Algarabía - Las Olvidadas de La Historia

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Las olvidadas de la historia

Los nombres que a continuación leerás pertenecieron a mujeres que aportaron


mucho, no obstante, han sido desdeñadas en la historia.
• domingo 11 febrero, 2024

Por Lizeth Basaldúa


Si alguien le pide que piense en personajes protagonistas de la ciencia o de la
historia, ya sea en México o en el mundo, tal vez le lleguen a la mente una infinidad
de nombres masculinos —uno que otro femenino saldrá de su acervo cultural
personal—. Déjeme decirle que sí hubo mujeres, pero no se preocupe si no las
conoce, al fin y al cabo, ¿cómo recordar a quien nunca nos mencionaron? Te
presentamos las olvidadas de la historia…

La excelencia o la inferioridad de los seres no residen en


sus cuerpos según el sexo, sino en la perfección de sus
conductas y virtudes.

Christine de Pizan
Hoy no escribimos sobre Frida Kahlo, tampoco de Leonora Carrington ni de
Virginia Woolf, y mucho menos de Juana de
Arco. Los nombres que a continuación leerá pertenecieron a mujeres que
aportaron mucho, no obstante, parece ser que los libros de historia las
desdeñaron.

Ada Lovelace
Ella es la primera programadora de computadoras de la historia —le debemos
todo lo que somos y respiramos en la era digital—. Sus padres, creadores de tan
brillante mente, fueron el poeta británico Lord Byron y la matemática Annabella
Milbanke. Tras su separación, la educación de Ada quedó en las manos de su
madre, quien propició que se convirtiera en una mujer analítica. Lovelace conoció
al matemático británico Charles Babbage, quien sentó las bases de la
computación. A partir de un motor analítico con el que él trabajaba, ella creó el
primer algoritmo de la historia, que permitiría a la máquina de Babbage hacer
cálculos, almacenar datos y programas.
Era una mujer visionaria. Tanto, que el mismo Charles le escribió a Michael Faraday
—polifacético científico que descubrió la electrólisis y la inducción magnética—
acerca de Ada: «Esta maga ha dominado con su hechizo la más abstracta de las
ciencias. La ha aprendido con una fuerza de la que apenas ningún intelecto
masculino es capaz, por lo menos en nuestro país». Fue hasta 1979, un siglo
después de su muerte, que el Departamento de Defensa de los EE.UU. reconoció
los aportes de la matemática y creó un lenguaje de programación llamado
justamente Ada.

Ada Lovelace (1815 – 1852)


Lise Meitner
Albert Einstein la llamó la «Marie Curie alemana» y el premio Nobel jamás la
consideró. El simple hecho de ser mujer trajo a Lise Meitner muchos obstáculos.
Su gran pasión por la ciencia la llevó a aferrarse y entrar a la Universidad de Viena
en 1901. Lo malo: las universidades públicas no admitían mujeres; lo bueno: sus
padres siempre la apoyaron; lo mejor: fue la segunda mujer en tener un doctorado
en esa universidad.

Lise Meitner (1878-1968)

En Berlín conoció a Otto Hahn, un científico con el que haría gran amistad. Trabajó
con él más de 30 años e investigaron la radiactividad. Ejerció como docente en la
Universidad de Berlín y junto con Otto identificó elementos radiactivos y publicó
varios artículos. Cuando el nazismo estuvo a todo lo que daba en
Alemania, Meitner tuvo que huir, como todos
los judíos, y fue a Estocolmo. Siguió trabajando a distancia con Otto y, tiempo
después, resultaría el descubrimiento de la fisión nuclear.
Esto llevaría a la producción de armas nucleares, mismas en las que ella no quiso
colaborar, pues sabía que sería
posible crear el arma más letal de todos los tiempos. En 1944 Otto Hahn recibió el
premio Nobel de Química con aportaciones fundamentales de Lise. A ella no le
dieron nada; sin embargo, la comunidad científica aún reconoce su labor.

Emmy Noether
A principios del siglo XX, la mujer era víctima de discriminación; sin embargo,
Emmy Noether, de origen judío, logró ser una de las matemáticas más notables de
la historia. Dejó grandes contribuciones en el álgebra abstracta y la física
fundamental. El mismísimo Albert Einstein la definió como la «genio creativa de
las matemáticas más significativa desde que comenzó la educación superior para
las mujeres».

Emmy Noether (1882-1935)

Fue la única mujer inscrita en la Facultad de Filosofía de la Universidad de


Erlangen. Al terminar, le fue difícil tener un cargo académico, debido al rechazo
hacia la mujer en Alemania, incluso impartió clases en esa universidad sin paga
alguna. En 1918 formuló el teorema que lleva su apellido, mismo que sirviera para
entender mejor la física moderna.
Consiguió demostrar dos teoremas esenciales para la teoría de la relatividad que
permitirían resolver el problema de la conservación de la energía. Lo más
importante que dio a las matemáticas fueron los resultados sobre la
axiomatización y el desarrollo de la teoría algebraica de anillos, cuerpos y grupos.
Hoy se le considera la «madre del álgebra moderna».

Rosalind Franklin
Ella pudo recibir el premio Nobel de Medicina y Fisiología en sus manos en 1962,
pero nunca sucedió. Fue la primera
mujer en fotografiar la molécula del ADN y descubrir la estructura de nuestra
composición genética. Algunos la conocerán como «la dama oscura del ADN». Su
historia se centra en la controversia de los descubrimientos de la estructura
molecular del ADN y en la poca confianza que se le puede tener a un compañero
cuando se descubre algo trascendental, por no admitir que Rosalind fuera capaz,
igual que ellos, de realizar grandes hallazgos.
Trabajó como investigadora en el laboratorio de John Randall en el King’s College
de Londres y ahí empezaron sus problemas. Había un hombre, Maurice Wilkins, al
que no le pareció que una mujer compitiera en temas de ciencia, pues los dos
dirigían trabajos relacionados con el estudio del adn. En 1952 Rosalind consiguió
captar mediante rayos X parte de la estructura del ADN —la famosa Fotografía
51—, pero su compañerito, Wilkins, mostró la imagen a otros
dos colegas, Francis Crick y James Watson, lo que les daría la base para
comprender la estructura del ADN.

Rosalind Franklin (1920-1958)


Posteriormente, ellos publicaron en la revista Nature el artículo sobre la doble
hélice del ADN que, en efecto, los haría ganadores del premio Nobel y jamás la
mencionaron. Así, ella pasó a ser invisible en este trabajo tan relevante para la
humanidad.

Delia Derbyshire
Delia fue una mujer que se desarrolló profesionalmente en 1960. En una escena
musical donde los reflectores estaban
dirigidos a los hombres, ella decidió seguir sus sueños y gracias a ello hoy
podemos presentarle a la pionera de la música
electrónica.

Estudió matemáticas y música en Cambridge; en 1959 se acercó a Decca records,


pero le dijeron que no
empleaban a mujeres en sus estudios de grabación.
Entró al taller radiofónico de la BBC, donde sobresalió, ya que combinaba sus
intereses en la teoría y la percepción del sonido, modos, afinaciones y estados de
ánimo utilizando fuentes puramente electrónicas. Meses después, su pasión la
llevaría a registrar el tema de la serie británica Doctor Who, uno de los más
famosos y reconocibles. Así, Delia ganó reputación y alcanzó más éxito en radio,
televisión y cine.

Delia Derbyshire (1937-2001)


Radia Perlman
Radia Perlman es la «madre del Internet», pues creó el Protocolo Spanning Tree —
STP—, o árbol de expansión, que cambió Ethernet; éste es el sistema que permite
a los aparatos de interconexión activar o desactivar los enlaces de
conexión; gracias a esto se pudo desarrollar la red de redes. Radia contó en 2015
que a pesar de que se desenvuelve
en una industria donde la mayoría son hombres, ella ha destacado y no ha sido
rechazada por sus compañeros a lo largo de su vida, ya que han valorado su
talento; sin embargo, contó que en una clase un profesor de física la volteaba a ver
constantemente para que ella asintiera que comprendía lo explicado, hecho que la
incomodaba, pues sólo lo
hacía con ella. A la fecha, Radia también ha registrado más de 70 patentes
relacionadas con temas de la web.

Radia Perlman (1961)


Susan Kare
Susan Kare es iconógrafa y pionera del pixel art, la creadora de la imagen de la
interfaz de Macintosh. Seguro ha visto a lo largo de su vida esos íconos en su
computadora. Pues es una mujer quien los creó. Ella concibió los íconos de Apple y
dio al MacOS un léxico visual universalmente intuitivo. Susan también diseñó el
puntero de mouse para Mac, la mano y el reloj de espera, además de varias
tipografías.
Ella utiliza una cuadrícula minimalista de pixeles —comunica con ingenio y estilo—
. Cree que los buenos íconos deben ser más como las señales de tráfico,
ilustraciones comprensibles y no llenas de detalles superfluos. Posiblemente Steve
Jobs no hubiera tenido tanto éxito sin el desempeño de esta mujer.

Susan Kare (1954)


Liz Basaldúa es una millenial que sabe que la historia y la mente lo
olvidan todo; una vez leyó: verba volant, scripta manent; desde ese
día cree que lo único que no se olvida son las letras mientras no se
olvide de escribir.

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