Arte Gótico

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ARTE GÓTICO

“Gótico”: término que introdujo por primera vez Giorgio Vasari en el siglo XVI para designar
aquellos edificios de tradición no greco-latina, es decir, de tradición goda
(germánica/Centroeuropa).

ARQUITECTURA GÓTICA

La arquitectura gótica se caracteriza por su búsqueda de altura y luminosidad en los edificios,


lo que se logra a través de nuevos elementos constructivos. Los muros se hacen más altos y
ligeros, permitiendo la incorporación de grandes vanos como vidrieras y rosetones que
inundan el espacio interior de luz. Uno de los rasgos distintivos del estilo gótico es el arco
apuntado o ojival, junto con variantes como el arco conopial, carpanel y mixtilíneo. La bóveda
de crucería o nervada, que puede ser cuatripartita, sexpartita, de terceletes, estrellada o de
abanico, se convierte en un elemento estructural clave. Además, los arbotantes, que son
prolongaciones voladizas de los contrafuertes, sostienen los muros sin necesidad de adosarse a
ellos, permitiendo así la apertura de amplios vanos. Los pináculos, que decoran los arbotantes,
cumplen una función tanto ornamental como estructural.

La cabecera de las iglesias góticas se alarga, y se incorporan más capillas radiales en esta área.
El periodo del gótico inicial, que se desarrolla a finales del siglo XI y a lo largo del XII, está
marcado por la fundación de la orden del Císter por Roberto de Molesmes, quien, alarmado
por la riqueza de Cluny, buscó una vida monástica más austera y dedicada al trabajo. Este
deseo de pobreza y de vuelta a la regla de San Benito se refleja en la arquitectura de los
monasterios cistercienses, que inicialmente son construidos de madera y adobe y más tarde en
piedra, manteniendo un diseño diáfano y sin adornos para evitar distracciones durante la
oración. Ejemplos de estos monasterios en España incluyen el Monasterio de Poblet en
Tarragona, el Monasterio de Santa María de Huerta en Soria y el Monasterio de Las Huelgas en
Burgos.

El gótico pleno, que abarca desde mediados del siglo XII hasta el XIV, se caracteriza por la
transición de la austeridad de los monasterios cistercienses a la opulencia de las catedrales
urbanas. En este periodo, el abad Suger ordena la reforma de la abadía de Saint Denis en
Francia, introduciendo una nueva ideología que valora la construcción de templos espléndidos
como forma de alabanza a Dios. Las primeras catedrales góticas surgen en este contexto,
incluyendo Saint Denis, Notre Dame, Chartres, Reims y Amiens, todas con fachadas en forma
de H y dos torres gemelas. Estas catedrales presentan capiteles decorados con motivos
vegetales y tímpanos que representan figuras religiosas, como la Virgen y un Cristo que sufre,
en lugar de un Cristo ajusticiado. La Sainte Chapelle en París, construida en el siglo XIII bajo el
reinado de San Luis, es notable por su estructura llena de vidrieras, diseñada para albergar
reliquias de la Pasión de Cristo.

La arquitectura gótica también refleja el cambio social de la época, con la concentración de la


población en ciudades y el surgimiento de la burguesía. Esto da lugar a nuevas tipologías de
edificios, como la Lonja de la Seda en Valencia y el Ayuntamiento de Lovaina en Bélgica, que
responden a las necesidades de esta emergente clase urbana.

Finalmente, el gótico tardío, que se extiende desde el siglo XV hasta principios del XVI, también
conocido como gótico flamígero, se caracteriza por una abundancia decorativa. Elementos
como el gablete, que es un remate triangular sobre las puertas, y las agujas en las torres, se
hacen comunes. Los arcos y las bóvedas se vuelven más complejos, incluyendo formas como el
arco conopial y la bóveda estrellada. Ejemplos destacados de este periodo incluyen la Catedral
de Ruán y la Catedral de Tours en Francia, que ilustran la evolución y sofisticación de la
arquitectura gótica.

ARQUITECTURA GÓTICA ESPAÑOLA

La arquitectura gótica en España se introdujo a través de varios canales, destacándose la


influencia de los monasterios cistercienses como los de Poblet en Tarragona, Santa María de
Huerta en Soria y Las Huelgas en Burgos. Arzobispos que viajaban por Europa también
desempeñaron un papel importante al buscar arquitectos franceses para reformar sus sedes.
Hacia finales del siglo XII, se comienzan a erigir catedrales protogóticas en regiones como
Castilla, donde se mezcla la tradición románica con el nuevo estilo gótico, como se observa en
las catedrales de Cuenca y Ávila.

En el siglo XIII, las catedrales comenzaron a ser construidas por arquitectos franceses o
siguiendo sus modelos, destacando la Catedral de Burgos, comenzada en 1221, y la Catedral de
Toledo, iniciada en 1226, bajo la dirección del arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada y del rey
Fernando III el Santo. La catedral de Toledo se convierte en la más grande del mundo en su
estilo gótico, con una planta de salón rectangular y arcos polilobulados inspirados en el arte
hispano-musulmán. La Catedral de León, finalizada en 1255, también forma parte de este
movimiento.

A lo largo del siglo XIV, se construyen importantes catedrales en Aragón, como la Catedral de
Palma de Mallorca y Santa María del Mar en Barcelona. El siglo XV marca el comienzo del
gótico final, también conocido como gótico flamígero, que se extiende por toda la Península.
Durante este período, las obras realizadas bajo el reinado de los Reyes Católicos se clasifican
como Gótico Isabelino, destacando por su riqueza decorativa y el uso de elementos heráldicos.
La Catedral de Sevilla, inaugurada en 1433, se convierte en la más grande del mundo,
superando a la de Toledo, y mezcla elementos góticos con características del Renacimiento.

Las catedrales existentes experimentan un enriquecimiento decorativo gracias a artistas


centroeuropeos, como la Capilla de Don Álvaro de Luna en la Catedral de Toledo, obra de
Hanequín de Bruselas, y la Capilla del Condestable en la Catedral de Burgos, diseñada por
Simón de Colonia. El Monasterio de San Juan de los Reyes en Toledo, obra de Juan Guas, se
erige como lugar de enterramiento de los Reyes Católicos y simboliza su victoria en la batalla
de Toro, asegurando su dominio en Castilla.

Finalmente, en el siglo XVI se construyen algunas de las catedrales góticas más tardías de
Europa, como la Catedral de Segovia y la nueva Catedral de Salamanca, ambas obras de Juan
Gil de Hontañón y Rodrigo Gil de Hontañón. Además, el gótico civil se manifiesta en
edificaciones como la Lonja de la Seda y las Torres de Serranos en Valencia, así como en el
Palacio de la Generalitat en Barcelona, reflejando la evolución del estilo en el contexto urbano.

ESCULTURA GÓTICA

La escultura gótica nació en Francia a finales del siglo XII y se caracterizó por un realismo y una
expresión que reflejaban movimiento, ejemplificado en el ángel sonriente de la Anunciación en
las jambas de la catedral de Reims. A medida que se desarrollaba, la escultura se liberó del
marco arquitectónico, creando grupos escultóricos que interactuaban entre sí, lo que marcó
una desacralización del arte, ya que comenzó a incluir temas no solo religiosos, sino también
laicos, como retratos de la nobleza y el clero. La figura de la Virgen adquirió un protagonismo
especial, reflejada en muchas catedrales dedicadas a ella, donde la Virgen con el Niño se
representaba como una madre dulce y maternal, mientras que la Piedad mostraba a Cristo
muerto en brazos de su madre, generando una profunda conexión emocional. En este
contexto, se representó a Cristo de diversas maneras, desde el Varón de Dolores, que
mostraba sus llagas de la Pasión, hasta el Cristo Maestro, que aparecía vestido y humano.

Los evangelios apócrifos influyeron en la iconografía de esta época, dando lugar a escenas
cotidianas como el primer baño del Niño. Las vidas de los santos, como se recogía en La
Leyenda Dorada de Jacobo de la Vorágine, se convirtieron en modelos a seguir. Francia fue
precursora de esta escultura gótica, que se vinculó estrechamente a la arquitectura, como se
puede ver en las portadas de las primeras catedrales góticas, como las de Saint Denis, Notre-
Dame, Chartres, Reims y Amiens, donde se evidenció una evolución técnica e iconográfica que
se extendió por toda Europa.

Cada región adaptó estas características generales a su propio contexto. En Borgoña, la


escultura se liberó completamente del marco, mostrando monumentalidad y teatralidad,
como se aprecia en obras de Claus Sluter, como El Pozo de Moisés y el sepulcro de Felipe el
Atrevido. En Italia, la escultura fue fuertemente influenciada por el arte romano, utilizando
relieves inspirados en sarcófagos romanos y favoreciendo el uso de mármol en lugar de
madera policromada, destacando obras como el púlpito del baptisterio de Pisa, obra de Nicola
Pisano, y el púlpito de Giovanni Pisano.

En España, los relieves estaban en su mayoría asociados a portadas, donde los personajes
adquirieron un mayor realismo, influenciados por el estilo francés. El Pórtico de la Gloria en la
catedral de Santiago de Compostela muestra esta transición entre el románico y el gótico,
mientras que la Puerta del Sarmental de la catedral de Burgos es el testimonio más antiguo de
la escultura gótica en la Península. La Virgen Blanca, en el parteluz de la catedral de León,
presenta una sonrisa arcaica, mientras que la escultura de bulto redondo, como la Virgen
Blanca de la catedral de Toledo, muestra más expresión y sentimiento.

Los retablos, siempre de madera policromada y estofados, también fueron un elemento


destacado de la escultura, como se puede ver en el retablo mayor de la cartuja de Miraflores
en Burgos, obra de Gil de Siloé, que presentaba una originalidad compositiva. En cuanto a los
sepulcros, el arcosolio se utilizaba para albergar un difunto, generalmente en actitud orante,
como se ve en el sepulcro de Alfonso de Castilla en la Cartuja de Miraflores, mientras que el
Doncel de Sigüenza en la catedral de Sigüenza presenta a un difunto recostado. Los sepulcros
exentos, como el de Juan II de Castilla e Isabel de Portugal, también mostraban un gran nivel
de detalle y expresividad en la escultura gótica.

LA PINTURA GÓTICA

La pintura gótica, que se desarrolló principalmente entre los siglos XII y XV, sufrió
transformaciones significativas en su estilo y técnica, destacándose en varios aspectos que
marcaron su evolución. Uno de los cambios más evidentes fue la disminución de los muros de
las iglesias, que dio paso a grandes vidrieras. Este cambio estructural redujo la necesidad de
pintura mural al fresco, lo que impulsó el auge de la pintura para retablos, principalmente
sobre tabla. A lo largo de este periodo, la percepción del pintor también se transformó: dejó
de ser considerado un mero artesano para convertirse en un artista reconocido con
habilidades intelectuales superiores, un cambio que permitió a muchos de ellos firmar sus
obras, reclamando así su autoría y creatividad.

La pintura gótica puede dividirse en cuatro estilos principales, cada uno con características
distintivas. El primero, conocido como gótico lineal o franco-gótico, floreció en el siglo XIII y se
caracterizó por el dominio de la línea sobre el color. Los artistas de este estilo utilizaban
colores planos, como azul, amarillo, verde y rojo, que carecían de volumen y
tridimensionalidad. A pesar de esta limitación, el gótico lineal ejerció una profunda influencia
en toda Europa, ejemplificada en obras como el Salterio de Blanca de Castilla y la Biblia de San
Luis, ambas con significativas contribuciones a la iconografía religiosa.

El segundo estilo, el italo-gótico, surgió en el siglo XIV, también conocido como Trecento, y
marcó un notable punto de inflexión en la evolución de la pintura. Giotto, uno de sus
exponentes más destacados, trabajó en la Capilla de la Arena en Padua, donde introdujo una
nueva forma de expresión y movimiento en las figuras. Su trabajo se caracterizaba por la
representación de escenas complejas que incluían múltiples personajes, como se observa en el
famoso beso de Judas. Además, Giotto buscó la tridimensionalidad mediante la introducción
de paisajes realistas, el uso de perspectivas con puntos de fuga, y colores modulados que
ofrecían variaciones de tono, saturación y luminosidad, proporcionando así una sensación de
volumen. Otras técnicas, como el escorzo y el sfumato, también jugaron un papel crucial en la
representación más naturalista de las figuras. Otros artistas notables de este periodo incluyen
a Simone Martini, conocido por su obra "Anunciación", y los hermanos Lorenzetti, cuyo
"Alegoría del Buen y el Mal Gobierno" reflejó temáticas laicas.

El gótico internacional, que también se desarrolló en el siglo XIV, representa una fusión entre
las características del gótico lineal y el italiano, marcando un momento de intercambio cultural
y estético entre artistas que viajaban por toda Europa. Este estilo emergió principalmente en
las cortes ducales de Borgoña y Berry, Francia, donde se estableció una estética común gracias
a la colaboración entre artistas. Los hermanos Limbourg, con su obra "Las muy ricas horas del
duque de Berry", y Nicolás Francés, con su "Retablo de la vida de la Virgen y de san Francisco",
son ejemplos significativos de esta corriente que integra el detallismo del gótico lineal con la
tridimensionalidad del arte italiano.

Por último, el gótico flamenco del siglo XV se caracteriza por la obra de un grupo de pintores
conocidos como los primitivos flamencos, quienes realizaron una profunda transformación en
la técnica pictórica. Este estilo se centró en el uso exclusivo de la tabla y perfeccionó la técnica
del óleo, que permite una mezcla más rica de colores y una gran variedad de efectos
pictóricos. La atención al detalle fue extrema, lo que se tradujo en rostros, objetos y telas
elaboradamente representados, así como en la utilización del claroscuro para crear
profundidad. La Devotio moderna, una corriente espiritual que promovía la oración privada
mediante la contemplación de imágenes religiosas, llevó a un aumento en la demanda de
pequeñas tablas, lo que expandió el mercado de la pintura gótica más allá de la iglesia y la
nobleza hacia los burgueses. Este periodo también vio la inclusión de temas religiosos en
contextos cotidianos y una proliferación de retratos, donde los personajes religiosos y los
mecenas de la época compartían el mismo espacio, rompiendo las barreras entre lo sagrado y
lo secular en el arte.
La pintura gótica se desarrolló a lo largo de los siglos XII al XVI, experimentando notables
transformaciones que la llevaron a convertirse en un reflejo de las complejas realidades
sociales y espirituales de su tiempo. En la primera mitad del siglo XV, la figura de Jan van Eyck
se destaca como un pionero del arte flamenco, marcando un hito con su obra maestra, "El
Políptico del Cordero Místico" en Gante, Bélgica. Esta obra monumental presenta un polipicto
dividido en dos secciones: en la parte cerrada, los donantes y los santos Juanes están
representados en grisalla, una técnica que simula el relieve escultórico, aportando profundidad
y realismo a la escena. La parte superior, que muestra la Anunciación, conecta lo sagrado con
la realidad cotidiana, una dualidad que se expresa a través de la representación de una ciudad
flamenca visible a través de la ventana. La sombra ficticia del marco sobre el pavimento crea
una continuidad entre el espacio pictórico y el mundo real, reflejando la influencia de la
Devotio moderna, una corriente espiritual que buscaba una conexión más personal con lo
divino.

Al abrir el polipicto, se revela una rica iconografía: la Deesis, que incluye a Cristo, la Virgen y
san Juan Bautista, se presenta con un enfoque en la humanización de las figuras. Esta
humanización se ve reflejada en las representaciones de Adán y Eva, que muestran cuerpos
realistas y detallados, despojados de idealización. El efecto de trampantojo se utiliza de
manera magistral en el pie de Adán, que parece salir del marco, creando una ilusión de
profundidad. La escena central de adoración del Cordero, basada en la visión del Apocalipsis
de san Juan, es rica en simbolismo, donde el Cordero sobre la mesa de altar se convierte en un
poderoso símbolo de la Eucaristía. La sangre que mana del costado del Cordero se recoge en
un cáliz, mientras que del altar surgen hostias, representando la fuente de la vida eterna. Esta
complejidad se ve acompañada por la presencia de ángeles y figuras diversas que, en su
adoración, reflejan la pluralidad de la experiencia humana.

Otra de las obras emblemáticas de Van Eyck es "El Matrimonio Arnolfini", donde se retrata a
una pareja de comerciantes italianos. Esta escena, cargada de simbolismo, utiliza elementos
como las naranjas, el perro y la vela para transmitir significados más profundos, incluyendo la
fertilidad y la pureza. En el espejo del fondo, se refleja la pareja junto al pintor y,
posiblemente, un sacerdote, lo que sugiere la formalidad del acto matrimonial. La firma de Van
Eyck, “Jan van Eyck estuvo aquí”, posiciona al artista no solo como creador, sino también como
testigo del momento, marcando el surgimiento de una nueva clientela: la burguesía. Esta
nueva dinámica de encargos también se evidencia en "La Virgen del Canciller Rolin", donde el
canciller se presenta como donante orante ante la Virgen, mostrando una ambigüedad entre el
mundo pictórico y el real. La obra establece un diálogo entre el arte y la espiritualidad, y en "La
Virgen del Canónigo Van der Paele" se observa un enfoque similar, donde los santos actúan
como intermediarios ante la Virgen, introduciendo un hombre con un turbante rojo que
simboliza el renacer del arte laico.

A medida que avanzamos hacia la segunda mitad del siglo XV, Rogier van der Weyden se
convierte en otra figura clave con su obra "El Descendimiento". Pintado para la capilla de
Nuestra Señora Extramuros en Lovaina, esta obra se concibe como un grupo escultórico dentro
de un retablo, donde el fondo dorado y la disposición teatral de las figuras crean un efecto
envolvente. Las emociones se transmiten a través de un detallismo extremo, donde cada
lágrima y cada pliegue de la tela son cuidadosamente representados. La técnica del compassio
Mariae se convierte en un elemento central, estableciendo un paralelismo conmovedor entre
las vidas de Cristo y la Virgen, acentuando la carga emocional de la escena.
Otros maestros también contribuyen a esta rica tradición artística. Dirk Bouts, con su "Última
Cena", y Hugo van der Goes, conocido por su "Tríptico Portinari", continúan expandiendo los
límites del arte gótico. Petrus Christus, en su "Retrato de una muchacha", introduce nuevos
enfoques en la representación del ser humano, mientras que Hans Memling, con obras como
"Arqueta de Santa Úrsula", muestra la habilidad de los pintores góticos para combinar la
narración con una exquisita atención al detalle.

A finales del XV y principios del XVI, el Bosco surge como una figura innovadora, aportando una
nueva temática que critica moralmente la sociedad contemporánea. Su estilo único se
caracteriza por un discurso moral a menudo satírico, que aborda la relajación moral de su
época. Obras como "Tríptico de la Adoración de los Magos" y "Tríptico del Jardín de las
Delicias" son ejemplos de su audacia temática, donde la lujuria y la transitoriedad de la vida se
entrelazan con una rica iconografía. En el panel izquierdo de "El Jardín de las Delicias", se
representan a Adán y Eva en el paraíso, mientras que el panel central muestra un paraíso
engañoso repleto de excesos, y el panel derecho ilustra la condena de los pecadores en un
"infierno musical", donde la música se convierte en un instrumento de tortura.

La obra de Patinir, influenciado por el Bosco, marca una transición hacia el paisajismo como
género independiente. Su representación de paisajes, como en "Caronte cruzando la laguna
Estigia", fusiona elementos naturales con significados simbólicos. Al mismo tiempo, la pintura
hispanoflamenca también encuentra su lugar, con artistas como Jorge Inglés y Fernando
Gallego, cuyas obras como "Retablo de los Ángeles" y "La Piedad" reflejan la riqueza de esta
tradición. A través de estos movimientos y figuras, la pintura gótica no solo capturó la esencia
de la experiencia religiosa, sino que también exploró la condición humana y el entorno,
sentando las bases para el Renacimiento que se avecinaba, donde el arte se transformaría en
una celebración de la vida y la humanidad.

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