Tejido Vivo
Tejido Vivo
Tejido Vivo
ISBN: 978-628-95367-8-2
Angosta Editores
www.angosta.co
Dejusticia
www.dejusticia.org
Palabras clave:
Sociedad Civil, Organizaciones de Base Comunitaria, Defensores de
derechos humanos, Democracia, Tejido Vivo, Líderes sociales, Angosta
Editores, Dejusticia.
Introducción����������������������������������������������������������������������������������������������������������� 16
Bibliografía ����������������������������������������������������������������������������������������������������������� 25
Baruleras Poderosas���������������������������������������������������������������������������������������������56
FUNDACIÓN PODEROSAS COLOMBIA
Adriana Abramovits
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Agencia Baudó, Asociación Vokaribe, Corporación Vínculos, Sentiido
y Corporación Ilex-Acción Jurídica.
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Introducción
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representa los intereses del sector privado empresarial con ánimo
de lucro. Scholte también resalta que este tercer sector se caracteriza
por ser voluntario, es decir, son organizaciones que nacen de la libre
voluntad de asociación de las personas que generalmente se orientan
hacia un interés común.
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En segundo lugar, la existencia de la sociedad civil implica la
participación de otros actores distintos a las superpotencias estatales
y las corporaciones multinacionales en la arena política. Este hecho
tiene un efecto democratizador que enriquece los debates, fortalece
la transparencia de los procesos públicos y pone sobre la mesa
preocupaciones locales y globales que no están mediadas por intereses
económicos o de poder político. Así, por ejemplo, fue gracias al
trabajo de distintos actores de la sociedad civil que a mediados del
siglo XX disminuyeron los crímenes contra los derechos humanos y
se crearon instituciones de monitoreo y estándares de los mismos en
la ley internacional para la protección de las poblaciones vulnerables
(Cruz-Rodríguez, 2012).
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el poder político y del ánimo de lucro empresarial, se han organizado
voluntariamente y han logrado grandes conquistas en el terreno
de los derechos humanos. Organizaciones, en su mayoría rurales
y de base comunitaria, que desde distintos lugares del territorio
colombiano han creado formas de resistir a la discriminación y la
violencia por medio de nuevas alternativas económicas, políticas y
jurídicas, en donde la música, el arte y la cultura son un elemento
esencial de activismo. Y tercero, este libro también ofrece historias
de organizaciones que, por medio de sus valores colectivos, de
solidaridad y empatía, le han aportado inmensamente al avance de la
protección jurídica y social de los derechos humanos en el país, y al
fortalecimiento de nuestra democracia.
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En “Montes de María, una despensa de historias” y “Sentiido: el
buen periodismo al servicio de la diversidad” por Marcela Madrid
Vergara, “El sonido de las ‘otras’ voces del Caribe” por Ivonne Arroyo
y “Baudó AP: un río de historias” por Adriana Abramovits, se cuentan
las historias de cuatro medios de comunicación independientes que
por medio de la creatividad y las herramientas del buen periodismo
han hecho su mejor esfuerzo por contar las historias de resistencia
campesina, indígena y afrodescendiente, y reducir los prejuicios hacia
las personas LGBTI y comunidades más vulnerables.
Textos como “El espacio que descentraliza la paz desde los Montes de
María” por Ivonne Elena Díaz García, “Buenaventura: soñar es resistir”
por Daniel Ospina, “Corporación Vínculos, dos décadas apostándole a
aliviar el sufrimiento emocional de la guerra” por José Darío Puentes
Ramos y “Un laboratorio narrativo para sanar” por Adriana Abramovits
relatan las historias de cuatro organizaciones que por medio de
distintos espacios de deliberación, formación y atención psicosocial
han trabajado de forma admirable en la construcción de paz de nuestro
país. Trabajan en la construcción de afecto y confianza comunitaria, en
diálogos de reconciliación y de esperanza, en la terapia y el arte como
una forma de curar las heridas de la infancia, y en la idea firme de
poder soñar un país distinto a pesar de la guerra y la desesperanza.
En “La lucha por la Justicia Racial desde los datos y el litigio” por
Carolina Rodríguez Mayo, “El corazón de la Isla” por Vivian Newman,
“La lucha de las mujeres afro del norte del Cauca se cuenta en
canciones” por Mariana Escobar Roldán y “La resistencia del pueblo
negro de la costa pacífica del Cauca” por Paloma Cobo y Daniel Ospina,
se relatan las historias de cuatro organizaciones conformadas por
personas afro que, por medio del litigio estratégico, la música, el arte y
el conocimiento de sus antepasados, luchan por reinvindicación de los
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derechos del pueblo negro, la prevención de las violencias de género y
la protección de sus territorios.
“Una organización que apoya a los awá” por Carolina Mila, “La lucha
de ACIMVIP: Sacha Muiu y la protección del Territorio” por Paula
Andrea Valencia Cortés, “El pueblo kankuamo como muralla de la
Sierra Nevada” por Paulo Ilich Bacca y Dayanna Palmar Uriana y
“Las mujeres kankuamas, el tejido vivo y la justicia ancestral” por
Omaira Marcela Cárdenas Mendoza, Mariana Camacho Muñoz y Diana
Quigua, narran las historias de tres organizaciones que han resistido
al conflicto armado colombiano y trabajan en fortalecer sus sistemas
justicia propia con el objetivo de garantizar el acceso a la justicia de
las mujeres y sus familias para lograr la armonía y el equilibrio de las
comunidades y territorios.
En “La libertad de elegir una vida plena con discapacidad” por Juan
Carlos Jaimes, “‘Perdí a mi único hijo, pero gané muchos más’” por
María Mercedes Acosta, y “‘Una persona con autismo no vive en su
propio mundo’”: trece años derribando estigmas sobre el autismo
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en Colombia” por Sofía Forero Alba, se narran las historias de tres
organizaciones lideradas por madres que han luchado de forma
incansable en contra de la discriminación que han sufrido sus hijos, y
por los derechos de las personas LGBTI y con discapacidad.
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guerra y la inseguridad de este país que azota a los líderes y lideresas
sociales, trabaja sin descanso por materializar el respeto por los
derechos humanos y la democracia, transformar realidades para las
poblaciones más vulnerables, habitar sus territorios de forma digna y
pacífica, conservar sus tradiciones y mantener su voz valiente, fuerte y
resonante en todo territorio colombiano.
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Bibliografía
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Cultura Económica.
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derechos: Dejusticia y sus más de quince años de trabajo por la justicia
socioambiental y el Estado de Derecho. Editorial Dejusticia.
TEJIDO VIVO 25
JUAN SEBASTIÁN HERNÁNDEZ
Esta ley no habría sido posible sin la tenacidad de las mujeres que
han padecido en carne propia la violación de sus derechos en las
cárceles. Cuesta mucho imaginar lo que significa ser una mujer
encarcelada en nuestro país: además de soportar la violación de
derechos que afecta a toda persona privada de la libertad (tales como
el hacinamiento, la comida en descomposición y la falta de agua
potable), las mujeres también enfrentan la insuficiencia de toallas
higiénicas, a no tener atención ginecológica, a malos tratos por parte
de la guardia que tiende a verlas como “malas mujeres”, a recibir
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menos visitas de sus hijos y familiares que los hombres, a habitar
peores cárceles. Son, en su mayoría, mujeres vulnerables que no
tuvieron oportunidades de estudio, que tienen a su cargo el cuidado y
sostenimiento de familiares, y que además, enfrentan obstáculos para
encontrar empleo. Muchas también han sido víctimas de violencia
intrafamiliar o de género.
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se exponen a discriminación, explotación y violencias de género
porque, como dicen, ‘antes debe agradecer el hecho de tenerlo tras
haber estado en prisión’”. Precisamente por esto, en 2019 ella y otras
ocho mujeres que estuvieron privadas de la libertad fundaron Mujeres
Libres, una organización dedicada a la lucha por los derechos de las
mujeres que están o han pasado por la cárcel.
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Y, sin embargo, quizás la tarea más admirable de Mujeres Libres es no
dejar solas a las mujeres que han pasado por prisión, mujeres que son
abandonadas por la sociedad. “El primer paso para exigir un derecho
es conocerlo”, dice Claudia. Así explica por qué ella y sus compañeras
visitan cárceles para enseñarles a las mujeres sus derechos consagrados
en las Reglas Bangkok y otros tratados internacionales, y les ofrecen
apoyo psicosocial y asesoría cuando salen de prisión. Esto les ha dado
un espacio seguro para compartir sus experiencias y enfrentar el reto
de regresar a una sociedad que les cierra casi todas las puertas.
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JUAN CARLOS JAIMES
Luego de una charla de más de dos horas con Mónica Cortés, directora
de Asdown, Ana Lucía y su esposo, Mauricio Rodríguez, afirmaron aún
más su decisión: Pablo nacería como estaba planeado y nada detendría
su sueño de ser padres.
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con el paso del tiempo se vuelven recuerdos que esbozan sonrisas en
su madre cuando habla de las anécdotas de su hijo.
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las familias, profesionales, maestros y organizaciones que buscan una
transformación social a través de la inclusión”, asegura Ana Lucía.
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17 de cada 100 personas con discapacidad alcanzan la educación
superior, según la Encuesta Nacional de Calidad de Vida. “Esa niña,
ese niño o ese joven que es rechazado por su condición –cualquiera
que esta sea–, tiene también capacidades. Entre ellas, por supuesto,
la capacidad de aprender”, comenta Mónica Cortés. Quienes
han sufrido la experiencia de conseguir colegio para un hijo con
discapacidad la describen como estar en un laberinto que solo
conduce a puertas cerradas, como subirse a un carrusel de rechazos,
de puertas giratorias. “A mí me permitió fortalecerme, orientarme,
ser líder y vocera de los proyectos de vida de mi hijo”, comenta
Ana Lucía Jiménez.
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MARCELA MADRID VERGARA
Por esos días, este territorio -que abarca los municipios de Florencia,
Montañita, Paujil y Doncello- estaba amenazado por “los cocos”. Así
le llama la lideresa Elda Yaneth Martínez a los proyectos extractivistas
que se abrían paso en la zona: dos bloques petroleros y una hidroeléc-
trica que pretendía privatizar el emblemático río San Pedro. Entonces,
miles de campesinos y campesinas que estaban desarticulados como
consecuencia de la guerra volvieron a unirse con un objetivo común:
frenar la explotación de sus recursos naturales.
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Les aclararon que esta no garantiza el derecho a la consulta previa ni la
titulación colectiva de la tierra (figuras ligadas a los pueblos indígenas
y afro), pero sí el reconocimiento “a nuestra manera de trabajar, de
vivir, a los saberes históricos y a proponer una forma de ordenamiento
territorial”, explica Elda, hoy presidenta de Acomflopad.
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Mientras ese sueño avanza, los campesinos y campesinas de
Acomflopad han creado estrategias para defender sus derechos al
tiempo que cuidan las montañas, el bosque y los ríos. “Es una tarea de
todos en nuestras fincas. Nosotros ya somos viejos pero tenemos hijos
y nietos, no queremos que sufran en el futuro”, dice José Elí Collazos,
un campesino que llegó hace treinta años a la región.
El orgullo de conservar
Gracias a ese cuidado colectivo del bosque, hoy Genaro puede sacar
pecho y decir que desde su finca tiene contacto con las especies más
bellas de fauna y flora. Por ejemplo, “unas pavas gigantes y bonitas
que lo despiertan a uno a las cinco de la mañana con sus chillidos”; o el
mico churuco, al que “yo le silbo y él me contesta”; o una orquídea que
“parece una novia árabe”.
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Genaro es un hombre de ceño fruncido y mirada ruda, que se
enternece cuando habla de la naturaleza que lo rodea. Dice que,
si logran convertirse en Zona de Reserva Campesina, le gustaría
crear una ruta turística para compartir con otros el privilegio que
disfruta a diario.
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amortiguación que, según explica Genaro, “no es para irla a destruir
por ningún campesino, sino como un emblema que se pueda cuidar”.
Pero para Acomflopad, el monte es para darle buen uso. Por eso, la
apuesta de la organización es pedirle al Gobierno que sustraiga la
Zona de Reserva Forestal y permita que la segunda Zona de Reserva
Campesina más grande del país se convierta en realidad. Así, están
convencidos, podrán ser dueños de sus tierras, seguir saludando
a los micos y escuchando el caudal de sus ríos. Así dejarán de ser
aves pasajeras.
TEJIDO VIVO 43
MARÍA MERCEDES ACOSTA
El día elegido, Andrés miraba los carros pasar listo para lanzarse,
cuando recibió una llamada inesperada. Su caso había llegado a oídos
de Alba Lucía Reyes, fundadora y directora de la Fundación Sergio
Urrego, organización que nació en 2015, después de que su único hijo,
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Sergio Urrego, se quitara la vida. María Paula Vega, psicóloga de la
organización, era quien llamaba a Andrés. Antes de contactarlo, ya le
había avisado a la policía y a una ambulancia.
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La idea de crear una fundación tiene su antecedente más determinante
el 4 de agosto de 2014 cuando alrededor de las 8 y 30 de la noche Alba
regresa a Bogotá desde Cali donde estaba en un viaje de trabajo y le
avisan que Sergio, su único hijo, se había lanzado desde la terraza de
un centro comercial. Su suicidio estaba motivado en la persecución
que había vivido por parte de las directivas del Gimnasio Castillo
Campestre, colegio en el que estudiaba.
Lo cierto es que después del suicidio de Sergio, cada día que pasaba
Alba sentía con mayor intensidad el dolor de su ausencia.
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Desde entonces empezó a contemplar la idea de hacer algo para evitar
que casos como el de su hijo se repitieran. En 2015, justo un año
después del fallecimiento de Sergio, una persona le dijo: “tú deberías
crear una fundación”. A ella la propuesta le sonó.
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desde la casa porque para Alba fueron muy reveladoras las marchas
multitudinarias de 2016 contra la llamada “ideología de género”. No
entendía muy bien por qué papás y mamás marchaban contra una
educación de calidad para sus hijos e hijas. Desde entonces, aunque
ella no se atribuyó el título, es reconocida como “una mamá activista”.
Muchos niños, niñas y jóvenes la llaman “mamá” y ella los siente como
sus hijos e hijas. “Yo perdí a mi único hijo, pero gané muchos más”.
Para Alba, las voces de las familias que defienden los derechos de sus
hijos y sus hijas son muy potentes porque es algo que se hace desde
el vientre y desde lo más profundo del corazón. Es algo visceral. Y
aunque ella está lejos de ser una cristiana fundamentalista como Mary
Griffith, la mamá de la película “Plegarias por Bobby”, es inevitable no
asociarlas. Las dos perdieron a sus hijos LGTBIQ+ por discriminación,
hecho que las llevó a convertirse en “mamás activistas”. Griffith en
la organización PFLAG (Padres, Familiares y Amigos de Lesbianas y
Gais) donde logró entender que el Dios en el que cree no tenía nada
que curarle a su hijo y Alba Reyes en la Fundación Sergio Urrego donde
la mueve el amor por seguir salvando vidas.
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SIMÓN UPRIMNY AÑEZ
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Reserva Campesina (Anzorc) con el objetivo de defender las siete
ZRC existentes hasta ese momento e impulsar otras más. Para Anzorc,
dichas zonas de reserva son el logro jurídico más importante de la
historia del campesinado, juicio que no parece descabellado si se
piensa que, a pesar de todas sus bondades, la Constitución de 1991
no reconoció al campesinado como un sujeto especial de derechos,
lo cual sí ocurrió con las poblaciones indígenas y afro. Para Elda
Yaneth Martínez, actual presidenta de Anzorc, “las ZRC nos dan a los
campesinos la capacidad de poder revisar lo que somos, de trabajar
sobre las realidades que conocemos porque somos quienes habitamos
y conocemos los territorios. Pero también son la posibilidad de
proponer nuevas cosas, porque al campesino no le interesa quedarse
en el discurso de las carencias y las desigualdades, sino buscar alter-
nativas de cambios verdaderamente realizables”. En la ZRC de Cabrera
(Cundinamarca), por ejemplo, los campesinos decidieron organizarse
para producir café orgánico y, en la del valle del río Cimitarra, carne
de búfalo. Estos alimentos son luego exportados a las ciudades, que,
además de apoyar la economía campesina, reciben comida saludable y
producida de una manera responsable con el medio ambiente.
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tierra: según Oxfam, el 1 % de las fincas de mayor tamaño concentran
el 81 % de la tierra. Las ZRC son entonces muy saludables para la
democracia colombiana: permiten, al mismo tiempo proteger el
medio ambiente, detener el acaparamiento de tierras, promover la
economía campesina y frenar la expansión de la frontera agrícola. En
la valiente defensa de las ZRC radica la importancia de Anzorc, una
asociación que se diferencia de otras porque es de tipo “sombrilla” (o
de segundo nivel), es decir, que agrupa a otras organizaciones: para ser
precisos, a 79 organizaciones campesinas activas de 22 departamentos
del país. De ahí que, en su interior, reine la diversidad, pues contrario
a lo que creen muchos habitantes de las ciudades, el campesinado
no es un todo homogéneo. Dentro de Anzorc hay espacio para la
discusión, el disenso. Y en esto, reflexiona Martínez, reside su fuerza:
“Unidad mas no uniformidad: ese es uno de nuestros lemas”.
TEJIDO VIVO 53
vieron entonces obligadas a interponer una tutela para la aprobación
de tres de las cuatro zonas decretadas a finales de 2022, pues los
requerimientos necesarios para ello estaban listos desde hace años,
pero habían sido ignorados por la Agencia Nacional de Tierras.
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ADRIANA ABRAMOVITS
Baruleras Poderosas
Uno de los espacios que más frecuentan las Poderosas es Playa de los
Muertos, un antiguo cementerio indígena del siglo XVI, época en la
que Barú dejó de ser península y se convirtió en isla.
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La isla de Barú que conocemos hoy en día ha estado marcada por las
luchas de autodeterminación y reconocimiento de las comunidades
afrodescendientes. Las tensiones frente al control del territorio
por nuevos colonos adinerados se evidencia en las distintas formas
de propiedad y en cómo Cartagena, una de las ciudades que genera
mayores ganancias económicas por cuenta del turismo, tiene
corregimientos insulares y rurales como Barú, donde se destruyen
amplios ecosistemas de manglar para construir hoteles y lujosas
casas de descanso, mientras sus pobladores carecen de servicios
básicos, como acueducto, alcantarillado y un sistema básico de
recolección de basuras.
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Para el 2018, momento en el que Poderosas se empezó a tejer como
una red de apoyo, la institución Luis Felipe Cabrera negaba a las
profesoras incluir estos temas dentro del currículum académico. Esta
situación está también representada en toda Colombia, pues según el
informe del Índice Welbin de 2022 sobre bienestar escolar, 7 de cada
10 docentes no están capacitados en sexualidad humana y derechos
sexuales/reproductivos. Lo que indica que hablar de embarazo
adolescente en Barú remite a un pasado de racismo, machismo y
colonialismo, pero hace parte de una realidad mucho más amplia que
está presente en todo el país.
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La creación de Poderosas activó las alertas de algunos padres
y directivos del colegio que sentían que esta iniciativa era una
“incitación a tener relaciones sexuales”, sin embargo, en muy poco
tiempo, los resultados de este despertar hablaron por sí solos: el
embarazo adolescente se redujo de 18 a 4 casos entre el 2018 y el 2019.
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y adolescentes a causa de la menstruación y la normalización de los
embarazos adolescentes la llevaron a convocar estos encuentros
extracurriculares, que hoy siguen siendo el corazón de Poderosas.
Estos círculos de formación, liderazgo y educación sexual, están
condensados en módulos entre 10 y 15 sesiones, con la posibilidad de
adaptarse a las necesidades de cada territorio.
En Barú, las mujeres han sido y son más que nunca Poderosas: hablan
de sororidad, buscan relaciones donde se valora el cuidado mutuo y la
responsabilidad afectiva. Se conversa abiertamente de deseo, placer y
derechos. Las niñas y jóvenes identifican las distintas manifestaciones
de violencia y conocen las alternativas para responder asertivamente.
También comparten las ideas que tienen sobre lo que representa una
familia y reflexionan sobre sus planes a futuro, mientras en el colegio
no se dejan intimidar si alguien les dice que su sangre es “sucia”.
TEJIDO VIVO 61
CAROLINA RODRÍGUEZ MAYO
TEJIDO VIVO 63
instrumento para la distribución del ingreso y la riqueza, la forma de
recolección y, en general, la capacidad para la inversión en iniciativas
públicas y planes de desarrollo que tienen como fin la garantía de los
derechos de todas las personas”. Ahora imaginémonos que esa política
fiscal está desprovista de la información completa y, que por eso,
millares de personas afro se quedarán por fuera de oportunidades que
se relacionen con su crecimiento académico, social o económico.
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ILEX busca mostrarle a Colombia las realidades de las personas negras
usando como puente el reconocimiento de sus diferentes intersec-
ciones, si bien su aporte fue muy significativo en lo que terminó
por aceptar la Corte Constitucional con respecto a la invisibilidad
estadística de 2018, este no es el único aporte que han realizado a la
contabilidad estadística de las poblaciones negras.
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bajo el lente de la raza, una investigación que lleva muy poco tiempo
en Colombia, en especial desde la orilla de lo jurídico. Una perspectiva
de justicia racial es una oportunidad para cambiar la política pública,
como el ejemplo que nos da ILEX con la política fiscal que con un
enfoque étnico/racial podría entenderse como un instrumento
para adoptar decisiones relacionadas con el gasto, el impuesto y el
endeudamiento.
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CAROLINA MILA
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colegio hoy cursa un pregrado en administración financiera y una
especialización en formulación de proyectos. “Hay mucho trabajo
por hacer aquí”, explica. Dentro de sus proyectos, Edisson tiene
en mente revivir el colectivo de comunicaciones y la emisora de la
que fue director en el colegio, bajo la directriz de la organización
social Chacana, que se ha dedicado a apoyar a la comunidad awá
desde el 2011.
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La importancia de empoderar a la comunidad
El primer proyecto que Chacana desarrolló con los awá fue financiado
por la cooperación internacional en 2011, y buscaba ayudar a fortalecer
las coordinaciones de mujer y familia de la organización Unipa
(Unidad Indígena del Pueblo Awá) y Camawari (el Cabildo Mayor
Awá de Ricaurte). “La idea era que las mujeres aprendieran sobre sus
derechos y fortalecieran sus capacidades para el liderazgo y el trabajo
comunitario”, cuenta Mercedes Villota, socióloga de la Universidad de
Nariño y actual representante legal de la organización.
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llover o no” recuerda Iván, “entonces era muy complicado llegarles
con clases magistrales sobre los derechos”. También notaron que los
awá vivían en un estado constante de miedo y era esencial construir
lazos de confianza con ellos. “Nos dimos cuenta de que era importante
conocerlos en sus espacios cotidianos, como la cocina, y el trabajo
en el campo”, cuenta Mercedes. “Así como en sus recorridos por el
territorio, una actividad que resulta central en su vida y su cultura”.
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analogía del tejido de un canasto para explicar los derechos de la
mujer así como la violencia de género. Las asistentes al taller también
aprendían cómo explicarles la cartilla a mujeres de otros resguardos.
Doris estuvo con Chacana un par de años y luego siguió trabajando por
su cuenta. Sin saberlo, su compromiso ha inspirado a otras mujeres
awá incluidas sus propias hijas; ella dice que no olvidará el día que
al regresar de una visita a otro resguardo su hija menor le comunicó
que quería seguir estudiando. “Había quedado impresionada con
el taller que yo había dado y cómo la gente se había expresado y me
dijo que quería ser sicóloga para ayudarlos”, y hoy se encuentra en
camino a lograrlo.
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sexual y el maltrato en el marco del conflicto y la vida familiar. La casa
también es un espacio para que las mujeres se reúnan en confianza, así
como un hogar de paso para todas las que deben viajar de un resguardo
a otro para realizar actividades de fortalecimiento organizativo como
las realizadas con Chacana.
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PALOMA COBO
Los orígenes
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hacerse con la coca en días. Por eso, faltaban maestros de escuela en
el departamento. El rumor se regó a través de familias y conocidos y
llegó a la Costa Pacífica y a las normales del Chocó. De allí vinieron los
maestros y maestras. Yohaysa es la hija de una de ellas.
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la quieren y pienso que parte de lo que han recuperado es esto: la casa
para encontrarse con las vecinas y sus hijas, el lugar para quererse.
Las recetas
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algunas solo había letrinas. Logró que la Asociación de Exportadores
de Flores de Colombia le donara lo suficiente para hacer los baños.
Cuando los fueron a construir, se dieron cuenta de que era preciso
correr el aula porque se la iba a llevar el río, así que lo hicieron. Ella
dice que siempre tuvo ángel y que es por eso que las cosas le salen,
pero es también por su audacia y por su persistencia alegre. Ahora
trabaja en FREMA. Quiere que las tradiciones de sus ancestros no
sigan perdiéndose. No se trata de un ejercicio de la nostalgia, o no
solo, sino de aguante. Desde allí resisten a la injusticia contra las
mujeres y los afros, que parece siempre reinventarse.
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plátano en el supermercado. Las fumigaciones dejaron a la tierra sin
sangre, dijo alguien más, “y si no tiene sangre, no tiene vida para
dar”. Olvidaron también, dicen, la red de apoyo mutuo que trajeron
consigo del Pacífico al llegar. Antes “si alguien cazaba, a todas las casas
llegaba una presa”.
TEJIDO VIVO 81
MARÍA MERCEDES ACOSTA
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2022 se documentaron 325 delitos sexuales en La Guajira que incluyen
desde acoso verbal hasta penetración forzada, violencias en su mayoría
ejercidas por personas cercanas a la víctima como parejas, ex parejas,
familiares, amigos y conocidos.
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de La Guajira, así que un día de 2012 le apostó a liderar campañas
como “piensa tu voto” y “hablando miércoles”, coordinando los
contenidos de infancias y género.
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contó a la prensa”, dice Galeano. “Evas y Adanes”, además, les parecía
un nombre polémico para una organización feminista.
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presión por ser heterosexual sino poder reconocerse como queer
o pansexual. En buena medida, aseguran sus fundadoras, el
crecimiento de Evas y Adanes radica en que ha ido permeando
espacios y personas con sutileza, evitando los discursos
polarizantes. “Si el tono inicial de la organización hubiera sido
más fuerte e impositivo, no hubiéramos logrado lo que hemos
conseguido. Esa sutileza ha sido la puerta de entrada para ir
conquistando escenarios. Pero ya es necesario ser más atrevidas,
no solo compartir conocimiento, sino nuestra visión de mundo y
fijar más nuestra posición. Dejar claro que los derechos humanos
no son temas de opiniones ni de estar o no de acuerdo sino algo
propio de todos los seres humanos”, señala Ana Teresa Puente.
TEJIDO VIVO 87
SOFÍA FORERO ALBA
TEJIDO VIVO 89
que lo vive, para su familia, para las políticas públicas y para la
comunidad”, menciona Betty Roncancio, directora de LICA. Esta
organización surgió con el propósito de visibilizar qué es el autismo,
enfrentar la exclusión que la sociedad les impone a las personas
con esta condición y trabajar por la garantía plena de sus derechos.
Betty y su familia decidieron fundar LICA años después de recibir el
diagnóstico de su hijo Juan José y enfrentar diferentes barreras para
acceder a servicios de salud y educación. A Juan José, al igual que a
muchos niños y niñas con su condición, le cerraron las puertas de
muchos jardines infantiles por considerar que no estaban preparados
para recibir a una persona con autismo, o que recibiría un mejor
acompañamiento en instituciones especializadas, a pesar de que esto
implica negar su derecho a la educación, excluirles de un entorno
escolar regular e impedirles aprender en igualdad de condiciones.
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Autista-RCEA, en la que se articulan familias y organizaciones de 15
ciudades de Colombia para buscar la garantía de los derechos de las
personas con autismo.
TEJIDO VIVO 91
PALOMA COBO
El centro es la periferia:
un círculo de palabra en
la Fundación Caminos de
Identidad -FUCAI-
TEJIDO VIVO 93
mentiras. Las personas les pedían ayuda y ellos, que eran entonces
funcionarios públicos, tenían que decir que no podían, que faltaba
un trámite o una firma, que esa decisión no estaba en sus manos. La
frustración y la vergüenza los llevaron a crear una organización para
cumplir lo que prometían.
94
Los objetos
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Al comienzo, la especialidad de los miembros de FUCAI no era la
alimentación, ni la salud, ni el agua. Sus fundadores eran especialistas
en educación intercultural bilingüe. Formaron ochocientos docentes
y directivos, escribieron textos y programas. Pero en Asamblea
de autoridades indígenas se los exigieron. Así que “volvieron al
machete, el palín y el hacha”, me cuenta Ruth. Saben que tienen
que conocer de suelos, de semillas, de cultivos, de peso y talla, de
nutrición y de cocina nativa para poder hablar de hambre cero y
soberanía alimentaria. “Vamos donde nos llaman. Nos dicen qué
quieren y para qué lo quieren. Establecemos acuerdos y compartimos
responsabilidades. Siempre siguiendo los principios de la pedagogía
del amor y con un alto nivel técnico”, apunta orgulloso Adán Martínez,
uno de los fundadores de FUCAI.
La abundancia
96
de Leticia. Es gestora ambiental en la Fundación y técnica bilingüe.
Trabaja con niños reforestando la selva quemada. El cesto tejido que
tiene en sus manos habla de la abundancia, dice. Recuerda lo que
enseña a los niños con los que trabaja: “todos somos ricos aunque
digan que somos pobres”.
TEJIDO VIVO 97
JOSÉ DARÍO PUENTES RAMOS
TEJIDO VIVO 99
que la Constitución del 91 los excluyó de nuevo, desconociendo las
luchas que empezaron en los años 30 del siglo XX, y a la par, brindó
herramientas políticas a la población indígena y afrocolombiana, pero
lamentablemente no sucedió así con el campesinado.
100
Un censo que no los contó
Por ese motivo, la ACIT presentó una tutela ante el Tribunal Superior
de Popayán para que se incluyera la pregunta de auto reconocimiento
Alix Morales es una campesina y pedagoga de Inzá que hace parte del
Comité de Mujeres de la ACIT. En 2017, cuenta, los integrantes de la
asociación se juntaron con el propósito de presentar una tutela para
que en el Censo Nacional Poblacional de 2018 se incluyeran preguntas
que permitieran identificar a la población campesina.
“Incluso, en algunos momentos nos tocó dar dinero para que los
campesinos y las campesinas pudiesen ir hasta donde el notario que
nos ayudó con la autenticación de las firmas”. En la memoria de Alix y
de Eliécer quedaron las filas que la gente hacía en las veredas de Inzá
para sumarse a la tutela y unirse a la lucha.
102
Con la ayuda de Dejusticia presentaron la tutela el 23 de noviembre
de 2017. Y como reconocimiento a la persistencia del movimiento
campesino, la Corte Suprema de Justicia falló a favor: el 13 de
febrero de 2018 esta alta corte le ordenó al DANE, a los ministerios
del Interior y de Agricultura y a otras entidades estatales elaborar
estudios que identifiquen al campesinado colombiano, es decir, una
radiografía para definir qué es ser campesino en Colombia y cómo se
vive en el campo.
104
IVONNE ELENA DÍAZ GARCÍA
108
en las políticas públicas, consiguiendo en ocasiones esquivar el
implacable centralismo.
110
enseñaban. Por ello se conmemoran dos días donde recuerdan a dos
rectores víctimas de desaparición forzada.
Por si fuera poco, la profe Ara con su proyecto Escuela Territorio fue
escogida en un selecto grupo de profesores departamentales para viajar
a Tokio, Japón, a una experiencia de inmersión para conocer el proceso
de paz y reconciliación de ese país. De allá vino muy sobrecogida por
la deconstrucción que han hecho del concepto amigo-enemigo y por la
visita a un museo de maestros que se encuentra al alcance de muchos.
Por eso, con una mezcla de crítica y añoranza, concluye: “los museos de
la memoria no deben estar en Bogotá, deben estar en el territorio. Mira
el caso de El Salado, deberían tener un museo vivo porque fue aquí
donde se vivió el horror de la guerra”.
Descentralizar la paz
Este es uno de los temas densos que dialogué con Angela Lederach en
una videollamada, mientras hacía una pausa en medio de una exte-
nuante mudanza en los Estados Unidos. Ella es PhD en Antropología y
Estudios de Paz de la Universidad de Notre Dame, pero además conoce
bien al Espacio Regional y al movimiento social montemariano, pues
ha recorrido por más de 8 años los campos de esta subregión. Angie,
como le dicen en el Espacio Regional, me cuenta que el Espacio ha
trabajado una propuesta de seguridad colectiva que pone la lupa
112
VIVIAN NEWMAN
El corazón de la isla
Eco-guardianes de la isla
116
Así fue como llegamos a la historia reciente en la que dos miembros
de una generación previa lideraron la recuperación de lo que parecían
estar perdiendo. Por un lado, Ever de la Rosa, antiguo representante
del Consejo de Orika, promovió a principios de 2000 la limpia
del monte para crear un asentamiento que permitió el rescate no
solo del territorio sino de la cultura que los une como grupo y que
se encontraba adormilada sobre las escrituras que protegían la
propiedad colectiva. Por otro lado, Lavinia Fiori, nativa adoptada
por la comunidad, ha navegado en este asentamiento, empujando y
apoyando la sostenibilidad y restauración ambiental a través de la
maraña institucional. Ambos, con apoyo de Dejusticia y la Universidad
de los Andes, impulsaron un tortuoso y trascendental proceso legal
ante la Corte Constitucional que en 2012 reconoció, por primera vez
en Colombia, la titulación colectiva de una comunidad afro en las islas
del Caribe colombiano. Junto con el territorio que colectivamente
les pertenecía desde la esclavitud, se protegió su cultura y el vínculo
ancestral de estas familias que siempre tienen almuerzo para el que se
aparezca al mediodía. Lograron que la Ley 70 sobre títulos colectivos
ancestrales no fuera un papel sino que se instalara en la isla. También
lograron, dice Lavinia, que Parques no solo protegiera los arrecifes y
manglares sino las prácticas ancestrales de las comunidades negras,
como la pesca y el turismo. Lograron, en fin, ser dueños de sus tierras
y de su destino. Frase que además de sonar bonito, se materializa
por la cantidad de negocios que ahora son de los nativos y en los que
trabajan como dueños, no como peones. Y así, van abriendo la puerta a
otros consejos comunitarios afros del país.
La historia de hoy
118
ANDREA FORERO HERNÁNDEZ
122
relatado por Diana Figueroa, una de las integrantes de Ensayos, en la
acción de hablar ante un micrófono, de escuchar la voz propia en alto,
de ser escuchada por otras personas, reside un gran poder. Es gracias a
esto que mujeres que en algún momento fueron acalladas, se animan a
soltar su palabra, y a hacerlo sin miedo, lo que fortalece su confianza y
liderazgo comunitario.
Sus caminos son diversos. Es una lucha que, como cuenta su actual
directora, Clara Ávila, una mujer indígena nasa, resalta la importancia
de que la organización sea un espacio de aprendizaje que posibilite la
“capacidad de decir y decidir”, de “poner la palabra”, de “permitirse
vivir”, de acompañarnos entre mujeres para que lleguemos a lugares
“donde no podemos llegar solas”. Las integrantes de Ensayos crean
en su día a día nuevas formas de imaginar la libertad. Trabajando por
hacer realidad sus sueños, nos demuestran que, contrario a lo que dice
la canción, las mujeres y personas diversas sí pueden llegar a espacios
políticos y comunitarios en los que históricamente han encontrado
cerrada la puerta de entrada. Basta con el poder popular y feminista
para abrir la puerta y entrar al cuarto a sentar la palabra.
124
MARIANA ESCOBAR ROLDÁN
EL CANTO Y LA MÚSICA SON ALGUNOS DE LOS TANTOS VEHÍCULOS CON LOS QUE ASOM,
UNA ORGANIZACIÓN QUE EXISTE DESDE 1997, BUSCA PREVENIR LAS VIOLENCIAS DE
GÉNERO Y DOTAR DE HABILIDADES Y AUTONOMÍA A UN GRUPO DE 230 ASOCIADAS.
Si Eunice y Nancy Vergara pudieran contar su historia en canciones,
lo harían. Afinarían las guitarras, marcarían el ritmo con las palmas y
entonarían, la primera como contralto y la segunda como soprano, que
ser mujer en Buenos Aires, Cauca, es un acto de supervivencia.
128
Sin embargo, con la llegada del nuevo milenio, las veredas y
corregimientos de Buenos Aires pasaron de ser pueblos pacíficos,
de gente que cultivaba alimentos y trabajaba la minería ancestral de
batea, a ser territorios disputados por actores armados. La confluencia
de grupos guerrilleros, paramilitares y de fuerzas del Estado puso en
alto riesgo a la población civil y dejó miles de víctimas de homicidio,
secuestro, desplazamiento, amenazas, desaparición, tortura y otros
vejámenes: 23.666, según el Registro Único.
130
El relevo generacional de los liderazgos es una de las prioridades
de este colectivo, que con 230 asociadas y 10 grupos de trabajo en el
Cauca, se mantiene firme en su propósito de mejorar las condiciones
de vida de mujeres afrocolombianas para que ellas mismas protejan y
defiendan sus derechos, los de sus compañeras y los de los territorios
que habitan. Lo hacen con procesos de aprendizaje, emprendimientos,
proyectos productivos, comunicación alternativa y mucha música. Es a
través de los cantos, de las tamboras, la guitarra, el violín y la marimba
que a las mujeres de ASOM se les ha hecho más fácil “hablar, limpiar,
zafar dolores, buscar esperanza”, dice con orgullo Mónica. No en vano,
en 2022 crearon un cancionero sobre paz y reconciliación, y con las
voces de Eunice, Nancy y Mónica, y la interpretación instrumental
de sus hijos y nietos, le cantaron su versión del conflicto armado a la
Comisión de la Verdad:
La resistencia del
pueblo negro de la costa
pacífica del Cauca
ENTRE LOS RÍOS Y LAS SELVAS DEL PACÍFICO CAUCANO, LA FUERZA DE LA IDENTIDAD
NEGRA ACOMPAÑA A LOS CONSEJOS COMUNITARIOS DE GUAPI, TIMBIQUÍ Y LÓPEZ
DE MICAY. SU LUCHA POR ALCANZAR UNA VIDA DIGNA Y CONSTRUIR HERRAMIENTAS
DE DESARROLLO LOCAL SE NUTRE DE LAS ENSEÑANZAS DE SUS ANTEPASADOS.
COCOCAUCA PROMUEVE LA REINVINDICACIÓN DE LOS DERECHOS DEL PUEBLO NEGRO,
FORTALECIENDO A CONSEJOS COMUNITARIOS Y OTRAS COMUNIDADES NEGRAS DEL PACÍFICO.
Quedamos de vernos temprano en el embarcadero. Altos postes
de madera resaltan sobre la superficie del agua, donde descansan
cientos de lanchas destartaladas. El muelle se llena de vida mientras
esperamos. Alguien vacía un bidón de gasolina, mientras otro descarga
un bulto y los demás esperan. Tienen la mirada fija en el agua, sin
apuro aparente. En Guapi, como en otras ciudades de la costa pacífica,
se aprende a navegar desde niño. No hay carreteras que conecten las
veredas. Para hacer el mercado, las personas de la zona rural deben
embarcarse en una lancha o en una canoa angosta que llaman potrillo.
Tampoco hay carreteras que conecten el municipio con el resto del
país. Para salir es preciso ir en lancha a Buenaventura o en avión hasta
Cali. El río da vida y permite el encuentro con los otros.
134
a reunir algunos años antes fueron los encargados de movilizar a la
población de la costa pacífica del Cauca e influir para que se incluyeran
las demandas de la población negra en la Constitución. Gracias al
trabajo en red con otras organizaciones lograron lo impensable:
incluir en la Constitución un artículo que obligara al Congreso a
expedir una ley para reconocer a las comunidades negras de la Cuenca
del Pacífico. Dos años después, el Congreso expidió la Ley 70 de 1993.
La ley permite a las comunidades negras titular las tierras que habitan
como propiedad colectiva, para lo cual deben crear su propio Consejo
Comunitario (un órgano que dirija y administre los asuntos de cada
comunidad). Cococauca nació como respuesta directa a la Ley 70;
se pensó como una organización dedicada a acompañar la titulación
colectiva y la creación de consejos comunitarios en los municipios
de la costa pacífica del Cauca: Guapi, Timbiquí y López de Micay.
Después vendría el acompañamiento a la creación de sus planes de
etnodesarrollo. Para eso, tuvieron que enseñar de política y leyes.
Pero aprender nunca fue tan importante como recordar. En sus
ancestros esclavizados estaba ya la valentía y la lucha por la libertad y la
autonomía, en la cultura negra latinoamericana estaban las formas de
organización propias (como los consejos, los convites y la propiedad
comunitaria). Las canciones, los rezos y los poemas hablaban de
cómo vivir bien con otros y con la tierra. Al terminar el almuerzo
—pargo y plátano fritos en aceite hirviendo sobre la leña, arroz con
coco— Berenice contó que tenía algunas dificultades en el Consejo
Comunitario. Orlando rememoró la historia de Tío Tigre y Tío Conejo,
un cuento infantil de la tradición afropacífica. Allí se hablaba ya, nos
dijo, de la esclavitud, de los falsos aliados, de aquellos que ponen
en riesgo la libertad del pueblo negro. La respuesta al problema de
Berenice estaba en el cuento que le contaba su abuela de niña.
En las calles y en los ríos los conocen y los saludan. Dan ganas de
quedarse con ellos, de hacer parte de esa pandilla cómplice y alegre
que está siempre a punto de armar una fiesta. Eso, que parece poco,
esconde quizás la clave de uno de sus grandes logros: evitar que
jóvenes de la región vayan a las filas de los actores armados. Desde que
nació, Cococauca se ha propuesto mostrar que en el Pacífico caucano
hay otra opción: la resistencia pacífica. Ese camino exigente requiere
de toda la valentía, la sabiduría y la dignidad altiva que tuvieron
sus ancestros y que tienen, ahora, cada uno de los miembros de la
Coordinación Regional.
136
ADRIANA ABRAMOVITS
Un laboratorio
narrativo para sanar
Bajo esa premisa, las infancias crecen sin enfrentar los problemas, en
ocasiones sintiendo que ellas mismas los causaron, afectando profun-
damente el bienestar y la autoestima. Por eso la misión de Narrarte es
tan básica como poderosa: ayudar a vivir la niñez con alegría.
Lo que permite que el dolor se convierta en poesía pasa por las manos
de Carlos Díaz Acevedo, un hombre afrocartagenero, lingüista,
comunicador para el desarrollo y escritor audiovisual. Carlos creció
en la zona nororiental de Cartagena y fue un joven que participaba en
procesos organizativos. En Funsarep, organización aliada de Narrarte,
forjó su liderazgo comunitario. Carlos echa mano de sus habilidades
en gestión cultural y se involucra en los relatos, proponiendo formatos
como la radio y el video para encontrar el mejor ritmo al momento de
contar la historia.
140
Este laboratorio narrativo que une lo psicológico con lo comunicativo
se convierte en un escenario de ayuda, con unos profesionales que
acompañan y unos grupos de apoyo que sostienen. Estos grupos están
conformados por otros niños y niñas que están viviendo situaciones
similares. Es así como todos se vuelven un equipo contra esos
problemas, se alían para responder ante “los villanos” y encuentran en
el juego la manera de transformar los finales.
142
NATALIA ESCOBAR
146
Los materiales de estas conversaciones las difunden mediante sus
redes sociales, grupos de WhatsApp y talleres comunitarios con las y
los pobladores del municipio con el propósito es ofrecer insumos que
fortalezcan su participación en el debate público y veeduría ciudadana
en este y otros proyectos.
La Apuesta
148
esta parte de la amazonía. Pero también, en la fortaleza y convicción
de estas tres mujeres que, siendo una organización joven y de
pocos recursos, han decidido cuestionar a gigantes empresariales y
despertar conciencia frente a la manera como los centros urbanos de
poder se relacionan con la naturaleza y este territorio. Me contagian
de esperanza y me recuerdan que, como Uma Kiwe, son muchas las
semillas que a lo largo del país están brotando entre el cemento y
abriéndose paso para construir nuevas formas de vivir.
La lucha de ACIMVIP:
Sacha Muiu y la
protección del Territorio
152
otras actividades que no son adecuadas para el suelo amazónico. A
pesar de los logros frente a la protección del territorio, aún persisten
las preocupaciones más vitales: de qué vivir y con qué comer. Al final,
proteger los territorios no da dinero para subsistir.
En todo caso, con sus propias manos han construido soluciones que
nunca llegaron ni del Estado, ni de la academia, ni de las ONGs. Este
es el caso de Sacha Muiu, una planta de procesamiento de alimentos
creada por la ACIMVIP para el aprovechamiento sostenible de
especies amazónicas. Allí transforman la materia prima que abunda
en la zona en un producto para la comercialización. Parece un sueño, y
lo es. Sacha Muiu busca procesar el moriche, también conocido como
canangucha, un fruto amazónico derivado de una palma. El aceite se
usa para restaurar la piel y para protegerse del sol, así como para hacer
mermeladas e incluso jabones y otros productos. Actualmente, la
planta tiene la capacidad de producir 500 litros de aceite de moriche al
año para fines cosméticos.
Por si fuera poco, Sacha Muiu cuenta con los permisos legales
para la operación y comercialización, un plan de manejo forestal y
cultural que permite la reforestación de los sitios sagrados de los
154
PAULO ILICH BACCA
DAYANNA PALMAR URIANA
158
es social y ecológicamente compleja, pues en la conexión cotidiana
que sus comunidades establecen con las dimensiones humanas y
no-humanas de su hábitat, están en juego realidades que producen
visiones particulares del mundo. De este modo, Seshizha es más que
el espacio territorial compartido por los cuatro pueblos: es el ámbito
ecológico, espiritual y social que engloba su cosmología. Allí se define
la relación con el mundo material e inmaterial y con quienes habitan
más allá de sus coordenadas.
160
fortalecimiento de los componentes político, económico y jurídico;
y al mismo tiempo, de asistencia psicosocial y de fortalecimiento
del componente artístico, como el tejido, que les genera ingresos
a las mujeres.
“Hay que ser como el sol”, solía decir, Luis Fernando Arias, líder
kankuamo y consejero mayor de la Organización Nacional Indígena de
Colombia, “hay que brillar para todos”.
Providencia: isla
chica, Caribe grande
164
en esas aguas. Incluso sabe que este escenario favorece al despojo que
ciertas élites colombianas llevan intentando ejercer desde mediados
del siglo XX, pues alimenta el discurso colonial, de propiedad colom-
biana sobre las islas. Josefina repite como un mantra, «a [las élites de]
Colombia no les interesa la gente raizal, solo el territorio».
Ya han pasado casi tres años desde que el huracán Iota arrasó con las
islas de Providencia y Santa Catalina. Aunque no se había visto algo de
tal magnitud en tiempos recientes, el pueblo raizal siempre ha lidiado
con estas tormentas. A pesar de que el inmenso arrecife de coral que
compone la reserva de la biósfera del Seaflower hace que las olas
del mar lleguen con una calma perezosa a sus costas, lo cierto es que
Providencia está en una ruta usual de huracanes: antes de Iota pasaron
Beta, en 2005; Joan, en 1988, y Hattie, en 1961. Así, una incontable
suma de ciclones anotados desde hace tiempo. Por saber convivir con
la fuerza del mar por siglos, los habitantes de la isla se salvaron el 19
de noviembre de 2020.
Para Jade Lunazzi, quien hace parte del equipo jurídico de la Veeduría,
esta sentencia marcó un hito en la jurisprudencia nacional y su
implementación podría sentar un precedente en cómo el Estado puede
proteger a las minorías étnicas del cambio climático. Resalta que «en
Colombia nunca había existido una sentencia sobre huracanes» y que
las directrices que da la Corte tienen en cuenta los cambios crecientes
en el clima y la necesidad de que las poblaciones se adapten.
166
una oportunidad para revivir la identidad étnica raizal. Por ello, Zully
y Jennifer Archbold, quienes hacen parte de la Junta Directiva de
la Veeduría, sugirieron visitar a algunas personas para entender el
alcance del compromiso de esta organización.
La música resuena sobre el terreno que alguna vez ocupó el Hotel Aury,
una joya arquitectónica destruida por el huracán y desechada como
168
DANIEL OSPINA CELIS
Buenaventura:
soñar es resistir
En una de las paredes del salón cuelga una imagen del obispo Gerardo
Valencia Cano, precursor de la teología de la liberación. En la otra, el
aire acondicionado emite un ruido monótono que promete refrescar
el ambiente. Nos reunimos para celebrar la graduación de la primera
cohorte del Diplomado en Atención Psicosocial organizado por la
Corporación Vínculos y la Universidad del Pacífico, con el apoyo
de Dejusticia. Durante algunos meses, los miembros de la Pastoral
Social aprendieron herramientas para acompañar a víctimas en sus
procesos de comprensión, aceptación y resignificación. Entre muchos
otros temas, pudieron discutir sobre cómo navegar el afrontamiento,
qué es importante a la hora de escuchar, por qué es importante
comprender las violencias y cómo fortalecer los procesos de recons-
trucción de memoria.
172
perdido el rumbo, en todo caso. Su foco siguen siendo las víctimas.
Actualmente, coordina 22 comedores comunitarios y entrega
más de 4.000 almuerzos diarios, capacita a 250 jóvenes para que
mejoren sus herramientas de resiliencia y acompaña a 100 mujeres
víctimas de desaparición forzada en sus procesos de resignificación.
También coordina un grupo de teatro por la paz y recientemente
inauguró un centro de escucha para que mujeres víctimas reciban
atención psicosocial.
176
El video le dio la vuelta al departamento y llegó hasta el gobernador,
que el día antes de la marcha viajó en helicóptero a la zona rural de El
Carmen para escuchar a las comunidades y firmar nuevos acuerdos.
“No lo hizo porque quería, sino porque el video tuvo tanto impacto
que el gobernador dijo: ¡uy!, no pueden salir a marchar porque me
dejan mal”, recuerda con orgullo Pedro Carballo, un joven afro de
Marialabaja que hace parte del Equipo.
178
la carrera de Comunicación Audiovisual en Barranquilla, “en una
universidad bastante caribeña”. También señala a Daniel, a su lado,
para contarles que estudia Comunicación Audiovisual en Cartagena y
que su beca fue producto de los ochenta y tantos acuerdos que firmó el
Gobernador de Bolívar después de una de las caminatas pacíficas hasta
sus instalaciones.
180
OMAIRA MARCELA CÁRDENAS MENDOZA
MARIANA CAMACHO MUÑOZ
DIANA QUIGUA
Esta labor no fue fácil, les tomó varios años (a la fecha se han realizado
cinco congresos) y es en el marco del cuarto congreso, en el año 2016,
donde finalmente el pueblo kankuamo reconoce la labor que hacen
los Comités Comunitarios, los formaliza e instituye como parte del
sistema de justicia kankuama.
184
Los Comités Comunitarios y la coordinación interjurisdiccional
186
JOSÉ DARÍO PUENTES RAMOS
Corporación Vínculos,
dos décadas apostándole
a aliviar el sufrimiento
emocional de la guerra
190
Precisamente, la falta de continuidad en la atención psicosocial
es la segunda barrera. Para esta psicóloga es clave que las familias
de las víctimas de graves violaciones a los derechos humanos, por
ejemplo las desapariciones forzadas o las masacres, tengan un
acompañamiento constante para aliviar el sufrimiento, puesto que las
afectaciones emocionales en estos casos pueden durar años, décadas
o toda la vida. Si los programas de atención apenas duran unos meses
o años como lo dice la directora de Vínculos, el dolor seguirá allí,
incrustado en lo individual y lo colectivo.
192
IVONNE ARROYO MERCADO
El sonido de las
“otras”voces del Caribe
CÓMO SUENA EL CARIBE, CÓMO SUENA EL SUR DE UNA CIUDAD CARIBEÑA, CÓMO
SE CUENTA. EL EQUIPO DE VOKARIBE, UNA EMISORA COMUNITARIA NACIDA EN EL
CORAZÓN DE LA LOCALIDAD SUROCCIDENTE DE BARRANQUILLA, SABE QUE SI LAS
EXPRESIONES SON TAN DIVERSAS, TAMBIÉN DEBEN SERLO LAS VOCES. POR ESO SUS
PRODUCCIONES RADIALES SON LIDERADAS POR VECINOS Y VECINAS, MUJERES,
MIGRANTES, PERSONAS LGTBIQ+, INDÍGENAS, COLECTIVOS DE JÓVENES, DEFENSORES
DE DERECHOS HUMANOS Y ARTISTAS. VERBENEROS, ROCKEROS, SALSEROS. LAS VOCES
QUE SUELEN ESTAR SUBREPRESENTADAS Y FOLCLORIZADAS. TODOS, TODAS, TODES.
Ese viaje sonoro libre, alternativo y ciudadano, como le llaman ellos,
comenzó en 1991 en el barrio Las Malvinas, bautizado así por la guerra
de las Malvinas entre Argentina y Reino Unido en 1982, algo que
inspiró a los habitantes del sector a luchar por las tierras del barrio,
que en ese entonces era una invasión. Pero regresemos a los años
noventa y a los comienzos de Vokaribe. Eran tiempos de apertura
democrática. Colombia atravesaba la reforma constitucional y los
acuerdos de paz con el antiguo Ejército Popular de Liberación, EPL. En
ese entonces, Walter Hernández empezaba a hacer radio en la univer-
sidad, tenía un cuaderno donde anotaba los listados musicales de las
emisoras que escuchaba y hacía parte de un grupo de rap; Patricia
Rendón era presidenta del consejo estudiantil del colegio Pestalozzi,
miembro del movimiento estudiantil Séptima Papeleta y se alistaba
para estudiar periodismo; Milton Patiño visitaba emisoras ciudadanas
durante su exilio en España para conocer sus experiencias y poner en
práctica sus enseñanzas, junto con Ewar Torres y Ramón Turizo, luego
de cerrar el capítulo como miembros del EPL. Todos estaban unidos
por un mismo deseo. Querían explorar la comunicación alternativa
y popular a través de una emisora comunitaria, algo de lo cual no
se hablaba en la academia ni en la ciudad. Tenían la certeza de que
debían visibilizar los procesos de construcción y transformación de
las comunidades, amplificar sus discursos y simbologías e impulsar
su participación y toma de decisiones. Estaban inspirados por el
trabajo de varias emisoras comunitarias que fueron sus referentes:
Onda Verde, en España; La Tribu, en Argentina y La Cometa y Suba
al Aire, en Colombia. Sabían, además, que tenían derecho a sonar.
Entonces crearon la Asociación de Radiodifusión Comunitaria
Vokaribe en 1995.
196
Ni se alquila ni se vende
Mercados campesinos:
del campo a la ciudad
sin intermediarios
Seguimos nuestro recorrido por los amasijos, uno de los puestos más
apetecidos. A vuelo de pájaro se ven almojábanas, arepas, pandeyucas,
resobados, yogures, huevos criollos, mantecadas, masato, chicha,
entre otras delicias. Pregunto por qué los huevos de gallina son verdes,
y Victoria, la vendedora, me dice que son verdes porque son puestos
por gallinas negras de raza nicaragua, pero que el sabor no cambia.
Victoria Moyano es una de las productoras que llega cada ocho días a
vender sus productos a Fontibón. No sobra decir que el 75% de este
mercado es liderado por mujeres y que este espacio ha servido para
fortalecer la autonomía de las campesinas. Ella viene de Arcabuco,
un pueblo boyacense a cuatro horas de Bogotá. “Todo empezó porque
mi abuela le enseñó a mi mamá a moler el maíz y a hacer amasijos
y masato. Todo sin químicos ni nada. Vendían en una tiendita en el
pueblo. Luego llegaron mis tíos y ahora estamos nosotras. Después
de eso llegó Agrocomunal al pueblo y dio una charla y nos invitaron a
traer nuestros productos a Bogotá. Y acá estamos”.
Nos cuenta que esta carpa de amasijos reúne siete productores que
benefician a más de veinte familias campesinas, entre las que se
encuentran madres cabeza de familia, adultos mayores y una persona
con discapacidad que hace el yogurt. El proceso de producción
requiere disciplina y orden. Los martes, cada productor se suple de
las provisiones que necesita para hacer los amasijos. Los martes,
200
miércoles y jueves se ordeñan las vacas y se trabaja en la producción.
Los viernes se reúnen todos los productores y empacan entre 7.000 y
8.000 productos en un camión para traer a Bogotá.
Su vida política inició a los quince años. “El 19 marzo de 1969 salí de
mi casa y me encontré a la comunidad de Fontibón reunida. Estaban
en la elección de la junta de acción comunal… ‘¡venga para acá
jovencito, usted es el secretario de la junta!’. Y de una vez me metieron
en este cuento”. Desde ahí empezó a entregar su vida al trabajo comu-
nitario. Estuvo vinculado a la Unión Patriótica y a la ANAPO. Hace
parte de la Federación de las Juntas de Acción Comunal y trabaja en la
construcción de una red entre estas juntas y los campesinos. También
es un sobreviviente de la violencia de este país.
202
Estudió Sociología a los 50 años y dice que su conocimiento viene del
maestro Fals Borda y el diálogo de saberes con las personas. “Este
trabajo le da a uno la satisfacción de que no hemos venido a vegetar a
este mundo sino a ser trascendentes y a construir los sueños de tener
un país con justicia social, igualdad de oportunidades y libertad”
Hace seis años y medio, en un viaje de doce horas por el río Caquetá,
en la Amazonía colombiana, Laura Sofía Mejía y Víctor Galeano se
empezaron a cuestionar sobre el futuro del oficio periodístico. Ambos
hacían coberturas de fotografía y video, y tenían inconformidades
sobre la forma y el modelo de negocio de los medios de comunicación,
donde usualmente el periodista, por el afán del tiempo, hace un
“proceso extractivista” de la información, obteniendo los datos que
necesita sin detenerse en la repercusión que pueda causar a la comu-
nidad. Se preguntaban cómo podían hacerlo distinto, cómo podían
establecer un proceso respetuoso, donde las personas del territorio no
se vieran como una fuente lejana, sino como la voz principal del relato.
Fue en ese río que prometieron conjurar una metodología propia y
arrancaron este proyecto juntos.
“Fue una lanzada al agua muy ambiciosa, este especial tuvo producción
audiovisual, crónicas, fotografías y video 360”, cuenta Laura Sofía.
206
sentido de pertenencia de las familias en uno de los ecosistemas más
amenazados de Colombia.
Escucha comunitaria
208
Navegantes, que permite apoyar económicamente el cubrimiento de
reportajes y contribuir activamente al periodismo comunitario y a la
diversidad informativa, que a fin de cuentas fortalece la democracia.
Defender el ambiente
y avanzar por los
derechos campesinos
“La idea es que las generaciones que vengan encuentren algo que
nosotros hemos podido conservar, que hemos podido dejar el legado
de que podemos trabajar, pero también respetar normas para garan-
tizar la vida en el territorio”, dice el Presidente de ASCAL-G.
Para que una ZRC sea una realidad, se requiere que una organización
campesina sea promotora de esta iniciativa, que vincule a quienes
212
habitan en el territorio, presente un plan de desarrollo sostenible y
un plan de manejo ambiental; y le entregue todo esto a la autoridad
agraria encargada para sus respectivos ajustes y posterior aprobación.
Aunque ASCAL-G cumplió con todos los requisitos, se financió con
bazares y rifas para seguir los pasos, y en 2012 le entregó la solicitud
al INCODER, entidad encargada en el momento de la aprobación de la
ZRC, el proceso de constitución se congeló por más de una década.
“Lo que nosotros esperamos es poder avanzar con garantías, que haya
toda la inversión que necesitamos para poder consolidar nuestro plan
de desarrollo sostenible” dice el presidente de ASCAL-G.
Por su parte, los jóvenes han planteado los retos que deben superar
las ZRC en la actualidad. Aunque en la ruralidad no se han resuelto
problemas del siglo pasado, sin duda alguna no se puede seguir apostando
214
al desarrollo agrario con un enfoque clásico. Es por esto que los jóvenes
han incluido entre sus iniciativas la tecnificación, la mejora de las
redes de internet, las formaciones en redes sociales, la promoción de
alternativas de acceso para la educación superior, la importancia de
programas de educación sexual y otras iniciativas. En el corto plazo,
ASCAL-G continuará trabajando con la Agencia Nacional de Tierras
para que la ZRC no quede en el papel.
Era una apuesta tan novedosa como arriesgada, pues en ese momento
el movimiento de la diversidad sexual en Colombia apenas estaba
empezando a ganar visibilidad y derechos. Después de varios meses
con ese experimento, María Mercedes, la periodista rigurosa, y Li, la
académica “ñoña”, decidieron juntar sus “estilos, formas de escribir
y de ver el mundo”, como dice Li, para dedicarse de lleno a esta
apuesta. Dejaron de ser un blog para convertirse en un medio llamado
Sentiido, crearon su página web, diseñaron una nueva imagen y empe-
zaron a producir contenidos más profundos, con todos los elementos
del buen periodismo.
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Ser testigos y mensajeras de la historia
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y demostrarle a su audiencia que sí es posible combinarlos sin sentir
culpa. Los artículos sobre religión son algunos de los más leídos de su
página y la sección de comentarios se ha convertido en un espacio de
desahogo y apoyo. Aunque hay quienes las tildan de “falsos profetas”,
son miles los comentarios como el de Antonelia: “qué difícil es ser
homosexual siendo cristiana”; el de Eduardo: “Dios es vida, para
todos, para todo”; o el de Jairo: “ Ojalá más iglesias acepten que sus
feligreses son diversos”. Ese es el mejor ejemplo de la fórmula que,
sin planearlo, ha aplicado Sentiido durante estos doce años: tomar
riesgos, hablar de temas difíciles, construir comunidad y replantearse
en el camino. Así pasaron de ser un proyecto de grado a un proyecto
de vida, como dice Li, y se convirtieron en una organización que
representa un espacio seguro para muchas personas y una biblioteca
de aprendizajes para tantas otras.