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C a p ítu lo IV

L A AU TOPSIA PSICOLÓGICA
EN LA A CCIDEN TOLO GÍA

1. Ap l ic a c ió n d e l mé t o d o d e a u t o p s ia p s ic o l ó g ic a a l

ESTUDIO DE LAS VÍCTIMAS DE ACCIDENTES DE TRÁNSITO

En la distribución porcentual de las muertes violentas en


la ciudad de La Habana, el primer lugar lo ocupan los acciden
tes, con el 66,1%, constituyendo la cuarta causa de mortalidad
general y la primera de mortalidad prematura, dejándose de
vivir 14.935,5 años, para una tasa de años de vida perdidos de
6,8 x 100.000 habitantes1. Según pérdidas biosociales, ocupa el
segundo lugar, al fallecer 8 de cada 100.000 personas de 20 a 59
años, sólo precedida por los tumores malignos 2.
Teniendo en cuenta que el 50% de las muertes, acciden
tales en nuestro país son provocadas por accidentes de trán
sito 3, y que además éstos constituyen el tipo de accidente pre

1 Departamento Provincial de Higiene y Epidemiología de la ciudad de


La Habana. Informe Estadístico Anual de Mortalidad, 1995.
2 Departamento Provincial de Higiene y Epidemiología..., citado.
3 Departamento Provincial de Higiene y Epidemiología..., citado.
110 Pe r ic ia e n a u t o p s ia p s ic o l ó g ic a

dominante en nuestro continente4, la preocupación por el tema


se focaliza en esta modalidad.
Los accidentes de tránsito pueden ser atribuibles al ve
hículo, a la vía y al factor humano5, en virtud del predominio
causal. Dentro del factor humano la OMS incluye el aspecto
mental (fatiga, sueño, cansancio), los fenómenos relacionados
con la visión y la audición, la embriaguez alcohólica y la into
xicación por drogas 6.
En la medida que seamos capaces de conocer en profun
didad a las víctimas de accidentes, podremos lograr la identi
ficación de los factores asociados a la accidentalidad y las pobla
ciones de mayor riesgo, lo cual redunda en la posibilidad de
hacer una verdadera labor de prevención en la comunidad.

2. M e t o d o l o g ía

Nuestro universo de trabajo estuvo constituido por 50


personas fallecidas en accidentes de tránsito en la ciudad de
La Habana durante el primer semestre del año 1996; tomamos
aquellas víctimas residentes (de acuerdo con sus datos de iden
tidad) en los municipios Centro Habana, Habana Vieja, Cerro,
Plaza y Habana del Este.
De la muestra se excluyeron los pasajeros, para poder
realizar una aproximación más objetiva de la participación del
factor humano en el grupo de accidentes estudiado, pues en la
dinámica de estos fenómenos la categoría de pasajero juega
por lo general un rol pasivo, todo lo contrario de la de conduc
tor y peatón.

4 Yunes, J., Mortalidad por causas violentas en la región de lasAméri-


cas, Bol. Of. Sanit. Panam., 1993,114(4):315.
5 Gálvez Cabrera, E., y González Pérez, J., Accidentes del tránsito, Ponen
cia presentada en el Taller Sociedad, Salud y Violencia del Instituto de Medi
cina Legal, dic.-1994.
6 Gálvez Cabrera, E., y González Pérez, J., Accidentes..., citado.
A c c id e n t o l o g ía 111

El método utilizado fue la autopsia psicológica, es decir,


la caracterización retrospectiva de una persona ya fallecida, a
través del MAPI (modelo de autopsia psicológica integrado),
instrumento que sólo incluyó (en relación con el empleado para
las víctimas de homicidio) un ítem adicional relacionado con la
historia anterior de accidentes, tanto de tránsito como labora
les o domésticos7. En cada caso se revisó el expediente policial
y medicolegal; las entrevistas a los familiares y allegados de las
víctimas se realizaron entre los 30 y 90 días posteriores al deceso,
para evitar que la reacción de duelo pudiera interferir con la
objetividad de la información, toda vez que en dos investiga
ciones anteriores demostramos que hasta el tercer mes, e inclu
sive hasta el sexto, no se pierde la nitidez ni los detalles del
recuerdo, siempre que se seleccionen las fuentes adecuadas.

3. R e s u l t ado s

Encontramos un franco predominio de jóvenes entre las


víctimas fatales de accidentes de tránsito estudiadas, lo cual
es interpretado en relación con la inexperiencia y la falta de
educación vial, fundamentalmente en los accidentes con par
ticipación de ciclos 8.

7 Ferrer Marrero, D. et al., Glosario de términos del Taller Sociedad,


Salud y Violencia, IML, 1995. Vargas, E., Medicina forense y deontología.
8 Kiinmel, S. R., y Nagel, R. W., Bicycle safety knowledge andjbqhavior
‘ n school age children, J Fam. Pract., jun.-1990, 30(6):677- 80. Speltz, M. L.;
"Onzález, N.; Sulzbacher, S., y Quan, L Assessment o f injury risk in young
“ ttd children, a preliminary study o f the injury behavior checklist. J Pediatr.
p6ychol., jun.-1990,15(3):373-83.
Trankle, U.; Gelau, C., y Metker, T., Risk perception and age- specific
gC^Jc^?nís °fyaung drivers. Acciden-Anal-Prev., apr-1990,22(2):119-25. Gully,
W WMtney, D. J., y Vanosdall, F. F.,Prediction ofpólice officers traffic acci-
lnvolvement using behavioral observations.Accid. Anal. Prev.,jun.-1995,
27«>.355-62.
112 P e r ic ia e n a u t o p s ia p s ic o l ó g ic a

No obstante resulta importante la participación de la ter


cera edad en la accidentalidad, la cual se ha relacionado clá
sicamente con la disminución de las habilidades en la conduc
ción y las dificultades sensoperceptuales por limitaciones
visuales y auditivas 9; en nuestro medio predominaron las per
sonas de este grupo de edad que resultaron atropelladas en
condición de peatones (el 83,3 %).
La distribución por sexo sigue el comportamiento uni
versal de las muertes violentas en general y de los accidentes
en particular: son más frecuentes en los hombres10.
En las categorías ocupacionales predominaron los técni
cos y trabajadores de servicios; quizá pudiera interpretarse por
tener una vida laboral más activa y estresante en cuanto a
prisa por los horarios de llegada, responsabilidades, etc.; la lite
ratura revisada no reporta referencias en cuanto a que estas
categorías tengan especial proclividad al accidente, como sí los
jubilados y estudiantes, en correspondencia con el factor edad.
La escolaridad predominante está en correspondencia con
la escolaridad promedio de nuestra población general (ense
ñanza media y media superior), y en todo caso descarta que
sea la falta de capacidad intelectual para comprender las seña
lizaciones y avizorar el peligro en la vía los factores asociados
a la accidentalidad en la población estudiada.

9 Ruhle, R., y Wolff, H., Psychological aspects o f traffic fitness o f aging


car drivers, Z Gesamte Hyg, jul.-1990, 36(7):346-50. Seib, H., Knowledge to
accident causation research in relation to age-induced decrease in the perfo-
mance o f elderly motorists, their accident risk and legal consecuenses, Z Geron
tol., mar.-apr.-1990, 23(2):86-96.
10Wyss, D. et al., Characteristics o fl 6 7 consecutive traffic accident vic-
tims wiht special reference to alcohol intoxication:a prospective study, Soz-
Praventamed, 1990; 35(3), p. 108-16. Kim, K.; Nitz, L.; Richardson, J., y Li>
L., Personal and behavioral predictors o f automobile crash and injury seve-
rity, Accid. Anal. Prev., aug.-1995, 27(4):469-81. Reinfurt, D. W. et al., Eva-
luating the North Carolina safety belt wearing law, Accid. Anal. Prev., jun.-
1990, 22(3):197-210.
A c c id e n t o l o g ía 113

Consideramos interesante señalar que, si sumamos los


antecedentes de nacimiento por parto distócico, traumatismos
craneoencefálicos con pérdida de conciencia, meningoencefali-
tis y epilepsia, resulta que el 22% de las víctimas estudiadas
tenían un posible sustratum orgánico. El posible origen peri-
natal de mecanismos hipóxicos que dañan el encéfalo predis
poniendo en la vida adulta a la violencia ha sido cuidadosa
mente estudiado u .
La preexistencia de trastornos psiquiátricos fundamen
talmente menores que se observan en la muestra se corres
ponde con los reportes de varios autores revisados que seña
lan la proclividad de las personas nerviosas, especialmente las
neuróticas, a sufrir accidentes de todo tipo, en especial de trán
sito 12, constituyendo uno de los antecedentes de mayor valor
estadísticamente demostrado que apoyan la afirmación de que
es el factor humano el preponderante en la etiología del acci
dente de tránsito.
No resulta ocioso comentar que más del 80% de estas per
sonas neuróticas fallecidas en accidentes de tránsito pertene
cían a la categoría de conductores; por lo tanto, alguien auto
rizó su licencia de conductor. Lo mismo ocurre con aquellos ya
comentados con posible sustratum orgánico; más del 70% eran
conductores, e inclusive dos de ellos de vehículos de transporte
colectivo.

11 Jacobson, B. et al., Perinatal..., citado.


12 Sims, A.., Neurosis and mortality. Investigation and association, J Psy-
chosom Res., 1984,28:353-62. ' ' „
Freí, A.; Gerhard, U.,y Rummele,W., Catamnesis ofpsychiatrically eva-
luated automobile drivers, Schweiz-Arch-Neurol- Psychiatr., 1990, 141 (2):
123-38.
Martin, R. L. et al., Mortality inafollow-up of500 psychiatric ou-patients
U. Cause specific mortality, Arch. Gen. Psychiatry., 1985,42:58-66.
Grosse Aldenhovel, íí.,Alcoholic polyneuropathy and myopathy. a con-
tribution to clinic. neurologic diagnosis ofalcoholic patients, Blutalkohol, jul.-
1990, 27 (4): 272-8.
114 Pe r ic ia e n a u t o p s ia p s ic o l ó g ic a

El 12% de hipertensos no es despreciable, con mayor razón


si comentamos que se trataba de personas de la tercera edad,
y que el 66,6% eran conductores de vehículos que en todos los
casos sufrieron colisiones, técnicamente inexplicables, para los
especialistas de la sección de investigaciones de Accidentes del
Tránsito de la Unidad Provincial de Operaciones Policiales de
la ciudad de La Habana; insistimos en llamar a la reflexión:
¿realmente serían estas personas aptas para conducir?
En cuanto al comportamiento de los hábitos tóxicos, el
50% de nuestras víctimas consumían cigarrillos, y en relación
con el tema estudios recientes han demostrado que efectiva
mente los fumadores tienen una mayor tendencia a la acci
dentalidad; según Brisson13, las bases de esta asociación están
dadas por distracción en la conducción del vehículo debida al
acto de fumar y por la toxicidad del monóxido de carbono.
El consumo de drogas legales también se acerca al 50%;
existen estudios serios que demuestran la mayor proclividad
de las personas que ingieren analgésicos14, antidepresivos, bar-
bitúricos y especialmente benzodiazepinas15 a sufrir acciden
tes de tránsito.
Nuestras víctimas consumían fundamentalmente mepro-
bamato, diazepán y amitriptilina, en la mayor parte de los casos
por automedicación; éste es uno de los aspectos que resulta
más difícil de conocer por otras vías que no sea la autopsia psi
cológica, puesto que excepcionalmente se solicita un examen
toxicológico con estos fines en las muertes accidentales, y aun
que así se haga, al tener estadía hospitalaria resulta imposi

13 Brison, R. J.,Risk o f automobile accidents in cigarrette smokers, Can.


J. Public. Health, mar.-apr.-1990, 81(2):102-6.
14 Chesher, G. B., The influence o f analgesic drugs in road crashes, Accid.
Anal. & Prev., vol. 17, n° 4,1985, ps. 303-9.
15 Christensen, L. Q.; Nielsen, L. M., y Nielsen, S. L., Traffic accidents
and drivers suspected for drug influence, Forensic. Sci. Int., apr.-1990, 45 (3):
273-80.
A c c id e n t o l o g ía 115

ble determinarlo, como que no sea a través de aquellas perso


nas que estaban cerca de quien resultara occiso y conociendo
sus hábitos.
Vamos a detenemos en el análisis del consumo de alco
hol, ese tóxico que es responsable del 35% de las muertes por
accidentes de tránsito en nuestro país 16 y al cual se le asignó
la categoría de predictor fundamental de la accidentalidad17.
El uso del alcohol está fuertemente asociado a las fatali
dades de tránsito por la relevante afectación que ocasiona en
la capacidad de juicio y cognición, el control motor, su inte
gración y coordinación18.
La ingestión de alcohol afecta especialmente el control de
la dirección de los conductores y su habilidad para salir airo
sos de las curvas, motivo por el cual con frecuencia son vícti
mas de colisiones19; si además, quien conduce es un joven, el
riesgo es mayor, pues está demostrado que en los jóvenes el

16 Amaro Suárez, F., Alcoholismo y drogadicción, su repercusión en la


violencia, Ponencia presentada en el Taller Sociedad, Salud y Violencia, I. M.
L., 1995.
17 Guppy, A., y Adams-Guppy, (jr-), Behavior and perceptions related to
drink-driving among an International sample o f company vehicle drivers, J
Stud, Alcohol, may.-1995, 56(3):348-55.
18 Masón, A. P., and Me Bay, A. J., Ethanol, marijuana and other drug
use in 600 drivers killed in single-vehicle crashes in North Carolina, 1978-
1981, Journal of Forensic Sciences, vol. 29, n° 4, oct.-1984, ps. 987-1026. Sut-
ton, L. R., The effeets o f alcohol, marijuana and their combination on driving
ability, Journal of Studies on Alcohol, vol. 44, n°3, may.-1983, ps. 438-45. Owen,
S. M.; Me Bay, A. J., and Cook, C. E., The use o f .marijuana ethanol,and other
drugs among drivers killed in single-vehicle crashes, Journal o f Forensic Scien
ces, vol. 28, n° 2, apr.-1983, ps. 372-79.
13 Gawron, V. J., y Ranney, T. A., The effeets o f spot treatments on perfo-
nance in a driving simulator under sober and alcohol, dosed conditions, Accid-
Anal-Prev., jun.-1990, 22(3);263- 79. Winkler, W.; Jacobshagen, W., y Nickel,
W. R.; Long-term effect o f courses for repeat alcoholic intoxicatibn in automo-
bile driuers. Studies after 60months probation, Blutalkohol, may.-1990,27(3): 154-
74. Kruger, H. P., Absolute driving incapacity at 1.0 promille, an erroneous
Hmit, Blutalkohol, may.-1990, 27(3):182-201.
116 P e r ic ia e n a u t o p s ia p s ic o l ó g ic a

alcohol ocasiona una sensación de confianza que los lleva a


asumir conductas temerarias en la vía 20; en nuestra muestra,
el 80% de los fallecidos que iban conduciendo en estado de
embriaguez tenían menos de 35 años.
Consideramos interesante comentar que en la muestra
aludida encontramos 4 accidentes de motos, en los cuales sus
jóvenes conductores resultaron occisos debido a una colisión,
conduciendo en estado de embriaguez y a exceso de velocidad,
y en todos los casos las últimas personas que hablaron con ellos
manifestaron que referían sentirse en plenitud de facultades
para conducir y desatendieron las advertencias de que no debían
hacerlo, pues según ellos “sólo se habían dado algunos tragos”
y se sentían “en plena forma”.
En relación con los motociclistas, hay estudios realizados
que demuestran que tienen determinadas características de
personalidad que los hacen asumir y disfrutar el riesgo, pues
en ningún momento dejan de calcularlo 21.
Se han dedicado muchos estudios a la influencia del alco
hol en los conductores de vehículos, pero esta influencia es tam
bién importante en los peatones 22; en nuestra muestra el 35,3%

20 Gruner, O., y Bilzer, W., Comparative viewpoint ofexpert assessment


by the federal health office in relation to “On the question o f alcohol in traffic
infractions”(1966) and “On safety valúes in blood alcohol determination”(1989),
Blutalkohol, may.-1990, 27(3):222-6. Parker, D., y West, R.; Stradling, S., y
Manstead, A. S.,Behavioural characteristics and involvement in different types
o f traffic accident, Accid. Anal. Prev., aug.-1995, 27(4):71-81. Job, R. F., The
application oflearning theory to driving confidence: the effect o f age and the
impact ofrandom breath testing, Accid. Anal. Prev., apr.-1990, 22 (2): 97-107.
21 Mannering, F. L., y Grodsky, L. L., Statistical analysis o f motorcy-
clists perceived accident risk, Acad. Anal. Prev., feb.-1995, 27(1):21-31.
22 Swaddivvudhipong, W. et al., Epidemiologic characteristics o f drivers,
vehicles, pedestrians and road enviroments involved in road traffic injuries in
rural Thailand, Southeast. Asían, J. Trop-Med-Public-Health, mar.-1994,
25(l):37-44. Solnick, S. J., y Hemenway, D,,H it the bottle and run, the role o f
alcohol in hit-and-run pedestrian fatalities, J Stud. Alcohol, nov.-1994,55 (6):
679-84.
A c c id e n t o l o g ía 117

de los peatones atropellados se encontraba en estado de embria


guez, motivo por el cual no pudieron calcular el riesgo de atra
vesar una vía de alta circulación o sus dificultades perceptua-
les les hicieron caer en un error de cálculo de la distancia y
velocidad a la cual se aproximaba el vehículo que los impactó,
o quizá simplemente ni lo vieron.
En la historia de consumo, de los 34 consumidores de bebi
das alcohólicas estudiados (el 68% de la muestra), el 58,82%
de ellos reunían los requisitos de bebedores problema (CAGE
y CID +); resulta necesario comentar que ninguno estaba dis-
pensarizado en su área de salud, lo cual está orientado por el
nuevo programa de prevención del alcoholismo en la comuni
dad.
Al desglosar los síntomas encontramos predominio de los
trastornos del sueño y la ansiedad. Si tenemos en cuenta la
suma de los diferentes trastornos del sueño, vemos que repre
sentan el 36% de la muestra; en dos casos (los correspondien
tes a hipersomnia) la familia nos comentaba que quienes resul
taron occisos se quejaban de agotamiento.
En la literatura revisada se recoge la fatiga como un fac
tor fuertemente asociado a la accidentalidad 23, así como el
stress, la ansiedad y la depresión 24.
Al hacer la valoración diagnóstica de las víctimas, el abuso
de alcohol sin dependencia ocupa el primer lugar, con el 40%;
estos resultados coinciden con la literatura revisada, donde el
alcohol y el alcoholismo protagonizan la tendencia a la acci

23 Meyer, M., Fatigue-induced unsafe driving by occupatiorial drivers.


Criminologic knowledge and legal consequences, Arch. Kriminol., mar.-apr.-
1990,185(3-4):65-79.
24 Goldberg, L.,y Gara, M .A .,A tipology ofpsychiatric reactions to motor
vehicle accidents, Psychopathology, 1990, 23(l):15-20. Ruhle, R. y WolfF, H.,
Psychological..., cit., ps. 346-50. Blanchard, E. B.; Hickling, E. J.;Taylor, A. E.,
y Loss, W., Psychiatric morbility associated with motor vehicle accidents, J
Nerv Ment. Dis., aug.-1995, 183(8):495-504.
118 P e r ic ia e n a u t o p s ia p s ic o l ó g ic a

dentalidad via l25; el abuso de drogas, que en nuestro estudio


ocupa el segundo lugar, es también un factor fuertemente aso
ciado a los accidentes 26.
Los trastornos situacionales o reactivos a stress que en
nuestra muestra ocupan el 10%, son invocados como determi
nantes o precipitantes de los accidentes de tránsito, al dismi
nuir las posibilidades de concentración del individuo 27.
El área de conflicto más afectada en las víctimas estu
diadas fue la familia, y ciertamente está descrito que las difi
cultades en la dinámica familiar y especialmente una baja cohe
sión entre sus miembros son factores psicosociales que aumentan
el riesgo de accidentes, fundamentalmente en niños y jóve
nes 28.
El perfil psicológico de este grupo de víctimas quedó con
formado por sociabilidad, seguridad, terquedad, precisión,
impulsividad, independencia, valentía, optimismo y tendencia
a ser caprichoso, características de las cuales sólo habíamos
encontrado en la literatura revisada la impulsividad y una
agresividad que no fue importante en nuestros casos 29.

25 Howard, G Alcoholism and drug abuse, some legal issues foremplo-


yers, Br J. Addict., may.-1990,85(5):593-603.
Hernández, A. C.; Newcomb, M. D., y Rabow, J., Types o f drunk-driving
intervention:preualence success and gender, J. Stud. Alcohol, jul.-1995,56 (4):
408-13.
26 Howard, G., Alcoholism,.., cit., ps. 593-603. Modestin, J., y Ammann,
R., Mental disorder and criminal behavior, Br J Psychiatry, may.-1995,166(5):
667-75.
27 Simón, F., y Corbett, C., Road traffic offending, stress, age and acci
dent history among male and female drivers, Ergonomic, may-1996, 39 (5):
757-80.
28 Christoífel, K. K. et al., Psychosocial factors in childhood pedestrian
injury, a matched case-control study, Pediatrics, jan.-1996, 97 (1): 33-42.
Parker, R. S., y Rosenblum, A., The loss and emotional dysfunctions
after mild head injury incurred in a motor vehicle accident, J Clin. Psychol-,
jan.-1996, 52 (1): 32-43.
29 D’Toole, B. I., Intelligence and behavior and motor vehicle accident
mortality, Accid. Anal. Prev., jun.-1990, 22(3):211-21.
A c c id e n t o l o g ía 119

En 10 casos, representativos de un 20%, encontramos


señales de aviso autoquírico, lo cual explica la dificultad que
a veces se nos presenta en las llamadas muertes equívocas
para decidir entre una etiología medicolegal suicida o acci
dental 30, y pone en evidencia la importancia pericial de la
autopsia psicológica para discernir en este tipo de defuncio
nes, pues en ocasiones lo que parece un accidente es en reali
dad un suicidio.
Las señales más frecuentes fueron los comentarios pesi
mistas acerca del futuro y la expresión de estar cansado de la
vida; en 4 de estos casos las circunstancias en que se produjo
el accidente parecían inexplicables: vías, anchas, buena visibi
lidad, en dos casos se trataba de peatones atropellados y en
otros dos, uno se impactó contra un poste (tenía alcoholemia
positiva) y el otro sufrió una colisión seguida de vuelco en una
vía de alta circulación.
En relación con la historia anterior de accidentes resulta
interesante destacar que el 30% de las víctimas estudiadas
había sufrido previamente algún tipo de accidente, predomi
nando los de tránsito, lo cual habla a favor de una especial pro
clividad a la accidentalidad, arribando a lo que en victimolo
gía se conoce como reincidencia victimal31.

4. Co n c l u s io n e s

• El perfil sociodemográfico de las víctimas fatales de


accidentes de tránsito estudiadas estuvo constituida por hom
bres jóvenes, con vínculo laboral estable y nivel medio de esco
laridad.

30 ConnoIIy, J. F.; Cullen, A., y McTigue, O., Single road traffic deaths-
accident or suicide?, Crisis, 1995,16(2):85-9.
31 Rodríguez Manzanera, L., Victimología..., citado.
118 Pe r ic ia e n a u t o p s ia p s ic o l ó g ic a

dentalidad via l25; el abuso de drogas, que en nuestro estudio


ocupa el segundo lugar, es también un factor fuertemente aso
ciado a los accidentes 26.
Los trastornos situacionales o reactivos a stress que en
nuestra muestra ocupan el 10%, son invocados como determi
nantes o precipitantes de los accidentes de tránsito, al dismi
nuir las posibilidades de concentración del individuo27.
El área de conflicto más afectada en las víctimas estu
diadas fue la familia, y ciertamente está descrito que las difi
cultades en la dinámica familiar y especialmente una baja cohe
sión entre sus miembros son factores psicosociales que aumentan
el riesgo de accidentes, fundamentalmente en niños y jóve
nes 28.
El perfil psicológico de este grupo de víctimas quedó con
formado por sociabilidad, seguridad, terquedad, precisión,
impulsividad, independencia, valentía, optimismo y tendencia
a ser caprichoso, características de las cuales sólo habíamos
encontrado en la literatura revisada la impulsividad y una
agresividad que no fue importante en nuestros casos29.

25 Howard, G Alcoholism and drug abuse, some legal issues for emplo-
yers, Br J. Addict., may.-1990, 85(5):593-603.
Hernández, A. C.; Newcomb, M. D., y Rabow, J., Types o f drunk-driving
intervention:prevalence success and gender, J. Stud. Alcohol, jul.-1995, 56 (4):
408-13.
26Howard, G., Alcoholism..., cit., ps. 593-603. Modestin, J., y Ammann,
R., Mental disorder and criminal behavior, Br J Psychiatry, may.-1995,166(5):
667-75.
27 Simón, F., y Corbett, C., Road traffic offending, stress, age and acci
dent history among male and female drivers, Ergonomic, may.-1996, 39 (5):
757-80.
28 Christoffel, K. K. et al., Psychosocial factors in childhood pedestrian
injury, a matched case-control study, Pediatrics, jan.-1996, 97 (1): 33-42.
Parker, R. S., y Rosenblum, A., The loss and emotional dysfunctions
after mild head injury incurred in a motor vehicle accident, J Clin. Psychol.,
jan.-1996, 52(1): 32-43.
29 D’Toole, B. I., Intelligence and behavior and motor vehicle a c c i d e n t
mortality, Accid. Anal. Prev., jun.-1990, 22(3):211-21.
A c c id e n t o l o g ía 119

En 10 casos, representativos de un 20%, encontramos


señales de aviso autoquírico, lo cual explica la dificultad que
a veces se nos presenta en las llamadas muertes equívocas
para decidir entre una etiología medicolegal suicida o acci
dental 30, y pone en evidencia la importancia pericial de la
autopsia psicológica para discernir en este tipo de defuncio
nes, pues en ocasiones lo que parece un accidente es en reali
dad un suicidio.
Las señales más frecuentes fueron los comentarios pesi
mistas acerca del futuro y la expresión de estar cansado de la
vida; en 4 de estos casos las circunstancias en que se produjo
el accidente parecían inexplicables: vías anchas, buena visibi
lidad, en dos casos se trataba de peatones atropellados y en
otros dos, uno se impactó contra un poste (tenía alcoholemia
positiva) y el otro sufrió una colisión seguida de vuelco en una
vía de alta circulación.
En relación con la historia anterior de accidentes resulta
interesante destacar que el 30% de las víctimas estudiadas
había sufrido previamente algún tipo de accidente, predomi
nando los de tránsito, lo cual habla a favor de una especial pro
clividad a la accidentalidad, arribando a lo que en victimolo
gía se conoce como reincidencia victimal31.

4. Co n c l u s io n e s

• El perfil sociodemográfico de las víctimas fatales de


accidentes de tránsito estudiadas estuvo constituido por'hom-
bres jóvenes, con vínculo laboral estable y nivel medio de esco
laridad.

30 Connolly, J. F.; Cullen, A., y McTigue, O., Single road traffic deaths-
accident or suicide?, Crisis, 1995,16(2):85-9.
31 Rodríguez Manzanera, L., Victimología..., citado.
120 Pe r ic ia e n a u t o p s ia p s ic o l ó g ic a

• Resultaron antecedentes patológicos personales de inte


rés los insultos al sistema nervioso central y los trastornos neu
róticos.
• En los hábitos tóxicos predominó el consumo de alco
hol, seguido por el de psicofármacos y el de cigarrillos.
• Más del 50% de los consumidores de alcohol eran bebe
dores problema.
• En el examen psiquiátrico retrospectivo de las perso
nas fallecidas por accidentes de tránsito estudiadas predomi
naron los trastornos del sueño y la ansiedad.
• Nosológicamente predominó el abuso de alcohol y/o dro
gas, seguido por los trastornos situacionales o reactivos a stress.
• El área de conflicto más afectada en las víctimas estu
diadas fue la familia.
• El perfil psicológico de las víctimas estudiadas quedó
conformado por sociabilidad, seguridad, terquedad, precisión,
impulsividad, independencia, valentía, optimismo y tendencia
a ser caprichosos.
• El 20% de las víctimas estudiadas emitieron señales
presuicidas, siendo las más frecuentes los comentarios pesi
mistas acerca del futuro y la expresión de estar cansado de la
vida.
Ca p í t u l o V
APLICACIÓN PRÁCTICA DEL M ÉTODO
A LA IN VESTIGACIÓN CRIM INAL
(aplicación criminalística)

Todos los que nos hemos dedicado a las ciencias forenses


sabemos que esa conocida frase que dice: los muertos hablan,
es muy cierta; pero habitualmente los textos clásicos la rela
cionan con los hallazgos tanatológicos, tales como las livide
ces, el rigor mortis, la existencia o no de heridas de defensa,
que pueden desmentir un planteamiento inicial de determi
nadas causas y circunstancias de la muerte.
Pero en el presente trabajo queremos trasmitir la idea
de que no sólo por esto habla el muerto, sino que también
lo hace por las huellas psicológicas que deja en los espacios
que habitó, y que en determinados casos pueden ser la clave
del esclarecimiento de las circunstancias en qué acáeció su
deceso.
Para ejemplificar comentaremos el caso de un señor que,
hospedado en un hotel, se precipita, delante de un buen número
de huéspedes, desde el último piso del inmueble, al área de la
Pecina; a ojos vista, se trataba de un suicidio; sin embargo, al
hacer la autopsia psicológica, resultó que desde hacía algunos
122 Pe r ic ia e n a u t o p s ia p s ic o l ó g ic a

días venía presentando alteraciones conductuales indicativas


de trastornos perceptuales, y al solicitar antecedentes a la
familia, nos encontramos con que unos años atrás había sufrido
un traumatismo craneal con pérdida de la conciencia, luego
del cual en varias oportunidades había hecho cuadros que
recordaban automatismos, de semiología compleja, parecidos
a los que habían sido descritos por varias de las fuentes entre
vistadas, incluido el médico del hotel; todo esto, unido a la des
cripción efectuada por el testigo más cercano de alucinacio
nes visuales-táctiles (instantes antes de echar a correr le dijo:
“mira, que larga trenza” , con la mano colocada de tal manera
que parecía que tenía atrapada la trenza), nos llevaron al
planteamiento de un trastorno crepuscular epiléptico de etio
logía postraumática.
En ese caso los médicos legistas no encontraron diferen
cias en el examen del cadáver, con respecto a una precipitación
suicida; la policía no halló ningún indicio de criminalidad, por
lo cual, ni medicolegal ni policiológicamente, había nada que
se opusiera al suicidio; sin embargo, psicopatológicamente
estaba claro que se trataba de un accidente, pues el suicidio,
conceptualmente, es la privación voluntaria de la propia vida,
y si el individuo tenía una turbación disrítmica de la concien
cia no podía decidir privarse de ella.
El hecho de que una muerte accidental sea erróneamente
dictaminada como suicida, en primer lugar afecta moralmente
a los sobrevivientes, sobre todo si, como en este caso, pertene
cen a una religión que condena el suicidio, la católica. Pero ade
más los afecta económicamente, al negárseles el cobro del seguro
de vida.
Ahora bien, cualquiera pudiera pensar que es muy arries
gado emitir criterios a partir de una valoración que es retros
pectiva e indirecta, eso es cierto, por esa razón nosotros siem
pre hacemos un análisis probabilístico, que en la mayoría de
los casos ofrece conclusiones también probabilísticas, pero
existen casos como el que acabamos de comentar, en los cua
A p l ic a c ió n p r á c t ic a d e l m é t o d o . 123

les las conclusiones pueden darse de certeza, sin temor a


errores.

¿ CÓMO HACEMOS EL ANÁLISIS EN LA GENERALIDAD DE LOS CASOS?


E val u an do

• Estilo de vida: ¿Qué se evalúa aquí?: ¿Cómo vivía el


individuo? ¿Era un estilo de vida saludable? ¿Había ten
dencias parasuicidas; se causaba daño a sabiendas de que
eso acortaría su vida, por ejemplo, los alcohólicos, los droga-
dictos?
• Factores de riesgo suicida, heteroagresivo o a la acci
dentalidad: Aquí hay que hacer un análisis enmarcado tanto
en los universalmente aceptados como en los localmente iden
tificados; por ejemplo, la pertenencia a subculturas violen
tas, es un factor universalmente aceptado como de riesgo hete
roagresivo, mientras que localmente cada país y región puede
establecer un perfil de mayor vulnerabilidad, como por ejem
plo el pertenecer a sectas secretas, el trabajar en centros noc
turnos o el vivir en determinadas zonas residenciales. Por eso
siempre insistimos en que el análisis tiene que estar ajus
tado a cada localidad; en las muertes dudosas esto es impor
tante, pues ayuda a la investigación el saber que en una per
sona que presuntamente murió por su propia mano, no se
encuentran factores de riesgo suicida, tales como el vivir solo,
tener pérdidas recientes, etc., y sí de riesgo heteroagresivo,
tales como el vínculo con actividades económicas de carácter
ilícito.
• Personalidad del occiso: En este tema también hay que
hacer un análisis que incluya tanto lo universalmente acep
tado como lo localmente identificado; por ejemplo, se acepta
lúe la víctima de suicidio es más dependiente, con tendencia
a la depresión, psicológicamente frágil, mientras la víctima de
124 Pe r ic ia e n a u t o p s ia p s ic o l ó g ic a

homicidio tiene mayor tendencia al enfrentamiento y a la pro


vocación, es más beligerante. Cuando estamos ante una muerte
dudosa estos elementos psicopatológicos juegan un rol impor
tante, por ejemplo, a nadie se le ocurriría pensar en una mujer
histriónica eligiendo un método suicida tan duro como el ahor
camiento, de manera que si nos encontramos con una mujer
joven y bella suspendida en el baño de su casa, hay que estu
diar minuciosamente la escena de la muerte, porque probabi-
lísticamente es difícil que escogiera ese método; lo usual es la
ingestión de psicofármacos, que no dañarían su imagen ni des
pués de muerta.
La discusión de cada caso se hace en equipo, participan
todos los especialistas que integran la investigación crimi
nal: médicos legistas, peritos criminalistas, investigadores
policiales, psiquiatras o psicólogos forenses; idealmente deben
haber asistido todos al lugar del hecho, y de no haber sido
posible, deben al menos haber visto el vídeo del levantamiento
del cadáver e inspección de la escena de la muerte, ya que
sólo de esta manera se podrán debatir adecuadamente las
hipótesis. Resulta muy importante que todos recuerden que
ninguno tiene en su poder la verdad absoluta y que sólo del
análisis colegiado saldrá la aproximación más científica a esa
verdad.
Una de las maneras de retroalimentamos y obtener la
gratificación intelectual a nuestros esfuerzos es participar en
la reconstrucción de los hechos, una vez éstos esclarecidos, pues
allí corroboramos qué tanto nos acercamos o nos alejamos de
lo que realmente ocurrió.
En nuestro país tenemos la ventaja de poder participar
desde el inicio en la investigación, desde la misma escena de
la muerte, lo cual nos permite sugerir la ocupación de deter
minados documentos, literatura que leía el occiso, música que
escuchaba, etc.; esta experiencia ha sido muy positiva e inclu
sive la hemos trasmitido a otros países del área, como México
y Honduras, habiendo sido muy bien acogida.
A p l ic a c ió n p r á c t ic a d e l mé t o d o . 125

En el capítulo siguiente veremos qué pasa cuando ya está


claro que estamos frente a una muerte criminal, de etiología
homicida, y hasta dónde se extiende en tales casos la aplica
ción de la autopsia psicológica.
VI
Ca p ít ul o

APLICACIÓN DE LA AUTOPSIA PSICOLÓGICA


AL DERECHO PENAL Y AL CIVIL

Si ya está claro que se trata de un homicidio, se abre en


tonces un campo tanto o más apasionante que el anterior para
la aplicación de la autopsia psicológica: la definición del estado
mental del occiso en el momento en que fue ultimado, para de
finir si existía un trastorno mental que lo colocara en estado
de indefensión.
¿Qué importancia tiene esto?, pues muy sencillo, téngase
en cuenta que si nosotros como peritos logramos establecer que
la persona fallecida se encontraba en estado de enajenación,
trastorno mental transitorio o desarrollo mental retardado, en
tonces se tipifica el estado de indefensión y se califica el ho
micidio como asesinato, aun cuando no concurra el resto de las
circunstancias para su tipificación; pero el autor del crimen se
aprovechó de la desventaja en que se encontraba la víctima.
A diferencia de la aplicación al campo de la criminalís
tica, cuando se nos pide por parte de la autoridad actuante, llá
mese instrucción policial, llámese fiscalía, que nos pronuncie
mos en relación con el estado mental del occiso en el momento
128 Pe r ic ia e n a u t o p s ia p s ic o l ó g ic a

de su muerte para tipificar un delito de homicidio, las conclu


siones tienen que ser de certeza, estaba o no estaba en tras
torno mental transitorio, era o no era un enajenado mental,
era o no era un retrasado mental.
Vamos a ejemplificar con algunos casos trabajados por
nosotros.

Ca s u ís t ic a

a) Adolescente.— Se trató de un adolescente de 15 años


que apareció muerto dentro de una cisterna. En la necropsia
se constataron múltiples señales de violencia, incluyendo vio
lencia genital. Fue estrangulado después de golpeado, y había
sido víctima de acceso carnal. En el examen toxicológico se en
contraron cifras positivas de alcoholemia.
Al detener al autor del hecho, éste planteaba que se ha
bían dado unos tragos en la discoteca, y que el que resultara
occiso, que según él era homosexual, le había propuesto rela
ciones homosexuales; según declaró, durante la realización del
coito lo había cogido por el cuello y “se le había ido la mano”.
En este caso la etiología medicolegal homicida estaba
clara; la fiscalía solicitó el peritaje para establecer el estado
mental de la víctima, pues durante la investigación policial se
pudo conocer que tenía antecedentes de trastornos nerviosos
desde su infancia, lo cual podía variar la tipificación delictiva,
pues si se establecía que el funcionamiento psicológico del oc
ciso estaba por debajo de los 12 años de edad, el acceso cam al
se tipifica como pederastía con violencia y por tanto el homi
cidio se convierte en asesinato al ocurrir en ocasión de una pe
derastía contra un menor de 12 años.
Efectivamente, la autopsia psicológica logró establecer
que la víctima padecía un retraso mental de ligero a m o d e r a d o
y que su funcionamiento psicológico era compatible, didácti
A p l i c a c i ó n d e l a a u t o p s i a p s i c o l ó g i c a .. 129

camente, con el de un niño en los comienzos de la edad escolar


(7 u 8 años); por lo tanto, se sustentaba la condición de inde
fensión para la tipificación del asesinato.
La autopsia psicológica fue la pieza clave para la tipifi
cación del asesinato y para la solicitud de pena capital para el
acusado, quien tenía 22 años en el momento de ejecutar el cri
men. De no haberse podido demostrar la condición de inde
fensión de la víctima el caso pudiera haber quedado como un
homicidio simple y el marco sancionador, por supuesto, hubiese
sido mucho menor.

b) Homosexual.— En este caso la víctima fue un ho


mosexual de 34 años que apareció muerto en su domicilio, por
estrangulación manual, con señales de violencia en el área ge
nital-anal, con un madero introducido en el ano. Al ser detenido,
el homicida argumentó que el occiso era homosexual y que gus
taba de que lo golpearan durante el coito, que él tenía “algunos
tragos de más”, y por eso aceptó mantener relaciones; indicó que
durante el transcurso de la misma se excitó, y “me dio por eso”.
Durante la investigación preliminar de la policía de ho
micidios se pudo establecer que ciertamente el occiso era ho
mosexual, pero también se manejó la información de que era
anormal, que vivía solo porque su madre, que era esquizofré
nica, había fallecido. Así las cosas, la instrucción policial soli
citó la autopsia psicológica para determinar el real estado men
tal de la víctima en el momento de su muerte.
Al llevar a cabo las exploraciones a las fuentes se pudo
conocer que el occiso tenía un déficit intelectual importante,
ubicable como un retraso mental de moderado a severo, con in
cursiones psicóticas frecuentes, durante las cuales solía colo
carse una flor en el pelo y bailar como una cantante de moda,
de todo lo cual el autor tenía conocimiento, por ser vecino de
la víctima.
130 P e r i c i a «e n a u t o p s i a p s i c o l ó g i c a

Concluimos que el occiso presentaba un retraso mental


de moderado a severo con descompensaciones psicóticas fre
cuentes, razón por la cual funcionaba como un enajenado men
tal, con carencia de facultad para comprender el alcance de su
acción y dirigir su conducta.
De esta manera quedaba tipificado el estado de indefen
sión de la víctima; por lo tanto, el homicidio que había tratado
de hacer ver como pasional el victimario, pasaba a ser tipifi
cado como asesinato, con la consiguiente apertura del marco
sancionador, hasta la solicitud de la pena capital.

c) Víctima prouocadora.— No sólo para agravar la san


ción del acusado nos sirve esta técnica, a veces también nos es
útil para atenuarla, en el sentido de que si logramos estable
cer que la víctima cumplía con los requisitos establecidos para
considerarla una víctima provocadora, entonces pudiera en
trar a valorarse la atenuación de la sanción del homicida, fun
damentalmente si se demuestra que por sus características la
víctima llegó a colocar al acusado en un estado de desorgani
zación psicológica.
Con estas características trabajamos un caso en el cual
la víctima llevaba meses hostigando al que luego se convirtió
en victimario, imputándole acusaciones de presuntas viola
ciones de carácter ético. El acusado era un individuo de mu
cho prestigio y moral ante la sociedad, y tales ofensas lo fue
ron desestabilizando emocionalmente, al punto de que al ocurrir
el hecho llevaba más de tres días sin dormir.
Al evaluar al victimario pudimos conocer que tenía un
sustratum orgánico cerebral, lo que unido a la provocación per
sistente de la víctima, lo colocó en un estado de especial vul
nerabilidad, determinando que el día de los hechos arreme
tiera contra ésta sin mediar apenas palabras.
Al hacer la autopsia psicológica de quien resultara occiso
encontramos que era un sujeto hostil, mordaz, dominante, agre
A p l ic a c ió n d e l a a u t o p s ia p s ic o l ó g ic a . 131

sivo en la comunicación extraverbal, rencoroso, vengativo, terco,


extremista, oportunista, en resumen, ideal para el enfrenta
miento y la provocación. Estos resultados nos llevaron a plan
tear que se trataba de una víctima provocadora, planteamiento
que incluimos en la reconstrucción psicodinámica del crimen.
Cuando llegó la hora del juicio oral, nuestros criterios fue
ron tomados en cuenta; tan es así, que el victimario resultó be
neficiario de una atenuación de la sanción a la mitad; si el es
tado de desorganización hubiese sido más grave, al punto de
llevarlo a un nivel de funcionamiento psicótico, comparable con
el trastorno mental transitorio, hubiese podido considerarse
inimputable.

d) Anciano.— Quisimos dejar para el final un caso cu


yas conclusiones tienen implicaciones en el campo penal y en
el civil, aunque la solicitud nos llegó de la instrucción policial
con objetivos penales.
Se trató de un señor de 75 años que apareció fallecido en
su lecho; sus convivientes (que no eran familiares) llamaron al
médico de la familia para que certificara la muerte, explicán
dole que el anciano padecía de ahogos; al llegar, nuestro colega
observó una equimosis en uno de los pómulos y ante la duda
decidió llamar a la policía y a medicina legal.
Al realizar la necropsia los médicos legistas pudieron
observar infiltrado hemorrágico de las conjuntivas y del dia
fragma, lo cual hablaba de maniobras combinadas de sofo
cación. Al iniciarse la investigación policial se detectó que
dos semanas antes de su muerte, el señor que resultó occiso
había contraído matrimonio con una mujer casi treinta añGS
más joven, quien pasaba a ser la beneficiaría de todos sus
bienes.
Al progresar la investigación se detectó que una de las
convivientes del anciano había recibido dinero de la que en el
momento de su muerte figuraba como su esposa, con el objeto
132 Pe r ic ia e n a u t o p s ia p s ic o l ó g ic a

de comprarle otra vivienda que era propiedad de éste, la cual


estaba siendo alquilada por ésta.
Todos estos indicios, unidos al resultado de la necropsia
medicolegal, llevaron a la policía de homicidios al plantea
miento de que se trataba de una muerte criminal, sospechando
que los convivientes se habían aprovechado de la condición de
indefensión del anciano para obtener el beneficio material de
la vivienda y para ultimarlo, una vez logrado su lucrativo pro
pósito.
Al hacer la autopsia psicológica del occiso pudimos esta
blecer que, ciertamente, al menos dos meses antes de su muerte,
y por tanto, mes y medio antes de contraer matrimonio, ya te
nía instalado un cuadro demencial evidente.
Nuestros resultados establecieron el estado de indefen
sión de la víctima, y por tanto la tipificación del delito de ase
sinato (homicidio calificado), al tratarse de un enajenado men
tal, carente de facultad para comprender el alcance de su acción
y dirigir su conducta, lo cual, paralelamente, dejaba sin efecto
los documentos que había firmado el señor dos semanas an
tes, pues con toda seguridad ya para esa fecha estaba demente,
resultando por tanto incapaz para regir su persona, adminis
trar sus bienes y tomar decisiones. >

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