Resumen "ESTRATEGIA".pdf-1
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INTRODUCCIÓN
En este contexto se hace cada vez más necesario para los empresarios y altos directivos de
las empresas dedicar un mayor esfuerzo y análisis a la elaboración y elección de la
estrategia más adecuada para responder a los retos del entorno y hacer así a la empresa
más competitiva.
Podría afirmarse que todas las empresas tienen o siguen una estrategia aunque muchas de
ellas permanecen implícita en la mente del empresario o de la dirección general. El esfuerzo
por hacerla explícita, analizarla y racionalizarla puede ser muy valioso para conseguir
mejorar la posición competitiva de la empresa y en consecuencia sus resultados. El
esquema lógico para poder hacerlo es quizá la aportación principal de la dirección
estratégica de la empresa.
La estrategia debe dar respuestas a múltiples preguntas, como las siguientes, entre otras:
¿cuáles son las fuentes de la creación de valor?, ¿porque las rentabilidades difieren de
unas empresas a otras?, ¿cómo se compite mejor ante los rivales?, ¿cómo y por qué
crecen y se desarrollan las empresas?, ¿qué determina el éxito o el fracaso de la
internacionalización de la empresa?. Además la estrategia comporta una visión global y a
largo plazo de la empresa, así como una determinada forma de analizar la realidad y tomar
las decisiones pertinentes. Podríamos decir de forma metafórica, que las finanzas, el
marketing, la producción, la contabilidad o los recursos humanos, entre otras
especialidades, son piezas de un puzzle que no está completo hasta que todas las piezas
encajan entre sí de forma adecuada. La dirección estratégica se encarga precisamente de
juntar estas piezas y completar el puzzle de la dirección de empresas; para conseguir esto
son necesarios tres elementos fundamentales: el análisis estratégico, la formulación de
estrategia y la implantación de las estrategias.
La formulación, se ocupa del diseño de posibles estrategias en los distintos niveles que
permitan lograr los objetivos planteados. La definición de estrategias competitivas y su
adaptación al tipo de industria en el que la empresa opere forma parte de este bloque.
Igualmente las decisiones que tienen que ver con la elección de la cartera de negocios y
sus posibles modificaciones a través de estrategias de diversificación o de reestructuración
entre otras. En las estrategias corporativas es especialmente relevante el análisis de las
fusiones, las adquisiciones, o las alianzas, así como de las decisiones que llevan a la
empresa a competir en mercados internacionales globales que plantean un reto cada vez
más irremediable para las empresas. Pero no existe una estrategia realmente que no se
ponga en práctica y se compruebe que funciona adecuadamente.
Así el proceso termina con la implantación de las estrategias, en ella la dirección se enfrenta
a cambios organizativos que tienen que ver con el diseño organizativo, el liderazgo
estratégico, el papel de los recursos humanos, o la adaptación y en su caso el cambio de
cultura organizativa vigente entre otras. Pero también es necesario dotar a la empresa de
mecanismos y herramientas eficaces para una correcta implantación. Tal es el caso de los
sistemas de apoyo entre los que destacamos la planificación estratégica, el control
estratégico y los sistemas de información.
El concepto de estrategia surge a partir de dos elementos fundamentales, por una parte la
empresa y por otra parte el entorno que rodea a la empresa. Estos dos elementos están
relacionados entre sí de manera que hay una especie de proceso interactivo entre la
empresa y el entorno; como se puede observar el entorno influye en la empresa y ésta
influye a su vez en el entorno, si bien normalmente la primera influencia es más fuerte o
más acusada. Este proceso interactivo se resuelve precisamente a través de la estrategia
es decir la estrategia sería la forma de vincular la empresa con el entorno; así la estrategia
representa las acciones que emprende la empresa para dar respuesta a los retos o desafíos
que el entorno le plantea.
El objetivo de las acciones que la empresa emprende como parte de su estrategia es la
mejora de su rendimiento; mejorar el rendimiento sería por tanto el objetivo genérico y
fundamental de cualquier estrategia; pero para qué quiere la empresa mejorar su
rendimiento a través de una estrategia, pues para atender mejor a los distintos
planteamientos que le hacen los grupos de interés que con ella se relaciona.
Junto con esta idea general sobre el concepto de estrategia aparecen otros conceptos
importantes que siempre están vinculados a alguna de las partes de este esquema que les
estoy presentando, en lo que se refiere al entorno las dos palabras clave serían
oportunidades y amenazas es decir el entorno plantea a la empresa tanto oportunidades
como amenazas. Las oportunidades serían variables del entorno que favorecen la actividad
y el éxito de la empresa, por ejemplo un crecimiento sostenido de la economía o una
legislación favorable a las actividades empresariales. Las amenazas por su parte se refieren
a factores del entorno que dificultan o que ponen en peligro la mejora del rendimiento a la
que antes aludía, por ejemplo una escasa dotación de infraestructuras tecnológicas o la
existencia de competidores muy fuertes en la industria.
A partir de esta situación dada, la estrategia representa las acciones emprendidas por la
empresa para mejorar el rendimiento. Esta estrategia puede ser analizada en tres niveles
distintos: el corporativo o de empresa, el competitivo o de negocio y el funcional.
En una identificación general, se suelen distinguir entre grupos internos y externos. Los
grupos internos son los que forman parte de la propia empresa, principalmente accionistas,
directivos, y trabajadores, entre otros. Los grupos externos son los que mantienen
relaciones con la empresa, como clientes, proveedores, administraciones públicas,
organizaciones sociales, y entidades financieras, entre otros.
Cada uno de estos grupos tiene sus propios objetivos, que normalmente entran en conflicto
entre sí. Por ejemplo, los trabajadores desean un incremento de sus remuneraciones, lo
cual va en contra del objetivo de los accionistas de maximizar la rentabilidad de la empresa.
En cuanto a la valoración de la importancia, se acepta la propuesta de Michelle y otros
basada en tres criterios: el poder representado por la posibilidad real de imponer sus
objetivos a los restantes grupos, la legitimidad derivada del nivel de aceptación de los
objetivos de cada grupo en el sistema social, y la urgencia asociada al nivel de importancia
que cada grupo otorgue a la consecución de sus objetivos y a la actividad desplegada para
conseguirlos.
El desfase existente entre el futuro deseado en la visión y la realidad actual de una empresa
hace que el esfuerzo necesario para conseguirlo pueda ser considerable. Para ello, la
organización debe desagregar la visión en objetivos intermedios y menos ambiciosos,
llamados objetivos estratégicos o retos empresariales. Los objetivos estratégicos responden
a la pregunta: ¿cómo llegaremos a ser lo que queremos ser? Para ello, tratan de establecer
resultados concretos que se quieren conseguir a corto y medio plazo. Su diseño hace
operativa la consecución de la visión y proporciona a la empresa señales orientativas del
camino que se va siguiendo.
Por último, los valores recogen el conjunto de principios, creencias, normas y compromisos
que pretenden guiar la actuación en la consecución de la visión y la misión. Estas últimas
reflejan el camino que se quiere seguir, mientras que los valores recogen la forma en que se
quiere recorrer ese camino. La idea central es que el fin no justifica siempre los medios, es
decir, la visión, por muy atractiva que sea, no puede lograrse de cualquier manera. La forma
de hacer negocios por parte de la empresa condiciona la validez de su visión y de su
misión, y hace más o menos atractiva su actividad ante los distintos grupos de interés con
los que se relacionan.
Su definición debe incluir tres aspectos importantes: las guías de actuación que tratan de
influir en el comportamiento de sus miembros en la forma de hacer negocios, un
compromiso con el comportamiento ético y la forma en que la empresa quiere relacionarse
con los grupos de interés más relevantes y cómo va a tratar de atender sus objetivos e
intereses, lo cual tiene que ver con la responsabilidad social de la empresa.
El análisis del entorno es una de las piezas clave del análisis estratégico. El entorno es el
marco en el que la empresa va a desarrollar su actividad y está formado por todos los
factores externos que influyen sobre las decisiones y los resultados de la empresa, pero que
al ser externas, escapan de su control. Así, se trata de identificar las influencias positivas
(oportunidades) o negativas (amenazas) que ejercen distintos factores sobre el éxito de la
empresa y ayudar de esta manera a decidir la respuesta más adecuada en cada caso. De
aquí la importancia de su estudio.
Se suelen distinguir dos niveles: el análisis del entorno general y competitivo, que tanto por
su metodología como por los objetivos perseguidos justifican su diferenciación. El entorno
general se refiere al sistema socioeconómico en el que la empresa desarrolla su actividad.
El entorno competitivo, sin embargo, se refiere a la parte del entorno más próxima a la
actividad habitual de la empresa y que tiene que ver con el sector industrial al que
pertenece y con el mercado al que se dirige.
Tomando como metáfora un partido de fútbol, podríamos decir que el entorno general son
las gradas de un estadio y los medios de comunicación, siendo el entorno competitivo el
terreno de juego. Es en este último, por tanto, donde la empresa compite principalmente por
su éxito o fracaso. Aquellas personas que no se interesan por el fútbol formarían parte del
entorno no relevante.
Estos factores suponen evidentemente desafíos nuevos y cada vez más complejos para la
empresa. En este contexto, el reto para la dirección consistiría en captar e interpretar las
señales difusas que se perciben del entorno y hacerlo antes y mejor que la competencia.
Siguiendo a Ireland, Auzqui, Song y Hit, el análisis del entorno requiere de cuatro
componentes o etapas esenciales: primero, observar las señales tempranas de posibles
cambios en el entorno; segundo, interpretar los datos obtenidos para entender los cambios
y las tendencias; tercero, pronosticar la posible evolución de los cambios para poder
anticiparse; y cuarto, evaluar las implicaciones para la empresa en términos de
oportunidades o amenazas.
El análisis del entorno competitivo trata de investigar las características estructurales que
definen la competencia en una industria. Para ello, las técnicas de análisis más utilizadas
son el modelo de Abel para delimitar el entorno competitivo, el modelo de las cinco fuerzas,
la segmentación de la industria y el análisis de los competidores.
El carácter dinámico tanto del entorno general como del competitivo hace que sea
conveniente estudiar su posible evolución futura. Ello permitirá conocer las circunstancias
que definirán el marco de actuación cuando la estrategia se implante. En definitiva, el éxito
de la estrategia no depende tanto de cómo es el entorno actual sino de cómo va a ser en el
futuro. Para este análisis, se pueden utilizar el método de los escenarios y el método Delphi,
entre los más relevantes. Con todas estas herramientas, la empresa puede tener un
conocimiento bastante aproximado de las principales variables externas que le pueden
afectar y evaluar el impacto que pueden tener en su competitividad y rentabilidad.
El objetivo del análisis del entorno competitivo es poner de manifiesto las oportunidades y
amenazas que el mismo ofrece a la empresa, determinando su capacidad potencial para
obtener beneficios, lo cual define el atractivo de la industria. En una industria en situación de
competencia perfecta, las alternativas disponibles para la empresa son muy escasas,
limitándose a aplicar el precio de mercado sin capacidad de influir en la oferta o en la
demanda. En las industrias en competencia imperfecta es donde surgen las posibilidades
de obtener rentas superiores si se es capaz de aprovechar las oportunidades y combatir las
amenazas adecuadamente.
El modelo de Porter, conocido como el modelo de las cinco fuerzas, constituye una
metodología ampliamente difundida para investigar acerca de las oportunidades y
amenazas que ofrece una industria. Según Porter, el grado atractivo de una industria viene
determinado por la acción de cinco grupos de factores o fuerzas que, en su conjunto,
definen la posibilidad de obtención de rentas superiores. Estas 5 fuerzas son: la rivalidad
entre los competidores, la posibilidad de entrada de nuevos competidores, la amenaza de
productos sustitutivos, el poder de negociación de los proveedores y el poder de
negociación de los compradores.
Cada una de estas fuerzas depende, a su vez, de un conjunto de factores que determinan
su nivel. Entre ellos se pueden encontrar una amplia diversidad de factores, tales como el
número y variedad de competidores, la tasa de crecimiento de la industria, la estructura de
costos de las empresas, la diferenciación de los productos, los costos de cambios, las
barreras de movilidad (entrada o salida), el atractivo de los productos sustitutivos, la
concentración de proveedores o clientes, las políticas gubernamentales, entre otros.
La lógica del modelo señala que estos factores modifican el nivel de una o varias de las
fuerzas, aumentando las o disminuyendo las. A medida que cada una de estas fuerzas
alcanza un mayor nivel, el grado atractivo de la industria disminuye. Por ejemplo, una mayor
fragmentación de la industria hace que aumente el nivel de competencia entre las empresas
existentes. Este mayor nivel de competencia hace que la rentabilidad media disminuya,
reduciendo claramente el atractivo de la industria.
De manera similar, se podría razonar para otros factores en cada una de las cinco fuerzas
competitivas. Aunque el modelo de las cinco fuerzas está ampliamente aceptado para el
análisis del entorno competitivo de una empresa, es susceptible de ser mejorado o
ampliado. En primer lugar, no todas las fuerzas ni todos los factores que influyen sobre cada
fuerza tienen la misma importancia, por lo que es necesario reconocer los factores críticos
que influyen decisivamente en el atractivo de la industria.
En segundo lugar, el modelo representa una imagen estática de la industria, por lo que no
informa de posibles cambios en la estructura competitiva y puede ser poco adecuado en
sectores donde las condiciones competitivas cambien con rapidez. Además, el modelo no
considera la presencia de dos condicionantes que pueden alterar positiva o negativamente
el grado atractivo de una industria: los agentes de frontera y los productos complementarios.
Los primeros son agentes o instituciones como las administraciones públicas, las
organizaciones de consumidores, los grupos ecologistas u otros similares. Los segundos
son otros productos que, utilizados conjuntamente con los de la industria, pueden aumentar
el valor percibido por el cliente. La presencia o no de unos u otros altera positiva o
negativamente el grado atractivo de la industria.
Ahora bien, en la mayoría de los casos, estos recursos no crean valor por sí solo sino que
deben ser adecuadamente combinados y gestionados, generando el concepto de capacidad
que se refiere a la habilidad de una empresa para desarrollar o llevar a cabo una actividad
concreta e implica una combinación de recursos y pautas o rutinas organizativas. Las
capacidades pueden ser desde relativamente simples como contratar un empleado o
solicitar un préstamo hasta complejas o muy complejas, como llevar a cabo un proyecto y
más de un proyecto de fusión entre empresas.
La tercera etapa del análisis de recursos y capacidades hace referencia a su gestión, lo cual
implica dos tareas esenciales. Cómo mejorar la dotación actual, que incluye las alternativas
para desarrollar internamente nuevos recursos, mejorar los existentes y/o conseguir nuevos
recursos del exterior. Segundo, por explotar estratégicamente mejor los recursos y
capacidades de que dispone. Esto está relacionado tanto con la utilización interna, mediante
su aplicación bien sea a la estrategia competitiva oa la estrategia corporativa, como con la
propia comercialización externa a otros agentes económicos. En resumen, a través de estas
tres fases de identificación, evaluación y gestión de los recursos y capacidades, las
empresas tienen a su disposición una potente metodología de análisis interno capaz de
poner de manifiesto las principales fortalezas y debilidades con las que afrontar el diseño de
futuras estrategias tanto competitivas como corporativas.
CAPITULO 7 - ESTRATEGIA Y VENTAJA COMPETITIVA
Una vez que la empresa ha elegido la industria donde quiere competir, deberá identificar la
forma en la que lo va a hacer para conseguir el éxito. A ello se dedican los conceptos de
estrategia y ventaja competitiva. Podemos decir que una empresa tiene una ventaja
competitiva frente a otra cuando posee ciertas características que la diferencian y que le
permiten obtener un rendimiento superior en su actuación competitiva.
Para que una característica empresarial pueda ser considerada como una ventaja
competitiva, debe reunir tres requisitos. Primero, necesita estar relacionada con un factor
clave de éxito en el mercado. Segundo, debe ser suficientemente sustancial como para
suponer realmente una diferencia. Y tercero, necesita ser sostenible frente a los cambios
del entorno y las acciones de la competencia. Aunque claro, a largo plazo ninguna ventaja
es inatacable.
Pero las anteriores características solo constituyen una ventaja competitiva si se traducen
en una mayor rentabilidad para la empresa. Así, el concepto de ventaja competitiva nos
remite necesariamente al de rentabilidad. La rentabilidad económica de la empresa procede
del margen que obtiene de su actividad básica. Dicho margen viene definido por la
diferencia entre el precio que la empresa cobra a sus clientes al venderle su producto o
servicio y el coste de producirlo.
En general, una ventaja competitiva supone un margen mayor que el de los competidores,
aunque también se puede conseguir una mayor rentabilidad mediante una mayor rotación
de activos y, por tanto, mayor eficiencia en su uso. En cualquier caso, un margen bruto
positivo es una condición necesaria aunque no suficiente para que la empresa sea rentable.
El primero recoge la parte del valor creado que se apropia la empresa. El excedente del
consumidor hace referencia a la diferencia entre el valor percibido por el cliente, por tanto, lo
máximo que estaría dispuesto a pagar, y el precio que realmente paga. Esto representa la
parte del valor creado que se transfiere al cliente. El análisis del excedente del consumidor
es importante porque mide el grado de satisfacción del cliente con el producto de la
empresa y determina la posibilidad de que éste adquiera o no dicho producto.
Es una valoración subjetiva que cada cliente hace de la relación entre el valor percibido y el
precio de su compra, de manera que tratará de elegir la empresa que le ofrezca el mayor
excedente posible. Si el valor percibido por el cliente es inferior al precio que tiene que
pagar por el producto o servicio, de existir, ha de hacerlo, ya que la relación calidad-precio
es desfavorable para él.
La vía por la que una empresa alcanza una ventaja competitiva es la estrategia competitiva,
entendida esta como el conjunto de acciones ofensivas o defensivas mediante las cuales
una empresa se enfrenta a sus competidores, tratando de alcanzar así una ventaja
competitiva. En el proceso de elección de la estrategia competitiva, la empresa se tiene que
plantear dos cuestiones fundamentales: cómo crear una ventaja competitiva y cómo
mantenerla en el tiempo.
Una vez creada, la creación de la ventaja competitiva se puede basar en factores externos e
internos. Los primeros tienen que ver, en general, con la capacidad de la empresa para
detectar cambios en el entorno y responder de forma rápida y flexible, anticipándose así a
los competidores y aprovechando mejor las oportunidades. Pero especialmente importantes
son los factores internos. Para lograr una, estos factores proceden directamente de un
conjunto de recursos y capacidades estratégicamente valiosos y que permiten a la empresa
ser más eficiente, ofrecer productos de mayor calidad, ser más innovadora o tener una
mayor capacidad para satisfacer al cliente.
Si conseguir una ventaja competitiva es difícil, mucho más lo suele ser mantenerla en el
tiempo una vez conseguida. En general, puede decirse que cuanto mayores sean las
barreras a la imitación, menor sea la capacidad de los competidores para atacar la ventaja y
menor sea el dinamismo de la industria, mayor es la posibilidad de que una empresa logre
mantener su ventaja competitiva durante un largo periodo de tiempo.
Cada industria tiene un modelo de vida cíclica específico, por lo que el patrón evolutivo
entre industrias varía considerablemente. Por ejemplo, en los productos vinculados a la
economía digital, los ciclos de vida se están acortando considerablemente, observándose
una rápida sustitución de unos productos por otros en muy cortos espacios de tiempo.
Para cada industria, se puede identificar un ciclo vital. Por último, también cabe señalar que
la evolución de una industria no es uniforme en todos los países y depende normalmente
del nivel de desarrollo que haya alcanzado cada país. Así, por ejemplo, la telefonía móvil se
puede considerar una industria madura en los países desarrollados, mientras que en los
países en fase de desarrollo sería en crecimiento y, en los países menos desarrollados,
sería emergente.
A la vista de estas características, las estrategias más recomendables pasan por influir en la
configuración favorable futura de la estructura de la industria, tomar la decisión de cuándo
entrar a competir y gestionar el riesgo derivado de la incertidumbre. Una industria entra en
su fase de crecimiento cuando la demanda agregada del producto empieza a crecer a tasas
elevadas. Esta fase se puede considerar la más deseable del ciclo de vida, ya que las
condiciones de la competencia suelen ser más relajadas que en las restantes etapas.
Se dice que una industria entra en su fase de madurez cuando la tasa de crecimiento se
reduce, manteniendo niveles de crecimiento pequeños o incluso nulos, lo que redunda en
un aumento de la intensidad de la competencia. Además, se produce una amplia difusión y
acumulación de conocimiento entre los competidores y una mayor experiencia por parte de
los clientes, lo que aumenta su poder de negociación. Ante estas perspectivas, las
empresas deben optar por intentar conseguir una ventaja competitiva sólida o reorientar su
campo de actividad a través de estrategias de diversificación y crecimiento externo o
internacionalización.
Por último, una industria entra en su fase de declive cuando se sufre una disminución
constante de la demanda, no debida a razones coyunturales, que suele provocar que la
industria sea sustituida total o parcialmente por otras. Sus características básicas son un
gran exceso de capacidad productiva instalada, competencia agresiva en precios, ausencia
de cambios tecnológicos, posibles barreras de salida e inestabilidad de la oferta por los
cambios de actitud de los competidores que permanecen.
Ante esta situación, las estrategias que recomiendan Harrigan y Porter son liderazgo en la
industria, intentando ser la única o una de las pocas empresas que queden en la industria;
segmentación, identificando una parte de la industria que se mantenga o decaiga más
lentamente; cosecha, buscando maximizar el flujo de efectivo reduciendo al mínimo las
inversiones necesarias; o retiradas rápidas, a través de la venta o el cierre de la empresa.
Por tanto, en cada etapa del ciclo de vida, será necesario conocer las características
estructurales que presenta la industria para poder aplicar las estrategias basadas en cada
caso.
Las estrategias de desarrollo se refieren, por tanto, a las decisiones que la dirección
empresarial adopta en relación con la evolución futura del conjunto de sus negocios, tanto
desde un punto de vista cuantitativo (es decir, el crecimiento) como cualitativo (es decir, la
composición de la cartera de negocios). En las decisiones estratégicas sobre el desarrollo
de la empresa, la dirección dispone en general de diversas opciones que dependen de la
respuesta que se dé a dos problemas básicos: la dirección del desarrollo y el método de
desarrollo.
Una vez elegida la dirección de desarrollo, es preciso decidir acerca de la forma o vía para
conseguir los objetivos marcados en la dirección elegida. Esto es lo que se conoce como
método de desarrollo. Las opciones básicas aquí son el desarrollo interno u orgánico
mediante nuevas inversiones en el seno de la empresa y el desarrollo externo a través de
fusiones, adquisiciones o alianzas estratégicas. Estos métodos pueden ser utilizados con
carácter general para todas las opciones de direcciones de desarrollo.
Así, se pueden identificar las siguientes estrategias o direcciones de desarrollo. La primera
sería la consolidación, que se produce cuando la empresa trata de mantener los negocios
actuales en los niveles actuales, por tanto, no supone modificación del campo de actividad y
representa, además, una situación de ausencia de crecimiento. Esta estrategia podría
presentarse cuando la empresa actúa en industrias maduras o en declive, en las que el
objetivo sería mantener y proteger su posición actual.
Para poder crear valor, la oficina central dispone de unos instrumentos o funciones que
puede desarrollar. Además, para hacerlo con éxito, la oficina central debería tener ventaja
de matriz. Finalmente, existen varias estrategias o formas para crear valor en la empresa
diversificada. Veamos brevemente estos cuatro puntos.
1. **Objetivos de Diversificación:**
- Una estrategia de diversificación puede perseguir distintos objetivos, los más habituales
son el crecimiento, la reducción del riesgo global de la empresa y la creación de valor. Los
tres son objetivos deseables, pero no siempre son compatibles.
3. **Ventaja de Matriz:**
- Las funciones anteriormente descritas pueden ejercerse de manera adecuada o
inadecuada. Por ello, la condición necesaria para que una oficina central cree valor
dirigiendo una empresa diversificada es que tenga ventaja de matriz, es decir, que tenga
capacidad para crear más valor que las oficinas centrales rivales.
Los métodos de desarrollo son las formas o vías a través de las cuales las empresas ponen
en marcha las alternativas de expansión y diversificación. Según que sigan actuando en
productos o mercados tradicionales o nuevos, para ambos casos los métodos de desarrollo
son básicamente dos: el desarrollo o crecimiento interno y el desarrollo o crecimiento
externo.
En general, se puede decir que no existe un método que sea siempre el más adecuado;
dependerá de los objetivos perseguidos, es decir, de si la empresa quiere crecer en un
mismo mercado, entrar en una nueva industria o instalarse en un nuevo país para realizar
sus actividades, y de las circunstancias que rodean dicha decisión.
Se entiende por desarrollo interno el que realiza una empresa por medio de inversiones en
su propia estructura, de tal forma que consigue mayor tamaño mediante la construcción de
nuevas instalaciones, contratación de personal, compra de maquinaria, etcétera. También
denominado crecimiento orgánico o natural, es la forma convencional mediante la cual la
empresa crece y se desarrolla.
Sin embargo, en las últimas décadas, en los países de economía de mercado más
avanzados, asistimos a un proceso cada vez más importante de concentración de empresas
mediante distintas formas de agrupamiento que se denominan desarrollo o crecimiento
externo. Así, el desarrollo externo es aquel tipo de crecimiento que resulta de la adquisición,
participación, asociación o control por parte de una empresa de otras empresas o de activos
de otras empresas que ya estaban en funcionamiento.
Dentro del desarrollo externo, se identifican los siguientes tipos: la fusión de empresas, que
consiste en la integración de dos o más empresas de forma que desaparezca al menos una
de las originales; a su vez, dentro de las fusiones, se suele distinguir entre una fusión pura,
cuando las empresas se unen en una nueva desapareciendo las anteriores, y dos, fusión
por absorción, cuando una empresa integra a otra, la cual desaparece; fusión con
aportación parcial de activos, cuando una de las empresas solo aporta una parte de su
patrimonio a la integración con la otra; la adquisición de empresas surge cuando una
empresa compra un paquete de acciones de otra, conservando ambas la personalidad
jurídica; la cooperación o alianza entre empresas surge cuando se establecen vínculos o
relaciones entre dos o más empresas, pero sin pérdida de personalidad jurídica de ninguno
de los participantes. Existe una amplia diversidad de modalidades de acuerdo, bien sean
contractuales, accionariales o en red.
Los motivos más habituales por los que las empresas tienden a unirse unas con otras son,
en primer lugar, de eficiencia económica, es decir, buscando mejorar el funcionamiento
ordinario principalmente por la posible reducción de costes derivada de la integración de los
sistemas operativos de las empresas que se unen; esto es especialmente posible cuando
se consiguen economías de escala y/o sinergias entre las empresas integradas. En
segundo lugar, por motivos estratégicos relacionados con una mejora en la forma de
competir de la empresa resultante, derivada de la consecución de nuevos recursos y
capacidades, la reducción del nivel de competencia en la industria o la rápida consecución
de tamaño significativo para convertirse en un gran competidor en el contexto internacional.
En diversas ocasiones, las concentraciones de empresas obedecen más a los intereses de
los directivos que al de los accionistas, ya que con ellas se satisfacen más fácilmente su
función de utilidad, que está relacionada con el aumento de retribuciones, el aumento de
poder, la disminución del riesgo empresarial, el reconocimiento social, etcétera. Este
argumento ha sido denominado genéricamente como la construcción de imperios. Por
último, la concentración de empresas a veces es simplemente una respuesta ante la
tendencia mayoritaria en la industria, ya que si dos empresas se unen en un determinado
tipo de actividad, las demás o se unen también o quedan en situación de desventaja
competitiva frente a las que se han concentrado.
La gestión de las alianzas se refiere al conjunto de problemas y factores que hay que tener
en cuenta para poner en marcha una alianza y conseguir que tenga éxito. Ciertamente, el
nivel de atención que se preste a la gestión de una alianza va a estar en relación directa con
su importancia estratégica, es decir, con su impacto en la posición competitiva de la
empresa.
Podemos considerar, por tanto, que el éxito del acuerdo depende en muchas ocasiones de
una buena gestión durante su implantación. De acuerdo con Bowman y Faulkner, la gestión
de una alianza tiene dos elementos fundamentales para su buen funcionamiento: las
actitudes mantenidas por cada socio en relación con el resto de los socios y con la alianza,
y los mecanismos específicos utilizados para hacerla funcionar.
En cuanto a los mecanismos específicos para hacer funcionar el acuerdo, podemos incluir
una definición clara de objetivos, la asignación de recursos a la alianza, el apoyo de la alta
dirección, una política de personal positiva, la definición de una estructura organizativa
propia y adecuada, un sistema eficaz para la captación de información o mecanismos
eficaces para resolver los potenciales conflictos, entre otros. Pero especial relevancia
adquieren las actitudes mantenidas por los socios, ya que en el éxito o fracaso de una
alianza hay que tener en cuenta que no existen relaciones de autoridad entre los socios, por
lo que su estabilidad dependerá en gran medida de una buena gestión de las relaciones
entre ellos.
Desde una perspectiva global, el éxito se puede medir por la consecución de los objetivos
inicialmente planteados y que justificaron la realización de la alianza. Dado que muchos
acuerdos recogen objetivos cualitativos, por ejemplo, el aprendizaje entre los socios, no
siempre es posible identificar los resultados con una medida objetiva de rentabilidad. Otra
posibilidad para valorar los resultados de una alianza es su estabilidad, es decir, la forma en
que se desarrolla en el tiempo y eventualmente finaliza. En este sentido, la situación que
implica una valoración más favorable es aquella en la que los socios siguen colaborando de
forma indefinida. En el extremo contrario, podemos identificar una situación de claro fracaso
cuando el acuerdo se rompe de forma prematura, es decir, antes de su finalización prevista.
Pero especialmente importante en el éxito de una alianza es la satisfacción que tengan los
socios con su participación en la misma.
Con carácter general, podemos considerar que la satisfacción de cada socio va a depender
de tres factores: primero, el logro de los objetivos estratégicos de la alianza, tanto los
globales como los propios por los que ha participado en la misma; segundo, la
consideración de que los beneficios de participar en la alianza superan a los costes; tercero,
la percepción de que tanto los beneficios como los costes se reparten de forma justa y
equilibrada entre los distintos socios.
Una industria es global cuando la posición competitiva de una empresa en un país guarda
una estrecha relación con la que mantiene en otros países. Por el contrario, una industria es
multi país cuando la competencia en un país no guarda aparentemente relación con la
competencia en otros países. En el primer caso, las empresas deben tener una visión
conjunta de la actuación en los distintos países, mientras que en el segundo se puede
competir de forma autónoma en cada país porque las ventajas competitivas son específicas
del país. Siguiendo a Solver, los factores que influyen en la globalización de las industrias
son dos: la estructura de la oferta y la accesibilidad a los mercados internacionales.
La accesibilidad a los mercados internacionales tiene que ver con el grado de facilidad o
dificultad de acceso a los distintos países, lo cual viene determinado por dos factores: las
barreras de entrada a un país, que son aquellos obstáculos o dificultades que impiden o
hacen más difícil empezar a competir en ese país, como por ejemplo, los aranceles
aduaneros o la protección a la industria local. A medida que en una industria existen menos
barreras de entrada, la industria tiende a ser más global.
Cada empresa elegirá la estrategia que estime más adecuada para competir
internacionalmente, conociendo sus ventajas e inconvenientes, para adaptarse de la mejor
forma posible a la tipología de industria en función de su grado de globalidad.
Una vez fijados la misión y los objetivos, analizado el contexto externo e internos y
planteadas las distintas opciones estratégicas disponibles tanto en el ámbito corporativo
como de negocio, la empresa se plantea la necesidad de elegir una de las opciones
identificadas para su adopción y puesta en marcha. Ciertamente, esta decisión es
especialmente relevante, ya que implica optar por una estrategia y descartar, en la mayoría
de los casos, otras alternativas.
En cualquier caso, los propuestos son útiles para evaluar las distintas opciones estratégicas
a priori, es decir, la estrategia elegida debe cumplir estos criterios para tener alguna
probabilidad de éxito, especialmente si la empresa se desenvuelve en entornos
competitivos. Cabe señalar la imposibilidad de demostrar a priori e incluso a posteriori que
una estrategia es óptima y de garantizar que tendrá éxito o que será un fracaso. Sin
embargo, sí es posible evaluar las posibilidades o los defectos de cada opción estratégica
con los criterios propuestos.
La cultura organizativa puede facilitar la implantación de las estrategias, y si hay una fuerte
coherencia entre ambas, o por el contrario, impedir o retrasar su puesta en práctica si dicha
coherencia no existe. Por ello, es importante analizar el papel que juega la cultura en la
empresa, su proceso de formación, la relación entre estrategia y cultura organizativa, y la
forma de influir para mejorar la compatibilidad entre ambas.
Las actuaciones concretas que la empresa debe emprender para provocar o fomentar el
cambio cultural deben ir orientadas hacia la modificación de los factores de contexto antes
citados, externos, históricos e internos. Aceptando que sobre los factores externos
normalmente no se puede influir al ser restricciones dadas por el entorno, se puede actuar
sobre los factores históricos tratando de modificarlos imperantes en el pasado mediante el
desarrollo de nuevos símbolos, rituales e historias que refuercen los nuevos valores. El
comportamiento de la alta dirección promocionando nuevas formas de actuar que sintonicen
mejor con los nuevos valores. La estructura organizativa vigente mediante la creación de
nuevas unidades organizativas y/o eliminación o reagrupación de las existentes. La política
de recursos humanos a través de los procesos de selección, formación, promoción y
remuneración del personal que permitan reforzar comportamientos deseados y desanimar
los no deseados.
En cualquier caso, es importante señalar que el cambio cultural es lento, costoso y difícil por
la pervivencia de los valores asumidos durante mucho tiempo. La estrategia o la estructura
pueden ser cambiadas por decisiones internas, pero la cultura tiene su propia vida y no
puede ser modificada directamente, sino a través de la promoción o rechazo de
determinados valores. No entender esto puede provocar situaciones no deseadas que
conduzcan al fracaso de la estrategia elegida y a un potencial conflicto dentro de la
organización.
Podemos considerar que el control estratégico va a tener dos partes fundamentales que
deben centrar la atención de los responsables de llevarlo a cabo: el control de la
implantación y el control de la estrategia.
Desde el punto de vista competitivo, el control de la estrategia puede tener en cuenta, por
ejemplo, aspectos como los cambios en los gustos de los consumidores o la capacidad de
respuesta de la empresa ante dichos cambios.
Finalmente, es preciso señalar que un sistema de control estratégico debe ser eficiente en
el sentido de que cualquier esfuerzo adicional de control debe conllevar una mejora en el
rendimiento de la empresa superior a los costes en los que se incurre.
RESUMEN I
"Hola, a continuación van a ver un resumen del libro dirección estratégica de la empresa,
cuyos factores son mensajes del Guerra Sporting, hijos Emilio Navas López. Este vídeo
resumen ha sido realizado por Ignacio Lozano Meléndez Valdés y Javier Tebas, alumnos del
profesor Santiago Martín Romo de la Universidad Rey Juan Carlos. Aquí comienza la
primera parte.
Los stakeholders son personas o grupos de personas que se relacionan con una empresa y
tienen objetivos propios. El conflicto objetivo es un hecho en las empresas y la solución a
los mismos son los mecanismos de defensa. Sabemos que la empresa crea valor mediante
el índice de creación de valor. Si es mayor que uno, de creación es igual a una sin
diferencia y si es menor que uno se da a la destrucción de valor. El siguiente punto son los
objetivos y valores de la empresa. Aprenderemos cuatro conceptos: el primero es la misión,
la identidad y personalidad de la empresa ahora y de cara a futuro. El segundo es la visión,
percepción actual de lo que será para ser la empresa en el tercero habla su posibilidad
social, la actitud de la empresa mente las demandas de tipo social que pueden surgir del
entorno. Y la cuarta y última es la ética empresarial, el planteamiento de contenidos morales
básicos y un comportamiento.
Los siguientes dos capítulos hablan sobre el entorno de la empresa. Hacemos dos
clasificaciones de montón: el específico y en general. El caso específico está compuesto por
clientes, proveedores y competidores. El general está compuesto con un montón económico
y ecológico, el engaño socio-cultural y político, y el tecnológico. Para identificar las variables
o factores clave utilizaremos el modelo Kristen, cuyas siglas significan político, económico,
socio-cultural, tecnológico, ecológico y legal. Además, utilizaremos el diamante de corte
para ver la influencia que tiene un país respecto a las empresas situadas en ese país. Por
otro lado, aparte del análisis del entorno específico, utilizaremos modeladas como fuerzas
de Porter además de la competencia actual, los competidores potenciales, clientes,
productos destructivos y proveedores.
A partir de aquí, hablaremos del análisis interno de la empresa, la cual debe realizar su
propio análisis y determinar un diagnóstico. De esta forma, averiguar cuáles son sus
debilidades y fortalezas. Para ello, se debe establecer la identidad de la empresa con datos
como la edad, el tamaño, el campo de actividad, el tipo de propiedad, la estructura pública y
así poder realizar un perfil estratégico. Otros métodos pueden ser la cadena de valor que se
basa en la búsqueda de fuentes de ventajas competitivas en la integración de actividades
primarias y actividades de apoyo, el benchmarking que consiste en la observación y copia
de la forma de actividades internas de otras empresas o las matrices canales estratégicos
que pretenden clasificar y determinar ciertas características en estrellas, dilemas, vacas
lecheras o perros.
Estas ventajas competitivas surgen con respecto al liderazgo en costes menores que los
competidores y así obtener un margen mayor gracias en efecto aprendizaje o la
diferenciación del producto gracias a variables como las características del producto, la
empresa buen mercado. Tras obtener las ventajas competitivas adecuadas, se debe
escoger una estrategia en base a las características de la industria. Las industrias se
pueden clasificar según el grado de madurez en emergentes, maduras cuando las primeras
surgen gracias a innovaciones en los productos, sus servicios pero tienen cierto riesgo
debido a la falta de experiencia, esto crea cierta incertidumbre. Por ello, se debe elegir la
estrategia adecuada mediante la estrategia de cooperación o la creación de barreras, las
segundas llegar a acumular gran cantidad de conocimientos tanto de arganda como en la
oferta. Por ello, se implicará competente propios seres humanos y gran poder de los
servidores de la competencia internacional hacen más que necesaria estrategia la
competitiva sólida en el almacén su segmentación o reorientar el capacidad, diversificación
e internacionalización.
Finalmente, las industrias en declive se sitúan en una fase terminal con pocas posibilidades
competitivas debido a un descenso de la demanda gracias a innovaciones tecnológicas,
cambios demográficos para intensidad de la competencia. Las posibles soluciones serían la
obtención del modelado de industria, la segmentación, la cosecha y semis más remedio en
la retirada rápida.
En el último capítulo de la primera parte del libro, hablaremos de estrategias para industrias
con basten definidos tecnología como en conjuntos sistemáticos de conocimientos
afectados en torno a la consumición. La tecnología tiene su propio ciclo de vida, constando
de tres fases: embriónicas con una tecnología emergente, fase de crecimiento en la que la
tecnología se convierte en clave y finalmente, madurez, en la que la tecnología es fácil.
Por último, añadir la importancia de las actividades del I+D en la empresa, cuyas
características principales son el alto nivel de riesgo, el elevado período de maduración de
la inversión y el alto nivel de inversión financiera. Y aquí finaliza la primera parte del
resumen del libro "Dirección estratégica de la empresa".
RESUMEN II
"Hola, a continuación van a ver un resumen del libro dirección estratégica de la empresa
cuyos autores son Luis Ángel Guerras Martín, hijos Emilio Navas López. Este vídeo
resumen ha sido realizado por Javier Uriarte Baselga, Ignacio Lozano Meléndez Valdés,
alumnos del profesor Santiago Martín Romo de la Universidad Rey Juan Carlos. Aquí
comienza la segunda parte.
Por último, hablaremos de la estrategia de expansión. Encontramos que las estrategias con
el tercero en el mercado, desarrollo de productos y desarrollo de mercados. Después, se
debe seguir en las direcciones de desarrollo. La empresa podrá diversificar; las razones
surgen del entorno general, del entorno específico, de las características de la empresa. La
diversificación será relacionada o no relacionada. En la primera, podemos encontrar a la
investigación limitada nunca ordenada, cuyo objetivo es crear sinergias ya sean para
comprar tus recursos o para transferir conocimientos. La no relacionada es más drástica, en
la que las sinergias buscadas son financieras o las directivas. Otro tipo de diversificación
relacionada es la llamada integración vertical; se da en toda empresa y puede ser hacia
atrás o hacia adelante, aguas arriba, aguas abajo. Uno de los principales objetivos que se
buscan es la reducción de costes.
Seguiremos con la estrategia de internacionalización. La empresa que decida optar por ésta
lo hará por razones internas o externas. Se podrá adoptar una estrategia de industria global
en la que la empresa adopta características similares en todos los países, centrándose en la
reducción de costes y en la estandarización del producto. Asumiendo ciertos riesgos como
la menor flexibilidad de adaptación. La estrategia multi país dará más importancia a la
diferenciación de cada país en cuanto al producto y servicio. Asumiendo riesgos como los
costes de adaptación local, la preferencia del producto original o la lentitud del proceso de
adaptación. En cuanto a la estrategia es transnacional, trata de situar los recursos donde
son más útiles, pensando globalmente, actuando localmente. Otra opción es la entrada en
mercados exteriores. Las alternativas son la exportación mediante la transferencia de
productos, los sistemas contractuales como las licencias o franquicias, o la inversión directa
con la inversión en solitario o la creación de una filial propia.
Por último, hablaré del modelo de las siete S de McKinsey. Se emplea para evaluar la
implantación de cualquier tipo de estrategia con respecto a los siete factores relacionados,
todos y cada uno de ellos entre sí. Esta implantación debe tener un soporte organizativo.