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SENTENCIA DEFINITIVA Nº 58256

CAUSA Nº 80.517/2016 - SALA VII - JUZGADO Nº 7


En la Ciudad de Buenos Aires, a los 19 días del mes de diciembre de 2023,
para dictar sentencia en los autos: “GARNERO, HÉCTOR ALFREDO C/
TELECOM ARGENTINA S.R.L. S/ DESPIDO”, se procede a votar en el
siguiente orden:

LA DOCTORA PATRICIA SILVIA RUSSO DIJO:


I. El pronunciamiento dictado en la anterior instancia, que hizo
lugar en lo principal a la demanda promovida por despido, viene apelado por
la codemandada TELECOM ARGENTINA S.A. -anterior NEXTEL
COMMUNICATIONS ARGENTINA S.R.L.-, con réplica de la contraria,
conforme se visualiza en el estado de actuaciones del sistema de gestión
Lex100.
Asimismo, la representación letrada de la parte actora -por su
propio derecho- y el perito contador, apelan los honorarios que les fueron
regulados, por estimarlos exiguos.
A modo de síntesis, cabe puntualizar que la Magistrada de origen,
con base en los testimonios rendidos en la causa a propuesta de la parte
actora y en los términos previstos en el art. 23 de la L.C.T., tuvo por
acreditado que GARNERO laboró bajo la dependencia de la codemandada
TELCEL S.A. -la que, en su responde, había negado la existencia del vínculo
invocado-, de modo que consideró legítimo el despido indirecto materializado
por el trabajador con fecha 13 de mayo de 2016 y, consecuentemente, derivó
a condena las indemnizaciones previstas en los arts. 232, 233 y 245 de la
L.C.T., así como la establecida en el art. 80 del mismo plexo legal y la que
dispone el art. 8º de la ley 24.013, con más los agravamientos instituidos en
los arts. 2º de la ley 25.323 y 15 de la ley 24.013 y demás acreencias
derivadas del distracto. Ello, sobre la base de la remuneración y de la fecha
de ingreso denunciadas en el escrito de inicio y que tuvo por ciertas en virtud
de la presunción reglada en el art. 55 de la L.C.T. Asimismo, dispuso la
condena solidaria de la codemandada TELECOM ARGENTINA S.A., en los
términos contemplados en el art. 30 del plexo legal referido.
La codemandada TELECOM ARGENTINA S.A. dice agraviarse
porque la Sentenciante dispuso hacer lugar a la demanda en función de las
consecuencias adversas que, según dice, se derivan de la situación de
rebeldía dictada respecto de la restante accionada y en tanto que, conforme
señala, el fallo declaró improcedente el despido dispuesto por dicha
codemandada y admitió los reclamos indemnizatorios, sin fundarse en
elemento probatorio alguno, sino en una presunción legal, aplicada en
detrimento del derecho de defensa de su mandante. Señala que su parte

Fecha de firma: 20/12/2023


Firmado por: MARIA DORA GONZALEZ, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: PATRICIA SILVIA RUSSO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: MONICA B QUISPE, SECRETARIA DE CAMARA

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negó oportuna y pormenorizadamente los extremos de la relación laboral
denunciados, tales como la fecha de ingreso, tareas, remuneración y
categoría, de modo que -según aduce- la contraria debía acreditar la
veracidad de sus asertos, pese a lo cual la Juzgadora dio por ciertos los
hechos negados por su mandante y que el actor debía acreditar. Sostiene
que, en tales términos, la sentencia incumple los incisos 4) y 5) del art. 163
del C.P.C.C.N., a lo cual agrega que la Sentenciante interpretó en forma
incorrecta los testimonios obrantes en la causa, los que, según señala,
resultan infundados y notoriamente tendenciosos, motivo por el cual -en su
tesis- no son idóneos para acreditar los extremos referidos. Agrega que la
Sentenciante otorgó convicción a las testificales prestadas por los
deponentes ofrecidos por la parte actora, pese a que éstos manifestaron
tener juicio pendiente contra su representada. Argumenta, en función de lo
expuesto, que no existen elementos probatorios para acreditar la fecha de
ingreso, categoría, horario y remuneración invocada ni, en consecuencia, la
improcedencia del despido dispuesto por la accionada, pese a lo cual la
Magistrada hizo jugar una presunción, de modo forzado e injustificado, sin
tener en cuenta que dicha presunción debe estar sustentada en otras
pruebas que en la causa son inexistentes.
Desde otra arista, se queja porque en la sentencia se asignó
responsabilidad solidaria a su mandante en los términos del art. 30 de la
L.C.T. Destaca que TELCEL S.A. se dedica a la explotación de un negocio
del call center, actividad ésta que dista de la normal y específica de su
mandante, orientada a prestar servicios de telecomunicaciones. Expone que
las actividades de call y contact center son extrañas al objeto y finalidad de
su representada, de modo que la condena solidaria dictada resulta
infundada.
También objeta la procedencia del recargo indemnizatorio previsto
en el art. 2º de la ley 25.323 y, al respecto, alega que el actor se colocó
infundadamente en situación de despido indirecto. Puntualiza que la
responsabilidad establecida en el art. 30 de la L.C.T. es refleja y subsidiaria,
esto es, condicionada a un eventual incumplimiento de la real obligada,
motivo por el cual la obligación de abonar el recargo indemnizatorio surge
recién ante el incumplimiento de la empleadora, extremo que, en su tesis,
desliga a su parte de la responsabilidad respectiva.
Asimismo, cuestiona la base de cálculo adoptada por la
Sentenciante de grado para determinar el importe de los rubros derivados a
condena. Señala, sobre esta cuestión, que la presunción aplicada en la
sentencia debe ser avalada por otros medios de prueba, los que, en su tesis,
no se encuentran acreditados en la causa. Agrega que la base de cálculo
utilizada se presenta desproporcionada de acuerdo a los salarios habituales
Fecha de firma: 20/12/2023
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de la actividad de que se trata a la fecha de la ruptura de la relación
invocada, extremo que -según aduce-, obliga a la jurisdicción a acotarla en
uso de las facultades previstas en el art. 56 de la L.C.T. Precisa, sobre el
particular y en orden a la indemnización prevista en el art. 245 de la L.C.T.,
que se prescindió de aplicar el tope establecido en la norma.
Por otra parte, objeta la decisión de grado que ordenó aplicar el
índice denominado IPCBA para actualizar el crédito, con más un interés
moratorio puro del 6% anual, lo cual, según aduce, genera una doble
actualización que agravia a su representada y determina un valor de la
indemnización superior al real, a la par que produce un enriquecimiento sin
causa justificada a favor del trabajador.
Por último, apela lo decidido en el pronunciamiento en materia de
costas, así como los honorarios regulados a la representación letrada de la
parte actora y al perito contador, por estimarlos excesivos.
II. Reseñados sucintamente los planteos recursivos, anticipo que
el primer agravio que expresa la accionada y a través del cual cuestiona la
admisión en grado de las indemnizaciones previstas en los arts. 232, 233 y
245 de la L.C.T., no habrá de recibir, por mi intermedio, favorable resolución,
pues a mi juicio en la sentencia recurrida se han analizado adecuadamente
todos los elementos fácticos y jurídicos de la causa que hacen a los
extremos cuestionados y no veo que en el memorial de agravios se hayan
expuesto datos o argumentos que resulten eficaces para revertir lo resuelto.
Digo esto porque las consideraciones que vierte la apelante en el
segmento en análisis de su presentación recursiva en nada se condicen con
las constancias de la presente causa, ni con lo resuelto en la sentencia que
se pretende cuestionar, de modo que, a mi juicio, el recurso en este aspecto
no satisface siquiera mínimamente las exigencias que establece el art. 116
de la L.O. Nótese que la recurrente alude a un supuesto despido dispuesto
por la codemandada que habría sido declarado improcedente por la Juez de
grado, así como a una presunción que habría sido aplicada en el
pronunciamiento en los términos previstos en el art. 71 de la L.O. y en virtud
de “…la rebeldía dictada respecto de la restante co-accionada…”; sin
embargo, en el caso no se vislumbra configurada la situación que contempla
el citado art. 71 con referencia a la codemandada TELCEL S.A. –la que
compareció a estar a derecho y a contestar la demanda, v. fs. 46-, ni surge
de la sentencia que se haya aplicado la presunción que establece dicha
norma, ni mucho menos que se hubiese declarado “…improcedente el
despido dispuesto por la co-demandada…”, en tanto que lo planteado en el
escrito inicial y que fue examinado en el decisorio en crisis refiere al despido
indirecto perfeccionado por el actor con fecha 13 de mayo de 2016, que fue
considerado legítimo por la Juzgadora de origen quien, luego de examinar
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las pruebas producidas -principalmente, la testimonial y el intercambio
telegráfico- concluyó que en la especie se demostró que TELCEL S.A.
cometió una injuria de suficiente magnitud para impedir la prosecución del
vínculo, sin que pueda advertirse que en el memorial de agravios se
hubiesen cuestionado ni mucho menos rebatido los fundamentos que
condujeron a la Magistrada a decidir del modo en que lo hizo sobre la
cuestión en examen.
Y si bien es cierto que la recurrente -tras objetar la aplicación de
una presunción que, insisto, no ha sido considerada operativa en la especie-,
cuestiona la forma en la que la Judicante de primera instancia valoró los
testimonios aportados por el actor, también es verdad que -al menos desde
mi enfoque- las consideraciones que al respecto se vierten en la pieza
recursiva tampoco satisfacen las exigencias que dispone el art. 116 de la
L.O., puesto que la apelante se limita a señalar en forma dogmática y
genérica que los testimonios aludidos resultan “…infundados y notoriamente
tendenciosos…” y, por consiguiente, “…no resultan idóneos para acreditar la
fecha de ingreso, categoría, horario y remuneración invocados en autos…”,
sin individualizar los testimonios a los que alude, ni mucho menos los tramos
de las declaraciones que evidenciarían los extremos que alega, sin tampoco
indicar los motivos concretos por los cuales los testimonios resultan –en su
tesis- infundados y tendenciosos y sin hacerse cargo de las consideraciones
que expuso la Sentenciante para dar fundamento a su decisión, en cuanto
concluyó que los testimonios en cuestión resultan plenamente convincentes
debido a que se presentan claros, precisos y coincidentes entre sí y con los
hechos expuestos en la demanda, circunstancia que la condujo a otorgarles
plena eficacia probatoria, en los términos regulados en los arts. 90 de la L.O.
y 386 del C.P.C.C.N.
En cuanto al aserto que vierte la apelante y que refiere a que “…el
Sentenciante le otorga convicción a los testimonios vertidos por los
deponentes ofrecidos por la actora […] quienes manifestaron tener juicio
pendiente contra mi representada…”, destaco que, desde mi punto de vista,
tampoco luce hábil para modificar lo resuelto, puesto que la quejosa se limita
a verter la antedicha aseveración, la que también luce genérica y dogmática
–véase que ni siquiera se indica cuál o cuáles de los deponentes se
encontrarían comprendidos en la circunstancia apuntada-, sin cuestionar lo
decidido por la Magistrada de grado, quien efectivamente tuvo en
consideración que únicamente la testigo BARONE manifestó que mantenía
juicio pendiente contra la accionada al tiempo de prestar su declaración, no
obstante lo cual consideró –con criterio que comparto- que esta circunstancia
no invalida sus dichos, por cuanto éstos encuentran respaldo en las
restantes testificales. Agrego a ello que, desde mi punto de vista, la
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circunstancia referida por la recurrente no puede conducir, por sí sola, a
dudar de la veracidad de los dichos de quien declaró bajo juramento, ni basta
para descalificar su testimonio, sino que, en todo caso, impone apreciar las
manifestaciones con mayor rigor, pero no desecharlas, pues no se trata de
un testigo excluido y, en el caso y tal como lo señaló la Juzgadora de primera
instancia, los dichos de la deponente se condicen con los de los restantes
que no se encuentran en igual situación, de modo que no advierto que la
circunstancia apuntada se presente idónea para desacreditar el valor
probatorio de la declaración.
En ese marco, juzgo que los asertos que se vierten en la
presentación recursiva en orden a que “…no existen elementos probatorios
para acreditar la fecha de ingreso, categoría, horario y remuneración…”,
carecen de todo asidero pues, aun si se soslayase el resultado de la prueba
de testigos, lo cierto es que la recurrente tampoco se hace cargo ni mucho
menos rebate lo expuesto por la Juzgadora de origen, en cuanto tuvo por
demostrada la fecha de ingreso -15 de enero de 1998- y la retribución de
$27.500.- denunciadas en la demanda, por aplicación de la presunción
regulada en el art. 55 de la L.C.T., la que -vale destacarlo- no se advierte
desvirtuada por probanza alguna.
En definitiva y en tanto que, en función de lo expuesto, no
encuentro que en la presentación recursiva se hubiesen refutado las
consideraciones esenciales del pronunciamiento recurrido en cuanto admitió
las indemnizaciones por despido, he de propiciar que se desestimen los
agravios vertidos y que se confirme lo decidido en este sustancial punto.
III. La misma solución adversa he de proponer que se adopte con
referencia a los agravios que expresa la accionada y que cuestionan la
condena dictada en grado a su respecto en los términos del art. 30 de la
L.C.T.
Sobre el particular, en primer lugar señalaré que, en este punto, lo
expuesto en el memorial de agravios tampoco se condice con las
constancias comprobadas y reconocidas en la causa, ni con lo resuelto en el
decisorio recurrido. Nótese que, de los términos de la queja, se desprende
que se pretende atribuir a TELCEL S.A. la explotación de un negocio de call
y contact center, pese que la propia recurrente reconoció en su responde que
suscribió con la aludida codemandada un contrato de “agente no exclusivo”,
extremo que, además, luce corroborado con la pericia contable, en la que se
informan las cláusulas del contrato en cuestión, enderezado a “…promover y
comercializar los servicios de telecomunicaciones y los productos de Nextel
según éste libremente determine, con el objeto de lograr la adhesión de
abonados al Servicio, del modo, la forma y con la amplitud que se estipula en
la presente, y exclusivamente en el ámbito de actuación del Agente conforme
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Nextel decida…” –v. cláusula Nro. 1 del contrato adjuntado con la pericia
contable-, extremo que también se encuentra corroborado con las
declaraciones testimoniales obrantes en la causa, por cuanto los tres
deponentes que declararon a instancias del trabajador señalaron en forma
coincidente que TELCEL S.A. comercializaba los productos de NEXTEL
COMMUNICATIONS ARGENTINA S.R.L.
Sentado ello, estimo oportuno recordar que el art. 30 de la L.C.T.
establece que sub-contratista y contratista principal son solidariamente
responsables por las obligaciones laborales y previsionales contraídas con la
persona trabajadora durante el vínculo laboral o al tiempo de su extinción,
cuando se trata de trabajos o servicios correspondientes a la actividad
normal y específica propia del establecimiento. Al respecto, entiendo preciso
destacar que si bien es cierto que del texto de la norma no puede extraerse,
sin más, que un empresario deba responder por todos los contratos de
trabajo que celebran las otras empresas con quienes establece contratos
comerciales, es mi criterio que la extensión de responsabilidad, en los
términos del precepto en análisis, no solo resulta admisible cuando se trata
de servicios o trabajos permanentemente integrados e inseparables de la
actividad principal del establecimiento, sino que también se torna procedente
cuando se trata de tareas que, si bien a primera vista aparecen como
accesorias o complementarias, en la realidad resultan engranajes
imprescindibles del objetivo o fin que persigue la contratante, es decir, que el
precepto comprende no sólo la actividad principal, sino también las
secundarias con las cuales se persigue el logro de los fines empresariales.
En el supuesto bajo examen, en mi óptica resulta claro que el
trabajo cumplido por el actor, orientado a la venta de equipos de NEXTEL
COMMUNICATIONS ARGENTINA S.R.L. –actual TELECOM ARGENTINA
S.A.-, aunque pueda ser calificado de accesorio, se encuentra integrado y
forma parte de la actividad principal de la nombrada, la cual no podría ser
viable sin la venta de sus productos, pues tal tarea contribuye al logro de su
finalidad y objeto y, sin ella, no podría obtenerse el lucro que resulta
inherente a toda actividad comercial, en tanto que es indudable que la
contratante, de no haberse valido de la provisión del servicio por medio de la
restante accionada, se habría encontrado en la obligación de cubrirlo con
personal propio -por cuanto integra la unidad técnica de ejecución-, de modo
que los servicios respectivos constituyen, en mi opinión, presupuestos
fundamentales para que pueda concretarse la finalidad específica propia de
la contratante.
Por todo lo expuesto y habida cuenta que la exigencia del
adecuado cumplimiento de las normas que el precepto en examen impone al
principal respecto del contratista, es una obligación de resultado y no de
Fecha de firma: 20/12/2023
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medios, de modo que “…basta que se produzca el incumplimiento del
contratista o del subcontratista para que aparezca la solidaridad de quienes
hayan cedido o contratado o subcontratado, sin importar, al fin y al cabo, si
se han efectuado los controles a que se refiere el segundo párrafo del
artículo introducido por la ley 25.013…” (cfr. RODRÍGUEZ MANCINI, Jorge,
2001, “Los alcances de artículo 30 de la L.C.T.”, Revista de Derecho Laboral,
Santa Fé: Rubinzal Culzoni Editores, Tomo 2001-1, pág. 160), he de concluir,
tal como adelanté, que la codemandada actualmente denominada TELECOM
ARGENTINA S.A., resulta solidariamente responsable, en los términos del
art. 30 de la L.C.T., respecto de las obligaciones derivadas del vínculo laboral
que el accionante anudó con TELCEL S.A.
No modifican lo expuesto, a mi juicio, las consideraciones vertidas
por TELECOM ARGENTINA S.A. en su memorial de agravios y por las
cuales pretende eximirse de responsabilidad con sustento en que el actor no
se desempeñó bajo su dependencia, puesto que, como es sabido, el
supuesto que contempla el referido art. 30 supone la celebración de
contratos lícitos entre empresas diversas y no implica la atribución del
carácter de empleador al contratista principal, en tanto que lo trascendente
es que la actividad subcontratada resultaba técnicamente indispensable para
la concreción del objeto empresario de la contratante y que el actor se halló
afectado a tales labores, conforme a lo dispuesto en el párrafo cuarto del art.
30 de la L.C.T.
En suma, propicio que el pronunciamiento sea confirmado también
en este punto.
IV. El tercer agravio que expresa la accionada y a través del cual
cuestiona la procedencia del recargo indemnizatorio previsto en el art. 2º de
la ley 25.323, a mi juicio, tampoco se presenta admisible.
Digo esto porque llega firme a esta instancia que el accionante
satisfizo el requisito formal que exige el precepto, en tanto que, en mi
opinión, no resulta adecuada la aplicación de un criterio restrictivo para
evaluar la procedencia del incremento establecido en la norma anteriormente
referida, pues si tal criterio se apoya en la limitación del derecho de defensa
que sufrirían quienes estarían obligados a resignar el debate judicial ante el
riesgo de un incremento de las indemnizaciones, es útil recordar que tanto la
actividad empresarial, como todo proceso judicial, se apoyan en algún grado
inevitable de asunción de riesgos, a lo cual cabe agregar que la
determinación de la existencia de una justa causa de despido, resulta, en
última instancia, judicial, de modo que esta decisión es, en cierta forma,
retroactiva al momento de la desvinculación, circunstancia que justifica, por
ejemplo, el cómputo de intereses.

Fecha de firma: 20/12/2023


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Además, en mi criterio, el citado art. 2º resulta indudablemente
aplicable a los supuestos de despido indirecto, pues no resulta legítimo
efectuar distinciones no contempladas en la ley y, admitir lo contrario,
importaría premiar la conducta de un empleador que, provocando y forzando
una situación injusta en perjuicio de la persona trabajadora, resultara
beneficiado económicamente por el solo hecho de haber evitado definir la
irregularidad laboral que él mismo generó.
Y con referencia a los precedentes jurisprudenciales que se citan
en la presentación recursiva, destaco que, al menos desde mi punto de vista,
la extensión de responsabilidad, en los términos del art. 30, L.C.T.,
comprende a la totalidad de los conceptos diferidos a condena, pues es de la
esencia de las obligaciones solidarias, de acuerdo a lo dispuesto en los arts.
827 y siguientes del Código Civil y Comercial de la Nación, que la totalidad
del objeto de ellas pueda ser demandada a cualquiera de los deudores, sin
que sea válido, a mi juicio, efectuar distinciones no contempladas en la ley.
Por lo tanto, postulo que se confirme la sentencia apelada también
en este aspecto.
V. La codemandada también cuestiona la base de cálculo
adoptada por la Sentenciante de origen para determinar el importe de los
rubros derivados a condena. Sin embargo, desde mi punto de vista, la queja
en este aspecto tampoco luce procedente.
Al respecto, juzgo adecuado señalar en primer término que los
argumentos expuestos por la parte demandada en este punto de su
presentación recursiva, no trasuntan más que una mera disconformidad con
lo decidido, sin que se observe una crítica concreta y razonada de las partes
de la sentencia que se consideran erróneas –cfr. art. 116, L.O.-, habida
cuenta que la apelante se limita a señalar dogmáticamente que la Magistrada
de primera instancia utilizó una base infundada e improcedente y que existe
una notoria desproporción entre dicha base y los salarios de la actividad, sin
hacerse cargo ni rebatir en modo alguno los fundamentos que expuso la
Sentenciante para fijar la retribución base de cálculo, con sustento en la
presunción regulada en el art. 55 de la L.C.T., la que, como ya dije, no luce
desvirtuada por probanza alguna ni requiere –como lo pretende la apelante-
de corroboración por medio de otras pruebas, máxime si la retribución
denunciada, como en el caso –y al menos desde mi enfoque-, no luce
desajustada según la índole de la actividad de que se trata y de las tareas
cumplidas (cfr. art. 56, L.C.T.). Nótese que la recurrente tampoco indica cuál
sería la base de cálculo que considera justa, ni precisa los rubros o importes
que –según su eventual postura- debieron ser excluidos de la cuantificación,
ni mucho menos indica el tope indemnizatorio que –en su consideración-
debió aplicarse, todo ello pese a que se halla cerrado el proceso de
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conocimiento y las partes cuentan con todos los elementos necesarios para
sostener sus respectivas tesituras y la medida de su interés en la Alzada, de
modo que su invocación deviene una carga inexcusable al expresar agravios.
En ese marco, concluyo que presentación recursiva, en este
aspecto, no satisface siquiera mínimamente las exigencias que establece el
art. 116 de la L.O. y, por consiguiente, que carece de habilidad para
modificar la resolución en crisis.
A todo evento, destaco que comparto la tesitura expuesta por la
Judicante, puesto que en la especie la presunción prevista en el art. 55 de la
L.C.T. se tornó operativa en virtud de la comprobación de la existencia del
vínculo laboral invocado en la demanda y de su desarrollo en condiciones de
absoluta clandestinidad desde el punto de vista registral, tal como fue
considerado en la sentencia recurrida, en tanto que, como es sabido, los arts.
53 y 55 del plexo legal anteriormente citado establecen la presunción de
veracidad de las afirmaciones de la persona trabajadora en punto a los datos
que debieron constar en el registro que establece el art. 52 del mismo cuerpo
normativo, salvo prueba en contrario, presunción que, al menos desde mi
punto de vista, se proyecta sobre todos los extremos que debieron constar
en los registros a los que alude el referido art. 55 y que claramente
comprende a las retribuciones devengadas. Es que, tal como se ha dicho
reiteradamente, todo empleador, cualquiera sea el número de trabajadores
que emplee, está obligado a llevar un libro especial, registrado y rubricado,
en las mismas condiciones que se exigen para los libros principales de
comercio (art. 52, L.C.T.), de modo que, quien insatisface dicha obligación,
debe correr con las consecuencias de su inactividad.
Y bien, como ya lo expresé, la apelante no produjo prueba alguna
que sea hábil para desactivar la presunción anteriormente referida,
circunstancia que, en mi opinión, sella la suerte adversa de la queja en
análisis.
VI. La codemandada también objeta la decisión de grado que
ordenó aplicar al capital nominal de condena el índice denominado IPCBA
para actualizar el crédito, con más un interés moratorio puro del 6% anual.
Sin embargo, no encuentro que los argumentos vertidos resulten
eficaces para modificar lo resuelto, puesto que, en mi criterio, el recurso en
este punto tampoco satisface las exigencias establecidas en el art. 116 de la
L.O., en tanto que la apelante limita su argumentación recursiva a sostener
que lo decidido impone una doble actualización que genera un supuesto
enriquecimiento sin causa en favor del accionante, sin exponer pauta alguna
que demuestre que, en el concreto caso de autos, lo ordenado en la
sentencia de grado deriva en un resultado alejado de la realidad económica,
en comparación con el deterioro del signo monetario producido por el
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fenómeno inflacionario y la compensación que corresponde al acreedor por
la privación del capital. A ello se agrega que la recurrente tampoco expone
cuestionamiento alguno con referencia a la resolución dictada por la
Magistrada de primera instancia, a través de la cual declaró la
inconstitucionalidad del régimen jurídico que prohíbe la actualización
monetaria, declaración que, de tal modo, llega firme a esta Alzada.
Tampoco encuentro que asista razón a la apelante cuando
sostiene que la decisión que cuestiona genera una doble actualización del
crédito, puesto que los intereses no pueden confundirse con el mecanismo
de actualización ordenado en autos –el cual, por lo anteriormente expuesto,
no encuentro debidamente cuestionado en los términos que exige el art. 116
de la L.O.-, en tanto que se trata de accesorios del capital, que compensan
su no uso.
En función de lo señalado y en tanto que, desde mi óptica,
tampoco resulta posible acceder a la petición que se articula en el memorial
recursivo y a través de la cual se pretende la aplicación de la tasa prevista en
el Acta Nro. 2601 de esta Cámara, puesto que en el Acta de mención se fijó
la tasa nominal anual para préstamos personales libre destino del Banco de
la Nación Argentina para un plazo de 49 a 60 meses, en tanto que la referida
entidad bancaria modificó el régimen de devolución de los referidos
préstamos personales en marzo de 2016 –esto es, con anterioridad al
distracto de autos-, he de propiciar que se confirme lo decidido en primera
instancia sobre el tópico en examen.
VII. En atención a la propuesta que dejo formulada, no encuentro
mérito alguno para modificar lo resuelto en grado en materia de costas,
puesto que ello se compadece con el principio rector en la materia, plasmado
en el art. 68 del C.P.C.C.N., que encuentra su razón de ser en el hecho
objetivo de la derrota.
De acuerdo al mérito, importancia, calidad, naturaleza y extensión
de las tareas profesionales desempeñadas, así como al resultado alcanzado,
a las etapas procesales cumplidas y a las normas arancelarias aplicables
-cfr. ley 21.839, art. 38 de la L.O. y art. 13 de la ley 24.432, en concordancia
con lo decidido por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el
precedente “Establecimientos Las Marías S.A.C.I.F.A. c/ Misiones, Provincia
de s/ acción declarativa”, del 4 de setiembre de 2018-, estimo que los
honorarios regulados a la representación letrada de la parte actora y al perito
contador Mariano Ernesto AIMONE lucen reducidos, motivo por el cual, en
virtud del recurso interpuesto por los profesionales involucrados, postulo que
sus honorarios se eleven al 16% y al 7% respectivamente, del monto final por
el que prospera la pretensión, comprensivo de capital, actualización e
intereses.
Fecha de firma: 20/12/2023
Firmado por: MARIA DORA GONZALEZ, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: PATRICIA SILVIA RUSSO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: MONICA B QUISPE, SECRETARIA DE CAMARA

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VIII. En atención a la forma en la que se resuelve el recurso y en
tanto que mantiene su calidad de vencida, propongo que las costas de esta
Alzada sean impuestas a la codemandada TELECOM ARGENTINA S.A. (cfr.
art. 68, C.P.C.C.N.).
Por último, propongo que se regulen los honorarios de la
representación y patrocinio letrado de las partes intervinientes, por las
labores profesionales cumplidas en esta instancia, en el 30% (treinta por
ciento), respectivamente, del importe que en definitiva les corresponda
percibir por su actuación en origen (cfr. arts. 16 y 30, ley 27.423).

LA DOCTORA MARÍA DORA GONZÁLEZ DIJO: Por análogos fundamentos,


adhiero al voto de la Dra. Russo.

LA DOCTORA SILVIA E. PINTO VARELA: No vota (art. 125 L.O.).

A mérito de lo que resulta del precedente acuerdo, el Tribunal


RESUELVE: 1) Confirmar el pronunciamiento apelado en todo cuanto decide
y resultó materia de recurso y agravios, a excepción de los honorarios
regulados a la representación letrada de la parte actora y al perito contador
Mariano Ernesto AIMONE, los que se elevan a los siguientes porcentajes:
16% (dieciséis por ciento) y 7% (siete por ciento), respectivamente, del
monto final por el que prospera la pretensión, comprensivo de capital,
actualización e intereses. 2) Imponer las costas de esta Alzada a cargo de la
codemandada TELECOM ARGENTINA S.A. 3) Regular los honorarios de las
representaciones letradas intervinientes, por los trabajos profesionales
desempeñados ante esta Alzada, en el 30% (treinta por ciento),
respectivamente, del importe que en definitiva les corresponda percibir por
sus actuaciones en origen. 4) Oportunamente, cúmplase con lo dispuesto en
el art. 1º de la ley 26.856 y con la Acordada de la CSJN Nº 15/2013.
Regístrese, notifíquese y devuélvase.

Fecha de firma: 20/12/2023


Firmado por: MARIA DORA GONZALEZ, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: PATRICIA SILVIA RUSSO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: MONICA B QUISPE, SECRETARIA DE CAMARA

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