El Cuerpo Del Pecado
El Cuerpo Del Pecado
Isaías 1:5-6 (RV60): 5 ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda
cabeza está enferma, y todo corazón doliente. 6 Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en
él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas
con aceite.
Isaías 64:6 (NTV): Estamos todos infectados por el pecado y somos impuros. Cuando mostramos
nuestros actos de justicia, no son más que trapos sucios. Como las hojas del otoño, nos
marchitamos y caemos, y nuestros pecados nos arrasan como el viento.
Jeremías 13:23 (RV60): 23 ¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también,
¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?
Ro. 6:1-2 (RV60): ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia
abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en
él?
Ro. 6:6 (RV60): sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para
que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
Colosenses 2:11 (RVA): En el cual también sois circuncidados de circuncisión no hecha con
manos, con el despojamiento del cuerpo de los pecados de la carne, en la circuncisión de Cristo;
Colosenses 2:11 (RV60): En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano,
al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;
Colosenses 2:11 (NTV): Cuando ustedes llegaron a Cristo, fueron «circuncidados», pero no
mediante un procedimiento corporal. Cristo llevó a cabo una circuncisión espiritual, es decir, les
quitó la naturaleza pecaminosa.
Colosenses 2:11 (TLA): Los judíos se circuncidan en señal de que son parte del pueblo de Dios.
Pero a ustedes Dios los hizo parte de su pueblo al unirlos a Cristo, y así les quitó el deseo de
seguir pecando. Ésa fue la circuncisión que Dios mismo les hizo.
Ro. 7:18 (NTV): Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa no existe nada bueno.
Quiero hacer lo que es correcto, pero no puedo.
Ro. 7:17 (RV60): De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
Ro. 8:7 (RV60): Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se
sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;
Ro. 8:7 (LBLA): ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la
ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo,
Romanos 8:7 (NTV): Pues la naturaleza pecaminosa es enemiga de Dios siempre. Nunca
obedeció las leyes de Dios y jamás lo hará.
Col. 2:20-23 (RV60): 20 Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo,
¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos 21 tales como: No manejes, ni
gustes, ni aun toques 22 (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que
todas se destruyen con el uso? 23 Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en
culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los
apetitos de la carne.
Ro. 6:12-14 (RV60): No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo
obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como
instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los
muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se
enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
2
Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado
de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy
hermosa. 3 Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de
Eliam, mujer de Urías heteo.
10
Habló, pues, Jehová por medio de sus siervos los profetas, diciendo: 11 Por cuanto Manasés rey
de Judá ha hecho estas abominaciones, y ha hecho más mal que todo lo que hicieron los amorreos
que fueron antes de él, y también ha hecho pecar a Judá con sus ídolos; 12 por tanto, así ha dicho
Jehová el Dios de Israel: He aquí yo traigo tal mal sobre Jerusalén y sobre Judá, que al que lo
oyere le retiñirán ambos oídos. 13 Y extenderé sobre Jerusalén el cordel de Samaria y la plomada
de la casa de Acab; y limpiaré a Jerusalén como se limpia un plato, que se friega y se vuelve boca
abajo. 14 Y desampararé el resto de mi heredad, y lo entregaré en manos de sus enemigos; y serán
para presa y despojo de todos sus adversarios; 15 por cuanto han hecho lo malo ante mis ojos, y me
han provocado a ira, desde el día que sus padres salieron de Egipto hasta hoy.
16
Fuera de esto, derramó Manasés mucha sangre inocente en gran manera, hasta llenar a
Jerusalén de extremo a extremo; además de su pecado con que hizo pecar a Judá, para que
hiciese lo malo ante los ojos de Jehová.