Gvirtz- La Educacion Ayer Hoy y Manana-120-125
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Sobre esta temática, nos hemos centrado en Grinberg (2003)
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leímos/vimos/escuchamos, compartimos las mismas palabras, las
mismas imágenes y, lo más importante, atravesamos por ellas en una
misma secuencia. En cambio, cuando leemos una narración estructurada
en hipertexto, esa secuencialidad ya no la compartimos. Debido a esto,
es muy probable que cada uno lea/escuche/mire un texto muy diferente,
no sólo por las interpretaciones que cada uno hace (proceso que sucede
con cualquier texto) sino y, especialmente, porque los recorridos que
hemos hecho ya no son los mismos. Como señala Piscitelli (1995),
romper con la tradición del libro instituido no sólo permite imaginar otras
formas de acumulación del saber, también obliga a utilizar nuevos
modelos de inteligibilidad para pensar el propio pensar, que nos arrancan
del reino de las verdades autovalidantes y nos arrojan a un contexto de
negociaciones interminables, de referencias cruzadas y nos ponen frente
a la presencia indeleble de la diversidad.
Esta lógica de la presentación y acceso al conocimiento no sólo pone
en jaque el qué, el quién y el cómo de la enseñanza, sino, también, la
pedagogía como corpus de conocimiento. ¿Hasta qué punto es posible
pensar en la pedagogía como teoría de la que se pueden derivar las
líneas de acción que se deben seguir? ¿En qué medida, si hablamos del
saber como una construcción inacabada, se pueden establecer los
caminos adecuados/inadecuados para seguir en la práctica? Y, yendo
aún más lejos, ¿cuál es el límite entre la teoría y la práctica? ¿Hasta
dónde es posible continuar manteniendo la idea de que el debate teórico
corresponde a los teóricos, y el práctico, a los prácticos?
En definitiva: ¿cómo cambiar una institución que, por supuesto, no se
fundó sobre esas bases? ¿Acaso no es toda la institución la que está
cuestionada? ¿Cómo pararnos en el aula para decir: "Hoy vamos a
aprender que el saber es producto de una construcción social, que no es
acabado, que no hay una verdad acabada"? ¿Cómo decimos que el
caballo blanco de San Martín ya no es tan blanco?
En una lógica donde la circulación de la información ya no se
corresponde con la imagen de la biblioteca que describe Eco en El
nombre de la Rosa, sino a una idea de espacio no topográfico, aunque
no por ello más democrática, e incluso igualitaria3, la pedagogía tiene
ante sí el desafío, tanto en su práctica como en su teoría, de
desprenderse de esa idea instrumental del saber, de la cual se derivan
las recetas para la acción.
Es probable que, como afirma Brunner (2003), estemos frente a una
nueva revolución educacional: las transformaciones del entorno son de
tal magnitud que hacen prever una revolución de alcance similar a las
que originaron la escolarización
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Respecto del funcionamiento de la sociedad en red y de las dinámicas de
desigualdad que ella suscita, sugerimos ver Castells y otros (1994).
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de la función educativa, la organización estatal de la educación y la
masificación de la enseñanza. "Tanto el entorno en que opera la escuela
como los propios fines de la educación están siendo transformados
drástica y raídamente por fuerzas materiales e intelectuales que se hallan
fuera de la comunidad educacional, pero cuyos efectos sobre ésta serán
inevitables", sostiene Brunner (2003: 9). Estamos frente a un nuevo
paradigma, organizado en torno a las tecnologías de la información y de
la comunicación. No se trata sólo de que el conocimiento y la información
jueguen un papel económico y social relevante, sino que:
Ahora lo distintivo es que las nuevas tecnologías son procesos para ser
desarrollados, y no herramientas para ser aplicadas. Por lo mismo, los usuarios
están en condiciones de tomar control sobre aquellos y de producir nuevos
bienes, servicios, ideas y aplicaciones, como sucede en Internet (Brunner,
2003: 9).