El Varón y el ministerio Sacerdotal
El Varón y el ministerio Sacerdotal
El Varón y el ministerio Sacerdotal
Introducción
Para comenzar con el presente estudio tendríamos que definir algunos términos importantes
para llegar a una definición
Varón:
Ministerio: Es un servicio en el que se depende más de lo que Dios quiere hacer a través de
una persona que de lo que la persona pueda hacer para Dios.
Sacerdote: Es un ministro a quién se le da la autoridad para enseñar y realizar los deberes
sagrados a fin de preservar y llevar fe a los demás. Es un representante entre Dios y los
hombres que tienen.
El sacerdote, en el antiguo testamento, eran elegidos de la tribu de Leví, aparado de toso
los demás y eran los únicos que se podían presentarse delante de Dios y ofrecer expiación
por los pecados, o representar al hombre delante de Dios.
En este sentido, en ningún pasaje de la Biblia se menciona que el hombre sea el sacerdote
del hogar, sino que la Biblia enseña que todos los cristianos son sacerdotes, incluyendo a las
mujeres; la iglesia cristiana es en realidad un reino de sacerdotes (1 Pedro 2:5-9; Apocalipsis
1:6). Y el rol de sumo sacerdote, lo tiene Cristo en nuestras vidas (Hebreos 5:1-14).
Bajo estas premisas el rol de sacerdote del hogar sería un rol muy pesado para cualquier
hombre, ya que implicaría llevar la carga completa de presentarse ante Dios como el
mediador entre Dios y su familia, sin que cada miembro de la misma pudiera tener una
relación personal con Dios, hasta que cumplieran cierta edad y las mujeres nunca podrían.
Pero, gracias a Dios, este rol ya fue cumplido por completo por nuestro Señor y Salvador,
Jesucristo. Sin embargo, si tenemos un gran privilegio de servir delante de Dios para con
nuestra familia, ser cabeza de la mujer (Efesios 5:23-28; 1 Corintios 11:3).
Cabeza de la mujer
En la frase “el varón es la cabeza de la mujer”, el término “cabeza” no se usa para indicar
control o supremacía, sino para indicar “la fuente de”. Así como “cabecera de río” o
“cabecera de valle”. En ningún escrito griego del siglo I, ni dentro ni fuera del Nuevo
Testamento, se emplea la palabra “kefalé” en el sentido de “autoridad”. En Efesios
5:23 se habla de que hay un vínculo muy fuerte de unión entre el hombre y la mujer,
porque, en la creación, Dios usó al hombre como fuente de vida para la mujer (Génesis
2:22), así como en la redención, Cristo, es fuente de vida de la iglesia. La enseñanza de
Efesios no es la de “autoridad” del marido sobre su esposa; sino la unión entre ambos.
Sujeción de la mujer
Cuando Efesios 5:22 se habla de que la esposa debe estar “sujeta” al marido, se utiliza la
forma pasiva del verbo “jupotasso” que implica “seguir voluntariamente el ejemplo del
otro”, antes que la forma activa del mismo “jupakúo” que implica subordinarse.
Se enseña que la forma de mantener la unidad en la familia es la mutua sujeción. Se insta a
la esposa a seguir voluntariamente el ejemplo de sus esposos en virtud de que Dios usó al
hombre como fuente de vida de la mujer en la creación. Se enseña al esposo a amar y
entregarse a sí mismo por su esposa. EN ninguna parte de este pasaje se enseña que el
hombre es autoridad sobre la mujer.
Cuando nos sometemos a Dios, tenemos buena disposición de obedecer sus
mandamientos relacionados con someternos a otros, o sea, subordinar nuestros derechos a
los de ellos. En una relación conyugal, ambos esposos tienen el llamado a someterse, para
la esposa, esto significa sujetarse voluntariamente al liderazgo de su esposo en Cristo, para
el esposo significa echar a un lado sus intereses a finde cuidar a su esposa.
Roles y Funciones
Tenemos que distinguir que la mujer debe de sujetarse al liderazgo del varón. Y aquí entra
otro término más, “liderazgo”, que es la capacidad de influir en las personas para guiarlas
de estar por encima de… Jesús nos enseña que el que quiera ser el primero, entonces debe
ser vuestro siervo (Mateo 20:27-29; Mateo 23:11; Marcos 9:35).
Entonces, ¿Qué hacemos como varones? Dios nos dio funciones dentro de su cuerpo y
dentro de la familia, y dentro de esas funciones nos da autoridad para ejercerlas (Romanos
13:1-2; Mateo 28:18). Así que, en la función de Esposos y padres tiene diferentes funciones y
por ende la autoridad necesaria para llevar a cabo cada una de ellas.
Nuestro principal y mejor ejemplo de autoridad es Jesucristo, nunca ejerció una autoridad
autoritaria en la que forzó a alguno de sus discípulos o seguidores a obedecerle o seguirle,
sino que les llamó y espero su propia respuesta. Influyó en la vida de cada uno de sus
seguidores y les permitió conocerle de manera íntima y profunda con el propósito de que
cada uno de ellos pudiera seguir su ejemplo y levantar la iglesia en su nombre, enseñando y
practicando lo que habían aprendido de él (Jesús).
Sin autoridad, no se puede ejercer una función.
Efesios 5:23-28, nuevamente, nos da las pautas de cómo debe ser el liderazgo del hombre
para con su esposa, y por ende para con su familia:
• Debe amar a su esposa como (igual o semejante) a como Cristo ama a la iglesia.
• Debe amar a su esposa como a su propio cuerpo (como cuidando su propia
salvación)
• Debe tratar a su esposa como iguales
• Debe ser sacrificial poniendo sus necesidades por debajo de los de su esposa y
familia.
El varón puede tomar dos formas de liderazgo: “Cabeza que da vida” o “Cabeza
dominante”. La Cabeza dominante, es un tipo de “liderazgo” en el que el varón domina
completamente a la mujer e hijos y sus necesidades están por encima de las de ellos. Esta
cabeza dominante no ama, sino que solo busca satisfacer sus propias necesidades y solo
busca su satisfacción.
La cabeza que da vida, reconoce a su esposa como igual y en conjunto llevan a su familia
a los pies de Cristo. Ama a su esposa sacrificialmente, es decir, poniendo las necesidades
de la mujer por encima de las propias, sin anular su humanidad ni sus necesidades básicas o
importantes. Comparte su autoridad, no busca ser el único con autoridad.
La función de la cabeza
A través de lo estudiado hasta este momento, podemos observar que, en contra de lo que
se cree y se enseña popularmente, el varón es el que enseña el amor en el hogar y la mujer
enseña la sujeción.
Una mujer que no se sujeta a su esposo reproducirá lo mismo en sus hijos, es decir, la familia
tendrá hijos que no se sujeten a los padres, varones, del hogar y así mismo los llevará a que
no se sujeten a ninguna autoridad ni a la de ella.
Así también, un esposo que no muestra el amor hacia su esposa no replicará este amor en
sus hijos, lo cual derivará en un sin fin de problemas, tales como: que los hijos varones
tampoco amen a sus esposas o parejas y las utilicen para sus propios beneficios, o que no
mantengan su matrimonio en unión. Las hijas mujeres aprenderán que solo sirven a los
hombres y que no merecen ser amadas, puede que hasta acepten ser golpeadas o
sobajadas con tal de que su esposo este “satisfecho”.
La función de cabeza lleva condigo bastantes responsabilidades para las cuales Dios
también proveyó autoridad y dependencia de su Espíritu Santo para lograrlas, entres estas
responsabilidades tenemos las siguientes:
• Proveedor (1 Timoteo 5:8)
• Mantener la unidad en su casa (1 Pedro 3:7)
• Contentarse con esposa (Proverbios 5:15-21)
o Apreciar la bendición de tener esposa (Proverbios 18:22)
o Hacer pacto con sus ojos (Job 31:1)
o Cumplir el deber conyugal (1 Corintios 7:3)
o Mantenerse en santidad conyugal (Hebreos 13:4)
• Siendo ejemplo de perdón (Efesios 4:32)
• Instruir a sus hijos, junto a su esposa (Proverbios 22:6)
o Sin ira (Efesios 6:4)
o Con autoridad (Proverbios 29:15-27)
o Con amor (Proverbios 13:24; Apocalipsis 3:19)
o Siendo ejemplo (Hebreos 12:6-7)
o Aumenta si anhela obispado (1 Timoteo 3:1-13)
• Ser amoroso (Efesios 5:23-28)
• Manejando su carácter (Efesios 4:26-32; Colosenses 3:18-19; Proverbios 15:1)