9. Entretenimientos y Recreaciones
9. Entretenimientos y Recreaciones
9. Entretenimientos y Recreaciones
Y
RECREACIONES
Recopilación de
documentos orientadores
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INTRODUCCIÓN
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DEPORTES EN COLEGIOS ADVENTISTAS SECUNDARIOS Y SUPERIORES
Esto está en plena armonía con los consejos escritos en 1868, que aparecen en el primer
volumen de Testimonies for the Church. El capítulo titulado "Recreación para los
Cristianos" comienza con las palabras:
“Me fue mostrado que los guardadores del sábado como pueblo, trabajan
demasiado duramente, sin permitirse a sí mismos un cambio o períodos de
descanso. La recreación es necesaria para aquellos que están ocupados en trabajo
físico, y es mucho más esencial aún para aquellos cuyo trabajo es mayormente
mental. No es esencial para nuestra salvación, ni para la gloria de Dios, que
mantengamos la mente trabajando constante y excesivamente, aunque ello fuera
sobre temas religiosos”. (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 450).
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Al introducir el tema de la recreación, la Hna. White dice muy claramente que es deber de
los cristianos hacer provisión para una recreación adecuada. En su artículo básico acerca
del tema de la educación, escrito en 1872, que aparece en Testimonies for the Church, Vol.
3, p. 131-160, establece claramente que el programa escolar adventista del séptimo día
debiera estar bien repartido entre actividades mentales y físicas. Hay tres razones para
esto. La actividad física producirá un buen desarrollo físico, lo que es esencial. Es el medio
de preparar a los jóvenes para las cosas prácticas de la vida, por cuanto debieran ocuparse
en diversas industrias u oficios en relación con el programa escolar. También es un medio
de protección contra la inmoralidad, porque un programa constante de estudio sin
ejercicios físicos adecuados pone el fundamento para prácticas inmorales.
De este modo en una fecha temprana, la iglesia tuvo ante sí el ideal. Un programa
educativo bien equilibrado entre actividades mentales y físicas, a ser seguido en todos
nuestros colegios.
Elena G. de White sufrió un gran chasco cuando se enteró que los hermanos habían
escogido un sitio reducido en la ciudad de Battle Creek para nuestro primer colegio. La
visión que se le había dado era de un colegio en el campo, con industrias y agricultura, un
colegio alejado de las diversiones y tentaciones de la vida urbana, un colegio donde se
fomentara el aspecto práctico de la educación. De tal lugar habrían de salir jóvenes
preparados para la vida en un mundo que se hunde en la condenación, preparados para el
servicio en la proclamación del mensaje del regreso de Jesús. Ella se quebrantó y lloró
cuando captó la situación que se daba en Battle Creek, con un colegio en el centro de la
ciudad.
Al desarrollarse un programa de deportes en los colegios del mundo, también se
desarrolló en nuestro colegio de Battle Creek. Teníamos nuestros equipos de fútbol, de
béisbol y de baloncesto, hasta había boxeo. Los jóvenes adventistas del séptimo día con su
ambiente de vida saludable y sus vidas libres del alcohol y el tabaco se desempeñaban
muy bien. Pero no pasó mucho tiempo hasta que los partidos con otros equipos de la
ciudad, y de otras ciudades, llevaron a una gran excitación. Los intereses de gran parte del
grupo de alumnos comenzaron a alejarse del objetivo de asegurarse de que cada esfuerzo
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condujera hacia una preparación adecuada para el servicio, para dar lugar al cultivo de la
excitación y el placer. Si se hubiese permitido la continuación de este programa sin ser
detenido por mensajes del Señor, nuestro programa educativo habría sufrido grandes
perjuicios por el programa de deportes que se había comenzado a fomentar entre
nosotros.
Fue en este contexto que Elena G. de White comenzó a hacer oír una voz de advertencia,
mencionando en forma específica ciertos juegos. Mencionó el fútbol, el béisbol y el boxeo.
Un mensaje así fue escrito al director del Colegio de Battle Creek a principios de 1893
enfocando la situación. Se habían celebrado reuniones de reavivamiento por ese tiempo,
en las cuales el Espíritu del Señor fue derramado en una forma especial. La Sra. de White
escribió en esta carta.
“Cuando los alumnos del colegio se entregaron a sus juegos de competencias y al
fútbol, cuando se dejaron absorber por las diversiones, Satanás vio propicia la
oportunidad para introducirse y dejar sin efecto al Espíritu Santo de Dios que
quiere modelar y usar a los ser humanos. Si con independencia moral, todos los
profesores sin excepción hubiesen cumplido con su deber, si hubiesen
comprendido su responsabilidad, si hubieran usado la capacidad que Dios les había
dado de acuerdo con la santificación del espíritu mediante el amor a la verdad,
habrían tenido vigor espiritual y luz divina para avanzar más y más, y subir por la
escalera del progreso que se extiende en dirección al cielo. Es evidente que no
apreciaron la luz, no caminaron en ella ni siguieron a la luz del mundo.
Es fácil alejar la influencia del Espíritu Santo mediante la pereza, la conversación y
el juego. Caminar en la luz significa mantenerse avanzando en la dirección de la luz.
Si uno que fue bendecido se vuelve descuidado y desatento, y no vela en oración,
si no exalta la cruz y lleva el yugo de Cristo, si su amor por las diversiones y su lucha
por la supremacía absorben sus facultades o capacidades, entonces Dios no es lo
primero y lo último en todas las cosas y Satanás se presenta para desempeñar su
papel mucho más decididamente que ellos, y puede urdir profundas estratagemas
para la ruina del alma...". (Mensajes Selectos, Vol. 1, p. 152,153).
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Aproximadamente por esta época un estudiante de medicina de Michigan, escribió a la
Hna. White, quien se encontraba en Australia, preguntándole acerca de varios asuntos. En
su carta de respuesta, la Hna. White se refirió al asunto de los deportes en el Colegio de
Battle Creek. Al hacerlo estableció claramente los principios involucrados. Aprecio mucho
esta declaración porque nos ayuda a ver las verdaderas razones de ciertos consejos que
han sido dados. Hallará parte de esta comunicación, que trata de los puntos esenciales, en
El Hogar Cristiano. A causa de su relación vital con el tema la citamos a continuación.
“No condeno el ejercicio sencillo del juego de pelota; pero aun esto, con toda su
sencillez, puede ser llevado a la exageración. Siempre temo el casi seguro resultado
que sigue a estas diversiones. Provoca un desembolso de recursos que debieran
dedicarse a comunicar la luz de la verdad a las almas que están pereciendo lejos de
Cristo. Las diversiones y el despilfarro de recursos para agradarse a sí mismo, que
conducen paso a paso a la glorificación propia, y el adiestramiento en estos juegos
por placer desarrollan una pasión por tales cosas, que no favorece el
perfeccionamiento del carácter cristiano”. (El Hogar Cristiano, p. 453)
La manera en que se las ha dirigido en el colegio no lleva el sello del cielo. No fortalece el
intelecto. No refina ni purifica el carácter. Hay actividades que llevan a costumbres y
prácticas mundanales, y quienes participan en ellas quedan tan embargados e infatuados
que en el cielo se los declara amadores de placeres más que de Dios. En vez de quedar con
el intelecto fortalecido para ser mejores estudiantes, en vez de estar mejor preparados
como cristianos para cumplir con sus deberes de tales, al ejercitarse en esos juegos llenan
sus cerebros de pensamientos que los desvían de sus estudios...
“¿Se procura sinceramente glorificar a Dios en estos juegos? Sé que no es éste el
caso. Se pierde de vista el camino de Dios y su propósito. En este tiempo de gracia,
la ocupación de ciertos seres inteligentes es invalidar la voluntad que Dios ha
revelado, y poner en su lugar las especulaciones e inventos del agente humano, al
lado del cual está Satanás para infundirle su espíritu... El Señor Dios del cielo
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protesta contra la ardiente pasión que se ha cultivado por la supremacía en los
juegos esclavizadores”. (El Hogar Cristiano, p. 453, 454).
La declaración de la Hna. White cuando dice, "No condeno el ejercicio sencillo del juego
de pelota", debiera notarse cuidadosamente. En otras palabras, no había nada
inherentemente malo en un juego en que se usa una pelota.
Pero después de hacerse esta declaración expone los peligros de un programa de
deportes. Escribe acerca del gasto fuera de proporción de tiempo y de dinero, acerca de la
glorificación de los jugadores, y el fomento del amor a los placeres, al punto que se
registra en los libros del cielo que son "amadores de los placeres más que de Dios".
La Sra. White sigue diciendo, "La manera en que se las ha dirigido en el colegio no lleva el
sello del cielo". (El Hogar Cristiano, p. 453). Creo que esta frase dice bastante. Ella escribe,
por supuesto, acerca de diversiones y juegos en el colegio de Battle Creek.
No hay duda de que la recreación es esencial, pero tal como la veía Elena G. de White, a
medida que los jóvenes avanzan en edad, esta recreación podía hallarse en alguna
ocupación útil que rindiese algo de provecho. Había distintos tipos de actividad misionera
que proporcionarían verdadera recreación. Este es el ideal que se pone frente a nosotros.
“Pueden planearse ejercicios saludables que resultarán beneficiosos para el alma y
el cuerpo. Hay una gran obra que debe llevarse a cabo y es indispensable que cada
persona responsable se eduque a sí misma para efectuar esta obra en forma
aceptable para Dios. Hay muchas cosas que todos deben aprender, y no puede
inventarse un empleo mejor para el cerebro, los huesos y los músculos, que
aceptar la sabiduría de Dios que ordena hacer el bien, y adoptar algún plan
humano para aliviar los males existentes en esta época licenciosa y extravagante.
Tenemos el deber de tratar de utilizar bien en todo momento los músculos y el
cerebro que Dios ha dado a la juventud, a fin de que sean útiles para otros
alivianando sus tareas, consolando a los afligidos, reconfortando a los
desanimados, reanimando a los desesperanzados, y apartando las mentes de los
estudiantes de la diversión y las travesuras, las que a menudo les hacen perder la
dignidad de la virilidad y de la femineidad para cubrirlos de vergüenza y desgracia.
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El Señor quiere que la mente se eleve y que busque medios superiores y más
nobles de ser útiles”. Notebook Leaflets, Vol. 1, Nº 30. (Mensajes Selectos, t. 2, p.
373)
Es evidente que el énfasis de Elena G. de White recae sobre la labor útil. Esta es una de las
razones por las cuales nuestros colegios han sido ubicados en el campo, donde hay
oportunidades para las industrias y la agricultura. Este fue uno de los factores
motivadores en el establecimiento de nuestro colegio en Cooranbong, Australia, a unos
120 kilómetros al norte de la ciudad de Sidney. La Hna. White tomo una parte activa en el
establecimiento de este colegio. Mientras ella estuvo allí colaborando en esta obra,
recibió muchas visiones, que revelaban más plenamente los principios que deben
gobernarnos en la operación de nuestros colegios.
La experiencia en Avondale
Fue en el contexto del recientemente establecido colegio de Avondale cuando se dieron
notables consejos acerca del asunto de los deportes. Podemos hallarlos en Consejos para
Maestros, p. 266-271. Aquí nuevamente debe leerse todo el contenido para comprender
los principios fundamentales. Australia es un país amante de los deportes. Tal vez creamos
que los americanos son locos por los deportes, pero esta situación se ve aún más
intensificada en Australia. Hay tres mil canchas de tenis en la ciudad de Sidney. Cuando
Mark Twain visitó a Australia y observó el amor de la gente hacia los deportes, exclamó,
"Reposada Australia, donde cada día es feriado; y cuando no es feriado, hay una carrera
de caballos."
Esto tal vez nos ayude en cierto sentido a ver hasta qué grado se han ocupado los
australianos en los deportes. Elena G. de White vio claramente que si los adventistas del
séptimo día habían de realizar la obra que deben hacer, nuestros colegios debían ubicarse
lejos de las ciudades, donde los muchos feriados hiciesen menos impacto, donde
estuviesen alejados de la excitación del programa de deportes y de las carreras.
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Nuestro colegio fue ubicado en el campo, en una parcela de unas 750 hectáreas de tierra.
En los años tempranos de la obra, construíamos todos nuestros edificios. Había amplias
oportunidades para que todos los estudiantes colaborasen en el trabajo. Era difícil hallar
manos para realizar todo lo necesario en la edificación y en la chacra. Gran parte de los
estudiantes provenían de familias de limitados recursos financieros. Era con gran
dificultad como podían reunir suficientes fondos para mantener en marcha el colegio y
conservar a los jóvenes en el colegio cuando sus padres tenían muy poco para enviarles
como apoyo financiero. Existía un buen espíritu en el colegio. Los diversos renglones de
empleo ofrecidos por el colegio daban recreación a los jóvenes. Había un programa de
estudio y trabajo.
Elena G. de White sentía que con la bendición del Señor se había logrado apartar a los
jóvenes de las seducciones y distracciones del mundo. Al hablar de esto en un congreso de
Unión, en 1899, dijo:
“Queremos alejar a los alumnos de la atmósfera contaminada de la ciudad. No
quiere esto decir que Satanás no esté aquí. Está aquí, pero estamos haciendo todo
lo posible para colocar a los alumnos en las mejores circunstancias, a fin de que
puedan fijar sus ojos en Cristo. En el campo no se hallan próximos a la tentación de
las carreras de caballos y partidos de cricket. Cierta vez vi en Sidney una gran
multitud en una de las calles. Centenares y centenares, y hasta podría decir miles,
se hallaban reunidos. '¿Qué sucede?' pregunté. 'Es por el partido de cricket, y otros
los observaban, Satanás jugaba el juego de la vida por sus almas. Por lo tanto
decidimos ubicar nuestro colegio donde los estudiantes no viesen ni partidos de
cricket ni carreras de caballos. Estamos donde Dios quiere que estemos, y se han
producido muchas conversiones en este colegio". (Australasian Union Conference
Record, 26 de Julio de 1899).
Pero llegó un día no muchos meses después cuando, en 1900, se vieron frente a un
feriado. Sin dar la debida consideración a los extensos efectos de ciertas actividades, el
personal del colegio, mayormente obreros de Norteamérica, hicieron planes para que,
después de una reunión durante la mañana en la cual la hna. White había de dirigir la
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palabra a los estudiantes, se dedicara la tarde a juegos. Algunos de estos juegos eran de
un carácter tal que creaban en el corazón de estos jóvenes el amor al placer y la
concentración en los deportes, y el programa de la tarde se dedicó a actividades y juegos.
En estas circunstancias se dio el consejo que se halla registrado en Consejos para los
Maestros, pp. 266-271.
Estos consejos han inducido a algunos a sentir que es pecaminoso dedicarse a juego
alguno, especialmente juegos en los cuales se usa una pelota. Una lectura cuidadosa de la
declaración de la hna. White a la luz de los principios expuestos en la carta a aquel joven,
según se los presenta en El Hogar Adventista, deja ver claramente que tal no es el caso. El
punto en discusión es algo más grande y profundo y de mayor alcance; la promoción del
amor al placer, que tan fácilmente desplaza el amor a Dios. Es el dedicarse a actividades
que en sí mismas pueden ser inocentes pero que pueden en su exceso llegar a ser
idolatría.
A la luz de estos principios, veo claramente una diferencia definida entre un día de
recreación en el cual se participe en ciertos juegos, y el desarrollo de equipos bien
entrenados en nuestros colegios secundarios o superiores para dedicarse a un programa
de deportes. Cuando un grupo de jóvenes cristianos, o miembros de una iglesia o
empleados de una institución, se reúnen para un día de recreación, pueden jugar ciertos
juegos. No hay en esos casos período de entrenamiento ni gran gasto de medios. Unas
pocas horas pasadas juntos, se acaban los juegos, y el día proporcionó recreación. Cuán
distinto es esto de un programa en el que los jóvenes pueden sentirse llamados a dedicar
horas al entrenamiento día tras día, en que se glorifica a ciertos jugadores, y en que unos
pocos jóvenes son los que obtienen el ejercicio mientras que los otros están de
espectadores y solamente gritan. Esto no es verdadera recreación. La diferencia es obvia.
Y aquí llegamos al asunto de los deportes intercolegiales. Cuando los equipos de deportes
de un colegio contra los equipos deportivos de otro colegio, los problemas que pueden
surgir en un grado limitado en una institución se intensifica en gran manera. El gran tema
de interés durante semanas de anticipación es el partido a jugarse. El tema de
conversación e interés después del partido, es acerca del partido jugado. Esto promueve
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una excitación y un amor hacia el placer que apartan a nuestros jóvenes de un mundo
enfermo que está deslizándose a su condenación. Por esta razón no se han fomentado los
deportes intercolegiales en nuestras instituciones adventistas del séptimo día. Al examinar
los frutos que ofrecen estas actividades, hallamos que no alcanzan a aquello que en
nuestro corazón comprendemos es lo mejor, y que el Espíritu de Profecía nos ha
presentado como lo mejor.
El año pasado, en Australia Occidental, conversé con uno de nuestros médicos que habían
estado cuando joven en el colegio en ocasión de esta experiencia en Avondale. Me dijo
que a la luz de los consejos de la hna. White, él y otro joven se reunieron para estudiar lo
que podían hacer para ayudar a los que los rodeaban. Hallaron que había muchas cosas
que podían hacer que proveían recreación y proporcionaban esa experiencia alentadora
para el alma que ofrece el servicio cristiano. En poco tiempo comprendieron el valor de los
consejos de la hna. White, que señalan las ventajas de hallar recreación en actividades
que fortalecen el carácter además del cuerpo.
Comprendo que a medida que crecen nuestros colegios, es más difícil cumplir con el ideal
de Dios de un programa de trabajo y estudio. Es más difícil para los jóvenes hallar
actividades que proporcionen remuneración en el ambiente del colegio. Pero ¿no habría
todavía muchas actividades que podrían proporcionar algo valioso para el beneficio
general del alumnado y el colegio, aun cuando no reportasen remuneración financiera?
Reconozco el lugar del gimnasio en el campus del colegio, así como lo hizo Elena G. de
White. Ella destaca que, "Los ejercicios gimnásticos son útiles en muchas escuelas," La
Educación, p. 205; pero sigue recalcando que la recreación más beneficiosa y total se halla
en el trabajo productivo. ¿No debiéramos esforzarnos siempre por lograr esto? Cuando
nos dedicamos a los diversos juegos en el colegio o en el gimnasio ¿no debiéramos
esforzarnos para que la actividad sea tal que constituya verdadera recreación, que no nos
desvíe de nuestra experiencia espiritual ni de nuestros logros mentales en el colegio?
Que nuestros jóvenes se hagan estas preguntas: ¿Por qué estudiamos en una academia o
colegio cristiano? ¿Cuáles son nuestros objetivos? ¿Contribuyen todas nuestras
actividades a estos objetivos? Me siento confiado de que nuestros alumnos
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experimentarán ricas bendiciones del Señor en la medida en que evalúen este asunto
desde el punto de vista de los principios básicos.
Aquellos que deseen estudiar con mayor extensión las declaraciones de Elena G. de White
referentes a la recreación hallarán interesante material en los siguientes libros: La
Educación, pp. 203-218; Consejos para Maestros, pp. 244-266; una sección entera se
dedica a la recreación en El Hogar Adventista, pp. 447-478. En estos libros se nos
muestran claramente los principios involucrados.
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ELENA G. DE WHITE Y LOS DEPORTES COMPETITIVOS
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maldición que podría recaer sobre alguien que estuviera en una condición tal”.
(Consejos sobre la Salud, p. 196).
Estoy seguro de que no hay discusión posible sobre este punto; la peor situación es la
inactividad ¿Cuál será, entonces, la mejor situación?
"En general", nos dice Elena de White, "el ejercicio más benéfico para la juventud
es el trabajo útil. El niño halla en el juego a la vez diversión y desarrollo, y sus
deportes deberían ser de tal naturaleza que promovieran no sólo su crecimiento
físico, sino también el mental y el espiritual. Cuando aumentan su fuerza y su
inteligencia, su mejor recreación la encontrará en algún esfuerzo útil”. (La
Educación, p. 215).
En lugar de diversiones que solamente entretienen, Elena G. de White nos dice que "el
Señor ha declarado que para ellos la mejor manera... [para los alumnos] de obtener
ejercicio físico es por medio del adiestramiento manual, y permitiendo que el empleo útil
reemplace el placer egoísta". Consejos para Maestros, p. 338.
Entiendo bien que un consejo así suena en nuestros oídos como un sonido extraño. Pero
debemos resistir la tentación de desestimar estos consejos. Cuando examinamos los
peligros de los deportes atléticos, muchos de nosotros, si somos sinceros al respecto,
descubriremos que nosotros mismos somos víctimas de muchos de los peligros de los que
tan noblemente tratamos de proteger a la juventud. Deberíamos ser suficientemente
honestos como para reconocer que en esta situación nuestros propios gustos y deseos
pueden fácilmente pervertir nuestro juicio y receptividad al mensaje que el Espíritu de
Dios quiere transmitirnos.
Cuando Elena G. de White nos dice que "tanto como sea posible, toda escuela debería
disponer de medios para proporcionar una educación manual" (La Educación, p. 217), nos
sentimos tentados a poner el énfasis sobre la frase condicionadora y decidimos que eso es
imposible.
Y cuando ella continúa puntualizando que "esa educación reemplazará en gran medida al
gimnasio con el beneficio adicional de constituir una valiosa disciplina", entonces nos
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aferramos con todas nuestras fuerzas de la frase condicionadora, ¡"Tanto como sea
posible"! ¿Deberíamos realmente reaccionar así?
¿No debiéramos más bien estar pensando en los medios de hacer que la sierra, el martillo,
la llave, el rastrillo y la azada estén en mejores condiciones de competir con la raqueta de
tenis o el bate de béisbol? Yo soy el primero en reconocer que realmente gozaba de mis
horas en la cancha de tenis en el colegio, pero recientemente he tenido la oportunidad de
cuestionar la sabiduría de quienes me fueron orientando en mi progreso académico y me
llevaron hasta la graduación sin saber cómo reemplazar la plomería del baño.
Sin lugar a dudas nos suena algo extraño que Elena G. de White diga que "se debería
disponer de jardines, talleres y salas de tratamiento" en nuestras escuelas (Ibid., p. 218).
Pero ¿no es lastimoso que alguien haya estudiado en el colegio y tenga tres años de
estudios de posgrado y casi no pueda conseguir que en el fondo de su casa crezcan los
rabanitos?
Elena G. de White dice que "al hacer planes para el cultivo de las plantas, el maestro
debería esforzarse por despertar interés en el embellecimiento de la propiedad escolar y
del aula." (Ibid., p. 212), pero no considera esto como un trabajo penoso que el alumno
deba realizar para ganar algo de dinero que se acredite en su cuenta. Visualiza a maestros
y alumnos trabajando juntos en estos proyectos; planificando y desarrollando gustos,
aptitudes e intereses nuevos y útiles.
Bueno, debo confesar que trabajé con la tierra en mis años de estudios secundarios.
Planté interminables líneas de pimientos y tomates bajo el sol calcinante de California.
Pero por alguna razón, raramente tuve la compañía de algún maestro allí afuera conmigo,
hablándome, enseñándome y compartiendo o planeando conmigo. "El sacrificio que se le
pide al maestro es grande", dice Elena G. de White, "pero, si lo hiciera, cosecharía una rica
recompensa." (Loc. cit.)
Creo más bien que hubiera cosechado una rica recompensa a la par, no solamente por el
compañerismo del maestro sino también de la oportunidad de aprender algo acerca de la
tierra y las plantas sobre las cuales estaba transpirando. ¿Cómo pude haber pasado por
dieciocho años de educación adventista sin saber cómo mantener un césped vigoroso?
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No pretendo apartarme de los consejos de Elena G. de White. Solamente me permite
afirmar que, de haber sido seguido, yo habría sabido tanto acerca de cómo transformar mi
casa en más atractiva, placentera y valiosa cómo sé acerca de plantar algunas semillas.
Ahora mismo necesitaría saber cómo impermeabilizar mi chimenea. Tengo mis serias
dudas acerca de que vuelva a necesitar saber nuevamente alguna vez cómo hacer para
batear una pelota de béisbol.
Elena G. de White, sin embargo, no pretende que cada escuela tenga un programa ideal.
Ella habla acerca de cómo en los tiempos antiguos de nuestro mundo, padres y niños
vivían junto a la naturaleza y estudiaban juntos sus bellezas y misterios (Ibid., p. 211). En
sus palabras: "Aunque no podamos volver plenamente a los hábitos sencillos de aquellos
tiempos primitivos, podemos aprender lecciones de ellos que contribuyan a que nuestros
momentos de recreación sean lo que su nombre implica: Momentos de verdadera
edificación para el cuerpo, la mente y el alma". (Loc. cit.)
Ella reconoce también que "la gimnasia es útil en muchas escuelas" (Ibid., p. 210). Pero
agrega que "a menudo se la lleva al exceso". Ella contestó a un alumno de medicina que le
escribió: "No condeno el ejercicio sencillo de jugar a la pelota". Mensajes Selectos, Vol. 2,
p. 371. Pero ella dice que esto también puede llevarse al exceso.
¿Cuáles son, entonces, los peligros de un programa de atletismo, y cómo podemos
evitarlos? Cuando comencé a escribir este artículo, dos o tres hombres estaban
conversando en el pasillo de la Asociación General, justamente frente a mi oficina. Uno le
estaba contando al otro que acababa de asociarse a un Club de bowling o bolos. En este
club había una dama que pertenecía a otros clubes. La dama gastaba de 35 a 40 dólares
por semana en bowling.
"No condeno el ejercicio sencillo de jugar a la pelota." escribió Elena G. de White
(aunque no refiriéndose al bowling), "pero, éste, aún en su sencillez puede
practicarse con exageración. Siempre me estremezco a causa de los resultados que
casi con seguridad seguirán después de esta clase de diversión. Conduce a gastar
los recursos que deberían emplearse para llevar la luz de la verdad a las almas que
perecen sin Cristo". Loc. cit. (Mensajes selectos, t.2, p. 371).
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Aquí está, por tanto, uno de los peligros de los deportes atléticos: los gastos o inversiones
que requieren. Naturalmente, cuanto más profesional sean los programas atléticos,
cuanto mejor organizados estén los juegos, más intensa será la competencia, y mayor la
tentación de invertir dinero en equipo, viajes, alquiler de facilidades, y en el caso de una
institución, los de mantenimiento o construcción de facilidades. En este mismo pasaje,
Elena G. de White dice que "es la forma" en que los juegos de pelota "han sido orientados
en el colegio" de Battle Creek que "no lleva la aprobación del cielo"...Se advierten
manifestaciones de hábitos, costumbres y prácticas mundanos, y los que participan de
esas cosas quedan tan embelesados e infatuados, que el cielos los declara amadores del
placer más que de Dios." (Loc. cit.)
Aquí se evidencia un segundo peligro en los deportes atléticos. Si no son conducidos con
propiedad se vuelven absorbentes e infatúan.
Permítanme reseñar ahora la mayor parte del resto de los consejos de Elena G. de White y
sus advertencias sobre los deportes atléticos con un párrafo clave de La Educación:
“Los juegos que ocupan una porción tan grande de su tiempo [de los alumnos],
apartan su mente del estudio. No contribuyen a preparar a la juventud para la obra
práctica y seria de la vida. Su influencia no tiende hacia el refinamiento, la
generosidad o la verdadera virilidad. Algunas de las diversiones más populares,
como el fútbol y el boxeo, se han transformado en escuelas de brutalidad. Tienen
las mismas características que tenían los juegos de la antigua Roma. El amor al
dominio, el orgullo por la mera fuerza bruta, el temerario desprecio manifestado
hacia la vida, están ejerciendo sobre los jóvenes una influencia desmoralizadora
que espanta.
Otros juegos atléticos, aunque no sean tan brutales, son apenas menos objetables,
a causa de que se los practica en exceso. Estimulan el amor al placer y a la
excitación, fomentan la antipatía hacia el trabajo útil, y desarrollan una disposición
a evitar las responsabilidades y los deberes prácticos. Tienden a destruir el gusto
por las realidades serias de la vida y sus apacibles satisfacciones. Así se abre la
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puerta a la disipación y la ilegalidad, con sus terribles resultados”. (La educación, p.
210-211)
Lean otra vez esta cita y pregúntense a sí mismos: ¿No es verdad que cada peligro aquí
descripto se torna aún más serio a medida que la competencia se vuelva más intensa?
Cuanto mayor sea la competencia involucrada, más tiempo insume del estudiante y más
se aparta de la preparación práctica de la vida. Cuanto más intensa sea la competencia,
mayor será la brutalidad exhibida en el juego -- como cualquier árbitro de fútbol o
básketbol puede testificar. Cuanto mayor es el incentivo ofrecido, mayor será el amor por
la victoria, y por el dominio. Ganar es el único blanco. El futuro es ahora. Perder es morir.
Cuanto mayor sea la competencia, mayor y más temerario se vuelve el descuido por la
vida. Cuando son las metas de la competencia las que dominan un evento de atletismo,
mayores son el estímulo y la excitación. Es así como los deberes prácticos son más
descuidados, como las sobrias realidades de la vida y sus placeres tranquilos pierden su
realidad, y la puerta se abre de par en par al libertinaje.
Durante el furor de las bicicletas en la década de 1890, Elena G. de White fue llamada por
su Guía, quien le dijo, "Sígueme". Le fueron mostradas algunas cosas que no pueden
dejarse de lado con la mera observación de que las bicicletas eran más caras en esos días.
Le fueron mostradas algunas cosas que son aplicables a cualquier situación en que las
competencias atléticas son preferidas al desarrollo armonioso de la mente, del cuerpo y
del espíritu para la gloria de Dios.
“Una influencia satánica pareciera estar pasando como una ola sobre nuestra
gente [en Battle Creek], y yo vi que esto será seguido por otras tentaciones.
Satanás trabaja con un intenso propósito de inducir a nuestro pueblo a ocupar su
tiempo y dinero en gratificar necesidades imaginarias. Esto es una especie de
idolatría...
Había algunos que estaban luchando por el dominio, cada uno tratando de ganar
en la veloz carrera de sus bicicletas. Se manifestaba un espíritu de rivalidad y
contienda por ver cuál sería el más destacado. El espíritu era similar al manifestado
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en los juegos de béisbol en el predio del colegio. Dijo mi guía: "Estas cosas son una
ofensa a Dios”. (Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 59).
En 1899, Elena G. de White estaba en Sidney, Australia, oportunidad en la que se encontró
con una multitud en una calle. "Cientos y cientos, por no decir miles, estaban allí
congregados. '¿Qué es lo que pasa?' pregunté. 'Es por el juego de cricket, 'fue la
respuesta. Y mientras los hombres estaban jugando el partido de cricket, y otros estaban
observando el juego, Satanás estaba jugando el juego de la vida por sus almas”. En
Acuerdos de la Unión Australiana, Julio 26, 1899.
No estemos aquí hablando meramente acerca de béisbol, flagbol, o básketbol. Estamos
hablando de un juego mucho más importante: el juego de la vida. Nuestro oponente es
Satanás, y solamente aquí se puede verdaderamente decir, "Ganar no es todo -- es lo
único”.
The Ministry, Julio de 1974.
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CONSEJOS ACERCA DE JUEGOS Y RECREACIONES
En sus escritos publicados, Elena G. de White sugiere algunos principios para guiar al
cristiano en su comprensión de lo que constituye una vida victoriosa. Y ya que la vida
incluye recreación tanto como trabajo, es de esperar y desear que se sugieran principios
saludables y sabios para guiarnos en la elección del más alto nivel de trabajo y juego.
Elena G. de White escribió:
"Algo mejor" es el santo y seña de la educación, la ley de toda vida verdadera. Al
pedirnos Cristo que abandonemos alguna cosa, nos ofrece en su lugar otra mejor.
A menudo los jóvenes albergan propósitos y anhelan ocupaciones y placeres que
no parecen malos, pero que distan mucho de ser buenos. Desvían la vida de su más
noble propósito. Las medidas arbitrarias o la acusación directa pueden no servir
para inducir a esos jóvenes a renunciar a lo que desean. Diríjaselos en contacto con
una belleza más verdadera, con principios más elevados y con vidas más nobles.
Permítaseles ver a Aquel que es "del todo amable". Una vez que la mirada se fija
en él, la vida halla su centro. El entusiasmo, la devoción generosa, el ardor
apasionado de la juventud hallan en esto su verdadero objetivo. El deber llega a
ser un deleite y el sacrificio un placer. Honrar a Cristo, asemejarse a él, es la
ambición superior de la vida, y su mayor gozo.
"El amor de Cristo nos constriñe". (2 Cor. 5:14). (La Educación, p. 296-297).
Ese "algo mejor", en lo que al campo de la recreación concierne, incluirá un llamado a la
vida al aire libre, al estudio de la naturaleza, a escalar, a cabalgar, a nadar, a remar, y
cuando se trata de lograrlo bajo techo, a la buena lectura, a cantar en grupos, a la vida
social e invitación de amigos para almorzar o cenar, hobbies, etc.
Como diríamos hoy, los juegos y las competencias deportivas siempre dejaron a la Sra. de
White "fría", esto es, nunca la entusiasmaron. Muchas personas que realmente han dado
estudio a este asunto de los juegos, sienten de la misma manera. Pero esa frialdad que
reflejan los escritos de Elena G. de White hacia los juegos, representa una sabiduría a la
20
cual miles de devotos al juego y a las competencias deportivas, si pensaran y meditaran
seriamente en ella, aprobarían.
Cuando el Espíritu de Profecía aconseja a los cristianos que se aparten de cosas tales como
las damas y el ajedrez que son aparentemente tan inocentes, observamos que la Sra. de
White simplemente se estremece ante los resultados a los que estos juegos generalmente
conducen. Es en la estela de estos así llamados entretenimientos inocentes como se
desarrolla el apetito por entretenimientos más excitantes y se pierde el gusto por las
realidades de la vida tales como el trabajo útil, los negocios, los estudios escolares, etc.
Hay una filosofía de la historia que trata acerca del juego de la vida y de cómo los hombres
y las mujeres lo han jugado a través de los siglos. También hay una filosofía del juego
como tal. Y son estos juegos los que frecuentemente hacen que el juego de la vida -- el
juego más grande e importante – sea más difícil de jugar y más dificultoso de ganar.
Una filosofía básica y reveladora, aplicada a todos los juegos, aparece claramente
establecida en la cita a la que acabamos de referirnos. La Sra. de White escribió de
"objetivos, prácticas, y placeres que no parecen malos, pero que distan mucho de ser
buenos. Desvían la vida de su más noble propósito". Nótese la palabra "desvían". En el
juego de la vida, Satanás juega de un lado y usa diversas tácticas para distraer y desviar.
Estas diversiones distraen la atención de los verdaderos propósitos y objetivos de la vida y
así sirven para apartar de su curso al barco de la vida, llevándolo a aguas peligrosas.
En el libro La Educación, p. 210, la Sra. White establece principios que tienen que ver con
ciertos deportes populares.
“Algunas de las diversiones más populares, como el fútbol, y el boxeo, se han
transformado en escuelas de brutalidad. Tienen las mismas características que
tenían los juegos de la antigua Roma. El amor al dominio, el orgullo por la mera
fuerza bruta, el temerario desprecio manifestado hacia la vida, están ejerciendo
sobre los jóvenes una influencia desmoralizadora que espanta. Otros juegos
atléticos, aunque no sean tan brutales, son apenas menos objetables, a causa de
que se los practica en exceso. Estimulan el amor al placer y a la excitación,
fomentan la antipatía hacia el trabajo útil, y desarrollan una disposición a evitar las
21
responsabilidades y los deberes prácticos. Tienden a destruir el gusto por las
realidades serias de la vida y sus apacibles satisfacciones. Así se abre la puerta a la
disipación y la ilegalidad, con sus terribles resultados”. (La Educación, p. 210).
La declaración anterior es una declaración inspirada. Si la leemos cuidadosamente y sin
prejuicios, nos contestará muchas preguntas. El principio establecido aquí se aplica por
supuesto a juegos atléticos, desde el fútbol y el boxeo hasta los juegos atléticos menos
objetables. Pero en un grado menor, el principio establecido aquí se aplica a juegos de
mesa tales como el ajedrez, etc. Nótense los puntos mencionados: 1) "Se los practica con
exceso". 2) "Estimulan el amor al placer y a la excitación". 3) "Fomentan la antipatía hacia
el trabajo útil". 4) "Desarrollan una disposición a evitar las responsabilidades y los deberes
prácticos". 5) "Tienden a destruir el gusto por las realidades serias de la vida y sus
apacibles satisfacciones". 6) "Así se abre la puerta a la disipación y la ilegalidad, con sus
terribles resultados."
En su pregunta Ud. menciona a un joven que jugaba ajedrez desde la puesta del sol, el
sábado de noche, hasta las dos o tres de la mañana siguiente. En esto Ud. puede ver un
cumplimiento de la declaración de la Sra. de White, "el exceso al cual son llevados". Esto
nos recuerda que puede no haber algún mal inherente en mover figuras en el tablero de
ajedrez, o en jugar a las cartas con un grupo de amigos. Pero una vez que las semillas de
idolatría están sembradas, la planta comienza a crecer. Y en algunas personas se
transforma en un gran árbol, destruyendo toda otra planta saludable y buena que lo
rodea. Esto no sucede con todos, por supuesto.
Dios trata de prevenir eventualidades desafortunadas. A la sierva del Señor se le pidió que
desalentara el afecto a los entretenimientos y placeres que provocan la aversión por el
trabajo útil y la disposición a rehuir el trabajo práctico.
Si nosotros entendiéramos, tal como es nuestro privilegio hacerlo, el blanco que debemos
alcanzar – la santidad, la semejanza a Dios en carácter -- rehuiríamos las diversiones
debilitantes y empobrecedores, en favor de la mejor educación, cultura, y pasatiempos.
No estamos diciendo que un hombre se transforma en pecador porque juegue al ajedrez o
las damas. Simplemente decimos que Dios busca lo mejor para nosotros. Él sabe que
22
nosotros necesitamos recreación, y nos invita a buscarla en las áreas donde podemos
edificar en nuestras vidas la mayor felicidad y riqueza de conocimiento. "¿Qué es la paja
en comparación del trigo?" Esta es una pregunta de la Biblia, y si podemos conseguir algo
mejor que las cosas comunes y baratas, ¿por qué no elegirlas? Seremos enriquecidos por
ello y agradaremos a Dios.
"Counsel Clinic". Youth's Instructor,
17 de enero, 1966.
23
RESPUESTA DE ELENA G. DE WHITE A UNA PREGUNTA
SOBRE ENTRETENIMIENTO
PREGUNTA:
¿Debemos entender por lo que Ud. ha dicho en sus testimonios en favor de la recreación,
que Ud. aprueba diversiones baratas tales como las damas, el ajedrez, las charadas, el
chaquete, etc.?
En esta Asociación a menudo se afirma que Ud. ha manifestado interés en las diversiones
que se practican en el Instituto de Salud de Battle Creek, que Ud. juega a las damas y lleva
consigo un tablero de damas, al visitar a los hermanos de lugar en lugar.
RESPUESTA
Desde que profesé ser una seguidora de Cristo a los 12 años de edad, nunca he tenido
nada que ver con los juegos y diversiones mencionados arriba. Tampoco y en ningún
momento he dicho cosa alguna en favor de estos juegos. No sé cómo jugar a las damas, el
ajedrez, el chaquete, el zorro y el ganso, ni ninguna cosa parecida. He hablado en favor de
la recreación, pero siempre he tenido una gran duda acerca de los entretenimientos
introducidos en el Instituto de Salud de Battle Creek, y he presentado mis objeciones a
médicos, directores y otras personas, en conversación con ellos, y mediante numerosas
cartas.
En Testimonies, Vol. 1, p. 450, 451, me he expresado acerca de la "Recreación del
Cristiano" en los siguientes términos:
“Se me mostró que, como pueblo, los observadores del sábado trabajan
demasiado sin permitirse variaciones o períodos de descanso. La recreación es
necesaria para los que se ocupan en faenas físicas y es aún más esencial para la
gente cuya labor es mayormente mental. No es esencial para nuestra salvación ni
para la gloria de Dios el mantener nuestra mente trabajando constante y
excesivamente, aun sobre temas religiosos. Hay recreaciones como el baile, juego
de barajas, damas, ajedrez, etc., que no podemos aprobar porque Dios las
24
condena. Este tipo de recreación abre la puerta para cosas peores. No son
beneficiosas en su tendencia sino que tienen una influencia excitante, haciendo
surgir en algunas mentes una pasión por ciertos juegos que conducen a los juegos
de azar y a la disipación. Todos esos tipos de juegos deben ser condenados por los
cristianos, y substituidos por otros que son perfectamente sanos.
Vi que no deberíamos emplear nuestros días festivos imitando las prácticas del
mundo. Sin embargo, no deberían pasar inadvertidos, pues causará insatisfacción a
nuestros hijos. En esos días cuando existe el peligro de que nuestros hijos sean
expuestos a influencias malignas y corrompidas por los placeres y excitaciones del
mundo, que los padres se ingenien algo que tome el lugar de recreaciones más
peligrosas. Actuad para que vuestros hijos comprendan que tenéis en cuenta su
bienestar y felicidad.
Que se unan varias familias que viven en la ciudad o aldea y dejen las ocupaciones
que los han agotado física y mentalmente, y hagan una excursión al campo, al lado
de un bello lago o a una linda arboleda donde el paisaje es hermoso. Deben llevar
alimentos sencillos e higiénicos, las mejores frutas y granos, y colocar sus mesas
debajo de algún árbol o bajo el pabellón del cielo. Los paseos a caballo, el ejercicio,
y el escenario despertarán el apetito, y pueden disfrutar un refrigerio que los reyes
envidiarían.
En ocasiones semejantes, padres e hijos deberían sentirse libres de
preocupaciones, faenas y perplejidades. Los padres deberían ser como niños con
sus hijos pequeños, haciendo todo tan placentero para ellos como sea posible. Que
el día entero sea dedicado a la recreación. El ejercicio al aire libre será beneficioso
para la salud de aquellos cuyo trabajo ha sido encerrado y sedentario. Todos los
que puedan, deberían sentir el deber de seguir esta práctica. Nada se perderá,
pero mucho se ganará. Podrán regresar a sus ocupaciones con nueva vida y
renovado valor para emprender sus labores con celo, y estar mejor preparados
para resistir las enfermedades”.
25
“Los individuos conectados con el Instituto de Salud, localizado ahora en Battle
Creek, debieran sentir que están envueltos en una obra importante y solemne. De
ninguna manera debieran ellos imitar a los médicos de _____ en asuntos de
religión y diversión. Sí, vi que habría peligro de imitarlos en muchos aspectos y
perder de vista el carácter exaltado de esta gran obra. Y si los que están
conectados con esta obra cesaran de considerar su obra desde un elevado punto
de vista religioso, y rebajaran los exaltados principios de la verdad presente para
imitar en teoría y práctica a los que dirigen las instituciones donde el enfermo es
tratado solamente para que restablezca la salud, la bendición especial de Dios no
reposaría más sobre nuestra institución que lo que reposaría donde se enseñan y
practican teorías viciadas.
Vi que una obra de gran magnitud no podía ser realizada en un corto tiempo,
porque no sería asunto fácil encontrar médicos que Dios aprobara y que trabajaran
juntos armoniosa, desinteresada, y celosamente para el bien de la humanidad
sufriente. Debería tenerse siempre en alto que el gran objeto a cumplir a través de
este canal, no es solamente salud, sino perfección y un espíritu de santidad, que no
puede lograrse con cuerpos y mentes enfermos. Este objeto no puede asegurarse
solamente laborando desde el punto de vista mundanal. Dios levantará hombres y
los calificará para que se desempeñen en la obra, no solamente como médicos del
cuerpo, sino también del alma enferma por el pecado, como padres espirituales
para los jóvenes e inexpertos.
Se me mostró que la posición del doctor E. Jackson respecto a las diversiones era
equivocada, y que sus ideas acerca del ejercicio físico no eran completamente
correctas. Por cada uno que recibe ayuda al practicar las diversiones que él
recomienda, hay varios casos en los cuales éstas impiden la recuperación de la
salud. Se ha opuesto en gran medida a las actividades físicas de los enfermos, y sus
enseñanzas en muchos casos han sido una afrenta para ellos. Ejercicios mentales
como jugar a los naipes, el ajedrez y las damas excitan y agotan el cerebro y
retrasan la recuperación, mientras que la luz y el trabajo físico agradable ocuparán
26
el tiempo, mejorarán la circulación, aliviarán y restaurarán el cerebro y serán un
beneficio decidido para la salud. Pero sustraed del inválido tal ocupación y se
volverá impaciente y con imaginación enfermiza verá su caso peor de lo que
realmente es, lo cual tiende a producir debilidad mental.
Por años se me ha mostrado con alguna frecuencia que al enfermo debe
enseñársele que es erróneo suspender toda labor física a fin de recobrar la salud.
Al actuar así, la voluntad se adormece, la sangre circula lentamente a través del
sistema y llega a ser progresivamente más impura. Allí donde el paciente corre el
peligro de imaginar su caso peor de lo que realmente es, la indolencia
seguramente producirá los resultados más desastrosos. El trabajo bien regulado da
al inválido la idea de que no es totalmente inútil en el mundo, ya que, por lo
menos, sirve de algo. Esto le produce satisfacción, le da ánimo y le imparte vigor, lo
cual la diversión mental vana jamás logrará”. (Testimonios para la Iglesia, t.1, p.
482- 483).
27
DAMAS, AJEDREZ, DOMINO
28
diversiones abren la puerta a un gran mal. Producen "en algunas mentes una pasión por
esos juegos que llevan a jugar por dinero y a la disipación". ¿No nos proporciona esto una
guía? Yo creo que sí. Hay ciertas cosas que en sí mismas pueden no ser dañinas, pero
pueden abrir las puertas para otras cosas. Pueden abrir la puerta para otras cosas, y me da
la impresión que esta es la categoría en que Elena G. de White coloca a las demás, al
ajedrez, etc.
Esto me recuerda una declaración de Elena G. de White relacionada con el juego de la
pelota:
“No condeno el ejercicio sencillo del juego de pelota; pero aun esto, con toda su
sencillez, puede ser llevado a la exageración. Siempre temo el casi seguro
resultado que sigue a estas diversiones”. (El Hogar Cristiano, p. 453)
Continúa entonces numerando los varios puntos que destacan los principios involucrados.
La segunda declaración sobre las damas, que aparece en Testimonies, Vol. 1, p. 483, fue
publicada originalmente en el mismo panfleto que la declaración anterior, en el capítulo
sobre "La Recreación del Cristiano". Así que son de la misma época. En esta segunda
declaración, Elena G. de White se refiere al Instituto de Salud. Ud. observará que hace
referencia a la visión que le fue dada el 25 de diciembre. Ella y su esposo acababan de
estar en la institución médica de Dansville, Nueva York, dirigida por el Dr. Jackson. El Dr.
Jackson tenía muchas cosas buenas para ofrecer, pero se iba a un extremo al presionar a
sus pacientes a que se abstuvieran de pensar en cosas serias y religiosas, y que se
ocuparan en ciertos entretenimientos como una ayuda en la recuperación de la salud. El
baile era una práctica habitual. Esta característica de la filosofía del Dr. Jackson fue
contrastada, en la visión que recibiera Elena G. de White, con los principios verdaderos
que tienen que ver con la recuperación de la salud, con el uso de la mente, y con la forma
en la que hombres y mujeres pueden hacer el mejor progreso para un desarrollo
completo. Fue en relación a esto que ella escribió:
“Se me mostró que la posición del doctor E respecto a las diversiones era
equivocada, y que sus ideas acerca del ejercicio físico no eran completamente
29
correctas. Por cada uno que recibe ayuda al practicar las diversiones que él
recomienda, hay varios casos en los cuales éstas impiden la recuperación de la
salud. Se ha opuesto en gran medida a las actividades físicas de los enfermos, y sus
enseñanzas en muchos casos han sido una afrenta para ellos. Ejercicios mentales
como jugar a los naipes, el ajedrez y las damas excitan y agotan el cerebro y
retrasan la recuperación, mientras que la luz y el trabajo físico agradable ocuparán
el tiempo, mejorarán la circulación, aliviarán y restaurarán el cerebro y serán un
beneficio decidido para la salud”. (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 483).
Volviendo ahora al capítulo sobre recreación, Ud. notará que Elena G. de White
puntualiza, que hay ciertas cosas que no son beneficiosas en su tendencia, sino que tienen
una influencia excitante, y acerca de ellas comenta: "Todos esos juegos debieran ser
condenados por los cristianos y reemplazados por algo perfectamente inofensivo" (p.
514). Esto nos da una considerable amplitud, pero requiere que hagamos nuestras
decisiones basándonos en los principios que involucra.
Pienso que debemos profundizar por debajo del significado de una palabra para encontrar
estos principios. Un cristiano vive por principios. Hay sin embargo una iglesia donde la
gente no necesita pensar. No tiene que hacer decisiones. Se les indica desde arriba lo que
deben o no deben hacer, y en circunstancias especiales pueden conseguir permiso del
sacerdote para hacer aún aquello que la iglesia en general proscribe. Esto no sucede con
los Adventistas del Séptimo Día. Nunca fue dado el Espíritu de Profecía para tomar el lugar
de la fe, el estudio, la iniciativa, o el trabajo diligente. Muestra el camino.
Nos muestra algunos peligros. Pone delante de nosotros algunos principios y deberíamos
ser nosotros quienes los encontramos mediante el estudio. Debemos entonces permitir
que graviten en forma decisiva en la determinación de nuestras actividades y el molde que
imprimamos sobre nuestras vidas.
Cuando Elena G. de White escribió sobre recreación, siempre se refirió a la verdadera
recreación. El estudio de estos principios es un desafío para nosotros. Cuando nos
encontramos con algunos problemas técnicos como el del juego de las damas, y lo que ella
30
dice acerca del mismo, algunos consejos pueden parecer ilógicos, pero a medida que
profundizamos en sus implicancias vemos hacia donde tienden, y el cristiano siempre se
esforzará por moldear su vida en la dirección del ideal. Yo no consideraría necesariamente
un pecado jugar, en ciertas circunstancias, un partido de damas. Pero creo que estos
consejos deberían guiarnos al tratar de encontrar diversiones que constituyan una mejor
forma de recreación. Siempre he sentido que hay una bendición para nosotros cuando
obramos en esa dirección.
No sé si estas sugerencias podrán ayudarlo, pero esto es lo que puedo decirle. Con los
mejores deseos, y con un saludo afectuoso, su hermano,
Arturo L. White, Secretario
Ellen G. White Publications
31
EL JUEGO DEL FUTBOL
32
en su vida ulterior. Los juegos que ocupan una porción tan grande de su tiempo,
apartan su mente del estudio. No contribuyen a preparar a la juventud para la obra
práctica y seria de la vida. Su influencia no tiende hacia el refinamiento, la
generosidad, o la verdadera virilidad.
Algunas de las diversiones más populares, como el fútbol y el boxeo, se han
transformado en escuelas de brutalidad. Tienen las mismas características que
tenían los juegos de la antigua Roma. El amor al dominio, al orgullo por la mera
fuerza bruta, el temerario desprecio manifestado hacia la vida, están ejerciendo
sobre los jóvenes una influencia desmoralizadora que espanta". (La Educación, p.
189- 190).
Ud. observará aquí que Elena G. de White reconoce que debe haber recreaciones para los
jóvenes, pero ella deja afuera el fútbol, habla de él como una escuela de brutalidad y
anticipa los resultados desafortunados de esta clase de deportes.
En un mensaje dado en octubre de 1893, dirigió a maestros y alumnos de nuestro colegio
de Battle Creek, y de nuestra otras instituciones educativas, Elena G. de White hace una
referencia tangencial al fútbol en estas palabras:
“Trabajad y enseñad, trabajad a la manera de Cristo, y entonces no haréis el
trabajo mediante vuestra débil capacidad sino que tendréis la cooperación de lo
divino combinado con la aptitud humana conferida por Dios. “Echando sobre él
todo vuestro cuidado, puesto que él cuida de vosotros. Sed sobrios, sed vigilantes
[no en jugar al fútbol ni en aprender los juegos censurables que deberían hacer
sonrojar a todo cristiano con mortificación al reflexionar]; vuestro adversario el
Diablo, como león rugiente, anda en derredor, buscando a quien devorar”. Sí, está
en vuestro patio de recreo mirando vuestras diversiones, cazando a cada alma a
quien encuentra sin cautela, sembrando sus semillas en las mentes y rigiendo el
humano intelecto. En nombre de Cristo, haced alto en el Colegio de Battle Creek y
considerad el efecto que tienen sobre el corazón, el carácter y los principios, esas
diversiones copiadas de las costumbres de otros colegios. Habéis estado
progresando, invariablemente, en los caminos de los gentiles; y no según el
33
ejemplo de Jesucristo. Satanás está en el terreno del colegio; está presente en cada
ejercicio de las aulas. Los alumnos, cuyas mentes se han excitado profundamente
en los juegos, no se hallan en la mejor condición para recibir la instrucción, el
consejo y la reprensión, que son para ellos de la mayor importancia en esta vida y
para la vida inmortal futura”. (La Educación Cristiana, p. 415 - 416).
Fue también en 1893, cuando Elena G. de White escribió con relación a nuestro colegio de
Battle Creek, y de cómo después de un gran reavivamiento espiritual que se había vivido
en la escuela, el trabajo se vio grandemente anulado por la excitación que produjo cierta
competencia deportiva. Ella comenta:
“Pero un período de gran luz y de derramamiento del Espíritu es seguido, con
mucha frecuencia, por un tiempo de gran oscuridad. ¿Por qué? Porque el enemigo
obra con todas sus energías engañosas para que pierdan su efecto las profundas
motivaciones del Espíritu de Dios en el ser humano.
Cuando los alumnos del colegio se entregaron a sus juegos de competencia y al
fútbol, cuando se dejaron absorber por las diversiones, Satanás vio propicia la
oportunidad para introducirse y dejar sin efecto al Espíritu Santo de Dios que
quiere modelar y usar a los seres humanos.
Es fácil alejar la influencia del Espíritu Santo mediante la pereza, la conversación y
el juego. Caminar en la luz significa mantenerse avanzando en la dirección de la luz.
(Mensajes Selectos, Vol. 1, p. 151- 152).
Yo creo que estas declaraciones que le hemos compartido presentan un cuadro bastante
claro. Si Ud. tiene los libros de los cuales ellas han sido tomadas, por favor búsquelas y
léalas en su totalidad. Ud. observará que la preocupación de su consejo está basada sobre
la diversión y la excitación que se producen y que incapacitan a los jóvenes para las cosas
más serias de la vida, y sobre la brutalidad del fútbol que desarrolla características
desfavorables en las vidas juveniles.
34
Del otro documento que le sugerí que leyera como parte de mi carta, Ud. puede observar
que Elena G. de White reconoce el lugar de la recreación en la vida de los jóvenes; ella
puntualiza que no condena el simple ejercicio de jugar a la pelota. Al desarrollar ella los
principios involucrados, vemos que el mayor peligro está en la glorificación de ciertos
jugadores, al mal uso del tiempo y del dinero, y la infatuación en juegos que pueden
virtualmente socavar los intereses religiosos. Estos son los principales básicos que
debemos extraer de ellos. Su condena no se dirige al ejercicio que obtienen nuestros
jóvenes al jugar, sino que señala peligros, como ya lo hemos hecho notar.
Ahora bien, en su carta, Ud. pregunta cómo podemos aplicar estos consejos al fútbol (Ver
nota de pie 1, p. 43). Entiendo que en estos juegos no hay brutalidad, y si ése fuera el
caso, creo que el problema se ubica en una categoría diferente. Si el juego es mantenido
en sus elementos simples, en el que un grupo de jóvenes obtiene recreación corriendo y
arrojando una pelota, y evitamos que se produzcan los problemas que nos son
puntualizados en estas declaraciones que revelan los principios vitales en estos deportes
de contacto corporal, entonces podría decir que esta forma de jugar al fútbol no sería
incorrecta.
Permítame decirlo de esta manera: no creo que la condenación general del fútbol que se
advierte en estas declaraciones, se aplicaría a un fútbol tal. Elena G. de White aconseja
que saquemos de nuestro programa de recreación esas cosas que son perjudiciales y que
las reemplacemos por algo que sea perfectamente inofensivo. Vemos su declaración:
“Se me mostró que, como pueblo, los observadores del sábado trabajan
demasiado sin permitirse variaciones o períodos de descanso. La recreación es
necesaria para los que se ocupan en faenas físicas y es aún más esencial para la
gente cuya labor es mayormente mental. No es esencial para nuestra salvación ni
para la gloria de Dios el mantener nuestra mente trabajando constante y
excesivamente, aun sobre temas religiosos. Hay recreaciones como el baile, juego
de barajas, damas, ajedrez, etc., que no podemos aprobar porque Dios las
condena. Este tipo de recreación abre la puerta para cosas peores. No son
beneficiosas en su tendencia sino que tienen una influencia excitante, haciendo
35
surgir en algunas mentes una pasión por ciertos juegos que conducen a los juegos
de azar y a la disipación. Todos esos tipos de juegos deben ser condenados por los
cristianos, y substituidos por otros que son perfectamente sanos.
Vi que no deberíamos emplear nuestros días festivos imitando las prácticas del
mundo. Sin embargo, no deberían pasar inadvertidos, pues causará insatisfacción a
nuestros hijos. En esos días cuando existe el peligro de que nuestros hijos sean
expuestos a influencias malignas y corrompidas por los placeres y excitaciones del
mundo, que los padres se ingenien algo que tome el lugar de recreaciones más
peligrosas. Actuad para que vuestros hijos comprendan que tenéis en cuenta su
bienestar y felicidad.
Que se unan varias familias que viven en la ciudad o aldea y dejen las ocupaciones
que los han agotado física y mentalmente, y hagan una excursión al campo, al lado
de un bello lago o a una linda arboleda donde el paisaje es hermoso. Deben llevar
alimentos sencillos e higiénicos, las mejores frutas y granos, y colocar sus mesas
debajo de algún árbol o bajo el pabellón del cielo. Los paseos a caballo, el ejercicio,
y el escenario despertarán el apetito, y pueden disfrutar un refrigerio que los reyes
envidiarían.
En ocasiones semejantes, padres e hijos deberían sentirse libres de
preocupaciones, faenas y perplejidades. Los padres deberían ser como niños con
sus hijos pequeños, haciendo todo tan placentero para ellos como sea posible. Que
el día entero sea dedicado a la recreación. El ejercicio al aire libre será beneficioso
para la salud de aquellos cuyo trabajo ha sido encerrado y sedentario. Todos los
que puedan, deberían sentir el deber de seguir esta práctica. Nada se perderá,
pero mucho se ganará. Podrán regresar a sus ocupaciones con nueva vida y
renovado valor para emprender sus labores con celo, y estar mejor preparados
para resistir las enfermedades. (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 450).
Cuando tratamos de estas cosas en nuestras escuelas, debemos distinguir entre los
beneficios que obtenemos de la recreación sencilla que significa un cambio de ocupación y
36
que trae actividad física para los jóvenes, y aquellas cosas que se vuelven bastante
organizadas, que llevan a la competencia con otras escuelas y a una excitación que
deteriora el programa de la escuela y también el bienestar espiritual de la juventud
involucrada.
Confío en que esta información le será útil. Con mi mejor deseo, le saludo afectuosamente
como su hermano,
Arturo L. White, Secretario
Ellen G. White Publications
37
COMO ELEGIR UNA RECREACIÓN O ENTRETENIMIENTO
PREGUNTA:
Me gustaría saber qué tipos de recreación son apropiados para jóvenes adventistas.
CONSEJO:
Jesús reconoció la necesidad de un cambio, de descanso y recreación, cuando dijo a sus
discípulos, "Venid vosotros aparte..., y descansad un poco". (Marcos 6:31) A través de su
mensajera especial para esta preciosa época en la que estamos viviendo, él nos ha dicho
qué es lo que constituye verdadera recreación:
“La recreación, cuando responde a su nombre, re-creación, tiende a fortalecer y
reparar. Apartándonos de nuestros cuidados y ocupaciones comunes, provee
refrigerio para la mente y el cuerpo, y de ese modo nos permite volver con nuevo
vigor al trabajo serio de la vida”. (La Educación, p. 187).
En estas palabras encontramos principios guiadores para nuestra juventud adventista en
su elección de las recreaciones. Debiera representar un cambio de sus ocupaciones
regulares; debiera refrescar ambos, mente y cuerpo; debería hacer volver a nuestros
trabajos de rutina con nuevo vigor. En la misma forma la inspiración puntualiza qué tipo
de recreación debiera ocupar el primer lugar: "La recreación al aire libre, la contemplación
de las obras de Dios en la naturaleza, serán del mayor beneficio”. (Testimonios, Vol. 4, p.
645).
"Recreación al aire libre" -- ¿qué podría ser más refrigerante para el estudiante o para
alguien cuyo trabajo lo mantiene encerrado durante largas horas cada día? Una familia o
un grupo que acampa a la vera de algún arroyo, o lago u otro lugar hermoso, un viaje a las
montañas, una caminata por la naturaleza -- observando pájaros, o prestando atención a
las flores silvestres, árboles, helechos, la vida silvestre, o aún a los variados tipos de rocas -
- cualquiera de estas actividades puede ser refrigerante a ambos, mente y cuerpo. Una
asado de choclos en un caluroso atardecer de verano; una noche dedicada a estudiar el
cielo estrellado bajo la dirección de un instructor competente; remar, nadar, escalar,
38
esquiar, los juegos y deportes sencillos al aire libre, que ofrecen ejercicio físico sin
excitación innecesaria y sin promocionar competencia o rivalidad -- no son más que
algunas pocas de las muchas actividades al aire libre que pueden hacernos volver al
"activo trabajo de la vida", con cuerpo, alma y espíritu renovados.
Aquellos cuyo trabajo es mayormente físico pueden encontrar el cambio y el refrigerio
que necesitan en una actividad diferente -- tal vez leyendo, en la búsqueda de algún
campo especial de estudio, o en el desarrollo de alguna nueva habilidad, como música,
costura, repujado en madera, radio, fotografía, repujado en cuero, o cualquier otra labor o
arte. Los que tienen intereses similares pueden formar un grupo para encontrarse
periódicamente a fin de practicar su hobby, o estudiar algún tema en particular, ya sea de
la Biblia, los escritos del Espíritu de Profecía, o tal vez de algún área secular útil.
Hay además, líneas de actividad misionera que pueden traer las mayores satisfacciones, y
que pueden reemplazar a la recreación como tal. "Ninguna recreación que sea útil
únicamente para ellos dará como resultado una bendición tan grande para los niños y
jóvenes como la que los induzca a ser útiles a los demás”. (La Educación, p. 212). Cuidar
del césped o hacer tareas para alguien que está imposibilitado; entrar leña a una viuda
pobre, barrer sus veredas cubiertas de nieve, o hacerle los mandados; ayudar a familias
necesitadas en momentos de desastre -- tal vez el ayudar a una familia a reedificar su casa
que ha sido destruida por el fuego. En síntesis, dar una mano ayudadora a quienes pasan
necesidad – puede proporcionar una satisfacción mucho mayor que el mismo tiempo y
energía empleados solamente en obtener un placer egoísta.
Cualquiera sea el tipo de recreación, debiera siempre ser realizada bajo una supervisión
adecuada y con las salvaguardias que la mantendrán en un plano acorde con las altas
normas de conducta de los jóvenes adventistas quienes tienen delante de sí ideales más
elevados que cualquier otro grupo de jóvenes en el mundo. Si tiene alguna duda con
relación a la corrección de algún tipo de diversión o recreación, sométalo a la prueba de
las siguientes declaraciones:
“Los cristianos disponen de muchas fuentes de felicidad, y pueden decir con
exactitud infalible qué placeres son lícitos y correctos. Pueden disfrutar de
39
recreaciones que no disiparán el intelecto ni degradarán el alma. Tampoco
desilusionarán ni dejarán una triste influencia ulterior que destruya el respeto
propio o impida ser útil. Si pueden llevar a Jesús consigo y conservar un espíritu de
oración, están perfectamente seguros”. (El Hogar Adventista, p. 367).
No será peligrosa cualquier diversión a la cual podáis dedicaros y pedir con fe la
bendición de Dios. Pero cualquier diversión que os descalifique para la oración
secreta, para la devoción ante el altar de la oración, o para tomar parte en la
reunión de oración, no sólo no es segura, sino peligrosa. Loc. cit.
Para mayor información sobre este importante tema, véase La Educación, pp. 207-213, El
Hogar Adventista, pp. 447-482, y Mensajes para los Jóvenes, pp. 361-398.
-- Bessie Mount --
40
ACTAS DE LA REUNIÓN DE LA COMISIÓN REUNIDA AD HOC PARA
CONSIDERAR LAS NORMAS APLICABLES A PROGRAMAS DE RECREACIÓN EN
NUESTRAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS
11 de marzo de 1971
PRESENTES: W. J. Hackett, W. J. Cannon, P. Gordon, J. H. Hancock, C. B. Hirsch, D. W.
Hunter, G. N. Hyde (Este es un informe parcial de esta reunión).
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DECLARACIÓN ACERCA DE PROGRAMAS ATLÉTICOS ADVENTISTAS
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En enero de 1872, Elena G. de White recibió su primera visión con instrucciones relativas
al establecimiento de un sistema educativo. A comienzos de junio de ese mismo año, se
abrió nuestra primera escuela denominacional oficial en Battle Creek, Michigan,
funcionando en lo que había sido nuestra casa publicadora original, ubicada detrás de la
nueva oficina de la Review. Dos años más tarde, en enero de 1874, se compraron siete
hectáreas para establecer un colegio, al frente del Health Institute, calle por medio. En
realidad solamente seis hectáreas fueron reservadas para el colegio.
Elena G. de White sufrió un gran chasco, al enterarse que los administradores de la iglesia
habían elegido un espacio tan pequeño para la escuela. Ella y su esposo Jaime, habían
insistido en la compra de compra de 25 hectáreas de un buen terreno, disponible en las
afueras del pueblo.
Ella había visto en visión una escuela en el campo, con industrias y agricultura, lejos de la
vida de la ciudad, donde la educación práctica pudiera ser promovida.
Arturo L. White tiene este comentario sobre lo que ocurrió:
“A medida que los programas deportivos se fueron desarrollando en las escuelas
del mundo, también lo hicieron en nuestro colegio de Battle Creek. Teníamos
nuestros equipos de fútbol, béisbol y básketbol. Había incluso algo de boxeo. Los
jóvenes adventistas, con sus antecedentes de una vida saludable libre del consumo
del alcohol y tabaco, estaban capacitados para actuar bien. Pero no pasó mucho
tiempo antes de que los juegos con otros equipos del pueblo, y de otros pueblos,
llevara a una gran excitación. Los intereses de una buena porción del cuerpo
estudiantil comenzaron a desviarse del objetivo de hacer todo esfuerzo posible
para el logro de una preparación adecuada para el servicio, hacia el cultivo de la
excitación y el placer. Si este programa hubiera continuado sin ser frenado por los
mensajes del Señor, nuestro programa educativo hubiera sido muy afectado por
los programas deportivos que comenzaban a introducirse entre nosotros”. (Arthur
L. White, Sports in Seventh-day Adventist Academies and Colleges, p. 2).
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Fue en este contexto que Elena G. de White comenzó a enviar advertencias, mencionando
específicamente ciertos juegos tales como el fútbol, el béisbol, y el boxeo. Uno de estos
mensajes fue escrito al director del Colegio de Battle Creek a comienzos de 1893. Un gran
reavivamiento acababa de producirse en el Colegio. En esta carta, la Hna. White advierte
contra los "juegos de competencia" y el "fútbol". Ella hace resaltar el hecho de que se
habían dejado "absorber por las diversiones". Advirtió que "el amor a las diversiones" y la
"lucha por la destreza" estaban absorbiendo el tiempo y la atención de los alumnos.
También advirtió que Satanás estaba jugando el juego de la vida por los corazones de los
alumnos y que él era más experimentado que ellos al conspirar su ruina. (Ver Mensajes
Selectos, Vol. 1, p. 152).
Sin embargo, cuando apareció la declaración más importante de Elena G. de White sobre
recreaciones en 1867, sugería que los guardadores del sábado, trabajan demasiado
arduamente sin permitirse cambios o períodos de descanso. Ella sugirió que la recreación
es tan necesaria como el estudio. (Ver Testimonies for the Church, Vol. 1, pp. 514-520)
El artículo básico de Elena G. de White sobre educación basado en la visión de enero de
1872, se encuentra en Testimonies for the Church, Vol. 3, pp. 131-160. Este artículo hace
bien claro el hecho de que el programa educativo adventista debiera incluir tanto las
actividades físicas como las mentales.
Unos pocos meses después del reavivamiento de 1892 en el campus del colegio de Battle
Creek, y mientras Elena G. de White estaba en Australia, un alumno de medicina en
Michigan, le escribió pidiéndole consejo acerca de diferentes asuntos. En su respuesta,
ella mencionó, entre otras cosas, los deportes. Ella dijo:
“No condeno el simple ejercicio de jugar a la pelota; pero éste aun en su
simplicidad, puede llevarse al exceso”.
En esta carta Elena G. de White menciona varios principios que deben ser considerados en
los programas deportivos. Entre otros ella advierte contra el "empleo de medios para la
autocomplacencia", la "autovanagloria", "juegos por placer" y "amor y pasión por estas
cosas".
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Una frase de esta carta es especialmente significativa. E. G. de White dijo: "la manera en
que ellos han sido conducidos en el colegio no lleva la impronta del cielo". Nótese que los
juegos no fueron condenados, sino "la manera" en que se los jugaba. ¿Cuál era esa
manera? En esa carta ella declara que los estudiantes estaban "absorbidos", "infatuados",
"amadores de los placeres más que de Dios"", que los juegos estaban "llenando sus
mentes con pensamientos que los distraían de sus estudios". Ella dijo: "el Señor Dios del
cielo protesta contra la pasión ardiente que es cultivada por la supremacía en los juegos, y
que es tan absorbente." Es claro que los juegos se estaban desarrollando en una manera
altamente competitiva.
En esta misma carta, Elena de White sugiere, que a medida que avanzamos en edad,
encontramos mejores recreaciones en actividades que proporcionan algo útil como
resultado final. (Ver Mensajes Selectos, vol. 2, p. 321-324.)
Mientras la Sra. White estaba en Australia, se construyó allí un colegio en un predio de
unas 750 hectáreas, a algo más de 100 Km. de Sidney. Comentando sobre esta institución
ella escribió en la revista denominacional:
“En el campo no se hallan próximos a la tentación de las carreras de caballos y
partidos de cricket. Cierta vez vi en Sidney una gran multitud en una de las calles.
Centenares y centenares, y hasta podría decir miles, se hallaban reunidos. "¿Qué
sucede?", pregunté. "Es por el partido de cricket", fue la respuesta. Y mientras
hombres jugaban el juego del cricket, y otros los observaban, Satanás jugaba el
juego de la vida por sus almas. Por lo tanto decidimos ubicar nuestro colegio donde
los estudiantes no viesen ni partidos de cricket ni carreras de caballos”.
(Australasian Union Conference Record, 26 de julio de 1899).
Al preparar su libro guía básico sobre educación, Elena de White incluyó una declaración
sobre recreación. El primer párrafo contrasta diversión y recreación de la siguiente
manera:
“Hay una diferencia entre recreación y diversión. La recreación, cuando responde a
su nombre, recreación, tiende a fortalecer y reparar. Apartándonos de nuestros
cuidados y ocupaciones comunes, provee refrigerio para la mente y el cuerpo, y de
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ese modo nos permite volver con nuevo vigor al trabajo serio de la vida. Por otra
parte, se busca la diversión para experimentar placer, y con frecuencia se la lleva al
exceso; absorbe las energías requeridas para el trabajo útil, y resulta de ese modo
un obstáculo para el verdadero éxito en la vida”. (La educación, p. 187).
En síntesis, los problemas originados de la glorificación propia y de la ambición de
sobresalir entre los jugadores, es claramente una violación del principio de igual
oportunidad y crecimiento para todos. Los juegos competitivos parecen ser especialmente
objetables. El intenso espíritu competitivo que acompaña las competencias deportivas
organizadas, parece estar claramente fuera de armonía con los deseos y planes de Dios
para nosotros como sus hijos. "La lucha por la supremacía" en los juegos destruye el
carácter antes que construirlo. Resulta claro que la posición que la Iglesia Adventista del
Séptimo Día ha asumido en relación a los deportes competitivos es sabia.
Esta posición ha sido expresada recientemente de la siguiente manera:
DEPORTES: evitar una obsesión por los deportes; que la institución se refrene de
competencias intercolegiales, promoviendo en su lugar la participación saludable
en actividades internas y rotativas, con énfasis en el desarrollo de la aptitud física
individual. Upholding Church Standards, Education Leaflet Nº 51, p. 7.
Para el estudio más amplio de este tema se sugieren las siguientes fuentes: La educación,
pp. 203-217; Consejos para maestros, pp. 244-270; Testimonies for the Church, vol. 1, pp.
514-520; vol. 3, pp. 131- 160; Mensajes selectos, vol. 1, pp. 128-143; vol. 2, pp. 321-324; y
El hogar adventista, pp. 447-481.
1. En inglés touch football y flag football, ambos: formas del fútbol americano -- variedad del rugby inglés. En el primer
caso el contacto sólo se realiza con un toque de mano. En el segundo, quitando una banderita que lleva el contrario.
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