FOMENTO DE LECTURA
FOMENTO DE LECTURA
FOMENTO DE LECTURA
EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
DOI: http://dx.doi.org/10.15359/rb.38-1.3
Licencia: Creative Commons (BY-NC-SA) 4.0 Internacional
Resumen
El objetivo de este trabajo es demostrar el rol de la biblioteca pública como institución
social, a partir del caso de la Ley de Fomento para Lectura y el Libro en México. Primero,
se ahonda en la acepción de biblioteca pública como institución con funciones sociales,
a través de la exploración de conceptos aportados por organismos internacionales,
entes oficiales y académicos. Posteriormente, se revisan los hitos históricos en la
conformación de la biblioteca pública en México para comprender el porqué del estado
actual de las bibliotecas del país; se enuncian las legislaciones vigentes en materia de
biblioteca pública y se focaliza la discusión en la Ley de Fomento para la Lectura y el
Libro en relación con la biblioteca pública.
Abstract
The main goal of this paper is to demonstrate the role of the public library as a social
institution, based on the case of Reading and book promotion Law in Mexico. First,
review the meaning of public library as an institution with social functions, through the
exploration among the concepts contributed by international organizations, official and
academic entities. Then, the historical landmarks in the conformation of the public library
in Mexico are reviewed, in order to understand the current state of the libraries of the
country, just as the applicable law about public libraries and finally focus the discussion
is focused in Reading and book promotion law in Mexico.
Keywords: Public Library, Reading Promotion, Reading and Book Promotion Law,
México.
1
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
I. Introducción
El estudio del estado de la Biblioteca Pública como institución, más allá de las adscripciones
geográficas, adquiere relevancia en el contexto latinoamericano, porque es esta la institución
de orden público que goza de mayor reconocimiento social y la revisión crítica a su origen,
desarrollo y porvenir. Es, a la vez, una vía para detentar las características sociales de un
pueblo. En los párrafos subsiguientes se ahonda sobre las tres etapas mencionadas en el
contexto bibliotecario público mexicano, teniendo como eje principal la noción de Biblioteca
Pública como institución social.
Existe una multiplicidad de acepciones sobre la biblioteca pública de la que no pocos autores
han propuesto aproximaciones a una definición total como institución; sin embargo, lo único
permanente sobre la biblioteca pública es que siempre está evolucionando, pues debe
responder e ir al unísono de las necesidades sociales que se generan espontánea o
estructuralmente en el entorno social en el que se sitúa, así lo reafirma Shera (1949) al decir:
Cualquier intento por definer con precisión el término “biblioteca pública” genera
confusion, ya que la institución es en sí misma una mezcla de intereses, objetivos y
formas. El significado de ‘biblioteca pública’ cambia a medida que la institución depende
del impacto de los cambios sociales y económicos, así como adquiere diferentes
implicaciones y connotaciones con el paso del tiempo (1949, p. 157).
Por lo tanto, es fútil querer admitir una única y permanente definición para la biblioteca
pública; lo que sí es estable son sus funciones y características porque sin importar el
2
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
contexto, son estos dos elementos los que le dan identidad. Las principales características
de la biblioteca pública son dos: la primera es la accesibilidad, este rasgo es esencial a la
naturaleza de la institución de proveer “un acceso libre y sin límites al conocimiento, el
pensamiento, la cultura y la información” (IFLA/UNESCO, 1994). La accesibilidad puede
subdividirse en cinco tipos, a saber: social, todos sin distinción de sexo, raza, edad, género,
idioma, religión, condiciones físicas o educación pueden acceder a la biblioteca y sus
servicios; moral, no hay cabida a la censura de ninguna índole; física, la biblioteca debe
ofrecer condiciones de infraestructura para todo tipo de personas a fin de que no pueda
representar una barrera en el acceso; técnica, debe poseer herramientas y formación
suficiente para que los usuarios hagan uso óptimo de los servicios y programas y debe tener
accesibilidad intelectual; es decir, debe estar preparada para recibir y formar a la población
usuaria cualquiera que sea su nivel educativo/cognitivo.
Son los dos rasgos anteriores los que distinguen a la biblioteca pública entre las otras
tipologías bibliotecarias; por ejemplo, para la biblioteca universitaria, la misión es servir de
apoyo al currículo y a la comunidad universitaria, por lo que a diferencia de la biblioteca
pública puede negarse a dar servicio a personas externas a su comunidad e incluso
descartar solicitudes de información arguyendo que no está dentro del currículo académico.
En lo que respecta a las funciones de la biblioteca pública cabe aclarar que solo nos
remitiremos a aquellas de orden social, pues partimos de la premisa que se trata de una
institución social. La principal función social de la biblioteca pública es servir como fuente y
medio de acceso a la información registrada, abriendo posibilidades de transformación
individual y colectiva mediante la formación que da la biblioteca pública a sus usuarios con
fines de creación y consolidación de hábitos de lectura y, más actualmente, de instrucción
en habilidades informativas para la manipulación de las Tecnologías de la Información y la
Comunicación (TIC); este proceso condensa la gran función social de la biblioteca pública:
3
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
Ya en el plano estatal, las funciones sociales otorgadas a la biblioteca pública siguen siendo
excesivas en relación con el apoyo económico y político que perciben por parte del Estado,
especialmente en el precario sustento legislativo que se les da a las bibliotecas.
En el caso de América Latina las legislaciones sobre biblioteca pública son estrictas al definir
qué es la biblioteca pública, exigiendo un número mínimo de ejemplares y servicios de alta
calidad, al mismo tiempo que omiten dictar ordenanzas para asegurar y aumentar los
recursos financieros destinados a la biblioteca pública. Por ejemplo, en algunas legislaciones
nacionales como es el caso de Colombia, se exige un horario mínimo de operación a las
bibliotecas públicas de 40 horas (Flores et. al., 2011, p. 11), mientras que en otras
regulaciones como la mexicana, no se dicta ningún mínimo de horas de funcionamiento. En
suma, exigencias como la mencionada, no se encuentran equiparadas en la misma
4
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
legislación con alguna medida que la garantice, como bien podría ser el aseguramiento de
la formación continua del personal o incluso la obligatoriedad de designar a profesionales
del área bibliotecológica para dirigir las bibliotecas.
Desde el redil teórico latinoamericano sobre biblioteca pública, autores como Civallero
(2011), Jaramillo (2013) y Duque (2018) coinciden en que esta tiene como principal función
reducir la exclusión social y favorecer la participación ciudadana, esta afirmación tiene
sentido, porque en el contexto geográfico de análisis de los autores, existen casos
particulares en los que se comprobó que la presencia de la biblioteca pública en una
comunidad tuvo incidencia directa en la inclusión social de grupos minoritarios en dinámicas
comunitarias como juntas de acción local, clubes de lectura y espacios culturales. El caso
particular que más llama la atención se dio en Medellín, Antioquia (Colombia) y el estudio de
caso fue realizado por la Dra. Orlanda Jaramillo, quien comprobó que la permanencia y
operación de servicios y programas por parte del Parque Biblioteca España en el barrio
Santa Cruz de la ciudad de Medellín, favoreció la inmersión en dinámicas comunitarias de
grupos tanto excluidos como desplazados. Por lo tanto, existe un desbalance significativo
entre lo que esperan las instituciones y los estados de las bibliotecas públicas y los medios
que estas entidades le ofrecen a la biblioteca pública para dar cumplimiento a las
expectativas, pese a que existen casos documentados en los que la biblioteca pública
cumple un rol social muy destacado (Jaramillo, 2013).
5
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
La cultura escrita llegó a México por vías de la Conquista española al territorio mexicano en
el Siglo XVI, materializada en libros y difundida, especialmente, por las órdenes religiosas
que se emplazaron en el espacio conquistado. Gran parte de las bibliotecas que se
establecieron en el primer siglo de la Colonia en Nueva España, permanecieron cerradas al
público y servían casi exclusivamente a los integrantes de la comunidad religiosa, sin
embargo, se cuenta como la primera biblioteca pública a la Biblioteca Palafoxiana, fundada
en 1646 por el Obispo Juan de Palafox y Mendoza. El acervo de origen perteneció a su
fundador y el propósito era formar al clero y dar acceso a la colección a cualquiera que
quisiera conocerla, en esencia esta era una biblioteca pública porque no restringía el ingreso
bajo ningún criterio, pero considerando el alto nivel de analfabetismo y la lengua de los
textos, la prohibición estaba implícita, la comunidad de alfabetizados era mínima y muchos
de ellos no dominaban la lengua castellana o el latín, por lo tanto, no tenían los medios para
ingresar a la biblioteca y aunque se declarará pública no lo era a cabalidad (Zamora, 1994).
Desde inicios del siglo XIX y a lo largo del XX, el mundo a través de las instituciones y
organizaciones civiles ha contribuido a alcanzar niveles de alfabetización óptimos. Es vital
resaltar que, sin esta habilidad de decodificar el texto escrito, no serían factibles las funciones
sociales de la biblioteca pública, especialmente cuando la pretensión principal es fomentar
condiciones igualitarias en el acceso a los libros y la lectura.
6
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
cerrada la Universidad, por decisión del Emperador Maximiliano, la Biblioteca del Congreso
dio servicio a todos los estudiantes de la capital y los estados de la república en lugar de la
extinta biblioteca de la Real y Pontificia Universidad. En 1936 el Congreso de la Unión
formaliza la Biblioteca del H. Congreso de la Unión como biblioteca pública, teniendo así dos
bibliotecas: una pública y otra parlamentaria, situadas en edificios independientes.
En el Siglo XX la figura de José Vasconcelos fue crucial para la conformación actual de las
bibliotecas públicas, este prohombre propuso la creación de una Secretaria de Educación
Pública y en ella un Departamento de Bibliotecas. Las obras que emprendió Vasconcelos
como primer Secretario de Educación Pública (1921-1924) y luego rector de la Universidad
Nacional Autónoma de México (1920-1921) continúan teniendo repercusiones en la forma
en que se guían los procesos para la alfabetización y el fomento de la lectura en el país,
siguen siendo concebidas, por muchos, como prácticas educativas y sociales que
enmarcadas en la escuela y la biblioteca contribuyen a la transformación social y dan
sustrato a la idea de que la educación debe ser la principal empresa del Estado (Ocampo,
2005), tal era la importancia otorgada por Vasconcelos (1998) a las bibliotecas que en El
Desastre escribe:
La creación de un Departamento especial de Bibliotecas era una necesidad
permanente, porque el país vive sin servicio de lectura y sólo el Estado puede crearlos
y mantenerlos como un complemento de la escuela: la escuela del adulto y también del
joven que no puede inscribirse en la secundaria y la profesional […] También desde la
escuela primaria operan juntos los tres departamentos encargados cada uno de su
función: las ciencias enseñadas por la escuela propiamente dicha, la gimnasia, el canto
y el dibujo a cargo de especialistas y no del mismo maestro normal, y la Biblioteca al
servicio de todos, en sus diversos departamentos: infantil, técnico, literario, etc. (p. 60-
61)
Así queda por entendido que para Vasconcelos el papel de la biblioteca era de apoyo a la
escuela, particularmente para la población adulta que no tenía acceso a la educación
profesional y para aquellos que se encontraban en el nivel más elemental de instrucción;
cabe destacar que fue el Mecenas de la Cultura el primero en concebir las labores
bibliotecarias por departamentos o áreas para segmentar, no solo el trabajo del bibliotecario,
sino como una visión diferenciada de los diferentes campos de acción de la biblioteca pública
7
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
En esta ley expedida en 2008, con modificaciones del año en curso, continua y fortalece la
relación antes mencionada por Vasconcelos en el Desastre, por lo que sugerir que la
vigencia de sus ideas se mantiene hasta los días presentes no es exagerada, la estela de
su trabajo se refleja en las iniciativas actuales. En esta misma Ley también se acepta la
necesidad de dirigir los esfuerzos segmentando la población de acuerdo con sus intereses
con la intención de asegurar un acceso igualitario, abierto y público a los programas para el
fomento de la lectura, por ende, de acceso al libro a toda la población: garantizar la existencia
de materiales escritos que respondan a los distintos intereses de los usuarios de la red
nacional de bibliotecas públicas y los programas dirigidos a fomentar la lectura en la
población abierta (Art. 11, IV).
Una de las estrategias promovidas por Vasconcelos y su grupo con miras a la alfabetización,
la promoción de la cultura escrita y el fomento de la lectura fue El Libro y El Pueblo, esta
publicación acercó –incluso después de su retiro como Secretario de Educación Pública- a
población mexicana a la obra de valiosos escritores del país y difundió material para la
formación de maestros y bibliotecarios a través de otra renombrada publicación, El Maestro
Rural.
8
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
Los pasos dados por Vasconcelos y su equipo en materia de bibliotecas públicas, bibliotecas
escolares, alfabetización y fomento a la lectura fueron la punta de lanza para que en cada
gobierno se le concediera a la biblioteca pública un espacio inamovible en la agenda
gubernamental, así lo ejemplifica el rol llevado a cabo por María Teresa Chávez, impulsora
de la literatura infantil, el fomento de la lectura con niños y pionera en la formación de
bibliotecarios. Más avanzado el siglo XX emergen figuras notables como Ana María Magolini
de Bustamante quien dirigió el establecimiento y operación de la Red Nacional de Bibliotecas
Públicas de México, dejando cubierto el 88% de los municipios del país al final de su gestión,
durante la que además aumentó el acervo total (catalogado y clasificado) de las bibliotecas
públicas de 1,332,000 a 30,142,633 (Morales, 2001).
9
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
La normativa mexicana para las bibliotecas públicas es cuantiosa porque las hay de
aplicabilidad nacional como la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro o la Ley General de
Bibliotecas, como también existen regulaciones restringidas a las ciudades, tal es el caso de
la Ley de Bibliotecas del Distrito Federal o los compendios correspondientes a los estados,
por ejemplo: Ley de bibliotecas del Estado de Jalisco, Ley del libro y las bibliotecas del
Estado de Durango, entre otras, contando además, con regulaciones menores como
decretos y reglamentos que se viabilizan a las normas superiores.
La Ley de Fomento para la Lectura y el Libro fue promulgada el 23 de julio de 2008 por el
presidente Felipe Calderón, esta norma surgió como parte de una discusión que se extendió
durante varias legislaturas del Congreso sobre regulaciones relativas al libro, por ende, a la
lectura. El antecedente inmediato de la Ley de Fomento es la Ley del libro aprobada en 2000,
aunque nunca entró en vigor puesto que no se conformó el Consejo Técnico que expediría
el reglamento (Rodríguez, 2008).
Sin embargo, la historia de la Ley de Fomento va más atrás de la mencionada Ley de Libro
aprobada en 2000; en la LVI legislatura del Congreso de la Unión, la diputada Margarita
Villanueva Ramírez presentó ante la Cámara de Diputados una iniciativa de ley que sirviera
para fomentar el consumo de libros entre la población, apoyándose en el descenso en ventas
de libros, pese al vertiginoso aumento poblacional, es decir, aunque la población aumentaba,
la producción y compra de libros disminuía, el argumento que presentó Villanueva Ramírez
era contundente, sin embargo, no llegó a materializarse durante la LVI legislatura, pero sentó
un precedente para las legislaturas siguientes.
10
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
La Ley de Fomento contiene los siguientes puntos neurálgicos en relación con las funciones
sociales de la biblioteca pública: la obligación de la Secretaria de Educación Pública en la
dotación de acervos para las bibliotecas de aula y escolares, como forma para asegurar la
subsistencia de esa tipología bibliotecaria; ordena el establecimiento del Consejo Nacional
de Fomento para el Libro y la Lectura, estamento encargado de crear y vigilar el reglamento
de funcionamiento; dictamina la creación de espacios para la concertación entre los
diferentes actores de la cadena de producción y divulgación del libro, a saber, autores,
editores, impresores, papeleros, distribuidores, libreros y bibliotecarios, inclusive los
lectores, y finalmente, establece el precio único o regulación comercial como forma de
asegurar un acceso igualitario al libro.
11
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
independientes. Si una y otra no se articulan, nuestro proceso será muy lento” (OEI y
Secretaria de Educación Pública, 2010, p. 7).
12
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
hecho de que en los estados se duplica la legislación, porque la mayoría de los estados
tienen leyes y decretos propios para controlar la función de las bibliotecas públicas.
13
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
En términos generales, la percepción sobre el impacto del precio único en el mercado librario
es positiva, pero personajes de la industria editorial como Anaya Rosique consideran que:
[…] la ley tiene criterios para el fomento de librerías y eso es algo que nos hace falta.
Hablamos del mercado del libro, de poner precio único al libro durante un periodo
determinado para que haya una competencia sobre bibliodiversidad, sobre calidad y
contenidos más que sobre descuentos, pero falta hablar de librerías” (Aguilar, 2017).
14
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
pronunciamientos por parte de esta organización sobre el impacto del precio único en la
adquisición de material bibliográfico.
México comparte con los países de la región la intención de aumentar sus lectores, partiendo
de la idea de que el hábito lector actual es pobre en calidad y cantidad, por lo que un primer
paso para tener una nación de lectores es crear, emitir y vigilar normas que fomenten la
lectura y creen condiciones educativas, económicas, culturales y sociales para los
organismos e instituciones que enarbolan la bandera de la lectura como la escuela, la
biblioteca y la industria editorial, por supuesto, cada una con propósitos y medios diferentes,
por ello una Ley con intenciones ecuménicas es de doble filo, a la larga podría favorecer a
algún actor o entidad sobre otra y no cumplir el objeto inicial.
V. A modo de cierre
La Ley de Fomento para la Lectura y el Libro está dirigida con mayor fuerza al mercado
editorial, de ahí que los puntos más controversiales son aquellos que afectan al mercado de
producción y compra del libro, dejando a un lado el aspecto de fomento a la lectura, porque
la premisa de que al tener mejores y más vías de acceso al libro va a aumentar el hábito
lector es una imprecisión y no existen casos de orden nacional o regional que puedan dar
prueba de ello.
En sentido estricto la Ley sí estimula la compra de libros, que según las estadísticas de la
Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM) entre 2011 y 2015 ha ido en
aumento y las regresiones que ha tenido entre años no han sido altas, esto puede significar
que sí ha habido un correcto estímulo en el mercado para aumentar la demanda libraria por
parte del público y las instituciones (ver las estadísticas en
http://www.caniem.com/content/actividad-editorial); sin embargo, no hay un método para
contrastar las cifras de compra con el aumento cuantitativo y cualitativo de las prácticas
lectoras de los ciudadanos mexicanos en relación con su uso de las colecciones y
participación en los servicios que ofrecen las bibliotecas públicas del país.
15
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
fomento a la lectura sugiere, por tanto, que debería considerar y dictaminar artículos que
contribuyan directamente al mejoramiento de las condiciones de operación y mantenimiento
de las bibliotecas públicas mexicanas, porque son estas las que ofrecen el acceso
democrático e igualitario a los ciudadanos que no tienen el poder adquisitivo, las condiciones
sociales, educativas y culturales para acceder al libro y la lectura.
Los esfuerzos de la Ley deben dirigirse así a fortalecer el mercado editorial, pero debe
hacerse reconociendo que la democratización del libro trasciende al aspecto comercial y
requiere del desarrollo de estrategias educativas y culturales que se asemejen al servicio
nacional de lectura que sugería Vasconcelos, como prioridad de la educación pública
brindada a través de la escuela y la biblioteca, es probable que de esta manera se logre
posicionar a la lectura y el libro como formas de ver, estar y participar del mundo.
Aguilar, Y. (2017). Urge reformar la Ley de Fomento para la Lectura: expertos. El Universal.
Recuperado de https://www.eluniversal.com.mx/cultura/letras/urge-reformar-la-ley-
de-fomento-para-la-lectura-expertos
Bravo, B. (2008). Los libros y los lectores en la biblioteca pública de la Catedral de México
(1804-1867). Biblioteca Universitaria, 11(2). Recuperado de
http://revistas.unam.mx/index.php/rbu/article/view/24641/23112
16
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
17
Bibliotecas. Vol. 38, N° 1, enero - junio, 2020. EISSN: 1659-3286
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index
Rodríguez, F. (2008). Una década de debate: la Ley para el fomento de la lectura y el libro
en México en perspectiva comparada. Espacios Públicos, 11 (23). Recuperado de
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=67611217012
Shera, J. (1949). Foundation of the public library. Chicago: University Chicago Press.
Vasconcelos, J. (1998). El desastre. México: Editorial Trillas.
18