ALA Ariana: Agosto, 2020
ALA Ariana: Agosto, 2020
ALA Ariana: Agosto, 2020
SALA DARIANA 2
Agosto, 2020
Managua, Nicaragua
2 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
SALA DARIANA 2
Instituto Nicaragüense de Cultura
Palacio Nacional de la Cultura
Director:
Master Pablo Kraudy
Editor:
Jorge Eduardo Arellano
Colaboradores especiales:
Günther Schmigalle, Miguel Enguídanos,
Pablo Kraudy, Miguel Polaino-Orts,
Jeff Browitt, Beatriz Colombi,
José Argüello Lacayo,
Helena Ramos
Ilustración de la portada:
Retrato de Darío tomado de su Antología poética
(Madrid, Renacimiento, 1927),
compilada por el filólogo español
Joaquín de Entrambasaguas y Peña (1904-1995)
Diagramación:
Fernando Solís Borge
3
CONTENIDO
I. Guirnalda liminar
V. Documenta
VI. Manuscritos
IX. Noticias
X. Fuentes bibliográficas
PRESENTACIÓN
I.
GUIRNALDA
LIMINAR
10 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
I
PASO AL conquistador de las estrellas,
Paso al gran taciturno, al soñador
Y la Marcha Triunfal sus notas bellas
Dé al aire que se acerca el triunfador.
Cubrid el suelo de fragantes flores,
Traed laureles y traed acantos,
Y a la gloria sin par de los tambores,
Juntad la majestad de vuestros cantos.
¡Gloria al poeta sembrador de soles!
¡Gloria al adusto soñador sombrío!
Gloria al que viene en nimbo de arreboles,
12 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
II
Heraldo del Alba de un nuevo jardín,
Príncipe del ritmo, amante del arcano,
Viniste en el cisne del rey Lohengrín,
La luz en la mente, la lira en la mano.
Oyendo tus versos de rítmico ensueño,
Mirando tus cisnes, blancos alabastros,
Sentíme invadido de un místico sueño;
Te vía cruzar persiguiendo los astros.
Ícaro impotente rugía de ira,
El águila al verte paraba su vuelo,
Y en tanto cantabas, en torno a tu lira
Un meeting de estrellas te oía en el cielo.
III
Las quejas de Lugones por fin has escuchado
Y en una hermosa réplica nos ha demostrado
Que el filón de oro de tus versos no tiene fin,
Que el raudal de tu poesía nunca agotas
I. GUIRNALDA LIMINAR 13
II.
BIOGRAFÍA
Y FICCIÓN
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Catedral de León a inicios del siglo XX. Allí Darío fue bauti-
zado el 3 de marzo de 1867 y enterrado el 13 de febrero de
1916.
II. BIOGRAFÍA Y FICCIÓN 17
Sala Dariana
I. Etapa americana
Primer período centroamericano
1867: Nace en Metapa, villorrio del departamento de Ma-
tagalpa (18 de enero), actualmente Ciudad Darío. Es
bautizado en la catedral de León (3 de marzo).
1870: Tiene 3 años de edad y ya sabe leer.
1878: Frecuenta a los jesuitas en el anexo de la iglesia de La
Recolección.
1879: Escribe su primer poema conocido: el soneto «La Fe»
(enero).
1880: José Dolores Gámez difunde en El Termómetro, se-
manario de Rivas, su poema «Una lágrima». Tam-
bién colabora en las revistas leonesas: El Ensayo y La
Verdad.
1881: Asiste al acto inaugural del Instituto Nacional de
Occidente (6 de marzo). Luego compila sus primige-
nios textos dispersos bajo el título «Poesías y artícu-
los en prosa» (julio).
18 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
Günther Schmigalle1
Academia Nicaragüense de la Lengua
1 schmigalle2000@yahoo.de
28 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
Jeanne Duval
Baudelaire conoció a Jeanne en 1842, en el Barrio Lati-
no de antaño, antes de la construcción de los bulevares Saint-
Michel y Saint-Germain. En la iglesia de los Cordeliers con-
vertida en el «teatro del Panteón», actuaba en Un bonheur
n’arrive jamais seul, ou le Système de mon oncle, comedia-vaude-
ville de Puy, donde representaba una doméstica. Su papel se
limitaba a la frase: «La cena está servida, Madame» (Mitche-
ll156), pero su físico causó revuelo entre los espectadores.
Esa mucama muy alta, dice Nadar, es una negra, una negra
verdadera, o por lo menos, indudablemente, una mulata ... por lo
demás es bella, de una belleza especial que no se preocupa por Fidias,
que es más bien de un gusto especial para los refinados. Bajo las
abundancia frenética de las ondulaciones de su melena negra tinta,
sus ojos grandes como soperas parecen más negros todavía; la nariz
pequeña, delicada, con las alas y fosas nasales incisas con fineza
exquisita; la boca como egipcia, aunque de las Antillas —boca de
la Isis de Pompeya— admirablemente amoblada entre fuertes labios
bellamente dibujados. Todo eso serio, orgulloso, hasta un poco
desdeñoso (Nadar 10). Nadar nota una figura ondulante como
culebra y especialmente notable por el exuberante, inverosímil desa-
rrollo de los pechos, y esa exorbitancia da, no sin gracia, al conjunto
el aspecto inclinado de una rama demasiado cargada de frutas.
Nada de torpe, nada de esas denunciaciones simiescas que traicio-
nan y persiguen la sangre de Cham hasta el agotamiento de las
generaciones. En fin, la voz es simpática, de buen timbre, pero de
nota grave, inhabitual en el papel de Dorine (Nadar 11).
A continuación, Jeanne fue instalada por los dos amigos
en un apartamento modesto en el n° 15 o 17 de la rue Saint-
II. BIOGRAFÍA Y FICCIÓN 29
Mariam
En una crónica sobre Arthur Rimbaud, Rubén Darío
habla de su «quijotismo que, como el de Alonso Quijano el
Bueno, acaba con renegar de sus hazañas literarias, mas rea-
lizando al mismo tiempo el más estupendo poema de vida
que poeta alguno haya podido realizar» (Darío 1913). Efec-
tivamente, el «poema de vida» de Rimbaud presenta rasgos
muy particulares que parecieran predestinarlo a figurar entre
Los Raros darianos. Se dedicó a la poesía durante cinco o seis
años de su juventud y, según algunos críticos, llegó al límite
extremo de lo que puede lograr la poesía en la explicación de
la realidad. No obstante, en 1873, a la edad de 19 años,
rompió radicalmente con el mundo literario, y en la segunda
32 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
M. Bathily
En 1902 o 1903, o sea sesenta años después de que
Baudelaire conociera a Jeanne Duval, y treinta años después
de la aventura de Victor Hugo con Madame Bâa, Rubén
Darío tuvo también una relación amorosa con una muchacha
de origen africano. El poeta, que tenía 35 o 36 años, vivía en
la Rue Legendre, esperando que Francisca Sánchez llegara de
España para unirse con él. La relación fue efímera y ha de-
jado pocas huellas; el único vestigio que hemos encontrado
de ella es una carta neumática que se encuentra hoy en los
archivos del AECID. Un sello postal permite descifrar una
parte de la fecha: diciembre de 1902. La carta está rasgada en
su parte superior, de manera que falta el inicio. La parte
conservada está escrita en español y reza:
Monsieur Ruben Dario
166 rue Legendre
PARIS
34 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
BIBLIOGRAFÍA
DARIO, Rubén: «Le Mouvement latin. Amérique Latine», La
Renaissance latine (París), 15 de marzo de 1903, pp.690-
708.
______________: «Un nuevo libro sobre Arthur Rimbaud», La
Nación (Buenos Aires), 15 y 17 de abril de 1913.
DIABLE Rose: «Échos», Le Fin de Siècle (París), 4 de enero de
1906, p. 1.
GOURDIN, Henri: Adèle, l’autre fille de Victor Hugo. París: Ram-
say, 2003.
II. BIOGRAFÍA Y FICCIÓN 37
Francisco Huezo
III.
ANÁLISIS
DE POEMAS
46 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
III. ANÁLISIS DE POEMAS 47
DOS PROSPECCIONES
Miguel Enguídanos
1
«SONATINA» Y SU FULGURACIÓN VERBAL
2
EL DRAMA EXISTENCIAL DE
«¡TORRES DE DIOS! ¡POETAS!»
resuelto, que puede que se acabe la vida —la del poeta, la, la
del lector— sin resolverse y que, sin embargo, la vida debe de
vivirse poniendo «al pabellón sonrisa» y, ante el «recelo» de la
muerte del alma, «una soberbia insinuación de brisa y una
tranquilidad de mar y cielo...».
Muy mal andan las cosas en el mundo, muy débil, o muy
«carne». En el hombre, hay sobradas razones para morirse,
embriagarse, dormirse, arriar el pabellón y derribar la torre,
piensa el poeta; pero hay algo a lo que no se puede renunciar.
Lo irrenunciable para el hombre es su derecho y su deber al
«todavía». El poeta Rubén, anticipándose al filósofo Ortega
y Gasset, había ya intuido que la naturaleza del hombre es
precisamente el continuo e incesante drama existencial. Hacia
arriba —cielo— o hacia abajo —tasajo de carne—, cada
minuto de nuestras vidas. Esfuerzo, gesto ennoblecedor,
voluntad creadora de eternidades, son las características y el
arma del poeta. El poeta, torre de Dios es, de entre los hom-
bres, el más próximo a la divinidad. Aunque su torre puede
parecerle, en momentos de debilidad, condenada a ser una
torre de Babel más entre las ilusorias construcciones que los
hombres erigen para aproximarse a Dios y para salvarse de la
muerte eterna.
IV.
HOMENAJE PERSONAL
AL DECANO DE LOS
DARIÍSTAS NICARAGÜENSES
58 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
LAUDATIO DE UN NONAGENARIO
ESPAÑOL EN ADOPCIÓN
EDUARDO ZEPEDA-HENRÍQUEZ:
LÚCIDO ENSAYISTA Y POETA ORGÁNICO
I
EL ENSAYO de Eduardo Zepeda-Henríquez (Granada, 6 de
marzo, 1930) tuvo una manifestación sostenida en el ámbito
de la crítica literaria. A él se le debe la introducción en Nica-
ragua de la Estilística, metodología que otorgó a nuestra crí-
tica un grado de precisión desconocida. Aparte de un ma-
nual, Introducción a la estilística (1965 y 1967), logró prospec-
ciones acabadas en Estudio de la poética de Rubén Darío (1967),
obra en coautoría con Julio Ycaza Tigerino. Elementos sus-
tanciales de la obra dariana fueron estudiados: religiosos,
filosóficos, míticos, mágicos, oníricos, eróticos, políticos,
étnicos y telúricos, más el tiempo como dimensión vital.
Estudiaron, asimismo, el proceso de creación poética en
Rubén que incluía el de los «motivos de su poesía» y se com-
pletó con prospecciones en algunos poemas claves (los tres
«Nocturnos», «Epístola a la señora de Lugones» y «Los mo-
tivos del lobo»). Pero su mejor obra en esta dirección es Linaje
de la poesía nicaragüense (1996), de importancia vigente: doce
análisis de la poesía de Rubén Darío, Salomón de la Selva,
José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra y Joaquín
Pasos, vistas como lenguaje por excelencia.
Presidente de una efímera Academia Nacional de Filo-
sofía (1964-65), Zepeda-Henríquez ha sido el único nicara-
62 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
II
EN UNO de mis viajes a España, como era de rigor, visité al
amigo y maestro Eduardo Zepeda-Henríquez. La noche del
sábado 7 de marzo [de 2009], un día después de haber cele-
66 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
Homenajes filiales
En cuanto a la segunda, Zepeda-Henríquez pulsó las
notas más sensibles de su alma, consagrando un poema a su
madre (Enriqueta Henríquez, pianista): Estás aquí y allí;/ estás
en el ayer, pero también en el ahora./ Y estás donde confluyen/ mis
ojos sordos,/ tus oídos ciegos —dicen cuatro de sus versos. Y,
72 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
III
No quisiera terminar esta semblanza de Zepeda-Henrí-
quez sin compartir dos de sus poemas desmitificadores. En
uno revela una actitud contestaría frente a una figura cimera,
caracterizada por un desdén a la poesía zepediana: Carlos
Martínez Rivas. Pues bien, este fue sujeto de los siguientes
versos lapidarios bajo el título de «Timeo hominem unius
libri» (febrero, 1984), perpetrados por nuestro poeta:
Temo al poeta-niño que envejece
sin conocer la plenitud, sin velas
que hagan del mar un puro sueño,
y temo al Güegüense cornudo y apaleado,
a quien la maldición no ha dejado vivir.
Temo al ilota beodo
que pierde al hilo de su propia sangre,
que come las migajas caídas de la mesa de los déspotas
y temo al amiguito del Giocondo,
melindroso, menudo y susurrante,
presintiendo el vacío, casi viendo
cómo bajo los pies el mundo se le acaba.
Temo al retoño del suicidio más que a los Hijos del Trueno,
ya que morirse no es negar la vida, sino afirmar la muerte;
IV. HOMENAJE AL DECANO DE LOS DARIÍSTAS NICARAGÜENSES 73
IV
Para concluir, el siguiente poema —»Retrato de Jesu-
cristo»— ejemplifica la personalidad poética de Zepeda-
Henríquez. Escrito a sus 82 años, y sustentado en el testimo-
nio de Publio Léntulo, procónsul de Judea, se localiza en su
volumen Poesía de adoración (2012, pp. 15-17):
Los cabellos y la barba de Jesús,
ambos de color avellana,
se hallaban partidos en dos, al modo nazareno.
Los cabellos apenas se rizaban en las puntas,
sobre los hombros del Mesías.
Entre la exacta geometría del óvalo facial,
se alzaba la frente exenta.
Sus ojos eran de mirar hacia adentro de los ojos del mundo,
y eran garzos como luz de verano.
Alternaba los ojos bajos
con el brillo de su mirada.
Era longa y correcta la nariz,
y como dibujados por Leonardo los labios.
Nadie le vio reír,
pero sí llorar de vez en cuando.
Hizo de su voz una vocación,
una llamada al Pueblo de Dios.
Tenía la voz grave y clara, a la vez.
Hablaba a multitudes.
Su tribuna era un monte,
o una barca adentrándose en las aguas.
Todo se hacía, sin embargo, más íntimo.
Iba con los pies descalzos, los pies del pueblo,
IV. HOMENAJE AL DECANO DE LOS DARIÍSTAS NICARAGÜENSES 75
Sobre su obra
Véase la tesis de María Isabel García Rueda: La inmedia-
ta presencia viviente en la poesía de Eduardo Zepeda-Henríquez
(Madrid, Universidad Complutense, 1978) y su extracto
Bibliografía básica de Eduardo Zepeda-Henríquez (Valencia, Es-
IV. HOMENAJE AL DECANO DE LOS DARIÍSTAS NICARAGÜENSES 77
BIBLIOGRAFÍA RUBENDARIANA DE
EDUARDO ZEPEDA-HENRÍQUEZ
I. Libros y folletos
Estudio de la poética de Rubén Darío [en coautoría con Julio Yca-
za Tigerino]. Managua, Comisión Nacional de Cente-
nario de Rubén Darío, 1967. 440 p. [Contiene doce
capítulos de E.Z-H: «Antecedentes del clasicismo hu-
manista y del hispanismo clásico de Rubén Darío»,
«Filosofía de la belleza», «Filosofía del lenguaje», «Rubén
Darío y la poética de vanguardia», «Arielismo», «El
proceso de la creación poética en Darío», «Los Moti-
vos», «Trébol», «Marcha Triunfal», «Poema del Oto-
ño», «Epístola a la señora de Leopoldo Lugones» y
«Análisis estilístico de la prosa dariana»].
Filosofía del lenguaje en Rubén Darío. Madrid, Cuadernos Hispa-
noamericanos, 1967. 6 p. Separata del núm. 212-213,
agosto-septiembre, de la revista Cuadernos Hispanoame-
ricanos.
La formación francesa de Darío en nuestra Biblioteca Nacional. Sepa-
rata de Quaderni Ibero-Americani/ Actualitá culturale
della Peninsola Iberica e America Latina. Torino, Ita-
lia, núm. 42-44, 1973-1974, pp. 147-153. [El ejemplar
IV. HOMENAJE AL DECANO DE LOS DARIÍSTAS NICARAGÜENSES 79
III. Antologías
«Antología complementaria» (en colaboración con Pablo An-
tonio Cuadra), en Rubén Darío: Antología poética. Año
del centenario. León, Editorial Hospicio, 1967, pp. 245-
348.
Rubén Darío me suena. Antología. Selección de Juan Méjica con la
colaboración de Eduardo Zepeda-Henríquez. Oviedo,
España, Consejería de Cultura, Comunicación Social y
Turismo; Ayuntamientos del Bajo Nalón y Fundación
Méjica, 2005. 72 p., il. [Incluye cinco sonetos de Azul...,
10 poemas de Prosas profanas, 21 de Cantos de vida y
esperanza, 2 de El canto errante, 1 de Poema del otoño y otros
poemas, más 3 dispersos].
V. Poesía
Poema sinfónico de Darío. Prólogo de Claire Pailler. Coordinara
editorial e ilustraciones Juan Méjica. Oviedo, Funda-
ción Méjica, 2007. 81 p., il.
82 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
83
V.
DOCUMENTA
84 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
V. DOCUMENTA 85
Pablo Kraudy
HISPANOAMERICANOS EN EL
EPISTOLARIO DE DARÍO
I
EN LOS epistolarios publicados de Rubén Darío, los hispa-
noamericanos ocupan un lugar primordial. Y no podía ser de
otra manera. Porque el americano de España y español de Amé-
rica —como se autodefinía— estaba consciente de que el
modernismo, consolidado bajo su liderazgo en Buenos Aires
de 1893 a 1898, demostró que las letras de la América nuestra
habían llegado a su mayoría de edad. Pero los representantes
de ese movimiento de libertad intelectual realizaban su idea-
rio estético —puntualizaba Darío— «unidos a nuestros com-
pañeros de Europa».
En dos cartas al argentino Luis Berisso (1866-1944) —
autor de la colección de ensayos El pensamiento de América
(1898) y traductor de Belkiss (1897), obra con la que dio a
conocer en el Río de la Plata a uno de los raros: el portugués
Eugenio de Castro (1869-1944)—, Darío, ya en vísperas de
viajar a España para cubrir la débacle del 98, expresaba a su
discípulo: Yo voy a España a decir que hay aquí palpitaciones
nuevas, y cómo es el nacer de la primavera nueva (carta del 7-IX-
1898, datada en Buenos Aires). Y en la siguiente (escrita en
el Atlántico, diciembre del mismo año) planteaba: ...vamos a
poder realizar la verdadera liga de nuestro pensamiento con el euro-
90 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
los años 1899 a 1914 (...) Aunque, como tal, muy incompleto, es
este un libro valioso, con datos útiles para el conocimiento de la vida
del Nicaragüense (Saavedra Molina, 1945: 9).
Esta vez, las piezas compiladas sumaron sesenta y nue-
ve. Aparte de las contenidas en el Epistolario anterior (a Pi-
quet, Unamuno y Ghiraldo), ocho al gobernante de Nicara-
gua José Santos Zelaya (1853-1919), tres al periodista espa-
ñol Alberto Inzúa (1883-1963), dos a los siguientes literatos:
los uruguayos José Enrique Rodó (1871-1917) y Eugenio
Garzón (1849-1946), los también españoles Conde de las
Navas (1855-1935) y Gregorio Martínez Sierra (1881-1947),
y el cubano Manuel Serafín Pichardo (1863-1957). Comple-
taban ese volumen de 1926 otras dos cartas al político nica-
ragüense Adolfo Díaz (1875-1964), más una a los siguientes
amigos, admiradores o literatos: los mexicanos Bernardo
Reyes (18??-1913), Federico Gamboa (1864-1939) y Juan B.
Delgado (1868-19??); los españoles Antonio Palomero (1869-
1914), Antonio de Zayas (1871-1945) y Luis Bello (1872-
1935); el argentino Juan Antonio Algerich, el dominicano
Fabio Fiallo (1865-1942), el costarricense Manuel María de
Peralta (1847-1930), el francés Jean Richepin, el alemán
Hernán Prowe y los nicaragüenses Santiago Argüello (1871-
1940) y Joaquín Macías.
No sólo cartas de Darío, sino centenares remitidas a él
por españoles y otros europeos e hispanoamericanos, extrajo
Ghiraldo cuando llegó a Villarejo del Valle (localidad cercana
a Navalsauz) y pasó a revisar el contenido del gran baúl de
Darío en Navalsauz, aprovechándose de la confianza que le
depositó el matrimonio Villacastín-Sánchez. A la correspon-
dencia, el convincente argentino añadió los manuscritos del
Canto a la Argentina, en lápiz y libreta aparte, y de dos diarios:
el de Darío sobre su accidentado viaje a México —redactado
entre el 15 de julio y el 11 de septiembre de 1910— y el de
Francisca Sánchez, escrito en el mismo cuaderno e iniciado
cuando recibió en Barcelona la noticia de la muerte del poeta.
V. DOCUMENTA 95
II
A Antonio Bórquez Solar (2-III-1897):
Las dos ediciones de Los Raros están agotadas
En la carpeta 15 del «Archivo Rubén Darío» figura una
breve carta del poeta Antonio Bórquez Solar, suscrita en Los
Ángeles, Chile, solicitando a Darío ejemplares de Los raros y
Prosas profanas. La firma un pseudónimo: Príncipe Azur (aún
se experimentaba el impacto del Azul... de Valparaíso) en
febrero de 1897, y no en marzo, según el CARD (1987:127)
correspondiéndole el no. 1018. Pues bien, dicha pieza es una
de las más antiguas del fondo y fue contestada por Darío en
Buenos Aires el 2 de marzo del mismo año de 1897, según
la reproducción facsimilar de su original manuscrito, inserto
por Gerardo Leñeros en su artículos: «La carta del poeta
Antonio Bórquez Solar» (Santiago, no. 342, abril de 1962, pp.
96 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
38-39). Dice:
Señor:
Agradezco sus muy amables palabras y la simpatía y en-
tusiasmo que manifiesta por mi obra.
Siento no poder satisfacer sus deseos enviándole Los raros,
porque las dos ediciones están agotadas.
Tengo el gusto de enviar a usted Prosas profanas y otros
poemas.
Crea usted, señor, en la consideración de su atento servidor.
Rubén Darío.
Entonces el poeta se hallaba casi al final de su período
argentino, tras la publicación de sus dos libros renovadores:
el programático de Los Raros (La Vasconia, octubre, 1896),
colección de ensayos sobre sus maestros; y el paradigmático
Prosas profanas y otros poemas (diciembre, 1896, pero que cir-
cularía en enero de 1897). Ya no disponía de ejemplar alguno
de Los raros, pues «las dos ediciones» —afirma— se habían
agotado; en realidad fueron dos tirajes del mismo año de
1896, cada uno de quinientos ejemplares. Pero le obsequia al
destinatario —entusiasta poeta chileno de 23 años— un ejem-
plar de Prosas Profanas, revelando una significativa generosi-
dad.
Alberto Bórquez Solar (1874-1938) fue autor de nume-
rosos poemarios, siendo uno de ellos Campolírico (1900).
También escribió un drama: El trovador paladín (1921) y unos
recuerdos literarios: Bizarrías de antaño (1930).
Mi querido amigo:
Con mucho placer he recibido tu amable carta del 8 del mes
pasado, lo mismo que a su debido tiempo la tarjeta que me
enviaste en unión del doctor Prowe.
Recibí asimismo la copia en unión del artículo «Una excur-
sión en Guatemala» publicado hace tiempo, y tus impresio-
nes japonesas.
Lo primero lo he enviado, con una introducción mía, al
periódico en que yo escribo en Buenos Aires La Nación.
En cuanto a lo que me dices de poder sacar algo pecuniario
de la publicidad española, es bastante difícil. Yo he dado
como muestra a la revista Por esos mundos tu artículo y
las fotografías. No se si lo publicarán. En todo caso aquí,
o no pagan nada, o pagan una miseria.
El oficio literario está peor remunerado que el de barrende-
ro. Me extraña que no te hayas entendido con las publica-
ciones ilustradas yanquis, pues allí me han hecho excelen-
tes propuestas, pagan bien y hay una cantidad enorme de
publicaciones.
Lo que sí no sería muy difícil aquí, sobre todo en Barcelo-
na, es encontrar quien te comprara el libro ya hecho; pero
como te digo, siempre pagando, en comparación de otros
países, cantidades irrisorias.
Deseándote toda suerte de felicitaciones y esperando verte
por estas tierras, queda tu afectísimo y viejo amigo,
Rubén Darío.
Al parecer, la crónica de Calderón sobre su viaje al Ja-
pón no fue publicada en la revista española Por esos mundos,
de acuerdo con dos cartas del mismo —una del 27 de diciem-
bre de 1908 y la otra del 24 de marzo de 1909—, en las cuales
le insiste a Darío por el destino de sus originales (carpeta 23,
documentos 1313 y 1314).
V. DOCUMENTA 105
Bibliografía consultada
ARELLANO, Jorge Eduardo: «El último epistolario de Rubén
Darío». La Prensa Literaria, 31 de julio, 1999.
DARÍO, Rubén: Cartas desconocidas. Introducción, selección y
notas de Jorge Eduardo Arellano. Managua, Ediciones
de la Academia Nicaragüense de la Lengua, 2000.
DELGADO, Juan B.: El país de Rubén Darío. Bogotá, Editorial
Argos, 1922.
___________________: Las canciones del sur. México, Herrero Her-
manos Sucs., 1923.
GHIRALDO, Alberto [comp.]: El Archivo de Rubén Darío.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1943.
___________________: El Archivo de Rubén Darío. Santiago de Chi-
le, Editorial Bolívar, 1940.
HERNÁNDEZ de López, Ana María: El Mundial Magazine de
Rubén Darío. Madrid, Ediciones Beramar, 1989.
V. DOCUMENTA 109
CRÓNICAS DE ULTRAMAR
DE UN CRONISTA EXCEPCIONAL
NOTA A LA EDICIÓN CRÍTICA DEFINITIVA DE ESPAÑA
CONTEMPORÁNEA DE RUBÉN DARÍO
Miguel Polaino-Orts
Universidad de Sevilla
ma sólo se dice que han sido «preparados por los responsables nica-
ragüenses de esta edición conmemorativa», en sintonía con el coor-
dinador de publicaciones de la Real Academia Española, Carlos
Domínguez Cintas», precisión que, en todo caso, no resuelve la duda
principal, a saber: quién es autor de qué, a fin de para atribuir al autor
responsable el mérito o el demérito de lo que escribe. 4) En el colofón
del libro se afirma lo siguiente: «Este libro se acabó de imprimir en
febrero de 2016, fecha de la prematura muerte del «Último Liberta-
dor de América»», lo cual es, evidentemente, erróneo: en esa fecha se
conmemora el Centenario de la muerte de Darío, pero esa fecha no es,
claro está, la de su muerte, como sin duda se dice. 5) Finalmente, la
obra se culmina con un pie de imprenta que reza, literalmente, «Im-
preso en España – Printed in Spain» y a continuación, en las dos
líneas siguientes: «Impreso en el mes de febrero de 2016 / en los
talleres gráficos de Printer, Rio de Mouro (Portugal)». Pues uno de
dos, pero los dos sitios al tiempo no parece posible. Como se dice en
lengua alemana, «¡no se puede bailar en dos bodas al mismo tiempo!»
(«Man kann nicht auf zwei Hochzeiten gleichzeitig tanzen!»).
12 Y ello a pesar del desaire realizado por el gobierno mexicano a Rubén
Darío en el año 1910. En junio de ese año Darío había sido nombra-
do miembro de la delegación nicaragüense para tomar parte en los
actos de homenaje con ocasión del centenario de la independencia
del país simbolizados en el «grito» ante el Ángel de la Independencia
en la Ciudad de México. Con tal fin, arriba Darío el 5 de septiembre
de 1910 al puerto de Veracruz a bordo del transatlántico La Champag-
ne. Sin embargo, apenas desembarca es invitado a no continuar a la
Ciudad de México: el ejecutivo de Porfirio Díaz rehúsa recibirlo ante
el cambio de gobierno producido en Nicaragua. Ante tal circunstan-
cia sobrevenida, se ve obligado a modificar su viaje programado. El 7
de septiembre visita Jalapa, en el mismo Estado de Veracruz, hospe-
dándose en el Hotel Juárez. El desaire del gobierno encabezado por
Porfirio Díaz a Rubén Darío trasciende y el pueblo mexicano le rinde
fervorosos honores, adhesiones y honores. El 12 de septiembre se
embarca Darío en La Champagne rumbo a La Habana, donde arriba
dos días más tarde. Datos más exhaustivos pueden encontrarse, por
ejemplo, en Edelberto Torres Espinosa, La vida romántica de Rubén
Darío, 8ª. edic. definitiva, corregida y ampliada, Editorial Amerrisque,
Managua, 2010, cap. XXV: «Una misión fracasada», pp. 635-657 (tex-
to) y 658-666 (notas).
114 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
16 Por ejemplo, Noel Rivas Bravo, «Breve recorrido por las ediciones
darianas», en Anales de Literatura Hispanoamericana 2006, núm. 35, pp.
13-20.
V. DOCUMENTA 117
VI.
MANUSCRITOS
126 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
MANUSCRITO DE
«A MARGARITA DEBAYLE»
Rubén Darío
VII.
NUEVOS
ESTUDIOS
136 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
LA ESPINOSA RELACIÓN DE
RUBÉN DARÍO Y SALVADOR RUEDA
Jeff Browitt
Faculty of Arts and Social Sciences,
University of Technology Sydney
Fuentes
BRUNO, P. (2005). Paul Groussac: un estratega intelectual. Bue-
nos Aires, Fondo de Cultura Económica.
DARÍO, Rubén (1892): «Pórtico». En S. Rueda. En tropel.
________________ (1917): Ramillete de reflexiones (Obra inédita),
Madrid, Librería de Los sucesores de Hernando.
________________ (1925): «El último prólogo». En Rubén Darío.
Impresiones y sensaciones. Madrid, Biblioteca Rubén
VII. NUEVOS ESTUDIOS 147
Beatriz Colombi
Universidad de Buenos Aires
1 Véase sobre el tema Lois David Vines, ed.: Poe Abroad. Iowa, Univer-
sity of Iowa Press, 1999.
2 John Eugene Englekirk: Edgar Allan Poe in Hispanic Literature. Nueva
York, Instituto de las Españas, 1934.
3 Edgar Allan Poe: El cuervo. Traducción de Antonio Pérez Bonalde.
Nueva York, La América Publishing Co., 1887. Con la colaboración
de Antonio Pérez Bonalde, Martí vierte al español el largo poema
Lalla-Rookh del irlandés Thomas Moore, maestro a su vez de Edgar
Allan Poe, por lo que Martí resulta conocedor no tan solo del norte-
americano, sino también de sus orígenes literarios.
150 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
5 Rubén Darío: «Edgar Allan Poe», en Los Raros (Buenos Aires, Edito-
rial Losada, 1994, p. 51).
6 Ibíd., p. 56.
7 Charles Baudelaire: Edgar Poe. Su vida y sus obras. Madrid, Aguilar,
1963, p. 859.
VII. NUEVOS ESTUDIOS 153
8 John H. Ingram: Edgar Allan Poe. Buenos Aires, Jacobo Peuser, 1887.
154 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
blicada por primera vez en The London Magazine en dos partes en 1821
(vol. IV, núm. XXI, pp. 293-312 y núm. XXII, pp. 353-379), luego
como un libro, con un apéndice, en 1822 (London, Taylor and Hes-
sey). El propósito de las Confesiones era advertir al lector de los peli-
160 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
...Y mi deseo
tornó a Thalasa maternal la vista,
pues todo hallo en la mar cuando la veo.
Y vi azul y topacio y amatista,
oro, perla y argento y violeta,
y de la hija de Electra la conquista.
Y escuché el ronco ruido de trompeta
que del tritón el caracol derrama,
y a la sirena, amada del poeta.
Ambos montan en uno de aquellos primeros flamantes
automóviles que asombraban al mundo y al que Darío llama
«caballo de hierro que se nutre de esencias y de espacio»8.
Don Juan vive en una vetusta mansión del siglo XIV en Va-
lldemosa, castillo obsequiado por el Rey Jaime II de Mallor-
ca a su hijo don Sancho el asmático para su restablecimiento
físico. Años después de reincorporado el reino de Mallorca
a la Corona de Aragón, el rey don Martín el Humano lo dona
a los cartujos en 1398. Junto al antiguo convento comienza
a construirse otro nuevo en 1717, cuya edificación concluye
en 1812. En 1838 pasan allí tres meses George Sand y Cho-
pin, pareja que suscita el lacónico comentario de Darío: «Creo
que Chopin tenía mejor compañero en su piano que en Geor-
ge Sand».9
25 Antonio Oliver Belmás, Este otro Rubén Darío, Editorial Aedos, Barce-
lona 1960 302. Darío mismo describe así el ambiente de Mallorca:
«Había en toda la isla, pero principalmente en el antiguo asiento de
los Cartujos, un ambiente más que católico medieval. El recuerdo de
dos beatos, el grande Raimundo Lulio y la mínima Catarina Tomás,
flotaba en el ambiente, impregnaba los vetustos olivares, los viejos
muros, los puntos que frecuentaron, los santuarios, oratorios, cue-
vas y fuentes» (IV 54).
26 Testimonio de Juan Sureda en su carta a Jorge Guillén (10-XII-1922).
170 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
El confesor jesuita
¿Quién era este sacerdote? Sureda nos da algunos datos:
alemán nacido en 1856, por tanto once años mayor que
Rubén; convertido del protestantismo al catolicismo e ingre-
sado a la Compañía de Jesús el 1 de marzo de 1877. Osvaldo
Bazil —que llegó a Valldemosa al día siguiente— añade otra
pista valiosa: había sido capellán del ejército chileno30. En la
Historia de los jesuitas en Uruguay 1872-194031 se nos dice que
era una noble figura: alto, bien proporcionado, finísimo en su
trato, elocuente orador, misionero celoso e incansable, que
dominaba perfectamente el castellano y había cosechado
extensas y hondas simpatías durante su estancia en Monte-
video. Nacido en la ciudad alemana de Kassel, en la región
La confesión de Darío
Dejemos ahora que sea Sureda quien nos relate él mis-
mo la emocionante escena de la llegada del P. Hupfeld a
Valldemosa, tras anunciarlo con un telegrama: «Corrí al cuar-
to de Rubén y le dije alborozado: «Ya tienes aquí al P. Hu-
pfeld». Agitadísimo se levantó de su silla y corrió a coger en
sus manos un pequeño crucifijo que siempre llevaba y que
decía le había dado León XIII en una peregrinación argentina,
y, no encontrándolo, desesperadamente clamaba: «Mi Cris-
to, ¿dónde está mi Cristo?» pensando y diciéndolo que se lo
habían robado y hasta algún espíritu maligno. Aquietábalo
yo diciendo que por fuerza había de encontrarse, como así
fue, entre las muy revueltas sábanas de su cama. Ya entraba
en casa el jesuita. Y entró en el cuarto de Rubén. Pilar y yo
no oímos más, sino que Rubén en un gran quejido exclama-
ba: «¡Padre, las malas compañías! ¡mi vida es una novela!» Y
VII. NUEVOS ESTUDIOS 175
Dulce encanto
Del mortal,
Hasta prodigios del canto llano, cosas de Bach, de Ro-
land de Lassus, de Palestrina, de Vitoria. Allí había sido ungido
con el óleo melodioso. Pero en fin, el tiempo había marchi-
tado las rosas de aquella casi olvidada primavera. Con su
emigración, con sus peregrinaciones, había dejado abando-
nadas sus costumbres devotas. La última vez que se había
confesado y comulgado, había sido para casarse, hacía más
de 20 años40. Había visitado en sus viajes templos, conventos
y oratorios, había hablado en Roma con Su Santidad, había
adorado reliquias; y todo aquello no había dejado gran huella;
el artista y el turista substituían, en realidad, al creyente.
Solamente en sus amarguras, desengaños y resoluciones,
volvía el corazón y la mente a lo infinito, y hablaba con Dios
como con un padre desconocido, sin forma, sin idea de él fija,
pero que debía estar en todo el Universo, como se dice, en
esencia, presencia y potencia. Él le sentía, y se dirigía a él
pronunciando las palabras mentalmente. Y a pesar de las
dudas que las lecturas y las meditaciones habían sembrado
como mala cizaña en su alma, el Padre para él era Cristo
Jesús, el hombre divino, el Dios humano de Galilea. Asimis-
mo se acogía en las grandes angustias y apreturas de ánimo
a la Virgen, a María, en quien encontraba más que los esplen-
dores de las letanías, más que la Virgen poderosa, o el vaso
40 La cifra coincide con los datos biográficos del propio Darío, que ha-
bía celebrado su matrimonio religioso con Rafaelita Contreras en la
Catedral de Guatemala el 11 de febrero de 1891; Darío escribe esta
página en París en enero de 1914. Vargas Vila refiere que Darío,
estando en Roma en 1900, y visitando con él la Basílica de Santa
María la Mayor, «se licuó en lágrimas oyendo la plática de un fraile
franciscano» y luego recibió la absolución sacramental, de manera
que «cuando se alzó de allí (del confesionario), tenía tal aire de con-
trición, que daba pena mirarlo», pero que «ya fuera de la Basílica,
sobre el atrio bañado de Sol, la fascinación religiosa empezó a evapo-
rarse lentamente...» (Rubén Darío, Editorial Amerrisque, Managua,
2013 16).
VII. NUEVOS ESTUDIOS 179
el esoterismo51.
han sido estudiadas a fondo por Sonya A. Ingwersen, Light and Lon-
ging: Silva and Darío. Modernism and Religious Heterodoxy, Peter Lang,
New York-Berne-Frankfurt am Main, 1986. «Este Darío cristiano fue
también hombre de múltiples intereses. Se ocupó del lado hetero-
doxo de la tradición judeocristiana, como ya mostró Sonya Ingwer-
sen. Se informó bien de otras religiones, se interesó por el esoteris-
mo, la teosofía, el ocultismo. Fundió y refundió fragmentos de la
teología católica con cosmogonía orientales, la Cábala con el brah-
manismo, las doctrinas gnósticas con el pitagorismo, el martinismo,
el rosacrucismo y la masonería» (Alberto Acereda, Un poeta creyente:
Rubén Darío, disponible en https://www.libertaddigital.com/).
52 Lo reafirma Capdevila: «Que Rubén Darío fue un pagano, es cierta-
mente la opinión que priva. Ahí están sus ninfas, sus náyades, sus
sátiros, todos sus cortejos mitológicos, para probarlo. Es una opinión
asaz superficial, sin embargo. La mitología de Darío no tenía más
propósito que el artístico». «Pero alma adentro, en lo recogido de su
ser, en la intimidad y silencio de su corazón, ya es distinto. Allá se
acaban los sátiros y las musas se acuerdan de que él suele rezar el
rosario por desayuno fortalecedor y que cree además en «la purifica-
ción del alma y hasta de la naturaleza por la íntima gracia de la
plegaria» (Historia de mis libros, sobre su poesía La dulzura del Ángelus).
He aquí pues que en su corazón manaba —un rasgo más de poeta
universal— la fuente del sentimiento religioso; y así, apenas se le
apagaba la fiebre de los sentidos, se le encendía de muy otros fulgo-
res el alma. Por eso pudo escribir poesía de una ardiente religiosi-
dad...» (Arturo Capdevila, RUBÉN DARÍO, un bardo rei, Colección
Austral, Espasa Calpe, S. A. Madrid 1969 145). Importantes estudios
sobre la dimensión religiosa de Darío son: Luis Alberto Cabrales, El
sentimiento religioso en su poesía (Revista Conservadora, Febrero 1966,
No. 65 85-88); Bruno Martínez Salcedo, Lo religioso en Rubén Darío
(Analecta Calasanctiana Julio-Diciembre Año XVII-34 1975; 2da.
Edición Editorial Amerrisque, Managua 2016); Ernesto Gutiérrez,
Discurso de ingreso a la Academia Nicaragüense de la Lengua, El
tema de Cristo en la poesía de Rubén Darío; Louis Bourne, Fuerza invisible.
Lo divino en la poesía de Rubén Darío (2000). En cuanto a la dimensión
cristiana de su obra narrativa, véase el estudio de Hna. Mary Ávila,
Principios cristianos en los cuentos de Rubén Darío, disponible en https://
revista-iberoamericana.pitt.edu/
184 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
La madre María
Dice además Darío de Benjamín Itaspes, su alter ego
literario: «se acogía en las grandes angustias y apreturas de
ánimo a la Virgen, a María». Ese íntimo detalle de la piedad
del poeta sobrevendrá por sorpresa únicamente a quien nun-
ca haya leído su tiernísimo relato La virgen negra (Havre), donde
se explaya en piadosas alabanzas a la Madre de Cristo, cuya
broncínea imagen veneraban en El Havre los rudos marine-
ros de Bretaña: «De todas las manos que se tienden a ella bajo
la tormenta, ¿cuál es la que no halla apoyo? Tú, que te hun-
des, no tienes en tus labios sino palabras de blasfemia y de
desesperanza... El milagro existe. El milagro lo cuentan pes-
Yo, nada
Volviendo ahora a su estadía en Mallorca, Sureda relata
que a instancias del propio Rubén llegó de visita desde Bar-
celona el poeta y diplomático dominicano Osvaldo Bazil; fue
al día siguiente de su confesión con el P. Hupfeld, un 12 de
noviembre de 1913, y lo encontró postrado de ebriedad. El
desaliento de Rubén por su humillante recaída se refleja al
desnudo en sus cartas escritas desde Valldemosa a Julio Pi-
quet, amigo uruguayo que representaba los intereses de La
Rubén de cartujo
Dejemos que sea otra vez Sureda quien describa la en-
Anhelo de santidad
En Mallorca experimenta Darío como nunca antes en su
vida verdadero anhelo de santidad, ansia de purificación in-
terior, que se vuelca magistralmente en su poema La Cartuja.
«La gracia virgiliana del ámbito mallorquín devolvíame paz
y santidad», expresa el poeta en la Postdata de su Autobiogra-
fía. Su deseo más ferviente ahora es ser transformado por el
toque divino de la gracia: «La gracia, centella invisible, y
algunas veces visible, conmoción inenarrable que transfor-
ma un espíritu, que abre los ojos a un mortal ciego, que trae
el cumplimiento de un destino se diría que por orden expresa
de lo Infinito. La que en el trueno llega a Pablo; la que en los
días nuestros y en París babilónico transforma en santo a un
escritor refinado y conocedor de todas las lujurias y sensua-
lidades como Huysmans; y convierte a otros varones de
pecado en devotos y adoradores de las virtudes del catolicis-
mo. La gracia podría venirle a él por medio del prodigio
musical».66
Darío en sus cavilaciones de El oro de Mallorca incursiona
blanco, como un ánade salvaje; nunca una alma más pura se albergó
en un cuerpo más pecador, sin mancillarse; era como un rayo de
estrella reflejado en el fondo de un pantano»; «Darío murió fronteri-
zo a los cincuenta años, con el alma impúber de un catecúmeno
cristiano, que bordara sus sueños en las hojas trenzadas de una pal-
ma pascual» (Rubén Darío, Editorial Amerrisque, Managua, 2013 63).
Dice también: «Nada más bello que la sonrisa de Darío; era una flor
de candor» (Ibid. 13); «Fue espléndido y fraternal, de una ingenuidad
infantil, que era el más bello atractivo de su carácter»; «Defendía a
sus amigos, y no hablaba mal de nadie, ni aun de aquellos que le
habían hecho mayor mal» (Ibid. 23). Afirma también que Darío era
«no solo era el primero entre los grandes, sino el primero entre los
buenos» (Ibid. 24). Y don Miguel de Unamuno lo confirma en su
maravilloso artículo necrológico sobre Darío, titulado ¡Hay que ser
justo y bueno, Rubén!, publicado en la revista Summa del 15 de marzo de
1916: «Aquel hombre, de cuyos vicios tanto se habló y tanto más se
fantaseó, era bueno, fundamentalmente bueno, entrañablemente
bueno. Y era humilde, cordialmente humilde». Este artículo está dis-
ponible en https://gredos.usal.es/. Por último añadamos el testimo-
nio de otro amigo: Santiago Argüello: «En medio de todo, Rubén fue
candoroso. ¡Niño! ¡Niño en su niñez, niño en la virilidad y niño hasta
la muerte!» (El Rubén de mis recuerdos, disponible en https://
eduardoperezvalle.blogspot.com/).
72 ¡Hay que ser justo y bueno, Rubén!, artículo publicado en la revista Summa
del 15 de marzo de 1916, ibíd.
73 Alterando la cronología de sus obras, estos artículos vieron la luz en
La Nación: el primero sobre Prosas profanas, el 1 de julio; el segundo
194 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
Claudicante e indeciso
Sin embargo, se siente claudicante e indeciso, «con una
inteligencia de las cosas que me aleja cada día más de la
fuente de la fe, contra mis deseos, contra mis quereres, contra
la decisión de mi voluntad»84. Y en su desgarramiento interior
fesora Bosch es también autora del libro Rubén Darío en Mallorca, que
reproduce las fotografías del poeta en hábito de cartujo y otras más
de Valldemosa.
95 Jorge Eduardo Arellano: Cartas desconocidas de Rubén Darío 1882-1916.
Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua, Managua 2000
404.
96 Autobiografía. Postdata en España.
VII. NUEVOS ESTUDIOS 203
BIBLIOGRAFÍA
Obras de Rubén Darío
Antología poética, Arturo Torres-Rioseco. Berkeley, Universidad de
California, 1949.
Autobiografía. 3ª ed. México, D.F., Editora Latino Americana
S.A., 1966.
Cartas desconocidas de Rubén Darío. Managua, Jorge Eduardo
Arellano, 2000.
Cuentos y crónicas. Madrid, Editorial «Mundo Latino», 1918.
El oro de Mallorca. Edición de Pablo Kraudy. Managua, Acade-
mia de Geografía e Historia de Nicaragua, 2013.
Historia de mis libros. Edición de Fidel Coloma. Managua, Edi-
torial Nueva Nicaragua, 1987.
La isla de oro. En: www.textos.info/ruben-dario/la-isla-de-oro
Opiniones. Edición de Fidel Coloma Editorial. Managua, Nue-
va Nicaragua, 1990.
Poesía. Prólogo y cronología de Julio Valle-Castillo. Managua,
Editorial Nueva Nicaragua, 1989.
Peregrinaciones. En: https://www.biblioteca.org.ar/libros
Todo al vuelo. Managua, Editorial Amerrisque, 2018.
Obras sobre Rubén Darío
BAZIL, Osvaldo: Biografía de Rubén Darío. Compilación y pró-
logo de Luis Ricardo Arévalo Arias. Managua, 2016.
CAPDEVILA, Arturo: Rubén Darío, un bardo rei. Madrid, Au-
tral Espasa Calpe, S.A., 1969.
CONDE CASTILLA, Carmen: Acompañando a Francisca Sán-
chez (Resumen de una vida junto a Rubén Darío). Managua,
1964.
204 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
Miguel Polaino-Orts
Universidad de Sevilla
A la memoria de Ernesto Cardenal
quien, en su casa de Managua, me ha-
bló emocionadamente de su amistad
con Rafael Alberti.
I. Darío y el 27
QUE RUBÉN Darío fue uno de los autores más influ-
yentes en la Generación del 27 es aserto fuera de toda duda,
hasta tal punto que ésta no sería imaginable si no se hubiera
nutrido del talento poético de Darío. Conocida es, por ejem-
plo, la anécdota reveladora de la influencia decisiva que la
figura del escritor nicaragüense hubo de ejercer en dos desta-
cados poetas de esa generación: en 1917, durante las vacacio-
nes de verano en el pueblo abulense de Las Navas del Mar-
qués. Allí coincidieron Dámaso Alonso (1898-1990) y Vi-
cente Aleixandre (1898-1984), entonces jovencísimos estu-
diantes, y andando el tiempo, el primero, catedrático de Li-
teratura, especialista en Góngora y director largos años de la
Real Academia Española (1968-1982) y el segundo, destaca-
do poeta y académico que terminaría por recibir el Premio
Nobel de Literatura en 1977, coincidiendo con el cincuente-
nario de la Generación, a la que quizá quisiera premiar sim-
bólicamente el galardón en su conjunto.
Durante esas vacaciones, los jóvenes pronto simpatiza-
ron intelectualmente, y hablaban de afinidades y lecturas:
Valle-Inclán, Azorín, Baroja... Alonso preguntó a Aleixandre
VII. NUEVOS ESTUDIOS 207
que escribió toda una obra sobre él: La poesía de Rubén Darío,
publicada en 1948 y reeditada luego varias veces11. Incluso
Cernuda, tan alejado de Darío en cuanto a la concepción
poética, le dedica su estudio crítico12, motivo luego de con-
troversia con el nicaragüense Ernesto Mejía Sánchez. El in-
flujo de Darío, en fin, en los poetas del 27 no sólo afecta al
ámbito estético sino que alcanza también un ámbito acadé-
mico, investigador y profesoral.
perdida, op. cit., pág. 775). El texto de Darío puede hallase en las
ediciones nicaragüense y española de la obra: Rubén Darío, Tierras
solares, edición, introducción y notas de Noel Rivas Bravo, Asamblea
Nacional de Nicaragua, Managua, 2015, págs. 100-109; Id., Tierras
solares, edición de Noel Rivas Bravo, colección Los Viajeros, Renaci-
miento, Sevilla, 2016, págs. 89-97. Como indica Noel Rivas, editor de
la obra, el texto «La tristeza andaluza», fechado en Málaga en febre-
ro de 1904, apareció inicialmente, con el título «Tierras solares. La
tristeza andaluza. Un poeta», en el diario bonaerense La Nación de 20
de marzo de 1904, y también en la revista española Helios, XIII, abril
de 1904, págs. 439-446.
26 Rafael Alberti, «Cuarto libro (1977-1987), en Id., Obra Completa. Prosa
II. Memorias. La arboleda perdida, op. cit., pág. 555.
VII. NUEVOS ESTUDIOS 217
40 Rafael Alberti, Obra Completa. Poesía II, op. cit., pág. 453.
41 Ernesto Cardenal, Vida perdida. Memorias I, Fondo de Cultura Eco-
nómica, México D.F., 2003, pág. 366.
228 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
VI. Final
A modo de conclusión y resumen: Rubén Darío está
vivo en los recuerdos de María Teresa León y de Alberti, y
en el caso de éste lo estuvo hasta el final de su vida, renovan-
do la admiración de Darío en diversos eventos literarios,
como el acto de recepción del Premio Cervantes, y también
a través de la amistad y la camaradería con otros poetas
nicaragüenses como Ernesto Cardenal.
234 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
VIII.
RELECTURA
DE LOS CUENTOS
236 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
VIII. RELECTURA DE LOS CUENTOS 237
LA ACTUALIZACIÓN CRÍTICA DE LA
CUENTÍSTICA DARIANA
Miguel Polaino-Orts
Universidad de Sevilla
Miguel Polaino-Orts
242 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
RUBÉN DARÍO:
EL CUENTISTA RENOVADOR DE AZUL...
Introducción
A LO largo de los dos años, seis meses y trece días vividos
en Chile, Darío escribió veintiún cuentos, si se incluyen den-
tro de ellos —como una sola pieza— los cuadros de la serie
titulada precisamente «En Chile» —seis del «Álbum porte-
ño» y los otros seis del «Álbum» santiagués»—atendiendo la
observación de Rudolf Köhler.1 Y si se acepta como tal el
titulado por Mejía Sánchez con su primera frase: «El año que
viene siempre es azul», tomado de la serie de crónicas a la que
perteneció.2
26 Gilberto Prado Galán: «El fulgor del oro en los Cuentos completos de
Rubén Darío». Anales de Literatura Hispanoamericana, núm. 32, 2003, p.
143.
27 Ibíd., p. 46.
VIII. RELECTURA DE LOS CUENTOS 255
61 Ibíd.
VIII. RELECTURA DE LOS CUENTOS 275
encendía la sangre.67
El erotismo, pues, se concentra en Lesbia, nombre que
sugiere un contexto helénico: el de Diana y sus ninfas. Darío,
a sus diecisiete años, ya había escrito el poema «Lesbia» (El
Diario Nicaragüense, Granada, núm. 78, octubre, 1884) que,
al ensalzar su belleza, la veía al asomarse a su ventana más
apuesta que Diana,/ y más hermosa que Niobe. La referencia a
Diana en dicho poema asegura que esta Lesbia no es sino una
de las ninfas de Diana. Por tanto, la solución que ofrece en
«La ninfa» es que Lesbia encarna a una ninfa de la mitología
clásica. Aludiendo a los sátiros y centauros, ella declara: si
esto fuese posible, mi amante sería uno de esos velludos semidioses.
Pero advierte que adoraba más a los centauros que a los
sátiros; y que me dejaría robar por uno de esos monstruos robustos,
solo por oír las quejas del engañado [el sátiro], que tocaría su flauta
lleno de tristeza.
93 Véase La Lègende des siècles, París, Michel Levy Frères Hetchel, 1859,
II, VIII, p. 73.
VIII. RELECTURA DE LOS CUENTOS 291
EL CENTAURO Y LA CRUZ:
PAGANISMO Y CRISTIANISMO EN LOS
CUENTOS DE RUBÉN DARÍO
Voz de lejos
Tal es el caso del cuento Voz de lejos5, en el que Darío
describe a dos jóvenes entregados al placer, Félix y Judith,
que sin embargo acaban sus días de mártires cristianos. Los
describe con voluptuosa delectación: Félix es gallardo, amante
de la música y la poesía... y sobre todo de las mujeres. Judith,
hija del personaje bíblico José de Arimatea, es una roja rosa
loca poseída por el demonio de las concupiscencias, y nos la pre-
senta como la realización de un perturbado ensueño de belleza,
poseedora de satánica beldad. Ambos se enamoran, forman
pareja y experimentan brevemente una profunda felicidad;
sin embargo Judith escucha un día la voz del maestro celeste y
su corazón fue conmovido como todo corazón cuando se le hiere en
su más sensible fibra de amor... y la gracia penetró en el espíritu de
la pecadora, como un puñal de luz sacrosanta, y el Señor perdonó
a la hija de José de Arimatea, como había perdonado a María
Magdalena. Ambos entonces durante veinte años se entregan
a la penitencia y ofrendan su vida en el Circo romano, testi-
moniando su fe en Cristo.
La paradoja de este cuento piadoso es que en él Darío
exalta más los goces de la carne que la sublimidad del mar-
tirio. En pleno relato irrumpe misteriosa una Voz de la boca de
sombra (¡que da título al cuento!), aconsejando seductora-
mente: Gozad de los goces de la lujuria, juntaos como el jugo de
la mandrágora y la sangre de la zarza. Sois predestinados para el
mal y el placer, pues uno no es sin el otro. Vemos acá cómo la
fascinación erótica de Darío se orienta exclusivamente al eros
sin ágape, al hedonismo desprovisto de responsabilidad moral.
dos resonaba en mis oídos, con armonía arcana, esta palabra: ¡Cristo!
El centauro se lamenta y llora por la muerte de los anti-
guos dioses, pero simultáneamente se conmueve por el apare-
cimiento de la nueva fe, lleno de una fe recién nacida. Los sátiros
claman a Pan en vano; ya no hay ninfas en el bosque ni
zampoñas que resuenen como antaño. Finalmente los dos
santos ermitaños, Pablo y Antonio, se encuentran. Antonio
refiere a aquél su encuentro con los dos seres mitológicos.
Pablo anuncia entonces que serán premiados: la siringa, flau-
ta pagana, aparecerá más tarde en los tubos de los órganos de las
basílicas, por premio al sátiro que buscó a Dios; y el centauro que-
dará para siempre luminoso en la maravilla de las constelaciones.
24 Ibid. 16.
25 Revista Iberoamericana, Vol. XXIV, Núm. 47, Enero-Junio 1959 30; http:/
/revista-iberoamericana.pitt.ed
26 Mary Ávila, Ibid. 30.
VIII. RELECTURA DE LOS CUENTOS 309
tiene de desordenado».27
Vale la pena recordar que quien originalmente desarrolla
el tema de la contradicción entre carne y espíritu es el apóstol
Pablo (Gál 5, 17; Rm 8, 4). La «carne», según Pablo, no
equivale al instinto sexual o a lo meramente corporal, puesto
que lo «carnal» abarca para él todas las manifestaciones hu-
manas, tanto psíquicas como corporales, en cuanto opuestas
a Dios y su proyecto de vida; tan «carnales» son para Pablo
el orgullo y la codicia como la sexualidad, si se orienta exclu-
sivamente al placer sin consideraciones éticas.
En perpetuo vaivén
Volviendo ahora al cuento Carta del país azul, nos parece
que Darío en él abandona intencionalmente el sustrato cris-
tiano, oscilando abiertamente hacia el paganismo: Sí, soy
pagano. Adorador de los viejos dioses, y ciudadano de los viejos
tiempos. Su lucha entre carne y espíritu sucumbe allí a una
carnalidad desenfrenada, apenas atemperada por un erotis-
mo exquisito.28 Mas nuestro poeta es hombre en perpetuo
llas de sus divinos pies descalzos. Esa misma noche cena el poeta
con su mujer y su niño, que juega con dos anillos —huesos
restantes del pez Saturno. La esposa había expresado al princi-
pio del cuento angustia de si podrían acaso cenar esa noche.
Ahora hay comida en el hogar e inspiración en el corazón. La
maravillosa pesca de arte trae consigo también el pan cotidia-
no. Darío atribuye a Cristo las riquezas de su inspiración.30
Abandonado por los viejos dioses paganos, Cristo le restitu-
ye de nuevo a su potencia creadora. ¿Y el detalle sutil del niño
apaciblemente jugando con los restos de Saturno? ¿No será
acaso la inversión cristiana del mito grecorromano del dios
que devora a sus hijos, terroríficamente ilustrado por Goya?
Los buenos hombres de los alrededores nunca vieron mayor alegría
en la casa del pescador, después de la tempestad. ¡Oh, qué rica cena!
La muerte de Salomé
En La muerte de Salomé entreteje el poeta una leyenda
propia en torno a la joven que solicita la cabeza de Juan el
Bautista al tetrarca Herodes; Darío se solaza describiendo su
espléndida desnudez antes de ser decapitada por una serpien-
te de oro que ciñe su cuello, serpiente cuyos ojos eran dos
rubíes sangrientos y brillantes. La joya cobra vida y cercena
inesperadamente la cabeza de Salomé, que rueda hasta los
pies del trípode donde está depositada, triste y lívida, la cabeza
del precursor de Jesús.
El secreto de Lázaro
Historia prodigiosa de la princesa Psiquia45 representa un
alarde de fantasía creadora; es narrada por el monje Liborio,
amigo del santo Galación, y de Epistena, mártir (¡otra vez la
fascinación de Darío por la santidad y el martirio!). Psiquia
(¡el alma!) es de una gran belleza. Darío la describe con frui-
ción y entusiasmo de poeta. Era feliz. Descifraba el lenguaje
de los pájaros y del chorro de la fuente o la plática de los
rosales movidos por el viento. Pero un día amanece desolada.
A su reino no había llegado todavía... la luz que los Apóstoles
derramaron en todo el mundo en nombre de Nuestro Señor Jesús.
Su padre hace venir a los más gallardos mancebos de los
reinos vecinos y lejanos y ninguno le interesa. Después llegan
los sabios. Tampoco le interesan. Finalmente aparecen los
tres Reyes Magos. Le hablan del Dios nuevo que les había
infundido una mayor sabiduría. Se habían bautizado en el
nombre de Nuestro Señor Jesucristo; Tomás el santo que tocó las
llagas de Cristo resucitado les había predicado las verdades del
Evangelio. La princesa les explica que el agua que puede
calmar su sed no es el amor (sé cómo son sus raras dulzuras, sus
portentosas maravillas y los secretos todos de su poder); no es la
gloria; no es la fuerza; no es la ciencia... El secreto cuya posesión
será mi única dicha, tan solamente un hombre puede enseñármelo,
Lázaro que recorre la Galia, el que retornó de la muerte, a
cuyo paso todas las cosas parecía que temblaban misteriosamente.
Lázaro acude al llamado de la princesa y musita dos palabras
a su oído. Psiquia entonces se queda dulcemente dormida.
«Con la muerte de la princesa —a quien traslada su pre-
ocupación metafísica—, Darío asume la imposibilidad de
poseer el más tremendo de los secretos: el conocimiento del más
allá de la muerte, únicamente otorgado a Lázaro; tema que
había proyectado narrar en una novela titulada precisamente
La resurrección de la rosa
Vamos ahora a centrar nuestra atención en una serie de
cuentos en los que Rubén Darío incursiona plenamente en el
mundo de la fe cristiana, mostrándose ajeno a cualquier rasgo
o nostalgia paganos. La resurrección de la rosa,48 encantadora
El Dios bueno
En otro relato conmovedor, El Dios bueno (Cuento que
parece blasfemo, pero no lo es),51 plantea el interrogante del mal
y del sufrimiento, empleando un estilo tierno y realista. Con
gran delicadeza de sentimientos describe allí Darío un hospi-
cio de niños regentado por las hermanas de la caridad de San
Vicente de Paúl, donde la buena hermana Adela ofrenda todo
su amor a los pequeños bajo su custodia: Al muchacho que
tenía descubiertos los piececitos, se los cobijaba con la sábana blan-
ca. Al que se había acostado con una mano sobre el corazón, se la
quitaba de allí, y le ponía tendido sobre el lado derecho, porque así
se duerme bien y no se tienen pesadillas. A cada cual vigilaba la
hermana con gran cuidado. Entre los niños del hospicio sobre-
sale la bondadosa y piadosa Lea, que obsequia violetas a la
cieguita de la esquina y contempla arrobada la hostia santa,
blanca y redonda, cuando el viejo y santo cura alza la custodia.
Entonces ella se dice a sí misma: Cuando él alza la custodia tres
veces sobre su frente, me está mirando el buen Dios, que me ama, y
me ha dado mi cama suave, la leche fresca por la mañana, la muñeca
en el día, el chocolate por la noche: así dice la hermana Adela, ¡oh
buen Dios!
Es hermoso cómo Darío describe la catequesis del cura
a los niños del hospicio: ¡Y cuando la plática del señor cura! Era
Opiniones
En Opiniones consignó Rubén Darío un profundo pensa-
miento acerca de los sabihondos del cientifismo: Los profeso-
res, los sabios oficiales, los doctores de la ciencia humana que creen
haber asido la verdad con cuatro pinzas y cuatro estadísticas; los que
ven hasta donde alcanza lo que saben, los explicadores novísimos
Cuento de Pascuas
En Cuento de Pascuas, reitera Darío su pensamiento acer-
ca de las posibilidades de la ciencia, que no son sino las concesiones
a un enigma cada día más hondo, a pesar de todo.61 En ello radica
para Darío la distinción fundamental entre ciencia y cientifis-
mo: mientras el último pretende ingenuamente adueñarse
del misterio de las cosas por la vía del conocimiento positivo,
la primera, consciente de que sus descubrimientos única-
mente agrandan y ahondan su enigma, está transida de hu-
mildad gnoseológica y se caracteriza por una actitud de aper-
tura de cara el misterio trascendente que nos envuelve. Fe y
cientifismo por tanto se excluyen mutuamente; fe y ciencia
coexisten sin menoscabo mutuo, atenidas a su propia vía de
acceso a la realidad: la experimentación científica y la Reve-
lación. Fray Pedro representa la primera alternativa, que Darío
rechaza.
Exaltación de la fe y el amor
El personaje de su Cuento de Noche Buena65 es el hermano
Longinos de Santa María, encarnación de los valores subli-
mes de la santidad66, a quien Darío exalta como la perla del
Un sermón
Un sermón, publicado en 1892, se desarrolla sin embargo
en la Basílica de San Pedro en Roma el 1ro de enero del año
1900.Un famosísimo predicador de lengua española, fraile
Conclusión
No pretendemos presentar aquí a Rubén Darío como
autor religioso, pero sí mostrar el peso eminente de la temá-
tica cristiana y religiosa en sus cuentos, no obstante ser omitida
por la mayoría de los estudiosos. Un mero análisis cuantita-
tivo arroja un resultado sorprendente: de los 86 cuentos res-
catados hasta ahora de Darío, 26 de ellos denotan una con-
notación religiosa74. Ello significa que 30% de sus cuentos
aborda esta temática. Sin embargo, de las 148 referencias
bibliográficas ofrecidas por Jorge Eduardo Arellano sobre los
cuentos de Rubén Darío en su reciente estudio El cuentista
Rubén Darío: actualización crítica75, tan solo una autora, Mary
Ávila, que hemos citado, aborda expresamente esta temáti-
ca, tan notoria y a la vez tan postergada en el examen de sus
cuentos. Su estudio se publicó en el lejano 1959. Otros auto-
res apenas rozan el tema con alusiones o breves referencias.
Podemos por tanto aseverar con fundamento que en los
cuentos de Rubén Darío se ha estudiado de todo: desde las
metáforas de horror, a la exploración de lo irracional, pasan-
do por la recreación del pasado, el uso de la ironía, la teosofía
y el ocultismo, etc. olvidando de forma singular el más esen-
cial aspecto de todos: su experiencia de Dios y su fe en Cristo.
Ojalá que estas páginas contribuyan a colmar ese vacío.
74 Uno a uno los hemos ido glosando en este estudio: 1. Voz de lejos,
2.Leyenda de San Martín, patrono de Buenos Aires, 3. Sor Filomela, 4. El
sátiro y el centauro, 5. La fiesta de Roma, 6. Las tres Reinas Magas, 7. Carta
del país azul, 8. La pesca, 9. El Salomón negro, 10. Hebraico, 11. El naci-
miento de la col, 12. Las pérdidas de Juan Bueno, 13. El árbol del rey David,
14. La muerte de Salomé, 15. Historia prodigiosa de la princesa Psiquia, 16.
La resurrección de la rosa, 17. El Dios bueno, 18. La extraña muerte de Fray
Pedro, 19. Cuento de Noche Buena, 20. El perro del ciego, 22. La novela de uno
de tantos, 23. Un sermón, 24. Febea, 25. ¡Miseria!, 26. Morbo et umbra.
75 Banco Central de Nicaragua 2020.
340 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
BIBLIOGRAFÍA
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Sánchez. Estudio preliminar de Raimundo Lida. Edi-
ciones y notas de Julio Valle-Castillo. Managua, Insti-
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Cuentos fantásticos. Selección y prólogo de José Olivio Jiménez.
Madird, Alianza Editorial, 1976.
El oro de Mallorca. Edición y notas de Pablo Kraudy. Managua,
Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, 2013.
España Contemporánea. Edición, introducción y notas de Noel
Rivas Bravo. Managua, Academia Nicaragüense de la
Lengua, julio, 1998.
Poesía. Introducción y cronología de Julio Valle-Castillo. Ma-
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Historia de mis libros. Edición de Fidel Coloma González. Ma-
nagua, Editorial Nueva Nicaragua, 1987
Opiniones. Edición de Fidel Coloma González. Managua,
Editorial Nueva Nicaragua, 1990.
Tierras solares. Edición, introducción y notas de Noel Rivas
Bravo. Managua, Editorial Amerrisque. (Colección
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RAMA, Ángel: «Introducción», en Rubén Darío: El mundo de
los sueños. Universidad de Puerto Rico, Editorial uni-
versitaria, 1973.
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VIII. RELECTURA DE LOS CUENTOS 341
Helena Ramos
Biblioteca Rubén Darío/ BCN
inicios del XXI: evolución del género y del discurso artístico». Universidad
Rusa de la Amistad de los Pueblos, Moscú, 2011, p. 19 [en ruso].
2 Françoise Vigier. «Fiction épistolaire et Novela Sentimental en Espag-
ne aux XVe et XVIe siècles». Mélanges de la Casa de Velázquez, tome 20,
1984, p. 230.
3 Logunova. Ibíd., p. 3.
4 Olga Roguínskaia. Novela epistolar: la poética del género y su transforma-
ción en la literatura rusa. Tesis para optar al grado de candidata a doc-
tora en Ciencias Filológicas. Universidad Estatal Rusa para las Hu-
manidades, Moscú, 2002, p. 24 [en ruso].
344 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
IX.
NOTICIAS
352 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
X.
FUENTES
BIBLIOGRÁFICAS
364 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020
X. FUENTES BIBLIOGRÁFICAS 365
Un oportuno libro-homenaje
dedicado a los hispanounidenses
AUTORES VARIOS: Rubén Darío y los Estados Unidos.
Gerardo Piña-Rosales, Carlos E. Paldao, Graciela S. Tomas-
sini, editores. Nueva York, Academia Norteamericana de la
Lengua, 2017. 279 p. (El pulso herido).
Amplio e interesante volumen centrado en la ambiva-
lente relación de Darío con la hegemonía norteamericana,
sobre todo después de la guerra entre España y USA de 1898.
«Muchos de los ensayos aquí reunidos [suman 13] practican
lecturas analíticas de la escritura dariana, para poner de
manifiesto su carácter de primera poética moderna del mun-
do hispánico» —resumen sus editores. Tres nicaragüenses
colaboran: Carlos Tünnermann Bernheim («El pensamiento
cívico y social de Rubén Darío), Jorge Eduardo Arellano
(«Rubén Darío ante los Estados Unidos») y Roberto Carlos
Pérez («Rubén Darío no puede ni debe morir»). Y de Pablo
Antonio Cuadra, es el epígrafe de una de las secciones: «El
[Darío] nace de la tierra para dar su palabra. Viene del silencio
substancial de los siglos y de las cosas nicaragüenses a decir
un mensaje ecuménico. El mensaje de América». Un «Ho-
menaje fotográfico» de Gerardo Piña-Rosales, una selección
iconográfica del poeta y las microbiografías de los colabora-
dores. Este oportuno libro-homenaje está dedicado «a todas
las comunidades hispanoamericanas que se aferran a su len-
gua y a sus culturas frente a la rampante hispanofobia actual».
368 SALA DARIANA 2 / AGOSTO, 2020