luces que iluminaban,
desde el diseño de los edificios que estaban destinados a
ser un espectáculo del cielo, incluso desde un radio de
cinco millas.
Wraith era conocida como la ciudad de las luces que
nunca dormía. La ciudad era floreciente y próspera, pero
siempre había sido así. Yoongi conocía la historia de Wraith
y cómo inicialmente estaba luchando antes del régimen de
la Primera Reina y Rey.
“A un lugar oscuro para caminar donde pueda matarte”,
dijo Yoongi con calma, colocando una mano sobre su muslo.
El contrario se puso rígido ante su toque, pero se relajó y
fingió que no estaba sorprendido por ello.
Yoongi sabía que Jimin no salía con nadie.
Contrariamente a su naturaleza audaz, era bastante
mojigato. Había investigado su historia y descubrió que no
tenía muchos novios. De hecho, no había mención de una
pareja en ninguna parte. Pensó que un doncel como él iría
de cama en cama, pero cuanto más lo conocía, más sabía
que él no era así.
A pesar de su boca luchadora, era bastante conservador.
“Tengo un arma”, le dijo Jimin.
“Lo entendemos, eres dueño de una empresa de
armería”.
Jimin lo miró fijamente. “Lo digo en serio.”
“Si está dentro de tu bolso, te recomiendo que lo agarres
sin apretar. Si quisiera matarte, lo habría hecho en el
ascensor”.
El rubio permaneció en silencio. Lo miró por el rabillo
del ojo y lo encontró guapo incluso entonces. Su polo
revelaba su piel como un beso de miel y las sanas cuerdas
de venas que envolvían su antebrazo.
Yoongi conducía con una mano en el volante y otra en su
muslo, haciéndolo parecer aún más atractivo y dominante.
Lo encontraba bastante guapo, cuando no abría la boca.
“¿Disfrutando de la vista?” reflexionó Yoongi.
Jimin parpadeó. Nunca lo había tomado como un hombre
tan bromista pero desalentador. Pensó que él era solo un
irritante gato de biblioteca, pero ¿quién hubiera sabido que
tenía este lado dominante en él?
“Ya conoces mi respuesta”.
Yoongi levantó una ceja y lo miró brevemente, luego
volvió a mirar la carretera. Lo llevó al bosque, donde ya
había hecho que su gente preparara las cosas para él.
También acababa de recibir un mensaje de texto, que
apareció en la pantalla sin contacto dentro de su automóvil.
“Todo está listo”, Jimin leyó el texto en voz alta, un
escalofrío le recorrió la espalda. “¿Qué está listo? ¿Tu
escuadrón de asesinos?”
Yoongi se rió del título. Volvió a mirar en su dirección,
preguntándose si era estúpido o bromeaba. Parecía ser lo
último, porque no parecía asustado en absoluto.
“Ya verás”, le dijo vagamente mientras se adentraban
más en el bosque. Por ahora, no había más hormigón. Todo
era tierra uniformemente marcada, lo que hacía temblar un
poco el auto.
Ahora, Jimin estaba mostrando sus miedos, sus ojos
mirando nerviosamente a su alrededor, mientras abrazaba
su bolso cerca de su pecho. Él escuchó su trago silencioso y
el latido de su corazón.
“N-no me gusta la oscuridad”, le dijo Jimin de repente.
“Especialmente en un bosque oscuro como este por la
noche. He estado traumatizado por las películas de terror
de motosierras y asesinatos con hachas que me escondía en
el armario de mi habitación cuando era niño y ahora tengo
este miedo irracional de que alguien me mate en un
bosque”.
Yoongi se dio cuenta de que le gustaba divagar cuando
tenía miedo. Él frotó su mano suavemente sobre su muslo.
“Como dije, te protegeré”.
Jimin tragó saliva. “¿Tienes miedo de los fantasmas, pero
no de la oscuridad?”
“No tengo miedo de los fantasmas”.
“Cierto…” Jimin se apagó, manteniendo los ojos pegados
al frente. Las luces del auto eran brillantes e iluminaban el
camino, pero estaba aterrorizado por el bosque.
“L-la próxima vez, me gustaría tener una cita en otro
lugar… tengo miedo”, admitió.
La mirada de Yoongi se suavizó. De repente detuvo el
auto y escuchó que su corazón latía más y más fuerte.
Apagó el motor, ya que el lugar estaría a solo cinco minutos
a pie desde aquí.
“Cualquiera quien sea lo suficientemente tonto como
para lastimarte perderá la misma mano que te lastimó”, le
prometió Yoongi. Salió del auto y caminó hacia el lado del
pasajero.
Jimin agarró con fuerza su cinturón de seguridad cuando
él le abrió la puerta del auto. Lo miró con cautela. Yoongi
se rió entre dientes y le tendió la mano.
“Confía en mí, Park. Nunca te pondré en peligro”,
prometió.
“Será mejor que no, Min. Te mataré”, se quejó.
Yoongi levantó una ceja divertido y lo miró. “Como si
pudieras darme un puñetazo”.
El otro lo miró fijamente. “Sólo espera y verás.”
ASEGURAR LAS BOTELLAS
Jimin colocó su mano en la de él y se sorprendió de lo
pequeños que eran sus dedos en comparación con los
largos de él. Sus dedos instantáneamente envolvieron su
mano y lo ayudó a salir del auto y luego lo cerró.
Pronto, estaban rodeados por la oscuridad total y él
estaba aterrorizado. La casa embrujada no lo asustó porque
sabía que era segura y había actores dentro. Pero en un
bosque muerto como este, donde sus sentidos estaban en
alerta máxima y los asesinos podían estar al acecho en los
árboles, estaba asustado.
“N-no camines delante de mí”, se aferró a su brazo con
miedo. “Por favor, dime que tienes una linterna”.
Yoongi fue sorprendido por una repentina oleada de
fuerza. No se dio cuenta antes, pero su cuerpo se sentía
más ligero que de costumbre. Deben haber sido los poderes
de la Rosa Dorada.
Independientemente, Yoongi lo miró.
“Ahora, ¿quién es la damisela en apuros?” sus labios se
curvaron en una sonrisa.
Jimin lo miró fijamente. Si no estuviera tan asustado, lo
empujaría lejos. De repente, Yoongi envolvió un brazo
alrededor de su cintura y lo acurrucó a su lado.
“No tengo una linterna. Los sangre pura pueden ver
perfectamente en la oscuridad”.
“Bueno, yo no puedo”.
Yoongi se rió. Él comenzó a caminar y Jimin al instante
caminó a su lado, aferrándose a su camisa como un niño
pequeño asustado. Ahora que conocía su miedo, lo usaría a
su favor.
De repente, dejó escapar un fuerte “¡Boo!”
Jimin gritó y lo golpeó en la cara. La cabeza de Yoongi
voló hacia un lado y soltó una mueca de incredulidad, su
mejilla adornada por una marca roja.
“Bueno, Al parecer ¿eres una cosita violenta, no?” Yoongi
se frotó la mandíbula. Podía escuchar el corazón ajeno
amenazando con salirse de su pecho. Iba a mil millas por
hora y estaba visiblemente temblando.
“¡¿Cómo pudiste hacerme eso?!” gritó incrédulo.
“Esperaba que te escondieras detrás de mí”, murmuró.
“Yo no soy como tú”, le espetó.
Yoongi lo miró irónicamente. No estaba mintiendo
cuando dijo que era muy bueno golpeando. Si hubiera sido
un humano, el puñetazo le habría dejado un moretón.
“¿Te duele la mano?” preguntó, mientras comenzaba a
jalarlo en una dirección familiar.
“No”, mintió.
Jimin se preguntó qué mordía siempre para que su rostro
fuera tan bien marcado. Su mandíbula era afilada como una
roca dentada, y tan dura como una. Sintió como si se
hubiera dislocado los nudillos por el simple golpe.
Cuando comenzaron a adentrarse más en el bosque, el
miedo lo agobió. Miró por encima de sus hombros y vio una
nada negra como boca de lobo. De repente, cayeron en un
silencio espeluznante donde escuchó chirridos y el susurro
de la hierba.
“Yoongi…” se apagó, de repente agarrándose de su
camisa de nuevo mientras sus brazos se apretaban
alrededor de su cintura. “¿Qué pasa si alguien corta las
llantas de tu auto y no podemos ir a casa? No creo que
haya una señal aquí”.
“Entonces moriremos”.
“¡Yoongi!”.
El contrario se rió entre dientes. Giró la cabeza al ver el
prado a lo lejos.
“Tus miedos irracionales son interesantes. Veo que eres
un ansioso pensador excesivo”.
Jimin frunció el ceño ante sus palabras.
“No soy—” su voz murió en su garganta cuando vio su
entorno.
Finalmente, salieron de los densos árboles y entraron en
un hermoso lugar. Su respiración quedó atrapada en su
garganta mientras asimilaba todo. Era absolutamente
hermoso aquí.
La luna brillaba en el cielo, iluminando las flores del
prado. Las nubes eran delgadas y apenas persistían en el
cielo nocturno azul oscuro. La brisa era suave y hacía el
clima perfecto para comer afuera. Vio cientos de
luciérnagas brillantes alrededor de una mesa preparada.
Inmediatamente, su miedo comenzó a desvanecerse.
“Hermoso, ¿no?” preguntó Yoongi.
Lo agarró de la mano y tiró de él hacia la mesa en el
centro del prado de flores. Había velas, floreros y comida
preparada para ellos. También había una manta dispuesta
no muy lejos, para que pudieran acostarse y tener una
conversación si quisieran. O… hacer algo más que hablar.
“Sí, mucho”, estuvo de acuerdo Jimin, mientras miraba
hacia abajo.
Había una canasta de pan recién horneado, ensalada de
primavera con frutas y queso, lubina a la parrilla con
romero, sopa de almejas y todos sus pequeños bocados de
pastel favoritos. Quedó impresionado por la extensión.
“¿Tú preparaste todo esto?” preguntó, asombrado y
conmovido por sus acciones. Nunca le había dicho cuál era
su comida favorita, pero todo estaba aquí.
“Mi gente lo preparó, pero yo ordené hacerlo”.
Yoongi acercó una silla para el doncel y éste se sentó. Lo
empujó hacia adentro y deshizo el mantel doblado en forma
de corona y lo colocó sobre su regazo.
Jimin se quedó desconcertado por el comportamiento tan
caballeroso. Nunca antes lo habían tratado de esta manera.
Caminó hacia su propia silla y se inclinó, alcanzando una
canasta. Sus cejas se dispararon al ver la toalla caliente.
“Toma”, dijo Yoongi, entregándole la toalla humedecida.
“Gracias”, respondió Jimin con una leve sonrisa.
Jimin se dio cuenta de que sus empleados no se fueron
hace mucho tiempo, ya que la toalla caliente aún estaba
tibia. Lo usó para limpiarse las comisuras de la boca y
luego las manos. Después de limpiarse con la toalla, Yoongi
la tomó y la volvió a colocar en la cesta.
“No pensé que prepararías tanto”, admitió. “Estas son
todas mis comidas favoritas”.
“Lo sé”, respondió inexpresivamente. Metió la mano en
una canasta diferente, revelando una botella de vino fría.
“Tu vino favorito también”.
Los ojos contrarios se iluminaron al ver la botella verde
oscuro.
“¿De dónde sacaste eso?” exhaló. Ya no había tantas
botellas de vino y era un bien escaso.
“En una casa de subastas. Estaban vendiendo diez
botellas”.
Yoongi sacó un sacacorchos y comenzó a destapar la
botella. Una vez que estalló, un olor aromático llenó el aire.
Tomó su copa de vino y comenzó a servirla en un ángulo
exacto.
“Supongo que costó a un precio elevado”, comentó Jimin,
sabiendo que este vino era amado por los conocedores de
todo el mundo, y conseguirlo era prácticamente imposible.
“Apenas rasguñó mi cuenta bancaria”, se rió.
Yoongi colocó la copa de vino frente a él, observando
cómo sus ojos se iluminaban con una felicidad infantil. Al
ver su alegría, supo que valió la pena asegurar las botellas.
Jimin agitó el vino en la copa, percibiendo una bocanada
del delicioso aroma. Tomó un sorbo y casi gimió de lo
bueno que era. Le encantaba el buen vino, especialmente
este.
“Realmente sabes cómo impresionar a una cita”, dejó la
copa de vino mientras él se servía una para sí mismo,
sonriendo ante sus palabras.
“Realmente no tengo citas”, admitió Yoongi. “Eres el
primero, ¿en cuánto? ¿Un siglo?”
“¡¿Eres tan viejo?!” preguntó bruscamente.
Yoongi se burló. “Solo espera hasta que descubras la
edad del Rey”.
Jimin tragó saliva. Lo miró fijamente y se preguntó si
incluso quería saber su edad real. Pero decidió que la
curiosidad mató al gato y prefería ser ignorante.
“Prueba la ensalada antes de que se marchite”, dijo
Yoongi, sabiendo que era hora de cambiar de tema.
Yoongi lo observó mientras colocaba las hojas verdes en
su boca, el aderezo blanco le manchaba el costado de los
labios. Se puso rígido cuando su lengua rosa salió
disparada para lamer la salsa blanca, mientras lo miraba
directamente a los ojos.
“Oops”, comentó Jimin, mientras miraba hacia otro lado,
con una sonrisa de complicidad en su rostro.
Yoongi entrecerró los ojos en su dirección. Esta maldita
provocación.

REENCARNACIONES
“Si yo fuera tú, dejaría de molestarme”, farfulló Yoongi,
con las manos blancas por agarrar los utensilios con fuerza.
Yoongi vio que su atención se centró en sus dedos y
luego en sus ojos. Esmeralda contra rubí, tierra contra
fuego, el contrario no dudó en mirarlo a los ojos.
“¿O si no qué?” Jimin se burló.
Independientemente, Jimin decidió bajar su arma y dejar
de poner a prueba su paciencia. Sin embargo, le gustaba
verlo excitado y molesto por él.
De hecho, se sintió empoderado por la influencia que
tenía sobre él. Era una emoción que nunca dejaría de
perseguir y un subidón del que nunca descendería.
“Hay muchas superficies para azotarte”, gruñó Yoongi.
“Empezando por la mesa”.
Jimin instantáneamente cerró la boca. Se dio cuenta de
que era mucho más pervertido de lo esperado. El brillo en
sus ojos ardientes implicaba que decía en serio cada
palabra. Prefería dejar los platos sobre la mesa que dejar
que él los tirara al suelo y se saliera con la suya.
“El marisco está bueno”, dijo Jimin de repente,
ganándose un asentimiento de su parte.
Vio que la tensión en su mano seguía ahí, pero no supo
qué hizo para seguir provocándolo.
“Sé que lo es, lo pedí en tu restaurante favorito”,
respondió fácilmente Yoongi.
“No puedes simplemente decir eso y no esperar sonar
como un maldito acosador”.
Yoongi lo miró con calma mientras cortaba la tierna
carne blanca. Observó los jugos rezumar alrededor, sus
labios se curvaron ante sus palabras.
“¿Quién dijo que no era un acosador y un asqueroso?”.
Había un filo en su voz. La incertidumbre brilló en los
ojos de Jimin.
Éste miró a su alrededor, dándose cuenta de que Yoongi
realmente podría matarlo aquí si quisiera. No le dijo a
nadie a dónde iba, excepto a Jongin, pero él solo sabía que
se había ido a casa. Él podría disponer de su cuerpo aquí.
No tendría adónde correr e ir.
“Estás mejor vivo que muerto”, le dijo Yoongi, ya
prediciendo lo que estaba pensando.
Él solo estaba bromeando, pero supuso que su expresión
solemne lo asustaría.
Yoongi sabía que necesitaba trabajar en su expresión al
hacer bromas. Cada vez que hacía una broma, su rostro no
cambiaba y ni siquiera parpadeaba. Joongki le dijo una vez
lo aterrador que se veía Yoongi cuando hacía una broma.
“Vaya, gracias. Ese es un comentario tan romántico
hecho en un prado y un bosque oscuro”, le espetó Jimin,
pero siguió comiendo de todos modos.
En un abrir y cerrar de ojos, había terminado el marisco
y estaba comenzando a pasar al postre.
“Bueno, ¿qué te gustaría escuchar?” Yoongi respondió.
Jimin hizo una pausa. “No sé.”
Jimin se preguntó por qué el contrario estaba comiendo
tan lento. Se llevó la copa de vino a los labios, limpiándose
el sabor de la jugosa carne de su lengua. ¿Lo había estado
mirando todo el tiempo, en lugar de comer?
“Estoy lleno”, exhaló después de unos segundos de tocar
el postre.
Yoongi enarcó una ceja. Miró su plato terminado y sonrió
un poco. Jimin estaba realmente a mundos de distancia de
Su Gracia. Su Gracia rara vez terminaba su comida. Dio un
sorbo al vino y lo colocó sobre la mesa.
“Miremos las estrellas entonces”.
Jimin lo miró y luego al cielo. Estaban lejos de la ciudad,
lejos de las luces que cegaban la belleza de la noche.
Estaba sin aliento ante el cielo salpicado de estrellas. Era
tan hermoso que prácticamente podía ver todas las
constelaciones que recordaba.
Yoongi tomó su mano y comenzó a tirar de él hacia la
manta. Los bajó a ambos, las flores le hacían cosquillas en
la piel. le rozaron el antebrazo y resistió el impulso de ser
cursi y arrancar uno.
Entonces, lo miró. Jimin era verdaderamente una
persona hermosa. Nunca sería capaz de apartar la mirada
de él. Instintivamente, arrancó una flor y la colocó en su
abundante cabello rubio. Su atención voló hacia él, sus
labios entreabiertos.
“Las margaritas le quedan bien a tu cabello dorado”,
murmuró mientras le tocaba un lado de la cara.
El corazón de Jimin dio un brinco. Se le revolvió el
estómago y trató de reprimir una sonrisa. La gente siempre
le decía que las rosas le quedaban más bien, el rojo
brillante combinaba con su actitud fogosa. Nunca pensó
que las margaritas le quedarían bien.
“¿En verdad?” preguntó, su guardia comenzando a bajar.
Los labios ajenos se curvaron en respuesta y arrancó
otra margarita, mostrándole el color amarillo brillante.
“Eres tan molesto como el sol caliente en un día de
verano, pero brillas intensamente, mi pequeña bola de
fuego”, confesó.
Jimin podría enamorarse en ese mismo momento. Su otra
mano agarró la de él, entrelazando sus dedos.
“Sal conmigo”, afirmó Yoongi. “Sé mi novio, Park”.
Los labios de Jimin se abrieron con sorpresa. Entonces,
sonrió ampliamente. “Pensé que nunca me lo preguntarías,
Min”.
El contrario resopló. “¿Eso es un sí o un no?”
“¿Qué es esto? ¿Una propuesta de matrimonio?” se rió.
“Solo dices ‘sí’ o ’no’ durante una propuesta de
matrimonio”.
“¿Te gustaría una propuesta de matrimonio en su lugar?”
reflexionó.
Jimin arrugó la nariz. “Solo tengo veintiún años y, a
diferencia de nuestros buenos amigos, no tenemos una
historia desde la infancia. Así que no, prefiero no casarme
tan joven”.
Yoongi se rió de sus palabras. Supuso que tenía razón.
“Yo tampoco estoy listo para el matrimonio. Estoy soltero
desde hace un siglo”.
Jimin lentamente dejó que sus palabras penetraran.
“¿Amaste a otra persona antes?”
Yoongi hizo una pausa. Lo miró, con el corazón encogido.
“Una vez.”
Jimin de repente sintió frío. Quería alejarse de él, pero su
agarre se hizo más fuerte.
“Era un doncel enfermizo que creía en la reencarnación.
Murió sosteniendo mi mano”, murmuró. “De hecho, el
aniversario de su muerte se alinea con tu cumpleaños.
¿Qué tan intrigante sería si fueras su reencarnación?”
Jimin se rió levemente de sus palabras. Volvió su
atención al cielo, sabiendo que sería estúpido estar celoso
de una persona muerta. Pero todavía le picaba el corazón y
realmente se preguntaba si era una reencarnación.
“Bueno, tal vez esa pueda ser nuestra parte especial”,
bromeó Jimin. “Si estuviéramos en un libro, me gustaría
que tuviéramos unos capítulos de reencarnación, como
Jungkook y Taehyung que se conocieron en la infancia,
luego pasaron a ser extraños y luego vuelven a ser una
pareja de enamorados”.
Yoongi se divirtió con sus palabras. Su pulgar acarició su
suave piel, deseando verdaderamente que estuvieran en un
libro de reencarnación. No se atrevió a comentar que él no
se parecía en nada a su amante muerto. Sin embargo, la
coincidencia del aniversario de la muerte y el cumpleaños
fue sorprendente.
“No necesitamos tal cosa para profundizar nuestra
relación”, le dijo Yoongi, aunque sería bueno.
Desafortunadamente, no creía en ningún ser superior.
“Pero yo creo en las reencarnaciones”, susurró. “De
hecho, me gusta leer ese tipo de libros”.
Yoongi tarareó en respuesta. “¿Qué más te gusta leer?”
“Cualquier cosa con romance…” Jimin se apagó,
apartando la mirada con la esperanza de ocultar su rostro
enrojecido. “No me enamoro fácilmente, por lo que siempre
encuentro interesante ver a otros hacerlo. Durante un
período de tiempo, estuve demasiado concentrado en
obtener el apoyo de la junta directiva, así que descuidé
cualquier emoción”.
Yoongi estaba intrigado por sus palabras. Le gustaba
aprender más sobre él, más allá de las cosas escritas en el
papel que investigó. Él permaneció en silencio y permitió
que siguiera hablando.
“Es por eso que me gusta leer libros de romance. Se
sienten como un escape de la realidad y no tengo que
pensar mucho excepto en los personajes de la historia”,
admitió.
Yoongi sonrió. “Siento exactamente lo mismo”, dijo
finalmente. “Los libros son mi escape de este mundo,
aunque solo me gusta la no ficción”.
Jimin se rió. “¿Por qué no me sorprende que un hombre
como tú solo lea no ficción? Sin embargo, espero que
disfrutes de los misterios de suspenso”.
Yoongi pensó en el nivel más bajo de su estantería, donde
se podían encontrar los libros de ficción.
“Sí, en realidad disfruto los misterios, especialmente los
difíciles que te hacen pensar quién es el asesino o el autor
intelectual. Cualquier cosa que trabaje el cerebro es mi
favorita”, admitió.
Jimin se preguntó cómo sería ser tan inteligente.
Continuó mirando el cielo nocturno y sonrió por lo
maravillosa que era esta cita.
“Eso se parece exactamente a ti”.
Estaba disfrutando al máximo de esta conversación. Su
corazón latía rápidamente en sus oídos y sintió un calor
esparcido por todo su pecho. Se preguntó si él sentía lo
mismo.
Giró la cabeza y notó el fantasma de una sonrisa en su
rostro. Su corazón dio un vuelco. Mientras admiraba el
cielo, Yoongi lo admiraba a él.
“Lo hace, ¿no es así?” Yoongi murmuró, observando la
forma en que el cielo se reflejaba en sus ojos de piedras
preciosas.
Era tan impresionante que lo dejaba sin aliento, ¿cómo
no se había dado cuenta antes? Entrecerró los ojos un
poco. No, siempre se había dado cuenta de que era
hermoso. Simplemente estaba asustado al darse cuenta de
eso cuando lo conoció por primera vez y éste lo irritó en
vano.
“Todavía no me has dicho tu respuesta” Yoongi sintió una
repentina sensación de poseerlo.
Una vez que él fuera suyo, le gustaría que siguiera
siendo así, pero no lo obligaría a quedarse. No era tan cruel
y obsesivo como el Rey, o eso le gustaría creer…
“Por supuesto, quiero ser tu novio”, se rió Jimin, con los
ojos entrecerrados. “¿De verdad pensaste que diría que
no?”
Yoongi tocó mechones de su cabello, girando los
mechones que rebotaban alrededor de su dedo. Se acercó y
besó un costado de su cabeza, oyendo su brusca inhalación
de aire.
“No”, murmuró Yoongi. “La idea de tu rechazo nunca
pasó por mi mente”.
Jimin puso los ojos en blanco ante su arrogancia, pero no
pudo quitar la sonrisa de su rostro. Ahora, Jimin y Yoongi
estaban oficialmente en una relación. A Jimin le gustaría
mantenerlo así. De hecho, deseaba que tuvieran un
romance tan grandioso como las historias de amor que leía
cuando era niño. ¿Qué tan maravilloso sería eso?

SEDIENTO DE SU TOQUE
Eventualmente, hacía demasiado frío para quedarse
afuera y acostarse bajo las estrellas. Yoongi comenzó a
guiarlo hacia el bosque nuevamente e informó a su gente
que comenzara a ordenar todo. Por sus horas extras,
decidió darles una bonificación.
“No camines tan rápido”, se quejó Jimin, aferrándose con
fuerza a su brazo, presionando todo su cuerpo contra la
piel desnuda de su brazo.
Sus piernas se sentían como gelatina y cada vez que
pisaban un palo, saltaba y le clavaba las uñas en el
músculo.
“¿Qué pasó con molestarme por tener miedo a los
fantasmas?” Yoongi contraatacó, caminando más rápido
que antes, haciéndolo gemir en protesta. Si esta era su
reacción al bosque oscuro y espeluznante, quería traerlo
aquí más a menudo.
“¡Al menos tengo miedo de cosas reales y posibles!”
Jimin le susurró.
“El miedo a los fantasmas es completamente racional. Es
un terror a lo desconocido como el que tienes ahora”, le
informó.
“Ve más lento” gimió.
Jimin clavó las uñas aún más en su piel, con la esperanza
de que captara la insinuación de reducir la velocidad. Éste
solo caminó más rápido.
“¡Yoongi!” gritó, sus manos temblaban.
Estaban rodeados de oscuridad y no podía ver ni detrás
ni delante de ellos. ¡En cualquier momento, un asesino con
hacha podría saltar de la nada y matarlos a ambos! El
espeluznante silencio del bosque solo lo aterrorizó más.
¡¿Por qué él no estaba asustado?!
“Grita mi nombre en la cama, no aquí afuera”, bromeó,
mientras continuaba con su ritmo rápido. “Si quieres que
disminuya la velocidad, súplica, Park”.
Jimin lo miró fijamente. Lo empujó a un lado y se cruzó
de brazos, obstinadamente decidiendo no confiar más en él.
Ante su reacción, él se rió a carcajadas. Luego, en un abrir
y cerrar de ojos, se fue.
El corazón de Jimin dio un vuelco mientras giraba, de
izquierda a derecha, buscándolo.
“¿Y-Yoongi?”.
Jimin sintió que sería la primera persona asesinada en
una película de terror. Al escuchar nada más que un
silencio sepulcral, y al ver nada más que una espeluznante
oscuridad, su corazón se desplomó hasta su estómago.
Estaba tan ansioso y asustado que quería vomitar.
“¡Esto no es divertido!” gritó, dando un paso tembloroso
hacia adelante. Escuchó una rama romperse detrás de él e
instantáneamente golpeó su brazo, gritando cuando su
mano entró en contacto con algo.
“¿Un gancho derecho?” Yoongi preguntó irónicamente,
atrapando el puño en su mano. “Eres una cosita violenta”.
Jimin estaba respirando pesadamente en este punto,
mirándolo. “Si esa era tu forma de hacerme rogar, ¡nunca
lo escucharás! Ni siquiera en la cama”.
Yoongi se rió de su lamentable amenaza. “Ya veremos, mi
pequeña bola de fuego”.
Jimin lo fulminó con la mirada y retiró la mano, pero él lo
tiró hacia delante. Tropezó, pero se contuvo, negándose a
caer en su pecho.
“Solo sácame de este bosque antes de que me convierta
en el asesino del hacha”, le susurró.
Yoongi le soltó la mano y sacudió la cabeza.
“No deberías confesar tus planes antes de hacerlo. Te
acusarán de conspirar para asesinar a un político”,
reflexionó. El contrario entrecerró los ojos hacia él.
Cuando su reacción fue enojarse, Yoongi lo encontró
divertido. Quería molestarlo y sacarlo de quicio, pero
decidió no hacerlo. Con los fuertes latidos en su pecho,
estaba destinado a sufrir un ataque al corazón a la madura
edad de veintiún años.
“Está bien, dejaré de molestarte” le tendió la mano.
“Ahora vamos, te llevaré de vuelta a casa”.
Jimin lo miró irónicamente a él y a su mano extendida.
Sus dedos eran largos y sus palmas anchas. Pero eran
confiables, así que colocó su palma sobre la de él.
Caminaron de la mano de regreso al auto y se sintió
aliviado de ver las llantas intactas.
“No gracias por esta noche”, dijo Jimin en el momento en
que estaban en la puerta de su apartamento.
Aunque estaba a un paso de casa, su corazón no había
dejado de latir. Sabía que iba a dormir mal esta noche.
Incluso ahora, la piel de gallina le erizaba y estaba
aterrorizado de estar solo en su propia casa.
“De nada”, respondió Yoongi sarcásticamente, todavía
sosteniendo su mano.
“Lo digo en serio”.
“No me mientas”.
“Disfruté la parte de la cena y mirar las estrellas, pero lo
arruinaste con tus bromas”.
Yoongi sonrió. “¿No más citas en el bosque, entonces?”
“Y citas de excursión”, agregó Jimin, ansioso por
expresar su desaprobación por cualquier participación en
el bosque. No porque fuera un chico de ciudad moderna,
sino porque realmente le daba miedo cualquier lugar sin
luces.
“Está bien, me aseguraré de reservarnos una tienda de
campaña en medio de un bosque oscuro e iremos a
acampar”.
“Entonces espero que tu otra cita lo disfrute”, le espetó,
apartando con enojo su mano.
Yoongi se rió a carcajadas por su respuesta infantil. Él
tomó un lado de su cara mientras el contrario lo miraba y
se cruzaba de brazos. Al ver su irritación, sintió un
pinchazo en el pecho por estar también molesto.
“No seas tan malo, mi bola de fuego. Solo estaba
bromeando”, replicó. “La próxima vez, te llevaré a uno de
tus diez restaurantes favoritos”.
Jimin lo miró como si estuviera loco. O él realmente hizo
su investigación o lo estaba acechando. De hecho, solo
tenía diez restaurantes favoritos…
“Me gustaría más eso”.
“Y y…” se apagó, la vacilación brilló en sus ojos.
Yoongi se acercó un paso más, ansioso por saber. “¿Y?”
“Y luego tal vez una cita para ir al cine. Ya sabes, como
las de los libros de romance para adolescentes…” miró
hacia otro lado con torpeza, preguntándose si estaba
revelando demasiado.
Por lo general, no solía hablar nada acerca de él con las
personas nuevas, pero Yoongi lo hacía sentir seguro y
cómodo. No sabía por qué.
“No lo sé, no leo ese tipo de libros”, le dijo Yoongi sin
rodeos y sonrió un poco. “Pero te llevaré al estreno de una
película de romance”.
Jimin se animó con sus palabras. No pudo detener la
curvatura de su boca mientras asentía ansiosamente.
“¡Muy bien, es otra cita entonces!” chirrió.
Al ver sus ojos brillantes y resplandecientes y su gran
sonrisa, algo se movió dentro de Yoongi. Era una mezcla de
deseo y pasión. Quería dominarlo por completo y tomarlo
como suyo.
De repente, quiso empujarlo contra la puerta y besarlo
con fuerza. Y lo hizo. Los ojos contrarios se abrieron con
sorpresa, pero inmediatamente envolvió sus brazos
alrededor de sus hombros y encontró sus labios volátiles.
Le lamió el labio inferior y Jimin abrió la boca para él. Él
atrapó su lengua y la chupó, saboreando el vino de antes.
Jimin gimió y se echó hacia atrás, todo su cuerpo
hormigueando de necesidad. “¿Dónde aprendiste a besar
así?”
“En ningún lado. Es instinto”.
El rubio estaba celoso de su instinto. Dio un paso más
cerca de él, hasta que estuvo presionado contra la puerta,
sin lugar a donde ir. El deseo goteaba de sus ojos que
prácticamente lo desnudaron en el acto.
“Ahora, sé un buen chico y déjame entrar”, murmuró
Yoongi, acariciando un lado de su cara con sus gruesos
dedos.
El corazón de Jimin se aceleró. Estaba empezando a
olvidar sus reglas de aventuras de una noche. Pero ahora
estaban en una relación. ¿Eso todavía contaba como una
aventura de una noche? Independientemente, sus dedos
temblaron al presionar el teclado de bloqueo. De repente,
la mano ajena se extendió sobre la de él y tecleó su código
de acceso en su lugar.
“Como supiste—”
“Te vi escribirlo antes”, reflexionó. Se alegró de que
dejaran intactas las otras dos cerraduras. Empujó la puerta
para abrirla y el rubio entró tambaleándose.
Instantáneamente, Yoongi cerró las puertas. Las luces
del sensor de movimiento se encendieron solas y revelaron
todas las superficies en las que podía follarlo.
“¿Quieres algo de beber?” Jimin preguntó, su naturaleza
de querer ser un buen anfitrión apareció instantáneamente.
Su madre lo crió para ser uno bueno.
Los ojos de Yoongi se posaron en los de él.
“Tal vez más tarde”, dijo, pensando en otro trago.
Jimin lo miró, confundido, pero permitió que lo agarrara
de la mano y lo llevara a su dormitorio. Con cada paso que
daban, comenzaba a ponerse nervioso y emocionado. Había
pasado un tiempo desde que se había acostado con alguien.
Y ahora, estaba cada vez más sediento de su toque.

AHORA, RELÁJATE
Cuando entraron en su dormitorio, Jimin se sintió
repentinamente cohibido. Le apretó la mano y se volvió
hacia él.
“Déjame darme una ducha”, lo tomó con la guardia baja.
Jimin se dio cuenta de que habían pasado tres años
desde la última vez que se acostó con alguien y necesitaba
prepararse.
Yoongi levantó una ceja pero soltó su mano. “Es tu casa,
haz lo que quieras, pequeña bola de fuego”.
“No me llames así”, ocultó una sonrisa mientras se
acercaba a su vestidor, con el corazón amenazando con
salirse de su pecho. Estaba nervioso, pero aun así sacó su
mejor atuendo.
“Es el apodo perfecto”, respondió Yoongi.
“Especialmente por tu naturaleza luchadora”.
Yoongi miró alrededor de su gran dormitorio y las
ventanas que daban a la ciudad. Estaba solo un piso debajo
de la terraza y tenía unas vistas espectaculares de toda la
ciudad desde aquí. Sus labios se curvaron.
¿Era Park Jimin un exhibicionista? Por ejemplo, ¿le
gustaba que la gente lo mirara cuando estaba desnudo o
cuando lo follaban?
“¿Te gusta que te observen?” preguntó Yoongi, pero ya
era demasiado tarde. El contrario no escuchó su pregunta.
Escuchó el pequeño golpeteo de sus pies mientras se
apresuraba al baño para prepararse. Lo encontró divertido,
pero no dijo nada.
“Todos pueden mirar si quieren”, murmuró Yoongi,
sacudiendo la cabeza ante su valentía.
Dio un paso adelante y observó la vista. Podía ver los
picos de algunos edificios. Mientras tanto, los demás
rascacielos que eran cada vez más altos podían tener la
vista perfecta desde su ventana. Jimin era audaz, él le dará
eso.
Miró al techo y vio la rendija por donde podían bajar las
persianas. Sabía cómo funcionaba, después de comprar el
departamento. Se acercó al monitor y apretó el botón para
que bajaran las persianas.
“Las exhibiciones pueden esperar”, se dijo Yoongi. La
próxima vez, lo tomaría contra la ventana.
Miró con curiosidad alrededor de su espaciosa
habitación, donde se podía ver su cama. Era del tamaño
perfecto para rodar y la altura perfecta para que se
agachara.
“Es mejor devolver el favor”, dijo Yoongi en voz alta, un
mal hábito suyo. Salió de su habitación, sabiendo que
afuera había un baño de invitados.
Decidió ducharse también y quedó impresionado por la
disposición de su baño. Había toallas blancas en stock, así
como artículos de tocador para invitados. Parecía que
realmente sabía cómo ser un buen anfitrión.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que
Jimin se acostó con alguien. Acababa de terminar de
limpiarse. Ahora, estaba tratando de afeitarse lo más
rápido que podía en la ducha mientras se ponía aceite de
karité para suavizar sus piernas.
Luego, se secó y salió del baño con un short corto y una
polera holgada que caía por uno de sus hombros. Cuando
salió, el aire fresco al instante le puso la piel de gallina en
el brazo. Estaba confundido cuando vio su dormitorio vacío.
‘No tardé tanto, ¿verdad?’ se preguntó a sí mismo.
“Justo a tiempo”, dijo Yoongi.
Jimin saltó y miró hacia atrás, casi gritando al verlo.
Entonces, su boca se cerró con fuerza, su lengua salió
disparada para lamerse los labios.
Gotas de agua se deslizaron por el cuerpo tonificado de
Yoongi, fluyendo a lo largo de su abdomen. Una toalla
blanca colgaba baja peligrosamente de sus caderas,
mostrando dos líneas prominentes que conducían hacia
abajo.
“¿Preparaste ese atuendo solo para mí?” bromeó,
acercándose a él en dos largos pasos. Enganchó un dedo en
el borde de su short corto que mostraba sus piernas largas.
“N-no, siempre uso esto para dormir…” Jimin se
desvaneció. Era la verdad. Prefería dormir con la mínima
ropa posible.
“Me caliento fácilmente”, admitió, temblando por su
toque frío. Su dedo apenas acarició su piel, y ya se estaba
calentando.
“Puedo sentirlo”, susurró Yoongi suavemente, agarrando
su cintura y besándolo.
Yoongi acercó sus cuerpos sin poder hacer nada, hasta
que sintió sus pezones endurecidos empujando contra su
pecho desnudo. Se le cortó la respiración.
Lo agarró bruscamente por los muslos y lo levantó en sus
brazos, sus piernas envolviéndose alrededor de su cintura.
Lo llevó a la cama, sus cuerpos rebotando en el suave
material.
“He querido hacer esto por mucho tiempo”, gruñó contra
su boca, mordisqueando sus labios húmedos con pasión.
“Entonces no te contengas”, se burló Jimin, apretando
las piernas alrededor de sus caderas, presionando su bulto
endurecido contra el suyo. Calor acumulado entre sus
piernas.
“Te arrepentirás de haber dicho eso”, amenazó,
deslizando la mano por debajo de su short de seda y
quitándoselo de un tirón. Él palmeó su pomposo trasero y
Jimin saltó sorprendido, mirándolo con los ojos muy
abiertos.
Yoongi reveló una sonrisa peligrosa y astuta. “Por todas
tus burlas últimamente, ¿cuál debería ser tu castigo?”
Jimin tragó nerviosamente mientras lo miraba. El azote
no dolió. En cambio, había enviado un hormigueo por su
columna. Quería más, pero no se atrevía a decirlo.
“Nada”, dijo Jimin, besándolo de nuevo. “Absolutamente
nada. Merezco piedad ya que también te burlaste de mí”.
Yoongi tarareó contra sus labios, decidiendo que los
castigos y las nalgadas podían esperar. Esta iba a ser su
primera vez y quería que él lo recordara por el resto de su
vida. Así, en dos movimientos, rompió su polerón por la
mitad.
Jimin gritó en protesta, escondiendo instantáneamente
su torso, sus piernas apretándose juntas. Estaba temblando
de anticipación, sin esperar su fuerza bruta.
“Esta será la única vez que te mostraré indulgencia, mi
pequeña bola de fuego”, murmuró Yoongi, mientras
agarraba sus muñecas y las sujetaba junto a su cabeza.
Observó su cuerpo y sus caderas retorciéndose que
trataban desesperadamente de ocultar su miembro
endurecido y entrada palpitante.
“N-no mires—”
“Son hermosos. Realmente”.
A Yoongi le gustó el color de sus pezones chocolate,
completamente diferente de los capullos de rosa que
esperaba. Se inclinó y capturó una de las perlas
endurecidas en su boca, rodando su lengua sobre la parte
sensible.
“¡Ah…!” Jimin gimió, la sensación lo tomó por sorpresa.
Cerró los ojos con fuerza cuando él movió su lengua sobre
su pezón, mientras él agarraba sus muñecas con una mano
y acariciaba su otro pezón con la otra.
Jimin gimió cuando él apretó su perla, sus dedos índice y
medio pellizcando en broma.
“Por favor, no hagas esto”, susurró, girando un poco la
cabeza. No creía que él tocándole de esta manera pudiera
sentirse tan bien.
Al escuchar sus súplicas, Yoongi se impacientó aún más.
Quería tomárselo bien y con calma, pero ahora, quería
follarlo rudamente y con crudeza. Él capturó sus labios y
deslizó una mano por su estómago, sus dedos buscando su
miembro humedecido.
Jimin gimió en su boca, apretando su estómago ante su
fría caricia. Su toque helado se derritió contra su cuerpo
caliente. Jadeó en el beso cuando sintió que sus dedos se
enrollaron alrededor de su pene hinchado, haciendo un
vaivén de arriba hacia abajo, deteniéndose en el glande,
mojando sus dedos con líquido preseminal.
“Eres una cosita tan traviesa”, gruñó. “¿Ya duro por unos
pocos besos?”
“No digas cosas tan lascivas—”
“¿Cómo no hacerlo cuando tu cuerpo reacciona así?”
respondió, metiendo su dedo medio dentro de apoco.
Instantáneamente, Jimin se aferró a él, mientras él sentía el
pulso de su calor. Fue sacando e introduciendo su dedo de
manera lenta, para que el contrario se acostumbrara.
Luego añadió un segundo dedo. Jimin gimió y se arqueó en
respuesta, sentía su agujero ser abierto y profanado, sentía
los tres dedos en su interior ensanchando sus paredes
internas, el calor acumulándose en su vientre bajo.
Yoongi ya no pudo contenerse. Tiró su toalla blanca a un
lado y colocó su miembro endurecido sobre su entrada.
“Te dolerá un poco, desnudo conmigo”, dijo mientras
comenzaba a besar su cuello. Al instante Jimin negó con la
cabeza, nervioso como habían pasado al menos tres años
desde su última relación sexual.
Sintiendo su miedo, Yoongi comenzó a besarlo más y más
abajo, decidiendo ser más paciente con él. Hizo besos con
la boca abierta por todo su cuerpo, agarrando sus muslos.
Al verlo suave y maleable, le mordió la parte interna del
muslo, y sus piernas instantáneamente se engancharon
alrededor de su cabeza.
“¿Qué estás haciendo?” Jimin jadeó cuando él le separó
las piernas.
“Mantén las piernas abiertas, bola de fuego”, gruñó. Sus
pulgares presionaron su sensible muslo mientras lamía su
entrada.
Jimin gimió, levantando las caderas de la cama. “No, no,
n-nadie había hecho eso antes”.
Yoongi se quedó inmóvil ante sus palabras. ¿Hablaba en
serio?
“¿Cómo no? Sabes a miel”, dijo Yoongi, mientras lamía y
succionaba su miembro, su boca engullendo el falo,
probando en su lengua el líquido delicioso, luego bajando y
lamiendo alrededor de su entrada, haciendo que sus
piernas temblaran un poco. Lo capturó en su boca, pasando
su lengua por él, succionándolo y lamiéndolo como quien
lame una piruleta.
Jimin empezaba a ver blanco. Su respiración se volvió
pesada y apretaba y abría sus entrañas, queriendo más y
más de él.
“Yoongi, no te detengas”, gimió. “Se siente muy bien”.
Yoongi sabía que él estaba cerca. De repente, insertó dos
dedos dentro, mientras engullía su falo por completo. Jimin
gritó, sus caderas se retorcieron para escapar del placer,
pero él no cedió. Su lengua continuó su asalto hasta que lo
sintió apretarse alrededor de sus dedos y jadeó, todo su
cuerpo se puso tenso.
“¡Oh!” Jimin gimió en voz alta, cuando llegó al clímax,
viendo un destello blanco. Instantáneamente, se sintió un
poco cansado, pero aún más excitado.
“Mírame”, demandó Yoongi.
Jimin abrió los ojos temblorosamente, su corazón dio un
vuelco cuando hizo contacto visual con su rostro enterrado
contra su entrepierna goteante. Su mirada se calentó
cuando sus ojos se encontraron mientras él lo limpiaba con
su lengua. Cuando terminó, sus piernas temblaban y estaba
sobreestimulado por su liberación inicial.
“Ahora, relájate” Yoongi presionó sus caderas contra la
cama, sabiendo que él era del tipo que trataba de huir del
placer.
“Esto puede doler un poco, pero te he aflojado y
lubricado bien”, murmuró, mientras comenzaba a colocar
su miembro contra su entrada.

SIEMPRE LO HARÉ
“No hagas eso”, rogó Jimin cuando él frotó el glande
hinchado contra su agujero, pero no entró. Todavía estaba
sensible por su clímax anterior, y sus bromas se sentían
demasiado bien.
“No estás haciendo esto fácil, ¿verdad?” gimió,
disfrutando cuando le habló con una voz tan tierna. Estaba
viendo un lado completamente nuevo de él, y lo disfrutaba.
Yoongi se insertó lentamente en su interior, siseando un
poco. Estaba apretado y lubricado, pero aun así él entró
con dificultad. Él era demasiado grande. Pero se empujó
dentro, y Jimin gritó, abrazándolo por los hombros, sus
manos clavándose en sus músculos.
“Shh, shh, está bien”, dijo Yoongi, sabiendo que era
mejor hacerlo de una vez. Aunque esta no era la primera
vez de Jimin, no haberlo hecho por un tiempo podría doler.
Él lo había preparado lo suficiente, así que el dolor no era
tan malo como debería ser.
“Eres todo un manojo”, bromeó, secándole las pequeñas
lágrimas que tenía en los ojos mientras enterraba la cara
en su hombro. Se aferraba a él, su torso desnudo
presionando contra su pecho volviéndolo loco.
“Hmm…” Jimin gimió, mientras sus pensamientos
comenzaban a desvanecerse en la nada. Yoongi agarró
suavemente su trasero y se estrelló contra él, haciendo que
su respiración se acelerara y que la parte inferior de su
estómago se contrajera.
Con consideración, Yoongi lo tomó lento y sensual. Tuvo
cuidado de no lastimarlo, pero también de moldear con
cautela sus entrañas para que se adaptaran a su forma. La
noche era larga y la disfrutaría al máximo.
“¿Duele?” preguntó entre dientes, sus cejas tensas por la
concentración. Quería embestirlo con fuerza y rapidez. Su
deseo de hacerse cargo de él era una locura.
“Está bien”, exhaló Jimin, su mente mareada con su olor
y toque. Disfrutó con su movimiento, girando la cabeza
hacia atrás en señal de aprobación mientras se aferraba a
él. Su cuerpo era fuerte, sosteniéndolo bien.
“En ese caso”, murmuró Yoongi, penetrándole de una
estocada, empujando profundamente dentro. El contrario
gimió, pero no protestó, cerrando los ojos con fuerza
cuando el placer se disparó a través de su cuerpo.
Jimin trató de calmarse, pero se sentía tan bien, una
sensación de hormigueo en la zona inferior. Su interior
palpitaba de deseo mientras lo abrazaba con más fuerza,
esperando que nunca lo dejara ir.
“Ah… mmph…” gimió y lloriqueó, mientras él lo
penetraba más rápido.
Yoongi gruñó en señal de aprobación, el sonido bajo y
ávido de más. Su rostro estaba rojo de pasión, y él lo
penetró sin descanso. Ya no podía controlarse. Lo estaba
ciñendo con tanta fuerza que estaba empezando a perder la
racionalidad.
“¡No, no ahí!” Jimin gritó cuando encontró el punto más
sensible en sus entrañas.
Los ojos de Yoongi brillaron cuando abrió más sus
piernas y empujó directamente en ese lugar, haciendo que
su espalda se arqueara fuera de la cama, sus caderas se
retorcieron para escapar del placer. Inmediatamente, su
mano apretó su trasero, estrechándolo contra él mientras
profanaba repetidamente ese lugar.
“¡Y-Yoongi, bruto!” se quejó, pero tenía los ojos cerrados
con fuerza y jadeaba de placer, todo su cuerpo se retorcía,
ansioso por obtener más, pero también deseando que él se
detuviera.
“Te estás negando a ti mismo, pero aferrándote con tanta
fuerza a mí”, Yoongi se rió entre dientes oscuramente,
viendo su rostro enrojecerse con más vergüenza. Ahora se
aferraba desesperadamente a él, enterrando la cara en sus
hombros.
El calor se extendió por todo su cuerpo, específicamente
su pecho que se sentía como si fuera a estallar. Estaba
concentrado en sus movimientos crudos que hacían que sus
pensamientos se confundieran. Jimin solo podía pensar en
él, y a él claramente le gustaba que se aferrara a su cuerpo.
La mano de Yoongi se deslizó en la parte de atrás de su
cabeza, mientras besaba un lado de su cabello, sus dedos
agarraban fuertemente sus mechones.
“Si te aferras a mí así, lo haremos hasta mañana”, le
advirtió, aunque tenía que suceder con su innegable
resistencia.
“Por favor…” Jimin jadeó débilmente.
Yoongi no sabía por qué estaba suplicando, pero siguió
moviendo las caderas hasta que se puso a temblar. Su piel
chocó una contra la otra, mientras su miembro endurecido
se zambullía contra su interior suave, deslumbrando
repetidamente el lugar que lo debilitaba y lo hacía temblar.
“Estás haciendo un buen trabajo”, lo elogió Yoongi,
gimiendo mientras respiraba profundamente, su aroma lo
abrumaba. Él lo embistió de adentro hacia afuera,
haciéndolo gritar directamente en sus oídos.
Un instinto de dominarlo se apoderó de él y Yoongi lo
abrazó con más fuerza, sabiendo que nunca se detendría en
este punto. Jimin se sentía tan bien y él se estaba volviendo
loco. Pronto, se apretó aún más a su alrededor, su
respiración se volvió más aguda, más dura y más rápida.
“Por favor, por favor”, rogó Jimin, su cabeza rodando
sobre el colchón, incapaz de controlar su boca.
“Espera”, gruñó Yoongi. “No tienes permitido venirte
todavía”.
Jimin no entendía cómo era eso posible. Simplemente lo
apretó más fuerte, y él siseó.
“Joder”, gimió Yoongi, sabiendo que él también estaba
muy cerca. Yoongi continuó el ritmo, hasta que su cuerpo
se arqueó fuera de la cama y sus entrañas húmedas se
convulsionaron en su polla endurecida.
Jimin dejó escapar un suspiro tembloroso, mientras
llegaba al clímax por segunda vez hoy. Se sentía tan bien
que las lágrimas se deslizaron por su rostro, pero él no se
detuvo allí.
“¡Ah, Yoongi!”
A pesar de saber que el rubio estaba demasiado sensible,
Yoongi movió sus caderas, manteniendo el mismo ritmo. De
repente, un calor brotó de su miembro y se puso rígido, con
los ojos muy abiertos.
“¿No te dije que esperaras?” Masculló Yoongi, mientras
salía lentamente de él y volvía a entrar, hasta que descargó
toda su semilla dentro. Mañana, le conseguiría la tableta
del día después.
“Y-yo no sabía cómo—”
“De rodillas. Ahora”.
Jimin lo miró, asombrado de que fuera tan pervertido
como implicaban sus palabras. Temblorosamente trató de
ponerse de rodillas, pero su cuerpo estaba débil. Cuando
salió, contuvo un gemido.
“Manos en la cama”, le indicó mientras se ponía a cuatro
patas.
Yoongi levantó una ceja ante los jugos que se deslizaron
fuera de su agujero. De repente, lo agarró y lo colocó sobre
sus rodillas. Jimin jadeó, su estómago presionando contra
su duro muslo, con las rodillas en el suelo, mientras él lo
inclinaba.
“Tres azotes por desobedecerme”, murmuró Yoongi
sentado al borde la cama, colocando una mano en su
trasero.
“N-no hablas en serio—”
Yoongi golpeó su trasero, un ruido sordo resonó en la
habitación, haciéndolo dar un respingo y jadear.
Suavemente frotó la carne enrojecida, calmando el dolor.
Jimin se preguntó si había perdido la cabeza, porque de
repente estaba emocionado y con ganas de más.
“Cuenta”, instruyó.
“Uno…” susurró Jimin nervioso.
Yoongi sonrió con satisfacción, mientras golpeaba su
trasero de nuevo, sin darle tiempo para prepararse. El
contrario apretó los dientes.
“Avísame la próxima vez—”
“Cuenta.” Su voz se hizo más oscura.
Jimin abrió la boca temblorosamente. “Dos.”
“Buen chico” Yoongi golpeó la carne enrojecida por
última vez.
“T-tres”, dijo Jimin, todo su cuerpo se relajó en respuesta.
Yoongi movió su mano sobre su obra de arte, admirando la
curva de su trasero.
De repente, su mundo volvió a girar y se encontró a
horcajadas sobre él. Jimin se sorprendió por sus brillantes
ojos rojos, ásperos y violentos, pero sus acciones daban a
entender lo contrario.
Yoongi sostenía cariñosamente sus caderas mientras se
inclinaba para darle un lento y delicioso beso. Todavía
saboreaba el vino en su lengua, mientras lo trataba con
delicadeza, a pesar de haberlo azotado unas cuantas veces.
“No te entiendo…” susurró Jimin contra sus labios
húmedos mientras él tarareaba en respuesta, acariciando
la parte posterior de su cabeza.
El corazón de Jimin se aceleró ante sus acciones.
Siempre le gustó que la gente jugara con su cabello. Apoyó
la cabeza en sus hombros, abrazando su cuerpo frío, con la
esperanza de que refrescara los suyos febriles.
“¿Eso fue demasiado para ti?” preguntó Yoongi, a pesar
de que eso era solo el comienzo de sus caminos sádicos.
“Un poco. N-no habrá juegos de bondage, ¿verdad, como
con cuerdas y colgando del techo? No creo que me guste”.
Jimin había leído ese libro con un rico multimillonario y
su sumisa. “No quiero que seas un dominante…”
Yoongi hizo una pausa ante sus palabras, pero su mano
continuó acariciando la parte posterior de su cabeza. “No,
no iremos tan lejos. Solo disfruto de los juegos ligeros”.
Jimin no sabía lo que eso significaba. Estaba
completamente ajeno a su futuro, con las manos atadas a la
cama y las múltiples posiciones en las que él lo había
puesto. Pero esta noche, estaba exhausto por su trabajo, la
cita y por correrse dos veces.
“Duerme”, murmuró Yoongi, aunque estaba duro y
quería hacer mucho más con él. Pero podía esperar hasta
mañana por la mañana.
“Quédate esta noche”, susurró Jimin, presionando la
parte superior de su cuerpo contra la de él, con cuidado de
no mover las caderas y excitarlo más. Era muy consciente
de que su miembro se estaba elevando de nuevo, pero no
tenía la energía para continuar.
“Siempre lo haré”, le aseguró.
Ante sus palabras, Jimin cerró lentamente los ojos.
Yoongi continuó jugando con su cabello, su otra mano
frotando tranquilizadoramente su espalda. Pronto, era un
pudín en sus manos y estaba profundamente dormido. Solo
cuando su respiración se volvió superficial, él cambió su
posición para acostarlo. Puso la manta sobre ellos, y el
rubio inmediatamente se movió.
“No, no te vayas”, dijo Jimin, aferrándose a su cuerpo.
Yoongi dejó escapar una risa áspera. ¿De verdad pensó
que él lo abandonaría después de tomarlo? Él se acostó y se
acurrucó bajo sus brazos. Jimin abrazó su lado derecho, un
brazo sobre su pecho, su brazo debajo de su cuello.
“Nunca.” Yoongi lo abrazó con fuerza. “Nunca me iría”.
Yoongi, como el Rey, no necesitaba dormir mucho.
Observó cómo la tensión abandonaba su rostro y
lentamente comenzó a volverse a dormir. Siguió mirándolo,
observando sus pestañas oscuras, pero cabello sedoso y
suave.

OTRA AGENDA
A la mañana siguiente, Jimin se despertó solo y
confundido. Estaba acurrucado entre las sábanas, como de
costumbre, con una mano debajo de la almohada y el rostro
hundido en ella. Pero no había un bloque de hielo que él
esperara estar abrazando. Levantando la cabeza, miró a su
alrededor con el ceño fruncido.
“Fue demasiado para él quedarse”, murmuró,
sentándose y mirando su mesita de noche, sin ver ni una
sola nota detrás.
Sacó las piernas de la cama y tiró las mantas hacia atrás,
sabiendo que hoy tenía un día completo de trabajo.
“Oh, señor”, dijo Jimin al notar los moretones alrededor
de la parte superior de los muslos donde él lo había
agarrado con fuerza. Se levantó débilmente de la cama y
comenzó a prepararse para el día, cepillándose los dientes
y duchándose.
Salió de la ducha y casi gritó de horror al ver a un
hombre en su habitación. Yoongi había regresado a su
dormitorio, completamente vestido. Jimin tragó saliva y lo
miró con sorpresa.
“Pensé que te habías ido” su corazón aún acelerado por
la adrenalina.
Yoongi se dio la vuelta y levantó una ceja, sus ojos
perezosamente absorbiendo todo, deteniéndose en áreas
específicas que le gustaban.
“Te hice el desayuno”, habló lentamente. “Fue una tarea
difícil. No había casi nada en tu nevera excepto salsa.
¿Cuánto tiempo has vivido aquí?”
Jimin parpadeó mientras caminaba tembloroso hacia su
armario, con la esperanza de esconderse allí. Yoongi lo
había visto desnudo, pero aún era modesto.
“Unos años, ¿por qué?” Se dio la vuelta, dándose cuenta
de que había un aroma sabroso en el aire.
“¿Algunos años y tu cocina no se usa?” Yoongi respondió.
Caminó hacia la puerta de su vestidor en silencio y sonrió.
El contrario estaba de espaldas a él y se estaba vistiendo
rápidamente.
Yoongi no se dio cuenta antes, pero llevaba bragas de
abuelita. La realización casi lo hizo reír. Él esperaba que
Jimin fuera del tipo meticuloso para tener ropa interior de
encaje. Apoyado en la puerta, se cruzó de brazos y lo
observó vestirse.
“No me gusta cocinar”, dijo Jimin, completamente ajeno
a que él estaba detrás suyo. Se dio la vuelta, con el corazón
en los pulmones.
“¡¿Qué estás haciendo?!” siseó, empujándolo por la
puerta y cerrándola. Estaba destinado a darle un ataque al
corazón, ¡y él solo tenía veintiún años este año!
Jimin tomó rápidamente unos pantalones de vestir de
color negro con una camisa del mismo color y luego se
puso una chaqueta blanca. Le temblaban los dedos todo el
tiempo que se subió la cremallera de los pantalones.
Cuando terminó de vestirse, asomó la cabeza por la puerta
y notó que él se había ido.
“¿Yoongi?” Llamó, saliendo a su sala de estar. En el otro
extremo de su apartamento, lo vio de nuevo junto a la
cocina, destapando algo. Jimin no sabía que tenía ollas y
sartenes.
“Traje estos utensilios de cocina de mi penthouse”, dijo
Yoongi irónicamente. “Y ordené que te trajeran
ingredientes, ya que obviamente careces de lo que se
necesita para ser amo de casa”.
“Tal vez tú puedas ser el amo de casa y yo te mantendré
por el resto de mi vida”, resopló Jimin, caminando hacia la
mesa del comedor donde solía comer comida para llevar, o
principalmente cenaba fuera.
“Estoy seguro de que valgo más que tú, así que debería
ser al revés”, refutó Yoongi con dos platos en la mano.
Colocó uno frente a él, observando cómo sus ojos se
iluminaban con asombro infantil.
“¡Esto se ve tan bien!” Jimin se entusiasmó al ver la
comida sana y equilibrada. En el plato había una ensalada
recién hecha con pan de masa madre tostado con
mermelada de tocino y huevos revueltos cubiertos con
eneldo recién picado. Colocó más comida, tomándolo por
sorpresa.
“Veo que te gusta comer”, reflexionó Yoongi mientras
colocaba jugo de naranja recién exprimido, así como la
ensalada de frutas que había preparado antes. Colocó una
pastilla blanca encima de un trozo de servilleta y la deslizó
hacia él.
“No usamos protección. Esta es la píldora del día
después, tómala”, le indicó.
Jimin no dudó en llevarse la pastilla a la boca y tragarla
con jugo de naranja.
“Si fueras un amo de casa, te pediría que fueras mi
esposo”, dijo Jimin. Había pasado un tiempo desde la última
vez que desayunó en su propia casa. Yoongi pusó los toques
finales del café frío, completamente negro.
“No me digas que también conoces mi tipo de café”,
comentó secamente, tomando un sorbo del café helado,
mirándolo con acusación. Tenía tres de azúcar y nada de
leche, justo como le gustaba.
“Tengo mis métodos”, respondió Yoongi, dejando los
utensilios para él. “Ahora come.”
Jimin no necesitaba que se lo dijeran dos veces. A
diferencia de su buen amigo, amaba la comida con una
pasión ardiente, por lo que inmediatamente comenzó su
comida sin reparos.
“Sabes”, habló Jimin lentamente mientras mordía la
tostada, casi gimiendo de lo buena que estaba. “Me podría
acostumbrar a esto.”
Jimin masticó su comida y lo miró, refiriéndose a tener
una cita, una noche de placer y despertarse con buena
comida.
Yoongi no lo vio de esa manera. Pensó que lo escuchó
deseando más que una relación, por lo que sus labios se
dibujaron en una sonrisa cautelosa.
“¿Quieres que vivamos juntos un día después de declarar
nuestra relación?” preguntó Yoongi, frotando su pulgar en
la comisura de su boca, atrapando un trozo de mermelada
de tocino.
Jimin negó con la cabeza. “No, no. Solo quiero que me
lleves a una cita agradable, luego me folles duro y me
trates bien después”.
Yoongi nunca había conocido a alguien tan tímido pero
audaz al mismo tiempo. Jimin escondería su cuerpo de él,
pero pronunciaría palabras audaces. Dejó escapar una
pequeña risa. Qué hombre más intrigante.
“Eso, ciertamente puedo hacerlo”, respondió, tomando
un sorbo de jugo de naranja. “¿Por qué no agregamos otra
tarea a la agenda?”
“¿Como?”.
“Otra sesión de sexo”, dijo Yoongi con calma.
Jimin miró nerviosamente, mirándolo a los ojos,
deseando que fuera una broma, pero sabía que no lo era. Él
lo miraba directamente, su mirada tranquila pero sus dedos
estaban pálidos por sostener con fuerza la copa de cristal.
“Tengo trabajo”, dijo Jimin lentamente. “Deberías
haberlo dicho a medianoche”.
Yoongi enarcó una ceja. “¿Es eso una oferta, Park?”
Jimin tosió y apartó la mirada. “Tal vez lo sea, Min”.
Los ojos de Yoongi brillaron con aprobación. Si así era
como él quería actuar, ciertamente mantendría la promesa
en mente.
“Otra cita esta noche, entonces”, dijo Yoongi lentamente,
sus labios curvándose en una sonrisa. “Hay un estreno de
una película en la ciudad de al lado. Te llevaré”.
Jimin sonrió. Era su momento de brillar. “Muy bien,
entonces prepárate para mi jet privado”.
Yoongi levantó una ceja, claramente no le gustaba su
desafío de superarlo. “No es necesario, tomaremos el mío.
Es más grande”.
Jimin sintió que se refería a otra cosa. “Puedo tener el
mío listo para esta noche”.
Yoongi rió suavemente, mientras empujaba el tazón de
frutas en su dirección. “Mi jet será preparado y cargado
dentro de la próxima hora”.
“Ahora eso suena mal”, murmuró Jimin, tomando un
bocado de la fruta, capturando los jugos que goteaban con
la lengua.
Yoongi miró fijamente sus regordetes labios, apretando el
tenedor con más fuerza. ¿Esto era desayuno o seducción?
La vista de Jimin disfrutando de su comida lo hizo querer
disfrutar de una comida con él.
“Solo suena mal porque tienes una mente sucia”, replicó
Yoongi, su voz cada vez más áspera y gruñona. Antes de
que pudiera responder, su teléfono comenzó a sonar.
Yoongi sacó su teléfono para ver que era Joongki,
probablemente preguntando por la habitación vacía en el
castillo. Antes de Jimin, Yoongi poseía muchas propiedades,
pero frecuentaba el castillo con más frecuencia, por lo que
se quedaba allí. Esta fue una de las raras noches que
estuvo fuera del castillo.
“Te reservo esa cita para ir al cine”, dijo Yoongi,
poniéndose de pie y deslizando el teléfono de nuevo en su
bolsillo. “Vístete como quieras, usaremos mi jet de todos
modos”.
Jimin entrecerró los ojos hacia él. “¿De qué color es tu
jet, para que pueda buscarlo?”
Yoongi lo miró brevemente. Antes de que pudiera
descifrar correctamente sus palabras, su teléfono comenzó
a sonar de nuevo.
“Negro”, respondió Yoongi, mientras se giraba para
atender la llamada.
Jimin contuvo una sonrisa astuta. En ese caso, prohibirá
el aterrizaje de todo jet privado negro en la pista del
aeropuerto. Tenía sus conexiones, una que él nunca
anticiparía.
Así, Jimin se recostó y disfrutó de su fruta.
“No, no es una aventura de una noche”, espetó Yoongi al
teléfono. “Volveré al castillo pronto”.
Jimin se sorprendió por sus palabras y lo miró,
preguntándose si era el Rey.
“Puedes arreglártelas otra hora sin mí, Joongki. Deja de
quejarte, ¡sabía que a Yeonjin le gustan las mujeres desde
el primer día!” Yoongi siseó, volviéndose hacia Jimin. Se
inclinó para besarlo en la mejilla y comenzó a caminar
hacia la puerta, ignorando su expresión rígida.
Jimin no pensó que su relación se basaría en besos de
despedida, pero se desmayó de todos modos, tocando el
lugar que tocaron los labios ajenos.
Yoongi presionó su teléfono contra su pecho y le dedicó
una leve sonrisa. “Te veré luego, mi pequeña bola de
fuego”, dijo antes de abrir y cerrar la puerta detrás de él.
“Hasta luego”, murmuró Jimin, dándose cuenta de que
no tenía un apodo para él. ¿Cómo debería llamarlo?
—1
Nomás les dejo este cap unu
No me dio tiempo para el otro, este me llevo casi todo el
día, son más de trece mil palabras
(Si leyeron, captaron si Yoon va a ser inmortal o no xD)
Nos leemos mñn, cuídense
—Day, lovetaejeon
42. THE END

TUVISTE UNA PESADILLA


Taehyung estaba a menudo postrado en cama. Ya habían
pasado más de dos semanas y apenas podía mover las
piernas y cada vez que lo intentaba, se sentía como si se
quedaran dormidas. Un dolor agudo hormigueaba en sus
extremidades hasta que se veía obligado a tomar un
descanso y sentarse. Estaba luchando por sobrellevar el
hecho, pero tener las cunas dentro de su dormitorio era
una motivación.
No quería que sus hijos fueran atendidos por niñeras.
Quería que sus bebés fueran amados personalmente por
sus propias manos.
“¡W-wahhh!” Dahyun de repente comenzó a llorar, el
sonido más agudo que Jeonhyuk.
Taehyung acababa de sentarse cuando Dahyun se
despertó de su siesta. Miró a su alrededor, preocupado
porque Jungkook no estaba y la cuna estaba a unos metros
de distancia. Levantándose de la silla, se agarró al andador
que usaban los ancianos.
“Silencio, silencio, todo está bien…” La pierna de
Taehyung de repente cedió y se derrumbó sobre sus
rodillas, pero ni siquiera sintió el dolor.
Al escuchar la fuerte caída, la puerta del baño se abrió
de inmediato, revelando a un Jungkook frenético.
Éste había ido a usar el baño por una fracción de
segundo y se sobresaltó por el ruido de afuera.
“Cariño” reprendió, caminando hacia él y llevándolo
directamente a sus brazos. El contrario envolvió sus manos
alrededor de sus hombros, enterrando su cara en su cuello,
consternado.
“¿Qué estabas haciendo?” preguntó. “Te dije que te
quedaras quieto”.
“Dahyun está llorando”, dijo Taehyung mientras lo
ponían en la cama. Señaló en la dirección de su bebé e
instantáneamente, Jungkook le trajo a la niña.
“Ya, ahí”, arrulló Taehyung en voz baja, meciendo al bebé
que lloraba en sus brazos. “Shh, shh, ¿tuviste una
pesadilla?”
Le habló lentamente a la niña, pero en un tono normal.
Leyó que el lenguaje infantil ralentizaba el desarrollo del
cerebro. Había leído sobre una investigación que afirmaba
que se sabía que hablarle a un bebé como si fuera un
adulto mejoraba su actividad cerebral.
“Debe haber sido aterrador”, agregó. Acarició con
cuidado la frente de Dahyun, sonriendo al pequeño mechón
de pelo que tenía.
“Sabes, yo también solía tener pesadillas”, susurró.
Dahyun miró a su padre con los ojos muy abiertos, muy
absorta en la voz suave y el toque tierno.
“Era sobre tu padre”, se rió Taehyung.
Jungkook se burló. “Más como si yo fuera tu sueño de
fantasía”.
Taehyung ignoró sus palabras. “A veces, las pesadillas
eran recuerdos olvidados de mi infancia y, a veces, un
castillo en ruinas que solo puede ser una metáfora de mi
trono robado en Kastrem. Solía pensar que mi tío sufriría
usurpándome”.
Dahyun siguió mirando a su papá y Taehyung le sonrió a
su hija. Sin previo aviso, Dahyun comenzó a retorcerse y
llorar de nuevo, con lágrimas goteando de sus ojos.
“Dios mío, entonces no debe haber sido una pesadilla”,
dijo Taehyung, dándose cuenta de que tal vez el bebé tenía
hambre. Pero el llanto actual de Dahyun no la hacía
parecer hambrienta y movía mucho las piernas.
“Debes necesitar un cambio de pañal” el corazón de
Taehyung se detuvo en respuesta. Necesitaba ponerse de
pie para eso. La estación de pañales estaba cerca de la
esquina de la habitación, junto a la cuna. Tenía que decirle
a Jungkook que hiciera toda la habitación para que él se
pueda sentar.
“Dámela entonces”, habló el pelinegro.
Justo a tiempo, Jeonhyuk comenzó a hacer un escándalo,
despertándose también de su siesta. Jungkook frunció el
ceño a su hijo, pero se inclinó para levantarlo de todos
modos. Instantáneamente, Jeonhyuk se calmó un poco, pero
seguía haciendo ruidos extraños.
Jungkook suspiró y presionó a su bebé contra sus
hombros, balanceando un poco su cuerpo. “Ten a Jeonhyuk,
yo llevaré a Dahyun al cambiador”.
Jeonhyuk no dijo nada, pero movía la cabeza para
acercarse al cuerpo frío de su padre. Jungkook hizo una
pausa por una fracción de segundo, pero luego acomodó a
su bebé.
“Qué buen pequeño monstruo eres”, murmuró, besando
amorosamente el lado de la cabeza de Jeonhyuk. Éste tenía
más cabellito que su hermana menor.
“¡No le des a nuestro bebé un apodo tan horrible!”
Taehyung gimió. Le quitó a Jeonhyuk y luego entregó a
Dahyun.
“¿Tu padre también es un bravucón contigo?” Taehyung
le preguntó a su bebé que ya había dejado de llorar. Movía
los brazos, casi fascinado por sus propios dedos.
Taehyung trató de ignorar el pellizco en su corazón. Eran
mestizos, pero estaban creciendo exponencialmente más
rápido que la tasa de crecimiento habitual.
Se preguntó si había un nuevo término para los bebés
con padres humanos y de sangre pura. Ese tipo de relación
era tan rara que prácticamente nunca había oído hablar de
ella.
“No te preocupes, un día podrás burlarte de él”, aseguró
Taehyung a Jeonhyuk, mientras comenzaba a acariciar los
mechones de cabello que descansaban sobre su frente. De
repente, él agarró su dedo y su corazón se derritió.
“Tus pequeñas uñas son tan lindas”, suspiró felizmente,
tan feliz por sus bebés. Su piel era de un color pálido y
tenían un ligero olor a leche dulce todo el tiempo. Quería
abrazarlos y besarlos todo el día si pudiera.
“Y mira tu cabello, tan brillante como el sol”, añadió
efusivamente. Se estaba enamorando aún más de los ojos
marrón oscuro de Jeonhyuk. A veces, cuando lloraba, era
de un rojo brillante, pero luego volvía a ser de un color
burdeo oscuro.
Taehyung estaba un poco preocupado por Dahyun, ya
que la niña siempre tenía ojos verdes como joyas. Nunca
antes había visto a Dahyun con los ojos rojos. El fenómeno
del cambio de color de ojos era normal en Puras Sangre y
Medias Sangre superiores.
“Mis bebés son ángeles, no monstruos. No sé lo que está
pensando tu padre loco”, suspiró suavemente, abrazando a
Jeonhyuk más cerca de su pecho.
“Creo que soy más racional que tú y el pegajoso de tu
bebé”, dijo Jungkook, sus labios se inclinaron hacia arriba
ante su mirada luchadora. Su esposo era tan protector con
sus bebés que él estaba cada vez más celoso de ellos.
Con Dahyun en sus brazos, se dirigió a la cama y se
sentó directamente al lado de Taehyung. A pesar de su
irritación, su esposo apoyó la cabeza en su hombro
buscando comodidad.
“¿Estás seguro de que estás bien si te quedas aquí?”
Taehyung preguntó con cautela. Esta mañana, estaba
practicando caminar y había sido increíblemente difícil. El
mayor almorzaba en su habitación y nunca lo dejaba.
“Sí, le he pasado la carga de trabajo menos importante a
Yoongi y Joongki. Estoy obligado a dejar mi
comportamiento de adicto al trabajo en algún momento”,
dijo Jungkook, a pesar de que le temblaban los dedos.
El cuerpo del pelinegro rebosaba de energía. Por lo
general, quemaba su energía trabajando en documentos
importantes como la legislación de nuevas leyes,
supervisando el presupuesto del país, hablando con
diplomáticos, y la lista seguía. Pero ahora, estaba
concentrado en cuidar a sus hijos y su cuerpo no estaba tan
agotado como antes. De hecho, podría tener rondas tras
rondas con Taehyung ahora mismo.
“Ya veo”, murmuró Taehyung, tranquilizado por sus
palabras.
Se dio cuenta de que Jeonhyuk ya no lo miraba, sino que
miraba a Jungkook. Lo mismo se aplicaba a Dahyun. No
culpó a ninguno de ellos. Eran mestizos y, como todos los
vampiros, se sentían naturalmente atraídos por el poder y
el prestigio de un purasangre.
“Oh, ¿tienes hambre, mi bebé?” preguntó, dándose
cuenta de que los ojos de Jeonhyuk se estaban poniendo
rojos lentamente.
La mirada de Jeon se oscureció, enviando una mirada de
advertencia en dirección a Jeonhyuk. El bebé aún no había
desarrollado los dientes, pero cuando le crecieran los
colmillos, nada le impediría querer beber sangre.
“Cariño, cuando a Jeonhyuk le crezca un solo diente,
dejarás de amamantarlo de inmediato”.
“¿Por si sus colmillos aparecen?” preguntó.
Jungkook asintió con frialdad. “Específicamente por esa
razón. También podría tratar de chupar sangre de allí, tan
imposible como sería sacar sangre de tu pecho”.
“No creo que beban la sangre de su propio padre”,
murmuró. “Pero prestaré atención a tu consejo”.
“Eres humano”, empezó Jungkook lentamente, colocó a
su hija sobre la cama, con una mano acariciando el rostro
de Dahyun, mientras que la otra se envolvía alrededor de la
cintura de su esposo, acercándolo aún más.
“Incluso si eres su padre, los bebés siguen siendo
vampiros y jóvenes. Por ahora, no saben cómo distinguir
entre un humano, una presa y su padre”.
Taehyung no sabía mucho sobre vampiros. Supuso que
era hora de que leyera más libros sobre ellos, ya que tenía
todo el tiempo del mundo para hacerlo.
“Ya veo”, dijo mientras comenzaba a amamantar a
Jeonhyuk. Se volvió para mirar a Dahyun y jadeó.
“Jungkook, sus ojos—”
Dahyun miraba directamente a su papá Tae ahora,
revelando un par de ojos rosados. No estaban tan sedientos
de sangre como los rubíes de Jungkook, pero todavía
estaba allí.
“Un vampiro débil”, murmuró el pelinegro, su mano
deslizándose sobre los ojos de Dahyun. Los cubrió por una
fracción de segundo y apartó la mano, sus ojos aún tenían
el mismo color rosa. Seguía mirando a Taehyung, a pesar
de que él lo distraía para captar su atención.
“Están empezando a verte como algo más que comida”,
se dio cuenta, mirando a Jeonhyuk que estaba bebiendo la
leche, pero sus ojos estaban de un rojo brillante. “Eres
presa de ellos, Taehyung”.
“No más lactancia”, espetó bruscamente. “Les daremos
fórmulas y después de monitorear su crecimiento,
pasaremos a la comida para bebés”.
El corazón de Taehyung se aceleró ante sus palabras,
pero su marido sabía más que él, así que no protestó.
Simplemente miró a Jeonhyuk, con el corazón dolorido.
“La única manera de que me vean como su igual es si me
convierten en un pura sangre”, señaló.
Taehyung estaba aterrorizado con esa revelación. No
pensó que habría una jerarquía con sus propios hijos. ¿Era
así cómo se sentían la mayoría de las madres y padres
humanos con sus bebés mestizos? ¿Cómo será esto por el
resto de su vida?
“Querido—”
“¿Q-qué pasa si me convierten pronto, para que no tenga
que ligarme las trompas y no tengas que hacerte una
vasectomía? Puedo seguir con métodos anticonceptivos”
sabía que sobreviviría al embarazo indefinidamente si fuera
una Sangre Pura.
De repente, convertirse en un Sangre Pura pareció
resolver todos sus problemas. Pero descuidó lo más
problemático: Él podría morir potencialmente.
Jungkook lo miró con cautela. “Los métodos
anticonceptivos son duros para tu cuerpo. Es exactamente
por eso que no quería que lo usaras en primer lugar”.
Observó la expresión preocupada de Taehyung y su
corazón de piedra se suavizó de nuevo. Nunca podría
decirle que no. Una mirada de sus ojos brillantes, y estaba
listo para darle el mundo.
“Nos preocuparemos por esto cuando crezcan. Por
ahora, son bebés y no podrán hacerte daño. Una vez que no
haya necesidad de amamantar, naturalmente dejarás de
producir leche”, le aseguró.
Se inclinó y besó un lado de su cabeza, sus labios
demorándose en su cabello. “Un paso a la vez, cariño.
Confía en mí”.

INCLUSO SI RUEGAS
Una vez que los bebés fueron alimentados, los hicieron
eructar y le cambiaron los pañales, Jungkook los acomodó
en juegos idénticos de columpios para bebés con juguetes
colgando en la parte superior, para que se mantuvieran
entretenidos. Últimamente, toda su agenda había estado
plagada de niños y no habían podido pasar tiempo juntos.
“Hoy es un buen tiempo”.
Estaban acurrucados en la cama, la cabeza de su esposo
recostado sobre su pecho, los brazos de él descansando
sobre su cintura y el cuerpo contrario presionado contra el
de él.
Jungkook podría quedarse así por el resto de la
eternidad. Siempre se sentía completo cuando él estaba
arropado entre sus brazos. Su cuerpo se amoldaba
perfectamente al suyo, como si estuviera hecho para ser
amado por él.
“La silla de ruedas para ti está llegando pronto. ¿Qué tal
si hacemos una cita de picnic en el jardín con una tabla de
embutidos de queso, galletas, frutas, cortes de carne y
mermeladas? Te gustará”, la comida sería rica en
proteínas, grasas y nutrientes, todo lo que necesitaría para
sanar su cuerpo.
Taehyung debatió la idea. Estaba siendo arrullado por el
sonido de los latidos rítmicos de su corazón y sus dedos
pasando por su cabello. No quería admitirlo, pero le
gustaba cuando él jugaba con su cabello. Se sentía bien y
en calma.
“Los bebés deben mantenerse alejados de la luz solar
directa hasta que tengan unos meses” Taehyung con los
dedos índices, dibujó formas al azar sobre su pecho,
disfrutando de la sensación de su cuerpo duro bajo las
yemas de sus dedos.
“Podemos dejárselos a las niñeras que he contratado”,
dijo inmediatamente Jungkook.
“No creo que necesitemos niñeras”, respondió, usando
sus codos para sentarse un poco más erguido. Miró su
rostro y se dio cuenta de que su atención siempre había
estado en él, a pesar de los bebés en sus columpios
balbuceando entre ellos.
“Se necesita un pueblo para criar a un niño. Y una ciudad
entera para criar a dos. Necesitaremos niñeras por ahora”.
Las cejas de Taehyung se juntaron. “Lo que una niñera
puede hacer, nosotros también podemos hacerlo”.
“Sí, cariño, pero…”
“Sé que la mayoría de las mujeres o donceles
aristocráticos o ricos usan niñeras, pero me temo que
lleguemos a depender demasiado de ellas, lo que conducirá
a una relación tensa con nuestros propios hijos”.
El pelinegro dejó que sus palabras penetraran. Tenía
todo el tiempo del mundo para cuidar a sus bebés, pero ¿y
si aún siendo niños pequeños atacan de repente a
Taehyung? La mayoría de los niños vampiros no pueden
contener su sed de sangre. Era algo entrenado en ellos.
“Las niñeras ya han sido contratadas y están de camino
al castillo mientras hablamos. Por ahora, los bebés no
pueden distinguir correctamente quién es quién. Nos
desharemos de las niñeras cuando nuestros pequeños
monstruos comiencen a caminar.”, ofreció.
“No”, intervino Taehyung. “Si quieres llegar a un
acuerdo, entonces…”
Taehyung debatió sus opciones. “Usaremos niñeras hasta
que nuestros angelitos”, enfatizó la última palabra. “Dejen
de llorar a horas aleatorias”.
Jungkook puso los ojos en blanco ante su apodo para
ellos. Ángeles. Monstruos. La misma cosa.
“Cariño, olvidas que no puedes usar las piernas”, le
advirtió. “¿Cómo cuidarás de nuestros hijos—”
“Entonces practiquemos una y otra vez hasta que pueda
dar algunos pasos, al menos”.
Taehyung sabía que sus hijos serían su mejor motivación.
Pero se necesitaba más que motivación para hacer un
cambio. La práctica hacía progresos, y la disciplina genera
diligencia.
“Me criaron niñeras y me fue bien”, le dijo Jungkook.
Taehyung lo miró fijamente con una mirada mordaz. Fue
criado por su madre y su padre, quienes estaban
extremadamente ocupados con su trabajo, pero siempre
tenían tiempo para él. Por eso, nunca se molestó con ellos,
incluso después de lo que le habían hecho. Todavía sentía
un vínculo innegable con sus padres. Los amaba y los
extrañaba mucho, pero sabía que lo estaban observando
desde arriba.
“Está bien, tal vez no esté bien”, se corrigió Jungkook,
sonriendo divertido. “Pero salí bien, ¿no?”
“No, te volviste sádico con el único miembro vivo de tu
familia”, afirmó, inflexible en sus palabras.
El pelinegro hizo una pausa. “Así que tal vez no resulté lo
mejor posible, pero Dorothy me crió y todavía salí así”.
Taehyung levantó una ceja. “Tal vez si no hubieras tenido
niñeras durante tanto tiempo, entonces serías mucho más
amable”.
Jungkook se rió a carcajadas. “No, todavía habría sido
tan siniestro, arrogante y guapo”.
Taehyung suspiró y puso los ojos en blanco. ¿Por qué su
marido era tan terco como él? ¿No significa eso que ambos
hijos heredarán ese rasgo?
“Asegurémonos de que tus piernas funcionen lo
suficientemente bien como para caminar primero”, dijo
lentamente.
Taehyung vaciló. “Un mejor acuerdo entonces. Una vez
que pueda caminar lo suficiente para sostenerlos, entonces
no habrá más niñeras”.
Jungkook estaba de acuerdo con esa idea. Él lo abrazó
fuerte y besó la parte superior de su cabeza. “Ahora tu
cerebro está funcionando correctamente”.
Taehyung le golpeó furiosamente la caja torácica, pero
no le hizo daño. Su fuerza antinatural desapareció cuando
dio a luz a los gemelos. Con gemelos mestizos, no era de
extrañar que hubiera sido tan fuerte. Pero, ¿no significa eso
que alguno de sus hijos tendrá una habilidad sobrenatural,
muy parecida a las que poseen Dorothy y Jungkook?
Taehyung tenía curiosidad, pero no quería decir eso en
voz alta. “Si vamos de picnic, tendríamos que ponerlos
afuera en un carrito muy protegido del sol”.
“No, si las niñeras se encargan de ellos”.
“¿Cómo puedes estar seguro de que las niñeras no son
espías contratadas enviadas para asesinar a los herederos
de Wraith y los únicos hijos del Rey?” Taehyung se
preguntó. Era una pregunta genuina.
“Extensa verificación de antecedentes”, respondió.
“Eso se puede falsificar fácilmente”.
De repente, Taehyung se sintió paranoico por la
seguridad de sus hijos. Su lista de enemigos era larga, y
aunque nadie se había atrevido a lastimarlo, estaba
aterrorizado de que algo les pudiera pasar a sus bebés.
Eran jóvenes y no podían gritar pidiendo ayuda.
“Pondré guardaespaldas en la habitación”, declaró
finalmente Jungkook. “Tantos como sea posible. No se
perderán una sola acción. Los guardias estarán
fuertemente armados”.
Taehyung iba a decir qué pasaría si los guardaespaldas
también fueran espías contratados. Simplemente no se
sentía seguro dejando a sus hijos en manos de otra
persona. Pero con muchos guardaespaldas alrededor, uno
de ellos debería poder hacer un movimiento de control y
equilibrio.
“Bien,” cedió, sonriéndole. Apartó el cabello de sus ojos,
siempre disfrutando de lo hermoso y atractivo que son sus
rasgos. Sus ojos siempre eran rojos ya que él era un Sangre
Pura extremadamente poderoso, pero en ocasiones, lo
había visto oscurecerse en el color del vino.
“Las niñeras nos darán tiempo a solas”, murmuró
Jungkook lentamente, acariciando un lado de su cara. El
contrario se inclinó hacia su toque, sus labios rozando su
palma. Escuchó la aceleración de los latidos de su corazón.
“Mucho tiempo necesario a solas”, enfatizó.
Jungkook lo rodeó con sus brazos, debatiendo la idea de
follarlo afuera, sobre la manta de picnic y bajo el sol. Sus
ojos brillaron ante la gran idea, pero sabía que su esposo
nunca estaría de acuerdo. Quizás en la noche entonces, en
el prado, escuchó que Yoongi llevó a Jimin a…
“Pero no te tocaré, no a menos que hayamos tomado
precauciones”, le advirtió. Su esposo respondió mirándolo
fijamente a los ojos y besando su muñeca, justo donde se
podían sentir los latidos de su corazón.
Jungkook gimió ante sus acciones, ya excitado y ansioso.
Había pasado bastante tiempo desde la última vez que lo
habían hecho, y él lo deseaba más que nunca. Deseaba
enterrarse en su entrada estrecha, lamer su néctar
goteante y escuchar el sonido de sus súplicas.
“No me tientes, querido”, advirtió, agarrando su barbilla
y acercándolo más.
Jungkook lo besó profunda y rudamente, sus dedos
deslizándose en su cabello, inclinando su cabeza para su
ocio. El contrario gimió en el beso, su mano descansando
en su espalda baja. Él deslizó el cuerpo ajeno encima del
suyo, hasta que Taehyung contuvo el aliento y se echó
hacia atrás, sintiendo algo duro y grueso presionando su
estómago.
“Una vez que tomes algún anticonceptivo”, farfulló con
voz ronca, girando sus cuerpos hasta que estuvo debajo de
él. “Me saldré con la mía toda la noche, y no me detendré
aunque me ruegues”.

VOLVIÉNDOME LOCO
En la lejanía del castillo acechaba una impenetrable
torre de piedra. Era antiguo con solo dos ventanas y no
pertenecía a la era moderna. Pero era todo lo que Dorothy
necesitaba y sabía. Su mentalidad todavía estaba atrapada
en la era aristocrática, donde las mujeres usaban vestidos
largos y los hombres espadas.
Dorothy estaba escribiendo una carta final para su nieto
desesperado. Jungkook pensó que ella era un obstáculo
para él, sin saber que tenía la clave para resolver todos sus
problemas. Con su letra impecablemente nítida, confesó la
verdad que podría salvar su futuro.
“Mi trabajo ha terminado”, se dijo finalmente Dorothy,
tocando el papel con el ceño ligeramente fruncido.
El último deseo de su esposo era que ella cuidara de la
Casa Jeon. Su esposo le rogó a Dorothy que se quedara el
tiempo suficiente en este mundo para asegurarse de que
hubiera un heredero después de Jungkook. La Casa Jeon
había existido durante mucho tiempo desde el principio de
los tiempos. Su prestigio era ilimitado y su poder
inconmensurable.
Ahora que Jungkook no tenía uno, sino dos herederos,
Dorothy sabía que todo debía llegar a su fin. Después de
todos estos años, finalmente iba a permitirse descansar
junto a la tumba de su marido, esperando hasta que llegara
el momento adecuado.
“No necesito demorarme en este castillo con recuerdos
del pasado”, se recordó.
La razón por la que Dorothy se había quedado en esta
torre era por el último deseo de muerte de Jungkook y su
esposo. Ahora, finalmente podría vivir en una cabaña muy,
muy lejos del drama del castillo.
Con la carta sobre la mesa, Dorothy miró por última vez
por la ventana. Para su sorpresa, vio a Taehyung y
Jungkook. Sus ojos se entrecerraron sobre Jungkook que lo
había llevado a una manta de picnic.
“Él no vivirá mucho tiempo”, se dio cuenta Dorothy,
mirando a Su Gracia.
Incluso después de que Jungkook colocó a Taehyung en
el suelo, sus piernas estaban fláccidas a su lado. Dorothy
vio que Taehyung alcanzaba una canasta tejida en la
esquina más alejada de la manta y casi se cae, porque sus
piernas no se movían.
Dorothy concluyó que las piernas de Taehyung estaban
paralizadas. Ella frunció el ceño suavemente al pensar en el
débil humano arrastrando a su nieto hacia abajo. Qué pena
que se enamorara de un humano.
“La historia se repite demasiadas veces”, murmuró en
voz baja, recordando al primer purasangre que se apareó
con una humana. Fue la primera Reina y Rey de Wraith,
cuya historia de amor nunca podría olvidarse, incluso con
los siglos que pasaron.
“A veces, creo que son reencarnaciones de la mejor
historia romántica de la historia”.
Dorothy colocó su mano en la ventana y sonrió hacia el
cielo, preguntándose si su esposo la estaba mirando con
una expresión de aprobación.
“¿Por qué lo alcanzas cuando puedo agarrarlo por ti?”
Jungkook lo reprendió, colocando la canasta directamente
frente a él. Su corazón dolía cada vez que su esposo
luchaba.
Taehyung lo miró con una expresión hosca mientras
sacaba las frutas de la canasta y comenzaba a arreglar la
tabla de carne.
“No hagas pucheros, querido”, murmuró, agarrando su
barbilla con sus largos dedos. “O te lo quitaré de los labios
a besos”.
Taehyung instantáneamente ajustó su expresión. Estaba
mirando hacia la ventana del castillo ahora, sabiendo
exactamente en cuál estaban sus hijos. ¿Estaba realmente
bien dejarlos con la niñera?
“Toma”, dijo Jungkook, presionando una uva dulce y
jugosa en sus labios.
Jungkook observó con ojos ardientes mientras tomaba la
uva y su dedo en su boca, su lengua lamiendo la punta. Él
entrecerró los ojos cuando el menor miró directamente a
los suyos, sonriendo inocentemente.
“Te follaré sobre esta manta y dejaré que todos vean lo
que me importas, cariño”, le advirtió, apretando los dedos
en un puño. El contrario respondió con una risa ligera, la
vista hizo que su pecho se hinchara.
De repente, lo agarró por la nuca y lo besó con ansias.
Los ojos contrarios se abrieron cuando él lo tiró hacia su
regazo, su boca febril y dominante. Jungkook probó el dulce
jugo de uva en su lengua, mientras lo besaba con rudeza.
Jungkook no podía evitar querer tocarlo cada vez que lo
veía feliz. Hizo que su corazón diera un brinco y quería
tenerlo todo para él.
“Te lo advertí”, susurró contra sus labios magullados y
rosados, resbaladizos con su saliva.
Taehyung lo miró embriagado, sus ojos estaban aturdidos
por estar sin aliento. Sus dedos fueron ásperos en su
cabello, tirando de su cabeza hacia atrás para revelar su
cuello donde presionó besos húmedos con la boca abierta
sobre él. Gimió, sus dientes mordiendo un punto sensible
antes de que su lengua raspara el área. Su lengua tenía
una textura áspera en contraste con su piel suave y
Taehyung sintió una piscina de calor en su entrepierna.
“¿Es por eso que estás usando un short holgado?”
preguntó Jungkook, su otra mano deslizándose por su
muslo acaramelado, sus dedos siendo una suave caricia
sobre su cálida piel.
“¿Para darme fácil acceso para darte placer?” se apartó
para ver un destello de deseo en sus ojos temblorosos, su
mano aflojándose en su cabello. Su esposo gimió cuando su
pulgar insensible rozó su ropa interior. Sintió la pequeña
mancha húmeda de su glande, apretando la mandíbula.
“¿Ya estás duro con solo un beso? Eres una cosita tan
sucia”, se burló, sus labios se curvaron en una sonrisa
maliciosa cuando el contrario negó con la cabeza con
vehemencia.
“No estoy—”
“Lo estás” insistió, enterrando la cara en su cuello y
besando la parte posterior de su oreja. El menor se
estremeció en respuesta, aferrándose a la parte superior de
su brazo.
“¿Te gustaría hacer el amor bajo el sol brillante, cariño?
Le sacaré los ojos a todos los que nos vean”, masculló,
girando su cuerpo para quedar a horcajadas sobre él.
El corazón de Taehyung se aceleró ante sus comentarios
lascivos. Su short delgado le dio el acceso perfecto a su
gran bulto que presionaba su ropa interior. Tembló,
recordando lo grande que era y lo rudo que lo trataba.
“No, ¿y si hay paparazzis afuera?”
“Este es el jardín en la parte trasera del castillo, donde
nadie tiene acceso”, dijo Jungkook suavemente, decidiendo
que solo lo tomaría en la manta de picnic. O tal vez, él haría
que intentara montarlo con su ayuda. A él le gustó eso.
La vista de su cabeza echada hacia atrás en éxtasis,
mientras se daba placer encima de él, el balanceo vacilante
de sus caderas y el rubor de su pecho. Quería volver a ver
esa deliciosa escena, mientras su esposo lo abrazaba con
fuerza y susurraba su nombre en sus oídos mientras él lo
penetraba repetidamente.
“Pero los empleados—”
“¿Entonces adentro?”.
Taehyung vaciló mientras lo miraba a través de sus
pestañas. El deseo se arremolinaba en sus ojos que lo
observaban como un depredador con una presa en la boca.
Incapaz de contener su lujuria por él, envolvió sus brazos
alrededor de su cuello y asintió.
“Adentro”, confirmó.
El pelinegro no necesitaba que se lo dijeran dos veces.
Inmediatamente levantó a su esposo en sus brazos, con la
intención de hacer el amor desde el atardecer hasta el
amanecer.
Apoyó una mano debajo de su trasero y la otra sobre la
parte superior de su espalda, cargándolo con facilidad. Él
lo llevó rápidamente por las escaleras, su cara enterrada
tímidamente en su cuello.
“Me estás volviendo loco, cariño”.
Su voz estaba tensa por contenerse todo el camino hasta
su dormitorio. En realidad era el suyo anterior, pero lo hizo
limpiar e instalar muebles nuevos. Ahora que lo pensaba,
nunca antes lo había tomado en el suelo.

TE GUSTA FINGIR
Jungkook acostó a Taehyung en la cama, observando
cómo su cuerpo rebotaba un poco sobre el colchón. Sus
ojos se posaron en él y antes de que pudiera moverse, le
sujetó las muñecas.
Taehyung lo miró con los ojos muy abiertos antes de que
su atención se trasladara a su virilidad que parecía lista
para romper sus pantalones. Estaba tirando contra el
material y notó que sus piernas se contraían.
“Qué lindo”, se burló Jungkook. “¿Estabas tratando de
juntar las piernas como de costumbre, cariño?”
“No… por supuesto que no,” mintió Taehyung. Fue un
impulso el que tratara de mover las piernas. Fue por
costumbre, un instinto debido a lo grande que era.
Jungkook bajó su cuerpo sobre el de él, gruñendo por lo
bajo cuando su miembro endurecido tocó el suyo. Rozó sus
labios contra sus orejas, besando el lugar.
“¿Qué te gustaría hoy, cariño?” murmuró, sus dedos
clavándose en sus muñecas cuando se mordió el labio
inferior.
“¿Tal vez te gustaría alimentarme?” preguntó,
alcanzando la esquina de su polerón quitándoselo y luego
siguió con el short arrojándolo al suelo.
Jungkook escuchó su corazón dar un vuelco, miedo en su
expresión.
“O tal vez, ¿te gustaría tener una comida conmigo?”
inquirió, viendo que la confusión nublaba esos grandes e
inocentes ojos suyos.
Jungkook quería embestirlo bruscamente de nuevo. Su
mano se deslizó para sujetar su pecho ligeramente
hinchado, mientras que su otra mano agarró el interior de
sus muslos y reveló una sonrisa maliciosa.
“No entiendo…” Taehyung se apagó.
El menor gritó cuando tiró de él hacia el borde la cama,
sentandolo, de modo que su rostro quedó directamente
frente a su entrepierna abultada. Sus ojos se abrieron y
levantó la cabeza, finalmente dándose cuenta de lo que
quería decir.
“Nunca lo probé antes”, admitió, moviéndose un poco.
“Pero Jimin me dijo antes que la parte más sensible es la
punta—”
“No necesitas seguir el consejo de tu amigo. Solo
preocúpate por mis enseñanzas”, masculló, tomándolo de la
barbilla y obligándolo a mirar sus ojos ardientes.
Taehyung apretó los labios cuando sus ojos se
estrecharon sobre él.
“Ahora sé un buen muñeco y aflójame el cinturón”
instruyó.
Jungkook siempre se lo había comido, observándolo
mientras suplicaba y lloriqueaba de placer. Ahora, quería
ver si él podía devolverle el favor.
Taehyung apartó mechones de cabello de su rostro y el
contrario se sintió contraerse. ¿Cómo sería descargar su
semilla en esa linda carita suya? ¿Qué expresión erótica
tendría él?
Taehyung le desabrochó el cinturón, sus manos
temblaban cuando desabrochó sus pantalones de vestir
negros. Se sonrojó cuando él le dio unas palmaditas en la
parte posterior de la cabeza, y una risa burlona salió de él.
“Parece que estás bastante ansioso, cariño. Siempre supe
que eras un chico travieso”, murmuró, su pulgar rozando
sus suaves labios. Ya podía imaginar esos labios envueltos
alrededor de su miembro.
“Te gustará”, lo engatusó. “Te dará un inmenso poder
sobre mí”.
Taehyung quedó inmediatamente intrigado. Vacilante,
desabrochó sus pantalones y él se los quitó hasta que
estuvo en nada más que sus bóxers.
Taehyung estaba mirando la vena gruesa que apareció en
la parte inferior de su estómago, directamente cerca de dos
líneas afiladas que conducían a su pene.
“No finjas ser tan inocente, me harás perder el control.
Quiero corromperte con todo lo que tengo”, le advirtió.
La respiración de Taehyung se cortó. Temblando bajó el
bóxer y su hombría salió, acariciándolo en la mejilla. Se
puso rígido, nunca antes lo había visto tan de cerca. Era
grande, ligeramente rojiza e hinchada, la punta húmeda
con líquido preseminal goteante, y cuerdas de vena
alrededor de la carne.
“¿Qué tengo que hacer?” preguntó asustado, colocando
sus manos sobre los muslos ajenos y mirándolo.
Jungkook gimió ronco ante su expresión. No sabía si se
estaba burlando de él deliberadamente o no.
“Lame la punta”, le ordenó, agarrando sus manos y
haciendo que sus delgados dedos envolvieran su grueso
miembro.
Taehyung se puso rígido cuando sintió lo caliente que
estaba su piel.
“¿Por qué está pulsando?” susurró. “¿Y por qué
simplemente creció—”
“Porque me estás torturando aquí”, siseó, agarrando su
barbilla y acercándo la boca ajena a su pene.
Taehyung tomó la erección con sus manos, mirándolo con
curiosidad y acercándose tentativamente, oliendo y
lamiendo el falo, probando la salada amargura desde la
hendidura del glande, atreviéndose a succionar la cabeza
de su pene bajo la atenta mirada ajena.
“Ahí tienes”, jadeó Jungkook cuando su lengua rosa salió
disparada para lamer los jugos previos.
A Taehyung le gustó su reacción. Se dio cuenta del poder
que tenía sobre él. Taehyung era el que controlaba sus
emociones ahora. El que le daba el máximo placer era él.
Ahora, sabía por qué le gustaba lamer su intimidad.
Abrió la boca y lo tomó lentamente, mirándolo a los ojos
inocentemente, observando cómo apretaba la mandíbula.
Movió la cabeza lentamente, arriba y abajo, y él apretó con
fuerza el dosel de la cama.
“Joder”, maldijo Jungkook, agarrándolo repentinamente
del cabello. Se estaba volviendo loco, su corazón se aceleró
cuando su esposo hizo contacto visual con él, su polla en su
hermosa boca.
“Eso es todo”, gruñó. “Qué buen chico”.
Impulsado por el conocimiento del poder que tenía sobre
él, Taehyung comenzó a moverse aún más, pero no fue
suficiente para él. Su boca era pequeña y cálida, pero
apenas tenía todo de él. De repente, lo empezó a masturbar
por vez que, seguía lamiendo alrededor del falo y en el saco
de sus testículos sensibles, movió las manos y casi perdió el
control.
“C-cariño, no deberías…” gimió, girando la cabeza hacia
atrás con placer cuando sus dedos temblorosos
comenzaron a moverse sobre las partes que su boca no
podía cubrir.
Resistió el impulso de agarrarlo del cabello y hundirse
profundamente en su boca, queriendo tocar la cosa que
colgaba en el fondo de su garganta.
Jungkook quería escuchar su sorpresa y sus arcadas,
hasta que se le formaran lágrimas y las lamiera para
quitarlas de su rostro. Pero esta era su primera vez y
ciertamente no la última, por lo que no quería asustarlo.
“D-dios, lo estás haciendo muy bien” logró decir, el
placer volviéndolo loco.
Taehyung estaba cautivado por este nuevo poder que
tenía sobre él, tanto que sintió que aún más calor se
acumulaba entre sus muslos.
De repente, sus dedos se deslizaron hacia la parte
posterior de su cabeza cuando lo sintió latir aún más, él
seguía lamiéndolo con lascividad y lujuria.
La mano del pelinegro presionó su cabeza contra su
miembro hasta que su nariz rozó su pelvis y Jungkook
apretó los dientes. Sin previo aviso, fluidos tibios y vizcoso
entraron en su boca y Taehyung se puso rígido, con los ojos
muy abiertos.
Jungkook dejó escapar un suspiro de alivio, pero luego
sus ojos se abrieron de golpe, dándose cuenta de lo que
había hecho. Él salió de su boca y el menor lo miró a través
de sus pestañas temblorosas.
“Abre la boca”, instruyó, agarrándolo por los codos para
levantarlo. “Tendrás que escupirlo—”
Taehyung estaba con las mejillas ligeramente hinchadas
y sonrojadas, sin saber que hacer, tragó. La textura y el
calor fueron inesperados.
Jungkook vio visiblemente cómo se le movía la garganta
cuando lo hizo, como se lamía los labios, probándolo. El
silencio los envolvió. Ni un segundo después, estaba aún
más excitado, su miembro se endurecía como una roca de
nuevo.
“Ahora lo has hecho”, dijo Jungkook con voz ronca,
tirando de él hacia atrás sobre la cama.
Lo besó febrilmente, agarrando sus muñecas y sujetando
su cuerpo, sin miedo a lo que acababa de hacer.
Se apartó para dejarlo respirar y comenzó a besarle la
mandíbula, luego el cuello y los hombros, amando el calor
de su piel contra su toque helado.
“¿Q-qué más se suponía que debía hacer?” Taehyung
argumentó débilmente. “No sabía—”
“Lo hiciste tan bien que iba a joderte la boca”, gruñó.
Taehyung tragó saliva ante sus palabras. Él se tambaleó
para revelar sus ojos brillantes, goteando de deseo.
“Ahora, dime lo que quieres” su pulgar rozó su labio
inferior hinchado, los mismos que estaban envueltos
alrededor de él antes.
Jungkook nunca podría borrar esa expresión erótica de
su mente. Lo grabará permanentemente en su memoria.
Taehyung no sabía qué decir. Respondió envolviendo sus
brazos alrededor de sus hombros, bajando su cuerpo sobre
el suyo tembloroso. Sus labios le hicieron cosquillas en los
oídos mientras susurraba febrilmente.
“A tí”, admitió. “Te quiero, Jungkook”.
La cicatriz de su cesárea había sanado por completo
gracias al ungüento especial, y más que todo por el tónico
que les dio Dorothy. Lo habían hecho revisar y todo estaba
en orden. La fórmula le ayudó a recuperarse rápidamente,
pero no ayudó a sus piernas.
El pelinegro dejó escapar una risa oscura, enviando
vibraciones al torso contrario, sintiendo algo duro raspar
contra su pecho. Sabía lo que era, su mano lo palmeó
instantáneamente, apretando uno de sus pezones.
Taehyung gimió sus dedos en su cabello, tirando
ligeramente de él.
“Cada vez que pienso que eres inocente, y luego dices
cosas como estas que me dan ganas de arruinarte”, farfulló
Jungkook con voz ronca, sus piernas penetrando la parte
interna de sus muslos, separándolos.
Al menos ahora, no se atrevía a tratar de cerrarlos.
Jungkook metió la mano en el cajón de la mesita de
noche y sacó un condón. Con sus dientes, abrió el paquete
y lo deslizó sobre su miembro palpitante.
“Por favor, sé amable”, le rogó de repente.
La cabeza de Jungkook se levantó bruscamente hacia él.
“Después de todas estas burlas y torturas, ¿quieres que sea
amable?”
Se colocó entre sus piernas, su mano libre moviéndose
hacia su cara. Usando el dorso de sus dedos, le acarició la
mejilla. Él se inclinó hacia su toque, besando sus nudillos, y
Jeon se perdió.
“Porque me amas tanto, cariño, no puedo evitar querer
devastarte”, murmuró.
Antes de que Taehyung pudiera darse cuenta de lo que
estaba pasando, la mano que agarraba su muslo estaba
ahora en su entrepierna, masturbando e impregnando sus
dedos con sus fluidos, luego bajó y metió un dedo húmedo
en su agujero, ganándose un grito agudo de él.
Jungkook dejó escapar un estallido de risa astuta. Su
esposo parecía avergonzado, su cara sonrojada y desvió la
mirada. Siguió con el moviendo experto de su dedo,
añadiendo otro, preparándolo, abriendo los falanges en
forma de tijera, estirando sus paredes internas. Sacó sus
dedos relucientes. Sus jugos se entrelazaron con sus
gruesos dedos y él lo miró, con una expresión burlona en su
rostro.
“Ansioso y lo único que hice fue darte unos besos y mi
polla”, murmuró. “Parece que eres más lascivo de lo que te
gusta fingir, cariño”.
Taehyung negó con la cabeza.
“No seas tan malo conmigo, Kook”, gimió.
Jungkook lo miró irónicamente. Taehyung tragó saliva y
él reveló una sonrisa oscura.
“Jungkook—”
Penetró profundamente dentro de su agujero, y el
contrario gimió ante la repentina invasión. Iba a ser una
noche larga y no tenía intención de detenerse hasta que su
esposo estuviera cubierto con sus marcas y jugos.

NUBES ESPESAS
“Por favor…” habló Taehyung entre jadeos agudos, sus
manos apretando la manta. No estaba preparado para el
ataque repentino, pero su estómago se apretó por más.
“Cariño, vas a matarme”, gimió Jungkook, ahuecando su
rostro y presionando su frente contra la de él.
“¡No me digas, todavía vas a ser rudo…!” Taehyung
gimió cuando él se retiró lentamente, solo para volver a
entrar de una sola estocada. Su corazón se hundió cuando
vio la expresión salvaje en su rostro, sabiendo que era un
hombre cruel, pero que lo amaba con tanta ternura.
“Haré mi mejor esfuerzo” prometió, besando
cariñosamente sus labios. “Pero sólo si te aferras a mí”.
Jungkook agarró sus dedos que sostenían con fuerza la
manta para aliviarse. Colocó sus manos sobre sus hombros,
donde sus uñas inmediatamente se clavaron en la parte
superior de su espalda, arañándolo.
Jadeó y comenzó a mover las caderas. Cada vez que lo
penetraba, él hacía un fuerte ruido que lo hacía querer
embestir hasta el olvido.
“Si no te gusta, ¿por qué estás gimiendo tan fuerte?”
exigió, abrazando su cuerpo con fuerza mientras se movía
rítmicamente dentro de sus entrañas. No pudo contener la
emoción de complacerlo, de escucharlo suplicar y gemir su
nombre en sus oídos.
Taehyung estaba demasiado abrumado por el placer para
responder. Sus pensamientos se nublaron con sus
musculosos brazos atando su cuerpo al de él, una de sus
manos agarrando bruscamente su trasero para presionar
sus caderas aún más contra las suyas, hasta que sus
cuerpos fueron inseparables.
“Contéstame,” masculló, bombeando más rápido, en el
lugar exacto que hizo que su espalda se arqueara.
Jungkook sabía que ese era el lugar que más placer le
daría y no dudó en explotarlo al máximo. Su esposo
temblaba de éxtasis en sus brazos, lo único que salía de su
boca eran sus quejidos ocasionales.
Taehyung negó con la cabeza mientras se aferraba a él
con fuerza, sintiendo que su cuerpo se levantaba cuando él
empujaba su grueso eje en su interior y comenzaba a ver
las estrellas. Jungkook hundió la cara en su cuello,
mordiendo su suave piel, pero sin sacar sangre. Quería
marcar su cuerpo como suyo.
“K-kook no tan… aagh—”
Pero se calló de inmediato cuando la boca ajena fue
bajando por su clavícula hasta su pezón, se estremeció
cuando lo sintió succionar sobre su perla, antes de que
pudiera protestar. Jungkook le clavó ligeramente los
dientes, rodeando el pezón con la lengua, y Taehyung se
sintió en el cielo, aparecieron chispas en su visión nublada
por el desiderum.
Lloriqueó, porque era demasiado, sentía como
succionaba el líquido de su pezón mientras lo penetraba
directamente en ese bulto que lo hacía temblar, sus manos
tomaron su cabello negro, tironeando, tratando de alejarlo
de su pecho. nuevamente y sus manos fueron a tomar al
alfa del cabello, tirando de él. Sin embargo el mayor hizo
caso omiso y chupo con más ahínco, saboreando su dulce
néctar.
Dios.
“Se van a hinchar m-más—” jadeó avergonzado,
empujando su pecho para que se apartará, pero Jungkook
protestó con un gruñido, tenía los ojos del rojo más
brillante, sediento de él. Decidió tirar un poco más fuerte
de su cabello para que no le quitara el alimento a sus hijos.
Jungkook se irguió, separándose de su pezón, mirándolo
fijamente a sus ojos verde bosque, los suyos rojos como el
mismo infierno, sus pupilas dilatadas, se pasó el dorso de la
mano por la comisura de la boca, echando la cabeza hacía
atrás y dejando escapar un gemido ronco de satisfacción,
tragando el líquido restante en su boca, Taehyung vio cómo
su garganta bajaba y subía, sus venas marcando la piel.
Cuando volvió la mirada a él, había algo más oscuro y
dominante en los ojos del pelinegro, Taehyung se sonrojó a
más no poder, queriendo tapar sus pezones, pero el mayor
le agarró ambas muñecas por encima de la cabeza con una
sola mano, poniéndolo a su merced.
“Mierda. Sabes jodidamente dulce en cualquier lugar,
cariño” masculló y volvió a penetrar ese agujero suyo que
se abrazaba perfectamente su falo, volvió a bajar la cabeza
queriendo probar más, mientras balanceaba con
sensualidad las caderas.
Taehyung se removió, no pudiendo soportar el placer que
le estaba dando su marido “No-o, eso es para tus hijos”
jadeó apenas.
El contrario se burló, la boca le temblaba ansioso por
más de su néctar, especialmente cuando vio gotitas
blanquecinas escapar del pezón que había succionado, su
esposo tenía razón, si se había hinchado, bueno tenía que
emparejar ambos pezones ¿No?
“Sin embargo, es hora de que me alimentes, cariño, ellos
pueden esperar” susurró ronco por el éxtasis, agarró el
otro pezón desatendido entre sus dientes, sintiendo el
líquido en su paladar y lengua, él pensaba que su sangre
era lo más dulce que podría tener de su esposo, oh pero
que equivocado estaba.
Su comportamiento indómito hoy era completamente
diferente a su naturaleza elegante habitual. Jungkook rara
vez se apresuraba y a menudo lo trataba bien, pero no pudo
resistir más su belleza. Eso, y ha pasado un tiempo desde la
última vez que hicieron el amor, por lo que probó cada
parte de su cuerpo, pintando el lienzo que tenía sobre sus
sábanas, dejó el pezón totalmente hinchado, lamiendo
alrededor del orbe café, en su mirada había un brillo
peligroso y de total satisfacción.
“Aahg~ mmngh más”
“¿Sabes cuando gimes y me ruegas, solo quiero hacerlo
más fuerte?” susurró contra su piel, sus dedos temblaban
como hojas quebradizas en las ramas.
Las uñas de Taehyung le rascaban la espalda en busca de
alivio. Jungkook amaba eso aún más. Era justo que él
marcara su cuerpo como suyo cuando su esposo estaba
haciendo lo mismo.
“E-espera, Jungkook, espera… ¡ah!” Taehyung gimió
cuando su polla pinchaba continuamente en el lugar que
hacía que todo su cuerpo se sintiera como gelatina. Se
sentía un poco aliviado al no sentir sus pezones siendo
succionados, pero el área le ardía ligeramente, un ardor
que le generó más placer y deseo.
Sus cuerpos estaban resbaladizos por el sudor y, de vez
en cuando, sentía sus ásperos abdominales frotarse contra
su estómago.
“Abrázame más, entonces,” arrulló Jungkook, acariciando
la parte de atrás de su cabeza y alejándose para besar las
lágrimas de placer que se acumularon en sus ojos.
Taehyung se estremeció ante su voz, como una bestia
áspera queriendo dominarlo por completo. Su virilidad dura
ya estaba devorando sus entrañas, marcando e
impregnando su toque. A estas alturas, no se sorprendería
si sus entrañas estuvieran moldeadas en su forma.
“No aprietes los ojos con tanta fuerza, te hará llorar”,
masculló Jungkook suavemente, a pesar de sus caderas
rítmicas. El contrario lo obedeció, y él pudo escuchar su
corazón rebotando en su pecho.
“Te amo tanto, cariño, tanto que a veces no se como
expresarlo”. Su voz era baja y profunda, saliendo de su
pecho. Ante sus palabras, el menor sonrió débilmente y
enterró su rostro en su fuerte cuello.
Taehyung siempre se sintió protegido en sus brazos.
Todas sus preocupaciones se desvanecieron en el segundo
en que él lo miró. Él podía resolver todos sus problemas, y
lo sabía.
“¿Cómo puedes… decir palabras tan amorosas incluso
cuando tus acciones son tan malas?” Taehyung finalmente
logró decir. Su movimiento fue tan bueno que apenas pudo
pronunciar una oración completa.
Jungkook dejó escapar una sarta de maldiciones ante el
sonido de su dulce voz, mientras empujaba sus caderas
hacia adelante y atrás, y sus entrañas empapadas y caliente
se apretaban más contra él.
“¡A-ah, mngh…!” Taehyung se dio cuenta de que no
debería haber abierto la boca. Solo hizo que comenzara a
besarlo por todas partes, los párpados, la nariz, la boca, el
cuello y cada lugar donde pudiera poner sus labios.
De repente, lo volteó y su estómago se presionó contra la
cama. Sin previo aviso, lo agarró por las caderas y las
levantó, aunque tenía las piernas entumecidas y no podía
sostenerse.
“Jungkook”, gritó, uno de sus brazos se deslizó para
agarrar su pecho y levantó su cuerpo hasta que su espalda
quedó presionada contra su pecho.
Usando sus rodillas, lo sostuvo, y nunca antes había
sentido este tipo de placer. Era una posición nueva, pero
que hacía que su cabeza rodara hacia atrás sobre sus
hombros, y los ruidos lascivos salían de su boca, incluso si
no quería.
“T-tú, bestia… ¡ah!”
Taehyung estaba temblando de éxtasis. No podía
mantener las piernas erguidas, pero él lo sostuvo con los
brazos y las rodillas.
Su nariz le rozó los hombros, una de sus manos apretó su
pecho, sus dedos pellizcaron una de sus perlas. Su otra
mano se estaba moviendo hacia su miembro.
“N-no—”
Taehyung vio blanco cuando él comenzó a masturbarlo,
apretando su pene de vez en cuando, la carne
extremadamente sensible por su toque helado. Mientras
toda su longitud estaba dentro de su interior, mientras él lo
sacaba solo un poco, pero embestía con fuerza,
manteniendo el ritmo, mientras sus dedos jugaban con su
sensible miembro y testículos, el doble placer enviando
sacudidas por su cuerpo.
Jungkook respiró con más fuerza cuando supo que su
esposo estaba cerca. De repente, arqueó la parte inferior
de la espalda, su interior se aferró a él, sin querer dejar ir
su miembro palpitante. De repente, gritó su nombre y él
supo que había llegado al clímax.
“¡Jungkook!” gimió, viendo el mundo girar.
La emoción era tan intensa que tenía la boca abierta y su
cuerpo intentaba encorvarse hacia delante. Quería
derrumbarse en la cama, pero él no lo dejó.
“Mi turno, cariño”, susurró Jungkook, ralentizando sus
movimientos, sabiendo que el menor estaba muy sensible.
Pero él también estaba cerca, por lo que se expandió un
poco en su agujero, causando que todo su cuerpo se
congelara.
“Jungkook—”
“Mi dulce, dulce Taehyung”, gimió, agarrando su barbilla
y girando su rostro. Lo besó profundamente mientras se
hundía aún más.
Taehyung ya no estaba sorprendido por su resistencia.
Sabía que él podría continuar durante días y días, sus
cuerpos chocando uno contra el otro. Se estremeció cuando
él gruñó en su boca. Las vibraciones de su pecho eran un
hormigueo y cosquillas.
No sabía a dónde ir, ya que le permitió hacer lo que
quisiera con su cuerpo, porque también estaba sintiendo
todo el placer.
Pronto, sus caderas se doblaron y se liberó en su interior,
pero todo quedó atrapado en el condón.
“Cariño”, gruñó.
Jungkook salió temblorosamente, permitiendo que su
cuerpo cayera sobre la cama. Se inclinó con él, dándole un
abrazo hacia atrás. Besó sus omóplatos expuestos,
disfrutando de su olor mezclado.
“Hng…” Taehyung gimió cuando lo sintió retirarse.
Giró la cabeza y a través de su visión borrosa, vio la
sombra de su contorno atando el condón y tirándolo al
basurero.
Taehyung se relajó, pensando que podría disfrutar de
una siesta. Pero luego, metió la mano en la mesita de noche
de nuevo, agarró la caja y la volteó. Paquetes afilados
cayeron frente a su rostro, como confeti en un cumpleaños.
“Qué—”
“¿No me digas que crees que terminaría ahí?” bromeó,
dándole vuelta, para que se acostara boca arriba.
El rostro de Taehyung se puso rojo cuando vio que su
miembro volvía a la vida. Ya estaba espeso, rojo e hinchado
por más. Taehyung lo miró impotente, su cuerpo también
ya quería más. Tal vez el mayor tenía razón y él era mucho
más sucio de lo que pensaba.
“¿Serás más amable?” preguntó, aunque ya sabía la
respuesta. Y que a ambos también les gustaba rudo.
Jungkook estaba de rodillas, poniéndose otro condón
cuando lo miró. Le acarició con ternura un lado de la cara,
inclinándose para besarlo en la frente.
“Siempre trato de ser cariñoso. Por ti” besó suavemente
sus labios mientras agarraba sus rodillas y las separaba de
nuevo.
Jungkook no planeaba detenerse hasta que se desmayara
de agotamiento.
“Ahora sé un buen esposo y aférrate a mí”, susurró
acaloradamente en su boca, al escuchar que su corazón
daba un vuelco. Sus ojos brillaban como joyas y él se
enamoró aún más de su esposo.
“Te amo tanto, cariño”, susurró mientras alineaba su
miembro duro en su entrada carnosa. Se deslizó dentro, y
el contrario instantáneamente lo abrazó de nuevo,
presionandose a él.
“Yo también te amo…”, Gimió Taehyung cuando él
penetró hacia adelante de nuevo.
El rubio no podía entender su naturaleza impredecible a
veces. Pero sabía que el amor de su marido por él era
verdadero, muy parecido al de él. Inconscientemente lo
abrazó con más fuerza, sabiendo que tenía la intención de
joderlo hasta que el sol se asomara a través de las espesas
nubes.

PISAR LOS PIES DE SUS COMPAÑEROS


Taehyung se despertó en una cama ligeramente fría a su
lado. Se incorporó, confundido y aturdido, preguntándose a
dónde se había ido Jungkook. Tocó el lugar y se dio cuenta
de que él debía haberse ido hace solo unos momentos. ¿Los
bebés estaban llorando? Durmió pacíficamente por una vez,
sin perturbaciones en la noche.
Contuvo el aliento ante la vista en la esquina de la
habitación. Jungkook sostenía a Dahyun en sus brazos,
tarareándole suavemente mientras balanceaba sus cuerpos
de un lado a otro. Su corazón se encogió cuando el
pelinegro levantó a Dahyun y le dio un beso en la frente.
“Estás despierto”, habló Jungkook, levantando la mirada.
Dahyun finalmente se calmó para volver a dormir.
Jungkook miró a Jeonhyuk, que estaba completamente
despierto y miraba a su padre. ¿Estaba Jeonhyuk esperando
su turno para ser mimado? Jungkook bajó a su hija y miró
irónicamente a su hijo.
“¿Los cuidaste toda la noche?” preguntó Taehyung,
frotándose los ojos.
“Por supuesto. Yo no necesito dormir, pero un bonito
humano como tú sí”.
Le señaló con la barbilla hacia la mesita de noche.
“Tómalo, cariño”.
Taehyung parpadeó y miró a lo que se refería. Una
pastilla blanca estaba encima de un pañuelo con un vaso de
jugo de manzana al lado.
“¿Es esta la píldora del día después?” preguntó, tomando
la medicina y bebiéndola con el jugo de manzana. Sus
mejillas se arrugaron ante el repentino sabor de la mañana.
“Por si acaso. No podemos arriesgarnos”.
“Nnghm…” se quejó Jeonhyuk, moviendo los brazos en el
aire y apretando los dedos en señal de protesta.
Los labios del pelinegro se curvaron en una sonrisa
burlona. Se inclinó sobre la cuna, mirando los ojos color
borgoña de Jeonhyuk. Esperaba que ambos se parecieran a
Taehyung, pero en este momento, solo Dahyun se parecía a
su papá. Qué vergüenza.
“No descuides a Jeonhyuk”, dijo Taehyung, cambiando de
posición para estar más cómodo. “Si no vas a calmarlo,
dámelo”.
Estiró los brazos, ansioso por abrazar a su hijo. Sus
pechos se sentían llenos y ligeramente pesados. Necesitaba
bombear pronto, y él debe haberse dado cuenta de eso.
Mientras dormía, Jungkook le había puesto un camisón
abotonado, para que no se resfriara. Pero por las mañanas,
sus pezones firmes se tensaban contra el material de seda.
“No más lactancia”, dijo Jungkook. Inclinó la cabeza
hacia un dispositivo en una de las mesas. “Hay fórmulas.
Solo tengo que poner una botella vacía debajo de la
boquilla y hace la leche a la temperatura perfecta”.
Los hombros de Taehyung se hundieron un poco. “A-al
menos déjame sostenerlos mientras beben del biberón”.
“No, cariño. No pueden tener ninguna relación contigo a
la hora de comer”,.
Jungkook cruzó la habitación hacia su esposo y le tomó la
cara. Estaba haciendo un poco de puchero, pero había
fuego en sus ojos. Su esposo nunca fue de los que
escuchaban las reglas, ¿verdad?
De repente, lo agarró por los brazos, tomándolo por
sorpresa. “Quiero practicar caminar al baño”.
Taehyung había recordado de repente lo que él le había
dicho. Si no quería niñeras, entonces tendría que poder
caminar para defenderse o cuidar a sus hijos. Él fue
inflexible y persistente para aprender.
“Está bien” Jungkook dió un paso atrás y le ofreció
ambas manos.
Taehyung colocó sus manos sobre las de él y trató de
pararse en el suelo por su cuenta. El pelinegro lo vio
esforzarse y estremecerse sólo por mover las piernas. Le
tomó minutos morderse la lengua. Jeon olió el hierro en el
aire y frunció el ceño.
“No te muerdas la lengua hasta que sangre. Yo te
ayudaré”, le advirtió.
“Estoy tratando de no hacerlo”, gruñó.
Finalmente, empujó a través de la electricidad que le
subía por la pierna. Mover su pierna tenía la misma
sensación que cuando se quedaba dormido. Su cuerpo no
se sentía como el suyo propio.
“¡Bien hecho, cariño!” Jungkook felicitó con una sonrisa
que le llegó a los ojos, cuando el rubio se puso de pie por su
propia voluntad. Sus labios se torcieron mientras él
caminaba hacia atrás.
“Ahora, un paso”, le instruyó. Taehyung estaba
agarrando con fuerza sus manos, todo su cuerpo temblaba
mientras deslizaba un pie por una pequeña pulgada.
Jungkook era paciente y tranquilo, incluso cuando el
contrario tenía las cejas tensas y apretaba los dientes por
el dolor.
“Lo tienes”, le aseguró cuando movió su otro pie.
Todo el cuerpo de Taehyung tembló cuando trató de
moverse. Estaba poniendo todos sus esfuerzos en sus
piernas. Todavía no podía doblarlas por completo, pero
podía intentar deslizarlas hacia adelante.
“Ese es mi esposo.” Jungkook sonrió cuando él dio otro
paso.
Por un lado, Jungkook estaba feliz de verlo triunfar. Por
otro lado, quería que su dulce siguiera confiando en él. De
esa forma, no tendría a dónde ir más que a sus brazos,
donde su amor por él era una obsesión enfermiza.
Tardó más de veinte minutos en ir de la cama al baño,
pero no se quejó. Jungkook continuó felicitándolo y
halagandolo en cada paso del camino, su sonrisa grande y
orgullosa. Finalmente, estaban frente al fregadero y el
menor estaba empapado en sudor.
“Los médicos mencionaron instalar barandillas para
practicar cuando esté solo”, le dijo Taehyung. Todavía
necesitaba su apoyo para mantener su cuerpo erguido
mientras se cepillaba los dientes. A él no parecía
importarle sujetar su cintura, sus dedos apretando
suavemente su piel.
“Pero me tienes a mí para practicar”, replicó Jungkook
lentamente. “He reservado todo el tiempo del mundo solo
para ti”.
“Sería codicioso de mi parte desviar la atención del Rey
por mucho tiempo”, respondió Taehyung, escupiendo la
pasta de dientes y enjuagándose la boca. Luego se lavó la
cara y supo que también necesitaba un baño.
“Pero quiero que seas codicioso y robes toda mi
atención”, su rostro suavizandose. “Tú nunca quieres nada
de mí, cariño. Ni una vez me has pedido un regalo, ya sea
un atuendo, un libro, una casa, un auto y todo lo material”.
Taehyung lo miró a través de sus pestañas. Oyó a sus
hijos balbucear en la otra habitación y se le encogió el
corazón. Estaban creciendo alarmantemente rápido. Lo que
normalmente tomaba tres meses de desarrollo para un
niño, lo estaban haciendo en solo días. También se estaban
haciendo más grandes.
“No puedes mimarme así, me malcriaras si lo haces”, se
rió Taehyung, secándose la cara con una toalla.
Se miró al espejo, su corazón saltó. Él lo miraba
fijamente todo el tiempo, con los mismos ojos inquietantes.
Apoyó la cabeza en su hombro y lo miró, revelando una
sonrisa.
“¿Hay una habitación donde podamos instalar dos
barandillas en la pared para que me sostenga y practique?”
inquirió.
Jungkook continuó mirándolo, sus labios en una línea
recta. De repente, sus brazos lo rodearon y lo abrazó con
fuerza contra su cuerpo. Apoyando la barbilla en su hombro
derecho, dejó escapar un suspiro.
“Hay una sala de práctica vacía en el piso debajo de
nosotros. En la era aristocrática, las princesitas y los
principitos practicaban el baile adecuado y la etiqueta para
caminar. Pero tendrá que limpiarse, ya que no se ha
utilizado durante años”.
Taehyung se animó. “¡Recuerdo ese lugar! Solía pisarte
los zapatos y obligarte a dar vueltas conmigo”.
Los labios del pelinegro se curvaron en una sonrisa.
“Eras un niño irritante cada vez que visitabas el castillo.
Nunca me agradaste”.
Taehyung se burló. Estaba seguro de que no era la
verdad. Todavía recordaba su expresión endurecida, pero
mirada suave. Tenía el ceño fruncido, pero nunca había
visto ojos tan tiernos en alguien.
“Eras muy amable conmigo cada vez que te visitaba por
capricho. No sabía quién eras en ese momento, excepto
que fruncías el ceño como si te molestara”.
“Porque sí me molestaste, con tus lloriqueos y apodos”,
murmuró. “Cuando descubrí la mentira de tu padre, él
suplicó mantener el compromiso entre nosotros. A los ojos
de tu padre, yo era la única persona en este mundo que
mantendría a su pequeño príncipe a salvo”.
Taehyung sintió un pinchazo en el pecho. No podía
imaginar cómo se sentiría su padre. Debe haber estado
aterrorizado por mentirle a la Corona Real, pero también
desesperado por mantenerlo a salvo.
A la gente de ambos lados de su familia no le agradaba.
Taehyung era el único heredero de la gran fortuna de sus
padres. Eso, y que era un príncipe, el siguiente en la línea
de sucesión al trono de Kastrem. Era comprensible que
mucha gente lo quisiera muerto.
Si él fuera el prometido del Rey, nadie lo lastimaría. Pero
nadie sabía que él era su prometido.
“¿Me cuidaste desde lejos?”, preguntándose dónde
estaba él cuando vivía con los Kang.
“Lo hice,” admitió. “Desde la distancia, verificaba tu
estado, si te daban comida caliente, si tenías a tu pequeño
guardaespaldas cerca, y si no habían moretones”.
Si hubiera mirado un poco más profundo, habría sabido
la verdad. Le colocaron comida caliente frente a él, pero se
sintió culpable por no comerla. Yugyeom siempre estaba
cerca, pero los Kang intentaron separarlos. El difunto
vizconde Kang solo lo azotaba en un lugar que no era
visible.
Por su bien, Taehyung no lo admitió. No dudaba que
ahora, él sabía la verdad.
“Quiero mejorar”, dijo de repente. “Así puedo enseñar a
Dahyun y Jeonhyuk a bailar”.
“Esperemos que hereden mi gracia entonces, y no pisen
los pies de sus compañeros para hacerlos girar
deliberadamente”, bromeó Jungkook, ganándose un fuerte
codazo de su esposo. Él se rió a carcajadas y sacudió la
cabeza, decidiendo ayudarlo a salir del baño.
Más tarde, tendría que visitar la torre de Dorothy. Su
abuela había estado callada durante demasiado tiempo.
GRAN CARGA DE TRABAJO
Taehyung estaba disfrutando del desayuno en el
comedor, disfrutando de su comida, cuando vio que
Jungkook estaba enviando mensajes de texto a alguien. Se
preguntó quién era, pero él deslizó su teléfono y se
encontró con sus ojos curiosos.
“Le estoy diciendo a Yoongi que verifique si Dorothy está
en su torre”.
“Puedes irte de mi lado, está bien”, respondió Taehyung.
No quería sentir que lo estaba agobiando. Él siempre
estaba a su lado, y comenzaba a preocuparse si había algo
que él necesitaba hacer con urgencia. Jungkook
simplemente sonrió y empujó la sopa de la mañana más
cerca de él.
“Hablo en serio. Solar y Evelyn siempre están a mi lado.
Todo estará bien”.
El pelinegro miró a la secretaria y publicista que estaban
de pie junto a la puerta del comedor. Estaban discutiendo
algo, muy probablemente sobre su próximo discurso con
respecto a una actualización de su condición.
La prensa estaba acosando al equipo de relaciones
públicas de la familia real sobre la revelación del género y
las características de los gemelos. Todos estaban ansiosos
por echar un vistazo a los niños.
“Tu silla de ruedas va a llegar esta mañana. Debería
estar aquí en cualquier momento”, finalmente cedió. Lo
hizo a la medida solo para la longitud de su brazo y su
cuerpo. Así sería más cómodo.
“¿Y las barandillas?” preguntó Taehyung, tomando un
sorbo de la sopa.
“Siendo instalados mientras hablamos. Las sirvientas y
los mayordomos acaban de terminar de limpiarlo”, dijo
Jungkook. En ese momento, se escuchó un golpe en la
puerta y les permitió entrar.
Yoongi entró con una expresión preocupada, pero sus
ojos estaban oscuros por la irritación, Joongki siguiéndole
el rastro. Joongki parecía exhausto por la escalera hasta la
torre, y lo demostró visiblemente lloriqueando a Yoongi.
Jungkook reprimió una sonrisa jocosa y el impulso de
preguntar si Yoongi finalmente se había acostado después
de todos estos siglos.
“Hermano, no puedo sentir mis piernas”, gimió Joongki,
apoyándose en su hermano mayor.
Podrían haber subido a toda velocidad a las torres, lo que
solo tomaría unos segundos, pero Yoongi dijo que
necesitaban hacer ejercicio para mantenerse saludables. La
torre fue una tortura para Joongki, que odiaba el cardio.
“Cállate”, siseó Yoongi, empujandolo.
Yoongi se acercó a Su Gracia, inclinando la cabeza con
respeto.
“Su Gracia”, lo saludó.
Entonces, se acercó al Rey, sus ojos recorrieron la
habitación para localizar a los niños. Ellos no estaban aquí.
Yoongi se preocupó de inmediato, pero miró a Su Gracia
relajado. Sus nervios estaban calmados, dándose cuenta de
que Taehyung habría entrado en pánico incluso más que él
si algo les hubiera pasado a los niños.
“Sus pertenencias se han ido, Su Majestad” colocó la
nota que encontró en la mesa de madera.
Todavía quedaban libros y pequeñas baratijas en la torre
de Dorothy, pero su ropa y artículos de tocador no se veían
por ninguna parte.
“Ya lo sospechaba”. Jungkook tomó la carta y abrió el
sello de cera. Leyó el contenido, levantando las cejas.
“A mi amado, pero mocoso nieto,
Mi trabajo aquí está hecho. He cumplido el último deseo
de tus padres y la petición de tu abuelo de un heredero
para la Casa Jeon. He decidido que finalmente es hora de
mis vacaciones. Más allá de los bosques y los prados,
sabrás dónde encontrarme, porque sangro lo que necesitas.
Estoy lista cuando tú lo estés.
firmado, Tu joven abuela “.
Jeon parpadeó con incredulidad. Todo este tiempo, lo que
deseaba estaba justo delante de sus narices.
“Ella es O negativo”, afirmó.
Sus ojos se clavaron en Taehyung, sus labios se curvaron
con satisfacción. “Te hemos encontrado un donante para
convertirte en un Pura Sangre”.
Taehyung estaba extasiado, pero preocupado. “Pero tu
abuela es el último pariente que te queda. Yo—”
“Ella desea morir y unirse a mis padres y mi abuelo en el
cielo” dobló la carta y miró a Yoongi que estaba listo para
el siguiente comando.
“Se va a sacrificar por mí”, exhaló Taehyung, sintiéndose
culpable de que iba a quitarle la vida a otro a cambio de la
suya.
“Llámalo como quieras, todavía estamos drenando su
sangre”, dijo Jungkook con indiferencia, con el corazón
palpitante al darse cuenta de que tendría que matar a su
propia abuela.
Para convertir a un humano en un Sangre Pura, casi toda
la sangre tenía que ser drenada de su cuerpo. Era
extremadamente peligroso y difícil. La mayoría de los
Sangre Pura mueren en el proceso, pero algunos viven para
contarlo.
“Sin embargo, aún eres joven y tenemos un largo futuro
por delante. Esperemos y debatamos hasta que realmente
necesitemos convertirte”.
Taehyung sabía que las recompensas eran altas, pero
también lo eran los riesgos. Él no dijo nada y asintió con la
cabeza, volviendo a la comida, preguntándose si estaba
bien actuar pacíficamente como si todo estuviera bien.
“Por ahora”, habló lentamente. “Deberíamos pensarlo un
poco y darle tiempo a tu abuela para que cambie de opinión
o—”
“Ella ha tomado una decisión”, afirmó. “Pero sí, por
ahora, la dejaremos vivir sus últimos días en el lugar al que
ella y mi abuelo solían escapar. Los recuerdos de ellos son
más fuertes allí, y ella será feliz en sus últimos momentos”.
Taehyung se sorprendió por sus palabras. Todos lo
estaban. Estaban acostumbrados a su desinterés. Incluso
los gemelos miraron al Rey como un extraño, y habían sido
amigos durante siglos.
Jungkook puso los ojos en blanco ante su expresión de
asombro. “No te asombres tanto, cariño. ¿Quién fue el que
me enseñó la compasión?”
Los labios de Taehyung se torcieron. Trató de reprimir
una sonrisa mientras apartaba el plato vacío para disfrutar
de sus pasteles matutinos. Fue agradable ver cuánto había
cambiado Jungkook. Era mucho más amable que en el
pasado.
“¿Vas a responderle?” preguntó Taehyung, mirando la
carta. No le sorprendió la pulcra letra manuscrita de
Dorothy que apenas podía leer.
“Sí. En papel y tinta de pluma, ya que ella es anticuada.
Literalmente podemos enviar mensajes en un segundo, y
ella todavía decide usar cartas”, suspiró, sacudiendo la
cabeza.
“Creo que las cartas son agradables. La gente rara vez
las envía, especialmente con un sello de cera”, comentó
Taehyung, mirando el papel. “Y mira, incluso colocó flores
secas en el sello de cera. Qué bonito”.
“Era una tradición iniciada por la primera Reina, Su
Gracia” murmuró Yoongi. “Era muy popular en aquellos
tiempos”.
Taehyung parpadeó. Él no estaba sorprendido. La carta
era estética a la vista. Cualquiera se sentiría especial en
esta época al recibir algo tan bonito y hecho a mano.
Antes de que pudiera decir algo más, Yoongi habló. “Su
Gracia, ¿dónde están las altezas reales?”
“Con sus niñeras”, Jungkook habló por Taehyung. “Mi
esposo los alimentó y luego los hizo eructar antes de
ponerlos a dormir”.
El pelinegro fue quien ayudó a los bebés a beber del
biberón. Lo hizo uno por uno, para que Taehyung tuviera
tiempo de abrazarlos y ayudarlos a eructar. Sabía que su
esposo estaba muy apegado a ellos, por la forma en que los
abrazó amorosamente, con los ojos cerrados y el rostro
sobre su cabeza. Era difícil separarlo de los bebés.
“¡Su Majestad! Ya que ha contratado niñeras…” Joongki
de repente habló, ansioso por dejar de tener tanto trabajo
encima. No estaba acostumbrado a ese tipo de carga. “¿Le
gustaría volver a su habitual pila de documentos—”
“A tu cerebro a menudo le faltan algunas células. Parece
que te gustaría tener más carga de trabajo para hacerte
más inteligente. Te concederé ese deseo”.
“No yo—”
“Ahora, estás disculpado”, le dijo Jungkook a Joongki,
volviéndose hacia su esposo. “Tu silla de ruedas debería
estar aquí ahora. Las flores que plantaste están en plena
floración. Vamos a verlas”.
Taehyung parpadeó. Miró a Joongki haciendo pucheros,
que estaba al borde de las lágrimas, y a Yoongi, que estaba
absorto en su teléfono, probablemente enviándole un
mensaje de texto a alguien. Luego, volvió a mirar a su
marido, quién lo miraba expectante.
Se rió levemente y asintió con la cabeza.
“¿Con nuestros hijos?” preguntó, ya que los extrañaba.
El rostro de Jungkook se volvió sombrío. Él lo miró por
un momento y debatió las opciones. Quería pasar más
tiempo a solas con su dulce… y que le ligaran las trompas y
él hacerse la vasectomía. Él ya estaba anhelando su toque
otra vez, sus uñas clavándose en su espalda y su cuerpo
retorciéndose de placer debajo de él.
Con los niños alrededor… no se puede hacer mucho.
“Ya deberían estar levantados de su siesta”, agregó
Taehyung, completamente ajeno a sus pensamientos.
“Bien”, finalmente cedió. “Las cunas para bebés con
protectores solares pesados también deben estar listas. Un
paseo por los jardines en familia”.

PECADOS TORTUOSOS
Taehyung no estaba seguro de cómo se sentía acerca de
que Dorothy fuera compatible con él. Sería salvar su vida a
cambio de otra. Miró brevemente a Jungkook mientras él lo
llevaba al jardín.
Yoongi y Joongki estaban empujando las cunas de los
bebés, y las niñeras estaban muy lejos, esperando en el
castillo a que las llamaran.
“¿Qué estás pensando?” preguntó Jungkook. Sintió un
apretón en su pecho cuando la melancolía llenó los
hermosos ojos verdes ajenos. Estaba molesto por algo, pero
¿qué?
“Dorothy es el único pariente que te queda. ¿Realmente
estará bien que tome su sangre solo para aumentar mis
posibilidades?” murmuró.
El pelinegro tarareó ante sus palabras. Continuó
empujándolo en dirección a un gran árbol con una
espléndida sombra. El sol estaba quemando hoy. La
primavera estaba llegando a su fin.
“Ya te lo dije, cariño. A Dorothy le gustaría sacrificarse.
No la detendré. Ha vivido durante siglos y ha visto morir a
todos sus seres queridos y amigos más cercanos. Es hora
de que se reúna con ellos”.
Lo llevó directamente debajo del árbol, en la dirección
exacta en que florecían los iris y las orquídeas. Escuchó su
brusca inhalación, hipnotizado por las flores.
“No, puedo valerme por mí mismo”, dijo Taehyung
cuando trató de agacharse y ponerse de pie. En lugar de
protestar por su resiliencia, Jungkook se detuvo
directamente frente a su silla de ruedas.
Taehyung sabía que Yoongi y Joongki lo estaban
observando. Sintió sus pesados ojos perforando un agujero,
curiosos por ver si hacía algún progreso.
“Toma” Jungkook extendió sus palmas hacia él.
Taehyung colocó su mano sobre la de él. Con gran
esfuerzo, se puso de pie. Apretó los dientes, haciendo una
mueca de dolor, pero no lo pronunció.
“Lo estás haciendo muy bien”, murmuró Jungkook en voz
baja, retrocediendo un poco para que pudiera dar sus
primeros pasos.
Todo el cuerpo de Taehyung temblaba cuando intentaba
caminar. Se aferraba con fuerza a sus manos para
sostenerse, y él nunca vaciló. Se sintió seguro y fuerte con
su guía. Entonces, dio pasos lentos y graduales, a pesar de
que sus piernas hormigueaban por la protesta.
“Está bien, tómate tu tiempo”, indicó Jungkook. Su
esposo agarró sus manos aún más y se empujó a sí mismo
para seguir caminando. Le tomó cinco minutos completos
llegar a la base del árbol donde instantáneamente se
desplomó.
“Deberíamos haber traído un ventilador aquí”, bromeó
Jungkook, sacando un pañuelo para secarle el sudor con
cariño y cuidado. Tomó asiento a su lado, envolviendo un
brazo alrededor de su cuerpo cansado.
Yoongi y Joongki continuaron observando a los Reyes
desde lejos. Joongki se compadeció del Príncipe y la
Princesa. El amor de su padre por ellos siempre sería
eclipsado por su amor por Su Gracia. El Rey amaba a su
esposo más de lo que se preocupaba por cualquier otra
persona en este mundo.
Casi como si los bebés reconocieran eso, comenzaron a
llorar para llamar la atención.
“Shh, está bien”, Yoongi los calmó de inmediato,
empujando instantáneamente el cochecito de bebé hacia el
árbol, para que estuvieran fuera de la deslumbrante luz del
sol.
“Lloran por todo. Ojalá crecieran más rápido”, suspiró
Joongki con nostalgia.
Pronto, se detuvieron junto al gran árbol, pero el Rey ni
siquiera los miró. Su Gracia lo hizo.
“Esa es Dahyun llorando”, dijo Taehyung, estirando las
manos. “Dámela”.
“¿Dahyun?” Yoongi repitió el nombre, sus labios
curvándose hacia arriba. “Que hermoso nombre.”
Yoongi retiró la pantalla oscura que cubría la cuna. Era
un poco pura para dejar entrar el aire. Efectivamente, era
Dahyun llorando. Cuando él miró dentro de la cuna, ella
dejó de llorar al instante y solo lo miró fijamente. Se quedó
en silencio por un minuto, pero luego comenzó a llorar de
nuevo.
“Bueno, ¿te fijarías en eso? Tienes los ojos de tu padre”,
arrulló Yoongi, levantándola en sus brazos. Su pecho se
sentía cálido y borroso. Tenía un impulso abrumador de
protegerla de toda la oscuridad de este mundo.
Dahyun respondió llorando aún más fuerte y él
inmediatamente la llevó ante Su Gracia.
“Shhh, ¿por qué lloras, mi dulce ángel?” Taehyung
murmuró, balanceando al bebé en sus brazos.
Jungkook se inclinó para secarle las lágrimas de su
rostro, sabiendo que debía haberse sentido abrumada por
la presencia de tres Sangre Pura.
“Está intimidada”, él dijo, notando que sus ojos
comenzaban a ponerse de un tono rosado claro. Los ojos de
un Vampiro cambian de acuerdo a cuán fuertes eran sus
emociones.
“Aquí hay tres antiguos y poderosos sangre pura”,
murmuró Taehyung, abrazando a Dahyun cerca de su
cuerpo. “Pero no te harán daño, dulce ángel”.
Siguió arrullando a su hija que lloraba. Pronto, Dahyun
se calmó y miró a Taehyung. Sus ojos rosa claro
permanecieron. Taehyung sabía que era porque Dahyun
estaba mirando a la presa.
“Tus ojos son hermosos, como un melocotón maduro”,
felicitó a pesar de que Dahyun no lo entendía. La bebé
balbuceó con los labios y de repente se rió, mostrando sus
encías rosadas y sus ojitos en rendijas.
“Mientras que los ojos de tu hermano se parecen mucho
a los de tu padre” continuó hablando, mirando a Jungkook.
Se sorprendió gratamente al ver que Jungkook se había
levantado para cargar a Jeonhyuk.
De repente, Taehyung escuchó una protesta de fondo.
Antes de que pudiera mirar, Yoongi ya estaba hablando.
“Déjenlo pasar”, habló con indiferencia a los
guardaespaldas. Sin embargo, estaban teniendo
dificultades para manejar el propio escuadrón de hombres
de Jimin.
Yoongi trató de ignorar la emoción que le carcomía el
pecho. Estaba extasiado de verlo, a pesar de que lo vio ayer
en su oficina. Mantuvo su expresión distante, pero amenazó
con romperse cuando su novio se acercó a él.
“Uno pensaría que con la cantidad de veces que me ven
en este castillo, dejarían de preocuparse por mi presencia”,
se burló Jimin, pasando junto a él.
Yoongi lo agarró de la muñeca y lo atrajo hacia él,
frunciendo el ceño al ver cómo lo ignoraba como el aire.
Jimin le sonrió y él se dio cuenta de que era exactamente la
reacción que el otro quería. Entrecerró los ojos. Su novio
realmente era un mocoso. Uno que sabía cómo molestarlo.
“Bueno, si no es mi novio”, se rió Jimin, retrocediendo
para mirarlo. Yoongi ya estaba frustrado y él estaba
entretenido.
“¿Quién más podría ser?” Yoongi comentó, burlándose
cuando su sonrisa se amplió. Esta cosita arrogante. Le
encantaba poner a prueba su paciencia. Eso estuvo bien.
Repartiría su castigo en la cama. Había muchas cosas que
había planeado para él.
“Jimin, ¿eres tú?” Taehyung llamó desde detrás del árbol.
No podía mover su cuerpo para ver a su alrededor, pero
reconocería esa voz en cualquier lugar.
“¡Por supuesto!” Chilló, empujando a Yoongi a un lado
para saltar felizmente hacia su mejor amigo, con zapatos
pesados y todo.
“¿Qué estás haciendo aquí?” preguntó Taehyung, sus
labios formando una gran sonrisa. “Pensé que estarías
ocupado con la compañía”.
“Salí temprano hoy, así que pensé en venir a verte”, tomó
asiento al lado de su amigo. “¡Y a mis adorables ahijados!”
Taehyung abrió la boca para decir algo, pero se detuvo al
ver a Yoongi cuya sombra se cernía sobre ellos. Sin decir
palabra, se dejó caer al lado de Jimin. Taehyung
instantáneamente juntó las piezas.
Jadeó ruidosamente, haciendo que la cabeza de Jungkook
se levantara y se dirigiera hacia él. “¡¿Ustedes dos están
saliendo oficialmente ahora?!”
Jimin asintió al instante mientras que Yoongi miró hacia
otro lado. Trató de ocultar su ligero sonrojo ante sus
palabras. Había pasado un tiempo desde que escuchó algo
así, ellos decidieron no anunciarlo al instante, ya que
quisieron esperar un poco más, pero al parecer ya los
descubrieron.
“¡Oh, estoy tan feliz por ti, aunque no me sorprende dada
la tensión sexual que tienen ustedes dos!” Taehyung dijo
efusivamente, mirando de Yoongi a Jimin. Estaba
emocionado de que su mejor amigo no se fuera a morir de
soltería.
“Dios, todos están aquí”, comentó Joongki, notando a
Yeonjin en la distancia. Vio que probablemente estaba
caminando hacia la torre de Dorothy. Debatió la idea de
decirle que Dorothy se había ido, pero decidió no hacerlo.
Sería mejor que ella lo averiguara por su cuenta.
“Sí”, suspiró suavemente Taehyung.
Miró a su alrededor. Su amigo más cercano estaba aquí.
Sus hijos estaban sanos. Él estaba vivo. Jungkook amaba a
sus bebés. Todo estaba en paz en este mundo. Se recostó
en el árbol, su cabeza en el hombro de su marido,
saboreando la brisa primaveral que pasaba junto a ellos,
trayendo el aroma de las orquídeas y los lirios.
“Puedo morirme de felicidad ahora mismo”, comentó,
con el corazón a gusto con la vida que llevaba actualmente.
“Será mejor que no mueras”, se burló Jungkook,
agarrándolo por la cintura y tirando de él hacia sí.
Jeonhyuk estaba apoyando la cabecita en su hombro, su
respiración lenta indicaba que había caído en un profundo
sueño. Mientras que Dahyun estaba en los brazos de su
dulce.
“Especialmente cuando mi felicidad comenzó contigo y
terminará contigo”.
Taehyung se rió de sus palabras, sacudiendo la cabeza.
“Sí, lo sé. Mi libertad comenzó contigo y terminará
contigo”.
Apoyó la cabeza en sus hombros y sonrió. “O tal vez,
nuestra vida realmente comenzó en esa habitación de
hotel, donde descubrí los pecados tortuosos de Su
Majestad”.

FIN
Hasta aquí llega esta historia :’)
Espero les haya gustado tanto como a mí
Nos leemos en el epilogo, mñn ^^
[El epilogo se dividirá en 2, el primero es Yoonmin y el q
sigue es Taekook, recomiendo leer el Yoonmin porq está
conectado cronológicamente con el Taekook]
—Day, lovetaejeon
43. EPILOGUE - I

TÍO JIMIN
Tres años después.
“¿Has visto al Sr. Yoongi hoy?”
“¡Oh, sí! Su piel parece brillar hoy también. Parece que
también ha ganado músculo”.
“¡Sí, sí! La última vez la Sra. Solar lo vio romper el
muñeco de práctica con un solo golpe de su mano”.
“Me pregunto qué llevó a un desarrollo tan poderoso…”
Como de costumbre, las criadas charlaban entre ellas
mientras hacían sus tareas del día. No pudieron evitar el
tema que siempre derivaba hacia Yoongi, quien a pesar de
su mirada sombría, todavía era elogiado por muchas
personas aquí. Sin embargo, tenían curiosidad por saber si
estaba bebiendo más sangre de lo habitual, ya que su
fuerza parecía haberse multiplicado. Nadie sabía por qué,
excepto unos pocos elegidos.
“Y la última vez, vi—”
“¡Cállate!”
Las criadas rápidamente cerraron la boca cuando el
hombre pasó por los pasillos. Todos echaron un vistazo en
su dirección, algunos soñadores suspirando, deseando que
pudiera pertenecer a ellos.
Yoongi estaba mirando su iPad, asegurándose de que los
planes para esta noche estuvieran configurados
exactamente como él quería. No esperaba menos que la
perfección. A pesar de estar concentrado en su tarea,
escuchó lo que las sirvientas decían de él.
No era una sorpresa. Después de abrazar a Jimin durante
tanto tiempo, ya fuera a través del afecto físico o haciendo
el amor, su cuerpo se sentía más fuerte que nunca. La
comprensión por sí sola solidificó el hecho de que Park
Jimin es la Rosa Dorada. No había otra explicación para su
fuerza inusual.
“¡Hermano!” Joongki chilló, saltando por los pasillos y
pasando un brazo alrededor de Yoongi. Miró por encima del
hombro de Yoongi, curioso por lo que tenía de fascinante la
tableta.
“Oh, esto es—”
“Cállate”, murmuró Yoongi, revisando dos veces la lista
de tareas pendientes. También lo revisó tres veces, a pesar
de saber que todo ya estaba en el plan.
“Antes de que lo hagas”, dijo lentamente Joongki. “¿No
tienes curiosidad por saber quién tomó la virginidad de
Jimin?”
Yoongi se detuvo con un chirrido. Levantó la cabeza y
envió una mirada mordaz a su hermano.
“¿Qué tiene que ver contigo la virginidad de mi novio?”
gruñó, encogiéndose de hombros con enojo para quitarse
de encima el brazo de su hermano. Debería doblar ese
brazo por la mitad por la falta de respeto.
Joongki levantó dos manos en señal de derrota. “¡No,
solo estoy hablando de la profecía!”
Yoongi entrecerró los ojos. La profecía, ¿cómo podría
olvidarla?
Quien abrace la Rosa Dorada obtendrá un repentino
estallido de fuerza, aquellos que consuman su sangre se
convertirán en los más fuertes del mundo, y quien la
desflore obtendrá la inmortalidad. Algunos incluso dijeron
que sus huesos molidos podrían fertilizar la tierra más
estéril.
“Quien desflore la Rosa Dorada se le otorgará la
inmortalidad, y dado que obviamente no es virgen antes de
conocerte, ¿no sientes curiosidad por el inmortal?”
preguntó, parpadeando inocentemente cuando el rostro de
su hermano se volvió oscuro y sombrío.
Esa era una gran pregunta.
“No es de tu incumbencia”, escupió. “¿Por qué no te
preocupas por la nueva novia de Yeonjin?”
Joongki hizo una mueca, apretando su corazón con dolor.
“¡Seguí adelante, te lo dije! ¡¿Tienes que mencionarla cada
vez para herirme mortalmente así?!”
“No parece que hayas seguido adelante si estás actuando
así”, murmuró Yoongi. Continuó caminando, muy absorto
en lo que fuera que había en la tableta. Pero ahora, su
mente se dirigía de nuevo a la profecía.
Si hubiera un inmortal caminando por este mundo…
Sería peligroso. Sobrevivirían al Rey, ¿y quién sabe? Incluso
podrían intentar ir por el trono, porque no podían ser
asesinados.
“Sabes, ha habido una Rosa Dorada en el pasado”, dijo
lentamente Joongki. “Quienquiera que haya tomado su
virginidad también debe ser un Inmortal. Simplemente no
sabemos sobre ellos”.
Yoongi levantó tranquilamente la cabeza de la tableta.
“No es de nuestra incumbencia. Todavía no ha habido una
amenaza. Si son inteligentes, se esconderían.
Encarcelaríamos a los inmortales si fuera necesario y los
torturaríamos hasta la locura, como hicimos con el estúpido
guardaespaldas de Jimin”.
Joongki parpadeó. “¿Estúpido guardaespaldas? ¿Te
refieres a ese híbrido? Escuché que se encontró una gran
población de hombres lobo, espera”.
Hizo una pausa. “¡No me digas que estás celoso de ese
Híbrido, hermano! Han estado saliendo por tres años y
ahora planeas—”
“¿Has visto lo guapo que soy?” Yoongi se burló, poniendo
los ojos en blanco ante lo estúpido que era su hermano.
“Por supuesto que sí, nos vemos iguales”, reflexionó
Joongki, preguntándose si su hermano había perdido
células cerebrales.
“Cuando un hombre se ve tan bien como yo, no hay otra
competencia”, le hizo un gesto a su hermano menor antes
de volver a los asuntos importantes en cuestión. Estaba
planeando reunirse con Jimin en menos de unas pocas
horas para su cita. Cada piedra estaba cayendo en su lugar.
“¡Tío Yoongi!” Una voz gritó alegremente, seguida por el
ruido sordo de pequeños pasos.
Yoongi empujó la tableta en la mano de Joongki,
sorprendiendo a su hermano. Al instante, extendió los
brazos y sus labios se abrieron en una gran sonrisa. El
pequeño bollo de alegría se estrelló en sus brazos, riéndose
cuando Yoongi lo hizo girar.
“Ahí está el principito”, dijo Yoongi con deleite, y sus ojos
se arrugaron por lo grande que se había vuelto Jeonhyuk.
Tenía solo tres años, pero tenía los genes de un Sangre
Pura corriendo a través de él. Mental y físicamente, parecía
tener cinco o seis años.
“Te pareces cada vez más a tu papá Tae”, se rió,
apartando el cabello rubio oscuro de Jeonhyuk. Era claro
cuando nació, pero se había oscurecido a lo largo de los
años. Los genes del Rey se mostraban en el desarrollo de
Jeonhyuk, pero las características de ambos niños se
parecían a las de Su Gracia.
“Y tú, princesita, ¿no vas a correr a mis brazos?” Yoongi
se burló de la niña que caminaba hoscamente en la
distancia. Tenía una expresión en blanco en su rostro,
haciéndola parecer inquietantemente similar a su padre.
Era irónico, y el Rey siempre se quejaba de ello. La
pequeña Dahyun tenía la personalidad de su padre y el
pequeño Jeonhyuk tenía la personalidad de su Gracia.
“Papá dijo que correr es una pérdida de energía cuando
los vampiros pueden simplemente caminar rápido”, dijo
Dahyun lentamente, su voz baja y dulce, pero con un toque
de picardía. Sus ojos de color rosa claro brillaban bajo la
lámpara de araña, como peonías recién florecidas.
“Pero ni siquiera puedes caminar rápido. Papá lo dijo”,
intervino Jeonhyuk, mirando a su hermana menor.
Dahyun estaba irritada. Se reflejó en sus cejas tensas,
pero forzó una sonrisa e ignoró a su hermano mayor. Se
acercó a Yoongi y no hizo ningún esfuerzo por tocarlo.
“El tío Jimin está aquí”, dijo Dahyun, con una
pronunciación perfecta. Aunque su hermano se estaba
desarrollando rápidamente, ella era aún más rápida. Había
sabiduría detrás de esos ojos, tan joven como era.
Desafortunadamente, su crecimiento físico era lento y
parecía una muñeca de porcelana destinada a ser cargada.
Dahyun nunca lo admitiría, pero tenía un complejo
inferior sobre su hermano, quien heredó los genes
superiores de sangre pura de su papá. Lo compensó
enterrando su rostro en libros demasiado grandes para su
diminuta mano y demasiado difíciles para su cerebro
juvenil.
“Dios, ¿no eres la cosita más linda?” bromeó Joongki,
acariciando a Dahyun en la cabeza. Ella lo miró, sus labios
torcidos en una leve sonrisa. Ah, estaba enfurecida.
Verdaderamente, su personalidad se parecía a la de
Jungkook.
“Ya eres mayor, ¿verdad, Dahyun? No necesitas que te
carguen como tu hermano mayor”, se rió Joongki, mirando
al principito que frunció el ceño ante sus palabras.
“¡No necesito que me carguen!” Jeonhyuk se quejó.
Jeonhyuk comenzó a escabullirse de los brazos de
Yoongi, aunque le encantaba que la gente lo sostuviera. Lo
hacía sentir seguro y protegido, especialmente cuando su
padre siempre los intimidaba y se burlaba demasiado de
ellos. Finalmente plantó los pies en el suelo, se rindió y le
devolvió el abrazo a Yoongi en la cintura.
“Estoy segura de que no, hermano”, respondió Dahyun
con calma, con voz neutral mientras tomaba la mano de
Joongki.
Dahyun reprimió el impulso de sonreír como su hermano,
aunque le gustaba tomar la mano de alguien cuando
caminaba.
“¿Dónde está el tío Jimin?” preguntó Yoongi, inclinándose
para tomar a Dahyun en sus brazos. Ella protestó al
instante, empujándolo en el pecho y pateándolo.
“No soy una niña. ¡Bájame, tío Yoongi!” Dahyun se quejó,
luchando en sus brazos. Finalmente, ella reveló su
comportamiento infantil.
“Solo tienes tres años, princesa”, habló Yoongi en voz
baja, acariciando la parte posterior de su cabello rubio
claro. Dahyun se parecía en todos los aspectos a su papá
Tae, pero no se comportaba como él. Sí embargo su
corazón era como el de Su Gracia.
Yoongi lo vio en la forma en que se enfurruñaba en un
rincón con sus libros y en la forma en que miraba con
añoranza a sus padres, pero no decía nada para llamar su
atención.
“Puedes actuar como una niña”, aseguró Yoongi,
plantando un suave beso en su mejilla, suave y sonrojada
como un melocotón.
Dahyun se enfurruñó en sus brazos, sin decir nada y
apartó la mirada, ocultando el alivio en sus ojos.
Yoongi la acurrucó en sus brazos, sonriendo a Jeonhyuk,
quien parecía que se iba a quejar pronto. Afortunadamente,
Joongki agarró la mano del Príncipe y los cuatro caminaron
por el pasillo para ver a Jimin.
Pronto, Dahyun apoyó la cabeza en el hombro de Yoongi,
sintiéndose cómoda a su alrededor. El tío Yoongi siempre la
trató bien, a pesar de que hizo todo lo posible por ser
adulta a los tres años. Aparte de sus padres, solo el tío
Yoongi la entendía. Los tutores y las niñeras nunca lo
hicieron…
“El tío Jimin está con papá”, admitió finalmente Dahyun,
su voz un poco cansada.
Ella había leído demasiados libros hoy y su cerebro
estaba cansado. Abrazó a su tío más fuerte y supo que
estaría bien dormir en sus brazos.
“¿Es eso así?” Yoongi dijo en voz baja, sabiendo que ese
era el primer lugar en el que estaría su novio.

¿QUIERES SABER?
“Creo que me va a proponer matrimonio”, espetó Jimin,
viendo a Taehyung levantar una ceja.
Taehyung estaba tomando té y leyendo un libro que notó
que su hija estaba leyendo. Pero el repentino comentario de
Jimin lo hizo detenerse.
“Hemos estado teniendo conversaciones sobre
casarnos”, admitió, tímidamente colocando mechones de
cabello fuera de su frente. Siempre se mostró confiado y
poderoso frente a los demás, pero nunca frente a su mejor
amigo.
Con Taehyung, Jimin se sentía contento de ser él mismo.
No tenía que poner la frente en alto. Era agotador tener el
control todo el tiempo. Con Taehyung, Jimin siempre estaba
en paz y relajado.
“Y nuestro futuro…” se apagó.
“¿Futuro?” repitió Taehyung, dejando la taza de té y
cerrando el libro. Estaba sentado en la silla y miraba con
deleite a su amigo.
“Como la posibilidad de tener hijos”, murmuró Jimin.
“Sin embargo, sería difícil ya que soy humano”.
La atención de Jimin se centró en los ojos rojos de
Taehyung. Su mejor amigo se había convertido
recientemente en un Pura Sangre, por lo que todavía no
sabía cómo controlar sus ojos. El incidente es una larga
historia, que dejó a los niños traumatizados, a su padre
enfurecido y a Taehyung preocupado.
“Pero dijiste que la medicina que has desarrollado se
está fabricando mientras hablamos después de aprobar los
ensayos en humanos y la aprobación del gobierno”.
Taehyung colocó su mano sobre la de Jimin, sabiendo que
su amigo necesitaba apoyo. “Has estado con
anticonceptivos y usando condones a pesar de todo, por lo
que no ha habido un susto de embarazo. Una vez que el
medicamento esté en los estantes, debería ayudarte”.
Jimin apretó los labios. “¿Qué pasa si digo que quiero
adoptar?”
Taehyung se enderezó. “¡Esa también es una gran idea!”
estuvo de acuerdo. “Puedo presentarte una de las
organizaciones benéficas a las que he estado donando y
ponerte en contacto con—”
Se detuvo cuando llamaron a la puerta. “¡Adelante!”
gritó.
Instantáneamente, Yoongi y Joongki entraron con sus
hijos. La mirada de Taehyung se encontró con Dahyun y
Jeonhyuk, quienes desviaron la mirada, pero tímidamente
lo miraron de nuevo con las mejillas sonrojadas.
“Encontraste a mis angelitos”, susurró, extendiendo los
brazos hacia sus hijos.
Jeonhyuk fue el primero en correr hacia él, pegado a su
cadera como un niño de papá. Instantáneamente, él cayó
en su abrazo, trepando a sus brazos y abrazándolo con
fuerza, como si fuera su forma de disculparse por el
incidente del año pasado.
“¿Cómo estuvo la tutoría?” preguntó, acariciando la
parte de atrás del suave cabello de su hijo.
“Lo odio”, respondió Jeonhyuk. “¡No quiero volver a
tener clases nunca más!”
Taehyung abrió la boca, pero Dahyun habló.
“Solo está enojado porque se equivocó en una pregunta,
papá” comentó, todavía en los brazos del tío Yoongi.
Dahyun miró a su padre con una punzada de culpa
punzándole el corazón de nuevo. Cuando su papá le tendió
la mano, Dahyun abrazó a Yoongi con más fuerza.
El corazón de Taehyung se pellizcó. Forzó una sonrisa y
retiró su mano, volviendo su atención a Jeonhyuk.
“La práctica hace el progreso”, le dijo suavemente a su
hijo. “La perfección no debería ser tu objetivo”.
Jeonhyuk no dijo nada. Enterró la cara en su cuello.
Taehyung dejó escapar un suspiro, pero aun así entrelazó
sus brazos alrededor de él.
“Llegaste temprano” Yoongi se dirigió a Jimin, su
expresión áspera y dura. Por dentro, estaba sudando
mucho porque aún no estaba todo listo. Necesitaba pensar
rápidamente en algo.
“Sin embargo, no para nuestra cita, sino para estar con
Taehyung”, respondió Jimin. “Ya que nos íbamos a
encontrar en el castillo, pensé que también podría visitar a
mis ahijados”.
Yoongi hizo que Dahyun se pusiera de pie.
Inmediatamente, Dahyun se acercó a Jimin, pero no hizo
ningún movimiento para tocarlo. No le gustaba dar el
primer paso. Jimin lo supo, así que agarró las manos de
Dahyun y tiró de ella hacia adelante.
“Mira tu hermoso vestido, me pregunto de dónde lo
sacaste”, bromeó Jimin, sonriendo cuando Taehyung se rió.
Dahyun se sonrojó y miró hacia abajo a su vestido blanco
abullonado, con una cinta rosa atada alrededor de su
cintura. Era dura, pero todavía amaba el rosa. No importa
qué.
“De tus montones de regalos”, replicó Taehyung. “¡Esa
montaña de regalos durante el baby shower ha abastecido
a mis hijos con ropa para toda la vida!”
“Oh, por favor, solo hasta que lleguen al jardín de
infantes” Jimin puso los ojos en blanco.
Ante la idea de que él fuera a comprar ropa de bebé, las
manos de Yoongi temblaron. Habían hablado de tener hijos
antes… Pero la conversación siempre era demasiado
deprimente.
“Conozco esa mirada en tus ojos. Sé que planeas
comprarle a Dahyun y Jeonhyuk un armario completo de
ropa para su cuarto cumpleaños en unos meses”.
“¡Pft, por supuesto que no!” Jimin se rió, pero desvió la
mirada. Bien. Supongo que tendría que pensar en nuevas
ideas para regalos.
Al darse cuenta de la mirada anhelante de Yoongi,
Taehyung supo que era hora de dejar ir a su mejor amigo.
Así, decidió llamar la atención de Dahyun.
“¿Qué hay de ti, mi bebé?” le preguntó a su hija. “¿Cómo
estuvo la tutoría para ti?”
La cabeza de Dahyun se volvió hacia su padre. Al ver los
ojos rojos de su papá, como el color de las rosas recién
florecidas, inmediatamente bajó la mirada. Aferrándose a
los extremos de su vestido, la culpa se cernía sobre ella por
lo que había hecho.
“El piso no puede ser tan interesante”, sugirió Taehyung.
Jeonhyuk se bajó del regazo de su padre y agarró la
mano de Dahyun, acercándola a ellos. Cada vez que ella
estaba triste, él sentía las mismas emociones. Y no le
gustaba estar sombrío y deprimido.
Taehyung entrelazó su mano con la de su hija,
balanceándola suavemente en el aire para llamar la
atención de Dahyun.
“Siempre escucho grandes elogios de tus tutores, mi
encantadora princesa”, agregó, sabiendo que Dahyun
siempre necesitaba que la alentaran antes de hablar.
Tiró de Dahyun más cerca y presionó un beso en la
frente de su hija.
“¿Hm?” insistió, ajustando la linda trenza lateral de su
hija.
Finalmente, Dahyun habló. “Obtuve una puntuación
perfecta en la prueba…”
Taehyung levantó una ceja. “¿Es eso así?”
Por el rabillo del ojo, notó que Yoongi empezaba a alejar
a Jimin. Se preguntó adónde había ido Joongki, pero se dio
cuenta de que éste estaba mirando por la ventana del
pasillo que dominaba los terrenos del palacio. Lo más
probable es que Yeonjin hubiera pasado por allí…
“¿Y cómo te hace sentir eso?” preguntó, deseando
escuchar más de la voz de su hija.
Dahyun levantó la cabeza, una tímida sonrisa en su
rostro. Jugueteó con su vestido, apoyándose en el tierno
toque de su padre.
“Bien”, admitió. “Me hace feliz”.
Taehyung inmediatamente sonrió ante esto, envolviendo
un brazo alrededor de la cintura de su hija, de modo que
sostenía a sus dos adorables hijos.
“Bueno, estoy orgulloso de ustedes dos”, dijo finalmente
Taehyung, asintiendo con aprobación. “Mientras cualquiera
de ustedes sea feliz, entonces estaré orgulloso de cualquier
cosa que hagan”.
“¡Ahí está el doncel en cuestión!” dijo Joongki cuando vio
a Jimin salir de la habitación con Yoongi. Inicialmente se
distrajo con sus zapatos, que le recordaban a los botines de
Yeonjin.
Joongki tuvo que apartar los ojos de la ventana, donde se
veía a Yeonjin riendo felizmente con una mujer. Joongki
había seguido adelante, pero todavía tenía un poco de
sentimientos insinuantes por ella. Sabía que estaba mal y
que nunca sucedería, razón por la cual estaba haciendo
todo lo posible para seguir adelante.
“Entonces, ¿con quién perdiste tu virginidad?” Joongki
preguntó desde el principio, curioso por saber quién era el
afortunado. “¡Podría haber un inmortal caminando ahora
mismo, y ni siquiera lo sabríamos!”
Las cejas de Jimin se juntaron. “¿Qué?”
“Sabes, la profecía dice que cualquiera que desflore la
Rosa Dorada—”
“¿Quién va por ahí haciéndole a una persona ese tipo de
preguntas?” Jimin se burló. “Me sorprende que Yoongi no
te haya golpeado en la cabeza”.
“Confía en mí, lo he debatido, pero es evidente que mi
golpe ha llevado a que se pierdan demasiadas células
cerebrales. Ahora, él es simplemente estúpido”, comentó
Yoongi, mirando a su hermano para que mantenga la boca
cerrada.
“Pero todos queremos saber”, se quejó Joongki. “También
por razones de seguridad. No eres la única Rosa Dorada en
la historia. Si hay otro inmortal caminando por ahí, el
castillo necesita saberlo y—”
“No es de tu incumbencia”, se burló Jimin, agarrando la
mano de su novio y comenzando a tirar de él por el pasillo.
Era una de las raras veces que estaba a cargo, y a él no
parecía importarle.
Pero a Jimin le impactaron las palabras de Joongki.
‘Todos queremos saber’. Miró a Yoongi, preguntándose si
eso se refería a él.
Su novio lo miró a los ojos y sonrió, observando la mano
que tiraba ansiosamente de él. A pesar de que lo estaba
guiando, todavía se sentía en control. Podía invertir su
posición en cualquier momento.
“¿Quieres saber con quién lo perdí?” preguntó Jimin,
deteniéndose en la escalera.
Yoongi abrió la boca.
“Te lo diré, pero tienes que decirme tú también”.
“Pero no quiero—”
“Fue un extraño al azar que conocí en un club”, admitió.
“En mi cumpleaños número 18. Todos mis amigos ya habían
perdido el suyo antes de que cumplieran los 18, y yo era el
único que quedaba en el círculo de socialité. Solo quería
terminarlo de una vez, ¿sabes? No sabía sobre la profecía,
o cuán importante era—”
“Está bien, no me importa. El pasado está en el pasado y
no se puede cambiar”, dijo Yoongi, sin mostrar signos de
juicio o irritación.
Lo agarró por la cintura y lo atrajo hacia sí, plantándole
un beso en la frente. “He querido hacer esto desde que vi
tu sonrisa. ¿Disfrutaste la conversación con Su Gracia?”
Jimin se derritió en su abrazo. Se alegró de que el
contrario no hiciera un gran problema de la nada. Ninguno
de ellos tenía su virginidad en primer lugar. No estaban en
lugar de juzgarse unos a otros.
“Sí”, murmuró con los hombros relajados. “Lo disfruté”.
Yoongi sonrió, entrelazando sus dedos. “En ese caso,
¿por qué no vamos a dar un paseo por el parque público no
muy lejos de aquí? Solo para quemar el tiempo”.

HAY UN CUCHILLO ESPERÁNDOME


Jimin y Yoongi quedaron sorprendidos por las familias en
el parque. Había una pequeña montaña de hierba hecha
por el hombre que rodeaba el patio de recreo, para vigilar a
los niños, mientras las parejas disfrutaban de su tiempo.
A Jimin no le importó. Se sentó junto al banco, sus ojos se
suavizaron al ver a los niños. Él quería uno propio, pero
después de presenciar el doloroso parto que atravesó
Taehyung, quedó traumatizado.
“Me gustaría adoptar”, habló de repente, sus ojos se
detuvieron en un niño que corría hacia un hombre. Pero no
estaba mirando por dónde iba y corrió directamente hacia
Yugyeom.
En la distancia cercana, Yugyeom estaba protegiendo de
cerca a su jefe cuando algo golpeó sus piernas. Antes de
que pudiera decir algo, el niño retrocedió y salió corriendo.
Yugyeom no dijo nada, pero su colega se rió en voz baja.
Sus labios se torcieron y se giró para mirarla, disfrutando
el sonido de su suave risa. Rara vez se reía, pero cuando lo
hacía, su corazón siempre se estrujaba.
“¿Adoptar qué? ¿Un perro?” Yoongi respondió,
volviéndose hacia él sorprendido. ¿Estaba mirando a los
niños en el patio de recreo y pensó en tener un perro?
Bueno, no le importó.
“No”, se rió. “Si alguna vez nos casamos, no creo que
quiera dar a luz, especialmente después de lo que vimos
pasar a Su Gracia”.
“Oh.” Yoongi parpadeó, perdido en sus pensamientos
ante esto.
Había una cantidad alarmante de niños en los orfanatos,
y aunque estaban patrocinados por el Castillo debido a la
generosidad de Su Gracia, la cantidad rara vez disminuía.
Era porque había una estricta verificación de antecedentes
de todos los que completaron una solicitud.
“Soy humano”, lo miró a los ojos.
“¿En serio? Pensaría que eres un vampiro” Yoongi
comentó inexpresivamente. Notó que él siempre decía lo
obvio, siempre haciendo pausas para lograr un efecto
dramático.
“Grosero”, se burló Jimin, golpeándolo bruscamente en el
hombro.
Yoongi empujó su espalda y Jimin instantáneamente cayó
hacia adelante enfurruñado, casi cayendo de rodillas, su
fuerza era demasiado para él. Antes de que pudiera
ayudarlo, vio a Yugyeom riéndose con una de las
guardaespaldas. Siempre se le vio con ella…
“No se menciona el embarazo de una rosa dorada”,
admitió finalmente Yoongi. “Al menos, no en los estantes de
las extensas colecciones del castillo en la biblioteca.
Tenemos la mayor población de libros del mundo ubicada
en Wraith”.
“No sobrevivirías al nacimiento”, concluyó. “No soy lo
suficientemente arrogante como para arriesgarme en la
vida cuando se trata de mi futuro esposo. Soy lógico.
Adoptaremos. Tantos niños como quieras”.
Jimin se animó un poco más, finalmente ignorando el
impulso de empujarlo del banco por lo que le hizo. Pero
luego, vaciló y miró a lo lejos de nuevo.
Quería algo para distraer su mente del estrés de su
próxima pregunta. Estaba enfocado en Yugyeom quien
estaba conversando con la guardaespaldas.
Siempre intrigó a Jimin que Yugyeom se enamorara de
alguien que no se parecía en nada a Taehyung. Quizás era
lo mejor. Realmente se olvidó del niño que protegía…
“¿Vamos a pasar una eternidad juntos?” Jimin murmuró,
estremeciéndose al recordar los gritos de Taehyung cuando
lo estaban convirtiendo. Fue un chillido fuerte, diferente a
cualquiera que Jimin haya escuchado.
“Seamos lógicos—”
“Me voy a morir. Voy a ser el primero en nuestro círculo
de amigos en caer muerto”.
Yoongi hizo una pausa. “Mi bola de fuego, escúchame—”
“Pero amo demasiado mi humanidad como para
convertirme en un Sangre Pura. No quiero beber sangre,
anhelar sangre o tener sed de un humano”, resolvió. Se
movió hacia él, tomando una decisión.
“Seré el primero en morir, y lo haré con estilo”.
“Gracias por pedir mi opinión, realmente aprecio la
idea”, respondió Yoongi.
Jimin frunció el ceño y el otro sonrió. Él lo agarró por la
parte superior del brazo y lo tiró más cerca.
“Es una pena que yo también ame demasiado tu
humanidad como para convertirte”, murmuró y capturó sus
labios.
Yoongi tomó un lado de su cara, profundizando el beso.
Su lengua empujó dentro de su boca, saboreando su
goteante grieta húmeda, gimiendo ante el calor que
avivaba sus fríos labios. Lo agarró por la cintura, pero
decidió detenerse aquí. No sería bueno para ninguno de los
dos recibir un cargo de indecencia pública.
“Serás solo humano”, Yoongi respiró sobre sus labios
húmedos, besándolos una última vez. Su piel era cálida,
como su calentador personal. El brillo de sus ojos verde
mar y el rubor de sus mejillas eran demasiado para él. No
podía dejar ir esta parte de su novio.
“Ya sabes”, añadió, alejándose para pensar en algo que
lo distrajera de la creciente tensión entre ellos.
“Durante los últimos tres años, siempre he sentido
ráfagas de fuerza cada vez que me tocas”, dijo con ironía.
“Realmente eres la Rosa Dorada. No hay duda. Tal vez, hay
libros que no he leído en este mundo. Tiene que haber algo
que hable sobre el fenómeno conocido como ‘tu’”.
Jimin parpadeó ante sus palabras. Tal vez… pero ¿en qué
parte del mundo tendrían acceso a un libro así? Él no lo
sabía.
“¿A dónde me llevas?” El doncel se rió nerviosamente,
con los ojos pegados a la ventana oscura. El sol se había
puesto hacía mucho tiempo y ahora él lo estaba
conduciendo fuera de la ciudad otra vez. Su corazón latía
más rápido con cada estrella que pasaba.
“Pensé que me habías prometido no más citas en el
bosque con asesinos con hacha”, dijo Jimin, frotándose las
manos, sintiendo un escalofrío atravesar su piel. El coche
estaba calefaccionado, pero su camisa delgada no lo alivió.
Estaba asustado.
“Uno más no vendría mal”, lo tranquilizó Yoongi. Apoyó
una mano en su muslo, la otra agarrando sin apretar el
volante. Él lo miró por el rabillo del ojo y lo vio mirando
desesperadamente detrás de ellos.
“¿Y quién sabe? Tal vez esta vez, finalmente te salve de
algo. Como de un asesino loco al que le gusta capturar
personas hermosas y arrastrarlas a su cabaña”. Sus labios
se curvaron cuando él se estremeció y apartó su mano.
“Estás loco.”
“Desafortunadamente, estoy locamente enamorado de ti.
Tan loco, que solo yo puedo matarte. No cualquier tonto
asesino con hacha”.
Jimin ni siquiera pudo reírse de sus palabras. Sabía que
él no estaba bromeando. Realmente estaba así de loco.
“Y solías llamarme loco, cuando tú eres diez veces peor”.
“Un loco reconoce a otro loco, como el mal reconoce al
mal”, dijo suavemente, apartando los ojos del camino para
mirarlo de nuevo.
Jimin estaba observando por la ventana, apoyando la
barbilla en su brazo, la luz de la luna golpeando su figura
etérea. Tenía la silueta de un dios, su estómago
apretándose con anticipación por las cosas que le hizo.
“Si vas a matarme en esta cita, deberías haberlo hecho
hace tres años”, resopló, girando la cabeza para mirarlo.
Los ojos de él volvieron repentinamente a la carretera.
“¿Por qué no nos vamos a otro lado?” sugirió, moviéndose
en su asiento para colocar sus manos sobre su muslo. Lo
deslizó peligrosamente cerca de su regazo, presionando su
cuerpo en su dirección.
Jimin vio que su nuez de Adán subía y bajaba
visiblemente. Él lo miró una vez, y escuchó su brusca
respuesta.
“¿Quieres que choque este auto?” Yoongi amenazó, sus
ojos mirando peligrosamente hacia abajo a sus clavículas
reveladas. Jimin lo miraba batiendo las pestañas
inocentemente.
Honestamente, los rebeldes eran tan buenos sumisos. Su
novio siempre presionaba sus botones solo para
arrepentirse cuando él lo empujaba en otras posiciones que
lo enviaban al límite, pero nunca le daba lo que el rubio
quería la primera vez que le ruega.
“Porque no dudaré en estrellarlo solo para follarte contra
un árbol”, gruñó cuando sus dedos alcanzaron su bulto en
crecimiento.
“¿Por qué no lo haces entonces?”
“Joder”, se quejó, deteniendo el auto.
Yoongi agarró la parte posterior de su cabeza, golpeando
sus labios sobre los de él. Le desabrochó el cinturón de
seguridad y tiró de él sobre su regazo, hasta que su
entrada estuvo directamente sobre su entrepierna. Un
gemido bajo escapó de su garganta cuando movió sus
caderas, ansioso por más.
“Sé lo que estás haciendo, pequeño mocoso”, siseó,
agarrando su barbilla y obligándolo a mirarlo. “Te follaré
hasta que estés prácticamente llorando contra ese árbol.
No me tientes, mi bola de fuego”.
A Jimin se le cortó la respiración. Le encantaba hacer
esto, desde que fue entrenado para aguantar. Respondió
mordisqueando sus labios, fríos y húmedos, como hielo
sobre su piel caliente. Quería quitarse la ropa y obligarlo a
cumplir esa promesa. Pero sus dedos ásperos apretaron sus
caderas, con una mirada de advertencia en sus ojos.
“Ahora compórtate”, dijo Yoongi contra sus labios,
besando su barbilla, luego su mandíbula. Él le daría lo que
quería esta noche.
“Lo mejor está por venir”, afirmó, plantándolo de nuevo
en su asiento. Antes de que pudiera protestar, él se estiró y
le bajó el cinturón de seguridad. Sus dedos rozaron los
contrarios, aspereza contra su carne suave.
“¿Qué quieres decir?” preguntó Jimin. Apretó los muslos
juntos, con la esperanza de ignorar el calor entre sus
piernas. Lo miró y él ya estaba comenzando a conducir el
auto de regreso a la carretera.
“Ya verás”.
“No me digas que hay un cuchillo esperándome”, dijo
Jimin irónicamente.
“Si sigues bromeando conmigo, habrá uno. Nunca antes
habíamos probado el juego con cuchillos, ¿verdad?”.
El contrario se rió nerviosamente, aferrándose al
cinturón de seguridad y decidiendo que ya no lo provocaría.
Con el brillo en sus ojos, no podía decir si era por pasión o
por peligro.

NUNCA SE EQUIVOCA
“De ninguna manera…” exhaló cuando el auto se detuvo.
Bajó la ventanilla, sin palabras. El bosque espeluznante
fue reemplazado por un país de las maravillas de las luces.
Había arcos de flores con luces enroscadas alrededor de las
enredaderas, creando un camino a través de los terrenos
del bosque.
Yoongi estaba repentinamente frente a su puerta. Él la
abrió y le ofreció una mano, una sonrisa encantadora en
sus rasgos pícaros.
“Ven”, dijo, sabiendo que estaba disfrutando cada
momento de esto.
Sus ojos estaban pegados a los hermosos arcos que él
ordenó que se instalaran. La luz se reflejaba en su hermosa
mirada, como un océano de musgo moteado por el sol. Se
sintió atraído por la belleza del arco, girando sobre sus
talones para verlo mejor.
“Es tan hermoso”, susurró, sin saber que había todo un
equipo de cámaras escondido en los arbustos para capturar
este momento.
Jimin estaba asombrado cuando él colocó un arco de
rosas, las glicinias colgando de los más altos. Los pétalos
giraban y caían con cada paso, y se estaba enamorando aún
más de Yoongi.
Éste convirtió su peor miedo en su mayor sueño. Estaba
empezando a llorar al darse cuenta de lo que estaba por
venir. Caminaron por el bosque y hacia el prado de su
primera cita.
Habían estado en muchas otras citas después de eso,
como el estreno de la película, donde Jimin prohibió el jet
privado de Yoongi.
Éste había echado humo durante todo el viaje,
frunciendo el ceño ante su audacia. Parecía un niño que no
se salía con la suya, con los puños cerrados. Él le había
advertido que obtendría su venganza, y esa noche en la
cama, lo hizo. Lo habían azotado hasta que estuvo
empapado, pero disfrutó cada momento del castigo.
“¿Qué estás pensando?” preguntó Yoongi, reconociendo
esa mirada en sus ojos. Sed y hambre de más.
Jimin siempre lo miraba así en la cama, su boca decía
una cosa, pero su cuerpo quería más.
“El gran sexo que tendremos más tarde”, murmuró, sin
dejar de asimilar todo.
Antes de que Yoongi pudiera responder, Jimin jadeó, sus
ojos se agrandaron hacia el prado. Había pasado un tiempo
desde la última vez que había estado aquí.
De hecho, habían pasado tres años. Había velas sin llama
colocadas en el suelo, formando un corazón cliché, pero él
era un fanático de este tipo de cosas.
“Odio cómo amo las cosas cursis como esta”, se quejó
Jimin, sus ojos se llenaron de lágrimas cuando supo
exactamente lo que esto significaba.
Yoongi simplemente se rió, porque iba a molestarlo aún
más. Parecía que esto no era una sorpresa tan grande como
él pensaba que sería. Su novio era inteligente y había
juntado las piezas. No esperaba menos de él.
“Entonces acércate. Celebremos juntos esta cosa cursi”.
Yoongi tomó su mano y comenzó a tirar de él hacia el
centro del corazón hecho a mano con rosas y velas. Por
esto había estado estresado toda la mañana.
De repente, estallaron explosiones en la distancia. Jimin
se dio la vuelta, con la voz atrapada en la garganta.
Miles de flores florecieron en el cielo nocturno, los
fuegos artificiales se extendieron por todas partes,
convirtiendo la oscuridad sombría en un mundo de color.
No podía apartar la mirada de la hermosa escena, los
fuegos artificiales con las montañas como escenario y los
cielos salpicados de estrellas.
A pesar del crepitar de los fuegos artificiales, su corazón
latía con fuerza. Nunca había esperado este tipo de
propuesta.
“Mi querido bola de fuego”, comenzó, apretando su mano
para llamar su atención.
Los ojos de Jimin se clavaron en él, con la garganta
obstruida por las emociones. Yoongi lo miró a los ojos y se
apoyó sobre una rodilla. Sus labios temblaron de
incredulidad mientras él sonreía lentamente.
“Ya me haces el hombre más feliz del mundo. Pero
seamos felices juntos, bajo un mismo techo, un cielo y un
corazón unido. Cásate conmigo, Jimin, y te daré el mundo”.
“¿Cómo puedes darme el mundo cuando dijiste que soy
tu mundo?” se atragantó, sus manos temblaban cuando
Yoongi se rió entre dientes. Sacó una elegante caja negra
con bordes dorados.
El corazón de Jimin latía con fuerza cuando destapó la
caja de terciopelo negro, solo para revelar una caja mucho
más pequeña. Descartó el primero y lo abrió, su mundo se
detuvo.
Dentro de la caja había un diamante rosa claro, tan
grande como las gotas pesadas de un pétalo de rosa que
caía al suelo. Estaba rodeado de afilados diamantes
tallados en lágrimas, formando la figura de una flor, con la
enorme joya rosa como pieza central.
La banda dorada reflejaba los fuegos artificiales,
brillando incluso en la oscuridad, con diseños enroscados
como las puntas de una llama ardiente.
El anillo era perfecto.
“¿Quieres casarte conmigo, mi querido bola de fuego—”
“¡Por supuesto que quiero! ¿Qué tipo de pregunta es
esa?” Jimin dijo efusivamente, arrojándose sobre él.
Yoongi lo atrapó sin esfuerzo con un brazo, sosteniendo
el anillo antes de que cayera al suelo y le ensuciara los
dedos.
Se rió cuando presionó el peso de su cuerpo sobre él,
deseando que cayera al suelo. Pero él era fuerte por toda la
fuerza de abrazar una Rosa Dorada. Aun así, le permitió
ganar, solo por esta vez, y se tumbó en el suelo para
complacerlo.
“Me enamoré de ti otra vez, literalmente”, replicó
Yoongi, sonriéndole.
Jimin lo miró e intentó quitarle la caja de la mano, pero
él lo esquivó.
“Dame tu mano”, le ordenó.
Jimin alargó su mano temblorosa y él lo tomó
suavemente, como si fuera el tesoro de la nación. Deslizó el
anillo en su dedo anular, el mismo que tenía una vena
conectada al corazón. Por eso se le llamó dedo anular en
primer lugar.
“Dije que valdría la pena la espera, ¿no?” preguntó
Yoongi, agarrando su barbilla y tirando de él para darle un
suave beso.
Yoongi rara vez le daba esto, pero le encantaba. Saboreó
el momento, su boca, tomando su lengua resbaladiza y
chupándola.
Jimin gimió en su boca, cuando él comenzó a debatir la
idea de follarlo en el suelo, pero sabía que lo ensuciaría
más que su semilla.
“De repente, me gusta este bosque”.
Jimin se echó hacia atrás, sus manos descansando sobre
su pecho, una mirada soñadora en su rostro. Le sonrió,
observando sus cejas tensas, sus ojos entrecerrados y su
sonrisa torcida.
Yoongi era guapo de una manera estricta y severa que
hacía que la gente se preguntara cómo era su lado suave.
Especialmente cuando todo el tiempo tenía una expresión
seria y solemne, como si nada le importara.
“Genial, ese es mi plan de bajar la guardia de mi víctima
cuando los traiga aquí la próxima vez para matarlos”, dijo
dulcemente Yoongi, acariciando un lado de su rostro antes
de ahuecarlo.
Jimin se inclinó hacia su toque, riendo nerviosamente.
“Tienes que dejar de decir bromas con una expresión
seria” reflexionó, disfrutando de lo fría que era su piel en
comparación con su cálido rostro.
“¿Quién dijo que es una broma?” Yoongi preguntó
seriamente, acercándolo para otro beso. Pero el contrario
volvió la cabeza y él lo besó en la mejilla. Él no se detuvo
allí, sus labios mordisquearon su lóbulo, el lugar exacto en
el que su olor siempre era más fuerte.
“Solo espera hasta que te lleve a una cita a la casa
embrujada más aterradora del mundo”, respondió Jimin.
“Entonces probarás una cucharada de tu propia medicina”.
“El dicho es ‘un bocado de tu propio veneno’”.
“No, es una cucharada de tu propia medicina”,
argumentó Jimin.
Yoongi entrecerró los ojos. “He leído suficiente literatura
para saber cuál es la frase real, mi bola de fuego”.
Jimin se burló, rodando los ojos. “Supongo que no has
leído lo suficiente”.
Yoongi arqueó una ceja. Los sentó, el rubio a horcajadas
sobre él, y sus manos descansando en su cintura. Se
devanaba los sesos, tratando de recordar cuál era la
verdad, pero sus pensamientos se confundían con su aroma
a azúcar y especias.
“Está bien equivocarse de vez en cuando”, dijo Jimin,
trazando sus labios con el pulgar.
“Min Yoongi nunca se equivoca”, replicó Yoongi,
acercándolo y apoyando su frente contra la de él. Sus
narices se rozaron y él sonrió, besándolo en los labios.
“Odio decirte esto, amigo”, dijo Jimin arrastrando las
palabras. “Pero el primer paso para ser mi marido es: Tu
esposo siempre tiene la razón”.
Yoongi se rió a carcajadas de sus palabras, y decidió
dejarlo ganar, ya que tenía el resto de la eternidad para
salirse con la suya.

OTRAS PERSONAS
Yoongi regresó primero al castillo, después de recibir
una llamada telefónica urgente de Joongki. Se quejó todo el
camino de regreso, incluso cuando acompañó a Jimin a su
apartamento, porque sabía que podría haberse quedado un
poco más. Pero ahora, se dirigía a toda velocidad al castillo,
con el pretexto de que había sucedido algo importante.
Ni siquiera se molestó en aparcar el coche
correctamente. Le entregó las llaves a uno de los
mayordomos que saltó y lo condujo hasta el
estacionamiento subterráneo.
“¡Será mejor que tengas una buena razón para todas
estas tonterías!” gruñó, entrando al estudio de su hermano.
Yoongi se sorprendió al ver a Yeonjin y Joongki
susurrando algo.
Cuando irrumpió en la habitación, toda conversación se
detuvo. Sus ojos se clavaron en él, y Yeonjin le lanzó a
Joongki una mirada mordaz. Cuando Joongki la miró en
silencio para explicarle, Yeonjin dejó escapar un fuerte
suspiro, murmurando por lo bajo.
“¿Por qué los grandes hombres están tan callados
cuando tienen que actuar?” Yeonjin se dijo a sí misma,
ganándose un grito de Joongki y una risa de Yoongi.
“Encontré este libro después de limpiar la torre de
Dorothy”, explicó Yeonjin, arrebatándole el libro de las
manos a Joongki. “Estaba escondido detrás de una pila en
su estantería, oculto a la vista”.
“Así que finalmente has ganado el coraje de subir a la
torre después de su muerte”, dijo lentamente Yoongi,
tomando el libro de su mano. “¿Qué te hizo cambiar de
opinión?”
Las cejas de Yeonjin se juntaron y su comportamiento
seguro de repente se quebró. Se tocó el codo y apartó la
mirada, incapaz de decir nada.
Desde la muerte de Dorothy, Yeonjin nunca había sido la
misma. Era como si hubiera perdido la pieza más
importante de su vida. Su único mentor sacrificó su vida
por un humano.
Yeonjin quedó devastada cuando escuchó la noticia de
que Dorothy no sobrevivió al drenaje de sangre para
transformar a Su Gracia en un Pura Sangre. Se había
derrumbado por la angustia y había perdido el sentido de
su vida, es decir, hasta que encontró a su pareja.
“Mi novia me ayudó a llegar a la etapa final del duelo: la
aceptación”, explicó vagamente Yeonjin, tocándose el pecho
y levantando la mirada.
Yeonjin sintió un dolor en el pecho, a pesar de que
finalmente había aceptado la muerte de Dorothy.
“Échale un vistazo”, dijo Yeonjin, señalando el libro. “Es
el único libro detallado sobre la Rosa Dorada que pude
encontrar”.
Las cejas de Yoongi se dispararon hacia arriba. Había
revisado todos los libros de la biblioteca del castillo. Rara
vez había habido menciones de la Rosa Dorada, y mucho
menos un libro entero dedicado a ésta.
Ahora, tenía justo lo que estaba buscando en sus manos.
Miró las páginas gastadas y las hojeó, dándose cuenta de
que todo estaba escrito a mano.
“Creo que es un libro transmitido por oráculos como
Dorothy”, explicó Yeonjin. “La escritura a mano desde el
comienzo del libro es muy diferente a la mitad, pero las
últimas páginas son escritas por Dorothy”.
“¿Por qué escondería esto?” Joongki preguntó a nadie en
particular, mirando de su hermano a Yeonjin.
Al escuchar a Yeonjin hablar sobre su novia y lo que
había hecho por ella, Joongki tuvo sentimientos
encontrados.
Joongki sabía que ella estaba desconsolada y no salió de
su casa durante semanas cuando se anunció la muerte de
Dorothy. Más aún, se alejó mucho de la torre y el castillo.
Escuchó que ella rechazaba su cena y estaba al borde de la
muerte cuando encontró el amor.
“Es un secreto jurado por los oráculos nunca mencionar
la existencia de este libro, si cae en las manos
equivocadas…” Yeonjin se detuvo, sabiendo que los
gemelos eran lo suficientemente inteligentes como para
averiguarlo. Bueno, al menos uno de los gemelos sería lo
suficientemente inteligente como para entenderla.
El agarre de Yoongi se hizo más fuerte sobre el libro.
“Nadie más lo sabrá”.
“Excepto el próximo oráculo”.
Yeonjin se cruzó de brazos y se apoyó en el escritorio de
Joongki, ignorando la forma en que éste apartó la mirada
de ella. ¿Qué? ¿Era tan guapa que se sentía como un
pecado mirarla?
“Será mejor que reúnas la información que necesitas de
ese libro rápidamente, pero no intentes duplicar la
información allí. Solo Wraith tiene una pieza tan detallada
sobre la Rosa Dorada”, declaró Yeonjin. “Necesito pasar
este libro al próximo oráculo”.
Yoongi se puso rígido, sus ojos se clavaron en Yeonjin.
“¿Ha nacido el próximo oráculo?”
Yeonjin negó lentamente con la cabeza. “No, esta
persona estaba viva mucho antes de que Dorothy muriera,
pero sus poderes solo se despertaron por completo después
de la muerte de Dorothy”.
Las cejas de Yoongi se juntaron. ¿Quién diablos podría
ser? Ciertamente no era ninguna de las personas que
conocía.
“¿Es Su Gracia?” preguntó Joongki, su atención se desvió
hacia Yeonjin.
Con la muerte de Dorothy, parecía que Yeonjin sabía
más. Joongki no se sorprendió. Yeonjin estaba al lado de
Dorothy como una nieta obediente, a pesar de que no
compartía la sangre de la Casa Jeon.
“Esperaría que fuera Su Gracia, dado que ha recibido la
sangre de Dorothy, pero el poder de un oráculo va más allá
de la sangre. El Oráculo es una persona elegida por los
Altos Cielos”, afirmó Yeonjin. “Y los Altos Cielos nunca
elegirían a una persona que fuera en contra del destino”.
Yoongi entrecerró los ojos. Destino. Que dudosa creencia.
¿Era el destino de Jimin casarse con el Rey, solo porque él
era la Rosa Dorada? ¿Era el destino de Jimin verse obligado
a un matrimonio sin amor donde sería utilizado como una
herramienta? Su mirada se endureció.
“Y no lo digo como un insulto a nadie”, agregó Yeonjin.
“Solo miren el contenido del libro, especialmente lo que
escribió Dorothy. Ahora, finalmente entiendo por qué ella
aceptó a Su Gracia. No solo porque Su Gracia dio a luz,
sino porque si el Rey se hubiera visto obligado a elegir la
Rosa Dorada, la Rosa Dorada hubiera muerto.”
Yoongi abrió el libro con cuidado, no queriendo dañar o
arruinar esta reliquia. Sus cejas se dispararon con todo lo
que leyó.
“Finalmente he traducido el idioma antiguo olvidado por
la humanidad en la página anterior”, Yoongi leyó en voz
alta lo que escribió Dorothy, pasando a la página anterior
para ver que estaba escrito en un idioma que no podía
entender.
“He llegado a mi conclusión”, leyó Yoongi. “La Rosa
Dorada no está destinada a ser una fruta consumida por su
recolector. No es un sacrificio. Es un ser que debe ser
amado por completo, porque cuanto más amor recibe, más
tiempo vive para complacer a su amado. La Rosa Dorada
siempre será un humano, pero vivirá más que un vampiro si
recibe el cuidado adecuado”.
El corazón de Yoongi comenzó a latir con anticipación.
Sus manos temblaban con la verdad, su cabeza se levantó
con incredulidad. ¿No significa esto—
“Sí, es exactamente como lo predijiste”, dijo Yeonjin, sus
labios se curvaron en una sonrisa. “No es de extrañar por
qué Dorothy estaba tan obsesionada con tener la Rosa
Dorada al lado del Rey”.
Yeonjin dejó escapar un suspiro. “La Rosa Dorada es el
único destinado a vivir el resto de la eternidad al lado del
Rey, incluso si es humano. Pero el Rey eligió a la Flor Noble
sobre su amante destinado. Si Jimin se hubiera quedado
con el Rey, habría muerto en lugar de vivir por una
eternidad, porque el Rey no lo ama”.
“A la mierda el destino y sus predicciones dudosas”,
espetó Yoongi, sus palabras contundentes sorprendiendo a
Yeonjin.
“Tú—”
“La Rosa Dorada está destinado a permanecer al lado de
la persona que lo ama incondicionalmente. Su posición no
es al lado del Rey, quien sólo lo vería como una
herramienta. ¿Qué hombre o mujer mostrarían afecto a una
herramienta cuando son un mero objeto para ellos??”
escupió.
“Si Jimin se hubiera quedado con el Rey, no recibiría
amor. Tú mismo lo dijiste, Jimin moriría antes de vivir la
vida que le prometieron”, Yoongi cerró el libro de golpe,
lanzándole una mirada de advertencia.
Ahora, Yoongi entendió por qué Dorothy se dio cuenta de
que no tenía sentido emparejar la Rosa Dorada con el Rey.
Sin otras opciones, Dorothy finalmente dejó de lado su
terquedad y decidió apoyar a Su Gracia, porque él era el
único al que amaba el Rey. Y ahora Su Gracia es un pura
sangre por ende viviría mucho siglos junto al Rey, a los
Reyes de Wraith les depara una eternidad juntos.
“Te sugiero que arregles esa mentalidad tuya. Es
obsoleta y extravagante”. Yoongi sostuvo el libro más cerca
de él, sabiendo que haría una copia y la escondería en
algún lugar donde nadie lo encontraría.
El próximo Oráculo guardaría esta información, al igual
que Yeonjin y su naturaleza manipuladora.
“Pero gracias por esta información. Se agradece” él era
un hombre franco, pero no desagradecido.
Yoongi le dedicó una sonrisa forzada y no hizo ningún
movimiento para devolverle el libro.
“Pero una cosa,” dijo Yeonjin lentamente. “No se
menciona lo que sucedería durante el parto, ya que la Rosa
Dorada sigue siendo un humano que se reproduciría con un
Sangre Pura. Elige tus acciones con cuidado”.
El agarre de Yoongi se hizo más fuerte sobre el libro, con
una mirada oscura en su rostro.
“¿Algo más que hayas encontrado en los estantes de
Dorothy que pueda ser útil?”.
Yeonjin entrecerró los ojos. “Después de tu flagrante
insulto, ¿eres lo suficientemente desvergonzado como para
pedirme más información?”
“Nunca dije que no fuera desvergonzado”.
Yeonjin se burló. Por supuesto, él diría eso. Ella se
enderezó y sacudió la cabeza. “El resto de los libros tratan
sobre la preparación de tónicos, medicinas y té de hierbas.
Dudo que alguno de estos té interese, aunque hay álbumes
de fotos que le he devuelto al Rey”.
Yoongi asintió y su sonrisa se suavizó un poco.
“Realmente aprecio tu ayuda, Yeonjin. Has hecho una gran
obra mostrándome esto”.
Ella se enderezó. “Como aristócrata, me gusta ayudar a
otras personas. Las personas deben ayudarse entre ellos,
no derribarlos”.

¿PREPARADO PARA QUÉ?


Unos meses después.
Se celebró una de las bodas más grandiosas de Wraith.
Fue casi igual que la boda entre los Reyes, pero menos
publicitada para la comunidad. Sin embargo, las élites y
miembros de la alta sociedad asistieron a este evento, por
lo que llegaron a los titulares.
“Qué novio tan hermoso”, Taehyung dejó escapar un
suave suspiro, colocando sus manos sobre los hombros de
Jimin. Estaba asombrado por su atuendo.
Su atuendo de novio era tan elegante y poderoso como
él, de la manera más refinada posible.
Las plumas de cisne se extendían bruscamente sobre el
largo de la cola del traje que nacía desde su espalda,
revelando una caída baja, pero la camisa ceñida en la
cintura y el pantalón blanco fajado a su hermosa figura.
Parecía un dios griego que decidió hacer un recorrido por
los reinos de los mortales, pero se olvidó de dejar atrás su
elegante atuendo.
“No puedo creer que alguien realmente se vaya a casar
con mi niño salvaje”, dijo la Sra. Park, secándose el rabillo
del ojo. ¡Todavía no podía llorar, su rímel era demasiado
caro!
“Ahora, nuestro hijo no es tan malo”, se rió el duque
Park, sus labios se torcieron en una sonrisa divertida.
Captó la mirada de su hijo en el reflejo y se rió aún más
fuerte.
“No papá, él es mucho peor”, murmuró Jaemin desde la
esquina de la habitación, donde estaba apoyado contra la
pared y observando la escena. Sus labios se curvaron con
desdén, pero no dijo nada.
A Jaemin se le asignó el puesto de director de
operaciones en la empresa, segundo en el poder después
de su hermano. Ahora solo estaba esperando que él cayera
muerto para ocupar su puesto.
Pero con sus fuertes aliados y su apoyo, la muerte era un
sueño imposible. Aún así, metió las manos en los bolsillos,
celoso de que su hermano hubiera encontrado su felicidad.
“Suena como celos para mí”, respondió Jimin, secando
sus labios con los toques finales de bálsamo labial.
Se observó en el espejo, regodeándose en su propia
belleza, mirando los diamantes brillar a la luz. Se lo dio su
madre, por algo “azul”.
A Jimin no podría importarle menos lo que todos dijeran
sobre él. Sabía que era un novio hermoso.
“Ya que tienes algo prestado de tu madre”, habló
Taehyung, refiriéndose a los pendientes que usó la Sra.
Park en su propia boda. “Algo viejo de tu madre”, agregó,
mirando los viejos gemelos de diamantes de la boda del
propio Duque Park que se convirtió en un collar.
“Esto es algo nuevo, para completar la tradición
matrimonial de Algo Viejo, Nuevo, Prestado y Azul”,
declaró lentamente, colocando una caja en el tocador.
“Oh mi, ¿qué es?” Jimin preguntó, sus ojos se iluminaron,
a pesar de que ya estaba glamoroso en piezas de joyería.
“¿Puedo abrirlo, Tete?” cuestionó, a pesar de que ya
estaba tirando de la cinta blanca.
Taehyung se rió de las payasadas de su amigo, pero
asintió, mordiéndose el labio inferior para reprimir una
gran sonrisa. Observó con alegría cómo los ojos de Jimin
brillaban ante el artículo.
“¿Un brazalete a juego?” Jimin preguntó al instante,
asombrado por el hermoso y delicado brazalete.
El oro blanco casi se mezclaba con su piel, convirtiéndolo
en el brazalete perfecto para combinar con los otros. Había
una etiqueta en el brazalete con una fecha grabada en él.
“Esta es la fecha en que comenzó nuestra amistad”, dijo
Taehyung, apoyando la barbilla en el hombro de Jimin,
revelando el brazalete a juego en su muñeca. “Pensé que
como hemos sido amigos durante mucho tiempo, nunca
tuvimos joyas de amistad”.
“¡Dios, me encanta!” exclamó, extendiendo la muñeca.
“Ayúdame a ponérmelo, por favor”.
Taehyung dejó escapar un suspiro de alivio, contento de
que a Jimin le gustara. Colocó el brazalete en su muñeca,
sonriendo por lo desapercibido que era el brazalete.
La gente tendría que mirar de cerca la muñeca de
cualquiera de los donceles para ver que el brazalete estaba
allí, pero captaba la luz cada vez que se movían. El metal se
reflejaba, creando un rayo cegador cada vez que
cambiaban.
Taehyung apoyó la mano junto a Jimin, admirando lo
simples pero hermosos que eran los brazaletes a juego.
Juntos, formaron un dúo dinámico.
“Siempre he odiado los trajes” farfulló Jungkook, de pie
en la plataforma del pasillo con Yoongi, Joongki y,
sorprendentemente, Jongin.
Jungkook miró fijamente al costado de Jimin, donde
Taehyung caminaba como su acompañante de honor, junto
con miembros de la alta sociedad sin nombre que no le
importaban.
Sus ojos se encontraron con los de su esposo y vio sus
dedos contraerse, apretando los ramos de flores que
sostenían los acompañantes de honor. Él estrechó la
mirada, sabiendo que su esposo estaba llegando a sus
límites de estar en pie.
Tres años de terapia y sólo podía caminar tres a cuatro
cuadras. No podía estar de pie por mucho tiempo sin que le
temblaran las piernas antes de que de repente se rindiera.
Jungkook notó que estaba haciendo todo lo posible por no
captar la atención de la gente.
Los sangre pura sanaban mucho más rápido que los
humanos, pero su lesión ocurrió antes de que lo
convirtieran.
“¡Oh, mira al Príncipe y la Princesa!”
“Que lindo.”
“Qué adorable par de hermanos son”.
Jeon miró brevemente a sus hijos, antes de que su
mirada volviera a Taehyung. Estaba cada vez más
preocupado, pero se dio cuenta de que la agonía en el
rostro ajeno estaba siendo cambiado por el asombro.
Entonces, vio que sus ojos se iluminaban de alegría.
“Su Gracia, son tan adorables”, susurró uno de los
invitados.
Taehyung giró la cabeza y le dirigió a la mujer una
sonrisa.
“Gracias”.
La reconoció de alguna parte, pero no se molestó en
acordarse. Volvió a mirar a sus hijos.
Juntos, Dahyun y Jeonhyuk caminaron por el pasillo con
pequeñas canastas de pétalos de flores. Los arrojaron al
aire, los pétalos giraron y cayeron suavemente. Dahyun
tenía una expresión estoica, la viva imagen de su padre,
mientras que Jeonhyuk era todo sonrisas de cajita, ansioso
por ser el centro del espectáculo.
“¡Oh mi!”
“Mira al presidente”.
“Qué atuendo… parece un cisne, en lugar de un
príncipe”.
Se escucharon murmullos y jadeos, mientras el piano
construía el ritmo. Comenzó con una melodía lenta, como
las olas retrocediendo, antes de que el ritmo se volviera
más etéreo y majestuoso, a medida que las olas rompían
hacia adelante.
Jimin había puesto un pie en el pasillo. Había una larga
cola de tela y se tomó su dulce tiempo para presumir. La
gente se entusiasmó y exclamó al hermoso novio, pero éste
miraba hacia adelante.
Yoongi. Su corazón dio un brinco al verlo.
“Esta es la primera vez que te veo llorar”, dijo Jimin,
notando que sus ojos estaban húmedos y sus labios se
curvaron hacia arriba en una gran sonrisa.
Yoongi se rió de sus palabras, agarrando su mano y
apretándole suavemente cuando el oficiante de la boda
comenzó a hablar. Ni siquiera pudo concentrarse en las
palabras del oficiante, ya que su hermoso novio le llamó la
atención.
“Y la última vez”, lo tranquilizó, haciendo que Jimin
sonriera.
“Ya veremos”, se regodeó, justo cuando el oficial
hablaba.
“Damas y caballeros, príncipes y princesas, hoy nos
reunimos para celebrar el matrimonio de una pareja
honoraria, el señor Min Yoongi y el joven Park Jimin”,
anunció en voz alta.
“Si el novio quiere, por favor tome la mano de su pareja y
declare sus votos”, concluyó.
“Para siempre puede ser demasiado pedirte, pero solo
quiero pasar una eternidad contigo”, comenzó Yoongi.
“Eres mi fuego, mi pasión y mi luz al final del túnel. Eres lo
que me mantiene caliente en mis días más fríos y más feliz
en los peores”.
Jungkook se adelantó con la caja de anillos. Yoongi tomó
el que estaba destinado a Jimin.
El oficiante se aclaró la garganta. “¿Tú, Park Jimin,
tomas a Min Yoongi como tu esposo, para ser adorado
incluso durante las calamidades y cuidado durante los
momentos más felices y tristes?”
Jimin miró fijamente a Yoongi, su corazón saltó cuando le
guiñó un ojo. “Sí.”
Dicho esto, Yoongi le puso el anillo.
Jimin miró la banda de oro blanco que quedaba en la
caja. Respiró hondo y comenzó su discurso.
“Ninguna petición es demasiado si viene de ti. Si quieres
la eternidad, yo quiero un reencuentro cuando
reencarnemos en otra vida si es que la muerte nos separa
alguna vez. En mis momentos más difíciles, eres el hielo
que me brinda consuelo y el calor en mi pecho durante mis
momentos más felices”.
“¿Y tú, Min Yoongi, tomas a Park Jimin como tu esposo,
para ser amado incluso durante las dificultades y apreciado
en los momentos de felicidad?”
Yoongi miró a Jimin y su sonrisa se ensanchó. “Sí.”
Jimin tomó el anillo y lo deslizó en el dedo de Yoongi, la
banda parpadeando durante el día.
“Entonces los declaro esposos. Puede besar al novio”.
Yoongi dio un paso adelante, agarró a su esposo por la
cintura y lo besó profundamente. La multitud aplaudió
mientras Joongki silbaba como un lobo y Jungkook puso los
ojos en blanco. Incluso lo inclinó hacia atrás, profundizando
el beso, su agarre fue fuerte cuando tiró de él para ponerlo
de pie.
Jimin soltó una carcajada de incredulidad, su brillante
rubor se mostró a través de su rostro. ¡Este hombre era
verdaderamente desvergonzado! ¿Un beso así, frente a los
suegros también?
Miró a sus padres, su padre frunciendo el ceño a Yoongi,
mientras que su madre negó con la cabeza divertida.
“He tenido la intención de hacer eso desde que
entraste”, dijo Yoongi contra sus labios, besándolos una
última vez. La cena, acompañada de un baile, iba a
comenzar.
“No me lo digas”, bromeó Jimin. “Estabas lloriqueando
como para que yo me concentrara en otra cosa que no
fuera eso”.
Yoongi se rió “Veremos quién será un desastre llorando
esta noche”.
Jimin parpadeó hacia él. “Va a ser nuestra noche de
bodas, seguro que tú no…”
“Oh, pero lo haría. Y ya he preparado la habitación en el
apartamento para ti”.
“¿Preparado?” Jimin repitió, ganándose una sonrisa
pecaminosa de él. Su estómago se agitó cuando comenzó a
pensar en las posibilidades. ¿Preparó el dormitorio? ¿Y
para qué?

¡ALLÍ NO…!
El resto de la celebración de la boda pasó como un
borrón. Jimin y Yoongi habían compartido un baile, pero
todo su cuerpo ardía cada vez que él lo tocaba. Sus dedos
acariciaban su cintura y su mirada era oscura.
Pronto, la boda llegó a su fin y estaban llegando a la casa
en la que vivirían juntos.
Su nuevo hogar era el apartamento de Yoongi que había
asegurado solo porque Jimin vivía aquí. La compra fue
costosa, pero tenía más que suficiente para comprar esta
casa y otra para sus futuros hijos.
“¿Te gustaría ver lo que he preparado?” preguntó,
ofreciéndole una mano mientras salía del auto.
“¿Puedo siquiera decir que no?” Jimin se rió, tomó su
mano y juntos caminaron por el vestíbulo.
Nadie sabía dónde vivían y su auto no fue seguido. Si lo
hubiera sido, siempre habría consecuencias legales y poco
éticas esperando a esas personas.
“Por supuesto que puedes”, le dijo Yoongi mientras
caminaban hacia un ascensor privado reservado solo para
ellos.
Jimin se movía nerviosamente en el ascensor, con un
cosquilleo en el estómago por la anticipación. El otro
apenas lo tocaba, su mano descansaba flojamente sobre su
cadera. Su aroma calmante lo inundó, parecido a libros
abiertos y eucalipto. Pero no ayudó a su corazón acelerado.
Lo habían hecho muchas veces antes, pero de repente se
puso nervioso. Tal vez era porque esta era su noche de
bodas y tendrían una larga luna de miel.
“No te preocupes, no será nada que deje un moretón
visible… a menos que tú quieras que lo haga” Yoongi lo
sacó del ascensor. Su cabeza se había levantado
bruscamente hacia él en estado de shock.
“Qué quieres decir—”
“Lo descubrirás pronto”.
Yoongi escribió el código de acceso, pasó la huella de su
pulgar y abrió la puerta, lo que le permitió entrar a la
guarida del león por su propia voluntad.
Lo habían hecho antes en su casa, en la cama,
demasiadas veces para que él las contara. Pero había cosas
que nunca antes le había mostrado, metidas en los cajones,
y las había sacado solo para su esposo.
“He estado en tu dormitorio antes, no creo…”, la voz de
Jimin se apagó cuando vio lo que estaba preparado.
Su atención se centró en la cabecera que había sido
cambiada. Había dos puños de cuerda en la cabecera, luego
dos más al final del colchón.
“Oh.” Fue el único sonido que pudo hacer.
La figura de Yoongi se cernía sobre él, sus brazos
serpenteando alrededor de la cintura mientras besaba
cariñosamente un lado de su cabeza.
“Ya conoces la palabra de seguridad”.
No estaban completamente metidos en el acto de BDSM,
pero a veces era interesante probar nuevas técnicas, como
esta. Podía escuchar su corazón latir fuertemente en su
pecho.
“Está bien.” Jimin tragó saliva. Su palabra de seguridad
era “libros”, ya que los dos bromearon que un libro era un
apagón instantáneo.
Yoongi le desabrochó el atuendo y observó el charco de
tela blanca en el suelo. Luego, ahuecó sus pezones erectos
y los apretó.
Jimin se estremeció ante la exposición, apoyándose en su
cuerpo, ansioso por su comodidad.
“Entonces súbete a la cama”, instruyó, sus labios
rozando su oreja izquierda.
Jimin ya sentía algo caliente y tenso pinchando su
espalda baja. Caminó hacia la cama y se acostó,
instantáneamente seguido por él.
Lo observó mientras se quitaba la ropa. Sus venas
gruesas como enredaderas en su brazo, sus largos dedos
que desabrochaban los botones y sus muslos que pateaban
sus pantalones. Su respiración quedó atrapada en su
garganta ante la carpa de sus bóxers negros.
“Porque es nuestra noche de bodas, te trataré bien”, le
aseguró, colocando una mano en su cintura y empujando su
cuerpo contra el colchón. Lo miraba fijamente, el
nerviosismo parpadeando en sus ojos.
“¿Confías en mí?” Agarró su muñeca y le colocó las
esposas de cuero.
“Estamos casados. Si no tuviéramos confianza,
estaríamos divorciados mañana”, dijo Jimin, mientras él se
sentaba a horcajadas sobre su cintura y se reía. Jimin no se
dio cuenta de lo peligrosa que sería esta posición más
adelante, cuando no tuviera a dónde escapar del placer.
“Eso es lo que piensas”, murmuró Yoongi en voz baja,
agarrando su otra muñeca y esposándolo. Luego, colocó las
otras dos esposas en sus tobillos, hasta que sus
movimientos quedaron limitados.
Levantó su barbilla temblorosa, sus ojos se encontraron.
El contrario cerró los ojos y él se inclinó para besarlo, con
las rodillas a ambos lados de su cintura.
“Por favor, no juegues conmigo hoy…”
Yoongi dejó escapar una risa suave. Ahora que se dio
cuenta exactamente de quién tenía el control aquí, no podía
hacer nada más que suplicarle. Jimin era un aprendiz
rápido. La última vez que lo dejó montarlo, Jimin tenía el
control y él le rogó clemencia. Ahora, era su turno.
“Ah, pero ¿qué le pasó al jovencito que se burló de mí en
la cama hace unas semanas?” preguntó, besando
suavemente sus labios fruncidos. “¿No te burlaste de mí
también?”
El pecho de Jimin se elevó hacia arriba y hacia abajo.
Rápidamente asimilaba todo, sus ojos lamían sus
seductores hombros y su cuerpo que siempre lo estimulaba.
“No fue mi intención…” mintió, disfrutando
completamente de tenerlo bajo su control la última vez. Él
había estado temblando, sus uñas clavándose en su cintura
cuando lo montó, mirando en éxtasis mientras alcanzaba su
punto máximo, solo para que de repente redujera la
velocidad para jugar con él.
“Bueno, entonces no pretendo molestarte hoy también”,
dijo Yoongi, su mano se desplazó por su cuerpo mientras
las rodillas de Jimin se deslizaban hacia arriba, dándole
fácil acceso.
Le arrancó las bragas y las tiró. Jimin gimió cuando su
mano ahuecó con fuerza su miembro, duro por él. Su
pulgar giró alrededor de su sensible glande.
“¡Ah…!”
Jimin se arqueó fuera de la cama, pero fue presionado
por su cuerpo. Estaba a horcajadas sobre su cintura,
obligándolo a sucumbir al placer. Ni siquiera podía agarrar
el colchón en busca de ayuda, sus muñecas se tensaban
contra los puños.
La otra mano de Yoongi agarró su pezón, apretándolo
antes de rodar sus dedos sobre su otro pezón. Jimin gimió,
justo cuando su dedo medio fue bajando hasta rodear su
agujero.
“Yo no hice nada, ¿y ya estás duro? ¿De qué?” Yoongi se
burló.
Su dedo medio húmedo se deslizó sin esfuerzo dentro de
su abertura, su pulgar frotando debajo de sus testículos. Se
movió en la cama, pero no pudo hacer nada, sus piernas
separadas por las esposas.
“Te juro que no fue mi intención la última vez”, mintió de
nuevo, pensando que esto podría otorgarle misericordia.
Conocía sus tácticas. Le encantaba burlarse de él hasta que
prácticamente le rogaba que le hiciera algo a su cuerpo.
Yoongi estaba haciendo exactamente eso ahora mismo,
insertando su dedo anular dentro. Jimin retorció su cuerpo,
sus dedos entrando y saliendo de él, curvándose para
presionar contra su punto sensible.
“No ahí…!”
Ahí estaba. Su punto más sensible.

AMANECER
Yoongi lo embistió toda la noche sin darle misericordia,
luego de hacerlo esposados, lo folló contra la alfombra,
contra la ventana de cristal donde todos podían ver su acto
demostrativo de amor, y lo puso en todas las posiciones que
su cuerpo pudo aguantar.
Una vez que Jimin estuvo demasiado cansado como para
mover un dedo, su cuerpo cubierto de marcas, una leve
marca de mordedura en su hombro, Yoongi finalmente lo
dejó descansar. Le preparó un baño para él, lo ayudó a
limpiarse y lo llevó a una nueva habitación donde las
sábanas estaban limpias. Mañana, tendría su dormitorio
principal listo para él.
“Hng… ¿A dónde vas?” Jimin murmuró con cansancio,
rodando en la cama para ver que estaba caminando afuera.
Yoongi no respondió y regresó un momento después con
un vaso de jugo de naranja y una pastilla. Puso todo en la
mesita de noche, lo ayudó a sentarse y le acarició la nuca.
Dondequiera que tocaba, su piel se calentaba con anhelo.
Al recordar lo que sus dedos le habían hecho, Jimin
reprimió un profundo rubor. Un siglo de no hacer nada, y
todavía era hábil.
“Escuché que cuanto antes tomes la píldora del día
después, mejor”, dijo Yoongi secamente, colocándole la
tableta en la mano. “Aunque se llama la píldora del día
después, en realidad es mejor tomarla la noche que lo
haces”.
Jimin hizo una pausa. Envolvió sus dedos alrededor de la
pastilla, sabiendo que esta vez no usaron protección.
“Preparé jugo de naranja, en caso de que la píldora sea
amarga”, explicó, preguntándose por qué solo estaba
mirando su palma cerrada.
Jimin inicialmente había comenzado a usar métodos
anticonceptivos el año en que comenzaron a salir, pero se
detuvo cuando tuvo síntomas y le dio pereza probar
diferentes recetas hasta que una finalmente le funcionara.
Siempre han confiado en los condones, pero rara vez en las
píldoras del día después, ya que tomar más de dos al año
podría dejar infértil a una persona.
“No estaría de más intentar tener un niño”, dijo Jimin de
repente, tomando a Yoongi por sorpresa. Miró sus hombros
y pecho desnudos, el resto cubierto por sus edredones.
¿Estaba cansado y diciendo tonterías?
“Me dijiste semanas antes de la boda sobre lo que hay
dentro del libro de Dorothy sobre la Rosa Dorada y he
estado pensando…” se calló, colocando la pastilla en la
mesita de noche antes de que el calor de su palma la
derritiera.
“Si tu amor puede ayudar a la Rosa Dorada a vivir más
tiempo y el fármaco de Park Pharmaceutics se fabrica sin
problemas, ¿tal vez podamos intentar tener un niño?” su
voz firme, pero su mentalidad racional.
Yoongi hizo una pausa. Él lo tomó en sus brazos y lo
abrazó a su lado. “Será peligroso, porque no sabemos cómo
se desarrollará el embarazo de una Rosa Dorada al nacer.
Has visto lo que le ha hecho a nuestro Rey”.
Jimin se puso rígido. Recordó haber visto a Taehyung
algo fatigado poco después de que se intercambiaran los
votos.
Su Gracia estuvo con Jungkook en la pista de baile pero
solo por un periodo de tiempo corto, y Jimin sabía, en el
fondo, que su amigo nunca podría volver a bailar por tanto
tiempo con Jungkook. Por eso Jimin no puso la canción de
boda de Taehyung. Solo le traería dolor.
“No puedo arriesgarme a que pases por el mismo dolor”,
dijo Yoongi, su gran mano acariciando un lado de su cara,
suave y ansioso por su toque. “No apresuremos nada—”
“En el libro que Dorothy había traducido, una Rosa
Dorada debe morir para que nazca otra” murmuró Jimin.
“Si voy a morir al dar a luz, entonces espera mi
reencarnación y ven a buscarme”.
“No me digas que eres tan suicida como Su Gracia”,
gruñó, agarrando su mano. “Su Gracia no tuvo más
remedio que quedarse con sus hijos, porque ya estaba con
ellos y era demasiado bondadoso para matar a los
herederos”.
“Pero tú, mi bola de fuego, no estás embarazado y no
estás obligado a tomar la decisión de quedarte con el niño”.
Yoongi apretó los dientes y lo miró. “¿Qué tendría de
malo adoptar? Soy tradicional, pero no lo suficiente como
para querer engendrar herederos a costa de mi esposo. La
casa Min puede morir conmigo por lo que me importa si te
quedas a mi lado”.
Jimin se dio cuenta de que este hombre estaba más
obsesionado con él de lo que pensaba. Vio la tormenta en
sus ojos y el calor en la habitación. Su ira era caliente y
cruel, a diferencia de su toque frío y sus gestos amables.
Abrió y cerró la boca, dándose cuenta de que sería una
tontería.
Yoongi tenía razón, no estaba obligado a tomar una
decisión todavía. Él no estaba embarazado, a pesar de que
había descargado su semilla dentro varias veces esta
noche, lo suficiente como para dejarlo embarazado si fuera
posible, ya que ambos estaban increíblemente saludables.
“Si muero y nuestro amor estaba destinado a ser, ¿me
encontrarías incluso después de reencarnar?” Jimin
preguntó de repente, a pesar de que la muerte estaba muy,
muy lejos, pero se sintió inseguro de que los detalles del
libro pudieran ser inexactos.
La mirada de Yoongi se suavizó, solo un poco. “Parece
que sabes que también podrías morir en el parto, así que
estás hablando de reencarnaciones. Por supuesto, te
buscaré y te reclamaré como mío nuevamente”.
Jimin sonrió suavemente. Él era un Sangre Pura, y había
estado preocupado de que eventualmente dejara de amarlo.
Pensó que un hijo engendrado entre ellos podría
mantenerlo con él para siempre. Justo ahora, se dio cuenta,
Yoongi estaba enamorado de él.
Tomó la pastilla y el jugo de naranja. De alguna manera,
estaba empezando a detestar el jugo de naranja. Yoongi lo
hizo beber con la píldora, como si su bebida favorita
pudiera enmascarar el sabor de la medicina amarga.
“Pasemos la eternidad juntos, y si eso no puede suceder,
entonces daría toda mi energía, tiempo y esfuerzo para
buscar tu reencarnación, mi querido bola de fuego”,
prometió Yoongi, observando cuidadosamente su mirada
fija en el jugo.
“Será mejor que me persigas”, dijo Jimin, ganándose una
carcajada de él.
Se recostó en los brazos de Yoongi y observó cómo el
cielo negro se volvía de un tono gris claro y luego de un
azul oscuro. Se apoyó en su pecho y miró al horizonte. Lo
habían hecho toda la noche, ¿no?
“¿Dónde debemos adoptar?” finalmente preguntó, su
espalda contra su pecho mientras su atención vagaba sobre
las suaves nubes de malvavisco que le recordaban la mejilla
de un bebé, ahora que estaban en el tema de los niños.
“Donde te sientas seguro” Yoongi acarició su cabello,
mirándolo todo el tiempo.
“Quizás que alguien de nuestro círculo íntimo nos
recomiende un lugar”, comentó Jimin. “Escuché que
durante las adopciones, a veces sabrás de inmediato qué
hijo es para ti”.
Los labios de Yoongi se inclinaron en una sonrisa suave.
“Como si estuvieras encontrando esa pieza faltante en tu
pecho”. Apretó sus brazos alrededor de él aún más, y
finalmente, el contrario lo miró.
“Sí, me gusta pensar que podría saberlo”, murmuró
Jimin, frotándose el pecho que de repente le dolía.
“Te amo, mi bola de fuego” Yoongi presionó sus labios en
la parte superior de su cabeza, su agarre entrañable, sus
manos deslizándose para descansar sobre las de él.
Jimin sonrió. “Yo también te amo, mi loco gato de
biblioteca”.
Yoongi se rió y él lo siguió, hasta que la habitación
sombría finalmente se iluminó, no por la luz del sol, sino
por los latidos sincronizados de sus corazones.
Sabían que cuanto más lo regaba de amor, más florecería
la Rosa Dorada en las manos de su pareja, hasta que la
eternidad ya no pareciera un sueño imposible.
Incluso cuando sus huesos se marchitaran y nunca
tuvieran arrugas, parecerían eternamente jóvenes a los
ojos del otro. Estos dos estaban destinados a pasar el resto
de sus vidas juntos, y nada podía cambiar eso.
44. EPILOGUE - II

LA PRINCESITA
Las hojas cayeron, las ramas estériles, y pronto, los
brotes crecieron, cuando el calor volvió a enfriarse y las
estaciones cambiaron.
Dos años pasaron como una brisa, lento pero seguro.
“Cuidado”, instruyó Jungkook a su esposo, mientras lo
ayudaba a ponerse los zapatos. Últimamente el doncel
había estado alterado, principalmente porque Dahyun y
Jeonhyuk habían cumplido cinco años este año, pero
mentalmente, tenían la edad de diez años.
A Taehyung le encantaba bailar con Jungkook, aunque
sus piernas se negaban a moverse con fluidez por tanto
tiempo.
“¿Soy demasiado pesado?” preguntó preocupado,
ganándose una risa madura de su marido.
Éste lo hizo girar, con un brazo en su cintura y el otro
sosteniendo su mano. ¿Pesado? Era tan ligero como el
polvo de sus zapatos. Esta era la única forma en que podían
bailar, y a su esposo parecía encantarle, una maravilla
infantil en sus ojos brillantes.
“Tan pesado como una pluma”, le informó, acercándolo,
hasta que estuvieron a un suspiro de distancia.
Jungkook escuchó su corazón dar un vuelco, sus
pestañas revoloteando. Él rozó sus labios contra los suyos,
sonriendo cuando se apoyó contra su pecho.
Apenas logró besarlo por un segundo antes de que las
puertas se abrieran de golpe. Taehyung lo empujó,
sorprendido, con los ojos muy abiertos. El contrario estaba
disgustado, sus labios se contrajeron en una línea apretada
cuando tiró de él hacia sus brazos de nuevo.
“¡Papá, Papá!” gritó Jeonhyuk, arrojando su mochila al
suelo. Empujó más allá de su padre gruñón y directamente
a sus brazos.
“¡Ten cuidado!” Jungkook ladró, su voz mucho más dura
cuando se trataba de sus hijos.
Taehyung tropezó y casi se cae cuando Jeonhyuk se
estrelló contra él. Pero lo atrapó, como harían todas los
padres con sus hijos. Lo abrazó con fuerza, sonriéndole.
“¿Cómo estuvo la escuela, mi angelito?” acarició el
cabello rubio oscuro casi castaño de Jeonhyuk, los genes de
su padre afloraron.
Taehyung no podía agacharse correctamente, porque sus
rodillas flaqueaban, así que permaneció de pie.
La única razón por la que podía caminar una
considerable distancia era porque se había convertido en
Pura Sangre, pero nada cambiaría sus piernas débiles.
Nunca culpó a nadie por ello, ni siquiera a sí mismo. Dos
pares de piernas para dos niños. Él lo vio como un
intercambio justo.
“¡Estuvo bien!” Jeonhyuk cantó, aferrándose a la cintura
de su papá, como si su amor pudiera cambiar los ojos
escarlata de su padre, como una fresa recién madura.
La mirada de Jeonhyuk vacilaba cada vez que se
encontraba con su mirada, porque recordaba lo que
sucedió. Entonces, su agarre se aflojó, el miedo tirando de
las fibras de su corazón.
¿Alguna vez su papá Tae lo odió por lo que le habían
hecho? ¿Se arrepintió de haberlos dado a luz? Escuchó a
una criada chismeando que las piernas de su padre nunca
funcionaron igual después del nacimiento de su hermana y
él.
“¿Qué pasa, mi angelito? Pareces molesto…” se apagó
con voz preocupada.
Acarició las adorables mejillas de Jeonhyuk que se
hinchaban como un hámster. Él se enfurruñó hacia el suelo,
alejándose, pero apretó su agarre, no dejando que se vaya.
“Papá, ¿te arrepientes de habernos dado a luz?” susurró,
tirando del pantalón blanco holgado de su papá que lo
hacía parecer un ángel.
A sus ojos, su padre era la persona más linda del mundo.
“¡Por supuesto que no!” Taehyung lo regañó, inclinando
su rostro hacia arriba para revelar sus labios temblorosos.
“Tanto tú como Dahyun son una decisión de la que nunca
me arrepentiré en mi vida. Nunca”.
El rostro de Jungkook se endureció. Sintió una pequeña
fuerza en sus pantalones negros y miró hacia abajo para
ver que era Dahyun. Miraba a su hermano mayor con
envidia, ansiosa por el mismo afecto y atención.
A Jungkook siempre le hizo gracia que Dahyun se
pareciera exactamente a Taehyung, pero su expresión seria
se parecía a la de él. Dahyun era tan estoica y cínica como
su padre.
“Pero papi, si no nos hubieras dado a luz, podrías bailar
con papá como en las fotos de la boda…” Jeonhyuk se
detuvo, frunciendo el ceño profundamente.
Jeonhyuk sintió una mirada peligrosa presionando su
espalda y abrazó a su papá con más fuerza.
La mirada de Taehyung se suavizó. Reunió toda su
energía y levantó a Jeonhyuk en sus brazos. Se tambaleó un
poco hacia atrás, pero se aferró a él con fuerza. Ahora era
un niño grande, con el peso de dos sacos de papas, pero
tensó su cuerpo solo para sostenerlo.
“¡Taehyung!” Jeon dijo bruscamente, frunciendo el ceño
ante su peligrosa acción. Su esposo lo ignoró.
“Papá…”
Instantáneamente, Jeonhyuk envolvió sus brazos
alrededor de sus hombros, como lo hacía cuando era niño,
enterrando su rostro en el hueco de su cuello.
Taehyung vio que la mirada de Jungkook se oscurecía.
Dio un paso tormentoso hacia adelante, el miedo y el
pánico danzando entre la furia y la rabia. Giró su cuerpo,
sabiendo que la escena lo exaltaría.
“Me gusta más pisar los dedos de los pies de papá”, se
rió Taehyung, acariciando suavemente la espalda de su
hijo. “Es mucho más fácil bailar cuando me paro en sus
zapatos y no hago nada mientras me da vueltas y vueltas”.
Sus piernas temblaban con el peso de Jeonhyuk, así que
caminó hasta el sofá, donde se dejó caer aliviado.
“P-pero, papi—”
“Daría cualquier cosa en el mundo por verte a ti y a
Dahyun”, le aseguró a sus hijos, extendiendo una mano
para que su hija lo agarrara. Vio la mirada anhelante de su
hija, pero Dahyun no se movió.
Dahyun se aferró fuertemente a los pantalones de su
padre, su otra mano agarrando su vestido. Tenía que ser
una niña grande. Ella necesitaba ser fuerte. Debido a que
su hermano mayor era débil y un bebé llorón, Dahyun tenía
que ser fuerte por él. Si se aferraba a sus padres, ¿A quién
le importaría el infantil Jeonhyuk?
“Si quieres algo, mi princesita, debes agarrarlo y nunca
soltarlo”, le dijo Jungkook a su hija, acariciando su cabeza
mientras le sonreía.
Taehyung al instante lo miró, los labios del pelinegro se
curvaron en una sonrisa maliciosa. Dahyun batió sus
pestañas y reflejó su sonrisa. Luego, envolvió ambos brazos
alrededor de las largas piernas de Jungkook y éste se rió
entre dientes.
“Si quieres algo, mi pequeña princesa, no debes
encontrar algo inferior para reemplazarlo”, se rió
Jungkook, pero sin embargo, se inclinó para cargarla.
Dahyun inmediatamente comenzó a entrar en pánico,
luchando en sus brazos. “Soy una niña grande, no necesito
que me carguen—”
“Cada hija es una princesita a los ojos de su padre”
Jungkook la cargó con un brazo mientras su mano libre
apartaba el flequillo de su mirada rosa claro. Él apretó su
agarre sobre ella, sus labios formaron una línea recta.
Aunque Dahyun y Jeonhyuk habían bebido de la sangre
de su propio padre, ninguna de sus fuerzas cambió.
Seguían siendo los mismos. Dahyun tenía los genes
vampíricos más débiles y Jeonhyuk los más fuertes.
“Pero debo ser una niña grande por Jeonhyuk, o de lo
contrario sería una carga, Su Majestad”, murmuró Dahyun.
Las cejas de Jungkook se alzaron. No el horrible título de
nuevo. Estos pequeños sinvergüenzas. Esto fue lo que
Jungkook obtuvo por ser el padre más estricto.
A sus propios hijos les gustaba llamarlo ‘Su Majestad’ en
lugar de ’Papá’. Siempre sucedía cuando tenía una mirada
severa en su rostro. Así, Jungkook calmó su expresión y se
aclaró la garganta.
“Yo he estado más agobiado por ti”, la regañó.
Los ojos de Dahyun se agrandaron. Por una vez, el
invierno se derritió en su mirada y se asustó. “Pero papá,
yo—”
“Porque siempre tratas de ser demasiado madura para tu
edad cuando tu padre y yo no queremos ver nada más que
tu lado egoísta e infantil”, comentó sin expresión.
Dahyun se quedó sin palabras. Abrió y cerró la boca, su
cerebro de genio se quedó en blanco. Ella se aferró a sus
hombros, mirándolo a los ojos, del color de las rosas
carmesí, pero tan punzantes como las espinas.
“Entonces, para agobiarnos menos, quiero que seas una
mocosa malcriada. Haz berrinches y llora. Tírame lo peor y
lo convertiré en lo mejor” le aseguró, repitiendo las
palabras que una vez le dijo a su esposo.
Los labios de Dahyun temblaron, su rostro cada vez más
hosco. Estaba empezando a hacer pucheros y lo sabía, pero
no podía controlarlo. Así que hundió la cara en su cuello y
no dijo nada más.
Jungkook rió entre dientes, palmeando su diminuta
espalda. “Mi hija más joven actúa como la mayor, y mi hijo
mayor actúa como el más joven. Mi princesita tiene el
rostro de su papá Tae, pero mis expresiones. Mi querido
príncipe tiene mi rasgos, pero el corazón de su otro padre.
Qué mundo tan retorcido”.
Taehyung se rió de sus palabras, encontrando todo
demasiado irónico. Se preguntó por qué Jeonhyuk había
estado tan silencioso y miró hacia abajo para ver que se
había quedado dormido en su hombro, acurrucado en sus
brazos. Apoyó la mejilla en la parte superior de su cabeza,
abrazándolo cariñosamente.
“No deberías permitir que ninguna de sus bocas estén
tan cerca de tu cuello”, murmuró Jungkook, apretando más
a Dahyun, esperando que la presencia de su propia hija
sofocara su acelerado corazón.
A Jungkook no le gustaba que ninguno de los niños
abrazara a su esposo de esa manera, acurrucando sus
rostros en el hueco de su cuello.
Estaba teniendo recuerdos de lo que sucedió cuando solo
tenían dos años. Era un evento que nunca olvidaría, incluso
después de que pasaran los siglos, y el hecho no era más
que un recuerdo doloroso.

ESCUCHAR A ESCONDIDAS
“Las cicatrices nunca se desvanecieron”, gruñó el
pelinegro, mirando fijamente el lugar que su esposo se
negaba a cubrir con maquillaje. Su fuerte voz al instante
despertó a Jeonhyuk, quien se agitó en los brazos de su
padre.
“En mi opinión, lo ha hecho”, argumentó Taehyung. “El
lugar donde me inyectaste la sangre de Dorothy tampoco
se desvaneció”.
Jungkook entrecerró los ojos. ¿Cómo podría olvidar? Sus
propios hijos bebieron de Taehyung.
Sucedió una tarde cuando estaba ocupado con una
reunión de emergencia, y lo siguiente que supo fue que
encontró a su esposo casi muerto en el suelo, la cara de los
gemelos enterrada a ambos lados de su cuello, drenándolo.
Eran demasiado jóvenes, demasiado ingenuos y demasiado
tontos para distinguir a su padre de la comida, al humano
de la presa.
“Y al igual que mis estrías, nunca se desvanecerán, pero
lo acepto” Taehyung extendió una mano para agarrar su
mano inerte.
El pelinegro frunció el ceño, pero caminó hacia él de
todos modos, sosteniendo su mano con fuerza.
“Eran niños y no sabían diferenciar el bien del mal”,
finalizó. “Pero sobreviví al Cambio, ¿no? Estoy bien y sano,
y puedo vivir siglos tras siglos con nuestros hijos y
contigo”.
Jungkook resistió el impulso de decir que apenas logró
salir con vida. Casi había perdido toda la razón cuando él
no se despertó inmediatamente después de que le
inyectaron la sangre.
Jungkook se cerró a todos menos a sus propios hijos,
quienes habían llorado a su lado, disculpándose por lo que
habían hecho.
Fue la única vez que casi los golpea. La única vez. Pero
al ver sus grandes lágrimas en sus mejillas sonrosadas y su
expresión de disculpa, bajó la mano y los agarró a ambos,
sujetando con fuerza a sus hijos. Jungkook los amaba
demasiado como para lastimarlos alguna vez.
“¿No creen que fue una bendición disfrazada, mis
preciosos ángeles?” Taehyung le susurró a Jeonhyuk, quien
lo miró con ojos grandes y húmedos.
Jeonhyuk asintió con la cabeza de mala gana, feliz de
pasar una vida muy, muy larga con su padre. Escuchó que
los humanos generalmente perdían a sus padres cuando
éstos envejecían.
“¿Y tú, Dahyun?” Taehyung le habló a su hija.
Dahyun levantó la cabeza y miró a su papá durante unos
segundos. Luego, retorció su cuerpo, queriendo ser
sostenida por sus tiernos brazos también.
Si había algo de lo que se dio cuenta, fue que el cuerpo
de su papá Tae es caliente. El cuerpo de su otro padre era
frío, pero su papá Tae no.
Era un fenómeno que nadie podía explicar. Taehyung
planteó la hipótesis de que se debía a que inicialmente era
humano.
“Papá…” Dahyun finalmente dijo, sus labios aún estaban
en un adorable puchero.
“Siempre a él papá, pero nunca papá a mí”, replicó
Jungkook, bajando a Dahyun al suelo. Instantáneamente,
ella corrió hacia su otro padre, saltando a sus brazos.
Taehyung se rió, la satisfacción llenando su pecho. Tenía
a sus dos bebés saludables en sus brazos. Era todo lo que
podía pedir.
“Siempre papá, y siempre Su Majestad”, respondió
Dahyun, mirando descaradamente a su padre.
Jungkook entrecerró los ojos. “Los niños traviesos serán
devorados por los monstruos debajo de su cama. O tal vez
experimenten las peores pesadillas conocidas por el
hombre”.
Taehyung suspiró. “Tu intimidación es la razón por la que
te llaman ‘Su Majestad’, y nunca Papá”.
“Solo les estoy enseñando a intimidar a otros antes de
que te intimiden a ti”, murmuró, dejándose caer en el lugar
junto a él. Envolvió su brazo alrededor de su hombro,
tirando de la parte superior de su cuerpo para que se
apoyara en su pecho.
Desafortunadamente, Dahyun se interpuso y miró con
vehemencia a su padre. “Su Majestad estuvo todo el día
con papá. Entréguenoslo”.
El pelinegro entrecerró los ojos hacia su hija. “Un día
entero no es suficiente cuando me lo robas”, espetó.
Taehyung se sentía como un muñeco de trapo al que
tiraban de un niño a otro. Excepto que uno era en realidad
una niña y el otro era un bebé grande.
“Dahyun, nunca me dijiste cómo te fue en la escuela”
habló finalmente cambiando de tema. “¿Mi precioso ángel
tuvo un buen día?”
Dahyun volvió a subirse al regazo de su papá Tae,
empujando a Jeonhyuk a un lado por una vez para tener
toda la atención sobre ella.
Dahyun se mostró severa por una fracción de segundo,
debatiendo qué parte de su día era más importante para
contar. ¿Debería contarle a papá todas las respuestas
correctas que obtuvo, o tal vez que la cafetería sirvió su
tarta de frutas favorita, o tal vez que hizo una nueva
amiga?
“¡Oh, lo sé, lo sé!” gritó Jeonhyuk, sin mostrar irritación
a pesar de ser empujado por su hermana menor.
Jeonhyuk recordó las enseñanzas de su padre. Dahyun es
la más joven, por lo que él nunca debe tratarla con rudeza.
Él es el hermano mayor y debe proteger a su hermana
pequeña. Infló el pecho, ansioso por informar sobre el día
de Dahyun.
“Dahyun hizo una nueva—”
“¡La cafetería sirvió mi tarta de frutas favorita, papá!”
Dahyun gritó, mirando a Jeonhyuk. Él siempre tenía que ser
el centro de atención, ¿no?
“¿En verdad?” Taehyung sonrió. “¿Cuál? Te gustan todas
las frutas del mundo, excepto el limón”.
Él encontró divertido que Dahyun despreciara la única
fruta que adoraba.
“Oh, oh, lo sé”, inquirió Jeonhyuk con entusiasmo. “Fue
—”
“Tarta de fresas y ruibarbo”, interrumpió Dahyun,
terminando la oración de su hermano con una mirada
furiosa.
Taehyung hizo una pausa, antes de estallar en
carcajadas. “Ustedes dos son mellizos después de todo”,
bromeó, acariciando la parte superior de sus cabezas.
“Y y… hoy hice una nueva amiga”, añadió Dahyun
tímidamente, jugando con los botones de la camisa de su
padre.
“¿Sí?” Estaba curioso de quién podría ser.
Dahyun, como Taehyung, era cerrada socialmente.
Dahyun prefería estar sola, por lo que no tenía muchos
amigos. Bueno, excepto los hijos del tío Jimin y el tío
Yoongi. Era excepcionalmente cercana a ellos, lo suficiente
como para llamarlos primos.
“Su nombre es Hazel y me recuerda al tío Jimin… Ambos
son muy ruidosos”, admitió.
“¡Pero su tío da miedo!” Jeonhyuk gritó, con los ojos muy
abiertos. “Vi al tío de Hazel dejarla en un auto negro y
hombres vestidos de negro salieron como los
guardaespaldas del tío Jimin, ¡Pero mucho más
aterradores!”
Jungkook estaba intrigado por la historia, sus dedos
jugueteaban con el cabello rubio de Taehyung. Sintió que
sus temores iniciales eran tontos.
Se había sorprendido cuando su esposo mantuvo sus
rasgos humanos. Su piel aún era cálida, sus mejillas aún se
sonrojaban y aún tenía ese brillo en sus ojos. Era como si
nada hubiera cambiado en él.
“Muchos de tus compañeros de clase provienen de
buenas familias. También te dejan los guardaespaldas”,
señaló Jungkook. “Tus guardaespaldas están equipados con
pistolas y tasers lo suficientemente potentes como para
matar a un oso con el impacto”.
“Nadie da más miedo que mi papá…”, dijo Dahyun.
Dahyun no pudo evitar querer defender la reputación de
su padre como una persona intimidante. Había visto a
muchas personas encogerse y temblar ante la presencia de
su padre. Pero, ¿qué podría ser tan aterrador acerca de su
padre? Rara vez levantaba la voz, siempre la abrazaba y le
daba palmaditas en la coronilla. Aunque se burlaba
demasiado de ellos.
“Qué lindo cumplido de parte de mi propia hija”, se burló
Jungkook, sacudiendo la cabeza.
“Pero yo te llamé papá”, refutó Dahyun como si ese
apodo fuera un cumplido.
“Porque soy tu padre. No tienes más remedio que
llamarme así”.
“Pero el tío de Hazel vive para siempre”, espetó
Jeonhyuk de repente, haciendo que la atención de Jungkook
se centrara en él.
“Nadie vive para siempre”, reflexionó Jungkook. “Ni
siquiera los de sangre pura como tu papá”.
Jungkook se sintió afectado por la declaración de su hijo,
pero tuvo que mantener una fachada tranquila frente a sus
hijos. Si los padres entran en pánico, también lo harán los
niños.
“Nuh-uh, escuché al papá de Hazel bromear con el tío de
Hazel afuera del auto diciendo que ni siquiera un disparo
en el corazón mataría a este último…”.
“No inventes mentiras sobre la familia de mi amiga”,
replicó Dahyun, enojada porque dijo algo así. “¡Jeonhyuk
está mintiendo!”
“¡No lo estoy!” gritó. “Me iban a recoger hoy y—”
“¡Eres un mentiroso!” Dahyun le gruñó, empujándolo
hacia atrás.
Jeonhyuk jadeó ante sus acciones, sus manos temblando
por hacer lo mismo. Pero ella era más baja y más ligera que
él. Ella también era débil. Si él la empujaba, la lastimaría.
Así que se puso de mal humor y se volvió hacia sus padres.
“Dahyun me empujó”, se quejó.
“Dahyun—”
“Jeonhyuk les mintió”, replicó.
“Yo no—”
“Uno es mentiroso y el otro es violento”, se rió Jungkook.
“Criamos niños tan geniales, ¿no crees, cariño?”
Taehyung lo miró y lo empujó. “Mis hijos no son
mentirosos, ni son violentos”.
“Oh, pero mis pequeños monstruos definitivamente lo
son”.
El rubio ignoró su comentario. Se volvió hacia Dahyun,
agarrándola por los hombros. “No debes empujar a tu
hermano así, mi precioso ángel”.
“Pero—”
“Sin peros” se volvió hacia Jeonhyuk esta vez. “Y no
puedes estar escuchando la conversación de alguien, mi
angelito”.
“Pero—”
“Sin peros”, repitió. “Ahora hagan las paces y dense un
abrazo”.
“No quiero, papá”, refunfuñó Dahyun, cruzándose de
brazos al mismo tiempo que Jeonhyuk.
“Yo también, papá. ¿Quién quiere abrazar a alguien tan
mala?” Contraatacó Jeonhyuk.
Jungkook miró a sus hijos. “Escuchen a su padre.”
Siguió el silencio. Los gemelos se miraron, casi como si
compartieran una conversación silenciosa. Luego dejaron
escapar un fuerte “¡hmph!”
“Bien por mí,” Jungkook arrastró las palabras,
poniéndose de pie.
Los gemelos lo vieron caminar hacia el armario y sacar
una camiseta grande. Antes de que los gemelos pudieran
correr para salvar sus vidas, Jungkook arrastró la camisa
sobre Jeonhyuk, luego agarró a Dahyun y la obligó a
ponerse la misma camisa. Los gemelos estaban atrapados
en la tela, sin otro lugar adonde ir que abrazarse para
hacer las paces.
“Y esa es otra foto para el álbum”, bromeó Jungkook,
sacando su teléfono para tomar una foto de los dos.
Él tenía un álbum completo dedicado a esta camiseta,
porque los dos siempre discutían como perros y gatos.
“Creo que tenemos suficientes fotos”, se rió Taehyung.
Hizo un gesto hacia las estanterías, donde dos filas
enteras estaban dedicadas a Jungkook y los gemelos.
Hace dos años, cuando Yeonjin estaba limpiando la torre
de Dorothy, se topó con muchos álbumes de fotos antiguas
del Rey.
Antes, las fotos eran costosas, pero Dorothy le ordenaba
a su nieto que se hiciera una foto todos los meses. Ahora,
había una gran colección de álbumes, pero se detuvo
cuando cumplió la mayoría de edad.
“No lo suficiente, cariño” Jungkook caminó hacia él, a
pesar de los gemelos que se estaban pateando debajo de la
camiseta.
Él los ignoró, sabiendo que siempre hacían las paces
después de unos minutos de estar en esa vergonzosa
camiseta de “llevarse bien”.
“Vamos a agregar otro al álbum”. Lo ayudó a ponerse de
pie donde tomó una foto de los dos, como selfies, pero el
fondo tenía a los gemelos peleando.
Jungkook sonrió a la imagen mientras Taehyung fruncía
el ceño. Tomó otra foto, pero notó que su esposo había
vuelto a regañar a los gemelos por discutir. Pero antes de
que la discusión pudiera continuar, un fuerte golpe resonó
en su dormitorio.
“¡Oh, deben ser Jimin y Yoongi!” Taehyung chilló:
“¡Adelante!”
Instantáneamente, las puertas se abrieron para revelar a
los mencionados y sus hijos.
JUGUEMOS
“¡Estás aquí!” exclamó Taehyung, juntando sus manos
con alegría. Escuchó que la ropa se rasgaba y se dio la
vuelta a tiempo para ver que Jeonhyuk y Dahyun habían
escapado a través de la camisa.
Antes de que cualquiera de los padres pudiera decir algo,
Jeonhyuk corrió hacia la hija y el hijo de Yoongi y Jimin.
“¡Minji, Youngsoo, juguemos, juguemos!” exigió,
agarrando a sus amigos cercanos por las manos.
Instantáneamente, Minji vaciló y se escondió detrás de
las piernas de su padre, aferrándose a él con fuerza. Sus
ojos rojos parpadearon hacia Yoongi, su cabello negro
medianoche le llegaba más allá de los hombros. No se
parecía ni a Yoongi ni a Jimin, su adopción era evidente,
pero sí se parecía a su hermano, que también había sido
adoptado.
“Está bien, hija”, dijo suavemente Yoongi, acariciando la
parte posterior de su cabeza con una sonrisa
tranquilizadora.
Minji siempre se aferraba a él. Era tímida con Jeonhyuk,
a pesar de haber crecido con él. Tenía dos años cuando se
unió a Yoongi y Jimin, por lo que tendrá cuatro este año.
Meses después de la boda, Yoongi y Jimin habían adoptado
a un par de hermanos con una infancia traumática de un
par de padres que no se molestaron en darles nombres
propios.
“Jeonhyuk jugará a la casita contigo, ¿no?” Yoongi
agregó, mirando al Príncipe Heredero de Wraith. Los ojos
del principito se abrieron de par en par, su boca se abrió
con incredulidad.
“N-no, quiero jugar a policías y ladrones—”
“Jeonhyuk jugará a las casitas”, interrumpió Dahyun,
empujando a su hermano mayor a un lado y fulminándolo
con la mirada. Evidentemente, Minji era más joven que
ellos y estaba demasiado asustada por los ruidos fuertes
para jugar un juego tan tedioso.
Ante la mención de “casita”, los ojos de Minji brillaron y
miró hacia Dahyun, con admiración parpadeando en sus
ojos rojos.
“Yo también quiero jugar a las casitas”, irrumpió
Youngsoo, dando un paso adelante para tomar la mano de
su hermana menor. Siempre tan protector, se paró frente a
Minji y la protegió de la vista de Jeonhyuk.
“Está bien, haré el papel de esposo, y Minji será mi
esposa entonces”, declaró Jeonhyuk de inmediato, dando
un paso adelante, su atención se fijó instantáneamente en
la tímida Minji.
Youngsoo entrecerró los ojos, apretando más a su
hermana.
“¿Esto es un arco sobre amigos de la infancia que pasan
a ser pareja?” Jimin se rió, alborotando el cabello de su hijo
para aliviar la tensión. Pero el ceño fruncido de Youngsoo
todavía estaba dirigido a Jeonhyuk.
Jeonhyuk no retrocedió, su mirada se volvió tan frígida
como la de su padre. Dio un peligroso paso más cerca,
poniendo a prueba los límites.
“¿Por qué no puedo ser yo el marido?” Jeonhyuk refutó, a
pesar de que nadie le había negado el privilegio.
“Porque serías un esposo horrible”, resopló Dahyun,
empujándolo a un lado. “¿Por qué tenemos que jugar a la
casita? ¿Por qué no podemos jugar algo diferente?”
Youngsoo dejó escapar un pequeño suspiro ante sus
palabras, su desconcierto se suavizó un poco ante la
expresión determinada de Dahyun.
“Tete, ¿qué tan bueno sería si uno de tus hijos se
casara?” Jimin dijo efusivamente, pasando sus brazos
alrededor de su amigo mientras tomaban asiento junto al
sofá.
“¡Podríamos ser familia!” agregó, ignorando la expresión
preocupada de Yoongi, la mirada irritada de Jungkook y el
desconcierto de los niños.
“Pero yo no quiero casarme con Jeonhyuk…” habló
finalmente Minji, su voz saliendo en un tímido susurro.
Cuando se encontró con la mirada sorprendida de
Jeonhyuk, ocultó su rostro. Abrazó el muslo de su padre y
se aferró con fuerza a él.
“Entonces Youngsoo puede casarse con Dahyun”, bromeó
Jimin, con el corazón apretándose cuando vio a Yoongi
agacharse para recoger a Minji.
“Nadie se va a casar”, anunció Yoongi, para alivio de
Minji y decepción de Youngsoo.
Minji asintió ante sus palabras, enterrando la cara en su
cuello. Se sentía más segura en sus brazos. Su padre la
había mimado mucho y se reflejaba en lo mucho que ella se
aferraba a él.
“Ah, no deberías decir eso, mi gato de biblioteca, mira la
expresión sombría de Youngsoo”, se rió Jimin, el rostro de
su hijo se puso rojo brillante.
“¿Te gustaría casarte con Dahyun?” Yoongi se rió
suavemente, mirando hacia abajo para ver que su hijo
estaba mirando a cualquier parte menos a sus ojos. “Si
quieres, dilo ahora, y te ayudaré”.
Yoongi nunca podría decirle que no a ninguno de estos
niños. Estaba en su naturaleza mimarlos con todo. No les
faltaba ni una sola cosa. Se aseguró de ello.
“Sobre mi cadáver”, espetó Jungkook en voz baja,
recostándose en el sofá, sabiendo que nada podría pasar
sin su aprobación. Estaba relajado, a pesar del rostro
repentinamente rojo de Dahyun.
“Pero harían una pareja tan linda”, le dijo Taehyung a su
esposo, sonriéndole, con los ojos brillantes ante la idea de
ser consuegros con Yoongi y Jimin.
“Uf, si estás hablando de parejas, entonces es el
momento equivocado para que entre”, Joongki apareció de
pie en la puerta. Escuchó que toda la pandilla estaba aquí y
quería pasar unos minutos.
Últimamente, Joongki había estado ocupado huyendo de
su tía que intentaba emparejarlo con cualquier vampiro.
Finalmente logró escabullirse de la cita a ciegas de hoy,
solo para descubrir que estaban hablando de relaciones y
matrimonio.
Que aburrido.
“Nadie te invitó a entrar de todos modos”, cortó Yoongi,
dándose la vuelta, abrazando más a su hija.
Instantáneamente, Minji se animó más, extendiendo sus
manos hacia adelante. “¡Tío Joongki!”
Yoongi frunció el ceño. Odiaba la facilidad con la que
Joongki atraía a los niños. Éste no necesitaba mucho
esfuerzo para agradarle a los niños. Su naturaleza
burbujeante, su hermoso rostro y su gran sonrisa eran
suficientes para convencer a las mentes jóvenes de que era
una buena persona.
“¡Vaya, vaya, si es mi sobrina favorita! Casi no te veo”, se
rió Joongki, entrando en la habitación.
“Papá, bájame”, refunfuñó Minji, mirándolo a los ojos.
Yoongi dejó escapar un suspiro. Supuso que debería
estar agradecido de que ella no estuviera pateando para
salir de sus brazos. La acomodó en el suelo y observó cómo
sus diminutas piernas se precipitaban hacia Joongki.
“Ligera como una pluma”, se rió, levantándola y
girándola, ganándose un chillido de Minji.
“¿Te pusiste quisquillosa con la comida otra vez?”
bromeó cargándola con un brazo e ignorando la expresión
irritada de Youngsoo y Yoongi.
“Solo un poco, solo la zanahoria, los guisantes, el brócoli,
los pimientos verdes, los pepinos y—”
“¡Básicamente no comió toda su comida entonces!”
Jeonhyuk gritó, con los ojos muy abiertos. Se giró hacia su
padre, quien nunca le permitió dejar nada en el plato.
Estaba celoso del privilegio de Minji, pero cuando se
encontró con las cejas levantadas y la expresión severa de
su padre, se volvió hacia su papá Tae.
“Si comes tus vegetales, crecerás y serás un niño
grande”, dijo Taehyung. “Y tú eres el mayor, Jeonhyuk,
tienes que dar ejemplo dejando limpio tu plato, ¿no?”
Jeonhyuk se enfurruñó para sí mismo, asintiendo a
regañadientes con la cabeza.
“No quieres terminar como tu papá”, se rió Jungkook
burlándose. “A él no le gusta comer, y mira lo debilucho que
es”.
Palmeó la parte superior de la cabeza de Taehyung,
ganándose un fuerte manotazo en su mano. Él se rió de su
reacción, envolviendo sus brazos alrededor y acercándolo.
Incluso cuando estaban sentados. Presionó un beso en la
parte superior de su cabeza, a pesar del corazón que le dio
a un costado.
“Pero él tiene el tamaño y la fuerza perfecta para que yo
lo abrace”, añadió Jungkook, apoyando la barbilla sobre su
hombro, sonriendo arrogante ante la envidia en la mirada
de Jeonhyuk y Dahyun. Siempre querían estar cerca de
Taehyung, excepto que solo uno de ellos era bueno para
expresarlo.
Jungkook no podía entender por qué no se aferraban a él.
¡Era tan buen padre! Se burlaba de ellos como debería
hacerlo cualquier padre, hacía bromas y les proporcionaba
todo. Era tan grande que no podía entender por qué se
pegaban al lado de Taehyung como bebés koalas.
“¡Yo también quiero abrazos!” Jeonhyuk se quejó,
corriendo hacia el sofá, solo para ver sombras
arrastrándose por debajo. Gritó y dio un paso atrás,
mirando a su padre como si hubiera hecho daño.
“Su Majestad usó sus habilidades—”
“Su Majestad siempre juega con trampas”, dijo Dahyun.
“Es papá”, habló Jungkook inexpresivamente.
“¡Es Su Majestad!” Jeonhyuk exclamó, sabiendo que esta
era su forma de vengarse de su padre burlón. Luego,
agarró la mano de Dahyun y comenzó a sacarla de la
habitación antes de que hubiera un regaño.
“Vamos, Dahyun. ¡Juguemos a las casitas!” Jeonhyuk
gritó cuando su hermana agarró a Youngsoo.
El tiempo pareció detenerse para ellos cuando Youngsoo
miró su mano en estado de shock. Luego, su pálido rostro
se sonrojó mientras se mordía el labio inferior para
reprimir una sonrisa. Permitió que ella tirara de él, aunque
tenía la fuerza para detenerla.
Al ver que su hermano se iba, Minji entró en pánico.
Todo lo que conocía era a él y a sus padres. Si alguno de
ellos no estaba con ella, estaba aterrorizada.
“Tío Joongki, bájame, bájame, quiero jugar”, habló con
urgencia, con los ojos temblando al ver a su hermano
acercándose a la puerta.
“No entres en pánico, Minji, tu hermano te está
esperando, ¿ves?” Joongki la colocó en el suelo sobre sus
pies.
Efectivamente, los tres estaban esperando a Minji junto a
la puerta. Fueron pacientes mientras ella caminaba hacia
ellos.
“Vamos, Minji”, dijo Dahyun, apartando la mano de
Jeonhyuk para agarrar la de ella. Cuidaba a Minji como una
hermana mayor, sonriendo tranquilizadoramente cuando
ella vacilaba.
Minji tomó tímidamente la mano de Dahyun y los cuatro
salieron de la habitación, acompañados por un grupo de
guardaespaldas fuertemente armado. No hace falta decir
que cuando tienes hijos con padres tan influyentes, siempre
existen personas que ven a los niños como tu única
debilidad.
“Aah, míralos irse”, murmuró Joongki, sonriendo un poco.
“Es probable que haya un enamoramiento en el grupo, y
alguien seguramente se romperá el corazón”.
“Me recuerda a nuestros padres”, le dijo Taehyung a
Jimin, recordando los gratos recuerdos de sus padres
bromeando con los padres de Jimin.
“Sí, es muy gracioso cómo se repite la historia”, suspiró
aliviado. “Excepto, esperemos que nada del traumático
pasado se repita”.
Taehyung asintió. Cuando lo hizo, captó la mirada de
Jungkook. No más. Niños. A pesar de que ahora era un
sangre pura, todavía no lo dejaba correr ningún riesgo. Al
final se decidieron en que Taehyung tomará
anticonceptivos y Jungkook usará condones. El pelinegro
siempre estaba a su lado, cuidándolo y asegurándose de
que no hubiera reacciones negativas al medicamento.
“Mientras estemos satisfechos con lo que tenemos, nada
malo ocurrirá”, habló Jungkook.
Taehyung asintió firmemente, apretando su mano. Vio
sus hombros visiblemente relajados, su expresión suave y
gentil.
“Esperemos que nuestros hijos tengan una infancia
mágica que ninguno de nosotros tuvimos”, dijo Yoongi,
tomando asiento junto a su esposo. Sentía que su vida
estaba completa ahora. Estaba casado, con un chico
increíble, hijos encantadores y un futuro sólido.
Todos en la sala compartían el mismo sentimiento,
excepto Joongki, quien siempre estuvo soltero.

PRINCIPE
“No deberíamos dejarlos solos”, le dijo Taehyung
preocupado a Jungkook. Él colgó su brazo en el sofá y lo
atrajo hacia sí.
“Estarán bien”, le aseguró Jungkook, ahuecando un lado
de su cara.
Finalmente, tiempo a solas con él. Menos las disputas de
Yoongi y Jimin en el fondo, y Joongki que estaba absorto en
su juego telefónico.
“Tal vez deberíamos ver qué están haciendo” el cuerpo
del rubio hablando de manera diferente. Se inclinó hacia su
toque, frío como el hielo, pero suave como el algodón.
Los dedos del pelinegro se retorcieron para pasar su
mano por su cabello y tiró de él hacia atrás, mientras
capturaba sus labios. De repente, tuvo una idea fantástica
que solo su mente intrigante podía pensar.
“Sí, tal vez deberíamos”, finalmente estuvo de acuerdo
Jungkook, sus labios curvándose en una sonrisa. Su esposo
ingenuamente parpadeó hacia él, Jeon se levantó del sofá y
le ofreció una mano.
Taehyung se animó instantáneamente, deslizando su
mano en la de él. Sus piernas temblaron por un segundo,
pero lentamente comenzó a caminar a su lado.
Las piernas de Jungkook eran largas y fuertes. Lo que le
tomó diez pasos, a él solo le tomó cinco. Pero él disminuyó
la velocidad deliberadamente, apretando su mano para
tranquilizarlo.
“¡Te dije que Minji se ve mejor de blanco, no de azul
claro!” Jimin le susurró a su esposo, irritado porque no
podían decidir de qué color vestirla mañana.
“No, te digo que a Minji le gusta el color favorito de su
hermano y… ¿adónde van ustedes dos?” Yoongi hizo una
pausa al darse cuenta de que los Reyes se estaban
escabullendo.
“Vamos a ver cómo están nuestros hijos”, cantó
Taehyung, sonriendo a Jungkook, quien asintió débilmente.
“Oh,” Jimin hizo una pausa. “Dile a Minji que su diadema
azul está sucia y que debería tirarla”.
La cabeza de Yoongi se giró hacia Jimin. “La diadema
complementa su cabello. No la tires. Solo porque no lleva el
accesorio que le diste…”
“Mi madre le regaló ese accesorio, y a Minji le gusta más
que el tuyo, pero ella es la princesita de papá, así que se
pone lo que le des”, replicó. “Si sigues mimándola así, ella
no podrá formar sus propias opiniones y…”
“Vámonos”, murmuró Jungkook, sintiendo como si
estuviera perdiendo células cerebrales por segundos.
Simplemente elige una diadema blanca y azul. Tan sencillo
como eso.
“Afortunadamente, no me importa la apariencia de
nuestros hijos lo suficiente como para discutir contigo”, le
dijo Jungkook a Taehyung mientras lo dirigía en la
dirección opuesta a la de los niños.
“Eso no es algo de lo que alardear…” Taehyung se apagó,
frunciendo el ceño ante sus palabras. Dijo eso, pero el
armario de Dahyun y Jeonhyuk estaba lleno de sus regalos.
La mayoría de sus ropas y accesorios fueron traídos por él.
“¿A dónde vamos?” preguntó, dándose cuenta de que
podía escuchar la risa de los niños cada vez más débil.
“Por nuestros hijos” Jungkook empujó las puertas de su
dormitorio para abrirlas.
“Pero ellos no están aquí—”
“Nuestros futuros hijos, quise decir,” se corrigió,
empujándolo hacia su dormitorio y cerrando las puertas.
Escuchó su corazón dar un vuelco y sonrió cuando él lo
miró con incredulidad.
“Cuando estábamos recordando el pasado antes, no pude
evitar pensar en hace unos años, cuando un bonito príncipe
se escapó de su torre y entró en un bar”, su figura
cerniéndose sobre él.
El doncel tragó saliva. Siempre se sintió como una presa
atrapada en su boca. Él le acarició la mejilla con el pulgar,
dando un paso más cerca, mientras retrocedía. Pronto, la
parte posterior de sus rodillas tocó la cama, se tambaleó y
se dejó caer.
“Y recuerdo al villano engañando al ingenuo príncipe”,
susurró Taehyung.
El pelinegro se rió entre dientes ante sus palabras, sus
dedos deslizándose bajo su barbilla para inclinar su cabeza
hacia arriba. Se inclinó y lo besó suavemente, empujándolo
sobre la cama. Taehyung aterrizó suavemente sobre las
mantas, la mano de él golpeando al lado de su cabeza, con
un brillo peligroso en sus ojos.
“¿Engañé al príncipe?” Jungkook repitió, sus dedos
tirando hacia arriba su camisa blanca holgada. Le
encantaría mancharlo.
“¿No fue el príncipe quien le rogó al villano que se lo
llevara, porque su torre era tan aterradora y el mundo tan
extraño?” Con un movimiento de su mano, rasgó su camisa
por la mitad, y tiró de su pantalón al suelo.
Las manos de Taehyung volaron hacia su torso, pero él lo
agarró por las muñecas a cada lado de su cabeza, sus ojos
se deleitaron con su carne desnuda. Taehyung se sintió
cohibido, apretando los muslos. La atención del pelinegro
se centró en su estómago, donde se podían ver leves estrías
blancas y descoloridas.
“Yo no te pedí que—”
“Lo hiciste”, lo tranquilizó Jungkook, inclinándose para
besar las marcas blancas con adoración. Su estómago se
contrajo y él picoteó alrededor de su ombligo, hacia su
pecho.
Se le cortó la respiración y su cuerpo se tensó con
anticipación. Taehyung lo deseaba, desesperadamente.
Pero el mayor siempre sabía cómo burlarse de él.
Jungkook levantó la cabeza, un destello burlón en sus
ojos oscuros. “Me preguntaste, y podría citar lo que me
dijiste, ‘Hoy es mi cumpleaños, pero no tengo con quién
beber’”.
“Fue sólo un trago”, trató de defenderse el menor.
“Sí, pero tus manos estaban sobre mí cuando te besé
contra la pared, y estabas tan ansioso de que me quedara
contigo”, habló Jungkook sin rodeos.
Todo el club los estaba mirando ese día, y el pelinegro
solo lo estaba viendo a él. ¿Cómo un pequeño cervatillo
como su dulce entró en el club? ¿Con una identificación
falsa? ¿O el portero estaba encantado con su inocencia? En
las raras ocasiones en que finalmente dejó el castillo para
beber, se topó con el joven que le fue prometido, pero que
nunca le entregaron.
“Porque el alcohol—”
“Pero me dijiste que estabas sobrio”, dijo Jungkook,
viendo cómo su rostro se sonrojaba de vergüenza. “Y
cuando traté de llevarte a casa, dijiste que preferías ir con
otro hombre que regresar a tu torre, príncipe”.
Taehyung trató de protestar, pero cerró la boca cuando él
pasó los labios por su mandíbula, mordisqueando una parte
sensible de su cuello. Sus uñas se clavaron en sus bíceps
cuando jugueteó con el punto que lo hizo retorcerse. Hacía
tiempo que no bebía de él, desde que era Pura Sangre.
“No deberías mentirme, cariño” besó el chupetón que
persistía en la carne de su cuello.
Taehyung estaba aturdido cuando sus manos
comenzaron a explorar, separando sus muslos para
colocarse entre ellos.
“Lástima, me gustaba mucho este atuendo tuyo”
Jungkook miró cómo la tela rota caía sin fuerzas sobre el
colchón, revelando sus suaves muslos. Su esposo se aferró
a sus brazos, su respiración pesada cuando su mano callosa
acarició sus piernas temblorosas.
Con dedos rápidos le quitó la ropa interior y comenzó a
masturbarlo, agarrando su miembro y friccionando de
arriba hacia abajo. Taehyung dejó escapar un pequeño
suspiro de satisfacción, sintiendo como sus dedos tocaban
justo donde lo hacía delirar, pronto lo sintió bajar,
acariciando con dedos húmedos su entrada rugosa. Jadeó
cuando él insertó un dedo, seguido de otro, sus caderas
girando para encontrarse con su mano, pidiendo por más.
“Nosotros también hicimos esto, ¿no? Eras una cosita
bastante traviesa, fingiendo ser inocente, mientras me
rogabas que te probara”, gruñó Jungkook, viendo sus ojos
agrandarse con desaprobación.
Taehyung estaba débil en sus manos, incapaz de hacer
nada mientras él curvaba su dedo y se deslizaba dentro y
fuera de él, una y otra vez. Su interior estaba aflojando,
listo para él. De repente, lo besó, tragándose sus gemidos.
Él gruñó en su boca, profundizando el beso, sus lenguas
entrelazadas, mientras deslizaba tres dedos dentro,
estirándolo para que se ajustara a él correctamente.
La sensación fue abrumadora. Taehyung no podía
concentrarse en qué parte se sentía mejor, sus manos, su
boca o su tonificado cuerpo contra el de él. Él estaba
gestando una tormenta dentro de su pecho, su corazón
saltaba por más. Sin previo aviso, se apartó y se empezó a
quitar la ropa.
“Jungkook…” gimió, deseando que hubiera continuado.
Entonces, vio sus dedos que estaban mojados con sus jugos
y se congeló. A él no pareció importarle, lamiéndose los
dedos, como lo haría uno con un helado derretido.
“Tú—”
“¿Qué?” El pelinegro se burló, desabrochándose la
camisa y arrojándola al suelo. Sus ojos se detuvieron en su
cuerpo. Se escuchó un pequeño tintineo cuando se
desabrochó el cinturón de cuero negro, dejándolo caer
mientras se quitaba los pantalones y el bóxer, su pene
totalmente erecto rebotando contra su definido abdomen.
Antes de que pudiera parpadear, él estaba encima otra
vez. Y antes de que pudiera darse cuenta, él los hizo rodar,
de modo que quedó sentado a horcajadas sobre él, con los
muslos presionando a cada lado de la parte inferior de su
abdomen.
“Yo—” la voz de Taehyung murió en su garganta, incapaz
de hablar más.
“Montame, cariño” entrelazó sus dedos,
tranquilizadoramente, porque había pasado un tiempo
desde la última vez que estuvo en esta posición. Siempre lo
había follado con Taehyung debajo de él o delante de él,
pero ahora, quería ver el alcance de sus esfuerzos por
caminar.
“¿Q-qué?”
“Montame”.

EN CONTROL
“Te ves hermoso en esta posición” jadeó el pelinegro, su
voz cada vez más ronca a su lado. Su cabello dorado
alborotado, su torso al descubierto, sus mejillas sonrojadas.
Su boca repentinamente sedienta de saborearlo.
El rubor de su rostro, la ternura en sus ojos, el
movimiento de sus caderas que se deslizaron sobre su
miembro endurecido, haciendo un vaivén, frotando su
entrada contra su pene, por solo una fracción de segundo,
lo tuvieron al borde de la locura.
“No quiero hacerlo mal y—”
“Tienes el control ahora, ¿no?” Jungkook se rió entre
dientes, viendo cómo su rostro se ponía rojo. “Aunque,
cariño, siempre has tenido el control sobre mí, pero eres
demasiado ingenuo para darte cuenta”.
Taehyung estaba confundido por sus palabras, incapaz
de entender el poder que ejercía sobre él. Taehyung se
molestaría y Jungkook encontraría mil maneras de
complacerlo. Taehyung le podría decir que saltara de un
puente y él le preguntaría si quería ver una voltereta hacia
atrás. Todo esto, Taehyung no lo sabía.
“Levanta las caderas para mí, cariño”, masculló,
agarrándolo por la cintura y colocándolo sobre su eje. Lo
deseaba tanto que ahora empezaba a doler.
Taehyung presionó su peso sobre su abdomen, sus dedos
planos sobre su pack de ocho, y lentamente, levantó la
cadera, como él le ordenó. Entonces, tuvo cuidado y fue
bajando sobre su miembro erecto, sintiendo como irrumpía
sus paredes internas, abriéndolo y extendiéndolo de
manera exquisita.
“Joder”, gimió ronco, sus dedos clavándose en su cintura.
Sus muslos temblaban. Podía sentirlo. No pudo contenerse
más, agarrándolo mientras se hundía profundamente en él.
Tomándolo por sorpresa, Taehyung gritó, pero él
continuó causando estragos en su interior. Movió sus
caderas más rápido, su miembro palpitante penetrando una
y otra vez. Él levantaba las caderas, hasta que el contrario
se aferró a él, el choque de piel retumbando en la
habitación. Sus labios estuvieron de vuelta en su delicioso
cuello.
Taehyung lo abrazó con fuerza mientras el pelinegro lo
embestía frenéticamente, con un brazo envuelto
posesivamente alrededor de su espalda baja, el otro
agarrando su trasero y separando ambas mejillas para que
él lo tomara aún más profundo.
“A-ah, espera, no puedo—”
“Lo has hecho antes”, gimió Jungkook, empujándose más
profundamente en él, incapaz de tener la paciencia para
dejar que se burlara de él si lo había montado
correctamente. Pronto, la habitación se llenó con el sonido
de su acto amoroso, el cuerpo de Taehyung golpeando con
el suyo, sus frecuentes gruñidos, sus gemidos ocasionales
directamente en su oído, hasta que finalmente alcanzaron
su punto máximo.
Taehyung, cansado, apoyó la cara en su hombro, su
cuerpo aún temblaba. Sintió que el calor llenaba su
interior, y él no se detuvo ahí, continuó descargándose
dentro. Taehyung estaba exhausto, a pesar de que había
sido una ronda. Cuidar de los niños, cumplir con los
deberes de Rey, ser esposo. Estaba cansado y de repente
quería dormir.
“Te has vuelto más fuerte” farfulló Jungkook, sus labios
encontraron el lado de su cabeza. Su esposo era tan
menudo en sus brazos que no podía evitar querer
protegerlo aún más de lo que ya lo hacía.
Sus cuerpos aún estaban unidos como uno cuando él lo
depositó sobre la cama. Su espalda estaba presionada
contra su pecho, su brazo se movía sobre su pecho, el otro
sobre su estómago, alineando sus caderas con las suyas de
nuevo.
“Eres una bestia”, jadeó Taehyung débilmente,
sintiéndolo salir un poco para luego embestir de un solo
golpe, dentro y fuera. Gimió cada vez que él se apartaba
suavemente, solo para embestir rápida y duramente,
golpeando el lugar exacto que lo hacía gritar y lloriquear.
“Solo por ti”, respondió Jungkook acaloradamente,
mordisqueando el lóbulo de su oreja mientras movía con
fuerza los brazos, de modo que todavía presionaba la parte
inferior de su cuerpo contra el suyo, mientras agarraba uno
de sus muslos y lo levantaba para ampliar el acceso.
“Ah, por favor—” Taehyung gritó con incredulidad. Él
llegó increíblemente más profundo, gimiendo mientras lo
penetraba furiosamente de nuevo. Su cuerpo se arqueó,
pero él lo tenía agarrado con fuerza, sin querer separarse o
dejarlo correr. Jungkook acarició su abdomen bajo donde
sintió una elevación cada vez que embestía, eso solo lo
fascinó.
“Cuando tus gritos son tan dulces y desesperados por mí,
¿cómo puedo detenerme?” le preguntó sombríamente,
continuando deslizándose dentro y fuera, la cama
traqueteando con su fuerza.
Estaba tratando de escapar del placer, con la boca
abierta, los ojos fuertemente cerrados, pero sus piernas
estaban tratando de cerrarse. De ninguna manera.
Hizo rodar su cuerpo sobre la cama, hasta que su torso
quedó presionado contra el colchón, y le había deslizado
una almohada debajo de su estómago. Ahora, él estaba
hundido en sus entrañas, tanto que su cuerpo se
estremecía cada vez que penetraba. Fue demasiado, ya que
hundió la cara en la almohada, con la esperanza de
contener sus gemidos, pero fue imposible.
Se sintió tan bien.
“Kook”, finalmente cedió, lloriqueando por aire, mientras
él bajaba su cuerpo sobre el suyo, abrazándolo mientras lo
atravesaba salvajemente. Pronto, sus muslos temblaban y
la respiración de él se hizo más pesada, más áspera que
nunca.
“Dilo de nuevo”, gruñó Jungkook, su voz se oscurecía por
segundos.
“Kook, por favor”, suplicó, todo su cuerpo comenzó a
temblar, y pronto, se apretó contra él, justo cuando algo
brotó de su miembro, llegando al orgasmo. Gimió, su
cuerpo se debilitó, pero él sabía que el contrario estaba
cerca. Penetró lento, cuidadoso, luego áspero y salvaje,
hasta que sus gemidos y gruñidos fueron incontrolables, su
respiración entrecortada y puntos blancos estallaron en su
visión.
Finalmente, Jungkook cesó sus movimientos. El único
sonido en la habitación era el sonido del aire saliendo de
sus pulmones y sus suspiros ocasionales. Él le dio la vuelta,
arrojando la almohada a un lado.
“Te amo, cariño”, murmuró Jungkook, besándole los
labios, mientras su esposo lo miraba aturdido, cansado y
exhausto. Sus muslos eran como hojas secas en una rama,
incapaz de dejar de temblar. Se deslizó fuera de su interior,
obteniendo un suave gemido que casi le hizo querer
explorarlo de nuevo.
“Déjame limpiarte” salió de la cama.
Taehyung no podía mantener los párpados abiertos. No
supo cuánto tiempo pasó, pero le frotaban el estómago y la
espalda con algo suave, húmedo y cálido. Él entraba y salía
del sueño.
Taehyung experimentó un extraño sueño en el que algo
sedoso tocaba su cuerpo. Lo registró vagamente como una
túnica envuelta alrededor de él. Pronto, algo más comenzó
a deslizarse a su alrededor. Era duro, fuerte y cómodo.
Nunca se había sentido más seguro.
“¿Kook…?” Taehyung murmuró, notando que vestía una
bata de seda.
“Shh, tomemos una siesta”, susurró, presionando su
rostro contra su pecho nuevamente. Le acarició el pelo y la
espalda, frotando para que se durmiera. Taehyung dejó
escapar un suspiro de satisfacción, acurrucándose en su
comodidad.
“Kook, pero nuestros hijos…”
“Están bien cuidados” Jungkook besó la parte superior
de su cabeza. Le encantaba lo dedicado que era su dulce
como padre. Lo primero que salía de su boca siempre era
algo sobre su hijo o hija.
El pelinegro no sabía si debía estar celoso o aliviado.
¿Era posible sentir ambos?
“¿Por quién…?”
“Gente confiable”.
Jeon se preguntó por qué su esposo no se estaba
quedando dormido, luego miró hacia abajo para ver que sus
ojos estaban pacíficamente cerrados y estaba comenzando
a murmurar cosas incoherentes. Contuvo una risa tranquila
por lo adorable que se veía.
“Mi hermoso esposo…” lo abrazó con fuerza, agradecido
de que fuera a ser suyo por el resto de sus vidas. Él no lo
tendría de otra manera. Él nunca lo haría.
Jungkook estaba dispuesto a quemar el mundo hasta los
cimientos si pudiera tenerlo por última vez, pero todo el
tiempo, asegurándose de que las llamas nunca lo tocaran.
No, nunca a su dulce. Nunca su esposo, nunca a su amado
querido.

UNA HISTORIA
Una vez que los hijos de Jimin y Yoongi se fueron a casa,
Jeonhyuk y Dahyun permanecieron en la sala de juegos,
pero trabajaron en su tarea. Se preguntaron adónde fueron
sus padres, pero aprendieron que si no aparecían pronto,
eventualmente lo harían. Al menos, eso es lo que su padre
siempre les decía, cuando extrañamente desaparecían por
un largo período de tiempo…
De repente, Jeonhyuk, irritado, arrojó el bolígrafo, lo que
hizo que Dahyun se detuviera. Acababa de terminar su
tarea y se giró para ver que su hermano estaba de mal
humor en la silla. Se levantó de su asiento y se acercó a él.
“Papá Tae dijo que no fueras violento con tu ira”, le dijo
solemnemente, señalando con el dedo el bolígrafo roto.
Aunque él era más fuerte y más alto que ella, ella se
mantuvo firme.
Ambos eran príncipe heredero y princesa heredera. La
línea de sucesión aún no se había decidido.
“No quiero hacer la tarea, quiero jugar con Minji”, se
quejó Jeonhyuk, cruzando los brazos y mirando con furia su
tarea.
“Simplemente no sabes cómo resolver este problema”.
Dahyun miró por encima de sus hombros. “Minji sobresale
en todas sus clases como yo. Si quieres ser parte de la
clase de honor con nosotros, necesitas aprender”.
Jeonhyuk miró a su hermana menor. Ella siempre era tan
estoica y solemne. Dahyun le recordó a su padre, cuyo
rostro solía mostrarse distante. A veces, su padre se perdía
en sus pensamientos, y ambos sabían que era porque
estaba contemplando lo que le habían hecho a su papá Tae.
Incluso hasta el día de hoy, Jeonhyuk y Dahyun
recuerdan su cuerpo moribundo, flácido y pálido en el
suelo. Se habían horrorizado cuando su sed de sangre se
calmó, solo para enfrentarse a la ira de su padre.
“Si soy bonita, puedes decirlo, en lugar de mirarme tanto
tiempo”, lo reprendió Dahyun, señalando hacia el bolígrafo.
“Eres arrogante como papá”, señaló Jeonhyuk, pero se
inclinó para recoger la pluma rota. No pensó que lo había
lanzado tan fuerte.
Papá siempre le advertía que controlara su fuerza…
Jeonhyuk deslizó el artículo en el portalápices.
“Ese es un buen chico”, felicitó Dahyun, acariciando la
parte superior de su cabeza, como siempre hacían sus
padres.
De repente, Jeonhyuk la agarró de la mano y la miró
fijamente. Solo tenían cinco años, pero su intelecto estaba
fuera de serie. Lo escuchó de su maestro, quien estaba
sorprendido por su coeficiente intelectual.
“No tienes que hacer eso”, habló Jeonhyuk en voz baja.
“No tienes que actuar mayor que yo solo porque me enfado
y me quejo”.
Dahyun hizo una pausa. No se dio cuenta de que él
notaba ese lado de ella. Retiró la mano y luchó por
encontrar algo que decir.
“Te comportas como un consentido” ella admitió
finalmente. “No puedo hacer lo mismo, no quiero ser una
carga para nuestros padres”.
“Pero tú eres la más joven, Dahyun. Se supone que eres
la princesita de papá”.
“Como Minji”, dijo Jeonhyuk. “Deberías aferrarte a las
piernas de papá y pedirle que te lleve”.
Dahyun apretó los labios. “Solo termina tu tarea, para
que podamos jugar más tarde”.
Jeonhyuk la miró fijamente durante unos segundos antes
de suspirar. Sabía que sería difícil hacerle cambiar de
opinión. Solo deseaba haberse dado cuenta antes.
El anochecer finalmente se acercó y sus padres no
estaban a la vista. Dahyun y Jeonhyuk no se quejaron,
sabían y comprendían que sus padres tenían trabajo,
además la mayoría del tiempo comían todos juntos. Por lo
que cenaron en una habitación bien iluminada y finalmente,
cuando se fueron a la cama, su padre apareció de repente.
“Su Majestad”, declaró Jeonhyuk, mirando la ropa
desaliñada de su padre y su cabello desordenado.
“Es papá para ti” exigió, inclinándose para tirar de la
mejilla de Jeonhyuk.
“¡Ay, ay!” Jeonhyuk gimió, corriendo directamente a su
cama, como si la manta mantuviera alejados a los
monstruos.
“¿Dónde estabas, Su Majestad?” Habló Dahyun,
enfadada porque habían cenado solos.
Su padre siempre acaparaba el tiempo de su papá Tae.
Dahyun y Jeonhyuk siempre se preguntaban a dónde iban
sus padres y por qué su papá Tae nunca aparecía más
tarde.
“Cuidando a tu papá”, respondió Jungkook, tomando a
Dahyun en sus brazos, a pesar de que ella no lo había
llamado por el título apropiado.
“Ahora, a la cama, los dos,” Todos eran vampiros, pero
los niños eran mestizos. Necesitaban dormir más que los
Sangre Pura.
Hablando de eso, a Taehyung siempre le encantaba
dormir. Por otra parte, Jungkook era la causa de ello. Él
siempre lo cansaba, hasta que apenas podía mover un
dedo, le temblaban los muslos y se derrumbaba cansado
sobre la cama.
“Pero quiero cuentos para dormir”, refunfuñó Jeonhyuk,
metiéndose debajo de las sábanas. Saltó ante el sonido de
un trueno en la distancia, mirando por la ventana para
darse cuenta de que se acercaba rápidamente una
tormenta.
“Está bien, ¿qué libro?” preguntó Jungkook, acomodando
a Dahyun en su cama y tirando las mantas sobre su regazo.
Su habitación era enorme, pero les gustaba tener las camas
cerca una de la otra.
Jungkook no se quejó. Significaba que los gemelos se
estaban llevando bien. Simplemente encontró gracioso que
ambos tuvieran cabello rubio, uno más oscuro que el otro,
pero sus ojos eran muy diferentes.
“No de usted, Su Majestad”, se quejó Jeonhyuk, pateando
su manta. “De papá Tae”.
Jungkook se burló. “Leo libros mucho mejor que tu
padre. Todo lo que le gusta leer es ero—”
“Pero la voz de papá Tae es más agradable”, refutó
Jeonhyuk, negándose a aceptar un cuento para dormir
dicho por su monótono padre. Su padre no sabía cómo
cambiar las voces para añadir emoción a la narración.
“Sí, bueno, tu padre—”
“Está aquí”, habló Taehyung desde la puerta.
Taehyung se frotaba los ojos con cansancio después de
despertarse solo, solo para darse cuenta de que la cama
todavía estaba un poco caliente. Después de mirar la hora,
supo que su esposo estaba con los niños. Si no podían
cenar juntos, cualquiera de los dos arroparía a los niños en
la cama.
“¡Papá!” Jeonhyuk jadeó, sus ojos se agrandaron con
adoración.
“Mi querido ángel”, bromeó Taehyung, entrando en la
habitación lentamente, con cuidado de no tropezar y caer
sobre los juguetes esparcidos.
“Más bien como el monstruo número 1 y número 2”,
murmuró Jungkook en voz baja, ganándose una mirada
aguda de su esposo.
“Léenos un cuento antes de dormir, papá…”, dijo
Dahyun, sonriendo tímidamente en dirección a su padre
con la esperanza de recibir abrazos y mimos.
“Pero ya he leído todo lo que hay en la estantería”,
respondió, caminando hacia la cama tamaño Queen de
Dahyun. Inmediatamente, Jeonhyuk salió de la suya y saltó
a la cama de su hermana.
“Pero no puedo dormir, especialmente con la tormenta…”
se quejó Jeonhyuk, abriendo mucho los ojos mientras su
padre se recostaba sobre las mantas.
“Hmm, ¿qué quieres que lea entonces?” preguntó
Taehyung, justo cuando Jungkook se acercaba al otro
extremo de la cama. Uniéndose a ellos.
“¡Oh, oh, cuéntanos la historia de cómo se conocieron!”
dijo Dahyun.
“Pero nos has preguntado eso tantas veces”. Taehyung se
rió, sacudiendo la cabeza con una sonrisa. No obstante, se
aclaró la garganta.
“Bueno,” miró a Jungkook. “Todo comenzó con—”
“¡Su Majestad!” Chilló Dahyun.
Taehyung se rió entre dientes, mientras Jungkook
resoplaba. “Sí, todo comenzó con Los Pecados Tortuosos de
Su Majestad”.

Ahora si le decimos adiós a esta historia. Les agradezco


por darle una oportunidad
Nos estamos leyendo en otra próxima adaptación ^^
En instagram estaré subiendo post como hago cada que
finalizó cada historia, también como spoiler de próximos
trabajos. Ig: lovetaejeon
Sin más que decir, cuídense mucho
—Day, lovetaejeon

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