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Ayer 116/2019 (4): 307-323 ISSN: 1134-2277

Josep Fontana en su tiempo


Pedro Ruiz Torres
Universitat de València
Pedro.Ruiz@uv.es

Resumen: Josep Fontana es uno de los historiadores de mayor relieve en el


último medio siglo. Este artículo se remonta a sus años de formación y
destaca lo que supuso la publicación de su tesis doctoral. Sigue su tra-
yectoria hasta hace poco más de un año, en que falleció, y destaca su
compromiso con el oficio de historiador y con una historia socialmente
útil, que una el estudio del pasado a los problemas del presente.
Palabras clave: Josep Fontana, historiografía contemporánea, concepto
de historia, compromiso del historiador.

Abstract: Josep Fontana was one of the most outstanding Spanish histori-
ans of the last fifty years. This article explores his formative years, un-
derlining the importance of the publication of his doctoral thesis. It
follows his career path until his death, a little more than a year ago.
It emphasises his commitment to the historian’s craft and to writing a
history useful to society. He linked the study of the past with the prob-
lems of the present.
Keywords: Josep Fontana, modern historiography, concept of history,
historian’s commitment.

Recibido: 31-07-2019 Aceptado: 11-08-2019


Pedro Ruiz Torres Josep Fontana en su tiempo

Josep Fontana es uno de los historiadores de mayor relieve que


ha dejado el último medio siglo. A principios de la década de 1970
sus trabajos proporcionaban una forma de entender lo ocurrido
que, de un modo inusual en aquellos años, se sustentaba en el aná-
lisis crítico de un material variado y rico, procedente de numero-
sas fuentes primarias, y en la consulta de una extensa y actualizada
bibliografía en varios idiomas. ¿De dónde venía un historiador que
adquirió semejante relieve en el mediocre ambiente intelectual de la
España de Franco?
El propio Fontana recordará más tarde que su interés por la his-
toria lo despertaron «els meus mestres» Ferran Soldevila y Jaume
Vicens Vives  1. El primero, tras haber regresado del exilio, impar-
tía clases clandestinas del Institut d’Estudis Catalans y le tuvo como
alumno. Preparaba por entonces la publicación de su Historia de
España y le hizo entender que detrás de un documento o del texto
de una crónica había seres humanos con sentimientos y problemas.
Jaume Vicens Vicens ocupaba desde 1948 la cátedra de Historia
Moderna y Contemporánea de España en la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de Barcelona. Cuando Fontana comenzó
allí sus estudios y entró en contacto con él, gozaba de prestigio in-
ternacional por su investigación sobre el siglo xv. La incorporación
de Vicens a la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad
de Barcelona, que iniciaba entonces su andadura, tuvo lugar en oc-
tubre de 1954, poco después de haber publicado un artículo, «Co-
yuntura económica y reformismo burgués», que proporcionaba una
«hipótesis de trabajo sobre los orígenes del siglo xix en España».
Josep Fontana tendrá muy en cuenta este y otros trabajos de histo-
ria contemporánea de su director de tesis de licenciatura y de te-
sis doctoral, entre ellos la comunicación presentada en la Première
Conférence Internationale d’Histoire Économique con el título «La
industrialización y el desarrollo económico de España de 1800 a
1936»  2. La temprana desaparición de Vicens en 1960 hizo que dos

1
Josep Fontana: «Mestres i amics», en L’ofici d’historiador, Girona, Docu-
menta Universitaria, 2010, reproducido en Sobre la història i els seus usos públics,
edición a cargo de Antoni Furió y Pedro Ruiz Torres, Valencia, Universidad de
Valencia, 2018, pp. 95-106.
2
Estos dos trabajos de Vicens y otro más titulado «España, 1868-1917» se in-
cluyeron en el libro de Jaime Vicens Vives: Coyuntura económica y reformismo bur-

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de sus discípulos, Jordi Nadal y Josep Fontana, tomaran el relevo


y dieran un gran impulso en España a la investigación en historia
económica y social de los siglos xix y xx  3.
Desde mediados de la década de los cincuenta, la formación de
Josep Fontana quedó enriquecida por su estrecha amistad con Pie-
rre Vilar, a quien siempre consideró otro de sus maestros, y con
John Lynch en la School of Hispanic Studies de la Universidad de
Liverpool  4. Dentro de España mantuvo una correspondencia de casi
dos décadas con Ramón Carande. La historia económica de este úl-
timo le atraía en especial por el uso de las cifras como instrumento
para llegar al hombre, en vez de convertir los datos de la economía
en una finalidad en sí mismos  5.
En 1966 Fontana fue expulsado de la Universidad de Barcelona
por su militancia en el PSUC, junto con Manuel Sacristán y otros
profesores. Dos años más tarde se incorporaba a la recién creada
Universidad Autónoma de Barcelona (en adelante UAB) y partici-
paría en las comisiones que redactaron el proyecto de estatuto y la
normativa de la nueva institución. Al igual que la Universidad Autó-
noma de Madrid, fundada ese mismo año, la UAB intentaba abrir el
camino en España a una organización más moderna de la vida uni-
versitaria. En 1970 Fontana obtuvo el grado de doctor con una tesis

gués, Barcelona, Ariel, 1968, con prólogo de Josep Fontana, la cita de Vicens en
p. 58. A mediados de los setenta Josep Fontana y Jordi Nadal publicaron «Spain,
1914-1970», en Carlo M. Cipolla (ed.): The Fontana Economic History of Europe,
Glasgow, Collin-Fontana Books, 1976, pp. 460-529 [más tarde editado en caste-
llano, «España, 1914-1970», en Carlo M. Cipolla (ed.): Historia económica de Eu-
ropa, vol. VI, Economías contemporáneas, t. 2, Barcelona, Ariel, 1980, pp. 95-163].
3
El primer trabajo publicado de Fontana fue sobre el comercio exterior de
Barcelona en la segunda mitad del siglo xvii y data de 1955. Siguieron otros a prin-
cipios de los sesenta, también sobre Cataluña, pero ahora durante el final del si-
glo xviii y comienzos del xix, entre ellos Josep Fontana: La revolució de 1820 a
Catalunya, Barcelona, Rafael Dalmau, 1961, e íd.: Aribau i la industria cotonera a
Catalunya, Barcelona, Rafael Dalmau, 1963.
4
Con el gran historiador de Catalunya dins de l’Espanya moderna le había
puesto en contacto Jaume Vicens Vives. Por consejo de Ferran Soldevila, que desde
1926 hasta 1928 había sido docente en la Universidad de Liverpool, el joven Fon-
tana decidió seguir ese camino y en 1956-1957 fue profesor auxiliar en uno de los
centros de referencia del hispanismo británico.
5
Josep Fontana: «Don Ramón Carande y la historia económica», Cuadernos
Hispanoamericanos, 465 (1989), pp. 123-133, reproducido en Sobre la història...,
pp. 129-141.

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de la que, a la muerte de Vicens, se hizo cargo como director Fabián


Estapé. En calidad de agregado interino de Historia Contemporá-
nea Mundial y de España, Fontana coordinó el departamento de
Historia de la UAB, que impartía docencia en las Facultades de Fi-
losofía y Letras, Ciencias Económicas y Ciencias de la Información.
Mediante oposición obtuvo la cátedra de Historia Económica en la
Facultad de Económicas de la Universidad de Valencia y en febrero
de 1974 tomó posesión de la misma  6. A finales de 1976 regresó a la
UAB y permaneció allí hasta 1990, el año de su decisiva participa-
ción en la fundación del Instituto Universitario de Historia Jaume
Vicens Vives en la Universidad Pompeu Fabra, al frente del cual es-
tuvo hasta el curso 2001-2002 en que se jubiló  7.
En la década de los setenta la obra de Josep Fontana desta-
caba enormemente en el pobre panorama de la historiografía so-
bre la España de la primera mitad del siglo xix. En 1971 se editaba
la reelaboración de su tesis doctoral con el título de La quiebra de
la monarquía absoluta, 1814-1820. La crisis del Antiguo Régimen en
España  8, y los elogios no se hicieron esperar. Así lo ponen de re-

6
Antes Fontana, en 1970, junto con Ramon Garrabou, Ernest Lluch, Josep
Termes y Joaquim Molas, había fundado la revista Recerques. Història, Economia,
Cultura. En el núm. 2 (1972) Fontana publicaría un artículo, «Canvi i actituds polí-
tiques», pp. 7-32, que más tarde, modificado y ampliado, apareció en su libro Cam-
bio económico y actitudes políticas en la España del siglo xix, Barcelona, Ariel, 1973,
pp. 97-145.
7
Con tal motivo, en junio de 2002 tuvieron lugar en el Instituto Universitario
de Historia Jaume Vicens Vives unas jornadas de debate que dieron origen al li-
bro Josep Fontana. Historia y proyecto social, Barcelona, Crítica, 2004, con prólogo
de Jaume Torras e intervenciones de Ramón Villares (la revolución liberal), Fran-
cisco Comín (la hacienda), Antonio Miguel Bernal (reformismo, libre comercio y
crecimiento económico), Pedro Ruiz Torres (la cuestión agraria), Julián Casanova
(el secano revisitado) y Ramón López Facal (enseñanza de la historia). Entre otros
muchos trabajos sobre la obra de Fontana véanse el de Ricardo Robledo: «El “infa-
tigable zapador”: la historia agraria de Josep Fontana», Historia Agraria, 76 (2019),
pp. III-XII, y el dosier «Los combates por la Historia de Josep Fontana», Nuestra
Historia, 7 (2019), con presentación de José Gómez Alén, que contiene artículos
de Carlos Forcadell, Rosa Congost, Gonzalo Pontón, Carlos Martínez Shaw y Juan
Andrade. Véase también la crítica de Jesús Millán al libro de Josep Fontana: La
época del liberalismo, Barcelona-Madrid, Crítica-Marcial Pons, 2007, y la respuesta
de este último en Ayer, 98 (2015), pp. 243-256 y 257-260.
8
Josep Fontana Lázaro: La quiebra de la monarquía absoluta, 1814-1820. La
crisis del Antiguo Régimen en España, Barcelona, Ariel, 1971 (2.ª ed. revisada y sin

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lieve las reseñas de Jordi Nadal, Antonio Tovar, Alejandro Nieto,


Juan Mercader, Alberto Gil Novales, Valeriano Bozal y otros his-
toriadores. En 1974, en el más completo estado de la cuestión so-
bre la historiografía española durante la época de Franco publicado
en vida del dictador, José María Jover resaltaba el «impulso crea-
dor» de Josep Fontana, lo situaba en el contexto de la renovación
que desde los años sesenta traía consigo en España la expansión
de la historia social y ponía énfasis en la «formación económica ri-
gurosa y al mismo tiempo susceptible de ser integrada en su saber
de historiador»  9. Dada la escasez de trabajos de investigación con
fuentes primarias sobre el proceso de crisis del Antiguo Régimen,
no es difícil imaginar lo que supuso la aparición del libro de Fon-
tana. Con la excepción de la obra de Miguel Artola, que había sa-
cado a relucir el trasfondo social del conflicto político de 1808 a
1833 entre los partidarios del liberalismo y los del absolutismo  10 y
daba cuenta de dicho periodo con el apoyo empírico, la búsqueda
de interpretaciones y la exigencia de objetividad que se le exigía a
una historia con pretensiones de ciencia  11, poco más resultaba des-
tacable cuando se publicó La quiebra de la monarquía absoluta. Al
comienzo, Fontana mencionaba el problema del fenómeno discon-
tinuo y revolucionario del desarrollo moderno que trajo la revo-
lución industrial, un desarrollo con distintas variantes porque no
había un único camino, y, asimismo, los obstáculos a vencer, en es-
pecial en la agricultura. Sin embargo, su atención no se dirigía a la
agricultura, sino hacia el Estado, al que muchos de los historiado-
res en aquel momento le asignaban un papel central en las transfor-

el apéndice documental sobre la Hacienda en Barcelona, Ariel, 1974, y varias reedi-


ciones posteriores; nueva edición aumentada en Barcelona, Crítica, 2002).
9
José María Jover Zamora: «El siglo xix en la historiografía española (1939-
1972)», en José María Jover Zamora (ed.): El siglo xix en España. Doce estudios,
Barcelona, Planeta, 1974, reproducido en íd.: Historiadores españoles de nuestro si-
glo, Madrid, Real Academia de la Historia, 1999, pp. 133-134 y 166.
10
Miguel Artola: Los orígenes de la España contemporánea, 2 vols., Madrid,
Instituto de Estudios Políticos, 1959, e íd.: La España de Fernando VII, vol. XXXII
de la Historia de España fundada por Ramón Menéndez Pidal, Madrid, Espasa
Calpe, 1968.
11
Josep Fontana cita de manera elogiosa la obra de Artola en La quiebra de
la monarquía absoluta... y en La crisis del Antiguo Régimen, 1808-1933, Barcelona,
Crítica, 1979.

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maciones políticas de la edad moderna, y en particular al estudio de


los problemas de la hacienda.
La tesis principal de La quiebra de la monarquía absoluta es que
en España el hundimiento de dicho régimen no se debió solo a la
incompetencia y la corrupción de la camarilla que lo gobernaba y
a la fuerza de las ideas o al mérito de la actuación conspiratoria de
los liberales, como la propaganda de estos últimos y la historiogra-
fía solían destacar. Con una abundante documentación que hacía
posible una historia de tipo cuantitativo y, asimismo, un relato sus-
tentado en numerosos testimonios de aquella época, Josep Fontana
mostraba que la quiebra del régimen absoluto tuvo mucho que ver
con la imposibilidad de resolver el problema hacendístico sin sa-
lirse de las reglas del juego impuestas por los grupos dominantes.
Desde principios del siglo xviii, el sistema tributario tradicional no
se adecuaba a las necesidades de la monarquía española en los nue-
vos tiempos, de ahí la preocupación constante de los ilustrados por
reformarlo, pero no hubo un cambio gradual al estilo británico, en
unos años en que la expansión del comercio colonial potenciaba el
surgimiento de una moderna industrialización, sobre todo en Ca-
taluña. Pese a disponer de los caudales americanos, la corona es-
pañola se vio forzada a finales del siglo xviii a contraer un enorme
volumen de deuda que enmascaró temporalmente su insolven-
cia. Cuando a comienzos del siglo xix cambió la coyuntura econó-
mica, el modo británico de resolver los problemas de la hacienda se
hizo inviable, más todavía durante la Guerra de la Independencia y
tras la pérdida de los mercados coloniales. Quedaba la transforma-
ción de carácter revolucionario que había triunfado a finales del si-
glo xviii en Francia, pero esta ni siquiera pudo iniciarse en España
al haberse producido en 1814 la restauración del absolutismo. La
crisis del comercio exterior, consecuencia de la progresiva pérdida
de los mercados coloniales, tuvo efectos muy negativos en los sec-
tores más avanzados de la economía española, acentuó el déficit de
la balanza comercial y agravó los problemas de la hacienda, en un
­círculo vicioso que ayuda a entender el malestar de un amplio sec-
tor de la población y en particular del campesinado. Los intentos de
reforma entre 1814 y 1820 fracasaron uno tras otro. El descontento
de los pueblos, debido en especial a la doble crisis del campesinado
español entre 1814 y 1820, en conflicto con el régimen señorial y
sufriendo los efectos negativos del colapso de la agricultura comer-

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cializada, trajo el desapego generalizado hacia el régimen absoluto.


Para Fontana, esto último explicaba mejor la caída del mismo en
1820 que la actuación conspiratoria de los liberales.
La quiebra de la monarquía absoluta y los demás estudios de
Fontana sobre la hacienda, que fueron apareciendo durante las dé-
cadas de 1970 y 1980  12, como en 2004 puso de relieve Francisco
Comín, eran el resultado de un proyecto investigador bien definido
que combinaba el análisis de los problemas fiscales con los socia-
les, los políticos y los económicos. Fontana exponía con claridad
sus puntos de vista de un modo documentado con gran cantidad
de material de archivo  13. El propio Fontana sintetizaría en 2002 sus
ideas en relación con lo que había dado de sí el objeto original de
su investigación sobre «las bases financieras de la construcción del
Estado moderno y, más en concreto, del caso de la monarquía espa-
ñola». Su perspectiva temporal se había ampliado y abarcaba tam-
bién la época del «segundo imperio» y las reformas borbónicas, en
el contexto del nuevo sistema de imperios mercantiles que trans-
formó el comercio internacional en el siglo xviii, para poner de re-
lieve el fracaso del mismo y, en definitiva, de las reformas de los
ilustrados. En su opinión, la quiebra de la monarquía absoluta es-
pañola «no se debía a la pérdida del imperio americano ni al hecho
de que sus gobernantes fuesen más estúpidos que los de otros paí-
ses ni más corrompidos». La pérdida de las colonias había sido un
duro golpe, pero los problemas de la hacienda podían haberse so-
lucionado con un tipo de desarrollo como el británico, basado en

12
Por mencionar solo los libros, Josep Fontana: Hacienda y Estado, 1823-
1833, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, 1973; íd.: La revolución liberal. Po-
lítica y Hacienda, 1833-1845, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, 1977; íd.: La
Hacienda en la historia de España, 1700-1931, Madrid, Instituto de Estudios Fisca-
les, 1980, y Josep Fontana y Ramón Garrabou: Guerra y Hacienda. La Hacienda
del Gobierno central en los años de la Guerra de la Independencia (1808-1814), Ali-
cante, Institución Juan Gil-Albert-Diputación Provincial de Alicante, 1986. Entre
sus numerosos artículos merece destacarse por su actualidad «Deuda pública, evo-
lución de la Hacienda y crecimiento económico. Algunas sugerencias para su estu-
dio», Hacienda Pública Española, 1 (1991), pp. 101-106 [también en Historia de la
Hacienda en España (siglos xvi-xx). Homenaje a don Felipe Ruiz Martín, Madrid,
Instituto de Estudios Fiscales, 1991].
13
Francisco Comín: «La metamorfosis de la Hacienda (1808-1874)», en Jaume
Torras (ed.): Josep Fontana. Historia y proyecto social, Barcelona, Crítica, 2004,
pp. 31-101.

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la exportación de sus productos industriales, o como el francés, que


se asentaba en el desarrollo de su mercado interior, para lo cual era
imprescindible introducir cambios políticos de envergadura. No se
hicieron entre 1814 y 1833, pese a los intentos del Trienio Libe-
ral que la segunda restauración echó por tierra, y, en consecuencia,
el proceso de transformación del imperio en Estado-nación y de la
monarquía absoluta en Estado liberal se llevó a cabo con un grave
problema financiero sin resolver. Su persistencia, según Fontana,
trajo consigo tanto la debilidad del nuevo Estado como el escaso
ímpetu de la modernización económica de España  14. La investi-
gación de Fontana sobre la Hacienda española como escaso «ali-
mento» de un Estado que no se reformó de manera sustancial, con
las consecuencias políticas, económicas y sociales de dicha incapa-
cidad desde el final del Antiguo Régimen hasta después del triunfo
de la revolución liberal, continúa estando muy presente en la histo-
riografía actual, como puede comprobarse  15.

14
Josep Fontana: «Introducción general», a la reedición de La quiebra de la
monarquía absoluta 1814-1820, Barcelona, Crítica, 2002, pp. 11-46. El tema del co-
mercio y el sistema colonial español en el siglo xviii, y sus consecuencias sobre
las distintas economías, había centrado la atención de Josep Fontana desde hacía
tiempo. Véanse, por ejemplo, Josep Fontana: «Colapso y transformación del co-
mercio exterior español entre 1792 y 1827. Un aspecto de la crisis de la economía
del Antiguo Régimen en España», Moneda y Crédito, 115 (1970), pp. 3-23; íd.: «Co-
mercio colonial e industrialización: una reflexión sobre los orígenes de la industria
moderna en Cataluña», en Jordi Nadal y Gabriel Tortella (eds.): Agricultura, co-
mercio colonial y crecimiento económico en la España contemporánea, Barcelona,
Ariel, 1974, pp. 358-365, e íd. (ed.): La economía española al final del Antiguo Régi-
men, vol. III, Comercio y Colonias, Madrid, Alianza Universidad, 1982.
15
Además de lo expuesto en 2004 por Francisco Comín, me remito a las tres
mejores obras de síntesis de historia económica de España que tratan con cierto
detalle lo ocurrido durante el periodo al que he hecho referencia y en particular el
problema de la Hacienda. Véanse Gabriel Tortella: El desarrollo de la España con-
temporánea. Historia económica de los siglos xix y xx, Madrid, Alianza Universidad,
1994; Francisco Comín, Mauro Hernández y Enrique Llopis (eds.): Historia econó-
mica de España. Siglos x-xx, Barcelona, Crítica, 2002, y Albert Carrerras y Xavier
Tafunell: Historia económica de la España contemporánea, Barcelona, Crítica, 2004.
Otro tanto ocurre en la historia del pensamiento económico con algunos de los tra-
bajos de Fontana. Véase, entre otros, Josep Fontana y Rafael Vallejo Pousada:
«Economía política y Administración Pública en la España liberal. Las contribu-
ciones de Juan López Pinilla y Ramón Santillana», en Enrique Fuentes Quintana
(dir.): Economía y economistas españoles, vol. IV, La economía clásica, Barcelona,
Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, 2005, pp. 705-724.

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Al hacer balance en 2002 de lo que dio de sí el proyecto que


inicialmente había tomado entidad en La quiebra de la monarquía
absoluta, Fontana diferenciaba el camino anterior de otro que en
cierto modo también esbozó en 1971: el estudio del periodo de
la Restauración europea, es decir, «la evolución de Europa entre
1814 y 1848, en el contexto de lo que suele denominarse la “cri-
sis del Antiguo Régimen”, pero que prefiero llamar “la construc-
ción del nuevo”», y añadía a continuación: «un campo de trabajo
que sigo cultivando»  16. En efecto, en ello estaba inmerso cuando fa-
lleció hace un año. No resulta fácil sintetizar las conclusiones a las
que llegó Fontana en este otro terreno, sobre todo por dos motivos.
En primer lugar, porque esas conclusiones se encuentran expuestas
en obras de muy distinto carácter que abarcan prácticamente toda
su trayectoria de historiador e incluyen un libro póstumo reciente-
mente publicado  17. La segunda razón nos lleva a las modificaciones
que durante muchas décadas el propio Fontana introdujo en su in-
terpretación de los hechos, en buena medida por estar al tanto de
lo publicado, dentro y fuera de España  18, y ser consciente de los
cambios sustanciales en la historiografía de dicho periodo.

16
Josep Fontana: «Introducción general», p. 9.
17
Josep Fontana: Capitalismo y democracia, 1756-1848. Cómo empezó el en-
gaño, Barcelona, Crítica, 2019. No puedo ahora mencionar todas y cada una de las
obras de Fontana que, de un modo u otro, forman parte de esta otra dirección, así
que dejaré solo constancia de la variedad de géneros que cultivó: artículos de in-
vestigación, de reflexión o de aclaración de conceptos, libros con un extenso apoyo
en el análisis de fuentes primarias, libros de síntesis o a modo de guía para el estu-
dio del periodo, ensayos de diverso carácter, etc. Estos son algunos trabajos suyos
que me parecen especialmente significativos, Josep Fontana: Cambio económico y
actitudes políticas...; íd.: La crisis del Antiguo Régimen...; íd.: «La crisis agraria de
comienzos del siglo xix y sus repercusiones en España» y «La desamortización de
Mendizábal y sus antecedentes», ambos incluidos en el libro de Ángel García Sanz
y Ramon Garrabou (eds.): Historia agraria de la España contemporánea, vol. I, Cam-
bio social y nuevas formas de propiedad (1800-1850), Barcelona, Crítica, 1985; íd.: La
época de las revoluciones, vol. X de la Historia Universal Planeta, dirigida por Josep
Fontana, Barcelona, Planeta, 1992; íd.: De en medio del tiempo. La segunda restau-
ración española, 1823-1834, Barcelona, Crítica, 2006, e íd.: La época del liberalismo,
vol. VI de la Historia de España, dirigida por Josep Fontana y Ramón Villares,
Barcelona, Crítica-Marcial Pons Historia, 2007.
18
De ello da cumplida cuenta la impresionante biblioteca de quien había na-
cido entre libros, como nos dice Gonzalo Pontón; no en vano su padre era un li-
brero que tenía el almacén en el mismo piso familiar. Véase Gonzalo Pontón:

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Antes de entrar en los resultados de esta otra línea de investiga-


ción, destacaré la atención prestada a la trayectoria específica de Ca-
taluña. A partir de los trabajos de dos de sus maestros, Pierre Vilar
(para la época moderna y en especial para el siglo xviii) y Jaume Vi-
cens Vives (en relación con el «reformismo burgués» y la industria-
lización en el siglo xix), y de acuerdo en gran medida con sus res-
pectivas maneras de concebir la singularidad histórica catalana en la
España de los siglos xviii y xix, Fontana hizo una aportación rele-
vante. Como puede verse en dos de sus libros  19, su visión de la so-
ciedad catalana comprendía un conjunto rico y variado de peculiari-
dades y contradicciones desde 1787 hasta 1868 en el terreno no solo
económico, sino también político y cultural, dentro del marco estatal
de una España incapaz de introducir reformas en favor del desarro-
llo industrial y del proceso de integración en una sola nación.
En los planteamientos e interpretaciones de Josep Fontana so-
bre el largo periodo que va desde mediados del siglo xviii hasta
1848 en Europa y llega a 1868 en el conjunto de España, existe
un hilo conductor que se mantiene y una modificación sustancial
muy apreciable. El hilo conductor gira en torno a la idea de que no
hubo entonces ninguna revolución, si se exceptúa lo ocurrido por
poco tiempo en Francia tras 1789. Según Fontana, la palabra «revo-
lución» debe aplicarse solo al cambio que trajo una transformación
profunda de la sociedad y eso no sucedió. De ahí que, a lo sumo,
pueda hablarse de reformas políticas para armonizar los intereses
de los dos grupos dominantes, los terratenientes (muchos de ellos
procedentes de la nobleza del Antiguo Régimen, otros de más re-
ciente fortuna) y los burgueses del comercio y de la industria, como
ocurrió en España con la «reforma agraria liberal». Nada de ello
trasformó profundamente la sociedad: una desigualdad (de base es-
tamental) se cambió por otra (de carácter sobre todo económico),
sin que mejoraran las condiciones de vida de la mayoría de la po-
blación. Muchos campesinos empeoraron cuando los poderosos se

«Fontana: el maestro en su biblioteca», De Re Historiographica, disponible en


https://derehistoriographica.wordpress.com/2019/06/15/fontana-el-maestro-en-su-
biblioteca/, y en Nuestra Historia, 7 (2019), pp. 47-52.
19
Josep Fontana: La fi de l’Antic Règim i la industrialització 1787-1868, vol. V
de la Història de Catalunya, dirigida por Pierre Vilar, Barcelona, Edicions 62,
1988, e íd.: La revolució liberal a Catalunya, Lleida, Eumo-Pagès, 2003.

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apropiaron de las tierras que cultivaban y de los bienes comunales y


los convirtieron en propiedad privada. La conclusión de Fontana se
expone de manera contundente en su último libro: la «revolución
burguesa» es un mito, la gran invención de los dos grupos vencedo-
res (los grandes propietarios y la gran burguesía del comercio y de
la industria) para hacer creer que «la revolución de nuestros días»
puso fin al «Antiguo Régimen» y despejó los obstáculos para abrir
un camino nuevo y esperanzador de progreso para todos. En rea-
lidad fue otra cosa, el triunfo de un tipo de crecimiento y desarro-
llo económico de cuyos beneficios se adueñaron los terratenientes y
los burgueses, «con el auxilio de unos gobiernos a los que de hecho
controlaban y a los que les bastaba con fijar las reglas del mercado,
que se presentaron como una condición “natural” para el progreso
colectivo». Para Fontana, las consecuencias de este «engaño» llegan
hasta nuestros días y se manifiestan «en un fenómeno tan decisivo
como el aumento constante de la desigualdad en las sociedades del
mundo desarrollado»  20.
En cuanto a las modificaciones en el punto de vista de Josep
Fontana sobre el proceso que en 1971 había denominado «la cri-
sis del Antiguo Régimen», hay muchas. En 2006 prefería no ha-
blar de la crisis y el hundimiento de un régimen, más bien era «el
proceso por el cual unos protagonistas sociales crearon un deter-
minado régimen nuevo, imponiendo una de las diversas formas en
que era posible construir el futuro y evitando que alguien pasara
por los corredores que conducían a otras historias»  21. No puedo
entrar con detalle en este cambio de perspectiva y me referiré solo
a un aspecto. Durante las décadas de los setenta y de los ochenta
los protagonistas principales de una transformación meramente po-
lítica, que según Fontana no había traído una revolución social,
sino una serie de reformas sucesivas, habían sido los terratenientes
y los burgueses. El contrapunto lo proporcionaba el malestar po-
pular, que solía manifestarse en forma de motines urbanos o de re-
vueltas campesinas. A principios del siglo xxi Fontana planteaba
las cosas de una manera muy diferente. Lejos de seguir discutiendo
sobre «normalidades» y «fracasos», nos dice, como tantas veces se
ha hecho a propósito de la «revolución industrial» o de la «revo-

20
Josep Fontana: Capitalismo y democracia..., pp. 7 y 155.
21
Josep Fontana: De en medio del tiempo..., p. 10.

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Pedro Ruiz Torres Josep Fontana en su tiempo

lución burguesa», el foco de atención se desplazaba a otros gru-


pos sociales. En la primera mitad del siglo xix se había cerrado el
paso a una forma de crecimiento y de desarrollo «desde abajo» mu-
cho más igualitaria, que con anterioridad protagonizaron, por un
lado, numerosos campesinos autónomos, gracias a las ventajas que
les proporcionaban las tierras y los derechos comunes, y, por otro,
los artesanos de «la primera revolución industrial». Por más que
en Francia la revolución de 1789 contuviera esa otra vía que dejó
su huella, pero sin ser capaz tampoco allí de impedir el triunfo de
los «notables», y aun cuando la resistencia de campesinos y artesa-
nos se manifestara una y otra vez durante la primera mitad del si-
glo xix en Europa occidental, el desarrollo del capitalismo se hizo
a costa del bienestar de la gran masa de los de abajo y gracias a los
cambios políticos que se introdujeron desde arriba. «El capitalismo
salió vencedor de la pugna y hoy domina nuestras vidas», escribe
Fontana, y la gran esperanza de cara al futuro consiste en recuperar
la democracia igualitaria que no pudo ser  22.
Se ha destacado en reiteradas ocasiones y con razón, como
muestran las ideas que acabo de exponer, que Fontana fue un his-
toriador comprometido con la transformación radical de la socie-
dad. También que su forma de concebir las trayectorias históri-
cas de las diferentes sociedades humanas está en plena sintonía con
la de los teóricos principales del marxismo, algo en mi opinión más
discutible, sobre todo si tomamos en cuenta su reciente manera de
concebir la «revolución burguesa», que es muy diferente de la del
Manifiesto Comunista de Marx y de Engels. No obstante, es cierto
que la historia de Fontana guarda una estrecha relación con algu-
nos planteamientos del marxismo no dogmático, a condición de
añadir que existen otros componentes y que hubo de enfrentarse,
no sin dificultades, a la tarea de integrarlos en un marco explicativo
coherente. Fontana puede ser considerado con muchos matices un
«historiador marxista», pero es preciso dejar claro que su obra se
aleja de las codificaciones más o menos dogmáticas de lo que suele
llamarse «el marxismo» y que no creía en la existencia de algo así
como una «teoría marxista de la historia» con sus correspondien-
tes «leyes» deterministas. Para Fontana, cualquier «teoría de la his-

22
Josep Fontana: Capitalismo y democracia..., p. 8.

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Pedro Ruiz Torres Josep Fontana en su tiempo

toria» no era otra cosa que el pensamiento del que se sirve el histo-
riador para orientar su trabajo, un modo de razonar estrechamente
unido a las ideas sociales subyacentes, es decir, al proyecto de fu-
turo en el que se inscribe su tarea  23.
Desde luego Fontana fue un historiador comprometido, en el
mismo sentido que sus tres «mestres», Ferran Soldevila, Jaume Vi-
cens Vives y Pierre Vilar, y al igual que Marc Bloch, Eric J. Hobs-
bawm, E. P. Thompson o Manuel Moreno Fraginals, por citar solo
a unos pocos de la larga nómina de historiadores que apreciaba  24.
Como le sucedió a cada uno de ellos, el compromiso de Fontana y
la dimensión cívica de su trabajo tenían una doble vertiente. Por una
parte, se trataba de una historia útil socialmente, que estudiara los
problemas de los seres humanos en el pasado y en el presente. Por
otra, el historiador debía estar comprometido con su oficio, trabajar
con fuentes y saber formular preguntas, muchas veces incómodas.
Por ambos motivos no hizo suya la erudición libresca y sin utilidad
social de una historia fría reducida a los principios del método y al
ejercicio de la profesión, ni la historia para pasar el rato y entrete-
nerse, pero tampoco la historia con escaso o nulo fundamento en la
investigación empírica y al servicio casi por completo de una ideolo-
gía y de una opción política, aunque fuera de izquierdas; dicho esto
último con sus propias palabras, «el fàcil camí d’una retòrica ben in-
tencionada, pròpia d’una certa progressia d’ahir i d’avui»  25.
Su modo de concebir la historia tenía bastante en común con las
grandes corrientes de la historia social que tomó el relevo del his-
toricismo clásico cuando este entró en crisis en el siglo xx. En se-
mejante tipo de historia, la explicación de los problemas de los se-

23
Las ideas de Fontana sobre la historia como tipo de conocimiento y sobre
la historia de la historiografía se expusieron en numerosas ocasiones, sobre todo en
los siguientes libros, Josep Fontana: La historia, Barcelona, Salvat Grandes Temas,
1974; íd.: Historia. Análisis del pasado y proyecto social, Barcelona, Crítica, 1982;
íd.: La historia después del final de la historia, Barcelona, Crítica, 1992; íd.: Intro-
ducción al estudio de la historia, Barcelona, Crítica, 1999; íd.: La historia de los hom-
bres, Barcelona, Crítica, 2001, e íd.: L’ofici d’historiador, Girona, Arcadia, 2018. En
Sobre la història..., se recogen otros trabajos suyos sobre esta temática.
24
Véase el apartado «Mestres i amics» de su libro Sobre la història..., pp. 95-
168, con dos textos muy significativos, uno sobre E. J. Hobsbawm y el otro sobre
E. P. Thompson, así como su artículo «Eric Hobsbawm: el historiador como intér-
prete del presente», Ayer, 93 (2014), pp. 241-250.
25
Josep Fontana: Sobre la història..., p. 98.

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res humanos avanzaba a medida que se retrocedía lo suficiente en


el tiempo como para descubrir las estructuras socioeconómicas pro-
fundas y los sistemas de organización social y política en la lon-
gue durée. Fontana centró su investigación en los siglos xviii y xix
porque, en su opinión, este era el periodo del nacimiento del sis-
tema que enmarcaba aún nuestras vidas, un sistema económico ca-
pitalista y de Estados-nación con constituciones que garantizaban
derechos y libertades, pero con gobiernos que favorecían el enri-
quecimiento de un grupo muy reducido a costa de la mayoría. Sin
embargo, no olvidó las épocas anteriores ni tampoco el siglo xx.
En Europa ante el espejo dio cuenta de cómo la identidad eu­
ropea se constituyó a lo largo de una historia que se remontaba a la
antigüedad griega, a partir de la pretendida superioridad que pro-
porcionaba una «galería de espejos deformantes»: el bárbaro, el cris-
tiano, el feudal, el del diablo, el rústico, el cortés, el del salvaje, el
del progreso y el del vulgo. Al margen de las razones militares, el
éxito europeo vino unido, en una época por lo demás relativamente
reciente, a factores económicos y políticos que aseguraron la estabi-
lidad de la propiedad privada de los terratenientes aristocráticos y
los negociantes burgueses, a la vez que expoliaban a los campesinos
de la suya. Una historia de Europa desprovista de los mitos de cier-
tos grupos para justificar su dominio y fuera de la galería de esos
espejos deformantes en los que continúa atrapada nuestra cultura,
nos dice Fontana, una historia que estudie las sociedades humanas
en «el gran libro del mundo», ha de empezar por desmontar la vi-
sión que interpreta mecánicamente cada cambio como una etapa de
progreso. Luego debe reemplazar esa historia por otra que sea «ca-
paz de analizar la compleja articulación de trayectorias diversas que
se enlazan, separan y entrecruzan, de bifurcaciones en que se pudo
elegir entre diversos caminos posibles». Frente a la «visión lineal y
simplista» de la historia, que tanto daño ha producido como denun-
ciara Walter Benjamin, es preciso ser conscientes de que muchas ve-
ces se eligió el camino que convenía a aquellos grupos con capaci-
dad de persuasión y fuerza represiva para imponerlo, en detrimento
de otro que hubiera sido mejor «en términos del bienestar de la ma-
yor parte de los hombres y mujeres»  26.

26
Josep Fontana: Europa ante el espejo, Barcelona, Crítica, 1994, pp. 154-156.
Véase también, sobre la identidad europea, su artículo «Europa: història i identi-

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Pedro Ruiz Torres Josep Fontana en su tiempo

Con la perspectiva también de la muy larga duración, Fontana


se propuso explicar en un libro sencillo y comprensible, como él
mismo lo definió, el proceso de conformación de la identidad co-
lectiva catalana, que en su opinión se remontaba a la Edad Me-
dia  27. En el momento en que se publicó el libro, en 2014, su afir-
mación de que Cataluña había surgido muchos siglos antes como
Estado nacional y la insistencia en los agravios sufridos por di-
cha comunidad durante buena parte de su historia, fueron objeto
de críticas por quienes consideraron que Fontana ponía la histo-
ria al servicio del nacionalismo catalán independentista. Se puede
o no estar de acuerdo con las ideas de Fontana sobre la peculia-
ridad catalana, al igual que sucede con tantas otras interpretacio-
nes suyas de hechos históricos relevantes, pero debemos partir de
lo que escribió, en este caso, de su modo de concebir el término
«nación», sin atribuirle ideas distintas de las suyas. En el prólogo
de esta historia de Cataluña Fontana afirma que en el siglo xix
los Estados liberales, herederos de las monarquías absolutas, se-
cuestraron el concepto de nación para usarlo con el fin de ab-
sorber y asimilar comunidades sobre las que extendían su poder.
Más tarde, durante el siglo xx, esos Estados nacionales fueron los
responsables de millones de muertos a consecuencia de limpie-
zas étnicas amparadas en falsificaciones históricas. Aquello que,
por el contrario, constituye la identidad colectiva de una comuni-
dad humana «nacional», según Fontana, son las experiencias his-
tóricas que han ido conformando una cultura propia y que pro-
porcionan un sentido de conexión y de pertenencia reforzado, en
el caso de los catalanes, por una evolución política singular. Al fi-
nal del libro se refería al error de unos políticos, que creían mar-
car el rumbo colectivo de un pueblo, y de unos partidos, cuyo in-
terés era, en el fondo, que todo siguiera igual desde el punto de
vista socioeconómico. Para concluir, Fontana afirmaba que su
único objetivo era intentar explicar el largo proceso de formación
de la identidad de los catalanes, un sentimiento que había perdu-
rado en el tiempo y resistido quinientos años de esfuerzos de asi-

tat», L’Espill, 20 (2005), pp. 65-72, reproducido en Josep Fontana: Sobre la his-
tòria..., pp. 263-272.
27
Josep Fontana: La formació d’una identitat. Una història de Catalunya, Ro-
manyà Valls, Eumo, 2014.

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milación, con tres guerras por medio y largas campañas de repre-


sión social y cultural  28.
En cuanto al estudio de la historia más contemporánea de to-
das, la de nuestro pasado inmediato desde 1914 hasta nuestros días,
Josep Fontana se interesó por ella desde la década de 1970, como
muestran algunos de sus trabajos  29. Sin embargo, fue en los últimos
años de su vida cuando su aportación adquirió una sorprendente en-
vergadura. En 2011 publicó Por el bien del imperio. Una historia del
mundo desde 1945, que dos años más tarde completaría con El fu-
turo es un país extraño. Una reflexión sobre la crisis social de comien-
zos del siglo xxi, y en 2017, El siglo de la revolución. Una historia del
mundo desde 1914  30. En estos tres libros llevó a cabo una síntesis de
diversos aspectos y de los hechos más relevantes a escala mundial
entre 1917 y nuestros días, sobre la base de la consulta de una am-
plísima y muy variada bibliografía, una vez más con la finalidad de
ofrecer una interpretación de lo ocurrido que resultara útil de cara
a un futuro mejor. No tengo espacio para entrar en ello ni tampoco
para referirme a otras vertientes de su constante actividad intelec-
tual y de intervención social, como las que dieron pie a numerosos
artículos y entrevistas en prensa y publicaciones periódicas  31, a una

28
Ibid., pp. 7-8 y 426-427. Ricardo Robledo: «Josep Fontana (1931-2018):
historia y compromiso social», De Re Historiographica, disponible en https:/­/­
derehistoriographica.wordpress.com/2018/09/05/josep-fontana-1931-2018-historia-
y-compromiso-social/, pone de relieve que, como en cualquier libro, en este de Fon-
tana hay unos puntos más fuertes que otros y se percibe algún anacronismo, pero no
se trata de un tributo al nacionalismo independentista catalán. En numerosas entre-
vistas Fontana fue muy crítico con el procés y Robledo remite a dos muy ilustrativas.
29
A modo de ejemplos véanse Josep Fontana y Jordi Nadal: «Spain...»; Josep
Fontana: «Reflexiones sobre la naturaleza y las consecuencias del franquismo», en
Josep Fontana (ed.): España bajo el franquismo, Barcelona, Crítica, 1986, pp. 9-38;
íd.: «Algunas consideraciones sobre las grandes etapas de la economía europea en
el siglo xx», en Jordi Nadal, Albert Carreras y Carles Sudrià (comps.): La econo-
mía española en el siglo xx: una perspectiva histórica, 5.ª ed., Barcelona, Ariel, 1987,
pp. 9-22; íd.: «La Segunda República: un proyecto reformista», Sistema: revista de
ciencias sociales, 154 (2000), pp. 21-32, e íd.: «A los cien años de 1917: la revolu-
ción rusa y nosotros», en Juan Andrade y Fernando Hernández Sánchez (eds.):
1917: la revolución rusa cien años después, Madrid, Akal, 2017, pp. 41-51.
30
Los dos primeros editados por Pasado y Presente, uno en 2011 y el otro en
2013, y el tercero por Crítica en 2017.
31
Véase el capítulo «Bibliografía del doctor Josep Fontana», en Josep Fon-
tana: Sobre la història..., pp. 49-90.

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Pedro Ruiz Torres Josep Fontana en su tiempo

docencia ejemplar que dejó numerosos discípulos o al importante


trabajo de asesor en editoriales como Ariel, Crítica y Pasado y Pre-
sente, cuya labor fue enorme a la hora de difundir, en España y en
América Latina, un gran número de obras de la historiografía más
renovadora. Tampoco puedo hacer otra cosa que mencionar lo fácil
que Fontana hacía a toda clase de personas, sobre todo a los jóvenes
historiadores, que una gran parte de su tiempo lo dedicara a interve-
nir en conferencias ante públicos muy diversos o en reuniones cien-
tíficas de todo tipo, y su predilección por los encuentros con profe-
sores que impartían historia en la enseñanza media y, en general, por
las cuestiones relacionadas con la enseñanza de la historia.
Así, para concluir, diré que sobran los motivos para afirmar que
Fontana es uno de los historiadores de mayor relieve e influencia
que nos ha dejado el último medio siglo. Esta consideración no de-
bería llevarnos al elogio desmesurado o a la mitificación de su fi-
gura, actitudes estas que le incomodaban sobremanera. Al con-
trario, ha de tener presente la crítica, la duda y la insatisfacción
respecto del propio trabajo, porque fue precisamente esto lo que
hizo que Josep Fontana siguiera investigando y reflexionando hasta
el último momento.

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