El sector financiero en la década de 2020 FMI

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El sector financiero en la década de 2020:

Construir un sistema más inclusivo en la


nueva década
Por Kristalina Georgieva, Directora Gerente del FMI Peterson Institute
for International Economics, Washington, DC

17 de enero de 2020
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I. Introducción

Gracias, Adam, por recibirme aquí hoy. Es un gran placer pronunciar mi primer
discurso de 2020 en el Peterson Institute.

El año comenzó hace apenas una quincena, pero una serie de acontecimientos
ya han puesto de relieve las dificultades que enfrentamos y que nos afectan a
todos.

En Australia, los incendios forestales que están arrasando el país son un


recordatorio del precio que paga la vida a causa del cambio climático.

En Oriente Medio, el conflicto y las crecientes tensiones siembran nerviosismo


en toda la región.

En cuanto al comercio internacional, se anunció un importante acuerdo esta


semana, pero queda mucho por hacer para sanar las fracturas que existen
entre las dos economías más grandes del mundo. Más allá de Estados Unidos
y China, el sistema de comercio internacional necesita una significativa
modernización.

Si tuviera que seleccionar un tema destacado para el comienzo de esta nueva


década, sería el recrudecimiento de la incertidumbre.

Incertidumbre en torno a la idea de que las tensiones geopolíticas cederán y


reinará la paz. Incertidumbre en torno a la idea de que la tregua comercial se
traducirá en una paz y una reforma duraderas. Incertidumbre en torno a la idea
de que la política pública puede hacer frente a las frustraciones y la creciente
agitación en muchos países.

Sabemos que esta incertidumbre es perjudicial para la confianza de las


empresas, la inversión y el crecimiento.

Pero esa no es la incertidumbre en la que piensan millones de seres día a día.


Piensan en la incertidumbre de poder pagar las cuentas a fin de mes. La
incertidumbre sobre la salud y el bienestar futuros de sus familias. El temo
constante a quedar rezagado.
Por eso quiero concentrarme esta mañana en uno de los determinantes de la
incertidumbre —la desigualdad— y presentarles los resultados de nuestro
nuevo estudio sobre el papel del sector financiero en este ámbito.

II. La creciente desigualdad y las herramientas para abordarla

Empecemos por lo positivo. La desigualdad del ingreso entre los


países se redujo drásticamente en el curso de las dos últimas
décadas, principalmente gracias al avance de mercados emergentes críticos
de Asia. Aunque ciertamente hay regiones preocupantes, es importante señalar
que se trata de la primera disminución de la desigualdad mundial desde la
Revolución Industrial. [1]

Ahora bien, la realidad es que durante ese mismo


período, dentro de muchos países la desigualdad aumentó. En
el Reino Unido, por ejemplo, el 10% más acaudalado de la población controla
tanta riqueza como el 50% más pobre. [2] Esa situación se repite en gran parte
de la OCDE, donde la desigualdad en términos del ingreso y la riqueza han
tocado o están por tocar nuevos máximos. [3]

En cierto modo, esta preocupante tendencia es un eco de la primera parte del


siglo XX, cuando las fuerzas combinadas de la tecnología y la integración
abrieron las puertas a la primera Época Dorada, los Años Locos y, finalmente,
la catástrofe financiera.

Una cuestión que no enfrentábamos hace cien años, pero que


hoy apremia, es el cambio climático. Ese reto existencial que
estamos viviendo a menudo golpea con especial dureza a los pobres y los más
vulnerables. El Banco Mundial estima que, a menos alteremos la trayectoria
actual del clima, otros 100 millones de personas podrían vivir en la indigencia
para 2030. [4]

Por eso debemos aprender las lecciones de la historia y adaptarlas a nuestros


propios tiempos. Sabemos que una desigualdad excesiva
obstaculiza el crecimiento y carcome los cimientos de un
país. Corroe la confianza dentro de la sociedad y las instituciones. Puede
alimentar el populismo y la turbulencia política.

Enfrentados a la desigualdad, muchos gobiernos recurren primero a las


políticas fiscales. Estas son y seguirán siendo herramientas indispensables.

Pero muchas veces perdemos de vista el sector financiero, que


también puede tener un efecto —positivo o negativo— profundo y duradero en
la desigualdad.

Un nuevo estudio elaborado por nuestro personal técnico, que publicamos hoy,
muestra que un sector financiero que funciona bien puede crear oportunidades
para todos en la próxima década. Pero muestra también que un sector
financiero mal administrado puede exacerbar la desigualdad.

Estas observaciones son tanto una advertencia como un llamado a la acción.


Si actuamos —y si actuamos juntos— podemos evitar que se repitan en la
década de 2020 los errores de la década de 1920.

III. Tres dimensiones del impacto del sector financiero en la


desigualdad

La relación entre el sector financiero y la desigualdad tiene tres dimensiones


importantes.

a) Profundización financiera

Primero, la profundización financiera : o sea, el tamaño del sector


financiero en relación con la economía total de un país.

Sabemos que tiene un efecto significativo en el desempeño de una economía


nacional.

En China e India, por ejemplo, el crecimiento sostenido del sector financiero


durante la década de 1990 allanó el camino de los enormes avances
económicos de la década de 2000. Eso, a su vez, contribuyó a sacar de la
pobreza a mil millones de personas. [5]

Pero la historia no se acaba ahí.

Según nuestro nuevo estudio, llega un momento en el cual la


profundización financiera está asociada a una agudización de
la desigualdad y a un crecimiento menos incluyente. [6]

Son muchos los factores que impulsan la desigualdad— corrupción, impuestos


regresivos, riqueza intergeneracional—, pero la conexión entre una
profundización financiera excesiva y la desigualdad es algo que se observa en
todos los países. [7]

¿Por qué se produce esta reversión del impacto de la profundización financiera


en la desigualdad? Creemos que si bien las personas más pobres se
benefician en la primera etapa de la profundización, con el correr del tiempo el
tamaño y la complejidad crecientes del sector financiero terminan ayudando
antes que nada a los ricos.

Ese impacto negativo se observa especialmente cuando el sector financiero es


de por sí muy profundo. En ese caso, la complejidad de los instrumentos
financieros, la influencia de los grupos de presión y la remuneración excesiva
en el sector bancario pueden traducirse en un sistema que está tanto a su
propio servicio como al servicio de los demás.

Los ejemplos no escasean. Estados Unidos tiene una de las economías más
diversificadas del mundo. Aun así, en 2006, las empresas de servicios
financieros representaban casi 25% del S&P 500 y generaban casi 40% del
total de utilidades. Eso significa que el sector financiero es el más grande y
más redituable del S&P en su totalidad. [8]
Lo que ocurrió a continuación —la Gran Recesión— me lleva a la segunda
dimensión del impacto del sector financiero en la desigualdad: la estabilidad
financiera.

b) Estabilidad financiera

La estabilidad financiera y el daño económico que provocaron las crisis


financieras son dos de los temas definitorios de la última década.

Sabemos que, en promedio, una crisis financiera produce una


pérdida permanente del producto de 10%. [9] Eso puede cambiar
por completo el rumbo futuro de un país y dejar permanentemente a la zaga a
demasiadas personas.

La estabilidad seguirá siendo un tema difícil en la década venidera. El sector


financiero tendrá que lidiar con la prevención del tipo tradicional de crisis y con
otros nuevos, como los shocks producidos por el cambio climático. Piensen en
las pérdidas inesperadas que pueden generar los activos varados. Según
algunas estimaciones, el costo de devaluarlos podría ir de $4 billones a $20
billones. [10]

Por lo tanto, todos tenemos un interés creado en concentrar nuestros esfuerzos


en la estabilidad financiera.

Nuestro nuevo estudio muestra que la desigualdad tiende a aumentar


antes de una crisis financiera, lo cual es indicio de un fuerte
vínculo entre la desigualdad y la estabilidad financiera . [11]

¿Cuáles son las causas? Una es que un aumento de la desigualdad puede


generar presión a favor de una solución rápida que, de hecho, empeora el
problema.

Tomemos el ejemplo del mercado estadounidense de la vivienda en la década


de 2000. El deseo de ayudar a más gente a tener vivienda propia creó una
vorágine de actividad en la industria hipotecaria gracias a la aplicación de
regulaciones crediticias menos rigurosas. Muchas personas de bajos ingresos
parecían tener más patrimonio, pero el progreso de ese sector de la población
no fue tanto como el del segmento más acaudalado.

Luego, la burbuja inmobiliaria estalló en 2007. La crisis financiera internacional


que le siguió asestó un golpe devastador a millones de personas en el mundo
entero y exacerbó la desigualdad a largo plazo.

Ese no es más que un ejemplo. Hoy, como consecuencia de la crisis,


uno de cada cuatro jóvenes en Europa corre riesgo de vivir en
la pobreza. [12]

Para ellos, como para muchos otros, la crisis nunca acabó.

Esta conexión entre la estabilidad financiera y la desigualdad no se limita a la


crisis financiera internacional, ni tampoco siquiera a la Gran Depresión. Un
estudio de 17 economías avanzadas examinó todas las crisis financieras
ocurridas entre 1870 y 2013. Los resultados confirman lo que nuestra
investigación muestra: la agudización de la desigualdad fue en todos los casos
un importante predictor de una crisis financiera y puede tener posteriormente
un efecto duradero. [13]

Como sentenció Mark Twain, « La historia no se repite, pero muchas veces


rima».

¿Cuáles son las lecciones que nos dejan las rimas históricas?

Una es que los servicios financieros son fundamentalmente algo bueno. Las
economías en desarrollo necesitan más actividad financiera para que todos
tengan oportunidad de prosperar. Pensemos en un mercado nacional de bonos
más profundo, capaz de financiar una empresa nueva u oportunidades de
inversión que ayuden a la gente a ahorrar para la jubilación.

El problema es que lo bueno, si es excesivo, puede resultar malo. Una


profundización financiera excesiva y las crisis financieras pueden alimentar la
desigualdad.

Lo que tenemos que hacer es encontrar el equilibrio justo entre demasiado y


demasiado poco.

Esto me lleva a la tercera dimensión del impacto del sector financiero en la


desigualdad: la inclusión financiera.

c) Inclusión financiera

La inclusión financiera significa sencillamente que hay más personas y


empresas con acceso más barato y más fácil a los servicios financieros.

Los estudios del personal técnico del FMI y otras instituciones muestran una
fuerte asociación entre la ampliación del acceso a cuentas bancarias y la
reducción de la desigualdad del ingreso.

Los datos también muestran que si bien tanto el hombre como la mujer se
benefician de la inclusión, la desigualdad del ingreso disminuye
más cuando la mujer goza de mayor acceso a la actividad
financiera . [14]

Cabe señalar que, en una comparación a nivel de país, la relación entre el


acceso a los servicios financieros y la desigualdad no cambia según el nivel de
ingreso.

Por ejemplo, en Suecia, un país con una de las distribuciones del ingreso más
equitativas, la proporción de gente con una cuenta bancaria es igual entre los
ricos y los pobres.

Por el contrario, en Indonesia, que tiene una de las desigualdades más


marcadas en términos del ingreso, el 20% más rico de la población tiene más o
menos el doble de probabilidades de tener una cuenta bancaria en relación con
el 20% más pobre.
Las tecnofinanzas están desempeñando un papel importante
en todo el mundo al ofrecerle a la gente acceso a los servicios
bancarios y la oportunidad de crear una vida mejor. [15]

Pensemos en Camboya, donde las finanzas móviles han contribuido al


surgimiento de 2 millones de prestatarios durante la última década, lo cual
representa casi 20% de la población. Muchos de ellos jamás habían tenido una
cuenta bancaria. [16]

Aunque estos cambios no reducen de inmediato la desigualdad del ingreso,


crean oportunidades y le dan a la gente la posibilidad de ahorrar, abrir un
pequeño negocio y mejorar las opciones educativas de sus hijos.

¿Qué implica esto para la economía general? Un estudio del FMI muestra que
a largo plazo existe una diferencia de 2-3 puntos porcentuales de
crecimiento del PIB entre los países con inclusión financiera y las economías
que ofrecen menos inclusión. [17]

Así que sabemos que la inclusión financiera puede cambiar radicalmente la


economía. Puede ayudar a derribar las barreras que erigen la disparidad de
género, la raza, la geografía y la desigualdad del punto de partida de las
personas en sus vidas.

En cada una de las dimensiones que he mencionado —desde la profundización


financiera hasta la estabilidad y la inclusión— se plantean disyuntivas en lo que
respecta al sector financiero y la desigualdad.

Queremos un sector financiero que sea robusto, pero no excesivamente


complejo. Queremos una inclusión financiera que ofrezca nuevas
oportunidades y crédito, pero sin crear pesadas cargas de deuda ni poner en
peligro un sistema entero.

Entonces, ¿qué políticas necesitamos establecer para tener un sistema más


incluyente en la próxima década?

IV. Políticas para construir un sistema más incluyente en la


próxima década: más seguro, estable, más inteligente

Hay tres ámbitos de política que corresponden a las tres maneras


principales en que el sector financiero influye en la desigualdad.

Primero, un sistema más seguro . Nada puede ocupar el lugar de una


regulación y una supervisión de buena calidad. La profundización financiera es
una meta loable para todas las economías, pero al igual que una ciudad, un
sistema financiero debe crecer de manera sostenible e intencional.

Después de la crisis, se tomaron medidas positivas para poner en práctica un


programa de reforma regulatoria. Estos esfuerzos demostraron que, en una
economía mundial interconectada, una reforma profunda del sector financiero
exige una estrecha cooperación internacional.
Hoy, los bancos tienen requisitos más estrictos de capital y liquidez. Liquidar un
banco con problemas es una tarea más fácil. Hay más transparencia y
rendición de cuentas.

Tenemos más seguridad, pero no la suficiente. Dar marcha atrás


—como ya ha comenzado a ocurrir en algunos lugares— sería un craso error.

Lo que deberían hacer los países es llevar a buen término el programa de


reformas y complementarlo con nuevas iniciativas. Para que los mercados
financieros crezcan libres de riesgos, es necesario promover los
conocimientos financieros, para que la gente pueda entender qué les
ofrecen y lo que eso significa para sus familias.

Eso me lleva al segundo aspecto: crear un sistema más estable.

Aquí les toca jugar un papel clave al sector privado y a la industria bancaria,
ciertamente en lo que concierne al clima y la estabilidad, un ámbito sobre el
cual presentaremos un nuevo estudio dentro de unos meses.

El sector financiero puede desempeñar un papel crítico para crear un mundo


libre de emisiones de carbono y alcanzar las metas del Acuerdo de París.

En pos de ese objetivo, las empresas tendrán que valorar con más precisión el
impacto del cambio climático en sus préstamos. Aquí es donde pensar en la
década venidera, y no solo en el año próximo, marcará una diferencia. Un
horizonte a más largo plazo dejará en claro las oportunidades y los riesgos. El
año pasado, el cambio climático provocó la primera quiebra de una empresa
que figuraba en el índice S&P 500. [18] Claramente, los inversionistas están
buscando maneras de adaptarse.

La aplicación de normas más estrictas de divulgación de


información puede ayudar a las empresas financieras a tener un panorama
más completo. Si el precio de un préstamo para un proyecto riesgoso aumenta,
es posible que las empresas decidan sencillamente invertir el dinero en otra
cosa.

Ese no es el único campo en el cual puede haber más estabilidad con más
información.

En este momento, muchos bancos exigen garantías excesivas para el crédito


hipotecario o empresarial.

No todo el mundo posee vivienda propia ni tiene por qué tenerla para abrir un
negocio.

¿Cómo podrían cambiar estas evaluaciones de riesgos?

Las instituciones financieras podrían fundamentar más decisiones de préstamo


en los flujos de caja futuros. Así, el sector de los servicios financieros retomaría
su vocación: una industria al servicio de las personas.
Si los bancos evalúan mejor el riesgo, es más probable que presten más a
empresas más pequeñas. Esto es fundamental para la estabilidad.

Nuestro estudio muestra que el crédito a la pequeña empresa


promueve la estabilidad financiera y mitiga el riesgo en
comparación con el crédito a las empresas grandes. [19]

Cuando se dispersa el riesgo entre cientos de empresas, en lugar de algunos


conglomerados, surge una economía más inclusiva y más sana.

¿Y cuál es el mejor uso que se le puede dar a una economía más sana?

Eso me lleva al tercer y último aspecto: crear un sistema más


inteligente.

Ampliar el acceso de los hogares de bajo ingreso y la pequeña empresa a la


actividad financiera es una de las maneras más eficaces de reducir la
desigualdad.

Pero actuar en exceso y demasiado rápido puede ser contraproducente.

De cara al futuro, el sinnúmero de nuevas empresas de tecnofinanzas que


ofrecen crédito a nivel internacional representa un reto sin paralelo. Los
gobiernos pueden trabajar con estas empresas para explotar el potencial
integral de las tecnofinanzas, pero controlando a la vez los riesgos.

Ese es el objetivo de la Agenda de Bali de Tecnofinanzas que


el Banco Mundial y el FMI lanzaron en 2018. Contiene principios
fundamentales, como la promoción de la competencia, el fortalecimiento de la
protección del consumidor y la lucha contra el lavado de dinero. Estos
principios pueden servir de guía a las autoridades, reducir el riesgo de los
bancos y crear puestos de trabajo.

De hecho, un estudio del Banco Mundial que analizó 135.000 empresas de 140
países mostró que el crédito a la pequeña empresa está relacionado
directamente con la mejora de la desigualdad del ingreso. [20] La razón es que
estas empresas a menudo contratan a la gente que más necesita empleo.

Un buen ejemplo es M-Pesa. M-Pesa arrancó a comienzos de la década


pasada en Kenya como un servicio de pago móvil entre particulares.

Este año, se transformará en una plataforma financiera panafricana. La


empresa tiene por delante retos considerables, pero el objetivo es acertado:
llevar la banca por Internet a millones de personas parcial o totalmente
marginadas en esa actividad.

Por supuesto, nada ocurrió de la noche a la mañana. Todo es fruto de años de


trabajo de emprendedores, funcionarios públicos y, fundamentalmente,
ciudadanos en búsqueda de nuevas oportunidades. Es una buena fuente de
inspiración.

V. Conclusión
Las últimas décadas nos han enviado una señal clara: si no se la ataca, la
creciente desigualdad es un problema que no hará más que empeorar.

Si bien la política fiscal sigue siendo una herramienta poderosa, no podemos


perder de vista las políticas del sector financiero. De lo contrario, la década de
2020 podría terminar siendo muy parecida a la de 1920.

Pero si aprendemos las lecciones de la historia y las adaptamos a nuestros


tiempos, podemos construir un sistema más sólido, idóneo para el futuro.

Querría concluir con una frase del hombre que captó el espíritu de la década de
1920 en Estados Unidos mejor que nadie: F. Scott Fitzgerald. Escribió «La
acción es personaje».

Como todos sabemos, la obra de Fitzgerald no fue apreciada en su momento, y


su consejo cayó en saco roto.

No cometamos el mismo error.

Hagamos de este nuevo año un año de acción y, a la vez, de la década de


2020 una década de prosperidad para todos.

Muchas gracias.

[1] Ana Revenga y Meagan Dooley, “ Is Inequality really on the rise? ,” The
Brookings Institution, 28 de mayo de 2019.

[2] Feargal McGuinness y Daniel Harari, 2019, “ Income Inequality in the UK ,”


House of Commons Library, Briefing Paper No. 7484.

[3] Carlotta Balestra y Richard Tonkin, “ Inequalities in household wealth across


OECD countries: Evidence from the OECD Wealth Distribution Database ,”
OECD Statistics Working Papers 2018/01.

[4] Jean-Pierre Robin, “ Kristalina Georgieva: Global warming can add 100
million poor people by 2030 ”, Banco Mundial, 14 de septiembre de 2017.

[5] Carolina Sanchez, “ From local to global: China’s role in global poverty
reduction and the future of development ”, Banco Mundial, 7 de diciembre de
2017.

[6] Martin Čihák, Ratna Sahay y otros miembros del personal técnico del FMI,
“Financial Services and Inequality”, Documento de análisis del personal técnico
del FMI, SDN/20/XX.

[7] Íd.
[8] Análisis del personal técnico del FMI.

[9] Valerie Cerra y Sweta C. Saxena, “ The Economic Scars of Crises and
Recessions ,” IMFBlog. 21 de marzo de 2018.

[10] Sarah Breeden, “ Avoiding the storm: Climate change and the financial
system ,” Bank of England, April 15, 2019.

[11] Martin Čihák, Ratna Sahay y otros miembros del personal técnico del FMI,
“Financial Services and Inequality”, Documento de análisis del personal técnico
del FMI, SDN/20/XX.

[12] Tingyun Chen, Jean-Jacques Hallaert, Alexander Pitt, Haonan Qu,


Maximilien Queyranne, Alaina Rhee, Anna Shabunina, Jérôme Vandenbussche
e Irene Yackovlev, 2018, “ Inequality and Poverty Across Generations in the
European Union ”, Documento de análisis del personal técnico del FMI,
SDN/18/01.

[13] Pascal Paul, 2017, “ Historical Patterns of Inequality and Productivity


around Financial Crises ”, Federal Reserve Bank of San Francisco Working
Paper 2017-23.

[14] Ratna Sahay, Martin Čihák y otros miembros del personal técnico del FMI,
2018, “ Women in Finance: A Case for Closing Gaps ”, Documento de análisis
del personal técnico del FMI, SDN/18/05.

[15] Véase Lael Brainard, “ FinTech and the Search for Full Stack Financial
Inclusion ,” Board of Governors of the Federal Reserve System, 17 de octubre
de 2018.

[16] Christine Lagarde, “ Belt and Road Initiative: Two Key Channels to
Achieving Financial Connectivity ,” Fondo Monetario Internacional, 24 de abril
de 2019.

[17] Ratna Sahay, Martin Čihák, Papa N’Diaye, Adolfo Barajas, Srobona Mitra,
Annette Kyobe, Yen Nian Mooi y Seyed Reza Yousefi, 2015, “ Financial
Inclusion: Can It Meet Multiple Macroeconomic Goals? ”, Documento de
análisis del personal técnico del FMI, SDN/15/17.

[18] Véase Mark Carney, “ A New Horizon ,” Bank of England, 21 de marzo de


2019. La referencia es al caso de PG&E Corp.

[19] Martin Čihák, Ratna Sahay y otros miembros del personal técnico del FMI,
“Financial Services and Inequality”, Documento de análisis del personal técnico
del FMI, SDN/20/XX.

[20] Íd. , que cita datos de una encuesta de empresas de 2018 a cargo del
Banco Mundial.
Departamento de Comunicaciones del FMI
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