Capitulo 11

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CAPÍTULO 1.

EL/LA FORMADOR/A

1.- Características del/la formador/a

2.- El/la formador/a y la motivación de los/as alumnos/as

3.- El/la formador/a y las actitudes de los/as alumnos/as

4.- El/la formador/a y la comunicación.

5.- El/la formador/a y el grupo.

6.- El/la formador/a no eficiente.

1.- Características del/la formador/a

Señalamos que dentro de un aula el/a formador/a es el principal modelo

a imitar por los/as alumnos/as. Es por ello por lo que deberá mantener un

equilibrio en su comportamiento manifestando actitudes que contribuyan a

desarrollar con éxito el aprendizaje de los participantes en el curso. La

adecuación recíproca entre el/a formador/a y los participantes es la variable

más importante que definirá el desarrollo del curso.

La personalidad del/a formador/a juega un papel decisivo en el

desarrollo de la acción formativa. A veces incluso, puede ser la causa de

algunas dificultades por lo que ha de evitar los comportamientos subjetivos

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cuidando aquellos aspectos de su personalidad que interfieran negativamente

en el proceso formativo.

A) Funciones

Ayudar-facilitar: el/a formador/a debe facilitar en todo

momento el aprendizaje de los/as alumnos/as manteniendo una

actitud congruente y sincera. Debe ser respetuoso/a,

considerando todas y cada una de las apreciaciones de los

participantes.

Enseñar: cuando el/la adulto/a se enfrenta a la adquisición de

nuevos conocimientos necesita de la intervención del/la

formador/a el cual debe estimular la capacidad de análisis del/la

alumno/a, su sentido crítico, así como la aplicación de los

conocimientos que va adquiriendo. El/a formador/a facilita

información y debe asegurarse de que los/as alumnos/as aprenden

según los objetivos previstos y sus expectativas.

Planificar, organizar y gestionar la acción formativa: el/la

formador/a debe,

Detectar las necesidades formativas del grupo para

establecer los objetivos de cada sesión de trabajo.

Organizar y seleccionar los contenidos, actividades y

recursos.
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Reforzar y resumir los conocimientos adquiridos.

Interpretar y considerar las aportaciones del grupo.

Fomentar la participación y desarrollar la capacidad

de investigación.

Regular: el/a formador/a debe cuidar la cohesión del grupo

intentando integrar los intereses individuales con los grupales.

B) Perfil profesional

El/a formador/a debe contar con una serie de conocimientos, actitudes

y habilidades que le capaciten para ponerse al frente de un grupo de adultos y

desarrollar con éxito la acción formativa.

Un/a buen/a formador/a debe tener en cuenta los siguientes aspectos:

Conocimientos: debe dominar la materia, organizarla y ser

capaz de situarla en el espacio y en el tiempo adaptándola a

las características del grupo. Ha de tener un nivel cultural

medio-alto para poder resolver las dudas de los/as

alumnos/as.

Aptitudes y capacidades:

Flexibilidad, capacidad de adaptación.

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Buen comunicador.

Facilidad para trabajar con grupos.

Planificador, organizador.

Negociación.

Actitudes: el/a formador/a debe mantener una actitud de

respeto y consideración positiva para con sus alumnos/as.

Ha de ser empático/a.

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C) Comportamientos pedagógicos convencionales

Generalmente, el/a formador/a suele adoptar unos comportamientos

pedagógicos convencionales que se encuadran dentro de un enfoque

convencional de la formación. Los recursos más utilizados son:

Utilización de preguntas abiertas: el objetivo es recoger

la máxima información del grupo y este comportamiento

sirve para,

Fomentar la participación activa.

Fomentar las contribuciones individuales y enriquecer

así la reflexión del grupo.

Conocer el nivel de conocimiento de los/as alumnos/as

respecto al tema de trabajo.

Devolver las preguntas al grupo: el/a formador/a devuelve

al grupo las preguntas que hacen los/as alumnos/as

individualmente. El objetivo que se persigue con esto es,

Otorgar tiempo al/a la formador/a para reflexionar

sobre la respuesta adecuada.

Fomentar el debate de grupo.

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Conocer el nivel de conocimiento del grupo respecto

al tema tratado.

Como buenos/as formadores/as no debemos abusar de este

recurso ya que puede llegar a dañar nuestra imagen de

credibilidad dando la sensación de que no sabemos responder a la

pregunta planteada.

Silencios: el objetivo de utilizar los silencios es;

Fomentar la intervención de los/as alumnos/as.

Crear un clima de reflexión tras el planteamiento de

una pregunta.

Este recurso debe utilizarse con medida ya que si los silencios son

demasiado prolongados pueden crear situaciones incómodas.

Uso de metáforas: las metáforas pueden servir para,

Relacionar la teoría con la realidad.

Comprender y ejemplificar los puntos tratados.

Relajar y motivar a los adultos.

Síntesis: ir resumiendo los contenidos que se van tratando

es algo que debe hacerse a lo largo de cada sesión

formativa así como al principio de cada nueva sesión para

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recordar lo tratado el último día. Este recurso persigue

como objetivo,

Afianzar los conocimientos adquiridos.

Enlazar los contenidos con los ya tratados.

Plasmar los puntos esenciales de la información.

Repeticiones: consiste en repetir, utilizando los mismos

conceptos, los comentarios que han realizado los/as

alumnos/as. Este recurso nos sirve para,

Demostrar nuestra capacidad de escucha.

Disponer de más tiempo para la información que

queremos transmitir después.

Dirigir el tema de debate hacia un punto concreto que

nos interese.

Debemos tener cuidado con este comportamiento ya que si se

utiliza frecuentemente puede impedir el intercambio de opiniones

resultando la clase excesivamente directiva.

Elaboración constructiva: a partir de una idea planteada

por el grupo, el/a formador/a desarrolla un tema que está

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relacionado con el tema de trabajo. El objetivo que se

persigue es,

Profundizar en un tema.

Relacionar unas ideas o contenidos con otros.

Fomentar la participación.

Regla de tres: este comportamiento consiste en,

Anunciar lo que se va a decir.

Decirlo.

Resumir lo que se ha dicho.

El objetivo es dar unidad a cada mensaje pedagógico.

Confianza en los/as alumnos/as: algunas investigaciones

realizadas sobre las expectativas señalan que la confianza

que tengamos como formadores/as en el éxito de los/as

alumnos/as influyen en los logros de éstos. Si confiamos en

que un/a alumno/a va a obtener resultados satisfactorios al

final seguro que los obtiene, ya que nosotros

inconscientemente le motivaremos más, nos dirigiremos más

a él o ella, le haremos un seguimiento más exhaustivo, etc.

En cambio, si a priori consideramos que un/a alumno/a

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obtendrá malos resultados no le prestaremos tanta atención

y así contribuiremos a su fracaso. Como formadores/as, por

lo tanto, es importante que esperemos que los/as

alumnos/as van a ser capaces de asimilar los contenidos que

se trabajan dado que de esta manera contribuiremos a sus

logros. Los objetivos de este comportamiento son,

Apoyar y motivar al/a la alumno/a durante su proceso

de aprendizaje.

Generar confianza.

Potenciar el desarrollo de las habilidades y

potencialidades de los/as alumnos/as.

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D) Comportamientos pedagógicos no convencionales

Además de los comportamientos convencionales que hemos descrito

anteriormente, el/a formador/a mantiene también otro tipo de

comportamientos que no se encuadran dentro del enfoque convencional de la

formación y que no son utilizados tan frecuentemente. El uso de los

comportamientos pedagógicos no convencionales dependerá de las

características del grupo formativo, y los principales pueden resumirse en los

siguientes:

Desviación pedagógica: consiste en responder sólo

superficialmente a la pregunta planteada por un/a alumno/a. Se

desvía al del tema de reflexión para sugerir otras pistas como

elementos de análisis. Esto nos puede servir para,

Estimular la creatividad de los adultos.

Plantear otros puntos de vista sobre el mismo asunto.

Debe tenerse cuidado con este recurso ya que puede desviarnos

en exceso del tema de trabajo planteado previamente.

Pedagogía del error: se trata de cometer voluntariamente

errores en las exposiciones. El objetivo es,

Mantener la atención de los/as alumnos/as para que

identifiquen los errores.

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Fomentar la participación.

Valorar la capacidad de reflexión de los participantes.

Debemos utilizar este recurso prudentemente.

Provocación: en algunos momentos el/la formador/a puede

trabajar con la provocación y la exageración. Los objetivos que se

persiguen son,

Desarrollar el juicio del/la alumno/a a través de la polémica.

Intentar que el/la alumno/a matice y perfile su postura.

Hay que tener cuidado a la hora de utilizar este recurso ya que

el/la alumno/a puede vivirlo de forma negativa, como una agresión

hacia su persona provocándole bloqueo mental.

Sarcasmo: el/la formador/a puede mantener una actitud

sarcástica en determinados momentos a fin de,

Provocar reacciones de afirmación personal, es decir que

el/la alumno/a se reafirme en su postura.

Que el/la alumno/a demuestre sus conocimientos.

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Para utilizar este tipo de recurso suelen hacerse apreciaciones y

preguntas del tipo:

- “Pero, ¿usted sabe lo que está diciendo?.”

- “Parece que a usted le gusta perder el tiempo.”

Una vez más debemos tener cuidado al utilizar este

comportamiento dado que en el algunos/as alumnos/as puede

provocar sensación de frustración con la consiguiente negativa a

participar en las actividades.

2.- El/la formador/a y la motivación de los/as alumnos/as

La motivación es un elemento esencial en el proceso de aprendizaje. La

motivación es aquello que nos incita a actuar y que nos conduce en una

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determinada dirección. Es por ello, por lo que el/la formador/a ha de intentar

motivar a los/as alumnos/as en las distintas situaciones pedagógicas que

aparezcan. Debemos movilizar a nuestros/as alumnos/as para que tengan

deseos de aprender y se involucren activamente en su proceso formativo.

Todos estos aspectos influyen en el grado de motivación que presente

un/a alumno/a durante un curso. Si la materia se expone con espontaneidad y

se consigue crear un ambiente de trabajo amable y jovial, se conseguirá

también aumentar el interés de los/as alumnos/as por las actividades a la vez

que aumentará su participación.

Es importante que consiga mantener motivados a los/as alumnos/as y

para ello debe tener en cuenta.

El entorno pedagógico: aula, recursos.

El acto pedagógico: lo que se transmite y cómo se

transmite.

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En numerosas ocasiones, cuando el/la formador hace una exposición

larga sobre la materia de trabajo, pueden aflorar en los/as alumnos/as

sensaciones de pesadez y cansancio. Para combatir este tipo de estados, el/la

formador/a puede introducir en el acto pedagógico un mínimo de “suspense” a

través del cual se despierte en el/la alumno/a la curiosidad de saber qué

pasará después.

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3.- El/la formador/a y las actitudes de los/as alumnos/as

Durante el proceso de aprendizaje los/as alumnos/as pueden manifestar

actitudes variadas que pueden ir desde la más absoluta impaciencia hasta el

interés, o la curiosidad más exacerbada. Hemos de tener en cuenta que

estamos trabajando con personas adultas que no están habituadas a asistir a

clase y que encontrarán numerosas dificultades para aprender. Además de ello,

tienen ya un bagaje de experiencias e ideas que se resistirán a cambiar y las

cuales mediatizarán su proceso formativo.

Los adultos manifestarán distintas actitudes ante su proceso formativo

las cuales deben ser reformuladas positivamente por el/la formador/a para

conseguir los logros deseados.

A) ¿Cómo debe actuar un formador ante determinadas actitudes de

los alumnos?

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4.- El/la formador/a y la comunicación.

A) La comunicación pedagógica

La comunicación pedagógica es el proceso a través del cual el/la

formador/a y el grupo de alumnos/as intercambian experiencias y

conocimientos. El/a formador/a debe entrenarse y prepararse a fondo para

que este proceso de comunicación favorezca al máximo el proceso de

aprendizaje de los/as alumnos/as y no se constituya como un elemento de

interferencia.

Mediante el feed-back o retroalimentación el/la formador/a ha de

comprobar continuamente si los/as alumnos/as han recibido de forma adecuada

su mensaje.

Para que el proceso de comunicación pedagógica se desarrolle

correctamente, el/la formador/a debe tener siempre presente los siguientes

aspectos de la comunicación:

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B) Cómo adaptar la comunicación a los/as alumnos/as

A pesar de que el/la formador/a tenga desarrolladas sus habilidades de

comunicación, siempre tendrá que poner en juego una serie de recursos que

faciliten su proceso de comunicación con los/as adultos/as. Para ello, se

aconseja que ponga en marcha algunos de los siguientes comportamientos:

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C) La comunicación no verbal

No sólo nos comunicamos a través de la palabra, sino que los gestos y

otros comportamientos también juegan un papel decisivo en el proceso de

comunicación. El/a formador/a ejerce una gran influencia sobre la relación

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pedagógica con el conjunto de signos no verbales que utiliza, por lo que

debemos tener en cuenta:

El/la formador/a debe tener mucho cuidado con sincronizar el mensaje

verbal con el no verbal. Ambos han de ser complementarios y nunca

contradictorios, y no podemos olvidar que la comunicación no verbal de los/as

alumnos/as también nos aporta información sobre cómo ha llegado nuestro

mensaje.

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5.- El/la formador/a y el grupo.

El/la formador/a actúa como el líder formar del grupo de alumnos/as.

El/la formador/a, además de transmitir información y conocimientos, debe

desempeñar la tarea de dirigir y marcar el ritmo de la acción formativa. Para

que esta tarea se desarrolle con normalidad y se consigan logros en el

aprendizaje de los/as alumnos/as, el/la formador/a deberá considerar los

siguientes aspectos:

A) La Tarea

El/la formador/a ha de llevar el control y la dirección de las tareas que

ejecutan los/as alumnos/as. El/la formador/a debe asegurarse de que las

tareas o actividades planteadas se realizan de la manera correcta y no se

desvinculan de los objetivos generales del curso. Para ello, es importante que

habitualmente centre el tema de trabajo, comente los objetivos que se van

consiguiendo y señale los que aún queden por conseguir. El/la formador/a debe:

Fomentar continuamente el feed-back o retroalimentación.

Adecuar el planteamiento de cada sesión de trabajo diseñando las

actividades o tareas según los logros que se van obteniendo.

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Procurar que los/as alumnos/as reflexionen a menudo sobre lo que

van aprendiendo.

Evaluar conjuntamente con el grupo las actividades realizadas.

B) Las normas o contrato social

Para que el total de la acción formativa se desarrolle con los mínimos

incidentes posibles, es fundamental acordar una serie de normas que estén

vinculadas a la entidad que organiza el curso de formación. Tales normas deben

establecerse en los inicios del curso de formación y han de cubrir los

siguientes aspectos:

Horario y finalización de cada una de las sesiones.

Duración de los descansos y frecuencia de los mismos.

Forma de realizar las actividades que se planteen.

Faltas de asistencia y justificación de las mismas.

Para que estas normas tengan éxito desde su planteamiento deben:

Ser respetadas por el/la formador/a y el grupo.

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Abordarse con cierta flexibilidad permitiendo que sean

consensuadas en la medida de lo posible.

Ser el primer tema de trabajo del curso.

C) Las relaciones

Las buenas relaciones entre el/la formador/a y los integrantes de un

grupo formativo dependen en gran medida de las impresiones que aparezcan en

la primera sesión de trabajo. Para que el/la formador/a lleve a cabo una

dirección eficaz del grupo y se mantengan unas relaciones cordiales, ha de

intentar desde el principio:

Personalizar en la medida de lo posible descubriendo los recursos

personales de cada alumno/a.

Evitar las impresiones iniciales sin dejarse llevar por los

estereotipos o prejuicios sobre el comportamiento o la

personalidad de los/as alumnos/as.

Observar imparcialmente.

Evitar las expresiones espontáneas y subjetivas. No dejarse llevar

por su estado de ánimo.

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Fomentar la relación entre todos los participantes organizando

subgrupos de trabajo que permitan que todos los/as alumnos/as se

conozcan.

No formular sus quejas al grupo sino llevarlas a la instancia

superior de quien dependa.

D) Estilos de liderazgo

Ya hemos visto que el/la formador/a, como líder formal del grupo, puede

adoptar distintos estilos de liderazgo que dependerán de cada situación

concreta. De esta manera, en algunos momentos el/la formador/a adoptará el

tipo democrático, autoritario o liberal según que las circunstancias lo

requieran. Decidir qué estilo de liderazgo desempeñar dependerá de los

participantes y de su madurez sin que podamos olvidar:

La tarea: dirección y control que debe ejercer el/la

formador/a sobre la actividad propuesta.

Relación establecida con los/as alumnos/as.

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6.- El/la formador/a no eficiente.

Veamos a continuación aquellos roles o papeles que nunca debe adoptar

un/a formador/a dentro de un aula:

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