Apariencia y Realidad Ensayo
Apariencia y Realidad Ensayo
Apariencia y Realidad Ensayo
Epistemología de Biología
Asignatura
ENSAYO
Al abordar el rol de los sentidos, Russell también menciona de manera implícita las
posturas de filósofos como John Locke, quien sostenía que el conocimiento
proviene de la experiencia sensorial, y René Descartes, quien afirmaba que los
sentidos pueden ser engañosos. Este último, a través de su escepticismo metódico,
sugirió que todo aquello que percibimos sensorialmente debe ser cuestionado, pues
nuestros sentidos pueden producir ilusiones. A través del ejemplo de la mesa,
Russell busca explorar la relación entre la percepción sensorial y el conocimiento
de la realidad objetiva, mostrando cómo la apariencia —lo que percibimos a través
de los sentidos— no siempre coincide con la verdadera naturaleza de los objetos.
Así, nos lleva a una reflexión filosófica profunda, donde el escepticismo nos hace
cuestionar hasta qué punto podemos confiar en nuestras percepciones. Además,
Russell también apunta a una distinción fundamental entre la “realidad” y cómo los
seres humanos la representan. No solo nos enfrentamos a un dilema
epistemológico, sino también a unas cuestiones existenciales: ¿existe una realidad
objetiva que esté completamente separada de nuestra experiencia subjetiva? Este
planteamiento sugiere que tal vez no podamos acceder completamente a la verdad
sobre el mundo solo a través de nuestros sentidos y la percepción.
Aunque el enfoque de Russell es relevante, también plantea desafíos. Al dudar de
la capacidad de los sentidos para proporcionar respuestas confiables sobre los
objetos o el conocimiento, se introduce una postura escéptica. Esta postura nos
coloca en una posición de incertidumbre, donde se cuestiona la existencia de una
realidad objetiva independiente de nuestra percepción. En última instancia, esto
podría llevarnos a un punto muerto en nuestra búsqueda del conocimiento, o bien
abrir nuevos caminos para explorar cómo llegamos a conocer y comprender el
mundo. Esto conecta con una larga tradición filosófica, desde los antiguos griegos
hasta Kant, quienes debatieron si podemos acceder a la “cosa en sí” o solo a la
representación que nuestros sentidos y mente elaboran.
La relación entre la apariencia y la realidad ha sido objeto de reflexión y debate en
la filosofía desde sus inicios. Filósofos como Platón, Descartes y Kant entre muchos
otros han explorado cómo nuestras percepciones y experiencias pueden diferir de
lo que realmente es, planteando así cuestiones fundamentales sobre la naturaleza
del conocimiento y la verdad.
Uno de los primeros pensadores en abordar esta dualidad fue Platón, quien, a través
de su alegoría de la caverna, ilustra cómo los seres humanos pueden estar
atrapados en un mundo de apariencias ignorando así la realidad que estaría afuera
de ella. En esta alegoría, los prisioneros ven sombras proyectadas en una pared y
creen que esas sombras son la realidad. Solo cuando uno de ellos escapa y ve el
mundo exterior comprende que lo que consideraba real era, en efecto, solo una
ilusión. Para Platón, el verdadero conocimiento no proviene de las percepciones
sensoriales, sino de la comprensión de las Ideas. La educación, entonces, es un
proceso de recordar (anamnesis) las verdades que el alma ya conoce de su
existencia en el mundo de las Ideas. La verdadera realidad reside en el mundo de
las Ideas, un reino inmutable y perfecto, en contraste con el mundo sensible, que
es cambiante y engañoso. Esta distinción establece un fundamento esencial en la
filosofía, sugiriendo que el conocimiento verdadero requiere un esfuerzo por
trascender las apariencias, lo que bien también alguno podría definir dejar “las
mentiras” de este mundo en busca de la “verdad”.
Aristóteles critica la teoría de las Ideas de Platón y sostiene que la realidad está en
las sustancias particulares. La esencia de una cosa (su forma) está unida a su
existencia (materia) mientras que la apariencia se refiere a las características
sensibles que percibimos. Para Aristóteles, el conocimiento se adquiere a través de
la experiencia y la observación del mundo, así en lugar buscar una realidad fuera
del mundo, Aristóteles plantea entender la realidad que nos rodea, pues en vista de
ser la única que conocemos puede tal vez ser la única que podemos entender.
René Descartes también aborda el tema de la apariencia y la realidad, aunque
desde un enfoque diferente. Su método de duda radical lo lleva a cuestionar todo lo
que puede ser puesto en duda, incluyendo la existencia del mundo físico. La famosa
máxima "Cogito, ergo sum" ("Pienso, luego existo") establece que la única certeza
es la existencia del sujeto que duda. A partir de aquí, Descartes argumenta que las
percepciones pueden ser engañosas; los sentidos pueden llevarnos a conclusiones
erróneas sobre la realidad, ya sea de forma deliberado inconsciente. Su conclusión
es que, aunque la apariencia puede ser confusa, la razón es la única herramienta
fiable para llegar a una comprensión más clara de la realidad.
Immanuel Kant ofrece otra perspectiva al plantear una distinción entre lo que llama
"fenómeno" y "nóumeno". Para Kant, el fenómeno es la realidad tal como la
percibimos, mientras que el nóumeno es la realidad en sí misma, independiente de
nuestra percepción. Según Kant, nuestras experiencias están mediadas por
nuestras estructuras cognitivas, lo que significa que nunca podemos acceder
directamente a la realidad objetiva. Este reconocimiento de los límites del
conocimiento humano plantea importantes implicaciones para la epistemología: si
la apariencia nunca puede coincidir plenamente con la realidad, la búsqueda de la
verdad se convierte en un proceso continuo y problemático, traduciéndolo tal vez en
palabras un poco más coloquiales: Sin importar lo que hagas, no puedes saberlo
todo.
En él común parece fácil decir que es algo aparente y algo real, todo basándonos
en nuestra experiencia y sentidos pero todo esto en si, no es una prueba “real”
como tal pierde validez y eso ha hecho que muchos se interesen en este tema
abordando desde perspectivas muy diferentes y únicas. Algunas pueden parecer
extrañas otras más familiares, pero la argumentación que dan todos nos planteamos
la pregunta de, ¿Es real lo real? ¿O son simplemente maquinaciones de una mente
primitiva? Cada filoso con él cual trataremos aquí nos da una vista única de lo que
sería la realidad.
Hace unos años científicos del Instituto Max Planck de Cibernética Biológica
pusieron a prueba una teoría famosa, la cual sugiere que sin puntos de referencia
las personas se pierden. Ellos llevaron a los participantes del experimento a un
bosque espeso y les dieron instrucciones sencillas: “Caminen en línea recta”. No
había puntos de referencia visibles. Las personas del estudio tenían que depender
únicamente de su sentido de orientación. ¿Cómo les fue? Mal. Los científicos
concluyeron: “Las personas realmente caminan en círculos cuando no tienen pistas
fiables sobre la dirección de su marcha”. Cuando se les interrogó después, algunos
participantes afirmaron con seguridad que no se habían desviado en lo más mínimo.
A pesar de su gran confianza, los datos de GPS mostraron que caminaron en
círculos, incluso con diámetros de apenas 20 metros. ¿Por qué nos cuesta tanto
caminar en línea recta? Algunos investigadores plantean la hipótesis de que las
pequeñas y aparentemente insignificantes desviaciones en el terreno marcan la
diferencia. Otros han señalado el hecho de que todos tenemos una pierna
ligeramente más fuerte que la otra. Sin embargo, “lo más probable” es que nos
cueste caminar en línea recta “debido a la creciente incertidumbre sobre dónde está
la línea recta”( Sin una referencia, caminamos en círculos. Instituto Max Planck,
2009). Sea cual sea la causa, es la naturaleza humana: sin puntos de referencia
fiables, nos desviamos del curso. Esto Parece probar que los sentidos no son tan
confiables, pues a pesar de que los sentidos les adecuan a los participantes que
estaban de llendo en línea recta, al final fue falso, no fue real esa percepción.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS