CHARLES NODIER - La Monja Sangrienta Y Otros Relatos
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CHARLES NODIER
Charles Nodier
La Monja Sangrienta
Un aparecido frecuentaba el castillo de Lindemberg, de manera que lo haca inhabitable. Apaciguado despus por un santo hombre, se limit a ocupar slo una habitacin, que estaba siempre cerrada. Pero cada cinco aos, el cinco de mayo, a una hora exacta de la maana, el fantasma sala de su asilo. Era una religiosa cubierta con un velo y vestida con un hbito manchado de sangre. En una mano sostena un pual, y en la otra una lmpara encendida. Descenda as la escalera principal, atravesaba los patios, sala por la puerta principal, que se preocupaban de dejar abierta, y desapareca. La llegada de esta fecha misteriosa estaba prxima, cuando el enamorado Raymond recibi la orden de renunciar a la mano de la joven Agns, a quien amaba locamente. Raymond le pidi una cita, la obtuvo, y le propuso un rapto. Agns conoca de sobra la pureza del corazn de su amante para vacilar en seguirle: Dentro de cinco das le dijo ella la monja sangrienta debe dar su paseo. Abrirn las puertas y nadie se atrever a interponerse en su camino. Yo sabr procurarme vestidos apropiados y salir sin ser reconocida. Estad preparado a cierta distancia... Alguien entr en ese momento y les oblig a separarse. El cinco de mayo, a medianoche, Raymond se encontraba a las puertas del castillo. Un coche y dos caballos le esperaban en una cueva cercana. Las luces se apagan, cesa el ruido, suena el reloj; el portero, siguiendo la antigua costumbre, abre la puerta principal. Una luz aparece en la torre del este, recorre una parte del castillo, desciende... Raymond divisa a Agns, reconoce el vestido, la lmpara, la sangre y el pual. Se acerca; ella se arroja en sus brazos. La lleva casi desvanecida en el coche; parte con ella, al galope de los caballos. Agns no deca ni una palabra. Los caballos corran hasta perder el aliento; dos postillones que trataron vanamente de retenerlos fueron derribados. En ese momento, una tormenta espantosa se levanta, los vientos soplan desencadenados; el trueno ruge en medio de miles de relmpagos; el coche desbocado se rompe... Raymond cae sin sentido. A la maana siguiente se ve rodeado de campesinos que le llaman a la vida. l les habla de Agns, del coche, de la tormenta. Nada han visto, nada saben, y est a ms de diez leguas del castillo de Lindemberg. Le llevan a Ratisbonne; un mdico cura sus heridas y le recomienda reposo. El joven amante ordena mil bsquedas intiles y hace cien preguntas a las que nadie puede responder. Todos creen que ha perdido la razn. Sin embargo, el da va pasando; el cansancio y el agotamiento le procuran
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el sueo. Dorma bastante apaciblemente, cuando el reloj de un convento cercano le despierta, al dar la hora. Un secreto horror se apodera de l, se le erizan los cabellos, se le hiela la sangre. La puerta se abre con violencia; bajo el resplandor de una lmpara que est sobre la chimenea, ve avanzar a alguien: es la monja sangrienta. El espectro se acerca, le mira fijamente y se sienta en la cama durante toda una hora. El reloj da las dos. El fantasma entonces se levanta, coge la mano de Raymond con sus dedos helados y le dice: Raymond, yo soy tuya; y t eres mo para toda la vida. Sali enseguida, y la puerta se cerr tras ella. Una vez libre, grita, llama; se persuaden cada vez ms de que no est en su sano juicio; su mal aumenta y los auxilios de la medicina son vanos. La noche siguiente, la monja volvi, y sus visitas se repitieron durante varias semanas. El espectro, slo visible para l, no era percibido por ninguno de los que haca acostar en su habitacin. Entretanto, Raymond averigu que Agns haba salido demasiado tarde y le haba buscado intilmente por los alrededores del castillo; de donde concluy que a quien haba raptado era a la monja sangrienta. Los padres de Agns, que no aprobaban su amor, aprovecharon la impresin que produjo esta aventura en su espritu para determinarla a que tomase los hbitos. Finalmente, Raymond fue liberado de su espantosa compaa. Llevaron a su presencia a un personaje misterioso que pasaba por Ratisbonne; le introdujeron en la habitacin a la hora en que deba aparecer la monja sangrienta. sta tembl al verle y, tras una orden de aqul, explic el motivo de sus inoportunas apariciones: religiosa espaola, haba abandonado el convento para vivir en el desorden con el seor del castillo de Lindemberg; infiel a su amante, al igual que a su Dios, le haba apualado; asesinada ella misma por su cmplice, con el que quera casarse, su cuerpo haba permanecido sin sepultura y su alma sin asilo erraba desde haca un siglo. Peda un poco de tierra para su cuerpo y oraciones para su alma. Raymond se las prometi y no la volvi a ver.
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El Vampiro Arnold-Paul
Un campesino de Medreiga (aldea de Hungra), llamado Arnold-Paul, fue aplastado por un carro cargado de heno. Treinta das despus de su muerte, cuatro personas murieron sbitamente, de la misma forma que los que son atacados por vampiros. Se record entonces que Arnold-Paul haba contado a menudo que, en lo alrededores de Cassova, en la frontera de Turqua, le haba acosado un vampiro turco; pero como saba que las vctimas de los vampiros se convertan a su vez en vampiros despus de la muerte, haba encontrado el medio de curarse comiendo tierra del vampiro turco y frotndose con su sangre. Se presumi que si este remed haba curado a Arnold-Paul, no le haba impedido convertirse a su vez en vampiro. En consecuencia, le desenterraron para asegurarse de ello y, aunque llevaba inhumado cuarenta das, encontraron que el cuerpo estaba sonrosado; advirtieron que los cabellos, las uas y la barba se haban renovado, y que las venas estaban llenas de una sangre fluida. El magistrado del lugar, en presencia del cual se realiz la exhumacin y que era un hombre experto en vampirismo, orden hundir en el corazn del cadver una estaca puntiaguda y atravesarle de parte a parte; lo que fue ejecutado enseguida. El vampiro lanz gritos espantosos e hizo los mismos movimientos que si hubiera estado vivo. Despus de lo cual le cortaron la cabeza y le quemaron en una gran hoguera. A continuacin hicieron sufrir el mismo tratamiento a las cuatro personas a quienes Arnold-Paul haba matado, por temor de que se convirtieran tambin en vampiros. A pesar de todas estas precauciones, el vampiro reapareci al cabo de algunos aos; y en el espacio de tres meses, diecisiete personas, de distintas edades y sexo, perecieron miserablemente: unas sin estar enfermas, y las otras despus de dos o tres das de abatimiento. Una joven llamada Stanoska, despus de haberse acostado una noche en estado de perfecta salud, se despert en medio de la noche, temblando, lanzando gritos horribles y diciendo que el joven Millo, muerto desde haca nueve semanas, haba estado a punto de estrangularla mientras dorma. Al da siguiente, Stanoska se sinti muy enferma y muri despus de tres das de padecimientos. Las sospechas recayeron sobre el joven muerto, y se pens que deba de ser un vampiro Le desenterraron, le reconocieron como tal y le ejecutaron en consecuencia. Los mdicos y cirujanos del lugar investigaron cmo haba podido renacer el vampiro al cabo de un tiempo tan considerable, y despus de mucho indagar, descubrieron que Arnold-Paul, el primer vampiro, haba atormentado no slo a las personas que haban muerto poco tiempo despus que l, sino tambin a varias bestias cuya carne haba comido gente que mora
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poco despus, y entre otra el joven Millo. Reanudaron las ejecuciones y encontraron diecisiete vampiros, a quienes les atravesaron el corazn, les cortaron la cabeza les quemaron y arrojaron sus cenizas al ro... Estas medidas acabaron con el vampirismo en Medreiga.
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en la casa concibieron al orlo el presagio de alguna desgracia. Se apresuraron a subir a la habitacin donde encontraron a la doncella rgida y muerta, con el cuello y el rostro negros y magullados. Tena la boca azulada y desfigurada de tal manera que todos retrocedieron de espanto. El padre y la madre, despus de haber gritado y sollozado durante largo rato, ordenaron amortajar a su hija, a quien introdujeron despus en un fretro; y para evitar el deshonor que teman, dieron a entender que su hija haba muerto sbitamente de apopleja. Pero un suceso como aqul no poda permanecer en secreto. Al contrario: era necesario que fuera puesto de manifiesto ante todos, a fin de servir de ejemplo. Cuando el padre hube dispuesto todo para el entierro de su hija, se encontr con que cuatro hombres fuertes y corpulentos no pudieron levantar ni mover el atad que cobijaba aquel desgraciado cuerpo. Hicieron venir a otros dos porteadores robustos que se unieron a los cuatro primeros; pero fue en vano, pues el fretro era tan pesado que no se mova, como si estuviera clavado con fuerza en el suelo. Los asistentes, espantados, pidieron que se abriera el atad, y se procedi a ello al instante. Entonces oh, prodigio espantoso!, no encontraron en el fretro ms que un gato negro, que se escap precipitadamente y desapareci sin que se pudiera saber lo que fue de l. El atad permaneci vaco; la desgracia de la chica mundana fue descubierta y la iglesia no le concedi las oraciones de los muertos.
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Vampiros De Hungra
Un soldado hngaro estaba alojado en casa de un campesino de la frontera, y un da, cuando coma con l, vio entrar a un desconocido que se sent a la mesa al lado de ellos. El campesino y su familia parecieron muy asustados por esta visita, y el soldado, que ignoraba lo que significaba aquello, no saba qu pensar del pavor de estas buenas gentes. Pero al da siguiente, cuando encontraron muerto en la cama al dueo de la casa, el soldado supo que se trataba del padre de su hospedero, muerto y enterrado desde haca diez aos, que haba venido a sentarse a la mesa al lado de su hijo, y de esta forma le haba anunciado y causado la muerte. El militar inform a su regimiento de este suceso. Los generales enviaron a un capitn, un cirujano, un auditor y algunos oficiales para comprobar el hecho. La gente de la casa y los habitantes del pueblo declararon que el padre del campesino haba vuelto para provocar la muerte de su hijo, y que todo lo que el soldado haba visto y contado era totalmente cierto. En consecuencia, mandaron desenterrar el cuerpo del espectro. Lo encontraron en el estado de un hombre que acaba de expirar y con la sangre todava caliente; entonces le cortaron la cabeza y le depositaron de nuevo en la tumba. Despus de esta primera expedicin, los oficiales fueron informados de que otro hombre, muerto haca ms de treinta aos, sola aparecerse, y que ya se haba presentado tres veces en su casa a la hora de la comida. La primera vez haba mordido el cuello de su propio hermano y le haba sacado mucha sangre; la segunda, haba hecho lo mismo a uno de sus hijos; un criado haba recibido el mismo trato la tercera vez. Estas tres personas haban muerto a consecuencia de ello. Este aparecido desnaturalizado fue desenterrado tambin; lo encontraron tan lleno de sangre como el primer vampiro. Le hundieron un gran clavo en la cabeza y le recubrieron de tierra. Cuando la comisin crea que ya se haba librado de los vampiros, por todas partes se presentaron denuncias contra un tercer vampiro que, muerto diecisis aos atrs, haba matado y devorado a dos de sus hijos; este tercer vampiro fue quemado y considerado el ms culpable. Despus de estas ejecuciones, los oficiales dejaron pueblo totalmente en calma y libre de aparecidos que beban la sangre de sus hijos y amigos.
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Historia De Un Marido Asesinado Que Se Aparece Despus De La Muerte Para Pedir Venganza
El seor de la Courtinire, gentilhombre bretn, pasaba la mayor parte del tiempo cazando en sus bosques y visitando a sus amigos. Recibi un da en su castillo a varios seores, vecinos y parientes, y les trat muy bien durante tres o cuatro das. Cuando esta compaa se hubo retirado, se produjo entre el seor de la Courtinire y su mujer una pequea disputa porque a l le pareca que ella no haba puesto muy buena cara a sus amigos. Sin embargo, la amonest con palabras amables y sinceras que no deberan haberla irritado; pero esta dama, de humor altivo, no respondi nada y resolvi interiormente vengarse. El seor de la Courtinire se acost esa noche dos horas antes de lo acostumbrado, pues estaba muy cansado. Se durmi profundamente. Cuando lleg la hora en que la seora sola acostarse, sta observ que su marido estaba sumido en un sueo muy profundo. Pens que el momento era favorable para la venganza que meditaba, tanto por la disputa que acababan de tener como, tal vez, por alguna otra antigua hostilidad. Puso pues todo su empeo en seducir a un domstico de la casa y a una sirviente, a sabiendas de que ambos eran fciles de corromper por medio de buenas recompensas. Despus de haber obtenido de ellos, valindose de promesas y horribles juramentos, la seguridad de que no declararan nada, les anunci sus culpables intenciones; y para obtener su rpido consentimiento, dio a cada uno la suma de seiscientos francos, que ellos aceptaron. Hecho esto, entraron los tres la dama en primer lugar en la habitacin donde estaba acostado el marido; y, como todo dorma en la casa, degollaron a la vctima sin ser odos. Llevaron el cuerpo a uno de los stanos del castillo, cavaron una fosa y le enterraron en ella; y para evitar que se pudieran obtener indicios de la tierra recientemente removida, colocaron sobre la fosa un tonel lleno de carne de cerdo salada. Tras lo cual, cada uno se fue a acostar. Al da siguiente, el resto de los domsticos, al no ver a su dueo, se preguntaban unos a otros si estaba enfermo. La dama les dijo que uno de sus amigos haba venido a buscarle la noche anterior y se lo haba llevado precipitadamente para ir a separar a unos hidalgos que estaban a punto de batirse en duelo. Este subterfugio funcion durante algn tiempo; pero al cabo de quince das, como el seor de la Courtinire no apareca, empezaron a inquietarse. Su viuda difundi el rumor de que le haban notificado que su marido se haba encontrado con unos ladrones cuando atravesaba un bosque, y que le haban asesinado. Entonces se visti de luto, expres fingidas lamentaciones y mand que se hicieran servicios y oraciones para el descanso
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del alma del difunto en las parroquias de las que haba sido seor. Todos los parientes y vecinos vinieron a consolarla, y simul tan bien el dolor, que nadie habra descubierto nunca el crimen si el cielo no hubiera permitido que fuera desvelado. El difunto tena un hermano que vena de vez en cuando a ver a su cuada, tanto para distraerla de sus pretendidas penas como para velar por los asuntos e intereses de los cuatro hijos menores del difunto. Un da que se paseaba, sobre las cuatro o las cinco de la tarde, por el jardn del castillo, mientras contemplaba un arriate adornado con bellos tulipanes y otras flores raras que gustaban tanto a su hermano, tuvo de repente una hemorragia nasal, lo que le alarm bastante, pues nunca le haba ocurrido antes. En ese momento, pens con intensidad en su hermano; le pareci que vea la sombra del seor de la Courtinire que le haca seales con la mano, como si le llamara. No se asust; sigui al espectro hasta el stano de la casa y le vio desaparecer justamente en la fosa donde haba sido enterrado. Este prodigio despert en l algunas sospechas sobre el crimen cometido. Para asegurarse de ello, fue a contar lo que acababa de ver a su cuada. La dama palideci, se le mud el rostro y balbuce palabras inconexas. Las sospechas del hermano se acrecentaron ante tal turbacin y pidi que se cavara en el lugar donde haba visto desaparecer al fantasma. La viuda, a quien esta sbita resolucin llen de espanto, hizo un esfuerzo por controlarse, adopt una actitud firme, se burl de la aparicin y trat de mitigar las inquietudes de su cuado. Le expres que si pretenda haber tenido una visin semejante, todos se burlaran de l y sera el hazmerrer de todo el mundo. Pero todos estos discursos no pudieron desviarle de su propsito. Mand cavar en el stano, en presencia de testigos, y descubrieron el cadver de su hermano, medio corrupto. Levantaron el cuerpo y el juez de Quimper-Corentin lo reconoci. La viuda fue arrestada, junto con los domsticos, y los tres culpables fueron condenados a la hoguera. Todos los bienes de la dama fueron confiscados para ser empleados en obras piadosas.
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El Espectro De Olivier
Olivier Prvillars y Baudouin Vertolon, nacidos los dos en la ciudad de Caen, estaban unidos desde la infancia por la ms estrecha amistad. Eran ms o menos de la misma edad, sus padres eran vecinos; todo contribua a hacer duradera la amistad que se profesaban. Un da, en una exaltacin de sentimiento bastante comn en la primera juventud, se prometieron no olvidarse jams, e incluso llegaron a jurar que el que muriese primero ira al instante a ver al otro para no abandonarle. Escribieron y firmaron este juramento con su propia sangre. Pero pronto los inseparables (pues era as como les llamaban) se vieron forzados a alejarse uno del otro; tenan entonces diecinueve aos. Olivier, que era hijo nico, se qued en Can para secundar a su padre en las tareas del comercio; Baudouin fue enviado a Pars para estudiar derecho, pues su padre le destinaba a la abogaca. Se puede imaginar fcilmente el dolor que esta separacin caus a los dos amigos. Se despidieron de la forma ms afectuosa, renovaron su promesa y volvieron a escribir un nuevo juramento de reunirse, incluso despus de la muerte, si el cielo quera permitirlo. Al da siguiente, Baudouin parti hacia Pars. Pasaron cinco aos en perfecta tranquilidad; Baudouin haba realizado los ms rpidos progresos en el estudio de las leyes y ya se encontraba en el grupo ms distinguido de jvenes abogados. Los dos amigos mantenan una correspondencia continuada y seguan comunicndose todas sus acciones y sentimientos. Finalmente, Olivier escribi a su amigo que iba a casarse con la joven Apolline de Lalonde, que este matrimonio colmaba sus deseos, que necesitaba hacer un viaje a Pars para coger algunos papeles importantes y que tendra la dicha de volver a Caen con su querido amigo Baudouin para hacerle testigo de su himeneo. Anunciaba que llegara en unos das a Pars, en coche pblico. Baudouin, ilusionado con la esperanza de volver a ver a Olivier, se dirigi el da sealado a la parada de coches, pero no encontr a su amigo. Un da, dos das pasaron; finalmente, al cuarto da, Baudouin recorri un buen trecho por el camino de Caen, al encuentro de la diligencia. La hall por fin, y cuando estaba a una distancia conveniente, vio con toda claridad a Olivier en la puerta del coche, extremadamente plido, vestido con un traje de tela verde, adornado con un pequeo galn dorado y con un sombrero que le cubra los ojos. El coche pas muy rpido, pero Baudouin oy a Olivier que le deca, saludndole con la mano: Me encontrars en tu casa. El joven abogado sigui al coche y lleg a la oficina poco tiempo despus. Al no encontrar a Olivier, pregunt a los
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viajeros dnde estaba el joven que le haba saludado en el campo y le haba hablado; pero nadie pudo comprender nada de sus preguntas: en vano describi la figura y la ropa de la persona que buscaba; no haban visto en el coche ningn hombre con traje verde. El conductor de la diligencia quiso saber el nombre de la persona por quien preguntaban; al or el nombre de Olivier Prvillars, respondi que no estaba en la lista, pero que lo conoca muy bien, que era el joven ms amable de Caen, que cuando se despidi de l se encontraba con buena salud y que llegara a Pars dentro de tres das como muy tarde. Despus de estas aclaraciones, Baudouin se retir, no sabiendo qu pensar de aquel suceso. Al volver a casa, pregunt a su domstico si haba venido alguien. El domstico respondi que no. Entonces Baudouin entr solo en el dormitorio, con una candela en la mano, pues empezaba a oscurecer. Despus de haber cerrado la puerta, divis junto a la chimenea al hombre vestido de verde; estaba sentado y no se le poda ver la cara. Baudouin se acerca y dirige la candela hacia el desconocido, quien, tras levantar sbitamente un ojo inmvil y descubriendo el pecho agujereado por veinte pualadas, le dice con voz sombra: Soy yo, Baudouin, soy tu amigo Olivier, que fiel a su juramento... Al or estas palabras, Baudouin lanza un grito y cae desvanecido. El domstico acude al or el ruido de la cada y le hace volver en s a fuerza de procurarle cuidados. Al abrir los ojos, Baudouin divisa otra vez a Olivier y se lo seala a su criado; ste dice que no ve a nadie. Baudouin le ordena sentarse en la silla donde est Olivier; el domstico obedece como si no hubiera nadie en el asiento, y la sombra parece que sigue all todava... Entonces Baudouin, totalmente recuperado, ordena a su criado que se vaya y, acercndose a Olivier, le dice: Perdona, oh, amigo mo!, que no me haya dominado cuando tu aparicin sbita e imprevista me sobrecogi. Olivier se puso de pie y le respondi: Has olvidado entonces tu juramento de amistad, o lo has considerado de un modo frvolo? No, Baudouin, este sagrado juramento fue escrito y ratificado en el cielo, el cual me permite cumplirlo. Ya no soy. Oh, mi querido Baudouin, un crimen abominable ha separado mi alma de los lazos que la unan al cuerpo! Que mi presencia deje de ser un motivo de espanto para ti. De da, de noche, en todo tiempo, en todo lugar, el alma de Olivier ser la fiel compaera del virtuoso Baudouin. Ella ser su gua, su apoyo y su intermediario entre el creador y l. Pero ese Dios que protege la virtud no quiere que el crimen quede impune. Y este crimen, del cual soy yo la vctima, grita venganza. Mi sangre, que todava est caliente, ha subido con mi alma hasta el trono del eterno. l ha ratificado nuestro juramento, l te ha escogido para que me vengues. Partamos. Baudouin permaneci algunos minutos sin responder; la palidez del fantasma, su ojo fijo y muerto, su inmovilidad petrificante, su pecho acribillado
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a pualadas, su tono sepulcral; todo su aspecto, en fin, inspiraba terror; y el joven abogado no poda evitar el espanto. Pero despus de haberse asegurado, rezando una corta oracin, de que lo que estaba viendo no era el demonio, se decidi a seguir al fantasma y a hacer todo lo que le dijese. En consecuencia, obedeciendo las rdenes de Olivier, Baudouin cogi algo de dinero, corri a alquilar una silla de posta y, seguido por su domstico, parti en ese momento hacia Caen. El criado iba a caballo detrs de la silla, y el fantasma haba ocupado un sitio en el interior, siempre invisible para otro que no fuera Baudouin. Durante el viaje, Olivier se entretena con su amigo, a quien adivinaba los ms secretos pensamientos; responda a las objeciones que se haca interiormente sobre este sorprendente prodigio; le tranquilizaba y le invitaba a que le considerase un seguro y fiel guardin. Finalmente logr desterrar el espanto que su presencia le haba inspirado al principio. Al llegar a Caen, la familia de Baudouin, que ya se senta orgullosa de su trabajo, le recibi con entusiasmo; como era un poco tarde, dejaron para el da siguiente las aclaraciones y preguntas; Baudouin se retir a su habitacin y Olivier le invit a descansar mientras le deca que iba a aprovechar su sueo para explicarle la conspiracin de la que haba sido vctima. Baudouin se durmi, y esto es lo que el alma de Olivier le dijo: Conociste antes de tu partida a la bella Apolline de Lalonde, que slo tena entonces catorce aos. La misma saeta nos hiri a los dos; pero viendo hasta qu punto estaba yo enamorado, combatiste tu amor y, manteniendo en silencio tus sentimientos, te fuiste, prefiriendo nuestra amistad sobre todo lo dems. Los aos pasaron, fui amado, y ya me iba a convertir en el feliz esposo de Apolline, cuando ayer, en el momento en que iba a partir para traerte a Caen, fui asesinado por Lalonde, el indigno hermano de Apolline, y por el infame Pitreville, quien pretenda su mano. Los monstruos me invitaron, cuando iba a partir, a una pequea fiesta que deba celebrarse en Colombelle; me propusieron despus acompaarme un trecho. Salimos, y ya no me encuentro entre los vivos. A la misma hora en que t me divisaste en el camino, los desgraciados acababan de asesinarme de la forma ms atroz. Esto es lo que debes hacer para vengarme. Maana, ve a casa de mis padres y despus a la de los de Apolline; invtales, as como a Pitreville, a una fiesta que vas a dar para celebrar tu regreso. El lugar ser Colombelle, obtendrs su consentimiento para pasado maana y fingirs una alegra muy grande. Ya te dar instrucciones ms tarde sobre el resto. La sombra se call. Baudouin durmi plcidamente; al da siguiente ejecut el plan trazado por Olivier, Todo el mundo acept la invitacin y fueron a Colombelle. Los convidados eran treinta. La comida fue esplndida y alegre; Pitreville y Lalonde se divertan mucho. Slo Baudouin estaba sumido en la ansiedad al no recibir ninguna orden de la sombra, presente siempre a sus ojos.
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A los postres, Lalonde se levant y reclam silencio para leer una carta sellada que Olivier le haba entregado, en presencia de Pitreville, segn deca, el da de su partida con la orden terminante de abrirla tres das despus y en presencia de testigos. Esto es lo que contena: En el momento de partir, tal vez para no volver nunca ms a mi patria, es necesario, mi querido Lalonde, que te descubra la verdadera causa de mi marcha. Habra sido muy grato haberte llamado hermano mo, pero hace pocos das he conquistado a una joven, por la que siento una atraccin irresistible; con ella voy a reunirme en Pars para seguirla donde el amor nos conduzca. Presenta mis excusas a tu hermana, de quien me siento indigno. Su venganza est en sus manos: he podido entrever que Pitreville la ama; l la merece ms que yo. Olivier Todos quedaron mudos y estupefactos tras la lectura de la carta. Baudouin vio a Olivier agitarse violentamente. La carta pas de mano en mano; todos reconocieron la letra y la firma de Olivier. Baudouin quiso asegurarse a su vez, pero se la arrancaron de las manos. La carta se mantuvo algunos momentos en el aire y sali en direccin al jardn... La sombra indic a Baudouin que la siguiese, y ste corri tras ella, guiado por Olivier. Todos les siguieron y encontraron la carta al pie de un gran rbol, bastante alejado del lugar de la fiesta, a la entrada de un extenso bosque, sobre un montn de piedras. Baudouin cogi la carta exclamando: Qu significa este misterio? Tratemos de penetrar en l, quitemos estas piedras y veamos lo que ocultan. Lalonde y Pitreville se rieron a carcajadas y dijeron a los dems que no se molestaran por una hoja de papel movida por el viento. Baudouin insisti y, cogiendo a los dos culpables que intentaban alejarse, les llev al pie del rbol. All, tras suplicar a algunos jvenes que le secundasen y le ayudasen a retenerlos, retir el montn de piedras, bajo el cual se vea que la tierra haba sido removida recientemente. Todo el mundo qued sorprendido y comparti la impaciencia de Baudouin. Algunos corrieron a buscar tiles; otros retuvieron por la fuerza a Lalonde y Pitreville, que blasfemaban y llenaban de imprecaciones a Baudouin. Abrieron la tierra y encontraron el cadver de Olivier, vestido con un traje verde y atravesado a pualadas. Todos los asistentes se quedaron helados de horror. El padre de Olivier se desmay, y Baudouin exclam con voz potente: He aqu el crimen y ah los asesinos. Socorred a ese padre desdichado. Que lleven el cadver ante los jueces; y que a Lalonde, a Pitreville y m nos lleven inmediatamente a los tribunales. Se llev a cabo todo lo que Baudouin haba pedido; la justicia se hizo cargo de este pleito y el proceso se inici al da siguiente. Las formalidades preliminares pronto fueron cumplidas, y al fin lleg el da de la vista. Los magistrados se reunieron; el acusador y los acusados se encontraron frente a
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frente, pero el nico testigo que haba era el cadver del desgraciado Olivier, tendido sobre una mesa en medio de la sala de la audiencia y tal como lo haban sacado de la tierra. El interrogatorio comenz. Baudouin repiti con firmeza su acusacin: los dos criminales, seguros de que no se podan conseguir ni pruebas ni testigos contra ellos, niegan el crimen con audacia. Acusan a su vez a Baudouin de calumniador y reclaman para l todo el rigor de la ley. La gran muchedumbre que llena la sala espera con impaciencia el desenlace de estos singulares debates. Finalmente Baudouin, a quien el presidente presiona para que presente los testigos y las pruebas del crimen, toma de nuevo la palabra; invoca el nombre de Olivier, muestra el cadver sangriento y trata de hacer temblar a los asesinos con esta prueba; pero desprovisto de testimonio, siente que slo un milagro puede iluminar a los jueces. Se dirige entonces con confianza al Ser Supremo y le pide que la muerte abandone por un momento sus leyes: Gran Dios, resucita un instante a Olivier exclama y dgnate poner Tu palabra en su boca. Despus de esta extraa evocacin, se produjo el ms profundo silencio, los ojos se clavaron en el cadver, y cada uno, aceptando o rechazando la idea de un milagro, esperaba el efecto de este recurso sobrenatural. Pareca que los acusados, plidos y atnitos, perdan su firmeza. Pero de pronto, oh, prodigio!, el rostro plido y verdoso de Olivier adquiere algo de color, los labios se reaniman, los ojos se abren, la sangre se calienta y cae a chorros sobre los dos asesinos, que lanzan gritos horrorosos. Cubiertos con esta sangre acusadora, son presa de convulsiones horribles a las que sigue un fro letargo. Mientras tanto, el cuerpo de Olivier, totalmente reanimado, se incorpora y recorre con la mirada el conjunto de la asamblea, como alguien que sale de un profundo sueo y trata de recordar sus ideas. Sus ojos se encontraron con los de Baudouin y su boca sonri con aire melanclico; despus, volviendo la mirada hacia los dos criminales, se agita furiosamente y un prolongado gemido se escapa de su pecho desgarrado. Finalmente habla y, con una voz sonora, anuncia que Dios le permite desenmascarar a los culpables. Desvela su conspiracin, cuenta cmo le asesinaron despus de hacerle firmar la falsa carta y da a conocer todos los detalles del crimen: de qu manera Baudouin los ha conocido y cmo, guiado por l mismo, ha logrado sacar a la luz la fechora. Hay todava otros testigos dice extendiendo el brazo hacia los jueces ; mirad esta mano desgarrada y los cabellos que contiene: son los del brbaro Lalonde. Cuando esos dos tigres me arrastraban agonizante al pie del rbol donde se proponan esconder mi cadver, la naturaleza, haciendo en m un ltimo esfuerzo, se reanim un momento, agarr con una mano los cabellos de Lalonde y con la otra el brazo de Pitreville, donde mis dedos se hundieron de tal forma que el infame an lleva la terrible marca; Lalonde, viendo que ningn poder podra hacerme soltar los cabellos, rog a su amigo que se los cortase con
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unas tijeras que llevaba encima. No contentos con este asesinato abominable, los cobardes se apoderaron del dinero que llevaba y de cuatro medallas; cada uno tiene dos en este momento. Esto es, jueces y conciudadanos, lo que tena que decir. La muerte reclama de nuevo su presa; la naturaleza no puede sufrir por ms tiempo que su orden sea turbado. Mi cuerpo vuelve a la nada y mi alma a su destino. A medida que Olivier pronunciaba estas ltimas palabras con una voz dbil y lnguida, se vea que su cuerpo se descompona, su rostro perda color, sus ojos se apagaban; finalmente volvi a caer en el estado de muerte, de donde una poderosa mano acababa de sacarlo. Un silencio profundo, un fro estupor se haba apoderado de la asamblea a la vista del prodigio; pero pronto se elevaron gritos de indignacin tras el lgubre silencio. Examinaron todos los indicios que haba dado Olivier y comprobaron que eran verdaderos. Los infames fueron condenados a la ltima pena y conducidos al cadalso, donde expiraron cubiertos de maldiciones. Vengado Olivier, ste se apareci a Baudouin bajo la forma area que damos a los ngeles de la luz. Invit a su amigo a casarse con la encantadora Apolline; y el vengador de Olivier se convirti as en su sucesor. El padre de Apolline muri de pena al ver a su hijo subir al cadalso. Su muerte dej en libertad a la hija para contraer un matrimonio que toda la familia vea con muy buenos ojos. Los dos esposos se establecieron en Pars; fue una unin feliz, y Olivier, siempre presente a los ojos de Baudouin, le sirvi de gua hasta la muerte.
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El Vampiro Harppe
Un hombre, que se llamaba Harppe, orden a su mujer que le enterrase, despus de morir, delante de la puerta de la cocina, a fin de que pudiera ver mejor lo que ocurra en la casa. La mujer cumpli fielmente lo que le haba ordenado; y despus de la muerte de Harppe, se le vio a menudo por la vecindad: mataba a los obreros y molestaba de tal modo a los vecinos que nadie osaba habitar las casas que rodeaban la suya. Un hombre, llamado Olas Pa, fue lo bastante atrevido para atacar a este espectro: le asest una lanzada y dej el arma en la herida. El espectro desapareci y, al da siguiente, Olas abri la tumba del muerto. Encontr la lanza en el cuerpo de Harppe, en el mismo lugar donde haba golpeado al fantasma. El cadver no estaba corrupto. Le sacaron del fretro, le quemaron, arrojaron sus cenizas al mar y quedaron libres de sus apariciones.
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El servidor, lleno de espanto, pero fortalecido por Dios, se dirigi al espritu maligno que tena al nio y le dijo: Vamos, entrgame a ese nio. No respondi el otro, es mo. Ve a decir a tu amo que venga l a buscarlo. El servidor insiste y dice: Yo cumplo con mi deber. As pues, en el nombre y con la ayuda de Jesucristo te quito este nio que debo devolver a su padre. Y, diciendo estas palabras, cogi al nio y le apret con fuerza entre sus brazos. Los hombres negros slo reaccionan con gritos y amenazas: Ah, desgraciado! Ah, bribn! Deja a ese nio; si no lo haces, te despedazaremos. Pero l, despreciando su clera, sali sano y salvo y deposit el nio en los brazos del gentilhombre, su padre. Unos das despus, todos estos huspedes desaparecieron; y el gentilhombre, que se haba vuelto prudente y buen cristiano, entr en su casa.
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Una vez que se hubieron marchado, Pierre d'Engelbert despert a su mujer que, a pesar de que estaba acostada junto a l, no haba visto ni odo nada de todo lo que haba sucedido. Reconoci que deba ocho cuartos a Sancho, lo que prob que el espectro haba dicho la verdad. Los dos esposos cumplieron los deseos del difunto: dieron mucho a los pobres y mandaron decir un gran nmero de misas y oraciones por el alma del pobre Sancho, que no se apareci ms.
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misa de cinco. Fue de nuevo a buscar las medias, que descubri en el hueco de la cama, en todo lo alto de la colgadura; las baj con un bastn. El espritu se haba llevado tambin los zapatos a la ventana. Cuando se repuso del espanto, fue a confesarse y a comulgar. A su vuelta, le pregunt lo que haba visto. Me dijo que en cuanto se acerc al altar para comulgar haba percibido junto a ella a su madre, que haba muerto hace once aos. Despus de la comunin se haba retirado a una capilla donde, apenas hubo entrado, su madre se puso de rodillas frente a ella y le cogi las manos dicindole: Hija ma, no tengas miedo; soy tu madre. Tu hermano muri abrasado accidentalmente cuando yo me encontraba en el horno de Ban de Oisonville, cerca de Estampe. Enseguida fui a buscar al seor cura de Garancires, quien viva santamente, para que me impusiera una penitencia, pues pensaba que yo tena la culpa de aquella desgracia. Me respondi que no era culpable y me envi a Chartres, al penitenciario. Fui a verle, y como me obstinaba en pedirle una penitencia, me impuso una que consista en llevar un cinturn de cerda durante dos aos. No pude cumplir esta penitencia a causa de los embarazos y otras enfermedades y, como mor embarazada sin haberla podido realizar, te ruego, hija ma, que la cumplas por m. La hija se lo prometi. La madre le encarg adems que ayunara a pan y agua durante cuatro viernes y sbados, encargara decir una misa en Gomberville, pagara al mercero Lnier veintisis cuartos que le deba del hilo que le haba vendido y que fuera al stano de la casa donde haba muerto; All encontrars aadi la suma de siete libras que escond debajo del tercer escaln. Haz tambin un viaje a Chartres, a ver a Nuestra Seora, a quien rezars por m. Volver a hablar contigo una vez ms. A continuacin le dio algunos consejos a su hija: le dijo sobre todo que rezara a la Santa Virgen, que Dios no le negara nada y que las penitencias de este mundo eran fciles de hacer, pero que las del otro eran muy duras. Al da siguiente la criada mand decir una misa, durante la cual el espritu estuvo dando tirones de su rosario. Ese mismo da le pas tambin la mano por el brazo, como para halagarla. Durante dos das seguidos la chica le estuvo viendo a su lado. Pens que era necesario que cumpliera lo ms pronto posible lo que su madre le haba encargado; por eso, en la primera ocasin, la envi a Gomberville, donde encarg una misa, pag los veintisis cuartos que efectivamente deba su madre y encontr las siete libras bajo el tercer escaln del stano, tal como el espritu le haba dicho. De all s dirigi a Chartres, donde encarg tres misas, se confes y comulg en la capilla. Cuando sali, su madre se le apareci por ltima vez y le dijo: Hija ma, puesto que ests dispuesta a hacer todo lo que te he pedido, yo me libero de ese peso, que t llevars en mi lugar. Adis, me voy a la gloria eterna.
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Desde entonces, la chica ya no ha visto ni odo nada. Lleva el cinturn de cerda da y noche, y continuar llevndolo durante los dos aos que su madre le haba encomendado.
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Amigo mo, piensa que el diablo, enemigo de los hombres, causa ya bastantes males sin que le inviten a hacerlo llamndole por su nombre. El incorregible Thibaud respondi: Har lo que he dicho. Un momento despus, vieron salir de una calle cercana a una joven dama velada que prometa muchos encantos y juventud. Un negrito la segua. En ese momento el negrito tropez, cay de bruces y rompi el farol. Dio la impresin de que la joven se asust mucho y se qued sin saber qu hacer. Thibaud se apresur a abordarla lo ms cortsmente posible y le ofreci el brazo para llevarla a casa. Despus de algunos remilgos, la desconocida acept, y Thibaud, volvindose a sus amigos, les dijo a media voz: Ya veis que a quien he invocado no me ha hecho esperar, as que... buenas noches. Los dos amigos comprendieron lo que quera decir y se retiraron rindose. Thibaud ofreci el brazo a su bella acompaante, y el negrito, al que se le haba apagado el farol, caminaba delante de ellos. La joven pareca tan turbada al principio que guardaba el equilibrio con dificultad, pero poco a poco se fue tranquilizando y se apoy con ms franqueza en el brazo de su caballero. De vez en cuando, incluso, tropezaba y le apretaba el brazo para no caerse. Entonces Thibaud se apresuraba a sostenerla y le pona la mano en el corazn, aunque lo haca con discrecin para no asustarla. Anduvieron tanto tiempo que al final Thibaud empez a pensar que se haban perdido por las calles de Lyon. Pero estaba muy a gusto, pues pens que sacara mayor provecho de la bella extraviada. Sin embargo, como senta curiosidad por saber con quin estaba tratando y la joven pareca cansada, le rog que se sentara en un banco de piedra que se divisaba junto a una puerta. Ella acept, y Thibaud, despus de sentarse a su lado, le cogi la mano con aire galante y le rog con mucha cortesa que le dijese quin era. La joven pareci intimidada al principio, pero luego se tranquiliz y le habl en estos trminos: Me llamo Ordaline; al menos es as como me llamaban las personas que vivan conmigo en el castillo de Sombre, en los Pirineos. All, los nicos seres humanos que vi fueron mi aya, que era sorda, una criada que tartamudeaba de tal modo que habra sido preferible que fuese sorda y un viejo portero que era ciego. El portero no tena mucho que hacer, pues no abra la puerta ms que una vez al ao a un seor que slo vena a nuestra casa a cogerme de la barbilla y hablar con mi duea en lengua vizcana, que yo desconozco. Afortunadamente ya saba hablar cuando me encerraron en el castillo de Sombre, pues seguramente no habra aprendido con las dos compaeras de mi prisin. En cuanto al portero, slo le vea en el momento en que nos pasaba la cena a travs de la verja de la nica ventana que tenamos. A decir verdad, mi aya sorda me gritaba a menudo en el odo no s qu lecciones de moral, pero la entenda tan poco como si estuviera tan sorda como ella, pues me hablaba de los deberes del matrimonio y no me deca lo que era. A menudo tambin mi
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criada tartamuda se esforzaba en contarme alguna historia, asegurndome que era muy divertida, pero como era incapaz de llegar a la segunda frase se vea obligada a renunciar y se iba tartamudendome excusas, de las que sala tan mal parada como de su historia. Ya os he dicho que haba un seor que vena a verme una vez cada ao. Cuando cumpl quince aos, este seor me hizo subir a una carroza con mi duea. Hasta el tercer da no descendimos de ella, o mejor dicho, hasta la tercera noche, pues la tarde ya estaba muy avanzada. Un hombre abri la puerta y nos dijo: "Estis en la plaza Bellecour, y sta es la casa del preboste Jacques de la Jacquire. Dnde queris que os conduzcan?" "Entrad por la primera puerta cochera, la siguiente a la del preboste", respondi mi aya. Aqu el joven Thibaud prest ms atencin, pues realmente era vecino de un gentilhombre llamado el seor de Sombre, que tena fama de tener un carcter muy celoso. Entramos continu Ordaline por la puerta cochera y sub a unas habitaciones grandes y hermosas. Despus llegu, por una escalera de caracol, a una torrecilla muy alta cuyas ventanas estaban tapadas con un tela verde muy gruesa. Por lo dems, la torrecilla estaba bien iluminada. Mi duea me dijo que me sentase y me dio un rosario para que me entretuviera; despus, sali y cerr la puerta con llave. Cuando me encontr sola, tir el rosario, cog unas tijeras que llevaba en el cinturn e hice una abertura en la tela verde que tapaba la ventana. Entonces vi, a travs de la ventana de una casa vecina, una habitacin bien iluminada en la que estaban cenando tres caballeros con tres chicas. Cantaban, beban, rean y se abrazaban... Ordaline refiri todava ms detalles con los que Thibaud estuvo a punto de reventar de risa, pues se trataba de una cena que haba tenido con sus dos amigos y tres seoritas de la ciudad. Estaba muy atenta a todo lo que pasaba continu Ordaline, y cuando o abrir la puerta, cog rpidamente el rosario en el momento en que entraba mi duea. Me tom otra vez de la mano sin decirme nada y me llev de nuevo a la carroza. Llegamos, despus de un largo trayecto, a la ltima casa del arrabal. Aparentemente no era ms que una cabaa, pero el interior era magnfico, como podris comprobar si el negrito encuentra el camino, pues veo que ya ha conseguido lumbre y encendido el farol. Bella extraviada interrumpi Thibaud, besando la mano de la joven, hacedme el favor de decirme si vivs sola en esa casita. S, sola respondi la dama, con este negrito y mi aya. Pero no creo que ella pueda venir esta noche. El seor que me llev a la choza anoche me ha enviado recado hace dos horas para que fuera a verle a casa de una de sus hermanas; pero como no poda enviar su carroza, que haba ido a recoger a un
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sacerdote, nos dirigamos a pie a esa casa. Alguien nos par para decirme un piropo; mi duea, que es sorda, crey que me estaban insultando y le respondi con insultos. Vino ms gente y se mezcl en la pelea. Tuve miedo y hu. El negrito corri detrs de m; se cay, su farol se rompi, y entonces, seor, tuve la fortuna de encontraros. Thibaud iba a responderle con alguna galantera cuando lleg el negrito con el farol encendido. Se pusieron en marcha y llegaron, al final del arrabal, a una choza solitaria cuya puerta abri el negrito con una llave que llevaba en el cinturn. Haba muchos adornos en el interior, y, entre los muebles preciosos, se podan apreciar sobre todo unos sillones de terciopelo negro con franjas de oro y una cama de moar de Venecia. Pero todo esto apenas llamaba la atencin de Thibaud, que slo tena ojos para la encantadora Ordaline. El negrito puso la mesa y prepar la cena. Thibaud se dio cuenta entonces de que no era un nio, como haba pensado al principio, sino una especie de viejo enano negro con una cara de lo ms fea. El hombrecillo trajo una fuente de plata dorada con cuatro apetitosas perdices y un frasco de excelente vino. Enseguida se sentaron a comer. Thibaud no haba terminado de beber y comer cuando sinti que un fuego sobrenatural corra por sus venas. Ordaline, por su parte, coma poco y miraba mucho a su invitado, a veces con una mirada tierna e ingenua, y otras con unos ojos tan llenos de malicia que el joven estaba casi atemorizado. Finalmente, el negrito vino a quitar la mesa. Entonces Ordaline cogi a Thibaud de la mano y le dijo: Hermoso caballero, cmo queris que pasemos nuestra velada...? Se me ocurre una idea: ah hay un gran espejo. Hagamos muecas como sola hacer en el castillo de Sombre. Me diverta mucho viendo que mi aya estaba hecha de forma diferente a m; ahora quiero saber si estoy hecha de forma diferente a vos. Ordaline coloc dos sillas delante del espejo, tras lo cual, quit a Thibaud la gorguera y le dijo: Tenis el cuello ms o menos como el mo, los hombros tambin, pero en cuanto al pecho, qu diferencia! El mo era as el ao pasado, pero he engordado tanto que ya no puedo reconocerme. Quitaos el cinturn..., el jubn..., por qu tantos cordones... ? Thibaud, que ya no poda contenerse ms, llev a Ordaline a la cama de moar de Venecia, y se crey el ms feliz de los hombres... Pero esta felicidad no dur mucho... El desgraciado Thibaud sinti unas garras agudas que se hundan en su cintura... Grit: Ordaline! Pero Ordaline ya no estaba entre sus brazos... En su lugar no encontr ms que un horrible conjunto de formas horrorosas y desconocidas... No soy Ordaline dijo el monstruo con voz formidable; soy Belceb! Thibaud quiso pronunciar el nombre de Jess, pero el diablo, que lo adivin, le atenaz la garganta con los dientes y le impidi pronunciar el
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nombre sagrado... Al da siguiente por la maana, unos campesinos que iban a vender legumbres al mercado de Lyon oyeron unos gemidos en una chabola abandonada que haba junto al camino y que era utilizada como vertedero. Entraron y encontraron a Thibaud tumbado sobre una carroa medio podrida. Lo colocaron sobre los cestos y le llevaron as a casa del preboste de Lyon. El desdichado de la Jacquire reconoci a su hijo... Le metieron en la cama y pronto recobr el conocimiento. Entonces dijo con voz dbil: Abrid a ese santo ermitao. Al principio no le comprendan, pero finalmente abrieron la puerta y vieron entrar a un venerable religioso que pidi que le dejasen solo con Thibaud. Oyeron durante mucho tiempo las exhortaciones del ermitao y los suspiros del desgraciado joven. Cuando dejaron de orlas, entraron en la habitacin. El ermitao haba desaparecido y encontraron a Thibaud muerto en la cama con un crucifijo entre las manos.
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de Belmonte, se alzaron en armas y mataron a su seor, destruyeron la ciudadela y fundaron libremente la pequea ciudad de Nice de la Paille.
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Caroline
Una joven de dieciocho aos, llamada Caroline, inspir la ms violenta pasin a un hombre de edad madura, y como a los cincuenta uno es, segn se dice, ms enamoradizo que a los veinte aunque con muchos menos medios para complacer, el herrumbroso pretendiente asediaba sin cesar a la joven Caroline, que estaba lejos de corresponder a sus sentimientos. Pero esta muchacha cometi el ms imperdonable de los errores: ponerle en ridculo y atormentarle, cuando debera haberse contentado con alejarse de l con frialdad y decencia. Al cabo de tres aos de perseverancia por una parte y de malos tratos por la otra, el infortunado amante sucumbi a una enfermedad de la que aquel funesto amor fue en gran parte el origen. Sintiendo cercano su fin, solicit, como ltimo deseo, que Caroline se dignase al menos ir a recibir su eterno adis. La joven rechaz tajantemente este ruego. Una de sus amigas, que estaba presente, le dijo amablemente que hara bien en conceder este triste consuelo a un infeliz que mora por y para ella. Sus consejos fueron intiles. Vinieron por segunda vez a hacerle el mismo ruego, aadiendo que el enfermo solicitaba ver a Caroline ms por el inters de ella que por el suyo propio. Pero este segundo mensaje no corri mejor suerte que el primero. La amiga de Caroline, indignada por esta dureza hacia un moribundo, la acuci con ms energa y le reproch su coquetera y malos procedimientos hacia un hombre a quien al menos poda ofrecer un instante de piedad como expiacin. Caroline, cansada de tales impertinencias, consinti finalmente de muy mala gana y dijo: Vamos, llvame a casa de tu protegido: pero slo estaremos un momento, te lo advierto, no me gustan ni los moribundos ni los muertos. Las dos amigas partieron finalmente. El moribundo, al ver entrar a Caroline, hizo un ltimo esfuerzo y tom la palabra con voz apagada: Ya no hay tiempo, seorita dijo, me habis negado con crueldad la dicha de veros cuando os lo he rogado: slo deseaba perdonaros mi muerte. A partir de ahora me veris ms a menudo que en el pasado. Recordad solamente que habis tardado tres aos en llevarme dolorosamente a la tumba... Adis, seorita... Hasta esta noche. Al acabar de decir estas palabras, que le cost un trabajo infinito pronunciar, expir. Caroline, presa de horror, huy precipitadamente. Su amiga us todos los medios posibles para calmar su extrema agitacin. Caroline le suplic que pasara la noche con ella. Dispusieron otra cama en la misma habitacin, dejaron
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los candelabros encendidos, y las dos amigas, como no podan dormir, estuvieron mucho tiempo hablando entre ellas. De repente, hacia la medianoche, las luces se apagaron por s solas. Caroline exclama con terror: Ya est aqu! Ya est aqu! Su amiga, que slo oye ahogados suspiros, seguidos de un profundo silencio, rene sus fuerzas y llama arrebatadamente; acude la gente de la casa, intentan encender los candelabros, pero es intil. Al cabo de un cuarto de hora, que transcurre en medio de mortales angustias, suena el reloj. Caroline lanza un profundo suspiro, como alguien que sale de un largo sopor. Las velas se encienden solas; la gente de la casa se retira, y Caroline, con una voz agonizante, dice: Ah! Por fin se ha ido! Lo has visto entonces? S, y estoy totalmente segura de que cumplir sus amenazas. Y qu! Te ha hablado? Esto es lo que acabo de or: durante tres aos vendr todas las noches a pasar un cuarto de hora con vos. Por lo dems, estad tranquila, no os har ningn dao; limito mi venganza a obligaros a ver cada noche a aquel a quien habis llevado a la tumba a causa de vuestra imprudente conducta. La amiga, que no senta mucha curiosidad por ver repetirse la misma escena, se neg a pasar las noches siguientes con Caroline, quien le reproch que la abandonase a un vampiro. Las visitas nocturnas continuaron. Caroline, bella, rica, duea de sus acciones, y con veintin aos, quiso casarse con la esperanza de alejar al fantasma; pero el rumor de las apariciones hizo desistir a los pretendientes. Slo uno, un gascn, llamado Seor de Forbignac, se present y se ofreci como esposo. La necesidad le oblig a aceptar; pero al da siguiente de las bodas (sin que llegara a saberse cmo haba transcurrido la noche) el gascn desapareci con la dote y muchas joyas que no formaban parte de ella. La amiga de Caroline, sensible a tantas desgracias, acudi junto a ella, la consol lo mejor que pudo y la llev a un lugar donde concluy tristemente su penitencia. Pasados los tres aos, su vampiro le anunci al fin que ya no le vera ms; y cumpli su palabra. Una leccin tan severa suaviz su carcter. La muerte del Seor de Forbignac, que tuvo la honestidad de no volver, dej libre a Caroline para que pudiera casarse de nuevo, y esta vez encontr un esposo que la hizo totalmente feliz.
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Entonces desembrcame. No haga esa locura, por Dios. Vamos, desembrcame. De acuerdo, pero lo esperar a una cierta distancia. Y ah me tienen, al anochecer, al pie de la torre del castillo. Iba armado hasta los dientes, no contra los fantasmas porque no crea en absoluto en ellos sino por miedo a encontrarme con habitantes de este mundo ocupados en cualquier cosa que no fuera rogar a Dios. Entro, todo estaba tranquilo en el castillo, enciendo una vela, me paseo por todas partes, lo veo todo en orden, me instalo en una habitacin y, con las armas sobre la mesa, espero al enemigo con pie firme. Empezaba a creer que los diablos o los espritus me respetaran, cuando o caer algo por la chimenea: me levanto para mirar, era una cabeza de muerto; un instante despus le sigui una pierna, luego los brazos y finalmente el resto del cadver. Oh! oh! me dije no se est demasiado bien aqu; estos espritus hacen algo ms que dar miedo. Estaba pensando en retirarme, cuando se oy un ruido de cadenas; presto atencin, y muy pronto veo a mi espectro que me dirige estas palabras: Incrdulo, no te bastaba el terrible castigo de tu barquero, tenas que venir a esta casa?... Tiembla temerario! Todo el infierno se ha desencadenado contra ti. No pierdo la cabeza, le disparo al fantasma; l se re de mi clera, y tras un gesto suyo, una multitud de demonios entra en el aposento. Producan un ruido horroroso. Huyo de aquella maldita habitacin, llego a una escalera, subo, me precipito en otra y en sta encuentro a un espectro envuelto en un sudario manchado de sangre; huyo de nuevo, miles de esqueletos me agarran con sus manos descarnadas; les ataco con mi sable, pero mis golpes no producen ningn efecto; un espectro monstruoso quiere arrojarse sobre m, lo evito, escapo; pero no s muy bien hacia dnde ir, pues una humareda densa e infecta llena toda la estancia: perseguido sin cesar por un ejrcito de fantasmas, me precipito hacia una habitacin vecina; pero tan pronto como he puesto el pie dentro, el suelo se hunde y caigo no s dnde. Estuve sin conocimiento y slo me recuper cuando estuve a orillas del lago. Mis ropas estaban hechas harapos, y me encontraba tan dbil que no poda tenerme en pie. Mi pobre barquero vino a recogerme y me dijo que desde el lago haba visto cosas que lo haban dejado helado de pnico, y que crea firmemente que yo no era ya de este mundo. Tomamos tristemente el camino de regreso hacia Ginebra; all, le di a mi conductor una suma lo suficientemente fuerte como para permitirle volver a su primera profesin. Por lo que a m respecta, fui en numerosas ocasiones a pasearme por el lago, pero jams me sent tentado de volver a visitar el infernal castillo.
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El Tesoro
Encontrndome en una gran ciudad de provincias, alojado en casa de un amigo, ste me coment que desde la muerte del propietario nadie poda vivir en paz en la casa porque todas las noches se organizaba un tremento aquelarre. Oiremos el aquelarre le dije y tal vez podamos descubrir al aparecido. No es difcil respondi mi amigo puesto que todas las noches vemos su sombra. Ah! ah! tanto mejor. Ah me tienen al acecho desde el atardecer. Haba tenido la precaucin de coger un arma. Hacia las once, cuando nos encontrbamos cenando, un gran fantasma entr cubierto con un sudario; todos se echaron a temblar menos yo que me ech a rer. Cuando el espectro me hizo un gesto para que lo siguiera le contest: De acuerdo, vamos. Bajamos; me conduce al stano, all me seala una piocha y me dice: Excava. Me decido a obedecerlo; apenas haba dado cincuenta golpes, cuando encuentro una olla de hierro hermticamente cerrada. Coge esa olla me dice el fantasma y mira lo que contiene. Cual no fue mi sorpresa al hallarla repleta de oro. Contiene mil luises de oro prosigui mi interlocutor llvaselos a mi hijo y dile que no me imite; devorado por el demonio de la avaricia, mi nica pasin fue la de amontonar oro sobre oro; ahora pago las consecuencias, pues estoy condenado a cien aos de sufrimiento. Dile adems a mi hijo que mande decir cincuenta misas anuales por mi alma, eso abreviar mi penitencia. Adis. Al terminar, desapareci. Le entregu fielmente a su hijo el tesoro que haba encontrado y a partir de entonces, la paz qued restablecida en la morada de mi amigo.
Charles Nodier
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Ests enamorada dije a media voz. Su pecho palpitaba. Desliz sus dedos por un bucle de cabellos negros y lo coloc sobre el rostro. Yo la rode con uno de mis brazos. La aproxim a mi pecho con un casto gesto. Mi respiracin rozaba sus labios. Ella habl; apenas la oa. No es l deca. No, no es l le respond; pero no va a venir? Y Suzanne movi la mano alrededor de la cabeza. Tal vez lo veas maana le dije. No contest. Yo tema agriar su pena y guard silencio. Me segua mirando y yo lloraba. Haba una lgrima en su mejilla; la sec con el dorso de la mano. Otra haba cado sobre su mano y la recogi con los labios. Eres muy dichoso me dijo; creo que has llorado. Y luego, observndome con mayor atencin, coment: Podra enamorarme de ti, porque tienes alma de ngel. Dime, no obstante, si eres noble. Yo dudaba en confesarlo. Cuesta decirlo ante el camastro de la miseria. Oh! prosigui noble y hombre; doble error. Pero t eres an joven... me gusta ver como te ruborizas. Quise decirle: Explcame esas palabras. Pero no pronunci la frase, necesitaba una aclaracin dolorosa para ofrecerle mi piedad? Nos entendamos bien as. Un poco ms tarde vi a la madre que esperaba las palabras que yo iba a pronunciar como un orculo salvador. Ha estado enamorada? No! Jams! Ha tenido ricos pretendientes y, pese a nuestra indigencia, han solicitado con ardor el amor de mi Suzanne. Pero ha sido indiferente con todos. Le habra gustado que hubiera por aqu claustros en los que enterrar su juventud, porque el mundo le pareca desagradable, y consideraba que la vida era larga y difcil. Creo que ningn hombre ha conseguido ni un solo beso de Suzanne, si no es su padrino. Tiene doce aos ms que ella, y es el hijo del antiguo seor del pueblo. Cuando l se encontraba ausente sirviendo al rey, ella deca: Estoy segura de que mi padrino regresar, porque Dios me lo ha prometido; y cuando l, mi Frdric, regrese le regalar un cordero muy blanco con cintas azules y rosas y guirnaldas de flores segn la estacin. Fue, en efecto, a su encuentro y cuando l la vio, baj de su caballo para besarla en la frente. Mirad qu hermosa es Suzanne! deca. No quiero que conduzca los rebaos a lo largo de los setos ni que queme su tez bajo los rayos del sol, pues la quiero como a mi hermana. Al da siguiente regres muy temprano. La encontr peor. Oye, me dijo besndome debes ser tan bueno como bello, y voy a pedirte algo ms importante que la vida. Convence a mi madre para que me d mi vestido blanco, mi toca de muselina y mi crucecita de cristal. Cgeme aciano en el jardn y un iris a la orilla del arroyo. Hoy es el aniversario de mi
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nacimiento. Hice lo que me haba pedido, y su madre la visti. Pero al bajar de la cama, se sinti muy dbil. La campana sonaba muy cerca, pues la iglesia estaba enfrente. La madre dijo: Sabes bien que es la boda de Frdric; si no estuvieras enferma, bailaras como las seoritas en los grandes salones del castillo. Por qu no te animas?. Ya no escuchaba, la pobre Suzanne! No obstante nos dijo que se encontraba mejor. La madre y yo nos acercamos a la puerta para ver pasar a los novios. La novia elega, con atencin temerosa, el lugar en el que deba posar sus pies para no estropear los bordados de sus zapatos. Todos sus movimientos eran lentos y afectados; todos sus gestos soberbios y desdeosos. En sus pasos, en sus miradas, en el arreglo de su cabello, en los pliegues de sus ropas, slo haba simetra. Oh! Qu desagrado le inspiraban los cuidados de una fiesta sencilla y de una ceremonia comn! Frdric caminaba detrs. Sus grandes ojos estaban entornados, su aspecto descuidado, su andar lento y preocupado. Al pasar por delante de la casa, mir con expresin sombra y descontenta; retrocedi medio paso mordindose los labios, deshoj un ramo de flores que llevaba en las manos, y prosigui su camino. La iglesia se abri. Me haba quedado solo y estaba reflexionando sobre todo aquello, cuando o un grito prolongado. Corr. La madre estaba de rodillas. La hija en la cama. Est segura? Mire! me dijo la madre... Suzanne estaba inmvil, plida, inanimada, muerta. La toqu, estaba ya casi fra. Apliqu el odo para asegurarme de que haba dejado de respirar. Y esto es lo que me sucedi en un pueblito de los alrededores de Loudun.
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La Liebre
Un amigo mo, honesto agricultor, eran un empedernido cazador ; lo vean, desde el amanecer saltar zanjas, subir colinas y perseguir a su presa hasta en sus ltimos atrincheramientos. Una tarde en que roto de cansancio, y de muy mal humor, tomaba tristemente el camino de regreso a casa con el morral vaco, una liebre sale a sus pies, mi amigo dispara y yerra el tiro: su mal humor aumenta; ste desaparece no obstante cuando ve que la liebre se agazapa a cien pasos de l. Recarga su escopeta, se acerca, dispara y yerra de nuevo los dos tiros; no comprenda cmo haba podido ser tan torpe, l que no disparaba nunca en falso. Retoma el camino refunfuando, cuando vuelve a ver a la liebre, sentada sobre su trasero atusndose apaciblemente los bigotes. Esta vez dijo el cazador no me desafiars ms; entonces, apuntndole con una precisin que no lo enga jams, lanza el disparo y cree haber abatido a su vctima: vana ilusin, pues sale huyendo unos pasos y parece burlarse de su enemigo. El intrpido cazador, arrebatado de ira, jura perseguirla hasta el fin del mundo; cumpli su palabra y tan bien que al cabo de dos horas haba consumido toda su municin, aunque vea an al maligno animal plantarle cara insolentemente, a unos pasos de l. Sin contenerse ms de rabia, mi amigo busca hasta el fondo del zurrn y encuentra una carga de plvora, pero sin plomo; no saba qu hacer, cuando se le ocurri la idea de retorcer monedas de seis liards y de seis sous y hacer con ellas balas. Haba llegado a recargar su escopeta a fuerza empeo y paciencia y se dispona a disparar, cuando la liebre cambi de repente de aspecto y fue reemplazada por un hombre que dirigi estas palabras al cazador: Deja de perseguirme, desgraciado; el cielo ha permitido que vuelva a ser criatura humana para impedir que cometas un crimen. Yo soy tu abuelo: desde hace cincuenta aos vivo en esta llanura bajo el aspecto de una liebre, y mi penitencia debe prolongarse an por cincuenta ms. Si no quieres sufrir la misma pena, evita tus pecados. Cuando concluy estas palabras, se convirti de nuevo en liebre y dej a su nieto estupefacto y temblando de espanto.numerosas montaas boscosas. Se qued muy sorprendido cuando, creyndose solo, oy que alguien lo llamaba por su nombre. La voz no le resultaba desconocida. Pero como no pareca demasiado dispuesto a responder, lo llamaron por segunda vez. Crey reconocer la voz de su padre, recin fallecido. Pese a su miedo, no dej de dar unos pasos hacia adelante. Pero cul no sera su sorpresa al ver una gran caverna o una especie de abismo, en la que haba una escalera muy larga que iba de arriba abajo. El espectro de su padre se apareci en los primeros peldaos y le dijo que Dios haba permitido que se le
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apareciera para darle instrucciones acerca de lo que deba hacer por su propia salvacin y por la liberacin de quien le hablaba, as como por la de su abuelo, que se encontraba unos cuantos peldaos ms abajo. Aadi que la justicia divina los castigaba y los retena donde estaban hasta que no restituyera a un determinado monasterio una herencia usurpada por sus antepasados... Recomend a su hijo que realizara dicha restitucin lo antes posible para evitar el castigo divino, pues de no hacerlo su lugar estaba ya reservado en aquel lugar de tormento. Tras aquella amenaza, la escalera y el espectro empezaron a desaparecer insensiblemente, y la entrada de la caverna volvi a cerrarse. El seor, cuyo pavor haba llegado al lmite, regres inmediatamente a su casa; la agitacin de su espritu no le permiti intentar profundizar en aquel misterio. Devolvi a los monjes los bienes que le haban indicado, dej a su hijo el resto de su herencia e ingres en un monasterio donde pas santamente el resto de su vida.