Capitulo 4
Capitulo 4
- Callie, despierta.
- ¿Qué, qué hora es? - Lo dijo con un tono que me despertó enseguida, parecía como si
hubiese estado durmiendo desde hace décadas - Te he estado gritando hace ya media hora -
Ahora sí que estaba enfadada conmigo, sabía que a mi madre no le gustaba nada que
durmiera tanto, pero, lo que más le sacaba de sus casillas es que no me despertara cuando
me gritaba y pasara de ella, cosa que no lo hacía intencionadamente, solo que cuando estaba
descansando mis sentidos estaban apagados completamente.
- Call, te he intentado despertar un millón de veces y es el primer día. Llevamos dos días de
viaje y yo también necesitaba descansar.
En verdad la entendía muy bien, ella lo tenía que llevar todo sola y también tenía que descansar en
algún momento. Yo, en cambio, siempre me apetecía dormir y me podía estar horas en la cama.
- Hoy no podremos ir a ningún lugar. Me tienes que ayudar a ponerlo todo a nuestro gusto -
Me lo decía con una pequeña sonrisa en la cara, supongo que hoy ya estaba más feliz que el
día anterior. - Me han llamado diciendo que de aquí 10 minutos los del camión de mudanzas
llegarán.
- Pero no tenían que llegar ayer - la verdad nos habían hecho un favor al no llegar cuando
tocaba, ya que si lo hubieran hecho no habría nadie en casa. Llegamos tarde y además nos
perdimos. Me levanté de la cama con muy poco ánimo, por el hecho de que me hacía mucha
pereza haber de trasladar todo el camión a dentro la casa.
Mi madre tenía la cara inexpresiva, no pude saber qué estaba pensando en ese momento. Pero se
giró lentamente hacia la puerta y antes que pudiera decir “ahora bajo” o algo ella ya la había cerrado.
Así que yo hice lo mismo, tiré las sabanas hacia un lado de la cama y antes de salir de ellas, hice un
apretón muy grande a mi oso para que me diera ánimos de seguir adelante. Cuando puse el primer
pie en el suelo, supe que tenía que hacerme una ducha con agua bien fría para despejarme
completamente. Cogí lo primero que encontré en el armario: Un chándal de color negro y una
camiseta también de color negro con el estampado de un grupo de música que le gustaba mucho a
mi madre de joven. Ese día no era el mejor de todos. Fui hacia mi baño y encendí la ducha, deje la
ropa que había escogido a un lado. Me quité el pijama y me puse debajo.
Cuando el agua me tocó. Me vinieron recuerdos nublados de cuando era muy pequeña…
Nunca me había pasado, pero cuando era muy pequeña me perdí y no encontraba a nadie que me
pudiera ayudar. Hasta que se acercó un hombre, no me acuerdo cómo era físicamente, pero solo sé
que yo me lo quedé mirando espantada y empecé a llorar. De repente él me cogió en brazos y algo
hizo que parara de repente… Empezó a andar y se paró, me dejó en el suelo y se puso a mi altura.
Seguidamente, me toco la cara y me quito las lágrimas.
- Allí está tu madre - Yo me giré para poder ver hacia donde miraba, así era, estaba allá
gritando mi nombre a todo pulmón y se la veía muy preocupada.
- Soy un brujo y sé todo de todo el mundo, ahora ve con ella y no te vuelvas a perder ¿de
acuerdo?
- Sí, muchas gracias - No sabía que más decirle por qué me pareció muy familiar, pero supongo
que era por el momento que había pasado.
Estaré… solo en recordarlo, me costaba respirar. Así que salí de la ducha rápidamente y cogí la
primera toalla que estaba allí. Nunca me había pasado eso de recordar cosas del pasado. Inspire y
expire un par de veces antes de volver a ser yo misma y poder prepararme. Cuando termine salí del
baño e hice la cama a mi manera. Nunca la hacía muy bien debido a que pensaba que no era
necesario si a la noche siguiente la volvería deshacer. Corrí hacia la puerta y bajé lo más rápido
posible, ya que hacía rato que estaba en mi habitación y tenía que ayudar a mi madre.
Cuando llegué abajo, vi que la puerta estaba medio abierta, así que la abrí de un portazo y mi madre
se encontraba hablando con el del camión. No se escuchaba muy bien la conversación, pero, fuese lo
que fuese, mi madre estaba muy contenta y miraba a ese chico con mucha concentración y alegría.
Terminaron de hablar al cabo de muy poco y el del camión se dirigió hacia allí para empezar a quitar
cosas, en cambio, mi madre se dirigió hacia la puerta que era donde me encontraba yo en esos
momentos. Me miró con una sonrisa muy satisfecha.
- Sabes que Calli, los de la mudanza, nos ayudarán a meter las cosas en casa, nosotras solo
tenemos que decirles dónde las queremos y ya - Estaba esbozando una gran sonrisa.
Los dos siguientes días nos quedamos en casa. Mi madre tenía que ir al trabajo, no le dejaron días de
fiesta. Precisamente por eso, llamé a mi mejor amiga para poder hablar con alguien y que me pasara
más rápido todo. Se llamaba Sofía, para los amigos Sofí. Nos conocimos en la guardería y nuestras
madres se hicieron muy amigas, después, todo lo otro salió rodado.
- Lo siento por no haberte llamado antes, es que con las mudanzas y todo no he tenido tiempo
hasta ahora. - Bufé y me senté de un golpe en el sofá.
- Yo también, pero la preparatoria es una mierda. Suerte que a ti aún te quedan algunos días
para prepararte, porque van a fondo con los exámenes. Bueno, al menos aquí, ya sabes,
puede que en San Francisco sea diferente.
No estaba muy seguro de ello. Mi madre me había dicho que no era una escuela cualquiera. Allí solo
tenían el gusto de ir los que tenían dinero o por beca, ese era mi caso. Había conseguido una beca
gracias a mis estudios y por eso podía ir allí. No es que me gustara la idea, ya que los ricos son unos
creídos. Pero lo que me enfurecía más es que tenía que ir con falda. Tampoco sabía como era muy
bien, pero, lo que yo tenía en mente era una de esas faldas largas con cuadrados que se parecían a
los de una señora grande.
- Creo que será igual o peor, además, allí ya tienen todos los grupos de amigos hechos. Yo
llegaré allí y no sabré con quién hablar.
- Si eso are.
Nos quedamos hablando por lo menos dos horas de chismes de la clase. A Sofía le encantaba saber
cosas de todos, pero era de esas chicas que lo sabían todo y no decía nada. Bueno, solo me lo decía a
mí, claro. Cuando terminamos de hablar decidimos que nos volveríamos a llamar cuando una de las
dos lo necesitara o nos echáramos de menos.
Los días siguientes pasaron con la misma lentitud. Solo salía de casa para acompañar a mi madre a
comprar comida. Decidimos que cuando mi madre tuviera fiesta iríamos a hacer de turistas, pero en
ese momento eso no lo podíamos hacer, ya que mi madre no paraba de ir del trabajo a casa o de
casa al trabajo. En cambio, yo intentaba ayudarla con todo lo que pudiera de la casa y mantenerla en
buen estado.
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Pero ese día al fin llego, yo no quería, pero era lo que tocaba. Me vestí con las mejores prendas que
tenía en el armario para dar buena impresión o al menos no quedar tan mal. Elegí una camiseta de
color pastel, con una falda un poco ajustada de color negro y unas botas un poco altas. No sé si
concordaba, pero sin duda era más conveniente eso que otra cosa.
Salí de casa y mi madre ya me estaba esperando en el coche. Ella estaba mucho más elegante que yo
y cuando me miro se le iluminaron los ojos. Subí al coche.
- Si mamá - Eso ya me lo había repetido muchas veces durante toda la semana, supongo que
quería que todo saliera bien y yo también lo esperaba.
El trayecto hacia allí fue silencioso, ninguna de las dos quería hablar. Yo solo pensaba en cómo me
acogerían en el instituto y si los profesores serían buenos, así que me quedé observando hacia
delante, con la mirada perdida en algún lugar.
Cuando llegamos al instituto me sorprendió lo grande que era. Pero cuando entramos me quedé
alucinando. Solo pensar que mañana tendría que venir, aquí, yo solita, me entraban ganas de
morirme, porque me perdería por los pasillos, seguro, de la manera que era despistada.
En ese momento llegó un señor bastante grande, yo creo que estaba a punto de jubilarse. Era bajito y
no tenía pelo ni barba.
- Hola, mucho gusto - dijo mi madre con una sonrisa al señor. Pero yo noté su tensión, ya que
estaba superrígida. De golpe me miró muy enfadada y supe que tenía que intervenir.
- Emmm, hola…
- Soy el director de la escuela, me llamo John y os enseñaré las aulas y todo lo que sea
necesario. Si tenéis alguna duda, no dudéis en pararme y preguntar.
No sé por qué no me sorprendió que fuese el director, pero, eso sí, era muy educado y también
amable. Por ahora, claro. Nos explicó las normas del colegio, que no eran pocas. Por ejemplo:
1- No llevar el móvil al cole, ya que hay gente antes de entrar que revisa que no lo llevas.
2- No correr por los pasillos.
3- Ser respetuosos con todos…
Bueno, esas eran algunas de las primeras normas, las otras no las escuche porque era muy aburrido.
Además, era todo lo mismo. Nos enseñó alguna de las aulas de dibujo, tecnología, música, ciencias.
Pero sin duda la biblioteca era gigante, tenía mucho espacio y lugares donde te podías sentar
tranquilamente sin que nadie te molestara. Ese sería mi lugar preferido desde ahora.
Por último, nos enseñó la que ahora sería mi nueva clase. No era nada del otro mundo, colores no
muy llamativos y muy grande.
- Así me gusta, ya verás que los profes que están en el décimo grado, tu curso, serán muy
buenos y si te pasa algo puedes contar conmigo o con ellos también - Así es, haría décimo
grado y estaba ansiosa para que no llegará mañana.
Cuando estábamos a punto de irnos, salió John con una bolsa. Deduje que ese sería mi nuevo
uniforme.
- Disculpen, me dejé de decirles que ha de llevar el uniforme puesto cada día - Así pues,
extendió la mano que llevaba la bolsa y mi madre la cogió con cuidado.
- Muchas gracias.
- Hasta mañana - Dije yo con no muchas ganas, pero él no notó nada. En cambio, mi madre sí.
Llegamos a casa un poco tarde, solo nos dio tiempo a comer un bocata. Subí a mi habitación y me
puse el pijama lo más rápido posible. Me tiré a mi cama, pero mi cerebro no dejaba de funcionar ni
de pensar. La conciencia, fue mi mayor traidora. No dejaba de preguntarme cosas, ¿cómo serían mis
compañeros?, ¿conseguiría hacerme amiga de alguien o entrar en algún grupo que ya estuviera
hecho?, ¿los profesores serían amables conmigo?, ¿todos serían unos creídos y que se creían los
mejores del mundo solo porque sus padres tenían dinero? Y eso fue todo por esa noche.