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FOLLETO SOBRE algunos CONCEPTOS DE: Religión, mito, ciencia, esencia de la filosofía y principales religiones.

DESCRIPCIÓN:

Los conceptos de religión, mito, ciencia, esencia de la filosofía son


de importancia para empezar la filosofía, a esto hay que agregar el
estudio general de algunas religiones que ayudan a comprender el
pensamiento humano.
1. RELIGIÓN
Rel. Etimológicamente, religión viene del latín religio, palabra a su vez de origen discutido ya entre
los autores antiguos, que la relacionan ora con religare, repasar cuidadosamente (Cicerón), ora con
religare, religar, vincular (Lactancio), ora con reeligere, elegir de nuevo (San Agustín).
En la tradición cultural de Occidente, la reflexión sobre la religión discurrió hasta el final de la Edad
Media sobre la base de un conocimiento histórico reducido prácticamente a las religiones del mundo
grecorromano y a las salidas del tronco bíblico (judaísmo, cristianismo e Islam). La religión aparece
entonces en su núcleo fundamental como culto a Dios o a los dioses. A partir de la época de los
descubrimientos geográficos y del movimiento colonizador y misionero, la pluralidad de perspectivas
obliga a redefinir la religión en términos más amplios, de relación a lo sagrado.
Actualmente se aborda el estudio de la religión desde el punto de vista: a) de la “ciencia de las
religiones”, expresión con la que se puede abarcar, por una parte, la etnología, la antropología cultural
y la historia comparada de las religiones, que tienen una prospectiva fenomenológica e histórica, y, por
otra, la psicología de la religión y la sociología de la religión, que analizan la función de la religión en la
vida de los individuos y de las sociedades; b) el de la filosofía de la religión, que plantea la cuestión de
la verdad o la falsedad de las afirmaciones religiosas, y c) el de la teología, que emite su juicio desde
una tradición religiosa determinada.
La historia de las religiones muestra una gran diversidad de formas religiosas: .animismo, culto a los
muertos, culto a la naturaleza, religiones mistéricas, fetichismo, totemismo, creencia en uno o varios
dioses, etc. En el cúmulo de formas religiosas se han distinguido diversos tipos de religiones: a)
primitivas y superiores, según el estadio de la cultura en el que se encuentran; b) particularistas y
universalistas, según sean propias de un pueblo o de destinación universal. Coincidiendo
prácticamente con esta división, se distingue también entre religiones tradicionales y fundadas, según
se basen en la tradición inmemorial o tengan un fundador. Las principales religiones universales,
(budismo, cristianismo. Islam) son religiones fundadas, y respaldan sus enseñanzas en una revelación
o iluminación; c) teístas y; ateas, según tengan o no dioses en sentido estricto. El budismo, por
ejemplo, puede considerarse una religión atea. Coincide prácticamente con ésta la distinción entre
religiones del espíritu o antropomórfico y religiones de la naturaleza o fitomórfica.
A parte de estas tipologías, se distinguen a veces según el estilo de religiosidad que en días se da,
religiones de alejamiento y huida, de lucha, de tranquilidad, de inquietud, de compasión, de voluntad y
obediencia, de majestad y humildad, de amor, de ascesis, de misterio, etc. Siempre existen tipos
intermedios.
Si han ensayado diversas hipótesis para entender a la vez, la unidad y la diversidad del fenómeno
religioso, identificar la realidad profunda de la religión más allá de las evidentes diferencias y pensar la
historia religiosa de la humanidad como un todo. Desde el s. XVIII hasta comienzos del xx se dan
cuatro concepciones principales: a) la concepción ilustrada, para la cual la “religión natural” sería la
decantación racional del pasado religioso de la humanidad -de hecho, lo es sólo del monoteísmo
europeo de los sitios anteriores-; b) la concepción romántica, según la cual las diversas religiones son
como dialectos de la misma lengua, manifestaciones múltiples de la misma sed de lo divino. Se opone
al racionalismo de la ilustración y sintoniza con la idea oriental que quiere que cada religión sólo
aprehenda una parte del misterio que las sobrepasa a todas; c) la concepción evolucionista, más o
menos emparentada, según los casos, con el positivismo o con el hegelianismo, que piensa en un
desarrollo progresivo desde la religión primitiva (fetichismo, animismo, naturismo o totemismo) hasta el
monoteísmo; d) la concepción antievolucionista, ligada a veces a cierto tradicionalismo, que imagina
una degradación de las religiones a partir de un monoteísmo original.
Al lado de las tipologías, que ponen de relieve más bien aspectos estructurales, los intentos ahora
evocados subrayan el aspecto dinámico de las religiones: hay una evolución de las religiones en virtud

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ya de la propia lógica interna, ya de su interacción con la cultura ambiente o con otras religiones. Este
último caso da lugar a las diversas formas de sincretismo.
Se encuentran siempre como momentos o elementos recurrentes en toda religión: a) Mitos, expresión
teórica. La voluntad de comprensión racional de los mitos da lugar a la teología, b) Ritos, expresión
práctica de la comunicación con lo sagrado. En la medida en que significan un reconocimiento de-
superioridad, constituyen un culto, c) Instituciones, expresión sociológica de la comunidad espiritual
existente entre los que comparten los mismos mitos y los mismos ritos. En muchas religiones, esa
comunidad toma la forma de Iglesia: hay una variedad casi infinita de mitos, ritos e instituciones.
En la actual ciencia de las religiones parece imponerse la caracterización de la religión en términos de
relación a lo sagrado y de esperanza de salvación.
Una cuestión debatida en historia de las religiones es la de la relación entre religión y magia. La magia,
como arte de obtener efectos insólitos por procedimientos más o menos ocultos, tiene una doble
vertiente: por un lado, la utilización de cierta técnica la emparienta con la ciencia; por otro, la
pretensión de utilizar poderes misteriosos la aproxima a la religión. Durkheirn veía la diferencia entre
religión y magia en la comunidad moral, esencial en la primera y ausente en la segunda. En la práctica
es difícil distinguirlas, puesto que la magia se ejerce a menudo en contexto religioso y se hallan
elementos mágicos incluso en religiones teístas.
Otra cuestión discutida es la relación entre religión y moral. Parece seguro que toda religión tiene
implicaciones morales y que toda moral, en las civilizaciones premodernas, suele tener base religiosa.
Sin embargo, parecen tener ambas su carácter específico e irreductible. Las categorías morales
resultan distintas de las categorías religiosas y la actitud moral es asimismo distinta de la actitud
religiosa. Lutero niega el valor religioso de la religión y Kierkegaard habla de dos esferas de existencia
distintas.
La doble y compleja relación entre religión y magia y entre religión y moral viene a confirmar ante todo
que la religión es un hecho cultural de una gran complejidad. Por una parte, en las sociedades
premodernas, la religión impregna la totalidad de los aspectos de la cultura e incluso inspira ella misma
creaciones culturales de tipo intelectual, artístico o social. Por otra parte, es la cultura la que
proporciona a la religión la totalidad de los medios de expresión. Sólo en determinadas civilizaciones
de tipo moderno ha progresado la secularización de la cultura y sólo en ese tipo de sociedades la
religión tiende a retroceder o a constituirse en un sector relativamente independiente.
Esa impregnación religiosa de la cultura explica el papel de la religión como elemento integrador de la
sociedad y la expone a toda suerte de ambigüedades, sobre todo cuando funciona como sistema de
legitimación de la praxis. De hecho, es siempre “impura”, ejerce siempre al mismo tiempo funciones no
específicamente religiosas.
Sociología. La religión sólo puede ser objeto de estudio de la sociología en su dimensión de práctica
social, es decir, en tanto que la experiencia religiosa posee una dimensión social específica. No
corresponde, en cambio, a la sociología el estudio de la religión en cuanto concepción del mundo,
temática propia de la antropología filosófica y de la filosofía social. La sociología atiende en lo que se
refiere a la religión, al estudio de las estructuras y la dinámica de las instituciones en que la religión se
hace visible socialmente (genéricamente, las Iglesias y las munidades eclesiales) y de las relaciones
entre esas instituciones religiosas y las diversas estructuras y grupos -económicos, políticos, sociales,
culturales- que configuran el sistema social o sociedad global.
Religión. Lingüísticamente es más acertado buscar en «re-legere» que en «re-ligare» el origen del
vocablo latino correspondiente «reli-gio». — Atendiendo a su etimología, religión significa entonces un
constante «re-volver-se», un cuidadoso y concienzudo considerar algo. Aquello en tomo a lo cual gira
la consideración debe merecer este esmero, y aun exigirlo, conforme a su dignidad. Cuál sea este ser,
podría indicarlo la otra interpretación del término religión: religación, y, precisamente, al origen primero
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y fin último. Porque este Primero y Último posee mayor trascendencia que todo lo demás, es digno de
que se le considere diligentemente por encima de todo.
Desde el punto de vista del ser, todas las cosas proceden de / Dios y a Él aspiran también. Sin
embargo, únicamente el hombre tiene religión en tanto que como espíritu hace efectiva, libre y
consciente su relación a Dios, es decir, le conoce y acepta como su origen y fin. Por tratarse del
Altísimo, en dicho reconocimiento y aceptación reside el más elevado deber ético y la más exquisita
perfección del hombre. Sin religión queda deformado en lo que tiene de más noble, por ricos que sean
los dones y admirables las obras que pueda mostrar; es como un bello engarce del que se ha
arrancado la piedra preciosa. — En la religión, el hombre entero se vuelve a Dios; por eso comprende
todas sus fuerzas anímicas superiores: conocer, querer, sentir. Mas porque la religión no tanto es un
saber cuanto una entrega, aparece principalmente como obra de la voluntad inserta en el sentimiento,
ve el Ser absoluto de Dios como absoluto Valor. Cuando modernamente suele darse a éste el nombre
de lo numinoso o lo santo, no hay que rechazar en sí tales denominaciones modernas; sin embargo,
es frecuente, al emplearlas, desligar el valor del ser y hacer la conducta religiosa completamente
irracional. De hecho, el Valor absoluto coincide con el Ser absoluto, como también la entrega religiosa
está vivificada por el saber que ciertamente no se presenta en forma racional-discursiva, sino intuitivo-
totalitaria o vivencial. Desde lo espiritual, la religión proyecta también sus rayos sobre la vida sensitiva
y el cuerpo; así se procura expresión visible en la palabra, el ademán y el / símbolo. De ahí, que una
religión de pura interioridad repugne a la naturaleza del hombre y deba marchitarse; por supuesto, los
gestos meramente exteriores no significan menos la muerte de la auténtica religión. Por último, puesto
que el hombre está inscrito esencialmente en la comunidad, la religión no puede reducirse a asunto
privado del individuo; antes bien, la comunidad ha de fomentarla, siendo asimismo de notar que la vida
religiosa no llega a pleno desenvolvimiento sino en la comunidad. Como resulta de todo lo dicho, con
la religión del espíritu subjetivo (religión como acción y conducta) se une la religión en el sentido de
espíritu objetivo y objetivado (religión como doctrina, comunidad, instituciones, usos), que es fuente
primordial o precipitado y substrato de la primera.
En todos los pueblos y épocas se encuentra alguna religión; ni la historia ni la prehistoria conocen un
estado arreligioso de la humanidad. La religión aparece por doquier como dato primitivo; en ninguna
parte deriva de manifestaciones no religiosas como el animismo, el animatismo, el totemismo o la
magia. Entiéndase por animismo la creencia en almas (anima) y espíritus y su veneración; por
animatismo, la creencia en un alma o fuerza material que lo domina todo invisiblemente. El
totemismo cree en el parentesco del individuo o de un grupo con un totem (casi siempre un animal);
en las culturas primitivas es desconocido. La magia y la hechicería pretenden con sus conjuros poner
a su servicio un poder superior, al paso que el hombre religioso se somete suplicante a él. Acciones
parecidas a las de la magia sin referencia a un poder superior, no son magia, sino que brotan de una
concepción primitiva de las fuerzas naturales y de su gobierno.
Religión equivale a veneración de Dios, es decir, la religión ve a Dios como Persona, según sabía
ya el paganismo y muestra insistentemente la actual filosofía de la religión (Scheler). Desde luego, la
imagen de Dios dibujada por el paganismo es sumamente confusa. Además de tributar honores
divinos al Dios único, éstos son tributados también a fuerzas naturales personificadas; tampoco se
distingue bastante entre la Divinidad misma y su imagen: idolatría. En el fetichismo se veneran como
algo personal cosas materiales no a causa de su relación de imagen, sino de un poder superior
mágicamente ínsito en ellas. Al obscurecimiento politeísta de la imagen de Dios se une el panteísta.
Un panteísmo explícito suprime, claro está, la auténtica religión, pues, las más de las veces, Dios
queda substituido por un fondo primitivo impersonal y en definitiva el hombre mismo es lo divino. Pero
en ningún pueblo la religión realmente vivida es un panteísmo de esta clase; a lo sumo reviste, como
en los indios, un matiz panteísta procedente del fundamento ultimo establecido por la concepción del
universo. — Cuando se traslada a los valores terrenales el carácter absoluto de Dios abrazándolos con
entusiasmo religioso, háblase de un «sucedáneo de la religión».
Hasta aquí hemos tratado de la religión natural que brota de la naturaleza espiritual creada del
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hombre. A ella se contrapone la religión positiva establecida o, por lo menos, determinada en sus
detalles por un acto positivo histórico, primero de Dios (Revelación) y, luego, también del hombre
(leyes escritas o no escritas). La religión escuetamente natural no se encuentra en parte alguna, pero
constituye el fondo sobre el que se dibuja toda religión histórica. Sin embargo, el deísmo va demasiado
lejos cuando, al excluir aquí, como en todas partes, cualquier intervención de Dios considera
intraspasable el espacio de la religión natural. — Como que el hombre puede conocer
inequívocamente su relación de criatura a Dios y la revelación de Éste históricamente proclamada, no
le es lícito permanecer indiferente ante la religión en general ni ante una verdadera religión revelada;
no le es lícito, pues, adherirse al indiferentismo.
La religión revelada, especialmente la cristiana, muestra más claramente en qué actitudes se
despliega la vida religiosa. Fundamentalmente son la fe, la esperanza y la caridad. A ellas
corresponden en la religión natural la vivencia de Dios cuidadosamente alimentada y cada vez más
profundamente arraigada, el aspirar a Él como fin último con la confianza en su asistencia y el
abrazarle con amor indestructible. Sobre estos actos florece el trato personal con Dios en la oración.
Ésta es, primero, adoración, o sea respetuoso inclinarse ante la infinita sublimidad y absoluta
soberanía de Dios. La adoración encuentra su expresión visible más solemne en el sacrificio: en éste,
el hombre ofrece al Altísimo como símbolo de la entrega de sí mismo un bien que reputa valioso, el
cual es a menudo quemado para hacer la entrega absoluta e irrevocable. A la adoración se unen la
acción de gracias al Dador de todo bien y la petición de ulterior y favorable auxilio, petición a que la
experiencia de los límites de su poder empuja al hombre. Traducción práctica de la religión auténtica
es una vida fiel a la voluntad divina. — Al culto pertenece todo el hacer interior y exterior cuyo sentido
exclusivo o primario lo constituye la veneración de Dios.
Religión (Filosofía de la). Filosofía de la religión es la investigación filosófica de la / religión como tal
o de aquello por lo cual las religiones históricas se distinguen, en cuanto religión, de los demás
fenómenos culturales. Su investigación primordial se dirige a la esencia de la religión, a lo que ésta es
y debe ser en su concepto pleno. Desde este punto trátase luego de determinar un concepto de
religión que, por un lado, sea bastante amplio para encerrar íntegramente dentro de sí la experiencia
histórica de aquélla y, por otro, suficientemente definido para excluir todo sucedáneo Religión). Para
esclarecer la esencia de la religión, la filosofía se sirve de la / teología natural que plantea el tema de
Dios y de la posibilidad de conocerle. Mas para aprehender la religión en sus manifestaciones
históricas, la filosofía de la religión necesita de la ciencia comparada de las religiones y de la
fenomenología religiosa, es decir, de la descripción eidética de la religión que destaque lo
peculiar de los actos religiosos fundamentales y especiales. Midiendo las manifestaciones
históricas de la religión por el concepto cumplido de la misma, resulta posible para la filosofía un juicio
valorativo de las religiones. Tanto la naturaleza de Dios en cuanto Ser personal como el hecho de que
muchas religiones invoquen comunicaciones divinas, hacen necesario que la filosofía se ocupe en la
cuestión de la posibilidad de la / revelación. — Las investigaciones sobre las condiciones concretas del
nacimiento y plasmación de la religión en el hombre individual, pertenecen al dominio de la psicología
de la religión (/ Religión [Psicología de la]); las investigaciones referentes a las formas comunitarias de
la religión, a su posición frente a la cultura y a la vida del espíritu, corresponden al dominio de la
sociología de la religión.
La filosofía de la religión fue fundada como disciplina filosófica propia por el / neokantismo. La filosofía
neokantiana dé la religión reduce ésta a un particular «a priori» religioso. Esto es verdad en tanto que
el hombre por naturaleza sintoniza con lo religioso, pero el neokantismo yerra cuando niega el ser al
objeto de la religión.

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EJERCICIO 1.
NOMBRE SEC.

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EJERCICIO 2
Nombre Sec.

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2. Mito (del griego / μṽOoς) significa originariamente (I) narración, leyenda de tiempos
antiguos (mitos de los dioses y héroes), pasando luego a designar (2) una imagen o alegoría que
traduce relaciones existentes en el universo o en la vida (v.gr., los mitos de Platón). En la vida y
cultura de los pueblos ejerce gran influjo el mito (3) como intuitiva y gráfica / concepción del universo
y de la vida, las más de las veces personificada, en la que lo plástico no es mera alegoría externa de
lo conceptual, sino que forma con ello una indivisa unidad originaria, vivida especialmente por el
hombre primitivo como si fuera la misma realidad. — La mitología. como rama ya de la etnología
comparada, ya de la historia religiones, estudia los mitos: su contenido, origen, influencia y
trayectoria.
El mito es, según la concepción reciente, una reunión de imágenes de idéntica orientación, que se
van acumulando en el subconsciente de las generaciones y en las que se expresan, en
símbolos, de terminados aspectos de la vida humana. No sirve tanto para aclarar (racionalmente)
cuanto para dominar mentalmente la realidad exterior y para acoplarse a ella. No está limitado al
pasado o a una determinada época, sino que constituye una concepción del universo a la que puede
acudir en todos los tiempos una humanidad ingenua. La historia de las religiones muestra, sin
embargo, que en las fases primitivas las representaciones del Ser supremo estaban exentas de mitos.
El mito natural resulta de la consideración ingenua de la naturaleza; el mito cultural, de la reflexión
posterior sobre el precedente desarrollo de la cultura. El mito no posee de suyo carácter religioso, pero
puede combinarse con representaciones religiosas.
El pensar científico-abstracto no favorece el nacimiento y la eficacia del mito. De ahí que, por reacción
contra el racionalismo de la Ilustración, el romanticismo y más tarde la filosofía de la vida de Nietzsche
y Rosenberg trajeran consigo un nuevo aprecio del mito como interpretación irracional, no científica,
del universo. Aunque la filosofía ha empleado ocasionalmente los mitos como forma de exposición y
no desconoce la acción fomentadora de la cultura inherente a muchos de ellos, debe elevarse por
encima de la plasticidad concreta del mito para venir a la clara y despierta autoconciencia del
pensamiento. —
Antrop. cultural. Los mitólogos distinguen entre los mitos de contenido religioso (teogonías y
cosmogonías), los ciclos heroicos, leyendas en torno a un dios o semidiós, las narraciones noveladas,
al estilo de la Iliada, que pueden tener un fundamento histórico, y las leyendas etiológicas, que intentan
explicar las causas de hechos o fenómenos extraordinarios. Hasta el s. XVIII los mitos fueron
interpretados ya como alegorías de contenido.

TIPOS DE MITOS.
Mito antropogénico: es el mito que intenta explicar el origen del hombre en el mundo. Conocidos son
los mitos de Adán y Eva, por ejemplo, que explica el origen del hombre desde una visión cristiana.

Otros mitos antropogénicos explican la creación del hombre desde una


perspectiva griega, romana, celta, china, etc. Casi todas las grandes culturas poseen mitos
antropogénicos.

Mito del héroe: este tipo de mito, más que una narración, es el nombre que se le da a un conjunto
de etapas y niveles que debe ir superando un personaje principal para llegar a un objetivo final. La
mayoría de los cuentos infantiles utilizan este modelo para relatar la vida del personaje principal o
héroe.

Mitos morales: explican la existencia del bien y del mal.

Los mitos psíquicos (también usados por los poetas) pretenden explicar las operaciones del alma.
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LECTURA
MITOS Y «MASS-MEDIA»

Recientes investigaciones han puesto en claro las estructuras míticas de las imágenes y de los
comportamientos impuestos a las colectividades por la vía de los mass-media. Este fenómeno se da,
sobre todo, en los Estados Unidos31 . Los personajes de los comics strips (historietas ilustradas)
presentan la versión moderna de los héroes mitológicos o folklóricos. Encarnan hasta tal punto el ideal
de una gran parte de la sociedad, que los eventuales retoques impuestos a su conducta o, aún peor, a
su muerte provocan verdaderas crisis entre los lectores; éstos reaccionan violentamente y protestan,
enviando millares de telegramas a los autores de los comics strips y a los directores de los periódicos.
Un personaje fantástico, Superman, se ha hecho extraordinariamente popular gracias, sobre todo, a su
doble identidad: descendido de un planeta desaparecido a consecuencia de una catástrofe, y dotado
de poderes prodigiosos, Superman vive en la Tierra con la apariencia modesta de un periodista, Clark
Kent; se muestra tímido, eclipsado, dominado por su colega Lois Lane. Este disfraz humillante de un
héroe cuyos poderes son literalmente ilimitados repite un tema mítico bien conocido. Si se va al fondo
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de las cosas, el mito de Superman satisface las nostalgias secretas del hombre moderno que,
sabiéndose frustrado y limitado, sueña con revelarse un día como un «personaje excepcional», como
un «héroe».
La novela policíaca se prestaría a observaciones análogas: por una parte, se asiste a la lucha
ejemplar entre el Bien y el Mal, entre el Héroe (= el detective) y el criminal (encarnación moderna del
demonio). Por otra parte, por un proceso inconsciente de proyección y de identificación, el lector
participa del misterio y del drama, tiene la sensación de participar personalmente en una acción
paradigmática, es decir, peligrosa y heroica.
Se ha demostrado asimismo la mitificación de personalidades por medio de los mass-media, su
transformación en imagen ejemplar. «Lloyd Warner nos cuenta, en la primera parte de su libro, The
Living and the Dead, la creación de un personaje de este género. Biggy Muldoon, un político de la
Yankee City, se convirtió en héroe nacional a causa de su pintoresca oposición a la aristocracia de Hill
Street, de tal manera que la prensa y la radio le fabricaron la imagen popular de semidiós. Se
mostraba como un cruzado del pueblo lanzado al asalto de la riqueza. Después, al cansarse el público
de esta imagen, los mass-media transformaron complacientemente a Biggy en un bribón, político
corrompido, que explotaba en provecho suyo la miseria pública. Warner muestra que el verdadero
Biggy difería considerablemente de una y otra imagen, pero el hecho es que se vio obligado a
modificar su comportamiento para conformarse a una imagen y borrar la otra»32 .
Se descubrirían comportamientos míticos en la obsesión del «éxito», tan característica de la
sociedad moderna, y que traduce el oscuro deseo de trascender los límites de la condición humana; en
el éxodo hacia «Suburbia», en que puede vislumbrarse la nostalgia de la «perfección primordial»; en el
desencadenamiento afectivo de lo que se ha llamado el «culto del coche sagrado». Como hace notar
Andrew Greeley, «basta con visitar el salón anual del automóvil para reconocer una manifestación
religiosa profundamente ritualizada. Los colores, las luces, la música, la reverencia de los adoradores,
la presencia de las sacerdotisas del templo (las maniquíes), la pompa y el lujo, el derroche de dinero,
la masa compacta —todo esto constituiría en otra civilización un oficio auténticamente litúrgico— (...).
El culto del automóvil sagrado tiene sus fieles y sus iniciados. El gnóstico no esperaba con más
impaciencia la revelación oracular que el adorador del automóvil los primeros rumores sobre los
nuevos modelos. Es en ese momento del ciclo periódico anual cuando los pontífices del culto —los
vendedores de automóviles— cobran una importancia nueva, al mismo tiempo que una multitud
ansiosa espera impacientemente el advenimiento de una nueva forma de salvación»33 .
Se ha insistido menos en lo que se llamarían los mitos de la élite, especialmente los que
cristalizan en torno a la creación artística y su repercusión cultural y social. Precisemos de antemano
que estos mitos han logrado «imponerse fuera de los círculos cerrados de los iniciados merced sobre
todo al complejo de inferioridad del público y de los procedimientos artísticos oficiales. La
incomprensión agresiva del público, de los críticos y de las representaciones oficiales del arte hacia un
Rimbaud o un Van Gogh, las consecuencias desastrosas que tuvo, sobre todo para los coleccionistas
y los museos, la indiferencia hacia los movimientos innovadores, desde el impresionismo al cubismo y
al surrealismo, han constituido duras lecciones tanto para los críticos y el público como para los
comerciantes de cuadros, las administraciones de los museos y los coleccionistas. Hoy, su único
miedo es no ser lo suficientemente avanzados, el no adivinar a tiempo el genio en una obra a primera
vista ininteligible. Jamás quizá en la historia de un artista ha sido tan cierto como hoy que cuanto más
audaz, iconoclasta, absurdo e inaccesible sea, tanto más se reconocerá su valía, se le mimará, se le
idolatrará. En algunos países se ha llegado a un academicismo de «vanguardia»; hasta tal punto que
toda experiencia artística que no tenga en cuenta este nuevo conformismo corre el riesgo de ser
sofocada o de pasar inadvertida.
El mito del artista maldito, que obsesionó al siglo XIX, hoy día ha desaparecido. Especialmente
en los Estados Unidos, pero también en Europa occidental, la exageración y la provocación han
cesado desde hace tiempo de perjudicar al artista. Se le pide más bien que se conforme con su
imagen mítica, que sea extraño, irreductible, y que «haga algo nuevo». Es en el arte el triunfo absoluto
de la revolución permanente. Ni siquiera se puede decir que esté todo permitido: toda innovación se la

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declara de antemano genial por decreto y se iguala a las innovaciones de un Van Gogh o de un
Picasso, ya se trate de un anuncio hecho tiras o de una lata de sardinas firmada por el artista.
La significación de este fenómeno cultural es tanto más considerable cuanto que, quizás por
primera vez en la historia del arte, no existe tensión entre artistas, críticos, coleccionistas y público.
Todos están de acuerdo siempre y mucho antes de la creación de una nueva obra o del
descubrimiento de un artista desconocido. Tan sólo importa una cosa: no correr el riesgo de tener que
confesar un día que no se ha comprendido la importancia de una nueva experiencia artística.
Acerca de esta mitología de las élites modernas, nos limitaremos a unas observaciones.
Señalemos primero la función redentora de la «dificultad», tal como se encuentra especialmente en las
obras de arte moderno. Si la élite se apasiona por Finnegan’s Wake, por la música atonal o por la
chafarrinada pictórica, es también porque tales obras representan mundos cerrados, universos
herméticos donde no se penetra más que al precio de enormes dificultades arcaicas y tradicionales. Se
tiene, por una parte, la sensación de una «iniciación», iniciación casi desaparecida del mundo
moderno; por otra, se hace gala ante los ojos de los «otros», de la «masa», de pertenecer a una
minoría secreta; no ya a una «aristocracia» (las élites modernas se inclinan hacia la izquierda), sino a
una gnosis, que tiene el mérito de ser a la vez espiritual y secular, y se opone tanto a los valores
oficiales como a las Iglesias tradicionales. Mediante el culto de la originalidad extravagante, de la
dificultad, de la incomprensibilidad, las élites señalan su despego del universo banal de sus padres,
rebelándose contra ciertas filosofías contemporáneas de la desesperación.
En el fondo, la fascinación por la dificultad, es decir, la incomprensibilidad de las obras de arte,
traiciona el deseo de descubrir un nuevo sentido, secreto, desconocido hasta ahora, del Mundo y de la
existencia humana. Se sueña con ser «iniciado», con llegar a penetrar el sentido oculto de todas estas
destrucciones de lenguajes artísticos, de todas estas experiencias «originales» que parecen, a primera
vista, no tener nada en común con el arte. Los anuncios rasgados, las telas vacías, quemadas o
agujereadas con un cuchillo, los «objetos de arte» que explotan en el barnizado, los espectáculos
improvisados en que se sacan a suerte las réplicas de los actores, todo esto debe de tener una
significación, al igual que ciertas palabras incomprensibles de Finnegan’s Wake se revelan, para los
iniciados, provistas de múltiples valores y de una extraña belleza cuando se descubre que derivan de
vocablos neogriegos o svahili, desfigurados por consonantes aberrantes y enriquecidos por alusiones
secretas a posibles juegos de palabras cuando se pronuncian rápidamente en voz alta.
Bien es verdad que todas las experiencias revolucionarias auténticas del arte moderno reflejan
ciertos aspectos de la crisis espiritual o simplemente de la crisis de conocimiento y de la creación
artística. Pero lo que nos interesa aquí es que las élites encuentran en la extravagancia y en la
ininteligibilidad de las obras modernas la posibilidad de una gnosis iniciática. Es un «nuevo mundo» lo
que se está reconstruyendo sobre las ruinas y los enigmas, un mundo casi privado, que se quería para
sí y para un puñado de iniciados. Pero el prestigio de la dificultad y de la incomprensibilidad es tal que,
muy pronto, el «público» se ve conquistado a su vez y proclama su adhesión total a los
descubrimientos de la élite.
La destrucción de los lenguajes artísticos la llevó a cabo el cubismo, el dadaísmo y el
surrealismo, el dodecafonismo y la «música concreta», James Joyce, Becket y Ionesco. A los epígonos
no les queda más que encarnizarse en demoler lo que ya está en ruinas. Como recordamos en un
capítulo precedente, los creadores auténticos no aceptan instalarse en los escombros. Todo nos lleva
a creer que la reducción de los «universos artísticos» al estado primordial de materia prima no es más
que un momento en un proceso más complejo; como en las concepciones cíclicas de las sociedades
arcaicas y tradicionales, al «caos», a la regresión de todas las formas a lo indistinto de la materia
prima, les sigue una nueva creación equiparable a una cosmogonía.
La crisis de las artes modernas no interesa más que subsidiariamente a nuestro propósito. Sin
embargo, debemos detenernos un instante en la situación y el papel de la literatura, especialmente de
la literatura épica, que no carece de relación con la mitología y los comportamientos míticos. Se sabe
que el relato épico y la novela, como los demás géneros literarios, prolongan en otro plano y con otros
fines la narración mitológica. En ambos casos se trata de contar una historia significativa, de relatar

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una serie de acontecimientos dramáticos que tuvieron lugar en un pasado más o menos fabuloso.
Sería inútil recordar el largo y complejo proceso que transformó la «materia mitológica» en «tema» de
narración épica. Lo que hay que subrayar es que la prosa narrativa, la novela especialmente, ha
ocupado, en las sociedades modernas, el lugar que tenía la recitación de los mitos y de los cuentos en
las sociedades tradicionales y populares. Aún más: es posible desentrañar la estructura «mítica» de
ciertas novelas modernas, se puede demostrar la supervivencia literaria de los grandes temas y de los
personajes mitológicos. (Esto se verifica, ante todo, para el tema iniciático, el tema de las pruebas del
Héroe-Redentor y sus combates contra los monstruos, las mitologías de la Mujer y de la Riqueza.) En
esta perspectiva podría decirse que la pasión moderna por las novelas traiciona el deseo de oír el
mayor número posible de «historias mitológicas» desacralizadas o simplemente disfrazadas bajo
formas «profanas».
Otro hecho significativo: la necesidad de leer «historias» y narraciones que podrían llamarse
paradigmáticas, puesto que se desarrollan según un modelo tradicional. Cualquiera que sea la
gravedad de la crisis actual de la novela, es incuestionable que la necesidad de introducirse en
universos «extranjeros» y de seguir las peripecias de una «historia» parece consustancial a la
condición humana y, por consiguiente, irreductible. Hay en ella una exigencia difícil de definir, a la vez
deseo de comunicarse con los «otros», los «desconocidos», y de compartir sus dramas y sus
esperanzas, y deseo de enterarse de lo que ha podido pasar. Difícilmente se puede concebir un ser
humano que no sienta la fascinación del «relato», de la narración de acontecimientos significativos, de
lo que ha sucedido a hombres provistos de la «doble realidad» de los personajes literarios (que a la
vez reflejan la realidad histórica y psicológica de los miembros de una sociedad moderna y disponen
del poder mágico de una creación imaginaria).
Pero la «salida del Tiempo» operada por la lectura —particularmente la lectura de novelas— es
lo que acerca más la función de la literatura a la de las mitologías. El tiempo que se «vive» al leer una
novela no es sin duda el que se reintegra, en una sociedad tradicional, al escuchar un mito. Pero, tanto
en un caso como en otro, se «sale» del tiempo histórico y personal y se sumerge uno en un tiempo
fabuloso, transhistórico. El lector se enfrenta a un tiempo extranjero, imaginario, cuyos ritmos varían
indefinidamente, pues cada relato tiene su propio tiempo, específico y exclusivo. La novela no tiene
acceso al tiempo primordial de los mitos, pero, en la medida en que narra una historia verosímil, el
novelista utiliza un tiempo aparentemente histórico y, sin embargo, condensado o dilatado, un tiempo
que dispone de todas las libertades de los mundos imaginarios.
Se adivina en la literatura, de una manera aún más fuerte que en las otras artes, una rebelión
contra el tiempo histórico, el deseo de acceder a otros ritmos temporales que no sean aquel en el que
se está obligado a vivir y a trabajar. Uno se pregunta si este deseo de trascender su propio tiempo —
personal e histórico— y de sumergirse en un tiempo «extranjero», ya sea extático o imaginario, se
extirpará alguna vez. Mientras subsista este deseo, puede decirse que el hombre moderno conserva
aún al menos ciertos residuos de un «comportamiento mitológico». Las huellas de tal comportamiento
mitológico se vislumbran también en el deseo de recobrar la intensidad con la que se ha vivido, o
conocido, una cosa por primera vez; de recuperar el pasado lejano, la época beatífica de los
«comienzos».
Como sería de esperar, es siempre la misma lucha contra el Tiempo, la misma esperanza de
librarse del peso del «Tiempo muerto», del Tiempo que aplasta y que mata.

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EJERCICIO 3.
NOMBRE SEC.

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EJERICICIO 4.
NOMBRE SEC.

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3. La ciencia como conocimiento objetivo
En su sentido moderno se llama ciencia a todo conjunto de conocimientos objetivos, a juicios que
pueden ser demostrados de manera racional y que, por tanto, son válidos universalmente,
siempre y para todos. Esta exigencia de certeza, de validez universal, es lo que distingue
específicamente al saber científico y alude al establecimiento de una relación necesaria, de una
conexión objetiva entre diversos fenómenos, reconocible por cualquier sujeto con uso de razón. Así, se
dice que la astronomía es una ciencia porque establece relaciones necesarias entre, p. ej., la posición
de un planeta y su fuerza gravitatoria, mientras que la astrología no lo es porque el nexo que establece
entre la posición de un planeta y el destino biográfico de una persona resulta indemostrable, subjetivo,
contingente. Que la exigencia de certeza exprese su rasgo distintivo indica que la ciencia no es un
“hecho” sino un derecho que hay que conquistar, una aspiración -el conocimiento objetivo del mundo-
que debe ser realizada a lo largo de un proceso interminable.
Leyes y teorías. La proposición que satisface las exigencias de certeza y objetividad propias de
la ciencia se llama ley. En la medida en que establece una relación objetiva y necesaria entre
diversos fenómenos, la ley permite formular predicciones, esto es, asegurar que siempre que se
den las condiciones expresadas en sus términos, el enunciado será verdadero. Ahora bien, las
leyes no son juicios aislados e inconexos sino integrados en un sistema, en un cuerpo ordenado y
coherente de conocimientos, dentro del cual tienen su lugar. A ese sistema se lo denomina teoría
científica. Establecido que la evolución de las especies o el psicoanálisis son teorías, refriéndose al
hecho de que permiten integrar y ordenar, a partir de ciertos principios o leyes generales, una gran
cantidad de conocimientos sobre sus respectivos objetos. Las teorías demarcan el campo de
conceptos o nociones generales dentro del cual trabajan de forma más o menos consciente todos los
científicos. En este sentido se puede afirmar que son productivas, generadoras de nuevos enunciados,
que van integrándose en el cuerpo general. La posibilidad de cerrar una ciencia, de ordenar todas sus
proposiciones de modo que pudieran deducirse unas de otras a partir de ciertos principios evidentes,
denominados axiomas, al modo de la geometría euclidiana o de la física de Newton, ha sido mantenida
e idealizada por la ciencia moderna hasta sus crisis en el s. XX, cuando se ha hecho evidente que, por
principios intrínsecos al propio discurso científico, los conflictos entre teorías son irresolubles.
División y clasificación de las ciencias: Ciencias formales y ciencias empíricas. Son formales aquellas
ciencias cuyos enunciados pueden ser verificados a priori, sin necesidad de recurrir a la
experiencia. En efecto, para saber que dos cosas iguales a una tercera son iguales entre sí, o que 7 +
5 = 12, es necesario acudir a la percepción del mundo: basta la razón. En este sentido, la lógica y las
matemáticas se llaman ciencias formales. Por el contrario, son empíricas aquellas ciencias cuyas
proposiciones deben ser verificadas en la experiencia, sometiéndolas a su contrastación con los
hechos. Así, toda ciencia ocupada objetivamente en fenómenos de la experiencia, en datos
observables o hechos del mundo (no en productos a priori de la razón) es empírica.
Ciencias naturales y ciencias sociales. Entre ambas existen diferencias de objeto y de método. En
cuanto al objeto, son naturales las ciencias que se ocupan de la naturaleza, esto es, del ámbito de
fenómenos constituido sin intervención o mediación de la cultura humana: la física, la química, la
geología, la biología, la medicina, etc. En cambio, se denominan sociales a las ciencias que tienen por
objeto los productos específicos de la cultura humana: la historia, la economía, la sociología, etc. En el
s. XX esta distinción ha entrado en una crisis profunda. De un lado, y a partir, sobre todo, de la teoría
estructuralista, se plantea la cuestión de si la cultura como tal -p. ej. el lenguaje- no es un hecho
natural, un objeto más del universo, con lo que, paradójicamente, ciencias como la lingüística o la
antropología serían naturales y no sociales. Por otro lado, el hecho de que la física y la química
contemporáneas trabajen sobre fenómenos y estados provocados y observables sólo por mediación
de la tecnología, esto es, del desarrollo cultural (aceleradores de partículas, etc.), pone también en
cuestión la legitimidad del término “ciencia natural”. Por último, estarían zonas limítrofes entre la
naturaleza y la cultura, como, por ejemplo, la mente humana, producto tanto de la constitución
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biológica como de los acontecimientos biográficos, lo que impediría asignar a la psicología un lugar
bien definido.
En cuanto al método, mientras que la exigencia de certeza y objetividad queda idealmente asegurada
en las ciencias naturales por la neutralidad del científico, que no tiene por qué intervenir en el proceso
del conocimiento sino a título de sujeto racional (intercambiable, pues, por cualquier otro sujeto: el
teorema de Pitágoras es verdad por sí mismo, necesariamente, no le debe nada al individuo que lo
descubrió), en el caso de las ciencias sociales, la necesidad no de fijar un hecho (el asalto de la
Bastilla) sino de comprender un acontecimiento (¿por qué tuvo lugar la Revolución francesa?) obliga al
sujeto a interpretar el fenómeno y, por tanto, a intervenir en su conocimiento desde ciertos supuestos o
prejuicios teóricos, desde una necesaria delimitación política, desde una inevitable contingencia,
histórica y biográfica. De ahí que sí quepa legítimamente discutir el método de una investigación, su
orientación teórica -marxista o estructura- lista, p. ej.-, sin por ello negar su carácter científico.
Ciencias tipológicas y ciencias nomológicas. Para salir al paso de estos problemas se ha propuesto
otra clasificación de las ciencias, que no se compromete ni en la distinción formal o empírica ni en la
de natural o social. Así, sería tipológica toda ciencia que describe y define sin ambigüedad un campo
de objetos, aunque no establezca leyes, esto es, conexiones necesarias entre los fenómenos. Sería
nomológica la ciencia que, además de lo anterior, pudiese formular leyes y, por tanto, establecer
predicciones.

Los métodos de la ciencia


El método experimental. Si existe la ciencia, se lo debe a este método. Llamado también hipotético-
deductivo, consta de tres momentos, descritos y fijados en términos generales ya por el primer
científico moderno, Galileo Galilei: la observación, la hipótesis y la contrastación.
a) Observación. La observación científica no es ingenua, no está abierta o dispuesta a cualquier
fenómeno, sino que selecciona aquellos que, por su regularidad, pueden ser expresados
matemáticamente, es decir, medidos, reducidos a una magnitud. Así, no importa que una cosa
que se desplaza sea de fuego o de tierra, sino a qué velocidad lo hace, en qué proporción se acelera,
etc. la ciencia moderna aspira a un saber cuantitativo, no cualitativo.
b) Hipótesis. La explicación del fenómeno (en qué consiste lo que se quiere explicar) es anticipada
a priori por la razón, en la forma de una ecuación, esto es, de un juicio matemático que establece
cierta relación universal y necesaria entre las magnitudes consideradas (p. ej. v = e /t). La hipótesis
expresa siempre una predicción (qué pasará si...), así como ciertas consecuencias que pueden ser
verificadas (si esto es así, entonces...)
c) Contrastación. Una vez formulada la hipótesis hay que 1) adecuar el fenómeno por observar a las
condiciones de precisión exigidas por la hipótesis, recreando en un laboratorio las condiciones
matemáticas ideales formuladas por la ecuación, y que en la naturaleza misma no pueden observarse
(planos inclinados, cronómetros, etc.); y 2) observar si e conocimiento planteado por la hipótesis es o
no correcto, si se cumplen o no las predicciones y consecuencias planteadas. De verificarse, se está
ante una ley de la naturaleza; sí no hay que replantearse, bien la hipótesis, bien el diseño del
experimento. Es fundamental subrayar que la clave del método esta en que, mediante el experimento,
se verifica “en la naturaleza” (es decir, en el laboratorio) solo aquel fenómeno cuya reducción
matemática ya había sido presupuesta a priori por la razón. En este sentido, la ciencia moderna,
experimental, no aspira a conocer qué y cómo son las cosas en sí mismas, sino a representar en la
experiencia (en el laboratorio) ciertas relaciones mesurables y objetivas cuyo origen primero es el
propio entendimiento humano. Así, puesto que el objeto representado lo es de acuerdo con
condiciones racionales puras -universales, a priori, “matemáticas”-, se puede asegurar que siempre
que se den esas mismas condiciones se verificarán los mismos resultados. He ahí por qué las leyes de
la ciencia -y, en particular, las de la física- son objetivas, esto es, necesarias.

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El método inductivo. No todas las ciencias -ni siquiera todas las naturales- pueden aplicar el método
experimental. Hay disciplinas -la medicina, p. ej.- en las que el único o mejor camino del conocimiento
es la inducción. El método inductivo consistía inferir, a partir de la observación de un número
delimitado de casos particulares, una ley o principio general. Las leyes inducidas por este método
(fumar provoca cáncer, p. ej.) no tienen el grado de certeza y objetividad -de legitimidad- exigido por la
ciencia, pues resulta imposible, por principio, observar en la experiencia el número infinito de casos a
los que se refieren como tales leyes. En realidad, más que de ley debería hablarse de generalización,
lo que, a su vez, plantea el gran problema del método, a saber, cuándo una inducción es suficiente,
qué porcentaje de casos verificados (p. ej. de fumadores que contraen cáncer, de enfermos de cáncer
que fuman) se considera válido para establecer el enunciado y, en la misma medida, qué con-
sideración ha de hacerse de los casos que lo contradicen.
El método deductivo. Es el que usan las ciencias formales -matemáticas y lógicas— y consiste en
verificar cierta proposición a partir del conocimiento de otras anteriores, lo que permite su
progresiva extensión. El método deductivo exige por principio la construcción de un sistema
“cerrado”, axiomático, lo que supone: 1) axiomas o principios fundamentales, que, por eso mismo, no
pueden a su vez ser demostrados dentro del sistema que fundan; 2) reglas de transformación que
permitan deducir nuevos enunciados válidos dentro del sistema; 3) teoremas, esto es, enunciados
deducidos de los axiomas mediante las reglas de transformación. Así, la construcción de un sistema
axiomático supone: a) su consistencia, esto es, que no haya contradicciones, que no puedan deducirse
simultáneamente un teorema y su negación; b) que esté completo, o sea, que todas las posibles
proposiciones verdaderas puedan, en efecto, deducirse de los axiomas; c) que los axiomas sean
independientes, irreductibles los unos a los otros.
Progreso y finalidad de la ciencia.
Ciencia e ilustración. Ya desde su inicio la ciencia fue concebida como un discurso liberador, capaz de
dominar objetivamente la naturaleza y de ponerla al servicio de la humanidad. La posibilidad de
transformar racionalmente el medio natural, gracias al soporte de la técnica, así como de combatir las
formas de dominio ideológico -sobre todo, religioso- basadas en la ignorancia y la superstición,
configuraron, al amparo de las sociedades científicas y de las políticas de estado nacidas de las
revoluciones liberales, el sentido progresista y teleológico que ha tenido la ciencia como discurso
fundamental de la época moderna. La crisis sufrida a lo largo del siglo XX por las nociones de
objetividad, certeza, etc., así como las funestas consecuencias políticas -Auschwitz, sistemas de
dominio planetarios, etc.- del modelo de racionalidad cientificotécnica, han puesto en cuestión el
carácter ilustrado de la ciencia y las nociones de progreso y fin en las que se sustentaba.
Verificación y falsación. El problema de la verificación, la cuestión de cómo contrastar la validez de
un enunciado-la ley- que, por principio, es universal, fue replanteado radicalmente por el llamado
Círculo de Viena. La reflexión más original a este respecto corresponde a Popper, quien observa que,
así como no puede verificarse un enunciado universal afirmativo (todos los metales son conductores,
p. cj.), ya que no es posible reunir en la experiencia los infinitos casos a los que se refiere, basta, en
cambio, con un sólo caso negativo (un metal no conductor) para que el enunciado resulte
definitivamente falso. Así, ya que la ciencia busca conocimientos ciertos, su tarea no consistiría en
verificar hipótesis -tarca imposible por infinita- sino en demostrar que son falsas, aportando el caso que
lo demuestre. El discurso científico no sería entonces un edificio seguro de conocimientos positivos
sino un terreno incierto, compuesto de enunciados solo provisionalmente verdaderos, a la espera de la
demostración que los falsara; lo cual tampoco impediría, según Popper, seguir hablando de progreso,
bien que invirtiendo su sentido: ahora consistiría en ir reconociendo y descartando nuevos errores,
más juicios falsos, de acuerdo con el carácter y la disposición críticas -no dogmáticas- propias del
investigador genuinamente científico.
Revolución científica y paradigma. T. S. Kuhn ha cuestionado profundamente la noción de progreso.
En su teoría sobre las' revoluciones científicas, observa que toda investigación se desarrolla en el
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marco de un paradigma, esto es, de un conjunto de supuestos teóricos, procedimientos metodológicos,
técnicas de enseñanza, etc., compartido por la comunidad científica como principio normativo y
horizonte común de la investigación: el geocentrismo en astronomía, el creacionismo en biología, etc.
Así, tanto los conceptos y métodos heterodoxos como las observaciones anormales, que no encajan
en el paradigma, son, por principio, rechazados. Ahora bien, en el caso de que tengan fuerza suficiente
(esto es, desarrollo ‘ sistemático, apoyo económico, respaldo institucional) como para constituirse a su
vez en paradigma alternativo, entrarán en un verdadero conflicto político con el paradigma dominante,
provocando lo que Kuhn denomina una revolución científica. Tal es el caso del heliocentrismo, del
evolucionismo, etc. Que gane uno u otro no depende en última instancia de cuál es más verdadero,
pues, por definición, no hay un conocimiento absoluto, libre de paradigmas, con respecto al cual juzgar
cuál de ellos es más o menos cierto; y, por otro lado, todo paradigma deja problemas sin resolver;
excluye, también por principio, un número indefinido de observaciones y métodos que no encajan en
su horizonte. Al fin, será la mayor capacidad relativa en la resolución de problemas y, sobre todo, la
mayor fuerza política (económica, institucional, etc.) las que decidan el paradigma que resulte
dominante. La historia de la ciencia es para kobo no la acumulación progresiva y ordenada de
conocimientos, sino el campo de batalla de las revoluciones científicas.

Ciencia, tecnología y sociedad contemporáneas. El discurso científico ilustrado concibe la relación


entre ciencia, tecnología y sociedad como una secuencia lineal y progresiva. A la investigación
científica (el análisis de las baterías, p, ej.) sigue su aplicación tecnológica (la fabricación de vacunas)
y a ésta, por fin, su destino social (la prevención de epidemias), titula instancia depende
jerárquicamente de la anterior, de modo que a la ciencia se le supone una autonomía y neutralidad
absolutas, el avance tecnológico sigue al científico y, por fin, la sociedad queda como beneficiaría u
objeto pasivo -nunca sujeto- de todo el proceso. En caso de que la relación genere conflictos (rechazo
social a ciertas tecnologías, p. ej.) se articulan mecanismos políticos que respeten la secuencia:
peritajes objetivos, decisiones a cargo de un consejo de expertos, etc. Frente a esto, la dependencia
progresiva de la investigación científica respecto al desarrollo de la tecnología, así como la implicación
de la sociedad en ambas instancias -programas universitarios dictados por las empresas que los
subvencionan, movimientos sociales decisivos en el desarrollo de ciertas investigaciones, etc.-,
proponen hoy día un modelo de relación nuevo, ni lineal, ni progresivo, ni jerárquico y que suele
compararse al de un tejido sin costuras. La ciencia se muestra ahora dependiente y partidaria de
ciertos intereses políticos y económicos, la técnica asume la autonomía de sus procesos y la sociedad
introduce de-limitaciones de todo tipo: mercantiles, éticas, etc. En este nuevo contexto, puede
afirmarse, con I. Lakatos, que lo científico se circunscribe a la realización de programas concretos o,
incluso, que el único orden que reina en la ciencia es, como dice P. K. Feyerabend, el anarquismo
metodológico del “todo vale”.

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EJERCICIO 5.
NOMBRE SEC.

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Esta breve incursión en la Historia de la Filosofía ha mostrado que no hay una noción de Filosofía, sino
diversos conceptos aparecidos en distintas etapas de su gestación ¿Qué filosofía se va a elegir?..,
Independientemente de que se siga una u otra corriente, puede buscarse una esencia del filosofar,
una idea común y unitaria que comprenda todas las ideas que se han desarrollado a través de la
historia. Generalmente se entiende por esencia (del latín essentia; de esse, ser) el ser que
constituye una cosa; lo que una cosa es en sí misma, lo que hace que una cosa sea lo que es .
En términos lógicos, la operación conceptual denominada definición tiene como objetivo llegar
precisamente a la esencia de las cosas; esto es, señalar sus rasgos generales y distintivos.
Esta tarea de buscar la esencia de la Filosofía o sus rasgos distintivos fue emprendida por Guillermo
Dilthey (1833-1911) en su obra La Esencia de la Filosofía. Según Dilthey, para determinar qué
es la Filosofía es necesario interrogar a la Historia. Pero la Historia sólo muestra diversidad. Frente a
los múltiples sentidos de Filosofía o casos históricos particulares es necesario encontrar sus rasgos
generales que la caractericen. Desde este punto de vista histórico, todo concepto particular de
Filosofía constituye un caso que remite a la ley de formación que rige los hechos de la Filosofía. No
importa cuán insostenible sea cada una de las definiciones del concepto de la Filosofía, considerada
desde el punto de vista sistemático, todas son importantes para solucionar el problema de la esencia
de la Filosofía, pues constituyen una parte esencial de los hechos históricos, de los que se extraen las
conclusiones.
Dilthey afirma que la Filosofía presenta los siguientes rasgos fundamentales:
a) Tendencia a la universalidad. La Filosofía, frente a otras ciencias, se ha caracterizado siempre por
comprender la totalidad de los problemas humanos, por un empeño en obtener una
cosmovisión o visión total y plenaria de la realidad. Esta característica permite distinguirla de las
ciencias particulares, a las cuales les interesa circunscribir se a un solo sector de la realidad. En este
sentido, la Filosofía es, como diría Arturd Schopenhauer: un afán de “reflejar en conceptos abstracta,
universal y limpiamente la total esencia del mundo”. Por su parte, Dilthey dice que la Filosofía
representa la necesidad de un inventario de todos los trabajos del mundo.
Un ejemplo de este primer rasgo, o tendencia a la universalidad que presenta, se encuentra en el
siguiente fragmento, tomado del pensamiento de filósofo mexicano José Vasconcelos (1882-1959):
“Hundido en la selva del conocimiento, el filósofo sabe que no le va a ser posible investigar todas las
sendas, pasea por todos los claros, empaparse de la fragancia de cada masa de espesura; pero no
por eso se resigna a quedarse ocupado en anotar los caracteres de la hoja que cae ; las formas del
tallo que asciende o los rasgos del pájaro que canta. Un instinto superior a la seducción de la criatura
particular y del destello que fascina, lleva al filosofe a romper por lo más intrincado y trepar hasta el
más alto tallo para abarcar todo, los ramajes, para permearse al temblor de todas las hojas y para oír,
en vez del cante de un pájaro, el rumoroso concierto de toda la selva. De tal suerte veremos que el
filósofo está siempre como de vuelta del detalle.
“¡El filósofo ya amó, ya pecó, ya encontró gracia, ya fue fascinado, ya fue engañado; venció y fue
vencido, después de recorrer todos los círculos, busca ahora la espiral de la liberación, el camino del
éxito, el signo de la superación de todos los valores!”
b) Exigencia Positiva de la validez universal de su saber. El segundo rasgo del saber filosófico es
la tendencia a tener una validez universal, universal y necesaria como toda ciencia- “Desde el
conocimiento metafísico del mundo de los griegos —observa Dilthey -, que se propuso resolver con
validez universal el gran problema del mundo y de la vida hasta el positivista o escéptico más radical
de la actualidad”, se ha pretendido buscar verdades universales, verdades eternas.
En Grecia “ya se impuso en la antigua escuela de Pitágoras y Heráclito la misma tendencia a
abarcar toda la existencia en una visión del mundo y toda la evolución ulterior de la Filosofía a través
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de dos milenios se halla dominada por la misma aspiración hasta la época en la que aparecieron
sucesivamente, a partir de fines del siglo xvii, Locke y los nuevos ensayos de Leibniz y Berkeley”.
“Hemos visto cómo también en los dos siglos que han continuado el trabajo de Locke, Leibniz y
Berkeley, siguió existiendo una relación intrínseca con el problema de una concepción del mundo
universalmente válida. Justamente el más grande de los pensadores de estos dos siglos, Kant, está
determinado enérgicamente por esta relación.”
Si los rasgos esenciales de la Filosofía son, por un lado, universalidad o aspiración a la
totalidad y, por otro, la propensión a la validez universal de su saber, puede afirmarse entonces,
Que Filosofía es aquel saber universal que aspira a tener una validez universalmente aceptada.
Además de las dos notas esenciales de la filosofía que hemos apuntado: tendencia a la
universalidad y exigencia de una validez objetiva o universal de su saber, que derivamos del
pensamiento de Dilthey, es posible enumerar algunas otras características propias de la actividad
filosófica como las siguientes:
c) Fundamentalidad o afán de fundamentación. La anterior es la característica que convierte a
filosofía en un saber crítico.
Ya vinos que uno de los conceptos de filosofía señalaba que ésta tenía como tarea establecer la
fundamentación de las ciencias. Según el diccionario “fundamentar” significa ‘echar los cimientos de
un edificio”. Supongamos que ese edificio es el conocimiento’ la cultura, el quehacer humano. La
filosofía, entonces, proporciona o busca establecer las bases, los cimientos o principios en que
todo esto descansa. De esta manera la filosofía le interesa saber qué significan varias de nuestras
ideas y conceptos básicos, en qué basamos nuestros conocimientos y creencias, qué principios hay
que seguir para formular juicios verdaderos, qué normas deben guiar nuestro comportamiento’
etcétera.
d) Sistematicidad o metodicidad. Significa que la filosofía aspira a ofrecer una visión general,
ordenada y coherente de las cosas. El filósofo no se conforma con tener un conjunto desorganizado
de ideas y opiniones, sino que considera que éstas “deben ser investigadas y organizadas
metódicamente y en conjunto, dentro de un sistema coherente y con sentido”.
Independientemente de los problemas que investiguen los filósofos, éstos siempre llevan un
método, una finalidad, un “hilo conductor”. Son diversos los métodos filosóficos que registra la historia.
“Quienes seriamente se han dedicado a filosofar lo hicieron con muy variados fines y métodos. Unos
han sido grandes figuras religiosas como San Agustín quien a través de la filosofía trata de explicar y
justificar ciertos conceptos religiosos. Otros, hombres de ciencia como René Descartes, que trataron
de interpretar el significado y determinar la importancia de varias teorías y descubrimientos científicos.
Otros como Juan Locke y Carlos Marx, filosofaron con el objeto de introducir ciertos cambios en la
organización política de la sociedad. Muchos se interesaron en justificar o establecer algún conjunto de
ideas que pensaron podrían ser de ayuda u orientación para la humanidad. Otros más, sin tener tan
altos propósitos, simplemente deseaban comprender ciertos aspectos del mundo en que vivían y
analizar ciertas creencias de la gente.
e) Racionalidad. Esta característica nos lleva a decir que la filosofía busca fundar sus
argumentaciones en razones muy precisas y claras, en análisis fundamentados en la lógica y
en la razón, y no en otros motivos ajenos a ésta (como las convicciones o la fe). Generalmente las
personas viven sin poner en crisis sus creencias, sin dar razones suficientes de lo que hacen y por qué
lo hacen; en cambio, el filósofo busca estas razones y, por ello, todo lo cuestiona. Recordemos cómo
los presocráticos comenzaron la filosofía poniendo en duda los mitos y creencias religiosas que
imperaban en su tiempo, y recordemos, asimismo, cómo Sócrates sostenía que una vida sin
razones, sin examen crítico no valía la pena de vivirse, y cómo Descartes, finalmente, se puso a
dudar de todo para encontrar una verdad satisfactoria capaz de ser el punto de partida de la
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filosofía.
Así, pues, la racionalidad de la filosofía implica dar las razones suficientes y aceptables para creer
en lo que creemos o para precisar si nuestros conceptos tienen la necesaria consistencia y coherencia.
Independientemente de que la filosofía pueda o no llegar a dar una razón definitiva y
completamente satisfactoria sobre las cosas, sus procedimientos son, sin duda, valiosos y necesarios.
“El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía —nos dice Bertrand Russell— va por la vida
prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y
en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento
deliberado de su razón.
“La filosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la verdadera respuesta a las dudas
que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían nuestros pensamientos y nos
liberan de la tiranía de la costumbre Así, el disminuir nuestro sentimiento de certeza sobre lo que las
cosas son, aumenta en alto grado nuestro conocimiento de lo que pueden ser: rechaza el dogmatismo
algo arrogante de los que no se han introducido jamás en la región de la duda liberadora y guarda
vivaz nuestro sentido de la admiración presentando los objetos familiares en un aspecto no familiar.
.

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EJERCICIO 6.
NOMBRE SEC

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LOS ESTUDIANTES REALIZARÁN LAS EXPOSICIONES DEL TEMAS 5
(PRINCIPALES RELIGIONES), DE LA SIGUIENTE MANERA:

 Organizan grupos.
 Leen el tema asignado (no deben llevar conceptos de INTERNET).
 De los subtemas se le preguntará a cada integrante algún aspecto
que el catedrático seleccionará. Esto indica que los estudiantes
resolverán las preguntas y deben estudiarlas todas para
responder adecuadamente.

 Aspectos generales que deben responder del tema:


a) Definición del grupo religioso.
a.1. ¿Por qué se llama así?
a.2. ¿Quién es su fundador?
a.3. ¿Qué fecha se inicia el movimiento religioso?

b) Fechas históricas y ritos o cultos.


b.1. ¿Cuáles son las fechas importantes para el grupo religioso?
b.2. ¿Cuáles son las fiestas y celebraciones que realizan?
b.3. ¿Poseen normas para realizar sus oraciones?

c) Principales ideas doctrinales.


c.1. ¿Cuáles son sus principales creencias?
c.2. ¿Creen en uno o varios dioses? ¿Por qué?
c.3. ¿Creen una vida futura o salvación del mundo? ¿En qué
consiste esa creencia?
c.4. ¿Creen que hay un castigo después de la muerte?
c.5. ¿Creen que existe el mal?
c.6. ¿Cuál es el comportamiento adecuado para ser bueno?

d) Libros sagrados.
d.1. ¿Cuáles son sus libros sagrados o no poseen? ¿Por qué?
d.2. ¿De qué hablan sus libros?

e) Ramas surgidas de esa religión.


e.1. ¿Cómo se dividen esos grupos?

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5. PRINCIPALES RELIGIONES.

5.1. Judaísmo.
Rel. El origen tribal del judaísmo surgió con los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob h. -2000. (con
Moisés se constituyó en pueblo y recibió su legislación en el Sinaí (h. -1250). Los jueces consolidaron
el territorio recién conquistado por Josué, sucesor de Moisés (de -1200 a -1030), y la monarquía
instauró un Estado fuerte y estable (de -1030 a -586). Con el profetismo el pueblo recibió un ideal que
tenía sus raíces en los principios de su historia, y que fue anhelado en la época de la restauración del
pueblo hebreo (de -538 a -333) y en la época helénica (de -333 a -63). Este ideal es su experiencia
religiosa. De tipo monoteísta, se basa en la creencia en un Dios único y eterno, creador y providente,
que llamó al pueblo a seguirle de forma incondicional. Éste puso su esperanza en el Mesías prometido,
el cual debió redimirlo y salvarlo con el establecimiento del Reino de Dios sobre la Tierra, o sea, con el
triunfo de Israel. Su creencia religiosa se expresa en sus reuniones en la sinagoga, en sus actos
individuales de piedad, en la circuncisión y en la guarda de los días festivos, sobre todo la Pascua y los
sábados. Su código, la Torá”, no es sólo un conjunto de preceptos religiosos y morales, sino también
la legislación destinada a establecer, política y socialmente, el pueblo judío. Después de Cristo
también se rigió por el Talmud”, compilación del pensamiento oral judío desde el s. i al V.
TEXTO SAGRADO:

El TANAJ. Está compuesto de la parte de la Biblia que los cristianos llaman


Antiguo Testamento, limitada a las partes escritas en hebreo –texto
masorético–; coincide con el A.T. de los Protestantes). El Tanaj está
compuesto por la Torá (el Pentateuco), Nebiim (los Profetas), Ketubim (lit.
Escritos).
TORA: es una palabra hebrea que significa enseñanza, instrucción, o más
específicamente ley. En su sentido más amplio se utiliza habitualmente
para designar a la totalidad de la revelación y enseñanza divina al pueblo
de Israel. En un sentido más restringido se refiere únicamente al texto de
los cinco primeros libros de la Biblia (que para los cristianos se llama
Pentateuco). Los judíos lo llaman simplemente la ley.

Estos libros son: Génesis. Éxodo. Levítico. Números. Deuteronomio.


El conjunto de estos cinco libros se conoce como Pentateuco (del griego
πεντα, penta, ‘cinco’, ‘funda para libros’, haciendo referencia a las fundas
en las que se conservaban los rollos de pergamino) o, en hebreo, Jamishá
Jumshé Torá ‘las cinco partes de la Torá’.

El TALMUD: Son libros de literatura religiosa pero absolutamente no considerados canónicos por
ninguna comunidad judía los siguientes textos cabalísticos:

ZOHAR: libro místico y poético. En la literatura halájica (rama de la literatura judía que se refiere a la
ley y su interpretación), ciertas obras son consideradas como normativas, si bien se distinguen de las
mencionadas al no ser consideradas de origen divino o continuación directa de la revelación inicial (la
entrega de la Ley en el Monte Sinaí). En esta categoría encontramos obras como: Shuljan Aruj y
Mishné Torá

Además de éstas, el judaísmo ortodoxo sostiene que junto con los escritos el pueblo de Israel recibió
la revelación oral, que se ha transmitido tradicionalmente. Es a partir de las indicaciones y aclaraciones
de la tradición oral que deben interpretarse las ambigüedades y dificultades del texto bíblico. La ley
oral se codificó y registró por primera vez en el siglo III, para evitar que se perdiese en la diáspora; el
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rabino Judá haNasí redactó el primer comentario conocido sobre la interpretación de la ley, conocido
como Mishná, a partir de las enseñanzas de los tannaim, los estudiosos de la tradición oral.

DOCTRINA: La doctrina del judaísmo se desarrolla en torno a un monoteísmo con implicaciones éticas
y ético-históricas. Existe también un mesianismo, según el cual, tras la venida del redentor, la
humanidad entera cesará de luchar y adoptará los comportamientos basados en la Torá, o ley divina.

CREENCIA: La más importante es que creen en un solo Dios.


Dios es el creador de todo lo que existe; Él es uno, incorpóreo (sin un cuerpo), y solo Él debe ser
adorado como el gobernante absoluto del universo.
Los primeros cinco libros de la Biblia hebrea, fueron revelados por Dios a Moisés. Éstos no serán
cambiados o discutidos en el futuro.
Dios se ha comunicado con el pueblo judío a través de profetas.
Dios monitorea las actividades de los humanos; Él recompensa a los individuos por buenas obras y
castiga el mal.
El Judaísmo afirma la inherente bondad del mundo, y su gente como creaciones de Dios. Los
creyentes judíos están dispuestos a santificar sus vidas y acercarse a Dios, mediante el cumplimiento
del mitzvoth (los mandamientos divinos).No se necesita un salvador ni es necesario como
intermediario.

LUGARES DE CULTO: Desde el año 70 de nuestra era, fecha en la que el Segundo Templo de
Jerusalén es destruido por el Imperio Romano, la sinagoga pasa a ser el lugar de preferencia para el
culto, aunque el judaísmo no emite una preferencia sobre un lugar específico para dicha actividad. En
hebreo, la sinagoga se llama Bet haKenéset, o "lugar de reunión".

Los hombres, al entrar a la sinagoga, generalmente se ponen una kipá o yarmulke sobre su cabeza.
También se acostumbra utilizar espacios normalmente destinados al estudio para la oración.

Lectura pública en la sinagoga los días lunes, jueves y sábados forma parte fundamental del culto
judío, lo que le ha valido al pueblo judío el nombre de «Pueblo del Libro».

Generalmente las sinagogas están orientadas hacia Jerusalén. Al fondo se halla un armario o
tabernáculo, el arca sagrada (hejal en sefardí o arón haKódesh en askenazí), que contiene los rollos
de la ley (Torá). Ante el tabernáculo pende una lamparilla que arde constantemente en recuerdo de la
luz perpetua (ner tamid) que brillaba en el Templo de Jerusalén. Un candelabro, por lo general de siete
lámparas en línea, evoca el célebre candelabro (menorá) del Templo. Una mesa de pupitre, colocada
sobre una plataforma (tebá en sefardí, bimá en asquenazí), hace las veces de altar; sobre ella se lee la
Torá. En las sinagogas sefardíes, es allí donde se para el oficiante. En las sinagogas askenazíes, el
oficiante se para sobre un atril en frente del arca o a un lado de ella al que se denomina "amud"

.
LUGARES SAGRADOS:-Judíos: Muro Occidental (Lamentaciones), último remanente del muro de
contención del Segundo Templo. Monte del Templo. La Tumba de Raquel. Tumba de los Patriarcas en
la Cueva de la Macpelá en Hebrón.

-La Explanada de las Mezquitas o Monte del Templo: es un lugar sagrado ubicado en la ciudad vieja
de Jerusalén. Es el lugar más sagrado del judaísmo, ya que en el Monte Moria se sitúa la historia
bíblica del sacrificio de Isaac. El lugar de "la piedra del sacrificio de Isaac" (la Sagrada Piedra de
Abraham) fue elegido por el rey David para construir un santuario que albergara el objeto más sagrado
del judaísmo, el Arca de la Alianza.

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-La Mezquita de Al-Aqsa: es parte del complejo religioso de la Explanada de las Mezquitas de
Jerusalén. Es la mezquita más grande de Jerusalén; puede albergar a 5000 personas dentro y
alrededor de la mezquita. Está construida siguiendo una mezcla de estilos. En los tiempos del Reino
de Jerusalén, la mezquita se usó como palacio y se le llamó el Templo de Salomón, debido a que se
cree que fue edificada en el mismo lugar que el Primer Templo de Jerusalén. Ha sido a veces objetivo
del ataque de extremistas, pero la mayoría de los intentos han sido frustrados por los servicios de
seguridad israelíes.

VESTIMENTA JUDIA: La kipá: pequeña gorra ritual que se utiliza para cubrir
parcialmente la cabeza, usada tradicionalmente por los hombres. Su uso es
obligatorio para entrar y permanecer en lugares de culto judíos (sinagoga,
cementerios, lugares sagrados, en situaciones de plegaria, celebración o estudio
canónico). No proviene de un precepto bíblico. Dios esta por encima de los
hombres y las cosas; y solo pretende que la cabeza no quede al descubierto de
Dios.
-Blanca: se utiliza para celebraciones de regocijo (shabat, fiestas o bodas).
-Negra: utilizada en ocasiones de duelo.

Talit: accesorio religioso en forma de chal que se utiliza en los servicios religiosos. Puede ser largo y
amplio permitiendo a la persona que se envuelva en él o cubrirse la cabeza si desea apartarse
totalmente del mundo mientras comulga con Dios. Puede ser simplemente un «chal de oración» corto
y angosto.

Se usa únicamente durante el día, que es el momento en que es posible mirarlo y verlo en la luz
natural del sol.

Tefilin (flacterias): dos pequeñas cajas (batim, bait en


singular) perfectamente cuadradas, teñidas de negro,
de cuero trabajado especialmente de animal kasher,
que contienen los cuatro pasajes bíblicos ordenados
escritos sobre pergamino por un sofer Sta"M, y que
se enrollan al brazo y la cabeza del judío por
intermedio de unas cintas (retzuot, en singular:
retzua) de cuero también teñidas de negro y que
cuentan con unos nudos especiales para ajustarse
perfectamente al orante. La utilizan los hombres en
los días hábiles.

5.2. HINDUISMO. Término que hace referencia a las creencias, prácticas e instituciones sociales
y religiosas de los pueblos conocidos como hindúes (principalmente la India y parte de Pakistán,
Bangladesh, Sri Lanka y Nepal).

Religión
El hinduismo es un abigarrado mosaico religioso que tiene en común una difusa herencia religiosa
original (los textos védicos) y la aceptación de una forma de vida regida por una ley tradicional
(dharma), enmarcada en un sistema social en el que cada cual tiene su lugar en una determinada
casta (varna). Para los hindúes se trata de la Sanatana Dharma (Ley Eterna). Aunque abarca una

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amplia diversidad de creencias religiosas, hay unas características que la mayoría de los hindúes
comparten.

Tradición y doctrina

Los hindúes creen en una realidad eterna, absoluta, infinita, principio neutro y único, causa y
base de toda existencia: el brahmán. Es imposible definirlo o conocerlo. Por eso los hindúes adoran a
muchos dioses (regionales, locales, familiares e incluso personales), porque los dioses son simples
vías de aproximación a la realidad última, expresiones y manifestaciones de brahman. Esta
multiplicidad no es, sin embargo, sinónimo de politeísmo, puesto que brahman es único. Entre los
dioses posteriores al período védico, los más populares son Siva (el destructor) y Vishnú (el
preservador) que, junto con Brahma (el creador), forman una tríada divina
llamaba Trimurti. La doctrina del hinduismo está relacionada con el
concepto de atman„o “yo”, que permanece constante a través del ciclo de
las reencarnaciones (samsara) y sometido a la ley del karma (acción,
obras) o ley de causa y efecto; es decir, la existencia de cada persona ha
sido precedida de otras anteriores y el estado actual es consecuencia de
los actos buenos o malos realizados en las vidas anteriores. El objetivo
final es “liberar el at man" (moksa) de esta cadena de reencarnaciones a
Brahmá, el dios través de la realización espiritual. Hay tres caminos, generalmente
supremo.
aceptados, para llegar a la salvación: a) el camino de los actos (cada persona tiene
que cumplir con las obligaciones propias de su estado); b) el camino del conocimiento (deshacer las
ataduras de la ignorancia y conocer la verdad; el yoga y la meditación permiten avanzar por este
camino), y c) el camino de la devoción (exige actos de culto).
Asimismo se reconocen tres leyes morales mayoritariamente respetadas. La primera es la ley de
castas o varnas, a la que se pertenece por nacimiento y determina los deberes sociales y religiosos de
cada individuo; esta ley surge de una vieja división ideológica de la sociedad en cuatro grupos: a) los
sacerdotes o brahmanes, la más alta, representante del conocimiento y la pureza religiosa; b) los
guerreros o kshatriya; c) los agricultores y comerciantes o vaishya, y d) los esclavos o shudra; además
están los intocables o gente sin casta. La segunda es la ley de los estados de la vida; superada la
infancia, un hindú debe recorrer cuatro estadios a lo largo de su vida: estudiante, cabeza de familia,
ermitaño y asceta. La tercera ley es la del comportamiento individual: pureza, dominio de uno mismo,
veracidad y no-violencia.

Desarrollo del hinduismo


El origen del hinduismo es la religión védica, surgida hacia el 1500 a. C., cuando las tribus nómadas
arias conquistaron el valle del Indo, ocupado por agricultores sedentarios. La religión védica se
fundamentaba en una serie de libros sagrados -los Vedas, escritos en sánscrito-, que aún hoy son
aprendidos de memoria por algunos brahmanes; era una religión exclusiva de un grupo determinado,
los arya, los nuevos pobladores; se basaba en el rito: si el sacrificio se realizaba correctamente el
sacerdote o brahmán controlaba las fuerzas de! cosmos. La síntesis hinduista o estructuración

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fundamental de los conceptos, que todavía hoy siguen teniendo vigencia, se produjo al final del
periodo de los últimos Upanishads védicos, entre el 500 a. C. y el s. v d. C. En ese momento es
cuando las influencias populares y no arias y el impacto del jainismo y, sobre todo, del budismo
remodelaron el cerrado mundo religioso védico al transformarlo en un mensaje universalista. Desde el
s. v hasta el completo control musulmán en el s. XIII se consolidan las diversas escuelas (sivaísmo,
vishnuismo, bhaktismo, tantrismo, etc.) que aún hoy configuran el hinduismo.
En el s. xix, el colonialismo occidental, significó otro gran impacto. Como consecuencia surgieron una
serie de reformadores religiosos. El primero de éstos fue Rain Mohán Roy, fundador en 1828 de la
Brahmo-samaj (sociedad de los creyentes en Brahman), que pretendía superar la religión hindú por
medio del rechazo al politeísmo y al sistema de castas y la búsqueda de un credo que unificase el
hinduismo, el Islam y el cristianismo. Luego, surgió un fundamentalismo hindú que buscaba volver a
una religión ideal original hinduista desde la Arya-samaj (sociedad de los arios) creada en 1875 por
Dayananda Sarasvati. Asimismo figuras carismáticas que, siguiendo el modelo tradicional hinduista,
predicaron un camino que incidía en la mística, la no-violencia y la filantropía, han tenido una notable
influencia en Occidente: Ramakrishna (1836-1886), Aurobindo Ghose (1872-1950), Mohandas Gandhi
(1869-1948) y Jiddu Krishnamurtí (1895- 1986), principalmente. De gran resonancia fue Gandhi, que
en su lucha contra el imperialismo británico, recuperó viejas enseñanzas hindúes, como la no-
violencia, el vegetarianismo, el celibato y la tolerancia social, que tuvieron una gran repercusión social
y política.

Libros sagrados. Los escritos más antiguos del hinduismo están recogidos en los Vedas (en sáncrito,
saber, conocimiento), estructurados en cuatro colecciones: Rig-Veda (la más antigua, es una colección
de himnos a los dioses compuesta por los sacerdotes), Sama-Veda (recopilación de cantos del Rig-
Veda adaptados para el uso litúrgico), Zadzur- Veda (recopilación de fórmulas para los sacrificios) y
Atbarva-Veda (recopilación de fórmulas mágicas y conjuros). Además de los Vedas, en la tradición
revelada se incluyen también tres grupos de comentarios de índole diversa: los Brahmana
(comentarios e interpretaciones de los himnos védicos al tiempo que desarrollan una ideología
sacerdotal); los Arañaki (apéndices esotéricos complementarios de los Brahmana, pensados para
ayudar a la meditación en la soledad de los bosques) y los Upanishad (“secretos recibidos a los pies
del gurú”, maestro espiritual; constituyen la base principal del Vedanta -“fin del Veda”-: son tratados
especulativos y filosóficos, la interpretación tardía del material védico). Existen otros textos diversos,
no tenidos por revelados pero que poseen el prestigio de la tradición: los Kalpa-sutra (contienen
aforismos sobre las ceremonias y describen rituales de culto), el Manavadharmasastra (“Leyes de
Manu”, textos legales), etc. A todo este con junto se debe añadir la literatura épica, las grandes
epopeyas Mahabharata (“El gran combate de los Bharatas”, descendientes de Bharata, el antepasado
de los príncipes del norte de la India; Bbagavadgita o “Canto al Señor” es la parte más conocida de la
epopeya) y Ramayana (“Gestas de Rama”, encarnación de Vishnú).

Principales ramificaciones. La diversidad del hinduismo se materializa en la proliferación de grupos,


dioses y modos de entender la tradición. Algunas grandes vías son: el sivaísmo, el vishnuismo, el
saktismo y el tantrismo.

Fiestas y culto. El hinduismo popular celebra numerosas fiestas; destacan las grandes de Divali o
fiesta de las luces, en año nuevo, dedicada a la diosa Laksmi, y Holi, alegre fiesta primaveral dedicada

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a Krisna. Entre las prácticas religiosas más o menos generalizadas destacan las peregrinaciones a
lugares santos como Benarés o el baño ritual en el río sagrado Ganges. El culto religioso doméstico
varía según la casta, el lugar y las creencias. En general, un brahmán está obligado a saludar la salida
del sol, a presentar la ofrenda de la mañana y las libaciones a los dioses y a los antepasados, y a
adorar las imágenes divinas guardadas en una habitación especial. Los acontecimientos importantes
de la vida están señalados por ceremonias especiales (nacimiento, iniciación religiosa, ritos de
matrimonio y rito funerario). La vaca es un animal sagrado, el símbolo viviente de la Tierra Madre que
abastece a la humanidad: alimentar a la vaca es en sí mismo un acto de culto y su carne no se come.

5.3. ZOROASTRISMO: LOS ORÍGENES

Zaratustra, cuyo nombre devino en Zoroastro para los antiguos griegos, fue un Profeta que vivió en
Medio Oriente en el siglo VI A.C, según ciertos escritores, pero muy posiblemente durante el siglo XV
A.C. El nombre vendría a ser el compuesto de dos palabras: la primera, según algunos autores,
significaría "viejo"; y la segunda, "camello". Conforme a esta interpretación Zarathustra sería "el
hombre de los camellos viejos". Pero otros creen que es sinónimo de "criador o cuidador de caballos".
Según varios historiadores, habría vivido en Bactria.
El zoroastrismo es el producto de las enseñanzas reveladas a Zaratustra por Ahura Mazda ("Señor
Sabio") - que en el viejo idioma Pahlavi se dice Ohrmazd, y de ahí Ormuz - y sus Arcángeles. Esta
religión gozó de su momento más glorioso en el Imperio Persa (559 AC a 651 DC).
Zoroastro fue ante todo un gran reformador de la vieja religión aria. La idolatría y los ritos muchas
veces sangrientos de ésta, son barridos por la nueva fe que traerá luz al mundo, dado sus elevados
conceptos acerca de Dios, el hombre y la naturaleza, lo cual nos permite calificar al Zoroastrismo como
una de las primeras religiones maduras, es decir, desprovistas -al menos en lo que es la generalidad
del mensaje zarathustriano, de la superchería de las formas de religiosidad primitiva. Conceptos como
Asha - que en términos sencillos puede asimilarse a un principio ordenador de la realidad-, son
sumamente abstractos, lo cual demuestra el carácter de la aprehensión cognitiva llevada a cabo por
Zoroastro y sus discípulos.
Zoroastro tuvo una vida propia de una epopeya. Se dice que al salir del vientre materno no lloró y que
incluso su madre no sufrió el dolor propio del parto. "los enemigos de la verdad lo persiguen e intentan
hacerle perecer arrojándolo a las llamas de una hoguera que se extinguieron al ponerse en contacto
con su cuerpo. Los ataques de sus enemigos le dieron una gran reputación, y tan pronto se le ve entre
el pueblo difundiendo sus doctrinas como en el desierto buscando el aislamiento para ponerse en
contacto con la divinidad. Durante uno de estos períodos de aislamiento Brahma lo trasportó al pie del
trono de Ormuz, quien le reveló la ley y los menores detalles de su culto. Recibida esta revelación se
retira al fondo de una caverna, donde permanece durante siete años en silencio. A los treinta años
recibe de cada uno de los arcángeles diversas revelaciones que le enseñan la manera de tratar a los
animales domésticos, al fuego, a los metales, a la tierra, al agua y a las plantas. Una vez preparado
para el desempeño de la gran misión que debía desarrollar sobre la tierra, se presentó en el palacio
real al monarca que abrazase la nueva religión, cosa que consiguió tras largas discusiones y después
de haber realizado algunos hechos milagrosos. Posteriormente Zoroastro convenció al rey persa a que
llevase la guerra a algunos países limítrofes, con lo cual la religión de Ormuz se extendió hasta la
India. Durante el asedio de una ciudad escita cayó en poder del enemigo, y se cree que pereció allí
juntamente con cierto número de sacerdotes del fuego que fueron sacrificados. Zoroastro fue uno de
los hombres más grandes que ha producido la humanidad".

LIBROS SACROS
Los textos sagrados del zoroastrismo son especialmente el Avesta - que en Occidente debido a unos
groseros problemas interpretativos se conoce como Zend- Avesta, cuando ello significa realmente
"Comentario al Avesta" - y los llamados Textos Pahlavi.
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El Avesta es una compilación de muchos textos, especialmente cantos sagrados, y su importancia
para los mazdeos - otro nombre con que son conocidos los zarathustrianos - puede compararse con lo
que representa para un musulmán el Corán o para el cristiano la Biblia. Habría sido codificado de
manera ordenada hacia el año 600 DC, lo que revela que durante muchos siglos a través de una
tradición oral se conservó el pensamiento y palabras del Profeta.
El Avesta contiene entre otros textos a los Gathas, conjunto de cánticos que recitan a diarios los
seguidores de Zarathustra. Habría sido escrito en distintos tiempos.
Cabe indicar que la lengua Ghática tendría un ancestro común con el Védico. Así lo han demostrado
las semejanzas de muchas palabras. Un ejemplo: la palabra Asura que en védico significa "señor
divino" tiene igual definición que la palabra gáthica "ahura
Los textos litúrgicos, que se incluyen en el Avesta se llaman generalmente Yasna (término que
significa "reverencia"). Los estudiosos han descubierto gracias a un profundo análisis gramatical e
histórico que los Gathas fueron escritos en Gáthico, y en otras partes en Avestán Nuevo.

¿MONOTEISMO O POLITESMO?
El Yasna, libro de himnos contenido en el Avesta, incluye frases que parecen ser contradictorias; y así,
mientras en unas se dice que hay un solo Dios, de quien proviene bien y mal, en otras se aprecia una
especie de politeísmo, siendo el dios del bien y el del mal seres supremos distintos.
Y no es contradicción decir que en el Uno coexisten de alguna manera dos principios: el bien y el mal,
siendo el primero el primordial y que al final de los tiempos ha de triunfar. Esto no significa en modo
alguno creer que Ahrimán sea tan poderoso como Mazda, sino que es un rival fuerte, que a veces -
como en el ciclo actual- triunfa, pero que desde un principio de los tiempos es sabido que perderá la
gran batalla. Así, lo establece una especie de catecismo zoroastriano, el Chidag Andarz y
Poryotkeshan, que dice, ya desde las primeras frases: "este Reino (el de Ormuz) es infinito y puro; y
Ahriman no lo es, y es destructible".
¿Cómo es posible que en el Uno coexistan dos? La resolución a este aparente contrasentido, ha sido
dada por el tradicionalista Frithjof Schuon, quien nos habla de dos planos de la realidad. Primero, el
Absoluto o Supra-Ser. Y el plano más bajo, del Ser, donde habita la dualidad bien-mal.
El Sobre -Ser contiene al Ser, por lo cual lo supera.
Siguiendo esta lógica, diremos que Ahura Mazda creó todas las cosas, y permitió el mal. Pero, al
mismo tiempo Ahura Mazda es trascendente a la aparente lucha dual, pues es impasible en su mismo
centro o corazón; verdad a la que sólo algunos pocos podrán llegar.

EL PROBLEMA DEL MAL.-


Según los historiadores más modernos, originariamente el zoroastrismo habría sido un monoteísmo.
Ello se aprecia en los textos más antiguos, donde sólo se habla de Ormuz o Ahura Mazda como única
deidad de la cual surgen conceptos abstractos, que la religiosidad popular a veces erróneamente
consideraré como si se tratase de dioses. La lucha entre el bien y el mal aunque era pronunciada, no
se consideraba como una oposición donde existe casi igualdad de armas. Pues por el contrario, sólo
Ahura Mazda es Dios.
El Zurvanismo, una herejía zoroastriana, remarcó la idea que se encuentra en un Gatha, donde
Zarathustra dice: "Verdaderamente, hay dos Espíritus primordiales, gemelos que se hallan en conflicto.
En palabra y en acto ellos son dos: el bueno y el malo" (Yasna, 30.3).
La exageración de este Yasna, derivó en la creencia errónea según la cual Spenta Mainyu (el mal) y
AhuraMazda serían algo así como hermanos, hijos del tiempo (Zurvan; de allí el nombre de esta
heterodoxia).
El zoroastrismo repugna de esta creencia, puesto que entiende que el mal jamás puede equipararse al
poder de Ahura Mazda, de quien derivan todas las cosas.

UNA RELIGIÓN QUE NO ADORA IMÁGENES


"El zoroastrismo, igual que su sucesor, el islam, no tuvo ídolos, a diferencia de las otras religiones
indoeuropeas y de la religión de la Grecia antigua. Por tal razón en la Persia de esa época no existe
una estatuaria sagrada."
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Las pocas representaciones existentes de Ormuz nunca fueron consideradas como ídolos, sino como
símbolos. Jamás se confundió la imagen con la substancia.

ALGUNOS CONCEPTOS CLAVES


La religión fundada por el Profeta era llamada por éste Daena Vanguji, que puede traducirse como
Recta o Buena Consciencia; o simplemente como Buena Religión.
Sus pilares o principios son:
1. - VOHU MANA (VOHU MANU): Pensamiento adecuado.
2. - ACHA: Rectitud. Vía recta.
3 - VOHU KACHAZRA: Buen imperio.
4.- ARAMAITI: Serenidad.
5 - SERAUCHA: Inspiración.
6. - JAURVATAT: Integridad.
7. - SPENTA MAINJU: Mentalidad progresiva.
8. - AMERETAT: Inmortalidad.

EL ZOROASTRISMO COMO FUENTE DE INSPIRACIÓN DE OTRAS RELIGIONES


No deja de llamar profundamente la atención el hecho que conceptos e ideas originariamente
zoroastrianas hayan sido adoptadas por otras religiones.
Así podemos mencionar al menos tres: la judía, la cristiana y el islamismo. E incluso podríamos
agregar el budismo.
Las tres primeras mantienen la idea monoteísta.
La idea de un "pecado original", la concepción de la resurrección de los muertos y la necesidad de un
acto como la confesión, que adoptará el cristianismo pertenecen a la religión zoroastriana.
El Chidag Andarz y Poryotkeshan bastante antes de las enseñanzas de Jesús, establece una
sabiduría que es conmovedora y base de muchas creencias posteriores. Una estrofa reza: "El cuerpo
es mortal, mas el alma inmortal. Hace buenas obras, por el alma que es real, no por el cuerpo; el
próximo mundo es real, no éste".
El buddhismo toma conceptos que son recogidos en lo que se ha dado en llamar el Óctuple Sendero.
El pensar, hablar y actuar recto, como la concepción de la Mente Recta o Buena que encontramos en
el Avesta, son reiterados en la tradición buddhista. Este libro sagrado es por lo demás una anticipación
de las enseñanzas de Buddha.

EL CULTO DEL FUEGO


Previo al mensaje dado por Zoroastro, el culto del fuego existía en Irán. Simbólicamente es la
expresión de la fuerza divina y la espiritualidad en potencia y acto.
Los zarathustrianos actuales siguen manteniendo en sus ritos la presencia de este elemento. Aunque
no muchos, sin embargo, existen altares ígneos que durante siglos consumen llamas, siendo
resguardados por fieles sacerdotes.

ORACIONES DE LOS ZOROASTRIANOS


El Zoroastrismo exige a los suyos la plegaria durante el día de ciertas oraciones o Gahs. Tales rezos
tienen una finalidad, cual es el mantener el fuego de la oración viva durante todo el día. Es decir, poder
vigilar nuestro propio corazón en el transcurso de las horas, a la vez que entregarlo al sumo bien o
Ahura Mazda.
Los Gahs son:
1. - Hawan Gah. Ha de rezarse durante la salida del sol hasta mediodía.
2. - Rapithwin Gah. Mediodía hasta media tarde.
3. - Uzerin Gah. Media tarde hasta el crepúsculo.
4. - Aiwisruthrem Gah. Crepúsculo a medianoche.
5. - Ushahin Gah. Medianoche hasta el alba.

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Otras oraciones muy usadas son dos, que tienen un carácter sacro de preeminencia, y que se llaman
Ashem Vohu, y Ahunwar (Yatha Ahu Vairyo), que suelen ser recitadas en los Gahs o en los Jashans
(eventos importantes).
Además existen las letanías o Niyayeshes. Pero no son éstas las únicas oraciones, sino que hay
muchas más que se rezan en festividades, o que tienen objetivos específicos. Así, por ejemplo, el Mihr
Yasht que significa "Himno a Mithra".

5.4. Confucianismo se llama en primer lugar la doctrina de Confucio o Kung-tse (siglo vi a. de


J.C.). El confucianismo es menos una filosofía que una doctrina moral recopiladora de la tradición
antigua. En el centro de esta doctrina se encuentra el mandamiento del amor filial. El ideal lo
constituye el «noble» que reúne la perfección moral con las formas de la educación del hombre
mundano. Las cuestiones metafísicas y religiosas son ajenas a Confucio. Después de ulteriores
perfeccionamientos y luchas, el antiguo confucianismo alcanzó una indiscutible influencia en China a
principios de nuestra era. Sólo en el siglo xii d. de J.C. recibió el confucianismo una base metafísica
en el neo-confucianismo de la escuela de Hsing-li. El más importante representante de ella y mayor
filósofo de China es Tschu-Hsi (Chui-Hi). Reduce la realidad a dos principios: la razón y lo fluido
(materia), que se origina de aquélla pero que una vez producido no es ya separable de la misma. A
ese dualismo realista se contrapone un naonismo idealista. Distinto del neo-confucianismo, como
filosofía, es el confucianismo tardío, como religión del Estado. La ética del confucianismo antiguo se
combinó con elementos del taoísmo, / budismo y del culto a los antepasados, en el cual Confucio,
come ser divino, fue también incluido.

En el cuarto libro Confucio dice: ¿En qué consiste la bondad? En amar a todos los hombres. ¿En qué consiste la
ciencia? En conocer a los hombres. El noble no expresa nunca su parecer sobre las cosas que no comprende.
Busca la máxima precisión en sus palabras; esto es lo más importante.
El hombre que no medita y obra con precipitación, no podrá evitar grandes fracasos.
El noble sólo busca la verdad y no se aferra con ciega obstinación a su criterio.
Jì Lù preguntó si se debía servir a los espíritus y Confucio le respondió: «Si no podemos servir a los hombres,
¿cómo vamos a servir a los espíritus? Jì Lù dijo entonces: « ¿Qué me diréis, pues, de la muerte?» Confucio le
contestó: «Si no conocemos la vida, qué vamos a saber de la muerte?»

LECTURA

LO QUE SIGNIFICA EL CONFUCIANISMO

DEL LIBRO DE LOS HOMBRES Y MUJERES CÉLEBRES

El confucianismo más conocido en castellano como la Escuela de los Letrados. Confucio, éste no tuvo una idea
fija de Dios ni de la otra vida. En este sentido no fue un verdadero maestro espiritual; parece un hombre
práctico, muy atento a las cosas de este mundo. No podemos decir, por tanto, que el confucionismo esté al
mismo nivel del budhismo, por ejemplo. En éste hay una verdadera religión que le habla al hombre de la
redención de su alma. Confucio no pensó en esto; limitóse a enseñar a los hombres a vivir bien la vida mortal.
Importándole poco la religión que profesara éste o aquél de sus compatriotas.

Enseñó que la bondad vale por sí misma y que constituye también la «mejor política». En cuanto a la vida futura,
tampoco usó Confucio ni promesas ni amenazas. No prometiendo nada para la otra vida, el confucionismo pide
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que los hombres sean buenos por sólo la satisfacción de serlo. Creía Confucio, seguramente, que los hombres
nacen siendo virtuosos y que deben conservarse así. Siguiendo las leyes de su propia naturaleza cuidando de no
caer en el mal, el hombre, decía, puede remontarse hasta el cielo. Consiste pues, la doctrina de Confucio en
predicar el amor a la bondad por la bondad misma; y así no puede aceptarse como una religión propiamente
dicha.

Sin embargo, en un amplísimo sentido de la palabra, puede llamarse religión al confucianismo; pues religión
significa algo que hace la unidad de los pueblos; y si hay algo en el mundo que haya contribuido a mantener
unida a una nación haciéndola fuerte y duradera, ese es el confucionismo. Sobre todo, éste insistió en predicar
el deber de amar y respetar a los padres, y la consideró como el primero de los deberes. Según las mismas
palabras que usó Confucio: nunca debe desobedecerse a los padres, sirviéndoles en vida, observando una
conducta noble, enterrándolos cuando mueren, siguiendo una conducta noble, y sacrificándose por ellos,
mediante una conducta noble ».

Al predicar Confucio el amor y el respeto para los padres, predicaba la unión de los hombres, la fuerte y
duradera comunidad nacional. Cuando estudiamos las costumbres antiguas, hallamos siempre variando de
aspecto, según los tiempos y lugares, un sentimiento inmortal que podríamos llamar el culto de los ante
pasados. Los mismos salvajes hacen ofrendas al espíritu de sus muertos. Muchas veces, en el culto a los
antepasados, hay excesos absurdos e impropios. Por ejemplo, ciertas personas creen en la visita de los espíritus,
y existen salvajes que sacrifican a semejantes suyos, creyendo con ello dar gusto a sus parientes muertos. Pero
de Confucio podemos decir que, tomando el culto a los antepasados, común a todos los pueblos en ésta o
aquella forma, lo purificó volviéndolo razonable y práctico, para lo cual hubo de limpiarlo de vicios resabios
vergonzosos. Esta sana enseñanza hace fuerte a una familia; y es bien sabido que, en todas las latitudes y en
todos los tiempos, de las familias sólidamente constituidas han nacido las naciones más poderosas, siendo una
nación débil aquella donde débiles son las familias.

Según la creencia y las prácticas chinas, derivadas de la doctrina de Confucio, los padres son ciudadanos
respetados y venerados por sus hijos; y cuando mueren, sus hijos honran sus restos, los entierran con honor y
protegen sus sepulcros, que se conservan como sagradas reliquias.

Resulta, pues, que los hijos son necesarios, considerando que sería un verdadero desastre morirse antes de
haber sido padre. Por consiguiente, el matrimonio y la familia son cosas sacratísimas, en la China.

Confucio enseña al pueblo que debía cuidar de la juventud, honrándola y dedicándole especial atención. Dícese
que empleó estas palabras: Debemos al niño una mirada cuidadosa y constante. ¿Cómo podremos diferenciarles
o bien hacerles iguales a los hombres de hoy? Sólo cuando sean ya hombres maduros, cuando tengan cuarenta
o cincuenta años y no hayan hecho nada notable en su vida, es cuando debemos retirarles nuestra protección y
cuidado.

Frases de Confucio, sobre el ineludible deber de honrar a los padres, así como a los hermanos, que son hijos de
los mismos padres, a quienes debemos veneración:

« El respeto a los padres y una amistosa armonía entre hermanos, son la principal raíz del árbol del sentimiento
que debe arraigar entre los hombres ».

« Los niños deben demostrar siempre su amor filial, hasta cuando sus padres estén ausentes. Que sean
cuidadosos y sinceros, amando toda virtud humana, y que empleen sus ocios, después de haber paseado y
jugado lo bastante, en adquirir buenos conocimientos del arte y de la música ».

« El que después de haberse sometido durante tres años a la voluntad de su padre, sigue fiel a este principio,
aunque su padre haya muerto, adquiere derecho a que se le tenga por un buen hijo ».

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« A los padres sólo debe serles permitido un dolor: el de ver a sus hijos enfermos ».

«El amor filial no sólo consiste en atender a los padres en su ancianidad; también los perros y caballos los
atienden. Si los hijos no sienten muy profundamente el amor y el respeto filiales, en qué se diferencian de los
caballos y los perros? Trabajar para los padres ancianos y llenar su plato de alimento, no es bastante para
comportarse como un hijo bueno y respetuoso ».

« Un hijo que ayude a sus padres puede darles también un consejo amable; pero si el consejo no fuera aceptado
por éstos, él no deberá enfadarse ni sentirse herido en su orgullo, sino que se callará respetuosamente.
Mientras vivan sus padres, cuidará de no irse demasiado lejos, si viaja; en todo caso, no descuidará el escribirles,
comunicándoles su punto de residencia. Un buen hijo no debe olvidar nunca la edad de sus padres. Y si estos
llegan a ser muy viejos, deberá alegrarse de que hayan vivido mucho tiempo, lamentando a la vez que le queden
pocos años de vida ».

« A los ancianos debemos procurarles el descanso; con los amigos debemos ser sinceros; a los niños los
trataremos siempre con ternura ».
« El hombre no tiene que mostrarse apenado, porque no tenga hermanos; hermanos suyos son todos los
hombres del mundo».
Entre los pensamientos que hemos citado, los hay hermosos eternos; pero convendrá tener presente, que la
enseñanza de Confucio, en estos puntos, de ningún modo fue perfecta. También tuvo sus defectos.
Para Confucio, lo mismo que para todos los chinos en general, la mujer o la niña significa bien poca cosa.
Frecuentemente habla Confucio de los hermanos y de los deberes de los hermanos, pero nunca menciona a las
hermanas. Lo más importante de su doctrina es que el hombre debe casarse y tener hijos; si tuviera hijas
solamente, sería una sucesión nula. Sobre todo se ha de honrar al padre, según Confucio, mucho más que a la
madre.

5.5. Budismo

Los orígenes. El budismo tiene sus orígenes en las creencias prácticas que, en el s. vi a.C, surgieron,
en el norte de la India en torno a la figura y la predicación de Siddhartha Gautama, Buda, su fundador,
en reacción a ciertos aspectos de la cultura brahmánica. El término budismo fue creado en el s. XVII
por europeos que tomaron contacto con estos cultos. El budismo se caracteriza por una enorme
diversidad formal, que da lugar a una gran variedad de vías y escuelas. Lo que une tal variedad es la,
figura de Buda. Buda (buddha), nombre que en pali y en sánscrito significa “despierto”, "vigilante”, fue,
con cierta seguridad, un personaje histórico, Siddhartha Gautama, aun así las narraciones de sus
vidas (jatakas) está» repletas de datos mitológicos. Siddhartha, tras una serie de pruebas y una etapa
de búsqueda de la sabiduría, en una profunda meditación, alcanzó la iluminación y el supremo
conocimiento, y comenzó a llamarse Buda. A partir de ese momento se dedicó durante casi medio
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siglo a predicar su nueva vía hacia el conocimiento y la iluminación, seguido de discípulos que
formarían el núcleo de la comunidad monástica (samgha).

Las enseñanzas de Buda


La doctrina de Buda defiende el concepto de anatta, la negación del yo: no hay un yo permanente
(nada es permanente, todo es vacío), sino una serie de agregados (corporeidad, sensaciones,
percepciones, formaciones mentales y consciencia), que se combinan de modo transitorio y temporal.
Mantiene del hinduismo la creencia en el ciclo de reencarnaciones (samsara) y la retribución de los
actos (karma), pero con un carácter menos absoluto. Replantea el papel del hombre en el mundo a
partir del concepto del dolor. Esta reflexión desemboca en las cuatro verdades nobles expuestas en el
Sermón de Benarés.
La primera verdad es que en el mundo todo es dolor y sufrimiento; la segunda verdad es que la causa
del dolor es el deseo, todo deseo provoca karma y por tanto hace girar la rueda de las
reencarnaciones; la tercera verdad es que, suprimir el deseo es suprimir el dolor, liberarse del karma
es liberarse de samsara; la cuarta verdad, el noble sendero óctuplo 1. Comprensión justa; 2. Pensa-
miento justo; 3. Palabra justa; 4. Acción justa; 5. Medio de existencia justo; 6. Esfuerzo justo; 7.
Atención justa; 8. Concentración justa), es el camino que lleva al nirvana, la extinción del deseo
gracias a un acto de sabiduría que disuelve el karma.
La predicación de Buda es un conjunto bastante sencillo de dogmas, y esta sencillez dio lugar a
desarrollos muy dispares. A pesar de ello, el budismo sigue ofreciendo mensajes unitarios basados en
la simplicidad, como el de los tres refugios: dharma (la ley), samgha (la comunidad monástica) y Buda.

El desarrollo del budismo


A la muerte de Buda surgieron los primeros conflictos, ya que las doctrinas no estaban instituidas, ni
establecida la jerarquía monacal. Los primeros concilios budistas trataron de resolver estos problemas.
El primer concilio, según la leyenda, tuvo lugar en Rajagriha, poco después de la muerte de Buda (480
a. C.) y se establecieron algunos textos canónicos. El segundo concilio se reunió en Vaisali en 377 a.
C. para condenar el enriquecimiento monacal, puesto que ciertos monjes aceptaban ofrendas de oro y
plata. Poco después se produjo la primera escisión, .une mahasantghika (gran consejo) y sthaerra
(partidarios del sistema más antiguo, pali thera). Fue el preludio de la gran escisión del s. II d. C. entre
maháyána (gran vehículo) y theravada (la voz de los ancianos) hinayána (pequeño vehículo), como lo
llamaran despectivamente los mahayanitas. La gran expansión del budismo vino de la mano sil
emperador Asoka (274-231 a. C.), unificador de buena parte de la India. Asoka se convirtió al budismo
y envió misioneros, gracias a lo cual, consiguió que esta religión extendiera en gran parte de Asia.
Desde la región de Bengala (India) y Ceilán (Sri Lanka), el budismo se extendió por Indochina y las
islas de Indonesia (s. i a. C.). A través de Cachemira y del Irán oriental, el budismo se propago por
Asia central y China (s. i d. C-); de China pasó a Corea (372 d. C.), y de ésta Japón (s. vi d. C.), En. el
Tibet penetró a lo largo del s. VII d. C. A partir del s. IX el budismo retrocedió por la presión de las
invasiones musulmanas y por los movimientos de pueblos en Asia central. El budismo es la cuarta
religión en el mundo en número de fieles, aunque en la India, su cuna, es muy minoritaria.

Los libros sagrados budistas: Los libros canónicos budistas están recogidos en tres recopilaciones
conocidas por el nombre de Tipitaka (Tres canastas): Sutta-pitka (colección de discursos doctrinales),
Vinaya piitaka (canasta de la disciplina, que contiene las leyes por las que se rige la vida monacal y
Ahhidhamma-pitaka (contiene siete libros de carácter filosófico). Otros escritos importantes son el
Bardo- todol (libro tibetano de los Muertos) y el Milinda Panha (las preguntas de Milinda).
Las principales ramificaciones del budismo Hinayátta (Pequeño vehículo). Defiende la doctrina original
de Buda. Constituye un sistema de sectas complicado. La escuela más poderosa, que aun hoy se
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practica en Sri Lanka y el Sudeste asiático, particularmente en Tailandia, es la theravada, que se
caracteriza por los siguientes puntos; a) el papel fundamental de la sabiduría para discernir lo real de
lo no real; b) la sabiduría perfecta la alcanza el monje (nunca un laico), ya que dedica toda su vida a la
practica del total desapego del mundo; c) el ideal es el arhat, el monje perfecto liberado de todas las
pasiones y que no abandona el estado de nirvana.
Maháyána (Gran vehículo). Recoge muchas creencias diferentes. Comienza hacia el año 100 d. C. El
paso del hinayána al mahñyana es un cambio del ideal de perfección. Mientras que el hinayána aspira
a convertirse en arhat, el maháyána aspira a ser un hodhisattva, es decir, un ser que, no obstante ha-
ber alcanzado el estado de “despierto”, sacrifica su bienestar en favor de la humanidad, prefiriendo
ayudar a los demás hombres, antes1 que retirarse en el nirvana.

Budismo tántrico. Surge en el s. viii d. C. y poco a poco gana terreno el mahüyána. Es de influencia
hindú y popular. La escuela más importante es el vajrayana (vehículo del diamante), cuyo nombre
implica un simbolismo sexual (vajra, falo). Se caracteriza por la presencia de la magia, el ritual, las
técnicas sexuales y la fisiología mística. Tiene un especial desarrollo en el Tibet.

Budismo chino. Entró en China en el s. i y en un principio fue considerado como una secta taoísta.
Su florecimiento tiene lugar bajo las dinastías Sui y Tang (s. vii-ix). Las escuelas principales son chan
(del sánscrito dhyana, meditación, zen en japonés), a partir de la predicación del monje indio Bod
hidharma, y t’ien-t’ai (tendai-shü en japonés), combinación de diversas escuelas mahayanitas. La
vitalidad y prosperidad del budismo se vio afectada por las terribles persecuciones entre los años 842 y
845; se prohibió su práctica, los monasterios fueron destruidos y los monjes obligados a ser laicos.

Budismo japonés. Se introdujo desde Corea en el s. vi. Destaca por la proliferación de doctrinas
formadas a partir del contacto del budismo con el sintoísmo tradicional: el tendaishü (en chino t’ien-
t’ai), introducida en budismo el 806; el shingon, representante del budismo tántrico en Japón desde el
s. IX; el amidismo, que invoca al Buda Amida, consolidada en el s. XII; el nichiren, fundada por monje
del mismo nombre en el s. xiii, versión del budismo de carácter nacional; el zen, una de las doctrinas
más conocidas en Occidente, proviene de la escuela chan ching (del sánscrito dhyana, meditación)
que se introdujo en Japón a finales del s. XII por dos vías: Rinzai zen, fundada por el monje Eisal que
encontró muchos adeptos entre los samuráis, y Soto zen, fundada por el monje Dogen, más popular y
meditativo; los do monjes habían estudiado en China, de ahí que sea la rama del budismo más influida
por el taoísmo; a la iluminación se le llama salori y en el Soto se accede a ella mediante el za zen o
meditación sentada, sin fijar la mente en ningún objeto, y en el Rinzai mediante el koan, adivinanza o
enigma acompañada de gestos poco habituales que hay que resolver.

Budismo tibetano. Conocido también como lamaísmo. Entró en el Tibet en el s. vii , primero con la
forma mahüyána y después, en el s. XI, con la forma tántrica del vajrayan, La interacción de estas
corrientes con la religión prebudista de la zona, el bon, dió lugar a esta rama del budismo, dividido en
cuatro grandes sectas (sakyapa, kagyupa, nyimapa y gelugpa). El budismo tibetiano utiliza numerosas
fórmulas (mantra} a las que atribuye el poder de acelerar la iluminanación; es un budismo guiado en el
que el maestro o lama es fundamental. El dalaí lama (océano de sabiduría) ocupa la cima de la
organización jerárquica. Abundan los espíritus malos y las divinidades; una vez muertos, los lamas
santos se consideran divinidades inferiores y son objeto de culto. Los que dirigen los monasterios o la
vida política incluso en el exilio después de la invasión china del Tibet, se consideran reencarnación
(tulku) de hodhisattvas y Budas. De su misma producción literaria cabe destacar el lamoso Bardo-
Todol (libro tibetano de los Muertos). El lamaísmo se propagó a Mongolia en el s. xIII y en el s. XVI,
donde se continuó en la religión del Estado.

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5.6. Islam
—Historia. En vida de su fundador, el islam se impuso en las tribus de la península arábiga. Después
de la muerte de Mahoma (632), los cuatro primeros califas protagonizaron la gran expansión del islam,
conquistando el Próximo Oriente, desde Irán hasta Egipto. En poco más de un siglo, los árabes
conquistaron un extenso imperio que se extendía desde los Pirineos hasta el Indo. Los francos en
Europa occidental, los bizantinos en Asia Menor y los chinos en Asia central detuvieron su expansión.
De esta forma, en el imperio árabe quedaron incluidos millones de personas que tenían religiones
distintas a la musulmana. Recibieron la condición de dimmíes (protegidos) y debían pagar un tributo
especial. Si bien en los primeros tiempos las conversiones al Islam fueron escasas, con el tiempo
fueron aumentando y hacia los ss. x y xi la mayoría de la población de los territorios musulmanes ya
seguía la religión islámica (en España, las conversiones fueron numerosas a partir del s. X). Por otra
parte, también en esta época se afianzó la conversión de los pueblos del Asia central, comenzó una
actividad proselitista en el África subsahariana (Sudán y costa oriental) y los conquistadores
musulmanes de la India favorecieron la expansión del Islam en el subcontinente, mientras que desde
el s. Xii la península de Malaca e Insulindia recibieron comerciantes islámicos y los pueblos malayos
(incluyendo el S. de las Filipinas) se convirtieron progresivamente al Islam.
El Islam surgió en Arabia en el s. VIl fundado por el profeta Mahoma (Muhammad). La palabra islam
significa en árabe “sumisión” a Dios y muslim, de donde deriva la palabra musulmán, es todo aquel
“que se somete” a Dios. Mahoma, profeta reformador de la religión de los árabes, es considerado el
intermediario de la última revelación de Dios a los hombres a través del Corán, la palabra de Dios. En
este sentido, Mahoma es el último y el más perfecto de la serie de mensajeros de Dios, desde Adán,
Noé, Abraham, Moisés hasta Jesús, de quien niegan la divinidad. Aunque Mahoma es sólo un hombre,
la recopilación de sus dichos y hechos (sunna), juntamente con el Corán, constituyen las bases del
Islam. La comunidad de fieles del Islam se llama umma, y es un concepto vivamente sentido por todos
los que creen en Alá (Dios). La umma fue organizada por el mismo Mahoma con las características de
única, igualitaria (todos los creyentes son iguales delante de Dios), laica (sin jerarquías) y teocrática
(regida por el Corán).
Es la religión dominante en el Oriente Medio, en Asia Anterior, en la región caucásica y al norte del
subcontinente indio, en el sur de Asia, en Indonesia, y en el norte y este de África.
Creencias. El credo musulmán consiste en cinco dogmas de fe: 1) creencia en un solo Dios, único,
omnipotente, omnisciente y misericordioso; el hombre debe obedecer su voluntad; no existen ídolos ni
santos; rechaza cualquier politeísmo; 2) creencia en los ángeles, ministros de Dios organizados
jerárquicamente (Gibril, Mikhail, Israfil e lzrail); cada hombre tiene dos ángeles protectores y dos
ángeles malignos que lo tientan; 3) creencia en el libro revelado, el Corán; 4) creencia en que Dios se
manifiesta por medio de los profetas, entre los cuales están Abraham, Moisés y Jesús, siendo Mahoma
el último y definitivo; 5) creencia en el día del Juicio Final; los hombre buenos serán recompensados
con el paraíso de frescos jardines, y los malos castigados al infierno de siete pisos.
Practicas. Las obligaciones comunes a todo buen musulmán constituyen los Cinco Pilares del Islam: I)
recitar la profesión de fe, la chahada, Solo hay un Dios, que es Alá, y Mahoma es su profeta”; con esta
máxima se acepta el hecho de pertenecer a la comunidad musulmana; 2) observar la oración ritual, el
salat, cinco veces al día al alba, al mediodía, a media tarde, al ocaso y por la noche-; siguiendo la
llamada de los almuecines situados en los alminares de las mezquitas, todos los fieles musulmanes,
colocados en dirección a la Meca (el alquible es el muro de la mezquita que indica la orientación) y
desde cualquier lugar en el que se hallen, han de realizar cuatro posturas principales (de pie,
inclinación, prosternación y posición sentada sobre los talones) y recitar la chahada y otras oraciones
coránicas; antes de realizar el salat es necesario limpiar el cuerpo (rostro, brazos y pies), según se
indica en el Corán; los viernes, de modo obligatorio para los hombres, se ha de asistir a la mezquita; 3)
pagar la limosna legal que se dedica a los pobres, el zakat; 4) hacer ayuno durante el Ramadán
(sawm), es decir, abstenerse de introducir nada en el cuerpo desde el alba hasta la puesta de sol; 5)
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realizar, si las condiciones físicas lo permiten, la peregrinación mayor (hajj) a La Meca por lo menos
una vez en la vida; durante la visita los peregrinos dan siete vueltas alrededor de la Kaaba, visitan
diversos lugares sagrados y practican determinados ritos. Además de los Cinco Pilares básicos hay
otras prescripciones identificatorias del musulmán. La gran guerra santa o gran yihad, “el esfuerzo en
el camino de Dios”, es la que debe llevar a cabo todo creyente en su interior para perfeccionarse;
cuando se utilizan las armas se denomina pequeña yihad o pequeña guerra santa. La circuncisión,
aunque no aparece en el Corán, es una práctica muy común. Está prohibido comer carne de cerdo, la
ingestión de bebidas alcohólicas, la práctica de la usura y los juegos de azar.
Moral islámica. La sharia es la ley divina del Islam. Mahoma no distinguió entre la ley religiosa y la ley
civil. En los países musulmanes la aplicación de la sharia depende del grado de secularización del
Estado. La sharia ordena todos los ámbitos de la vida, todas las actividades del hombre. Las cuatro
fuentes de la sharia son el Corán, la tradición (basada en las costumbres, sunna, primitivas de la
comunidad de creyentes y en los dichos, hadith, de Mahoma no incluidos en el Corán), la deducción
analógica y el consenso común. Quien no cumple los actos obligatorios o realiza los prohibidos es
castigado; no se castiga el incumplimiento de los recomendados o la realización de los
desaconsejados. Dependerá del grado de interpretación de los gobernantes, que cumplen la función
de guardianes.
Principales ramificaciones del Islam Sunnitas. Representan el grupo mayoritario de los fieles del
Islam. Se aplican el calificativo de al-sunna, “gentes de la tradición”. Defienden que Mahoma no tiene
sucesor y aceptan los dirigentes, siempre que ajusten su actuación al Corán. No tienen un grupo
sacerdotal que detente el dogma.

Šїitas. Grupo minoritario de los musulmanes, aunque son mayoría en algunos países (90 % en Irán, 70
% en Azerbaijan, 60 % Yemen, 55 % en Bahrein, 35 % en Líbano, 60 % en Iraq). Se distinguen de los
sunnitas no sólo en el plano político, sino también en el religioso, por algunos detalles en el culto, pero,
sobre todo, por haber introducido en el Islam el tema de la Pasión (martirio de Husayn y otros), la idea
del carácter semidivino del imán y la del retorno del imán muerto oculto en el fin de los tiempos.
Poseen una estructura sacerdotal: los intermediarios de los imanes (ayatolá, ulemas) poseen un gran
poder en la toma de decisiones y son reverenciados en vida y venerados tras su muerte.

EJERCICIO 7.

.
Página | 38
EJERCICIO 8.
NOMBRE SEC.

Página | 39
EJERCICIO 9.
NOMBRE SEC

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6. ALGUNAS HEREJÍAS DEL CRISTIANISMO EN SUS PRIMEROS
SIGLOS. (Herejía: Idea o conjunto de ideas religiosas contrarias a los dogmas
de una doctrina religiosa que son rechazadas por las autoridades eclesiásticas,
especialmente en la iglesia católica).

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6.1. Docetismo: Las primeras herejías negaron sobre todo la humanidad verdadera del
Verbo encarnado. Desde la época apostólica la fe cristiana insistió en la verdadera encarnación
del Hijo de Dios, «venido en la carne» (Ver: 1Jn 4, 2-3; 2Jn 7).

El docetismo del griego dokein (= parecer) reducía la encarnación del Verbo a una mera apariencia,
un mero parecer humano de Cristo. Su cuerpo no sería un cuerpo real sino una apariencia
de cuerpo. Ésta visión brota de una concepción pesimista de la carne y de todo el mundo material
propia del gnosticismo, del cual proviene esta herejía.

6.2. Mandeísmo. Del arameo manda (= conocimiento), secta gnóstica, también llamada de
los Nasareos, que se desarrolló en los siglos I y II en el moderno Jordán. Se basaban en
escrituras antiguas, particularmente del tesoro de Ginza. Eran similares en sus
creencias a los maniqueos y unían elementos de pensamiento cristiano con elementos
gnósticos.

Los mandeos, dada su influencia gnóstica, creen que el alma humana se halla cautiva del cuerpo y
del universo material y que sólo se puede salvar mediante el conocimiento revelado, una vida ética
estricta y la observancia de ciertos ritos.

Creen también en la mediación de un redentor que vivió en la tierra triunfando sobre los demonios
que mantenían el alma esclavizada al cuerpo; sólo este redentor podría ayudar en el ascenso del
alma a través de los mundos y esferas celestes, hasta reunirse con el Dios supremo.

Su teoría sobre Cristo es prácticamente la misma que la de los gnósticos.

6.3. Macedonianismo. Herejía promovida por varios obispos arrianos, quienes enseñaban que en
la Trinidad existía una jerarquía de personas, en la que el Hijo sería inferior al Padre y el
Espíritu Santo sería inferior a ambos. La herejía recibe su nombre del obispo semiarriano
Macedonio, a quien se atribuye la fundación de la secta.

A los defensores del mismo error se les conoció también con el nombre de pneumatómacos, con la
diferencia que a estos se los ubica temporalmente después de la muerte de Macedonio en el año
360. Contra los errores de estos grupos, San Atanasio, los tres Padres Capadocios (San Basilio, San
Gregorio Nacianceno y San Gregorio de Nisa) y Dídimo de Alejandría defendieron la divinidad del
Espíritu Santo y su consustancialidad con el Padre. Esta herejía fue condenada por un Sínodo en
Alejandría (362) bajo la presidencia de San Atanasio, por el segundo Concilio de Constantinopla
(381) y por un Sínodo Romano (382) presidido por el Papa Dámaso. El Concilio de Constantinopla
añadió un importante artículo al símbolo de Nicea, en el que se afirma la divinidad del Espíritu
Santo (Dz 86).

6.4. Adamismo. Es una doctrina herética surgida en el siglo II en el norte de África y que
pretendía, mediante la práctica del nudismo, retornar a la inocencia originaria del Edén descrita en
el Génesis.
Su doctrina defendía la absoluta desnudez y el rechazo del matrimonio al considerarlo
una consecuencia del pecado original. Respecto a su moral sexual existen visiones
contradictorias. Según algunos autores practicaban el amor libre y los identifican con las sectas
libertinas que menciona Clemente de Alejandría, otros incluyen en su doctrina una
componente ascética que incorporaría una estricta abstinencia sexual.
La primera reseña histórica sobre esta doctrina se recoge en el Panarion, obra de Epifanio de
Salamis sobre las herejías de su tiempo. San Agustín también se refirió a ellos en sus escritos.
6.5. Encratismo. Es una herejía cristiana surgida a mitad del s. II, aunque sus orígenes pueden
remontarse a los tiempos apostólicos. Su existencia se prolongó hasta fines del s. IV. El apelativo
deriva de un término griego que significa continente, moderado. Los encratitas son los continentes
por antonomasia. Profesaban el más rígido ascetismo prohibiendo el uso de la carne y del

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vino en las comidas y oponiéndose al matrimonio. Para justificar sus doctrinas se servían de
los pasajes del Nuevo Testamento que recomiendan la templanza, aislándolos del contexto,
interpretándolos unilateralmente e incluso alterándolos. Según parece,
los apócrifos llamados Hechos de San Pablo, de San Juan y de San Pedro, son obra de
autores encratitas.
Principales teóricos del encratismo. Hay que citar, por orden cronológico, en primer lugar a
Julio Cassiano, el maestro doceta que compuso una obra en defensa de sus principios ascéticos
titulada Peri eunouchias o Peri encrateias (Sobre la continencia), que se ha perdido. Después de él,
el principal doctor de los encratitas fue Taciano. San Ireneo le hace responsable, junto con
Saturnino y Marción, de la nueva herejía. San Jerónimo lo llama príncipe de los encratitas. Si no fue
su iniciador absoluto, parece, sin embargo, que Taciano es el organizador de la secta y el autor de
la separación formal de los encratitas del cuerpo de la Iglesia.
Poco después de Taciano, un cierto Severo refuerza la herejía dándole un marcado carácter
ebionita. Admitiendo la Ley, los Profetas y los Evangelios interpretados a su modo,
rechaza las epístolas de San Pablo y los Hechos de los Apóstoles. De este modo se forma
una secta dentro de la misma secta. El nuevo partido toma el nombre de su organizador para
distinguirse de los demás encratitas.
6.6. Ebionismo o ebionaioi (derivado del hebreo ‫ אביונים‬ebion, que significa "el pobre" o "los
pobres"). En el año 140 de nuestra era, Justino Mártir, en su texto más antiguo que conocemos,
describe una secta alejada de la iglesia que observa la Ley de Moisés, y que la sostienen
como obligación universal. En el 180 d. C., Ireneo de Lyon fue el primero en usar el término
"ebionitas" para describir una secta herética y judaizante, que calificaba como tercamente
aferrada a la ley. En el 212 d. C., Orígenes remarca que el nombre deriva de la palabra hebrea
"evyon", que significa pobre. El más completo pero a la vez cuestionable relato viene de Epifanio de
Salamis, quien escribió un tratado de herética en el s. IV, denunciando 80 sectas heréticas, entre
las cuales se encontraba el ebionismo es un término patrístico que hace referencia a una o varias
sectas judeocristianas que existieron durante el cristianismo primitivo. Veían a Jesús como el
Mesías pero manteniendo una cristología "baja", es decir, afirmaban que Jesús era el Mesías
pero rechazaban su preexistencia, esto es, que tuviera naturaleza divina y que su
nacimiento hubiera sido virginal e insistían en la necesidad de seguir los ritos y leyes
judías cumpliendo preceptos como la circuncisión, el sábado o las prohibiciones alimenticias
(cashrut). Los ebionistas solo utilizaban uno de los evangelios según los hebreos,
reverenciaban a Santiago y rechazaban a Pablo de Tarso como un apóstata de la ley. Su
nombre sugiere que otorgaban un especial valor a la pobreza voluntaria. Las últimas
comunidades ebionitas podrían haber desaparecido alrededor del siglo V.

6.7. Adopcionismo. Es la doctrina según la cual Jesús era un ser humano, elevado a
categoría divina por designio de Dios por su adopción, o bien al ser concebido, o en
algún momento a lo largo de su vida, o tras su muerte. Uno de los adopcionistas más
famosos fue Teódoto el Curtidor, habitante de Bizancio que llevó la prédica de esta doctrina a Roma
en el año 190.

Andando el tiempo, a medida que el cristianismo prendió en las capas superiores del Imperio
romano, fue imponiéndose como doctrina el encarnacionismo, según la cual Jesús desde siempre
había sido Hijo de Dios (concretamente la Segunda Persona de Dios). El adopcionismo fue
progresivamente arrinconado, a pesar de que teológicamente el encarnacionismo plantea una serie
de dificultades que el adopcionismo no las ofrece (la mayor de ella: reconocer la existencia de
varias personas divinas, y al mismo tiempo profesar el monoteísmo). A lo largo de las llamadas
disputas cristológicas, el adopcionismo sería resucitado, en una versión más refinada, por Pablo de
Samosata (en el siglo III) y por su discípulo Arrio. También fue adopcionista el obispo Fotino de
Sirmio, depuesto el año 351 por el Sínodo de Sirmio.

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El adopcionismo fue condenado en el segundo concilio ecuménico de Nicea (en 787). En los años
794 y 799, los papas Adriano I y León III condenaron el adopcionismo como herejía en los sínodos
de Francfort y Roma, respectivamente.

6.8. Gnosticismo es una mística secreta de la salvación. Se mezclan sincréticamente creencias


orientalistas e ideas de la filosofía griega, principalmente platónica. Es una creencia dualista: el
bien frente al mal, el espíritu frente a la materia, el ser supremo frente al Demiurgo, el espíritu
frente al cuerpo y el alma.

El gnosticismo es un conjunto de corrientes sincréticas filosófico-religiosas que llegaron a


mimetizarse con el cristianismo en los tres primeros siglos de nuestra era, convirtiéndose
finalmente en un pensamiento declarado herético después de una etapa de cierto prestigio entre
los intelectuales cristianos. En efecto, puede hablarse de un gnosticismo pagano y de un
gnosticismo cristiano, aunque el más significativo pensamiento gnóstico se alcanzó como rama
heterodoxa del cristianismo primitivo. Según esta doctrina los iniciados no se salvan por la fe
en el perdón gracias al sacrificio de Cristo, sino que se salvan mediante la gnosis, o
conocimiento introspectivo de lo divino, que es un conocimiento superior a la fe . Ni la
sola fe ni la muerte de Cristo bastan para salvarse . El ser humano es autónomo para salvarse
a sí mismo.

La enorme diversidad de doctrinas y "escuelas gnósticas" hace difícil hablar de un solo gnosticismo.
Algunos aspectos comunes de su pensamiento, podrían ser:

 Su carácter iniciático, por el cual ciertas doctrinas secretas del Cristo o el "ungido" estaban
destinadas a ser reveladas a una élite de iniciados. De esta forma, los gnósticos cristianos
reclaman constituir testigos especiales de Cristo, con acceso directo al conocimiento de lo
divino a través de la gnosis o experimentación introspectiva a través de la cual se podía llegar
al conocimiento de las verdades trascendentales. La gnosis era, pues, la forma suprema de
conocimiento, solamente al alcance de iniciados.
 El mismo conocimiento de las verdades trascendentes producía la salvación. Según las diversas
corrientes, la importancia de practicar una vida cristiana podía variar, siendo en cualquier caso
algo secundario.
 Su carácter dualista, por el cual se hacía una escisión tajante entre la materia y el espíritu. El
mal y la perdición estaban ligados a la materia, mientras que lo divino y la salvación
pertenecían a lo espiritual. Por esa razón no podía existir salvación alguna en la materia ni en el
cuerpo. El ser humano solo podía acceder a la salvación a través de la pequeña chispa de
divinidad que era el espíritu. Solo a través de la conciencia del propio espíritu, de su carácter
divino y de su acceso introspectivo a las verdades trascendentes sobre su propia naturaleza
podía este liberarse y salvarse. Esta experimentación casi empírica de lo divino era la gnosis,
una experiencia interna del espíritu. Aquí se puede ver en el platonismo un antecedente claro
del gnosticismo, tanto en su dualismo materia-espíritu, como en su forma instrospectiva de
acceder al conocimiento superior, siendo la gnosis una versión religiosa de
la mayéutica de Sócrates. Este dualismo también prefigura el futuro maniqueísmo.
 Su peculiar cristología: Siendo la materia el anclaje y origen del mal, no es concebible
que Jesucristo pudiera ser un ser divino y asociarse a un cuerpo material a la vez, puesto que la
materia es contaminadora. Por esa razón surge la doctrina del Cuerpo aparente de Cristo,
según la cual la Divinidad no pudo venir en carne, sino que vino en espíritu mostrando a los
hombres un cuerpo aparentemente material (docetismo). Otras doctrinas afirman que la
verdadera misión de Cristo era transmitir a los espíritus humanos el principio del
autoconocimiento que permitía que las almas se salvaran por sí mismas al liberarse de la
materia. Otras enseñanzas proponían incluso que Jesús no era un ser divino.
 Peculiares enseñanzas sobre la divinidad. Entre estas se encontraba la de que todo espíritu era
divino, incluyendo la parte espiritual del hombre (el alma), que no necesitaba a nadie para
salvarse a sí mismo, siendo Cristo enviado a revelar esa verdad. Por otra parte, el

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creador/ordenador de la materia (llamado Demiurgo), al multiplicar con su creación la materia,
sería un ser malvado y opuesto al verdadero Ser Supremo del cual surgió.
 Conclusiones éticas muy divergentes: Siguiendo la idea de la condenación de la materia,
algunas corrientes afirmaban que era necesario el castigo y martirización del cuerpo para, a
través del padecimiento de la carne, contribuir a la liberación del espíritu, propugnando un
modo de vida ascético. Sin embargo, otras corrientes afirmaban que, siendo la salvación
dependiente únicamente de la gnosis del alma, el comportamiento del cuerpo era irrelevante,
disculpándolo de toda atadura moral y librándolo a toda clase de goces. Otras enseñanzas
reprobaban la multiplicación de la materia, siendo así la procreación un acto condenable.
También existían corrientes que, al igual que el platonismo y las filosofías orientales, creían en
el retorno cíclico de las almas a la prisión de la materia a través de la reencarnación. El iniciado,
igualmente, buscaba romper este ciclo a través de la gnosis (a través de la iluminación, en las
religiones orientales).
 Interpretación alegórica del cristianismo y de las escrituras. Así, se reinterpretan a la luz
gnóstica las historias de la creación, etc. dándoles significados filosóficos.
 Establecimiento de jerarquías espirituales: En la cima de los seres existe un Dios, un ser
perfecto e inmanente cuya propia perfección hace que no tenga relación alguna con el resto de
seres imperfectos. Es inmutable e inaccesible. Descendiendo en una escala de
seres emanados de aquél llegamos al Demiurgo, antítesis y culmen de la degeneración
progresiva de los seres espirituales, y origen del mal. En su maldad, el Demiurgo crea el
mundo, la materia, encadenando la esencia espiritual de los hombres a la prisión de la carne.
En este escenario se libra una batalla entre los principios del bien y el mal, la materia
(apariencia) y el espíritu (sustancia). Podemos ver paralelismos claros con el zoroastrismo.
 Establecimiento de jerarquías humanas: En la cima de la jerarquía humana estaban los
iniciados, en los que es predominante el espíritu. Ellos pueden experimentar la gnosis y acceder
así a la salvación. Por debajo está el resto de los cristianos, en los que predomina el alma
sensible y que se pueden salvar siguiendo la guía de los primeros. En la parte más baja están
aquéllos en que predomina el cuerpo y que, por tanto, no alcanzarán la salvación.

6.9. Marcionismo fue una doctrina cristiana del siglo II. Durante esta temprana etapa de
consolidación cristiana, el fundamento teológico de esta rama tuvo una notable influencia dualista.
Toma su nombre de su principal creador, el teólogo y exitoso comerciante Marción (85-150 d. C.).

Durante la primera mitad de este siglo el Cristianismo se encuentra unido, tiene como
símbolo principal al pez, todavía no han conquistado para su fe el carácter de religión oficial del
Imperio y aún son una secta más, pero es la más activa: tiene adeptos en todos los estratos de la
sociedad, incluso entre los patricios. Cuando Marción llega a la capital del imperio romano, con el
propósito de obtener una archidiócesis y para ello dispone de 200.000 sextercios, sin embargo no
logra su cometido y es entonces que decide organizar su propia iglesia, cosa que logra con éxito,
además de que organiza su cuerpo doctrinal y publica su versión revisada del Nuevo
Testamento.

Los textos que eventualmente conformarían el Nuevo Testamento, hasta antes de Marción,
circulaban en fragmentos aislados como cartas, algunas apócrifas, sin que existiera un canon
unificado respecto a ellas.

La extraordinaria idea de publicar su propio Nuevo Testamento y separarse del cuerpo principal,
obligó al cristianismo a revisar y a establecer su propio canon del Nuevo Testamento.

Doctrina. A pesar de que no existe ninguna duda de que Marción escribió al menos dos obras muy
importantes, “Los Evangelios” y “Antítesis” ambas se han perdido, sin embargo gracias a
Tertuliano, su más devoto impugnador en su obra Ad Martionem, es posible reconstruir las
enseñanzas de Marción.

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El primer aspecto relevante es que Marción distingue y separa como cosas totalmente
diferentes al Dios Creador del Antiguo Testamento, Yahvé, del Dios verdadero, Padre,
capaz de encarnar a un hijo hombre, Cristo conforme al Nuevo Testamento y concluye que
ambas religiones son paralelas y que tienen por única conexión a la geografía.

El primer paso en la lógica de Marción, fue desterrar del cristianismo al Antiguo Testamento y de
inmediato agregar que el Mesías al que se refiere el Antiguo Testamento no es Cristo, que aún no
se ha cumplido esa profecía y que cuando ocurra, si llegara a ocurrir, el Mesías del Antiguo
Testamento se llamará Emmanuel y no Jesús. Emmanuel, el Mesías judío estaría destinado de
manera exclusiva al pueblo judío y sólo tendría prosélitos entre estos, los descendientes de David,
además contra él se levantarán los pueblos y los imperios y él responderá bélicamente, insiste
Marción: este Mesías no ha llegado ni se ha cumplido esa profecía con Cristo, ni en el Antiguo ni en
el Nuevo Testamento.

En este punto Marción dice que sólo Pablo logró entender a Cristo, razón por la cual tuvo
profundas diferencias con Pedro quien no comprendió las enseñanzas de Cristo y junto
con los demás apóstoles trató de conservar el cristianismo como una secta judaica , cosa
que finalmente debe ser resuelta separando con nitidez y de manera definitiva ambas religiones,
ambos testamentos, ambos dioses, para lo cual no sólo rechazó el Antiguo Testamento, sino
que procedió a rechazar todos los elementos del Nuevo Testamento que consideraba
judíos. Para lograrlo, de todas las Escrituras escogió el Evangelio de Lucas, excluyendo los relatos
sobre el nacimiento de Cristo por considerarlos citas de la Biblia judía, y revisa minuciosamente y
acepta como verdaderas solo diez de las cartas de Pablo por considerarlas exentas de
judaísmo (Gálatas, 1ª y 2ª de Corintios, Romanos, 1ª y 2ª de Tesalonicenses, Efesios, Colosenses,
Filipenses y Filemón), rechazando las otras cuatro (1ª y 2ª Timoteo, Hebreos y Tito).

De esta manera Marción es el primer cristiano que establece un canon preciso, una estricta
delimitación del Nuevo Testamento aceptado y verdadero, lo cual constituye un poderoso
instrumento religioso en esa época y a la postre obliga a la Iglesia primitiva a seguir por ese mismo
camino y a formular el Nuevo Testamento.

Posteriormente escribió la “Antítesis” que es un análisis de las contradicciones entre el


cristianismo, el Dios Padre del Nuevo Testamento y el judaísmo y el Dios Creador del Antiguo
Testamento.

6.10. Montanismo fue un movimiento que se produjo en el interior de las comunidades cristianas
primitivas, como un esfuerzo para revalidar las realidades pneumáticas y escatológicas de los
primeros tiempos de la Iglesia. Se trataba de un «movimiento reavivador», como sería llamado
posteriormente. El origen de este movimiento se puede fijar entre los años 160 y 170 en Ardabau,
Frigia. Allí, un hombre llamado Montano se sintió transportado a estados de éxtasis durante los
cuales profería advertencias proféticas. Luego se unieron a él dos mujeres, Prisca y Maximila, que
también empezaron a profetizar, y cuya popularidad llegó a superar a la del propio Montano.
Montano y sus profetisas anunciaban el final inminente del mundo, ordenando a sus
fieles que se reunieran en un lugar determinado para esperar allí el descenso de la
Jerusalén celestial.

Decían tener revelaciones directas del Espíritu Santo. Hablaban durante estado de éxtasis.
Enseñaban un ascetismo intenso, ayuno, pureza personal y deseo ardiente de sufrir el
martirio. Tal estilo de vida era esencial en vistas al inminente regreso de Cristo.

Según la discípula Prisca, Cristo se le apareció en forma de mujer. Cuando ella fue excomulgada,
exclamó: "Yo no soy un lobo: Soy palabra, espíritu y poder"
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DOCTRINA. El montanismo, a diferencia de la gnosis y del marcionismo, no pretendía anunciar una
nueva doctrina, sino más bien revalorizar ciertos elementos relativamente olvidados de la doctrina
tradicional:

La escatología, que caracterizaba a la doctrina montanista al afirmar que el fin de los tiempos
se acercaba y que llegaría en un plazo muy breve, con lo que resurgía la espera de la parusía
tal como lo habían esperado las primeras generaciones cristianas. El montanismo insistió en las
prácticas ordinarias en la Iglesia de entonces: preparación al martirio, ayuno, xerofagia (abstención
de alimentos húmedos), castidad dentro del matrimonio, prohibición de segundas nupcias, negativa
a conceder el perdón a un cristiano bautizado incluso en el caso de que hiciera penitencia.

El profetismo, el cual es el elemento verdaderamente dominante en el montanismo. Sus


promotores intentaron revivir el profetismo cristiano, que apenas existía en la época. No obstante,
su concepción del profetismo difería sustancialmente de la tradición primitiva, puesto que los
profetas del montanismo se consideraban receptáculos de la divinidad: no eran ellos quienes
hablaban, era el Espíritu quien hablaba por su boca. Así, Montano era un nuevo Paráclito
que continuaba la revelación contenida en él.

6.11. Monarquianismo o monarquismo constituye un grupo de corrientes doctrinales, totalmente


opuestas entre sí, que tenían como única característica relacionada la creencia de que Dios era
un solo Rey (monarca) y que no era una pluralidad de personas. Por ser contrarias a la
posición trinitaria, fueron consideradas heréticas por el Cristianismo Histórico.

A finales del siglo II, la herejía conocida propiamente como monarquianismo -nombre puesto por
Tertuliano-, enseñó que en Dios no hay más que una persona. Según la forma de explicar la
persona de Jesucristo, se dividieron en dos grupos o tendencias: monarquianismo modalista
(Modalismo) y monarquianismo dinamista o adopcionista (adopcionistas).

El monarquianismo dinamista o adopcionista (adopcionistas). Sostiene que Cristo es tan sólo


un hombre aunque nacido sobrenaturalmente de la Virgen María por obra del Espíritu
Santo. Este hombre habría recibido en el bautismo un particular poder divino y la
adopción como hijo de parte de Dios.

Los principales defensores de esta herejía fueron Teódoto el Curtidor, de Bizancio, que la trasplantó
a Roma hacia el año 190 y fue excomulgado por el Papa Víctor I (189-198); Pablo de Samosata,
obispo de Antioquía, a quien un Sínodo en Antioquía destituyó como hereje el año 268, y el obispo
Fotino de Sirmio, depuesto el año 351 por el Sínodo de Sirmio.

El monarquianismo modalista (modalismo) afirma también una única Persona divina, pero que
actúa según diferentes funciones o modos. Aplicado al principio a Jesucristo, sostuvo que el
mismo y único Dios que era el Padre había sufrido la pasión y la cruz por nosotros, y
recibió el nombre de patripasianismo. Más tarde se extendió también al Espíritu Santo,
desarrollándose así la doctrina completa, que sostenía que las tres personas de la Trinidad no eran
más que tres modos, máscaras o funciones por medio de las cuales actuaba la única Persona
divina.

El patripasianismo fue defendido principalmente por Noeto de Esmirna, Sabelio fue quien más tarde
aplicó la misma doctrina errónea al Espíritu Santo, sosteniendo que en la creación el Dios
unipersonal se revela como Padre, en la redención como Hijo, y en la obra de la santificación como
Espíritu Santo. El Papa San Calixto (217-222) excomulgó a Sabelio. La herejía fue condenada de
manera definitiva por el Papa San Dionisio (259-268).

6.12. Modalismo. Se oponía férreamente al dogma de la trinidad. De acuerdo con la


concepción trinitaria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, son cada una de las tres personas de
la trinidad. En cambio, los modalistas explicaban que, de acuerdo con la Biblia, estos términos
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nunca pretendían hacer distinciones de tres personas eternas dentro de la naturaleza de Dios, sino
que simplemente se referían a modos o manifestaciones de Dios. En otras palabras, Dios es un
ser individual y único y los diversos términos usados para describirle (tales como Padre,
Hijo y Espíritu Santo) son designaciones aplicadas a sus diferentes formas de actuar o a
las diferentes relaciones que Él tiene para con el hombre. La principal corriente del
modalismo en los primeros siglos del cristianismo fue el patripasianismo o sabelianismo.

6.13. Nicolaítas. El término nicolaítas viene del griego νικολαιτων y significa «los seguidores de
Nicolás». Se han propuesto las más diversas hipótesis sobre este término que aparece sin traducir
en las diversas versiones contemporáneas de la Biblia. También es probable que el término
"nicolaítas" tiene su raíz en dos palabras griegas nico – laos, nico significa conquistar o estar sobre
otros; laos significa pueblo, gente común, y es la raíz de la palabra laico, dando a entender que es
una especie de jerarquía en la Iglesia primitiva. El nombre se menciona dos veces en el libro del
Apocalipsis (Apocalipsis 2:6,15).

El ambiente eclesial de la comunidad de San Juan combate esta herejía por sus características
peculiares: falta de valores morales, libre desahogo de las pasiones, desórdenes
sexuales, etc. Las cartas de Ap 2 (Ap 2, 6.14-15.20-24) presentan la herejía como un cúmulo de
horrores y definen las doctrinas nicolaítas como profundidades de satanás (Ap 2,24). A pesar
de esta fuerte polémica, la herejía sobrevivió hasta finales del siglo II.

En el comentario del Apocalipsis más antiguo que se conoce, escrito por Victorino de Petovio en el
siglo II, éste habla de los nicolaítas como «hombres falsos y turbadores que ministrando bajo el
nombre de Nicolás crearon para ellos una herejía diciendo que las viandas ofrecidas a los ídolos
podían ser exorcizadas y luego comidas, y que cualquiera que cometiere fornicación podía recibir la
paz al octavo día». Esta descripción posiblemente sea otra especulación. Para otros, lo más
conveniente sería que se tomara a los nicolaítas en conjunto con las otras doctrinas falsas. Beda
afirma que Nicolás permitió a otros hombres casarse con su esposa. Santo Tomás de Aquino creía
que Nicolás apoyaba la poligamia, o la práctica de compartir las esposas.

6.14. Ofitas, ofianos (ophianoi ὄφιανοι) y ofismo, son denominaciones genéricas para varias
sectas gnósticas que se desarrollaron alrededor del año 100 en Siria y Egipto. Su nombre se deriva
del griego ὄφις (ophis, "serpiente"). Común a estas sectas era la gran importancia que daban a la
serpiente del Génesis (la del relato bíblico del pecado original de Adán y Eva), por su conexión con
el árbol del conocimiento del bien y del mal, y la de éste con la gnosis ("conocimiento").
Contrariamente a la interpretación cristiana ortodoxa de la serpiente como Satanás, los ofitas veían
en la serpiente una figura positiva, heroica; mientras que al Dios del Antiguo Testamento lo
identificaban con una figura negativa, malvada (un demiurgo al que denominan Yaldabaoth el
leontoeides -"rostro de león"-).1 La imposición de la doctrina cristiana ortodoxa a partir del siglo IV
implicó la destrucción de todos los textos de los ofitas; con lo que la mayor parte de la información
acerca de estas sectas sólo puede ser obtenida de aquello que decían de ellas sus enemigos:
Hipólito de Roma, Ireneo de Lyon, Orígenes y Epifanio de Salamis. Algunos textos ofitas, sin
embargo, han sido recuperados en descubrimientos arqueológicos recientes, como los de Nag
Hammadi (Evangelio apócrifo de Juan, Hipóstasis de los Arcontes o Sobre el origen del mundo).

Según los teólogos Orígenes, Ireneo de Lyon y otros, la esencia de la doctrina ofita era que el Dios
del Antiguo Testamento fue una deidad misantrópica para aquellos que creían que el poder de la
humanidad tenía que ser liberado. Ya que la Biblia no identifica con precisión a la serpiente como
Satanás, los ofitas se sintieron perfectamente justificados en su posición, asegurando que lo que la
serpiente buscaba en realidad era entregar a Adán y Eva el conocimiento, y la prohibición de este
conocimiento, era por tanto, asimilable con la figura que tanto el cristianismo como el judaísmo

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identifican con Dios. Así, otros enemigos del Yahveh del Antiguo Testamento se convierten en
héroes para la secta.

Rituales. Los miembros progresaban a través de ceremonias de iniciación completamente


formales que incluían símbolos de purificación, vida, espíritu y fuego. El sistema completo de la
secta parecía tener una combinación de la doctrina cristiana con misterios orientales
(particularmente los de la diosa egipcia Isis) y otros conceptos de las mitologías orientales.

Como una marca de reverencia para la serpiente, ésta toma parte en la misa de comunión de la
secta. Epifanio de Salamis (un padre de la iglesia del siglo IV) la llamó "la misa abominable" y la
describe del modo siguiente: La serpiente fue mantenida en una cesta conocida como la cista
mystica. Al inicio de la misa la serpiente es convocada. Ésta se desliza entre los panes que se
encuentran en la mesa después de lo cual es partido y comido. Después de esto, cada uno de los
presentes besan a la serpiente en la boca para lo cual ha sido domada por un encantamiento. Se
recuestan y comienzan a adorar a la serpiente como parte del servicio eucarístico. Después,
claman haber enviado un himno al Padre y entonces concluyen sus misterios.

6.15. Maniqueísmo es el nombre que recibe la religión universalista fundada por el sabio persa
Mani (o Manes) (c. 215-276), quien decía ser el último de los profetas enviados por Dios a la
humanidad.

La vida de la comunidad maniquea. La comunidad maniquea se dividía en dos grupos:

Los elegidos, en latín electi, pasaban su tiempo en oración, practicaban el celibato y eran
vegetarianos. Tras su muerte, según la teología maniquea, los elegidos alcanzaban el Reino de la
Luz.

Los oyentes, en latín auditores, debían servir a los elegidos, podían contraer matrimonio (aunque
les estaba desaconsejado tener hijos) y practicaban ayuno todas las semanas. A su muerte,
esperaban reencarnarse en elegidos.

Para que el Reino de la Luz triunfara sobre las tinieblas, todos los elegidos y oyentes debían
alcanzar el Reino de la Luz. En realidad, no era un triunfo lo que buscaban los maniqueos, sino un
retorno al estado original, la separación del Bien y del Mal. Como el mal es indestructible, la única
forma de alcanzar el Reino de la Luz es huir de las Tinieblas.

La fiesta del Bema. La fiesta religiosa fundamental de los maniqueos era el Bema, que se
celebraba anualmente: El Bema fue originalmente, en la Iglesia Cristiana Siríaca, un asiento situado
en mitad de la nave desde el cual el obispo presidía y se leía el Evangelio. En los templos
maniqueos, el Bema era un trono de cinco peldaños, cubierto por valiosos tejidos, que simbolizaban
las cinco escalas de la jerarquía. La cima del Bema estaba siempre vacía, ya que correspondía al
asiento de Mani. Esta celebración tenía lugar durante el equinoccio de primavera, y era precedida
por ayunos, simbolizando la Pasión y muerte de Mani, constituyendo un estricto paralelo de la
Pascua Cristiana.

Aunque se presume que a menudo, el Bema estaba vacío, hay algunas evidencias procedentes del
escrito maniqueo en copto "Salmos del Bema", de que en el Bema se hallaba una copia del
Arzhang, libro ilustrado según la tradición por Mani, que narraba la creación del Universo.

DOCTRINA: Los maniqueos, a semejanza de los gnósticos, mandeos y mazdeístas, eran dualistas:
creían que había una eterna lucha entre dos principios opuestos e irreductibles, el Bien y el Mal,
que eran asociados a la Luz (Zurván) y las Tinieblas (Ahrimán) y, por tanto, consideraban que el
espíritu del hombre es de Dios pero el cuerpo del hombre es del demonio. Esto se
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explicaba a través de un conjunto de mitos antropogónicos, de influencia gnóstica y zoroástrica. En
el hombre, el espíritu o luz se encuentra cautivo por causa de la materia corporal; por lo tanto,
creen que es necesario practicar un estricto ascetismo para iniciar el proceso de liberación de la
Luz atrapada. Desprecian por eso la materia, incluso el cuerpo. Los «oyentes» aspiraban a
reencarnarse como «elegidos», los cuales ya no necesitarían reencarnarse más.

Zoroastro, Platón, Jesús, Buda y otras muchas figuras religiosas habrían sido enviados a la
humanidad para ayudarla en su liberación espiritual, siendo Mani el Sello de los Profetas.

En la práctica, el maniqueísmo niega la responsabilidad humana por los males cometidos porque
cree que no son producto de la libre voluntad, sino del dominio del mal sobre nuestra vida. Por esto
consideraban al pavo real (pavo cristatus) su animal sagrado, porque sus colores en el plumaje
revelaban los distintos estados espirituales por los que pasaba el cuerpo para lograr purificarse y
transformarse en el espíritu divino.

6.16. El patripasianismo (del latín pater, patris, padre, y passus, padecer) fue una doctrina
cristiana monarquianista de los siglos II y III que negaba el dogma de la Trinidad al considerar la
misma como tres manifestaciones de un ser divino único, sosteniendo que fue el mismísimo Dios
Padre quien había venido a la Tierra y había sufrido en la cruz bajo la apariencia del Hijo.

Esta doctrina, considerada herética tras ser condenada en 261 por el Concilio de Alejandría, es
también conocida como sabelianismo al ser su principal defensor el obispo Sabelio.

6.17. El apolinarismo fue una doctrina considerada herética por la ortodoxia cristiana debida a
Apolinar de Laodicea y surgida como reacción contra el arrianismo

Esta doctrina afirmaba que en Cristo, el espíritu o intelecto no era humano sino divino al
encarnarse en un cuerpo sin alma que era sustituida por el mismo Verbo. Con este
presupuesto la naturaleza humana del Redentor quedaba mutilada ya que, al negarle un alma
humana, su figura quedaba reducida a una especie de marioneta manipulada por Dios.

La negación de la naturaleza humana de Cristo hizo que las enseñanzas de Apolinar fueran
oficialmente condenadas por el papa Dámaso I en sendos concilios celebrados en Roma en 374 y
377, y posteriormente en el Primer Concilio de Constantinopla celebrado en 381.

6.18. El arrianismo es una creencia cristiana no trinitaria. Afirma que Jesucristo fue creado
por Dios Padre y está subordinado a él. Las enseñanzas arrianas fueron atribuidas a Arrio (c.
250-335 d. C.), un presbítero de Alejandría, Egipto, y se oponen a las llamadas creencias ortodoxas
acerca de la naturaleza divina. La cristología arriana sostiene que el Hijo de Dios no existió
siempre, sino que fue creado por Dios Padre. Esta creencia se basa en varios textos bíblicos,
pero especialmente en un párrafo del Evangelio según san Juan (Evangelio según san Juan 14:28)
donde Jesús declara: Me han oído decir: “Me voy y volveré a ustedes”. Si me amaran, se alegrarían
de que vuelva al Padre, porque el Padre es más grande que yo.

Arrio escribió una carta a Eusebio de Nicomedia que decía:

Algunos de ellos dicen que el Hijo es una erupción, otros que es una producción, otros que no tiene
comienzo. Estos son impíos a los que no podemos escuchar, aunque los herejes nos amenacen con
un millar de muertes. Nosotros decimos y creemos y tenemos que aprender, y que enseñar, que el
Hijo no fue sin comienzo, ni ninguna parte suya fue sin comienzo, y que su subsistencia no depende
de nada; sino que es por su propia voluntad y consejo por lo que ha subsistido antes del tiempo y
antes de las eras tan perfecto como Dios, solo empezado e incanjeable, y que antes de ser
empezado, o creado, o propuesto, o establecido, él no estaba. Porque él no carece de comienzo.
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Nosotros somos perseguidos porque decimos que el Hijo tiene un comienzo pero que
Dios no tiene comienzo.

6.19. El donatismo fue un movimiento cismático cristiano iniciado en el siglo IV en Numidia (la
actual Argelia), que nació como una reacción ante el relajamiento de las costumbres de los fieles.
Iniciado por Donato, obispo de Cartago, en el norte de África, aseguraba que solo aquellos
sacerdotes cuya vida fuese intachable podían administrar los sacramentos, entre ellos el de la
transubstanciación del pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo (eucaristía), y que los
pecadores no podían ser miembros de la Iglesia.

Este movimiento se denominó inicialmente Iglesia de los Mártires y tomó su otro nombre por
Donato, al que eligieron obispo sus propios correligionarios a finales del 312.

Donato afirmaba que todos los ministros sospechosos de traición a la fe durante las persecuciones
del emperador romano Diocleciano, en las que se obligaba a los cristianos a abjurar de su religión o
elegir el martirio (lapsi), eran indignos de impartir los sacramentos.

El donatismo fue rechazado por la Iglesia católica, reafirmando la doctrina de la objetividad de los
sacramentos, es decir, la idea de que una vez transmitida la potestad sacerdotal a un hombre
mediante el sacramento del Orden Sagrado, los sacramentos que éste administre son plenamente
válidos por intercesión divina, independientemente de la entereza moral del clérigo.

6.20. El nestorianismo o difisismo (del griego δύς, dys, 'dos', y φύσις, physis, 'naturaleza') es una
doctrina religiosa dentro del cristianismo que considera a Cristo radicalmente separado en dos
naturalezas, una humana y una divina, completas ambas de modo tal que conforman dos entes
independientes, dos personas unidas en Cristo, que es Dios y hombre al mismo tiempo, pero
formado de dos personas (prosopōn) distintas.

Cabe destacar que esta discusión en cuanto al término Christotokos o Theotokos no tenía a María
como centro de atención, sino que se enfocaba en la Cristología que suponía, es decir, si Cristo es
un ser de dos naturalezas (divina por una parte y humana por otra parte) en una persona (doxa
difisita o nestoriana) o, por el contrario, la monofisita: doxa que proclama a Cristo un ser de
naturaleza única: Dios encarnado con aspecto humano. El nestorianismo refutaba el concepto de
encarnación, que estaba en juego al discutir los términos griegos anteriores y abrazaba el concepto
de cohabitación o yuxtaposición.

La doctrina nestoriana, que sigue las enseñanzas del exégeta Teodoro de Mopsuestia, insiste en el
carácter distintivo de la divinidad y humanidad de Jesús, lo que movió a los críticos de esta
confesión a acusar a los nestorianos de creer que Cristo era dos personas distintas: el Hijo de
Dios y el hijo de María. Concretamente, Nestorio se oponía a que María fuera llamada Theotokos
(Madre de Dios) porque le resultaba una incongruencia lógica y una blasfemia.

En la actualidad. La mayoría de los nestorianos o difisitas, cuyo número asciende a más de medio
millón de personas a inicios del año 2016, vive en una zona hace un par de siglos repartida entre
Irak, Siria e Irán, donde se les conoce por regla general como asirios, soliendo autodenominarse
nasranim (nazarenos), este nombre es mantenido también en la India por la Iglesia Siria Malabar
Nasrani.

6.21. El pelagianismo es una de las doctrinas que la Iglesia Católica ha considerado como herejía
cristiana, con más peso en la Edad Antigua. La doctrina recibe su nombre de Pelagio.

Surgió como doctrina en el siglo V, siendo condenado por la Iglesia católica de forma definitiva el
año 417. Negaba la existencia del pecado original, falta que habría afectado solo a Adán, por tanto
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la humanidad nacía libre de culpa y una de las funciones del bautismo, limpiar ese supuesto
pecado, quedaba así sin sentido. Además, defendía que la gracia no tenía ningún papel en la
salvación, sólo era importante obrar bien siguiendo el ejemplo de Jesús.

Pelagio y Celestio

Pelagio viajó a Palestina, mientras Celestio trataba de ser ordenado presbítero en Cartago. Pero su
plan fue frustrado por el diácono Paulino de Milán, quien envió al obispo Aurelio un memorial en el
que las seis tesis de Celestio —quizá extraídas de su obra ahora perdida Contra traducem peccati—
fueron marcadas como heréticas. Las tesis eran las siguientes:

 Aun si Adán no hubiera pecado, habría muerto.


 El pecado de Adán lo perjudicó solo a él, no a la humanidad entera.
 Los niños recién nacidos se encuentran en el mismo estado que Adán antes de la caída.
 La humanidad entera ni murió a través del pecado o de la muerte de Adán, ni resucitó a
través de la resurrección de Cristo.
 La ley mosaica es tan buena guía para el cielo como el Evangelio.
 Antes de la venida de Cristo hubo hombres que se mantuvieron sin pecado.

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EJER. 10. NOMBRE SEC.

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Nombre Sec

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