Vivimos en un multiuniverso
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Vivimos en un multiuniverso
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Ahora mismo puede que alguien como tú también esté empezando a leer un artículo en
su revista favorita. Esa persona tendría la misma familia y los mismos amigos que tú,
compartiría tus mismas aficiones y viviría en la misma casa de la misma ciudad. La
única diferencia es que este doble tuyo viviría en otro universo, una réplica exacta del
nuestro y estaría tan lejos que jamás podríamos comunicarnos con él de ninguna
manera. Por extraño que parezca, esta idea ha encandilado a un buen número de físicos
teóricos y cosmólogos durante la última década: la posibilidad de que nuestro universo
no sea el único que existe, sino uno entre una multitud. No habría pues un solo universo,
sino un universo múltiple o “multiverso”. Algunos universos tendrían las mismas leyes
de la física que conocemos y serían, en esencia, muy parecidos al nuestro. En otros, los
valores de las constantes fundamentales podrían cambiar, dando lugar a universos muy
diferentes. Incluso podría haber universos con leyes físicas desconocidas y estructuras
que pondrían a prueba la imaginación humana.
¿De qué tamaño es nuestra burbuja de Hubble? En un universo estático sería muy
sencillo calcular la distancia a la que se encuentra el horizonte. Como la luz ha tenido
13 800 millones de años para viajar, los objetos más lejanos visibles estarían a 13 800
millones de años luz. Pero nuestro universo no es estático, sino que está en expansión.
El propio espacio se expande, separando las galaxias unas de otras como si estuvieran
en la superficie de un globo que se hincha. Esto implica que, mientras la luz recorre esta
descomunal distancia, el objeto que la emitió sigue alejándose. Cuando recibimos su
luz, el objeto no se encuentra a 13 800 millones de años luz, sino mucho más lejos.
Según los cálculos, los objetos más lejanos que podemos ver actualmente están a unos
42 000 millones de años luz. La luz procedente de objetos que se encuentran a una
distancia mayor no ha tenido tiempo de llegar hasta nosotros. Esos objetos están más
allá de nuestro horizonte cósmico.
Los datos apoyan la idea de que el espacio continúa más allá de los límites de
nuestro universo observable. Estos mismos datos indican que el espacio está
uniformemente lleno de materia a grandes escalas.
Universos-burbuja
Ahora retrocedamos en el tiempo 13 800 millones de años hasta el Big Bang.
Exactamente 10-36 segundos después del nacimiento del universo ocurrió algo
extraordinario: durante apenas un instante, el cosmos se expandió exponencialmente,
aumentando de tamaño 1030 veces. Esto implica que una región del espacio del tamaño
de un frijol se estiraría hasta alcanzar un tamaño mayor que nuestro universo
observable. Y todo en una milésima de billonésima de trillonésima de segundo. Este
suceso es lo que se conoce como inflación cósmica. Fue propuesta por el físico
estadounidense Alan Guth en 1981 para explicar algunas características de nuestro
universo. Aunque nadie sabe aún con certeza qué mecanismo pudo haberla provocado,
hoy es aceptada por la gran mayoría de los científicos (véase ¿Cómo ves? No. 186). Y
en cuanto al tema que nos ocupa, el universo inflacionario es la semilla de la que nace el
llamado “multiverso de nivel II”.
Membranas gigantescas
Otra rama de la física donde surge de forma natural la noción de multiverso es la teoría
de cuerdas. Desde su aparición, a mediados de la década de 1980, la teoría de cuerdas es
la candidata más prometedora —si no la única— para la teoría de todo (véase ¿Cómo
ves? No. 108). Según la teoría de cuerdas, todo lo que hay en el universo está
compuesto por unos diminutos hilos de energía. Estas cuerdas vibran de diferentes
maneras, como las de un violín, para formar las partículas elementales. Esta elegante
teoría tiene, sin embargo, un requisito sorprendente: necesita siete dimensiones
espaciales más de las que vemos.
La teoría de cuerdas no sólo incluye cuerdas, sino otros objetos más grandes, unas
especies de membranas. Éstas podrían tener más de tres dimensiones, y no estarían
limitadas en tamaño, como las cuerdas. Si contaran con la energía suficiente, podrían
alcanzar un tamaño descomunal, tan grande como nuestro universo. Algunos teóricos
proponen que nuestro universo podría estar dentro de una membrana tridimensional. Si
esta idea es correcta, entonces ¿por qué no vemos la membrana? La respuesta de la
teoría de cuerdas es que los fotones, las partículas de la luz, estarían atrapados en la
membrana; podrían moverse libremente por ella, pero no podrían salir. Así, la
membrana parece completamente transparente e invisible. Por el mismo motivo, no
podríamos ver ninguna de las dimensiones extras que predice la teoría, ni tampoco otras
membranas que flotaran en un espacio de más dimensiones. Todos estos posibles
universos, que también conformarían un multiverso de nivel II, podrían estar ahí mismo,
a nuestro lado, mucho más cerca de lo que sospechamos.
¿Ciencia o ciencia-ficción?
Pese a todo, algunos cosmólogos han sugerido posibles indicios de la realidad del
multiverso. Si viviéramos en un multiverso de nivel II, otro universoburbuja podría
haber chocado contra el nuestro y el rastro de este catastrófico suceso debería haber
quedado impreso en la radiación cósmica que impregna el cielo. Encontrar esta señal
supondría un buen argumento a favor de la existencia de otros universos.
Otra posibilidad sería medir la forma, o la geometría, del espacio. Las opciones que se
barajan son: esférico, plano o hiperbólico —como una silla de montar—. Una esfera
ocupa un volumen finito, lo que no encajaría con un multiverso de nivel I. Los datos
astronómicos recopilados hasta la fecha indican que el universo observable es plano,
aunque esto tampoco sería definitivo. Igual que la Tierra parece plana en nuestra vida
cotidiana, el universo podría exhibir una geometría diferente más allá de nuestro
horizonte cósmico.
Estos indicios a favor o en contra del multiverso no serían, en ningún caso, pruebas
concluyentes. Quizás haya que esperar a que se confirme alguna de las teorías que
predicen un multiverso, en especial la teoría de cuerdas.
Aunque resulta fascinante, hay que admitir que la idea del multiverso es muy
especulativa.
Un multiverso matemático
En los multiversos que hemos considerado, las leyes fundamentales de la naturaleza
siguen siendo las mismas. En todos podríamos seguir usando las leyes del movimiento
de Newton, por ejemplo. Pero, ¿por qué no permitir que varíen las leyes de la física? En
lugar de describir una elipse, la trayectoria de los planetas alrededor del Sol podría ser
mucho más compleja si la fuerza gravitatoria no fuese inversamente proporcional al
cuadrado de la distancia. El multiverso de nivel IV estaría formado por todos los
universos posibles con leyes de la física distintas. Aunque no está claro de qué forma
podrían cambiarse las leyes, hagamos un ejercicio de imaginación. Supongamos que en
el futuro existe una civilización capaz de crear universos en el laboratorio, escogiendo
las leyes que los gobiernan como quien cambia los ingredientes de una receta. El
principal inconveniente es que no habría evidencias de su creación. Por muy pequeño
que sea, un universo en expansión genera nuevo espacio más allá del nuestro y no lo
podríamos ver. ¿Qué sentido tendría entonces crear un universo, si no habría forma de
interactuar con él, y ni siquiera sabríamos con seguridad si nuestro experimento tuvo
éxito?
Otra opción sería olvidarnos de los universos reales y considerar en su lugar los
virtuales. La realidad virtual ya está empezando a invadir nuestra vida cotidiana, con
juegos como Pokémon Go. No sería extraño que dentro de un siglo, una civilización
fuese capaz de crear universos virtuales mediante supercomputadoras, al más puro estilo
Matrix.
Aunque resulta fascinante, hay que admitir que la idea del multiverso es muy
especulativa.Una buena parte de la comunidad científica se pregunta si el estudio de
universos paralelos puede considerarse siquiera como una rama de la ciencia. Después
de todo, ésta se basa en la verificación experimental. Gracias al método científico, la
ciencia descansa en hechos y resultados, y no en creencias. Si nunca vamos a obtener
pruebas directas de otros universos, ¿no estamos abandonando la razón fundamental del
éxito de la ciencia?