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LA SALUD Y EL DESEMPEÑO LABORAL

La salud y el desempeño laboral están estrechamente relacionados.


Un trabajador saludable tiende a ser más productivo, comprometido y
capaz de enfrentar las demandas de su puesto. La Organización
Mundial de la Salud (OMS) define la salud como un estado de
completo bienestar físico, mental y social, no solo la ausencia de
enfermedades, y este bienestar integral es clave para un desempeño
óptimo en cualquier área laboral. Cuando la salud física y mental se
ve afectada, también lo hace la capacidad del trabajador para
contribuir efectivamente a los objetivos de su organización.

Uno de los aspectos más críticos en esta relación es la salud física. Un


entorno de trabajo adecuado, que ofrezca condiciones ergonómicas y
facilite descansos regulares, ayuda a prevenir problemas como el
dolor crónico, el cansancio extremo y las lesiones por movimientos
repetitivos. Por ejemplo, un trabajador que labora en un ambiente con
sillas ergonómicas, buena iluminación y espacio para moverse
libremente es menos propenso a sufrir fatiga y dolencias físicas. Esto
no solo permite una mejor concentración y un desempeño continuo,
sino que también reduce el ausentismo y las incapacidades,
beneficiando tanto al trabajador como a la empresa.

La salud mental también desempeña un papel fundamental en el


desempeño laboral. El estrés crónico, la ansiedad y la depresión,
entre otros trastornos, afectan directamente la productividad. Un
empleado con alta carga de estrés o que enfrenta situaciones
laborales conflictivas suele experimentar agotamiento emocional,
dificultad para tomar decisiones y menor motivación. A nivel
organizacional, la falta de programas de apoyo psicológico y medidas
de prevención del estrés puede llevar a una baja en la moral del
equipo, un aumento en la rotación de personal y una disminución de
la calidad en el servicio o producto ofrecido.

Para contrarrestar estos efectos, cada vez más empresas están


implementando programas de bienestar que incluyen desde espacios
para la práctica de actividad física, hasta terapias y apoyo
psicológico. Estas iniciativas no solo contribuyen a la satisfacción del
empleado, sino que también fortalecen su sentido de pertenencia y
compromiso con la empresa. Un trabajador que percibe que su salud
es valorada y cuidada por su empleador está más dispuesto a invertir
su esfuerzo y talento, lo que impacta directamente en la calidad y
eficacia de sus labores.

En conclusión, la salud y el desempeño laboral son interdependientes.


Un ambiente de trabajo que promueve el bienestar integral de sus
empleados mejora la productividad, el clima laboral y la retención de
talento, generando un círculo virtuoso en el que empresa y trabajador
se benefician mutuamente. Por tanto, la inversión en salud no solo es
un acto de responsabilidad social empresarial, sino una estrategia
clave para alcanzar el éxito organizacional.

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