HISTORIA DE UNA ESCALERA
HISTORIA DE UNA ESCALERA
HISTORIA DE UNA ESCALERA
Los grandes logros anteriores a la Guerra Civil (el teatro de Valle-Inclán, el de García Lorca, así como
las corrientes teatrales vanguardistas europeas) fueron ignorados o prohibidos y no se recuperaron
hasta los años setenta. Los autores que tuvieron cierto éxito por sus obras de evasión (comedias
burguesas, de ironía y de humor) fueron Jacinto Benavente, Miguel Mihura y Enrique Jardiel
Poncela.
Los rasgos del teatro de posguerra están enumerados en un cuadro-resumen en la página 268 del LT.
1.3. El teatro del último cuarto del siglo XX (desde los años 60 hasta final de siglo).
En los últimos quince años del franquismo (1960-1975), se relaja la censura y se permite
tímidamente la aparición de un teatro vanguardista que también tuvo éxito en otros países: los
dramas expresionistas de Bertolt Brecht, el teatro del absurdo de Eugène Ionesco y el “happening”
(teatro improvisado en lugares públicos con participación espontánea del público). En España
destacan dramaturgos como Francisco Nieva y Fernando Arrabal.
En los años ochenta y noventa, los nuevos autores presentan un teatro acorde con la reciente
democracia, más comercial y urbano, con influencias del cine y de la televisión. Autores destacados
de este último cuarto de siglo son Ana Diosdado, Carmen Resino, Fernando Fernán Gómez, José
Luis Alonso de Santos, José Sanchís Sinesterra, entre otros.
2. EL TEATRO DE ANTONIO BUERO VALLEJO
Desde el punto de vista biográfico, Antonio Buero Vallejo (nacido en 1916) se inscribe en la llamada
generación del 36. La experiencia de la Guerra Civil dividió a los autores de esta generación en dos
bandos: el de los vencedores y el de los vencidos. Los primeros hacen una literatura arraigada, que
exalta los valores patrios (Dios, familia, España); los segundos, crean una literatura desarraigada,
disconforme con el régimen franquista y que presenta la desolación y la brutalidad de la España de
posguerra.
Pero desde el punto de vista dramático, es decir teatral, Buero pertenece a un grupo de escritores
cercanos al teatro social, que pretendieron llevar a escena las tensiones sociales y la sórdida
(miserable) realidad de la España de posguerra.
Los dramaturgos que pretenden oponer la cultura del Régimen con un teatro comprometido son
dos, principalmente: Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre. Mientras este defendió un teatro de
agitación y de ataque directo contra la dictadura franquista, Buero adoptó una postura más moderada
que consistía en hacer un teatro “arriesgado pero no temerario” (en palabras del autor); es decir, que se
pudiera representar sin censura, pero con un compromiso de denuncia social y política que hiciese
reflexionar al público, aparte de entretenerlo. A esta postura moderada de Buero se la conoce como
posibilismo.
Se suele clasificar en tres etapas, aunque esta división no es estricta, ya que el teatro de Buero es
complejo y tiene como constante un realismo simbolista, es decir que no se basa solo en reflejar la
realidad, sino que trasciende a las aspiraciones, sueños o frustraciones del ser humano. Sus dramas,
tanto contemporáneos como históricos, tratan de concienciar al público sobre la responsabilidad que
cada individuo tiene de sus actos. Los finales abiertos y esperanzados de los dramas de Buero
invitan al espectador a que se implique y reflexione sobre lo representado en el escenario. Este es un
rasgo de gran modernidad, pues no presenta los problemas solucionados, sino que exceden el
ámbito de la escena. Sus obras dramáticas están muy trabajadas, con una renovación formal y
técnica constantes.
Clasificación:
a) Dramas realistas contemporáneos: Historia de una escalera, Hoy es fiesta.
b) Dramas históricos que mantienen una evidente actualidad con la España franquista: Un soñador
para un pueblo, El concierto de San Ovidio.
c) Teatro más poético y simbólico: El tragaluz, La Fundación.
Símbolo de la inmovilidad personal. Por tratarse de un espacio cerrado, la escalera asfixia las ilusiones
de los personajes que viven en ella. El ambiente ahoga sus ambiciones personales. Aunque los vecinos
pueden salir al espacio exterior (a la calle), siempre retornan a la escalera. Ruiz Ramón cree que la
escalera es el signo de la inmovilidad personal, porque el origen del fracaso no está sólo en el
mundo sino en la persona. Sólo en un acto de auténtica libertad, fundado en la vocación por la verdad,
hubiera podido liberar a los personajes de esa «escalera», por donde suben y bajan porque no han
realizado el único acto capaz de salvarles.
d) La escalera como símbolo del fracaso.
Muchos críticos opinan que la escalera representa la vida derrotada de los personajes. Refiriéndose al
acto tercero, dice Luis Iglesias Feijoo:
[...] como el escenario no ha variado, la reaparición de los personajes es una viva demostración de que su
situación tampoco ha sufrido cambios. La escalera que suben y bajan sigue cargándose de sentido y comienza a
ser símbolo de su fracaso.
Otros creen que la escalera «sugiere el medio opresor y degradante en que se mueven los
personajes».
2.- la social, que se relaciona con las circunstancias sociales que les rodean;
3.- la metafísica o existencial, que se relaciona con la vivencia del tiempo, que transcurre
rápidamente para los personajes.
Los temas siguientes son las causas del fracaso y la frustración de los personajes:
Tres de las cuatro familias que viven en el quinto piso de la casa pertenecen a la que podría
considerarse clase media baja. Don Manuel y su hija, que disfrutan de mayor poder adquisitivo que
sus vecinos, podrían pertenecer a la clase media. Y a pesar de que no llegan a un estado de
necesidad, pues no carecen de lo necesario para el sustento, los vecinos son pobres. En la mayoría
de los hogares se ha de mirar cada peseta que se gasta y se hace lo posible para economizar ante la
constante y angustiosa subida del coste de la vida. En el primer acto, Paca y Generosa hablan de sus
intentos para economizar en el gasto de la luz:
PACA- ¿Cuánta luz ha pagado este mes?
GENEROSA.-Dos sesenta. ¡Un disparate! Y eso que procuro encender lo menos posible... Pero nunca
consigo quedarme en las dos pesetas.
PACA.- No se queje. Yo he pagado cuatro diez.
GENEROSA.-Ustedes tienen una habitación más y son más que nosotros.
PACA- ¡Y qué! Mi alcoba no la enciendo nunca. Juan y yo nos acostamos a oscuras. A nuestra edad,
para lo que hay que ver... (Acto l.)
Esta situación de pobreza produce impotencia y resignación, junto al consiguiente desengaño de los
personajes, causado por no poder escapar de su depauperado estado.
3.3.2 LA CUESTIÓN SOCIAL ¿DIFERENTES CLASES SOCIALES?
La obra de Buero refleja los problemas latentes en la España de 1919-1949. De ahí el carácter
testimonial de Historia de una escalera. Aunque de pasada, a lo largo de los dos primeros actos se
alude a algunos aspectos de la situación social y sindical de los años 20. Y, aun cuando no hay
referencias a la Guerra Civil española (1936-1939), el espectador de 1949 sabe que la guerra ha
transcurrido entre el segundo y el tercer acto. Los personajes de la historia de Buero han sido
incapaces de rebelarse contra el sistema, y acaban instalándose en él definitivamente, sin conquistar
ninguno de sus sueños.
La frecuente afirmación de que existe un cierto enfrentamiento clasista entre los personajes parece
exagerada, ya que el único vecino que sobresale por su mejor situación económica es don Manuel.
Buero señala en acotación que el traje de don Manuel y el de su hija «denotan una posición
económica más desahogada que la de los demás vecinos». No obstante, puede englobarse a todos
los personajes dentro de la clase media o media-baja.
3.4. PERSONAJES
El comportamiento humano
Buero Vallejo muestra una gran preocupación por el comportamiento del hombre. A través de
sus personajes trata algunos de los problemas esenciales en las relaciones del individuo consigo
mismo (en el caso de Historia de una escalera la relación entre los proyectos y la actuación para
ponerlos en marcha) y con los demás. El autor realiza una caracterización tan completa de sus
personajes que algún crítico califica su teatro de “psicológico”. Entre sus personajes no existe el
prototipo de "héroe positivo". La primera impresión que nos producen es de congoja y pena,
sensación que se verá después atenuada por la esperanza de que el futuro presente mejores
perspectivas para los hijos.
La comunidad
PERSONAJES PRINCIPALES
Algunos de los personajes producen la impresión de que "sobresalen" más que otros. Es el caso de
Fernando, que en el primer acto parece ser el protagonista absoluto, aunque después queda relegado
a un segundo plano, así como el de Urbano, Carmina y Elvira. Veamos el análisis individual de los
personajes principales.
1.- FERNANDO
Fernando es un joven muy atractivo. Lo dicen varios personajes y lo confirma Buero en
acotación: Fernando es, en efecto, un muchacho muy guapo. Trabaja como empleado de una
papelería. Como trabajador asalariado que es, podemos incluirle en la clase media, aunque en un
nivel muy cercano al del proletariado, del que vanamente intenta diferenciarse. No le gusta su trabajo
y tiene la cabeza llena de planes y proyectos para el futuro. Pero todo ello contrasta con su inacción:
Fernando no es más que un iluso incapaz de hacer realidad sus sueños. Así lo afirma,
inconscientemente, su madre, al comienzo de la obra:
DOÑA ASUNCIÓN.- [...] Y no hace más que leer y pensar. Siempre tumbado en la cama, pensando en
sus proyectos. (Acto l.)
A través de la larga conversación que mantiene con Urbano en el primer acto, conocemos sus
preocupaciones:
- El disgusto por la vida presente.
- La angustia producida por el rápido paso del tiempo «ayer» -hace diez años- eran unos niños que se
escondían para fumar).
- La incomprensión de las personas mayores.
En su intención de ascender en la escala social y en su incapacidad para hacerlo se reflejan
esos tres aspectos, que le configuran como un ser que no vive en la realidad. Cuando manifiesta a su
amigo su firme propósito de ponerse a trabajar inmediatamente, Urbano se ríe porque sabe que
Fernando no es más que un soñador y un gandul, e intenta hacerle ver que no es tan fácil medrar
como él cree. Tendría que esforzarse cada día para cumplir lo mejor posible sus obligaciones, tendría
que sacrificarse continuamente para ahorrar... Tratando de hacerle reaccionar, Urbano lo insulta
llamándole “tonto”, “desgraciado”, “triste hortera”, “marqués”, “papanatas”, “gandul”, y “soñador”, pero
lo único que consigue es que Fernando se moleste con él. La señora Generosa se refiere también a
Fernando diciendo: “Ese gandulazo es muy simpático”. Se trata, realmente, del calificativo que mejor
define al personaje. Los vecinos le conocen mejor que su propia madre, primera de las mujeres que
creyó en él y en su maravilloso futuro como famoso ingeniero, escritor, poeta... El espectador escucha
esta historia directamente de labios de Fernando, cuando éste le habla a Carmina de sus proyectos al
final del acto primero. También creyó en él Elvira, quien, ya tarde, se da cuenta de que sólo eran
ensoñaciones del joven. A la que ya es su mujer sólo le queda lamentarse, lo que hace con sarcasmo:
ELVIRA.-Tú ibas a ser aparejador, ingeniero, y hasta diputado. ¡je! Ese era el cuento que colocabas a
todas. ¡Tonta de mí, que también te hice caso! (Acto II.)
Fernando traiciona, pues, la confianza de las tres mujeres que más le han querido: su madre,
Carmina y Elvira. Pero se traiciona sobre todo a sí mismo, eligiendo el camino más fácil, al aceptar el
dinero de su suegro casándose con Elvira. Fernando fracasa por su propia incapacidad personal.
Porque es un gandul, un inconstante que cree poder alcanzar sin esfuerzo lo que no pasa de ser una
ilusión. Por ello, cuando se acaba el dinero del suegro, finalizan para siempre sus ambiciones,
quedando únicamente el poso del cotidiano y a menudo incontenido mal humor. El personaje de
Fernando hubiese fracasado en cualquier situación social en la que se hallara; quedaría relegado a la
mediocridad, precisamente a causa de su pereza.
Un segundo rasgo de su carácter es la hipocresía, que se refleja en el interés que pone en que los
demás vecinos no se enteren de su penosa situación económica ni de la pésima relación que
mantiene con su mujer (quien, por su parte, también se esfuerza por disimular ante los demás).
2.- URBANO
En la acotación que precede a su primera aparición, Buero nos explica que Urbano es un
proletario. El personaje trabaja de obrero en una fábrica. Se ve a sí mismo como un hombre incapaz
de superarse mediante su exclusivo talento. Cree que solo puede enfrentarse a las condiciones
sociales que le atenazan amparándose en la «fuerza» del sindicato. Se considera perteneciente a
una clase social sometida. Sin embargo, nos sorprenden los términos de su declaración a Carmina en
el segundo acto, en el que casi nos parece estar escuchando a Fernando:
URBANO.- Más vale ser un triste obrero que un señorito inútil... Pero si tú me aceptas yo subiré.
¡Subiré, sí! ¡Porque cuando te tenga a mi lado me sentiré lleno de energías para trabajar! ¡Para trabajar
por ti! Y me perfeccionaré en la mecánica y ganaré más…
Urbano ama a Carmina, pero sabe que no es correspondido por ella. Decide manifestarle su amor
para evitar que la muchacha llegue a pasar apuros económicos. La causa de la frustración de Urbano
es principalmente de carácter social: fracasa la estructura socio-económica sobre la que se había
apoyado, en la que confiaba y desde la que luchaba para mejorar las condiciones económicas y
sociales de todos los trabajadores, incluso las de aquellos que, como Fernando, no pertenecían al
sindicato. No sabemos por qué se quiebra la ilusión de Urbano por el sindicato, en el que tanta fe
había puesto. El autor se limita a decir que el sindicato fracasó por «la falta de solidaridad». El
espectador sabe que ha transcurrido una cruenta guerra civil entre los dos últimos actos.
Encuentran así un paralelo final en sus vidas, porque ambos han fracasado económica, social y
moralmente. A los dos les ha faltado el carácter necesario para tener éxito en la sociedad española.
Día tras día, siguen subiendo y bajando la escalera, mientras envejecen.
3.- CARMINA
Carmina es una preciosa muchacha de aire sencillo y pobremente vestida. Está enamorada
de Fernando desde que era una niña. Cuando eran pequeños jugaban a que eran novios. Tras un
breve titubeo, acepta la proposición de matrimonio de Fernando, al final del primer acto. A través de
las palabras del joven, la muchacha vislumbra un futuro feliz. Sin embargo, sucede algo que,
simbólicamente, tiene un significado importante: la caída de la lechera. Este hecho crucial (que
acontece, además, en un momento crucial, al final del primer acto) nos remite inequívocamente al
popular cuento de “La lechera”, con todo lo que implica de deseos rotos, de sueños incumplidos y de
frustración, algo que se confirmará después.
En el acto segundo, Carmina acabará accediendo a la petición de Urbano, tras cuya declaración se
limita a asentir «tristemente». Se casa para librarse de la vida llena de miseria que seguramente le
aguardaría tras la muerte de su padre. Se nos permite suponer que continúa enamorada de
Fernando, quien ya es marido de Elvira.
Carmina nunca se dirige con cariño a Urbano, su marido. Éste le había ofrecido apoyo material y esto
es lo que ella aceptó. Su corazón está cansado y gastado «de la edad... y de las desilusiones», según
ella misma dice. Su carácter se ha agriado y nos sorprende su manera de hablar, ya que siempre se
había mostrado amable y comedida.
4.- ELVIRA
Elvira, nos dice el autor, es una linda muchacha vestida de calle. Ella y su padre gozan de una
posición económica superior a la de los demás vecinos. Está enamorada de Fernando, a quien ayuda
económicamente cuando tiene ocasión y a quien "persigue", sin recato, a pesar de la aversión que él
le muestra. En el paso del primero al segundo acto, Elvira ha conseguido su propósito, la
encontramos casada con Fernando. Pero también observamos enseguida que el matrimonio no se
lleva bien. Elvira se ha arrepentido de su elección, y reprocha a su marido.
ELVIRA.---Si hubiera sabido lo que me llevaba... Si hubiera sabido que no eras más que un niño
mimado... (Acto II)
Fernando, cansado de sus continuas recriminaciones, contesta con lo que, por su parte, piensa de
ella:
FERNANDO.- (Entre dientes.) Siempre has sido una niña caprichosa y sin educación. (Acto II)
Desde que se casó con Fernando, Elvira ha descendido en la escala económico-social que disfrutaba
cuando vivía con su padre. Solo por un momento deja de disimular ante los demás, casi al final de la
obra, y reconoce el desastre de su matrimonio. Aunque hasta entonces había simulado mantener
unas relaciones "correctas" con el resto de los vecinos, al insultar a Urbano y Carmina manifiesta sus
prejuicios de clase y pregunta a su marido para que todos la oigan bien:
ELVIRA---¿Por qué te avienes a discutir con semejante gentuza? (Acto III)
5.- Generosa
La señora Generosa es una pobre mujer de unos cincuenta y cinco años. Su marido es el
señor Gregorio (no sale nunca a escena, aunque al principio del segundo acto sabemos que acaba
de morir) y tiene dos hijos: Carmina y Pepe. Buero resalta su carácter apocado contrastándolo con el
carácter decidido y enérgico de su amiga Paca. Generosa es incapaz de levantar la voz ni de
murmurar contra ninguno de los vecinos.
PACA.- Mire, Generosa: usted tiene muy poco arranque. ¡Eso es! No se atreve ni a murmurar.
GENEROSA.-¡El Señor me perdone! Aún murmuro demasiado.
PACA- iSi es la sal de la vida! (Acto II)
Los problemas ahogan a esta mujer. Ya en el primer acto captamos su incapacidad para reaccionar y
la angustia con que se enfrenta a los problemas cotidianos.
GENEROSA.- (Mirando el recibo) ¡Dios mío! ¡Cada vez más caro! ¡No sé cómo vamos a poder vivir!
(Acto I)
Tampoco sabe cómo va a salir adelante con la escasa pensión que le queda tras la jubilación de su
marido y mucho menos, tras su muerte, al comienzo del acto segundo.
6.- Doña Asunción
Doña Asunción es una señora de luto, delgada y consumida y con don Manuel, la única que
recibe este tratamiento. Es educada, correcta y más bien tímida. Mantiene una actitud de humildad
ante los demás. Ese es el tono de las disculpas que inventa para no tener que confesar que carece
de dinero para abonar sus recibos. Cree que su hijo es el ser más maravilloso del mundo y lo alaba
continuamente. Afirma que está trabajando, cuando sabe perfectamente que se encuentra en casa,
tumbado en la cama y pensando en sus proyectos.
8.- Paca
Paca es la esposa del señor Juan y madre de Urbano, Trini y Rosa. Enérgica y decidida, se
siente responsable del buen funcionamiento de la familia con la que muestra modos casi militares
para mantener la disciplina. Le gustan los chismes y es soberbia y desconfiada. Con el tiempo llega a
superar el trauma de la deshonra familiar (relaciones Rosa-Pepe), la muerte de su marido el señor
Juan y el sentimiento de soledad en la vejez. En el acto tercero, pese a su deterioro físico, nos sigue
admirando su rebelión frente a ser considerada un mero estorbo y su decidido deseo de seguir
viviendo. Precisamente en este momento protagoniza el único monólogo de la obra, al comienzo del
tercer acto, ya muy envejecida y cansada, reflexionando también sobre todo lo acontecido mientras
sube las escaleras.
SEÑOR JUAN.- ¡Ni mentármela siquiera! ¡Y no quiero que la visites, ni que hables de ella! Rosita se
terminó para nosotros... ¡Se terminó! (Pausa.)
Debe de defenderse muy mal ¿verdad? (Pausa.) Aunque a mí no me importa nada. (Acto II)
Trini cuenta a su padre el penoso momento que atraviesa Rosa; y el padre, en un gesto de
conmiseración y de amor, le entrega para ella el dinero que había ahorrado a lo largo de mucho
tiempo, a fuerza de privaciones. Pero antes hace que Trini prometa que Rosa no conocerá nunca su
procedencia. No aprueba la vida que su hija lleva con Pepe, y no quiere dar pie a que Rosa pueda
pensarlo, ni reconocer el cariño que siente por ella.
10.- Trini
Trini es una de las hijas del señor Juan y de Paca; se trata de una joven de aspecto simpático.
Dedica su vida exclusivamente a su familia, por lo que permanecerá soltera. Al final reconoce que no
es ése su ideal de vida; ella hubiera deseado casarse y, sobre todo, tener un hijo. Tiene un carácter
bastante parecido al de su madre, la señora Paca: es capaz de enfrentarse a cualquier situación que
le parezca injusta, pero también de ofrecer una ternura infinita a aquellos que son más desgraciados
que ella. En el tercer acto aparece ya como una mujer madura, llena de arrugas.
Cuando el hijo menor de Fernando, Manolín, se le declara, pidiéndole que espere hasta que crezca,
Trini se emociona ante el cariño que le demuestra ese niño de doce años. Ello hace más patética la
emoción que la embarga por el hijo que nunca tuvo.
11.- Rosa
Rosa, otra de las hijas de Paca y el señor Juan, es una mujer joven, guapa y provocativa. Hace su
voluntad siempre, a pesar de los continuos reproches y advertencias de su madre y de su hermano.
En el primer acto, su madre intenta todavía encauzarla y llevarla por el buen camino. Ante la negativa
de la joven, Paca la llama «condenada» y «golfa». En el segundo acto -Rosa ya está viviendo con
Pepe-, su madre la califica como «imbécil» y «basura». Rosa cumplió su deseo de vivir con Pepe;
pero éste -las pocas veces que, al parecer, va a casa-, la maltrata. Sin embargo, Rosa lo defiende
con uñas y dientes ante su familia. En el tercer acto, volverá a vivir con los suyos. La atractiva
muchacha del primer acto se ha convertido en una «vieja gruñona» que por fin reconoce que Pepe es
un ser despreciable.
12.- Pepe
En el primer acto, Pepe ronda ya los treinta años y es un granuja achulado y presuntuoso. Es
hermano de Carmina e hijo de Generosa y el señor Gregorio, y tiene diez años más que Fernando y
Urbano. La suya es una figura patética. Se trata de un fanfarrón perdonavidas que responde a las
amenazas de Urbano con sorna, pero que, en realidad, no se atreve a enfrentarse con él, aunque por
otro lado esté seguro de que Urbano es incapaz de cumplir sus amenazas. Ya en el primer acto
discute con Urbano, precisamente a causa de Rosa. Pero la discusión -comenzada también por
Urbano- es mucho más fuerte en el segundo. En ambas ocasiones, Pepe, como cobarde que es, se
marcha mientras le llueven insultos: “chulo despreciable”, “canalla”, “granuja”, “guiñapo”, “golfo”,
“cobarde”, “trapo”. En el tercer acto tiene unos sesenta años. No aparece en escena. Rosa le ha
echado definitivamente de su lado. Cuentan que sigue viviendo de las mujeres, como un chulo.
PERSONAJES EPISÓDICOS
Los personajes episódicos son aquéllos que cumplen una determinada función en la obra y
que no suelen aparecer más. Se les suele denominar por su nombre genérico (cobrador, señor,
joven...).
El cobrador
El cobrador de la luz es el primer personaje que sale a escena Se trata de un hombre
cumplidor que sabe cuál es su obligación y no está dispuesto a eximir a nadie del pago. A través de
su intervención, Buero nos muestra al comienzo de la obra la diferente posición económica, así como
algunos rasgos del carácter de los personajes de Historia de una escalera.
La obra presenta una estructura clásica en tres actos que corresponden al planteamiento
(acto I), nudo (acto II) y desenlace (acto III). Entre el primer y segundo acto transcurren diez años y
veinte entre el segundo y el tercero.
Por las acotaciones sabemos la cronología de los tres actos. El primero corresponde a un día de
1919, año convulso en lo político y lo social (fracaso del turnismo político, guerra del Rif, huelga
general en Barcelona, triunfo de los sindicatos, especialmente de la CNT, al conseguir por decreto ley
la jornada laboral de ocho horas). En el diálogo del primer acto entre Urbano y Fernando se alude
vagamente a estos hechos y se sugiere la militancia anarquista de Urbano.
1929 es la fecha del segundo acto. A pesar de los diez años transcurridos, nada ha cambiado. La
dictadura de Primo de Rivera ha frustrado las esperanzas de mejora de la clase proletaria.
Entre el segundo y tercer acto pasan veinte años. No se menciona en absoluto la fecha de 1939, año
del triunfo de la dictadura del general Franco y que coincide con la detención y encarcelamiento de
Buero Vallejo. Es un silencio clamoroso del autor a la memoria de la Guerra Civil. Llegamos a 1949,
año del tercer acto y también del estreno de la obra. En la acotación el autor dice “Es ya nuestra
época”. Europa se recupera lentamente de la Segunda Guerra Mundial. La España franquista está
aislada internacionalmente y funciona la autarquía (racionamiento de alimentos, hambre, escasez de
materias primas, débil industrialización, censura…).
El propio título del drama adelanta la importancia del tiempo (Historia) y del espacio (de una
escalera), dos aspectos perfectamente ligados. El mismo autor había escrito a este respecto: “Creo
que fueron dos preocupaciones simultáneas las que me llevaron a escribir la obra: la visión del fluir
del tiempo en unas familias, que se hace angosta por la angostura del espacio donde ocurre”. El
espacio escénico es el mismo en toda la obra: la escalera de una modesta casa de vecindad. El
autor la describe con minuciosidad en la primera acotación, destacando sobre todo las notas de
pobreza, miseria, dejadez y suciedad. Esta escalera no cambia en absoluto, pese a algunos vanos
intentos de mejorarla en el transcurso de treinta años.
3.6 EL LENGUAJE
A Buero Vallejo le interesa que su mensaje sea captado fácilmente por el espectador. De ahí
que no utilice ideas rebuscadas o conceptos oscuros, ni las frases muestren complicaciones
sintácticas. El lenguaje se hace así asequible para el espectador o lector medio y Buero consigue con
ello dotar de realismo y verosimilitud a los personajes que presenta en su historia -pertenecientes a la
clase media-baja-. En todo caso, las dificultades de entendimiento provendrían de desentrañar el
mensaje que quiere transmitir la obra en sí y de su posible significado simbólico.
d) Uso del mandato categórico y de los insultos. En las peleas que mantienen los vecinos la violencia
va en aumento y proliferan los insultos. Si Paca llama a su hija Rosa “condenada” y “golfa”, después
la tratará de “imbécil” y “basura”. Los insultos y las veladas amenazas son continuos.
Buero pretende reflejar la imagen real de una época a través del lenguaje de los personajes, a
cuya situación socio-cultural se adecua su forma más o menos vulgar de expresarse. No hay
marcadas diferencias en el habla de unos y otros, ya que todos pertenecen prácticamente a la misma
clase social. Existen, no obstante, algunas peculiaridades del habla que responden a su particular
forma de ser. Así, el lenguaje de Fernando refleja la seguridad y la fe que tiene en sí mismo y el
carácter fuerte de Paca se manifiesta en sus continuas exclamaciones y frases imperativas. La
escasa proyección dramática de Generosa hace que sus parlamentos sean muy breves y la
repetición de sus palabras pone de manifiesto su ignorancia, su miedo y su incultura. El pésimo
resultado de su matrimonio hace que Elvira recuerde con nostalgia lo que podría haber sido su vida si
hubiera elegido un camino diferente. De ahí que emplee en numerosas ocasiones -a partir del
segundo acto- el pluscuamperfecto de subjuntivo, tiempo verbal que indica un grado bastante elevado
de irrealidad, señalando algo que es completamente imposible alcanzar, porque ha finalizado el
tiempo y su ocasión ha pasado:
ELVIRA.- Si hubiera sabido lo que llevaba... Si hubiera sabido que no eras más que un niño mimado...
(Acto II)
Por otra parte, es interesante observar las diferencias de tratamiento que reciben unos personajes
y otros. Los hijos de Paca y Generosa tratan a sus padres de «usted». Esto era lo habitual entre las
familias urbanas más o menos populares de las primeras décadas de siglo. Sin embargo, Fernando y
Elvira utilizan con sus padres (que a su vez reciben el tratamiento de «don»/«doña» de los demás
vecinos) el tuteo. A veces parece que no se dirigen a ellos con mucho respeto. Don Manuel incluso se
queja porque su hija le trata con descaro:
Mientras Urbano y Fernando se tutean, sus mujeres se tratan de usted, demostrando la tensión que
existe entre ambas y su mutua antipatía.
[Si el fragmento se ubicara en el acto I, por ejemplo, entonces habría que resumir el argumento de
dicho acto.]
b) ¿Con qué generación literaria hay que identificar al autor? Explique sus características. Mencione
otros autores de la misma generación o momento literario y cite, al menos, una obra de cada uno.
En esta cuestión habría que matizar que biográficamente el autor pertenece a la generación del 36, a
los escritores desarraigados (leed el apartado 2.2). Pero literariamente (es lo que se pregunta),
pertenece al Realismo social de los años 50. Las características, los autores y sus obras los tenéis
en el apartado 1.2 de este estudio. Los autores que se mencionan son dramaturgos, como Buero
(Alfonso Sastre, Lauro Olmo…), pero si os preguntaran autores de los años 50, en general, se podría
decir que en teatro destacan los mencionados en el paréntesis y en narrativa, Carmen Matín Gaite,
Camilo José Cela o Miguel Delibes.
c) En la época en la que se escribió y publicó la obra a la que pertenece el fragmento, se inició una
polémica literaria de repercusión política. En este contexto, ¿a qué se llamó “posibilismo”? ¿Qué dos
escritores polemizaron sobre este concepto?
f) Explique el tratamiento del espacio y del tiempo en la obra, o bien en el fragmento seleccionado.
Si el fragmento perteneciera al tercer acto, habría que explicar la ubicación temporal del mismo y
aludir a los acontecimientos de ese momento histórico.
h) Describa brevemente los caracteres de los personajes que aparecen en el fragmento seleccionado.
La descripción conlleva la evolución del personaje a lo largo de la obra; no hay que limitarse al
momento puntual de la escena que se presenta.
Por último, habría que prestar atención a otro tipo de preguntas que tienen un simbolismo en
la obra, como el derramamiento de la leche en el acto I, que alude a la fábula de La Lechera, cuya
moraleja aconseja ser realista y no vivir de vanas ilusiones. El fragmento de esta escena lo tenéis en
la página 288 del LT. En este fragmento todo lo que proyecta Fernando es ilusorio, pues no tiene
voluntad para llevarlo a cabo. Carmina, ilusionada por las promesas de él, sufrirá un desengaño que
la convertirá en una persona resentida. Los dos, como en el cuento de La Lechera, verán frustrados
sus sueños.