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LA VERSIÓN ESCÉNICA DE
LA DAMA BOBA
BIBLIOTECA DE INVESTIGACIÓN
nº 52
JUAN AGUILERA SASTRE
ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
2ª edición revisada
UNIVERSIDAD DE LA RIOJA
SERVICIO DE PUBLICACIONES
2019
Federico García Lorca y el teatro clásico. La versión escénica de La dama boba
de Juan Aguilera Sastre, Isabel Lizarraga Vizcarra (publicado por la Universidad de La Rioja) se encuentra
bajo una Licencia
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2ª edición revisada
© Los autores
© Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2019
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E-mail: publicaciones@unirioja.es
Ilustración de la cubierta: Noticia de la representación de La dama boba en el Retiro,
publicada en El Liberal de Madrid el 25 de agosto de 1935
ISBN: 978-84-09-16990-0
Para nuestros hijos, Miguel y Javier
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN..................................................................................................................................................................................................... 17
2. LA BARRACA............................................................................................................................................................................................. 29
9
NOTA A LA SEGUNDA EDICIÓN
No resulta fácil enfrentarse, al cabo del tiempo, a un libro propio, que, sin de-
jar de percibirlo como tal, parece haber emprendido un camino independiente.
Diríase que lo escrito, escrito está. Pero, a la vez, casi inconscientemente, se siguen
acumulando notas y datos complementarios, pequeños ajustes o correcciones,
algún descubrimiento nuevo, aportaciones posteriores que podrían, llegado el
caso, mejorar o completar lo ya dicho y publicado. Y ahí van quedando, archiva-
dos en una carpeta casi arrinconada, para no se sabe bien qué futuro incierto…
porque lo más probable es que nunca lleguen a utilizarse para nada concreto.
Afortunadamente, en este caso, no ha sido así. Tras no pocos avatares desde
su primera redacción en 1993, este trabajo de investigación se publicó en 2001,
gracias a la generosa acogida del Servicio de Publicaciones de la Universidad de
La Rioja. Su presentación oficial, en el Aula Magna de la Universidad el día 27 de
noviembre de aquel mismo año, tuvo el sabor de los acontecimientos importan-
tes. Coordinada por Rubén Marín, del Servicio de Prensa de la Universidad, fue
presidida por el entonces Vicerrector de Estudiantes, D. Jesús Murillo, contó
también con la presencia del Presidente de la Fundación Federico García Lorca,
D. Manuel Fernández Montesinos, que quiso honrarnos con su asistencia, y con
un grupo de alumnos de Filología Hispánica, que leyeron con aplomo de autén-
ticos actores algunos pasajes de la versión lorquiana de La dama boba.
Después, el libro siguió su andadura, que a nosotros, sus autores, nos pareció
venturosa, puesto que las reseñas críticas que recibió fueron generosas, en espe-
cial las de Fernando Doménech Rico (ADE Teatro, 91, julio-septiembre 2002, pp.
240-241) y Arturo R. Troncoso (Anales de la Literatura Española Contemporá-
nea, 28/2, 2003, pp. 153-155), del mismo modo que siempre ha sido citado en
trabajos de investigación posteriores con reconocimiento y elogio.
Pero si algo nos hizo especialmente felices en este tiempo fue constatar, gra-
cias a un artículo de la profesora de la California State Polytechnic University en
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versión escénica de La dama boba realizada por Federico García Lorca en 1934
no es tan sólo un documento histórico y erudito, de interés exclusivo para los
estudiosos, sino una obra que mantiene todavía suficiente vitalidad como para
inspirar nuevas creaciones escénicas de directores contemporáneos, aplaudidas
por un público de hoy. Esta es la razón principal, unida a la invitación de la Uni-
versidad de La Rioja, a quien manifestamos de nuevo nuestro agradecimiento,
que nos impulsa a reeditar nuestro trabajo, convenientemente actualizado en
cuanto a referencias bibliográficas, corregido y aumentado en algunos pequeños
detalles que, esperamos, lo hayan mejorado.
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INTRODUCCIÓN
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tores y críticos más conscientes y vanguardistas. Uno de los cauces más defendi-
dos para afrontar con garantías tal modernización fue la recuperación de nuestro
teatro clásico, puesto que su dramaturgia y sus recursos expresivos coincidían
con no pocas de las innovaciones que propugnaban las corrientes europeas más
vanguardistas –multiplicidad de escenarios, ritmo escénico, interrelación con la
música y el movimiento coreográfico, simplicidad en los decorados, etc.–. Esta
recuperación del teatro clásico planteaba la búsqueda de su esencia dramática,
despojándolo de lo que “solamente se entendía en su tiempo” y de los añadidos
de las adaptaciones realizadas posteriormente, que desvirtuaban, en cierta medi-
da, su sentido; y, a la vez, presentándolo con soluciones escenográficas y fórmu-
las interpretativas modernas.
El hallazgo de la adaptación lorquiana de La dama boba, de Lope de Vega,
única versión de los clásicos de las múltiples que realizó de que tenemos noticia
fidedigna (las otras, o se han perdido o han tenido que ser reconstruidas a base
de testimonios y recuerdos de sus colaboradores), nos animó a afrontar el reto
de analizar el papel de Lorca en este contexto. Escribimos una primera versión
del trabajo que ahora presentamos entre 1992 y 1993, reseñada por A. A. Ander-
son en la bibliografía lorquiana recogida en el número 15 del Boletín de la Fun-
dación Federico García Lorca como “texto mecanografiado”. Dificultades para
hallar editor del mismo, que no es caso de detallar aquí, han ido dilatando su
publicación. Poco después de concluido el nuestro, apareció un magnífico estu-
dio sobre esta desconocida adaptación, obra de la hispanista francesa Jacqueline
Phocas-Sabbah1, que, si bien llegaba a conclusiones similares a las nuestras con
respecto a la valoración y sentido de la versión lorquiana de La dama boba,
prescindía, por su orientación metodológica, de otros aspectos abordados en
aquel trabajo nuestro, que partía de un planteamiento más amplio: por un lado,
rastrear a fondo la relación singular de Lorca con el teatro clásico español, sus
concepciones teóricas, sus adaptaciones textuales y sus realizaciones escénicas,
tanto en La Barraca como en otras iniciativas orientadas a nuevos públicos, como
el porteño que vivió el estreno de La dama boba en 1934 o el español que con-
memoraba el tricentenario de la muerte de Lope de Vega en 1935; y, por otro
lado, ofrecer al lector el texto íntegro de la adaptación que hizo García Lorca de
la obra de Lope, señalando todas las variantes introducidas con respecto al ori-
ginal y la peripecia textual de la obra desde su concepción y publicación primera
hasta la adaptación del dramaturgo granadino. De ahí que, revisado y actualiza-
do nuestro estudio de 1993, nos decidamos a publicarlo ahora que la Universi-
dad de la Rioja nos brinda generosamente su apoyo.
1. Jacqueline Phocas-Sabbah, “Au sujet d’un travail inédit de García Lorca: La version lor-
quienne de La dama boba de Lope de Vega”, Mélanges de la Casa de Velázquez (Madrid),
XXIX, nº 3 (1993), pp. 63-95.
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Nuestro agradecimiento más sincero a las muchas personas que nos han ayu-
dado en el largo proceso de elaboración de este libro enviándonos fotocopias,
referencias hemerográficas y datos imprescindibles. Y, en especial, al personal de
la Fundación Federico García Lorca y a D. Manuel Fernández-Montesinos, que
siempre han atendido a nuestras demandas con generosa eficacia y amistad ver-
dadera.
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I
FEDERICO GARCÍA LORCA
Y EL TEATRO CLÁSICO
1. LOS CLÁSICOS EN VANGUARDIA
1. Jesús Rubio Jiménez, “Notas sobre el teatro clásico español en el debate sobre el rea-
lismo escénico”, en Clásicos después de los clásicos, Cuadernos de Teatro Clásico, Madrid,
Ministerio de Cultura, nº 5, 1990, pp. 171-186.
2. Carmen Menéndez Onrubia, “El teatro clásico durante la Restauración y la Regencia
(1875-1900)”, en Clásicos después de los clásicos, op. cit., pp. 187-207.
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
3. Jesús Rubio Jiménez, “Tendencias del teatro poético en España (1915-1930)”, original-
mente en Dru Dougherty y María Francisca Vilches de Frutos (eds.), El teatro en España entre
la tradición y la vanguardia (1918-1939), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cien-
tíficas/ Fundación Federico García Lorca/ Tabacalera, S.A., 1992, pp. 255-263; y posteriormen-
te recogido, en una versión más ampliada, en su libro El teatro poético en España. Del
modernismo a las vanguardias, Murcia, Cuadernos de Teatro de la Universidad de Murcia,
1993, pp. 53-102.
4. Dru Dougherty, “El legado vanguardista de Tirso de Molina”, V Jornadas de teatro clá-
sico español, (El trabajo con los clásicos en el teatro contemporáneo, Almagro, 1982),
Madrid, Ministerio de Cultura, 1983, vol. II, pp. 13-28.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
Muchos fueron los críticos y hombres de teatro que comprendieron esta rea-
lidad y que a lo largo de la década de los años 20 demandaron que en España,
cuando menos, se siguiera el mismo camino que en el resto de Europa se había
iniciado a la hora de utilizar a nuestros clásicos como modelos del teatro más
avanzado. Modelos tanto por la modernidad de su dramaturgia como por su vir-
tualidad escénica, que las modernas técnicas de la escenografía y de la luz eran
capaces de expresar en toda su amplitud. Díez-Canedo hablaba de la enorme
fecundidad de este teatro, que “no es sólo cuantitativa: es también de calidad, de
inventiva, de ingenio”. Y añadía:
Además es actual. Un Lénormand, con su división en cuadros breves,
torna en cierto modo a la fórmula hispánica (que fue también la isabelina
inglesa), impuesta por la dinamicidad de la acción. Un Claudel se enamora
del ambiente, de los asuntos, de los temas españoles, y escribe Le souletier
de satin. Un Henri Ghéon se vuelve a Tirso de Molina y le pide El conde-
nado por desconfiado para los Compagnons de Notre-Dame, mientras que
un Dullin alcanza con el Calderón de La vida es sueño uno de los éxitos más
permanentes del Atelier de Montmartre, en una versión que, aminorada de
la pompa lírica, hace valer las fuertes líneas dramáticas calderonianas. Antes,
un Hofmannsthal, un Reinhardt, proponen a la admiración de sus públicos
piezas aquí olvidadas: La dama duende, El gran teatro del mundo.
Así, el teatro español se enlaza con el llamado teatro de vanguardia en
el mundo entero. No tanto por los autores vivos como por los poetas de
antaño. Los adelantos de la escenografía encuentran en la técnica de éstos
campos propicios para sus experiencias6.
5. Ibid., p. 18.
6. Enrique Díez-Canedo, “Teatro Nacional, teatro de repertorio”, El Sol, 3-V-1928, p. 5.
Ideas similares se repetían con frecuencia:
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“Nuestro glorioso teatro clásico vuelve ahora a ser frecuente en escenarios exóticos. En
Londres, en Rusia, en Alemania, en Francia y en otros países represéntanse un día y otro sus
comedias, las más de las veces con singular fortuna...
Por muy diversos motivos, buscando diferentes tendencias, se les estudia y requiere; unas
veces mirando el lado suyo espiritualista y romántico, otras como idealista, simbólico; otras,
como prototipo de un arte teatral nuevo, fantástico, irreal; y también como modelo de la ten-
dencia preconizada por un ilustre crítico, para el resurgimiento de la escena: la reteatraliza-
ción del teatro.” (E. Estévez-Ortega, Nuevo escenario, Barcelona, Lux, 1928, pp. 83-84).
7. Como han demostrado Dru Dougherty y Mª Francisca Vilches de Frutos en un libro de
documentación imprescindible para conocer la realidad teatral del momento (La escena
madrileña entre 1918 y 1926. Análisis y documentación, Madrid, Fundamentos, 1990), en
aquellos años “en general, dicho teatro apenas existía para el público, quedando como reserva
especial de ciertas compañías dramáticas –sobre todo las de Ricardo Calvo y Guerrero-Díaz de
Mendoza– y como cometido de los arrendatarios del teatro Español” (p. 33). De un total de
5.317 títulos representados en los distintos teatros de Madrid a lo largo de las seis temporadas
analizadas, tan sólo 49 correspondían a obras de los autores de los Siglos de Oro. Datos simi-
lares se deducen del análisis de las carteleras del lustro siguiente e incluso de las del período
republicano. Véanse al respecto el libro de María Francisca Vilches y Dru Dougherty, La esce-
na madrileña entre 1926 y 1931. Un lustro de transición, Madrid, Fundamentos, 1997, y su
análisis de la situación en el epígrafe “La valoración de los clásicos” (pp. 241-253); y el de Luis
M. González, La escena madrileña durante la II República (1931-1939), Teatro. Revista de
estudios teatrales (Alcalá de Henares), nº 9-10, junio-diciembre de 1996.
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del pensamiento del autor y del espíritu de la obra. Y con ello vuelve al tea-
tro la presencia simbólica y eterna, la sonora resonancia de las bóvedas alti-
vas, el soplo de misterio, sencillez y grandeza de las obras medievales,
ejemplo inigualado del espectáculo teatral10.
Como vamos a ver, Federico García Lorca también ocupó un lugar relevante
en este aspecto de la vanguardia teatral.
10. Felipe Lluch Garín, “Decoración moderna en el teatro de Lope. Sus obras renuevan la
escenografía”, Ya, 22-VIII-1935, p. 9.
28
2. LA BARRACA
En sintonía con esta corriente de reivindicación del teatro clásico y con los
intentos por recuperar su esencia dramática como fuente de inspiración de la
renovación escénica que España necesitaba en aquel momento, ha de inscribir-
se, sin duda, el proyecto de La Barraca. Proyecto en el que García Lorca volcó
gran parte de sus energías a lo largo de cuatro años y del que se sentía particu-
larmente orgulloso, como dejó patente en numerosas declaraciones: “La Barraca
para mí es toda mi obra, la obra que me interesa, que me ilusiona más todavía
que mi obra literaria, como que por ella muchas veces he dejado de escribir un
verso o de concluir una pieza...”1. Sin embargo, no había tal contradicción entre
su trabajo de creación artística y de dirección teatral, ya que para Lorca ambos
se inscribían en el contexto de una labor de conjunto, enriquecedora y total:
“No, no me distrae de mi trabajo. Yo sigo escribiendo y ocupándome de mi obra.
¡Si todo es lo mismo! Todo viene a ser alegría de crear, de hacer cosas. Además,
esta labor mía en La Barraca es una gran enseñanza. Yo he aprendido mucho.
Ahora me siento verdadero director”2.
La gestación de La Barraca se remonta al otoño de 1931, cuando un grupo de
estudiantes de Filosofía y Letras y Arquitectura de la UFEH se propusieron hacer
un teatro ambulante que llevara por los pueblos piezas de teatro clásico. Lorca
pronto se identificó con la idea y se convirtió en su principal promotor. Y aunque
no con la amplitud que al principio soñaba, llegó a conseguir que se incardinara,
gracias a la figura de Fernando de los Ríos, en el programa de renovación cultural
auspiciado por la recién nacida República. Incluso antes de que el proyecto se
1. Octavio Ramírez, “Teatro para el pueblo”, La Nación (Buenos Aires), 28-I-1934, “Artes-
Letras”, p. 3, recogido en Federico García Lorca, Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1986 (vigé-
simo segunda edición, a cargo de Arturo del Hoyo), III, pp. 594-96. (En adelante, OC).
2. Juan Chabás, “Vacaciones de La Barraca. Federico García Lorca cuenta a ‘Luz’ los éxitos
de nuestro Teatro Universitario. Próximas excursiones a París y a Roma. La obra del poeta”,
Luz, 3-IX-1934, p. 6, en OC, III, pp. 607-609.
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
concretara, García Lorca había avanzado claramente cuál era el propósito que le
guiaba: “Los estudiantes van a lanzarse por todos los caminos de España a educar
al pueblo. Sí, a educar al pueblo con el instrumento hecho para el pueblo, que es
el teatro y que se le ha hurtado vergonzosamente”. No se trataba de un puro diver-
timento de estudiantes deseosos de aventura, sino de una labor muy seria de polí-
tica nacional, en sintonía con los propósitos culturales de la República. Los
integrantes de La Barraca eran un grupo de gente comprometida con la realidad
del país: “Alegre, sí; muy alegre. Pero no despreocupada, sino todo lo contrario.
Muy preocupada con una gran idea política, que es la que les empuja. Una idea
de gran política nacional: educar al pueblo poniendo a su alcance el teatro clási-
co y el moderno y el viejo. Ese teatro tan tristemente abandonado por los espa-
ñoles”3. Unos meses más tarde, mientras estaba ensayando La vida es sueño sin
saber todavía si iba a poder contar con el apoyo del Estado, volvía a insistir en el
mismo aspecto, advirtiendo que tenían que ser precisamente los modernos quie-
nes se preocupasen de recuperar lo antiguo, tal vez por su mismo afán de moder-
nidad: “Lo primero, teatro clásico. Toda nuestra primera aventura –a esto no se le
puede llamar temporada– será eso: teatro clásico que llevaremos al pueblo. Tene-
mos que ser nosotros, los ‘istas’, los ‘snobs’, quienes desempolvemos el oro viejo
sepultado en las arcas”. Y a continuación hablaba del repertorio que proyectaba,
y de su criterio a la hora de presentar las obras de Cervantes, Lope y Calderón:
“No fui nunca partidario de las adaptaciones, que no son otra cosa que una pro-
fanación, además innecesaria”4.
Las actividades efectivas de La Barraca comenzaron el 6 de junio de 1932,
con el ensayo general de La vida es sueño en la Residencia de Señoritas y a los
3. V(íctor de la) S(erna), “Estudiantes de la F.U.E. se echarán a los caminos con ‘La Barra-
ca’. Un carromato como el de Lope de Rueda. Teatro clásico gratuito por las plazas de los pue-
blos”, El Sol, 2-XII-1931, p. 1. Esta entrevista, aunque citada en varias ocasiones, ha sido
reproducida por primera vez en su integridad por Andrew A. Anderson, “Los primeros pasos
de ‘La Barraca’: una entrevista recuperada, con cronología y comentario”, en Laura Dolfi (ed.),
L’imposible/posible di Federico García Lorca, Atti del Convegno di Studi, Salerno, 9-10 mag-
gio 1988, Napoli, Edizioni Scientifiche Italiane, 1989, pp. 177-199. En su estudio, Anderson
propone una rigurosa cronología que ilustra con precisión esos “primeros pasos” del teatro
universitario dirigido por Lorca. Sobre los inicios de La Barraca, véanse además Antonio Cam-
poamor González, “La Barraca y su primera salida por los caminos de España”, Cuadernos His-
panoamericanos, nº 435-436, septiembre-octubre de 1986, pp. 779-790; y también Ian
Gibson, Federico García Lorca. 2. De Nueva York a Fuente Grande (1929-1936), Barcelona,
Grijalbo, 1987, pp. 153-171.
4. X., “Nuevo tabladillo popular. Una hora de ensayo con los estudiantes de La Barraca. Y
unos minutos de charla con Federico García Lorca”, La Voz, 1-II-1932, p. 9. Esta entrevista no
figura en la cronología de los “primeros pasos” de La Barraca establecida por A. A. Anderson
en el artículo citado en la nota anterior. Ha sido recuperada por nosotros en “Primeros ensa-
yos de La Barraca. Una entrevista olvidada de García Lorca”, Boletín de la Fundación Federi-
co García Lorca, nº 16, diciembre de 1994, pp. 49-66.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
pocos días se iniciaba su primera salida, por tierras sorianas. Como presentación,
Lorca leía en los distintos pueblos un discurso en el que reafirmaba una y otra
vez la idea de devolver el teatro al pueblo, con el propósito de renovar la escena
desde la recuperación del espíritu del teatro clásico:
Nosotros queremos representar y vulgarizar nuestro olvidado y gran
repertorio clásico, ya que se da el caso vergonzoso de que, teniendo los espa-
ñoles el teatro más rico de toda Europa, esté para todos oculto; y tener estas
prodigiosas voces poéticas encerradas es lo mismo que secar las fuentes de
los ríos o poner toldos al cielo para no ver el estaño duro de las estrellas.
Hay mucho que hacer, pero nosotros iremos poniendo con verdadera
modestia nuestro grano. El poco teatro clásico que ustedes han visto ha sido
bajo una absurda y sentimental visión romántica que quitó a Lope, a Tirso y
a Calderón y a Vélez de Guevara, y a todos, su eternidad y su verdor para dar
lugar al ridículo lucimiento de un divo.
El Teatro Universitario no sólo se dedicará a los clásicos, sino también a
los modernos universales de todas las tendencias y además persigue, con las
Misiones Pedagógicas, la creación de una escena moderna puramente popu-
lar y exclusiva del color y el aire de estas tierras...5
5. Texto recogido por Luis Sáenz de la Calzada, “La Barraca”. Teatro Universitario,
Madrid, Revista de Occidente, 1976, p. 126, y también en OC, III, p. 435. El libro de Sáenz de
la Calzada ha sido reeditado recientemente con un interesantísimo apéndice titulado Federico
García Lorca y sus canciones para La Barraca, en transcripción musical de Ángel Barja, edi-
ción revisada y anotada por Jorge de Persia, Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estu-
diantes/Fundación Sierra Pambley, 1998 (en adelante, citamos por esta edición).
6. Enrique Moreno Báez, “‘La Barraca’. Entrevista con su director, Federico García Lorca”,
Revista de la Universidad Internacional de Santander, nº 1, 1933, en OC, III, pp. 533-535.
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
¡Ah!... La Barraca... Eso es algo muy serio... Ante todo es preciso com-
prender por qué el teatro está en decadencia... [...] El pueblo sabe lo que es
el teatro... Ha nacido de él... La clase media y la burguesía han matado el tea-
tro y ni siquiera van a él, después de haberlo pervertido... Fue entonces
cuando comprendiendo eso resolvimos entre estudiantes devolver el teatro
al pueblo... Fundamos La Barraca Eduardo Ugarte y yo [...] Como abriga-
mos la convicción de que los clásicos no son arqueológicos, representamos
obras como los pasos de Lope de Rueda, los entremeses de Cervantes, el
auto sacramental La vida es sueño y Fuenteovejuna, de Lope... Hemos com-
probado así que los clásicos son tan actuales y tan vivos como Arniches...7
Durante la época en que García Lorca dirigió La Barraca, desde 1932 hasta
finales de 1935, el teatro estudiantil puso en escena diez obras del repertorio clá-
sico, además de una “Fiesta del romance”, que incluía El conde Alarcos (anóni-
mo) y Las almenas de Toro, de Lope de Vega; una escenificación de La tierra
de Alvargonzález, de Antonio Machado; y un montaje ocasional de su Retabli-
7. Pablo Suero, “Crónica de un día de barco con Federico García Lorca”, Noticias Grá-
ficas (Buenos Aires), 14 y 15-X-1933, entrevista recogida después en su libro Figuras con-
temporáneas, Buenos Aires, Sociedad Impresora Americana, 1943, pp. 276-304; en OC, III,
pp. 539-553.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
8. X., “Nuevo tabladillo popular...”, art. cit. Datos sobre decorados, interpretación y direc-
ción escénica pueden hallarse en Luis Sáenz de la Calzada, op. cit. El más completo estudio de
las escenografías de La Barraca hasta ahora es, sin duda, la tesis doctoral de José Luis Plaza Chi-
llón, El teatro y las artes plásticas. Escenografía y estética teatral de vanguardia: Federico
García Lorca, La Barraca y otros montajes (1920-1937), Granada, Universidad de Granada,
1996, a pesar de que plantea valoraciones desde nuestro punto de vista discutibles sobre otros
aspectos de este Teatro Universitario, como la conexión que se pretende establecer entre La
Barraca y el “teatro político” de Erwin Piscator o Leopold Jessner. Fruto de este trabajo de Plaza
Chillón han sido dos libros: Escenografía y artes plásticas: el teatro de Federico García Lorca
y su puesta en escena (1920-1935), Granada, Fundación Caja Granada, 1998; y el que aquí
más nos interesa, Clasicismo y vanguardia en La Barraca de F. García Lorca. 1932-1937 (De
pintura y teatro), Granada, Comares, 2001. Véase también otra excelente tesis para Magister
Grades, con abundantísima documentación gráfica sobre los espectáculos de La Barraca, que
puede consultarse en la biblioteca de la Fundación Federico García Lorca: Dominique Konrath,
Avantgarde und Erziehung: Lorcas Barraca: Projekt und sein Verhältnis zu Bildnerei und
Spiel, München, Ludwig Maximilianus Universität, 2000, 2 vols.
9. “La Barraca, en Burgo de Osma. El Teatro Universitario que creará D. Fernando de los
Ríos”, Luz, 12-VII-1932, p. 11.
10. Antonio Agraz, “El Teatro Universitario. La primera salida y lo que hará, según García
Lorca, en su próxima campaña”, Heraldo de Madrid, 25-VII-1932, p. 5, entrevista reproducida
por Ian Gibson en “Federico García Lorca: tres entrevistas recuperadas”, La Pluma, 2ª época,
nº 8, 1982, pp. 111-113.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
También con las obras largas García Lorca procedió con el mismo criterio
general: puesta en escena de acuerdo con técnicas modernas y respeto al espí-
ritu dramático de la obra. Como hemos visto en una cita anterior, era completa-
mente contrario a la idea de refundir los textos clásicos, puesto que semejante
práctica no había servido más que para desfigurar y arruinar la grandeza dra-
mática del teatro de los Siglos de Oro. Lorca creía que los clásicos se podían
representar de muchas maneras, de ahí su grandeza, pero no de cualquier forma
y nunca traicionando la esencia dramática de la obra:
12. Joan Tomás, “A propòsit de La dama boba. García Lorca i el teatre clàssic espanyol”,
Mirador (Barcelona), 19-IX-1935, p. 5, en OC, III, pp. 653-56.
13. Nicolás González-Deleito, “Federico García Lorca y el teatro de hoy”, Escena, mayo de
1935, en OC, III, pp. 626-630.
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con que se afrontaba cada uno de los aspectos del montaje, de la precisión del
movimiento escénico, de la utilización acertada de la música y los coros como
complemento eficaz del ritmo del espectáculo14. Ritmo que comenzaba por la
recitación de los versos:
Poco se sabe de la recitación del teatro clásico. Sólo conocemos los
elogios de los autores a los comediantes. Nosotros tratamos de recitar
dando su valor pleno a cada verso, lentamente, subrayando, con énfasis,
con mucho énfasis, cuando el verso lo requiere. Únicamente tropezamos
con la dificultad de la carencia de signos de puntuación para el recitado,
de signos que indiquen la calidad, el valor de cada pausa, que en el verso
son tan distintas de las de la prosa. Nosotros medimos y calculamos la
extensión de cada pausa, lo que produce en escena una armonía en los
silencios realmente extraordinaria. El campesino que nos escucha quizás
no perciba, naturalmente, lo que puede percibir, todo el simbolismo del
pensamiento de Calderón; pero ve, y plenamente intuye la calidad mágica
de sus versos15.
14. Véase el interesante artículo de Dru Dougherty y María Francisca Vilches “Federico
García Lorca como director de escena”, en El teatro en España entre la tradición y la van-
guardia (1918-1939), op. cit., pp. 241-251. María Francisca Vilches también ha analizado la
producción teatral lorquiana desde el punto de vista del director escénico que siempre fue en
“El teatro de Federico García Lorca en el contexto internacional: la dirección de escena”, Aco-
taciones, II época, nº 1, julio-diciembre de 1998, pp. 11-21.
15. Enrique Moreno Báez, “‘La Barraca’. Entrevista con su director, Federico García Lorca”,
art. cit.
16. Ibid.
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
había suprimido todo aquello que hacía decrecer el interés del espectador, todo
aquello que, “por una u otra razón, rompiera el Gelstalt de la obra”20.
El montaje de El burlador de Sevilla, del que apenas nos han llegado datos,
debió acomodarse a pautas similares: utilización eficaz de la música, solución
imaginativa y práctica de escenas complicadas, como la del duelo entre don Juan
y el Comendador, y supresión de elementos que no eran fundamentales dramá-
ticamente, como el coro de las plañideras que iban a quejarse al rey o la parte
final de la obra, tras la muerte de don Juan a manos de don Gonzalo, con lo que
se evitaba la moraleja y la entrada del rey. La obra concluía en el momento de
máxima intensidad: cae muerto don Juan “y con un fondo de cortinas negras,
con el canto que suena casi a gregoriano y que, detrás de las cortinas se entona
a dos voces (tomado del Romancero: Íbase por un camino/íbase por un cami-
no/el valiente D. Bernardos)”:
Adviertan los que de Dios
adviertan los que de Dios
juzgan los castigos grandes,
que no hay plazo que no llegue
que no hay plazo que no llegue
ni deuda que no se pague21.
20. Luis Sáenz de la Calzada “La Barraca”. Teatro Universitario, op. cit., p. 67. Sáenz de
la Calzada se refiere así a la labor de adaptación del texto que el poeta llevaba a cabo:
“La vista agudísima de Federico, esa hipersensibilidad de la que tantas muestras ha deja-
do, le había hecho observar, durante las representaciones, que en ciertos puntos de la obra
decrecía el interés del espectador; evidentemente, tal fenómeno no podía por menos que sem-
brar la inquietud en el poeta y llevarle a un análisis despiadado de la obra, pero cargando la
atención sobre el punto o los puntos negros. Posiblemente, el teatro clásico español está pla-
gado de puntos negros o muertos en los que la atención del espectador vacila y, de continuar
el deterioro por el interés de la obra, el aburrimiento sustituye a lo que, en realidad, debería
ser deleite. Federico, conociendo el fenómeno que, posiblemente hasta sus trabajos en La
Barraca, ni siquiera había rozado su atención, estudiaba las obras expurgándolas de aquellos
puntos oscuros contra los que se estrellaría la atención del auditorio. Necrosis literarias que
amenazaban extenderse a todo el cuerpo de la obra; sin una sola vacilación, Federico las supri-
mía, dejando únicamente aquello que pudiera hacer vibrar al espectador y aun hacerle super-
vibrar; confería, de este modo, plena vigencia a lo representado y, mediante tal sistema, se
perdía el temor al fracaso” (pp. 72-73).
21. Luis Sáenz de la Calzada, “La Barraca”. Teatro Universitario, op. cit., pp. 104-114.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
Pero tal vez sea Fuenteovejuna el caso más significativo del trabajo de Lorca
con los clásicos en La Barraca, tanto por tratarse de la obra que más veces y con
mayor éxito se representó como por ser la que mereció un estudio más atento
por parte de García Lorca y una adaptación más radical, hasta el punto de que el
propio Lorca la consideraba una especie de antología de la obra:
Voleu un altre exemple de com procedeixo i he procedit sempre amb
els clàssics en general i mès concretament amb Lope de Vega? Ens l’ofereix
Fuenteovejuna. D’aquesta obra només n’he donat, en les representacions
de ‘La Barraca’, siexanta escenes. He separat tot el drama politic i m’he limi-
tat a seguir el drama social. Però ho he advertit. No he dit: ‘Ara aneu a veure
i escoltar Fuenteovejuna’, sinó que he anunciat: ‘Vaig a presentar-vos una
antologia de Fuenteovejuna’23.
22. Joan Tomás, “A propòst de ‘La dama boba’. García Lorca i el teatre clàssic espanyol”,
art. cit.
23. Ibid.
24. Suzanne W. Byrd, La Fuenteovejuna de Federico García Lorca, Madrid, Editorial Plie-
gos, 1984. También ha analizado el alcance de esta adaptación lorquiana de Fuenteovejuna
Teresa Huerta, “Tiempo de iniciativa en la Fuenteovejuna de Federico García Lorca”, Hispa-
nia, LXXX, 2 (septiembre de 1997), pp. 480-487; sobre ésta y algunas otras versiones de Fuen-
teovejuna, véase el capítulo que le dedica Enrique García Santo-Tomás en su libro La creación
del “Fénix”. Recepción crítica y formación canónica del teatro de Lope de Vega, Madrid, Gre-
dos, 2000, pp. 319-372; y el documentado trabajo de Emilio Peral Vega, “De reyes destronados.
La figura del rey en el teatro clásico durante la Segunda República”, en Luciano García Loren-
zo (ed.), El teatro clásico español a través de sus monarcas, Madrid, Fudamentos (Monogra-
fías RESAD), 2006, pp. 351-377.
Luis Sáenz de la Calzada justificaba así la reducción del texto para acomodarlo a la sensi-
bilidad del público a que iba dirigido:
“Fuenteovejuna, montada por Federico y Ugarte, fue, constituyó, una demostración clara
de que con los autores clásicos –los llamados clásicos–, era lícito, legítimo, tomarse cuantas
libertades se estimaran convenientes para que el juego de la escena resultara más próximo a la
fibra sensible del espectador; la única condición para llevar a cabo semejante empresa, que,
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
por otra parte, podía resultar peligrosa, era que la libertad tomada cumpliera todos los requi-
sitos exigibles. Es lícito destacar, en la escena teatral, primeros, segundos y aún más planos, de
modo que, al recortar, al separar unos de otros, la obra adquiera un volumen determinado. Por
lo demás, eso se hace, asimismo, en cualquier otro tipo de arte, sea éste o no interpretatorio.
Pero en Fuenteovejuna Federico prescindió, y aun totalmente, de determinados planos de la
obra, planos que la ubicaban en una época determinada y le restaban la universalidad que la
obra tiene; de este modo quedaba al descubierto, con las espaldas al aire, con las carnes bajo
la lluvia, el drama rural que ha sido consustancial con España, seguramente desde el Neolítico.
Y la gente lo entendía así; aplaudía no sólo por la interpretación, la dirección, el juego escéni-
co de los decorados y figurines, etc., sino porque se le hacía patente, como una herida, algo
que, oscuramente consabido, llevaba el campesino en sus mecanismos mentales, en cada gota
de su sangre y en los mares negros de su sudor cotidiano.
Federico consiguió un logro sustancial en este terreno; posteriormente, con mayor o
menor éxito, se han llevado a cabo experimentos semejantes, pero yo creo que Federico abrió
el camino, por otra parte de modo ejemplar.” (Op. cit., p. 102).
Obsérvese, por otro lado, que Sáenz de la Calzada atribuye la autoría de la versión de
Fuenteovejuna y de otros montajes de La Barraca, como El burlador de Sevilla, al trabajo con-
junto de Lorca y Ugarte, cuya colaboración, fundamental en todos los aspectos como recono-
ció siempre el propio Lorca, ha sido a menudo relegada a un segundo plano. Véase al respecto
el libro de Juan A. Ríos Carratalá, A la sombra de Lorca y Buñuel: Eduardo Ugarte, Alicante,
Universidad de Alicante, 1995, en especial pp. 49-56.
25. Luis Sáenz de la Calzada, en Federico García Lorca y sus canciones para La Barra-
ca, recuerda que esta canción se ensayó con algunos retoques, pero fue finalmente retirada por
el propio Federico en su pretensión de eliminar toda referencia histórica concreta para que
Fuenteovejuna apareciera como un drama universal e intemporal (op. cit., pp. 334-336).
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
Sobre la plástica escenográfica diseñada por Alberto para este montaje, véase el artículo
de José Luis Plaza Chillón, “Homenaje a Alberto Sánchez en el centenario de su nacimiento
(1895-1995). Su labor plástica y escenográfica en el teatro: La Fuenteovejuna de Federico Gar-
cía Lorca”, Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada, nº 28, 1997, pp. 141-157.
27. Silvio d’Amico, “Encuentro con Federico García Lorca”, Il Dramma (Torino), 15 de
mayo de 1935, reproducida en Andrés Soria Olmedo (ed.), Treinta entrevistas a Federico Gar-
cía Lorca, Madrid, Aguilar, 1989, p. 203; y en OC, III, p. 639.
28. Véase sobre su fortuna escénica la precisa síntesis, no del todo completa, de Felipe B.
Pedraza Jiménez en su artículo “La dama boba y Peribáñez: las huellas en el tiempo”, en Lope
de Vega en la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Año 2002, Cuadernos de Teatro Clási-
co, Madrid, Ministerio de Cultura, nº 17, 2002, pp. 12-40.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
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3. EL ESTRENO DE LA DAMA BOBA
EN BUENOS AIRES (1934)
1. Sobre el triunfo de García Lorca en esta gira americana, véase el capítulo que le dedica
Ian Gibson, Federico García Lorca. 2. De Nueva York a Fuente Grande (1929-1936), op. cit.,
pp. 263-306; y, al menos, Gabrielle Morelli, “Federico García Lorca a Buenos Aires e Montevi-
deo: storia di un’apoteosi”, en Laura Dolfi (ed.), Federico García Lorca e il suo tempo. Atti del
Congresso internazionale, Parma, 27-29 aprile 1998, Roma, Bulzoni, 1999, pp. 259-278;
menos interés tienen los análisis de su estancia en Buenos Aires y Montevideo en el volumen
coordinado por Andrew A. Anderson, América en un poeta. Los viajes de Federico García
Lorca al Nuevo Mundo y la repercusión de su obra en la literatura americana, Sevilla, Uni-
versidad Internacional de Andalucía/Fundación Focus-Abengoa, 1999.
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
2. “La niña boba en un elenco nacional. Eva Franco desea debutar con ella el año próxi-
mo. El escenógrafo español Fontanals pintará los decorados”, La Nación (Buenos Aires), 26-X-
1933, p. 11. Sobre la labor escenográfica de Manuel Fontanals y su colaboración con García
Lorca, véase el libro de Rosa Peralta Gilabert, Manuel Fontanals, escenógrafo. Teatro, cine y
exilio, Madrid, Fundamentos (Monografías RESAD), 2007.
3. Eva Franco, en la imprecisión de unos recuerdos revividos a los 78 años, incluía al poeta
granadino en sus planes desde el principio: “Mi padre, José J. Franco, quería poner en escena
La dama boba, de Lope, que García Lorca había adaptado respetando escrupulosamente el
contenido y achicando los versos. Como es natural, mi padre quiso que fuera yo quien la estre-
nara [...] Y la dirección para el estreno corría a cargo, naturalmente, de Federico”.
En cuanto a su primer encuentro con el poeta, declaraba:
“Tuvo lugar al poco tiempo de venir. Le esperábamos en el teatro de la Comedia, hoy desa-
parecido [...]
Federico comenzó leyéndonos La dama boba; más que leyéndola, como si pusiera estre-
llas en cada palabra, y yo miraba sus manos que eran un prodigio de espuma en cada verso:
iban y venían por los sitios del aire... más bien eran ellas las que hablaban” (“Eva Franco o la
elegancia del recuerdo”, en Pedro Villarejo, García Lorca en Buenos Aires. Una resurrección
anterior a la muerte, Buenos Aires, Libros de Hispanoamérica, 1986, pp. 103-109).
En otro testimonio no menos impreciso, aproximadamente de la misma época, Eva Fran-
co evocaba así su primer encuentro con el poeta y la decisión de representar La dama boba:
“Lola Membrives fue quien lo trajo para sus Bodas de sangre. Ella me lo presentó la noche que
hizo una función para los actores y para los escritores […] Y a raíz de este encuentro él me fue
a ver. Parece que le gustaba cómo yo trabajaba […] Él no tenía ninguna [obra], estaba escri-
biendo Yerma, una obra dramática, según nos dijo. Y la tenía pensada para otra actriz, no para
mí […] Lógicamente, dentro de la temporada de Lola no podía hacer otra obra en otra com-
pañía. Pero prometió que cuando terminara la temporada, antes de irse a España, iba a buscar
una para mí […] Terminó el año 33 y en los primeros días del 34 apareció Federico con La
dama boba, que fue una joya, porque la redujo y la preparó adaptándola para una compañía
argentina que entonces no tenía posibilidades…” (“Tres testimonios”, La Nación (Buenos
Aires), 10-VIII-1986, sección “Letras/Artes”, p. 1).
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
4. “La temporada de Eva Franco. Se iniciará con La niña boba, de Lope de Vega. La sala
será transformada en el viejo Corral de la Pacheca”, La Nación (Buenos Aires), 31-I-1934, p. 8.
5. Miguel Pérez Ferrero, “La conmemoración del tricentenario de Lope de Vega. Federico
García Lorca habla de la gran fiesta conmemorativa de Lope de Vega, en la que Margarita Xirgu
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
va a representar el día 27 su versión de ‘La dama boba’, que alcanzó doscientas representacio-
nes en Buenos Aires”, Heraldo de Madrid, 22-VIII-1935, p. 7, en OC, III, pp. 642-46. En otra
entrevista del mismo año: “Us diré més: María Guerrero, que era una actriu magnifica, presen-
tava –através d’una refosa feta, creo, pel seu marit i un traspunt– La dama boba com una ingè-
nua que feia la tonta. No, no! La Boba de Lope és boba de veritat! Lope no volgué, com molts
suposen, oposar dos caràcters, sinó demostrar que una ànima obscura pot ésser curada per l’a-
mor. Es més clar que l’aigua.” (Joan Tomás, “A propòsit de ‘La dama boba’. García Lorca i el tea-
tre clàssic espanyol”, art. cit.).
A pesar de que el vestido que lucía María Guerrero en sus representaciones de La niña
boba fue alabado por la crítica de la época, así como su interpretación (véase, por ejemplo, el
artículo de José Ramón Mélida, “Indumentaria teatral. El traje de la Niña Boba”, El Diario del
Teatro, nº 71, 7-III-1895), hay, no obstante, una anécdota de Valle-Inclán, siempre incisivo con la
actriz, que pone en duda el respeto de María Guerrero al espíritu de la obra, y en cierto modo
ratifica la opinión de García Lorca, aunque cada uno aluda a un aspecto diferente del montaje:
“La Guerrero –decía en la ocasión que digo– siempre ha puesto las obras mal. Y como
alguien, por disculpar verdaderamente la admiración sincera que pudiera sentir, o por incitar al
crítico, se permitiera aducir que acaso, en los últimos tiempos había decaído el prestigio escé-
nico de aquella compañía, por la ruina a que los había llevado su despilfarro, insistió don
Ramón: –No, no, siempre han puesto las obras mal, y peor cuanto más dinero tenían y presu-
mían de lujo y elegancia en la mayor propiedad. Y si no, vamos a ver: ¿Qué obra dicen que esta-
ba muy bien? De sus mejores tiempos. ¿La niña boba? La niña boba. ¿Qué es la protagonista?
Una señorita tonta de la clase media que le hace burletas al maestro y se esconde por los des-
vanes entre las esteras. ¿Cómo vistió el personaje la Guerrero? Yéndose al Museo del Prado y
haciendo copiar exactamente el traje de Corte de la Infanta Margarita por Velázquez, con que
luego la retrató Sorolla a ella. Pues, señores, es lo mismo que si dentro de trescientos años, hay
un director de escena que quiere poner La verbena de la Paloma y se dice: Hay que hacerlo
bien. Busquemos documentos auténticos. Aquí tenemos ya el Blanco y Negro, el mejor sema-
nario ilustrado de aquella época. Es del año 1901. Lo mismo da, diez años arriba o abajo; para
el caso es igual. Ya está. Ya tenemos los trajes. Miren ustedes qué cuadro el de esta fotografía de
la Familia Real: ‘Boda de S.A.R. la Princesa de Asturias’. Y visten a la Susana y la Casta ‘la more-
na y la rubia hijas del pueblo de Madrid’ con los trajes de gran gala de doña María Cristina de
Habsburgo-Lorena y su Corte, el día que casó a su hija y heredera del trono español”. (Cipriano
de Rivas Cherif, Cómo hacer teatro: Apuntes de orientación profesional en las artes y oficios
del teatro español (ed. de Enrique de Rivas), Valencia, Pre-Textos, 1991, pp. 314-315).
6. “Mañana se reunirá en el teatro de la Comedia la compañía de Eva Franco”, La Nación
(Buenos Aires), 16-II-1934, p. 9. La reunión estaba prevista a las 14,30 horas, “a efectos de escu-
char la lectura de la pieza de Lope de Vega, La niña boba, cuya refundición acaba de hacer el
poeta español Federico García Lorca”.
7. Federico García Lorca, Epistolario completo (ed. de Andrew A. Anderson y Christo-
pher Maurer), Madrid, Cátedra, 1997, p. 799.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
septiembre de 1956, pp. 331-333; Laffranque indica a pie de página la fecha correcta, aunque,
tal como advierte, no reproduce todo el texto de Octavio Ramírez. Omite el principio, dedi-
cado a ilustrar el éxito creciente del teatro clásico en el mundo (“Recordar las obras clásicas,
aparte de los teatros destinados especialmente a eso, verbigracia la Comedia Francesa, es una
tendencia que se ha ido acentuando cada vez más en estos últimos años [...]”) y la introduc-
ción que precede a las declaraciones de Fontanals, donde el entrevistador habla del ambiente
de los verdaderos corrales de comedias. En OC, III, pp. 591-593, Arturo del Hoyo reproduce el
mismo texto de Laffranque, pero confunde la fecha de su aparición en La Nación, que él sitúa
en un imposible 12 de enero de 1934 (p. 1.238).
10. En 1935, cuando se le insinuaba si no había suprimido fragmentos fundamentales de
la comedia, y la había desvirtuado, respondía que había cortado pocos versos:
“–Aqueixa pobre gent que em censuren a propòsit de La dama boba, no saben ni que
Lope de Vega existit. Confon en La dama boba, de Lope, de l’inmens Lope, amb La niña
boba, que des de fa anys es ve representant i que no és altra cosa que una refosa lamentable.
– Què heu suprimit vós en definitiva?
– Vint versos. Menys! Uns quinze, només. I potser ni hi arriben. Són versos innecessaris i
més aviat dolents. Són punts morts de l’obra. El teatre clàssic espanyol està ple de punts morts
d’aquests. Són versos que resultaven pesats i alteraven el ritme de farsa –de farsa molieresca–
que he volgut donar a la comèdia” (Joan Tomás, “A propòsit de La dama boba. García Lorca i
el teatre clàssic espanyol”, art. cit.).
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
del verso con lógica, con ritmo, con armonía, es un trabajo muy difícil, muy
prolijo, que es lo que yo he hecho con escrupulosidad, con el fervor que me
ha despertado siempre la joya literaria que he tenido en mis manos. La
dama boba se representará, pues, en la Comedia, aligerada, cortada, nunca
refundida. Queda, no sólo lo esencial, sino lo mejor de ella, porque cuando
he encontrado un verso de soberana belleza, aun sin ser esencial a la acción
o a la idea, lo he dejado, lo he respetado, porque habría sido una profanación
tocarlo. Y así, creo, estoy seguro de que la obra de Lope llegará al público
de Buenos Aires a través de la compañía nacional que ha tenido el inspirado
intento de revivirla, no sólo con toda su lozanía, en toda su gracia, en todo
su donaire, sino también más perfecta, porque ahora queda de ella lo más
grande, lo más justo, lo más armonioso, lo más bello.
Por su parte, Fontanals daba cuenta de las dificultades con que se había
encontrado a la hora de transformar el teatro en una réplica de los corrales del
Siglo de Oro, tanto por cuestiones de orden práctico como de convención tea-
tral, puesto que el intento de enrejar los palcos a modo de balcones que simula-
ran las paredes laterales del ficticio corral a veces daba la impresión de cárcel
más que de ventana. En cuanto a la solución escenográfica de la obra, había pro-
curado respetar en lo posible las técnicas propias de los primitivos corrales, pero
sin descartar un toque de modernidad y funcionalidad visual:
...la decoración de fondo que yo he realizado está constituida por un
juego de escaleras, que también era posible en los corrales, puesto que ellas
eran muchas veces el espontáneo telón de fondo que formaban las escale-
ras que conducían a las casas vecinas. Ésta ya permite realizar motivos visua-
les de color y de perspectiva. Para facilitar y hacer más variado el
movimiento escénico he colocado a un costado del escenario un tablado
pequeño, desde el cual los personajes dialogan con los otros que están en
el plano normal de la escena y aun suben y bajan, permitiendo un desarro-
llo flexible y novedoso. Y para dar mayor amplitud a los motivos pictóricos
he puesto a un lado del escenario, pero bien visible desde la sala, un jardín,
recurso perfectamente lógico, puesto que desde muchos corrales eran tam-
bién visibles los jardines contiguos. De esta manera se verá bajo un amplio
arco de follaje, un refrescante panorama de fronda, que transmitirá la impre-
sión de su lozanía, enriqueciendo el cuadro con su color y su perspectiva.
Era necesario hacer un corral, pero también hacer un corral con visualidad
y con belleza. Yo creo que he realizado las dos cosas.
11. “La compañía de Eva Franco se presentó con La niña boba. El singular esfuerzo del
conjunto alcanzó resultados en verdad halagadores”, La Prensa (Buenos Aires), 4-III-1934, p. 19.
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ñol Federico García Lorca”. Aunque no dejaba de reconocer “el singular esfuer-
zo del conjunto” y el acierto de la protagonista y algunos actores en su inter-
pretación (Gerardo Blanco, Rosa Catá, Irma Córdoba, Olimpio Bobio), lamentaba
la falta de naturalidad y la inseguridad de la mayoría, que “hicieron lo que pudie-
ron”; y a la vez que elogiaba el trabajo del escenógrafo y del director de escena,
reconociendo que “la postura escénica fue impecable”, opinaba que “los trozos
musicales que acompañan la escena en diversos momentos, recogidos o com-
puestos por García Lorca, fueron notas que no llenaron del todo su misión de
levantar el carácter brillante de la pieza”.
El crítico de La Nación12 comenzaba describiendo el efecto de la transfor-
mación del teatro en corral de comedias llevada a cabo por Fontanals:
El vestíbulo, recubierto totalmente, lo mismo que la sala, para ocultar la
arquitectura permanente, comienza ya, con las rejas de sus balcones, el
color de sus paredes, la nota castellana de algún farol típico y alguna mace-
ta florida, a formar la atmósfera apropiada y sugerente. La transformación se
acentúa en la sala, hasta recibirse la sensación de no estar en un teatro, en
un teatro de nuestros días. Las barandas de los palcos han tomado forma de
ventanas, ventanas irregulares, desde luego, buscando el desorden artístico,
pues la simetría lo habría hecho monótono, algunas de ellas con rejas, aun a
riesgo de inutilizar localidades aprovechables. Todo está dado en tonos obs-
curos, sobrios, con una gran simplicidad de motivos y líneas. No obstante,
el conjunto no es triste, ni siquiera lóbrego. Por el contrario, si bien sin la
alegría del color, produce una impresión grata, envuelve en una atmósfera
propicia, mansa, apacible, y es además marco decorativo, de una belleza,
como tiene que serlo, para conservar la fidelidad, discreta, modesta, que
lleva, en su misma sencillez, su sello de devoción artística.
12. “Diose anoche La dama boba. El público de la Comedia celebró ayer a Eva Franco.
Constituye un bello espectáculo, lleno de color evocativo”, La Nación (Buenos Aires), 4-III-
1934, p. 15.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
[...] A todo esto ha agregado García Lorca algunos trozos de música apro-
piada y un baile final que, si no es posible afirmar que encuadren total-
mente en una comedia, le imprimen animación, sabor de época, y hacen
caer el telón sobre una escena animada y llamativa.
Le ha dado un ritmo nuevo, una gracia alada a las escenas y a los movi-
mientos de las figuras, imponiéndoles una gracia estereotipada y mecánica
de muñecos. No de otro modo se ponen en los modernos teatros del mundo
las comedias y farsas clásicas hoy. García Lorca ha puesto al servicio de nues-
tros comediantes toda su ciencia de director de La Barraca, y el resultado
no puede ser más halagüeño14.
13. Ian Gibson, Federico García Lorca. 2. De Nueva York a Fuente Grande (1929-1936),
op. cit., p. 300.
14. Pablo Suero, “Reflexiones acerca de La niña boba”, Noticias Gráficas (Buenos Aires),
5-III-1934, p. 12, apud Ian Gibson, op. cit., p. 300.
53
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
El éxito de crítica se vio refrendado por una acogida del público tan espec-
tacular como inesperada, que hizo que la obra llegara a representarse ininte-
rrumpidamente hasta el 17 de mayo, alcanzando la impresionante cifra, máxime
tratándose de una obra clásica, de 161 representaciones, tantas o más que los
grandes éxitos del teatro original lorquiano. Según testimonio de Eva Franco,
Lorca salía todas las noches a recoger los aplausos del público y decía unas pala-
bras, que siempre leía. Al día siguiente del estreno, el diario Crítica recogía el
texto del discurso de agradecimiento de Lorca al público y a los actores, tras el
éxito obtenido. De nuevo aclaraba su criterio a la hora de enfrentarse a los ver-
sos de Lope, a quien ofrecía los aplausos del público, como a todos los que ha-
bían hecho posible el montaje:
Señoras y señores:
Yo quiero esta noche dedicar los aplausos del senado, y contando con
su aprobación, a la memoria de Lope de Vega, monstruo de la naturaleza y
padre del teatro. Con profundo respeto he puesto la obra, pensando que sal-
gan a la luz todas sus esencias perennes y ocultando cuidadosamente lo que
solamente se entendía en su tiempo y carece ahora de virtud poética. El siglo
XIX llevó su afán dogmático hasta triturar estas joyas clásicas en esas refun-
diciones hechas con la vista puesta en el lucimiento de un divo. El poeta
actual, más libre y respetuoso, no pone de su cosecha nada y deja correr esta
fuente de maravilla en todo su color antiguo. ¿Antiguo? No. En este caso,
eterno.
Lope de Vega, múltiple, llega al paisaje de Shakespeare con su tragedia
El caballero de Olmedo y abre la puerta de esta Dama boba al aire de espe-
jos y violines amarillos, donde respira Molière, o al aire lleno de pimienta,
donde suenan los cascabeles de Goldoni.
Por eso he procurado aliviar la obra de monólogos, hasta ponerla como
una muchachita puesta sobre la punta de sus pies para alcanzar una rosa
muy alta. Si este juego divino de amor que jugó Félix Lope de Vega y Carpio
os ha conmovido, agradecedlo a esta compañía, a cuyo frente ríe la delicio-
sa Eva Franco, que ha puesto esfuerzo y pasión para conseguirlo. Para su
entusiasta director, Carlos Calderón de la Barca, de una compañía nacional,
en una tan españolísima obra que ha dado lugar a que el gran Manuel Fon-
tanals realice esta poética evocación clásica, que mete al espectador dentro
del ambiente de la comedia.
En nombre de todos, gracias y salud15.
Hay que recordar, para concluir, otro importante discurso de Lorca de algún
modo relacionado con la obra. El 15 de marzo Eva Franco ofreció a los actores de
15. “García Lorca ofrendó los aplausos a Lope de Vega. Ha conservado en ‘La niña boba’
sus virtudes poéticas. Destacó el esfuerzo y pasión de los intérpretes”, Crítica (Buenos Aires),
4-III-1934, p. 11, en OC, III, pp. 448-49.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
Buenos Aires una representación especial de La dama boba, en una fiesta cele-
brada en honor de Lola Membrives. En uno de los entreactos, Lorca leyó un dis-
curso apasionado en defensa del teatro, en cuya decadencia, reiteraba una y otra
vez, no creía, aunque sí estaba convencido de que “ha perdido su autoridad por-
que día tras día se ha producido un gran desequilibrio entre arte y negocio. El tea-
tro necesita dinero, y es justo y fundamental para su vida que sea motivo de lucro;
pero hasta la mitad, nada más. La otra mitad es depuración, belleza, cuidado, sacri-
ficio para un fin superior de emoción y cultura”. Por ello no dudaba en afirmar
que al teatro comercial “hay que exigirle un minimun de decoro y recordarle en
todo momento su función artística, su función educativa”. Porque para Lorca el
teatro es ante todo, arte, un “gran arte que nace con el hombre”, al que el públi-
co asiste con emoción siempre que se le ofrece de un modo adecuado, y para esto
es imprescindible la labor del director de escena: “Esto lo deben ir sabiendo todas
las compañías. Hacen falta directores de escena autorizados y documentados que
transformen las obras y las intepreten con un estilo”. Cuando se trabaja con este
criterio, el teatro recupera su autoridad y vienen los éxitos:
Por eso me dan tanto aliento los éxitos como el de Mirandolina, este
de La dama boba y los de la Gran Lola, entre otros, que dan autoridad al
teatro y alegría a los actores, que se sienten lo que son, artistas en función
de un arte que cultivan y al cual dedican su actividad de hombres.
El teatro tiene que volver por sus antiguos fueros con el respeto y la
devoción que merecen.
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
16. “‘No creo en la decadencia del teatro’, dijo anoche Federico García Lorca. Habló en
la función especial para actores realizada en el teatro Comedia y Crítica publica exclusiva-
mente su discurso”, Crítica (Buenos Aires), 16-III-1934, p. 15, recogida por J. Comincioli en
“Federico García Lorca. Un texto olvidado y cuatro documentos”, Cuadernos Hispanoame-
ricanos, nº 130, octubre de 1960, pp. 31-35. En OC, III, pp. 450-454 se reproduce literal-
mente esta versión del periódico bonaerense. Miguel García Posada, en su reciente edición
de las Obras Completas (Barcelona, Galaxia Gutemberg/Círculo de Lectores, 1996, III.
Prosa, pp. 242-246) ha recuperado el manuscrito autógrafo de este discurso que se conser-
va en el Archivo García Lorca y que es un borrador con variantes, escrito a lápiz, que, corre-
gido, debió servir como para elaborar el artículo periodístico. La última parte de nuestra cita
está tomada de la transcripción de García Posada, puesto que incluye el párrafo que el perio-
dista omitió.
17. Juan Chabás, “Federico García Lorca y la tragedia”, Luz, 3-VII-1934, p. 6, en OC, III,
pp. 604-606.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
18. Miguel Pérez Ferrero, “Los españoles fuera de España. Federico García Lorca, el gran
poeta del ‘Romancero Gitano’, ha sido durante seis meses embajador intelectual de nuestro país
en la Argentina”, Heraldo de Madrid, 14-IV-1934, p. 4, reproducida por Eutimio Martín en “Fede-
rico García Lorca: dos entrevistas desconocidas”, Ínsula, nº 402, mayo de 1980, pp. 1 y 14.
Por las mismas fechas, otra revista significativa, Diablo Mundo, recogía con entusiasmo el
éxito lorquiano en Buenos Aires y significaba el triunfo de La dama boba como un logro digno
del mayor de los encomios, como caso “ejemplar” para los responsables de la vida escénica
española del momento:
“Ahí está, referente al gran público de teatros, el caso de García Lorca en América.
El poeta ha adaptado La dama boba, de Lope, y la comedia alcanzó más de cien repre-
sentaciones. El hecho es éste. Descontemos ahora su eficacia hispanoamericanizante.
Increíble, quizás, se me dirá. Porque es cierto que hoy grandes masas de lectores y espec-
tadores tienen de la comedia antigua una noción confusa e indiferenciada: la impresión de que
es siempre lo mismo; una vaga adhesión que se inclina ante el fenómeno globalmente conside-
rado y prescinde de las realizaciones singulares, mal conocidas o confusamente recordadas.
Cierto, repito, pero el caso sigue ahí, ejemplar ya. ¿Cómo fue esto? Del modo más sencillo y
humano: el poeta ha ido por la comedia española no como el que mantiene tradiciones y desti-
la esencias nacionales, sino como el que va a antologizar, es decir: a elegir flores. Por esto esta-
mos seguros de que la escenificación de La dama boba se aproxima más que ningún otro
intento de vivificación de los clásicos al espíritu y a los modos de realización de los días de Lope.
García Lorca no refunde, en el significado corriente de la palabra. Adapta. Y adapta sin
adulterar, atento a un sentido íntimo de la obra, que él sabe descubrir como poeta aunque qui-
zás no sepa, ni le importe, razonar como erudito.
La visión de los escenarios nos evoca la obra, a los que no hemos podido gozar de ella, y
la expresión de su genuino lopismo. Aquellas comedias de Lope que eran graciosas cuestiones
de amor, ingenioso planteamiento de problemas poéticos, juego y lírica debieron ser así; fue-
ron así en la mente de Lope. Lo incomprensible es que no sigan siendo deleite nuestro, hoy
que tenemos todos los medios para potenciarlas.
Y nuestro objeto al trazar este ligero comentario –dejando intacto el tema a los especia-
listas–, ha sido acusar el hecho y su significación. Esta fresca, vital incorporación de las letras
hispánicas clásicas a los grandes públicos de América y la identificación que ella supone con
un pasado capaz todavía de ser presente es empresa auténtica. Auténtica y nacional.
Para nuestra escena, una enseñanza: el público va una, diez, cien noches a ver La dama
boba, de Lope. ¡Claro que va!” (Antonio Morón, “García Lorca y el teatro clásico”, Diablo
Mundo, nº 2, 5-V-1934, p. 7, reproducido por Nigel Dennis, Diablo Mundo: Los intelectuales
y la República. Antología, Madrid, Fundamentos, 1983, pp. 133-135).
57
4. EL AÑO DE LOPE (1935)
Si durante mucho tiempo los clásicos habían sido objeto de debate, la cele-
bración del tricentenario de la muerte del Fénix en 1935 avivó aún más una polé-
mica en la que se entremezclaban intereses económicos, políticos, ideológicos y
artísticos. Y galvanizó, a pesar del escaso apoyo oficial, la producción de espec-
táculos de obras clásicas, el rescate de textos olvidados o alejados de los esce-
narios, la revisión de puestas en escena recientes pero anticuadas, la
experimentación de nuevas fórmulas escenográficas para la presentación de los
textos de Lope, etc. El Gobierno se había comprometido a potenciar y subven-
cionar buena parte de los fastos en honor al gran Lope; incluso al calor del tri-
centenario se había intentado, tras largos años de estéril polémica, encauzar
definitivamente la creación de un Teatro Nacional1. Pero las incoherencias de un
Ministerio de Instrucción Pública sometido a constantes cambios de titular en un
momento de gran inestabilidad política, la falta de organización y la escasez –por
otro lado, crónica– de recursos económicos limitaron a poco más que un apoyo
testimonial los grandes proyectos iniciales. Proyectos que, si bien desde el punto
de vista de la difusión editorial llegaron a ser fructíferos, en el aspecto escénico
acabaron reduciéndose a una breve serie de representaciones subvencionadas y
al empeño de algunas compañías y grupos de iniciativa privada, que ofrecieron
montajes en ocasiones más espectaculares que los oficiales.
La inconcreción de los planes del Ministerio de Instrucción Pública, que
hasta el mes de abril no nombró la Junta Central de Iniciativas del Tricentenario,
presidida por Menéndez Pidal, dejó en manos de compañías y grupos aislados las
primeras propuestas escénicas en honor a Lope. A finales de 1934, la compañía
Xirgu-Borrás, concesionaria del teatro Español de Madrid, había avanzado un
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
Federico García Lorca con Pura Maortua de Ucelay y algunos actores del Club Teatral Anfistora tras
la representación de Peribáñez y el Comendador de Ocaña en el cine Capitol, en enero de 1935
(Ahora, 29-I-1935).
Los intérpretes de Peribáñez, ataviados con sus trajes populares auténticos, en el homenaje
a Lope ofrecido por el Club Anfistora (Ahora, 29-I-1935).
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
4. Francisco García Lorca, Federico y su mundo, op. cit., p. 446. Las palabras están entre-
comilladas, como si fueran el parlamento textual que Federico dirigía a Pura Maortua.
5. Ibid., pp. 446-47.
6. Margarita Ucelay, “El Club Teatral Anfistora”, art. cit., p. 461. No todos los críticos valo-
raron positivamente esta decisión. Juan G. Olmedilla, en su reseña del estreno, se congratula-
ba del “espectáculo exquisito”, pero se quejaba de que un montaje semejante difícilmente
hallaría cabida en un teatro comercial y sólo podría dirigirse a minorías cultas, ya que se trata-
ba de un “espectáculo erudito, de selección”, imposible de repetir “ante una masa de espec-
tadores invitados que se aburriera y no acabase de comprender o emocionarse por falta de
acorde entre la sensibilidad de antaño y la presente”. Para él la solución era precisamente lo
contrario de lo que Lorca y otros renovadores de nuestra escena, como Rivas Cherif, venían
proponiendo y demostrando al acercarse a los clásicos: una refundición del texto, “libérrima,
para la inmensa mayoría de nuestro público”, ya que en su opinión “sólo un senado ilustre,
como era el de anoche, capaz de saborear el primor de las reconstrucciones arqueológicas, de
deleitarse con los ‘primitivos’ [...] puede pasar hoy por hoy, hasta aplaudirla, la extraordinaria
ingenuidad de procedimiento de ‘Peribáñez y el Comendador de Ocaña’, con sus convencio-
nalismos pueriles –la escena de la reja, a gritos, a dos pasos de los segadores que duermen–
con sus apartes y sus frases al paño, con el simplismo de su regia justicia...” (Juan G. Olmedi-
lla, “Los del Club Anfistora honran a Lope. Una magnífica resonstrucción escénica de ‘Peribá-
ñez y el Comendador de Ocaña’ en el Capitol”, Heraldo de Madrid, 26-I-1935, p. 4).
62
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
***
Con motivo del centenario de Lope de Vega se comienzan a representar
obras que son como verdaderos estrenos y que debían saber de memoria los
niños de las escuelas públicas si nuestros mayores hubieran tenido y hubie-
ran sabido darnos educación verdadera.
Los actores de este Club Teatral representan el Peribáñez no de modo
perfecto, cosa que sería imprudente exigirles, pero sí con un respeto y un
entusiasmo que yo me enorgullezco en subrayar para animarles en futuras
empresas. Nadie puede imaginarse los desvelos, el trabajo, la constancia, el
espíritu de sacrificio y el arte que su directora, Pura Maortua de Ucelay, ha
invertido en esta labor que yo he visto crecer ante mis ojos.
La obra está montada con el anacronismo necesario para acercarla a
nuestra sensibilidad actual. Una reconstrucción histórica de la época se nos
perdería en las manos, sin sustancia; aparte de que las obras siguen vivien-
do con los años y, así como Lope admitió las interpretaciones románticas,
hoy protestaría enérgicamente de ellas.
Hemos elegido los trajes de las mujeres de Monte Hermoso y de La
Alberca como expresiones populares vivas, que pueden por su tradición ani-
mar con nobleza y tranquilidad la atmósfera de Lope.
Hemos ido a comprarlos a estos pueblos porque ninguna modista acer-
taba con el estilo del pliegue violento y la ternura casta del volante, sabroso
como un pan caliente.
Las pajas amarillas, los espejitos de las capotas, los corazones de pana
roja, las cintas, los refajos de diez colores y los encajes gordos en la penum-
bra morena del seno de las campesinas actuales se hermanan, de modo
justo, con los relinchos, las coces, con la aceitada cabellera poética de la
Casilda de Lope y con la camisa maravillosa de Peribáñez, que, llena de jaz-
mines, trae en dorado azafate una vieja, el día antes de su boda.
El Peribáñez es largo y debo callar para que comience el idilio más enter-
necedor que se puede escuchar sobre un escenario. En nombre del Club doy
las gracias a todos por la generosa ayuda que significa vuestra presencia7.
Peribáñez significó, sin duda, el más resonante éxito del Club Anfistora,
cuyo secreto, en palabras de Agustín de Figueroa, “consiste precisamente en la
unidad de valores, en la belleza del conjunto y la armonía general”8. Antonio
7. De este texto hay varias versiones, entre ellas la del borrador que reprodujo Mario Her-
nández en su edición de Francisco García Lorca, Federico y su mundo, op. cit. pp. 491-93; y
otro autógrafo publicado por Remedios Casamar en “Presentación de Peribáñez por el Club
Anfistora (Un texto inédito de García Lorca)”, Extramuros, VII, nº 27, 2002, pp. 13-14. Repro-
ducimos la versión definitiva que ofrece Mario Hernández en su artículo “Federico García Lorca,
hispanista”, Boletín de la Fundación Federico García Lorca, nº 33-34, 2003, pp. 335-356.
8. Agustín de Figueroa, “Información teatral. Un gran éxito de Anfistora. ‘Peribáñez y el
Comendador de Ocaña’, en Capitol”, Ahora, 27-I-1935, p. 39.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
9. Antonio Espina, “Escena y bastidores. Capitol. Homenaje a Lope de Vega por el Club
Anfistora. Representación de ‘Peribáñez y el Comendador de Ocaña’”, El Sol, 26-I-1935, p. 2.
10. Antonio de Obregón, “Un acontecimiento artístico. ‘Peribáñez y el Comendador de
Ocaña’, de Lope de Vega”, Diario de Madrid, 26-I-1935, p. 4.
11. E. Díez-Canedo, “Información teatral. En el Capitol. El Club Anfistora y Lope de Vega.
Representación del ‘Peribáñez’”, La Voz, 26-I-1935, p. 3. Agustín de Figueroa (art. cit.) insistía
en este mismo aspecto: “El decorado de Fontanals constituye un alarde de estilización y buen
gusto, animado de continuo por sorprendentes efectos de luz. No se puede pedir una imita-
ción más lograda del firmamento. Después de contemplarlo, no podemos tolerar ya esos cie-
los convencionales, con sus nubes pintadas, de inverosímil quietud”.
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
12. “Trajes populares auténticos para ‘Peribáñez’. El de la novia fue prestado por el cura
de La Alberca. Una arquitectura escénica de Fontanals”, Ya, 25-I-1935, p. 8. Ingenuidad y sen-
cillez eran también las notas que destacaba Felipe Lluch en el trabajo de Fontanals: “...compu-
so una ingenua construcción, casi infantil, sobre un panorama en el que la luz fingía la amplitud
del cielo abierto. Ante la sencilla arquitectura, que cambiaba con apliques de puertas, rejas,
vidrieras o alféizares, un abstracto juego de plataformas daba movilidad a la escena, que res-
pondía con su claridad y sencillez alegre y soleada a la ternura galana y campesina de la obra
más emotiva y entrañable de Lope de Vega” (Felipe Lluch Garín, “Decoración moderna en el
teatro de Lope. Sus obras renuevan la escenografía”, Ya, 22-VIII-1935, p. 9).
13. “Trajes populares auténticos para ‘Peribáñez’”, art. cit. El articulista daba cuenta tam-
bién de curiosas anécdotas sobre cómo se realizaba la compra, la actitud de los campesinos, el
intento de engaño que en Montehermoso sufrió Pura Ucelay con un traje de hombre por el que
había pagado vienticuatro duros o cómo el cura de La Alberca “le entregó en préstamo, en vista
de la desolación de los compradores, el que viste Casilda, la mujer de Peribáñez”.
14. Según M. Ucelay (“El Club Teatral Anfistora”, art. cit., pp. 461-62), hubo cierto con-
flicto a causa de la música, pues Lorca rechazó parte de las canciones propuestas por Bal y Gay
por “arqueológicas” y prefirió las que él había recogido, “sencillas y frescas, humildes si se
quiere...”
Adolfo Salazar, por su parte, aclaraba así la cuestión:
“En la representación tan notable que el Club teatral Anfistora ha dado ayer de ‘Peribáñez
y el Comendador de Ocaña’ debieron incluirse cuatro páginas de la época en que la acción
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
transcurre, transcritas por Bal. Premuras de tiempo han hecho que sólo sean dos las piezas coe-
táneas. Estas son: en el romance de la mujer de Peribáñez, el puesto en música en el siglo XVI
por Fuenllana, que comienza ‘Antequera sale el moro’. Otra es una composición anónima, a
cuatro voces, existente en el ‘Cancionero de Palacio’ (número 74), con las palabras ‘Muchos
van de amor heridos’, y que han sido adaptadas con gran exactitud a las de Lope: ‘Cogióme a
tu puerta el toro, linda casada’.
Las canciones populares que figuran en la primera escena (canción de boda) y la del ‘trébo-
le’ pertenecen al rico acervo popular, que conoce como pocos Federico García Lorca. Bal tenía
preparados el pasacalle de José Marín ‘Al son de los arroyuelos’ y un villancico de Juan de la Enci-
na, que no han podido cantarse ahora...” (S., “Escena y bastidores”, El Sol, 26-I-1935, p. 2).
15. E. Díez-Canedo, “Información teatral. En el Capitol. El Club Anfistora y Lope de
Vega...”, art. cit.
El reparto fue el siguiente: Casilda, Belisa Bascarán; Inés, Germaine Heygel; Constanza, Leo-
nor G. Villamarín; Reina, Margarita Ucelay; Peribáñez, Severino Mejuto; Comendador, Xavier del
Arco; Luján, Ernesto Guerra; Leonardo, Enrique Mejuto; Antón y Licenciado, Antonio Calero;
Bartolo y Blas, Alejandro Fuentes; Gil, Juan Linares; Pintor, M. Cátedra; Belardo, J. Cátedra; Rey,
Ricardo Raigosa; Condestable, Alfonso de las Heras; Helipe y un Secretario, Félix Corella; Llo-
rente, Florencio Magaña; Paje, Consuelo Monasterio (M. Fernández Almagro, “Gala en Capitol
en honor de Lope de Vega. ‘Peribáñez y el Comendador de Ocaña’”, Ya, 26-I-1935, p. 8).
16. Antonio de Obregón, “Un acontecimiento artístico...”, art. cit.; este fragmento se
reproduce en OC, III, p. 620.
17. Margarita Ucelay, “El Club Teatral Anfistora”, art. cit., p. 462. Fénix, “Revista del Tri-
centenario de Lope de Vega”, dirigida por Miguel Herrero García y Joaquín de Entrambasaguas,
en su breve reseña del estreno del Capitol, ya hablaba de que “el éxito rotundo de público que
ha obligado a repetir la representación de la obra posteriormente, ha demostrado no sólo la
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
calidad del espectáculo, sino la predisposición del ambiente a favor de la obra de Lope y lo
mucho que se puede lograr con representaciones de esta índole, en que la cultura, el buen
gusto y el entusiasmo marchen unidos en dirección e intérpretes” (“Una representación del
‘Peribáñez y el Comendador de Ocaña’”, Fénix, nº 1, 27-II-1935, pp. 151-152). Y en abril daba
escueta cuenta de una nueva función, sin especificar la fecha en que tuvo lugar: “En la Funda-
ción del Amo tuvo lugar una solemne representación de Peribáñez, por el Club Teatral Anfis-
tora, bellamente decorado y vestido” (“El Tricentenario en Madrid. Representaciones”, Fénix,
nº 2, 27-IV-1935, p. 286). Una reconstrucción hemerográfica de los detalles del estreno, sin
apenas novedades sobre lo expuesto, nos ofrece Miguel A. Iglesias en su artículo “Peribáñez y
el Comendador de Ocaña en la versión de Federico García Lorca y el Club Teatral Anfistora:
noticias y recepción de la obra en la prensa madrileña”, Boletín de la Fundación Federico
García Lorca, nº 32, 2002, pp. 33-45.
18. Victorino Tamayo, “Información teatral. Ante el tricentenario de Lope”, La Voz, 2-II-
1935, p. 3.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
19. Victorino Tamayo, “La conmemoración de Lope en el Español. Lo que será la repre-
sentación de ‘Fuenteovejuna’”, La Voz, 18-III-1935, p. 5. Al hablar de cómo se ha enfrentado al
texto de Lope, podemos advertir la sintonía de criterios entre Rivas Cherif y Lorca: “Hay una
nueva versión escénica, que yo no llamo refundición, porque yo he respetado la integridad del
texto de Lope, con ligeros cortes, no más que las escenas reiterativas que la escasez de medios
teatrales hacía necesarias, tal vez para ilustración del público en lo que hoy ha de entrarle por
los ojos. He interpretado, pues, el texto original, repito, sin tergiversarlo ni adulterarlo, pero
procurando servirlo ‘originalmente’, eso, sí, con la misma libertad que el propio Lope se pro-
puso al escribir sus comedias. Creo que esa es la labor de un director del día con el teatro de
los clásicos”.
20. Santiago de la Cruz, “Balance y experiencia de la temporada teatral 1934-35. La ilustre
actriz Margarita Xirgu, en su quinta temporada del teatro Español, ha comprobado que no tiene
ninguna eficacia para sumar o restar público la propaganda de las hojas parroquiales”, Heral-
do de Madrid, 21-VI-1935, p. 7.
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
21. “El centenario de Lope. Revisión de ‘La dama boba’. ‘Fuenteovejuna’ en Fuenteoveju-
na. Todo, naturalmente, a cargo de la Xirgu y Borrás”, La Voz, 20-VIII-1935, p. 4.
22. Ángel del Río, “Lope de Vega y el espíritu contemporáneo”, Revista Hispánica Moder-
na. Boletín del Instituto de las Españas (New York), Año II, nº 1, octubre 1935, pp. 1-16;
Ramón Menéndez Pidal, “Lope de Vega. El arte nuevo y la nueva biografía”, Revista de Filolo-
gía Española, XXII, 1935, pp. 337-398, donde defendía los arreglos escénicos o refundiciones
de los clásicos como “señal de un resurgimiento de nuestra escena a vida propia”, pero preve-
nía de que la refundición “ha de ser hecha por un poeta capaz de penetrar lo que el autor anti-
guo quiso hacer y capaz de mejorarlo”.
23. Pedro Henríquez Hureña, “Esplendor, eclipse y resurgimiento de Lope de Vega”, La
Nación (Buenos Aires), 25-VIII-1935, sección “Artes-Letras”, p. 2.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
Es decir, para Lorca, eran tres los pilares sobre los que se asentaba su versión
de la obra de Lope: el respeto al espíritu del autor, el juego escénico y el tono de
la interpretación; en suma, se trataba más que de una simple adaptación del
texto –del que hablaremos más adelante–, de una renovadora versión escénica.
En este modernísimo planteamiento dramatúrgico radicaba precisamente su
novedad. En otra entrevista de ese mismo año, sin referirse a la obra de Lope,
Lorca insistía en similares conceptos, y resaltaba el papel decisivo del director de
escena para transmitir la pasión que, para él, encerraba el teatro clásico:
El problema de la novedad del teatro está enlazado en gran parte con la
plástica. La mitad del espectáculo depende del ritmo, del color, de la esce-
nografía... Creo que no hay en realidad, ni teatro viejo ni teatro nuevo, sino
teatro bueno y teatro malo. Es nuevo verdaderamente el teatro de propa-
ganda –nuevo por su contenido–. En lo concerniente a la forma, a forma
nueva, es el director de escena quien puede conseguir esa novedad, si tiene
habilidad interpretativa. Una obra antigua, bien interpretada, inmejorable-
mente decorada, puede ofrecer toda una sensación de teatro nuevo. Don
Juan Tenorio es lo más nuevo que a mí se me ocurre, lo que haría si me lo
encargaran. El teatro viene del Romanticismo, al naturalismo y al modernis-
mo (teatro pequeño de experiencia y arte), para caer siempre en el teatro
poético y de gran masa de público, el ‘teatro-teatro’, el teatro vivo... Cada
teatro seguirá siendo teatro andando al ritmo de la época, recogiendo las
emociones, los dolores, las luchas, los dramas de esa época... El teatro ha de
recoger el drama total de la vida actual. Un teatro pasado, nutrido sólo con
la fantasía, no es teatro. Es preciso que apasione, como el clásico –receptor
del latido de toda una época26.
Esta novedad del planteamiento dramatúrgico de García Lorca fue bien cap-
tada, en general, por la crítica del momento, que sin excepción comentó favo-
rablemente el trabajo del poeta granadino. En todos los casos se destacó la
fidelidad a Lope de Vega, a la vez que la modernidad del montaje y el efecto de
las ilustraciones musicales, que completaban la unidad estética de la obra,
“dotándola de valores espectaculares que armonizan muy bien con el animado
ritmo de estos cuadros de costumbres”27. Para Antonio Espina, “en la versión,
hecha con criterio moderno, pero siempre fiel al texto original íntegro, por
Federico García Lorca, resalta el espíritu de la obra, subrayado por las músicas y
canciones estilo de época”28. Y Juan G. Olmedilla afirmaba:
26. Nicolás González Deleito, “Federico García Lorca y el teatro de hoy”, Escena, mayo de
1935, en OC, III, p. 627.
27. M. Fernández Almagro, “Lope, en el Retiro. Representación de La dama boba”, Ya,
28-VIII-1935, p. 7.
28. Antonio Espina, “Escena y bastidores. En el Retiro. La dama boba, por la compañía
Xirgu-Borrás”, El Sol, 28-VIII-1935, p. 2. Opiniones similares pueden verse en Arturo Mori, “La
dama boba en el Retiro. Miles de espectadores presenciaron la función organizada por EL LIBE-
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
Pero fue, sin duda, Enrique Díez-Canedo quien mejor supo apreciar el valor
escénico, más que textual, del trabajo de Lorca:
31. E. Díez-Canedo, “Lope bajo techo. La dama boba en el Español. Una comedia sin
edad”, La Voz, 29-VIII-1935, p. 4.
32. Tanto el discurso como el poema fueron reproducidos en “Las cuartillas de Manuel
Machado”, El Liberal, 28-VIII-1935, p. 4.
33. Antonio de Obregón, “Ayer en la Chopera del Retiro. La dama boba, de Lope de
Vega”, art. cit.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
Pisaré yo el polvico,
¡ay!, atán menudico;
pisaré yo el polvó,
atán menudó34.
Enrique Casal Chapí, director musical del Teatro Escuela de Arte, fue el
encargado de concertar y dirigir la música de las canciones, e Isabel Gisbert se
ocupó de la coreografía. Según reflejaba Antonio de Obregón, cada acto tenía
“su nota musical y su encanto lírico y coreográfico. Al final, las bodas de los más
notables personajes terminan con una danza y unas figuras colocadas con ejem-
plar buen gusto, convirtiéndose el escenario en un cuadro sugestivo y lírico que
hizo al público unirse en unas largas ovaciones...”35.
34. Joan Tomás, “A propósit de La dama boba. García Lorca i el teatre clàssic espanyol”,
art. cit.
35. Antonio de Obregón, “Ayer en la chopera del Retiro. La dama boba, de Lope de Vega,
art. cit.. Véase también Joan Tomás, “A propòsit de La dama boba. García Lorca i el teatre clàs-
sic espanyol”, art. cit.
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
En la Chopera del Retiro de Madrid, con la colina del laguillo por fondo
de verdura, di Fuenteovejuna y La dama boba y allí hubo, sí, que combi-
nar con los elementos naturales un decorado; pero procuramos siempre que
fuese arquitectónico, que no hubiese papel ni tela pintada a merced del céfi-
ro o del viento y que, en todo caso, la vegetación compusiera con el ele-
mento decorativo artificial.
Particularmente en La dama boba acertó el escenógrafo Fontanals a tra-
ducir con delicadeza mi intención sin menoscabo del rigor escénico a que
nos sujetaba el hábito de los actores, hechos a la decoración del Español en
que representaban todos los días la obra. Transcurre la acción en un interior,
variable a distintos lugares de la misma casa; pero que nosotros dábamos en
un solo escenario sintético de zaguán, sala de estrado y galería alta de paso
a otras habitaciones, con escalera para acceder a ella y un tejadillo cerrán-
dola por arriba. Pues bien, bastó con que Fontanals sustituyera los arcos,
simulados de madera y mampostería, de la decoración del Español, con otros
de follaje, enguirnaldados de flor, para que sin perder de su arquitectura la
decoración, ni de su verosimilitud trascendente de interior a jardinillo, que-
dara, sin marco de escena encuadrada en el ámbito natural que nos daba, al
fondo del paseo, el escenario, en dos o tres planos, y descendente en esca-
linata hasta las primeras filas de espectadores36.
Otro rasgo determinante del éxito fue la interpretación, llena de vigor, dis-
ciplina, armonía y ritmo en la recitación del verso. Todos los intérpretes37 for-
maron un conjunto homogéneo y armónico, perfectamente adaptado a la obra,
y en opinión de Díez-Canedo lograron una interpretación “primorosa”. Especial
mención mereció Margarita Xirgu, que supo dar cabal gradación a los matices
del personaje de Finea, en una composición del personaje perfecta: “...hacía, a
la vista del público, y durante los catorce versos de un soneto, el paso, la trans-
formación platónica de la inocencia tonta a la gracia inteligente, por el amor, tra-
ducido todo ello con un gesto, con dos actitudes, con tres inflexiones de voz,
36. Cipriano de Rivas Cherif, Cómo hacer teatro..., op. cit., p. 267.
37. El reparto de la obra fue el siguiente: Laurencio, Pedro López Lagar; Duardo, Alberto
Contreras (hijo); Feniso, Gustavo Bertot; Liseo, Enrique Álvarez Diosdado; Miseno, José Cañi-
zares; Octavio, Enrique Borrás; Turín, Alejandro Maximino; Pedro, Miguel Ramírez; Un estu-
diante, Miguel Ortín; Finea, Margarita Xirgu; Nise, Amelia de la Torre; Celia, Amalia Sánchez
Ariño; Clara, Antoñita Calderón; Un maestro de escribir, Alberto Contreras; Otro de danzar,
José Jordá; Un criado, Alfredo Domecq; Dos cantoras, Juanita Lamineda y Emilia Millán; Dos
bailadoras, Isabel Gisbert e Isabel Pradas (“Las funciones populares de Lope de Vega. Reparto
de La dama boba”, Heraldo de Madrid, 23-VIII-1935, p. 8).
76
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
38. Cipriano de Rivas Cherif, Cómo hacer teatro..., op. cit., p. 175. Díez-Canedo corrobo-
raba: “Margarita Xirgu ... pone en la encarnación de La dama boba gracia infinita. Su carácter
tiene tres visos. Finea es, primero, boba, inocente, pueril, cerrada a las letras, sin más deleite
que gracejos de criada e historias de gatos. Luego, el amor le da entendimiento y más adelan-
te, el entendimiento le da agudeza para fingir bobería. Esta serie de matices encuentra en la
actriz su cabal gradación. Ni la discreta marca absoluto contraste con la boba, ni la boba fingi-
da es igual a la boba natural del comienzo; su continente, en la ficción, admite exageraciones
que la verdad del primer acto no consentía. En toda la evolución del tipo encuentra rasgos
cómicos excelentes” (E. Díez-Canedo, “Lope bajo techo. ‘La dama boba’ en el Español...”, art.
cit.). Y Domènec Guansé coincidía también en el elogio a la gran actriz en el estreno barcelo-
nés: “De com Margarida Xirgu interpreta aquesta transformació és difícil de donar-se idea. Es
difícil de fer sensible com l’expressió d’enze que pren a les primeres escenes va esdevenint,
per miracle de l’amor, una expressió d’encís; de la malícia que, encara, en aquestes expres-
sions, es barreja en el moment que la ximplería del personatge és fingiment. I tot això sempre
estilizat, mantingut amb un tal instint d’artista, que fa que en cada moment, en cada gest, la
representació escènica del personatge sigui una realització estètica admirable” (“Al teatre Bar-
celona. Triomfal debut de Margarida Xirgu amb La dama boba, de Lope de Vega”, La Publi-
citat (Barcelona), 12-IX-1935, p. 6).
39. E. Díez-Canedo, “Lope bajo techo. La dama boba en el Español...”, art. cit.
A pesar de los elogios unánimes de la crítica, parece ser que el “modo personal” de ver la
comedia por parte de Lorca no era del todo compartido por el director de escena de la com-
pañía. Años más tarde, en su exilio mexicano, a la vez que recalcaba sus criterios para la pues-
ta en escena de los clásicos, Rivas Cherif dejaba constancia de cierta disconformidad con el
tono adoptado por el poeta granadino para su versión escénica:
77
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
“Usábase el refundir las comedias clásicas, reduciéndolas conforme a la moda francesa [...]
a las proporciones de tres actos ‘fijos’, es decir, con un decorado pintando un solo lugar escé-
nico a cada acto; lo que desvirtuaba esencialmente el movimiento peculiar de la comedia espa-
ñola; y las de Lope sobre todo.
Restauré, pues, los textos originales, escenificándolos en el estilo adecuado, según las nor-
mas vigentes en Europa de poco atrás, en reivindicación del artificio, del arte de la represen-
tación cómica, y en contra del realismo, falsamente natural, con que se pretendía no sé qué
verdad.
Federico García Lorca, con la colaboración de Manuel Fontanals, decorador excelente,
había a su vez representado en Buenos Aires, con la actriz Eva Franco, una versión sui-generis
de La dama boba, que reproduje con la Xirgu, aunque no muy conforme con la propensión
de Federico a tergiversar el auténtico lirismo de Lope con reminiscencias de zarzuela y aun de
revista de variedades. La intuición de Margarita Xirgu logró culminar su interpretación de la
Finea en la escena, verdaderamente platónica, en que la simplicidad de la inocente damisela se
ilumina de inteligencia por la sola virtud del amor; redimiendo asimismo de excesos pintores-
cos la gracia trascendente de la farsa” (C. Rivas Xerif, “Introducción” a Lope de Vega, Come-
dias: Fuenteovejuna, La dama boba, Arauco domado, Los pastores de Belén, México, D.F.,
Ediciones del Ateneo, S. A., Col. Obras Inmortales, 1962, pp. 5-11).
40. “Lo que nos dicen. Del Barcelona. La dama boba y el estreno de Yerma”, El Noticie-
ro Universal (Barcelona), 12-IX-1935, p. 6; y “En el Barcelona. El triunfo de Margarita Xirgu en
La dama boba aplaza el estreno de Yerma”, La Noche (Barcelona), 13-IX-1935, p. 9.
78
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
41. María Luz Morales, “Teatro Barcelona. En el tricentenario de Lope de Vega. La dama
boba, por la compañía de Margarita Xirgu”, La Vanguardia (Barcelona), 12-IX-1935, p. 9.
Véanse también, aparte de la ya mencionada de Domènec Guansé, las siguientes reseñas: Igna-
si Agustí, “Margarida Xirgu i la seva companyia debutaren ahir al Barcelona amb La dama
boba, de Lope, adaptació moderna de Federico García Lorca. Una ovació, que dura deu minuts,
a la gran actriu catalana”, L’Instant (Barcelona), 11-IX-1935, p. 5; C.E., “En el Barcelona. Pre-
sentación de Margarita Xirgu y su compañía con la famosa comedia de Lope de Vega La dama
boba, puesta en adobo por Federico García Lorca”, La Noche (Barcelona), 11-IX-1935, p. 8; B.
y D., “En el Barcelona. Debut de la compañía de Margarita Xirgu, con La dama boba, de Lope
de Vega, en adaptación moderna del texto original, interpretada y dirigida por Federico García
Lorca”, El Noticiero Universal (Barcelona), 11-IX-1935, p. 6; V. Serra Crespo, “Teatrales. En el
Barcelona. Margarita Xirgu estrena con clamoroso éxito La dama boba, de Lope de Vega”, La
Aurora (Barcelona), 11-IX-1935, p. 1; Lluis Capdevilla, “Teatre Barcelona. La dama boba,
famosa comèdia de Lope de Vega, adaptada per Frederic García Lorca”, La Humanitat (Bar-
celona), 12-IX-1935, p. 2; José M. Junyent, “Teatro Barcelona. Debut de Margarita Xirgu. La
dama boba, de Lope de Vega”, El Correo Catalán (Barcelona), 12-IX-1935, p. 7; y V.V., “Tea-
trals. Barcelona: Presentació de la companyia de Margarida Xirgu amb la comédia de Lope de
Vega La dama boba, adaptació de García Lorca”, El Matí (Barcelona), 12-IX-1935, p. 4.
79
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
80
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
42. Andreu A. Artis, “Teatre. La més gran actualitat. Els teatres castellà i català, a través de l’in-
terès i de la passió de Margarida Xirgu”, La Rambla de Catalunya (Barcelona), 16-IX-1935, p. 5.
81
5. LA DAMA BOBA, DE LOPE DE VEGA
A GARCÍA LORCA
Lope de Vega escribió, según todos los indicios, la comedia La dama boba
para Jerónima de Burgos durante los años en que era su actriz favorita. De sus
propias palabras, en carta dirigida al Duque de Sessa1, se desprende que fue el
propio Lope quien regaló a la actriz el manuscrito de su comedia, representada
por primera vez en 1613 por la compañía de Pedro de Valdés2, con su esposa,
Jerónima de Burgos, en el papel de Nise. Este texto original, al que la crítica lla-
mará autógrafo, está fechado el 28 de abril de 1613 y hoy se conserva en la
Biblioteca Nacional de Madrid, aunque estuvo perdido durante muchos años.
No es éste, sin embargo, el único texto temprano de la obra, ya que son al
menos tres los que compiten en antigüedad3. Entre ellos, además del autógrafo,
el que ahora nos interesa es el que se publicó en la edición de sus obras llamada
Nouena parte. Acuciado por necesidades económicas y viendo imprimir por
otros sus comedias con mil errores, Lope de Vega se decide a hacerlo él mismo,
83
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
para lo que las recopila en varias ediciones o ‘partes’4. La Nouena parte, apare-
cida en 1617, es la que contiene La dama boba.
Enemistado en ese momento con Jerónima de Burgos, Lope no pudo recu-
perar su propio texto, por lo que se vio obligado a utilizar para su edición una
reproducción transcrita por el famoso Luis Ramírez de Arellano, “el de la gran
memoria”, quien se dedicaba a memorizar “en tres días” las obras de éxito para
después publicarlas por su cuenta. Lope declara que pretendía depurar los erro-
res de las malas copias que circulaban sin su autorización, pero está claro que no
lo hizo: no disponía, evidentemente, de mucho tiempo para su labor editorial,
cuya única finalidad era económica.
Así, el texto de la Nouena parte, publicado por Lope y que representa su
última voluntad, en realidad no reproduce su propio manuscrito, sino que utili-
za la copia de Ramírez de Arellano, poco o nada corregida por su parte. Esta es
una copia memorística que omite cerca de quinientos versos y presenta innu-
merables variantes y cambios respecto al autógrafo, muchas veces correcciones
deliberadas y otras, vicios derivados de una reproducción auditiva5. Y este es el
texto que a partir de 1617 se ha venido reproduciendo en todas las ediciones
posteriores, incluso en la más conocida, la colección de Comedias escogidas de
Frey Lope Félix de Vega Carpio, “juntas en colección y ordenadas por don Juan
Eugenio Hartzenbusch”, aparecidas a partir de 1853 en la Biblioteca de Autores
Españoles (tomo XXIV). Este texto de Hartzenbusch fue el único utilizado en edi-
ciones de la obra hasta que en 1918 Rudolph Schevill estudió y publicó el texto
autógrafo6, que sirvió de base para la recopilación de la Real Academia de 1929,
realizada por Justo García Soriano. A esta edición de la Academia se suma la de
Eduardo Juliá, quien también reprodujo el texto autógrafo en 19357. La propia
Biblioteca Nacional editó el facsímil del autógrafo también en 1935, con motivo
del tricentenario de la muerte del autor.
Dos versiones distintas se reparten, por tanto, la paternidad de todas las
adaptaciones habidas de La dama boba: una, la del texto autógrafo, desconoci-
da durante tres siglos y recuperada a principios del siglo XX por los más erudi-
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
tos; y la otra, diversa en muchas ocasiones de la original y más breve, pero utili-
zada profusamente, adaptada por los románticos y llevada a la escena a lo largo
del siglo XIX y primer tercio del XX con cierta frecuencia en refundiciones que
tomaban siempre como texto base el editado por Hartzenbusch.
¿Cuál fue la versión utilizada por García Lorca en 1934 para una adaptación
que, según el propio autor y la mayor parte de los críticos de la época, restituyó
a la obra su sentido primero, lejos de las manipulaciones escénicas promovidas
por anteriores refundidores?
Enrique Díez-Canedo, a raíz del estreno de la obra en Madrid, es el único que
hace una revisión de las peripecias de los distintos textos. Erudito bien informa-
do, narra la historia del original, cedido a Jerónima de Burgos, y la de la copia fir-
mada por Lope, y añade:
Se conserva el autógrafo, y con arreglo a él ha sido impresa; mas para
representarla se ha hecho uso, como era antes costumbre, de refundiciones.
[...]
El nuevo arreglo, que no refundición, de Federico García Lorca se limi-
ta a determinados cortes en el texto y a la interpolación de canciones y músi-
cas siguiendo normas del original...8.
8. E. Díez-Canedo, “Lope bajo techo. ‘La dama boba’ en el Español...”, art. cit.
9. “El martes, en la Chopera del Retiro. Una representación de la ‘Dama boba’, de Lope,
organizada por EL LIBERAL”, El Liberal, 25-VIII-1935, p. 3.
85
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
García Lorca, V y VI del primer acto, y XIV, XV y XVI del segundo”. Los versos
de estas escenas, de manera literal, corresponden esta vez a la Nouena Parte
reproducida por Hartzenbusch y, además, coinciden con las páginas que faltan
al texto mecanografiado que recoge la versión lorquiana10.
10. El texto de Federico García Lorca se halla depositado en un amplio e interesante catá-
logo de obras teatrales de la etapa republicana (1931-1936) conservado en el Archivo General de
la Administración de Alcalá de Henares, en el Archivo del Ministerio de Cultura. La copia de La
dama boba se encuentra en la signatura AGA, Interior, 21/05780. Se trata de los ejemplares que
antes de cada representación debían hacerse llegar a la Dirección General de Seguridad para el
oportuno trámite de censura. La mayoría están mecanografiados, algunos incluso manuscritos.
La primera parte del legajo que contiene La dama boba es una cuartilla oficial de regis-
tro, donde se consigna que se trata del Expediente núm. 6398, Legajo núm. 959, con el sello
del Estado y el título “Dirección general de Seguridad” impreso en el centro. Más abajo apare-
ce a mano el título de la obra “La dama boba”, seguido de los lugares de representación: “Cho-
pera del Retiro y Español”. En la cuartilla siguiente puede leerse un “Informe de la Asesoría
Jurídica” que reza así:
Examinada la obra teatral titulada “LA DAMA BOBA”, original de Federico Gar-
cía Lorca, cuyo estreno se ha anunciado para el día 27 del actual en el teatro Espa-
ñol, puede autorizarse su representación a juicio de esta Asesoría por no contener
dicha obra ideas o expresiones que supongan alusiones intolerables ni censuras vio-
lentas a Instituciones Oficiales, idearios o personas determinadas.
Madrid 27 de agosto de 1935
El Letrado,
(rúbrica)
CONFORME
Elévese al Sr. Secretario General para sus efectos.
Madrid 27 agosto de 1935
El Jefe de la Asesoría Jurídica
(rúbrica)
En la tercera página del expediente comienza el texto propiamente dicho, con una cuarti-
lla donde figura, en el centro, con subrayados descendentes en forma de pirámide, el título, con
mayúsculas, “LA DAMA BOBA”, y debajo, a mano, con tinta, la firma original del autor, “Federi-
co García Lorca”. En la parte superior, también a mano y con lápiz rojo, la fecha, “27-Agosto
935”, y más abajo y a la derecha, diversos sellos, en los que se lee: “DIRECCIÓN GENERAL DE
SEGURIDAD. ASESORÍA JURÍDICA. ENTRADA 27 AGO. 1935. Nº 2305”; “TEATRO ESPAÑOL.
CONTADURÍA”, sello que se repite en todas y cada una de las páginas siguientes; y “Ministerio
de Información y Turismo. Archivo General”, lugar donde debió estar archivada la obra antes de
su traslado al archivo de Alcalá.
La cuarta página da cuenta de las “PERSONAS”, sin especificar los actores correspondien-
tes, y en la siguiente da comienzo la obra propiamente dicha. El texto es una copia mecano-
grafiada en cuartillas numeradas independientemente para cada acto. Entre acto y acto aparece
una sin numerar con el título de la obra, la firma autógrafa del poeta granadino, “Federico Gar-
cía Lorca”, y el número de orden del acto: segundo, tercero. El primer acto consta de 48 cuar-
tillas, el segundo de 44 y el tercero de 49.
El texto no está completo, ya que faltan 15 cuartillas, siete del primer acto (de la 11 a la
17, ambas inclusive) y ocho del segundo (de la 25 a la 32, ambas inclusive); el tercero está ínte-
gro. Es posible pensar que estas cuartillas pudieron haberse perdido en alguno de los traslados
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
Ahora que conocemos con certeza el texto del que se sirvió Lorca para su
versión escénica, cabe preguntarse qué razones le impulsaron a utilizar la edi-
ción decimonónica en lugar de la más completa y reciente del autógrafo. ¿Des-
conocía este texto, editado en España ya en 1929, y familiar entre los eruditos,
como demuestra Díez-Canedo?
La explicación más verosímil es que García Lorca, a su llegada a Buenos Aires
en octubre de 1933, se encontró con que ya estaba en marcha el proyecto de Eva
Franco de representar La dama boba, probablemente en la misma versión que
había ofrecido años antes María Guerrero. La actriz solicitó, en un principio, la
colaboración del escenógrafo Manuel Fontanals, como hemos visto anterior-
mente. Al poco tiempo, García Lorca, ajeno hasta entonces al proyecto, se sumó
a él, tal vez por mediación de su amigo o por el propio interés de Eva Franco, y
comenzó a componer su adaptación sobre la base de la única versión de la obra
disponible en aquel momento y lugar, o quizás la más fácilmente accesible: la
difundida por Hartzenbusch, tantas veces catalogada como original. Conociera o
no la edición del texto autógrafo, el enorme éxito obtenido por la versión estre-
nada en Buenos Aires debió dejarle enteramente satisfecho y ni siquiera se plan-
teó la necesidad de modificarla y adaptarla al original de Lope para su estreno en
Madrid y Barcelona con motivo del tricentenario de la muerte del Fénix, máxi-
me teniendo en cuenta que, como hemos explicado ya, el fundamento de su ver-
sión no radicaba tanto en el aspecto textual como en la versión escenográfica,
en la puesta en escena.
En todo caso, si García Lorca no tuvo interés en revisar o depurar el texto
empleado, tampoco a Lope le había preocupado la revisión de la copia de Ramí-
rez de Arellano. Un mismo espíritu parece alentar a los dos genios: prevalece la
representación sobre el estricto cuidado de la letra impresa. La Nouena parte
reproduce el recuerdo de la obra que efectivamente se representó, no la obra
que Lope escribió. Asimismo, la versión de García Lorca, en su pretensión de
que ha sufrido la copia, pero su coincidencia exacta con las escenas reproducidas por El Libe-
ral el día 25 de agosto, justo dos días antes de la fecha de entrada del texto en la Dirección
General de Seguridad, nos sugiere la hipótesis de que los redactores del diario tuvieron en sus
manos el mismo ejemplar, que después fue remitido a la Dirección General de Seguridad para
el rutinario trámite censorial sin las páginas utilizadas por el periódico, que probablemente se
traspapelaron y perdieron. De hecho, la “Asesoría Jurídica” no debió echar en falta estas pági-
nas, intrascendentes para su cometido.
En el mismo fondo del Archivo de Alcalá de Henares se encuentran otras muchas obras
representadas en el período republicano, entre las que hay que destacar aquí los libretos apó-
grafos de otros cuatro textos lorquianos: Mariana Pineda, La zapatera prodigiosa, Bodas de
sangre y Yerma. Los cuatro han sido rescatados y analizados por Antonio Gago Rodó en su artí-
culo “Los ejemplares de cuatro estrenos de García Lorca (1927-1934)”, Boletín de la Funda-
ción Federico García Lorca, nº 18, diciembre de 1995, pp. 97-118.
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
El texto de Hartzenbusch
TEXTO AUTÓGRAFO:
LISEO. ¡Qué lindas posadas!
TURÍN. ¡Frescas!
LISEO. ¿No hay calor?
TURÍN. Chinches y ropa.
Tienen fama en toda Europa.
[...]
TURÍN. ¿No has de comer?
LISEO. Aguardar
a que se guise es pensar
que a media noche llegamos;
y un desposado, Turín,
ha de llegar cuando pueda
lucir.
TURÍN. Muy atrás se queda
con el repuesto Martín;
pero yo traigo qué comas.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
11. Víctor Dixon, “Tres textos tempranos de La dama boba de Lope”, art.. cit.
89
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
las tres primeras sílabas del verso (“de España”) que se completa con el comien-
zo de la respuesta de Liseo (“Pues dese modo”), con lo que el octosílabo de la
redondilla de Lope queda arbitrariamente convertido por García Lorca en pen-
tasílabo, rompiendo el ritmo de la composición.
Como hemos visto, Lorca repitió en varias ocasiones que su versión estaba
basada en un total respeto al espíritu de la obra de Lope y que apenas había
hecho otra cosa que cortar versos, aligerarla de todo aquello que no era esencial
o estéticamente pertinente. Al analizar su texto, podemos refrendar que el res-
peto del adaptador por el texto elegido es total y que García Lorca se limita a su-
primir versos, aunque no fueron 15 ó 20, como declaró en una ocasión, sino más
de 200 (700 en relación con el autógrafo, que Lorca desconocía o no quiso tomar
en consideración): 93 en el Acto I, 85 en el II y 34 en el III. Aunque damos cuen-
ta detallada en las notas a pie de página de todas las variantes entre el texto de
Lorca, el de Hartzenbusch y el autógrafo, destacamos ahora algunos de los aspec-
tos más relevantes que el poeta granadino “ocultó cuidadosamente” respecto a
la versión elegida, porque, en su opinión, sólo se entendían en la época de Lope
y carecían en nuestro siglo de interés para el público.
ACTO PRIMERO:
Escena I:
Alusión a la costumbre piadosa de llevar cintas con la medida de un santo.
Son cuatro redondillas que reproducen un diálogo sin mayor interés para el desa-
rrollo de la comedia.
Escena VII:
Descripción de la suciedad de Madrid y su calle Mayor, comentario por otra
parte frecuente en las obras clásicas.
Llegada del gato Golosino y alusión a la diversión de época de ‘correr cañas’
en la fiesta gatuna.
Escena IX:
Exégesis erudita del soneto de Duardo. Duardo explica a Nise, en presencia
de Feniso y Laurencio, el significado de su soneto, con referencia a los “tres fue-
gos que corresponden ... a tres mundos”. Nise, a pesar de su erudición, tantas
veces alabada por otros personajes y en buena medida ridiculizada en la obra,
declara no entender nada.
Escena XI:
Totalmente suprimida. Consiste en un culto monólogo de Laurencio, que
decide sustituir a Nise por Finea a causa de la dote. Lorca debió creerlo difícil de
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ACTO SEGUNDO:
Escena I:
Alusión a la teoría neoplatónica del amor. Laurencio cita a Platón y Aristóte-
les para justificar la relación que existe entre el amor y el conocimiento.
Distintas intervenciones de Feniso, Duardo y Laurencio acerca de la relación
entre el amor y el conocimiento.
Escena II:
Feniso se dirige a Nise con un lenguaje altamente erudito para alabarla y des-
cribir su influencia respecto a él.
Escena III:
En cuatro ocasiones se suprimen versos en distintos parlamentos de Nise
que aligeran su carga retórica. Ésta habla a Laurencio de la enfermedad que ha
padecido y le acusa de su alejamiento.
Escena IX:
En dos ocasiones se suprimen las intervenciones de Octavio acerca de Finea,
su rudeza y las dudas sobre cómo tratarla, aunque ha apreciado cierta mejoría.
Escena X:
De nuevo, reflexiones de Octavio sobre la obediencia que deben los hijos a
los padres.
Escena XII:
Alusión erudita respecto a la amistad, con menciones mitológicas.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
Escena XX:
Intervenciones de Duardo, Laurencio y Pedro. Laurencio justifica su estancia
en casa de Octavio como fin para conseguir dinero e insulta a Pedro.
Escena XXI:
Octavio previene a Nise en contra de Laurencio y le avisa de que sus con-
versaciones con él pueden deshonrarla, con alusión al humanista Juan Latino,
hijo de una esclava del Duque de Sessa. También se suprimen los versos relati-
vos a la conjugación latina.
ACTO TERCERO:
Escena III:
Enumeración de los libros de la biblioteca de Nise, ya comentada como
“curiosa para los amigos de las letras” por Díez-Canedo en su reseña del estreno.
Escena XVII:
Se reduce a un solo verso toda una escena que antes tampoco era larga. En
un momento de gran tensión dramática, cuando Octavio se entera de que Lau-
rencio vive escondido en su casa con Finea y va a buscarle con la espada desnu-
da, Nise, Feniso, Liseo y Duardo comentan “apaciblemente” la bondad de poseer
entendimiento.
Escena XXVIII:
Supresión de los cuatro últimos versos que cierran la obra, donde se pide el
favor del público, fórmula usual en el Siglo de Oro para terminar una represen-
tación.
Al analizar todas estas supresiones, vemos que ciertamente García Lorca, en
sus declaraciones, había dado las claves del criterio seguido para aligerar la obra.
Según sus propias palabras, ha suprimido “lo que solamente se entendía en su
tiempo”: desde la alusión a la suciedad de Madrid, hasta los libros de moda de la
época o la petición de aplauso al público al final de la representación. Ha supri-
mido, también, los “puntos muertos”, que podían distraer la atención de los
espectadores, en dos direcciones: citas cultas o puramente retóricas (desde la
teoría neoplatónica hasta la alusión a la amistad) y parlamentos o reflexiones sin
gran interés que retardaban el ritmo de la obra (como las reflexiones de Octavio
en el Acto I o la escena XVII del Acto III).
En definitiva, podemos decir que cuantitativamente el mayor número de ver-
sos suprimidos se refieren a alusiones eruditas y citas cultas. En los actos I y II
García Lorca hace más cortes, mientras que respeta casi en su integridad el acto
III, quizás por el propio desarrollo de la obra, más lenta en su inicio, para acu-
93
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
mular al final los hechos más dinámicos y decisivos. La comedia de Lope de Vega
aparece en la versión de García Lorca sin referencias a personajes de la época
(como el Duque de Sessa), sin parlamentos excesivamente altisonantes ni alu-
siones a unos clásicos demasiado remotos para un público popular. Apenas
podemos encontrar el nombre de Platón en la escena IX del acto I, donde tam-
bién se llama a Nise “Sibila española”; o los de Virgilio, Petrarca, Tasso y Garci-
laso en la escena II del acto III. El resto han desaparecido, al igual que los demás
detalles que pudiéramos considerar “de época”. Sin embargo, los arcaísmos y la
sintaxis del siglo XVII se han mantenido casi siempre, incluso la repetición de
errores que ya estaban en Hartzenbusch, lo que no deja de denotar cierto des-
cuido con el detalle y, tal vez, algo menos de dedicación y algo más de prisa de
las reconocidas por el propio poeta en sus declaraciones, a la vista del enorme
éxito que tuvo, tanto en Buenos Aires como en España. Pero, como hemos seña-
lado reiteradamente, lo que en realidad se propuso y consiguió Lorca con esta
adaptación de La dama boba era rescatar el tesoro de nuestro teatro clásico del
olvido en que se encontraba, a través de un lenguaje escénico plenamente
moderno, adecuado a la sensibilidad contemporánea. De este modo, al igual que
con sus textos dramáticos originales, contribuyó con paso firme a la renovación
de la escena española, dominada por la mediocridad y la rutina, y abrió los esce-
narios a públicos más amplios y a fórmulas de representación de una moderni-
dad incuestionable.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
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La dama boba en el teatro de la Comedia de Buenos Aires (Archivo fotográfico de la Fundación Federico García Lorca).
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
Cuadro final de La dama boba en su estreno porteño (La Prensa, Buenos aires, 4-III-1934).
García Lorca se dirige al público bonaerense tras una de las representaciones de La dama boba
(Archivo fotográfico de la Fundación Federico García Lorca).
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Los actores tras el escenario antes de la representación y panorámica del público del Retiro.
Archivo General de la Administración. © Alfonso, VEGAP, La Rioja 2008.
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La dama boba en el parque del Retiro, 27-VIII-1935. Decorados y vestuario de Manuel Fontanals.
Archivo General de la Administración. © Alfonso, VEGAP, La Rioja 2008.
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
Aspecto parcial de la Chopera del Retiro durante la representación de La dama boba el día del
tricentenario de la muerte de Lope de Vega. Institut del Teatre (Martín Santos Yubero), 1935.
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Una de las escenas bailadas de La dama boba en el Teatro Español de Madrid (Archivo fotográfico de la Fundación Federico García Lorca).
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
Margarita Xirgu y Enrique Borrás en una escena de La dama boba en el escenario del teatro
Español de Madrid (Ahora, 3-IX-1935).
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La dama boba en el Teatro Español (28-VIII-1935). Decorados de Sigfrido Burmann. Institut del Teatre. © Centelles, VEGAP, La Rioja 2008.
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Cipriano de Rivas Cherif, Margarita Xirgu y Federico García Lorca, rodeados por los actores de
la TEA, tras una de las representaciones de Barcelona (La Humanitat, Barcelona, 14-XII-1935).
108
II
LA VERSIÓN ESCÉNICA DE
LA DAMA BOBA
Cubierta del expediente de censura de La dama boba, de García Lorca.
Archivo General de la Administración.
LA DAMA BOBA
de
Federico García Lorca
PERSONAJES
LAURENCIO FINEA
DUARDO NISE
FENISO CELIA
LISEO CLARA
MISENO UN MAESTRO DE ESCRIBIR
OCTAVIO OTRO DE DANZAR
TURÍN UN CRIADO
PEDRO MÚSICOS
UN ESTUDIANTE
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
Portada del libreto de La dama boba de García Lorca. Archivo General de la Administración.
113
ACTO PRIMERO
(Portal de una posada en Illescas).
ESCENA I
(LISEO y TURIN, de camino)
2. García Lorca, en su adaptación, tras este verso suprime los de la versión de Hartzen-
busch (en adelante, H) que a continuación se reseñan, y hacen alusión a la costumbre piadosa
de llevar cintas de la medida de un santo e imágenes:
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
Al faltar este último medio verso, la intervención de Liseo (“Pues dese modo”) sólo tiene
cinco sílabas, con lo que el último verso de la redondilla original queda cojo.
Reproducimos textualmente los versos de H suprimidos por Lorca, aquí y en adelante, al
igual que las variantes respecto al autógrafo.
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(Ruido de cascabeles3)
TURÍN. De un macho, con guarniciones
verdes y estribos de palo,
————4
se apea un hidalgo.
LISEO. Malo,
si la merienda me pones.
ESCENA II
(UN ESTUDIANTE de camino4.- Dichos)
(Dentro)
ESTUDIANTE. Huésped, ¿habrá qué comer? 70
(Sale)
LISEO. Seáis, Señor, bien llegado.
ESTUDIANTE. Y vos en la misma hallado.
LISEO. ¿A Madrid?
ESTUDIANTE. Dejéle ayer,
cansado de no salir
con pretensiones cansadas. 75
LISEO. Esas van adjetivadas
con esperar y sufrir.
Holgara, por ir con vos,
lleváramos un camino.
ESTUDIANTE. Si vais a lo que imagino, 80
nunca lo permita Dios.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA III
(LISEO y TURÍN)
LISEO. ¡Qué linda esposa!
Ponte, Turín, a caballo;
que ya no quiero comer. 150
TURÍN. Ten paciencia, pues no es hecho.
LISEO. Que me ha de matar sospecho,
si es necia y propria mujer.
————9
TURÍN. Como tú no digas sí,
¿quién te puede cautivar? 155
LISEO. Verla ¿no me ha de matar,
aunque es basilisco en mí?
TURÍN. No, Señor.
LISEO. También advierte
que, siendo tan entendida
Nise, me dará la vida, 160
si ella me diere la muerte.
(Vanse)
(Sala en casa de Octavio en Madrid)6
121
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ESCENA IV
(NISE, CELIA)
NISE. ¿Diote el libro?
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ESCENA V
(FINEA, UN MAESTRO DE LEER.-Dichas)
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Letra.
MAESTRO. ¡Bien!
FINEA. Luego ¿acerté?
MAESTRO. ¡Linda bestia!
FINEA. ¡Ah, sí, sí, sí!
Bestia, por Dios, se llamaba;
pero no se me acordaba.
MAESTRO. Ésta es R... y ésta es I. 225
FINEA. Pues si tú lo traes errado...
CELIA. (A Nise)
¡Con qué pesadumbre están!
MAESTRO. Di aquí: b, a, n, ban.
FINEA. ¿Dónde van?
MAESTRO. ¡Gentil cuidado!
FINEA. Que se van ¿no me decías? 230
MAESTRO. Letras son, míralas bien.
Di aquí: b, e, n, ben.
FINEA. ¿Adónde?
MAESTRO. Adonde en mis días
no te vuelva más a ver.
Perdiendo el jüicio estoy.
FINEA. ¿Ven, no dice? Pues ya voy. 235
MAESTRO. Es imposible aprender.
¡Vive Dios, que te he de dar
una palmeta!
FINEA. ¿Tú a mí?
MAESTRO. Muestra la mano.
FINEA. Hela aquí. 240
MAESTRO. Aprende a deletrear.
(Dale una palmeta, y ella echa a correr tras él)
FINEA. ¡Oh perro! ¿Aquesta es palmeta?
MAESTRO. Pues, ¿qué pensabas?
FINEA. Aguarda. (Le embiste)
NISE. Ella le mata.
MAESTRO. Ya tarda
tu favor, Nise discreta. 245
NISE. ¡A tu maestro! ¿Qué es esto?
MAESTRO. Ténganla ahí.
FINEA. Hame dado
causa.
NISE. ¿Cómo?
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA VI
(NISE, FINEA, CELIA)
CELIA. Fuese.
NISE. No tienes razón.
Sufrir y aprender conviene.
FINEA. Pues las letras que allí están, 270
yo ¿no las aprendo bien?
Vengo cuando dice ven,
y voy cuando dicen van.
¿Qué quiere, Nise, el maestro,
quebrándome la cabeza 275
con ban, bin, bon?
CELIA. (Aparte) ¡Ella es pieza
de rey!
NISE. Quiere el padre nuestro
que aprendamos.
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
FINEA. Ya yo sé
el padre nuestro.
NISE. No digo
sino el nuestro, y el castigo 280
por darte memoria fue.
FINEA. Póngame un hilo en el dedo
y no aquel palo en la palma.
CELIA. ¿Mas que se te sale el alma.
si lo sabe?
FINEA. Muerta quedo. 285
¡Oh Celia! no se lo digas,
y verás qué te daré.
ESCENA VII
(CLARA.- Dichas)
CLARA. Topé contigo, a la fe.
NISE. Ya, Celia, las dos amigas
se han juntado.
CELIA. A nadie quiere 290
más en todas las criadas.
CLARA. Dame albricias, tan bien dadas
como el suceso requiere.
FINEA. ¿De qué son?
CLARA. Que ya parió
nuestra gata la romana. 295
FINEA. ¿Cuándo, Clara?
CLARA. Esta mañana.
FINEA. ¿Parió en el tejado?
CLARA. No.
FINEA. Pues, ¿dónde?
CLARA. En el aposento;
que cierto se echó de ver
————
su entendimiento.
FINEA. Es mujer 300
notable.
CLARA. Escucha un momento.
Salía por donde suele
el sol, muy galán y rico,
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
8. García Lorca ha suprimido los siguientes versos de la versión de H, que hacen alusión
a la suciedad de Madrid y a su calle Mayor:
CLARA. andaban los carretones
quitándole el romadizo
que da la noche a Madrid...
aunque no sé quién me dijo
que era la calle Mayor
el soldado más antiguo.
Pues nunca el mayor de Flandes
presentó tantos servicios;
Y, además, en H se han suprimido respecto al autógrafo:
(CLARA) pregonaban aguardiente,
agua biznieta del vino,
los hombres la Carnestolendas,
todos naranjas y gritos.
9. En la versión autógrafa y en H, “recebir”. Queda modernizado por García Lorca.
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
10. De nuevo García Lorca suprime en relación con el texto de H los siguientes versos,
que no afectan al sentido general:
(CLARA) De negro vino a la fiesta
el gallardo Golosino,
luto que mostraba entonces
de su padre el gaticidio.
11. Otra vez García Lorca suprime de H:
(CLARA) Trazando quedan agora,
para mayor regocijo,
en su gatesco senado,
correr cañas cinco a cinco.
Esta diversión popular de la época de Lope quizás no fuera entendida por un espectador
actual.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
CLARA. Camina.
FINEA. Tras ti camino. 355
(Vanse Finea y Clara)
ESCENA VIII
(NISE, CELIA)
NISE. ¿Hay locura semejante?
CELIA. Y Clara es boba también.
NISE. Por eso la quiere bien.
————20
CELIA. La semejanza es bastante;
aunque yo pienso que Clara 360
es más bellaca que boba.
NISE. Con eso la engaña y roba.
ESCENA IX
(LAURENCIO, DUARDO, FENISO.-Dichas)
DUARDO. Aquí, como estrella clara,
a su hermosura nos guía.
Feniso. Y aun es del sol su luz pura. 365
DUARDO. ¡Oh reina de la hermosura!
FENISO. ¡Oh Nise!
LAURENCIO. ¡Oh señora mía!
NISE. Caballeros...
FENISO. Esta vez
de un soneto de Duardo,
por vuestro ingenio gallardo, 370
os hemos de hacer juez.
NISE. ¡A mí, que soy de Finea
hermana y sangre!
LAUREN. A vos sola,
que sois Sibila española,
————21
no Cumana ni Eritrea; 375
a vos, por quien ya las gracias
son cuatro y las musas diez,
es justo haceros juez.
NISE. Si ignorancias, si desgracias
trujérades a juzgar, 380
131
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA X
(LAURENCIO, DUARDO, FENISO)
FENISO. ¿Qué os ha dicho del soneto 455
Nise?
LAUREN. Que es muy extremado.
DUARDO. Habréis los dos murmurado;
que hacéis versos en efeto.
LAUREN. Ya no es menester hacellos
para saber murmurallos; 460
que se atreve a censurallos
quien no se atreve a entendellos.
DUARDO. Los dos tenemos qué hacer;
licencia nos podéis dar.
FENISO. Las leyes de no estorbar 465
queremos obedecer.
————26
LAUREN. Malicia es ésa.
FENISO. No es tal.
La divina Nise es vuestra,
o por lo menos lo muestra.
LAUREN. Pudiera, a tener igual. 470
(Vanse Duardo y Feniso)
ESCENA XII13
(PEDRO.- LAURENCIO)
PEDRO. ¡Qué necio andaba en buscarte
fuera de aqueste lugar!
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
arrepentido jamás?
Pues esto viene con ella.
PEDRO. A Nise discreta y bella,
Laurencio, ¿dejar podrás 530
por una boba ignorante?
LAUREN. ¡Qué ignorante majadero!
¿No ves que el sol del dinero
va del ingenio adelante?
El que es pobre, ése es tenido 535
por necio, el rico por sabio.
No hay en el nacer agravio,
por notable que haya sido,
que con oro no se encubra,
ni hay falta en naturaleza, 540
que con la mucha pobreza
no se aumente y se descubra.
Yo tengo de enamorar
a Finea.
PEDRO. He sospechado
que a un ingenio tan cerrado 545
no hay puerta por donde entrar.
LAUREN. Yo sé cuál.
————30
PEDRO. Yo no, por Dios.
LAUREN. Clara, su boba criada.
PEDRO. Sospecho que es más taimada
que boba.
LAUREN. Demos los dos 550
en enamorarlas.
PEDRO. Creo
que Clara será tercera
más fácil.
LAUREN. De esa manera
seguro va mi deseo.
PEDRO. Ellas vienen; disimula. 555
LAUREN. Harélo, si está en mi mano.
PEDRO. ¿Que ha de poder un cristiano
enamorar una mula?
LAUREN. Buena cara y talle tiene.
PEDRO. Así fuera el alma.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA XIII
(FINEA, CLARA. Dichos)
LAUREN. Agora 560
conozco, hermosa Señora,
que no solamente viene
————31
el sol de las orientales
partes, pues de vuestros ojos
sale con rayos más rojos 565
y luces piramidales.
Y si agora, que salís,
tan grande fuerza traéis,
al mediodía ¿qué haréis?
FINEA. Comer, no como decís 570
vos, pirámides ni peros,
sino cosas provechosas.
LAUREN. Esas estrellas famosas,
esos nocturnos luceros
me tienen fuera de mí. 575
FINEA. Si vos andáis con estrellas,
¿qué mucho que os tengan ellas
arromadizado así?
Acostaos siempre temprano,
y dormid con tocador. 580
LAUREN. ¿No entendéis que os tengo amor
puro, honesto, limpio y sano?
FINEA. ¿Qué es amor?
LAUREN. ¿Amor? Deseo.
————32
FINEA. ¿De qué?
LAUREN. De una cosa hermosa.
FINEA. ¿Es oro? ¿Es diamante? ¿Es cosa 585
destas que muy lindas veo?
LAUREN. No, sino de la hermosura
de una mujer como vos,
que, como lo ordena Dios,
para buen fin se procura. 590
Y ésta, que vos la tenéis,
engendra deseo en mí.
FINEA. Y yo ¿qué he de hacer aquí,
si sé que vos me queréis?
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
15. En la versión autógrafa “Esperaos”; en H, “Esperad”. Es posible que sea un error meca-
nográfico.
16. El texto de H suprime dos redondillas respecto al texto autógrafo, que explicaban al
antecedente “espíritus nuestros”:
(LAUREN.) que juntos se han de encender
y causar un dulce fuego
con que se pierde el sosiego,
hasta que se viene a ver
el alma en la posesión,
que es el fin del casamiento;
que con este santo intento
justos los amores son.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
17. En la adaptación de H se suprimen los siguientes versos, que eliminan una interven-
ción de Clara y parte de la de Pedro:
CLARA. Yo, lo que mi ama hiciere,
eso haré.
PEDRO. Ciencia es amor,
que el más rudo labrador
a pocos cursos la adquiere.
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA XIV
(FINEA, CLARA)
142
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
————37
este marido o quien es, 675
si todo el cuerpo no pasa
de la ropilla? que en casa
ninguno sin piernas ves.
CLARA. Digo que tienes razón.
Veamos, ¿tiénesle ahí? 680
(Saca Finea de la manga un retrato en un naipe)
¡Buena cara y cuerpo!
FINEA. Sí;
más no pasa del jubón.
CLARA. Luego, ¿éste no podrá andar?
¡Ay, los ojitos que tiene!
FINEA. Señor con Nise.
CLARA. ¿Si viene 685
a casarte?
FINEA. No hay casar;
que este que se va de aquí
tiene pierna y tiene traza.
CLARA. Y más que con perro caza;
que el Pedro me muerde a mí. 690
ESCENA XV
————38
143
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA XVI
(CELIA, OCTAVIO, NISE, FINEA,CLARA, luego LISEO y TURÍN)
————39
18. Alonso Zamora Vicente, en su edición citada, sitúa aquí el comienzo de una nueva
escena, en su caso, la XVIII. Sin embargo, en H, texto del que Zamora Vicente dice haber toma-
do la división escénica, no se produce esta fragmentación, por lo que presenta menor número
de escenas. El texto de la RAE no ofrece ninguna indicación al respecto.
144
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA XVII
(CELIA, con una caja y agua.- OCTAVIO, NISE, FINEA, CLARA, LISEO, TURÍN)
CELIA. Aquí está el agua. Comed.
LISEO. El agua sola provoca,
porque con su risa dice 765
que la beba y que no coma.
————43
FINEA. Él bebe como una mula.
TURÍN. ¡Buen requiebro!
OCTAVIO. (A Finea)
¡Qué enfadosa
que estás hoy! Calla, si quieres.
FINEA. (A Liseo)
Aun no habéis dejado gota. 770
Aguardad, os limpiaré.
OCTAVIO. Pues ¿tú le limpias?
FINEA. ¿Qué importa?
LISEO. (Aparte)
Media barba me ha llevado.
Lindamente me enamora.
OCTAVIO. (Aparte)
¿Hay padre más desdichado? 775
Quiero, pues no se reporta,
llevarme de aquí a Finea.
LISEO. (Aparte)
Tarde el descanso se cobra,
que en tal desdicha se pierde.
OCTAVIO. Entrad adentro vosotras 780
a prevenirle la cama.
146
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
————44
FINEA. La mía pienso que sobra
para los dos.
OCTAVIO. (Aparte a Finea)
¿Tú no ves
que aún no están hechas las bodas?
Entra dentro.
FINEA. Que me place. 785
NISE. Vamos, hermana.
FINEA. Adiós, ¡hola!
(Vanse Nise, Finea, Clara y Celia)
LISEO. (Aparte)
Las del mar de mi desdicha
me anegan entre sus ondas.
OCTAVIO. Yo también, hijo, me voy
para prevenir las cosas, 790
que para que os desposéis
con más aplauso me tocan.
El cielo os guarde.
(Vase).
ESCENA XVIII
(LISEO, TURÍN)
————45
LISEO. No sé
de qué manera disponga
mis desdichas.¡Ay, Turín! 795
TURÍN. ¿Quieres quitarte las botas?
LISEO. No, Turín, sino la vida.
¿Hay boba más espantosa?
TURÍN. Lástima me ha dado a mí,
considerando que ponga 800
en un cuerpo tan hermoso
el cielo un alma tan loca.
LISEO. Cuando estuviera casado
por poder en causa propia,
me pudiera descansar19. 805
19. Tanto en la versión autógrafa como en H “descasar”, según el sentido que el contexto
sugiere. Quizás sea de nuevo un error mecanográfico.
147
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
se templa y desapasiona.
Así tú, como tu gusto 825
miraste en su hermana hermosa21
luego templaste tu ira.
LISEO. Es verdad, porque ella sola,
el enojo de su padre,
que, como ves, me alborota, 830
me puede quitar, Turín.
TURÍN. ¿Que no hay que tratar desotra?
LISEO. Pues ¿he de trocar la vida
por la muerte temerosa22,
y por un demonio un ángel? 835
————47
TURÍN. Digo que razón te sobra;
que no está el gusto en el oro;
que son el oro y las horas
muy distintas.
LISEO. Desde aquí
renuncio la dama boba. 840
————48
149
ACTO SEGUNDO
(Sala que da a un jardin, en casa de Octavio)
23. García Lorca suprime los siguientes versos de H, en total tres redondillas, cuyo conte-
nido alude a la teoría neoplatónica del amor, que tantas veces surge en la obra de Lope:
151
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA II
(NISE, CELIA.- Dichos)
NISE. (Aparte a Celia)
Mucho la historia me admira.
CELIA. Amores pienso que son, 880
fundados en el dinero.
NISE. Nunca fundó su valor
sobre dineros amor;
que busca el alma primero.
DUARDO. Señora, a vuestra salud 885
hoy cuantas cosas os ven
dan alegre parabién,
y tienen vida y quietud;
que como vuestra virtud
fue sol que las alumbró, 890
mientras ella se eclipsó,
DUARDO. Y yo de aquí,
infamando amores locos,
en limpio vengo a sacar
que pocos deben amar
en lugar que saben pocos.
LAUREN. ¡Linda malicia!
FENISO. Extremada.
DUARDO. Difícil cosa es saber.
LAUREN. Sí; pero fácil creer
que sabe el que poco o nada.
153
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
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ESCENA III
(LAURENCIO, NISE, CELIA)
LAUREN. Ya se han ido.¿Podré yo,
Nise, con mis brazos darte
parabién de tu salud?
NISE. Desvía, fingido, fácil,
lisonjero, engañador, 955
falso, inconstante, mudable,
————6
hombre que en un mes de ausencia26
el pensamiento mudaste27.
¡Con gentil atrevimiento
pagaste el amor que sabes, 960
mudando el tuyo en Finea!
LAUREN. ¿Qué dices?
NISE. Pero bien haces.
Tú eres pobre y ella rica,
tú discreto, ella ignorante;
buscaste lo que no tienes, 965
y lo que tienes dejaste28.
LAUREN. ¿Quién te ha dicho que yo he sido
en un mes tan inconstante?
NISE. ¿Parécete poco un mes?
Yo te disculpo, no hables; 970
26. García Lorca ha suprimido este paréntesis del texto de H, que no altera el significado:
(NISE.) (Que bien merece llamarse
ausencia la enfermedad).
27. García Lorca, de nuevo, suprime respecto a H las siguientes palabras de Nise:
(NISE.) Pero mal dije en un mes,
porque puedes disculparte
con que mi muerte creíste;
y si mi muerte pensaste.
La supresión no afecta a la rima del romance, ni al sentido.
28. Y sigue Nise, tanto en H como en el autógrafo, ahora suprimido por García Lorca:
(NISE.) Discreción tienes, y en mí
la que celebrabas antes
dejas con mucha razón;
que dos ingenios iguales
no conocen superior,
y por dicha imaginaste
que quisiera yo el imperio
que a los hombres debe darse
156
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
157
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA IV
(LISEO.- Dichos).
LISEO. (Aparte)
Esperaba tarde
los desengaños; mas ya
no quiero amor que me engañe.
NISE. Suelta.
LAUREN. No quiero.
LISEO. ¿Qué es esto? 1015
————9
NISE. Dice Laurencio que rasgue
unos versos que me dio,
de cierta dama ignorante;
y yo digo que no quiero.
LAUREN. Tú podrá ser que lo alcances 1020
de Nise: ruégala tú.
LISEO. Si algo tengo que rogarte,
haz algo por mis memorias,
y rasga lo que tú sabes.
NISE. Dejadme los dos.
(Vase y Celia la sigue)
158
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA V
(LAURENCIO, LISEO)
LAUREN. ¡Qué airada! 1025
LISEO. Espántome que te trate
con esos rigores Nise.
LAUREN. Pues, Liseo, no te espantes;
que es defeto en los discretos
tal vez el no ser afables. 1030
LISEO. ¿Tienes qué hacer?
LAUREN. Poco o nada.
LISEO. Pues vámonos esta tarde
————10
por el Prado arriba.
LAUREN. Vamos
donde quiera que tú mandes.
LISEO. Detrás de los Recoletos 1035
quiero hablarte.
LAUREN. Si el hablarme
no es con las lenguas que dicen,
sino con las lenguas que hacen
(aunque me espanto que sea),
dejaré caballo y pajes. 1040
LISEO. Bien puedes.
(Vase)
LAUREN. Yo voy tras ti.
ESCENA VI
(LAURENCIO)
LAUREN. ¡Qué celoso y qué arrogante!
Finea es simple: sin duda
de haberle contado, nace,
mis amores y papeles. 1045
Ya para consejo es tarde;
que deudas y desafíos,
a que los honrados salen,
para trampas se dilatan,
————11
y no es bien que se dilaten. 1050
(Vase)
159
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA VII
(FINEA, UN MAESTRO DE DANZAR)
MAESTRO. ¿Tan presto se cansa?
FINEA. Sí;
y no quiero danzar más.
MAESTRO. Como no danza a compás,
hase enfadado de sí.
FINEA. Por poco diera de hocicos 1055
saltando. Enfadada vengo.
¿Soy yo urraca, que andar tengo
por casa dando salticos?
Un paso, otro contrapaso...
floretas, otra floreta... 1060
¡Qué locura!
MAESTRO. ¡Qué imperfeta
cosa! ¡En un hermoso vaso
poner la naturaleza
licor de un alma tan ruda,
con que ya salga la duda 1065
que no es alma la belleza!
————12
FINEA. Maestro...
MAESTRO. Señora mía...
FINEA. Traed mañana un tamboril.
MAESTRO. Ese es instrumento vil,
aunque de mucha alegría. 1070
FINEA. Que soy más aficionada
a cascabeles confieso.
MAESTRO. Es muy de caballos eso.
FINEA. Haced vos lo que me agrada;
que no es mucha rustiqueza 1075
el traellos en los pies;
harto peor pienso que es
traellos en la cabeza.
MAESTRO. (Aparte)
(Quiero seguille el humor)
Yo haré lo que mandáis. 1080
FINEA. Id danzando cuando os vais.
MAESTRO. Yo os agradezco el favor;
pero llevaré tras mí
mucha gente.
160
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
FINEA. Un pastelero,
un sastre y un zapatero, 1085
¿llevan la gente tras sí?
————13
MAESTRO. No; pero tampoco ellos
por la calle haciendo van
sus oficios.
FINEA. ¿No podrán,
si quieren?
MAESTRO. Podrán hacellos; 1090
mas yo no quiero danzar.
FINEA. No entréis más aquí.
MAESTRO. No haré.
FINEA. No quiero andar en un pie,
ni dar vueltas ni bailar.
MAESTRO. Ni yo enseñar las que sueñan 1095
disparates atrevidos.
FINEA. No importa; que los maridos
son los que mejor enseñan.
MAESTRO. ¿Han visto la mentecata?
FINEA. ¿Qué es mentecata, villano? 1100
MAESTRO. Tened, Señora, la mano.
Es una dama que trata
con aspereza y rigor
a quien la sirve...
FINEA. ¿Eso es?
————14
MAESTRO. Puesto que vuelve después 1105
con mansedumbre y amor.
FINEA. ¿Es eso cierto?
MAESTRO. ¿Pues no?
FINEA. Yo os juro, aunque nunca ingrata,
que no hay mayor mentecata
en todo el mundo que yo. 1110
MAESTRO. El creer es cortesía.
Adiós; que soy muy cortés.
(Vase)
ESCENA VIII
(CLARA.- FINEA)
CLARA. ¿Danzasteis?
FINEA. ¿Ya no lo ves?
Persíguenme todo el día
161
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
162
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA IX
(OCTAVIO.- Dichas)34
FINEA. ¡Oh padre mentecato y generoso!
Bien seas venido.
OCTAVIO. ¿Cómo mentecato?
FINEA. Aquel maestro de danzar me dijo
que era yo mentecata, y enojéme;
mas él me respondió que este vocablo 1175
163
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
35. García Lorca suprime respecto a H este parentésis de Octavio, que reflexiona acerca
de lo que va a hacer:
164
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA X
(TURÍN.- Dichos)
TURÍN. En tu busca vengo.
OCTAVIO. ¿Qué hay, Turín?
TURÍN. (Aparte a Octavio)
Que a matarse van al campo
————20
en este punto mi señor Liseo
y Laurencio, un hidalgo marquesote 1210
que desvanece a Nise con sonetos36.
OCTAVIO. ¿Adónde irán?
TURÍN. Irán, si no me engaño,
hacia los Recoletos agustinos.
OCTAVIO. Pues ven tras mí. ¡Qué extraños desatinos!
(Vanse Octavio y Turín)
ESCENA XI
(FINEA, CLARA)
CLARA. Parece que se ha enojado 1215
tu padre.
FINEA. ¿Qué puedo hacer?
CLARA. ¿Por qué le diste a leer
el papel?
165
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
FINEA. Ya me ha pesado.
CLARA. Ya no puedes proseguir
la voluntad de Laurencio. 1220
FINEA. Clara, no la diferencio
con el dejar de sentir.
Yo no sé lo que esto ha sido
después que el hombre me vio,
porque si es que siento yo, 1225
————21
él se ha llevado el sentido.
Si como, imagino en él;
si duermo, le estoy soñando;
y si bebo, estoy mirando
en agua su imagen dél. 1230
¿No has visto de qué manera
vuelve un espejo a quien mira
su rostro, que una mentira
le hace forma verdadera?
Pues lo mismo en ella miro 1235
que el cristal me representa.
CLARA. A tus palabras atenta,
de tus mudanzas me admiro.
Parece que te trasformas
en otra.
FINEA. En otro dirás. 1240
CLARA. Es maestro con quien más
para aprender te conformas.
FINEA. Con todo eso, seré
obediente al padre mío;
fuera de que es desvarío 1245
romper la palabra y fe.
CLARA. Yo haré lo mismo.
————22
FINEA. No impidas
el camino que llevabas.
CLARA. ¿No ves que amé porque amabas,
y olvidaré porque olvidas? 1250
FINEA. Harto me pesa de amalle;
pero a ver mi daño vengo,
aunque presumo que tengo
de olvidarme de olvidalle.
(Vanse)
166
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
CAMPO
ESCENA XII
(LAURENCIO, LISEO)
ESCENA XIII
(OCTAVIO, TURÍN.- Dichos)
OCTAVIO. Turín, ¿aquesta dices que es pendencia?
167
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA XIV
(NISE, FINEA)
NISE. De suerte te has engreído,
que te voy desconociendo.
FINEA. De que eso digas me ofendo. 1300
Yo soy la que siempre he sido.
NISE. Yo te vi menos discreta.
FINEA. Y yo más segura a ti.
NISE. ¿Quién te va trocando así?
¿Quién te da lición secreta? 1305
168
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
169
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
(Vase Nise)
¡En qué confusión me veo!
¿Hay mujer tan desdichada?
Todos dan en perseguirme. 1340
ESCENA XV
(LAURENCIO.- FINEA)
LAUREN. (Aparte)
(Detente en un punto firme,
Fortuna veloz y airada,
que ya parece que quieres
ayudar mi pretensión.
¡Oh qué gallarda ocasión!) 1345
¿Eres tú, mi bien?
FINEA. No esperes,
Laurencio, verme jamás:
todos me riñen por ti.
LAUREN. Pues ¿qué te han dicho de mí?
FINEA. Eso agora lo sabrás. 1350
¿Dónde está mi pensamiento?
LAUREN. ¿Tu pensamiento?
FINEA. Sí.
LAUREN. En ti;
porque si estuviera en mí,
yo estuviera más contento.
FINEA. ¿Vesle tú?
LAUREN. Yo no, jamás. 1355
FINEA. Mi hermana me ha dicho aquí
que no has de pasarme a mí
por el pensamiento más.
Por eso, allá te desvía,
y no me pases por él. 1360
LAUREN. Piensa que ya estoy en él,
y echarme fuera querría.
FINEA. También ha dicho que en mí
pusiste los ojos.
LAUREN. Dice
verdad: no lo contradice 1365
el alma, que vive en ti.
FINEA. Pues tú me has de quitar luego
los ojos que me pusiste.
170
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA XVI
(NISE.- Dichos)
NISE. ¡Oh qué bien!
FINEA. Huélgome, Nise, también;
que ya no me dirás nada.
Ya Laurencio no me pasa
por el pensamiento a mí; 1400
171
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA XVII
(FINEA)
FINEA. Ella se le lleva en fin. 1410
¿Qué es esto que me da pena
de que se vaya con él?
Estoy por irme tras él.
¿Qué es esto que me enajena
de mi propria voluntad? 1415
No me hallo sin Laurencio.
Mi padre viene: silencio.
Callad, lengua; ojos, hablad.
ESCENA XVIII
(OCTAVIO.- FINEA)
OCTAVIO. ¿Adónde está tu esposo?
FINEA. Yo pensaba
que lo primero en viéndome que hicieras 1420
fuera saber de mí si te obedezco.
OCTAVIO. Pues eso, ¿a qué propósito?
FINEA. ¿Enojado
no me dijiste aquí que era mal hecho
abrazar a Laurencio? Pues yo agora
que me desabrazase le he rogado, 1425
y el abrazo pasado me ha quitado.
OCTAVIO. ¿Hay ignorancia tal? Pues dime, bestia,
¿Otra vez le abrazabas?
172
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
173
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA XIX
(LAURENCIO.- FINEA)
LAUREN. (Aparte)
(Huyendo su autoridad, 1460
de enojarle me desvío;
aunque en parte le agradezco
que excusase los enojos
de Nise. Aquí están los ojos
a cuyos rayos me ofrezco). 1465
Señora...
FINEA. Estoy por no hablarte
porque te fuiste con Nise.
LAUREN. No me fui porque yo quise.
FINEA. ¿Pues, por qué?
LAUREN. Por no enojarte39.
FINEA. Yo estoy celosa de ti, 1470
porque ya sé qué son celos;
————35
que su digno nombre ¡ay, cielos!
me dijo mi padre aquí;
mas también me dio el remedio.
LAUREN. ¿Cuál es?
FINEA. Desenamorarme, 1475
y así podré sosegarme,
quitando el amor de enmedio.
LAUREN. Pues eso, ¿cómo ha de ser?
FINEA. El que me puso el amor
me lo quitará mejor. 1480
LAUREN. Otro mejor puede haber.
FINEA. ¿Cuál?
LAUREN. Los que vienen aquí
al remedio ayudarán.
174
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA XX
(DUARDO, FENISO, PEDRO)
(Dichos)
40. Ilegible en el original, pero probable. Este es el verso que aparece tanto en la versión
autógrafa como en H.
41. García Lorca ha suprimido las siguientes intervenciones:
DUARDO. En esta casa parece,
según por los aires andas,
que te ha dado hechizos Circe:
nunca sales desta casa.
LAUREN. Yo voy aquí con mi ingenio
haciendo una rica traza
para hacer oro de alquimia.
PEDRO. La salud y el tiempo gastas.
Igual sería, señor,
casarte, pues todo cansa,
de pretender imposibles.
LAUREN. Calla, necio.
PEDRO. El nombre basta
para no callar jamás;
que nunca los necios callan.
175
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA XXI
(OCTAVIO, NISE.- FINEA)
NISE. Hablando estaba con él
cosas de poca importancia. 1515
OCTAVIO. Mira, hija, que esas cosas
más deshonor que honor causan.
NISE. Es un honesto mancebo
que de buenas letras trata,
y téngole por maestro. 1520
OCTAVIO. No era tan blanco en Granada
Juan Latino, que la hija
de un Veinticuatro enseñaba;
————38
y con ser negro y esclavo,
porque era su madre esclava42 1525
vino a casarse con ella43;
176
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
177
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA XXII
(LISEO, NISE)
178
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
————41
NISE. ¡Qué inconstancia,
qué locura, error, traición
a mi padre y a mi hermana!
Id en buen hora, Liseo. 1580
LISEO. ¿Desta manera me pagas
tan desatinado amor?
NISE. Pues si es desatino, basta.
ESCENA XXIII
(LAURENCIO.- Dichos)
LAUREN. (Aparte)
Hablando está con Liseo:
si Liseo se declara, 1585
Nise ha de entender sin duda
que mis lisonjas la engañan.
Sospecho que ya me ha visto.
NISE. ¡Oh gloria de mi esperanza!
LISEO. ¿Yo vuestra gloria, Señora? 1590
NISE. Hanme dicho que me tratas
con traición; mas no lo creo;
que no lo consiente el alma.
LISEO. ¡Traición, Nise! Si en mi vida
mostrare amor a tu hermana, 1595
————42
me mate un rayo del cielo.
LAUREN. (Aparte)
Es conmigo con quien habla
Nise, y presume Liseo
que le requiebra y regala.
NISE. Quiérome quitar de aquí; 1600
que de manera me trata
amor, que diré locuras.
179
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA XXIV
(LAURENCIO, LISEO)
LISEO. ¡Aquí
estabas a mis espaldas!
LAUREN. Agora entré.
LISEO. Luego ¿a ti
te hablaba y te requebraba,
aunque me miraba a mí 1510
aquella discreta ingrata?45
LAUREN. Liseo, aquesta es discreta;
————43
no podrás, si no la engañas,
quitarle del pensamiento
el imposible que aguarda; 1515
porque yo soy de Finea.
LISEO. Si mi remedio no trazas,
cuéntame loco de amor.
LAUREN. Déjame el remedio y calla;
porque burlar un discreto 1520
es la mayor alabanza.
————44
180
TERCER ACTO (sic)
181
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA II
(CLARA.- FINEA)
CLARA. En grande conversación
están de tu entendimiento.
FINEA. Huélgome que esté contento
mi padre en esta ocasión47. 1655
CLARA. Atribuyen al amor
de Liseo este milagro.
FINEA. En otras aras consagro
mis votos, Clara, mejor.
Laurencio ha sido el maestro. 1660
CLARA. Como Pedro lo fue mío.
FINEA. De verlos hablar me río
————2
en este milagro nuestro.
CLARA. Gran fuerza tiene el amor,
catedrático divino. 1665
ESCENA III
(OCTAVIO, MISENO. Dichas)
MISENO. (Aparte a Octavio)
Yo pienso que es el camino
de su remedio mejor.
182
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
48. García Lorca, sobre H, ha suprimido un pasaje largo, que incluye la enumeración de
los libros que tiene Nise, de moda en la época:
OCTAVIO. Ayer sus librillos vi,
papeles y escritos varios;
pensé que devocionarios,
y desta suerte leí:
Historia de dos amantes,
sacada de lengua griega,
Rimas de Lope de Vega,
Galatea, de Cervantes;
El zamores de Lisboa (sic),
Los pastores de Belén,
Comedias de don Guillén
de Castro, Liras de Ochoa,
Cien sonetos de Liñán,
y de Herrera el divino
Canciones, El Peregrino,
El pícaro Guzmán,
Canción que Luis Vélez dijo
en la academia del duque
de Pastrana, Obras de Luque,
Cartas de don Juan de Arguijo...
Mas ¿qué os canso? Por mi vida,
que se los quise quemar.
183
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA IV
(NISE, LISEO, TURÍN. Dichos)
————4
LISEO. (Aparte a Nise)
Trátasme con tal desdén,
que pienso que he de apelar
adonde sepan tratar
mis obligaciones bien. 1705
Pues advierte, Nise bella,
que ya Finea es sagrado;
que un amor tan desdeñado
puede hallar remedio en ella49.
184
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
185
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA V.
(UN CRIADO.- Dichos)
————6
CRIADO. El maestro de danzar
a las dos llama a lición.
OCTAVIO. El viene a buena ocasión. 1740
Vaya un criado a llamar
los músicos, porque vea
Liseo a lo que ha llegado
Finea.
(Vase el criado)
ESCENA VI
(OCTAVIO, NISE, FINEA, LISEO, MISENO, CLARA,
TURÍN, luego EL CRIADO, EL MAESTRO DE DANZAR
y músicos)
LISEO. (Aparte)
Amor engañado
hoy volveréis a Finea; 1745
que muchas veces amor,
disfrazado en la venganza,
hace una justa mudanza
desde un desdén a un favor.
(Sale el criado)
————7
CRIADO.- Ya los músicos venían. 1750
(Salen los músicos y el maestro de danzar)
OCTAVIO. Muy bien venido seáis.
LISEO. (Aparte)
Hoy, pensamientos, vengáis
los agravios que os hacían.
OCTAVIO. Nise y Finea.
NISE. Señor...
OCTAVIO. Vaya aquí, por vida mía, 1755
el baile del otro día.
(Cantan los músicos y bailan Nise y Finea52)
186
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
187
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
-Viene de Panamá-
guante de ámbar adobado,
-Viene de Panamá-
gran jugador del vocablo,
-Viene de Panamá-
no da dineros y da manos,
-Viene de Panamá-
enfadoso y mal criado;
-Viene de Panamá-
es Amor, llámase indiano,
-Viene de Panamá-
es chapetón castellano,
-Viene de Panamá-
en criollo disfrazado.
-Viene de Panamá-
188
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA VII
(LISEO, TURÍN)
LISEO. Turín...
TURÍN. Señor, ¿qué me quieres?
LISEO. Quiérote comunicar
un nuevo gusto.
189
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
TURÍN. Si es dar
sobre tu amor pareceres,
busca un letrado de amor. 1770
LISEO. Yo he mudado parecer.
TURÍN. A ser dejar de querer
a Nise, fuera el mejor.
LISEO. El mismo, porque Finea
me ha de vengar de su agravio. 1775
TURÍN. No te tengo por tan sabio,
que esa discreción te crea53.
Y no ha de ser el casarse
por vengarse de un desdén;
que nunca se casó bien 1780
quien se casó por vengarse.
————9
Porque es discreta Finea,
y porque el seso cobró
(pues de Nise no sé yo
que tan entendida sea) 1785
será bien casarte luego.
LISEO. Miseno ha venido aquí;
algo tratan contra mí.
TURÍN. Que lo mires bien te ruego.
LISEO. No hay más, a pedirla voy. 1790
TURÍN. El cielo tus pasos guíe,
y del error te desvíe
en que yo por Celia estoy.
(Vase Liseo)
¡Que enamore amor a un hombre
como yo! Amor desatina. 1795
¡Que una ninfa de cocina,
para blasón de su nombre
ponga “Aquí murió Turín,
entre sartenes y cazos”!
53 En el texto autógrafo, entre este verso y el siguiente, aparece esta redondilla que omite H:
LISEO. De nuevo quiero tratar
mi casamiento. Allá voy.
TURÍN. De tu parecer estoy.
LISEO. Hoy me tengo de vengar.
190
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA VIII
(LAURENCIO, PEDRO, Turín)
————10
LAUREN. Todo es poner embarazos 1800
para que no llegue el fin.
PEDRO. Habla bajo; que hay escuchas.
LAUREN. ¡Oh, Turín!
TURÍN. Señor Laurencio...
LAUREN. ¿Tanta quietud y silencio?
TURÍN. Hay obligaciones muchas 1805
para callar un discreto,
y yo muy discreto soy.
LAUREN. ¿Qué hay de Liseo?
TURÍN. A eso voy.
Fuése a casar.
PEDRO. ¡Buen secreto!
TURÍN. Está tan enamorado 1810
de la señora Finea,
si no es que venganza sea
de Nise, que me ha jurado
que luego se ha de casar;
y es ido a pedirla a Octavio. 1815
LAUREN. Podré yo llamarme a agravio.
TURÍN. El no os pretende agraviar.
LAUREN. Las palabras ¿suelen darse
————11
para no cumplirse?
TURÍN. No.
LAUREN. De no casarse la dio. 1820
TURÍN. El no la quiebra en casarse.
LAUREN. ¿Cómo?
TURÍN. Porque no se casa
con la que solía ser,
sino con otra mujer.
LAUREN. ¿Cómo es otra?
TURÍN. Porque pasa 1825
del no saber al saber,
y con saber le obligó.
¿Mandáis otra cosa?
LAUREN. No.
TURÍN. Pues adiós.
(Vase)
191
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA IX
(LAURENCIO, PEDRO)
LAUREN. ¿Qué puedo hacer?
Lo mismo que presumí 1830
y tenía sospechado
del ingenio que ha mostrado,
se viene a mostrar aquí.
————12
Como la ha visto Liseo
discreta, la voluntad 1835
ha puesto en la habilidad.
PEDRO. Y en el oro algún deseo.
Cansóle la bobería,
la discreción le animó.
ESCENA X
(FINEA.- Dichos)
FINEA. Clara, Laurencio, me dio 1840
nueva de tanta alegría.
Luego a mi padre dejé;
y aunque ella me lo callara,
yo tengo quien me avisar,
que es el alma, que te ve 1845
por mil vidrios y cristales,
por donde quiera que vas,
porque en mi memoria estás
con memorias inmortales.
Todo este grande lugar 1850
tiene cubierto de espejos
mi amor, juntos y parejos,
para poderte mirar.
————13
Si vuelvo el rostro allí, veo
tu imagen; si a la otra parte, 1855
también; y así viene a darte
nombre de sol mi deseo;
que en cuantos espejos mira
y fuentes de pura plata,
tu bello rostro retrata, 1860
y tu imagen bella mira.
192
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
193
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
194
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA XI
(LISEO, TURÍN, FINEA)
LISEO. Yo lo dejo concertado.
TURÍN. Al fin estaba del cielo
que fuese tu esposa.
LISEO. (Aparte)
(Aquí
————18
está mi primero dueño) 1955
¿No sabéis, señora mía,
cómo ha querido Miseno
casar a Duardo y Nise,
y cómo yo también quiero
195
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
56. Suprimidos en H:
FINEA. Pues, decidme: si tenemos
luna nueva cada mes,
¿adónde están? ¿Qué se han hecho
las viejas de tantos años?
57. En H se han suprimido estos versos del romance:
LISEO. Quitado me habéis el gusto.
196
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
197
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA XII
(LAURENCIO, PEDRO.- FINEA)
FINEA. ¿Qué te parece?
LAUREN. Muy bien:
que has dado el mejor remedio
que pudiera imaginarse.
FINEA. Sí; pero siento en extremo
volverme boba, aun fingida; 2035
y pues fingida lo siento,
los que son bobos de veras
¿cómo viven?
LAUREN. No sintiendo.
PEDRO. Pues si un tonto ver pudiera
su entendimiento a un espejo, 2040
¿no fuera huyendo de sí?
198
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA XIII
(NISE, CELIA.- LAURENCIO, FINEA y PEDRO sin verlas)
NISE. (Aparte a Celia)
Siempre Finea y Laurencio
juntos: sin duda se tienen
amor; no es posible menos. 2050
CELIA. Yo sospecho que te engañas.
NISE. Desde aquí los escuchemos.
(Escóndense)
LAUREN. ¿Qué puede, hermosa Finea,
decirte el alma, aunque sale
de sí misma, que se iguale 2055
a lo que el alma desea?
Allá mis sentidos tienes:
escoge de lo sutil,
presumiendo que en abril
por amenos prados vienes. 2060
————24
Corta las diversas flores,
porque en mi imaginación
tales los deseos son.
NISE. Estos, Celia ¿son amores
(Aparte a ella)
o regalos de cuñado? 2065
CELIA. Regalos deben de ser;
pero no quisiera ver
cuñado tan regalado59.
199
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA XIV
(NISE, FINEA, CELIA)
NISE. ¿Qué es aquello?
CELIA. Que se va
Pedro con el mismo humor.
Y aquí viene bien que Pedro
es tan ruin como su amo. 2090
200
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
201
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA XV
(OCTAVIO, MISENO, DUARDO, FENISO, PEDRO. Dichas)
OCTAVIO. ¿Qué es aquesto? 2125
FINEA. Almas me piden a mí.
¿Soy yo purgatorio?
NISE. Sí.
FINEA. Pues procura salir presto.
OCTAVIO. ¿No me diréis la ocasión
————28
de vuestro enojo?
FINEA. Querer 2130
Nise, a fuerza del saber,
pedir lo que no es razón.
Almas, sirenas y peces
dice que me ha dado a mí.
OCTAVIO. ¿Hase vuelto a boba?
NISE. Sí. 2135
OCTAVIO. Pienso que tú la embobeces62.
DUARDO. ¿No decían que ya estaba
con mucho seso?
OCTAVIO. ¡Ay de mí!
NISE. No quiero hablar claro63.
202
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
OCTAVIO. Di.
NISE. Todo su daño se acaba 2140
con mandar expresamente
(pues como padre podrás,
y aunque en todo, en esto más,
pues tu honor no lo consiente)
que Laurencio no entre aquí. 2145
OCTAVIO. ¡Cómo!
NISE. Porque él ha trazado
————29
que ésta no se haya casado,
y que yo te enoje a ti.
OCTAVIO. Pues eso es muy fácil cosa.
NISE. En paz tu casa tendrás. 2150
ESCENA XVI
(LAURENCIO, PEDRO. Dichos)
PEDRO. Contento en extremo estás.
LAUREN. ¡Invención maravillosa!
CELIA. Ya Laurencio viene aquí.
OCTAVIO. Laurencio, cuando labré
esta casa, no pensé 2155
que academia instituí,
ni cuando a Nise criaba,
pensé que para poeta,
sino que a mujer discreta
con las letras la inclinaba. 2160
Siempre alabé la opinión
de que a la mujer prudente
con saber medianamente
le sobra la discreción.
No quiero más poesías, 2165
los sonetos se acabaron,
————30
y las músicas cesaron;
que ya son pocos mis días.
Por allá los podéis dar,
si os faltan telas y rasos; 2170
que no hay tales Garcilasos
como dinero y callar.
Este venden por dos reales,
y tiene tales sonetos
203
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
204
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA XVII
(LAURENCIO, FINEA, PEDRO; después, CLARA)
LAUREN. Todo se ha echado a perder.
Nise mi amor le ha contado.
Dime, ¿qué habemos de hacer
si a verte no puedo entrar? 2210
FINEA. No salir.
LAUREN. ¿Dónde he de estar?
FINEA. Yo ¿no te sabré esconder?
LAUREN. ¿Dónde?
FINEA. Yo tengo un desván
famoso para esconderte.
Clara.
(Sale Clara)
————33
CLARA. Mi señora.
FINEA. Advierte 2215
que mis desdichas están
en tu mano: por secreto
lleva a Laurencio al desván.
CLARA. ¿Y a Pedro?
FINEA. También.
CLARA. Galán,
camine.
LAUREN. Yo te prometo 2220
que voy temblando.
FINEA. ¿De qué?
205
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA XVIII
(FINEA)
————34
FINEA. ¿Por qué de imposible trato
aqueste mi loco amor?
En llegándose a saber
una voluntad, no hay cosa 2230
más triste y escandalosa
para una honrada mujer.
Lo que tiene de secreto,
eso tiene amor de gusto.
ESCENA XIX
(OCTAVIO.- FINEA)
OCTAVIO. (Dentro)
Harélo, aunque fuera justo 2235
poner mi enojo en efeto.
(Sale)
FINEA. ¿Estás ya desenojado?
OCTAVIO. Por los que me lo han pedido.
FINEA. Perdón mil veces te pido.
OCTAVIO. ¿Y Laurencio?
FINEA. Aquí ha jurado 2240
no entrar en la corte más.
OCTAVIO. ¿Adónde se fue?
FINEA. A Toledo.
OCTAVIO. ¿Volverá?
FINEA. No tengas miedo
que vuelva a Madrid jamás.
OCTAVIO. Hija, pues simple naciste, 2245
y por milagro de amor
perdiste el pasado error,
206
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA XX
(LISEO, TURÍN. Dichos)
LISEO. (Aparte)
Si quise
con tantas veras a Nise,
mal puedo haberla olvidado.
OCTAVIO. Tente, loca, ¿dónde vas?
FINEA. Padre, yo voy a esconderme. 2270
OCTAVIO. Hija, Liseo no importa66.
FINEA. No yerra quien obedece;
que no me ha de ver jamás
sino quien mi esposo fuere.
(Vase)
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA XXI
(OCTAVIO, LISEO, TURÍN)
LISEO. ¿Qué es esto?
OCTAVIO. No sé, por Dios; 2275
ella ha dado en esconderse
————37
de los hombres, porque dice
que la engañan fácilmente.
LISEO. En gentil locura ha dado.
¿Dónde está Laurencio?
OCTAVIO. Fuese 2280
a Toledo.
LISEO. Muy bien hizo.
OCTAVIO. Y tú ¿por ventura crees
vivir aquí sin casarte?
Porque el mismo inconveniente
hay de que tú entres aquí67. 2285
LISEO. ¡Bien mi término agradeces!
Vengo a casar con Finea,
forzado de mis parientes,
y hallo una simple mujer.
¿Que la quiera, Octavio, quieres? 2290
OCTAVIO. Tiene razón achacosa;
pero es limpia, hermosa, y tiene
tanto doblón, que podría
doblar el mármol más fuerte.
¿Querrías cuarenta mil 2295
escudos con una fénix?
————38
¿Es coja o manca Finea?
¿Es tuerta? Y cuando lo fuese,
¿hay falta en la naturaleza
que con oro no se afeite? 2300
LISEO. Dame a Nise.
OCTAVIO. No ha dos horas
que Miseno la promete
a Duardo en nombre mío.
208
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA XXII
(LISEO, TURÍN)
LISEO. ¿Qué me dices?
TURÍN. Que te aprestes,
y con Finea te cases,
————39
porque si veinte mereces,
porque sufras una boba 2315
te añaden los otros veinte,
si no te casas, Señor,
te han de decir más de siete:
“¡Miren la bobada!”
LISEO. Vamos;
que mi temor se resuelve 2320
de no se casar a bobas.
TURÍN. Que se case me parece
a bobas quien sin dinero
en tanta costa se mete.
(Vanse)
ESCENA XXIII
(FINEA, CLARA)
FINEA. Hasta agora bien nos va. 2325
CLARA. No hayas miedo que se entienda.
FINEA. ¡Oh cuánto a mi amada prenda
deben mis sentidos ya!
CLARA. ¡Con la humildad que se pone
en el desván!
FINEA. No te espantes; 2330
————40
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
210
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA XXIV
(OCTAVIO, MISENO, DUARDO, FENISO. Dichas)
DUARDO. ¿Que eso le dijistes?
OCTAVIO. Sí;
————41
que a tal furia me provoco71.
Pidióme resueltamente
que con Nise le casase; 2350
díjele que no tratase
de tal cosa eternamente,
y así estoy determinado.
MISENO. Oíd; que está aquí Finea.
OCTAVIO. Hija, escucha.
FINEA. Cuando vea, 2355
como me lo habéis mandado,
que estáis solo.
OCTAVIO. Espera un poco;
que te he casado.
FINEA. ¡Que nombres
casamiento donde hay hombres!
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA XXV
(OCTAVIO, MISENO, DUARDO, FENISO)72
DUARDO. Vuestra desdicha he sabido,
y siento, como es razón.
FENISO. Y yo que en esta ocasión 2375
haya perdido el sentido.
OCTAVIO. Que ya era cuerda entendí,
y estaba loco de vella.
MISENO. ¡Qué lástima!
DUARDO. Nise bella
con Liseo viene aquí. 2380
72. En la versión autógrafa toda esta escena es diferente: (DUARDO, OTAVIO, MISENO)
DUARDO. ¿Cómo vos le habéis mandado
que de los hombres se esconda?
OTAVIO. No sé, por Dios, qué os responda.
Con ella estoy enojado,
o con mi contraria estrella.
MISENO. Ya viene Liseo aquí.
Determinaos.
OTAVIO. Yo, por mí,
¿qué puedo decir sin ella?
212
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA XXVI
(NISE, LISEO, TURÍN. Dichos, después CELIA)
————43
NISE. (Aparte a Liseo)
Es doblar la voluntad
de mi afición73.
LISEO. Templa agora,
bella Nise, tus desdenes;
que se va amor por la posta
a la casa del agravio74. 2385
(Sale Celia)
73. Estos dos versos no figuran en la versión autógrafa, que, en su lugar, presenta:
LISEO. Ya que me parto de ti,
sólo quiero que conozcas
lo que pierdo por quererte.
NISE. Conozco que tu persona
merece ser estimada;
y como mi padre agora
venga bien en que seas mío,
yo me doy por tuya toda;
que en los agravios de amor
es la venganza gloriosa.
LISEO. ¡Ay Nise! ¡Nunca te vieran
mis ojos, pues fuiste sola
de mayor incendio en mí
que fue Elena para Troya!
Vine a casar con tu hermana,
y, en viéndote, Nise hermosa,
mi libertad salteaste,
del alma preciosa joya.
Nunca más el oro pudo
con su fuerza poderosa,
que ha derribado montañas
de costumbres generosas,
humillar mis pensamientos
a la bajeza que doran
los resplandores, que a veces
ciegan tan altas personas.
Nise, ¡duélete de mí,
ya que me voy!
74. Y, de nuevo, tampoco aparece en H este fragmento de evocaciones clásicas:
NISE. Turín, las lágrimas solas
de un hombre han sido en el mundo
veneno para nosotras.
213
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
CELIA. ¡Señora!
NISE. ¿Qué hay?
CELIA. Una cosa
que os ha de causar espanto.
OCTAVIO. Di lo que es75.
CELIA. Yo vi que agora
llevaba Clara un tabaque
con dos perdices, dos lonjas, 2390
dos conejos, pan, toallas,
cuchillo, salero y bota.
Seguila y vi que al desván
caminaba.
OCTAVIO. Celia loca,
para la boba sería. 2395
————44
TURÍN. ¡Qué bien que comen las bobas!76
214
FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
ESCENA XXVII
(NISE, LISEO, MISENO, TURÍN, DUARDO, FENISO, CELIA)
DUARDO. No suceda alguna cosa77.
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JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
ESCENA XXVIII
(LAURENCIO, con la espada desnuda; FINEA, a sus espaldas.
PEDRO, CLARA, OCTAVIO, tras ellos.- Dichos)
OCTAVIO. Mil vidas he de quitar
a quien el honor me roba.
LAUREN. Detened la espada, Octavio.
Yo soy, que estoy con mi esposa. 2420
DUARDO. Tenéos, Octavio. ¿Es Laurencio?
OCTAVIO. ¿Quién pudiera ser agora,
sino Laurencio, mi infamia?
FINEA. Pues, padre, ¿de qué se enoja?
————46
OCTAVIO. Traidora, ¿no me dijiste 2425
que el dueño de mi deshonra
estaba en Toledo?
FINEA. Padre,
si aqueste desván se nombra
Toledo, verdad le dije.
Alto está, pero no importa; 2430
que más lo estaba el alcázar
y la puente de Segovia,
y hubo Juanelos que a él
subieron agua sin soga.
El ¿no me mandó esconder? 2435
pues suya es la culpa toda.
¡Sola en un desván! Mal año,
ya sabe que soy medrosa.
OCTAVIO. Cortaréle aquella lengua,
rasgaréle aquella boca78. 2440
MISENO. Octavio, vos sois discreto.
Ya sabéis que tanto monta
cortar como desatar.
OCTAVIO. ¿Cuál me aconsejáis que escoja?
MISENO. Desatar.
————47
78. Faltan en H:
MISENO. Este es caso sin remedio.
NISE. ¿Y la Clara socarrona
que llevaba los gazapos?
CLARA. Mandómelo mi señora.
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FEDERICO GARCÍA LORCA Y EL TEATRO CLÁSICO. LA VERSIÓN ESCÉNICA DE LA DAMA BOBA
217
JUAN AGUILERA SASTRE - ISABEL LIZARRAGA VIZCARRA
FIN DE LA OBRA
Hay que advertir que sin esta intervención de Nise no se entiende el chiste de Turín del
verso siguiente.
81. Para finalizar la obra, esta vez es García Lorca el que suprime con relación al texto de
H y al autógrafo:
FENISO. Al Senado la pedid,
si nuestras faltas perdonan;
que aquí para los discretos
da fin la Comedia boba.
En el texto autógrafo es Feniso quien interviene primero y Duardo quien cierra la obra, al
contrario que en H, pero el sentido es el mismo. Algunos críticos censuraron esta supresión
del final, tan característico de las comedias del Siglo de Oro.
218
Federico García Lorca es, probablemente, el escri-
Biblioteca tor español del siglo XX más conocido y valorado
de Investigación por la crítica. Como hombre de teatro mantuvo
siempre, sobre todo a partir de 1930, una posición