Los Judíos Griegos y El Holocausto

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Teresa Mª Mayor Ferrándiz

LOS JUDÍOS GRIEGOS Y EL HOLOCAUSTO EN


TIERRAS HELENAS:

En Grecia durante la ocupación nazi fueron asesinados el 70 por ciento de


los judíos con la colaboración de algunas autoridades helenas y la
indiferencia de muchos vecinos de las víctimas que se limitaron a mirar
hacia otro lado. En la ciudad de Salónica vivían el 70 por cien de todos los
judíos del país. Antes de la Segunda Guerra Mundial la mayoría de la
población cristiana ortodoxa griega residía en el campo. Al mismo tiempo
hay que recalcar que casi todos los judíos tenían su residencia en áreas
urbanas y, por esta razón, las deportaciones pasaron inadvertidas para la esa
población griega que residía en amplias zonas rurales (1).

La mayoría de los judíos griegos formaban dos grupos muy diferentes: En


primer lugar tenemos a los “romaniotas”, cuya lengua era el “yevanic,
escrita con caracteres hebraicos, en realidad un dialecto griego con algunos
elementos léxicos tomados del hebreo. La palabra “romaniotas” deriva
del Imperio Bizantino, llamado también Imperio Romano de Oriente, cuya
capital, la ciudad de Constantinopla, era considerada la Nueva Roma y sus
habitantes se llamaban a sí mismos romanos. Hay que señalar que muchos
“romaniotas” fueron asesinados en el Holocausto, excepto un pequeño
número de habitantes de la ciudad de Ioánina, situada al noreste de Grecia,
muy cerca de Albania. También podemos recalcar que la mayoría de los
que se salvaron fueron escondidos por cristianos en sus propias casas, con
riesgo para su propia vida, o bien pasaron a formar parte de la heroica
Resistencia antinazi.

Después estaban los sefardíes, o sefarditas, que eran los descendientes de


los judíos que fueron expulsados de España y de Portugal por los Reyes
Católicos en el año 1492. Un gran número de sefardíes se instalaron en
Salónica, llamada también Tesalónica, en muchos otros lugares del Imperio
Otomano y en el norte de África. La palabra sefardí proviene de Sefarad,
topónimo hebreo que designaba a la península Ibérica. Hay que añadir que
tanto el sultán Mehmet II, llamado el Conquistador por haberse apoderado
1
de Constantinopla en el año 1453, como sus sucesores practicaron una
política muy favorable al establecimiento de judíos en sus territorios. Su
hijo Bayaceto II, o Bayezid (1447-1512), que accedió al trono en 1481,
también los acogió. Los judíos expulsados de tierras hispanas fueron muy
bien recibidos, se establecieron en Constantinopla y en las ciudades de Asia
Menor y la península Balcánica. Así pues empezaron a surgir juderías en
Edirne, Salónica, Castoria, Bursa, Galípolis, Tokat, Patrás, Larisa, Valona,
Monastir (Bitola), Skopje, Janina, Siris, Corfú, Chíos y otras poblaciones
menores. Salónica se convirtió en una de las más importantes juderías del
mundo. Hacia el año 1553 allí vivieron más de veinte mil judíos. Los judíos
expulsados de la península Ibérica hallaron en territorio otomano el refugio
ideal. Allí pudieron practicar su religión con entera libertad, mantener su
lengua, sus costumbres, sus tradiciones y su organización interna de
acuerdo con la antigua Ley. Además gozaron del enorme privilegio de
tener un portavoz judío que los representaba en el gobierno y el trono. En
tiempos de Mehmet el Conquistador este portavoz fue el médico Jacob de
Gaeta, que también fue ministro de finanzas del sultán. Bayaceto II llegó a
comentar al embajador enviado por el emperador Carlos V “que se
maravillaba de que hubiesen echado a los judíos de Castilla pues era
echar la riqueza” y de los reyes Fernando II de Aragón e Isabel I de
Castilla, los llamados Reyes Católicos, opinaba que no eran unos
gobernantes sabios porque habían “empobrecido su país” y que, sin
pretenderlo, “enriquecido el mío” (2).

Algunos años antes, en el año 1430, los turcos otomanos habían


conquistado la ciudad de Salónica, que fue incorporada al Imperio
Otomano, la llamaron Selânik, y allí se establecieron muchos judíos
sefardíes, cuyo idioma era el “ladino”, una lengua romance que procede del
castellano medieval con algunas aportaciones del hebreo, del turco y del
griego.

Muchísimos años más tarde a los sefardíes se unieron algunos judíos


askenazíes procedentes de la Europa septentrional y oriental. La voz
“ashkenaz” es el término hebreo para designar a Alemania. Su lengua es el
“yiddish”, una lengua germánica escrita en el alfabeto hebreo. La voz
“Yiddish” procede de la palabra “Yid”, una forma germánica cuyo
significado es judío (3).

2
En los primeros años del siglo XIX, concretamente en el 1821, los griegos
iniciaron su lucha para independizarse del Imperio Otomano. Contaban con
la ayuda de algunas potencias europeas como Rusia, Gran Bretaña y
Francia y con la simpatía de algunos intelectuales y artistas tan famosos
como Lord Byron, que murió en Missolonghi, el historiador escocés
Thomas Gordon, el pintor francés Eugène Delacroix, con cuadros tan
impresionantes como “La matanza de Quíos” (1824) y “Grecia expirante
ante las ruinas de Missolonghi” (1826), los escritores franceses Alejandro
Dumas, Víctor Hugo y Alphonse de Lamartine entre otros…

En 1830 Grecia nació como estado-nación, pero la ciudad de Salónica


seguía formando parte del Imperio Otomano. En 1833 Otón I, hijo segundo
del rey Luis I de Baviera, de la dinastía bávara de los Wittelsbach, fue
nombrado monarca de Grecia hasta su deposición en 1862, siendo
sustituido por Jorge I (1845-1913), de la dinastía de los Glücksburg, la
dinastía reinante en Dinamarca y Noruega. Su reinado fue muy largo ya
que estuvo en el trono cincuenta años, desde 1863 hasta el año 1913,
cuando fue asesinado durante la primera guerra de los Balcanes por
Alexandros Schinas, del que se llegó a decir que era “socialista” (4). Le
sucedió su primogénito Constantino I (1868-1923).

La primera guerra balcánica estalló en 1912 y, como resultado de esta


contienda, Grecia amplió su territorio incorporando las regiones de Epiro,
Macedonia, la isla de Creta y Tracia occidental. La ciudad de Salónica,
cuando pasó a formar parte del reino de Grecia, fue sometida a un proceso
de “helenización” forzosa que afectó, sobre todo, a los judíos sefardíes. Por
ese motivo surgió, entre las minorías no griegas, el deseo de reclamar para
Salónica un estatuto de “ciudad internacional” (5). Los judíos
tesalonicenses insistieron en pedir a las autoridades griegas poder preservar
su “identidad judía” y su propia lengua, el judeoespañol o ladino. Pero
muy pronto empezaron a surgir enfrentamientos entre los griegos cristianos
y los judíos por problemas lingüísticos y por la imposición del descanso
dominical frente al “Sabbath”… Además muchos judíos de Salónica se
consideraban “apátridas” y, por ello, fueron tachados de ser “antigriegos”.
Yamtov Yacoel (1899-primavera de 1944), un destacado abogado judío
que murió asesinado en el lager de Auschwitz, en sus memorias, describe
muy bien esta realidad:

3
Al entrar en la capital de Macedonia, Grecia encontró una
comunidad israelita de 80.000 almas, próspera
económicamente, cuyos miembros tenían el control del
comercio de la ciudad. Un deseo legítimo del estado griego y
de los habitantes de Salónica liberada fue que la ciudad
adquiriera un cariz y un ambiente griegos. Este deseo estaba
más justificado también por el hecho de que los vecinos
envidiosos (los búlgaros) codiciaban la ciudad. La existencia y
el predominio numérico y económico de elementos extranjeros
(turcos y judíos) en Salónica provocaban lógicamente
intranquilidad y malestar en la población griega (6).

En Grecia vivían alrededor de 76.000 judíos, la mayor parte de ellos


residían en Salónica (unos 56.000), que era conocida por sus “ieshivot”
(academias de estudios religiosos), por sus bibliotecas y sus imprentas y
porque los judíos de esta ciudad eran muy activos en materia económica.
En el puerto de Salónica la mayor parte de sus estibadores eran también
judíos.

Después del tratado de Sèvres, en 1923, y como resultado del intercambio


forzoso de poblaciones entre Grecia y la nueva república de Turquía,
llegaron a Salónica más de 100.000 personas y de esa manera la población
cristiano-ortodoxa pasó a ser mayoritaria. La Turquía republicana, o sea el
nuevo poder kemalista, forzó el intercambio de población con Grecia,
buscando poder conseguir, en toda la extensión de su territorio, una nación
homogénea.

La tensión entre griegos y judíos se agudizó con el surgimiento del partido


fascista de las “Tres Épsilon” (Ethnikí Énosis Ellás o sea Unión Nacional
de Grecia) y el antisemitismo consiguiente, que culminó con el pogromo de
Campbell, un barrio judío que fue totalmente incendiado y que dejó sin
hogar a unas 500 familias judías, aunque, curiosamente, solo murió una
persona. Al mismo tiempo varias tumbas del cementerio judío de Salónica
fueron profanadas. Después de este desgraciado acontecimiento varios
judíos sefardíes emigraron a Palestina y a otros lugares como Francia,
Estados Unidos y América del Sur. Para la mayoría de los habitantes greco-
cristianos los judíos eran vistos como “extraños”, como “extranjeros” por

4
mantener como lengua el “ladino” y por tener una religión muy diferente a
la fe cristiano ortodoxa.

La ideología republicana del político Eleftherios Venizelos (1864-1936) se


caracterizaba por la defensa de la entrada de Grecia en la Triple Entente
(alianza formada por Rusia, Inglaterra y Francia) para conseguir ampliar el
territorio griego y por un nacionalismo muy radical que buscaba la
asimilación de las minorías. Por el contrario el nuevo rey Constantino I
simpatizaba con los llamados Imperios Centrales, por su origen alemán,
desconfiaba de la Entente y deseaba la neutralidad de Grecia. Los
monárquicos, por su parte, buscaban la protección de las minorías y
pensaban que los judíos, sobre todo los “romaniotas”, eran más griegos que
los refugiados procedentes de Asia Menor a pesar de que estos últimos sí
que eran cristianos ortodoxos o cristianos armenios

En el año 1936 el general Ioannis Metaxas (1871-1941) dio un golpe de


estado respaldado por el rey Jorge II e instauró un régimen dictatorial de
tipo filofascista, pero, curiosamente, mostró su simpatía hacia los judíos
“romaniotas”, mantuvo muy buenas relaciones con el gran rabino de
Salónica Zvi Koretz y prohibió el partido antisemita de las “Tres Épsilon”.
Sin embargo hay que añadir que el general Metaxas eliminó los partidos
políticos; los socialistas y comunistas sufrieron una brutal represión,
prohibió la huelga y los derechos de manifestación y asociación y también
estableció la censura en todos los medios de comunicación. Su ideología
era antiparlamentaria y antidemocrática pero, paradójicamente, no era ni
racista ni antisemita.

Cuando la Italia fascista invadió Grecia el ejército griego frenó el avance


italiano forzando a los italianos a retroceder hasta Albania. Metaxas murió
en Atenas en la madrugada del día 29 de enero de 1941 de muerte natural:
una inflamación de faringe que le produjo una septicemia.

Después de la derrota italiana, el ejército del Tercer Reich invadió Grecia


en la primavera de 1941. Poco tiempo después empezaron las primeras
oleadas de deportaciones de judíos griegos. Grecia fue dividida en tres
zonas de ocupación: las regiones meridionales y la capital, Atenas, fueron
puestas bajo control italiano, las septentrionales, incluida la ciudad de
Salónica, pasaron a estar dominadas por los alemanes y los búlgaros se

5
encargaron de la gobernación de Tracia y Macedonia (7). En 1943 los
búlgaros, aliados de Alemania, entregaron a los nazis los judíos de su zona
de ocupación que al poco tiempo fueron deportados al campo de exterminio
de Treblinka. El grado de antisemitismo fue muy distinto según que
potencia del Eje ocupaba cada parte del territorio heleno porque en las
zonas invadidas por Italia los judíos apenas sufrieron persecución.

Muchos de los judíos de Salónica fueron obligados a hacer trabajos


forzados el verano de 1942. El día 11 de julio de ese mismo año 9.000
hombres judíos, de entre 18 y 45 años, fueron ordenados a que se
presentaran en la plaza de la ciudad para ser registrados para el trabajo. Allí
mismo fueron objeto de burlas y sufrieron humillaciones y abusos y, por
eso, ese día fue calificado como el “Sábado Negro”. Los judíos que se
presentaron fueron enviados a hacer los trabajos más duros y difíciles en
minas de cromo y en “ciénagas infestadas de malaria, donde murieron
muchos judíos de enfermedad y desnutrición" (8) y, también, por puro
agotamiento. La comunidad sefardí, que, hay que decirlo una vez más, no
estaba asimilada con la población local, tuvo que pagar altas sumas de
dinero para poder rescatarlos. En enero de 1933 se empezó a programar
para Grecia la “Solución Final”. En el documento elaborado nada más
terminada la Conferencia de Wansee se afirma que en Grecia residían
69.600 judíos.

En el otoño de 1943, tras la retirada de las tropas italianas, cuando los


alemanes controlaron todo el territorio de Grecia, la mayoría de los judíos
helenos fueron enviados a Auschwitz-Birkenau en unas condiciones
infrahumanas, tal y como lo cuenta, en ladino, el superviviente Moshe
Haelión:

Kontaron ke transportan a las personas en vagones de


animales, i estifan en kada vagón ochenta-noventa personas:
viejos, viejas, ninyos, mujeres, bebés, hazinos i invalidos. I kon
todas las balas i las valijas ke tiene kada uno i uno, no se
puede ni menearse. Los ombres empesaron a gritar contra el
Rabino! Exijeron d´el de intervenir, de apozar los transportos,
o de amijorar las kondisiones terrivles. Ma los transportos
kontinuan, i parece ke la situación no se va trokar. Gauay, ke
mos aspera diánda!! (9).
6
En la primavera de 1943 el consulado italiano de Salónica organizó el
traslado de diversos judíos a la capital griega, y pudo trasladar en un tren a
320 judíos a Atenas, que estaba situada entonces en la zona ocupada por
Italia, una ciudad relativamente segura para ellos. Hubo casos de soldados
italianos que se presentaban en los campos donde los alemanes internaron a
los judíos de Salónica para afirmar que esta o aquella mujer eran sus
esposas, con lo que no se las podía deportar (10).

El día 15 de marzo de 1943 salió el primer transporte de judíos desde


Salónica con destino al “lager” de Auschwitz. Durante los meses de marzo
a abril fueron enviados a este campo de exterminio 48.000 judíos griegos.
La mayoría fue exterminada nada más llegar. De ellos unos 400 fue
elegido, en el verano de 1944, para trabajar en el Sonderkommando (una
unidad formada por prisioneros judíos que trabajaban en las cámaras de
gas y en los crematorios y que se encargaban, también, de conducir a los
prisioneros a las cámaras de gas, de quitar los dientes de oro de los
cadáveres y, por último, de incinerar los cadáveres), pero se negaron a
realizar ese trabajo “sucio” y fueron inmediatamente enviados a las
cámaras de gas (11). Muchas de las judías griegas fueron elegidas para
convertirlas en auténticas cobayas humanas en el tristemente famoso Blok
10 en Auschwitz 1:

Kuando arrivimos a Birkenau, separaron un grupo chiko de


mujeres djovinas, entre ellas yo, del resto del grupo. No
saviamos deké. Después de un poko me kitaron a mi i a otra
una de este grupo separado, i mos trusheron atrás, al grupo de
las mansevas ke puedian laborar. Después de tiempo, en
estando a Auschwitz, ambezì ke a las otras las yevaron a
Auschwitz, para fazererles eksperimentos medikales al blok 10
(12).

Durante la ocupación muchos griegos colaboracionistas participaron en la


detención de los judíos de la ciudad de Salónica, pero la mayoría de los
griegos se mostraron totalmente indiferentes ante la suerte que podían
sufrir los judíos. Esta actitud la señaló Hanna Arendt en su conocida tesis
sobre la “banalidad del mal”, tesis que expuso en su libro “Eichmann en
Jerusalén”. Un colaboracionista muy destacado fue el gobernador de
Macedonia, el abogado Vasilis Simonides, que fue nombrado por los
7
ocupantes alemanes (13) y de quien el sefardí Yomtov Yacoel opina lo
siguiente:

La capital de Macedonia y los israelitas tenían la desgracia en


aquel momento de estar gobernados por el señor Simonides
que, según testimonio general, para mantenerse en su puesto
no solo no se enfrentaba a los alemanes, sino que se mostraba
muy solícito en el cumplimiento de sus órdenes (14).

Simonides junto con el general de las SS Rolf Günther (1913-1945), y sus


subordinados Dieter Wisliceny (1911-1948) y Alois Brunner (1912-
¿2010?), aprobaron la obligatoriedad de que los judíos llevaran cosida a su
ropa la estrella de David y encerraron a algunos en el campo de trabajos
forzados de Haidari antes de su ejecución en el campo de tiro de Kaisariani,
en el distrito este de Atenas. Sin embargo para la mayoría de ellos su
destino final fue la muerte en las cámaras de gas de los campos de
Treblinka y Auschwitz, incluyendo entre las víctimas al gran rabino Zvi
Koretz, quien había informado a los judíos que serían trasladados a Polonia
y, una vez allí, la comunidad de Cracovia les recibiría con los brazos
abiertos. Por su papel en las deportaciones su figura es muy controvertida.
Uno de los enviados a Auschwitz era el doctor Cuenca, junto con su
esposa, un médico que estaba exento de llevar la Estrella de David por ser
un empleado de la Cruz Roja Internacional (15).

Hay que añadir que los nazis contaban con destacados colaboracionistas
muy activos como los antiguos miembros del partido de la “Triple Épsilon”
(EEE), grupo que fue revitalizado por los nazis.

Moshe Haelion, judío sefardita superviviente del campo de Auschwitz, a


donde llegó cuando tenía dieciocho años, en la introducción a su obra
teatral “Tres mujeres en el kamino de pedrisión Saloniki-Birbenau”, escrita
en ladino y en memoria de su madre Rashel y de su hermanita Nina, que
fueron exterminadas la noche del 12-13 de abril de 1943, afirma que

En esta piesa los evenimientos están eksposados en konteksto


de lo ke pasaron i sufrieron los Djidiós de la bién konosida
comunidad djudía de Saloniki, ondea bitaban más de 55.000
mil de los 80.000 Djidiós de la Grecha, dizde ke hué
konkistada por la Almanya al mez de april 1941, i en los
8
kampos de eksterminasión Auschwitz-Birkenau, onde la más
grande parte de ellos hueron asasinados a sus arrivada, i los
otros, a parte de pokos, muerieron kon el tiempo a kavzo de
las duras kondisiones i de los lavoros forsados (16).

Mucho antes de su trágico final el hambre había afectado a los judíos de


Salónica y de toda Grecia en general, y por esta razón muchos de ellos
tomaron parte en la llamada “amidá”, o sea, se implicaron en esfuerzos de
ayuda mutua, en actividades culturales para levantar la moral, en
operaciones clandestinas, en ceremonias religiosas y en toda clase de
esfuerzos para conseguir los tan anhelados alimentos (17). Los pocos
judíos que pudieron salvarse fue gracias a que tenían pasaportes expedidos
por países como Turquía, Italia, España, etc. (18).

Alois Brunner, calificado por Adolf Eichmnn como su “mejor hombre”,


después de la guerra se dedicó a la venta de armas en Egipto y trabajó para
los servicios de inteligencia sirios de Hafez Al-Assad bajo el nombre de
Aboud Hosseim, pero en Francia fue condenado a muerte “in absentia”.
Murió en Damasco (19). El oficial Max Merten (1911-1971), encargado de
la administración de la ciudad y responsable de la muerte de más de 40.000
judíos de Salónica, vivió sin problemas en Alemania, pero fue arrestado
durante un viaje a Grecia. Estuvo preso en la cárcel de Averof, juzgado y
condenado por crímenes de guerra a veinticinco años de cárcel, de los que
cumplió tan solo ocho meses, ya que el gobierno de Atenas lo liberó a
cambio de ayuda económica alemana. Además las autoridades griegas
tenían miedo de que si Merten continuara preso en una cárcel helena podría
desenmascarar a muchos colaboracionistas griegos y por estas poderosas
razones fue puesto en libertad, en una amnistía decretada por el
conservador primer ministro griego Konstantinos karamanlis (1907-1998).
Hay que añadir que contaba con la simpatía de la reina Federica de Grecia
(1917-1981), esposa del rey Pablo I, que era alemana y que, antes de su
matrimonio con el monarca heleno, había sido miembro de la Bund
Deutscher Mädel (Liga de Muchachas Alemanas), una especie de sección
femenina de las Juventudes Hitlerianas. Es la madre de la reina Sofía de
España, esposa del rey Juan Carlos I (20).

Por otra parte antiguo cementerio de la ciudad de Salónica, que tenía


tumbas que databan del siglo XV, fue destruido y con sus losas se
9
pavimentaron muchas calles y se construyó una piscina para las tropas
alemanas. Este espacio vacío se utilizó después para construir un nuevo
campus universitario (21).

Otro personaje siniestro es el diplomático y canciller austríaco Kurt


Waldheim (1919-2007), que fue secretario general de las Naciones Unidas
entre los años 1972 y 1981, de quien se descubrió que había servido como
oficial de la Wehrmacht en la península de los Balcanes, en una unidad
responsable de numerosos crímenes de guerra. Además había aprobado y
revisado una serie de panfletos antisemitas. Por todo ello Kurt Waldheim
fue declarado “persona non grata” en los Estados Unidos (22). Aunque
parece ser que Kurt Waldheim no participó activamente en los asesinatos,
pero se supo que sí estaba cerca de los nazis que las ordenaron y no hizo
nada para impedir dichos crímenes (23).

En la capital griega la suerte de los judíos, mientras la ciudad estuvo


ocupada por los italianos, no presentaba ningún problema hasta el año
1943, cuando Italia capituló. Es entonces cuando las áreas de Salónica y del
sur de Grecia se fusionaron en una sola región llamada simplemente
“Grecia”, extendiéndose el control alemán a la isla de Corfú y las islas del
Dodecaneso (24). A partir de esta fecha Atenas se convirtió en una ciudad
peligrosa para los judíos, los 4.000 atenienses y unos 5.000 que habían
podido huir de Salónica y buscado refugio en la capital griega. Pero
muchos de ellos lograron salvarse gracias a personalidades griegas como el
arzobispo Damaskinos (1891-1949), a varios atenienses que escondieron a
judíos en sus propios domicilios y a la acción del EAM (Frente nacional de
Liberación), grupo de resistencia armado de ideología comunista que hizo
todo lo posible para que unos 3000 judíos pudieran huir a Palestina (25).
Además cientos de judíos lucharon en el ala izquierda de las fuerzas de
resistencia antinazi EAM-ELAS (26). La actitud de los griegos que vivían
en la capital griega, hacia los judíos atenienses, que formaban una
comunidad mayoritariamente “romaniota”, fue de ayuda y solidaridad.
Destacando el ya citado arzobispo Dimitrios Damaskinos que llegó a dar
órdenes para que se expidieran falsos certificados de bautismo y además
pidió a los griegos que ocultaran a los judíos. En 1943 el arzobispo
Damaskinos protestó por las deportaciones de judíos y los alemanes le
amenazaron de muerte, pero él hizo oídos sordos a esas amenazas y
continuó dando las órdenes pertinentes para que se siguieran
10
distribuyéndose esos certificados de bautismo que sirvieron para que se
salvaran muchas vidas. Por todo eso fue declarado “Justo entre las
naciones” (27).

Un maravilloso acto de resistencia tuvo lugar en pequeña la isla de Zacinto,


llamada también Zante, que tiene una superficie de 406 kilómetros
cuadrados, y unos 40 de longitud por 20 de anchura. Cuando el 9 de
septiembre de 1943 el gobernador alemán Berenz exigió a las autoridades
griegas que se le entregara una completa lista con todos los judíos de la
isla, el alcalde, llamado Loukas Karrer, y el obispo Demetriou
Chysostomos le entregaron un trozo de papel con solo dos nombres: los
suyos. Al mismo tiempo los judíos se pudieron esconder en casas de los
isleños cristianos y todos, unos 275, pudieron sobrevivir. La isla de Zante
situada en el mar Jónico es conocida en Israel con el título de “la isla de los
justos” (28).

La actitud de las autoridades españolas ante el sufrimiento de los judíos


griegos se limitó a la resignación pese a los esfuerzos del diplomático
Sebastián Romero Radigales (1884-1970), cónsul general de España en
Atenas, otro “Justo entre las naciones”, que hizo lo que le dictaba su
conciencia en contra del criterio oficial del gobierno franquista (29). Se
basó en el real Decreto-Ley que el general Primo de Rivera promulgó el 20
de diciembre de 1924 que estuvo en vigor hasta el 30 de diciembre de 1930
y en el que se afirmaba que los sefardíes eran “súbditos españoles”, por lo
tanto su situación pasaba a ser la de de “protegidos de España” (30).

En el campo de concentración de Bergen-Belsen habían sido confinados


636 judíos sefarditas, pero, gracias a los esfuerzos de Romero Radigales,
no fueron considerados “enemigos del Reich” y no figuraban en las listas
de los presos a gasear. Romero Radigales hizo todo lo posible para que
fueran sacados de allí. Se dice que España los acogió, pero es tan solo una
verdad a medias ya que estuvieron en territorio español tan solo dos
semanas: el tiempo que transcurrió en poder pasar por la frontera de
Portbou y dirigirse a Barcelona desde donde se embarcaron en dirección a
América y a la Palestina inglesa (31).

La RSHA (Oficina Central de Seguridad del Reich) interceptó un mensaje


del encargado de negocios español en Atenas, Eduardo Gasset y Díaz de

11
Ulzurrun (1907-1996), sobrino del filósofo José Ortega Gasset, en el que se
revelaba que este diplomático estaba haciendo todo lo posible para salvar a
los judíos españoles y el secretario de la Embajada Española, Federico
Díaz, en una carta escrita criticaba los obstáculos que se presentaban para
admitir unos 500 judíos sefarditas en España:

Mal profeta seré si no llega el día en que se nos critique


acertadamente el que, sabiendo lo que iba a ocurrir, nos
hayamos lavado las manos como Pilato y abandonado a su
triste suerte estos, al fin y al cabo, compatriotas, sin siquiera
elevar la más mínima protesta y sin hacer nada para salvarlos
(32).

En sus memorias, tituladas “Los años rojos”, el republicano español


Mariano Constante nos cuenta este encuentro con unos judíos griegos en el
campo de concentración de Mauthausen:

Un grupo de unos 20 judíos comunistas llegó al Block 15.


Eran todos jóvenes estudiantes. La mayoría habían sido
detenidos en Grecia y algunos de ellos en una universidad
francesa ¡Cuál no fue mi estupor al ver que casi todos
hablaban un castellano antiguo, el castellano de Cervantes!
Me explicaron su origen: eran sefarditas, es decir,
descendientes de judíos de origen español que habían sido
expulsados de España por los Reyes Católicos, refugiándose
en algunas islas griegas y turcas. Habían conservado la
lengua y las costumbres de la vieja España, a la cual
profesaban una admiración sin límites. Cuando se dieron
cuenta del carácter del campo donde habían caído nos
preguntaron qué porvenir les esperaba a ellos, por ser judíos
¿Qué podíamos responderles? Exigieron que les dijéramos la
verdad, fuera cual fuera. Con pena inmensa les informamos de
su destino. Al día siguiente fueron ejecutados todos.
Afrontaron su final con una valentía admirable: fueron al
encuentro de la muerte cantando la “Internacional” y
dándose la mano. Las ametralladoras de las torretas los
segaron como espigas (33).

12
Resumiendo: en el momento de la ocupación por las potencias del Eje, en
las tierras griegas, vivían aproximadamente unos 100.000 judíos. A finales
del año 1944 los alemanes tuvieron que abandonar Grecia, que fue liberada
por el ejército británico, y cuando la Segunda Guerra Mundial finalizó un
total de 65.000 judíos griegos habían sido exterminados (34), aunque el
historiador británico Laurence Rees da otra cifra: 55.000 judíos griegos
asesinados… (35). La población de lengua ladina de Salónica, que tenía
unos 60.000 miembros en el año 1939, apenas llegaba a 1.500 en la década
de 1980 (36). Y es que podemos afirmar que unos crímenes así, tan
terribles y tan trágicos, no forman una pieza simple y plana, sino, que,
como afirma Josep Fontana, los podemos calificar como un “poliedre, un
cos de tres dimensions amb un gran nombre de cares” (37) según quien los
relate: los supervivientes, los familiares de las víctimas, los perpetradores,
los testigos, los documentos conservados, los historiadores… Aunque los
hechos son los hechos y el Holocausto golpeó a los judíos griegos, sobre
todo a los sefarditas de Salónica, con toda su dureza.

NOTAS:

(1) Bádenas de la Peña, Pedro: “Prefacio” del libro de memorias Yamtov


Yacoel El camino al Holocausto en Grecia, Madrid, Cátedra, Págs.
7-8.

(2) Bonnín, Pere: Sangre judía, Barcelona, 2006, Flor del Viento
Ediciones, Pág. 178. Johnson, Paul: La historia de los judíos,
Barcelona, 2010, Ediciones B, S.A, Pág. 352. Estas palabras
pronunciadas por el sultán otomano Bayaceto II son citadas por el
historiador Pérez, Joseph, en su libro Los judíos en España, Madrid,
2009, Marcial Pons, Pág. 116.
https://es.wikipedia.org/wiki/Expulsi%C3%B3n_de_los_jud%C3%A
Dos_de_Espa%C3%B1aTambién aparecen en
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Bayezid-II.

(3) Huergo Caso, Pedro: “Sobre las olvidadas raíces de los judíos
askenazíes”, en www.enlacejudio.com/2016/04/21/investigan-las-
olvidadas-raices-de-los-judios-askenazis/amp

13
(4) “The Times”, 19 de marzo, 1913, Pág. 6.

(5) Bádenas de la Peña, Pedro, Op. Cit., Pág. 11.

(6) Yacoel, Yomtov: El camino al Holocausto en Grecia. Memorias


inacabadas de un testigo directo, traducción de Carmen Vilela
Gallego, Madrid, 2019, Cátedra.

(7) Gutman, Israel: Holocausto y memoria, Jerusalén, 2003, Centro


Shazan de Historia Judía-Yad Vashem, Pág. 271.

(8) Hilberg, Raul: La destrucción de los judíos europeos, Madrid, 2005,


Akal, Pág. 773.

(9) Haelión, Moshe: Tres mujeres en el kamino de pedrisión Saloniki-


Birkenau, 2006, La Autoridad Nacionala del Ladino i su cultura, Pág.
29.

(10) Rees, Laurence: El Holocausto. Las voces de las víctimas y de


los verdugos, traducción al castellano a cargo de Gonzalo García,
Barcelona, 2017, Crítica, Págs. 427-28. Zuccotti, Susan: The italians
and the Holocaust: Persecution, Rescue and Survival, University of
Nebraska Press, 1996, Pág. 81.

(11) www.eurasia1945.com/acontecimientos/crímenes/grecia,
Gutman, Israel: Holocausto y memoria, Jerusalén, 2003, Págs. 195,
243 y 272.

(12) Haelión, Moshe: Tres mujeres en el kamino de pedrisión


Saloniki-Birkenau, 2006, La Autoridad Nacionala del Ladino i su
cultura, Pág. 51.

(13) Friedländer, Saul: El Tercer Reich y los judíos (1939-1945).


Los años del exterminio, Barcelona, 2007, Galaxia Gutenberg-Círculo

de Lectores, Pág. 607.

(14) Yacoel, Yomtov: El Camino al Holocausto en Grecia.


Memorias inacabadas de un testigo directo, Madrid, 2019, Cátedra,
Pág. 117.

14
(15) Hilberg, Raul: La destrucción de los judíos europeos, Madrid,
2005, Akal, Págs. 774-775.

(16) Haelión, Moshe: Tres mujeres en el kamino de pedrisión


Saloniki-Birkenau, 2006, La Autoridad Nacionala del Ladino i su
cultura, Pág. 5.

(17) Bauer, Yehuda: Reflexiones sobre el Holocausto, Jerusalén,


2013, Universidad Hebrea de Jerusalén-Yad Vashem, Pág. 213.

(18) Varios autores: Crónica del Holocausto, Madrid, 2001, Libsa,


Pág. 456.

(19) Hermoso, Borja: “Los Karsfeld: medio siglo cazando nazis”,


El País Semanal nº 2246, Domingo 13 de octubre de 2019, Pág. 41.

(20) Muchos de estos datos los ha recogido el escritor británico


Philip Kerr en las notas finales de su novela Laberinto griego,
Barcelona, 2019, RBA, Págs. 405-406. Hagouel, Paul Isaac: “La
historia de los judíos de Salónica y el Holocausto: una exposición
(Primera Parte)”, https://revistamaguenescude.wordpress.com/la-
historia-de-los-judios-de-salonica-y-el-holocausto-una-exposicicion-
primera-parte/ Noguera, Jaime: “Federica de Grecia, la abuela nazi
de nuestro Felipe VI” en
https://m.publico.es/columnas/110572003502/strambotic-federica-de-
grecia-la-abuela-nazi-de-nuestro-felipe-vi

(21) Friedländer, Raul: El Tercer Reich y los judíos (1939-1945).


Los años del exterminio, Barcelona, 2007, Galaxia Gutenberg-Círculo
de Lectores, Pág. 643.

(22) Schwarz, Géraldine: Los amnésicos, Barcelona, 2019,


Tusquets, Pág. 315.

(23) Varios autores: Crónica del Holocausto, Madrid, 2002, Libsa,


Págl 498.

(24) Hilberg, Raul: La destrucción de los judíos europeos, Madrid,


2005, Akal, Pág. 604.

15
(25) Abatsopulo, Frankiski: “Introducción” al libro de Yamtov
Yacoel, Op. Cit., Pág. 39.

(26) Espada, Arcadi: En nombre de Franco, Madrid, 2013, Espasa,


Pág. 94.

(27) Rees, Laurence: El Holocausto. Las voces de las víctimas y de


los verdugos, Barcelona, 1017, Crítica, Pág. 426.

(28) Rees, Laurence: El Holocausto. Las voces de las víctimas y de


los verdugos, Barcelona, 2017, Crítica, Pág. 427.
https://www.labrujulaverde.com/2018/02/como-un-obispo-y-un-
alcalde-salvaron-a-los-judios-de-la-isla-griega-de-zante-en-la-
segunda-guerra-mundial.
https://www.abc.es/internacional/20140807/abci-zante-isla-judios-
201407291245.html, https://www.radiosefarad.com/nina-sevy-la-
desconocida-amiga-de-anna-frank-zante-una-isla-de-justos/

(29) Bauer, Yehuda: Reflexiones sobre el Holocausto, Jerusalén,


2013, Universidad Hebrea de Jerusalén-Yad Vashem, Pág. 178.

(30) Bonnín, Pere: Sangre judía, 4ª edición, Barcelona, mayo de


2006, Pág. 196.

(31) Arribas, Ángel: “Sanz Briz y Romero Radigales salvaron


cuatro veces más vidas que Óscar Schindler”, en
www.google.com/amp/s/m.diario/aragon/Sanz-Romero-radigales-
Oscar-Schindler-0-760824198.amp.html

(32) Hilberg, Raul: La destrucción de los judíos europeos, Madrid,


2005, Akal, Págs. 779-780.

(33) Constante, Mariano: Los años rojos, Barcelona, 2005, Galaxia


Gutenberg-Círculo de Lectores, Págs. 186-188.

(34) www.eurasia1945.com/acontecimientos/crímenes/grecia
https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/greece

(35) Rees, Laurence: Auschwitz, los nazis u la “Solución Final”,


Barcelona, 2005, Crítica, Pág. 410.

16
(36) Johnson, Paul: La historia de los judíos, Barcelona, 2010,
Ediciones B. S.A., Pág. 825.

(37) Fontana, Josep: “A la recerca de nous camins”, revista El Món


d´Ahir, nº 08, Pág.221.

Fotografía de la Nasa de la isla jónica de Zacinto o Zante.

PELÍCULA:
“El triunfo del espíritu” (1989), dirigida por Robert M.Young y protagonizada por
Willem Dafoe, Edward James Olmos, Robert Loggia y Wendy Gazelle.

Argumento: el judío griego Salamo Arouch, es detenido junto con su familia y llevado
al campo de Auschwitz. Gracias al boxeo Salamo consigue sobrevivir porque con sus
combates servía de entretenimiento a los nazis y porque siempre ganaba era respetado.
Esta película fue rodada en el mismo campo de Auschwitz, pero el crematorio fue
recreado porque el original fue destruido por los propios nazis.

17
Está basada en hechos reales. Salamo Arouch (1923-2009) fue un boxeador, campeón
de los pesos medios de los Balcanes donde logró 24 victorias. Nació en la ciudad de
Salónica. Él y su familia fueron detenidos y fueron conducidos al campo de Auschwitz
el 15 de mayo de 1943. Pasó a ser el prisionero número 136954. En todos los combates
en los que participó en este campo salía invicto, boxeaba y ganaba todos los combates
sabiendo que los prisioneros a los que se enfrentaba, cuando perdían el combate, serían
enviados a la cámara de gas. Se le pagaba con comida. Después estuvo en el campo de
Bergen-Belsen. Cuando fue liberado en abril de 1945 conoció a Marta Yechiel, una
superviviente de 17 años de edad, con la que se casó y emigró a Israel.

El propio Arouch colaboró como consultor en la película “El triunfo del espíritu”, pero
dicho film se toma algunas libertades como cambiar el nombre de su esposa y ver que
ésta estuvo presa en Auchwitz.

18
Soldados alemanes izando la bandera del Tercer Reich en la Acrópolis de Atenas.

19
La famosa Torre Blanca de Salónica.

Monumento en honor de los judíos de Salónica.

20
Dos imágenes del cementerio judío de Salónica.

21
El arzobispo Damaskinos (1891-1949), nacido con el nombre de Dimitrios Papandreou.

El obispo Chrysostomos y el alcalde de la isla de Zacinto Loukás Karrer, dos “Justos


entre las naciones” griegos.
22
La capital de Zacinto, también llamada Chora, palabra griega que significa la Ciudad.

El superviviente sefardí Moshe Haelion (nacido el 26 de febrero de 1925) con un grupo


de profesores españoles en el Yad Vashem (julio de 2016). La mujer que lleva una blusa
negra y gafas de sol es la autora de este texto: Teresa Mª Mayor Ferrándiz.
23

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