Trabajo La prueba -Aira

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Instituto Caro y Cuervo

Maestría en literatura y cultura


Canon y Deleuze
Profesor: Alberto Bejarano
Estudiante: Juan Carlos Fuentes Anzola

DE UN AMOR CLICHÉ A UN AMOR TRANFORMADOR

El trabajo pretende poner en diálogo la propuesta de Gilles Deleuze con la novela

La prueba (2002) de Cesar Aira. Así pues, se busca realizar una lectura de la obra,

abordándola a través de la metodología, o la no metodológica deleuziana, donde se intenta

mostrar cómo operan las relaciones dentro de la obra de arte. De esta forma, se observará

cómo funcionan los afectos al interior de la obra de arte, afectos relacionados con el

concepto de deseo, este último vinculado al concepto de cuerpo; y cómo estos conceptos se

interrelacionan para poner en tensión las interrelaciones permitiendo la transformación del

otro, a través de las intensidades de lo que soy capaz de hacer.

Ahora bien, toda sociedad es en apariencia una construcción bien edificada, el

mundo social se muestra como impenetrable y como no transformable

Toda formación social da la impresión de funcionar perfectamente (…) Y, sin


embargo, siempre hay un lugar por donde se fuga y se deshace (…) Y, cuanto más nos
acercamos a la periferia del sistema, los sujetos están más afectados por una suerte de
tentación: someterse al significante (…) dejarse arrastrar a otra parte, más allá, por un
vector loco, tangente de desterritorialización, seguir una línea de fuga, comenzar a
nomadear (Deleuze, 2008. 38)

y es en esa fuga, en esa ruptura donde se empieza a evidenciar el cambio, los seres
afectados en sus interrelaciones y en su transitar el mundo generan ese espacio, esa fuga,
ese lugar por donde empieza el movimiento de transformación, como líneas o vectores que
desterritorializan y que crean nuevos espacios en el mundo, o en su mundo.
La prueba es una novela donde el mundo y la sociedad se mueven de forma

vertiginosa, pero ese movimiento es dictado por los afectos, por ese deseo que

rige la escritura (y la lectura). Y es, también, el deseo (cierto deseo) el que dibuja un
itinerario literario y sexual que se abre en un mapa de múltiples entradas; que de
ciertos cuerpos textuales (y de ciertos cuerpos sexuados) arma familia —poniendo en
relación autores/as con procedencias literarias e, incluso, pertenencias políticas
disímiles— a partir de ciertos secretos compartidos (de hendiduras en la letra), de
ciertas afecciones comunes, de cierta clandestinidad insinuada pero, también, a partir
de discursos que se seducen abiertamente, violentando tradiciones (Arnes. 2011. 43)

y es el rompimiento de esas tradiciones lo que hace que la obra sea atractiva, puesto que no

es solo el quebrantamiento de las tradiciones en cuanto a la escritura o a la canónico de la

escritura; también es la ruptura, la trasgresión de esos conceptos idílicos como el amor y las

relaciones a las que este conlleva.

Pero qué líneas, qué afectos se presentan al interior de la novela, “son las líneas del

deseo: líneas abstractas no figurativas, líneas de fuga o de desterritorialización; líneas de

segmetariedades rígidas o flexibles en las cuales el deseo se atasca o se mueve hacia el

horizonte de su línea abstracta” (Deleuze, 2008.37), son esas líneas del deseo representadas

al interior de la novela por la interacción de las tres protagonistas las que permiten

movilizar la concepción del amor, las que permiten modificar el horizonte hacia la idea del

amor como herramienta de transformación de la realidad.

Si bien, al inicio de la novela el amor se muestra como un lugar común, este va

cambiando debido al encuentro de estas tres jóvenes, ya que

si Marcia representa este mundo de lo que es, el mundo de la impotencia, ¿qué hace
que Mao y Lenin se detengan en ella? Es aquí donde entra en funcionamiento el amor
como operador. Mao y Lenin postularán el amor como la nominación de la capacidad
de transformación del mundo, del simulacro en realidad o, más precisamente, como lo
que muestra en su nombre una distancia del sujeto consigo mismo. El amor es lo que
une las dos esferas de la vida, las explicaciones y la acción: es una especie de mediador
dialéctico evanescente. En los dichos de Mao y Lenin, amor y acción se equiparan y
son los operadores de la transformación del mundo en mundo (Barros. 145)

y es ese amor, ese afecto lo que genera que la novela se movilice, permitiendo desvirtuar la

realidad para transfigurarla, para transformarla en lo que estos tres cuerpos, en lo que estas

tres chicas, que en principio eran disimiles, desean como prueba de su amor.

Ahora bien, La prueba es una obra donde todo está cambiando, todo se transforma,

ya que “Escribir es un asunto de devenir, siempre inacabado, siempre en curso, y que

desborda cualquier materia vivible o vivida” (Deleuze. 1996. 5), por esto, la novela parece

estar creando aperturas fugaces de esos límites que enmarcan la literatura convencional,

poniéndose en contacto con la filosofía, la historia, el cine, creando un espacio abierto,

múltiple, que permitirá que el lector intervenga en la obra, donde una vez atrapado por esa

vorágine de hechos veloces, desemboque en la posibilidad de imaginar su propio final.

Obras
Aira, Cesar. La prueba. México: Ediciones Era, 2002.
Arnes, Laura. “La lesbiana y la tradición literaria argentina: Monte de Venus como texto
inaugural”, Lectora, 17: 41-52. 2011.
Barros, Cesar. Del “macrocosmos de la hamburguesa” a “lo real de la realidad”: sujeto, consumo
y acción en La prueba de Cesar Aira. University of Pennsylvania Press. Revista Hispánica
Moderna, Volume 65, Number 2, December 2012, pp. 135-152 (Article).
Deleuze, Gilles. Crítica y clínica. Barcelona: Anagrama, 1996.
Deleuze, Gilles. Dos regímenes locos. Valencia: Pre-textos, 2008.

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