Lit.2. Modernismo subrayado

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Tema 2.

Modernismo: Rubén Darío y Delmira Agustini

Con el término Modernismo se designa un movimiento literario


fundamentalmente hispano que se inicia a finales del siglo XIX y se
prolonga hasta la 1ª década del siglo XX (se considera extinguido hacia
1915) y que coincide en el tiempo con la Generación del 98. Es un
movimiento de renovación estética en el que van a influir dos corrientes
poéticas francesas del siglo XIX: el Parnasianismo (defiende el culto a la
perfección formal, “el arte por el arte”) y el Simbolismo (caracterizado por
la sugerencia y la búsqueda de efectos rítmicos).
El Modernismo nace en Hispanoamérica. Se encuentra la presencia de la nueva estética en la prosa
juvenil del cubano José Martí, que puede ser considerado como el precursor.
Pero es el nicaragüense RUBÉN DARÍO el líder y la figura más representativa del movimiento. En
Darío la influencia francesa convive con un profundo conocimiento de la tradición española, desde
Berceo hasta Bécquer; su poesía integra influencias que podrían parecer incompatibles pero para él
el arte es una “armonía de caprichos”.
Su trayectoria representa la de todo el movimiento: existe un primer período de gran plasticidad y
sonoridad y de temas refinados y evasivos en su primera obra, Azul que marca también el inicio de
esta corriente; luego vendría Prosas Profanas que supone la culminación de ese Modernismo
exuberante y donde introduce temas españoles; su última obra, Cantos de vida y esperanza lo
sitúa en la línea de un Modernismo más intimista y meditativo.

Los RASGOS MÁS SIGNIFICATIVOS DE SU POESÍA (y del Modernismo) son:


a) Temas fundamentales:
1. La angustia “romántica”: la influencia de Bécquer es evidente en sus textos; rechazo de una
sociedad vulgar (“Yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer”, decía Darío); parecida
sensación de desarraigo, de soledad… La defensa de las pasiones y de lo irracional volverá a dar
paso al misterio, a lo fantástico, a los sueños… Pero lo más importante son las manifestaciones de
hastío y de profunda tristeza; por ello, la melancolía y la angustia son sentimientos centrales
(ejemplo: Sonatina de Prosas profanas o Lo fatal de Cantos de vida y esperanza). Reflejo de estos
sentimientos es la presencia de lo otoñal, de lo crepuscular, de la noche…
2. Escapismo: huye de la mediocridad evadiéndose en el tiempo y en el espacio. En el tiempo se
retrocede al pasado nacional, fuente de evocaciones históricas y legendarias, o al mundo sensual
de la mitología clásica. En el espacio es relevante el gusto por lo oriental y lo exótico. Descontento
con la realidad que se le ofrece, el poeta se refugia en otra, creada por él a su gusto, en escenarios
lejanos o inventados.
3. Cosmopolitismo: el deseo de evadirse, de buscar algo distinto determina el interés por viajar que
sintió no sólo Rubén Darío sino todos los modernistas (“Tuvimos que ser políglotas y cosmopolitas”,
decía el poeta). El cosmopolitismo desembocó en la devoción por París, ciudad que representa el
mundo al que aspiraban, su vida nocturna, los cabarets, la bohemia,…
4. El amor y el erotismo: el tratamiento de ambos apunta en dos direcciones: una, la idealización
del amor y de la mujer, mundo inalcanzable que sume al poeta en la más profunda insatisfacción y
tristeza; otra, el erotismo desenfrenado, encarnado en la mujer fatal, lasciva y dominadora.
Ejemplo de estos temas son textos como “Que el amor no admite cuerdas reflexiones” de Prosas
profanas, o “Venus” de Azul.

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5. El cultivo de temas indígenas e hispánicos convive con el afán cosmopolita. En un primer
momento cultiva esta temática –mitos y leyendas de las culturas precolombinas y española- como
forma de evasión de la realidad circundante, posteriormente como exaltación de lo hispano frente
al poder dominante de los Estados Unidos. Con sus Cantos de vida y esperanza, Rubén Darío exalta
lo español como un conjunto de valores humanos y culturales frente a la civilización yanqui.
b) Renovación estética:
Es precisamente en el PRECIOSISMO (o culto a la belleza de la palabra) donde muestra su ruptura
con la tradición anterior. Enriqueció enormemente el lenguaje poético mediante la utilización de
variados recursos:
. Recursos que aportan musicalidad: los recursos de repetición, pero sobre todo aliteraciones y
juegos fónicos variados. Con esta finalidad emplea de forma abundante:
 palabras esdrújulas.
 aliteraciones.
 repeticiones: anáforas, epíforas, paralelismos, quiasmos.

. Recursos que aluden a lo sensorial: la poesía se dirige directamente a los sentidos, de ahí la
utilización copiosa de:
 sinestesias (combinación de varios sentidos (“verso –oído- azul –vista-”).
 adjetivación y sustantivación referida al color, al sonido, al tacto,… a través de la cual se intenta
captar un mundo lleno de goce y belleza (“silla de oro”, “la princesa está pálida”).

. Riqueza verbal y capacidad de sugestión:


 las metáforas deslumbrantes y el adjetivo se convierten en recursos decisivos.
 léxico extraño, poco habitual: cultismos, neologismos, arcaísmos, palabras exóticas.

. El simbolismo. Utilizan símbolos para crear sensaciones y evocar lo inefable, las realidades que
están detrás de la apariencia de las cosas y que no se pueden expresar por procedimientos
racionales. El más importante: el cisne (belleza y majestuosidad)
c) Renovación métrica:
La obra de Rubén Darío es, desde el punto de vista métrico, la más variada y rica en lengua
castellana. A la vez que cultiva con acierto composiciones clásicas, introduce en ellas audaces
novedades, como el soneto de versos alejandrinos (14 sílabas).
Además de emplear versos hasta entonces prácticamente inexplorados como los de 15 y 17 sílabas,
Darío recupera el eneasílabo (9 sílabas).
En cuanto al MODERNISMO EN ESPAÑA, Manuel Reina, Salvador Rueda y Ricardo Gil pueden ser
considerados como precursores de esta nueva sensibilidad, Los modernistas españoles más
destacados son Francisco Villaespesa y Manuel Machado. También cultivaron esta tendencia, en
sus inicios poéticos, Antonio Machado (Soledades) y Juan Ramón Jiménez (etapa sensitiva: Almas
de violeta, Ninfeas, La soledad sonora…) El Modernismo español se caracterizó por una menor
brillantez externa –menos alardes formales- y un mayor predominio del intimismo.
Es preciso enfatizar también la importante incorporación de VOCES FEMENINAS al movimiento
modernista que van a modificar los derroteros de la poesía hispanoamericana, entre las que
destacan Delmira Agustini (1886-1914), María Eugenia Vaz Ferreira (1875-1924), Alfonsina Storni
(1892-1938), Juana de Ibarbourou (1892-1979) y Gabriela Mistral (1889-1957).

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DELMIRA AGUSTINI nació en Montevideo (Uruguay) el 24 de octubre
de 1886. La autora poseía un apasionado temperamento y escribía
en la soledad de la noche y guiada solo por su extraordinaria
intuición sobre pasiones o amores pecaminosos que, según sus
coetáneos, jamás había experimentado.
La sensualidad y la sexualidad inundan su estética poética, lo cual es
una novedad a efectos de la literatura femenina en el ámbito
hispánico. La reacción de sus coetáneos era, evidentemente, de
incredulidad y de suspicacia. Su vida y su personalidad están llenas de enigmas y contradicciones.
En su corta vida tuvo una terrible peripecia sentimental que provocó su trágica muerte a los 27
años de edad: su matrimonio con Enrique Reyes, la separación posterior y su asesinato a manos de
este. La poesía de Agustini ha sido valorada con frecuencia en relación con su peripecia vital y con
su trágico final, lo que ha oscurecido su valor literario.
Pese a su breve recorrido vital, Agustini ha dejado una obra sólida compuesta por diversas
producciones poéticas con alto dominio formal y un osado uso de la temática. La autora publica en
vida El libro blanco (Frágil) (1907), Los cantos de la mañana (1910) y Los cálices vacíos (1913), a los
cuales habría que añadir numerosos poemas dispersos publicados en revistas. El resto de sus obras
se publicaron tras su muerte: El rosario de Eros y Los astros del abismo, ambas de 1924, y
Correspondencia íntima, de 1969. Elogiada por Rubén Darío y por otros intelectuales del momento,
en ella la retórica modernista va dejando paso a una nueva visión del lenguaje erótico, la del deseo
femenino, que chocó con los códigos tradicionales de su entorno y que fue creando una escuela
entre las voces femeninas que retoman su legado.
En su primer poemario, El libro blanco (Frágil), imita imágenes como el viaje del poeta en busca de
inspiración; la presencia de musas, hadas y astrólogos que indican el camino; la inteligencia como el
valor supremo; las aves luminosas; y la estatua como metáfora del yo inquieto por el destino futuro
de la creación. Igualmente, también aparecen el exotismo y el evasionismo propios del
Modernismo. Si en la primera parte del libro se indaga acerca de los mecanismos de escritura y la
idealización del don artístico, la segunda parte del libro reivindica estéticamente el erotismo, la
libertad sexual y el placer en todos los órdenes, aunque sin alcanzar la maestría de Los cálices
vacíos. La última parte del libro muestra un cambio de tema y tono con respecto a las
composiciones previas, inaugurando la trayectoria del erotismo descarnado y de la retórica
amorosa.
En 1910 publica su segundo libro, Los cantos de la mañana. En este segundo volumen de poemas,
se da paso a un momento de ahondamiento y personalización más profundo, aunque mucho más
arriesgado, trágico y decadente también. Sigue imperando la técnica y la estética modernista,
aunque se presiente una mayor depuración de los elementos y un mayor atrevimiento formal y
simbólico. Así, nos enfrentamos a la mutación de símbolos como el de las aves luminosas y las
hadas en vampiros, estatuas misteriosas y serpientes seductoras, todas ellas rodeadas de un
ambiente fatalista, pasional e incluso satanista. La alteración de los modelos obedece a la
inconformidad de Agustini, quien trata de indagar en su propia subjetividad.
En 1913 publica su tercer libro de poemas, Los cálices vacíos, poemario más abiertamente erótico
que los anteriores. Los poemas resultaron especialmente escandalosos no sólo porque su autora
fuera una joven soltera sino también, y sobre todo, porque en ese momento se consideraba
impropio que la mujer fuera sujeto de deseo, es decir, podía ser únicamente objeto deseado. De allí
lo excepcional de sus versos: Delmira se apropia de elementos culturales de la época pero para

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perfilar un nuevo y complejo sujeto femenino, un sujeto que posee por sí mismo un erotismo
personal y diferente a aquel impuesto por la tradición literaria masculina. En pocas palabras,
subvierte imágenes y conceptos de la tradición modernista para hablar de sus experiencias como
mujer.
Lo novedoso en Agustini es que consigue a lo largo de su obra convertir la imagen femenina de
objeto artístico a sujeto poético. Se apropia del lenguaje modernista, de su imaginería, para escribir
desde el deseo femenino, es decir, por primera vez en Literatura la mujer se presentaba como
sujeto deseante, lleno de fuerza y sexualidad. En su obra poética se puede observar cómo se
contraponen imágenes propias de la clásica dicotomía tan recurrente en el ideario modernista
entre la mujer decente y angelical y la mujer que encarna la crueldad, la sensualidad perversa y la
posesión del espíritu por el cuerpo. Sin embargo, la autora subvierte esta dicotomía y añade
matices nuevos a las imágenes tradicionales.
Rasgos de su obra poética:
1. Evasionismo y onirismo
Agustini es modernista en la forma en que evade la realidad del mundo y acude a los sueños. Hasta
el erotismo de sus poemas no es realista, sino onírico y sobrehumano. A pesar de su refugio en el
mundo de los sueños, no renuncia a la realidad por completo. La realidad y el sueño se alternan.
2. Sensualidad
Con el erotismo de sus versos, Agustini invierte los roles tradicionales, adelantando el tópico de la
mujer como sujeto y el hombre como objeto de deseo. Este cambio de roles reaparece unos 70
años después, en el poema “Calvin Klein, underdrawers” de Ana Rossetti. Un ejemplo del erotismo
de Agustini es el poema "Visión", de Los cálices vacíos.
3. Yuxtaposición de calidades estéticas opuestas
Al lado de imágenes de belleza, a veces aparecen figuras poco poéticas. Por ejemplo en “Vida”,
de Cantos de la mañana dice: “Vengo a ti en mis heridas, como al vaso de bálsamos”. El vaso de
bálsamos no es lo que generalmente se considera una imagen poética.
4. Pesimismo, melancolía e insatisfacción
El mundo de la poesía de Agustini es tormentoso y oscuro. Un ejemplo es el poema "Lo inefable",
de Cantos de la mañana:
Yo muero extrañamente... No me mata la Vida,
no me mata la Muerte, no me mata el Amor;
muero de un pensamiento mudo como una herida...
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor
de un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida,
devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?
5. Idealismo
El yo lírico busca un hombre que supera lo humano, un amante ideal. Por ejemplo, en el poema
“Vida”, que ya citamos, aparece su erotismo y ese amante superhumano que le da todo y satisface
todas sus necesidades.

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