La Goleta Virginia - Contextualización
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VIRGINIA
LUIS ALBERTO TAMAYO
Síntesis General
Después de eliminar un segundo medio, antes de qe comiencen las
postulaciones, el rector decide habilitar la "última sala« ( bodega),
para formar un nuevo primero medio.
El liceo es subvencionado, es decir que por cada alumno, por cada día
hábil en el que un estudiante haya asistido, el gobierno le paga una suma
de dinero al establecimiento).
BIOGRAFÍA DEL AUTOR
Luis Alberto Tamayo, nació en San Fernando.
Se tituló como profesor de Educación General Básica en la Universidad de
Chile, en 1982.
Ha participado desde muy joven en concursos literarios, en los que sus obras
han sido distinguidas.
En 1989 integra el taller literario Heinrich Böll, dirigido por el escritor Antonio
Skármeta. A partir de ese momento ha publicado una serie de obras para
adultos y jóvenes; entre estas, La goleta Virginia.
Se desempeñó como libretista del programa “Los Venegas”, de TVN, entre los
años 1991-1995. En el año 2000 ganó el concurso de cuentos convocado por el
Banco Santiago y Editorial Alfaguara.
CONTEXTO SOCIO CULTURA
Lo que condujo al autor a escribir este libro fue porque él había sido
profesor de enseñanza básica y por eso conocía bien a niños y jóvenes
ÉPOCA CONTEMPORANEA
El libro fue creado en el año 1999, el autor tenía 39 años cuando creó
este libro
ANÁLISIS INTRALITERARIO
El rector del liceo dejó caer con brusquedad el teléfono, cortando la comunicación. Frunció el
entrecejo como si ese gesto fuese la palanca que ponía en funcionamiento su cerebro. Movió la
cabeza de derecha a izquierda, se mordió el labio inferior y lanzó una fugaz mirada al calendario.
Después de unos segundos, sonrió como si hubiese imaginado algo muy gracioso. Volvió su silla
giratoria hacia el inspector general y preguntó:
-¿En qué condiciones se encuentra la sala del fondo? El aludido abrió un poco sus ojos casi
orientales, sus rojas y sueltas mejillas se movieron como un trozo de gelatina, apresuró una
sonrisa y contestó:
-La usamos de bodega, señor. Se llueve entera, no podemos guardar nada importante ahí.
-No es para guardar nada, hombre -replicó el rector, mientras una repentina alegría le invadía el
rostro-, la necesito como sala de clases. Se puede habilitar, ¿no? ¿Cómo va a estar tan mala?
-Sí, claro --contestó Montenegro-, por supuesto que se puede despejar y reparar. Es cosa de
ponerle empeño.