TIEMPOS

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TIEMPOS, ESPACIOS Y CONFLICTOS EN CIUDADES SEGREGADAS.

EL
CASO DE BARRIO ALBERDI Y BARRIO SAN VICENTE. CÓRDOBA,
ARGENTINA.

Time, spaces and conflicts in segregated cities. The case of Alberdi and San Vicente
neighborhoods. Cordoba, Argentina.

Dra. BOITO, María Eugenia. CIECS- CONICET y UNC /


meboito@yahoo.com.ar
Lic. SALGUERO MYERS, Katrina A. CIECS – SECyT, UNC / katrimyers@hotmail.com
Córdoba, Argentina

Resumen
A lo largo de los años hemos estudiado cómo la organización del espacio urbano -
sus zonas residenciales, las vías para circular o detenerse, las áreas para la mercancía o los
lugares de recreación- expresa y realiza diferentes modalidades de estar juntos/ separados.
Esa disposición de cuerpos y espacios configura experiencias disímiles, sensibilidades
sociales particulares, identidades y pertenencias, así como lugares permitidos y prohibidos
para los sujetos.
Las transformaciones de la última década en la ciudad de Córdoba se han orientado
a la organización clasista del espacio urbano; esto es, la atadura de las clases a
localizaciones específicas para vivir, consumir, circular “entre los mismos”. La reubicación
de villas miseria, la proliferación de barrios cerrados para grupos de altos ingresos, las
políticas habitacionales y de seguridad para sectores empobrecidos, el embellecimiento
estratégico en la zona céntrica, etc., son fenómenos que convergen en ese sentido.
En el presente trabajo proponemos indagar en dimensiones económicas, políticas e
ideológicas de este ordenamiento clasista del espacio urbano. Y para ello, analizaremos el
tiempo, el espacio y la conflictividad en la ciudad. Tomaremos, entonces, los casos de dos
áreas de la ciudad de Córdoba: barrio San Vicente y barrio Alberdi. Allí emergen
conflictividades por las formas de vivir y significar lo que el barrio es y debe ser; se
tensionan los intereses de los “vecinos” por definir el territorio como espacio de
reproducción de la vida y los intereses de los “desarrollistas” por definirlo como espacio de
reproducción del capital. La Multisectorial Defendamos Alberdi y la Red de Vecinos y
Asociaciones de San Vicente se construyen como actores colectivos centrales en esta
disputa. Intentaremos aportar a la comprensión de sus prácticas como vía de ingreso a las
experiencias sociales existentes en las contemporáneas ciudades socio-segregadas.

Abstract
Throughout the years we have studied how the organization of urban space –its
residential areas, its routes for circulation and detention, its areas for commodities and
recreation spaces- expresses and produces different ways of being together/ separated. Such
a disposition of bodies and spaces configures different social experiences, particular social
sensibilities, identities and belongings, such as permitted and prohibited places for certain
subjects.
The transformations occurred in the city of Córdoba during the last decade have
been oriented to classist organization of urban space. This refers to the binding of social
classes to specific locations to live, consume, circulate “among equals”. The relocation of
poor settlements, the proliferation of closed neighborhoods for high income groups,
habitational and security policies, and the strategic embellishing of down town areas,
among others; are all phenomenons that converge in this direction.
In this opportunity we wish to inquire in economic, politic and ideological
dimensions of this classist order of urban space. For this, we will analyze time, space and
conflict in the city. We will take the cases of two areas: San Vicente and Alberdi
neighborhoods. There, certain conflictivities emerge concerning the ways of living and
signifying what the neighborhood is and should be; interests are stressed between neighbors
and urban developers for defining space as a territory for the reproduction of life or for the
reproduction of capital. The Multisectorial Defendamos Alberdi and the Red de Vecinos y
Asociaciones de San Vicente emerge as main characters in this dispute. We will try to
contribute to the comprehension of their practices as a way into the comprehension of
social contemporary experiences in segregated cities.
Palabras claves: Acción colectiva- Segregación urbana- Experiencias sociales- Conflicto-
Capitalismo
Keywords: Collective action- Urban segregation- Social experiences- Conflict- Capitalism

Introducción
Las ciudades contemporáneas, sus configuraciones, conflictos y materialidades son
un objeto de estudio central en numerosos campos de debate. Sus complejidades nos
desvelan por la centralidad que encontramos en sus dinámicas para explicar “lo social”. El
proceso mundial de concentración poblacional en espacios urbanos es un fenómeno -no
acabado- que ha sido una parte de las transformaciones sociales modernas.
En el vasto campo de estudios sobre ciudades, hemos situado nuestros intereses en
las maneras contemporáneas en que Córdoba 1 ha sido modificada por la convergencia de
políticas públicas y privadas que reordenan el espacio en sentido clasista. Cuando decimos
esto, hablamos de que la unión entre carne y piedra en las urbes, es decir entre cuerpos y
espacios, se relaciona con distintas políticas para las clases sociales. En sentido
hegemónico, estas transformaciones se han orientado hacia lo que se llaman procesos de
gentrificación, o lo que preferimos llamar segregación.
Algunos resultados preliminares de las investigaciones 2 que venimos realizando dan
cuenta que el objeto central de las actuales políticas del Estado Provincial y Municipal es la
fragmentación del espacio en términos de circuitos particulares estructurados por
experiencias desiguales de clase. Resumiendo: a) una política pública de hábitat popular
implementada desde el 2003 por el Gobierno de la provincia fue socavando dinámicas de

1
Córdoba es la segunda ciudad con mayor población de la República Argentina, con 1.330.023
habitantes, según el Censo Nacional de Población del año 2010.
2
“Urbanismo estratégico, experiencias de habitabilidad, circulación y desplazamiento en la ciudad.
Indagación sobre vivencias/experiencias de las clases subalternas, Córdoba (2012-2013)”
Directora: Dra. María Eugenia Boito, Co-directora: Dra. María Belén Espoz Dalmasso. Proyecto tipo
A, Agosto 2012. Resol. SECYT nº 162/12. Y con anterioridad: “Urbanismo estratégico y
segregación clasista. Identificación y descripción de algunas imágenes y vivencias de las
alteridades de clase en el espacio urbano cordobés. (‘Ciudades-Barrios’, 2007)”Directora: Mgter.
María Eugenia Boito, Co-director: Mgter. Flavio Luis Borghi; con aval académico y subsidio,
Resolución 69/08 Secyt; Resolución Rectoral 2074/08; "Subjetividades y contextos de pobreza.
Deconstrucción de políticas habitacionales en el traslado de familias a las nuevas ciudades/barrio
de Córdoba", Directora: Dra. Ana Levstein, Codirectora: Lic. María Eugenia Boito. Proyecto tipo B
Secyt 197-05, Res. Rectoral 2254/06, Res. Secyt 162/06.
interacción interclases en el “centro” de la ciudad, y disponiendo suelo y terreno para
formas de habitabilidad dispuestas para clases sociales medias altas y altas; b) ciertas
decisiones socio-urbanas de “embellecimiento” -donde el Plan Director se propone como
vector de los cambios, y las obras realizadas en el marco del Bicentenario son sólo un
señalamiento de una tendencia que llegó para quedarse-.
El embellecimiento estratégico -sensu W. Benjamin- de las ciudades constituye un
punto neurálgico para comprender las particulares experiencias de clase que se constituyen
en torno a las vivencias posibles y deseables (y sus anversos) de/en la vida urbana. En la
última década se vienen aplicando diseños urbanísticos basados en el supuesto de ese tipo
de “embellecimiento”. Particularmente en la lógicas de circulación, el valor patrimonial de
ciertos espacios-tiempos de la ciudad adquiere un peso significativo: no sólo como fuente
de ingresos por y para el “turismo”, sino también para la construcción de una memoria
colectiva específica -con su estructura narrativa- de aquello que puede considerarse como lo
más “autóctono” de un lugar.
Sin pretender abarcar las múltiples dimensiones configurantes de la experiencia
urbana, debemos enfatizar que la comprensión en sentido clasista implica, en sí, ciertos
lugares teóricos que atan una mirada crítica a la materialidad del acontecer histórico, más
acá de los ideales sobre qué debe ser una ciudad; y una preocupación por el funcionamiento
del capitalismo en su desenvolvimiento local, que presenta sus particulares actores y
dinámicas pero que comparte necesariamente la relación de clases como motor de las
transformaciones y la acumulación de capital como eje ordenador de la hegemonía
contemporánea.

La reproducción del capital en las ciudades “embellecidas”


Los rasgos y conflictos de/en las ciudades son piezas nodales de las dinámicas
generales del capitalismo como fuerza hegemónica estructurante de nuestras formas de
estar en el mundo. El teórico inglés David Harvey (2004, 2008, 2012) ha desarrollado una
línea de investigación que nos resulta imposible obviar: sugiere que la urbanización -junto
al gasto militar- ha sido una de las principales ramas de absorción de los excedentes de
capital generado en los distintos momentos históricos. El desarrollo de las ciudades sería,
así, inescindible de la reproducción de capital por parte de las clases dominantes, y de la
desposesión por parte de las clases subordinadas.
Harvey recupera el pensamiento de Marx en muchos sentidos, pero uno es de tipo
metodológico, sosteniendo que desde su crítica radical al capitalismo no se puede explicar
una formación social sólo desde las lógicas generales del capital, sino que se deben estudiar
sus particularidades históricas. Pero a la vez y no menos importante, no se puede indagar
tampoco prescindiendo de esas leyes generales inherentes al sistema de reproducción social
(Harvey, 2012: 37).
Es por ello que consideramos pertinente introducir algunas dimensiones básicas que
permitan ilustrar cómo, en Argentina y en la ciudad de Córdoba, las urbes se anudan con el
proceso histórico global; y, en particular, cómo la acumulación capitalista se materializa en
las experiencias urbanas que pretendemos investigar.
¿Cómo han sido las ciudades argentinas, y particularmente Córdoba, parte de las
estrategias de reproducción capitalista? El fin de la convertibilidad en Argentina (2002) dio
origen a un nuevo período, tanto en términos económicos como políticos, conocido por la
literatura como posconvertibilidad. Se define su origen en el año 2002 por diferentes
motivos, siendo la devaluación de la moneda uno de sus elementos claves. Ésta, veremos,
reorganizó las condiciones para la acumulación.
Básicamente se puede decir que la crisis que vivió nuestro país en el 2001, tuvo
como respuesta para los procesos de acumulación de capital la devaluación, que implicaba
-entre otras cosas, claro está- alta rentabilidad para las ramas de la producción de bienes
transables, la protección de la industria mercado internista, y la caída en los costos de la
producción. Los capitalistas se encontraron, por ello, con un amplio margen de maniobra
por diversos motivos, entre ellos por la inmensa capacidad instalada ociosa (medios de
producción sin usar), la caída del salario (devaluado) y las masas de trabajadores
desocupados (dispuestos a ser contratados casi sin condiciones). Así, las
mercancías/capitales involucrados en la producción -los medios de producción y la fuerza
de trabajo- abonaban un aumento exponencial de la rentabilidad de ciertos sectores, de la
tasa de plusvalor, es decir, de la tasa de explotación.
Argentina, que tradicionalmente tuvo en su balanza comercial el protagonismo de la
producción de bienes primarios, agregaba en este período tres rasgos distintivos que
reforzaban aquel carácter: uno fue la implementación -iniciada en la década del ’90- de
grandes reformas en el modo de producción agrícola, principalmente mediante la
incorporación de granos transgénicos con avances tecnológicos; otro, la extensión de la
frontera agropecuaria; y además una alta rentabilidad para el sector exportador debido a la
moneda devaluada y a los altos precios internacionales.
Bien es sabido que el funcionamiento del capitalismo necesita de la
sobreacumulación como parte de una lógica exponencial: lo acumulado debe generar aún
mayor capital, no sólo ser guardado en cajas fuertes. Así se diseñan tasas de ganancia
esperables, y se implementan -según distintos modelos de estado y relaciones de fuerza-
formas de distribución de la riqueza social. Según Sbattella y otros (2012) desde la poscon-
vertibilidad el Excedente Económico3 argentino habría sido de un 60% del PBI4
promediando el período referido. Según el mismo estudio la rama de la construcción fue la
principal área de inversión de excedentes: el 61,2% del excedente fue dirigido a la
construcción, siendo el central fue el de la inversión en la construcción de viviendas
suntuarias.
Vemos así que el dinamismo del sector de la construcción se vio motorizado por la
inversión de excedentes generados en otras ramas y acumulados -para su
ahorro/conservación, pero también para su reproducción- en “ladrillos”. Este fenómeno,
como vimos, tiene múltiples factores explicativos. Y uno de ellos relaciona directamente el
desarrollo del sector agropecuario con el de la construcción urbana de vivienda suntuaria.
El dinamismo del mercado de la construcción se relacionó, en el período, con sectores
empresariales y de altos ingresos que generan una oferta, demandada luego en los mismos
circuitos de altos ingresos. Esa lógica muestra que “la transformación urbana tiene como

3
En los análisis de una realidad concreta el concepto de Excedente Económico se puede
operacionalizar como la diferencia entre la producción real de un país (el Producto Interno
Bruto - la depreciación del capital) y el Costo de la Reproducción Social (CRS). Este último
refiere al costo de reproducción de una población, definido como la pauta básica de consumo
que la sociedad establece para asegurar la supervivencia de sus miembros. Así, este
concepto permitiría ver, por un lado las maneras en que las distintas clases sociales se
apropian de ese excedente y, por otro, los “costos” que son necesarios para reproducir tanto
el capital como la fuerza de trabajo.
4
El Producto Bruto Interno (PBI) es el valor monetario de los bienes y servicios producidos en
una determinado región y en determinado período, generalmente un año. La “depreciación del
capital”, refiere a la pérdida de valor de los capitales ya existentes en el mismo período.
principal beneficiario al mismo sector empresarial. No son viviendas sino ladrillos que
refugian valores, es decir ca(s)jas fuertes o ca(s)jas de seguridad” (Boito y otros, 2013: 22-
23).
Si continuamos mirando el caso de la Provincia de Córdoba, desde 2002 hasta 2014
la economía -medida en Producto Geográfico Bruto5 (PGB) a precios constantes 1993- tuvo
un crecimiento a una tasa anual de 3,4%, acumulando entre puntas un crecimiento del 84%.
Entre los componentes que nos interesan, la construcción creció en el período un 114,43%,
pero además en la rama de “Servicios” concentra la centralidad indiscutible el área de
Actividades Inmobiliarias, Empresariales y de Alquiler. Esta representa, en el año 2014, un
28% del PGB total de la rama de servicios y un crecimiento entre 2002 y 2014 del 34,38%.
Así, vemos la centralidad en el PGB de dos ramas asociadas al problema que estamos
estudiando: por un lado el de la construcción, y por otro lado el de comercialización
mercantil de viviendas y de tierras6. Tanto a nivel nacional como provincial, vemos que la
construcción y los servicios inmobiliarios llevan la delantera en los niveles de capital
generados. La tierra y la vivienda como mercancías se ubican así en un lugar protagónico
para el orden capitalista actual, y no pueden ser pensados unos ni otros exentos de su
dimensión mercantilizada. Esa mercancía, generada de un capital anterior, debe producir
más capital. Y, como dirán los teóricos marxistas, ha sido producido por alguien. La
explotación y la desposesión serán los mecanismos reconocidos de su generación, que

5
El Producto Geográfico Bruto es el valor monetario de los bienes y servicios producidos en la
economía de una región, en este caso de la provincia de Córdoba, en un año determinado,
permitiendo conocer su estructura económica. De esta forma constituye el principal indicador para
medir la actividad económica y conocer su evolución a través del tiempo.

El Producto Geográfico Bruto (PGB), calculado en forma anual e ininterrumpida desde el año 1993,
muestra el valor agregado de cada sector de actividad de la economía provincial. En el cuadro
adjunto se observa la variación del PGB a valores constantes y corrientes y sus niveles
alcanzados.
6
En el modelo de producción agrícola actual, el alquiler de la tierra es un fenómeno central. “En
2008 el 50% del área sembrada en la pampa húmeda correspondía a tierras alquiladas. La
concentración, entonces, se operaba principalmente en el plano de la producción y no en el de la
tenencia de la tierra” (Astarita, 2011, p.148). Así se puede analizar cómo la distribución del
plusvalor generado se reparte entre quienes producen sobre la tierra, y entre quienes acumulan por
la renta de la misma.
luego será recapturado por los sectores capitalistas de múltiples formas como consumo,
alquileres, recreación, etc.

Ordenamientos y resistencias
Las transformaciones urbanas digitadas por el capitalismo en la ciudad de Córdoba
han implicado, a fin de cuentas, su reordenamiento en diferentes esferas. La construcción
de edificios y complejos habitacionales para grupos de altos ingresos se ha dado,
principalmente, en tierras arrebatadas a sectores empobrecidos, en tierras fiscales o en
barrios lindantes al centro de la ciudad, caracterizados por sus construcciones antiguas -
demolidas o “refuncionalizadas”-. El “embellecimiento” de plazas y espacios verdes se ha
dado, principalmente, en zonas en las que primero se redefinió su valor mercantil y
habitacional. Las villas ubicadas en zonas céntricas han sido relocalizadas en zonas
periféricas y en barrios cerrados para pobres llamados elocuentemente “Barrios Ciudades” 7.
Las luminarias, calles y cartelería relucen de novedad en todas las áreas que hoy son de
importancia para el capital urbano. En cualquiera de los casos, la inversión pública y
privada ha significado, en consonancia con la lectura de Harvey (2008, 2012) desposesión
y sobreacumulación como dos caras del mismo proceso, anudadas íntimamente pero
destinadas a diferentes clases en cada caso.
Lo que se construyó ideológicamente como “derecho a la vivienda digna” mediante
las urbanizaciones que adquirieron la forma ciudad-barrio, obtura el efectivo ejercicio de un
tipo de “derecho” con mayor poder, que ha expulsado a los miembros de las clases
subalternas hacia los márgenes de la ciudad de Córdoba, liberando esos terrenos para la
7
Durante la gestión del gobernador José Manuel de la Sota, en el año 2003, el gobierno provincial
comenzó su construcción bajo el Programa de Hábitat Social “Mi Casa, Mi Vida”, financiado por el
Banco Interamericano de Desarrollo (BID), incluyéndolo como “Proyecto de Emergencia para la
Rehabilitación Habitacional de los Grupos Vulnerables Afectados por las Inundaciones en la
Ciudad de Córdoba”. Entre 2004 y 2008 se inauguraron 10 urbanizaciones y se “ampliaron” a su
vez antiguos barrios. Cada complejo -denominado Barrio-ciudad- contiene entre 200 y más de 600
viviendas, ubicándose en su mayor parte por fuera del anillo de la circunvalación y, en algunos
casos, por dentro de él.

Otras experiencias similares en países de América Latina son Chile Barrio (en Chile) y Programa
Favela-Barrio (en Brasil, concretamente en Rio de Janeiro), financiados por el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), lo que da cuenta de la operatoria a escala global del capital y
de la existencia de diversos escenarios más allá de lo nacional, desde los cuales se promueve este
tipo de toma de decisiones con relación al lugar de los pobres en los procesos de transformación
recientes en las principales ciudades de la región.
mercantilización de los autodenominados “desarrollistas urbanos”, aunque presentados -
también ideológicamente- como activos promotores del progreso de “la ciudad” para todos.
Es sabido que toda fundación de un nuevo orden -social, urbano, de inteligibilidad,
etc.- supone, hasta cierto punto, la destrucción creativa: la destrucción del régimen anterior,
de lo existente, de lo visible, de lo presente 8 para la refundación de lo novedoso, siempre
con algún escombro de pasado. En nuestro análisis de las ciudades, este proceso de
destrucción creativa se da, en el ordenamiento urbano, en un sentido clasista. Esto implica
que los borramientos, relocalizaciones forzosas, desplazamientos y desposesiones se
producen para las clases sociales subalternas; mientras que las relocalizaciones volitivas, la
acumulación de capital, y el desenvolvimiento de zonas de placer, de consumo, de vida, se
dan para otras. En este sentido como bien indica Daniel Bensaïd, retomando a Marx: es
sabido que ante dos derechos iguales pero contradictorios, es la fuerza la que define
(Bensaïd, 2011a: 26). Los procesos hegemónicos, en este sentido, no acaban de explicar lo
social. Los desposeídos (sensu Bensaïd) elaboran también sus formas políticas y colectivas
de manifestar y luchar por sus intereses. Sin embargo y como bien indican estudiosos de las
culturas populares como E.P. Thompson, las expectativas de lo transformable y los
horizontes de cambio de una época son la resultante -provisoria, contingente, histórica pero
material- de las experiencias y acciones colectivas previas. Con relación a nuestra compleja
experiencia contemporánea, señala Bensaïd: “Las clases aparecen en una relación de
antagonismo mutuo, recíproco. Y se definen en y por sus luchas. Dicho de otro modo: la
lucha de clases es una noción más estratégica que sociológica” (2011b: 42).
La pertinencia epistémica y política de esta noción -lucha de clases- en su desigual
atravesamiento de los grupos y los sujetos empíricos, al expresarse en conflictos de
maneras novedosas, requiere de la escucha y de la visión atenta, para considerar las
condiciones de observabilidad de estas formas/contenidos de lo conflictual. Algunas de esas
manifestaciones de la lucha de clases se han organizado en torno a villas y a asentamientos
rebelados contra sus relocalizaciones/desalojos. Otros se dieron, también, en torno al

8
En un sentido distinto, W. Benjamin señala el íntimo lazo entre la construcción y la destrucción, al
proponer que quien quiere crear siempre destruye; hay un momento de barbarie como limpieza del
terreno para la generación de lo nuevo. Sin embargo aquí -y siguiendo con Benjamin- la
destrucción como catástrofe con relación a las condiciones de existencia y las posibilidades vitales
de los miembros de las clases subalternas, es construida y percibida como un simple “dato”
mediante procesos de mediatización que se destinan a la “ciudadanía”.
rechazo de los vecinos a recibir esos nuevos habitantes “relocalizados”. Otros casos se
dieron por la conservación de edificios de valor patrimonial y de la defensa de sus barrios
como espacios de vida con ciertas características. Es este último caso el que analizaremos
en esta oportunidad. Abordamos, para ello, dos grupos organizados en torno a dos barrios
de la ciudad de Córdoba que presentan ciertos rasgos históricos, geográficos y
demográficos similares: Alberdi y San Vicente. Estos territorios sociales se configuran
como espacios en disputa. Ésta disputa adquiere, sólo de a momentos, los rasgos y las
dinámicas de la protesta social, mediante acciones que instalan en las calles y la puesta en
mensaje mediante recursos expresivos que impugnan los impactos de las tendencias socio-
económicas y socio-urbanas que modifican la vida barrial, evidenciando cierta experiencia
y expectativa de clase que oscila entre mantener /modificar en un sentido distinto a las
mencionadas tendencias, la vida en el territorio. Por lo dicho, el objeto del conflicto se
caracteriza también por la indefinición al ser configuración en proceso; presente tensionado
en resultantes de la disputa social.
En otras oportunidades9 hemos referido a las maneras en que estos barrios, lindantes
con la zona céntrica, presentan transformaciones que los hacen parte del reordenamiento
urbano actual. Los barrios de San Vicente y Alberdi han cambiado como partes de un todo
que -lejos de ser exclusivos de la ciudad de Córdoba, Argentina- exponen el lugar de lo
urbano como el tiempo y el espacio para la reproducción ampliada del capital (Harvey,
2004) como bien venimos sosteniendo.
De este modo la lógica del patrimonio (revitalizada como tendencia en nuestra
ciudad por los menos durante la última década) encuentra coincidencias profundas con la
racionalidad del turismo (en la que también coinciden Estado/Mercado) y en cierta manera
puede ser interpretada como la materialización de una visión museística de la cultura que
prioriza “pasado/conservación” antes que la “creatividad del presente cultural” que día a día

9
Con relación a Barrio Alberdi, hemos participado como Directora e integrante de equipo del
proyecto de transferencia “Territorio, convivencia y participación en Alberdi. Una estrategia
comunicativa expresiva (Córdoba, 2013)” PROTRI (Programa de comunicación pública de la
ciencia: transferencia de los resultados de investigación, MINCyT, Cba, Res.00058, 29 de octubre
de 2013) y hemos expuesto sobre Alberdi y San Vicente en: Boito, M.E. y Espoz M.B. en la X
Bienal de Transformaciones Territoriales. (2014). Título del trabajo: “Embellecimiento estratégico
de la ciudad: exploración sobre dos espacios en disputa en barrio Alberdi (El Bordo y La Piojera)” y
Salguero Myers (2015). Título de capítulo: Segregación urbana y reproducción del capital. El caso
de la ciudad de Córdoba (2003-2013).
se instancia en este terreno, mediante maneras de hacer cultural heterogéneas y múltiples
que actualizan los habitantes de los barrios.
En el caso de Alberdi y San Vicente, el reordenamiento hegemónico intenta
imponer nuevas formas de habitar. La expresión más clara es la destrucción de
edificaciones tradicionales (casonas, fábricas, etc.) y con ellas el borramiento de las
condiciones materiales que permitían ciertas maneras de significar y habitar el barrio, así
como la presencia de actores/clases que van desapareciendo, “alienados” de la posibilidad
de habitar/circular por estos escenarios barriales. Sobre estas demoliciones de lo
“tradicional”, se construyen unidades habitacionales para clases altas, o espacios de
consumo que modifican las maneras de vivir/sentir/habitar y tramar las memorias
individuales y colectivas con las vivencias del presente. Los cambios clasistas para la
reproducción del capital son materiales; pero esto no sólo se objetiva en los edificios que se
derrumban o los nuevos que se construyen sobre los escombros, sino también en la
naturaleza sensible de las prácticas de los sujetos que viven o dejan de vivir en ellos, en los
haceres y sentidos de quienes habitan y circulan; en lo que se facilita o se prohíbe de hacer
en los lugares “refuncionalizados”. Es, al fin de cuentas, la resemantización de la vida en el
territorio lo que está en pugna.

Barrio San Vicente y Alberdi: las disputas por el espacio


En San Vicente y Alberdi las tendencias hegemónicas de embellecimiento
estratégico y la constitución de entornos clasistas son procesos que están sucediendo, y que
en su suceder instauran también las resistencias. Toda voluntad de fundar “lo uno”
produce, en el mismo movimiento, la emergencia de alteridades, líneas tensivas o de fuga
con relación a la mentada direccionalidad. En estos barrios se formaron organizaciones: La
Red de Vecinos y Asociaciones de San Vicente, y la Multisectorial Defendamos Alberdi.
Veremos, a continuación, elementos que anudan sus luchas, su “origen” y sus sentidos
emergentes con las dinámicas de embellecimiento estratégico que hemos referido.
En San Vicente, se conformó en 2009 la Red de Vecinos y Asociaciones de San
Vicente, que ha resultado un actor dinámico y conflictivo. En su Blog, los vecinos
organizados definen que el “patrimonio cultural y el paisaje socio-cultural del barrio
también hace a la calidad de vida de los vecinos”. Se oponen a la idea de “progreso
desordenado y salvaje”, y se manifiestan a favor de un “desarrollo con planificación
integral y participación vecinal” (Red de Vecinos, Párr. 24). Entre sus reclamos prima el
reconocimiento del valor histórico de lo que llaman “barrios pueblo”, la conservación y
mejoramiento de los edificios patrimoniales y la inversión pública en infraestructura en
general. Explican estas transformaciones sobre el presente a través de un paralelismo,
llamándolo “desmonte urbano”:

“(...) podemos decir que en los últimos tiempos, la demolición indiscriminada de


inmuebles de valor patrimonial y la falta de planificación, nos lleva a pensar sobre
cuáles son los conceptos predominantes al momento de entender la
“modernización” de la ciudad. Concretamente, estamos preocupados por la
persistencia de una “renovación urbana” salvaje” (Red de Vecinos y Asociaciones
de San Vicente, Párr. 32)

El Portal de San Vicente, periódico de distribución gratuita desarrollado por la Red


de Vecinos, denuncia además la “acción depredatoria del desarrollismo salvaje y
descontrolado y la especulación en el uso del suelo” (Vouillat, 2012, Párr. 3).
En Alberdi, otro barrio de la ciudad de Córdoba, se formó la Multisectorial
Defendamos Alberdi, que funciona desde 2010 como espacio organizativo que aglutina a
actores individuales y colectivos que, como su nombre lo indica, intentan “defender” su
espacio vital frente a las transformaciones del avance inmobiliario.
Este barrio ha sido objeto de múltiples intervenciones urbanísticas por parte del
sector autodenominado “desarrollistas urbanos”, que implicaron la construcción de
numerosos edificios nuevos y la demolición de construcciones históricas -a pesar de la
vigencia de ordenanzas referidas a la protección del patrimonio arquitectónico urbanístico y
de áreas de valor cultural-. El hecho de constituirse como una zona atractiva para los
inversores, ser un barrio con un importante patrimonio histórico cultural de la ciudad y
tener una población heterogénea tanto en términos étnicos como de clases sociales, se
traduce en diversas expresiones de conflictividad, en función de distintas experiencias de
lucha, que se actualizan con relación a ejes o nodos específicos. En la búsqueda de la
defensa de su identidad barrial y memoria colectiva, muchos de estos actores individuales y
diversas organizaciones han conformado la “Multisectorial”, con el objeto de disputar las
formas de valorizar los espacios intervenidos.
Ambos grupos de vecinos y organizaciones se formaron por la resistencia a un
acontecimiento emergente: el “¡Alto!”, “¡Ya Basta!” a la demolición. La voluntad colectiva
de detener el avance del proyecto desarrollista, el deseo de irrumpir en el desarrollo
“pacífico” del modelo hegemónico de ciudad unifica ambos procesos colectivos. En el caso
de San Vicente, fue la resistencia a la demolición de la casona del Sindicato de Conductores
de Trenes “La Fraternidad”, en 2009; en Alberdi fue la oposición a la demolición de la
chimenea de la Ex Cervecería Córdoba, en 2010.
A pesar de los rasgos compartidos, de la contemporaneidad y de las similitudes en la
fundación de las organizaciones; el desarrollo inmobiliario ha sido desigual entre ambos
barrios: en Alberdi el avance de la ciudad “embellecida” está siendo mucho más notorio
que en San Vicente. Esto se debe a dos dimensiones relacionales: cómo se relaciona cada
uno con el centro, por un lado; y a dónde nos lleva atravesarlo, por otro. Barrio Alberdi
presenta una continuidad geográfica intensa con la zona céntrica: todas las calles que corren
de este a oeste por el centro de la ciudad llevan hacia barrio Alberdi. Pero además, la
avenida Colón es un corredor que conecta el centro con la zona oeste y noroeste, que es un
área de gran crecimiento poblacional y de desarrollo de emprendimientos habitacionales y
comerciales para clases altas, así como camino a “countries” y barrios cerrados de distinto
tipo. Para exponer estas tendencias en una imagen: si como transeúntes nos desplazamos
por el barrio, encontramos antiguas casas tapiadas con cartelería (cartelería que sigue
compulsivamente publicitando la transformación, por parte de diversas empresas
constructoras) que oculta a la mirada de quien pasa la demolición de las que son objeto.
Destrucción que -como dijimos- coexiste con novísimas edificaciones cubiertas como si se
tratara de obras de arte. Obras de arte que pueden interpretarse como expresiva materialidad
de una tendencia que va conformando a algunas ciudades como un tipo de museo a cielo
abierto, en el sentido de que los habitantes se van disponiendo en diversos sentidos como
espectadores de su ciudad: alienados de sus capacidades y posibilidades de habitar, circular
y transitar, ante grandes construcciones que tienen como destinatarios a las clases de altos
ingresos y que monumentalizan la nueva forma de un espacio urbano cada vez más
monocromático en términos de clases (Benjamin, 1989).
San Vicente, en cambio, presenta hoy un desarrollo inmobiliario significativamente
menor. Por la doble dimensión que proponíamos, San Vicente se conecta con el centro sólo
por la confluencia del Boulevard Perón y la calle Agustín Garzón. Esta área fue
fuertemente intervenida por el Estado y el Mercado desde 2004: por el desalojo de Villa La
Maternidad y la construcción de la Nueva Terminal de Ómnibus y complejos comerciales y
habitacionales. Sin embargo, la villa nunca pudo ser desalojada del todo, y la destrucción
de los rasgos y las dinámicas que particularizan la vida de las clases subalternas en la zona
no se concretó. Pero además, en la segunda dimensión relacional que proponíamos, “San
Vicente no lleva a ningún lado”10 (2014.): como corredor de circulación, San Vicente lleva
a barrios humildes y villas de Córdoba.
Mientras las políticas hegemónicas intentan desalojar los espacios -y vaciar las
calles- para luego transformarlos en un “patrimonio-museo” que no puede ser usado por los
vecinos sino por nuevos habitantes de otras clases; las organizaciones reclaman el
reconocimiento del “patrimonio-vida” atado, en cambio, a las identidades colectivas,
narraciones y usos valorados por ellos. En este punto las voluntades conservacionistas de
los vecinos de San Vicente y Alberdi no refieren a una conservación museística, distante y
estática de un bien social, sino a la conservación de los modos de vida que reconocen como
deseables para su entorno de vida. Se dividen, así, las lógicas desde una mirada clasista: en
un caso el espacio es de acumulación, y en el otro es espacio-vivido. La “revalorización”
que la inversión pública y privada tiene por objetivo, implica la generación de nuevos
capitales y nichos de acumulación. El aumento del valor de cambio de la mercancía tiende
a crecer, y los actores denuncian que esto sucede a costas de la calidad de vida de los
habitantes del barrio.
Frente a la especulación y a la conservación museística/turística que orienta las
políticas estatales y privadas, los habitantes de estos barrios cordobeses intentan detener el
avance desarrollista en general, pero también en sus emergencias puntuales -como en el
caso de la casa de La Fraternidad y la chimenea de la Cervecería-, habitarlos como los
barrios-pueblo que han sido, conservar sus vínculos con el espacio desde la fijación
identitaria con un modo de vivir y un pasado común. Al fin de cuentas, el reclamo hace

10
Frase de un corredor inmobiliario de la empresa Silvestre, de barrio San Vicente, en el contexto
de un diálogo exploratorio.
énfasis en el valor de uso de la tierra, la vivienda y los espacios comunes, y no en su valor
de cambio.

Las disputas por el tiempo


Las experiencias organizativas que estamos analizando pueden entenderse como
ejemplo de resistencias urbanas donde se disputa no sólo la dimensión evidente del espacio
de la ciudad como espacio de reproducción vital, sino también del tiempo social. Lo que
estas acciones esbozan es una modalidad particular de modificar la forma/contenido de
habitar el/en el tiempo. Retomando en acto la crítica al hueso a la noción de progreso
benjaminiana, los actores de estos escenarios se encuentran día a día con su envés de
barbarie, como imposición de un “tiempo de desarrollo” que velozmente les expropia de
sus maneras de transcurrir en el territorio. Benjamin señala que el presente no es un instante
de tránsito en el camino preconfigurado hacia el progreso (es un supuesto ideológico que el
progreso es de la humanidad, de sus capacidades, etc.), no es un tiempo “homogéneo” y
“vacío”, sino que emerge como tiempo pleno, como el tiempo del cual disponemos y
entonces, de lo que se trata, es de robar ese instante /ese día/ esa secuencia de momentos a
la fecha del tiempo orientada al futuro. De ahí que la dimensión del presente, y de todos los
destiempos y desacoples que se conjugan en lo contemporáneo, se exponen en las
experiencias colectivas que estamos estudiando.
Daniel Bensaïd condensa la lectura propuesta retomando una frase demoledora de F.
Engels en La Sagrada Familia: “la historia no hace nada” (2011b: 69). Lo interesante de
esta perspectiva -que enfatiza la lectura de Bensaïd- es una concepción compleja sobre el
tiempo. El tiempo no es una flecha ni una aceleración para/hacia delante; no hay un
“blanco” a alcanzar en el futuro, sino que hay des-tiempos coexistentes y saltos en el
tiempo o irrupciones -mesiánicas para Benjamin, en función de la relación que propone
entre marxismo y teología- que subrayan al presente en términos de “tiempo del ahora”
(Jetzzeit): punto de conexión entre fragmentos del pasado y anticipaciones del futuro;
instante de libertad -pero también de peligro, si desaparece la posibilidad y la potencia de
“hacer saltar el continuum de la historia”- (historia en minúsculas que no hace nada, ya que
no es sujeto).
Los relatos de los protagonistas marcan una fuerte línea temporal: por momentos un
“alto”, por momentos un regreso a un tiempo de la tradición o una proyección de un pasado
idealizado, por momentos una “economía moral” de las vivencias comunes.
Ciertas formas de vida anteriores se añoran. Se remonta a ellas no como un pasado
lejano y mítico (“cuentan que antes…”), sino como un pasado cercano y biográfico
(“recuerdo que antes…”). La inspiración de la acción colectiva, tanto en la Multisectorial
del Alberdi como en la Red de Vecinos de San Vicente, ha estado fuertemente atada al
pasado: la defensa de las marcas de la historia común por un lado, y la reivindicación de
formas anteriores de vivir/estar juntos, por otro. Como ya muchos autores -como E.P.
Thompson, Bensaïd y el mismo Marx- lo han dicho: la tradición no significa esencialmente
nada en particular, e incluso puede abarcar intereses opuestos.
Los estruendosos avances del capital en la ciudad de Córdoba despertaron a los
actores en lo que puede haber sido, en un primer momento, un espasmo conservacionista
(“¡Paren de demoler!”). Poco a poco, esa lucha tan específica que los aglutinó se
transformó en una relectura del pasado y, sobre todo, una resemantización colectiva -y
rebelde- del presente. En su impugnación del orden dado, los actores prescriben lo que
debería ser: reclaman como su derecho el de definir cómo debe ser su espacio de vida,
denuncian la mercantilización de la ciudad, denuncian los desplazamientos y privilegios de
clase. Denuncian algo que David Harvey reconoce en múltiples reclamos a lo largo del
planeta: “Quality of urban life has become a commodity for those with money”11 (2012: 14).

La disputa por “lo común”


Las disputas con relación al espacio y al tiempo indicializan que una búsqueda de
rescate y/o una generación acerca de “lo común” puede ser considerada en tanto hipótesis
de interpretación sobre el sentido de las intervenciones de los mencionados protagonistas.
Modificados velozmente el espacio y el tiempo en función de la imagen de ciudad que va
estructurando la dupla Estado/desarrollistas, la experiencia urbana de los actores se con-
mueve y una primera traza orientada a “lo común” es salir de las viviendas y
empezar/retomar el espacio-tiempo en el barrio como un lugar para encontrarse con otros.
La acción en el territorio es la primera materia que trama un conjunto de haceres que
11
“La calidad de la vida urbana se ha tornado una mercancía para aquellos que tienen dinero”.
Traducción propia.
posteriormente pueden devenir colectivos; una sociabilidad que comienza a cambiar
orientada a disminuir la pasividad y la posición de espectador ante “lo que pasa” para
empezar a informarse, conocer y tomar decisiones. Es decir, el primer espacio-tiempo de lo
común es la reunión en el territorio: en la casa de un vecino, en la calle, en la plaza.
En este sentido y siguiendo la historicidad que hemos expuesto, con la instauración
y continuidad de estas instancias de encuentro entre “vecinos”, los reclamos de las
organizaciones abordadas dejan de focalizarse sólo en la conservación de su pasado común,
de valor patrimonial y no mercantil de los espacios; y también reclaman por la calidad de
los servicios urbanos (luz, cloacas), por los costos de vida que crecen cuando se revaloriza
mercantilmente la zona, por los espacios públicos que se encuentran degradados, etc. Se
puede indicar, como adelantábamos, que la defensa de los territorios barriales es una
defensa del lugar vivido, de su valor de uso. A la vez, entendemos que los actores
organizados no defienden intereses “privados” de uso y de vida, sino que primordialmente
están disputando “lo común”:

“The common is not, therefore, something that existed once upon a time that has
since been lost, but something that is, like the urban commons, continuously being
produced. The problem is that it is just as continuously being enclosed and
appropriated by capital in its commodified and monetized form, even as it is being
continuously produced by collective labor12.” (Harvey, 2012: 6)

Los discursos de los vecinos de San Vicente, por ejemplo, añoran principalmente el
uso de los espacios públicos, las plazas, la imagen de los niños/as jugando en las calles o de
las familias cenando en la vereda. Bajo el análisis del geógrafo británico, la ciudad está
continuamente siendo producida por todos los actores que hacen la vida urbana (burócratas,
maestros, jardineros, vendedores de diarios, carreros, electricistas, indigentes, etc.) quienes
a la vez están continuamente siendo desposeídos de la misma. Así, el capitalismo destruye
la ciudad como lo común, y lo envía continuamente al reino de la propiedad privada. Este
12
“Lo común no es, por ello, algo que existió alguna vez que desde entonces ha estado perdido,
sino algo que está siendo, en tanto común urbano, continuamente producido. El problema es que
está siendo también constantemente cercado y apropiado por el capital en su forma mercantilizada
y monetarizada, incluso mientras está siendo continuamente producido por el trabajo colectivo”.
Traducción propia
mecanismo no se realiza sólo por los desalojos –tal vez el rostro de la desposesión más
burdo y cruel- sino también por la explotación de los trabajadores que continuamente ganan
menos de lo que necesitan, y que deben poner sus escasos excedentes en alquiler,
mercancías, etc. Continua Harvey:

“In The Communist Manifesto, Marx and Engels note in passing that, no sooner
does the worker receive "his wages in cash, than he is set upon by the other
portions of the bourgeoisie, the landlord, the shopkeeper, the pawnbroker, etc.".
Marxists have traditionally relegated such forms of exploitation, and the class
struggles (for such they are) that inevitably arise around them, to the shadows
of their theorizing, as well as to the margins of their politics. But I want to
argue here that they constitute, at least in the advanced capitalist economies, a
vast terrain of accumulation by dispossession, through which money is sucked
up into the circulation of fictitious capital to underpin the vast fortunes made
from within the financial system” (2012: 53-54).13

Lo dicho hasta aquí muestra que “lo común” es objeto de redefiniciones en la arena
de la lucha social presente; arena de lucha que se encuentra enmarcada por las experiencias
y expectativas previas de los grupos que empiezan a plantear ciertas temáticas como
cuestiones comunes: por esto “lo común” se va presentando con ampliaciones o
reducciones de lo que contiene como significado en cuanto a la vida en el territorio barrial y
en su proyección a la vida en la ciudad.

Conclusiones

13
“En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels notan al pasar que, no bien recibe el trabajador ‘su
salario en efectivo, se convierte en víctima de otras porciones de la burguesía, el propietario, el
comerciante, el prestamista, etc.’. Los marxistas han tradicionalmente relegado estas formas de
explotación, y las luchas de clases –porque eso es lo que son- que inevitablemente surgen
alrededor de ellas, a las sombras de su teorización, así como a los márgenes de su política. Pero
deseo argumentar aquí que ellas constituyen, al menos en las economías capitalistas avanzadas,
un terreno vasto de acumulación por desposesión, a través del cual el dinero en aspirado a la
circulación de capital ficticio para apuntalar las vastas fortunas hechas dentro del sistema
financiero”. Traducción propia.
Debajo del puente que abre barrio San Vicente viven varios indigentes. Han
construido una casa de cartón y acolchados, tiene un sector que a las claras es su cocina
y otra el dormitorio. ¿De quién son “vecinos” esas personas? ¿Pueden entenderse como
poseedores de ese pedazo de tierra? Y su techo de autopista, ¿es su propiedad? Si no
pueden pagarlo, ¿dónde tienen “derecho a dormir”? ¿Por qué todo ha cambiado a su
alrededor y ellos permanecen?

Desde el lugar de lectura que hemos propuesto, la ciudad puede ser pensada como
un topos belicoso, donde se hacen presentes diversas prácticas predatorias sobre las
posibilidades vitales de sujetos y colectivos, pero además formas desiguales de resistencia
activa o tácticas de evitación de los daños asociados a las capacidades de vida. Por esto,
hemos tratado de identificar heterogéneas escenas que exponen un estado de las tensiones
entre clases y captan plásticamente -sensu Benjamin- una resultante de la lucha de clases
actual. Las experiencias de la Red de Vecinos y la Multisectorial sintetizan cierta
dimensión de la conflictividad actual, que pone el acento sobre el hábitat en las ciudades,
sobre la reproducción de la vida como un “derecho” no individualizable, sobre las
memorias e identidades que se resisten al borramiento, y las formas de estar, significar y ser
en el espacio común.
El tópico de los “derechos” ha estado en boga en las Ciencias Sociales por décadas
ya. En su crítica a la obra “La tragedia de los comunes”, señala Harvey: “The real problem
here, as in Hardin's original morality tale, is not the commons per se, but the failure of
individualized private property rights to fulfill common interests in the way they are
supposed to do” (2012: 75)14.

This "tragedy" is similar to that which Hardin depicts, but the logic from
which it arises is entirely different. Left unregulated, individualized capital
accumulation perpetually threatens to destroy the two basic common property
resources that undergird all forms of production: the laborer and the land. But
the land we now inhabit is a product of collective human labor. Urbanization is

14
“El problema real aquí, como en el relato original de Hardin, no son los “comunes” en sí, sino el
fracaso de los derechos de la propiedad privada individual de alcanzar los intereses comunes
como se suponía que debían hacerlo”. Traducción propia.
about the perpetual production of an urban commons (or its shadow-form of
public spaces and public goods) and its perpetual appropriation and destruction
by private interests. (2012: 79-80)15

Tal como se evidencia en las citas previas, para Harvey lo que hace a los “derechos”
algo interesante, es el movimiento que los hace virar hacia un marco colectivo y hacia una
disputa por lo común que no puede, esencialmente, ser sino colectivo. En esa categoría
entraría, para el autor, el “derecho a la ciudad”. Por su parte D. Bensaïd llega a oponer el
“derecho a existir” al derecho de la propiedad privada -“Es plantear la oponibilidad
inalienable del derecho a la existencia (¡a la “vida”!) al derecho de propiedad privada”
(Bensaïd, 2011a: 33)-.
Como suele sucedernos en la búsqueda de la comprensión crítica del mundo,
volvemos a Marx para pensar los límites de los derechos individuales que se consagran,
defienden y embanderan. En esta línea, la pregunta por los comunes en Harvey, la demanda
por el derecho a existir de Bensaïd, nos devuelven a la crítica radical a la revoluciones
burguesas que hiciera Marx en “La cuestión judía”: “Ninguno de los llamados derechos del
hombre sobrepasa, pues, al hombre egoísta, al hombre tal como es, miembro de la sociedad
civil, al individuo cerrado sobre sí mismo, reducido a su interés privado y a su arbitrio
particular, separado de la comunidad” (Marx, 2005: 40).
Estas impugnaciones a la semantización de la ciudad y los derechos, como
tendencias existentes en el espacio/tiempo presente, pueden actualizarse a partir de
identificar el carácter de relación -no de sustancia- del capitalismo en tanto lógica
dominante que marca cuerpos y territorios. Es en la tensión entre valor de uso y valor de
cambio de la tierra y la vivienda, y no en la categorización de inquilinos o propietarios,
donde reconocemos la lucha de clases en/por la ciudad. Es, de este modo, en la relación
conflictiva entre la reproducción vital y su contradicción con la acumulación de capital y el

15
“Esta tragedia es similar a lo que Hardin representa, pero la lógica de la que emerge es
totalmente distinta. Abandonada sin regulación, la acumulación capitalista individual perpetuamente
amenaza con destruir los dos recursos básicos de propiedad común que subyacen a cualquier
forma de producción: el trabajador y la tierra. Pero la tierra que ahora habitamos es un producto del
trabajo humano. La urbanización se enfoca en la producción perpetua de “comunes” urbanos (o su
forma espejada de espacios públicos y bienes públicos) y su perpetua apropiación y destrucción
por intereses privados”. Traducción propia.
embellecimiento estratégico, donde radica la disputa. La coyuntura económico-política y
los múltiples factores que confluyeron en la posconvertibilidad para trazar la
sobreacumulación; la reproducción ampliada del capital en las ciudades a través de la
construcción de viviendas para sectores de altos ingresos; la trama de identidades y lógicas
de acción y organización; son todas líneas de fuerza que hacen la acción colectiva estudiada
posible. Es dentro de esas relaciones y atravesada desigualmente por el conflicto capital-
trabajo en que la apropiación-desposesión-significación-destrucción de los comunes se
dirime.
Al decir de Harvey, son en realidad las ideas que emergen en las calles y los barrios
de las doloridas urbes, las que dibujan los trazos más gruesos sobre qué son y deberían ser
nuestras ciudades y, sobre todo, la vida en las ciudades 16. No es, así, la genialidad de algún
autor sino la vida en la ciudad y los intereses contrapuestos los que definen sus batallas, los
que marcan lo que merece ser defendido y abandonado, lo que puede ser destruido o
transformado. Las ciudades no son, tampoco, el resultado de una producción maquiavélica,
sino la producción común y necesariamente social.
Sin embargo, la producción y la apropiación de lo común, como hemos visto, se
presentan como parte de la lucha de clases. Por eso, reconocimos que en las experiencias
analizadas de lo que se trata es de con-mover el marco formal –ideológico- de los derechos
individuales/privados, subvertir la lógica de derecho anónimo y genérico, del valor cambio
de las cosas; instituyendo una mirada del espacio vital en su valor de uso, del tiempo como
detenimiento, y lo común como todo aquello que puede ser producido como tal. De la
lógica equivalencial de los “derechos” solo se sale si se asume que la primera escena que
inicia estas conclusiones es in-comparable y no puede inscribirse en un plano de igualdad.
Por su parte Mezzadra, y volviendo a Marx, señala:

“El capital, como vimos, no es una “cosa”, sino “una relación social mediada
por cosas”. Es importante apreciar el doble significado que asume aquí el

16
“And if various movements of an analogous kind can be found elsewhere, it is not simply
out of some fealty to Lefebvre's ideas but precisely because Lefebvre's ideas, like theirs,
have primarily arisen out of the streets and neighborhoods of ailing cities.” (Harvey, 2012,
preface; p.xii)
término “relación”, de fundamental importancia en toda la obra de Marx. La
existencia misma de la relación sintetiza, por un lado, una serie de condiciones
de sujeción que hacen que determinados sujetos se vean compelidos a ocupar
una posición subordinada. Por otro lado, sin embargo, no teniendo la fijeza de
una “cosa”, la relación de capital es abierta a su contestación, subversión y
transformación” (2014: 135).

La lucha por “lo común” y sus redefiniciones instala la posibilidad en el


espacio/tiempo presente –en tanto vivencias y marcos perceptivos también en disputa- de la
abierta contestación, subversión y transformación por parte de sujetos y colectivos, que
también luchan por la posibilidad de encontrarse.
¿Cómo colocarnos en “violenta contradicción” -sensu Marx- con nuestras propias
condiciones de existencia? ¿Cómo pensar los “derechos” más allá de su posesión o
desposesión individual? Esto nos devuelve a la escena que planteáramos arriba: la manera
en que la lucha por la definición de la ciudad se ha dado, material e históricamente en
Córdoba, se cristaliza en los espacios y en los cuerpos. La transformación y el
embellecimiento que no pudo ser consumado totalmente en San Vicente habilita la
permanencia de los desposeídos en el centro de la ciudad, con sus “techos de autopista”. No
tan visibles, no tan habilitados, son los escombros que en barrio Alberdi se esconden tras la
cartelería publicitaria. La disputa de las organizaciones referidas en torno a la ciudad y al
barrio como espacios vitales, sugiere una dimensión de conflictividad urbana
contemporánea de interés para regresar la mirada, de forma renovada, a las implicancias
que tiene entender la ciudad producción social de la vida en sentido radical.
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INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTITCAS Y CENSOS. Economía, Actividad de
Construcción, Metodología.
http://www.indec.gov.ar/nivel4_default.asp?id_tema_1=3&id_tema_2=3&id_tema_3=42
RED DE VECINOS Y ASOCIACIONES DE SAN VICENTE
http://comisionturismoycultura.blogspot.com.ar/

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