Formación Básica de Lectores de La Palabra - II Sesión

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Parroquia María Madre del

Rosario
Diócesis de Engativá

Formación básica de
Lectores de la
Palabra
LA LITURGIA

Octubre, 2017
El servicio del lector:
ministerio de lectorado
 Leer en la asamblea de los fieles es ¡UN SERVICIO MUY
IMPORTANTE!
«Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin
haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie
lo predica? ¿Y quiénes predicarán, si no se los envía? Como
dice la Escritura: ¡Qué hermosos son los pasos de los que
anuncian buenas noticias! Pero no todos aceptan la Buena
Noticia. Así lo dice Isaías: Señor, ¿quién creyó en nuestra
predicación? La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la
predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo.»
Rom 10, 14-17.

Por tanto, en la construcción


de comunidad de fieles
(parroquia), la formación de
lectores es una tarea
primordial.
Origen e historia del
lectorado
Los primeros cristianos se reunían
para escuchar la Palabra de Dios y
desde el principio ha habido
personas encargadas de leerla.
Antes de esto, podemos ver que en
el culto judío, el cual cumplió
Nuestro Señor Jesucristo, el pueblo
se reunía en la sinagoga para oír la
Palabra y escuchar al predicador.
Jesús acudió todos los sábados a la
sinagoga y leyó y predicó la
Palabra.
Desde el nacimiento de la Iglesia,
las primeras comunidades fueron El rol del lector ha cambiado con el tiempo,
uniendo dos grandes momentos en pero es importante conocer algo de la
historia de los lectores para entender más
sus celebraciones: las lecturas de la sobre este ministerio hoy en día y también
Palabra de Dios y la “fracción del conocer qué es realmente la Liturgia de la
pan” (la Eucaristía). Palabra.
La historia
El lector o proclamador de la Palabra no es un simple lector y nada más.
Proclamar la Palabra de Dios es una dignidad, una misión divina, y esa
dignidad no la puede ejercer cualquier persona que simplemente lea bien.
Debe, con anterioridad, penetrar en el contenido de esa Palabra y vivir su
mensaje.

Antes del Concilio Vaticano II, el lector era una de las órdenes menores que
se daban a los seminaristas.

La primera orden era el ostiario, que era quien tenía las llaves de la iglesia.
La segunda orden era el lector, a quien le daban el Libro (Leccionario).
La tercera orden era el exorcista, que era el encargado de imponer las manos y de expulsar demonios.
Y una cuarta orden menor era el acólito, quien ayudaba en la misa.

El obispo consagraba al lector al


Espíritu Santo con estas palabras:

"Sé un fiel transmisor de la palabra de Dios, a


fin de compartir la recompensa que desde
el comienzo de los tiempos han obtenido los
que han administrado Su Palabra".
La historia
Ser proclamador de la Palabra ha sido siempre una labor muy importante.
El Concilio Vaticano II (1962-1965) fue el que abrió las puertas a los laicos
para servir en la Iglesia, y de forma concreta, en la proclamación de la
Palabra.
En 1971, el papa Pablo VI cerró las
órdenes menores y creó los
ministerios del lectorado y
acolitado. Estos ministros ya no eran
ordenados, sino encargados, de
manera que los párrocos debían
conseguir personas con talentos
especiales encomendándoles el
puesto.

«Recibe el Libro de la Sagrada Escritura, y transmite fielmente


la Palabra de Dios, para que sea más viva y eficaz en el
corazón de los hombres.»

La Instrucción General para El Misal Romano (IGMR) propone lo siguiente:


"En ausencia del lector instituido para proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura,
destínense otros laicos que sean de verdad aptos para cumplir este ministerio y que estén
realmente preparados, para que al escuchar las lecturas divinas, los fieles conciban en
su corazón el suave y vivo afecto por la Sagrada Escritura". (IGRM, 101)
La asamblea litúrgica requiere de lectores laicos.
Es necesario asegurarnos de contar con personas calificadas, que han
sido entrenadas para participar en el ministerio.
Los lectores deben recibir la preparación apropiada y completa.
Las parroquias pueden establecer sus propios requisitos para lectores.
Pueden considerar las siguientes normas del Canon para lectores
instituidos:
"Una persona que sea nombrada
como Lector debe tener por lo
menos veintiún (21) años de edad.
La persona también deberá tener los
talentos necesarios para leer la
Palabra de una manera eficaz, ser
miembro completamente instituido
de la Iglesia Católica, ser libre de
cualquier falta canónica y vivir un
estilo de vida acorde al ministerio
que tomará". (Norma
Complementaria del Canon 230-1, "Os hago saber, hermanos, que el evangelio que os
anuncié no es de origen humano, pues yo no lo recibí
del 17 de Noviembre de 1999).
ni aprendí de un hombre, sino que me lo reveló
Jesucristo" (Gal 1, 11-12).

Todo Lector o Proclamador debe reflexionar sobre la importancia de que


la Palabra de Dios sea proclamada y en el modo de hacerlo.
Cuando un lector proclama está ejerciendo un ministerio tan importante como
el del sacerdote y el diácono. El sacerdote no puede comer el pan de la
Eucaristía si antes no se ha alimentado con el pan de la Palabra de Dios, porque
tiene como oficio transmitir al pueblo los mandatos de Dios.

El Lector o Ministro de la Palabra, con su presencia y con su voz, debe respetar la


dignidad de su ministerio.

A veces, podemos minimizar o disminuir la dignidad de la Palabra de Dios, ya


sea por medio de nuestra forma de vestir, con nuestro comportamiento, con
nuestro vocabulario, o con formas y actitudes que plantean ciertos interrogantes
a quienes nos observan.

Es conveniente que el lector utilice una vestimenta que exteriormente nos


prepare para ese ministerio, ya que es parte del conjunto integrado del servicio
de la Santa Misa y por ello debe presentarse con toda dignidad.

Humildad
Aunque el lector es muy
importante, es mucho más
importante el mensaje de Dios a su
pueblo.

Esta es la gran responsabilidad del Lector y el objetivo a perseguir: que la


Palabra de Dios sea transmitida, anunciada, pregonada. Que todos en la
Iglesia sean alimentados, fortalecidos y nutridos por esa Palabra que da vida
eterna.
Oración del proclamador de
la Palabra de Dios
Te doy gracias, Señor, porque a
pesar de mi fragilidad, tu Palabra
puede más que mis pecados,
tu gracia más que mis faltas, tu
llamado más que mis
imperfecciones.
Gracias, Señor, por hacerte presente
a través de mi voz, por dejarme ser
cauce entre tu Divinidad y mis
hermanos, entre el cielo y la tierra,
entre el altar y la asamblea.
Gracias, Señor, por permitirme ser
instrumento tuyo, por confiar en mí y
por dejarme estar a tu servicio, Señor,
para lo cual te prometo una entrega
responsable y comprometida.
Por todo ello, gracias te doy, Señor.
El Lector debe conocer lo fundamental de la LITURGIA. No puede estar
separado de la acción eucarística. Un buen Ministro de la Palabra,
conoce las partes de:

LA SANTA MISA

Liturgia de
Ritos Liturgia de Ritos de
la
Iniciales la Palabra conclusión
Eucaristía
Procesión de entrada
Saludo inicial
Ritos
Iniciales
Acto penitencial
Gloria
Oración colecta

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Escuchamos a Dios, que se nos da como
alimento en su Palabra, y respondemos
cantando, meditando y rezando.

Primera lectura

•Dios nos habla por sus profetas

Salmo

•Meditamos rezando o cantando un Salmo (respuesta)

Segunda lectura

•Dios nos habla a través de sus apóstoles

Liturgia de la Santo Evangelio

Palabra •El Aleluya nos predispone a escuchar a Cristo mismo. Gloria a Ti Señor Jesús

Homilía

•El celebrante nos explica la Palabra de Dios

Símbolo de los apóstoles: Credo

•Confesamos nuestra fe

Oración universal (de los fieles)

•Rezamos unos por otros pidiendo por las necesidades de todos

7
Escuchamos a Dios, que se nos da como
alimento en su Palabra, y respondemos
cantando, meditando y rezando.

Ofertorio

Liturgia de la Plegaria
Eucaristía
Eucarística

Rito de
comunión
Ofertorio

Presentamos el pan y el
vino que se transformarán
en el Cuerpo y la Sangre de
Cristo.

Realizamos la colecta en
favor de toda la Iglesia.

Oramos sobre las ofrendas.

3
Prefacio: Oración de acción de gracias y
Plegaria alabanza al ¡tres veces Santo!
Eucarística Epíclesis: El celebrante extiende
sus manos sobre el pan y el vino e invoca
al Espíritu Santo, para que por su acción los
transforme en el cuerpo y la sangre de
Jesús.

Consagración: El sacerdote hace


“MEMORIA” de la última cena,
pronunciando las mismas palabras de
Jesús. el pan y el vino se transforman en el
cuerpo y la sangre de Jesús.

Aclamación: Este es el Misterio de nuestra


fe

Intercesión: Ofrecemos el Santo Sacrificio


en comunión con toda la Iglesia: pedimos
por el Papa, los obispos, los difuntos y por
todos nosotros.

Padre Nuestro: Nos preparamos para


comulgar rezando como nos enseñó
Nuestro Señor Jesucristo.
6
Rito de
Comunión
Llenos de alegría nos acercamos
a recibir a Jesús, pan de vida.
Antes de comulgar hacemos un
acto de humildad y de fe.

(Cordero de Dios, que quitas el


pecado del mundo,
ten piedad de nosotros … y
danos la paz)

Oración después de la
Comunión: Damos gracias a
Jesús por haberlo recibido y le
pedimos que nos ayude a vivir
en Comunión.

3
Bendición
Ritos de
conclusión

Despedida y
envío

5
¿Qué los a) Alguien tiene que hacerlo
motiva a ser b) Me gusta leer en público
c) No me gustaría decepcionar al padre
lectores? d) Preguntaron: ¿Quién quiere leer?
e) Tengo una buena voz para leer
f) Quisiera ayudar de forma activa a que los
servicios de la Iglesia mejoren
g) Puedo ayudar a llevar la comunidad hacia
la Palabra de Dios
h) Me gustaría tener una posición más alta
dentro de la comunidad
i) Si todos participaran según sus cualidades y
dones, habría más vida y variedad en la
misa
j) Los carismas para la lectura existen, y por
esto, deben ser aprovechados
Parroquia María Madre del
Rosario
Diócesis de Engativá

Año litúrgico y ciclos


de lecturas

Octubre, 2017
Los colores utilizados en las vestiduras y ornamentos sagrados
expresan el carácter del tiempo litúrgico y las fiestas del año
cristiano.
El blanco representa la manifestación El rojo, que recuerda a la sangre y al fuego, es el color de la
de la naturaleza divina de Jesús. Se vida, el amor, es sacrificio de Cristo y el testimonio de los
utiliza en Pascua, Navidad y otras mártires. Denota el amor ardiente que es la fuerza del
fiestas del Señor (excepto la Pasión), así Espíritu Santo. Se usa del Domingo de Ramos, Viernes Santo,
como se usa en las fiestas de la Virgen Domingo de Pentecostés, las fiestas de los apóstoles,
María, los ángeles y de los santos (no evangelistas y mártires.
mártires).
El verde es el color del Tiempo Ordinario: intermedio,
conciliador, que refresca y tranquiliza. Color del Paraíso. El
verde manto de la tierra en primavera inspira esperanza y
la realiza: por eso el verde representa esa virtud cardinal
del cristiano.

El morado, color de reflexión, moderación y equilibrio entre


pasión e inteligencia, amor y sabiduría. Representa
penitencia y acción precavida. Propio de Adviento
y Cuaresma, también se usa en los sacramentos de la
Penitencia y Unción de Enfermos y en los oficios de
difuntos.

Hay otros colores que ya casi no se utilizan: El rosado. Está asociado a la alegría. Se puede usar el 3º
Domingo de Adviento (Gaudete) y el 4º Domingo de Cuaresma (Laetare), Alegria por la proximidad. Se
suaviza un poco la austeridad penitencial.
Azul, el más profundo y el menos material, sugiriendo por igual la imagen del cielo y del mar. Azúl
celeste se ha representado tradicionalmente el manto de María y de ese color son los ornamentos
litúrgicos con que especialmente en España e Iberoamérica se celebran las fiestas de la Santísima
Virgen.
Lecturas de la Sagrada
Escritura
En pequeñas raciones, la Madre Iglesia va alimentando a sus hijos.
Con este fin, se han dividido las lecturas en tres ciclos: A, B y C.
Cada ciclo de estos se refiere a la lectura del Evangelio Dominical:
• Ciclo A: Evangelio de San Mateo
• Ciclo B: Evangelio de San Marcos
• Ciclo C: Evangelio de San Lucas
El Evangelio de San Juan se lee en los tres ciclos, especialmente en
tiempo de Pascua.
Cada ciclo comienza el primer domingo de Adviento.

Entre semana, los días se denominan ferias y las lecturas se dividen


en dos grupos según el año sea par o impar. (Tener en cuenta que el
año litúrgico empieza en adviento, por lo que una parte del ciclo
ferial puede empezar en un año impar y tratarse litúrgicamente
como si fuera par.
Leccionarios
En lo referente a las lecturas de la Misa (OLM) las lecturas
de la Biblia que la Iglesia propone a lo largo de todo el
año litúrgico se hallan recogidas en los diversos tomos de
que consta el LECCIONARIO.

El Leccionario se halla dividido en varios


tomos:

 Tomos I, II, III (Ciclos dominicales y


fiestas A,B,C).

 Tomo IV: Lecturas para las ferias del


T.O “per annum”.

 Tomo V: Lecturas para el Propio y


Común de los Santos y difuntos.

 Tomo VI: Misas Votivas y por diversas


necesidades.

 Tomo VII: Lecturas para las ferias de


Adviento-Navidad y Cuaresma-
Pascua.

 Tomo VIII: Rituales.


¿Cuál es la diferencia entre Biblia, Leccionario, Misal,
Evangeliario, Gradual, Pontifical, Rituales y Ordo?

La Biblia contiene las Sagradas Escrituras ordenadas canónicamente en Antiguo y


Nuevo Testamento.
Un Leccionario contiene todas las Lecturas usadas en la Eucaristía y otras celebraciones
de acuerdo al Año Litúrgico.
Un Misal incluye todos los textos necesarios para la Misa (instrucciones, plegarias,
lecturas y algo de música). A partir del Concilio Vaticano II, el Misal se publica en dos
partes: el Sacramentario (que son los textos del Presidente de la asamblea y no incluyen
las lecturas) y el Leccionario (todas las lecturas para ser proclamadas desde el ambón).
Un Evangeliario es una publicación más elaborada y artística de los textos del
Evangelio para las celebraciones litúrgicas y que usualmente se usa en las procesiones.
Un Gradual contiene los textos musicales y los tonos que pueden usarse en las
celebraciones litúrgicas.
El Pontifical es el libro que se usa para las ceremonias de los Obispos y el Papa, tales
como ordenaciones y confirmaciones.
Los Rituales son las diversas publicaciones que contienen las instrucciones (rubricas),
plegarias, y lecturas para ritos específicos como Bautismos, Confirmación, Exequias,
Matrimonio, Unción de los Enfermos,
El Ordo es un tradicional libro litúrgico en el que la Iglesia presenta las orientaciones
teológicas, bíblicas y pastorales para hacer memoria y actualizar el Ministerio Pascual
de Cristo.

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