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Boletín de Antropología Universidad de Antioquia 0120-2510: Issn: Bolant@antares - Udea.edu - Co

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Boletín de Antropología Universidad de

Antioquia
ISSN: 0120-2510
bolant@antares.udea.edu.co
Universidad de Antioquia
Colombia

Valencia Galvis, Róbinson


Comunidad quechua en Medellín: lengua, identidad y cultura
Boletín de Antropología Universidad de Antioquia, vol. 27, núm. 44, 2012, pp. 304-318
Universidad de Antioquia
Medellín, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=55726909015

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L i n g ü í s t i c a y l i t e r a t u r a

Comunidad quechua en Medellín: lengua,


identidad y cultura

Róbinson Valencia Galvis


Antropólogo y Docente, Universidad de Antioquia
Dirección electrónica: robinantropo@yahoo.com.ar

Valencia Galvis, Róbinson (2012). “Comunidad quechua en Medellín: lengua,


identidad y cultura”. En Boletín de Antropología. Universidad de Antioquia,
Medellín, Vol. 27, N.o 44, pp. 304-318.
Texto recibido: 09/04/2012; aprobación final: 25/10/2012.

Resumen. Este artículo expone el interés por la realización de una investigación en el área de
lingüística antropológica, así como por el reconocimiento y la valoración de la lengua como patrimonio
cultural inmaterial. Este trabajo se basa en una investigación llevada a cabo con los indígenas quechuas
de la ciudad de Medellín. Presenta un análisis en la relación de la antropología y la lingüística y desarrolla
una panorámica general sobre las pautas culturales de los quechuas en esta ciudad. Como conclusión,
se enmarca el aspecto sociolingüístico de esta comunidad, la cual presenta grandes necesidades a nivel
de políticas públicas claras para su educación y la enseñanza de la lengua materna.
Palabras clave: antropología, lingüística, lengua, identidad, cultura, quechua.

Quechua community in Medellín: language, identity and culture


Abstract. This article reflects on the interest of conducting research in the field of linguistic anthro-
pology, as well as recognizing and appreciating language as an intangible cultural heritage. This research
was carried out with the Quechua Indigenous group in the city of Medellin. It discusses the relationship
between anthropology and linguistics and develops a general overview of the cultural norms of the Que-
chua people in this city. Last, the article focuses on the sociolinguistic aspect of this community, which
has great needs in terms of coherent public policies regarding education and mother language teaching.
Keywords: anthropology, linguistics, language, identity, culture, quechua.

Introducción

El resultado de este proceso investigativo para optar al título de antropólogo en la


Universidad de Antioquia, presenta una directriz lingüística en el desarrollo del
mismo, en el cual se inscribe el objeto de interés de esta investigación. El propósito
de estudio ha sido realizar un acercamiento sociolingüístico, específicamente de los
indígenas quechuas del Ecuador que habitan en la ciudad de Medellín y describir
Comunidad quechua en Medellín: lengua, identidad y cultura / 305

cómo, a través de la lengua empleada, es posible crear culturalmente una identidad


de grupo, es decir, se propone establecer la relación entre lengua y cultura, tomando
como parámetro la identidad.
Para tal propósito, el tipo de investigación se ha orientado, esencialmente, hacia
la utilización del método cualitativo e igualmente cuantitativo, este estudio ha sido
de carácter exploratorio y descriptivo a partir del análisis lexicográfico como otra
forma de estudio etnográfico.

Planteamiento del problema

El problema se centra concretamente en la valoración del patrimonio cultural y dentro


de este, las lenguas indígenas, las tradiciones orales, es decir, el ámbito etnolingüístico
como patrimonio intangible recuperable, que se debe conservar. Además, se enfoca
el problema en dos aspectos estrechamente relacionados asociados con la presencia
de las comunidades indígenas en la ciudad: en primer lugar, estudiar, a través de la
lengua, los procesos de identidad de los indígenas quechuas que habitan en Mede-
llín, con el fin de abordar el ámbito entre lengua e identidad y, en segundo lugar,
comprender cómo se construyen las pautas culturales compartidas de los quechuas,
en las prácticas de la alimentación, el vestuario, las transacciones comerciales y el
idioma, desde el análisis lingüístico para mostrar la relación entre lengua y cultura.
Las principales preguntas que guían este artículo son: ¿Cómo, a través de la
lengua, la población indígena quechua residente y nacida en Medellín se constituye
y se reivindica como grupo étnico en manifestaciones tradicionales como las tran-
sacciones comerciales y el vestuario? ¿Se conserva y se practica la lengua quechua
y en la interacción con el español cuáles han sido sus transformaciones? Buscamos
entender cómo la identidad y la cultura expresadas en palabras e imágenes por di-
chos actores, se cristalizan en elementos de habla que muestran realidades sociales
y culturales.

Referente teórico

El lenguaje es algo tan cotidiano, que poco o nada el hablante nativo de una lengua
se percata de la cantidad de relaciones y contactos que lo han permeado. La relación
de la lengua con la cultura es un tema tratado desde las hipótesis de Sapir (1962)
y Whorf (1971), quienes plantean dichas relaciones desde las mismas necesidades
históricas de la cultura, pero con dominio y realización independiente, es decir, cada
una posee su propia estructura y formación.
Para el caso de la relación, entonces existente, Sapir explica cómo las lenguas
se ven sujetas a intercambios con otras a causa de los mismos ritmos sociales de la
comunidad como el matrimonio, alianzas económicas, el contacto entre diferentes
grupos lingüísticos, fenómenos de violencia y desplazamiento forzado, etc., por lo
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cual llega a asegurar que no existen comunidades de lenguas totalmente puras, sin
influencia de otras.
Por eso, en un estudio sistemático de las lenguas, pueden encontrarse mor-
fológica o fonéticamente los prestamos entre familias lingüísticas diferentes, pero
esta aceptación fonética o morfológica de otro idioma, solo es posible si la misma
estructura de quien recibe la influencia corresponde a la nueva forma entrante, es
decir, “es muy probable que la actitud psicológica de la lengua que adopta elemen-
tos de otros idiomas determine, en gran medida, su receptividad, su mayor o menor
aceptación de palabras extrañas” (Sapir, 1962: 22).
Así, el análisis de un inventario léxico-semántico de una lengua, posibilita
determinar principios a partir de los cuales se clasifican, se organizan y se significan
las cosas del mundo, es decir, es posible como antropólogo ver un grupo humano a
través de las herramientas simbólicas, técnico/económicas y sociales en relación con
su ambiente natural y social.
Por tanto, dado el conocimiento de los esquemas culturales de una sociedad
en la utilización de categorías para los objetos a través de la lengua y su sistema
léxico-semántico, este se constituye en un elemento muy importante y valioso para
el antropólogo al momento de estudiar un grupo humano.
En las consideraciones extralingüísticas, el análisis se realizará por medio de
los marcadores de discurso, los cuales permiten guiar las inferencias que se realizan
en la comunicación.
Los hablantes nos comunicamos presentando lo dicho como un estímulo que
permite al oyente obtener por medio de inferencias lo que pretendemos comunicar.
Las ‘inferencias’ constituyen procesos de razonamiento y para que se produzca este
proceso inferencial, además de lo dicho, se ha de tener en cuenta el contexto de los
participantes en la conversación (Martín y Portoles, 1999: 4058).

Antropología y lingüística

A través de su lengua,
cada hombre aprende a conocer el mundo,
las cosas que existen
y las cosas que ocurren
Manuel Seco

Una de las áreas de interés para la antropología es la lingüística, todo el aspecto del
conocimiento en función de la relación existente entre lengua y cultura, su desarrollo
y su importancia en la identidad de un grupo humano dad a a través de esta. Dicha
área se enmarca dentro de la definición de cultura que da Edward Burnett Tylor como
“[...] aquel todo complejo que incluye conocimientos, creencias, artes, normas éticas,
Comunidad quechua en Medellín: lengua, identidad y cultura / 307

leyes, costumbres y otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en cuanto


miembro de una sociedad” (Rossi y O’higgias, 1981: 86). La ciencia antropológica,
como hija de los procesos de colonización, se ha enfrentado desde sus comienzos al
contacto con grupos humanos, quienes entre otras cosas, hablaban idiomas diferentes
a los colonizadores.
De allí la importancia para la antropología de orientar sus estudios en el área
del lenguaje, pues sin su comprensión no se hacía posible la comunicación y menos
la identificación de las pautas culturales de la comunidad, que a través de la palabra
estructura su pensamiento y su manera de conocer el mundo.

A través de su lengua, cada hombre aprende a conocer el mundo, las cosas que existen y
las cosas que ocurren. El saber el nombre de una cosa es una manera de conocerla y de
distinguirla de las otras. Además —y esto es aún más importante— gracias a las pala-
bras, que son representaciones de las cosas, podemos pensar relaciones entre unas cosas
y otras; esto es razonar. La lengua es, por tanto, un valiosísimo auxiliar del pensamiento
(Seco, 1998: 24).

De tal manera que el área de la lingüística no ha sido, ni puede llegar a ser un


enfoque de poca importancia para la antropología en la academia de las universida-
des para la formación de los antropólogos. Por el contrario, dada la gran diversidad
lingüística de Colombia y del mundo, esta se convierte en una de las directrices
primordiales para la antropología.
Con la riqueza tan variada de familias lingüísticas en Colombia, se puede inferir
que entre estas hay influencia de carácter fonológico o morfológico, como se señaló
en el marco teórico, en la que la actitud psicológica, según Sapir es la condición para
adoptar las influencias de una lengua sobre otra.
Lo que plantea Sapir es cierto, mas asegura que dichas influencias son solo su-
perficiales y no afectan su disposición interna, es decir, no alteran la estructura básica
de la lengua. Sin embargo, ¿cómo explicar, entonces, la desaparición de una lengua,
como el caso de la lengua zenú, cuando esta ha sido modificada por el castellano?
Posiblemente su disposición interna correspondía a la misma estructura básica
del castellano y solo así podríamos utilizar el argumento de Sapir cuando dice que
“es más fácil suprimir del todo una lengua que desintegrar su forma individual”
(Seco, 1998: 234).
Ahora bien, es común escuchar argumentos acerca de cómo la lengua manifiesta
la cultura o la raza a la cual se pertenece. Sin embargo, esta es una relación que no
siempre corresponde a un desarrollo paralelo, como lo sustenta Sapir.
La historia y la antropología así lo han demostrado, puesto que la distribución
de las razas, lenguas y culturas tienen cada una su propia historia y el entramado
entre ellas resulta ser, en la mayoría de ocasiones, sorprendente, el menos espera-
do. Es el caso de la distribución regional de las culturas, donde una misma familia
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lingüística puede aparecer a distancias de kilómetros de separación y ser culturas


diferentes. Por ejemplo, los wayúu, los kawiyari y los yukuna, entre otros, son de
la familia lingüística arawak y los primeros habitan la zona norte de Colombia, la
Guajira y los dos siguientes la parte sur, el Amazonas.
Por lo tanto, un grupo de lenguas no corresponde estrictamente a un grupo racial
o a un grupo cultural, así planteado y argumentado por E. Sapir “no nos hagamos
ilusiones: el inglés, lo mismo que el grupo de lenguas a que pertenece, no es en modo
alguno expresión de la raza; no encarna cualidades que reflejen el temperamento —el
genio— de un tipo especial de seres humanos” (Sapir, 1962: 241).
De ahí, que la cultura y el lenguaje no corresponden a una relación forzosa,
fluyen paralelamente, mas no son de forma obligatoria sus relaciones, se comple-
mentan. Por tanto, no es posible pensar que para la antropología actual se pueda
prescindir de la formación en lingüística.

Tanto por su posición privilegiada a la salida del istmo interamericano, como por su
extensión y la variedad de ambientes, desde épocas remotas Colombia debió de ser lugar
de paso y lugar de asentamiento para numerosas poblaciones de tradiciones lingüísticas
diferentes [...] laboratorio milenario donde se encontraron, evolucionaron y se fragmentaron
las múltiples lenguas que hoy se hablan en la selva amazónica, las sabanas de la Orinoquía
[sic], el Macizo Andino, la Costa Pacífica, la Sierra Nevada de Santa Marta, el desierto
guajiro; las múltiples lenguas que hasta hace poco se hablaban en el valle del Magdalena,
en la Costa Caribe, en las tres cordilleras (Landaburu, 2000: 25).

Solo este hecho implica un gran interés no solo para los lingüistas, sino ade-
más, para los antropólogos colombianos interesados en continuar construyendo una
sociedad que busque la inclusión de la diversidad lingüística y cultural en un país
que ha declarado en su constitución política el reconocimiento de ser pluriétnico y
multicultural.
¿Cuáles han sido las causas por las cuales los estudios en lingüística antropo-
lógica se han diezmado, siendo Colombia un país reconocido con una gran riqueza y
variedad lingüística? ¿Las motivaciones en la investigación etnolingüística obedecen
solo a intereses personales y no de la ciencia antropológica? Para algunos,

A diferencia de lo que ha ocurrido en otras partes, en Colombia la diversidad lingüística


no ha constituido un factor de importancia en la historia de la vida nacional ni ha sido
motivo de luchas o tensiones sociales de consideración. Esto obedece, naturalmente, a
la situación geográficamente periférica y demográficamente débil de las lenguas étnicas
y a la circunstancia de que la llamada ‘sociedad mayor’ es monolíticamente hablante de
español (Patiño, 1997: 103).

Es así como nuevamente, al igual que la antropología aplicada en el período


del colonialismo, esta ciencia encara el reto de asumir su interés, de volcar su mirada
investigativa sobre el aspecto lingüístico en las comunidades actuales, pues esta área
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se ha visto algo olvidada por los científicos sociales. Los estudiantes de antropología
ya no enfocan su interés investigativo en el aspecto de la lengua en las comunidades
indígenas, lo cual se considera una debilidad para la academia, para la ciencia y para la
cantidad de grupos indígenas que habitan la ciudad, pues cada vez tiende a desaparecer
entre los grupos étnicos la práctica de su lengua, sobre todo cuando habitan un mismo
espacio con una población mayoritaria de otra lengua.
Así, retomando la idea de G. Markus y M. Fischer, una de las promesas de la
antropología moderna es describir y dar cuenta de la diversidad cultural, una mirada
sobre los otros en aras de la defensa y preservación. Es hora de darle nuevas fuer-
zas a la antropología lingüística en un mundo donde cada vez tienden a instaurarse
comunidades monolíticamente hablantes, “volver a la investigación lingüística sin
perder su identificación con la lengua como parte de la cultura”. (Duranti, 1997: 2).
Por tal razón, la presente investigación antropológica con la comunidad indígena
quechua habitante de la ciudad de Medellín se enfoca en el aspecto lingüístico.

Los quechua en Medellín

Toda cultura tiene un dinamismo


que no puede dejarse ahogar
por el conformismo tradicional
Frase del Museo Etnográfico Madre Laura

Figura 1. Puestos de trabajo de los indígenas quechuas en Medellín

Fuente: fotografía tomada por Róbinson Valencia.


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Contexto histórico

De acuerdo con las diferentes entrevistas realizadas a pobladores indígenas quechuas


residentes en la ciudad de Medellín, la migración desde el Ecuador se ha dado a
partir de los años 50 y 60 por la necesidad de buscar nuevas alternativas comerciales.
Principalmente son migrantes de las localidades de Riobamba, Otavalo y Chimbo-
razo. A partir de entonces, la dinámica de movilidad se presenta por el comercio
textil, viajando al Ecuador para comprar el producto y luego venderlo en la ciudad.
La acogida de los pobladores de Medellín, el clima y las grandes posibilidades
comerciales que generaba la ciudad, posibilitó mayor estabilidad para los quechuas,
quienes en poco tiempo fueron consolidando su nueva residencia en la ciudad junto
con su familia, a la cual fueron trayendo igualmente del Ecuador.
No obstante, la migración a la ciudad por parte de indígenas en esa época no
fue solo del Ecuador:

En Medellín residen familias indígenas cuya región de origen se localiza en áreas rurales de
Colombia, Ecuador y Panamá. A partir de 1950, los migrantes decidieron fijar su lugar
de residencia en el Área Metropolitana [sic]. Algunos indígenas llegaron acompañados
por Misioneras [sic] de la Madre Laura cuando se encontraban en edad temprana. Mu-
chas familias de Otavalo, Riobamba y Tulcán (Ecuador) de origen quechua, lo mismo
que familias Inga y Kamsá del Valle de Sibundoy (Colombia), han emigrado a la ciudad
(Sierra, 1998: 105).

Igualmente, en el momento la migración de indígenas a la ciudad de Medellín,


y en general a los grandes centros urbanos de Colombia, se viene dando por los
fenómenos de desplazamiento forzado del territorio rural originalmente habitado
por ellos, así como por la búsqueda de nuevas oportunidades laborales y educativas
y por la violencia social y política que vive el país; de tal manera que “en la actua-
lidad en la ciudad de Medellín residen aproximadamente 2.500 indígenas adscritos
al Cabildo Chibcariwak, provenientes de diferentes grupos étnicos que existen en el
país” (Yagarí, et al., 2005: 5). Esta situación de migración forzada, por la violencia ha
generado en la ciudad mayor índice de mendicidad, y ahora es común encontrar en las
calles a hombres, mujeres y niños indígenas mendigando un poco de comida o dinero.
Ahora bien, dicha cantidad de habitantes indígenas en la ciudad solo se en-
cuentran adscritos al cabildo, pero hay otros que no hacen parte de la dinámica de
la representación política del cabildo, entre ellos, muchos son quechuas.
Esta cantidad de personas habitando un espacio urbano donde la mayoría habla
español, es una de las desventajas de la lengua indígena quechua para su conserva-
ción, pues la práctica de esta pauta cultural se hace cada vez menos frecuente y solo
entre paisanos, en sus hogares o en reuniones comunitarias es posible hablar en su
propia lengua materna.
Comunidad quechua en Medellín: lengua, identidad y cultura / 311

Ubicación geográfica en Medellín

La comunidad quechua —llamada ecuatorianos por los medellinenses— es una de


las más conocidas por los pobladores de la ciudad. Se encuentran trabajando en la
zona comprendida entre las calles Maturín y San Juan, y entre las carreras Bolívar
y Tenerife, una de las zonas céntricas de la ciudad, cerca de la estación San Antonio
del metro. La mayoría reside en la ciudad y otros pocos son migrantes temporales.
Su comercio se basa en la compra y venta de productos textiles, de los cuales la
cobija térmica ecuatoriana es la más vendida y reconocida.
De todas las personas indígenas con quien se realizó un contacto, solo una
manifestó vivir en el barrio Laureles, los demás viven en el barrio San Diego; algu-
nos en casa propia, otros alquilada. Probablemente esta concentración para habitar
un mismo espacio obedezca a un mecanismo de protección y conservación, pues
“en contextos culturales diversos volvemos a encontrar siempre el mismo esquema
cosmológico y el mismo escenario ritual: la instalación en un territorio equivale a
la fundación de un mundo” (Eliade, 1998: 40). Sin embargo, las relaciones con los
vecinos, según las entrevistas y conversaciones, son casi nulas y este espacio no es,
por el momento, el de mayor práctica de la lengua quechua, pero contiene el mayor
potencial para su conservación.

Mercados

Los indígenas quechuas son pobladores tradicionalmente comerciantes, se caracteri-


zan por ser individuos con mucha habilidad para el comercio; es una pauta cultural
transmitida generacionalmente. Tanto en Ecuador como en Medellín, los hombres
y mujeres salen a temprana edad a comerciar sus productos en compañía de sus pa-
dres; más aún, los niños pequeños pueden llegar a pasar largas horas en el lugar de
trabajo de los padres, allí jugando, o simplemente acompañando a sus padres dado
que no tienen con quién dejarlos para el cuidado mientras están en edad de entrar
a la escuela. Dicha pauta cultural se convierte para estos pequeños en un espacio
más de aprendizaje.
En Medellín, los lugares de trabajo para los quechuas se dividen en dos ca-
tegorías: la primera corresponde a los puntos de venta al aire libre, los cuales se
localizan principalmente sobre la calle Maturín desde la estación San Antonio del
metro hasta la carrera Tenerife. Allí en unos carros de rodillos tienen la mercancía
expuesta para la venta (véase figura 2).
La segunda categoría corresponde a los locales de centros o pasajes comercia-
les y de hoteles; este último sitio funciona más como bodega o centro de distribución
y almacenamiento de mercancía, así como lugar de hospedaje para los migrantes
temporales (véanse figuras 3 y 4).
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Figura 2. Mercados de los indígenas quechuas

Fuente: fotografía tomada por Róbinson Valencia.

Figura 3. Indígena quechua Abraham en su sitio de trabajo

Fuente: fotografía tomada por Róbinson Valencia.


Comunidad quechua en Medellín: lengua, identidad y cultura / 313

Figura 4. Indígenas quechuas en la bodega de su sitio de trabajo

Fuente: fotografía tomadas por Robinson Valencia.

El hotel cuenta con varios cuartos utilizados como almacén y bodegas de al-
macenamiento, y cada cuarto corresponde a familias diferentes, no hay una misma
familia utilizando varios espacios. La dinámica social en este lugar no se caracteriza
por la cercanía o familiaridad entre las diferentes familias, cuando mucho se presenta
algún saludo. La comunicación se da principalmente entre los mismos miembros de
la familia, en este caso, entre los que se encuentran en cada almacén o bodega, allí
es posible escuchar conversaciones en quechua, su lengua materna, al igual que en
español. En este lugar se hacen relaciones comerciales directas con mestizos propie-
tarios de otros almacenes, aquellos que compran en grandes cantidades; también es
posible encontrar personas que llegan a comprar por unidades, compradores fortuitos.

Vestuario

Las prendas tradicionales de los quechuas para la mujer se caracterizan por llevar
una falda o anaco, blusa blanca, alpargatas y en algunos casos sombrero; los hom-
bres, usualmente, llevan puestas alpargatas, pantalón blanco, camisa blanca, ruana
negra o azul principalmente, aunque puede ser de cualquier otro color, y sombrero.
En la ciudad de Medellín solo las mujeres utilizan y conservan la tradición
del uso de las prendas tradicionales, mientras que los hombres no. Esta pauta cul-
tural es una muestra más de cómo es la mujer, en una comunidad, quien posibilita
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la conservación y permanencia de las tradiciones; es la mujer la portadora de su


cultura, de sus costumbres, como cita la frase del Museo Etnográfico Madre Luna:
“toda cultura tiene un dinamismo que no puede dejarse ahogar por el conformismo
tradicional”. Así, muchos de los jóvenes nacidos en Medellín y cuya identidad tras-
ciende las fronteras y se asumen igualmente como quechuas, consideran que el uso
de la prenda tradicional no debe ser una obligación, menos cuando viven y habitan
un espacio urbano donde la gente se viste de otra manera, y las costumbres son otras.
En general, todos los entrevistados manifestaron que no era necesario vestir
con las prendas tradicionales para que los reconocieran como comunidad indígena
quechua. Sin embargo, una persona sí expresaba la necesidad de recuperar el uso
de estas como elemento de identidad cultural dentro de la ciudad, aunque él mismo
no las estuviera usando. Lo que sí es claro, es que las prendas tradicionales de los
quechua son utilizadas tanto por hombres como por mujeres cuando tienen encuentros
en el cabildo indígena Chibcariwak para una celebración específica o en eventos en
los que la administración municipal de la ciudad requiera su presencia, los cuales
son muy pocos.

Vida familiar

Por lo general, se conforma el grupo familiar en una vivienda donde habitan el pa-
dre con sus hijos, y si estos están casados, con sus esposas e hijos, es decir, según
la clasificación de Marvin Harris en las reglas de residencia postmarital, se estaría
hablando de “patrilocalidad: residencia en el domicilio del padre del marido” (Ha-
rris, 1981: 290).
Es a partir de esta forma de residencia como se generan las relaciones y la vida
familiar; allí se observa cómo las decisiones y las reglas las conduce el hombre, la
mujer se asume como la portadora de su propia cultura, pero se encuentra bajo
la voluntad de su esposo o padre.
Esta pauta cultural se asocia, además, a la movilidad que ha generado siempre
el hombre comercialmente, es decir, cuando comenzaron a poblar la ciudad de Me-
dellín los quechuas, inicialmente fue el hombre solo quien viajaba desde el Ecuador
hasta la ciudad, dejando en su pueblo a su mujer y a sus hijos en casa de su padre,
siempre de residencia patrilocal; luego fueron trayendo a sus familias y el patrón
de residencia nuevamente se ha repetido, estando todos los miembros de la familia
bajo la responsabilidad del hombre.
Esta filiación marca los roles en el grupo familiar, pues mientras el hombre es
quien sale a ampliar las relaciones comerciales, la mujer debe quedarse a trabajar
en el puesto de trabajo, acompañada de otros jóvenes hombres.
Aunque se procuró llegar a la mujer para conversar con ella, no fue posible,
pues esta no puede tomar ninguna decisión sin contar con la aprobación de su esposo.
Se podría decir que es una actitud asumida libremente y sin ningún sentimiento de
Comunidad quechua en Medellín: lengua, identidad y cultura / 315

represión o discriminación femenina, pues en la actitud y la expresión, en el meta-


lenguaje, podía notarse la naturalidad de tal pauta cultural tanto en mujeres adultas
como en jóvenes.
Por lo general, se hizo presente en las conversaciones la recurrencia a plantear
la libre elección de matrimonio. Se dice que los quechuas en Medellín pueden con-
venir alianza matrimonial con otro quechua, otro indígena o con un no indígena. Sin
embargo, lo que se ha observado es que se han casado siempre entre ellos mismos,
que el hombre ha podido llevar diferentes relaciones de noviazgo con mujeres no
indígenas, pero al momento de formalizar la alianza, lo hace con una que sí lo es.

Contexto sociolingüístico

Los indígenas quechuas que residen y habitan en la ciudad de Medellín se interesan


por mantener en práctica su lengua materna, así hayan nacido en la ciudad de Medellín
y no conozcan la localidad del Ecuador de donde son sus padres. Así, esta comunidad
se convierte en bilingüe, pues hablan el idioma español y el quechua; ahora muchos
de los jóvenes, por sus necesidades académicas y comerciales, presentan unas pocas
habilidades lingüísticas con otros idiomas como el inglés, el francés y el portugués.
El quechua como lengua materna lo han aprendido a hablar por el interés
de sus propios padres en enseñarles, pues los quechuas, no cuentan con un centro
educativo donde les impartan este tipo de educación. Se presenta un gran interés en
mantener la lengua porque, según conversaciones con ellos, “es la lengua quichua la
única que nos identifica en la ciudad como indígenas” (comunicación personal con
Segundo Ajavi, indígena quechua de Otavalo), es por tanto, el principal parámetro
de identidad que se tiene como indígena quechua en la ciudad de Medellín, pues en
cuestión de vestuario tradicional o alimentación, los parámetros de valor cultural
identitario han asumido otras formas entrantes, las cuales hacen parte de la misma
dinámica social que se vive en una gran urbe, pero el de la lengua se mantiene y la
conservan como lo más auténtico de su identidad.
Por eso, se hace necesario la existencia de unas políticas públicas que reconoz-
can verdaderamente el valor del sostenimiento de esta pauta cultural en una ciudad
donde existen más de veinte grupos indígenas adscritos al cabildo indígena Chib-
cariwak, entre ellos los quechuas, y quienes no encuentran un espacio respaldado
tangiblemente por el Estado para la enseñanza de la lengua materna.
De esta manera, se reducen los espacios de práctica de la lengua materna, siendo
el idioma español el utilizado en todos los espacios sociales. Se hace evidente, en
las conversaciones y en el ejercicio de observación, que la lengua quechua tiene su
mayor práctica en el hogar, seguido de las reuniones comunitarias, y el lugar de origen
de la comunidad; mientras que en el lugar de trabajo, en el cabildo y en el lugar de
culto religioso, la práctica lingüística se da en lengua indígena y español, siendo esta
316 / Boletín de Antropología, Vol. 27 N.º 44, segundo semestre de 2012. Universidad de Antioquia

última la más frecuente en su uso. En los sitios de descanso y en la escuela hacen


uso exclusivamente del idioma español.
La enseñanza y práctica de la lengua materna se da principalmente con los
abuelos, con el padre, con la madre, con los hermanos y hermanas, con el esposo,
la esposa y con los hijos. También se practica la lengua quechua con los paisanos,
aunque se presentan en algunas ocasiones encuentros con algunos quienes no saben
expresarse en lengua quechua a pesar de sí comprender lo que se habla; con los
vecinos, con las personas de otras comunidades indígenas y con los no indígenas
usan el idioma español.
Es así como se puede deducir por qué es tan importante la organización familiar
de la comunidad quechua, y por qué su residencia se mantiene en una estructura
cultural de patrilocalidad, pues es allí el lugar donde cada generación ha comprendi-
do y ha asumido su identidad como indígena quechua, aún sin haber nacido en una
región del Ecuador, pues la práctica y enseñanza de la lengua así lo ha posibilitado.
Se puede entonces llegar a pensar que la educación de la lengua materna en
la comunidad quechua de la ciudad de Medellín, se debe reforzar en el contexto
familiar, e implementarse en los espacios comunitarios para conservar la riqueza
lingüística que existe en Medellín y en Colombia.
Igualmente, la práctica de la lengua materna puede variar según otros contextos
socioculturales como en el caso de dar una orden.

Cuando mi mamá me regaña en español yo no le doy mayor relevancia, pero si me regaña


en quichua ahí sí tengo que andar es derechito [...] el otro día en una reunión con indígenas
quechua [sic] yo necesitaba un traductor porque no domino a la perfección la lengua, pero
sí la entiendo, entonces cuando terminaba de hacer las indicaciones como gobernador, en
español, los participantes no mostraban mayor interés, pero cuando hablaba el otro compañero
en lengua quichua ahí sí asumían otra posición, entonces les dije, pero si les acabo de decir
lo mismo, pero ellos me respondieron que cuando les hablan en quichua es porque sí se están
dirigiendo y dándole [sic] importancia a ellos, mientras que en español solo es un político
que habla y habla (comunicación personal con Luis Fernando Yaoripoma, gobernador del
cabildo indígena chibcariwak).

Se logra entonces deducir cómo es de importante la expresión en la lengua


materna, pues esta cobra validez en el orden y en el contexto social solo si se utiliza
el idioma quechua. La lengua para los indígenas es la pauta cultural que más los
identifica como tal. Así, la lengua es más utilizada en situaciones orientadas a dar
una orden o a dar consejos cuando se trata de personas de la misma comunidad,
mientras que para discutir o pelear, contar anécdotas y para cantar, el uso de la lengua
se alterna con el español.
Las historias autóctonas no se presentan de uso cotidiano, no se hizo común
la práctica, y en los pocos casos que se dan, estas son contadas a los nietos princi-
palmente en español.
Comunidad quechua en Medellín: lengua, identidad y cultura / 317

En cuanto a la habilidad para hablar, para comprender, para leer y para escribir
en lengua indígena, se habla y se comprende muy bien el quechua, pero no se lee ni
se escribe; en muchos casos la lectoescritura es nula. El contexto sociolingüístico de
la ciudad de Medellín hace que esta comunidad étnica se haya conservado como un
grupo tradicionalmente de comunicación casi exclusivamente oral y así la práctica
de la lectura y la escritura se han quedado rezagadas; se hace necesario y urgente la
implementación de la recuperación de dicha práctica lingüística, además, “es bien
sabido que el quechua fue muy utilizado en el sur andino colombiano y que dejó
muchas huellas todavía visibles en los departamentos de Nariño, Cauca, Huila y
hasta Tolima, tanto en poblaciones de habla aborigen como en poblaciones de habla
hispana” (Landaburu, 2000: 36).
Por otra parte, se pone de manifiesto entre los indígenas quechuas de la ciudad
de Medellín, la conciencia de la pérdida de la lengua indígena frente al idioma español
por razones de ser una ciudad donde los pobladores hablan solo español, además
la enseñanza en las escuelas y todos los lugares sociales, de recreación y diversión
para los ciudadanos son espacios de práctica en idioma español.
Sin embargo, se considera el uso, tanto de la lengua indígena como del
español, de mucha importancia entre los indígenas quechuas dadas las relaciones
sociales que se construyen en ambas comunidades hablantes. Además, “el lenguaje
es algo que va íntimamente enlazado con el vivir en sociedad; tanto, que la socie-
dad lo tiene como cosa característicamente suya” (Seco, 1998: 27) y el vivir en
sociedad para los quechuas en Medellín se da entre ellos con su lengua materna
y con los habitantes de la ciudad con la lengua española, de ahí que entre ellos se
plantee en igualdad el nivel de importancia de la lengua quechua y del español.

Referencias bibliográficas

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318 / Boletín de Antropología, Vol. 27 N.º 44, segundo semestre de 2012. Universidad de Antioquia

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