Arcano Mayor XVII: La Estrella

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XVII.

LA ESTRELLA
EL ARCANO DEL CRECIMIENTO Y DE LA MADRE

“Florece el justo como la palmera,


crece como un cedro del Líbano...
Todavía en la vejez producen fruto,
se mantienen frescos y lozanos”

Sal 92,13,15

Antes aún que el cielo y la tierra,


ya existía un ser inexpresable.

Es un ser vacío y silencioso,


libre, inmutable y solitario.

Se encuentra en todas partes y


es inagotable.

Puede que sea la madre del universo.

Si me esfuerzo en nombrarlo
lo llamo grande.

Es grande por que se extiende.

Su expansión le lleva lejos.

La lejanía le hace retornar.

Lao Tse, Tao Te King

“Dos cosas llenan el ánimo de asombro


y respeto siempre nuevos y crecientes,
cada vez que el pensamiento se para en ellas:
el cielo estrellado encima de mí y
la ley moral en mí.”

Kant
(Crítica de la razón práctica)
XVII. LA ESTRELLA
EL ARCANO DEL CRECIMIENTO Y DE LA MADRE

Simbolismo de la imagen
La lámina de este arcano nos muestra la relación existente entre lo estelar, lo
femenino, lo líquido y lo que crece. Hay estrellas en el cielo, una mujer desnuda que
vierte el agua de dos vasijas, dos arbustos que crecen. El agua hace crecer los dos
arbustos en el suelo desértico, de las estrellas emana la luminosidad que se
transforma en líquido por medio de la mujer. Ésta, por consiguiente, transforma la
esperanza en continuidad de la tradición y de las generaciones. Así crecen los
arbustos.

Este arcano representa los principios que presiden la armonía de los mundos. Opone
la belleza del jardín divino a la imperfección de la construcción siempre en
reconstrucción.

La gran estrella central, agrupando en torno a ella siete estrellas secundarias,


sintetiza las siete notas de la escala universal para hacer una sola armonía y sus ocho
rayos amarillos representan una octava formando una serie completa.

Bajo las estrellas, y sobre el suelo, figuran dos arbustos cuyo color verde es la imagen
de la renovación; sobre uno de ellos está posado un pájaro, símbolo de la vida
individual, pudiendo ligarse al suelo o expandirse en el espacio y cantar en todo
tiempo la salida del día o la alegría de la primavera.

La mujer es el gran principio femenino que dirige la corriente de los mundos y el


trabajo de la evolución. Tiene una sola rodilla en tierra precisando que no se
inmoviliza sino que está presta para dar un paso adelante; esta postura evoca la
humildad necesaria para poder recibir la verdad. Su desnudez alude a la inocencia,
implica un modo de ser natural, ver las cosas tal como son, empezando por uno
mismo; nos invita a despojarnos de las capas que esconden a nuestro ser esencial.
Ella vierte agua de manera ritual de dos urnas rojas. El contenido de la vasija
horizontal que sostiene con su brazo izquierdo vuelve al río, mientras que el
contenido de la vasija vertical cae en tierra. El agua que cae en la tierra lleva en sí el
agente de crecimiento que nutre alguna semilla que yace dormida en ella. El agua
de la otra jarra es ahora aireada y purificada llevando consigo la Esperanza que
fluye de nuevo a la corriente del río de la vida para revivificarlo y rellenarlo. La
perspectiva de esta carta hace pensar que el río brota de la mujer como si ésta
fuera su fuente, una fuente que jamás se agota.

La denominación la Estrella le ha sido dada como representación de la fuerza


iluminadora y redentora, simbolizada por las estrellas, aportando éstas una claridad
que viene del infinito.

XVII. LA ESTRELLA

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EL ARCANO DEL CRECIMIENTO Y DE LA MADRE

Introducción

La Esperanza o la Estrella viene a continuación de la Torre para decirnos que una


vez encontrada la verdad de uno mismo, esa verdad jamás nos abandonará y
entonces se inicia la tarea de descubrir en los acontecimientos de la existencia
terrenal un modelo que corresponda al designio celestial.

El decimoséptimo arcano mayor del tarot, la Estrella, es el arcano del crecimiento,


así como el anterior era el de la construcción. Trátese aquí de un ejercicio espiritual
dedicado al crecimiento, es decir, nos invita a concentrarnos en el problema del
crecimiento y meditar en sus aspectos esenciales para llegar a la contemplación de
su núcleo o esencia místico-gnóstico-mágico-metafísica.

El axioma de este arcano podría ser: “Unos piden señales para creer y otros piden
sabiduría para obrar, mas el corazón esperanzado permanece en la fe verdadera y
ahí todo lo puede.”

El agente de crecimiento
Una torre se construye, un árbol crece. Ambos tienen en común un aumento gradual
de volumen y la tendencia hacia arriba. Difieren en que la torre se levanta a saltos y
por pisos, mientras que el árbol experimenta una elevación regular y continua. La
torre es y está seca; en cambio el árbol se halla repleto de jugo en movimiento, de
savia, que origina la multiplicación y crecimiento de las células, o dicho de otro
modo, el proceso de crecimiento.

El crecimiento es continuo, mientras que la construcción procede a saltos y lo que es


cierto respecto a lo artificial y natural en el plano físico lo es también en los planos
psíquico y espiritual.

Existe un agente misterioso, la savia universal de la vida, que efectúa la transición del
estado potencial de germen al de madurez, de lo que sólo existe en potencia al de
su realización: el agente transformador de lo ideal en real. Esa fuerza desconocida
que interviene en el proceso del devenir, ya se trate de una bellota que se convierte
en roble ya de un niño chillón que llega a ser un hombre justo o un santo, ya
finalmente de un mundo en estado de niebla primordial que acaba
transformándose en un sistema planetario poblado de toda clase de seres vivos; es
el agente de crecimiento, que actúa indiferente a la voluntad humana: “Duerma o
se levante, de noche o de día, la semilla brota y crece, sin que la voluntad humana
sepa cómo.”

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EL ARCANO DEL CRECIMIENTO Y DE LA MADRE

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La continuidad transformadora es la manifestación esencial del agente de
crecimiento.

La espiral es el arcano del crecimiento, tanto espiritual como biológico. Una planta
crece según el movimiento de la espiral; una idea, un problema, crece también en
espiral. Las ramas de un árbol están dispuestas en espiral y el grosor de su tronco es
resultado de un crecimiento circular en dos dimensiones simultáneamente: vertical y
horizontal; de un crecimiento en espiral. Si alguien es movido a la acción por el amor
a Dios y al prójimo puede entrar en cualquier círculo cerrado y salir de él; se moverá
en espiral. La espiral del crecimiento espiritual es la buena nueva.

La espiral caracteriza la actividad del agente de crecimiento, de hecho la


contextura de la lámina representa una espiral que desciende de las estrellas a la
mujer y luego al agua, para acabar en los arbustos (resultados). La lámina responde
a la pregunta: ¿Qué se requiere para que un árbol viva? Se requieren estrellas, la
mujer y el agua. De hecho ¿qué se requiere para que la evolución de la humanidad
continúe? Esperanza, maternidad y herencia. ¿Qué se precisa para que la verdad
espiritual no quede sumida en el olvido y viva? Se precisan esperanza, creatividad
leal y tradición.

La unidad entre esperanza, creatividad y tradición es el agente de crecimiento. Es la


actuación concertada del Espíritu, la sangre y el agua. El agente de crecimiento es,
por tanto, indestructible; su acción irreversible; su movimiento irresistible.

La luz espontánea de arriba, la esperanza (el sol), que reflejada abajo (la luna)
produce el impulso general o empujón evolutivo (viento) y utiliza, para realizarse,
elementos materiales (la tierra); todo esto constituye el análisis completo del proceso
interno de la evolución y crecimiento. Se trata de un agente que adapta sin
descanso la existencia a la esencia, el principio de adaptación de lo nacido a su
prototipo creado: el agente de crecimiento.

“Su padre es el sol, su madre la luna; el viento lo llevó en su seno, la tierra lo alimentó.”
Tabla de esmeralda.

El ritmo de la mujer de la estrella es tranquilo, introspectivo y femenino; puede


sentirse aquí la serenidad saludable de esta mujer así como la tranquilidad de la
silenciosa naturaleza. Según un antiguo refrán : “El silencio es el espacio interior que
necesitamos para crecer.” La esencia de este momento de crecimiento interno es la
visión interior.

Nuestros anhelos más profundos y más altos necesitan ser regados, cultivados y
plantados en la realidad exterior. Cada vez que trabajamos por liberarnos del

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inconsciente a través de la voluntad activa o de la meditación, regamos nuestros


anhelos. Los alimentamos y los conectamos con la conciencia redimiendo y
liberando con este acto potencias que estaban dormidas para así poder usarlas en
nuestras vidas. Damos vida en el aquí y el ahora a ideas y sueños cautivos. Al hacerlo
transformamos no sólo nuestra persona, sino también la naturaleza.

El principio de la continuidad
Lo real no son los estados o momentos, simples instantáneas captadas por nosotros a
lo largo del cambio; es, al contrario, el flujo, la continuidad de la transición, el
cambio mismo. La esencia de la duración es fluir y lo estable yuxtapuesto a lo
estable no podrá nunca originar nada que dure. No hay aquí más que un empuje
ininterrumpido de cambio, de un cambio siempre coherente consigo mismo en una
duración que se prolonga sin fin.

El principio de la continuidad es un puente que une el pasado con el presente y a


éste con el futuro, une tesis con su antítesis; en ambos casos, mediante la transición
gradual, constante, sin choques ni saltos. Como el arco iris donde el rojo se
transforma gradualmente en naranja y el naranja en amarillo, que a su vez se
transforma imperceptiblemente en verde para llegar a ser más tarde azul, añil y
violeta, así también toda tesis acaba por convertirse en su antítesis y todo presente
en futuro.

En un proceso rítmico circular y continuo como el de la mujer de la estrella y la


esperanza vertiendo agua, nosotros los seres humanos tomamos prestada la
iluminación, la energía y los talentos de lo alto para completar nuestro ser terrenal
devolviéndolos a los cielos cuando nuestra vida se ha cumplido.

El río de la continuidad de la vida


Las aguas de las dos vasijas se mezclan en un mismo río. El río de la continuidad -en
la herencia, la tradición y la evolución- arrastra consigo hacia un porvenir sin fin todo
lo santo, noble y divino del pasado y, a la vez, mezclado con ello, todo lo infeccioso,
vil, blasfemo y diabólico. Tal es la tragedia de la vida humana y de la evolución
cósmica. ¿Corren acaso eternamente juntos en el río de la vida el veneno de la
serpiente y la lágrima de la Virgen? Si y no.

Sí, en cuanto al presente que es acción y voluntad; no, en lo que toca al futuro, que
es la estrella del entendimiento y la esperanza.

En cuanto al presente, para la acción, es el dualismo (bien y mal, lágrima de la


virgen y veneno de la serpiente) lo que despierta la voluntad y la hace pasar del
estado pasivo al activo, pues todo esfuerzo presupone un dualismo

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práctico y concreto. En este sentido debemos despertar la voluntad, dormida al


esfuerzo que se manifiesta en la capacidad de elegir, de decir sí y no. El fatalismo, la
resignación a la rutina, el quietismo, son el sueño de la voluntad, a veces dulce, otras
tinto de amargura. Hay que incitar la voluntad a despertarse, a liberarse del peso de
la somnolencia, a armarse de valor y audacia para ejercer su derecho de
nacimiento, el derecho a la elección. Hay que aprender a decir sí a la luz y no a las
tinieblas; sí al espíritu eterno y no a lo efímero de la materia; no a la inmensa rutina
de los deseos que hacen girar la rueda del círculo cerrado. Frente al mecanismo
automático-psíquico, necesitamos convertirnos en ascetas que saben decir sí a la
libre creatividad del espíritu. No podemos aceptar, tal y como es, el río de la vida
humana, de la historia de la humanidad y de la evolución cósmica, dejándonos
arrastrar por él. Estamos obligados a distinguir en sus aguas entre lo sano y noble, y lo
infeccioso y vil, y a decir sí y no, con todas las consecuencias prácticas que esto
entraña.

En cuanto al futuro, la gran Estrella central de la lámina y su constelación de siete


estrellas invitan a nuestra conciencia al esfuerzo de aliar la justicia contemplativa
(Estrella amarilla de ocho rayos) con la justicia activa (la Estrella bermeja), de unir el
principio-guía del entendimiento con el principio guía de la voluntad. Nos invita a
superar el dualismo mediante la operación mágica y alquímica de la unión o alianza
mutua de los contrarios, que irradia en el mundo esa fuerza luminosa que hace el
porvenir no sólo aceptable sino aun deseable, transformándolo en promesa. Esa
fuerza-luz que emana de la estrella constituida por la alianza de la contemplación
con la actividad no es otra cosa que la ESPERANZA.

La Esperanza
La esperanza proclama en el mundo: Lo que fue prepara lo que será; lo que se hizo
prepara lo que se hará. Todo es nuevo bajo el sol. Cada día es un acontecimiento
único y una revelación única, que nunca se repetirán.

La esperanza no es algo subjetivo, que se deba a un temperamento optimista o a un


deseo de compensación. Es una fuerza-luz que se irradia objetivamente dirigiendo la
evolución creadora hacia el futuro del mundo. La esperanza es lo que mueve y
dirige la evolución espiritual en el mundo; por cuanto se mueve, es fuerza objetiva, y
en la medida en que orienta y dirige es luz subjetiva. La esperanza equivale, en la
evolución espiritual, al instinto de reproducción en la evolución biológica. El mensaje
de la Esperanza, la Estrella central de la lámina del arcano XVII, dice así:

Yo soy la actividad, la causa eficiente que todo lo puso en movimiento; y la contemplación, la causa
final que atrae hacia sí todo cuanto está en movimiento. Yo soy la acción primordial y la espera
incesante hasta que todos lleguen adonde yo estoy.

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EL ARCANO DEL CRECIMIENTO Y DE LA MADRE

La esperanza, fruto del matrimonio de los contrarios, nos prohibe el dualismo y nos
invita no sólo a crecer en la unidad final de los mismos, sino también a trabajar por
realizarla. Tal es el sentido y meta de este ejercicio espiritual. La esperanza es
sensible a los esfuerzos de la voluntad humana por alcanzar la impecabilidad.

El ejercicio espiritual del decimoséptimo arcano consiste en el esfuerzo de ver


juntamente, con-templar, la esencia del crecimiento biológico y el crecimiento
espiritual -el agente de crecimiento y la esperanza-, a fin de reencontrar su
analogía, su parentesco intrínseco y, por último, su identidad fundamental. Trátase
de llegar a la percepción intuitiva, es decir, inmediata y cierta, de que el principio
de la savia líquida, portador del agente de crecimiento, y a su vez el principio de la
esperanza -creencia en la transformabilidad de las cosas y en su transformación con
arreglo a sus prototipos divinos-, portador de la evolución espiritual, son uno: el
principio del agua, aun cuando el primero actúe a partir de la esfera inferior de la
conciencia y el segundo a partir de la esfera superior a ella.

Los milagros y el agente de crecimiento


La magia sagrada se sirve del agente de crecimiento. El agente de crecimiento es
el que sirve de instrumento en la magia divina; es el medio dinámico de los milagros,
si por milagro se entiende el efecto de la actuación de una fuerza esencial y
enteramente sustraída a la voluntad personal humana, pero que al mismo tiempo no
es indiferente a las cualidades morales de las aspiraciones de dicha voluntad y pude
conferirles un poder de realización superior a las fuerzas de las leyes naturales,
psíquicas e intelectuales. La magia divina es la conciencia moral que llama,
pidiéndole ayuda, a la conciencia moral superior, la cual responde a esta
invocación poniendo en marcha el agente de crecimiento. Y, donde quiera que la
esperanza y la continuidad actúen juntas en respuesta a la evocación moral de la
voluntad humana, tiene lugar un milagro. El milagro es el descenso de la esperanza
al plano de la continuidad de la vida y la acción conjunta de estas dos .

Ni la ciencia ni la magia personal o arbitraria hacen milagros.

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La poesía y la esperanza
Estamos obligados a atender al problema de la poesía al meditar en el
decimoséptimo arcano del tarot, el arcano del agua, la que fluye sobre el
firmamento y por debajo de él; el arcano de la esperanza y la continuidad. La
poesía, en efecto, es la unión de las aguas superiores e inferiores el segundo día de
la creación. El poeta es el punto mismo en que las aguas separadas se encuentran y
donde confluyen las dos corrientes, la de la esperanza y la de la continuidad.

Cuando convergen la circulación de la sangre humana, que lleva consigo la


continuidad, y la irradiación de la esperanza que es la sangre del mundo espiritual
mezclándose y comenzando a vibrar al unísono, entonces tiene lugar la experiencia
poética. La inspiración poética es la unión de la sangre de arriba, la esperanza, con
la sangre de abajo, la continuidad. Por ello hay que estar encarnado, esto es, sentir
el pulso de la cálida sangre terrestre, para poder crear obras poéticas, y no sólo de
alcance subjetivo, sino también objetivo.

La poesía no es pura cuestión de gusto, sino también de fecundidad o esterilidad del


espíritu. Sin vena poética, no hay ningún acceso abierto a la vida de la tradición.
Amemos pues, la poesía y respetemos a los poetas. Éstos son la verdadera nobleza
de la humanidad.

“Los poetas están profundamente afectados por el vínculo con el espíritu, pero se dan cuenta de ello
de manera intuitiva y no (siempre) de manera deliberada y pragmática como lo hacen los brujos...”

“El poeta intuye que algo increíble está en juego. Intuye con gran precisión que existe un factor
innominado, imponente por su misma simplicidad que determina nuestro destino.”
Carlos Castaneda

La Estrella
La aparición de una gran estrella en el cielo sugiere una gran visión de plenitud que
surge de lo más profundo y que puede aparecer pronto en la conciencia.
Representa un centro fijo que une el amarillo del espíritu, la intuición y la luz, con el
rojo del cuerpo y la actividad.

En los textos alquímicos aparecen a menudo configuraciones que muestran una


estrella gigante que representa al proceso de la iluminación, alrededor de la cual
giran los siete planetas. Los alquimistas llamaban a este proceso la gran obra, pues
creían que para conseguir el inapreciable oro filosofal, es decir, la transmutación del
hombre en su prototipo divino, era indispensable el trabajo del hombre unido a la
gracia de lo alto. La idea central de los alquimistas era que no sólo toda la
humanidad, sino toda la naturaleza, estaban llenas del espíritu divino y que era

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tarea del hombre liberar el espíritu que estaba prisionero en la materia. Sólo
comprometiéndose en esta gran obra podía el hombre liberar su propio espíritu. Los
alquimistas veían la redención del hombre como el resultado del trabajo que habían
de realizar durante toda una vida más que como la meta de esta vida.

Las estrellas simbolizan generalmente fuerzas que nos guían. Las estrellas también nos
relacionan con la idea de eternidad e inmortalidad. Cuando el hombre descubrió
que el movimiento de las estrellas se podía predecir se dio cuenta de que quizá
también el destino del hombre podía ser guiado por algún orden divino. Las estrellas
lucían proclamando que cada vida individual estaba relacionada con un modelo
divino, ofreciéndole la esperanza de que los acontecimientos de la vida diaria
fuesen parte de un esquema universal que guía su crecimiento biológico y espiritual
conforme a ese modelo.

El arcano de la madre
La lámina del arcano XVII representa a la mujer, principio materno, entre la
constelación de la esperanza, encima de ella, y el río de la continuidad de la vida
biológica, debajo. Toda madre profesa una doble fe: la fe de la esperanza celeste
-el porvenir será más glorioso que el presente- y la fe de la continuidad terrestre -el
río de las sucesivas generaciones sigue adelante- en la dirección señalada por la
esperanza de lo alto. En otros términos, toda madre confiesa, por el hecho mismo de
ser madre, el origen y fin divinos del mundo. Si así no fuera, se negaría a alumbrar
hijos destinados a caer víctimas del absurdo.

A este arcano se le da también el nombre de arcano de Eva, porque en él se halla


activamente presente la intuición simultánea de la esperanza celestial y de la magia
primordial de la bendición del Creador:

“¡Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla!” (Gén 1, 28)

Los antiguos sacaban su esperanza, tanto para la vida como para la muerte, de los
misterios de la Madre y en la epístola a los Romanos del apóstol Pablo se encuentra
expresada la esencia de todos los misterios de la Madre:

“Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La
creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió,
en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa
libertad de los hijos de Dios. Porque sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre
dolores de parto” (Rom 8,19-22).

La mujer estrella evoca a la Madre pues se nos muestra absorta en su trabajo no


como alguien que busca un fin personal sino porque su trabajo es útil e interesante
en sí mismo. Se ofrece y se dedica por completo a la situación que le ha presentado
la vida.
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Aplicaciones del arcano de la Estrella
Meditar en este arcano nos puede ayudar a alcanzar la eterna renovación de las
cosas en el acto de transmutar los elementos primordiales.

En el plano psíquico nos puede ayudar a recibir mensajes internos de una elevada
sensibilidad e intuición natural. Su meditación diaria potencia el conocimiento más
allá de las palabras.

Es un punto de desarrollo en el cual las potencialidades están en camino de


germinar. Trabajar con ella nos lleva a una forma de ser más allá de la máscara, al
destello de la verdad interior.

Favorece el arte, en particular la poesía. Despierta la intuición creativa.

Esta carta favorece todo lo relacionado con la fecundación, siembra, fertilidad. Su


energía nos predispone a aceptar la guía interior, lo que nos puede ayudar al
escoger el momento de la siembra de un proyecto en el que está en juego el
desarrollo futuro. Su meditación trae la presencia de la fe.

Meditación
Al que no pisa piso terreno sino piso celeste,
al que vuela incansable por el firmamento,
al material de silencio, sustancia vital de sustento,
vacía de color, madre, agua de estrella,
reflejo de cielo.

Poema indecible,
me traspasa como viento de todos los climas,
empujando la estructura de mi organismo,
viene a desnudarme, a quitarme el sueño,
y me trae en la noche callada, dichosa,
los secretos de esperanza,
el buen camino que aguarda al hombre,
esta noche alcanza su reposo;
después: la poesía encontrada,
sin razón para el descanso.

El poeta abraza, como un suspiro,


su pecho ardiente de gozo,
el fuego que no para de asombrarlo.

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Cuestionario
1. ¿Cuál es la relación que existe entre lo estelar, lo femenino, lo líquido y lo que crece?

2. ¿Qué clase de fluidos brotan de las jarras rojas, a dónde caen y cuál es su efecto?

3. Menciona algunas de las diferencias que existen entre crecer y construir.

4. Describe lo ampliamente posible, pero con el menor número de palabras, el agente de


crecimiento y da un ejemplo de cómo ha actuado en ti.

5. Sintetiza el tema del principio de la continuidad.

6. ¿Qué río es éste donde la mujer vierte el agua de las vasijas y cuál es la tragedia que encierra?

7. ¿Para qué debemos despertar a la voluntad del fatalismo, la resignación a la rutina y el quietismo?

8. ¿Cómo podemos definir la esperanza, cuál es su función y cuál su relación con el agente de
crecimiento?

9. ¿Qué se entiende por milagro y cuál es su relación con el agente de crecimiento y la esperanza?

10. ¿Por qué se dice que este arcano es el arcano de la madre?

Tareas
A) Ejercicios de tensigridad.

B) Resolver el cuestionario.

C) Iluminar el arcano.

D) Esperanza
Cielo arriba, cielo abajo, estrellas arriba, estrellas abajo. Todo lo que está arriba también está abajo,
tómalo ¡ y alégrate!

Lee con cuidado esta frase, medita en ella y ponla en práctica, de la mejor manera que entiendas,
durante los próximos 15 días. Trata de alegrarte sinceramente y escribe tu experiencia para narrarla
en la siguiente clase (Este ejercicio requiere creatividad, soltura, estar despierto y atento, y ganas de crecer).

E) La Madre
En estos quince días, enriquece y haz crecer la relación que tienes con tu madre y/o hijo(s) (o las personas
que en tu vida tienen ese papel) introduciendo o creando en la relación una nueva actitud, una
nueva forma, limpiando lo que no está bien, compartiendo algo más, intercambiando, etc. Escribe
una poesía (que puede ser en prosa o verso) inspirado en esta experiencia.

F) Crecimiento
En estos quince días aplica o vive conscientemente el agente mágico de crecimiento, favoreciendo
el desarrollo de algo que sea parte de tu vida: regar conscientemente un jardín, impulsar un proyecto
inconcluso, alimentar una relación, aumentar tu Fe, Esperanza y Amor, etc.

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