LIB01301 La conversión en Ama
LIB01301 La conversión en Ama
LIB01301 La conversión en Ama
Parte Uno
La Conversión en Ama
"Cuando estamos tumbados sobre la espalda no hay forma de ver si no nos levantamos"
Roger W Babson
Para aquellas de mis lectoras que ya hayan paladeado el fuerte vino del control total sobre un
hombre sumiso, esta cuestión puede parecer absurda. La respuesta es tan obvia: ser Ama es
divertido.
La Dominación Femenina ofrece a un Ama toda una cornucopia de deleites. (Los hombres
sumisos también disfrutan, aunque haya momentos de la escena en que no parezcan hacerlo.)
Pero, ¿por qué una mujer disfruta obligando a su amado marido a llevar el humillante disfraz de
un corsé, tacones altos, y bragas de volantes afeminadas? ¿Qué es lo que haría que un hom-
bre, a menudo un profesional poderoso y bien pagado, se someta alegremente a una severa
azotaina mientras está vestido de esa guisa? ¿Qué es lo que hace tan divertido practicar jue-
gos de poder?
Las razones caen, por lo general, en tres categorías. Primero, la emoción de escapar a un
mundo de fantasía.
Segundo, el puro deleite sensual de los disfraces, el riesgo y la estimulación física.
Tercero, la felicidad de compartir con otro ser humano la intimidad y la confianza más hondas
posibles.
La emoción de la Fantasía.
Un Yo nuevo y poderoso.
El primer poder que conocemos es el femenino. Aunque no todas las mujeres estén interesa-
das en ejercitar tal poder siendo Amas, tanto hombres como mujeres encuentran que la Domi-
nación Femenina encaja de forma innata en alguna medida. Es la vuelta a la infancia y el amo-
roso gobierno de nuestras madres, que pueden castigar pero que siempre perdonan.
Aunque todas las mujeres empiezan sus vidas como hijas, no como madres, tienen que dar
algún día el paso adelante de ser una niña sin poder a ser una mujer con autoridad.
Convertirse en Dómina es una forma de aprovechar nuestra fortaleza femenina innata. Real-
mente toda mujer, tanto si se convierte en madre como si no, para tener hijos debe experi-
mentar la transformación en autoridad femenina para convertirse en adulta y en su propia Ama
de verdad.
(Esto es cierto aún en el caso de mujeres sumisas, que encuentran su mayor gozo en entre-
garse; elegir entregarse, elegir a su propio Dominante, comprender y satisfacer su propia
sexualidad, es una posición de genuina entrega de poder a poder, pero no obstante conocida
conscientemente, utilizada, sentida.)
Esta transformación era considerablemente más simple en los días en que la adoración a las
diosas era la regla.
Sin necesidad de adoptar la postura de una forma específica de moderna adoración a una
diosa, tengo que decir que cuando no se atiende al rostro femenino de la Deidad, las cosas van
tristemente mal.
(Ver el capítulo 2 para más información.) Incluso sin una sólida estructura religiosa que ayude
a una jovencita a tratar su paso a ser mujer, tiene que aprender a aceptar y usar su innato po-
der femenino.
Placeres sensuales.
Aparte de las satisfacciones psicológicas esbozadas más arriba, hay placeres físicos exclusi-
vos de las relaciones de Dominación/sumisión.
El papel del Ama es, a la vez, exigente y satisfactorio sexualmente. El papel de sumiso (tanto si
es de criada, esclavo, niño de escuela) puede llevar a un hombre hasta los límites de su cás-
cara en una verdadera y profunda liberación.
Estimulación intensa.
La libertad de sentir.
Paradójicamente mucha gente encuentra que la Dominación y sumisión son fantasías liberado-
ras. Bajo la coacción fingida yace el permiso real para dejarse ir y disfrutar de actos, ropas, o
sensaciones que están, en otro caso, estrictamente prohibidas. Aún más, el sumiso necesita
sentir que no es culpable por disfrutar de estas cosas; no solo su cruel Ama le obliga a ponerse
estas bragas de volantes o adoptar esa humillante situación de servilismo, también le “castiga”
por su trasgresión. El escenario de mal comportamiento, castigo y perdón es una trama clásica
aristoteliana que a menudo provoca en ambos actores la tradicional catarsis.
La liberación del sumiso a menudo incluye lágrimas. Durante el juego de Dominación muchos
sumisos resuelven otras tensiones de sus vidas. Algunos hombres no pueden llorar excepto en
el contexto del juego.
Otros necesitan expresar otras emociones tabú: miedo, ira, rebelión, arrepentimiento, o inde-
fensión. Después de su arrebato prohibido el Ama le castiga y luego le ofrece perdón y con-
suelo. Los sumisos, especialmente los que están en posiciones de extraordinaria responsabili-
dad, también buscan un respiro de la tensión de la constante toma de decisiones. Es un alivio
que le digan a uno que hacer y como hacerlo, tener los castigos por los errores tan claros y por
ello tan inmediatos. Una sesión de disciplina escolar, por ejemplo, puede ser dolorosa pero
también es seguro que tendrá un final feliz.
La vida real nunca está tan bien coreografiada o no es tan satisfactoria.
Otra atracción más de la Dominación femenina es la oportunidad de llevar ropas diferentes. Los
disfraces, como los uniformes, transforman e identifican a quienes los llevan.
Para el sumiso, que tiene que llevar a trabajar trajes de sastrería y corbatas estranguladoras,
un uniforme de criada o la ropa de un muchachito representa una ruptura con el coñazo de la
vida diaria y un escape hacia la libertad de un yo nuevo.
Muchos sumisos disfrutan vistiéndose con ropa de mujer. La vestimenta femenina es la ruptura
definitiva con los estándares de la sociedad para la virilidad: profundamente vergonzoso, por-
que todo hombre es incitado a despreciar lo afeminado, incluso también irresistiblemente eró-
tico. La ropa de mujer, con sus texturas suaves, sus adorables colores, su delicada fabricación,
se diseña para que sea sensual. Más aún, tiene la atracción del tabú total. Un hombre con ropa
femenina está mucho más allá de los límites de lo aceptable y, por ello, es libre.
Por último, está asociado con las mujeres y sus misterios y la felicidad sexual que ellas pueden
conceder al hombre. Muchos hombres creen (erróneamente, bien lo sabe Dios) que las vidas
de las mujeres son más fáciles que las de los hombres.
¿Qué hay de raro en que busquen un escape en la ropa y accesorios de las benditas mujeres?
Sin confianza una relación saludable de Dominación/sumisión es imposible. Para empezar solo
la confianza permite a los miembros de la pareja discutir sus fantasías, mucho menos exteriori-
zarlas en gran detalle. Especialmente si la fantasía supone servidumbre, ataduras, humillación
o dolor (y ¿qué fantasías de sumisión no lo hacen?), es necesaria la confianza más profunda
posible para hacer que la relación funcione a largo plazo. Aunque alguna gente encuentra más
fácil compartir sus secretos sexuales con extraños, otros muchos encuentran que lleva su
tiempo fundamentar tal confianza. Para ellos las posturas de una noche están fuera de la cues-
tión. Es imposible ligar con un hombre, enterarse de sus necesidades, satisfacerlas, y a ti
misma, y luego desaparecer, todo ello en unas pocas horas.
Al entregarle su cuerpo a su Ama, un sumiso está diciendo “confío completamente en ti.”
Pero, ¿qué supone esa confianza?
En primer lugar, el Ama es responsable de conocer y respetar los límites de su pareja. Si se
queda demasiado lejos, dentro de ellos, él puede sentirse frustrado, defraudado e insatisfecho.
Si cruza los límites demasiado, puede resultar herido, emocional o físicamente. Aprender a
llevar a un hombre hasta sus límites, y no más allá, es un proceso complejo, y lleva tiempo.
No obstante, una vez que la confianza se ha establecido, es una de las grandes fuentes de
alegría en una relación. Mi marido sumiso me confía su cuerpo y sabe que no he haré más
daño del que necesita; también sabe que soy receptiva y amorosa con sus necesidades más
convencionales, y que puede confiarme su vida, además de sus testículos cuando tengo una
maquinilla de afeitar y jabón.
Tal vez lo más importante, compartir fantasías profundiza los lazos entre los miembros de la
pareja. Un sumiso que sabe que su esposa o amante entiende sus necesidades sexuales más
profundas (necesidades de las que puede que siempre haya estado demasiado avergonzado y
demasiado temeroso como para compartirlas) estará contento, será fiel y afectuoso. Una Mujer
Dominante que comprende las fantasías de su marido lo suficientemente bien como para poner
en pie una escena satisfactoria para él, entenderá también otras cosas suyas, y si es lo sufi-
cientemente fuerte como para exigir sus derechos debería intentar aumentar su dominio en su
relación diaria. Los matrimonios en que la Esposa es dominante son a menudo los más
igualitarios y los más satisfactorios de verdad.
Además la relación de Dominación/sumisión se vive a menudo en plan Switch: una vez tiene
ella el control, la próxima vez será él. Semejante confianza e intimidad se aúnan para ayudar a
hacer un matrimonio muy feliz.
Si estás interesada en la creación paso a paso de tal intimidad sáltate el capítulo 2 y vete al
capítulo 3. Si todavía tienes dudas lee el capítulo 2 antes de seguir.