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TEMA Esqueleto COMPLETO - Alumnos

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Anatomía aplicada

I.E.S. La Merced
Curso 24-25

TEMA 5: SISTEMA ESQUELÉTICO

VOCABULARIO
Una serie de términos empleados en este capítulo tienen prefijos o sufijos que explican su significado. El
prefijo epi- significa «encima, sobre» y endo- «dentro». Peri- significa «alrededor»; osteo- y os- significan
hueso y condro- se refiere al cartílago. El sufijo -cito significa célula, -blasto significa «célula joven» y -clasto
significa «destruir». Conocer el sentido de estos prefijos y sufijos hará que algunos de estos términos tengan
un significado evidente.

CONTENIDOS:
1. FUNCIONES
2. TIPOS DE HUESOS
3. ESTRUCTURA MICROSCÓPICA DEL HUESO Y EL
CARTÍLAGO
4. FORMACIÓN Y CRECIMIENTO DEL HUESO
5. DIVISIÓN DEL ESQUELETO
6. DIFERENCIAS ENTRE EL ESQUELETO DEL HOMBRE
Y DE LA MUJER
7. ARTICULACIONES. TIPOS.
8. PATOLOGÍAS DEL SISTEMA ESQUELÉTICO

INTRODUCCIÓN
El esqueleto humano es el conjunto total y organizado de piezas óseas. Los órganos principales del
sistema esquelético, los huesos, se rodean de músculos y otros tejidos blandos, proporcionando
un entramado rígido y una estructura de soporte para todo el cuerpo.
Nuestro estudio del sistema esquelético comenzará con una revisión de su función. Después
clasificaremos los huesos según su estructura y describiremos las características de un hueso
típico. Tras discutir la estructura microscópica de los tejidos esqueléticos, resumiremos
brevemente el crecimiento y la formación del hueso. Con esa información resultará más
significativo el estudio de los huesos específicos y de cómo están ensamblados en el esqueleto. El
tema terminará con una exposición de las principales patologías esqueléticas y una revisión de las
articulaciones.

1. FUNCIONES DEL ESQUELETO

Soporte
Los huesos forman el soporte del cuerpo. Todos los tejidos blandos cuelgan literalmente del
esqueleto.

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Protección
Las estructuras óseas duras protegen las estructuras delicadas existentes en el interior. Por
ejemplo, el cráneo protege el encéfalo. El esternón y las costillas protegen órganos vitales
(corazón y pulmones). Muchos huesos protegen también un tejido imprescindible: la médula ósea
roja, encargada de formar las células sanguíneas.

Movimiento
Los músculos se encuentran anclados con firmeza en los huesos. Cuando se contraen y acortan,
tiran de los huesos y por tanto los mueven. Las articulaciones móviles del esqueleto hacen posible
dicho movimiento.

Almacenamiento
Los huesos desempeñan un papel muy importante en la homeostasis del calcio sanguíneo, una
sustancia vital para el funcionamiento normal de nervios y músculos. Actúan como almacén de
reserva de calcio. Cuando la cantidad de calcio en sangre aumenta por encima de lo normal, el
calcio sanguíneo pasa a los huesos para ser almacenado. A la inversa, cuando el calcio de la sangre
disminuye por debajo de lo normal, el movimiento se produce en dirección inversa: el calcio sale
del almacén óseo y pasa a la sangre.

Hematopoyesis
El término hematopoyesis describe el proceso de formación de la sangre, proceso vital realizado
en la médula ósea roja. La médula ósea roja es un tipo de tejido conectivo blando existente dentro
de las paredes duras de algunos huesos.

2. TIPOS DE HUESOS
Existen cuatro tipos de huesos, que se clasifican según su estructura global. Sus nombres sugieren
sus formas: largos (son aquellos en los que predomina la longitud sobre la anchura y el grosor;
entre ellos se incluyen el fémur, el húmero, la tibia, el peroné, el cúbito, el radio…), cortos (son
aquellos en los que no predomina ninguna de las tres dimensiones, por lo que presentan un
aspecto cúbico. p. ej., carpianos o huesos de la muñeca), planos (suelen ser delgados y de aspecto
curvo p. ej., los huesos del cráneo y de las costillas) e irregulares (son aquellos que por sus
características morfológicas no pueden incluirse en ninguno de los tipos anteriores.p. ej.,
vértebras o huesos de la columna vertebral).
El esqueleto contiene muchos huesos largos importantes y todos ellos comparten características
comunes. El estudio de un hueso largo típico nos familiarizará con las características estructurales
de todo el grupo de los huesos humanos.

2.1. ESTRUCTURA DE LOS HUESOS LARGOS


Desde el punto de vista macroscópico los huesos largos están constituidos por:
• Diáfisis: es el cuerpo o parte central. Presenta un aspecto tubular y está formada por
tejido óseo compacto que rodea a la cavidad central o medular, en cuyo interior se aloja la
médula ósea.

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• Cavidad medular: área hueca
dentro de la diáfisis de un hueso largo;
esta área contiene médula ósea amarilla
blanda, una determinada forma de médula
grasa e inactiva existente en el esqueleto
adulto
• Epífisis o extremos del hueso
(proximal y distal): generalmente son
anchas y voluminosas para facilitar la
articulación entre los huesos y
proporcionar una mayor superficie para las
inserciones musculares. Están constituidas
por tejido óseo esponjoso y recubiertas
por cartílago articular. Los pequeños
espacios del hueso esponjoso que forman
las epífisis están llenos de médula ósea
roja.
• Cartílago articular: una capa fina
de cartílago que cubre cada epífisis;
funciona como un almohadillado en los
extremos del hueso, en los puntos de
articulación con otros huesos
• Periostio: membrana fibrosa
fuerte que cubre el hueso largo, excepto
en las superficies articulares, donde se
halla cubierto por cartílago articular
• Endostio: membrana delgada que
tapiza la cavidad medular.

FIGURA 2.1. Hueso largo

2.2. ESTRUCTURA DE LOS HUESOS PLANOS


Los huesos planos, como el esternón, las costillas y muchos de los del cráneo, tienen una
estructura más simple que la mayoría de los huesos largos. Como muestra la figura, los huesos
planos tienen una capa de hueso esponjoso emparedada entre capas externas de hueso
compacto. La capa ósea esponjosa se denomina díploe.

Figura 2.2. Hueso plano. El díploe es una capa


ósea esponjosa interpuesta entre dos capas de
hueso compacto.

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3. ESTRUCTURA MICROSCÓPICA DEL HUESO


El sistema esquelético contiene dos tipos principales de tejido conjuntivo: hueso y cartílago.
3.1. HUESO
Desde un punto de vista histológico, el hueso es un tejido conectivo mineralizado muy
vascularizado e inervado, que está estructurado en laminillas de matriz calcificada. La disposición
de estas laminillas es la que determina que el hueso sea compacto o esponjoso. Tanto el hueso
cortical como el esponjoso contienen células especializadas, matriz orgánica y fase mineral.
a) Células especializadas. En el hueso coexisten varios tipos de células: osteoblastos,
osteocitos y osteoclastos.

• Osteoblastos: son células grandes (20-30 µm) con un aparato de Golgi y un


retículo endoplásmico rugoso de tamaño importante. Emiten procesos
citoplasmáticos hacia la matriz, que comunican con la red de osteocitos y con
osteoblastos vecinos. Los osteoblastos sintetizan la matriz orgánica o sustancia
osteoide a un ritmo de 2 a 3 µm por día: sintetizan las proteínas colágenas y no
colágenas de la matriz orgánica del hueso, dirigen la disposición de las fibrillas de la
matriz extracelular y contribuyen a la mineralización de la sustancia osteoide. La vida
media de los osteoblastos humanos es de 1 a 10 semanas, al término de las cuales
pueden desaparecer por mecanismos de apoptosis, transformarse en células
limitantes o de revestimiento (bone lining cells) o en osteocitos (15 %).
• Osteocitos: una vez mineralizada la matriz, algunos osteoblastos quedan
atrapados dentro, transformándose en osteocitos. Los osteoblastos, osteoclastos y
células limitantes se hallan en la superficie ósea, mientras que los osteocitos están en
el interior. Los osteocitos son las células más abundantes del hueso (10 veces más
que los osteoblastos). Poseen forma estrellada y su cuerpo se sitúa en el interior de
lagunas y los procesos citoplasmáticos se comunican entre sí a través de los
conductos calcóforos que están llenos de fluido óseo extracelular. Los osteocitos
también participan en la síntesis y mineralización de la matriz osteoide, pero se cree
que su función principal es la de controlar el remodelado óseo.
• Osteoclastos: son células encargadas de la reabsorción ósea. Se trata de células
grandes (100 µm), multinucleadas, ricas en mitocondrias y vacuolas. Los osteoclastos

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tienen dos especializaciones en la membrana: un borde en cepillo, que es donde tiene
lugar la reabsorción y una zona clara, rica en microfilamentos, que sirven de anclaje a
la matriz. Los osteoclastos tienen dos especializaciones en la membrana: un borde en
cepillo, que es donde tiene lugar la reabsorción y una zona clara, rica en
microfilamentos, que sirven de anclaje a la matriz. Para ello, los osteoclastos se
movilizan hacia la zona a reabsorber y, seguidamente, se adhieren a la superficie ósea
mineralizada por el ribete en cepillo sellando los bordes del área. Secretan ácidos (H+)
y enzimas proteolíticas como colagenasas, proteasas etc., que van a originar la
reabsorción del hueso mediante la solubilización de la matriz orgánica primero y de la
mineral después.
b) Matriz orgánica: La matriz orgánica o sustancia osteoide representa un tercio del peso
óseo. Está formada fundamentalmente por proteínas, entre las que destaca el colágeno
(90%)
c) Fase mineral: el componente mineral del hueso representa el 65% del peso óseo. Está
formado por calcio y fosfato en forma de pequeños cristales de hidroxiapatita
Ca10 (PO4)6(OH)2 y, en menor proporción hay magnesio, sodio, potasio, manganeso y flúor.

El hueso presenta aspectos y texturas diferentes, dependiendo de su localización. La figura


muestra el aspecto microscópico de los huesos esponjoso y compacto.

Como podemos ver, el hueso compacto contiene una matriz organizada en numerosas unidades
estructurales llamadas osteonas o sistemas de Havers. Cada osteona circular en forma de tubo se
compone de matriz calcificada, dispuesta en múltiples capas, conocidas como lamelas
concéntricas. Las lamelas o anillos circulares rodean el canal central (o de Havers), que contiene
un vaso sanguíneo. Los canales de Havers de osteonas cercanas están conectados mediante
canales transversales denominados canales de Volkmann.

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Los huesos no son estructuras inertes. Dentro de su matriz dura, en apariencia sin vida, existen
muchas células vivas. Los osteocitos son células óseas maduras que se encuentran situados entre
las capas de lamelas duras, en diminutos espacios conocidos como lagunas. En la figura se
aprecian pequeños pasos o canales llamados conductos calcóforos (o canalículos), que conectan
las lagunas entre ellas y con el canal central de cada sistema de Havers. Los nutrientes pasan
desde el vaso sanguíneo del canal central, a través de los canalículos, hasta los osteocitos. En la
figura se observan también numerosos vasos sanguíneos procedentes del periostio externo, que
entran en el hueso y pasan a través de los canales de Havers.
El hueso esponjoso o trabecular lo constituyen laminillas óseas en forma de red que delimitan
cavidades areolares en cuyo interior se encuentra médula ósea. Se denomina trabéculas a una red
de fragmentos de hueso esponjoso que rodean un entramado de espacios.

3.2. CARTÍLAGO
El cartílago es una estructura semirrígida que permite mantener la forma de numerosos órganos,
recubre la superficie de los huesos en las articulaciones y es el principal tejido de soporte durante
el desarrollo embrionario, cuando el hueso aún no está formado.
El cartílago, como el hueso, contiene más sustancia intercelular que células. Innumerables fibras
colágenas refuerzan la matriz de ambos tejidos. Sin embargo, las fibras del cartílago están
inmersas en un gel firme y no en una sustancia calcificada similar al cemento, como en el hueso;
por tanto, el cartílago posee flexibilidad, no la rigidez del hueso. Las células del cartílago, llamadas
condrocitos, están situadas, como los osteocitos del hueso, en lagunas. Las lagunas del cartílago se
encuentran suspendidas en la matriz, de modo similar a las burbujas de aire en un bloque de
gelatina firme. Dado que el cartílago carece de vasos sanguíneos, los nutrientes tienen que
difundir a través de la matriz para llegar a las células. Debido a esa falta de vasos sanguíneos, el
cartílago lesionado se restaura con mucha lentitud.

4. FORMACIÓN Y CRECIMIENTO DEL HUESO


Cuando el esqueleto comienza a formarse en el feto antes del nacimiento no consiste en huesos,
sino en estructuras cartilaginosas y fibrosas con la misma forma que los huesos. Esos «modelos»
cartilaginosos se transforman poco a poco en huesos reales, conforme el cartílago es sustituido
por matriz ósea calcificada.
El proceso de «remodelación» continua del hueso en crecimiento, al cambiar desde un pequeño
modelo cartilaginoso hasta un hueso con la forma y las dimensiones del adulto, requiere la
actividad constante de células formadoras de hueso, los osteoblastos, y destructoras de hueso, los
osteoclastos. El depósito de sales de calcio de los osteoblastos en la matriz de los huesos en
formación es un proceso continuado. Este proceso de calcificación es el que produce el
endurecimiento de los huesos.
Los osteoclastos, que derivan de glóbulos blancos de la sangre, sirven para destruir el tejido óseo
antiguo. El hueso es un órgano vivo y dinámico que está constantemente remodelándose. La
remodelación consiste en el reemplazo permanente del tejido óseo antiguo por nuevo tejido óseo.
El hueso antiguo es destruido constantemente por los osteoclastos, mientras que el hueso nuevo
lo construyen los osteoblastos. En un adulto en el plazo de 10 años se reemplaza todo el
esqueleto.

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Cuando un osteoblasto queda «atrapado» entre
láminas de matriz ósea dura deja de formar hueso
y se denomina osteocito. Los osteocitos reanudan
su actividad formadora de hueso cuando los
osteoclastos (o una lesión) disuelven el hueso
circundante.
La acción combinada de los osteoblastos y los
osteoclastos esculpe el hueso hasta
proporcionarle su forma adulta. La modificación
por células formadoras y destructoras de hueso
permite que los huesos respondan a las cargas y
las agresiones con cambios de tamaño, forma y
densidad. Las cargas impuestas a ciertos huesos
durante el ejercicio aumentan la rapidez del
depósito de tejido óseo. Por esa razón, los atletas
y los bailarines suelen tener huesos más densos y
fuertes que las personas menos activas.
Un hueso largo crece y se osifica desde centros
pequeños situados en ambos extremos, las
epífisis, y desde un centro mayor localizado en la
diáfisis. El crecimiento continúa mientras queda
algo de cartílago, llamado placa epifisaria, entre
las epífisis y la diáfisis. Cuando todo el cartílago
epifisario se transforma en hueso, cesa el
crecimiento. Solamente queda una línea epifisaria
que marca el punto donde se han fundido los dos
centros de osificación.

5. DIVISIÓN DEL ESQUELETO


El esqueleto humano tiene dos divisiones: axial y apendicular.
• Los huesos del centro o eje del cuerpo constituyen el esqueleto axial. Los huesos del
cráneo, la columna y el tórax y el hioides del cuello pertenecen al esqueleto axial.
• Los huesos de las extremidades superiores e inferiores constituyen el esqueleto
apendicular. Éste incluye los huesos de las extremidades superiores (hombros o cintura
escapular, brazos, muñecas y manos) e inferiores (caderas o cintura pelviana, piernas,
tobillos y pies).

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5.1. ESQUELETO AXIAL


5.1.1. CRÁNEO
En la cabeza existen 8 huesos que forman la parte superior del cráneo, 14 que forman la cara y 6
diminutos del oído medio.

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Figura 2.4. CRÁNEO: A. lado derecho. B. Frente

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Los senos son espacios o cavidades existentes dentro de algunos huesos de la cabeza. Cuatro
parejas de senos (frontales, maxilares, esfenoidales y etmoidales) tienen orificios en la nariz y por
tanto se conocen como senos paranasales. Los senos llenos de aire son necesarios para reducir el
peso del cráneo, de modo que el cuello pueda mantener la cabeza erguida.
En la figura 2.4. se aprecia que los dos huesos parietales, que dan forma a la parte superolateral
del cráneo, están unidos mediante articulaciones sin movimiento, llamadas suturas, con otros
varios huesos: mediante la sutura lambdoidea con el occipital, mediante la sutura escamosa con el
temporal y parte del esfenoides y mediante la sutura coronal con el frontal.

5.1.2. COLUMNA VERTEBRAL

La columna vertebral está constituida por una serie de huesos separados o vértebras, conectados
de tal modo que forman un eje curvo y flexible. Las diferentes secciones de la columna tienen
nombres distintos: región cervical, región torácica o dorsal, región lumbar, sacro y cóccix.

Figura 2.5: Vista anterior, posterior y lateral de la columna vertebral.

Está compuesta por 33 huesos (24 vértebras, el sacro y el cóccix). Las vértebras se clasifican en:
• Siete cervicales (C1 a C7).
• Doce dorsales (D1 a D12).
• Cinco lumbares (L1 a L5).
• El sacro está formado por la consolidación de cinco vértebras sacras (S1-S5).
• El cóccix se forma por la consolidación de cuatro vértebras coccígeas.

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Aunque las vértebras individuales son huesos pequeños de forma irregular presentan varias partes
bien definidas: cuerpo (soporta el peso), apófisis espinosa o espina (se dirige hacia atrás), las dos
apófisis transversas (base para las inserciones musculares), cuatro apófisis articulares (conectan
con las vértebras superiores e inferiores) y el hueco central, llamado agujero vertebral (protege a
la médula espinal). Las apófisis articulares superiores e inferiores permiten el movimiento limitado
y controlado entre vértebras adyacentes.

Figura 2.6. Vértebra torácica.

El cuello y la región lumbar tienen una ligera curvatura cóncava (hacia adelante), mientras que la
región torácica y la porción más inferior de la columna vertebral la tienen convexa (hacia atrás).
Las curvas normales de la columna vertebral tienen funciones muy importantes. Proporcionan la
resistencia suficiente para poder soportar el peso del cuerpo. También proporcionan el equilibrio
necesario para ponerse de pie y poder caminar sobre dos pies, en lugar de hacerlo sobre las cuatro
extremidades. Una estructura curva ofrece más resistencia que otra recta, a igualdad de tamaño y
materiales.

5.1.2. TÓRAX

Doce pares de costillas, el esternón y las vértebras torácicas forman la caja ósea conocida como
tórax. Cada una de las 12 parejas de costillas se inserta por detrás entre dos vértebras torácicas
adyacentes (salvo las costillas primera, decimoprimera y decimosegunda, que lo hacen con una
sola vértebra). Excepto las dos parejas inferiores, las costillas están conectadas también con el
esternón y, por tanto, cuentan con inserciones anteriores y posteriores.
Las siete primeras parejas de costillas, llamadas a veces costillas verdaderas, se insertan
directamente en el esternón mediante cartílagos costales. Las parejas de costillas de la octava a la
duodécima no se insertan directamente en el esternón; de ellas, las tres primeras están
conectadas a los cartílagos de la séptima, y se conocen a veces como costillas falsas, mientras que
las dos últimas parejas de costillas no están conectadas a ningún cartílago costal, sino que parecen
flotar libremente por delante (costillas flotantes).

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Figura 2.7. Huesos del tórax. Las siete primeras parejas de costillas (costillas verdaderas) se insertan en el esternón
mediante cartílagos. Las parejas 8 a 10 se insertan en el cartílago de la séptima pareja. Las parejas 11 y 12 se conocen
como costillas flotantes, porque no tienen inserciones cartilaginosas anteriores.

5.2. ESQUELETO APENDICULAR

De los 206 huesos que forman el esqueleto, 126 pertenecen a la división apendicular. Está
constituido por los huesos de la cintura escapular, los miembros superiores, la cintura pelviana y
los miembros inferiores; todos ellos están unidos al esqueleto axial.

5.2.1. Extremidad superior


La escápula y la clavícula u
omóplato componen el hombro o
cintura escapular. Esta cintura
conecta la extremidad superior con
el esqueleto axial. El único punto de
conexión directa entre huesos
axiales y apendiculares ocurre en la
articulación esternoclavicular, entre
la clavícula y el esternón. Esta
articulación es muy pequeña y como
la extremidad superior puede
realizar una gama amplia de
movimientos, se pueden originar
presiones grandes en la articulación
o cerca de ella. En consecuencia, las
fracturas de clavícula son muy comunes.

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El húmero es el hueso largo del brazo y el segundo hueso más largo del cuerpo. Está conectado
con la cavidad glenoidea cóncava de la escápula por su extremo proximal, donde se mantiene en
posición y puede moverse gracias a un grupo de músculos que se denominan en conjunto
manguito de los rotadores. El extremo distal del húmero se articula con los dos huesos del
antebrazo, radio y cúbito, en la articulación del codo. El cúbito es más largo y de localización
medial y el radio es más corto y de localización lateral (en posición anatómica, con el brazo al lado
del cuerpo y la palma de la mano hacia adelante, el radio se encuentra en el lado lateral del
antebrazo y el cúbito en el medial); ambos se articulan en su porción distal con los huesos del
carpo, formando la articulación de la muñeca.

En relación con sus tamaños, la muñeca y la mano contienen más huesos que cualquier otra parte
del cuerpo: 8 carpianos en la muñeca, 5 metacarpianos que forman el soporte de la palma de la
mano y 14 falanges en los dedos, lo que supone un total de 27 huesos. Esa composición es muy
importante desde el punto de vista estructural. La presencia de muchos huesos pequeños en la
mano y la muñeca, y de numerosas articulaciones entre ellos, proporciona gran maniobrabilidad a
la mano humana, lo que facilita la elaboración y manipulación de herramientas.

5.2.2. Extremidad inferior

Las caderas o cintura pelviana conectan las


extremidades inferiores con el tronco. La cintura
pelviana comprende dos huesos coxales grandes,
uno a cada lado de la pelvis, unidos por abajo al
sacro de la columna vertebral. Esta disposición de los
huesos en forma de anillo proporciona una base
sólida para soportar el tronco y conectar las
extremidades inferiores con el esqueleto axial. En el
lactante, cada coxal se compone de tres huesos
separados: ilion, isquion y pubis. Esos huesos se
unen para formar uno solo en el adulto.

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Al igual que el húmero es el único hueso del brazo, el fémur lo es del muslo. Se trata del hueso
más largo del cuerpo, que se articula por su extremo proximal en la cadera con el coxal mediante
un alvéolo profundo en forma de copa llamado acetábulo. La articulación entre la cabeza del
fémur y el acetábulo es más estable que la de la cabeza del húmero con la escápula en la
extremidad superior. En consecuencia, la luxación de cadera resulta menos frecuente que la de
hombro. En el extremo distal, el fémur se articula con la rótula o patela y con la tibia. La tibia
presenta una cresta o borde agudo en la parte frontal de la pierna. Un hueso delicado y bastante
frágil, el peroné, está situado en la zona lateral de la pierna. Ambos se disponen de tal forma que
la tibia es el hueso más voluminoso, interno y superficial, mientras que el peroné es el más
estrecho y externo. En su porción distal y más inferior se articulan entre sí y con los huesos del
tarso, formando la articulación del tobillo.

El pie está formado por el tarso, el metatarso y


las falanges de los dedos. El tarso está
compuesto por los huesos: astrágalo, calcáneo
(talón), escafoides, cuboides y tres cuñas que
se articulan con la parte proximal de los 5
huesos metatarsianos. Estos últimos se
articulan en su parte distal con las falanges; de
éstas hay tres por cada dedo, a excepción del
pulgar que solo tiene dos.

6. DIFERENCIAS ENTRE EL ESQUELETO DEL HOMBRE Y LA MUJER

Los esqueletos del hombre y de la mujer difieren en varios aspectos. Si examina un esqueleto
masculino y otro femenino, es probable que lo primero que note sea la diferencia de tamaño. La
mayoría de los esqueletos masculinos tienen huesos más grandes, con prominencias y otras
marcas más pronunciadas que la mayor parte de los femeninos. Esta diferencia se debe, en parte,
a la existente en la tensión muscular ejercida sobre los huesos, de modo que cuanto mayor es la
tensión aplicada al hueso, más grande y denso se hace este en los puntos de inserción muscular.
Estas diferencias entre el hombre y la mujer son visibles en casi todos los huesos del cuerpo, por lo
que no es extraño que los científicos forenses a menudo puedan determinar con precisión el sexo
de la persona a la que pertenecen determinados restos humanos usando unos pocos huesos.
Quizá la diferencia estructural más obvia entre los esqueletos masculino y femenino se encuentre
en la cintura pélvica o pelvis (el anillo formado por los dos huesos pélvicos o coxales y el sacro). La
palabra pelvis significa «cuenco». La estructura ancha de la pelvis femenina permite proteger el
cuerpo de una pelvis femenina permite proteger el cuerpo de un feto antes de nacer y su amplia
abertura hace posible el paso del bebé durante el parto. Aunque los huesos coxales masculinos
individuales generalmente son mayores que los coxales femeninos individuales, en conjunto los
primeros forman una estructura más estrecha que los segundos. La pelvis masculina tiene forma
de embudo frente a la forma de cuenco plano y ancho de la femenina.

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Las aberturas desde el abdomen y a través de la pelvis (entrada y salida pélvicas) son
normalmente mucho más anchas en la mujer que en el hombre. Esto se debe, en parte, a que el
ángulo en la región anterior de la pelvis femenina donde se unen los dos huesos púbicos (ángulo
púbico) es más ancho que en el hombre. Esta disposición hace que quede más espacio para el
paso de la cabeza fetal durante el parto.

7. ARTICULACIONES

Son las conexiones existentes entre los componentes rígidos del esqueleto, es decir, entre los
huesos o los cartílagos
Las articulaciones se pueden clasificar en tres tipos de acuerdo con el grado de movimiento que
permiten:
1. Sinartrosis (sin movimiento).
2. Anfiartrosis (poco movimiento).
3. Diartrosis (movimiento libre).
Las diferencias en la estructura articular explican las diferencias en el grado de movimiento
posible.

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7.1. SINARTROSIS
En la sinartrosis existe tejido conjuntivo fibroso entre los huesos articulares, que los mantiene
íntimamente juntos. Las articulaciones entre los huesos craneales son sinartrosis y se conocen
comúnmente como suturas

7.2. ANFIARTROSIS
Los huesos que forman una anfiartrosis están conectados por un cartílago articular. La sínfisis
púbica, la articulación entre los dos pubis, es una anfiartrosis.
Las articulaciones entre los cuerpos vertebrales son también anfiartrosis. Esas articulaciones
permiten que el tronco se incline hacia adelante o hacia los lados, e incluso que realice
movimientos de circunducción y rotación. Los cuerpos de las vértebras están conectados por
ligamentos fuertes y discos fibrosos intermedios. La parte central de esos discos es una sustancia
elástica pulposa, que pierde algo de su elasticidad con la edad.

7.3. DIARTROSIS
La gran mayoría de nuestras articulaciones son diartrosis que permiten un movimiento
considerable, a veces en muchas direcciones y otras veces en solo una o dos direcciones.
Las diartrosis comparten algunas características. Todas tienen una cápsula articular, una cavidad
articular y una capa de cartílago sobre los extremos de los huesos articulados:
• La cápsula articular se compone del material más fuerte y resistente del cuerpo, el tejido
conjuntivo fibroso, y aparece revestida por una membrana sinovial lisa y deslizante. La
cápsula se adapta sobre los extremos de los dos huesos como un manguito. Como se inserta
con firmeza en la diáfisis de cada hueso para
formar su cubierta (llamada periostio), mantiene
juntos los huesos, pero al mismo tiempo permite
el movimiento articular. En otras palabras, la
estructura de la cápsula articular hace posible la
función de la articulación. Los ligamentos
(cordones o bandas constituidos por el mismo
tejido conjuntivo fibroso fuerte que la cápsula
articular) también proceden del periostio y unen
los dos huesos aún con más firmeza.
• El cartílago articular presente en los extremos de
los huesos actúa como el tacón de goma de un
zapato: absorbe los impactos. El cartílago articular
también hace que la superficie sea lisa, de forma
que los huesos de la articulación pueden moverse
con escaso rozamiento.
• Una cavidad articular en la que se articulan los
huesos está tapizada por una membrana sinovial que secreta un líquido lubricante (líquido
sinovial), el cual favorece que el movimiento se produzca con menos fricción. En algunas
articulaciones, la membrana sinovial forma una extensión en forma de bolsillo o una bolsa
junto a la articulación. Este bolsillo lleno de líquido, denominado bolsa sinovial, actúa como
amortiguador de absorción de fuerzas alrededor de los huesos de la articulación. La irritación,
lesión o infección de una bolsa sinovial puede causar inflamación (un trastorno denominado
bursitis).

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7.4. MOVIMIENTOS ARTICULARES

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8. PATOLOGÍA MÁS FRECUENTE DEL SISTEMAS ESQUELÉTICO

La mayor parte de las enfermedades esqueléticas producen molestias o dolor local y restricción de
la movilidad, que pueden obstaculizar el rendimiento normal en tareas de la vida diaria.
La patología más frecuente del sistema esquelético incluye:
Osteoporosis: es la atrofia, localizada o generalizada, del esqueleto óseo producida por un
desequilibrio entre la destrucción y la formación de hueso. Cursa con dolores difusos o
circunscritos en la espalda, deformaciones de la columna vertebral (cifosis) y fracturas en zonas
frágiles del organismo (vértebras, cúbito, radio, fémur y pelvis).
Osteomalacia: es una enfermedad del metabolismo óseo que se caracteriza por la disminución de
la mineralización del hueso. Se trata de un problema que afecta especialmente a las personas de la
tercera edad. Cuando este mismo trastorno ocurre en los niños se denomina raquitismo, y en este
caso se altera, además, el cartílago de crecimiento. La causa más frecuente de osteomalacia es una
deficiencia de vitamina D, que puede tener muchos orígenes: déficit nutricional, falta de
exposición a la luz solar, malabsorción por enfermedad celíaca o enfermedad de Crohn,
enfermedad del hígado o enfermedad renal. También puede provocar osteomalacia la deficiencia
de calcio en la dieta. Los síntomas más comunes son dolor que se origina en los huesos,
principalmente la pelvis, columna vertebral y costillas. Pueden observarse deformidades de los
huesos del tórax y disminución de los niveles de calcio en sangre que en ocasiones provocan
tetania. Existe predisposición a las fracturas, tanto de columna vertebral como de fémur y otros
huesos.
Artritis: inflamación de las articulaciones. Generalmente, cursa con dolor articular que no
desaparece con el reposo y aumenta con el movimiento, tumefacción, enrojecimiento,
hipertermia, rigidez y pérdida de la funcionalidad de la articulación. Puede tener origen infeccioso,
degenerativo o mecánico, entre otros.
Artrosis: enfermedad degenerativa articular, caracterizada por la destrucción del cartílago hialino
que recubre las superficies óseas. Los síntomas más habituales son dolor articular, deformidad
articular, inflamación en las articulaciones y rigidez.

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Lesiones en los huesos:
• Fractura: rotura de un hueso. Cambio en la forma normal del hueso como consecuencia de
la aplicación sobre el mismo de una fuerza superior a la que éste puede resistir. Las
cerradas o simples son internas. En las abiertas o compuestas el hueso atraviesa la piel y
originan heridas que pueden ser focos de infección.
• Fisura: fractura de hueso incompleta. Grieta ósea que se caracteriza por la existencia de
una línea de fractura
Lesiones en las articulaciones:
• Esguince: distensión de un ligamento, con o sin ruptura de sus fibras, como consecuencia
de un movimiento forzado de la articulación. Se acompaña de dolor y tumefacción.
• Luxación: dislocación de un hueso. Pérdida permanente de la relación anatómica de las
superficies articulares. Separación de los dos huesos en la articulación.

Deformaciones vertebrales:
Cuando se observa la columna vertebral por detrás la espalda parece recta y el tronco simétrico. Si
se mira de lado se ven curvas en el cuello (columna cervical), parte posterior del tronco superior
(columna torácica) y tronco inferior (columna lumbar). Estas curvas en el cuello (lordosis cervical),
región torácica (cifosis torácica) y región lumbar (lordosis lumbar) son normales y se necesitan
para mantener un equilibrio apropiado del tronco sobre la pelvis y proteger a las estructuras
vertebrales de las cargas. Desviaciones de este alineamiento normal pueden producir una
deformidad en cifosis, deformidad en lordosis o escoliosis.
• Escoliosis: desviación del eje longitudinal del raquis en el plano frontal que determina una
deformidad tridimensional caracterizada por una curvatura lateral anómala.
• Hipercifosis: aumento de la curvatura de convexidad posterior a nivel torácico o
toracolumbar (“chepa”).
• Hiperlordosis: aumento de la lordosis fisiológica, es decir, de la curva de convexidad
anterior en el plano sagital, de la columna cervical o, con más frecuencia, de la columna
lumbar.

Hernia discal: protrusión del núcleo esponjoso del disco intervertebral que invade el canal
vertebral y presiona la médula ósea y las raíces nerviosas.

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FUENTES:
PATTON PHD, KEVIN T.; THIBODEAU PHD, GARY A. (2015) Anatomía y fisiología. Editorial Elsevier
TORRES LOBEJÓN MªD. et al. (2017) Anatomía Aplicada. Editorial Vicens Vives
https://mmegias.webs.uvigo.es/
https://www.fesemi.org
https://www.cun.es/
https://dtme.ranm.es/
https://scielo.isciii.es/

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