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ENSAYO SOBRE LA SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL

INTRODUCCION
Los problemas ambientales van ocupando un lugar en nuestra cultura que recuerda al que
desempeñaron la salvación del alma en la Edad Media, y el afán de ganancia, en la
Moderna. Esto se hace evidente, por ejemplo, en la tendencia de las llamadas ciencias
ambientales, lo cual tiene gran importancia a la formación de una cultura ambiental que
permita encarar con éxito la crisis en que se encuentran las relaciones de la especie humana
con el medio natural. Muchos se preocupan, pero pocos se ocupan del asunto, es decir, son
más las buenas intenciones por preservar las formas de vida que los hechos concretos que
hacen realidad tal objetivo. Las comunidades en el mundo han comenzado a desarrollar una
dramática polarización como consecuencia de los diferentes grados de desarrollo, con el
común denominador de evidentes y gravísimos problemas de deterioro ambiental a nivel
global, a los cuales se deben responder sin egoísmos de ninguna índole. En este sentido, es
inevitable aceptar que existe una crisis de supervivencia como resultado de una crisis
ambiental. Crisis, surgida en el espacio y en el tiempo a consecuencia del uso de riquezas,
recursos y la generación de cambios en la naturaleza sin ninguna responsabilidad ética y lo que
es peor, sin ninguna consideración a los derechos humanos y universales de las generaciones
venideras. La historia ambiental advierte, que la reorganización del ambiente humano con
vistas a hacer más sostenible su relación con el medio natural pasa, inevitablemente, por una
reorganización de la sociedad que permita aplicar de manera eficaz y sostenida los medios
técnicos necesarios para hacer más humana a la sociedad misma y a su capacidad de relación
con su entorno natural. Reconocer esto no implica postergar para un futuro improbable la
solución de los problemas ambientales de hoy, sino reconocer con toda claridad una condición
sin la cual no será posible solución verdadera alguna.

DESARROLLO
Asociar el ambientalismo a la conservación de la vida silvestre fue una práctica con notable
identidad en los primeros 50 años del siglo XX o sea, eran prácticamente sinónimos, además
de considerarse un atributo de un número muy reducido y selecto de personas a menudo muy
privilegiadas, no cualquiera era considerado un verdadero ambientalista. Desde hace más de
40 000 años, el Homo Sapiens se ha dedicado de manera paciente y laboriosa a conquistar el
planeta, a extender su dominio a todas las demás especies y a todas las fuerzas de la
naturaleza; y ha salido victorioso de un reto que en principio pudo parecer insensato. Ni un
metro cuadrado del globo terráqueo ha escapado a su exploración, ni tampoco ha podido
resistirlo una especie animal. Los orígenes del impacto humano en el medio ambiente son de
carácter social y también lo son muchas de sus consecuencias. Por tanto, rescatar el medio
ambiente mundial apunta cambios tanto sociales como tecnológicos. Existen fenómenos que
son globales, pero su solución está vinculada a lo local. La base del desarrollo sostenible es
precisamente lograr la armonía entre los factores económico, ecológico y social en cualquier
intervención o proceso de transformación. No se trata de sobrevalorar a uno de ellos sino de
combinarlos adecuadamente. Se puede tomar en cuenta el concepto dado por la Comisión
Mundial sobre el Medio Ambiente y desarrollo en 1987 sobre desarrollo sostenible fue
acuñado y difundido en 1997 por la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo
(Comisión Brundtland), al expresar que es el desarrollo que satisfaga las necesidades del
presente, sin comprometer las capacidades de las futuras generaciones para satisfacer las
propias. Esta definición, al parecer, deja una brecha en muchos aspectos medulares para su
correcta interpretación. En primer lugar, queda fuera de la definición la diferencia entre
crecimiento y desarrollo. El crecimiento económico, medido como hasta ahora, no significa
necesariamente desarrollo económico y social. Sobran los ejemplos. Junto al equilibrio de
algunos indicadores macroeconómicos, que se utilizan para dar fe del crecimiento de la
economía, lo que ha estado creciendo es la pobreza, la marginación y el agotamiento de los
recursos naturales. Entonces, viéndolo de esta manera, ¿cómo es posible que en el mundo se
gaste y se malgaste tanto dinero en guerras, en la destrucción de pueblos, familias, suelos; y
que no exista un coste mínimo al menos para las cuestiones ambientales, ¿para la
preservación del habitad en el que viven los seres humanos?, tal parece más importante
destruir que preservar la especie humana. Se concibe el desarrollo sostenible como el proceso
de mejoramiento sostenido y equitativo de la calidad de vida de las personas, mediante el cual
se procura el crecimiento económico y el mejoramiento social en una combinación armónica
con la protección del medio ambiente y el uso sostenible de los recursos naturales, de modo
que se satisfagan las necesidades de la actual generación, sin poner en riesgo la satisfacción de
las necesidades de las generaciones futuras. La Comisión Brundtland consideraba que el
desarrollo sostenible consistía en afrontar las necesidades del presente sin hipotecar la
capacidad de las generaciones futuras para responder a las suyas. La sustentabilidad ambiental
del desarrollo se debe referir tanto a la base física del proceso de crecimiento como a la
capacidad de sustento de los ecosistemas, lo que significa mantener la capacidad de los
sistemas naturales para absorber y recomponerse de las agresiones antrópicas. La notable
capacidad del hombre para tolerar condiciones profundamente diferentes de aquellas en las
que ha evolucionado, ha creado el mito de que puede indefinida e impunemente, transformar
su vida y su medio ambiente gracias al progreso tecnológico y social. Pero no es así. Por el
contrario, esa facilidad de adaptación biológica y socio cultural en tensiones diversas y
condiciones nocivas entraña, paradójicamente, el peligro para su bienestar individual y para el
futuro de la raza humana. En consecuencia, ya en el siglo XXI, la humanidad, en el pináculo de
un enorme desarrollo científico técnico, ha agredido tanto a la naturaleza que se enfrenta a la
denominada crisis ecológica, motivada básicamente por la superpoblación, así como por el
intercambio desigual entre países ricos y pobres, lo que conlleva a la sobreexplotación de los
recursos naturales y la degradación del medio ambiente, a tal punto, que amenaza cada vez
más la supervivencia del propio hombre como especie. El medio que el hombre crea en
función de sus deseos constituye en gran medida la forma de vida que transmite a las
generaciones que lo siguen. No solo tiene este medio influencia sobre el modo de vida actual,
sino que condiciona a la juventud, determinando así el futuro de la sociedad. Por ello es de
vital importancia el trabajo con las personas desde temprana edad, en pleno desarrollo de sus
capacidades físicas y mentales, de modo que se asegure un comportamiento de conservación
adecuado en su adultez. Luego de 1960 el ambientalismo alcanzó un auge social considerable y
dejó de ser patrimonio de grupos pequeños para convertirse en un movimiento que hasta el
momento, ha influido, cada vez con mayor fuerza, en las políticas globales, donde goza de un
apoyo popular bastante generalizado y con un ámbito de intereses mucho más amplio, no solo
restringido a un interés por la conservación de la naturaleza, sino que transita por otras esferas
sociales, productivas y culturales y su relación con los recursos naturales. Concerniente esto
con que el ambiente se "construye históricamente" y actúa en un doble sentido, como
condicionador y condicionado. Los procesos de cambio vividos por la humanidad en los dos
últimos siglos han sido profundos y dramáticos. Los límites a los que arriba la humanidad,
cobran la necesidad de plantearse un desarrollo de manera sostenible como contraste a la
insostentabilidad y desequilibrio ecológico y social al que estamos sumergidos. La evidente
degradación ambiental que se apreciaba en muchos países a mediados del 60, y el hacer
público de un número significativo de investigaciones sobre los efectos perjudiciales de la
contaminación, respaldó una creciente presión popular en algunos países. Presión popular que
ya venía manifestándose a través de movimientos sociales como el feminismo y la propia
cultura hippie de esos años, lo cual generó profundos cambios de paradigmas, sobre todo en la
cultura y en la vida social. A lo largo de los últimos 20 años, la persistente combinación de
crecimiento económico mediocre e incierto, el deterioro social y la degradación ambiental que
inquietan a la América Latina, han estimado un creciente interés por las formas de interacción
entre las sociedades y su medio natural a lo largo del tiempo, y por las consecuencias que se
han derivado de esa interacción para ambas partes. Así ha empezado a tomar forma en la
cultura la historia ambiental. Es necesario establecer a la luz de las condiciones concretas de
cada país, reformas de las políticas económicas que promuevan la planificación y utilización
eficientes de los recursos para el desarrollo sostenible mediante políticas económicas y
sociales racionales, que fomenten la actividad empresarial y la inclusión del costo social y
ambiental en la determinación del precio de los recursos y eliminen las causas de distorsión en
el ámbito del comercio y las inversiones.

CONCLUSIONES

Estas reflexiones permiten concluir que un tratamiento verdaderamente profundo y


responsable de la actual situación ambiental, exige que se contemple, necesariamente, su
dimensión cultural. La formación cultural ambiental de los jóvenes se logra con un trabajo
sistemático desde la infancia y con amplia participación de distintos sujetos e instituciones. La
cultura medio ambiental es un factor imprescindible para el logro del desarrollo sostenible a
nivel microsocial como vía de proyección macrosocial, y en el caso de comunidades costeras
permite reducir la vulnerabilidad de estas áreas y sus habitantes de peligros naturales y
preservar procesos ecológicos esenciales, asegurar el sistema de vida y la diversidad biológica
en las áreas marinas y costeras y, en general, en toda la extensión territorial.

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