Textos Aristoteles
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TEXTO 1: Ética nicomáquea. Libro I. Capítulo 2, 1094a 18 - 1094b 10: La ética forma parte de
la política.
Si, pues, de las cosas que hacemos hay algún fin que queramos por sí mismo, y las demás cosas por
causa de él, y lo que elegimos no está determinado por otra cosa —pues así el proceso seguiría
hasta el infinito, de suerte que el deseo sería vacío y vano—, es evidente que este fin será lo bueno y
lo mejor. ¿No es verdad, entonces, que el conocimiento de este bien tendrá un gran peso en nuestra
vida y que, como aquellos que apuntan a un blanco, alcanzaríamos mejor el que debemos
alcanzar? Si es así, debemos intentar determinar, esquemáticamente al menos, cuál es este bien y a
cuál de las ciencias o facultades pertenece. Parecería que ha de ser la suprema y directiva en grado
sumo. Esta es, manifiestamente, la política.
En efecto, ella es la que regula qué ciencias son necesarias en las ciudades y cuáles ha de aprender
cada uno y hasta qué extremo. Vemos, además, que las facultades más estimadas le están
subordinadas, como la estrategia, la economía, la retórica. Y puesto que la política se sirve de las
demás ciencias y prescribe, además, qué se debe hacer y qué se debe evitar, el fin de ella incluirá los
fines de las demás ciencias, de modo que constituirá el bien del hombre. Pues aunque sea
el mismo el bien del individuo y el de la ciudad, es evidente que es mucho más grande y más
perfecto alcanzar y salvaguardar el de la ciudad; porque procurar el bien de una persona es algo
deseable, pero es más hermoso y divino conseguirlo para un pueblo y para ciudades. A esto, pues,
tiende nuestra investigación, que es una cierta disciplina política.
TEXTO 2. Ética nicomáquea. Libro I. Capítulo 4, 1095a 13 - 1095b 14: Divergencias acerca de la
naturaleza de la felicidad.
Puesto que todo conocimiento y toda elección tienden a algún bien, volvamos de nuevo a
plantearnos la cuestión: cuál es la meta de la política y cuál es el bien supremo entre todos los que
pueden realizarse. Sobre su nombre, casi todo el mundo está de acuerdo, pues tanto el vulgo como
los cultos dicen que es la felicidad, y piensan que vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz.
Pero sobre lo que es la felicidad discuten y no lo explican del mismo modo el vulgo y
los sabios. Pues unos creen que es alguna de las cosas tangibles y manifiestas como el placer, o la
riqueza, o los honores; otros, otra cosa; muchas veces, incluso, una misma persona opina cosas
distintas: si está enferma, piensa que la felicidad es la salud; si es pobre, la riqueza; los que tienen
conciencia de su ignorancia admiran a los que dicen algo grande y que está por encima de ellos.
Pero algunos creen que, aparte de toda esta multitud de bienes, existe otro bien en sí y que es la
causa de que todos aquéllos sean bienes. Pero quizá es inútil examinar a fondo todas las opiniones,
y basta con examinar las predominantes o que parecen tener alguna razón.
No olvidemos, sin embargo, que los razonamientos que parten de los principios difieren de los que
conducen a ellos. En efecto, también Platón suscitaba, con razón, este problema e inquiría si la
investigación ha de partir de los principios o remontarse hacia ellos, así como, en el estadio, uno
ha de correr desde los jueces hacia la meta o al revés. No hay duda de que se ha de empezar por
las cosas más fáciles de conocer; pero éstas lo son en dos sentidos: unas, para nosotros; las otras,
en absoluto. Debemos, pues, quizá, empezar por las más fáciles de conocer para nosotros. Por
esto, para ser capaz de ser un competente discípulo de las cosas buenas y justas y, en suma, de la
política, es menester que haya sido bien conducido por sus costumbres. Pues el punto de partida es
el qué, y si esto está suficientemente claro no habrá ninguna necesidad del porqué. Un hombre así
tiene ya o puede fácilmente adquirir los principios. Pero aquel que no posee ninguna de estas
cosas, escuche las palabras de Hesíodo:
“El mejor de todos los hombres es el que por sí mismo comprende todas las cosas; es bueno,
asimismo, el que hace caso al que bien le aconseja; pero el que ni comprende por sí mismo ni lo
que escucha a otro retiene en su mente, este, en cambio, es un hombre inútil”.
(Si el texto es de la POLÍTICA). El texto pertenece al libro Política (en griego Politeia) que
Aristóteles escribió en el siglo IV ac. Fue uno de los primeros libros de política de nuestra tradición
cultural y ha tenido una gran influencia en nuestra cultura occidental. El libro está compuesto de 8
libros. Sus ideas fueron utilizadas en las clases que Aristóteles dio en el Liceo. Aristóteles se
pregunta por el objetivo de la política y señala que la finalidad de la política es conseguir la vida
buena de los ciudadanos. Entre los temas que se tratan en este libro tenemos la base de la
comunidad política en la sociabilidad humana, los tipos de gobierno, la tiranía, la esclavitud, el
modelo más justo de gobierno, etc.
2. SACAR LAS IDEAS FUNDAMENTALES DEL TEXTO.
Hay que señalar las ideas fundamentales del texto, es muy importante citar el texto, es decir, poner
entre comillas las ideas más relevantes del texto.
3. EXPLICAR Y COMENTAR LAS IDEAS FUNDAMENTALES DEL TEXTO.
Para comentar el texto y sus ideas fundamentales hay que utilizar los apuntes de la teoría de
Aristóteles, concretamente la pregunta relacionada con el texto.
Se puede primero citar el texto (Las ideas fundamentales son “…….” y “…..”) y después
comentarlas. O bien, hacer 2 y 3 juntos, es decir, conforme comentamos el texto vamos citando el
texto en sus ideas fundamentales).