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Sin Ti

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Sin T por Del James (Traduccin por Rubn Andrs Martnez Arias Bogot, Junio 22 de 2006) Aunque deseaba

compartir la danza, Mayne no se permiti interrumpir tanta belleza. El perfectamente torneado cuerpo de ella se meneaba infantilmente, pacficamente, lentamente rindind ose al ritmo. Su inocencia era encantadora, su hermosura arrebatadora. Mayne supo que ella se eno jara con l por espiarla, mirndola sin permiso, pero el voyeur adolescente que habitaba en su cue rpo de adulto lo animaba y descartaba las consecuencias. Adems, era un espectculo slo para sus ojos. Los ojos de ella brillaban, recordndole el ocano, vasto de belleza y misterio. Una leve brisa bailaba entre su melena de leona. Un vestido largo semi-transparente cubra su tonificado cuerpo y una leve capa de sudor la haca brillar. Se vea demasiado hermosa para ser real. Durante ese medio s egundo de euforia visual, Mayne admiti que ella era la nica mujer a quien haba amado de verdad. Los o jos de ella temblaron. Debe haberme escuchado pens, mientras ella volteaba hacia l. No quera arru inar la belleza, slo disfrutarla. Los gruesos labios de ella sonrieron amigablemente. Lue go la cancin comenz a aumentar su volumen. Una aguda punzada de pnico lo atraves cuando se dio cuenta cul de todas sus cancion es era. Un sudor fro exud de sus poros y el terror lo consumi. Su visin se volva turbule nta mientras la realidad se distorsionaba. Respirar se le hizo ms difcil, complicado. La desespera cin atac y retorci cada msculo de su delgado cuerpo. Peor que el dolor era el miedo que experimentab a. La insuperable ansiedad lo agobiaba enteramente mientras se acercaba al equipo. Todo perdi su te xtura natural; las 2 paredes, el piso, el aire... se volvieron surreales. Entre ms ruidosa era la msica , ms difcil era para l moverse. Tena que quitar el CD pero sus pies se sentan como enormes bloques de concreto. No se poda mover lo suficientemente rpido. Ella ya haba puesto el can de la pistola c ontra su sien. BANG!! Mayne se despert cubierto en sudor. Un callado grito an se ahogaba en su garganta. Las ltimas seis horas las haba pasado en un coma autoinducido de drogas y alcohol con el que buscaba dormir. Dormir, un extrao lujo ahora imposible de lograr sin asistencia alguna. Y no importaba si dorma seis horas o seis minutos, la pesadilla siempre se las arreglaba para entro meterse. Ninguna pldora para dormir o antidepresivo alguno lo poda evitar. l haba escrito esa cancin y ahora estaba eternamente condenado por ella. Con manos trmulas enjuag el sudor de su frente y l impi sus dedos en las sbanas de satn. Su reloj de oro y las pulseras tintinearon. Girando sobre s u costado dirigi su mirada al reloj digital sobre la mesita de noche que tena un refrigerador empotra

do. Sobre el reloj haba un paquete medio desocupado de Marlboros. Al ver los nmeros verdes estos no le de volvieron significado alguno. En realidad no importaba qu hora era, pues su tiempo era el d inero de otros. Al lado del reloj haba algo mucho ms importante que el dinero o el tiempo. Se sent len tamente. Ojos abrumados repasaron la mesa de mrmol, buscando cualquier rezago del precioso polv o marrn. Encontr fsforos quemados, cigarrillos doblados, cpsulas vacas, pero nada de droga. N o importaba. Siempre poda hacer que le trajeran ms. Sentndose en el borde de la cama, Mayne se i nclin y abri la puerta del refrigerador de la mesita de noche. Dentro haba varias Budweisers, soda, y una botella helada de Dom Perignon. Sac una lata de cerveza y despach la mitad de un solo trag o. Haca esto cada maana. Instantneamente su adolorida cabeza se empez a sentir mejor. Aunque no estaba dispuesto a admitirlo, haba llegado el momento de volver a la vida. Saba que deba i r al estudio pronto, pero no tena ganas de hacerlo. Adems, las grabaciones de su ltimo lbum Alone haban aca ado haca un mes. El lbum ya estaba en las etapas finales de mezclado. Si a Mayne le gu staba lo que escuchaba, lo aprobara y el lbum saldra al mercado como estaba programado. Si no, d ebera ser remezclado hasta que lo aprobara. Entonces para qu mierdas lo necesitaban a l? Deci di holgazanear tanto como pudiera antes de ponerse en pie. El bao era un rea de guerra tanto como lo era su habitacin. Prendas esparcidas, cre mas, basura, cassettes, y toallas dominaban el panorama. Usando un radar para localiz ar la taza, encontr la porcelana, se rindi a la necesidad de vomitar, y liber sus entraas. Regres al cuarto , sin sentirse realmente humano, ms bien como un robot vestido con carne alquilada. Haba un inten so dolor en su abdomen al que se haba ido acostumbrando. Eso, al igual que otras fallas en su sa lud poda atribuirse a su estilo de vida. Adems de sus joyas, Mayne estaba vestido slo con sus pantalon cillos Jockey. Se tambale hasta el vestidor, sac un pantaln de cuero negro especialmente diseado para l y se visti. Encontr un kimono de seda prpura oscura y se lo puso encima. En un cajn del armario haba una cpsula con un gramo de cocana. Extrayndola con la larga ua de su meique, el desvencij ado msico inhal ocho golpes de la aspirina del rock and roll. El kimono se sinti fresco contra su carne tibia. Se pregunt si tena fiebre, y concluy que a lo mejor s. Siempre estaba acabado , como si tuviera una fiebre perpetua. As era, por supuesto, hasta que acababa su cerveza. La termi n, y lanz la lata vaca en la direccin aproximada de una caneca que ya estaba llena de latas desocupa das. Mirndose en un espejo de cuerpo entero, el descompuesto ermitao no reconoci el reflejo. De seguro el largo cabello rubio y los tatuajes le indicaban algo, pero se vea tan frgil. Mayne pareca alguien listo para

vestir pijamas de hospital. Su alguna vez atractivo rostro estaba azul, tenso, y sin expresin. Una barba descuidada cubra su mentn y sus ojos esmeralda ya no eran gemas autnticas, sino bis utera. Necesitaba un trago. Durante los ltimos catorce de sus veintiocho aos haba pasado la mayor parte de su t iempo dentro de una botella. Fiestas adolescentes de cerveza y vino dieron paso a disc otecas con vodka y ron, lo cual a su vez evolucion en whiskey puro. Saliendo de la habitacin enton una orac in silenciosa a su santo patrn Jim Beam, pidiendo que hubiera algo de licor en la alacena. Un res plandor dorado rodeaba las pesadas cortinas negras. Una pequea guerra haba ocurrido la noche ante rior en la sala. Por todo lado haba esparcidos ceniceros llenos, botellas diversas, cajas de cigar rillos enteras y medio desocupadas, y latas de cerveza. Varas cartulas de CDs estaban perdidas en medio d e residuos de 3 cocana, Mayne trat de recordar quin haba venido a la fiesta, pero no pudo. Una cajet illa vaca de Kool le indic que Jamie Jazz, uno de sus varios distribuidores, le haba trado algo. No tuvo que esforzarse mucho para relacionar las cpsulas vacas en su dormitorio y Jamie. Jamie (lo pronunciaba yei-mi) era la tpica escoria hollywoodense que distribua personalmente coca, crack , y otras sustancias a celebridades en problemas, explotando sus vulnerabilidades. Mayne busc ms pistas p ara saber quin ms haba estado en la fiesta, pero no pudo dar con nadie. Se desliz tras el bar junt o a la cocina y abri un estante. Haba varias botellas vrgenes de varios licores blancos. Un estreme cimiento le revolvi el estomago y si no haba whiskey? Escarb en las botellas hasta hallar la apr opiada. Un suspiro de alivio escap de sus labios mientras giraba la tapa y tomaba nota menta l de la necesidad de aprovisionarse adecuadamente. El aroma del whiskey era equivalente al del caf rec in hecho. Buenos das, mi amor dijo Mayne en voz alta llevando la botella a sus labios. Como todos los das, un sorbo preludiaba otro. Despus de varios tragos, empez a sent irse mejor. Coloc la botella en el mesn. Con suerte, estara ebrio antes de empezar el da. Tom otra Budweiser y volvi a la catica sala. Haba un zumbido sordo dentro de su crneo. No poda diferenciar si era provocado por la cocana o por el aire acondicionado. Si tan slo pudiera rec ordar qu da era, sabra si la sirvienta vendra hoy a limpiar, y si vena hasta podra traer algo de lico r. El msico se sent en el sof, tom el telfono, y marc el 411. Operadora. de que ciudad llama, por favor? Los ngeles. En qu le puedo servir? Qu da es? Pregunt sinceramente Mayne, encendiendo un Marlboro. Qu? Qu da es? Seor, yo soy una operadora. Seora, es el nmero de Informacin, y yo le hice una pregunta. La corrigi Mayne. Una

sonrisa sardnica se le escap. Tras un momento de silencio ella respondi su pregunta : Es mircoles, seor. Gracias , dijo l, y colg. No habra ningn servicio de limpieza hoy. Esa no era la manera en que quera empezar el da. Dej un momento la cerveza, acab su cigarrillo, y aspir ms cocana. Despus de varios seg undos confusos, record dnde estaban las grandes bolsas verdes de basura y empez a recoger los deshechos. Recorriendo el gran apartamento de una sola habitacin, coga todo lo que no estuviera firmemente puesto y lo arrojaba a las bolsas. Botellas y recipientes de comida v acos estiraron la bolsa de basura al punto de amenazar con rasgarla. Diez minutos despus el apartamento e mpez a tomar forma. Adems de este apartamento tena uno en Manhattan y otro en Houston. Rara vez frecuentaba su mansin de Hollywood Hills o su casa en Maui. Los dos lugares le recordaban dem asiado a ella. La casa de Hollywood Hills haba sido el lugar dnde l y Elizabeth Aston haban pasado lo mejor de su vida juntos. Cuando sus pensamientos empezaron a traicionarlo, hacindolo pensar ms y ms en ella, Mayne instintivamente busc el bar y recuper la botella de whiskey. Poda pensar en e lla siempre que tuviera una red de seguridad. Con todo el dinero, la fama, y el xito que haba logr ado, eran las cosas simples como la amistad y el amor lo que le eran ms difciles de mantener. Nunca qu iso herir a nadie, sobre todo a sus ms ntimos, pero por alguna razn ella era a quin l sola herir de la pe or manera. Nunca quiso ser malo, pero vivir bajo el microscopio con el mundo entero mirndolo , cualquier mal, pblico o privado, terminaba explotando en su cara y a menudo era tema de las noti cias de la noche. Los errores personales y las mierdadas no se le permitan a la elite. A menudo suf ra silenciosamente, atrapado por su propia fama, hasta que necesitaba salir de su jaula. Pero aquell a jaula era tan grande como abarcaban sus ojos. Todo lo que Mayne haba intentado, fuera bueno o malo, er a ser l mismo. Con todos los doctores, especialistas, terapeutas, amigos, y todos en su organiz acin intentando ayudarlo, lo nico que lograba era encerrarse ms en su capullo, alienndose an ms. A me nudo se preguntaba quin era realmente. Era otro nmero del seguro social regenerado y hereda do al nacer o un reflejo genuino de la sociedad? Era un fenmeno o simplemente una fachada? Era un producto de su propia imaginacin o simplemente un ladrillo ms? Entendera alguna vez su propio de stino? 4 Dentro de su mente, analiz por qu su relacin con Elizabeth haba fallado ms veces de l as que se podan contar. Como el acadmico que no era, diseccion las situaciones. Valor cosas qu e debi haber dicho y cosas en las que no debieron encontrarlo. Con respecto al sexo, por qu Elizabeth no poda entender que el simple hecho de apartarse ocasionalmente de su cama no signi

ficaba que no la amaba? El sexo era como un juego. Nunca la oblig a que fuera mongama, pero en su i nterior saba que si alguna vez se enteraba que ella tiraba con alguien ms le habra dolido. Y muc ho! An con ese pensamiento, l no poda confinarse a una sola mujer. Quera tener su pastel y comerlo . Haba intentado ser abierto con ella, pero concluy que ciertas cosas deban haber permanecido en se creto. El sexo era una adiccin egosta similar a la sensacin que experimentaba en el escenario. Los pbli cos diferentes, como las compaeras diferentes, eran ms desafiantes y le hacan trabajar ms duro por l a ovacin. Tanto como a las drogas, era adicto al frenes. Incluso con todo un imperio a su d isposicin, el dinero no poda comprarle amor, ni felicidad, ni paz mental. Ni siquiera a Elizabeth. Mirand o rpidamente alrededor de la gran sala, se le antoj que un artista desencantado haba absorbido la moderna elegancia del lugar. Ninguna de las posesiones que haba all, excepto unos pocos ob jetos, haban significado algo para Mayne. Nada de esta mierda era real. Estaba rodeado de los trofeos de un juego que ya no tena ningn significado. Y estaba cansado de jugar. Un fuerte dolor en su oreja izquierda lo arrastr hacia el corredor oscuro que lle vaba del escenario hasta el camerino. Dentro de su cabeza zumbante, altavoces rezumbaban, se encendan y explotaban. Aquel zumbido sordo dur slo unos segundos, pero los recuerdos del ltimo concierto con su banda, Suicide Shift, nunca se desvaneceran. Por alguna razn que no poda recorda r, Elizabeth no haba podido asistir a aquel ltimo concierto de la gira. La banda haba estado en tou r por casi catorce meses, con ms de 285 conciertos. Cada par de semanas Mayne haca que ella volara ha sta cualquier ciudad donde estuvieran tocando para que se quedara con l un par de noches. El co ncierto final de cualquier gira es una noche importante. Era el primer tour grande de Suicide Shi ft y Mayne quera compartir la experiencia con ella. Era la culminacin de muchas millas viajadas, m uchas horas trabajadas, y la celebracin que sigui estaba muy merecida. La llam varias veces par a ofrecerle los pasajes de avin, intentando persuadirla, pero ella no poda asistir. La presentacin fue un poco ms de dos horas de ferocidad elctrica. Mayne haba consumi do drogas y alcohol antes y durante el concierto, (lo haca en cada ocasin) pero fue e l entusiasmo de la multitud de Florida, y el saber que podra dormir durante un mes despus de eso lo q ue le dio ms energa. Cada vez que se acercaba a su micrfono para cantar, su voz surga con el vig or del whiskey. Para l, ese era rock and roll en su forma ms pura. Y los casi 4.000 asistentes lo reconocan con un aplauso ensordecedor. Despus del encore final era el momento de celebrar. Mayne se fue con dos ansiosas mujeres a su cuarto de hotel. En la privacidad del bao se inyect un poco de herona. No tanto como para

hacerlo cabecear, pero s lo suficiente como para un buen vuelo. Las dos jovencita s slo alegraran un poco ms el viaje. Tras forcejear con sus pantalones de gamuza caf, se uni a las muj eres desnudas, y as comenz el fandango. La droga nublaba su no tan buena memoria, pero Mayne poda re cordar a un muy ebrio Peter Terrance entrando al cuarto. El baterista de la banda se haba equ ivocado de habitacin. En medio de la celebracin, Mayne le ofreci una de las chicas. Terrance r echaz el ofrecimiento diciendo que se buscara una l mismo y se march. El menage-a-trois cont inu. Pocos segundos despus alguien golpe a la puerta. Creyendo que Terrance aceptaba la ofert a, Mayne grit dicindole a quien fuera que entrara. Parada frente a la puerta, con un maletn, est aba Elizabeth. A ltimo momento ella haba volado de Los ngeles a Miami para estar con l. La escena se desarroll muy fuertemente. Elizabeth se torn histrica y desencajada. Fue el principio del fi n de su relacin. Mayne volvi a alejarse del pasado. Su rodilla izquierda son ruidosamente cuando es tir sus piernas y se dirigi al telfono. Marc un botn. El nmero de Elizabeth todava estaba prog ramado y de vez en cuando lo marcaba slo para or repicar ese telfono. Tambin en la memoria de l telfono estaban los nmeros de su sello disquero, su manager, los tres miembros de su band a actual, el Mayne Mann Group, y varios distribuidores de droga. Despus de no recibir ninguna respue sta del telfono de Elizabeth, oprimi otro botn. Sus pulseras tintinearon al unsono, y tras unos segund os le respondieron. 5 Siee? Dijo una voz aburrida desde el telfono de un automvil. Soy yo. Dijo Mayne deglutiendo cocana. Mi hermano! Cant la voz de Jamie como una caja registradora Qu puedo hacer por ti? Un sube y baja. Era la clave para cocana y herona. Seguro. Recuerdas lo que hice anoche por ti? S. Mayne no lo saba. Me debes tres billetes de esa mierda hermano , el distribuidor le explic slo en caso de que su memoria fallara. Debo tener un poco de efectivo por ah, si no encuentro te paso mi tarjeta para que cojas de ah lo que te debo. Ya subo , dijo Jamie como si le estuviera haciendo un favor y colg. Puto estafador! Farfull Mayne para s mismo. Encendi un cigarrillo y agarr otra cerveza. La tapa estall ruidosamente y subi espum a hasta la boca de la botella. Mir, entretenido, camin hasta las cortinas cerradas y las c orri, permitiendo que la brillante luz del sol invadiera su sala. Juepuuuto seas , dijo en voz alta, amen azante, hacindole pistola al sol. La vista desde su balcn era vasta, mostrando la Ciudad de Los ngel es abajo. Sin embargo, Mayne mantena las cortinas cerradas la mayor parte del tiempo, prefirien do no ser parte del mundo exterior. Dentro de su departamento estaba seguro. Contra el ngulo de la pa red opuesta, de modo que las teclas de marfil daban a la sala, se hallaba un Steinway clsico. Haba

pasado muchas horas de placer con ese instrumento, e incluso cuando no lo tocaba, el piano lo estimulaba visualmente. Era un instrumento de gracia y precisin. Junto al piano, descansaban en sus atril es docena y media de guitarras clsicas: Les Pauls, Stratocasters, y Telecasters. Las guitarras que tena en este apartamento eran las que ms amaba. El timbre reson, despertando a Mayne de su ensoacin. Fue hasta el intercomunicador y apret el botn que abra la puerta principal. Unos minutos despus Jamie Jazz estaba de ntro de su apartamento. Docenas de discos de platino y de oro adornaban las paredes. Horas que se convirtieron en aos de planeacin, composicin y grabacin haban recogido estos frutos redondos y pla nos. Su forma de escribir surga de sus dolores internos, y sus canciones lentas inspirada s en el blues usualmente trataban de sus dificultades personales. Eran las canciones de las cu ales se senta ms orgulloso y de las que crea que trascenderan el tiempo. Las canciones ms rpidas y ro queras casi no tenan significado alguno o el significado estaba en el ttulo impreso en la cartula. Desgraciadamente, los premios ya no eran nada sin Elizabeth. Mayne se excus un momento con y entr a la habitacin. Oculta detrs de un disco de platino estaba la caja fuerte. Quit el disco de la par ed, gir la combinacin, y abri la caja. Dentro haba joyas, documentos, ms de cuatro mil dlares en efectivo, una pipeta de crack y una Mgnum .357 cargada. Agarr unos billetes y volvi a la sala , dejando la caja fuerte cerrada pero sin asegurarla. Jamie estaba sentado en el silln de cuero neg ro, con los pies en la mesita de mrmol, y con un aspecto muy fresco con sus pantalones deportivos de Sui cide Shift (que le haba sacado a Mayne) haciendo juego con una camiseta. Ya se haba servido l mismo un a cerveza. Cunto es todo? Incluyendo anoche? Seis. Contest Jamie, ajustando el beeper en su cintura. Mayne le dio seis billetes y puso el resto en el bolsillo de sus pantalones. Juz gando por su mirada, el distribuidor entendi que Mayne quera estar solo y comprendi la seal. Me llamas si necesitas algo ms, se ofreci Jamie, saliendo del apartamento. En el momento en que la puerta principal se cerr, la mente de Mayne se aceler, per o su cuerpo se neg a moverse. Tena las drogas en la mano, pero en vez de buscar una jer inga, regres a la alcoba. Dentro de la caja fuerte algo ms poderoso que su adiccin haba llamado su atencin. Camin hasta la caja y abri la puerta. Dentro haba un lbum de fotografas que contena at esorados momentos en fotos a color. Tras colocar las drogas sobre la desarreglada mesa de noche, se tumb en la cama, y empez a pasar las hojas del lbum de fotos encuadernado en cuero. Captur ados en las fotografas haba imgenes y sentimientos tan intensos que lo hacan sentir tan bien com o lo hacan sentirse suicida. Elizabeth haba sido un desafo intelectual, mientras lo estimulab a de manera sexual.

Ella lo haba cuidado cuando estaba enfermo, lo cual era frecuente. Ella haba desat ado sentimientos 6 internos que l siempre intentaba rechazar. Su belleza, tanto interna como fsica, e ra algo que l deseaba. Pero cuando la consegua, haca todo lo posible por perderla. Pas a la segunda pgina. No tena idea de cuntas veces se haba masturbado con esa foto. Tal vez da por medio. Era una instantnea que le haba tomado a ella en unas vacacion es en Las Vegas. En la foto, el viento soplaba su largo cabello apartndolo de su rostro, y ella sonrea. Tras ella estaba el Cesar s Palace, dnde haban pasado lo mejor de dos semanas en el penthouse. Era la tpica foto de turistas, pero era su sonrisa la que lo excitaba. Se vea tan libre de cua lquier dolor. Mayne dara cualquier cosa por tener esa sonrisa, esos labios y ese cuerpo de nuevo. Desaboton sus pantalones de cuero. Antes de empezar a masturbarse, se inclin hacia el refrigerador y tom una botella sin abrir de Dom Perignon. La botella se abri con u n fuerte pop y el vaho escap de la boca, pero sin derramar lquido. Bebiendo profundamente de la botella, sigui pasando las pginas del lbum que era dem asiado corto, evitando cuidadosamente la ltima pgina. Rara vez miraba la ltima pgina. Como siempre, regres atrs a la segunda pgina. Con dos tercios de la botella despachados, baj sus p antalones y sus pantaloncillos hasta las rodillas y verti el champagne restante en las palmas de sus manos. Era parte del ritual. La champaa fina era algo que a l y a Elizabeth les gustaba compartir. Y an poda compartirlo con ella. Al tomar en sus manos su hmeda ereccin sus pensamientos se a presuraron. Fue durante una de las ltimas cenas que tuvieron que ella dijo algo que lo inspir a es cribir la cancin ms hermosa de su carrera. Yo no puedo vivir contigo y no puedo vivir sin ti , la escuc haba como si fuera ayer. Las palabras fluyeron de la pluma al papel ms rpido de lo que poda escribir. Mayne pens que esa era la mejor manera de explicar todo lo que haba pasado entre ellos. La cancin Sin Ti no era una disculpa, era su versin de la historia. Era la sinceridad del rock and roll que v endera ms de tres millones de copias en los Estados Unidos, batiendo los records de ventas, y poni endo al Mayne Mann Group en la cima del mundo. l le haba ofrecido la mitad de las regalas de la cancin a Elizabeth, porque sin ella no habra habido ninguna cancin. Pero ella se rehus cortsmente. Empez la gira con pre-venta total de tiquetes del Mayne Mann Group. Cuando el tour lleg a Los ngeles , Mayne quera desesperadamente verla. Sin importar cuntas mujeres tena, sin importar qu tanto le haba dicho a todos que la haba olvidado, hara cualquier cosa por ella, excepto dejarla irse de su vida. La llam una docena de veces en dos das, dejando mensaje tras mensaje en su contestador. Aunqu e ella nunca respondi, le dej diez pases de acceso libre al show. Ella nunca apareci. Despus del concierto, Mayne jur que no cometera el mismo error dos veces. Se bao rpidamente y se uso ropa seca, y se march evitando el barullo de los camerinos. l y

su chofer se dirigieron hacia el apartamento de Elizabeth. Usando el telfono de la limosina le marc desde la calle frente al edificio. De nuevo lo saludaba la voz grabada en el contestador. Elizabeth, yo s... espero... que ests all. Estoy abajo, y si tengo que romper la pue rta para verte, con gusto lo har. Si vas a llamar a la polica, puesss, llmalos ahora... no e spero nada de ti. No me lo merezco... Mierda, ni siquiera s que estoy tratando de decir pero en verdad me importas. Las palabras no pueden sanar lo que te he hecho pero, mierda, el pasado ya pas... rea lmente necesito ver tu cara de nuevo , explic Mayne suavemente despus del pitido. Las palabras an resonab an en su mente mientras se preguntaba si le habra sido posible expresarse de manera difere nte. Ya era demasiado tarde, pens, ya dentro del edificio. sta era una de esas raras ocasiones , despus de un concierto, que Mayne estaba sobrio. Cuando lleg por el ascensor a su piso, oy una msica familiar. Mientras ms se acercaba, ms alto se haca el volumen. Entonces su mundo empez a girar incontrolablemente mientras el sonido de un disparo resonaba en el corredor. Cor ri hacia el apartamento, inclin su hombro, y con un desafiante abandono estrell la puerta de m adera. Encontr a Elizabeth en el sof, sangrando profusamente; la mayor parte de su cabeza desparra mada contra la pared detrs de ella. En la mesa de caf frente a ella, manchados de sangre, estaban el contestador automtico, un esfero, y algunas pelotitas de papel arrugado. l se par devastado fre nte al cadver. Cmo pudo suceder? Todo lo que haba hecho era amarla. Afligido, se acerc lentamente a l equipo de sonido, un CD con el sencillo de Sin Ti estaba programado repitindose. Se pregun t cuntas 7 veces ella haba escuchado la misma cancin, y apag el aparato. Luego not que junto al contestador automtico haba un papel. Nmero uno, con una bala. Deca la nota manchada de sangre. Agitndose y convulsionando, sus lgrimas cayeron abiertamente. Mayne empez a gritar con todos sus pulmones. Pareca como si alguien hubiera liberado un animal salvaje. Su s chillidos amenazaban con romper las ventanas. Una migraa apuntal sus sienes palpitantes, y t oda su cabeza se llen de presin. Ella se mat porque haban fallado o porque el no la dejara ser? Era a cancin, una de las pocas cosa que haba hecho por s mismo, lo que la haba empujado a esto? Es to realmente estaba pasando? Luego otro pensamiento le vino a su mente. Tom la pisto la de la mano de ella y la puso contra su sien. Se unira a ella. CLIC. Estaba vaca. Elizabeth saba que slo necesitara una bala. Mayne sali de la pesadilla y se hundi en otro recuerdo. Reconoci el agradable recin to como la suite donde pasaron la luna de miel en Las Vegas y casi se sinti a gusto. La c ama estaba

desordenada y Elizabeth sonrea traviesa. Qu quieres hacer? Qu? Respondi Mayne, desconcertado. Ya haban bebido varias botellas de champaa y haban hecho el amor dos veces. Qu quieres hacer? Repiti ella suavemente, retando a Mayne a responder. Mayne capt el juego y decidi seguirlo Si ella le ofreca una opcin sobre qu hacer a continuacin, se aprovechara de esa generosidad. Puedes subir a la cama y decirme que me amas o bajar conmigo. La expresin en la cara de Elizabeth era alegre. Palabras como amor eran lo ms difcil de decir para Mayne. Ella sonri de nuevo y empez a descender hacia su cintura. No le tom mucho tiempo devolverlo a la vida. Varios minutos despus, cuando ella se dio cuenta de que l estaba lo ms excitado posible, Elizabeth mir a su hombre y con la expresin ms sexy que poda adopt ar le dijo suavemente te amo . Mayne se vino con un ligero gruido. El poderoso recuerdo le haba dado algo en que trabajar, pero no haba placer en el orgasmo. Ya nunca lo habra. Dej el lbum de fotos a un lado y se recost en la cama sintindose muerto, mirando fijamente al techo. Durante un segundo le pare ci escuchar las notas musicales de Sin Ti , pero era slo su imaginacin. Su cuerpo cansado permaneci as por lo que le pareci un ao antes de poder levantarse. Por lo menos las drogas en la mesa de n oche eran reales. Todo lo que necesitaba estaba en la mesa. Escondida debajo del despertador haba u na jeringa y una cuchara tiznada. Haba un vaso medio vaco de agua y un encendedor. Tom la cuchara y mezcl las cantidades apropiadas de herona y agua. Luego, usando el encendedor, calent el fon do de la cuchara hasta que la mezcla se aclar. Con manos temblorosas agreg un poco de cocana y as est uvo lista su speedball. Como era una celebridad, no poda permitirse el lujo de tener sus brazo s llenos de pinchazos de jeringa. Por eso, normalmente se inyectaba en la parte trasera de sus antebra zos o en sus pies. Tambin se inyectaba en el cuello. Como un experto acupunturista, acert en una vena palpitante en su antebrazo. Genial murmur mientras examinaba su brazo cuidadosamente, sintiendo cmo la mezcla haca efecto. Se tumb de nuevo en la cama. Entre las drogas y sus emociones, estaba exhausto. E ra muy agradable que las drogas aliviaran la mayora de las presiones. Se aceleraba a med ida que la droga lo 8 golpeaba en poderosas oleadas. Le tom un momento antes de darse cuenta de que su brazo tocaba algo. Se gir lentamente. El lbum de fotos estaba abierto en la ltima pgina. Esa ltima pgina tena el obituario de Elizabeth y una tarjeta de condolencias. Lgrimas que haba retenido desde ese da empezaron a derramarse por sus mejillas. Su rostro plido se enrojeci y sinti que su s fuerzas se evaporaban. Se hunda en la tristeza, pero no crea en la autocompasin. Y eso lo hizo sentirse an peor. Se sent hiperventilando con una pregunta que resonaba dentro de su cabeza. P

or qu tuvo que morir? No tena ninguna respuesta, entonces se puso de pie demasiado rpido. Por qu to do era una mierda? Regres a la sala. Necesitaba ms whiskey. Por qu? La amaba tanto. Por qu? Le haba ofrecido la mitad de las regalas de derechos de autor de esa cancin. La mit ad. Eso ya era un imperio financiero. Pero se haba negado. Por qu? Estaba intentando cambiar. Estaba tratando de ser bueno, segn las normas de socie dad. Quera entender todo lo que haba pasado entre ellos. Quera que ella lo amara, pero s in importar cunto lo intentaba, lo haba jodido todo. Por qu? l quera ser normal, pero eso no era posible. Por qu? Quera sentirse ms cerca de Elizabeth, pero ella estaba muerta. Eso atorment su frgil alma, pero por un segundo de una lgica enfermiza Mayne concluy que su cuero tampoco deba ser perdonado. Arrrrrrggghh! Gru, atacando su sala como un huracn. Puos y pies atacaron las indefensas paredes y el mobiliario. Lanz su puo derecho tan fuerte contra la pared que rompi el enyesado. Tom una lmpara oriental de sobre una mesa y la lanz por el cuarto. Lanz vi olentamente un cenicero de mrmol contra una placa conmemorativa arruinando ambos. Respirando pesadamente y mojado en el sudor del alcohol, tom un disco de platino y lo destroz, lanzando fra gmentos por todas partes. El cristal en el suelo brillaba como arena en una playa. A pesar de todo s los cuartos de hotel que haba destruido a lo largo de su carrera, Mayne nunca haba destruido una guitar ra. Eso era tab. Hasta hoy. Camin hacia la fila de guitarras, tom una Stratocaster del 68 por su en cordado mstil y la meci, golpeando el slido cuerpo hasta dejar solo astillas. Con cada acto autodestr uctivo se senta ligeramente bien. Camin hacia otro disco de platino, se prepar y golpe su puo contra el cristal. La sangre brot de aqulla mano que estaba asegurada por la casa Lloyd s de Londres. Por primera vez ese da, sonri. Mayne tom la botella de Jim Beam del mesn y se atragant. El analgsico lquido calent su pecho y alivi su mano sangrante que pareca necesitar puntos. Camin hacia su equipo de sonido Fischer, y usando la mano que no estaba lastimada, encendi el radio. El dial esta ba en una emisora de rock clsico. Era la nica estacin segura en el dial, ya que jams pasaban ninguna de s us canciones. Mayne Mann era demasiado nueva, demasiado actual. La estacin slo tocaba material d e los 60s y 70s. Inmediatamente reconoci la cancin; era I don't Need Any Doctor , de Humble Pie. Era ese rock crudo el que lo haba inspirado a hacerse msico. Despus de los Pie vinieron los Allm an Brothers. Mayne detestaba esa cancin como si lo hubieran atado a un poste a darle latigazos . Durante los

comerciales, fue a la cocina para agarrar otra cerveza. En los parlantes, la pub licidad de una tienda de discos anunciaba que sus precios eran los ms bajos de Los ngeles. La msica de fondo que acompaaba el anuncio era Sin Ti. Sus ojos se humedecieron, pero ninguna lgrima cay al comprender que sin importar dn de estuviera, no poda esconderse s mismo. Como un soldado en misin, camin hacia el equi po, agarr el receptor, le dio un tirn con ambas manos. Despus de varios jalonazos fuertes las l uces digitales se apagaron. Con el receptor en la mano, tropez hacia atrs, desgarrando cables y golp endose con uno de los grandes parlantes Bose. Aturdido y jadeando, sigui su camino con furia has ta la gigantesca 9 puerta corrediza que llevaba al balcn. Sin afn solt el equipo y corri el pasador que cerraba la puerta. El aire fresco atac sus sentidos. La brisa fra le dio vigor cuando sali al balcn y m ir hacia abajo. Su Bentley negro brillaba en el parqueadero justo debajo. Levant el equipo, lo pas so bre la baranda, y apunt al auto. Despus de algunos segundos de preguntarse si su puntera estaba buena , lo lanz. El vidrio del parabrisas del automvil estall salvajemente cuando el aparato impact en l . Volvi adentro por la cerveza que haba olvidado, y azot la puerta del refrigerador tan fuerte com o pudo. Varias cosas cayeron al suelo. La puerta se desgonz. Mayne tom una cerveza, despach la mitad, y como si fuera un lanzador de bisbol la arroj contra su coleccin de guitarras, escasamente falland o contra su favorita: una Les Paul Sunburst del 57. Tom otra lata del destrozado refrigerador y sus ojos regresaron a las guitarras. Las guitarras eran como nios adoptados, y las amaba a cada una de manera diferent e. Algunas guardaban ciertos recuerdos, pero cada guitarra tena la habilidad de crear magia. Era ese potencial lo que l ms respetaba y admiraba en aquellas guitarras, hasta esa tarde. Ahora, sin i mportar cunto haba amado una determinada guitarra, o qu valiosa pudiera ser, todo lo que deseaba hacer era sentir dolor. El dolor lo regresaba a la realidad. Lo regresaba ms cerca de Elizabeth. E l le haba dado msica al mundo, muy buena msica, y peda poco a cambio. Un pequeo espacio para crear, algu nas frusleras, y qu hay de la paz mental? A cambio, tena ms posesiones de la que poda usar , ms dinero del que poda contar, y nada por lo que valiera la pena luchar. No hace muc ho haba luchado endemoniadamente por todo esto. Ahora que era poseedor de ese diamante deseaba q ue hubiera forma alguna de devolverlo. Desde la cima la vista no era tan hermosa como haba imagina do. Lo que haca como pura expresin artstica, la casa discogrfica lo converta en dinero. Pronto se de silusion de ese sistema, pero qu poda hacer? Sin la industria no podra compartir su msica. Sin import ar que tanto haban tratado de explicarle, las notas musicales no tenan un equivalente dlares. Ha

ca msica porque desde pequeo amaba el rock and roll. Era para la gente, su gente, para quienes es cribi su msica despus de escribir para s mismo. Entonces, por qu no poda dormir en las noches? Estaba mirando la respuesta. Matara a sus guitarras. Si no fuera por aquellas guitarras, no habra tenido los pr oblemas que tuvo. Y dejara la maldita Sunburst 57 para el final. Acab la cerveza, levantndola s obre su ansiosa boca. La Budweiser se derram por su rostro. Cuando la lata estaba casi vaca, la ap last y la pate como jugando al ftbol. Enfurecido, tom una Les Paul Black Beauty y le dio una muer te rpida pero salvaje contra la pared. Levant una rara Telecaster sobre su cabeza y la apale con tra la mesa de caf, rompiendo ambas cosas. Entonces, tom otra Les Paul y, balancendola como si fue ra un bate del bisbol, golpe una lmpara y varios objetos antes de que el mstil de la guitarra se qu ebrara. Mierda , refunfu. En ese instante, oy algo como con ritmo. Acaso un baterista tocaba en su cabeza? L e tomo unos segundos comprender que era uno de los vecinos golpeando la pared. Qu!!! Mucho ruido o qu!!! Grit Mayne hacia la direccin de donde vena el golpeteo se detuvo. No me jodas hijueputa! Toc-toc-toc-toc-toc. "Hijueputa, se lo advierto", dijo Mayne. Toc-toc-toc-toc-toc. Mayne camin a la habitacin, de sobre la mesa de noche tom su cocana y verti una buena cantidad sobre su mano sana y dio una aspirada. Luego lami el resto, entumeciendo sus dientes y encas. Haba una cajetilla de Marlboros en la mesa. Tom uno y lo encendi. Hizo una as piracin profunda y escuch. El vecino todava estaba golpeando. El cenicero era una montaa de sbordante de colillas muertas, por lo que Mayne apoy el cigarrillo en el borde de la mesa de n oche. Haba intentado evitar una confrontacin, pero el cabrn de al lado no lo dejaba. Fue hasta su caja fuerte , agarr la Mgnum .357 y sali de la alcoba. 10 Bueno hijueputa, entones juguemos . Toc-toc-toc-toc-toc. BANG. BANG. BANG. Descarg tres tiros contra la ya perforada pared. El golpeteo se detuvo al instant e. De nuevo, sonri. Apunt la pistola hacia uno de sus discos de platino en otra pared y destruy la brillante cartula. Apunt a su televisor y lo vol a la eternidad. Quedaba una bala. Tom la pistola plat eada con terror. Fcilmente podra unirse a Elizabeth. Slo haba que apretar rpidamente el gatillo. La id ea lo atrajo. Quizs sera mejor en su prxima vida. Lentamente, con los ojos cerrados, levant la pis tola. El gatillo rozaba su encarnado dedo ndice. El can se senta bien contra su sien. Mientras se pre paraba, volvi a abrir sus ojos. Frente a l, burlndose, haba dos guitarras Les Paul ms. Hubo un mom ento en su vida, que aquellas encarnaciones musicales eran sagradas. La dedicacin y los aos d

e prctica eran una labor de amor. Las guitarras eran su pasin, su expresin, y haban sido su pasaje para salir de la oscuridad. Pero todo eso haba cambiado con una cancin. Ahora esas guitarras eran r ecordatorios de que Mayne nunca podra recobrar su inocencia. Maldita sea.... es que no puedo morir con un poco dignidad? Se pregunt con una rabia que lo consumi. Ni siquiera se poda suicidar sin que la msica interviniera. Su tembloroso brazo ba j y apunt a una de las guitarras. Hubo una fuerte retrocarga y astillas de madera volaron po r doquier. Hizo un gran hoyo en ella. Se acerc para examinar su puntera. Estaba definitivamente muerta, pe ro eso no era suficiente. Recogi los restos y los arroj hacia el balcn. Luego se asom por la baran da. Debajo una pequea multitud se haba reunido alrededor de su lujoso automvil ahora arruinado. Alguien quiere un autgrafo? Pregunt, lanzando la destrozada guitarra. Esperen un minuto, esperen un minuto. Les doy otro regalo! Grit, y corri a la alcoba. Sus pesados pasos tumbaron el cigarrillo que haba dejado en la mesa de noche. Se fundi con la gruesa alfombra. Mayne busc dentro de la caja fuerte, tom un manotn de billetes de cien dlares, y corri hacia el balcn antes de que su pblico se fuera. Y que no digan que nunca les d nada! Gritaba mientras arrojaba el dinero. Varios espectadores cautos retrocedieron, pero en cuanto vieron que el confeti e ra dinero, se apresuraron. Mayne salud con la mano a la pequea multitud y regres adentro. Quedaba una guitarra. Mir maravillado los hermosos colores de la 57. Muy apropiadamente llamada Sunburs t. Rojos, naranjas y amarillos se entrelazaban en el cuerpo de madera. Esta tena trastes y puentes de oro. La Sunburst era la preferida de todas sus guitarras. Tena otras dos docenas en el de psito, pero esa guitarra haba sido lo primero que compr despus de que Suicide Shift firmara el cont rato de grabacin. Era la manera como se haba premiado a s mismo por haberlo logrado . Tambin era la guit arra donde haba compuesto la msica para Sin Ti . Se acerc con cautela y respeto, y la tom delicada mente. Se sent en el suelo al estilo indio. En su interior, se alegraba de no haber dest ruido esa guitarra. Su mano herida le dola terriblemente, pero igual quera tocar. La sangre gote de su man o y se derram sobre el cuerpo de la guitarra. Hipnotizado, Mayne vea su sangre correr. Sin impo rtar cun intoxicado estuviera, sus dedos nunca lo traicionaban, y esta guitarra en particular siempr e responda a su llamado. Empez improvisando algo que sonaba como a Hendrix. Hizo una pausa brusca. Algo en ese ltimo solo de guitarra lo desconcert y no pudo seguir. De una manera vaga le recordaba a una parte de Sin Ti . Despus de respirar profundamente, Mayne recobr su compostura parcialmente. Se s upone que los multimillonarios como Mayne no lloran. Ellos estn ms all de las lgrimas, o al me nos eso es lo que la sociedad quiere creer. Mayne Mann era slo Stephen Maynard Mandraich, un nio talentoso que

poda deslizar dedos giles a lo largo de un pedazo de madera con cuerdas. Comenz a i nterpretar uno 11 de sus solos favoritos, Don t Believe a Word de Thin Lizzy. Aunque la guitarra no es taba amplificada, poda orla como si lo estuviera. Dej que la ltima nota se alargara mientras reflexion aba. Sola amar la textura de este instrumento en sus manos. Sola amar hacer que las cuerdas cobrara n vida. Sola amar slo abrazarla. Entonces en su mente record enfermizamente que tambin haba amado toca r a Elizabeth. Se levant del suelo y descarg la guitarra contra el piso. Aterriz con un sonoro DWWWAANNNGGGG. Mir fijamente la guitarra y pens en ella. Ambas le haban dado tanto placer, pero nu nca haba sido capaz de expresar adecuadamente su gratitud. Nunca le dijo la verdad sobre cmo ella lo haca sentir, sobre cunto la am; y cuando lo hizo, la cancin reafirm que deba haber manteni do su boca cerrada. Por lo menos ella an estara viva. Pero la cancin era pura y l quera tocarla para ella. Aun si su cuerpo fsico no estaba presente, Mayne todava podra cantar para ella en el ci elo. Quera tocar, pero tema tocar a la guitarra. Entonces Mayne vio una alternativa. Levant la casi vaca botella de whiskey y escurri lo que quedaba. Luego la dej caer de su mano. Demasiado borracho y narcotizado, se tambale hasta llegar al piano. El cigarrillo encendido en la habitacin haba comenzado un fuego lento en la alfomb ra de la alcoba. El fuego lleg a la cama y se esparci rpidamente. La ropa tirada por todos l ados aliment ms el fuego y pronto la habitacin estuvo en llamas. Hasta unas confusas horas antes, la vida de Mayne, sin importar cun miserable era , haba sido lo que muchas personas apenas soaban. Todo era una ilusin, y l era uno de la elite del rock and roll, un hroe. Ahora, estaba reducido a su ser ms bsico y nada le importaba realmente. Se nta las espinas envueltas alrededor de su corazn y por primera vez en mucho tiempo, se se nta humano de nuevo. Haba sofocado su espiritualidad abusando de las drogas. Haba perjudicado su salud y su crecimiento personal con el vicio. Se haba cegado porque tena miedo de que su props ito, su don en esta vida, fuera ser fiel a s mismo. Y el nico momento en que pudo encontrar aquel la verdad interna, haba sido cuando tocaba su msica. Suavemente acarici las teclas de marfil, dando vi da a melodas a travs de sus dedos. Persista en tocar su msica sin importar el dolor de su mano her ida. Estaba determinado a tocar para Elizabeth, y todos los otros ngeles. Con cada fluido que despeda, cada armona, cada acento musical, su dolor interno sanaba un poco. Con cada nota que s onaba se haca uno con la msica. Sudando abundantemente, Mayne sinti algo agitarse detrs de l. Intent ignorarlo tanto como le fuera posible. Finalmente, se volvi y vio las grandes llamas que ondulaban sal

iendo de su habitacin. Al principio pens que era una alucinacin, pero el fuego era abrasadoramente real y vena hacia l. Su guitarra favorita ya haba sido consumida y estaba muriendo. Quera salvarla, pero n o poda. Se rehusaba a que su sesin fuera interrumpida. Elizabeth estaba escuchando. Cada vez que presionaba las teclas del Steinway, el rojo de su sangre manchaba el marfil. Ignoraba las m anchas rojas, deslizando sus largos dedos sobre ellas. Las venas palpitaban en sus antebrazos y el sudor corra por su rostro. Todo lo que haba querido hacer con su vida era tocar su msica, y ahora lo estaba h aciendo. En ese momento, se sinti libre de sus demonios. Tom valor y comenz a cantar Sin Ti en su nat ural ronca voz. El grueso alfombrado se volvi rpidamente un infierno de pared a pared mientra s una ola gigante de fuego se levant y se extendi alrededor del piano. A l no le poda haber importado menos. Mientras las llamas tragaban el apartamento Mayne nunca grit, y nunca se equivoc e n ninguna nota. Fin

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