LA FILOSOFÍA ESPAÑOLA_Juana
LA FILOSOFÍA ESPAÑOLA_Juana
LA FILOSOFÍA ESPAÑOLA_Juana
1. Filosofía y cultura
Por otra parte, la filosofía es una de estas actividades humanas que consiste
singularmente en un cuerpo de razonamiento al que conviene una argumentación
coherente, científica, alejada, por tanto, de la mitología o la simple opinión. Esta
reflexión o razonamiento tiene como meta desvelar la verdad acerca del mundo y de
la existencia, particularmente de la existencia humana.
Nuestro problema ahora, tras estas definiciones puntuales, está en discutir si existe en
España una filosofía, o sólo podemos hablar de nuestra cultura, reconociendo su
mayor o menor calidad según las épocas, y pregonando los momentos de brillantez,
de todos reconocida.
El tema que nos ocupa no es de ahora, y no es de ahora porque por muy autocrítico
que sea un pueblo y dado un grado de civilización, difícilmente podrá rechazar que
se da en su suelo una variedad de manifestaciones culturales; veremos, sin embargo,
que al enjuiciar nuestro pasado filosófico se ha dado una enorme polémica a la hora
de admitir que en España ha existido reflexión teórica. Por esto, vamos a tratar de
analizar esta polémica acerca de la filosofía española en dos momentos históricos:
2.1. El origen.
Resulta hoy ya muy conocido el famoso debate que se abre a raíz de unas
palabras de Gumersindo Azcárate en 1876, cuando se produce su separación de la
Cátedra por causa de su firma en un documento de protesta dirigido al ministro
Orovio, que impedía la libertad de enseñanza; el texto dice así:
Según que, por ejemplo, el Estado ampare o niegue la libertad de la
ciencia, así la energía de un pueblo mostrará más o menos su peculiar
genialidad en este orden y podrá hasta darse el caso de que se ahogue
casi por completo su actividad, como ha sucedido en España durante
tres siglos1.
La polémica –como han estudiado diversos autores, entre ellos los profesores
Abellán2 y Laín Entralgo3- surge entre tres grupos que sustentan diferentes opiniones
y aún en algunos de ellos con diversas matizaciones, como ocurre en los krausistas,
que apoyan el parecer de Azcárate; un segundo, lo forman los católicos integristas,
que quedan anclados en el tomismo y, en tercer lugar, el aparece de Gumersindo
Laverde y Marcelino Menéndez Pelayo, que afirman con contundentes
documentación bibliográfica la existencia de una filosofía española.
Si nos referimos en primer lugar a los krausistas, hay que entender que no
todos apoyaron el planteamiento de Azcarate, que él mismo matizó posteriormente al
ver la importancia que se había dado a sus palabras. Federico de Castro, catedrático
de Metafísica en Sevilla y krausista ortodoxo, no sólo admite la existencia de la
filosofía en España, sino que empeña su esfuerzo en desentrañar una genuina
filosofía española. Otro krausista, Francisco de Paula Canalejas, años antes de que se
despertara esta polémica y, por tanto, sin la actitud irritada por la pérdida de la
libertad de enseñanza que tal vez moviera a Azcárate, escribía:
Por otra parte los católicos integristas rechazan toda filosofía progresista o
moderna, puesto que la filosofía absoluta llegó a su culminación la Edad Media,
según esta concepción.
1
G. DE AZCARATE Y MENÉNDEZ. El self-Government y la Monarquía doctrinaria, Madrid,
1877.
2
J. L. ABELLÁN. "Menéndez Pelayo y la polémica de la ciencia española". Salamanca, Cuadernos
Salmantinos de Filosofía II, 1975, Págs. 363-376.
3
P. LAÍN ENTRALGO. "El problema de España en el siglo XIX", en España como problema.
Madrid, Aguilar, 1962.
4
FCO. DE P. CANALEJAS Y CASAS. Estudios críticos de filosofía, política y literatura. Madrid,
Carlos Baillo-Baillière, 1872, Pág.0 196
Creemos que no se puede dejar de reconocer que han existido periodos
verdaderamente sobresalientes en nuestra historia de la filosofía, bástenos en fin
ceñirnos a un momento, aquél en que nosotros, aún pesa sobre nuestro pensamiento.
Desde el siglo XIX, repasemos ahora cuál era la realidad de la filosofía española. En
este siglo se vive en España con verdadero auge el desarrollo de distintos
movimientos filosóficos:
A.- En la primera mitad del siglo XIX hubo gran influencia de los movimientos
filosóficos franceses, desde la tradición católica (Donoso Cortes), al sensualismo,
tanto materialista (Pedro Mata) como mitigado (Félix José Reinoso, Alberto Lista y
Juan José Arbolí) o el eclecticismo de Víctor Cousin (Uribe y García Luna).
C.- El krausismo, del que ya hemos destaco algunas figuras; señalemos ahora que
tendrá tres focos importantes en las Universidades de Madrid, Oviedo y Sevilla y
que, gracias a la pléyade de docentes adeptos dispersados en otras Universidades e
Instituto de Enseñanza media de toda España, se difunde ampliamente por toda
nuestra geografía.
E.- Por ultimo, desde 1875 irrumpe el positivismo, ya sea desde las corrientes
krausistas, denominadas ahora por Adolfo Posada "krausopositivistas" o desde
tendencias neokantianas. Desde estas posiciones científicas se acoge con fuerte auge
el evolucionismo biológico de Darwin y el filosófico de Spencer, así como la
filosofía social de Augusto Comte. Destacaremos algunos representantes positivistas
como el neokantiano Manuel de la Revila, a Salvador Calderón que, aunque
madrileño de origen, ejerce su labor en el Instituto de Las Palmas de Gran Canaria y
en Sevilla como Catedrático de Historia Natural; Antonio Machado Núñez, gaditano,
estudia en su ciudad Medicina, pero ejerce su labor docente en Sevilla, como su hijo,
Antonio Machado y Álvarez, padre de Antonio y Manuel Machado, el cual inició en
España los estudios folklóricos y muchos otros.
puesto que de los cuatro presidentes, dos fueron hegelianos (Pí y Margall y Castelar)
y uno krausista (Salmerón).
Por último, creemos que este siglo ilustra también otra característica
fundamental para nuestra historiografía y que estudiaremos más detenidamente en
nuestras conclusiones y ésta es la necesidad de profundizar en la historia de las
filosofías locales. Hemos visto que algunas de estas corrientes filosóficas, como el
hegelianismo y el krausismo, han tenido uno de sus centros mas representativos en
Sevilla y hasta fechas muy recientes (1983, 1985) estos movimientos no habían sido
estudiados. Los estudios actuales de los profesores Gracia Cué (Sevilla) y López
Álvarez (Cádiz), especialistas en estos temas, reconocen, no obstante, que quedan
muchos estudios monográficos y especializados por hacer.
No obstante, y tal vez estos escaso datos son exponente de ello, persiste la
polémica acerca de la filosofía española, aunque no con la crudeza de 1876. Porque
aún no nos hemos atrevido a llevar a cabo ni mínimamente el proyecto que sobre la
filosfófía española tenía Gumersindo Laverde e 1859, haciendo caso omiso, como
tantas veces, de nuestros antecesores. Las medidas propugnadas eran escuetamente
las que siguen: Fundar una Academia, lugar de formación e intercambio científico;
crear una Biblioteca con noticias biográficas y bibliográficas, anotaciones y
comentarios para una posterior publicación; difundir un periódico y celebrar premios
anuales para estudios generales o memorias especializadas.
5
L. ARAQUISTÁIN Y QUEVEDO. Pensamiento español contemporáneo. Buenos Aires, Losada,
1962.
6
J. L. ABELLÁN. Historia crítica del pensamiento español. Madrid, Espasa-Calpe, 1979.
7
A. GUY. Historia de la filosofía española. Anthropos. 1985
8
M. DE UNAMUNO. Ensayos. Madrid, Aguilar, 1942, vol. II, p. 937-949.
b. Y aquellos otros que admiten la filosofía española sin necesidad de recurrir tan
sólo a nuestros literatos o a nuestros místicos. Con este criterio, el Prof. Guy escribe
una densa obra que va desde el siglo XIII a 1983 y dice:
Entre los primeros destaca José Luís Abellán, quien prefiere hablar de
"historia del pensamiento español" para así entender la historia de la filosofía como
historia de las ideas que recoge los símbolos y los mitos que se han creado en
diferentes épocas los pueblos10. Entre los segundos, el y citado Alain Guy y Antonio
Heredia Soriano, de la Universidad de Salamanca, quien, siguiendo aquel proyecto
de G., Laverde, dirige desde 1978 e Seminario de Historia de la Filosofía Española e
Iberoamericana, que congrega a numerosos investigadores españoles y extranjeros en
la colaboración y exposición de trabaos de investigación que periódicamente
publican en las Actas del Seminario y que está suponiendo una mayor concienciación
y un despertar de vocaciones a la filosofía española11.
3. Conclusiones
Habría, pues, que reconocer que existen dos clases de públicos: unos que,
desde la antigüedad, se han destacado por interesarse por la filosofía española; y otro
que, despreciando continuamente el pensamiento teórico de nuestro suelo, no han
aceptado incluso las influencias indudables de nuestros pensadores en las filosofías
foráneas y que éstas han reconocido, como es el caso de la meritoria tradición
anticolonialista del P. De las Casas o Vitoria, o las filosofías moralistas y vitalistas de
Vives, los krausistas españoles, Unamuno, Ortega… Si en algunos casos y, debido a
nuestra inestabilidad política, estas corrientes se han solidificado en suelo extranjero
más que en el que las vio germinar, como ya han dicho algunos historiadores
españoles, tendríamos que aclarar la raíz de los prejuicios de aquellos que niegan
nuestra reflexión filosófica. Entienden éstos que la filosofía es la aparición de nuevas
ideas con una influencia suficiente en la sociedad de su época. Nosotros, no obstante,
apoyamos que la auténtica narración histórica no pede, en modo alguno, limitarse al
estudio de escuelas que acapararon la atención de sus contemporáneos influyendo de
modo decisivo en los cambios sociales que se han reducido. Por el contrario, una
historia integral concede igual mérito a estos hitos como al debate, al diálogo que los
ha hecho posible. La Historia de la Filosofía se ocupa tanto de las ideas creadoras
9
A. GUY. Op cit., p. 12
10
J. L. ABELLÁN. Op. cit., págs. 29-148.
11
A. HEREDIA SORIANO. Coordinador de las Actas del Seminario de Filosofía española, II-V.
Serv. Pub. Univ. de Salamanca, 1978-1986.
12
J. A. REULA PAUL. Algunas constantes del pensamiento español en J. R. Jiménez. Tesis Doctoral.
Universidad de la Laguna. 1987, Inédita.
como del estudio de los condicionamientos, aceptaciones y críticas con que se
desarrollaron. Del mismo modo que no puede afirmarse que una nación tenga una
mentalidad filosófica –como a veces se reconoce de Alemania- y otras –como tan a
menudo se ha dicho de España- carezca de filosofía. Es erróneo interpretar aquélla
como la filosofía y ésta como una filosofía de segunda fila, pues en ambas el
pensamiento se está elaborando y tan importante es conocer su origen y desarrollo
como su resultado.
Tal vez nos toca seguir aquella vía metodológico-histórica emprendida por
Laverde y Menéndez Pelayo, que supone llegar al conocimiento de lo que es la
historia de la filosofía española mediante el estudio de documentos inéditos
repartidos de los Institutos, Seminarios diocesanos, colecciones privadas de nuestras
ciudades y el ahondamiento de nuestras raíces filosóficas, para reconstruir con ánimo
confiado la originalidad y la viveza persistentes. La historia no puede limitarse a
unos hitos puntuales, descolgando épocas o personas, ya sea por deseo de encubrir la
verdad bajo pretexto de intereses que nunca pueden ser científicos, o por simple
ignorancia. Esperamos, en fin, que el estudio de nuestra historia no sea, de nuevo, un
enzarzamiento de polémicas retóricas sino una labor científica y efectiva.