RAMOS MORA C. NARCHI
RAMOS MORA C. NARCHI
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I. Contra la sentencia de fs. 140/148 apela la parte actora a fs. 149/150, sin
contestación de la contraria. También se alza contra aquélla la parte demandada a fs.
163/168, presentación cuya réplica luce a fs. 172.
II. Tengo presente que la señora Jueza a quo hizo lugar a la acción incoada por el
Sr. Jhonathan Reivi Ramos Mora en lo principal de su reclamo. Así, condenó a la demandada
al pago de indemnizaciones por despido indirecto, multas previstas en los artículos 2° de la
ley 25.323 y 80 LCT y demás rubros correspondientes a la liquidación final.
El actor se agravia por haber sido rechazada la multa normada en el artículo 1°
de la ley 25.323 y por la imposición del 15% de las costas a su cargo.
La accionada se queja porque se tuvo por resuelto el vínculo con motivo del
despido dispuesto por el trabajador, sin que fuera validada la renuncia operada con
anterioridad, y por la condena al pago de diferencias salariales y de las multas establecidas
en los artículos 2° de la ley 25.323 y 80 LCT.
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dispuesto por éste. Así, en términos que aquí abrevio, tuvo por comprobado que el trabajador
continuó prestando servicios no obstante haber renunciado a su empleo, resultando por dicha
circunstancia –y sin perjuicio de que tal dimisión no resultó controvertida– la invalidez de la
renuncia voluntaria. De tal modo, el contrato se prolongó hasta que fuera denunciado y
extinguido por decisión unilateral del dependiente, esta vez, motivado en la falta de respuesta
a las intimaciones cursadas por diversas injurias contractuales que endilgó a su empleador.
La demandada se agravia de la valoración de las testificales que la sentenciante
de grado efectuó para concluir como lo hizo. También insiste en la eficacia del acto de
renuncia, en cuanto a que el mismo no se encuentra viciado. Sin embargo, sobre este último
punto, no encuentro discrepancia entre su postura y la del pronunciamiento apelado, puesto
que –en ambos casos– se afirma la ausencia de vicios que pudieran tachar de inválido al acto
emanado voluntariamente por parte del accionante. En otro orden, cuestiona la validez de la
causa invocada que derivó en la extinción del contrato dispuesta por el trabajador. En tal
sentido, la empresa sostiene que no existieron ni diferencias salariales no reconocidas ni
salarios devengados impagos que otorguen derecho a reclamo alguno.
En primer término, resulta necesario determinar en qué circunstancias de modo y
tiempo fue disuelto el vínculo laboral. Adelantando opinión, debo decir que comparto lo
resuelto por la Jueza de instancia anterior, pues resulta acertada su solución.
Advierto que en la causa constan dos declaraciones testificales: Salvatierra (fs.
128), testigo propuesta por la parte demandada, declaró “(...) que sabe que el actor se fue en
junio del 2015”, mientras que Inca Rodríguez (fs. 129), testigo propuesto por la parte actora,
dijo “que el actor trabajó hasta junio o julio de 2015... que aclara que (él) dejó de trabajar
después que el actor, por lo tanto ratifica que el actor trabajó hasta el año 2015”. Valoradas
las mismas, en conjunto y a la luz de las reglas de la sana crítica (art. 386 del CPCCN), por
ser claras, precisas, concordantes y complementarias, y por provenir de personas que
compartieron el tiempo y el lugar de trabajo con el accionante, llevan a mi convicción que el
trabajador continuó prestando servicios en favor de la empresa aún con posterioridad a la
renuncia operada el 09/05/2015. Ello evidencia que ambas partes decidieron tácitamente
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dejar sin efecto tal dimisión, retractación que no se encuentra prohibida por el ordenamiento,
adoptando conductas en favor de la continuación del vínculo: el dependiente, concurriendo al
establecimiento a laborar; el empleador, siendo permisivo a ello. De tal modo, el contrato
continuó vigente hasta el 01/07/2015, fecha en la cual devino el despido indirecto decidido
por el actor.
La accionada también cuestiona la causal determinada para validar la extinción.
Argumenta que no contrajo deuda alguna con el actor, puesto que no corresponde el pago de
diferencias salariales ni tampoco se devengaron remuneraciones que resultaron impagas. Al
respecto, advierto que –en su memorial recursivo– es la propia accionada quien reconoce la
existencia de diferencias salariales. A fs. 165 vta., reveló que “(...) si bien ha sido
demostrada la existencia de la diferencia salarial reclamada, su monto no justifica la
sanción mayor de todas que es la extinción del vínculo laboral (...)”. Ante tal
reconocimiento, resulta ocioso efectuar cualquier examen sobre el hecho controvertido
aludido, aunque añado que –conforme surge del intercambio epistolar– la empleadora fue
debidamente intimada al pago reclamado y ésta lo negó, bien sea por su silencio mantenido,
bien sea por las manifestaciones expresadas en sus cartas documento despachadas (v.
telegramas a fs. 4 y 5, CD insertas en el sobre glosado por cuerda e informe del Correo a fs.
61).
En tal sentido, en el caso, considero que la omisión del pago de remuneraciones
constituyó una injuria de una gravedad tal que impidió la prosecución del vínculo (art. 242
LCT), todo lo cual deviene en legítima la decisión rupturista decidida por el accionante,
generándose en su favor el derecho al cobro de las indemnizaciones por despido (arts. 232,
233 y 245 LCT), de las diferencias salariales y de la multa normada en el artículo 2° de la ley
25.323, atento a que el accionante intimó fehacientemente a la percepción de aquéllas, sin
éxito (v. TCL a fs. 6 y su reconocimiento implícito en la contestación mediante la CD
663940615 que se encuentra inserta en el sobre glosado por cuerda).
Asimismo, la quejosa discute la cuantía determinada en concepto de diferencias
salariales. Así, efectúa sus propios cálculos, sosteniendo que las diferencias acumuladas al
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mes de mayo –conforme a los parámetros tomados por la sentenciante– ascenderían a la
suma de $ 10.735,23, solicitando que se revoque lo resuelto, en cuanto otorgó progreso por
el importe de $ 31.334,40. Sin embargo, advierto que la a quo se basó en lo informado en el
peritaje contable que luce a fs. 76/88. Considero que el informe pericial contiene suficiente
valor probatorio, sin perjuicio de destacar que no fue impugnado por la ahora agraviada.
Las ponderaciones apuntadas me inclinan a proponer que se confirme lo resuelto
en origen.
IV. La parte actora se queja por haber sido rechazada la imposición de la multa
establecida en el artículo 1° de la ley 25.323. Argumenta que, al momento del despido, la
relación laboral se encontraba al margen de toda registración, destacando que la sentenciante
en origen reconoció haber comprobado que el vínculo continuó luego de efectuada la
renuncia.
Preliminarmente, destaco que la apelante introduce ante esta alzada un
argumento de hecho que no fue planteado en la demanda. De tal modo, al peticionar por la
partida en cuestión, expuso que “(...) se reclama la sanción prevista por el art. 1 de la ley
25.323, toda vez que al momento de la desvinculación, el vínculo laboral se encontraba
registrado en forma deficiente, no habiendo reconocido la accionada su real fecha de
ingreso” (v. fs. 13). Es decir, no sostuvo que la aplicación de la sanción corresponde por
haberse encontrado trabajando clandestinamente durante el lapso transcurrido con
posterioridad a la renuncia, tal cual lo plantea al expresar el agravio en su apelación, sino que
lo funda en una deficiente registración de la fecha de ingreso. Al respecto, debo destacar que
el artículo 277 CPCCN impide a este tribunal fallar sobre capítulos no propuestos a la
decisión del juez de primera instancia.
Sin perjuicio de lo dicho, el razonamiento que traza la quejosa es inválido. Lo
resuelto en grado –y que aquí se confirma– supone considerar que el vínculo no se extinguió
por motivo de la renuncia presentada, sino que el contrato –el que se encontraba registrado–
no tuvo solución de continuidad sino hasta acaecido el despido indirecto. En tal inteligencia,
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mal puede una relación registrada dejar de estarlo –aun cuando fuese una registración
deficiente, por falsedad en la fecha de ingreso o en la remuneración declarada– si no media
una causal de extinción, cualquiera fuera. De tal modo, reitero, la solución propuesta admite
que, en el caso, operó el despido indirecto como único modo extintivo en el vínculo entre las
partes. En suma, no se verifican los presupuestos fácticos que exige la norma para habilitar la
procedencia de la multa prevista, puesto que no resulta comprobada ninguna hipótesis de
trabajo clandestino (arts. 7, 8, 9 y 10 de la ley 24.013).
Por los motivos expuestos, sugiero rechazar el agravio y confirmar lo resuelto en
la instancia previa.
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la intimación efectuada por el actor en los términos del decreto 146/01, colocando los
mismos a disposición del accionante en sendas oportunidades.
Al respecto, esta Sala tuvo oportunidad de señalar en la causa “Bucchiardi
Verónica c/ ALBA Cía. Argentina de Seguros SA s/ despido” (SD 93.252 del 26/12/2018)
que “(...) más allá de la obligación del empleador de entregar los certificados previstos por
el art. 80 LCT teniendo en cuenta las aludidas diferencias salariales admitidas en el
decisorio, circunstancias que fueron declaradas recién al momento de dictarse la sentencia
definitiva-, tal como se dispuso en origen, en el caso de autos no corresponde se admita el
pago de la multa prevista en esa disposición. Hago tal afirmación porque
independientemente de las diferencias salariales devengadas, lo cierto es que si bien se
reconoció el derecho a percibirlas, la demandada no tenía obligación de registrar sumas
que no abonaba al trabajador y en consecuencia la obligación que el art. 80 LCT pone en
cabeza del empleador se limita a hacer entrega de los certificados que prevé dicha norma de
acuerdo a las registraciones que obran en los libros de la empresa (...)”. Dicho
razonamiento también resulta válido ante circunstancias como las del caso, en las cuales no
sólo se ha reconocido la existencia de diferencias salariales, sino también una fecha de
extinción del vínculo disímil a la considerada por el otrora empleador.
Por los fundamentos expuestos, corresponde admitir este segmento de la queja
interpuesta por la accionada y detraer la suma de $ 27.221,76 del capital de condena,
debiéndose fijar uno nuevo en el importe de $ 103.426,67 (130.648,43 – 27.221,76).
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VII. En cuanto a las costas ante esta alzada, sugiero imponerlas en el orden
causado (art. 68, 2º párrafo, CPCCN). Propicio regular los honorarios de las representaciones
letradas de la parte actora y de la demandada en el 30%, para cada una de ellas, de lo que les
corresponda percibir por su labor en la instancia anterior (art. 14 de la ley 21.839).
Que adhiere al voto que antecede, por compartir sus fundamentos y conclusiones.
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saber a las partes que la totalidad de las presentaciones deberán efectuarse en formato digital
(CSJN, punto N° 11 de la Ac. 4/2020, reiterado en los Anexos I y II de la Ac. 31/2020).
Regístrese, notifíquese, oportunamente comuníquese (art. 4º, Acordada CSJN Nº
15/13) y devuélvase.
Ante mí:
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