CAPITULO 5
CAPITULO 5
CAPITULO 5
Al final llegó el día. Estaba estirada en la cama con muy pocas ganas de levantarme. Es que, a quien
se le ocurrió que teníamos que ir a la preparatoria a las 8:00. En fin, me quedaba una hora para
prepararme, ya que era el primer día y mi madre me llevaría, pero, quedamos en que en los
siguientes días tendría que ir andando o con el autobús. Las dos cosas me parecían horribles.
Encendí la luz de la habitación y cogí mi móvil para ponerme una canción, dado que, sin música,
dudaba mucho que me despertara rápido. Fui a mi playlist, de repente empezó a sonar “It’s my life”.
Me levanté de un salto y empecé a dar vueltas por toda la habitación hasta llegar al baño como si
fuera una roquera.
Cuando termine de ducharme y secarme, recordé que me tendría que poner el nuevo uniforme,
pero, lo peor de todo en ese instante es que no lo había mirado antes. Agarré la bolsa donde estaba y
la empecé a desempaquetar. Lo miré, se me salió el corazón. Era terriblemente horroroso, no sé por
qué me sorprendió si era tal como lo había imaginado. Supe que tenía que arreglarlo de alguna
forma u otra. Así que cogí las tijeras y empecé a cortar la falda. Era gigante y me llegaba hasta la
rodilla.
En cuando terminé, ya no era tan horrorosa. Me la puse y también la parte de arriba, me quedaba
superbién. Bueno, al menos eso es lo que pensaba. Agarré mi mochila y salí corriendo, ya que me
había distraído más de la cuenta.
Mi madre ya me había preparado el almuerzo y ya estaba preparada para irnos. Así que cogí una
tostada, me la puse toda a la boca. Llegué al coche medio corriendo y con solo un zapato puesto. Me
miró de arriba a abajo y me sentí superpequeña.
Era muy exagerada, en realidad me llegaba unos centímetros más alta de como era antes. Me llegaba
un poco más abajo del medio muslo. Porque tampoco me quería pasar a la hora de cortarla. Pero
creo que si la hubiera dejado como antes, ella no me hubiese dicho nada.
- ¿Arreglado?
- Sí, no es para tanto - Dije con una sonrisa de angelito - Podemos irnos ya, no quiero llegar
tarde a mi primera clase.
- De acuerdo - Dijo con un suspiro y puso en marcha el coche.
Llegamos 5 minutos antes, cuando mire hacia la puerta del instituto quise volver a casa de
inmediato. Había mucha, mucha gente. Mi madre captó mi atención poniendo una mano sobre el
hombro. Me giré lentamente para poder verla mejor y en sus ojos vi que me estaba dando suerte
para mi primer día.
- Va anímate, seguro que te va genial - Me miró con ternura - Ahora sal del coche y demuestra
quién eres.
Eso me dio ánimos. Abrí la puerta y antes de salir. La miré por última vez.
Así es como me quede, sola, en esa cárcel para animales ricachones. Me encaminé hacia mi taquilla
intentando no observar a nadie. Cuando llegue a mi destino, dejé mis cosas allí. Normalmente, no
era así de tímida, siempre me gustaba hablar con la gente y hacer amigos nuevos. Pero, supongo,
que para eso necesitaba unos días más para poder observar a mi alrededor y poder ver cómo era la
gente de allí. Cosa que no me hacía ilusión tener que relacionarme con una panda de ricos mimados
que creen que son perfectos.
Desconecte unos segundos para poder observar que me tocaba en las primeras tres horas y así fue
como me acabé de deprimir. A primera hora me tocaba sociales, a segunda optativa y a tercera hora
para acabar de rematar inglés.
La primera hora me paso superlenta, el profe contaba cosas que no me interesaban en absoluto. Al
parecer a mis nuevos compañeros tampoco. Había gente que se estaba quedando medio dormida en
su mesa, algunos no paraban de hablar entre ellos y otros como yo, que estaba mirando a la otra
gente o haciendo creer que escuchaba al profesor.
- Así fue como los monarcas de esa época terminaron proclamando como….
Sonó el timbre y el pobre profesor se quedó a media frase de su explicación, a nadie le importo. Se
empezó a levantar todo el mundo para poder irse.
La segunda hora me pasó igual que la anterior y la gente parecía hacer lo misma que la otra. Pasar
del profe, hacer lo que les apetecía, hablar sobre cosas que yo no entendía…
Apenas una hora después volvió a sonar el timbre y me dije a mí misma que ya quedaba poco para el
recreo y así podría descansar un rato.