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Pautas lingüísticas para comunicarnos mejor

María Carneiro1

“Uno busca lleno de esperanzas


el camino que los sueños
prometieron a sus ansias”.
(Enrique Santos Discépolo)

Estoy en mi casa aburrida y decido prender la televisión. Aparece el


noticiero, con una señora hablando: "Es tremendo lo que a uno le hacen en la
calle".
Cambio de canal. Veo el final de un partido de fútbol, el entrenador está
hablando: "Es que cuando a uno lo cuestionan es muy difícil jugar".
Vuelvo a cambiar de canal y hay un programa de chimentos del espectáculo,
de esos que comentan las intimidades de los actores, y está hablando una
actriz: "A mí no me gusta cuando a uno la critican y maltratan".
Me voy a una reunión de amigos. Un amigo relata su preocupación por
su situación y dice: "Es muy feo cuando a uno no le dicen la verdad".
Otro le contesta: "Es que la gente no quiere hablar, y eso no es bueno para
nadie, y menos para uno".
Entonces, me pregunto: ¿quién será uno? ¿Hablan del mismo uno?
Cuando me detengo a observar cómo nos comunicamos, en los medios
de comunicación o con nuestros amigos y familiares, me doy cuenta de que
aparece con mucha frecuencia hablar de uno, o en forma generalizada, sin
hacernos cargo de lo que decimos.
Las palabras "uno", "gente" y "nadie" se repiten una y otra vez, y pocas
veces nos expresamos diciendo lo que a mí me pasa o cómo yo me siento de
determinada forma.

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Abogada. Mediadora. Docente Universitaria Gestaltista especializada en coordinación de
grupos. Terapeuta Bioenergética. Sanadora Vibracional. Facilitadora de T.R.E. (Tension and
Trauma Releasing Excercises) Meditación en movimiento y Ensueño Dirigido.

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Quizá la vergüenza, el miedo a conectarnos con nuestros sentimientos,
o a expresar lo que verdaderamente pensamos, nos lleva a usar modos
impersonales, generalizados y usuales.
La Gestalt –corriente psicológica humanista que busca desarrollar el
potencial humano y el crecimiento personal–, propone comunicarnos de tal
manera que profundicemos el contacto con nosotros y con el mundo, en el
presente y haciéndonos cargo de lo que somos.
Es poder llegar al “darse cuenta”, como resultado de estar en contacto
con lo que hay aquí y ahora con todos los sentidos para percibirnos a nosotros
mismos y al mundo. Es hacernos cargo de lo que hay, sin interferir ni
interrumpir.
Es hacernos responsables, desarrollando nuestra capacidad de
responder desde nuestro sentir y pensar, integrándolos.
Escuchar y poder expresarnos son las bases de una buena
comunicación.
Por ello, enunciaré algunas pautas lingüísticas para comunicarnos mejor,
que serán de utilidad:
1. Hablar en primera persona. Considero importante comenzar por una
de las reglas más importantes en la gestión de conflictos, que es hablar en
primera persona y en singular: Yo, aquí y ahora, en este instante. Y, así
favorecer, la responsabilidad de nuestros procesos y evitar proyecciones en el
otro de aquello que me está pasando a mí.
De esta forma expreso mi propia experiencia, lo que pienso, lo que
siento o lo que quiero. No usamos el lenguaje impersonal; abrimos nuestro
canal de comunicación diciendo que soy yo, no uno, y así está claro quién está
hablando.
Comenzar con este simple cambio modifica sustancialmente el mensaje,
tanto para quien lo está dando como para quien lo está recibiendo.
Además, abre el campo de la percepción, pues, como sabemos, la
percepción es subjetiva, es algo que yo percibo de determinada manera.
Entonces, diré: “A mí me parece que...”, y no diré: “Es que vos no entendés,
esto es así...”.

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En la gestión de conflictos donde todo parece ser culpa del otro que no
entiende las cosas e insiste en negar su responsabilidad, es un paso
trascendente comenzar por expresarnos en primera persona, validando mi
propio punto de vista. Decir que es algo que yo creo, yo opino, es mi parecer,
yo valoro o yo considero, habilita entonces que exista otro que tiene su punto
de vista del asunto, su propia percepción, su juicio de valor, y desde ese gran
primer paso podremos comenzar a darnos cuenta de que habrá tantos puntos
de vista del conflicto como personas involucradas.
Así, será posible comenzar a comprender que el siguiente paso para
poder avanzar en la gestión colaborativa de los conflictos es darnos cuenta de
que, así como yo tengo mi punto de vista y mis intereses, hay otro que tiene su
punto de vista y sus intereses, y el desafío estará en que podamos comprender
los intereses del otro para poder salir de la bipolaridad del conflicto, como dice
Patricia Aréchaga.
Quizá parece algo simple. Sin embargo, es un gran primer paso hacia el
abordaje colaborativo de los conflictos.

2. No generalizar. Siguiendo con este camino, otra pauta lingüística a


contemplar es no generalizar, pues decir “todos, nadie, cualquiera, siempre,
nunca” son expresiones inexactas que nos distancian del conflicto en particular
y suelen menoscabar la dignidad de las personas involucradas al envolverlas
en generalizaciones que suelen despreciar el comportamiento cuestionado.
Es más constructivo decir “en esta situación…”, o “la actitud que percibí
ayer..” o “cuando haces eso..”, pues de esta manera estoy siendo específica
sobre lo que quiero hablar.

3. No interrumpir. Es otra pauta lingüística que también será de gran


ayuda, quizás una de las más difíciles de aplicar. Estamos acostumbrados a
interrumpir con algún comentario, consejo, pregunta o cuestionamiento. Dejar
que el otro se exprese para que desarrolle su propio proceso y tan solo
escucharlo, aprender a callar y esperar nuestro momento, suele ser un gran

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desafío, pues generalmente queremos interrumpir cuando escuchamos algo
que no nos gusta y no estamos de acuerdo.
También es estar atentos a las propias auto interrupciones, como puede
ser algún gesto especial, o levantarse para buscar algo que justo en ese
momento necesito.
Respetar el tiempo del otro mientras busca expresarse y comunicar lo
que le pasa con este conflicto es una actitud muy valiosa que podrá abrir el
campo del entendimiento.

4. No juzgar. No etiquetar la experiencia, ni calificarla de buena o mala.


Tan solo observamos y descubrimos lo que nos sucede con ella, sea nuestra
experiencia o la del otro. Y en caso de juzgarla, poder darnos cuenta de que lo
estamos haciendo, que es lo que yo analizo y juzgo de lo que pasó.

5. No interpretar. Estamos acostumbrados a suponer, a saber de


antemano lo que le pasa al otro. Por ello, es sano no interpretar, no adjudicar
significados, no asegurar lo que le está pasando a la otra persona. Distinguir lo
obvio, que captamos por nuestros sentidos, de todo aquello que luego le
agregamos, fruto de nuestros imaginarios que damos por ciertos. La
adjudicación de intenciones acusa y causa daño: “Eso lo hiciste porque vos
sos” o “yo sabía que esto te iba a pasar, si seguís así te vas a quedar solo”.
Al igual que nos pasa con juzgar, si interpretamos, lo más importante es
que nos hagamos cargo de que lo estamos haciendo: es mi interpretación de
los hechos, estoy interpretando lo que pasó y tal vez sea acertada mi
interpretación. Lo importante es darme cuenta de que estoy interpretando y que
es mi propia interpretación.

6. No minimizar. Es habilitar lo que surge como es: si es un sentimiento


o una expresión, validarla así como se está manifestando en este momento.
Expresiones como “bueno, no es para tanto” pueden provocar lo contrario,
pues tal vez quiera resaltar aún más su sentimiento. Respetemos los

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sentimientos y expresiones que surgen tal como son, sin descalificarlos al
minimizarlos.

7. Distinguir el sentir sobre el pensar. Es una forma de poder


diferenciarlo pues no es lo mismo sentir que pensar, y muchas veces esto
queda confundido. Así, el registro sensible nos ayuda a que el organismo se
haga consciente de su estar aquí y ahora. El sentir se conecta con las
sensaciones y las emociones que se registran en el cuerpo, y provee
información más auténtica que el pensar, con el que usualmente nos
identificamos y armamos historias que suelen alejarnos de nuestra experiencia
y no hacen más que generar un murmullo mental.
Tampoco se trata de eliminar el pensamiento porque es malo, sino de
integrar, pensar en el momento de planear y razonar, y sentir para captar
aquello que me pasa, registrar mis sensaciones, sentimientos, emociones y
necesidades, y al entorno, y así ser conscientes de lo que sentimos, lo que
pensamos, lo que hacemos y lo que evitamos.
Para ello, usaremos el “yo siento”, para describir la sensación o
sentimiento que experimentamos.
Debemos tener cuidado con el uso de “yo siento que vos…” o “yo te
siento…”, pues suelen anteceder a un pensamiento o juicio del otro. Lo que sí
podré manifestar es lo que yo siento cuando el otro se expresa, pues cada uno
es dueño de sus sentimientos.

8. Reemplazar el “pero” por la “y”. En muchas ocasiones decimos “sí,


pero”. O sea, decimos que sí a toda la propuesta y luego la descalificamos o
nos justificamos. Para ello, proponemos reemplazar el “pero” por la “y”, y
simplemente agregamos lo que creemos o sentimos.
De lo contrario, estaremos queriendo borrar lo que se dijo antes del
“pero”. Lo más constructivo es reemplazar el “pero” por la “y” para agregar lo
que quiera sumar sobre lo que la otra persona ha dicho.

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9. No manipular. Es otra pauta muy importante para comunicarnos
mejor. En muchas ocasiones y con el objeto de tener lo que deseamos,
llenamos al otro de culpa, lo amenazamos, lo seducimos o lo hacemos sentir
poderoso, para que nos diga o haga lo que queremos. Poder detectar cuándo
está sucediendo la manipulación y buscar ser más claros y directos en la
comunicación sin necesidad de culpar, amenazar o seducir, va a lograr
resultados más favorables en el abordaje de los conflictos.

Vale recordar que la forma en que apliquemos estas pautas también


será fundamental: usar un buen modo, tono de voz y gestualidad que
acompañe el uso de estas pautas lingüísticas, que son una buena guía para
lograr una comunicación más sana, precisa, asertiva y clara, primero con
nosotros mismos, y luego con quienes nos relacionamos. De esta manera,
seremos más auténticos, responsables y lograremos una mejor comunicación
con los demás, en particular cuando estamos gestionando un conflicto.
Por ello, podemos ir intentando aplicar estas pautas, en forma paulatina,
comenzando tan solo con poner el foco y observar: ¿cómo estoy
comunicándome?

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BIBLIOGRAFÍA
- “Entrenamiento en Gestalt, Manual para terapeutas y coordinadores
sociales”, de Eduardo Carabelli, Editorial Del Nuevo Extremo, 2012.

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