Unidad Educativa Leyendas
Unidad Educativa Leyendas
Unidad Educativa Leyendas
Nombre:
Genesis Macas
Fecha:
22/11/2024
Curso:
7mo “E”
Tema:
Leyendas del Ecuador
1. La Tacona
Esta leyenda de la ciudad de Esmeralda habla del fantasma de una hermosa joven que
transita las calles y seduce a los hombres cuando hay luna llena. Estos mueren de susto
cuando se les revela el espantoso rostro cadavérico de la mujer.
Según la historia, fue una mujer que murió luego de ser violada una noche en un
callejón. Su espíritu no sabía que había muerto, por lo que decidió regresar a casa a
bañarse y maquillarse para quitarse el sucio y la sangre. Juró frente al espejo nunca más
dejarse hacer daño por nadie.
Decidió caminar por calles y recorrer bares atrayendo a hombres malintencionados con
su vestido rojo y tacones muy altos.
Una vez un hombre apuesto la invitó a la playa, a lo que ella aceptó decidida. Luego él
intentó abusar de ella, pero al mirar su rostro se espantó y echó a correr.
La carrera lo llevó sin querer al cementerio, en donde sorpresivamente leyó el nombre
de aquella mujer. Años más tarde, el hombre visitó la tumba de la joven llevándole una
rosa roja. Arrodillado, le agradeció que aquella noche lo hizo cambiar y ya no seduce a
las mujeres.
2. El Tintín
Este es un personaje de la mitología montubia asociado al Diablo. Es de mediana
estatura, con orejas grandes y puntiagudas, y usa sombrero de jipijapa. En los pueblos
del litoral describen su rostro como espeluznante y malvado.
Según la leyenda, busca enamorar a las mujeres embarazadas usando muchas artimañas,
para luego dejarlas. Puede hacerles promesas, declararles palabras de amor, cantarles
con guitarra en mano o simplemente abusar de ellas.
Se esconde en los callejones peligrosos y en los campos buscando jóvenes bonitas, a
quienes persigue hasta su casa.
Algunos relatos cuentan que se escabulle por huecos o que atraviesa paredes y se
esconde bajo la cama. Una vez embaraza a la chica, escapa y busca a otra.
Era muy típico en la época colonial y posteriormente, cuando las mujeres no solían salir
solas a la calle. Si en una casa alguna chica joven salía embarazada, se consideraba una
obra de El Tintín.
4. El Chuzalongo
Es una criatura enana de piel pálida, ojos azules o verdes, orejas grandes, nariz achatada
y facciones deformes. Algunos relatos dicen que tiene sus pies en sentido contrario,
hacia atrás, para que sea confuso seguir el rastro de sus huellas.
Acostumbra a atacar y matar mujeres descuartizándolas, dejando escenas sangrientas.
También busca pelear con hombres, pero como un desafío de poder.
El Chuzalongo anda desnudo. Para librarse de él, los hombres deben quitarse una
prenda de ropa y arrojarla. Cuando la criatura vaya por la prenda, se podrá huir.
5. El hueso de vaca
Esta leyenda de Manabí tiene origen en la historia de una joven muy bonita y virtuosa
que vivía en una casa llamada La Floresta, en la vía de Chone a Canuto. En una choza
fea cercana, con olor a azufre, vivía un señor viejo de muy mal aspecto, de larga barba y
vestido de trapos.
El anciano se había enamorado de aquella chica de nombre Dulce María, pero nunca
manifestó nada. Un día, los padres de la chica fueron de compras al pueblo, dejándola
sola en casa. Ella salió a regar y arreglar el jardín.
De repente, una vaca negra apareció de la nada y comenzó a perseguirla por todos lados.
Ella corrió hacia el interior de la finca hasta que tropezó con unas cañas y cayó muerta
cerca de un árbol de matapalo.
Al final del día sus padres consiguieron el cadáver de su hija acompañado de la vaca
negra y mucho olor a azufre. También la casa y el jardín despedían dicho olor.
Luego de varios días a la gente le pareció extraño no haber visto más al vecino de la
choza. Decidieron entrar a la casa y solo encontraron un hueso de vaca; el anciano no
estaba.
En otra versión de la leyenda, encuentran el hueso de vaca en el matapalo y la casa del
anciano estaba vacía.
Leyendas de la sierra
1. Cantuña y su pacto con el diablo
Todo aquel que haya visitado la capital de Ecuador, Quito, se habrá dado cuenta de que
es famoso el nombre de Cantuña y la leyenda que lo acompaña. La historia de esta
leyenda dependerá del lugar y la persona que la cuente, pero sea cual sea su peculiar
forma de contarla todos tienen en común la misma historia de fondo.
Unos dicen que Cantuña era un mestizo, hijo de madre indígena y padre español,
mientras que otros especulan que se trataba en realidad del hijo de Hualca, ayudante del
famoso inca Rumiñahui, del que se cuenta que ocultó el oro inca a los conquistadores
españoles.
Fuera cual fuera su origen, la historia cuenta que el sacerdote de Quito se encontraba
con la idea de construir la futura Iglesia de San Francisco en la ciudad y que le preguntó
a nuestro personaje si era capaz de construirla. Cantuña, honrado por semejante
encomienda, respondió que sí, que él se encargaría de construir el nuevo templo.
Así pues, satisfecho el sacerdote por haber encontrado alguien dispuesto a tan gran
trabajo, dejó todo en manos de Cantuña. Pero, al pasar el tiempo, nuestro protagonista
vio que no tendría tiempo ni recursos para terminar el trabajo y, desesperado, rezó a
Dios por varios días para que hiciera caso de sus plegarias, a ver si le ayudaba, pero
tristemente no escuchó ninguna respuesta.
La desesperación de Cantuña ya era tal que se vio obligado a rezarle justo a quien no se
debe rezar: el Diablo. A diferencia de Dios, el señor del inframundo acudió presto a su
llamada. Tras escuchar las solicitud de Cantuña, el Diablo le dijo que le ayudaría a
terminar la iglesia rápido pero, a cambio, le tendría que dar su alma, trato que nuestro
protagonista estuvo de acuerdo.
Cantuña era muy listo, y se atrevió a pedirle al Diablo poner una cláusula al trato en el
que si, al momento de realizar el encargo el trabajo no estaba realizado antes de las 6 de
la mañana, el trato se cancelaba. El Diablo, que no dudaba para nada de sus poderes ni
de la habilidad de sus secuaces infernales, estaba más que convencido de que el templo
estaría listo antes de llegar a esa hora.
El Diablo mandó a sus diablillos a la zona de construcción quienes, temerosos de la ira
de su líder, se pusieron manos a la obra para acabar la Iglesia. Tan endiabladamente
ocupados estaban y ensimismados en lo que hacían que no se dieron cuenta de que
Cantuña retiró un ladrillo mientras estaba aún fresco y observaba como los secuaces del
mismísimo señor de las tinieblas estaban trabajando creando un templo para Dios.
Pasaron las horas y el templo parecía acabado. El Diablo se presentó ante Cantuña y
justo delante del atrio del nuevo templo el señor del inframundo reclamó su trato,
llevarse el alma de Cantuña. De fondo estaban sonando las campanas que indicaban que
eran las 6 de la mañana y, mientras el Diablo se preparaba para recibir su recompensa,
el quiteño empezó a reírse, invitándole a que comprobara si realmente estaba terminado
el trabajo. El Diablo y sus diablitos observaron que no, que faltaba justo un ladrillo y
que, por lo tanto, no se había cumplido el trato.
Y así fue como el hábil Cantuña engañó al Diablo haciéndole trabajar para Dios,
consiguiendo satisfacer al sacerdote de Quito y ganándose el mérito de haber construido
un templo él solito.
2. El Guagua Auca
En la mitología ecuatoriana, se dice que el Guagua Auca es un demonio creado por el
alma de un niño que nació y murió sin llegar a ser bautizado. Su espectro tétrico se
presenta ante los borrachines que pisan las calles a altas noches de la noche,
asustándoles con un terrible chillido incesante que desespera hasta a la persona más
cuerda.
Los incautos beodos buscan desesperados el origen del chillido hasta que encuentran de
donde aparece. Lo primero que ven es una escena triste, un pobre niño recién nacido
que debe haber sido abandonado por su madre y que lo ha envuelto en una manta a ver
si alguien se hace cargo de él. ¿Quién dejaría a un pobre bebé abandonado ahí? Los
borrachos, en una muestra de compasión, lo cogen para cuidarlo.
Pero lo cierto es que los pobres son ellos, tan bebidos que están que no van con
precaución. Horas más tarde se dan cuenta del error que han cometido, viendo cómo el
bebé cambia totalmente de fisionomía y el supuesto niño se convierte en un demonio,
protagonista de la peor pesadilla que se os pueda venir a la cabeza.
Dicen que no son pocos los hombres que, tras una noche de juerga ebria, han sido
encontrados muertos y con espumarajos en la boca, víctimas de su encuentra con el
Guagua Auca.
3. Los orígenes de los Cañaris
Los cañaris eran una etnia que vivía en las actuales provincias de Azuay y de Cañar. Se
cree que su nombre tiene relación con la idea de creer ser descendientes de la culebra y
la guacamaya, dos figuras que tienen importante relevancia en la cosmovisión de este
pueblo y del Ecuador moderno.
Según cuenta la leyenda, en aquellas tierras la diosa Pachamama mandó un diluvio que
cubrió hasta la cima de la montaña más alta. Todo fue destruido a su paso, y solo dos
hermanos sobrevivieron quienes a duras penas consiguieran llegar a una cima que
todavía no estaba cubierta de agua. Tenían la esperanza de que en algún momento el
nivel del agua bajaría, y decidieron esperar ahí.
Pero el agua no bajaba, y no tenían forma humana de conseguir comida con lo que en
cuestión de días empezaron a desfallecer. Pero para su fortuna, y justo cuando estaban a
punto de morir por hambre, los hermanos descubrieron una cueva en la que había
comida. Volvieron al día siguiente y volvió a aparecer comida, como si por arte de
magia se tratara.
No entendían qué era lo que pasaba hasta que un día se dieron cuenta de que dos
mujeres con forma de guacamaya eran las que les dejaban ahí alimentos diariamente. La
belleza de sus plumas y sus siluetas femeninas enamoraron a los dos hermanos, cuyo
amor fue correspondido y con ellas tuvieron muchos hijos. De esos hijos nacerían otros
hijos, quienes serían los primeros pobladores del Cañar.
4. La doncella de Pumapungo
Pumapungo era el destino de descanso preferido por los emperadores incas. Localizado
en la actual Cuenca, en la provincia de Azuay, este lugar estaba impresionantemente
decorado y hoy en día es posible deleitarse con los restos que todavía quedan del
asentamiento, un lugar en el que se dice que se encontraba una fuente sagrada de uso
exclusivo para el emperador.
Pero la leyenda no se centra en la fuente del inca, sino de sus doncellas. Atendido por
unas mujeres llamadas las Vírgenes del Sol, estas eran criadas desde pequeñas en
distintas artes y habilidades que usaban para entretener a sus emperadores. Una de estas
Vírgenes exclusivas para el emperador incaico se llama Nina, bella y delicada mujer.
Aunque estaba prohibido para las Vírgenes del Sol que vivían en Pumapungo, Nina
acabó enamorándose de uno de los sacerdotes del templo. Este amor era mutuo,
haciendo que este par se reuniera en las noches de Luna Llena en los jardines del lugar,
mirando las estrellas y disfrutando de la brisa nocturna que, como ruido de fondo, daba
ambiente a la pasión de los dos amantes.
Pero su secreto no duró mucho. Cuando se enteró el emperador, lleno de ira y cólera,
mandó matar al sacerdote como castigo, pero no así a Nina. Nina no fue ejecutada, pero
tampoco fue informada del hecho. De hecho, el emperador inca ordenó que no se le
dijera nada de lo que había sucedido, que siguiera creyendo que su amor estaba vivo.
La tristemente ignorante Nina seguía acudiendo al lugar que antes era el nido de amor
de ella y su amante. Iba y volvía a ir, pero su amante no acudía a sus encuentros. Un día,
tras llevar ya varios intentos sin éxito, murió de pena al no volver a ver a su amante. La
leyenda cuenta que ella sigue ahí, que en las mismas noches de Luna Llena que disfrutó
del amor de su amante se manifiesta y su lamento se puede escuchar en las ruinas del
lugar.
Leyendas de la amazonia
1.Leyenda la diosa de la guayusa
Sucede que en el interior de la selva, en algún punto del río Huasaga, un grupo de
valientes cumplían su guarnición y nadie conocía de su preparación.
Una mañana muy temprano, rayando el alba, Mashurca el shuar más joven, de carácter
alegre, muy ufano salió para el río y mientras se zambullía en las tranquilas aguas,
bajando en la corriente del río se presentó a él una hermosa ninfa, con vaporoso vestido
y una larga túnica como de novia que se perdía en la tenue neblina; se quedó flotando en
las aguas y le dijo que no tema de ella, ya que era conocida como la diosa de la guayusa
(Tzunky) buena, que solo venía a enseñarle a preparar la tradicional bebida y cuyas
hojas traía en sus torneados brazos, le entregó a Mashurca dándole algunos consejos
para su elaboración. El joven, siguiendo las indicaciones recibidas hizo esta aromática
bebida, todos los compañeros quedaron muy complacidos y maravillados.
1. Atahualpa
Atahualpa fue uno de los emperadores incas más conocidos de la historia puesto que fue
el último soberano incaico antes de la llegada de los conquistadores españoles y,
también, porque fue un líder sangriento, con un comportamiento salvaje en la batalla. Se
dice que todo lo que sabía en el arte de la guerra se lo enseñó su padre, Huayna Cápac.
Cuenta la leyenda que, durante su infancia, Atahualpa estaba por los bosques de Cuzco
en busca de poder cazar algún animalillo para su diversión. Mientras merodeaba por el
lugar se cruzó en su camino un hermoso guacamayo que se posó en la rama de un árbol.
El joven Atahualpa quería tener esa ave como trofeo, así que decidió ir a por él y no
paró hasta que consiguió matarlo.
Orgulloso con su pieza, volvió a casa para mostrarle el trofeo a su padre, sabiendo que
se trataba de un ave difícil de conseguir. Sin embargo, justo antes, Atahualpa se topó
con su madre, la reina Pacha, mujer sabia que le dio una hermosa y valiosa lección:
“Al enemigo solo se le ataca en la guerra, ya que posee armas para poder defenderse”
Luego cogió el ave y le hizo a su hijo un tocado para que siempre recordara esas sabias
palabras.
5. La dama de Guayaquil
La leyenda de la dama de Guayaquil es una historia que se extendió a principios del
siglo XVIII y sigue siendo muy contada entre los ecuatorianos. Cuenta la historia de
como una mujer elegante, con vestido negro y velo en la cara, se aparecía a los hombres
que rondaban las calles estando borrachos. Los hombres no podían ignorarla, pues la
mujer era misteriosa y atractiva, envuelta en una dulce fragancia.
Los hombres iban tras la dama, pero nunca conseguían alcanzarla. Iban corriendo por
las calles, dando tumbos estando bajo los efectos del alcohol, hasta que conseguiían
alcanzarla a escasos metros del cementerio general. Era justo en ese momento en que la
mujer se daba la vuelta, se quitaba el velo y lo que era una fragancia frutal y dulce se
convertía en un olor nauseabundo. Su cara mostraba su verdadera forma: la calavera de
una muerta.
Los hombres quedaban atónitos ante la cadavérica figura cuya peste les hacía
convulsionar en el suelo hasta que fallecían entre vómitos y espumarajos, con los ojos
en blanco y en una postura patética. Era el castigo de la dama hacia los tunantes,
borrachos e infieles a sus esposas.