Una promesa humanitaria requiere de voluntad renovada
Una promesa humanitaria requiere de voluntad renovada
Una promesa humanitaria requiere de voluntad renovada
Convocada por quien ha dicho, dejará la política e irá a descansar a esa tierra, mientras que
concretará su última huella por medio de un libro. También es donde transitará el Tren Maya como
el máximo proyecto de movilidad y desarrollo turístico del sur-sureste, y finalmente, hablando de
Chiapas, como estado fronterizo, el sitio donde se evidencia con más intensidad el tránsito
migrante compuesto de diversas nacionalidades que caminan con la esperanza de encontrar
mejores oportunidades; un flujo que cada día se aumenta y se diversifica por las causas y por los
perfiles que arriban, siendo el más alarmante, la niñez que llega sola.
¿Estar libres de conciencia y hacer constar el testamento de la más profunda buena fe y voluntad
por una América distinta?
Este llamamiento que algunos comparten y aceptaron porque existía la sintonía, es cierto que
puede significar una luz en el camino frente a un contexto que parece vaticinar tiempos oscuros a
nivel mundial: las dos guerras en curso, tanto en Europa oriental, como en la Franja de Gaza (mas
las que se vienen), la inflación que en algunas regiones ya se encuentra en recesión y la situación
política pendular del hemisferio americano, de la mano del aumento de la inseguridad y la crisis
climática. De los cuales, todos abonan a que se agudice la migración forzosa, y en que, siendo
realistas, va necesitar más que buenas voluntades, proyectándose en dos caminos.
El primer camino, es que se deje por sentado una declaratoria en que hay la voluntad de los
representantes de los Estados de buscar mejores alternativas para disminuir la migración forzosa
y nuevamente exhortar en que es un tema multidimensional provocado, como tesis principal, por
la falta de bienestar y las profundas desigualdades en las naciones, para que así, llegue a oídas del
que termina siendo el destino de las oportunidades de tantas personas, los Estados Unidos, país en
que recientemente, dejó en suspenso una serie de medidas fronterizas y de control migratorio
debido a que por primera vez en la historia revocaron al presidente de la Cámara de
Representantes, lo que da un segundo aire de solicitar que se de menos gasto para la guerra y más
para el bienestar de los pueblos hemisféricos (sin embargo por lo que se ha discutido, esto no va
cambiar y va mantener el mismo curso en que se encontraba).
Por cierto, para sumar a la declaratoria, no sé, que tan en el tintero lo tienen nuestros
participantes, pero ya es tiempo de reconocer la migración forzosa por desastres naturales, porque
en caso de pedir refugio, falta los fundamentos jurídicos y estructurales para recibirlos como tal.
Dicho primer camino, es la típica ruta de ejercicio de política exterior por parte de América Latina
hacia el vecino del norte y bajo los mecanismos de cooperación internacional para el desarrollo,
del cual, como sabemos, tenemos programas para el bienestar como Jóvenes Construyendo el
Futuro y Sembrando Vida en algunos de los países centroamericanos; igualmente, hay acuerdos de
migración ya validados con Estados Unidos con los venezolanos, y políticas de entendimiento de
seguridad con México y Colombia, mismos que suenan también a más de lo mismo sin generar
cambios de raíz.
Pero, ¿en qué lugar del mundo disminuyó la migración, sobre todo del sur al norte? Hasta China
sigue manteniendo la migración de su población a pesar de la prosperidad interna.
Algo es evidente, y es lo que encamina un segundo camino, muchos de los que mañana se van a
sentar, vienen de un trazo en que tuvieron que salir de la caja convencional para llegar al poder, ya
sea en el pasado como Cuba (que ha sido ejemplo en materia de salud y educación) y Venezuela
(algo sobrepasado por los tiempos que les tocó vivir debido al fundamentalismo ideológico y no el
pragmatismo por acabar la desigualdad); Costa Rica que es el único país que no cuenta con fuerza
armada y hasta ahora ha mantenido una paz interna, así como ha servido de tránsito sin
extraordinarias situaciones como en otras naciones; Haití, primer país en independizarse de la
región y que ahora se le conoce en el exterior como Estado fallido (¿Qué dirán ellos mismos?);
Honduras donde recién llegó y hubo democracia progresista encabezada por una mujer; Panamá
que entrará en elecciones en 2024; El Salvador que sorprendió al mundo por tomar medidas
controversiales de la realpolitik para acabar con la inseguridad interna; Belice como hermano del
habla anglosajona y que poco se le ha escuchado; Ecuador donde por nada (solo prevenirse) pasa
lo mismo que en Perú (obviamente sin comparar hasta por los perfiles); y Colombia, lugar en que
llegó un insurgente con mucho que hacer y poco tiempo, país en estos momentos en que se tiene
una simbiosis con México, es decir, lo que ha sucedido aquí está pasando allá, y lo que pasó allá,
está sucediendo aquí.
Interesante reunión será, si se tiene la intención de salir de la caja como lo hicieron en sus
elecciones o revoluciones de antaño para ahora hacer gobierno y alianzas al modo del siglo xxi, en
que las problemáticas internas, muchas se deben a razones transfronterizas y, por tanto, también
sus soluciones.
Hay un segundo camino, que empieza con cambiar la perspectiva y esta es, que la migración es un
proceso evidentemente tendencial y que no se puede interrumpir al corto y mediano plazo, sin
embargo, puede dejar de ser forzoso, para convertirse en una alternativa ante el lento proceso de
contar con las condiciones internas para no buscar oportunidades en el exterior, es decir, es pensar
que nuestros migrantes son la fuerza laboral más poderosa de una nación que deja derrama
económica a sus familias y genera mano de obra a los Estados Unidos.
Esta visión a la que me refiero es una perspectiva de “capital humano” pensando que si los ves
como un brazo más del Estado-nación, hay que invertir en su debido rol como trabajadores,
incluso, con asignaciones presupuestales que sean equivalentes a su aportación al PIB y su honesta
intensión en que sus familias en sus territorios tengan bienestar; incluso, rompiendo con todo un
enfoque de redistribución y recaudación del Estado, en que tengan su propia ramificación fiscal
para generar incentivos, seguimiento estadístico y consular (un observatorio) y, es más,
sindicalmente, otro tipo de contratos colectivos, apegados a las formas del derecho internacional.
Con esto, entonces, se pudiera hablar en términos de “la riqueza de las naciones” tan al estilo U.S.A.
actual, el Welfare State de Roosevelt, además de las necesidades históricas latinoamericanas,
hablando, ahora sí, sin entrar en términos del deber ser político-civil al deber ser social-
económico, de la construcción de una verdadera Alianza para el Progreso.
Con ello, podemos hacer una distinción muy particular de dejar fuera del costal de problemas a los
migrantes, y entender que el problema de fondo está en lidiar con la inseguridad, el flujo de drogas
y armas, y que Estados Unidos debe reconocer que hay un tema en su “dejar hacer” del mercado
que ha puesto en jaque a su tejido social, el consumo desmedido de drogas de todo tipo y
proveniente de todos lados, así como la falta de estructura estatal (por ese mismo dejar hacer)
para las oportunidades de empleo a su ciudadanía. Hay que reflexionar, que esa vieja práctica
política de crear enemigos externos para culparlos de todos los problemas internos, ya no sirve
cuando tienes más enemigos que aliados, por lo que será visto por tu sociedad como un inútil más
que un héroe justificado.
Entre la brisa que toca sin observarse, la marea que eleva sin moverse, el sol que arropa y el cantar
del bosque, desde la más mínima flor, hasta el aleteo del quetzal. ¿Son sensibles?