el arte de generar y mantener el espacio dialógico
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el arte de generar y mantener el espacio dialógico
Resumen
La autora concibe a la política como el arte de generar y mantener el espacio público donde a
través del diálogo, se logran consensos sobre los asuntos de interés común (vitales para nues-
tra actividad diaria). En México observa a una política desdibujada debido a la imposibilidad
de dialogar libre, honesta y directamente, ya que el espacio que debiera ser público se en-
cuentra secuestrado por unos cuantos a causa de la falta de respeto a la normatividad, into-
lerancia e imposición, esta última en algunos casos respaldada en la amenaza de pérdida de
la paz social.
Abstract
The author conceives politics as the art of generating and maintaining public space. Where it
is possible to achieve consensus on matters of common interest throuhg dialog. She observes
politics blurred in Mexico mainly to the inability to use an open dialog honestly and directly,
because the space that should be public is kidnapped by a few people, as a result of the lack
of respect for the regulations, intolerance and enforcement, the latter in some cases backed
by the threat of losing social peace.
La Política
P
uede definirse a la Política como teoría y práctica de gobernar, la con-
ducta seguida en asuntos de interés general o conjunto de prácticas,
hechos, instituciones y determinaciones del gobierno de un Estado o
de una sociedad. Aunque también puede entenderse como la actividad del
que participa directamente en la vida pública trabajando por llegar a acuer-
dos (según la actividad que se desempeña) evitando o reduciendo el conflicto
D.R. © 2011. Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Centro de
Estudios
EstudiosPolíticos,
Políticos.novena
Estudiosépoca, núm.
Políticos 2727(septiembre-diciembre,
núm. 2012),75-100.
(septiembre-diciembre, 2012): 75-100México, D.F. ISSN: 0185-1616
76 ROSA MARÍA LINCE CAMPILLO
a cero entre los miembros que conviven en el mismo espacio (lo que no
necesariamente significa vivir en paz, porque puede haber tensiones) y
que tiene como objetivo lograr el Bien de la Comunidad.
En síntesis, la Política es el arte de realizar (en el sentido de hacer rea-
lidad) lo posible para el Bien de la Comunidad.
Una primera pregunta que viene a la mente es: ¿qué tan difícil es lle-
gar a acuerdos? Pero sobre todo, ¿quién o cómo se define o determina lo
que constituye el Bien de la Comunidad?
El Espacio Público
Para lograr una sana convivencia es necesario contar con un marco legal
que asegure la libre expresión o argumentación, lo que permite poner en
una justa competencia nuestros puntos de vista a través del diálogo.
Este último no sólo se da de forma oral, sino que también lo entiendo
como acción e interacción entre los sujetos que compartimos el espacio
común, donde tratamos de hacer prevalecer lo que consideramos que es
mejor para nuestra comunidad.
Es también por medio del diálogo que se impulsa la vida democrática,
ya que en la deliberación acerca de los asuntos que competen a la comu-
nidad, se exige una resistencia y puesta a prueba de los argumentos que
se exponen para probar su efectividad.
Así se fortalecen las relaciones democráticas, porque los acuerdos polí-
ticos sobre asuntos de la comunidad necesitan un criterio amplio acerca de
los posibles beneficios de otras perspectivas y una disposición no sólo a
tolerar sino a escuchar con atención la disensión, incluida una disposición
por cambiar nuestra postura si existen razones convincentes para hacerlo.
Estas últimas sólo tienen la oportunidad de presentarse cuando el de-
bate es libre y vigoroso. La democracia funciona cuando el equilibrio de
poder no está establecido de forma permanente (Armstrong, 1992:125-
128). En una democracia ideal, en el espacio público, se reúnen los dife-
rentes grupos en Asamblea, para presentar los problemas que según sus
puntos de vista se requieren resolver por el bien de la Comunidad. Se dis-
cute y decide la prioridad de los mismos, así como la forma, medios y
recursos con los que se han de atacar, dónde y cómo conseguir dichos
recursos, además de quién o quiénes serán los encargados de cumplir con
la agenda de trabajo y finalmente cuando los elegidos han realizado la
tarea, o cada determinado tiempo informarán a los electores de los resul-
tados o bien de los avances obtenidos.
Según los griegos, la injusticia es la imposibilidad de coexistencia de
los opuestos, es decir, que el día tenga que morir para que la noche viva y
viceversa. Aunque es cierto que si bien el día debe aniquilarse para que
sea de noche, también la noche requiere del día para definirse o ¿cómo
explicaríamos a la noche sin el día? Los opuestos se requieren, se nece-
sitan, pero a la vez se excluyen y anulan, ésa es la injusticia de una dia-
léctica negativa.
Por lo que la idea de justicia, desde el punto de vista político (en el sen-
tido de la convivencia de opuestos), puede entenderse como expresión
de la era socialdemócrata (Honnet, 2010:10) en donde partidos políticos de
las más diversas tendencias pueden discutir sobre sus argumentos sin
aniquilarse los unos a los otros, sin un totalitarismo.
El Doctor José Woldenberg afirma que una democracia requiere de un
sistema equilibrado de partidos políticos y desde luego de elecciones que
nos permitan manifestar nuestras preferencias. Los partidos son los con-
ductos por medio de los cuales se expresa la diversidad política, y las elec-
ciones auténticas que se realizan periódicamente son el método que sigue
la democracia para oxigenarse y revitalizarse: la fórmula por la cual la plu-
ralidad política convive y compite por los cargos de representación popular
en un espacio y en un tiempo determinados (Woldenberg, 2006:7).
En México, por más de 25 años, se han presentado cambios que han
ido modificando la vida política. El juego de poder que se ejecuta en los
procesos electorales antes, durante y después de los comicios, regenera
cada vez más los procesos democráticos. Gradualmente hemos ido acep-
tando las fórmulas institucionales que se han adecuado y ajustando a
nuestra realidad y contexto histórico a través de diversas reformas a la
legislación electoral haciéndose cada vez más confiables.
Al mismo tiempo y realizando un gran esfuerzo, hemos edificado un
marco legal e institucional en donde la diversidad política de los diferentes
partidos puede tener una expresión libre y equitativa para competir en de-
bates ideológicos o discusiones entre personas que expresan puntos de
vista distintos, sobre determinados problemas o proyectos concretos, inten-
tando reducir los conflictos y procurando contiendas pacíficas, ya que de
otra forma degeneran en agresión y violencia.
El logro de concretar acuerdos por medio del diálogo, también asegura
en gran medida su respeto (siempre que se observe la normatividad insti-
tucional), ya que es el resultado al que se ha llegado y, por lo tanto, se
considera una resolución o proposición tomada en común. Por ello, es
aceptada por quienes comparten la definición de la situación discutida y
por lo mismo se facilita su adopción.
Ahora bien, en un verdadero diálogo, la libertad de expresión está im-
plícita, ya que se busca hablar de forma abierta e íntimamente ligada a la
igualdad entre los ciudadanos. Así, tomar una decisión debe ser el resul-
tado de la deliberación colectiva, abierta, pero sobretodo honesta.
En las propuestas que se someterán a debate, por ética debería con-
siderarse que cada habitante se debe beneficiar en la misma proporción
que su comunidad. Esto es, los intereses personales o del partido político
al que se pertenece, no deben estar por encima de los de la comunidad.
Estamos acostumbrados a escuchar que en la democracia griega los
esclavos no participaban, una primera interpretación es que no eran consi-
derados seres humanos con derechos innatos. Pero también existe otra
interpretación, al no ser libres, sus decisiones tampoco lo serían y respon-
derían a los intereses de su amo, quien los esclavizaba laboralmente; de
otra forma serían castigados, en consecuencia, no podían elegir de mane-
ra correcta, ello explica el porqué no se les permitía participar desde el
punto de vista político.
En otras palabras, si no nos encontramos libres de necesidades vita-
les, estamos condicionados por ellas y somos presa fácil para ser influidos
en la toma de decisiones y para no inclinarnos por la fórmula lógica o más
racional en cuanto a que es la que con efectividad nos acerca a la meta
aceptada, al bien valorado o deseado por la mayoría y respondemos a un
satisfactor inmediato pero que NO resuelve nuestros problemas de raíz.
Sin bien es muy difícil encontrarnos sin necesidades, entre más vitales
sean nuestras carencias, menos libertad tenemos. Es decir, nos encon-
tramos restringidos por éstas, y en tiempos electorales justamente las pro-
mesas de campaña afectarán nuestra elección, sin importar que lo que se
promete en ocasiones no es posible de ser cumplido ya que no se en-
cuentra en la esfera de las funciones de quien hace la promesa.1 Esta es la
explicación de la llamada compra de votos y, a la vez, venta de voluntades.
A lo largo de la historia, se ha observado que no siempre es prioritaria
la búsqueda del Bien de la Comunidad, sino que se usan las palabras y
formas legales para hacer que prevalezca y se promueva una decisión o
interés personal o particular que no necesariamente respeta la responsa-
bilidad política que se delegó a través de la representación.
El político no sólo es responsable de convencer a la Asamblea con sus
argumentos, sino de practicar un honesto y verdadero diálogo como un
ejercicio o lección de reflexión democrática, en cuanto a saber plantear
argumentos, pero también saber escuchar cuando existe controversia en la
percepción de un problema. Pero sobre todo se trata de iniciar con un
planteamiento verdadero y sobre él construir la argumentación y no esta-
blecer una argumentación sobre un planteamiento falso y no sujeto a
demostración, presentándolo repetitiva y retóricamente como verdadero,
porque entonces se sostiene un silogismo.
Recordemos que el diálogo se efectúa entre iguales pero con concep-
ciones diferentes que corresponden a sus experiencias de vida.
1
Aunque también ha sucedido que en el momento de tomar posesión de un cargo no se
asume el compromiso que implica la responsabilidad del mismo. Por ejemplo, cuando no se ad-
mite que se es responsable por las acciones que realizan los subalternos.
Siendo así que las instituciones y el marco jurídico nos permiten tener
elementos para enfrentar los conflictos y desencuentros, pero hace falta
atacar con más fuerza la desigualdad social para mejorar la democracia.
Debemos asumir con responsabilidad que todavía debemos elevar aún
más la calidad de la democracia, respecto a la intervención e influencia de
los medios de comunicación y la participación en éstos tanto de los intelec-
tuales como encuestadores y analistas políticos que con sus opiniones
afectan las de los ciudadanos comunes.
En México tenemos una democracia prácticamente restringida al ám-
bito electoral, con una ciudadanía que necesita y exige el pleno cumpli-
miento de sus derechos, pero al mismo tiempo esta ciudadanía no tiene
los mismos elementos para hacer valer sus derechos políticos, ya que pri-
mero tiene que cubrir necesidades primarias y, por tanto, prioritarias. Es
decir, no tiene las mismas oportunidades en el espacio público para lograr
su plena participación y por tanto inclusión.
A esto hay que agregar que el tejido social se ha estado diluyendo
cada vez más, por la polarización de posturas políticas que se presentan
como irreconciliables, porque siempre se culpa al otro como responsable
de mi mala situación y por tanto le corresponde resolver mis problemas.
De tal suerte que resulta imposible desarrollar un diálogo pacífico, ya
que si no se está de acuerdo con una postura, la diferente se califica como
falsa, como si sólo existiera un punto de vista. Se practica el fanatismo
político, ya que cualquier persona que disienta de la postura que se es-
grime se considera extraña, hostil, y es una amenaza a la causa que se
sostiene.
Para nadie es un secreto que en México, la desigualdad económica y
social se ha ido incrementando a pasos agigantados en la última década.
La forma de acceso a satisfactores de bienestar social se da por medio de
los programas de política social que sustentan las políticas públicas, gene-
rados por el gobierno en turno, lo que disminuye la autonomía ciudadana.2
2
Esto podemos observarlo frecuentemente en un Estado paternalista en donde nos he-
mos acostumbrado a que, por ejemplo, frente a desgracias naturales en lugar de ponernos a
trabajar de inmediato para volver a edificar y recuperar lo perdido, nos limitamos a esperar
ser parte de un censo ya que más tarde que temprano, la ayuda fluirá; en cambio, si volvemos
a construir, dejaremos de ser parte de los damnificados. Así se pasan los meses y las familias
de Oaxaca siguen viviendo a la intemperie después de los sismos de fines de 2011, ahora ya
con los estragos de los huracanes de mediados del 2012. En este aspecto existe una dis-
cusión muy seria en que los desastres no son precisamente “naturales”, porque eso significa
culpar a la Naturaleza de nuestros errores; por ejemplo, fincar en laderas o cauce de antiguos
ríos, donde se ha ido dando permiso de hacerlo o se hace caso omiso de que constituyen
zonas de alto riesgo.
3
Para evitar la división y enfrentamientos internos, el Partido Acción Nacional informó, a
través de su vocera, que a partir de hoy 26 de julio de 2012 va a endurecer sus normas para
evitar desviaciones y críticas internas (sic).
4
Enrique Krauze, comentario en entrevista televisiva en Canal 2 de Televisa, el día 1 de
julio de 2012.
El Dr. Enrique Díaz Álvarez nos recuerda que los griegos llamaron
bárbaros a los extranjeros que no sabían o no podían hablar su lengua.
Para nosotros bárbaro es un ser que no puede conversar e intercambiar
ideas, esta incapacidad lingüística se considera signo de no humanidad
incluso a veces cuando no nos entendemos con alguien exclamamos con
desesperación: ¡contigo no se puede hablar! 5
En la actualidad, no se trata sólo del desconocimiento de una lengua
sino de no compartir, desconocer o descalificar hábitos, creencias, prefe-
rencias sexuales y políticas e incluso concepciones ético-políticas que
practica el Otro. Esto dificulta que un sujeto que pertenece a una deter-
minada etnia o país, considere al Otro o diferente, como un sujeto con los
mismos derechos, porque se juzga y califica como el extraño, atrasado,
pobre, desviado, la minoría, incluso en muchas ocasiones, el desigual o
inferior.
Ahora bien, para ponernos de acuerdo con los Otros es necesario tener
interés en acortar distancias, poniendo en práctica el reconocimiento de lo
que tenemos en común (que debiera ser el interés por el Bien de la Comu-
nidad). Esto es posible mediante el acercamiento por medio del conoci-
miento, escuchar, interpretar lo que piensan los otros, conocer sus inte-
reses y estar en disposición de llegar a acuerdos para una convivencia que
no significa necesariamente estar en el justo medio, sino un espacio inter-
medio en donde no se imponga un Tú o un Yo, sino que se genere el
acuerdo de Nosotros.
La acción comunicativa no termina con el acto del entendimiento, sino
en los alcances de la interpretación. La comunidad comunicativa exige del
hombre disposición y responsabilidad ética que transforma el Yo en Noso-
tros, porque “el individuo no se comprende aisladamente, sino en la trama
de sus relaciones” (Nicol, 2003:25). En otras palabras, ponernos de acuer-
do en lo que tenemos en común como seres humanos, sin imponer, anular
o sacrificar.
Entonces, entiendo a la política como el arte de generar y mante-
ner el espacio donde a través del diálogo se logran consensos sobre
lo que es de interés común (vital para nuestra actividad diaria) para ha-
cerlo valer, en algunos casos, generar igualdad de oportunidades y en otras
equidad para la participación en la vida pública y lograr la inclusión.
5
Enrique Díaz Álvarez, “Hacia una interpretación de lo diverso”, Conferencia dictada en
el Primer Coloquio Horizontes de Interpretación, La Hermenéutica y las Ciencias Humanas, 26
y 27 de septiembre, México, FCPyS/UNAM, Proyecto PAPIIT IN-305411-3, “La Hermenéutica
como herramienta metodológica para la investigación en ciencias sociales y humanidades”.
6
Incluso podemos decir que lo que tenemos en común es que provenimos de muchas
etnias diferentes, o en el caso de las personas que vivimos en el D.F. somos cosmopolitas.
7
Cada texto y cada palabra dentro del texto tienen un triple significado: cognoscitivo,
expresivo y normativo, que se da y es perceptible simultáneamente.
8
Felipe Neri López Veneroni, “La otra comunicación: Del orden estructural del discurso a
la autonomía generativa del habla”, Primer Coloquio Horizontes de Interpretación, La Her-
menéutica y las Ciencias Humanas, 26 y 27 de septiembre, México, FCPyS/UNAM, Proyecto
PAPIIT IN-305411-3, “La Hermenéutica como herramienta metodológica para la investigación
en ciencias sociales y humanidades”.
9
Al respecto, consúltese el apartado XVI sobre: “Del culto de los héroes al culto a la raza”,
así como la teoría de la “Raza totalitaria“.
10
El consenso es el medio para alcanzar la acción social organizada, que significa que
los actores sociales son capaces de ponerse de acuerdo sobre la validez de sus argumentos
y es inherente al acuerdo entre múltiples voluntades.
11
Según la legislación del COFIPE de 2008, en la Reforma Electoral del 2007, de cuota
de género para candidatas a puestos de elección popular.
12
Ahora bien, toda cultura minoritaria establecida junto a una mayoritaria no sólo debería
tener oportunidades para ser valorada socialmente y también disponer de oportunidades para
ser valorada, a través de dar a conocer sus prácticas (Honnet: 2010:58).
13
Como ejemplo, los actos vandálicos acontecidos en julio de 2012 en la colonia Roma
cuando se suspendió un concierto de Reggae, o la respuesta a un operativo en Tepito en el
mismo mes, para decomisar mercancía robada, cuando más de 2,000 granaderos no podían
controlar a los llamados comerciantes, quienes golpearon a transeúntes y taxistas.
Desde luego que quien detenta el poder prefiere hacerlo sin oposicio-
nes, pero es en la competencia continua por el dominio y el control que la
actividad de gobernar resulta productiva, sólida y más confiable. Las argu-
mentaciones que se libran en los diálogos evitan que la autoridad se an-
quilose porque permiten una revisión según los cambios de situaciones.
Obligan a una revisión vigorosa de los puntos de vista que se consideran
verdaderos y cuestionarlos o someterlos a competencia con opiniones con-
trarias, pone a prueba su capacidad para enfrentar nuevos desafíos (Arms-
trong, 1992:124-125).
Un reconocimiento recíproco es la esfera del respeto jurídico (Honnet,
2010:55).
En conclusión, una democracia sólo es posible si se cumplen las si-
guientes condiciones:
Bibliografía
Conferencias